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JORGE TEILLIER ANTOLOGÍA DESTARTALADA Ediciones Oratoria. Santiago de Chile. 2010.

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  • JORGE TEILLIER

    ANTOLOGADESTARTALADA

    Ediciones Oratoria.

    Santiago de Chile.2010.

  • 2A modo de introduccin

    Sobre el mundo donde verdaderamente habito o la experiencia potica.

    Jorge Teillier

    IHe odo decir alguna vez que poesa es lo que hace el poeta. La tarea es partir desde ese lugar y tratar de establecer qu es poesa para quien ejerce ese "montono oficio o arte".En un principio poesa eran para m los extraos trozos de pareja tipografa medida y rimada que aparecan en los libros de lectura, esos versos que hay que aprender de memoria (y no de corazn como se dice en francs); de donde surgen el caballo blanco que nos va a llevar de aqu, las loas a los padres de la patria, los versos a la madre que el mejor alumno declama en el proscenio.Para empezar entonces, la poesa es lo distinto al lenguaje convencional, poruna parte, y por otra, "lo bello", lo idealizado como las cuatro estaciones en los cuadros donde se aprende idioma. Dos son las poesas escolares que an recuerdo: una me atrajo por la ancdota: "La cancin del pirata" de Espronceda ("La luna en el mar riela / y en la lona gime el viento), y la otra de Garca Lorca: "Naranjita de oro/ de oro y de sol", donde las palabras me sonaban como un encantamiento anlogo al de las rondas entonadas por las vecinas al atardecer. No recuerdo haber intentado escribir poema alguno hasta los doce aos de edad. La poesa me pareca algo perteneciente a otro mundo y prefera leer en prosa. Lea como si me hubiesen dado cuerda, as como relata Pasternak que vea leer a los moscovitas en los trenes de 1941 ajenos al caoneo alemn venido de unos pocos kilmetros. Lea de todo, desde cuentos de hadas y El Peneca hasta Julio Verne, Knut Hamsun y Pannait Istrati por quien an vuelan los cardos en el Baragn.Desde los doce aos escriba prosa y poemas, pero en Victoria, ciudad donde an suelo vivir, fue donde escrib mi primer poema verdadero, a eso de los diecisis aos, o sea, el primero que vi, con incomparable sorpresa, como escrito por otro.Sobre el pupitre del liceo nacieron buena parte de los poemas que iban a integrar mi primer libro Para ngeles y gorriones, aparecido en 1956. Mi mundo potico era el mismo donde tambin ahora suelo habitar, y que tal vez un da deba destruir para que se

  • 3conserve: aquel atravesado por la locomotora 245, por las nubes que en noviembre hacen llover en pleno verano y son las sombras de los muertos que nos visitan, segn deca una vieja ta; aquel poblado por espejos que no reflejan nuestra imagen sino la del desconocido que fuimos y

  • 4viene desde otra poca hasta nuestro encuentro, aquel donde tocan las campanas de la parroquia y donde an se narran historias sobre la fundacin del pueblo. Y tambin aparecan los poetas; el primero de todos Paul Verlaine, cuyos versos rimaban con las campanas y los pjaros y cuya poesa fue la primera que aprend a ver viva sin necesitar otra cosa que el sonido, y luego Rubn Daro, Lpez Velarde y Luis Carlos Lpez, provincianos cursis y universales, y tambin los chilenos: Vicente Huidobro, cuya antologa lea en la Pascua de 1949, y Omar Cceres que me fue descubierto por Miguel Serrano en su Ni por mar ni por tierra ("La brjula del alma seala el sur"), y Pezoa Vliz y Alberto Rojas Gimnez y Romeo Murga que hablaba por nosotros a las muchachas con las que no podamos hablar. Sin embargo, aclaro que nunca hubo para m distincin entre poetas chilenos y poetas extranjeros. Se es o no es poeta, y all no caben nacionalidades. Ms an, creo que es un signo de madurez no preguntarse ya "qu es lo chileno". Las personas adultas no se preguntan quin son, sino cmo van a actuar. Tambin las colectividades adultas, me parece.Nuestra poesa siempre ha tendido a la universalidad, que fundamentalmente se obtiene por el lenguaje imperecedero de la imagen. "La muerte que est ante m como el chubasco que se aleja" del arpista del Antiguo Egipto es tambin, "la muerte es grande y somos los suyos" de Rilke, y la misma nieve recuerda a las damas de antao de Villon y es como la soledad en Rilke, y el tiempo es un ro en Herclito y Jorge Manrique.Pero vuelvo a 1953... cuando como todo provinciano deb hacer el viaje bautismal de holln de trenes de entonces a Santiago, atravesando la noche como en un vientre materno hasta asomarse a la lvida madrugada de boca amarga de la Estacin Central. Por esos aos el hroe potico de mi generacin era Pablo Neruda, que perseguido por el Traidor se dejaba crecer barba y atravesaba a caballo la Cordillera y desde Mxico lamentaba que los jvenes leyeronResidencia en la tierra y llamaba a cantar con palabras sencillas al hombre sencillo y en nombre del realismo socialista convocaba a los poetas a construir el socialismo. Hijo de comunista, descendiente de agricultores medianos o pobres y de artesanos, yo sentimentalmente saba que la poesa deba ser un instrumento de lucha y liberacin y mis primeros amigos poetas fueron los que en ese entonces seguan el ejemplo de Neruda y luchaban por la Paz y escriban poesa social.Pero yo era incapaz de escribirla, y eso me creaba un sentimiento de culpa quean ahora suele perseguirse. Fcilmente poda ser entonces tratado de poeta decadente, pero a m me parece que la poesa ser entonces

  • 5tratado de poeta decadente, pero a m me parece que la poesa no puede estar subordinada a ideologa alguna, aun cuando el poeta como hombre y ciudadano (no quiero

  • 6decir ciudadano elector, por supuesto) tiene derecho a elegir la lucha a la torre de marfil o de madera o cemento. Ninguna poesa ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias. Yo escriba lo que me dictaba mi verdadero yo, el que trato de alcanzar en esta lucha entre m mismo y mi poesa, reflejada tambin en mi vida. Porque no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avera de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poticos, seguir escuchando el ruiseor de Keats, que da alegra para siempre. De qu le vale escribir versos a tanto personaje resentido y sin puerta de escape que vemos deambular por el mundo literario.

    IIA su debido tiempo, me parece que todo poeta en esta sociedad se suele considerar un sobreviviente de una perdida edad, un ente arcaico. La poesa es una enferma grave, a la que se le toleran algunos caprichos en espera de su futura muerte, y tambin la Cenicienta (para editores) de los gneros literarios aun cuando la novela sea "la poesa de los tontos" segn dice mi amigo el poeta Molina Ventura.La burguesa ha tratado de matar a la poesa, para luego coleccionarla como objeto de lujo. Me parece un signo de estos tiempos ver cmo medio mundo rene cosas que nunca se usarn: volantines que jams se enredarn en un rbol, botellas que nunca recibirn vino, redes de pescadores que no sirven para atrapar un pez, llaves mohosas para ninguna puerta, "posters" con efigies de muertos que de algn modo se contribuy a matar. El poeta es un ser marginal, pero de esta marginalidad y de este desplazamiento puede nacer su fuerza: la de transformar la poesa en experiencia vital, y acceder a otro mundo, ms all del mundo asqueante donde se vive. El poeta tiende a alcanzar su antigua "conexin con el dnamo de las estrellas", en su inconsciente est su recuerdo de la "edad de oro" a la cual acude con la inocencia de la poesa. Si soy extrao en este mundo no soy extrao en mi propio mundo, reflexiona el creador, y a la larga, en poesa, "lo que no es prctico resulta ser lo prctico" como escriba Gunnar Ekelof. Pienso en dos poetas chilenos ya fallecidos que pagaron con su vida su calidad de poetas: Tefilo Cid y Carlos de Rokha, ambos "amateurs de la lepra", en nuestro medio. S, la poesa considerada como la lepra en este mundo en donde est muriendo la imaginacin, en donde la inspiracin est relegada al desvn de los muebles viejos. Astronautas antispticos y en esterilizados vehculos llegarn a la luna a plantar sus pequeas banderas, y a transmitir

  • 7mensajes sin sentido, sern artistas de circo en la "caja de los idiotas" de la TV. Al contrario, pienso en los verdaderos conquistadores como Cristbal

  • 8Coln que parte sin mapas junto con un equipo de locos y presidiarios hasta que aparece el Nuevo Mundo que surge gracias a su visin; en Ponce de Len muriendo en pos de la Fuente de la Juventud; Gonzalo Pizarro yendo hacia El Dorado; el Padre Melndez en estrechas chalupas bogando por los canales hacia la Ciudad de los Csares. Qu puede ver el ciudadano del siglo XX en la Luna sino un pequeo satlite cuya probable utilidad ser la de depsitos de perfeccionados proyectiles nucleares, all donde las jvenes irlandesas vean al rostro de su futuro amado, los puritanos de Boston a un duende malfico, los nativos de Samoa una anciana hilando nubes, los nios de hace treinta aos a la Sagrada Familia rumbo a Egipto. El poeta es el guardin del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores.

    IIICreo que todos mis libros forman un solo libro, publicado en forma fragmentaria, a excepcin de Crnica del Forastero. Me parece que difcilmente uno tiene ms de un poema que escribir en su vida. Hay varias tendencias en mis libros que van de Para ngeles y gorriones (1956) hasta Poemas del Pas de Nunca Jams (1963); una descriptiva del paisaje visto como un signo que esconde otra realidad (como en los poemas "El Aromo" o "Molino de Madera"), otra como la historia de un personaje contada con un marco de referencia que es siempre la aldea (as en "Historia de Hijos Prdigos"), otra como el afrontar el problema del paso del tiempo, de la muerte que subyace en nosotros revelada como el fuego revela la tinta invisible por medio de la palabra (los poemas "Domingo a domingo" u "Otoo secreto"). En este sentido quiero hacer destacar que para m la poesa es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo, y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy nio, a cuyo reino pertenezco desde muy nio, cuando senta sus pasos subiendo la escalera que me llevaba a la torre de la casa donde me encerraba a leer. S que la mayora de las personas que conozco y conocemos estn muertas, que creo que la muerte no existe o existe slo para los dems. Por eso en mis poemas est presente la infancia, porque para m el tiempo ms cercano a la muerte y en donde verdaderamente se entiende lo que significa. Por otra parte, yo no canto a una infancia boba, en donde est ausente el mal, a una infancia idealizada; yo s muy bien que la infancia es in estado que debemos alcanzar, una recreacin de los sentidos para recibir limpiamente la "admiracin ante las maravillas del mundo". Nostalgia s, pero del futuro, de lo que no nos ha pasado, pero que debiera pasarnos.Siguiendo con mis libros, Los trenes de la noche es un solo poema

  • 9escrito tambinde un solo golpe, en un viaje de Santiago a Lautaro, mirando por la ventanilla del tren nocturno, escribiendo unos versos en un cuaderno de croquis tras salir

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    a respirar a la pisadera del carro, tras bajarme rpidamente en las estaciones de donde parten los ramales, a tomar un vaso de vino. El paso del tren representa el tiempo que las locomotoras van dividiendo en forma implacable en el pueblo natal que atraviesan por la mitad. Alguna vez correr un ltimo tren, pensaba yo, cul ser ese ltimo tren, as como tantas veces pienso quin pronunciar por ltima vez mi nombre, quin leer por ltima vez un poema mo.Crnica del Forastero es un libro con menos revelacin, menos visin lrica, un intento fallido tal vez de cambiar mi expresin habitual por el relato, a costa unas veces del relato, otras de la tensin lrica. Pero uno muchas veces no es responsable de lo que hace. Mi intento era el de revivir a travs de un personaje lrico la historia o mejor dicho la intrahistoria de la Frontera, nuestro Far West, donde nace en el Siglo XVI la poesa chilena con Pedro de Oa y Ercilla; esa zona tan singular nacida de la fusin de tres razas; revivir a los (y mis) antepasados, proyectar una historia mtica en un presente que debe cambiarse. Yo deba transformarme en una especie de mdium para que a travs de m llegara una historia, y una voz de la tierra que es la ma, y que se opone a la de esta civilizacin cuyo sentido rechazo y cuyo smbolo es la ciudad en donde vivo desterrado, slo para ganarme la vida, sin integrarme a ella, en el repudio hacia ella. Es posible que esta "Crnica" sea un primer intento que alguna vez retomar, un primer paso hacia un poema pico para el cual todava no estoy preparado. Mi trabajo actual est orientado en otro sentido, que no creo del caso hablar ahora, para utilizar figuras manidas, la primavera trabaja mudamente las races del trigo que va a aparecer. Tal vez s apunte a una contradiccin de m mismo, una contradiccin dolorosa, porque yo no soy poeta de la aventura, sino del orden, aun cuando admire a los innovadores autnticos, por supuesto. Pero s, quiero establecer que para m lo importante en poesa no es el lado puramente esttico, sino la poesa como creacin del mito, y de un espacio y tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando muchas veces lo cotidiano. La poesa es para m una manera de ser y actuar, aun cuando tampoco puedo desarticularla del fenmeno que le es propio: el utilizar para su fin el lenguaje justo para este objeto. Mi instrumento contra el mundo es otra visin del mundo, que debo expresar a travs de la palabra justa, tan difcil de hallar. Porque el poema no debe (como dice Archibald McLeish) "significar sino ser". Tal vez lo que importa no es dar en el blanco, sino lanzar la flecha. Y de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoticos, si la poesa no sirve para comenzar a transformarnos nosotros mismos, si vivimos sometidos a los valores convencionales. Ante el "no universal" del oscuro resentido, el poeta responde con su afirmacin universal.

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    IVNunca he pensado escribir una poesa original, ni me tengo por un ser sin antepasados poticos. Cada poeta tiene una lnea que va siguiendo. Es la ma la de Francis Jammes, Milocz en alguna de sus etapas, Ren Guy Cadou un poeta con cuya visin del mundo creo tener afinidad, Antonio Machado, para citar a los poetas principales, y en las lenguas que puedo leer en versiones originales, lo que me parece fundamental. En prosa, la lnea de Robert Louis Stevenson, Alain Fournier, Selma Lagerlof, cierto Knut Hamsum, Edgar Allan Poe (Arturo Gordon Pym). En Chile, alguna vez me adscrib a un cierto sentido de la poesa que yo mismo llam "lrica" (ver Boletn de la Universidad de Chile, nmero 56, 1965, mi trabajo "Los poetas de los lares"), y en donde estn, entre otros, Efran Barquero y Rolando Crdenas, para citar slo a mis coetneos. A travs de la poesa de los lares yo sostena una postulacin por un "tiempo de arraigo", en contraposicin a la moda imperante e impuesta por ese tiempo, por un grupo ya superado, el de la llamada Generacin del 50, compuesto por algunos escritores ms o menos talentosos, por lo menos en el sentido de la ubicacin burocrtica, el conseguir privilegios polticos, el iniciar empresas comerciales, representantes de una pequea burguesa o burguesa venida a menos. Ellos postulaban el xodo y el cosmopolitismo llevados por su desarraigo, su falta de sentido histrico, su egosmo pequeo burgus. De all ha nacido una literatura que tuvo su momento de auge por la propaganda y autopropaganda, pero que por frvola y falta de contacto con la tierra, por pertenecer al oscuro mundo de la desesperanza ha caducado en pocos aos. La pretendida crisis de la novela chilena no es, tal vez, sino crisis de la inautenticidad, de renuncia a las races, incluso a las de nuestra tradicin literaria, por pobre que sea. En cambio, la mayor parte de nuestros poetas se mantienen fieles a la tierra, o vuelven a ella, como es el caso desde Neruda y Pablo de Rokha a Tefilo Cid y Braulio Arenas, ex surrealistas; o como en los ms destacados poetas de la ltima generacin, la poesa es expresin de una autntica lucha por esclarecerse a s misma, o por poner en claro la vida que la rodea. Pero mejor que yo lo dice Rilke: "Para nuestros abuelos una torre familiar, una morada, una fuente, hasta su propia vestimenta, su manto, eran an infinitamente ms familiares; cada cosa era un arca en la cual hallaban lo humano y agregaban su ahorro de humano. He aqu que hacia nosotros se precipitan llegadas de EE.UU cosas vacas, indiferentes, apariencias de cosas, trampas de vida... Una morada en la acepcin americana, una manzana americana, o una via americana nada tienen de comn con la morada, el fruto, el racimo en los cuales haba penetrado la esperanza y la meditacin de nuestros abuelos... La cosas dotadas de vida, las cosas vividas, las

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    cosas admitidas en nuestra confianza, estn en su declinacin y ya no pueden ser

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    reemplazadas. Somos tal vez los ltimos que conocieron tales cosas. Sobre nosotros descansa la responsabilidad de conservar no solamente su recuerdo (lo que sera poco y de no fiar), sino su valor humano y lrico". Hasta aqu Rilke (1929). Y no se debe aadir nada ms. Dentro del mismo Estados Unidos los movimientos de los beatniks y los hippies recuperan tambin este mundo del "lar".

    VLo he dicho entre lneas, pero ahora quiero hacerlo explcito: el personaje que escribe no soy necesariamente yo mismo, en un punto estoy como un ser consciente, en otro la creacin que nace del choque mo contra mi doble, ese personaje que es quien yo quisiera ser tal vez. Por eso el poeta es quizs uno de los menos indicados para decir cmo crea. Cuando el poeta quiere encontrar algo se echa a dormir, me parece que lo dice Len Felipe. Habitualmente el poema nace en m como un vago ruido que debe organizarse alrededor de la palabra o la frase clave o una imagen visual que ese mismo ruido o ritmo mejor dicho, concita. No puedo concebir luego el poema en la memoria, sino que debo escribir la palabra o frase clave en un papel, y ver cmo se van organizando alrededor de ella las dems. Nunca corrijo, sino que escribo varias versiones, para elegir una, en la cual trabajo. A veces queda limpia de toda intervencin posterior, otras veces empiezo a podar y corregir en exceso, quitando espontaneidad. Creo que algo de eso me ocurri en la Crnica del Forastero. Pero en realidad, nunca s en verdad lo que voy a decir hasta que no lo he dicho.

    VIReleo este trabajo, como de costumbre me siento disconforme de l, pero hemos llegado a un fin y eso no carece de importancia.Me molesta el tono impostado y dogmtico que he solido adoptar, as como el de querer decir verdades ltimas. De veras, muchas veces no s si soy poeta o no, no s si sobrevivir de lo que he escrito por lo menos "algunas palabras verdaderas" como peda Antonio Machado. Pero "nuestra duda es nuestra pasin y nuestra pasin es nuestra tarea". No soy humilde, al estilo de los que dicen, como deca la violeta, "a humilde a m no me la gana nadie", pero tampoco seguro de si lo que escribo vale ante los dems y ante m mismo. Tal vez alguna vez ya no escriba ms poesa, tal vez siga en esta tarea que nadie sino yo mismo me he impuesto, no para vender nada, sino para salvar mi alma, en el sentido figurado y literal.Bien, si difcilmente he podido comunicar algo pido disculpas afirmando como lo hace Humpty Dumpty en Alicia a travs del espejo que las palabras no significan sino lo que nosotros queremos

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    que signifiquen. De todos modos, para terminar dir que "el vino y la poesa con su oscuro silencio" dan respuesta a

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    cuanta pregunta se le formule y que si mi amigo el poeta Nicanor Parra escribe "Total cero" en un "artefacto" de epitafio a Pablo de Rokha yo prefiero decir con Paul Eluard que "toda caricia, toda confianza sobrevivir", y con Ren Char: "A cada derrumbe de las pruebas el poeta responde con una salva por el porvenir".

    1968

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    Para ngeles y Gorriones

    (Ediciones Puelche, 1956)

    OTOO SECRETO

    Cuando las amadas palabras cotidianas pierden su sentidoy no se puede nombrar ni el pan, ni el agua, ni la ventana,y ha sido falso todo dalogo que no sea con nuestra desolada imagen,an se miran las destrozadas estampas en el libro del hermano menor,es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa, y ver que en el viejo armario conservan su alegrael licor de guindas que prepar la abuelay las manzanas puestas a guardar.

    Cuando la forma de los rbolesya no es sino el leve recuerdo de su forma, una mentira inventadapor la turbia memoria del otoo, y los das tienen la confusindel desvn a donde nadie subey la cruel blancura de la eternidad hace que la luz huya de s misma, algo nos recuerda la verdadque amamos antes de conocer:las ramas se quiebran levemente, el palomar se

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    llena de aleteos,el granero suea otra vez con el sol, encendemos para la fiestalos plidos candelabros del saln polvoriento y el silencio nos revela el secretoque no queramos escuchar.

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    BAJO UN VIEJO TECHO

    Esta noche duermo bajo un viejo techo;los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo, y el nio que hay en m renace en mi sueo,aspira de nuevo el olor de los muebles de roble, y mira lleno de miedo hacia la ventana,pues sabe que ninguna estrella resucita.

    Esa noche o caer las nueces del nogal, escuch los consejos del reloj de pndulo, supe que el viento vuelca una copa del cielo, que las sombras se extiendeny la tierra las bebe sin amarlas,pero el rbol de mi sueo slo daba hojas verdesque maduraban en la maana con el canto del gallo.

    Esta noche duermo bajo un viejo techo,los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo, pero s que no hay maanas y no hay cantos de gallos, abro los ojos, para no ver reseco el rbol de mis sueos, y bajo l, la muerte que me tiende la mano.

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    SENTADOS FRENTE AL FUEGO

    Sentados frente al fuego que envejece miro su rostro sin decir palabra.Miro el jarro de greda donde an queda vino, miro nuestras sombras movidas por las llamas.

    Esta es la misma estacin que descubrimos juntos, a pesar de su rostro frente al fuego,y de nuestras sombras movidas por las llamas. Quizs si yo pudiera encontrar una palabra.

    Esta es la misma estacin que descubrimos juntos: an cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia. Pero nuestras sombras movidas por las llamas viven ms que nosotros.

    S, sta es la misma estacin que descubrimos juntos:Yo llenaba esas manos de cerezas, esas manos llenaban mi vaso de vino.Ella mira el fuego que envejece.

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    LA LTIMA ISLA

    De nuevo vida y muerte se confunden como en el patio de la casala entrada de las carretascon el ruido del balde en el pozo.De nuevo el cielo recuerda con odio la herida del relmpago,y los almendros no quieren pensaren sus negras races.

    El silencio no puede seguir siendo mi lenguaje, pero slo encuentro esas palabras irrealesque los muertos les dirigen a los astros y a las hormigas,y de mi memoria desaparecen el amor y la alegra como la luz de una jarra de agualanzada intilmente contra las tinieblas.

    De nuevo slo se escuchael crepitar inextinguible de la lluvia que cae y cae sin saber por quparecida a la anciana solitaria que sigue tejiendo y tejiendo;y se quiere huir hacia un pueblodonde un trompo todava no deja de girar esperando que yo lo recoja,pero donde se ponen los pies desaparecen los caminos,y es mejor quedarse inmvil en este cuartopues quizs ha llegado el trmino del mundo, y la lluvia es el estril eco de ese fin,una cancin que tratan de recordar labios que se deshacen bajo la tierra.

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    EPLOGO

    Tal vez nos queda contemplar el cielo. Nunca estuvo entre nosotros.Aun cuando la lluvia se escurri entre los dedos, y los dedos capturaron al humo en el sueo.No sabamos nada.

    Lo miramos porque un amigonos revel el nombre de una nube,porque una muchacha nos pidi le eligiramos una estrella, o a la salida de la fiestacreyendo que su rostro nos librara de la falsa msica y el vino.

    Ahora nuestros ojos deben olvidar que lo vieron,as el nio olvida su primer paso, y la luz olvida la obscuridad, cuando duerme como una joven bajo la sombra de los castaos.

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    UN JINETE NOCTURNO EN EL PAISAJE

    Siento correr por las venas del campo un jinete nocturno enmascarado.La noche. Galopan en caballos robados los cuatreros arreando los vacunos.

    Surgen los trenes. Las reses se levantan all en los grandes galpones de madera.

    Es la noche, de nuevo. Mi abuelo se despierta, rehecha su condicin antiguay contempla, como ayer, al trigo.Debe andar mi abuelo por los campos recin arados hablando con los pinos, espantando gorriones.Mi abuelo tiene una voz profunda, aprendida del tiempo. El campo est solo, tembloroso. Y l lo mira.

    El vino es un joven bonachn y alegre. Sucede que quiere iluminar la nochey baja a las aldeas, envuelto en una manta.

    La maana tiene olor a pan recin amasado.La ropa recin lavada dice "adis" en los patios. Un fantasma penetra en la leera.Ms all de las nubes viene el granizo, bandolero blanco, asaltante de huertos.

    Y es la noche.Va a penetrar al puebloun jinete nocturno enmascarado.

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    El cielo cae con las hojas Ediciones Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile

    Editorial UniversitariaSantiago de Chile, 1958

    PARA CANTAR

    Los caballos se detienen.

    Los belfos de los caballos desordenan el agua y mezclan el rostro de las hojas.Hemos llegado cerca de un pueblo.La niebla rodea casas que apenas existen.

    Viajemos, antes que las aves den comienzo al verano, Cuando vuelvan al esteroen busca de su olvidada imagen.

    Vamos hacia un lugar que no conozco, pero cuyo reflejo me permite vivir.El camino se pierde en la niebla.Vamos, lento trote de caballos,el agua an no se escurre de vuestros belfos.

    Viajemos, antes que las aves den comienzo al verano, cuando en el estero encuentren su antigua imagen olvidada.

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    ALEGRA

    Centellean los rielespero nadie piensa en viajar. De la sidrera viene olora manzanas recin molidas.Sabemos que nunca estaremos solos mientras haya un puado de tierra fresca.

    La llovizna es una oveja compasiva lamiendo las heridashechas por el viento de invierno. La sangre de las manzanas ilumina la sidrera.

    Desaparece la linterna roja del ltimo carro del tren. Los vagabundos duermen a la sombra de los tilos.A nosotros nos basta mirarun puado de tierra en nuestras manos.

    Es bueno beber un vaso de cerveza para prolongar la tarde.Recordar el centelleo de los rieles. Recordar la tristezadormida como una vieja sirvienta en un rincn de la casa.Contarles a los amigos desaparecidos que afuera llueve en voz bajay tener en las manosun puado de tierra fresca.

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    TWILIGHT

    Todava yace bajo el manzanoel tlburi cansado de los abuelos.Quin recoger esas manzanasdonde an brilla un sol de otra poca? El cerco se pudre.La oruga invade al jardn. Alguien mira al tlburiy apenas lo distingue en la luz oscilanteentre la tarde y la noche.

    Bodas y entierros.Una tarde entera luchando contra el barro cuando bamos al pueblo recin fundado.Un viaje de ebrios entre la susurrante penumbra esquivando las ramas enloquecidas.Viajamos y viajamosan sabiendo que todo no puede sino terminar en una casa miserable desde donde se miraesa luz obstinada en pelear contra la noche.

    Quin recoger las manzanasdonde an puede vivir un sol de otra poca? La oruga invade el jardn.El da no alcanza a refugiarse en la casa.Para huir de la oscuridad slo hay un tlburi cansado que no se cansa de luchar contra la noche

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    El rbol de la memoria

    Imprenta Arancibia Hnos. 1961

    CAMINO RURAL

    Solitario camino rural a fines del veranoQue puedo hacertroncos podridos sobre el charco?

    Temo llegar al pueblo cuando la niebla se desprende de la tierra. Temo llegar al pueblo porque a otro esperan alllas mujeres que duermen en montones de heno. Para otro van a amasar pan las hermanas esta noche.Para otro contarn historias los que encienden hogueras en los barbechos.

    Aparecen lejanas luces como dbiles taidos de guitarras. Las perdices silbanllamando a sus parejas.El pozo se aniega de hojas de castaos. Alguien cierra las ventanaspara no sentir el cruel olora glicinas de otro verano. Salen estrellas desesperadascomo abejas que no pueden hallar el colmenar.

    Adis, troncos podridos sobre el charco! Voy hacia un pueblo donde nadie me espera por un solitario camino rurala fines del verano.

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    ANDENES

    Te gusta llegar a la estacin cuando el reloj de pared tictaquea, tictaquea en la oficina del jefe-estacin. Cuando la tarde cierra sus prpadosde viajera fatigaday los rieles ya se pierdenbajo el holln de la oscuridad.

    Te gusta quedarte en la estacin desierta cuando no puedes abolir la memoria, como las nubes de vaporlos contornos de las locomotoras, y te gusta ver pasar el vientoque silba como un vagabundo aburrido de caminar sobre los rieles.

    Tictaqueo del reloj. Ves de nuevolos pueblos cuyos nombres nunca aprendiste, el pueblo donde queras llegarcomo el nio el da de su cumpleaos y los viajes de vuelta de vacacionescuando eras para los parientes que te esperaban- slo un alumno fracasado con olor a cerveza.

    Tictaqueo del reloj. El jefe-estacinjuega un solitario. El reloj sigue diciendo que la noche es el nico trenque puede llegar a este pueblo,y a ti te gusta estar inmvil escuchndolo mientras el holln de la oscuridadhace desaparecer los durmientes de la va.

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    MUERTE Y RESURRECCIN

    IAntes que de nuevo florecierala sangre en la piedra de sacrificio haba un puerto de das tranquilos como ruidos de remos en el agua. All haba tiempo de sobrapara escuchar horas y horas el gritero de las gaviotas,o buscar una vertiente para beber tras las caceras de otoo, o dormir largas tardes escuchando entre sueosa los pinos de cara arrugadaque enseaban a hablar a los primeros brotes de la primavera. Hasta que de pronto todo volvi a ser como en el principio: slo el fro y el chillido de un pjaro,slo el ruido de las olasrompiendo un esqueleto lanzado al requeri.

    Antes de que otra vez las hechiceras de la tribu sintieran que la tierrapeda la sangre de un inocente para calmar al ocano, en los grandes das de 1900cuando los vapores llegaban cargados de trigo por el ro:haba un pueblo rodeado de bosques en incendio,y de sementeras que conocan slo pasos de pies desnudos. Pueblo de curas y de cantinas,de pescadores con hijos hambrientos, de muchachas rubiasrodeadas de espinos blancos a la salida de la novena y de prostitutas sarnosas en torno a braseros.Pueblo en donde nadie tena sueosy se enterraba a los muertos en un cerro lejano pero se los senta respirar en el polvo y el barro, hasta que todo volvi a su comienzo:s lo el fro y el chillido de un pjaro,solo las olas rompiendo un esqueleto lanzado al roquero.

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    II

    La tierra devuelve a las aguaslo que les pertenece desde antes del principio de los tiempos,y en el pueblo no queda nadie para colocar una luz en la ventana que gue la llegada del albadespus que el mar se retira, cumplida su faena, dejando a la oscuridad y la muertedueas de todas las calles:la calle del molino, la calle del aserradero, la calle del muelle, la calle de 1as carretas. En los cerros y bosquesyerran los hombres encendiendo fogatas como los antepasadosy llamndose con nombres confusos que nunca conocieron antes.La hojarasca de las madres se arrastra llorosay los hijos slo hallan refugio en brazos de extraos.

    La locura y el miedotaen sus campanas entre la oscuridad y las ruinas y les contestan los perrosque buscan intilmente a sus amos en los matorrales y pantanos mientras en el roquero las olas quiebran el esqueletodel nio que les fuera entregado.

  • 30

    III

    Una lluviosa primavera resucita como de costumbre hablando con las mismas hojasque rodearon el sueo de la Bella Durmiente y restaa las heridas de la costa,mientras el sol despreocupado pasea en mangas de camisa y al pie del roquerolas algas envuelven con dulzura el esqueleto del inocente.

    En el cementerio del cerrola primavera se detiene para que florezcan amapolas en los prpados de los muertos.Los martillazos y los chillidos de las tablas anuncian que el pueblo resucitacomo el vaso quebrado en el cual pondremos las mismas lucirnagas que los abuelos persiguieron en una primavera de 1900.

    El pueblo nace de nuevode manos de los rsticos que fueron amenazados de fusilamiento si reclamaban el pan que les perteneca;nace de nuevo de manos de aquellosa quienes los poderosos condenan a pudrirse como los jergones de paja en las crceles.Y la primavera que recorre las playas abandonadas hace callar al oleajey escucha los lejanos cnticos de resurreccin.

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    Poemas del pas de nunca jams

    Coleccin El Viento en la llama Imprenta Arancibia Hnos. Santiago de Chile, 1963

    UN DESCONOCIDO SILBA EN EL BOSQUE

    Un desconocido silba en el bosque. Los patios se llenan de niebla.El padre lee un cuento de hadasy el hermano muerto escucha tras la puerta.

    Se apaga en la ventanala buja que nos sealaba el camino.No hallbamos la hora de volver a casa, pero nos detenemos sin saber donde ir cuando un desconocido silba en el bosque.

    Detrs de nuestros prpados surge el invierno trayendo una nieve que no es de este mundoy que borra nuestras huellas y las huellas del sol cuando un desconocido silba en el bosque.

    Debamos decir que ya no nos esperen, pero hemos cambiado de lenguajey nadie podr comprender a los que omos a un desconocido silbar en el bosque.

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    JUEGOS

    A Sebastin y Carolina

    Los nios juegan en sillas diminutas,los grandes no tienen nada con qu jugar. Los grandes dicen a los niosque se debe hablar en voz baja. Los grandes estn de piejunto a la luz ruinosa de la tarde.

    Los nios reciben de la noche los cuentos que llegancomo un tropel de terneros manchados, mientras los grandes repitenque se debe hablar en voz baja.

    Los nios se esconden bajo la escalera de caracol contando sus historias incontablescomo mazorcas asolendose en los techos y para los grandes slo llega el silenciovaco como un muro que ya no recorren sombras.

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    LOS DOMINIOS PERDIDOS

    A Alain-Fournier

    Estrellas rojas y blancas nacan de tus manos. Era en 189... en la Chapelle d'Anguillon,eran las estrellas eternasdel cielo de la adolescencia.En la noche apagaste las lmparaspara que hallramos los caminos perdidosque nos llevan hacia un lad roto y trajes de otra poca, hacia una caballeriza ruinosa y un granero de fiestaen donde se renen muchachas y ancianas que lo perdonan todo.

    Pues lo que importa no es la luz que encendemos da a da, sino la que alguna vez apagamospara guardar la memoria secreta de la luz.Lo que importa no es la casa de todos los das sino aquella oculta en un recodo de los sueos. Lo que importa no es el carruajesino sus huellas descubiertas por azar en el barro. Lo que importa no es la lluviasino sus recuerdos tras los ventanales del pleno verano.

    Te encontramos en la ltima calle de una aldea surea.Eras un vagabundo de barba crecida con una nia en brazos, era tu sombra la sombra del desaparecido en 1914-que se detena a mirar a los nios jugar a los bandidos,o perseguir gansos bajo una desganada llovizna, o ayudar a sus madres a desvainar arvejasmientras las nubes pasaban como una desconocida, la nica que de verdad nos hubiese amado.

    Anochece.Y al taido de una campana llamando a la fiesta se rompe la dura corteza de las apariencias.Aparecen la casa vigilada por glicinas, una muchacha leyendo en la glorieta bajo el piar de

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    gorriones,el ruido de las ruedas de un barco lejano.

    La realidad secreta brillaba como un fruto maduro. Empezaron a encender las luces del pueblo.Los nios entraron a sus casas. Omos el silbido del

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    titiritero que te llamaba.T desapareciste dicindonos: "No hay casa, ni padres, ni amor: slo hay compaeros de juego". Y apagaste todas las lucespara que encendiramospara siempre las estrellas de la adolescenciaque nacieron de tus manos en un atardecer de mil ochocientosnoventa y tantos.

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    EN LA SECRETA CASA DE LA NOCHE

    Cuando ella y yo nos ocultamos en la secreta casa de la nochea la hora en que los pescadores furtivosreparan sus redes tras los matorrales, aunque todas las estrellas cayeranyo no tendra ningn deseo que pedirles.

    Y no importa que el viento olvide mi nombre y pase dando gritos burlonescomo un campesino ebrio que vuelve de la feria, porque ella y yo estamos ocultosen la secreta casa de la noche.

    Ella pasea por mi cuarto como la sombra desnudade los manzanos en el muro,y su cuerpo se enciende como un rbol de pascua para una fiesta de ngeles perdidos.

    El temporal del ltimo trenpasa remeciendo las casas de madera. Las madres cierran todas las puertasy los pescadores furtivos van a repletar sus redes mientras ella y yo nos ocultamosen la casa secreta de la noche.

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    CARTA DE LLUVIA

    Si atraviesas las estaciones conservando en tus manosla lluvia de la infancia que debimos compartirnos reuniremos en el lugardonde los sueos corren jubilosos como ovejas liberadas del corraly en donde brillar sobre nosotros la estrella que nos fuera prometida.

    Pero ahora te envo esta carta de lluvia que te lleva un jinete de lluviapor caminos acostumbrados a la lluvia.

    Ruega por m, reloj,en estas horas montonas como ronroneos de gatos. He vuelto al lugar que hace renacerLa ceniza de los fantasmas que odio. Alguna vez sal al patioa decirle a los conejosque el amor haba muerto.Aqu no debo recordar a nadie. Aqu debo olvidar los aromos porque la mano que cort aromos ahora cava una fosa.

    El pasto ha crecido demasiado. En el techo de la casa vecinase pudre una pelota de trapo dejada por un nio muerto. Entre las tablas del cercome vienen a mirar rostros que crea olvidados. Mi amigo espera en vano que en el ro centellee su buena estrella.

    T, como en mis sueos vienes atravesando las

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    estaciones,con las lluvias de la infancia en tus manos hechas cntaro.En el invierno nos reunir el fuego que encenderemos juntos.Nuestros cuerpos harn las noches tibias

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    como el aliento de los bueyesy al despertar ver que el pan sobre la mesatiene un resplandor ms grande que el de los planetas enemigos cuando lo partan tus manos de adolescente.

    Pero ahora te envo una carta de lluvia que te lleva un jinete de lluviapor caminos acostumbrados a la lluvia.

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    Poemas secretos.

    Ediciones de los Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1965

    LA PORTADORA

    Y si te amo, es porque veo en ti la Portadora,la que, sin saberlo, trae la blanca estrella de la maana, el anuncio del viajea travs de das y das trenzados como las hebras de la lluviacuya cabellera, como la tuya, me sigue.Pues bien s yo que el cuerpo no es sino una palabra ms,ms all del fatigado aliento nocturno que se mezcla, la rama de canelo que los sueos agitan tras cada muerte que nos une,pues bien s yo que t y yo no somos sino una palabra msque terminar de pronunciarse tras dispensarse una a otracomo los ciegos entre ellos se dispensan el vino, ese sol que brilla para quienes nunca vern.

    Y nuestros das son palabras pronunciadas por otros, palabras que esconden palabras ms grandes.Por eso te digo tras las plidas mscaras de estas palabras y antes de callar para mostrar mi verdadero rostro:"Toma mi mano. Piensa que estamos entre la multitud aturdiday satisfecha ante las puertas infernales,y que ante esas puertas, por un momento, llenos de compasin, aprisionamos amor en nuestras manosy tal vez nos ser dispensadoconservar el recuerdo de una sola palabra amada y el recuerdo de ese gesto,lo nico nuestro".

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    PARA HABLAR CON LOS MUERTOS

    Para hablar con los muertos hay que elegir palabrasque ellos reconozcan tan fcilmente como sus manosreconocan el pelaje de sus perros en la oscuridad. Palabras claras y tranquilascomo el agua del torrente domesticada en la copao las sillas ordenadas por la madre despus que se han ido los invitados. Palabras que la noche acojacomo los pantanos a los fuegos fatuos.

    Para hablar con los muertos hay que saber esperar:ellos son miedososcomo los primeros pasos de un nio. Pero si tenemos pacienciaun da nos responderncon una hoja de lamo atrapada por un espejo roto, con una llama de sbito reanimada en la chimenea con un regreso oscuro de pjarosfrente a la mirada de una muchacha que aguarda inmvil en un umbral.

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    EL VINO DERRAMADO

    Cuando las ltimas casas del pueblo tienen miedoy las calles tiemblan como mangas de camisas al viento porque se acerca el cuchillo de la noche,aparecen cardos que traenlos mensajes blancos de la maana desterrada.

    El silencio rodea y oculta la aldea desde la garita del guardacruzadascuyo fantasma an viene a ver si pasan trenes, hasta la bodega que todavia suea con carretas.El silencio que slo permite el agrio chirrido de las norias y me acoge en la plazacomo a un antiguo compaero de curso.

    El cielo es el espejo que se acercapara recoger el aliento de un moribundo. Pero un solo cardo puede vencer la noche. Un cardo blanco que atraviesa el pueblo esperando que alguien lo atrape.

    De pronto se oyen caballosque cruzan el puente de madera.Hay ancianos que se despiertan para oirlos recordando las leyendas que iluminaron el oro sombro de los das otoales.Algo indecible revelany el vino derramado de la oscuridad significa alegria.

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    DONDE UNA VEZ

    Donde una vezlos ros de los das fluyeron arrastrando lucirnagas,ahora los resecos lechos acunan duendes burlones que en la noche descuelgan las estrellasdejadas por los amigos aldeanos.

    Donde una vezlas tijeras de las mareas rompian las rocas,ahora las cadenas de las lluvias amarran a todos los viajeros.

    Donde una vezlos nios jubilosos gritaronsu descubrimiento del mar de los delfines, ahora desiertos sin arcasno atesoran ni la plata de un pez.

    Donde una vezlas trompetas de los bosques amarillos derribaron los muros de las nieblas, ahora ni una mano podria hallarel rbol de la buena suerte.

    Ahora solos,solitarios en el centro del espaciolos proscritos que an no se conocen velan al borde de las hoguerasesperando el estatllido de las nuevas navidades.

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    DARA TODO EL ORO DEL MUNDO

    Dara todo el oro del mundopor sentir de nuevo en mi camisa las fras monedas de la lluvia.

    Por or rodar el aro de alambre en que un nio descalzolleva el sol a un puente.

    Por ver aparecer caballos y cometasen los sitios vacos de mi juventud.

    Por oler otra vezlos buenos hijos de la harinaque oculta bajo su delantal la mesa.

    Para gustarla leche del albaque va llenando los pozos olvidados.

    Dara no s cuntopor descansar en la tierracon las fras monedas de plata de la lluvia cerrndome los ojos.

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    DETRAS DE LAS COLINAS

    Detrs de las colinas siempre es inviernoHay becasinas lentas sobre las vegas y cazadores que acechan su vuelo. Hay amigos que han esperado aos para compartir un viejo vino.

    Detrs de las colinas siempre hay nieblael alba no amanece sobre yermos de ortiga ni en cuclillas al solel sastre del tiempo cose nuestra mortaja.

    Detrs de las colinas siempre es invierno y la muerte se abre como una mano donde cabe toda la noche,mientras aqu sobrevivires una vieja y gastada historia.

    Detrs de las colinas siempre es invierno.

  • 46

    POEMAS ANTES DE SER POEMAS

    1An quedan en el barro pequeas huellas del queltehue muerto esta maana.2Una locomotora de hojalata abandonada entre malezas. Una araa teje en ella su redy slo atrapa una gota de roco.

    3Mosca,que sobrevives al verano,al fin tengo alguien con quien hablar

    4Nieva,y todos en la ciudadquisieran cambiar de nombre.

    5Un gato vagabundo instalado sobre el cercoes ms grande que el parque y la casa seorial extendidos detrs suyo.

    6Nos dejan de herencia la Bomba.Pero ella caerslo sobre nosotros.

    7Los perros rodean en el patioal invitado triste de los domingos. Slo los gorriones lo saludan.

    8Yo me invito a entrar a la casa

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    del vinocuyas puertas siempre abiertas

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    no sirven para no salir.9Bajo una misma lmpara unos escriben poemas otros falsifican moneda.10Temo no verte mscuando la pompa de jabn que impulsas por la ventana se lleva reflejado tu rostro.

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    Crnica del forastero Imprenta Arancibia

    Hnos. Santiago de Chile, 1968

    CRNICA DEL FORASTERO

    (Fragmentos) I

    En el fondo de toda lejana se alza tu casa

    Hermann Broch

    "No hay que silbar en la oscuridad". S,no debo llamar al perro ya desaparecido.Debo regresar solo.

    La casa se abrey es una fosa donde dormir amparado por las hojas,un manantial interminable para el desierto medioda.Mi rostro quiere recuperar la luz que lo iluminaba en el verano trado por la corriente del ro.

    Frente al molinodescargan los sacos de una carreta triguera con los gestos de hace cien aos.Los gestos son los mismosaunque la tierra se llene de cohetes que llevan hacia otros mundos.

    En el patio invadido de colas-de-zorro un caballo se acerca a olerla trilladora mohosa.

    Frente al umbral

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    recibo la volcada copa de vino aejo del sol de un nuevo da.

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    Los gallos me despiertan y sus cantosprometen ayudarme a alzar la casa.

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    II

    Veo pasar un rostro desconocidoen el canal que corre frente a la casa. Ese rostroser mi rostro un da.

    Surge un primo muerto, jinete en un tordillo.Ahora desaparece en la polvareda de los eternos eneros. El abuelo se mira en el canal.El abuelo grita que cierren la puertay en la galera bebe su blanco vaso de aguardiente.

  • 53

    III

    Los yuyos derrochan su oro al viento.Estoy buscando caracoles para ponerlos al sol: "Caracol, caracol..." El primer barco es detenido por un guijarro.(Quien va a reparar nunca esa pena).

    Te hablo a t, que has muerto.T has muerto, tu perro ha muerto ahogado.Pero si cierras los ojos vendr a encontrarte a orillas del ro. No temas: te hallars con el nio que viva a orillas del ro.

    Vives frente al molino.La maana est llena de carretas cargadas de trigo hasta el cielo. El polvillo de la molienda inunda el patio.Los mapuches pacientes esperan vender su escaso trigo.Te asomas a la bodega a ver dormir los sacos.Cavas la tierra en busca de tesoros guardados por los gnomos. Si comes toda la sopa te llevarn al circo.La primera vez que fuiste al cine te dio terror: soldados en paso de parada se precipitaban sobre ti. Te ensean a saludar con el puo en alto.Es en 1938 y va a triunfar el Frente Popular.Una vez te llevaron a la iglesia, pero slo sentiste miedo ante las imgenes sangrantes.

    Una anciana te dio una lmpara. Durante aos has buscado su luz,para que te saluden las sombras de otro tiempo.

    Una lmpara humilde que revele las races,que haga crecer la oscuridad protectoracontra la luz cruel y sin memoria.

    En los ojos de los bueyesves hundirse el ro la calle donde creciste. Te llevan al cementerioa dejarle flores a la hermana.Haba que arreglar la tumba familiar.Restos de pequeos huesos chocaban con la pala. Se sabe sin embargo, que la vida

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    es eterna.

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    Maana de verano (harina y lomas amarillas). Subes a la carretela del panadero. Yo te veodoblar la esquinaperderteuna maana de pjaros y leche.

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    X

    Vamos a pasear por los extraos pueblos.Eliseo Diego.

    La noche era un trozo de carbn a punto de arder.Nada ms hermoso que ver al fogonero lanzar paladas. El horno cambiaba el carbn por oro.Te dejaron subir a la locomotora.Hay que amar a la locomotora como a un gran animal domstico, amar sus resoplidos, sus nubes de vapor,la lluvia de holln con que te bautiza cada estacin.

    Pero ya han pasado todos los trenes. Han pasado los trenes, la segura rotacin de los juegos de las cuatro estaciones: el trompo, el volantn, las bolitas, el emboque. Todo eso es triste. Mientras escribo unos gatos nuevos mallan tristemente. Y recuerdo el placer de poner mi nombre en los cuadernos el primer da de clases.

    Te asomas alarmado a la ventanilla del vagn.Tu padre baj al andn para hablar con un amigo, temes or de un momento a otro el silbato de partida. Empiezas a conocer los pueblos de la Frontera. Tienen nombres que en la lengua de la Tierraquieren decir: "Guanaco echado", "Ro de brujos", "Lugar de cenizas". Viste apolillarse los columpios de una plaza de juegos.

    Un zapatero nos saludaba con la V de la victoria.Se hablaba de la pelea de Godoy con Joe Louis y de la batalla de Stalingrado.

    Hubo un desfile celebrando la cada de Berlny la Bomba Atmica era el fin de todas las guerras.

    En un pueblo alojabas en casa de una ta y leas el "Pacfico Magazine" con noticias de la Guerra del 14,en otro viste que al atardecer la gente iba llevando sillas para asistir a una funcin de cine,en otro escuchaste a los msicos de la Banda Municipal tocar "Titina" en un kiosco a punto de caer.

    Das de descubrir las aldeascomo ms tarde el sabor de cada bebida,peligrosos como los cercos de alambre de pa en donde uno puede

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    enredarse al salir de caza.

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    Aldeas que he recorridopor calles fangosas que llevan a las afueras.All hay gente que muere sin haber visto nunca el mar. Hay muchachos jugando ftbol.Se cantan rondas que ya no se escuchan en las ciudades:

    Yo me quera casarcon un mocito barbero. Me sentaron en una silla y me cortaron el pelo...

    En el bar del Hotel estuve esperando las campanadas que anuncian la llegada del tren.Pero los nuevos amigos hicieron llegar nuevas botellas. Y all estuvimos hasta el alba de los trenes de carga.

    Una vez aguardando la llegada de un tren, bajo un aguacero, me hice amigo de un pobre organillero.El viento, el fro y la lluvia velaban con nuestra espera, antes que subiramos al carro de tercera.

    S, he vuelto a los pueblos tantas vecesporque el tiempo me suele tener en su guarda.Y siempre llego por calles barrosas a las afueras donde los hijos de mis compaeros de curso juegan el mismo eterno partido de ftbol.

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    XIV

    H Dieu! Si j'eusse tudi au temps de ma jeunesse folle.

    Francois Villon.

    Somos los ociosos que en la tarde se renen en la plaza. Entraremosa ver las llovidas pelculas que llegan de provincia. Canta Jeanette Macdonald y responde Nelson Eddy. Rernos con Laurel y Hardy. Y de pronto "El Muelle de las Brumas" y "Grandes Ilusiones".En los barrios bajos, negras ollas sin fuego.Se habla del Centenario del Manifiesto Comunista.Hay campos de concentracin y un Fantasma recorre el mundo. Un zapatero nos presta libros y diarios perseguidos.Sabemos ms all de las puertas que se empujan o cierran cada dams all del parloteo alrededor de la sopa de cada dacuando en la maana vemos la hierba encanecida y quebramos la escarcha de la jofainaque se debe esperar, esperar. (Tenamos aos y aos por delantey esperanzas y esperanzas como las calles interminables y las estrellas sobre nuestrascabezas).No soamos con ser mdicos ni abogados, ni empleados de banco. Para otros estel pasear como tenientes con las buenas muchachas del pueblo (sin embargo, cunto daramos para que apareciera una mujer en el fro lecho de estudiante). Leemos a hurtadillas bajo el pupitre, o bajo las suciasampolletas de las pensiones a Dostoievski, Hesse, Knut Hamsun... Somos los que vivenal otro lado del ro o de la va frrea...Tarde en la Feria de Entretenciones. Un fro viento nos hace envolvemos en las bufandas. Miro

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    a la muchacha del Tiro al Blanco que coquetea conlos conscriptos. La rueda gigantenos invita a huir del cielo y de la tierra.

    La lluvia dispersa a todo el mundo, sin dejarnos ganar ni una botella al juego de las argollas.

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    Un milln de blancas palomas de mazva a iluminar los sueos de los nios del barrio.

    Adis muchachos. A medianocheesa cancin en la victrola a cuerda del prostbulo. El dinero alcanza slo para una cerveza (remolino de turbina amarga dentro de la piel fra del vaso).

    Estrellas tiernasnacen entre los cerezos. Los caballos mojados de los carabinerosdan topetones a los cercos. Una prostitutahabla de su novio y de su casa junto a un lago. Otradiscute su precio con un pastor evanglico. Adis muchachos.

    Esperbamos algo, sin duda,algo entre las puertas que abramos y cerrbamos, cuando tras romper la escarcha de las jofainasel da nos saludaba con un muro a punto de caer, noticias de nuevas guerras;algo al no creer en la rutina de los mayoresy escribir en los cercos por la paz, el pan, la libertad. Crecan bajo nosotros races de nuevos mundos.

    Ahora,uno me escribe: Vivo en un pueblo donde me llaman el loco y los nios me tiran piedras cuando paso por las calles. Otros son oscuros oficinistas y yacenen una pieza de pensin con toda su familia. Otros explotan la Revolucin que no quieren y viajana su costa por el mundo. Otros suean con ser gerentes. Otros duermen en vagones de carga y necesitan tratamientos antialcohlicos y psiquiatras. Adis muchachos...

    Y yojuego con los recurdos a la gallina ciega.

    Abramos las manos:

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    las larvas son mariposas blancas volando sobre las tumbas

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    sobre las cuales jugamos brisca.

    Veo un amigo tratandode atrapar una trucha en el estero.Hemos hecho la cimarra para buscar digees.Y dejamos que el cielolibremente haga madurar nuestros rostros.

    Nos reunimos en las afueras del Conventoque estuvo cerrado por el crimen de un cura. Una muchacha se asoma entre los visillos de la ventana de enfrente.Una muchacha debiera sonrernos.

    Quin soy yo? Quin pensabas t que yo sera?- Djate de jugar a los recuerdos. Aqu ests despus de aos y aos.De tantos das con olor a ropa mojada y tedio infinito en las salas del Liceo. De viajesde un pueblo a otro. De prostitutas que hablabande novios y casas a orillas de un lago. De horas acodados en las vidrieras de los almacenes.Y si yo hubiera sido un buen alumno, no recordara el olor a ilang-ilang -fantasma adolescente-,las lgrimas por nada en estaciones vacas,el cuerpo de mujer deseado en el cuarto de pensin, el vino y la lectura compartida con los artesanos.

    Vuelo blancode una mariposa que

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    muere entre habas nuevas.

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    XV

    Ninguna ciudad es ms grande que mis sueos. Volver al invierno del surcuando las races blanqueadas por la lluvia muestren la calavera del tiempobajo el sorpresivo vuelo de carbn y nievede queltehues que no se cansan de pedir agua.

    Pasado el Puente del Mallecomi amigo me invita a comer de sus provisiones.

    Hablamos con nuestros compaeros de banco:un militar jubilado y un campesino de manta de Castilla. Nos invitan a tomar pipeo.Nos desafan a jugar brisca. El tren se detiene.Trazo un crculo en la ventanilla borrando el aliento de la noche: No hay estrellas.Slo un pobre nido de luces sobre una estacin.Alguien despierta y mira como si nunca hubiese viajado. Atravieso el Bo-Bo y avanzan pueblos terrososque no me doy el trabajo de mirar. Entrego mi pasaje al conductor.Los vagones forman un largo cortejo.En la madrugada entumecida de Chillan tomamos caf con aguardiente.El sol del alba nos levanta los prpados cerca de Rancagua (all vimos una vez predicar al Cristo de Elqui).El mismo ciego de la infancia sigue tocando su guitarra. Se llega a la Estacin Central perdido entre el gento.La ramazn de fierro retiene el eco de nuestros pasos para mascullar oscuras canciones.Vagar por las calles y sin querer me detendr frente a una bodega. Hay un libre olor a tierra tras la lluvia, vuelvo al patio donde saludo la nubecilla enviada por la ltima locomotora a vapor.

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    XVI

    Ils m'ont demand si j'avais le travail facileCe ne sont pourtant des

    imbciles. El cependant ce qu'ils m'ont demand est bete, Comme on voit bien

    qu'ils n'ont jamais t potes!Andr Salmon.

    Se empieza a saberque slo sirven las lmparas que congregan a las sombras.

    El invierno de la realidad oculta una Bella Durmiente y ella despertar con las palabrasde los poetas de hace uno o dos mil aos.Las palabras del pobre estudiante Villon, condenado a muerte tras gastar sus monedas en putas y vino en la ciudad rodeada de lobos y de nieve.Las de Rimbaud apareciendo en medio de una eternidad de clidas lgrimas, los puentes levadizos se alzan ante sus plantillas de viento,lo veo rapado como un presidiario en Abisinia,dejando entrar Genios y rosales por las ventanas de Bruselas, Francis Jammes habla con los asnos rumbo al Paraso,Edgar Poe delira por las calles puritanas de Baltimore, Esenin escribe con sangre su ltimo verso.Milocz entrega sus palabras venidas como gorriones de otro cielo y habla de madrugadas que sorprenden en un amargofro arrabal con el Hiperin en las manos.

    Y t empiezas a sentarte delante de pginas en blanco condenado a perseguir palabrasms difciles de atrapar que moscardones entrando en diciembre a la sala declases.Hay que escribir "aferrndose a ello como el manaco a la droga", sin pretender recibir siquiera "el intil premio de la eternidad"ese premio que un poeta vio esperando a Li Tai Po, siglos y siglos

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    hasta con las pestaas escarchadas.

    Recuerda que tu casa puede desvanecerse como el oleaje rojizo de

    los ciruelos. Pero escribe como el poeta que a los ochenta aosenvi su mensaje al mundo diciendo "que el mundo se vaya al diablo"

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    o como el poeta de la aldeaque nos lea sus versos guardados aos y aos en un armario y en la maana de otoo se olvid de elloscuando vinieron a avisarnos que haba una carrera de caballos a la chilena.

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    XIX

    A Pierre de Place

    Sangre color planeta muerto.Ves correr la sangre de tu mano herida por alambres de pa.

    Conoces la sangre que destilan los pinos,aquella confundida con el pecho imperial de la Iloica, la de las tablas en el aserraderoy sabes que los ros son heridas infligidas por el cielo a la tierra.

    Los mayores aman salir de caza. Te despiertan temprano.Todo el da pasar de potrero a potrero, se treparn los cerros.

    Ves echar aves an palpitantes al morral. Tus pies van a aorar los esterosy la pureza adnica de la maanareluciente como una escopeta recin bruida.

    A veces te dejan disparary an te duele el hombro con el rechazo.Te ensearon que frotando pedernales se enciende una fogata.

    Una vez pasaste un puente de cimbra. Para ir a la escuela atraviesas un puente que el viento hace interminable.Aprendes a leer en diarios que anuncian la Segunda Guerra. Semana a semana leers "El Peneca" ilustrado por Cor.A veces lo irs a comprar a la estacin para saber ms luego la suerte de tus hroes.Llegas atrasado al colegio por ver a Dick Turpingalopando por los caminos reales de Inglaterra.Tus sueos estn iluminados por las linternas que agitan en la "Hispaniola" los piratas.Desde una guardilla oyes el bastn del ciego golpear el hielo. Afrontas tempestades en la Malasia junto a Yez y Sandokn, sufres junto a Coretta y Garrn en el libro "Corazn"y hablas con Gulliver, Robinson Crusoe y Herne el Cazador.

    Todos los domingos vas al cine en

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    matin, sigues las seriales en doce episodios.Sabes que hay mundos ms reales que el mundo donde vives:

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    cualquiera calle puede ser una calle del Far West. Surge Buck Jones jinete en Silver.Buffalo Bill lucha a muerte con los Sioux.Oyes la sirena del auto del Avispn Verde. Si piensas en los muertosellos resucitan junto al reloj de pared como los abuelos de Tylil y Myltil.

    Vives cerca de un convento iluminado por antorchas.Los viajes de Flash Gordon harn que no te asombres de ninguna conquista espacial.

    Mira los puentes que la lluvia hace transparentes.

    Anda al patio a or crecer los naranjos. Qued solo en medio de un bosque.El bosque ya no me reconoca. Hermanos y amigos partieronhacia los cuatro brazos del horizonte.En la lejana se encendan fogatas en crculos de piedra.

    Me sent junto a una hoguera a punto de extinguirse sin poder recordarcules eran las piedras de donde naca el fuego, esas piedras que me ensearon a frotaruna maana de caza.

    El bosque se estremece soandocon los grandes animales que lo recorran. El bosque cierra sus prpadosy me encierra.

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    Muertes y maravillas.Editorial Universitaria

    Santiago de Chile, 1971

    RELATOS

    I

    El vuelo de las aveses un canto recin aprendido por la tierra. El da entra en la casacomo un perro mojado de roco.

    Mira: se encienden las hogueras de los gallos. Los cazadores preparan sus morrales.Los caballos los esperan rompiendo con sus cascos el cielo que apenas pesa sobre lagunas de escarcha.

    T eres un sueo que no recordamospero que nos hace despertar alegres.Una ventana abierta hacia el trigo maduro.Busquemos grosellas junto al cerco cuyos hombros abruman los cerezos silvestres.

    II

    Un viento de otra estacin se lleva la maana. Huyes hacia tu casacuando el viento dobla los pinos de las orillas del ro.Ya no quedan grosellas.Por qu no vuelven los cazadores que vimos partir esta maana?T quieres que nunca haya sucedido nada y en la buhardilla abres un balpara vestirte como novia de otro siglo.

    III

    El abandono silba llamando a sus

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    amigos. La noche y el sueoamarran sus caballos frente a las ventanas.

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    El dueo de casa baja a la bodegaa buscar sidra guardada desde el ao pasado. Se detiene el reloj de pndulo.Clavos oxidados caen de las tablas.El dueo de casa demora demasiadoquizs se ha quedado dormido entre los toneles-. Una maana busqu grosellas al fondo del patio.En la tarde este mismo vientoluchaba con los pinos a orillas del ro. Se detienen los relojes.Oigo pasos de cazadores que quizs han muerto. De pronto no somos sino un puado de sombras que el viento intenta dispersar.

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    CUANDO TODOS SE VAYAN

    A Eduardo Molina Ventura

    Cuando todos se vayan a otros planetas yo quedar en la ciudad abandonada bebiendo un ltimo vaso de cerveza,y luego volver al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la tabernay el nio a cabalgar en el balancn roto.

    Y en el pueblo no tendr nada que hacer, sino echarme lucirnagas a los bolsilloso caminar a orillas de rieles oxidadoso sentarme en el rodo mostrador de un almacn para hablar con antiguos compaeros de escuela.

    Como una araa que recorre los mismos hilos de su red caminar sin prisa por las calles invadidas de malezasmirando los palomares que se vienen abajo, hasta llegar a mi casadonde me encerrar a escuchar discos de un cantante de 1930 sin cuidarme jams de mirarlos caminos infinitostrazados por los cohetes en el espacio.

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    IMAGEN

    Te reconocesen ese nio que esta maana de escarcha sale a comprar pany saluda al lecherocuyo silbato despierta las calles.

    T eres ese nioy eres el nio que a campo traviesa va hacia la casa de los vecinoscon un ganso bajo el brazobajo la luna espiada por cohetesen la que no se vern ya nunca ms la Virgen, San Jos y el Nio.

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    EL POETA DE ESTE MUNDO

    A Ren-Guy Cadou (1920-1951)

    Poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente reunas palabras que eran pedernalesde donde nace un fuego que no es olvidado.Ren -Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero, el aduanero y el contrabandista,vivas en una aldea de seiscientos habitantes. All eras profesor rural,el peso del olor del jardn vecino sofocaba la sala de clasescomo a la sala de clases donde tu padre haba sido maestro.Te gustaba hablar con la gente de cara parecida a ollas de greda, caminar descalzo,ver jugar a las cartas en la taberna.En la noche a la luz de un fuego de espino abras un libro mientras Helena cosa ("Helena como una gota de roco en tu vaso") Tenas un poeta preferido para cada estacin:en otoo era Verlaine, la primavera te traa todas las rosas de Ronsard, el invierno llegaba con el chirriar del carruaje del Grand Meaulnesy la estacin violentael ruido de espadas entrechocndose en una posada de Alejandro Dumas. T nunca estabas solo,te iluminaba el recuerdo de tu padre volviendo de caza en el invierno. Y mientras tus amigos iban al Caf,a la Brasserie Lipp o al Deux Magots,t subas a tu cuartoy te enfrentabas al Rostro radiante.

    En la proa de tu barcote asomabas a ver los caminos de tu pas de hadas y pantanos, caminos trazados como las lneas de un cuaderno de copia. Tus palabras llegabancomo pjaros que saben que siempre hay una ventana abierta al fin del mundo. Y los poemas se encendan como girasolesnacidos de tu corazn profundo y secreto,rescatados de la nostalgia, la nica realidad.

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    T sabas que la poesa debe ser usual como el cielo que nos desborda,que no significa nada si no permite a los hombres acercarse y conocerse. La poesa debe ser una moneda cotidianay debe estar sobre todas las mesascomo el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo.Sabas que las ciudades son accidentes que no prevalecern frente a los rboles, que la poesa no se pregona en las plazas ni se va a vender a los mercados a la moda,que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas,ni el pobre humor de los que quieren llamar la atencin con bromas de payasos pretenciososy que de nada sirvenlos grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir. La poesaes un respirar en pazpara que los dems respiren, un poemaes un pan fresco,un cesto de mimbre. Un poemadebe ser ledo por amigos desconocidos en trenes que siempre se atrasan,o bajo los castaos de las plazas aldeanas.

    Pocos saben aqu lo que es un poema,pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal;pocos saben lo que es un poeta y cmo debe morir un poeta.T moriste en un cuarto en donde se congregaba toda la primavera mirando un cesto con manzanas."He visto morir a un prncipe" dijo uno de tus amigos.

    Y este Primero de Noviembrecuando me rodean los muertos que siempre estn conmigo pienso en tu serena y ruda feque se puede comprendercomo a una pequea iglesia azul de pueblodonde hay un prroco que no pide sino compartir

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    su pan. T hablabas con tu Dioscomo al pobre hijo de un carpintero,

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    pues sabas que tambin se crucifica todos los das a un poeta(Jess tena treinta y tres aos, Jean Arthur tambin era Cristo crucificado a los treinta y siete).Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaranporque como t lo decas, nadie puede impedir a un pjaro que cante en la ms alta cima,y el poeta derribadoes slo el rbol rojo que seala el comienzo del bosque.

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    RETRATO DE MI PADRE, MILITANTE COMUNISTA

    En las tardes de inviernocuando un sol equivocado busca a tientas los aromos de primaveras perdidas,va mi padre en su Dodge 30por los caminos ripiados de la Fronterahacia aldeas que parecen guijarros o perdices echadas.

    O llega a travs de barrialesa las reducciones de sus amigos mapuches cuyas tierras se achican da a da,para hablarles del tiempo en que la tierra se multiplicar como los panes y los peces y ser de verdad para todos.

    Desde hace treinta aosgrita "Viva la Reforma Agraria" o canta "La Internacional"con su voz desafinadaen planicies barridas por el puelche, en sindicatos o locales clandestinos, rodeado de campesinos y obreros, maestros primarios y estudiantes, apenas un puado de semillaspara que crezcan los rboles de mundos nuevos.

    Honrado como una manta de Castillalo recuerdo defendiendo al Partido y a la Revolucin sin esperar ninguna recompensaas como Eddie Polo su hroe de infancialuchaba por Perla White.

    Porque su esperanza ha sido hermosa como ciruelos florecidos para siempre a orillas de un camino,pido que llegue a vivir en el tiempo que siempre ha esperado,

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    cuando las calles cambien de nombrey se llamen Luis Emilio Recabarren o Elias Lafferte(a quien conoci una lluviosa maana de 1931 en Temuco, cuando al Partido slo entraban los hroes).

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    Que pueda cuidar siempre los patos y las gallinas,y vea crecer los manzanosque ha destinado a sus nietos.

    Que siga por muchos aoscantando la Marsellesa el 14 de julioen homenaje a sus padres que llegaron de Burdeos.

    Que sus das lleguen a ser tranquilos como una laguna cuando no hay viento.y se pueda reunir siempre con sus amigos de cuyas bromas se re ms que nadie.a jugar tejo, y comer asado al paloen el silencio interminable de los campos.

    En las tardes de invierno cuando un sol convalecientese asoma entre el humo de la ciudadveo a mi padre que va por los caminos ripiados de la Frontera a hablar de la Revolucin y el paraso sobre la tierraen pueblos que parecen guijarros o perdices echadas.

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    Para un pueblo fantasma Ediciones Universitarias

    de Valparaso Editorial Cruz del SurValparaso, Chile, 1978

    NOTAS SOBRE EL LTIMO VIAJE DEL AUTOR A SU PUEBLO NATAL

    A Stefan Baciu en Hawaii, y a Vasile Igna, mi

    primo desconocido, en Cluj, Transilvania

    En el pueblodonde algunos me conocencomo el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios, paseo por la Calle Comercioque ahora se llama Avenida Bernardo 0'Higgins(Como en Santiago).He comulgado con la tierra. Voy a la SidreraAll estn los parroquianos de siemprey me saludan mis viejos compaeros de cursoque suean con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta. Ha cerrado el cine.An quedan affiches que anuncian pelculas de sepia.A lo largo de los cercoslas ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje. En el techo de mi casa se rene el congreso de los gorriones. Pienso por primera vezque no pertenezco a ninguna parte,que ninguna parte me pertenece.

    2

    El viento trae olor a terneros mojados.

    3

    Kilmetro 662 a las cuatro de la tarde.En la calle Comercio los turcos y los espaoles bostezan tras los mostradores. No hay un alma en la calle a la hora de la siestahoradada slo por el cuerno primitivo del vendedor de helados.

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    En las afueras los campesinos esperan las micros rurales. Tal vez me vaya a otro pueblocuyo destino voy a leer en la palma de sus calles.

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    Hay praderas manchadas de vacas y girasoles.De las cosas que puedan consolarme cuando vuelva a la ciudad enferma de smog.Viajar en vagones de segunda atestados como los de las novelas sobre laRevolucin Rusa.He visto las ventanas ciegas del Molino.Con su arruinado dueo he tomado un trago en cualquier cantinaPaso la tarde sin darme el trabajo de llegar ni siquiera al fondo del patio de la casa paterna.

    5

    El nico hojalatero que quedaba en el pueblo fue a buscar trabajo a Lonquimay.No gan mucha plata pero contempl la Cordillera. El no tiene Leica ni Kodakas que se dedic a dibujarlapara que sus nueve hijos la conocieran de verdad.

    6

    A los mapuches les gustan las canciones mexicanas del Wurlitzer de la nicaFuente de Soda.Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal.Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno azul y transistores. Ha llegado la TV.Los nios ya no juegan en las calles.Sin hacer ruido se sientan en el living para ver aBatman o pelculas del Far West.Mis amigos estn horas y horas frente a la

    pantalla. Tengo ganas de que lleguen los

    Ovnis.

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    Me cuesta creer en la magia de los versos. Leo novelas policiales,

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    revistas deportivas, cuentos de terror.

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    Slo soy un empleado pblico como consta en mi carnet de identidad.Slo tengo deudas y despertares de resaca donde hace dao hasta el ruido del alkaseltzer al caer al vaso de agua.En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua. Sigo refugiado en los mesones,mirando los letreros que dicen "No se fa". Mi futuro es una cuenta por pagar.

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    Si el futuro pudiera extenderse pulcramentecomo mi madre extiende las sbanas de mi cama. Miro la ropa puesta a secar en el patio.Han entrado ladrones de gallinas a la casa del frente.Voy a la plaza a leer el diario con noticias ms aejas que las de San Pablo.

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    Solitario donde nunca he estado solitariocamino hasta el abandonado veldromo de tierradonde no aparece ni el fantasma del Campeonato de Ciclismo de Chile del ao30.Hay caballos pastando en lo que fue cancha de ftbol.Todos se interesan slo por ir a ver los partidos profesionales a la Capital deProvinciamientras yo pienso mordisquear una brizna de brezo.

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    Trasnochador empedernido contemplo la luna igual a la de 1945 enrojecida por la erupcin del Llaima.La misma que miraba desde la buhardillamientras lea como ahora "Los miserables" y el Almanaque Hachette.

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    Acurdate que te recuerdo.Si no te acuerdas no importa mucho. Siempre te ver caminando sobre los

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    rieleso buscando el durazno ms maduro de la quinta.

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    Ya pas el Rpido a Puerto Monttque antes se llamaba el Flecha del Sur. Voy de la estacin al puentecuyos faroles dicen "Fundicin Dickinson, 1918". Ya no existe esa fundicinni ninguna fundicin.Confo mi memoria al ro Cautn y a la Capilla de Guacolda. Afirmado en las barandas del puentemiro el cielo del verano que apenas sujetan los clavos de plata de las estrellas.

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    Hemos llegado a esta aldea en un Pontiac 40 por caminos que jams sern pavimentados. Espantamos cerdos y gallinas.Los nios se asoman asombrados. En el negocio clandestinopedimos un pipeo y hablamos con el dueoy con un tractorista que nos asegura que Hitler est vivoy con dos recin llegados que nos convidan charqui de pescado:son un estibador de Talcahuano y su compadre mapuche que lo trae al anca. Todos bebimos en la misma mediday volvimos como nuestros antepasados ebrios al pueblo que un da nos rechazar.

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    Da domingo de salida de misa.Las nias se pasean con la moda recin llegada de Santiago acompaadas por la banda del Regimiento que toca cumbias. Los dueos de casa compran las primeras sandasy los diarios con las noticias frescas de los ltimos crmenes.Camino por las ltimas calles de este lugar de bomberos, rotarios, carabineros, jubilados,tinterillos y profesores primarios,all los puales del sol entran por las costillas de los pobres cercos de madera. Siento los estertores de las postreras carretas y

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    locomotoras a vapor.Busco la paz tendindome en la pradera condecorada por los girasoles contemplando el glorioso oleaje del trigoy los viajes infinitos de las nubes que van a llorar por nosotros.

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    ESTAS PALABRAS

    Estas palabras quieren ser un puado de cerezas,un susurro -para quin?- entre una y otra oscuridad.

    S, un puado de cerezas, un susurro -para quin?- entre una y otra oscuridad.

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    BAJO EL CIELO NACIDO TRAS LA LLUVIA

    Bajo el cielo nacido tras la lluviaescucho un leve deslizarse de remos en el agua, mientras pienso que la felicidadno es sino un leve deslizarse de remos en el agua. O quizs no sea sino la luz de un pequeo barco, esa luz que aparece y desapareceen el oscuro oleaje de los aoslentos como una cena tras un entierro.

    O la luz de una casa hallada tras la colinacuando ya creamos que no quedaba sino andar y andar.

    O el espacio del silencioentre mi voz y la voz de alguienrevelndome el verdadero nombre de las cosas con slo nombrarlas: "lamos", "tejados".La distancia entre el tintineo del cencerroen el cuello de la oveja al amanecery el ruido de una puerta cerrndose tras una fiesta.El espacio entre el grito del ave herida en el pantano, y las alas plegadas de una mariposasobre la cumbre de la loma barrida por el viento.

    Eso fue la felicidad:dibujar en la escarcha figuras sin sentido sabiendo que no duraran nada,cortar una rama de pinopara escribir un instante nuestro nombre en la tierra hmeda, atrapar una plumilla de cardopara detener la huda de toda una estacin.

    As era la felicidad:breve como el sueo del aromo derribado,o el baile de la solterona loca frente al espejo roto. Pero no importa que los das felices sean breves como el viaje de la estrella desprendida del cielo, pues siempre podremos reunir sus recuerdos,as como el nio castigado en el patio

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    encuentra guijarros para formar brillantes ejrcitos.Pues siempre podremos estar en un da que no ayer ni maana,

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    mirando el cielo naced tras la lluvia y escuchando a lo lejosun leve deslizarse de remos en el agua.

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    PEQUEA CONFESIN

    En memoria de Sergui Esenin

    S, es cierto, gast mis codos en todos los mesones. Me amaron las doncellas y prefer a las putas.Tal vez nunca debiera haber dejadoEl pas de techos de zinc y cercos de madera.

    En medio del camino de la vidaVago por las afueras del puebloY ni siquiera aqu se oyen las carretasCuya msica he amado desde nio.

    Despert con ganas de hacer un testamento-ese deseo que le viene a todo el mundo- Pero prefer mirar una pistolaLa nica amiga que no nos abandona.

    Todo lo que se diga de m es verdaderoY la verdad es que no me importa mucho. Me importa soar con caminos de barroY gastar mis codos en todos los mesones.

    "Es mejor morir de vino que de tedio"Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.Da lo mismo que las amadas vayan de mano en manoCuando se gastan los codos en todos los mesones.

    Tal vez nunca deb salir del pueblo Donde cualquiera puede ser mi amigo. Donde crecen mis iniciales grabadasEn el rbol de la tumba de mi hermana.

    El aire de la maana es siempre nuevo Y lo saludo como a un viejo conocido, Pero aunque sea un boxeador golpeado Voy a dar mis ltimas peleas.

    Y con el orgullo de siempreDigo que las amadas pueden ir de mano en

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    mano Pues siempre fue mo el primer vino que ofrecieron Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

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    Como de costumbre volver a la ciudad Escuchando un perdido rechinar de carretas Y soar techos de zinc y cercos de maderaMientras gasto mis codos en todos los mesones.

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    Cartas para reinas de otras primaverasEdiciones Manieristas

    Santiago de Chile, 1985.

    DESPUS DE LA FIESTA

    Est ms joven la muchacha que amanece sonriendo frente al canto del canario cada vez ms joven.Est ms joven en la portada de la revista

    sobre la mesa de nogal cada vez ms joven el retrato de los Campeones Mundiales del ao 30.

    Est ms joven la mujer que se despierta para lavar ropa ajena en la artesa rstica.

    Estn ms jvenes quienes en la plaza hablan de sus amigos desaparecidos o asesinados.Est ms joven la flor guardada entre las pginas

    de Fermina Mrquez,est ms joven el rugoso pescador que bebesu aguardiente frente al temporal recin nacido. Est ms joven el guijarro que espera ser

    recogido por un nio,tras ser pulido por una ola que cada viaje hace cada vez ms joven.

    Slo yo he envejecido.

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    CUENTO SOBRE UNA RAMA DE MIRTO

    Haba una vez una muchachaque amaba dormir en el lecho de un ro. Y sin temor paseaba por el bosque porque llevaba en la manouna jaula con un grillo guardin.

    Para esperarla yo me convertaen la casa de madera de sus antepasados alzada a orillas de un brumoso lago.Las puertas y las ventanas siempre estaban abiertas pero slo nos visitaba su primo el Porquerizoque nos traa de regalo perezosos gatosque a veces abran sus ojospara que viramos pasar por sus pupilas cortejos de bodas campesinas.El sacerdote haba muertoy todo ramo de mirto se marchitaba

    Tenamos tres hijasdescalzas y silenciosas como la belladona. Todas las maanas recogan helechosy nos hablaron slo para decirnos que un jinete las llevaraa ciudades cuyos nombres nunca conoceramos.

    Pero nos revelaron el conjuro con el cual las abejassabran que ramos sus amos y el molinonos dara trigosin permiso del viento.

    Nosotros esperamos a nuestros hijos crueles y fascinantes

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    como halcones en el puo del cazador.

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    SIN SEAL DE VIDA

    Para qu dar seales de vida? Apenas podra enviarte con el mozo un mensaje en una servilleta.

    Aunque no ests aqu.Aunque ests a aos sombra de distancia te amo de repentea las tres de la tarde,la hora en que los locossuean con ser espantapjaros vestidos de marineros espantando nubes en los trigales.

    No s si recordartees un acto de desesperacin o elegancia en un mundo donde al finel nico sacramento ha llegado a ser el suicidio.

    Tal vez habra que cambiar la palanca del cruce para que se descarrilen los trenes.Hacer el amoren el nico Hotel del pueblopara or rechinar los molinos de aguae interrumpir la siesta del teniente de carabineros y del oficial del Registro Civil.

    Si caigo preso por ebriedad o toque de queda hazme seas de sol con tu espejo de mano frente al cual te empolvascomo mis compaeras de tiempo de Liceo.

    Y no te entretengasen ensearle palabras feas a los choroyes. Ensales slo a decir Pap o Centro de Madres.Acurdate que estamos en un tiempo donde se habla en voz baja, y sorber la sopa un da de Banquete de Galasignifica soar en voz alta.

    Qu hermoso es el tiempo de la

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    austeridad. Las esposas cantan felices

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    mientras zurcen el terno nico del marido cesante.

    Ya nunca ms correr sangre por las calles. Los roedores estn comiendo nuestro queso en nombre de un futurodonde todas las cacerolas estarn rebosantes de sopa,y los camiones vacilarn bajo el peso del alba.

    Aprende a portarte bienen un pas donde la delacin ser una virtud. Aprende a viajar en globoy lanza por la borda todo tu lastre:Los discos de Joan Baez, Bob Dylan, los Quilapayn, aprende de memoria los Quincheros y el 7 de Lnea. Olvida las enseanzas del Nio de Chocolate, Garfield

    o el Grupo Arica,

    quema la autobiografa de Trotsky o la de Freudo los 20 Poemas de Amor en edicin firmada y

    numerada por el autor.

    Acurdate que no me gustan las artesanas ni dormir en una carpa en la playa.Y nunca te hubiese querido msque a los suplementos deportivos de los lunes.

    Y no sigas pensando en los atardeceres en los bosques.En mi provincia prohibieron hasta el paso de los gitanos.

    Y ahoravoy a pedir otro jarrito de chicha con naranja y tmejor encirrate en un convento.

    Estoy leyendo El Grito de Guerra del Ejrcito de Salvacin. Dicen que la sfilis de nuevo ser incurabley que nuestros hijos pueden soar en ser economistas o dictadores.

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    A UN VIEJO PGIL

    Revistas color sepia, programas de matches estelares, el par de guantes firmados por el Presidentecuando gan el Campeonatocolgados junto al retrato de la Difuntalo hacen buscar la gloria del lbum amarillento y mientras hierve el agua en el anafeva recordando la cara del pblico y sus rivales a quienes el tiempo les ha contado diez.

    La tarde cuelga frente a su ventanacomo una rada y sucia bata de combate, y l vuelve a bailotear en el ring,siente ovaciones en la tarde muerta.

    No crean que est solo mientras prepara el cafy hace guantes frente al espejoque le muestra su nariz rota y sus orejas de coliflor.

    Todas las tardes regresan sus admiradoresque en la estacin se empujan para llevarlo en hombros a la vuelta de su gira triunfaly lo dejan en la primavera del csped de pez-

    castilla donde como le prometi a su madre

    suea que ha esquivado sin despeinarse los golpes del olvido.

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    PASEOS CON CAROLINA

    En una tarde de ninguna tarde sales a pasear del brazo del Loco del Tarot.

    Ser como mirarse en un caleidoscopio nico lujo de !a vitrina delbazar del barrio

    vemos al dueo tratando de reanimar los carbones del brasero.

    Ser todo como en la Plaza Manuel Rodrguez que era el patio de tu casa

    all te robaron tu triciclo sin permiso de tu ngel de la Guarda.

    Entramos a un aserradero.El maestro me dice cmo debes ensearme a construir un estante de madera de pino. Aparecen peluqueros casi centenarios

    que asientan las navajaspara clientes que ya se fueron a otros mundos.Aparece una frutera igual a la de doa Modesta en Lautaro. desde all saludabas todas las maanas a la viuda del

    guarda cruzadas en caseta esperando la pasada del tren lastrero.

    Hoy es da de tu santo y t ni lo recuerdaspero en Nueva York 11 lvaro y Jons con tu

    to Ivn alzan una copa en tu honory tu hermano en Bucarest oye aletear

    molinos de alas de mariposasy los hijos de un Viejo Hidalgo tocan por ti junto a

    Vasile Igna una Misa en Re.

    De una carretela se detiene un campesino a recoger ramas. A l no le importan

    los semforos santiaguinos.

    l sabeque te aman los apaleados caballos y las muchachas locas que convierten en hostias sagradas las galletas de agua

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    que a medioda les llevas a la Clnica.Visitante a la Hora de Once porque vives aorando el

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    pan amasado.

    Llegas con la paz de un colibr a quien nadie podra atraparni en un jardn Benedictino.

    En tu mirada temen reflejarse los muros coronados de

    alambres de pa. Me regalas "The Ring", la Biblia del Boxeoy yo"La Colina de los Helechos" y "La Fuga de los Cisnes".

    Me has dado a Tamiala lluvia morena que calma toda sed y a Adrintaimado como un Jorge cualquiera huye de todos los

    umbrales donde en vano lo aguardan.

    No te importaque me jale la barra del Barcomo dices con tu acento de Cuyanqun, Palermo, o

    Puente de los Suspirosporque sabes que a tu lado recuperola Bilz de los carros de terceray la Panimvida tiene sabor a Veuve-Clicquot.

    Hemos salido a pasear juntos despus de no s cuntos aosCarolina de todas las estrellasCarolina de ms estrellas que todos los vinos y generales del mundo(cuando naciste eran las tres de la maana en noviembre y los hombres miraban el cielo esperando el pasode una estrella roja).

    Me gusta caminar contigo y ver que tus zapatos que aqu no se usan hacen florecer los adoquines,y que te enojes porque a Pepe Pardo las cervezas

    no dejan de volvrseles azulesy que puedes convertir en nidos todas las computadoras.

    Todo esto sonrindome como se sonre el pianista cesante cuando lleg el Cine Hablado.

    mientras apoyas tu mano en mi muda nano

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    Carolina, amor mo, hija ma.

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    El molino y la higuera.

    Ediciones del AzafrnSantiago de Chile, 1993.

    UN HOMBRE SOLO EN UNA CASA SOLA

    Un hombre solo en una casa solaNo tiene deseos de encender el fuegoNo tiene deseos de dormir o estar despiertoUn hombre solo en una casa enferma.

    No tiene deseos de encender el fuegoY no quiere or ms la palabra FuturoEl vaso de vino se ha marchitado como un magnolioY a l no le importa estar dormido o despierto.

    La escarcha ha empaado las ventanasPero a l slo le importa mirar la apagada chimeneaSlo le gustara tener una copa que le contar una vieja historiaA ese hombre solo en una casa sola.

    Una historia como las que oa en su casa natalHistorias que no recuerda como no recuerda que an est vivoVe slo una copa vaca y una magnolia marchitaUn hombre solo en una casa enferma.

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    HOY SOY UN MIEMBRO DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS

    Hoy soy un miembro del Club de los Corazones Solitarios. En la clnica espero, aburrido, el desayuno.Mientras mi compaero de mesa mira el muro recin blanqueadoy comenta, riendo, una pelcula de gangsters.

    Nunca te envi ni siquiera una postal, y no s por qu me

    acuerdo de ti. Debes estarle dando desayuno a tus hijosCuntos son? Se parece alguno a m?Debes haberte casado con un profesor primario o un jefe de Correos.

    Vas a la huerta y hablas con tu madreSobre tu padre y sus amigos muertosque hoy deben estar en el cielo jugando brisca rematada, tras dejar como herencia casas a medio morir saltando.

    Yo, antes de ir al Liceo, te hablara bien del peor alumno del cursoy del partido de ftbol que ayer gan el "guilas del Barrio Norte". Yo no saba que iba a viajar bajo tantos cielos agonizantes,y que en ningn pas hallara alguien que compartiera el silencio.

    Yo no saba que iba a cumplir cincuenta aos sin nadie y por eso te veo mientras espero el desayuno.Sonreas en el puente cuando te deca que no moriramos en Naples y que e