36
año 2 • número 12 • junio 22 de 2013

Tintero de las Musas 12

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Una nueva época. un nuevo estado de ánimo. Y nosotras, las de el Tintero, seguimos en la batalla diaria. probablemente estamos no solo protegidas, sino revestidas por una luz transparente y brillante desde el que podemos ver todo lo que sucede, sin inmutarnos.

Citation preview

Page 1: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013

Page 2: Tintero de las Musas 12
Page 3: Tintero de las Musas 12

Directorio:eDitorAGilda Montaño Humphrey

pinuras de:Benito Nogueira Ruiz

diseñoHelí López Sandoval

aMMpe delegación estado de México

asociación Mundial de Mujeres periodistas y escritorasWorld association of Woman Journalist and Writers

association Mondiale de Femmes Journalistes et ecrivians

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013

2 Editorial

4 Gilda Montaño Humphrey RAÚL ANGUIANO Y SUS MUJERES IV

18 Irma Fuentes Las LLAVES

14 Cecilia Pérez Grovas NATI

20 Bertha Balestra POEMAS

22 Angélica Valero CARMEN ROSENSWEIG: DEL VIENTO QUE MUEVE UN REHILETE AL TORNADO QUE TIMONEA LA PALABRA

26 Daniel Hiernaux descanso

28 Pedro Manterola La LLave 32 Kyra Galván feminicidio

33 Frida Mazzotti Pabello “yo soy mis amigos muertos”

Page 4: Tintero de las Musas 12

2

Editorial

una nueva época. un nuevo estado de ánimo. Y nosotras, las de el Tin-

tero, seguimos en la batalla diaria. pro-bablemente estamos no solo protegi-das, sino revestidas por una luz transparente y brillante desde el que podemos ver todo lo que sucede, sin in-mutarnos. Ya tenemos muchos años de experiencia. pero lo nuevo, todavía nos deja con los ojos abiertos. de nuevo ve-nimos llenas de brillo a dar lo mejor que tenemos. a recoger afectos. a re-cordar que nuestro tránsito en la vida, es cada día más pleno.

en este tiempo han sucedido mu-chas cosas: nos hemos enfermado; nos hemos unido; nos hemos reído y prohi-bido llorar; hemos recibido premios: hemos sembrado sacrificios que nos están regalando frutos. Casamos a nuestros hijos e hicimos más libros.

están descansando de nosotros todo lo que nos estorba: tristezas; congojas y desconsuelos. ¿deprimirnos?, no pode-mos: nos dura tal vez una hora el andar de capa caída. no nos permitimos más. Tenemos que producir al por mayor y a eso nos dedicamos: a escribir.

* * *

Hoy salimos de nuevo. es el solsticio de verano. Todas las amarras están echadas al mar. La luna está más cer-ca de nuestros cuarzos serenándose con su luz brillante. de esa que alum-bra nuestras vidas. oímos ya el canto de los grillos y los saltos de las ranas. afuera llueve a cántaros. poco a poco la laguna se llena más de deseos que de necesidades.

Page 5: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 3

* * *

Sócrates: Pero mi querido Critón, ¿debe-mos hacer tanto aprecio de la opinión del pueblo? ¿No basta que las personas más racionales, las únicas que debemos tener en cuenta sepan de qué manera han pasa-do las cosas?

Ojalá, Critón que el pueblo fuese capaz de cometer los mayores males, porque de esta manera sería también capaz de hacer los más grandes bienes.

Aunque la fortuna me fuera adversa, no puedo abandonar las máximas de que siempre he hecho profesión; ellas me pa-recen siempre las mismas y, como las mismas, las estimo igualmente.

No es preciso estimar todas las opinio-nes de los hombres, sino tan sólo algunas, y no de todos los hombres indistintamen-te, sino tan solo de algunos.

Las opiniones buenas ¿no son de los sabios y las malas las de los necios?

¿No admites, igualmente, que vivir bien no es otra cosa que vivir como lo re-claman la probidad y la justicia?

Es preciso, no hacer jamás injusticia ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Hay pocas personas que admiten esto.

Veamos si de ésta manera lo entiendes mejor: ¿Qué estado puede subsistir si los fallos dados no tienen ninguna fuerza y son eludidos por los particulares?” ¿Qué po-dríamos responder, Critón, a este cargo y otros semejantes que se nos podrían diri-gir? porque ¿qué no diría especialmente un orador, sobre esta infracción a la ley, que ordena que los fallos dados sean cumpli-dos y ejecutados? ¿Responderemos noso-tros que la República nos ha hecho injusti-cia y que no ha juzgado bien? ¿Es esto lo que responderíamos?

…la patria es digna de más respeto y más veneración delante de los dioses y de los hombres que un padre, una madre y que todos los parientes juntos…

Es preciso obedecer lo que quiere la República o emplear para con ella los medios de persuasión que la ley con-cede.

La justicia, las leyes y las costumbres deben estar por encima de todo y ser ob-jeto de culto y de la veneración de los hombres. Así sea.

SocráteS

Atenas, Grecia, Barrio de la Raposa, 469-520

Gilda Montaño Humphrey

…la patria es digna de más respeto y más veneración delante de los dioses y de los hombres que un padre, una madre y que todos los parientes juntos…

Page 6: Tintero de las Musas 12

4

raúl anguiano y sus mujeres IV

Gilda Montaño Humphrey

sigue la parte buena de una serie de lar-gas, larguísimas entrevistas-pláticas,

consejos que me regaló en su casa, con su esposa, el maestro anguiano.

Mi HiStoriA (lA revolución)También anduve en la revolución Mexicana, en los brazos de mi madre, cuando iba a visitar a mi padre, don José. esto era después de las batallas en autlán de la Grana y ocotlán. por supuesto en mi tierra: Jalisco. La vida del cam-po era maravillosa. recuerdo la playa de sayu-la, allá en atoyac.1

lA revolución y Mi pApá

sucedió que estaban fusilando a los jefes carrancistas. Le preguntaron pues cuál era su último deseo. “Una botella de tequila y hablar con el General Zapata. Y en eso esta-ba, cuando le llevaron con quien él quería. “Mi General, le dijo, no es junto que nos es-temos matando entre hermanos. Tenemos los mismos ideales de justicia social, sólo que pertenecemos a diferentes bandos.” Le perdonó la vida.

tAMbién fue funDADor Del pnrMi padre José fue fundador en Jalisco del pnr: partido nacional revolucionario. Mi vida ha sido con la revolución Mexicana.

AnécDotA revolucionAriA

Mi madre abigail Valadez me contó en Cuaut-la: “Mira, en este cuartel estuvo preso tu abuelo por las tropas zapatistas.” Él fue Capi-tán de Caballería.

llegué A México en tren De SegunDA

Cuando llegué a México, viajé en tren de segun-da, después de la venta de uno de mis cuadros. Cuadros que eran tan buenos como los de die-go. Era el año de 1934 y yo apenas tenía 19 años. Vendí cuadros a 15 y 20 pesos. Llegué a la capital del país, con 24 pesos de entonces…

recientemente una de esas pinturas, que era “Danzantes de Zapopan”, se vendió en Sotheby´s en 24 mil dólares. Recuerdo que yo lo vendí en 20 pesos, a un abogado. es un cuadro de un metro, en donde hay por lo menos 20 figuras… De 20 pesos, a 24 mil dólares. ¡Quién iba a imaginarlo!

MiS priMerAS iMpreSioneS

Llegando a la ciudad de México realicé algunas acuarelas pintadas como fresco, con pequeñas achuras o pinceladitas. Me impresionaron las fábricas; el movimiento obrero; naturalmente tuve influencia de diego rivera, siqueiros y orozco. Las primeras acuarelas que ya hice en México. Se exhibieron en Bellas Artes en 1935.2

AMo lA tierrA que He viviDo

La tierra es como mi pintura de siempre: roja, terracota, cobre: la pisé, la viví, la siento. esa que ahora entiendo, decidí hacerla mía.

¿lA políticA?He estado más cerca del pri que de cualquier otro partido. no pertenezco a ninguno, pero coincido con Leopoldo Zea en que a este país lo ha hecho el pri.

loS preSiDenteS

a Álvaro obregón lo vi en el teatro degolla-do en Guadalajara: manco, vigoroso, inteli-gente. nombró a José Vasconcelos, como ministro en la Educación Pública. El fue el autor de la revolución cultural. dio libertad y muros a los artistas de la época. dio biblio-tecas y fomentó las brigadas culturales.

1 Toribio, Jorge, “Raúl Anguiano, Remembranzas”, UAEM, Colección Arte y Artistas 1, 1995, pág. 282 El muralismo mexicano, Raúl Anguiano, Op. Cit., p. 184.

Page 7: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 5

era un México destruido por la revolución Mexicana, de 1910 a 1922. ¿Qué lograron Obregón y Vasconcelos? La revolución Cultural, el Muralismo, que es el más alto fruto de la revolución Mexicana.

Page 8: Tintero de las Musas 12

6

por allí está Lina santos, que era Miss Coahuila. ¿de María Félix? su espalda. sofía Loren, me encanta, es de una gran belleza. Me gustan sus rasgos: tiene carácter, tiene fuerza. Me recuerda al david de Miguel Ángel, que es de una gran belleza. elizabeth Taylor no.

Page 9: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 7

era un México destruido por la revolución Mexicana, de 1910 a 1922. ¿Qué lograron obregón y Vasconcelos? La revolución Cul-tural, el Muralismo, que es el más alto fruto de la revolución Mexicana.

el verDADero ArtiStA

Como anécdota déjenme platicarles que cuando murió david alfaro siqueiros, llegué al velatorio. Me entrevistó raquel Tibol. Maestro: ¿usted considera que un artista debe pertene-cer a un partido político? “Yo considero que un artista debe estar por encima de cualquier partido político, y no ser manipulado por nin-guno de ellos”, dije. Y lo sigo pensando.

lAS ArtiStAS.Las artistas son vanidosas. nunca quedan conformes. Quieren salir más bonitas de lo que son. además son impuntuales. Cada vez que pintaba a alguna de ellas, tenía que ser su esclavo. por eso, mejor no. ¿excepciones? Muy, pero muy pocas.

Los recuerdos se le vienen de sopetón y sin previo aviso: por allí está Lina santos, que era Miss Coahuila. ¿de María Félix? su espalda. sofía Loren, me encanta, es de una gran belleza. Me gustan sus rasgos: tiene carácter, tiene fuerza. Me recuerda al david de Miguel Ángel, que es de una gran belleza. elizabeth Taylor no.

loS roStroS

Una excepción de un estilo es María Asúnso-lo. o alfa Henestrosa. Los rostros indígenas, en particular los mayas, son impresionantes.

Diego y loS inDígenAS

¿por qué pintaba tantos indios diego? “Porque del Bravo al Suchiate, son los más interesantes”.

MiS MAnoS

sucedió apenas hace cuarenta años… Mi amiga querida, Berta Taracena, su hermana y yo, salíamos de una exposición en el instituto italiano de Cultura, en la Colonia roma o Condesa, no recuerdo bien…

—¿nos das un aventón en tu carro? —déjenme hablarle a mi chofer…Y cuál no sería su sorpresa, que no era

chofer, sino chofera Carmelita, que estaba estacionada a media cuadra de allí.

—¿Qué usted no maneja?, me pregunta-ron…

—estas manos solo tocan senos y pince-les, les contesté…

nAcionAliSMo

este calificativo no me gusta. es un término que ha perdido valor. Mi pintura es altamente nacional. no es pintoresca, es nacional. ¿por qué tan cara la leche? es un dibujo de la vida nacional que me lleva hacia el sentido de so-lidaridad que tengo hacia mi gente. ‘…una posición combativa. Lo nacional son las raí-ces… de un país, lo característico. no está en contra de lo extranjero ni de lo universal.3 Mi pintura es un arte nacional.

Raúl Anguiano pertenece a la tercera ge-neración de muralistas de este país. en los años cuarentas, se incorpora a la tendencia de los más importantes exponentes de este estilo en nuestro país. se cuela de sopetón y sin previo aviso. Los alcanza, los iguala y se queda en un magnífico tercer lugar. ¿por qué? porque aprende rápido y es humilde ante sus maestros. diego lo quiere. También siqueiros y orozco.

3 Cajigas, Ma. de los angeles. Raúl Anguiano: Uno de los cua-tro ases del muralismo mexicano, edamex, México, p. 44.

Page 10: Tintero de las Musas 12

8

no había semana en la que Gabriela no perdiera temporal y absurda-

mente sus llaves dentro de su propia casa, por lo menos una vez. En su bús-queda revolvía su estudio, la recámara y hasta muebles de la sala y el comedor, a veces ayudada por su madre o por la ayudanta. aparecían, pero siempre en algún lugar impensable, entre libros o bajo la cama o súbitamente dentro de un remoto florero en el que ya alguna pensaba haber mirado antes.

Los regaños maternos iban del “te he dicho…” al “ésta es la última vez que…“ a la mujer le preocupaba que, en la terri-ble inseguridad que aumentaba en la en la ciudad, las llaves pudieran caer a ma-nos de algún ratero pero, finalmente ve-nía la calma con la aparición del perde-dizo llavero. sin embargo, semanas iban y venían y las llaves también…

Lo irritante era, para la madre, que su hija fuera tan descuidada y, para Ga-briela, que nadie le creyera. decidió vi-gilar más de cerca a la única que, ade-más de ella, vivía en la casa…, la ayudanta. sospechaba que ésta las es-condía, sólo para fastidiarla. pero por más que la observó nunca pudo pescar-la “con las manos en la masa”. Cansada, decidió guardarlas, después de abrir, en su portafolios.

así logró que disminuyeran las des-apariciones aunque de vez en cuando las condenadas llaves volvían a perder-se… y a aparecer en sitios extraños. ex-cepto, un lunes…

ese día, no pudo encontrarlas por ningún lado. Desesperada, acudió a su madre y ésta llamó a la “mosqueada” ayudanta que resentía la actitud de sos-pecha que Gabriela trataba de ocultar.

LAS LLAVES

Irma Fuentes

rebuscaron por todos los rincones, mira-ron bajo las camas, abrieron los bolsos de mano, levantaron ollas y sartenes en la cocina, espiaron hasta detrás de los cuadros, sacaron las flores del florero y abrieron cuanto cajón había en la casa. pero fue hora de ir a la escuela y al traba-jo. La ayudanta bajaría de lavar a tiempo para recibir a Gabriela, cuando ésta vol-viera del CuM.

Cuando subieron al auto, la madre prohibió a la chica hacer otra cosa que no fuera imaginar dónde podía haber dejado las llaves, advirtiéndole que, de no encon-trarlas, por la tarde tendría que llamar al cerrajero para cambiar la combinación de la chapa, sacar nuevas llaves y evitar el tan temido asalto. desde luego, ésta lo paga-ría de su asignación semanal.

preocupada, ella obedeció a su madre y recorrió mentalmente, en retrospectiva, sus movimientos del sábado, último día en que había usado las llaves para entrar. en el descanso, en vez de ir con los ami-gos a tomar algo, se quedó en el salón recorriendo mentalmente sus pasos al volver del cine con sus amigas, desde la entrada al edificio.

“Abrí con mis llaves… Igual que el de-partamento… entramos… fui a la salita de televisión a avisarle a mi madre que habíamos llegado y… volví al recibidor con ellas… estoy segura de haber abierto el portafolios y guardarlas…

La llegada del profesor la obligó a sus-pender su angustiosa meditación. Tendría que esperar… Ya en la casa, comió poco y con prisa y fue a sentarse a su sillón favori-to, que estaba en el saloncito pequeño, frente a una pared de madera dedicada a lucir los extraños cuadros de Tavera… para concentrarse fijó la mirada en el azul pro-

Page 11: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 9

Page 12: Tintero de las Musas 12

10

fundo que destacaba la figura de una mujer que, a su vez, contemplaba un cercano hori-zonte. sobre sus hombros, un huevo a medio romperse, hacía las veces de cabeza…

¿Qué hice el sábado al entrar…? –se pre-guntó–. ¿Fuimos directamente a la cocina a buscar algo qué comer o vinimos aquí? ¡es-toy casi segura de haberme acercado al pia-no… miró a su izquierda y vio otro Tavera sobre él –para dejar las llaves… pero recor-dé que debía guardarlas y fui a buscar el portafolios… ¿lo pensé… pero no lo hice, realmente? entonces.. ¿dónde las puse?

se acercó al piano. La pintura mostraba otra mujer tan extraña como la anterior, pero ésta sí tenía una cabeza normal. su cabello era negro y cubría su cuerpo con una larguísi-

ma capa… Le gustaba especialmente el uni-cornio… en cambio el gnomo que era como niño gordo, no tanto… puso su rodilla en el banco para verla más de cerca. se sorprendió pensando que había en él algo inusual… las figuras… parecían como separadas…

Movió la cabeza con fastidio. Volvió al tema de las llaves… estaba usando al cua-dro como distracción y no era prudente… Tenía años de mirarlos, los conocía de me-moria. pero tenía la impresión de que éste se le confundía con el otro…

—son parecidos… –se dijo–.¡Las pajole-ras llaves, dios mío…! ¡¿dónde las dejé?! a menos que Leticia o rocío… las hubiesen tomado… pero ¿para qué? ¡Claro! Quizá ella se las había dado para abrir… y las había

Page 13: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 11

guardado sin advertirlo… Fue al teléfono… Como siempre, parecían estar junto al aparato. Cada una en su turno rebuscó en su bolso y volvió a decirle que no las tenía.

“Acuérdate que al abrir se cayó el dije del llavero y lo arreglamos… después las pusiste en el piano, como siempre…” –dijo rocío–.

“Como siempre…” No, aclaró Gabriela las había llevado a su portafolios. Como fuera… ellas no las tenían… Colgó el telé-fono apenas con unas palabras de despe-dida y volvió al sillón. “Como siempre… –repitió– ¡como siempre! ¡sí! como siempre que creo que dejo las cosas en un lugar y aparecen en otro. además, pensándolo bien, no sólo ocurría con las llaves. a veces era un marcador. otras, un libro. algunas más un anillo o el reloj, pero siempre las encontraba en sitios en los que no se expli-caba por qué habían ido a parar ahí.

—Se asustó–. “¿Mi desorden estará volviéndome loca? ¿Tendrá razón mi mamá, que siempre me regaña porque todo está revuelto? ¡ay, dios…. ahora me doy cuenta de que son muchas las cosas que se me pierden…

su angustia creció. Cuando la ayudanta se acercó a preguntarle si quería merendar o que le encendiera la luz, Gabriela dio un respingo…

“No, no quiero nada… –casi gritó–. Se arrepintió de su brusquedad y añadió–: no, gracias, no quiero nada de momento, pero sí por favor, enciende la lámpara…”

Quería pensar. analizar… ¿desde cuán-do venía ocurriendo eso…? si era sincera, había ocasiones en que creía escuchar rui-dos y carreras como de ratones y prefería achacárselos a Laika, la doberman, para no caer en la paranoia de su madre.

“Puede ser eso… –la angustia llevó lá-grimas a sus ojos. Había vuelto al salonci-

to. Miró alrededor. Las pinturas iban del surrealismo al abstracto. no había nada académico. o sí… tal vez el cuadrito de la jaula con el pájaro colgados en una venta-na, que por cierto no le gustaba–. “Con ra-zón… ese otro tipo de pinturas… estoy de remate…” –aventuró–.

a su alrededor, las sombras que dejaba el haz de la lámpara parecían cobrar movi-miento con la luz que proyectaban los fa-ros de los autos al pasar, haciendo que la estancia cobrara un halo irreal, extraño… sobre todo en las pinturas…se detuvo a mirar sus curiosos efectos… especialmen-te en el Tavera azul… el paisaje cambia-ba… Miró al otro y con esos reflejos casi le pareció ver adelantarse a la mujer… ¿y el gnomo gordo…? Giró la cabeza tristemen-te y, desde ahí observó a la mujer y al uni-cornio… el gnomo, en cambio…

—seguramente es por el ángulo… –se acercó al que estaba sobre el piano–… aho-ra no veo al gnomo… Volvió a su mente el problema de las llaves… su madre llegaría de un momento a otro, pero… en la pe-numbra, las cosas se veían diferentes…

“Son tan delgadas las líneas que en esta luz se pierden –pensó antes de volverse para encender la del plafón–. regresó fren-te a la pintura. ¡no había sido la penum-bra… lo que pasaba era que el minúsculo gnomo tampoco estaba ahí!

sintió que las manos y los labios le temblaban…

—“Las llaves, los lápices, los libros, mi reloj… ¡y ahora el gnomo! ¡¿Cómo le digo a mi mamá que no encuentro al gnomo? ¡angustiaría de muerte a la pobre mujer! pensaría que su hija enloquecía o que fu-maba algo! ¡no sólo perdía llaves sino has-ta los gnomos en los cuadros!

Movió la cabeza con fastidio. Volvió al tema de las llaves… estaba usando al cuadro como distracción y no era prudente… Tenía años de mirarlos, los conocía de memoria. pero tenía la impresión de que éste se le

confundía con el otro…

Page 14: Tintero de las Musas 12

12

“¡Si no fuera yo tan desordenada, no ha-bría perdido las llaves y los nervios no me tendrían al borde de… ver o no ver cosas que no existen… que existían aquí pintadas…!

retrocedió temerosa del engaño de sus sentidos, se esforzó para ver el cua-dro en perspectiva… extendió la mano para tocarlo… otra lámpara… pero ¡en el lugar del gnomo había un vacío…! reac-cionó a su manera, con enojo. ¡Todo eso era tan absurdo…!

sin saber qué hacer, fue hasta su escri-torio… iba a abrir el portafolios para… para… en ese instante escuchó un tinti-neo como de llaves chocando entre sí. sin volverse, inmóvil… quedó a la escucha. sacudió la cabeza, quizá lo imaginaba… pero cuando iba a volverse para regresar a la estancia, el ruido retornó.

¡una idea salvadora acudió a su men-te…! ¡ratas, había ratas… ratones o lo que fuera! Las temía pero en ese mo-mento resultaban menos aterradores que lo otro… Casi se alegró de que ellas fueran los ladrones… sin embargo, un escalofrío bajó de su nuca al coxis.

—”son repugnantes… pero he leído que se llevan todo tipo de cosas a sus agujeros. ¡Qué hago para sacarlas… porque es eso o estoy de manicomio…!

suavemente avanzó hasta el apaga-dor, encendió la luz y sin moverse es-cudriñó hasta el último rincón. El libre-ro… el escritorio… las revistas y los trabajos que había acumulado en la banquita… Las muñecas y los libros que estaban en la alfombra… nada que no pudiera identificar.

—La rata –pensó–, estaría bien escondi-da. Quería huir, pero si abandonaba el estu-dio, el animal volvería a llevarse las llaves…

avanzó sigilosamente hacia la sala po-niendo lentamente un pie delante del otro para no hacer ruido. se volvió, observó nuevamente la habitación y decidió conti-nuar de espaldas los veinte pasos que la separaban del piano… así podía vigilar la puerta y al animal. La verdad era que no sabía qué hacer… Quizá, sentarse en la al-fombra para no desmayarse…

al hacerlo, sin querer echó una mirada rápida a la pintura… Como fuera, el gno-mo seguía faltando. La mujer de la capa flotante estaba, claro, inmóvil… el tintineo volvió a sobresaltarla y velozmente miró hacia el estudio y … ahí, en el suelo, junto al marco estaba él con sus 10 o 15 centí-metros de alto, ¡el duende! de su mano iz-quierda colgaban las llaves.

Con idéntica sorpresa se observaron mutuamente. paralizados, uno frente al otro, dejaron pasar segundos y durante ellos diez mil ideas llegaron a la mente de la muchacha, todas igual de descabella-das. sonrió, pero sólo un instante–. ¡esto es idiota! –se dijo–, no está pasando…

pero el extraño ser estaba ahí y podía ver su boca distendiéndose en una am-plia sonrisa, tan amplia, que las puntia-gudísimas orejas sobresalían del mon-do cráneo. Con gesto tímido, el hombrecito ¡o lo que fuera!, la miraba y jalándolo trabajosamente, le ofrecía el manojo de llaves…

ella extendió su mano, pero el temor en la cara del gnomo la detuvo. entonces, la colocó palma arriba en la alfombra y él em-pujó las llaves. en la manecita izquierda, el gnomo llevaba el dije que se había despe-gado del llavero y que con ser muy peque-ño, casi la cubría. Miró a la chica, esperan-do su reacción.

suavemente avanzó hasta el apagador, encendió la luz y sin moverse escudriñó hasta el último rincón. el librero… el escritorio… las revistas y los trabajos que había acumulado en la banquita… Las muñecas y los libros que estaban en la

alfombra… nada que no pudiera identificar.

Page 15: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 13

se miraron larga, sonrientemente por un rato. ella asintió gustosa. Vio que el hombrecito llevaba su índice derecho a la boca, mientras torcía la cabecita. pedía silencio… o secreto… Gabriela movió afirmativamente la cabeza y fue retrocediendo de espaldas hasta el límite de la sala. Él, con agilidad trepó por la pata del banco, escaló el piano y de un salto, se metió al cuadro. sonreía despidiéndose con la mano libre, cuan-do escucharon el ruido de la puerta principal.

“Felices sueños” –escuchó en un susurro cuando iba hacia su estudio–. estaba loca quizá, pero se sentía feliz. ¡Tenía ya un nuevo amigo! ¿Y escribiera lo ocurrido? recordó al gnomo y su índice silente. así que, alcanzó su libreta de trabajo y abrió su libro. de la sala llegaba la voz de su madre recomendan-

do algo a la ayudanta. no quiso averiguar qué. La tensión se había ido… con facilidad creciente resolvía ecuaciones y, a diferencia de otras noches, el tiempo rendía.

Cuando su madre apareció en el dintel de la puerta, ella no levantó la vista del cuader-no, simplemente balanceó en su manos las llaves… de reojo la vio mover la cabeza y sonreír y sintió su beso en la cabeza.

no volvieron a perderse las llaves. a veces, algún anillo o un dije que Gabriela dejaba de regalo al gnomo. era grato saber que no esta-ba sola. además, se volvió en ella un hábito sonreír al pasar junto a la pintura de Tavera. sabía que tarde o temprano su travieso amigo devolvería alguna cosa junto a un “felices sue-ños”, en un susurro que sólo ella escucharía.

Page 16: Tintero de las Musas 12

14

Nati

Cecilia Pérez Grovas

Page 17: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 15

Con sus dieciocho, natalia no podía pasar inadvertida. una chica morena clara hermosa. su cabello largo y ensortijado enmarcaba un rostro armó-

nicamente oval con ojos grandes y pestañas tupidas de aguacero pero también enormes. Éstas formaban alrededor de sus ojos almendrados una sombra enigmática que iba muy bien con su personalidad. Muy cumplida en su trabajo como jefa de camaristas a pesar de su juventud. Hablaba inglés perfectamen-te. Vivía sola y casi siempre se la miraba así. Menos cuando Ciro la acompaña-ba. Era el único que podía decir algo sobre la chica. Siempre estuvo enamora-do pero a nadie se lo dijo. ni siquiera nati lo supo, pese a que pasaban juntos muchas horas del día: trabajaban en el mismo lugar, vivían por el mismo rum-bo, comían juntos; él la acompañaba diario a su casa. La recomendó incluso con la casera, aunque hubiera deseado que natalia viviera con él. ambos eran raros. Todo el mundo se los decía y raros se volvió una característica que los unía en vez de inconformarlos.

—ese cuarto del hotel no se usaba porque tenía una fuga de agua. Los due-ños, hispanohablantes como nosotros, decidieron cancelar la habitación mien-tras juntaban el dinero suficiente para hacer las reparaciones. el agua se salía por debajo del excusado, por el tubo del lavamanos, e incluso la regadera go-teaba todo el tiempo. Había una gran humedad en el piso. seguro eran proble-mas graves en la tubería. Yo también soy mexicano, trabajo aquí y me llamaron, por eso vine. La conocí aquí en Brownsville. Cuando todavía vivía con su tía Chata, la hermana de su mamá.

—natalia vino huyendo de México, ¿no?—Que yo sepa, no.—¿su papá era un activista muy sonado en el caso de la nueva Jerusalén?—A la mejor sí, pero ella no. Los únicos viajes que ella había hecho eran de

México para acá. Bueno, a la mejor sí venía huyendo por lo de su papá. Tenía 10, 14 años cuanti más.

—¿Quién era su papá?—no, pues sí parece que era un activista como usted dice, ¿no? a mí nada más

me dijo que su papá se llamaba alfonso y que su mamá le tenía miedo. por eso la mamá la mandó con su tía andrea o Chata como usted dice, a veces le decía tía Cha-ta, pero se llama andrea. su mamá se llama ernestina, siempre me acuerdo porque mi mamá también se llama así. pero su mamá nunca llegó a venir, ¿o el que nunca vino fue su papá? ella le llamaba y le decía que pronto estarían juntas pero creo nun-ca vino. antes, natalia regresó para allá una o dos veces. Creo que el que sí vino por ella fue su papá, ¿o a la mejor la que vino fue su mamá? La cosa es que ella quería vivir con su mamá porque aunque la tía la trataba bien, no era lo mismo. igual y a su mamá la mató alfonso, porque, como le digo, que yo sepa él nunca vino.

—¿Te dijo natalia que sus papás habían muerto?—no, no le gustaba hablar de sus papás. Cuando entró al grupo menos. ahí nos

enseñaron que lo más importante de nuestra vida éramos nosotros.

ella le llamaba y le decía que pronto estarían juntas pero creo nunca vino. antes, natalia regresó para allá una o dos veces. Creo que el que sí vino por ella fue su papá, ¿o a la mejor la que vino fue su mamá? La cosa es que ella quería vivir con su mamá porque

aunque la tía la trataba bien, no era lo mismo.

Page 18: Tintero de las Musas 12

16

—¿de dónde sacas que mataron a su papá?—No lo saco de ningún lado, sólo digo.—¿por qué dices?un gran silencio forzó a que el policía iniciara de nuevo el interrogatorio.—¿dónde podemos localizar a su tía Chata?—ni idea. nati vivía sola hace más de dos años. Cuando entró al grupo ya vivía

sola y nunca me dijo a dónde se cambió su tía. Creo que ya ni vive en Brownsville —¿Qué grupo es ése al que iba natalia?—un grupo de ayuda, medio religiosos, pero no eran cristianos, menos católicos…—¿Tú también perteneces a ese grupo?—Ya casi no.—¿Cómo casi?—es que no voy mucho.—¿ella iba?—sí, ella era como sus papás. Bueno eso decía, que su familia la acusaba de

fanática igual que a sus papás.—¿Quiénes la acusaban?—pues su tía, el marido, los hijos, no sé… pienso que por eso se puso a vivir sola.—¿Cuál es la dirección del lugar donde se reúne el grupo?—ninguna.—¿dónde se juntan?—no tienen un lugar fijo.—¿a dónde vas cuando ves al grupo?—A diferentes lugares. Casi siempre son públicos: parques, la mayoría de las

veces. nunca el mismo.—¿Quién les avisa?—pues es casi mágico.—¿Casi?—de repente vas caminando en la calle y te encuentras a alguien que te dice

dónde y cuándo se van a juntar. ellos te informan que te están esperando y en-tonces vas.

—¿Cuándo los vas a ver?—no, no me han buscado. no sé…el cuerpo de natalia no presentaba signos de violencia. sobre la cama ta-

pada yacía hinchada. Con un paliacate alrededor de su cabeza. podría haber estado varios días así. Los médicos dijeron que fue una suerte que el cuerpo no reventara. por eso nadie olió. el cuerpo se descomponía como si fuera una salchicha cubierta por un pellejo, éste aislaba del exterior la podredum-bre que emergía de adentro hacia fuera. Había unas lechugas marchitas re-gadas en el piso. en el baño el alcohol en el suelo se había ido evaporando pero todavía quedaba un poco en el interior de la botella de plástico arrojado sobre el piso.

…no presentaba signos de violencia. sobre la cama tapada yacía hinchada. Con un paliacate alrededor de su cabeza. podría haber estado varios días así. Los médicos dijeron que fue una suerte que el cuerpo

no reventara. por eso nadie olió.

Page 19: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 17

Querida Malva. no sé qué va a pasar. Ciro es un hombre extraño. Me da lástima. Viene para acá todos los fines de semana desde que los de la policía nos buscaron y nos juntaron para que habláramos. seguro sospechaban de él. dice poco. sólo se sienta. no creo que venga por la comida porque cuando le servimos pica y ya. Lo estuvieron vigilando por meses. Él es un hombre extraño como te digo, pero no es malo; quería demasiado a natalia. Los policías me dijeron que pertenece a un grupo peligroso y que nati, mi sobrina, también, pero nunca desde que lo volvimos a ver se ha reunido con alguien. Mi marido también lo estuvo espiando. por la ni-

Page 20: Tintero de las Musas 12

18

ñas. Márgara es de la misma edad de natalia y todo el tiempo está atenta a lo que dice Ciro. Yo no quiero que se hagan amigos. Me da miedo lo que le sucedió a su prima. pero no me atrevo a correrlo.

—ahora que han pasado los días pienso que fue culpa de ellos, señora andrea.—¿Quiénes son ellos? ¿de qué hablas, Ciro?—Los del grupo. Cierto que yo casi no iba, pero tampoco me avisaban dónde

se verían. a ella sí. natalia iba todo el tiempo.

Page 21: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 19

—ellos parece un invento.—parece, pero no es. es un grupo muy grande.—¿Cuántos son?—no sé. pero sí muchos.—¿Con cuántos te reuniste tú?—no sé, eran muchos.—dios, Ciro muchos son diez, veinte, cien…—Esa es la cosa. No sé cuantos, pero se conocen entre todos y cuando tú em-

piezas a ir también te conocen. Puede que tú no los conozcas pero ellos claro que te conocen. Te esperan hasta que un buen día se te acercan y quedas contra la pared. entonces te invitan y como que ya no te puedes negar.

—Pero tú no fuiste muchas veces, ¿no?—La verdad fui siempre que me invitaron. no me invitaron muchas veces.—¿a natalia sí?—Todo el tiempo. por eso no me extrañó no verla en el trabajo los dos días an-

tes de que la encontraran en el cuarto y me llamaran. Yo siempre que podía la acompañaba en la noche después del trabajo a su casa y a veces me daban hasta celos cuando ella se negaba.

—andaría saliendo con alguien más.—de salir con otro nada. sí se iba con ellos y como a mí no me habían in-

vitado no podía acompañarla.—pues qué raro. un grupo de ayuda muy malo. en vez de ayudarte a conquistar-

la a ti que eres tan buen chico, te hacían sentir celos.—Bueno, yo sentía celos. ellos no querían. Me lo dijo ella y ellos también me

lo repitieron.—Bueno, pero lo importante es que tú estás vivo y tienes qué comer…—Los del grupo me buscaron ayer.—¿no que no?—Hasta ayer, antes no.—Me dijeron que natalia no está muerta.—Pero si tú la viste.—Bueno, pero estaba muy hinchada. Lo mismo no era ella.—Los de la policía nos dijeron que tú la viste.—ellos me dijeron que era natalia y como traía su ropa pensé que sí era ella.

ahora no sé si de verdad era.—Mejor olvida eso. Vete de aquí. Y olvida eso.—no, yo quiero ver a natalia. La quiero.andrea y su familia se mudaron sin dejar rastro. Ciro no puede dejar de pensar

en natalia. desde entonces recorre calles y avenidas de la ciudad de Brownsville a pie con la única esperanza de que los del grupo vuelvan a contactarlo.

no sé cuantos, pero se conocen entre todos y cuando tú empiezas a ir también te conocen. Puede que tú no los conozcas pero ellos claro que te conocen. Te esperan hasta que un buen día se te acercan y quedas contra la pared. entonces te invitan y como que ya

no te puedes negar.

Page 22: Tintero de las Musas 12

20

POEMAS*

Bertha Balestra

Page 23: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 21

deseo

un díauna islarodeada de sinessin lazossin tiemposin culpastú y yosin límites

espeJisMo

no sési en verdadexisteso eresparte de mis sueños.¿oué es en medio de tus noches dondea vecestú me inventas?

ConJuGaCiÓn iMposiBLe

Te hubiera amado en secretosin exigenciasni tiempo

o habría gritado a los vientosel encuentro de dos fuegos

Hubiera escrito mil libros para contar [nuestra historia

Me habría tornado en poeta y [dedicado mil versos

exaltado la locura a través de mil ensayos

Habría rejuvenecidosin cirugíassólo besos

Te hubiera dejado exhaustocon el calor de mi cuerpodentro de mí habrías halladoun nuevo camino al cielo Hubiera arriesgado todo

la estabilidady el almael buen nombrey los afectos

Habría volado contigo hasta la cima [del mundo

para caer luego juntos al fondo de [los avernos

Si tú hombre de otro mundono hubieras sido humoy nada*poemas tomados del libro: Rescoldos

Page 24: Tintero de las Musas 12

22

carmen rosenSwEigdel viento que mueve un rehilete

al tornado que timonea la palabra

Angélica Valero

Page 25: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 23

se ha tomado como verdad irrefutable aquello, de que son los artistas quienes

dan testimonio fidedigno de la historia. en esta premisa concuerdo positivamente, ya que sobran muestras que lo comprueban. Y así las cosas, cómo definir una época de cambios vertiginosos. Me refiero a la etapa comprendida por la década de los 60. Al mar-gen de memoria triste, debe hablarse de que paralelamente, la política y las manifestacio-nes sociales, también se gestaba en nuestro país lo que sería ahora el manifiesto creativo de aquellos años: sin panfletos, sin aquello del arte por el arte; simplemente la literatura como muestra de la expresión y sensibilidad creativa de quienes encontraron en las pala-bras, el vehículo para comunicar su visión.

Y allí nace El rehilete, justo en el año de 1961. Revista literaria, media carta y forros de cartulina, de entre 64 y 72 páginas; tri-mestral a veces, tres épocas; sin grandes or-namentos y recursos económicos visibles o invisibles, pero agradable a la vista. sencilla en apariencia, sólo en apariencia.

Quienes conformaban el grupo que da el banderazo de salida no serán las mismas que la concluyan. sin embargo, presente en todo momento encontramos a Carmen rozen-zweig, quien nos platicó antes de que partie-ra, de cómo se gestó esta publicación.

—¿Cómo nace el proyecto, Carmen? ¿Quiénes eran el equipo?

el proyecto nace desde el Centro Mexica-no de escritores. Beatriz espejo y Margarita peña estaban en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM. Era el final de los 50’s y había gran efervescencia. estábamos muy frescos, muy lozanos, muy entregados. en la juventud se da uno totalmente, no importan las consecuencias.

Como por los años 60 ya empezamos con la revista. eso fue en casa de elsa Llarena,

que vivía en la Colonia del Valle, de la Ciudad de México. ella fue siempre una personalidad muy agradable, muy conciliadora, muy ayu-dadora. era pintora, pero también escribía y llegó a hacer piezas realmente buenas. era sobre todo era una amiga excelente. Y su mamá ayudaba en todo: en lo que no se ve, en la infraestructura. ahí estaba siempre la señora. no obstante eso, nosotras teníamos que hacerle de todo también. pero como so-mos más organizadas las mujeres que los hombres, dijimos que mientras que nos po-níamos de acuerdo todos, “vamos empezan-do nosotras” y formamos un grupito. La úni-ca que tenía obra publicada era yo. o sea, la burra de la casa, porque yo no pasé ni por la secundaria; pero era la que tenía ya un libro.

Beatriz, Margarita y yo, éramos personas muy ágiles. elsa Llarena era más tranquila. Thelma nava –esposa de efraín Huerta– tam-bién era alguien con muchas ideas. Todas teníamos la imagen de hacer una revista en donde predominaran las mujeres: habíamos dicho vamos en serio… los muchachos como que lo tomaban a juego. de todos modos estábamos también llenas de errores. desde el primer número, que debió haber tenido impreso su número en el lomito… en fin, empezamos… metimos como número ini-cial, –como pieza inicial de toda la larguísi-ma época, que se partió en tres–, un cuento de Lupe dueñas. después de entonces, me-tíamos textos de quien fuera, sólo que tu-vieran calidad.

—¿en qué se basaban para determinar esa calidad? Lo que finalmente siempre es subjetivo ¿no?

La responsabilidad total caía en mí. en-tonces todos pensaron: nosotros le llevamos textos y ella los corrige y los publica. una vez Beatriz espejo yo tuvimos un altercado, un in-tercambio de palabras disonantes, porque

…allí nace El rehilete, justo en el año de 1961. Revista literaria, media carta y forros de cartulina, de entre 64 y 72 páginas; trimestral a veces, tres épocas; sin grandes ornamentos y recursos económicos visibles o invisibles, pero agradable a la vista. sencilla en

apariencia, sólo en apariencia.

Page 26: Tintero de las Musas 12

24

Yo era de lo más audaz. dos veces entrevisté a José revueltas. ¿sabes lo qué fue eso?… unas revolquizas… anotaba todo lo que él decía. sin embargo Juan rulfo, en los treinta y seis números de la revista, nunca tuvo una participación. pero yo, como era muy intrépida, me comprometí a que hubiera por lo menos un texto de él.

me dijo: “le publicas este cuento a Carmen andrade”, que era la directora de la pinacote-ca Virreinal, y yo le contesté: “No, porque se me hace como para Confidencias. su pieza no me gusta”. Me dijo: “Mira, yo ya me com-prometí”; y entonces en otra sesión le dije “Voy a tener que doblegarme, pero te hago la aclaración, Beatriz, de que es la única vez que voy a hacer eso. si yo digo que no, es no.” No porque yo me sienta muy “salsa”, sino porque tengo un criterio para encontrar dón-de hay calidad y dónde no.”

—¿Cuál era la línea? porque finalmente era anecdótica, muy sabrosa de leer…

era de todo un poco, comentarios de li-bros, cuentos, anécdotas, ensayos, todo en-traba ahí, pero tenía que pasar por mis ma-nos, y a veces estaban tan mal escritos… Quien tenía una línea impecable era Marga-rita peña.

Fíjate qué curioso, cuando nos reuníamos para discutir los asuntos de la revista, Beatriz siempre llegaba tarde, entonces me engrifaba yo y pensaba: qué poco respeto, todas tene-mos muchas cosas que hacer. en cambio, si a Margarita se le hacía tarde, ni me fijaba yo. Beatriz era mucha pieza, y así se sentía.

—ahora que la he estado ojeando, hay una de las pocas cosas publicadas de Lorena paz paredes, que por cierto me gustó. Yo vi mucha conjunción de plumas: una miscelá-nea en el contenido, que, cotejando las fe-chas, ya eran reconocidas en aquel momen-to. eso habla ya de un reconocimiento de la misma, mientras circulaba.

Yo era de lo más audaz. dos veces entrevis-té a José revueltas. ¿sabes lo qué fue eso?… unas revolquizas… anotaba todo lo que él de-cía. sin embargo Juan rulfo, en los treinta y seis números de la revista, nunca tuvo una participación. pero yo, como era muy intrépi-

da, me comprometí a que hubiera por lo me-nos un texto de él. Como vivía cerca de mi casa fui a verlo y le dije: “Déjeme entrevistarlo: yo llego a su casa, usted nomás se pone a ha-blar, yo tomo en taquigrafía lo que me diga. después, usted me indica si se publica o no…”. Lo hicimos una noche y ya no lo revisó. nunca estuvo más. entre uno y mil papeles, ahí se quedó. rulfo fue sí, el gran ausente.

el rehilete fue una buena revista miscelá-nea que llenó un enorme hueco, porque las que había entonces: estaciones, Ábside, –no me acuerdo cuáles más– eran muy como “a lo que te truje Chencha”. Y la de nosotras era de puertas abiertas. una vez publicamos un poema de Feringuetti y nos vino una amena-za de demanda, que porque ¿cómo se había publicado un poema así nada más? Yo nunca tomé eso en serio. en general ¿por qué nos lo hacen a gente de México, y en estados uni-dos tienen el criterio muy ancho para afian-zarse de cosas que no corresponden?

—Me llama la atención esto de los patroci-nadores privados como Colgate-palmolive como constante… imagino que más o menos por ese camino es que se acerca nacional Fi-nanciera a patrocinar a la revista.

La Presidencia de la República también daba dinero, no mucho, pero algo es algo. Margarita López portillo fue un caso excepcio-nal. Yo la traté y sí que tenía locura de amor por Sor Juana. Porrúa, que es muy rígido para publicar, cuando estaba pepe -su her-mano- de presidente, tenía una sucursal en la avenida Juárez -en la Ciudad de México- llena de poesía de ella. Luego hizo un libro de co-cina de la época de sor Juana, y yo decía ¿cómo Porrúa publicándole eso a Margarita?

¿Que qué hacía ella en el rehilete? pues como te digo que la presidencia nos apoyaba, su hermano también, y doña Cuquita, su

Page 27: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 25

mamá y su hermana, alicia también, a ella se le hizo muy fácil entrar y entró.

en la primera época estuvimos Beatriz espejo, Margarita peña, elsa Llarena, Thel-ma nava, esther ortega. La segunda época la conformamos los que quedaban. es decir, sin Beatriz, Margarita ni Thelma. entonces entraron Margarita López portillo y Carmen andrade; y tiempo después se agregaron Mariano Flores Castro, poeta, y Mario del Va-lle, editor y poeta. Llegaron preguntando si podían ayudar en algo… Y yo dije: para que se estimulen todos los que están aquí, cada número lo va a encabezar alguien, sin dejar lo que está haciendo, pero lo encabeza. Y lo encabezaron mil gentes en la “Editorial”. La encabezó cualquiera de los que estábamos adentro. entonces ahí intervinieron Flores Castro y Mario del Valle.

Termina el rehilete porque era peor que un parto en el desierto: las suscripciones eran muy baratas y colocábamos poquitas. sí te llegaban anuncios y lo que daba la presiden-cia, pero era poco y luego en la imprenta era mucho que pagar. entonces pensamos que era mejor morir con dignidad.

se acaba la revista. Y ojo, que un buen día yo llego a la premiación de un “Villau-rrutia” y llega también allá mismo el retra-sado mental de Mario del Valle, farolón, y me dice: “¡Hola, Carmen! Yo pensé que no era necesario que muriera el rehilete y lo volví a editar”. Me cayó como bote de agua fría. “¿No te da gusto?.”

Me dejó ver una revista que tenía en la por-tada una mujerzuela borracha, una tipa con la pinta de mujerzuela, pero además algo que te ponía a pensar en los humos del alcohol. Le dije: ‘¿sabes? no me da gusto y además ver-daderamente haz cometido un delito”.

* * *

Margarita peña me escribió: La muerte de Carmen me remite a mis épocas bellas y leja-nas, cuando hacíamos el rehilete. ayer me puse melancólica, pensando cuán efímera es la vida, se va volando… La última vez que la vi fue en un restaurante de Toluca, andaba, como siempre haciendo cosas, corriendo, di-námica, así como era ella.

Page 28: Tintero de las Musas 12

26

DESCANSO

Daniel Hiernaux

Page 29: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 27

recoger uno a uno los hilos del silencioescondidosen flujos de ruido y serpentines de huracanes

dominios del audibleque esconden tenues hilosen intersticios invisibles

Tejer los hilos pacientementemetamorfosis en una canasta cubrirlwa con rayos de luzimpenetrables

Colocarte en medio de la canastaacostarme a tu ladoapaciblementeacurrucados en el silencio

Page 30: Tintero de las Musas 12

28

soñé que partía de viaje y me iba le-jos, más allá de cualquier tierra co-

nocida, hasta dónde el agua tiene otros matices, las flores alternan sus aromas y las nubes empapan de azar el horizon-te. en mi sueño caminaba durante ho-ras, tantas que llenaban días enteros; áridas jornadas que se entreveraban en tal cantidad y magnitud que el itinerario continuaba a través de meses y sema-nas, amalgamas que al juntarse en tales proporciones se confundían en nombre, número, período y condición. En lo que parecía ser el término de la travesía, apareció una ciudad con olor de luna llena y tuve entonces la impresión de haber recorrido antes sus calles y mean-dros. Caminé casi a tientas por veredas inconclusas, siguiendo la luz de faroles que alumbraban lo interminable, lo ya visto y lo desconocido. Crucé esquinas, parques, espejos y alamedas. escuché palabras que sonaban como música, y en un instante creí ver salir una sonrisa entre las piedras. Me detuve en una es-quina, alcé la vista, y encontré tu nom-bre en la placa que identificaba una cal-zada. sentí entonces que podía o no estar perdido, y que mientras más lejos caminara sería más confuso encontrar el trayecto de regreso. pero no quiero regresar a cualquier parte, y no sé a que distancia estoy del mar o que caso ten-dría irme, regresar, quedarme, borrar mis huellas o hacer y deshacer cualquier otra contingencia. percibí la fragancia de madalenas, frutas, potajes y confites. un viejo de rostro distante e inexpresivo apareció doblando por la esquina. se detuvo junto a mí y me vio apenas de reojo. Creí ver un destello de mi infancia en su mirada. “Deberás saber el horario

LA llave

Pedro Manterola

de todas las mareas y distinguir lo que está frente a ti de lo que ha quedado atrás. sin preguntar a nadie, encontrarás la res-puesta y el motivo de lo que te ha traído aquí. no habrá ninguna coincidencia que sea cierta. Cuando te marches de todos los lugares, sabrás a dónde has llegado. no estás perdido aunque no sepas dónde estés. Hay aquí el rastro de un nacimiento, aliento, vida, identidad. La apariencia es una mentira que vive latente hasta que consigue invadirte de hastío, náusea y frustración. Cuando la luz habite otro tiem-po y otro espacio, reemplazarás al ser que inventó el fuego. entonces tus ojos brilla-rán como es debido. el sol no se oculta en el poniente. se convierte en aureola invisi-ble que retorna en las hojas de los árboles, en las flores, el trigo, las frondas y las fru-tas que se derraman en verano después de ver partir la primavera. escucha. a esa hora, que es cualquiera, ella traerá una lla-ve que abre todas las incertidumbres. no sabrás si abre o cierra candados, aldabas y portones, si es una sola llave, una ganzúa o un llavero. ella dirá tu nombre, y su voz llegará entre los espacios que dejan entre sí las gotas de la lluvia. Tú sabrás que ha-cer con esa llave, y nada debes de temer si eres digno de tenerla. detrás de la puerta, ventana, cofre, cajón, buhardilla o cerra-dura que se abra puede estar tu casa, el olvido, un río, un bosque o un laberinto. Tal vez allí se destiña esa soledad entrete-jida de lluvia, frío y viento. aunque parezca imposible, detrás del olvido no hay más lejanía que los recuerdos y su persistencia ahogada en el cielo de un planeta extraño. La clave descifra esos aldabones. deberás tomarla, hacerla tuya. sólo una condición debes cumplir a rajatabla: no podrás usar tus manos para obtener esta llave inédita e

Page 31: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 29

Crucé esquinas, parques, espejos y alamedas. escuché palabras que sonaban como música, y en un instante creí ver salir una sonrisa entre las piedras. Me detuve en una esquina, alcé la vista, y encontré tu nombre en la placa que

identificaba una calzada.

Page 32: Tintero de las Musas 12

30

Vi al silencio rodearme como el agua de un estanque. Me sentí debajo del mismo cielo que cubre aquella vieja ciudad desconocida. una llave es la huella que intuye el

acceso y la salida de todo laberinto.

Page 33: Tintero de las Musas 12

año 2 • número 12 • junio 22 de 2013 31

imprecisa. Tampoco debe ser tuya con súpli-cas, exigencias ni premuras. debes alcanzar-la, más que recibirla. encuentra la manera de poseerla, y ella será la consumación de tus preguntas, para después señalar la llegada de interrogantes nuevas y desconocidas. Tu vida empezará después del principio, y no volverá a terminar nunca antes del final”. se fue el viejo cuya voz me sonó a misterio desvanecido y reinventado. Fue en ese ins-tante que la vi aparecer, con la mirada con-vertida en un idioma inmemorial, expectan-te, fija y desafiante, encajada sin sutilezas ni recato en mi retinas, con la llave misteriosa en su poder. no podía decirme nada, darme alguna pista, apuntar una posible solución, emitir una sentencia. Vi al silencio rodear-me como el agua de un estanque. Me sentí debajo del mismo cielo que cubre aquella vieja ciudad desconocida. una llave es la huella que intuye el acceso y la salida de todo laberinto. un mensaje narrado en se-creto para responder la pregunta que es también una respuesta. un mar que tiene sus costas al pie de la montaña. el pasado inextinguible de un cartógrafo invidente. La piedra que se atora en la entrada secreta de una bóveda. una silueta palpitante en el pri-mer renglón de un pentagrama. un paraje de rostros suspicaces que recitan un dialec-to que no llegó a Babel. un viaje sin mapa, sin camino, sin atajos, sin extraños. un puente incompleto al pie del precipicio. un río que traza en su ribera el símbolo de una interrogante. el origen que no sabe el prin-cipio, el principio que se esconde en la me-moria, la memoria que entierra sus recuer-dos hasta convertirlos en raíz, desenlace y eslabón. un silencio que inventa las pala-bras… ahí estaba la llave. ahora debo averi-guar la forma de obtenerla.

Page 34: Tintero de las Musas 12

32

era la hora en que ra-Horaktibebe con ansias la sangre del horizonte. Llegaste ataviado con el lujoso traje de la ira y con la piel pintada de rojo por la luz del sol, puntual, al impetuoso intervalo de nuestra cita amorosa. pusiste tu mano en mi cintura y me doblaste, como a una vara de papiro hasta que me quebré. Y me quedé muerta apretando –para siempre– en mi puño tu violencia y con el sol escabulléndose apresurado por mis ojos.

FEMINICIDIO

Kyra Galván

Page 35: Tintero de las Musas 12

“YO SOY MIS AMIGOS MUERTOS”

A Giny, Pablo, Hero, Luz, Javier, Danilo, Ruth, Regina

Yo soy mis amigos muertos.

astros apagados, sangre detenida. soles eclipsados a destiempo.

He llorado lágrimas de plomo.Y sigo lamiendo mis heridas

Yo soy aquellas despedidas prematurassoy su reflejo. Lo que fueron. Lo que seré.soy su pasado y ellos mi futuro.Soy aún su alma encadenada, la servidumbre de la tierra:su polvo, sus lágrimas,sus ojos, los que ven por ellos; soy sus manos, una parte de su alma.así les pertenezco.

pero soy también el brillo de sus ojos.sus hijos no nacidos.su aire enrarecido.el alcohol encendido en la bañera.La bici desmayada en la banqueta.La casa abandonada.

Soy su ataúd, su mortaja. Las cenizas.el centro de la estancia silenciada.no más miel, no más mar, no más rosas.Balalaicas celestiales.Cascos y fuetes contenidos.naves vacías.palabras ya nunca escritas.

Yo, aquí, soy aún su todo

Y no soy nada.

¿dónde están?Hace mucho no los veo (¿los vi ayer, apenas?)Hace tanto los recuerdo; no hay paz en su muerte, no es verdad.

nunca se dice adiós del todo.

friDA MAzzotti pAbello

Xalapa, Ver. 24 de marzo de 2007

Page 36: Tintero de las Musas 12

Shakespeare me llamó genial Lópe de Vega, infinita Calderón, bruja maldita y Fray Luis la episcopal; Quevedo, grande inmortal, y Góngora la contrita. Sor Juana, monja inaudita, y Bécquer la mayoral.

pitA AMor (1918-2000)