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TEOLOGÍA DE LA MUERTE Parte II Lic. Raymundo Ramos Ahora sí, y sin más preámbulos vayamos a algunos textos bíblicos que nos puedan dar un poco de orientación teológica sobre la muerte: Gn 23 – Estamos ante la escena de la muerte de Sara, algo que seguramente trajo dolor a Abraham, aunque no lo denotaba mucho por costumbre y rito, de eso se encargaban generalmente las plañideras o personas encargadas de llorar por el muerto. Abraham no tiene tierra, es errante y como tal, no posee ni una parcela donde enterrar a su esposa, y con mucha humildad la compra de extranjeros que acceden a ello de manera muy respetuosa. En forma culturalmente discreta y educada, Efrón le vende la caverna y el campo a Abraham. Sabemos por estudiosos como Gerhard von Rad que le costó muy, muy cara (en monedas de plata), esta parcela. Llama la atención que en Génesis todas las menciones de entierros carecen de toda manifestación cultual., son de una gran sobriedad profana sin excepción, y que el muerto no es llevado al sepulcro con gran lujo o con oro, flores o algún posible elemento mítico religioso (propio de muchas culturas de la época). Esta cueva será después el lugar de descanso también para Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob. Ahora bien, teológicamente, este pedacito de tierra representa en la misma muerte esperanza de vida, ya que aunque comprada, es por fe una porción de tierra prometida (tierra hitita y cananea, posteriormente edomita), promesa de vida, seguridad, y es por ello que los patriarcas la aceptan como tumba, lo cual nunca hubiera sucedido si fuera solo tierra pagana, de hecho es la primera tierra que “poseen” los israelitas, es una tierra de muerte pero que traza vida para el pueblo de Dios.

Teología de La Muerte II

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Una breve teología de la muerte en base a 3 textos bíblicos del AT con aplicaciones al presente.

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TEOLOGA DE LA MUERTEParte IILic. Raymundo Ramos

Ahora s, y sin ms prembulos vayamos a algunos textos bblicos que nos puedan dar un poco de orientacin teolgica sobre la muerte: Gn 23 Estamos ante la escena de la muerte de Sara, algo que seguramente trajo dolor a Abraham, aunque no lo denotaba mucho por costumbre y rito, de eso se encargaban generalmente las plaideras o personas encargadas de llorar por el muerto. Abraham no tiene tierra, es errante y como tal, no posee ni una parcela donde enterrar a su esposa, y con mucha humildad la compra de extranjeros que acceden a ello de manera muy respetuosa. En forma culturalmente discreta y educada, Efrn le vende la caverna y el campo a Abraham. Sabemos por estudiosos como Gerhard von Rad que le cost muy, muy cara (en monedas de plata), esta parcela. Llama la atencin que en Gnesis todas las menciones de entierros carecen de toda manifestacin cultual., son de una gran sobriedad profana sin excepcin, y que el muerto no es llevado al sepulcro con gran lujo o con oro, flores o algn posible elemento mtico religioso (propio de muchas culturas de la poca). Esta cueva ser despus el lugar de descanso tambin para Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob. Ahora bien, teolgicamente, este pedacito de tierra representa en la misma muerte esperanza de vida, ya que aunque comprada, es por fe una porcin de tierra prometida (tierra hitita y cananea, posteriormente edomita), promesa de vida, seguridad, y es por ello que los patriarcas la aceptan como tumba, lo cual nunca hubiera sucedido si fuera solo tierra pagana, de hecho es la primera tierra que poseen los israelitas, es una tierra de muerte pero que traza vida para el pueblo de Dios. Gn 35, 16-20 Continuando en el Gnesis, y ahora de frente a la escena de muerte de la bella Raquel, en un lugar llamado frata. En realidad, como han sealado con frecuencia los estudiosos, su localizacin geogrfica es incorrecta: frata, segn 1 Sam 10, 2, se encuentra cerca de Rama, al norte de Jerusaln, y no al sur, como Beln. As, pues, la glosa es decir, Beln es posterior. En Rama se concentraron los judos que seran deportados a Babilonia tras la destruccin de Jerusaln, el ao 586 a.C. Y as, Jeremas, poniendo entre parntesis la errnea localizacin de Beln, se haba imaginado, teolgicamente hablando, que la fuerza o el impulso de Raquel, que haba muerto al dar a luz a Benjamn, aleteaba sobre aquellos angustiados grupos de desterrados, convirtindose en madre ideal de todo el pueblo hebreo: As ha dicho Jehov: Voz fue oda en Ram, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron (Jer 31, 15). Como es sabido, Mateo retomar este texto para aplicarlo a la matanza de los inocentes decretada por Herodes (2, 18).Pero el grito de dolor que resuena en frata no es estril ni desesperado: del seno de Raquel sale su segundo hijo, despus de Jos (30, 23-24), el nico nacido en la tierra prometida. Ciertamente el parto fue dramtico: la vida coincide con la muerte. Y la madre, sintiendo que se acercaba su fin, pero viendo el fruto de su seno, formula, bajo la forma sintetizada de un nombre, una ley de la vida y del espritu: del dolor nace la existencia. Ben-'oni, hijo de mi dolor, de mi sufrimiento. No es el grito de desesperacin lanzado en la agona por una persona ya quebrantada. Es, por el contrario, una declaracin de humilde y fatigada esperanza: Mi dolor extremo ha generado! Tenemos, pues, en este primer nombre de Benjamn, luego rechazado por el padre, un motivo de reflexin en el curso de una lnea constante de la Biblia. El mismo Jess volver sobre esta imagen y este tema en sus discursos joaneos de la ltima cena: La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero despus que ha dado a luz un nio, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo (Jn 16, 21). Y pocos das antes haba definido esta misma ley a travs de otro smbolo de tipo agrcola: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto (12, 24).Nuevamente estamos teolgicamente con un texto esperanzador a pesar de la muerte, amn de los otros textos citados. Es increble como el espritu va entretejiendo fino en este tema de la muerte, es decir, para el pueblo de Dios, la muerte tiene otro significado, tiene vida y es esperanzadora, aunque el panorama sea doloroso, la alegra y la promesa de un mejor futuro se imponen.Por eso dice Cant 8, 7 Ponme como un sello sobre tu corazn, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrn apagar el amor, ni lo ahogarn los ros. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciaran. Aqu las llamas como dice el exgeta Gianfranco Ravasi, son fcilmente extinguibles, como las que brotan de la pasin momentnea. Son chispas que encienden hogueras colosales, son llamas divinas, supremas e invencibles como las de la zarza ardiendo del Sina (x 3, 2). El amor autntico participa de la fuerza misma de Dios, pues es por naturaleza vida, del mismo modo que Dios es por antonomasia el Viviente. Las muchas aguas, que en el AT son smbolo del abismo primordial, del caos y de la muerte, de la nada, del mal y del sufrimiento, no consiguen extinguir la llama del verdadero amor. Benjamn es testimonio vivo de esta victoria. El amor es como la roca contra la que se estrella el furor de las muchas aguas. Las pruebas de la historia, las angustias cotidianas, las catstrofes excepcionales, la muerte misma no logran apartar a Jacob de Raquel. Nos pasa entonces por la mente el texto de Romanos 8, qu acaso nos podr la muerte separar del amor de Cristo? Por supuesto que No. Y tambin me viene a la mente el texto de Gn 1, 2 que nos habla del espritu movindose sobre la faz del abismo, sobre las aguas del caos, es decir, que de un ambiente de muerte Dios crear nueva vida. La seal del pilar de rocas, compare con el verso 11, y el cual levanta Jacob sobre la sepultura, significa algo diferente en el verso 18; ciertamente tambin es una seal como en el verso 11, pero no se le derrama libacin de aceite alguna a manera de altar, porque esta es una seal en memoria de una persona, y no un memorial y lugar sagrado de manifestacin de la divinidad. Finalmente menciono algo sobre Dt 34, 1-8: Separacin y permanencia: Tanto en el caso de Moiss como en el de Jess, como dice el profesor y biblista Edesio Snchez, se da un doble movimiento de separacin y permanencia. Para el pueblo, la muerte signific una separacin que provoc dolor y sentimiento de abandono (34, 8; Lc 24, 19-21; Jn 20,19-23) y, en buen sentido, frustracin y sentimiento de derrota (31, 29; Jn 21, 2-3). Sin embargo, la partida de ambos tambin signific permanencia. De Moiss permanecen sus escritos, su enseanza y la fuerza de su figura; y qu decir de Jess, de l nos permanece su enseanza, su reino y la vida eterna. Moiss sube al Nebo (probablemente el nombre de una divinidad babilonia) a morir, en una montaa que teolgicamente nos habla del contacto y la presencia de Dios, de su comunin con l, ya que eso representa la montaa en la Biblia. Jess tambin sube a un monte a morir, el Glgota, el de la calavera, el de la muerte. Qu contraste, y es que ambos pueden abrir nuevos horizontes de vida. Jess mayormente que Moiss y que Elas (de quien popularmente decan no haba muerto pues se lo haba llevado un torbellino), como lo muestra la escena de la transfiguracin, donde Moiss y Elas desaparecen para dar lugar finalmente a Jess, el que verdaderamente vive, l que puede sentarse en la montaa y hablar desde la montaa.Conclusin Aplicativa: Slo Dios puede traer vida desde la muerte, y eso se hace posible por su espritu, de lo ms desesperanzador puede surgir la vida. La muerte no es pues la ltima palabra. Por tanto cuando hay muerte y funerales, desde el antiguo tiempo en el Pentateuco mismo, y otros textos ms, no se nota ni ostentosidad como tampoco rituales o aferramientos sentimentalistas hacia los lugares sepulcrales. Si vamos a hacer algo por la persona que muere o va a morir, mejor hagmosla ya, en vida, no despus de su muerte. Y si hacemos algo por los muertos, que sea un momento que memorice y le de respeto, slo en el funeral. No hay lugar para cultos, ni permanencia o insistencia perpetua en los sepulcros, esos lugares no nos pertenecen, y ni siquiera a los que han muerto, ese no ser su lugar definitivo, la muerte no tiene la definitividad, solamente el Seor. Abstengmonos de vivir insistiendo y recordando la muerte, esa no debe ser la seal, las flores y las fotos, ya no debieran ser nuestra preocupacin, los muertos ya nada saben. Que nuestra partida signifique permanencia o trascendencia en lo que permanece y vive hoy, y no en nuestras costumbres que lejos de rendir homenaje, reflejan apegos y falta de desprendimiento de lo terrenal. Si va a ir al panten, que sea para el da del entierro de alguna persona, y cuando mucho, y tal vez en lo posterior, solo para ensearle a sus hijos u otro familiar cercano donde yacen los restos mortales del difunto, o para checar el mantenimiento del lugar, mas no para velar y llorarle al que un da Dios habr de resucitar, y a quien quiera l conceder que sea para vida eterna.