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Tzvi Medin - Lázaro Cárdenas

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    IDEOLOGIA y PRAXIS ,

    POLITICA , ,

    DE LAZAR O CARDENAS

    por TZVI MEDIN

    )l(l siglo veintiuno editores

  • siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, DELEGACiN COYOACN, 04310, MEXICO, D.F.

    siglo xxi editores argentina, s.a. LAVALLE 1634 PISO 11-A C-1048AAN, BUENOS AIRES. ARGENTINA

    portada de carlos palleiro

    primera edicin, 1973 decimoctava edicin, 2003 siglo xxi editores, s.a. de c. v. isbn 968-23-1632-4

    derechos reservados confonne a la ley impreso y hecho en mxico/printed and made in mxico

    NDICE

    AGRADECIMIENTO

    INTRODUCCIN

    I. EL PERODO REVOLUCIONARIO ANTERIOR A LZARO CRDENAS

    1. Herencia y aspiraciones, 7; 2. El caudillismo revo-lucionario y la unidad . nacional, 12; 3. El maxi-mato y el advenimiento 'de Lzaro Crdenas, 19

    B. EL PRELUDIO CARDENISTA

    l. La crtica de la Revolucin, 29; 2. El plan se-xenal, 39; 3. La gira electoral de Lzaro Crdenas, 53

    lB. DEL lI-1AXIMATO AL PRESIDENCIALISMO

    IV_ LA ESTRUCTURACIN DEL PODER CARDENISTA

    1. Crdenas la unificacin obrera. La CTM; 74; 2. Crdenas y la unificacin campesina. La CNC, 88; 3. El Partido de la Revolucin Mexicana. Consti-tucin y trascendencia, 98

    V. LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA ECONMICA Y EL PROGRESO SOCIAL

    1. Fines y medio, 14; 2. La expropiacin petro-lera, 129

    [VII]

    3

    5

    7

    29

    63

    74

    114

  • VIII NDICE

    VI. LA REFORM AGRARIA

    1. Aspectos fundamentales de la problemtica agraria a partir de 1910, 146; 2. La reforma agraria de Lzaro Crdenas, 159; 3. Crdenas y la proble-mtica indgena, 174

    VII. LA EDUCACIN SOCIALISTA

    VIII. CRDENAS EN EL MBITO INTERNACIONAL

    IX. EL EPLOGO DEL SEXENIO

    1. Continuidad esencial del perodo cardenista, 204; 2. La sucesin presidencial, 211

    146

    178

    190

    204

    CONCLUSIONES 225

    BIBLIOGRAFA 232

    A MIS PADRES, RIVKA y MOSHE A MI ESPOSA DRORA

  • AGRADECIMIENTO

    Deseo expresar mi agradecimiento, en forma especial, al Dr. Abelardo Villegas, quien no solo me orient en la elaboracin de este trabajo sino que asimismo me estimul constantemente, haciendo posible, en gran medida, su fi-nalizacin.

    Mi agradecimiento, tambin, al Dr. Leopoldo Zea y a Mara Elena Rodrguez de Magis y a Ernesto Schettino, cuyos consejos y observaciones fueron siempre de gran provecho para mi investigacin.

    Finalmente, mi agradecim,iento a numerosos maestros de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, quienes con su amabilidad y su constante disposicin a ayudarme hi-cieron posible que me sintiera en la Universidad y en Mxico como en mi propia casa.

    Es casi innecesario especificar que todo lo escrito es de mi nica responsabilidad.

    TZVI MEDlN'

  • INTRODUCCIN

    La Revolucin mexicana fue una verdadera explosin po-pular en el transcurso de la cual cientos de miles de cam-pesinos dieron su vida en medio de una contienda cruel y sangrienta. Pero, como nos ensea la experiencia de otras muchas revoluciones, las reestructuraciones que tuvieron lugar luego del perodo traumtico estuvieron lejos de toda proporcin con respecto al sacrificio revolucionario. Al flujo revolucionario se agreg, sobreponindose y mezcln-dose con l, el reflujo de los intereses de las viejas clases privilegiadas y de las nuevas oligarquas de la Revolucin. El proceso fue complejo y la trama de los problemas que se entrelazaban sumamente heterognea. En el desarrollo de la Revolucin hubo altibajos; momentos de preocupa-cin por el campesinado y las clases obreras, y momentos de su instrumentacin protegiendo intereses oligrquicos, momentos de firmes actitudes antiimperialistas y momen-tos de completa subordinacin, y as podramos seguir con una larga lista de contrarios que se vean unidos en la retrica y en el mito revolucionario.

    Pero hubo un perodo en que la Revolucin pareci convertirse en un proceso de realizacin verdadera, ba-jando de los cielos mitolgicos a los cuales la elevaron las odas retricas, para convertirse simplemente en el mejora-miento de las condiciones de vida del campesino, del in-dio, del obrero. se fue el perodo presidencial de L-zaro Crdenas, y al mismo dedicamos esta investigacin.

    Este trabajo intentar captar, fundamentalmente, la ideo-loga y la praxis poltica de Lzaro Crdenas, aunque ambas se dieron, lgicamente, en la dimensin histrica y en el contexto socioeconmico de la poca, y por lo tanto necesariamente en relacin con ellos desarrollaremos nuestro trabajo.

    Nuestro enfoque se dirige al sexenio cardenista 1934-1940, pero para poder situarlo en la dimensin histrica, y en la problemtica en general, dedicamos el primer captulo a

    [5]

  • 6 INTRODUCCIN un anlisis general de algunos aspectos .bsicos ~e la Re-volucin mexicana en el perodo antenor a Carden as, y el segundo captulo a lo que denominamos el pr~ogo cardenista. Al tratar determinados temas, como po~ ~Jemplo la reforma agraria o la constitucin del mO~lmlento obrero, consideramos conveniente comenzar co~ Introduc-ciones que intentan delinear los aspectos bsl~os de la problemtica especfica antes del perodo cardemsta, y que lgicamente deben ser consideradas como mer~s coorde-nadas para ubicar el tema central. Con ex~epCl~ de los dos primeros captulos, que poseen un caracter mtroduc-torio, todo el resto de la investigacin se avoca ya por entero al sexenio presidencial de Lzaro Crdenas.

    CAPTULO 1

    EL PERODO REVOLUCIONARIO ANTERIOR A LZARO CRDENAS

    1] HERENCIA Y ASPIRACIONES

    Dos coordenadas abarcan, segn nuestra opinin, el pe-rodo revolucionario anterior a Lzaro Crdenas: una es la realidad existente, la otra, las aspiraciones que consti-tuyen la anttesis _reg:Jll

  • 8 EL PERODO REVOLUCIONARIO la poblacin eran terratenientes, en tanto que el 96.9% careca por completo de tierras.

    Por un lado contados terratenientes, por otro, peonaje explotado, constituido adems por la casi totalidad del pueblo mexicano. El peonaje mismo era mantenido en una verdadera esclavitud; los salarios miserables, la tienda de raya y la guardia rural eran los eslabones de una cadena que los ataba y someta por completo a la hacienda y al patrn. Respecto a esta situacin seala Andrs Molina Enrquez en su libro Los grandes problemas nacionales: " ... nuestro cuerpo social es un cuerpo desproporcionado y contrahecho. Del trax hacia arriba es un gigante, del trax hacia abajo es un nio. El peso de la parte de arriba es tal, que el cuerpo en su con junto se sostiene difcil-mente. Ms an, est en peligro de caer. Sus pies se de-bilitan da por da. En efecto, las clases bajas da por da ~mpeoran su situacin, y en la ltima, la de los indgenas Jornaleros, la dispersin ha comenzado ya". 1

    En el terreno obrero, en medio del desarrollo de la in-cipiente industria mexicana, la situacin no era mucho mejor, y lo atestigua patentemente el lago de sangre en que fueron ahogadas las huelgas de Cananea y de Ro Blanco. . Debemos sealar finalmente que los intereses extran-Jeros encontraron, durante este perodo, un Mxico apro-piado para su aferramiento y desarrollo. Todava en 1925 existan en Mxico 32 millones de hectreas en manos de extranjeros, perteneciendo ms de la mitad de los terrenos a propietarios estadounidenses. 2 Los intereses extranjeros gozaban asimismo de numerosas concesiones para la explotacin de las minas y del pet~; . las com-paas extranjeras se limitaban a la extraccin-:El segundo aspecto de la realidad existente al principio del perodo revolucionario era la escisin que prevaleca

    , ~ndrs Molina Enrquez, Los grandes problemas nacionales, MXICO, Imprenta de A. Carranza e Hijos, 1909, p. 221.

    Anatol Shulgovski, Mxico en la encrucijada de su historia, Fondo de Cultura Popular, S. de R. L. nm., 3, Mxico, 1968, p.25.

    HERENCIA Y ASPIRACIONES 9

    en el campo revolucionario mismo entre ideas, intereses y caudillos. En tanto no pudieran coexistir las diferentes corrientes y los diferentes caudillos, el choque militar, imposible de evitar, era un indicativo patente de la falta de unidad nacional. Madero, Zapata, Villa, Carranza, Obregn, representan no slo la revolucin nacional, sino tambin las partes del rompecabezas de la unidad nacio-nal que an no se haba logrado componer.

    Los choques de intereses e ideas tenan lugar entre hom-bres que seguan a sus respectivos caudillos, y la lealtad a los mismos era considerada el factor primordial. Esto es perfectamente comprensible sobre el trasfondo de la rea-lidad histrica mexicana en general, y en particular, te-niendo en cuenta el atrofiamiento poltico, herencia por-firista que haca imposible que se trabajara y se actuara por medio del marco partid,h!o. Los partidos y agrupacio-nes de diferente ndole que existieron ligaron necesaria-mente su destino al de los grandes caudillos.

    Hemos sealado la herencia socio econmica del porfiria-to y la escisin n acional como producto de la lucha revo-lucionaria. Pasemos ahora a lo que llamamos la anttesis regulativa de la realidad existente, expresada y formulada en la Constitucin de 1917.

    El porfirismo sirvi de catalizador, uniendo en su con-tra a grupos de diferente orientacin; la lucha contra l lo fue por una libertad negativa, en el sentido de que su esencia consista en la negacin de las cadenas porfiristas, y en esa negacin se unan los diferentes factores revolu-cionarios. Mas una vez logrado el triunfo, fue necesario dar un contenido positivo a la libertad; aparecieron en-tonces las desaveniencias, mismas que se expresaron en gran parte en los .J!e.bates previos a la formul acin de la Constitucin de 1917.

    En realidad se dieron dos facciones opuestas, denomina-das la una constitucionalista o liberal carrancista, y la otra radical, jacobina o liberal obregonista. Es necesario sealar, empero, que las divergencias tuvieron lugar dentro del mbito del liberalismo, y si se habla de extremos, se habla de extremos dentro del liberalismo. En realidad las faccio-nes se dividan en dos: la que postulaba un liberalismo clsico y la que postulaba un nuevo liberalismo progresista. Los liberales carrancistas haban venido al Congreso Cons

  • 10 EL PERODO REVOLUCIONARIO tituyente, segn palabras del coronel Chapa, " ... no para cambiar los principios liberales del 57, sino para aadir en el mismo espritu las adiciones necesarias que ha propues-to el Ciudadano Primer Jefe, por ser inminentes necesi-des del pueblo mexicano". 3 Los liberales obregonistas o radicales queran, en cambio, desligane conscientemente de los principios del liberalismo clsico, y postular en la nueva constitucin la primaca de los derechos de la so-ciedad toda sobre los derechos individuales. Es interesante sealar que este liberalismo progresista haba encontrado ya su expresin en el Programa del Partido Liberal, publi-cado en 1906, en el que se vea el progreso de las masas proletarias no slo como un fin en s sino tambin como un medio para poder desarrollar un mercado adecuado que permitiera y estimulara el desarrollo de las industrias y del comercio en general. 4

    Tomando en cuenta ambas facciones, se puede decir que en diferentes asuntos esenciales prevaleci evidente mente el progresismo liberal, expresndose, por ejemplo, en la formulacin de los artculos 3, 27 y 123, los cuales exaltan la primaca del factor social. 5

    Pero la primaca del factor social es precisamente eso, una primaca que implica la existencia de otros factores y no una hegemona absoluta. En realidad la Constitucin de 1917 formula la aspiracin a un equilibrio socioeco-nmico, que implica de hecho un pluralismo que da lugar a entidades colectivas, cooperativas y tambin al capital privado. Con respecto a este ltimo, es necesario sealar que en la exposicin de motivos referente al artculo 27 se especfica que " ... el afn de abolir la propiedad in-

    3 Diario de los Debates del Congreso Constituyente, 1916-1917, Ediciones de la Comisin Nacional para la Celebracin del Sesquicentenario de la proclamacin de la Independencia Nacional y del Cincuentenario de la Revolucin Mexicana, 2 vols., Mxico, 1960, tomo 1, p. 692.

    Batalla a la dictadura. Textos polticos por Ricardo y Je-ss Flores Magn, Empresas Editoriales, S. A., Mxico, 1948, p. 138.

    El artculo 3 trata de la problemtica educativa, el 27 de la propiedad de las tierras yaguas comprendidas dentro de los lmites del territorio nacional, el 123 de la legislacin laboral.

    HERENCIA Y ASPIRACIONES 11 mueble no puede considerarse en su esencia sino como una utopa". 6 Pero, si en verdad el equilibrio socioecon-mico postulado por la Constitucin no refleja de ningn modo la aspiracin a una revolucin socialista, por otro lado es necesario hacer notar que el equilibrio mencionado no incluye a la vieja clase de los latifundistas y terrate-nientes feudales que disfrutaron en su tiempo de todo el apoyo porfirista y que en ese momento se aspira 'oa a eli-minar.

    Ahora bien, este equilibrio o pluralismo econmico se llevar a cabo en el marco nacional, siendo la nacin el concepto bsico de la Constitucin. La nacin es aqu una esencia histrica, una unidad orgnica que rene y une a todos los mexicanos, y no una mera superestructura ca-pitalista. El artculo 27 establece que " .. .la propiedad de las tierras y aguas comp:endidas dentro de los lmites del territorio nacional corresponde originariamente a la nacin, la cual ha tenido y tiene el derecho de trasmitir el dominio de ellas.a los particulares, constituyendo la pro-piedad privada". 7 Es la nacin de lo que se habla, y no de la sociedad. En el mismo artculo podemos tambin leer que la nacin tendr en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el inters pblico. La nacin aparece entonces como el concepto bsico de la Constitucin y asimismo el gobierno, expresin constitucional de la soberana nacional, ser el regulador y controlador del equilibrio socioeconmico na-cional.

    En la realidad existente, empero, se trataba no de re-gular y controlar el equilibrio socioeconmico, sino de crearlo, de constituir ese equilibrio inexistente. La Cons-titucin aparece entonces como una anttesis regulativa en relacin con la realidad existente; anttesis revolucio-naria con respecto a la estructura feudal existente y ant-tesis reformista con respecto a las relaciones que deben reinar entre las diferentes clases sociales e intereses econ' micos en el incipiente capitalismo mexicano.

    Todo esto se construy lgicamente bajo la suposicin b- Diario de los debates del Congreso Constituyente, 1916

    1917, p. 1071. , [bid., pp. 1186, 1187.

  • 12 EL PERODO REVOLUCIONARIO sica y sobreentendida de la existencia de la unidad nacional. Mas tambin esta unidad nacional del pueblo mexicano perteneca a las aspiraciones que la Revolucin an no haba logrado realizar. El gobierno y el fin de Carranza sern una cruenta ilustracin de ello. La escisin nacional se expresaba entre los diferentes caudillos, entre la Iglesia y la Revolucin, entre los campesinos y los obreros.

    Frank Tannenbaum habla de la Revolucin mexicana como de una revolucin nacional en la que el pueblo me-xicano se descubre a s mismo. 8 Nosotros diramos que se trata de una revolucin en la que el campesinado me-xicano se descubre a s mismo como una fuerza histrica, como una fuerza que puede actuar y. cambiar situaciones existentes; pero al entrar en accin estas nuevas fuerzas histricas nacionales, el concepto de nacin ser captado desde diferentes ngulos y seremos testigos de la lucha que se desata entre los diferentes sectores nacionales.

    2] EL CAUDILLISMO REVOLUCIONARIO y LA UNIDAD NACIONAL

    La realidad existente impuso el orden de prioridad en las realizaciones del ideario revolucionario formulado en la Constitucin. Es as! como aquel concepto sobrentendido de la unidad nacional de la Revolucin, base necesaria de todo el edificio revolucionario, ser precisamente el que se constituya en el aspecto y en el logro fundamental del primer perodo revolucionario, especficamente en el logro del perodo denominado caudillismo revolucionario.

    El perodo de Carranza fue evidentemente el perodo de la escisin nacional.

    Carranza luch contra Villa y luch contra Zapata. Por medio de Obregn lleg a una alianza con los obreros, quienes, agrupados en la "Casa del Obrer6 Mundial", formaron los "batallones rojos", promoviendo as Carranza el choque entre campesinos y obreros. Pero si en febrero de 1915 Carranza emita toda clase de decretos en favor de

    8 Frank Tannenbaum, La lucha por la paz y el pan, en Pro-blemas Agrcolas e Industriales de Mxico, vol. m, nm. 4, 1951, p. 36.

    EL CAUDILLISMO REVOLUCIONARIO 13 los obreros para poder sobreponerse a los campesinos de Villa y de Zapata, ya en enero de 1916, sintindose se-guro en el poder, ordena la disolucin de los batallones rojos y clausura peridicos radicales como el Ariete de la ciudad de Mxico; reacciona con fuerza contra las huel-gas obreras de fines de julio y encarcela a los lderes obre-ros, coronando su desenmascaramiento en septiembre de 1916, cuando cierra la Casa del Obrero Mundial.

    Lo mismo sucede con respecto al campesinado. En su lucha contra Villa y Zapata, Carranza promulg el 6 de enero de 1915 su famosa Ley Agraria, cuya redaccin ha-ba encargado a Luis Cabrera, y que evidentemente apa-reca como contrapeso al Plan de Ayala, intentando arre-batar a Zapata el monopolio del ideal agrarista. Pero una vez asegurado el triunfo nos encontramos que de 1915 a 1920 Carranza apenas reparti 172997 hectreas, perte-necientes adems a los terrenos circundantes de las hacien-das, que eran precisamente de muy mala calidad. 9

    Parectera que quien fue senador del porfiriato durante 18 aos no pudo sobreponerse ni a su pasado ni a su mentalidad ni a sus intereses.

    Tal como dijimos, el perodo de Carranza fue de esci-cin nacional y de represin de los intereses populares Ms la Revolucin liber fuerzas que era ya imposible ignorar o atraer nicamente del modo oportunista como hizo Carranza en 1915.

    La unidad nacional y la reivindicacin de las clases populares se convirtieron en conceptos correlativos y complementarios. Sin embargo, si bien la reivindicacin de los intereses de los campesinos y de los obreros se convirti en condicin bsica y necesaria de la unidad nacional revolucionaria, el nico medio posible de mane-jar los diferentes componentes de la realidad en ese mo-mento era el caudillismo. Despus del porfiriato la auto-ridad del gran caudillo se estrell, dando lugar a la apa-ricin de diferentes caudillos en el mbito nacional. La canalizacin revolucionaria por medio de los partidos era imposible, tanto por el atrofiamiento poltico heredado

    9 Compendio estadstico, 1947, Direccin General de Estads-ticas, Secretara de Economa, p. 306.

  • 14 EL PERODO REVOLUCIONARIO del porfirismo como por la fuerza decisiva y eclipsan te de los caudillos mismos.

    La unidad nacional se conseguir bajo el caudillismo, en el proceso que conducir a la hegemona de uno de los caudillos sobre los dems, pero este nuevo caudillismo nacional tendr sobre s el legado revolucionario, y frente a s las nuevas fuerzas revolucionarias, sin que pueda de modo alguno desentenderse de ellas.

    Estos dos procesos, por un lado el progreso de los in-tereses revolucionarios, y por otro el logro de la hegemo-na caudillista, se vern entrelazados, siendo cada uno esen-cial para la progresiva realizacin del otro.

    Los intereses revolucionarios populares podan ser pues-tos en primer lugar nicamente en medio de una situa-cin de estabilidad nacional mnima que hiciera posible una poltica constructiva en lugar de la anarqua y la guerra fratricida.

    El caudillismo que asegurara la unidad nacion.l y la estabilidad poda ser posible nicamente mediante la -su-perposicin de uno de los caudillos sobre los dems, y para ello era sumamente importante el apoyo de las nue-vas fuerzas obreras y campesinas. Portes Gil escribe al respecto: "Podemos decir que gracias a tal organizacin de los trabajadores y principalmente de los campesinos los cuartelazos tienden a desaparecer, y cada vez que han estallado para querer imponer la voluntad pretoriana (1923-27-29) los gobiernos han conseguido destruir los

    brotes rebeldes con auxilio de las organizaciones proleta-rias".lO

    Obregn llega al poder con el apoyo popular y comien-za una poltica de reforma agraria y de atencin a los in-tereses obreros; tena, adems del apoyo del Partido Li-beral Constitucionalista, el apoyo completo de la CROM (Confederacin Regional Obrera Mexicana), que con Mo-

    rones al frente se desarrollaba rpidamente, y tambin del Partido Nacional Agrario, al frente del cual se hallaba Antonio Daz Soto y Gama.

    Paralelamente a una serie de leyes y decretos en ma-teria agraria, Obregn comienza la reparticin de tierras

    '" Emilio Portes Gil, Quince aos de poltica mexicana, Edi-ciones Botas, Mxico, 1954, p. 245.

    EL CAUDILLISMO REVOLUCIONARIO 15 a un ritmo sumamente acelerado en comparacin con Carranza. En 1923 Antonio Daz Soto y Gama poda per-mitirse decir en el Primer Congreso Nacional Agrario: "Nosotros que tuvimos el honor de combatir a las rdenes del ms representativo de los jefes, o sea de Emiliano Zapata, proclamamos a ttulo de elogio para el general Obregn, que l, lvaro Obregn, es el ejecutor del pen-samiento de Emiliano Zapata". 11

    Durante el perodo de Obregn, Mxico fue testigo asi-mismo del desarrollo fulminante de la CROM, que, fundada en 1918 con un total de siete mil afiliados, llega ya en 1924 a abarcar un milln doscientos mil obreros.

    Al mismo tiempo que ejerca una poltica social y agraria, Obregn logr sobreponerse a una serie de re-beliones militares y eliminar durante las mismas a todos aquellos elementos que se oponan a su persona y a su poltica.

    El problema central de la poca era evidentemente la posibilidad real de que el ejrcito se levantara en armas siguiendo a tal

  • 16 EL PERODO REVOLUCIONARIO didatos a la presidencia, reducindose as las posibilidades de futuros levantamientos. Jorge Alberto Lozoya resume la accin de Obregn en los siguientes trminos: " .. .10 ms importante de la obra poltico-militar de Obregn, por brutales que hayan podido parecer muchos de los proce-dimientos utilizados en ella, es tal vez el hecho de que uniformiz por eliminacin a los cuadros dirigentes del ejrcito. Los jefes y oficiales restantes fueron los 'obrego-nistas', quienes en gran parte aseguraron la trasmisin ms o menos pacfica del poder a Calles. Posteriormente, con la muerte de Obregn, estos jefes y oficiales cerraron filas en torno al nuevo rgimen, desarrollando, aunque en forma embrionaria y por primera vez en la historia del pas, una lealtad hacia las instituciones gubernamentales en detrimento de la faccin personalista"_ 12

    El perodo de Obregn ilustra entonces lo que mencio-nbamos anteriormente: que los intereses de las fuerzas revolucionarias populares y el logro de la unidad nacional bajo la hegemona caudillista se encontraban entrelazados entre s, siendo cada uno esencial para 1& progresiva con-cretizacin del otro. 13

    La obra de lvaro Obregn fue continuada por Plu-tarco Elas Calles. Calles, quien se aboc desde un prin-cipio al saneamiento de las finanzas nacionales, redujo radicalmente el presupuesto de las fuerzas armadas. Cuan-do se fund el 31 de agosto de 1925 el Banco de Mxico, se deca que en re.lidad deba llamarse Banco Amaro, ya que sus fondos provenan principalmente de los aho-rros llevados a cabo en las instituciones militares. La po-ltica financiera de Calles dio magnficos resultados, y en el transcurso de un ao fue liquidado el crnico dficit nacional.

    Calles prosigui e intensific la reforma agraria, distri-buyendo durante su perodo 3 045 802 hectreas, casi el doble que su predecesor Obregn. Es necesario sealar tambin, y de manera principal, la serie de medidas

    12 Jorge Alberto Lozoya, El ejrcito mexicano, Jornadas 65, El Colegio de Mxico, Mxico, 1970, p. 45.

    13 Es necesario sealar que la obra revolucionaria de Obre-gn se vio limitada considerablemente por la gran presin de los norteamericanos, que slo reconocieron a su gobierno des-pus de firmados los tratados de Bucareli.

    EL CAUDILLISMO REVOLUCIONARIO 17 que se tomaron paralelamente a la reparticin de tierras: la concesin de maquinaria y de crdito agrcolas, la cons-truccin de presas y de obras de irrigacin, y otra serie de medidas que estaban destinadas a posibilitar que la gente que recibiera la tierra se encontrara tambin capa-citada para trabajarla y vivir de ella.

    Es de mencionarse asimismo la ley del primero de sep-tiembre de 1925, segn la cual se daban en propiedad, a los campesinos de los ejidos, las parcelas que trabajaban. La ley estipulaba que las parcelas se convertiran en pa-trimonio familiar. Esta ley ejidal se encontraba acorde con la concepcin general de Calles, que haca hincapi en el desarrollo de la iniciativa privada y vea en la propie-dad comunal ejidal slo una etapa transitoria que haba que superar rpidamente para poder llegar al fracciona-miento de los ejidos. "El ejecutivo procur fijar las bases para hacer efectiva la ayuda que el gobierno debe prestar a la agricultura nacional, poniendo los medios adecuados para desarrollar la iniciativa privada, factor esencial en la prosperidad de esa rama de la riqueza pblica." 14

    El perodo callista fue testigo del acercamiento, y prcti-camente de la unificacin del sindicalismo obrero y el Estado. Morones, lder de la CROM, fue nombrado minis-tro de Industria, Comercio y Trabajo, y su sindicato logr una hegemona total en el campo laboral. La CROM cont con la subvencin, la proteccin y el apoyo total de Calles, quien lograba as, por medio de la unificacin y organizacin de los obreros, crear una entidad depen-diente, y por lo tanto manejable por l mismo. Tannen-baum escribe al respecto: "El gobierno ha financiado, protegido y alimentado el movimiento sindical como un bastn para apoyarse en l o para usarlo contra sus ene-migos polticos, dentro y fuera del pas, pero el bastn es slo tan fuerte como el brazo que lo blande". 15

    Es conveniente hacer notar que la CROM desarroll una ideologa que haca posible esta conjuncin con el Estado. Morones bregaba ya en 1926, en la Convencin Textil,

    1< Los presidentes de Mxico ante la nacin, 1821 a 1966, editado por la LXVI Legislatura de la Cmara de Diputados, Mxico, 1966, tomo IlI, p. 835.

    '" Tannenbaum, La lucha por la paz y el pan, p. 52.

  • 18 EL PERODO REVOLUCIONARIO por la paz entre las clases y por la armona entre el trabajador y el capital, en inters de los trabajadores mismos. A fines de 1926, Ausencia Lpez Arce escriba en la revista CROM que la doctrina marxista estaba no slo en plena bancarrota sino que haba sufrido una pro-funda crisis cuando los mismos discpulos de KarI Marx, los revisionistas, "emprendieron valientemente la refor-ma . .. "

    Lpez Arce escribe que las caractersticas de la doctrina socialista moderna son radicalmente opuestas al antiguo concepto "clsico" proclamado por Marx, y que el Estado dejar ya de ser considerado como un instrumento del capital y se convertir en el instrumento de equilibrio entre los factores de produccin. 16

    El acercamiento entre obreros y capitalistas se vio jus-tificado fundamentalmente cuando se postul la necesidad de un nacionalismo econmico que sirviera de valla al im-perialismo norteamericano. 17 En funcin de ello la Se-cretara de Industria, Comercio y Trabajo, al frente de la cual se encontraba Morones, se dedic a armonizar los intereses de los trabajadores y los capitalistas logrando que . . . "la pugna que se crea inevitable entre el capital y el trabajo desaparecera en la mayora de los casos".18

    Los das en que la misma CROM combata de hecho por un socialismo que implicaba la lucha de clases pertene-can ya al pasado. Ahora se identificaban con un laboris-mo que debera traer consigo la armona de clases, y que segn Calles era " ... obrerista pero no unilateral, progre-sista pero sin sacrificar los ms altos principios humanos al engrandecimiento material". 19

    Debemos sealar finalmente dos aspectos importantes de estos primeros aos del gobierno constitucional de Calles. El uno es la tirantez lie sus relaciones y la fir-meza de su posicin con respecto a los Estados Unidos en todo lo referente al problema de la interpretacin del artculo 27. En diciembre de 1925 fueron aprobadas dos leyes que venan a reforzar la ejecucin del mencionado

    ,. CROM, 1 de diciembre de 1926, p. 35. 17 CROM, 1 de mayo de 1927, p. 75. 1. CROM, 15 de abril de 1927, p. 53. " Los presidentes de Mxico ante la nacin, tomo JII, p. 695.

    EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO 19 artculo. El segundo aspecto que debemos resaltar es el asunto religioso y la guerra de los cristeros, problema arduo y prolongado que por lo complejo del mismo no podremos desarrollar en este captulo de introduccin.

    No cabe duda que los primeros aos del dominio de Calles fueron de gran beneficio para la Revolucin. As lo reconocen inclusive sus propios enemigos. El general Gualberto Amaya que se rebelara contra la influencia callista en 1929, escribe, por ejemplo: "Posteriores acon-tecimientos que me alejaron totalmente del crculo callista y de su jefe no alcanzaron a cegarme ni a apasionarme a un grado tal que desconozca los grandes mritos admi-nistrativos y progresistas que con tanto tesn desarroll el seor presidente Calles durante los tres primeros aos de su gestin gubernamental". 20

    3] EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO DE LZARO CRDENAS

    Lo que haba sido una lnea revolucionaria ascendente desde la toma del poder por Alvaro Obregn en 1920, se quebr hacia el final del perodo callista; se quebr hacia la derecha y hacia atrs. En la frmula del caudi-llismo revolucionario, parecera que la forma caudillista se impuso al contenido revolucionario. La reparticin de tierras fue frenndose lentamente, y en el campo laboral se abra un abismo entre los obreros y sus lderes sindica-les, quienes al parecer, haban subido taI:\ arriba en tan poco tiempo que la Revolucin se les haba cado del co-razn a los bolsillos. Por todos lados se hablaba de la co-rrupcin y de los nuevos ricos y latifundistas de la Re-volucin.

    En 1926 el gobierno de Calles firm adems el pacto con Morrow, contrariando los decretos emitidos por el propio Calles en 1925 y satisfaciendo los intereses impe-rialistas en Mxico. 21

    20 Juan Gualberto Amaya, Los gobiernos de Obregn, Calles y regmenes peleles derivados del callismo, Mxico, 1947, s.e., p.89.

    21 En diciembre de 1927 Calles envi al Congreso . las mo-

  • 20 EL PERODO REVOLUCIONARIO Obregn haba postulado, mientras tanto, su nueva can-

    didatura a la presidencia de la repblica, luego de que en 1927 fue modificada la Constitucin para justificar dicha postulacin. El apoyo que se brindaba a la candi-datura de Obregn era sumamente amplio; lo apoyaban los campesinos y asimismo las diferentes capas de la bur-guesa nacional, cuyos integrantes queran fortalecer sus posiciones frente a la poltica de puertas abiertas a los intereses extranjeros, predicada ahora por Calles y Moro-nes.

    Con la postulacin de Obregn, los vastos intereses for-mados en la cadencia callista se vean amenazados por lo que consideraban un seguro distanciamiento del poder por parte de Calles, y fue as como Morones y la CROM salieron a una lucha abierta y total contra la candidatura de Obregn. 22 Calles no se pleg a la accin de la CROM, pero segn diversas opiniones e informes no era ajeno a estos manejos e inclusive era partcipe de los mismos. Sea como sea, Morones evidentemente no hubiera salido a esta lucha contrariando una prohibicin de Calles.

    Los lderes laboristas fueron creando a travs de sus discursos una atmsfera trgica de las que seran trgicas elecciones, ya que los tres candidatos presidenciales fue-ron asesinados. Los moronistas afirmaban por doquier que Obregn no llegara a la presidencia, y as fue. Obregn, ya presidente electo, fue asesinado por un joven fantico catlico. Pero la opinin pblica y los obregonistas cul-paron a los lderes de la CROM y a Calles mismo de ser los instigadores. Calles se vio obligado a dar una serie de pasos tendientes a evitar que la explosiva situacin esta-llara; comprendi que no poda permitirse un enfren-tamiento con los obregonistas, en momentos que el pas todo se hallaba bajo el impacto de la muerte del gran caudillo nacional.

    Calles retrocedi para poder mantener su dominio so-bre los acontecimientos: el inspector de Polica fue cam-

    dificaciones a la Ley del Petrleo de 1925; estableca en las mismas que los derechos adquiridos por las Compaas, en el caso de que stas hubieran realizado actos positivos, seran confirmados por tiempo indefinido y no slo por cincuenta aos, y no seran cancelados jams.

    22 Portes Gil, pp. 25, 233.

    EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO 21 biado por otro general que mereca la confianza de los obregonistas, los diputados del 'Partido Laborista se vieron obligados, con Morones al frente, a abandonar el gobierno, y finalmente Calles se atrajo hacia s a quienes eran lde-res, directivos o simpatizantes del Centro Directivo Obre-gonista: Portes Gil recibi la presidencia provisional, y se insinuaba claramente que Arn Senz, jefe del mencio-nado centro, sera luego el presidente. De tal forma, se logr neutralizar una situacin sumamente peligrosa en la que el gobierno era blanco de numerosos ataques y acusaciones, y en momentos en que corran fundados ru-mores sobre serias posibilidades de levantamientos arma-dos. 23

    El punto final en el acertado manejo de la situacin por parte de Calles fue su histrico discurso en el que anunci que terminaba la poca de los caudillos; l mismo se retiraba y daba paso a las instituciones: "Pero la misma circunstancia de que quiz por primera vez en la historia se enfrenta Mxico con una situacin en que la nota dominante es la falta de caudillos debe permitirnos, va a permitirnos, orientar definitivamente la poltica del pas por rumbos de una verdadera vida institucional, procurar pasar, de una vez por todas, de la condicin histrica de pas de un hombre a la de nacin de instituciones y leyes ... " 24

    Este discurso no fue solamente la pincelada final al manejo de la situacin por parte de Calles luego del ase-sinato de Obregn, sino asimismo una pincelada genial y colorida que ocultaba los verdaderos colores de sus de-signios.

    Calles intenta acabar no con el caudillismo, sino con el obregonismo, e intentar oponerle a ste las institucio-nes, mas las instituciones convertidas en un instrumento callista.

    Daz Soto y Gama dice al respecto en uno de sus dis-cursos en la Cmara de Diputados: " ... dice el general Ca-lles, de hoy en adelante no habr hombres necesarios ...

    2. Diferentes generales se dirigieron inclusive a Calles para advertirle la inminencia de un prximo levantamiento armado.

    .. Diario de debates de la Cmara de Diputados, XXXIII, 1 de septiembre de 1928, nm. 5, p. 41.

  • 22 EL PERODO REVOLUCIONARIO y sin embargo, aqu el seor Gmez y el compaero Batista y todos ellos, nos vienen a asustar con algo pe~r que el terremoto que acaba de pasar: que si perdemos de vista la personalidad del general Calles y no lo aceptamos como un infalible director de la Revolucin, como el Jefe Mximo, que en concepto mo y del sentido equivale a caudillo, y si no admitimos al caudillo estamos perdidos y el que no lo admita anatema sit (exmoculgado sea).

    "Por qu? Porque es criminal, es delito de lesa majes-tad, de leso caudillaje, de leso jefaturismo atacar al Ge-neral Calles." 25

    De vivir Obregn, el maximato callista no hubiera tenido lugar; despus de asesinado Obregn, Calles no puede continuar como presidente por lo que ello implicara luego del asesinato. Calles continuar en el poder por medio de las instituciones. El maximato constituir la expresin ltima del proceso de unificacin nacional que en su impulso sobrepasa los lmites de lo establecido por el espritu democrtico de la Constitucin.

    Paralelamente al abandono de la presidencia, Calles comprendi la necesidad de fundar un partido nacional oficial que mantuviera a la Revolucin en el poder y crea el Partido Nacional Revolucionario, institucin deci-siva para el destino del pas, que se encontrar bajo su dominio directo y a travs de la cual pondr y depondr presidentes segn su real antojo. Una institucin no para lograr el poder sino para mantenerlo en manos del callis-mo. Curiosamente esa idea se le ocurri cuando l mismo abandona la presidencia.

    El maquiavelismo callista, asombroso por su efectividad, presenta rasgos especficos que permiten caracterizarlo. Su objetivo bsico es el dominio de los diferentes elementos que componen el cuadro poltico nacional. Para ello si-gue por lo general dos directrices fundamentales: 1) La creacin de grandes unidades orgnicas y hegemnicas de-pendientes de l (Calles) y por lo tanto manejables por l; y 2) La adopcin del viejo y conocido precepto de divide e impera.

    La CROM y el PNR son ejemplos patentes de las unidades orgnicas y hegemnicas mencionadas. La poltica de di-

    .. [bid., XXXIII, 8 de octubre de 1928, nm. 17, pp. 34-5.

    EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO 23 vide e impera se refleja en las relaciones creadas durante el perodo callista entre campesinos y obreros, en la lucha religiosa que dividi al pas, en el intento de oponer a la CROM, primero al obregonismo, y luego, como lo veremos ms adelante al mismo Portes Gil.

    Es necesario sealar an dos aspectos ms de la tc-tica callista; uno es el de la asimilacin de los grupos opositores y especialmente de sus dirigentes. Esto lo in-tent Calles, tal cual lo sealamos, despus del asesinato de Obregn con los propios obregonistas. El otro aspecto se refiere a la disposicin a integrarse a la corriente po-pular cuando no se puede ir en contra de ella, de tal manera que siempre existe la posibilidad de encaminar la mencionada corriente por los cauces adecuados. Este in-tento se observa con claridad hacia el final del maximato.

    El perodo que se extiende desde 1928 hasta 1934-5 es conocido como el Maximato, es el perodo en el que Plutarco Elas Calles fue reconocido como el Jefe Mximo de la Revolucin y durante el cual era el factor decisivo en las decisiones polticas.

    El maximato consta de tres etapas que corresponden a los perodos presidenciales de Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo Rodrguez respectivamente. Las caractersticas de cada una de estas etapas siguen una dinmica que con-ducir finalmente a la postulacin de Lzaro Crdenas como candidato presidencial. Lo que es comn a los tres perodos es el deseo y el intento de Calles de manejar la situacin; lo que cambia es el xito de sus intentos, los medios utilizados, y la reaccin popular a sus manejos.

    Ya al principio de la presidencia provisional de Portes Gil, Calles aconseja a ste en un sentido no precisamente positivo, sobre la reforma agraria. 26

    Asimismo, el 7 de diciembre de 1928, slo contados das despus de que Portes Gil asume la presidencia, tiene lu-gar en el Teatro Hidalgo la Convencin de la CROM, en

    :o Portes Gil relata (op. cit., p. 52) que CaIles le sugiri estipular diez millones de pesos para indemnizaciones por concepto de la parcelacin de los latifundios para el ao si-guiente de trabajo presidencial de Portes Gil, pero ste recha-z la sugestin de la indemnizacin sealando asimismo que esa suma no cubrira de todas formas ni una pequea parte de las tierras. que pensaba repartir.

  • 24 EL PERODO REVOLUCIONARIO la cual, ante la presencia y el silencio de Calles, se ataca fuertemente al presidente y se le presentan una serie de exigencias. Acaso era necesario ilustrar que la situacin era peligrosa y que slo por medio del Jefe Mximo era dable manejarla?

    Portes Gil intenta demostrar que de ningn modo fue un pelele de Calles, y seala que en el mencionado in-cidente con la CROM, tanto la Cmara de Diputados como la de Senadores le fueron a declarar su total apoyo, y asimismo se pusieron a su disposicin en forma incon-dicional el general Amaro y otros generales. Calles se vio obligado a definirse, y declar que no tena nada que ver con las opiniones vertidas en la Convencin de la CROM. 21

    De todas formas, no cabe duda, que como lo reconoce el mismo Portes Gil, Calles era la personalidad mxima, y era consultado por l en todo asunto de trascendencia; inclusive, cuando se rebel el general Escobar, Calles fue nombrado secretario de Guerra y se encarg de terminar con el peligro militar que se cerna sobre el gobierno de Portes Gil. Sin embargo, quiz el hecho de que el pueblo an se hallaba bajo los efectos del asesinato de Obregn, ligaba en algo las manos de Calles y liberaba las de Por-tes Gil. Adems de ello es necesario recordar que de los doce meses que Portes Gil se encontr en el poder, Calles estuvo en Europa durante siete. Concretamente somos tes-tigos durante el perodo presidencial de Portes Gil del avance de la reforma agraria, del final del conflicto re-ligioso, y asimismo del otorgamiento de la autonoma universitaria.

    Pero si durante el perodo provisional podemos anali-zar en qu medida se someti Portes Gil y en qu medida fue independiente, durante el perodo de Ortiz Rubio la claudicacin fue casi total, y casi total fue tambin la quiebra de los verdaderos intereses revolucionarios.

    Ortiz Rubio, designado para la presidencia por Calles y vctima de un atentado el mismo da de su eleccin, fue

    21 Portes Gil, p. 127; en la Cmara de Diputados se atac6 la "actitud agresiva y criminal" de Morones, y asimismo se acus6 a Calles de colaborar con Morones. Diario de debates de la Cmara de Diputados, XXXIII, 6 de diciembre de 1928, nm. 42, p. 12.

    EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO 25 dirigido totalmente por Calles, quien inclusive participa-ba en las reuniones del gobierno sin tener representacin oficial alguna.28 Francisco Daz Babbio relata cmo, en diciembre de 1929, reunidos en Nueva York Calles y Or-tiz Rubio, se le impuso a este ltimo un gabinete callista. Un analizador sereno en presencia de la lista de nombres tena que pronosticar el fracaso; claro que Calles lo saba y precisamente por eso cre el principio del fenmeno poltico, porque presuma cules haban de ser los efectos ms plausibles a sus "bastardos intereses" 29

    En su infrme presidencial del 5 de febrero de 1930, Ortiz Rubio inclusive seala: "Lejos por lo mismo de imponer un criterio personal, de hacer de un hombre, el presidente de la Repblica, el eje nico de la existencia orgnica del pas, ha sido la tendencia del ejecutivo a mi cargo constituir al PNR, real partido nacional orgni-co, en el regulador de nuestra vida poltica. Merced a ese desplazamiento que sustituye al gobierno de un hom-bre por un gobierpo de partido ... " 30 En aquellos mo-mentos, una declaracin de tal ndole implicaba solamente una confesin abierta del dominio absoluto del Jefe M-ximo.

    El 14 de junio de 1930, Calles declara al volver de Eu-ropa que el agrarismo tal cual se entendi y practic por los revolucionarios era un verdadero fracaso, que haba que fijar un trmino para la dotacin de tierras puesto que era necesario dar garantas a pequeos y grandes agricultores. 31

    Sealamos anteriormente que durante su perodo presi-dencial Calles dio especial atencin y preferencia a la iniciativa privada y vea en la propiedad comunal una etapa transitoria que era necesario superar rpidamente. Mas si esa posicin se hallaba dentro del lmite de oscila-ciones que la Constitucin permita, estas ltimas decla-raciones, en momentos en que la reforma agraria haba sido solamente un tmido inicio, y la mayora absoluta de

    .. Portes Gil, p. 418. JO Francisco Daz Babbio, Un drama nacional, Mxico, 1939,

    s.e., p. 146 . .. Los presidentes de Mxico ante la nacin, tomo III, p. 1037. 11 El Universal, 23 de junio de 1930.

  • 26 EL PERODO REVOLUCIONARIO los campesinos se encontraba an sin tierras, eran verda-deramente antirrevolucionarias. artiz Rubio comenz a ceder a la influencia de los intereses latifundistas y decret inclusive la detencin del reparto de tierras en varios es-tados.

    El malestar general comenz a extenderse tanto entre los campesinos como entre los crculos obreros afectados constantemente por la baja de salarios y por los conflictos con los patrones. Todo ello suceda en el marco de la crisis econmica mundial, que provoc la reduccin de las exportaciones y la consabida reaccin en cadena que termina en la baja de salarios y el desempleo. Los con-flictos laborales y las huelgas comenzaron a sucederse. En el informe presidencial del 5 de febrero de 1930, artiz Rubio dice al respecto: "El ejecutivo a mi cargo ha te-nido que intervenir en numerosos casos de reajustes lleva-dos a cabo por las empresas, y cuando no ha podido de-tenerlas ha conseguido que se opte por la reduccin de salarios o de das laborales". 32

    Las huelgas irrumpan constantemente, y los datos esta-dsticos al respecto no son de tomarse muy en cuenta, debido a que registran solamente aquellas huelgas reco-nocidas por la Junta de Conciliacin y Arbitraje, insti-tuida por la Ley Federal del Trabajo que entr en vi-gencia en 1931.

    Las huelgas y los problemas con los crculos obreros y campesinos se hicieron cada vez ms frecuentes durante el perodo presidencial de Abelardo Rodrguez, millona-rio callista que ocup la presidencia en lugar de artiz Rubio, quien se haba visto obligado a dimitir frente a la presin callista. En 1933 se sublevaron en Veracruz 15 mil campesinos, obligando al gobierno a desistir de sus intentos de liquidar a los ejidos. 33 Hubo intentos simi-lares en otros estados y la situacin se agravaba constan-temente. La presin popular se haca cada vez ms per-sistente, obligando al gobierno de Rodrguez a dar una serie de pasos conciliatorios, como por ejemplo la esti-pulacin del salario mnimo o el establecimiento del C-digo Agrario.

    32 Los presidentes de Mxico ante la nacin, tomo 111, p. 1004. .3 Anatol Shulgovski, Mxico en la encrucijada de su his-

    toria, p. 73.

    EL MAXIMATO y EL ADVENIMIENTO 27 La presin de las fuerzas populares oblig a Calles a

    adoptar una tctica plausible para intentar dominar la situacin. Si no era posible luchar contra las exigencias populares y los crculos del PNR que se convirtieron en sus portavoces (La Convencin de Quertaro confirm la existencia, inclusive predominante de estos crculos), en-tonces era necesario agregarse a la corriente para domi-narla y encaminarla desde arriba. Esta tctica l1(,S parece que se ilustra perfectamente con la actitud frente al pro-blema de la educacin socialista, a la que se opusieron tanto Calles como Rodrguez.

    Alberto Bremauntz escribe al respecto: "Como hemos expresado anteriormente, tenemos la opinin de que los directivos de la poltica en aquel entonces, entre los que ocupaba el primer lugar el general Calles, no deseaban que se implantase la educacin socialista. Pero esta pri-mitiva actitud que de seguro tuvo el general Calles, se modific a medida que la agitacin provocada por el de-bate pblico de la. Cmara de Diputados llegaba a su mximo, alineando a los elementos revolucionarios para enfrentarse decisiva y voluntariamente ... " 34

    Es as, que en medio de esta situacin contemplamos la paradoja de que Lzaro Crdenas sea postulado como candidato a la presidencia de la Repblica tanto por Ca-lles como por las fuerzas verdaderamente revolucionarias, agregndose a estas ltimas elementos diferentes que que-ran ver la limitacin del poder callista. Entre stos se encontraban los generales Cedillo y Almazn, quienes pre-sionaron fuertemente a Calles para imponer a Crdenas como presidente. 35 Para Calles la postulacin de Crde-nas constitua un intento tctico de seguir dominando la situacin, 36 para las fuerzas revolucionarias la esperanza del restableciiniento de la Revolucin. Esta vez la tctica

    Alberto Bremauntz, La educacin socialista en Mxico. An-tecedentes y fundamentos de la reforma de 1934, Mxico, 1943, s.e., p. 211.

    " Para un anlisis ms detallado de ste punto: Roberto Blanco Moheno, Crnica de la Revolucin mexicana, vol. 3, Editorial Diana, Mxico, 1970, p. 311.

    .. Es necesario tener presente que Crdenas sirvi en el ejrcito durante muchos aos bajo las rdenes de Calles.

  • 28 EL PERODO REVOLUCIONARIO callista no dio resultado: Lzaro Crdenas se ligara al Plan Sexenal y a los postulados revolucionarios, no como a una tctica sino como a un ideal que ser necesario realizar an si el propio Jefe Mximo se opone.

    CAPTULO JI

    EL PRELUDIO CARDENIST A

    1] LA CRTICA DE LA REVOLUCIN

    En el presente captulo intentaremos dar Un panorama de la Revolucin y de sus problemas a comienzos de la dcada que fue testigo de la labor presidencial de Crde-nas. Para ello nos referiremos en especial a las aprecia-ciones crticas formuladas en la poca misma, y a dife-rentes datos estadsticos e histricos que nos permitan va-lorizar las mencionadas criticas.

    En la conferencia sustentada por Luis Cabrera el 30 de enero de 1931 bajo el ttulo de El balance de la Re-volucin, el destacado poltico carrancista vuelve a la es-cena poltica nacional causando un verdadero impacto con su crtica de la Revolucin. Tales efectos fueron consecuen cia no tanto de que hiciera nuevas y sensacionales revela-ciones, como de que "los fracasos de la Revolucin fueron expresados pblicamente, y lo que es ms importante an, de que ello fuera hecho por alguien que no perteneca a las instituciones que se vean a s mismas como las re-presentantes de la Revolucin.

    Para Cabrera la Revolucin mexicana ya haba finali-zado en su aspecto destructivo y en su aspecto legislativo. El perodo destructivo, durante el cual se derroc por la fuerza de las armas al rgimen porfirista, se extendi, se-gn Cabrera, de 1910 a 1917; el perodo legislativo, du-rante el cual la Revolucin convirti en leyes los princi-pios o ideales que le dieron origen, se consum de 1917 a 1927; despus viene el perodo de la reconstruccin sobre las nuevas bases establecidas por la Revolucin. 1

    Pero cul es el balance de este devenir revolucionario

    1 Luis Cabrera, Veinte aos despus: el balance de la Revo- " lucin. La campaa presidencial de 1914. Las dos revoluciones, Ediciones Botas, Mxico, 1938, p. 34.

    [29]

  • 30 EL PRELUDIO CARDENISTA durante sus diferentes periodos y durante su poca de reconstruccin? Veinte aos despus de 1910, Cabrera ex-presa su opinin al respecto.

    Cabrera comienza sealando diferentes aspectos negati-vos de la situacin reinante en diferentes sectores. Las co-municaciones son malas e insuficientes, a consecuencia de que se planifican y realizan en funcin de la penetracin de los intereses extranjeros, y no en funcin del desarrollo del pas.

    Asimismo seala tambin la importancia vital del pro blema tnico, y la necesidad de homogeneizar la raza en funcin de una poltica econmica adecuada, haciendo notar que se trata de una cuestin econmica ms que de una cuestin racial. 2

    En el campo econmico el problema agrario es el ms importante, y comprende, segn Cabrera, cinco puntos bsicos:

    1) La divisin de los grandes latifundios 2) La formacin y fomento de la pequea propiedad 3) La dotacin de ejidos a los pueblos 4) La irrigacin 5) El crdito agrcola En su opinin la Revolucin ha fracasado con rela

    cin a la reforma agraria. El nico de los cinco puntos que la Revolucin ha logrado realizar es el de la dotacin de ejidos, y tambin ste en forma errnea y deficiente. Cabrera cree en la necesidad de conservar la forma ca munal en el manejo de los ejidos, y en su concepto ha sido un gran error pasar al sistema de parcelas, pulve-rizando la propiedad de los pueblos y cayendo en el mismo error en que se haba cado conforme a las leyes de desa-mortizacin en 1856. 3 Cabrera se refiere aqu a la ley ejidal del primero de septiembre de 1925, segn la cual se proporcion en propiedad, a los campesinos de los ejidos, las parcelas que trabajan. Luis Cabrera seala tam-bin otras deficiencias relativas al reparto de tierras, esti-pulando que el verdadero objetivo de la reforma agraria no es hacer terratenientes, sino lograr la productividad del campo y la elevacin del nivel de vida del campesino.

    2 [bid., p. 75. 3 [bid., p. 84.

    LA CRTICA DE LA REVOLUCIN 31

    Con respecto a los recursos naturales, Cabrera hace no-tar que la Revolucin no ha podido nacionalizar los re-cursos naturales de exportacin. La minera, el petrleo, el henequn, el chicle, son producidos todos ellos por compaas extranjeras, siendo este el problema ms ar-duo y difcil de Mxico. 4

    Cabrera seala asimismo la mexlstenCla de una mdus-tria nacional. Segn su opinin existe un conflicto entre las medidas de proteccin al obrero y la proteccin a l~ industria nacional, provocndose de esta forma el decaI-miento de la ltima y la invasin de las industrias norte-americanas. 5

    Pero donde la crtica de Luis Cabrera es total y llega a su punto culminante, es precisamente en lo referente a la situacin poltica reinante en el pas.

    "Libertad, igualdad, justi"cia, sufragio efectivo, no re-eleccin, autonoma de los poderes, municipio libre, so berana de los estados, independencia internacionaL .. Pa-labras, palabras, palabras." "La Revolucin no ha resuelto ninguno de los problemas polticos del pas." 6

    Cabrera considera que existe una falta de corresponden-cia entre la estructura socioeconmica y el rgimen pol-tico. "Para que haya libertad poltica es necesario que haya igualdad econmica y social. En un pas de capas superpuestas, de clases desiguale~ so~ial y e~o.nmicamente, no puede haber igualdad constitucIOnal nI Igualdad. ante la ley".7 Pero la solucin inmediata no es el cambIO es tructural, sino la bsqueda de las frmulas legales ade-cuadas a las condiciones reales existentes. En materia poltica habla, por ejemplo, de la posibilidad de una re-presentacin funcional, mas no nos ocuparemos aqu de las soluciones propuestas por Cabrera, dado que en este momento nos interesa la valorizacin y el examen que hace de la fisonoma de la Revolucin en su poca.

    Cabrera sealaba que el principio de no reeleccin se ha nulificado porque no se ha tenido el valor civil para exigirlo, temiendo lastimar con sospechas al general Ca-

    Ibid., p. 86. Ibid., p. 87. lbid., p. 93. , Ibid.

  • 32 EL PRELUDIO CARDENISTA Iles, O al licenciado Portes Gil, al ingeniero Ortiz Rubio. 8

    Tampoco existe el sufragio efectivo, " ... ni podremos tenerlo con un sistema electoral hipcrita y falso, basado en la mentira convencional de los comicios". 9

    Tampoco la justicia existe. " .. .los tribunales a donde no ha llegado la marca de la corrupcin y del cohecho estn enfermos de apata o de servilismo o de miedo de dar a cada quien lo suyo." 10

    Cabrera se refiere tambin al ejrcito y afirma que sufre de un pretorianismo crnico y que las elecciones generales seguirn oscilando entre la insurreccin y el caudillaje. 11

    Finalmente, seala tambin la falta de libertad de im-prenta, el hecho de que los municipios no sean libres, el que no exista la soberana de los estados, ni soberana internacional a consecuencia de la completa dependencia econmica.

    Hasta aqu la situacin, segn Cabrera, de la Revolu-cin a comienzos de la dcada durante la cual actuara Lzaro Crdenas. La exposicin de estos conceptos con-virti a Cabrera en el blanco de furibundos ataques por parte de los dirigentes del PNR y del presidente mismo, y le vali, adems, ser deportado a Guatemala.

    La crtica de la situacin de la Revolucin se mani-fest no slo fuera del marco del PNR, sino tambin den-tro del mismo, reflejando esta crtica interna, los dife-rentes e incluso opuestos intereses cobijados bajo un mismo techo partidario. Pero es necesario hacer notar que a pesar de estas crticas internas, prevaleca el deseo de aparentar y salvaguardar la unidad partidaria por encima de las desaveniencias ms insolubles. La unidad partidaria era esencial para la identificacin del partido con los in-tereses nacionales.

    En primer lugar, es interesante sealar precisamente la crtica formulada en diferentes oportunidades por el Jefe Mximo mismo. Ya sealamos anteriormente que segn su opinin el agrarismo tal cual se entendi y practic

    [bid., p. 96. [bid. ~ [bid., p. 97. u [bid.

    LA CRTICA DE LA REVOLUCIN 33 por los revolucionarios era un verdadero fracaso, y que era necesario fijar un termino para la dotacin de tie-rras. 12 Calles consideraba que era necesario dar garan-tas a pequeos y grandes agricultores. Ms que el inters por el problema agrario, estas frases expresan la defensa de los intereses de los nuevos. riCos y latifundistas de la Revolucin, en su comunin con los intereses latifundistas clsicos.

    Es interesante tambin, la crtica llevada a cabo por Calles al volver de su campaa militar contra Escobar en 1929. Luego de sealar los defectos de algunos jefes mili-tares, pasa a hablar del fracaso poltico de la Revolucin: "Pero en el campo meramente poltico, en el terreno democrtico, en el respeto al voto, en la pureza del origen de las personas 10 de grupos electivos, ha fracasado la Revolucin".13 Y luego de expresar estas palabras, que valdran un ao ms tarde la deportacin a Luis Cabrera, Calles se basa en ellas para exigir la depuracin en las filas del PNR, sealando que se debe luchar contra la im-posicin de las camarillas en su seno. La intencin de esta crtica de Calles a la Revolucin es evidente y refleja la lucha interna que comenzaba a desarrollarse en el seno del recientemente formado PNR. Pero el caso es adems in-teresante porque nos muestra muy claro cmo las crticas a aspectos esenciales de la Revolucin, y la retrica poltica misma, constituan ambas, con frecuencia, no precisamente la expresin de convicciones polticas, sino ms bien de conveniencias polticas acordes a la hora. Podramos ha-blar de la ideologa utilizada como un medio ms de la tcnica poltica al servicio de la obtencin manteni-miento del poder. Pero es necesario tener presente que la ideologa que es manejada como un medio poltico ms, refleja tambin las necesidades objetivas del momento, da-do que de no ser as, no sera relevante a la realidad poltica y por lo tanto tampoco sera efectiva en tanto medio o instrumento de la tcnica poltica. En este sen-tido, la crtica de Calles con respecto al fracaso de la democracia, expresa evident.emente lo que muchos pensa ban y queran or.

    12 El Universal, 23 de junio de 1930. 11 Diaz Babbio, p. 77.

  • 34 EL PRELUDIO CARDENISTA Otra crtica proveniente del seno del PNR, pero opuesta

    diametralmente a los conceptos expresados por Calles, es la que plante con gran insistencia Graciano Snchez en la Segunda Convencin del PNR con respecto a la reforma agraria. "Cuando nos ponemos a revisar todo lo actuado a partir de 1917, muchos creen equivocadamente que el problema agrario ha ido de triunfo en triunfo, porque es mucho lo que se dice por la prensa, en diversas formas sobre el particular. Pero nosotros, ntimamente penetra-dos de la situacin de la clase campesina, venimos a afirmar aqu, de manera enrgica y categrica, que la situacin del trabajador del campo ha mejorado muy poco." 14

    Graciano Snchez critica la formulacin del artculo del Proyecto del Plan Sexenal referente a la reforma agraria, dado que no resuelve los problemas vitales del campesi-nado y entonces la clase campesina seguir en la misma situaCin, "a pesar de los alardes rcvolacicn2.rios que se hacen a cada momento". 15

    Entre diferentes fallas y errores, Snchez seala funda-mentalmente el hecho de que de acuerdo a la Ley de Dotaciones y R estituciones de Tierras y Aguas, los peones acasillados no tienen derecho a la dotacin agraria. "Nin-guna razn existe para privar a los llamados peones aca-silladas de las haciendas de la oportunidad de liberarse econmica y socialmente. Antes bien, son los ms nece-sitados de obtener la tierra, con la circunstancia adicional de que su transformacin en agricultores autnomos es requisito indispensable para el progreso agrcola ' del pas, vinculado a la desaparicin de los latifundios." 16

    Snchez seala asimismo que los hacendados corrompen a los funcionarios encargados de aplicar las leyes agrarias, y al final de cuentas se dota a los pueblos con cerros, con tierras estriles, con montes improductivos y con parcelas de media hectrea de tierra. Situacin trgica sta, cuando es descrita veinte aos despus de una revolucin en la que se verti tanta sangre campesina. Snchez seala tam-bin que cuando los hacendados no pueden impedir la

    14 Poltica, ao IV, nm. 78, p. XVII. 11 bid. ,. bid., p. XVIll.

    LA CRTICA DE LA REVOLUCIN 35 aplicacin de la ley, dividen sus latifundios entre sus mu-jeres y sus hijos, parientes, parientes falsos y otros. Y fi-naliza afirmando terminantemente que: "a pesar de que es una asamblea revolucionaria, hay elementos que no son revolucionarios". 17

    La pugna y la divisin dentro del PNR con relacin a la valorizacin de la Revolucin y al derrotero a seguir por la misma, se expresa tambin en el debate que tuvo lugar en la mencionada convencin con respecto a la orientacin educativa que se deba seguir.

    El Proyecto del Plan Sexenal elaborado por una Comi-sin de Programa al frente de la cual se encontraba Carlos Rivapalacio, de los fieles callistas, sostena al laicicismo procurando tan slo darle una interpretacin avanzada. En la mencionada comisin no fue aceptada la educacin socialista que expresaba, aunque nublada y confusamente, aspiraciones radicales, no slo en lo referente a la educa-cin, sino tambin en el campo socio econmico, hacia cuya reforma o revolucin se quera encaminar la formacin de la conciencia popular.

    Pero en la Convencin se logr imponer el concepto de la orientacin socialista de la educacin, contrariando as los acuerdos de la comisin que present el proyecto y la voluntad de los crcylos dirigentes del partido y los allegados a Calles.

    Si bien no cabe duda que el concepto de educacin socialista no era claro inclusive para muchos de aquellos que lo postulaban, 18 de todas formas la victoria lograda al respecto era un ndice claro de que exista la necesidad de una reorientacin revolucionaria y la conciencia de dicha necesidad en numerosos integrantes del PNR. Calles y Rodrguez intentaron oponerse por diferentes medios a la resolucin de la Convencin, 19 pero al final se logr realizar la reforma del artculo 3Q

    Es de sealar, finalmente, que en todo este cuadro cr-

    17 bid. ,. Este punto ser estudiado detalladamente en el captu-

    lo VII. 19 Rodrguez inclusive envi una carta a la directiva del PNR so~icitando el rechazo de la educacin socialista luego que la misma fue postulada por la convencin del partido.

  • 36 EL PRELUDIO CARDENISTA tico que se viene formando a travs de las diversas opi-niones presentadas, el colorpredomin~nte lo constituyen la presencia del PNR y de la autoridad suprema del ca-llismo.

    La Revolucin se haba organizado e institucio~alizado; y en todo ello, Calles haba desempeado evidentemente un papel decisivo; mas los principios bsicos y esenciales de la Constitucin de 1917 an estaban por realiza~se. La organizacin y la institucionalizacin proporcionaron los medios para el manejo de la realidad y convirtieron a la realidad en manejable, pero la pregunta era por quin y hacia dnde.

    La crtica poltica era evidentemente acertada en lo que se refiere a la presencia del callismo, cuya sombra se pro-yectaba anulando el sufragio efectivo y la esencia del prin-cipio de no reeleccin. El maximato era la realidad po-ltica del momento.

    Tambin en el campo socioeconmico la crtica de Ca-brera refleja la realidad existente. Hubo evidentemente algunos adelantos, mas ellos fueron slo tmidos comienzos como la reforma agraria, o iniciativas que se desvirtuaron en el correr de pocos aos, como la organizacin sindical de los obreros que se convirti rpidamente en un instru-mento dependiente del gobierno y utilizado por ste para sus propios fines.

    Segn el censo de 1930 haba en Mxico ms de 16 millones y medio de habitantes. La poblacin econmi-camente activa era de algo ms de 5 millones de perso-nas, y el 70% de la misma, ms de 3 millones y medio de personas, se ocupaba de la agricultura. Segn el mismo censo, de una superficie total de algo ms de 131 millo-nes y medio de hectreas, 11 O millones pertenedan a 15488 propiedades mayores de 1000 hectreas, en tanto 796600 predios, de una a 100 hectreas, alcanzaban ape-nas la cantidad de casi 5 millones y medio de hectreas. La situacin se hace ms patente al verificar que ms de 70 millones de hectreas se hallaban repartidas en menos de 2 mil predios mayores de 10 mil hectreas cada uno. 2Q

    .. Anuario Estadistica de los Estados Unidos Mexicanos 1938, Secretara de la Economa Nacional, Direccin General de Estadsticas, DAPP, Mxico, 1939, p. 190. Los clculos fueron hechos por nosotros con base en esta informacin.

    LA CRTICA DE LA REVOLUCIN 37 El campesinado mexicano en casi su totalidad descono-

    da an la reforma agraria, y Calles ya hablaba de darle fin.

    Asimismo, a pesar de ~que empezaban a desarrollarse la irrigacin y otros elementos tcnicos~ Cabrera expresa la realidad existente al atacar la falta de productividad agrco-la. Veamos, por ejemplo, algunos datos comparativos del rendimiento por hectrea en el perodo 1930~ 1932 entre Mxico y Estados Unidos:

    Trigo Maz Cebada

    Mxico

    573 k 645 k 480 k

    Estados Unidos

    900 k 1500 k 1250 k 21

    La crtica de Cabrera es tambin certera en lo que se refiere a los monopolios extranjeros y al poco desarrollo de la industria nacional.

    En 1929 los Estados Unidos invertan en Mxico, en inversiones directas, la suma de 683 millones de dlares, siendo sta u~a de las inversiones ms grandes de los Es-tados Unidos en Amrica Latina. 22 .

    El 32% de las inversiones norteamericanas iba a la mi-nera, el 29% a la industria del petrleo y el 26% a transportes y servicios. En la industria de transformacin se inverta nicamente el 9% de la inversin total. 23 Las compaas norteamericanas vean a Mxico slo como un lugar de extraccin de materia prima para la industria estadounidense, desatendindose por completo de la posibi-lidad de desarrollar industrias de transformacin o de contribuir de algn modo al progreso y a la elevacin del nivel de vida del pas cuyos recursos naturales apro-vechaban para s mismos.

    21 Anlisis econmico nacional. 1934-1940, Confederacin de Cmaras Nacionales de Comercio e Industria, Mxico, noviem-bre de 1940, p. 29, basndose en Valentn Gama, Mxico en cifras.

    2l Foreign capital in Latin America, United Nations, De-partament of Economic and Social Affairs, Nueva York, 1955, p. lll.

    .. lbid. Los porcentajes fueron calculados por nosotros.

  • 38 EL PRELUDIO CARDENISTA No obstante la nacionalizacin del subsuelo, la explo-

    tacin del petrleo y de los metales segua hacindose con capitales extranjeros y en beneficio exclusivo de los mismos. Tambin la produccin de energa elctrica se hallaba por completo en manos extranjeras.

    En el plano de la organizacin obrera, sobre el tras-fondo de la crisis econmica y de la orientacin reaccio-naria del callismo, cundan las huelgas y la agitacin po-pular. La creciente presin popular es la que explica que ya durante el perodo de Abelardo Rodrguez se lleva-ran a cabo una serie de medidas acordes a las necesidades populares, tales como la estipulacin del salario mnimo o el establecimiento del Cdigo Agrario.'

    La CROM perda da a da su posicin predominante y para 1932, se creaba la Confederacin General de Obre-ros y Campesinos de MKico, que inclua numerosos e importantes sindicatos que con Vicente Lombardo Tole-dano abandonaron a la CROM, criticando duramente la traicin de la misma a los intereses obreros, y la corrup-cin de Morones y su grupo.

    Resumamos: la institucionalizacin de la Revolucin en el marco del PNR, la presencia dominante del Jefe M-ximo Plutarco Elas Calles, la incipiente reforma agraria que ya se quera liquidar, la explotacin imperialista del subsuelo mexicano al lado del escaso desarrollo de la in-dustria nacional, el movimiento obrero fraccionado en di-ferentes y opuestas organizaciones, y el malestar general expresado en huelgas de obreros y luchas de campesinos sobre el trasfondo de la crisis econmica mundial y de la poltica social y econmica de los crculos dirigentes; todos stos eran los componentes de la fisonoma revolucionaria previa a la ascensin de Crdenas a la presidencia de la Repblica.

    Pero por quin sera manejable esta realidad durante el sexenio 1934-1940,y en que direccin se buscaran las soluciones? Quin? y hacia dnde? eran evidentemente las preguntas esenciales del momento.

    La realidad poltica pareca indicar que la respuesta al quin, poda ser solamente el maximato. De la impor-tancia de este punto eran conscientes todos los actores del drama poltico mexicano, y es as que Cabrera escribe que los grupos independientes en la campaa electoral

    EL PLAN SEXENAL 39 del 34 no sentan antipata alguna por Crdenas, pero queran terminar con la secuela de regmenes peleles im-puestos por el Jefe Mximo, uno ms de los cuales vean en el.futuro gobierno de Crdenas. 24

    La respuesta a la direccin en que se buscaran las so-luciones dependa evidentemente de la medida en que Calles pudiera mantener la hegemona en el PNR y en el gobierno nacional. Moiss Gonzlez Navarro opina que precisamente para asegurar esta hegemona Calles pro-pone la formulacin de un Plan Sexenal que fijara de antemano el derrotero a seguir. 25 Pero de ser as, la formu-lacin del Plan Sexenal era no slo establecer un camino, implicaba tambin una prueba de fuerza a librar dentro del partido mismo con los posibles y seguros divergentes.

    Valoriz acaso Calles en forma adecuada las fuerzas en pugna, o se dej llevar por la seguridad en s mismo pro-pia de un Jefe Mximo?

    2] EL PLAN SEXENAL

    La Segunda Convencin del 'PNR presenci la formulacin de un Plan Sexenal en el que trminos ambiguos y ge-nerales, e inclusive contradictorios, evitaron una confron-tacin total y definitiva entre las fuerzas en pugna. El Plan Sexenal reflejaba tambin la presencia combativa de crculos radicales y verdaderamente revolucionarios, dis-puestos a luchar por una reorientacin y revitalizacin del espritu y de la accin revolucionarios.

    Los participantes en la Segunda Convencin posean clara conciencia de que cualquiera que fuese la orienta-cin a seguir, el PNR era el nico instrumento que poda hacer plausible su realizacin. Crdenas lo expresaba cla-ramente en su protesta como candidato presidencial: " ... y cualquiera que hayan sido los errores circunstanciales de esta agrupacin nacional, representa, si, la fuerza organi-

    24 Luis Cabrera, p. 140. 25 Moiss Gonzlez Navarro, La Confederacin Nacional Cam-

    pesina: un grupo de presin en la reforma agraria mexicana, B. Costa-Amic, editor, Mxico, 1968, p. 99.

  • 40 EL PRELUDIO CARDENISTA zada de la Revolucin, y es el medio a propsito para de-sarrollar sus tendencias . .. 26

    El mismo Luis Cabrera escribe en una de sus cartas a Daz Soto y Gama: " ... en la lucha ustedes tendrn que enfrentarse con el, PNR, que corrompido y todo, es sin embargo un grupo unificado por sus intereses bajo la jefatura del general Calles; rico con la riqueza del erario, fuerte con la fuerza del ejrcito, y disciplinado con la disciplina obligatoria pero efectiva de la amenaza del cese ... " 27

    Cabrera seala aqu el poder omnipotente del PNR, lo que significaba que todo cambio en la lnea revoluciona-ria exiga necesariamente un previo dominio del partido, o al menos, la neutralizacin del mismo por parte de un gobierno que se mantuviera por s mismo y utilizase con libertad todos los medios a su disposicin. Esta ultima posibilidad implicaba de hecho un cambio esencial en la mecnica poltica del pas, dado que en esos momentos el gobierno y el presidente eran manipulados por el Par-tido, siendo aceptada por todos la jefatura de Calles. La posibilidad de que el gobierno se independizara de! Partido, como medio unico de sacudirse de encima la hegemona callista, implicaba el trnsito a un sistema pre-sidencial en el cual el gobierno asuma la primada di-rectiva y el Partido pasaba a la categora de instrumento.

    En esos momentos el problema no era de ndole ideo-lgica, sino que en primer lugar era un problema de tc-nica poltica para alcanzar el poder, lo que permitira posteriormente el desarrollo o la realizacin de una de-terminada poltica. Como veremos, los hechos comproba-rn que Crdenas comprendi desde un . principio esta realidad, y dio una verdadera e histrica leccin en el manejo de la tcnica poltica para llegar al poder efectivo.

    El primer punto que de hecho se postula en la Conven-cin es la vigencia del maximato callista. sta era una condicin sine qua non para mantener la unidad interna del partido, y todos pagaban el impuesto verbal a la misma. El Plan Sexenal fue presentado como el producto de la visin poltica de Calles, a quien se cita al comienzo

    .. Poltica, ao IV, nm. 83, p. xxx. 2T Luis Cabrera, p. 171.

    EL PLAN SEXENAL 41 de la Convencin: "Ya es hora de formar un programa minucioso de accin que cubra los seis aos del prximo perodo presidencial. Debemos estudiar las posibilidades de nuestros presupuestos y las realidades nuestras".28 Al comienzo de la Convencin se habla de Calles como e! fundador y el efe nato del partido, y la Convencin es finalizada con el discurso de Ezequiel Padilla, qu;en dice entre otras cosas: "cuando se ataca al general Calles, no es a su persona sino a la bandera de la Revolucin a quien se combate, al atacar al hombre representativo de nuestra contienda colectiva, se combaten los ideales, el fondo, la esencia de nuestra vida revolucionaria". Y ms an: "Por eso nos mantenemos adictos al general Calles, porque es el portaestandarte, -la columna de fuego en este desierto en que las masas proletarias van buscando el ca-mino de su reivindicacin efectiva ... " 29

    Pero en medio de todas las odas entonadas en honor del Jefe Mximo, era dable tambin detectar algunas no-tas muy significativas que en el futuro prximo se con-vertiran en la meloda dominante.

    Froyln Manjarrez, de los allegados a Crdenas, expresa en su discurso los siguientes conceptos: "En 1917, tambin hubo muchos que supusieron que venan a aprobar la po-nencia del primer jefe, tal como se nos enviaba; p(!ro el pensamiento radical de l::t Revolucin en aquel enton-ces encontr sus jefes, sus representantes, encontr la voz de Francisco Mgica, encontr el bloque radical, que en aquel entonces se llam jocobino. Es el mismo fenmeno que contemplamos ahora ... " 30

    Tambin e! mismo Crdenas expresa: "Fundamental-mente, considero que los fracasos de .los pueblos en sus luchas, as sean evolucionistas o revolucionarios, pero con una meta claramente definida, no dependen de la falta de expresin ms o menos brillante de sus doctrinas, sino que contribuye en grande escala a estos fracasos la torpeza o mala fe de los hombres que trataren de llevarlas a cabo. Es por eso de que los yerros de una institucin, cuando

    ... Poltica, ao IV, nm. 78, p. XII .

    .. [bid., ao IV, nm. 83, p. XXXI. 30 [bid., p. XII_ .

  • 42 EL PRELUDIO CARDENISTA son hijos de los hombres, pueden ser corregidos con el sano impulso de los miembros que se renuevan". 31

    Es de sealar asimismo que con respecto al callismo se intentaba hacer patente su postura conservadora desde un principio, al expresar que se deba actuar de acuerdo a las posibilidades del presupuesto, intentando ~imit~r as de antemano las posibilidades de accin revolUCIOnan a del nuevo gobierno, y olvidando que de hecho el presupuesto se fija tambin en funcin de la poltica social y econmica que se realice. Lombardo Toledano dice con razn al res-pecto: " ... el plan no slo no transformar el rgimen econmico, sino que debe circunscribirse a las posibilidades del presupuesto de ingresos del gobierno, presupuesto ba-sado en el r gimen existente, en la realidad econmica actual, producto de la realidad y la tradicin jurdica, fiscal, bancaria, monetaria y comercial en que el pas se encuentra por lo menos hace medio siglo". 3 2

    Pasemos ahora a intentar el anlisis de lo que implica el Plan Sexenal desde el punto de vista doctrinario.

    En diferentes oportunidades se intenta presentar al Plan Sexenal como la expresin poltica de un partido clasista que defiende los intereses de la clase obrera. Se habla tam-bin de la transformacin del rgimen de la propiedad, 33 y del dominio de los instrumentos de produccin por la 'clase obrera. 34 Una comparacin con la Declaracin de Principios del PNR en 1929, en el momento de su funda-cin, nos mostrara que estas notas clasi~tas y socialistas-marxistas son nuevas y algo disonantes. Haba evidente-mente algunos polticos que comenzaron a compenetrarse con la doctrina marxista y se convertan en fervorosos adic-tos de la misma, pero para la mayora abrumadora del PNR) Y para toda aquella parte del pueblo que poda en general relacionarse con estos conceptos, el socialismo im-plicaba ms la necesidad de una reivindicacin social y econmica, que la postulacin de un programa especfico acorde con la filosofa marxista-leninista. Conscientes in-

    31 [bid., p. xxx. 32 Poltica) ao IV) nm. 85, p. VII. 33 Poltica, aI10 IV) nm. 83, p. XXXVI; ao IV, nm. 78, p. XII. .. Poltica, ao IV) nm. 83, p. XXXVI, Crdenas en numero-

    sas oportunidades durante su gira electoral.

    EL PLAN SEXENAL 43 clusive de este punto, se habla entonces del socialismo de la Revolucin mexicana y del socialismo mexicano. El Plan Sexenal mismo declara que el PNR acata "la doctrina so-cialista que sustenta la Revolucin mexicana". 35

    Se trata entonces ms de una postura social que de una doctrina poltica marxista; ms del espritu de la justicia social, que del plan de accin poltica socialista. Si alguna duda hubiera al respecto, baste por el momento recordar el prrafo 42 del Plan Sexenal donde se estipula clara-mente que " ... el PNR declara enfticamente el estricto apego a la pequea propiedad". 36 Si vemos la necesidad de comenzar este anlisis doctrinario aclarando el verda-dero sentido de la fraseologa socialista, ello se debe pre-cisamente a la presencia de la misma y a la necesidad de puntualizar que constituye la expresin de aspiraciones de justicia social y no de planes polticos. La triunfante re-volucin comunista en Rusia y la crisis del mundo capita-lista en 1929 convirtieron a la conceptuacin socialista en la fraseologa poltica del momento. En Mxico la teora socialista suministr a la Revolucin mexicana un mag-nfico instrumento crtico que permita el detallado an-lisis y la valoracin de la situacin reinante. 'Mas con la instrumentacin crtica, se impusieron tambin ampliamen-te la retrica y los postulados ideolgicos, estos ltimos no siempre bien comprendidos, y captados a menudo en tanto :.a mera aspiracin a la justicia social.

    Pero en verdad la realidad socioeconmica mexicana etentaba an los rasgos bsicos que caracterizaron la

    poca prerrevolucionaria. Mxico no era todava un pas capitalista; los socialistas no podan intentar la liquidacin

    el capitalismo para implantar un rgimen socialista cuan-

    no pretende cambiar el rgimen econmico de la socie-Cad mexicana. 31 Pero Lombardo Toledano se desentiende Ccl hecho bsico de que la realidad mexicana del momen-

    .. Poltica, ao IV) nm. 85, p. l Poltica, ao IV) nm. 83, p. XXXII. .. Poltica) ao IV) nm. 85, p. VII.

  • 44 EL PRELUDIO CARDEN 1ST A to era an bsicamente feudal, y de que la mera realiza-cin de los preceptos postulados por la Constitucin de 1917, que como veremos son la esencia del Plan Sexenal, constituye por s misma un cambio en el rgimen econ-mico de 1934 y una verdadera revolucin social. La Re-volucin se haba institucionalizado, se haba personificado en un partido y se encontraba en el poder; pero no se haba realizado en sus postulados sociales y econmicos.

    La tesis central del Plan Sexenal es la del intervencio-nismo estatal. En el informe de la Comisin Dictaminadora sobre el Plan Sexenal se expresa que el Estado mexicano debe asumir y mantener una poltica de intervencin re-guladora de las actividades econmicas de la vida nacional. "Franca y decididamente se declara que en el concepto me-xicano revolucionario, el Estado es un agente efectivo de gestin y ordenacin de los fenmenos vitales del pas, no un mero custodio de la integridad nacional de la paz y el orden pblico." 38 En este lugar evidentemente se destaca el principio bsico de la Constitucin de 1917, principio que permita a la nacin emprender la reforma agraria y reivindicar sus riquezas naturales. Pero en funcin de la misma Constitucin se establecen de inmediato los lmites del mencionado intervencionismo. En la recordada declara-cin de la Comisin Dictaminadora se seala que la Consti-tucin de 1917 mantiene el respeto a los derechos e inicia-tivas individuales, pues no quiso llegar a un rgimen de absorcin y nulificacin del individuo por el Estado.39 Es as que el Plan Sexenal postular la propiedad privada como garanta de los individuos, y estipular el "estricto apego a la pequea propiedad" . o

    Todo esto no constitua evidentemente un avance o una renovacin ideolgica con relacin a la Carta Magna de la Revolucin mexicana, pero estos principios tenan an vigencia porque vigente era la realidad feudal. Las mismas personas que se encontraban al frente de la Convencin y al frente del Partido, y que constituyeron la mayor parte de los gobiernos revolucionarios, se haban convertido ellas mismas en millonarios y latifundistas. La Revolucin

    38 Poltica, ao IV, nm. 78, p. XII. a. [bid., p. XIII. .. Poltica, ao IV, nm. 83, p. XXXII.

    EL PLAN SEXENAL 45 haba presenciado un cambio de oligarquas, y las mismas ilustraban con su presencia lo relevante de los principios constitucionales de 1917 y lo necesario y urgente de su realizacin.

    El intervencionismo estatal del Plan Sexenal se expres en cuatro campos fundamentales: el agrario, el industrial, el sindical y el educativo.

    En el aspecto agrario no cabe duda de que la interven-cin de Graciano Snchez reflej el sentir popular con res-pecto a la necesidad de una verdadera reforma agraria que sustituyera la paralizacin del reparto de tierras en nu-merosos estados.

    Al contestar a las tajantes y absolutas acusaciones de Graciano Snchez, el ingeniero Luis Len, de los fieles ca-llistas, expresa que "la comjsin lamenta no haber cono-cido antes las observa~ones del compaero Graciano Sn-chez".

    Nos limitaremos a sealar que Luis Len haba sido anteriormente secretario de Agronoma y Fomento.

    A pesar de que con relacin al problema agrario se es-tipula la necesidad de terminar la reforma agraria a la brevedad posible "para satisfacer prontamente las necesI-dades de los campesinos, como para llegar a establecer en definitiva una situacin de confianza en las explotaciones agrcolas, libres de afectaciones posteriores", 41 de todas for-mas se expresa de modo contundente el espritu revolucio-nario impuesto en la Convencin a pesar de los callistas, y se estipula claramente que el nico lmite para las dota-ciones y restituciones de tierras y aguas ser la satisfaccin completa de las necesidades agrcolas de los centros de poblacin rural de la Repblica mexicana. 42

    La Comisin Nacional . Agrcola se convirti en un de-partamento autnomo, librndose as de su dependencia de la Secretara de Agricultura que constitua un factor fundamentalmente conservador . 3 Asimismo, acorde con las proposiciones de Graciano Snchez, el Plan Sexenal estipula que se reformar la Ley de Dotaciones de Tierras

  • 46 EL PRELUDIO CARDENISTA y Aguas, con el fin de que los peones acasillados se hicie-ran acreedores a la distribucin de las mismas.

    A pesar de algunas contradicciones internas la poltica agraria del Plan Sexenal poda ser evidentemente la base para una amplia reforma agraria que cambiara toda la fisonoma social de Mxico. Pero esta base se encontraba tambin en la Constitucin de 1917, y los 18 aos de Re-volucin fueron slo testigos de tmidos comienzos o de iniciativas desvirtuadas. Sucedera lo mismo con el Plan Sexenal y con el sexenio 1934-40? Evidentemente ello de-penda de las personas que orientaran y dirigieran la Re-volucin mexicana. En esos momentos el control lo tenan los callistas, quienes se encontraban dispuestos a capitu-laciones siempre que stas fueran solamente verbales o re-lativas a formulaciones tericas. En la prctica tenan la conviccin de que el maximato sera vigente. Baste para ello referirnos a lo relatado por William Townsend con respecto a la "obligada" visita de Crdenas, luego de su eleccin, al Jefe Mximo en la villa que ste posea en el estado de Sinaloa. En esa oportunidad Calles se encontra-ba jugando pquer con otros generales, y al avisrsele de la presencia del presidente de la Repblica respondi es-cuetamente: "Entretng'anlo mientras acabo". 44

    Si bien la plataforma agrarista postulaba una revolucin agraria, en el campo industrial se daba un verdadero re-formismo ya que se hablaba de la creacin y el desarrollo de diferentes empresas nacionales al lado de las ya exis-tentes.

    Con respecto al petrleo, por ejemplo, se expresa que se intervendr para lograr el equilibrio de las fuerzas econmicas de la industria petrolera, estimulando el desa-rrollo de las empresas nacionales y creando un organismo semioficial de apoyo y regulacin. 45

    Con respecto a las concesiones el plan estipula que se modificar el rgimen de concesiones, reduciendo para el futuro la superficie que ampare cada una de ellas y negn-dose el otorgamiento de las que sean opuestas al inters nacional. 46 Estos ejemplos ilustran el reformismo que men-

    44 'William C. Townsend, Lzaro Crdenas, demcmta mexi-cano, Biografas Gandesa, Mxico, 1959, p. 92.

    '5 Poltica, ao IV, nm. 83, p. xxxv. .. [bid.

    EL PLAN SEXENAL 47 cionbamos anteriormente. No se trata de la eliminacin de los factores dominantes en esos momentos, sino de su limitacin.

    En el campo econmico se postula fundamentalmente una poltica nacionalista, sin que ello implicara en forma alguna el aislamiento de Mxico, sino slo una cuidadosa revisin del comercio exterior y del rgimen de produc-cin, todo ello con base en el predominio del inters na-cional. Esta poltica econmica nacionalista y reformista intentaba defender a la burguesa nacional frente a los omnipotentes imperialistas, pero evitando llegar a una rup-tura tal que planteara un signo de interrogacin sobre la economa toda de Mxico.

    Segn el Plan Sexenal la nueva poltica econmica se basara en un intervencionis.mo estatal que regulase las relaciones que se dan en el proceso econmico entre los diferentes factores, pero respetando la presencia y la ac-cin de los mismos.

    En el campo sindical el gobierno revolucionario debe verse a s mismo como el patrono de las organizaciones obreras. Debe contribuir a la organizacin y robustecimien-to de las organizaciones sindicales y asimismo lograr la realizacin de contratos colectivos de trabajo. Se estipula t.ambin que el Estado velar porque los sindicatos desem-peen lo ms eficazmente posible la funcin social que les est encomendada, sin que pueden salirse de sus propios lmites y convertirse en instrumentos de opresin dentro de las clases que representan. 47 En esto se refleja la con-cepcin de Calles, quien ya haba expresado, durante su perodo presidencial, que el sindicato no debera salirse de su crculo tomando parte en la poltica, puesto que sus fines eran netamente econmicos. 48

    Todo esto nos da la visin de un movimiento obrero dependiente del Estado y protegido por l, y que por lo tanto, difcilmente podra convertirse en un representante activo de las inquietudes y de los intereses populares. Po-dra serlo slo en la medida en que el gobierno mismo reflejara esos intereses. Esta posibilidad se encontraba pen-

    ., [bid.

    .. Citado por Ricardo J. Zevada en Calles, el presidente, Editorial Nuestro Tiempo, S. A., Mxico, 1971, p. 52.

  • 48 EL PRELUDIO CARDEN 1ST A diente como una ms de las muchas que se daban en el cuadro poltico del momento.

    y finalmente llegamos al intervencionismo estatal en lo que se refiere a la poltica educativa. En este punto,. como sucedi tambin en lo referente a la reforma agrarIa, los participantes de la Convencin lograron imponer un cri-terio revolucionario y rechazar las proposiciones presen-tadas a la Convenci0n.

    La comisin encargada de formular el Proyecto del Plan Sexenal, al frente de la cual se encontraba el senador callista Carlos Rivapalacio, propuso continuar con la edu-cacin laica, a la que se le dara una interpretacin ra-cionalista y antirreligiosa, pero sin intentar fijar una orien-tacin ideolgica o doctrinaria en el campo educativo. sta era la posicin de los dirigentes de la revolucin institucionalizada, y con ello, se desentendan evidentemen-te de las opiniones que prevalecan en diversos crculos revolucionarios en el sentido