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Tema 34. El discurso literario. Tendencias actuales de la crítica: la pragmática de la comunicación literaria y la teoría de la recepción. Literatura comparada e intertextualidad 0. Introducción. 33.1.El discurso literario. Identificación y características 33.1.1. El discurso literario como producto lingüístico 33.1.2. El discurso literario como producto estético 33.1.3. El discurso literario como producto social 33.2. La crítica literaria 33.3. La Pragmática de la comunicación literaria 33.4. La teoría de la recepción 33.5. Literatura comparada e intertextualidad Conclusiones y conexión curricular 0. Introducción. Es evidente que el discurso literario se caracteriza por su enorme complejidad, pues encuentra sus raíces en lo lingüístico, lo estético y lo social. Esa complejidad permite una gran variedad de enfoques críticos al caracterizarlo. De esta manera, si queremos definir y analizar la naturaleza del discurso literario, debemos asumir que ésta adoptará caracteres diferentes o algunos de esos caracteres se nos harán más evidentes, según el punto de vista que adoptemos: Como producto lingüístico, el discurso literario se diferencia de otros discursos por un uso lingüístico determinado y por unas determinadas características pragmáticas, unos rasgos inmanentes y diferenciadores. Como producto estético, el discurso literario se equipara con las restantes obras de arte en su valor simbólico, es decir, en su capacidad de ofrecer a través de la estructura material una compleja representación del mundo en imágenes sintéticas íntimamente relacionadas. Como producto social, la obra literaria se inscribe en unas coordenadas espacio-temporales concretas, reflejando así contextos, normas y valores sociales casi siempre en conflicto. 33.1.El discurso literario. Identificación y características 33.1.1. El discurso literario como producto lingüístico Toda obra literaria es un producto lingüístico, por cuanto constituye un mensaje enviado intencionadamente por un emisor a un receptor. Se trata pues, de un acto comunicativo, que, según Gutiérrez Ordóñez, presenta las siguientes características peculiares:

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Tema 34. El discurso literario. Tendencias actuales de la crítica: la pragmática de la comunicación literaria y la teoría de la recepción. Literatura comparada e intertextualidad0. Introducción. 33.1.El discurso literario. Identificación y características

33.1.1. El discurso literario como producto lingüístico33.1.2. El discurso literario como producto estético33.1.3. El discurso literario como producto social

33.2. La crítica literaria33.3. La Pragmática de la comunicación literaria33.4. La teoría de la recepción33.5. Literatura comparada e intertextualidadConclusiones y conexión curricular

0. Introducción. Es evidente que el discurso literario se caracteriza por su enorme complejidad, pues

encuentra sus raíces en lo lingüístico, lo estético y lo social. Esa complejidad permite una gran variedad de enfoques críticos al caracterizarlo. De esta manera, si queremos definir y analizar la naturaleza del discurso literario, debemos asumir que ésta adoptará caracteres diferentes o algunos de esos caracteres se nos harán más evidentes, según el punto de vista que adoptemos:

Como producto lingüístico, el discurso literario se diferencia de otros discursos por un uso lingüístico determinado y por unas determinadas características pragmáticas, unos rasgos inmanentes y diferenciadores.

Como producto estético, el discurso literario se equipara con las restantes obras de arte en su valor simbólico, es decir, en su capacidad de ofrecer a través de la estructura material una compleja representación del mundo en imágenes sintéticas íntimamente relacionadas.

Como producto social, la obra literaria se inscribe en unas coordenadas espacio-temporales concretas, reflejando así contextos, normas y valores sociales casi siempre en conflicto.

33.1.El discurso literario. Identificación y características33.1.1. El discurso literario como producto lingüístico

Toda obra literaria es un producto lingüístico, por cuanto constituye un mensaje enviado intencionadamente por un emisor a un receptor. Se trata pues, de un acto comunicativo, que, según Gutiérrez Ordóñez, presenta las siguientes características peculiares:

El emisor no es monolítico, el mensaje puede ser emitido por el autor, el personaje o, en el caso del teatro, el actor o autor dramático.

El destinatario, en quien piensa el autor al escribir la obra, y el receptor, todo aquel que toma la iniciativa de acercarse a la obra, suelen ser diferentes.

Momento y lugar de creación (emisión) y recepción (casi nunca) no coinciden. El mensaje, en la mayoría de las ocasiones queda fijado por escrito, pero abierto a diversas

interpretaciones, según los lectores,incluso,según las sucesivas lecturas. La literatura, aunque se sirve de un código lingüístico prefijado, forma un sistema con sus

propias leyes, según las cuales se establecen los criterios de norma y desviación. El problema que se plantea aquí es hasta qué punto la lengua literaria se diferencia de la común.

En torno a la naturaleza de la lengua literaria, se distinguen dos grandes posturas que, en principio se oponen radicalmente, y una tercera que podríamos considerar intermedia

Según algunos autores, como E. Sapir y Dámaso Alonso, la lengua literaria coincide con la lengua común, ya que ambas utilizan el mismo material: las palabras.

Otros lingüistas, como Ch. Bally sostienen que no hay nada común entre ellas, la lengua común es un instrumento insuficiente para la creación literaria, que desborda todas las posibilidades de la lengua común. y, por tanto, claramente diferenciado.

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Tema 33. El discurso literario

Una tercera postura, sostiene que lengua literaria es la “alteración” de la lengua coloquial, por recursos superpuestos a ella. No existiría, por tanto, una lengua literaria en si, sino un uso artístico de la lengua común.

33.1.2. El discurso literario como producto estéticoSi afirmamos que es posible hacer un uso artístico de la literatura, asumimos que puede

ser apreciada y estudiada desde el punto de vista estético. La obra literaria puede ser concebida, pues, como un objeto bello “cuya mera contemplación –según Lapesa- origina un placer espiritual, agradándonos de modo inmediato y desinteresado”. [Introducción a los estudios literarios, 1988, pags. 13-14].

En este sentido, como producto estético, el discurso literario presenta los siguientes caracteres:

- CONNOTACIÓN/AMBIGÜEDAD/PLURISIGNIFICACIÓN. El lenguaje literario es profundamente connotativo, pudiendo distinguirse un significado lingüístico básico y un núcleo informativo rodeado e impregnado de elementos emotivos y volitivos. Dentro del carácter connotativo de la literatura se incluye en un fenómeno más extenso y complejo, denominado ambigüedad por W. Empson y plurisignificación, por Wheelwright, El signo lingüístico es portador de múltiples dimensiones semánticas y tiende a una multivalencia significativa, que se manifiesta en 2 planos:

Plano vertical o diacrónico, adoptando significados y connotaciones que una palabra atesora a lo largo del tiempo, para dar más riqueza a la expresión.

Plano horizontal o sincrónico en el que a palabra adquiere dimensiones plurisignificativas gracias a las relaciones conceptuales, imaginativas, rítmicas… que contrae con los demás elementos de su contexto verbal. Además, la plurisignificación puede manifestarse tanto en una parcela como en la

totalidad de la composición, lo que sucede con las más valiosas obras literarias.

- EXTRAÑAMIENTO es, según Aguiar e Silva, la recusación intencionada de los hábitos lingüísticos y la exploración inhabitual de las posibilidades significativas de una lengua. El fin de la obra literaria es innovar, crear nuevas formas de comunicación y lenguaje, romper con los hábitos lingüísticos.

33.1.3. El discurso literario como producto socialLa obra literaria es producto de la sociedad en que esta inmerso su autor y al mismo tiempo actúa sobre sociedades contemporáneas y posteriores. Por tanto, la influencia obra literaria-sociedad es mutua y productiva y se da en varias direcciones.

La sociología de la literatura, en su intento de estudiar los distintos aspectos de la relación entre sociedad y lenguaje literario, ha abordado su análisis, según Díez Borque, desde dos puntos de vista: el análisis sociológico externo e interno.

El análisis sociológico externo, que se refiere a las circunstancias materiales en que nace y se difunde la obra; así como a las características sociales de sus lectores.

El análisis sociológico interno, que pretende estudiar la relación-obra-auto sociedad en el propio texto: la posición del autor ante los valores dominantes, su forma de reflejar a los distintos grupos sociales, si es visión de la sociedad se relaciona con la de un grupo concreto etc.

Del mismo modo, cabe realizar el análisis en dos trayectorias diferentes: de la sociedad a la obra y de la obra a la sociedad de su tiempo, si es que ha ejercido en ella algún influjo destacable. Dentro de esta perspectiva, podemos destacar las ideas de los teóricos marxistas, como Lukács, para quien el arte refleja directamente las relaciones entre los hombres dentro de un determinado modo de producción.

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Tema 33. El discurso literario

Ello significa que el verdadero arte no corresponde automáticamente al punto de vista de una clase –como sostenían otros críticos literarios marxistas- sino que será tanto más válido cuanto menos se atenga a la superficie y cuanto más llegue a la esencia de la realidad reflejada.

33.2. La crítica literariaAnalizar tanto los recursos empleados por los autores, como la carga ideológica de los

productos literarios es tarea de la crítica literaria. A lo largo de la historia, el crítico literario ha cumplido diferentes funciones:

En un primer momento, prescribe y fija las normas sobre lo bello, partiendo de un sistema retórico inmutable.

Ejerce de mediador entre el escritor, su obra y el lector, orientando, interpretando y apuntando rasgos que al lector le pueden pasar inadvertidos.

Reconstruye e instruye la competencia literaria requerida para comprender las obras pasadas.

En ocasiones milita con una determinada corriente de crítica literaria o por un estilo, gusto o una manera de hacer literatura, mientras que otras pretende un análisis objetivo.

Algunos autores compaginan (Clarín, Joyce, Juan Ramón) la actividad literaria con la crítica.

Es un agente activo para la construcción social del gusto, pues sus juicios ostentan una autoridad simbólica que influye sobre escritores, lectores, editores y demás sujetos de la comunicación literaria.

33.3. La Pragmática de la comunicación literariaEn la actualidad, se asume que una teoría bien fundada de la literatura comprende tento

una teoría del texto literario como una teoría de los contextos literarios. Ello implica que, para la correcta interpretación de una obra, no sólo son importantes las estructuras del texto literario, sino también las condiciones de elaboración, difusión y recepción de la misma.

Si bien es cierto que la consideración sistemática de los contextos, los hablantes y, en general, las circunstancias extralingüísticas no se abordan explícitamente hasta los años 60, Antonio García Berrio y Tomás Albaladejo Mayordomo (1983: 138) nos hacen ver que en "… la Poética clásica observamos que nociones poéticas como la catarsis tienen una indudable índole pragmática, o retórico-pragmática; del mismo modo, dos de las tres grandes dualidades horacianas, ingenium-ars y docere-delectare, son conceptos de índole pragmática al estar referidas a la causa eficiente, el autor, y a la causa final, el receptor, respectivamente, del discurso literario”.

33.4. La teoría de la recepciónDesde la perspectiva de una estética de la recepción, la obra no es un objeto siempre

igual a si mismo, sino que –sujeta a los avatares del tiempo y el cambio de mentalidades, es parte de un proceso en el que se funden los horizontes de la obra y del lector. De esta manera, la teoría de la recepción maneja dos conceptos fundamentales:

Horizonte de expectativas: es el sistema de experiencias literarias del público en un momento dado, sistema determinado por la tradición del género empleado, por la forma y la materia de las obras anteriores más conocidas y por la oposición de los lenguajes poéticos y prácticos.

Distancia estética: Es la diferencia que existe entre las expectativas y la forma concreta de obra nueva que puede estar iniciando una modificación del horizonte, mediante el rechazo de elementos más conocidos o la actuación de elementos latentes. Por tanto, del mayor o menor atrevimiento de una obra literaria y de las posibilidades de recepción que posee el lector común, depende la superación eficaz de la distancia estética.

La estética de la recepción surge como término y escuela en la Universidad de Constanza, de la mano de H.R. Jauss, principal animador de una corriente que propone priorizar

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Tema 33. El discurso literario

la atención sobre el público, sobre los lectores, frente a la tradicional primacía del autor y el texto. Con este fin, Jauss establece siete tesis que deben servir para elaborar una nueva historia de la literatura.

1. El objeto fundamental de la historia de la literatura es el estudio de la relación dialógica entre escritor y lector y, muy especialmente la experiencia del lector y el horizonte de expectativas del autor y de los lectores en los distintos momentos históricos.

2. “El análisis de la experiencia literaria del lector escapa al psicologismo amenazador” pues la recepción se produce “a partir de la forma en que previamente se ha entendido el género, la forma y la temática de obras conocidas ya antes, y a partir de la oposición entre lenguaje poético y lenguaje práctico”. Se conocerá así el sistema referencial de expectativas

3. El carácter estético de la obra viene determinado por la manera y el grado en que la obra ejerce la influencia sobre los lectores. La diferencia entre el horizonte de expectativas y la aparición de una nueva obra se denomina distancia estética.

4. La reconstrucción del horizonte de expectativas y las consecuencias que tuvo la recepción nos permite comprender cómo fue entendida entonces la obra, es decir, qué problema solucionó y cómo se entiende hoy.

5. Hay que encuadrar la obra literaria dentro de la secuencia literaria, ya que la recepción del lector o crítico no es pasiva sino activa, y, por otra parte, el autor da paso a nuevas creaciones que pueden responder a problemas no solucionados en las obras anteriores o incluso a problemas planteados por los receptores. La literatura es pues un proceso de acontecimientos literarios.

6. La historia de la literatura no ha de ser únicamente una relación sincrónica y unilineal de hechos literarios, sino que ha de ser posible un “corte sincrónico en un momento de la evolución […] para clasificar la variedad heterogénea de obras simultáneas en sus estructuras equivalentes, opuestas y jerárquicas y descubrir así un sistema amplio de relaciones dentro de la literatura de un momento histórico.

7. Finalmente hay que analizar la relación del hecho literario con la historia en general y muy especialmente hay que poner atención “donde la experiencia literaria del lector penetra en el horizonte de expectativas de la propia experiencia vital, preforma su comprensión del mundo e influye de esa manera en su comportamiento social”.

33.5. Literatura comparada e intertextualidad

Conclusiones y conexión curricularPara concluir, creo conveniente apuntar que, al igual que la concepción del discurso

literario ha ido variando a través de las épocas, las finalidades y medios de la educación literaria ha evidenciado un notable progreso ya no se trata de enseñar retórica para que las clases altas, las únicas con acceso a la educación hace algunos siglos, triunfen en la vida política ni adoctrinar en la adoración por determinadas obras, convertidas en mitos nacionalistas, sino de crear individuos con una competencia literaria real.

Esta competencia literaria, como parte de la competencia lingüística, supone la capacidad para comprender los recursos expresivos de la lengua escrita y oral, de manera que se perciban todas sus connotaciones potenciales a la vez que se aprovecha esta cualidad connotativa de la lengua para percibir mensajes propios.

De esta manera el acercamiento a la literatura supone su comprensión, por un lado objetiva, de hechos históricos y obras consideradas brillantes según los cánones, pero también subjetiva. El alumno debe usar los métodos de análisis y su conocimiento de la lengua literaria para crearse sus propias opiniones de las obras. Unas opiniones y facultades que no nacen sólo en la escuela. Como apunta Cassanny “No solamente la escuela y la enseñanza formal, sino también el ambiente familiar y social, van proporcionando al alumno las experiencias diversas que desarrollarán progresivamente sus capacidades de recepción y apreciación de los mensajes literarios” [Enseñar lengua: 500].

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Tema 33. El discurso literario

Bibliografía· Aguiar e Siva, V. M.: Teoría de la literatura, Gredos, Madrid, 2005 (1972)· Lapesa, R.: Introducción a los estudios literarios · Wellek, R. & Warren, A.: Teoría literaria, Gredos, Madrid, 2002 (1966)