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Un nuevo aporte a la lingüística andina Willem F.H. Adelaar CERRON-PALOMINO, Rodolfo. Lingüística quechua. Biblioteca de la Tradición Oral Andina , 8. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolom é de Las Casas". Ca-editores: Universidad Nacional de Puno , Deutsche Gesells- chaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) . Cusca , 1987, 428 pp. Con la aparición de Lingüística quechua de Rodolfo Cerrón-Palomino los estudios de la lengua quechua marcaron una etapa sumamente importan- te. El investigador sanmarquino nos ofrece una síntesis de todo el trabajo realizado en el campo de la lingüística quechua hasta fines de 1 987 , demos- trando en la misma una erudición y una amplitud en el dominio de la litera- tura pertinente raras veces observada. Estas le permitieron hacer, por prim e ra vez , un balance equilibrado de la multitud de estudios, descriptivos y otros , que se han venido publicando desde los años sesenta en sitios aiversos y en contextos diferentes . fl trabajo de Cerrón-Palomino ofrece comparacion es evaluadoras de resultados contradictorios , que no habían sido contrastados previamente , y en muchos casos provee soluciones nuevas. Al mismo tiempo. cumple el papel de una introducción permitiendo por primera vez a los lin- güistas expertos de otras áreas capacitarse en el campo de la lingüística andi- na sin perder tiempo en la búsqueda de material disperso. No. 2, diciembre 1989 523

Un nuevo aporte a la lingüística andinañuqa-y-kuna del quechua cajamarquino (p. 202; y cf. p. 268-269 para el Que chua 1), se da también en el quechua tarmeño, donde encontramosñuqa:

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  • Un nuevo

    aporte a la lingüística andina

    Willem F.H. Adelaar

    CERRON-PALOMINO, Rodolfo. Lingüística quechua. Biblioteca de la Tradición Oral Andina, 8. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolom é de Las Casas". Ca-editores: Universidad Nacional de Puno, Deutsche Gesells-chaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ). Cusca, 1987, 428 pp.

    Con la aparición de Lingüística quechua de Rodolfo Cerrón-Palomino los estudios de la lengua quechua marcaron una etapa sumamente importan-te. El investigador sanmarquino nos ofrece una síntesis de todo el trabajo realizado en el campo de la lingüística quechua hasta fines de 1 987 , demos-trando en la misma una erudición y una amplitud en el dominio de la litera-tura pertinente raras veces observada. Estas le permitieron hacer, por prim era vez , un balance equilibrado de la multitud de estudios, descriptivos y otros, que se han venido publicando desde los años sesenta en sitios aiversos y en contextos diferentes. fl trabajo de Cerrón-Palomino ofrece comparaciones evaluadoras de resultados contradictorios, que no habían sido contrastados previamente , y en muchos casos provee soluciones nuevas. Al mismo tiempo. cumple el papel de una introducción permitiendo por primera vez a los lin-güistas expertos de otras áreas capacitarse en el campo de la lingüística andi-na sin perder tiempo en la búsqueda de material disperso.

    No. 2, diciembre 1989 523

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    Lingüística quechua está dividida en cuatro partes, reflejando así las distintas maneras de abordar la problemática de la lengua quechua. La intro-ducción incluye, entre otras cosas, una discusión del origen del glotónirno "quechua", la naturaleza de las fuentes y la distribución geográfica de los dialectos. La segunda y la tercera parte están dedicadas al estudio diacrónico y sincrónico de la lengua, respectivamente. Las partes diacrónica y sincrónica tienen una estructura interna paralela en cuanto a la fonología y a la morfo-logía, de manera que la discusión de ciertos temas llega a repetirse, pero des-de ángulos diferentes. Dicho aspecto , de paso señalado por el mismo autor, se ve reforzado por una división adicional entre la presentación de formas re-construidas y su subsecuente evolución que marca la parte diacrónica. El tra-tamiento de la sintaxis, sin embargo, se hace dentro del marco de un esbozo gramatical transdialectal. el mismo que junto con la clasificación interna del quechua con sus dialectos constituye la parte dedicada a la sincronía. La cuar-ta parte trata de los aspectos externos a la lengua quechua, como el parentes-co con otros grupos idiomáticos, en particular el aru, las distintas teorías re-lativas.,a la cuna de aquella lengua y su posterior expansión. Al final del libro se halla una recopilación de textos breves, traducidos y anotados, que repre-sentan ocho dialectos quechuas. Son los dialectos de Cañar (Ecuador), Hua-raz , Huancayo, Pacaraos (Huaral, Lima), Cusco, Cochabamba (Bolivia), San-tiago del Estero (Argentina) y el lngano del sur de Colombia.

    El aspecto eminentemente didáctico de Lingüística quechua, anun-ciado por el autor en el prólogo de su obra , se hace manifiesto entre otros lu-gares en la parte diacrónica , donde una serie de tablas permite visualizar paso por paso las correspondencias fonológicas que han venido estableciéndose en-tre los distintos dialectos. Así , de paso , el libro de Cerrón-Palomino llega a constituir una excelente introducción a la práctica de la dialectología com pa-rada . En otros casos, el autor aborda problemas intrincados que por su carác-ter controvertido están sujetos a interpretaciones divergentes. En estos pun-tos. el trabajo adquiere un carácter a veces algo polémico, que provoca la dis-cusión científica , desafío al que trataremos de responder más abajo.

    La cantidad impresionante de datos de dialectos diversos manejados por Cerrón-Palomino tiene que suscitar necesariamente el comentario de otros lingüistas que han estudiado determinados dialectos quechuas en el te-rreno. En el caso del autor de esta nota, las observaciones se concentrarán , en particular, en el quechua tarmeño (hablado en la provincia de Tarma. Junín) y en aquel de Pacaraos (ubicado en el alto valle del río Chancay, en la provin-cia de Huaral, Lima). Ambas variedades pertenecen al grupo Quechua I en la clasificación dialectal, tal como la propone Cerrón-Palomino en su trabajo. En su generalidad , las observaciones hechas aquí se refieren a detalles que de ningún modo llegan a disminuir la importancia y el valor incontestable de la obra reseñada.

    Con respecto al tanneño podemos observar que el quechua de aquella provincia se divide en dos sectores, uno que corresponde globalmente a los

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    distritos de Tarma, Huaricolca y La Unión (tarmeño innovador, TI). y otro que corresponde no sólo al distrito de San Pedro de Cajas mencionado va rias veces en Lingüística quechua, sino también a aquellos de Acobam-ba. Huasahuasi , Paica y Tapo (tarmeño conservador, TC). El primer sector (TI) muestra la sonorización de *k y *P (descrita en la página 172 de Lingüís-tica quechua y cf. p . 235) y la coincidencia de *h y *q (comparable con aquella que se produjo en Jauja ; cf. p. 180). mientras que el segundo sector (TC) permanece invariado . Según Puente (1977 : 56), el distrito de Palcam a-yo constituye un caso de transición. En San Pedro de Cajas (TC). la sonoriz a-ción se observa únicamente en la secuencia -ygV- (de *-yk V-). por ejem-plo en yaygu- "entrar" y ayga "¿cuánto?". Sin embargo , ni siquiera la zona TC es homogénea al respecto. En Huaracayo, un anexo de Acobamba. se ha registrado la formayayku- (Adelaar 1977 : 42).

    Los ejemplos especificados corno "tarmeños" en la obra reseñada per-tenecen en su mayor parte al su bdialecto conservador (TC), un procedim ien-to comprensible dado que esta variedad es menos divergente del punto de vis-ta fonológico . Sin embargo , en las tablas de las páginas 113 y 165 se observa una inconsistencia cuando alba "tierra" (TI) aparece junto con laki "pena" (TC). La forma TI correspondiente es lagi (Adelaar 1977: 450). De paso . en las líneas dedicadas a la sonorización de oclusivas en TI (p . 172) sería ilustra-tivo, por una parte, incluir ejemplos de los casos bastante ex traordinarios en los que aquel fenómeno se produce detrás de oclusivas. africadas y fricativas , por ejemplo, en alga "mucho" (de *acka) , lusbi- "raspar" (de *luspi-) y utgu "algodón" (de *utku) y, por otra parte , señalar que el mismo no se pro-duce tras consonantes nasales en interior de raíces , como en canka "pierna" y timpu- "hervir". La circunstancia que el mismo fenómeno de sonorización encontrado en TI , con prácticamente las mismas limitaciones, se haya obser-vado igualmente en Paccho (provincia de Chancay) . en un ambiente dialectal totalmente diferente , aún aguarda una explicación histórica .

    En relación con la depalatalización de Í y ñ ocurrida en el quechua tarn1eño (cf. p . 123 y p. 165) es importante señalar qu e_ésta no llegó a ser cgmpleta. Quedan varias excepciones, como por ejemplo lanu "delgado" (de *lañu) y uña "bebe". y se observa además una redistribución de las conso-nantes palatales y no-pajatales con base en su uso para fines de simbolismo fónico (por ejemplo. alqu ·'perrito" contra alqu "perro", ñawsa "¡ pobre ciego!" contra nawsa "ciego"; v~r Adelaar 1977 : 290-292). Respecto al caso de la secuencia reconstruida *-lt-, mencionado en la p . 123 , es interesa nt e hacer notar que el tanneño parece tener (al igual que el pacareño) -nt-como reflejo regular. como lo demuestran los casos de untu "renacuajo" (cf. quechua ayacuchano ultu) y manta "joven" ( cf. quechua ayacuchano malta). En el caso de palta podría tratarse de un préstamo interdialectal. de un caste-llanismo o de una forma que haya resistido el cambio con fines de ev itarja confusión con panta- "equivocarse". En cuanto a la preservación de la *-/-ante -t-, Parker y Chávez ( 1976: 180) registraron la forma ulltukuy "rena-

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  • Artículos, notas y documentos---------------------

    cuajo" para el quechua de Huari en Ancash. Res12ecto a la discusión en torno al carácter problemático de la pre-

    sencia de *7 al lado de la virtual ausencia de */ en Proto-Quechua, se puede quizás observar que las lenguas atraviesan a veces etapas en las que un ele-mento simple ha sido reemplazado por otro más complejo. Piénsese, por ejemplo. en el caso del catalán , donde 11 [Jv] y ny [nv] llegaron a reemplazar */ y *nen un buen número de posiciones y en este del ch'ol , lengua mayance de Chiapas, México. donde *t se palatalizó. entre otras. en posición final de palabra. sin que haya ocurrido una reintroducción del correspondiente seg-mento no-palatal en aquella posición (Warkentin y Scott 1980).

    Corno el autor observa en las páginas 142-143. los dialectos centro-norteiios utilizan el sufijo --yki para indicar la segunda persona sujeto en ex-presiones del pasado. Esta observación es válida también para el tarrneíio , donde se emplean formas como rimarayki ( TC ). rimaraygi (TI) "hablaste" y, con mayor frecuencia. las fonnas reducidas correspondientes como rimaráy ''id ." (Adelaar 1977 : 44-45. 92). En consecuencia , las formas maqayaranki (p. 147). rikapa:kamaranki "Uds. me vieron" y apapa:kusuranki "ellos te llevaron" (p . 278) no pueden representar una de las variedades tarmeíias del quechua . (Tal procedencia dialectal tampoco está indicada explícitamente en los dos últimos casos.)

    En el quechua tarmeíio, la fom1a reducida del sufijo -ykil-ygi de se-gunda pe rsona aparece obligatoriamente delante de su fijos independientes como en rimaraymi, rimaray

    La tercera persona sujeto se marca en las expresiones del pasado por medio del su fijo -n o por cero. Los dialectos centrales. con excepción del huailla-huanca , figuran en una enumeración de dialectos que emplean -n (p. 144 ). Esta observación no puede aplicarse, sin embargo, al tarmeíio ni al pa-careíio. pues ambos emplean la tem1inación cero.

    En divergencia con lo observado en las p . 133 y 134, el empleo en los dialectos centro-norteíios de la alternación -p!-pa en el marcador de geniti-vo parece ser limitado al huanca y al cajamarquino. El tarmeíio emplea sola-mente - pa (o --ba en TI) y lo mismo fue seiialado para el ancashino (Parker 1976: 91 ). En Pacaraos se encuentra una alternancia algo similar, pero sólo ante pausa y con la conservación del acento en la vocal que precede inmedia-tamente al sufijo (por ejemplo en runáp "del hombre", aksúp "de la papa"). La alternancia pacareíia parece ser de origen reciente, ya que se coloca den-

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    tro de una tendencia general de abreviar los sufijos que ocurren en posicipn final de palabra manteniendo la vocal precedente acentuada ( -ktal-Vk, -sul-Vs, -spal-Vs, etc . ; Adelaar 1982: 26-27). A esta serie de sufijos suje-tos a reducción es preciso añadir el sufijo independiente de inclusión que en el dialecto de Pacaraos es homófono con el marcador de genitivo -pal-Vp. Por consiguiente, las formas pacareñas mencionadas en la p. 217 tendrían que ser retranscritas tantáp, baráp.

    Respecto a la discusión que trata del verbo "sentar" en la p. l 17 , se puede mencionar que las variedades tanneñas sí conservan la raíz taya-, o mejor, taya:-, junto con ta:ku- y la raíz defectiva ta:- (Adelaar 1977: 168-170). El marcador de primera persona -y- que se conserva en la forma ñuqa-y-kuna del quechua cajamarquino (p. 202; y cf. p. 268-269 para el Que-chua 1), se da también en el quechua tarmeño, donde encontramosñuqa: kuna (TC) y nuxa:guna (TI). En estos casos, la cantidad vocálica constituye el reflejo de dicho marcador.

    Otras observaciones que conciernen las variedades tam1eñas del que-chua podrían ser las siguientes. El ablativo se forma con -pita (TI -bita) , no con -piq o -piqta como en el caso del huanca y del pacareño (cf. p . 208) . Es posible que se trate de una forma derivada de -piqta, pero una solución alternativa sería la de interpretarla como una combinación de -pi "locativo" ( en Quechua 11) y de -ta "acusativo" (aunque no se halla la forma esperada *--pikta ). En el segundo caso, tenemos tres reconstrucciones para el marca-dor del ablativo , *-manta, *-piq(ta) y *-pita. En cuanto al empleo de los nominalizadores -sa y -nqa- (p. 317), la diferencia principal reside en el hecho de que en el quechua tarmeño este últin10 se combina obligatoriamen-te con los marcadores de la persona del sujeto, mientras que el primero nun-ca se combina con los mismos (Adelaar 1977: 105-109). (La misma situación se da en el quechua de Pacaraos.) Además, la nominalización por medio de -la apunta la conclusión del acto referido, aspecto que falta en los casos de nominalización realizados mediante -nqa-.

    Con referencia particular al dialecto de Pacaraos podemos hacer las siguientes acotaciones. La enumeración de localidades donde se habla este dialecto, presentada en la p. 230, debe ser reducida aún más. El dialecto de Vichaycocha exhibe diferencias con el de Pacaraos precisamente en la indica-ción de la primera persona sujeto, que constituye la característica principal del pacareño (Taylor 1979 y Adelaar l 982 : 21 ). Es probable que en el caso del vichaycochano se trate de un dialecto diferente , comparable quizás al dialecto hablado antiguamente en Santa Cruz de Andamarca. Para Ravira , donde el quechua puede haberse extinguido, y para Viseas no sabemos que se hayan tomado datos. Lo mismo es válido para Santa Catalina, situado en-tre Vichaycocha y Santa Cruz de Andamarca, donde también hay hablantes de dicho idioma. El tratamiento de la *s en Pacaraos (p . 230) incluye su con-servación como fricativa velar o glotal b en interior de palabra en las secuen-cias abu y aba, por ejemplo, en rrahu "nieve" y maba- "tender" (Adelaar

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    1982: 23 ). En contraste con lo observado en la p. 1 79 , Pacaraos no pertene-ce a los dialectos en los que q se fricativiza sólo en posición implosiva. En dicho dialecto q llegó a ser una fricativa uvular sonora en todas las posiciones salvo en final de palabra y ante una consonante sorda donde se da como una fricativa uvular sorda. La terminación de la primera persona plural inclusiva, sujeto y poseedora, en Pacaraos es -nsi y la fonna nosotros (inclusivo) es ñuqansi (no ñuqansik, p. 161 ). La forma qiéwa [qeéwa], empleada para la zona de los valles (p. 33), se conserva en Pacaraos sólo en el topónimo qiéwak. El término es conocido, sin embargo, por los hablantes de la varie-dad tarmeña de San Pedro de Cajas.

    Como Cerrón-Palomino explica muy claramente en las páginas 226-227 , el dialecto de Pacaraos está asociado estrechamente con el grupo Que-chua l, del que constituye quizás una primera ramificación después de la se-paración del Quechua ll. Esta conclusión es justificada por la morfología del pacareño , que corresponde en muchos detalles a la del sector sureño del grupo Quechua l. Este caso se presta a discusiones, sin embargo, en la medida que el vocabulario pacareño tiene elementos que lo acercan típicamente al Quechua ll, como el uso consistente de kunan "ahora", en lugar de kanan, palabras como ansa "mucho" (Quechua ll anca), minsa "pasado mañana" (Quechua ll minca), y runa "hombre". Aparte de esto el pacareño exhibe también rasgos idiosincráticos, como un vocablo especial para "ambos" (rapqa-) y un sistema déictico bastante espectacular de seis términos. Todo esto parece indicar un conservadurismo considerable que al mismo tiempo pone de relieve el carácter innovador, desde el punto de vista léxico, del gru-po Quechua l. Otro elemento interesante que se podría añadir en conexión con los su fijos que indican la transición de la primera persona sujeto a la se-gunda persona objeto (p. 274-275) es la combinación pacareña -mu-Vy (como en ñimurqáy " te dije''), exclusiva al parecer para este dialecto (Adelaar 1982 : 29).

    En Lingüística quechua, Cerrón-Palomino presta una debida atención al caso problemático de la cantidad vocálica que se emplea para fines grama-ticales en la derivación verbal de los dialectos centroperuanos. En varias oca-siones expresa puntos de vista divergentes de las propuestas avanzadas al res-pecto por el autor de esta nota (pp. 147-149), a los que procuraremos repli-car a continuación . En Adelaar (1977: 87-88, 138) introdujimos la práctica , defendida en Adelaar ( 1984: 30-33 ), de analizar los su fijos derivacionales que terminan en vocal baja (ala:) de tal manera que la can ti dad vocálica no forma parte del morfema básico . Como en los dialectos estudiados faltan su fijos de-rivacionales que terminen exclusivamente en a (y no a:) y como el uso de las vocales corta y larga se halla enteramente condicionado por el contexto en que ocurren , estimamos que un análisis con a corta, en conformidad con los sufijos en i y en u en los que la vocal es siempre corta , es el más elegante. En Adelaar ( 1984) ofrecimos además un escenario histórico que pennite expli-car la alternancia ala: tal como se presenta en la derivación verbal de los dia-

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    lectos actuales. Tal análisis se basó en todos los datos disponibles al mom en-to para el Quechua I, no sólo los que provienen de San Pedro de Cajas (Tar-ma) y de Pacaraos , sino también los pertenecientes al huanca y al ancashino. En aquel momento no pudimos disponer de la infonnación referente al que-chua huanuqueño contenida en Weber ( 1983).

    Nuestra posición es que mientras no se encuentren su fijos derivaciona-les terminando en a (constante) que contrasten con otros tenninando en ala: (variable), la selección del morfema básico, sea con a corta , sea con a: larga. será una cuestión de preferencia. Los ejemplos siguientes ilustran dicho caso. En mancaka:cin "hace asustar" la cantidad de la vocal a: se deja explicar a través de una regla de alargamiento (nuestra propuesta) o, si no, asumiendo que la cantidad forma parte del morfema básico. Comparemos este caso con mancakarayan "está (queda) asustado". Dicha forma contiene el sufijo -ka-que constituye una instancia del mismo morfema que - ka:- en mancaka:cin. Lo que se debe explicar aquí es la no-ocurrencia del alargamiento vocálico (partiendo de una forma básica -ka-) o el acortamiento de la vocal (partien-do de una forma básica -ka:-) en el contexto delante del sufijo -ra-. Como se puede observar, es el sufijo siguiente (-ci-, -ra-) que detennina la posi-ble presencia de la vocal larga, siempre que esta vocal sea a(:).

    En Adelaar (1977: 85-88, 136-138) presentarnos una hipótes is tenta-tiva que p ermite explicar en parte tal fenómeno. Propusimos una separación entre su fijos lexicalizan tes, ahí llamados "derivacionales", que , en su mayo-ría , impiden que la vocal precedente sea larga , y sufijos no-lexicalizantes , ahí llamados "flexionales", que , con la excepción de aquellos que derivan histó-ricamente de sufijos con un haz consonántico inicial, dejan operar libremente el proceso de alternancia cuantitativa. En el caso del quechua tarmeño , la opción referida aún llegó a utilizarse para diferenciar fonnalmente a su fijos semánticamente distintos, como sucede con -ku- "reflexivo" que traba la cantidad vocálica, y -ku- "característico" que no influye en ella. Véanse los ejemplos siguientes con base en raíces trisilábicas que prese ntan la mism a al-ternancia que los sufijos: (TI) waragakuyanmi "el solo se está entrenando con la honda ", waraga:kux "(el que) sabe disparar hondas".

    En la p. 147 de Lingüística quechua, Cerrón-Palomino señala , sin mencionar lo anterior, que "la regla de alargamiento postulada tiene sospe-chosamente demasiadas excepciones sin que haya explicación para ello" . Sin embargo , estas excepciones, si se las puede considerar como tales , no son una consecuencia de la regla propuesta por nosotros. Las mism as quedan en pie con un análisis que parta de alomorfos básicos con vocal larga e inclusive con la propuesta del propio autor, en la que recurre a un elemento " durativo" re-construido *ya para explicar la longitud. Las excepciones referidas resid en en el comportamiento, acortador o neutro , del sufijo que sigue y no en el sufijo mismo que presenta o no presenta la longitud.

    Cerrón-Palomino cita el caso de yaéaka:cin · "hace acostumbrar" en que habríamos fallado en destacar "el matiz durat ivo" (p . 148). Pensamos

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    que yacaka:cin no tiene otro matiz durativo que no sea el derivado del signi-ficado lexico de yaca-ka(:)- "acostumbrarse". Que yacaka:cin provenga o no históricamente de un *yacakayaéin que haya incluido el elemento *ya (cuyo valor durativo, dicho sea de paso , está abierto a la discusión) no influ-ye en su significado actual. La fonna durativa correspondiente, que también existe , sería yacakaya:cin, en que figura el sufijo durativo - ya(:)-, prove -niente de *- yka(:)- . (Se puede admitir que la forma yacakaya:ciu también puede inte,vretarse como un derivado de yaca-ku- "aprender" , pero los sig-nificados "aprender" y "acostumbrarse" están suficientemente apartados como para evitar toda confusión . ) Señalemos, por último, que en el caso de yaca-ka(:)- el uso del sufijo -ka(:)- es altamente idiosincrático. En casos más regulares desd e el punto de vista semántico, como manca-ka(:)- "asus-tarse" y punu-ka(:)- "quedarse dormido", el matiz observado es más bien uno de momentaneidad .

    Consideremos ahora otro elemento que Cerrón-Palomino menciona en calidad de excepción generada por la regla de alargamiento vocálico. Se trata de la secuencia -ra:ri- qu e ocurre en el quechua tarmeño y en la qu e el alargamiento vocálico parece combinarse con la mutación de u, desc rita en la p. 190 de Lingüística quechua. La secuencia -ra:ri- constituye un ele-mento relativamente constante que se presenta como - ?la:li- en el huanca y como -rqa:ri- en Pacaraos y para el qu e se deja reconstruir una proto-for-ma *-rqa:ri-. En realidad. -ra:ri- no constituye una excepción a la regla de alargamiento vocálico, sino a la regla de mutación de u, que parece haber producido aquí una vocal larga y no corta . El autor se adhiere a una sugeren-cia de Torero , tomada por nosotros (Adelaar 1984 : 33 ). que busca explicar esta situación partiendo de una secuencia reconst ruida *-rqu-ya-ri-, en la que tanto -ya- como - ri- funcionarían como pluralizadores . Cerrón-Palo-mino atribuye la mutación de u a la presencia de *-ya- (p. 148, p. 204), re-chazando la posibilidad de que aquella se debiera a la presencia de -ri-. Observemos, sin embargo , que - ri- es el sufijo pluralizador verbal universal en Pacaraos y que produce ahí la mutación de u a a sin alargamiento, por ejemplo. en yacakun "aprende" contra yacakarin "aprenden". En vista de la presencia del pluralizador -ri- en la secuencia *-rqa:ri- resulta entonces imposible comprobar que el sufijo mutador haya sido un *-ya- intermedio. Además. - ya(:)- "pluralizador" ocurre en el ancashino, donde no produce dicha mutación (Parker 1976 : 129-130). Al parecer. la secuencia -rqa :ri-(perfectivo -rqu- + plural) del quechua pacareño ha sido prestada en su to-talidad de un dialecto yaru. grupo al que también pertenece el tarrnefio , ya que la forma regular en Pacaraos hubiera sido *-rqari-. La hipótesis del ori-gen yaru se encuentra reforzada por el hecho de que en el quechua tarrneño el elemento -:ri-, que fomrn parte de la secuencia -ra:ri-, no está del todo aislado. Ocurre también en secuencias como (TC)-karka:ri-1 (TI) -karga:ri-(-ku- + - rku-1-rgu- +-:ri-) y (TCI) -kaya:ri- (-ku- + -y(g)u- + - :ri-) (Adelaar 1977: 128. 169).

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    En la argumentación de Cerrón-Palomino, el elemento *-ya-, tanto como pluralizador como en calidad de sufijo durativo y de marcador de pri-mera persona , juega un papel central (ver, por ejemplo, la secuencia *-yaya-en la p. 204, la interpretación de -ma(: )- a partir de *-muya- en la p . 149, y la interpretación de -rka:éa(:)- a partir de *-rku-ya-ea- en la p. 204 ). Es preciso advertir, sin embargo, que el poder explicativo de *-ya-tiene sus I ímites . De los tres usos mencionados arriba sólo la función plurali-zadora ha sido atestiguada en un dialecto actual (Ancash) junto con el ele-mento petrificado que se encuentra en los sufijos -naya-, -paya-, -raya-, etc. del Quechua 11 , siendo el durativo -ya(:)- de algunas variedades centra-les un reflejo de *-yka(: )-.

    En algunos casos se ha omitido indicar la cantidad vocálica, como en (tarmeño) éuraylapamanki (p. 194), que debe seréurayla:pamanki, y en (pa-careño) -rka:éa- (p. 203), que debería ser -rka:ca:- según el procedimien-to adoptado por el autor. Como se ve, la presencia de la cantidad vocálica en a final de sufijo s.,onstituye un fenómeno generalizado, que abarca hasta el sufijo -la(:)- (*-la(:)-) "limitativo". Es evidente que en este caso una solu-ción del tipo •-laya- no se impone. Quedamos convencidos de la mayor economía de una explicación única que sea aplicable a todos los sufijos en -a(:)- final , como hemos propuesto en Adelaar (1984 ).

    Un tema que recibe mucha atención en Lingüística quechua, por su interés incontestable , es el de los pluralizadores (p. 275-278 ), cuya forma y uso varía marcadamente de un dialecto a otro. El autor señala correctamente que en el quechua tarmeño los pluralizadores -pa:ku-, -rka(:)- y -:ri-pueden referirse tanto a la pluralidad del sujeto como a la del objeto. Aquí se puede advertir que generalmente la pluralidad se aplica al sujeto , mientras que sólo en los casos en los que el contexto no permite ninguna duda, en cuanto a la identificación del elemento pluralizado, se aplica al objeto (por ejemplo , en TI caylatam niba:kux lapayta "eso les digo a todos ustedes"). La tabla de la página 277 da un a sinopsis de las combinaciones de pluralizadores y marcadores de persona pem1itidas en el quechua cusqueño e incluye las ra-rísimas combinaciones de dos pluralizadores -cis-ku. Sin poner en duda la acep tabilidad de tales combinaciones. ya que quedó claro por ahora que el cusqueño exhibe una gran variedad interna , queremos observar que se hace sentir aquí la ausencia de una indicación de la procedencia exacta de los da-tos a la lu z del hecho que otros autores han rechazado la posibilidad de com-binar dichos pluralizadores (Lefebvre y Dubuisson 1 977: 69). La regla for-mulada en la p . 277 afirmando que -ku pluraliza de preferencia al sujeto no parece ser estricta en vista de la circunstancia que un tex to cusqueño como la autobiografía de Gregario Condori Mamani ( 1977) contiene casos de la tran-sición de tercera persona sujeto a primera persona objeto, en la qu e en una ocasión se pluraliza el sujeto y en otra el objeto (por ejemplo, p. 114 desocu-pachipuwaranku "nos hizo desocupar (su choza)" y p. I 15 yachacheqpas kawanku "que me enseñaban").

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    Otras observaciones relacionadas con el quechua cusqueño concier-nen al sufijo de tiempo pasado que mantendría su forma compleja -rqa- en el Cusco (p. I 94 ). El mismo texto mencionado arriba demuestra claramente que ahí predomina la forma simplificada -ra-. La forma pusarqasunki (p. 278). en la que el sufijo temporal precede al marcador personal -su-, repre-senta una instancia de la traslación de -su- que acordó a este sufijo una po-sición detrás de los sufijos temporales y nominalizadores. En la autobiografía mencionada encontramos casos como qosqasuykiku "que te daban" (p . 42). yachachinasuykikupaq "para que te enseñen" (p. 44) y aún suwanasunkiku-paq "para que te roben" (p. 42). Este último ejemplo ilustra la suficiencia del proceso de reestructuración de -su ... yki a - ... sunki (combinación vi-gente en el indicativo presente y futuro) vía - . . . suyki. Es de notar que la traslación de -su- no afectó al marcador de objeto -wa- de primera perso-na , posiblemente como consecuencia de la regularidad de las combinaciones en las que -wa- ocurre.

    En la ortografía utilizada para el quechua ayacuchano el autor adop-ta la práctica ya observada en algunas fuentes anteriores de introducir el sím-bolo x para registrar la uvular fricativa . Este procedimiento resulta muy útil en un estudio lingüístico como la obra reseñada porque permite referir direc-tamente y sin ambigüedad a los rasgos fonéticos de los distintos reflejos del protofonema *q, que, como se sabe, muestran una gran variedad en los dia-lectos quechuas. Se puede observar que en esta perspectiva el uso del símbolo x debería de extenderse a otros dialectos quechuas , como el tarmeño y el pa-careño , donde el proceso de fricativización de *q se ha efectuado de modo tan completo como en Ayacucho.

    En las tablas de las páginas 105-107 las fonnas incluidas para el ancashino (utka, kimsa, qoha) no parecen corresponder con el dialecto de Huaraz , que , según advertencia del autor en la p. 102, representa el quechua de Ancash en dichas tablas. Las fonnas huaracinas correspondientes son utku, kima y quwa (Parker y Chávez 1976 ). Compárese la p. 174 donde sí figura la forma kima "tres" para el huaracino.

    . Como el autor observa en la p. 195, el quechua de Ecuador maneja un sufijo subordinador obviativo -kpi (realizado en la actualidad como - Xpi) y formas simplificadas como -ki y -pi. En vista de la circunstancia que el sufijo obviativo es -pti- en los demás dialectos quechuas, Cerrón-Palomino propone un cambio *-pti- > -kpi. Menciona como alternativa un origen relacionado con la secuencia *-q (agentivo) + -pi (caso locativo), sugeren-cia hecha por Parker ( 1969: 161) y por Muysken ( 198 l ). Para dar fuerza a la primera posibilidad se hace la aproximación con el cambio -pti- >-tbi-que caracteriza un subdialecto del tanneño innovador (TI). Sin embargo , este cambio ha sido tan local y, sin duda , tan reciente, que difícilmente puede proporcionar una explicación para lo ocurrido en el quechua ecuatoriano . Una comparación con la forma tarmeña (TC) kaqpi-nl (TI) gaxbi-n "en aquel tiempo cuando . . . " sería quizás mús remuneradora , porque ésta exhibe la

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    mism a est ructura morfológica que el sufijo obviador ecuatoriano, al menos si acordarnos importancia a la sugerencia de Parker y Muysken . De hecho. las combinaciones del tipo -X-la-pi, mencionadas por Muysken . se encuentran también en el curso ecuatoriano de Ross (1963) y hablan claramente en fa-vor de una reconstrucción *q-pi, aunque no se puede exc luir cierta interfe-rencia entre las dos opciones.

    Una hipótesis de gran interés que Cerrón-Palomino prese nta en las páginas 205-206. concierne al origen del marcador que indica un sujeto o po-seedor de primera persona inclu siva -ncik. El autor señala el carácter al pare-cer reciente de dicho marcador que incluye un e lemento -cik, conectado. se-gún él, con la raíz cika "tam año" y hallado con distintas funciones en deter-minados dialectos del quechua. Cerrón-Palomino observa con razón qu e el ele mento *cika se añadió a l marcador -n de tercera persona sujeto y poseedo-ra y no al marcador -ni de primera persona sujeto (que segú n él y el autor de esta nota sería de origen relativamente reciente). Un proceso similar parece haber ocurrido en otras lengu as como e l popoloca , lengu a otomangue del es-tado de Puebla , México. Ahí un e lemento el ítico -nr (Y= tono medio) tiene la fun ción de indicar refere ncia a una prim era persona plural in c lu siva en combinación con formas verbales o nominales conjugadas para tercera perso-na ; por ejemplo. c?e th úá "(él) lim pía", c?e th úá 111 "nosotros (inclusivo) lim-piarnos" (Veerman 1984 : 75 , 119).

    La sintaxis interna de la frase nominal constituye el objeto de un tra-tamiento extenso en las páginas 299-302. Como el autor señala. el orden de los elementos que integran la frase nominal está fijado en base a la clase gra-matical a la que pertenece cada uno de ellos. Una excepción que podríamos mencionar es el caso del cuantificador lapan "todo(s)" que en el quechua tar-meño puede preceder o seguir a los demostrativos (hecho observado por Van de Kerke). Por ejemplo , en cay lapan nuna . .. " toda esa gente" y lapan cay xucabita ... "de todo ese lago". La misma opción vale para (TC) kikin! (TI) kigin y los demostrativos.

    En la parte sin táctica encontramos también u na sinopsis de la litera-tura lingüística relacionada con la c láusula relativa en los dialectos qu echuas (p . 310-315). Poco tenemos que aiiadir a esta interesa nte exposic ión , sa lvo quizás que la distinción entre cláusulas relativas con cabeza y cláusulas relati-vas acéfalas. tal corno se la ve ilustrada en los eje mplos (39) y (39a), parece corresponder a una disti nci ó n que ex iste también en el quechua tanneiio . Ahí la cláusula relativa puede seguir a su antecedente, que es lo más común. o si no, precederlo. La prim era opción implica una relación semántica ad boc entre el antecedente y el contenido de la cláusula relativa y la segunda un vínculo más genérico . Quizás sería más indicado pensar aqu í en un traslado de la cláusula modificadora qu e en la eliminac ión del antecedente. pu es esta alternativa esco nde el hec ho de que , en un caso al menos y contrari o a la práctica normal, el modificador puede segu ir al 111 oc! ificad o. En la p . 3 14 se podría añadir que e I texto hu aroc hiriense reda e tad o por orden de Francisco

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    de Avila alrededor de 1600 constituye una fuente muy rica de construccio-nes relativas en las que se utilizan formas pronominales "WH" con verbo fini-to. En dichas construcciones la fonna pronominal "WH" de la cláusula inicial siempre se correlaciona con un cay en la siguiente .

    Al terminar este comentario , quedará evidente que la nueva obra de Rodolfo Cerrón-Palomino figura entre las más significativas contribuciones al estudio del quechua en la década transcurrida y no en el último lugar por la cantidad impresionante de temas tocados , cada uno de los cuales invitan a una discusión prolongada. Es de esperar que este libro abra el camino para muchos nuevos trabajos por realizarse en los años venideros en los que parti-cipen representantes de todas las especialidades relacionadas con la lingü ísti-ca quechua.

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    Willem F.H. Adelaar University of Leiden

    Dept . of Comparative Linguistics (VTW)

    P.O. Box 9515 2300 RA Leiden

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    Revista Andina, Año 7

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