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Suplemento Yerba Fanzine N·9

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Yerba Fanzine N·9 - En este suplemento encontrarás todas las colaboraciones que han llegado para la convocatoria como poesía, ilustraciones, cuentos, etc.

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Este suplemento es un complemento de Yerba #9. Es donde encon-trarán todo lo recibido durante la convocatoria, armado de tal ma-nera que se pueda ver online o descargar para imprimir en formato A5. Agradecemos a todos los que han participado de la convoca-toria, a todos los que nos ayudan con las secciones, a los que nos

ayudan materializando el fanzine en sus dos versiones.

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7 | Volver – Camila Escobar (Rosario, Sta Fe)

8 | Los sonidos de la selva – Mila Chica (Rosario, Sta Fe) • [email protected]

10 | El tigre de Neruda – Iván Landázuri (México) • leovanlandazuri.blogspot.mx

11 | Relato de un psicopáta anónimo – Juan Brizuela(Santiago del Estero capital)

12 | Camila Vallejos – Nicolás Mariano García (Rosario, Sta Fe) • Fb ultracanalla.940

14 | Domingo por la tarde – Pilar Cabré (Santo Tomé, Sta Fe)

15 | Una mujer que extraña – Priscila Hernandez (Villaguay E.R.) • ventanacotidiana.blogspot.com

16 | El abandono – Melisa Guerrero (Santa Fe capital)

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VolverCamila Escobar

Volver. Soy una reiterativa compulsiva. Detesto la frase “todo tiempo pasado fue mejor”. Sin embargo me gusta volver a los lugares comunes, a los textos que dejé inconclusos, a los libros que no terminé de leer, a los amigos de infancia, a la risa estruendosa, a la primera versión de Pokémon, al mate cocido con pan y man-teca, a las medias de lana tejidas por la abuela, a las zapatillas con las suelas desgastadas. A lo clásico, a lo burdo, a lo inocente, a lo melancólico. Volver. Tengo la necesidad imperante de mirar para atrás, ¿acaso uno no retrocede unos pasos para darse un envión?

Volver, por ejemplo, a escribir poesía. Volver al ritual íntimo e intenso de escri-bir poesía, pero sentirlo renovado. Los poemas ya no son a las palomas blancas como en la primaria, ni van dedicados al amor de secundaria, tampoco inspi-rados en el desamor universitario. Son poemas más maduros, más mesurados, más tangibles (“Si quiero me toco el alma”, como cantaba mi querido Spinetta). Bienaventuradas las experiencias que han traído nuevas ideas a una vieja mente. Puedo volver a lo vivido, para escribir desde el hoy.

Volver. Volver a la conciencia corporal, al autodescubrimiento, a entregarme. Es la revelación preadolescente, pero ya sin el pudor inicial. Ay, pero el escalofrío de siempre está pronto a recorrer el cuerpo de pies a cabeza, de cabeza a pies, de alma a sentimiento, de recuerdo a presente. Tacto latente, tacto rememorativo. Las piernas, antes y ahora temblorosas, son las mismas y distintas a la vez. Antes tenían la inocente torpeza de quien recién comienza a recorrer (se). Ahora tienen caricias que les dan sabiduría y belleza, venas pronunciadas por el trabajo, besos bajo la piel, marcas de tinta. Los labios son los mismos pero más desgastados de tanto besar, un poco más maquillados, un poco más mordidos. Cada rincón del cuerpo tiene memoria propia, y con cada estimulo actual se retrotrae al pasado.

Volver a todo lo que me gusta. Deshacer y rehacer. Ciertamente, cuando vuel-vo atrás termino por quererme un poco más. La que soy hoy consuela a la que fui, le habla del porvenir. Y el presente se torna fresco y reluciente. Necesito de esa

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inocencia que me brinda mirar por la mirilla del pasado, para vivir más intensa-mente el presente, para que no me absorba, para que no se lleve lo mejor de mí (aunque siempre puedo rescatarlo donde lo guardé, en el pasado).

Volver a rasparme las rodillas jugando, a llorar de risa viendo películas de terror, volver a tener peluches en la cama, a pisar los charcos cuando llueve, a aguantar la respiración debajo del agua, a reventar las burbujitas de las bolsas que vienen con los electrodomésticos, a preguntarme el porqué de las cosas más absurdas, a dibujar garabatos en las hojas, a ponerle dulce de leche a todo, a reírme de la poca risa que dan los dibujos animados, a caminar sin pisar los bordes de las baldosas, a hacer muecas frente al espejo, a alegrarme cuando el vuelto es en caramelos.

Volver es mucho más que volver. Volver es no aguantarse las ganas de dar un abrazo, es no preocuparme cuando voy llegando tarde, es no esquivar las miradas picaras, es no rehusarme a la complicidad de la alegría ajena, es no avergonzarse de los “te quiero”, es no mirar el reloj con recelo. Ay, volver. Volver para no quedar-me ahí. Volver para irme mejor de lo que fui.

Los sonidos de la selvaMila Chica�

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Odio sacar fotos de paisajes naturales. Si llegamos a las Cataratas no cuenten conmigo para la tarea. Eso les respondo a lxs chicxs cuando les comento que este paisaje, en movimiento, me resulta raro y que no, no quiero sacarle una foto. Di-gamos: es como si alrededor de los campos, torcidos y cruzados por ríos o arroyos, crecieran montes de espinillos apelmazados. Y la sensación de las cuchillas corta espejos y reflejos que pasan con velocidad por las ventanillas. Todo eso, en reali-dad, en un momento fugaz del viaje. Por eso odio sacar fotos de paisajes. La foto descarta la sucesión, la aceleración, los sonidos del motor, las vibraciones de la ruta, el aire caliente, seco y con olor que se filtra por los costados. Y las filmaciones

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también son detestables. Sobre todo cuando una sucesión de paisajes aparece y desaparece en instantes. Inaprensibles. Y eso es lo que disfruto, en todo caso. Que el paisaje sea solo un parpadeo que desaparezca y quede como una obsesión per-sistente en la pantalla del cerebro. Ahí se proyectará desde entonces, o se olvidará o, en todo caso, reaparecerá como una pasadilla recurrente. Un fantasma tal vez. O ni siquiera eso. Algo que persiste en su huida.

***También odio las fotos de personas. Siempre que alguien me pide que le sa-

que una foto, me pierdo en un detalle superfluo o en el panaroma que se recor-ta detrás o en un objeto extraño o en un recorte del plano. Entonces, las figuras humanas terminan empequeñecidas o amputadas (sin brazos, piernas o cabezas –algunos quedaron sin torso–). Por eso nunca conformo a nadie.

***Sin embargo, sucede algo contradictorio. Generalmente cuando veo un paisaje

en una foto, me agrada más que el vivo y directo. Porque en el contacto pierdo los detalles panorámicos, o se recorta demasiado la visión. Pero sobre todo, pasa que me enfrenta con la soledad del punto de vista propio. Desaparece ese otro punto de vista, el del fotógrafo, que revela algo que nosotros no hubiéramos visto, limi-tados como estamos al pequeño cuadro de nuestros dos ojitos solitarios.

***Tres gorriones se levantaron de la ruta en un triángulo volátil. Ondularon desde

el suelo sobre el parabrisas y, justo ahí, alcé los ojos del e-reader. Casi me infar-to. Los pajaritos, delante de los montes que taparon el camino, parecían venirse encima de golpe, casi chocar, abrir y aniquilarse contra los vidrios. En la cabeza explotó el plop del golpe, vi la mancha de sangre y el cuerpo cayendo grávido. Me duele el pecho todavía. El susto fue real, a pesar de que los pajaritos, apenas a tres milímetros del auto, aletearon y aletearon con todo y desaparecieron de repente. Para mí es como si hubieran muerto. Les dije a los chicos que se bajen a limpiar el auto. Y entonces, quienes me miraron asustados fueron ellos.

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***Cuando llegue a las Cataratas sabré si gana el paisaje o la fotografía. Ahora lle-

gamos al primer descanso. Un hotel a mitad de camino, en Paso de Los libres. 150 pesos la noche para los cuatro. Yo pensé, les juro, que no iba a haber cama. Pero sí, las hay. Son las 21 hs, y aunque llegamos al hotel y hay camas, no sabemos si queremos dormir ahí.

| �Leones, 1981. Actualmente, Rosario.

El tigre de nerudaIván Landázuri

Para Rocío

«Dios hizo el gato para ofrecer al hombre

el placer de acariciar un tigre.»

Víctor Hugo

Mi gato, dices mientras lo aprietas contra tu pecho y éste emite un ronroneo acogedor. Luce cómodo. Como nacido para encajar entre tus senos. Es mi gato, repites con tu sonrisa juguetona y tus gestos felinos. Te lame el brazo. Su lengua en ríspida. Podrías pasar un fósforo por ella y encenderlo. Dejas caer tus nalgas sobre la cama, no lo sueltas. Le acaricias la cabeza. Te desabrocho el jeans. Ele-vas la cintura en complicidad. La mezclilla se desliza hasta tus tobillos. Palpo tus piernas blancas. El gato levanta las orejas sin dejar su música torácica. Traes las pantaletas rojas. Palpo por encima de la tela. Tu vello alborotado me da la bien-venida. Hago a un lado la prenda sin quitártela y sumerjo la lengua. Lamo, suc-ciono, giro, empujo, te devoro como un animal salvaje, soy el tigre de Neruda. Mi lengua maniobra como un buzo experto. Tus piernas tiemblan. Me aprisionan. Estas mojada. Te contorsionas como una boa intentando triturarme. Levanto la

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vista. Tu cara de frente al techo, ojos cerrados, labios apretados, el gato asfixián-dose. Mi lengua también raspa. No dejo una zona sin probar. Emites gemidos que alertan al gato. Para él todo lo que sucede tiene que ver con su satisfacción. Tu entrepierna se vuelve un rio. Sueltas a “tu gato” y me tomas del pelo. Me em-pujas a tu sexo. Floto en un mar tibio. Tus piernas endurecen. Me tomas con más fuerza del cabello. Toma un ritmo veloz. Estas a punto de llegar y empujo mi lengua en círculos contra la última joya del templo. Se escabulle un gemido entrecortado. Te estremeces. La cama se parte. Erupcionas segregando miel. Un Nirvana. Mueres un segundo y resucitas conmigo entre tus piernas y un gato en-tre los brazos. Ambos ronroneamos al unísono, nos quedamos velando por años en la selva tus huesos.

Relato de un psicópata anónimoJuan Brizuela

¿Qué vas a hacer? ¡¿Ah?! ¡Decímelo! ¿Te lo digo yo?¿Qué vas a hacer cuando te levantes al sonar el despertador? Lavarte los dien-

tes, desayuno, estudio, trabajo, comer, dormir, trabajar, coger, trabajar, comer.¿Auto?, ¿Colectivo?, ¿Moto?, ¿Y después? A dormir y mañana empieza todo de

vuelta.Te repites que te gusta, que te hace bien, sonríes forzado y mientes y te encanta.Eh vos, ¡Sí! Vos… ¿Puedes comparar toda la mierda a sentir el agua ablandando

los callos de tus pies? ¿A que el pasto te lama el cuello mientras te cega el sol?¿A reír sin razón?Es necesario repetírtelo, es lo que te da seguridad, es lo que te enseñan hacer a

vos… ¡lo haces! Porque sí, porque no te importa perderte una lluvia de asteroides que no tiene problema en pasar mirando un foco cuadrado mientras la vida para detrás de la puerta.

Oscuridad, silencio… ¡luz!

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–Estás soñando boludo –dice una voz ronca, sorprendentemente femenina… ¿Andrea? No, hace meses que no aparece. Pero, ¿quién es esta mina?

–¿Quién sos?–Sos un pelotudo –dice una voz ronca, irresistiblemente violenta.–Claro, Natalia. ¿Qué mierda paso anoche? Voy a vomitar el hígado tengo una

resaca antisistema.–Llegaste a casa totalmente borracho (gritando, para variar). Te seguí la co-

rriente y te acompañe hasta aquí.–¿Y…?–No, pajero. Dormimos no más.El sol me taladra la sien. Agua por favor. No me siento muy bien.Creo que hoy… nah.Si ¿Por qué no? Es un día igual de bueno que cualquier otro. Ahora mismo no

me siento muy bien, quizás cuando despierte. Si después de dormir, después de sentirla respirar tranquila por última vez.

Acariciar su frágil cuello con la yema de los pulgares. Sentirla gemir, llorar, y sentir con mis manos ese exquisito momento en que se rinda, acepte su inminen-te destino y suspire en mis brazos por última vez.

Si… quizás duerma primero.

Camila vallejo Nicolás Mariano García

Mis noches en Santiago me recordaban a las tardes de Llanquihue, un silencio que solo se rompía con las agujas del reloj o mis pensamientos. Me perturbaba con cada recuerdo de mis actitudes frente a los demás durante la jornada diaria, era un corazón solitario cubierto con una máscara de hostilidad hacia los demás hombres, dispuestos a destruirme por salvar su imagen, y al descubierto para las mujeres, a quienes intentaba dejarles una parte de mi vida ante cada gesto. Sen-

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tía no ubicarme en el trabajo, y cada día me sentía mas desalentado.Ante cada cargada, o ante cada rechazo, me fortalecía una especie de brillo en

mi interior, la sensación de que si ese amor existía en mi imaginación también formaba parte de mi cuerpo, yo era el responsable de mi vida y de hacerme brillar. Al mismo tiempo, en el mundo real, la competencia en el trabajo era cada vez más feroz, y vi con mis propios ojos como esas mujeres que movían las alas de mi ensueño se convertían en igual de egoístas que el resto de los varones. Un extraño tipo de igualdad de género.

Fueron momentos en los que me sentí solo, pensé que por añorar la pureza del amor y la armonía de la sociedad me había convertido en un Peter Pan que no quería crecer al nuevo mundo en que vivimos. Pero eso eran lo que ellos querían que piense, que sienta, que soy el único, el primero en sentir que algo está mal, que falta amor, que solo así abra igualdad de condiciones para el rico, el pobre, el lindo y el feo.

La última noche que pase en Santiago, ni el silencio de mi pecho pudo acallar lo que pasaba en las calles. Miles y miles de personas salían del Estadio Nacional desembocando en la Alameda como una marea viva. Siempre fui fanático de la Roja, pero me daba bronca, rabia, que cualquier triunfo del país sirva para seguir cegando corazones, porque en ese mismo estadio, donde una pelota beso la red ese 2015, la gente que aparece en mis sueños, la de mi mundo mejor soñado, murió torturada en sus cuerpos, y silenciada en sus almas, borrando su historia joven, siendo ahora jóvenes para siempre... hacia los ojos de nadie.

Entonces sentí que estaba loco, que todo era al revés, que esa gente gris de las oficinas que me rechazaban, los que temían al amor, no eran nadie. Toda la gente que me permitía conocer las casi doce horas de trabajo diarias eran nadie, la gen-te que cruzaba en el metro eran nadie. Entonces, quienes eran las personas de mis sueños, que me parecían tan reales a comparación de los vivos mismos? ... Du-rante mucho tiempo sospecho que eran esos desaparecidos del Estadio Nacional, queriéndome decir, gritando a viva voz porque lucharon... pero no , era algo más real, como alguien de mi misma edad, alguien vivo, de mi misma generación, que tenga toda su vida por delante para amar y cambiar al mundo.

Dormí profundamente, y a la mañana siguiente tome un micro hacia mi pue-

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blo y mire por la ventanilla a la capital como se hubiera despertado de una fiesta. En un semáforo compre a un niño menor a diez años el periódico, y mire todas las fotos del título de la Copa América. Luego pase por el mundo, espectáculos y po-lítica, donde encontré la foto de una dirigente juvenil que era acusada de generar disturbios callejeros en marchas por una reforma universitaria. El periodista, li-cenciado en una universidad donde los asistentes a la marcha no pueden ingresar sino pagando mucho dinero, se refería a los mismos como si fueron unos nadie... pero los corazones como el de Camila Vallejo, y el mío, saben que formamos parte de una generación que sueña... y que los nadie son ellos.

Domingo por la tardePilar Cabré

Cuando se apaga la luz, ahí somos todos conocidos. Las cabelleras infaltablemen-te retocadas se recortan con contornos luminosos sobre el trasfondo de la panta-lla. Las expresiones me entretienen –Mirá ésta, ahhh que vieja está –. La toz por la humedad, y el saquito que se menea tapándome instantáneamente la visión –¿Querés un caramelito? – Todo absolutamente todo me resulta como compartir mi vida. Todas son mis abuelas. –Qué desgraciado. Ahhh asqueroso –. (los dra-mas franceses antes me resultaban más trágicos). Hundo mi cuerpo en la butaca esperando que se amolde, y deseo que mis piernas sean más cortas para poder menearlas como los chicos cuando las cuelgan sin llegar al suelo. Sin embargo, se me acalambran por no poder estirarlas.

Cuando se apaga la luz, ahí somos todos conocidos. El plástico del caramelo me incita a pensar que el silencio es tan frágil que no hace falta más que una super-ficie diminuta y transparente para romperlo. –Shhh, no entiendo como vienen y no ponen el celular en silencio –. Me sueno el cuello y muevo las piernas para el otro lado. Sentarse sola permite colonizar ambos apoyabrazos. Pienso que la repetición de lo trágico aminora el efecto, después me doy cuenta todo lo que me

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perdí desde que nací hasta que entré ahí por primera vez.Cuando se apaga la luz, ahí somos todos conocidos. A veces me meto por iner-

cia y miro todo con los ojos cerrados porque tengo sueño. Es un ejercicio que me permite acompañar a los demás en el compás de sus respiraciones. Nunca me dormí dentro. Alguna que otra agita el papel porque de golpe le agarró “el calor”. Yo llegué tarde y me perdí de ver si en la entrada había algún conocido, igual nunca me pasa. Juego a imaginar que detrás de los contornos que me pre-ceden se esconden rostros cotidianos, sin embargo, nunca acierto. Quiero creer que cuando se prende la luz, yo los conozco, pero nada excede el deseo; yo no sé de ellos, ni de mi, salvo cuando empieza la película.

Una mujer que extrañaPriscila Daiana Hernandez

Entonces llegó aquel día en que misteriosamente me rendí ante el teléfono y, sobre todo, ante mí misma, y dejé de llamarte y es por eso que hoy estoy escri-biéndote para decirte de qué maneras no te extraño y así decirte que te extraño pero en otras formas: antes de una

levantarse decidida y caminar hasta el baño cargándose el cuerpo que pesa so-bre las pantuflas y mirarse de reojo al espejo y devolverle a esa otra que aparece ante una la mirada más furtiva y más sensual que lleva guardada y desconocía, para regalársela con ganas a esa que es una en las horas más tempranas y que ese instante sea tan basto y tan alcanzable para que pueda, una, la mujer, jugar a ser linda por el resto del día. Antes de eso una pasa por la esclavitud de un hueco diestro que no logran abordar los almohadones porque es profundo, es hondo, va mucho más abajo que esta mano estirada y abierta que tantea queriendo sa-borear el fondo y sigue calando adentro con lo que se dejan estirar los dedos y la mano, la pequeña mano que no es tan pequeña pero que ante la inmensidad de la nada va desapareciendo y lentamente es tragada por el vacío y no hace tope. Y

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una pasa por mirar la pared viendo, no tu rostro, no tus ojos, no lunares, sino tu respiración: la cadencia de tu pecho que subía y que bajaba y que subía con tal serenidad que yo lo miraba en lugar de contar ovejitas. Entonces mis párpados iban despacio de arriba a abajo y arriba y abajo y arriba y viceversa hasta rendir-me a Morfeo que me enredaba en la seda de sus dedos sedantes para llevarme. Para llevarme a algún lugar. En algún lugar yo era chica. Yo era chica y no te co-nocía. Aún. Y sin embargo, vos me salvabas del mundo. Pero no es antes que me despierto sino hoy y esta es mi habitación y ahí está mi ropa y todavía no veo el espejo ni tampoco soy vista por él, despeinada entonces corro a mi ropero para ponerme las medias largas como guantes, sí, como las mujeres bien que bailan en los salones, sí, con ese vals que suena de fondo siempre, sí, con encorbatadas orquestas y trombones y tu mano, Polonio, agarrando el huequito de mi cadera generosa, acomodando los dedos justo ahí y entonces mi cadera moviéndose con tu mano que ahora son cadera-mano y el guante y tu ritmo , sí, todo, todo y más todo una-misma-cosa. Movámonos a este ritmo porque te extraño y porque pisarnos en el baile también es parte del baile. Movámonos, sí, otra vez bailo-teemos esta vida que tan lindo suena cuando hacemos este dueto de anhelos y miedos y qué se yo todas nuestras cosas. Qué linda que suena... Movámonos... Sí, no hay nada que perder… Que si perdimos algo, ya lo vamos a encontrar.

–¡Oiga! ¡Maestro! Música, por favor.

El abandonoMelisa Guerrero

Habíamos caminado todo el día. Yo ya estaba harto de ver siempre las mismas casas, los mismos negocios ochentosos que ostentaban de primer mundistas –y olían a spray de melón–, la misma plaza y la misma galería. Cuando entré a la habitación ya estaba acostada en la cama, como siempre, con esa cara de “yo acá, como postrada, soy la mujer más feliz del mundo”. Es cierto, tenía las piernas

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hinchadas por el calor, pero daba lo mismo, amaba estar acostada. Recuerdo su cara transpirada, su ropa pegada al cuerpo, sofocada, tragando aire como a bo-canadas. Hacía mucho calor. 38° de máxima había dicho la radio. Yo olía agrio, y supongo que ella, peor.

A la noche bajamos a cenar, teníamos la cena incluida, pero yo sospechaba que la comida era fea, y no me equivoqué; ravioles de verdura con menudo de pollo, recalentados, inmundos. Ella comió los suyos, y luego los míos. Tomó vino blanco. En el hotel éramos pocos, nosotros dos, una pareja de viejos que pare-cían de luna de miel, tres hermanas cincuentonas y una pareja con una hija re-cién operada del corazón. Cómo fuimos a parar ahí, no lo sé. Pero ese lugar era la última opción que se me hubiese ocurrido. Ella me dijo que en un tiempo ese hotel había sido uno de los mejores. Lo peor no es que ahora no lo fuera, sino que quedaran rastros de esos tiempos.

El lunes a la mañana salimos temprano, le pedí que no caminemos. Tomamos un taxi. Allá los taxis son autos de familia, no tienen más que un cartel escrito a mano que dice “Taxi”, y van conducidos por mujeres que parecen hombres.

Camino a la playa, ella pidió a la chofer que nos lleve al hospital. La miré. No me dijo nada. Lo bueno de andar todo el día juntos era que ya no necesitábamos hablar, teníamos un lenguaje de miradas y señas que casi siempre nos funcio-naba, y cuando no, hacíamos como que funcionaba. Imagino que fue también la excusa perfecta para no pelear más. Ella tenía un carácter odioso. Todo el día molesta. Todo el día con calor. Todo el día cansada. Todo el día con la sensación de que algo malo iba a pasar. Yo había abandonado la esperanza de que pudiera cambiar. Me dejé librado a su humor.

Le pidió a la chofer que se desviara al hospital. La miré. No me dijo nada.Esperamos en la guardia. La doctora estaba atendiendo un parto. Claro que la

doctora era la misma para todos. El ventilador de techo de la sala de espera hacía un ruido insoportable. Yo sé que estaba nervioso. Había algo que me exaspera-ba más que el ruido del ventilador. Cuando lo descubrí me alivié. El verde de la habitación no era verde agua sino más bien un verde musgo, que por el paso del tiempo se había tornado mostaza. Ese verde mostaza era lo que me alteraba. Ahora ya lo sabía y estaba mucho mejor.

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La miré para ofrecerle agua y vi que lloraba, con una mano se tapaba la cara, con la otra se frotaba las piernas. Me duele mucho, decía muy bajito, me duele mucho, siento que se me va a cortar algo.

No pude más que tranquilizarla, estábamos lejos de casa, esperando a una doctora que quién sabe cuándo nos iba a atender. La verdad que yo me quería ir a la playa. Dejar ese verde musgo devenido en mostaza atrás, y ese ruido infernal a lata. Ella no me apenaba. Sus ciento cincuenta kilos no habían sido conseguidos de la noche a la mañana. Me duele mucho, me decía.

La internaron. A la noche pude hablar con doctora, que por suerte había entrado a la guar-

dia y era la misma que la había visto por primera vez. Me hizo firmar un papel. Firmé. A tu mamá le vamos a cortar una pierna, y si ella no toma conciencia, en un año, la otra también seguro la pierde. No sé qué cara habré puesto como para que apoye su mano en mi hombro y lo apriete fuerte, tanto que me incomodó. Haciéndome el preocupado me alejé. No me gusta que me toquen, menos una desconocida.

Fui a la habitación. Ella dormía. No sé si sabía que le iban a cortar la pierna, su-pongo que se lo habrán dicho. Nunca lo sabré. La besé en el aire y me fui.

Cuando salí el silencio ya se había apoderado de la noche. Preferí caminar. La-menté no poder haberle dado nietos. Fui al hotel, preparé el bolso, y nunca más volví.

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21 | Lettering: Rolling in the deep – Gustavo Saucedo (Recife, Brasil) • behance.net/kipon / fb kipondgcv

22 | Rallada – Valeria Suarez (Paraná, E.R.)

23 | Jorgelina Imhoff (Santa Fe capital) • Fb blueilustracion

24 | Darwin fuentes (Ibarra, Ecuador) • flickr.com/photos/darwinfuentes

26 | Julián Gabriel (Rosario, Sta Fe)• historietaspipetin.blogspot.com.ar

27 | Varios – Julieta Oberlin (Santa Fe capital)• Fb Ecos fotografía

29 | Se arregla solita – Guillermo Sesma (Bs. As.) • Fb Artesesma / @ArteSesma

31 | El ascenso – Facundo belgradi (Paraná, E.R.)• Fb Facundo Belgradi ilustración e historieta

33 | Varios – Chespi (Santa Fe capital)• Fb ramirezplastic

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37 | Senna – Ana Rocío Jouli (La Plata, Bs. As.)

38 | Cuadrado – Alejandra Bosh (Santa Fe capital)

40 | Otra vez usted – Andrés Restrepo (San Cristóbal, Venezuela)

41 | Conjetura – Carlos Alberto Gómez (Llambi Campell, Sta Fe)

41 | El hombre sentado se llama igual que tú Carlos Noyola • (México)

42 | Moral – Coketo O' Sulivan (Santa Fe capital)

43 | 07:07 am – Dante Vázquez (México D.F.)• dantevazquez.wordpress.com

44 | Del asco de fingir – Victoria Longarani (Bs. As.)• Fb NoteduermasMas

45 | S/N – Diego L. García (Berazategui, Bs. As.)

46 | Oblivion – Fernando Kronchyman (San Salvador de Jujuy) • [email protected]

46 | Alguien me dijo que nada es eterno; voy a salvarteIvana Guidi • (Rosario, Sta Fe)• blackermarket.blogspot.com

47 | Corazón de Anáhuac – José N. Méndez (México, D.F.)• josenmendez.blogspot.mx

49 | S/N – Jun Deb (Capital Federal) • [email protected]

52 | S/N – Juanjo Conti (Santa Fe capital) • juanjoconti.com.ar

52 | Señales – Leandro Forti (Santo Tomé, Sta Fe)• sobreelmargen.blogspot.com

53 | Practicarse – Lola María Gutierrez (Bahía Blanca,Bs. As.) • elinstintopoetico.blogspot.com.ar

53 | S/N – Martina Bichara (Pergamino, Bs. As.)• soledadprogramada.tumblr.com

54 | S/N – Leonardo Pez (Santa Fe capital)

55 | S/N – Pao (Planeta Tierra)

55 | Plegaria – Agustina Ferrand (Santo Tomé, Sta Fe)• agustinaferrand.blogspot.com.ar

56 | Mate una babosa – Lucía González (La Paz, E.R.)

57 | Hoy – Javier Mizerniuk (Santa Fe capital)

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Senna | Ana Rocío Jouli

Las vacaciones son así,puede pasar que un lunesa las tres de la tardeesté llorando frente a la telecon un documentalsobre un automovilista.

Lo vemos acelerar, doblar,terminar una carrera con la caja de cambiostrabada en sexta, y ganar.Lo vemos convertirseen el héroe motorizadode los niños brasileños.

Mamá me cuenta detallesque no aparecen en el film:la admiración por Fangio,el romance con Xuxa.Coincidimos en que tieneorejas muy simpáticasy cara de buen pibe.

Gran Premio de San Marino, 1994

Lo vemos acelerar, doblar,chocar contra un paredón.Después ningún movimiento.Lo vemos convertirseen hombres que lo sacan

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del asiento con cuidadoy lo suben a un helicóptero,como si no quisieranser quienes den la noticia.

Sobre el cajón su cascoamarillo y verde, brillante.Alguien llorandoy luego imágenesde esa misma personacompartiendo con élun momento feliz:

El abrazo con el padretras el primer título mundial,un paseo en moto con una chicaque se agarra de él y sonríesujetando su largo pelo rubiocontra el viento de brasil.

Cuadrado| Alejandra Boschpara normale

Fui a buscar a mi amigo– donde nunca antes–nunca antes élhabía muerto.Fui al encuentro de mi amigoy pregunté, un número, un sector, un cuadrado.

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Cuando lo encontré, era tierra removida,no había jardínsolo pasto libreque crecíauna blanca cruzy un número.Encontré a mi amigoporque lo había perdidodesde el julio pasadoy no oí más su voz ronca en mi teléfono.No fue necesario ir al hospital –allá en Recreo–y eso me tenía confundida.Ahora que lo halléno se que piensola muerte es algoalgoalgoque no esni fácil de entenderni claro para nadie.Sé que en aquel cuadrado lo han puestoy que en su cuerpo–antes– había librosy fotosy cigarrillosuna radio–sonando siempre–buena músicahabía risasy también mis historias contadas por su voz.

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Encontré a mi amigoy fue esta mañanaantes de ir para el trabajopasé el portónpregunté un númeronombrándotey caminé en silencio entre pasillos.Decir que estoy tranquila– no se puede–la muerte es algo...

Otra vez usted | Andrés Restrepo

Las arterias transportan eso que usted me hace por el cuerpo, una gordura sen-timental que en determinado momento terminara asesinándome con un paro cardiaco, sea por acelerarse cuando la tengo cerca o por el estrés que me genera, se dice que los hombres nos aferramos a un mal y nos apegamos a este hasta que nos mate, yo soy terco, sufro más de uno, usted, el papel en blanco, los cigarrillos con café para romper el ayuno de la mañana, los malos tratos que busco a media alba, el trasnocho hablando conmigo de sus pupilas, la cerveza tibia, la vela me-dio apagada, el yesquero que explota en la pared y usted que sigue llenándome de arsénico los poros, yo no sé de causalidades ni casualidades, solo sé que us-ted sigue ahí como una avispa de mar dejándome cuarenta segundos de vida cuando me entierra el aguijón entre pensamientos, je suis desolé mon amour l’Amour est à malheureux cuando se trata de ti, cuando se trata de mí, cuando hablamos del automatismo de las pieles, de las venas dormidas, de su intangi-ble roce, puede que nos perdamos alguna vez en nuestros sexos y nunca más nos volvamos a ver, o nos encerremos ahí como un par de mantis de mar bus-cando refugio de tanta marea y capitán sin barco, yo no soy su capitán, pero siga llamándome así, a los náufragos nos gusta aferrarnos a la vida hasta el último

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suspiro de sal, cariño, la marea se proyecta como alfileres en el alféizar, y tantas veces he repetido, en la tarde seré suyo, en la noche será mía, en la mañana nos veremos nuevamente a los ojos y maquinaremos un tal vez, la experiencia nos ha dejado claro que nuestro tintero no se agota y podemos escribir una carretera en una rienda ilimitada de papel.

Puede causar mareos, alucinaciones y en algunos pacientes vómito, consuma-se con cuidado, evite su uso si está en periodo de lactancia, mierda, debo dormir.

Conjetura | Carlos Alberto Gómez

Si acaricio el lomo de un viejo muebleen mi mano y en la maderaqueda un rastrointerrumpiendo las superficies inmaculadasde la carne y la película de polvo

Así –pienso–me abro pasopor las multitudes que hacen ciudad a diarioasí, por puro azar, con la sola intensiónde la sensualidadintento la caricia sobre mi especie

El hombre sentado se llama igual que tú | Carlos Noyola

El hombre sentado en la banca no quiere ir a algún lado. Esta ahí porque tiene tiempo. Se resiste a seguir la inercia de los que caminan suplicándole que se una; una sinergia misteriosa de la que logró escapar. Se pregunta qué pasará cuando

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todos se vayan, cuando las ideas se acaben. Entonces las sillas del vacío podrán probar ser estatuas. Persiste la sensación de que todo sucede allá mientras él se sienta, mover los dados al oído ya no resulta agradable. No quiere ser engullido por las fauces purasangre, pero no es un hedonista. Lo que pasa es que hay cier-tas cosas que llegan a un punto en el que ya no son controlables, jugar a pintar el himno rilkeano es una de ellas. A final de cuentas, ¿cómo atraer las transforma-ciones de la soledad si no es mediante otras soledades? Caminar por un sendero y el otro es lo mismo, siempre que la evolución no vaya a la inversa. Él encontró el punto de flexión en un árbol, escalando para brincar al mismo lado.

Moral | Coketo O' Sulivan

matardestruircorromper

lo mejor que tenemos

es aunque no lo crean es una labor cuasi imposible

fui testigo de mucha genteque no tenia problema en poner un precioaccesiblea su moral, códigos, valores, historia propiay cosechar en consecuencia la mas de la vecesel peor de los vueltos divinos(a veces dios existe)

otros que dibujancreaninventan

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venden hábilmente

sus servicioso habilidadeso talentos innatos

sin siquiera ensuciarse los dedos de polvo

triunfan muy pocosla mayoría en algún momentotermina como los primeros

pero sabes qué?las estadísticas, hoy si, no mienten1 de cada 4 esconde la culpa2 de 3 satisfacen nunca su felicidad3 de cada 5 desconoce los mecanismos últimos que los llevaron / a luz de la luna

07:07 am | Dante Vázquez

Para L.

Ann se desvanece como El Gato de Cheshire. Soy un peón en el tablero de ajedrez de La Reina Roja: ordena que me decapiten para jugar al cricket con mi cabeza. Mi cuerpo corre tras El Conejo Blanco, el tiempo no se esconde, nos recuerda nuestros límites.

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Dejo de ser Tweedledum y Tweedledee, me transformo en Oruga y pienso: “Nada existe, Todo es una representación material, un rompecabezas onírico, un reloj musical”.El Sombrerero deja mi cabeza frente a mi cuerpo, me invita una taza de té de canela y dice: “Ann es real, humana, libertad,aquello que aprecias y que jamás poseerás para nuncaaunque te devuelva a El País de las Maravillas; perfección, música, por eso te perturba y vulneracon una sola palabra, hace que el silencio nocturno cante y que las sombras bailen”.

Estoy mareado, ruedo debajo de la mesa, me apago: puedo desear y tenerte, siempre con prudencia y elegancia, lejos de los sueños.

Del asco de fingir | Victoria Longarini

Cuando estamos en sombracuando estamos verdes

del asco de fingir.Cuando estamos vestidos

con modernos trajesde compraventa

y ostentamos vanidad.Cuando no nos miramoscuando hacemos muecas

cuando deja de importarnos

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la espera del otrosu tiempo, su decisión.

Cuando nos maquillamoscon humo de escopeta,

cuando martillamosnuestro cerebro

con lascanciones

que nunca escucharemos.Cuando bailamos

sobre la mesapara los otros.

cuando mentimospara servir al otro

para complacerpor miedo a la soledad.

cuando mentimospara no vernos

para ocultarnosen la sombra,

verdes,del asco de fingir.

Diego L. García

tras el colectivo repleto / la hamburguesaen plaza Roma / se puede rasgarel lienzo y saltar del otro ladotras "el colectivo" / "la hamburguesa"un "donde" la luz no es

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el brillo de las letras de un afiche(o "elbrillodelasletrasdeunafiche")sino un otro lado de la luzasomo de niñoante un hormiguero enormetanta pequeña vidatanto misterio en el que Es

Oblivion| Fernando Kronchyman Rego tus plantas

la silueta del monte Fuji como fondo de pantallalos días que vivimos en la papelera de reciclaje,apuro mis pasosno quiero estar aquí cuando lleguen las luciérnagas,me pongo una campera y camino en dirección al bosqueHiroshi me acompaña moviendo la cola.

Alguien me dijo que nada es eterno; voy a salvarte | Ivana Guidi

Se acerca, a la misma velocidad con la que se aleja.lo efímero le pertenece.En la búsqueda de su lugar en el mundo,el descubrimiento por fuera de la caja de cristal,refleja su ilusión, desaparece la eternidad. Los límites al viajar muestran que todo termina.

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¡ Aférrate a los horizontes, que, así como los finales de los arco iris,crean trayectos infinitos !¡ abre tus sueños !Los universos que creas al dormir tienen la misma fuerza que tus pensamientos al sol.Las flores del universo se abren a tu paso.Las heridas que llevas son la más bella señal de vida.¡Libera el tiempo y el espacio!Suelta las barreras de la percepción,que nunca deje de escucharse ese sonido,que perfore tus poros,que aspire tu piel hasta conseguir la adicción corporal.Que nunca pierda la transformaciónQue la victoria sea para el cambio;por qué el amanecerpuede colorearse todavía más.

Corazón del Anáhuac | José N. Méndez

Varias lunas después de ti.

“Desde mi corazón estoy hablando…”Rosario Castellanos

Brillo que emprende sus batallascomo soles que justo ahora están naciendoy estiran sus extremidadespara emerger al nuevo día.

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Razón de la sonrisa y espada que quiebra lo amargo,Fernanda;te hablo desde donde no puedas escucharmepara que sea el beso sobre tu frenteHermes atravesando los mundos:silenciosilenciono sea que de nuevo tu sueño se interrumpay entoncesoh lágrima que a todos nos moja;sigan lunas acumuladas en los parpados de María.

Silenciosilencioquecreemos estar viviendo,pero ella sabe que deberíamos quemar las navesy saltar la cuerda,ir al parque,sacar a los juguetes de su encierro: volver al origen.

No tiene nada de malo,lo malo fue cuando dejamos de hacerloy creíamos que la vida nos tomaba en serio.

Yo no sé de la vida,yo no sé de grandes misterios,pero escucho atentoel sonido de tu sueño profundo,escucho cómo se cura la carga de tantas piedrasque nos cortaron los piesy veo a los tiempos del quebranto

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difuminarse.

A ti: sueño cumplidoy amor ideal.Que nada interrumpa tu descanso.

Juan Deb

replegadosagazapados, a la defensivadispuestos a contraatacar aguardando el momento indicadocon las letras y las sílabasubicadascontundentemente abroqueladasen el fondo del paladarblandojusto después de tragar salivaraspa, acida, espesase preparan a ejecutardespedazar al otrodesmembrarlo, sacarle sus partes invisiblesempujarlo al fondocargarlo de lo aburridohundirlo en lo misteriosominimizarloseccionarlo fibra por fibraque sangre, se desangre

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pierda vitalidad, fuerza, ganas de vivirclavarle en el centro la más filosa palabraherirlode muerte.Tensos mercenariosalertas de la señalque derrame una lagrima expectantes de ese,su momento, el momento,explotando sus intuiciones pugilísticasdesplegando todo su afán estratégicoreconsiderando cada una de las oportunidadeslos instantes en los que pegar,discurriendo,calculando el frío viaje del sonido,arma letal en esta batalla,autor material del crimen;el aire se pone seco,casi irrespirableel segundo indicadofuego(…)Intenta inhalar la mayor cantidad de airepestañea con rudezarevuelve sus ojos busca su objetivoel espacio se acorta, se alarga, se ensancha;se afinapretende lanzar nuevamenteuna bocanada de frases punzantesla boca se sellala lengua se aja

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esconde su fin y rastrea...exhala lentamente las ultimas moléculas de pólvoratrata de reunir los restos del catón,de escupir con la mayor potenciael tiro de gracia;vuelve a ingresar un haz luzse encuentra caído, tirado, rendido,navegando en un mar rojosin oxigenoviscosose deshidrata por los labios,por los poros,registrarespondesiente una carga en los vérticesse tambalea para alivianarsegrotesco, duro, rígidomastica cada parte del abecedariolas en lista, las enfila,investiga en la aspereza de su cristalinoanda con su postrero humora la caza,sienteun soplo,se revuelca, se da vueltay encuentratendido, abatido, derrumbado,desecho, roto, podrido,sepultado, comido, debilitado,con un diccionario de palabras en mediocon un agujero en el pechoun cadáver viviente.

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Juanjo Conti

¡Error de sintaxis!La computadora nos grita en la cara.¡Error de sintaxis!Demasiados paréntesis. ¡Error de sintaxis!Falta un punto y coma.¡Error de sintaxis!Carácter inválido en el nombre es la variable. ¡Error de sintaxis!Llave no cerrada.¡Error de sintaxis!No se puede compilar el poema.

Señales | Leandro Forti

Cuando cumplimos el primer año, me regaló Revolver. No era nuevo. Lo guar-daba entre sus cosas como una reliquia. Me comentó que era el mejor álbum de los jóvenes de Liverpool: el más experimental. Agregó que las novedades crea-tivas y estilísticas de ese disco habían significado una serie de descubrimientos no sólo para los demás, sino para ellos mismos. Cuando terminó la reseña, yo le pregunté si cada año que cumpliéramos juntos me regalaría otro de la discogra-fía. Me contestó que ya sabría qué esperar cuando llegara Let it be.

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Practicarse | Lola Gutierrez

Entrenar el corazóncurtirlode miel y azúcarde vocabulario y de silencioy tambiénde caminos resbaladizospara las cabras de pezuñas asesinasque nos vienen a dar vuelta la esperanza.

Martina Bichara

¿Quién sos?Ya me olvidé¿Qué nos unía?No me acuerdoPasó tanto tiempodesde aquella última vezque reflejábamos lo mismoen el espejo.En realidad no tanto,es quefue eternoestar sin vos.La eternidad tuvo finy acá estamospero necesitoque me recuerdescómo era

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cuandocompletábamos el rompecabezascuandono importaba a dónde íbamosporque íbamos a algún ladocuandoéramos más fuertesque el tiempo.Ahora que piensoquizás te sea difícilincluso imposibleporque hoynos faltan piezas del rompecabezasy sobran otrasestamos quietosy si avanzamostomamos direcciones opuestasy el tiempoel tiempo nos ganó.

Leonardo Pez

Abel tenía milésimas cuando murió. La urgencia o el azar acabaron con sus sue-ños de ser astronauta. Quería volar a la copa de un árbol. Allí está mi verdadero padre, dijo antes de partir. En tan poquito tiempo nos hicimos buenos amigos. Fue mi hermano preferido por muchos días. Él me contó que había otra forma de crecer. Afuera hay algo que se llama luz, y no duele. También hay fósforos inmen-sos pintados de todos colores, que saltan, cantan, corren y lloran como nosotros. Una vez, susurró casi yéndose, conocí a un hombre. Me enseñó sus manos (dos palancas asombrosas) y suspiró: “Necesito alguien que me teja el corazón”.

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Pao

Si me vieran nacer cada mañana buscando a Silfo llorarían conmigo.Si me vieran cada noche dibujar con luces los contornos de su sombra sufrirían conmigo.Si me vieran en cada momento pacífica y sosegada, sucumbir, ceder y rendirme morirían conmigo.Si me vieran parir cada instante emociones y sentimientos entenderían mi ira.Si me vieran nacer y morir en llantos mis ideales sabrían de mi esfuerzo.Si me vieran brotar en mis manos tristezas, esperanzas, amor y deseos compren-derían lo que es para mí, el significado de la palabra necesidad.Si me vieran quebrarme en la angustia ante lo desconocido y llorar de alegría y tristeza frente a lo nuevo conocerían mis cambios;Los cambios de todos los que observo salir de sus almas, por medio de sus sentidos, recubiertos estos por motivos (o causas).Sin darse cuenta de que gracias a ellos, yo vivo; porque si me vieran (como yo los veo) soñarían conmigo.

—Plegaria | Agustina Ferrand

no me cuentesno me expliquesno me pierdasya sé que allá afuera hay hambrey hay ruidoy hay pasosy hay pozosy hay guerrasno me cuentes

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no me expliquesno me pierdas

quedáte quietatres minutos, por vos, q uieta¿puedo convidarte de mi paz? y abre la puertale pregunto si me deja convidarle de mi pazy abre la puerta

Mate una babosa | Lucia González Venia de una fiesta de luces y a las 6 de la mañana ya no queda ningunala del celular no hablaba, hacia fuerza para jugar con las de la calle pero no tenía el mismo efecto, no se acercaba y alejaba y cegabaAun había música en mi cabeza, el cerebro me daba vueltas, me gritaba, por acá si, para acá no.El camión, borrachos musicalizados los autos sacaban la lengua al asfalto de la esquina, los aplausos de las palomas que también venían de bailar y podía presentir, se reían de mí.Yo tropezándome, yo intentando pasar los dedos entre el pelo y quedaba atra-pada.Estaba en mi misma, los movimientos microscópicos de un destino inexistente, el roce del viento que paseaba dentro de la pollera me salvaba, prometedor.Me seguían los muchachos del camión de la basuraNo tenía, aunque podía irme con los pibes.No se jugar, las muñecas tenían solían rozarse con los osos y yo las miraba desde la cama, fijas estáticas, no se le movían los ojos pero se contemplaban, eso era el amor, el roce imposible del plástico con el peluche.

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Esta vez si me saque la pintura, quería estar con insomnio tal cual era, ponerme la remera creyendo que es tu preferida que la querrías sacar, y que somos flúor.Y me acordé, mate una babosa ayer, lo disfruté,quedaron las pruebas de mi hazaña en tu casa, te robe una foto y escribí un libro para completar la escena y me fui hasta hoy, que vuelvopresa del karma, de los mandamientos, de nuevos mitos y no se si me estoy siguiendo o te estoy corriendo como un puro riesgo. Abro las puertas con el miedo que dan, siempre hay algo detrás de ellas.Me acuesto sin cuerpo, con tu remera, prefiero no tener escalofríos ni sueños esta vez, pienso en invitarte alguna vez.Me traje unos papelitos de la fiesta, todo es promesa y contradicción,es la vuelta a casa de una asesina

—Hoy | Javier Mizerniuk

muchas mañanas, muchas tardes, muchas noches.el tiempo eterno llenó los vacíos, mis vacíos.solo yo, sola ella en mi mente.jugando a nada, momentos miserables se pasean.

la nada se volvió importante, veía lo que no creíasentia lo que no podía, nebulosa imparable.constante emocion, intensidad efusivapotenciaban mi mente en penas sin olvido.

siempre acá, siempre allá, todo lo vivido.me fui apagando y me levanté,ya todo estaba lleno, rebalsaba incertidumbre.su voz perdonó mis deseos, ya solo restaba verla.

sinuoso camino, corriente y contínuo.

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pensando habilidades estrechas de relación.ella conmigo, nada sobraba. todo en conjunto.solucion inadvertida asomaba con caricias.

estaba ya lejos, todavía pensabay mi mente se vaciaba, el anhelo volvía, desesperación inevitable.ella jugando a nada, ocupaba mi mente eternamente.

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En estos cuatro años a quedado confirmado que a Yerba fanzine lo hacen posible to-dos desde el lugar que les toque por más grande o pequeño que sea, así que gracias a todos | Secciones: Reseñas, Kevin Jones; Peces en el aire, Willy Fish; Bio banda fue gracias a Valeria Marioni y las demás secciones Dr. Pipo | Diseño de tapa e interiores: Yerba fanzine | Durante todo el proceso que abarco varios meses se escuchó mucha

música pero en especial Mario Pereyra (Arg).

El contenido es responsabilidad exclusiva de Yerba fanzine, no sé debe considerar que refleja la opinión de los emprendimientos amigos que nos apoyan.

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iv aniversario (2012-2016)

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