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UNIVERSIDADE ESTADUAL DA PARAÍBA
CAMPUS I – CAMPINA GRANDE CENTRO DE EDUCAÇÃO - CEDUC
DEPARTAMENTO DE LETRAS E ARTES CURSO DE LICENCIATURA EM LETRAS-ESPANHOL
BIANCA CABRAL DA SILVA
REALISMO MÁGICO, CONTRASTES CULTURALES Y RELIGIOSIDAD: UN ANÁLISIS DEL CUENTO LA SANTA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
CAMPINA GRANDE – PB 2019
BIANCA CABRAL DA SILVA
REALISMO MÁGICO, CONTRASTES CULTURALES Y RELIGIOSIDAD: UN ANÁLISIS DEL CUENTO LA SANTA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Trabalho de Conclusão de Curso apresentado a Universidade Estadual da Paraíba (UEPB), como requisito parcial à obtenção do título de graduação em Letras - Espanhol.
Orientador: Prof. Me: Thales Lamonier
Guedes Campos (UEPB)
CAMPINA GRANDE – PB 2019
Dedico este trabajo a mi hermano Lucas, que es una de las personas que me ha ayudado a mirar la vida con otros ojos.
“La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”.
Gabriel García Márquez.
LISTA DE IMÁGENES
Imagen 01: Foto de Graduación de Bachiller de Gabriel García Márquez en 1946…………15
Imagen 02: Gabriel García Márquez…………………………………………………………16
Imagen 03: Gabriel García Márquez recibe el premio Nobel…………………….………….17
Imagen 04: Capa de la primera edición del libro Doce Cuentos Peregrinos……..………….20
Imagen 05: Margarito llevando el cuerpo de su hija por las calles de Roma………………...22
SUMARIO
INTRODUCIÓN......................................................................................................... ..............9
1 EL REALISMO MÁGICO Y SUS COLABORADORES ............................................. 12
1.1- Origen y concepto del Realismo Mágico .................................................................... 12
1.2- Características del Realismo Mágico en el continente Americano ............................ 13
1.3 - Vida de Gabriel García Márquez……...………………………………………..…….15
2 LOS CUENTOS PEREGRINOS .................................................................................... 18
2.1 - Doce Cuentos Peregrinos. ......................................................................................... 18
2.2 - La Santa .................................................................................................................... 20
3 EL PEREGRINO Y LA SANTA: ANÁLISIS DEL CUENTO ..................................... 23
3.1 - Europa X América……………………………………...……………...…………...….23
3.2 - Lo racional y lo irracional (imaginario)………………….…………...…………...…25
3.3 - Religión y Superstición………………………………………………………….…......27
CONCLUSIÓN………………………………………………………………………….....30
REFERENCIAS………………………………………………………………………....…31
APÉNDICE A– CUENTO: LA SANTA………………………………………………..….33
8
REALISMO MÁGICO, CONTRASTES CULTURALES Y RELIGISOSIDAD: UN ANÁLISIS DEL CUENTO LA SANTA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Bianca Cabral da Silva1
RESUMEN
El Realismo Mágico es una corriente literaria que tuvo gran destaque en Latinoamérica. Uno de los escritores más importantes, que se convirtió en un símbolo del Realismo Mágico, fue el escritor colombiano Gabriel García Márquez, que presenta las características mágicorrealistas en muchas de sus obras de manera bastante clara. Una de esas obras es el libro Doce Cuentos Peregrinos (1992), que relata la vivencia y realidad enfrentada por el pueblo latino en el continente europeo; uno de estos cuentos, ha llamado nuestra atención: el cuento La Santa. Así, nuestro trabajo tiene como objetivo analizar el cuento La Santa de Gabriel García Márquez, observando las características del Realismo Mágico y como el cuento presenta la temática de la santidad y de los contrastes culturales entre los europeos y los latinoamericanos. Por tanto, nuestra investigación se trata de un estudio bibliográfico, cualitativo y documental, fundamentado principalmente a partir de los estudios teóricos de Bautista (1991), Martínez López (2006), Gama-Khalil (2010), Cano Pérez (2012), Souza y Prado da Silva (2016), además de otros investigadores.
Palabras clave: Realismo Mágico. Gabriel García Márquez. Cuento. La Santa.
RESUMO
O Realismo Mágico é uma corrente literária que teve grande destaque na América latina. Um de seus escritores mais importantes, que se converteu em um símbolo do Realismo Mágico, foi o colombiano Gabriel García Márquez, o qual apresenta as características mágico realistas em muitas de suas obras, de maneira bem clara. Uma dessas obras é o livro Doce Contos Peregrinos (1992), que relata a vivência e realidade enfrentada pelo povo latino no continente europeu. Um destes contos nos chamou a atenção, A Santa de Gabriel García Márquez, assim, nosso trabalho tem como objetivo analisá-lo observando as características do Realismo Mágico e como o conto apresenta a temática da santidade e o contraste cultural entre os europeus e os latino-americanos. Portanto, nossa investigação se trata de um estudo bibliográfico, qualitativo e documental, que tem como fundamento principal os estudos teóricos de Bautista (1991), Martínez López (2006), Gama-Khalil (2010), Cano Pérez (2012), Souza e Prado da Silva (2016), além de outros investigadores. Palavras – chave: Realismo Mágico. Gabriel García Márquez. Conto. A Santa.
1 Aluna de Graduação em Licenciatura em Letras, com habilitação em Língua Espanhola, pela Universidade Estadual da Paraíba – Campus I. E-mail: [email protected]
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INTRODUCIÓN
Una de las prácticas humanas más importantes para la absorción del conocimiento es
la lectura, que tiene como una de sus funciones principales ayudar el crecimiento intelectual
de los sujetos y el desarrollar de la cultura. Así, cuando pensamos en la lectura literaria,
tratamos de un tipo de lectura que está directamente relacionada a la interpretación, con el
arte, el placer, la motivación y la imaginación del lector, luego, esas características establecen
un vínculo entre lector y texto, creando una interacción.
En esa perspectiva, los textos literarios pueden ser clasificados o divididos por sus
características en relación al tiempo (época), estilo, temáticas, ideologías, o por su lugar de
producción, las llamadas corrientes literarias serian, por lo tanto, un conjunto de obras que
comparten una serie de características comunes. En las corrientes literarias, también se
destacan a los diversos autores y escritores que exponen realidades y realizan críticas sociales,
políticas y/o culturales a un lugar o momentos específicos de la historia de la humanidad. Así,
es interesante saber que en el siglo XX, la corriente literaria que mejor expresa el continente
sudamericano es el Realismo Mágico.
El término realismo mágico fue acuñado, por la primera vez, por el crítico de arte
alemán Franz Roh (1890-1965) en 1925, lo usó para describir un estilo de pintura de su época
que representaba, pictóricamente, los enigmas de la realidad, él decía que el Realismo Mágico
tenía mucho que ver con el surrealismo. Unos años más tarde, en la década de 1940, el
concepto cruzó el océano hacia América del Sur, se adaptando al ámbito de la literatura y
popularizado por autores latinoamericanos. Según Souza y Prado da Silva (2018), el Realismo
Mágico surgió en América con el escritor Alejo Carpentier (1904-1980), estos también
defienden que:
El Realismo Mágico en las literaturas hispanoamericanas comprende el empleo de técnicas y formas narrativas y descriptivas que visan a dar cuenta dentro de lo literario de aspectos diferenciadores de la realidad de Latinoamérica. (SOUZA Y PRADO DA SILVA, 2018 p.36).
Pero, en la década de 1960 y 1970, tuvo un gran crecimiento por cuenta de la nueva
novela hispanoamericana. Desde entonces, surgieron algunos escritores que hicieron parte y
representaron esta corriente, uno de ellos es el escritor colombiano Gabriel García Márquez
(1927-2014), considerado el mayor representante del Realismo Mágico, y que supo poner en
relieve las características de esta corriente en muchos de sus escritos. Pues, en una citación
sobre la corriente, Bautista (1991) afirma que:
10
Gabriel García Márquez dice que en América Latina todo es posible, todo es real. Vivimos rodeados de esas cosas extraordinarias y fantásticas; por eso, el escritor mágico realista no necesita crear mundos imaginarios; lo que hace es penetrar en la realidad latinoamericana y encontrar lo mágico en lo cotidiano. Las creencias de la gente determinan lo que es real o irreal, y estas creencias le dan al escritor un sistema de referencias donde él puede presentar la realidad en su texto. (BAUTISTA, 1991, p.4).
García Márquez verbalizó la realidad mágica en su libro, Cien años de soledad (1967),
uno de los escritos más importante de la literatura mundial y que, de acuerdo con los críticos,
es una obra que abunda características del real maravilloso, puesto que, en la obra, las
características de esta corriente están presentes a todo momento, como por ejemplo: cuando
trata de la muerte no como una cosa definitiva, las costumbres del pueblo, eventos
sobrenaturales entre otros.
El colombiano, también, escribió el libro Doce Cuentos Peregrinos (1992). En todos
los cuentos presentes en el libro, vemos características literarias del Realismo Mágico, ellas
están directamente conectadas a los personajes, bien como, a todo lo que se pasa en las
historias contadas. Una de las temáticas principales de la obra y presente en todos los cuentos
es la vivencia y realidad enfrentada por el pueblo latino, en Europa. Dentro de estos cuentos,
uno ha llamado nuestra atención como investigadores, el cuento La Santa, que además de
presentar todas las características, ya citadas sobre el Realismo Mágico, aborda la cuestión de
la santidad de una manera distinta del convencional, pudiendo así, presentar interpretaciones
distintas sobre el tema y llevándonos a absorber otros conocimientos acerca del pueblo latino-
americano, sus creencias, religiosidad, fe, las costumbres y su cultura.
A partir de la lectura del libro Doce Cuentos Peregrinos y, en especial, del cuento La
Santa surgieron algunos cuestionamientos: ¿Cómo la temática de la Santidad está relacionada
al Realismo Mágico en el cuento? ¿Por qué García Márquez destaca fuertemente la diferencia
cultural entre los personajes latinos y europeos en el cuento? Después de realizar algunas
lecturas teóricas sobre el Realismo Mágico, decidimos hacer un análisis del cuento, llevando
en consideración las características del pueblo latino-americano y la mescla de la realidad con
el ficticio, entre otros puntos. También, pretendemos observar en nuestro análisis la carga
sentimental del cuento y de los personajes, explorando la temática de la santidad, de la
religión y de la superstición. Todavía, pretendemos explorar el lado humano de los personajes
del cuento, y en especial del protagonista Margarito Duarte, su peregrinación en Europa, y
apuntar los acontecimientos que nos remeten a lo real maravilloso.
Delante de esto, embarcamos en el Realismo Mágico y todo lo que él trae para la
interpretación del cuento La Santa. Estamos seguros, de ese modo, que este trabajo tiene gran
11
importancia para los estudios literarios del curso de Letras-Español, pues nos muestra una
nueva manera de interpretar el cuento de García Márquez y percibir algunos aspectos que son
importantes y pueden, quizá, presentar una discusión más incrementada del cuento, tocando
en puntos como, por ejemplo, cuestiones culturales, creencias y la religiosidad. Además de
esto, también nos propone trabajar y analizar el literato, que es uno de los escritores más
conocidos, leído y estudiado en todo el mundo y, en especial, en el Realismo Mágico.
Por esta razón, nuestro objetivo con esta investigación es analizar el cuento La Santa,
de Gabriel García Márquez, observando las características del Realismo Mágico y como el
cuento presenta la temática de la santidad y de los contrastes culturales entre los europeos e
los latinoamericanos.
Para estos fines, metodológicamente, trabajaremos con una investigación de tipo
cualitativo, descrita por Minayo (2001) como una investigación que trabaja con significados,
motivos, creencias, valores y actitudes. Trataremos de datos que no pueden ser analizados
numéricamente, como comportamientos, sentimientos, percepciones y otros. También
denominamos esta investigación como bibliográfica, que según Gil (2010), es una
investigación con documentos y teorías ya existentes, así, utilizaremos, en este trabajo, como
embasamiento teórico para nuestro objeto de investigación materiales ya conocidos, escritos,
analizados, estudiados y publicados por otros estudiosos y teóricos. Por fin, nuestra pesquisa
también es descrita como documental, pues traemos, a nuestra investigación, documentos que
no tuvieron un análisis científico, como relatos o apuntamientos de sitios entre otros, puesto
que, para Lopes (2016):
É possível entender então aqui, a formação da pesquisa documental, visto que ela é um assunto não tão estranho assim, para quem já se consultou sobre pesquisa bibliográfica. A diferença crucial é que na pesquisa documental, ainda não houve um filtro analítico, e os materiais podem sofrer reelaboração de acordo com os objetivos da pesquisa.2 (LOPES, 2016).
Así, decidimos organizar nuestro trabajo de la siguiente manera: en el primer
momento abordaremos el Realismo Mágico de manera amplia, presentando sus conceptos, el
origen y toda su trayectoria en el continente sudamericano, ejemplificaciones y características.
Vamos a conocer, también, un poco más de la vida del escritor Gabriel García Márquez,
donde nació y su camino hasta llegar a ser el nombre más hablado cuando tratamos del
2 “Es posible entender entonces aquí, la formación de la investigación documental, ya que es un asunto no tan extraño así, para quien ya se ha consultado sobre investigación bibliográfica. La diferencia crucial es que en la investigación documental, aún no hubo un filtro analítico, y los materiales pueden sufrir reelaboración de acuerdo con los objetivos de la investigación”. (Traducción nuestra).
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Realismo Mágico. Ya en la segunda etapa, abordaremos el libro Doce Cuentos Peregrinos
(1992), lo cual encontramos nuestro objeto de estudio y corpus de investigación, el cuento La
Santa. Por fin, en la tercera parte, realizaremos el análisis del cuento mencionado, utilizando
las teorías y apuntes sobre la corriente arriba; buscaremos con eso, presentar el protagonista
Margarito Duarte, bien como, abordaremos las cuestiones religiosas y culturales de la
trayectoria y peregrinación de Margarito para alcanzar su objetivo.
Por lo tanto, con el fin de lograr el objetivo propuesto, utilizamos como
fundamentación teórica, en nuestro estudio, las contribuciones de: Bautista (1991), Martínez
López (2006), Gama-Khalil (2010), Cano Pérez (2012), Souza y Prado da Silva (2016),
además de otros documentos esenciales para mejor profundizar nuestra interpretación e
investigación.
1 EL REALISMO MÁGICO Y SUS COLABORADORES
En este capítulo, realizaremos un breve análisis sobre el Realismo Mágico, sus
conceptos, colaboradores, como también los lugares donde la corriente ha ganado una
importancia mayor. Presentaremos aún la relevancia de la corriente en el continente
americano, sus características más destacadas y sus principales representantes, por fin,
disertaremos sobre la vida del colombiano Gabriel García Márquez y su relación con el
Realismo Mágico.
1.1 - Origen y concepto del Realismo Mágico
El Realismo Mágico surgió en el siglo XX, fue utilizado por primera vez en el año de
1925, por el crítico alemán Franz Roh (1890-1965), que al describir una pintura post-
expresionista, utilizó este término explicando que la pintura trataba del misterio del mundo.
Desde entonces, este término empezó a ser utilizado por críticos, escritores y estudiosos del
arte, pues en 1931, el escritor italiano Massimo Bontempelli (1878-1960) apud Bautista
(1991), que hizo la corriente expandirse, a partir de las comunidades de Italia y Alemania,
utilizó “Realismo Mágico” para referirse a la magia dentro de los escritos, para él, lo
novedoso de este “método” era como expresaba la realidad y el misterio, sino que uno no
apaga el otro, pero crean una nueva realidad.
Muchos fueron los autores que intentaron describir el Realismo Mágico, Bautista
(1991) en el estudio denominado “El Realismo Mágico: Historiografía y características”, deja
claro que es imposible describir con total exactitud esta corriente:
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Definir absolutamente el realismo mágico es imposible, ya que nadie sabe dónde termina la realidad y comienza la magia o viceversa; lo que sí sabemos es que la magia, siendo la certeza inesperada de lo increíble, subyace en la realidad y el papel del escritor mágicorrealista es desentrañar toda la realidad, tanto la objetiva como la maravillosa. (BAUTISTA, 1991, p.25).
No obstante, la popularización del término realismo mágico se debe a Ángel Flores
(1883-1926), que intentó definirlo destacando que el mayor interés de la corriente era hacer
del cotidiano algo irreal. Diferente de la literatura fantástica, esta corriente nos remite a lo que
vivimos en el día a día, además, para Bautista: “El realismo mágico no tiene relación con la
literatura fantástica, ya que no distorsiona la realidad. Más que todo, para el autor/estudioso,
el realismo mágico es una actitud hacia la realidad” (BAUTISTA, 1991, p.21).
De acuerdo con algunos teóricos de la literatura, el Realismo Mágico existe desde la
mitología antigua hasta hoy, porque la característica más importante de esta corriente es la
mezcla del real con el imaginario, y esto vemos con mucha clareza en los mitos. Mientras
tanto, el Realismo Mágico antes de ser descrito como corriente y tener un concepto, fue
conocido y tratado por algunos escritores como una técnica y práctica literaria, podemos
afirmar eso, basándonos en los escritos del escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980), que
fueron estudiados por Souza y Prado da Silva (2018). Los autores, también, describieron el
Realismo Mágico, pero, con un enfoque en Latinoamérica:
El Realismo Mágico en las literaturas hispanoamericanas comprende el empleo de técnicas y formas narrativas y descriptivas que visan a dar cuenta dentro de lo literario de aspectos diferenciadores de la realidad de Latinoamérica. (SOUZA Y PRADO DA SILVA, 2018, p.1).
Así, con estas definiciones, vamos adentrar un poco más en la corriente y conocer sus
características y las técnicas utilizadas por algunos autores. En especial analizaremos esta
corriente literaria en el continente Americano, lugar donde el Realismo Mágico ha ganó
fuerza expandiéndose aún más por todo el mundo.
1.2 Características del Realismo Mágico en el continente Americano
El Realismo Mágico tuvo gran contribución en el continente Americano. En meados
de1940, esta corriente llega en América del Sur, se integra a la literatura, es popularizada y
luego después adoptada por mucho de los escritores latinoamericanos. En 1949, el escritor
cubano Alejo Carpentier (1904-1980), en uno de sus libros, específicamente en El reino de
este mundo (1949), habla un poco de la relación del Realismo Mágico en el continente
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americano. En tanto que, Bautista (1991) apunta que América es el escenario perfecto para las
obras de la corriente, puesto que:
El continente americano poseía un misterio inherente y una esencia mágica que él llamó lo real maravilloso. Este fenómeno es autóctono de América por su historia, su geografía, su mitología y sus gentes que contienen una riqueza inexplorada. Según Carpentier, lo maravilloso surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), que exaltado por el espíritu produce una revelación privilegiada de dicha realidad. Para verbalizar tan revolucionaria idea era necesario encontrar las formas de expresión apropiadas y esto es lo que los escritores mágicorrealistas intentan. (BAUTISTA, 1991, p.20).
En esta cita, percibimos que una de las características más fuertes del Realismo
Mágico, es transformar el cotidiano, lo mezclando con la magia, el milagro, supersticiones y
otros puntos que hacen del continente Americano el lugar propicio para las obras literarias de
esta corriente. En este mismo artículo mencionado anteriormente, Carpentier aborda que
existen dos elementos esenciales en el Realismo Mágico: lo maravilloso y la fe, pues esa
ayuda a aceptar los acontecimientos extraordinarios como algo normal y el maravilloso crea
toda una sensación de fantasía en el lector. Además de las cuestiones que ya abordamos a
poco, esta corriente también tiene otra característica: la descripción del “real” de una manera
muy clara, en el cual la misma está aplicada a los asuntos sobrenaturales.
En Bautista (1991), reflexionamos que: la yuxtaposición de elementos, temas y
situaciones para mostrar una realidad relativa; el uso de técnicas surrealistas para crear
atmosferas diferentes e imprecisas para mover el subconsciente; la combinación de los
elementos reales e irreales para dar el resultado de sorpresa al lector; el sincretismo; el empleo
de los mitos populares dentro de los cuentos; el sentimiento de soledad de los personajes; la
disrupción del tiempo cronológico y del espacio donde el pasado y el presente no se alejan
tanto; la familiarización y aceptación de lo fuera del común o extraordinario; y principalmente
la preocupación y atención con los problemas sociales presentes en Hispanoamérica.
Todos esos aspectos arriba son los más fuertes del Realismo Mágico en el continente,
que tuvo su punto culminante con la nueva novela hispanoamericana. Además, según Bautista
(1991), en Latinoamérica el Realismo Mágico tiene dos realidades: la objetiva que trata de lo
real y de lo que puede ser cambiado y la maravillosa que es el resultado de la alteración de la
realidad, y la forma inesperada en que se resulta la historia. De ese modo:
La objetiva comprende lo político, lo social, lo económico lo cual ha sido condicionado por una explotación histórica, desde la jerarquía indígena al feudalismo español, hasta la más reciente supeditación norteamericana y criollo-burguesa. Esta herencia de siglos ha condicionado también el medio ambiente en el que nace el realismo mágico. (BAUTISTA, 1991, p 23).
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En Colombia, surge un escritor que luego se tornaría el nombre más importante del
Realismo Mágico, el autor Gabriel García Márquez (1927-2014), que trató de verbalizar
todas estas características ya presentadas en sus escritos, mostrando el cotidiano del pueblo de
América Latina y las características regionales del lugar, las creencias, la religiosidad, las
costumbres, la fe. A partir de esos aspectos, el Realismo Mágico ha se alastrado y fue
conocido aún más, principalmente por el gran suceso de las obras del colombiano, a delante
presentaremos un poco de la vida de Gabriel García Márquez y su trayectoria como escritor.
1.3 Vida de Gabriel García Márquez.
Gabriel José García Márquez nació el 7 de marzo de 1927, en Aracataca (Colombia),
hijo de Gabriel Eligio García y Luisa Santiago Márquez Iguarán. Los dos se enamoraron, pero
el padre de Luisa, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, no estaba de acuerdo con la
relación, pues Gabriel Eligio era telegrafista y esto hacia el coronel pensar que él no era un
hombre a la altura de su hija. Muchas fueron las investidas para que ellos no se quedasen
juntos, hasta enviar Luisa para fuera de la ciudad, pero Gabriel Eligio continuó a intentar
conquistar la chica, hasta que consiguieron la permisión para casarse y luego después nasció
García Márquez.
Él vivió hasta los ocho años con sus abuelos maternos, cursó estudios secundarios en
San José, a partir de 1940, y finalizó su bachillerato en diciembre de 1946. Desde su infancia
y adolescencia, García Márquez mostró interés en escribir poemas, tanto que tuvo uno de
estos poemas publicados en la revista escolar Juventud del instituto San José.
IMAGEN 01: Foto de graduación de bachiller de García Márquez, en 1946.
Fuente:http://wmagazin.com/el-joven-poeta-que-leyo-a-kafka-y-se-convirtio-en-contador-de-cuentos/
En 1947, aún sin mostrar interés, Gabriel García Márquez se matriculó en la facultad
de derecho, donde se dedicó a la lectura, después empezó una amistad con el médico y
escritor Manuel Zapata Olivella, que le permitió acceder al periodismo. García Márquez
16
comenzó escribiendo al periódico liberal El Universal, después de un tiempo viajó para
Francia, México y España, luego después abandonó sus estudios en la universidad de derecho
y decide apostar en la carrera de escritor.
Ya en 1953, el escritor colabora con escritos para el periódico de Barranquilla El
Nacional, sus columnas hablaban de los problemas cotidianos de la población y tenía como
característica un estilo que llevaba las personas a reflejar sobre la vida de los ciudadanos. Él
mismo confesará que en sus escritos había la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de
la Serna, que son composiciones, muchas veces, formadas por una frase sola que, de manera
ingeniosa y humorística, expresan la vida y cosas cotidianas. A partir de eses aspectos, su
deseo por escribir aumentaba cada vez más, pero no quería se detener a escribir algo común,
no era su deseo tratar de una literatura normal, él quería escribir historias como las de su
abuela que escuchó durante toda su niñez.
Así, Gabriel García Márquez era fascinado en describir la realidad y hacer eso de una
manera que lleva el lector a otra dimensión. Con toda esta importancia que el escritor daba al
cotidiano, el colombiano empezó a ver su vida, también, como una obra y utilizó la vivencia
con sus parientes como un recurso inspirador para sus obras. Podemos afirmar, de esa forma,
que García Márquez utilizó su propia vida como ejemplo para muchas de sus producciones,
una de ellas es El amor en los tiempos de cólera, que se publicó por primera vez en 1985, esa
obra fue basada en la historia de amor de sus padres, Gabriel Eligio y Luisa Santiago.
En marzo de 1958, el colombiano se casó con la hija de un boticario, Mercedes
Barcha, una joven que conoció cuando fue visitar sus padres en Sucre y luego decidió que
después de terminar sus estudios se casaría con ella. García Márquez hablaba de ella con
cariño y amor, su matrimonio lo regaló con dos hijos, llamados Rodrigo García Barcha y
Gonzalo, un se tornó cineasta y el otro diseñador de gráficos.
IMAGEN 02: Gabriel García Márquez.
Fuente: http://www.e-consulta.com/nota/2014-04-18/sociedad/y-entonces-que-le-digo-tu-papa-gabriel-garcia-
marques-1927-2014 Accedido en 27/04/2019
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García Márquez fue un gran escritor y, en su carrera, tuvo otras obras que trataron de
describir la vida del pueblo latinoamericano y otras tantas características del Realismo
Mágico, algunas de sus obras más conocidas son: La hojarasca (1955); El coronel no tiene
quien le escriba (1961); La mala hora (1962); Cien años de soledad (1967); Relato de un
náufrago (1970); La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela
desalmada (1972); El otoño del patriarca (1975); Crónica de una muerte anunciada (1981);
El general en su laberinto (1989); Doce cuentos peregrinos (1992); Del amor y otros
demonios (1994); Memoria de mis putas tristes (2004); Yo no vengo a decir un discurso
(2010).
El colombiano escribió sus memorias y las dividió en tres partes, la primera de ellas es
su libro “Vivir para contarla”, trata de su biografía y fue publicado en 2002, es el primero y
único de los tres a ser publicado. En el libro, García Márquez relata su infancia, sus estudios y
los primeros años de su vida como columnista, como ha sido la escritura de sus primeros
cuentos y, también, habla de su familia, su matrimonio, de los eventos y amigos que ha
ganado durante su vida.
Una de estas obras, la novela Cien años de soledad (1967), es una de las obras más
emblemáticas de la cultura latinoamericana y se convirtió en la obra maestra del escritor, en
que tenemos la presentación de la vida de generaciones de la familia Buendía, familia
condenada a la soledad. En este libro, el autor también presenta Macondo, una ciudad o un
pueblo mítico donde se pasa la historia de la familia, de acuerdo con algunos críticos, García
Márquez se inspiró en su tierra natal para crear Macondo. Esta obra ha rendido al colombiano
el premio Nobel de la Literatura en el año de 1982, con ella el escritor alcanzó todo el mundo
y, así, él se tornó uno de los escritores más importantes de la literatura mundial.
IMAGEM 03: Gabriel García Márquez recibe el premio Nobel.
Fuente:https://www.eluniverso.com/vida-estilo/2014/04/17/nota/2757696/famosos-lamentan-
muerte-gabriel-garcia-marquez Accedido en 23/04/2019
18
En el año de 1999, Gabriel García Márquez descubre que está enfermo, él fue
diagnosticado con un cáncer y un año más tarde habla sobre esto en una entrevista al
periódico El Tiempo de la ciudad de Bogotá:
Hace unos años fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma, y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida. Por el temor de no tener tiempo para terminar los tres tomos de mis memorias y dos libros de cuentos que tenía a medias, reduje al mínimo las relaciones con mis amigos, desconecté el teléfono, cancelé los viajes y toda clase de compromisos pendientes y futuros, y me encerré a escribir todos los días sin interrupción desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Durante ese tiempo, ya sin medicinas de ninguna clase, mis relaciones con los médicos se redujeron a controles anuales y a una dieta sencilla para no pasarme de peso. Mientras tanto, regresé al periodismo, volví a mi vicio favorito de la música y me puse al día en mis lecturas atrasadas. (EL TIEMPO, 2000).
En el año de 2014, el colombiano sufrió una recaída producto del cáncer y tuvo que
ser internado, el cáncer ya tenía afectado su pulmón e hígado, lo que llevó a óbito el escritor
que había llevado su nombre y la cultura del pueblo latinoamericano a todo el mundo, falleció
el 17 de abril del mismo año.
En definitiva, puesto, en este capítulo, todos los aspectos acerca del Realismo Mágico
y su relación con las obras de García Márquez, además de presentar la vida y apuntar algunas
de sus obras, pasaremos a abordar en el siguiente capítulo el libro Doce Cuentos Pelegrinos y
el cuento La Santa del escritor.
2 LOS CUENTOS PEREGRINOS
En este capítulo, haremos una descripción del libro Doce Cuentos Peregrinos (1992),
nos profundizaremos en cómo surgió la idea de escribir este libro de cuentos, el espacio donde
se pasan los relatos, cual es el intuito del autor en relación a los lectores, y, por fin, también
haremos la descripción del cuento “La Santa”, presente en el libro y que será nuestro objeto
de análisis.
2.1 - Doce Cuentos Peregrinos
El libro Doce Cuentos Peregrinos (1992) fue escrito de manera lenta, algunos cuentos
fueron notas periodistas, otros contados en entrevistas y uno llegó a ser un guión de cine. En
el prólogo, intitulado “Porqué doce, porqué cuentos y porqué peregrinos”, el autor explica que
la idea de escribir este libro sucedió después de la interpretación de un sueño del propio autor.
García Márquez resolvió escribir sobre las cosas extraordinarias que sucedían a los
19
Latinoamericanos, eso porque en el sueño acontecía algo que remetió al escritor a recordar a
los amigos de su continente natal, que ha despertado en el colombiano el sentimiento de
soledad.
Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede irse», me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 6).
En el mismo prólogo, el autor afirma que primeramente pensó en hacer de sus escritos
una novela, después resolvió escribir un libro con cuentos cortos porque durante algunos años
el colombiano escribió historias (cuentos), basándose en hechos periodísticos y, en sus
recuerdos, el autor cuenta también cómo y en cuanto tiempo escribió los cuentos.
Fue en México, a mi regreso de Barcelona, en 1974, donde se me hizo claro que este libro no debía ser una novela, como me pareció al principio, sino una colección de cuentos cortos, basados en hechos periodísticos pero redimidos de su condición mortal por las astucias de la poesía. Hasta entonces había escrito tres libros de cuentos. Sin embargo, ninguno de los tres estaba concebido y resuelto como un todo, sino que cada cuento era una pieza autónoma y ocasional (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p.6).
“Doce cuentos peregrinos” es un libro en que García Márquez resuelve llevar sus
personajes Latinoamericanos para las calles de Europa, los cuentos narran situaciones
cotidianas y describen con perfección la soledad del pueblo latinoamericano. Pérez (2012), en
su artículo denominado “Doce cuentos peregrinos o el espacio de la pérdida: Gabriel García
Márquez en el labirinto europeo”, afirma:
El espacio urbano europeo aparece como un discontinuo, como un todo fragmentado en el que los latinoamericanos vagan por Barcelona, Ginebra, Roma, Viena o París intentando (sin fortuna) evitar el caos y el desamparo de la maquinaria racionalista europea. Estas ciudades aparecen siempre dibujadas desde el prisma del latinoamericano, que «peregrina» por ellas a veces contra su voluntad. (PÉREZ, 2012, p. 372).
En los cuentos, García Márquez intenta hacer comparación y, al mismo tiempo, una
separación entre la personalidad de los latinos y de los europeos, percibimos el intento del
autor en diferenciar el cotidiano de los dos pueblos a partir de las características sociales,
culturales y religiosas.
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IMAGEM 04: Capa de la primera edición del libro Doce Cuentos Peregrinos.
Fuente: https://www.iberlibro.com/buscar-
libro/titulo/doce-cuentos-peregrinos/primera-edicion/Accedido en 04/05/2019
Los cuentos que forman el libro son: Buen viaje, señor presidente (fechado en junio de
1979); La santa (de agosto de 1981); El avión de la bella durmiente (de junio de 1982); Me
alquilo para soñar (marzo de 1980); Sólo vine a hablar por teléfono (de abril de 1974);
Espantos de agosto (octubre de 1980); María dos Prazeres (de mayo de 1979); Diecisiete
ingleses envenenados (abril de 1980); Tramontana (Enero de 1982); El verano feliz de la
señora Forbes (de 1976); La luz es como el agua (de diciembre de 1978) y El rastro de tu
sangre en la nieve (de 1976). El intuito del autor es llevar los lectores hasta el lugar del
cuento, hacer con que cada lector pueda ser introducido en la historia y tome parte de la
realidad de cada personaje, por eso, trabaja con el real y el imaginario de manera que los dos
unidos formen un cuento real, en la imaginación del lector.
Así, los cuentos son como una forma de protesto para hacer una reflexión de lo que se
pasa en el continente europeo con los latinoamericanos, todos traen el Realismo Mágico
presente de manera muy clara. Después de hacer conocido, de manera descriptiva, el libro
Doce cuentos peregrinos, en el próximo tópico vamos adentrar en el cuento La Santa, que es
nuestro corpus de investigación, haciendo una descripción y resumen de este cuento.
2.2 - La Santa
El cuento “La Santa” presenta la historia de un Latinoamericano en Europa, el
protagonista es un colombiano llamado Margarito Duarte, que antes de su viaje para Europa,
más precisamente para Roma, vivía en la aldea de Tolima desde su niñez. Con dieciocho
años, él se casa con una chica muy guapa, un tiempo después del matrimonio su esposa muere
21
en el parto de su hija, la niña era bella como su madre, pero otra desgracia ocurre en la vida de
Margarito, a los siete años, víctima de una fiebre la niña también fallece.
Madre e Hija fueron enterradas en el cementerio de la región, sino que algún tiempo
después, más exactamente cuatro años, ese tenía que cambiar de lugar para la construcción de
una represa. Margarito fue obligado a desenterrar los huesos de su mujer y su hija para llevar
a otro cementerio, los huesos de su esposa ya tenían se tornado polvo, pero para su sorpresa el
cuerpo de su hija se encontraba incorruptible, tenía peso y aún era posible sentir el aroma de
las rosas que habían sido colocadas en el ataúd cuando la niña fue enterrada, la niña parecía
estar durmiendo.
Después de este acontecimiento, todos creían que era un milagro que estaba
aconteciendo delante de los ojos de la comunidad, hasta el obispo creía en la santidad de la
niña. De pronto, todos se quedaron abismados y comentando que Margarito tenía que llevar el
cuerpo incorruptible de la niña hasta el vaticano, para que fuese constatada la santidad de ella
y para que, con eso, fuera canonizada. Todos los habitantes de la comunidad resolvieron
ayudar haciendo una colecta para Margarito hacer un viaje a Roma.
En Italia, Margarito conoció un amigo, ese es el narrador del cuento; el tenor Ribeiro
Silva, lo cual fue uno de sus compañeros durante el tiempo en que Margarito luchaba para
mostrar al mundo “la santidad” de su hija, juntos, Margarito, el tenor y este amigo que
conoció, vivían en una pensión en el barrio de Panoli. Desde antes mismo de llegar a Roma,
la intención de Margarito era hablar con el Papa, mostrarlo el cuerpo de su hija, no obstante
fue imposible, muchas fueron los intentos para llegar junto al Papa, pero todos sin excito,
algunas veces él ha llegado cerca de conseguir, sino que cuando casi estaba logrando, las
cosas cambiaban de figura.
Por fin, en el mes de julio, Pío XII se repuso y fue a sus vacaciones de verano en Castelgandolfo. Margarito llevó la santa a la primera audiencia semanal con la esperanza de mostrársela. El Papa apareció en el patio interior, en un balcón tan bajo que Margarito pudo ver sus uñas bien pulidas y alcanzó a percibir su hálito de lavanda. Pero no circuló por entre los turistas que llegaban de todo el mundo para verlo, como Margarito esperaba, sino que pronunció el mismo discurso en seis idiomas y terminó con la bendición general. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 20).
Margarito intentó de otras maneras llevar el cuerpo de la niña para que autoridades
pudiesen verlo y constatar la santidad de su hija, pero muchos hacían poco delante de la
situación y ni daban oportunidad para que el peregrino presentase lo que de fato lo llevaba a
estar allí. Sin embargo, nada quitaba de Margarito la esperanza de que iría conseguir, todos
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los días su peregrinación duraba hasta tarde de la noche y en el día siguiente continuaba sus
intentos, no dejando que nada o nadie lo hiciera desistir.
IMAGEN 05: Margarito llevando el cuerpo de su hija por las calles de Roma.
Fuente: http://rincondelestudioroyal.blogspot.com/2014/09/resumen
-del-cuento-la-santa-de-gabriel.html/Accedido el 11/05/2019
Muchas fueron las situaciones complicadas que el protagonista tuvo que pasar y
muchos fueron los personajes que ayudaron y, de cierta manera, intervinieron a favor de su
objetivo, la peregrinación de Margarito fue grande, él luchó contra la soledad y contra las
personas que no querían recibirlo. El tiempo pasó y, entonces, todos que conocían la historia
del peregrino Margarito Duarte se dieron cuenta de que el santo era él, por jamás dejar de
acreditar que sería posible ver su hija como una santa, el pueblo al ver el amor y toda
perseverancia de él con su hija, ha elegido Margarito como un santo.
Era él, viejo y cansado. Habían muerto cinco papas, la Roma eterna mostraba los primeros síntomas de la decrepitud, y él seguía esperando. «He esperado tanto que ya no puede faltar mucho más», me dijo al despedirse, después de casi cuatro horas de añoranzas. «Puede ser cosa de meses». Se fue arrastrando los pies por el medio de la calle, con sus botas de guerra y su gorra descolorida de romano viejo, sin preocuparse de los charcos de lluvia donde la luz empezaba a pudrirse. Entonces no tuve ya ninguna duda, si es que alguna vez la tuve, de que el santo era él. Sin darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija, llevaba ya veintidós años luchando en vida por la causa legítima de su propia canonización. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 25).
Con este desfecho, el cuento “La Santa” muestra toda la peregrinación de Margarito y
todo lo que ha hecho, y que después de años él aún sigue sobreviviendo y luchando para que
el cuerpo de la niña sea reconocido. En el próximo capítulo, realizaremos un análisis
interpretativo del cuento “La Santa”, observando las características del Realismo Mágico
presentes en la escrita de Gabriel García Márquez, en este cuento.
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3 EL PEREGRINO Y LA SANTA: ANÁLISIS DEL CUENTO
En este capítulo, realizaremos un análisis del cuento llevando en consideración tres
categorías: el contraste social/cultural entre el continente europeo y América latina; la mezcla
del racional y lo irracional en el cuento, y, por fin, adentraremos en el análisis sobre la
religiosidad y la superstición.
3.1 – Europa X América
La Santa nos presenta un viaje por dos continentes distintos, el autor destaca en todo el
cuento el contraste cotidiano entre las características culturales del pueblo europeo y de los
latinoamericanos. Desde su discurso de aceptación del premio nobel, en el ano de 1982,
Gabriel García Márquez expone su opinión sobre la visión que los europeos tienen de los
latinoamericanos y, además de eso, hace una crítica diciendo que los europeos no saben
interpretar la cultura latina.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1982).
A partir de esta cita, podemos ver que García Márquez es un defensor de la cultura de
América latina y que muestra, en sus Cuentos peregrinos, la soledad de los latinos americanos
que viven en Europa. En “La santa”, Margarito va a Roma para alcanzar el objetivo de
santificar su hija, y se depara con la soledad y dureza de aquella ciudad, mostrando así, la
indiferencia del pueblo romano en relación a su historia y su misión.
Una de las características evidenciadas, en el cuento, es la diferencia en las actitudes y
comportamientos del pueblo americano en relación a los europeos, cuando Margarito muestra
el cuerpo de la niña, los americanos siempre compadecidos con la situación, intentan ayudarlo
de alguna forma, principalmente en la recaudación de dinero para que él llevase la niña hasta
el papa:
La incorruptibilidad del cuerpo era un síntoma inequívoco de la santidad, y hasta el obispo de la diócesis estuvo de acuerdo en que semejante prodigio
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debía someterse al veredicto del Vaticano. De modo que se hizo una colecta pública para que Margarito Duarte viajara a Roma, a batallar por una causa que ya no era sólo suya ni del ámbito estrecho de su aldea, sino un asunto de la nación. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 19).
Ya el pueblo europeo hace poco caso con Margarito y no demuestran tanta compasión
por él, ni sorpresa por la situación, es posible percibir que para ellos el episodio de la hija de
Margarito es un caso común, como tantos otros que ya acontecieron, pero Margarito intenta
mostrar que es diferente, que su hija es un caso extraordinario.
Uno de esos días contó, a propósito de la santa, que en la ciudad de Palermo había un enorme museo con los cadáveres incorruptos de hombres, mujeres y niños, e inclusive de varios obispos, desenterrados de un mismo cementerio de los padres capuchinos. La noticia inquietó tanto a Margarito, que no tuvo un instante de paz hasta que fuimos a Palermo. Pero le bastó una mirada de paso por las abrumadoras galerías de momias sin gloria para formarse un juicio de consolación. — No son el mismo caso — dijo —. A estos se les nota enseguida que están muertos. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 21).
El cuento, de manera amplia, presenta la cultura y el cotidiano de los europeos a través
de los personajes que están próximos a Margarito. Así, García Márquez intenta con su cuento
pasar un poco de lo que ha experimentado en Europa, y hace eso de manera esplendorosa, ya
que consigue traer al lector el espacio y vivencia de los europeos, a partir de la
transterritorialización y la descripción de lugares reales de Roma. Por los recuerdos de sus
viajes, vemos en las citas: “Por fin, en el mes de julio, Pío XII se repuso y fue a sus
vacaciones de verano en Castelgandolfo3. Margarito llevó la santa a la primera audiencia
semanal con la esperanza de mostrársela” (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 20); “Yo estaba en
Roma por primera vez, estudiando en el Centro Experimental de Cine4, y viví su calvario con
una intensidad inolvidable” (Ídem). En la siguiente cita, también es posible observar los
recuerdos:
Cada hora nos reservaba una novedad, hasta en la madrugada, cuando nos despertaba el rugido pavoroso del león en el zoológico de la Villa Borghese5. […] Uno de esos días contó, a propósito de la santa, que en la ciudad de Palermo había un enorme museo con los cadáveres incorruptos6 (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 20-21).
3Localidad en Italia situada en la región del Lacio, a 18 km al sureste de Roma. El municipio es muy conocido por encontrarse allí la residencia de verano del papa. 4Escuela de cine más antigua de Europa fundada en la ciudad de Roma en 1935. 5Gran parque en la ciudad de Roma que incluye diferentes estilos desde el jardín a la italiana a grandes áreas de los edificios de estilo inglés. 6Localizado en Palermo, reúne una colección de cuerpos momificados.
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El autor, también, hace una crítica a la burocracia presente en Europa, principalmente
por parte de la iglesia y por el Vaticano, aunque el obispo colombiano ayudó a Margarito de
todas las maneras. En Roma, el protagonista enfrentó todos los tipos de dificultad, como
podemos observar en la cita:
La incorruptibilidad del cuerpo era un síntoma inequívoco de la santidad, y hasta el obispo de la diócesis estuvo de acuerdo en que semejante prodigio debía someterse al veredicto del Vaticano. […] Al principio con una ayuda diplomática más compasiva que eficaz, y luego con cuantas artimañas se le ocurrieron para sortear los incontables obstáculos del Vaticano. […] Él lo había previsto, pues el funcionario que la recibió con los formalismos de rigor apenas si se dignó darle una mirada oficial a la niña muerta, y los empleados que pasaban cerca la miraban sin ningún interés. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 19-20).
Por tanto, además de traer para el lector un poco más de Europa, especificadamente de
la ciudad de Roma, el autor utilizando del protagonista trae un poco de las características
locales de aquel pueblo y mostrando la distinción de lo que él estaba acostumbrado a ver en su
localidad. Para eso, el autor mezcla su vivencia en Europa y en Colombia, con fatos
acontecidos y otros que no acontecieron para mostrar que lo imaginario y lo real caminan
lado a lado dentro del cuento y hacen un papel fundamental en él.
3.2 – Lo racional y lo irracional (imaginario)
Sabemos que el libro “Doce cuentos peregrinos” es una obra perteneciente al
Realismo Mágico, y como una de las características principales de esa corriente es la mezcla
del real (racional) con lo irreal (imaginario), vamos hablar un poco más acerca de esta
característica y analizarla de qué manera se hace presente en el cuento “La santa”.
A principio, vamos hacer una distinción de lo que es real y lo que es irreal: según el
diccionario de la RAE, lo real es todo que existe concretamente y verdadero, todo que no deja
duda de que es un acontecimiento o cosa que se puede ver o vivenciar; lo irreal es el
contrario, algo que no existe, o sea, fruto de la imaginación, algo que solo puede acontecer
con ayuda extraordinaria.
Esta mezcla de la realidad con imaginario crea en la mente del lector un espacio único,
que lleva a vivenciar e interpretar las situaciones. García Márquez, antes periodista, trabaja
en el cuento ya mencionado, temas sociales como la forma que los llegados de la América
latina son tratados en Europa, la posición de la iglesia en relación al pueblo, la forma de
tratamiento que uno tiene con el otro. Eso viene como característica de su vivencia como
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periodista, pues hace como forma de protesto para que el pueblo vea los problemas y
situaciones que necesitan ser miradas con cuidado.
Muchos de los acontecimientos en el cuento “La santa” nos traen una realidad vivida
por latinoamericanos en el continente europeo, pero son acontecimientos que están agregados
a otros que son casi que imposibles de acontecer en Europa, el primer de ellos es el fato de un
cementerio tener que ser desactivado para que una represa pueda construirse en el lugar, pues,
para los europeos, esto puede parecer algo absurdo. Ya el fato mostrado como milagroso, que
es el cuerpo incorrupto de la niña, fue tratado con naturalidad por los europeos, así, podemos
observar el Realismo Mágico en la cita:
Cuando hubo que mudar el cementerio de su pueblo para construir una represa. Como todos los habitantes de la región, Margarito desenterró los huesos de sus muertos para llevarlos al cementerio nuevo. La esposa era polvo. En la tumba contigua, por el contrario, la niña seguía intacta después de once años. Tanto, que cuando destaparon la caja se sintió el vaho de las rosas frescas con que la habían enterrado. Lo más asombroso, sin embargo, era que el cuerpo carecía de peso. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 19).
Otro episodio que muestra la realidad siendo confrontada por el imaginario, es el
episodio de la muerte del Papa Juan Pablo I7. En el cuento, Margarito consigue un contacto
con el Papa Juan XXIII (anterior a Juan Pablo I), este fue el único contacto de Margarito con
un Santo Cura.
En una audiencia de unos doscientos peregrinos de América Latina alcanzó a contar su historia, entre empujones y codazos, al benévolo Juan XXIII. Pero no pudo mostrarle a la niña porque debió dejarla a la entrada, junto con los morrales de otros peregrinos, en previsión de un atentado. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 25).
Juan XXIII lo escuchó y lo confortó: “- Bravo, filio mío — le dijo —. Dios premiará
tu perseverancia” (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 24). Después de la muerte de Juan XXIII,
el nuevo pontífice fue el cardenal Albino Luciani, conocido como Papa Juan Pablo I, fue el
momento en que Margarito estuvo más cerca de realizar su sueño, pues un pariente del Papa
impresionado por la historia de Margarito, le prometió su mediación. Así:
Alguien llamó a la pensión con un mensaje rápido y simple para Margarito: no debía moverse de Roma, pues antes del jueves sería llamado del Vaticano para una audiencia privada. Nunca se supo si fue una broma. Margarito creía que no, y se mantuvo alerta (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 24).
7De nombre secular Albino Luciani (Canaled'Agordo, 17 de octubre de 1912-Ciudad del Vaticano, 28 de septiembre de 1978), fue el 263 papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida 33 días después. Su pontificado fue uno de los más breves de la historia. El último pontífice italiano hasta la fecha, y el último de una larga sucesión ininterrumpida de papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos, iniciada con Clemente VII en 1523.
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Podemos observar que Gabriel García Marqués utiliza datos historiográficos y
comprobables en la narrativa del cuento. Así, la presentación de la “realidad” y la “ficción”
lado a lado es una de las marcas del Realismo Mágico, pues el autor utiliza la realidad como
se fuera algo ficcional, ya que el episodio que se pasa en el cuento, también, ocurre en la
realidad. Lógicamente, parece absurdo pensar que un Papa estaría muerto después de 33 días
de asumir el pontificado, pero sucedió y en el cuento, el Papa muere antes que Margarito lleve
la niña en su encuentro.
La semana siguiente, dos días antes del telefonema anunciado, Margarito se derrumbó ante el titular del periódico que deslizaron por debajo de la puerta: Muerto el Papa. Por un instante lo sostuvo en vilo la ilusión de que era un periódico atrasado que habían llevado por equivocación, pues no era fácil creer que se muriera un Papa cada mes. Pero así fue: el sonriente Albino Luciani, elegido treinta y tres días antes, había amanecido muerto en su cama. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 24).
En este sentido, durante todo el cuento, es posible percibir la presencia de la realidad,
sea en las pequeñas características de los personajes, en los escenarios que describen lugares
que existen en el mundo real, en la presentación de datos verídicos, o cuándo el autor trata de
la realidad experimentada por los extranjeros venidos de América Latina, en Europa,
abordando la soledad que ellos viven en el continente. Esa manera de crear una historia
basándose en lo real, es una de las técnicas utilizadas por el autor y, también, abordadas por
Martínez (2006), en su tese intitulada como: Recurrencias temáticas en Doce cuentos
peregrinos de Gabriel García Márquez en el contexto general de su obra narrativa. Así:
La técnica que utiliza el autor en los Doce cuentos peregrinos es la técnica periodística, lo cual contribuye a darnos impresión de la realidad. Un ejemplo puede ser precisión gráfica y temporal con que suele iniciar o terminar los relatos, como si fuera crónicas de suceso: (MARTÍNEZ, 2006, p 292).
Después de ver un poco sobre lo real y lo imaginario presente en el cuento, vamos
ahora más cerca de la cultura de cada pueblo y hablar un poco de la religiosidad y creencias
presentes en “La Santa”.
3.3 – Religión y Superstición
Sabemos que muchos son los temas abordados en el cuento “La Santa” y, por eso,
vamos hablar en este tópico, un poco de dos de ellos, la religión y la superstición. Desde el
título del libro, en que se encuentra el cuento que trabajamos, ya es posible ver un poco de la
religión, el libro es intitulado Doce Cuentos Peregrinos, así, podemos realizar una
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interpretación religiosa del título, ya que la palabra “peregrino”, en el contexto popular, es
usada para nombrar una persona que visita a un santuario religioso y tiene devoción por algo.
Además de esto, el título del proprio cuento nos remete a la religiosidad, pues los Santos,
según la fe católica, serian personas que vivieron entre la humanidad, pero tuvieron hechos
distintos en su vida, como la realización de milagros o diversas otras causas que, para la
Iglesia, son considerados como hechos y situaciones milagrosas.
A partir de esta definición de peregrinación y santidad, podemos empezar a ver las
características que traen a este cuento la religión. El protagonista del cuento es un peregrino,
él va hasta el vaticano buscando la canonización de su hija y, para eso, camina por toda la
ciudad romana cargando el cuerpo de la niña, podemos apuntar esto como una peregrinación
del protagonista, que así como los santos de la iglesia, también permaneció siempre firme en
su objetivo.
Acontecen algunos episodios que demuestran que la santidad envolvía a él, no
solamente la situación de su hija, su dedicación y perseverancia en luchar de todas las formas
para que la santidad de su hija fuera reconocida. Margarito Duarte anula hasta mismo su vida,
para que su objetivo fuese alcanzado, muchos creían en la santidad de la niña, pero,
situaciones que podemos considerar extraordinarias también sucedían con Margarito.
No fue por ellas que llevamos a Margarito Duarte a la Villa Borghese, sino para que conociera el león. Vivía en libertad en un islote desértico circundado por un foso profundo, y tan pronto como nos divisó en la otra orilla empezó a rugir con un desasosiego que sorprendió a su guardián. Los visitantes del parque acudieron sorprendidos. El tenor trató de identificarse con su do de pecho matinal, pero el león no le prestó atención. Parecía rugir hacia todos nosotros sin distinción, pero el vigilante se dio cuenta al instante de que sólo rugía por Margarito (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 21).
En este acontecimiento, podemos percibir que el cuento trata a Margarito como una
figura de santidad, claramente confirmada por la situación de incorruptibilidad del cuerpo de
su hija. Todos estos acontecimientos presentes, en el cuento, nos hacen pensar en la temática
religiosa, pero el cuento también muestra que no son todas las personas que creen en la
historia del protagonista, vemos que además de tratar de la religión y de la creencia de la
población, el cuento todavía trata de la falta de creencia de muchos.
Miró a la santa en silencio por dos o tres minutos, cerró la caja él mismo, y sin decir nada condujo a Margarito hacia la puerta, como a un niño que diera sus primeros pasos. Lo despidió con unas palmaditas en la espalda. «Gracias, hijo, muchas gracias», le dijo. «Y que Dios te acompañe en tu lucha». Cuando cerró la puerta se volvió hacia nosotros, y nos dio su veredicto. — No sirve para el cine — dijo —. Nadie lo creería. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 23).
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Además, la superstición también está presente en el cuento, es conocida como una
creencia que algunos individuos tienen relacionada, muchas veces, a algo sobrenatural o
mágico, las personas que tienen algún tipo de superstición creen en objetos que traen buena
suerte, acontecimientos sobrenaturales, entre otros aspectos. En el cuento “La Santa”,
también vemos características que dan énfasis a supersticiones, una está relacionada a una de
los personajes del cuento, llamada tía Antonieta, que al depararse con una chica corriendo en
el corredor de la pensión, se queda asustada creyendo que había visto un fantasma.
La tía Antonieta no supo nunca qué pasó. Entró en mi cuarto tan asustada, que no conseguía atornillar la bombilla en la lámpara por el temblor de las manos. Le pregunté qué le sucedía. «Es que en esta casa espantan», me dijo. «Y ahora a pleno día». Me contó con una gran convicción que, durante la guerra, un oficial alemán degolló a su amante en el cuarto que ocupaba el tenor. Muchas veces, mientras andaba en sus oficios, la tía Antonieta había visto la aparición de la bella asesinada recogiendo sus pasos por los corredores. — Acabo de verla caminando en pelota por el corredor — dijo —. Era idéntica. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p. 22).
Después de contar toda la historia de Margarito y asimilar todas los episodios que él
ha pasado, en relación a la experiencia de santidad, en que él elige anular su vida para vivir
solamente para su hija, sin importarse con su vida profesional o sentimental, volvemos a
pensar en la santidad, pero no la conectando con la hija de Margarito y si al propio Margarito,
que sin percibir pasa toda su vida en una constante peregrinación, desde su salida de su aldea
en Tolima.
Era él, viejo y cansado. Habían muerto cinco papas, la Roma eterna mostraba los primeros síntomas de la decrepitud, y él seguía esperando. «He esperado tanto que ya no puede faltar mucho más», me dijo al despedirse, después de casi cuatro horas de añoranzas. «Puede ser cosa de meses». Se fue arrastrando los pies por el medio de la calle, con sus botas de guerra y su gorra descolorida de romano viejo, sin preocuparse de los charcos de lluvia donde la luz empezaba a pudrirse. Entonces no tuve ya ninguna duda, si es que alguna vez la tuve, de que el santo era él. Sin darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija, llevaba ya veintidós años luchando en vida por la causa legítima de su propia canonización. (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992, p 25).
Por lo tanto, con este desfecho, Gabriel García Márquez declara que durante todo el
cuento la figura principal no era la niña, era el padre, y muestra que la santidad está presente
en el cuento en la perseverancia de Margarito. De esta manera, el autor hace una puente entre
el cuento y la religión haciendo con que el lector acuerde de que los santos pueden vivir en
nuestro tiempo.
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CONCLUSIÓN
El presente trabajo trae un análisis del cuento “La Santa”, utilizando como referencia
las características principales del Realismo Mágico, su concepto, características, origen,
colaboradores y toda su trayectoria en el mundo y en América latina, que fue el lugar donde la
corriente conquistó un espacio mayor. También, destacamos el escritor Gabriel García
Márquez, uno de los autores que más contribuyó para que esta corriente ganarse la visión del
mundo, abordamos su vida, sus obras y contribuciones a la literatura mágico realista.
En nuestro análisis, resaltamos la mezcla del real y el ficticio, mostrando que el autor
ha elegido lugares reales como escenarios para que la trama del cuento acontezca,
aproximando el escrito literario de la realidad. Algo que también fue nuestro punto de
análisis, fue la temática de la religiosidad y el contraste cultural entre los latinos y los
europeos.
Reflexionando sobre la contribución de García Márquez, en el escenario del Realismo
Mágico, consideramos el libro Doce Cuentos Peregrinos como uno de los escritos más
significativos del escritor colombiano, y el cuento La Santa como uno de los capítulos en que
las características mágicorrealistas están más evidenciadas. Además, hemos destacado su
grande importancia y contribución para la cultura del continente, en la presentación al mundo
de la identidad latinoamericana, sus mitos y tradiciones.
En síntesis, nuestro objetivo de analizar el cuento La Santa, de Gabriel García
Márquez, observando las características del Realismo Mágico y como el cuento presenta la
temática de la santidad y de los contrastes culturales entre los europeos y los
latinoamericanos, muestra la importancia de la continuidad de investigaciones y estudios
sobre la vida del escritor colombiano.
Por lo tanto, deseamos que nuestro análisis pueda de alguna forma contribuir a la
formación académica y ciudadana de los futuros y/o actuales profesores de lengua española, o
solo en la apertura de nuevas interpretaciones de los escritos de García Márquez para todos
aquellos que aman o se interesan por la cultura y literatura latinoamericana. De modo amplio,
este trabajo reflexiona sobre las cuestiones y temas sociales abordadas por el autor, pero lo
más fuerte, en el trabajo, es aún la belleza del cuento y el poder de la literatura en mostrar la
peregrinación y el acto de amor de un padre para canonizar su hija.
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REFERENCIAS
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APÉNDICE A: CUENTO: LA SANTA
Veintidós años después volví a ver a Margarito Duarte. Apareció de pronto en una de
las callecitas secretas del Trastévere, y me costó trabajo reconocerlo a primera vista por su
castellano difícil y su buen talante de romano antiguo. Tenía el cabello blanco y escaso, y no
le quedaban rastros de la conducta lúgubre y las ropas funerarias de letrado andino con que
había venido a Roma por primera vez, pero en el curso de la conversación fui rescatándolo
poco a poco de las perfidias de sus años y volví a verlo como era: sigiloso, imprevisible, y de
una tenacidad de picapedrero. Antes de la segunda taza de café en uno de nuestros bares de
otros tiempos, me atreví a hacerle la pregunta que me carcomía por dentro.
— ¿Qué pasó con la santa?
— Ahí está la santa — me contestó—. Esperando.
Sólo el tenor Rafael Ribero Silva y yo podíamos entender la tremenda carga humana
de su respuesta. Conocíamos tanto su drama, que durante años pensé que Margarito Duarte
era el personaje en busca de autor que los novelistas esperamos durante toda una vida, y si
nunca dejé que me encontrara fue porque el final de su historia me parecía inimaginable.
Había venido a Roma en aquella primavera radiante en que Pío XII padecía una crisis de hipo
que ni las buenas ni las malas artes de médicos y hechiceros habían logrado remediar. Salía
por primera vez de su escarpada aldea del Tolima, en los Andes colombianos, y se le notaba
hasta en el modo de dormir. Se presentó una mañana en nuestro consulado con la maleta de
pino lustrado que por la forma y el tamaño parecía el estuche de un violonchelo, y le planteó
al cónsul el motivo sorprendente de su viaje. El cónsul llamó entonces por teléfono al tenor
Rafael Ribero Silva, su compatriota, para que le consiguiera un cuarto en la pensión donde
ambos vivíamos. Así lo conocí.
Margarito Duarte no había pasado de la escuela primaria, pero su vocación por las
bellas letras le había permitido una formación más amplia con la lectura apasionada de cuanto
material impreso encontraba a su alcance. A los dieciocho años, siendo el escribano del
municipio, se casó con una bella muchacha que murió poco después en el parto de la primera
hija. Ésta, más bella aún que la madre, murió de una fiebre esencial a los siete años. Pero la
verdadera historia de Margarito Duarte había empezado seis meses antes de su llegada a
Roma, cuando hubo que mudar el cementerio de su pueblo para construir una represa. Como
todos los habitantes de la región, Margarito desenterró los huesos de sus muertos para
llevarlos al cementerio nuevo. La esposa era polvo. En la tumba contigua, por el contrario, la
niña seguía intacta después de once años. Tanto, que cuando destaparon la caja se sintió el
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vaho de las rosas frescas con que la habían enterrado. Lo más asombroso, sin embargo, era
que el cuerpo carecía de peso.
Centenares de curiosos atraídos por el clamor del milagro desbordaron la aldea. No
había duda. La incorruptibilidad del cuerpo era un síntoma inequívoco de la santidad, y hasta
el obispo de la diócesis estuvo de acuerdo en que semejante prodigio debía someterse al
veredicto del Vaticano. De modo que se hizo una colecta pública para que Margarito Duarte
viajara a Roma, a batallar por una causa que ya no era sólo suya ni del ámbito estrecho de su
aldea, sino un asunto de la nación. Mientras nos contaba su historia en la pensión del apacible
barrio de Panoli, Margarito Duarte quitó el candado y abrió la tapa del baúl primoroso. Fue
así como el tenor Ribero Silva y yo participamos del milagro. No parecía una momia marchita
como las que se ven en tantos museos del mundo, sino una niña vestida de novia que siguiera
dormida al cabo de una larga estancia bajo la tierra. La piel era tersa y tibia, y los ojos abiertos
eran diáfanos, y causaban la impresión insoportable de que nos veían desde la muerte. El raso
y los azahares falsos de la corona no habían resistido al rigor del tiempo con tan buena salud
como la piel, pero las rosas que le habían puesto en las manos permanecían vivas.
El peso del estuche de pino, en efecto, siguió siendo igual cuando sacamos el cuerpo.
Margarito Duarte empezó sus gestiones al día siguiente de la llegada. Al principio con una
ayuda diplomática más compasiva que eficaz, y luego con cuantas artimañas se le ocurrieron
para sortear los incontables obstáculos del Vaticano. Fue siempre muy reservado sobre sus
diligencias, pero se sabía que eran numerosas e inútiles. Hacía contacto con cuantas
congregaciones religiosas y fundaciones humanitarias encontraba a su paso, donde lo
escuchaban con atención pero sin asombro, y le prometían gestiones inmediatas que nunca
culminaron. La verdad es que la época no era la más propicia.
Todo lo que tuviera que ver con la Santa Sede había sido postergado hasta que el Papa
superara la crisis de hipo, resistente no sólo a los más refinados recursos de la medicina
académica, sino a toda clase de remedios mágicos que le mandaban del mundo entero. Por fin,
en el mes de julio, Pío XII se repuso y fue a sus vacaciones de verano en Castelgandolfo.
Margarito llevó la santa a la primera audiencia semanal con la esperanza de mostrársela. El
Papa apareció en el patio interior, en un balcón tan bajo que Margarito pudo ver sus uñas bien
pulidas y alcanzó a percibir su hálito de lavanda. Pero no circuló por entre los turistas que
llegaban de todo el mundo para verlo, como Margarito esperaba, sino que pronunció el mismo
discurso en seis idiomas y terminó con la bendición general.
Al cabo de tantos aplazamientos, Margarito decidió afrontar las cosas en persona, y
llevó a la Secretaría de Estado una carta manuscrita de casi sesenta folios, de la cual no
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obtuvo respuesta. Él lo había previsto, pues el funcionario que la recibió con los formalismos
de rigor apenas si se dignó darle una mirada oficial a la niña muerta, y los empleados que
pasaban cerca la miraban sin ningún interés. Uno de ellos le contó que el año anterior habían
recibido más de ochocientas cartas que solicitaban la santificación de cadáveres intactos en
distintos lugares del mundo. Margarito pidió por último que se comprobara la ingravidez del
cuerpo. El funcionario la comprobó, pero se negó a admitirla.
— Debe ser un caso de sugestión colectiva — dijo. En sus escasas horas libres y en los
áridos domingos del verano, Margarito permanecía en su cuarto, encarnizado en la lectura de
cualquier libro que le pareciera de interés para su causa. A fines de cada mes, por iniciativa
propia, escribía en un cuaderno escolar una relación minuciosa de sus gastos con su caligrafía
preciosista de amanuense mayor, para rendir cuentas estrictas y oportunas a los contribuyentes
de su pueblo. Antes de terminar el año conocía los dédalos de Roma como si hubiera nacido
en ellos, hablaba un italiano fácil y de tan pocas palabras como su castellano andino, y sabía
tanto como el que más sobre procesos de canonización. Pero pasó mucho más tiempo antes de
que cambiara su vestido fúnebre, y el chaleco y el sombrero de magistrado que en la Roma de
la época eran propios de algunas sociedades secretas con fines inconfesables. Salía desde muy
temprano con el estuche de la santa, y a veces regresaba tarde en la noche, exhausto y triste,
pero siempre con un rescoldo de luz que le infundía alientos nuevos para el día siguiente.
— Los santos viven en su tiempo propio — decía.
Yo estaba en Roma por primera vez, estudiando en el Centro Experimental de Cine, y
viví su calvario con una intensidad inolvidable. La pensión donde vivíamos era en realidad un
apartamento moderno a pocos pasos de la Villa Borghese, cuya dueña ocupaba dos alcobas y
alquilaba cuatro a estudiantes extranjeros. La llamábamos María Bella, y era guapa y
temperamental en la plenitud de su otoño, y siempre fiel a la norma sagrada de que cada quien
es rey absoluto dentro de su cuarto. En realidad, la que llevaba el peso de la vida cotidiana era
su hermana mayor, la tía Antonieta, un ángel sin alas que le trabajaba por horas durante el día,
y andaba por todos lados con su balde y su escoba de jerga lustrando más allá de lo posible
los mármoles del piso. Fue ella quien nos enseñó a comer los pajaritos cantores que cazaba
Bartolino, su esposo, por un mal hábito que le quedó de la guerra, y quien terminaría por
llevarse a Margarito a vivir en su casa cuando los recursos no le alcanzaron para los precios
de María Bella.
Nada menos adecuado para el modo de ser de Margarito que aquella casa sin ley. Cada
hora nos reservaba una novedad, hasta en la madrugada, cuando nos despertaba el rugido
pavoroso del león en el zoológico de la Villa Borghese. El tenor Ribero Silva se había ganado
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el privilegio de que los romanos no se resintieran con sus ensayos tempraneros. Se levantaba a
las seis, se daba su baño medicinal de agua helada y se arreglaba la barba y las cejas de
Mefistófeles, y sólo cuando ya estaba listo con la bata de cuadros escoceses, la bufanda de
seda china y su agua de colonia personal, se entregaba en cuerpo y alma a sus ejercicios de
canto. Abría de par en par la ventana del cuarto, aun con las estrellas del invierno, y empezaba
por calentar la voz con fraseos progresivos de grandes arias de amor, hasta que se soltaba a
cantarla a plena voz. La expectativa diaria era que cuando daba el do de pecho le contestaba el
león de la Villa Borghese con un rugido de temblor de tierra.
— Eres San Marcos reencarnado, figlio mío — exclamaba la tía Antonieta asombrada
de veras —. Sólo él podía hablar con los leones.
Una mañana no fue el león el que le dio la réplica. El tenor inició el dueto de amor del
Otello: Giánellanotte densa s'estingueogni clamor. De pronto, desde el fondo del patio, nos
llegó la respuesta en una hermosa voz de soprano. El tenor prosiguió, y las dos voces cantaron
el trozo completo, para solaz del vecindario que abrió las ventanas para santificar sus casas
con el torrente de aquel amor irresistible. El tenor estuvo a punto de desmayarse cuando supo
que su Desdémona invisible era nadie menos que la gran María Caniglia. Tengo la impresión
de que fue aquel episodio el que le dio un motivo válido a Margarito Duarte para integrarse a
la vida de la casa. A partir de entonces se sentó con todos en la mesa común y no en la cocina,
como al principio, donde la tía Antonieta lo complacía casia diario con su guiso maestro de
pajaritos cantores.
María Bella nos leía de sobremesa los periódicos del día para acostumbrarnos a la
fonética italiana, y completaba las noticias con una arbitrariedad y una gracia que nos
alegraban la vida. Uno de esos días contó, a propósito de la santa, que en la ciudad de Palermo
había un enorme museo con los cadáveres incorruptos de hombres, mujeres y niños, e
inclusive de varios obispos, desenterrados de un mismo cementerio de los padres capuchinos.
La noticia inquietó tanto a Margarito, que no tuvo un instante de paz hasta que fuimos a
Palermo. Pero le bastó una mirada de paso por las abrumadoras galerías de momias sin gloria
para formarse un juicio de consolación.
— No son el mismo caso — dijo—. A estos se les nota enseguida que están muertos.
Después del almuerzo Roma sucumbía en el sopor de agosto. El sol de medio día se
quedaba inmóvil en el centro del cielo, y en el silencio de las dos de la tarde sólo se oía el
rumor del agua, que es la voz natural de Roma. Pero hacia las siete de la noche las ventanas se
abrían de golpe para convocar el aire fresco que empezaba a moverse, y una muchedumbre
jubilosa se echaba a las calles sin ningún propósito distinto que el de vivir, en medio de los
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petardos de las motocicletas, los gritos de los vendedores de sandía y las canciones de amor
entre las flores de las terrazas.
El tenor y yo no hacíamos la siesta, íbamos en su vespa, él conduciendo y yo en la
parrilla, y les llevábamos helados y chocolates a las putitas de verano que mariposeaban bajo
los laureles centenarios de la Villa Borghese, en busca de turistas desvelados a pleno sol. Eran
bellas, pobres y cariñosas, como la mayoría de las italianas de aquel tiempo, vestidas de
organza azul, de popelina rosada, de lino verde, y se protegían del sol con las sombrillas
apolilladas por las lluvias de la guerra reciente. Era un placer humano estar con ellas, porque
saltaban por encima de las leyes del oficio y se daban el lujo de perder un buen cliente para
irse con nosotros a tomar un café bien conversado en el bar de la esquina, o a pasear en las
carrozas de alquiler por los senderos del parque, o a dolemos de los reyes destronados y sus
amantes trágicas que cabalgaban al atardecer en el galoppatoio. Más de una vez les servíamos
de intérpretes con algún gringo descarnado.
No fue por ellas que llevamos a Margarito Duarte a la Villa Borghese, sino para que
conociera el león. Vivía en libertad en un islote desértico circundado por un foso profundo, y
tan pronto como nos divisó en la otra orilla empezó a rugir con un desasosiego que sorprendió
a su guardián. Los visitantes del parque acudieron sorprendidos. El tenor trató de identificarse
con su do de pecho matinal, pero el león no le prestó atención. Parecía rugir hacia todos
nosotros sin distinción, pero el vigilante se dio cuenta al instante de que sólo rugía por
Margarito. Así fue: para donde él se moviera se movía el león, y tan pronto como se escondía
dejaba de rugir. El vigilante, que era doctor en letras clásicas de la universidad de Siena,
pensó que Margarito debió estar ese día con otros leones que lo habían contaminado de su
olor. Aparte de esa explicación, que era inválida, no se le ocurrió otra.
— En todo caso — dijo— no son rugidos de guerra sino de compasión.
Sin embargo, lo que impresionó al tenor Ribera Silva no fue aquel episodio
sobrenatural, sino la conmoción de Margarito cuando se detuvieron a conversar con las
muchachas del parque. Lo comentó en la mesa, y unos por picardía, y otros por comprensión,
estuvimos de acuerdo en que sería una buena obra ayudar a Margarito a resolver su soledad.
Conmovida por la debilidad de nuestros corazones, María Bella se apretó la pechuga de
madraza bíblica con sus manos empedradas de anillos de fantasía.
— Yo lo haría por caridad — dijo—, si no fuera porque nunca he podido con los
hombres que usan chaleco.
Fue así como el tenor pasó por la Villa Borghese a las dos de la tarde, y se llevó en
ancas de su vespa a la mariposita que le pareció más propicia para darle una hora de buena
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compañía a Margarito Duarte. La hizo desnudarse en su alcoba, la bañó con jabón de olor, la
secó, la perfumó con su agua de colonia personal, y la empolvó de cuerpo entero con su talco
alcanforado para después de afeitarse. Por último le pagó el tiempo que ya llevaban y una
hora más, y le indicó letra por letra lo que debía hacer.
La bella desnuda atravesó en puntillas la casa en penumbras, como un sueño de la
siesta, y dio dos golpecitos tiernos en la alcoba del fondo. Margarito Duarte, descalzo y sin
camisa, abrió la puerta.
—Buona sera giovanotto — le dijo ella, con voz y modos de colegiala —. Mi manda
il tenore.
Margarito asimiló el golpe con una gran dignidad. Acabó de abrir la puerta para darle
paso, y ella se tendió en la cama mientras él se ponía a toda prisa la camisa y los zapatos para
atenderla con el debido respeto. Luego se sentó a su lado en una silla, e inició la conversación.
Sorprendida, la muchacha le dijo que se diera prisa, pues sólo disponían de una hora. Él no se
dio por enterado.
La muchacha dijo después que de todos modos habría estado el tiempo que él hubiera
querido sin cobrarle ni un céntimo, porque no podía haber en el mundo un hombre mejor
comportado. Sin saber qué hacer mientras tanto, escudriñó el cuarto con la mirada, y
descubrió el estuche de madera sobre la chimenea. Preguntó si era un saxofón. Margarito no
le contestó, sino que entreabrió la persiana para que entrara un poco de luz, llevó el estuche a
la cama y levantó la tapa. La muchacha trató de decir algo, pero se le desencajó la mandíbula.
O como nos dijo después: Mi si geló il culo. Escapó despavorida, pero se equivocó de sentido
en el corredor, y se encontró con la tía Antonieta que iba a poner una bombilla nueva en la
lámpara de mi cuarto. Fue tal el susto de ambas, que la muchacha no se atrevió a salir del
cuarto del tenor hasta muy entrada la noche.
La tía Antonieta no supo nunca qué pasó. Entró en mi cuarto tan asustada, que no
conseguía atornillar la bombilla en la lámpara por el temblor de las manos. Le pregunté qué le
sucedía. «Es que en esta casa espantan», me dijo. «Y ahora a pleno día». Me contó con una
gran convicción que, durante la guerra, un oficial alemán degolló a su amante en el cuarto que
ocupaba el tenor. Muchas veces, mientras andaba en sus oficios, la tía Antonieta había visto la
aparición de la bella asesinada recogiendo sus pasos por los corredores.
— Acabo de verla caminando en pelota por el corredor — dijo—. Era idéntica.
La ciudad recobró su rutina en otoño. Las terrazas floridas del verano se cerraron con
los primeros vientos, y el tenor y yo volvimos a la vieja tractoría del Trastévere donde
solíamos cenar con los alumnos de canto del conde Cario Calcagni, y algunos compañeros
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míos de la escuela de cine. Entre estos últimos, el más asiduo era Lakis, un griego inteligente
y simpático, cuyo único tropiezo eran sus discursos adormecedores sobre la injusticia social.
Por fortuna, los tenores y las sopranos lograban casi siempre derrotarlo con trozos de ópera
cantados a toda voz, que sin embargo no molestaban a nadie aun después de la media noche.
Al contrario, algunos trasnochadores de paso se sumaban al coro, y en el vecindario se abrían
ventanas para aplaudir.
Una noche, mientras cantábamos, Margarito entró en puntillas para no interrumpirnos.
Llevaba el estuche de pino que no había tenido tiempo de dejar en la pensión después de
mostrarle la santa al párroco de San Juan de Letrán, cuya influencia ante la Sagrada
Congregación del Rito era de dominio público. Alcancé a ver de soslayo que lo puso debajo
de una mesa apartada, y se sentó mientras terminábamos de cantar. Como siempre ocurría al
filo de la media noche, reunimos varias mesas cuando la tractoría empezó a desocuparse, y
quedamos juntos los que cantaban, los que hablábamos de cine, y los amigos de todos. Y
entre ellos, Margarito Duarte, que ya era conocido allí como el colombiano silencioso y triste
del cual nadie sabía nada. Lakis, intrigado, le preguntó si tocaba el violonchelo. Yo me
sobrecogí con lo que me pareció una indiscreción difícil de sortear. El tenor, tan incómodo
como yo, no logró remendar la situación. Margarito fue el único que tomó la pregunta con
toda naturalidad.
— No es un violonchelo — dijo—. Es la santa.
Puso la caja sobre la mesa, abrió el candado y levantó la tapa. Una ráfaga de estupor
estremeció el restaurante. Los otros clientes, los meseros, y por último la gente de la cocina
con sus delantales ensangrentados, se congregaron atónitos a contemplar el prodigio. Algunos
se persignaron. Una de las cocineras se arrodilló con las manos juntas, presa de un temblor de
fiebre, y rezó en silencio.
Sin embargo, pasada la conmoción inicial, nos enredamos en una discusión a gritos
sobre la insuficiencia de la santidad en nuestros tiempos. Lakis, por supuesto, fue el más
radical. Lo único que quedó en claro al final fue su idea de hacer una película crítica con el
tema de la santa.
— Estoy seguro — dijo— que el viejo Cesare no dejaría escapar este tema.
Se refería a Cesare Zavattini, nuestro maestro de argumento y guión, uno de los
grandes de la historia del cine y el único que mantenía con nosotros una relación personal al
margen de la escuela. Trataba de enseñarnos no sólo el oficio, sino una manera distinta de ver
la vida. Era una máquina de pensar argumentos. Le salían a borbotones, casi contra su
voluntad. Y con tanta prisa, que siempre le hacía falta la ayuda de alguien para pensarlos en
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voz alta y atraparlos al vuelo. Sólo que al terminarlos se le caían los ánimos. «Lástima que
haya que filmarlo», decía. Pues pensaba que en la pantalla perdería mucho de su magia
original. Conservaba las ideas en tarjetas ordenadas por temas y prendidas con alfileres en los
muros, y tenía tantas que ocupaban una alcoba de su casa.
El sábado siguiente fuimos a verlo con Margarito Duarte. Era tan goloso de la vida,
que lo encontramos en la puerta de su casa de la calle Angela Merici, ardiendo de ansiedad
por la idea que le habíamos anunciado por teléfono. Ni siquiera nos saludó con la amabilidad
de costumbre, sino que llevó a Margarito a una mesa preparada, y él mismo abrió el estuche.
Entonces ocurrió lo que menos imaginábamos. En vez de enloquecerse, como era previsible,
sufrió una especie de parálisis mental.
— Ammazza! — murmuró espantado.
Miró a la santa en silencio por dos o tres minutos, cerró la caja él mismo, y sin decir
nada condujo a Margarito hacia la puerta, como a un niño que diera sus primeros pasos. Lo
despidió con unas palmaditas en la espalda. «Gracias, hijo, muchas gracias», le dijo. «Y que
Dios te acompañe en tu lucha». Cuando cerró la puerta se volvió hacia nosotros, y nos dio su
veredicto.
— No sirve para el cine — dijo—. Nadie lo creería.
Esa lección sorprendente nos acompañó en el tranvía de regreso. Si él lo decía, no
había ni que pensarlo: la historia no servía. Sin embargo, María Bella nos recibió con el
recado urgente de que Zavattini nos esperaba esa misma noche, pero sin Margarito. Lo
encontramos en uno de sus momentos estelares. Lakis había llevado a dos o tres
condiscípulos, pero él ni siquiera pareció verlos cuando abrió la puerta.
— Ya lo tengo — gritó—. La película será un cañonazo si Margarito hace el milagro
de resucitar a la niña.
— ¿En la película o en la vida? — le pregunté.
Él reprimió la contrariedad. «No seas tonto», me dijo. Pero enseguida le vimos en los
ojos el destello de una idea irresistible. «A no ser que sea capaz de resucitarla en la vida real»,
dijo, y reflexionó en serio:
— Debería probar.
Fue sólo una tentación instantánea, antes de retomar el hilo. Empezó a pasearse por la
casa, como un loco feliz, gesticulando a manotadas y recitando la película a grandes voces. Lo
escuchábamos deslumbrados, con la impresión de estar viendo las imágenes como pájaros
fosforescentes que se le escapaban en tropel y volaban enloquecidos por toda la casa.
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— Una noche — dijo — cuando ya han muerto como veinte Papas que no lo
recibieron, Margarito entra en su casa, cansado y viejo, abre la caja, le acaricia la cara a la
muertita, y le dice con toda la ternura del mundo: «Por el amor de tu padre, hijita: levántate y
anda». Nos miró a todos, y remató con un gesto triunfal:
— ¡Y la niña se levanta! Algo esperaba de nosotros. Pero estábamos tan perplejos, que
no encontrábamos qué decir. Salvo Lakis, el griego, que levantó el dedo, como en la escuela,
para pedir la palabra.
— Mi problema es que no lo creo — dijo, y ante nuestra sorpresa, se dirigió directo a
Zavattini —: Perdóneme, maestro, pero no lo creo.
Entonces fue Zavattini el que se quedó atónito.
— ¿Y por qué no?
— Qué sé yo — dijo Lakis, angustiado—. Es que no puede ser.
— Ammazza! — gritó entonces el maestro, con un estruendo que debió oírse en el
barrio entero —. Eso es lo que más me jode de los estalmistas: que no creen en la realidad.
En los quince años siguientes, según él mismo me contó, Margarito llevó la santa a
Castelgandolfo por si se daba la ocasión de mostrarla. En una audiencia de unos doscientos
peregrinos de América Latina alcanzó a contar su historia, entre empujones y codazos, al
benévolo Juan XXIII. Pero no pudo mostrarle a la niña porque debió dejarla a la entrada,
junto con los morrales de otros peregrinos, en previsión de un atentado. El Papa lo escuchó
con tanta atención como le fue posible entre la muchedumbre, y le dio en la mejilla una
palmadita de aliento.
— Bravo, figlio mío — le dijo—. Dios premiará tu perseverancia.
Sin embargo, cuando de veras se sintió en vísperas de realizar su sueño fue durante el
reinado fugaz del sonriente Albino Luciani. Un pariente de este, impresionado por la historia
de Margarito, le prometió su mediación. Nadie le hizo caso. Pero dos días después, mientras
almorzaban, alguien llamó a la pensión con un mensaje rápido y simple para Margarito: no
debía moverse de Roma, pues antes del jueves sería llamado del Vaticano para una audiencia
privada.
Nunca se supo si fue una broma. Margarito creía que no, y se mantuvo alerta. No
salió de la casa. Si tenía que ir al baño lo anunciaba en voz alta: «Voy al baño». María Bella,
siempre graciosa en los primeros albores de la vejez, soltaba su carcajada de mujer libre.
— Ya lo sabemos, Margarito, — gritaba—, por si te llama el Papa.
La semana siguiente, dos días antes del telefonema anunciado, Margarito se derrumbó
ante el titular del periódico que deslizaron por debajo de la puerta: Mortoil Papa. Por un
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instante lo sostuvo en vilo la ilusión de que era un periódico atrasado que habían llevado por
equivocación, pues no era fácil creer que se muriera un Papa cada mes. Pero así fue: el
sonriente Albino Luciani, elegido treinta y tres días antes, había amanecido muerto en su
cama.
Volví a Roma veintidós años después de conocer a Margarito Duarte, y tal vez no
hubiera pensado en él si no lo hubiera encontrado por casualidad. Yo estaba demasiado
oprimido por los estragos del tiempo para pensar en nadie. Caía sin cesar una llovizna boba
como de caldo tibio, la luz de diamante de otros tiempos se había vuelto turbia, y los lugares
que habían sido míos y sustentaban mis nostalgias eran otros y ajenos. La casa donde estuvo
la pensión seguía siendo la misma, pero nadie dio razón de María Bella. Nadie contestaba en
seis números de teléfonos que el tenor Ribero Silva me había mandado a través de los años.
En un almuerzo con la nueva gente de cine evoqué la memoria de mi maestro, y un silencio
súbito aleteó sobre la mesa por un instante, hasta que alguien se atrevió a decir:
— Zavattini? Maisentito.
Así era: nadie había oído hablar de él. Los árboles de la Villa Borghese estaban
desgreñados bajo la lluvia, el galoppatoio de las princesas tristes había sido devorado por una
maleza sin flores, y las bellas de antaño habían sido sustituidas por atletas andróginos
travestidos de manólas. El único sobreviviente de una fauna extinguida era el viejo león,
sarnoso y acatarrado, en su isla de aguas marchitas. Nadie cantaba ni se moría de amor en las
tractorías plastificadas de la Plaza de España. Pues la Roma de nuestras nostalgias era ya otra
Roma antigua dentro de la antigua Roma de los Césares. De pronto, una voz que podía venir
del más allá me paró en seco en una callecita del Trastévere:
— Hola, poeta.
Era él, viejo y cansado. Habían muerto cinco papas, la Roma eterna mostraba los
primeros síntomas de la decrepitud, y él seguía esperando. «He esperado tanto que ya no
puede faltar mucho más», me dijo al despedirse, después de casi cuatro horas de añoranzas.
«Puede ser cosa de meses». Se fue arrastrando los pies por el medio de la calle, con sus botas
de guerra y su gorra descolorida de romano viejo, sin preocuparse de los charcos de lluvia
donde la luz empezaba a pudrirse. Entonces no tuve ya ninguna duda, si es que alguna vez la
tuve, de que el santo era él. Sin darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija, llevaba
ya veintidós años luchando en vida por la causa legítima de su propia canonización.
Agosto 1981.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco primeramente a Dios, por estar siempre a mi lado, dándome fuerzas y
esperanzas para nunca desistir, colocando en mi camino personas siempre dispuestas a
ayudarme.
A mi madre Marluce, que fue fundamental para que yo pudiera completar más esta
jornada en mi vida.
A mis familiares y amigos, por la paciencia y comprensión que tuvieron. De manera
muy especial, agradezco a quien siempre permaneció a mi lado y permaneció presente en los
momentos más difíciles de mi vida.
A los amigos que conocí en el curso Moisés, Marivânia y Maria Selma por el
compañerismo de los años que hemos estado juntos y compartidos tantas alegrías y
dificultades.
A todos los profesores del curso de Letras-Español y, en especial, aquellos que se
convirtieron mis amigos, gracias por las contribuciones en la construcción de nuevos
conocimientos y por tener paciencia con mi manera de ser.
A mi orientador y profesor Thales Lamonier, por toda su atención, por creer en mí y
por darme fuerza cuando yo no creía que todo terminaría bien.
A los profesores de la junta examinadora Júlio César y Alessandro Giordano por las
contribuciones para este trabajo.