Tdd Concepto de Ideolog A

Embed Size (px)

Citation preview

Concepto de ideologa en Gramsci, Althusser, Williams

APUNTES PARA LA DETERMINACIN DEL CONCEPTO DE IDEOLOGA EN GRAMSCI, ALTHUSSER, WILLIAMS

Es principalmente a travs de autores como Gramsci y Althusser que en el seno de los Estudios Culturales britnicos (y especficamente en tericos como Raymond Williams) se establece el nexo con el marxismo. Vnculo en trminos de encuentro y de distancia que se establece, por un lado, mediante la crtica a un cierto reduccionismo y economicismo, que conlleva directamente a la rplica a la relacin estructura-superestructura y, tambin, al tema de la ideologa como falsa conciencia.

LA CULTURAEn Gramsci la nocin de cultura est planteada en trminos de la lucha por establecer la hegemona social, por tanto, como un campo en disputa, en cuyo funcionamiento intervienen las distintas instituciones. En este sentido es que integra en su reflexin la expresin de sociedad civil y seala: hay que distinguir entre la sociedad civil, tal como la entiende Hegel y en el sentido en que la expresin se utiliza a menudo en estas notas, o sea, en el sentido de hegemona poltica y cultural de un grupo social sobre la entera sociedad, como contenido tico del Estado. Por lo tanto, la cultura queda erigida en el centro de una tensin entre mecanismos de dominacin y resistencia. La aprehensin de los contenidos ideolgicos en una cultura no consiste sino en captar, en un contexto determinado, qu hay en los sistemas de valores, en las representaciones que entraan, que acta como impulso de los procesos de resistencia o aceptacin del mundo social tal como es.

En Williams una parte central de su labor va a consistir en la bsqueda de autores que, an apelando a la herencia marxista, ayudan a superar las interpretaciones mecanicistas y economicistas y a identificar las mediaciones. Lo que explica el inters por las obras de Gramsci. A las teoras esencialistas del Estado y la clase, al reduccionismo econmico, al reduccionismo de un concepto de clase que hace volver cualquiera de las formas de lucha social al regazo del conflicto de clase, el enfoque gramsciano opone una reflexin acerca del vnculo que el Estado mantiene con la sociedad civil y un interrogante sobre las culturas populares, sobre la nocin de lo "nacional-popular" y sobre la funcin que cumplen los intelectuales en la edificacin de la hegemona de un grupo social. Este enfoque coloca en el corazn de sus problemticas el papel desempeado por las ideologas, as como por sus vectores de difusin, como instrumentos estratgicos de una dominacin-hegemona, es decir, de la capacidad de un grupo social para desempear un papel de direccin intelectual y moral y para construir una relacin de poder que no se agota ni limita en la mera fuerza o en la consecuencia mecnica de las relaciones econmicas de produccin.

Para Gramsci, Hay que dejar de concebir la cultura como saber enciclopdico en el cual el hombre no se contempla ms que bajo la forma de un recipiente que hay que rellenar y apuntalar con datos empricos, con hechos en bruto e inconexos que l tendr luego que encasillarse en el cerebro como en las columnas de un diccionario para poder contestar, en cada ocasin, a los estmulos varios del mundo externo. Esa forma de cultura es verdaderamente daina, especialmente para el proletariado. (...) pero eso no es cultura, sino pedantera; no es inteligencia, sino intelecto, y es justo reaccionar contra ello. (...). Es en este sentido que Gramsci integra en el concepto de cultura tambin la conciencia: La cultura es una cosa muy distinta. Es organizacin, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histrico que uno tiene, su funcin en la vida, sus derechos y sus deberes. Pero todo eso no puede ocurrir por evolucin espontnea, por acciones y reacciones independientes de la voluntad de cada cual... El hombre es sobre todo espritu, o sea, creacin histrica, y no naturaleza. (...) La conciencia unitaria del proletariado se ha formado o se est formando a travs de la crtica de la civilizacin capitalista, y crtica quiere decir cultura, y no ya evolucin espontnea y naturalista. Crtica quiere decir precisamente esa conciencia del yo que Novalis pona como finalidad de la cultura. En Raymond Williams, en tanto, el trabajo en torno a nociones como ideologa y hegemona debe ser inscrito en el marco general de su propuesta de una teora de la cultura: materialismo cultural. Una teora de la especificidad de la produccin cultural y comunicativa. Su reflexin hay que situarla en el marco de los aos sesenta y setenta, momento de crtica del sujeto y devaluacin terica de la experiencia. La actividad cultural en forma de especficas prcticas reales. A partir de ah, enfatiza la necesidad de un anlisis historicista de las configuraciones sociales (que cierto marxismo estructuralista haba desechado), que a su vez contemple la cultura como prcticas significantes de produccin simblica y material, condicionadas por procesos institucionales y tecnolgicos.Esta tarea analtica tiene como resultado la afirmacin de que cualquier sociologa de la cultura debe ser una sociologa histrica. Esta sociologa de la cultura permitira superar la anterior divergencia entre las variantes idealistas y materialistas. Toma de la nocin materialista la idea de la cultura como un fenmeno de orden social global, pero se diferencia de ella al insistir en que una prctica cultural no se deriva simplemente de un orden social previo sino que es en s misma un elemento social. Comparte con la versin idealista la idea de las prcticas culturales como constitutivas de la sociedad, pero en lugar de concebir un espritu conformador piensa a la cultura como un sistema significante a travs del cual un orden social se comunica, se reproduce y se investiga.

Existe, por tanto, seala Williams, alguna convergencia entre los sentidos de la cultura como todo un modo de vida diferenciado, dentro del cual, ahora, un sistema significante realizado caracterstico se considera como esencialmente implicado en todas las formas de actividad social; y el sentido de cultura como actividades intelectuales y artsticas (aunque stas se definen ahora con mucha ms amplitud).

La cultura est as concebida para dar lugar al estudio de instituciones, prcticas y obras manifiestamente significantes, y para activar el estudio de las relaciones.

Williams se niega a la idea de la cultura como una superestructura de una base material y productiva externa a ella. Se distancia de esa tendencia, en la cual los hechos o la estructura bsica de una sociedad y/o perodo dados se perciben o se establecen por medio de un anlisis general, y su reflejo en las obras propiamente dichas se hilvana ms o menos directamente. En este sentido, sobre todo en el estudio de las relaciones sociales en las obras de arte, propone modificar o reemplazar la idea del reflejo por la de mediacin. Williams se resiste a suscribir ninguna determinacin econmica de lo simblico y afirma que estas dimensiones (la econmica y la cultural) son indisolubles elementos de un mismo proceso social-material. Al mismo tiempo que Bourdieu, seala la importancia de lo cultural como elemento configurador de las relaciones sociales. De este modo, Williams construye su reflexin tambin oponindose a cierto culturalismo binario, que seala la para l ciega divisin entre el rea de lo material, en contraste con lo cultural o, en trminos ms corrientes, lo artstico o espiritual.

A Williams la idea de conciencia prctica, clara heredera de la filosofa de la prctica gramsciana, le permite superar el dualismo entre la praxis material social, los sistemas de ideas y significaciones y la construccin de sentidos en (y de) la experiencia. En efecto, dice, en lugar de comenzar del engaoso contraste entre lo material y lo cultural, debemos definir dos reas de anlisis: en primer lugar, las relaciones entre los medios materiales y las formas sociales en las que se utilizan y, en segundo lugar, las relaciones entre estos medios materiales y formas sociales, y las formas (artsticas) especficas que constituyen una produccin cultural manifiesta. Tambin en relacin con los medios de produccin, Williams desarrolla una importante distincin entre tcnicas y tecnologas, entre una invencin tcnica, una tecnologa y las relaciones sociales dentro de las cuales pueden nicamente operar las tecnologas.

UNA TEORA EMPRICASobre todo en Gramsci la elaboracin de una teora sobre el papel de la ideologa tiene una impronta sustentada en la prctica poltica activa. Desde esta perspectiva, su teora pretende tener una implicancia emprica. l mismo seala: Si es verdad que toda filosofa es expresin de una sociedad, tendra que reaccionar sobre la sociedad, determinar ciertos efectos positivos y negativos; la medida en la cual reacciona es precisamente la medida de su alcance histrico, de no ser elucubracin individual, sino hecho histrico .

De esta manera, puntualiza Gramsci, toda revolucin ha sido precedida por un intenso trabajo de crtica, de penetracin cultural, de permeacin de ideas.

PODER Y CULTURAHEGEMONAAunque difuso, el concepto de hegemona gramsciano recae en el mbito de la sociedad civil (que est compuesta por los intermediarios entre el estado y la economa) que acta polticamente por medio de la lucha. As, este concepto reviste en el pensamiento de Gramsci una evidente superacin de las restricciones que conlleva cierta nocin abstracta de ideologa, al considerar la lucha poltica como elemento integral de las prcticas sociales. De esta manera, la multiplicidad de tcticas polticas del poder dominante requiere la anuencia de los dominados, soportndose, a su vez, en las prcticas contrahegemnicas que, incluso, son constitutivas de ese mismo poder: Si la clase dominante ha perdido el consentimiento, o sea, ya no es dirigente, sino slo dominante, detentadora de la mera fuerza coactiva, ello significa que las grandes masas se han desprendido de las ideologas tradicionales, no creen ya en aquello en lo cual antes crean, etc. Dentro de este contexto, la lucha por la hegemona descansa en la consolidacin de marcos morales, sociales e intelectuales para permear una concepcin de mundo en todas las redes sociales desde una perspectiva simtrica con los intereses de esa misma sociedad.

La hegemona organizada por los intelectuales orgnicos no es otra cosa que el modo mediante el que los grupos y las formaciones sociales que dominan una sociedad la guan, gracias a la compensacin entre fuerza y persuasin, que se obtiene gracias al ejercicio de un liderazgo intelectual y moral.

Los intelectuales son los dependientes del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemona social y del gobierno poltico, es decir: 1) del consenso espontneo que las grandes masas de la poblacin otorgan a la direccin de la vida social que imprime el grupo dominante fundamental; consenso que histricamente procede del prestigio (y por tanto de la confianza) que el grupo dominante obtiene de su posicin y de su funcin en el mundo de la produccin; 2) del aparato de coercin estatal que asegura legalmente la disciplina de aquellos grupos que no consienten ni activa ni pasivamente, pero que est constituido por toda la sociedad en previsin de momentos de crisis de mando y de direccin en los que viene a faltar el consenso espontneo (Gramsci 1991:9)

Una versin que presupone la existencia de sociedades con un elevado nivel del consenso, en las que las clases subordinadas parecen suscribir de modo activo esos ltimos valores, objetivos sociales y significantes culturales que las inscriben en la estructura dominante del poder.

El consenso implcito en este concepto de ideologa no excluye la presencia de situaciones conflictivas en la sociedad, pero que casi siempre terminan por ser encauzadas temporalmente dentro de los confines de la ideologa. Tal como seala Williams: la hegemona no existe de modo pasivo en cuanto forma de dominio. Constantemente ha de ser renovada, recreada, defendida y modificada. Pero tambin encuentra resistencia continuamente, se ve limitada, alterada, desafiada por presiones absolutamente externas.

Lo que sigue siendo problemtico en esta teora de la hegemona es la definicin de los lmites del consenso y la relacin con el sujeto y con sus formas de aceptacin implcita, de no resistencia o de resistencia.

Williams para hegemona, seala, en primera instancia, la definicin tradicional que la visualiza como direccin poltica o dominacin, especialmente en las relaciones entre los Estados. El marxismo habra ampliado la definicin a las relaciones entre las clases sociales y especialmente a las definiciones de una clase dirigente. Es en Gramsci que la palabra adquiere un sentido ms significativo al concebirla como un complejo entrelazamiento de fuerzas polticas, sociales o culturales. Las ventajas, al interior de la teora cultural del uso de este concepto es la inclusin y extensin de dos conceptos anteriores: el de cultura como proceso social total en que los hombres definen y configuran sus vidas, y el de ideologa, en la que un sistema de significados y valores constituye la expresin o proyeccin de un particular inters de clase. El concepto de hegemona tiene un mayor alcance que el de cultura tal como fue nombrado, por su insistencia en relacionar el proceso social total con las distribuciones especficas del poder y la influencia. Gramsci introdujo el necesario reconocimiento de la dominacin y la subordinacin en lo que, no obstante, debe ser reconocido como un proceso total.

Para Williams, es en este reconocimiento de la totalidad del proceso donde el concepto de hegemona va ms all que el concepto de ideologa (o que cierto concepto de ideologa): Porque la hegemona supone la existencia de algo que es verdaderamente total, que no es meramente secundario y superestructural, como el dbil sentido de la ideologa, pero que es vivenciada con tal profundidad que satura a la sociedad con tal magnitud, y que, como lo expres Gramsci, constituye incluso la sustancia y los lmites del sentido comn para la mayora de las personas influenciadas por su oscilacin, que corresponde mucho ms claramente a la realidad de experiencia social que a cualquier nocin derivada de la frmula de base y superstructura.

Lo que resulta decisivo no es solamente el sistema consciente de ideas y creencias, sino todo el proceso social vivido, organizado prcticamente por significados y valores especficos y dominantes. El concepto de hegemona muestra su negativa a igualar la conciencia con el sistema formal articulado que habitualmente es abstrado como ideologa. La hegemona no es solamente el nivel superior articulado de la ideologa ni tampoco sus formas de control consideradas habitualmente como manipulacin o adoctrinamiento. Constituye todo un cuerpo de prcticas y expectativas en relacin con la totalidad de la vida: nuestros sentidos y dosis de energa, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo. Es un vvido sistema de significados y valores fundamentales y constitutivos- que en la medida en que son experimentados como prcticas parecen confirmarse recprocamente. Por lo tanto, es un sentido de la realidad para la mayora de las gentes de la sociedad. En el sentido ms firme, es una cultura, pero que debe ser considerada tambin como la vvida dominacin y subordinacin de clases particulares.

Una hegemona es siempre un proceso. Es un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene lmites y presiones especficas y cambiantes. En la prctica, jams puede ser individual. No se da de modo pasivo como una forma de dominacin. Debe ser continuamente renovada, recreada, defendida y modificada. Es continuamente resistida, limitada, alterada, desafiada por presiones. Por tanto, se debe agregar, nuevamente desde Gramsci, al concepto de hegemona los de contrahegemona y de hegemona alternativa, elementos reales y persistentes de la prctica. La realidad de toda hegemona es que jams es dominante de un modo total o exclusivo. Las formas alternativas u opuestas de la poltica y la cultura existen en la sociedad como elementos significativos y son importantes no slo en s mismas, sino como rasgos indicativos de lo que en la prctica ha tenido que actuar el proceso hegemnico con la finalidad de ejercer su control.

El concepto de hegemona ampla y enriquece la nocin de ideologa; tambin le otorga a este trmino un cuerpo material y una vertiente poltica. Con Gramsci se efectu la transicin de ideologa como sistema de ideas a ideologa como una prctica social que debe abarcar las dimensiones no articuladas de la experiencia social adems del funcionamiento de las instituciones formales.

IDEOLOGAEn la revisin que Gramsci hace del concepto de ideologa, se destaca la advertencia de un error histrico en la concepcin del trmino: 1) se identifica la ideologa como distinta de la estructura y se afirma que no son las ideologas las que cambian las estructuras, sino a la inversa; 2) se afirma que una cierta solucin poltica es ideolgica, o sea, insuficiente para cambiar la estructura, aunque ella crea poderla cambiar; se afirma que es intil, estpida, etc.; 3) se pasa a afirmar que toda ideologa es pura apariencia, intil, estpida, etc.. Por ello, Gramsci intenta otorgar al trmino un sentido distinto, esto es, una determinada concepcin de mundo que se revela en todas las actividades de la vida, tanto social como individual. En consecuencia, la postulacin de una filosofa de la prctica tiene inevitablemente que presentarse al principio con actitud polmica y crtica, como superacin del anterior modo de pensar y del concreto pensamiento existente (o mundo cultural existente). Por tanto, y ante todo, como crtica del sentido comn tras haberse basado en el sentido comn para demostrar que todos son filsofos y que no se trata de introducir ex novo una ciencia de la vida individual de todos, sino de innovar y hacer ms crtica una actividad ya existente. Asimismo, Gramsci tampoco acepta el reduccionismo que concibe a la ideologa como un mero reflejo de la infraestructura econmica; al contrario, las ideologas deben considerarse como fuerzas activamente organizativas que son psicolgicamente vlidas, y que moldean el terreno en el cual hombres y mujeres actan, luchan y adquieren conciencia de sus situaciones sociales. En cualquier bloque histrico, comenta Gramsci, las fuerzas materiales son el contenido y la ideologa la forma . Althusser, por otra parte, al estudiar el desarrollo del concepto de ideologa en Marx, advierte la presencia de una oposicin binaria entre teora y filosofa. De esta manera, el concepto de ciencia teora- se halla asociado a la superacin de la verdad acerca de algo, que es concebida como error, por la idea de Verdad cientfica. As, y frente al idealismo hegeliano que estableca contradicciones simples, no considerando, adems, los principios de sobredeterminacin estructural de las superestructuras ideolgicas sobre las contradicciones entre capital y trabajo, el carcter teortico del marxismo revisitado por Althusser establece, no obstante, otro espesor en la divisin epistemolgica de su problemtica: reinstala el concepto de totalidad inmanente condicionada descriptivamente por la vacuidad para referirse a la organicidad de las representaciones de realidad. Por ello, ()la realidad se entender como un sistema autosuficiente que se piensa a s mismo, sin necesidad de recurrir a sujeto alguno que lo piense. Este conceptualismo estructuralista se presenta como una alternativa ms rigurosa frente al historicismo dialctico o frente al existencialismo subjetivista, y constituye la clave del marxismo epistemolgico y antihumanista de Louis Althusser.

No slo efecto, sino origen, el soporte de falsedad que explica las identificaciones psicoanliticamente heroicas de la conciencia psicolgica del s mismo hegeliano se ven ahora suspendidas por los efectos de distanciamiento que ejerce el espectculo brechtiano a travs de la dialctica demirgica del intelectual (Gramsci) actuando frente al reposo ideolgico de las contradicciones manifiestas entre la Sociedad Civil equvocamente leda por la tradicin como burguesa- y el Estado: En este sentido preciso Brecht cambi la problemtica del teatro clsico, cuando renunci a tematizar bajo la forma de una conciencia de s y las implicaciones de una pieza. Por ello entiendo que, para producir en el espectador una nueva conciencia, verdadera y activa, el mundo de Brecht debe excluir necesariamente de s toda pretensin de tomarse y representarse a s mismo en forma exhaustiva bajo la forma de conciencia de s. El teatro clsico () es el que nos da el drama, sus condiciones y su dialctica enteramente reflejados [sic] en la conciencia especular de un personaje central. Es decir, que refleja su sentido total en una conciencia, en un ser humano que al hablar, actuar, meditar, evolucionar, constituye para nosotros el drama mismo () Me gustara sugerir aqu que la materia o los temas del teatro clsico () son justamente temas ideolgicos y que permanecen como tales, sin ser jams sometidos a revisin, es decir, sin que se critique su naturaleza de ideologa () Brecht no rompe con estas condiciones formales sino porque antes haba roto con las condiciones materiales. Lo que quiere producir por excelencia es una crtica a la ideologa espontnea en la que viven los hombres. A ello se debe que deba excluirse necesariamente de estas piezas esa condicin formal de la esttica de la ideologa que es la conciencia de s (y sus derivados clsicos: las reglas de la unidad). En l [Brecht] () ningn personaje rene en s, en forma reflexiva, la totalidad de las condiciones del drama. En l, la conciencia de s total, transparente, el espejo del drama entero, no es jams sino la representacin de la conciencia ideolgica, que encierra, sin duda, el mundo entero en su propio drama, pero con esta precisin: que el mundo no es sino un mundo de la moral, de la poltica y de la religin, en resumen, de los mitos y las drogas. En este sentido estas piezas estn descentradas, ya que no pueden tener un centro, ya que, partiendo de la conciencia ingenua, atiborrada de ilusiones, se niegan a hacerla ese centro del mundo que quiere ser. A ello se debe que el centro est en ellas, me atrevo a decir, siempre al lado, y en la medida en que se trata de una desmitificacin de la conciencia de s, el centro est siempre diferido, siempre ms all, en el movimiento de ir ms all de la ilusin hacia la realidad.

Condicionantes histricas, por lo tanto, descentran el descentramiento de la ideologa negando, con ello, el carcter verdadero del mundo que constituye la experiencia bsica de la subjetividad. Horizonte de enunciacin, en consecuencia, de la textualidad de la modernidad que evala esa propia vivencia: Se puede considerar que una ideologa ( en el sentido marxista estricto del trmino en el sentido en que el marxismo no es una ideologa-) se caracteriza justamente, en relacin a lo dicho, por el hecho de que su propia problemtica no es consciente de s. Cuando Marx nos dice, y lo repite sin cesar, que no debemos considerar la conciencia de s de una ideologa por su esencia, quiere decir tambin que, antes de ser inconsciente de los problemas reales a los cuales responde (o evita responder), una ideologa es, antes que nada, inconsciente de los supuestos tericos, es decir, de la problemtica en acto pero no confesada que fija en ella sentido y el aspecto de sus problemas y, por lo tanto, de sus soluciones () La verdad de la historia ideolgica no se encuentra ni en un principio (fuente) ni en su trmino (fin). Est en los hechos mismos, en esa constitucin nodal de sus sentidos, temas u objetos ideolgicos, sobre el fondo de un mundo ideolgico matizado y cambiante, sometido a su vez a la historia real.

Revisando los presupuestos con los que oper en La revolucin terica de Marx y en Para leer El capital, Althusser afirma que su perspectiva () reduca la ruptura del marxismo con la ideologa burguesa al corte, y el antagonismo del marxismo y la ideologa burguesa al antagonismo de la ciencia y de la ideologa (). Como es natural, esta posicin errnea no dej de tener consecuencias () Este error de la oposicin racionalista entre la ciencia (las verdades) y la ideologa (los errores) lo he teorizado, pese a todas mis reservas necesariamente inoperantes, bajo tres figuras que han encarnado y compendiado mi tendencia teoricista (es decir, racionalista-especulativa):

a) Un boceto (especulativo) de la teora de la diferencia entre la ciencia y la ideologa en general; la categora de prctica terica (en la medida en que, dado el contexto existente superpona la prctica filosfica sobre la prctica cientfica);

b) la tesis (especulativa) de la filosofa como Teora de la prctica terica que representaba el punto culminante de esta tendencia teoricista.

Naturalmente esta ltima tesis sobre la filosofa no ha carecido de efectos derivados sobre la concepcin de la ciencia marxista, del materialismo histrico, no tanto a causa del papel que haca desempear a la distribucin (justa en principio) entre la ciencia y la filosofa marxista, sino, ms bien, a la manera en que yo pensaba esta relacin (la filosofa apareca, a fin de cuentas, formando parte de la teora tal como la ciencia, y cortada por el mismo patrn, con mayscula: Teora).

Esta inspiracin terica de Althusser encuentra su mtodo en el estructuralismo, ya que () se trata de fundamentar el materialismo dialctico como teora general desmontando el mecanismo de un efecto de conocimiento particular, la ciencia del Capital; al mismo tiempo el materialismo histrico har valer sus derechos para ser la ciencia de lo real suministrando las frmulas de esas formas de unidad fundamentales de la existencia histrica que son las formas de produccin.

Williams, por su parte, rechaza contemplar la ideologa como falsa conciencia (en oposicin al conocimiento verdadero o cientfico) y la define ms bien, por un lado, como las creencias formales y conscientes de una clase o de otro grupo social; uso comn, para Williams, del concepto, pero que permite relacionar la produccin cultural con las clases sociales (y/o otros grupos). Propone, en todo caso, una ampliacin de esta definicin de ideologa hacia la incorporacin de los sentimientos, actitudes y presuposiciones que usualmente marcan, de manera muy diferenciada, la cultura de una clase u otro grupo particular; rea importante para investigar la cultura cambiante y las prcticas sociales reales culturalmente especficas. Seala, asimismo, la necesidad de una segunda extensin conceptual hacia el rea de la produccin cultural manifiesta que, por la naturaleza de sus formas, no es (o no principal y nicamente), la expresin de creencias formales y conscientes (como la filosofa, la religin, la teora econmica o poltica o las leyes); sino el drama, la ficcin, la poesa y la pintura. Por otro lado, se niega a suponer que aquellos sistemas de creencias (formalizados o diluidos) sean el verdadero origen de toda produccin cultural, lo cual, para el caso del arte sera gravemente reductivo.

Para Williams, el sesgo del concepto de ideologa, desde sus comienzos, fue la tendencia a limitar los procesos de significado y evaluacin a la condicin de ideas o teoras formadas o separables. Los vnculos prcticos que existen entre las ideas y las teoras y la produccin de la vida real se encuentran todos dentro de este proceso de significacin social y material. Para l es evidente la necesidad de un trmino general para describir no slo los productos, sino los procesos de toda significacin, incluyendo la de los valores. El acento sobre la significacin como proceso social fundamental.

Para Williams, decir que toda prctica cultural es ideolgica no quiere decir sino que toda prctica es significante. Pero es muy diferente a describir toda produccin cultural como ideologa, o como dirigida por la ideologa, porque lo que entonces se est omitiendo, como en los usos idealistas de cultura, es el conjunto de procesos productivos reales y complejos a travs de los cuales una cultura o una ideologa son en s mismas producidas. Lo que el socilogo o el historiador de la cultura estudian son las prcticas sociales y las relaciones sociales que producen no slo una cultura o una ideologa sino, ms significativamente, aquellos estados y obras dinmicas y reales dentro de las cuales no slo existen continuidades y determinaciones persistentes, sino tambin tensiones, irresoluciones, innovaciones y cambios reales.

REPRESENTACIN VERDADERA O FALSAPara Gramsci, la cuestin ms importante que hay que resolver a propsito del concepto de ciencia es si la ciencia puede dar, y de qu modo la certeza de la existencia objetiva de la llamada realidad externa. Seala que puede sostenerse que es un error pedir a la ciencia como tal la prueba de la objetividad de lo real, puesto que esa objetividad es una concepcin del mundo, una filosofa y no puede ser un dato cientfico: Qu puede dar la ciencia en ese sentido? La ciencia selecciona las sensaciones, los elementos primordiales del conocimiento: considera ciertas sensaciones como transitorias, como aparentes, como falaces, porque dependen de especiales condiciones individuales, y otras como duraderas, permanentes, superiores a las condiciones especiales individuales. (...) Pero es objetivamente verdadero todo lo que afirma la ciencia? De modo definitivo? Si las verdades cientficas fueran definitivas, la ciencia dejara de existir como tal, como investigacin, como experimento nuevo, y la actividad cientfica se reducira a una divulgacin de lo ya descubierto. Lo cual, por suerte, no es verdad en la ciencia. Pero si tampoco las verdades cientficas son definitivas y perentorias, entonces la ciencia misma es una categora histrica, un movimiento en desarrollo continuo. Slo que la ciencia no postula forma alguna de incognoscible metafsico, sino que reduce lo no conocido por el hombre a un no-conocimiento emprico que no excluye la cognoscibilidad, sino que la condiciona simplemente al desarrollo de los instrumentos fsicos y al desarrollo de la inteligencia histrica de los diversos cientficos. (...) Lo que interesa a la ciencia no es tanto la objetividad de lo real cuanto el hombre que elabora sus mtodos de investigacin, que rectifica continuamente sus instrumentos materiales reforzadores de los rganos de los sentidos y sus instrumentos lgicos de discriminacin y averiguacin, o sea, la cultura, o sea, la concepcin del mundo, o sea, la relacin entre el hombre y la realidad por la mediacin de la tecnologa. (...) En realidad, tambin la ciencia es una sobreestructura, una ideologa. (...) la ciencia misma no se presenta nunca como una nuda nocin objetiva; aparece siempre revestida por una ideologa, y es concretamente ciencia la unin del hecho objetivo con una hiptesis o un sistema de hiptesis que superan el mero hecho objetivo.

Althusser insiste, como hemos visto, en una distincin rigurosa entre ciencia e ideologa. Para l la ciencia o teora es un tipo de trabajo especfico con sus propios protocolos y procedimientos, separado de la ideologa. Afirma, as, que las teoras sociales se verifican por mtodos que son puramente internos a ellas. Las proposiciones tericas seran verdaderas o falsas al margen de quien las suscribe por unas razones histricas dadas, e independientemente de las condiciones histricas que estn en su origen.

EXPERIENCIA, TECONOLOGA, SUBJETIVIDAD, RELACIONES SOCIALESEl concepto gramsciano de hegemona como un proceso vivido de dominacin poltica se parece en algunos de sus aspectos a lo que Raymond Williams denomina estructura de sentimiento. Trmino que el mismo Williams en sus ltimos trabajos dej de nombrar (por las dificultades que acarrea), pero no de aplicar. Concepto extendido y consciente como alternativa a la frmula unidimensional de base y superestructura de cierto marxismo. Intento significativo de preservar e ir ms all de la crtica marxista de los estudios literarios y de la reproduccin literaria y cultural. Concepto que si bien tal vez no logra la rigurosidad metdica necesaria, tiende a ser epistemolgico para lograr la comprensin de una sociedad entera. Williams reintroduce en la problemtica cultural nociones como los sujetos, la historia, la experiencia. Junto a la nocin de experiencia presenta la de conciencia prctica. Va a insistir en la idea de la cultura vivida como ideal reconstructivo, lo cual le plantea interrogantes: cmo captar en lo formalizado lo no formalizado, las experiencias, las subjetividades? La respuesta intenta darla a travs de esta nocin de estructura de sentimiento, resultado de la interaccin de todos los elementos culturales de un perodo, y que podra pensarse como su tono general. En ella Williams quiere mostrar tambin la emergencia de nuevos rasgos que an no cristalizaron en ideologas, convenciones, prcticas y gneros. Se propone definir aspectos contradictorios y mezclados de la experiencia y del discurso (literario, por ejemplo), donde se cruzan ideas y tpicos en diferentes grados de elaboracin formal y conceptual, desde la subjetividad hasta aquello que se muestra slidamente inscripto en la ideologa o en los sistemas filosficos. Nocin que registra el encuentro de lo fuertemente codificado y su presencia vivida: no pertenece del todo al dominio de la ideologa, ni al repertorio de recursos formales de una cultura, pero tampoco a los aspectos ms particulares de sus portadores. Su naturaleza es social pero no est tan obviamente presente en las instituciones. Organiza sentidos y valores de modo pre-sistemtico. En ella se expresa el origen del debate sobre la inscripcin de lo social en lo esttico.

La estructura del sentir significa un aporte en la direccin de comprender de un modo nuevo la separacin existente entre lo social y lo personal. Si lo social es siempre pasado, en el sentido de que siempre est formado, debemos hallar otros trminos para la innegable experiencia del presente, para la especificidad del ser presente, lo inalienablemente fsico. Si lo social es lo fijo y explcito las relaciones, instituciones, formaciones y posiciones conocidas- todo lo que es presente y movilizador es comprendido y definido como lo personal: activo, subjetivo. Es la reduccin de lo social a formas fijas lo que, para Williams, contina siendo el error bsico. Es un error tomar los trminos de anlisis como sustanciales. Una concepcin del mundo o una ideologa dominante existen y son vividas especficamente dentro de formas singulares.

Las formas sociales son ms reconocibles cuando son articuladas y explcitas. Sin embargo, cuando todas han sido identificadas no constituyen un inventario pleno ni siquiera de la conciencia social en su acepcin ms simple, ya que se convierten en conciencia social slo cuando son vividas activamente dentro de verdaderas relaciones. Esta conciencia prctica es siempre algo ms que una manipulacin de formas y unidades fijas. Existe una tensin entre la interpretacin admitida y la experiencia prctica. La conciencia prctica es casi siempre diferente de la conciencia oficial. Las relaciones que establece con lo que ya est articulado son excepcionalmente complejas.

Se trata de una conciencia prctica de tipo presente, dentro de una continuidad viviente e interrelacionada. En consecuencia, define estos elementos como una estructura: como un grupo con relaciones internas especficas, entrelazadas y a la vez en tensin. Sin embargo, tambin define una experiencia social que todava se halla en proceso, que a menudo no es reconocida verdaderamente como social, sino como privada, idiosincrsica e incluso aislante, pero que en el anlisis tiene sus caractersticas emergentes, conectoras y dominantes y, ciertamente, sus jerarquas especficas.

La hiptesis presenta una especial relevancia con respecto al arte y la literatura. En el arte, la presencia inequvoca de ciertos elementos que no estn cubiertos por otros sistemas formales, constituye la verdadera fuente de las categoras especializadas de lo esttico, las artes y la literatura imaginativa.

Lo que Williams intenta definir con esa expresin es, en parte, la estimulacin de formas de conciencia emergente, que disputan un lugar pero que no han alcanzado el carcter formalizado de los sistemas de creencias a que se enfrentan: siempre existe, aunque en diversos grados, una conciencia prctica, en relaciones especficas, actitudes especficas, percepciones especficas, de carcter incuestionablemente social y que el orden social dominante especficamente olvida, excluye, reprime o simplemente deja de reconocer. Rechaza, con y desde Voloshinov, aquellas concepciones ms monolticas de la ideologa que consideran la conciencia prctica slo como instancia obediente de las ideas dominantes. Existe una clara afinidad entre esta distincin y la postura de Gramsci, como una discrepancia entre la conciencia oficial y la prctica entre aquellas nociones que las clases oprimidas obtienen de sus superiores, y aquellas que se desprenden de sus situaciones vitales-. El concepto de habitus de Pierre Bourdieu es un equivalente a la ideologa prctica, y est centrado en la forma en que los imperativos dominantes se convierten de hecho en formas de comportamiento social cotidiano. El concepto de habitus le permite a Bourdieu designar la inculcacin en los sujetos de un conjunto de disposiciones duraderas que generan prcticas culturales. El habitus es, por tanto, el mecanismo de retransmisin por el que las estructuras mentales y sociales se encarnan en la actividad social diaria. Instancia subjetiva en la cual se reproduce lo social. Intento (fallido, dice Sarlo) de superar la oposicin entre interioridad y exterioridad, correlacin entre subjetividad y sociedad. Para Bourdieu, mediante esta confrontacin de lo subjetivo y de lo objetivo nos sentimos espontneamente dispuestos a hacer lo que nos exigen nuestras condiciones sociales, y ese poder se afianza. Sin embargo, en Bourdieu, el anlisis social de los fenmenos est bastante determinado por una visin reproductivista de la sociedad. Su trabajo seala cun poco elegimos, dando muy poco lugar, en su teora a las prcticas transformadoras. No distingue entre las prcticas como ejecucin o reinterpretacin del habitus, y la praxis, como transformacin de las estructuras objetivas. No examina cmo el habitus puede variar segn el proyecto reproductor o transformador de distintas clases y grupos sociales. Desde la teora de Bourdieu resulta difcil incorporar la disrupcin, la ruptura. El habitus expresara aquellas formas inconscientes de la ideologa, conjunto de disposiciones sociales, formas de accin y percepcin. En gran medida, su teora se ve atrapada en el objetivismo.CAMBIO CULTURALLa cultura de acuerdo a Gramsci debe sustituir el sentido comn y las viejas concepciones del mundo (ideologa); as, todo movimiento cultural orientado hacia el cambio, tendr que responder a la satisfaccin de las siguientes necesidades: 1) no cansarse nunca de repetir los propios argumentos (variando literariamente su forma); la repeticin es el medio didctico ms eficaz para actuar sobre la mentalidad popular; 2) trabajar constantemente para elevar intelectualmente estratos populares cada vez ms amplios, o sea, para dar personalidad al amorfo elemento de masa, lo cual quiere decir trabajar para suscitar lites de intelectuales de un tipo nuevo, que surjan directamente de la masa y se mantengan en contacto con ella para convertirse en las ballenas de la faja. Esta segunda necesidad, si se satisface, es la que realmente modifica el panorama ideolgico de una poca. Por otra parte, esas lites no pueden constituirse ni desarrollarse sin que en su interior se verifique una jerarquizacin de autoridad y de competencia intelectuales, la cual puede culminar en un gran filsofo individual, si ste es capaz de revivir concretamente las exigencias de la maciza comunidad ideolgica, de comprender que sta no puede tener la agilidad de movimiento propia de un cerebro individual, y si, por tanto, consigue elaborar formalmente la doctrina colectiva del modo ms fiel y adecuado a las maneras de pensar de un pensador colectivo.

En su anlisis de Gramsci, Williams reconoce el carcter dinmico de la hegemona, en oposicin a las connotaciones potencialmente estticas de la ideologa. Consecuentemente, como concepto, la hegemona conlleva alusiones a la lucha, pero no sucede lo mismo con la ideologa. La nocin de hegemona es inherentemente relacional, adems de prctica y dinmica. Con las nociones de dominante, residual y emergente que caracterizan las relaciones dinmicas y los contrastes en el interior de una misma cultura, Williams complejiza la nocin de hegemona (consolidada por los rasgos dominantes) enfrentndola con el conjunto de elementos residuales que persisten desde el pasado o los emergentes que se originan en el presente anunciando la aparicin de configuraciones nuevas. El dinamismo de una cultura se apoya en las variaciones, divergentes, oposicionales, alternativas o arcaicas, producidas por la contemporaneidad de estos rasgos. La diferenciacin de estos rasgos permite contemplar la heterogeneidad constitutiva de los artefactos culturales y artsticos. El reconocimiento de estos elementos residuales y emergentes le sirve de herramienta a Williams para explicar el cambio cultural (y artstico). Mientras necesitamos definir algunas relaciones relativamente estables de dominacin y subordinacin, tenemos tambin que examinar muchas de esas relaciones en sus formas ms dinmicas. Como va para analizar esas formas dinmicas, distingue entre las residuales, las dominantes y las emergentes.

En la produccin cultural las condiciones de dominacin estn por lo general claras en ciertas instituciones y formas dominantes. Estas pueden presentarse como desconectadas de las formas sociales dominantes, pero la eficiencia de ambas depende de su profunda integracin. Los dominados por tales formas las consideran a menudo como formas naturales y necesarias, mientras quienes dominan, en el rea de la produccin cultural, pueden ser conscientes de forma bastante desigual de estas conexiones prcticas. Bourdieu denomina doxa a ese proceso a travs del cual las ideologas exitosas vuelven naturales y autoevidentes sus creencias. Para Bourdieu cualquier campo social est estructurado necesariamente por un conjunto de reglas tcitas que regulan lo que puede manifestarse o percibirse vlidamente en su seno; y as estas reglas operan como una modalidad de lo que l denomina violencia simblica, la cual, como es legtima, por lo general no suele ser reconocida como violencia. La define como aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de ste. En trminos ms estrictos, seala, los agentes sociales son conscientes de que contribuyen a producir la eficacia de aquello que los determina, en la medida en que ellos estructuran lo que los determina. Llama desconocimiento al hecho de reconocer una violencia que se ejerce precisamente en la medida que se la desconozca como violencia. La violencia simblica implica aceptar ese conjunto de premisas fundamentales, prerreflexivas, que los agentes sociales confirman al considerar el mundo como autoevidente, es decir, tal como es, y encontrarlo natural, porque le aplican estructuras cognoscitivas surgidas las estructuras mismas de dicho mundo. La violencia simblica es, as, una manera de repensar y elaborar el concepto gramsciano de hegemona.Pero se da tambin el caso de que en la produccin cultural, tanto lo residual la obra realizada en sociedades y pocas anteriores y a menudo diferentes, pero todava accesibles y significativas- como lo emergente la obra de diversos tipos nuevos- son con frecuencia igualmente accesibles como prcticas.

La reproduccin cultural, en su sentido ms simple, ocurre esencialmente en el nivel (cambiante) de lo dominante. Lo residual, por el contrario, aunque sus procesos inmediatos son reproductivos, es con frecuencia una forma de alternativa cultural a lo dominante en sus formas reproductivas ms recientes. En el extremo opuesto del espectro, lo emergente est relacionado pero no es idntico con lo innovador. Pero normalmente hay tensin y lucha en esta rea. No existe anlisis ms difcil, seala Williams, que el que debe intentar determinar si se trata de formas nuevas de lo dominante o son genuinamente emergentes.

Esta preocupacin por definir nociones con las que se pueda pensar la emergencia de lo nuevo, adquiere en Williams tambin una cualidad poltica: optimismo frente a la capacidad en la historia intelectual y cultural, de modificar las tradiciones antes que en reproducirlas. En este punto, se diferencia claramente de muchos trabajos de Bourdieu, ms preocupados por una sociologa de la reproduccin e imposicin cultural.

Una preocupacin de ndole similar expresa con relacin a la persistencia, considerando el riesgo, frente a la insistencia de ciertas imgenes (como las que revisa en El campo y la ciudad) de reducir la variedad histrica de las formas de interpretacin a smbolos o arquetipos. Seala que si somos capaces de ver que la persistencia se debe a que tambin esas formas, imgenes e ideas cambian aunque a menudo lo hagan sutil, internamente y a veces inconscientemente-, podremos advertir tambin que la persistencia indica alguna necesidad permanente a la que responden las interpretaciones cambiantes. Se trata de ver esos procesos, de explicar, en trminos que se relacionen entre s, tanto la persistencia como la historicidad de los conceptos. Rastrear histrica y crticamente las diversas formas de las ideas. Y en cada ocasin, cotejar estas ideas con las realidades histricas (y viceversa).

LUGAR DE LA HISTORIAGramsci es un historicista que cree que la verdad es histricamente variable, relacionada con la conciencia de la clase social ms progresista de una determinada poca. Objetividad, dice, siempre significa humanamente objetivo. De esta manera, sistemticamente acenta este carcter historicista de su mirada: Si es verdad que la historia universal es una cadena de los esfuerzos que ha hecho el hombre por liberarse de los privilegios, de los prejuicios y de las idolatras, no se comprende por qu el proletariado, que quiere aadir otro eslabn a esa cadena, no ha de saber cmo, y por qu y por quin ha sido precedido, y qu provecho puede conseguir de ese saber.

Es este mismo sentido de la historia el que le va a permitir integrar el concepto de filosofa prctica (que retomar Williams) y que en Gramsci implica una suerte de igualdad o ecuacin entre filosofa y poltica, entre pensamiento y accin, o sea, a una filosofa de la prctica. Para Gramsci, todo es poltico, incluso la filosofa o las filosofas, y la nica filosofa es la historia en acto, o sea, la vida misma.

CONSCIENTE/INCONSCIENTEEn Althusser la ideologa aparece como la expresin a travs de la que los seres humanos viven sus relaciones con las condiciones reales de la existencia: un conjunto de ideas y de creencias, por un lado, y de actividades materiales y vivas, por el otro. La ideologa se refiere, pues, a la relacin vivida entre los hombres y su mundo. Esta relacin que no se revela como algo consciente sino a condicin de ser inconsciente (...) es una relacin de relaciones, una relacin de segundo grado. En efecto, los hombres no expresan mediante la ideologa sus relaciones con sus condiciones de existencia, sino el modo en el que viven sus relaciones con sus condiciones de existencia, lo que implica a la vez una relacin real y una relacin vivida, imaginaria. La ideologa es, pues, la expresin de la relacin entre los hombres y su mundo, es decir, la unidad (sobredeterminada) de su relacin real y de su relacin imaginaria con sus condiciones reales de existencia (...) es justamente en esta sobredeterminacin de lo real a travs de lo imaginario o de lo imaginario a travs de lo real donde la ideologa es activa, en sus fundamentos, y refuerza o modifica la relacin que los hombres tienen con sus condiciones de existencia dentro de esta misma relacin imaginaria . Desde el momento en que se presenta como un sistema cerrado, la ideologa slo suscita problemas a los que puede responder: dentro de sus fronteras, a las preguntas que pongan en discusin sus mismas fronteras no tienen ciudadana. Esta constatacin es la que lleva a Althusser a elaborar el concepto de problemtica que dentro de un determinado pensamiento, pone en relieve el sistema objetivo interno de referencia de los mismos temas: el sistema de preguntas que determina las respuestas dadas por dicha ideologa. As pues, antes que nada lo que hay que plantearle a una ideologa es la pregunta de sus preguntas, para entender en este nivel interno el significado de las respuestas. Pero esta problemtica ya es en s misma una respuesta, no tanto a sus preguntas sus problemas internos- cuanto a los problemas objetivos que se le plantean a la ideologa de su tiempo. Slo contrastando los problemas planteados al idelogo (su problemtica) con los problemas reales que su tiempo le plantea al idelogo, es posible subrayar el elemento propiamente idelgico de la ideologa, es decir, lo que caracteriza a la ideologa en cuanto tal, su propia deformacin. La esencia de la problemtica no hay que buscarla, pues, en su mismo seno, sino en su relacin con los problemas reales: no se puede poner en evidencia la problemtica de una ideologa sin referirla ni someterla a los problemas reales que plantea una falsa respuesta a travs de su enunciacin deformada. El objetivo de la actividad crtica consiste en deconstruir la problemtica a travs de una lectura sintomtica.

Pero la ideologa es tambin proceso de reproduccin de las relaciones sociales de produccin, por ser representacin de la relacin imaginaria de los seres humanos con sus condiciones reales de existencia. Las actividades vivas, materiales desde las formas de pensar a los rituales del consumo- se reproducen pues a travs de las actividades de lo que Althusser defini como los Aparatos Ideolgicos del Estado, es decir, la familia y las organizaciones polticas, religiosas y culturales, las organizaciones de los medios y las educativas, etc. La ideologa que acta a travs de dichas instituciones tiene como funcin construir individuos empricos en cuanto sujetos, entendidos como quienes estn sometidos a la estructura, es decir, a los Aparatos Ideolgicos del Estado. Althusser llama interpelacin a la operacin gracias a la que la ideologa realiza dicha funcin de reclutamiento de los sujetos entre los individuos o de transformacin de los individuos en sujetos. Se interpela al individuo en cuanto sujeto (libre), con el objetivo de hacerle aceptar libremente el hecho de convertirse en sujeto sometido. Para todo aquel que se mueva en el terreno de la actividad crtica, el riesgo es paradjico, ya que se afirmaba en ltima instancia, a nivel de la teora, que el sistema de reproduccin capitalista de los individuos funciona tan bien que no deja ningn tipo de espacio creble ni ninguna posibilidad de cambio.

Documento de trabajo Chile y Amrica Latina: Una nueva lectura desde los estudios culturales. FONDECYT N 8990003, 2000-2001. Pamela Tala y David Wallace.

Gramsci, Antonio. Antologa. Mxico D. F.: Siglo XXI, 1999. p. 290

Gramsci, Antonio. Op. cit. p. 15.

Cfr. Williams, Raymond. Sociologa de la cultura. Trad. Graziella Baravalle. Barcelona: Ediciones Paids, 1994.

Gramsci, Antonio. Op. cit. p.275

Gramsci, Antonio. Op. cit. p.313.

Williams, Raymond. Marxismo y Literatura. Trad. Pablo Di Masso Barcelona: Ediciones Pennsula, 1980. p.112

Williams, Raymond, Base and Superstructure in Marxist Cultural Theory, Problems in Materialism and Culture: Selected Essays. London: Verso, 1980. p. 37. Citado por Higgins, John. Raymond Williams. Literature, marxism and cultural materialism. London: Routledge, 1999. p. 113.

Williams, Raymond. Marxismo y Literatura. Trad. Pablo Di Masso. Barcelona: Ediciones Pennsula, 1980.

Gramsci, Antonio. Op. cit. pp.363-364.

Gramsci, Antonio. Op.cit. p. 371.

Eagleton, Terry. Ideologa. Una introduccin. Buenos Aires: Paids, 1997. p.155.

Winter, Heinz y Livi, Antonio. Louis Althusser: La revolucin terica de Marx y Para leer El Capital. Madrid: Ed. del Magisterio Espaol, 1978. p.25

Lejos de m pensar en negar la eficacia de los procesos psicolgicos en el espectador sentado delante del escenario, pero es necesario decir que los fenmenos de proyeccin, sublimacin, etc., que pueden observarse, describirse y definirse en situaciones psicolgicas controladas, no pueden, ellos solos, dar cuenta de una conducta compleja tan especfica como la del espectador que-asiste-a-una-representacin. Esta conducta es, en primer lugar, una conducta social y cultural-esttica, y en este sentido es tambin una conducta ideolgica. Es, sin duda, una tarea importante la de elucidar la insercin de los procesos psicolgicos concretos (tales como, en su sentido psicolgico riguroso, la identificacin, la sublimacin, la represin, etc.) en una conducta que va ms all de ellos. Pero esta primera tarea no puede, si no quiere caer en el psicologismo, abolir la segunda: la definicin de la conciencia espectadora de s misma. Si esta conciencia no se reduce a una pura conciencia psicolgica, si es una conciencia social, cultural o ideolgica, no se puede pensar su relacin con el espectculo bajo la sola forma de la identificacin psicolgica. Antes de identificarse (psicolgicamente) con el hroe, la conciencia espectadora se reconoce, en efecto, en el contenido ideolgico de la pieza, y en las formas propias a su contenido. Antes de ser la ocasin de una identificacin (de s bajo la especie de otro), el espectculo es, fundamentalmente, la ocasin de un reconocimiento cultural e ideolgico. Este reconocimiento de s supone, al principio, una identidad esencial (que hace posibles, en tanto que psicolgicos, los procesos psicolgicos mismos): identidad que une a los espectadores y a los actores reunidos en un mismo lugar, en una misma tarde. S, estamos unidos en primer lugar por esta institucin que es el espectculo, pero unidos ms profundamente por los mismos mitos, por los mismos temas, que nos gobiernan sin nuestro consentimiento, por la misma ideologa espontneamente vivida. Althusser, Louis. El Piccolo, Bertolazzi y Brecht (Notas acerca de un teatro materialista). En: La revolucin terica de Marx. Buenos Aires: Siglo XXI, 1971. pp. 123-124.

Ibd. pp.118-119.

Althusser, Louis. Sobre el joven Marx. Op. cit. pp. 55-57.

Este error tiene su origen, segn el autor, en la () formulacin equvoca y engaosa de La ideologa alemana donde desempea, bajo una sola denominacin, dos papeles diferentes, el de una categora filosfica por una parte (ilusin, error), y el de un concepto cientfico por otra (formacin de la superestructura): la nocin de ideologa. En: Althusser, Louis. Elementos de autocrtica. Buenos Aires: Diez, 1975. pp. 28-29.

Ibid. pp. 34-36.

Glucksmann, Andr. Althusser: un estructuralismo ventrlocuo. Barcelona: Anagrama. p.38.

Cfr. Williams, Raymond. Sociologa de la cultura. Trad. Graziella Baravalle. Barcelona: Paids, 1994. p.25.

Gramsci, Antonio. Op. cit. p.378.

Williams, Raymond. Marxismo y Literatura. Trad. Pablo Di Masso. Barcelona: Ediciones Pennsula, 1980.

Gramsci, Antonio. Relaciones entre ciencia-religin-sentido comn, Antologa. Mxico D. F.: Siglo XXI, 1999. p.379.

Barthes la describe as: La Doxa (palabra que aparecer a menudo aqu), es la Opinin pblica, el Espritu mayoritario, el Consenso pequeo-burgus, la Voz de lo Natural, la Violencia del Prejuicio. Se puede calificar de doxologa (palabra que est en Leibniz) toda forma de hablar que se adapta a la apariencia, a la opinin o a la prctica. En Roland Barthes por Roland Barthes. Caracas: Monte vila Editores, 1978.

Williams, Raymond. El campo y la ciudad. Trad. Alcira Bixio. Buenos Aires: Paids, 2001.p.357.

Gramsci, Antonio. Op.cit. p. 17.

Gramsci, Antonio. Op. cit. p.280.

Althusser, Louis. Lenin y la Filosofa. Mxico D. F.: Era, 1970. p.209.

Althusser, Louis. Op.cit. pp.50-51.

PAGE 22