5
EL DR. RZYKURSKI Publicado el oct 31, 2012 | 0 comentarios Un personaje “menor” de Frankenweenie Carlos Eduardo Maldonado Profesor Titular Universidad del Rosario En la película Frankenweenie, dirigida por Tim Burton y producida por Disney (2012), hay un personaje menor en el reparto pero altamente significativo por lo que es, dice y hace. Quizás, exceptuando al personaje principal, el pequeño Frankenweenie, que en realidad se llama Víctor, de la Familia de los Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del tedio, la tristeza y el sufrimiento cuando su mascota, un perrito, verosímilmente un pitbull, cuyo nombre es Sparky, fallece atropellado por un autogracias justamente a su profesor de ciencias el Dr. Rzykurski (quien, todo parece indicarlo, es de origen húngaro). Es este profesor de ciencias la razón última de toda la trama de la película ya que logra despertar en Víctor la pasión por la ciencia, específicamente por la física, con una clase muy bien lograda pedagógicamente, en la que explica el accidente de un antiguo profesor de ciencias que murió a consecuencia de un rayo en una tormenta y a quien él, Rzykurski, está ahora remplazando. Omito el recuento del resto de la película para concentrarme en el profesor de ciencias (léase física). El temperamento del profesor es adusto, serio, directo, quizás incluso frío. Se atiene a los hechos, en una palabra. Y sin embargo tiene una estupenda pedagogía. Claro, sólo el pequeño Víctor logrará captar el mensaje del Dr.

Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

EL DR. RZYKURSKI Publicado el oct 31, 2012 | 0 comentarios

Un personaje “menor” de Frankenweenie • Carlos Eduardo Maldonado Profesor Titular Universidad del Rosario En la película Frankenweenie, dirigida por Tim Burton y producida por Disney (2012), hay un personaje menor en el reparto pero altamente significativo por lo que es, dice y hace. Quizás, exceptuando al personaje principal, el pequeño Frankenweenie, que en realidad se llama Víctor, de la Familia de los Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del tedio, la tristeza y el sufrimiento –cuando su mascota, un perrito, verosímilmente un pitbull, cuyo nombre es Sparky, fallece atropellado por un auto– gracias justamente a su profesor de ciencias el Dr. Rzykurski (quien, todo parece indicarlo, es de origen húngaro).

Es este profesor de ciencias la razón última de toda la trama de la película ya que logra despertar en Víctor la pasión por la ciencia, específicamente por la física, con una clase muy bien lograda pedagógicamente, en la que explica el accidente de un antiguo profesor de ciencias que murió a consecuencia de un rayo en una tormenta y a quien él, Rzykurski, está ahora remplazando. Omito el recuento del resto de la película para concentrarme en el profesor de ciencias (léase física). El temperamento del profesor es adusto, serio, directo, quizás incluso frío. Se atiene a los hechos, en una palabra. Y sin embargo tiene una estupenda pedagogía. Claro, sólo el pequeño Víctor logrará captar el mensaje del Dr.

Page 2: Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

Rzykurski, y al resto de la clase le parecerá una soberana pérdida de tiempo. Como consecuencia de ello, en una asamblea de los padres de familia se discute la permanencia o no del profesor. Todos los padres parecen estar a favor de sustituirlo. Excepto los padres de Víctor. En medio del debate el padre del personaje principal propone una solución salomónica: que el Dr. Rzykurski pase al frente del atril, delante de todos, y justifique su clase, sus métodos, y su pedagogía. Y así sucede. Cuando el profesor de física, con un caminar acompasado y lento, sube y se para ante todos es eso: un profesor de ciencias: ¿Y qué hace un buen profesor de ciencias? ¿De qué se ocupa la ciencia a fin y al cabo? ¿Cuál es la función social e histórica de la ciencia? Este es el meollo del asunto y sobre el cual sugiero dirigir la mirada. Palabras más, palabras menos, el Dr. Rzykurski dice: “Ustedes son unos ignorantes. No saben para nada lo que es la ciencia. Sus mentes son pequeñas y estrechas. No tienen salvación. Yo intentaré salvar a sus pequeños hijos. Abriré sus mentes, y les mostraré las maravillas de la racionalidad científica”. Naturalmente, no es sorpresa lo que habrá de suceder con este profesor. En la secuencia siguiente aparece empacando sus cosas en el baúl de su automóvil después de que ha sido despedido. Quien asumirá sus clases será (¿quién más si no?), entonces, la profesora, algo voluptuosa, de educación física. Sugiero volver la mirada al siguiente dilema –a tenor de la película–: ¿Se debe actuar humanamente, esto es, decir alguna verdad moderada, no ser directo ni veraz, desviar el tono y el núcleo del problema, e incluso, si llega a ser necesario, mentir u omitir acaso alguna verdad incómoda? No es esto lo que hará el Dr. Rzykurski. O bien, en caso contrario, ¿se debe actuar como un científico: decir la verdad, ser franco, directo, atenerse a los hechos? Rzykurski será coherente y actúa de la segunda manera.

Los seres humanos –en esa dicotomía que acaso en el lenguaje de M. Scheler se expresa como ideas o valores– optan por los valores a costa de las ideas, por la conveniencia en desmedro de los hechos, en fin, por ejemplo, optan por la

Page 3: Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

sociabilidad al precio de la verdad. Es como si se dijera: la vida en sociedad se sostiene más sobre la mentira o la omisión que sobre la verdad. No es la verdad la que funda el mundo. Los hechos son crudos. Como sostenía con tino L. Wittgenstein, un hecho no se afirma ni se niega: se enuncia y se demuestra. Pero claro, esto supone una cultura diferente a la nuestra y, en el caso de la película de Burton, una cultura diferente de la Pequeña Holanda, el pueblo donde transcurre la trama. Es esta paradoja la que denuncia C. P. Snow acerca de la crisis de las dos culturas en su clásico libro de 1959: las ciencias y las humanidades. Esa escisión de las dos culturas puede y debe ser superada pues el coste es catastrófico: no solamente para alguien como el Dr. Rzykurski, sino en general para toda la sociedad. La superación de esa dicotomía es una auténtica revolución científica que puede resultar de la metamorfosis de la ciencia, un nuevo matrimonio (o alianza) y que puede dar lugar, al cabo, a lo que se ha denominado “la tercera cultura”. Actuar humanamente –lo que quiera que ello signifique– es generalmente entendido como entender las circunstancias y situaciones, lograr acuerdos y negociaciones, ser condescendientes incluso, en fin, aprovechar las oportunidades. En una situación límite en la que se puede encontrar el desempleo, alguien que no fuera el profesor de física habría sido diplomático, habría enfocado el tema en la importancia del conocimiento y el aprendizaje, en fin, al final, habría hecho alguna concesión para seguir con el empleo. Pero no Rzykurski. Él, más que “humano”, es un científico. Y su papel es íntegro de cabo a rabo. Rzykurski va al grano, de manera directa y sin dilaciones: la razón por la que los niños encuentran la ciencia aburrida es por la ignorancia que proviene de las mismas familias, por la excesiva normalidad de los padres.

En la película, Rzykurski actúa tan sólo en unos cuantos minutos, tres a lo sumo. Una postura posible podría ser la de pensar a largo plazo, ser condescendiente en el corto plazo con los padres sin tener que decir toda la verdad, pues al final la

Page 4: Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

ganancia habrá sido mayor: habrá podido durar un año de curso lectivo y haber influido positivamente en los niños para que se apasionen por la ciencia. Pues el Dr. Rzykurski iba bien. La prueba es que había anunciado la próxima Feria de Ciencia cuyo principal rédito era la victoria y el prestigio para el ganador. Todos los niños del curso participarán activamente. Incuso después de Rzykurski ya que la actividad de la Feria de Ciencias es un logro habitual en la clase de ciencias. El desenlace será la realización de distintos experimentos científicos por parte de varios grupos de niños, todos emulando al muy inteligente Víctor. En un momento dado, Rzykurski le pregunta al pequeño Víctor: “¿El experimento lo hiciste con la cabeza? La ciencia también está en el corazón”. Eso: la ciencia –en rigor: la investigación científica– es una pasión; es más, es una forma de vida. Y precisamente por ello, Rzykurski no podrá ser “humano” ni negociar con la junta de padres. Una forma de vida, finalmente, no se negocia, se vive. Y el precio, en cualquier caso, si hay que asumirlo, no es bajo. La ciencia puede parecer fría y distante, en contraste con los valores de la cotidianeidad. Vivimos en un mundo de valores. En contraste, la investigación científica no es un punto de partida, sino un punto de llegada. Desde Sócrates hasta Galileo, desde Einstein hasta Prigogine, por ejemplo. No vivimos un mundo en el que “verdad” sea una experiencia común. Impera compostura y conveniencia sobre verdad. Apariencia, ilusión y conveniencia parecen ser los principios rectores de la vida en sociedad antes que el ser directos y transparentes, veraces y atenernos a los hechos. En verdad, todo pareciera indicar que la vida en sociedad no está preparada (¿aún?) para vivir en la verdad. Ella, quiso decir Heidegger, se asoma y se oculta, aparece y se disimula. El ocultamiento de “verdad” es, en realidad, el olvido de “ser”.

Si ello es así, debemos mentir para vivir con los demás –incluso no por nosotros mismos, sino por las formas de pensar y de vivir de los demás–. Es decir, debemos mentir y no ser veraces, no por nosotros mismos: sino por los demás:

Page 5: Un personaje “menor” de Frankenweenie · Frankenstein, sea el más coherente de todos; o consistente, al cabo, da igual. Frankenweenie es un pequeño niño que se despierta del

porque no aceptan la verdad y no pueden soportar el deslumbramiento que produce. En este estado de cosas, todo parece indicar que podemos decir la verdad, pero no toda la verdad. Y si esto es así, el precio que deben pagar quienes conocen la verdad es sumamente elevado. La insociable socialibilidad de que hablaba Kant. El problema del Dr. Rzykurski es justamente ese: no podemos enseñar la verdad. Es más, las cosas verdaderamente importantes no las podemos enseñar. En el mejor de los casos, si acaso, las podemos aprender. Y aprendemos a través del ejemplo. Pues bien, el viejo profesor de física, el Dr. Rzykurski constituye un auténtico ejemplo de vida, que, por definición, no es inmediatamente accesible a todos; a todos y a cada uno. Y como sucede muchas veces en la vida y en la historia, los buenos ejemplos implican un coste termodinámico. El de Sócrates fue su propia vida; en el caso de Galileo fue el silencio prudente ante el juicio promovido por el Cardenal Roberto Bellarmino. En el caso de Einstein fue el (auto)exilio ante las amenazas del régimen de Hitler. Pero vivir en la verdad no debe tampoco ser asumido como una ejercicio trágico de la existencia, ni como una auto-victimización. En absoluto. Por el contrario, el tema fundamental radica en la clase de vida que podemos vivir. Y los dos casos más extremos en la película Frankenweenie son la del Dr. Rzykurski, en uno y, en otro, el alcalde Burgemeister, el pequeño pueblo de la Nueva Holanda. Entre estos dos extremos transcurre la vida de todos los habitantes. Y entre todos ellos el pequeño e inteligente Victor se destaca por una cosa: es el único que reconoce la valía de su profesor de física, y quien da curso a noventa minutos de una película hermosa y sensible que es más, mucho más, que cine de entretenimiento. ©