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Tahuantinsuyo. El Mundo de Los Incas - Teresa Vergara

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La región andina, debido a la presencia de la cor-dillera de los Andes, se caracteriza por la diversidadde su ecología: costas desérticas, bosques tropicales,altiplanos secos y fríos que a primera vista parecenuno de los ambientes menos propicios para el hom-bre. Sin embargo, los habitantes de esta región handemostrado a lo largo de muchos siglos ser capacesno sólo de sobrevivir en tales condiciones, sinotambién de dominar el medio geográfico al puntode crear una serie de civilizaciones con excedentesnecesarios para florecer y expandirse. La más famo-sa de ellas, el Tahuantinsuyo, ocupó una vasta su-perficie de su área, extendiéndose a lo largo del te-rritorio de las actuales repúblicas del Perú, Ecuador,Bolivia, Argentina, Chile y el sur de Colombia.

En el Perú es común dividir el territorio en tresregiones: costa, sierra y selva o montaña, distin-guiendo principalmente el desierto costeño, lascordilleras y la floresta amazónica. Sin embargo, enla zona llamada sierra, una observación más deteni-da permite descubrir una apreciable cantidad de di-ferentes ecosistemas, según su ubicación en las dis-tintas altitudes de la cordillera. Estas zonas puedendiferenciarse fácilmente debido a que cada una po-see, además de sus propias condiciones climáticas,

una flora y fauna típicas, distinguibles de aquellasque se presentan en otras zonas y cuya utilidad su-po aprovechar el hombre andino sin perturbar elequilibrio ecológico.

En la primera parte del siglo XVII el jesuita Ber-nabé Cobo, al describir la geografía andina, llamabala atención sobre las diferentes condiciones climáti-cas y ecológicas en espacios cortos. Señalaba ade-más, para la zona serrana, la existencia de seis varie-dades de clima, correspondientes a otros tantos ni-veles de altitud que la moderna geografía ha clasifi-cado, junto con los de la costa y los de la selva, co-mo ocho regiones naturales. Estas zonas climáticasno constituyen áreas compactas; están más bien pre-sentes en puntos diseminados a lo largo y ancho delterritorio andino (J. Pulgar Vidal).

Los diversos nichos ecológicos o ecosistemasfueron perfectamente conocidos por los antiguoshabitantes de la región quienes, inclusive, supierondiferenciar, utilizar y sacar provecho de la produc-ción agropecuaria y distribución del espacio etno-político. Los estudios de John Murra sobre la com-plementariedad ecológica en el área andina así lodemuestran. Además, con anterioridad, los trabajosdel geógrafo Javier Pulgar Vidal hacían hincapié en

la diversidad ecológica del territorio yen el perfecto conocimiento que des-de antiguo la población andina poseíadel mismo. Los nombres en lenguaquechua con que distinguían a cadauna de las regiones son una pruebafehaciente de ese conocimiento.

De acuerdo a su ordenamiento, deoccidente a oriente, los ecosistemasson los siguientes:

IEL ESPACIO GEOGRÁFICO

Una gran franja de la región chala secaracteriza por sus costas desérticas, talcomo se aprecia en esta vista del desierto deSechura; lo que no impidió el desarrollo deuna tecnología prehispánica que logró unóptimo aprovechamiento del ambiente y delos recursos naturales disponibles.

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CHALA

Esta región se encuentra ubicada en el litoral,entre el nivel del mar y una altitud aproximada de500 m. Se caracteriza por su clima seco y la ausen-cia de lluvias, como consecuencia de la presencia dela corriente Peruana o de Humboldt, de aguas frías,que corre paralela a la costa del Pacífico en direc-ción sur-norte. Durante el invierno la humedad seconcentra permanentemente sobre el litoral en for-ma de niebla por efecto de los vientos del anticiclóndel Pacífico Sur. El enfriamiento del aire impide quela humedad se precipite en forma de lluvia, llegan-do apenas a manifestarse como una llovizna o garúamatinal.

El largo desierto es cortado de tramo en tramopor estrechos valles formados por ríos irregularesque bajan impetuosos desde las cumbres glacialesde la cadena occidental de los Andes. Pese al escasocaudal de sus ríos (algunos de los cuales, inclusive,no llegan a desaguar en el océano), los valles sonmuy fértiles y permiten una apreciable concentra-ción poblacional.

La chala tiene una peculiaridad: enclaves eleva-dos que al sobrepasar los 400 m de altitud llegan acondensar la humedad ambiental. Esto permite lapresencia de vegetación arbustiva, baja, conocidacomo vegetación de lomas. Es decir, genera oasiselevados en medio del desierto costero. Actualmen-

te constituyen excepciones porlo restringido de su extensiónen medio de los arenales, perohasta el siglo XVI y siguientes,fueron mucho más abundantesen una costa rica en recursosampliamente aprovechados entiempos prehispánicos para laexplotación ganadera. La vege-tación de lomas en la chala per-mitía la vida silvestre de unafauna menor y el pastoreo dellamas. Posteriormente, éstequedó reducido a las tierras al-tas. Asimismo, el hombre de lachala aprovechó la presenciade numerosas lagunas parapescar y criar peces. Las lagu-nas ofrecían la posibilidad deun hábitat lo suficientementeatractivo como para que en es-ta zona surgieran densos nú-cleos de población fuera de los

valles. En la actualidad muchas de esas lagunas lito-rales se encuentran desecadas.

La costa andina en su parte norte tiene otras ca-racterísticas. A partir del actual departamento perua-no de Tumbes la costa presenta el clima correspon-diente a su verdadera ubicación geográfica. Es decir,tropical. En esa zona no ejerce ya influencia la co-rriente Peruana de aguas frías y, por ende, las preci-pitaciones son abundantes. Más aún, cuando lasaguas calientes de la corriente que ahí impera reba-san sus límites meridionales habituales e invaden lazona regida por la corriente Peruana, se produce unfenómeno de calentamiento de la temperatura de lasaguas del mar provocando grandes y graves cambiosclimáticos (fuertes precipitaciones) en la costa nortedel litoral del Perú. Estos cambios son conocidos co-mo el Fenómeno del Niño por cuanto se presentanpor lo regular en tiempos de Pascua de Navidad.

YUNGA

A esta región se le conoce también con el nom-bre de quebrada y ocupa el área comprendida entrelos 500 y los 2 300 msnm. La palabra yunga desig-na a los lugares de clima insalubre, es decir cálido yhúmedo. Mayor humedad hay, empero, en la yungafluvial, que es la que da hacia la cuenca del Amazo-nas, a diferencia de la yunga marítima. Son zonas derelieve accidentado en las que se han adaptado nu-

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Santuario Nacional Manglares en Tumbes. Este territorio septentrional de la costaperuana presenta un clima tropical.

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merosas especies vegetales comestibles y, sobre to-do, la coca, objeto de cuidadoso cultivo desde lostiempos primitivos.

En aquellos lugares de la yunga donde el aguano es escasa, se producen frutales: paltas, chirimo-yas, lúcumas, granadillas, papayas, tumbos, etc. Elfrijol y el ají son permanentes. El primero integra ladieta básica de la población en tanto que el segun-do facilita la digestión. Es zona propicia para lacrianza de cuyes. Su clima se presta al cuidado y ce-ba de patos y perdices. También hay pescado seco yfresco.

QUECHUA

Conocida como la región templada, también es-tá presente a ambos lados de la cordillera, en altu-ras comprendidas entre los 2 300 y los 3 500 m enlos Andes centrales. En los Andes septentrionales,en alturas menores, puede ofrecer su clima templa-do con estaciones lluviosas regulares. Es un ecosis-tema de ambiente semiárido con precipitaciones ve-raniegas que aumentan con la altura, la que a suturno determina la disminución de las temperatu-ras. El relieve es abrupto y los valles muy estrechos.Los ríos y riachuelos son torrentosos, con mayorcaudal durante el verano.

Por su clima moderado, laquechua es la región que con-centra la mayor proporción depoblación en los Andes y estambién privilegiada desde laperspectiva agrícola por ser lamejor surtida del territorio an-dino. La población andina halogrado aclimatar en esta re-gión productos de zonas demayor y menor altitud que,unidos a los propios de la eco-logía quechua, le han permiti-do tener la mayor variedad derecursos cosechados en mesesdiversos. Esto permite a suspobladores disponer de co-mestibles frescos las tres cuar-tas partes del año mientrasque en los tres meses restantesse cuenta con recursos conser-vados en almacenes. Resaltan-do su condición de “despensa”de otras zonas menos agracia-das por la naturaleza, el padre

Cobo llamó a la quechua “tierra de pan llevar”. Enespecial, se refería al fértil valle del Cuzco, uno delos más ricos de la sierra peruana.

Aunque se cultivaron otras muchas especies, labase principal de la agricultura evolucionada y deregadío fue el maíz. De esta planta se produjeron di-versas variedades que cubrían las necesidades dealimentación de las poblaciones establecidas en laquechua. Era consumido verde como choclo o ma-duro en mote, cancha o chicha.

En estirpe e importancia le seguían distintas va-riedades de papas. De las múltiples verduras desta-can la muña, el rocoto y las hortalizas silvestres. En-tre los animales se criaba cuyes, alimentándolos conla panca del maíz y la planta silvestre denominadamagra. El pescado les llegaba seco y/o salado desdela costa.

SUNI

También conocida como jalca. Es la región natu-ral que en los Andes centrales se ubica entre los 3500 y los 4 000 msnm; en la sierra del norte corres-ponde a altitudes desde los 3 000 a 3 500 m. Debesu nombre a una gramínea que se cultiva en ella yque permitió la domesticación del cuy en grandesproporciones.

El territorio sobre el cual se desarrollaron las civilizaciones andinas se caracteriza porsu accidentada geografía y diversidad de climas, ambiente poco propicio para el hombre.

En la imagen el valle del Urubamba en el Cuzco.

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La característica de este ecosistema es que en sustierras el índice de pluviosidad es más alto y lastemperaturas más rigurosas, con grandes oscilacio-nes térmicas entre el día y la noche. Lo propio de lasuni, a más de 3 500 m, es su clima frío, húmedo ynublado. Las precipitaciones son abundantes y enocasiones se producen heladas intensas.

No obstante lo inapropiado del clima, el hombrehabitó la zona suni por sus potencialidades agríco-las. Aquí se cultivaron vegetales ricos en proteínas(con aminoácidos comparables a las proteínas ani-males) como la quinua, la cañagua y el taure, y tu-bérculos como la papa, la oca, el ulluco y la mashua.La existencia de una vegetación herbácea, utilizadacomo forraje, propició además la domesticación deauquénidos y la aparición de una ganadería quesiempre constituyó uno de sus principales recursoseconómicos.

Por otro lado, la población andina aprovechó laspeculiaridades del clima que posibilitan la congela-ción, deshidratación y asoleamiento de los produc-tos, convirtiendo a la región suni en el paraíso de laspapas y carne de llama deshidratadas, transformán-dolas en chuño y charqui, respectivamente.

PUNA

Ubicada entre los 4 000 y los 4 800 msnm, esla región de las grandes alturas. Esta circunstanciagenera el fenómeno denominado rarefacción de laatmósfera que consiste en la disminución relativadel oxígeno. Se caracteriza por sus grandes fluctua-

ciones de temperatura, pudiendo oscilar hasta 40ºC entre el día y la noche. Es igualmente caracterís-tico de esta región su relieve accidentado. En su te-rritorio se hallan elevadas mesetas (Collao, Parina-cochas, Bombón, etc.), así como escarpadas que-bradas y pisos serpenteados. Numerosos ríos y ria-chuelos recorren su territorio que cuenta con másde 12 000 lagos y lagunas (cochas), casi todos contotorales. Por estos motivos, la vida se torna muydifícil en esta región.

Su límite inferior señala el fin de la explotaciónagrícola en los Andes. En esas altitudes lo frío de suclima hace difícil cualquier cultivo, a excepción dela papa y la maca. La primera es un tubérculo quedesde hace miles de años fue adaptado a estas con-diciones extremas, cultivándose tanto en terrenosllanos como en andenes. La segunda es menos ge-neralizada pues crece sólo en algunos puntos de laspunas y se trata de una raíz turmosa, especialmenteapreciada por su gran poder fecundante asociado avirtudes mágicas y que podía ser consumida frescao seca.

Entre las papas hay varias especies amargas: lu-qui, mauna, shiri, etc., cuyo consumo requiere pre-via deshidratación hasta convertirlas en chuño: ha-rina que ha perdido su amargor. Con el chuño sepreparaba un potaje llamado otongo, rico en ami-noácidos comparables a los de la leche. Tambiénexistían variedades de papas no amargas resistentesa las bajas temperaturas. Propia de la puna es unaarcilla digerible llamada chago o pasa, que contienecal y magnesia, aconsejable para el bienestar esto-macal.

La puna, fría y carente de agricultura, es por ex-celencia la tierra de los pastos, a la que el hombreandino se adaptó desde tiempos remotos dedicán-dose a la explotación de grandes rebaños de llamas,alpacas y vicuñas. Viven también allí, alimentándo-se de los pastos, cuyes silvestres que reciben elnombre genérico de caris, así como también guana-cos y venados, objeto de cacería para beneficiarse desu exquisita carne.

JANCA

Llamada también cordillera, está ubicada encimade los 4 800 msnm. Janca en quechua significablanco y es la región de las nieves perpetuas que co-

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Un detalle de los yacimientos mineros en Cerro de Pasco. Estaciudad se alza a 4 338 msnm y se encuentra comprendidadentro de la región puna.

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ronan las cumbres de los Andes. Se caracterizapor sus pisos escarpados por donde se deslizauna multitud de arroyos que nacen en los deshielosy lagunas.

Lo difícil de su geografía impide la presenciapermanente del hombre. Pero sí se da una continuamovilización de gente hacia esa región, pues desdeantiguo los montes nevados han sido consideradoscomo el dominio sagrado de los muertos y de los es-píritus de la tierra.

RUPA RUPA

Es la selva alta o ceja de selva. Está ubicada en lavertiente oriental de los Andes entre los 400 y 1000 msnm. Su clima es caluroso y en el inviernoaustral la temperatura no baja nunca de los 15º C,disminuyendo conforme se sube a las alturas tem-pladas. Es la zona andina de mayor pluviosidad.

Su orografía es compleja. La atraviesan contra-fuertes cordilleranos que conforman valles profun-dos y numerosas gargantas o pongos. Los lagos y la-gunas son escasos, pero abundan ríos y riachuelostorrentosos. En las faldas se pueden distinguir has-ta tres subpisos ecológicos.

Se caracteriza por una variadísima producciónvegetal y animal. Las lluvias “eternas” favorecen elconstante crecimiento de plantas y flores. Entre losfrutales sobresalen la guayaba y la quinilla; abun-dan la mandioca y la yuca. Entre los condimentosdestacan ajíes de varios colores ysabores, el papillo, el achiote y lavainilla. Existen pocas hortalizaspor la abundancia de hongos einsectos. De su rica fauna debenmencionarse los monos, sajinos,venados, sachavacas, pavas, per-dices, osos, tortugas, reptiles di-versos, etc.

Su vegetación de bosque tro-pical, el calor húmedo y el relieveaccidentado de las pendientesbruscas convirtieron a esta regiónen un serio obstáculo para la ex-pansión del Tahuantinsuyo que,no obstante, consiguió extenderhacia ella el influjo de su cultura.

OMAGUA

Conocida también como wallao anti, es la región de la selva ba-

ja. Se encuentra entre los 400 a 80 msnm. Es unbosque tropical de clima muy cálido con una tem-peratura media de 24º C, alta humedad relativa yprecipitaciones concentradas en el verano. Su sueloes de relieve plano con ligeras ondulaciones. Susríos son abundantes, caudalosos y de tranquilo mo-vimiento, que permiten su utilización como víasnavegables en una tierra cubierta de vegetación es-pesa y casi infranqueable. Hay lagos, lagunas y pan-tanos por doquier formados por meandros abando-nados por los ríos al cambiar su ruta.

Su fauna es considerable y diversificada, al ex-tremo de que este ecosistema concentra el 50% delas especies peruanas. Hay más de 800 especies deaves y la ictiofauna se calcula en más de 2 000. Enproductos es parecida a la selva alta: abundancia deyucas, calabazas, sachapapas, caimito, etc.

Las regiones que se acaban de reseñar, concor-dándolas con la nomenclatura tradicional quedanencuadradas de la manera siguiente: la costa condos pisos ecológicos (chala y yunga); la sierra concuatro ecosistemas (quechua, suni, puna y janca), yla montaña o selva con dos grandes zonas (ruparupa y omagua), haciendo un total de ocho eco-rregiones.

Es oportuno indicar que hay autores que dividenel territorio peruano en un mayor número de regio-nes. L. R Holdridge, por ejemplo, identifica hasta86 formaciones ecológicas. Esto hace del territorioandino el de mayor densidad ecológica del mundo.

Paisaje natural del departamento de San Martín en la región llamada selva alta,ubicada entre los 400 y los 1 000 msnm, y cuyo clima es caluroso.

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Los incas preservaron su historia a través de latradición oral. En mitos y leyendas guardaron el re-cuerdo de sus orígenes y de su trayectoria, impo-niendo un criterio unificador que determinaba loshechos que debían ser considerados dignos de man-tenerse en la memoria de la gente. A la inversa,aquellos hechos cuyo recuerdo no se considerabaconveniente, eran borrados sistemáticamente de la“historia oficial”.

Cuando los españoles empezaron a interesarsepor el devenir de los incas tomaron contacto conlos quipucamayoc, funcionarios encargados deguardar la memoria de los acontecimientos, quie-nes en versiones míticas transmitieron la idea quese habían forjado de su pasado. Como era de espe-rarse, las versiones recogidas eran cuzqueñocen-tristas. Es decir, enfocaban la realidad histórica enfunción de las exigencias y los intereses de las eli-tes cuzqueñas, sin incluir noticias de la historia delos demás pueblos, salvo en lo que resultaba útilpara sus fines. La versión oral del pasado incaicoestá incluida principalmente en la información queproporcionan las crónicas. Sin embargo, como se-ñala Franklin Pease, a pesar del criterio unificadorimpuesto por los incas, la tradición oral recogió di-ferentes vertientes y versiones, por lo que las cróni-cas ofrecen una información dispar que dificulta suinterpretación.

EL CUZCO ANTES DE LOS INCAS

Las crónicas y fuentes de otra naturaleza traeninformación sobre la existencia, en el valle del Cuz-co, de diversos grupos étnicos antes del surgimien-to del Tahuantinsuyo. Esta información escrita hasido respaldada por los trabajos arqueológicos, quehan demostrado en el área la evidencia de una largaocupación humana.

El cronista Sarmiento de Gamboa mencionó alos guallas, los sahuasiray, los antasayas, los alcavi-zas, los copalimaytas, los culunchimas, los poques ylos lares como los grupos étnicos que habitaban enel valle del Cuzco antes del advenimiento de los in-cas. Su crónica identifica a los guallas, los sahuasi-

ray y los antasayas como los pobladores más anti-guos; en tanto que los alcavizas, copalimaytas y cu-lunchimas son considerados moradores más recien-tes en el valle.

Los guallas Aparecen en las crónicas como los pobladores

más antiguos del Cuzco. Vivían en casas agrupadasal pie del cerro en la región conocida como Huay-napata, al sur de la ciudad actual. Su aldea principaltenía el nombre de Pachatusán.

Los sahuasiray o sahuaseras Procedían de Sutijtoco en el área Masca/Paruro.

Su pacarina o lugar mítico de origen estaba en Pa-carictambo. Cuando arribaron al Cuzco encontra-ron a los guallas quienes, al parecer, no les impidie-ron asentarse también en la comarca. Se ubicaronen el lugar donde después se construiría el Corican-cha o “templo del Sol”.

Los antasayasOriginarios de las pampas de Anta, llegaron al

valle del Cuzco comandados por su jefe Quisco,ubicándose en la parte norte. Se cuenta que los gua-llas y los sahuasiray no se opusieron a que se esta-bleciesen en esa zona. Según mencionan las cróni-cas, las tierras en ese lugar estaban llenas de piedrasque ellos se encargaron de sacar. A partir de ese en-tonces, el paraje empezó a denominarse Cuzco porel nombre del jefe antasaya. Posteriormente, estenombre se extendió a todo el valle.

Los alcavizasProcedían de la región de Masca, específicamen-

te de Pacarictambo. Llegaron al valle del Cuzco almando de su jefe Ayarucho, nombre que tambiéntenía el grupo, y se establecieron en Pucamarca.Identificaban como su pacarina a Capactoco. Fue-ron los incas los que en fecha ulterior les cambiaronde apelativo, llamándoles alcahuisas. Al alcanzar elCuzco encontraron que allí estaban ya establecidoslos guallas, sahuaseras y antasayas, con los cuales sealiaron.

IILA FORMACIÓN DEL TAHUANTINSUYO

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Los poques y laresSegún informan las crónicas llegaron al valle del

Cuzco con posterioridad a los otros grupos, sin es-pecificar su lugar de origen. Se ubicaron en la parteoriental de la ciudad donde construyeron sus vi-viendas.

Los ayarmacasDe los grupos étnicos sobre los cuales las cróni-

cas traen información el de los ayarmacas ha sido elmás estudiado. A la información histórica se sumala arqueológica que ha logrado identificar la cerámi-ca hallada en el lugar, denominada Killke, como fa-bricada por ellos. Se trata de una cerámica de bajacalidad artística que predominó en la región duran-te el Intermedio Tardío, período al que correspon-den los grupos étnicos antes mencionados.

En su obra Los incas, Waldemar Espinoza refiereque los ayarmacas conformaron un gran reino queabarcó las actuales provincias de Cuzco y Anta. Es-taba dividido, según el mismo autor, en dos mita-des: ayarmaca y pinagua. El territorio de los ayarma-cas comenzaba en Quiquijana, por el sur, extendién-dose hasta Jaquijahuana, en las pampas de Anta, yOllantaytambo, en el norte. Mientras que Pinaguadominaba desde Quiquijana hasta Quispicanchi.

María Rostworowski señala que ocuparon la zo-na denominada Acamama, que según informaciónde Murúa y Guaman Poma sería luego bautizadacon el nombre de Cuzco. Los cronistas coinciden en

señalar que no tenía grandes construcciones, se tra-taba más bien de viviendas de pirca y paja. Existíaen el lugar, según Betanzos, un pantano cubierto dejuncos en el sitio donde más tarde se construiríaSacsahuaman.

De acuerdo con María Rostworowski, Acamamaestaba dividida en cuatro secciones o barrios: Quin-ti cancha, barrio del picaflor; Chumbi cancha, ba-rrio de los tejedores; Sairi cancha, barrio del tabaco;y Yarambuy cancha, barrio cuyo nombre no está enquechua sino en aymara. Rostworowski relacionaYarambuy con Yaruntatha, que según el diccionariode Bertonio significa mezclarse, y propone la posi-bilidad de que se trate de un barrio mestizo habita-do por gente de lengua aymara y quechua. Cuandolos incas conquistaron el lugar cambiaron la divi-sión por barrios de acuerdo con sus necesidades,pero mantuvieron la organización del espacio encuatro partes.

Sobre la organización política de este grupo,Guaman Poma mencionó que principiaron a gober-nar la región “unos primeros incas” llamados TocayCapac y Pinahua Capac. Y Murúa identificó a estosmismos personajes como “reyes” anteriores a los in-cas. Waldemar Espinoza sostiene que se trata de losnombres genéricos de los jefes de Ayarmaca y de Pi-nagua y que figuran siempre juntos en la documen-tación. Esto indica, según el autor, que cada uno erajefe de una mitad (hanan y urin), siendo Tocay Ca-pac –jefe de los ayarmaca– el de mayor poder.

La importancia que tuvieron los ayarmacas y elpoder que el grupo poseía a la llegada de los incasson sustentados por los estudiosos del período incai-co. María Rostworowski considera que ello se evi-dencia por el hecho de conservar un ceque propio enel sistema religioso del Cuzco. El octavo ceque deAntisuyo, que comprendía once huacas, era conoci-do como Ayarmaca, a diferencia de los otros cequescuyos nombres eran Collana, Payan o Coyao. Asi-mismo, en el cerro de Cinca, camino a Yucay, se en-contraba una piedra que era considerada por losayarmacas como su pacarina o lugar mítico de ori-gen y estaba comprendida entre las huacas que con-formaban el quinto ceque del Chinchaysuyo.

Otra prerrogativa conservada por los ayarmacasfue la celebración de los ritos de iniciación de susjóvenes en un mes diferente al del grupo inca. Ellos

Fragmento de una jarra de cerámica killke. En esta tradicióncerámica pueden identificarse tres motivos estandarizados: untocado o gorro, un motivo de cinta de cabeza y en las mejillasde la figura un conjunto de triángulos entrelazados. Tomadode Bauer 1996.

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festejaban la mayoría de edad de los varones en elmes de Oma raimi, con los omas, los quivios y lostampus.

Cuando los incas llegaron al valle del Cuzco tu-vieron que enfrentarse a los grupos étnicos que seencontraban establecidos en el lugar y que forma-ron alianzas para defender su territorio. Los incaslograron doblegar la resistencia de los grupos loca-les, a excepción de los ayarmacas, quienes se con-virtieron en sus principales rivales en el dominio dela comarca. Los ayarmacas eran, por aquel entonces,el grupo más poderoso e importante de la región.

Con el paso del tiempo la situación no mejoró.Los ayarmacas raptaron al pequeño hijo de Inca Ro-ca y Mama Micay, llamado Yahuar Huacac. Segúnseñalan las crónicas, el problema se suscitó a raíz deque un curaca vecino, padre de Mama Micay, prefi-rió la alianza con los incas a través del matrimoniode su hija con Inca Roca, haciendo a un lado laspretensiones de Tocay Capac, jefe de los ayarmacas.En venganza éstos raptaron al niño quien, según laleyenda, derramó lágrimas de sangre, siendo poste-riormente devuelto a los incas. Para tratar de dismi-nuir las luchas, ambos grupos recurrieron al inter-cambio de mujeres con el fin de poner término a susrivalidades. Sólo se consiguió una paz tensa que ter-minó al iniciarse el Tahuantinsuyo. La primera ac-ción de Pachacuti como gobernante cuzqueño, se-gún Waldemar Espinoza, fue enfrentar a los ayar-macas. Se llevaron a cabo algunas batallas hasta queen la última, en el lugar conocido como GuamanCancha, tuvo lugar el enfrentamiento que decidió

las disputas en favor delos incas.

Ante la posibilidad dereorganización de losayarmacas y el peligroque ello significaría parael naciente estado inca,Pachacuti dividió y sepa-

ró en tres grupos a los diversos ayllus ayarmacas.Estos grupos fueron reubicados y sus curacas pues-tos bajo el mando de las autoridades cuzqueñas. Deesta manera se logró doblegar a los poderosos ayar-macas y despojarlos de la supremacía que habían te-nido en el valle del Cuzco.

EL ORIGEN DE LOS INCAS: LOS MITOS

La historia del origen de los incas se encuentrarelatada en forma mítica en la mayoría de las cróni-cas. Una de las versiones más antiguas es la recogi-da por Juan de Betanzos, en su obra Suma y narra-ción de los incas. El cronista señala que el dios Wi-racocha después de “ordenar” el mundo mandó quelos hombres salieran de abajo de la tierra. De unacueva en Pacaritampu o Tambotoco salieron cuatroparejas de hermanos: Ayar Cache y Mama Guaco,Ayar Oche y Cura, Ayar Auca y Ragua Ocllo y AyarManco y Mama Ocllo, dirigiendo a un notable nú-mero de gente agrupada en diez linajes, llevando se-millas salidas de la misma cueva. Cada uno de loshermanos iba ricamente vestido y adornado con ro-pa de cumbi (ropa fina bordada en oro) y llevabanal cuello unas bolsas también de cumbi con unashondas de nervios de camélidos.

De Pacaritampu se dirigieron a un cerro nom-brado Guanacaure donde en sus faldas sembraronmaíz. Estando en la cumbre Ayar Cache tiró unaspiedras con su honda quebrando cuatro cerros y ha-ciendo cuatro quebradas en ellos. Ante esta demos-tración de fuerza sus compañeros sintieron temor y

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Una vista de Sacsahuaman.Las grandes construcciones dela arquitectura inca estánasociadas al crecimiento yexpansión del Tahuantinsuyo,proceso realizado no sólo pormedios militares sino a travésde la negociación política.

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decidieron librarse de él. Con el pretexto de recogeralgunos objetos de oro que habían dejado, decidie-ron regresar a Pacaritampu. Una vez allí, aprovecha-ron que Ayar Cache había ingresado a la cueva paraencerrarlo, siéndole imposible salir.

Los demás hermanos regresaron a Guanacauredonde permanecieron por espacio de un año. Estan-do allí, Ayar Oche voló al cielo para hablar con supadre el Sol, quien mandó decir que Ayar Mangodebía cambiar su nombre por el de Manco Capac.Después de dar el mensaje Ayar Oche se convirtióen un ídolo de piedra. Los demás decidieron mu-darse a una quebrada llamada Matagua, ubicadamás cerca del Cuzco. Desde allí descendieron Man-co Capac, Ayar Auca y las cuatro mujeres al valle delCuzco, donde vivía Alcaviza con un grupo de trein-ta indios. Despues de negociar con Alcaviza, quienaceptó su carácter de “hijos del Sol”, se establecie-ron en el Cuzco, y construyeron una casa en el lu-gar donde después se levantaría el Coricancha o“templo del Sol”. Cuando concluyeron esta tarea sededicaron al cultivo del maíz (F. Pease).

En su obra Los incas, Franklin Pease hace unainterpretación del mito de los hermanos Ayar y su-

giere que cada pareja podría ser asimilada a una delas cuatro partes en las que estaba dividido el Cuz-co y también el mundo. Asimismo, sostiene que elhecho de ser dos los hermanos varones que lleganal Cuzco –como figura en la parte final del mito–podría estar relacionado con las dos mitades en queaparece dividido el Cuzco: hanan y urin.

Algunos cronistas presentan una versión algomodificada del mismo mito. En ella señalan que lascuatro parejas de hermanos salieron de la cueva dePacaritampu, pero tres de los hermanos varones de-saparecieron antes de llegar al Cuzco. Ayar Cache,el hermano poseedor de una fuerza extraordinaria,fue encerrado con engaños en la cueva, mientrasque Ayar Ucho y Ayar Auca se convirtieron en ído-los de piedra, quedando Ayar Manco o Manco Ca-pac como único jefe encargado de dirigir al grupohasta el Cuzco y una vez allí dar inicio al Tahuan-tinsuyo.

El cronista mestizo Garcilaso de la Vega, el Inca,sin omitir la historia de los hermanos Ayar, conside-ra otras dos versiones. Una en la cual luego de undiluvio aparece en Tiahuanaco un hombre muy po-deroso que dividió el mundo en cuatro partes y las

Sector del lago Titicaca. Según el Inca Garcilaso de la Vega, quien contribuyó a difundir esta versión, Manco Capac y MamaOcllo salieron del lago Titicaca con la misión de buscar nuevos territorios y civilizar a las poblaciones andinas.

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repartió a cuatro hombres que llamó reyes: MancoCapac, Colla, Tocay y Pinahua. Desde Tiahuanacose dirigió Manco Capac al Cuzco donde se estable-ció dando inicio al Tahuantinsuyo.

La otra versión, que es la más difundida sobre elorigen de los incas, señala que Manco Capac y Ma-ma Ocllo, hermanos-esposos, salieron del lago Titi-caca por mandato de su padre el Sol. La pareja reci-bió el encargo divino de dirigirse al norte a buscaruna tierra donde asentarse. En ese lugar debían en-señar a la población los principios de una vida civi-lizada. Llevaban una vara de oro que periódicamen-te debían intentar hundir en la tierra, pues donde lavara se hundiese sería el lugar indicado para esta-blecerse. Caminando siempre hacia el norte y des-pués de una escala en Pacaritampu llegaron al valledel Cuzco. Allí, en el cerro Guanacaure, Mancohundió la vara de oro con mucha facilidad. A partirde ese momento se inicia la obra civilizadora de loshermanos, quienes convocan a los habitantes de lascomarcas vecinas para enseñarles las artes de laagricultura y el tejido, siendo reconocidos como se-ñores del valle. Según señala Garcilaso esta versiónes una elaboración tardía, preparada por la elitecuzqueña.

A pesar de las diferentes versiones sobre el origende los incas, hay algunas constantes en ellas, comoprecisa Concepción Bravo, por ejemplo: el señalar elvalle del Cuzco como el lugar donde se originó elTahuantinsuyo, el recuerdo común de un fundadormítico, el que éste sea originario de las tierras altasdel sur, el ser reconocido como líder por los pobla-dores primigenios, y el tener como función principalcivilizar a las poblaciones bárbaras.

EL CUZCO INCAICO

A partir de la llegada de los incas al valle delCuzco se va a suscitar una serie de circunstanciasrelacionadas con la necesidad de los nuevos mora-dores de consolidar su permanencia en el valle. Lapresencia de otros grupos étnicos que con anterio-ridad venían ocupando el área los obligó a desarro-llar diversos mecanismos para conseguir sus finesde dominio y control del espacio. Tanto las guerrascomo las alianzas que tuvieron lugar a lo largo delos gobiernos de los sucesores de Manco Capac gra-fican de modo claro el afán de esta etnia por impo-ner su hegemonía en el valle. La mayor parte de loscronistas españoles, como bien señala ConcepciónBravo, recogió la tradición oficial que recuerda estoshechos.

Los cronistas coinciden en señalar que SinchiRoca, “hijo” y sucesor de Manco Capac, fue un jefeguerrero como su nombre lo indica. A pesar de ellono hubo durante su gobierno grandes conquistas.Esto se debió en gran parte a las maniobras del To-cay Capac, jefe de los ayarmacas, que se opuso te-nazmente al avance de los incas, viéndose SinchiRoca limitado únicamente a conseguir la amistad dealgunos curacas de los grupos étnicos vecinos; am-pliando su área de influencia, según ConcepciónBravo, en un radio no mayor de treinta leguas.

Le sucedió su “hijo” Lloque Yupanqui, quien se-gún las noticias recogidas por todos los cronistas,tuvo que afrontar un período bastante difícil que leimpidió ampliar los límites del territorio. Durantesu gobierno tuvo lugar una serie de rebeliones in-ternas y la continua hostilización de los ayarmacas.

Mayta Capac, “hijo” y sucesor de Lloque Yupan-qui, aparece en las crónicas como un hombre dota-do de cualidades especiales. Nació, según la leyen-da, a los tres meses de gestación y con la dentaduracompleta. Desde niño llamó la atención por realizarhazañas increíbles en contra de los otros pobladoresdel valle, demostrando que contaba con protecciónsobrenatural. Waldemar Espinoza señala que du-rante su gobierno tuvo lugar la rebelión de los alca-huisa, comandados por su jefe Ayar Ucho, llevándo-se a cabo tres batallas. En la última Ayar Ucho fuetomado prisionero y su grupo fue derrotado en for-ma concluyente. Espinoza señala además que aMayta Capac lo sucedió su “hijo” Tarco Huamanque gobernó por un tiempo, pero fue depuesto porun golpe de estado que dio un “primo” suyo, CapacYupanqui.

Capac Yupanqui aparece en algunas crónicas co-mo “hijo” y sucesor de Mayta Capac, informaciónque se habría obtenido de la historia oficial inca queno reconocería el gobierno de Tarco Huaman. Losestudiosos del pasado inca coinciden en señalar quegobernó con mano dura, persiguiendo cruelmente asus enemigos. Los cronistas lo ubican como el últi-mo “soberano de la dinastía” de los Urin Cuzco.Durante su gobierno no se extendieron los estre-chos límites que controlaba el grupo cuzqueño.

Inca Roca es considerado en las crónicas comoel primer “soberano” de la “dinastía” de los HananCuzco. Señalan, asimismo, que fue hijo y sucesorde Capac Yupanqui y que decidió trasladar su resi-dencia a la parte alta de la ciudad, de donde provie-ne la denominación de Hanan Cuzco. Sin embargo,existen otras versiones de los hechos. Una de ellases la que presenta Waldemar Espinoza, quien men-

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ciona que los Hanan Cuzco proclamaron inca auno de su parcialidad. La otra es la del clérigoMontesinos, citado por Concepción Bravo, que ha-bla de una nueva dinastía de gobernantes surgidaluego de una crisis sucesoria. Inca Roca, hijo deuna mujer hanan, probablemente concubina deCapac Yupanqui, es apoyado por los miembros delos linajes de Hanan Cuzco para acceder al poder.Es el primer gobernante cuzqueño en llevar el ape-lativo de inca. Según los cronistas, se preocupó deque el río Huatanay fuera canalizado para abastecerde agua a los cuatro barrios en que estaba divididoel Cuzco y asegurar el riego para las labores agríco-las, cuyo producto permitiría contar con el exce-dente que necesitaba el estado inca. También sepreocupó de instruir a la elite en el manejo de lasarmas, la “lectura” de los quipus y en el conoci-miento de su historia.

El verdadero nombre de Yahuar Huacac, “el quelloró sangre”, fue Titu Cusi Huallpa. Al asumir elgobierno lo cambió por el de Yahuar Huacac, en re-cuerdo de las “lágrimas de sangre” que, de acuerdocon la leyenda, derramó cuando siendo niño fueraptado por los ayarmacas. A este inca se le puedeconsiderar, siguiendo a Concepción Bravo, como el

iniciador de la expansión territorial, pues aunqueésta no haya sido de grandes proporciones, sus ac-ciones fueron suficientes para sentar las bases de lapolítica expansionista de los incas. A ello sumó laobligación impuesta a la población de conformarlos ejércitos.

El sucesor de Yahuar Huacac fue Wiracocha,perteneciente también al linaje de los Hanan Cuzco.Durante su gobierno los chancas, comandados porAsto Huaraca y Tomay Huaraca, invadieron el Cuz-co. Este grupo, según la información arqueológica,habitaba la región ubicada al norte del Cuzco, másallá del río Apurímac, entre los actuales departa-mentos de Ayacucho y Huancavelica. Su pacarinaestaba situada en el lago Choclococha, a 4 950msnm. Su organización política era similar a la delos incas, es decir, dual. Además ambos, chancas eincas, codiciaban los territorios del valle del Cuzco,hecho que los obligó a enfrentarse en varias oportu-nidades. Aunque las crónicas suelen resaltar princi-palmente el enfrentamiento que tuvo lugar duranteel gobierno de Wiracocha.Los testimonios de algunos cronistas de los siglos XVI y XVII

atribuyen a Inca Roca la calidad de primer soberano de la“dinastía” de los Hanan Cuzco. Los escritores coloniales creíanque los términos hanan/urin estaban vinculados exclusivamentea dinastías políticas antes que a los principios de oposición ycomplementariedad que rigieron durante el incanato.

En la versión de los escritores coloniales, el inca Wiracochaabandonó el Cuzco ante la invasión chanca. Fue su hijo

Pachacuti quien, según esta misma versión, se enfrentó a losinvasores y terminó por derrotarlos.

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Al llegar los chancas al Cuzco, Wiracocha aban-donó la ciudad en compañía de Inca Urcon, su hijoy heredero, de sus mujeres y otros hijos, dirigiéndo-se al vecino valle de Yucay donde buscaron refugio.Las crónicas señalan la violencia de la invasiónchanca y destacan que vencieron a los ejércitos in-caicos. El Cuzco abandonado fue ocupado por loschancas victoriosos que la saquearon y destruyeron.De acuerdo con la leyenda, el otro hijo de Wiraco-cha, llamado Inca Yupanqui, que estaba “desterra-do” del Cuzco, tuvo una visión en la cual se le apa-reció el Sol y le ordenó que se dirigiera al Cuzco yexpulsara a los chancas. Según la versión de SantaCruz Pachacuti el Sol le promete ayuda: “Hijo, yo osprometo que en el nombre del Hacedor a quien ha-béis llamado en vuestras tribulaciones, yo os digoque os oyó y así será en vuestra defensa y lo seréisvictorioso, pelead sin miedo”.

Inca Yupanqui, confiado en las palabras del Sol,se dirigió al Cuzco, donde las piedras se volvieronsoldados para enfrentarse a los enemigos de los in-cas, venciéndolos. Después de derrotarlos, Yupan-qui fue en busca de su padre, quien rechazó eltriunfo por no haber sido logrado por Urcon. Esteúltimo se enfrentó a Yupanqui y fue derrotado. Re-conocido como inca y aceptado como tal por su pa-dre Wiracocha, Yupanqui cambió su nombre por elde Pachacuti (“el que renueva el mundo”) y se de-dicó a reconstruir el Cuzco y a reformular su orga-nización (F. Pease).

A pesar de la imagen negativa que algunas cró-nicas le atribuyen a Wiracocha, los estudiosos delpasado inca suelen considerarlo como el primer go-

bernante del Cuzco con aspiraciones imperialistas.Se ocupó de su reorganización y de dar nuevas leyesacordes a las necesidades de un estado que estabadejando de ser un pequeño curacazgo.

Las crónicas contienen abundantes referenciassobre el accionar de los sucesores de Manco Capac,pero su información es menor en relación a la orga-nización del Cuzco incaico en estos primeros añosiniciales. Sin embargo, como señala Franklin Pease,no hay motivo para pensar que ésta difiriera muchode la de los grupos étnicos que habitaban la sierrasur en la primera mitad del siglo XV. Debió funcio-nar allí un sistema de complementariedad ecológica–nos dice Pease– que permitiera el acceso a múlti-ples recursos agropecuarios. Basa su afirmación enla mención que hacen los mitos de origen cuzque-ño de cuatro recursos: la papa, la coca, el ají y elmaíz, de diferente origen ecológico. Los valles veci-nos al Cuzco eran ricos en maíz y papas, las cerca-nas zonas altas producían distintas variedades depapas, la coca se cultivaba en las tierras bajas, valleabajo del río Urubamba, y el ají en zonas tambiéncercanas. A esto se añadía la presencia del ganadoandino, llamas y alpacas, que aunque no era abun-dante sirvió para sustentar la economía del Cuzcoinicial.

LA GRAN EXPANSIÓN DEL CUZCO

El primer paso en la expansión del poderío incalo constituyó, sin duda, la derrota del pueblo chan-ca. La eliminación de un enemigo tan importantepermitió a los incas anexar los territorios antes con-trolados por los chancas y sobre todo les dio la po-sibilidad de expandirse a partir de los mismos. Porotro lado, significó también el control sobre la po-blación conquistada y su incorporación al ejércitoinca, como fuerzas auxiliares, que facilitaron la con-quista de tierras ricas y bien pobladas en ese rumbo.La gran expansión del Cuzco se inicia entonces apartir de este momento, en tiempos que los cronis-tas atribuyen al gobierno de Pachacuti.

La primera zona de expansión parece haber sidola región del lago Titicaca. Los cronistas relatan có-mo el inca Pachacuti se alió con los lupaca –uno delos más importantes grupos étnicos del área– parapoder vencer a los poderosos hatun colla. Esta con-quista colocó a los grupos de la región del Titicaca

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Una vez concluida su victoria militar el inca Pachacuti seencargó de reconstruir el Cuzco y fue el responsable de laexpansión política del Tahuantinsuyo. Durante su mandato,convirtió a la ciudad en una urbe con edificios de piedra.

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bajo la supremacía incaica. Los incas tuvieron espe-cial interés en controlar esta región por dos recur-sos que en aquella área eran abundantes y muyapreciados: los textiles y el ganado.

Una vez conquistada la región el estado cuzque-ño pasó a administrar directamente ambos recursos.La ropa originada de este modo sirvió para proveer,con un bien de alto aprecio, a otras regiones con-quistadas después. Es importante resaltar que el usodel tejido de lana, como señala Murra, se extendióal mismo tiempo que la expansión incaica.

En el caso de la producción agrícola, si bien nohubo una interferencia equivalente, el estado incacolocó población cuzqueña en enclaves importantescomo el de Copacabana, y grupos de mitmaqkunaen las zonas marginales del mar o de la región yun-ga situada al este del altiplano, donde tenían sus co-lonias los pueblos del área lacustre. Asimismo tu-vieron que contribuir con energía humana para larealización de tareas señaladas por el Tahuantinsu-yo, como por ejemplo la constitución de los ejérci-tos (F. Pease).

Después de conquistar el área del lago Titicaca,las crónicas señalan que Pachacuti se dirigió haciael norte, llegando hasta la sierra central, actual de-partamento de Junín. Para este momento el estadocuzqueño contaba ya con un territorio bastantegrande y con una gran cantidad de población queera necesario organizar para que cumpliera con laslabores impuestas por el Tahuantinsuyo. Según las

crónicas Pachacuti asume la tarea de reorganizar elTahuantinsuyo haciendo evidente el significado delnombre que tomó al derrotar a los chancas y asumirel cargo de inca: “el que renueva el mundo”.

Las crónicas señalan que abandonó la guerra pa-ra dedicarse a atender los problemas ligados a lareestructuración del Tahuantinsuyo. Se rodeó de losamautas y de los mejores especialistas a fin de quele aconsejaran en cada decisión que debía tomar, noescapando a su interés ninguna actividad creadora.Planificó nuevamente el Cuzco y lo reedificó, desta-cando el templo del Sol, llamado desde entoncesCoricancha. También hizo erigir el templo de Quis-huarcancha, dedicado a Wiracocha. Mandó cons-truir un santuario para congregar a los dioses de losgrupos étnicos conquistados, reteniéndolos en elCuzco en calidad de rehenes para evitar sublevacio-nes. Enriqueció y agrandó el acllahuasi. Hizo levan-tar collcas, desecar los pantanos del Cuzco, abrir ca-minos, construir tambos e importantes obras hi-dráulicas, que permitieron la ampliación de los te-rrenos de cultivo. Edificó nuevos centros adminis-trativos que sirvieron para la vigilancia política,económica y civil de las zonas anexadas. Distribuyólas tierras del Cuzco y sus alrededores entre las pa-nacas cuzqueñas (W. Espinoza). Además se dedicóa mejorar las comunicaciones, levantando fortalezasy templos para asegurar su control. Estableció lacostumbre de desterrar pueblos enteros a lugaresdistantes (mitmaqkuna) para evitar rebeliones. Fue

también un gran legisla-dor que estableció las ba-ses de la nobleza adminis-trativa y militar (M. Rost-worowski).

El retiro de Pachacutide las actividades bélicasno significó el abandonode las conquistas y la inte-rrupción de la expansióndel territorio. Eso, ade-más, era imposible debidoa la necesidad del estadode manejar cada vez ma-yores recursos y de conso-lidar las posiciones quehabía alcanzado, situaciónque demandaba la cons-trucción de fortalezas y elenvio de guarniciones pa-ra defender las zonas defrontera. Por otro lado, no

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CHACHA BAMBASAYAC MARKA

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Una vista del área alrededor del Cuzco. Tomada de Hyslop 1990.

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se podía desatender a las poblaciones conquistadasque representaban un peligro continuo por la posi-bilidad de organizar sublevaciones en contra del es-tado cuzqueño que, aunque respetó la continuidadde sus tradiciones, les impidió disponer librementede sus tierras y recursos económicos, generandoque los grupos étnicos sometidos intentaran cadavez que podían recuperar su autonomía.

Las crónicas relatan que con el fin de resolver es-tos problemas, Pachacuti asoció al gobierno a unode sus hijos, Tupac Yupanqui, quien sobresalió porsus dotes de estratega y conquistador. Añadió a lasya considerables tierras del Tahuantinsuyo, las delos chachapoyas, el reino Chimor y llegó hasta Qui-to, en el actual Ecuador; por el norte penetró en laselva amazónica sin éxito y extendió su dominiomeridional hasta la región de Charcas, el Tucumánargentino y la mitad norte de Chile, donde los arau-canos salieron a hacerle frente. Las crónicas men-cionan que fue Tupac Yupanqui quien consiguióafirmar la soberanía cuzqueña en los pueblos delnorte, entre la frontera de los quechuas y Cajamar-ca, ya ocupadas previamente, donde tuvo que sofo-car rebeliones locales que también se repetían en losreinos meridionales del Collao.

La expansión hacia el norte significaba tener op-ción a los recursos producidos en esos lugares, ob-jetivo de primer orden en las conquistas cuzqueñas.Cajamarca, importante centro administrativo y re-distributivo, era esencial también por su riqueza ga-nadera (al respecto, Cieza de León ha llamado laatención sobre esta región de buenos pastos y nu-

meroso ganado, donde además se producía abun-dante maíz).

La anexión de Cajamarca significaba la posibili-dad de extender el dominio del Cuzco hasta el rei-no de Chimor, en la costa norte del Perú actual. Allíse había desarrollado una agricultura con riego quemovía abundante agua y alimentaba una poblaciónnutrida, y se habían construido núcleos urbanoshoy célebres como Chan Chan, que alcanzó ampliaextensión y albergó una población estimada entre20 000 y 30 000 habitantes (F. Pease). Los podero-sos señores de Chan Chan habían conseguido sus-tentar su hegemonía en el desarrollo de una agricul-tura de irrigación, que dependía en gran manera delas fuentes de agua procedentes de la adyacente zo-na serrana de Cajamarca y Huamachuco.

Es sabido que el Chimor fue desde antes del es-tado cuzqueño una de las zonas de mayor desarro-llo urbano del área andina. La extensión del regadíopermitió allí un cultivo intensivo del maíz. Esta ca-racterística, según Pease, debe ser tomada en cuen-ta con el mayor interés, puesto que al momento dela dominación por el Tahuantinsuyo podía servircomo un recurso regional y formar, junto o no conCajamarca, un modelo de colonización.

Cajamarca y Chimor habían configurado, desdeantiguo, una unidad económica interdependiente.Mediante una alianza habían logrado mantener, alparecer sin conflictos, su autonomía política. Laruptura del equilibrio entre la sierra y la costa nortefue el resultado inevitable de la presencia en Caja-marca del excluyente poder incaico. Los cronistas

coinciden en señalar la vio-lencia que caracterizó laconquista cuzqueña, ha-ciendo posible que el Ta-huantinsuyo pudiera con-trolar directamente aquellosrecursos que más le intere-saban en la región. La alian-za entre los reinos de Caja-marca y el Chimor no fuesuficiente para impedir elavance del Tahuantinsuyo.El chimo capac tuvo que

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Una sala ceremonial de laciudad de Chan Chan en LaLibertad. El Chimor fue uno delos reinos antecesores de losincas con mayor desarrollourbano.

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aceptar que su territorio pasara a formar parte delincaico como única posibilidad de asegurar la su-pervivencia de su reino. La pérdida de la autonomíaeconómica supuso para él y sus descendientes lapérdida del poder político, al quedar convertidos enfuncionarios de la burocracia estatal que terminópor aniquilar la conciencia entre sus gentes de per-tenecer a una unidad política (C. Bravo).

La conquista inca convirtió a la región en un po-deroso centro administrativo desde donde se orga-nizó la anexión de nuevos territorios. Los cronistasmencionan que el Chimor se convirtió en una fuen-te de aprovisionamiento de mitmaqkuna para tras-ladarlos a otras regiones andinas. Durante el gobier-no del inca Huayna Capac, según indica Zárate, laregión se rebeló y, a consecuencia de ello, muchagente fue enviada a diversos lugares de la costa cen-tral: Collique, Maranga, Cañete, Ica, así como a Ca-jamarca y al Cuzco (F. Pease).

Pachacuti había nombrado como heredero y su-cesor a su hijo Amaro Yupanqui, con quien estable-ció un correinado. Los méritos del futuro inca esta-ban relacionados con sus conocimientos de agricul-tura, arquitectura y administración estatal. El cro-nista indígena Santa Cruz Pachacuti le atribuye po-deres taumatúrgicos, que en años de sequía y ham-bruna le permitían obtener extraordinarias cosechascon las que atendía a las necesidades del pueblo. Sinembargo, carecía de las habilidades necesarias paragobernar un estado en continua expansión, en elque la guerra tenía un rol preponderante, mientrasque Tupac Yupanqui, luego de la anexión del Chi-mor, había demostrado ampliamente poseer las do-tes de estadista y guerrero necesarias para gobernarel Tahuantinsuyo.

Así encontrándose de regreso en el Cuzco, Pa-chacuti decidió nombrar a Tupac Yupanqui como susucesor, pasando a cogobernar con él. Amaro Yu-panqui declinó voluntariamente sus derechos a lasucesión, siendo aceptada también la decisión dePachacuti por la nobleza orejona. La designaciónde Tupac Inca Yupanqui por Pachacuti, y su recono-cimiento unánime por las panacas cuzqueñas, pare-cen constituir una excepción a las alteraciones queprovocaron las sucesiones del gobierno en el inca-rio (W. Espinoza, C. Bravo).

Tupac Yupanqui continuó la expansión del Ta-huantinsuyo sometiendo a los valles de la costa sur.Parece ser que las tierras de Nazca y el pujante se-ñorío de Chincha entraron con facilidad a formarparte del Tahuantinsuyo, seducidos sus jefes por lasgenerosas promesas del inca. Su aceptación pacífica

evitó que la alianza inca les suprimiera su poder po-lítico. Además fueron considerados importantesaliados que mantuvieron sus prerrogativas y gozaronde honores semejantes a los del propio inca.

También el antiguo y prestigioso templo de Pa-chacamac –a escasos kilómetros al sur de la actualciudad de Lima– vio respetada su primacía. Estecentro religioso, famoso por su oráculo, fue embe-llecido y ampliado y su divinidad respetada y vene-rada por los incas, que no dudaron en consultar susvaticinios en situaciones difíciles. Sólo el pequeñoseñorío de Huarco, afianzado en una segura fortale-za, se atrevió a desafiar breve, aunque inútilmente,el poderío del inca.

En esta región, según Pease, no parece haberexistido ningún recurso notable ni excedente de

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Mapa del Tahuantinsuyo durante su mayor expansión.Tomado de Hyslop 1990.

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producción especializado en manos de un podercentralizado. Las relaciones geográficas insisten enla aridez de la región, si bien reconocen al mismotiempo que las posibilidades de autoabastecimientoeran buenas. Hay una excepción, en términos de laconstatación de un recurso específico para la regiónde Chincha, el mullu (Spondylus, concha marinamuy apreciada para ofrendas rituales), que era traí-do desde la península de Santa Elena, en el Ecuadoractual. Tenía una importancia particular por su ex-tendido uso ritual, por ser una de las principalesofrendas y porque, según creencia generalizada, losdioses se “alimentaban” de él.

Parece ser, además, que esta región proveyó deun alto número de mitmaqkuna para ser traslada-dos a otras zonas. Pease piensa que se trata de unmodelo de colonización que hacía posible al estadoacceder a un recurso básico en forma de mano deobra. Este modelo sería diferente al del área lacustreporque la energía humana obtenida en esta regiónserviría para ser trasladada a otras regiones en lascuales escaseaba, o en las que era imprescindiblepara aumentar la producción.

Luego de la conquista de los valles costeños, Tu-pac Yupanqui centró su atención en la consolida-ción del poder cuzqueño en la región del Collao,siempre dispuesta a liberarse de él. El inca afirmó susoberanía con la anexión de ricos valles del oriente

boliviano y la sumisión de los charcas, que pasarona convertirse en poderosos y eficaces aliados en lasfuturas campañas de conquista, como soldados pro-fesionales, y cuya lealtad fue compensada con el re-conocimiento de una superior categoría social. Alsur del altiplano boliviano se construyeron centrosadministrativos y militares como Iscanwaya, cercade La Paz, Inkallacta en Cochabamba y Pocona enSipe Sipe, con el afán de controlar las tierras altas yproteger las fronteras para evitar los ataques de losindomables chiriguanos. Las crónicas dejaron testi-monio de sus cruentas sublevaciones contra el do-minio del Tahuantinsuyo convirtiéndose en motivode inseguridad e inquietudes para el Cuzco. Las tie-rras de Chile constituyeron la última campaña ex-pansionista de Tupac Inca Yupanqui, que llevó susconquistas hasta las márgenes del río Maipó, 34º delatitud sur, señalados por la arqueología como ellímite de la irradiación cuzqueña en esta zona (C.Bravo).

Pero Tupac Inca Yupanqui no fue sólo el granguerrero que describen con alabanza todas las cróni-cas, también supo seguir las pautas marcadas porsus predecesores al imponer una rígida estructura degobierno y administración que, dirigida por los no-bles de las elites cuzqueñas, supuso la unidad polí-tica del Tahuantinsuyo. Contó para ello con la eficazcolaboración de su hermano Amaru Tupac, su “se-gunda persona” o correinante, que dedicó toda suvida a organizar la explotación agrícola del imperioy a facilitar las costosas guerras del inca (C. Bravo).

Tupac Yupanqui eligió como su sucesor a su hi-jo Titu Cusi Huallpa, que luego tomó el nombre deHuayna Capac. Las crónicas mencionan que cuan-do este inca asumió el poder resurgieron viejos en-frentamientos y diferencias entre las panacas cuz-queñas. Cieza de León habla de conjuraciones ymotines que alteraron la vida del Cuzco poniendoen peligro la continuación del poder de los incas.

El principal interés del gobierno de Huayna Ca-pac, según Waldemar Espinoza, fue mantener la tie-rra pacificada. Para lograrlo visitó varias veces susdominios y nombró funcionarios para que lo ayuda-sen en esta tarea. Sus sucesivas campañas, señalaConcepción Bravo, no obedecieron en ningún mo-mento a una improvisación fortuita o caprichosa;respondieron a lo que él programó como una per-fecta planificación de toda su actividad política ymilitar para el futuro de su reinado.

La actividad guerrera de Huayna Capac se iniciócon una expedición de castigo contra los levantis-cos chachapoyas, al norte de la ciudad de Cajamar-

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Tupac Inca Yupanqui, quien se encargó de consolidarla expansión del Tahuansintuyo hacia el este, se

preocupó también por contar con una eficiente red deadministradores al servicio del poder cuzqueño.

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ca, y tuvo como resultadono sólo la sumisión defini-tiva de estos antiguos ynunca dominados pobla-dores, sino su captación ylealtad incondicionalespara la causa del Cuzco enlos más difíciles momen-tos de las futuras crisis.No fue ajena a este éxito ladecisión de convertir a los“curacas” cañaris, de du-dosa lealtad desde quefueron anexionados porTupac Inca Yupanqui, enjefes militares encargadosde la guarda personal delinca. El traslado de la mayor parte de sus poblado-res al valle del Yucay, cerca del Cuzco, para conver-tirlos en colonos de sus fértiles tierras, dejaba librede problemas esta zona, cuyo centro político y reli-gioso más importante, Tomebamba (Tumipampa),jugaría un papel decisivo en el futuro del imperio.La construcción de un magnifico camino, a travésde la sierra, facilitó en adelante una comunicaciónregular entre todos los señoríos del Chinchaysuyo yla capital del imperio, y el cómodo abastecimientode las tropas imperiales en las campañas que tuvie-ron como escenario las lejanas fronteras, al norte delos chachapoyas y cañaris (C. Bravo).

Según Franklin Pease, en Chachapoyas se en-cuentra otro centro administrativo cuyas funciones,aparentemente marginales, deben haber estado de-dicadas a concentrar recursos de la ceja de selva.Bonavia y Ravines han señalado la presencia de gru-pos multiétnicos colonizadores asociados al cultivodel maíz y colocados ahí por el Tahuantinsuyo. Porotro lado, señala Pease, no se puede dejar de teneren cuenta la posibilidad de la utilización del centrocomo reducto militar, debido a su tardía anexión alTahuantinsuyo y a su ubicación en una región defrontera inestable.

Luego Huayna Capac realizó una rápida visita alas tierras de Chile que tuvo por objeto la reorgani-zación administrativa de ese dominio del Collasu-yo, estableciendo tres demarcaciones administrati-vas. Una, asimilada a la antigua provincia del Co-llao, extendía sus límites hasta Atacama; la segundatuvo su centro administrativo en Coquimbo; y unatercera, la de Aconcagua, cuyo centro fue el valle del

Mapocho, tuvo dentro de su jurisdicción a la futuraciudad de Santiago. La visión política de HuaynaCapac se advierte no sólo en el hecho de que estasdemarcaciones siguieran siendo válidas en tiempostan diferentes a los suyos, sino que intuyó que laaceptación de su soberanía sólo sería posible devol-viendo a los jefes locales, los “curacas” chilenos, elpoder político del que su padre les había desposeí-do (C. Bravo).

De esta manera Huayna Capac decide continuarcon la política iniciada por su padre al conquistar elreino de Chincha. Ofrece a los jefes locales la posi-bilidad de no perder su mando político anexándosepacíficamente al Tahuantinsuyo. Política que habíaseguido en Chile al reconocer a la nobleza local, res-ponsabilizándola de altos puestos de mando, y queseguirá más adelante con los jefes de los grupos ét-nicos de la región del norte.

Las crónicas dicen que antes de su regreso alCuzco, el inca se aventuró en las tierras orientales,donde los “chiriguanos” presionaban en los límitesde Charcas, e incluso se adentró en la más remotade los mojos. No se conocen los resultados de estaempresa, pero se sabe que en la tierra de los charcasy en el rico valle de Cochabamba llevó a cabouna importante labor de colonización.

En los archivos bolivianos, nos dice ConcepciónBravo, se conservan viejos legajos que contienen lasdeclaraciones de indígenas y españoles que pleitea-ron por la posesión de tierras de pastos y de cultivo,invocando aquéllos el reparto que de las mismas hi-ciera el inca al organizar la explotación de este terri-torio con fines estatales, asentando allí colonos mit-

Restos incaicos en Pisac, Cuzco.

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maqkuna, procedentes de lugares diversos y remo-tos. La población autóctona, que hubo de abando-nar sus primitivos asentamientos, fue trasladada a lafrontera para protegerla contra las incursiones delos temibles chiriguanos, y el producto obtenidocon el trabajo de los colonos se destinó al manteni-miento de las necesidades del estado y de los nutri-dos ejércitos.

Razones de índole económica se unían a las es-tratégicas en esta incesante ampliación de la fronte-ra incaica que llevaba en sí misma la necesidad deobtener nuevos recursos y que impulsó el dinamis-mo constante de la política cuzqueña, desde los glo-riosos y míticos tiempos de su victoria sobre loschancas.

De ahí que Huayna Capac tuviera como objetivoprincipal asegurar la anexión definitiva de los dis-persos y numerosos pueblos contra los que su padrehabía peleado en el norte de Chinchaysuyo. Enellos se había conseguido un riquísimo botín con-sistente en productos suntuarios, que alentaba lasexpectativas de ampliar el control efectivo del Cuz-co hasta esas tierras, que podrían proporcionar bie-nes suficientes para mantener la política de redistri-bución, política que consumía, en un volumen cadavez mayor, las reservas estatales de esta clase de pro-ductos. La elección de un lugar apropiado para es-tablecer la base de operaciones estable era la prime-ra fase que requería la empresa, y el conocimientoprevio que el propio inca tenía de la región fronte-riza del reino del Quito hizo posible que esta elec-ción fuera un acierto: Tumipampa (C. Bravo).

Desde los escritos del siglo XVI hasta los moder-nos estudios arqueológicos evidencian su importan-cia excepcional. Situada en el territorio de los caña-ris, establecida ya como seguro asentamiento incai-co, reunía condiciones óp-timas para convertirse encentro y punto de partidade futuras expediciones.Las crónicas relatan su fun-dación por el Tahuantin-suyo como algo notable

que rompía patrones establecidos. Según Pease, delos detalles de su fundación se desprende, más quede ningún otro caso entre los centros urbanos admi-nistrativos, su carácter de “nuevo Cuzco”, lo cualalcanza ribetes extraordinarios cuando Huayna Ca-pac se instala allí y organiza una fuerte burocracia,trasladada inicialmente desde el Cuzco, pero queadquirió progresivamente caracteres locales y com-petitivos.

También es probable que Huayna Capac viera eneste asentamiento las posibilidades que ofrecía susituación estratégica. Tumipampa se encontraba enun área en proceso de colonización y cercana a con-flictivas fronteras ubicables más al norte, por ello hadebido ser también un reducto militar importante,un centro desde el cual los últimos incas libraronsus campañas de conquista hacia el norte. Era tam-bién una zona que se abría como prometedora fuen-te de variados recursos. En la región se producíamaíz de alta calidad y en las zonas cercanas, al estede los Andes, se producía coca. Contaba, además,con una población numerosa, que aseguraba abun-dante mano de obra (F. Pease, C. Bravo).

Al indudable valor económico y estratégico de lazona se unía, por otra parte, el prestigio que comocentro religioso tenía Tumipampa entre las pobla-ciones autóctonas, que creían proceder de uno delos cerros cercanos. Se trató pues de la ampliaciónde un asentamiento y de la reafirmación de su ca-rácter religioso, que fue acrecentándose con la largaestancia en él de Huayna Capac.

Aunque el avance de la ocupación inca significóla fundación de nuevas ciudades importantes, sobretodo la de Quito, Tumipampa siguió siendo el pun-to de partida y regreso de las numerosas expedicio-nes que, en largas y duras campañas, llegaron hasta

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Restos de Vilcashuamán, enAyacucho. Los incasconstruyeron diversos centrosadministrativos en las regionescuyo control político asumían.Estos centros fueron destinadospara servir de morada a losadministradores estatales, parael almacenamiento de recursos ypara las tareas del culto.

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las lejanas tierras de Popayán, en el sur de la actualColombia, o a las inhóspitas costas del norte dePuerto Viejo donde, en las márgenes del río Mayo,en 1º 28’ de latitud norte, marcó el inca los límitesde su imperio (C. Bravo).

Las crónicas prefieren destacar las conquistascomo hechos militares, sin embargo también infor-man de otros mecanismos utilizados por los incaspara expandir su territorio. El establecimiento derelaciones de reciprocidad (entrega de mano deobra por parte de los grupos conquistados) y de re-distribución (entrega de determinados bienes por elCuzco) –que no eran ajenas a los grupos conquista-dos– fue uno de ellos. Las crónicas relatan que lamarcha de los ejércitos del inca era acompañada deun número considerable de cargadores que llevabanropa, generalmente de lana, y otros recursos apre-ciados como la coca y el mullu. Al realizar una nue-va conquista territorial, el inca repartía la ropa y losotros bienes entre la población. Era uno de los pri-meros actos, que incluso reemplazaba el conflictocon una “alianza” entre un grupo étnico determina-do y el Tahuantinsuyo. Este “regalo” puede ser en-tendido como una forma de iniciar una relación re-distributiva, que no excluía la compulsión, y permi-te entender la obligación de los grupos étnicos in-corporados de entregar mano de obra en forma pe-riódica y por plazos limitados (mita), lo que permi-tía al Tahuantinsuyo generar un nuevo excedenteredistribuible (F. Pease).

Otro mecanismo utilizado por el estado cuzque-ño fueron las alianzas matrimoniales. Las crónicas yotros documentos relatan los matrimonios realiza-dos entre el inca y las hijas o hermanas de los cura-cas andinos, así como entre estos últimos con mu-jeres de la familia del gobernante cuzqueño. Si los“regalos” anteriormente indicados dan fe del iniciode relaciones, los matrimonios de esta índole deja-ban claramente establecido un conjunto de lazosque estabilizaban las vinculaciones del Cuzco conlos grupos étnicos. A ello se sumó la utilización delculto solar identificado como la ideología triunfan-te, aunque lo último no supone la implantación po-pular del culto solar sino su presencia en todo nú-cleo administrativo.

En la redistribución ejercida entre los curacasvecinos y en el establecimiento con ellos de lazos deparentesco se basó la expansión del pequeño reinodel Cuzco. Los miembros de los ayllus siempre sehabían debido mutuos servicios por el mero hechode su pertenencia a la unidad de parentesco, que lesconfería el derecho de acceso a los recursos de la et-

nia así como un reclamo a las prestaciones en traba-jo de los demás miembros. La energía humana, ob-tenida de esta manera por el estado cuzqueño, fueel recurso más importante que hacía posible obte-ner la enorme cantidad de bienes que el Tahuantin-suyo redistribuía. Y disponer de soldados que fue-ron la base del poderío militar incaico (C. Bravo).

El Tahuantinsuyo fue posible gracias a una am-plia experiencia en común de la población andina,efizcamente aprovechada por los incas. Como seña-la Pease, fue probablemente poco lo que aportaronde original los incas en los Andes. Pero también escierto que llevaron a niveles quizás insospechadosantes de ellos, a muchas de las formas de organiza-ción andinas. La reciprocidad y la redistribución,por ejemplo, fueron llevadas a extremos en la orga-nización masiva y extensiva de la producción quecaracterizó al Tahuantinsuyo. Esto no pudo hacersesin conflictos, pero requirió de ciertos consensosbásicos, alcanzables a partir de la utilización de re-laciones ampliamente usadas por los grupos étnicosandinos antes de los incas. Es desde esta óptica quepuede entenderse la rápida expansión del Tahuan-tinsuyo en los Andes.

CUZCO: OMBLIGO DEL MUNDO

El inca Manco Capac, de acuerdo con el relatode las crónicas, fue el fundador de la ciudad delCuzco. Este hecho ha sido asociado a la organiza-ción de un sistema de drenaje para sanear los “pan-tanos” que ocupaban el sitio. La ciudad inicial, se-gún estos cronistas, fue construida entre los ríos Tu-lumayo y Huatanay (F. Pease). De acuerdo con lageografía, el Cuzco está ubicado a unos 3 400msnm. Los geográfos señalan que no es accidentalque se haya convertido en un centro cultural de pri-mera importancia: el valle de Vilcanota-Urubamba yla pampa de Anta forman una zona fértil, no dema-siado alta y con agua aun durante la estación seca,ya que es beneficiada por parte de las lluvias quevienen del oriente y por el escurrimiento de las nie-ves del nudo de Vilcanota (J. Murra).

La ciudad incaica, según Betanzos, tenía la for-ma de un puma cuya cabeza estaría en la fortalezade Sacsahuaman, su cuerpo entre los ríos Tulumayoy Huatanay, y su cola en la confluencia de ambos, enel lugar llamado Pumaq Chupan (M. Rostworows-ki). Los cronistas señalan que la estructura definiti-va del Cuzco fue obra de dos incas: Pachacuti,quien reconstruyó la ciudad después de la guerracon los chancas, y Huayna Capac, quien durante su

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gobierno realizó modificaciones importantes en laplanta de la ciudad.

La ciudad del Cuzco estaba dividida en dosgrandes áreas: hanan y urin, correspondientes a laparte alta y baja de la ciudad respectivamente. Suorganización giraba en torno a la plaza central, co-nocida con el nombre de Aucaypata. En su contor-no se hallaban doce barrios: Colcampata, CantutPata, Munay Senga, Rimac Pampa, Cayaocachi,Chaquilchaca, Piqchu, Quillipata, Carmenca, Hua-ca Puncu, Puma Curcu y Tococachi (M. Rostwo-rowski). Los cronistas describieron a la ciudad in-

caica como el lugar donde seoriginaban los cuatro cami-nos principales que se diri-gían a cada uno de los cuatrosuyos que en conjunto forma-ban “las cuatro partes delmundo”.

La ciudad contaba con im-portantes edificaciones comolos palacios de los incas y desus linajes o panacas, el Ya-chayhuasi o escuela para loshijos de la elite, el Acllahuasio lugar donde se educaban lasniñas y mujeres escogidas, y el

Coricancha o templo del Sol, recubierto de planchasde oro y con un jardín con plantas y figuras del mis-mo metal. Estaba también surcada por “caminos” ri-tuales que seguían a los cuatro caminos que partíandel Cuzco. En cada uno de ellos, estaban ubicadasen orden las huacas que en la región todos adoraban(R.T. Zuidema). Cobo señalaba que cada uno de loscaminos rituales (ceques) estaba a cargo de las par-cialidades y familias de la ciudad del Cuzco.

Una primera descripción del Cuzco se encuentraen la Relación de la conquista del Perú de Pedro San-cho, uno de los que acompañó a Francisco Pizarro en

su viaje de Cajamarca al Cuzco.En su relato, Sancho describe a laciudad de la siguiente manera:

“La ciudad del Cuzco por serla principal de todas donde te-nían su residencia los señores, estan grande y tan hermosa que se-ría digna de verse aun en España,y toda ella llena de palacios deseñores, porque en ella no vivegente pobre, y cada señor labraen ella su casa y asimismo todoslos caciques aunque éstos no ha-

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Los templos y palacios realesincaicos se encontraban situadosentre los ríos Huatanay y Tulumayoen la ciudad sagrada del Cuzco.Plano de la ciudad incaica tomadode Gasparini y Margolies 1977.

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CHINCHAYSUYU

HUACA PUNKU

COLCAMPATA

KANTU PATA

HURIN CUZCO

HANAN CUZCO

TOCOCACHI

tullumayo

huatanay

chunchul

CARMENCA

HAUCAYPATA

CUSIPATA

QUILLIPATA

PIICHU

CHAQUILCHACA

CAYAOCACHI

CORIPATA

CUNTISUYU

RIMAC PAMPA

MUNAY SINKA

COLLASUYU

PUMAC CHUPAN

SACSAYWAMAN

ANTISUYU

Según el cronista Juan de Betanzos elCuzco tenía la forma de un puma encuya cabeza se ubicarían las ruinas deSacsahuaman. En la imagen una vistade este complejo.

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bitaban en ella de conti-nuo. La mayor parte deestas casas son de piedra;hay muchas casas deadobe, y están hechascon muy buen orden,hechas calles en formade cruz, muy derechas,todas empedradas y poren medio de cada una vaun caño de agua revesti-do de piedra. La faltaque tienen es el de serangostas, porque de unlado del caño sólo puedeandar un hombre a caba-llo, y otro del otro lado.Está colocada esta ciu-dad en lo alto de unmonte y muchas casashay en la ladera y otrasabajo en el llano. La pla-za es cuadrada y en sumayor parte llana, y em-pedrada de guijas; alre-dedor de ella hay cuatrocasas de señores que sonlas principales de la ciu-dad, pintadas y labradasde piedra, y la mejor deellas es la casa de Guayna-cava, cacique viejo, y lapuerta de mármol blancoy encarnado y de otros colores, y tiene otros edifi-cios de azoteas, muy dignos de verse. Hay en la di-cha ciudad otros muchos aposentos y grandezas:pasan por ambos lados dos ríos que nacen una le-gua más arriba del Cuzco y desde allí hasta que lle-gan a la ciudad y dos leguas más abajo, todos vanenlosados para que el agua corra limpia y clara yaunque crezca no se desborde: tienen sus puentespor los que se entra a la ciudad. Sobre el cerro, quede la parte de la ciudad es redondo y muy áspero,hay una fortaleza de tierra y de piedra muy hermo-sa. Hay dentro de ella muchos aposentos y una to-rre principal en medio hecha a modo de cubo, concuatro o cinco cuerpos, uno encima de otro: losaposentos y estancias de adentro son pequeñas, ylas piedras de que está hecha están muy bien labra-das, y también ajustadas unas con otras que no pa-rece que tengan mezcla, y las piedras están tan lisasque parecen tablas acepilladas, con la trabazón en

orden, al uso de España, una juntura en contra deotra. Tiene tantas estancias y torres que una perso-na no la podría ver toda en un día: y muchos Espa-ñoles que la han visto y han andado en Lombardíay en otros reinos estraños, dicen que no han vistootro edificio como esta fortaleza, ni castillo másfuerte. Podrían estar dentro cinco mil Españoles: nose le puede dar batería, ni se puede minar, porqueestá colocada en una peña. De la parte de la ciudadque es un cerro muy áspero no hay más de una cer-ca: de la otra parte que es menos áspera hay tres,una más alta que la otra, y la última de más adentroes la más alta de todas. La más linda cosa que pue-de haberse de edificios de aquella tierra son estascercas, porque son de piedras tan grandes, que na-die que las vea, no dirá que hayan sido puestas allípor manos de hombre humanos, que son tan gran-des como trozos de montañas y peñascos, que lashay de altura de treinta palmos, y otros tantos de

Palacio de Tupac Inca Yupanqui en la ciudad del Cuzco. Los linajes de la elite construyeronsus viviendas en los recintos de la ciudad sagrada.

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largo, y otras de veinte y veinticinco, y otras quincepero no hay ninguna de ellas tan pequeña que lapuedan llevar tres carretas: éstas no son piedras li-sas, pero harto bien encajadas y trabadas unas conotras...” (citado en F. Pease 1992: 137-139).

Los cronistas destacaron, asimismo, el sentidosimbólico del Cuzco como centro y origen del mun-do de los incas. La ciudad era reverenciada y se lle-ga a indicar que era un símbolo de todo el Tahuan-tinsuyo. El Cuzco es considerado el modelo perfec-to de las ciudades andinas prehispánicas, que seconstruían a su imagen y semejanza en términos ri-tuales, y que requerían incluso de tierra trasladadadesde el Cuzco para certificar su identificación con

la ciudad sagrada. Ello explica la repetición simbó-lica de la estructura de la ciudad en los centros ad-ministrativos incaicos ubicados en distintos lugaresdel área andina. Los arqueólogos han precisado quelos planos de algunos de ellos no corresponden a losdel Cuzco incaico, debido a que los incas basaron lasimilitud en la reunión de ciertos elementos simbó-licos básicos que convertían a los centros adminis-trativos en “iguales” al Cuzco. Cada uno de elloscontenía un “palacio” del inca, un templo solar, unacllahuasi y un complejo de depósitos para almace-nar los bienes dedicados a la redistribución, así co-mo las habitaciones y los talleres de los mitayos queen ellos laboraban (F. Pease).

IIILA POLÍTICA Y LA ADMINISTRACIÓN

LA DIARQUÍA

El sistema de gobierno diárquico supone la exis-tencia de dos gobernantes que ostentan el mando ala vez. Estudiosos del pasado incaico, basándose enlas crónicas y en la documentación local que mues-tran la existencia de una dualidad en la autoridad,sostienen que posiblemente ésa fue la forma de go-bierno que tuvo el Tahuantinsuyo. María Rostwo-rowski, partiendo de su estudio sobre los curacaz-gos de La Paz, Capachica y Lima, donde encuentraque el poder era compartido entre los curacas de ha-nan y urin acompañado cada uno por un ayudante,plantea que uno de los curacas principales ejercía elpoder y era considerado como el jefe del grupo ét-nico. Y propone que esta estructura dual se conser-vó con la creación del estado inca.

Sabemos por las crónicas que, en el caso delCuzco, las dos mitades originarias se subdividían asu vez en cuatro grandes sectores que correspondena Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Cuntisuyo.Los dos primeros formaban la mitad hanan, y losdos últimos la mitad urin. Dentro de las mitades sereproducía la división, y entonces Chinchaysuyoera hanan con relación a Antisuyo (que era urin en

esa mitad) y Collasuyo era hanan con relación aCuntisuyo. De acuerdo con la propuesta de MaríaRostworowski, un inca gobernaría el Chinchaysuyoy su ayudante el Antisuyo y el otro el Collasuyo y suayudante el Cuntisuyo, es decir, el constante ele-mento dual se convertía en una cuatripartición.

Por su parte Franklin Pease indica que en la ver-sión de Betanzos, el Cuzco aparecía fundado porAyar Manco y Ayar Auca, y no hay razón específicapara suponer que la organización dual del Cuzco(hanan y urin) no requiriera de dos autoridades, co-mo ocurría con todos los grupos étnicos registradosen la documentación. Pease pone enfásis en la com-plementariedad de las mitades y en la existencia deobligaciones recíprocas entre las mismas.

El problema, sin embargo, se encuentra en lapropia documentación. Los españoles, ante la difi-cultad de asimilar una forma de gobierno diferentea la europea, desconocieron la dualidad. En el casode las etnias, presentaron a los curacas jerarquiza-dos –uno era el curaca principal y el otro su segun-da persona–, y al hablar del Tahuantinsuyo, presen-taron al inca como un rey a la europea y a las par-cialidades hanan y urin como dinastías sucesivas (F.Pease).

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Tom Zuidema,etnohistoriador ho-landés, basándoseen la forma en quePolo de Ondegardopresenta la relaciónde gobernantes o capac-cuna incaica, iniciándo-la con los nombres delos Hanan Cuzco, plan-tea la hipótesis de queambas dinastías no sesucedieron, sino quesus monarcas goberna-ron de forma sincrónicay paralela, compartien-do o repartiéndose lasresponsabilidades delmando. En apoyo de es-ta hipótesis Pierre Du-viols se refiere al títulode sapay, que siempreprecede al de inca parareferirse a la máximaautoridad del Tahuan-tinsuyo, y que según losdiccionarios del XVI setraduce como único,principal, pero refirién-dose siempre a un con-junto de dos elementos iguales.

Waldemar Espinoza señala que el sapay inca erael gobernante de la mitad hanan porque era el quemanejaba la vida cívica, política, económica, socialy militar, a diferencia del otro que tenía el máximopoder sacerdotal.

La preocupación por entender la forma de go-bierno entre los incas no es reciente. Como señalaConcepción Bravo, desde tiempo atrás se han hecho

propuestas para interpretarde un modo diferente la or-ganización política inca. Enel año 1946, el historiadorargentino José Imbelloni in-tuyó, en un magnífico estu-dio crítico de la capaccuna,la existencia de dos dinastíasparalelas y la posición simé-trica en ellas de algunos in-cas, especialmente LloqueYupanqui y Pachacuti. Estemismo autor señala tambiénque en un estudio que en1920 publicó Otto von Buch-wald, a base de observacio-nes hechas en 1870, se en-cuentran sugerencias de la

existencia de dos círculos en la historia de los incaspartiendo del estudio de las coyas o reinas.

EL INCA

Las crónicas identifican al inca como el gober-nante supremo, a semejanza de los reyes europeos.Sin embargo, como se señala líneas arriba, se pien-sa que el poder fue compartido y que el acceso a és-

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Ushnu de HuánucoPampa, Huánuco. El

ushnu era unaestructura de piedraque servía de tronopara los soberanos

cuzqueños durante larealizacion de

ceremonias y actospúblicos; se situaba en

medio de las plazasprincipales.

La elección del inca tomaba encuenta la capacidad de loscandidatos y se realizaba dentrode ceremonias rituales. Retrato deManco Capac de la colección delMuseo Pedro de Osma.

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te no tenía que ver con la herencia al hijo mayor, si-no con la elección del mejor de los candidatos alcargo. Las aptitudes físicas y morales del preten-diente eran sometidas a rigurosas pruebas, cuya su-peración se interpretaba como una designación di-vina. Tales pruebas iban acompañadas de un com-plejo ritual a través del cual el Sol nominaba a quiendebía asumir el cargo de inca. En esta selección par-ticipaba no sólo el inca saliente sino las panacas ylos sacerdotes. Aunque esto no disminuía los en-frentamientos y rivalidades entre las panacas por labúsqueda del poder.

Las crónicas señalan que el inca tenía como es-posa principal (coya) a una mujer de su propio gru-po de parentesco o panaca, considerada por ello suhermana. Pero también contraía matrimonio conmujeres de los grupos de parentesco cuzqueños ycon mujeres pertenecientes a los diversos grupos ét-nicos incorporados al Tahuantinsuyo; ésta era unamanera de emparentar con el grupo y generar enconsecuencia una relación de reciprocidad específi-ca (F. Pease).

El inca realizaba muchas de las funciones del cu-raca tales como la organización de la población pa-ra la obtención de los recursos, la celebración de losrituales, el establecimiento de alianzas y la declara-ción de guerras, sólo que a una escala mayor. Eraresponsable del bienestar del Tahuantinsuyo que seconcretaba en la utilización de la redistribución engran escala. Según las crónicas el inca, antes de ac-ceder al poder y una vez en él, debía visitar su terri-torio. A lo largo de sus expediciones, repartía bienesque tenían el más alto valor entre la población, porejemplo ropa de lana, maíz, coca y mullu.

Las aludidas visitas pueden ser mejor entendidascomo aquellos momentos en los cuales se actualiza-ban las relaciones, se definían las pautas de entregade mano de obra al nuevo inca, y se establecían –senegociaban– las normas redistributivas. Ello con-cordaría con las informaciones de las propias cróni-cas acerca de que con cada nuevo inca se estable-cían nuevas relaciones. De esta manera, como seña-la Franklin Pease, cada inca establecía su propio Ta-huantinsuyo, es decir, su propio conjunto de rela-ciones con las unidades étnicas.

El inca era un arquetipo que modelaba la con-ducta de los hombres. Iniciaba el año agrícolaabriendo un surco con una taclla de oro en la cha-cra de Sausero, ubicada al sur del Cuzco. A partir deese momento ésa y las demás parcelas del territoriorecobraban su vitalidad productiva (W. Espinoza).La transformación del mundo humano se incluyetambién entre las facultades del inca, ya que se leatribuyen los movimientos de gente (los mitimaes omitmaqkuna) destinados a equilibrar la relaciónhombre-tierra, colonizar y controlar la poblaciónsometida al Tahuantinsuyo (F. Pease).

A pesar de que las crónicas no han logrado unaversión coherente sobre la sucesión de las expedi-ciones de conquista y los gobernantes que las em-prendieron, coinciden en señalar que una de las ca-racterísticas más importantes del inca era su activi-dad conquistadora; en este sentido, los diferentessoberanos son presentados siempre como excelen-tes estrategas y guerreros. En relación con este atri-buto, las crónicas mencionan su capacidad parareunirse con las huacas y solicitar su ayuda. Lostextos reunidos por Francisco de Ávila son explíci-tos al mencionar la ayuda brindada por las huacasen las conquistas del inca (F. Pease).

Los símbolos que distinguían al inca eran lamascapaycha, el yauri (especie de cetro), el suntur-pauca (especie de pica emplumada) y el ushno otrono de oro. En ciertas ceremonias religiosas lo

La esposa principaldel inca (coya)pertenecía a su

propio grupo deparentesco, de allí

que fueraconsiderada como su

hermana. Paraestablecer relaciones

de parentesco con lasunidades étnicas

sometidas al poderdel Tahuantinsuyo el

inca solía contraermatrimonio con

mujeres vinculadas aestos grupos.

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acompañaba la napa: una llamablanca vestida con telas rojas yadornada con cintas de colores.Estas insignias, según la tradi-ción, habían sido entregadasal primer inca por el Sol paraque fuera reconocido comohijo suyo y ejerciera el poderen su representación (W. Es-pinoza).

Las crónicas mencionanque el inca era objeto de cul-to y adoración. Consideradoun ser sagrado que sacraliza-ba a su vez todo aquello queentraba en contacto con él, alestablecerse en una ciu-dad la transformabade hecho en un centrosagrado. Como hijo de la divini-dad, Intichuri, entre sus atributos se encontraba elde ser mediador entre el mundo de los hombres y elde los dioses. Por lo general no se dejaba ver por lagente y debía ser conducido siempre en andas, puessi su poder entraba en contacto con la tierra podíaproducir catástrofes, dada la fuerza divina que de élemanaba. Si a alguien se le permitía acercarse a él,tenía que hacerlo descalzo y con una carga simbóli-ca en la espalda como signo de humildad, no podíamirarlo de frente ni hablarle sino a través de un fun-cionario. De este modo su poder sobrepasaba el ám-bito del poder político.

Se consideraba que al fallecer el inca no moría si-no que pasaba a reunirse con su padre el Sol. La pa-naca que él había formado al asumir el cargo de in-ca, debía responsabilizarse del cuidado y culto de sumomia, así como de la administración de sus bienes.

LOS CURACAS

Los curacas eran los jefes étnicos tradicionalesentre cuyas funciones se encontraba la administra-ción de los bienes comunales (sapsi) y el control dela energía humana empleada con finalidad redistri-butiva. Fueron mantenidos en sus posiciones deresponsabilidad por el Tahuantinsuyo, con la inten-ción de utilizarlos en una especie de “gobierno in-directo”.

El poder del curaca se sustentaba en su capaci-dad para organizar a la población en una serie de ta-reas que iban desde la obtención de recursos enáreas lejanas o ecologías diferentes, hasta la cons-

trucción de caminos y limpie-za de las acequias. La pobla-ción no entregaba de lo queproducía para su uso; lo queel curaca recibía era energíahumana para hacer cosas es-pecíficas. Los miembros de lacomunidad destinados a tra-bajar en las colonias propor-cionaban al grupo los recur-sos necesarios para el consu-

mo ritual, así como un exce-dente destinado a la redistribu-

ción ejercida por el curaca en-tre sus sujetos o con los

señores vecinos. El mantenimiento de relaciones fa-vorables entre las mitades y con los grupos étnicosvecinos era también responsabilidad del curaca. Ensu capacidad para realizar alianzas, constituir confe-deraciones, en fin, aprovechar los recursos del terri-torio sin entrar en disputas con los otros grupos,descansaba la tranquilidad de su población, lo quegarantizaba el prestigio y la autoridad del curaca.

El reparto de la tierra entre los miembros de sucomunidad era una de sus obligaciones más impor-tantes. Debía evitar las disputas por el acceso a lastierras así como resolver los problemas que por esemotivo pudieran suscitarse. Asimismo interveníacomo mediador para zanjar cualquier diferencia ori-ginada a raíz de las prestaciones recíprocas que rea-lizaban los miembros del grupo étnico.

Aparte de sus obligaciones en los ámbitos políti-co, social y económico el curaca debía cumplir unaimportante función religiosa, donde descansabagran parte de su autoridad. Como “especialista en losagrado” debía presidir las fiestas y ceremonias, en-cabezaba los rituales agrarios y los demás que con-figuraban el calendario sagrado de la población. Eraconsiderado una huaca pues tenía la facultad de co-municarse con el mundo sagrado (F. Pease). Podíainterrogar a las divinidades acerca del comporta-miento a seguir, de la actividad de la naturaleza y delas condiciones óptimas para las actividades huma-nas y productivas.

Al ser el curaca un ser sagrado debía, como el in-ca, ser llevado en andas para evitar que el contactocon su poder pudiera generar alguna catástrofe (J.

El inca Huayna Capac en un retrato del sigloXVIII, donde se puede apreciar la

mascapaycha, insignia del soberanoreinante, y el yauri, especie de cetro.

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L. Martínez). En documentos referentes al Chimor,se señala que el número de cargadores simbolizabael status y la categoría de un señor. En la costa nor-te las trompetas formaban parte del aparato de unseñor junto con los “tabernas”, nombre con el quelos españoles designaban a los portadores de tinajascon bebidas que acompañaban a un jefe cuando sa-lía de su morada. Cada vez que se detenía el anda elpúblico se acercaba a beber a expensas del curaca.Cuanto más importante era un señor, mayor era elnúmero de vasijas con bebidas a repartir entre lagente (M. Rostworowski).

La vestimenta del curaca correspondía a su cate-goría social, y sus trajes y adornos variaban segúnlas regiones. Entre los señores de la costa norte ellujo de sus vestimentas debió ser impresionante.No solamente usaron ricas prendas para las cos-tumbres funerarias sino también para las grandesceremonias, lo que es patente por la cantidad de jo-

yas y prendas como narigueras, tiaras, collares, pa-tenas, orejeras de oro y plata, los exquisitos textilesde los uncu, los mantos, las pelucas y las plumeríasque hoy se pueden ver en los museos (M. Rostwo-rowski).

El curaca como jefe étnico tenía una serie de de-rechos, entre los que destacaban la prestación deservicios de parte de sus sujetos y el usufructo detierras de la comunidad para su sustento y el de sufamilia; aunque parece ser que en la costa la tierrapertenecía al curaca, que la cedía a sus súbditos conla condición de partir las cosechas (M. Rostworows-ki). Tanto en la sierra como en la costa las tierrasdel curaca eran cultivadas por los miembros de lacomunidad, los que también se encargaban de laconstrucción de su vivienda. Esta obligación no seextendía a todos los jefes étnicos, los de menor je-rarquía trabajaban sus chacras mientras que los de-más lo hacían sólo a título ceremonial.

Los curacas parecen haber tenido dere-cho, además, a cierto número de servidoresdomésticos también proporcionados por laetnia. Se dice que ese personal se reclutabaentre los miembros más viejos de la comu-nidad, exonerados de otro tipo de servicio.No es posible determinar si se trataba de ta-reas permanentes asignadas a algunos an-cianos o si también en este caso se aplicabael principio de rotación, ayllu por ayllu (J.Murra).

La reciprocidad, que funcionó siempreentre los miembros del ayllu, tenía con rela-ción al curaca un carácter asimétrico (entre-ga de energía humana a cambio de serviciosderivados del ejercicio de la autoridad). Sinembargo, los miembros de la comunidadconsideraron los servicios entregados al cu-raca como justos, pues se hacían a cambiode una serie de funciones que sólo el curacapodía realizar. Sin embargo, estos serviciosno eran entregados de forma automática, elcuraca debía solicitarlos ritualmente paraobtenerlos y, al igual que todos, tenía laobligación de proporcionar alimento a suscolaboradores durante el tiempo que traba-jaban para él y suministrar las semillas ne-cesarias en las faenas de la siembra. Esto lle-va a pensar que los miembros de una uni-dad étnica podían dejar de prestar serviciosal curaca si éste no cumplía con el inicio orestablecimiento de la reciprocidad estable-cida por las normas tradicionales (F. Pease).

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ARTESANOSESPECIALISTAS

COMUNEROS:

productosregionales

trabajo en formade bienes de lujo

y servicios

trabajo en laforma de

materias primas

hospitalidad,regalos, honorespremios, uso de

recursos naturales,ceremonias

agricultorespescadores

materias primasde subsistencia

bienes de lujodel gobierno

La organización socioeconómica indígena de la costa norte durante elTahuantinsuyo. Tomado de Ramírez 1987.

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Durante el Tahuantinsuyo los curacazgos conti-nuaron funcionando de acuerdo con su organiza-ción tradicional. La capacidad que tenía el curacapara obtener la fuerza de trabajo de sus sujetos fueespecialmente reconocida por el Tahuantinsuyo,que convirtió al curaca en un nexo entre el estadoinca y la comunidad. Hallamos entonces a los jefesétnicos actuando en dos niveles: en el primero go-bernando a sus súbditos y ocupándose de sus asun-tos locales, y en el segundo haciendo frente a lasexigencias de prestaciones de servicios ordenadasdesde el Cuzco. De ahí el interés del estado inca porestablecer mecánicas precisas para incorporar a loscuracas dentro de una serie variada de relacionescon el inca. Así pueden entenderse los matrimoniosde éste con mujeres de las familias de los curacas,como una manera de generar una vinculación recí-proca entre ellos.

El curaca no accedía al cargo por herencia sinoque era nombrado a través de un procedimiento ri-tual en su propio grupo étnico. Durante el Tahuan-tinsuyo, la mayor parte de los curacas fueron elegi-dos en su grupo y ratificadospor el poder cuzqueño.Sin embargo hubo al-gunos curacasnombrados porel estado inca.Tal es el caso deaquéllos que re-gían a los mitmaq-kunas incaicos, losque tenían autoridadsobre los grupos de ya-

nas, y es evidente asimismoque las guarniciones defrontera disponían de auto-ridades nombradas por elgobierno del Cuzco (F. Pea-se). Otro de los casos en queel curaca se designaba desdeel Cuzco era cuando el jefeétnico de un territorio con-quistado no quería aceptarsu anexión al Tahuantinsu-yo. Por lo general, el curacavencido era llevado al Cuz-co para las ceremonias deltriunfo y luego ajusticiado.

En su lugar el inca designaba a otro personaje leal aél: en ciertas ocasiones nombraba un curaca de lacategoría yana (M. Rostworowski).

La jurisdicción del curaca se extendía sobre ungrupo étnico, aunque las autoridades eran dos, uncuraca de hanan y otro de urin. De acuerdo con lamayoría de las crónicas, el inca Tupac Yupanquireordenó el ámbito andino creando divisiones po-blacionales organizadas decimalmente:

Los jefes de hasta diez familias eran simplesmandones, los de hasta cien familias erancuracas menores y los demás comprendían

a señores de mayor categoría (M. Rostwo-rowski).

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Nichos trapezoidales enVilcashuamán, Ayacucho.

Pisca Camayoc 5 familias

Chunca Camayoc 10 familias

Pisca Chunca Camayoc 50 familias

Pachaca Camayoc 100 familias

Pisca Pachaca Camayoc 500 familias

Guaranca Camayoc 1000 familias

Pisca Guaranca Camayoc 5000 familias

Hunu Camayoc 10000 familias

Decoración geométrica en un plato incaico. Lostestimonios de las crónicas señalan que la organización

decimal fue impulsada por Tupac Inca Yupanqui.

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Los que ocupaban los niveles inferiores de la je-rarquía de los curacas eran equiparados a los hatunruna en relación con su participación en el trabajo.Garcilaso y Cobo concuerdan en que los curacas acargo de cincuenta o menos unidades domésticascultivaban en las chacras como “pecheros”. Garcila-so les atribuye un papel de supervisión tanto en lasobras locales como en las estatales, y los coloca enlas chacras, taclla en mano. De modo que los cura-cas más importantes, a cargo de 100 o más unidadesdomésticas, habrían estado exentos de prestacionespersonales, aunque al igual que el inca y los miem-bros de las panacas tenían alguna participación ce-remonial en la siembra y la cosecha. Polo de Onde-gardo y Guaman Poma contradicen esta informa-ción y señalan que sólo quienes estaban a cargo de1 000 familias se hallaban exonerados de los traba-jos (J. Murra).

La máxima jerarquía la ocupaba el hatun curaca,el jefe étnico de mayor riqueza y prestigio, debido alos bienes acumulados gracias al trabajo de sus su-jetos, los cuales redistribuía entre su grupo de pa-rentesco y entre los curacas vecinos quienes, a cam-bio, lo reconocían como una autoridad superior (M.Rostworowski).

Curacas yanaEn aquellas regiones donde el inca consideraba

que los jefes étnicos no se mostraban leales con elestado cuzqueño podía sustituirlos por un servidorsuyo fiel a su persona y de su confianza. Era unaforma de recompensar a un criado (yana) y tambiénuna amenaza para un jefe díscolo y poco confiable.Esta política fomentaba el temor entre los curacas,quienes para evitar la posibilidad de ser reemplaza-dos por un yana debían mostrarse sumisos a los de-

seos del soberano. La ventaja de nombrar un cura-ca yana consistía en que por su misma condición sehallaba desligado de sus orígenes y no conservabalos lazos de parentesco y de reciprocidad con supueblo de procedencia. Con el curaca yana, el incano necesitaba recurrir al engranaje de la reciproci-dad y podía ordenar directamente se cumpliese tal ocual indicación suya, sin aplicar la fórmula de “rue-go” y de solicitud inherente al sistema.

La creación de curacas de la categoría social ya-na parece que fue uno de los préstamos que los in-cas recibieron del reino Chimor. Aunque es posibleque sólo con los últimos incas haya funcionado es-te sistema, es decir, una vez que los incas hubieronafianzado su poder (M. Rostworowski).

FUNCIONARIOS

A la par que crecía el Tahuantinsuyo se fue ha-ciendo cada vez mayor el número de funcionariosencargados de la administración del territorio. Co-mo es de suponer, los cargos de mayor responsabi-lidad y jerarquía estuvieron en manos de los parien-tes del inca y de aquellos asimilados a la elite (incasde privilegio). Estos funcionarios realizaron múlti-ples tareas como controlar los ingresos del estado,velar por el correcto almacenamiento de los bienesacumulados, organizar la fuerza de trabajo exigida alos curacas, además de saber cuánta gente podía serlevada en cada región para la formación de los ejér-citos. Los administradores debían ordenar la cons-trucción de rutas, puentes, tambos y centros admi-nistrativos. Estos funcionarios, al ser reconocidoscomo representantes del inca, gozaban de inmensaautoridad y prestigio. Betanzos menciona que algu-nos recibían concesiones de tierras.

La designación de los funcio-narios para tareas especiales sehacía desde el Cuzco, donde sereunían las futuras autoridades,tanto parientes del inca comolos curacas más importantes. Lareunión era a la vez administra-tiva y ceremonial y, según Betan-zos, duraba cinco días, tiempoen el que se realizaban festivida-

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Conforme el Tahuantinsuyo fueexpandiéndose, los soberanoscuzqueños colocaron en sus centrosadministrativos –como Vilcashuamánen Ayacucho– una extensa ydisciplinada burocracia.

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des y el inca les ofrecía chicha, coca y otros bienes.Terminada la reunión se encaminaban hacia sus ju-risdicciones a cumplir con las tareas asignadas (J.Murra).

Algunos cronistas mencionan que así como ha-bía funcionarios a dedicación exclusiva –casi siem-pre los que desempeñaban altos cargos– también es-taban los que se dedicaban a tareas menores, y apa-rentemente procedían de las etnias locales, sirvien-do “por sus turnos”, como parte de su mita al esta-do. Guaman Poma sugiere que muchos de estos ser-vidores y hasta los quipucamayoc locales eran an-cianos, tullidos, jorobados y otros incapacitados pa-ra cumplir plenamente sus prestaciones personales(J. Murra).

Las autoridades más importantes fueron los cua-tro suyuyoc apo, quienes representaban el poderpolítico del inca. Eran enviados desde el Cuzco pa-ra hacerse cargo del gobierno de las cuatro “provin-cias” en que se dividía el Tahuantinsuyo. No teníanel mismo poder, sino que su autoridad dependía delrango jerárquico del suyo que gobernaban: I. Chin-chaysuyo (mitad principal de Hanan); II. Collasuyo(mitad principal de Urin); III. Antisuyo (mitad infe-rior de Hanan); IV. Cuntisuyo (mitad inferior deUrin).

Todos los parientes cercanos del inca tenían de-recho a ser elegidos para este cargo, previa selecciónen la que se tenía en cuenta, aparte de su experien-cia y capacidad, la fidelidad demostrada al sobera-no. Por sus servicios al estado se hacían acreeedoresa los bienes de redistribución: ropa, mujeres, gana-do, joyas, etc. y a ostensibles honores y prerrogati-vas como desplazarse en andas. Sin embargo, el car-go no era permanente porque el estado trató en loposible de evitar la acumulación de poder en manosde los funcionarios.

El suyuyoc apo se encargaba de velar por el buenfuncionamiento de cada uno de los suyos. Para ellotrataba con toda una serie de curacas locales a quie-nes supervisaba y señalaba los requerimientos delCuzco que el grupo étnico debía satisfacer (J. Mu-rra). Tenía bajo su dependencia a habilidosos qui-pucamayoc, para guardar en los nudos de sus qui-pus el registro de todo. Estaba dentro de sus prerro-gativas ver las causas de desacatos cometidos porcuracas y ttocricucs (gobernadores), siendo el incala única instancia superior a estos funcionarios (W.Espinoza).

Según una relación que data de la época del vi-rrey Toledo, un “secretario” recibía de los suyuyocapo los informes del estado de sus respectivas de-

marcaciones, para transmitírselos al inca. Las deci-siones del soberano eran asimismo comunicadas aestas “segundas personas” del inca por dicho fun-cionario. Los cronistas equipararon a estas autori-dades con el consejo real español y presentaron suorganización de acuerdo a pautas europeas. De estamanera los suyuyoc apo fueron presentados comovirreyes a la usanza española (F. Pease).

Las fuentes concuerdan en que cada suyo se en-contraba organizado en demarcaciones básicamenteadministrativas llamadas huamani, al frente de lascuales estaba el ttocricuc (el que todo lo ve). Estealto funcionario, que los cronistas identificaron co-mo gobernador, tenía amplios poderes en todocuanto se refería a la administración económica,aunque también ostentaba la representación políti-ca e incluso judicial. Sin embargo, su condición deadministrador del huamani era la que le confería susuperior categoría en la escala burocrática. Todosestos funcionarios tenían, en principio, el mismorango y autoridad, ya que la territorialidad de lasdemarcaciones venía impuesta por la demografía:un huamani era el territorio donde vivían cuarentamil familias, sobre las que el ttocricuc ejercía su au-toridad e imponía su control.

El ttocricuc era el responsable de la coordina-ción laboral de todos los grupos humanos que con-formaban el huamani, para lo cual contaba con lacolaboración de todos los camayos de los cuatro hu-nus. Asimismo, para ejercer sus funciones de carác-ter militar, político y judicial, disponía de una am-plia red de funcionarios subalternos, cuya gestiónestaba al margen de la organización decimal.

Entre sus obligaciones estuvo también la de rea-lizar viajes periódicos para ver el estado en que seencontraba su territorio. Según una relación tem-prana de Huamanga, esa región era visitada por es-te funcionario cada tres años. En tales ocasiones secombinaba la verificación de las entregas en trabajocon un censo de los habitantes, que incluía la con-firmación de los matrimonios, estableciendo así lasnuevas unidades “tributarias”. Se examinaban ade-más los informes presentados por los curacas, y esde suponer que el funcionario podía cotejarlos conlas entregas a los depósitos estatales hechas en lostres años anteriores (J. Murra). Cieza afirma quemuchos aprovechaban estas visitas para presentarsus quejas ante el ttocricuc, quien castigaba a aque-llos que lo merecían, pues tenía autoridad para re-solver problemas y conflictos locales.

Estos administradores gozaban de bastante po-der, en parte debido a sus funciones, pero también

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por su parentesco o su afiliación posterior con la fa-milia del inca. En reconocimiento de su importan-cia estaba dentro de sus prerrogativas el ser llevadosen andas. Cieza de León menciona que la mayoríatenía a sus parientes y bienes en el Cuzco. Una vezal año viajaban hacia esa ciudad, en el mes de Capa-craimi (diciembre) a dar cuenta de sus gestiones(W. Espinoza).

El subalterno del ttocricuc era el michiq, consi-derado por los cronistas como teniente gobernador.Este funcionario se encargaba de dirimir las quere-llas que surgían a raíz del acceso al agua y del lími-te de los territorios. Hubo no obstante otros funcio-narios especialmente designados para solucionarestos problemas. Garcilaso menciona que las dispu-tas sobre tierras eran zanjadas por “jueces de sangrereal” que se pronunciaban con la autoridad del in-ca. A su vez, Guaman Poma señala que los sayuachecta suyuyoc eran quienes se encargaban de esta-blecer los límites entre las tierras del estado y las dela comunidad, aunque éste era en realidad el últimopaso. El proceso se iniciaba cuando un curacazgoquedaba anexado al Tahuantinsuyo y eran enviadosadministradores para estudiar el lugar y fabricarmaquetas de los valles. Sarmiento de Gamboa men-ciona que dichos modelos eran presentados al inca,quien delante de los enviados realizaba las modifi-caciones que le parecía conveniente introducir, yluego despachaba a los personajes para que ejecuta-sen sus indicaciones.

Se procedía entonces al amojonamien-to de las tierras que serían del inca y delgobernante a cargo de los sayua chectasuyuyoc y se continuaba con la aplica-ción de todo el engranaje organizativocuzqueño (M. Rostworowski). Los mojo-nes no sólo separaban las zonas de culti-vo sino que también indicaban aquellasdonde no se podía ingresar para cazar,pescar, cortar madera, buscar tinturas,metales, sal o recoger pasto (J. Murra).

La necesidad de conocer lo más certe-ramente posible el número de habitantesque tenía cada región llevó al estado cuz-queño a enviar un miembro de la elite acada una de las regiones para que se en-cargase de censar a la población. Estefuncionario, denominado runaypacha-cac, debía separar a la población por eda-des o ciclos biológicos y dividirla en pa-chacas (cien unidades domésticas) y hua-rancas (mil unidades domésticas). Ligada

a esta preocupación se encontraba la de velar por lareproducción del grupo, de manera de asegurar elacceso de fuerza de trabajo al estado. Es así que unvisitador especial recorría los pueblos y ordenaba lareunión en una plaza de los jóvenes de ambos se-xos, y en presencia del enviado del inca se efectua-ban los matrimonios (M. Rostworowski).

Entre los funcionarios subalternos, el quipuca-mayoc era el que desempeñaba el papel más desta-cado en la administración. El cronista Bernabé Co-bo menciona que se llevaba quipus diferentes segúnlos distintos asuntos: para personas, para las tierras,para los soldados o para ceremonias. La categoría delos quipucamayoc variaba, desde los que desempe-ñaban sus cargos a nivel local hasta los expertos enestadística y contabilidad. Estos últimos, a partir dela información proporcionada por los quipucama-yoc locales, elaboraban los censos generales de po-blación o el registro de los recursos económicos delestado.

Los registros de población se hacían a todos losniveles de la sociedad. Santillán señala que el cura-ca de una pachaca debía conocer el número de losnacidos y fallecidos dentro de su jurisdicción y darcuenta de ello a la autoridad superior. Por su parteGuaman Poma afirma que en la inspección que sehacía en noviembre, estos datos eran entregados alos quipucamayoc de la unidad decimal más ampliay eventualmente pasaban al administrador regional(J. Murra).

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Valle del río Pampas, Ayacucho. Esta región era visitada por losfuncionarios del Tahuantinsuyo cada tres años.

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La tradición oral recogida por Betanzos señalaque el primer censo se realizó durante el gobiernodel inca Pachacuti, lo cual es muy probable pues,como sostiene Murra, un censo de alcance nacionalsólo llega a desarrollarse cuando se expanden y sehacen más complejos el estado y la burocracia. Sinembargo ello no descarta que el quipu como recur-so mnemotécnico haya sido conocido desde antesde los incas.

Es muy probable que todos los depósitos estata-les hayan tenido sus quipucamayoc para que lleva-ran la cuenta de los ingresos y egresos de los ali-mentos y de los objetos manufacturados. Los regis-tros anudados en los quipus eran llevados al Cuzco,junto con grandes cantidades de bienes de los depó-sitos regionales. Por su parte cada hatun curacaconservaba sus quipus contables, como lo demostróel curaca de Hatun Huanca al presentar su quipucon las anotaciones de lo entregado a las tropas dePizarro (M. Rostworowski).

Aunque a los quipucamayoc se les identificaprincipalmente como contadores, también se ocu-paron de mantener el registro de los acontecimien-tos y de preparar cantares históricos para ocasionesceremoniales y momentos especiales como la inicia-cion de los jóvenes de la elite. A cambio de sus ser-vicios se les abastecía de comida y vestido y hasta seles daba “mujeres y criados” (J. Murra).

Tenían la obligación de transmitir sus conoci-mientos a los que hubieransido seleccionados, asegu-rando de esta manera sucontinuidad. Los cronistasconcuerdan en que el pe-ríodo de aprendizaje de losquipucamayoc era largo ylaborioso, pues debíanaprender el sistema de co-lores, cuerdas y nudos em-pleados en su actividad,además de familiarizarsecon los registros pasados.La pericia y las hazañasmnemotécnicas que men-cionan los primeros obser-vadores europeos se fun-daban en una larga prácti-ca y una dedicación com-pleta a su tarea.

En los depósitos másimportantes y en las ciuda-des es posible que los qui-

pucamayoc hayan sido funcionarios con dedicaciónexclusiva, probablemente emparentados con el in-ca. Mientras que en el nivel local y en el de la etnia,Guaman Poma señala que los encargados de llevarlos registros fueron los ancianos, los tullidos, los jo-robados y los incapacitados.

Los españoles quedaron maravillados de la capa-cidad de los quipucamayoc para brindar informa-ción sobre la población y los recursos que poseía elTahuantinsuyo. Podían señalar la cantidad de ciu-dadanos obligados a prestaciones rotativas en cual-quier región dada, el número de camélidos pastan-do en las dehesas estatales, el maíz, la lana o las te-las acumuladas en determinado depósito e informarde cualquier otro asunto de interés para los planifi-cadores. Cieza de León menciona que había tanta“razón” en el cómputo de las rentas públicas que sedisponía de datos “a cabo de un año o de diez o deveinte...”, mientras que Polo observa que “no se ye-rra en la cuenta ni de una gallina ni de una carga deleña que cierto es cosa que no se puede creer perotienen destos grandes oficiales” (J. Murra).

Las crónicas mencionan a otros funcionarios co-mo los capac ñam ttocricuc, encargados de la admi-nistración de los caminos y probablemente tambiénde su construcción y mantenimiento. Los collca ca-mayoc fueron los encargados de la administraciónde los depósitos y hubo también responsables delcuidado de los puentes existentes a lo largo de los

La casa del inca o de su representante en Huánuco Pampa, Huánuco. Las necesidades de unconocimiento riguroso sobre su población determinaron que el inca enviase al runaypachacac

para la realización de tareas censales.

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caminos incaicos. Los apu pa-naca o guarmi cococ eran losencargados de reunir a las mu-jeres para los acllahuasi. Unfuncionario local, el llacta ca-mayoc, se ocupaba de supervi-sar que las tierras de los ancia-nos, las viudas, los huérfanosy los lisiados fueran trabaja-das. Blas Valera llega a soste-ner que este funcionario visi-taba los hogares para verificarla diligencia de los adultos y laobediencia de los niños (J.Murra, M. Rostworowski).Franklin Pease señala que es-tos cargos podrían haber esta-do organizados conforme alrégimen de la mita.

De otro lado, existían men-sajeros o chasquis que trans-mitían noticias corriendo a lolargo de los caminos, en jorna-das calculadas y bajo un régi-men de postas. Paraban en lostampu (tambos), probable-mente diferentes a aquellosque incluían depósitos e instalaciones para el hos-pedaje de viajeros y avituallamiento de tropas. Enlos aposentos para chasquis había dotaciones enpermanente alerta. Las crónicas señalan que habíaun tipo de chasquis que llevaban pescado fresco algobernante cuzqueño, desde la orilla del mar, masno se sabe si eran los mismos que llevaban las noti-cias u órdenes. Los chasquis conformaron un siste-ma tan efectivo que mantuvieron sus funciones has-ta mucho tiempo después de la invasión española.

En un nivel inferior al de los anteriores persona-jes se situaba el ttocricamayoc, supervisor de los ar-tesanos de cualquier oficio que eran trasladados deuna región a otra con el fin de cumplir ciertas labo-res. Los artífices tenían la condición de mitmaq o deyana y realizaban trabajos para el estado dentro desus especialidades. Eran fiscalizados por el gobiernoy enviados a distintos lugares, allí donde se necesi-taba de producción manufacturera (M. Rostwo-rowski).

Algo similar menciona el licenciado Falcón acer-ca de la existencia de especialistas dedicados a la su-pervisión del crecimiento del maíz y de la michca(maíz temprano), y de otros dedicados en forma ex-clusiva al cuidado de los rebaños estatales; los llama

camayoc, reclutados en tiem-pos posteriores a Pachacuti.Los cronistas Polo de Onde-gardo y Cieza de León coinci-den en afirmar que se trata demitimaes, presumiblementecolonos collas transplantadospor el estado a regiones ca-rentes de llamas (J. Murra).

Por último, un cargo im-portante lo cumplía el señorenviado a juzgar o castigardelitos particulares, cuyas vi-sitas según algunas crónicasse realizaban cada dos años.Eran los funcionarios más te-midos y se les denominabaocha camayoc, que quiere de-cir “el que castiga los peca-dos”. Las penas impuestasvariaban de acuerdo a la mag-nitud del crimen cometido.Por ejemplo, merecía un se-vero castigo la violación delos mojones fijados por el es-tado, pero cuando el delitoera contra el inca, el culpable

perdía todos sus bienes y hasta la vida pudiendo elcastigo afectar a todo su grupo étnico, como mues-tra un documento recogido por María Rostworows-ki en el Archivo General de Indias (AGI, Justicia413 Probanza Canteña, año 1559).

El curaca yunga de Quivi, en el valle del río Chi-llón, fue acusado de conspirar contra la salud delinca por intermedio de una huaca del pueblo deAcupayllata. Estos hechos llegaron a oídos del sobe-rano, quien envió a un orejón llamado Apar Yupan-qui a realizar una pesquisa y a informarle de lo ocu-rrido. El curaca de Chaumecaxa fue conducido pre-so al Cuzco, junto con varios otros acusados, y eje-cutado por traición. El castigo en Quivi fue san-griento y la mayor parte de la población masculinadel lugar fue asesinada, quedando sólo las mujeresy los niños.

EJÉRCITO

El ejército fue una institución muy importantecuya principal tarea fue la conquista de nuevos te-rritorios para anexarlos al Tahuantinsuyo, aunquetambién tuvo un rol destacado en mantener bajo eldominio del Cuzco a los grupos étnicos reciente-

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Vista de un camino incaico en Huánuco.

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mente conquistados y enevitar cualquier tipo de in-cursión de pueblos fronte-rizos.

En los documentos ycrónicas se encuentran re-ferencias a que el mandodel ejército inca era dual,es decir, a la cabeza estabandos jefes representantes delas mitades hanan y urin.Asimismo los cronistasmencionan que siempreeran tres los ejércitos quetomaban parte en una bata-lla. María Rostworowskiseñala la posibilidad de quela formación de tres ejérci-tos se refiera a la divisiónpanandina de collana, pa-yan y collao, que corres-pondía a una ideología reli-giosa y social. No sólo losincas tuvieron esta formade organizar a sus efecti-vos, pues los chancas habían utilizado el mismo sis-tema para repartir sus tropas.

Los altos mandos del ejército conformaron cua-dros permanentes que estuvieron en manos demiembros de los linajes incas, incluyendo al inca ysus parientes más cercanos, quienes se ubicaban enlos puestos de comando. La formación de los miem-bros de la elite tenía un fuerte componente militar,sus ceremonias de iniciación concedían muchaatención a las aptitudes militares y resistencia físi-ca, así como a su capacidad para fabricar sus pro-pias armas, ojotas y otros pertrechos. Sólo aquellosque mostraban tener condiciones para la guerra seconvertían en auca camayoc, en guerreros.

Las crónicas y otros documentos señalan que apartir de Tupac Yupanqui se empezó a formar mili-tares profesionales, desligados por completo de lastareas productivas. Es el caso de la guardia personaldel inca, integrada por cañaris, chachas y en otrasépocas por carengues y huancas. Pero la figura me-jor documentada y en verdad impresionante es la delos charcas, caracaras, chuyes y chichas (en el Co-llasuyo) que fueron convertidos en una casta gue-rrera y hereditaria, desvinculados absolutamente deotro tipo de trabajo (W. Espinoza).

En el nivel inmediatamente inferior estaban lashuestes organizadas por etnias, cuyos miembros

servían como soldados de acuerdo con la mita gue-rrera. Los grupos étnicos que tenían mayor antigüe-dad en el Tahuantinsuyo se ubicaban más cerca delinca. Los cuerpos del ejército se organizaban si-guiendo la división decimal, en los niveles inferio-res los soldados tenían al frente como jefe militar asu propio curaca. Las mujeres cumplían también unrol muy importante: Pedro Pizarro menciona quemarchaban acompañando a los soldados y se dedi-caban a la preparación de sus comidas, mientrasque otros llegan a señalar que tomaban parte activa-mente en la guerra (J. Murra).

Cada uno de los escuadrones llevaba un solo ti-po de arma, que eran las suyas tradicionales. Habíahonderos, flecheros, portadores de macanas, porraso estólicas y otros. No faltaban los instrumentos mu-sicales como tambores, flautas y las trompetas he-chas de grandes caracoles marinos. En las guerras deimportancia llevaban consigo la representación o lapropia huaca Huanacaure y en algunas oportunida-des la imagen de Manco Capac (M. Rostworowski).

Los cronistas cuentan que los soldados iban a laguerra con sus mejores vestimentas, de acuerdo conlas costumbres y usos de sus lugares de origen. Lu-cían penachos y plumas y sobre las espaldas y pe-chos llevaban patenas de cobre, plata u oro segúnsus jerarquías en el ejército. En algunas regiones se

Una representación moderna del Inti Raymi que recrea la ceremonia incaica, en la que seaprecia a un grupo de guerreros. Debe indicarse que dentro de sus obligaciones las unidadesétnicas contribuían obligatoriamente con un contingente de hombres para el ejército del inca.

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pintaban el rostro antes de las batallas, probable-mente para infundir temor al enemigo. El cronistaFernández de Oviedo narra el orden seguido cuan-do se iniciaba una batalla: primero atacaban loshombres con sus huaracas u hondas con piedras deltamaño de huevos, portaban rodelas y un vestido dealgodón acolchado para protegerse de los proyecti-les. Tras ellos marchaban soldados armados con po-rras y hachas, avanzando luego los portadores delanzas pequeñas que eran arrojadas como dardos.En la retaguardia iban los piqueros con largas lanzasque apoyaban sobre el brazo izquierdo, cubierto asu vez con una gruesa manta sobre la cual ajustabanel arma (M. Rostworowski).

El ejército inca era alimentado y provisto por losdepósitos del estado, además los soldados llevabanconsigo una buena cantidad de provisiones. Las re-ferencias sobre lo que se halló en Cajamarca des-pués de la captura de Atahualpa pueden dar unaidea de lo que contenían esos depósitos. Habíaenormes cantidades de tejidos, incluyendo ropanueva que sería entregada al ejército victorioso enuna futura celebración, charqui de camélido y otrosalimentos, llamas e innumerables armas.

Las expediciones se efectuaban cuando no se ne-cesitaba de la fuerza de trabajo en los campos, o seaque las tropas eran convocadas durante un tiempomás bien corto. Se puede sostener que cuando lasdistancias no eran mayores los ejércitos no teníancaracter de permanentes y se disolvían cuando lle-

gaba el momento de realizar las faenas agrícolas.Los datos relativos al sitio del Cuzco por los incas,en 1536, sugieren inclusive la posibilidad de quelas guerras hayan sido libradas entre las estacionesde la cosecha y el barbecho.

Con la expansión y las grandes distancias se hi-zo cada vez más difícil el retorno de los soldados asus pueblos a tiempo para asistir a los trabajos agrí-colas. Para dar solución a este problema los incasrecurrieron a la mita guerrera, que permitió condu-cir sus ejércitos a las zonas más alejadas por variosaños consecutivos (M. Rostworowski, J. Murra).

Por la información que proporcionan las cróni-cas parece ser que la obligación de prestar serviciomilitar era la primera que caducaba. Las diversasenumeraciones de deberes asociados con las distin-tas edades indican que “pasados los cincuenta” lospobladores indígenas continuaban trabajando en laschacras, “sirviendo” a los curacas y asumiendo tur-nos en la atención de los depósitos de los tambos,pero entre las obligaciones que debían cumplir yano se mencionan las guerras ni otras tareas que im-plicaran alejamiento de la comunidad (J. Murra).

ArmamentoWaldemar Espinoza en su libro Los incas hace

una relación de las armas empleadas por el ejércitoinca, las que eran proporcionadas por el estado.Menciona en primer lugar a las armas ofensivas:

1. Estólicas, que exhibían hasta cuatro modelos,y estos mismos otras variantesmuy sencillas, por la simplicidadde sus mecanismos y facilidad demanejo. También se les da elnombre de tiraderas.2. Hondas o huaracas, compues-tas por un lazo de longitud y an-cho ponderable. El proyectil secolocaba en la zona media.3. Lihuis o ayllus, que no sonotra cosa que las boleadoras: doso tres cuerdas sueltas, calculada-mente de 1 o 2 m, unidas en losextremos para formar una solacuerda trenzada que podía tenerde 6 a 8 metros de longitud, unomuy largo unicorde al principio

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Algunos tipos de armas empleadas porlos ejércitos del Tahuantinsuyo.

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y tricorde al fin. En las puntas de las tres cuerdassueltas se ataban tres piedras redondeadas y acintu-radas. Para accionarlas se las batía alrededor del crá-neo, igual que las hondas, pero el lihui se lanzabacon cuerdas y todo para enredar las piernas del ene-migo y las patas de los camélidos, evitando su fuga.

4. Clavas o mazas de chonta, guacayán, lloque ymutoy, maderas bastante duras. Son una especie demangos de 60 a 80 cm de largo y de distinto grosor,entre 5 y 8 cm. Con el mango se descargaban golpessobre el cuerpo y cabeza del contrincante, produ-ciendo gravísimas heridas.

5. Arcos y flechas ampliamente generalizadosentre los batallones conformados por guerreros pro-venientes de la selva alta, y principalmente entre losantisuyos (amarumayo). Los arcos se fabricabancon listones de chonta y mutuy: leños fibrosos; lasflechas con varillas livianas, por lo general con ca-ñas y carrizos; las puntas se confeccionaban de hue-

so, o trozos de guayacán tostados, y las había tam-bién de sílex; pocas veces las hacían de metal. Sulongitud variaba de 120 a 150 cm.

6. Hachas o champis, temible arma ofensiva depiedra y de metal.

7. Lanzas de madera dura, llamadas chuquis. Lasadornaban con borlas y haces de plumas.

Entre las armas defensivas Waldemar Espinozamenciona las siguientes:

1. Los cascos de madera, en figura de conos, aveces protegidos con anillos de metal. Usados por laoficialidad.

2. Las pecheras de cobre, también propias de laoficialidad, eran más bien adornos que objetos deresguardo personal.

3. Escudos de madera forrados con cuero y exor-nados con planchetas de cobre y plata.

4. Petos usados para guarecerse de dardos y hon-dazos.

EL AYLLU

El ayllu era la base de la organiza-ción social andina. Estaba estructurado apartir de familias nucleares que permanecíanunidas por lazos de parentesco, fundados enla creencia de descender de un antepasa-do común. Éste podía ser mítico oreal, pero en todos los casos su mo-mia (mallqui) era objeto de un cul-to que, junto con el tributado a latierra y a sus divinidades tutela-res, daban sentido a las diversasrelaciones establecidas entrelos miembros del ayllu.

El ayllu como grupo era elposeedor de las tierras, elagua y el ganado, a los cualestodos los miembros tenían dere-cho siempre que cumplieran con lasobligaciones establecidas desde antiguo.

El tamaño de las parcelas asignadas a losmiembros del ayllu variaba de acuerdo al

tamaño y al sexo de los integrantes delgrupo familiar.

Las parcelas entregadas en usufructo debíanser trabajadas para no perder el derecho sobre

ellas. En esta actividad los miembros delayllu solían ayudarse mutuamente,

pues el hecho de pertenecer al grupode parentesco les daba derecho acontar con la ayuda de los demáspara realizar aquellas tareas que lafamilia nuclear no alcanzaba a sa-tisfacer. En los períodos de siem-bra, de cosecha, o cuando los re-cién casados construían sus casas,las prestaciones recíprocas entra-

IVLA SOCIEDAD

Cántaro incaico conocido popularmentecomo aríbalo, una de las principales expresiones

de la cerámica inca.

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ban en juego, quedando obligado el que pedía ayu-da a devolverla en la misma forma, cuando se le so-licitara.

De la misma manera, el curaca debía solicitarayuda para trabajar sus campos o pastar su ganadoproporcionando, al igual que todos, comida y chi-cha a los que acudieran a su llamado. Aunque en sucaso, la reciprocidad era asimétrica, pues no estabaobligado a devolver la ayuda que había recibido.

El trabajo de las tierras comunales lo realizabantodos los miembros del ayllu y era organizado porel curaca junto con el llacta camayoc. Los bienesproducidos en estas tierras eran almacenados y re-partidos por el curaca a quienes los necesitasen (re-distribución). El trabajo colectivo o minca se orga-nizaba también para la construcción de depósitos ycanales de riego o andenes de cultivo, así como pa-ra su mantenimiento y limpieza periódica.

La asignación de las tareas se establecía deacuerdo con la edad y el sexo de los miembros delayllu. Los ancianos, las viudas, los huérfanos y losinválidos recibían la ayuda de los demás para el tra-bajo de sus parcelas, pero no estaban exoneradosdel trabajo colectivo. A los ancianos y a los inváli-dos, por ejemplo, de acuerdo con su condición físi-ca, se les señalaban tareas de supervisión. GuamanPoma menciona que a tales personas se las ponía acargo de la distribución de las aguas de regadío.

El ideal de los miembros del ayllu era conse-guir la autosuficiencia económica, para lo cual orga-nizaron sus comunidades sobrela base de la complementariedadecológica. Por tal motivo el terri-torio del ayllu no abarcó necesa-riamente una zona compacta,homogénea y bien diferenciada.

La diversificación ecológicade la geografía andina imponía alos ayllus la exigencia de buscarlos recursos necesarios para lasubsistencia en lugares más omenos alejados de su área nu-clear, lo que dio como resultadouna territorialidad discontinua.

En esta forma de acceder a los recursos jugaba unrol preponderante el tamaño de la población queconformaba el grupo, pues un grupo con una pobla-ción numerosa tenía la posibilidad de acceder a tie-rras distantes y a una mayor variedad de recursos (J.Murra). Un buen ejemplo son los reinos collas quellegaron a controlar territorios en la costa.

En los casos en que la distancia de las colonias alnúcleo era demasiado grande fue necesaria la cons-trucción de viviendas para albergar a los miembrosdel ayllu que por turno tenían que trabajar esas tie-rras y que, a pesar de residir fuera del asentamientoprincipal, seguían manteniendo sus derechos den-tro del ayllu, sustentados en los lazos de parentes-co. Asimismo, cuando los miembros del ayllu de-bían dejar temporalmente sus comunidades paracumplir con las obligaciones impuestas por el esta-do cuzqueño, mantenían sus derechos dentro de sugrupo étnico.

Los ayllus serranos en su mayor parte estuvieronconformados por agricultores que compartían di-versos pisos ecológicos, pero hubo otros integradostanto por agricultores como por ganaderos. En talsituación los pastizales de forraje corto ubicados enlas punas eran usufructuados por todos los miem-bros de la comunidad. Pero en ciertas regiones co-mo el Collao y Chinchaycocha (Junín), los aylluseran eminentemente ganaderos, dedicados a la do-mesticación de llamas y alpacas de las que utiliza-ban su espesa pelambre, sus carnes cecinadas y se-

El ayllu estaba organizado a partir defamilias nucleares y era la base de la

sociedad andina. Su asignación serealizaba en atención al volumen de la

unidad familiar. En la imagen,espacios dedicados al cultivo en

Machu Picchu.

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cadas al sol (charqui), sus pellejos para prepa-rar sandalias (ojotas), correas, bolsas y sogas,sus huesos para fabricar agujas, antaras uotros instrumentos empleados en la textilería,y hasta su excremento (taquia) como combus-tible en las cocinas. Los ayllus costeños, porsu parte, contaban con una población especia-lizada en diversas actividades económicas:agricultura, pesca, comercio, artesanía.

LA DUALIDAD

La dualidad es un principio organizativode la sociedad andina basado en las relacionesde parentesco. La organización dual funcionaa diversos niveles, aunque todavía no se co-noce con exactitud el alcance máximo quepuede tener. En distintos lugares de los Andeslos ayllus aparecen agrupados en parcialida-des hanan o urin, alaasa o massaa, uma o ur-co, allauca o ichoc, términos que pueden serentendidos como alto-bajo, derecha-izquier-da, masculino-femenino, dentro-fuera e in-cluso cerca-lejos y delante-detrás (F. Pease).

La dualidad en la organización política delos curacazgos es, por el momento, sobre loque se tiene un mejor conocimiento. Las cró-nicas suelen presentar a los curacas en parejas,sin especificar datos sobre la dualidad. Pero en

la información que pro-porcionan otros docu-mentos coloniales ladualidad queda plena-mente demostrada. Es elcaso de los lupacas y lavisita de Acarí de 1593,del señorío de Lima y lainformación que proce-de de las noticias conte-nidas en las dos proban-zas de su curaca donGonzalo.

En ambas informacio-nes los curacazgos esta-ban divididos en dos mi-tades, teniendo cada unaal frente a un curaca.

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Calzada incaica enOllantaytambo, Cuzco.

Un hato de camélidos en una calle del Cuzco a finales del siglo XIX; se puede apreciar laarquitectura incaica.

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Otros documentos mencionan que en algunas re-giones el poder político estaba en manos femeninas,funcionando también allí la dualidad en el mando.Como sucedió en Colán en el siglo XVI, donde go-bernaba doña Luisa, quien tenía como “su segundapersona” a doña Latacina (M. Rostworowski).

En el caso del Cuzco, la organización social sebasa en el mismo principio dual que rige en otraszonas de los Andes. Los cronistas informan sobredos “dinastías” cuzqueñas: Hanan Cuzco y UrinCuzco, identificándolas con las dos secciones enque estaba dividida la ciudad. La incapacidad delos españoles para entender un gobierno dual losllevó a colocar una “dinastía” como antecedente dela otra.

Las informaciones de fuera del Cuzco privile-gian otros términos, como alaasa-masaa en las re-giones de habla aymara. En esa misma región figu-ra uma-urco en relación directa con la cercanía oalejamiento del agua, como ocurre en la región del

lago Titicaca y sus ríos veci-nos. Mientras que allauca-ichoc, derecha-izquierda res-pectivamente, es más fre-cuente en las zonas ubicadasal norte de los Andes (F.Pease).

Desgraciadamente, lasfuentes no describen conclaridad cuáles fueron lasfunciones que cada uno delos jefes étnicos desempeña-ba en su respectiva mitad,como tampoco el nivel derelaciones establecidas entreellos. Lo que se aprecia esque uno de los curacas delas dos mitades se hallabasiempre subordinado al otro,aunque esta dependenciapodía variar: en unos casospodía ser más importante lamitad de arriba (como en elCuzco) y en otros la de aba-jo (tal era el caso de Ica) (M.Rostworowski).

Como señala FranklinPease, es difícil concretar lasmuchas funciones que la or-ganización dual tenía en losAndes; lo más visible es quese integraba en torno a la re-

ciprocidad. Hanan y urin son opuestos y comple-mentarios, es decir, yanantin, como las manos, yello se aprecia claramente en el funcionamiento delas mitades de las unidades étnicas y sus respectivassubdivisiones. Menos visible resulta la configura-ción territorial de las mitades, cuya delimitación esarqueológicamente difícil. Finalmente, lo único quequeda en claro es la complementariedad de las mi-tades y la existencia de obligaciones recíprocas en-tre las mismas. (F. Pease).

LA ELITE CUZQUEÑA

Los cronistas presentaron a todos los miembrosde las panacas cuzqueñas como nobles al estilo eu-ropeo. Cada inca era elegido entre los miembros delas panacas y daba lugar a la formación de una nue-va. Los ayllus de los últimos incas conservaban elmayor prestigio. Según Franklin Pease, las panacaseran las siguientes:

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Efigie de los incas, galería de retratos de los soberanos incas en una pintura cuzqueña definales del siglo XVIII e inicios del XIX.

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1. Chima panaca Manco Capac2. Raura panaca Sinchi Roca3. Hauayñin panaca Lloque Yupanqui4. Usca Mayta panaca Mayta Capac5. Apu Mayta panaca Capac Yupanqui6. Vicaquirao panaca Inca Roca7. Aucaylli panaca Yahuar Huaca8. Sucsu panaca Viracocha9. Iñaca panaca Pachacuti

10. Capac ayllo Tupac Inca Yupanqui11. Tumipampa Huayna Capac

Pero la elite cuzqueña no sólo estaba compuestapor los familiares de los gobernantes incas, sinotambién por aquellas personas que habían sido en-noblecidas por el inca en premio por sus servicios.Dentro de este grupo se ubicaban los pobladores delas regiones vecinas al Cuzco, que formaban parte

de los ayllus cuzqueños, a los que la necesitada bu-rocracia inca en expansión consideró leales y fami-liarizados con los procedimientos estatales y, por lotanto, dignos de formar parte de la elite cuzqueña.A los primeros los cronistas los identificaron como“nobles de sangre” y a los últimos como “incas deprivilegio”. Sin embargo a ambos los llamaron “ore-jones”, debido a las orejeras de oro que llevabanpuestas como señal de su mayor jerarquía.

Al igual que los “nobles de sangre”, los “incas deprivilegio” eran iniciados en la adolescencia, se lesperforaba las orejas y recibían la instrucción apro-piada. Al llegar a la etapa adulta eran empleados enmuchos centros de la maquinaria estatal. Los pa-rientes del inca eran asignados a los puestos admi-nistrativos más importantes y los demás ocupabanlos niveles medios, pero ambos grupos estaban exi-midos de las prestaciones rotativas. Con la expan-

sión del Tahuantinsuyo debió crecer la in-fluencia de las elites locales no cuzqueñas yaumentar las formas de incorporación a la me-cánica administrativa de los incas (J. Murra, F.Pease).

Una vista del sector este de Machu Picchu.

La elección del inca era realizada entre los miembros de laspanacas reales; la elite estaba integrada además por los ayllus

próximos al Cuzco y por quienes habían sido reconocidos comotales por el soberano cuzqueño. Los incas en una ilustración

de la Historia general de los hechos de los castellanos deAntonio de Herrera.

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Por último, formaban parte de la elite los cura-cas de los territorios conquistados que habían sidoanexados pacíficamente. Se les reconocía como jefesétnicos y se les otorgaba una serie de derechos en sucalidad de autoridades del Tahuantinsuyo. Sus hijosdebían residir en el Cuzco para ser educados en latradición incaica y servir de rehenes en caso de unasublevación en sus pueblos de origen.

María Rostworowski señala también que uno delos jefes del grupo étnico debía residir en el Cuzcocomo una manera de asegurar la fidelidad del cura-cazgo. Pone el ejemplo de Caxapaxa, jefe de una delas dos mitades del señorío de Lima, que habitabaen el Cuzco, mientras que Taulichusco, segundocuraca del sistema dual, residía en el curacazgo. Loscuracas con mayor tiempo de anexión al Tahuantin-suyo tenían la particularidad de vivir más cerca delcentro. Ellos reproducían en sus personas las diver-sas zonas del espacio inca ocupando el suyo o re-gión que les correspondía geográficamente.

LOS SACERDOTES

El sacerdocio durante el Tahuantinsuyo distin-guió entre los encargados del culto estatal y los sa-cerdotes de los grupos étnicos. Los primeros forma-ban parte de la elite cuzqueña, mientras que los se-gundos eran elegidos en sus comunidades siguien-do las normas tradicionales, pero en ambos gruposlas responsabilidades giraban en torno a la organi-zación de los rituales, las fiestas, los sacrificios y lasofrendas. Según Bernabé Cobo, en el Tahuantinsu-yo hubo más de mil personajes atendiendo asuntosreligiosos, tarea para la cual se les instruía desde lainfancia.

Los principales sacerdotes estaban dedicados alculto estatal y eran miembros de las panacas cuz-queñas. El sacerdote más importante era el huillachumu, pariente cercano del inca. Era la figura prin-cipal en las ceremonias religiosas dedicadas al Sol ytenía un rol relevante en lo político como consejerodel soberano. Algunos cronistas lo han identificadocomo la segunda persona del inca y le llamabansiervo o esclavo del Sol. El hecho de que el sistemapolítico del Tahuantinsuyo fuera diárquico y quelos gobernantes de Urin Cuzco habitaran en el tem-plo del Sol lleva a María Rostworowski a plantear laposibilidad de que el sumo sacerdote perteneciera auna de las panacas de esta mitad.

En cuanto a los cultos de los grupos étnicos, elTahuantinsuyo permitió la permanencia de las anti-guas divinidades asimilándolas en muchos casos co-mo propias, aunque siempre dejando clara la obli-gación de los grupos conquistados de reconocer alSol como la divinidad más importante. Sin embar-go, algunos cronistas mencionan que el estado cuz-queño nombró a personajes ligados a las panacaspara que actuaran como “visitadores” religiosos enlas regiones recién anexadas al Tahuantinsuyo. De-bían supervisar todo lo relacionado con el culto ytenían poder suficiente para poner y quitar huacas,así como para designar nuevos sacerdotes. Sarmien-to de Gamboa menciona a Amaru Yupanqui y aGuayna Auqui como los encargados de cumplir conesta función (J. Murra).

Las crónicas y, sobre todo, la documentación so-bre la extirpación de idolatrías en el área andina in-forman acerca de las creencias, los cultos y los espe-cialistas religiosos de los grupos étnicos andinos.En algunos casos se trataba de hombres y mujeres

viejos, eximidos de las prestacionesrotativas, que se encargaban del cui-dado de la huaca y de la organizaciónde los sacrificios y ofrendas en su ho-nor, para asegurar la abundante pro-ducción de los campos, la multiplica-ción del ganado, la llegada de las llu-vias en el momento preciso y la pro-tección contra la sequía. Había otrosespecializados en interpretar los sue-ños y en el sacrificio de llamas y cu-yes a fin de leer en sus entrañas el fu-turo. Los pacharicuc utilizaban lasarañas para predecir lo que iba a su-ceder: el número de patas que éstasposeían al momento de ser captura-das o la posición en la que caían al ser

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Templo incaico en la zona de El Salitre, Lima.

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lanzadas al suelo tenía un significado.La mayoría tenía un profundo conoci-miento sobre las hierbas y las propie-dades medicinales de las mismas.

El cargo de sacerdote podía ser ob-tenido por herencia –caso en el quedebía demostrarse capacidad– o me-diante la elección entre los miembrosdel grupo por algún motivo especialque indicara su designación por inter-vención de la divinidad. En algunoscasos se trataba de gente que había si-do herida por un rayo, que había na-cido de pie, como también por ser me-llizos. Todos ellos, a partir del mo-mento que eran designados para dedi-carse al culto, recibían instrucción enlos ritos y ceremonias por los sacerdo-tes más antiguos, haciendo ayunos yabsteniéndose de tener relaciones se-xuales mientras duraba su preparación. La comuni-dad reconocía la importancia de los conocimientosreligiosos de los sacerdotes andinos para el mante-nimiento del bienestar del grupo, eximiéndolos delas prestaciones rotativas y ocupándose del trabajode sus parcelas.

María Rostworowski señala que en la región delos yauyos había dos tipos de sacerdotes, los yañcay los huacsa, de diferente jerarquía y dedicados a ac-tividades distintas. Los yañca pertenecían al ayllude Cacasica y su principal ocupación consistía enmirar los desplazamientos de la sombra del sol pro-yectada en un muro. Según los movimientos del as-tro determinaban el momento propicio para cele-brar ciertas fiestas. Por otra parte, por cada aylluexistía un huacsa o huacasa, a cuyo cargo estaba laejecución, tres veces al año, de los bailes rituales.

El padre José de Arriaga en La extirpación de laidolatría en el Perú (1621) hizo una relación de losespecialistas religiosos existentes en el área andina,mencionando que el sacerdote de mayor jerarquíaera el huacapvillac, especializado en la comunica-ción con las huacas. El malquipvillac, a su vez, erael encargado de la comunicación con los muertos;mientras que el libiapvillac estaba dedicado al cultodel rayo y el punchaopvillac al del sol.

En el ámbito andino existía una gran afición porlos oráculos y se predecía el futuro de muy distintasmaneras. Los sacerdotes conocidos como caviacocbebían pócimas que ellos mismos preparaban y queles facultaban para formular oráculos. Los socyacpredecían el futuro a través de los granos de maíz.

La Relación Anónima (1968) nombra como adivi-nos a los huatuc, quienes despues de beber un bre-baje se transtornaban y emitían entonces sus profe-cías. Otros sacerdotes especiales llamados guacari-machic hablaban con las huacas, mientras que losayatapuc se comunicaban con los muertos (M.Rostworowski).

En los momentos especiales o cuando había pe-ligro de que ocurriese alguna desgracia la poblaciónandina solía realizar una serie de actos entre los quedestacan las confesiones y los ayunos. La confesiónera una práctica panandina que se realizaba, por logeneral, al mismo tiempo que se efectuaban los ayu-nos consistentes en no probar ají, sal ni tener acce-so a mujeres. Las confesiones podían ser privadas,es decir, la persona sola en un lugar especial –unacueva, por ejemplo– decía sus faltas o era asistidapor los aucachic, llamados ichuri en el Cuzco. Enesos momentos solían consumirse grandes cantida-des de chicha para ofrendar a las divinidades y parael consumo de la población. Los azuac o accac eranlos encargados de la preparación, dedicados espe-cialmente a este trabajo. En la costa estaba a cargode los hombres, mientras que en la sierra lo hacíanlas mujeres. Para las festividades ligadas con el cul-to estatal, las encargadas de preparar la chicha eranlas mamaconas (M. Rostworowski).

LOS HATUN RUNA

Los hatun runa eran los pobladores comunes yconstituían el grupo mayoritario en el Tahuantinsu-

Recinto dedicado al culto en La Centinela en Chincha, Ica. En una sociedadsacralizada como la incaica, el rol jugado por los sacerdotes era trascendentaltanto para el mantenimiento de los rituales como para conservar los favores de

los dioses.

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yo. Estaban dedicados a las actividades básicas co-mo la agricultura, la ganadería, la pesca y la artesa-nía. De los hatun runa obtenía el estado cuzqueñola fuerza de trabajo para realizar las diversas obrasque emprendía. Servían en el ejército, trabajaban lastierras del estado y las del culto, construían lasgrandes edificaciones y eran designados mitmaqku-na y también yanas. Sus obligaciones con el estadoy con sus grupos étnicos se iniciaban con la mayo-ría de edad, de ahí que hatun runa signifique hom-bre mayor. Esta situación se establecía a través delmatrimonio, cuando el hombre se convertía en ca-beza de familia y adquiría derechos y responsabili-dades con su ayllu y con el estado. Hasta el momen-to de casarse eran los padres quienes asignaban sutrabajo a los jóvenes, pues en tanto cabezas de fami-lia eran los únicos responsables para los fines delcenso y la prestación rotativa.

La población andina debía prestaciones de traba-jo a lo largo de toda su vida. En la infancia las tareaseran fáciles, pero en cuanto los niños tenían másedad se les encomendaba el cuidado de los rebañosy la cacería de los pájaros, y a partir de la adolescen-cia acarreaban cargas para el estado y el ejército. En

la adultez, después del matrimonio, debían cumplircon los deberes fundamentales: la producción de losingresos estatales y el servicio militar. En la edadavanzada volvían a desempeñar tareas auxiliares,pero las que requerían menos esfuerzo y más crite-rio: cuidado y supervisión de los almacenes, mante-nimiento de registros y cosas por el estilo.

A los enfermos crónicos, los inválidos y los inca-pacitados por cualquier razón se les asignaba obli-gaciones parecidas a las de los ancianos. Tambiénellos trabajaban en torno a los depósitos y en tareascontables si podían hacerlo. Otros hilaban y tejían.Los jorobados, o por lo menos algunos de ellos, pa-recen haber ocupado una posición comparable a ladel bufón en las cortes medievales. Si esta versiónde las prestaciones es correcta, las mujeres cum-plían con sus obligaciones como parte de la cuadri-lla del marido, acompañándolo a trabajar las tierrasdel estado y según Pedro Pizarro también a la gue-rra y a las minas (J. Murra).

En el Tahuantinsuyo, la gran demanda de manode obra hizo que se clasificara a la población deacuerdo con el ciclo biológico. Al estado le interesa-ba conocer la capacidad física de la población quegobernaba, por eso los quipucamayoc o contadoresregistraron a la población de acuerdo con sus con-diciones físicas y su capacidad para el trabajo y nopor su edad cronológica. Fue de esta manera justa-mente como Guaman Poma dividió a la población,ubicándola por calles de acuerdo con su capacidadpara realizar cierto tipo de labores.

La primera calle es la de los auca camayoc, es de-cir la edad de mayor rendimiento físico. Se ubica-ban en este grupo los hombres entre los 25 y los 50años, que estaban obligados a entregar la mayorcantidad de fuerza de trabajo para el estado. Comosu nombre lo indica, auca significa guerrero, es de-cir, se trata de los hombres capacitados para ir a laguerra. Algunas fuentes lo denominan puric: cami-nante. A esta primera edad masculina correspondíala femenina: auca camayoc uarmi, las mujeres de losguerreros, obligadas a colaborar con sus esposos enel cumplimiento de las tareas.

La segunda calle es la de los puric macho, queabarcaba a los hombres de 60 a 78 años, quienescumplían trabajos leves como recolectar leña y pa-ja. Se desempeñaban también como porteros o qui-pucamayoc. Las mujeres eran las payacona, mayo-

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Los guerreros llamados auca camayoc estaban agrupados enla “primera calle”, según lo consigna Felipe Guaman Pomade Ayala. Los hatun runa integraban los ejércitos del inca.

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res de 50 años, dedicadas afabricar ropa, costales, sogas,etc. y podían ser tambiéndespenseras o cocineras.

La tercera calle corres-pondía a la gente muy vieja,mayores de 80 años, a quie-nes llamaban rocto macho,viejos sordos. Algunos fabri-caban sogas o frazadas, cria-ban conejos o patos. Lasmujeres de 80 eran las pu-ñoc paya, las que duermen,y al igual que los hombrespodían tejer costales, sogaso criar animales.

En la cuarta calle se ubi-caban los incapacitados: li-siados, cojos, mancos, con-trahechos, tontos y enanosde ambos sexos. GuamanPoma señala que se casabanentre ellos de acuerdo a sudeformidad, para el aumen-to de la población. Se obser-va que las mujeres mante-nían una actividad laboralmayor que la de los hombres. Según sus posibilida-des confeccionaban ropa de cumbi, y solía haber en-tre ellas expertas tejedoras o cocineras.

La quinta calle es la de los sayac payac, jóvenesde 18 a 20 años, dedicados a vigilar las cosechas cu-briendo sus hombros y cabeza con una piel de zo-rro, período durante el cual vivían en los campos,ayunando y sin tener relaciones sexuales. Entre losmás ágiles se elegía a los mensajeros o chachacona,los cuales eran llamados chasqui en el Cuzco. Otrosguardaban el ganado de la comunidad o del estado.A las muchachas les decían zumac cipa, y de estegrupo se escogía a las jóvenes destinadas para el ser-vicio del Sol, de los templos, y también del inca.

La sexta calle era de los mactacona, adolescentesentre 12 y 18 años, que servían a la comunidad ca-zando pajarillos para la confección de un charquiespecial. Su equivalencia femenina eran las corotas-que, que ayudaban a sus padres en diversas activi-dades, en faenas ligeras, aprendían a hilar y tejer,guardaban el ganado y vigilaban los cultivos.

La séptima calle comprendía a los muchachos de9 a 12 años que también ayudaban a sus mayores ycazaban aves. Las niñas cogían flores para fabricartintes y diversas plantas silvestres comestibles. De

este grupo se elegía a lasdestinadas para ser sacrifi-cadas en la capacocha, unode los sacrificios más im-portantes del Tahuantinsu-yo que se realizaba cuandola persona del inca estabaen peligro.

La octava calle corres-pondía a los puellacoc, losque jugaban, ubicándoseaquí a niños y niñas entre 5y 9 años. Sin embargo, a es-ta edad se iniciaban ya en eltrabajo que consistía enayudar a sus padres en fae-nas ligeras como el cuidadodel ganado, recolectar leña,cuidar de los hermanos me-nores. Las niñas aprendíana hilar.

En las dos últimas calles se ubicaban los infan-tes, recién nacidos, niños de pecho, los que gatea-ban, que necesitaban del cuidado de otra persona.Guaman Poma los definió como los que no propor-cionaban ningún provecho y que más bien necesita-ban de otra persona.

LOS MITMAQKUNA

Los mitmaqkuna eran los pobladores que juntocon sus familias y al mando de sus jefes étnicoseran trasladados por un tiempo determinado a otrasregiones para cumplir con tareas asignadas por sugrupo étnico o por el estado. A pesar de permane-cer alejados de sus pueblos no perdían sus derechoscomunales y mantenían sus vínculos de reciproci-dad y de parentesco. Los cronistas mencionan quese trasladaban llevando sus bienes y que tenían pro-hibido cambiar sus vestidos y tocados, debiendomantener los que usaban en sus pueblos.

La institución de los mitmaq existía con ante-rioridad a la expansión inca, constituyendo la res-puesta a la necesidad de acceder a los recursos ubi-cados en otros pisos ecológicos. Parte de la pobla-ción se trasladaba a las colonias que controlaba la

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Los sayac payac conformaban la“quinta calle”. Eran jóvenes de18 a 20 años y su principal tareaconsistía en el cuidado de lascosechas.

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etnia, donde permanecían por un tiempo determi-nado explotando los recursos de la zona, sin perdersus derechos en el núcleo. A partir de los últimosincas la institución sufrió una transformación, losmovimientos poblacionales se hicieron masivos ylas distancias demasiado grandes como para man-tener una comunicación continua con sus pueblosde origen. Como señala Liliana Regalado, los mit-maqkuna del inca fueron poblaciones transplanta-das por largo tiempo fuera de sus áreas originariasen función de producir bienes destinados a la re-distribución.

Las fuentes documentales informan acerca de lavariedad de mitmaq incaicos existentes y sobre lospropósitos de su creación. En ciertos casos se trata-ba de población que era trasladada a otras zonas co-mo premio o muestra de confianza de parte del in-ca, mientras que en otros casos el traslado se reali-zaba como castigo. Las diferencias entre estos mit-maq se hacían evidentes una vez instalados en sudestino, debido a que las condiciones de vida deuno y otro serían muy distintas.

El cronista Cieza de León señala que los mitmaqelegidos por el inca como muestra de confianzaeran miembros de la elite cuzqueña trasladados consus familias para enseñar el idioma y tradiciones delos incas. Se les otorgaba chacras y casas y recibíanhonores, dádivas, objetos de lujo y mujeres en señalde aprecio y como recompensa por su alejamientodel Cuzco.

Según Cieza,otro grupo similarfueron los mitmaq-kuna establecidoscomo guarnicionesen las zonas fronte-rizas con la selva,cuyos habitantes el

estado inca no había podido someter y hacían con-tinuas incursiones. Las guarniciones estaban bajo elmando de miembros de los linajes cuzqueños y eranalimentadas por los depósitos regionales. El visita-dor de Huánuco, Ortiz de Zuñiga, menciona quepor orden de Tupac Yupanqui un grupo de orejones(miembros de la elite cuzqueña) se estableció en laregión de los chupaychos para defender las fronte-ras del ataque de los panataguas, grupo étnico de laselva. La misma finalidad tuvieron los mitmaq en-viados durante el gobierno de Tupac Yupanqui aCochabamba, donde al parecer asumieron funcio-nes militares en resguardo de las fronteras ante lasincursiones de los chiriguanos (N. Wachtel).

En otras ocasiones, la institución de los mitmaq-kuna tuvo un objetivo netamente político, sirvien-do para consolidar una conquista cuzqueña, siendosu colaboración recompensada por el inca. Éste fueel caso de los chincha y de los coayllo, quienes porsu colaboración en la conquista de los guarco (Ca-ñete) recibieron tierras. Las de la margen izquierdadel río fueron entregadas a mitmaq de origen chin-chano, quienes por ser vecinos deseaban expandirsu propio curacazgo, mientras los coayllos, enemi-gos de los guarcos, se instalaron como mitmaq enbuena parte de los campos de la margen derecha delrío. La práctica de despojar a los naturales rebeldesde sus tierras y bienes debía servir para frenar aaquellos que quisieran oponerse a las tropas del so-berano (M. Rostworowski).

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Santa Rosa de Quives(Lima). En esta zona

del valle del Chillón elinca movilizó

mitmaqkuna para elcultivo de la coca.

Durante la expansióndel Tahuantinsuyo seempezó a desplazar

mayores volúmenes depoblación hacia lejanas

y remotas regiones delimperio.

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La situación de los convertidos en mitmaq comoseñal de castigo era bastante difícil, pues al sertransplantados de sus tierras de origen hacia otrasregiones perdían sus derechos. Fue el caso del reinodel Chimor, gran parte de cuya población fue tras-ladada a diversos lugares en castigo por haberse en-frentado a las tropas del inca.

Existe mayor información sobre lo sucedido conlos mitmaqkuna trasladados para el trabajo de latierra con fines estatales. En lugares escasamentepoblados se necesitaba de un mayor número de ma-no de obra para intensificar la producción agrícolay se procedió a enviar contingentes de mitmaq paracultivar las tierras baldías. Se sabe que gozaban deciertos privilegios durante un período inicial: esta-ban exentos de la prestación rotativa y recibían al-gunos bienes, por ejemplo llamas; además, la pobla-ción local debía edificarles sus casas y ayudarlos du-rante dos años en el trabajo de sus chacras, tras locual se esperaba que los mitmaq trabajaran sus tie-rras por sí mismos. Durante esos dos años los colo-nos podían recibir provisiones de los depósitos es-

tatales, lo que implica que una vez pa-sado ese período debían ofrecerletiempo al estado trabajando comocualquier campesino.

Eso ocurrió en el valle de La Con-vención, cerca del Cuzco, adonde fueenviada gente desde Chachapoyas. Laadjudicación de tierras y viviendas enla zona de asentamiento está confir-

mada en varias fuentes. Cieza de León mencionaque éste fue el caso de los numerosos mitmaq de La-tacunga (actual Ecuador). También existieron mit-maq dedicados a la extracción de minerales en lasminas del inca, que no deben confundirse con lapoblación que cumplía una mita minera, o sea untrabajo temporal en las minas de las macroetnias oen las de los ayllus (M. Rostworowski, J. Murra).

María Rostworowski menciona también la exis-tencia de mitmaq con fines religiosos, cuyo númeroen algunos casos era bastante elevado. Se les creócon el propósito de servir de camayoc en diversossantuarios importantes como el de Copacabana. Po-siblemente estaban obligados también a cultivar lastierras pertenecientes a las huacas, a quienes el incaquería agradecer por algún servicio prestado.

LOS ARTESANOS

En la costa fueron un sector especialmente im-portante y se hallaban agrupados de acuerdo con lasactividades que realizaban. María Rostworowski se-

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Ocupación incaica enTopará. Los masivos

movimientos depoblación ordenadospor el inca no fueronsólo impulsados pormotivos económicos,

sino políticos ymilitares.

Restos de un caminoincaico entre Chincha yAsia.

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ñala que la especialización la-boral formaba parte del mo-delo organizativo costeño.Mientras que en la sierra, aun-que también se fabricaba artesa-nías, no constituía ocupación ex-clusiva como en la costa.

En la visita de León de Huánucohay noticias sobre la presencia dediversos artesanos serranos comocumbicamayoc, salineros, olleros,personas dedicadas a la confecciónde andas para el inca o fabricantesde soga para la caza de venados. Sinembargo, no formaban ayllus de unasola especialización, sino que se inte-graban junto con los agricultores enun todo. Además era un número redu-cido en comparación con los artesanoscosteños que estaban agrupados por sus oficios, ca-si como gremios (M. Rostworowski).

Los artesanos costeños antes de la conquista in-ca habían gozado de una situación especial, puesaunque trabajaban para sus jefes étnicos podían in-tercambiar parte de su producción y su beneficioera personal. Entre las muchas profesiones de arte-sanos costeños estaban los pintores de mantos,quienes tenían por tarea pintar ropa, e iban por losvalles usando de su arte. Con el establecimiento delpoder inca se mantuvo su categoría, pero teníanque obedecer las órdenes del estado y no se sabe siles era permitido usufructuar del excedentede su producción. Sin embargo su situa-ción seguía siendo privilegiada, puessólo tenían que trabajar en su oficio y noestaban obligados a realizar ninguna otra la-bor, ni siquiera tenían que cumplir con lamita guerrera.

Con el crecimiento del Tahuantinsu-yo el gobierno necesitó tener accesoa un mayor número de objetossuntuarios y de manufacturasque requerían de una dedicaciónexclusiva. Fue entonces que seprocedió a enviar al Cuzco y alos principales centros adminis-trativos a grupos de ayllus deartífices con el objeto de satisfa-cer las demandas estatales.

Los artesanos más solicitadosfueron los plateros u orfebres coste-ños y existen documentos que indican la

procedencia de los ayllus que vivían enel Cuzco: entre ellos hallamos a gente

de Ica, Chincha, Pachacamac, Chi-mú, Huancavelica y del lejano

Ecuador. Los huancavilcas, porejemplo, fueron traídos delnorte por Huayna Capac pa-ra confeccionar objetos demetales preciosos para elinca. Otro ejemplo de ar-tesanos trasladados paracumplir su arte fue el delos ceramistas costeños deXultin, enviados a Caja-

marca con el fin de fabricarvajillas para el centro admi-

nistrativo de la región (M.Rostworowski).

Los tejedores jugaron unpapel muy importante, ya que los textiles consti-tuían uno de los recursos más preciados para la po-blación andina. Durante el Tahuantinsuyo, los teje-dores estatales fueron el grupo artesanal más for-malmente organizado: las acllas, tejedoras reclui-das, eran seleccionadas en las etnias de muchaspartes del reino. Al igual que los cumbi camayoceran especialistas que cumplían sus deberes de porvida. La expansión del estado inca y la necesidad decontar con grandes cantidades de tejidos para redis-tribuir determinó el crecimiento en el número delos artesanos dedicados exclusivamente a las labo-

res textiles.Después de la conquista cuzqueña, llegóun momento en que la producción de teji-

dos por prestaciones rotativas y los esfuerzosde los artesanos independientes resultaron insu-ficientes para los fines estatales, especialmente

en lo tocante a tejidos ceremoniales y delujo. De manera que se establecieronnuevos grupos de artesanos y fueron

absorbidos por los ya existentes. Se-gún el cronista Betanzos, esto su-cedió en tiempos de Pachacuti,aunque un cronista posterior,Santa Cruz Pachacuti, atribuyeel hecho a Tupac Yupanqui (J.Murra).

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Cántaro incaico de asa cintada.

Los artesanos costeños conformaban ungrupo socialmente reconocido y dedicado

exclusivamente a sus labores; en oposición alos artesanos procedentes de la sierra, menos

especializados. En la ilustración, un aríbalo incaico.

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LOS “MERCADERES”

Los españoles llamaron merca-deres a los habitantes costeños de-dicados al intercambio de produc-tos –agrupados en varias categoríasde acuerdo con lo que intercambia-ban– pero, como señala MaríaRostworowski, es necesario enten-der la palabra en su contexto indí-gena, es decir, dentro de una eco-nomía ajena al empleo de la mone-da y en la cual sólo existía el inter-cambio.

Los tratantes chinchanosEstos “comerciantes” se ocupa-

ban del intercambio de productos através de dos rutas. Una marítima,enrumbada al norte, con balsashasta Puerto Viejo y Mantas, en elactual Ecuador –a donde llevabancobre y traían mullu (M. Rostwo-rowski)–, y otra terrestre con recuas de camélidosacompañadas de cargadores hacia el altiplano pe-ruano-boliviano y el Cuzco.

Los tratantes norteñosEn el norte había dos niveles de personas dedi-

cadas al intercambio de productos. Los del primernivel se encargaban del abastecimiento diario y ade-más eran pescadores especializados encargados desecar y salar el pescado para el trueque a largas dis-tancias, intercambiando productos en sus propiosvalles y con la sierra colindante. El segundo nivelcorrespondía a “señores” que no poseían tierras niagua –así lo afirmaban– y que se ocupaban de reali-zar un trueque que consistía en “ropa de lana, cha-quira, algodón, frijoles, pescado y otras cosas,mientras otros más modestos trocaban sal” (M.Rostworowski). Frank Salomon señala que en elEcuador existieron especialistas en el intercambiollamados mindalaes.

LOS PESCADORES

A lo largo de la costa peruana, la población de-dicada a la pesca estaba organizada en ayllus dife-rentes a los de los agricultores. Los pescadores vi-vían en poblados cercanos al mar y en la vecindadde las lagunas. Tenían sus propios jefes étnicos pe-ro todos, pescadores y agricultores, dependían de

un curaca principal. Las relaciones con los agricul-tores eran muy estrechas, pues les permitían teneracceso a la producción del valle.

María Rostworowski señala que es posible quecon la propiedad de las playas sucediera lo mismoque con la tierra, es decir, una tenencia discontinuaque obedecía a conceptos indígenas especiales. Basasu hipótesis en la información contenida en la visi-ta al curacazgo de Maranga, en el valle de Lima, rea-lizada en 1549: “los españoles encontraron que allítambién pescaba gente de los vecinos señoríos deLima y Pachacamac, a pesar de que ambos poseíansus propias caletas. Quizá se trató de enclaves hori-zontales y no verticales motivados por el tipo de li-toral, pues unas playas eran de arena y otras de gui-jarros o de rocas. Naturalmente la pesca debió serdiferente en cada una, y para que todos tuviesen ac-ceso a diferentes productos ictiológicos habría cier-tos acuerdos entre los pescadores”.

Al ser pescadores especializados no poseían tie-rras de cultivo. Se dedicaban a secar y salar el pes-cado que era materia de trueque con los habitantesde la sierra. Tenían, además, lagunas propias dondeno sólo pescaban lisas sino cazaban aves. Y de lasmárgenes extraían la totora que utilizaban paraconfeccionar sus embarcaciones y edificar sus vi-viendas.

Los pescadores eran un grupo cerrado y se casa-ban entre ellos. María Rostworowski señala que tu-

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Los pescadores de la costa peruana tenían sus propios jefes y se comunicaban ensu propio idioma conocido como “la pescadora”. En la imagen, un pescador sobre

un caballo de totora en Huanchaco, La Libertad.

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vieron su propio dialecto, llamado por los españo-les “la pescadora”, mencionando que es posible quefuera una lengua franca cuya misión era facilitar eltrueque y la navegación a lo largo de la costa.

LOS YANAS

Los yanakuna fueron poblaciones extraídas desus grupos étnicos para realizar una serie de tareasproductivas a tiempo completo. Los cañari, porejemplo, fueron trasladados desde el actual Ecuadoral valle de Yucay, para cultivar las tierras producto-ras de maíz. Este valle cuzqueño era un área espe-cialmente importante porque su producción se des-tinaba a la alimentación de las panacas cuzqueñas,y es probable que una parte de las cosechas haya es-tado dedicada a la redistribución que el inca ejercía.

Otras poblaciones fueron separadas de sus gru-pos étnicos por el tipo de actividad especializadaque realizaban. Es el caso de los plateros, que al seruna población altamente calificada, fueron llevadosal Cuzco desde Chan Chan y otros lugares de la cos-ta para trabajar en la ornamentación de los templos(F. Pease, J. Murra).

El origen de este grupo es difícil de precisar.Cronistas como Sarmiento de Gamboa y Cabello deBalboa se ocupan del tema pero sus versiones difie-ren en algunos puntos. Concuerdan, sin embargo,en que se trataba de población rebelde a la que lefue perdonada la vida a cambio de que sirviera aperpetuidad al inca. La rebelión tuvo lugar en Yana-yaco, de donde según Cabello de Balboa provendría

el nombre del grupo. Según ambas versiones, cuan-do los prisioneros iban a ser ejecutados intervino asu favor Mama Ocllo, quien sugirió que le fueranentregados para su servicio particular. María Rost-worowski menciona que el día en que el inca reci-

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Escalera en un tramo delqhapaq ñam (camino delseñor), conocido a partir del siglo XVI como “camino del inca”.

Una vista de Ukira, centroadministrativo incaico.

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bía la borla y se casaba otorgaba a la coya poblaciónyana para su servicio.

Las tareas que cumplían les eran asignadas porla autoridad de la que dependían, habiendo porejemplo información sobre yanas entregados a loscuracas para dedicarse a las labores de pastoreo ode yanas encargados de cuidar las momias de losincas. Damián de la Bandera menciona que cuandovisitó el valle del Yucay encontró a cincuenta yanasdedicados al cuidado de la momia de Huayna Ca-pac. Por su parte Cieza de León señala que el Sol ylas principales huacas –como la de Huanacaure–tenían yanas a su servicio. El ídolo Pariacacca, divi-nidad que residía en Huarochirí, también tenía ya-nas a su servicio, otorgados por el inca en recono-cimiento de su prestigio (M. Rostworowski).

Los cronistas pensaron que los yanakuna eranpobladores a los que se les había privado de susderechos, atribuyéndoles las características que te-nían los esclavos en Europa. Pero otras fuentes co-mo la visita de Sonqo, publicada por John Murra,han brindado información que descarta esta posibi-lidad. La fuente muestra que los yanas que traba-jaban en los cocales ubicados en las yungas de LaPaz, vivían con sus familias al mando de un jefeétnico y tenían derecho a recibir tierras para susustento.

Waldemar Espinoza señala que los yanas exis-tían desde antes de la conquista inca, y que trans-mitían su estatus hereditariamente. Es posible quese tratara de poblaciones cuyas características fue-ron cambiando conforme iba en aumento su núme-ro y los requerimientos del estado cuzqueño. Se sa-be que durante los años finales del Tahuantinsuyocreció su número, y que los incas acostumbraban aentregar un número reducido de yanas a los cura-cas para su servicio personal (J. Murra). Como se-ñala María Rostworowski, es posible que el incaentregara yanas a los curacas a quienes quería re-compensar por sus servicios.

En realidad se trata de una población especialdifícil de definir, porque no sólo desempeñabantrabajos especializados sino que podían llegar a serfuncionarios y hasta curacas. Al respecto los cro-nistas mencionan que algunos yanas poseían acllasotorgadas por el inca. La posibilidad de disfrutar deuna situación similar debió haber movido a aque-llos curacas que entregaban a sus hijos como yana-kunas al inca (S. Falk Moore). Como señala Fran-klin Pease, los yanas del inca podían ser considera-dos privilegiados dentro del sistema, puesto que es-taban excluidos de cualquier otra obligación y eran

mantenidos por el aparato cuzqueño en forma di-recta (F. Pease).

Curacas yanaComo se señaló al hablar de los curacas, parece

que durante el gobierno de los últimos incas algu-nos yanas fueron convertidos en jefes étnicos. La si-tuación de estos personajes, desvinculados de susgrupos de parentesco y en estrecha relación de de-pendencia con el inca, los convertía en pieza clavepara el control de sitios de difícil dominio donde serequería de una persona de confianza con la que elinca no estaba obligado a efectuar los intercambiosrecíprocos que sí debía mantener con los otros jefesétnicos.

María Rostworowski señala que Tupac Yupanquinombró a un yana como curaca de los colli, grupoétnico ubicado en el valle del río Chillón (cerca deLima). El Colli Capac se había opuesto a la conquis-ta inca pero fue vencido y muerto por el ejército in-ca. El inca lo sustituyó por un yana de su servicio.Waldemar Espinoza también menciona que HuaynaCapac otorgó el curacazgo de Leimebamba y Co-chabamba, que se encontraba vacante, a un yana desu servicio.

LAS ACLLAS

Las acllas fueron mujeres que tuvieron una con-dición especial en el Tahuantinsuyo. Entre los 8 y10 años eran reclutadas en sus grupos étnicos paraenseñarles a tejer cumbi y a preparar platos especia-les y chicha. Desde ese momento vivían en los aclla-huasi o casa de las escogidas, al cuidado de las ma-maconas que se dedicaban a enseñarles las distintaslabores. Algunos estudiosos han comparado su con-dición con la de los yanas, porque en ambos casosse trataba de población extraída de sus grupos deorigen para realizar trabajos especializados para elestado. Los cronistas mencionan que tenían señala-das tierras para su usufructo, algunas trabajadas porellas mismas y otras con ayuda de los mitayos en-viados por los ayllus.

En fechas especiales, unos funcionarios denomi-nados apo panacas se encargaban de seleccionarlasen sus grupos étnicos, por eso se les llamaba acllaso sea escogidas. Permanecían en los acllahuasi has-ta llegar a la adolescencia, momento a partir delcual el inca podía disponer de ellas, tomando a unascomo sus esposas y obsequiando otras a los guerre-ros, curacas etc.; es decir, a personas a quienes que-ría compensar por sus servicios.

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Las acllas pertenecientes a la elite desem-peñaban las labores más importantes, y sólolas mujeres pertenecientes a este grupo podíanocupar, luego de cumplir los 30 años, el cargode mamaconas. Los cronistas mencionan va-rias clases de acllas, hasta seis según Martín deMurúa, cuya posición dependía de la situa-ción social de sus padres.

Las yurac acllas eran las mujeres escogidasen el linaje del inca. Estaban consagradas depor vida al servicio ritual del Sol, por lo quedebían permanecer vírgenes. Según SantaCruz Pachacuti una de ellas era consideradasu esposa. Las yurac acllas tenían una situa-ción de privilegio y sus obligaciones consis-tían en la preparación de bebidas para las ce-remonias religiosas y en la vigilancia de lasotras acllas.

Las huayrur acllas destacaban por su belle-za. Eran escogidas en los linajes cuzqueños yentre las hijas y hermanas de los curacas. Deeste grupo procedían las esposas secundariasdel inca.

Las paco acllas eran escogidas entre las hijas delos curacas locales. Entre ellas el inca elegía las queiban a ser obsequiadas como esposas a los curacas ya los jefes guerreros que desempeñaban un papeldestacado.

Las yana acllas se encargaban de servir a las de-más. Eran seleccionadas en los ayllus del común ypodían ser entregadas como esposas a los runas.

Las taqui acllas eran escogidas por sus aptitudespara la música. Se encargaban de tocar instrumen-tos como el tambor y el pincullo, acompañándosecon cantos. Esta actividad la realizaban diariamenteen el acllahuasi así como en las fiestas que organi-zaba el inca.

Los cronistas coinciden en que las yurac acllaseran las únicas que por estar dedicadas al Sol per-manecían vírgenes, pero Pedro Pizarro agrega que,además, sólo ellas tenían prohibido salir de los ac-

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La calle lateral de la casa de lasescogidas en el santuario dePachacamac, Lima.

El templo dedicado al servicio ritualdel Sol en el santuario de Pachacamac,

Lima. Los cronistas mencionan quehabía diversos

tipos de acllas y que las yurac acllasestaban dedicadas

exclusivamente al culto.

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llahuasi, mientras que las demás tenían libertad pa-ra salir durante el día (W. Espinoza, J. Murra, M.Rostworowski).

LOS PIÑAS

Las crónicas no proporcionan información sobreeste grupo, que algunos estudiosos identifican co-mo esclavos. Se conoce de su existencia porque apa-recen en los diccionarios quechuas, donde se men-ciona que los pinakuna eran los prisioneros de gue-rra y, como tales, ocupaban el nivel inferior en la es-cala social del Tahuantinsuyo (M. Rostworowski).

Waldemar Espinoza señala que la instituciónaparece en los últimos tiempos del Tahuantinsuyo,

a partir del gobierno de Huayna Capac, y que que-daban sometidos a ella los prisioneros de guerra quea pesar de su situación no admitían la derrota, co-mo sucedió con algunos centenares de pastos, ca-rangues, cayambes, quitos, cañaris y chachas. Su si-tuación se hacía extensiva a sus mujeres e hijos, apesar de lo cual el número de piñas nunca fue ele-vado.

Eran propiedad del estado inca, que los enviabaa trabajar en regiones difíciles, preferentemente enel cultivo de la coca en la selva alta o ceja de selva.Se distribuían el trabajo de acuerdo con su sexo yedad. Un documento de 1563, trabajado por Espi-noza, informa que el estado les proporcionaba tie-rras para su subsistencia.

VLA ECONOMÍA

Uno de los aspectos que más destacaron los cro-nistas en sus escritos fue el éxito conseguido por losincas en el aspecto económico. La gran cantidad deproductos que hallaron en los depósitos los llevó aalabar la abundancia de laprodución agrícola y gana-dera, y a sostener su equi-tativo reparto entre la po-blación. La base del éxito,para los cronistas, estuvoen una correcta adminis-tración de los recursos queen forma de tributo eranentregados por los pobla-dores al estado inca. Desta-caron por ello la existenciade los depósitos y de losquipus, sistema de conta-bilidad sobre el que Polode Ondegardo señalabaque permitía “se entendie-

se lo que entraba en los depósitos y pagaba a lossúbditos, de tal manera, que no fuesen agraviados”.

Las investigaciones actuales muestran que la ri-queza del Tahuantinsuyo no se basó en la entrega

Una vista de depósitos incaicoscerca a la laguna de Paca, Junín.

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de un tributo, como lo entendían los cronistas, sinoen la administración de la mano de obra que permi-tía al estado contar con los productos necesarios pa-ra la redistribución (F. Pease). El inca obtenía estaproducción a través de las prestaciones rotativas detrabajo (mita) que la población de los ayllus le en-tregaba periódicamente. Este sistema no fue crea-ción inca, estaba basado en la forma tradicional co-mo los curacas obtenían fuerza de trabajo. Los incasllevaron el sistema a su máxima expresión, almace-nando la producción obtenida en depósitos paraluego distribuirla entre la población de acuerdo consus necesidades y los intereses estatales. La abun-dancia y diversidad de los recursos era fundamentalpara el mantenimiento de la “generosidad” del so-berano, característica clave de la política incaica.

John Murra, partiendo del estudio de las visitashechas a los lupaca, ubicados en las riberas del Titi-caca, y a los chupaychu de la región de Huánuco,llegó a la conclusión de que los grupos étnicos delárea andina, de acuerdo con el tamaño de su pobla-ción, trataban de controlar la mayor cantidad de pi-sos ecológicos para conseguir recursos variados. Lamanera de hacerlo era colocando parte de su pobla-ción –los llamados mitmaqkunas– en diferentesecologías, para que por turnos se dedicaran a la pro-ducción en el lugar sin perder sus derechos en suscentros de origen. Murra llamó a esta forma de or-ganización económica “control vertical de pisosecológicos”, modelo que los incas siguieron y am-pliaron a la par que se expandía el estado inca.

María Rostworowski considera que el modelopropuesto por Murra era característico de las po-

blaciones de la sierra sur.En la sierra central, espe-cíficamente en la regiónde Canta, la poblacióntenía una organizacióneconómica diferente. Alcontar esa área con dis-tintas ecologías a distan-cias relativamente cortas,la población se abastecíade recursos variadosefectuando un trabajo ro-tativo y por temporada,no precisando de encla-

ves multiétnicos que sólo fueron introducidos lue-go de la conquista inca.

En el caso de la costa, sostiene Rostworowski, eldiferente tipo de geografía existente propició unmodelo económico también distinto. El modelocosteño se caracterizó por la especialización laboral(pescadores, agricultores y artesanos) y el intercam-bio, el cual se realizó a dos niveles: el de trueque lo-cal se efectuaba entre los productores para su sub-sistencia, y el segundo entre los miembros de la eli-te. Menciona también la existencia de un intercam-bio a larga distancia (más bien esporádico), realiza-do por mercaderes chinchanos que se dirigían alnorte a aprovisionarse de mullu a cambio de cobre.La necesidad de la elite de poseer ciertos recursosde tipo suntuario habría motivado la existencia deeste último tipo de intercambio.

La mayoría de los investigadores está de acuerdoen que en la costa existía una organización econó-mica distinta a la serrana, basada en la especializa-ción de la población. El problema se presenta por-que algunos estudiosos sostienen la existencia demercado, moneda y especialistas en el intercambio.A favor de esta tesis Frank Salomon señala quehabía mercaderes en la zona de Quito, llamadosmindalaes, encargados del intercambio de produc-tos suntuarios a larga distancia. Menciona que el in-tercambio se realizaba en sitios especiales comoQuito y Jatun Quijos a donde acudían todos a per-mutar sus productos.

A su vez Waldemar Espinoza sostiene que en lacosta existió un activo comercio basado en la espe-cialización de la población, señalando además que

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Habitación en el centroadministrativo de TamboColorado, Ica.

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en época tardía en la costa nor-central y en la sierra de los An-des septentrionales se habríanutilizado monedas-signo enforma de hachitas de cobre.

Franklin Pease expresa unaposición opuesta, manifestan-do sus dudas acerca de la exis-tencia de un extenso mercadode mullu en la zona de Chin-cha, como sostiene María Rost-worowski. Pease aduce que laspoblaciones ubicadas inmedia-tamente al sur, en Atico y Ca-ravelí, también enviaban sugente hasta Santa Elena paraobtener el mullu. Sobre losmindalaes señala la posibilidadde que se trate de transportis-tas encargados de los intercam-bios, los que no tendrían queestar necesariamente regidospor reglas de mercado.

¿Qué pasó en la costa luego de la conquista in-ca? Hay acuerdo en que el Tahuantinsuyo impusósu sistema redistribuidor, lo que no está muy claroes cuáles fueron las consecuencias de esta imposi-ción, señalándose por lo general que el intercambiode productos no pudo ser suprimido, aunque dismi-nuyó considerablemente.

LA MANO DE OBRA

Como se señaló líneas arriba, lamanera como el estado inca seabastecía de estos bienes era através de la mita (turno en que-chua) que le permitía contar conel trabajo de los grupos étnicos.La base del sistema estaba en loque los investigadores han lla-mado reciprocidad asimétrica,en contraposición a la reciproci-dad simétrica que era la queexistía entre los miembros del

ayllu y que consistía en la ayuda que mutuamente sebrindaban para lograr el autoabastecimiento. El de-recho a reclamar esta ayuda tenía lugar dentro delmarco de las relaciones de parentesco que regían alos ayllus.

La reciprocidad asimétrica era la que tenía la po-blación con sus autoridades, sea el curaca o el inca,

a los que entrega-ban fuerza de tra-bajo que les era de-vuelta, por ejem-plo, a través de laredistribución delos bienes a la po-blación en los mo-mentos necesarios,como la pérdida decosechas o en tiem-po de guerra (G.Alberti y E. Mayer,F. Pease).

El Tahuantinsu-yo utilizó la manode obra obtenida através de la mitapara lograr bienessociales importan-tes. El tipo de re-curso que cada re-

Para la realización de las obraspúblicas el inca reclutó altoscontingentes de mano de obraobtenidos a través del sistema demitas. Posteriormente debíaredistribuir una serie de bienes a lasunidades étnicas que habían brindadoestos operarios. En la ilustración unnicho trapezoidal en Ukira.

Una serie de tambos puede encontrarse a lo largo del sistema vial incaico. En la imagen, tramo delcamino incaico asociado a un tambo en San Damián, Lima.

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gión producía y el número de habitantes con quecontaba condicionó el traslado de los mitmaqkuna.Los pobladores de Huánuco, por ejemplo, entrega-ban un número considerable de mano de obra adul-ta para realizar distintas labores a favor del estado.Algunos debían dedicarse a la producción agraria, asu almacenamiento y transporte y otros a la cons-trucción de obras públicas. Estas poblaciones man-tenían sus derechos en sus pueblos de origen, adonde volvían luego de terminado su turno. Losmitmaq se encargaban también de la fabricación deobjetos como ropa y cerámica, y algunas poblacio-nes, como las de la costa, entregaban mano de obraespecializada que se distribuía en los centros urba-nos para la fabricación de objetos suntuarios para elestado y el culto.

Hubo también otras poblaciones transplantadas,cuya finalidad fue más bien política. Se trató de unamodificación del sistema de los mitmaqkuna hechapor los incas para lograr controlar a las poblacionesconflictivas o recién incorporadas. Estos “coloniza-dores” eran escogidos entre las poblaciones fieles alTahuantinsuyo. A diferencia de los demás, estosmitmaq sí perdían sus derechos en sus grupos deparentesco (F. Pease). Los cronistas señalan que acambio recibían presentes de parte del inca y eran

considerados personas im-portantes en los sitios adonde habían sido trasla-dados.

A la par que se expandíael Tahuantinsuyo, era ma-yor su necesidad de con-trolar recursos andinos va-liosos y, por lo tanto, decontar con mano de obra.Una forma de conseguirlafue valiéndose de otra delas instituciones ya exis-tentes, la de los yanakuna.Estas poblaciones, cuyonúmero era reducido, fue-ron ampliadas por el esta-do inca para dedicarlas atiempo completo a serviral estado en sus chacras demaíz y en las zonas pro-ductoras de coca.

LA TENENCIA DE LATIERRA

El usufructo de la tierra era uno de los derechosque la población tenía por pertenecer a un grupo deparentesco. El curaca, como representante del gru-po, repartía a cada miembro la cantidad de tierra quenecesitaba para su subsistencia y la de su familia. Launidad de medida era el tupu, cuyas dimensionesvariaban de acuerdo con la calidad de la tierra.

Una unidad doméstica que recién se iniciaba re-cibía un tupu y medio. Al nacer el primer hijo reci-bía un tupu adicional si era niño, y si era niña me-dio tupu. Cuando los hijos se casaban los tupus adi-cionales que les habían sido asignados les eran reti-rados. Algunos cronistas mencionan que la tierra serepartía anualmente pero, como señala John Murra,debió tratarse más bien de una reafirmación cere-monial de las tierras a las que una familia tenía ac-ceso y que debió llevarse a cabo anualmente, lo quellevaría a pensar que existió una continuidad en latenencia de la tierra de parte de las familias.

Guaman Poma señala que el “reparto” de las tie-rras tenía lugar después de la cosecha, en el octavomes del calendario inca, llamado chacraconacuy.Correspondía a los meses de julio y agosto, y era elperíodo en el que se fertilizaba los suelos, se limpia-ba y reparaba las acequias, y se organizaban sacrifi-cios para “purificar la tierra”.

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Al producirse la conquista de una región, recursos como la tierra, el agua y el ganadopasaban a ser propiedad del estado incaico. Los incas reordenaban a las poblaciones y

reasignaban estos recursos.

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Los cronistas mencionan que después de con-quistar una región, los recursos como la tierra, elagua y el ganado eran declarados “propiedad delestado”, aunque inmediatamente eran “generosa-mente” cedidos a las poblaciones conquistadas. Enrealidad se utilizaron modalidades distintas deacuerdo con la riqueza de los recursos y la energíahumana con que cada grupo contaba. Por lo gene-ral, los grupos étnicos continuaban controlando lastierras productoras de tubérculos. Los cambios sedaban más bien en relación con las tierras produc-toras de coca y de maíz. Al ser esta producción es-pecialmente importante para el estado, muchas ve-ces parte de estas tierras eran expropiadas paraconvertirlas en tierras dedicadas al estado y al cultosolar.

En Chincha, por ejemplo –según informan Cas-tro y Ortega–, cada huaranca (mil unidades domés-ticas) “cedía” una chacra de 10 fanegadas, sin espe-cificar si la chacra se tomaba de los recursos del cu-raca o de los del grupo étnico (J. Murra). En otroscasos, se procedía más bien a ampliar la fronteraagraria construyendo andenes y obras de regadío.Otra modalidad que utilizaron fue la de colocarmitmaqkuna junto a los que los grupos étnicos te-nían en otras ecologías, como lo hicieron en las“colonias” lupaca, por ejemplo.

Las tierras dedicadas al estado y al culto se cul-tivaban y administraban en forma independiente, ysu producción era almacenada por separado. El es-tado también otorgaba tierras a algunas divinidadesde los pueblos conquistados. En todos los casos,estas tierras estaban dedicadas preferentemente a laproducción de maíz y de coca, destinada para lossacrificios y para alimentar a los sacerdotes. Sobretodo se tiene información de que el Rayo (deidadidentificada con el envío de las lluvias), la Luna, laPachamama y los santuarios de los antepasados mí-ticos como Huanacaure tenían sus propias tierras,sacerdotes y criados. La mano de obra para el tra-bajo de las tierras estatales y del culto se obtenía através de la mita (J. Murra).

LA AGRICULTURA

Junto con la ganadería, la agricultura representóla base de la economía inca, aunque la domestica-ción de las plantas en el territorio andino se habíainiciado mucho tiempo antes de la aparición de losincas. Las poblaciones que habitaron el área andinalograron domesticar y aclimatar una variedad deproductos a diversas condiciones, sacando prove-

cho de un territorio considerado más bien difícilpara la producción agrícola.

En los Andes, el cultivo más importante fueronlos tubérculos, entre los cuales destacó la papa co-mo base de la alimentación. En la actualidad, sóloen el área del Collao se han encontrado 220 varie-dades, algunas de las cuales se conservan siete, diezy hasta doce meses en la puna. En esta región fue-ron ideados varios procedimientos para mejorar laconservación de la papa, aprovechando la oscila-ción de la temperatura entre la noche y el día, loque permite la deshidratación de la mayoría de laspapas para convertirlas en chuñu, sustancia que seobtiene helando, exprimiendo y secando los tubér-culos a la intemperie. Las variedades de gran altura–amargas y de lenta maduración– son cultivadas ex-clusivamente para chuñu, que puede ser conserva-do durante un tiempo mucho mayor que las mismaspapas (J. Murra).

El siguiente cuadro muestra los diferentes tiposde chuñu que se elaboran hasta la actualidad em-pleando diferentes variedades de papas:

TIPO DE VARIEDADES DE TIEMPO DECHUÑU PAPAS ELABORACIÓN

Lajota K’aisalla 2 - 3 díasNazári

Khachu-chuñu Nazári 2 - 3 díasK’aisallaOtras variedades

Tunta Siempre de papas 30 días bajoamargas torrente de agua

Muraya De preferencia papas 20 - 30 días bajoamargas, a veces torrente de aguapapas dulces

Chuñu de De preferencia De acuerdo con primera papas amargas, a veces la intensidad de

papas dulces la helada

Chuñu de Idem. Idem.segunda

Chuñu de Idem. Idem.tercera

Kholunku Cualquier variedad Variablede papas

Fuente: Ravines 1978.

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Las papas, en sus centenares de variedades, eranla principal cosecha de altura, pero también se cul-tivaban y se siguen cultivando otros tubérculos co-mo la mashua, el ulluco y la oca, que también pue-den conservarse en formas parecidas al chuñu, con-gelándolos y secándolos. Sólo un grano, la quinua,está asociado con los tubérculos de puna. Sus semi-llas y hojas eran utilizadas como alimento y paraelaborar una bebida (J. Murra).

El maíz era considerado un recurso de tipo sun-tuario que otorgaba prestigio y era cultivado con fi-nes burocráticos, militares y ceremoniales. Era uti-lizado para “alimentar” a los dioses y a las momiasde los incas difuntos, y el ejército lo prefería a otrosalimentos. No se usó por lo tanto en la misma pro-porción que los tubérculos para la alimentación dia-ria del hombre andino (F. Pease).

Los incas se atribuyeron la introducción de estecereal en el valle del Cuzco. Según refiere la leyen-da, Manco Capac y Mama Ocllo salieron de Pacari-tampu llevando consigo la semilla del maíz, encar-gándose Mama Ocllo de enseñar a la gente cómocultivarlo. Desde entonces una chacra cerca delCuzco, llamada Sausero, fue consagrada a la pro-ducción del maíz con que se alimentaba a la momiade la coya y a las de sus servidores. Era también eneste lugar donde el inca inauguraba la temporadaanual de la siembra, labrando la chacra con la ayu-da de sus parientes.

El maíz es un producto de clima cálido que ne-cesita de bastante humedad y calor, condiciones queobligaron a la construcción de andenes y obras deregadío. El riego ha sido considerado no sólo desea-ble sino indispensable dondequiera que se cultivemaíz, aun donde no hay escasez de lluvias. Además,los campos regados no necesitaban de rotación nide descanso. Hay indicaciones de que los andenesconstruidos en las laderas de la región quechua es-taban destinados a la producción de maíz, cuyo cul-tivo requiere, además, de mano de obra especializa-da y en mayor cantidad de la necesaria para el cul-tivo de los tubérculos (F. Pease, J. Murra).

La importancia del maíz como recurso ceremo-nial llevó a los incas a disponer de tierras producto-ras de este cereal en cantidades que asegurasen laredistribución. Es importante recordar que los incasinician su expansión luego de obtener el control so-bre las tierras del valle de Urubamba, productorasde maíz de alta calidad. El Sol, como divinidad prin-cipal, tenía señaladas tierras productoras de maíz enlos alrededores del Cuzco y, en el interior del Cori-cancha (templo del Sol), los sacerdotes cultivaban

una chacra que regaban a mano con agua traída enhombros.

Según señalan los cronistas, tres veces al año sesembraba –entre las plantas vivas– reproduccionesde oro, de tamaño natural, con hojas y mazorcas. Enlas fiestas más importantes, las acllas utilizaban laproducción de esa chacra para elaborar unos bollosque obtenían al mezclar la harina con sangre de lla-ma, los que luego eran ofrecidos a los forasteros yenviados como presentes a las huacas y a los cura-cas que vivían fuera del Cuzco (J. Murra).

Entre la población de los ayllus, el maíz jugabaun rol de primer orden. Al final de la cosecha seerigía un altar a Mama Sara (progenitora del maíz)y se le rogaba que hiciera durar la provisión delaño. La producción de maíz se destinaba preferen-temente para ofrenda de las huacas, por lo que eraconsiderado un bien preciado que otorgaba presti-gio. De allí que en los momentos más importantesde la vida de una persona sus parientes solían obse-quiarle mazorcas de maíz: en la ceremonia que te-nía lugar cuando por primera vez se les cortaba elpelo a los niños y se les cambiaba el nombre (rutu-

Esta ilustración de Guaman Poma de Ayala muestra elmomento en que se aporcaba el maiz en el Tahuantinsuyo.

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chicuy), entre los regalos ofrecidos por los parien-tes figuraban el maíz, las llamas y los tejidos; enlos matrimonios los familiares de los novios inter-cambiaban semillas junto con tejidos, husos, ollasy adornos. El cronista Murúa menciona la presen-cia de choclos entre los regalos de la novia. En elmomento posterior a la muerte solía también em-plearse el maíz convertido en harina, espolvoreán-dolo alrededor del muerto (J. Murra).

El maíz se usaba también para otros fines: eladivino utilizaba sus granos para averiguar si la co-secha siguiente sería de buena calidad, los enfer-mos se cubrían el cuerpo con harina de maíz queluego lavaban en el río, quedando de esta manerapurificados.

El cultivo del maíz, por lo tanto, tenía una granimportancia. Se plantaba en el noveno mes del ca-lendario inca, chacra yapui quilla, período corres-pondiente a los meses de agosto-setiembre, aunqueel momento preciso de la siembra variaba según laaltura y otros factores climáticos y ecológicos. Enla costa, por ejemplo, se solía iniciar el trabajo enlas chacras de maíz alrededor del mes de diciem-bre, pero en el valle del Cuzco la siembra del maízse realizaba indefectiblemente entre agosto y se-tiembre.

Una vez que los sacerdotes señalaban el día pro-picio, el inca se dirigía a los andenes de maíz delSol y, provisto de una taclla con punta de oro, pro-cedía a roturar la tierra en la que se sembraría elgrano para los sacrificios. De esta manera quedabainaugurada la temporada de la siembra a lo largode todo el Tahuantinsuyo.

Los cronistas mencionan que en las otras regio-nes del Tahuantinsuyo el representante administra-tivo del inca o el curaca local se encargaba de darinicio a las actividades agrícolas del año, que serealizaban en un ambiente de fiesta, y la poblaciónacudía a las parcelas entonando canciones y dan-zas. Durante este período –señala el cronista Mu-rúa– se realizaban ayunos y sacrificios para el éxi-to de la actividad. Polo de Ondegardo mencionaque en la época de siembra, a las cien llamas que sesacrificaban mensualmente se añadían mil cuyes,para evitar los daños que las heladas pudieran pro-ducir.

Luego de terminadas las lluvias se iniciaba elperíodo de la cosecha y se llevaban a cabo ceremo-nias similares, aunque de acuerdo con las condicio-nes locales las fechas podían variar. En algunos lu-gares la cosecha se realizaba en el quinto mes delcalendario inca, llamado ayriway quilla, que co-rrespondía a los meses de abril y mayo, pero en lamayoría de los sembradíos de la sierra las cosechasmaduraban más tarde, en el mes llamado aymurayquilla, ubicado alrededor de mayo y junio.

Las ceremonias se iniciaban un mes antes delinicio de la cosecha, tiempo que se dedicaba a agra-decer los frutos obtenidos. Comenzaba luego la co-secha, y al igual que en el momento de la siembralas actividades se iniciaban cuando el inca recogíalos primeros frutos.

Luego de inaugurar la actividad en la chacra deSausero, el inca y sus parientes iban a los campos delos cultos, como los andenes del Sol en Collcampa-ta, y eventualmente a las chacras del inca y la coya.La cosecha era acompañada por muchos sacrificiosde llamas, ayunos, ofrendas para agradecer por lascosechas pasadas y peticiones de futuros favores alSol (J. Murra).

En las diversas regiones del Tahuantinsuyo lacosecha se realizaba en medio de grandes festejos.Los hombres y las mujeres ataviados con sus mejo-

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Los incas se atribuyeron la introducción del maíz en el valledel Cuzco. Se dice que Mama Ocllo enseñó a plantarlo y queuna chacra llamada Sausero fue destinada al cultivo de estecereal con el que se alimentaba la momia de la coya.

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res ropas se encaminaban hacia las parcelas cantán-dole al maíz y pidiéndole que durara mucho. Las fa-milias seleccionaban las mejores mazorcas para unaceremonia que realizaban en las tres noches si-guientes al inicio de la cosecha. En sus casas levan-taban un altar en el que colocaban las mazorcas se-leccionadas envueltas en las mejores mantas queposeían. Estas mazorcas, como cualquier otro vege-tal o tubérculo de tamaño o forma desusados, no sedestinaban al consumo sino que se conservaban co-mo objetos valiosos. Las crónicas mencionan que elambiente durante este tiempo era totalmente festi-vo: la población comía, bebía, cantaba y bailaba a lolargo de todos los días que durara el trabajo.

Tradicionalmente los trabajos pesados como losde la agricultura o la construcción de casas eran rea-lizados mediante el esfuerzo colectivo. Según Garci-laso, los hombres agrupados en “cuadrillas” se mo-vían en filas barbechando o cosechando y las muje-res venían detrás plantando o recogiendo.

Como en otros casos de trabajos colectivos sellamaba a la mita para cultivar la tierra del curaca yeventualmente las del estado. El beneficiario de lamita debía proporcionar en cada caso las semillas,así como alimento y chicha para los trabajadores.Esta obligación se aplicaba a todos, sea que se trata-ra de tierras del estado, del culto o del curaca.Cuando la población trabajaba las tierras del estadoel Cuzco les proporcionaba alimentos y chicha. To-do lo producido por esta cosecha se guardaba en losalmacenes estatales. Los trabajadores no tenían nin-guna responsabilidad por la suerte que pudiera co-rrer la cosecha, todo lo que debían aportar era su es-fuerzo para la realización de la tarea (J. Murra).

Era especialmente importante determinar el mo-mento propicio para dar inicio a las labores agríco-las. Se creía que si se dejaba pasar el momento opor-tuno, la cosecha de maíz peligraba. Por eso habíasacerdotes encargados de observar la progresión delas sombras y de informar a los campesinos de laproximidad del momento de la siembra. La infor-mación que podían proporcionar era bastante com-pleta, pues en sus quipus mantenían registrados losciclos anteriores, indicando la sucesión de años deagua y años secos.

Con toda esta información los sacerdotes se en-cargaban de determinar las fechas apropiadas paralas ceremonias religiosas y de supervisar los ayunosy sacrificios realizados todos los meses en Susanca,colina situada cerca al canal de regadío de Chinche-ro, donde se encontraba una de las chacras persona-les del inca. Este lugar era especialmente importan-te porque allí se encontraba el principal observato-rio solar. Uno de los pilares, Chiroa Susanca, indi-caba el solsticio de verano, mientras que Pucuy Su-sanca anunciaba la llegada del año nuevo en di-ciembre. Estos observatorios determinaban el co-mienzo de las labores agrícolas, especialmente elbarbecho, el riego y la siembra.

Los cronistas le atribuyen al inca Pachacuti laerección, en las afueras del Cuzco, de varios de es-tos pilares de piedra que servían como indicadoressolares de las estaciones. Mediante las sombras queproyectaban, algunos indicaban los solsticios,mientras que otros señalaban el comienzo de cadames. Debido a la diversidad de los climas andinos,el tiempo correcto en la región del Cuzco no lo eranecesariamente en otras latitudes y alturas. Por lotanto, es de suponer que hayan existido observato-rios en muchas partes del territorio. Sin embargo,las fuentes sólo mencionan los ubicados en los al-rededores del Cuzco (J. Murra).

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La cosecha del maiz era realizada en medio de grandesfestejos y regocijo. En este ambiente de fiesta se dice que lasmejores mazorcas eran conservadas como objetos valiosos.Por eso, para garantizar su cosecha se realizaban grandes

esfuerzos tecnológicos y religiosos.

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El etnohistoriador John Murra ha postulado laexistencia en el período inca de dos sistemas agríco-las, cada uno correspondiente a una zona climáticadiferente. El sistema más antiguo y autóctono seríael utilizado por los habitantes de las sierras, quecultivaban plantas domesticadas en esa zona. La ca-racterística principal habría sido la utilización detierras de temporal (tierras de secano que se culti-van en época de lluvias) que habrían permitido latrabajosa adaptación de los tubérculos a condicio-nes andinas. Se trataba, según Murra, de una econo-mía de ayllu cuyos pobladores fueron convertidosen campesinos después de la conquista inca. Murrase refiere al cultivo de plantas domesticadas a par-tir de la ayuda mutua entre los miembros del grupode parentesco.

El otro sistema habría estado basado en la pro-ducción de maíz y de acuerdo con el autor sería másreciente e importado. El maíz es una especie que co-rresponde esencialmente a climas templados, prote-gido en las zonas más bajas y que necesita regadío,andenes y abono para sobrevivir en las circunstan-cias andinas. Murra sostiene que es posible que losmiembros del ayllu lo hayan conocido, pero su cul-tivo en gran escala sólo se habría hecho factiblecuando el estado se encargó de su producción.

Esto mostraría la importancia del cultivo de lostubérculos para la población indígena. Por eso Mu-rra se sorprende de las contadas referencias que loscronistas presentan sobre las ceremonias ligadas alcultivo de la papa y otros tubérculos andinos. Loscalendarios ceremoniales se refieren casi exclusiva-

mente al maíz dando la impresión de que los cronis-tas del siglo XVI no vieron ninguna ceremonia des-tinada a proteger los cultivos de la papa, aunque enla actualidad se continúen realizando complejos ri-tuales en torno a su cultivo.

El cronista Cieza de León menciona una cere-monia ligada al cultivo de la papa efectuada en la re-gión del Collao quince años después de la invasiónespañola. La ceremonia le fue relatada por un sacer-dote de uno de los pueblitos de la región y muestrajustamente la semejanza entre los rituales antiguosy los contemporáneos. Hubo, como era habitual,música y danzas con instrumentos de labranza y al-guna competencia entre las dos mitades. Luego seseleccionó una llama para el sacrificio y en su san-gre se sumergieron grandes “semillas” de papa esco-gidas entre las mejores. En este momento el sacer-dote interrumpió el ritual. Poco después llegó a laregión el cronista Cieza de León y el sacerdote le re-lató la ceremonia (J. Murra).

TECNOLOGÍA ANDINA

Los hombres andinos tuvieron una especialpreocupación por encontrar formas para mejorarlas condiciones del suelo para la agricultura. La va-riedad del clima y del territorio conllevaba igual-mente soluciones diversas, de ahí que fueron mu-chas las formas que encontraron para hacer frente alproblema. Entre las medidas más conocidas se en-cuentra la construcción de andenes, empleados co-mo solución con anterioridad a la conquista inca.

Pero fue durante el go-bierno incaico que se diouna especial importanciaa su construcción. La ra-zón era que la construc-ción de andenes deman-daba movilizar grandescantidades de mano deobra, tarea que sólo podíarealizar con facilidad elestado inca.

Los andenes son terra-zas agrícolas artificialesque sirven para obtenertierra útil para la siembraen las escarpadas laderasandinas. Permitían tam-bién aprovechar mejor elagua, tanto de lluvia co-mo de regadío, haciéndola

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Una vista de la andenería incaica en Pisac, Cuzco.

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circular a través de los canales que comunicabansus diversos niveles. Con esta medida evitaban almismo tiempo la erosión hidráulica del suelo.

Aunque por lo general se les asocia con el culti-vo del maíz, los andenes servían para el cultivo dediferentes productos. Pease señala que es muy posi-ble que hubiera andenes destinados para usos dis-tintos: sembríos, evitar la erosión, lavado de la salmineral, etc.

Los camellones son otra de las antiguas formasde uso del suelo. Se trata de montículos artificialesde tierra, destinados a elevar ámbitos cultivables li-mitados por encima de la superficie natural del te-rreno. La idea es que permitan un mejor drenaje enlugares donde la tierra es poco permeable y está su-jeta a frecuentes inundaciones, como en la regióndel lago Titicaca. Los camellones hacen posibleaprovechar mejor el agua, evitando su rápida circu-lación, algo especialmente importante en las zonasaltiplánicas (F. Pease).

En esta misma región, tierras altas cercanas al Ti-ticaca, se utiliza hasta nuestros días otro sistema deaprovechamiento y mejoramiento del suelo llamadoqocha (charco), para sembrar distintas variedadesde papas.

Se trata de hoyos cónicos en los cuales se depo-sita el agua de las lluvias. El agua almacenada seconcentra en cantidad suficiente para hacer frente alas necesidades del sembrío, que se realiza dentrode la misma qocha. Pero el sistema permite que sepueda trasladar agua mediante canales de una qo-cha a otra y a los terrenos circundantes. La qochacumple además otra función especialmente impor-

tante: durante el día elagua almacenada absorbeel calor que luego irradiadurante la noche y, de estamanera, contribuye a evi-tar las heladas de la puna.Franklin Pease señala que

no debe sorprender la ausencia de referencias a lasqochas en las crónicas y otros documentos del sigloXVI, por dos razones importantes: el encontrarseubicadas lejos de los caminos más usados y el quesu producción no estuviera destinada al mercadoespañol sino a la subsistencia diaria.

En el caso de la costa, los cronistas han dejadoinformación donde se hace patente su admiraciónpor las formas de cultivo realizadas por sus habitan-tes en diferentes zonas. En la costa norte hubo so-ciedades como Moche y Chimor que desarrollarongrandes sistemas de regadío. En otras zonas tam-bién se realizaron canalizaciones, entre las que des-tacan los puquios de agua subterránea empleadosen Nazca. Los incas dieron especial importancia a laconstrucción de canales sobre todo cuando ibanasociados a andenes. Se ha mencionado con fre-cuencia la relación entre el riego y el poder ejercidoen gran escala, como ocurrió en los Andes en el pe-ríodo de predominio Huari y durante la vigencia delChimor en la costa norteña; siendo indudable, co-mo señala Pease, que la expansión del área bajo rie-go formó parte de la política económica de los incas.

Al hablar de las técnicas agrícolas utilizadas enla costa, los cronistas mencionaron también el em-pleo de hoyos en la tierra y de excavaciones en zo-nas arenosas, para aprovechar el agua subterránea,técnicas que siguen vigentes en la actualidad. Losestudios contemporáneos sobre la agricultura dehoyas han permitido comprobar su importancia enlas zonas desérticas y calientes, como las existentesen el departamento de Ica. También hacen referen-cia al cultivo en las lomas costeras, otra de las for-

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La tecnología andina tuvo quehacer frente a un territoriohostil y en apariencia poco

favorable a la agricultura. Loscamellones permitieron unmejor aprovechamiento del

agua, como éstos, ubicados enAyacucho.

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mas de sacar ventaja de lasespeciales característicasde la costa peruana. Suempleo, como en los casosanteriores, antecedió a lallegada de los incas a la re-gión y se mantuvo durantesu gobierno. Las lomasson un ecosistema especialque se crea en determina-dos momentos del añogracias a la fuerte hume-dad, haciendo posible lasiembra. La cantidad dehumedad almacenada es lobastante significativa parapermitir igualmente laconstrucción de canales de riego internos.

Los pobladores andinos no emplearon energíaanimal en la agricultura, sirviéndose únicamentede herramientas manuales, algunas de las cuales,como la chaquitaclla (arado de pie), no han podidoser superadas cuando se trata de trabajar en las la-deras andinas o en ámbitos limitados como los an-denes. El conocimiento y fabricación de estas he-rramientas parecen ser muy antiguos. No se hanencontrado evidencias de que las herramientas bá-sicas hayan sido perfeccionadas en tiempos de losincas (F. Pease).

Una de las preocupaciones más importantes quetenía la población consistía en mantener la fertili-dad de la tierra. Los sacerdotes realizaban una seriede rituales encaminados a conseguir ese fin perotambién se emplearon otras soluciones. En la regiónserrana se utilizó mayormente como abono el es-tiércol de llama o alpaca. Los rebaños de camélidoseran trasladados a los terrenos de cultivo cuando seencontraban en descanso para que abonasen las tie-rras. Las parcelas eran cultivadas de acuerdo a uncomplicado proceso de rotación todavía en estudioen nuestros días.

En las tierras de la costa, el abono principal erael guano de las aves. La población recolectaba elabono en la misma costa o se trasladaba hasta lascercanas islas del litoral. El guano era empleado

también en las zonas altas hasta donde se le trans-portaba a lomo de llama. Existía en la costa otra for-ma de fertilización que consistía en enterrar las ca-bezas de pescado junto con las semillas que se ibansembrando, para que aquéllas sirvieran como abono(F. Pease).

LA GANADERÍA

Desde tiempos anteriores a la conquista inca laganadería fue una de las actividades económicasmás importantes. Las especies que la conformanson la llama (Lama glama), la alpaca (Lama pa-cos), la vicuña (Lama vicugna) y el guanaco (Lamaguanicoe). El camélido más difundido en términosgeográficos es el guanaco, pues se le encuentra des-de los ámbitos sudecuatoriales hasta la Tierra delFuego.

Los camélidos andinos prestaban diversos ser-vicios al hombre. La llama y la alpaca, variedadesdomesticadas, eran especialmente importantes enla economía andina. La llama era utilizada prefe-rentemente como animal de carga. Las caravanasestaban conformadas principalmente por machos.Para los viajes más largos, como entre el Collao y lacosta, se prefería a machos “nuevos” de más o me-nos dos años de edad. La recua viajaba desde el al-ba hasta el mediodía, deteniéndose en lugares con

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Canales incaicos enTambomachay, Cuzco. La

construcción de canales deregadío fue una de las

prioridades de la tecnologíaagrícola incaica.

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agua y pastos. El mantenimiento de los animalesno era difícil, dado que no se les proporcionabaotro forraje que los pastos encontrados en la ruta.Los animales se alimentaban durante la tarde y ru-miaban por la noche, atados a una cuerda común(J. Murra).

Las llamas jóvenes cumplían funciones más biensecundarias y en algunas ocasiones se solía aprove-char también su carne y su lana. Las llamas viejasproporcionaban el charqui, carne desecada al solque de esta manera se conservaba por más tiempo.El charqui podía ser almacenado o trasladado haciaotros lugares facilitando su consumo.

El animal destinado para la alimentación era laalpaca. Este camélido proporcionaba además su la-na, que era la más utilizada en la elaboración de te-jidos, probablemente porque se podía obtener lanade varios colores naturales. Estos camélidos ademásde proporcionar lana y carne proveían de cuero, ma-terial al que se le daba variados usos. El cuero seablandaba con grasa de llama para la fabricación delas ojotas y de las correas que servirían para sujetarla taclla.

El cronista Zárate menciona otro uso de la piel:cuando una caravana tenía que cruzar largas exten-siones de desierto, se llevaba agua en odres hechoscon cuero de llama. La población no desperdiciabanada de lo que estos animales pudieran proporcio-

nar. Los tendones les ser-vían para confeccionar sushondas, usaban el sebo dellama como lubricante yhasta el estiércol de esteanimal era aprovechadocomo combustible y abo-no. Garcilaso afirma queen el Collao era el abonoutilizado para fertilizar losterrenos para la siembrade papas (J. Murra).

La vicuña y el guanacono habían sido domestica-dos. Los cronistas afirmanque a las vicuñas, quesiempre han sido escasas,

nunca se les daba muerte a menos que fuesen vie-jas. De ellas se buscaba obtener su lana que era al-tamente apreciada, como lo sigue siendo en la ac-tualidad. La ropa del inca y la que sería destinada alas ofrendas se confeccionaba de esta lana. Sobre losguanacos, Cieza de León señala que se cazaban pa-ra hacer charqui, que era almacenado en los depósi-tos estatales “para alimentar al ejército”(J. Murra, F.Pease).

Los cronistas señalan que se comía la carne detodos los camélidos, pero debido a las restriccionesque existían para su matanza su consumo debió ha-ber sido un lujo. Probablemente la población teníaacceso a carne fresca sólo en el ejército o en ocasio-nes ceremoniales, cuando se hacía una amplia dis-tribución de los animales sacrificados. No obstante,habría que tener en cuenta que en algunos lugares,como el altiplano, los camélidos eran numerosos ysu distribución entre la población era mucho másamplia, por lo que es posible que en aquellas regio-nes la prohibición no haya sido tan severa.

Pedro Pizarro, cronista que tuvo inmejorablesoportunidades para observar el sistema antes de suderrumbe, afirma al respecto: “Se cría carne: pocosla comían si no eran señores y a quien ellos la man-daban dar y a las hijas de los señores reyes desta tie-rra y de sus deudos que eran muchos...Tenían estosseñores una casa donde mataban ganado cada día y

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En la historia de la sociedadandina, los camélidos hanjugado un importante rol, puesbrindan lana para el vestido,transportan los bienes y sirventambién para su dieta.

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de allí repartían a las señoras y orejones principa-les”. Entre los privilegiados se encontraban tambiénlos sacerdotes y las acllas que comían carne de losrebaños del Sol (J. Murra).

Los camélidos desempeñaban, además, un papeldestacado en la vida ceremonial de los pobladoresandinos. Los pobladores del altiplano considerabanque la abundancia de estos animales en su tierra eraun signo de preferencia por parte de la primera lla-ma a quien consideraban su antepasado. Ellos seña-laban que esta llama había sido blanca y por esopreferían a los animales de ese color.

Los linajes del Cuzco compartían la importanciaotorgada a las llamas de color blanco, a las que de-nominaban napa y utilizaban como distintivo de sucalidad de señores. Sarmiento de Vivero explica queel napa “es un carnero de los desta tierra blanco quellevaba una guardaropa colorada y encima unas ore-jeras de oro y en el pecho un petral de veneras co-loradas...”. El cronista agrega que siempre que el in-ca salía de su casa era precedido por el napa.

El estado solía sacrificar cantidades considera-bles de camélidos en las ceremonias realizadas a lolargo del año. Los incas y los curacas difuntos te-nían asignado ganado que era empleado en las cere-monias en honor a sus momias. Bernabé Cobo seña-la que durante el período de iniciación de los jóve-nes parientes del inca se hacían representacionesdel pastoreo y la caza de camélidos. En los ritualesdel matrimonio y en las ofrendas y sacrificios priva-dos se empleaba el sebo de llama que tenía, como elanimal mismo, una con-notación ceremonial. Elvirapirico (adivino) solíaquemar el sebo y la cocajuntos para ver el futuro(J. Murra).

Al tiempo de iniciarsela conquista inca la gana-dería era indudablementeuna de las actividades eco-nómicas más importantesdel área andina. No fue ca-sual que el primer lugarocupado por los incascuando iniciaron su ex-pansión haya sido el alti-plano del lago Titicaca,una de las zonas más ricasproductoras de camélidos.Los grupos étnicos resi-dentes en el área basaban

su economía en la actividad ganadera. Los lupaca,por ejemplo, contaban con grandes rebaños de lla-mas que utilizaban principalmente para transportarlos productos que obtenían en sus colonias. La dis-tancia que debían recorrer era bastante considera-ble, pues tenían colonias en la costa y también enlas tierras bajas del este del altiplano peruano-boli-viano (F. Pease).

El pastoreo y la utilización de los recursos pe-cuarios se convirtieron en rubros preponderantesde la economía incaica. Las crónicas relatan quecuando el inca llegaba a un lugar, fuera en tiempode paz o de guerra, solía repartir grandes cantidadesde ropa. Esta actividad la realizaba en el marco deun intercambio ritual que sellaba las relaciones en-tabladas entre el Cuzco y sus provincias.

El inca tomaba la ropa de los dépositos estatalesconstruidos a lo largo del Tahuantinsuyo, los cuales–al decir de los cronistas– parecían contener canti-dades inagotables de tejidos de lana. Pease piensaque es probable que durante el gobierno de los in-cas se haya expandido y generalizado la produccióny el uso de los tejidos de lana. Señala que inclusopodría pensarse que la ropa de lana, al ser uno delos principales productos empleados en la redistri-bución, haya contribuido eficazmente a financiar laexpansión del Tahuantinsuyo.

Después de la conquista inca los rebaños pasa-ron a ser administrados tanto por el Tahuantinsuyocomo por los grupos étnicos. Los rebaños del inca yde las divinidades parecen haber sido reservados

Un hato de camélidos en la estación de San Mateo hacia finales del siglo XIX. Al llegar losespañoles al Perú se impresionaron por el número de los rebaños. Ellos llamaron a los

auquénidos “ovejas y carneros de la tierra”.

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prioritariamente para la redistribución. Especial im-portancia se le otorgaba al ganado del culto, pues erael destinado a los sacrificios que asegurarían la pros-peridad del grupo. El cronista Murúa afirma que losincas otorgaban los mejores pastos a este ganado,que estaba cuidadosamente separado por colores deacuerdo con la divinidad a la que pertenecía.

A través de la mita la población entregaba canti-dades de trabajo para el cuidado y mantenimientode los rebaños del estado y del culto, aunque es po-sible que tal como ocurría con los sembríos, se asig-naran mitmaqkunas o incluso yanas para cumplirfunciones más permanentes en el cuidado de los re-baños. El cronista Murúa va más allá cuando afirmaque entre las acllas había “pastoras de toda manerade ganado que el Inca tenía para sus sacrificios y lascuales duermen de noche en esta dicha casa de re-cogimiento y de día pacen con mucha cuenta y ra-zón..”. John Murra señala que aunque no hay con-firmación de tal especialización en otras fuentes, lainformación de Murúa debe ser tomada en cuentapor el especial interés que puso en investigar sobrelas mujeres.

La lana de los rebaños estatales se acumulaba endepósitos y se distribuía entre la población que de-bía hilarla y tejerla en cumplimiento de su mita. Elestado repartía la lana entre toda la población, in-clusive entre aquellos que tenían sus propios hatos.La obligación de hilar y tejer era asimismo para to-dos (J. Murra).

Los rebaños comunales se encontra-ban al cuidado de los jóvenes, cuyas eda-des fluctuaban entre los doce y dieciséisaños, aunque Bernabé Cobo menciona elempleo de niños para la realización deesta tarea. En zonas donde los rebañoscomunales eran grandes, como la regióndel altiplano, o donde los pastos estabanlejos, es probable que su cuidado hayaestado en manos de un especialista a de-dicación exclusiva. Los cronistas men-cionan dos nombres quechuas para lospastores: llama michi –que Garcilasoasocia con una baja condición social– yllama camayoc (cuidador de llamas oempleado responsable de los hatos).Murra piensa que el término michi po-dría haberse utilizado para denominar alos pastores de la comunidad, mientrasque camayoc pudo ser empleado para re-ferirse a los pastores de un nivel más ele-vado. Guaman Poma afirma que los pas-

tores tenían sus propias canciones y divinidades:“...los ouejeros hazian veneración y sacrificio a vnaestrella que ellos llaman Vrcuchillay que dizen es vncarnero de muchos colores el qual entiende en laconseruación del ganado...” (J. Murra).

Los pastores estatales respondían por los anima-les que se encontraban a su cargo, cuya contabili-dad y supervisión eran hechas por funcionarios de-signados por el estado. Los cronistas mencionanque si los registros indicaban un aumento del gana-do los pastores eran recompensados con comida ytejidos. El interés por el color de los pellejos con-dujo al establecimiento de los quipus por colores,en los que el cordel era del mismo tono que losanimales registrados.

En el mes de noviembre se llevaba a cabo lacontabilidad e inspección de los rebaños del estadoy del culto, coincidiendo con un período de cere-monias y sacrificios a lo largo del Tahuantinsuyo.Una de estas ceremonias era la de iniciación de losjóvenes, en la que los camélidos desempeñaban unpapel muy importante. Los ritos que se efectuabantenían como próposito acrecentar los rebaños. Enlas ceremonias se derramaban libaciones y se inte-rrogaba a las momias incas acerca del bienestar delos rebaños en el próximo año. Era en esta épocaque los pastores destacados recibían sus premios (J.Murra).

Los cronistas informan que una práctica muy di-fundida eran las cacerías de animales. Mencionan

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La lana de los camélidos del imperio incaico era distribuida a los pobladorespara que éstos la hilaran y tejieran en cumplimiento de su mita.

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que existían cotos de caza, perteneciendo los de lastierras altas al estado o al culto. Polo de Ondegardoafirma que nadie podía cazar en estas tierras sin li-cencia del inca o de sus gobernadores. Afirma, ade-más, que las licencias otorgadas en una región noeran válidas en otra. En esta actividad participabanel inca y los señores étnicos. La población tambiénintervenía pero bajo la forma de mita. La cacería,llamada chaku en quechua, incluía desde la recolec-ción de vicuñas hasta pumas, osos, venados (taru-ka), etc.

Es evidente que el término chaku designaba ac-tividades diferentes, pues es difícil pensar que sejuntara la cacería indiscriminada con la de los ca-mélidos. Por lo tanto habría que distinguir entre elchaku organizado para recoger rebaños domestica-dos, y el destinado a agrupar animales silvestres. Alos camélidos cautivos se los esquilaba, dejando enlibertad a las hembras. Cieza explica que la prohibi-ción de matar hembras se basaba en la necesidad decontar con una provisión amplia de lana (J. Murra,F. Pease).

Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios realesde los incas, hizo una descripción del chaku:“...cierto tiempo del año, pasada la cría, salía el In-ca a la provincia que le parecía conforme a su gustoy según que las cosas de la paz o de la guerra dabanlugar. Mandaba que saliesen veinte o treinta mil in-dios, más o menos, los que eran menester para elespacio de tierra que habían de atajar. Los indios sedividían en dos partes, los unos iban hacia la mano

derecha y los otros a la iz-quierda, a la fila, haciendoun gran cerco de veinte otreinta leguas de tierras,más o menos, según eldistrito que habían de cer-car, tomaban los ríos,arroyos y quebradas queestaban señaladas por tér-minos o padrones de latierra que cazaban aquelaño, y no entraban en eldistrito que estaba señala-do para el año siguiente.Iban dando voces y ojean-do cuantos animales topa-ban por delante, y ya sa-bían donde habían de ir aparar y juntarse las dosmangas de gente paraabrazar el cerco que lleva-

ban hecho y acorralar el ganado que habían recogi-do; y sabían también donde debían de ir a pararcon el ojeo, que fuese tierra limpia de montes, ris-cos y peñas, porque no estorbasen la cacería; llega-dos allí, apretaban la caza con tres o cuatro paredesde indios, hasta llegar a tomar el ganado a manos.

Con la caza traían antecogidos leones y osos ymuchas zorras, gatos cervales, que llaman ozcollo,que los hay de dos o tres especies, jinetas y otras sa-bandijas semejantes, que hacen daño en la caza. To-das las mataban luego, por limpiar el campo deaquella mala canalla. De tigres no hacemos menciónporque no los hay sino en las montañas de los An-tis. El número de los venados, corzos y gamos, y delganado mayor, que llaman vicuña, que es menor decuerpo y de lana finísima, era muy grande; que mu-chas veces, y según que las tierras eran unas de máscaza que otras, pasaban de veinte, treinta y cuaren-ta mil cabezas, cosa hermosa de ver y de mucho re-gocijo. Esto había entonces, ahora, digan los pre-sentes el número de las que se han escapado del es-trago y desperdicio de los arcabuces, pues apenas sehallan ya huanacos y vicuñas, sino donde ellos nohan podido llegar” (citado en F. Pease 1992).

LA ADMINISTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN

Los cronistas han coincidido en señalar el éxitoconseguido por los incas en la administración de laproducción. Para lograrlo se valieron de estructuras

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Patio ceremonial inca en La Centinela en el valle de Chincha.

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preexistentes y de la creación de otras nue-vas. En este proceso jugó un rol preponde-rante el establecimiento de normas que regu-laban las contribuciones de las diferentes re-giones y etnias. Los grupos étnicos debíanaportar mano de obra, que permitía la cons-trucción de la infraestructura necesaria, yproductos. Estas obligaciones se encontra-ban enmarcadas dentro del servicio que “porturnos” debía realizar la población a favor delestado. En el caso de los tambos, por ejem-plo, Cobo afirma que eran construidos por elgrupo étnico en cuya región se encontrabanubicados. También menciona que a esta obli-gación se sumaba el tener que proporcionarel personal para su mantenimiento.

La distribución de la producción era unode los aspectos más importantes de la orga-nización inca. En su correcta ejecución des-cansaba el éxito del estado como proveedorde bienes, función enmarcada dentro de lasrelaciones de reciprocidad y redistribución.Las fuentes mencionan la existencia de unaburocracia dedicada en forma exclusiva a ladistribución de la producción. Hablan decontadores locales, de inspectores-visitado-res y distinguen funcionarios de un nivel je-rárquico menor a los identificados como ma-yordomos, capataces y guardianes. Es proba-ble que estos últimos procediesen de las et-nias locales y cumplieran tales funciones co-mo parte de su mita al estado. Al respectoBernabé Cobo señala que en los centros ad-ministrativos había un gran número de gente,procedente de los pueblos vecinos, que se ha-llaba cumpliendo con su turno de trabajo. Y Ciezade León habla de 40 000 personas sirviendo en Vil-cas, donde había un gran templo, casas del Inca y700 collcas con maíz y armas (J. Murra).

Los excedentes estatales eran ampliamente dis-tribuidos. Servían para mantener a los linajes incai-cos, a los encargados del culto, a la burocracia y alejército. Los cronistas afirman que era obligacióndel inca cuidar de los doce linajes que residían en elCuzco. Juan de Betanzos, casado con una hija deHuayna Capac, afirma que cada cuatro días se depo-sitaban en la plaza del Cuzco grandes pilas de todaclase de comida y los doce linajes tomaban de allí loque les correspondía, de todo lo cual se llevaba unacontabilidad detallada. Como señala Murra, la in-formación que proporciona Betanzos, aunque muyimportante, es limitada porque no aclara si eran es-

peciales los depósitos de donde se tomaban esasprovisiones.

Según las crónicas, cualquier persona que traba-jara para el estado, fuera como agricultor en las cha-cras estatales, como chasqui (mensajero) o en laconstrucción de obras públicas tenía derecho a sermantenido durante su turno de trabajo. En el casode los mitmaqkuna que eran transferidos de unaprovincia a otra, tenían derecho a recibir bienes delos depósitos del estado durante los dos primerosaños de residencia en la nueva localidad. Los fun-cionarios estatales que tenían a su cargo la adminis-tración de una región, así como los que sólo cum-plían una función temporal se aprovisionaban enlos tambos y depósitos del estado. De la misma ma-nera procedían los soldados cuando se encontrabanen campaña.

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Detalle de vía incaica en San Damián, Lima.

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Los depósitos del culto, donde se almacenabanlas cosechas de sus tierras y otros productos, esta-ban destinados sobre todo a los sacrificios. En lasceremonias se empleaban grandes cantidades demaíz para la elaboración de la chicha y de los bo-llos. En ocasiones especiales se quemaban ritual-mente muchos tejidos y se sacrificaban llamas. Noexiste sin embargo la seguridad de que todos losbienes utilizados en las ceremonias provinieran delos depósitos del culto, dado que la información alrespecto es muy escasa, Polo de Ondegardo es unode los pocos cronistas que incluye referencias sobrela forma en que el culto se abastecía de productos.

El abastecimiento de los grupos étnicos estaba acargo de las personas que los conformaban. El esta-do no tenía la posibilidad de encargarse de esa ta-rea. La sociedad local continuó organizando los es-fuerzos de sus miembros de un modo que asegura-ra el acceso de todos a los bienes estratégicos delgrupo, tal como lo había hecho antes de la con-quista inca. El estado inca no intervino mucho enla organización interna de los grupos étnicos. Notomó parte, por ejemplo, en las formas locales detenencia de la tierra, en su distribución, ni en lasmedidas tradicionales tomadas por los grupos paraasegurar su bienestar. Mientras la población cum-pliera con las obligaciones asignadas por el estado,no existía el peligro de una intervención en la for-ma tradicional de organización de las sociedadesconquistadas.

Al respecto puede argumentarse –según Murra–que a la larga tal sistema no podría durar. En rela-ción con ello se ha llamado la atención sobre los

mitmaqkuna, la crecientepoblación de acllas y ya-nas, las concesiones detierras en propiedad pri-vada efectuadas por el in-ca, todo lo cual a largoplazo amenazaba la auto-suficiencia de las etnias.

Es evidente que esta situación podía llegar a darse.Sin embargo para 1532, cuando fue detenido el de-sarrollo del Tahuantinsuyo, la mayoría de las etniaseran todavía económicamente autosuficientes (J.Murra).

LOS CAMINOS

El primero de una extensa red de caminos era elqhapaq ñam (camino del señor). A partir del sigloXVI se le denominó “camino del inca”, aunque enrealidad muchos de sus trazos procedían de la épo-ca Huari. Los cronistas abundaron en descripcionesde los caminos a los que con frecuencia compararoncon las grandes vías romanas. Cieza de León afirmaque los curacas de la costa, por orden de los incas,hicieron un camino de quince pies de ancho, conárboles que proporcionaban sombra, y que se man-tenía siempre limpio (F. Pease).

En la sierra había también un camino longitudi-nal equivalente al costero, con una serie de caminostransversales. Varios cronistas destacaron que el ca-mino serrano iba preferentemente siguiendo la pu-na, es decir, por las zonas más altas, existiendo in-gresos a los valles cuando así convenía. Los caminosserranos estaban construidos con piedra en lajas ycon frecuencia se hacían escaleras para poder fran-quear las alturas (F. Pease).

LOS PUENTES

Los incas, como los demás hombres andinos,pusieron un interés especial en la construcción de

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Los excedentes del estado eranconservados en depósitos yredistribuidos por el inca a lasunidades étnicas con las quehabía establecido relaciones deparentesco. En la imagen,recinto administrativo deTambo Colorado, Ica.

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puentes, algunos de los cuales continúan en funcio-namiento en la actualidad. Los puentes tuvieron di-versas formas y fueron fabricados de diferentes ma-teriales. Los más famosos son los fabricados con so-gas de fibras de maguey o de totora, para lo cual seutilizaban tres sogas longitudinales, la inferior pa-ra el camino y las otras dos para las barandas. Otrotipo de puente se fabricaba colocando dos sogas enla base, unidas por ramas dispuestas sobre ellas (F.Pease).

Por los materiales utilizados los puentes reque-rían de reconstrucciones periódicas. Tanto esta ta-rea como su mantenimiento estaban a cargo de tra-bajadores por turno (mitani).

LOS TAMBOS

Los tambos, construidos a lo largo de loscaminos, fueron denominados “posadas” porlos españoles del siglo XVI. Pease señala quees posible que efectivamente los tambos ha-yan funcionado como alojamiento de los via-jeros, pero la estructura de sus depósitos hacepensar en varios usos distintos. Los cronistasmencionan con mayor frecuencia su utiliza-ción como alojamiento para los ejércitos delinca, y para los numerosos cargadores que

conformaban su cortejo ritual. El in-formante de Pedro Pizarro, que antesde 1532 había transportado en dosocasiones maíz estatal desde Caja-marca, le dijo que por las noches pa-raban a pernoctar en los tambos. ASancho de la Hoz le informaron quelos tambos eran hosterías para losfuncionarios encargados de inspec-cionar los cultivos y obras estatales.Otras fuentes señalan la existencia detambos destinados de forma especialpara servir de alojamiento al gober-nante cuzqueño cuando se encontra-ba recorriendo el territorio del Ta-huantinsuyo.

Las crónicas, los documentos delsiglo XVI y la moderna arqueologíacoinciden en señalar que los tambosno servían únicamente para aprovi-

sionar a los viajantes, sino que se hallaban integra-dos a la red redistributiva del poder incaico. En lostambos se guardaba todo género de vituallas, ropade lana y de algodón, así como armas. Es muy posi-ble, como sugiere Pease, que los repartos de ropa yalimentos que solía hacer el inca durante sus viajesse hiciesen en buena parte con los bienes almacena-dos en los tambos diseminados a lo largo de las ru-tas que el inca transitaba.

La distribución de productos, según se ha podi-do ver, jugaba un rol preponderante en la organiza-ción incaica. El estado inca basaba su éxito en el ac-ceso rápido y eficiente a los recursos que necesitabapara cumplir con sus distintas obligaciones. De ahíla construcción de amplias instalaciones de almace-

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Los tambos cumplieron funciones de alojamiento yalmacenamiento en el Tahuantinsuyo. Fueron

construidos a lo largo del camino incaico y la calidadde sus depósitos asombró a los primeros europeos que

llegaron a los Andes.

Puente de bejucos en el Perú del siglo XVIII. Los incas pusieron especialatención en la construcción y mantenimiento de los puentes a lo largo del

Tahuantinsuyo.

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namiento en el Cuzco y en los centros administrati-vos. Pero como estas instalaciones no eran suficien-tes para que el sistema funcionara de forma óptima,se construyeron depósitos a lo largo de los caminosprincipales.

Es conocido que la política de almacenamientode recursos alcanzó notorio desarrollo en los Andes,especialmente durante el Tahuantinsuyo. La ideaera que en corto tiempo y con poco gasto de ener-gía el estado pudiera proveerse de lo que necesita-ba. Los tambos construidos a lo largo de los cami-nos cumplieron por lo tanto también la función dedepósitos. Los primeros cronistas del siglo XVI lla-maban ya la atención sobre las collcas (depósitos)que hallaron en sus primeras andanzas por las tie-rras andinas, con variados productos (alimentos, te-jidos y armas).

La construcción de los tambos estaba a cargo delos grupos étnicos locales, los cuales –dentro delservicio de la mita– estaban obligados, de acuerdocon el turno que a cada quien le correspondía, nosólo a abastecer al tambo con productos sino tam-

bién a atender a los usua-rios y a distribuir oportu-

namente los bienes almace-nados en sus depósitos

(F. Pease).El espacio interior de

los tambos se dividía entrehabitaciones y almacenes,y su tamaño era variado.Algunos cronistas, como

Pedro Pizarro y Cieza de León,afirman que había algunos lo bastante

grandes como para que en ellos pudiera descansar yser equipado “todo un ejército”. Bernabé Cobomenciona haber visto tambos cuyas dimensionesfluctuaban entre 35 y 100 m por entre 10 y 17 m.Estos tambos servían especialmente para quienesviajaban por asuntos de estado, para los peregrinos,para el ejército y algunas veces el inca y su séquitose detenían en ellos para alimentarse y pernoctar.Murra sugiere que la construcción de tambos en loscaminos secundarios, lejos de las aldeas, tenía comofin reducir la tentación de asolar las chacras. Loscronistas afirman que la rapiña y el despojo que losmiembros del ejército cometían a su paso por lospueblos eran castigados con azotes y a veces con lamuerte (J. Murra).

LOS DEPÓSITOS

Las collcas (depósitos) se encontraban distri-buidas a lo largo de todo el territorio del Tahuan-tinsuyo. Consistían en hileras de edificios de pie-

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Ushnu de Tambo Colorado,Ica.

Depósitos en Cotopachi(Bolivia), según el dibujo deGeraldine Byrne de Caballero.Tomado de Huaycochea 1994.

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dra techados con paja, algunos de ellos ubicados enlos cerros. Estos depósitos fueron construidos conla finalidad de almacenar en ellos una considerablevariedad de productos. En unos se guardaba ali-mentos, en otros armas, adornos y herramientas,pero los más numerosos eran los que contenían la-na, algodón y ropa. Los depósitos de alimentos fue-ron los que más sorprendieron a los cronistas. Ber-nabé Cobo menciona que cuando las tropas de LaGasca pasaron por Jauja y su valle encontraron tan-tos alimentos en los depósitos allí existentes que

durante más de siete meses notuvieron que preocuparse porlas provisiones. Quince añosdespués de la entrada de losespañoles a Cajamarca, el siste-ma de depósitos todavía seguíafuncionando. Polo de Ondegar-do, por ejemplo, pudo obteneren los almacenes de Xauxa pro-visiones para alimentar a cercade 2 000 hombres durante sietesemanas. Según los cálculos delcronista, a pesar de los años depillaje y desarticulación del sis-tema, había más de 15 000 fa-negas de comestibles.

La tradición oral le atribuyea Pachacuti la organización delos depósitos. Su función en unprimer momento habría sidoalmacenar comida para los sol-

dados que extendieron losdominios del Tahuantinsu-yo y para los pobladoresque se encargaron de la re-construcción del Cuzco.Para 1532, cuando lleganlos españoles, ya había entodas partes grandes depó-sitos. Pedro Pizarro consig-na en su crónica el testimo-nio de un hombre, origina-rio de Cajamarca, que ha-bía participado en dos oca-siones en el transporte decargas de maíz desde Caja-marca hasta el Cuzco. Elhombre le contó que cuan-do llegaban a su destino losenviaban a un lugar dondese encontraba guardado to-

do lo proveniente de Cajamarca.Esos traslados desde las provincias se hacían en

los meses de abril y mayo coincidiendo con la fies-ta del Raymi, el festival estatal de la cosecha, aun-que es probable que ante la necesidad del estado eltransporte de productos podía ser ordenado encualquier momento. Bernabé Cobo señala que loque se enviaba al Cuzco desde las provincias no eraun monto fijo: “Esa cantidad que al Cuzco llevaba,así la de la hacienda del rey como de la religión noera siempre una sino conforme habían sido las co-

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Las collcas eran depósitosde almacenamiento en los

que se conservaba diversostipos de productos y bienes:armas, vestidos, alimentos,

entre otros. En lailustración, depósitos enIncawasi, Cañete, Lima.

Conjunto de depósitos enInkaracay, Cuzco. Loscronistas distinguían variostipos de depósitos: así,había algunos destinadospara el maíz, como el deVilcas, otros para lostejidos y algunos paradiversas variedades dealimentos.

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sechas y la abundancia o escasez que había en losdepósitos...teniéndose consideración a que siemprequedasen...bastantemente proveídos para los gastosordinarios y necesidades ocurrentes...” (Cobo cita-do en J. Murra 1978).

Todas las fuentes han dado muestras de asombrorespecto del número y tamaño de los depósitos.Francisco de Jerez, uno de los testigos presencialesde la invasión, dice que en Cajamarca había “casasllenas de ropa liada en fardos arrimados hasta los te-chos...Los cristianos tomaron lo que quisieron y to-davía quedaron las casas llenas que parecía no ha-ber hecho falta la que fue tomada...”. El Cuzco, co-mo capital del Tahuantinsuyo, contaba con un nú-mero “increíble” de depósitos de diferente tipo re-pletos de lana, cuerdas, telas finas y bastas, trajes demuchas clases, plumas y sandalias (J. Murra).

El cronista Pedro Pizarro al describir los depósi-tos cuzqueños señala lo siguiente: “Contaré agorade lo que en este Cuzco había cuando en él entra-mos, que era tantos depósitos que había de ropasmuy delicadas y de otras más bastas...había depósi-tos de unas plumas de tornasol verde dorado; era lapluma muy menudita que criaban unos pajaritosque son poco mayor que cigarras, que por ser chi-quititos los llaman pájaros comines; crían estos pa-jaritos solamente en el pecho esta pluma...de estapluma hacían vestidos que ponía espanto donde sepodía haber tanta cantidad de este tornasol” (Cita-do en F. Pease 1978).

La estratégica distribución de los depósitos fueotro de los puntos que llamó la atención de los es-pañoles. Por lo general, estaban construidos en laszonas más altas y secas. La edificación de las coll-cas, así como el proceso de almacenamiento de losproductos, se hacían dentro del sistema de mita(trabajo por turnos). Los depósitos construidos porlos grupos étnicos, donde se almacenaba la produc-ción destinada al consumo cotidiano, estaban a car-go de los curacas. Pero las crónicas indican que losdepósitos construidos por el poder central, dondese almacenaban los bienes que debían servir paraalimentar las mecánicas de la redistribución cuz-queña, estaban a cargo de funcionarios especializa-dos, llamados collca camayoc (F. Pease).

Los cronistas distinguen varias clases de depósi-tos. Los construidos en cada centro administrativo“provincial” tenían instalaciones para el almacena-miento de los productos de las actividades estatales.Es difícil estimar con precisión el volumen de estosdepósitos. Cieza de León dice que había más de 700“casas” llenas de maíz y pertrechos bélicos en Vil-

cas, un importante nudo de transportes en la sierra.Francisco de Jerez menciona que en Coaque, ubica-do en la costa ecuatoriana, encontraron tal cantidadde tejidos y alimentos como para que los españolespudieran mantenerse por tres o cuatro años, a pesarde que en esta región la dominación inca no habíallegado nunca a ser muy firme. Sobre los depósitosde Huacabamba, un pequeño asentamiento en eldesierto más al sur, señala que vio “dos casas llenasde calzado y panes de sal y un manjar que parecíaalbondigas y depósitos de otras cosas para la huestede Atabalipa”.

La función más celebrada de los depósitos esta-tales fue la acumulación de excedentes con fines debeneficencia. Esta información proviene de los cro-nistas mestizos Blas Valera y Garcilaso, quienes hi-cieron hincapié en el bienestar que el Tahuantinsu-yo se preocupó de proporcionar a la población. Conrespecto a los depósitos afirman que fueron creadospor el estado para la provisión de reservas que po-

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Restos de Incawasi, en Cañete. Para el culto se destinarondepósitos específicos; Polo de Ondegardo, el influyente jurista

del siglo XVI, señalaba que las cosechas de los dioses seguardaban en almacenes separados de las del Estado.

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dían ser usadas para abastecer a la población enépocas de carestía. Los dos sintieron que sus ante-pasados maternos eran mal comprendidos y subes-timados y se propusieron dirigirse al público euro-peo para enmendar la situación. Con frecuenciaofrecen informaciones excepcionales y muy valio-sas, gracias a su conocimiento del quechua y de lacultura andina, pero hay que manejarlos con muchacautela cuando tocan temas que, a su modo de ver,los europeos no lograrían entender.

Con respecto a los depósitos parece ser que lascosas fueron diferentes a como ellos las mostraron.Los depósitos estatales tuvieron diversas finalida-des, aunque numerosas fuentes destacan que laprincipal fue proveer de bienes al ejército y al esta-do. Autores como Cieza de León y Polo de Onde-gardo indican que los depósitos eran consideradosobjetivos militares. Los españoles al avanzar desdeCajamarca hacia el Cuzco encontraron con frecuen-cia que los ejércitos de Quisquis, al retirarse, habíanquemado los depósitos ubicados a lo largo de la ru-ta. Los cronistas a menudo describen los depósitosprovinciales en términos puramente militares (J.Murra).

El culto también poseía sus propios depósitos.Polo de Ondegardo dice que las cosechas de las cha-cras de las divinidades se almacenaban separadas delas del estado. Los bienes guardados en estos depó-sitos servían para los sacrificios que se realizaban enhonor de las divinidades. En todos los casos los mi-tayos que trabajaban en el aprovisionamiento de es-tos depósitos eran alimentados con los productosprocedentes de ellos.

Algunos cronistas señalan que los grupos étni-cos tenían depósitos comunales, lla-mados sapsi, que servían paraalimentar y proveerde lo necesario a“las viudas y loshuérfanos”. Al respecto Guaman Pomadice que llevaban comida para “mete-llos en los depocitos y despensas delos yndios pobres y de las comuni-dades y de los caciques principa-les en todo el reyno”.

Un uso adicional de los de-pósitos era el almacenamientode objetos preciosos, particu-larmente tejidos, para dádivaspor parte del inca y sus gober-nadores. En un sistema redis-tributivo, los signos exteriores

del favor estatal son particularmente estimados, yalgunas fuentes mencionan tales dádivas como unode los principales objetivos de la red de almacenes(J. Murra).

LOS QUIPUS

Los quipus eran cuerdas anudadas de uno o va-rios colores que servían para guardar información.Se les identifica mayormente como un sistema decontabilidad, aunque servían también como un re-curso mnemotécnico que permitía recordar hechosacontecidos. Los quipus fueron conocidos por loscronistas, quienes hablaron detenidamente de ellosy emplearon la información que contenían, inter-pretada y proporcionada por los quipucamayoc, es-pecializados en su manejo.

El quipu consta de una cuerda principal –sin nu-dos– de la cual se desprenden otras generalmenteanudadas y de diversos colores, formas y tamaños.Puede haber cuerdas sin nudos, como tambiéncuerdas que no se desprenden de la principal sinode la secundaria. Los especialistas contemporáneospiensan que los colores y quizás la forma de trenza-do de las cuerdas indican los objetos, mientras quelos nudos harían referencia a las cantidades, inclu-yendo el número cero. Entre los quipus conocidoshay una gran variedad de tamaño y complejidad,pues van desde los muy simples hasta los que tienenmás de mil cuerdas (F. Pease).

Los quipus fueron utilizados por el estado incapara una mejor organización de la producción, lle-vando el registro de los pobladores de cada uno de

los grupos étnicos queentregaban su fuerza de

trabajo a través de la mita.También se usaron para registrar

lo almacenado en las collcas,para lo cual todo depósito te-

nía su quipucamayoc resi-dente. Cieza señala queen cada capital de pro-vincia había un quipu-camayoc encargado detodas las cuentas, inclu-so las relativas a los tex-tiles. De acuerdo con laimportancia del depósi-to algunos de estos con-tadores pudieron haberpertenecido al linaje delinca (J. Murra).

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El quipu brindaba información estadística y servía pararecordar determinados hechos históricos. Los

especialistas consideran que los colores y la forma deltrenzado proporcionan información sobre los objetos, en

tanto que los nudos aluden a las cantidades.

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Una de las principales preocupaciones de los es-pañoles, desde su llegada al área andina, fue cono-cer las características de la religión de los hombresque allí habitaban para lograr éxito en su laborevangelizadora. Sin embargo, a pesar de su interéstuvieron muchas dificultades para proporcionar unaevidencia relativamente imparcial. Esta situación,como señala Franklin Pease, hace que sea uno delos temas más controvertidos de la historia andina.

El problema surge porque los autores de los si-glos XVI y XVII buscaron entender la religión andi-na desde el punto de vista del catolicismo. Por esarazón, identificaron a la religión incaica como obradel demonio, manifestando que se trataba de idola-tría. Al recoger los relatos míticos hicieron una se-lección favoreciendo a aquellas divinidades que po-dían identificarse con el dios cristiano y a las quepodían ser fácilmente concebidas como “vencidas”por la invasión. Otras divinidades o cosas sagradas–a las que los españoles dieron el nombre genéricode huacas– fueron consideradas divinidades meno-res y aparecen en las crónicas como manifestacioneslocales de la actividad del demonio e identificadascon frecuencia con los dioses familiares romanos.En las crónicas y en los documentos referentes a laextirpación de idolatrías son presentadas bajo lascategorías romanas de los dioses lares y penates (F.Pease).

LA COSMOVISIÓN ANDINA

Los mitos andinos hablan sobre el ordenamien-to del mundo, el origen de los hombres y de los ani-males, la aparición de las enfermedades y sus res-pectivos remedios, etc. Su estudio y el de las tradi-ciones orales permiten entender la cosmovisión y eluniverso ritual andino. Las crónicas presentan di-versas versiones del ordenamiento del mundo, dise-ñado y puesto en marcha por las divinidades. El es-pacio y el tiempo son ordenados al mismo tiempoque los hombres. En resumen, los dioses andinos seencargan de convertir el caos en cosmos.

A través de los mitos de ordenación del mundola población andina explica su origen y el de las

plantas y de los animales que posee. El lugar dedonde proceden, al que llaman pacarina, puede serun cerro, un puquio, una laguna, un volcán, unacueva y hasta los huecos existentes en los troncosde árboles viejos. Las pacarinas pueden estar ubica-das fuera del territorio del grupo étnico, a veces enparajes muy lejanos. Estos lugares son consideradosen los Andes como “lugar de producción” de hom-bres y de animales.

Esta explicación sigue vigente en las tradicionesorales contemporáneas. Los pobladores andinossuelen depositar ofrendas en estos lugares pidiendola perpetuidad del grupo étnico en la tierra y la re-producción de sus animales. El tinkuy, lugar de

VILA RELIGIÓN INCAICA

Pared lateral del templo del Sol, Cuzco.

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confluencia de dos ríos, era particularmente sagra-do. Después de terminada la siembra, cuando se es-peraba el crecimiento natural de las aguas, era usualque se realizaran allí sacrificios pidiendo a los ríosque no dejaran de fluir y regaran las chacras.

La población creía que cada planta alimenticiatenía un espíritu protector al que llamaban conopa.Las conopas eran los mejores frutos, separados en lacosecha para realizar luego con ellos una ceremoniade agradecimiento. Se pensaba que de esta manerael espíritu del fruto haría que la cosecha rindiera almáximo. La conopa de maíz recibía el nombre desaramama (madre del maíz), la de la papa papama-ma, la del ají uchumama, la de la coca cocamama,etc.

Los animales domésticos también tenían susprotectores que recibían el nombre de illas. Lasillas, confeccionadas de piedra y representando enminiatura al respectivo animal, eran enterradas enlos corrales y lugares sagrados, como los cerros, pa-ra conseguir la reproducción continua de los hatos.

Se solía guardar las piedras que poseían formas es-peciales, semejantes a hombres, animales y plantas,porque se pensaba que tenían un poder mágico. Seles llamaba también conopas o illas, y eran asimis-mo objeto de ceremonias. Por ejemplo, la conopaque protegía el hogar –denominada huasicamac–era colocada cerca al fogón, lugar principal de la ca-sa, donde periódicamente se le brindaba ofrendas.La población creía que estas piedras tenían la facul-tad de proteger a quien las poseía y, si tenían la for-ma de algún animal o planta, de asegurar su repro-ducción.

Para la población andina el espacio y el tiempoeran sagrados, por lo tanto tenían una explicaciónmítica y una representación ritual. Las crónicascontienen una gran cantidad de mitos en los cualesse presenta una concepción dualista del espacio. Deacuerdo con la región, éste aparece dividido en ha-nan y urin, allauca e ichoc, alaasa y massaa, etc. Elespacio era concebido como una suma de los ámbi-tos diseñados en la ordenación del mundo que Wi-racocha efectuó en Tiahuanaco. El espacio era en-tendido también como mundo, tierra, lugar.

En la cosmovisión andina el mundo estaba divi-dido en tres planos: Hanan pacha (el mundo de arri-ba), Kay pacha (el mundo de aquí) y Ucu pacha oUrin pacha (el mundo de abajo). Al respecto Fran-klin Pease señala que cabe la posibilidad de que setrate de un traslado de la imagen ternaria europea ycristiana. Señala que posiblemente los mundos eran

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Detalle de un felino en Huánuco Pampa, Huánuco. Los mitosandinos hacen alusión a las divinidades y cómo ellas han

creado el universo y a los hombres.

Llama en miniatura hecha en lámina de plata. Este tipo deobjetos eran utilizados como ofrendas a los dioses andinos;

representaban a los animales que estaban estrechamentevinculados a la vida rural en los Andes.

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Hanan pacha y Urin (Ucu) pacha y que el Kay pa-cha podría haber sido un lugar de unión o encuen-tro (tinkuy).

El tiempo era representado en forma cíclica. Loscronistas presentan diversas versiones de las eda-des del mundo. Los mitos de Huarochirí, recogidospor Francisco de Ávila, mencionan la existencia decuatro edades. La característica principal de la divi-sión del tiempo en esa región está dada porque eltriunfo de una divinidad da inicio a una nuevaedad. La primera edad corresponde a YanañamcaTutañamca, la segunda a Guallallo Carhuincho, latercera a Pariacaca y la cuarta a Cuniraya, tambiénllamado Cuniraya Uiracocha.

La versión más compleja sobre las edades delmundo es la que presenta Guaman Poma, quienmenciona cuatro edades anteriores a los incas: UariUiracocha runa, Uari runa, Purun runa y Auca pa-cha runa, que se inician con la aparición del hom-bre en los Andes. A lo largo de estas edades loshombres habrían pasado por diversas etapas carac-terizadas por el perfeccionamiento de la agricultu-ra, el crecimiento de la población y la aparición delas guerras. La cuarta edad aparece como una co-yuntura especial donde los señoríos étnicos ha-brían alcanzado su perfección. Al llegar a su fin, seda inicio a la quinta edad (Inca pacha runa) queGuaman Poma identifica con el tiempo de los in-cas. Según el cronista esta edad se caracteriza porser el tiempo en que los incas se impusieron a loshombres andinos e inauguraron la “idolatría”. Gua-man Poma afirmaba que en Uari Uiracocha (prime-ra edad) los hombres habían conocido al dios ver-dadero, pero que este conocimiento se había idoperdiendo hasta desaparecer en el tiempo de los in-cas (F. Pease).

La población andina creía en la posibilidad depredecir el futuro. De acuerdo con la región utili-zaban diversas modalidades, aunque la callpa, porejemplo, se practicaba en todo el Tawantinsuyo.Esta ceremonia de adivinación se efectuaba previaa todo acto importante y consistía en extraer elcorazón de un camélido para “leer” en él los au-gurios.

Los oráculos eran visitados con frecuencia porpersonas de todos los grupos sociales e incluso elinca muchas veces tomaba decisiones importantesde acuerdo a sus predicciones. Los más famososfueron el de Pachacamac, el de Apurímac, el deChinchaycamac en Chincha, el de Mullipampa enQuito y el de Catequil en Huamachuco (M. Rost-worowski).

LAS DIVINIDADES

El número de divinidades en el área andina erainmenso. Estos dioses habitaban el cielo y la tierra,cumpliendo una diversidad de funciones de acuer-do a las cuales se establecía una jerarquía. La po-blación andina creía que los dioses, sobre todo losantropomorfos, tenían los mismos patrones de con-ducta que los seres humanos. Las divinidades andi-nas manifestaban el mismo tipo de afectos, odios,sentimientos y pensamientos que los hombres. Losdioses por lo tanto tenían esposas, hijos, peleabanentre ellos y podían tomar partido en las disputasde los seres humanos.

La mayor parte de sus dioses eran inmortales,pero otros fallecían como Tunupa. Según el mito, eldios murió cuando se encontraba navegando enuna balsa por el sur del lago Titicaca. La embarca-ción al ser llevada por el viento chocó en las orillasde Chacamarca, abriendo con su proa el río Desa-guadero.

La población creía que los dioses podían comu-nicarse con los hombres a través de los oráculos.Las representaciones que hacían de sus divinidadesen arcilla, madera, metal o piedra tenían, de acuer-do con sus creencias, la facultad de cobrar vida yexpresar sus deseos o responder preguntas. El sa-cerdote del templo se encargaba de interpretar lomanifestado por la divinidad. Los dioses, por sertales, no podían equivocarse en sus predicciones,Pero cuando esto sucedía la población renegaba deellos. El inca Atahualpa fue todavía más drástico:destruyó el oráculo de Catequil en Porcón por ha-berle dado una información falsa (W. Espinoza).

Los dioses exigían a los hombres que no se olvi-daran de ellos. La población andina sentía que esta-ba obligada a entregarles períodicamente ofrendaspara poder contar con su protección. En el caso delos sacrificios asociados al agua las ofrendas máscomunes eran las conchas marinas (mullu) enteras,partidas y también en polvo, de acuerdo con lo quela población consideraba más del gusto de la divi-nidad. En Huarochirí, por ejemplo, se creía que alos dioses les gustaba el sonido que hacía el mullual masticarlo. Las crónicas y los documentos sobrela extirpación de idolatrías mencionan que el mu-llu era depositado en las fuentes, los pozos, losríos, las lagunas y el mar para pedir un clima pro-picio y salud (J. Murra).

Las más importantes divinidades femeninas fue-ron la Luna, la Mamacocha (madre mar) y la Pa-chamama (madre tierra). La Luna era venerada so-

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bre todo por las ñustas,las pallas y las coyas de laetnia inca. A Mamacochay Pachamama se les creíaencargadas de velar por elmantenimiento humano.Los pobladores andinossostenían que gracias aellas el mar y la tierra, lasdos fuentes más grandesy pródigas de recursosalimenticios, eran de fe-cundidad inagotable. Es-tas diosas estaban muyvinculadas a la produc-ción agraria y a la pesca.

PachamamaEs claramente recono-

cida como la divinidad dela tierra e identificada co-mo diosa de la fertilidad, cuya función principal esla producción de los alimentos. En la informaciónde las crónicas como en la contemporánea esta divi-nidad es personificada como una niña pequeña quevive en el interior de la tierra o de las montañas,siendo por ende una divinidad ctónica (F. Pease1992).

En las ceremonias ligadas sobre todo a la siem-bra y a la cosecha la población ofrendaba a la tierrachicha, coca, sebo y mullu, para pedirle buenosfrutos, que alejara las heladas y protegiera los sem-bríos. La chicha, bebida ritual por excelencia, de-

sempeñaba un rol especialmente importante en lasceremonias en honor de la Pachamama. El brindisritual, llamado tinca, se hacía con chicha preparadaespecialmente. En el tiempo de la cosecha, porejemplo, antes de colocar las semillas en los surcosse ofrecía de beber a la tierra. Asimismo, toda per-sona que bebía chicha estaba obligada a darle debeber a la tierra para que no se resintiera ni la cas-tigara.

El olvido voluntario o involuntario de los cita-dos rituales disgustaba y ofendía a la Pachamama,divinidad por la que la población sentía un gran

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El panteón andino estabaintegrado por numerosasdivinidades que habitaban tantoel cielo, como la tierra y elsubsuelo. En la imagen untemplo incaico en El Salitre,valle de Mala, Lima.

La Pachamama es la madretierra cuyos frutos permiten la

sobrevivencia del grupo. Cultivode papas en el valle de

Moquegua.

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respeto. Una persona antes de echarse o sentarse enla tierra debía hacerle una ofrenda. En caso contra-rio la divinidad podía mostrar su enojo provocán-dole enfermedades mágicas como el huari, el cha-cho o la chapla. Para recuperar la salud había querealizar una serie de rituales en los que jugaba unrol principal la entrega de ofrendas (W. Espinoza).

WiracochaEra la divinidad del mundo de arriba. En los mi-

tos cuzqueños Wiracocha sale del fondo del lago Ti-ticaca para ordenar el mundo donde vivían loshombres en completa oscuridad y en muchos deellos aparece formando pareja con Pachamama. Loscronistas que recogieron su información en el áreasur del Perú, entre el Cuzco y el lago Titicaca, iden-tificaron a Wiracocha como la divinidad más im-portante. Sin embargo, en algunas crónicas se seña-la que su culto era menor que el del Sol. Al respec-to Franklin Pease sostiene que es probable que setrate de una divinidad muy antigua que habría per-dido importancia al expandirse los incas.

Waldemar Espinoza señala la posibilidad de queel culto a Wiracocha se haya difundido desde el Ho-rizonte Medio, cuando huaris y puquinas configu-raban un estado de gran extensión territorial en elperímetro andino. Esta divinidad era conocida tam-bién con el nombre de Imaimana Wiracocha y des-crita con siete ojos alrededor de la cabeza, que lepermitían ver todo lo que ocurría en el mundo.

En los mitos cuzqueños Wiracocha realiza la pri-mera ordenación del mundo. Hizo subir al cielo alSol y a la Luna, originando así la luz. Luego proce-dió a dividir el mundo en cuatro partes: Chinchay-suyo (al oeste), Collasuyo(al este), Antisuyo (al nor-te) y Contisuyo (al sur), yordenó a los hombres salirde las cuevas, de las fuen-tes, de los precipicios (esdecir del subsuelo) en lasregiones del Chinchaysu-

yo y Collasuyo. Sus “ayudantes” hacían lo propio enAntisuyo y Contisuyo. Una vez realizada su laborWiracocha sigue el camino del Sol, perdiéndose enel oceáno (F. Pease).

PachacamacFue una divinidad muy importante cuyo adora-

torio quedaba al sur de Lima. Sin embargo, no se lepuede considerar una divinidad costeña porque eraadorada en distintas regiones. Los cronistas lo iden-tificaron como el equivalente de Wiracocha, es de-cir que compartía los atributos de ordenador delmundo, y también como un dios subterráneo, pro-ductor de terremotos y a la vez de alimentos. En al-gunos mitos Pachacamac aparece como dios del cie-lo y esposo de Pachamama (F. Pease).

TunupaEra una divinidad originaria del área del altipla-

no y del Collasuyo (Arequipa-Moquegua). Siguien-do el mito, Waldemar Espinoza sostiene que es an-terior a Ticsi Wiracocha, divinidad de huaris y pu-quinas, lo que lo lleva a pensar que su origen pue-de remontarse a la época pre-Puquina ypre-Tiahuanaco. La función que debía de cumplirTunupa de acuerdo con el mito era la de poner or-den en el mundo, por lo que los hechos que se leatribuyen se confunden con los de Ticsi Wiraco-cha. Se indica que estaba acompañado por Tarapa-cá y Taguapaca, quienes debían ayudarlo en elcumplimiento de su misión. A esta divinidad se leidentifica con el rayo y con los volcanes, a los cua-les gobernaba. También tenía poder sobre lasaguas, controlando los aluviones.

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Una vista del santuario dePachacamac, en Lima. Esta

divinidad de la costa centraldel Perú era una de los más

importantes en el panteónandino y su santuario uno de

los centros religiosos conmayor prestigio en el Perú

antiguo.

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El culto solarEn las crónicas el Sol, también conocido

como Inti o Punchao, aparece como la divi-nidad más importante del Tahuantinsuyo.Era considerado el dios fertilizador de la tie-rra, por lo que en algunos mitos aparece for-mando pareja con Pachamama. Entre sus fa-cultades estaba la de proporcionar salud, vi-da y paz. Asimismo era adorado por sereterno. El inca como hijo del Sol (Intichuri)cumplía la función de representarlo en latierra y compartía con él su sacralidad.

El culto solar es descrito en las crónicascon las características de la organización dela iglesia católica. Así, se señala la existenciade una jerarquía de sacerdotes dedicados asu culto, vinculados a la dirigencia del Cuz-co. La máxima autoridad entre ellos era elhuillac umu, elegido entre los miembros delas panacas cuzqueñas. Algunas crónicasmencionan que este cargo recaía en uno de los her-manos del inca.

Los cronistas señalaron la existencia de un cultooficial incaico, llegando algunos a sugerir que exis-tió una suerte de “evangelización”, mediante la cualse impuso y expandió el culto solar sobre las pobla-ciones conquistadas. Al respecto otras fuentes hanpermitido conocer que no existió un único culto enel Tahuantinsuyo. Los incas permitieron que lospueblos conquistados mantuvieran sus divinidadesy en muchos casos éstas fueron asimiladas a su pro-pio panteón de dioses (F. Pease).

La mayoría de los cronistas plantea que los incaseran hijos del Sol, por lo cual durante su gobiernoel culto solar adquirió importancia y se transformóen el culto oficial. Las evidencias en las crónicas in-dican que se trató de un culto elitista, en buena par-te restringido a la clase dirigente cuzqueña. La po-blación común, por su parte, identificaba al Sol co-mo el gran padre de la etnia inca quienes eran sushijos favoritos.

Los incas construyeron templos solares en loscentros administrativos que organizaron en distin-tos lugares del Tahuantinsuyo, el más importante de

los cuales fue el Corican-cha, ubicado en la ciudaddel Cuzco, y a donde sólopodían ingresar los miem-bros de la elite cuzqueña,habiendo incluso determi-nadas áreas del templo deingreso exclusivo del inca.

Existían otros templosvinculados al culto solarconocidos como ushnu.Eran construcciones deforma piramidal coloca-das en explanadas, en lasque se realizaban determi-

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Los ushnu eran utilizados parael culto solar. Ushnu deHuánuco Pampa, Huánuco.

Los incas difundieron el culto solar en los territorios del Tahuantinsuyo.Restos del Coricancha, el templo del Sol, en el Cuzco hacia finales delsiglo XIX. Sobre este templo se construyó la iglesia de Santo Domingo.

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nados rituales aparentemente solares.El principal de ellos se encontraba enAucaypata, una de las partes de la granplaza central de la ciudad del Cuzco (F.Pease).

Las crónicas mencionan que en laplaza grande del Cuzco se realizabanceremonias masivas en honor al Sol, alas cuales asistían curacas provenientesde las distintas regiones del Tahuantin-suyo. La participación del resto de lapoblación en estas festividades estaba res-tringida a determinadas ceremonias en losushnu. En las fuentes no hay evidencia deque hubiera algún tipo de participación di-recta. Tampoco se ha encontrado una pro-liferación de templos solares que hicierapensar en una presencia generalizada de lapoblación en los cultos incaicos (F. Pease).

El Sol, como otras divinidades, era re-presentado en forma de imagen o estatuaconfeccionada de oro procedente de los la-vaderos, es decir del oro más puro. El ído-lo tenía figura humana del tamaño de unniño de ocho a diez años de edad. Estabavestido y adornado como el inca, sus ore-jas lucían horadadas y largas con sus res-pectivos discos encajados en los lóbulos,llevaba una patena pectoral con facetas yen la cabeza la mascapaycha con su llauto.A ambos lados de la imagen se encontra-ban dos serpientes bicéfalas y dos pumaspara protegerlo y defenderlo. La efigie aparecía sen-tada sobre una tiana también fabricada de oro, enci-ma de los hombros tenía colocada una aureola y de-trás de la cabeza un rolde que representaba al sol (W.Espinoza).

El TruenoEl Trueno (chuquiilla) era la divinidad bajo cuyo

control estaban las lluvias, granizos y relámpagos.Era una deidad importante que estaba estrechamen-te vinculada al Sol, razón por la cual su representa-ción o bulto en tejido habitaba en el templo del Solen el Cuzco. Como las demás divinidades tenía asig-

nadas tierras propiasy una jerarquía desacerdotes que seencargaban del ma-nejo de sus bienes yde la organizaciónde su culto. La po-blación creía que losniños nacidos mien-tras tronaba habíansido elegidos por elTrueno para ser susservidores; eran,pues, consagrados a

su culto y cuando se hacían mayores asumían el deberde organizar los sacrificios en su honor. Los lagos, losriachuelos y las fuentes contaban con uno de estos ser-vidores que actuaban como mediadores entre la gentey la deidad.

La LunaEra la señora del mar y de los vientos. La pobla-

ción consideraba a la diosa hermana y esposa delSol, y madre de los incas. Pensaban que la Lunaotorgaba especialmente su protección a las coyas y alas ñustas, mientras que el resto de las mujeres sóloacudía a ella en el momento del parto.

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El Coricancha, literalmente “recinto dorado”,fue llamado Templo del Sol desde el periodocolonial. Para Pedro Cieza de León éste era

uno de los templos más antiguos del Cuzco yel de mayor riqueza y prestancia. En la

ilustración, una calle lateral del recinto.

Imagen de MamaOcllo y a su lado laLuna. Como divinidadla Luna eraconsiderada la esposadel Sol, celebrándoseen su honor el CoyaRaymi.

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Era adorada junto con el Sol en el Coricancha,donde existían cuatro capillas menores consagradasa su culto. Tenía además infinidad de templos en elterritorio incaico, pero los más importantes se en-contraban en el Cuzco y en la isla de Coatí. En suhonor los incas celebraban una gran fiesta llamadaCoya Raymi.

LAS HUACAS

El término huaca aparece en las crónicas y en ladocumentación de idolatrías designando al mismotiempo a los dioses que los españoles consideraronsecundarios, a los lugares de culto, así como a cier-tas personas y cargos específicos. El inca y los cu-racas, por ejemplo, eran considerados huacas,pues poseían la facultad de comunicarse con eluniverso de lo sagrado, lo que a su vez los sacrali-zaba. Por ello eran reverenciados y “mochados”(un saludo ritual que consistía en una especie debeso y en la ofrenda de pestañas y cejas). Aquellosque aspiraban a algún cargo sagrado debían pasarpor rituales de inicia-ción. Franklin Pease se-ñala que es muy posibleque huaca designara entérminos genéricos a to-do lo que era sagrado.

Las huacas, deacuerdo con su impor-tancia, contaban conpersonal dedicado a laorganización de su cul-to. Los sacerdotes, en-cargados de interpretarlas decisiones divinas,conformaban una parteimportante de los servi-dores de las huacas.

El personal del cultotenía la responsabilidadde organizar las fiestas,los rituales y la entregade ofrendas a la huaca.Pasos previos y muy im-portantes que asegura-ban el éxito de la cose-cha, la abundancia deagua y pastos, la repro-ducción del ganado y engeneral el bienestar delgrupo.

LOS SACRIFICIOS

La población consideraba que una forma deagradar a sus divinidades era a través del sacrificiode ciertos animales considerados sagrados. Los sa-crificios al Sol, por ejemplo, se realizaban habitual-mente con llamas blancas, llamadas pillco llamas. Elcronista Murúa señala que la llama era vestida conespecial cuidado: le colocaban una camiseta colora-da, confeccionada para esa ocasión, y la adornabancon plumas de colores. Los animales sacrificadoseran ofrendados junto con textiles, coca, flores ychicha, elementos considerados indispensables entodo ritual.

Los animales empleados en los sacrificios eranespecialmente seleccionados. La población pensabaque se acrecentaba la eficacia de la ofrenda cuandose sacrificaban animales sin ninguna tacha. Los en-cargados del ceremonial tenían en cuenta la edad,el color y el sexo del animal, sacrificando de prefe-rencia a los machos. Las hembras sólo se destina-ban al sacrificio cuando eran estériles. Los tejidos

empleados también eranespecialmente selecciona-dos entre los más finosproducidos por las acllas.La coca procedía de loscampos de las divinida-des y la chicha era espe-cialmente preparada parala ocasión.

Los sacrificios se reali-zaban pidiendo bienestara la divinidad. En diferen-tes momentos del año,marcados por actividadesespeciales, se realizabanceremonias en las que lossacrificios tenían el rolprincipal. En septiembretenía lugar la citua, famo-sa fiesta que se realizabaen el Cuzco para expulsarlas enfermedades, “echán-dolas” al río al mismotiempo que los sacerdotesechaban al agua caméli-dos degollados, textiles detodos los colores, coca yflores. Además se elegíacuatro llamas impecablescon cuya sangre se prepa-

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Los hombres del Chinchaysuyo ofrecen a sus dioses un niño, fruta y chicha.

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raban los bollos de maíz que se repartían durante lafiesta en signo de lealtad y ciudadanía a todos losque se encontraban en la ciudad.

Según información de Molina el Cuzqueño, enel mismo mes se efectuaba otra ceremonia impor-tante que consistía en echar al río tejidos de diver-sas clases y colores, junto con sandalias, tocados,plumas, camélidos y las cenizas de los sacrificios detodo el año. Las aguas eran contenidas hasta el mo-mento en que se echaban las ofrendas, dejándoseluego que se precipitaran monte abajo arrastrandotodo hacia la selva.

La época de la siembra era otra ocasion impor-tante. Mientras se llevaba a cabo, en la ciudad delCuzco se sacrificaban cien llamas pardas en honorde las divinidades para que protegieran los maiza-les recién plantados y los defendieran de la sequíay las heladas. Guaman Poma menciona que paraasegurar las lluvias durante el mes de octubre sesacrificaban cien llamas blancas y se dejaba morirde hambre a cien llamas negras. En el período de lacosecha, que tenía lugar en el mes de mayo, se sa-crificaban en el Cuzco cien llamas machos de todoslos colores. Este sacrificio debía asegurar que la co-secha de maíz, actividad precaria en la sierra, fueraun éxito.

El matrimonio del inca era otro de los momen-tos que ameritaba el sacrificio de camélidos. Estaceremonia tenía lugar el mismo día que el sobera-no asumía el poder. Se sacrificaban dos alpacasblancas a las que se les extraía el corazón, que eraofrendado a los dioses mientras se incineraban suscuerpos, para asegurar una larga vida al inca y a sucoya. La salud del inca era motivo de constantepreocupación, pues su existencia aseguraba elmantenimiento del orden en el mundo. Para ga-rantizar la salud del soberano se sacrificaba diezllamas y cada panaca contribuía con diez vestidu-ras de tela muy fina de colores rojo y blanco (J.Murra).

En el Tahuantinsuyo también se realizaron sa-crificios humanos aunque sólo en situaciones muyespeciales, relacionadas mayormente con la perso-na del inca. Su asunción al poder o un quebranta-miento en su salud eran ocasiones que ameritabaneste tipo de sacrificios.

También hubo una ceremonia denominada ca-pac ucha que se realizaba en situaciones especiales,como por ejemplo ante una sequía persistente, yconsistía en la ofrenda de niños, camélidos y teji-dos, a la que toda la población debía contribuir. Losniños eran cuidadosamente seleccionados pues no

debían tener ningún defecto y se sacrificaban tantoniños del pueblo como de la elite. Bernabé Cobocuenta que cuando Huáscar cayó prisionero duran-te la guerra de sucesión que siguió a la muerte deHuayna Capac, los sacerdotes celebraron una capacucha en la que sacrificaron una gran cantidad de ni-ños, camélidos y textiles.

El cronista Murúa señala que si a pesar de todoslos esfuerzos se producía una sequía, era señal deque alguien había cometido un pecado. La ausenciade agua era interpretada como un castigo impuestopor las divinidades debido a las faltas cometidas,particularmente por delitos sexuales tales como elincesto. Para remediar la situación se consultaba alos adivinos, quienes se encargaban de señalar a losresponsables. A menudo algunos individuos confe-saban después de haber sido identificados como losculpables por los adivinos (J. Murra).

LAS FIESTAS

En el Tahuantinsuyo los meses se regían por lasfases de la luna y en cada uno de ellos se llevaba acabo una fiesta. Las celebraciones se realizaban enhonor de las divinidades, del inca y de la coya y so-lían durar varios días, aunque el cuarto se dedicabasiempre a honrar a la tierra y la luna. Las fiestascumplían roles esenciales: la iniciación de los jóve-nes en la edad madura, el bienestar del Tahuantin-suyo, la salud del soberano y del pueblo, la purifi-cación general y las tareas agrícolas. Algunas fiestasse celebraban en todo el territorio, como las del Sol,y otras a nivel regional, en las que cada pueblo ren-día culto a sus divinidades. El inca presidía las fies-tas en el Cuzco y sus representantes lo hacían en lasdiversas regiones.

Las doce festividades mensuales eran solemnes ymultitudinarias, aunque había dos, el Inti Raymi(junio) y el Capac Raymi (diciembre), que por estardedicadas al dios Sol y al inca, respectivamente,eran las más importantes. Durante los festejos cadapanaca sacaba la momia de su inca fundador en li-tera y la paseaban por la ciudad entonando cancio-nes, al mismo tiempo que tocaban instrumentosmusicales y danzaban. Una vez terminados los can-tos y los bailes procedían a escenificar mediantecantares la historia de sus respectivos fundadores.

El Capac Raymi era la fiesta que daba inicio alcalendario inca. Se celebraba en el mes de diciem-bre en honor del inca y era, por lo tanto, una de lasmás importantes. En esta oportunidad se realizabael rito de iniciación de los adolescentes.

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El Inti Raymi era la fiesta del Sol y tenía lugaren el solsticio de invierno. Era una de las festivida-des más notables que se realizaban en el Tahuan-tinsuyo, preparada y presidida por el propio inca,para agradecer al Sol por las cosechas recibidas.Durante el período propiciatorio la población engeneral debía abstenerse de comer sal, ají, beberchicha y tener relaciones sexuales. Los curacas delas distintas regiones asistían para demostrar fideli-dad y a la vez dar cuenta de las mitas cumplidaspor la gente de sus pueblos.

Otras festividades notables fueron el Coya Ray-mi y el Oma Raymi. El Coya Raymi era en honor dela Luna y de la esposa del inca, la coya, quien juntocon las mujeres de la elite cuzqueña se encargaba de

la realización de la festivi-dad. Por lo general, los ri-tos y ceremonias en honorde la Luna y de Pachama-ma estaban en manos deestas mujeres. La fiesta serealizaba durante el mesde septiembre cuando em-pezaban a caer las prime-ras lluvias, sobre las cualesse creía que la Luna ejercíaalgún control. Por eso du-rante esta festividad el es-tado organizaba varias ce-remonias vinculadas conel agua, como la citua, queconsistía en actos purifica-torios para alejar todos losmales de la ciudad. Du-rante la mencionada citua,la enfermedad era expul-sada arrojando al río losobjetos asociados con laenfermedad, como la ropadel enfermo. La fiesta delOma Raymi tenía lugar enel mes de octubre y estabarelacionada con el culto alagua.

LA MUERTE

La muerte para la población andina consistió enel pasaje de ésta a otra vida, un viaje lleno de difi-cultades que el espíritu del difunto (camaquen)emprendía para llegar al mundo de los muertos. Elcamino que debía seguir era obscuro, por eso teníacomo ayudante a un perro negro que podía ver enla oscuridad y se encargaba de guiarlo. Para algu-nos ese mundo, que imaginaban idéntico al de losvivos, se encontraba en los campos floridos y paraotros en las cumbres nevadas. De acuerdo con suscreencias, los muertos habitaban en viviendas y seencontraban agrupados en ayllus. Pensaban que

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El Inti Raymi, la fiesta del Sol,era considerada una de lasfechas centrales en elcalendario incaico. En lailustración se aprecia unarepresentación moderna de esta festividad.

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por ser tan grande el número de personas difuntashabría cada vez menos espacio para los que ibanllegando y les preocupaba que no hubiera suficien-tes tierras y viviendas para todos. Por eso los muer-tos necesitaban de la ayuda de los vivos para satis-facer sus necesidades.

Los cadáveres eran enterrados en una tumba co-mún (machay). Allí recibían culto y cuidado de par-te de los miembros vivos del ayllu. Los parientes deldifunto tenían la obligación de llevarle ofrendas queconsistían en comida, bebida y ropajes. La presta-ción de estos servicios se hacía dentro del marco dela reciprocidad: atendían a los muertos para que losque vinieran luego los atendieran a ellos. En reali-dad el único temor que tenían relacionado con lamuerte era la posibilidad de morir quemados.Creían que la fuerza vital (camaquen) desaparecíacuando una persona moría quemada o se incinera-ba su cadáver.

Las tumbas eran consideradas lugares sagrados ylas momias de los antepasados (mallquis) seres sa-cralizados. La población tenía una estrecha relacióncon sus muertos, acudiendo a ellos para solicitarlesbienestar. Los paseaban procesionalmente por suschacras para obtener buenas cosechas y los llevabana las campañas guerreras para conseguir victorias.Pensaban que una estrecha relación con los antepa-sados podría asegurarles, además de buenas cose-chas, el envio de lluvias y su detención cuando és-tas eran excesivas.

Pensaban también que los muertos seguían sin-tiendo casi todos los problemas y necesidades de losseres vivos, incluso que podían padecer hambre ysed, por eso las ofrendas tenían una importancia deprimer orden. Cerca del muerto eran colocadas va-sijas con alimentos y bebidas que se cambiaban enfechas establecidas. El cuidado de los difuntos in-cluía la entrega de coca y el cambio de los vestidoscuando era necesario. Los cadáveres recibían cuida-dos especiales. Los hatun runa envolvían a sus di-funtos con telas, dejándoles el rostro libre, mientrasque a los miembros de las panacas se les colocabauna máscara de oro delgado.

El cuidado puesto en la momificación debía ase-gurar que los cuerpos se secaran y pudieran conser-varse centenares de años. En el caso del inca, sumomia era guardada en su vivienda, rodeada de susesposas y yanas, algunos de los cuales eran sacrifi-cados en sus funerales y otros continuaban sirvien-do a la momia para asegurar su bienestar.

En la sierra, los pobladores de habla quechuapor lo común no acostumbraban enterrar a sus

muertos en el subsuelo. Los acomodaban sentadoscon los codos puestos entre las rodillas y las manossujetando el mentón, envolviéndolos luego con losmejores textiles que poseían y depositándolos enlos machays ubicados en cañones y laderas de loscerros. Alrededor del cuerpo momificado (mallqui)se colocaba objetos familiares: vajilla, herramientas,comida y bebida. En las fechas establecidas acudíanlos parientes a llevarles alimentos, derramar chichay ponerles hojas de coca en la boca. En estas ocasio-nes se solía sacrificar cuyes y llamas.

En la costa, en cambio, los muertos se sepulta-ban bajo tierra y arena, colocando los cuerpos enposición decúbito dorsal o fetal. Se les acondiciona-ba un tubo de caña para conectar la boca del cadá-ver con la superficie y facilitar el darle de beber chi-cha en las fechas establecidas. Los pueblos aymarahablantes conservaban a sus muertos ilustres sobreel suelo, construyendo a su alrededor unos mauso-leos de piedra o tierra dura que recibían la denomi-nación de chullpas.

El entierro del inca en una ilustración de Guaman Poma deAyala. En el mundo andino prehispánico los restos físicos

eran conservados, cuidados y honrados con ofrendas.

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Los incas hicieron suyas las distin-tas manifestaciones artísticas de lospueblos que dominaron. Durante elTahuantinsuyo la cultura alcanzó ni-veles insospechables en cuanto a la di-fusión de sus criterios. Esta situaciónse hace evidente, por ejemplo, en lamasificación de los criterios cerámicosasí como en la uniformización en lafabricación de los textiles. Para Fran-klin Pease ello respondía al hecho deque el Tahuantinsuyo había organiza-do un “circuito estatal” o superétnicode circulación de bienes que se expre-saba en la redistribución que el incaejercía (F. Pease).

ARQUITECTURA

En las crónicas de los siglos XVI yXVII se encuentran con frecuencia ex-presiones de admiración al referirse ala arquitectura andina. Los cronistascoincidieron al destacar la forma como los hombresandinos habían trabajado la piedra, fabricado las pa-redes y en general construido tan imponentes edifi-caciones. También hicieron referencia a las ciudadesy a las pirámides de adobe, aunque por lo generaldieron mayor importancia a las edificaciones en pie-dra. Dedicaron párrafos enteros a describir las terra-zas agrícolas (andenes), los canales de regadío y loscaminos, comparando a estos últimos con las gran-des vías romanas. En la actualidad los andenes, loscanales y los caminos están considerados entre lasmayores conquistas tecnológicas de la civilizaciónandina.

Los cronistas no pudieron distinguir entre loque había sido construido por los incas y lo que ha-bían hecho sus predecesores en los Andes. Los estu-dios arqueológicos han permitido saber que los in-cas reprodujeron y reactualizaron muchos de loscriterios urbanos previos. En sus edificaciones reto-maron elementos desarrollados por civilizacionesanteriores, especialmente del Horizonte Medio. En

los lugares conquistados el estado inca construyócentros administrativos valiéndose de las edificacio-nes preexistentes, como en el caso de Cajamarca,añadiendoles a veces elementos nuevos, como hi-cieron en el santuario de Pachacamac, ubicado en elbajo Lurín al sur de Lima.

Las construcciones en el Tahuantinsuyo se lleva-ban a cabo luego de haber examinado la maqueta depiedra elaborada previamente y que servía de guíapara los constructores. En lo que toca al plano, sustemplos y aposentos eran de base rectangular y deun solo piso. Las ventanas eran de forma trapezoi-dal, es decir, anchas en la base y estrechas en el din-tel, ya sea que fuesen ciegas o abiertas. En los mar-cos y en las puertas los adornos eran escasos, seña-lando algunos autores que se trata de una arquitec-tura severa. Los materiales empleados diferían deacuerdo con la región: en la costa emplearon gran-des adobes rectangulares mientras que en la sierratrabajaron la piedra en diversas formas, mayormen-te con herramientas de cobre y bronce, arrancándo-

VIIARTE Y CULTURA

La arquitectura incaica deslumbró a los primeros europeos durante su recorrido por el Tahuantinsuyo. Aunque un buen contingente de edificios

conservados son de piedra, los incas también hicieron uso del adobe. En la vista, mirillas en Ukira.

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les pedazos que luego fro-taban con arena húmeda.Muchas piedras exhibíanel modelo almohadillado,es decir, con la cara ligera-mente abultada.

La arquitectura inca secaracterizó también porsu afán generalizador. Esposible notar que en susedificaciones siguieronuna política de expansiónde los elementos asimila-dos. En la costa sur cons-truyeron edificios con elmismo patrón cuzqueño,siendo un buen ejemploel centro administrativo de Tambo Colorado, ubi-cado en el valle de Pisco. En la sierra los más im-portantes son los de Cajamarca, Jauja, Huánucoviejo y Tumibamba en Ecuador. De la arquitecturamilitar quedan algunas muestras como Ollantay-tambo y Sacsayhuaman. Ambas edificaciones se en-cuentran protegidas por murallas, la primera pordos y la segunda por tres. En el caso de Ollantay-tambo no existen dudas de que se trata de una for-taleza, pero sí las hay para Sacsayhuaman, pues lafuente escrita señala que cumplió funciones másbien religiosas.

Los establecimientos incas fueron creados confines de colonización y defensa, especialmente enlas zonas marginales a los Andes centrales. Exten-dieron sus rutas y sus construcciones hasta ámbitosmuy alejados del núcleo, como el noroeste argenti-no y las tierras del actual Ecuador. Graziano Gaz-parini habla de una “arquitectura del poder” parareferirse al estilo inca, que privilegiaría las cons-trucciones destinadas a usos colectivos. El autor di-ferencia este tipo de construcciones de las que iden-tifica como de uso restringido, como ciertos tem-plos destinados básicamente a la elite. El Corican-

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El templo de las Tres Ventanas enMachu Picchu.

La técnica del almohadillado enuna construcción incaica en

Cerro Azul, Lima.

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cha es un buen ejemplo de este tipo de edificación,aunque también son mencionados los incahuasi(palacio del inca) y a los acllahuasi.

El Coricancha se encontraba ubicado frente a laplaza de Intipampa en la ciudad del Cuzco. Era eltemplo dedicado al culto del Sol (Inti), sin duda elcentro religioso más importante del Tahuantinsuyo.Los cronistas, conscientes de su importancia, seocuparon de él en detalle. Las versiones coincidenen señalar que el templo fue construido por el incaManco Capac después de tomar posesión del Cuz-co. Informan también que el plano fue modificado

en dos ocasiones: la primeradurante el go-

bierno de Pachacuti y la segunda en el de Huay-na Capac.

Era un templo de enormes dimensiones, conuna arquitectura consistente en voluminosas pie-dras pulidas. Las crónicas señalan que las pare-des del templo se encontraban cubiertas con lá-minas de oro y que sus muros de piedra estabanhermosamente labrados. Pedro Cieza de León, aldescribir el interior del templo, señala que enuna de las habitaciones se encontraba la figuradel Sol “muy grande, hecha de oro, obrada muyprimorosamente, engastonada con muchas pie-dras ricas” (citado en F. Pease). Esta habitacióndebió ser la principal del templo pues en ella seencontraban también las momias de los incas di-funtos, rodeadas de una gran cantidad de objetospreciosos.

Existían además otras habitaciones menoresconsagradas a la luna, a la estrella de Venus, al ra-yo, al arco iris y las destinadas a los aposentos delsumo sacerdote. Los otros aposentos con los quecontaba fueron probablemente utilizados para al-bergar a los sacerdotes menores y al personal de

servicio. Por último las crónicas mencionan que eltemplo tenía en su interior un jardín donde se ha-llaban fabricadas en oro y plata las plantas más im-portantes del área andina, animales y hasta estatuasde hombres, mujeres y niños (J. Murra).

Un tipo de construcción que aparece a lo lar-go de todo el Tahuantinsuyo son los “galpones”, lla-mados así por los españoles. Los arqueólogos seña-lan su presencia en casi todos los centros urbanosincas. Se trata de grandes construcciones con ci-mientos de piedras talladas y labradas, con paredesde adobes y techo a dos aguas, cuyas funciones fue-ron diversas. Algunas veces han sido identificadoscomo templos. Los cronistas mencionaron la exis-tencia de varias de estas construcciones en la plaza

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El Coricancha en la actualidad, en el Cuzco. Lasuntuosidad de este edificio despertó la admiración de losconquistadores cuando llegaron a la ciudad. En 1950 unterremoto ocasionó serios daños al conjunto monumental yen su reconstrucción, iniciada en 1956, los arquitectosprivilegiaron los aspectos incaicos del conjunto sobre losaportes hispánicos.

La kallanka incaica, llamada galpón por losespañoles. Este espacio de planta rectangular teníapilares de madera que sostenían el techo de dosaguas. Ilustración que reconstruye la kallanka nortede Huánuco Pampa, tomada de Gasparini yMargolies 1977.

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central del Cuzco, la ma-yor de las cuales era eltemplo Cassana, que a de-cir de los cronistas habíasido construido por Pa-chacuti y tenía capacidadpara albergar a tres milpersonas.

El estado inca dio par-ticular importancia a laconstrucción de andenes yde obras de regadío. Enrealidad la construcciónde estas obras se remontaal período preincaico, pe-ro los cronistas no se per-cataron de su antigüedad.El tamaño de los andenesvariaba según el terreno,teniendo algunos entre 15y 60 m de ancho y podíanllegar hasta los 1 500 m delargo. Mientras se ascen-día hacia la cima de lamontaña los andenes seiban reduciendo, cerca dela cumbre medían uno odos metros y contabancon unos pocos surcos. Elárea ganada para el cultivoera considerable, llegandoalgunos andenes a teneruna superficie de 240 hec-táreas (J. Murra).

El tamaño de las cons-trucciones incas evidenciaque el número de trabaja-dores debió de ser bastan-te considerable. Al respecto Cieza de León señalaque, según le informaron, en las grandes construc-ciones se solía emplear alrededor de veinte milhombres originarios de diferentes regiones del Ta-huantinsuyo. La mano de obra utilizada provenía delas prestaciones rotativas (mitas) a las que estabanobligados los grupos étnicos. Los trabajadores per-manecían en la obra un tiempo limitado, luego delcual regresaban a sus pueblos y eran reemplazadospor otros. Quienes debían cumplir con su turno detrabajo se presentaban al servicio dirigidos por suscuracas y eran organizados para realizar diversas ta-reas en la construcción: picapedreros, carpinteros,albañiles, etc. El estado se encargaba de alimentar-

los y vestirlos mientras duraba su trabajo. Los seño-res étnicos se ocupaban de supervisar el trabajo,aunque probablemente la dirección superior estabaen manos de los especialistas. Las obras públicas,como la burocracia, eran supervisadas por parientesdel inca, algunos de ellos expertos ingenieros civi-les (J. Murra).

METALURGIA

Los impresionantes objetos de oro y plata quelos españoles encontraron en los centros más im-portantes del Tahuantinsuyo llevaron a que los cro-nistas del siglo XVI divulgaran la versión de que los

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Vista general de Machu Picchu.

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incas habían desarrollado una importante orfebre-ría. Sin embargo, hoy sabemos que la metalurgia erauna vieja práctica anterior a los incas. Mucho antesdel ascenso del Tahuantinsuyo, las etnias extraían ytrabajaban el cobre, el oro, el estaño, el mercurio, laplata, el bronce (aleación de cobre y estaño), y has-ta el platino y la tumbaga (aleación de cobre y oro).

El oro era obtenido en los Andes en lavaderosfluviales y también en minas. Los otros metales másusados: plata, cobre, estaño, etc. se obtenían tam-bién en las minas, tanto en socavones como en ya-cimientos superficiales. El bronce era conocido des-de antiguo, aunque alcanzó una gran difusión entiempo de los incas. Después de que éstos conquis-taron la región del Chimor, en la costa norte del Pe-rú, difundieron especialmente el bronce estañífero(aleación de cobre y estaño), en reemplazo delbronce arsenical (F. Pease).

Las actividades mineras y metalúrgicas conti-nuaron y fueron apoyadas por el estado cuzqueñoaunque con algunas variaciones. La extracción de laplata y el oro pasó a ser monopolio estatal, desti-nándose la producción sobre todo a la elaboraciónde objetos para el culto, mientras que el mercurio yel cobre parece que continuaron siendo extraídospor los grupos étnicos.

El siguiente paso luego de la extracción de losmetales consistía en fundirlos en las guayras, unaespecie de hornillos de barro cuyasparedes tenían agujeros por dondeingresaba el aire que avivaba el fue-go, usando como combustible car-bón o estiercol de llama. Después dela invasión española las guayrascontinuaron empleándose, inclusoen gran escala, como ocurrió en lacélebre ciudad minera de Potosí (F.Pease).

La etnia inca no era experta en or-febrería, lo eran más bien muchosde los pueblos a los que había con-quistado. Los incas reconocieron elvalor de sus trabajos y trasladaron alos mejores orfebres al Cuzco y aotros lugares importantes, donde losobligaban a trabajar elaborando lasobras de arte que precisaban. Así losichmas y los chimús, por ejemplo,producían en el Cuzco aretes,brazaletes, orejeras, colla-res, sortijas, prendedores,tumis rituales, efigies de

plantas, animales y seres humanos para adornar lostemplos solares y aposentos del inca en el Cuzco ylas “provincias”.

Cieza de León, el cronista que ofrece los mejoresdetalles acerca de los metalúrgicos estatales, diceque en toda capital regional el estado había instala-do talleres donde trabajaban artesanos altamentecalificados para proveer a la elite y a los tambos. Al-gunos de estos artesanos habrían sido llevados alCuzco desde la costa, probablemente de la regiónchimú. El cronista Santillán agrega que los orfebreseran muy reconocidos, por lo que estaban exonera-dos de realizar otro servicio y recibían tierras en re-compensa. El logro más importante de los incas fuela difusión que alcanzó la producción del bronce,tan abundante que se convirtió en objeto desecha-ble (F. Pease, J. Murra).

Las minas tenían una profundidad de 10 a 40brazas y estaban unidas al exterior por un túnel es-trecho. Los grupos étnicos entregaban mano deobra para el laboreo de las minas, de la misma for-ma como la proporcionaban para otras actividadesestatales. En 1549 los chupaychu, de la región deHuánuco, afirmaron que en tiempos de los incas “...de cada cien indios echaban a las minas de oro tresindios y tres indias y que lo sacaban todo el año yque el oro que sacaban lo llevaban al Cuzco y asi-mismo dijeron que todas cuatro parcialidades daban

asimismo sesenta indios y sesenta indiaspara que sacasen plata todo el año y losacaban de los güaros y la llevaban alCuzco” (citado en F. Pease).

En algunas minas los mineros erande ambos sexos, como los que el cro-

nista Sancho vio en las minas de LaPaz. Allí le informaron que los mineros

rotaban cada cuatro meses, al cabo delos cuales regresaban a sus pueblos.

Hay cronistas que señalan que cada pa-chaca (100 unidades domésticas) pro-porcionaba un minero, mientras que

Polo de Ondegardo señala que el núme-ro variaba de acuerdo con las necesida-

des del estado. Éstas eran particularmen-te grandes en momentos en que un nuevo

inca tomaba el poder y en otras situacio-nes definidas como religiosas.Es posible que ciertas etnias ubicadas en

zonas mineras dedicaran una parte priori-

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Guayra de origen prehispánico, utilizada para lafundición de metales. Dibujo tomado de Ravines 1980.

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taria de su tiempo a la minería. Se ha sugerido quealgunos de los mineros pueden haber sido mitmas,a quienes el estado trasladaba y consagraba a la mi-nería con dedicación total. El paso a una condiciónde profesional exclusivo se estaba produciendo enotros sectores de la sociedad inca y es posible quehaya ocurrido también en la minería. Algunos cro-nistas señalan también que las minas eran usadascomo lugares de exilio y castigo (J. Murra).

En la fabricación de objetos de metal se utiliza-ron diversos procedimientos. Uno de los más usa-dos era el conocido como el de la cera perdida, queconsistía en modelar en cera el objeto que se queríaobtener, al que se revestía de arcilla. Luego de ha-berse secado, se lo calentaba metiéndolo en un fo-gón, lo que originaba que la cera se derritiese y fue-ra expulsada por un orificio que se dejaba libre. Enseguida, por el mismo hueco, se vertía en fusión elmetal elegido y finalmente se rompía el revestimien-to de arcilla, quedando libre el artefacto modelado.En algunos casos, procedían luego a pintarlo paradarle mayor belleza. Otra técnica empleada era ladel martilleo, mediante la cual se repujaba sobre to-do al oro. Al estar la orfebrería mayormente dedica-da a fines ornamentales, las figurillas de oro, plata ytumbaga eran decoradas con incrustaciones de pie-dras preciosas y semipreciosas.

TEXTILERÍA

En los Andes el tejido desempeñó un papel espe-cial que iba mucho más allá de su uso meramenteutilitario y ornamental. La importancia que se leotorgó a los textiles no fue únicamente económicasino también ritual. En las diversas ocasiones im-portantes jugaron un rol especial. Ningún aconteci-miento, fuera político, militar, social o religioso es-taba completo sin la presencia de los tejidos, desdeaquellos que involucraban al inca y al estado, hastalos que tenían que ver con la vida cotidiana de lapoblación. De acuerdo con el acontecimiento lostextiles podían ser intercambiados, integrar el ajuarde la novia o aparecer quemados formando parte delos sacrificios.

Los pueblos anteriores a los incas habían logra-do una extraordinaria calidad artística en sus teji-dos, que no llegó a ser igualada durante el períodoincaico, cuando se dio más bien una masificaciónde la producción, que no llegó a significar una bajaen los estándares tecnológicos. Asimismo, la calidady el valor simbólico de los tejidos se mantuvo. Enlos ajuares funerarios y en las ofrendas hechas a las

divinidades los textiles continuaron siendo espe-cialmente importantes.

Los incas emplearon los textiles para la redistri-bución, especialmente los tejidos de lana, aunqueen algunos casos también usaron textiles de algo-dón. En el siglo XVI los textiles andinos eran bási-camente de dos tipos: de abasca y de cumbi, aunqueantes había existido una inmensa variedad.

Los tejidos de cumbi eran los más apreciados ypor ello de mayor uso ritual. Los fabricaban con lalana más fina, a la que teñían dándole los mismoscolores que al algodón. Muchos cronistas señalanel buen gusto que tenían para las combinaciones ylos contrastes. Elaboraban los textiles en telares es-peciales que les permitían conseguir una trama uni-forme y tupida que llamó la atención de los españo-les, llevándolos a afirmar: “cosa de espanto ver suhechura sin parecer hilo alguno...”.

Después procedían a bordarlos con gran delica-deza. A veces utilizaban hebras de oro y plata, y enotros casos les colocaban adornos como plumas ycuentas de concha, en un afán por darles mayorrealce. Los tejidos con adornos de plumas parecenhaber estado especialmente asociados con las activi-dades militares.

La ropa del inca, de los curacas y en general dela elite era fabricada con tela de cumbi, mientrasque la gente del común estaba impedida de confec-cionar con ella sus vestidos. Los encargados de fa-bricar este tipo de textiles eran los cumbicamayoc,especialistas que se dedicaban a esta labor a tiempocompleto, por lo que se encontraban exoneradosde cumplir con otras obligaciones. Eran por lo ge-neral hombres, aunque también las mamaconas so-

Un ejemplo de la metalurgia prehispánica que antecedió a losincas: cabeza de oro de Sipán.

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lían tejer cumbi. Los cronistas relievaron su suavi-dad e incluso lo comparaban con los textiles euro-peos más finos, tomando partido a veces por elproducto andino. Es muy posible que la fabrica-ción del cumbi estuviera acompañada de un con-texto ritual específico.

La ropa de abasca era tejida de la lana más co-rriente procedente de las llamas y con ella se vestíala gente plebeya. Por lo general no la teñían sinoque la dejaban del mismo color de la lana. Era másbien un producto hogareño y por lo tanto menos es-pecializado y de menor difusión (J. Murra).

Bernabé Cobo menciona la existencia de hastacinco tipos de textiles en el Tahuantinsuyo. Hablaen primer lugar de los textiles de abasca a los quedefine como “ropa y tejidos de lana: basta y grose-ra”; menciona luego los tejidos de cumbi de los quedice son los más finos y delicados; en tercer lugaralude a los textiles que llevaban plumas de coloresentretejidas y asentadas sobre cumbi; en cuarto lu-gar habla de una especie de tela de plata bordadacon chaquiras; y por último, menciona una tela muybasta y gruesa que servía de alfombra y frazada.

Las principales fibras que se hilaban y tejíaneran el algodón en las tierras bajas y la lana delos camélidos en la sierra. En algunas ocasio-nes el inca y la elite utilizaron también el pelode la vizcacha y el vello del murciélago para lafabricación de sus mantas. Las fibras de algo-dón, además de servir para el vestido, se utili-zaban para telas y colchones. La principal pro-veedora de lana era la alpaca, cuyo vellón eslargo y rico. En algunas ocasiones se esquila-ba también a los otros tres camélidos, pero sulana no tenía importancia en la producción to-tal. La lana de la llama es áspera y rala, por loque era empleada sobre todo en la confecciónde cuerdas. El guanaco era propiedad del cul-to y su lana aunque ordinaria era tejida por lasacllas. Según Garcilaso los tejidos de “la gentecomún” eran confeccionados con esta lana.

La lana más fina provenía de la vicuña, es-pecie que fue siempre escasa, por lo que se su-pone que su lana sólo se utilizaba para las ves-tiduras de los incas y de aquellos a quienes seconcedía tal privilegio como una muestra delfavor del soberano. Al respecto Garcilaso se-ñala que vestirse con tela de vicuña sin auto-rización era considerado un delito capital. Du-rante la expansión incaica hubo una gran di-fusión de los tejidos de lana pero aparente-mente no llegaron a penetrar en todas partes. Los hermosos colores de los textiles fueron

también motivo de admiración para los españoles.Según Cieza de León los escarlatas, azules, amari-llos y negros eran mejores que los que habían enEuropa. Los cronistas hablan de maestros tintorerosdedicados al proceso de elaboración de los tintes,que requería de un conocimiento especial. La mayo-ría de los tintes eran de origen vegetal, extraídos deflores y hierbas. El tinte negro para el algodón seobtenía de la savia de un árbol. Los tintes rojos erantambién en su mayor parte de origen vegetal, peroalgunos como el famoso ychima (llimpi) era sub-producto del beneficio del azogue. La cochinillatambién fue utilizada, sobre todo para el teñido delas mantas. Los textiles de lana absorbían los tintescon mayor fuerza, por lo que sus colores eran másfirmes que los de los textiles de algodón.

En cuanto a los vestidos, los hombres usaban untaparrabo (huara) que empezaban a llevar desde co-mienzos de la pubertad, luego de pasar por el ritode iniciación. Vestían también una camiseta largasin mangas (uncu) que les llegaba casi hasta las ro-dillas. Sobre los hombros llevaban una especie de

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Los textiles fueron utilizados por los incas para el cumplimiento delas tareas redistributivas. En la imagen un uncu de lana y algodón

adornado con tocapus. Tomado de Arte textil del Perú, 1988.

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capa (yacolla) y, a la altura de la cintura, colgadauna bolsa (chuspa). El vestido de las mujeres cons-taba de dos piezas rectangulares de tela. Una, queles llegaba hasta los pies, la pasaban por debajo delos brazos y con un cinturón de cuentas o fibra se lasujetaban en la cintura. La otra pieza de tela se lacolocaban sobre los hombros cubriendo los brazos,y sobre ésta una pequeña capa (lliclla) sujeta al cue-llo por un alfiler de plata (tupu), la que se quitabanpara trabajar en la casa. Las fuentes no mencionandiferencias de vestuario entre las solteras y las casa-das como sucede en laactualidad.

La vestimenta de lapoblación no difería sus-tancialmente en relacióncon la posición social. Loque cambiaba era el tipode tela, abasca o cumbi, ylos adornos. La ropa delinca, como ya se ha di-cho, era totalmente con-feccionada de cumbi ysus camisas estaban bor-dadas con hilos de oro yplata, y adornadas conplumas. La principal in-signia de su cargo era elfleco de lana roja (masca-paycha) que llevaba cosi-do a su tocado y que lecaía sobre la frente.

Entre los grupos étni-cos tampoco existió unagran diferencia en el ves-tido. Las diferencias lasestablecía el tipo de ma-terial empleado, algodón o lana, pero lo que identi-ficaba a una etnia era el tocado (llautu), el peinadoy el tipo de deformación craneana.

Los grandes volúmenes de textiles fueron fabri-cados bajo el régimen de la mita. Según Cieza losgrupos étnicos tenían que entregar anualmente unacamisa por persona y una manta por unidad do-méstica. El estado se encargaba de proporcionar lamateria prima necesaria. Ningún grupo étnico fueexonerado de esta prestación rotativa, ni siquieraaquellos cuya población era reconocida por otrashabilidades. El hilado y el tejido eran actividadesque se aprendían en la infancia, realizadas indistin-tamente por hombres y mujeres, aunque la confec-ción de los textiles utilizados por la unidad domés-

tica como los que se debían entregar al estado eraresponsabilidad de las mujeres. Los ancianos, los li-siados y los niños, de acuerdo con su fuerza y des-treza, ayudaban hilando, fabricando costales y telasburdas o haciendo cuerdas. Estos bienes en grandescantidades solían ser utilizados en el ejército.

En algún momento de la historia del Tahuantin-suyo, la prestación rotativa textil resultó insuficien-te para atender las crecientes necesidades del esta-do. Betanzos señala que esto sucedió durante el go-bierno de Pachacuti, quien ordenó que los lisiados,

los enanos y los joroba-dos de ambos sexos sededicaran a la produc-ción textil, convirtién-dose en tejedores muydiestros. Asimismo, hizoque los mejores tejedo-res de cumbi que había alo largo del territoriofueran incorporados a laproducción estatal. Estasituación dio lugar a laexistencia de dos catego-rías de tejedores:1. Los cumbicamayoc oespecialistas a dedica-ción exclusiva. Se encar-gaban de la confecciónde textiles de alta cali-dad para atender a lasnecesidades del estado.Los telares que emplea-ban eran grandes, fabri-cados de cuatro paloscomo bastidores que co-locaban en posición ver-

tical arrimándolos contra una pared.2. Las acllas, mujeres que residían en casas espe-

ciales distribuidas a lo largo de todo el territorio, al-gunas de las cuales tenían como ocupación princi-pal la confección de la ropa del inca y de los texti-les empleados en el culto (J. Murra).

Los cronistas mencionan que existían lugares re-conocidos por la fama de sus tejedores. Capachica,en el lago Titicaca, era un sitio famoso por ser resi-dencia de grandes maestros en tejer cumbi, por elmismo motivo eran conocidas Jauja y Cajamarca,mientras que Chucuito, en territorio colla, producíauna abasca de renombre. En tapicería destacaba Po-matambo, de cuyos tapices se menciona que eran decolores perfectos.

El inca Yahuar Huaca en un retrato del siglo XVIII; se puedeapreciar la magnificencia de su traje.

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Los más importantes consumidores de tejidoseran el ejército y la guerra. La tropa debía encon-trar en el camino ropa, mantas y equipos para hacertiendas. Los soldados que se distinguían en campa-ña recibían piezas de ropa como premio. El inter-cambio de tejidos era parte importante de las nego-ciaciones diplomáticas y militares. El inca ordenabarepartir piezas de ropa entre la población que acaba-ba de incorporar al Tahuantinsuyo, mientras que élmismo entregaba a los jefes étnicos vasijas de oro yropa de cumbi que con esa finalidad había hechotraer desde el Cuzco. Las divinidades locales tam-bién eran beneficiadas recibiendo diversos tipos detextiles. A su vez, la población conquistada ofrecíadonativos a los generales del Cuzco, entre los queestaban incluidos los textiles. El chimo capac, porejemplo, envió al inca textiles muy finos, conchasdel mar y mujeres.

Los textiles jugaron un rol muy especial en to-dos los momentos del ciclo vital. Cuando un niñonacía recibía de regalo tejidos y si el grupo étnicoestaba ubicado en una zona productora de caméli-dos era común que recibiera un animal como obse-quio. Alrededor de los dos años de edad tenía lugarla primera ceremonia importante (rutuchicuy), enla cual se le cortaba por primera vez el pelo y se lecolocaba el nombre por el que sería conocido. Acu-dían a la casa muchos parientes y quien actuaba co-mo padrino le cortaba el primer mechón, entregán-dole un presente. Luego los demás parientes hacíanlo mismo. Los obsequios iban desde plata y textileshasta maíz y llamas.

Al llegar los niños a la pubertad tenía lugar unaceremonia de iniciación denominada huarachicuy.En ella los adoles-centes vestían porprimera vez la huara(taparrabo). La in-formación de loscronistas se refiere ala celebración entrelos miembros de laelite, para quienes laceremonia durabacasi todo el mes denoviembre, aunquelos preparativos co-menzaban muchoantes. A partir delmes de setiembre elcandidato iniciabael ayuno y las muje-

res de su familia junto con otros parientes comen-zaban a hilar y a tejer las ropas que usaría en la ce-lebración. El color y los adornos de cada vestido es-taban relacionados con acontecimientos de la tradi-ción oral de las panacas. Las mujeres recibían lananegra para los adornos de las camisas ceremonialesque usaría el joven durante la primera semana de lainiciación.

Cada etapa de la ceremonia estaba señalada porun cambio de ropa y al cumplirse casi un mes de suinicio, el joven y sus parientes se reunían en la pla-za del Cuzco, donde el pariente más importante leentregaba las armas que desde ese momento porta-ría; sus otros parientes le obsequiaban textiles. Seencontraban también en la plaza curacas venidos dedistintas regiones que les regalaban llamas. Medioaño después, durante las celebraciones de la cose-cha, los jóvenes terminaban el ayuno, hacían sacri-ficios a las divinidades y podían vestir las camisetastejidas con hilos de oro y plata y adornos de plumasque los señalaban como miembros del grupo de eli-te (J. Murra).

En los matrimonios, antes de realizarse la cere-monia, los novios recibían presentes de comida, cu-yes y ropa. En las zonas cercanas al Cuzco, el incaen algunas ocasiones asistía a las bodas y ordenabaque de los depósitos se entregara a los novios dostrajes para cada uno.

La muerte era otro de los momentos importan-tes. Se acostumbraba vestir a los difuntos con ropanueva y ponerles otras dobladas dentro de la mor-taja. La ceremonia duraba ocho días en los cualeslos parientes del difunto daban de comer y beber atodos los presentes. Una parte importante de la ce-

remonia consistíaen llevar la ropa deldifunto en proce-sión por los lugaresdonde había transi-tado. Luego la viu-da, acompañada deotros parientes, la-vaba toda la ropadel difunto en unlugar especial delrío. El entierro delcuraca era muy si-milar, difiriendoúnicamente en el ti-po de ofrendas quereflejaban su posi-ción social. Pero en

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Escena de un matrimonio incaico procedente de un grabado europeo. Losnovios recibían presentes, como comida y ropa, antes de la ceremonia.

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todos los casos la principal ofrenda seguía siendo laropa.

Los tejidos como los camélidos desempeñabanun papel muy importante en la vida religiosa de lapoblación. Las estatuas de las divinidades estabanataviadas con mantas de lana con trama de oro ysentadas detrás de una cortina de cumbi. Habíaimágenes hechas con mantas gruesas, tan firme-mente enfardeladas que se paraban solas. Para lasfestividades importantes, se les cambiaba sus vesti-dos por unos muy finos y se les arropaba con man-tas de plumas; así eran sacadas de los templos enhombros de los sacerdotes y colocadas en la plaza.Las divinidades recibían ofrendas de comida, mulluy de manera especial textiles.

La ofrenda de textiles y de camélidos era consi-derada muy valiosa. Los oráculos, por ejemplo,eran premiados con ropa y rebaños cuando sus pre-dicciones resultaban exactas. Asimismo, los ante-pasados (mallqui) eran vestidos con camisetas deplumas o cumbi. La etnia se preocupaba de que lostextiles que protegían sus huesos se encontraran enbuen estado. En la costa cuando una persona searrepentía de algún acto que hubiera cometido encontra de las divinidades o del grupo quemaba laropa que había llevado puesta al cometer la acción,en señal de su arrepentimiento. Igualmente mu-chas de las enfermedades eran consideradas conse-cuencia de haber cometido un pecado. Una manerade librarse de la enfermedad era dejar la ropa en elcamino para que se purificara con el aire o se la lle-vara un transeúnte.

CERÁMICA

La cerámica inca no llegó a igualara la producida por sociedades andinasanteriores como los nazca y los mo-chica. Sin embargo, se caracterizópor estar bien trabajada y ser so-bria en cuanto al color. El negro, el

blanco, el rojo, el amarillo y el naranja fueron loscolores más utilizados. Los motivos que con mayorfrecuencia se observan son pequeñas abejas, mari-posas y animales estilizados, teniendo preferenciapor los diseños geométricos como rombos, cruces,dameros, círculos, puntos y triángulos, que también

eran usados en la decora-ción textil.

Probablemente unade las características

más importantes de laproducción cerámica de

los incas haya sido su noto-ria masificación. Los ceramis-tas incas se distinguieron poralcanzar la uniformidad tantoen sus motivos y estilos deco-rativos como en la organiza-ción de su producción en granescala. Es conocido que la ex-

pansión del estilo inca marchóparalela a sus conquistas.

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La iniciación de Cora como virgen del Sol en unailustración procedente de Les Incas (París, 1777) de

Marmontel. Esta ilustración puede citarse como un ejemplode la imagen de la Europa del siglo XVIII sobre los Andes.

En la decoración de las vasijas los incassolían usar diversos colores como el negro,blanco, rojo y anaranjado, aunque conpredominio de los tonos obscuros.

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La forma cerámica más claramenteidentificada como incaica es el aríbalo, lla-mado así en recuerdo de las ánforas griegascuya forma era bastante parecida. Consiste enun cántaro con dos asas verticales en elcuerpo, el cuello angosto y largo quetermina en una boca de labios expan-didos, a manera de bocina y conunas asitas a los costados. El ta-maño de estos ceramios varía,llegando algunos a alcanzarhasta 1,50 m de alto. La de-coración es simbólica, sien-do los motivos principal-mente geométricos. Eran uti-lizados para llevar chicha oagua. Sus asas laterales y una protu-berancia que presentan en la parte supe-rior, generalmente una cabezade animal, facilitaban sutransporte al ser colocado so-bre las espaldas, anudando enellas una soga. La base cónicadel ceramio permitía vaciarcon comodidad el líquido sintener que voltearlo, así como incrustarlo en la tierradonde permanecía en equilibrio.

Las formas empleadas en la cerámica incaica nose reducían al aríbalo. Los platos son también co-munes en la alfarería inca. Se caracterizan por serpoco profundos y presentar un asa-mango que ter-mina generalmente en una cabeza de ave. En su in-terior se encontraban decorados con los caracterís-ticos diseños geométricos mezclados a veces conelementos naturalistas. Este estilo típicamente incase difundió por todo el imperio.

Los queros fueron también unamuestra de la expresión cerámica delos incas. Eran vasos ceremonialesfabricados a imitación de los querostallados tiahuanaco fabricados enmadera, material que los artesanos in-cas también utilizaron, sobre todo laproveniente del chachacomo y del ce-dro, este último considerado un árbolcon características mágicas. Aunque es-tos vasos ceremoniales tienen una largatradición en los Andes, es un hecho quelos incas en su decoración les impusie-ron características propias. Los elabora-ban por parejas tratando de que guarda-sen similitud en su silueta y decoración.

Los queros incas adquirieron formas diver-sas, siendo la más común la campanulada:abiertos en la boca, angostos en la base y

constreñidos en la cintura. Llevaban talladasen ellos cabezas humanas y de animales, así

como escenas de la vida cotidiana. Pinta-dos en varios colores muestran ritos re-

ligiosos, batallas, fiestas y al inca rea-lizando diversas actividades. La de-

coración pintada la hacían me-diante el sistema llamado en-cáustico, lo que motivaba elcraquelado de sus superficiescoloreadas. Después de la con-

quista española estos vasos ce-remoniales no desaparecieron. Por

el contrario, en algunos lugares de laregión puneña se continuaron fabricando

hasta entrada la república.

ESCULTURA

El arte de la escultura tuvoentre los incas un desarrollomenor si se le compara con

otras manifestaciones como la arquitectura, porejemplo. Los escultores incas destacaron en el tra-bajo de piedras de gran dureza, como el granito y ladiorita, a las que conseguían dar una superficie muylisa. Los artefactos de piedra que fabricaron son bas-tante numerosos, siendo los más característicos losmorteros con asas esculpidas en forma de cabezasde felino o serpientes. Las pequeñas representacio-nes de seres humanos y animales tanto en piedracomo en metal fueron muy abundantes. Las figurasmás representadas fueron los felinos y las llamas,estas últimas esculpidas en tamaño pequeño y de-

nominadas ullti. Eran representa-ciones para uso ritual, elaboradascon la finalidad de servir comoofrendas para los antepasados y

las divinidades. La escultura monumental tam-

bién fue practicada. La mayor partede los cronistas menciona la exis-tencia de estatuas de los incas, aun-

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El aríbalo es la forma cerámica más conocida dela alfarería incaica. Estos jarrones eran decorados

con motivos geométricos; dado su tamaño erancolocados en la espalda y sujetos con amarras

para poder ser transportados.

Los queros fueron elaborados en cerámica omadera. Su superficie era ornamentada conmotivos geométricos aunque en ocasioneslos artesanos los decoraban con escenas

realistas del Tahuantinsuyo.

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que ninguno presenta una descripción detalla-da de ellas. Señalan que se trata de representa-ciones de tamaño natural, llamadas guaoquis(hermanos) por representar el otro yo del in-ca. Las fuentes mencionan que estas estatuastenían también un fin práctico: preservar laimagen del inca en caso de que algo pudierasucederle a su momia.

En la actualidad quedan muy escasasmuestras, una de las cuales es la llamada “ca-beza de Wiracocha”, que se conserva en elMuseo de América de Madrid. Se caracterizapor presentar una talla perfecta en su parteposterior y un trabajo más tosco en las faccio-nes. En realidad se trata de una figura de cuer-po entero, cuya parte inferior se encuentra enla Municipalidad del Cuzco. Esta esculturaprocede del conjunto arquitectónico de Ca-cha, ubicado en el antiguo camino del Colla-suyo (C. Bravo).

La escultura tuvo mayormente una finali-dad religiosa que llevó a los escultores incas amostrar predilección por el uso del oro, la pla-ta y las piedras preciosas, aunque también seutilizó la madera. Las crónicas mencionan laexistencia de representaciones tanto de divi-nidades como de seres humanos y ani-males, que solían tener en los ojos in-crustaciones de turquesas y esmeraldas.La representación más famosa es la delSol en el Coricancha, escultura con apa-riencia humana, totalmente hecha deoro.

PINTURA

La pintura fue un arte amplia-mente practicado durante el pe-ríodo incaico, aunque sin llegar aalcanzar el esplendor que logra-ron los nazca. En la cerámica ylos textiles es posible apreciar lascaracterísticas de la pintura incai-ca, cuyos motivos están relacio-nados con los mitos, las leyendasy los acontecimientos importan-tes de la vida del incario.

Estos motivos tambiénfueron pintados en grandestablones con el fin de que sir-vieran para guardar memoriade los hechos destacados. Di-

chos tablones eran depositados en un edificioespecial llamado Puquicancha, ubicado cer-ca al templo solar en la ciudad del Cuzco.Tuvieron también pintura mural con la que

decoraron las paredes de sus edificaciones debarro, tradición que recogieron de la de-

coración de la arquitectura en la costa.Existen importantes muestras de estosmurales en Tambo Colorado, Pacha-camac, Paramonga, etc.

MÚSICA, CANTO Y DANZA

En los Andes la música, el canto yla danza recibían el nombre genérico detaqui, palabra que estrictamente signi-fica canto. La música era pentafónica,basada en la combinación de las notas

musicales re, fa, sol, la y do. En basea esta escala fueron compuestas va-riadas piezas musicales relacionadascon aspectos profanos, religiosos yguerreros. La música y la danza estu-

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El pórtico de los felinos en Huánuco Pampa, Huánuco.

Este ceramio muestra a un músicomoche. En los Andes la música era

pentafónica; conjuntamente con la danzasu práctica estaba bastante extendida

entre diversos sectores sociales.

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vieron bastante extendidasen todos los sectores socia-les, y presentes en cual-quier tipo de actividad.

El canto siempre seacompañaba con instrumentos, siendo los más co-munes los pomatinyas, tamborcitos fabricados depiel de puma; las guayllaquepas, trompetas hechasde caracola; las trompetas de calabaza; el pincullo,especie de flauta traversa; y las antaras o flautas depan.

Los tambores se fabricaban de dos tamaños:grandes (huáncar), usados por los hombres, y pe-queños (tinya), usados por las mujeres. Por lo gene-ral los hacían con cuero de llama, aunque en algu-nas ocasiones utilizaban también piel humana, em-pleando la de los caudillos rebeldes y de enemigosderrotados en las batallas. Las trompetas las hacíande oro, plata y cobre. Hubo instrumentos fabricadoscon los cráneos de los venados y de los perros. Tan-to éstos como las trompetas servían para las danzasrituales y para convocar a las fiestas en homenaje asus huacas.

Había infinidad de danzas, pues casi todas las ac-tividades humanas tenían dedicada una que repre-sentaba simbólicamente, con figuras y gestos, las es-cenas más importantes de una actividad determina-da. En los documentos más antiguos se mencionanel uaricsa arahui (danza del inca), la llamaya (dan-za de los pastores), el harahuayo (danza de los agri-cultores), la cashua (danza del galanteo), la aranya-ni (danza de enmascarados), el haylli arahui (danzade la victoria guerrera) y la puruc aya (procesión fu-neraria). El puruc aya era el llanto general por lamuerte del inca (W. Espinoza).

Las danzas estaban siempre relacionadas con lasfiestas rituales y agropecuarias. Había danzas paraatraer las lluvias, así como para ahuyentar los agua-ceros, las heladas y las granizadas. También hubodanzas para representar la vida de las aves y de losanimales domésticos y salvajes. Las danzas y los

cantos sirvieron también para relatar los hechos his-tóricos, míticos y legendarios del pueblo inca.

Las danzas agrícolas, ganaderas y guerreras te-nían como principal objetivo mantener buenas rela-ciones con las divinidades y los mallquis, con el finde conseguir su apoyo en la obtención de buenascosechas, protección del ganado doméstico y silves-tre y el triunfo en las batallas.

El inca y la coya tenían músicos y danzantes pa-ra su entretenimento. Las crónicas no presentanuna información uniforme sobre la condición socialde los músicos. En algunas fuentes los mencionancomo gente de alto rango mientras que en otras apa-recen como de baja condición. Garcilaso, al referir-se a los músicos del inca, los presenta como especia-listas a dedicación exclusiva, señalando que su si-tuación era una especie de premio por el tiempo yesfuerzo que habían invertido para llegar tal condi-ción. Murúa menciona que algunas de las cantorasy tamborileras eran taqui acllas, es decir pertene-cían al grupo de mujeres que vivía en los acllahua-sis. Lo que el cronista no aclara es si se dedicaban ala música a tiempo completo (J. Murra).

LITERATURA

Es posible hablar de una rica literatura inca a pe-sar de que son muy pocas las piezas que se han con-servado. Los incas, por carecer de escritura, confia-ron su producción literaria a la memoria para quefuera transmitida por tradición oral, lo que ha im-pedido que se conozca la verdadera dimensión desu obra literaria. Las piezas que han permanecidofueron recogidas por Cristóbal de Molina, Juan San-ta Cruz Pachacuti y Guaman Poma de Ayala, la ma-yor parte de las cuales son himnos o rezos destina-

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Los cantos recogidos por loscronistas del siglo XVI han sido

las piezas literarias incaicasque han podido sobrevivir hasta

nosotros. Principalmenterendían culto a los dioses y

exaltaban los triunfos militares.En la imagen la casa del inca

en Huánuco Pampa.

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dos a alabar a lasdivinidades. Estasfuentes mencionantambién que fueronlos amautas, losquipucamayoc ylos haravec los en-cargados de prepa-rar estas composi-ciones, por lo quegozaban de granprestigio. En diver-sas festividades yceremonias las reci-taban cantándolas,igual como se hacíacon las epopeyas.La música y la dan-za fueron un im-portante comple-mento de la expre-sión oral.

La obra literariade los incas reflejó distintos aspectos de la vida enel Tahuantinsuyo. Los varios géneros de canto quetuvieron así lo demuestran: el haylli o canto de vic-toria, estaba dedicado a alabar a las divinidades, ala tierra y a resaltar los triunfos en las guerras y alos héroes; el harahui o canción amatoria exaltabaal amor y a la amada; el huacaylli o canto plañiderose hacía para solicitar las lluvias.

En poesía se tiene mayor información sobre elmotivo amoroso, que se caracteriza por ser muytierno y expresivo. Los temas recurrentes fueron lanostalgia por la amada ausente, así como el lamen-to del que ama sin esperanzas. Estas piezas erantambién cantadas con notas pentafónicas y eranmuy apreciadas entre la población. En cambio seconoce mucho menos sobre sus poemas épicos.

HISTORIA. LA NARRACIÓN ORAL

En el Tahuantinsuyo, la memoria de los aconte-cimientos se conservó a través de la tradición oral,cuya custodia estuvo a cargo de los pacariscap villa,una especie de historiadores oficiales. Eran especia-listas a tiempo completo, pertenecientes al grupo delos amautas, cuyo oficio se transmitía de padres ahijos en el seno de determinadas familias.

Su ocupación consistía en confeccionar cantareshistóricos sobre la vida de cada inca, en los que de-bían resaltar sus hazañas guerreras y sus bondades

para con el pueblo. Para guardar su información,los pacariscap villa se valieron de los quipus y enmenor medida de la pintura. La historia inca sóloguardaba memoria de los hechos gloriosos, por esosi algún gobernante había tenido una vida repudia-ble era de inmediato borrado de los cantares, pasan-do al olvido.

La memoria de los hechos fue conservada me-diante dos géneros: el hucaripuni y el hahuari cuy-cuna, creados ambos para ser recitados. El hucari-puni se utilizaba para mantener la memoria de loshechos oficiales, con composiciones dedicadas aexaltar las hazañas del inca que se encontraba en elpoder. Cuando un nuevo inca asumía el poder eracostumbre recitarle las hazañas realizadas por suantecesor.

El hahuari fue, más bien, el relato maravillosoque servía para narrar cosas extraordinarias de losantepasados. Se contaba igualmente en voz alta an-te el público pero a modo de pasatiempo. Los cro-nistas compararon los primeros con los cantares degesta y a los segundos con las fábulas (WaldemarEspinoza).

EDUCACIÓN

En el Tahuantisuyo la educación se impartió enforma diferenciada, una destinada a la elite y otra alpueblo. La elite recibía una educación especial en el

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Un detalle del conjunto de Ollantaytambo, Cuzco. Este conjunto es una concepción urbana de finalesdel Tahuantinsuyo; se encontraba en construcción al momento de la conquista.

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yachayhuasi, institución creada por el estado incacuya sede estaba en el Cuzco, mientras que la gen-te del pueblo recibía una educación eminentementepráctica en sus hogares.

El yachayhuasi (casa del saber) se encontraba acargo de los amautas, identificados como sabios enlas crónicas, pero enseñaban también allí los paca-riscap villa. Los estudios estaban destinados a ins-truir a los miembros de la elite sobre el modo de go-bernar.

La educación duraba cuatro años. En el primerose enseñaba el quechua cuzqueño que era el idiomaestatal, debido a que los alumnos provenían de di-versos puntos del territorio. Durante el segundoaño se les enseñaba todo lo relacionado con las di-vinidades y el culto. En tercer y cuarto año apren-dían el manejo de los quipus, las leyes incas y unconjunto de asuntos relacionados con la adminis-tración del estado. A lo largo de toda su formaciónlos alumnos recibían enseñanzas sobre la historiainca, pero sobre todo en el último año se hacía hin-capié en el aprendizaje de los mitos y leyendas queconformaban la historia oficial. Al finalizar su for-mación el amauta expedía un informe en el que cer-tificaba que los estudiantes estaban aptos para asu-mir funciones en el gobierno. Luego el inca proce-día a ubicarlos en la administración estatal deacuerdo con su jerarquía. Los hijos de los curacasprovinciales regresaban a sus pueblos para ayudar asus padres en el gobierno.

DERECHO

Garcilaso de la Vega señalaque los incas impusieron so-bre los pueblos conquistadossu propio derecho sintetizadoen tres frases: “No seas la-drón, no seas mentiroso, noseas ocioso”. El derecho incaestuvo basado en la memoriade los hechos precedentes, esdecir en la costumbre. Lasnormas eran establecidas porel inca o por sus representan-tes. Los funcionarios asigna-dos en las diversas regionespor el estado tenían entre susatribuciones el poder decidiren cuestiones judiciales. Elderecho local que no se opo-nía a la legislación inca con-

tinuó vigente. Sin embargo, los curacas perdieron lafacultad de juzgar en asuntos importantes en loscuales las penas fueran la mutilación o la muerte.

Las leyes incas se caracterizaron por su extremaseveridad. Las disposiciones no podían dejar decumplirse. Cualquier forma de transgresión de laley se consideraba como una falta contra las divini-dades. Los infractores debían de ser castigados demanera tal que la lección fuera ejemplificadora, tan-to para el inculpado como para el resto de la pobla-ción. Las penas podían ser personales o colectivasde acuerdo con el delito cometido e iban desde lassimples represiones hasta el asolamiento de pueblosenteros. Al tener el derecho inca un fin alecciona-dor, la pena de muerte fue aplicada con mucha fre-cuencia, sobre todo para los delitos de rebeldía, ho-micidio, adulterio y reincidencia en casos de holga-zanería y embriaguez (W. Espinoza).

ASTRONOMÍA

La observación de los astros fue una práctica co-mún en los Andes desde los tiempos de Chavín. Losincas aprovecharon estos conocimientos y los am-pliaron. Las fuentes escritas y etnográficas señalanque conocieron la Vía Láctea, a la que denominaronmayu, que significa río.

Distinguieron dos tipos de constelaciones: las deestrella a estrella y las constelaciones negras. Entre

las primeras están las Pléya-des a las que denominaroncollca (almacén); a la cons-telación de la Cruz del Surla denominaron chacana y ala de Orión la llamaron or-corara; la constelación deEscorpio fue comparadacon una serpiente, por loque la llamaron amaro.

Como constelaciones ne-gras identificaron a la Lla-ma, una raya negra entre laCruz del Sur y Escorpio; aYuto (saco de carbón) quees la constelación contigua

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En los Andes ciertos delitos eranseveramente reprimidos; enocasiones su expiación causabala muerte de los presuntosresponsables. En este dibujo deGuaman Poma de Ayala unasmujeres son castigadas, acusadasde envenenar a sus víctimas.

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a la Cruz del Sur; a Ampatu (sapo), una mancha ne-gra también cercana a la Cruz del Sur; a Atoc (zo-rro), otra mancha negra ubicada entre la cola de Es-corpio y Sagitario; a Machacuay (serpiente), una ra-ya negra entre Adhara y la Cruz del Sur, etc.

Conocieron perfectamente los solsticios y losequinoccios. Observaban los primeros desde elCuzco mediante unas torres, de las cuales ocho da-ban al oriente y ocho al poniente. Estas torres esta-ban colocadas de cuatro en cuatro, de modo que dospequeñas quedaran entre dos grandes. Los días desolsticio se averiguaban muy fácilmente midiendolas distancias de las sombras que proyectaban las to-rres. Para los equinoccios se valían de unas colum-nas de piedra labrada que colocaban en las plazasfrente a los intihuasi (A. Capdevilla).

La población creía que los astros ejercían in-fluencia en la vida de los seres humanos. La apari-ción de las Pléyades, por ejemplo, anunciaba el ini-cio del año agrícola. El paso de los cometas presa-giaba guerras, desastres, epidemias y muertes depersonajes importantes. Las fases de la luna teníandistintas interpretaciones: la luna llena era propiciapara la siembra, la cosecha y la elaboración de obrasque requerían el empleo de la madera (si el techadode la casa se hacía en ese momento se evitaría suapolillamiento); la luna llena también era propiciapara acciones militares, debiendo realizarse enton-ces los ataques; la luna nueva era más bien el mo-mento en el que las tropas debían retirarse a descan-sar y a realizar determinados sacrificios.

Los observadores más prestigiosos eran los tar-puntaes, quienes como sacerdotes del sol tuvieronen sus templos los mejo-res observatorios astronó-micos, estudiando con es-pecial cuidado los eclip-ses de luna y de sol, puesles atribuían influenciasobre la vida de los hom-bres y la naturaleza. Susconocimientos les permi-tían indicar la inminenciade estos fenómenos, orga-nizando en esas ocasionesceremonias que incluían

la entrega de ofrendas de oro y de plata, el sacrificiode camélidos y la inmolación de muchachos de am-bos sexos, mientras que en los acllahuasis, las acllasdebían ayunar y ofrecer sacrificios.

El eclipse solar tenía varias interpretaciones,siendo la más significativa el anuncio de la muertedel inca o de algún jefe importante. El oscureci-miento era interpretado como que el Sol se poníaluto para mostrar su pena. Durante varios días el in-ca se trasladaba a un lugar secreto, apartado de to-dos para ayunar y llevar a cabo ritos. En ese lapsonadie prendía fuego en el Cuzco. El eclipse solartambién era interpretado como el enojo del Sol poralgún pecado cometido contra él. En tal situación,el eclipse mostraba el rostro turbado y molesto queanunciaba un castigo.

El eclipse de luna provocaba un gran pánico en-tre la población. Temían que la luna acabara de os-curecerse porque si eso llegaba a suceder significa-ría que había muerto y caería sobre la tierra matan-do a sus habitantes y destruyendo el mundo. Paraevitar esta catástrofe pensaban que debían hacermucho ruido, por eso desde que se iniciaba uneclipse de luna tocaban trompetas, tambores y todoinstrumento que pudiera servir para ese propósito.

El calendarioEl calendario inca se elaboró a partir de la obser-

vación del movimiento del sol y las fases de la lu-na. El año (huato) era solar, pero los meses (quilla)eran lunares. En cada mes se realizaba una serie deactividades de carácter económico, social y religio-so, acompañadas de festejos y sacrificios.

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En el calendario defestividades incaicas el mes dejunio estaba reservado al Sol.

En la imagen, la fiesta del IntiRaymi tal como se escenifica

en la actualidad.

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Las fiestas más importantes estaban relacionadascon los solsticios. El Inti Raymi, fiesta realizada enel mes de junio, coincidía con el solsticio de invier-no, y el Capac Raymi, realizada en el mes de diciem-bre, con el solsticio de verano.

Los cronistas ubicaron el inicio del año en dis-tintos momentos, pero lo más probable es que em-pezara en el mes de diciembre, correspondiente alsolsticio de verano. Las fuentes atribuyen a MaytaCapac la división del año en doce meses y coincidenen señalar a Pachacuti como el que ordenó la cons-trucción de los observatorios más importantes co-mo, por ejemplo, los intihuatanas. Se trata de unospequeños espigones colocados sobre superficiesplanas que servían para definir los meses del año eincluso las horas del día.

Guaman Poma en su crónica presenta el año in-caico dividido en los siguientes meses:

1. Capac Inti Raymi Quilla (diciembre). Co-mienzan a caer las grandes lluvias y en las chacrasse inicia la siembra de papas, ocas y quinua. Duran-te este mes tenía lugar la fiesta del Huarachicuy.

2. Capac Raymi Camay Quilla (enero). Era elmes de lluvia abundante, cuando los campos de cul-tivo se limpiaban. Durante este tiempo abundabanlas enfermedades, por lo que se realizaba la fiestallamada Camay.

3. Paucar Huarey Hatun Pocoy Quilla (febrero).Se protegen los maizales y se empiezan a barbecharlos campos. En este mes se realizaba la fiesta del Ha-tun Pocoy.

4. Pacha Pocoy Quilla (mar-zo). Disminuyen las lluvias y lossembríos empiezan a madurar.Se realizaba la fiesta del PachaPucoy.

5. Inca Raymi Camay Quilla(abril). Época en la que los cam-pos se cubren de flores y los cul-tivos han madurado. En estemes se realizaba la fiesta del Ati-huaquis.

6. Hatun Cusqui AymorayQuilla (mayo). En este mes teníalugar la cosecha del maíz y serealizaba la fiesta del Aymoray.

7. Huacay Cusqui Quilla (ju-nio). Período de la cosecha y dela limpieza de las acequias. Eneste mes se realizaba el Inti Ray-mi, fiesta principal en homenajeal Sol.

8. Chajra Conapuy Quilla (julio). Era el mo-mento del reparto de las tierras y del abono de laschacras.

9. Chajra Yapuy Quilla (agosto). En este mes seiniciaba la siembra del maíz en un ambiente defiesta.

10. Coya Raymi Quilla (setiembre). Termina lasiembra del maíz y se trillan los granos. Durante es-te mes se realizaba el Coya Raymi, fiesta en honorde la Luna y la coya. También la Citua, ceremoniapara espantar a los malos espíritus y a las enferme-dades.

11. Uma Raymi (octubre). Se protegía las se-menteras de las aves y se recolectaba paja y leña.Se realizaban ceremonias para invocar las lluvias.

12. Ayamarcay Quilla (noviembre). El últimomes del año, cuando se empezaban a regar los cam-pos. Se rendía culto a los muertos. Los ruegos y sa-crificios pidiendo lluvias eran mayores.

ARITMÉTICA. LOS QUIPUS

Los incas utilizaron el sistema decimal, aunqueno llegaron a conocer el cero. Las operaciones arit-méticas las realizaban valiéndose de los ábacos y losquipus. La geometría era más bien puramente prác-tica, marchando al margen de toda argumentaciónteórica. Sin embargo, con asombrosa exactitudabrieron canales, construyeron caminos y puentes,y edificaron centros urbanos con calles, plazas y ba-rrios bien distribuidos. Entre sus conocimientos es-

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El intihuatana de Machu Picchu. Los incas elaboraron su calendario en base a laobservación del Sol y la Luna.

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tuvo la plomada que les permitió nivelar las paredesde sus edificios.

El quipu, sistema de contabilidad y mnemotéc-nico, fue ampliamente utilizado por los incas, perono fueron ellos sus creadores. Las investigacionesarqueológicas han demostrado que era conocidodesde el Horizonte Medio, aunque con los incas tu-vo un amplísimo desarrollo, debido a la necesidadestatal de conocer el crecimiento demográfico ycontable en el territorio. El estado requería estar in-formado sobre la cantidad de personas y de produc-tos que entraban y salían de sus almacenes, talleresy chacras estatales y del culto (W. Espinoza).

El quipu constaba de un cordel horizontal delcual pendían varias pitas trenzadas. Éstas eran dediferente tamaño y en ellas se hacían nudos situa-dos a intervalos distintos. En cada nudo figurabaun número y conforme aumentaban los bultitostambién crecían las cifras. La ubicación de los nu-dos precisaba la equivalencia a unidades, decenas,centenas y millares. Los quipus sólo podían ser leí-dos en sus respectivas sedes y por sus propios qui-pucamayoc.

Entre ellos los había especializados en asuntoscontables, encargados de registrar lo mínimo queentraba y salía de los almacenes del estado. Otrosapuntaban con exactitud encomiable los nacimien-tos, los matrimonios, las muertes, el número deefectivos militares, el de los exceptuados de la mita,siempre de acuerdo a los grupos de edad, lo que lespermitía elaborar estadísticas demográficas cada vezque el estado lo requería, siendo los quipus infali-bles para este tipo de operaciones. Estaban tambiénlos encargados de conservar la memoria de hechos

importantes, relatos literarios, cuestiones jurídicas,etc.; en esos casos los quipus servían como instru-mentos mnemotécnicos.

La formación de quipucamayoc ocupaba un lu-gar importante, pero la mayoría de ellos integrabalos cuadros subalternos. Los que tenían alto rangoprovenían de los ayllus cuzqueños y entre ellos seseleccionaba a los que serían enviados a los centrosurbanos para supervisar los ingresos y egresos delos almacenes estatales. El grupo de menor rangocorrespondía a los quipucamayoc que los grupos ét-nicos tenían para guardar sus propios registros.

El llamado contador del inca sujeta con sus manos un quipu.La creciente expansión del Tahuantinsuyo obligó a un mayor

conocimiento de las autoridades sobre las poblaciones a sumando y los recursos disponibles; una burocracia

especializada se hizo cargo de estas tareas.

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EL ESPACIO GEOGRÁFICO: La geografía andina ha sidomotivo de estudio desde la llegada de los españoles y el in-terés por ella se mantiene hasta nuestros días. Los cronistasy viajeros coloniales y republicanos se ocuparon extensa-mente de la descripción del territorio andino. Sin embargo,fue recién en las primeras décadas de este siglo que se ini-ciaron los estudios más científicos sobre el medio geográficoandino. Así, dos artículos del estudioso alemán Carl Troll,“Los fundamentos geográficos de las civilizaciones andinas yel imperio incaico” y “Las culturas superiores andinas y elmedio geográfico”, fueron publicados en castellano por sen-das revistas de las universidades de Arequipa y San Marcosen 1935 y 1958, respectivamente. Asimismo, el propio Trollcoordinó la edición de Geo-ecología de las regiones monta-ñosas de las Américas tropicales (Berlín 1968). Son tambiénimportantes para el conocimiento de las características geo-gráficas del mundo andino los libros de Javier Pulgar Vidal(Lima 1976) y de Joseph A. Tosi (Lima 1960).

Un texto básico para este tema es el de John Murra (Li-ma 1975), donde el autor plantea lo que denominó el “controlvertical de pisos ecológicos”, como una propuesta funda-mental para la comprensión de la relación del hombre andi-no con su medio ambiente. Tal propuesta ha sido objeto deamplios debates enriquecedores de nuestro conocimientodel tema. Entre otros pueden mencionarse el que editaron L.Millones y H. Tomoeda, El hombre y su ambiente en los An-des centrales (Osaka 1982); el publicado por S. Masuda, I.Shimada y C. Morris, Andean Ecology and Civilization. An In-terdisciplinary Perspective on Andean Ecological Comple-mentarity (Tokio 1985); y los del geógrafo francés OlivierDollfus (Lima 1981 y 1991).

LA FORMACIÓN DEL TAHUANTINSUYO: En los escritosde los cronistas como en los textos que se publican en la ac-tualidad está presente el interés por explicar cómo surgió elTahuantinsuyo. En este afán los cronistas recopilaron las tra-diciones orales guardadas por los amautas y quipucamayoc,pero asumiéndolas como historias reales y no como lo queen realidad eran, mitos. De ahí las distintas versiones y apa-rentes contradicciones cuando se coteja a los cronistas. Losestudios recientes han tratado de superar esas dificultadestomando con cuidado la información proporcionada por lascrónicas y complementándola con los trabajos provenientesdel campo de la arqueología y antropología. En esta líneason de consulta obligada los trabajos de Franklin Pease (Li-ma 1978 y 1992a), donde el autor propone modelos de colo-nización empleados por los incas en la expansión del Ta-huantinsuyo. Los libros de Concepción Bravo (Madrid 1986)y de María Rostworowski (Lima 1988) presentan propuestasinteresantes sobre el surgimiento del Tahuantinsuyo. Walde-mar Espinoza Soriano (Lima 1990) presenta información so-bre los grupos étnicos del valle del Cuzco antes del arribo delos incas. Sobre los ayarmaca es interesante el estudio delmismo nombre que María Rostworowski publicó en la Revis-ta del Museo Nacional (Lima 1969-1970, incluido en la com-pilación Ensayos de historia andina, Lima 1993). Dos artícu-los de R. Tom Zuidema: “El origen del imperio inca” (publica-do originalmente en Universidad, órgano de extensión cultu-ral de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga,año III, Nº 9, Ayacucho, 1967) y “El león en la ciudad. Sím-bolos reales de transición en el Cuzco” (publicado orginal-mente en inglés en el Journal of Latin American Lore, UCLALatin American Center, University of California, 9: 1 California1983), aparecen compilados en Reyes y guerreros (Lima,1989), interpretando desde la perspectiva del análisis estruc-tural el surgimiento del Tahuantinsuyo y el significado de sucapital.

LA POLÍTICA Y LA ADMINISTRACIÓN: La organizaciónpolítica del Tahuantinsuyo es uno de los temas sobre el quese continúa debatiendo. Los cronistas identificaron al incacon el rey español y asumieron que la forma de gobierno enlos Andes era similar a la europea. Sin embargo, algunoscronistas como Polo de Ondegardo presentan una informa-ción que hace dudar de que los incas hayan tenido una for-ma de organización política similar a la occidental. Basándo-se en la información de este cronista, R. Tom Zuidema publi-có The Ceque System of Cuzco (Leiden 1964) –con versiónen español del Fondo Editorial de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú en 1995–, donde propuso que el ejerciciodel poder entre los incas no descansaba en una sola perso-na sino que se trataba de una forma de gobierno dual. Al res-pecto, ver también Pierre Duviols (París 1979 y Lima 1980a).María Rostworowski propuso la figura del correinado por pri-mera vez en su libro Pachacutec Inca Yupanqui (Lima 1953),tesis que retoma a la luz de nuevas fuentes en Lima 1983 y1988. Waldemar Espinoza en Los incas (Lima 1990) señala

la posibilidad de que cada uno de los gobernantes haya teni-do responsabilidades diferentes. El identificado como gober-nante por los españoles habría tenido a su cargo las tareasde orden político y el otro – el huillac umo- las relacionadascon lo religioso.

Las dificultades para establecer la organización del poderen el Tahuantinsuyo se extienden a la figura del inca y de loscuracas. Un buen número de textos se ha publicado enfocan-do este problema, entre los que destacan los de FranklinPease (Lima 1978, 1992a y 1992b); los de María Rostwo-rowski: Curacas y sucesiones: Costa norte (Lima 1961), “Es-tratificación social y el hatun curaca en el mundo andino”(Histórica, I, 2, Lima 1977), también publicado en la compila-ción Ensayos de historia andina (Lima 1993), Lima 1977 y1988; el trabajo de José Luis Martínez (Lima 1995) es espe-cialmente importante por el análisis que realiza sobre lossímbolos del poder. El aspecto administrativo ha sido amplia-mente tratado por John Murra en Lima 1975 y México 1983a.R. Tom Zuidema también se ocupa de este punto en un inte-resante artículo, “Burocracia y conocimiento sistemático enla sociedad andina”, compilado en Reyes y guerreros (Lima1989). Los textos citados en el párrafo anterior también sonútiles para el estudio de este tema.

La organización del ejército durante el período incaico esun tema ampliamente tratado por Waldemar Espinoza en Losincas (Lima 1990) y por María Rostworowski en Historia delTawantinsuyu (Lima 1988). John Murra en La organizacióneconómica del estado inca (México 1983a) trata el tema re-lacionándolo con el aspecto económico.

LA SOCIEDAD: La organización social del Tahuantinsuyoha sido tema de importantes estudios desde fines del siglopasado. De ese entonces datan las obras de Heinrich Cu-now, El sistema de parentesco peruano y las comunidadesgentilicias de los incas ([1891], Paris 1929) y La organizaciónsocial del imperio de los incas ([1890], Lima 1933), deveni-das en clásicas. En la primera mitad de este siglo Louis Bau-din publicó El imperio socialista de los incas (Paris 1929) yLos incas del Perú (Paris 1942); y de Luis E. Valcárcel, dosobras especialmente importantes: Historia de la cultura anti-gua del Perú (Lima 1943-1949) y Etnohistoria del Perú anti-guo (Lima 1959); todas ellas consideradas, asimismo, obrasclásicas sobre el tema.

Estudios importantes sobre la sociedad en general sonlos de Sally Falk Moore (New York 1958); María Rostworows-ki, Etnía y sociedad (Lima 1977, se publicó una versión co-rregida y aumentada de la misma obra en 1989) e Historiadel Tawantinsuyu (Lima 1988); Concepción Bravo (Madrid1986); Waldemar Espinoza (Lima 1990) y Franklin Pease (Li-ma 1992a).

Los grupos sociales también han merecido la atención delos investigadores. En los últimos años se ha visto ampliadala bibliografía sobre los mitmaqkunas con los trabajos de Ma-ría Rostworowski: “Dos manuscritos inéditos con datos sobreManco II, tierras personales de los incas y mitimaes” (NuevaCoronica Nº 1, órgano del Departamento de Historia de SanMarcos, Lima 1963) y “Guarco y Lunahuaná: dos señoríosprehispánicos, costa sur-central del Perú” (Revista del Mu-seo Nacional XLIV, Lima 1978-1980); los de Waldemar Espi-noza, “Los mitmas yungas de Collique en Cajamarca, siglosXV, XVI y XVII” (Revista del Museo Nacional XXXVI, Lima1970) y “Los huayacuntus en Quito o guarniciones para la re-presión armada, siglos XV y XVI” (Revista del Museo Nacio-nal XLI, Lima 1975); de Liliana Regalado de Hurtado, “Mit-maqkuna y controles ecológicos”, compilado en Etnohistoriay antropología andina. Primera Jornada del Museo Nacionalde Historia (Lima 1978), así como sus artículos de 1983 y1984; y de Nathan Wachtel, “Los mitimas del valle de Cocha-bamba: la política de colonización de Wayna Capac” (Histo-ria Boliviana, I, 1, Cochabamba 1981). Sobre los yanas, verlos estudios de John Murra en Formaciones económicas ypolíticas del mundo andino (Lima 1975) y Las visitas de Son-qo (México 1992).

LA ECONOMÍA: Desde la llegada de los españoles, la orga-nización económica en los Andes ha sido objeto de importan-tes investigaciones que han dado lugar a diversas interpreta-ciones sobre la naturaleza del Tahuantinsuyo. Destacan laobra de Louis Baudin, El imperio socialista de los incas (Pa-ris 1928), y los libros de Luis E. Valcárcel, Historia de la cul-tura antigua del Perú (Lima 1943-1949) y Etnohistoria del Pe-rú antiguo (Lima 1959). En 1955 John Murra presentó en eldepartamento de Antropología de la Universidad de Chicagola tesis “La organización económica del Estado inca”, textoque desde ese momento circuló ampliamente, siendo publi-cado recién en 1978. Tres años antes el autor había publica-do otro libro Formaciones económicas y políticas del mundo

andino (Lima 1975), recogiendo diversos estudios efectua-dos con posterioridad a la presentación de la tesis, en losque discute algunas de sus propuestas iniciales. Este libroprobablemente es uno de los trabajos que más ha aportadoa la comprensión de la organización económica en los An-des.

Estudios importantes sobre el tema son asimismo los deJohn Rowe, “Inca culture at the time of the Spanish Con-quest” (Handbook of South American Indians, II, SmithsonianInstitution, Washington 1946), Sally Falk Moore (New York1958), Roswith Hartmann (Quito 1971), Nathan Wachtel, So-ciedad e ideología. Ensayos de historia y antropología andi-nas (Lima 1973), María Rostworowski (Lima 1977), FranklinPease (Lima 1978 y 1992a) y Jürgen Golte (Lima 1980).

Sobre las actividades económicas de la población andi-na, revísese: María Rostworowski, “Mercaderes del valle deChincha en la época prehispánica: Un documento y unos co-mentarios” (Revista Española de Antropología Americana,Vol. 5, Madrid 1970), Recursos naturales renovables y pes-ca. Siglos XVI y XVII (Lima 1981); Waldemar Espinoza (Lima1987); Frank Salomon, Los señores étnicos de Quito en laépoca de los incas (Quito 1980); Susan Ramírez-Horton, “Laorganización económica de la costa norte: Un análisis preli-minar del período prehispánico tardío”, compilado en Etno-historia y antropología andina. Segunda Jornada del MuseoNacional de Historia (Lima 1981); John Murra, “¿Existieron eltributo y los mercados antes de la invasión europea?”, com-pilado en La participación indígena en los mercados surandi-nos. Estrategias y reproducción social, siglos XVI a XX (LaPaz 1987). Sobre el acceso a mano de obra en el Tahuan-tinsuyo véase John Murra (Arica 1983).

Para el estudio de la reciprocidad andina, revísese: Gior-gio Alberti y Enrique Mayer (Lima 1974) y Franklin Pease (Li-ma 1992b). Sobre tecnologías en los Andes, véase: RoggerRavines (Lima 1978); Heather Lechtman y Ana María Soldi(México 1981). Para entender el rol jugado por los centros ur-banos y la administración de la producción, révisese: CraigMorris y Donald Thompson, Huánuco Pampa. An Inca Cityand its hinterland (New York 1985). Sobre los caminos, véa-se John Hyslop (Orlando 1984).

LA RELIGIÓN INCAICA: La religión andina es un tema po-lémico. Las crónicas, principales fuentes que la investigan,se encuentran contaminadas por la visión parcializada con laque fueron escritas. Contamos, por ende, con diferentesaproximaciones al tema, entre las que destacan: Luis E. Val-cárcel, Etnohistoria del Perú antiguo (Lima 1959); John H.Rowe, “The Origins of the Creator Worship among the Incas”,compilado en Culture in History. Essays in honor of Paul Ra-din (New York 1960) y “Religión e imperio en el Perú antiguo”(Antropología Andina, 1-2, Cuzco 1977); Franklin Pease (Li-ma 1973). Sobre el culto solar revísese: Franklin Pease, “Entorno al culto solar incaico” (Humanidades, 1, Lima 1967); R.Tom Zuidema, “La imagen del sol y la huaca Susurpuquio enel sistema astrónomico de los incas del Cuzco” (Journal de laSocieté des Américanistes, LXIII, 63, París 1976); GuillermoCock y Mary E. Doyle, “Del culto solar a la clandestinidad deInti y Punchao” (Historia y Cultura, 12, Lima 1979); MaríaRostworowski (Lima 1983). Sobre el culto a la tierra y elagua, véase Rebeca Carrión Cachot, El culto al agua en elantiguo Perú. La paccha, elemento cultural panandino (Lima1959) y Peter Gose (Cambridge 1993). Sobre el sacerdocioandino, véase Guillermo Cock, “Sacerdotes o chamanes enel mundo andino” (Historia y Cultura, 16, Lima 1983). En lashistorias de los incas publicadas por Franklin Pease (Lima1991 y 1992a), Concepción Bravo (Madrid 1986) y WaldemarEspinoza (Lima 1990) se pueden encontrar útiles aproxima-ciones al tema religioso.

Antologías de mitos andinos se han publicado desde ladécada del 70, veáse Henrique Urbano (Cuzco 1981) y Fran-klin Pease (Lima 1982), textos importantes por sus estudiosintroductorios.

ARTE Y CULTURA: El arte y la cultura son temas que los es-tudiosos del pasado incaico han trabajado con distinta inten-sidad. La arquitectura ha sido un tema privilegiado, revíseseGraziano Gazparini (Caracas 1977), Santiago Agurto Calvo(Lima 1987) y E. Kendall (London 1974). El libro Arqueologíaperuana (Lima 1971) de Federico Kauffmann contiene infor-mación sobre arquitectura, cerámica, textilería, música y as-tronomía. Sobre textilería los trabajos de John Murra (Lima1970 y 1975, y México 1983a) son especialmente importan-tes. Sobre educación puede verse el trabajo de Roberto MacLean (Lima 1952). En las historias generales sobre los incaspublicadas por Concepción Bravo (Madrid 1986), WaldemarEspinoza (Lima 1990) y Franklin Pease (1991 y 1992a) hayreferencias sobre los temas tratados.

BIBLIOGRAFÍA

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