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LIBROS
trabajar, en donde poder enseñar y dedicarse al encanto naciente de la litografía.Escribió a Lord Byron tLtando de ir aGrecia y, como parece que esto no fueposible, lanzó su mirada a ultramar, a México, a un país que le interesaba a él, rebelde, de manera profunda, porque acababa de hacer su independencia. La amistad de Gorostiza le valió que, de acuerdocon el ministro Michelena, se le aceptarael venir a instalar un taller litográfico.No eran muy oportunos los tiempos. Linati se queja de que la civilización enMéxico se reducía a tres ciudades, por loque sólo podría trabajar en "un poco demúsica, esquelas y algún santucho", ypensó irse a Liverpool; sin embargo, sagaz observador, no perdía el tiempo y dibujaba lo que -más le llamaba la atención:los trajes mexicanos. "Hago una colecciónde trajes mexicanos que se publicará enEuropa", anunciaba a un amigo.
Solamente duró un año en México.Después volvió 3 Europa; intrigó para laindependencia e integración de Italia y,fracasado, decidió regresar, con tan malasuerte que, apenas desembarcó en Tampico, una fiebre maligna 10 llevó al sepulcroen 1832.
UNÍVE-RSIDAD bE MEXICO
*El libro tiene cuarenta y ocho litogra
fías a color, cada una con un comentarioenfrente, en el cual no sólo se refiere alos tipos y trajes, según el título del libro, sino que, como observa Justino Fernández. "mani fiesta sus observaciones sobre las costumbres, la situación histórica,el clero, la política, los habitantes, los caballos y otros varios intereses que incluyen buena dosis de sabiduría". Resulta,pues, este libro único, además de una obraele arte, una historia social de un momento dado por el que México pasó, unade sus fases más interesantes y más dramáticas: el paso de colonia a nación, quetanta sangre y tanto esfuerzo costó. Norecuerdo que ningún historiador del siglo XIX mexicano (salvo el uso de algunalitografía para "dar 3mbiente"), utiliceel libro de Linati. Y han hecho mal. Tiene razón Manuel Toussaint, en el prólogo,cuando dice que ahora que tanto ha preocupado el tema de "lo mexicano", el libr-o de Linati y sus observaciones no hansido tomadas en cuenta y que "acaso sirvan para modificar, en segundas ediciones, los conceptos vertidos en la numerosaliteratura aparecida para dilucidar el tema". Sin embargo, todavía pueden molestar a muchos Jos juicios de Linati, que sien ocasiones son exagerados, siempre soninteligentes.
Sus litografías abarcan desde los elegantes militares, las finas damas, los frailes y los héroes hasta los aguadores, vendedores, léperos y negros. A fines de laColonia se hicieron los dos lienzos quenos eneñan los trajes de las órdenes religiosas de México, tanto masculinas comofemeninas, pero esto fue un tema restringido a la variedad con que vestían los frailes y monjas novohispanos. Claudia Linatilo quiere ver y juzgar todo y, así comoahora el "turista" inteligente sabe captarcon su cámara fotográfica los tipos humanos más representativos de las regiones que visita, así Linati -y más amplioy observador, con ojos de arte y no de turismo- retrata todos los tipos de la sociedad mexicana. Hay que recordar aquíque en 1823 se había publicado en París
LINATI
El a:1\Or irlandés G. Bernard Shaw
vas Cheri f -según palabras suyas- sólopara evitar que los intérpretes cayeranen amanerado profesionalismo, éstos realizan una consciente labor de buenos aficionados al teatro.
.En la señora Warren pone MariitaPeco una experiencia que la sitúa enplano superior al que ocupan quiene.s .laacompañan; Sylvia Suárez, como Vl\fle,da gracia y firmeza a la hija emancipada;Michel TOlllp se define, en el papel deCrofts, como el más seguro de los varones de la comedia, a quien secundan conacierto Juan Antonio Jiménez, AlfredoC. Trigo y Antonio Tomp, intérpretesde Frank, Praed y el párroco, respectivamente.
La escenografía, proporcionada por elJNBA, cumple limitadamente sus fmes,como la iluminación -tan difícil de ]0
grar en esa sala-; y el vestuario se acerca, hasta donde es posible, a las modas"fin de siglo"'.
cidido. Era italiano e hijo de condes, peroen su juventud había sido carbonario ycomo rebelde fue desterrado de Italia yaun condenado a muerte. Desde niño, sudedicación, fuera de la polítiCa", se dirigióal dibujo y al grabado y en París frecuentó el taller del famoso Louis David.Pero pronto abandonó el grabado para entregarse a la novedosa invención de la litografía, que Luis Senefelder, su inventor, había patentado en 1799. Viajó porFrancia y España y después por Bélgica.en donde encontró, dichosamente para ély para nosotros, al encargado de negociosmexicano, el dramaturgo Manuel Eduardo de Gomstiza. Linati buscaba una patria fuera de Italia, una nación en donde
Por Francisco DE LA MAZA
IBSEN, WILDE. SHAW.
DIRECCION, INTERPRETESY MONTAJE
Contra tal sujeción de la mujer en elsiglo XIX, había protestado prin~ero Nora,la protagonista de Casa de muneca~ -ensingular-, de Ibsen, antes, d~ p~rtJr conesa actitud resuelta que sena llTIltada porotras mujeres, en todo el mundo.
Wilde sin solidarizarse con Ibsen, dequien lo ~eparaban tant~s prejl!icios de losacumulados por la socIedad mglesa, llevó a las figuras femeninas de sus comedias por senderos. e~1 .Ios cuale,s ~e v~no-aban de tales preJUICIOS con replicas 111-,.,geniosas.
En Bernard Shaw, que acepta el legadocomprometedor del d ra~1atUl:go l~oruego
y prolonga la líne~ ~el 1I1ge11l0. wddeano,con personal, sarcastlco humorIsmo? hallaecos el portazo que sigue a la partIda deN01'a: Vivie. en La profesión de la seJiora WQ1Ten, se marcha del hogar, paraindependizarse, en vez de contraer matrimonio.
Lajo la dirección del joven organizador de este festival, supervisado por Ri-
EL LIBRO DE CLAUDIO
30
"LA PROFESION DE LA SE~ORA\VARREN"
Afortunadamente li traducción preferida para el progra~1a inaugural de estefestival conmemorativo fue, de. acuerdocon el buen consejo del asesor. ~lva~ Cheri f, la que pulcramen,te re~lizo RI~a.rdoBaeza. quien conservo el titulo ong1l1alde la obra. _ '
J.c profesión de la senor~ Warren est:uy leJ' os de las truculenCIas de novela.,
m 'f t no aly películas cinematogra ,IC~S, en 0.1' .
escabroso tema, y las mult~ples de~lvaclOnes que en la es~ena espanola e hispanoamericana ha tel1ldo.
Sobre el asunto desarrolla?o por ~ernard Shaw, en su c01~e.t1ia, dIce la lTIlSmaprotagonista: uLa un!ca man~r~: parauna mujer, de lograr una poslclon decente, es encontrar un hombre que teng~
los medios suficientes para mantenerla.
• QUEREMOS saber cómo era México) en 1828, época de nuestros tata-U ¡'abuelos, con sus tipos humanostan peculiares, sus ricos y policromadosvestidos, sus 'costumbres cotidianas, r~li
giosas y civiles? o necesitamos una 1111terna mágica; basta tener ante nuestrosojos la espléndida segunda edición de unlibro delicioso que se publicó ese año enBruselas: Trajes civiles, militares y religiosos de M é.:rico. Su autor: Claudia Linati. Su traductor y anotador: J ustinoFernández.
Hagamos un poco de historia. Un díade octubre del año de 1825, llegó a la capi-tal mexícana un hombre de treinta ycinoo años, de aspecto romántico pero de-
UNIVERSIDAD DE MEXICO
el Atlas Historique de William Bullock,len donde el autor dibuja varios tipos mexicanos, en los que puede verse la profunda variación de vestuario que se habíaoperado en tan poco tiempo; las modasfrancesas aún no aparecían en 1823, y losmexicanos de "alta clase", según Bullock,así como su militar y su magistrado, sonmás producto de su imaginación que dela realidad; en cambio los indígenas están más cerca de la verdad, tanto en trajes como en rasgos faciales. Bullock viócon 'mayor objetividad a los indios; Linati a los criollos.
Examinemos algunas figuras con la segura y experta guía de Justino Fernández. "La joven obrera", con su falda depercal floreada y su tápalo azul, fina, delicada, con rostro, brazüs y manos "deacuerdo con el ideal clasista y alejadosde toda traza de rasgos mexicanos", puesno hay que olvidar que Linati, discípulode David e hijo de su tiempo, todo lo vecon los correctüs e idealizados anteojosneoclásicos, igual que su contemporáneoy amigo Waldeck, quien en su Diario, alver a un indio de Pueblo Viejo, escribe:"bello como una estatua antigua". El "lépero" quiere ser nlás mexicano, pero, entodo caso, como dice Fernández, le resulta"un robusto criollo", malicioso y tal vezantipático pero nunca, como dice Toussaint. "inmundo". O como ese indio quesucciona pulque, con perfil de moneda antigua, o ese terrible apache que. por locontrario. y como atinadamente observaJnstino Fernández, es "una especie deGengis Khan americano, que hace evocarmás las etapas del Catay que las del nortedel país."
Pero ¿ no quedamos en que es un reI rato del México de la primera mitad delsiglo XIX? Cierto, mas a pesar de estosclasicismos y exageraciones con los in díRenas, . obre todo en su tipo racial (la india vendedora de dulces de la lámina 39y elioven vendedor de odres de la lámina 35 son dos modelos helénico-románticos). en cuanto a trajes, actitudes V costumbres sí se adapta más a la re~lidad.Sin embargo, son los criollos los que másle llaman la atención: "El criollo mexicano -dice- ha entregado valientementesu sangre por la independencia de su país;ha proclamado la libertad. la igualdad. ymerece la admiración de su siglo." Losdibuja gallardamente cuando son héroeso militares y con el "regidor", tan dignode gran señorío; con cierta maliciüsa burla cuando son frailes o clérigos; con cierta complacencia y curiüsidad cuando sonlos hacendados y pequeños burgueses. A\'eces es convencional y desorbitado conlos héroes; su Hidalgo le resultó retóricoy chocante; el Morelos desdibujado y vanamente declamatorio, pero a los que conoció en persona los dibuja con firmeza,con voluntad y con maestría; tal es el retrato de Guadalupe Victoria, como unpríncipe, o el elegante Filisola, ese "hermoso Japoleón americano", del cual, sihubiera conocido su historia posterior,no se hubiera evanecido tanto su compatriota Linati.
y volviendo a lo indígena y popular,allí están su pleito de indias, con sus chamacos a la espalda; sus provocativas tortilleras; su ambiciosa litografía del juegode naipes y su pelea de gallos.
V éase Anales • 24. 1956,
Por otra parte, los textos y comentariosson de suma importancia, como ya se dijo, y sobre los cuales llama la atenciónJ ustino Fernández, haciendo de ellos adecuadas síntesis por temas. El lector gustará de ellos por su desenfado, su sinceridad, su crítica y su talento y encontraránoticias curiosas y que no están en otraparte, como por ejemplo, el que, cuandodescubrió Bullock la llamada "piedra delos sacrificios", vinieron cientos de indios y sobre todo de indias, a ofrendarleflores.
La Universidad Nacional Autónoma deMéxico debe estar orgullosa de haber publicado un libro tan interesante. Y aquícabe recordar que J ustino Fernández nosólo fué el autor de la "Introducción, Notas y Traducción", sino el director de laedición y yo sé cuánto empeño, cuántoentusiasmo y, desde luego, cuánta fatigale costó la dirección editorial, fatiga compensada por su presentación impecabley por hacer que El Linati, como era conocido de los bibliófilos, pueda estar ahora en todas las manos. Desde las magníficas ediciones de! siglo XVI; desde Cumplido y García Icazba1ceta en el siglo XIX,
no se había hecho en México un librotan bello y finamente impreso como estede los Trajes civiles, militares y religiososde México de ese gran italiano románticoque fué Claudia Linati.
ALÍ CHUMACERO: Palabras en reposo. Letras Mexicanas, 23. Fondo de CulturaEconómica. México, 1956.
Se definen mejor las características dela poesía, que las de la prosa. La poesíasigue más de cerca las normas de una escuela. Por 10 general, la prosa oscila, incierta, entre varias tendencias que la empujan y limitan. De ahí que, como observaEliot, toda norma poética acabe por crearsu propia retórica. Entonces la decadencia se inicia hasta que otros valores seabren paso e imponen una nueva fórmula.
La poesía moderna -española, francesa, inglesa, etc.-, está hoy bajo el signode una tendencia que pretende desvelarel mundo psíquico donde la vigilia y elsueño se rozan y explican. Por lo quetoca a la forma la poesía se expresa pormedio de una sintaxis irregular -deliberadamente irregular- tal como expusoAmado Alonso, al hablar de eruda.
Queda en pie el mundo con que cadapoeta hace suyas estas normas, de acuerdo con su sensibilidad estética y su geniocreador. Es entonces cuando se ve hastadónde el poeta se adueña de ese estadopoético.
Estas leves divagaciones vienen a cuento cuando se lee el nuevo libro de AJíChumacero. Lo primero que hay que destacar es la fidelidad a su norma inicial.La lectura de sus anteriores libros Páramo de sueños (1944) e Imágenes desterradas (1948) muestran el camino por e!cual ha llegado a Palabras en reposo. Loprimero que se advierte en este libro esuna mucho más honda tensión poética ylo segundo una mayor economía de recursos verbales. Lo hondo se hace má claroy la expresión más ceñida.
En poesía la palabra no puede ser transparente como sucede en la prosa. La palabra no puede limitarse a transmitir laidea que se expone, eludiendo su presen-
cia. (Tal es la op1l11On de Valéry.) Enpoesía la palabra se vincula a la poesía ental forma que con ella se confunde. Deahí que el juego de las imágenes sea intraducible porque la comu;lión de palabrasy poesía crea el valor expresivo.
y esto es lo que. con intuición dignadel mayor elogio, realiza Alí Chumacero.Todo su libro es -en cierto sentidoun solo poema. Produce la impresión deresponder a un estada poético nacido deuna angustia no desolada, sino natural ygustosa; la angustia del hombre ante supropio enigma y los enígmas que contempla: la muerte, el deseo, el amor y la soledad. Pero el poeta no trabaja situándose en un plano inasible de abs-tracciones-diría yo supuestas- sino en el planocierto de la vida misma. Cada imagen esel resultado de aquel impulso humano porexpresarse. En ocasiones, por vías de juego, el poeta intercala expresiones que seaproximan a lo cotidiano y a la nota romántica.
Alí Chumacero está, por fortuna, muylejos de la retórica de su escuela; se mantiene vigilante en la esencia misma de supoesía: de la poesía que condiciona lanorma y la poesía que él intuye.
Un paso más y se hará dueño de todosu poder creativo. Dada su vigilante inteligencia y su sensibilidad, 110 es de esperarse que dé nunca el paso a la retóricaque substituye el plano poético.
E. A. G.
GIORGIO ABETTI: Historia de la Astronomia.Breviario, 118. Fondo de Cultura Económica. México, 1956. 386 pp.
Tanto por la finalidad de su materia,como por sus orígenes y su estupendodesarrollo, la astronomía ocupa, sin duda, un lugar prominente entre las ciencias. Para entender lo que ella signi fica,es necesario conocer su historia. Pero 110
es fácil escribir la historia de la ciencia,po.rque muchas veces se reclama para distint'os autores e! mismo invento, cuandoéste ha madurado en diferentes lug3.res almismo tiempo.
Notando que la escasa producción italiana de obras referentes a la historia dela astronomía produce un deficiente conocimiento de la aportación que los italianos han hecho al desarrollo d:? estaciencia, Gi'Üfgio Abetti, sirviéndose de losda.tos que sólo pueden hallarse en su paísde origen, alcanza a vencer las dificultades que se oponen al logro de una exposición equilibrada, portadora de un jui·cio ecuánime sobre la materia.
El autor no trata de arrancarle laureles a nadie, y por eso mismo parecen máslozanos los que pertenecen a Galileo, aRanieri y a Cassini, entre muchos otros.Para la ciencia no hay fronteras, por cierto; y quizá menos que para otras, para laastronomía. Así lo pone de manifiestoGiorgio Abetti, recalcando que es obra delos sabios de muchas naciones e! esfuerzoque a partir de la "reforma de la astronomía" (1517-1727), transformó la quepor muchos siglos casi no fuera más queastrología, en la moderna cienc~a astronómica poseedüra de una exactitud quedifícilmente se halla en otras ciencias.
A. B. N.