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La naturaleza dominicana de comienzos de siglo Por: Ing. Eleuterio Martínez Reproducido por: Dr. Rafael Chavez Para 1909 República Dominicana tenía un 85 por ciento de su extensión territorial cubierto de bosques, esto es, casi cuatro millones de hectáreas o más bien, 61,180, 000 tareas de cobertura forestal, lo cual la hacía la principal potencia maderera del continente americano. Despuntando el alba del siglo que ahora concluye (1900), República Dominicana tenía una deuda que no podía honrar con todas las de la ley, pues las riquezas generadas por el país apenas alcanzaban para mantener el dinamismo de la economía y la vida de la nación. Esta situación provocó una fiscalización de las finanzas nacionales por parte de las naciones adeudadas y los resultados ofrecían datos un poco fuera de lo común, o muy diferentes a lo esperado en cualquier nación de la región del Caribe para aquel entonces. En las aduanas por ejemplo, se pudo constatar que las entradas en divisas más fuertes que tenía el país procedían de la exportación de maderas, situación que se correspondía con la intensa actividad que se daba en las zonas boscosas de las zonas bajas, ribereñas y del pie de monte de las áreas cordilleranas, donde se mantenía una explotación maderera sostenida, fundamentalmente de caoba, capá, cabirma, roble, membrillo, cedro, campeche, guayacán y baitoa, entre otras especies forestales de madera noble. CAOBA Hay quienes opinan que la primera intervención norteamericana que tuvo el país fue más bien de ''carácter económico'' y ocurrió precisamente dándole

Tema 5 de hombre y naturaleza la naturaleza dominicana de comienzos de siglo

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ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA SITUACIÓN DEL BOSQUE DOMINICANO A PARTIR DE LA DEUDA EXTERNA DE FINALES DEL SIGLO XIX Y INICIO DEL XX.

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La naturaleza dominicana de comienzos de siglo

Por: Ing. Eleuterio Martínez

Reproducido por: Dr. Rafael Chavez

Para 1909 República Dominicana tenía un 85 por ciento de su extensión

territorial cubierto de bosques, esto es, casi cuatro millones de hectáreas o más

bien, 61,180, 000 tareas de cobertura forestal, lo cual la hacía la principal

potencia maderera del continente americano.

Despuntando el alba del siglo que ahora concluye (1900), República

Dominicana tenía una deuda que no podía honrar con todas las de la ley, pues

las riquezas generadas por el país apenas alcanzaban para mantener el

dinamismo de la economía y la vida de la nación. Esta situación provocó una

fiscalización de las finanzas nacionales por parte de las naciones adeudadas y

los resultados ofrecían datos un poco fuera de lo común, o muy diferentes a lo

esperado en cualquier nación de la región del Caribe para aquel entonces.

En las aduanas por ejemplo, se pudo constatar que las entradas en divisas más

fuertes que tenía el país procedían de la exportación de maderas, situación que

se correspondía con la intensa actividad que se daba en las zonas boscosas de

las zonas bajas, ribereñas y del pie de monte de las áreas cordilleranas, donde

se mantenía una explotación maderera sostenida, fundamentalmente de caoba,

capá, cabirma, roble, membrillo, cedro, campeche, guayacán y baitoa, entre

otras especies forestales de madera noble.

CAOBA

Hay quienes opinan que la primera intervención norteamericana que tuvo el

país fue más bien de ''carácter económico'' y ocurrió precisamente dándole

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apertura al presente siglo. Para ese entonces éramos realmente una potencia

maderera, posiblemente la más importante del continente americano, pues

República Dominicana era la principal fuente de abastecimiento de maderas

nobles (preciosas) para los mercados europeos (España, Francia, Inglaterra y

Países Bajos - Luxemburgo) y de Estados Unidos.

CEDRO

No tenemos conocimiento de casos semejantes, aunque se sabe que Cuba

también era una nación exportadora de maderas preciosas, pero nunca alcanzó

los niveles de exportación ni el sitial que teníamos ganado en el mundo y que

venía prácticamente desde los tiempos de la colonia, pues Cristóbal Colón se

encargó de llevarle en el segundo viaje a la ''Corona Española'', una muestra

muy singular del ''oro verde'' (ébano y caoba) que él descubrió en estas tierras.

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GUAYACAN

Estas circunstancias motivaron una mayor atención por los recursos forestales

del país, no solamente por porque representaban el principal pilar de soporte

de la economía nacional, sino porque el papel de generar divisas lo compartían

con los cuatro productos agrícolas tradicionales de exportación, caña de

azúcar, café, cacao y tabaco. Estos rubros de exportación se producían en base

al desarrollo de grandes plantaciones que implicaban el desplazamiento del

bosque para su instalación.

BAITOA

La situación imperante en aquel entonces representaba una seria amenaza para

la cobertura forestal, tanto el cortar, aserrar y comercializar la madera, como

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el establecer campos de caña y tabaco que implicaban la eliminación de total

del bosque (tala rasa), igual que el cacao y el café, aunque en menor

proporción porque se trataba de cultivos bajo sombra, que obligaban a

mantener algún tipo de cobertura forestal, aunque se removiera el bosque

original. La guama, la gina y la amapola se encargaron de sustituir el bosque

primario.

SELVA TROPICAL DOMINICANA

Son estas las circunstancias que forzaron a las autoridades nacionales a crear

la primera Ley Forestal en 1907 (número 4794), conocida como ''servicio

nacional de guardacampestre''. La intensa producción y exportación maderera

de primerísima calidad motivó de igual manera a que se abriera un nuevo

campo de colaboración mutua entre Estados Unidos y República Dominicana,

pues cobijado con las acciones diplomáticas de entonces llegó al país el primer

experto forestal que nos visita con la finalidad de realizar una ''evaluación de

las riquezas forestales nacionales'' y que por ''mera coincidencia'', tenía un

nombre que le venía muy bien con la misión a desempeñar: Karl Woodward.

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Pero lo más importante de la labor desempeñada por Woodward fue decirle al

país y al mundo, basado en estudios e investigaciones de campo, que para

1909 República Dominicana tenía una cobertura forestal de 9 millones y

medio de acres (equivalentes a 61 millones 180 mil tareas de bosques), que

representaba un 85 por ciento de la superficie nacional. ¡Y qué paradoja!, la

nación dominicana le dará apertura al 2000 con una situación exactamente

contraria a la del 1900, pues los últimos estudios realizados en el país por

organismos internacionales indican que la cobertura forestal actual ronda

alrededor del 10 por ciento de la superficie nacional.

CAMPECHE

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Las inquietudes conservacionistas nacen con el siglo

Las primeras normas de protección a la naturaleza de República Dominicana

datan de 1907, con la creación del servicio nacional de guardacampestres

destinado fundamentalmente a salvaguardar el principal recurso natural de la

nación: el bosque.

DUNAS DE BANI

No hay duda de que los bosques siempre han representado el recurso natural

de República Dominicana por excelencia y de ahí que la historia de la

conservación de la naturaleza siempre tenga que destacar los hechos más

relevantes que se asocian a su deterioro o conservación. De ahí la importancia

que le dio el Gobierno Dominicano a los recursos forestales a comienzos de

siglo, valorando su función como la principal fuente generadora de divisas y

riquezas.

Page 7: Tema 5 de hombre y naturaleza la naturaleza dominicana de comienzos de siglo

SUELO ESTEPARIO DE LA ZONA DE MONTE CRISTI

El informe de Karl W. Woodward de 1909 dice que el año anterior, los datos

oficiales aduaneros indicaban que el valor de las exportaciones madereras era

de 71,399 dólares y que el consumo local alcanzaba el valor de 120,000

dólares, para un aporte anual de 191,399 dolares anuales en productos

forestales consumidos y exportados. Estos valores no eran superados por

ninguno de los rubros agrícolas tradicionales de exportación y por eso este

informe dice en uno de sus apartados, ''... un ramo de tanto valor para el país

vale la pena conservarlo, más especialmente cuando una sabía administración

lo aumentaría grandemente sin poner en peligro su futura productividad''.

El informe forestal

Vale la pena conocer en detalle este trabajo sobre los bosques dominicanos, no

solamente porque nos retrata fielmente la realidad de la naturaleza dominicana

de comienzos de siglo, si no porque nos da a conocer cuán importante eran los

recursos forestales para la vida del país en aquel entonces. Además, un análisis

minucioso del mismo da a entender que es un trabajo muy bien hecho a pesar

de que lo realizó en las condiciones más precarias que podramos imaginarnos,

pues para comienzos de siglo, el país no tenía un sistema de carreteras que

interconectara eficientemente a las diferentes regiones, por lo que tuvo que

recorrer el territorio nacional a pie y a lomos de mulo.

Aún así el estudio titulado ''Informe sobre las condiciones forestales de la

República Dominicana'' entregado en mayo de 1909, hace una excelente

descripción de las diferentes zonas boscosas del país, calculando una

superficie de 9,500,000 acres, que representaba un 85 por ciento de la

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extensión territorial dominicana. Describe la condición de las zonas

cordilleranas indicando que las mismas ''... están cubiertas de vegetación

forestal y subvegetación formando una extensa capa'', destacando sin embargo

que ''...acerca de las selvas de este país, muy poco se conoce desde el punto de

vista técnico''.

Y agrega ''...es evidente que por muchos años las propiamente llamadas

'semillas de oro' de los bosques han sido cogidas por los buscadores de madera

de tinte y de ebanistería, nativos y extranjeros, por ser muy apreciada la

calidad de sus maderas. El áloe o doradillo, la caoba, el fustán o mora, palo

campeche, ébano, cedro y guayacán, son las preferidas y han sido exportadas

en considerables cantidades desde que principió el intercambio comercial con

la República''.

Estas notas nos dan a entender que del bosque no solamente se extraía madera,

que de hecho se hacía en ''considerables cantidades'' para ser exportadas hacia

Estados Unidos, sino el tinte y la resina que parecían industrializarse. Destaca

de igual manera que las labores de explotación maderera y de recolección de

otros productos del bosque no solamente la realizaban los dominicanos, sino

que también participaban extranjeros. Es una pena que no fuera más explícito.

El estudio de Woodward (para dejar en claro y cumplir fielmente la misión

para la que se le trajo al país) concluye diciendo entre otras cosas que ''... la

cantidad total de pino de República puede ser estimada, moderadamente, en

tres billones de pies B. M. De los dos tipos de madera dura hay once billones

de pies más, incluyendo todas las especies que alcanzan volumen negociable.

Un precio de troncos a 25 centavos de dólar por metro para el pino y de un

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dólar por metro de madera dura representa las actuales condiciones del

mercado. Por lo tanto, los recursos forestales de República representan un

capital de 11,750,000 dólares''.

De mayor valor aún

Pero las cosas no quedaron ahí. Con la invasión de 1916 se inició la

construcción del primer sistema nacional de carreteras partiendo de la capital

dominicana. Tres arterias de comunicación deberían dar acceso a los rincones

más escondidos del territorio nacional y en particular a las zonas boscosas más

ricas que hasta entonces permanecían intocadas, particularmente las áreas

pineras que nunca habían sido explotadas comercialmente. Una de ellas

recorre todo el Cibao uniendo la capital con Montecristi, otra atraviesa los

frondosos bosques del Suroeste uniendo la capital con Elías Piña y la más

pequeña se sumerge en la espesa floresta de madera dura de la región oriental

uniendo la capital con Higüey.

Para tener una idea más acabada de cómo han cambiado las cosas a partir del

informe de Woodward, haciendo acopio de las tecnologías forestales más

modernas y penetrando a los bosques con mayor facilidad por la accesibilidad

que le brindaba el sistema de carreteras antes descrito, los norteamericanos

traen a otro experto forestal, el segundo que viene con una encomienda

específica: ''evaluar las riquezas forestales del país''. Se trata del ingeniero

forestal William Davis Durland, que entrega su reporte de campo en abril de

1922.

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RIO CHAVON ZONA DE GATO

De entrada, e impresionado con las primeras visitas de campo, Durland

describía ''...grandes árboles y plantas bordean los caminos reales y carreteras

en grandes masas de variada vegetación, formada por viñas, helechos,

orquídeas, enredaderas, tunas y árboles de madera. Los bosques se extienden

en todas direcciones por valles, colinas y laderas de las montañas hasta sus

más altas cumbres cubiertas de helechos. Si el viajante ha llegado procedente

de la vecina isla de Puerto Rico, esta impresión de exuberante vegetación será

mayor aún por contraste; pues a pesar de encontrarse solamente a unas setenta

millas hacia el este de la República, está densamente poblada y apenas tiene

bosques debido al mal uso que han hecho los nativos de sus recursos naturales

destruyendo sus selvas hasta causar su agotamiento''.

Y escuchen esto: ''...la menos conocida de las Grandes Antillas, La Española

de Cristóbal Colón, ha sido la que menos ha cambiado su aspecto físico desde

los tiempos del Descubrimiento. Por lo menos el 75 por ciento de la isla está

cubierto de bosques que pueden llamarse de madera. El área total de la isla es

aproximadamente de unas 28,000 millas cuadradas, de la que más o menos

dos terceras partes corresponden a República Dominicana''. Observen que el

dato del 75 por ciento de cobertura forestal es para toda la isla y para aquel

entonces Haití ya estaba bastante deforestada por la explotación maderera a

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que la había sometido Francia en el siglo anterior (siglo XIX), lo que quiere

decir, que la situación de los bosques dominicanos para 1920, cuando el país

todavía no había alcanzado el millón de habitantes, era prácticamente igual

que como lo había descrito su antecesor Karl Woodward.

VALLE DEL CIBAO CENTRAL

Y para no abrumarles de informaciones, a pesar de que son interesantísimas y

casi nadie las conoce, Durland concluye de esta manera, ''...tales son los

recursos forestales de República Dominicana. La mayor parte de estos

bosques son inexplotables comercialmente debido a no ser conocidas muchas

de las variedades de maderas que los pueblan. Tan pronto lleguen a ser

conocidas podrá apreciarse su verdadero valor comercial. Tiene una gran

ventaja sobre las islas vecinas: haber conservado sus bosques en estado casi

primitivo o vírgenes. Pero si esta riqueza ha de conservarse como caudal de

reserva, deberán tomarse medidas para evitar la deforestación iniciada. La

práctica de hacer 'conucos' es directamente responsable de la depauperación

de las selvas y que ha colocado a Puerto Rico en una situación económica

nada deseable en cuanto a sus recursos forestales que si continúa en República

Dominicana, esta nación sufrirá la misma suerte.

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Órdenes ejecutivas

Estas recomendaciones que hizo directamente Durland al Coronel del Ejército

de Estados Unidos que gobernaba en ese entonces en el país, motivó la

emisión de cuatro ''órdenes ejectutivas'' (así se llamaban las leyes durante la

ocupación, 1916- 1924):

a) La primera (Número 365) fue emitida en 1919 y tuvo por objeto crear el

''servicio forestal'', que más bien era un reforzamiento al ''servicio de

guardacampestres'' que el ejército norteamericano había encontrado a su

llegada tres años atrás.

b) La segunda (Número 527) fue dada a conocer en 1920 y estaba destinada a

regular los servicios de los guardacampestres, que al parecer no tenían ningún

manual de procedimiento o un marco regulatorio de sus funciones.

c) La tercera fue la Orden Ejecutiva Número 586 del mismo año y se conoció

como ''Ley sobre Reserva Forestal''. Incluía la Cordillera Central, la Cordillera

Septentrional y la Sierra de Bahoruco, las cuales se ponían bajo la custodia del

Estado.

d) Por último, al año siguiente (1921) se emite la Orden Ejecutiva Número

631 para modificar la Número 527 del año anterior, organizando y

modernizando el servicio de los guardacampestres.

Así transcurrieron las dos primeras décadas del presente siglo, les ruego a los

amables lectores de LISTíN DIARIO que no se desesperen, que en el próximo

milenio les narraré los siguientes capítulos de esta ''tragicomedia forestal'' que

retrata el dramatismo de la destrucción de la naturaleza dominicana, pasando

del ''paraíso al desierto'' en tan solo 100 años.

SIGLO XX PASO A PASO

- Año 1900. La madera era el principal producto de exportación de República

Dominicana, abasteciendo los más exigentes mercados europeos y

norteamericanos.

- Año 1903. Continúa la expansión de los campos de caña y en forma más

moderada, la apertura de campos para las plantaciones de tabaco, ambos

cultivos implicaban el desplazamiento de la cobertura forestal para su

desarrollo.

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- Año 1906. Llega al país Karl Woodward, el primer ingeniero forestal que

visita República Dominicana con la encomienda de evaluar sus riquezas

forestales.

- Año 1907. Emisión de la Ley 4794 que crea el ''servicio de

guardacampestres'', considerada la primera norma con carácter legal con

fuerza suficiente para ocuparse del cuido de la foresta.

- Año 1909. Entrega del informe de Woodward que revela que República

Dominicana tenía para ese entonces un 85 por ciento de su territorio cubierto

de bosques.

- Año 1910. Las crónicas periodísticas relatan la llegada a Mao Valverde de

barcos procedentes de Montecristi y se reporta además, la presencia de

cocodrilos que recorren las aguas del río Yaque del Norte hasta llegar a las

inmediaciones de lo que hoy es el Puente Hermanos Patiño.

- Año 1912. El padre Miguel Domingo Fuertes se convierte en el primer

botánico que escala las alturas del Pico Duarte con fines científicos (28 de

octubre de 1912), donde pudo identificar varias especies y géneros nuevos

para las ciencias que llevan su hombre.

- Año 1916. Se comienza a construir el primer sistema de carreteras del país,

el cual permite el acceso a zonas forestales que habían permanecido intocadas

desde su aparición o formación en esta isla.

- Año 1918. Con la llegada de la Máquina de Vapor al país se inicia la

instalación de aserraderos en el corazón del Valle del Cibao y en las

estribaciones del pie de monte de la Cordillera Central para la explotación

comercial del pino criollo (Pinus occidentalis) por primera vez, pues

prácticamente sus bosques permanecían intactos hasta la fecha.

- Año 1918. Llega al país del ingeniero forestal William Davis Durland con la

encomienda de evaluar más detalladamente las riquezas forestales de

República Dominicana.

- Año 1919. Emisión de la Orden Ejecutiva número 365 para crear un

verdadero servicio forestal para República Dominicana.

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- Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 527 para regular el

servicio de los guardacampestres que tenían mayor responsabilidad en el cuido

de las plantaciones cañeras de entonces.

- Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 586, conocida como ''Ley

de reserva forestal'' y que declaraba la Cordillera Central, la Cordillera

Septentrional y la Sierra de Bahoruco como reservas forestales bajo el control

del Estado.

- Año 1921. Emisión de la Orden Ejecutiva número 631 que modifica la

Orden Ejecutiva número 527 de 1920 que regula el servicio de los

guardacampestres.

- Año 1922. Entrega del trabajo de Durland titulado ''Los bosques de la

República Dominicana''.

Se divide:

a) Bosques de manglares. El mangle se desarrolla únicamente en la zona

costera bañada por las mareas y las olas. Esta planta necesita la salinidad del

agua del mar para vivir, es muy resistente al embate del viento. El tallo tiene

gran dureza y tiene unas raíces adventicias muy raras, que nacen hasta en las

ramas superiores y bajan a la superficie.

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MANGLAR LAGUNA REDONDA

b) Bosques de mogotes. Estos bosques predominan en las zonas cársicas. Lo

accidentado del relieve los ha preservado de la tala. Los bosques más extensos

son los de los Haitises. Esta zona cársica es rica en cedro, tan antiguo y de tal

espesor, que algunos tienen un tronco de 6 metros de circunferencia. Además

del cedro prospera la caoba, el capá, la cabirma, etc.

c) Bosques de pinos. Han ido desapareciendo a medida que el hombre ha

necesitado mayor cantidad de madera. Dominan el paisaje en la parte Sur de

La Vega, Bonao, Jarabacoa, Constanza, Jánico, San José de las Matas, en

Monción, Santiago Rodríguez, Loma de Cabrera, Restauración, Neiba y

Bahoruco. El Pino es antisocial y para vivir sólo se adapta a los terrenos más

pobres, de gravas y arcillas donde otras plantas casi no pueden desarrollarse.

d) Bosques de xerófilas y madera dura. Vegetación típica de desierto, 7,000

Km2. Sotavento de las cordilleras y sierras donde reciben poca lluvia pueden

vivir sólo los cactus y plantas de madera dura: Guayacán, baitoa, palo amargo,

campeche, candelón, tabacuelo, bayahonda, aroma, etc.; Vegetación típica del

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valle del Yaque del Norte. Llano de Azua, hoya de Enriquillo, municipio de

Pedernales, valle del río Bajabonico y de cabo Engaño a la isla Saona.

BOSQUE DE PINO SIERRA DE BAHORUCO

e) Bosques artificiales. Estos son los que ha plantado el hombre con fines

económicos.

- Año 1924. Termina la invasión norteamericana y comienza en Santiago de

los Caballeros la preocupación por la conservación del río Yaque del Norte.

Hace unos 8,000 mil años el mundo tenía una superficie boscosa de unos

6,000 millones de hectáreas. En la actualidad los bosques de nuestro planeta

cubren alrededor de 4,000 millones de hectáreas, lo que equivale al 30% de la

superficie terrestre. No más de la mitad de esta área está cubierta por bosques

maduros no intervenidos, anteriormente denominados bosques primarios. Dos

tercios de los 4,000 millones de hectáreas boscosas se encuentran hoy día en

sólo diez países: Australia, Brasil, Canadá, China, la República Democrática

del Congo, India, Indonesia, Perú, Rusia y los Estados Unidos de América.

Tres de estos países –Rusia, Canadá y Brasil– albergan el 70% de la superficie

actual de los bosques maduros no intervenidos.

En el siglo XXI, los bosques del mundo todavía no están a salvo y siguen

siendo destruidos. La tala y quema ilícita de árboles a gran escala ocurre todos

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los días y es la principal causa de la desaparición de nuestros bosques. De

hecho, la deforestación (la tala total de bosque) y la degradación (la reducción

de la calidad del bosque) resultan en la pérdida anual de unos 15 millones de

hectáreas de masa forestal a escala mundial: esto representa casi 0.5% de la

cobertura forestal de la Tierra. Tal avance en la deforestación equivale a la

desaparición anual de una superficie que supera a la de Inglaterra, Gales e

Irlanda del Norte juntas. En términos más simples, se estima que cada dos

segundos se destruye el equivalente a la superficie de un campo de fútbol, lo

que significa un ritmo de deforestación muy alarmante.

DESTRUCCIÓN DE UN HORNO DE CARBON

Los bosques tropicales están entre los más amenazados del mundo. La

desaparición anual de millones de hectáreas de bosques en América Latina, el

Caribe, África y el sudeste de Asia sigue siendo una cruda realidad. Según la

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación

(FAO, siglas en inglés, de Food and Agriculture Organization), la región de

América Latina y el Caribe todavía dispone de abundantes recursos forestales:

alrededor del 47% de sus tierras están cubiertas por bosques. Esto representa

el 22% de la superficie forestal mundial estimada en el año 2005. En

Latinoamérica y el Caribe, la tasa anual de variación de la superficie forestal

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de 2000 a 2005 fue de -0,51% en comparación con -0,46% en el decenio de

los años noventa. De 1990 a 2005, América Latina y el Caribe perdieron

alrededor del 64 millones de hectáreas de superficie forestal. En ese período la

cobertura boscosa disminuyó del 51% al 47% de la superficie terrestre total en

esta región. Sin embargo, la superficie forestal aumentó en un 11% en el

Caribe, mientras que disminuyó en un 19% en América Central y un 7% en

América del Sur. En el Caribe insular, sólo en Cuba la superficie forestal

aumentó entre el 2000 y 2005.

Cobertura boscosa de la República Dominicana hoy en día.

Se estima que la cobertura boscosa de la República Dominicana rondaba los

40,000 km2 al inicio del siglo XX. Esto correspondía al 83% de la superficie

total terrestre del país (48.380 km2). En las décadas de los años veinte, treinta

y cuarenta del siglo pasado, se perdió de un 10 a un 15% de esta masa

boscosa, dejando sólo unos 35,000 km2. En la época posguerra, la

deforestación se aceleró causando una pérdida de 75 a 85% de la cobertura

que había al comienzo del siglo XX. La mayor tasa de destrucción se presentó

en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. A

finales de esta última década sólo quedaron unos 5,000 km2 bajo cobertura

forestal en la República. Luego, en los años noventa, se empezó a revertir este

proceso destructivo, recuperando poco a poco la masa boscosa del país.

Finalmente, la ley forestal (#203) que fue establecida a finales de los años

sesenta empezó a dar sus frutos. Esta ley tenía como fin detener la tala del

bosque dominicano y fomentar la recuperación de tierras degradadas. De

hecho, a través de programas de reforestación se pudo aumentar la superficie

de bosques en el país hasta tener unos 13,000 km2 en el año 1998, más del

doble de lo que había a mediados de los años ochenta, pero siempre no más de

una fracción (30%) de lo que existía hace 100 años. Después de ese período, la

superficie forestal de la República Dominicana se estabilizó por unos años,

mostrando un equilibrio entre la deforestación y la reforestación. De hecho,

según la reciente Evaluación de los Recursos Forestales Mundialespublicada

por la FAO, en el año 2005 la cobertura boscosa dominicana osciló alrededor

de 13,760 km2, lo que corresponde a unos 28.5% de la superficie total del

país. La tasa anual de variación de la superficie forestal en el país fue de 0 a

un 0.5% de disminución por año en el período entre 2000 y 2005.

Page 19: Tema 5 de hombre y naturaleza la naturaleza dominicana de comienzos de siglo

Causas principales de la deforestación

La causa principal de la deforestación en América Latina y el Caribe es la

conversión de los bosques en extensas tierras agrícolas y ganaderas. Otros

factores que influyen en la pérdida de masa forestal en el hemisferio

occidental son los incendios forestales, la tala industrial con fines comerciales,

la producción de carbón vegetal y leña, la minería incluyendo la explotación

de petróleo y gas, la construcción de represas y megaproyectos de

infraestructura (por ejemplo, carreteras), la urbanización, el desarrollo costero,

y en zonas originalmente cubiertas por bosques de mangle, las granjas

camaroneras.

En el Caribe son también muy frecuentes las pérdidas de bosque por desastres

naturales que generan daños severos a los árboles, erosión del suelo,

deslizamientos e inundaciones. Cada par de años los huracanes y tormentas

tropicales causan estragos devastadores sobre islas como Cuba, La Española,

Jamaica y Puerto Rico, destruyendo sus bosques naturales y plantaciones

forestales. Recientemente se ha notado que hay un incremento en la cantidad e

intensidad de huracanes y tormentas en la región caribeña, posiblemente

originado por la acción humana relacionada con el calentamiento global.

En la actualidad se sabe que la deforestación incrementa la temperatura sobre

la faz de la Tierra, ya que al talar los árboles el carbono almacenado en los

troncos y ramas regresa a la atmósfera. Se calcula que los árboles están

compuestos de carbono en un 50% y que la cantidad de carbono almacenado

en la biomasa forestal mundial es de unas 283 gigatoneladas (Gt) de carbono,

aunque descendió a nivel mundial en 1.1 Gt anuales entre 1990 y 2005. Para la

República Dominicana, la FAO calcula que hay 60 toneladas de carbono en la

biomasa por hectárea, lo que resulta en un total de 82 millones de toneladas de

carbono para el país. Esta cantidad de carbono forestal se ve distribuido entre

un total de 64 millones de metros cúbicos de masa forestal dominicano.

A la vez, se estima que la deforestación en el mundo es el responsable de

emitir del 25 al 30% de los llamados gases del efecto invernadero que son

liberados a la atmósfera cada año. Esto significa un insumo de unos 1,600

millones de toneladas de gases anualmente. En este sentido, la tala y quema

indiscriminada contribuye enormemente al cambio climático que estamos

viendo en nuestros tiempos y que causa el calentamiento de la superficie de

nuestro planeta con todas sus consecuencias devastadoras.

Page 20: Tema 5 de hombre y naturaleza la naturaleza dominicana de comienzos de siglo

La deforestación y degradación forestal producen efectos adversos sobre la

diversidad y ecología de los bosques, amenazando sus múltiples funciones,

incluidas la conservación de la diversidad biológica, del suelo y los recursos

hídricos, el suministro de madera y de otros productos no forestales, además

de servir como áreas de esparcimiento y sumideros de carbono. En resumen, al

perder su cobertura forestal, las tierras ven reducida su capacidad para

contribuir al mantenimiento del equilibrio ecológico del planeta, lo que

afectará de manera negativa al bienestar del ser humano que depende de los

servicios ambientales que ofrecen ecosistemas muy valiosos como los bosques

tropicales y templados.

Gestión de los recursos forestales en RD

En cuanto a su producción y consumo forestal, en el año 2004 la República

Dominicana exportó un volumen total de 556,000 m3 como leña, mientras se

importaba 267,000 m3 en madera aserrada, 31,000 m3 en tableros a base de

madera, y 182,000 toneladas en papel y cartón. Simultáneamente produjo

130,000 toneladas en papel y cartón, lo que resultó en un consumo total de

312,000 toneladas de papel y cartón a nivel nacional.

Afortunadamente, el ritmo de la pérdida neta de bosque maduro dominicano,

originalmente causado por la demanda de productos forestales, se está

disminuyendo de manera considerable, gracias a la siembra de plantaciones

forestales y a la restauración de los bosques a través de la regeneración

natural. El uso actual y la gestión moderna de los bosques demuestran que hay

lugares que experimentan progreso y mantienen o recuperan su cobertura

boscosa. De la misma manera ayudan en la reducción de la pobreza y a

garantizar la sostenibilidad del medio ambiente en la República Dominicana.

En los últimos cien años, la República Dominicana ha logrado grandes

avances en cuanto a su legislación forestal. La primera Ley Forestal (ley #

4794) apareció en 1907 y consagró la creación de los Guardacampestres.

Desde entonces ha habido muchas normas ejecutivas, leyes y regulaciones,

cada vez más enfocadas en el manejo forestal sostenible y la conservación de

los recursos forestales. Hace diez años, en 1999, se estableció la Ley # 118

mediante la cual la Dirección General Forestal del país pasó a formar parte de

la estructura de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos

Naturales (SEMARENA). A partir del siglo XXI, la legislación forestal que

sirve de marco legal e institucional para el moderno manejo integrado de los

bosques dominicanos se fundamenta en cuatro normas jurídicas: a) la Ley #

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5856 sobre la Conservación Forestal y Árboles Frutales; b) la Ley # 705 sobre

el Control de Corte de Árboles y Operaciones Industriales; c) la Ley # 290

sobre el Incentivo Forestal; y, d) la Resolución # 258 que aprueba el Plan

Forestal Nacional.

Ahora, a nivel nacional, la Subsecretaría de Recursos Forestales de

SEMARENA funciona como ente gubernamental que se encarga de promover

y garantizar la repoblación forestal y el manejo sostenible de los recursos

forestales en el marco de la aplicación de la política forestal del Estado y las

normas que regulan su aprovechamiento. De la misma manera tiene como

tarea el ofrecimiento de la información más actualizada en asuntos forestales,

obtenida de investigaciones realizadas en el país y en zonas de otros países

que puedan aplicarse en la República Dominicana.

Desde finales de los años noventa, ha tenido auge el desarrollo de nuevos

proyectos de ley que proponen modernizar al sector forestal, basados en los

nuevos conceptos de desarrollo económico sostenible, socialmente más justo y

ambientalmente harmonioso. En el año 2003, por ejemplo, fue presentado al

Congreso Nacional el proyecto de Ley de Fomento Forestal. Cinco años

después, se contó con un anteproyecto todavía más elaborado que establecía

un amplio marco legal que permita que en diez años el país sea autosuficiente

en materia de producción maderera. Este anteproyecto cubre muchos temas

forestales de interés nacional incluyendo la producción forestal sostenible y el

pago por servicios ambientales. El borrador del anteproyecto fue discutido en

el 2007 a través de la Mesa de Diálogo sobre Bosques (MDB) y luego en la

Cámara Forestal, y en este momento está siendo modificado de acuerdo a

nuevas sugerencias al proyecto, antes de ser enviado al Congreso para su

conocimiento y sanción. En el anteproyecto se prevé la creación de un fondo

de desarrollo forestal y el establecimiento de un instituto descentralizado para

el fomento de la producción de bienes y servicios de los bosques con fines

comerciales. Con estos esfuerzos, la República Dominicana está tomando el

liderazgo en materia del manejo integrado forestal en el Caribe insular.

Programas de Reforestación

En la última década la República Dominicana ha hecho muchos esfuerzos para

repoblar el país con bosques y plantaciones forestales, a través de sus

programas de reforestación. Un hito importante en la historia moderna es la

publicación en 1994 del manual para la reforestación en la República

Dominicana, escrita por Andrea Brechelt y publicada por la Fundación

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Agricultura y Medio Ambiente. Más recientemente, SEMARENA declaró

octubre como mes de la reforestación. Como parte de este esfuerzo se propone

forestar durante este mes y con gran intensidad, las fincas que fueron

deforestadas en el pasado y las orillas de los ríos que pasan por las mismas.

Además, en la República se celebran ahora las denominadas Jornadas

Nacionales de Reforestación que toman lugar el último sábado de cada mes en

todo el territorio dominicano, con lo que se siembran miles de árboles de

diferentes especies.

Otro esfuerzo particular es la recuperación del Cachón de la Rubia en Santo

Domingo Este, donde se creó el “Bosque de la Mujer”. Aquí, un grupo de

mujeres sembró una cantidad de árboles con nombres femeninos como la

caoba, la penda, la ceiba, la anacahuita y la palma cana, entre otras. Otras

iniciativas de reforestación – cubriendo una superficie de más de 100 km2 –

están en camino a Constanza, Jarabacoa, Las Matas de Farfán, Maimón, Polo,

Salcedo, San José de Ocoa, San Juan, Santiago y Villa Altagracia. A la vez se

estima que las cuencas hidrográficas del país que se encuentran en una

situación crítica y requieren de proyectos de reforestación abarcan una

superficie de aproximadamente 6,000 hectáreas. Esto indica que todavía queda

mucho por hacer para que el país –que de por sí es, en su mayoría, de

vocación forestal– tenga un paisaje funcional donde los bosques sean

manejados de manera sostenible, contribuyendo a la conservación de la

biodiversidad y ofreciendo los valiosos bienes y servicios ecológicos de los

cuales depende la población dominicana para su bienestar, ahora y en el

futuro.