Stuhlmacher, Peter - Jesus de Nazareth - Cristo de La Fe

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    Los libros y tratados acerca de Jess estn en boga. Sin embargo, las

    cuestiones de candente inters para la fe y el anuncio del evangelio ge-

    , neralmente se soslayan o se tocan de pasada refirindo las a la interpre

    tacin que dio la comunidad cristiana primitiva. De forma que a veces no

    queda claro si la obra divina en Jess, el contenido de la fe, es anterior,

    ! y en qu medida, a la fe de los cristia nos nacida en pascua.

    Este libro se ocupa de esas cuestiones candentes: la conciencia mesi-

    nica de Jess, la interpretacin que dio a su propia muerte y el sentido

    que tuvo para Jess la ltima Cena.

    f Para Peter Stuhlmacher ha llegado el momento de recoge r los resulta-

    dos positivos de los estudios histricos sobre Jess.

    f

    rISBN: 84-301-1297-9

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    V E R D A D E I M A G E N 1 3 8

    Otras obras publicadaspor Ed ic ione s Sgue me :

    W. Kaspe r, Jess, el Cr isto (Vel 45) J. I. Gon z lez Fa us , Ac ce so a Je ss (Vel 55) R. La tour el le, A Je s s el Cr ist o por los ev an ge lio s (Vel 76) Ch. Duq uo c, Jes s, homb re lib re (Vel 82) R. Fa br is, Je ss de Na zare t (Vel 93) J. M. Ca sti llo , El se gu im iento de Je ss (Vel 96) J. M olt man n, El camino de Je su cr is to (Vel 129)

    PETER STUHLMACHER

    JESUS DE NAZARETCRISTO DE LA FE

    EDICIONES SIGUEMESALAMANCA

    1996

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    Tradujo Constantino Ruiz-Garrido

    sobre el origina) alemnJes s von Nazareth - Christus d es Glaubens

    Calwer Verlag, Stuttgart 1988 Ediciones Sgueme, S.A., 1996

    Apartado 332 - E-37080 Salamanca/Espaa

    ISBN: 84-301-1297-9Depsito legal: S. 406-1996Printed in SpainImprime: Grficas Varona, S.A.Polgono El Montalvo - Salamanca 1996

    De dic ado a Theo Sor gcon ocasin del 18 de abril de 1988

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    CONTENIDO

    Prlogo ................................. ................ ................ ................. ............. 11

    1. Jess de Nazaret como Cristo de la fe .............. ................ ...... 151. El pro ble m a ..................................... .................................... 152. El problem a y su planteami ento ............. ................. ............ 21

    a) Dos confesiones pospascuales de fe en Cristo ............... 21b) El dife rent e testimonio de los evangelio s y la necesi

    dad de la crtica ................................................................ 243. De la predicacin de Jess a la fe en Je su cri sto ............ 26

    a) Los principios de reconstruccin ................................... 26b) El mensaje de Jess acerca de Dios, de la conversin

    y la fe ............. .................. ................. ................ ................ 29c) Jess se denomina a s mismo el Hijo del hombre y

    el Mesas .........................................................................37d) Para comprender la pasin de Jess ..............................44e) La necesidad histrica de la pasin ................................ 44f) La prontitud de Jess para el sacrificio ........................ 48g) La experiencia de pascua que conduce a la confesin

    de fey la fe en Jesucristo.................................................504. Resultado..................................................................................52

    2. Por qu tuvo que morir Je s s ? .................................................55

    1. Dificultades para dar una respuesta ................................... 552. Razones para la condena de Jess ......................................583. El encargo de la misin mesinica de Jess ....................634. Cmo entenda Jess su propia m ue rte ..............................655. H1 problema de la interpretacin ........................................ 71

    3. Iil testimonio del nuevo testamento acerca de la Cenadel Seor ........................................................................................75

    1. lil problema acerca del conjunto de la tra di ci n .............. 752. Concordancias y diferencias en la tra dic in ...................... 77

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    Il l Contenido

    1.a comunin en el banquete celebrado en presencia de D ios ........................................................................................................80

    4. La cena pascual de despedida deJ e s s .................................. 82

    5. Las palabras de la administracin ......................................... 86

    6. El banquete sacrificial de accin de gracias del Resuci

    tado .......................................................................................................... 95

    7 . La Cena del Seor en C orin to.................................................. 98

    8. La tradicin jon ica acerca de laC e n a .................................. 107

    9. R esu lta do s .......................................................................................... 117

    In di ce d e c it a s b b li ca s 123

    PROLOGO

    Los libros y tratados acerca de Jess y de su mensaje estnen boga. Nos alegramos de ello. Porque es seal de que la figuray el mensaje del hombre de Nazaret sigue fascinando. Pero lo sor

    pr en de nt e es que las cu es tio ne s de ard iente int er s pa ra la fe yla proclamacin, y que preguntan acerca de la autoridad mesinicade Jess, acerca de la interpretacin de su muerte y de la proclamacin de esa muerte en la Cena del Seor, se soslayan unasveces totalmente, y otras se exponen de manera vaga y con rodeos, refirindose nicamente a la interpretacin de fe que dio

    de ellas la comunidad cristiana primitiva. La comunidad pospas-cual, as dice el estereotipo, vio en Jess a su Seor y Mesas;en su muerte en la cruz y en su resurreccin vio por excelenciael acto divino de redencin escatolgica; y la Cena del Seor laconsidera como un banquete celebrado en comunin con el Seorexaltado, inspirndose en las comidas en que Jess durante suactividad terrena se sentaba a la mesa con publcanos y pecadores. El que conozca la situacin en que se halla la investigacinsobre los evangelios, comprender muy bien este esquema derespuestas. El problema nicamente es que no queda claro si laobra divina de revelacin y de salvacin mediante la misin deJess es anterior, y en qu medida lo es, a la fe de los cristianosnacida en el da de pascua.

    En el ao 1988 se celebr el 50. aniversario de la muerte deAdolf Schlatter (16 agosto 1852- 19 mayo 1938). Schlatter consider de importancia fundamental, tanto en sentido histricocomo dogmtico, la cuestin de la precedencia de la historia deJess a la fe que de esa historia naci en su persona. LeonhardGoppelt (6 noviembre 1911 - 21 diciembre 1973), Joachim Jeremas (20 septiembre 1900 - 6 septiembre 1979) y Ernst Kase-mann se adhirieron a la visin de Schlatter, aunque cada uno lohizo a su manera. Ha llegado ahora el momento de recordar la

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    2 Prlogo

    visin de Schlatter y de sus discpulos. La fe cristiana no vivede sus propias proyecciones. Si lo hiciera, no sera ms que unasupersticin.

    Los tres trabajos que se exponen a continuacin, se atienenen cuanto al fondo y al mtodo a las perspectivas de Schlatter,Goppelt, Jeremas y Kasemann. Si seguimos la tradicin evang

    lica con la simpata crtica (W. G. Kmmel) que se merece (yque se merecen todos los textos histricos), entonces habr queresponder positivamente a todas las preguntas formuladas: lahistoria de Dios en Jess es y sigue siendo anterior y es el precedente de la fe de la(s) comunidad(es) cristiana(s). No fue la comunidad la que primero reconoci en Jess al Seor y Mesas,sino que ya Jess se consider a s mismo como llamado por Dios

    pa ra ac tua r co mo el H ijo del hombre y el M esas en fav orde Israel y de todas las naciones. El Jess terreno entendi ya sumuerte como la obra salvfica de expiacin que deba realizarseen favor de los muchos (Is 53, 1ls). La Cena del Seor no essencillamente una repeticin de las comidas en las que Jess se

    sentaba a la mesa con publcanos y pecadores, sino que en susrasgos fundamentales se remonta al banquete pascual que Jesscelebr con los Doce en Jerusaln en la vspera de su muerte, yen el cual l hizo partcipes de su muerte expiatoria a esos varones como representantes que eran de las doce tribus del puebloescatolgico de Dios. Cuando la comunidad cristiana celebra laCena del Seor, lo hace evocando la historia de la salvacin, esahistoria realizada por Dios en favor de su pueblo desde que losac de Egipto hasta el Glgota, y que se consumar con la venida al fin de los tiempos del Cristo resucitado, con la denom inada parusa.

    Los tres trabajos tienen su origen en charlas y conferenciasque he pronunciado du rante estos ltimos cinco aos pasados antediversos pblicos. En lo que se refiere al estilo, he tratado deescribir con la mayor sencillez posible. El primer trabajo se publica aqu por primera vez. El segundo trabajo, Por qu tuvo quemorir Jess?, se public ya en la revista Theologische Beitr-ge 16 (1985) 273-285. Y el tercero, El testimonio del nuevotestamento acerca de la Cena del Seor, apareci en la revistaZeitschrift fr Theologie und Kirche 84 (1987) 1-35; estos dosltimos trabajos han sido revisados y refundidos.

    El estudio sobre la Cena del Seor estuvo dedicado a festejara mi amigo Martin Hengel por su 60. cumpleaos el da 14 de

    Prlogo 13

    diciembre de 1986; y sigue estando dedicado a l. Como ambosnos hallamos en estrecha relacin con Theo Sorg, no le parecermal a Hengel que se lo dedique tambin a l con motivo del comienzo de su ministerio episcopal. Sorg, por gran mayora, fueelegido por el snodo regional, el da 25 de noviembre de 1987,

    pa ra qu e fu era el suce sor de l ob isp o reg ion al D. Ha ns von Keler,

    y fue investido de su ministerio episcopal el 18 de abril de 1988.En el da de la eleccin, el texto bblico para el da era Lam 3,23. Que la fidelidad divina sustente y acompae a Theo Sorg enel ejercicio de su ministerio episcopal!

    Por la abnegada labor de escribir una y otra vez y pasar a limpio el man us cr ito , es toy muy ag radecid o a Gise la Kien le. En lapr ep arac in de l nd ice de cit as bbl ica s y en las co rre cc ione s mepres t ex ce lentes se rv ici os mi ay udan te Jrgen Schw arz .

    Peter Stuhlmacher

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    Jess de Nazaret como Cristo de la fe

    1

    1. El pr ob lema

    El que hoy da se enfrente con la cuestin de saber quin eraJess de Nazaret y en qu Cristo creen los cristianos, debe adoptar una actitud ante un conjunto de problemas que se han ido

    pla nteand o du ran te ms de cien aos de deb ate s teo lg ico s y e cle -

    siales. Nuestras dos preg untas siguen siendo de suma a ctualida d1,pe ro no son nuev as, sin o qu e in ter esa n ya de sde ha ce mu chotiempo a los cristianos y a los no cristianos. En el ao 1892, elpr of es or de teo lo ga do gm t ica Mart in K hler (183 5-1912 ), quepo r aqu el en tonces en se a ba en Ha lle , ce leb r un a co nf ere nc iacon el siguiente ttulo, que a primera vista poda parecer extrao:El denominado Jess histrico y el Cristo histrico y bblico.Kahler, en su trabajo, protesta con tra la idea de que, de los cuatro

    1. As lo demuestra la ininterrumpida cadena de nuevas publicaciones sobre

    el tema. Por lo que respecta al debate en el mundo anglosajn, mencionaremos:

    Ed Parish Sanders (ed.), Jes s and Jud aism , (1985) 21986; James D. G. Dunn,

    The Evidence fo r Jess, 1985, y James H. Charlesworth, Research on the H istori -cal Jess Today: Jess and the Pseudepigrapha, the Dead Sea Scrolls, the Nag

    Ham mad i Cd ices, Josep hus, and A rcha eolog y, ThePrinceton Seminary Bulletin,N. S. VI, 1985, 98-115. Lo movido que es el debate en el mbito de lengua alemana puede verse por las obras de Hans-Friedrich WeiB, Kerygma und Ge-schichte. Erwgungen zur Frage nach Jess im Rahmen der Theologie des NeuenTestaments, 1983; Gerd TheiBen, La som bra de l Galileo, Las inve stiga cion eshistricas sobre Jess traducidas a un relato, Salamanca 61995; Otto Betz,Jess .Der Messia s Is raels , en Ges. Auf. I, 1987, y Eduard Schweizer, Jes s Christ. TheMan fro m Nazar eth an d the Exa lted Lord, Macn, Georgia (Mercer University Press) 1987; Id., Jes s ais Glei chni s G ottes, ed. por Andreas Bsteh, Beitrage zurReligionstheologie 5 (1987) 85-103.

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    16 Jes s de Naza ret- Cristo de la fe

    evangelios bblicos, los investigadores crticos apenas puedandeducir con mucho esfuerzo2 una imagen fiable del Jess su

    pu estame nte histr ico, y de que esa im agen fuera elev ada luegoa la categora de norma para la fe en Jess el Cristo. El Cristode la fe, del que parti la Iglesia desde sus comienzos, es segnKahler el Cristo bblico, del que hablan los evangelios y en

    quien profesan su fe los dems autores del nuevo testamento. Laimagen de los evangelios acerca de Jess se basa en la impresinque los discpulos recibieron de Jess en el tiempo que pasaroncon l durante su vida pblica. Esa imagen no est en contradiccin con la fe en Jess el Cristo, sino que la corrobora, y la Iglesia, en la proclamacin de su fe, tiene que darse por contenta conese hecho comprobado.

    Adolf Schlatter (1852-19 38), que desde 1898 trabajaba en Tu-bin ga como profes or de dogm a y de nuevo tes tam ento, as int ien el fondo a la afirmacin de Kahler, pero al mismo tiempo la

    pre cis en pu ntos decis ivos . Schlat ter hiz o hincap i en que elCristo de la fe no es otro que el Jess histrico, y design comoverdadero precedente que probaba esta identidad la filiacin d ivina mesinica del Jess histrico3. Segn Schlatter, Jess de Nazaret se manifest exactamente igual que como lo presentan losevangelios, es decir, alegando ser el Hijo de Dios y el Mesas deIsrael. Precisamente por eso los apstoles le reconocieron luegocomo el Hijo de Dios y el Mesas. La profunda diferencia entreel Jess histrico y el Cristo de la fe no surge segn Schlatter sino cuando uno no quiere y no puede conceb ir que el Jessterreno se manifestara ya como el Mesas.

    Unos cuantos investigadores como Julius Schniewind4, Joa-chim Jeremas5 y Leonhard Goppelt6 siguieron (a Kahler y) aSchlatter; la mayora de los exegetas del nuevo testamento, enAlemania y fuera de ella, no lo hicieron. Menospreciaron la ad

    2. Martin Kahler, De r sog enan nte histo risch e Jess und der geschi chtlich c,biblische Christus, public. nuev. por Ernst Wolf, ThB 2 (21956) 4l).

    3. Ado lf Schlatter,Der Zw eifel an de r Mes siani tat Je su, (1907) actualmenteen A. Schlatter, Zu r Theolog ie des Neue n Testa ments und zur Dog matik , publicpor Ulrich Luck, ThB 41 (1969) 151-202.

    4. Cf por ejemplo, su comentario Das Eva ngel ium nach Ma rku s, '"1963.

    5. Teologa del nuevo testamento I. La predica cin de Jess , Salamanca61994, 181-346.

    6. Theologie des Neuen Testaments I.Jes u Wirken in s ein er theo logisc henBed eutu ng (ed. Jrgen Roloff), 1975, 210-253.

    Jes s de Naza ret como Cristo de la fe 17

    vertencia de Schlatter y muy pronto se vieron envueltos en lasaporas predichas por l. Para ellos se rompi la unidad de laimagen bblica de Jess7, hasta tal punto que en parte distinguieron rigurosamente entre el Jess histrico, por un lado, y el Cristo, a quien se proclam y en quien se crey nicamente despusde pascua, por el otro lado. Por ejemplo, para Rudolf Bultmann

    la predicacin del rab y profeta judo Jess es tan slo uno delos presupuestos de una teologa del nuevo testamento, y noconstituye parte esencial del desarrollo de la tradicin de la feneotestamentaria8.

    Asimismo, la vuelta a las reflexiones, dirigidas programticamente en los aos cincue nta por Ernst Ksemann 9, Gnther Bom-kam m10 y Ernst Fu ch s11, acerc a de la figura y la obra del Jessterreno, no aportaron tampoco una solucin firme. Lejos de eso,se hallan disociadas hasta el da de hoy una imagen supuestamente histrica acerca del profeta escatolgico Jess, y el Hijode Dios, Jess el Cristo, confesado nicamente a partir de pascuacomo el Cristo de la fe. A menudo se engrapan ambas imgeneshablando de una indirecta pretensin de autoridad mesinica formulada por Jess antes de pascua y de una confesin directa dele en Jess como Mesas y Cristo expresada en la predicacin

    pospasc ual de los ap s to le s12. E sta es una frm ula de avenencia ,

    7 A Schlatter, Der Zwe ifel an d er Messia nita t Jes u, 154, escribe: ...Quitmosle a Jess la idea mesinica y dejemos que sean sus compaeros y mensaje

    ros quienes le proclamen como Cristo. Surge entonces... una profunda grieta, muydifcil ilc salvar por el arte de la historia.

    8. Kudolf Bultmann, Teologa del nuevo testamento.Salamanca 21987, 40:/.ipredica cin ile J es s pertenece a los presupuestos de la teologa del nuevoicsiumcnto y no constituye una parte de sta. En efecto, la teologa del nuevo lestamento consiste en el despliegue de las ideas en las que la fe cristiana se asegura a s misma acerca de su objeto, de su fundamento y de sus consecuencias.

    I.a le cristiana comienza a existir en el momento en que existe un kerigma, es decir, un kerigma que anuncia a Jesucristo como la accin salvfica escatolgicade Dios. Este kerigma es en realidad Jesucristo el Crucificado y Resucitado.

    9. Cf. Ernst Kasemann, El prob lem a del Jes s hist rico (1954), en Id.,Ensa yos exegtic os, Salamanca 1977, 159-189.

    10. Gnther Bornkamm, Jes s de Nazar et, Salamanca 41989.

    11. E. Fuchs, Zu r Fra ge nach dem histo risch en Jes s,en Ges. Aufs. I, 1960.

    12. E. Kasemann, El p rob lem a del Jes s histr ico, 180, escribe: Es ciertoque (Jess) fue un judo y presupuso esa piedad (del judaismo tardo), pero alpropio tiempo la destruy con su reivindicacin. La nica categora que da cuenta de su reivindicacin es totalmente independiente de que l la utilizara o la recla

    mara; es la que tambin le atribuyeron sus discpulos, la de Mesas. Algo ms

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    20 Je s s de Na zar et - Cri sto de la f e

    Schlatter19, sin embargo este especialista merece asentimientoen su punto principal: si no vemos ni reconocemos que ya el Jess terreno pretendi ser el mesinico Hijo del hombre enviado

    por D io s a Is ra el , no co m pr en de re m os h is t ri ca m en te ni la ac tiv idad de Jess ni la historia de su pasin. Los apstoles no atribuyeron sencillamente a Jess, con posterioridad, despus de la

    pa sc ua , cu al id ad es y fo rm as de co nduc ta qu e l no pose a en latierra (ni pretendi poseer). Sino que en la confesin pospascualde fe de la comunidad cristiana que reconoce a Jess como elHijo de Dios y el Mesas, se confirma y se reconoce quin quisoser Jess en el acontecer histrico, y quin era y sigue siendo

    pa ra la fe. El ac ont ece r h is t rico en Je s s y co n Je s s, el C ri stode Dios, precede y es anterior a la fe cristiana. Es un acontecerhistrico que sustenta y determina esa fe, y que no es creadoprim er am en te por el la .

    19. Schlatter escribe en su R ckbli ck uu me ine Le be ns ar be it, 31977, 233s:

    Mi intento de dar a mi teologa una versin clara para la Iglesia, se fundaba enque yo vea ante m como una unidad la historia de Jess. Yo no tena junto a un Cristo sinptico un Cristo jonico, junto a un profeta que pronunci el sermnde la montaa, un Cristo que llev la cruz, y no descompona su conciencia endistintos crculos que se entrecruzaban mutuamente en su conciencia y que dabancomo resultado un mltiple evangelio. Yo le vea ante m con un solo objetivoy con una sola misin que genera toda la riqueza de su palabra y de su obra, y esa unidad no se hallaba ante m como un artificio de mi armonstica que encu

    briera lo determinado de diversas palabras y acontecimientos, sino como la conse

    cuencia de la concepcin ms concreta posible de su ndole histrica. Me pareca que yo estaba justificado para mostrarle tambin as a los dems. No vea tampoco ninguna grieta entre la labor de Jess y la de sus mensajeros, entre el llamamiento de Israel a la penitencia y la fundacin de la Iglesia cristiana, entre la labor de Pedro en Jerusaln y la de Pablo entre los griegos, sino que me hallaba en pose

    sin de un nuevo testamento unido, y otra vez no porque mi arte y mi apologtica le hubieran dado esa unidad, sino porque una historia slidamente compacta, creada en todas partes por las mismas fuerzas, haba producido, desde su puntode partida en Jess, a la comunidad congregada por los discpulos y haba produ

    cido sus documentos. Por eso, junto a las dems descripciones de la comunidad del nuevo testamento, desgarradas por miles de contradicciones, yo sito la ma (la cursiva es de Schlatter). Por muy acertadas que sean las ideas fundamentales de Schlatter, lo cierto es que l subestima en este punto las duras confrontaciones que hubo en el cristianismo primitivo acerca de la recta comprensin de Jess y del camino de la fe. Por eso, hoy da tenemos que distinguir con ms precisin de lo que l lo hizo entre la evaluacin histrica y la evaluacin bblico-dogmticade los textos.

    20. Cf. Ernst Kasemann,El pr obl em a de l Je ss hist ric o, 203: La fe pascualestuvo en la base del kerigma cristiano, pero no fue la primera ni la nica en darlesu contenido. Ella se dio ms bien cuenta de que la accin de Dios ha ido por

    Je s s de Na za ret com o Cri sto de la f e 21

    2. El problema y su planteamiento

    En vista de lo que acabamos de exponer, alguno se preguntarsi todo este debate no ser ms que una tpica disputa entre telogos (de universidad), sin importancia alguna para la prctica dela vida eclesial. Podran entenderse as las cosas. Pero no hay quetomrselas tan a la ligera. Porque la cuestin acerca de qu derecho tienen los cristianos para confesar su fe en Jess como elCristo y el Hijo de Dios, es algo que atae a todo cristiano (ytambin a todo no cristiano, en cuanto ste se toma el derechode rechazar la confesin de fe de los cristianos o de considerarlacomo cosa no importante) .

    Se ver fcilmente que nos hallamos ante genuinos problemasde fe, si nos fijamos en dos confesiones de fe pospascuales queaparecen en el nuevo testamento y que reconocen a Jess comoel Cristo y el Hijo de Dios, y tratamos de vincularlas con la tradicin de los evangelios acerca de Jess, y si tenemos en cuenta,

    adems, que los evangelios mismos no informan al unsono, sinode manera diferente, acerca de Jess y de su pasin. En amboscasos se ve que hizo falta un considerable esfuerzo mental parallegar realmente a una imagen bblica de Jess, que fuera convincente por s misma.

    a) D os co nfe si on es posp asc ua le s de fe en Cr ist o

    El l lamado credo apostlico, que predomina actualmente ennuestras Iglesias, quiere ofrecer en sus tres artculos una sntesisde los tres testimonios bblicos que son esenciales para la fe cris

    tiana. El segundo artculo del Credo apostlico tiene sus modelosdecisivos en las proposiciones y confesiones de fe del cristianismo primitivo, formuladas bblicamente, que reconocan a Jesscomo el Hijo de Dios y como el Mesas. Recojamos dos de esasconfesiones. L a primera la cita el apstol Pablo en 1 Cor 15, yla comenta incluso como una confesin caracterstica de todos

    delante de nuestra fe, y lo atestigu incluyendo en su predicacin la historia terrena de Jess. De manera muy parecida juzgan Gnther Bornkamm, Je ss de Nazaret, 13-26, y Hans-Friedrich WeiB, Kerygma und Geschichte. Erwgungenzu r F rag e na ch Je s s im Ra hm en de r Th eol ogi e de s Neuen Tes tam ent s, 102-105.En las invest igacion es sobre- los evan gelios , yo creo que hay que desarrollarconsecuentemente la perspectiva de E. Kasemann.

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    22 Je ss de Na zar et- Cristo de la fe

    los apstoles. La segunda se halla en la Carta primera a Timoteoy caracteriza a la Iglesia de la poca postapostlica.

    Pablo escribe en 1 Cor 15, 3-8 a la com unidad de Corinto:

    Entre lo ms importante, os trasmit (como enseanza) lo que yo (m ismo) haba recibido (com o enseanza), a saber, que Cristo

    muri por nuestros pecados, segn las Escrituras, y que fue sepultado, y que fue resucitado al tercer da segn las Escrituras, y que se apareci a Cefas (= Pedro) y luego a los Doce. Despus se apareci a ms de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todava la mayor parte viven y otros murieron (nota bene: laCarta primera a los corintios fue escrita por Pablo en Efeso hacia los aos 54/55 d. C.). Luego se apareci a Santiago; ms tarde, a todos los apstoles. Y en ltimo trmino se me apareci tambin a m, com o a un abortivo.

    En los v. 3-5 tenemos una breve frmula que expresa la doctrina del evangelio (cf. 1 Cor 15, 1): una frmula que fue recibida

    ya por Pablo y que data de los primersimos aos que siguierona la muerte y la resurreccin de Jess. Este evangelio lo proclaman, segn Pablo, todos los apstoles enumerados por l (cf. 1Cor 15, 11). El centro del evangelio es que el Cristo muri pornuestros pecados, fue sepultado, fue resucitado por Dios al tercerda, y se apareci a Pedro, a los Doce y a otros apstoles. Lamuerte y la resurreccin de Jess como se recalca expresamenteen el texto se realizaron segn las Escrituras, es decir, segnla voluntad de Dios consignada y garantizada en el antiguo testamento. Segn 1 Cor 15, 3-5, el centro del evange lio del Cristoes la muerte de Jess por nuestros pecados y su resurreccin porDios.

    La confesin de fe que leemos en el texto de 1 Tim 2, 5-6 espa re ci da a es ta , per o algo d is ti nt a en cu an to a su pe rs pe ct iv a:

    . . .Porque hay un solo Dios, y tambin un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jess, hombre tambin, que se en

    treg a s mism o com o rescate por todos. Este es el testimon iodado en el tiempo oportuno.

    Segn este texto, Jess es el nico mediador, determinado porDios, entre Dios y los hombres, y que con la entrega de su vidasell su misin divina para con todos los hombres, y de lo quese estableci testimonio en el evangelio en el momento fijado por

    Je s s de Na zar et com o Cri sto de, la f e 23

    Dios (comprese el v. 6 con 2 Tim 1, 8 y Gal 4, 4). Este evangelio es el que tiene que proclamar Pablo, y el que tienen que proclamar los dirigentes de la(s) comunidad(es) que le suceden.

    Las frmulas de ambos textos, en 1 Cor 15 y en 1 Tim 2, miran retrospectivamente desde la pascua hacia Jess y ven en su

    pas i n el pu nt o cu lm in an te de su m is i n co m o M es a s y co m o(Hijo del) Hombre, ese punto culminante que es decisivo y queconduce a los creyentes a la salvacin. La pirada dirigida haciala tradicin de la pasin es una mirada que en ambos textos aparece de forma sumamente espontnea y que slo puede impugnarse artificiosamente (cosa que de vez en cuando se hace21).

    Precisamente esta mirada concen trada en la pasin proporcionaactualmente grandes p erplejidades aun a los cristianos que sienteninters por estos temas. El relato acerca de la muerte sacrificialde Jess, querida por Dios, no slo aparece como cosa difcil decomprender para nuestra mentalidad moderna, sino tambin comocosa escandalosa. Por qu y cmo es que el sacrificio del Hijo

    de Dios en la cruz fue necesario para que se realizara el perdnde nuestros pecados? Un Dios que hace que se ejecute en la cruza su propio Hijo, para perdonar as a los pecadores, es un Diosque aparece como cruel y extrao, como una especie de Moloc(cf. Lev 18, 21; Is 30, 33) y no como el Dios de amor. Si esteescndalo puede o no superarse, es una de las ms importantescuestiones que se plantean a nuestra comprensin, en el contextode lo que estamos estudiando. Ahora bien, el que no sea capazde comprender la pasin de Jess, sentir tambin que le resultaextraa la confesin de fe del cristianismo primitivo, que proclama su fe en Jess co mo el C risto de Dios (y, con ello, le resultartambin extraa la confesin de la fe cristiana en general). Nos

    encontramos, pues, ante un genuino problema de fe.

    21. Esto se hace, por ejemp lo, en la forma en que se pone en duda que Pablohaya tenido ya conocimiento de la tradicin sinptica acerca de la pasin. Si se es de esta opinin, en tonces se puede impugnar tambin que en 1 Cor 15, 3-5se tenga en cuenta la tradicin de la Cena o la de la sepultura de Jess. Por ejem

    plo, Joachim Gnilka piensa que la tradicin de Me 16, 1-8 se origin echandomano de la estructura de fe 1 Cor 15, 3-5 y presentando grficamente el mensaje de la resurreccin con la ayuda de la tumba vaca, y poco despus seala como argumento insuperable (!) la ausencia de una alusin a la tumba vaca en laantigua frmula de confesin de 1 Cor 15, 3-5 {El Evangelio segn san Marcos

    II, Salamanca 21993, 397 y 405).

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    24 Je ss de Na za ret- Cristo de la fe

    b) E l d ifer en te te st im onio de lo s ev an ge lios y la nec es id ad de lacrtica

    Los cuatro evangelios bblicos se ajustan a la confesin cristiana primitiva que declara su fe en Jess como el Cristo de Dios

    y como el Med iador entre Dios y los hombres, y lo hacen concediendo gran importancia al relato de la pasin de Jess. MartinKahler lo expres con una frmula muy atinada: E xagerando un

    po co las co sa s, po dr am os af irmar que los ev an ge lios so n hi stor ia sde la pasin precedidas de una extensa introduccin22. Si nose comprende la historia de la pasin, no es posible comprenderlos evangelios. Pero precisamente la historia de la pasin no se

    pre se nt a, ni m uc ho men os , de man er a id n tica en nu es tros evangelios. Las mayores d iferencias se dan entre el Evangelio de Juan,

    po r un lado , y los tre s pr im er os ev an gel io s, po r el o tro lado (a unque ya la historia [pre-]lucana de la pasin debe diferenciarse dela de Marcos y de la de Mateo y muestra afinidades con la pasin

    segn Juan). Hay diferencias de datacin y de nfasis, que sorpr en de n y ca us an dif ic ultad es a los ex eg et as , ya de sd e los d asde la Iglesia antigua. Segn el Evangelio de Juan, Jess muereen la cruz en la hora precisamente en que se sacrificaba en eltemplo los corderos pascuales, a fin de prepararlos luego para lacena pascual. En la noche en que Jess, segn los relatos de Marcos, Mateo y Lucas, celebr con sus doce discpulos el convite

    pa sc ua l (y la sa nta C en a en el m ar co de l co nvi te pa sc ua l) , elSeor se encontraba ya m uerto segn Juan. Por eso, buscaremosintilmente en el cuarto evangelio un relato de la santa Cena, talcomo nos lo ofrecen los tres primeros evangelios y tambin Pablo(en 1 Cor 11, 23ss). Al mismo tiempo , en Juan con escasas

    excepciones (cf. 13, 21; 19, 28) se han corregido todos losenunciados que hablan de humillacin, y que nos resultan familiares por el relato de la pasin que aparece en los otros evangelios: el estremecimiento y el desmayo que siente Jess en Getse-man (cf. Me 14, 32-42 par) se trasforma casi en lo contrario enJn 12, 27-33 y 18, 2-11. La conmovedora escena de la cada deJess bajo el peso del madero de la cruz, que l tiene que arrastrar hasta el Glgota, de tal manera que los soldados obligan aSimn de C irene a llevar la cruz en vez de Jess (cf. Me 15, 20s),

    22. M. Kahler, De r sog en an nte his tor isc he Je ss un d de r ge sch ich tlic he ,biblische Christus, 60.

    Je s s de Na zar et com o Cr isto de la fe 25

    es sustituida en Jn 19, 17 por la aguda observacin: Jess cargpor s m ism o co n la cr uz , es deci r, va lin dos e de sus pro pi asfuerzas. En vez del clamor de oracin: Dios mo, Dios mo!por qu me has abandonado?, tomado del Sal 22, 2 (Me 15,34 y Mt 27, 46), Juan presenta como ltima palabra de Jess enla cruz: Todo est cumplido (Jn 19, 30). En vista de este im

    port an tsi m o des pl az am ie nt o de los ac en to s, en co m pa ra ci n conlos tres primeros evangelios, no nos queda ms remedio que leercrticamente la exposicin de la pasin que se hace en los cuatroevangelios, sin disimular con armonizaciones simplistas las diferencias que observamos en la exposicin.

    Pero tambin en tre los tres primeros evangelios hay diferencias, sobre las que conviene reflexionar y que hay que esclarecer:Cmo es que, por ejemplo, el Evangelio de Marcos comienzacon el relato de la actividad de Juan Bautista y con el bautismode Jess, y que en cambio Mateo y Lucas nos ofrezcan los famosos relatos de la infancia (entre ellos, la historia de la no chebuenaen Le 2)1 Cmo se explica que en Mt 5-7 encontremos el sermn de la mon taa, y que en lugar de l h allemos en Lucasnicam ente el llamado discu rso del llano (Le 6, 17-49), muchoms breve, mientras que otras palabras de Jess, recogidas porMateo en el sermn de la montaa, las leamos dispersas por todoel Evangelio de Lucas? Marcos no nos habla en absoluto ni deun sermn de la montaa ni de un discurso del llano. Adems,Marcos no nos trasmite tampoco el Padrenuestro, ofrecido porMateo en 6, 9-13 y por Lucas en 11, 2-4. Inversamente, la observacin de que la familia de Jess se pone en camino desde Nazaret para hacerse cargo de l porque piensan que se ha trastornado (Me 3, 20s), aparece nicamente en Marcos y en ninguno

    ms de los evangelios. Por consiguiente, n uestro propsito de leercrticamente la historia de la pasin, debemos hacerlo extensivoa la totalidad de los evangelios, si realmente queremos formarnosuna imagen de Jess que sea fiable de algn modo.

    Por lo dems, sem ejante lectura crtica no hace ninguna injusticia a la Biblia. En primer lugar, porque ya Pablo, al final de laCarta primera a los tesalonicenses, exhort a la comunidad a nomenospreciar los testimonios profticos, sino a examinarlo todoy a retener (nicam ente) lo bueno (1 Tes 5, 20s; cf., en un sentido

    par ec id o, Rom 12, 2). Y, en segu nd o luga r, la C ar ta prim er a dePedro insta a los cristianos a estar siempre dispuestos a dar res

    pue st a a to do el qu e os pid a ra z n de vu es tra es pe ra nz a (1 Pe

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    3, 15). Unicam ente podrem os respond er y dar razn de las cosas,en nuestro debate actual, si llegamos a tener ideas claras en lamedida de lo posible sobre la relacin mutua que existe entrela predicacin de Jess y la fe que se deposita en su persona, yacerca de lo que hemos de pensar en general sobre el testimonio

    b b lic o. Pa ra hac er ju s ti c ia a 1 Pe 3, 15, y da do el ve rd ad er o ca os

    de opiniones que caracteriza a la actual situacin del dilogodentro y fuera de la Iglesia, es imprescindible realizar un trabajohistrico y crtico acerca de la sagrada Escritura.

    3. De la pr ed ic aci n de Je s s a la f e en Je su cr is to

    Tratar de recorrer el camino que va de la predicacin de Jessa la fe en Jesucristo (en Jess el Cristo), tal como aparece ejem

    pl ar m en te en las f rm ul as de fe an tes m en ci on ad as , si gn if ic a at re verse a efectuar una reconstruccin crtica que haga justicia a los

    pr ob le m as y a las d if er en ci as ex is te nt es en tre las fu en tes b bl ic as

    que tenemos a la vista. Toda reconstruccin tiene que atenersea ciertas directrices metodolgicas, que son tambin objeto dedebate, lo mismo que lo es la realidad reconstruida. Para que seme pueda seguir crticamente, mencionar en primer lugar lospri nc ip io s de re co ns trucc i n qu e m e si rv en de gu a , y lu eg o pa sa r a exponer los diversos temas.

    a) Los pri nc ip io s de re co ns tr uc ci n

    Para determinarlas relaciones existentes entre los cuatro evangelios, tomo como punto de partida la hiptesis (ampliamente ad

    mitida, pero no por eso incuestionablemente vlida) de que elevangelio ms antiguo es el Evangelio de Marcos, que probablemente tuvo su redaccin definitiva en Roma y fue compuesto porJuan Marcos (cf. a propsito de l Hech 12, 12; 13, 5.13; 15, 37-39; Flm 24; Col 4, 10; 2 Tim 4, 11 y 1 Pe 5, 13) aun antes dela destruccin de Jerusaln por las tropas romanas en el ao 70d. C. Se basa en la tradicin de Pedro y en otras tradiciones narrativas y de predicacin apostlicas y de carcter antiguo23. ElEvangelio segn Mateo y el Evangelio segn Lucas utilizaron co

    23. Sobre el origen del Evan gelio de Marcos antes del ao 70 d. C. y acerca

    de sus tradiciones, cf. M. Hengel, Studies in the Gospel o f Mark, London 1985.

    Je s s de Na zar et com o Cris to de la fe 27

    mo fuente y modelo ese Evangelio de Marcos. Pero en sus evangelios recogieron adems el material de una fuente de sentenciasy discursos que a los maestros cristianos y a los misioneros pro-fticos en Siria y Palestina les serva como m anual para sus predicaciones. De esa fuente (en alemn, Quelle), conocida ordinariamente por la sigla Q, proceden, por ejemplo, las principales

    tradiciones del sermn de la montaa (y del discurso del llano,en Lucas). Si agrupamos la tradicin de la fuente de sentenciasy de discursos con la exposicin hecha por Marcos, entonces obtenemos una imagen relativamente fiable de la predicacin y delos actos de Jess. Esta imagen se completa, adems, con los materiales narrativos procedentes de las tradiciones trasmitidas nicamente por Marcos, Mateo o Lucas, los llamados materiales

    pec ul ia re s (Sondergut) de los evangelios. Esta imagen es fiable,po rq ue la tr ad ic i n de re la to s y la trad ic i n de pa la br as qu e senos han trasmitido en la fuente de sentencias y en Marcos, y tam

    bi n las tr ad ic io nes de m at er ia le s pe cu liar es , se ba sa n en el re cuerdo de Pedro y de aquellos hombres y mujeres que haban

    acompaado ya a Jess durante su actividad terrena y que luego,despus de pascua, fueron llamados como apstoles por el Cristoresucitado y constituyeron el ncleo de la comunidad primitiva.La continuidad en que el crculo de discpulos se halla con res

    pe ct o al ti em po pre -p as cu al y al ti em po pos t-pas cu al ga ra n tizala continuidad de las tradiciones acerca de Jes24.

    El Evangelio de Juan, en comparacin con los tres primerosevangelios, representa una nueva etapa de la tradicin. Presupone(principalmente) como ya conocida la tradicin petrina que acabamos de mencionar, la contina crticamente y la completa dentrode la perspectiva de la fe. Apoyndose en la figura y en el testimonio del discpulo a quien Jess amaba (cf. Jn 13, 23; 19, 26;20, 2; 21, 7.20), el cuarto evangelio quiere exponer la misin yla obra de Jess a la luz del conocimiento de la verdad revelada,concedido por el Espritu santo nicamente despus de pascua (cf.Jn 14, 16s.26; 15, 26; 16, 7-14). Precisamente por esto, el Evangelio de Juan fue considerado ya en la Iglesia antigua como elp rinc ip al ev an ge lio , co m o el ge nu in o ev an ge lio es pi ri tu al , cu yotestimonio acerca de la verdad incluye en s el de los dems evangelios y lo conduce a la meta.

    24. Esta continuidad la acentan con razn Birger Gerhardsson,Die An fn ge der E vangelientradition, 1977, y Rainer Riesner, Je s s ais Leh rer , 21984, obraresumida en Id., De r Ur spr un g d er Je sus - berlie fer un g: ThZ 38 (1982) 493-513.

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    Entre los principios de reconstruccin por los que me guo,se encuentra, adems de esa determinacin de la relacin histricaexistente entre los cuatro evangelios, la idea que se confirma entodas las etapas de la tradicin neotestamentaria acerca de la fey que queda confirmada igualmente por la historia de la Bibliacristiana, a saber, la idea de que no existi nunca en sentido cristiano un nuevo testamento separado del antiguo testamento odesligable de l (exceptuado el del reformador Marcin, expulsado de la comunidad romana en el ao 144 d. C.), y de que, portanto, ese nuevo testamento no puede existir sino artificialmente.Jess y sus discpulos, juntamente con Pablo, llamado posteriormente al apostolado, eran por su nacimiento judos. Se habancriado en la fe de Israel y lean la ley, los profetas y los salmos(Le 24, 44) como sagradas Escri turas y como era corriente entonces se las saban de memoria, en parte. Por medio de Jessy de los apstoles, esas sagradas Escrituras del antiguo testamento se convirtiendo tambin en la Biblia de las comunidades

    que crean en Jess. Antes ya de que existiera un solo escrito delnuevo testamento, las primeras comunidades cristianas lean elantiguo testamento (en forma hebrea y en forma griega) comosagrada Escritura y lo interpretaban con referencia a Cristo. Elnuevo testamento completa, desde el punto de vista cristiano, alantiguo testamento y proporciona una clave decisiva para su inter

    pr et ac i n, per o no pue de ni pr et en de des pl az ar al an tig uo te st amento. Esto, objetivamente, significa: el camino que va de la

    p re d ic ac i n de Je s s a la fe en Je su cr is to (en Je s s el C ris to ) nose podr reconstruir sino partiendo de una visin de conjunto,crtica, de las fuentes del nuevo testamento y contemplando almismo tiempo a Jess a la luz del testimonio del antiguo testa

    mento acerca de la unicidad de Dios, de sus promesas hechas aIsrael y de su anuncio del futuro Redentor mesinico. Para formularlo de manera ms clara todava: el testimonio veterotesta-mentario acerca de la revelacin proporciona la orientacin decisiva hacia la que hemos de mirar para comprender histrica y

    b b lica m en te el ca m in o qu e va de la pr ed ic ac i n de Je s s a la een Jess25. Quien no tenga en cuenta esta perspectiva, no podrdar respuesta adecuadamente a la cuestin que tenemos planteada.

    25. Lo expus o ya clsicame nte Martin Kahler, De r so ge nw mt e his tor isc he Je ss un d de r ge sch ich tlic he , bib lisc he Ch rist us, 66: ...quede claro que, sin elantiguo testamento, no seremos capaces de apreciar a Cristo. Uno se equivoca cuando piensa y dice que es Cristo nicamente el que arroja luz sobre el antiguo

    Je ss de Na zar et com o Cri sto de la fe 29

    b) E l men sa je de Je s s ac er ca de D ios, de la co nve rs i n y la f e

    Como vemos especialmente por los relatos de Lucas acercade la infancia y como lo confirman en realidad muchos otrostextos evanglicos, Jess por naturaleza se cri en el ambientedel antiguo testamento y vivi en la atmsfera de la fe juda (cf.tan slo.Lc 2, 41-51 y Jn 7, 15-17). Por la predicacin de JuanBautista (su primo), que llamaba a la conversin, Jess, a la edadde unos treinta aos, escuch el llamamiento que le llev a laribera del Jordn y le movi a recibir el bautismo. El bautismoen el Jordn no era para Jess simplemente, como para otros quefueron bautizados por Juan, un sello de la conversin a una nuevavida agradable a Dios, en la expectacin del prximo juicio final,sino que significaba el acto de desligarse de todos los vnculosfamiliares y de partir hacia la vida pblica de su actividad mesinica. La experiencia del Espritu, que Jess tuvo en su bautismo,le hizo saber que haba llegado ya la hora de actuar pblicamente.

    Actuar pblicamente significa dirigir un llamamiento, basado enla propia autoridad, a la conversin y a la fe en el mensaje delreinado de Dios que pronto iba a comenzar. La predicacin pblica de Jess se inici, segn M e 1, 15, con aquellas palabras: Eltiempo se ha cumplido y el reino de Dios est cerca! Convertiosy creed en el evangelio!.

    Quin es Dios y qu es el reinado de Dios, era algo que paraJess y para sus contemporneos judos se deduca del antiguotestamento y de la vida de fe del judaismo. Pensemos tan sloen el primer mandamiento y en su prembulo: Yo soy el Seor,tu Dios, que te sac de Egipto, de la casa de esclavitud. No habr

    pa ra ti ot ro s di os es ju n to a m (E x 20 , 2-3) . A di ar io or ab a (y

    sigue orando) todo judo piadoso la oracin tomada de Dt 6, 4sy de otros lugares bblicos (= Dt 11, 13-21: Nm 15, 37-41), quees una confesin de fe: Escucha, Israel. El Seor nuestro Dioses el nico Seor. Por eso, amars al Seor tu Dios con todo tu

    testamento. As como es evidente que ese Jess no podra haberse manifestadocomo Mesas sino entre los judos, as tambin nosotros no seramos capaces de apreciarle en absoluto sin haber recibido formacin en el antiguo testamento; y un poco ms adelante, 67: ...quede claro que ese Jess es realmente el Mesas cuyo Espritu habl en los profetas (1 Pe 1, 11); y no seremos capaces de descri

    bir al Cristo histrico, sin mostrarle en el antiguo testamento, sin poner de relieve el trasfondo veterotestamentario y tambin el colorido veterotestamentario de suvida, que l vive en presencia de su Padre y en su Padre.

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    corazn, con toda tu alma y con toda tu fuerza.... Del reinadoactual de Dios se habla en los salmos (por ejemp lo, en el Sal 145)o en Daniel (4, 3 en la versin de Reina-Valera; 4, 31 en la versin de la Biblia de Jerusaln). Y del inminente comienzo delreinado de Dios sobre todo el mundo, omos hablar, por ejemploen el denominado (Dutero-)Isaas (52, 7) y en la tradicin de las

    oraciones judas. Lo mismo que el Escucha, Israel, las personas piadosas recitaban (y siguen recitando) desde los tiempos deJess la denominada oracin de las 18 peticiones. En la 11.aalabanza se dice: Instaura de nuevo a nuestro juez lo mismo queantes y a nuestros consejeros como al principio, y s Rey sobrenosotros, t solo. Alabado seas, oh Seor, que amas el derecho.Jess anunciaba la prxima llegada del reinado del nico Dios,testimoniada por el antiguo testamento, y lo haca de tal manera,que los que escuchaban a Jess tenan que adoptar plena y decididamente una actitud ante ese nico Dios, que era el Juez y elSalvador de su pueblo escogido.

    Es caracterstico de Jess, y cosa desacostumbrada entre losju do s, el qu e l in voc ar a co n ple na in m ed ia te z al n ico Dios qu eiba a venir, llamndole Padre (cf. Le 10, 21 par; Me 14, 36

    pa r) y ha ci en do in clus o pa rt c ipes a sus di sc pulos en la orac indel Padrenuestro de esa relacin con Dios. Precisamente porla singularsima manera de dirigirse a Dios llamndole Padre,Jess se muestra como el Hijo de Dios.

    Lo que ese nico Dios que viene concede gratuitamente a loshombres que dan odos a Jess y lo que quiere de ellos, Jessmismo ensea a reconocerlo y tomarlo en serio de una maneraenteramente nueva. En el dilogo (amistoso) con un doctor de laley acerca de cul es el mandamiento ms importante entre los

    613 preceptos (= 248 mandamientos y 365 prohibiciones) que,segn el clculo judo, comprendan la totalidad de la ley, Jessresponde con un a afirmacin de principio en la que asocia ntimamente dos mandamientos: lo cual no era corriente, ni muchomenos, en Palestina:

    ...el (mandamiento) ms importante es: Escucha, Israel: el Seor, nuestro Dios, es el nico Seor. Y amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza. El segundo (mandamiento es) ste: Amars a tu prjimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos dos (Me 12 , 29-31) .

    Je s s de Na zar et com o Cri sto de la f e 31

    El doble mandamiento del amor a Dios y del amor al prjimodefine por entero, segn Jess, cul es la voluntad de Dios. C uando Jess sita tan en el centro el mandam iento del amor, entonceslo hace partiendo de que el nico Dios, su Padre, es un Dios deamor y se complace ms en la conversin y la vida de los pobres,de los descarriados y los pecadores que en su aniquilacin.

    Cmo era en concreto la conversin de los pecadores reclamada por Jess, podemos verlo claramente por el conocido relatode la visita que hizo Jess en Jeric a Zaqueo, uno de los princi

    pal es re ca uda dor es de im pu es to s (L e 19, 1-1 0) . Pa ra in di gn ac i nde algunos moradores de la ciudad, Jess hace que le invite a sucasa un recaudador de impuestos que era considerado (precisamente) como injusto e impo; y ste acepta de buena gana reci

    bi rl o en su ca sa . El en cu en tro ha ce qu e Za qu eo re pa rt a en tre lospo br es la m itad de su fo rtun a y qu e pro m et a hac er lo m s po sibl epo r re sa rc ir las ca ntidad es cob ra das en ex ce so , co m pen sa ndoincluso a los damnificados con el gesto de devolverles una cantidad cuatro veces superior a la que les haba cobrado injustamente.Jess acepta benignamen te esta promesa y felicita a ese hom bre

    por que es un h ijo de Abr ah n qu e ha sido re cu pe ra do par a lacomunin con Dios. Todo este suceso pone bien a las claras queel Hijo del hombre ha venido para buscar y salvar lo que haestado perdido (Le 19, 10).

    Por consiguiente, la conversin, en el sentido en que Jess laentiende, significa dos cosas. En primer lugar se trata de apartarse, gracias al encuentro con Jess, del camino de injusticia yde la lejana de Dios en que se haba vivido hasta entonces, y devolverse hacia el nico Dios y Padre, a quien Jess mismo pertenece. Y se trata, en segundo lugar, de responder a la voluntad de

    ese Dios practicando el amor y la justicia.Lo importante que era y sigue siendo para Jess la prcticadel amor y de la justicia, nos lo muestra en todos sus pormenoresel sermn de la montaa, y lo acenta la famosa parbola delgran juicio universal, en Mt 25, 31-4626. Ejercitar actos de amory de justicia significa dar de comer a los hambrientos, dar de

    beb er a los se di en to s, da r co bijo a los qu e no tien en tech o, ves tira los desnudos, cuidar de los enfermos y visitar a los presos,hacindolo siempre y en todos los lugares en que eso sea necesa-

    26. Sobre las races jesu nicas de esa parbola y sobre las tradiciones judasque entraron en ella, cf. Johannes Friedrich, Gott im Bruder?, 1977.

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    32 Jess de Nazaret - Cristo de la fe

    rio (cf. Is 58, 6s). Jess, en todo ello, se identifica con los quepa de ce n nec es id ad , y lo ha ce ha st a el pu nt o de co ns id er ar qu e al se le est haciendo toda obra buena que se haga con ellos.

    Ahora bien, la invitacin y el llamamiento de Jess a la conversin tiene tambin un reverso muy natural; no es lcito desorlo. El que se cierre al llamamiento de Jess a la conversin se

    guir estando lejos de Dios y deber afrontar las consecuenciasde su cerrazn. Esas consecuencias caern inexorablemente sobrelos impenitentes, y lo harn a ms tardar en el da del juicio,como nos lo ensean, por ejemplo, los ayes que Jess pronunciasobre las ciudades galileas de Corozan y Betsaida, que le rechazaron (Mt 11, 20-24/Lc 10, 12-15). El llamamiento de Jess a laconvers in se hal la en e l hor izonte del ju ic io f inal que seaproxima.

    Hasta qu punto el Dios a quien Jess sirve y a quien l predica, prefiere la misericordia y el perdn de los pecados al juicioy al castigo, nos lo hace ver claramente Jess en su predicaciny en su propia conducta. Las tres parbolas, agrupadas en Le 15,de la oveja perdida, del hijo prdigo y de la moneda perdida,demuestran hermossimamente que, segn las ideas de Jess, hayms alegra en el cielo (es decir, Dios se alegra ms) por la conversin de un solo pecador que por noventa y nueve justos quecaminan ya por el camino de la justicia (Le 15, 7). Lo bien reci

    bido s qu e son pre ci sa m en te los pe ca dor es y los pe rd id os a lacomunin con D ios, lo demuestra Jess sentndose a la mesa conellos, en presencia de Dios (cf. Me 2, 15s; Le 15, 2).

    Pero tambin los milagros de curacin obrados por Jess vanen este mismo sentido. Para indignacin de algunos doctores dela ley, Jess, con la fuerza (del Espritu) de Dios que le anima,

    no slo cura a enfermos sino que se atreve incluso a perdonarlessus pecados. As lo demuestra el relato sobre la curacin delpar al t ic o de C af ar na n , en Me 2, 1-12 :

    Cuando hubo regresado a Cafarnan varios das despus, se supo que l estaba (de nuevo) en casa (de Pedro). Y se reunieron mu

    chos, tanto que ya no haba lugar ni aun a la puerla; y l les ha

    blaba la palabra. Entonces llegaron unos trayndole un paraltico cargado por cuatro. Y com o no pudieran acercarse a l por causa del gento, quitaron el techo arriba de donde l estaba; y cuando hubieron hecho una abertura, bajaron la camilla en que yaca el paraltico. Y Jess, viendo la fe de ellos, dijo al paraltico: Hijo mo, tus pecados te son perdonados. Pero estaban all sentados

    Je ss de Na za ret com o Cri sto de la f e 33

    algunos de los escribas, razonando en sus corazones: Por qu

    habla este (hombre) as? Est blasfemando (contra Dios). Quin

    puede perdonar pecados sino solo Dios?. Y al instante Jess,

    conociendo en su espritu que razonaban de esta manera dentro de s mismos, les dijo: Por qu razonis sobre estas cosas en

    vuestros corazo nes? qu es m s fcil , decirle al paraltico, Tus

    pecad os te son perdo nados o decirle, Levntate, toma tu camilla y anda? Pero para que sepis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados dijo al paralti

    co , a ti te digo: Levntate, toma tu camilla y vete a tu casa.

    Y l se levant, y en seguida tom su camilla y sali a la vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorifica

    ban a Dios, diciendo: Jams hemos visto nada como esto.

    En esta historia, con un colorido local que se conserva hastael da de hoy en Cafarnan, no hay absolutamente nada increble.Vemos cmo Jess, que se denomina a s mismo el Hijo delhombre, responde a la confianza el texto habla de fe de

    los que trajeron ante l al paraltico, y lo hace con la palabra delpe rd n y co n la cu ra ci n po r med io de la pa labra . Es to er a in au dito, principalmente porque Jess, de esta manera, infringa elderecho de perdonar pecados que (segn la concepcin juda)estaba reservado para solo Dios. El relato, dentro de este horizonte, seala clarsimamente lo siguiente: Dios, por medio de la

    pal ab ra ex pre sa da por Je s s, to m a pos es i n de l en fe rm o y le sa naen el cuerpo y en el alma. Jess encarna lo que leemos en el Sal103, 2-3: Alaba al Seor, alma ma, . . .que todas tus culpas perdona / y cura todas tus dolencias...27.

    Que lo sucedido en Cafarnan no es un hecho aislado sino quees una manera de proceder caracterstica de Jess, nos lo ensea

    un segundo ejemplo tomad o del Evangelio de Marcos: la curacindel epilptico y la conversacin que Jess mantiene luego consus discpulos a propsito de esta curacin, segn se relata en Me9, 14-29. En ausencia de Jess, un padre haba llevado su hijoa los discpulos de Jess. El m uchacho sufra ataques epilpticos,y los discpulos haban intentado intilmente prestarle ayuda. Alregresar Jess, le informan sobre el difcil caso. Entonces Jessse acerca y pregunta al padre:

    27. Cf. Otto Betz, Jes u L ieb ling sps alm ,en Id., De r M ess ias Isra els, (185-201)198s.

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    34 Je ss de Na zar et- Cristo de la fe

    Cunto tiempo hace que le sucede esto?. Y l dijo: Desde su niez. Y con frecuencia (el demonio maligno de la enferme

    dad) le ha echado en el fuego y en el agua para destruirle. Perosi t puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayda

    nos. Y J ess le dijo: Si t pue des!. Todas las cosas son p o

    sibles para el que cree. A l instante el padre del muchacho grit

    y dijo: S , creo; aydame en mi incredulidad.... Y Jess reprendi al espritu inmundo, dicindole: Espritu mudo y sordo, yo te ordeno, sal de l y no entres ms en l. Y (el espritu delmuchach o) despu s de gritar y de sacudirle con terribles conv ul

    siones, sal i; y el muchacho qued como un cadver, tanto que la mayora de el los dijeron: Est m uerto!. Pero Jess le tom de la mano y le enderez; y l se levant. Y cuando Jess entr en la casa, sus discpulos le preguntaban en privado: Por qunosotros no pudimos echarle fuera?. Y l les dijo: Esta clase (de espritu) no puede salir con nada sino con oracin.

    En toda esta historia, narrada de manera tan intuitiva, no sehabla como piensan algunos exegetas acerca de la fe de Je

    ss ; la relacin especialsima que Jess mantiene con Dios no sedesigna jams en los cuatro evangelios con el trmino de fe2li.Sino que vemos otra vez que Jess est del lado de Dios. Exhortaal padre del much acho a tener fe en Dios, para quien segn las

    pal ab ra s m ism as de Je s s to da s las co sa s son po si bl es (cf . Me14, 36). Cuando el padre, a continuacin inm ediata, confiesa sufe y pide ayuda para su incredulidad, Jess en el nombre deDios se dirige hacia el enfermo y le cura por medio de su palabra. Com o la ep ilep si a se co nsi de ra ba en el m un do an tig uo co m ouna enfermedad incurable, vemos que por medio de la palabray de los actos de Jess se ejecuta la accin de Dios, que es capazrealmente de hacer todas las cosas. Los discpulos, cuando se ha

    llen en una situacin parecida, no podrn implorar esta accinde Dios sino por medio de la oracin; no es cosa que quede dentro de sus propias posibilidades. La fe, segn el contexto de nue stro relato, significa pedir al Dios todopoderoso que acte pormedio de Jess en favor del orante.

    El Evangelio de Mateo, en la conversacin final que Jessmantiene con sus discpulos, aade una sentencia tomada de lafuente de sentencias (cf. supra ): En verdad os digo que si tenis

    28. Tan slo la Carta a los hebreos designa en 12, 2 a Jess como el autory consumador de la fe, pero con e llo se ajusta com o muestra el captulo 11 a un patrn de la fe del judaismo incipiente.

    Je s s de Na zar et com o Cris to de la fe 35

    fe (aunque slo sea) como un grano de mostaza, diris a estemonte: Muvete de aqu para all, y se mover; y nada os serimposible (Mt 17, 20). Esta palabra acerca de la fe que trasladamontes, se halla tambin en el Evangelio de Marcos, pero en otrocontexto. Durante su ltima estancia en Jerusaln, Jess dice encarecidamente a sus discpulos, que se asombran de la maldicin

    pro nu nci ad a so br e la h ig ue ra y de qu e s ta se hu bi er a se ca do :

    ...Tened fe en Dios. En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: Qutate y chate en el mar, y no dude en su corazn, sino crea que lo que dice va a suceder, se le conceder. Por eso os digo que todas las cosas por las que oris y peds,creed que ya las habis recibido, y se os concedern (Me 11, 22-24) .

    Como, segn el antiguo testamento, Dios creador y juezes el nico que tiene poder para asentar los montes (cf. Sal 65,7) y para trasladarlos de lugar (Job 9, 5; Jer 51, 21), y la palabra

    divina de creacin y juicio obra lo que impera (Sal 33, 9; 148,5; Is 55, 11), est bien claro lo que Jess quiere decir: si los discpulos oran de todo corazn, entonces se les conceder la ayudadel Dios todopoderoso, de tal manera que con su actuacin se se

    pa ren li te ra lm en te lo s es p r itus y los m un do s. El logion se refiereal ministerio de las llaves que corresponde a los discpulos (cf.Mt 18, 18) y es citado en este sentido por Pablo en 1 Cor 13, 2,indicndose entonces que necesita ser completado (por el amor).

    El Evangelio de Lucas ofrece en 17, 6 una palabra paralela.Jess dice a sus discpulos, que le piden que les proporcione fe:

    Si tuviereis fe (aunque slo sea) como un grano de mostaza,

    dirais a esta morera: Desarrigate y plntate en el mar!. Y os obedecera.

    El sentido vuelve a ser muy parecido. El sicmoro es un rbolde profundas races. Arrancar rboles de raz es una imagen delantiguo testamento para referirse a la ejecucin del juicio (cf. Jer1, 10 y la traduccin griega de Dan 4, 14). De un maestro judoque saba disputar muy agudamente, se deca que era capaz dearrancar montaas de raz. Vemos, por tanto, que otra vez se

    p ie nsa en que la fe en la au to rida d de Dio s es ca pa z de obr ar elju ic io y la sa lv ac i n d iv in a, y qu e por tant o es ca pa z de ll ev ara efecto lo que resulta imposible para los hombres.

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    36 Je ss de Na zar et - Cris to de la fe

    El que quiera entender cmo de la predicacin de Jess se lleg a la fe en Jesucristo (en Jess el Cristo) debe familiarizarsecon los pasajes evanglicos que acabamos de citar. Si los comparamos con la tradicin de la fe del antiguo testamento y con latradicin de la fe juda, entonces descubriremos en seguida que,desde el profeta Isaas en el siglo VIII a. C. (cf. Is 7, 9; 28, 16;30, 15), ningn otro profeta o maestro haba hablado ya de la fecomo lo hace aqu Jess. En la tradicin de la fe de Israel, Jessintrodujo una singularsima y nueva manera de hablar y de pensar! El creyente se hace partcipe de la accin del Dios todopoderoso, cuando en la oracin se dirige a Dios y ste obra por mediode l29. Lo que significa la accin de Dios, lo sabe cualquier

    ju d o de l ti em po de Je s s por el an tigu o te st am en to . Y ad em s co sa qu e es dec is iv a Je s s se lo ha ce ve r in tu iti va m en te po rmedio de su palabra y de sus actos. En las historias de curacinque hemos recordado, Jess acta como el Mediador del Diosomnipotente y bondadoso en favor de los hombres que se ven

    afligidos por la desgracia. Jess instaura la justicia salvfica deDios, juzgando a (los demonios de) la enfermedad.Hemos avanzado ya un poco en la respuesta a la pregunta so

    br e c m o se lle g de la pr edi ca ci n de Je s s a la fe en Je su cr is to(en Jess el Cristo). Pero no hemos llegado an a la meta. Jessmismo marc bien a las claras que haba que creer en l comoel Mediador que era de Dios. Ahora bien, la fe en la predicacin de Jess significa ya de m anera totalmente inequvoca lafe en Dios (comunicada por Jess) (cf. Me 11, 22). Tan sloen el relato de la curacin del paraltico se indica a modo de insinuacin que los hom bres que traen al paraltico tienen fe o confianza en Jess y en su poder de curacin (Me 2, 5). Cuando Je

    ss, en otras historias de curacin, despide a los que haban sidocurados por l, por ejemplo, a la mujer de Cafarnan que padecade flujos de sangre, con aquellas palabras: Hija (se entiende, como nos explica Le 13, 16, hija de Abrahn), tu fe te ha sanado;vete en paz y queda sanada de tu afliccin (Me 5, 34; compresecon 10, 52 y Le 7, 50), entonces la fe tiene una orientacin parecida; pero no se trata an de la fe refleja en Jesucristo en el sentido en que la expresan las confesiones de fe pospascuales.

    29. Cf. a propsito Ad olf Schlatter,De r G lau be im Neuen Tes tam ent ,6L982,94-176; Gerhard Ebeling, Je ss un d G lau be , en Id., Wort und Glaube, en Ges.

    Auf s. I, 31967, 203-254; Hans-Jrgen Hermisson-Eduard Lohse, Glauben, 1978,89-102.

    Je s s de Na zar et com o Cris to de la f e 37

    Cmo se llega, por tanto, a la fe en que Jess es el Cristo(1 Cor 15, 3), o el (Hijo del) Hombre, el Mediador entre el Diosnico y el hombre necesitado de salvacin (1 Tim 2, 5)? Sin examinar con mayor precisin que hasta ahora lo que pensaban loscontemporneos de Jess y, sobre todo, la manera en que Jessse consideraba a s mismo, no podremos dar a esta pregunta una

    respuesta concluyente.

    c) Je s s se den om in a a s m is mo el H ijo del ho mbr e y el M esas

    Juan Bautista, en la predicacin en que haca un llamamientoa la penitencia, se refiri al ms fuerte que iba a venir despusde l y que a los penitentes los bautizara no slo con agua, comoJuan, sino con el Espritu santo y con fuego (cf. Me 1, 7; Mt 3,11/Lc 3, 16). Por esa persona ms fuerte, segn la expectacinde los judos y del antiguo testamento, se piensa en el Juez deluniverso, que ha de aportar el juicio y la nueva creacin y, conambos, el reinado definitivo de Dios. Como tal iniciador del reinado de Dios, el antiguo testamento menciona en parte al Mesasdel linaje de David (cf., por ejemplo, Is 11, 1-9) y, en parte tam

    bi n , al ce le st ia l H ijo de l ho m br e qu e ha br a de es ta b le ce r eleterno reinado de libertad en favor de Israel, el pueblo escogido

    por D io s y qu e se ha llab a at or m en ta do y op ri m id o p or su s en em igos (cf. Dan 7, 13-27). En textos posteriores al antiguo testamentose identifica entre s de tal manera al Mesas y al Hijo del hom

    br e, qu e el B au ti za do r en el Esp r itu y en el fu eg o, an te el cu alJuan Bautista se siente indigno aun de realizar con l el insignificante servicio de esclavos que consista en quitarle y ponerle las

    sandalias (Me 1, 7), no puede ser propiamen te sino el mesinicoHijo del hombre o el Hijo del hombre-Mesas (cf. Hen[et] 48,2.10)30. Por consiguiente, mediante la predicacin de Juan Bautista que llamaba a la conversin, Jess se vio confrontado conel anuncio de la llegada inminente del mesinico Hijo del hombreque vena para el juicio y para la nueva creacin.

    La experiencia del Espritu, concedida a Jess con ocasin desu bautismo, juntamente con las consoladoras palabras: T eres

    30. As creemos con Friedrich Lang, Er w gu ng en zu r es ch ato log isc he n Verkndigung Johannes des Taufers,en G. Strecker (ed.), Je ss Chri stu s in H ist orie und Theologie, Neutestamentliche Fe stschrift fiir Hans Conzelmann zum 60.Geburtstag. 1975, (459-473) 470s.

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    38 Jess de Nazaret - Cristo de la fe

    mi Hijo amado, en ti me complazco (Me 1, 11), le proporcionla certeza de que l tena que realizar a partir de entonces, contotal publicidad, la obra del Hijo del hombre-Mesas que habasido anunciado por el Bautista31. En el curso de la denominadatentacin (Me 1, 12s par), Jess asume este encargo. En ladecisin hecha al principio32, Jess se decide resueltamentea recorrer el camino del mesinico Hijo del hombre, y a hacerlocon estricta obediencia de Hijo (A. Schlatter) a la voluntad deDios, y m antiene esta decisin incluso en Getseman, la decisinhecha al final33. Toda la actividad pblica de Jess, desde latentacin hasta el final de la pasin, se halla bajo el signo de estaresolucin: Jess recorre y quiere recorrer su camino nicamentecomo el Hijo obediente a solo Dios y como el Hijo del hombre-Mesas. Los tres ttulos de Jess que aparecen constantemente enlos evangelios: Hijo de Dios, Hijo del hombre y Mesasno representan bblicamente alternativas, sino que todos ellos,segn genuina m entalidad juda 34, designan co njuntam ente a Jess como el nico Mediador por medio del cual Dios quiere quese lleve a cabo su obra redentora, el definitivo establecimientode su reinado en favor de Israel y del mundo entero.

    En las recientes investigaciones crticas se ha expresado constantemente la opinin de que Jess no utiliz personalmente ninguno de los ttulos de majestad conocidos en el judaismo: Hijode Dios, Mesas o Hijo del hombre; sino que todos esosttulos se los habra atribuido la comunidad ms tarde, despusde pascua. Antes de pascua, Jess no habra sido ms que el

    31. Joachim Jeremas, Teologa del nuevo testamento I, 73s vincula Me 1,9-11 par con Me 11, 27-33 par y deduce de ah que Jess vio fundamentada suautoridad mesinica en la vocacin y en la recepcin del Espritu, que tuvieron

    lugar con ocasin de su bautismo.32. Cf. Fritz Neugebauer, Je su Vers uchun g. We gen tsch eidu ng am An fan g,

    1986.

    33. Sobre la historia de Getseman y su razn histrica, cf. Reinhard Feld-meier, Die Kr isi s de s Go ttes soh nes, 1987.

    34. Julius Schniewind escribe enDa s E va nge lium na ch Ma rku s, 193 (a propsito de Me 14, 62): Todo el mundo poda comprender a Jess: Mesas, Hijo de Dios, Hijo del hombre, el Juez del universo qe tiene su trono junto a Dios;todo esto se encontraba ya equiparado en la tradicin juda. Pero Jess dice: Yo soy. Precisamente cuando va a la muerte, es el futuro Juez del universo; sobre l se halla la promesa de Is 52, 13; 53, lOss. Que Schniewind tiene razn al ver as las cosas, podemos comprobarlo por la equiparacin que hallamos entre diver

    sos ttulos de majestad que se aplican al nico mediador de la salvacin en 4QpsDan A" (= 4Q 243), llQM elc h, Hen (et) 48 + 49; 61 + 62; 4 Esd 13; etc.

    Je s s de Na zar et com o Cris to de la fe 39

    ltimo mensajero proftico de Dios antes de qe llegara el juiciouniversal. Y eso sera, a lo sumo, lo que l habra pretendido ser.Aunque esa opinin se ha repetido muchas veces incluso ennuestros mismos das35, no deja de ser una abstraccin de losinvestigadores que se halla en pugna con los hechos y con laverosimilitud histrica. En nuestro intento de ir rastreando elorigen de la fe en Cristo llegaremos mucho ms lejos si seguimosatentamente la tradicin textual y nos damos cuenta claramentede que, ante los sorprendentes hechos de Jess y ante sus asom

    br os as pa la bra s, sus co nte m po r ne os no po d an m en os de fo rm ularse aquella pregunta: Quin es este hombre? qu autoridadtiene? O tambin: Qu espritu maligno (cf. Me 3, 22.30) leanima? Que Jess no respondiera nunca nada a esta pregunta(como se ve obligada a presuponer la moderna investigacincrtica) es algo totalmente improbable y que convertira al Jessterreno en un enigma errtico. Indudablemente, los textos le describen de otra manera (y lo hacen con total credibilidad histrica).

    Cuando Jess, al comienzo de su ltimo viaje hacia Jerusaln,se retir durante algn tiempo con sus discpulos a la regin deCesarea de F ilipo, les pregunt a stos por quin le tena la gente.Sus discpulos le respondieron que unos crean que l era JuanBautista (que, despus de haber sido decapitado por HerodesAgripa, adquira nueva forma en Jess y en su predicacin); otroscrean que l era Elias, a quien Dios segn M al 3, 23s iba

    35. Rudo lf Bultmann, Teologa del nuevo testamento, 71 hace constar: Pronto no pudo concebirse al m enos en los crculos del cristianismo helenstico enlos que los sinpticos se configuraron que la vida de Jess no fuera mesinica. Apareci como evidente que Jesucristo, Hijo de Dios, se hubiese manifestado como tal ya en su actuacin terrena y por ello fue colocada la narracin evangli

    ca de su actuacin a la luz de la fe mesinica. La contradiccin existente entreesta concepcin y el material de la tradicin se pone de manifiesto en la teoradel secreto mesinico que confiere su carcter peculiar al evangelio de Marcos.... Ernst Kasemann juzga en El pro ble ma de l Je ss his tr ico , 211: A mi juicio, todos los pasajes en donde aparece algn atributo mesinico proceden del kerigma de la comunidad. Gnther Bornkamm, Je ss de Na zar et, 219-224 se manifiestaexactamente de la misma'manera, y Hans-Friedrich WeiB, Kerygma und Geschich-te. Erwgungen zur Frage nach Jess im Rahmen der Theologie des Neuen Testaments,74, volvi a corroborar hace poco esa manera de ver las cosas: ...todos... los ttulos de majestad (son) ya, por su parte, interpretaciones con cuya ayudala Iglesia pospascual... enun ci el significado escatolgico de Jess. Finalmenteescribe Siegfried Schulz, Ne ute sta me ntl ich e Eth ik, 1987, 32:Jess fue el ltimo profeta, y su aparicin y actuacin fueron singularsimas porque, despus de l, no viene ya nada ms que Dios y su reinado.

    f

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    40 Je s s de Na zar et - Cri sto de la f e

    a enviar antes del grande y temible da del Seor, para que hiciera que el corazn de los padres se volviera de nuevo hacia loshijos, y el corazn de los hijos, hacia los padres (es decir, paramoverlos a dedicarse de nuevo a conocer a fondo la voluntad deDios expresada en la ley) y para salvarlos as del juicio; otros,a su vez, crean segn el informe de los discpulos que Jessera uno de los profetas (cf. Dan 18, 18). De las tres opinionesexpresadas se deduce que no es posible borrar de la predicacinde Jess el apremiante llamamiento a la conversin, orientado alcumplimiento de la voluntad de Dios. Partiendo de las informaciones que le dan sus discpulos, Jess sigue preguntando:

    . . .Pero vosotros quin dec s que soy yo? . R espondiendo Pe

    dro le dice (en representacin de todos): T eres el Me sas!.

    Y l (= Jess) les mand con severidad que a nadie hablaran acerca de l. Y comen z a ensearles que convena que e l Hi jo del hombre sufriera mucho y fuera rechazado por los ancianosy los sumos sacerdotes y por los escribas, y que le mataran, y

    resucitara a los tres das. Y les deca estas palabras claramente (Me 8 , 28-32) .

    Segn este relato (repetido por Mateo y por Lucas), Jess seretir para hablar a solas con sus discpulos, a fin de informarlessobre el encargo de su misin. La idea que haban adquirido susdiscpulos de que Jess era el Mesas, l la reafirm objetivamente. Ante el tribunal judo y ante Pilato, Jess confes ltimamen teque l era el Mesas, el Hijo de Dios (cf. Me 14, 62; 15, 2). Peroen aquella otra ocasin Jess encareci en seguida a sus discpulos que no hablaran an en pblico de lo que ellos haban com

    pr en di do. La ra z n con si st a p ro ba bl em en te en qu e la p ro c la m a

    cin pblica Jess es el Mesas! corra peligro de fijar unilateralmente el camino y la misin de Jess con arreglo a la expectacin que por aquel entonces se hallaba muy viva en el pueblo,en el sentido de que el Mesas del linaje de David iba a liberara Israel del dominio extranjero de los romanos, iba a purificar aJerusaln de los impos gentiles e iba a iniciar la poca de la

    ju st ic ia (c f. Sa lS l 17, 21 -4 6) . Je s s no qu er a qu e le m et ie ra ndentro de ese esquema. Tan slo cuando se lleg en Jerusaln ala decisin suprema, Jess confes abiertamente ante los jueces

    ju d os y an te el pr ef ec to ro m an o cu l er a su mis in m es i ni ca ;pe ro , al m is m o tiem po , re al z su en ca rg o de se rv ir a Dios co m oel Hijo del hom bre (cf. Me 14, 61 s par).

    Je ss de Na zar et com o Cris to de la f e 41

    Segn Dan 7 y segn la tradicin de Henoc (= Hen[et] 40;45*49; 53; 61-62; 71) y 4 Esd 13, el Hijo del hombre es unafigura mesinica. Como del Mesas davdico, se espera de l laejecucin del juicio final por encargo de Dios, el establecimientodel reinado de Dios en favor de Israel, y la agrupacin escatol-

    gica del pueblo de Dios constituido por los justos. Ahora bien,el colorido poltico y nacionalista que marca su impronta en laexpectacin del Mesas davdico, queda sorprendentemente ensegundo plano en los textos que hablan del Hijo del hombre.Jess tom de la predicacin de Juan Bautista el misterioso ttulode Hijo del hombre, que aparece raras veces en la tradicin juda,e imprimi en l durante su vida pblica un sello enteramentecaracterstico36: durante su vida terrena, Jess quiso unir de nuevo a Dios, su Padre, con Israel por el camino de la atencin solcita prestada a los pobres (cf. Is 61, ls ), del am or que se dedicaa servir (Le 19, 10; Me 10, 42-45; Jn 13, 2-17) y del sufrimientovicario. Tan slo despus de este camino terrenal del servicio,

    esperaba Jess su exaltacin a la diestra de Dios y su institucinen el minist erio de Juez esc atol gico (M e 14, 61 s par; Le 12, 8spa r) . Pre c is am ent e por es o Je s s sit u la ex pec ta ci n m es i n ic ade Pedro (y de los discpulos en general) a la luz de este encargomesinico hacindoles ver que l, precisamente como el m esinicoHijo del hombre, tena que afrontar primero el sufrimiento y, tanslo a travs del sufrimiento, entrara en la gloria de la resurreccin y en el poder (Me 8, 27-33 par).

    Como en la primitiva tradicin juda, con excepcin de Zac12, 10; 13, 7 (comprese con Mt 24, 30; Me 14, 27 par), no aparecen tradiciones sobre un Mesas que hubiera de padecer, y enlos textos judos y del antiguo testamento no se dice tampoco

    nada acerca de un destino de sufrimiento que aguardara al Hijodel hombre, resulta que es completamente inaudita la respuesta

    36. Cf. Werner Georg Kmincl, Je ss de r Me nsc henso hn ?, SbWGF 20,3, 1984, 179: ...Jess recogi la expecta cin judc o-apocalp tica del Hombre

    escatolgico como Juez y como Soberano, pero la puso en una relacin entera

    mente nueva con su persona y con su accin en el presente, una relacin que no estaba ya preformada en el mundo de las ideas judfas, y de este modo la trasform radicalmente. Mientras que Kmmel considera la idea de la expiacin vicariacomo no compatible con la predicacin de Jess acerca de la salvacin ( ibid.,178), vemos que Traugott Holtz, Je s s aus Na zar eth , 1973, 93, piensa exactamente todo lo contrario, partiendo de los textos y basndose en buenas razones: Jess se (entendi) a s mismo de tal manera, que su camino hacia el escatolgi

    co Hijo del hombre no poda pasar ms que a travs del sufrimiento.

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    42 Je ss de Na zar et - Cris to de la f e

    que da Jess a las palabras de Pedro con las que ste le confiesacomo M esas. Nos hallamos aq u ante una reinterpretacin revolucionaria de toda la expectacin juda acerca del Hijo del hombrey del Mesas: una reinterpretacin que nace de la cercana en queJess se halla de Dios y de su obediencia de Hijo! Si la autodeno-minacin de Jess como H ijo del hombre era ya harto enigmti

    ca, esta nueva versin del ttulo de Hijo del hombre es tanto msun misterio. Vemos, adems, que la respuesta de Jess a la confesin de Pedro tropieza luego con incomprensin y rechazo. EnMe 8, 32-33 se dice:

    Y Pedro le llev aparte (a Jess) y comenz a reprenderlo. Perol (Jess) volvindose y viendo a sus discpulos, reprendi aPedro y dijo: Qutate de delante de m, Satans, porque notienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres!.

    En estas palabras de Jess, extraordinariamente duras (y que,po r tant o, es im po si bl e qu e se ha ya n fo rj ad o de sp u s de pa sc ua ),se dice speramente a Pedro que se quite de delante de Jess, yque se atenga a lo que l dice, porque con esta resistencia contrasu Seor est haciendo de tentador contra la decisin tomada porJess de ir a la pasin.

    Segn todo esto, la actividad terrena de Jess como mesinicoHijo del hombre se hallaba envuelta por el velo del misterio, incluso para los discpulos. El denominado secreto mesinico37,que resalta constantemente en el Evangelio de Marcos (cf. especialmente 9, 9s), no es sencillamente una simple construccinteolgica pospascual, y no tiene nada que ver con el intento deenvolver con un velo, despus de pascua, el hecho de que la vidade Jess hubiese trascurrido fcticamente de manera no mesinicay de que, slo a partir de pascua, hu biera sido colocad a en el focode luz de la mesianidad. No! Sino que se trata, ms bien, de unrasgo fundamental de la actividad de Jess mismo! La predicacinde Jess en parbolas y en acciones simblicas no poda ni deba

    37. El secreto mesin ico fue interpretado por William Wrede, Da s M es sia s- geheimnis in den Evangelien, (1901) 31963 como una teora cristiana que elevangelista Marcos haba encontrado ya en la tradicin. Rudolf Bultmann, Teologa del nuevo testamento, 71, la interpret como unvelo que cubra el que la vida de Jess no hubiera sido mesinica. Pero Heikki Raisanen, Da s M ess ias gehe im- nis im M arkusevangelium, Helsinki 1976, demostr que el evangelista Marcos haba trabajado con muchsimos estratos de tradicin y no (como supone Wrede)con una tradicin identificable por una sola orientacin. La teora marquinatiene races prepascuales.

    Je ss de Na zar et com o Cris to de la fe 43

    aparecer clara sino para los que realmente se abrieran a ella. Susentido permaneca oculto para los de fuera, e incluso tena paraellos un no s qu de escandaloso (cf. Me 4, 33s). No es casual,ni mucho menos, que el clamor de satisfaccin y jbilo que pronuncia Jess en Mt 11, 25ss comience con aquellas palabras: Tealabo, oh Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque les ocultas

    te estas cosas (= lo que yo predico) a los inteligentes y sabios,y las revelaste a nios. S, Padre, porqu e as agrad en tus ojos...(11, 25s). El camino de Jess como Hijo del Padre fue constantemente un enigma- incluso para sus ms ntimos acompaantes; entodo caso, ellos se imaginaban constantemente que l iba a obrarde una manera diferente a como obraba de hecho (consltese tanslo Me 1, 36-38; 8, 32s; 10, 35ss; Le 9, 54-56: 24, 21). Unicamente cuando Cristo se hubo aparecido con nueva vitalidad divinaa los discpulos, que le haban abandonado todos ellos enla noche de la t ra ic in (Me 14 , 50 par ) , y e l los hubieronaprendido, por el poder del Espritu, a confesar su fe en la resurreccin y en la exaltacin de Jess a la diestra de Dios, entonces

    llegaron a saber realm ente a qu S eor haban, estado siguiend oen la tierra. Sin el Espritu de la fe, permaneca para ellos ocultosupremamente quin era y quin es Jess (cf. Jn 14, 16.26; 15,26; 16, 12-14).

    Pero volvamos a nuestro tema y fijmonos en lo que el relatode Me 8, 27-33 par aporta al planteamiento de nuestro problema.En el texto de Marcos encontramos los dos ttulos fundamentalesque aparecen en las primitivas confesiones de fe pospascuales:Cristo o Mesas (comp rese con 1 Cor 15, 3) e Hijo delhombre. (Que este ttulo se halla precisamente detrs del ttulode hombre en 1 Tim 2, 5, hemos de verlo todava.) Que Jessconfes abiertamente su misin mesinica ante el tribunal judo

    y ante Pilato, lo documentan M e 14, 62 par; 15, 2 par juntam entecon la inscripcin que se puso a la cabecera de la cruz y que fueredactada por los romanos (y no por cristianos!): El rey de los

    ju d o s (M e 15, 26).Con esto hemos encontrado las huellas de los ttulos de Jess

    recogidos por la confesin pascual de los cristianos. Estos ttulospro ce d an ya , ev id en te m en te , de la trad ic i n pr ep as cu al ac er cade Jess y fueron afirmados y utilizados por Jess mismo. Atribui r ex cl us iv am en te es to s pr ed icad os a la co m pr en sin po sp as cu aly a la fe de la comunidad equivaldra a hacer que fuera incom

    pre nsi bl e hi st ri ca m en te el ca m in o de Je s s y; co n l su pas i n.

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    44 Je s s de Na za re t - Cri sto de la fe

    d) Para comprender la pasin de Jess

    Lo que esa pasin implica, hemos de investigarlo ms precisamente por tres razones. En primer lugar, nos ha llamado ya laatencin la peculiaridad de los anuncios que Jess hace de la pasin. En segundo lugar, hemos comprobado y a que el llamamientomesinico de Jess a la conversin tiene un reverso: a los impenitentes les amenaza el juicio. En tercer lugar, las dos confesiones

    b bl icas de fe en Cristo, de las qu e par tim os co m o de un pat r n,no se refieren temticamente al sufrimiento vicario de Jess. Porconsiguiente, es inevitable la pregunta: Por qu Jess, como elHijo del hombre-Mesas enviado por Dios, tena que recorrer elcamino que le llevara al sufrimiento?

    Para penetrar en el misterio de la pasin de Jess, hay quevincular las perspectivas que nos vienen dadas histricamente conla reflexin que trate de comprender la propia disposicin deJess para el sufrimiento.

    e) La nec es id ad hi st ri ca de la pasi n '58

    Si nos fijamos bien en el camino que Jess recorri, segn lostres primeros evangelios, de Galilea a Jerusaln, entonces reconocemos muy pronto que ese camino est marcado por una confrontacin que adquiere formas cada vez ms duras de Jess conrepresentantes de todos los partidos religiosos importantes de supoca. Mientras que sus discpulos le seguan de manera casi incondicional y de positaban en l sus esperanzas, y en torno a Jessse apiaban constantemente los pobres y los que estaban necesita

    dos de ayuda, vemos que el llamamiento de Jess a la conversiny su predicacin del reinado de Dios en parbolas, debates y acciones simblicas (como las de sentarse a la mesa con los pobresy los marginados y los milagros de curacin) significaba un desafo cada vez ms insoportable para no pocos fariseos, celotas y

    ju d o s rico s. A ho ra bi en , los m s po de ro so s ad ver sa rios le sa lieron a Jess de entre el partido de los sumos sacerdotes y de losdistinguidos saduceos, que eran los ms influyentes en Jerusaln.Dominaban y administraban el templo, y a ellos precisamente los

    38. A propsito de lo que se dice en las p. 44-5 0, cf. el estudio que presen

    tamos a continuacin en !a presente obra: Por qu luvo que morir Jess?.

    Je s s de Na za ret com o Cri sto de la fe 45

    prov oc Je s s has ta el ex tre mo en los l tim os d as de su ac tiv id aden la tierra mediante el demostrativo gesto de purificar el templo.

    Lo de la purificacin del templo fue, con toda probabilidad,una accin simblica de Jess de carcter mesinico39. Israelaguardaba para el comien zo del reinado de Dios la exaltacin delmonte con la casa del Seor, es decir, de Sin, para que fuera

    el monte del universo (Miq 4, lss; Is 2, 1-5). Diversos textos judos antiguos hablan de la glorificacin y de la reedificacin deltemplo en el tiempo final40. Los esenios de Qumrn esperan queel Mesas de la estirpe de David edifique de nuevo el santuario(cf. 4 Qflor I, lss); en los Salmos de Salomn, que datan del farisesmo incipiente, se dice del mismo Mesas davdico que lglorificar al Seor en un lugar destacado por encima de toda latierra y que purificar a Jerusaln mediante la santificacin, paradejarla como era al principio (SalSl 17, 30; comprese con Miq4, lss); en el libro quinto de los llamados Orculos Sibilinos (414-433) se habla de que un hombre bendecido desde los confinesdel cielo, es decir, seguramente el mesinico Hijo del hombre,ha de renovar gloriosamente la ciudad de Dios y el templo; y enel Targum, es decir, en la parfrasis aramea (que es posterior alnuevo testamento) de Is 53, leemos que el Mesas ha de erigir denuevo el templo mancillado y abandonado a la destruccin (en elao 70 d. C.). Por consiguiente, con su manera de proceder, descrita concisamente en Me 11, 15-17, contra los cambistas de dinero y los que vendan animales para los sacrificios, Jess se hallaclarsimamente dentro del horizonte de la expectacin mesinica.Cuando l, al realizar su accin, habla cosa que es muy pro-

    39. Muy hermosamente lo dice Petr Pokorny, Die En tste hu ng de r Ch ris tol ogie , 41s: Algunos actos de Jess deben interpretarse como acciones simblicas

    de carcter proftico. Se diferencian de las acciones simblicas de los profetas del antiguo testamento por expresar el cumplimiento escatolgico. Una accin de esas es la denominada purificacin del templo (Me 11, 15s)... Jess, por medio de su accin simblica, proclam el cumplimiento de la promesa acerca de laperegrinacin de las naciones a Sin (Is 56, 7 entre otros textos), que l interpret quizs a la luz de la expectacin de un nuevo templo escatolgico... Probablemen

    te, en esta o en otra ocasin parecida, pronunci como amenaza proftica un vaticinio sobre la destruccin del templo, vaticinio que fue modificado ms tarde ex eventu por el evangelista (Me 13, 2). Esta fue tambin, evidentemente, la ocasin inmediata para la acusacin formulada contra Jess ante el Sinedrio. A mi parecer, los motivos mesinicos de la manera de proceder de Jess en el templo hay que acentuarlos ms marcadamente de lo que hace Pokorny.

    40. Los lugares pertinentes son mencionados y discutid os crticamente porEd Parish Sanders, Je s s an d Ju dai sm , 77-90.

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    ba bl e ac er ca de la de st ru cc i n del te m pl o y de su re ed if icac i np or l m is m o (c f. Jn 2, 19) , en to nc es qu ed a cla ro qu se qu ie redar a entender con aquel acto simblico: Jess insta a que se adopte una decisin entre el culto tradicional y la cercana de Diosanunciada y comu nicada por l mismo, el Hijo mesinico del hom

    br e41. S lo gr ac ia s a l ll eg ar el tem pl o a se r nu ev am en te un a

    casa de oracin para todas las naciones (cf. Is 56, 7). Que lossaduceos entendieran esta manera de proceder de Jess como unaamenaza co ntra la institucin del templo y adoptaran contra l lascorrespondientes medidas, era de esperar y Jess mismo lo acept.As lo demuestra la parbola de los viadores malvados en Me12, 1-12, pronu nciada poco despus de la purificacin del templo,y que se refera nuevam ente a los saduceos. En su ltima aparicin

    p bl ica en Je ru sa l n, Je s s no an du vo con rod eo s.Si reunimos a todos los que se escandalizaron por la actuacin

    p bl ica de Je s s, ve re m os qu e todo s el lo s fo rm an un fren te su pe r-po de ro so de en em ig os , de los qu e Je s s te rm in sien do vcti ma.Virmlo las cosas histricamente, era inevitable en cierto modo que

    .< Hebil la finalm en te a un choque entre Jess y sus adversariosv i|in- i'1si os le procesaran en Jerusaln acusndole de ser un falsopntela mcs ir nico y un seductor que arrastraba a la gente haciauna le equivocada,