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UNIVERSOS PARALELOS
Fernando J. M. Domínguez González
(LA PUERTA)
NOVELA DE FICCIÓN CIENTÍFICA
PRIMERA ESTRELLA
"Es allá, en el lugar donde pensamos existe solamente la nada, donde
empieza el universo" (Irving Claim, astrofísico americano)
Partiendo de una antigua teoría, cuya base empírica hasta hoy
nunca había llegado a demostrarse, los investigadores de un laboratorio
de Oregón (EE.UU.), han estado durante los últimos años investigando la
posible existencia de una "puerta" hacia un universo paralelo al nuestro
o, dicho con palabras del jefe de este equipo de investigadores: "una
entrada hacia lo que los antiguos siempre sospecharon existía y que, a
veces, identificaron con el lugar de destino de las "almas", después de la
muerte o el lugar donde moraban los dioses". Otro universo, paralelo al
nuestro, de desconocidas dimensiones.
Lógicamente, los citados investigadores no buscaban la puerta del
"cielo", sino un "paso" por el que poder acceder a otro u otros universos,
de manera rápida y sin utilizar la actual tecnología de naves espaciales
propulsadas por cohetes.
Las investigaciones (raras y aparentemente carentes de sentido
práctico alguno), fueron llevadas en el más estricto secreto hasta hace
muy pocos días, en el mes de agosto de 2001, cuando el Washington
Post las hizo llegar al gran público en uno de sus suplementos científicos
semanales. Curiosamente y sin ningún tipo de explicación por parte de
los editores del periódico sobre el posterior silencio (se supone la
existencia de fuertes presiones por diversos grupos, no citados pero
intuidos), el prestigioso rotativo dejó de informar sobre este asunto y los
responsables del laboratorio "The Other Gate Research Center", ("Centro
de investigación: la otra puerta"), impidieron todo contacto con sus
investigadores.
La noticia, apenas unas páginas y una fotografía del grupo de
investigadores, pasó casi inadvertida para algunos pero para los
interesados en estos temas que se salen de lo considerado "normal",
fueron la confirmación de las sospechas existentes desde hacía algunos
años y, muy especialmente, después del primer alunizaje de los
norteamericanos.
Algunos recordarán aún perfectamente el extraño "corte" en la
transmisión de palabra e imagen durante el primer alunizaje de los
astronautas americanos. Efectivamente, cuando el primer astronauta
americano pone sus pies en la Luna y se escucha una exclamación
entrecortada por extraños ruidos de fondo que, al parecer y según se
filtró por algún ingeniero de la NASA, sería: "¡No es posible! ¡Estuvieron
aquí!".
Nadie, desde las diversas instancias cercanas a la NASA o al
Gobierno norteamericano, confirmó o desmintió nunca esta filtración.
Los mismos astronautas, una vez de regreso en la Tierra, desmintieron
todo el episodio, de manera insistente. Tan insistente que muchos nunca
llegamos a creerles. Tanto ellos como el gobierno, una y otra vez,
achacaron el asunto a la desbocada imaginación de algunos y a los
problemas con las transmisiones.
Volviendo a la investigación antes citada y según algunos
investigadores no pertenecientes al laboratorio donde se llevan a cabo,
el trabajo que allí se lleva a cabo podría tratarse de experimentos
tendentes a encontrar una especie de "puerta" hacia otra dimensión
hasta ahora no conocida pero siempre intuida, especialmente por
personas dedicadas a la investigación de lo llamado "paranormal".
Según parece, ya en el año 1.954 un investigador ruso llamado
Nikotibof, había iniciado experimentos en el laboratorio de la Agencia
Rusa del Espacio, sobre la posibilidad de encontrar la misteriosa "puerta".
En este último caso, la investigación tenía un propósito práctico
inmediato puesto que se trataba de encontrar la posibilidad de viajar al
espacio por medios mucho más rápidos que los tradicionales. Si se
encontrase una "puerta" o "atajo" por los que poder llegar a un punto
del universo, sin los tradicionales cohetes, los viajes espaciales podrían
ser programados a voluntad y en un plazo de tiempo inusitadamente
corto, sin olvidar el factor económico.
Nikotibof, antes de desaparecer de manera harto extraña, había
calculado que, para una distancia similar a la existente de la Tierra a la
Luna, sería suficiente con unos minutos ¡Realmente increíble!
Nikotibof, un conocido y condecorado astrofísico ruso de los años
cincuenta, investigó en esta línea durante bastantes años pero,
lamentablemente, y cuando apenas tenía 50 años, parece ser que
sufrió un terrible accidente en su laboratorio. Su cuerpo, después de una
extraña y fuerte explosión, nunca fue encontrado.
Las investigaciones de Nikotibof, después de este accidente, nunca
volvieron a publicarse ni por supuesto se volvió a hablar de ellas en los
diversos congresos de astrofísica celebrados en el mundo. Solamente se
tuvo noticia de una cierta continuidad de sus experimentos cuando el
Washington Post, en el pasado mes de agosto, publicó el antes citado
reportaje.
¿Qué puede existir de verdad en esta extraña historia? ¿Qué
sucede realmente en los laboratorios que gastan millones de dólares en
estas investigaciones, aparentemente de ciencia ficción?
Todos sabemos que durante los años más álgidos de la carrera
espacial, tanto en EE.UU. como en la antigua Unión Soviética, se
gastaron ingentes cantidades de dinero de cuyo montante, el gran
público, nunca tuvo una idea aproximada. Tanto unos como otros,
parecían estar empeñados en llegar a alguna parte que, hemos de
creer por las evidencias, no era precisamente la Luna.
Para la elaboración de este relato, he de confesar que disponía de
escasos elementos de juicio. Una inesperada fuente de información vino
a dármelos sin haberlo sospechado nunca. Se trataba de un periodista
acreditado por el conocido diario alemán "Wochen Zeitung" de
Hamburgo (Alemania). En un viaje de negocios a Alemania, me lo
presentaron durante una cena de trabajo. Su acento, a pesar de hablar
la lengua de Goethe perfectamente, me sonaba a eslavo. Él, nunca me
confirmó su verdadera nacionalidad.
He de confesar también que, en un principio, se trataba de hablar
sobre las multinacionales del neumático y sus futuras estrategias en los
mercados internacionales pero, más tarde y durante la larga y
distendida sobremesa, se fueron formando grupos que, como sucede
casi siempre, charlaban de los más diversos temas.
El azar (¿o no fue así?) hizo que estuviese sentado al lado del
citado periodista con el que, muy pronto, se estableció una corriente de
simpatía. Hablamos de diversos temas (política, sociología, carrera
espacial, humanismo, etc.) y, en un momento dado, surgió el asunto
que nos ocupa.
Este periodista, siempre según sus propias palabras, había sido
corresponsal de su periódico en la Unión Soviética, durante la época en
que el Dr. Nikotibof llevaba a cabo sus investigaciones.
Por medio de ciertas amistades comunes, había podido hacerle
una entrevista que nunca publicaron sus editores por pensar se trataba
de algo tan fantástico que podría dañar la fama de "seriedad" del
periódico.
Lo que sigue, para evitar posibles malentendidos, es la trascripción
de lo contado por el periodista (cuyo nombre no me es permitido
publicar, por ahora) y nunca mi personal opinión sobre tan extraño
tema.
Según Nikotibof, me confesó el periodista, todo en el universo
tendería a la "dualidad", siendo ésta una cualidad inseparable en todo
lo existente. Las dimensiones y distancias tal como las conocemos hoy,
no serían más que el reflejo de nuestra incapacidad para poder "ver"
más allá de lo aparente pero, detrás de nuestra "ceguera", se
encuentran multitud de dimensiones o universos paralelos al nuestro a
los que no podemos acceder, sencillamente por desconocer la "clave"
para abrir la "puerta" que nos conduciría hasta ellos.
El periodista (igual que yo), decía sentirse un tanto impotente para
poder explicar con palabras lo contado por Nikotibof que si bien
dominaba la lengua alemana a la perfección, decía carecer de las
palabras adecuadas para explicar su extraña y compleja teoría.
Solamente podía plasmarla, lo más aproximadamente posible, con
complicados modelos matemáticos que, desgraciadamente, el
periodista dijo no alcanzar a comprender.
Con un lenguaje inadecuado pero el único posible para
entenderse ambos, el astrofísico siguió explicando al periodista su árida
pero extraordinariamente interesante teoría que, básicamente, podría
esquematizarse en los siguientes puntos:
1. Más allá de 1.000.000 de kilómetros de distancia de la Tierra,
la velocidad de un vehículo no depende ya de su sistema de
propulsión.
2. Una vez superada la anterior distancia, todo vehículo es
atraído por fuerzas cósmicas aun desconocidas, siendo su velocidad
regida por leyes distintas a las por nosotros conocidas.
3. Si un vehículo con Seres Humanos pudiese ser llevado mas
allá de la citada distancia, estos Seres sufrirían un cambio molecular
(no apreciable por ellos mismos) tan sorprendente que, de poder
contemplarlo, les sumiría en la desesperación. Su masa habría
dejado de serlo, convirtiéndose en lo que podríamos llamar, para
entendernos: una especie de "plasma licuado".
4. Una vez alcanzada la citada distancia de la Tierra,
comenzarían a comunicarse sin necesidad de utilizar lo que
conocemos como "palabra". Surgiría entre ellos una especie de
transmisión de pensamiento.
5. Sus masas individuales, ahora convertidas en "plasma",
estarían interconectadas las unas con las otras. Permanecerían
siendo "varios" pero, al mismo tiempo: "uno"
6. Puesto que la masa molecular (por llamarla de alguna
manera) habría desaparecido, estaríamos ante "seres" sin peso, sin
forma y sin dimensiones. Solamente lo que llamamos "mente" seguiría
existiendo en su forma primitiva.
7. El fenómeno respecto a la masa de los astronautas, se
repetiría con la del vehículo. Hasta tal punto sería así que dejarían de
ver mamparas e instrumentos, pasando a viajar en lo que podríamos
definir como un estado de "corporeidad nula".
8. Llegados a un punto que Nikotibof definía como "ecuador
del cosmos" (la puerta), la velocidad de crucero de los invisibles
cosmonautas, en su intangible vehículo, podría estimarse en la de la
luz elevada a la tercera potencia o quizá más.
9. El regreso de estos astronautas, debido al alejamiento real
de la Tierra y la imposibilidad de control remoto desde la misma, era
el gran problema a resolver. Tanto ellos como su nave, hoy por hoy,
se supone serían incapaces de recuperar la masa y tejido molecular
iniciales.
10. El viaje terminaría en un lugar que Nikotibof llamaba:
"Universo B" (El A sería el nuestro) donde, según él, nuestros
astronautas habrían pasado, debido a la inimaginable velocidad
adquirida, a otro "plano" o dimensión que nada tendrían que ver
con lo que conocemos.
Según me siguió contando el periodista y también por lo escrito
recientemente en el Washington Post, las investigaciones que se
realizaban en diversos laboratorios de países como la Unión Soviética y
EE.UU., estaban encaminadas a lograr, con la ayuda de un nuevo
acelerador de partículas, la misma velocidad que el supuesto vehículo
espacial.
De ser factible poder llegar a las velocidades que citamos antes (la
velocidad de la luz elevada a la tercera potencia o más), se introduciría
en el acelerador a los cosmonautas hasta lograr su "desaparición". Ello
sería la confirmación empírica de su "paso" al llamado "Universo B".
El mayor problema, según Nikotibof y puesto que conseguir un
acelerador de semejante potencia era solamente cuestión de dinero y
tecnología, consistía en el control posterior del viaje, la comunicación
bilateral y la posibilidad del posterior regreso a la Tierra de los
astronautas.
Seguimos hablando de este interesante asunto hasta bien entrada
la madrugada. Los demás asistentes, cansados y con unas copas de
más se habían retirado, hacía tiempo, a sus habitaciones.
El periodista y yo, también cansados pero animados a continuar
nuestra conversación, nos retiramos con la promesa de seguir charlando
sobre este increíble y apasionante asunto.
Más adelante, podremos conocer como Nikotibof creía haber
solucionado la comunicación y el regreso (por lo menos en teoría) de los
astronautas a la madre Tierra.
"La simple afirmación de la existencia de lo imposible, hace que
todo sea posible"(Nikotibof, astrofísico ruso)
Por la mañana y durante el desayuno en el hotel, el periodista y yo
volvimos a retomar la charla que nos había ocupado bastantes horas el
día anterior.
Durante casi todo el día, tanto él como yo, estuvimos demasiado
ocupados escuchando los pesados discursos de los diferentes "genios"
del Marketing y la Logística que intentaban convencernos de la bondad
de sus formulas magistrales para comprar, vender, transportar o cobrar
mejor.
Durante la comida en un típico restaurante alemán, donde los
camareros vestían trajes tiroleses y una pequeña orquestina
interpretaba alegres y pegadizas melodías de aquellas tierras, apenas
pudimos hablar.
Estábamos sentados en distintos lugares de la mesa y separados
por empresarios, ejecutivos y traductores que, sin apenas pausa,
continuaban hablando de los neumáticos y su futuro.
Por la noche, cuando todos se encontraban más relajados y con
una copa en la mano, aprovechamos para sentarnos en un rincón y
continuar nuestra conversación sobre los descubrimientos de Nikotibof y
lo que éste había contado en la entrevista nunca publicada.
Mi amigo el periodista, después de avisarme de nuevo sobre lo
increíble de lo manifestado por el astrofísico ruso, siguió la conversación
donde la habíamos dejado. Parecía haber memorizado, de manera
extraordinaria, todo lo hablado con el genio ruso.
Puesto que el "envío" de los astronautas al "Universo B" dependía,
teóricamente, de la construcción del acelerador de partículas más
grande de la historia y sería factible una vez las autoridades liberasen el
correspondiente presupuesto, Nikotibof se encontraba ahora
desarrollando la etapa más compleja: las fases de seguimiento y vuelta
a "casa" de los astronautas, después de haber llegado hasta el supuesto
universo gemelo del nuestro. Él, enfebrecido con el proyecto, había
construido un acelerador, a escala, en el que realizaba experimentos
continuamente. Un día, según me explicó el periodista, Nikotibof le
comunicó, con mucho secreto y en voz baja, la consecución del sueño
perseguido durante tantos años: ¡Había logrado "enviar" a la otra
dimensión un maniquí de tamaño humano!
Después de introducirlo en el acelerador de partículas, logró elevar
la velocidad hasta la tercera potencia de la de la luz.
La estructura del acelerador apenas pudo resistir semejante
aceleración pero, cuando fue frenado en su enloquecida marcha, el
maniquí se había volatilizado o, lo que es lo mismo, perdido su masa
para convertirse en una especie de plasma que, según todos los
indicios, se encontraba ahora en otra "dimensión" desconocida pero
intuida por el sabio ruso.
Puesto que la primera fase del experimento parecía haberse
cumplido de manera satisfactoria, Nikotibof estaba más que nunca
convencido de lo acertado de su teoría. Ahora se veía obligado a
trabajar en los sistemas de seguimiento y control, tarea quizá la mas
difícil de todas.
Las autoridades soviéticas, a la vista de las contundentes pruebas
aportadas por el astrofísico, acordaron financiar un nuevo acelerador
según el diseño de Nikotibof. Su construcción sería cuestión de un año,
como máximo. Mientras, al astrofísico, le esperaba la ingente labor de
investigar sobre el control y regreso de los futuros astronautas, en una
operación sin precedentes.
Toda la información dada por el científico ruso al periodista, lo era
confidencialmente y basándose en la estrecha amistad surgida entre
ambos.
Lógicamente, no podía ser publicada antes de lograr llevar a cabo
con éxito aquella operación. Se trataba, como fácilmente podrá
entenderse, de algo que las autoridades de la entonces Unión Soviética
querían mantener en el más estricto secreto.
El periodista, guardaba toda aquella información en pequeñas
notas a buen recaudo de la omnipresente KGB. Intuía que, algún día,
todo aquello podía ser información del máximo interés para el mundo.
El astrofísico ruso, las 24 horas del día encerrado en su laboratorio
cercano a Moscú, no dejaba de buscar la solución a lo que parecía ser
el mayor problema ¿Cómo seguir en contacto con los astronautas a
tantos años luz? No existía ningún medio de transmisión y recepción
conocido capaz de superar aquellas distancias y, aun más: ¿Cómo
lograr una transmisión en ambas direcciones de las señales en tiempo
"real"? De todos es bien sabido que una señal lanzada al espacio y a
semejantes distancias, tardaría años en llegar y otros tantos en regresar.
Podría desaparecer nuestro sistema solar y aún seguir las señales
vagando por el espacio infinito.
Se hacía necesario ignorar todo lo conocido en materia de
transmisión y recepción de señales; olvidarse de la tecnología basada
en las ondas electromagnéticas, de la longitud que fuesen, y tratar de
encontrar algo diferente, inédito y tan original como lo era la primera
parte del experimento.
Según el periodista, Nikotibof estaba sumamente nervioso durante
aquellos meses en los que buscaba una solución al problema de las
transmisiones.
Un día, según le contó el ruso, paseando por los jardines del
laboratorio, se encontró con uno de los psicólogos que trabajaban en
los experimentos (la NASA también trabajó sobre lo mismo durante
cerca de una década) de transmisión telepática. Hablaron largamente
y el astrofísico preguntó sobre los logros en aquel campo, para él,
completamente desconocido.
Hasta entonces, según le explicó el psicólogo, habían estado
trabajando solamente con las conocidas cartas Zener y con muy pocos
símbolos. Los logros en la transmisión y recepción, eran de casi un 90%
de aciertos en parejas escogidas por su "compatibilidad" y entrenadas
durante muchos meses.
Nuestro astrofísico preguntó y preguntó pero, especialmente, sobre
la distancia que se había alcanzado con aquel tipo de transmisión y
recepción de "imágenes". Abrió los ojos como platos cuando su colega
le dijo que, teóricamente, las distancias no eran el mayor problema.
Lo más importante y difícil a la vez, era encontrar parejas que
fueran capaces de recibir y transmitir en una misma "longitud" de onda
(para explicarlo de alguna manera). Los últimos experimentos realizados
con gemelos y con madre-hijo, por ejemplo, habían logrado el mayor
número de aciertos (casi el 95%) en un plazo de entrenamiento mínimo.
Nikotibof, creyó estar en el camino adecuado y solicitó trabajar
conjuntamente con el laboratorio donde se realizaban aquellos
experimentos sobre transmisión telepática.
Más adelante, ya una vez el equipo interdisciplinario estuvo en
marcha, pudo enterarse de las transmisiones realizadas tierra-submarino;
avión-tierra o nave espacial centro de control. Nunca había
sospechado tales logros con la mente humana como único instrumento.
Si para las ondas cerebrales de ciertos individuos no existía ninguna
barrera en distancias de miles de kilómetros aquí en la Tierra,
teóricamente no debería de existir tampoco en distancias siderales. El
fenómeno, además, permitía la transmisión y recepción instantánea y
sin el conocido "retardo" de las ondas electromagnéticas. La solución al
problema de comunicación y control parecía mucho más cercana.
Ahora, solamente quedaba encontrar los mejores para aquella misión.
Durante bastante tiempo, y después de millares de pruebas, se
logró reunir un equipo bastante numeroso de posibles astronautas y sus
correspondientes transmisores-receptores. Casi todos ellos estaban
ligados familiarmente y, después de pruebas exhaustivas para eliminar
el factor "casualidad", se formaron los distintos equipos.
Nikotibof estaba entusiasmado por los resultados logrados. Se
enviaron distintos equipos a Siberia para transmitir a Moscú y se
desplazaron otros a las repúblicas del Cáucaso. Distintos equipos fueron
enviados hasta los puntos más lejanos de la Unión Soviética. Todos los
experimentos con las cartas Zener estaban dando resultados increíbles.
Nikotibof, una vez demostrada la bondad del sistema, apremió
sobre la necesidad de "especializar" a los distintos equipos en la
transmisión de instrucciones cada vez más complejas y relacionadas
con los temas concretos de la astronáutica.
Faltaban pocos meses para la finalización del acelerador de
partículas que haría posible la mayor aventura del Ser Humano: viajar
hasta los confines (si realmente existían) del Universo y regresar a la
Tierra, todo ello, en un tiempo récord.
El periodista, contándome su conversación con el sabio ruso, no
dejaba de mirarme para descubrir hasta que punto yo estaba
interesado en aquella increíble historia.
Personalmente, nunca he dudado de la capacidad del Ser
Humano para encontrar soluciones a los múltiples problemas que se le
presentan pero aquello, he de reconocerlo, superaba todas mis
fantasías.
¿Viajar hasta los limites del Universo y volver en apenas unos pocos
días?
¿Poder comunicarse, instantáneamente los astronautas y la base
en la Tierra? Sinceramente, todo me parecía demasiado fantástico para
ser creíble.
Ya casi habían dado las tres de la madrugada y el periodista
parecía no desear irse a la cama. Era como si temiese no poder
terminar aquella historia o no poder transmitirme por completo lo que
de ella sabía. Había una cierta angustia en la apresurada transmisión de
su relato.
Al día siguiente, la reunión de fabricantes de neumáticos con
diversos ejecutivos del sector terminaría y, mucho me temía, la historia
podría quedar inconclusa. Dado lo avanzado de la hora, decidimos
reunirnos al día siguiente después de la cena. Sería la última antes de
regresar a España.
Por la mañana, en el desayuno, no pude ver al periodista. Al
mediodía, en la comida, tampoco le encontré. Pregunté a varios de mis
colegas por él pero ninguno le había visto desde la noche anterior.
Mientras cenaba, la última noche antes de volar para Madrid,
compré la última edición del Frankfurter Allgemeiner. En la página
dedicada a la ciencia, una pequeña reseña me llamó la atención: "Los
EE.UU. anuncian el lanzamiento de un nuevo vehículo al espacio". El
titular nada de extraordinario tenía pero, en la foto que lo ilustraba,
pude ver a mi amigo el periodista vestido con el traje de astronauta.
Curiosamente, el nombre que figuraba a pie de foto era totalmente
nuevo para mi puesto que no coincidía con el que figuraba en la
acreditación de prensa que yo había visto.
El artículo, sin apenas más información que el anuncio de un nuevo
lanzamiento, hacía especial hincapié en que sería la primera vez que un
científico ruso iría en una nave americana al espacio:
"El astrofísico ruso, Dr. Alexandrov, acompañará a los astronautas
americanos durante su viaje al espacio. Su principal misión será
comprobar la posibilidad de una transmisión telepática entre él y su
hermana gemela, la Dra. Irina Pershova, especialista en psicología
espacial, desde la base de Baikonur en la Unión Soviética." De pronto no
comprendí nada. El periodista, no era tal, sino un científico ruso. Me
había escogido a mí (¡desconocía las razones!) para contarme una
historia que parecía irreal o extraída de una novela de ciencia ficción.
Volví a España y, pasados los días (quizá absorbido por mi trabajo
de nuevo), todo lo hablado con aquel hombre me parecía una especie
de recuerdo lejano o el relato de una persona un tanto desequilibrada..
En Cabo Cañaveral, una espléndida mañana del mes de
septiembre, se habían hecho todos los preparativos para aquel vuelo
espacial. Las pruebas de telepatía entre nuestro hombre y su hermana
en Baikonur, habían sido realizadas con todo éxito.
El enlace entre Cabo Cañaveral y Baikonur, a su vez, era continuo
y con circuitos de comunicación tradicionales dobles para evitar
cualquier imprevisto.
El público, se agolpaba cerca de las vallas de seguridad y las
cámaras de televisión no dejaban de transmitir planos de aquella
escena, no por repetida menos emocionante.
Sobre las once y media de la mañana, los motores de la nave
comenzaron a funcionar preparándose para el despegue. Columnas de
blanco humo, expelido por los propulsores, envolvían el cohete por
completo. El despegue, salvo imprevistos, estaba calculado para las
doce en punto.
La cuenta atrás, retransmitida por todas las cadenas de televisión
del mundo, se escuchaba cadenciosa: five, four, three, two, one. La
nave, seguida de una larga estela blanca despegó en dirección a las
estrellas. Dentro de ella, cada uno de los astronautas estaba situado en
su puesto y con multitud de pequeños botones y luces delante.
El Dr. Alexandrov, dentro de una especie de burbuja de plástico,
estaba concentrado en lo que su hermana le transmitía desde Baikonur.
¿Cuál era la misión de aquella nave? La versión que habían dado
(tanto la NASA como la Agencia Espacial Rusa), era alcanzar una órbita
a 1.000 kilómetros de la Tierra y permanecer una semana en esta
posición. Los astronautas, durante todo este tiempo, harían varias
pruebas de comunicaciones con nuevas "tecnologías", entre la nave y
la Tierra.
"La puerta a otra dimensión siempre ha estado ante nuestros ojos.
Solamente era necesario encontrarla (Ivan Stratovov, cosmonauta ruso).
A nadie pareció extraña la misión pero, como sucede siempre,
algunos seguidores del programa espacial equipados con receptores
capaces de captar las señales emitidas por nave y base, se pusieron a
la escucha.
En todas las frecuencias conocidas reinaba un silencio de radio
total, solamente roto por lo que los técnicos llaman "susurro espacial" (un
ruido de fondo producido por multitud de ondas, de diversas longitudes,
generadas por los distintos cuerpos celestes). Pronto, se corrió la voz de
que no existía ninguna comunicación radioeléctrica entre la nave y la
base. ¡El silencio era total!
Contradiciendo este silencio constatado por los escuchas
aficionados, estaban las diarias noticias de la NASA, diciendo que todo
estaba de acuerdo con lo programado y que las "comunicaciones"
eran excelentes, incluidas las "telepáticas", entre el astronauta ruso y su
hermana situada en Baikonur.
Finalmente y después de repetidas noticias sobre lo extraño de
aquel silencio "radioeléctrico" (la más creíble en una conocida revista
científica de EE.UU., la "Journey of Science"), la NASA reconoció, a la
vista del revuelo, que las transmisiones se estaban realizando con un
sistema de banda llamada HVSF (High Very Sensitive Frecuency) no
"legible" por los receptores hasta ahora diseñados y en poder de los
escuchas aficionados. De ahí el "aparente silencio".
Algunos lo creyeron pero otros más especializados, no dudaron en
que las transmisiones se estaban realizando, de manera exclusiva, con
un sistema que nada tenía que ver con las conocidas ondas
radioeléctricas. Nadie con suficiente peso en el mundo científico
conocía semejante banda ni un sistema de transmisión con ella.
Yo, personalmente, estaba siguiendo aquella misión de la NASA
con inusitado interés. Nunca me había interesado demasiado por el
tema pero, como es lógico y después de la extraña peripecia con el
falso "periodista" y de la información en mi poder, sentía bastante
curiosidad por lo que estaba pasando allá arriba.
Pasaron tres días y la nave, según nos informaban las distintas
cadenas de televisión, apoyadas en las imágenes proporcionadas por
la NASA, el programa se estaba cumpliendo con extraordinaria
precisión. En una de las transmisiones pude observar por un momento al
astronauta ruso que yo conocía como "periodista".
Al cuarto día de la misión, extrañas noticias comenzaron a circular
por los medios de comunicación: "La nave estaba fuera de órbita";
"peligraba el éxito de la misión"; "las comunicaciones con la nave se
interrumpen de manera extraña".
Sospechando que las comunicaciones se estaban realizando, de
manera casi exclusiva por telepatía, entre la Dra. Irina desde Baikonur y
su hermano el astronauta, comencé a pensar en lo que sabía del
asunto.
El "periodista" (ahora astronauta), me había dicho claramente que
la transmisión telepática era fiable y estaba lo suficientemente
perfeccionada para transmitir y recibir instrucciones complejas, según le
había confesado Nikotibof.
También me había dado a entender que estas "transmisiones"
telepáticas, eran más fiables entre familiares cercanos. A pesar de todo
ello, algo debía estar fallando. De pronto, los radioescuchas aficionados
que seguían siempre las comunicaciones entre las naves espaciales y la
base de Cabo Cañaveral, empezaron a captar cortos mensajes en las
frecuencias habitualmente utilizadas en misiones anteriores. Pronto
dedujeron que la banda anunciada por la NASA como "nueva" no
existía y, lógicamente, se trataba de una nueva mentira para ocultar
algo.
Por razones de seguridad, la NASA había dotado a la nave de los
mismos equipos de comunicaciones de las misiones anteriores pero,
hasta ahora, solamente se habían mantenido en comunicación con la
base por medio de la telepatía.
Al sexto día, faltando solamente uno para el regreso a la Tierra, la
nave (la NASA no tuvo más remedio que reconocerlo) había perdido
todo contacto con la base. Los equipos, por razones desconocidas,
dejaron de funcionar. Era necesario volver a las comunicaciones
telepáticas entre el astronauta ruso y su hermana Irina o, de lo contrario,
el regreso sería problemático.
En Baikonur, la Dra. Irina se encontraba en una cabina totalmente
aislada del exterior, desde la que trataba de ponerse en contacto con
su hermano. Todas las transmisiones que hacía dejaron de recibir
contestación. Lo intentó, una y otra vez, pero sin éxito.
Las imágenes que la NASA estaba recibiendo de la nave,
mostraban al astronauta ruso despojado de su traje especial y
solamente con una mascara antigás cubriendo su rostro. Flotaba en la
ingravidez y entre los cadáveres de los demás tripulantes que, con cara
incrédula y con una extraña palidez, parecían haber sido sorprendidos
por la muerte en sus respectivos puestos de trabajo.
Irina, en Baikonur, y después de horas de vanos intentos, agotada
totalmente por el esfuerzo realizado, se dio por vencida al no recibir
ninguna señal telepática de su hermano.
El séptimo día, fecha del regreso de la nave, tanto la NASA en
Cabo Cañaveral como la Agencia Espacial Rusa en Baikonur, habían
dejado de recibir señales de cualquier tipo desde la misma.
Ante esta situación, los EE.UU. no tuvieron más remedio que
reconocer públicamente que les resultaba imposible recuperar la nave
y, consecuentemente, tenían que darla por perdida. Sobre las
imágenes de los astronautas muertos y el superviviente ruso, no se dijo
una sola palabra al gran público.
El satélite espía KOSMOS III, de la Agencia Espacial Rusa, en órbita
cercana a la nave americana (800 kilómetros de la Tierra), envió varias
fotografías de la nave pero, después de unas horas ésta ya no era
visible en su órbita inicial. Había desaparecido, de manera inexplicable
para los expertos. Parecía haberse volatilizado en el espacio.
En Cabo Cañaveral, todo el equipo de emergencia estaba
trabajando las 24 horas, pendientes de cualquier señal procedente de
la nave. Solamente el zumbido cósmico se escuchaba por los múltiples
altavoces de las consolas de control. En la gran pantalla solamente
rayas.
De repente, en las pantallas aparecieron unas imágenes increíbles
para los controladores. El astronauta ruso, despojado ya de la mascara
de gas, parecía estar saludando a otra persona. Ambas figuras
parecían estar manipulando los mandos de la nave ¿Cómo era posible?
Hacía unas horas solamente habían visto al astronauta ruso y a los
demás muertos. Las voces que llegaban, en ruso y traducidas de
manera simultanea por un interprete, decían más o menos: "Has llegado
en el momento justo Nikotibof" "Creí que no lo lograría", fue la respuesta
del recién llegado.
Tanto los científicos de la NASA, como los que estaban en Baikonur,
sabían de la extraña desaparición del científico ruso durante la
explosión de su laboratorio y no daban crédito a lo que escuchaban y
veían.
La Agencia Espacial Rusa, en contacto permanente con Cabo
Cañaveral, confirmó que, efectivamente, se trataba de Nikotibof. No
tenían ninguna explicación para aquella extraña reaparición del
científico dado por muerto, después del accidente en su laboratorio.
El Dr. Alexandrev Rishinski, director de la Agencia Rusa del Espacio,
fue el encargado de explicar a los medios de comunicación del mundo
entero aquel extraño asunto. Su particular teoría sobre este suceso tenía
tintes de ciencia-ficción pero, aun así, parecía ser la única aceptable.
Nikotibof habría logrado, en su laboratorio, traspasar aquella
"puerta" que todos buscaban desesperadamente. La explosión en el
acelerador y la posterior desaparición del científico, habían sido el
punto de partida de un viaje en el tiempo no explicable hasta ahora.
Los dos ocupantes de la nave, mirando fijamente a la pantalla, con
rostros sonrientes, dijeron en inglés: " We are going to the Cosmos
Frontier. In about two months we will be back. ¡The "door" is now open!".
La traducción sería, más o menos: "Vamos hasta la frontera del Cosmos.
En aproximadamente dos meses regresaremos. ¡La "puerta" está ahora
abierta!"
Nikotibof, sin duda alguna, había logrado materializar su teoría y
con ayuda de otro colega, al que las autoridades rusas habían ya
reconocido como el Dr. Alexandrov, se había apoderado de la nave
espacial americana para utilizarla de "trampolín" hacia la "puerta"
¿Dónde había estado hasta entonces, después del supuesto accidente
en su laboratorio? ¿Cómo pudo "materializarse" en la nave espacial
americana? Las respuestas a estas preguntas nadie podía darlas.
Después del corto mensaje en inglés, la imagen del interior de la
nave se desvaneció en una explosión de color que deslumbró a los
controladores del Centro Espacial. El silencio era total, salvo aquel
susurro cósmico que todos conocían.
De mañana, el avión aterrizó en Frankfurt am Main. Me encontraba
en Alemania, un año después de los sucesos que he relatado, para
asistir a una nueva edición del Congreso Internacional de Fabricantes
de Neumáticos.
En el Hotel Banhof, volví a encontrarme con caras conocidas de la
edición anterior. Después del discurso de apertura (¡igual al del pasado
año!), y durante la comida en un bonito restaurante de la parte antigua
de la ciudad, cuya terraza daba al río Main, algo me hizo girar la
cabeza debido a esa extraña sensación que a veces percibimos
cuando alguien nos esta mirando a la nunca.
Sentado a una de las mesas de invitados y con el carné de prensa
en su solapa, mi amigo el periodista (también astronauta), me sonreía
abiertamente, agitando la mano derecha en señal de saludo. Su
acompañante, un hombre de edad madura con una corta barba y
gruesas gafas, tenía un gran parecido con la foto que, hacía algún
tiempo y después del extraño suceso de la nave espacial, había visto
publicada en una corta biografía del Dr. Nikotibof, publicada por algún
periódico.
Desde donde me encontraba, estuve durante un buen rato
mirando para ambos, como queriendo comprobar mis sospechas.
SEGUNDA ESTRELLA
"Lo que llamamos realidad, quizá no sea más que un reflejo de nuestra
capacidad de fabulación ¿Es real nuestra existencia como entes individuales o
solamente somos corpúsculos de un SER que nos crea y devora para seguir
evolucionando?" (Charles Nacket, Filósofo estadounidense, 1.942).
Volví a mi país, lleno de dudas sobre lo visto en aquel hotel ¿Había
visto en realidad al periodista? ¿Era el Dr. Nikotibof el que estaba
sentado a su lado? Todo aquello me parecía una especie de sueño del
que, según el avión se acercaba al aeropuerto de Barajas, no lograba
despertar.
Pasaron varios meses en los que, por razones de trabajo, no tuve
mucho tiempo para pensar más en el asunto. La lectura de un artículo
de prensa, despertó de nuevo el interés por aquellos personajes y su
extraño periplo espacial.
Quedaban muchas preguntas en el aire pero, seguramente, sus
respuestas quedarían para siempre ocultas ¿Cómo habían logrado
llegar a la nave? ¿Hasta dónde habían llegado en su viaje? ¿Cómo
pudieron regresar sin contar con los medios de las grandes potencias?
Lo primero que me extrañó del artículo de aquel rotativo inglés, fue
el interés del columnista por "desmontar" toda la historia del "rapto" de la
nave espacial americana. Según él: " todo había sido un montaje para
no dar a conocer la verdadera misión de la nave".
Aventuraba aún mucho más: "tanto americanos como rusos,
habían colaborado en el diseño y puesta en escena de aquella
increíble historia. El Dr. Nikotibof había desaparecido realmente en la
explosión del acelerador en su laboratorio y sería absurdo creer que
había "resucitado". Supe, nada más leer la noticia que, sin duda, había
sido "redactada" por una de las agencias de inteligencia de los
americanos (en colaboración con la KGB). Se trataba de "borrar"
aquella extraña historia que algunos curiosos, como yo, nos creímos del
todo.
Línea tras línea, el articulista intentaba desmontar la historia que
todo el mundo había visto y leído. Tanto empeño en hacerlo, despertó
mi deseo de seguir investigando aquel asunto y, especialmente, de
recopilar todo tipo de información que fuese apareciendo sobre la
conquista del espacio por ambas potencias y las más diversas técnicas
y tecnologías con ella emparentadas.
Pronto, en la biblioteca de mi casa, se amontonaron libros,
periódicos y revistas en los más diversos idiomas y de las más variopintas
procedencias.
Después de aquella misión, tanto la Unión Soviética como los
EE.UU., dejaron de lanzar naves al espacio. Era como si realmente toda
la frenética carrera espacial de antaño, se hubiera visto ralentizada por
un factor "desconocido". Objetivamente y para los que estábamos más
o menos enterados del asunto, no existían razones para aquella
paralización de la carrera espacial: ni tecnológicas ni económicas.
Tanto los unos como los otros, seguían destinando importantes
fondos de sus respectivos Presupuestos Nacionales a la investigación y
desarrollo de vehículos cada vez más capaces de cubrir enormes
distancias en el cosmos. Por otra parte, tanto en Baikonur como en
Cabo Cañaveral, la actividad no había cesado; sino todo lo contrario.
Centenares de científicos y técnicos espaciales, estaban trabajando en
"algo" que, por razones de alta seguridad, no conocía el gran público
¿Qué sucedía entonces?
Una de las revistas a las que estaba suscrito: "The Space Examiner",
incluía un interesante artículo de uno de los padres de la era espacial.
Un antiguo colaborador de Von Braun (el padre de las tristemente
famosas V2 alemanas), el Dr. Von Kicher, describía parte de su teoría
sobre los universos paralelos y la posibilidad de pasar de uno a otro, en
apenas segundos, en el supuesto de encontrar la "puerta".
Me acordé de la teoría del Dr. Nikotibof y de la posibilidad de que
él y su compañero de aventura si hubiesen encontrado la "puerta" en su
viaje con la nave raptada. Según el Dr. Von Kicher, un teórico del
espacio muy cualificado y respetado en el mundo científico, que
actualmente se encontraba trabajando para los americanos, existía
una posibilidad de encontrar la "puerta". Las distintas fases de un viaje
espacial en busca de la misma, las expresaba, más o menos así,
coincidiendo en gran parte con la teoría del Dr. Nikotibof que el
"periodista" me había explicado en Frankfurt:
1. El único inconveniente para poder encontrar la "puerta", es
la escasa velocidad de las actuales naves espaciales.
2. Si fuese posible alcanzar la velocidad de la luz elevada a 3
o 4, llegaría un instante en que la nave dejaría de ser visible para
cualquier observador desde la tierra. Ese sería el momento de
entrada en la llamada "puerta" o universo B.
3. A la citada velocidad, las ondas de radio, como hoy las
conocemos, no servirían para comunicarse con la nave. La
direccionalidad de las mismas sería imposible de fijar y el contacto
con la base se perdería. Se hacía necesario encontrar un sistema de
transmisión, tanto para audio como para vídeo, totalmente diferente
a lo conocido hasta hoy.
4. La principal ventaja de encontrar la "puerta" consiste en la
capacidad de cualquier nave que entre en ella para recorrer, en
apenas minutos, distancias espaciales consideradas, según los
parámetros actuales, como cuasi "infinitas".
5. Una vez traspasada la "puerta" los astronautas estarían en
condiciones de dirigir la nave a cualquier lugar del espacio escogido
con un simple empuje de los propulsores auxiliares de fotones (en
fase experimental aun).
6. El regreso a la base terrestre tendría que hacerse en base a
espirales espaciales que, de manera similar a la ida y con la
velocidad de la luz elevada a 3 o 4, les introduciría de nuevo en la
"puerta" por la que entraron. El resto, una vez en nuestro Sistema
Solar, sería fácil y factible con los medios actuales.
Así se expresaba el científico alemán nacionalizado en los EE.UU.
Los comentarios de muchos de sus colegas, aun respetando sus teorías,
dudaban de la posibilidad de llevar a cabo semejante viaje, a la vista
de los avances técnicos conocidos en el campo espacial.
En otra de las revistas, del pasado mes de agosto, otro artículo, de
un científico soviético (El Dr. Ivanov del Centro Espacial de Baikonur),
hacía hincapié en lo escrito por el Dr. Von Kicher. Cierto que con ligeras
variantes que, por lo menos a mi, me parecieron bastante reveladoras
de la realidad actual en la carrera espacial, a pesar del "secretismo" a
que los científicos están obligados por los respectivos gobiernos: "La
teoría enunciada por el Dr. Von Kicher, a pesar de parecer salida de
una novela de ciencia ficción, contiene elementos importantes y que,
de tiempo en tiempo, salen a la palestra científica.
Recordemos controvertida teoría del Dr. Nikotibof que pretendía,
por medio de un acelerador de partículas, alcanzar la suficiente
velocidad para entrar en la "puerta". Nunca se supo, a ciencia cierta,
cual hubiera podido ser el resultado de su experimento debido a la
terrible explosión que destrozó su laboratorio. Hoy, mucho me temo que
su teoría era cierta.
Años después, y curiosamente, estamos condenados a seguir el
camino dibujado por un científico controvertido y tachado de loco en
su tiempo ¿Era realmente un loco o, por el contrario, un auténtico
genio?
Existen dos variables en las que es necesario estudiar y profundizar
más, al margen de la posibilidad de disponer ya, en nuestros días, de
aceleradores de partículas que podrían proporcionarnos la velocidad
adecuada:
1. Las transmisiones de audio y vídeo son, hoy por hoy y con
las técnicas conocidas, imposibles a semejantes distancias.
2. La necesidad de desarrollar propulsores de fotones u otros,
capaces de imprimir a la nave, una vez fuera de la "puerta", la
autonomía y velocidad necesarias para poder maniobrar en el
espacio lejano y desconocido, además de permitirle la vuelta a
nuestro sistema solar.
Si pudiésemos vencer estas dos dificultades, sería factible (por lo
menos teóricamente) dar por buena la teoría de Nikotibof y la que
apoya el Dr. Von Kicher". Así, de manera tan clara, reconocía el
científico soviético la "posibilidad" de llevar a cabo el viaje estelar hasta
y desde la "puerta".
Pero, a estas alturas, nos podríamos preguntar ¿Qué utilidad
práctica nos proporcionaría semejante viaje, además de la puramente
curiosa y única de salir mucho más allá de lo que alcanzan nuestros más
potentes telescopios? ¿Qué interés podría subyacer en pasar la "puerta"
para encontrarnos en un universo desconocido que los científicos como
Nikotibof llamaban "B" para diferenciarlo del nuestro?
¿Qué razones, podrían existir para gastar ingentes sumas de dinero
en pasar aquella "teórica" puerta hacia otra dimensión?
Estas preguntas solamente pueden intentar responderlas, desde el
punto de vista de la filosofía de la ciencia, dos personas que han
elevado sus especulaciones a nivel de cuasi "dogmas" de fe. Ambos, él
y ella, se encuentran separados por miles de kilómetros, por distintas
lenguas y culturas y, aun más, por una formación académica diferente.
El primero es un científico soviético (El Dr. Rimskof, profesor de
filosofía de la ciencia, en la universidad de Minsk, Unión Soviética), la
segunda, la Dra. Eike, una diminuta y nerviosa mujer, profesora de ética
científica en la universidad de Leyden (Holanda). Ambos se conocen
por sus respectivas publicaciones y, a pesar de las distancias, de no
haber estado nunca juntos y de defender posturas enfrentadas, se
respetan y admiran.
El Dr. Rimskof, desde su cátedra, ha intentado sembrar entre sus
alumnos la duda del ateo sobre todo lo "sobrenatural" o religiosamente
trascendente. Para él, aun respetando otras ideas, solamente existe lo
pesable y medible.
Ella, de raíces protestantes luteranas, pretende sembrar la duda
entre sus alumnos sin despreciar lo que ella llama factor "desconocido".
Ambos defienden distintas teorías de la formación del Cosmos, su
inicio, su evolución y fin, así como las posibles conexiones y
comportamientos del ser humano para con él.
En este momento, sé que resulta un laborioso seguir esta historia
aparentemente deshilvanada pero, como se puede comprender, el
relato está escrito por alguien para quien la literatura está representada
por los libros de su biblioteca y no por su capacidad para transcribir de
manera amena y ágil los hechos que nos ocupan. En una palabra,
hago todo lo posible por seguir de manera cronológica esta historia
pero, no cabe duda que, de vez en cuando, supera mis posibilidades
de narrador y, por supuesto, mis escasos conocimientos científicos.
Para responder a algunas preguntas de carácter práctico, sobre la
carrera espacial, es necesario conocer no solamente la "rentabilidad"
inmediata: nuevos materiales, pruebas de tipo biológico o médico, etc.
Todos estos experimentos, fuera de la atmósfera terrestre, tienen una
"aplicación práctica" evidente pero, ¿Qué "rentabilidad" puede tener el
alejarse millones de años luz de nuestro Sistema Solar? ¿Qué pensamos
encontrar allí? ¿Qué aplicación práctica puede tener el conocer
nuevas galaxias o planetas hoy solamente intuidos? Está claro, por lo
menos para mí, que existen otros intereses (no declarados por los
distintos gobiernos) en ese febril deseo de llegar cada vez más lejos.
No se trata solamente del prestigio de las grandes potencias, sino
de algo que permaneciendo oculto, no por ello deja de ser importante
para la humanidad: su origen y destino; la llamada "trascendencia".
Ninguno de los que participan en esta carrera de miles de millones
de dólares, ha declarado nunca estos fines que, a simple vista,
resultarían un tanto pueriles en nuestra época materialista pero, te
asombrarías amigo lector, de la cantidad de información acumulada
en algunos archivos del Vaticano, por ejemplo.
Volvamos a nuestros científicos, para conocer sus ideas (dispares
pero complementarias al fin) sobre el Cosmos y nuestras relaciones con
él. A través de sus ideas, de sus teorías, también podremos ir
vislumbrando el "otro" interés existente en las grandes potencias por
llegar más allá y por "conquistar" el universo.
La Dra. Eike o como la apodan sus alumnos "el gran pequeño
cuerpo", imparte sus clases en una universidad conocida ya en la Edad
Media por sus filósofos (dicen que Erasmo de Rótterdam impartió alguna
de sus clases allí). Su talante es tolerante y gusta de provocar entre sus
alumnos la controversia y el debate sobre lo más dispares asuntos.
Su teoría cosmogónica básica (aparentemente simple) y nuestra
relación con ella, podría enunciarse de manera esquemática como
sigue:
1. El "momento" (por ella llamado: "IT") inicial del cosmos es
imposible de plasmar en el tiempo, puesto que éste aún no existía
como concepto.
2. Todo el cosmos, sea en nuestra galaxia o en los miles de
millones existentes más allá, se rige por las mismas e inmutables leyes.
3. El ser humano, independientemente de ser consciente de
ello o no, depende de los cosmorítmos y estos son parte de una ley
desconocida en su enunciado pero medible en sus efectos.
Por otra parte, el Dr. Rimskof, partiendo de una concepción
materialista del cosmos, explica a sus alumnos su teoría como sigue:
1. El punto inicial ("OG", como él lo llama), surgió de la
explosión de un átomo de materia altamente densa.
2. El cosmos es producto de una causalidad imposible de
enunciar matemáticamente por el ser humano, en la actualidad,
pero que podrá serlo algún día.
3. Por razón de la ley causa-efecto que rige en el cosmos,
todo lo que incumpla o modifique (a nivel planetario o cósmico) esta
ley, puede influir en el funcionamiento de la inmutable mecánica
celeste.
Ambas teorías, como puede observarse, contienen en su germen y
a pesar del aparente agnosticismo de una y ateísmo de la otra, una
duda intrínseca: el momento inicial del Cosmos y la "causalidad" para
explicar lo inexplicable. Como modelos de discusión y trabajo, sin
embargo, se han mostrado aprovechables para múltiples adicciones y
sub teorías.
Llegados aquí, alguno podría preguntarse: ¿Qué tiene todo esto
que ver con la exploración espacial y nuestras ansias por llegar a las
estrellas? Aparentemente nada pero en la práctica mucho. Ya se dijo
en líneas anteriores que nos asombraríamos de la gran cantidad de
información reservada que sobre observaciones de los distintos
astronautas, y en distintas misiones, se guarda en los archivos de las
grandes potencias o del Vaticano ¿Qué tipo de información?
A nadie se le escapa la gran importancia que la religión ha tenido
y tiene para la política, las leyes, la ética, la moral y, en general, para
toda nuestra cultura. Las creencias de tipo religioso, si bien son producto
de supuestas "verdades" reveladas, en la mayoría de los casos, podrían
descansar sobre "conocimientos" anclados en nuestra memoria
"genética" y, de ser así ¿De dónde pudieron venir? Todas las religiones
miran al cielo como lugar de "premio" y donde moran los dioses ¿Se
trata de una creación del ser humano o de una tradición primordial
genéticamente heredada?
Estas preguntas, estimado lector, se las han hecho los científicos en
Cabo Cañaveral (Norteamérica es un país con fuerte impronta
cristiana) y, aun pareciendo extraño, los sabios ateos de la Unión
Soviética. Ambos grupos por distintas razones, han investigado y lo
siguen haciendo sobre este delicado pero apasionante terreno
metafísico.
Dejando, de momento este asunto al que tendremos que volver
más tarde, volvamos a la carrera espacial en su momento de
estancamiento "aparente". Ambas potencias parecen haberse dado un
respiro en el "sprint" pero, la realidad, es muy otra.
El "Bulletin of Cap Cañaveral", una publicación mensual interna que
se distribuye entre los científicos que allí trabajan, comunicaba en su
portada de la edición del pasado mes de septiembre: "Es de alta
prioridad que nuestra nación finalice las pruebas del nuevo acelerador
de partículas antes que los soviéticos. Estamos a las puertas de un
momento histórico, quizá el más importante del siglo, para la
supremacía en la investigación espacial"
En las cercanías del Cáucaso, un gran acelerador de partículas
está a punto de realizar las pruebas finales.
En Arizona, en una zona desértica y aislada, otro mecanismo similar
está siendo probado.
Ambos artefactos, separados por miles de kilómetros, tienen un
mismo fin: lograr la mayor aceleración nunca antes imaginada por el ser
humano; lanzar una tripulación al espacio, no a la manera tradicional,
sino por medio de lo que, para el profano en estos temas, podría
llamarse "desintegración molecular". Se trataría, por medio de una
enorme aceleración (la que Nikotibof sin duda había logrado ya), hacer
"pasar" la nave de su composición molecular "visible" a otra "invisible"
que le permitiese situarse en la "puerta". Una vez recuperada la
velocidad que podríamos llamar de "crucero" y traspasado el ecuador
cósmico de "la puerta", la nave volvería a recuperar su estructura
original.
Pero, y aquí una de las muchas preguntas sin responder: ¿Qué
sucedería con los astronautas? ¿Cómo les afectaría este cambio
molecular? ¿Volverían a ser los mismos, con todas sus facultades físicas y
psíquicas anteriores al "cambio"?
En realidad, los astronautas para aquella misión, serían una especie
de "pilotos suicidas"; cobayas voluntarias. Nunca antes, a pesar de los
riesgos evidentes en toda misión espacial, se había planteado la
"desintegración" de un ser humano y su posterior "integración".
En aquel apartado lugar, cercano a la frontera de la Unión
Soviética con China, rodeado por altas montañas cubiertas de nieve
casi perpetua, las antenas parabólicas están en continuo movimiento,
como escrutando ansiosas el cielo gris.
En el interior del pequeño pero cómodo laboratorio, excavado
prácticamente en la roca, Nikotibof y un par de ayudantes, escrutan
con atención creciente los aparatos de control.
Llama la atención, en el campo de antenas del exterior, el distinto
azimut de las mismas. Mientras uno de los grupos está orientado hacia el
cielo, el otro lo está hacia la línea del horizonte. Esta distinta posición,
para cualquier persona medianamente informada, indica claramente
los dos puntos de interés a explorar: Las que "barren" los 360º del
horizonte, están dedicadas a detectar emisiones o movimientos a nivel
de la tierra (Cabo Cañaveral y Baikonur, principalmente), mientras que
las otras detectan toda transmisión o movimiento en el espacio exterior.
Al lado derecho del laboratorio se abre un enorme túnel, cerrado
por una puerta ojival, del que salen unos raíles. Nikotibof y uno de los
ayudantes están entrando en él. Cuando se abre la enorme puerta, se
hace la luz en el túnel. A lado y lado de las paredes, forradas con una
extraña mezcla textil, descansa una multitud de pequeños hombrecillos
con rasgos asiáticos, en su mayoría. Parecen estar tomando un respiro
después de haber realizado una pesada tarea, a juzgar por sus rostros
de cansancio.
Nikotibof y el ayudante (nuestro viejo conocido "periodista",
astronauta y también Dr. Alexandrov), ahora acompañados por un
hombretón de rasgos eslavos y vestido con una especie de uniforme de
campaña, se dirigen hacia lo que parece ser el final del largo túnel.
Delante de ellos, una gran máquina brillante se encuentra sobre una
plataforma de hormigón. La forma de aquel artefacto es como la de
una gran espiral cuyo inicio, el lugar ocupado por una gran consola de
mandos, están inspeccionando ahora. Después de dibujar la figura que
recuerda la de un caracol, el final es visible al otro extremo del túnel, a
bastante distancia.
- Es necesario, lograr la mayor aceleración en cinco minutos.
Es el tiempo necesario para poder encontrarnos con la nave
espacial - el que así habla es Nikotibof.
- Tendremos todo listo dentro de unas semanas. En realidad
no sabemos la fecha de un posible lanzamiento. Tanto los
americanos como los soviéticos guardan silencio total al respecto
- el ayudante habla mientras compruebe el funcionamiento de un
circuito en el panel de mandos.
- No podemos fiarnos - responde Nikotibof - es muy posible
que ambas potencias tengan ya a punto sus aceleradores de
partículas. No olvides que parte de mis cuadernos de notas fueron
encontrados tras la explosión y que esa información ha sido
aprovechada por unos y otros - Nikotibof se expresa con un ligero
tono de rabia.
Inspeccionan la máquina y, después de desconectar los circuitos,
vuelven a la entrada del túnel. Los hombrecillos de rasgos orientales
están ahora trabajando en uno de los laterales del enorme agujero.
Lejos, en la base de Baikonur, varios científicos del programa
espacial ruso están reunidos con el ingeniero jefe del proyecto "NOVO
SKI" (Así se apodaba aquel nuevo intento ruso de ir más allá de lo
conocido).
Los reunidos, bata blanca y cabello cubierto con un gorro del
mismo color, están sentados alrededor de una extraña mesa; extraña
por su forma (espiral) y por el relieve de su plano superior. En realidad,
bien mirado, se trata de una maqueta del acelerador de partículas y,
curiosamente, prácticamente igual en su forma al que Nikotibof ha
construido en las lejanas montañas de la frontera chino-soviética.
- Todo está comprobado y solamente nos queda realizar la
última prueba con un ser vivo. Personalmente sugiero hacerla con
un pequeño simio para comprobar las reacciones una vez
recuperado después de la "desintegración" molecular. Hemos de
poner especial cuidado en la primera fase, puesto que hemos de
llegar a la desintegración y, casi al limite, hacerlo regresar al
estado anterior - quien así habla, es el ingeniero jefe del proyecto
y antiguo colaborador del equipo investigador del Dr. Nikotibof.
A miles de kilómetros de Baikonur, en Cabo Cañaveral, una reunión
semejante se está celebrando. El jefe del proyecto "LAST FRONTIER"
("Última Frontera". Nombre clave para este intento), está reunido con un
grupo de científicos implicados en el programa. Es visible la amalgama
de razas allí presentes: caucásicos, asiáticos, africanos, hindúes. Todos
ellos, son producto de la "captación", llevada a cabo dentro de las
mejores universidades y laboratorios de investigación del mundo, para
los programas espaciales de la NASA.
El jefe del proyecto se dirige a sus colegas en tono solemne:
- Hemos llegado al momento cumbre de nuestros
experimentos. Ahora, estimados colegas, hemos de demostrar al
mundo que nuestras teorías son realizables.
TERCERA ESTRELLA
"Existe el BIEN y MAL, sin duda alguna pero ¿Cuál de ellos triunfará en la
batalla? (Terence Willhood, teólogo protestante, Estados Unidos, 1.976)
A esta altura del relato, será bueno plantearnos algunas preguntas
para las que, quizá, existan ya respuestas: ¿Existe en los proyectos
espaciales algún campo de interés que el gran público nunca ha
llegado a conocer?
¿Es posible que se busque, más allá de nuestro cercano universo,
algo que tiene un valor puramente religioso, ético o filosófico?
¿Se invertiría semejante cantidad de dinero por un viaje que
simplemente nos permita realizar algunos experimentos de tipo
biológico, médico o tecnológico?
El Dr. Nikotibof y su ayudante el Dr. Alexandrov, por lo menos para
los que hemos seguido este relato desde su inicio, está claro que habían
"viajado" más allá de lo conocido, con la nave raptada y regresado de
manera misteriosa a la tierra. Las grandes potencias lo sabían y callaban
(Ellas buscaban ahora poder hacer lo mismo). Nunca se logró desvelar
cómo podía haber llegado Nikotibof a la nave, una vez fue "tomada"
por su colaborador durante el vuelo y antes de llegar a la "puerta".
Nunca se pudo saber "hasta" dónde pudieron haber llegado en su
viaje; qué habían podido ver o qué transformaciones sufrieron en sus
cuerpos o mentes debido a los fenómenos de tipo molecular sufridos.
Nunca fue posible responder estas respuestas puesto que, Nikotibof
y Alexandrov, desaparecieron de manera misteriosa y no pudieron ser
localizados por los servicios secretos de las grandes potencias. El rumor
de que todo había sido un "montaje", ayudó a que el gran público se
fuera olvidando de aquella historia pero no así los científicos de uno y
otro lado, empeñados en la carrera espacial. Ellos sabían
perfectamente que ambos: Nikotibof y Alexandrov, tenían en su poder
conocimientos que, forzosamente, eran de extraordinario valor e interés
científico.
¿Qué razones, además de la puramente científica, podían tener
Nikotibof y su colaborador para, recurriendo incluso al asesinato de la
tripulación, hacerse dueños de una nave espacial y utilizarla para sus
fines, aun desconocidos? ¿Qué razón les seguía moviendo a preparar
de nuevo una, aparentemente, parecida operación? ¿De dónde salían
los inmensos fondos necesarios para financiar los laboratorios y demás
instalaciones, además de pagar a casi un millar de empleados?
Las preguntas, estimado lector, se agolpan y las respuestas
necesitan tiempo y cierto orden por nuestra parte. Hemos de confesar
(quizá algún lector avispado lo intuyó hace tiempo) que nuestra historia
se nutre de información de primera mano que, por razones
desconocidas hasta ahora, nos fue suministrada regularmente. Nuestras
fuentes de información, desde el principio, nos eligieron para dejar
constancia de esta extraña historia. Relatarla, con los genuinos
elementos que nos proporcionaron y proporcionan personas
directamente involucradas, parece ser nuestra "misión" que, dicho sea
de paso, hemos aceptado no sin ciertos reparos.
Está claro, por lo menos para mí, que Nikotibof y Alexandrov, no
perseguían solamente "conocer" el espacio más allá de lo descubierto
hasta hoy por naves y telescopios. Ambos esperaban encontrar la
respuesta a otras preguntas que, quizá, muchos se habían hecho pero
nunca atrevido a enunciar por miedo al ridículo en los círculos científicos
¿Cuáles eran?
En la universidad de Minsk, el Dr. Rimskof a la vista del interés de
alguno de los alumnos por lo que había dado en llamarse "ética
espacial", intentaba aclarar algunas ideas sobre ello:
- ¿Es licito que el ser humano "interfiera" de alguna manera
en la evolución del Cosmos con sus expediciones? ¿Hasta que
punto tenemos derecho a hacerlo?
Las preguntas, directas y ciertamente provocadoras fueron
dirigidas a los alumnos que pronto mostraron su interés por participar. Las
respuestas surgieron muy pronto desde los bancos ocupados por
jóvenes inquietos y con mentes lúcidas:
- Profesor: usted nos ha dicho siempre que el ser humano es
dueño y soberano del Cosmos. A pesar de ello, personalmente,
tengo dudas sobre la "unicidad" del genero humano en nuestro
universo y, por ello, me pregunto: ¿No estaremos, de alguna
manera, interfiriendo procesos cosmológicos que aun
desconocemos?" - por el rostro serio del alumno que hacía
aquellas preguntas, Rimskof dedujo que la preocupación del
mismo era hondamente sentida.
Una alumna de rasgos asiáticos, quizá originaria de Mongolia,
pregunto:
- Profesor Rimskof: a pesar de no compartir completamente
su visión del Cosmos y su origen, sabe que le admiro como
científico. Le ruego responda sinceramente a lo siguiente: ¿Cómo
puede explicar la continua expansión del universo? ¿Qué fuerza
sigue "creando", de manera continuada, estrellas, galaxias, etc.?
El profesor, ante la avalancha de preguntas que se le venía
encima, optó por pedir un poco de paciencia y responder con un cierto
orden.
- En primer lugar y desde el punto de vista de un profesor de
formación e ideas marxistas como yo, creo en el derecho del ser
humano a salir al espacio o quedarse en la Tierra. El derecho,
deber quizá, de explorar todo lo que nos rodea. Respecto a
nuestra "injerencia" en la mecánica celeste y las posibles
consecuencias de nuestras exploraciones espaciales, he de
pensar que usted, como persona joven y preocupada, va más
allá de lo empíricamente demostrable y se deja guiar por impulsos
poco científicos. A la pregunta de la señorita, contestaré con los
conocimientos que, al día de hoy, están a nuestra disposición.
Existen muchas teorías sobre la formación del universo, desde las
basadas en una concepción religiosa de la creación, hasta la
que sugiere la explosión de un átomo tan densamente cargado
que originó todo lo demás. Si he de serles sincero, no tengo
mucha fe ni en la una ni en la otra.
- Para demostrar mi ignorancia – continuo el profesor - al
respecto he decidido esperar a que alguno de ustedes descubra
el origen del Cosmos y me lo diga - las risas de los alumnos, ante
aquella muestra de humildad científica del profesor, sirvieron
como colofón a la clase de aquel día.
A miles de kilómetros de distancia, en la universidad de Leyden, en
Holanda, los alumnos de la Dra. Eike se encontraban en el aula
esperando su llegada. Como casi todos los días de invierno, apareció
con una larga bufanda de colores chillones que le cubría el rostro hasta
los pequeños y hundido ojos azules. Después de sentarse, desparramar
sobre la mesa unas cuantas cuartillas y concentrarse en su lectura, salió
de aquella especie de éxtasis, por las toses nerviosas de algunos
alumnos inquietos por el prolongado silencio.
- ¡Buenos días! Perdón por mi despiste pero estaba leyendo
unas notas tomadas la pasada noche durante la conferencia de
un colega. No os diré su nombre para no influenciar vuestra
opinión. Deseo que opinéis libremente sobre lo que os voy a leer:
"En la actualidad existen ciertos científicos preocupados por las
interconexiones que pudieran existir entre nuestros "actos",
supuestamente agresivos para el Cosmos y el futuro equilibrio del
mismo, en primer lugar, dentro de nuestra galaxia. También existe
una preocupación pueril y seguramente ansiosa de publicidad,
sobre las futuras consecuencias de nuestras expediciones más allá
de nuestra galaxia. ¿Acaso pretenden, estos científicos erigirse en
dioses de la creación? ¿Acaso conocen algún factor que el resto
de la comunidad científica desconoce?
- Como podéis ver - siguió la Dra. Eike - se trata de un claro
ataque a mis recientes manifestaciones sobre el derecho que las
grandes potencias se han "tomado" para utilizar el Cosmos como
campo de pruebas, sin contar con los demás países de la Tierra
¿Es ético este proceder?
La discusión con los alumnos sobre éste y otros puntos duró,
prácticamente, toda la mañana. Mientras esto sucedía en las
universidades de Minsk y Leyden. Mientras los aspectos éticos de la
carrera espacial se discutían en aquellas aulas, otros científicos se
preocupaban por poner todo a punto para el día "D". Tanto americanos
como rusos, se encontraban en momentos de desarrollo del programa
muy similares. No era de extrañar esta paridad puesto que, tanto unos
como otros, partían de las investigaciones anteriores de Nikotibof y otros.
En los últimos tiempos, pasada ya la guerra fría y los temores de los
ataques nucleares, la colaboración entre ambas potencias en la
carrera espacial se había incrementado significativamente. Había
muchos científicos, en uno y otro bando, que abogaban por aunar
esfuerzos; por trabajar de manera conjunta en lugar de la actual
dispersión de medios y esfuerzos. Esta corriente de opinión, dentro de la
cada vez más intercomunicada comunidad científica, había hecho
mella en los gobiernos de las grandes potencias, si bien el gran público
desconocía la verdadera dimensión de tal colaboración.
El gran público desconocía, por ejemplo, que los proyectos "Last
Frontier" y "Novo Ski", actualmente en marcha y a punto de lanzar una
nave hacia la "puerta", eran el mismo proyecto desmembrado en dos
partes perfectamente delimitadas por ambos gobiernos: la primera, la
construcción de la nave y un acelerador de partículas, estaba
localizada en Cabo Cañaveral; la segunda, las comunicaciones y el
acelerador de "reserva", en Baikonur.
A estas alturas de ambas partes del proyecto, todos conocían
perfectamente en que punto de desarrollo se encontraba el otro.
También Nikotibof y su ayudante Alexandrov conocían, paso a
paso, los distintos avances logrados por los americanos y los rusos. No
solamente los conocían; sino que estaban realizando una "copia"
exacta de aquellos trabajos en su base secreta cerca de la frontera
china ¿Para qué? ¿Qué podían estar preparando aquellos científicos
oficialmente "desaparecidos" pero que tanto americanos como rusos,
sabían perfectamente que no era así?
Él y su ayudante, después del regreso de aquel primer y misterioso
viaje, parecían haber cambiado. No estaban nerviosos ni parecían
preocupados por los posibles problemas técnicos. Daban la sensación
de plena seguridad en cada uno de los pasos que daban; en cada uno
de los experimentos que realizaban en aquel profundo túnel excavado
en la montaña.
Algo extraordinario y no desvelado a nadie, había sido descubierto
por ambos científicos durante aquel viaje mas allá de la "puerta"; algo
fuera de toda expectativa científica les había ocurrido, hasta el punto
de estar preparando un nuevo viaje, sin duda utilizando la nave que
sería lanzada en fechas próximas por americanos y rusos. Era la única
pieza que necesitaban tomar "prestada" para volver a algún lugar ya
visitado anteriormente y al que, con toda seguridad, estaban deseando
volver.
Lo asombroso del viaje, aquel que realizaron después de eliminar a
los tripulantes y raptar la nave americana, no era seguramente la
proeza de haber realizado una peripecia aun no comprendida por la
comunidad científica, sino el haber logrado volver a la Tierra, Dios sabe
cómo y dónde.
A estas alturas, es de suponer que ambos científicos eran
poseedores de conocimientos tan importantes sobre el Cosmos que
cualquiera de las dos potencias hubiera dado lo impensable por
poseerlos. Nikotibof y su ayudante eran muy conscientes del interés
despertado y del peligro que corrían.
La reunión de los equipos de ambos proyectos, en Cabo
Cañaveral, se había llevado a cabo en el mayor de los secretos.
Ninguna noticia trascendió a la prensa y nadie supo una palabra de lo
allí acordado. Después de la reunión, y para cualquier observador
avispado, tanto el ajetreo en Baikonur como en Cabo Cañaveral
pasaron a ser inusuales. El ir y venir de grandes vehículos; la gran
cantidad de fuerzas de seguridad desplegadas; el silencio más absoluto
sobre todo lo referente a la carrera espacial, indicaban que algo
importante estaba a punto de suceder.
Nikotibof y Alexandrov, observaban en las pantallas la inusual
actividad en ambos lugares de lanzamiento. Ellos ya sabían que, esta
vez, no habría lanzamiento al uso, sino por medio del acelerador.
Nadie en la Tierra, excepto los equipos ruso y americano y ellos en
la frontera china, sabrían que una nave viajaría hacia la "puerta", en un
nuevo intento de conquistar el llamado tiempo.
El acelerador, después de un ligero zumbido, fue aumentando su
velocidad. La nave, con tres astronautas americanos y uno ruso, se
encontraba empotrada en una especie de casquillo que la acoplaba
al tubo serpentiforme del acelerador. El ruido fue subiendo de nivel y,
poco a poco, se convirtió en una especie de zumbido sordo y continuo.
Los técnicos, pendientes de los distintos paneles que indicaban el
creciente nivel de aceleración, veían como se acercaba el momento
de la "desintegración" molecular de nave y tripulantes.
Muy lejos, cerca de la frontera china con la Unión Soviética, tanto
Nikotibof como Alexandrov, estaban enfundados en unos extraños trajes
dentro de la cápsula encajada en el acelerador. También allí, al
unísono con Cabo Cañaveral, se escuchaba el sordo zumbido del
acelerador de partículas alcanzando la velocidad límite para partir
hacia "la puerta".
Se nos ha escapado, por la intensidad del relato, un detalle que
pensamos necesario aclarar en este momento: las comunicaciones
inalámbricas entre nave y tierra, no habían podido solucionarse. Ambas
potencias, ante lo extraño y novedoso de la situación, habían optado
por abandonar la investigación en este sentido. Aun siendo importantes,
tanto la velocidad de la nave como la distancia a recorrer
(desconocida aún), no era posible mantener contacto por cualquiera
de los sistemas conocidos.
La telepatía, después de haber realizado multitud de pruebas,
tampoco funcionaba una vez la desintegración molecular se llevaba a
cabo al entrar en la "puerta". Todo parecía indicar que habría que
esperar a la vuelta para conocer los resultados del viaje.
Las dos naves, la que partió del acelerador de Cabo Cañaveral y
la del Dr. Nikotibof con su ayudante, se encontraron en un extraño
embudo de color azul cobalto, rodeado de corpúsculos flotantes como
esporas. En el preciso instante de pasar la "puerta" ambas, convertidas
en una masa de plasma, se fundieron en un único elemento.
Una vez la velocidad de crucero fue recuperada, superada la
fuerza de succión del "embudo" o "puerta", la nave resultante de la
fusión tenía seis astronautas como tripulantes y toda su estructura interior
había cambiado sensiblemente.
La cara de estupor de aquellos hombres, una vez recuperaron su
estructura molecular y la consciencia, era todo en poema ¿Qué había
sucedido allí? ¿Quiénes eran aquellos nuevos astronautas?
Antes de que tuviesen tiempo para responder a sus preguntas, en
sus auriculares sonó la tranquila voz del Dr. Nikotibof diciendo:
- Señores, sé que les resultará increíble lo sucedido y les ruego
mantengan la calma. Mi ayudante, el Dr. Alexandrov y yo, no
deseamos hacerles daño alguno. Nuestro único deseo es poder
llegar a un determinado lugar en el Cosmos, con o sin su
colaboración. Pueden creernos si decimos que, este viaje
efectuado por nosotros, como ustedes ya saben, en otra
oportunidad, será mucho más placentero para todos si nos dejan
al frente de la nave. Como saben - continuó Nikotibof - en la
anterior ocasión la nave americana fue interceptada antes de
entrar en la "puerta". Aparentemente y para los observadores de
la tierra, la tripulación fue eliminada por nosotros. Nada más lejos
de la realidad. Muy pronto sabrán ustedes toda la verdad sobre
esta historia. En esta ocasión, y después de prepararnos durante
años, hemos logrado sincronizar nuestro acelerador con el de
Cabo Cañaveral para, por medio de un complejo sistema, lograr
"fusionarnos" con su nave justo a la entrada de la "puerta". A partir
de aquí, desde este punto del espacio, el camino nos es
conocido y nos permitirán que seamos sus guías.
Los astronautas americanos y el ruso, vencidos por una extraña
sensación de tranquilidad, después de una primera fase de temor,
asintieron a lo dicho por Nikotibof ¿Qué otra cosa podían hacer?
En Cabo Cañaveral y Baikonur habían transcurrido casi dos años
terrestres desde el "lanzamiento". Todos los radiotelescopios de la Tierra,
así como los enviados al espacio exterior anteriormente, estaban
intentando detectar la presencia de la nave en algún lugar del espacio.
Se sabía muy poco de las coordenadas exactas que la nave seguiría,
una vez pasada la "puerta" y, además, las distancias a cubrir en la
exploración eran enormes.
A los pocos minutos de realizado el "lanzamiento" y después de
comprobar que la nave había pasado la "puerta", todos los medios de
comunicación fueron informados de esta nueva proeza espacial,
realizada conjuntamente con la Unión Soviética.
Pronto, las cadenas de televisión comenzaron a dar los nombres
de los astronautas y sus familias entrevistadas. Ellos, los que estaban más
allá de nuestra galaxia, quien sabe en que lugar, eran los héroes del día.
Tanto en la universidad de Leyden como en la de Minsk, las
discusiones de los estudiantes y sus profesores, iban por los derroteros de
la ética o no, de semejante proeza y por las consecuencias que tendría
para la ciencia en el futuro. El profesor Rimskof, desde su postura
materialista y con tono irónico, fue un poco más allá preguntando a sus
alumnos si creían posible que Dios fuera contactado, por fin.
Bromas aparte, lo verdaderamente interesante de esta historia no
estaba sucediendo en el pequeño planeta azul, distante muchos miles
de años luz de la nave; sino en el vehículo espacial; dentro de él.
Una vez traspasada la "puerta", el Dr. Nikotibof había invitado a los
astronautas a despojarse de los trajes espaciales, dando ejemplo él y su
ayudante. Los astronautas, imbuidos de ideas preconcebidas sobre el
espacio exterior y sus peligros, no daban crédito a sus ojos. Tanto
Nikotibof como Alexandrov, respiraban y caminaban por la nave
normalmente. Cuando Nikotibof abrió, de manera inesperada, una de
las escotillas de seguridad, el terror se vio reflejado en los ojos de los
demás astronautas.
La atmósfera que respiraban, la del exterior, era exacta a la del
planeta tierra. No sentían ningún tipo de fatiga al respirar, ni por
supuesto habían perdido el sentido al despojarse de los pesados trajes y
escafrandas.
Observados por los astronautas americanos y el ruso, Nikotibof y
Alexandrov, estaban ajustando un extraño modulo en la consola de
mandos. Era como un pequeño GPS de características desconocidas
para ellos que, de manera intermitente, emitía un largo pitido.
- Les rogamos confíen en nosotros. Este viaje será para
ustedes la más increíble aventura y, para nosotros, la confirmación
de lo visto en el anterior. Nada deben temer. Les ruego se
preparen para experimentar sensaciones nunca soñadas y que,
con toda seguridad, cambiarán sus conocimientos científicos y el
concepto hasta ahora asumido sobre el universo.
El aparato, cuyos pitidos eran cada vez más largos e intensos,
parecía centrar la atención de Nikotibof. Uno de los astronautas, el ruso,
se atrevió a preguntarle:
- Dr. ¿Qué busca usted realmente? ¿Dónde estamos ahora?
- Podría decirles que no lo sé. Podría decirles que ya lo
explicaré más adelante pero, realmente, deseo que dispongan
de la misma información que nosotros tenemos. Todos estamos
involucrados en la misma misión, aun no siendo ustedes
conscientes de su contenido exacto. Nos encontramos a
escasamente una hora terrestre, en línea recta, de Cabo
Cañaveral - los rostros de los astronautas, mostraron incredulidad -
Si, ya sé que les resulta increíble puesto que sus conocimientos
científicos sobre los universos paralelos son nulos.
CUARTA ESTRELLA
"A veces lo lejano está cerca. Exploramos más allá de lo que
alcanza nuestra vista, olvidando hacerlo en nuestro interior" (George
Welton, Cabalista inglés del siglo XVII).
- Toda mi vida - continuó Nikotibof - he estado empeñado en
estudiar el fenómeno de la dualidad universal. Siempre estuve
convencido de la existencia de dos universos (A y B) que, aún estando
muy cerca el uno del otro, no somos capaces de alcanzar. Si existe lo
dual en todo el cosmos, me parecía lógico pensar que existiese otro
universo reflejo del nuestro. Muchos de mis colegas me tacharon de
loco, o cuando menos de soñador, otros dedicaron a mi persona
calificativos mucho menos caritativos. Siempre tuve presente que, hace
ya miles de años, se había puesto en boca de Hermes la máxima:
"Arriba como abajo; abajo como arriba" ¿Qué razón existía para
semejante máxima? ¿Era una simple exclamación hermética o, por el
contrario, encerraba un profundo conocimiento sobre la dualidad?
Siempre he creído que los antiguos habían recibido de fuentes
desconocidas conocimientos que hoy podríamos llamar "científicos" y
que ellos llamaron "esotéricos". Cuando pude construir el acelerador de
partículas que me permitió la primera salida de nuestra galaxia, si bien
limitada e imperfecta, tuve la certeza que con los medios adecuados
podría pasarse la que he llamado "puerta" (no es otra cosa que la
frontera o ecuador entre ambos universos) y, desde ella, viajar a
voluntad por nuestro universo gemelo. Las leyes que rigen, tanto uno
como otro, son idénticas, pueden creerme.
Los astronautas escuchaban aquella historia y a pesar de las
muchas pruebas irrefutables que Nikotibof les estaba aportando,
dudaban de su veracidad. Allá lejos, bajo sus pies, lo que podían
contemplar parecía ser nuestra galaxia y en uno de sus extremos el
pequeño planeta azul flanqueado por la Luna. Nada de extraordinario
veían; nada que no hubieran visto en anteriores expediciones con naves
tradicionales.
Nikotibof y su ayudante, manipularon en la consola de la nave y
ésta efectúo una parábola en el espacio hasta situarse a unos 500
kilómetros de altura de la superficie del planeta azul. Los astronautas,
observando la que ellos suponían era la Tierra, notaron ciertas
diferencias. Los casquetes polares eran más amplios, más grandes de los
que ellos conocían. Los mares, especialmente el Pacifico, ocupaban
una superficie mucho menor ¡No era posible que desde su salida de la
Tierra, ésta hubiera sufrido semejantes transformaciones!
Nikotibof y su ayudante, se miraban con cierta sonrisa maliciosa,
observando las caras de asombro de los astronautas. No podían
entender nada y ya era hora de revelarles el gran secreto.
- Señores - dijo Nikotibof - les ruego presten atención a las
explicaciones del Dr. Alexandrov. Creo que es necesario conozcan ya
todos los detalles de nuestro viaje y su finalidad.
Alexandrov, apoyado en una de las consolas, les miró sonriente y
comenzó sus explicaciones:
- Lo que contemplan, no es la Tierra, sino su gemela en el universo
B. No nos encontramos en nuestro sistema solar, sí bien increíblemente
cerca de él. Lo que ahora ven, podría muy bien ser nuestro planeta
hace millones de años, antes de que el ser humano ejerciese nefastas
influencias sobre él. Son muchas las diferencias existentes entre "esta"
Tierra que contemplan y la nuestra. Muchas y significativas, desde luego.
Como observarán, los casquetes polares son mucho más grandes y los
mares aun no han ocupado grandes zonas costeras de la Tierra. Esta es
una clara demostración de que el "calor" generado por la actividad
industrial humana aun no ha comenzado. También podría ser, que los
habitantes de esta Tierra hubiesen encontrado otros sistemas de
explotación del medio diferentes de los nuestros.
Uno de los astronautas preguntó:
- ¿Habitantes? ¿Han estado ustedes ya en esa Tierra
anteriormente? ¿Cómo es? ¿Cómo son sus habitantes?
Alexandrov sonrió ampliamente y con un movimiento de su mano
derecha señalando el pequeño plantea azul dijo:
- Son muchas preguntas a la vez. Las iré respondiendo de manera
escalonada para que puedan asimilar semejante descubrimiento. En
este momento, y en algún lugar de "esa" Tierra, nuestros "dobles", por
llamarlos de alguna manera, están trabajando, durmiendo o pensando.
No existe ninguna diferencia en cuanto al tiempo transcurrido desde
que el ser humano apareció sobre ésta o sobre la nuestra. Las
diferencias existentes lo son en cuanto al modelo de "desarrollo" que
ambas humanidades han adoptado. Ahí sí existen muchos y distintos
matices. Hemos estado antes en esta Tierra y podemos asegurarles que
muy pronto podrán comprobar, personalmente, hasta dónde puede
llegar la inteligencia humana y hasta dónde nuestra estupidez.
La nave, efectuando un descenso lento y totalmente vertical, se
situó sobre un pequeño campo enmarcado con balizas de luces
intermitentes. Después con un pequeño y seco golpe, quedó
inmovilizada y sus motores apagados. Todos, como deseando
comprobar lo comentado antes, deseaban bajar y respirar la atmósfera
de aquel planeta.
Tres personas, dos varones y una mujer, con trajes blancos y de
edades entre 37 y 40 años, se acercaron al grupo. Habían descendido
de un extraño vehículo sin ruedas que, al moverse, parecía flotar sobre
el terreno.
- ¡Buenos días! - la voz era de la mujer que, con una amplia sonrisa,
daba un ligero beso en la boca al Dr. Nikotibof - Los demás, como si de
viejos conocidos se tratara, estaban dándose la mano y charlando.
En la Tierra, los equipos de Cabo Cañaveral y Baikonur, sin ninguna
noticia sobre la nave, habían llegado a la terrible conclusión de que la
misión había sido un sonoro fracaso. Aquella nave no regresaría a la
Tierra y nunca sería posible conocer las razones. Era el momento de dar
a conocer al mundo la triste noticia.
Tanto los sistemas de rastreo espacial por satélite, como los
terrestres, estaban totalmente faltos de cualquier dato que pudiese
confirmar la existencia de la nave. Una vez pasada la "puerta", todas las
señales habían dejado de recibirse y el contacto con el vehículo
espacial resultaba ya imposible. Según todos los cálculos, hacía tres días
que la nave tenía que haber retornado a nuestra galaxia y reiniciado las
comunicaciones de radio normales con Cabo Cañaveral ¿Qué había
sucedido? Seguramente nunca se sabría.
La prensa mundial, durante varias semanas, se había hecho
montones de preguntas sobre la conveniencia de seguir gastando
sumas ingentes en una investigación espacial que parecía abocada al
fracaso.
Muchos investigadores, antaño partidarios de la carrera espacial,
se hacían las mismas preguntas. Numerosos grupos de científicos, se
estaban cuestionando si no sería mejor dedicar aquellas sumas a otros
campos de investigación en nuestro planeta (química, medicina,
biología, etc.). Prácticamente, se estaba cuestionando todo un
sistema.
Los gobiernos de los EE.UU. y la Unión Soviética, en continua
comunicación, se estaban planteando ya la reconversión de sus
instalaciones espaciales. La creciente presión social, en ambos países,
era muy preocupante. La conciencia social, despertada a raíz de aquel
nuevo y estrepitoso fracaso, tenía que ser tomada en cuenta so pena
de inesperados cambios que, en la Unión Soviética, eran quizá más
preocupantes para sus gobernantes.
La reciente caída del muro de Berlín y el incipiente giro
democrático en la política de la Unión Soviética, daban a entender, a
cualquier analista político, que los cambios en el antes llamado "bloque"
del Este, resultaban ya imparables. Esta situación, de gran importancia
para el futuro del mundo, fue la que hizo desviar la atención del
reciente fracaso espacial. Apenas unos pocos científicos, muy próximos
al programa, continuaron estando alerta a lo que pudiese suceder en el
espacio, desde Cabo Cañaveral y Baikonur. Los demás, dada la
situación, empezaron a buscar un lugar en otros programas que nada
tenían que ver con la carrera espacial.
Nikotibof, sentado a la cabecera de la mesa y rodeado por los
astronautas y los que les habían ido a recibir al lugar de aterrizaje,
estaba charlando con la que parecía ser la jefa del equipo receptor. El
tono de la conversación denotaba una especial relación entre el
científico y la mujer.
- Como puedes ver, además de volver, hemos podido traer a más
gente. Por cierto ¿Cómo están los astronautas de la anterior misión?
- Bien - contestó la mujer - Están realizando un excelente trabajo en
el Centro de Desarrollo Medioambiental y son muy apreciados por los
nuestros.
Uno de los astronautas recién llegados, al escuchar aquello,
comprendió que los miembros de la misión anterior, a los que todo el
mundo había creído asesinados por Nikotibof y su ayudante, estaban
allí y vivos.
- ¿Cómo es posible, Dr. Nikotibof? Siempre se creyó que ustedes
habían asesinado a los tripulantes de la nave.
- Es una larga historia, amigo mío. Le ruego tenga un poco de
paciencia. Algún día se lo explicaré.
Habían pasado casi dos años desde la última aventura espacial. La
Unión Soviética se había desmembrado en multitud de repúblicas,
retomando el resto su anterior nombre de Rusia. El muro de Berlín había
caído y la Puerta de Brademburgo ya no era frontera entre hermanos.
Alemania había reconstruido prácticamente el mapa anterior al 45. El
mundo, ante tantos cambios, veloces e inesperados, casi se había
olvidado del espacio y de aquella nave que nunca regresó.
Los Centros Espaciales de Cabo Cañaveral y Baikonur, se
dedicaban ahora a lanzar satélites de comunicaciones y los distintos
elementos para el ensamblaje de la futura Estación Internacional, en
órbita a unos 500 kilómetros de la Tierra. El espacio, mas allá de esta
estación, parecía haber perdido todo interés para las grandes
potencias.
En el Centro de Desarrollo Medioambiental de Tierra B, los
astronautas de la primera nave "raptada" por Nikotibof, estaban
manipulando extraños aparatos, desconocidos para los visitantes. En
una especie de invernaderos gigantes, grandes árboles de enormes
hojas, estaban conectados a multitud de tubos y circuitos. En aquel
lugar, la atmósfera era tan pura que los visitantes no pudieron evitar una
ligera tos.
- Aquí - explicaba la Dra. Albacen - mejoramos los árboles de
nuestros bosques. Los autóctonos, si bien son excelentes, necesitan
mejorar su capacidad de filtración. Aumentarla es lo que estamos
haciendo aquí.
Una vez visitaron el Centro, la Dra. Albacen les invitó a ver la
ciudad más cercana. Quedaron tan sorprendidos por lo que veían que
no tenían palabras para expresarse: ni un sólo ruido en las calles; los
vehículos de transporte, silenciosos y sin humos. Los edificios estaban
suspendidos en el aire, aparentemente carentes de cimientos. Todo lo
que observaban podría haber sido extraído de una novela de ciencia
ficción.
Nikotibof y su ayudante se movían como peces en el agua. Estaba
claro que no era la primera vez que visitaban la ciudad o que trataban
con aquellas gentes, amables y corteses. Curiosa, también, era la
extraña capacidad lingüística de los habitantes de aquel planeta. Sin
saber de antemano la nacionalidad de los visitantes, iniciaban la
conversación bien fuera en inglés o ruso. Era como si tuviesen la
capacidad de "leer" en la mente de cualquiera de ellos su origen.
Después de aquella estancia (casi habían perdido la cuenta del
tiempo transcurrido desde su aterrizaje) en Tierra B, quedaron agotados
por las muchas novedades descubiertas. Era demasiada información;
demasiado increíble para ser realidad todo lo visto y oído. Su cerebro
quedó como saturado por tantos datos almacenados. Era, sin duda
alguna, demasiado.
Nikotibof, de pie y mirando a todos los comensales, decía:
- Han transcurrido casi dos años desde nuestra llegada y,
lamentándolo mucho, hemos de regresar a nuestra Tierra. Todos ustedes
tienen familia y amigos que, con toda seguridad, estarán apenados por
lo que ellos creen su muerte. Quizá, a su regreso, los cambios en la Tierra
sean tan importantes que les cueste trabajo creerlos y asimilarlos pero se
hace necesario volver. Sé, con toda seguridad, que nunca podrán
olvidar esta experiencia; que su misión en nuestra Tierra, a partir de la
llegada, será bastante distinta a la anterior. Deberán intentar convencer
a sus gobiernos de la necesidad de dar un cambio radical a sus políticas
energéticas y de investigación.
- Nuestro planeta – continuó después de una breve pausa - puede
y necesita volver a un estado como el que ustedes han visto aquí. Antes
de partir - continuó Nikotibof - he de responder a algunas preguntas que
seguramente se han hecho: se habrán han preguntado que sucedió
con el aparente "asesinato" de los astronautas de la anterior misión que
ustedes han visto aquí sanos y salvos. Lo único que hicimos, antes de
entrar en la "puerta" fue, aprovechando el factor sorpresa de nuestra
aparición en la nave, dormirlos con un gas. Al despertar y una vez
recuperada su forma molecular anterior, todo lo sucedido les fue
explicado como a ustedes. Comprendieron que no éramos criminales,
sino científicos en busca de algo importante, mucho más importante
que los sentimientos nacionales o de clan. Realmente, no importa lo que
suceda antes de entrar en la "puerta" (incluso la muerte sería reversible).
- Una vez se traspasa - Nikotibof seguía con sus explicaciones - todo
vuelve a ser como antes. Es como una especie de curación milagrosa la
que la "puerta" ejerce sobre nosotros. No tengo, por ahora, ninguna
explicación científica para este fenómeno. También se habrán
preguntado como pudimos entrar en las naves espaciales. La respuesta
sería muy compleja y desvelaría secretos científicos que, por razones
comprensibles de seguridad, deseamos seguir manteniendo lejos del
alcance de los centros de poder actual. La situación mundial, no nos
permite creer que este descubrimiento pueda ser utilizado
convenientemente. En su día, cuando la situación cambie, no
tendremos ningún inconveniente en desvelar lo que sabemos.
- Con nuestros actuales – seguía el científico ruso - conocimientos,
no necesitamos de nave alguna para desplazarnos hasta la "puerta" o
llegar a cualquier lugar del Cosmos. Por increíble que ello pueda
parecerles, las naves convencionales ya no serán necesarias a partir de
ahora para la exploración del Cosmos.
Las explicaciones de Nikotibof, fueron escuchadas en silencio,
tanto por los astronautas, como por los anfitriones. Unos y otros, por
distintas razones, comprendían perfectamente el deseo del científico de
guardar en secreto sus descubrimientos. Ya era suficientemente
increíble la noticia de la existencia de otro universo paralelo al nuestro.
Cómo llegar a él, ya era otra cosa.
Los preparativos para el regreso avanzaban a buen ritmo. La
cápsula espacial, después de haber sido revisada en todos sus
elementos, esperaba sobre el campo a los ocupantes. Tanto los
astronautas "raptados" durante la primera misión como los de la última,
viajarían de vuelta a la Tierra. El Dr. Alexandrov, a petición de Nikotibof,
permanecería en Tierra B hasta una nueva oportunidad.
En apenas unos minutos, la nave se situó sobre la vertical del
campo de aterrizaje. Allí abajo un buen grupo de personas les
despedían agitando sus manos. Poco después, con el empuje de los
motores de fotones, llegaron al punto espacial considerado como la
"puerta", donde el Dr. Nikotibof calculó las coordenadas para aterrizar
en su base de la Frontera con China.
Sus cuerpos, al pasar por la "puerta", dejaron de tener consistencia
y parecieron flotar por todas partes. Aquella sensación, a la velocidad
de la luz elevada a 4, ya la conocían del viaje de ida pero, a pesar de
ello, seguía siendo algo indescriptible. Era como estar en un estado de
mayor vigilia; como sentir el regreso a un lugar placentero donde lo
único que existía era el vacío y la falta total de ansiedad.
Cuando cesó la aceleración y sus cuerpos recuperaron su estado
molecular habitual, miraron hacia abajo. Allí, justo donde había estado
la "otra" Tierra, se encontraba la suya. Los casquetes polares eran
bastante más pequeños.
En Cabo Cañaveral y Baikonur, las grandes antenas orientadas al
cielo, detectaron la entrada en la atmósfera de la Tierra de un cuerpo a
gran velocidad que había "caído" en algún lugar de la Rusia asiática.
No fueron capaces de identificarlo y, después del tiempo transcurrido,
nadie pensó en la nave dada por perdida años atrás. Quizá había sido
un meteorito que, como tantos otros en el pasado, había caído en
aquellos alejados parajes.
Después de aterrizar, Nikotibof y sus ayudantes los trasladaron hasta
un lugar desconocido. Dieron vueltas y más vueltas por las montañas;
bajaron a profundos valles. Así, durante casi tres días. Al fin, encontraron
una pequeña aldea en la que había un teléfono. El cónsul de EEUU en
la ciudad rusa más cercana no podía creer lo que escuchaba.
La prensa de todo el mundo desplazó a sus corresponsales más
avispados y conocedores de la carrera espacial. Cabo Cañaveral era
un hervidero de gentes buscando la noticia más directa.
En la mesa de la sala de prensa los astronautas de ambas misiones
estaban flanqueados por los jefes de equipo de Cabo Cañaveral y
Baikonur. Los corresponsales se agolpaban en la sala y el murmullo era
como el zumbido de una enorme colmena. Todos querían situarse cerca
de la mesa para poder escuchar cada palabra de lo que allí se diría.
Cuando el jefe de prensa de la NASA se acercó al micrófono para
hablar, el silencio fue total.
- Señores: todos ustedes, por las filtraciones de distintas fuentes,
conocen ya el asunto del que vamos a tratar en esta rueda de prensa.
Sabemos que la noticia, por sorprendente, ha sembrado excesiva
confusión. Les rogamos sean lo más escuetos posible en sus preguntas a
los astronautas para que todos puedan participar. Muchas gracias y
pueden comenzar.
Citar aquí todas las preguntas y respuestas de la rueda de prensa
sería tarea harto larga y aburrida.
Hemos de decir, abreviando, que casi todas las preguntas tenían
que ver con lo que los astronautas habían visto más allá de la puerta y,
por supuesto, el trato recibido por parte del Dr. Nikotibof y los habitantes
de Tierra B. Algunas preguntas rozaban lo infantil: "¿Cuántos miembros
tienen los habitantes de Tierra B?" "¿Hablaban por la boca o transmitían
sus pensamientos?"
Lo que sí quedó muy claro, fue la enorme capacidad científica del
Dr. Nikotibof; sus extraordinarios conocimientos y, desde luego, que no
se trataba de ningún loco visionario, como había sido propagado por
alguno de sus envidiosos colegas.
La NASA, por medio de su jefe de equipo, añadió algunas cosas
más sobre lo que suponían era el descubrimiento de Nikotibof; sus bases
científicas y el descubrimiento de un "paso" a otra dimensión. Por lo
demás, se reconocía incapaz de añadir algún dato más sobre tan
extraordinario descubrimiento.
Los astronautas, después de aquella rueda de prensa, se
sometieron a múltiples exámenes médicos y psicológicos para
comprobar su estado. También asistieron a interminables sesiones de
preguntas por parte de los Servicios Secretos de las dos grandes
potencias.
Todos los resultados de los análisis médicos realizados, denotaban
una salud mucho mejor que cuando partieron pero, la conclusión de
tipo médico más sorprendente consistía en su edad: aparentemente,
todos ellos eran un par de años más jóvenes que cuando partieron. Si
bien es cierto que en algún momento, a principios de los años 30, se
había enunciado esta curiosa teoría, para alguien que pudiese haber
viajado a la velocidad de la luz, hasta ahora nunca había podido
comprobarse empíricamente tal aserto.
Muy Lejos, en el planeta azul que Nikotibof había descubierto, el Dr.
Alexandrov conversaba de manera distendida con un grupo de
científicos dedicados a la "modificación" biológica de árboles y plantas.
Todos ellos, a pesar de ser humanos en su morfología, estaban
totalmente ajenos a la multitud de preguntas que otros, igual a ellos
pero en un planeta menos afortunado, se hacían sobre los Universos
Paralelos y la "puerta" que daba paso al encuentro con otra dimensión.
QUINTA ESTRELLA
"Siempre existirá una nueva ambición en el corazón humano. Ella, es el
motor de la evolución de nuestra especie" (Christopher Owner, Filósofo inglés,
1987)
En un apartado lugar de la frontera con China, el Dr. Nikotibof
continuaba mejorando su acelerador de partículas. El desarrollo de la
idea inicial (el paso de la "puerta", utilizando una nave ajena), había
dado paso a otro proyecto mucho más ambicioso: la autonomía plena
para viajar a cualquier lugar del universo, A o B, sin necesidad de utilizar
los vehículos espaciales tradicionales. Este sueño, aparentemente
imposible, estaba a punto de poder realizarse.
Desarrollar la necesaria tecnología para situar a seres humanos en
cualquier punto de ambos universos, sin la necesidad de un vehículo
tradicional, requería modificar todos los conceptos científicos hasta
ahora conocidos y, aun más, estudiar muy ampliamente las posibles
modificaciones biológicas, producidas por semejantes viajes, en los
seres humanos.
Resumiendo, los conceptos básicos que hasta ahora barajaba
Nikotibof, eran más o menos, los siguientes:
• Con la aceleración hasta 4 veces la velocidad de la luz, era
posible situarse en la "puerta" y, desde ella, viajar a nuestro universo
paralelo sin más complicaciones que disponer del "situador" (especie de
GPS espacial, desarrollado por Nikotibof y su ayudante el Dr.
Alexandrov) para "aterrizar" en cualquier lugar, cuyas coordenadas
espaciales hubieran sido previamente fijadas.
• Se desconocían, hasta hoy, los efectos colaterales que la
aceleración y la "modificación" molecular (tanto a la ida como a la
vuelta) producían en el organismo humano. El único fenómeno
constatable hasta la fecha y según los análisis médicos realizados a los
astronautas americanos y rusos, era la cuenta atrás en la edad.
• No importaba el numero de astronautas de cada misión. Todo
dependía de la capacidad de la cápsula que se introducía en el
acelerador.
• El acelerador que poseían americanos y rusos tenía capacidad
para un máximo de diez personas. El de Nikotibof, tenía una capacidad
para 6 personas.
• El mayor problema que el científico ruso tenía que resolver, era la
constatación de los llamados efectos "colaterales" y de exposición a los
rayos cósmicos (aun siendo durante poco tiempo) de los astronautas.
Mientras, en el planeta Tierra B, Alexandrov no dejaba de tomar
nota del desarrollo de una "cultura" completamente distinta a la nuestra.
"¿Cómo era posible que dos planetas iguales, en flora, fauna y edad
geológica, hubiesen evolucionado de manera tan dispar?" "¿Cómo
habían logrado adoptar medidas de prevención para evitar un nefasto
modelo de desarrollo como el nuestro?"
Alexandrov, durante los primeros meses de su permanencia en
Tierra B, se dedicó a viajar por las distintas zonas del planeta; observar a
sus gentes; su sistema político; las relaciones humanas; el sistema
educativo. Todo el modelo, puesto que se trataba de uno idílico y
siempre soñado en la Tierra, era de extraordinaria perfección "¿Quién lo
había diseñado?" "¿Cómo era posible su funcionamiento sin fricciones
de ningún tipo?"
El sistema que nosotros llamaríamos "político" estaba basado en el
sufragio universal. Cada núcleo de población elegía a las personas que
consideraba adecuadas para representarles, durante dos años, en el
parlamento del planeta. No había naciones, sino una sola nación.
Las entidades de población, fuesen pequeñas o grandes, estaban
regidas por una especie de Consejo, formado por los elegidos cada dos
años. Estaba terminantemente prohibida por la Constitución del
planeta, la reelección para cualquiera de los puestos de gobierno.
No existían fuerzas armadas. Sí existía un cuerpo de policía para la
vigilancia y mantenimiento del orden público. Los conflictos personales,
rencillas, asesinatos, etc., aún siendo pocos, coexistían con la aparente
tranquilidad en todas partes.
Las relaciones humanas, estaban basadas en el respeto a la
diversidad, fuese ésta por razones de raza o filosofía. Las razas existentes
eran exactamente las mismas que en su gemela del otro universo. No
existían diferencias en cuanto a las relaciones hombre - mujer. La
igualdad para ambos sexos era aquí real y sin ningún tipo de
discriminación, tanto en lo familiar como en lo laboral. La crianza de los
hijos, hasta la edad de 16 años, estaba a cargo de los progenitores. A
partir de esta edad, el Estado se ocupaba de su formación, según las
aptitudes de cada individuo. El empleo y la pensión de jubilación a los
50 años de edad estaban garantizados. A partir de los 50 años, la
permanencia en el trabajo se permitía solamente a los "docentes".
Lo que identificaríamos nosotros como "religión", era desconocida.
No existían templos ni ningún tipo de sacerdocio. Existía una "ética
global", en la que todos coincidían en lo básico, dentro de la natural
diversidad de pensamiento. Cada cual era libre o no de creer en la
trascendencia del ser humano, mas allá de la muerte. En realidad y
según lo observado por Alexandrov, la mayoría de los habitantes de
Tierra B podrían considerarse en nuestro planeta como "agnósticos".
El sistema educativo, excelentemente adaptado a una sociedad
sin aparentes graves conflictos, era totalmente interactivo. Los
profesores y alumnos intercambiaban constantemente ideas que,
periódicamente, se incorporaban al sistema. La innovación en la
enseñanza, a todos los niveles, era constante.
También llamó la atención de Alexandrov, el transporte. No existían
compañías aéreas, de ferrocarril o de otro tipo. Los transportes, dado el
alto nivel de prestaciones de los vehículos que todos tenían a su
disposición, una vez cumplidos los 16 años, no necesitaban una
infraestructura como la nuestra.
Cualquiera, en unas dos horas como máximo, podía situarse en
cualquier punto del planeta. Muchos de los que trabajaban, por poner
un ejemplo a escala terrestre, en Los Ángeles, podían tener su hogar en
Madrid.
Lo mas curioso de aquellos vehículos, silenciosos y no
contaminantes, era su extraño sistema de propulsión. En el planeta B, no
se utilizaban los motores de combustión interna ni la energía atómica.
Todas las energías empleadas al servicio de aquella sociedad, eran
producto de descubrimientos nunca imaginados por nosotros.
Mientras en la Tierra habíamos "esquilmado" la naturaleza y con ello
desequilibrado el planeta en su primigenia composición, ellos habían
buscado por otros caminos mucho más "naturales" e impensables para
nosotros.
Nikotibof, junto con los ingenieros de su equipo, estaba elaborando
el modelo a seguir para próximas misiones espaciales, ahora sin
necesidad de recurrir a las tradicionales naves.
En Cabo Cañaveral, americanos y rusos, unidos de nuevo en la
"carrera espacial", discutían conjuntamente lo poco que sabían sobre
los descubrimientos y logros de Nikotibof. Lo aportado por los
astronautas "raptados" por él, no era suficiente para conocer, en
detalle, un modelo científico de tal magnitud. Desde hacía tiempo, por
todos los medios a su alcance, ambas potencias estaban tratando de
localizar a Nikotibof y, una vez capturado, apropiarse de sus
descubrimientos en nombre del "interés" general.
Este deseo de las dos grandes potencias, no era desconocido por
Nikotibof que, de alguna manera, lo había intuido hacía ya bastante
tiempo.
Todo su modelo de desarrollo para el actual proyecto, estaba
encaminado a lograr una especie de laboratorio de "bolsillo", con el
que poder desplazarse a cualquier lugar sin llamar la atención. La
complejidad técnica para lograrlo, retrasaba la realización práctica
más de la cuenta.
La construcción de un acelerador de partículas, basado en el
mismo principio que los actuales, pero partiendo de una idea
revolucionaria en cuanto a su "volumen" y "aspecto" físico, ocupaba al
equipo de Nikotibof hacía ya bastante tiempo. Algunos experimentos
realizados en el túnel de las montañas cercanas a la frontera China,
permitían augurar el éxito pero, para materializar sus teorías, necesitaba
algún tiempo más.
La idea de Nikotibof, genial sin duda alguna, era poder situar un
grupo de seres u objetos en cualquier lugar del universo, partiendo del
cambio molecular que generaba la aceleración hasta cuatro veces la
velocidad de la luz. Una vez lograda esta "velocidad" los cuerpos, como
ya se explicó anteriormente, dejaban de tener su composición
molecular y aspecto físico que permitía "verlos" pero, a pesar de este
fenómeno reversible, seguían teniendo todas sus propiedades
intelectivas y de dominio del medio.
De manera automática y una vez tenía lugar el cambio molecular,
por efecto de la velocidad, los seres u objetos se "situaban" en el lugar
que llamamos "la puerta". Este lugar no era otro que el límite (una
especie de membrana de plasma) entre los dos universos o lados de un
mismo espacio compartido por ambos. Una vez allí, las distancias reales
entre cualquier punto de ambos, era mínima y podía recorrerse en
cuestión de pocos minutos. Las distancias, desde la "puerta", a cualquier
punto del espacio, nada tenían que ver con nuestras parámetros
terrestres para las distancias.
Otro de los curiosos fenómenos observados por Nikotibof y su
equipo, y no menos importante por cierto, era que una vez traspasada
"la puerta", no existía una atmósfera diferente de la que se respiraba en
el planeta. Ello eliminaba la necesidad de pesados equipos de
respiración o adaptación, similares a los empleados por los astronautas
en las tradicionales misiones al espacio, hasta el momento.
Eran tantos y tan extraordinarios los cambios que se llevaban a
cabo, una vez llegados a "la puerta" que, de no conocerse, resultaba
imposible poder descifrar con éxito los descubrimientos de Nikotibof. De
ahí el lógico interés de americanos y rusos por conocer, en detalle, los
logros del científico ruso.
Nikotibof, curiosamente, había llegado a su descubrimiento no
solamente por su innegable genio científico; sino por su afición a los
libros antiguos y a descifrar viejos escritos de alquimia; esoterismo
egipcio y otras fuentes del saber tradicional. En todas esas enseñanzas,
y por medio de su especial capacidad para "leer" entre líneas, había
descubierto más leyes sobre el funcionamiento del cosmos que en sus
muchos años dedicados al estudio de la física, la química o la biología.
Muchos de sus colegas, obsesionados por explicar el universo con
cálculos de gran complejidad, habían ignorado las calificadas
despectivamente como "tonterías" que los antiguos habían enunciado
muchos miles de años antes del descubrimiento de la llamada energía
atómica. Todo, absolutamente todo, había sido descubierto en la
antigüedad pero, la gran diferencia con nuestra cultura, era la "manera"
en que habían expuesto las distintas teorías. Los antiguos, para decir
que el microcosmos se regía por las mismas leyes que el macrocosmos y
viceversa, lo habían enunciado "herméticamente" así: "Arriba como
abajo... Abajo como arriba"
En diversos libros antiguos se hablaba del "paso" de uno a otro
mundo. Nosotros, lectores influenciados por las religiones, siempre hemos
querido ver en este "tránsito" el momento de traspasar la frontera del
más allá, el paso de lo terrenal (muerte) a un supuesto cielo u infierno.
En realidad, todas las descripciones de este "viaje", nos está dando
pistas de un viaje real a otros mundos existentes y conocidos quizá por
los antiguos pero, hasta ahora ignorados por nosotros. Todo, desde la
más remota antigüedad, fue descrito por culturas mucho más
avanzadas que la nuestra, tanto en el terreno del pensamiento como
en el de técnicas simples pero efectivas.
Alexandrov, desde el promontorio cercano a un mar agitado por
grandes olas, pensaba en las diferencias existentes entre ambos
planetas. Aquí, las grandes ballenas surcaban el mar en número
increíble; allá, apenas quedaban ejemplares. Aquí, la atmósfera era
límpida y respirar significaba sentir el aire puro ensanchar los pulmones;
allá, la contaminación ambiental, incluso en los pequeños núcleos de
población, había llegado a limites insoportables.
"¿Cómo habíamos podido llegar a tal grado de estupidez? ¿Cómo
el hombre, aquí y allá, había seguido tan divergentes caminos en su
desarrollo?"
En el cielo, de vez en cuando, un vehículo pasaba camino de un
destino desconocido. No dejaba estela ni sus motores transmitían ruido
alguno. Eran el fruto de una civilización del silencio, hija de la
tranquilidad transmitida por una naturaleza nunca agredida,
considerada como algo sagrado y de la que todos dependían.
Subió a su vehículo y después de introducir las coordenadas se
desplazó camino del laboratorio. Allí, los científicos del grupo de
desarrollo alimentario, le esperaban para mostrarle sus logros en este
terreno.
En la otra Tierra, Nikotibof y los científicos de su equipo, todos con
rostros exultantes de alegría, estaban celebrando el éxito del último
experimento realizado. El mini acelerador de partículas había
funcionado a la perfección, dando la razón a las teorías de Nikotibof.
Con este pequeño artefacto, unos tres kilos de peso y poco más
que el volumen de un pequeño maletín de viaje, podía llevarse hasta la
"puerta" la misma "masa" que con un gran acelerador. A partir de ahora
y desde cualquier lugar del planeta, incluso desde un piso o un
automóvil, podría realizarse la operación de transferencia de una masa
equivalente a 6 personas con sus equipos hasta la "puerta". En el
maletín, además del acelerador, se había introducido también el
"situador" o GPS para trazar las coordenadas espaciales de cualquier
punto del universo. Todas las instalaciones y el personal, eran ahora
innecesarios. Todos sabían, desde el inicio del proyecto, que este
momento llegaría algún día.
Nikotibof, después de despedirse de todos sus colaboradores, subió
al pequeño Todo Terreno. Todos, desde la loma más cercana, miraron
hacia la negra boca del túnel.
Apenas unos minutos después, la fuerte explosión, levantó una gran
nube de polvo amarillento, borrando toda huella del laboratorio y la
orografía del terreno tornó a ser la misma de siempre: árida y seca,
cubierta con pequeños matorrales que daban un ligero toque verde al
paisaje.
La fuerte explosión fue detectada por uno de los sismógrafos del
Instituto meteorológico ruso más cercano. Un destacamento de la
policía de fronteras, situado a unos 300 kilómetros del lugar, se desplazó
hasta el lugar del epicentro. Cuando llegaron, no pudieron descubrir
apenas nada más que la tierra removida por lo que parecía haber sido
un movimiento sísmico de regular magnitud.
Nikotibof, ahora con gruesas gafas y barba, estaba tomando un
café en la estación de trenes de Moscú. A su lado, unido por una fina
cadena a su muñeca derecha, se encontraba un pequeño maletín
negro.
Sé, querido lector, que siempre ha quedado una pregunta en el
aire cuya respuesta esperas con impaciencia: ¿Cómo se financiaba
Nikotibof? ¿Quién podía estar detrás de él y de sus largas y costosas
investigaciones?
Está claro que un científico como él, sin más medios conocidos que
su extraordinaria inteligencia, no podía financiar un proyecto semejante.
El costo de todas sus investigaciones, con personal altamente
cualificado y todos los materiales e instrumentos de alta tecnología
necesarios, suponía una inversión multimillonaria. Solamente un Estado o
una Organización económicamente muy poderosa, podría haber
financiado todo aquello.
También, aún después de haber respondido a la primera pregunta,
quedaría en el aire una segunda no menos importante: ¿Para qué?
¿Qué fines persiguen los que financian semejante proyecto?
Debemos reconocer, de una vez por todas, que en la Tierra
además de los gobiernos, las grandes entidades financieras y las
grandes empresas, deben existir "poderes" no catalogados, con nombre
y meta conocidos. Siempre han estado ahí, a la expectativa, en la
sombra. Esperando poder controlar ciertos fenómenos que podrían
entorpecer el desarrollo humano. Tienen fuerza y dinero pero, a pesar
de ello, no desean intervenir hasta que las situaciones son extremas,
amenazan al género humano o pueden ser irreversibles para nuestra
supervivencia como humanidad.
Este poder, intuido pero desconocido en su verdadera dimensión
por las grandes naciones de la Tierra, ha estado fortaleciendo sus arcas,
utilizando los mismos canales que cualquier multinacional. La única
diferencia estriba en que nunca ha utilizado medios "ilegales" o "ilícitos"
para crear su riqueza.
Sus fines exigen que la ética este siempre presente, tanto en los
medios como en los fines. Sin decir mucho más, podríamos adelantar
que el nombre de este misterioso "poder" podría estar encubierto por el
de cualquier organismo, aparentemente inocuo y dedicado a la ayuda
a terceros países; por algún tipo de organización no gubernamental o,
quizá, por una Sociedad Secreta o de tipo iniciático.
Respecto a la segunda pregunta, si bien en parte ya se respondió
en las anteriores líneas, los fines de esta organización son ayudar a la
humanidad a salir del pozo que ella misma ha creado por la ceguera
de miles de años. Es como una especie de sociedad sembradora de
"revulsivos" éticos, cada vez que la humanidad toca fondo en sus
"reservas" morales. Uno de sus fines, no el único, sería velar por el
desarrollo de tecnologías que aseguren la continuidad de la
humanidad, aquí en este planeta cansado y gastado o, de ser
necesario, en cualquier otro lugar del cosmos.
En el momento que los descubrimientos de Nikotibof llamaron la
atención de los responsables de esta organización, alguien contactó
con él para proponerle una especie de "negocio": el científico
dispondría de medidos ilimitados para desarrollar su proyecto pero, una
vez finalizado éste, debería ser "supervisado" o "controlado" por la
organización en cada una de las fases, fuesen estas teóricas o
prácticas. Este momento había llegado.
La persona que Nikotibof esperaba se acercó a él. En un ruso
impecable, pero con ligero acento extranjero, le preguntó: "¿Vamos a
las estrellas?" Nikotibof, sonriendo, le contestó: "¡A ellas vamos!"
La limosina, lanzando a uno y otro lado de la carretera chorros de
nieve derretida, se encaminaba hacia la ciudad de San Petersburgo.
Dentro de ella, el científico y su acompañante, charlaban
animadamente.
En Tierra B, Alexandrov se encontraba reunido con los científicos del
Instituto de Desarrollo Medioambiental y Alimentario. Estaban
explicándole los últimos proyectos realizados. La mayoría de ellos,
estaban relacionados con la producción de alimentos en la Luna.
Desde hacia siglos, el satélite de Tierra B estaba dedicado a la
producción de alimentos variados, todos ellos de origen vegetal. La
carne hacía ya mucho tiempo que había dejado de ser alimento
habitual para aquellas gentes. En la actualidad, la dieta de los
habitantes de aquel planeta estaba basada en vegetales de alto valor
proteico y complejos vitamínicos de alto poder.
Nikotibof, sentado en la cabecera de la gran mesa redonda,
explicaba los últimos logros a los miembros de la "organización". Todos
ellos, de edades comprendidas entre 30 y 60 años, escuchaban con
mucha atención. Los presentes, representantes de todas las razas y con
aspecto de personas acostumbradas a este tipo de reuniones, apenas
solicitaban detalles. Daban la impresión de ser conocedores de las
tecnologías más avanzadas. Solamente, de vez en cuando, alguno de
ellos pedía alguna aclaración muy puntual.
Nikotibof observaba la pequeña bandera que se encontraba sobre
la mesa y que le resultaba desconocida. No se trataba de la enseña de
ningún país de la Tierra, ni tampoco la de un organismo internacional:
sobre fondo azul celeste, se veía una constelación que podría ser la Osa
Mayor pero, no estaba seguro. Bajo la constelación, en letras bordadas
en oro y en latín figuraba el lema: "SEMPER VERITAS"
- Hemos logrado, miniaturizar el acelerador hasta tal punto -
Nikotibof señalaba el pequeño maletín negro - que ya no es necesario
disponer de un lugar especialmente preparado. Desde cualquier punto
podremos llevar a cabo nuestros lanzamientos.
- En realidad, Dr. Nikotibof - decía el que parecía ser el portavoz del
grupo - lo que a nosotros ahora más nos preocupa es la seguridad. No
podemos permitir que este descubrimiento caiga en manos de ningún
país, sea el que sea. Lo alcanzado debe permanecer en lugar seguro y
solamente disponible para continuar realizando viajes fuera de nuestro
universo. Tierra B solamente es un primer paso. El maletín deberá estar
en su poder solamente cuando no exista ningún peligro. Nuestra
organización dispone de lugares, especialmente en Latinoamérica, en
los que podrá usted estar totalmente seguro, seguir trabajando y sin
posibilidad de ser localizado por los servicios de espionaje de las
grandes potencias.
Otro de los presentes dijo:
- Como ya hemos dicho, Tierra B es solamente el primer paso en la
búsqueda de lugares alternativos para la humanidad, en caso de
necesidad. Debemos seguir explorando el universo.
Nikotibof, con un proyector de diapositivas, fue presentando las
distintas fases del proyecto y las posibilidades del mismo:
- En estos momentos, con la tecnología de que disponemos,
podríamos situarnos en cualquier lugar de los universos A y B. El
problema, si pensamos en una gran cantidad de personas a transportar,
está en la capacidad del acelerador actual.
Mientras Nikotibof estaba con los representantes de la
"organización" en la Tierra, en la Luna de Tierra B, el Dr. Alexandrov y un
grupo de científicos, estaban inspeccionando las distintas instalaciones
de producción de alimentos. La capacidad actual de aquellas
instalaciones era más que suficiente para alimentar a todos los
habitantes del planeta.
Las tecnologías aplicadas para la producción de alimentos, no
estaban basadas en la aplicación de fertilizantes o en el tratamiento
con pesticidas. No existían plagas debido al equilibrio existente en la
naturaleza. Esta se encargaba de regular el crecimiento y maduración
de los distintos frutos y legumbres, sin necesidad de recurrir a productos
ajenos al medioambiente.
Los científicos de Tierra B, lo único que hacían era vigilar que el
natural proceso no sufriera ningún tipo de alteración. A lo largo del
tiempo (llevaban siglos produciendo alimentos así) se habían producido
mutaciones en algunas plantas. Ellos, según explicaron a Alexandrov,
achacaban aquellos cambios imprevistos a las radiaciones solares,
especialmente en los años de gran actividad del astro rey de su galaxia.
En la actualidad, las plantaciones ocupaban más de la mitad de la
superficie de la Luna.
La ausencia de agua en el satélite, se había resuelto por un original
sistema de condensación nocturno que producía la suficiente para el
riego "gota a gota" en las plantaciones. Por otra parte, después de miles
de años cultivando en la Luna, ésta había ido adquiriendo un
microclima especial que nada tenía que ver con el primitivo.
Lentamente, el grado de humedad ambiental, producido por la
vegetación de las plantaciones, estaba cambiando tanto la atmósfera
como el suelo del satélite. No era un factor menos importante el sustrato
de lava volcánica que conservaba la humedad de manera
extraordinaria.
Alexandrov, tomaba nota mentalmente de todo lo que veía y, al
mismo tiempo, se sorprendía continuamente de la sencillez de muchos
de los métodos empleados en Tierra B para, sin herir al medioambiente,
sacar el máximo provecho de él.
- Dr. Nikotibof - quien así hablaba era el que parecía ser el portavoz
de la organización - es necesario que se prepare para residir en un país
de Latinoamérica. Allí, podrá trabajar en plena libertad en el desarrollo
del proyecto y, al mismo tiempo, estará a cubierto de miradas
indiscretas. El país es pequeño pero lo suficientemente poblado para
pasar desapercibido.
El pequeño país, estaba situado en la península del Yucatán.
Desde la ventanilla del avión, cuando éste se acercaba a su punto de
destino, podía verse como una enorme mancha verde esmeralda que
todo lo cubría. La exuberante selva parecía una enorme alfombra
verde.
Los distintos núcleos de población estaban diseminados por un
territorio de difícil orografía y totalmente selvático.
Nikotibof, contactó con la persona que le esperaba en el
aeropuerto con un pequeño letrero sobre su pecho: "Sr. Antonioni". En
un todo terreno, recorrieron más de trescientos kilómetros hasta llegar a
una pequeña casa de madera rodeada de pastos y plataneras
gigantes. La casa, pequeña pero equipada con todo lo necesario,
estaba construida con sólidos troncos de caoba. En el tejado, apoyado
su mástil en la chimenea, una gran antena parabólica escudriñaba el
cielo.
Lo primero que hizo Nikotibof, antes de ducharse, fue guardar el
pequeño maletín negro en la disimulada caja de caudales de la
espaciosa sala de estar. Allí, tras una burda reproducción de "Los
Girasoles" quedó el secreto más buscado por las grandes potencias de
la Tierra. La combinación le había sido dada durante la reunión en San
Petersburgo. En caso de necesidad, alguien se encargaría de recoger el
maletín.
Después de admirar el bello paisaje circundante, dio un pequeño
paseo por la finca que rodeaba la casa. En un lateral de la misma, un
hombre con aspecto de jardinero le saludó en español: "¡Buenos días,
señor Antonioni!"
Nikotibof, sin mucha idea de aquella sonora lengua, le contestó
con un monosílabo. El hombre sonrió y añadió a su saludo, ahora en un
ruso fluido:
- Debe practicar el idioma y yo le ayudaré. Mi nombre, aquí, es
Alberto y estoy a su disposición. Soy físico y me han enviado los que
usted ya sabe.
Nikotibof respiró tranquilo al saber que tendría alguien con quien
hablar de sus inquietudes científicas, además de poder aprender la
lengua del país en el que tendría que vivir, no sabía aún cuanto tiempo.
En la universidad de Leyden, rodeada de sus discípulos, la Dra. Eike,
estaba dando una extraña lección que, aparentemente, poco tenía
que ver con la ética científica. Los alumnos parecían estar muy
interesados en el tema y solamente se escuchaba la voz de la pequeña
profesora con aspecto de niña traviesa:
- Sé que muchos de vosotros habéis seguido la apasionante historia
de ese científico desaparecido, el Dr. Nikotibof. Realmente ¿qué pensáis
de este asunto? ¿Qué puede esconder esta extraña aventura de ir más
allá de nuestro universo? ¿Qué están haciendo las grandes potencias
para descubrir lo que Nikotibof sabe y esconde?
Uno de los alumnos, veinte o veintiún años, se levantó:
- Creo que ese científico ha descubierto, realmente, lo que
podríamos llamar la "llave" del universo. Precisamente por ello, se
esconde o le esconde alguien para que este descubrimiento de
enorme trascendencia no caiga en manos de las grandes potencias
que, bien seguro, harían mal uso de él.
Una alumna, delgada y con gruesas gafas continuó:
- Yo pienso que no han sido capaces de encontrarle precisamente
por que alguien con suficiente poder le esconde en algún lugar. Me
alegro que sus descubrimientos no caigan en manos de las grandes
potencias. Seguro que pondrían un escudo de misiles incluso en otro
universo.
- Pero, profundizando un poco más allá - apostilló la Dra. Eike - ¿No
será que el descubrimiento de Nikotibof es demasiado importante para
darlo a conocer al mundo? ¿No será que la posibilidad de viajar por
nuestro universo y el que llaman ahora "paralelo", entraña grandes
peligros para la humanidad si cae en manos de potencias belicosas o
demasiado ambiciosas?
Otro alumno, con ligero acento extranjero, se levantó para decir:
- Creo, sinceramente, que Nikotibof y sus ayudantes, pues tiene que
existir un gran equipo a su lado, tienen en sus manos el mayor
descubrimiento de la historia de la humanidad. También creo, como mis
compañeros, que su descubrimiento no sería bien empleado por las
grandes potencias.
- ¿Qué pensáis sobre la razón ética que parece asistir a Nikotibof
para no desvelar su descubrimiento al mundo? - La Dra. Eike, al final,
volvía a la ética, su terreno preferido.
- Creo - contestó otro de los alumnos más jóvenes - que le asiste
toda la razón. Cuando algo de esta importancia se descubre, está
mucho más seguro guardado hasta que llegue un momento de
suficiente madurez que nos permita comprender las consecuencias de
nuestros actos y utilizarlo debidamente.
SEXTA ESTRELLA
"Descubriendo otros mundos, reflejo exacto del nuestro, la raza humana
se perpetuará mas allá del universo conocido (Katheleen Mentor, escritora de
ciencia ficción estadounidense, 1.978)
Tanto el Dr. Alexander Rishinski, jefe de equipo del Centro Espacial
de Baikonur, como su colega el Dr. Von Kicher, del Centro Espacial de
Cabo Cañaveral, habían intentado reproducir el experimento de
Nikotibof, con los elementos que ambos conocían teóricamente.
Después de varios meses y costosos experimentos, ambos se sentían
profundamente defraudados por los escasos resultados obtenidos. Sus
gobiernos, ahora unidos para tratar de localizar a Nikotibof y tener en
sus manos los descubrimientos espaciales del ruso, les urgían para que
siguiesen investigando en la misma línea pero, lamentablemente para
ellos, faltaban elementos importantes para poder recomponer lo
logrado por el científico ruso desaparecido.
Habían intentado, con la ayuda del acelerador de partículas
estadounidense (más potente y fiable que el de los rusos), enviar objetos
más allá de nuestro universo, hasta la "puerta", pero no habían podido
constatar que los intentos tuviesen resultados positivos. Intentarlo con
humanos, dada la gran cantidad de dudas existentes, era aún del todo
impensable.
Sabían que Nikotibof había logrado no solamente llegar a la
"puerta", sino que era capaz de "navegar", una vez traspasada ésta, a
su voluntad por los universos A y B.
Sabían, por las informaciones de los astronautas que Nikotibof trajo
de regreso a la Tierra, que el científico ruso disponía de cierto
instrumento capaz de, no solamente trazar coordenadas espaciales,
sino también de "conducir" a los viajeros del espacio hasta el lugar
deseado.
Conocían, por los relatos de los mismos astronautas, que una vez
llegados a la "puerta", se efectuaba un extraño cambio molecular en los
objetos y seres y que, más adelante, tanto unos como otros,
recuperaban su masa y dimensiones anteriores y, lo más disparatado:
no necesitaban de trajes espaciales ni equipos de respiración en la otra
dimensión.
Realmente, los problemas técnicos que todo aquello suponía,
superaba los conocimientos de los científicos americanos y rusos
empeñados en desentrañar el misterio, en los laboratorios de Cabo
Cañaveral.
Mientras esto sucedía y los científicos en la Tierra se empeñaban en
repetir innumerables secuencias sin lograr el éxito, el Dr. Alexandrov se
encontraba reunido en Tierra B con el equipo de comunicaciones
interestelares del planeta. Hacía ya algún tiempo que le habían
informado sobre su sistema de comunicaciones pero, hoy, podría
comprobar in situ hasta donde era posible llegar con aquellos,
aparentemente, simples aparatos.
En Tierra B no existían distintas frecuencias y, extrañamente, tanto
las comunicaciones habladas como la transmisión de señales de vídeo,
se realizaban por un único canal que ellos llamaban de "banda
multifuncional". El alcance, según pudo comprobar más adelante, era
infinito.
La primera demostración que le hicieron del alcance de aquel
sistema de transmisión le dejó completamente perplejo. Uno de los
ingenieros puso en marcha una especie de televisor, dotado de una
delgadísima pantalla, quizá de plasma y, al instante, aparecieron
imágenes familiares para el ruso: se trataba de una película del oeste,
en lengua inglesa, emitida por una cadena de Nueva Jersey.
Alexandrov estaba admirado.
- ¿Cómo es posible - preguntó sin salir de su sorpresa - que puedan
recibir una señal a millones de kilómetros de distancia con semejante
nitidez? ¿He de entender que ustedes siempre han sabido de la
existencia de Tierra A? ¿Qué siempre han conocido nuestra existencia?
El grupo de ingenieros, a la vista del asombro del ruso, no tuvo más
remedio que contestar por boca de uno de ellos:
- Efectivamente, Dr., siempre hemos sabido de la existencia de
Tierra A y, no se asombre usted, de la existencia de muchas otras
"Tierras" dispersas por ambos universos.
- ¿Otras Tierras? - preguntó asombrado Alexandrov
- Efectivamente - siguió el ingeniero - no existen dos ni tres, sino
infinidad de planetas con las mismas condiciones y seres en su
superficie. La única diferencia estriba en su distinto grado de desarrollo
científico y ético. A algunas de esas Tierras no podremos ir hasta
pasados unos cuantos siglos. Se encuentran, las unas en su fase terminal
y, otras, en la inicial. Intervenir en su proceso de evolución sería ir contra
leyes cósmicas no escritas pero bien conocidas por nosotros. Recuerde
la ley de causa efecto.
- ¿Significa, a la vista de los resultados, que ustedes pueden trasmitir
o recibir señales desde cualquier punto de los universos? - preguntó
Alexandrov.
- Efectivamente, Dr. Alexandrov. Podemos recibir y de hecho
recibimos, señales de audio y vídeo procedentes de cualquier lugar, por
distante que esté, en tiempo real y sin ningún tipo de interferencia por
las tormentas solares. Nuestro sistema discrimina perfectamente las
señales o "ruidos" producto de la actividad del Cosmos y las que son
producto de la técnica, no importa de que planeta procedan.
Alexandrov no lograba asimilar lo que le estaban mostrando. Con
semejante técnica, las comunicaciones durante un viaje espacial, no
importa a dónde, estarían plenamente aseguradas.
Uno de los ingenieros movió varios mandos del receptor y de
manera nítida apareció la imagen de una selva esmeralda, cubierta de
árboles de caoba y plataneras.
El barrido de imagen siguió y Nikotibof apareció en pantalla
acompañado del jardinero. Ambos estaban sentados, charlando, en el
porche de una pequeña pero hermosa casa de madera rodeada del
verdor de la selva circundante.
Alexandrov no salía de su asombro.
- ¿Cómo es posible? - preguntó muy nervioso, acercándose al
aparato.
- Tenemos un dispositivo, sobre el que aun no podemos darle
información, que nos permite ver al Dr. Nikotibof cuando lo deseamos.
Las razones de este enlace con esa zona de Tierra A las conocerá usted
muy pronto - El que así hablaba era el jefe de aquel equipo de
ingenieros.
Alexandrov, científico y hombre racional donde lo hubiere, había
quedado totalmente asombrado de lo visto y oído. Aquellas gentes
escondían muchos más secretos, pensaba él, de los que podía digerir
por el momento.
Recordó a Nikotibof en aquel lugar que parecía estar en el trópico
o algo parecido y también pensó en quién podría ser el hombre que se
sentaba a su lado. Los dos hablaban en español, por lo poco que él
conocía de aquella lengua. Se preguntó cómo su compañero podía
estar en aquel lugar.
Cuando se despidieron en Tierra B, le había informado de su
proyecto en la frontera con China "¿Acaso había finalizado el proyecto
y se encontraba oculto en algún país desconocido?" "¿Cómo se
pondría en contacto de nuevo con él?"
Cansado por tantas emociones, se quedó dormido.
Nikotibof, después de unos días de descanso, comenzó a instalar
un pequeño laboratorio en la planta baja de la casa.
Eran apenas unos cuantos aparatos necesarios para poder realizar
los experimentos relacionados con cambios moleculares y sus
posteriores efectos. Este tema, uno de los más complejos y que él no
había resuelto del todo, le preocupaba hacía ya mucho tiempo. En la
instalación del laboratorio le ayudaba el "jardinero".
El cambio molecular, una vez se llegaba a la "puerta", era un
fenómeno solamente conocido en sus aspectos "físicos", por así decirlo.
Todo perdía su masa hasta traspasar la "puerta". Una vez fuera de ella,
todo recuperaba sus cualidades anteriores y los astronautas respiraban
y mantenían las constantes de su punto de partida, sin necesidad de
equipos de respiración u otros instrumentos adicionales de adaptación.
Nikotibof quería conocer, no solamente el proceso en todos sus
aspectos, sino las consecuencias posteriores de aquella especie de
"transmutación" que se llevaba a cabo en objetos y seres "¿Qué efectos
desconocidos podía causar a medio o largo plazo, aquel fenómeno?"
Paseando por el jardín que rodeaba la casa, observó el tejado. La
antena parabólica a la que no había prestado mucha atención, se
movía lentamente como siguiendo sus pasos. Resultaba extraño su
movimiento. Al entrar en la casa su curiosidad le hizo inspeccionar el
cableado que procedía del tejado.
El cable coaxial para la conducción de la señal desde la antena
hasta el receptor de televisión, parecía completamente normal. El final
del mismo estaba conectado a un decodificador de señales para la
recepción vía satélite.
Lo que no comprendía Nikotibof, era aquella "autonomía" que la
antena parecía tener para moverse de manera continua en todas las
direcciones.
En el mismo instante, en Tierra B, los ingenieros que vigilaban todos
los sistemas de comunicación, le observaban.
Alexandrov casi saltó de la cama. Un ruido inusual en la ciudad,
como el producido por el aterrizaje de una nave espacial tradicional, le
había despertado del pesado sueño. Miró por la ventana que daba a la
explanada y observó una especie de cohete tomando tierra.
No se trataba de ningún vehículo de transporte de los utilizados en
Tierra B, sino de un modelo parecido a los de la carrera espacial
terrestre. Siguió observando y pronto pudo ver una hilera de personas
bajando de la nave. Sus aspecto era exactamente igual al de los
astronautas terrestres: Escafandras, trajes ignífugos.
Después de desayunar se dirigió al centro de comunicaciones,
donde había una actividad mayor de lo habitual. Allí, sentados a la
gran mesa, se encontraban los recién llegados en el cohete. Su aspecto
era como el de los demás asistentes. Nada extraño, salvo la
indumentaria, los diferenciaba.
Alexandrov fue presentado a los recién llegados pero le llamó la
atención que omitieran su procedencia. Uno de los ingenieros, con
disimulo, hizo llegar hasta él una nota: "No pregunte ni responda a
preguntas. Escuche y no entre en la conversación, por favor"
Los recién llegados (al parecer de un planeta Tierra en fase de
evolución tecnológica parecida al nuestro), mantenían relaciones con
Tierra "B" desde hacía siglos. En los últimos tiempos, habían insistido en la
necesidad de recibir ayuda tecnológica, especialmente en lo que a la
producción de alimentos se refería. La superpoblación de su planeta les
había conducido a una serie de graves problemas, especialmente en la
zona oriental, donde las lluvias eran muy escasas.
El gobierno de Tierra B, había estudiado meticulosamente cómo
podía ayudarles pero, teniendo siempre en cuenta su principio
inalienable de "no-injerencia" en el desarrollo de los demás planetas,
tenía serias dificultades para perfilar una ayuda efectiva sin alterar el
ritmo "prefijado" para cada ente del Cosmos.
Resultaba muy difícil explicar, a los desesperados gobernantes de
aquel pobre planeta desconocedores de las leyes inmutables que
regían los universos, lo infructuoso de toda medida dado el deterioro
actual de su medio: ingentes cantidades de basura, bolsas de pobreza,
conflictos raciales y religiosos, contaminación.
La única ayuda posible, consistía en poner a disposición de los
gobernantes de aquel planeta, en su fase final de auto destrucción,
alguna tecnología para la producción de alimentos. Era lo único que los
gobernantes de Tierra B podían hacer sin quebrantar las leyes cósmicas
que tan bien conocían y cuya estricta observancia les había permitido
llegar al grado de desarrollo "no agresivo" en que se encontraban.
Después de una breve reunión del gobierno con los recién
llegados, la única ayuda que les prestaría Tierra B estaría limitada a
moderna tecnología para el cultivo de alimentos ¡Ninguna otra era
posible!
El cohete, dejando una espesa nube tras de si, despegó…
Alexandrov curioso por aquellas, para él, extrañas relaciones entre
dos planetas tan dispares, no pudo evitar el preguntar a uno de los
ingenieros:
- ¿Tiene Tierra "B" relaciones habituales con más planetas? - el
ingeniero, con la mayor naturalidad contestó - Sí. Mantenemos
excelentes relaciones con bastantes planetas iguales al nuestro o como
usted diría "Tierras". Nosotros les llamamos clónicos en distintas fases.
- Pero, perdone por la insistencia, ¿Cómo es posible que los que
están más atrasados no entablen una guerra con ustedes para hacerse
con sus conocimientos, superiores en muchos campos?
El ingeniero sonrió abiertamente:
- No sería posible. Si bien nosotros no practicamos la violencia por
principio, todos ellos saben que bastaría un par de minutos para
eliminarles. Tenemos un arma que todos temen y cuya potencia
destructiva nunca ha sido puesta en práctica: ¡ La mente !
- ¿La mente? - exclamó Alexandrov confuso ¿Cómo es posible?
Aún siendo científico y creyendo que el ser humano es capaz de casi
todo, me cuesta trabajo creer semejante cosa.
- Si, la mente - contestó el ingeniero mirándole sonriente - ¿Cómo
cree usted que movemos nuestros vehículos a velocidades ultrasónicas
o podemos llegar a los límites de los universos en apenas unas horas?
Aquí no existe otra energía que no sea la generada por la mente, bien
sea individual o colectivamente. Si individualmente podemos mover
nuestros vehículos a velocidades para usted inimaginables, piense en lo
que podría la mente de un colectivo como el nuestro. Estas son nuestras
armas secretas, Dr. Alexandrov. Las más temidas por todos nuestros
vecinos.
Alexandrov, después de aquella explicación, empezó a ver claras
las razones de aquel desarrollo distinto a todo lo imaginable; capaz de
aquellas proezas técnicas y de una ética que les aglutinaba a todos en
la diversidad.
Al día siguiente, el que parecía ser el portavoz de la máxima
autoridad del planeta, le llamó para charlar con él. Alexandrov,
sentado cómodamente ante la mesa de trabajo de aquel hombre
mayor de nobles rasgos, esperaba lo que quería decirle.
- Dr. Alexandrov - comenzó con voz pausada - desde que usted se
encuentra entre nosotros, ha podido comprobar muchos de nuestros
logros y, también, intuir el verdadero desarrollo de nuestra sociedad. Lo
que en las demás Tierras hoy parece utópico, como ha podido ver, es
posible. Todo depende de que el ser humano despierte a la necesidad
de cambiar, antes de llegar a una cierta fase irreversible. Nosotros nos
dimos cuenta a tiempo y los resultados son evidentes.
Alexandrov, comprendiendo perfectamente lo dicho por el
hombre mayor preguntó:
- ¿En que edad de su planeta se dieron ustedes cuenta de la
necesidad de cambio de "rumbo"?
El portavoz sonrió y dijo:
- Hace aproximadamente cuatro millones de años.
Alexandrov, admirado y con ojos de incredulidad, exclamó:
- ¡Cuatro millones de años! Ese es el espacio de tiempo que en la
tierra tomamos como punto de partida para la aparición de los primeros
homínidos sobre el planeta.
- Efectivamente - asintió el portavoz - En esa fecha tan lejana, los
habitantes de este planeta, quizá debido a la explosión de una estrella
cercana a nuestra galaxia, sufrieron un extraño y acelerado desarrollo
de su inteligencia. Este desarrollo prematuro, parece haberles
concedido una extraordinaria capacidad de previsión (llámele visión de
futuro si lo desea).
- A partir de aquel momento – siguió el portavoz - todas las
decisiones tomadas por nuestra humanidad, lo fueron en base a las
leyes cósmicas y nunca dictadas por el egoísmo o la visceralidad. En
nuestro planeta no conocemos ni una sola guerra y nuestra historia
solamente refleja sensatez y progreso sin agredir nunca al medio en que
nacimos y nos movemos.
- Realmente increíble - contestó Alexandrov.
- En realidad Dr. Alexandrov - siguió con sus explicaciones el
portavoz - no le he llamado para contarle nuestra historia, sino para
ponerle al corriente de ciertos hechos que le interesarán, sin duda
alguna. El Dr. Nikotibof, se encuentra en un pequeño país de Centro
América, en el lugar que usted pudo ver en nuestro "visionador
espacial". Su proyecto en la frontera con China fue llevado a feliz
término y, actualmente, se encuentra en ese remoto lugar para evitar
que sus descubrimientos caigan en manos de cualquiera de las
potencias interesadas en utilizarlo.
Observó la reacción de Alexandrov y continuó:
- Seguramente usted se preguntará cómo es posible que a años luz
de distancia conozcamos todo lo que sucede en su planeta. En estos
momentos, por una cuestión de discreción, no podemos revelarle más.
En breve tendrá la oportunidad de hablar directamente con el Dr.
Nikotibof.
Alexandrov no salía de su asombro "¿Cómo era posible?" "¿Cómo
podían estar informados de todo?" Conocían el proyecto, el lugar
donde estaba Nikotibof y, seguramente, muchos más detalles. "¿Cómo
podrían establecer la comunicación a semejante distancia?" "¡Era
realmente increíble!"
El portavoz le despidió amablemente diciéndole que sería avisado
para la conversación con Nikotibof. Mientras tanto, era libre de observar
todo lo que quisiese y desplazarse por el planeta, como hasta ahora lo
había hecho.
Nikotibof, como científico curioso, seguía intrigado por el
movimiento de aquella antena parabólica. Preguntó al jardinero sobre
la instalación de la misma pero el hombre sabía tanto como él. Cuando
le contrataron, la antena ya estaba instalada en el lugar actual. Ahora
que Nikotibof se lo había dicho, también se daba cuenta que giraba
sobre sí misma y, a menudo, se orientaba hacia el cielo, quedando
inmóvil en una determinada posición azimutal.
Sabían que la recepción de señales de televisión, en aquella zona,
solamente era posible vía satélite pero, lo extraño era el movimiento
circular y, al mismo tiempo, azimutal de la antena. Para la recepción de
las señales de televisión no eran necesarios aquellos movimientos puesto
que la transmisión se realizaba en una posición geoestacionaria del
satélite.
Curioso, Nikotibof estuvo pensando sobre aquel asunto durante
unos días. No había encontrado ningún mecanismo extraño, no
conocía la razón de aquellos movimientos de la antena y, además,
tenía la extraña sensación de estar siendo vigilado desde algún lugar.
Sobre las 17,00 horas, en la zona del Yucatán en que se
encontraba Nikotibof, el Dr. Alexandrov fue citado por uno de los
ingenieros del centro de comunicaciones. Una vez allí, fue informado
sobre el establecimiento de una comunicación bilateral.
Nikotibof y el jardinero estaban sentados delante del televisor. Una
de las cadenas americanas estaba informando de los esfuerzos de los
americanos y rusos para poder ensamblar la estación orbital
internacional. Esta estación estaría situada en una órbita a unos 500 -
600 kilómetros de la Tierra y serviría como laboratorio para los distintos
experimentos de tipo biológico y médico que ambas potencias querían
llevar a cabo en una atmósfera de ingravidez y con una mayor
exposición a los rayos cósmicos.
Ambos científicos, interesados en todo lo concerniente a la carrera
espacial, estaban atentos a la pantalla. Nikotibof lo estaba mucho más
pues, lamentablemente, su inglés no era demasiado bueno.
El rostro de Alexandrov se superpuso a las imágenes de los
informativos. Nikotibof, confuso y sin saber que pasaba, observó
extrañado la imagen de su colega y escuchó su voz:
- Niko, supongo que me estarás viendo como yo a ti. La visión es
perfecta, como si estuviésemos uno frente al otro. ¿Cómo estás?
Nikotibof, sin salir aún de su asombro, contestó nervioso:
- ¿Cómo es posible? ¿Dónde estás amigo mío?
- Aún en Tierra B, donde me dejaste. Sé que no estoy soñando,
amigo mío, pero me sigue pareciendo increíble el poder verte y hablar
contigo a semejante distancia.
La imagen de la antena parabólica en el tejado acudió a la mente
de Nikotibof.
- Sé, por las informaciones que me han proporcionado aquí -
continuó Alexandrov - que terminaste el proyecto en la frontera con
China y ahora te encuentras en un pequeño país de Latinoamérica.
Cuéntame algo más, amigo mío ¿Cómo estás?
- Ya veo que estás muy bien informado. Terminé las investigaciones
del acelerador de "bolsillo" y estoy aquí para evitar que caiga en manos
inadecuadas. La organización que nos proporcionó los medios para
nuestros experimentos, cuyos fines sabes son plenamente coincidentes
con los nuestros, ha creído conveniente enviarme aquí.
- ¿Cuándo podré verte? ¿Cuándo podremos estar juntos de nuevo,
amigo mío? - se agolpaban las preguntas de Alexandrov - Aquí, durante
el tiempo que llevo, no he hecho más que descubrir cosas increíbles y
que supondrían la salvación de nuestro planeta si pudiesen ser
implantadas en él. No he dejado de soñar una Tierra con el grado de
desarrollo que aquí existe.
- Lo sé - respondió Nikotibof - Tus ideales sabes que son los míos
pero, lamentablemente, nuestro planeta está en una fase de deterioro
demasiado avanzada. Hay demasiados intereses en juego; demasiadas
ambiciones. Nos hemos olvidado de la importancia de la ética, de la
humanidad como ente sensible a toda ruptura con las leyes cósmicas
que, ahí en Tierra B, supieron respetar desde hace mucho tiempo.
- Tienes mucha razón, amigo mío - contestó Alexandrov - Quizá sea
demasiado tarde para nuestra civilización; quizá la solución ya no es
posible ¿Cuándo nos veremos en persona?
- La verdad - contestó Nikotibof - deseo que sea pronto. Es muy
posible que en estos próximos días tenga la oportunidad de hablar con
algún miembro de la organización. Deseo ir a ese planeta y regresar
contigo al nuestro. Pienso que, ahora, podríamos trabajar en el
desarrollo de algo mejor para nuestro mundo.
Después de despedirse, la transmisión de la cadena americana
volvió a ocupar la pantalla. Estaban retransmitiendo una reunión de la
ONU en la que se discutía la conveniencia de establecer un Organismo
de Control sobre la emisión de gases a la atmósfera y firmar un
Protocolo ¡Otra llamada más a la cordura!
Algunas de las grandes potencias, temerosas de que aquellas
medidas frenasen su actual desarrollo industrial, manifestaron muy
pronto su rechazo a la firma del Protocolo.
En una ciudad de Europa y en el edificio de una de las
Organizaciones de la ONU, un grupo de personas estaba reunido. Eran
los miembros de aquella organización que había contactado con
Nikotibof y que le había proporcionado medios y escondite. Sobre la
gran mesa, estaba aquella curiosa bandera con una constelación y la
leyenda ya conocida: "SEMPER VERITAS"
Uno de los presentes, quizá el mayor, se dirigió a los demás con
tono grave:
- Como podéis ver, estamos llegando al final de las posibilidades de
reconducir el desarrollo de este planeta. Si las grandes potencias no se
involucran en reducir o eliminar la emisión de gases a la atmósfera, en
unos pocos cientos de años, esta Tierra será inhabitable para el ser
humano y todos sus recursos estarán envenenados.
Otro tomó la palabra:
- En efecto, nada indica que los países que más contaminan estén
dispuestos a renunciar a su actual grado de desarrollo o que pretendan
cambiar su modelo. Más bien parece que los gobiernos estén
empeñados en continuar explotando las fuentes de energía
contaminantes o peligrosas como el petróleo, el gas o la atómica, en
lugar de investigar y potenciar fuentes alternativas no dañinas.
Una mujer, de aspecto juvenil y rasgos orientales, incidió en lo
mismo:
- Hemos intentado, por todos los medios a nuestro alcance, que los
gobiernos se concienciasen del inminente peligro. Todo sin resultado.
¿Qué podemos hacer ahora?
El que parecía presidir la reunión, después de mirar a todos los
presentes, resumió la situación:
- Hemos, como bien se ha dicho, intentado todo lo que estaba a
nuestro alcance y hasta donde nos está permitido hacerlo. No hemos
revelado las soluciones, sino dado ideas para que los habitantes de este
planeta despierten y vean el peligro real a corto plazo ¡Todo sin éxito!
Todo parece indicar, amigos míos, que este planeta ha llegado a la fase
de auto destrucción que tantos otros alcanzaron ya en el universo por
nosotros conocido.
El asistente que parecía ser el mayor en edad, continuó:
- La pregunta, ya conocida por otros casos semejantes en la misma
fase de desarrollo negativo, es la siguiente: ¿Hemos de abandonarles ya
a su suerte o, por el contrario, debemos seguir insistiendo durante un
tiempo? De vuestra respuesta dependerá. Os ruego una votación a
mano alzada.
De los siete presentes, incluido el presidente de la mesa, seis
votaron a favor de insistir durante un tiempo, mientras uno de ellos se
abstuvo.
- La votación es clara - dijo el presidente - seguiremos insistiendo
por todos los medios a nuestro alcance, en concienciar a los gobiernos
y a las gentes de este planeta de la inminente necesidad de cambiar su
modelo de desarrollo. El plazo de tiempo que nos damos, si todos
estamos de acuerdo, será de tres años terrestres.
Los asistentes estuvieron de acuerdo con la propuesta y, después
de charlar de otros asuntos, se retiraron de manera discreta.
El Dr. Ivanov, antiguo dirigente científico del Centro Espacial de
Baikonur, ahora en Cabo cañaveral colaborando con el equipo
multidisciplinario ruso-americano, explicaba a sus colegas lo logrado
siguiendo las pautas de lo conocido sobre los descubrimientos de
Nikotibof:
- Hemos llegado a un callejón sin salida. Los resultados de los
experimentos realizados hasta ahora, nos indican la imposibilidad de
realizar el viaje hasta "la puerta" y regresar a la Tierra. Sí, ya sé que este
viaje ha sido realizado por Nikotibof pero, a pesar de todo, nada de lo
logrado por nosotros en el laboratorio nos indica que sea "posible". Está
claro que nos faltan ciertos datos importantes que, sin lugar a dudas,
son la clave del descubrimiento de nuestro colega.
Uno de los científicos americanos, apuntó:
- Si Nikotibof, con los medios de que disponía, pudo lograrlo,
nosotros con muchos más deberíamos también poder hacerlo. Afirmo,
con el Dr. Ivanov, que existen ciertos parámetros que desconocemos y
de los cuales Nikotibof tenía noticia hace ya bastantes años ¿Cuáles
podrán ser?
Continuaron discutiendo durante un par de horas más, analizando
todo lo que sabían del proceso y enunciando hipótesis sobre lo que
podría ser necesario para lograr los tan esperados resultados.
Alexandrov, a pesar de encontrarse bien en Tierra B, comenzaba a
sentir cierta añoranza. Necesitaba volver a ver los lugares conocidos; a
respirar el aire contaminado de las grandes ciudades; a sentir el ruido
de sus calles "¿Cuándo podré volver?"
Como leyendo su pensamiento, uno de los representantes en el
Consejo de Gobierno de Tierra B, le llamó aquella tarde para charlar
con él.
- Dr. Alexandrov, conocemos sus deseos de volver a su planeta. Es
comprensible que después de tanto tiempo aquí, sienta lo que los
humanos conocemos como añoranza. ¿Cuándo quiere marcharse?
Nosotros estamos en condiciones de situarlo en el lugar donde está el
Dr. Nikotibof actualmente, en cuanto usted nos lo indique.
Alexandrov, admirado por aquella sorprendente "lectura" de su
pensamiento, quedó unos momentos sin saber que responder. Después
de unos minutos de silencio lo hizo:
- Realmente, sigo estando admirado de muchas cosas de ustedes
que nunca comprenderé del todo ¿Cómo es posible que puedan
situarme en la Tierra, sin contar con el equipo necesario para ello? Yo no
he visto ningún tipo de acelerador de partículas por aquí, ni algo que se
parezca a un sistema de transporte interplanetario.
El representante del Consejo sonreía abiertamente:
- ¿Cree usted realmente que somos incapaces de situarle en
cualquier punto del universo? ¿No ha visto suficientes e increíbles cosas
aquí para comprender que nuestra "tecnología" nos permite hacerlo?
Hemos viajado por ambos universos desde hace milenios. Hemos ido y
vuelto hasta lugares insospechados por ustedes los habitantes de la
Tierra.
Alexandrov tuvo que reconocer que su incredulidad se debía a la
incapacidad de asimilar los logros de aquella civilización tan distinta a la
suya. Sin pensarlo mucho más dijo:
- Estoy dispuesto a efectuar el viaje cuando ustedes quieran.
- Muy bien - respondió el representante del Consejo - Mañana
mismo, sobre las 17,00 horas de la zona central de América, será usted
"enviado" hasta el lugar donde se encuentra el Dr. Nikotibof. Prepárese,
despídase de sus amistades aquí y pronto estará charlando con su
colega en la Tierra. Sabemos que tanto usted como él querrán visitarnos
en otras ocasiones. Siempre serán bien recibidos.
Mientras él permanecía en una especie de cápsula, uno de los
ingenieros introducía las coordenadas en una de las consolas. Todo el
instrumental parecía de lo más simple. Resultaba increíble pensar que,
con aquellos instrumentos, pudiesen "transportarle" a otro planeta a
muchos años luz.
Sintió como una ligera sacudida en todo su cuerpo y, casi de
manera instantánea, se encontró en un lugar conocido del espacio. Sin
duda estaba en la que conocían como "puerta". Los colores y la
sensación de falta de peso en su cuerpo, así parecían indicarlo. De
nuevo sintió una especie de ingravidez y perdió por unos segundos la
noción de sí mismo. Cuando la recuperó, estaba rodeado de una
vegetación verde esmeralda ya antes vista. Ante él, una casa de
madera. En el porche, charlando con otro hombre, estaba su amigo
Nikotibof que aun no le había visto.
Cuando Nikotibof levantó la cabeza, como intuyendo la presencia
de alguien en el jardín, quedó mudo de asombro. Alexandrov, vacilante
aun en su caminar, después de aquella travesía espacial cuya duración
real desconocía, estaba ante él con los brazos abiertos y una franca
sonrisa.
Nikotibof, con los ojos abiertos y dudando aún de lo que veía, se
levantó y salió corriendo al encuentro de de viejo amigo.
SÉPTIMA ESTRELLA
"La ciencia occidental sólo ha logrado avanzar de lo simple a lo complejo
a través de lo inútil" (Marco Crivellaro, pensador y escritor)
La firma del Protocolo auspiciado por la ONU, para la reducción de
la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, había resultado un
verdadero fracaso. A pesar de la aceptación por parte de la mayoría
de países miembros del Organismo Internacional, tres de los más
desarrollados se habían negado en redondo a la firma del mismo.
De nada serviría la buena voluntad de los demás, puesto que
solamente los tres países de la Tierra que se negaban a firmar
contaminaban un 85% del total. En aras de un desarrollo condenado al
fracaso, se negaban a ver la espantosa realidad que, de manera
inexorable, haría de nuestro planeta un lugar inhabitable en un futuro no
muy lejano.
Cuatro de los ponentes de las medidas reductoras y miembros
destacados de una Organización de la ONU, pertenecían a la
Organización Secreta que apoyaba el proyecto de Nikotibof. Todos
ellos, se sintieron impotentes e incapaces de hacer algo más por evitar
la catástrofe que sabían se produciría.
La Tierra estaba ya rodeada de una especie de halo gris oscuro,
visible desde la estación espacial que orbitaba a 500 kilómetros de
altura. El planeta, con cuatro o cinco grados de temperatura de más en
los polos, pronto sufriría las consecuencias de aquel modelo de
desarrollo insostenible. La vuelta atrás, cada día que pasaba, resultaba
más difícil.
Desde la última reunión mantenida en una ciudad europea, había
transcurrido ya casi un año. Sus esperanzas de que los gobiernos de las
grandes potencias reconociesen el daño que estaban infringiendo al
planeta y tomasen las oportunas medidas, eran cada vez más escasas.
En Tierra B, los miembros del Consejo de Gobierno sentados
alrededor de la gran mesa oval, después de haber visto en directo
aquel debate de la ONU en el planeta gemelo, estaban consternados.
Conocían muy bien las terribles consecuencias de aquella falta de
responsabilidad por parte de los gobernantes de las grandes potencias.
Ya conocían otras "Tierras" que, después de un similar y catastrófico
desarrollo, vagaban ahora por el universo sin vida alguna y cuya sola
visión estremecía a cualquiera. Eran planetas inhabitables que, sobre su
superficie antaño verde y con grandes corrientes de agua, mostraban
una gruesa costra de fango seco y maloliente. Ese y no otro, sería el
destino del hasta ahora llamado "planeta azul" por sus habitantes.
Nikotibof, abrazando fuertemente a su colega le preguntaba:
- ¿Cómo es posible? ¿Cómo has podido llegar hasta aquí?
Alexandrov, contento al verlo de nuevo y después de saludar al
hombre que estaba con Nikotibof, le contó lo sucedido con todo
detalle; lo visto durante su larga estancia en Tierra B; las maravillas que
había podido descubrir sobre el planeta y sus habitantes. Nikotibof, si
bien había estado algún tiempo en Tierra B, nunca estuvo tanto tiempo
como él. También estaba asombrado de lo que escuchaba.
Conversando sobre todas las novedades, tanto en el planeta B como
las que tenía que contarle Nikotibof, pasaron el tiempo de la cena y
varias horas más hasta la madrugada cuando ya cansados se retiraron
a descansar.
En Cabo Cañaveral, el grupo ruso-americano de científicos había
avanzado algo más en el experimento "Nikotibof". En los últimos meses
los avances les habían permitido llegar a algunas conclusiones más
cercanas a la puesta en práctica de los experimentos del científico ruso.
Los cambios moleculares que se producían en la "puerta", les eran un
poco más conocidos.
Ahora sabían, a ciencia cierta, que era necesario un instrumento
para una vez en el punto que ellos llamaban "0" y que Nikotibof,
acertadamente, había bautizado como "la puerta", poder dirigirse a
cualquier punto del espacio y regresar a la Tierra.
¿Cómo encontrar la solución? Sin confesarlo, todos en su fuero
interno, sabían que sin el concurso del investigador ruso, nunca sería
posible conocer todo el proceso para poder realizar el viaje de ida y
vuelta.
Lo pensaban pero no se atrevían a manifestarlo de manera clara a
sus respectivos gobiernos. Su orgullo de científicos de renombre mundial,
les impedía reconocer su fracaso. Se limitaban a intentar rehacer el
proceso seguido por Nikotibof a base de los retazos de su teoría
encontrados en su quemado laboratorio y los relatos, poco
clarificadores, de los astronautas que habían realizado los dos viajes con
él más allá de la "puerta"
Nikotibof, ahora en compañía de su querido colega Alexandrov,
seguía instalando los aparatos en el sótano. Poco a poco, el lugar iba
tomando el aspecto de un pequeño pero bien dotado laboratorio. Una
vez logrado el viaje espacial casi perfecto, sin necesidad de cohetes y
demás artilugios pesados y costosos, su empeño se centraba ahora en
disponer de más datos sobre lo que realmente sucedía al traspasar la
"puerta" y sus posteriores consecuencias para el ser humano. Hasta
ahora, dado el poco tiempo transcurrido desde el primer viaje, no había
sido aún posible estudiar con detenimiento este asunto y los fenómenos
a él asociados.
En esta tarea de investigación, ahora podría contar con la
inestimable ayuda de su colega Alexandrov, todo un experto en física y
biología y también con la del jardinero científico.
En Tierra B, poco después de la marcha de Alexandrov, estaban
preparando el envío de una delegación de científicos al planeta de su
Sistema Solar que les había solicitado ayuda. El grupo expedicionario
llevaría con él semillas y algunas plantas. El viaje no tenía mayor
problema y se realizaría en apenas unos minutos. No era la primera vez
que viajaban a aquel planeta.
Durante miles de años, y de manera periódica, un grupo similar
había realizado ya el mismo viaje y con los mismos fines. A pesar de ello,
los distintos modelos de desarrollo que habían implantado los gobiernos,
nunca fueron los sugeridos por los habitantes de Tierra B, sino los que los
intereses industriales impusieron. Ahora, casi en la última fase de
deterioro, los gobernantes de aquel planeta con una enorme nube
contaminante rodeándolo en su ecuador, pedían ayuda de nuevo. Los
habitantes de Tierra B lo intentarían por última vez.
Los expedicionarios, después de colocarse en la plataforma, fueron
desapareciendo lentamente de la vista de los ingenieros que
manejaban los mandos de aquel extraño aparato.
Pronto se encontraron en la "puerta" (lugar intermedio obligado
para cualquier viaje de aquel tipo por su espacio). Desde allí, después
de introducidas las coordenadas, tardaron apenas cinco minutos en
encontrarse en la sala de reuniones del gobierno del planeta en crisis.
- ¡Bienvenidos, amigos! - el que así hablaba, un hombre de raza
negra de aproximadamente 50 años, parecía presidir el gobierno del
planeta - Ya conocéis los problemas que tenemos y las enormes
dificultades de todo tipo por las que estamos pasando. En los últimos
meses, el índice de mortalidad por problemas respiratorios, se ha
elevado enormemente, especialmente entre la población infantil y los
mayores de 60 años. Esperamos vuestros consejos y ayuda.
El que parecía ser el portavoz de los expedicionarios de Tierra B,
después de sentarse, con tono mesurado pero firme dijo:
- Hace siglos que venimos advirtiendo de lo problemático de
vuestros sucesivos modelos de desarrollo. La explotación masiva de los
recursos naturales y la utilización de hidrocarburos como fuente de
energía, ha creado tal contaminación que resulta muy difícil paliar el
daño causado a este planeta.
- ¿Qué podemos hacer? - preguntó uno de los reunidos con visible
angustia.
El portavoz de la expedición, siguiendo con su tono firme, contestó:
- Las medidas deben ser inmediatas y en todo el planeta. Vista la
situación de vuestra atmósfera, no pueden tomarse medidas a corto o
medio plazo, sino inmediatas. Hemos traído semillas de crecimiento muy
rápido para sembrar en las selvas esquilmadas y en las cercanías de las
ciudades. Por otra parte, a partir de ahora, tendréis que paralizar todos
los vehículos e industrias que utilizan energía basada en el consumo de
hidrocarburos, carbón o gas. Nosotros os ayudaremos en la creación de
energías alternativas no contaminantes, para utilizar de inmediato.
- Las medidas afectarán a nuestra industria, en tanto las
alternativas no empiecen a funcionar - señaló uno de los reunidos.
El portavoz de los expedicionarios, parecía visiblemente irritado:
- ¿Desea vuestro gobierno solucionar, de una vez por todas, los
problemas o van a seguir predominando los intereses de tipo
económico? Sabemos que las medidas serán hasta cierto punto
traumáticas pero, deben comprender todos los habitantes de este
planeta que se trata de su última oportunidad para poder seguir
viviendo en él.
El gobierno, a través de los medios de comunicación, hizo saber a
la población las medidas que se implantarían de inmediato y, también,
las consecuencias de no hacerlo.
Los tres, Nikotibof, Alexandrov y el jardinero, se encontraban en el
laboratorio instalado bajo la pequeña casa de madera. Las muestras de
sangre y orina de los dos científicos rusos, servirían para iniciar el estudio
de los posibles cambios originados en los astronautas al pasar la
"puerta". Ellos, que habían viajado a través de ella varias veces, eran los
perfectos "conejillos de Indias" para realizar los primeros experimentos.
El nivel de hemoglobina, era mucho más alto de lo normal, casi el
doble en ambas muestras. Los anticuerpos también habían aumentado
de manera proporcional. El análisis de minerales y vitaminas en sangre,
sorprendentemente, daba niveles excelentes. Las conclusiones, después
de comparar los análisis con los que se habían hecho unos meses antes
del primer viaje, indicaban bien a las claras, una mejor salud.
Al contrario de lo que sucedía con los astronautas que habían ido
hasta la Luna o a la estación internacional que orbitaba alrededor de la
Tierra, cuyos parámetros médicos eran muy deficientes después de
permanecer unos días en el espacio, ellos parecían haber rejuvenecido
a su paso por la "puerta".
Algo así habían pensado cuando estuvieron en Tierra B, puesto que
las personas consideradas "mayores" en aquel planeta, seguían
desarrollando actividades hasta edades muy avanzadas y con una
salud exenta de los típicos achaques de sus homólogos de la Tierra
¿Cuál era la razón o razones de semejante fenómeno? No cabe duda
que la atmósfera nunca contaminada de aquel planeta tendría un
importante papel pero, además, el 98% de la población de Tierra B,
había viajado alguna vez más allá de la "puerta" para visitar otros
planetas, utilizados como reserva de alimentos o como simple lugar de
turismo planetario.
Todo parecía indicar, después de calibrar aquellos resultados, que
el paso por la "puerta" ejercía una beneficiosa influencia en los seres
que la cruzaban en uno u otro sentido. Ambos científicos rusos, estaban
muy interesados en conocer las razones de tal influencia benéfica del
paso por aquel lugar, en la salud de los viajeros espaciales.
El grupo de científicos ruso-americano tenía ante él la
comunicación conjunta de ambos gobiernos, en términos escuetos y
claros: "Debido a no haber obtenido resultados satisfactorios en la
investigación sobre la "puerta", y después de casi un año de trabajo,
nuestros gobiernos consideran que el Grupo de Trabajo conjunto debe
disolverse, hasta nuevo aviso"
Todos se miraron con la impotencia de no poder alegar nada en
contra de aquella decisión. En realidad el comunicado reflejaba la
verdad. Durante todo el tiempo que se dedicaron a buscar, siguiendo
los indicios que tenían sobre el experimento de Nikotibof, no habían
logrado salir de aquel atolladero. Tenían que reconocer, de una vez por
todas, que sin la contribución del científico ruso, nunca sería posible ir
más allá.
Ellos, independientemente de la decisión de sus gobiernos ya se
habían declarado, en su fuero interno, incapaces de alcanzar los
objetivos trazados hacía mucho tiempo.
Tanto los EE.UU. como la Unión Soviética, estaban desviando
muchos de los recursos de la antigua carrera espacial al lanzamiento de
ingenios automáticos que exploraran Marte y las erupciones solares. El
enviar seres humanos más allá de la Estación Internacional, orbitando a
500 kilómetros de la Tierra, había pasado a un segundo plano en sus
intereses.
La ultima sonda enviada a Marte, la "MERCATOR I", en órbita
ecuatorial alrededor del planeta, estaba enviando datos muy
interesantes sobre la composición del terreno, indicios de agua helada y
curiosas fotografías de sus enigmáticos canales. El próximo paso, aun
distante en el tiempo, seguramente sería enviar una misión tripulada al
planeta rojo.
Muchos de los científicos de la antigua Unión Soviética, habían sido
captados por la Agencia Espacial Europea. Esta Agencia, antaño
pequeña criatura de la investigación espacial empezaba a ser
importante, tanto por sus proyectos como por la dotación económica
que los miembros de la Unión habían dedicado a ella.
Mientras, en los EE.UU., todos los esfuerzos estaban volcados en la
exploración de Marte, en un lugar perdido de la selva del Yucatán,
Nikotibof, Alexandrov y el Jardinero, se dedicaban a sus experimentos
sobre las "mutaciones" o cambios sustanciales detectados en los seres
que habían pasado la "puerta".
Después de haber hecho realidad el poder viajar a cualquier punto
de los universos, con la ayuda de los instrumentos contenidos en el
pequeño maletín, dedicaban todos sus esfuerzos a descubrir y
catalogar los, a todas luces, beneficiosos resultados que el singular viaje
a su paso por la frontera espacial que Nikotibof había bautizado como
"La Puerta", proporcionaba.
Todo lo descubierto hasta la fecha, como resultado de los
exhaustivos análisis realizados tanto en sangre y orina, así como en la
medición de otros parámetros biológicos vitales, indicaba muy
claramente una "cuenta" atrás en los relojes biológicos de ambos. Era
como si el tiempo hubiese retrocedido, después de haber pasado la
"puerta". Los resultados eran la confirmación de la teoría, hasta ahora sin
posibilidad de comprobación empírica, que ya en los inicios del siglo XX
había enunciado Einstein.
El paso por la "puerta", probablemente en conjunción con el viaje a
cuatro veces la velocidad de la luz, había hecho posible el hallazgo de
una especie de "Fuente de la Eterna Juventud". Habían vuelto más
jóvenes y sanos, sin duda alguna. Era como ver realizado el eterno
sueño que tantos habían buscado durante la historia de la humanidad,
en distintos lugares de la Tierra y que, en realidad ¡se encontraba fuera
de ella!
El planeta, después de apenas un año de haber emprendido el
plan de "saneamiento" propuesto por la delegación de Tierra B, estaba
cambiando su fisonomía a buen ritmo. Los bosques volvían a estar
poblados por millones de árboles que limpiaban la atmósfera de los
gases contaminantes; las ciudades, antaño llenas de polución, se
habían vuelto de nuevo espacios habitables y, lo más importante, las
enfermedades de tipo alérgico y respiratorio habían decrecido de
manera espectacular.
El Gobierno del planeta, durante aquel espacio de apenas un año,
había tenido que vencer grandes resistencias a la implantación del
plan. Las grandes industrias y las compañías que explotaban las distintas
fuentes de energía tradicional, lo habían intentado todo para boicotear
la puesta en marcha de aquellas medidas. Afortunadamente, la
mayoría de los habitantes del planeta, estaban cada día más
mentalizados y convencidos de la necesidad de aquel cambio, incluso
de costumbres y usos ya milenarios, en el consumo de hidrocarburos.
El gobierno de Tierra B, a pesar de los avances logrados, no tenía
excesiva confianza en que las medidas se perpetuasen. Sabían, por su
experiencia en otros planetas, que al final casi siempre triunfaban los
intereses de las grandes compañías. El beneficio era el único Dios que
conocían. El futuro a medio o largo plazo no entraba nunca en sus
estúpidos planes de "desarrollo" y, al final, los gobiernos acabarían
siendo puestos o depuestos por los distintos grupos de presión. Los
ciudadanos, sin apenas darse cuenta, volverían a sufrir extrañas
enfermedades; alergias incurables y la desaparición de millones de
hectáreas de la protectora vegetación que ahora cubría ya gran parte
de lo que fueran superficies desérticas e improductivas.
El problema, en todos los planetas con un nivel de desarrollo similar,
estaba en los sistemas políticos en ellos implantados.
Lo que calificaban como "democracia", no era otra cosa que la
regular alternancia entre dos o tres partidos políticos que, a pesar de
ofrecer al pueblo diversos programas, buscaban exactamente lo mismo:
¡perpetuarse en el poder! Todas las promesas electorales eran olvidadas
al día siguiente de las elecciones.
La sociedad de Tierra B, desde su privilegiado status en aquella
galaxia, y con una verdadera democracia del pueblo y para el pueblo
instaurada hacía milenios, sufría por los planetas gemelos que sabía
estaban condenados a una muerte segura pero, a pesar de ello,
también sabía que el destino de los mismos no estaba en sus manos;
sino en las de ellos mismos.
A pesar de los muchos intentos y ayudas, los sucesivos gobiernos de
Tierra B, seguían la tradicional e inamovible doctrina de no injerencia en
la marcha del Cosmos y, este comportamiento elevado a regla de oro
durante milenios, podía parecer incluso cruel en su persistencia
No podían ni querían erigirse en gendarmes o guardianes de los
demás planetas y seguían pensando que lo único que podían hacer era
intentar persuadirles de la bondad de planes de desarrollo basados en
otros conceptos totalmente distintos a los adoptados hasta ahora.
Nikotibof, acompañado por Alexandrov, continuaba con sus
experimentos sobre los efectos benéficos de la "puerta". Lejos de la
civilización pero en continuo contacto con todo lo que en ella sucedía,
estaban al tanto de la suspensión de los experimentos en Cabo
Cañaveral y de las distintas naves que se habían lanzado para explorar
Marte. En el fondo, pensaban, se habían dado por vencidos al no ser
capaces de encontrar la "clave" para pasar la "puerta" ¡Solamente ellos
estaban en posesión del secreto! Incluso sus "benefactores", los
miembros de aquella secreta organización que les apoyaba
económicamente en sus proyectos, desconocían algunos puntos
esenciales del proyecto "puerta". Por seguridad, algunos de los pasos
seguidos estaban solamente en la cabeza de Nikotibof y, ahora, los
guardaría también su amigo y colega Alexandrov.
El gobierno de Tierra B, a la vista de las múltiples llamadas de
muchos de los planetas habitados de su galaxia solicitando ayuda para
paliar los efectos de modelos de desarrollo contaminantes, después de
celebrar una sesión con la presencia de todos los representantes de los
distintos distritos en que se dividía políticamente el planeta, decidió
enviar un mensaje a todos los peticionarios de ayuda, en los siguientes
términos:
"A todos los habitantes de los distintos planetas de nuestra galaxia:
Nosotros, los representantes del gobierno de Tierra B, ante las repetidas
peticiones de ayuda para subsanar los daños ocasionados por vuestros
modelos de desarrollo y a la vista de los repetidos avisos que durante los
500 últimos años hemos hecho sobre la necesidad de vivir en plena
armonía con el medio, hemos decidido que nuestra actuación futura
esté basada en los siguientes puntos:
• Por ningún concepto, incluso el humanitario, nos inmiscuiremos en
vuestras políticas internas.
• Es obligación, de los distintos gobiernos por vosotros libremente
elegidos, velar por una decidida política de desarrollo que salvaguarde
la naturaleza y deje de contaminar mares, ríos y bosques.
• De la toma de decisiones correctas, ahora necesariamente
traumáticas, dependerá el que vuestras civilizaciones se salven o
perezcan a medio plazo.
• De nada vale el desarrollo actual, basado en industrias altamente
productivas pero contaminantes, si en breve plazo vuestros mundos se
convierten en inhabitables.
• Nosotros, como pueblo convencido de la bondad de nuestro
modelo de desarrollo, estamos dispuestos a poner en manos de vuestros
gobiernos las necesarias recomendaciones e instrumentos de
formación. Solamente de ellos y de vuestra vigilancia, dependerá el
futuro.
A pesar de nuestras repetidas advertencias, la mayoría de los
planetas hermanos de esta galaxia, lo mismo que ha sucedido con la
Tierra en el universo gemelo, están rozando el límite de su supervivencia
como género humano, debido a la excesiva explotación de los distintos
recursos y a la combustión indiscriminada de los hidrocarburos.
De vosotros dependerá el futuro que deseéis para vuestros hijos.
Nosotros os hemos advertido siempre de los evidentes peligros.
Todos los gobiernos de los planetas de la galaxia recibieron el
mensaje. Cada unos de ellos, según sus diversos mecanismos políticos,
discutieron el contenido y las medidas que se podían tomar. Como en
anteriores ocasiones de crisis similares, pasaron meses discutiendo las
medidas, presionados por las grandes multinacionales de la energía.
Las primeras imágenes recibidas de una de las sondas enviadas a
Marte, fueron meticulosamente analizadas por lo científicos en Cabo
Cañaveral.
Pocas novedades sobre la topografía del planeta rojo, excepto
unas curiosas y poco claras imágenes de un pequeño objeto en órbita
polar nunca antes visto por telescopios desde la Tierra.
Nikotibof y Alexandrov, desde sus instalaciones en la selva del
Yucatán, recibían de manera nítida aquellas imágenes y, preocupados
como estaban por todo lo referente a la carrera espacial y sus diversos
pasos, las analizaron también. No encontraron explicación alguna para
ellas y, cuando llegó el momento de comunicarse con sus amigos de
Tierra B (lo hacían de manera periódica por medio de aquel extraño
televisor), les preguntaron si aquello era conocido por ellos. La respuesta
fue escueta pero esclarecedora: desde hacía mucho tiempo, conocían
la existencia de aquel objeto en órbita marciana.
En Cabo Cañaveral, los científicos de la NASA y de la Agencia
Espacial Rusa, examinaban aquellas imágenes sin poder dar crédito a lo
que veían. Ante la duda que aquello suscitaba, se emitieron nuevas
coordenadas a la sonda para que diera una pasada a menos de 500
kilómetros de la superficie del planeta rojo. Las imágenes, ahora con
una mayor definición, confirmaron la primera impresión: se trataba de
un satélite artificial de pequeña envergadura y con una órbita polar
exacta y sin visibles desviaciones.
En un primer momento, los americanos pensaron en los rusos como
autores de aquella puesta en órbita, mientras que los soviéticos
pensaron en los americanos hasta hacía poco tiempo rivales en la
carrera espacial y ahora socios.
Tanto unos como otros, después de conversaciones mantenidas al
más alto nivel, dejaron claro que no era obra suya ¿Quién había puesto
aquel satélite en órbita?
Reunidos en una ciudad de Europa Central, los miembros de la
extraña organización que apoyaba las investigaciones de Nikotibof,
parecían estar bastante preocupados.
El que parecía ser el de mayor autoridad entre ellos tomó la
palabra:
- No habíamos pensado nunca en esta posibilidad pero, ahora,
nuestro satélite esta despertando la curiosidad de unos y otros. La sonda
a Marte, con su extraordinarios equipos de detección y fotográficos ha
descubierto lo que desde hace mucho tiempo permanecía oculto.
Otro de los presentes dijo:
- La función del satélite es muy importante para nuestras
comunicaciones con otros puntos de la galaxia y como observador de
la evolución de ciertos fenómenos en la Tierra. Nos vemos obligados a
tomar una decisión cuanto antes. Las preguntas que se hacen en estos
momento los científicos del programa espacial conjunto, deben quedar
sin respuesta. De lo contrario, podría descubrirse algo que nos interesa
seguir ocultando.
Aquel pequeño satélite, de tecnología muy avanzada, había sido
puesto en órbita de Marte por Tierra B, hacía solamente unos pocos
años. Era el último de una larga serie de catorce que habían estado
vigilando nuestra Galaxia y enviando información sobre la evolución del
planeta Tierra.
Uno de los asistentes, con rostro preocupado, concluyó:
- Hemos de proceder cuanto antes a cambiar el satélite a la órbita
de otro planeta del Sistema Solar pero ¿Cuál? Si lo ponemos en la órbita
de Venus, tendremos demasiados problemas con las interferencias
solares y el calor. Lo menos problemático sería colocarlo en la de Júpiter
pero, para ello, hemos de cambiar ciertos parámetros en los
instrumentos de detección y comunicaciones del satélite. A pesar de
ello, el cambio de órbita no será problema pues, como sabemos, el
satélite se auto propulsa una vez demos las ordenes desde la Tierra.
El que presidía la reunión habló con rostro serio:
- Hemos de hacerlo hoy mismo, aprovechando las órbitas
contrarias de la sonda terrestre y nuestro satélite ¡ Debe hacerse ya !
Cuando los científicos de Cabo Cañaveral, al día siguiente,
observaron las nuevas imágenes enviadas por la sonda, aquel objeto
había desaparecido. Lo intentaron de nuevo cambiando la órbita y
ampliando las imágenes recibidas ¡Nada!
De no tener delante de ellos las imágenes enviadas por la sonda
anteriormente, podrían haber creído que se trataba de un error o de un
espejismo. Nadie se pudo explicar aquello. Nikotibof y Alexandrov, en la
selva del Yucatán, tampoco.
Los miembros de la extraña organización, observaron las últimas
imágenes transmitidas por la sonda marciana, con una ligera sonrisa.
El satélite, ya no estaba al alcance de los instrumentos de
detección de la sonda ni podía ser observado desde la Tierra por
medios convencionales. El cambio de órbita, efectuado durante la
noche anterior, había resultado un éxito. Júpiter tenía ahora en órbita
ecuatorial y con las antenas dirigidas a dos puntos diferentes del
espacio un nuevo acompañante.
El que parecía presidir siempre las reuniones, volvió a hablar de
manera pausada:
- Hemos de debatir algunos asuntos de interés inmediato sobre
nuestras futuras actuaciones pero, lo más urgente es tomar una decisión
sobre el proyecto del Dr. Nikotibof que, como bien sabéis, se encuentra
en el Yucatán a salvo de la curiosidad de los servicios de inteligencia de
las grandes potencias y de algunos grupos mafiosos interesados en sus
descubrimientos.
- En realidad - tomó la palabra otro de los miembros del grupo -
hemos financiado algo que resulta inoperante en la actualidad para
nuestros fines a largo plazo. Los gobiernos de la Tierra, hoy por hoy, se
dedican a un "descubrimiento" del cosmos con más miras militares que
científicas. Creo que tendremos que esperar bastante tiempo hasta
poder revelar este descubrimiento.
- Estoy plenamente de acuerdo - dijo otro - Nuestros fines siempre
han sido claros y así ha sido desde hace siglos: cambiar los hábitos
"suicidas" de una humanidad que parece no querer aprender de sus
errores repetidos, una y otra vez. Algunas veces, en la historia de la
Tierra, nos ha parecido vislumbrar un cambio en la política de los
gobiernos pero, más tarde, hemos constatado la falta de madurez y la
rendición a múltiples intereses, sin tener en cuenta las consecuencias a
medio y largo plazo por nefastas actuaciones.
- Pareciera, continuó otro, que los seres humanos, no importa de
que galaxia, fuesen incapaces de ver más allá de lo inmediato para
cubrir sus necesidades. Son incapaces de pensar en el futuro de sus
descendientes y dan por hecho que todo seguirá igual a pesar de las
continuadas agresiones al medio.
Todos los miembros de aquel grupo secreto, cada uno en su puesto
dentro de multitud de organizaciones estatales o supranacionales,
había intentado despertar la conciencia de los gobiernos de la Tierra
pero, llegaron a la triste conclusión de que sus esfuerzos no obtenían el
éxito deseado.
El que había hablado primero, pareció cerrar aquellos
pensamientos en voz alta:
- Efectivamente, a todas luces esta humanidad de la Tierra
necesitaría muchos más siglos de evolución para llegar a conclusiones
que nosotros tenemos muy claras hace milenios. Quizá tengan dormida
la capacidad de reflexionar en profundidad. A pesar de todo, nuestra
hermandad ha sido fundada para tratar de subsanar estas carencias en
una gran parte de los humanos y hemos de seguir luchando para que
nuestros principios se implanten allá donde exista vida inteligente, como
hemos hecho hasta hoy. Retirémonos y dentro de un mes nos
reuniremos con Nikotibof para comprobar sus adelantos en la
investigación que lleva a cabo.
Como lo hacían habitualmente, fueron saliendo del local de
reunión escalonadamente y hacia distintos lugares. Siempre seguían un
estricto protocolo de seguridad.
PRIMER PLANETA
"Hemos avanzado en continuas ondulaciones pero, evolución, significa
cambio hacia delante; la línea recta de la inteligencia"
En la universidad de Leyden, la profesora de ética científica, Dra.
Eike, se encontraba en medio de un grupo de alumnos de último curso:
- Hemos de centrarnos en las respuestas a las preguntas que nos
hacíamos ayer sobre la postura ética que debemos adoptar ante la
explotación de los recursos de los países menos favorecidos por lo más
ricos.
Uno de los alumnos tomó la palabra:
- Personalmente pienso que no es ético el actual sistema capitalista
basado en el enriquecimiento de unos pocos basado en la explotación
de los recursos de otros que no disponen de la necesaria tecnología
para transformarlos. Una de las preguntas que me vienen a la cabeza es
la siguiente: ¿Pueden los países pobres rebelarse o tomar medidas de
algún tipo para evitar esta explotación?
Todos los alumnos, poco después del comienzo de la clase, se
habían enzarzado en una acalorada discusión. La Dra. Eike, en medio
de ellos y actuando solamente como moderadora, cuando era
estrictamente necesario, disfrutaba con el calor que sus alumnos ponían
en el debate.
Por lo general, las respuestas o soluciones que daban a los múltiples
problemas de nuestro mundo, eran irrealizables en la práctica pero, a
pesar de ello, ella nunca dejaba de fomentar aquellos debates que
despertaban en sus alumnos la sed de ética y justicia. Su puesta en
práctica ya era otra cosa. Ella, desde sus tiempos de estudiante, seguía
creyendo en la fuerza y necesidad de la utopía.
Mientras en la universidad de Leyden se discutía sobre ética, lejos,
a muchos miles de kilómetros y en las profundidades de la selva del
Yucatán, nuestros amigos, Nikotibof y Alexandrov, habían llegado
prácticamente al final de sus experimentos sobre los efectos producidos
en el organismo humano al paso por la “puerta”.
Estaban más que satisfechos por los resultados (contrastados una y
otra vez para evitar errores) obtenidos. Estaba claro y demostrado por
los distintos análisis, que el paso por la “puerta” causaba en los humanos
un “rejuvenecimiento” de todo su organismo y algunos cambios aún no
estudiados pero prometedores.
Había quedado también suficientemente demostrado que un viaje
al “otro” lado, producía una ilimitada resistencia contra gérmenes y virus
existentes en nuestro planeta.
Ellos, que habían viajado al otro lado, desde su vuelta y a pesar de
estar expuestos a la humedad y a mosquitos potenciales transmisores de
diversas enfermedades tropicales, no habían sido victimas de ninguna
de ellas.
Nikotibof y Alexandrov, exultantes por lo descubierto, contactaron
con uno de los miembros de aquella extraña hermandad que
financiaba y protegía sus investigaciones desde el principio, para
comunicarle los resultados. A la vista de la importancia de lo
descubierto, quedaron en reunirse en aquel lugar del Yucatán en el
plazo de dos semanas (se cumplía el plazo de un mes acordado
durante la última reunión de la hermandad) para comprobar "in situ" lo
descubierto por los científicos y hablar de otros proyectos.
El Dr. Rimskof, catedrático de Filosofía de la Ciencia en la
universidad de Minsk, había asistido al último congreso celebrado sobre
esta joven disciplina en la ciudad de Ámsterdam. Allí, se había
encontrado con muchos de sus colegas pero le produjo un especial
impacto la conferencia leída por la Dra. Eike de la universidad de
Leyden. Ambos se conocían por sus publicaciones en diversas revistas
científicas pero, hasta ahora, nunca se habían visto en persona. Tanto
uno como otro, a pesar de las distancias de tipo "filosófico - religioso"
que les separaban (La Dra. Eike había elaborado una teoría de la
creación muy curiosa, en la que la "chispa inicial" era llamada: IT), se
admiraban y respetaban.
El Dr. Rimskof, ateo y con una visión de lo "trascendente" muy
distinta, también había publicado, hacía ya algunos años, su teoría de
la creación. Al instante inicial del Cosmos le había llamado "OG". En su
teoría, al contrario que su colega holandesa, Rimskof atribuía la
creación o el "OG" a la "causalidad". Había prometido plasmar su teoría
en una fórmula matemática pero, hasta hoy, aún no había logrado
enunciarla.
Ambos, después de ser presentados por un colega
norteamericano, se enzarzaron en una conversación que duró hasta
bien avanzada la madrugada. Defendían, desde posturas que en
principio partían de filosofías distintas, la necesidad de una ética
científica a todos los niveles. La ciencia, según ambos expresaban, se
había vendido al mejor postor y poco quedaba del espíritu de los
pioneros; de sus utopías respecto a poner sus descubrimientos al servicio
de la humanidad. Ambos coincidían también en afirmar que la ciencia
estaba siendo patrocinada con el único fin de convertirla en un
rentable negocio para provecho de las grandes multinacionales y de
ciertos gobiernos.
Se vendía todo: los descubrimientos en genética, en química, en
farmacia. Todo, absolutamente todo, estaba en la caja fuerte de tres o
cuatro grandes multinacionales que, gracias a estos conocimientos,
barajaban cifras astronómicas de negocio.
Era muy de madrugada cuando ambos, rendidos pero contentos
de haberse conocido e intercambiado ideas, se retiraron a sus
habitaciones del hotel.
Rimskof, antes de acostarse, tomó unas cuantas notas sobre lo
hablado con la Dra. Eike. "Realmente, pensaba, esta mujer tiene mucho
talento". Tardó en dormirse, como era habitual en él.
En otra habitación, la Dra. Eike, pensaba en la fuerza de convicción
de su colega ruso.
Casualmente (el destino no nos informa de sus decisiones), me
encontraba en Ámsterdam visitando a unos grandes almacenistas del
neumático y paseando cerca de uno de los canales, me llamó la
atención un cartel de intenso colorido: "I Conferencia Internacional
sobre Ética Científica". Puesto que tenía la tarde libre, me acerqué hasta
el Pabellón de Congresos para ver la posibilidad de asistir. El tema
prometía ser interesante.
Cuando llegué al Pabellón, la Conferencia ya había comenzado y,
para mi desilusión, la entrada estaba reservada de manera exclusiva al
personal científico acreditado. Afortunadamente, en la antesala, una
gran pantalla de televisión, en circuito cerrado y con traducción
simultánea, permitía seguir cómodamente alguna de las conferencias y
posteriores debates.
Me senté en una de las mesas y pedí una tónica al camarero de la
cercana cafetería. La cámara, además de centrarse en los primeros
planos de los distintos conferenciantes, ofrecía otros más amplios de la
abarrotada sala.
En uno de ellos, y para mi gran sorpresa, pude ver al "periodista"
que me había puesto en la pista de toda esta historia (el astronauta y
también científico Dr. Alexandrov). A pesar del incipiente bigote, no me
pasó desapercibido "¿Qué hacía aquel hombre allí?" "¿No estaban
buscándole todos los servicios de información a ambos lados del
antiguo "Telón de Acero?" Estaba acompañado de otro hombre,
desconocido para mí.
Durante varias horas y hasta que finalizó la jornada, estuve
pendiente de las conferencias y debates. Alexandrov (o el periodista,
en este caso) hizo bastantes preguntas a muchos de los participantes.
Especial interés mostró por la creación de un Código Deontológico
Universal de la Ciencia, refrendado por las Naciones Unidas, con el que
los científicos obtuviesen un "status" especial que considerase su
"inmunidad" de manera similar a la de los diplomáticos.
Según él, la ciencia no debería estar sometida a un país o grupo de
ellos y los científicos deberían ser dueños de sus descubrimientos,
estando a salvo de la "rapiña" de cualquier potencia o empresa
multinacional.
Sus preguntas y la calurosa defensa del "status" para los científicos,
aclarando repetidas veces que él "no lo era", sino un simple periodista
de divulgación científica, despertaron gran interés y muchos aplausos
entre la mayoría de los asistentes.
Cuando finalizó la jornada, esperé hasta que salieron casi todos los
asistentes. Deseaba charlar con Alexandrov y comprobar si me
reconocería después de tanto tiempo y peripecias.
Salió acompañado por aquel hombre con quien cuchicheaba
continuamente durante las conferencias y debates. Caminé hacía él
pensando que no me reconocería pero mi sorpresa fue mayúscula
cuando, levantando la vista por encima de sus gafas de gruesos
cristales, me sonrío abiertamente. Era como si supiese de antemano que
yo estaba allí esperándole.
SEGUNDO PLANETA
"Hemos de ser valientes y reconocer nuestras deficiencias. Estamos a
tiempo de corregirlas y salvar al Universo de nuestra irracional depredación (Dr.
Rimskof, científico ruso)
Alexandrov caminó a mi encuentro y después de abrazarnos
cordialmente, cogiéndome del brazo nos apartamos del corrillo de
científicos que se había formado en la puerta del Pabellón. Su
acompañante, de manera muy discreta, se despidió de nosotros con
una ligera inclinación de cabeza.
- ¡Querido amigo! ¡Qué alegría encontrarle después de tanto
tiempo.
Alexandrov parecía realmente encantado de verme de nuevo
pero no muy sorprendido por ello.
Yo, he de ser sincero, sentía lo mismo pero también un poco de
recelo por aquel hombre que de manera tan camaleónica era capaz
de aparecer en todas partes. Nos sentamos y después de pedir dos
cafés, Alexandrov habló sin más preámbulos:
- Me imagino, querido amigo, que habrá seguido las peripecias del
Dr. Nikotibof y mías, por la prensa y demás medios de difusión.
- Naturalmente - contesté - Desde la primera vez que nos
conocimos en Alemania, y después de lo sucedido con la nave
americana y los posteriores rumores me he interesado por seguir sus
pasos pero, lamentablemente, en los últimos tiempos muy poco he
podido saber de ustedes.
Alexandrov, con gesto de querer confesarme algo importante me
dijo:
- Sé que puedo confiar en usted, como caballero español que es.
En estos momentos, tanto Nikotibof como yo, estamos en un lugar
seguro y a salvo de todas esas pirañas depredadoras de la ciencia.
Hemos logrado pasar a otra dimensión o Universo Paralelo y ¡asómbrese,
amigo mío! Seguimos investigando las consecuencias de pasar el punto
fronterizo entre esas dos dimensiones en el Cosmos. Realmente, los
beneficios de este viaje para el ser humano son de incalculable valor. La
mayor parte de lo que hemos descubierto podría cambiar la vida en
nuestro planeta de manera increíble: enfermedades vencidas; plagas
erradicadas.
Asombrado por aquella confesión y no dudando ni un momento
que me decía la verdad, le pregunté con curiosidad:
- ¿Han estado ustedes, realmente, en otra dimensión?
Alexandrov, sonriendo, me contestó:
- No solamente en otra dimensión, amigo mío, sino en otro planeta
gemelo del nuestro. En él, para asombro nuestro, encontramos una
humanidad distinta en su evolución. Distinta en su concepto del
Cosmos. Una sociedad perfecta con la que soñaron tantos utópicos
aquí en la Tierra. Tardaría meses en explicarle un modelo de sociedad
que, para ser muy breve, es la antítesis de la nuestra.
Curioso y un poco excitado por sus revelaciones, seguí
preguntando. Eran tantas las cosas que deseaba saber que las
preguntas brotaban de mis labios de manera atropellada.
- ¿Cómo es posible que viajasen a ese lugar, sin nave? ¿Cómo se
puede financiar tal proyecto de investigación sin contar con las grandes
potencias? ¿Dónde se desarrolló el proyecto, una vez desaparecieron
ustedes? ¿Cómo puede usted moverse libremente sin ser detectado por
los servicios de inteligencia que les buscan?
Alexandrov, con un gesto pícaro, y moviendo su mano derecha
como pidiéndome calma, siguió hablando mientras miraba alrededor
como temiendo que alguien pudiese estar escuchando sus
revelaciones:
- Demasiadas preguntas de una sola vez, amigo mío. Intentaré, sin
revelar nombres o datos comprometidos, incluso por su seguridad
personal, lo que pueda y por orden. Como sabe, tanto Nikotibof como
yo, hemos trabajado siempre con aceleradores de partículas para "salir"
de este planeta hacía nuevas dimensiones sin necesidad de vehículos
espaciales. Uno de nuestros proyectos era poder desarrollar un
acelerador de "bolsillo" y, puedo decirle que lo hemos logrado.
Respecto a la segunda pregunta, cuya respuesta es muy
comprometida por cierto, tuvimos la suerte de encontrar mecenas para
nuestro proyecto. Un grupo de gente que, sin estar unida a ninguno de
los gobiernos del planeta, dispone del necesario potencial económico
y, lo más importante, de unas infraestructuras increíbles. Gracias a ellos,
he de confesar que no sabemos aún realmente quienes son, pudimos
eludir a los gobiernos de Estados Unidos y de Rusia, en su "caza y
captura". Respondiendo a otra de sus preguntas, puedo decirle que el
proyecto del acelerador diminuto y transportable en cualquier maletín,
se desarrolló bastante cerca de uno de los Estados que nos buscaban
pero lo suficientemente lejos para pasar desapercibidos. Creo haber
contestado a sus muchas preguntas, con las respuestas que me es
permitido dar.
Durante un rato quedé como atontado por la gran cantidad de
información recibida de Alexandrov en tan poco tiempo.
- Sé que resulta muy difícil - continuó Alexandrov - creerme pero
usted sabe que no existe ningún interés, por la antigua amistad que nos
une, en contarle una sarta de mentiras. Si fuesen mentiras nuestros
logros, las grandes potencias no estarían buscándonos por todos los
rincones de la Tierra para obtener una información que nunca deberá
caer en sus manos. De ahí, mi participación en esta conferencia y la
acalorada defensa del "status" que la ciencia y los científicos
deberíamos tener. Se trata de sembrar entre la comunidad científica
una especie de "conciencia corporativa" que esperamos produzca
pronto sus frutos.
Yo, después de todas aquellas aclaraciones, estaba intentando
procesar toda la información sin éxito. Eran demasiadas e increíbles
cosas las que Alexandrov me había contado.
- Dígame - insistí - ¿Ese grupo que les financia y apoya en que país
reside? ¿Cómo es posible llevar a cabo un proyecto de tal magnitud sin
las sospechas por parte de ninguna de las grandes potencias? Me
resulta difícil comprenderlo.
Alexandrov, pidiendo un nuevo café, me respondió en voz baja y
con un cierto tono de secretismo:
- Ese caballero que salía conmigo de la Conferencia es uno de
ellos. No tengo toda la información que quisiera sobre este misterioso
grupo o hermandad (así les llama mi colega Nikotibof) pero, después de
todo este tiempo en contacto con ellos, he podido sacar algunas
conclusiones. Seguramente le sonarán tan fantásticas como los
proyectos y logros de tipo científico que antes le conté pero tenga la
seguridad de que, sean quienes sean, lo que hacen nada tiene que ver
con la búsqueda de una rentabilidad financiera, sino con la más
desinteresada y pura filantropía.
Alexandrov, para darme argumentos sobre lo dicho anteriormente,
pasó a enumerar lo siguiente:
• Algunos de ellos, por su lenguaje, parecen estar en ciertos lugares
como: la ONU, UNICEF o la OTAN.
• Otros, por su aspecto y su manera de expresarse cuando hablan
de economía, podrían ser gente importante en el mundo de las finanzas
mundiales.
• Un tercer grupo, podría tratarse de científicos teóricos de gran
valía. Cuando hablamos de ciencia, por muy avanzada que esta sea,
todos ellos parecen estar al tanto de nuestras ideas y logros. Solamente
brillantes científicos podrían seguir en sus disquisiciones teóricas al Dr.
Nikotibof, sin mostrar asombro alguno.
• Finalmente, existe entre ellos otro grupito que, sospecho por su
manera de enfocar todo lo relacionado con la humanidad, sin duda
son filósofos con unas ideas éticas y morales poco comunes y de clara
raíz humanista.
- Como ve - continuó Alexandrov - el grupo o hermandad de la
que hablamos tiene una estructura muy compleja o como solemos decir
en nuestro lenguaje científico: multidisciplinar.
Me quedé mirando para él y, al mismo tiempo pensé en la gran
cantidad de información que me había proporcionado. Pensé, lo digo
ahora sin rubor, aprovecharla para después de un tiempo prudencial
poder publicar aquella historia que no podía quedar oculta para la
humanidad.
También pensé, y ahora pasado el tiempo lo sé con certeza, que
todo aquello que Alexandrov me contaba, de la misma manera que lo
relatado hacía ya tiempo en Alemania, formaba parte de un "plan"
preconcebido y yo solamente era una herramienta para darlo a
conocer a su debido tiempo. La pregunta, a pesar de todo seguía
estando presente en mi mente: ¿Por qué yo?
Nos levantamos y después de despedirnos cordialmente, puesto
que tanto él como yo partíamos de Ámsterdam al día siguiente, le hice
la última pregunta:
- ¿Nos encontraremos de nuevo algún día, amigo Alexandrov?
Él, sonriendo como siempre, me apretó la mano con fuerza y me
contestó:
- ¡Naturalmente que sí, amigo mío! El destino o lo que sea, nos
proporcionará la ocasión de vernos de nuevo. Quizá en esa próxima
ocasión estemos juntos Nikotibof y yo para poder presentárselo. Cuídese
mucho y no deje de seguir las noticias sobre ciencia. Quizá muy pronto
sepa de nosotros.
Partimos en direcciones opuestas. A la derecha el canal principal
reflejaba la luz de las farolas estilo barroco que lo bordeaban. Más allá,
en la orilla, una pareja casi perdida en la niebla, se abrazaba
tiernamente.
Mientras el taxi cruzaba pequeñas calles bordeadas de edificios de
estilo medieval pensé en todo lo que me había contado, de manera
ciertamente apasionada, el Dr. Alexandrov, en la antesala del Pabellón
de Congresos "¿Era realmente todo verdad o estaba yo inmerso en una
especie de sueño?"
Vino a mi mente el grupo o hermandad, como él también le había
llamado y empecé a hurgar en mi memoria para tratar de clasificarlo.
En esos momentos, por mucho que me esforcé, no encontré ningún
grupo conocido con semejante poder y conocimiento.
Cuando llegué al hotel, cansado pero contento de la charla
mantenida con Alexandrov, el conserje me entregó un sobre con mi
nombre. Subí a la habitación y, antes de quitarme la chaqueta abrí la
carta. Con una exquisita caligrafía y en lengua alemana, el texto decía
así:
"Estimado amigo: en estos momentos ya estaré volando hacía el
Oeste. No puedo decir hacía dónde exactamente pero, para darle una
pequeña pista, allí se habla español. Dentro de ocho o nueve horas, me
encontraré con mi colega el Dr. Nikotibof en nuestro refugio y
laboratorio.
La conversación que hemos mantenido en Ámsterdam, espero de
su discreción no sea revelada hasta que alguno de nosotros se lo
comunique. En estos momentos no es conveniente ni para nuestra
seguridad personal, ni para la humanidad en general. Más adelante
quizá lo comprenda sin dificultad.
En próximas fechas, Nikotibof y yo nos reuniremos con nuestros
mecenas en ese lugar situado en el Oeste que ya le comenté antes.
Esperamos mucho de esta entrevista.
Ellos, la "hermandad", esperan conocer nuestros avances y análisis
de las consecuencias del paso a otra dimensión. Confiamos que, en
esta entrevista, ellos nos revelen sus verdaderas intenciones e identidad.
No olvide nunca lo que le dije en nuestra charla: el destino nos
volverá a poner en contacto en el momento y lugar menos esperado.
Cuídese y reciba el afecto de su amigo,
Alex"
El sobre no tenía remite pero no resultaba necesario. Era una clara
prueba de que Alexandrov conocía todos mis movimientos y, ahora que
lo pienso, quizá toda mi vida, mis ideas sobre ciertos asuntos por medio
de nuestras conversaciones y mi interés por la ciencia aplicada al
bienestar humano. ¿Quizá aquella organización de la que me había
hablado sabía de mi existencia también? ¿Me tendrían vigilado?
Tardé apenas unos minutos en quedarme dormido, con el molesto
ruido de fondo del ascensor.
Al día siguiente, después de despedirme de los proveedores, salí en
taxi hacía el aeropuerto de Ámsterdam. En un par de horas me
encontré de nuevo en el aeropuerto de Barajas. En un quiosco, compré
la primera edición de un diario de tirada nacional. En la portada, una
foto de la "I Conferencia Internacional sobre Ética Científica", celebrada
en Ámsterdam. En ella, mi amigo el Dr. Alexandrov se dirigía a los
científicos con el brazo en alto y su eterna sonrisa socarrona. El pie de
foto decía: "uno de los participantes en la conferencia, defiende un
"status" pseudo diplomático para los científicos." Dentro, en la página 25,
muy poco más sobre la conferencia y su verdadera importancia.
Apenas una pequeña y poco literaria reseña del corresponsal en
Holanda. Como casi siempre, el periodista se habría dormido al ser
incapaz de digerir tanta ciencia. Yo, después de mi charla con
Alexandrov, creía tener mucha más información que aquel periódico,
sobre lo que podría suceder en los próximos meses.
Tomé un taxi hasta casa y allí, en el buzón del correo, otro sobre
franqueado en Londres, me esperaba.
LA PUERTA
"Todo, incluso la Tierra, es capaz de cambiar su futuro en el tiempo y el
espacio ¿Seremos capaces de conocer el cómo alguna vez?" (Dr. Alexandrov,
científico ruso)
La hoja estaba escrita en correcto español, a máquina y a dos
espacios:
Estimado Sr.:
Sabemos de su amistad con el Dr. Alexandrov y de la confianza
que él siempre ha depositado en su discreción. Nosotros, un grupo de
personas relacionadas con él y con el Dr. Nikotibof, deseamos
informarle sobre lo siguiente:
• Toda la información que usted pueda tener sobre proyectos o
logros de los Doctores Alexandrov y Nikotibof, deberá permanecer
dentro del más estricto secreto. No deberá darla a conocer, por
cualquier medio o persona, a la opinión pública, hasta recibir
notificación en sentido contrario por nuestra parte.
• Ha de comprender que la seguridad personal de los arriba
mencionados doctores se vería seriamente comprometida, en el
supuesto de salir a la luz ciertos datos que usted tiene en su poder.
Esperamos de su discreción lo comprenda y proceda en consecuencia.
• La posesión de ciertas informaciones, que varias grandes
potencias ambicionan, podría también perjudicarle a usted muy
seriamente, de llegar a saberse.
Para finalizar, estimado señor, le rogamos no entienda este escrito
como una amenaza. No lo es en ningún caso, sino una amistosa
advertencia por su propia seguridad. Nosotros, el grupo del que le ha
hablado el Dr. Alexandrov, podemos asegurarle no perseguir ninguna
meta que se encuentre fuera de la más estricta ética.
Posiblemente, en un breve plazo de tiempo, pueda tener usted
conocimiento de nuestra identidad y de lo que pretendemos.
Reciba un cordial saludo, rogándole confíe en nosotros a la espera
de una nueva comunicación de nuestra parte.
El escrito adolecía de firma pero tenía un sello con una
constelación en su parte superior y la leyenda en latín: “SEMPER
VERITAS”
Después de las dos cartas recibidas, una de Alexandrov en el hotel
de Ámsterdam y ahora ésta en mi domicilio, comencé a preocuparme
bastante. Ahora podía tener la certeza de ser vigilado discretamente
por alguien que seguía mis pasos y sabía dónde y cómo encontrarme
en caso necesario.
"SEMPER VERITAS" (Siempre la Verdad) me gustaba y quise suponer
que quienes se ocultaban bajo tal lema, no podían ser personas
dedicadas a hacer el mal.
Guardé las dos cartas en lugar seguro y, después de una ducha,
salí a dar un corto paseo por los alrededores. Instintivamente, miré varias
veces hacia atrás esperando localizar a alguien siguiéndome los pasos.
No había nadie en las cercanías.
En la pequeña casa, en lo más profundo de la selva del Yucatán,
todos sus habitantes (El jardinero, Nikotibof y Alexandrov), estaban
atareados en la limpieza. A primera hora de la mañana y por el medio
habitual (el receptor de televisión), habían recibido la noticia sobre la
visita de una delegación del "grupo" para hablar de los logros y futuros
proyectos.
Llegarían en helicóptero, para permanecer allí todo el día. Saldrían,
por la misma vía, a la mañana siguiente hacia un destino desconocido
para los habitantes de la casa.
La casa, hasta entonces ocupada por tres personas, estaba
bastante desordenada y los tres inquilinos se encontraban atareados
limpiándola y poniendo un poco de orden en ella.
El característico ruido del rotor de un helicóptero, les sacó de sus
tareas de limpieza y con prisas, se dirigieron al descampado delante de
la casa. En el cielo azul turquesa de aquellas latitudes, a poco más de
500 metros, un aparato grande y de color azul metálico, buscaba el
lugar de aterrizaje. Cuando se posó sobre la verde hierba de la
explanada, sus ocupantes fueron descendiendo.
En total, contando con el piloto que también era miembro del
grupo, eran siete. Algunos ya eran conocidos por Nikotibof y Alexandrov
por su asistencia a anteriores reuniones en otros lugares. A los demás,
nunca les habían visto.
Después de los saludos y presentaciones de rigor, todos se dirigieron
al interior de la casa para refrescarse y ponerse cómodos antes de
pasar al amplio laboratorio en donde Nikotibof, ayudado por
Alexandrov y el jardinero, les explicaría con detalle lo logrado en los
últimos experimentos sobre los beneficiosos resultados del paso por "la
puerta".
El mayor de todos los presentes, de raza negra y 55 o 60 años de
edad, se levantó para iniciar la siguiente exposición:
- Antes de pasar a lo formal, desearía expresar nuestra alegría por
encontrarnos de nuevo con ustedes, esta vez muy lejos de Europa.
Sabemos de sus trabajos y algo sobre las conclusiones de los mismos
pero, la razón de nuestra visita, es conocer lo logrado con detalle y
tomar ciertas decisiones de gran importancia para la humanidad.
Nikotibof, con rostro sonriente se levantó para contestarle:
- Señores, la alegría es mutua - dijo mirándoles - Si lo desean,
pasemos a los datos de tipo científico que, de manera escalonada iré
exponiendo. Nuestros logros son de dos tipos bien diferenciados:
mientras mis colaboradores estudiaban los efectos biológicos del paso
por "la puerta", yo me he dedicado a perfeccionar el acelerador (que
ya podríamos llamar micro vehículo espacial) para hacerlo mucho más
reducido. Se ha conseguido una reducción de casi un 45% y, en estos
momentos, tiene el tamaño de un pequeño receptor de radio portátil.
Con esta reducción, se han logrado dos importantes objetivos: reducir el
tamaño y "camuflar" de manera perfecta el uso a que está destinado -
mientras lo explicaba, Nikotibof mostraba a los asistentes el mini modelo
de acelerador que, uno tras otro, fueron observando con detalle pero
sin excesiva sorpresa.
Nikotibof continuó con su exposición:
- Mis ayudantes aquí presentes, con el rigor científico que les
caracteriza, llevaron a cabo una tarea repleta de complejos análisis
clínicos, tanto con las muestras del Dr. Alexandrov como con las mías.
Las conclusiones más importantes a las que hemos llegado, después de
contrastar los resultados de manera exhaustiva, serían las siguientes:
• Nuestra edad biológica, después de haber pasado, en ambas
direcciones "la puerta", podría estimarse en unos tres o cuatro años
menos que en el momento de la partida.
• Nuestras defensas por el aumento, inexplicable, de leucocitos sin
olvidar un importante aumento en hemoglobina, nos hacen en estos
momentos inmunes a la mayoría de enfermedades conocidas, incluida
la posibilidad de desarrollar leucemia u otro tipo de cáncer. He de
aclarar que nos ha sido imposible aislar ciertos elementos, nuevos en
sangre, por desconocerse su estructura aquí en la Tierra.
• Sin duda, se trata de elementos que penetraron en nuestro
organismo durante el viaje o durante la estancia en Tierra "B". Estos
elementos, según todos los indicios, son anticuerpos de gran potencial
pero, como ya he dicho, desconocidos, hoy por hoy, por nuestra
ciencia médica.
• Todas nuestras constantes vitales, así como otras capacidades
(vista, oído, olfato o memoria), han mejorado en más de un 20% En estos
momentos ya estamos acostumbrados pero durante las primeras
semanas después de nuestro regreso de Tierra B, sufrimos un penoso
proceso de adaptación. Nos molestaban ruidos de pequeña intensidad;
algunos olores eran muchas veces insoportables y el aumento de
memoria nos hacía retornar con demasiada frecuencia a episodios de
la niñez ya olvidados.
• En el terreno psicológico, la mejoría ha sido también espectacular.
Los lógicos problemas de convivencia desaparecieron y, cosa curiosa,
nuestra tolerancia aumentó de manera increíble. En la actualidad,
cualquier punto de vista, por absurdo que antes nos pareciese, es
escuchado y debatido de manera mucho más civilizada y tolerante.
Ante el silencio de los asistentes, Nikotibof continuó diciendo:
- Todos los resultados arriba mencionados, de manera detallada y
con las fórmulas y gráficos oportunos, están reflejados en el dossier que
les ha entregado mi ayudante el Dr. Alexandrov. Quedo a su disposición
para contestar a cualquier duda.
Mientras Nikotibof hablaba, muchos de los presentes habían estado
ojeando, con mucha atención, el dossier y tomado algunas notas.
Uno de ellos, un hombre joven con rasgos asiáticos, tomó la
palabra:
- Señores, los datos aportados por el equipo científico del Dr.
Nikotibof podrían resultar increíbles para cualquiera que no fuese
miembro de nuestro grupo. Afortunadamente, nosotros estamos al tanto
de todos estos resultados hace ya mucho tiempo.
Nikotibof, interrumpiéndole extrañado, se levantó y preguntó con
cierto tono de enfado:
- ¿Quiere decirme que nuestros descubrimientos no lo son? ¿Qué
todas nuestras conclusiones ya eran conocidas por ustedes con
anterioridad? ¡Me resulta increíble tal afirmación!
- Dr. Nikotibof - continuó el joven asiático - me parece lógica su
reacción pero, en estos momentos, vamos a descubrir lo que ustedes
llamarían nuestro "juego". Nuestro presidente lo hará un poco más tarde
y usted comprenderá perfectamente lo que afirmo y ahora le parece
absurdo. Nadie discute sus descubrimientos, simplemente tiene que
comprender que, de la misma manera que ustedes visitaron un planeta
gemelo del suyo, también en otros lugares del Cosmos se pueden
producir los mismos descubrimientos sin ningún tipo de nexo entre los
científicos. Le recuerdo que, incluso aquí en la Tierra, se han dado
muchos casos similares.
El hombre de más edad y que parecía ser el de mayor rango,
levantó su mano derecha y todos prestaron atención:
- Amigos: es natural que el Dr. Nikotibof, después de una vida
completamente dedicada a este proyecto, se niegue a creer que todo
lo logrado con su inteligencia y trabajo pudo haber sido desarrollado en
otro lugar del Cosmos y por otros científicos. Es natural, también, su
reacción de incredulidad ante la afirmación de nuestro colega de que
así es.
- Seguramente – prosiguió después de una pausa - y en estos
momentos, lo veo en sus rostros, el equipo del Dr. Nikotibof se estará
preguntando qué sentido tenía investigar algo que nosotros ya
conocíamos y la razón de nuestra ayuda para llevarlo a cabo. A estas
preguntas, vitales para comprender el "todo", deseo responder de
inmediato.
Haciendo una pequeña pausa, como queriendo ver la reacción
de Nikotibof y su equipo a todo lo dicho, prosiguió de manera pausada:
- Ha llegado el momento de esclarecer ciertos asuntos hasta ahora
ocultos por muchas razones. En primer lugar - continuó - nuestro grupo
nunca ha pretendido hacerles perder su tiempo. Su descubrimiento será
el único que se conozca en la Tierra, llegado el momento. Suya y de sus
colaboradores será la gloria de haberlo llevado a buen fin.
Nikotibof se levantó para decir algo pero aquel hombre le rogó
que esperase un poco más y continuó:
- Nuestro dossier, exactamente igual al suyo, se completó hace ya
unos 3.000 años terrestres. Como comprenderá, no fue en este planeta
ni en ningún otro de su Sistema Solar, sino en el que ustedes conocen
como Tierra "B"
Nikotibof y Alexandrov, parecían asombrados por lo que les estaba
contando aquel hombre que, mirándoles sonriente, prosiguió:
- Sí, allí, en donde una cultura de la tolerancia suprema nació y se
desarrolló, se descubrió hace miles de años la posibilidad de "cruzar" el
espacio, hacia otras dimensiones y Sistemas. Allí, también, se
descubrieron los mecanismos que convertirían a nuestra población en
sana y longeva. Allí, además, se confirmó que los humanos podían ser
capaces de vivir sin las lacras de la guerra y el odio irracional. En ese
hermoso planeta, que ustedes ya conocen, se forjó una cultura
milenaria que, pensábamos, duraría una eternidad y sería faro de
inteligente libertad para los planetas circundantes y de todo el Cosmos.
Algo, en estos momentos, está amenazando seriamente esa civilización
y por ello nuestro deseo de "traspasarla", por utilizar un termino
entendible por todos, a otros lugares del Cosmos.
Nikotibof no pudo espera más tiempo para tomar la palabra.
- ¿Realmente conocían ustedes cada paso de mi investigación?
El que parecía ser el responsable del grupo le miró asintiendo con
su cabeza y prosiguió con su larga exposición:
- En Tierra "B", hace miles de años, se creó nuestra hermandad cuya
divisa es, aquí en la Tierra: "SEMPER VERITAS" (Siempre la Verdad). La idea
que movió a los fundadores de esta especie de Sociedad Iniciática
Interestelar, era sencilla y necesaria. Aquí, en su planeta, hace mucho
tiempo se creó otra Sociedad Iniciática (con la que mantenemos lazos
de fraterna amistad) con similares metas pero, lamentablemente, sus
postulados solamente fueron tenidos en cuenta por unos cuantos
millones de habitantes, dotados de una determinada sensibilidad e
intelecto. Nuestra organización, allá en Tierra "B", trataba de transmitir,
por medio de una Ceremonia de Iniciación y un posterior y gradual
desarrollo de sus miembros, los conocimientos filosóficos y científicos
acumulados desde la más remota antigüedad, solamente a aquellos
que mostrasen una cierta inquietud intelectual y una ética adecuada
para pertenecer al grupo. En nuestro planeta, hasta hace poco, fuimos
los guardianes de ciertos secretos (el de "la puerta" hacia otra dimensión
era uno de ellos) que no podían estar en manos de cualquiera o
despertar ciertas ambiciones.
Tomó unos sorbos de agua para después continuar:
- Cuando nuestro grupo conoció sus investigaciones, Dr. Nikotibof,
deseamos saber hasta que punto en la Tierra, un planeta en vías de
destrucción por la estupidez de sus gobernantes, sería posible desarrollar
un proyecto que, además de permitir el intercambio de humanos de
distintos Sistemas, pudiese erradicar las enfermedades y otras lacras de
tipo social.
Alexandrov, le interrumpió para preguntar:
- ¿Está usted hablando de una especie de francmasonería
interestelar?
El que estaba hablando le miró sonriente sin asentir o negar lo
dicho por el ruso.
- Hace ya bastantes años, en una de nuestras asambleas plenarias
del gobierno de Tierra "B", decidimos lanzarnos a la exploración de otras
dimensiones y, puesto que teníamos los medios tanto técnicos como
económicos, distintos grupos de miembros de nuestra hermandad
fueron enviados a los más distantes puntos del universo. A nosotros, los
aquí presentes y muchos más miembros que ustedes no conocen, nos
fue designada la Tierra como lugar de "trabajo".
Nikotibof, levantándose, y arqueando sus cejas de manera
interrogante dijo:
- ¿Está diciendo que ustedes hicieron el camino inverso a través de
"la puerta", hace ya muchos años? ¿He de creer que ustedes proceden
de Tierra "B" y se interesan por nuestro bienestar de manera
desinteresada? o, por el contrario ¿se trata de iniciar una especie de
colonización de otras Galaxias con fines encubiertos?
Uno de los asistentes, de mediana edad, pidió la palabra y
contestó a Nikotibof:
- Comprendo su reacción un tanto airada, Dr. Nikotibof, y desearía
aclarar algo importante. No existe por nuestra parte ningún extraño
interés en beneficiar a la Tierra de nuestros conocimientos y experiencia.
Siempre, desde las épocas más remotas que podemos documentar en
Tierra "B", nuestra concepción del universo fue global y unitaria. De ahí
nuestra preocupación por el bienestar de todos los Sistemas existentes a
uno y otro lado de lo que denominamos "la puerta". Sabemos, por la
experiencia acumulada, que el daño que se infringe a un planeta, por
muy alejado que esté de otro, tarde o temprano repercutirá en el
equilibrio de todo el Cosmos. Esto es algo, que siendo sencillo de
comprender, no han captado en su dimensión real los habitantes de
muchos planetas de uno y otro lado, incluida la Tierra.
El que parecía ser el presidente del grupo, volvió a tomar la
palabra:
- Yo preguntaría a los científicos aquí presentes qué piensan sobre
la degradación de la Tierra, tanto a nivel medioambiental como en el
campo de las relaciones humanas ¿Creen, sinceramente, que esta
situación es sostenible a largo plazo? ¿Creen, realmente, que la
explotación de los recursos de manera incontrolada o la polución serán
solucionados por los gobiernos de la Tierra algún día?
Todos guardaron silencio, mientras algunas cabezas hacían gestos
negativos.
Alexandrov, se levantó para decir:
- Señores, si he entendido bien, ustedes son una especie de
hermandad preocupada por el equilibrio del Cosmos, sin otro interés
que no sea precisamente ese ¿Es así?
El que parecía presidir la reunión asintió con la cabeza.
- Ustedes han financiado y protegido nuestros experimentos -
preguntó de nuevo Alexandrov - para repetir en la Tierra algo que ya
conocían en su planeta ¿Es así?
De nuevo hubo gestos de asentimiento generalizado por parte de
los visitantes.
- Pero ¿Qué necesidad tenían de repetir algo que ya estaba en su
poder?, continuó Alexandrov un tanto desconfiado. No acabo de
comprender muy bien algunas de las razones aquí expuestas.
El miembro de más edad que presidía el grupo, tomó la palabra de
nuevo y con una franca sonrisa dijo:
- ¿Qué hubiesen pensado ustedes, los habitantes de la Tierra, si un
buen día al despertarse, una extraña nave se posase en el centro de
cualquier ciudad y saliesen de ella humanos que ofreciesen la panacea
para sus males? ¿Cómo habrían reaccionado sus gobiernos a esta
"invasión", aun siendo pacifica? ¿Se imaginan a la comunidad científica,
excepto muy pocos, creyendo nuestra explicación de que procedemos
de un planeta gemelo de la Tierra, en otra dimensión paralela del
Cosmos? Con toda seguridad, el revuelo sería inmenso y nosotros,
puedo asegurarlo, estaríamos ahora en cualquier laboratorio de las
grandes potencias siendo estudiados como cobayas extrañas.
Escogimos, pienso yo, el camino adecuado para llegar y permanecer
entre ustedes.
Mientras hablaba, observaba los rostros de los anfitriones.
- Llegamos aquí para conocerles en sus virtudes y debilidades y,
también, en sus necesidades que son muchas por cierto. La casualidad
quiso que usted, Dr. Nikotibof, estuviese trabajando en su proyecto
espacial y que nosotros nos pusiésemos en contacto. Usted era el
hombre adecuado para llevar a cabo nuestros planes y le aseguro que
podrá finalizar esta misión en breve.
- ¿Cómo podré hacerlo - preguntó Nikotibof - siendo como soy
buscado por los Servicios Secretos de las grandes potencias?
- Le aseguro que muy pronto, antes de lo que pueda pensar, la
propuesta presentada en la "I Conferencia sobre Ética de la Ciencia",
celebrada recientemente en Ámsterdam y en la que estuvo presente el
Dr. Alexandrov, sobre la "inmunidad" o especial "status" de los científicos
y de la ciencia, será una realidad aprobada por la mayoría de países
de la ONU. Con toda seguridad y por los informes que tenemos, incluso
países como Estados Unidos o Rusia aprobarán este "status". De no
hacerlo estarían confirmando al resto del mundo su condición de
"pirañas" de la ciencia y perderían toda credibilidad internacional.
Hizo una pequeña pausa para continuar.
- Se trata realmente de la mayor revolución ocurrida en la Tierra
pues, a partir de ahora, la ciencia será patrimonio de la humanidad y
nunca más de un país o grupo de ellos. En el momento que se proclame
este "status", ustedes podrán acudir a todos los foros libremente y dar a
conocer sus experimentos, logros y consecuencias de su aplicación
para la humanidad.
Después de una pequeña pausa, continuó diciendo:
- Nosotros, una vez logrado este objetivo, desapareceremos con el
mismo sigilo que hemos llegado y permanecido aquí ¿Entienden ahora
las razones de nuestra conducta? Confío, Dr. Nikotibof, que uno de los
próximos premios Nóbel, será para ustedes, sin duda alguna.
Nikotibof, ahora con rostro más sereno y esbozando una sonrisa, se
dirigió al grupo para decir:
- Señores, las exposiciones han sido muy largas y exhaustivas. Es ya
muy tarde y necesitamos comer algo y descansar. Propongo que
sigamos mañana con esta interesante conversación.
Se levantaron de la blanca mesa ovalada del laboratorio y,
espontáneamente, todos se abrazaron y dieron la mano. Durante la
cena, a pesar de no proponérselo, se siguió hablando de lo mismo pero,
ahora, en un tono mucho más distendido y amigable.
Al día siguiente, volvieron a reunirse en el laboratorio para aclarar
los últimos puntos pendientes. Ahora, todos sabían de la identidad del
otro y, lo más importante, la coincidencia en sus metas.
Nikotibof, Alexandrov y el jardinero, les despidieron antes de subir al
helicóptero.
El que había presidido la reunión, tomando a Nikotibof del brazo le
dijo:
- Estimado amigo: como ya le adelanté, en breve habrá grandes
novedades que le permitirán ir a donde quiera sin peligro alguno. Tenga
un poco de paciencia y confíe en nosotros. Hemos de pedirle que, pase
lo que pase, nunca revele nuestra presencia en la Tierra. Este secreto
debe ser guardado hasta nuestra muerte. Haga usted buen uso de sus
descubrimientos. Nosotros, si fuese necesario, entraríamos en contacto
con usted ¡Mucha suerte y confíe en el futuro!
El helicóptero, una vez alcanzó una cierta altura, tomó rumbo
hacia el Sur. Desde la ventanilla varias manos correspondían al saludo
de los que desde el jardín también agitaban las suyas.
La NASA, después de estar bastante tiempo bloqueada en su
programa espacial por problemas de presupuesto, había decidido
volver a reunir a un selecto grupo de científicos de las dos grandes
potencias. La investigación monográfica sería: "la puerta".
Las investigaciones que habían realizado hacía ya tiempo, se
habían visto paralizadas por la negativa de Estados Unidos a seguir
financiando un proyecto sin resultados a medio plazo. Las conclusiones
científicas anteriores no habían logrado nunca llegar a la solución
alcanzada por Nikotibof. Ahora, con un grupo más reducido de teóricos
pero más selecto, intentarían encontrarla.
El nuevo acelerador (enorme con respecto al diseñado por
Nikotibof) alcanzaba la velocidad necesaria pero, una vez introducido
en él un objeto, éste desaparecía sin posibilidad de vuelta o
recuperación. Resultaba imposible saber dónde estaba, una vez se
suponía había cruzado "la puerta".
El dato más importante para solucionar este problema, estaba en
poder de Nikotibof y era desconocido por los científicos de las grandes
potencias ¿Cómo controlar el paso por "la puerta" y dirigirse a cualquier
coordenada espacial, además de poder regresar a la Tierra?
Para tratar de encontrar este factor desconocido, tendrían que
trabajar muy duro. Las dos grandes potencias estaban muy interesadas
en lograr resultados antes de la reunión de la Asamblea General de la
ONU para discutir el Estatuto o Declaración Universal de la Ciencia que,
dicho sea de paso, había despertado la atención mundial,
especialmente de los países más pobres.
Todo el mundo científico, los Estados miembros, y una gran parte
de la sociedad civil, organizaciones internacionales, etc., estaban
pendientes del debate en la ONU sobre el "status" de los científicos y el
empleo universal de los conocimientos por ellos logrados. La primera
fase del debate estuvo, principalmente, dedicada a fijar las materias
qué deberían ser consideradas de "interés universal". Una vez lograda
esta definición, se debería pasar al articulado de aquella "Declaración
Universal".
Durante esta fase, la más crítica e importante, se sucedieron los
intentos, por parte de tres o cuatro grandes potencias, de "boicotear" la
universalidad de los descubrimientos científicos. En los pasillos, las
distintas delegaciones comentaban los puntos a tratar, siempre vigilados
por los "espías" de los grandes.
Tanto Estados Unidos como Rusia y China, habían propiciado hacía
años, con su compromiso en firme (quizá por pensar que nunca llegaría
el momento de exigir su puesta en práctica) la posibilidad de realizar
votaciones sin ejercer su derecho de veto, siempre que se tratase de
asuntos de interés mundial. Ahora, llegado el momento de la verdad y
empujados por el clamor casi unánime de todos los demás países
miembros de la ONU, no tendrían más remedio que someterse a aquella
antigua y casi olvidada disposición adicional de la Carta Fundacional.
La votación sería secreta y el resultado se resolvería por número de
votos. Por primera vez en la ONU, se votaría de manera totalmente
democrática y sin poder ejercer el derecho de veto que, cuando les
interesaba, ponían sobre la mesa los miembros fundadores del
Organismo Internacional.
Después de casi dos semanas de debates, propuestas y presiones
encubiertas de las grandes potencias sobre algunos países para que
votasen en contra, el articulado, conciso pero claro, pudo darse a
conocer al mundo.
La expectación, tanto entre la comunidad científica como a nivel
del gran público, era enorme. La aprobación del Estatuto, podía ser la
más importante revolución incruenta en toda la historia de nuestro
planeta.
Las largas y tensas discusiones, dados los múltiples intereses en
juego y la presión sobre algunos Estados de grandes y poderosas
empresas monopolizadoras de la investigación en todos los campos,
resultó muy laboriosa hasta alcanzar el necesario consenso para la
redacción final. Muchas de las investigaciones llevadas a cabo por
algunos Estados, consideradas de "interés nacional" y mantenidas en el
mayor secreto, pasarían también, con la promulgación del Estatuto, a
ser patrimonio de la Humanidad.
Por fin, el día 5 de Mayo de 2.005, se pudo dar a conocer al mundo
lo logrado en aquella reunión de la ONU que, por mérito propio, pasaría
a marcar un hito en la historia de la Humanidad y de la organización, no
siempre afortunada en sus decisiones:
PREÁMBULO
"Hoy, 5 de Mayo de 2.005, nosotros, los países del Mundo, reunidos
en la sede de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York (EEUU),
todos con pleno derecho a ejercitar el voto, queremos dar a conocer a
los pueblos del mundo nuestras conclusiones y acuerdo final sobre el
que, desde ahora, será conocido como: "Estatuto Universal de la
Ciencia". Este Estatuto se refiere a los descubrimientos de interés
prioritario para la humanidad:
a) Vacunas, antibióticos, medicina preventiva, cirugía y
técnicas afines.
b) Medios de locomoción, no importa de que tipo, dentro y
fuera de nuestro espacio o Galaxia.
c) Sistemas de producción de alimentos y conservación de los
mismos.
d) Libros o cualquier otro medio de difusión de la cultura.
e) Avances biológicos que permitan mejorar la calidad de
vida.
f) Otros descubrimientos o avances científicos que no se
encuentren enumerados en los puntos anteriores pero que sean
considerados, en el futuro y por esta Asamblea General, de interés
prioritario para el bienestar de la Humanidad.
ARTÍCULOS
1. La ciencia, patrimonio de la Humanidad, nunca más podrá
ser privativa de un país o grupo de ellos; nunca más podrá ser prohibida,
censurada o no divulgada por razones políticas, ideológicas o
económicas o en nombre de cualquier otra razón, sea ésta de Estado o
privada.
2. Los descubrimientos, sean éstos llevados a cabo en
laboratorios estatales o privados, tendrán una validez, a efectos de
patente universal y para la percepción de derechos o royalties, de un
máximo de diez años. Los descubridores o sus representantes, a partir
de los diez años de la concesión de patente, deberán darlos a conocer,
públicamente y para su libre utilización.
3. Cualquier científico que haya realizado descubrimientos y
estos no sean publicados, por la razón que fuere, dentro del plazo antes
citado, podrá darlos a conocer públicamente sin poder por ello ser
sancionado ni discriminado, tanto por los Estados firmantes, como por
las empresas privadas de los mismos.
4. Una vez transcurridos los diez años desde su patente,
cualquier logro científico dentro de los campos del saber arriba
mencionados, pasará a ser de libre utilización por cualquiera de los
Estados firmantes, sin por ello tener que dar cuenta al anterior poseedor
de la patente, que podrá seguir comercializando el producto sin
exclusividad..
Para la interpretación de estos principios o cualquier litigio surgido
de los mismos, solamente será válida la jurisdicción de la Corte Suprema
de la Ciencia cuyos Estatutos han sido refrendados, con esta misma
fecha, por todos los miembros de esta Asamblea General de las
Naciones Unidas. Todas las partes se comprometen a someterse a las
decisiones, inapelables, de la citada Corte.
Este Estatuto entrará en vigor en el día de hoy, 5 de Mayo de 2.005,
fecha en que lo refrendan los representantes de todos los Estados
miembros abajo firmantes.
Las firmas de todos los países miembros de la ONU cerraban esta
Declaración Universal. La más importante después de la Carta de los
Derechos del Hombre.
Nikotibof y sus ayudantes, abrazándose de manera efusiva y con
lágrimas en los ojos, contemplaban la retransmisión en directo y vía
satélite de aquella Asamblea de la ONU memorable, muy
especialmente para ellos. Llevaban mucho tiempo siendo apátridas de
la ciencia y, hoy, podían volver a considerarse ciudadanos de pleno
derecho del mundo.
Los tres, después de finalizada la Asamblea General de la ONU,
convencidos ya de su libertad para ir a cualquier lugar del mundo y
poder comunicar sus descubrimientos, se hicieron algunas preguntas
para las cuales los miembros de la Hermandad no habían dado
respuesta. Quizá, pensaron ellos, no lo hicieron para dejarles en plena
libertad.
En Cabo Cañaveral, una vez más, el grupo de científicos formado
por los mejores teóricos de las dos grandes potencias, había sido de
nuevo disuelto. Esta vez no era por la negativa a financiar el proyecto,
sino por la llegada de una escueta comunicación, de procedencia
desconocida, a los gobiernos de EE.UU. y Rusia. Aquel comunicado,
convertía las investigaciones de aquel grupo en estériles.
Según el comunicado, no firmado y con el sello: "SEMPER VERITAS",
los descubrimientos del Dr. Nikotibof y sus ayudantes, pronto serían
dados a conocer, públicamente, en uno de los más prestigiosos foros
científicos de la Tierra.
Ambos gobiernos, aun desconociendo la procedencia del
comunicado, consideraban como fiable aquella información. Los
servicios de información de ambas potencias tenían, hacía ya bastante
tiempo, indicios de la existencia del citado grupo pero, a pesar de sus
esfuerzos, nunca pudieron ir mucho más allá para descubrir dónde
localizarlo, el nombre de sus miembros o sus verdaderos fines.
EL COMETA
"Todo, en el Cosmos, sigue la inexorable ley de las tres fases. Esta ley ya
quedó enunciada, hace miles de años con la máxima hermética: arriba como
abajo; abajo como arriba. Todo lo existente en los inmensos universos: nace,
crece y muere" (Dr. Nikotibof en su primera comparecencia pública después de
proclamarse el Estatuto Universal de la Ciencia, por las Naciones Unidas).
Tanto Nikotibof como Alexandrov, acordaron dejar pasar unas
semanas más hasta comprobar que el Estatuto proclamado por la ONU
era realmente acatado por todos los Estados firmantes.
Algunos científicos, hasta entonces escondidos en países de África
o Latinoamérica, comenzaron a regresar a sus lugares de origen.
Muchos descubrimientos considerados de "interés nacional" y cuya
difusión hasta entonces había estado prohibida por las grandes
potencias, fueron saliendo a la luz. La vacuna contra el cáncer, entre
otros importantísimos descubrimientos, escondida en las cajas de
seguridad de una gran multinacional farmacéutica, tuvo que ser dada
a conocer, tras las declaraciones públicas del equipo investigador.
Ellos, en aquella pequeña casa rodeada por la selva verde
esmeralda del Yucatán observaban la marcha de los acontecimientos
que, según podían constatar, estaba confirmando la aceptación real
por parte de todos los Estados miembros de la ONU, del Estatuto y sus
consecuencias. Decidieron esperar para, en breve y allá en su país de
origen, convocar una conferencia de prensa en los locales de la
Sociedad Científica de Moscú para dar a conocer sus descubrimientos.
Hubieran querido contactar primero con algún miembro de la
Hermandad para consultarle sobre su parecer pero, inexplicablemente,
todos los canales de comunicación, incluido aquel extraño circuito de
televisión con el que se habían comunicado hasta ahora, dejaron de
funcionar. No sabían cómo contactar con ellos y pronto se dieron
cuenta que estaban solamente a merced de su sentido común.
En Londres, cerca de Picadilly Circus, en la sala de conferencias de
un lujoso hotel, el grupo (o la Hermandad) estaba reunido. Esta vez eran
más de 150 personas las que ocupaban las butacas del local. El que
había presidido la reunión con Nikotibof y sus ayudantes en la casita del
Yucatán, estaba sentado en un estrado un poco más alto que el resto
de las butacas. Junto a él, varios hombres más y tres mujeres. En total los
que presidían aquella reunión eran siete.
Cuando se levantó haciendo un ligero gesto con la mano, el
silencio fue total en la sala. Por primera vez, en lugar del tradicional
“señores” se dirigió a ellos empleando un calificativo mucho más
fraternal.
- Queridos Hermanos: Todos estáis informados de los terribles e
inevitables desastres que se avecinan para nuestro querido planeta
Tierra "B". Si bien eran conocidos y esperados desde hace siglos, la
verdad es que hasta hoy siempre hemos mantenido la esperanza de
que las predicciones no fuesen ciertas o existiese un error de cálculo en
ellas. Hoy, lamentablemente, sabemos con certeza que no es así y,
dentro de muy poco tiempo, se cumplirá la antigua leyenda del
cometa AXIS. Como todos sabéis, esta leyenda dice que cuando AXIS
“abrace” 3.000 veces a Tierra “B”, ésta será destruiría para vengarse los
dioses de su hermosura. En esta leyenda, metáfora cósmica de la
inexorable muerte de todo lo existente, estaba la predicción de la
realidad actual. Nada ni nadie puede salvar ya a nuestro planeta de su
triste final.
- Por otra parte – prosiguió - como conocedores de las leyes del
Cosmos, sabemos que todo él está condenado a la ley de las tres fases:
nacer, crecer, morir. A nuestro planeta, después de haber cumplido las
dos primeras le espera ahora la última y más dolorosa para nosotros sus
hijos.
Pareció emocionarse y después de tomar un sorbo de agua,
continuó:
- Como todos bien sabemos, AXIS tiene una órbita elíptica
alrededor de nuestro planeta que, con el paso del tiempo, se ha ido
acercando peligrosamente. En estos momentos y cuando se vea en
nuestro firmamento, su trayectoria, en el punto más cercano a Tierra "B",
será menor de 200.000 kilómetros de distancia. Dada la enorme masa
de AXIS y la cercanía a Tierra "B", se espera que sea atraído por ésta de
manera inevitable y el inevitable cataclismo se produzca. La
destrucción del planeta será instantánea y sus trozos volarán por el
espacio pasando a formar parte de los muchos grupos de meteoritos
que lo surcan. Como también conocéis, desde hace unos años,
previendo esta catástrofe, nuestra Asamblea Nacional había estado
preparando la salida paulatina de habitantes hacia otros planetas de
nuestro Sistema y de otros (como es el caso del planeta Tierra en donde
nos encontramos).
- En estos momentos – siguió después de una larga pausa - quedan
en Tierra "B" unos pocos científicos que esperarán lo máximo posible
para observar el acercamiento del cometa. También están aún allí
algunos miembros del Gobierno recogiendo todos nuestros archivos
históricos. Todos los demás habitantes se encuentran ya a salvo e
integrados en los distintos planetas a los que fueron enviados.
Uno de los presentes, emocionado, le preguntó:
- ¿No existía ninguna posibilidad de desviar la trayectoria de AXIS?
- Realmente, no. Nuestro destino, similar al de nuestro querido
planeta, será vivir dispersos por los distintos Sistemas e intentar que el
espíritu y los logros de Tierra “B” no se pierdan nunca. Cada grupo, en
los planetas que les ha tocado integrarse, seguirá haciendo todo lo
posible por convencer a sus habitantes de la perentoria necesidad de
vivir de acuerdo con las leyes del Cosmos. Lo haremos sin otras
herramientas que la palabra y el ejemplo. Para poder ejercer una mejor
y mayor influencia, nos situaremos en los puestos clave de las distintas
sociedades y, para ello, no utilizaremos nunca otras armas que las de
nuestra inteligencia y valía personal. Puesto que en la Tierra existe una
Sociedad Iniciática con similares postulados a los nuestros, intentaremos
trabajar conjuntamente con ella. Además de este trabajo en común,
tendremos la oportunidad de ir formando grupos de hombres y mujeres
en las virtudes que a todos nos son tan queridas.
- He de recordaros – les miró con visible afecto - que, a partir de
este momento y por cuestiones del necesario secreto, solamente será
posible el contacto entre nosotros por transmisión telepática. Por este
medio, estemos donde estemos, concertaremos entrevistas en el caso
de ser necesario. Una vez al año, por lo menos, celebraremos una
Asamblea General en el lugar que se designe.
Después de las últimas palabras del presidente de la Asamblea, se
despidieron con un fuerte apretón de manos y partieron hacia los
distintos lugares en que vivían desde hacía ya varios años.
AXIS, en su periódica cita con Tierra "B", ya se encontraba a menos
de 300.000 kilómetros del planeta. Los miembros de la Asamblea
Nacional hacía varios días que habían salido camino de un planeta del
Sistema con características muy parecidas al suyo pero inhabitado. Allí,
unas 100.000 personas, pensaban iniciar la colonización para, en breve,
poder disponer de un lugar habitable para ellos y los que quisieran
regresar de otros lugares del Cosmos.
Los científicos que habían quedado en Tierra "B" para observar la
cercanía de AXIS, tuvieron que marcharse del planeta ante la
eminencia del choque.
Los vientos de los últimos días habían superado los 500 kilómetros
por hora, siempre acompañados de fuertes tormentas eléctricas. Los
científicos decidieron observar el choque desde la Luna de Tierra "B", a
salvo del cataclismo durante unas horas.
AXIS, a menos de 250.000 kilómetros de Tierra "B", sufrió de pronto
una brusca desviación en su trayectoria elíptica por el espacio. Era
como si una fuerza desconocida, muy superior a la milenaria rutina de
su órbita, le atrajese hacia el planeta azul. Durante unas cuantas horas,
todo el espacio circundante de Tierra "B", se convirtió en una inmensa
bola de fuego, cegadora y profética del terrible final.
Cuando la cegadora luz fue cesando en intensidad, Tierra "B" había
desaparecido y en su lugar millones de trozos de materia flotaban en
enormes espirales provocadas por la fuerza centrifuga del terrible
impacto.
Desde la Luna, los científicos de Tierra B que habían observado y
grabado el terrible el impacto, apenas podían ver nada a través de sus
telescopios. Sus ojos, estaban anegados por las lágrimas. Tierra "B",
después de millones de años de existencia y desarrollo, había pasado a
ser un montón de materia inerte y dispersa en el inmenso espacio del
Cosmos.
En los distintos planetas, en ambas dimensiones del universo y a
ambos lados de "la puerta", en el segundo exacto del choque del
cometa AXIS, millones de habitantes de Tierra "B" en los distintos lugares
de su particular diáspora, sintieron una extraña y fuerte presión en sus
corazones. La que se siente cuando uno se despide de un gran amigo
para siempre ¡La sensación del último adiós!
En el Planeta inhabitado a donde habían emigrado los 100.000
últimos habitantes de Tierra "B" con su gobierno sí pudieron ver, a través
de los telescopios de largo alcance, la enorme explosión y, poco más
tarde, el vacío total en el lugar donde antes había estado su querido
planeta azul. Nada quedaba ya de él ¡Solamente su memoria!
Al otro lado de "la puerta", ningún observatorio terrestre, ni siquiera
los sofisticados telescopios de la recién estrenada Estación Espacial
Internacional, detectaron el más mínimo cambio en el universo
conocido. Las estrellas brillaban como cada noche y solamente se
escuchaba el eterno susurro espacial procedente del Cosmos, captado
por los radiotelescopios.
AXIS y Tierra "B", fundidos en el último abrazo, flotaban en millones
de pedazos a la deriva en un universo paralelo al nuestro.
La Luna de Tierra B, hasta unas horas después del choque intacta,
comenzó a oscilar de manera frenética y extraña sobre su eje. Huérfana
del planeta que la había mantenido hasta entonces en su órbita,
emprendió una veloz deriva hacia lo más profundo del espacio
interestelar, como deseando encontrar un nuevo lugar donde quedarse
para poder reflejar un Sol.
"SEMPER VERITAS"
"La aventura del conocimiento, por las dificultades que presenta,
solamente es apta para los que para ello están dotados. Los pusilánimes no
tienen un lugar en esta aventura" (Alfons Domitre, filosofo francés del siglo XIX)
La enorme sala de conferencias de la primera planta, en el vetusto
edificio de la Sociedad Científica Rusa de San Petersburgo, estaba
rebosante de público. En las primeras filas, además de los científicos
rusos de más renombre, podían verse norteamericanos, chinos y de
otras muchas nacionalidades. Todos habían acudido a la invitación
cursada por Nikotibof, con gran expectación.
Por fin, después de tanto tiempo, el protagonista de la más
increíble epopeya del Cosmos, estaría allí en persona para dar
respuesta a las muchas preguntas que se habían hecho durante tanto
tiempo.
Eran las 14,30 horas y el inicio de la conferencia estaba anunciada
para las 15,00 en punto. Entre la gran cantidad de público asistente,
podía intuirse la presencia de agentes de los distintos Servicios Secretos,
camuflados como corresponsales de prensa. Sus miradas escrutadoras y
los diminutos aparatos en los oídos, les delataban.
A la hora en punto, el presidente de la Sociedad, un científico ruso
de aspecto venerable, pidió silencio para pronunciar una introducción
con verbo lento y solemne:
- Señores y Señoras: es un gran honor para mi, presentarles a uno
de los más insignes científicos que Rusia ha dado jamás. El Dr. Nikotibof,
como saben, no solamente ha sido un brillante pionero en el campo de
los viajes interestelares, sino que ha tenido el honor de ser nominado
para el Premio Nóbel de Física de este año. Realmente, así lo creo yo
por lo menos, si existe alguien merecedor de este ambicionado
galardón, él es el primero. No quiero hacerles perder más tiempo con
mis palabras. Con ustedes: ¡El Dr. Nikotibof!
Por un lateral del estrado salieron tres personas. Nikotibof,
Alexandrov y el físico "jardinero". Los aplausos se prologaron durante
muchos minutos, impidieron que Nikotibof iniciase su discurso. Cuando
por fin se hizo el silencio, en ruso y con voz emocionada, Nikotibof
visiblemente emocionado, dijo:
- Queridos colegas, señores y señoras: he pensado que sería
sumamente egoísta por mi parte, que sus aplausos fuesen dedicados
exclusivamente a mi persona. Toda la gloria que en estos momentos me
adjudican, no me pertenece únicamente a mi y tengo el honor de
compartirla, por justicia, con mis colegas aquí presentes. Sin ellos, sin su
sabiduría, espíritu de trabajo y confianza en mis proyectos, no hubiese
sido nunca posible alcanzar nuestras metas. Especial mención merece
mi querido amigo e insigne colega el Dr. Alexandrov. Él, más que yo en
muchas ocasiones, ha sido el artífice de nuestros logros. Durante un
largo tiempo, ha permanecido exiliado, voluntariamente, en un planeta
Tierra, situado en otra dimensión.
- Allí – bebió un largo sorbo de agua - además de los increíbles
logros científicos de aquellas gentes, pudo embeberse de una filosofía
única y respetuosa con las leyes del Cosmos de la que yo también me
considero discípulo convencido.
Los aplausos, impidieron que siguiese, hasta pasados unos
minutos…
- Me imagino - continuó un poco más relajado Nikotibof - que están
aquí para conocer de primera mano la respuesta a sus preguntas sobre
nuestras investigaciones y viajes. He de reconocer - siguió en tono
irónico - que, hasta hoy, muchos nos habían buscado y no
precisamente para aplaudirnos - las risas en la sala confirmaban haber
comprendido la irónica mención a las grandes potencias.
Los aplausos volvieron a interrumpirle.
- Hoy, con la libertad que debe acompañar por siempre a la
verdadera ciencia, podemos estar aquí reunidos para intercambiar
nuestros puntos de vista. He de decirles que, a pesar de mi promesa de
contarlo "todo", algo dejaré en el tintero hasta que llegue el momento
oportuno. En la costosa y larga investigación que hemos llevado a
cabo, podrán comprender que alguien nos ha tenido que apoyar. Por
razones que no me es posible revelar, estas personas han de
permanecer en el anonimato.
- A ellas – Nikotibof observaba los rostros de los oyentes - desde
aquí, nuestro respeto, admiración y agradecimiento. En el dossier que
les ha sido entregado, para no alargar esta conferencia durante mucho
tiempo, hemos descrito de manera cronológica y con los datos
científicos más relevantes, toda nuestra investigación y sus resultados.
Creo, sinceramente, que se trata de una comunicación científica muy
completa y, por otra parte, que responderá a la mayoría de sus
preguntas. A pesar de ello, tanto mis colegas aquí presentes como yo,
estamos a su completa disposición para aclarar cuantas dudas puedan
tener.
Los aplausos, de nuevo, ahogaron las últimas palabras del científico
ruso.
Uno de los que se sentaban en la primera fila se levantó:
- Dr. Nikotibof: ¿Puede explicarnos algo más sobre sus mecenas?
¿Quiénes son o de dónde proceden?
Nikotibof respondió con cierta ironía:
- Hace unos minutos y durante mis palabras de presentación, he
dicho que no podía revelar aún el nombre de los mismos. A pesar de
todo y deseando eliminar suspicacias, he de decirle que no se trata de
ningún gobierno, organización gubernamental o empresa
multinacional. Se trata de un grupo de personas, aun pareciendo
imposible, con medios suficientes y con la única idea de ayudar de
manera totalmente filantrópica a la Humanidad. Es todo lo que puedo
decirles por ahora.
Una periodista, sentada en una de las últimas filas preguntó:
- ¿Es cierto que en el planeta llamado por ustedes Tierra "B",
conocieron avances tecnológicos y humanos que a nosotros nos
resultarían increíbles?
- Efectivamente - contestó Nikotibof - Se negarían ustedes a
aceptar que puedan ser reales. Son tantas las cosas que vimos en aquel
planeta que sería necesario mucho tiempo para poder explicarlas. En
pocas palabras podríamos resumirlo así: ¡Increíble pero cierto!
Desde una de las plateas, una voz conocida para Nikotibof
preguntó:
- ¿Es cierto que ustedes vivieron en ese planeta durante un tiempo
y pudieron ver, libremente, todos sus adelantos?
Nikotibof reconoció al hombre de color que había presidio la última
reunión con los miembros de la Hermandad y comprendió que la
pregunta, sin sentido para quien conocía la respuesta de antemano,
estaba hecha simplemente para indicarle que estaban allí apoyando su
reaparición.
- Efectivamente. Pudimos desplazarnos con plena libertad por el
planeta, ver sus avances y el impensable sistema democrático por el
que se gobernaban. Realmente fue una experiencia imborrable y
desearíamos poder volver a repetirla.
El miembro de la Hermandad que había hecho la pregunta, quedó
un momento en silencio y algo emocionado, le respondió:
- Quizá ya no sea posible. Recuerde, querido Dr., la antigua
máxima hermética: nacer, crecer y morir. Arriba como abajo.
Nikotibof no comprendió la razón de aquella cita hermética que él
bien conocía, en aquel momento, pero intuyó que algo grave debía
haber sucedido. Las preguntas y respuestas, se prolongaron por espacio
de varias horas.
Los comentarios de los asistentes, después de las explicaciones de
Nikotibof y sus ayudantes, además de la extensa información del dossier,
habían suscitado una gran admiración por las investigaciones del ruso.
Los corrillos de científicos, discutiendo los distintos aspectos de la
investigación, tardaron bastante en disolverse.
Cuando la conferencia terminó, Nikotibof deseó encontrarse con
aquel hombre de Tierra "B". Miró entre la muchedumbre de asistentes y,
por fin, pudo localizarlo en compañía de otros miembros de la
Hermandad que habían asistido con él.
Apretando su mano fuertemente y con gesto emocionado, le dijo:
- Querido Nikotibof: he de comunicarle algo que ya conocíamos
pero que esperábamos nunca sucediera. Tierra "B" ha sufrido el choque
con un gran Cometa de nuestro Sistema y, en estos momentos, ya no
existen más que sus restos vagando por el espacio.
Nikotibof, con rostro pálido y cara de incredulidad le preguntó:
- ¿Cómo es posible? ¿Y los habitantes de Tierra "B"?
- Todos están a salvo, amigo mío. Era una catástrofe anunciada
hace miles de años y, gracias a ello, hemos podido ir abandonando el
planeta paulatinamente hacia otros de nuestro Sistema y también del
suyo. En el momento del choque, nadie quedaba en Tierra "B". Todos
nos encontrábamos ya ubicados en diversos lugares del Cosmos.
Nuestro gobierno, con un grupo de pioneros, se dispone a colonizar un
planeta parecido al nuestro pero inhabitado, en nuestra galaxia. Algún
día podremos llamar a ese lugar: "Tierra B". Ahora, amigo Nikotibof,
tendremos que estar a uno y otro lado de "la puerta" e integrarnos en las
distintas sociedades.
Nikotibof no salía de su asombro ante semejante noticia. Ahora
comprendía la razón de haber citado aquella máxima hermética, en la
emocionada respuesta a la expresión de sus deseos de volver a Tierra
"B".
"Arriba como abajo; abajo como arriba" "Todo en el Cosmos nace,
crece y muere". Tierra "B", aquel planeta azul y alegre que ellos
conocieron y admiraron, había cumplido el enunciado de la antigua
máxima hermética, pensó Nikotibof.
El presidente de la “Hermandad” y sus acompañantes, después de
departir con Nikotibof y sus ayudantes (Alexandrov, también había
quedado profundamente afectado por la noticia), se despidieron no sin
antes decir:
- Permaneceremos en contacto pero, a pesar de ello, los próximos
meses serán decisivos para nuestro trabajo en los distintos lugares de la
Tierra. No dejen de seguir las noticias en los distintos medios de
comunicación. Pronto verán algunas cosas sorprendentes.
A raíz de aquella conferencia, en San Petersburgo, las autoridades
rusas habían contactado con Nikotibof y Alexandrov. Se celebró una
reunión de alto nivel en el Ministerio de Defensa (del que dependía
directamente la Agencia del Espacio) para tratar de convencerles.
El Ministro de Defensa, con inusual respeto y cortesía, deseaba que
volviesen a trabajar para la patria; Rusia necesitaba de sus
conocimientos; el patriotismo era necesario en estos casos.
Tanto Nikotibof como su colega Alexandrov, con maneras corteses
pero firmemente, rehusaron volver a trabajar para cualquier gobierno.
Los condecorados con el premio Nóbel estaban a punto de ser
dados a conocer por la Academia Sueca. El gran público, como
siempre, no seguía los pronósticos con gran interés.
La comunidad científica en todo el mundo, sí esperaba el nombre
de los nominados con gran atención. Muchos de sus miembros, después
de años de trabajo en las más diversas disciplinas, deseaban ver
premiados públicamente sus logros. ¡Sin olvidar la importante dotación
económica del premio!
Nikotibof, a pesar de saber que su nombre se barajaba para el
Nóbel de Física, había perdido interés por aquel asunto. Su
preocupación, ahora, era decidir cómo y dónde seguir investigando
sobre otros aspectos del espacio. Deseaba poder entregar a la
humanidad sus conocimientos pero, hasta este momento, aún sentía
cierto recelo "¿Cómo dar a conocer los descubrimientos de tipo
biológico, decisivos para la humanidad?" "¿Qué país u organismo sería
el más fiable para depositar en sus manos aquellos descubrimientos?"
"¿Sería quizá más conveniente cederlos a la ONU para que, por medio
de una de sus organizaciones, todos pudiesen acceder a ellos?"
Alexandrov y él, habían discutido este asunto repetidamente sin
llegar a ninguna conclusión definitiva. Por otro lado, sus recursos
económicos eran cada vez más escasos y, para seguir investigando, se
necesitaba un buen laboratorio y mucho dinero.
Una llamada telefónica, le despertó. Aún dormido, escuchó en
correcto ruso la comunicación de la Academia Sueca sobre la
concesión del premio Nóbel de Física, compartido con su amigo y
colega Alexandrov. Le faltó tiempo para llamarle pero, cuando pudo
hablar con él, también Alexandrov había sido despertado para
comunicarle lo mismo.
Ambos no pudieron dormir en toda la noche. Las llamadas, desde
las instituciones del Estado, colegas y amigos, se sucedieron durante
toda la noche. Solamente de madrugada, pudieron descansar.
La ceremonia de entrega de los Premios Nóbel, como era habitual,
se había preparado con toda pompa.
Los científicos, escritores y representantes de las organizaciones
premiadas, se encontraban sentados en semicírculo en el grandioso
escenario. De un momento a otro, el Rey de Suecia entraría a los sones
del himno nacional.
Nikotibof y Alexandrov, incómodos a todas luces dentro de aquel
traje de gala, estaban sumamente nerviosos y observaban los rostros de
los demás premiados que, como ellos, parecían encontrarse incómodos
fuera de sus lugares habituales de trabajo y rodeados de una gran
parafernalia a la que no estaban habituados.
El presidente de la Academia Sueca de Ciencias, después de un
largo panegírico glosando los méritos de los distintos galardonados, fue
llamándoles por sus nombres para recoger los premios de manos del
Rey.
Casi todos se mostraron algo torpes, tanto en su caminar por el
estrado como en los saludos y reverencias de protocolo, a pesar del
ensayo del día anterior. Estaba claro que lo suyo no era aquella pompa
cortesana, sino el silencio de los laboratorios o el recoleto lugar donde
creaban sus realidades fantásticas o la poesía que dibujaba
sentimientos.
Llegado el turno para Nikotibof y Alexandrov, los asistentes no
pudieron contener la risa mezclada con una larga y cariñosa ovación,
ante la pequeña escaramuza en que se enzarzaron ambos para
cederse el primer puesto. Finalmente, tras un corto forcejeo, decidieron
caminar juntos y cogidos del brazo hasta llegar al lugar ocupado por el
Rey que, con una sonrisa cómplice, les entregó el premio.
De vuelta a sus asientos, las risas volvieron a reproducirse. Parecían
como perdidos e incapaces de encontrar un lugar donde sentarse.
Después de unas cuantas vueltas por delante de los demás premiados,
lo lograron.
Ya de regreso a casa, ambos cansados de los agasajos, cena y
posterior baile de gala, aún no podían asumir haber sido galardonados
con aquel prestigioso premio.
Cuando pasaron unos días y sus vidas volvieron a la normalidad,
fueron conscientes de que sus problemas financieros habían terminado.
La dotación del premio sería suficiente para montar un laboratorio y
seguir investigando. ¡Ahora, no dependían de nadie para seguir
haciéndolo!
Acostumbrados a encontrarse con algún miembro de la
“Hermandad” en todas las ocasiones especiales, les habían echado de
menos en la ceremonia de entrega de los Nóbel "¿Habría sucedido
algo?" "¿Dónde podrían contactar con ellos en caso necesario?"
En una de las habitaciones del moderno hotel, muy cercano al
aeropuerto de Barajas, en Madrid, unas 15 personas se encontraban
contemplando la pantalla gigante del televisor. Se está retransmitiendo
la entrega de los Nóbel y, cuando Nikotibof y Alexandrov aparecen en
pantalla, una mezcla de risas y fuertes aplausos estalla. Sobre la mesa,
una bandera con una desconocida constelación y la divisa "SEMPER
VERITAS".
Desde el regreso de Estocolmo, tanto Nikotibof como Alexandrov,
habían estado pensando en dónde instalarían su nuevo laboratorio. A
decir verdad y después de haber estado tanto tiempo fuera, la vieja
Rusia no ejercía la atracción de antaño sobre ellos.
Su sentimiento patriótico, antaño grande, se había convertido en
otro mucho más amplio, casi ¡cósmico! No podían explicar
objetivamente aquel cambio pero así lo sentían. Ambos, sin familia
cercana en la Unión Soviética, decidieron volver a un lugar que les
había cautivado por su belleza, clima y tranquilidad: aquella casita de
madera, en la Península del Yucatán, en la que tantos y tantos
momentos inolvidables habían compartido. En ese momento
recordaron a su colega el "jardinero" "¿Dónde estaría?"
Sin apenas debatirlo, ambos estuvieron totalmente de acuerdo y, a
los pocos días, después de dejar arreglados unos asuntos de tipo
bancario, volaron hacia el Oeste. Ahora podrían estar allí, sin la pesada
losa de la clandestinidad e investigar libremente y sin preocupaciones
de tipo económico lo que les viniese en gana.
Cuando el helicóptero alquilado en el lejano aeropuerto les dejó
en la explanada, ante la pequeña casa de madera, alguien sentado en
el porche, fumando tranquilamente, les observaba sonriendo. El
"jardinero" parecía haber estado esperando desde siempre su regreso.
Los tres, sin apenas decir palabra, se abrazaron. Las primeras
palabras las pronunció el que les recibía:
- ¡Felicidades por vuestro Nóbel y por el recuerdo para este
aprendiz durante la ceremonia. Sabía que volveríais aquí. Todo está
preparado para continuar los trabajos. En estos momentos os estaréis
preguntando cómo es posible que estuviese aquí esperando vuestra
llegada no anunciada. Ha llegado el momento, queridos colegas, de
deciros que yo también pertenezco a la Hermandad y me encuentro en
contacto permanente con sus miembros, no importa donde estén.
¿Recordais aquel episodio del satélite que la sonda americana
fotografió en la órbita de Marte y que, de manera inexplicable,
desapareció al día siguiente? En la actualidad está situado en la órbita
de Júpiter y nos sirve de enlace con todos los puntos de vuestra Tierra,
además de poder hacerlo con el universo paralelo donde se
encontraba Tierra "B" - cuando pronunció aquel nombre no pudo
ocultar su emoción - Si bien nuestra capacidad telepática es excelente,
al encontrarnos en lugares distantes de nuestra Tierra de origen, no
siempre se dan las condiciones psicológicas idóneas para ejercerla en
todas sus potencialidades. El satélite suple estas posibles deficiencias.
Hizo una pequeña pausa para ver la reacción de los dos y
continuó:
- Existe una segunda gran sorpresa pero dejará de serlo en muy
pocos días. Especialmente uno de vosotros se sentirá muy gratamente
sorprendido. Hoy, lo lamento, queridos amigos, no puedo revelar más
datos.
Nikotibof, impresionado por todo lo escuchado pero, mucho más
por estar de nuevo en aquel lugar que tantas veces había añorado,
dijo:
- Realmente, amigos míos, sea cual sea esa sorpresa, el destino o lo
que sea, nos ha deparado bastantes emociones durante los últimos
meses. Tantas que nunca antes pude pensar que fuese posible. Estamos
aquí, libres de toda persecución, respetados por todos, reconocido
nuestro trabajo de investigación y preparados para reiniciar lo que
dejamos sin terminar. La ciencia, como bien dice el querido Alexandrov,
"es como un niño que nunca termina su aprendizaje: camina, cae, se
levanta y sigue intentándolo".
Todos se rieron con la cita y llevaron el equipaje al interior de la
casa.
Por la tarde, relajados ya por completo, los tres dieron un largo
paseo por los alrededores. Escondidas en los frondosos árboles que casi
impedían el paso del Sol, infinidad de aves de los más increíbles colores,
dejaban oír infinidad de melodías distintas tanto en intensidad como en
cromatismo musical.
Estaban atareados en el laboratorio intentando reiniciar los últimos
experimentos realizados hasta el momento en que partieron para
Europa cuando el ruido característico, cada vez mas cercano del rotor
de un helicóptero, les hizo precipitarse fuera de la casa. En realidad no
esperaban a nadie.
Cuando el aparato se posó suavemente sobre la hierba de la
explanada, una figura femenina descendió de él.
Los dos rusos no daban crédito a lo que veían: allí, vestida con ropa
informal y mirándoles sonriente estaba la Dra. Albacen, aquella que
hacía mucho tiempo, en Tierra "B" había hecho soñar a Nikotibof en
otras cosas que nada tenían que ver con la ciencia. Fuera de su
laboratorio de la ya desaparecida Tierra "B" y con aquella indumentaria
juvenil, resultaba casi irreconocible.
Nikotibof, corrió hacia ella y los dos se fundieron en un tierno
abrazo, mientras sus bocas se buscaban ansiosamente. Los aplausos y
risas, les hicieron volver a la realidad. Albacen, un poco sonrojada por la
presencia de los dos testigos, se abrazó también a ellos.
Nikotibof, dudando que todo aquello fuese real, no salía de su
asombro:
- ¡Esta era la grata sorpresa! - dijo con voz que denotaba una
inmensa felicidad - El científico parecía haber rejuvenecido diez años.
Todos, cogidos del brazo, se dirigieron al interior de la casa. La
noche estaba cayendo y la humedad de la selva se dejaba ya notar.
El canto de los pájaros, hacía ya algún tiempo había dejado de
escucharse en la cercana selva, para dar paso a otros sonidos mucho
más misteriosos producidos por los habitantes de la noche.
Axel, que así se llamaba el físico de la Hermandad que había
acompañado a los dos rusos en sus investigaciones, estaba preparando
el desayuno en la pequeña pero coqueta cocina.
Nikotibof, seguido de una Dra. Albacen radiante de felicidad,
parecía haber rejuvenecido bastantes años. Su perilla gris y desaliñada
había desaparecido, dejando al descubierto una barbilla voluntariosa
surcada por un gracioso hoyuelo.
Axel no pudo evitar una carcajada al verlos:
- Este - haciendo una clara alusión al afeitado de Nikotibof - amigo
mío, es el primer cambio que impone la mujer de la casa ¡Esperemos a
mañana!
Cuando Alexandrov bajó, la carcajada también fue sonora:
- El insigne Premio Nóbel de Física, Dr. Nikotibof, ha sido vencido por
la fuerza ancestral de la hembra.
Nikotibof y Albacen, un poco molestos por las bromas, impusieron
silencio con un gesto de sus manos que se podría traducir por: "¡Basta!”
Las noticias de la mañana, por el canal satélite de la CNN, estaban
informando sobre las elecciones en Estados Unidos.
Un, hasta entonces casi desconocido senador por Nebraska,
parecía ser el candidato con más posibilidades para convertirse en el
futuro presidente del país. Había sido una dura campaña electoral y,
por primera vez en la historia de los Estados Unidos, un tercer partido
recién creado y desconocido un año antes, había superado en número
de votos a los ya tradicionales republicano y demócrata.
El nuevo partido, con un programa bien estructurado y haciendo
hincapié en la defensa del planeta; la eliminación paulatina de las
energías contaminantes por otras más ecológicas; la igualdad ante la
ley para todos, había calado hondo en la opinión pública
estadounidense. El programa, había merecido la plena confianza de los
votantes después de haber sido debatido ampliamente en televisión,
radio y prensa.
Los norteamericanos, por primera vez en su historia, tenían la
sensación de que los cambios que se implantarían por el futuro gobierno
iban a ser decisivos para ellos y, por extensión, para todo el mundo.
Nuestros amigos, seguían con interés la noticia. Cuando apareció
el senador Fidias en la pantalla, tanto Axel como Albacen no pudieron
evitar mirarse y sonreír. Nikotibof y Alexandrov, no vieron aquel gesto de
complicidad de ambos pero se mostraron extrañados al reconocer al
futuro presidente.
Allí estaba el hombre que siempre había actuado como presidente
en las reuniones con la Hermandad. Él, sería el futuro presidente del país
más poderoso de la Tierra. Ambos, Nikotibof y Alexandrov, empezaron a
comprender. Mirándose con una sonrisa de complicidad,
comprendieron que la NUEVA ERA había comenzado y que las palabras
dichas en la última entrevista: "No dejen de seguir las noticias", tenían
ahora una cumplida explicación.
El primer presidente de los Estados Unidos, miembro de un nuevo
partido, el "NATURE FIRST", estaba a punto de jurar la Constitución de la
nación más poderosa de la Tierra. Seguro que los cambios, pronto serian
visibles en el mundo. Junto a él, otros miembros de la Hermandad
tomarían puestos claves en el gobierno.
El "equipo", como le llamaba siempre Nikotibof, trabajaba muchas
horas en la elaboración de ciertas vacunas creadas a partir de los
elementos descubiertos en sangre y orina de los viajeros del espacio.
Después de varios meses y con la inestimable ayuda de Albacen,
experta en biología molecular, habían logrado sintetizar varios
compuestos que, con los medios y técnicas de cualquier laboratorio
medianamente equipado, era posible elaborar a muy bajo precio.
Todos estaban exultantes por lo logrado. Muchas de las antiguas y
fatales enfermedades de la Humanidad, pasarían muy pronto a ser
historia. Todo el mundo, pobres y ricos, tendrían las mismas
oportunidades. El descubrimiento, así lo habían acordado
unánimemente, sería donado a la ONU para que ella vigilase su
fabricación y distribución en todo el mundo.
Estaban comiendo y, como de costumbre, la CNN transmitía sus
noticiarios con abundantes colaboraciones de sus corresponsales en
todo el mundo.
En Roma, desde hacía varias semanas, se estaba celebrando el
cónclave para la elección del nuevo sucesor de Pedro, tras la muerte
del anterior, ya anciano y decrépito. Varias habían sido las "fumatas" sin
resultado.
La "fumarola", como la llamaban los romanos, lanzó un penacho de
humo blanco que el fuerte viento desparramó en blancas nubecillas
sobre la Plaza de San Pedro. ¡Un nuevo Papa había sido elegido!
Como era habitual en este tipo de ceremonias para la elección de
un Papa, la Piazza di Santo Pietro, estaba rebosante de creyentes de
todo el mundo que, en su fuero interno, deseaban que un compatriota
fuese elegido. Esta vez, se hablaba con cierta frecuencia de la posible
elección de un cardenal procedente de una pequeñísima y casi
desconocida nación de Oceanía. Su nombre apenas era conocido.
Monseñor Servus, era uno de los príncipes más jóvenes de la Iglesia
(apenas contaba 47 años, según se podía leer en las biografías de los
participantes en el conclave, repartidas por el Vaticano) y según los
rumores, tenía una gran personalidad.
La ventana central que da la Plaza de San Pedro se abrió y el
Cardenal Camarlengo, anunció a todos: "¡Habemus Papa!". El público
prorrumpió en aplausos y vivas, en multitud de lenguas allí presentes. Las
banderas de muchas naciones fueron agitadas al viento.
Cuando el Camarlengo quiso poner sobre su cabeza la pesada
Tiara, el nuevo Papa, con un ligero gesto, renunció a ser coronado.
Solamente el escalpelo de cardenal siguió cubriendo su cabeza.
El recién elegido Papa, de talla más bien baja y con rasgos
polinesios, se acercó hasta la barandilla para saludar a todos los
presentes en varias lenguas y de manera harto fluida. Después, con
gesto pausado, impartió la bendición "Urbi et Orbi".
Llamaron poderosamente la atención del reportero de la CNN, dos
detalles que para la multitud, por lo inmediato de la ceremonia quizá
pasaron desapercibidos: La Cruz trazada en el aire por la mano
derecha del nuevo Papa, más bien parecía un triángulo.
El blasón escogido (es tradición que todos los Papas lo hagan así al
ser elegidos) era moderno y distaba mucho del estilo vetusto y medieval
de los de sus predecesores en la silla de Pedro: sobre un cielo azul
coronado por una constelación, campeaba la divisa: "SEMPER VERITAS"
EPILOGO
Estimado lector, todo lo aquí relatado no es ficción. Tanto el
planeta Tierra "B" como la filosofía vital de sus habitantes, hoy dispersos
por el cosmos, son tan reales como tú.
La "puerta", ese lugar del Cosmos que al ser traspasado nos
convierte en "cuasi" superhombres, se hizo realidad al mismo tiempo que
las primeras estrellas en el firmamento ¡Firmamentos, mejor dicho! No fue
descubierta por Nikotibof. Él, científico y humanista al mismo tiempo,
aprovechó los conocimientos que otros nos legaron pero que solamente
unos pocos elegidos han podido descifrar.
Alguien, mucho más sabio que yo y con conocimientos
extraordinarios sobre el cosmos, me dijo durante una reunión en un
cafetín del puerto de Barcelona: "Usted contará lo que le parezca pero,
por favor, no falte nunca a la verdad"
Yo, estimado lector, he deseado reflejar con exactitud lo que me
contaron y lo que personalmente he visto después. A pesar de ello, he
de confesar que no toda la verdad puede ser contada.
Quizá en otro tiempo, cuando la humanidad sea capaz de
comprender que la NUEVA ERA ha comenzado, sea el momento
adecuado para revelar todo lo que me transmitieron los protagonistas,
de uno y otro lado de la "puerta", confiando en mi discreción.
La Hermandad, la que ayudó a Nikotibof y sus colegas para llevar a
cabo sus sueños, también existe y sigue trabajando entre nosotros. No
debe atemorizarte esta afirmación pues se trata de personas de
naturaleza especialmente benéfica. Están dispuestas a repetir aquí lo
que ya fue una realidad allí, en un planeta que desapareció del
Cosmos por el anunciado impacto de un cometa. Ellos, los miembros de
la Hermandad, son como tú y yo ¡No esperes que tengan otro aspecto!
Para poder descubrirles, solamente es necesario despertar nuestra
dormida y primigenia sensibilidad.
En la actualidad, los miembros de esta Hermandad (he de
confesarlo, finalmente, para no faltar a la verdad) de la que yo también
formo ahora parte, están trabajando con las armas del intelecto y la
razón para hacer posible el nacimiento de un Ser Humano nuevo pero,
¡no te equivoques lector! No se trata del HOMBRE NUEVO de la
ideología nacionalsocialista o de la RAZA de superhombres que algunos
fanáticos iluminados soñaron. Se trata de despertar lo que queda del ser
humano original; del Ser que bebía en las fuentes de la sabiduría
universal y única.
La Hermandad, durante sus reuniones que podríamos llamar
"formales" inicia sus trabajos con una especie de invocación ritual ya
conocida por ti: "SEMPER VERITAS" (Siempre la Verdad). Esta invocación,
encierra toda la filosofía y ética de sus miembros: ¡solamente la VERDAD
nos puede hacer libres y merecedores de ser calificados como SERES
HUMANOS!
Todo lo demás; lo que nos impide realmente ser libres, ha sido
creado por mentes maléficas y retorcidas para someternos; para
generar miedos que anulando la razón, permiten la aparición de dioses
y demonios en nuestras mentes atormentadas por la humana duda. No
son reales pero, con el tiempo, parecen serlo.
Espero que si tienes la suerte de encontrarte, algún día, con
miembros de esta Hermandad y puedes reconocerlos, seas capaz de
elegir el Camino que conduce al conocimiento, como ellos lo hicieron.
Yo, desde este lugar en donde espero la llegada de otros miembros
procedentes de la nueva Tierra "B" para ayudarnos a continuar nuestro
trabajo, te deseo que algún día logres traspasar la "puerta" ¡Los efectos
de este tránsito entre dos universos, son realmente increíbles!
En algún lugar de la Península del Yucatán, 30 de Mayo de 2.001