Aprenda a mecanografiar. La mayor limitación de cualquier procesador de textos es la velocidad a la cual usted incorpora datos; por lo tanto, la capacidad de mecanografiar rápidamente es inapreciable. Aprender cómo mecanografiar está lejos de ser un problema insuperable, especialmente con la disponibilidad de programas computarizados que mecanografían. Con una media hora al día por un par de semanas le ayudará en la velocidad, y si usted hace cualquier intento significativo de escribir a diario, la inversión se pagará muchas veces.

Ahora escriba, pero corrija más adelante. Usted escribe una oración, después la cambia, y la cambia otra vez, y una hora más adelante, usted ha producido un solo párrafo. Sucede al mejor de los escritores usted mira fijamente una pantalla en blanco y un cursor que destella y no puede escribir. La mejor solución es inspirarse y anotar cualquier cosa que haya en su cabeza, y guardar lo escrito. No se preocupe por los errores tipográficos o los errores de deletreo porque usted puede corregir más adelante. Sobretodo, resista la tentación de corregir continuamente las pocas palabras que usted ha escrito porque el sobrecorregir drenará la vida de lo que usted está escribiendo. La cosa importante es plasmar sus ideas en el papel.

Cancele con precaución. Es demasiado fácil suprimir un párrafo, y después se da cuenta cinco minutos más adelante que usted lo necesita otra vez. Por lo tanto, en vez de suprimir un bloque del texto grande, muévalo al final de un documento o de escribirlo a otro archivo, de modo que usted pueda restaurar el texto si usted cambia su decisión. Una práctica relacionada es seguir en el modo insertar (en comparación con el modo de reemplazo) para prevenir la cancelación inadvertida del texto al agregar las nuevas ideas.

Guarde a menudo. Una pérdida de energía, por avería o por culpa de la compañía de energía, puede destruir una obra maestra creativa. El mejor seguro es guardar su trabajo constantemente y, además, guardar su trabajo siempre que le interrumpa una llamada telefónica, el timbre, etc.

Guarde copias duplicadas archivos importantes. Es crítico mantener copias duplicadas de archivos importantes, en un disco separado que esté lejos de la computadora. Eventualmente, usted borrará accidentalmente un archivo o sufrirá una desgracia similar; por esta idea un día usted

nos agradecerá. Además, imprima cada nuevo documento al final de cada sesión, guardando el documento antes de imprimirlo (los apagones suceden cuando menos lo espera, por ejemplo, durante la operación de impresión). La copia dura no es tan buena como un disco duplicado, pero es mejor que nada.

Tome un descanso. La computadora llega a ser rápidamente adictiva, y podemos casi garantizar que usted se encontrará delante de la máquina mucho más tiempo del que usted puede esperar. Un cambio rápido de cinco minutos se estira de alguna manera hasta diez minutos, después es una media hora. Los descansos periódicos le mantendrán relajado y ayudarán a mantener su creatividad.

Imponga un límite de tiempo. Un procesador de textos se supone ahorra tiempo y le hace más productivo. Lo cual Hará exactamente si utiliza el procesador de textos para su propósito primario: escribir y editar. Es todo muy fácil; sin embargo, perder de vista ese objetivo y pasar cantidades excesivas de tiempo en el formato es a menudo contraproducente. Concéntrese en el contenido de su documento más bien que en su aspecto. Imponga un límite de tiempo ante la cantidad de tiempo pasada en el formateo y termine la sesión cuando haya expirado ese límite de tiempo.