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Temas de Familia N°12

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Edición N°12

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2Año 6 - Nº 12 - 2009 - RosARio, ARgeNtiNA

UNA RevistA de lA FUNdAcióN ARReciFes

Agradece la colaboración de estas empresas e instituciones:

Diseño y Diagramación: -wm|[email protected]

impresión: -AcquAtint - Alem 2254, Rosario.(0341) 4813768 / 2267

revista nº11tiraDa: 50.000 ejemplares

Foto de tapa: Mateusz Stachowski

Presidente: Italo Benjamín CostaVicepresidente: Carlos M. Boglioli Secretario: Adrián SueroSecretaria Adm.: Ma. Laura Rodriguez

Paraguay 1610, Rosario.info@fundaciónarrecifes.org.ar

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3Año 6 - Nº 12 - 2009 - RosARio, ARgeNtiNA

Aprovechamos este primer número del año 2009 de nuestra Revista Institucional para saludar y agradecer a todos nuestros lectores por las continuas muestras de agradecimien-to que nos fortalecen y nos dan ánimo para seguir llegando a tantas Instituciones Educa-tivas y Empresas. Refi riendo a un artículo de un reconocido personaje público español, tenemos que tener muy presente que la familia tiene una fuerte vigencia en la realidad de la vida de las perso-nas. La mayoría de los padres sigue preocupándose por sus hijos, la familia sigue siendo el lugar por excelencia de acogida frente a los dramas como la enfermedad, la desocupación y otras situaciones de desamparo. Es por ello que se hace imprescindible que la familia vuelva a hacerse visible en la sociedad a través de los medios de comunicación y de los de-bates políticos para que no sean sólo sus patologías las que se vean y ocupen el imaginario público. Es necesario volver a explicar la razón de ser de la protección jurídica y social a la familia a lo largo de la historia pues esa razón sigue siendo plenamente vigente. Si en todas las culturas y tiempos se ha protegido a la familia y al matrimonio no es simplemente por una cuestión de regulación pública del afecto. La razón histórica y actual para la protección de la familia es que es el nicho ecológico de la vida. Lo que interesa a la sociedad en su conjunto es que normalmente cuando un chico y una chica se quieren y deciden compartir su vida, de ellos surge la vida; y como normalmente a los hijos se les quiere y ellos quieren a sus padres, la paternidad-fi liación se convierte en la fuente más potente de solidaridad interpersonal que la humanidad ha conocido jamás. Un gran saludo para todos en este nuevo año que esperamos será muy fecundo.

EDITORIAL

Fundación Arrecifes.

LA DEFENSA DE LA FAMILIA HOY.

EDITORIAL

IMPORTANTE. La impresión y distribución de esta revista, así como otras actividades gratuitas organi-zadas por la Fundación Arrecifes, pueden llevarse a cabo y crecen gracias a la colaboración de empresas y particulares que se suman a nuestros objetivos. Respondiendo a las inquietudes de quienes nos consultan cómo colaborar, hemos implementado un sistema de donaciones a través de débitos automáticos en tarjetas de crédito.Para mayor información, Ud. podrá contactarse con nuestra Fundación al mail [email protected] o bien solicitar en su colegio las fi chas de adhesión correspondientes, para que nos sean remitidas. Quien lo desee, puede realizar un aporte en cualquier sucursal del Banco Bisel, cuenta corriente 175-16317/3, CBU 388-0175-8 101-00001631 de la Fundación Arrecifes. Su aporte, aunque sea pequeño, suma.

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4Año 6 - Nº 12 - 2009 - RosARio, ARgeNtiNA

«Peleo en la pantalla,Refl exiones acerca de la violencia adolescente.

Extraños personajes, y últimamente famosos, desfi lan sus intimidades más profundas en la pantalla, donde

han encontrado una nueva manera de existir. Todos, en los últimos años, bajo la forma del confl icto personal, en lenguaje sencillo, la pelea.

Parece que para «ser famoso» ya no basta con mostrarlo todo venciendo el mínimo pudor, ahora hay que pelearse, agredirse, difamarse, traicionarse, insultarse. Todo esto bajo el relato incesante de aquellos que detrás de la tiranía del micrófono y la mediocridad de las ideas, inundan el aire y el cyber espacio de peleas, peleas y más peleas.

A esta fama pugilística, se le suman dos viejos conocidos de la Argentina: la impunidad y la ausencia absoluta de límites, producto natural de la primera. El resultado de todos estos elementos combinados hoy se manifi esta en los jóvenes como lo denominaré en adelante: «violencia indiferente».

Bajo esta introducción, quisiera dar mi punto de vista sobre los episodios que nos preocupan, mejor dicho, nos descon-ciertan a todos los padres.

¿Es nuevo que los adolescentes se peleen a la salida del co-legio? Leyendo Juvenilla, Miguel Cané nos relataba los con-fl ictos escolares resueltos a las «piñas». Esto obviamente no es nuevo (no hablo de bueno o malo), lo alarmante, es lo que provoca en los otros, ganas de fi lmar, de disfrutar de la violencia y nuevamente la indiferencia.

Si el axioma de estos tiempos es, «para existir debo pe-learme y debo hacerlo pantalla de por medio», ¿por qué nos llaman tanto la atención estas conductas que, de por sí, estuvieron siempre presentes en la adolescencia? Avance-mos un poco más.

Desde hace algunos años se ha impuesto que para existir en el mundo actual debés fi lmar y exponer tu vida a través de la pantalla. De esta forma conocés gente, te separás de tu pareja, te hacés un test de embarazo, practicás sexo virtual, te hacés famoso, se denuncia la corrupción política y se plantean los grandes temas de la sociedad según la pantalla lo crea conveniente. Nacen y mueren las problemáticas conforme el axioma que nos hace existir en estos tiempos, con la velocidad (y la voracidad) del zapping.

La adolescencia actual es un refl ejo claro de lo que esta so-ciedad adulta vive. No se trata de repartir culpas, esto es un nuevo acto adolescente (la culpa es de los padres, de los colegios, de la policía, etc.), adornado de superfi cialidad frente a los problemas de fondo.

La violencia adolescente envasada en imágenes y mucho peor, la profunda indiferencia de los pares ante los hechos presenciados, no es más que el resultado de nuestra propia indiferencia frente a la trasgresión sistemática, (y por mo-mentos inaudita) de los valores que sostienen a una socie-dad sana. «Estamos enfermos de violencia indiferente y nuestros hijos están repitiendo el modelo.»

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Es cierto que a los adolescentes les faltan límites, abso-lutamente. Ahora bien, ¿vale la pena poner límites en una sociedad que, (pantalla por medio), se encarga de exaltar permanentemente la trasgresión como forma de llegar a ser alguien?

No es extraño que los adolescentes quieran «ser al-guien», es propio de su edad evolutiva, lo triste es que parte de su «ser alguien» dependa de mediatizar su vida y dejar de sentir los deseos más nobles de su edad bajo la máscara de la costumbre que se transforma en violenta indiferencia.

No se trata de estigmatizar la adolescencia, se trata de en-tenderla, de acompañarla y fundamentalmente de com-prender que hay un lugar de adultos que no podemos aban-donar.

Es momento (hace tiempo) de caminar junto a los ado-lescentes dando testimonio de una vida que sea atrac-tiva y digna de ser imitada. Nosotros también podemos ser modelos exitosos.

Vale la pena la pregunta: el bien, los valores, una vida llena de sentido y compromiso con los otros, ¿será atractiva para la pantalla? Tengo mis dudas.

Sobre lo que no vacilo e invito a renovar el compromiso, a pesar de los pesares, es a dar testimonio de una vida que, sin pantalla mediante, quiera ser imitada.

Allí donde la pena embarga, donde parece que cada vez estamos peor, donde la realidad oscurece el horizonte, donde la violencia llegó al peor de los límites, que es la indiferencia, allí hacen falta padres. Padres que, con au-toridad y límites, miren a sus hijos a los ojos y ésa sea la pantalla donde ellos renueven el signifi cado de su vida y encuentren la paz.

Esta conclusión sin un análisis posterior también es peli-grosa. ¿Por qué repiten el modelo? Porque es exitoso, porque nosotros con nuestra indiferencia lo hemos trans-formado en exitoso, y ¿qué adolescente no quiere ser exi-toso? Ausencia de ideales, falta de referentes válidos, vacío cultural, muerte de las ideas y una vida carente de sentido, refl ejan que la rebeldía juvenil (que siempre existió y es-pero siga existiendo) se traduzca en la pasividad, bien lla-mada indiferencia.

A esta altura no temo asegurar que los jóvenes sin darse cuenta, y como siempre, están pidiendo ayuda a través del medio que hoy permite que uno exista: la pantalla (cual-quiera sea, la del celular, la de la computadora o la de la televisión). Desde siempre los adolescentes buscaron for-mas de llamar la atención de los adultos: hoy nos llaman la atención desde este lugar, que forma parte de su lenguaje.

Hay una sociedad adulta consumidora de violencia que dio nacimiento y sostuvo la existencia de personas lanzadas a la fama y que, sonriendo indiferente, pasando de canal en canal, dejó que las cosas avancen sin hacer nada. ¿Con qué derecho esperar algo diferente de nuestros adolescentes? ¿No será nuestra indiferencia como padres ante toda esta atrocidad mediática, otro acto de violencia para con nuestros hijos?

«Me pregunto ¿quién se hace cargo? (no ¿quién es culpable?), de estos años donde hemos visto na-cer y morir por la pantalla todo tipo de bajezas humanas detrás de un sonrisa.»

...luego existo.»

Adrián Dall’Asta (Fundación Proyecto Padres)

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Apenas asumió su cargo, en junio de 2007, el Primer Ministro británico, Gordon Brown, tomó una medida

audaz y, sin duda, revolucionaria. Disolvió el Ministerio de Educación y lo reemplazó por tres nuevas carteras: Escue-las, Infancia y Familia. Con esto, Brown enfrentaba viejos malos entendidos que pesan sobre la educación y discrimi-naba los papeles diferenciados que la escuela y la familia cumplen en la asistencia y guía de los niños.

Habitualmente, cuando nos encontramos con personas mal educadas lo primero que nos intriga es de qué hogar o de qué familia vienen. No nos preguntamos a qué escuela fueron, o qué profesores tuvieron. Tampoco consideramos a alguien «maleducado» porque no sabe leer, porque desconoce la teoría de la relatividad, suma defectuosamente, ignora cuál es la capital de Bolivia o conjuga mal los verbos. Conside-ramos que todas estas fallas provienen de una instrucción pobre, pero no de una mala educación. La mala educación, como solemos concebirla, describe a alguien con rudimen-tarias habilidades para la convivencia, para el diálogo, para el disenso respetuoso, para la aceptación de lo diferente, para el ejercicio de la empatía, de la compasión, para el re-gistro, en fi n, del otro, del semejante.En nuestro inconsciente colectivo parece anidar la idea de que la educación se genera en el lugar en el que una per-sona se cría. Es decir, en su hogar, con su familia (bioló-gica o adoptiva, a estos fi nes es igual). Y no se trata de una percepción errada. En verdad no es función de la escuela educar, sino informar, instruir, ayudar a desarrollar habili-dades, crear espacios para la convivencia en la diversidad, generar situaciones en las cuales los chicos se entrenen para la vida social. Básicamente podría decirse que la socializa-ción es la función escolar básica. Una función que, por su-puesto, gana en complejidad a medida que avanza la edad de los alumnos y no es aséptica. Se trata de socializar para una convivencia trascendente.

Educación en continuadoEducar, en cambio, es criar. Y criar signifi ca nutrir emo-cional, afectiva y espiritualmente, crear y asegurar las con-diciones para que el árbol que está, íntegro y en ciernes, en la semilla que es un hijo, pueda alcanzar su desarrollo. Que la potencia se convierta en acto. Además de actos de amor (porque el amor debería ser siempre un verbo y no un sustantivo, acciones y no declaraciones), educar signifi -ca, visto así, transmitir valores a través de las conductas, enfatizar (a través de estímulos, actividades compartidas, diálogos) el valor único de la vida de ese hijo para que él se sienta querido por lo que es antes que por lo que hace.

Educar es vivir de tal manera que el hijo que nos observa descubra, a través de aquello que ve al vernos, que hay un sentido en cada vida y se sienta estimulado y acompañado a explorar el de la suya. Todas estas funciones educativas no se pueden delegar. Acaso los padres puedan, en circuns-tancias excepcionales, suplir las funciones de la escuela.

Pero la escuela jamás reemplazará a la educación que dan los que crían. Y esta educación se da por acción o por omisión. El «maleducado» asimiló que el otro no vale, se ha nutrido en el egoísmo, aprendió a valorar el tener antes que el ser, se le enseñó a través de conductas que las reglas, leyes y normas no se cumplen o se manipulan. La familia, los padres, educan siempre, aún cuando crean que no lo hacen. Y están antes que la escuela.

Ordenar prioridades Entender esto ayudará a ordenar las prioridades y crear ricas complementaciones. Padres y escuela pueden formar un equipo poderoso en la nutrición de una vida. Pero no es un equipo de pares. La escuela es un auxiliar en la tarea, pero los padres (o quien cumpla esas funciones en casos especiales) son los protagonistas centrales. La escuela es el primer asistente y el más valioso. Y urge que padres y es-cuela se reconozcan como socios de una empresa que tiene como objetivo el más trascendente a que se puede aspirar: la contribución a la plena realización (psíquica, física, emo-cional, intelectual y espiritual) de una vida.

Quienes educan han elegido hacerlo, quienes son padres lo han elegido también. Una doble responsabilidad se des-pliega alrededor de los hijos-alumnos. La de los padres re-side en comprender que nadie hará por sus hijos aquello que es función paterna y materna. Cuando empiezan por cumplir estas funciones los padres encontrarán en la es-cuela (aún con las limitaciones y carencias actuales de esta institución) un apoyo que funciona. Cuando quieran eva-dirlas empezarán a encontrar pelos en la sopa escolar. Mu-chas veces el cuestionamiento paterno hacia la escuela es, en el fondo, el enojo porque ella no se hace cargo de lo que es responsabilidad familiar. Educadores e instructores no son adversarios, sino complementos necesarios. Escuela, familia, chicos son un trípode. Gordon Brown no descubrió algo nuevo. Sólo llamó a las cosas por su nombre.

PA D R E S

¿Quién educa a un mal educado?

E S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L AE S C U E L Ay

Sergio Sinay.

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Una frase que no es del gusto de algunos, porque estiba el peso de la responsabilidad en las espaldas de los

padres de familia dice: «PADRES HAY UNOS, COLEGIOS MUCHOS». Los padres no solemos darnos cuenta de lo mucho que esperan nuestros hijos de nosotros ni cuánto dependen de nosotros. Ni siquiera en la adolescencia, cuando más ansían cierta independencia, pueden soportar que se les deje abandonados afectivamente. Es probable que enton-ces tengan aún más necesidad de auténtica comprensión y cariño. Padres hay unos, son únicos para sus hijos. Si el pa-dre o la madre le fallan al hijo, nadie, absolutamente nadie los puede suplir. Somos irreemplazables. Si un colegio les falla o muestra vacíos, los propios padres pueden comple-tar esos vacíos, o cambiarlos de colegio. Lo que un niño no puede, de ningún modo es: CAMBIARSE DE PADRES.

Al ser humano se le educa. Nuestra responsabilidad de pa-dres no se limita a la supervivencia física, como ser dotado

Diego Ibañez Langlois

de inteligencia y voluntad, hay que preo-cuparse de alimentar estas facultades que son propias de su naturaleza, a riesgo de que crezcan desnutridos en lo esencial. El alimento consiste en ayudarles a descubrir la verdad, el bien y la belleza, de modo que puedan vivir con la dignidad reservada úni-camente a las personas. Para educar hay que estar y dar tiempo. Dar tiempo a algo, es dar vida. Negar tiempo, es demostrar in-diferencia. Dar tiempo cuesta más que dar cosas, si se tiene mucho, dar cosas no representa ningún sacrifi cio. Dar tiempo es preferir al otro, antes que a uno mismo.

Los colegios no podrán suplir jamás la ausencia o el abandono de los padres. Es preferible un padre o madre muerto que un padre o madre ausente, pues en el primer caso el niño sufrirá, pero tendrá la certeza de que ya no puede esperar su pre-sencia física.

El egoísmo o la irresponsabilidad pueden recurrir a excelentes excusas para demos-trar lo contrario. «No es para tanto», «No exageren ni dramaticen.»

Si no fuera para tanto, atrévanse a preguntárselo a sus hijos, tal vez creen que llenándolo de cosas el niño que-da feliz o satisfecho. Artifi cialmente feliz, por el tiempo que cualquier juguete u obsequio lo deje encandilado. Pero si se pudiera entrar en su corazón ¡¡Qué hielo Dios mío!! El corazón no se sacia con voladores de luces ni con decorados.

Un colegio, ni siquiera el mejor, por ser una institución ar-tifi cial puede llegar a ser realmente una familia, (que es una institución natural). La naturaleza humana no per-dona, las leyes naturales, tampoco.

Los colegios no podrán suplir jamás la ausencia o el

abandono de los padres.

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Los Padres Autoconvocados de General Deheza (Cba.) existimos desde el 4 de marzo de 1997. Nacimos impul-sados por la angustia, viendo cómo, semana tras sema-na, muchas personas (en su mayoría jóvenes) perdían la vida en accidentes de tránsito que no son tales, ya que pueden evitarse. Y cada fin de semana, en horas de la madrugada, las sirenas que anunciaban una nueva tragedia nos impulsaban hacia los cuartos de nuestros hijos, con el corazón oprimido por el temor, preguntán-donos... «¿Le habrá tocado esta vez a él...?» Por eso decimos: el miedo, que casi siempre paraliza, a nosotros nos puso en marcha.

Ahora, a varios años de nuestro inicio, sabemos que hasta el miedo puede ser positivo cuando sirve para movilizarnos, para sentir que podemos lograr cosas importantes por nosotros mismos, que podemos cui-dar los bienes más preciados que tenemos: NUESTROS HIJOS y los hijos de otros padres y madres que ni si-quiera conocemos pero que, a su vez, cuidan que nada les suceda a los nuestros. Porque esa es la esencia de nuestro Movimiento: ejercer el derecho de SER PA-DRES, contra todos los obstáculos, sin plazos, sin clau-dicaciones y con la firme convicción de que estamos en el camino correcto.

Fuimos sólo 23, al principio. Somos varios miles hoy. Seremos muchos más, mañana. Para sorpresa nuestra, aquel reducido grupo inicial se transformó en el Mo-vimiento numeroso de la actualidad, trascendiendo los límites de nuestra provincia. Hemos creado una gran Red Solidaria de Prevención de Accidentes de Tránsito provocados por conductores alcoholizados, compuesta por madres y padres. Porque también las autoridades [email protected]

Nuestra Historia:

que nos apoyan y le dan marco legal a nuestro accionar son, antes que nada, «Padres». Y no nos anima ningún interés político, económico, ni religioso.

En estas razones, profundas y fáciles de comprender, radica el éxito de nuestra tarea.

Para finalizar, queremos que algo quede muy claro: no somos abstemios, ni iluminados, ni deseamos que al-guien piense que la nuestra es una cruzada contra el consumo de alcohol; somos muy conscientes de que vivimos en un mundo real, no ideal, donde podemos conseguir objetivos importantes, pero de a poco. De lo contrario, corremos el riesgo de quedar sólo en buenas intenciones.

Es por todo esto que seguiremos estando a la vera de las rutas, durante el tiempo que sea necesario, apuntando a que los niños de hoy crezcan con el simple mensaje que es y seguirá siendo nuestra bandera:

GENTE QUE HACE COSAS:

PADRES AUTOCONVOCADOS

SI CONDUCÍS, NO TOMÉS...

SI TOMÁS, NO CONDUZCAS...

... PARA QUE NUNCA MÁS

SUENEN LAS SIRENAS EN

HORAS DE LA MADRUGADA.

PARA QUE NO HAYA MÁS MUERTES EN NUESTRAS

RUTAS...