294
1 FRANS H. VAN EEMEREN Y ROB GROOTENDORST Los actos de habla en las discusiones argumentativas Un modelo teórico para el análisis de discusiones orientadas hacia la resolución de diferencias de opinión Traducción: María Elena Molina, Cristián Santibáñez Yáñez y Claudio Fuentes Bravo Revisión técnica: Critián Santibáñez Yáñez Prólogo a la versión en español: Cristián Santibáñez Yáñez y Claudio Fuentes Bravo

Van Eemeren y Grootendorst Los Actos de Habla en Las Discusiones Argumentativas

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Argumentación Jurídica.

Citation preview

  • 1

    FRANS H. VAN EEMEREN Y ROB GROOTENDORST

    Los actos de habla en las discusiones argumentativas

    Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de

    diferencias de opinin

    Traduccin: Mara Elena Molina, Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo

    Revisin tcnica: Critin Santibez Yez

    Prlogo a la versin en espaol: Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo

  • 2

    Los actos de habla en las discusiones argumentativas

    Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de

    diferencias de opinin

    Frans H. van Eemeren y Rob Grootendorst

  • 3

    Contenido

    Prlogo a la versin en espaol, Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes

    Bravo

    1. Introduccin

    2. El lugar: La Escuela de msterdam

    3. ADA como inaugurador de la saga

    4. De proyecciones y aplicaciones en el mbito Iberoamericano

    5. Es todo materia de alago en la pragma-dialtica?

    Bibliografa

    Los actos de habla en las discusiones argumentativas

    Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de

    diferencias de opinin

    Captulo 1. La resolucin de disputas sobre opiniones expresadas

    1.1. Los objetivos del libro

    1.2. Externalizacin de la argumentacin

    1.3. Funcionalizacin de la argumentacin

    1.4. Socializacin de la argumentacin

    1.5. Dialectificacin de la argumentacin

    Captulo 2. La argumentacin como acto ilocutivo complejo

    2.1. La teora bsica de los actos de habla

    2.2. Aspectos comunicativos e interaccionales del lenguaje

    2.3. Caracterizacin del acto de habla de la argumentacin

    2.4. Puntos de acuerdo y desacuerdo con perspectivas relacionadas

    2.5. El acto ilocutivo complejo de la argumentacin

    Captulo 3. La argumentacin y el acto perlocutivo de convencer

    3.1. El acto perlocutivo de convencer

    3.2. La relacin entre ilocuciones y perlocuciones

    3.3. Varios tipos de uso de las convenciones

  • 4

    3.4. La convencionalidad de la perlocucin ilocutiva de convencer

    3.5. Externalizacin del efecto perlocutivo de convencer

    Captulo 4. La argumentacin en discusiones sobre opiniones expresadas

    4.1. Los problemas de analizar discusiones argumentativas

    4.2. Discusiones nicas simples

    4.2.1. Tipos estndares de disputas y discusiones argumentativas

    4.2.2. La resolucin de disputas nicas simples

    4.3. La estructura de las discusiones nicas simples

    4.3.1. Las etapas de la discusin

    4.3.2. La estructura de la argumentacin

    Captulo 5. La distribucin de los actos de habla en las discusiones racionales

    5.1. Opiniones expresadas, argumentacin y asertivos

    5.2. Actos ilocutivos y la resolucin de disputas

    5.3. El rol de los actos de habla en las diferentes etapas de la discusin

    5.4. El rol de los declarativos de uso

    5.5. La interpretacin de los actos de habla

    Captulo 6. Premisas inexpresadas en las discusiones racionales

    6.1. Premisas inexpresadas y el principio cooperativo

    6.2. Deficiencias en las aproximaciones tericas actuales

    6.2.1. La aproximacin lgica estndar

    6.2.2. La aproximacin presuposicional

    6.3. Premisas inexpresadas como implicaturas conversacionales

    6.4. Las condiciones de explicitacin de las premisas inexpresadas

    6.5. La explicitacin de premisas inexpresadas

    Captulo 7. Un cdigo de conducta para los argumentadores racionales

    7.1. Una regla general para los actos de habla en las discusiones racionales

    7.2. Reglas para la etapa de confrontacin

    7.3. Reglas para la etapa de apertura

    7.4. Reglas para la etapa de argumentacin

    7.5. Reglas para la etapa de conclusin

  • 5

    Captulo 8. Falacias y cdigo de conducta para los argumentadores racionales

    8.1. El tratamiento de las falacias en la literatura prctica

    8.2. Premisas inexpresas y el anlisis de las falacias

    8.3. Varios tipos de violacin del cdigo de conducta

    8.4. El cdigo de conducta y el anlisis de las falacias

    8.5. Anlisis de algunas falacias a modo de ejemplo

    Bibliografa

    ndice de nombres

    ndice de temas

  • 6

    Prlogo a la versin en espaol

    Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo

    Centro de Estudios de la Argumentacin y el Razonamiento

    Universidad Diego Portales

    1. Introduccin

    Los actos de habla en las discusiones argumentativas. Un modelo terico para el

    anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de diferencias de opinin (en

    adelante ADA), es el ttulo del primer libro de la as llamada Escuela de msterdam en

    la teora de la argumentacin. Slo este dato debiera bastar para despejar cualquier duda

    de la importancia de este texto a la luz del significado que ha cobrado a lo largo de los

    aos esta escuela, la teora pragma-dialctica de la argumentacin, y sus principales

    creadores, Frans van Eemeren y Rob Grootendorst.

    Publicado en 1984 en ingls, este texto es el primer paso, y decisivo

    probablemente, de un extenso camino recorrido respecto del que en esta introduccin,

    obviamente, no podemos hacer total justicia. Por lo pronto, preguntarse cules son las

    coordenadas generales de la Escuela de msterdam que da las condiciones para la labor

    intelectual; seguidamente, preguntarse por el lugar exacto que ocupa este texto en la

    trayectoria de la teora pragma-dialctica; luego tratar de sealar cun importante es el

    texto comparado con otros de los ttulos principales de la Escuela de msterdam; y por

    ltimo, discutir algunos de los conceptos clave de este monogrfico y la teora pragma-

    dialctica en general de forma crtica; discutir estas dimensiones vinculadas a este texto

    sin duda ayudara a enmarcar en algo el alcance de la reflexin de los autores.

    2. El lugar: La Escuela de msterdam

    La Escuela de msterdam, liderada por Frans van Eemeren y el fallecido Rob

    Grootendorst, ha demostrado ser uno de los lugares de mayor produccin y fomento de

    la reflexin contempornea en torno a la teora de la argumentacin. Es sede de la

    aproximacin normativa a la argumentacin, a la que desde mediados de la dcada de

    1970 sus creadores titularon como Pragma-dialctica. Junto a sus lderes, Eveline

    Feteris, Bart Garssen, Peter Houtlosser (, 2008), Bert Meuffels, Agns van Rees,

    Francisca Snoeck Henkemans, entre otros, han publicado varios libros e impulsado

    desde 1986 una de las principales revistas en el rea: Argumentation. No se debe olvidar

    que, tambin en 1986, se realiz en msterdam la primera versin del congreso ISSA

  • 7

    (International Society for the Study of Argumentation), que cada cuatro aos rene a la

    mayor cantidad de investigadores del rea.

    Aun cuando Frans van Eemeren se ha retirado de la vida acadmica formal,

    todava anima e impulsa con fuerza el papel y trabajo de la Escuela de msterdam en

    torno a las publicaciones en el rea. La escuela de msterdam se vincula principalmente

    con la editorial de la Universidad de msterdam, con la editorial Springer y la editorial

    John Benjamin Publishing Company. Con la primera tiene algunos ttulos como Crucial

    Concepts in Argumentation (2002), y volmenes editados de jornadas (coloquios y

    seminarios); desde el ao 1986, Springer se responsabiliza por la serie Argumentation

    Library, cuyo equipo editor est compuesto por van Eemeren, Bart Garssen, Erik

    Krabbe, Scott Jacobs, y John Woods, y bajo la cual se han publicado ya 22 ttulos, y

    cuyos editores o autores son destacados acadmicos del campo; por su parte, con la

    John Benjamin Publishing Company el ao 2005 inauguraron la serie Controversies,

    donde se publican textos sobre retrica y argumentacin, desde perspectivas como la

    filosofa, la retrica o la lingstica, para dar cuenta del fenmeno de la controversia, en

    particular en lo relativo con controversias discursivas cientficas y sociales; y si esto

    fuera poco, recientemente en este ao 2012, aaden una nueva revista al rea:

    Argumentation in Context.

    Se debe hacer notar que la Escuela de msterdam ha sido capaz de reunir en

    torno a s varias fuerzas intelectuales de los Pases Bajos, que han contribuido al

    desarrollo de la teora pragma-dialctica de la argumentacin. Un caso destacado, es lo

    realizado por Erik Krabbe, quien trabaj por aos en el departamento de filosofa de la

    Universidad de Groningen, siendo citado profusamente por el vnculo que estableci

    entre lgica, dilogo argumentativo y estructuras compromisorias de los actos

    dialgicos. Tambin en la Universidad de Groningen, Jan van Laar ha estado

    investigando las caractersticas y usos de la ambigedad, y el uso estratgico de la

    negacin o prohibicin de avanzar un punto de vista cuando a ste se le atribuyen,

    tambin estratgicamente, consecuencias negativas.

    En el ao 2009, los cultores de la pragma-dialctica, en particular van Eemeren

    y Garssen, asesoraron a colegas del Instituto de Argumentacin, Lingstica y Semitica

    de la Universidad de Lugano en la creacin de un programa doctoral que, hasta la fecha,

    se dicta ininterrumpidamente, participando activamente en su desarrollo y mostrando,

    una vez ms, cmo la Escuela de msterdam ha extendido su modo de trabajo

    ayudando a iniciativas similares en el rea. Por supuesto, Frans van Eemeren, el rostro

  • 8

    ms visible de esta escuela, ha participado como conferencista magistral en

    prcticamente todos los congresos del campo de estudio, participa de la mayora de los

    comits cientficos de las revistas del rea, y ha guiado tesis como supervisor directo o

    lector de los trabajos de estudiantes de distintas universidades europeas y

    norteamericanas. Al mismo tiempo, y no menor, es la prctica acadmica de esta

    escuela en realizar, aproximadamente dos veces al mes, lo que llaman Coloquios de

    Investigacin, en los que participan estudiantes doctorales e invitados internacionales

    que presentan tpicos actuales de sus agendas de investigacin, instancia en la que se

    genera una genuina discusin intelectual sin reservas crticas.

    Ciertamente la lista de logros institucionales es ms larga, pero claramente lo

    apuntado da un cuadro del contexto en que se desarrolla la labor acadmica de la teora

    pragma-dialctica, y cmo han extendido su presencia.

    3. ADA como inaugurador de la saga

    Hay un cdigo de conducta argumentativo que los usuarios de un lenguaje natural

    utilizan cuando discuten en la vida cotidiana?, estn conscientes de que ellos pasan por

    diferentes etapas de discusin cuando debaten con amigos, colegas o familiares?, es

    necesario que se preocupen por posibles movimientos falaces? Si estas preguntas

    tuvieran que responderse por sujetos inmersos en el flujo cotidiano, ninguna de ellas les

    hara sentido alguno. El alegato podra ser que no es claro qu significa cdigo de

    conducta argumentativo para discutir crticamente, ni qu beneficio tendra hacer

    explcita la distincin de diferentes etapas de una discusin; como tampoco sera claro

    qu benificios tendra (o cmo se podra) evitar, y estar en conocimiento de, falacias

    argumentativas.

    Porque argumentar es de aquellas actividades humanas tan esenciales y

    automticas, que observarla como un fenmeno normativo (dimensin contenida en las

    preguntas apuntadas) es de difcil aceptacin para el lego, de all su perplejidad con la

    insinuacin de la existencia de un cdigo de conducta, de etapas en una discusin, o de

    movimientos no admisibles desde el punto de vista de resolver una diferencia de

    opinin de forma crtica. Pero precisamente este es uno de los logros de ADA, explicar

    de forma sistemtica, y quizs por primera vez en el campo de estudios de la

    argumentacin, cmo tal dimensin es connatural al fenmeno, extrayendo los insumos

    necesarios para tal explicacin de la lgica, la dialctica, la filosofa del lenguaje y

    lingstica pragmtica.

  • 9

    De la lgica, ADA recoge todos aquellos aspectos bsicos que la historia de la

    lgica ha propuesto respecto del funcionamiento del razonamiento deductivo, inductivo

    y abductivo. No obstante, el texto avanza en una nueva idea que vincula la dimensin

    lgica con la dimensin dialgica de la prctica argumentativa: en el marco de esta

    actividad dialgica, y considerando el balance que debiera existir entre parmetros

    lgicos y pragmticos, los usuarios deberan alcanzar un mnimo lgico en la

    presentacin de sus puntos de vista, esto es, la completud de un argumento (en el caso

    de un condicional, el antecedente apropiadamente vinculado con su consecuente). De la

    dialctica, sistematizan y enfatizan todos aquellos elementos referidos a la

    argumentacin como actividad reglada, desde las formalidades apuntadas por los

    desarrollos en dialctica antigua y escolstica, hasta la moderna. De la filosofa del

    lenguaje y los avances en lingstica pragmtica, asumen los autores las coordenadas

    normativas que se han ido recogiendo del anlisis de la prctica de los usuarios de un

    lenguaje natural en el que, obviamente desde la perspectiva de tal usuario, esas

    coordenadas normativas funcionan de forma implcita.

    Entre estas herencias y desarrollos, ADA constituye la primera presentacin

    consistente de lo que se conocer luego como pragma-dialctica. En particular, el lector

    entiende los puntos de partida bsicos del encuadre metodolgico-analtico de la teora,

    nociones tales como externalizacin, funcionalizacin, socializacin y dialectizacin de

    la argumentacin. A medida que se avanza en el texto, el lector tambin comprende por

    qu asumir la argumentacin como un acto ilocutivo complejo es una perspectiva

    fructfera para apreciar la dimensin normativa de la argumentacin de la mano del

    fenmeno convencional del lenguaje (vase captulos 2 y 3). Del mismo modo, desde el

    momento en que los autores holandeses distinguen tipos de disputas, formas de

    resolucin para esos tipos de disputas y tipos de distribucin de los actos de habla en

    tales disputas (caps. 4 y 5), el estudioso de la argumentacin adquiere una potente

    herramienta metodolgica para analizar el discurso argumentativo, pero por sobre todo

    un marco conceptual a partir del que el fenmeno argumentativo se analiza como un

    complejo reglado. A continuacin, los creadores de la pragma-dialctica detallan el

    funcionamiento de los materiales del argumento: las premisas, en particular las

    implcitas o inexpresas (cap. 6). Si en todos los captulos precedentes los autores

    prepararon el contexto para introducir explcitamente la dimensin y forma especfica

    para entender lo normativo de la argumentacin, en los captulos siguientes (7 y 8) los

    autores tratan de explicar cmo se debe acoplar la necesidad y nocin de regla en la

  • 10

    prctica argumentativa, ofreciendo la idea de un cdigo de conducta que, valga

    sealarlo, se ha mantenido por los aos con ciertos cambios y especificaciones.

    Ciertamente, la descripcin de las falacias (cap. 8) en esta teora ha ayudado a muchos

    analistas en explicar abusos con el lenguaje, algo no menor en nuestras culturas

    discursivas.

    Cualquier investigador que ha estudiado la prctica argumentativa est al tanto

    del alcance analtico y metodolgico de la teora pragma-dialctica, por lo que ir a sus

    bases slo reforzara su opinin positiva. Y al mismo tiempo, cualquier investigador que

    se inicie en este mbito vera, a poco andar, la conveniencia de adoptar este ngulo para

    el anlisis de la prctica discursiva y comunicativa en general. ADA es, como ya se

    sostuvo, el inicio de posteriores esfuerzos por detallar, profundizar, especificar y

    extender la teora (vase bibliografa de esta introduccin).

    Pero no todo es materia de aceptacin sin contrapeso, en la literatura

    contempornea de la teora de la argumentacin, hay voces crticas de gran envergadura

    que han hecho escuchar sus objeciones. Antes de bosquejar algunas de ellas, ser

    interesante observar algunas proyecciones y usos que la teora pragma-dialctica,

    contenida seminalmente en ADA, ha tenido en el mbito Iberoamericano.

    4. De proyecciones y aplicaciones en el mbito Iberoamericano

    Con cierto retraso respecto de la academia anglosajona, la pragma-dialctica hizo su

    aterrizaje en habla hispana cuando ya ADA era un manuscrito algo rudimentario

    respecto de publicaciones que agregaron mayores distinciones dentro de la teora (en

    particular, van Eemeren y Grootendorst, 1992; van Eemeren, Grootendorst, Jacobs,

    Jackson, 1993). Pero desde que ocurri, sus aplicaciones, usos y desarrollos en habla

    hispana han proliferado, utilizndose en los estudios del discurso, en el anlisis de la

    comunicacin poltica e institucional, en el anlisis de falacias, pero tambin para

    efectos de diagnstico de capacidades argumentativas.

    Interesantemente, este ltimo es el dominio de trabajo que ha ido creciendo en

    Latino Amrica, ya que vincula la preocupacin por el fenmeno en s, pero al mismo

    tiempo se le vincula a aspectos educativos para la intervencin pedaggica. Aqu, la

    pragma-dialctica se observa como una plataforma normativa a la que se puede referir

    con el objeto de tener un estndar a partir del que medir si un individuo (estudiante de

    educacin primaria, secundaria o universitaria) puede reconocer, por ejemplo, los

    puntos de vista de una discusin, los tipos de esquemas argumentativos utilizados y los

  • 11

    movimientos falaces en que se incurren o podran incurrir. Ciertamente, la medicin de

    los aspectos tericos mencionados variar en nfasis, frmula y orientacin de hiptesis,

    de acuerdo con el tipo de prueba o test administrado.

    En relacin con el estudio en torno a los esquemas argumentativos, Jlvez

    Herrera (2008) procur establecer los ms frecuentes en los textos escritos producidos

    por un grupo de estudiantes pertenecientes a tercer ao de enseanza media en Chile.

    Un esfuerzo similar se encuentra en Hocevar (2008), al intentar determinar el grado de

    competencia argumentativa de alumnos del primer ciclo de la educacin bsica en

    Argentina. En una lnea tambin convergente, Meza (2009) trabaj en torno a los

    aspectos dialcticos y retricos que emergen en las interacciones argumentativas de

    estudiantes de tercer ao de enseanza media de dos establecimientos educacionales de

    la Regin de Valparaso, Chile, siguiendo en esto a la teora pragma-dialctica de van

    Eemeren y Grootendorst. De naturaleza anloga es, por ejemplo, el objetivo que trabaj

    Marinkovich (2000), al procurar establecer el perfil de la competencia de escolares

    chilenos en la produccin del discurso escrito, en dos tipologas textuales. Utilizando

    explcitamente la nocin de complejidad argumentativa, Padilla y Lpez (2011)

    describen el grado de la misma en estudiantes universitarios de humanidades en la

    ciudad de Tucumn, Argentina, estableciendo, entre otras conclusiones, que el 40% de

    los textos escritos por los estudiantes ni siquiera alcanza el grado mnimo de

    Argumentatividad (que ellas midieron en funcin de si el hablante esgrimi

    argumentos que respaldaran el punto de vista emitido, teniendo como teln de fondo la

    nocin de razones de la pragma-dialctica).

    Los usos y proyecciones del encuadre normativo de la pragma-dialctica

    pueden combinarse con otros insumos tericos. En particular, si el inters es, desde un

    punto de vista normativo, distinguir y analizar las condiciones y parmetros que

    permitiran la resolucin crtica de una discusin o diferencia de opinin, estos

    parmetros se pueden obtener combinando el modelo pragma-dialctico con el enfoque

    de los esquemas argumentativos (Walton, Reed y Macagno, 2008). El vnculo terico

    arrojara cinco dimensiones diferentes de competencias. Estas dimensiones, a su vez,

    comportan requisitos procedimentales, cognitivos y valorativos que bien utilizados por

    un hablante incrementaran su complejidad argumentativa. Estos requisitos se desglosan

    del siguiente modo:

  • 12

    1. El usuario del lenguaje debe ser capaz de declarar con claridad, eficacia y

    honestidad la existencia de una controversia o conflicto de opinin.

    2. El usuario del lenguaje debe ser capaz de asumir un rol dialctico y defender

    un punto de vista asociado por medio de esquemas argumentativos vlidos con el

    objetivo fundamental de intentar resolver la disputa por medio de una discusin

    argumentativa basada en consensos procedimentales bsicos.

    3. El usuario del lenguaje debe ser capaz de profundizar cualitativamente, y/o

    incrementar cuantitativamente, la oferta, ante el oponente, de esquemas argumentativos

    vlidos para defender el punto de vista asociado al rol dialctico asumido.

    4. El usuario del lenguaje debe ser capaz de establecer con claridad, eficacia y

    honestidad si la disputa ha sido o no resuelta, actuando en concordancia retirando el

    punto de vista defendido en contra de las dudas, o retirando la duda que abri la disputa.

    5. El usuario del lenguaje debe ser capaz de identificar con eficacia las

    competencias pertinentes a cada fase de la resolucin crtica de un conflicto de opinin

    y ponerlas en accin con estrategias o maniobras argumentativas pertinentes y eficaces.

    De este modo, la complejidad argumentativa puede ser definida como la

    expresin de una serie de sub-competencias necesarias para la adecuacin

    argumentativa y comunicativa, puestas de manifiesto por un conjunto de usuarios del

    lenguaje comprometidos en la resolucin de una disputa. Un usuario del lenguaje

    argumentativamente complejo es aqul que en condiciones naturales (sin mediar

    factores externos a la situacin de dilogo razonable como factores coercitivos que

    impidan su libre ejercicio), es capaz de resolver conflictos de opinin de manera crtica.

    Para resolver realmente una disputa, seala van Eemeren (2002: 55), los puntos que

    estn siendo disputados deben convertirse en el tema de una discusin crtica, cuyo

    propsito es lograr acuerdos acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de los puntos

    de vista en discusin, averiguando si pueden ser adecuadamente defendidos o no, por

    medio de la argumentacin, de la duda o de la crtica.

    Desde un punto de vista metodolgico, algunas de estas competencias que

    reflejaran complejidad argumentativa, pueden estudiarse y/o verificarse observando la

    prctica y produccin argumentativa real de los sujetos (aplicando, por ejemplo, un

    focus group o pidiendo la respuesta escrita a tems en una entrevista). Al estudiar los

    fenmenos argumentativos que contienen estas dimensiones, se podra no slo dar

    cuenta de una ecologa argumentativa especfica, sino adems aportar en la explicacin

  • 13

    del desarrollo de esta capacidad cognitiva, pero por sobre todo, tendramos insumos

    empricos para coordinar diseos de intervencin, complemento y apoyo al

    mejoramiento de la capacidad de argumentar en sujetos que estn en etapas cruciales

    para pasar a formar parte de grupos y comunidades sociales activas.

    Este aspecto social de la argumentacin es fundamental, porque nos hace

    observar el nfasis acertado que tuvieron van Eemeren y Grootendorst hacia 1984, el

    cual nos permite apreciar con exactitud que la intuicin de vincular la argumentacin

    con (o portadora de) la intencionalidad individual se complementa con este mbito

    colectivo. No es ocioso repetir que, en tanto actividad colectiva, la argumentacin es

    una conducta verbal que se manifiesta en el intercambio crtico de puntos de vista entre

    sujetos que admiten diferencias (van Eemeren y Grootendorst, 2004); y que en tanto

    conductora de intencin individual, la capacidad de argumentar es utilizada por un

    individuo que busca, implcita o explcitamente, hacer que su oyente, entre otras

    posibilidades, cambie de opinin o tome determinado curso de accin (van Eemeren y

    Grootendorst, 2004; Tindale, 2004). En ambos casos, lo que se pone a prueba, desde el

    punto de vista terico y prctico, es la funcin o funcionalidad adherida a la

    argumentacin. A partir de las coordenadas socio-culturales de las distintas

    comunidades de habla, es razonable esperar que la funcin que un colectivo le otorga a

    argumentar varen. As lo han demostrado una serie de investigaciones contemporneas

    (Hample, 2005; Hample, Warner y Young, 2009; Hample, Han y Payne, 2010; Ricco y

    Sierra, 2011), llevadas a cabo en distintas realidades sociales. De acuerdo con estas

    investigaciones y resultados, los hablantes argumentan, por ejemplo, porque buscan

    alcanzar beneficios individuales, conducta que est en directa relacin con una cultura

    competitiva e individualista, como es el caso entre estudiantes universitarios

    norteamericanos (Hample, 2005; Hample, Han y Payne, 2010). De este modo, entre

    estos sujetos se apreciara una visin utilitarista de la actividad de argumentar, que se

    puede contraponer a otro valor y funcin otorgada a la actividad de argumentar, puesto

    que estos investigadores tambin han reportado que ciertos individuos (profesionales de

    clase media norteamericana) valoran la argumentacin como una actividad que facilita

    el entendimiento y la negociacin.

    5. Es todo materia de alago en la pragma-dialctica?

    La pregunta puede exponerse de forma crudamente directa: hasta qu punto los nuevos

    conceptos y combinaciones de la pragma-dialctica cuentan como progresos tericos?

  • 14

    No podra ser el caso de que estos conceptos son slo el reempaquetamiento de viejas

    ideas?

    Las observaciones crticas podran comenzar por apuntar que los cultores de la

    teora han puesto demasiado nfasis la estructura terica en desmedro de las

    confirmaciones empricas. En cada libro principal de la teora (1992, 1993, 2004, 2009,

    2010), han repetido hasta la saciedad que sta tiene cinco componentes, que hay cuatro

    etapas analticas en una discusin crtica, que el cdigo de conducta tiene diez

    comandos (en el nivel prctico) o quince reglas (en el nivel tcnico), y que los

    movimientos falaces son descarrilamientos, etc.

    Y no es poco decir que la pragma-dialctica haba dejado de lado su contraste

    con la empiria, hasta recientemente, ya que en estos das hay un golpe decisivo en

    contra de varias de nuestros puntos de partida en la teora de la argumentacin. Sperber

    y Mercier (2011; Mercier, 2011a, 2011b, 2011c, 2011d, y en prensa; Sperber, 2001;

    Mercier y Landemore, en prensa; Sperber y Mercier, en prensa), han puesto en duda

    todos los avances provenientes de la teora de la argumentacin entre lingistas y

    filsofos, al sostener que la argumentacin y la inteligencia corren por mdulos

    paralelos y no siempre funcionan de forma coordinada, por lo que los resultados de un

    proceso argumentativo no estn determinados por una evaluacin estrictamente crtica

    de la mano de una depuracin racional o razonable; del mismo modo, sostienen que los

    humanos argumentamos siempre con un sesgo de confirmacin y que la evidencia en

    psicologa cognitiva de los ltimos 40 aos muestra que, debido a este sesgo, los

    humanos argumentamos aquello que podemos justificar y no lo que podra ser una

    mejor opinin o argumento. As concebida la actividad por Sperber y Mercier, y

    apoyada por una vasta gama de experimentos y de datos citados por los autores, la

    argumentacin no brinda ninguno de los beneficios y funciones positivas que a menudo

    se piensa tiene.

    Otro punto esencialmente crtico en la teora pragma-dialctica, que sus autores

    no han despejado del todo, es todo lo relativo a justificacin epistemolgica de la

    normatividad. Siegel y Biro (2008), por ejemplo, sostienen que las normas del modelo

    pragma-dialtico no aseguran resoluciones racionales de disputas. Garssen y van Laar

    (2010), replican que esta crtica se debe a un error conceptual, porque la resolucin no

    es una nocin normativa. Lo que alegan Biro y Siegel es que no se encuentra en la teora

    una nocin clara de qu es un buen argumento, puesto que si los autores replican que

    buen argumento es aquel que resuelve una diferencia de opinin, ste criterio es slo

  • 15

    externo a la estructura misma de esta arquitectura del razonamiento, ya que se tratara

    de una eficacia pragmtica en vez de una virtud epistmica del argumento, esto es, de la

    fuerza probatoria de unas razones respecto de su conclusin, en otras palabras, de su

    estatus justificatorio.

    Por otra parte, se debe hacer notar que las normas de conducta de la pragma-

    dialctica, incluso as como estn expuestas en el libro que ahora introducimos, no son

    suficientes para la resolucin de una diferencia de opinin, son claramente necesarias,

    pero con ellas no se asegura la total resolucin. Concurren a este evento consideraciones

    tales como el lugar de disputa, complejidad argumentativa de los hablantes, tiempo para

    la disputa, existencia de intervenciones, etc.

    El enfoque pragma-dialctico nos recuerda que el discurso argumentativo es

    una forma eminentemente dialctica, esto quiere decir, que no puede desligarse de las

    formas de conduccin de una discusin. Las formas de conduccin de una discusin

    crtica son diversas, pero restringidas a una criticidad que las diferencia de otras formas

    de discusin no mediadas por la racionalidad. La criticidad citada se obtiene por medio

    de la razonabilidad, que en el contexto de la discusin crtica no es reducida ni a una

    racionalidad instrumental ni al alcance de un acuerdo mutuo culturalmente

    determinado (van Eemeren, 2007: 86). Es interesante en este punto recordar que van

    Eemeren ha sostenido una opinin ms bien crtica acerca de ciertas ideas de Douglas

    Walton, a quien responde (van Eemeren, 2007) diciendo que considerar una brecha

    entre lo normativo y lo descriptivo, esto es, entre el hecho argumentativo concreto y el

    modelo terico, implica la posibilidad misma de evaluar la conducta argumentativa

    concreta en vistas de resolver un conflicto de opinin.

    Esta actitud terica tiene un efecto inmediato, posterga el inters por disponer

    de nuevas teoras de convergencia que disminuyan la brecha. No obstante, el trabajo

    sobre las diversas y complejas maneras en que los participantes de una conversacin

    construyen sus argumentaciones de manera espontnea e interactiva en el lenguaje

    natural, sigue su curso en la lgica y la lingstica. Se trata sta de un tipo de objecin

    frecuente de hallar en eventos acadmicos, al modelo pragma-dialctico de la Escuela

    de msterdam. Van Eemeren, ha respondido a las crticas de la siguiente manera:

    A diferencia del modelo de discusin crtica y otros modelos ideales -que son

    constructos tericos que se basan en reflexiones analticas relacionadas con una

    ptima diseccin de algn tipo particular de actividad discursiva- los diversos

  • 16

    tipos de accin y los eventos de habla asociados, son entidades culturales que se

    describen sobre la base de una cuidadosa observacin emprica de la prctica

    argumental. Esto significa que aunque la bsqueda del xito y la persistencia de

    un nivel de razonabilidad crtica pueden en efecto conciliarse, lo real y lo ideal en

    el estudio de la argumentacin nunca debieran ponerse en paralelo. No obstante, si

    esto sucediera, ya no sera posible unir la brecha entre lo real y lo ideal, porque

    entonces ya no proyectaran la diferencia necesaria (van Eemeren, 2007: 79)

    De lo que nos quiere persuadir van Eemeren es lo siguiente: si queremos incluir

    consideraciones culturales o cognitivas, ellas necesitan de una descripcin emprica. El

    modelo terico de la pragma-dialctica se basa en reflexiones analticas que trasladan

    desde un tipo de discurso particular unas formas sistematizables y comunicables. Esto

    ltimo es lo que permite, en definitiva, la resolucin de un conflicto de opinin. Nuestro

    error sera, entonces, pedirle ms a la teora de lo que ella nos puede entregar.

    La investigacin, no obstante, de un modelo que se identifique con un tipo de

    idealizacin perfeccionista, es decir, que intenta representar patrones que satisfagan

    estndares de racionalidad ms altos de lo que los agentes (doxsticos) reales son

    capaces de alcanzar, a diferencia de una idealizacin simplificadora que deja de lado

    muchas cosas de las complejidades de la vida real, sera muy relevante para el estudio

    de la argumentacin (Hansson, 2000).

    Futuros estudios de la argumentacin deberan abocarse a intentar corroborar

    experimentalmente, adems de describir el desempeo de las personas frente a la

    evaluacin de argumentos falaciosos, la intuicin basal que asume que el procesamiento

    de los argumentos es contexto-dependiente, lo que incluye variables cognitivas

    corporizadas.

    Bibliografa

    Hample, D. (2005). Arguing: Exchanging Reasons Face to Face. Mahwah, NJ: Erlbaum.

    Hample, D., Warner, B. y Young, D. (2009). Framing and Editing Interpersonal

    Arguments. Argumentation (2009) 23:2137

    Hample, D., Han, B. y Payne, D. (2010). The Aggressiveness of Playful Arguments.

    Argumentation 24: 405421

    Hocevar, S. (2008). Produccin oral y escrita de discursos argumentativos en el primer

    ciclo de la educacin bsica. Instituto de Lectura y Escritura. Subsede de la Ctedra

  • 17

    UNESCO para la Lectura y la Escritura en Amrica Latina. Facultad de Educacin

    Elemental y Especial. Universidad Nacional de Cuyo.

    Eemeren, F. H. van. (2010). Strategic Maneuvering in Argumentative Discourse.

    Extending the Pragma-dialectical Theory of Argumentation. Amsterdam: John

    Benjamins.

    Eemeren, F.H. van, Garssen, B.J., & Meuffels, B. (2009). Fallacies and Judgments of

    Reasonableness. Empirical Research Concerning the Pragma-Dialectical Discussion

    Rules. Dordrecht: Springer.

    Eemeren, F.H. van, & Grootendorst, R. (1984). Speech Acts in Argumentative

    Discussions. A Theoretical Model for the Analysis of Discussions Directed towards

    Solving Conflicts of Opinion. Berlin: De Gruyter.

    Eemeren, F.H. van, & Grootendorst, R. (1992). Argumentation, Communication, and

    Fallacies. A Pragma-Dialectical Perspective. Hillsdale (N.J.), Lawrence Erlbaum.

    Eemeren, F.H. van, & Grootendorst, R. (2004). A Systematic Theory of Argumentation:

    The Pragma-Dialectical Approach. Cambridge: Cambridge University Press.

    Eemeren, F.H. van, Grootendorst, R., Jackson, S., & Jacobs, S. (1993). Reconstructing

    Argumentative Discourse. Tuscaloosa: The University of Alabama Press.

    Eemeren, F.H. van, Houtlosser, P. & Snoeck Henkemans, A.F. (2007). Argumentative

    Indicators in Discourse. A Pragma-Dialectical Study. Dordrecht: Springer.

    Eemeren, F.H. van. (2007). Consideren la brecha: Conciliando la bsqueda del xito

    con la persistencia de la razonabilidad. En Santibez, C, & B. Riffo (eds.),

    Estudios en Argumentacin y Retrica (pp. 57-82). Concepcin: Universidad de

    Concepcin.

    Eemeren, F.H. van & P. Houtlosser. (2007). Maniobrando estratgicamente:

    manteniendo un delicado balance. En Santibez, C, & B. Riffo (eds.), Estudios en

    Argumentacin y Retrica (pp. 83-123). Concepcin: Universidad de Concepcin.

    Garssen, B. & Laars, J. van. (2010). A Pragma-dialectical Response to Objectivist

    Epistemic Challenges. Informal Logic 30 (2): 122-141.

    Hansson, S. O. (2000). Formalization in philosophy. Bulletin of Symbolic Logic 6: 162-

    175.

    Marinkovich, J. (2000). Un intento de evaluar el conocimiento acerca de la escritura en

    estudiantes de enseanza bsica. Revista Signos 33, 47: 101-110.

    Mercier, H. (2011a). When experts argue: explaining the best and the worst of

    reasoning. Argumentation 23 (3), 313-327.

  • 18

    Mercier, H. (2011b). On the universality of argumentative reasoning. Journal of

    Cognition and Culture 11 (1-2), 85-113.

    Mercier, H. (2011c). Reasoning serves argumentation in children. Cognitive

    Development 26 (3), 177-191.

    Mercier, H. (2011d). What good is moral reasoning? Mind & Society 10 (2), 131-148.

    Mercier, H. (in press). Looking for Arguments. Argumentation.

    Mercier, H. and Landemore, H. (Forthcoming). Reasoning is for arguing:

    Understanding the successes and failures of deliberation. Political Psychology.

    Mercier, H. and Sperber, D. (2011a). Why do human reason? Arguments for an

    argumentative theory. Behavioral and Brain Sciences 34(02), 57-74.

    Mercier, H. and Sperber, D. (2011b). Argumentation: its adaptiveness and efficacy.

    Response to commentaries on Why do human reason? Behavioral and Brain

    Sciences 34(2), 94-111.

    Meza, P. (2009). Las interacciones argumentativas orales en la sala de clases: un

    anlisis dialctico y retrico, Tesis de Grado, PUCV.

    Padilla, C. y Lpez, E. (2011). Grados de complejidad argumentativa en escritos de

    estudiantes universitarios de humanidad. Revista Praxis, 13 (20): 61-90.

    Ricco, R. y Sierra, A. (2011). Individual Differences in the Interpretation of

    Commitment in Argumentation. Argumentation 25: 3761.

    Santibez, C. (2012). Mercier and Sperbers Argumentative Theory of Reasoning.

    From the Psychology of Reasoning to Argumentation Studies. Informal Logic 32 (1):

    132-159.

    Santibez, C. (2012c). Teora de la argumentacin como epistemologa aplicada. Cinta

    de Moebio 43: 24-39.

    Santibez, C. (2010a). Retrica, dialctica o pragmtica: A 50 aos de Los usos de la

    argumentacin de Stephen Toulmin. Revista Crculo de Lingstica Aplicada a la

    Comunicacin 42: 91-125.

    Santibez, C. (2010b). La presuncin como acto de habla en la argumentacin. Revista

    de Lingstica Terica y aplicada, 48(1): 133-152.

    Santibez, C. (2010c). Metaphors and argumentation: The Case of Chilean

    Parliamentarian Media Participation. Journal of Pragmatics 42 (4): 973-989.

    Siegel, H. & J. Biro Rationality, reasonableness, and critical rationalism: Problems with

    the pragma-dialectical view. Argumentation 22 (2) (2008): 191-202.

  • 19

    Sperber, D. (2001). An evolutionary perspective on testimony and argumentation.

    Philosophical Topics 29: 401-413.

    Sperber, D. et al. (2010). Epistemic Vigilance. Mind and Language 25 (4): 359-393.

    Sperber, D. y Mercier, H. (en prensa). Reasoning as a Social Competence. En

    Landemore, H. and J. Elster (eds.). Collective Wisdom.

    Tindale, C. (2004). Rhetorical Argumentation. New York: Sage.

    Walton, D., Reed, C. y Macagno, F. (2008). Argumentation Schemes. New York:

    Cambridge University Press.

  • 20

    Los actos de habla en las discusiones argumentativas

    Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de

    diferencias de opinin

    Captulo 1

    La resolucin de disputas sobre opiniones expresas

    1.1. LOS OBJETIVOS DEL LIBRO

    La gente, probablemente, siempre tuvo diferencias de opinin respecto a

    incontables temas, y probablemente siempre las tenga. De hecho, una persona puede en

    algn punto haber sostenido una diferencia de opinin consigo misma: puede, por

    ejemplo, retomar un tema habiendo cambiado su opinin sobre el mismo. No existe

    nada de malo en las diferencias de opinin per se. Incluso si estas se hacen pblicas, no

    constituyen una amenaza para la paz mundial: ellas constituyen, ms bien, un ejemplo

    interesante de que existe pluriformidad dentro del microcosmos.

    De modo que las personas necesitan tratar de eliminar sus diferencias de

    opinin, incluso cuando esto generalmente signifique la creacin de otras nuevas

    diferencias que reemplacen a las antiguas. De lo contrario, nos aislamos

    intelectualmente y corremos el riesgo de terminar en un estado de inercia espiritual y

    mental. Cada abandono del status quo intelectual requiere la eliminacin de una o ms

    diferencias de opinin.

    Para eliminar una diferencia de opinin es importante que se postulen varios

    puntos de vista tan claramente como sea posible. Como regla, esto significa que las

    personas involucradas en la diferencia de opinin debieran de algn modo verbalizar

    sus puntos de vista. En esos casos en los que esto realmente ocurre, la diferencia de

    opinin se externaliza y, en principio, se hace posible entonces para cualquiera

    establecer -segn su criterio- sobr qu se trata la disputa.

    Si quienes participan en la disputa desean resolver sus diferencias de opinin,

    ellos tendrn tambin que estar preparados para ingresar en un intercambio de visiones

    entr s en lo que concierne a la opinin expresada que se encuentra en el centro de la

  • 21

    disputa.1 En su forma simple esto significa que un usuario del lenguaje, que ha

    avanzado un punto de vista en relacin a una opinin expresada debe estar preparado

    para defender ese punto de vista, y que un usuario del lenguaje que arroja dudas sobre la

    aceptabilidad de este punto de vista debe estar preparado para atacarlo.

    En principio, toda diferencia de opinin tiene el potencial para desarrollarse

    como una disputa verbalmente externalizada sobre una opinin expresada. Uno slo

    puede hablar de una disputa de pleno derecho si un usuario del lenguaje explcitamente

    ha arrojado dudas sobre el punto de vista de la otra parte. Los interlocutores pueden

    nicamente arribar conjuntamente a la eliminacin de la diferencia de opinin, si ellos

    permiten que sta devenga en una disputa adecuada y estn preparados para hacer un

    esfuerzo conjunto a fin de resolverla.

    Una disputa, entonces, no slo es un desacuerdo comn que debe evitarse en la

    medida de lo posible, sino tambin una forma articulada de desunin que debe ser capaz

    de hacer (ms o menos modestas) contribuciones al progreso intelectual. El objetivo

    primordial de los interlocutores que se embarcan en una disputa de este tipo es

    resolverla, incluso si esto puede significar que, como resultado, surjan nuevas

    diferencias de opinin, las cuales a su vez puedan devenir en puntos de partida para

    posteriores disputas. Idealmente, la resolucin de disputas no posee un carcter

    definitivo, pero es un estadio intermedio (el cual tiene, por definicin, una naturaleza

    provisional o temporaria) en un proceso continuo de crecimiento intelectual.

    Para que las disputas se resuelvan de un modo que sea intelectualmente

    satisfactorio, debe producirse un intercambio de visiones entre los interlocutores en la

    forma de una discusin. En una discusin de este tipo, los participantes deben avanzar

    afirmaciones en las cuales los puntos de vista sometidos a discusin se ataquen y

    defiendan. Esto es lo que llamamos una discusin argumentativa.

    En una discusin argumentativa los participantes intentan convencerse unos a

    otros acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de una opinin expresada en la

    discusin por medio de afirmaciones argumentativas. Estas estn diseadas para

    justificar o refutar una opinin expresada satisfaciendo al oyente.

    1 Debemos, en cada momento, referirnos a los usuarios del lenguaje que participan en intercambios

    verbales de ideas sobre una opinin expresada como hablantes y oyentes. Nuestras observaciones sobre

    las contribuciones hechas por los hablantes y los oyentes se aplica tambin, mutatis mutandis, a los

    escritores y a los lectores. Quizs no siempre formulemos esto claramente, del mismo en el que no

    estableceremos constantemente si los usuarios del lenguaje implicados son hombres o mujeres, jvenes o

    viejos, ricos o pobres y as sucesivamente.

  • 22

    Avanzando afirmaciones argumentativas, los interlcutores indican su intencin

    conjunta de encontrar una solucin a la disputa. Al argumentar, ellos demuestran su

    conviccin de que la aceptabilidad de una opinin expresada no depende de prejuicios,

    tradiciones y emociones incontrolables, sino de justificaciones y refutaciones racionales.

    Los prejuicios y dems pueden, por supuesto, jugar un papel en la discusin, pero este

    papel nunca puede ser decisivo.

    El rol crucial asignado al lenguaje argumentativo en la resolucin de disputas

    sobre opiniones expresadas no previene o evita la ocurrencia de otras formas de uso del

    lenguaje en las discusiones argumentativas. Por ejemplo, las preguntas argumentativas,

    las solicitudes de precisin y las explicaciones de puntos poco claros, pueden tener una

    funcin til a la hora de ayudar a resolver la disputa. En ltima instancia, sin embargo,

    la resolucin depende de la argumentacin desarrollada.

    El lenguaje usado en las discusiones puede estudiarse desde varios ngulos. El

    nuestro est determinado por nuestro terreno de la teora de la argumentacin, y esto

    implica que estamos particularmente interesados en aspectos del lenguaje en discusiones

    que resulten relevantes a la resolucin de disputas sobre opiniones expresadas, y en

    mtodos que puedan contribuir a la mejora de la prctica de la discusin. Esta

    orientacin prctica y normativa es la raison de tre del presente trabajo. No obstante,

    no es nuestra intencin abordar la previsin de un mtodo que todo lo abarque y que sea

    aplicable inmediatamente a la resolucin de disputas por medio de las discusiones

    argumentativas.

    En nuestra visin, primero es necesario desarrollar una concepcin terica del

    uso del lenguaje en discusiones, de modo que se haga posible establecer cules son los

    principales problemas que, con mayor frecuencia, se presentan en la resolucin de

    disputas y cmo stos pueden resolverse. Esta es la nica forma en la cual puede

    establecerse una fundamentacin adecuada que sirva como redaccin, borrador o gua

    de consejos apropiados para los usuarios del lenguaje.

    En todo caso, nuestra exposicin terica de las discusiones argumentativas

    deber ofrecer una solucin a los siguientes problemas:

    I. La teora de los actos de habla es el mejor instrumento analtico desarrollado

    hasta nuestros das dentro de la pragmtica descriptivo-interpretativa. Los

    tericos de los actos de habla se han concentrado principalmente en el

    anlisis de los actos ilocutivos. Usualmente se considera que la

    argumentacin cae bajo el dominio de los actos ilocutivos, pero en algunos

  • 23

    aspectos importantes difiere de otros actos de este tipo. Ms an, las

    condiciones que deben cumplirse para una correcta ejecucin del acto de

    habla de la argumentacin todava no se formularon en ninguna parte. La

    pregunta es, entonces, si la argumentacin debe ser tratada en efecto como un

    acto ilocutivo, y qu condiciones puede considerarse que deberan cumplirse

    si una serie de enunciados se concibe como una argumentacin.

    II. Los tericos de los actos de habla, hasta la actualidad, han prestado poca

    atencin a los actos ilocutivos. Sin embargo, la argumentacin es un intento

    por convencer al oyente acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de una

    opinin expresada, y convencer es un acto perlocutivo. La relacin entre los

    actos ilocutivos y perlocutivos no es tan clara, por lo que tampoco es tan

    evidente cmo se conecta la ejecucin del acto de habla de la argumentacin

    con la bsqueda de un efecto perlocutivo especfico. La cuestin, entonces,

    reside en cmo puede caracterizarse mejor la relacin entre la ilocucin

    argumentar y la perlocucin convencer.

    III. A fin de ser capaces de realizar una evaluacin responsable de las

    contribuciones a la discusin, los usuarios del lenguaje deben ser capaces de

    analizar las discusiones argumentativas. Esto requiere un instrumento

    analtico que actualmente no se encuentra todava disponible. Dicho

    instrumento deber posibilitarnos extraer lineamientos para establecer cmo

    se ha desarrollado la discusin y qu rol tuvo cada parte en la resolucin de la

    disputa, y puede solo desarrollarse sobre la base de una concepcin terica

    adecuada acerca de una discusin racional. La pregunta, entonces, consiste

    en si una concepcin terica de una discusin racional puede proveer un

    instrumento de anlisis que nos posibilite extraer o inferir lineamientos

    adecuados para el anlisis de las discusiones argumentativas.

    IV. Las contribuciones a la resolucin de una disputa que se hacen dentro de las

    discusiones en el discurso coloquial no siempre son explcitas. La

    argumentacin puede contener premisas implcitas que requieren ser

    consideradas para una valoracin adecuada de la argumentacin. La literatura

    ha prestado atencin a las premisas inexpresadas de varias maneras, pero las

    aproximaciones ms comunes resultan igualmente intiles a la hora de

    indicar qu afirmaciones deben ser consideradas como premisas implcitas o

    inexpresadas en cualquier argumentacin particular. La pregunta aqu, por lo

  • 24

    tanto, es qu aproximacin al uso no explcito del lenguaje puede

    posibilitarnos extraer adecuados lineamientos para la externalizacin de

    premisas inexpresadas.

    V. No todos los actos de habla que los interlocutores realizan en el discurso

    coloquial dentro de una discusin contribuyen a la resolucin de una disputa.

    Por ende, es necesario establecer reglas para el modo en el que los usuarios

    del lenguaje deben comportarse en las discusiones.2 Estas reglas deben

    indicar cules son los actos de habla permitidos en una discusin racional. En

    conjunto, ellas constituyen un cdigo de conducta para argumentadores

    racionales. Varios autores han propuesto reglas que persiguen la racionalidad

    de las discusiones, pero todava no est claro exactamente qu actos de habla

    pueden ejecutarse en una discusin racional. La cuestin radica, entonces, en

    cmo puede formularse un cdigo de conducta que asegure que, en las

    discusiones sobre opiniones expresadas los usuarios del lenguaje se

    comporten como argumentadores racionales.

    Continuando sobre estos cinco problemas, debemos formular ahora los objetivos

    del presente libro del siguiente modo:

    1. Clarificar qu tipo de actos de habla se ejecutan

    cuando se desarrolla o avanza una argumentacin, y

    qu condiciones debe esperarse se cumplan si tales

    actos se ejecutan.

    2. Clarificar la relacin entre la ejecucin del acto de

    habla de la argumentacin y el efecto perlocutivo de

    2 Es posible distinguir entre varios tipos de reglas para el uso del lenguaje. Panet (1980), quien denomina

    colectivamente estrategias a los varios tipos de reglas de uso, indica en Les stratgies pragmatiques cmo es posible distinguir estos tipos de otros no slo conceptualmente, sino tambin

    terminolgicamente. En todo caso, es posible distinguir entre reglas gramaticales para la ejecucin de

    actos de habla, reglas para la conducta de la argumentacin, y reglas para la ejecucin de operaciones

    lgicas. Las reglas para la conducta de la discusin que formularemos aqu conciernen todos los aspectos

    de uso. No obstante, no haremos ms distinciones entre tipos de reglas, sino que usaremos el trmino

    regla como una categora general para cada tipo de regla de uso que posea las caractersticas delineadas

    por Gumb en Rule-Governed Linguistic Behaviour (1972: 37-44). Nuestras reglas no intentan ser

    regulaciones obligatorias que establezcan de una vez y para siempre lo que deben hacer los usuarios del

    lenguaje en las discusiones argumentativas. Deben observarse ms bien como sugerencias para los

    usuarios del lenguaje que deseen resolver diferencias sobre opiniones expresadas mediante discusiones

    argumentativas. Tan pronto como mejores alternativas se encuentren disponibles, estas reglas deben

    reemplazarse.

  • 25

    que el oyente acepte o no una determinada opinin

    expresada.

    3. Establecer lineamientos para el anlisis de las

    discusiones argumentativas.

    4. Establecer lineamientos para la explicitacin de

    premisas inexpresadas.

    5. Formular reglas para un cdigo de conducta til a los

    argumentadores racionales.

    1.2. EXTERNALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN

    El lenguaje argumentativo puede hacerse objeto de estudio en varios sentidos y

    es posible comenzar desde cualquiera de estas numerosas y diferentes concepciones

    sobre argumentacin. Creemos que las visiones sobre argumentacin que influenciaron

    las investigaciones sobre este tema en las ltimas dcadas son inadecuadas, y esperamos

    mostrar qu concepciones constituyen una aproximacin adecuada al lenguaje

    argumentativo.

    A diferencia de los lgicos, los tericos de la argumentacin se ocupan

    primordialmente de la argumentacin en el discurso coloquial. Esto significa que el

    objeto de sus investigaciones no est constituido por combinaciones de premisas y

    conclusiones formuladas con la ayuda de smbolos formales cuyo significado se

    establece inequvocamente de antemano, sino por constelaciones de afirmaciones

    efectuadas por los usuarios del lenguaje que, en principio, pueden significar ms de una

    cosa y que deben ser interpretadas por los usuarios del lenguaje. Otra diferencia

    importante es que los tericos de la argumentacin, a diferencia de los lgicos, conciben

    la argumentacin como una forma del lenguaje que se disea, en principio, para

    convencer a otros usuarios del lenguaje acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad

    de una determinada opinin expresada. Esto implica que ellos asumen que las

    afirmaciones que constituyen la argumentacin poseen una funcin comunicativa e

    interaccional (o interactiva) especfica y no sirven solamente para demostrar que una

    determinada conclusin se desprende de determinadas premisas.

    Estas diferencias no son absolutas. Ellas apuntan a una diferencia en

    orientacin, pero las diferentes orientaciones no son necesariamente exclusivas. De

    hecho, la aproximacin lgica y la aproximacin de la teora de la argumentacin, en

    principio, pueden complementarse muy bien. Ms an, las diferencias en orientacin

  • 26

    significan que el objeto de estudio se aborda de forma distinta y que se establecen

    diferentes prioridades (cf. van Eemeren, Grootendorst y Kruiger, 1983, cap. 2.3). Por lo

    tanto, debemos comenzar estableciendo cules son las aproximaciones a la

    argumentacin que consideramos ms apropiadas de acuerdo a los propsitos de la

    teora de la argumentacin.

    Para ser capaces de examinar la argumentacin adecuadamente debemos

    primero ofrecer algunas explicaciones respecto a un nmero de trminos fundamentales

    como, por ejemplo, opinin expresa, punto de vista, y la expresin juez racional.

    Usamos el trmino opinin expresa para referirnos al tema de la

    argumentacin. Las opiniones expresadas pueden referirse a hechos o ideas (incluso a

    teoras completas), pero tambin pueden referirse a acciones, actitudes y as

    sucesivamente. Ellas pueden ser positivas, pero tambin pueden ser negativas. Por

    ejemplo, su renuncia es inevitable y su renuncia no es inevitable pueden ambas

    funcionar como opiniones expresas. Debido a que las opiniones expresas consisten de

    proposiciones (negativas o de otro tipo), se expresan en el acto de habla sobre el cual se

    despliega la argumentacin.

    Con el trmino punto de vista hacemos referencia a una actitud (externalizada)

    por parte de un usuario de lenguaje respecto a una opinin expresa. Supongamos que

    dos usuarios del lenguaje han ledo en alguna parte la afirmacin las mujeres tienen su

    propia lgica, y uno de los usuarios concuerda con esta afirmacin, mientras que el

    otro no. Ellos podrn expresar esto diciendo, por ejemplo, pienso que es cierto que las

    mujeres poseen su propia lgica o pienso que no es cierto que las mujeres posean su

    propia lgica. En este caso, ellos han avanzado un punto de vista (uno positivo, el otro

    negativo) en relacin a una opinin expresada positivamente. Un punto de vista positivo

    expresa un compromiso positivo y un punto de vista negativo manifiesta un compromiso

    negativo respecto a una opinin expresa.

    Con la expresin juez racional nos referimos a los usuarios del lenguaje a

    quienes el orador concibe como el evaluador de lo que est diciendo. La argumentacin

    avanzada o desarrollada en defensa de un punto de vista se disea para justificar,

    satisfaciendo a un juez racional, la opinin expresada que se relaciona con el punto de

    vista, y la argumentacin que se desarrolla en defensa de un punto de vista negativo se

    disea para refutar la opinin expresada, satisfaciendo a un juez racional. Los usuarios

    del lenguaje que avanzan una argumentacin presuponen, en principio, que sus oyentes

    son jueces racionales en el sentido de que ellos intentarn hacer un abordaje lo ms

  • 27

    adecuado posible respecto de la aceptabilidad o la inaceptabilidad de la argumentacin,

    es decir, se supone que ellos juzgarn la argumentacin en base a las contribuciones

    que sta realiza a la resolucin de la disputa.

    Uno de los rasgos ms caractersticos de nuestro enfoque a la argumentacin

    radica en el nfasis que ponemos en la externalizacin, es decir, en la comunicacin

    verbal del tema que debe investigarse. Creemos que la teora de la argumentacin debe

    ocuparse de las diferencias de opinin y de los esfuerzos por resolver disputas sobre

    opiniones expresadas por medios verbales. Esto significa que los tericos de la

    argumentacin deben ocuparse de las opiniones expresadas y de las afirmaciones

    argumentativas y no primordialmente de los pensamientos, las ideas y los motivos que

    subyacen en ellas.

    Tambin creemos que es necesario prevenir una internalizacin del tema de

    investigacin, puesto que esto devolvera la argumentacin a eras filosficamente

    extintas tales como el auge de los significados o incluso el auge de las ideas (cf.

    Hacking, 1975). Tal recada slo puede evitarse si no se requiere mayormente a los

    usuarios del lenguaje que abran su interior, sino tambin si los tericos, en particular,

    garantizan que se evite el psicologismo. Esto quiere decir que uno debe partir de lo que

    dicen los argumentadores y que uno debe concentrarse en los actos de habla ejecutados

    (ya sea implcita o explcitamente) por los usuarios del lenguaje.

    Por objetivos particulares, por ejemplo, en la discusin de aspectos de

    significado comn de determinadas afirmaciones puede, a veces, resultar intil referirse

    a los pensamientos y a las ideas expresadas por los hablantes. En este caso, sin

    embargo, es importante mantener en mente que uno lidia con ideas y pensamientos

    deducidos a partir de las afirmaciones o los enunciados de los hablantes mediante la

    abstraccin de una forma particular de expresin.3

    Trminos como pensamientos o ideas tambin pueden considerarse como

    indicadores de primitivos psico-pragmticos, los cuales nos permiten hablar

    significativamente sobre fenmenos que estn especficamente conectados con las

    personas. En algunas ocasiones, como cuando nos referimos a los actos de habla, ser

    difcil hacerlo sin referirnos a estos primitivos psico-pragmticos como, por ejemplo,

    3 Cf. Kamlah y Lorenzen (1973: 86-93, 129-145).

  • 28

    intencin.4 Sin embargo, uno entonces debe estar alerta sobre los riesgos de reificacin

    y evitar atribuir a primitivos tales como intencin, una existencia propia y presentarlos

    como fuerzas que operan independientemente.

    No ms uno haya investido a los primitivos psico-pragmticos, tales como

    intencin, pensamientos o ideas, con una existencia que es independiente de toda

    forma verbal de expresin, puede dar la impresin de que postulando tales primitivos es

    posible alcanzar alguna revelacin de lo que la gente en efecto tiene en mente por

    medio de intenciones, pensamientos o ideas, cuando formulan afirmaciones particulares.

    El contenido de las intenciones, pensamientos o ideas postuladas se determina mediante

    la informacin comunicada por los hablantes (ya sea verbalmente o de otro modo). Esto

    significa que en el estudio de la argumentacin slo es permisible usar primitivos psico-

    pragmticos que estn directamente relacionados con las afirmaciones.

    Nuestra razn para hacer de esto una cuestin de principios consiste en luchar

    para que la externalizacin del tema a investigar sea anloga a la razn brindada por

    Popper en Objective Knowledge para la formulacin verbal de teoras: slo una teora

    formulada puede ser objeto de una discusin crtica; una teora que slo es sostenida no

    se presta por s misma a una discusin (1972: 31-66). A esto Popper aade las

    consecuencias de su aproximacin a los problemas:

    Uno de mis principales mtodos de aproximacin, cuando

    existen problemas lgicos en cuestin, radica en traducir todos los

    trminos subjetivos o psicolgicos, especialmente creencias, etc., a

    trminos objetivos. Por ende, en lugar de hablar de una creencia, yo

    hablo, refiero, a una afirmacin o a una teora explicatoria: y en

    lugar de justificacin de una creencia, yo hablo de justificacin de

    afirmacin de que una teora es cierta, etc. (1972: 6).

    Creemos que se necesita una objetivizacin similar para una aproximacin a

    los problemas relativos a la argumentacin y que sta debe alcanzarse a travs de la

    externalizacin.

    Muchos autores que escribieron sobre argumentacin se refieren con

    asombrosa facilidad a pensamientos, ideas, motivos que pueden atribuirse a los

    4 En Language and Philosophy, Hartnack seala que el concepto de intencin es indispensable en la

    adquisicin de una perspectiva sobre el uso del lenguaje. l postula que tener intenciones es una

    condicin necesaria para ejecutar actos ilocutivos (1972: 32).

  • 29

    usuarios del lenguaje, sin dejar bien en claro en base a qu fundamentos puede hacerse

    esto fcilmente. Concebimos a este como uno de los peligros inherentes al

    practicismo. Si uno comienza exclusivamente a partir de los problemas que perciben

    los usuarios del lenguaje, o que piensa ellos perciben, en la prctica de la

    argumentacin, a causa de la perspectiva elegida, uno corre el riesgo de adoptar no slo

    los problemas por s mismo, sino tambin, junto con ellos, las definiciones

    problemticas frecuentemente psicologistas y de otro modo subjetivas de los usuarios

    del lenguaje.

    Una aproximacin terica es preferible no slo porque tiene una perspectiva

    que nos permite distinguir lo relevante de lo irrelevante (cf. Feyerabend, 1977), sino

    tambin porque los problemas tienen que formularse de modo que sean suficientemente

    interesantes. La externalizacin, tal y como la defendemos, no avanza lo suficiente

    como para cumplir con este requisito y, por lo tanto, necesita una complementacin

    terica.

    1.3. FUNCIONALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN

    Una segunda caracterstica de nuestra aproximacin es el nfasis que ponemos

    sobre la funcionalizacin, es decir, sobre el tratamiento del tema de la investigacin

    como una actividad con propsito o intencionada. Puesto que la argumentacin consiste

    en hacer afirmaciones, creemos que el pensar tericamente sobre la argumentacin

    debera ocuparse no slo de la estructura de una constelacin completamente

    argumentativa, sino tambin de la argumentacin en tanto actividad verbal. Esto implica

    que los tericos de la argumentacin deberan observar la argumentacin como un

    proceso de uso del lenguaje que sigue su propio camino slo si se han cumplido ciertas

    condiciones en la ejecucin del acto de habla de la argumentacin.

    En nuestra aproximacin, la argumentacin no se trata simplemente como un

    producto constituido por una constelacin de afirmaciones, sino tambin como un

    proceso. Se preserva aqu, deliberadamente, la ambigedad proceso/producto puesta de

    manifiesto en el uso coloquial de la palabra argumentacin. Argumentacin refiere tanto

    al proceso de hacer afirmaciones a fin de defender un punto de vista (No me

    interrumpas antes de que haya acabado mi argumentacin), como al producto que

    resulta de dicho proceso (Ahora que la reviso de nuevo, s veo puntos dbiles en su

    argumentacin). Debido a que este proceso de avanzar una argumentacin es una

  • 30

    actividad con propsito (voluntaria o intencionada), la argumentacin debe concebirse

    como una forma de accin verbal.

    Popper (1972: 237) concibe la funcin argumentativa como la funcin ms

    importante del uso del lenguaje. No hay necesidad de ir tan lejos como esto para

    encontrar extrao que los estudiosos de la argumentacin generalmente hayan apenas

    prestado atencin a los rasgos especficos de la argumentacin como forma del

    lenguaje. Probablemente, en principio, debido a la influencia de una tradicin inspirada

    por los lgicos, la argumentacin se present frecuentemente de forma aislada como un

    producto abstracto bastante separado del lenguaje. Por esta razn, Fogelin habla de esta

    conexin de la argumentacin en el sentido de los lgicos (1978: v). En algunas

    ocasiones, esta aproximacin unilateral incluso parece resultar en que la argumentacin

    sea concebida como nada ms que una deduccin lgica que, como fuese, slo estaba

    redactada en el discurso coloquial y era difcil de evaluar debido a las imperfecciones

    del discurso coloquial mismo. Grice denomina formalista a este enfoque,

    caracterizndolo de la siguiente forma:

    Desde un punto de vista filosfico, la posesin por parte de las

    contrapartes naturales de aquellos elementos en sus significados, que

    ellas no comparten con los correspondientes dispositivos formales, se

    concibe como una imperfeccin del lenguaje natural; los elementos en

    cuestin son indeseablemente execrables (1975: 42).

    Haack explica que aquellos que adhieren a la opinin de que la forma

    gramatical de una sentencia recalcitrante en el discurso coloquial debe concebirse

    como un indicador de su forma lgica, adhieren a la tesis de la forma engaosa (1974:

    53).5 En Philosophy of Logics, ella explica que tales personas equivocadas fallan a la

    hora de reconocer:

    Algo como esto: los sistemas lgicos formales apuntan a

    formalizar los argumentos informales, a representarlos con precisin,

    5 Janik y Toulmin (1973) sealan en Wittgensteins Vienna que fue la visin de Russell la que concili la

    forma lgica real por medio de la engaosa capa gramatical de los lenguajes naturales, y que esta forma

    lgica hizo la mejor justicia al expresarse en el lenguaje simblico de la lgica en Principia Mathematica.

    Ellos citan a Wittgenstein, quien consider que el principal mrito de Russell reside en haber demostrado

    que la aparente forma lgica de una sentencia necesita ser forma lgica real. Cf. tambin con Passmore

    (1972: 424-5). La visin de Russell todava es ampliamente aceptada.

  • 31

    rigurosidad y trminos generalizables; y un sistema lgico formal

    aceptable debe ser tal que, si un argumento informal determinado se

    representa en l por medio de determinado argumento formal, entonces

    ese determinado argumento formal debe ser vlido en el sistema slo en

    el caso de que el argumento informal sea vlido en el sentido extra-

    sistemtico (1978: 15).

    En nuestra perspectiva, sta es una de las desventajas que pueden vincularse a

    los resultados de una aproximacin puramente producto-orientada a la argumentacin.

    En la filosofa del lenguaje ideal, existe una tendencia a pasar por alto el hecho de que

    la argumentacin en el discurso coloquial siempre est comprometida, y siempre lo

    estar, con las convenciones especficas que se aplican al uso ordinario del lenguaje

    coloquial. El resultado de esto es que cualquier aproximacin a la argumentacin que se

    base en esta filosofa, y slo en ella, est y estar destinada a ser defectiva.

    Lambert y Ulrich sealan otra desventaja que puede resultar de esta

    aproximacin puramente producto-orientada a la argumentacin. Ellos observan que un

    efecto del nfasis puesto en la evaluacin lgica de los argumentos reside en que se

    presta insuficiente atencin a los problemas de reconocer y clarificar la argumentacin

    en un sentido coloquial del lenguaje, de modo que, a su vez, la argumentacin se

    entiende imperfectamente. Por lo tanto, ellos introducen un procedimiento paso por

    paso para identificar un argumento en el discurso cotidiano, extrayndolo, y luego

    parafrasendolo en el idioma formal (1980: x). Es curioso, incidentalmente, que a

    pesar de que ellos se adentran en el asunto de la variacin estilstica en el uso del

    lenguaje, ellos prestan poca atencin a la funcin de la variacin estilstica en la

    comunicacin y en la interaccin.

    Una aproximacin producto-orientada a la argumentacin no provee ninguna

    explicacin de las condiciones que deben cumplirse para que una constelacin de

    enunciados cuente como una argumentacin. Esto ocurre ya que la argumentacin no se

    trata para nada como una forma de lenguaje (cf. Fogelin, 1978: v). En una aproximacin

    producto-orientada, uno corre el riesgo de empantanarse en un estructurismo y, desde

    nuestra perspectiva, ste es un riesgo que slo puede evitarse mediante la

    funcionalizacin del tema o sujeto de la investigacin y mediante el tratamiento de la

    argumentacin como un acto de habla.

  • 32

    1.4. SOCIALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN

    Un tercer rasgo de nuestra aproximacin a la argumentacin es el nfasis que

    ponemos sobre la socializacin, es decir, sobre el tratamiento del tema de investigacin

    comunicativa e intencionalmente. La argumentacin es un intento por convencer a un

    juez racional acerca de la justicia de un punto de vista particular en relacin a la

    aceptabilidad de una opinin expresada. Un argumentador que se compromete en una

    argumentacin se orienta en principio hacia otro usuario del lenguaje que, se supone,

    asume la posicin de juez racional. El usuario del lenguaje que cumpla con el rol

    comunicativo del oyente, en principio, tiene derecho, si no est todava convencido, a

    reaccionar en contra de esta argumentacin y a actuar l mismo como orador, por lo que

    se inicia el dilogo. En nuestra perspectiva esto significa que la argumentacin debe

    observarse como parte de un proceso bilateral.

    Esto tambin puede aplicarse nicamente donde una persona se compromete: si

    un usuario del lenguaje duda de su propio punto de vista y, si tcitamente desacuerda

    consigo mismo sobre la aceptabilidad de una opinin expresada, entonces efectivamente

    tenemos dos partes que adoptan diferentes puntos de vista en relacin a una opinin

    expresada. Esto puede hacer surgir un dilogo interno. Incluso en este caso especial

    alguien debe ser convencido, por lo que podremos hablar de un proceso social o

    bilateral. La auto-consulta, en este caso, generalmente ocurre cuando se necesita

    anticipar la posible reaccin de los otros, lo cual hace ms obvia la naturaleza social de

    la argumentacin.

    En el caso de una argumentacin que es exitosa en todos los mbitos, el oyente

    se convence en el sentido de que acepta o rechaza la opinin expresada a la que se

    refiere la argumentacin. Esto significa que, en ese caso, la argumentacin, con fuerzas

    que convencen, se transforma en un todo indivisible. Esto puede consistir en

    argumentacin a favor y en la aceptacin de la opinin expresada, o en contra-

    argumentacin y en rechazo de la opinin expresada. Aqu se involucran dos usuarios

    del lenguaje, cada uno de los cuales acta al menos una vez como orador y al menos una

    vez como oyente. Un intento exitoso por convencer, en el cual el intercambio de roles

    comunicativos tenga lugar una sola vez, conforma la unidad ms pequea de dilogo

    completo de la argumentacin, donde el intento por convencer al otro resulta exitoso.

  • 33

    La Figura 1.1. es una representacin esquemtica de esta unidad mnima.

    Argumentacin a favor

    Orador1 Oyente1

    Contra-argumentacin

    A B

    Aceptacin

    Oyente2 Orador2

    Rechazo

    Figura 1.1. La unidad ms pequea y completa de argumentacin donde el intento de

    convencer al otro resulta exitoso

    Si un usuario del lenguaje A asume el rol comunicativo de orador y el usuario

    del lenguaje B el del oyente, entonces en una discusin verbalmente externalizada, con

    argumentacin exitosa, el usuario del lenguaje B debe a su vez asumir el rol de orador y

    aceptar o rechazar la opinin expresada, y el usuario del lenguaje A debe asumir el rol

    de oyente.

    En la prctica, por supuesto, generalmente se da el caso de que el oyente no se

    convenza de inmediato, por lo que continuar una serie de dilogos como estos que

    estn relacionados los unos con los otros de diversas maneras. Una discusin puede

    contener un gran nmero de subdiscusiones y todas ellas pueden contener

    argumentaciones. La principal cuestin aqu reside en el hecho de que muchas

    discusiones pueden contener dilogos argumentativos de mayor complejidad que el

    dilogo mnimo.

    A menudo los oyentes no aceptarn o rechazarn una opinin expresada

    inmediatamente despus de que el orador haya avanzado su primera argumentacin,

    sino que requerirn posteriores argumentaciones (o ms informacin). Si el oyente pide

  • 34

    al orador argumentos que apoyen las afirmaciones realizadas en su argumentacin

    original, esto entonces funciona como opiniones expresadas. Si el oyente le pide al

    orador que brinde argumentos frente a las objeciones que l ha realizado en contra de la

    argumentacin del orador (o en contra de parte de ella), entonces esas objeciones a su

    vez se convierten en opiniones expresadas. Por ende, habr toda clase de patrones de

    dilogos interrumpidos ms o menos complejos, de los cuales brindamos dos ejemplos

    en la Figura 1.2.

    Usuario del

    Lenguaje A

    Usuario del

    Lenguaje B

    Usuario del

    Lenguaje A

    Usuario del

    Lenguaje B

    Disputa

    original

    Orador1 +/O1 Oyente1

    -/O1

    Orador1 +/O1

    Oyente1

    -/O1

    Oyente2 +/O1? Orador2

    -/O1?

    = Oyente2 +/O1?

    Orador2

    -/O1?

    = Orador3 U1.U2 Oyente3

    = Orador3 U1.U2

    Oyente3

    = Oyente4 U1? Orador4

    = Oyente4 T1

    Orador4

    = Orador5 V1.V2 Oyente5

    = Orador5 T1?

    Oyente5

    = Oyente6 aceptar O1 Orador6

    rechzar O1

    = Oyente6 W1.W2

    Orador6

  • 35

    = Orador7

    = Orador7 aceptar O1

    Oyente7

    Rechzar O1

    =Orador8

    +/O= punto de vista positivo en relacin a O

    -/O= punto de vista negativo en relacin a O

    O?, U?, T?= pedidos de argumentacin a favor de O,U,T.

    Figura 1.2. Ejemplos de dilogos argumentativos interrumpidos

    La imagen brindada en la Figura 1.2. est de alguna manera simplificada y no

    expresa realmente el hecho de que A y B no son nicamente usuarios del lenguaje que

    asumen alternativamente los roles comunicativos de orador y oyente, sino que tambin

    son partes en una disputa que, en principio, juegan roles interaccionales (o

    interactivos) de oposicin en el dilogo. Esto se expresa mejor mediante la

    representacin de la argumentacin en una tabla de dilogo. Eso es lo que hicimos en la

    Figura 1.3.

    Antagonista

    B

    Protagonista

    A

    Antagonista

    B

    Protagonista

    A

    Disputa

    original

    1.

    2. (~X) ?

    ~X Disputa

    original

    1.

    2. (~X) ?

    ~X

    3.

    4. Z ?

    5.

    6. ~X

    (Z>~X). Z

    Z

    3.

    4. ~Z

    5.

    6. ~X

    (Z>~X). Z

    (Y>Z). Y

    Figura 1.3. Ejemplo de tabla dialgica argumentativa

    En ambas tablas en la Figura 1.3., el usuario del lenguaje A asume el rol

    interaccional (o interactivo) de protagonista de un punto de vista positivo en relacin a

    una opinin expresada, y el usuario del lenguaje B el rol interaccional (o interactivo) del

  • 36

    antagonista. En estos dilogos A defiende un opinin expresada negativa (~X),

    mientras B expresa sus dudas en relacin a la aceptabilidad de ~X.

    En el tercer movimiento, A brinda argumentos a favor de ~X. En la tabla de la

    izquierda, el usuario del lenguaje B expresa, en el cuarto movimiento, sus dudas acerca

    de la aceptabilidad de uno de los enunciados o afirmaciones (Z) que vienen a apoyar la

    argumentacin de A. En la tabla sobre la derecha, l hace una objecin (en el

    movimiento 4) mediante la afirmacin del opuesto de ese enunciado o afirmacin, a

    saber: ~Z. En el quinto movimiento, A justifica la afirmacin atacada en la tabla

    derecha por medio de la argumentacin: (Y>Z).Y. En la tabla sobre la izquierda, l trata

    de hacer o volver la afirmacin aceptable a travs de un mtodo distinto (afirmacin de

    Z). Ambas maniobras son evidentemente suficientes para convencer a B acerca de la

    aceptabilidad de la opinin expresada.

    La descripcin de los dilogos argumentativos entre A y B que se materializa

    aqu en la Figura 1.3 todava es bastante primitiva, puesto que no incluye todos los

    movimientos que A y B tienen que hacer antes de que A realmente pueda convencer a

    B. En la tabla del lado izquierdo, por ejemplo, despus del quinto movimiento, B

    primero debe establecer que Z es aceptable para l, antes de que ste pueda aceptar ~X.

    Ms an, en ambas tablas, derecha e izquierda, l tambin tendr que haber establecido

    previamente que los componentes de las afirmaciones complejas no criticadas por l

    (por ejemplo, Z>~X en el movimiento 3) son aceptables.

    An as, la descripcin presentada en la Figura 1.3 es mejor que aquella de la

    Figura 1.2, ya que pone en evidencia que los enunciados efectuados por un usuario del

    lenguaje no son meramente una reaccin ante los enunciados efectuados por los otros

    usuarios del lenguaje, sino que estn tambin directamente asociados con los

    compromisos que los otros usuarios de lenguaje han aceptado cuando avanzaron sus

    propias afirmaciones o enunciados. Por lo tanto, la afirmacin Z ?, efectuada por B en

    el cuarto movimiento de la tabla de la izquierda, slo es relevante porque se relaciona

    con los compromisos aceptados por A en el tercer movimiento mediante su avance de

    (Z>~X). La naturaleza social de los dilogos argumentativos se expresa ms claramente

    en el rol de este tipo de compromisos en el proceso de convencer ms que en el mero

    hecho de que estos dilogos tienen lugar entre dos usuarios del lenguaje que actan

    alternativamente como oradores u oyentes.

    Sin lugar a dudas, en la imitacin de la prctica comn dentro de los anlisis

    lgicos de la argumentacin, muchos estudios de la argumentacin se abstraen de los

  • 37

    usuarios del lenguaje involucrados en la argumentacin y, por ende, de sus roles

    comunicativos e interaccionales. La argumentacin se trata, entonces, no como un

    intento por convencer a los otros acerca de un punto de vista particular, sino como un

    patrn autnomo y abstracto de proposiciones despersonalizadas. Al igual que muchos

    lgicos, los representantes de esta perspectiva ignoran los diversos roles comunicativos

    e interaccionales que estn presupuestos en la argumentacin y, automticamente, la

    conciben como un monlogo.6 En este sentido la argumentacin se despoja de su

    carcter social.

    Perelman y Olbrechts-Tyteca (1971), quienes realizaron una contribucin que

    influy en gran medida en la teora de la argumentacin, parecen en primer lugar

    inclinarse, en su New Rhetoric, por una aproximacin dialgica a la argumentacin. En

    una mirada ms minuciosa, sin embargo, su contribucin no es dialgica, a causa de que

    la audiencia (universal) que, se supone, garantiza la racionalidad, est compuesta de un

    conjunto a veces imaginario de lectores pasivos que no ofrecen ninguna oposicin no

    verbal. Este tratamiento cuasi-social de la argumentacin predomina en la literatura

    sobre la argumentacin en la que se elige una perspectiva retrica.

    Los estudios tericos de la argumentacin en los cuales el tema se considera

    como parte de un proceso bilateral fueron suministrados por Naess (1966) y Crawshay-

    Williams (1957). Barth y Krabbe (1982) recurren a estos conocimientos (y a aquellos de

    la Escuela de Erlangen de Lorenzen et al.) para desarrollar una teora dialctica de la

    argumentacin.

    En la lgica dialgica, la opinin expresada toma el lugar de la conclusin en

    la lgica monolgica. Las premisas de la lgica monolgica se transforman en

    concesiones (o hiptesis) por parte del oponente de la opinin expresada en la lgica

    dialgica. Las concesiones son afirmaciones hechas por el oponente al comienzo de la

    disputa dentro de la cual l se prepara para defenderlas en el caso de que sean atacadas,

    de modo que el proponente puede utilizarlas en su defensa de la opinin expresada. Esta

    situacin inicial en la lgica dialgica se diferencia de lo que nosotros, alindonos con

    la prctica argumentativa, concebimos como la norma.

    6 Esto no se aplica a los lgicos de la Escuela de Erlangen. Ellos han intentado proporcionar una

    reconstruccin normativa del uso de las afirmaciones o los enunciados elementales y compuestos que

    posibilitan resolver disputas sobre opiniones expresadas por medio del dilogo. Algunas publicaciones

    importantes de este escuela son: Formale Logik de Lorenzen (1970) y Konstruktive Logik, Ethik und

    Wissenschaftstheorie de Lorenzen y Schwemmer (1975). De particular relevancia para la teora de la

    argumentacin son: Logische Propdeutik de Kamlah y Lorenzen (1973), Normative Logic and Ethics de

    Lorenzen (1969) y Dialogische Logik de Lorenzen y Lorenz (1978). Barth y Krabbe continan con la

    creacin de la perspectiva y las nociones de la Escuela de Erlangen.

  • 38

    Por razones dialcticas el proponente P y el oponente O a menudo se nombran

    como Peter, el Papa, Olga y Otto, pero esto es confuso, ya que ellos nicamente

    desempean roles en un juego dialgico.

    Si uno parte nicamente de la divisin dialgica de roles, es fcilmente menos

    aparente que la situacin inicial en una disputa, tal y como los lgicos dialgicos la

    consideran a partir de sus puntos de partida, difiera de lo que es normal. Adems,

    tambin existe el riesgo de empantanarse en una forma abstracta de socializacin. A

    este nivel abstracto, quizs no cause gran sorpresa que el oponente deba hacer ciertas

    concesiones por adelantado, pero cuando uno recuerda que los lgicos dialgicos

    equiparan esto, en principio, con la argumentacin del proponente, sta asume un

    aspecto ms curioso. Si uno imagina una disputa sobre una opinin expresada entre A y

    B, parece bastante extrao que A simplemente se haga cargo de las afirmaciones o los

    enunciados argumentativos de B.

    Creemos que en la prctica de la argumentacin, un usuario del lenguaje es

    poco propenso a simplemente asumir una obligacin para defender las afirmaciones que

    en principio son las premisas de los otros usuarios del lenguaje. Como regla, la

    situacin inicial que los lgicos dialgicos toman como su punto de partida ser, en

    nuestra perspectiva, precedida por una previa que puede o no haber conducido a esta.

    La cuestin aqu es que la situacin inicial de los lgicos dialgicos se

    relaciona con la defensibilidad de una opinin expresada en relacin a una constelacin

    particular de afirmaciones argumentativas, mientras como reglas las pruebas a esta

    defensibilidad no ocurrirn hasta el momento en el que, el interlocutor que rechaza

    aceptar la opinin expresada, haya aceptado las afirmaciones argumentativas. Si l no

    acepta una o ms de estas afirmaciones, la persona que est argumentando ha elegido un

    punto de partida que, en principio, requiere en s mismo ms argumentacin.

    La situacin inicial elegida por los lgicos para funcionar como punto de

    partida, por ende, se encuentra como si fuese una etapa posterior que nuestra situacin

    inicial. Los interlocutores, por lo tanto, han decidido poner a prueba la defensibilidad de

    la opinin expresada en relacin a la argumentacin avanzada por cada uno de los que

    asumen distintos roles dialgicos, y que conjuntamente establecen si la opinin

    expresada, dada una cierta estandarizacin dialgica del lenguaje o terminologa, es o

    no sostenible para un oponente que juzga si las afirmaciones realizadas en la

    argumentacin son aceptables. En la figura 1.4., ilustramos las dos situaciones iniciales