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Una Historia de Orejas

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El cuento de Augusto y sus orejas

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Una Historia de Orejas

Escrito e ilustrado por Violeta González

Una Historia de Orejas

Augusto era un conejito felíz, vivía en una

madriguera al lado de un árbol muy grande y gordo que le daba sombra en verano y cuyas raíces le daban calorcito en invierno. Vivía

ahí con Mamá Conejo y sus hermanitos y a su alrededor vivían otras familias como la suya.

En todo caso la familia de Augusto era especial. Las orejas de él y de todos sus hermanos no

eran felpuditas como las de los demás; las de

ellos eran de plástico, un plástico transparente

y brillante que se confundía con las nubes.

A Augusto y sus hermanos les encantaba la música y con sus largas e invisibles orejas

captaban mucho mejor el sonido que otros conejitos. Todas las mañanas salían al sol a bailar y a cantar. Desde lejos se los podía ver saltando como

locos alrededor del grandioso árbol haciendo piruetas por doquier. Eran

realmente una familia

alegre.

Los conejitos vecinos en secreto los envidiaban, ellos con sus orejas normales no entendían del todo lo especial de las melodías que escuchaban Augusto

y su familia, querían formar parte de esa gran fiesta pero no sabían realmente cómo.

Un día, para el cumpleaños de Augusto, su mamá y sus hermanos decidieron pintarse las orejitas de colores para que la fiesta fuera diferente. Se comenzaron a pintar sus cristalinas orejas

de los colores más vivos y alegres.

Al ver esta calamidad a los conejitos vecinos se

les ocurrió una gran idea: se pintarían ellos también las orejitas de colores y así se camuflarían entre la familia de Augusto para poder cantar y bailar por doquier.

Así hicieron y pudieron de alguna forma compartir

con su familia vecina la experiencia casi traslúcida de la

música vibrando a su alrededor durante toda la tarde primaveral.

Cuento inspirado por la

canción de Astro “Colombo”

Escrito e ilustrado por Violeta González