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Un escritor alemán, de cierta edad ya, decide en un repentino impulso salir de viaje. Acaba en la ciudad de Venecia, en la que ya había estado tiempo atrás y ésta había embaucado con su belleza y magia. Una vez allí coincide en el hotel con una familia, en la que viajan la madre con sus hijas, de aspecto monjil, y su hijo varón, bello y atractivo. El escritor comienza a obsesionarse con la belleza del joven, que al igual que la belleza de la ciudad, o la belleza del arte en general, son capaces de llevar a lo enfermizo.

Un escritor alemán, de cierta edad ya, decide en un repentino impulso salir de viaje. Acaba en la ciudad de Venecia, en la que ya había estado tiempo atrás

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Un escritor alemán, de cierta edad ya, decide en un repentino impulso salir de viaje. Acaba en la ciudad de Venecia, en la que ya había estado tiempo atrás y ésta había embaucado con su belleza y magia.

Una vez allí coincide en el hotel con una familia, en la que viajan la madre con sus hijas, de aspecto monjil, y su hijo varón, bello y atractivo. El escritor comienza a obsesionarse con la belleza del joven, que al igual que la belleza de la ciudad, o la belleza del arte en general, son capaces de llevar a lo enfermizo.

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En su necesidad de alimentarse de esa belleza , comienza a rozar la locura, y persigue al chico en sus paseos por la ciudad. Análogamente, la bella ciudad de Venecia, con sus fachadas románticas, su halo misterioso y embaucador, esconde un secreto. La ciudad está siendo víctima de una epidemia de peste, otra vez la belleza que arrastra a lo enfermizo.

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Finalmente, la obsesión por la belleza, el embrujo del que es víctima lo lleva a la destrucción, a la muerte, infectado por la epidemia de peste. Hay una analogía entre el escritor y la ciudad al morir: el escrito antes de morir tapa su rostro corrompido por la enfermedad y la locura con un maquillaje, a modo de máscara, igual que la ciudad tapa su epidemia tras el rostro de fachadas monumentales.