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Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología Americana Año 2019, No. 1, Julio (180-199) ISSN: En trámite
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Tacalshapa y Cashaloma: perspectivas del enfoque tecnológico
Tacalshapa and Cashaloma: perspectives from the technological approach
Catherine Lara1
1UMR7055 Préhistoire et Technologie, CNRS/Universidad Paris Nanterre, Francia ([email protected])
Recibido: 15 septiembre 2018; Aceptado: 22 mayo 2019; Publicado: 5 julio 2019
Resumen
El siguiente trabajo presenta los primeros resultados de la puesta en práctica de un método de análisis cerámico
relativamente novedoso en los Andes y en el Ecuador: el enfoque tecnológico. Este fue aplicado a dos conjuntos
cerámicos de los Andes meridionales del Ecuador conocidos como Tacalshapa y Cashaloma (100 a.C. a 1450 de
nuestra era aproximadamente). Los avances investigativos existentes en torno a estos conjuntos cerámicos
plantean interrogantes acerca de su relación espacial, cronológica y desde luego, cultural. Los datos
proporcionados por la presente investigación permiten respaldar hipótesis previamente planteadas al respecto,
a la vez que aportan con nuevas perspectivas relativas a la arqueología precolombina del sur del Ecuador.
Palabras clave: Tacalshapa, Cashaloma, Cañari, tecnología cerámica.
Abstract
This paper presents the first results of the application of a ceramic analysis method rather new in the Andes and
in Ecuador: the technological approach. This method was put into practice on two ceramics types from the
Southern Andes of Ecuador known as Tacalshapa an Cashaloma (100 B.C. - 1450 A.D. approximately). Previous
research carried out on these two kinds of ceramics raised some questions about their relationship from a spatial,
chronological and cultural perspective. The data brought out by my investigation support hypotheses previously
put forward on these questions, and open new perspectives on the knowledge of the pre-Columbian past from
the South of Ecuador.
Keywords: Tacalshapa, Cashaloma, Cañari, ceramic technology.
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INTRODUCCIÓN
El uso generalizado de la cerámica entre las poblaciones del pasado y la resistencia de este material lo
convirtieron en un tipo de evidencia clave en los estudios arqueológicos. Es así como, para las sociedades
alfareras, la cerámica es a menudo utilizada para identificar y caracterizar culturas arqueológicas,
diferenciándolas entre sí. Para ello, se toma generalmente en cuenta los criterios relativos a las formas y los
diseños visibles en los tiestos y vasijas. Gracias a este tipo de análisis, se ha podido sentar las bases crono-
culturales de extensas regiones a nivel mundial. En algunos casos, el material no decorado (a menudo
doméstico), conforma porcentajes significativos del registro cerámico. Al carecer de diseños, este tipo de
cerámica es frecuentemente descartado de los análisis morfo-estilísticos, aun cuando su naturaleza conlleva un
potencial significativo para el entendimiento de los grupos culturales involucrados. La arqueología francófona ha
desarrollado un método llamado enfoque tecnológico, el cual permite integrar los materiales sin diseños a los
análisis cerámicos. La aplicación de este método a una muestra de cerámica de las fases Tacalshapa y Cashaloma
(Sierra sur del Ecuador, 500 o 300 a.C. – siglo XV de nuestra era), fue la oportunidad de contribuir con nuevos
datos a hipótesis previamente planteadas sobre la manufactura de la cerámica correspondiente, la relación
cultural entre mencionadas fases, así como su expansión geográfica y cronológica. A continuación resumimos las
investigaciones previas realizadas sobre Tacalshapa y Cashaloma, antes de exponer los fundamentos del enfoque
tecnológico así como los resultados e interpretaciones subsiguientes obtenidos por su aplicación.
Tacalshapa y Cashaloma: avances y cuestionamientos
Las primeras huellas de presencia humana en la Sierra sur del Ecuador se asocian a fechados circundantes a 8.000
a.C. (periodo llamado Precerámico, caracterizado por poblaciones de cazadores recolectores: Lynch y Pollock,
1981; Temme, 1982). El lapso comprendido entre el quinto y el segundo milenio antes de Cristo constituye un
vacío cronológico en la arqueología local: se desconoce si la zona se despobló durante ese tiempo, o si los sitios
ocupados en esa época aún no han sido descubiertos. Hay que esperar hasta 1.400 A.C. para volver a encontrar
rastros humanos en la zona, a través de lo que se conoce como tradición Narrío, la cual duró hasta 100 D.C. Esta
ocupación corresponde a poblaciones agrícolas, sedentarias y ceramistas (Collier y Murra, 2007; Gomis, 2007;
Grieder, 2009). Los análisis morfo-estilísticos de la cerámica prehispánica encontrada en la Sierra sur del Ecuador
han evidenciado dos grandes tradiciones cerámicas posteriores a Narrío: Tacalshapa (figura 2 A) y Cashaloma
(figura 2 D). Según Idrovo y Gomis (2009), los representantes de Tacalshapa corresponderían a los Proto Cañaris,
y los de Cashaloma, a los Cañaris propiamente. ¿Qué se sabe actualmente acerca de ambas tradiciones?
Los Proto Cañaris: la cerámica Tacalshapa
Tacalshapa se encuentra esencialmente en la zona comprendida en las provincias actuales de Azuay y Cañar
(Idrovo, 2000; Jijón y Caamaño, 1997). Uhle y Jijón y Caamaño fueron los primeros en identificar esta cerámica
(Meyers, 1998). Meyers (ibid.) e Idrovo (2000) completaron luego estos trabajos pioneros; les debemos de hecho
la tipología actualmente más aceptada de Tacalshapa (ver cuadro 1). Para Meyers, Tacalshapa se desarrolló entre
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300 a.C. y 800 D.C., mientras que Idrovo (2000) propone una secuencia comprendida entre 500/200 a.C. y
1.100/1.200 D.C. Mientras que Meyers subdivide a Tacalshapa en cuatro fases, Idrovo identifica solo tres. La
cronología de Tacalshapa propuesta por cada uno de estos autores ha sido definida a partir de la evolución de
las formas y los diseños, interpretada a la luz de las tradiciones regionales vecinas (en especial aquellas originarias
de la costa ecuatoriana y del norte del Perú).
Figura 1. Marco geográfico del área de estudio.
Figura 2. Cerámica cañari precolombina. A: recipiente antropomorfo Tacalshapa (Cuenca, colección privada). B:
golpeador interno (Cuenca, museo Pumapungo C4777.1.80). C: golpeador externo (Cuenca, museo Pumapungo
C4768.1.80). D: recipiente Cashaloma (tomado de Collier y Murra, 2007: l. 1).
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Idrovo (2000) subraya no obstante que su propuesta clasificatoria es tentativa, por lo que se basa en una
descripción estilística de objetos en su mayoría desprovistos de contexto arqueológico. Estos objetos son
sumamente similares a aquellos recuperados por Rivet en las sepulturas de las provincias de Azuay y Cañar
(Verneau y Rivet, [1912, 1922] 2019). Esta semejanza nos lleva a proponer que los recipientes usados en las
clasificaciones de Idrovo y Meyers podrían provenir de contextos ceremoniales. En ese sentido, las recolecciones
de superficie y sondeos realizados por Wazhima y Morocho en Jima (1990), Almeida et al. (1991) en el conjunto
de la provincia del Azuay, así como por Ogburn (2001) en Saraguro (figura 1), dan una idea de lo que podría haber
sido el material Tacalshapa doméstico.
La tabla 1 busca poner en paralelo de manera muy sintética las principales características técnicas y estilísticas
de la cerámica Tacalshapa “ceremonial” (fases I, II y III) tales como establecidas por Idrovo y Meyers por un lado,
y por otro, aquellas del Tacalshapa “doméstico” evocado por los autores antes mencionados. Siguiendo el orden
de los pasos técnicos para realizar una vasija, referente a la manufactura de la cerámica Tacalshapa, se menciona
el golpeado, técnica que consiste en dar forma a un recipiente al golpear simultáneamente sus paredes internas
y externas con la ayuda de herramientas (aquí dotadas de un mango) llamadas golpeadores (Roux, 2019, figura
2 B, C). Si bien es cierto que golpeadores han sido encontrados en contextos arqueológicos cañaris (Idrovo, 2000;
Sjöman, 1989; Valdez, 1984, figura 2 c, d), ninguno de los autores citados quienes mencionan el uso del golpeado
para Tacalshapa precisan qué características de los materiales estudiados les llevaron a identificar a esta técnica.
En el caso de las cerámicas Tacalshapa II, Idrovo (1989) menciona de hecho el uso del golpeado a manera de
hipótesis.
Tabla 1. Síntesis de las principales características técnicas y estilísticas de las cerámicas Tacalshapa y Cashaloma
Técnicas/
estilos
Tacalshapa ceremonial Tacalshapa doméstico
I II III Jima Azuay Saraguro
Manufactura ? Golpeado ? Golpeado,
acordelado
Acordelado
(borde) ?
Acabado ? ? "Descuidado"
Tratamiento
de superficie ? Bruñido Engobe
Decorado Decorado en superficie (con negativo)
? Decorado en relieve/hueco (inciso)
Formas Cuencos, ollas, copas, botellas, vasijas con cuello
antropomorfo (evolución progresiva de las dimensiones)
Abiertas y
cerradas
Cuencos, ollas
(algunas con pie
cónico calado),
platos, vasijas
con pie anular
Cuencos, ollas,
platos, vasijas
con pie anular
Cocción ? No-oxidante Parcialmente
oxidante ?
Fuente: Almeida et al., 1991; Idrovo, 2000; Meyers ,1998; Ogburn, 2001; Wazhima y Morocho, 1990.
Recopilación de la información: C. Lara.
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Respecto al tratamiento de superficie, tanto para el Tacalshapa ceremonial como para el Tacalshapa doméstico,
se registra el uso de engobes o revestimientos arcillosos aplicados a las paredes de los recipientes para
impermeabilizarlos y/o crear efectos cromáticos decorativos (Balfet et al., 1989). No obstante, el Tacalshapa
ceremonial se destaca por la presencia adicional del bruñido, técnica que consiste en restregar las paredes de un
recipiente con la ayuda de una herramienta dura, con el propósito de darles un aspecto brillante (Rice, 2015). El
material ceremonial tiene además la particularidad de contar con diseños, mucho menos presentes en la
cerámica doméstica. En relación a las formas, los cuencos (figura 2 e) y ollas se encuentran tanto en el material
ceremonial como en el material doméstico, mientras que cada una de estas categorías posee a su vez tipos
morfológicos propios (figura 2 f). Por ejemplo, las vasijas globulares con cuello antropomorfo son una
particularidad del Tacalshapa ceremonial (figura 2 a, b).
En su conjunto, la cultura material de Tacalshapa es interpretada como el reflejo de una sociedad estratificada,
en constante interacción con los grupos asentados en el norte del actual territorio del Perú y la costa ecuatoriana
(Idrovo, 2000).
De Tacalshapa a Cashaloma: interrogantes cronológicos y espaciales
Hacia el año 1000 de nuestra era, una ola migratoria proveniente de las bajas tierras amazónicas habría llegado
a la Sierra sur del Ecuador por la ceja de selva oriental, lo cual habría generado un desequilibrio social,
posiblemente ligado a la desaparición de la cerámica Tacalshapa y su remplazo por una multiplicidad de estilos
cerámicos, entre los cuales Cashaloma es el más reconocido (Idrovo, 2000). No obstante, tal como se lo especificó
anteriormente, la mayoría de material Tacalshapa (y en parte Cashaloma) usado para establecer la cronología
regional proviene de contextos de origen desconocido. Consiguientemente, disponemos de pocas dataciones
asociadas a estos tipos cerámicos (dieciséis fechas registradas en total, ver tabla 2). Existen asimismo dudas
acerca de la naturaleza estrictamente diacrónica del vínculo entre Tacalshapa et Cashaloma, lo cual abre paso a
la hipótesis de una eventual sincronía entre ambas. Argumentos de índole cronológica y espacial favorecerían
esta última posibilidad.
Desde un punto de vista cronológico, las fechas registradas indican efectivamente que es posible que Tacalshapa
se haya prolongado más allá del primer milenio (al menos hasta 1.320 +/-255 D.C.: Valdez, 1984), mientras que
Cashaloma podría haber comenzado en una fecha mucho más temprana (440+/-80 D.C. – Meyers in Jaramillo,
1976). Alcina (1981) anota que el contexto de esta fecha Cashaloma temprana es poco confiable.
Tabla 2. Dataciones 14C existentes hasta la fecha para Tacalshapa y Cashaloma
*Calibración desconocida. ** La edad promedio del 14C es 5.570
Fecha (d.C., salvo
indicación contraria) Código laboratorio Sitio Fuente
CASHALOMA
1400+/-60* CSIC335 y CSIC337 Pilaloma 2 Alcina (1981)
1370+/-70* CSIC323
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1260+/-80* CSIC322 Pilaloma 1
1260+/-60* ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Intihuayco
(Ingapirca) Jaramillo (1976)
1250+/-70* CSIC336 Pilaloma 2 Alcina (1981)
1250+/-60* ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Intihuayco
(Ingapirca) Jaramillo (1976)
1200+/-70*
1030+/-50* CSIC338 y CSIC339 Pilaloma 2 Alcina (1981)
990+/-70* CSIC319 Pilaloma 1
960+/-60* ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Pilaloma
(Ingapirca) Meyers in Jaramillo (1976)
440+/-80*
TACALSHAPA
1320+/-255** 2-TP1-83 Casa Llanos
(Sígsig)
Valdez (1984) 1115+/-180** 3-H1-83 Casa Llanos
825+/-120** 3-CA1Z1-83 Casa Llanos
585+/-130** 2-B02-83 Casa Llanos
110+/-50
(a.C.)* ? Pumapungo Idrovo (2000)
Fuente: C. Lara (recopilación de la información)
Pero agrega él mismo que sus fechados de la cerámica Cashaloma (los únicos existentes para este periodo junto
con los cinco de Meyers y Jaramillo, tabla 3) –, provienen exclusivamente de un solo sitio (Pilaloma, cerca de
Ingapirca, figura 1), lo cual sobre-entiende que la existencia de sitios Cashaloma más antiguos no debe ser
descartada (Fresco, 1984). Para complicar las cosas, estas fechas son antiguas y requerirían una nueva calibración
para fortalecer cualquier tipo de interpretación que se pretenda proponer a partir de las mismas.
Desde un punto de vista geográfico, la mayoría de material Tacalshapa de origen conocido proviene de la
provincia del Azuay, mientras que aquella de Cañar concentra lo esencial de la cerámica Cashaloma (Idrovo y
Almeida, 1977). Si Cashaloma aparece efectivamente en 1.000 d.C., y que ningún otro tipo cerámico es
mencionado en Cañar desde el final de Narrío (100 d.C.), se entendería que la región de Cañar estuvo despoblada
entre estas dos fechas. ¿Qué tan factible sería este escenario? De cualquier manera, los fechados reportados en
la tabla 3 muestran que al menos entre 1.000 y 1.300 d.C., Cashaloma y Tacalshapa podrían haber co-existido, y
que Tacalshapa podría haberse prolongado más allá del año mil.
El tiempo de los Cañaris: la cerámica Cashaloma
Las informaciones relativas a quienes podríamos llamar ya los “Cañaris” (según Idrovo y Gomis, 2009 esto es a
partir de 1.000 d.C.), provienen una vez más de estudios cerámicos. A partir del siglo XVI aproximadamente, estos
datos son completados por las primeras fuentes etnohistóricas.
Si la cerámica Cashaloma (región de Cañar, de 1.000 d.C. hasta la conquista inca en el siglo XV-Collier y Murra,
2007; Fresco, 1984; Idrovo y Almeida, 1977; Jijón y Caamaño, 1997) es la más reconocida, la alfarería cañari
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cuenta con otros estilos igual de significativos. En el orden cronológico, se trata de Saraguro (Idrovo, 2000) o
Saraguro Tardío (1.200 a 1.460 d.C.; Ogburn, 2001), Guapondélic (Idrovo, 2000) o Thick Ware Style (cerámica
doméstica esencialmente presente en Azuay, que aparece poco antes de la conquista inca y se mantiene hasta
inicios de la colonización española; Bennett, en Meyers, 1998; Valdez, 1984) y Molle (valle de Cuenca; Idrovo,
2000). Se anotará que contrariamente a la cerámica Tacalshapa, este material proviene más frecuentemente de
contextos conocidos.
Si consideramos las principales características estilísticas y eventualmente técnicas de estas cerámicas tal como
descritas por los autores quienes las estudiaron (tabla 4), con excepción de Cashaloma, el aspecto de los
recipientes parece ser tosco (Idrovo y Gomis, 2009). Referente a la manufactura, ya no se menciona el golpeado.
En Saraguro, Ogburn avizora un cambio de técnicas, debido a la aparición de huellas de textil en los recipientes.
El engobe sigue omnipresente, aunque en Cashaloma aparezca bajo la forma de diseños sofisticados
eventualmente acompañados por incisiones. En lo que se refiere a las formas, las ollas, platos y cuencos están
presentes en todos los estilos, aunque con especificidades propias para cada uno de ellos (figura 3). Valga
recalcar que los recipientes antropomorfos, tan característicos de Tacalshapa, están ausentes de este repertorio
morfológico.
Tabla 3. síntesis de las principales características técnicas y estilísticas de las cerámicas Guapondélic, Molle,
Saraguro y Cashaloma
Técnicas/estilos Guapondélic Molle Saraguro Cashaloma
Manufactura paredes toscas paredes toscas, pasta
compacta
huellas de textiles
ocasionales ?
Acabado ? muy cuidado poco cuidadoso
Tratamiento
de superficie ? engobe recurrente engobe, bruñido
Decorado bandas de engobe post-
cocción color rojo claro
bandas de engobe
blancas/rojas en toda la
pieza
?
en superficie (engobe),
diseños geométricos
variados
Formas ollas, platos ? ollas, platos, cuencos
platos, cuencos, vasos,
botellas, copas,
cántaros, tazas
Cocción ? óptima
Fuente: Fresco, 1984; Idrovo, 2000; Idrovo y Almeida, 1977; Jijón y Caamaño, 1997; Meyers, 1998; Ogburn, 2001.
La crónica de Cieza de León (1553) y las Relaciones Geográficas de Indias (Gauiria, [1582] 1965; Pablos, [1582]
1965; Ytaliano, [1582] 1965) se destacan por sus referencias a las costumbres cañaris. De acuerdo a estos
documentos, aunque compartían un idioma y tradiciones comunes (Gauiria, [1582] 1965), los Cañaris se habrían
dividido en varios núcleos políticos, cada cual manejado por su propio dirigente (Pereira de, Tostado y López,
[1582] 1965) y asentado en su(s) propio(s) valle(s). Esta segmentación geográfica explicaría la existencia de
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particularidades locales (Chacón, 1990). Estos núcleos habrían asimismo estado en contacto permanente entre
ellos a través de intercambios, pero también de conflictos (Gauiria, [1582] 1965).
En definitiva, este breve recorrido bibliográfico de las cerámicas Tacalshapa y Cashaloma evidencia un
conocimiento avanzado de sus características morfo-estilísticas, las cuales, junto al conjunto de evidencias
proporcionadas por las excavaciones arqueológicas, permitió sentar las bases del cuadro crono-cultural de la
Sierra sur del Ecuador. La documentación especializada evidencia asimismo que al ser ésta una zona
relativamente novedosa para la arqueología, todavía subsisten algunos interrogantes sobre la cerámica
prehispánica local, y por ende, las ocupaciones arqueológicas correspondientes. Estos interrogantes se originan
principalmente en la falta de fechados y de materiales provenientes de contextos arqueológicos excavados. Se
cita a Tacalshapa y Cashaloma como pertenecientes a la tradición cañari, pero al mismo tiempo, Cashaloma se
habría originado luego de una ruptura introducida por una ola migratoria llegada en el año mil. ¿Qué tan tajante
fue esta ruptura? ¿Se puede caracterizar de manera más precisa la relación cultural entre Tacalshapa y
Cashaloma, desde la perspectiva de su repartición cronológica y espacial? El propósito del presente trabajo fue
tratar estos interrogantes a partir de las técnicas de fabricación de estas cerámicas, es decir, a través del enfoque
tecnológico.
EL ENFOQUE TECNOLÓGICO Y SU APLICACIÓN A LAS CERÁMICAS TACALSHAPA Y CASHALOMA
Fundamentos
El enfoque tecnológico parte del concepto de cadena operativa, el cual se refiere al “camino técnico seguido por
un objeto desde su estado de materia prima hasta aquel de producto finito” (Cresswell, 1996, p. 31). En
tecnología cerámica, los pasos de este camino son la selección y preparación de la materia prima, la manufactura
(esto es, las “operaciones destinadas a dar forma a una masa arcillosa”, Balfet et al., 1989, p. 53), el acabado
(destinado a modificar la capa superficial de los recipientes, Rice, 2015), el tratado de superficie
(transformaciones de superficie por restregado o enlucido, Roux, 2019), el decorado y la quema. Estos pasos son
realizados mediante técnicas, es decir, modalidades físicas que permiten la transformación de la arcilla (idem).
Para poder realizar estos pasos, los alfareros cuentan con un amplio rango de técnicas y combinaciones de
técnicas (Lemonnier, 2002). No obstante, la observación etnográfica ligada al ámbito de la antropología de las
técnicas ha resaltado que cada grupo social (definido aquí por criterios tan variados como el género, la familia,
la casta, la facción, clase, etnia…; Roux, 2019), cuenta con su propia cadena operativa, la cual es
fundamentalmente la misma para todos los alfareros del grupo, es decir, constituye una tradición (Dietler y
Herbich, 1994). Este fenómeno se explicaría por los mecanismos de aprendizaje y transmisión inherentes a
cualquier tipo de práctica artesanal, en la medida en que estos mecanismos operan a nivel social e individual
(Bril, 2015). Entre todos los pasos de la cadena operativa, la manufactura es la más fuertemente anclada en la
práctica y experticia del grupo (Gosselain, 2000; Stark et al., 1995).
El principal objetivo del enfoque tecnológico es luego identificar la(s) cadena(s) operativa(s) presentes en los
materiales arqueológicos estudiados. Esta identificación es posible debido a que los gestos correspondientes a
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cada operación técnica dejan huellas macro y microscópicas específicas (o atributos diagnósticos) identificables
en los objetos. Como resultado, la identificación de estas marcas y sus diferentes combinaciones en el material
arqueológico permite rastrear cadenas operativas (Van der Leeuw, 2002), esto es, tradiciones técnicas y grupos
sociales (Roux, 2019).
Aplicación
La detección de cadenas operativas en cerámicas arqueológicas se realiza mediante una clasificación del material
en tres etapas.
La primera consiste en registrar y describir acuciosamente todas las huellas visibles en los recipientes o
fragmentos a simple vista y con lupa binocular. Los materiales que presentan las mismas combinaciones de
huellas son agrupados en lo que se denomina “grupos técnicos”. Gracias a referentes experimentales (Shepard,
1956) y/o etnográficos (Rye, 1981), estas combinaciones de huellas pueden ser asociadas a operaciones técnicas
específicas. A partir de una investigación etnográfica de seis meses llevada a cabo entre 31 alfareros de la Sierra
sur del Ecuador (figura 1), constituimos nuestro propio referente etnográfico en el marco de la presente
investigación.
Cuando es posible, este estudio técnico es complementado por un análisis petrográfico de los recipientes o
fragmentos (esto es, un estudio de sus características mineralógicas y petrográficas; Quinn 2013). El análisis
petrográfico requiere la elaboración de láminas delgadas extraídas de las pastas, previo su análisis bajo el
microscopio polarizador. Gracias a la comparación con mapas geolitológicos, las observaciones realizadas en este
proceso permiten determinar si la pasta de los materiales proviene de fuentes de arcilla locales o exógenas.
Finalmente, esta clasificación técnica y petrográfica es complementada por el análisis detallado de las formas y
diseños de los ceramios.
La muestra
Dos tipos de muestras cerámicas del sur del Ecuador fueron examinadas en base al enfoque tecnológico. La
primera corresponde a 117 objetos Tacalshapa y Cashaloma pertenecientes a tres fondos museográficos: en
Francia, el Museo del Quai Branly (fondo Paul Rivet), en el Ecuador, el Museo Pumapungo de Cuenca y el Museo
Municipal de Gualaquiza. La gran mayoría de estas piezas proviene de tumbas (contextos funerarios). De hecho,
estos objetos fueron seleccionados en parte en base al criterio del conocimiento de su procedencia, lo cual
explica la aparente escasez cuantitativa de esta muestra. En efecto, como se vio, la mayoría de objetos
arqueológicos de la Sierra sur del Ecuador conservados en fondos museográficos carece de contextos
arqueológicos.
La segunda muestra proviene de las excavaciones llevadas a cabo por quien suscribe en el valle del río Cuyes
(provincia de Morona Santiago, cantón Gualaquiza). Ubicado al este del territorio cañari, el valle del río Cuyes
(40 km de largo) constituye un espacio de transición entre los Andes y la Amazonia (figura 1). Luego de un trabajo
de ubicación y de levantamiento topográfico llevado a cabo entre el 2007 y el 2009, los diecisiete complejos
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arquitectónicos precolombinos del valle (sitios habitacionales y defensivos en su mayoría), fueron excavados
según dos modalidades: 1) 25 unidades de 2 x 1 m realizadas en los principales componentes arquitectónicos
(excavación por niveles estratigráficos). Once muestras de carbón asociadas a los fragmentos colectados en
consecuencia fueron fechadas por 14C. 2) 806 pruebas de pala de 40 x 40 cm implementadas de manera
sistemática en cada terraza así como a lo largo de transectos ubicados a lo largo de las zanjas y los muros de los
complejos más extensos. De los 2.595 fragmentos recuperados en consecuencia, 771 fragmentos corresponden
a cerámica Tacalshapa (Lara, 2017). 102 de ellos fueron seleccionados para la elaboración de láminas delgadas
encaminadas a la realización del análisis petrográfico de la muestra. Valga recalcar que por obvias razones de
conservación de las piezas, el análisis petrográfico no pudo ser implementado en la muestra museográfica.
RESULTADOS: CADENAS OPERATIVAS IDENTIFICADAS EN LA MUESTRA DE ESTUDIO
Los 117 recipientes provenientes de fondos museográficos y los 771 fragmentos excavados en el Cuyes revelaron
la existencia de técnicas compartidas, pero también de una variante en la manufactura que permite dividir a la
muestra en dos grupos técnicos distintos (figura 5). Presentamos a continuación la cadena operativa compartida
por ambos grupos (siguiendo el orden de los pasos subyacentes a la fabricación de los recipientes), antes de
describir las particularidades de cada grupo técnico.
1. Cadena operativa común
En lo que a la manufactura se refiere, el esbozo conjunto de la base y el cuerpo ha sido realizado por modelado,
tal como lo atestigua la presencia de los rasgos diagnósticos propios de esta técnica: depresiones (figura 3 A;
Livingstone Smith, 2007; Rye, 1981), irregularidad de los perfiles y marcas de soportes evidenciadas en las
paredes externas de las vasijas (escala macroscópica; Roux, 2019). A escala microscópica, los perfiles de los
fragmentos dan cuenta de vacíos subparalelos (figura 3 B; Livingstone Smith, 2007; Quinn, 2013), así como de
fisuras, asimismo características del modelado.
Al parecer, el conformado de la base y el cuerpo fue hecho por golpeado, tal como lo demuestra la presencia de
cuatro tipos de huellas propias de esta técnica: a escala macroscópica, en las paredes internas, concavidades de
percusión (Rice, 2015; figura 3 C) y acumulaciones de arcilla causadas por el restriegue del golpeador mojado
(Roux, 2019), visibles cerca de los bordes más particularmente. A escala microscópica, granos insertos y micro-
arrancamientos característicos de la técnica del golpeado (ibid.), son además perceptibles en las paredes internas
y externas de las vasijas y tiestos de la tradición cañari (figura 3 D).
Finalmente, el esbozo de los cuellos y bordes por acordelado es atestiguado por la presencia conjunta de
ondulaciones (figura 4 A; Courty & Roux, 1995); resaltes (García & Calvo, 2013) esencialmente presentes en las
paredes internas, a la altura de la unión entre el primer cordel y el cuerpo; de fisuras alargadas (Roux, 2019)
visibles en la unión entre cordeles (figura 4 B), así como de roturas preferenciales (Livingstone Smith, 2007; Rice,
2015; Rye, 1981; Shepard, 1956).
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A escala microscópica, el perfil de los fragmentos evidencia vacíos oblicuos (García & Calvo, 2013), que se
diferencian claramente de los vacíos subparalelos correspondientes a la base y el cuerpo, revelando así el uso
del acordelado. Fisuras correspondientes a las uniones entre cordeles son asimismo visibles bajo la lupa binocular
(figura 4 B).
Figura 3. Rasgos diagnósticos de las técnicas de manufactura de cerámica cañari precolombina (base/cuerpo).
A: depresiones de modelado (Museo Municipal de Gualaquiza). B: vacíos subparalelos de modelado (valle del
río Cuyes). C: concavidades de percusión de golpeado (Cuenca, museo Pumapungo C25.1.80). D: micro-
arrancamientos de golpeado (valle del río Cuyes).
Fuente: C. Lara (fotos)
Respecto al acabado, la compacidad de la pasta que acompaña los casos de estriación evidenciados revela un
trabajo realizado en estado coriáceo (con o sin rehumidificación; Lara, 2017; Roux, 2019).
En lo que se refiere a los tratamientos de superficie, el engobe es omnipresente. Se lo encuentra en las bases,
las paredes externas del cuerpo (e internas en el caso de los cuencos), así como en la parte externa de los cuellos
y el interior de los bordes. La presencia de engobe es evidenciada por su color diferenciado, visible a través de la
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línea de contacto entre la pasta y el engobe, por las estrías nervadas dejadas por la herramienta empleada para
su aplicación (Rice, 2015), y finalmente, por craqueladuras (Roux & Courty, 2005). El bruñido es asimismo
recurrente (presencia de facetas; Rye, 1981).
El contorno de la parte superior de los cuerpos (ollas, cuencos) y de los cuellos (ollas) puede incluir diseños en
superficie. En su mayoría, estos últimos son realizados mediante engobes rojos, a veces combinados con engobes
negros y/o blancos. Estos diseños toman la forma de una o varias series constituidas por al menos un tipo de
motivo geométrico (lineales y circulares). Por otra parte, las formas identificadas corresponden a ollas, vasijas y
copas (figura 5).
Figura 4. Rasgos diagnósticos de las técnicas de manufactura de cerámica cañari precolombina (cuello). A:
ondulaciones (Cuenca, museo Pumapungo C129.2.80). B: fisuras de unión entre cordeles (valle del río Cuyes).
Fuente. C. Lara (fotos)
2. Grupo técnico “cuerpo modelado”
Este grupo técnico reúne a los 771 fragmentos excavados y 91 recipientes de la muestra museográfica. En dicho
conjunto, los cordeles se presentan únicamente a la altura del cuello, siendo el cuerpo totalmente modelado y
golpeado (figura 5). En el caso de los recipientes desprovistos de cuello, el borde está formado a partir de un solo
cordel. Por otra parte, la muestra correspondiente da cuenta de técnicas decorativas variadas, representadas
por:
1) diseños de relieve, en hueco y en superficie. Entre los diseños en hueco, se señalan asimismo casos de motivos
excisos (Balfet et al., 1989) e incisos. Entre los diseños de relieve, se destaca además la recurrencia de apliques.
2) La muestra evidencia también cinco casos de diseños en negativo (negro sobre rojo). Esta técnica consiste aquí
en formar un motivo al conservar las partes oxidadas engobadas con rojo durante un ahumado realizado con
ocasión de una segunda quema (Bagot, 2003; Balfet et al., 1989; Roux, 2019).
La muestra sometida al análisis petrográfico corresponde a este grupo. Los resultados obtenidos revelaron un
perfil petrográfico más bien homogéneo, esencialmente conformado por componentes volcánicos. Por otra
parte, la tendencia bimodal de las inclusiones sugiere que se agregó desgrasante al material arcilloso.
Adicionalmente, la angulosidad de las inclusiones sugiere que la arcilla y/o el desgrasante podrían haber sido
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sometidos a algún tipo de machacado. La repartición más o menos homogénea de las inclusiones en la masa fina
evoca asimismo un amasado de la pasta poco cuidadoso en el transcurso de su preparación. Finalmente, las
características de la masa fina indican una quema a baja temperatura (800 grados), lo cual sugiere más bien el
uso de una estructura de quema al aire libre (Lara, 2017).
Figura 5. síntesis de la tradición técnica cañari (C. Lara).
En relación a las formas, el conjunto “cuerpo modelado” da cuenta de una especificidad relativa a las ollas, entre
las cuales algunas presentan pies (ollas trípodes). Se detectó asimismo una categoría de ollas propia de este
grupo: las vasijas antropomorfas. Por otra parte, el repertorio de los motivos decorativos en superficie se destaca
por su diversidad. A los motivos lineales y circulares compartidos por ambos grupos, vienen efectivamente a
añadirse triángulos, puntos, trapecios o también rectángulos.
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3. Grupo técnico cuerpo modelado/acordelado
Este grupo corresponde a un conjunto de 26 recipientes de la muestra museográfica. Estos presentan una
variante en la manufactura. En efecto, en dichas vasijas, los cordeles están presentes no solo en el cuello tal
como mencionado previamente, sino también en la parte superior del cuerpo (por lo general dos cordeles, figura
5). En el caso de los recipientes sin cuello, el borde es formado a partir de dos cordeles. Por otra parte, el desbaste
del asiento -ausente del grupo “cuerpo modelado”-, introduce también una novedad. El uso de esta técnica es
perceptible por la presencia de baches o desconchaduras (Roux, 2019), asociadas a profundas estrías puntuales.
Otra diferencia del grupo “cuerpo modelado/acordelado” se encuentra también en las formas, en especial en las
copas, cuyos pedestales presentan la particularidad de ser calados, lo cual no se ve en los pies del grupo “cuerpo
modelado”. Respecto a las ollas, se observa que los cuerpos son menos globulares y los cuellos, más abiertos en
relación a los recipientes del grupo “cuerpo modelado” (figura 5).
DISCUSIÓN
Según los atributos estilísticos de la tipología “clásica” presentada más arriba, los recipientes del grupo técnico
“cuerpo modelado/golpeado” pertenecen casi exclusivamente a cerámica Tacalshapa, y los del grupo “cuerpo
modelado/acordelado/golpeado”, a Cashaloma. Estos resultados aportan precisiones adicionales respecto a las
hipótesis previamente propuestas para la cerámica cañari, a la vez que abren nuevas pistas de investigación.
La técnica del golpeado en la cerámica Tacalshapa y Cashaloma
Tal como se lo especificó anteriormente, Idrovo (1989) sospechaba que el golpeado habría aparecido desde
Tacalshapa II (fase ubicada por este autor entre 100/200 a.C. y 500 d.C. como se vió). Pese a la presencia de
golpeadores provenientes de contextos no fechados, y en ausencia de informaciones adicionales, Idrovo (ibid.)
reconocía que este origen supuesto del golpeado era hipotético. Por comparación con el referente etnográfico
aquí constituido, el análisis del material Tacalshapa proveniente de fondos museográficos y de nuestras
excavaciones en el valle del Cuyes permitió confirmar empíricamente que la cerámica Tacalshapa fue formada
por golpeado, técnica que se podría también vincular al Tacalshapa I propuesto por Idrovo (2000), a partir de su
datación de 110 a.C.
Por otra parte, si bien la muestra correspondiente aún es limitada, nuestras observaciones sugieren que el
golpeado también habría sido empleado para el conformado de la cerámica Cashaloma, la cual comparte una
secuencia operativa (y en especial de manufactura) prácticamente idéntica a aquella de Tacalshapa. De acuerdo
al enfoque tecnológico, este fenómeno confirmaría que los alfareros Tacalshapa y Cashaloma pertenecían
efectivamente al mismo grupo social, siendo Tacalshapa y Cashaloma variantes de una misma tradición. Un
fenómeno similar se observa actualmente en la Sierra sur del Ecuador: las vasijas de las comunidades de San
Miguel de Porotos, Sígsig, Nabón y Taquil presentan formas y diseños completamente distintos. No obstante,
todas tienen en común el empleo de la secuencia de manufactura modelado/golpeado, siendo ésta la única zona
del país en donde este conjunto técnico es ampliamente practicado, al parecer ya desde épocas precolombinas.
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Lo cual se acoplaría con la hipótesis de la ruptura social señalada en el año 1.000 por Idrovo. Efectivamente, las
modificaciones de formas y diseños fluctúan con mayor facilidad que las técnicas de manufactura, siendo muy a
menudo precisamente el reflejo de los cambios históricos enfrentados por los grupos sociales. Siendo así,
estaríamos frente a una técnica “inicial” (al parecer Tacalshapa, se volverá más adelante sobre el tema de las
fechas), la cual habría originado una variante Cashaloma, cuyos portadores seguían no obstante compartiendo
una raigambre común con los artesanos Tacalshapa.
Perspectiva espacial y geográfica de la tradición cerámica Tacalshapa/Cashaloma
La tabla 4 ilustra la repartición espacial de los grupos “cuerpo modelado/golpeado” (Tacalshapa) y “cuerpo
modelado/acordelado/golpeado” (Cashaloma) de la muestra examinada. Estos datos irían en el sentido de la
hipótesis según la cual el grupo correspondiente a Tacalshapa se encontraría esencialmente en la provincia del
Azuay, y aquel correspondiente a Cashaloma, en la de Cañar.
Tabla 4. Distribución cuantitativa de los objetos de museos estudiados, por grupos técnicos y provincias
PROVINCIAS :
GRUPOS
Cuerpo modelado/golpeado Cuerpo modelado/acordelado/golpeado
Total vasijas Porcentaje Total vasijas Porcentaje
Cañar 19 30% 13 50%
Azuay 43 67% 10 38%
Morona-Santiago 2 3% 3 12%
TOTAL GLOBAL 64 100 26 100
Fuente: C. Lara
Por otra parte, la puesta en perspectiva de los fechados disponibles en la literatura especializada para cada uno
de estos estilos ya cuestionaba la supuesta diacronía entre Tacalshapa y Cashaloma, mientras que uno de los
fechados Tacalshapa evocaba la posibilidad de una prolongación de esta fase más allá de su final comúnmente
aceptado (1.000 d.C.). Hecho que sugería al menos un periodo de co-existencia entre ambas tradiciones. Siendo
así, se especificó que los 771 fragmentos excavados en el Cuyes pertenecen al grupo técnico “cuerpo
modelado/golpeado”, esto es, a Tacalshapa. Entre las once muestras de carbón recuperadas en el valle del Cuyes,
cuatro están vinculadas a material Tacalshapa, lo cual permite una estimación cronológica del grupo técnico
correspondiente. Estos fechados trasladan así el final de Tacalshapa a 1.634 d.C., lo cual confirma que al menos
en este sector del territorio cañari, Tacalshapa sí fue contemporáneo de Cashaloma. En términos técnicos y
cronológicos, nuestra investigación permite luego sugerir que, si bien es posible que Tacalshapa haya iniciado
antes que Cashaloma, ya no es posible considerar a estos dos estilos como estrictamente diacrónicos en el
conjunto del territorio cañari. En la espera de nuevos datos sobre otras muestras de cerámica cañari tardía
(tomando en cuenta también los límites de las interpretaciones cronológicas en esta zona originadas por la falta
de calibración de los fechados antiguos), la tabla 5 presenta el nuevo aspecto del panorama cronológico regional
luego de la incorporación de los datos obtenidos en el valle del río Cuyes.
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Tabla 5. Dataciones 14C existentes hasta la fecha para Tacalshapa y Cashaloma (actualizado a partir de los
datos obtenidos en el valle del río Cuyes).
*Calibración desconocida. **La edad promedio del 14C es 5.570. ***Calibración en 2σ (OxCal.v4.2.4)
Fecha (d.C., salvo
indicación contraria) Código laboratorio Sitio Fuente
CASHALOMA
1400+/-60 CSIC335 y CSIC337 Pilaloma 2
Alcina Franch (1981) 1370+/-70 CSIC323
1260+/-80 CSIC322 Pilaloma 1
1260+/-60 ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Intihuayco
(Ingapirca) Jaramillo (1976)
1250+/-70 CSIC336 Pilaloma 2 Alcina Franch (1981)
1250+/-60 ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Intihuayco
(Ingapirca) Jaramillo (1976)
1200+/-70
1030+/-50 CSIC338 y CSIC339 Pilaloma 2 Alcina Franch (1981)
990+/-70 CSIC319 Pilaloma 1
960+/-60 ? Institut für Bodemkunde
(Universidad de Bonn)
Pilaloma
(Ingapirca) Meyers in Jaramillo (1976)
440+/-80
TACALSHAPA
1451 a 1634 Ly-16923 Cuyes Lara (2016)
1320+/-255 2-TP1-83 Casa Llanos
(Sígsig) Valdez (1984)
1356 a 1389 y 1270 a 1316 Ly-16925 Cuyes
Lara (2016)
1280 a 1395 Ly-13039 Cuyes
1154 a 1260 Ly-16924 Cuyes
1115+/-180 3-H1-83 Casa Llanos
Valdez (1984) 825+/-120 3-CA1Z1-83 Casa Llanos
585+/-130 2-B02-83 Casa Llanos
110+/-50
(AC) ? Pumapungo Idrovo (2000)
Fuente: C. Lara (recopilación de datos)
PERSPECTIVAS Y CONCLUSIÓN
Conforme a lo que autores como Idrovo (1989) ya sospechaban, el presente trabajo permitió confirmar
empíricamente que la técnica del golpeado fue puesta en práctica por los alfareros de la Sierra sur del Ecuador
desde al menos el primer siglo antes de nuestra era. Golpeado que fue detectado no solamente en cerámica
Tacalshapa, pero también en recipientes Cashaloma, lo cual (en la espera de contar con una muestra Cashaloma
más extensa) confirmaría de momento la pertenencia de estos dos tipos de cerámica a una misma tradición de
la cual conformarían variantes. Por otra parte, los fechados obtenidos para el Tacalshapa del Cuyes corroborarían
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que (al menos en lo que se refiere al sureste del territorio cañari) los conjuntos Tacalshapa y Cashaloma podrían
haber sido contemporáneos, y que por lo tanto, no es posible presentarlos como estrictamente diacrónicos.
Siendo los fechados de Tacalshapa disponibles actualmente más antiguos que los de Cashaloma, se sospecha
que esta última variante se originó a partir de Tacalshapa, posiblemente en el año mil con ocasión de la
mencionada ruptura social introducida por la llegada de una oleada amazónica. No obstante, la escasez de fechas
en la provincia del Cañar (en donde se encontró la mayoría de cerámica Cashaloma), no permite de momento
confirmar este escenario. Las fechas de Cashaloma son muy tardías, mientras que no se ha encontrado cerámica
Tacalshapa en Cañar. Aquello deja suponer que esta zona quedó despoblada por un milenio desde el final de
Narrío, lo cual parece bastante sorprendente. Este fenómeno subraya la necesidad urgente de favorecer
excavaciones que permitan por fin contar con una cronología sólida de las tradiciones cerámicas emblemáticas
del sur del país, las cuales siguen basadas en apenas una decena de fechados.
Es la primera vez que el enfoque tecnológico se aplica de manera sistematizada a un caso de estudio andino. A
través del ejemplo cañari, el presente trabajo demuestra el potencial de este tipo de propuesta para la
arqueología precolombina. Los datos rebasan el marco cronológico tomado en cuenta en el presente trabajo,
pero la aplicación del enfoque tecnológico a la cerámica cañari ofrece perspectivas sobre el contexto de su
aparición y el de su devenir en el tiempo.
La idea queda asimismo por ser confirmada, pero la técnica de manufactura correspondiente a Tacalshapa y
Cashaloma parece ser diferente de aquella empleada por los artesanos de la fase cerámica anterior identificada
en el Austro (Narrío), lo cual indicaría que los alfareros Narrío y los Tacalshapa/Cashaloma no pertenecen a la
misma tradición cultural. ¿Cómo surge la tradición Tacalshapa/Cashaloma? El tema queda por ser investigado.
En el norte del Perú, existe hoy en día una técnica muy cercana al golpeado cañari llamada “paleteado”. No
obstante, ésta apareció hacia el siglo VI de nuestra era, es decir, 700 años después del golpeado cañari
(sugiriendo más bien que el golpeado cañari podría haber tenido una influencia en la aparición del paleteado).
Finalmente, los datos del presente trabajo demuestran que la combinación de técnicas de manufactura y
acabado del Austro varió muy poco entre la época precolombina y la actualidad. Desde el punto de vista del
enfoque tecnológico, esto significa que hubo una transmisión de la tradición desde los alfareros cañaris
precolombinos hasta los artesanos actuales. Lo cual nos invitaría a matizar de alguna forma la hipótesis de una
desaparición total de los cañaris a raíz de las conquistas sucesivas de los incas y los españoles: éstas generaron
ciertamente masacres, mestizajes, migraciones etc., pero quizás no se pueda afirmar tan tajantemente que
ningún cañari sobrevivió.
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