Vanoyeke Violaine Mesalina

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    Violaine Vanoyeke

    CAPTULO ICAPTULO IICAPTULO IIICAPTULO IVCAPTULO VCAPTULO VI

    CAPTULO VIICAPTULO VIIICAPTULO IXCAPTULO XCAPTULO XICAPTULO XIICAPTULOXIIICAPTULOXIVCAPTULOXV

    CAPTULO XVICAPTULO XVIICAPTULOXVIIICAPTULO XIXCAPTULO XXCAPTULO XXICAPTULO XXIICAPTULO XXIIICAPTULO XXIV

    notes

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    Violaine Vanoyeke

    Mesalina

    Emperatriz y esclava del placer

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    APTULO I

    CLAUDIO

    LLEVABA muerto tres meses el emperador Tiberio cuando ya el pueblo se entusiasmaba pcesor, Cayo Csar, el hijo del clebre Germnico, quien llevaba el sobrenombre que le hdo los legionarios de su padre a las orillas del Rin, Calgula, botita. En todos los lublicos resonaban los gritos de la multitud: Tiberio al Tber! , aullaban los que haban totivos de agravio por causa de las locuras criminales del emperador difunto; stos eran numecontagiaban su pasin a las gentes del pueblo, al tiempo que todos los romanos aclamabanequeo, a su nuevo astro, Cayo Csar. Este joven de veinticuatro aos adoptado por Tibeien los caprichos de la fortuna haban colocado de pronto a la cabeza del Imperio roman

    neficiaba de la inmensa popularidad de su padre Germnico, cuya modestia, cortesa y brilltorias sobre los germanos seguan vivos en todos los corazones, aunque hiciera ya ocho aoba muerto. Su juventud y los peligros que haba corrido en la corte de Tiberio haban hecho cese aura, y por no desmentir esta gloria precoz desde que subi al trono se haba mostrado aen administrador, economizador de los denarios pblicos, pero generoso con el pueblo: eso eico que precisaba para seducir a la turba romana, vida y verstil.

    Calgula se instal en el Palatino, en el palacio en el que haba residido su sanguiedecesor antes de que abandonara Roma para ir a la Isla de Capri, a la que haba convmultneamente en una suntuosa fortaleza, un centro administrativo del que partan las conden

    uerte y el ms prodigioso lugar de libertinaje. El palacio de Tiberio ocupaba la parte occidmonte Palatino. Estaba limitado al sur por la plaza en la que se elevaba el templo de elegumnas corintias de la diosa oriental Cibeles, a la que los romanos llamaban la Gran Madreblo acceda all por una escalera de toba rosada. A pesar del tamao ya respetable deorada imperial, que se extenda en paralelo con el pequeo palacio de Augusto, Calgula son extenderla hacia el norte, hasta el atrio de las vestales y el foro.

    Se acercaba la hora dcima y el sol, descendiendo suavemente en el cielo, iluminaba el vla prestigiosa colina, a la que amarilleaba casi con sus rayos, y animaba con su esplend

    once dorado de la cuadriga solar que dominaba la parte frontal del templo de Apolo, adosado

    sa de Augusto. Los pjaros, que haban echado a volar desde Velabro, el barrio construido santiguas marismas que dominaba el Palatino, se posaban en el borde de las ventanas y conleyendas de la gruta del lupercal, donde la mtica loba haba alimentado a los gemelos Rm

    mo antes de que el pastor Fustulo los recogiera. En esta hora los extranjeros comenzabretujarse al pie de la colina para visitar la cabaa del buen pastor y la gruta escondida desde ho siglos en el bosque consagrado al dios Pan, guardada por la higuera bajo la cual haba vacuna de mimbre de los gemelos abandonados a la orilla de las aguas del Tber.

    Tiberio Claudio Germnico, hermano del gran Germnico, a quien de manera ms si

    maban Claudio, lea un poema de Ovidio en la biblioteca de palacio. Invitado por Calg

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    mpartir su almuerzo, haba llegado tarde, y el emperador no haba querido recibirlo. Amplaca en burlarse de su to y le castigaba, sabiendo que era un comiln y que le guolongar su comida durante horas, a pesar de sus dolores estomacales. Aunque ello le irraudio no lo demostraba, pues tema atraer la clera del emperador. Haba aprendido a disims sentimientos durante todo el reinado de Tiberio, y ello le haba permitido sobrevivir perador a quien obsesionaba el temor a los complots y el resentimiento.

    Unas voces repentinas le apartaron de su lectura: los esclavos se afanaban en el comcino, volviendo los lechos para limpiar los restos de la comida, sin duda refinada y copios

    mo le gustaba a Calgula. Claudio refunfu, sintiendo su vientre todava ms vaco. Trancentrarse nuevamente en la lectura, pero le volvieron a distraer unos gritos que provenaerior. El calor haba menguado y los romanos, levantados de la siesta, se apresuraban para aos juegos excepcionales con los que el emperador haba decidido honrar a su madre Agripien se llamaba la Mayor para distinguirla de su hija, Agripina la Menor, nacida tres aos desCalgula. Los comerciantes comenzaban a instalarse en los alrededores del Circus Maxim

    rco Mximo, donde se desarrollaban la mayor parte de las carreras de carros, situado al pilatino. Por eso llegaban ya hasta palacio los martillazos de los comerciantes que precipitadamnstruan sus barracas y abrigos, en medio de los gritos y llamadas de las gentes del pu

    citadas ante la perspectiva de esas diversiones.Unas aclamaciones atrajeron todava ms la atencin de Claudio. Dej el rollo de papiros

    sa de cedro, de un milln trescientos mil sestercios (el precio de un gran dominio!)ientemente haba regalado Ptolomeo de Mauritania a su primo Calgula. Se levant, vacieramente. Era un extrao espectculo ver avanzar as a ese hombre de 47 aos, de pimasiado delgadas, vestido con una toga de una blancura inmaculada, ricamente bordadabujos verdes y dorados. Llevaba sin la menor majestad esta toga solemne, que slo se pona ppalacio. Cuando sala para asistir a los juegos o tomar el aire en el foro, como hacan todomanos, se contentaba con vestir una tnica de lino. Se dirigi arrastrando los pies, calzado

    ndalias de cuero, hasta una ventana elevada y lanz una curiosa mirada hacia la casa de Lnde percibi una agitacin febril. Los guardias imperiales distribuan dinero al pueblo en noCalgula, quien acababa de heredar la inmensa fortuna de su abuela Antonia la Menor, hij

    unviro Marco Antonio y de Octavia, la hermana mayor de Augusto. Por eso los romanos aclamu buen emperador.

    Los gruesos labios de Claudio expresaron enojo al recordar a esa Antonia, su propia mien haba cedido la herencia a su nieto, colmado ya por el imperio. A l nunca le haba amampre le haba despreciado. Deca con crueldad que su hijo Claudio no era ms que un bocetos pies demasiado grandes, los cabellos extraos y los ojos globulares. El tena apenas un

    ando haba perdido a su padre Druso, hermano de Tiberio, quien haba dirigido bajo Auriosas campaas en Germania. Vctima de numerosas enfermedades en su juventud, privado

    oteccin del padre, no se le haba considerado apto para cumplir ninguna funcin, y a una edanzada se le haba entregado a un preceptor, antiguo inspector de un depsito de sementales, qtaba brutalmente, con menos miramientos que a sus caballos. En una ocasin, su madre le rmitido presidir los combates de gladiadores celebrados en honor de su padre difunto, pndicin de que cubriera a medias el rostro con un capuchn para no ridiculizar a la faperial. Cuando quera decir lo estpido que era alguien, Antonia tena la costumbre de afirmams necio que su hijo Claudio. E incluso su abuela Livia, la mujer de Augusto, no se diriga

    s que por medio de otra persona, o por medio de notas escritas.

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    Recordando esos comportamientos, que le parecan tanto ms injustos cuanto que l era eudioso y cultivado de los miembros de su familia, Claudio guard el rollo de poemas de Oel estuche, lo volvi a colocar en la caja y comenz a buscar una obra sobre los etruscos. Clun apasionado de la historia y se interesaba tanto por los antiguos etruscos como por Car

    da gloriarse de haber tenido por maestro y amigo a Tito Livio, el gran historiador de Ruerto hacia ya una veintena de aos, sin que por ello hubiera olvidado las atenciones que ba recibido. Encontr un rollo de las Gergicas de Virgilio, lo despleg y se puso a recunos versos. Estaba de espaldas a la puerta y no oy entrar a Calgula.

    - Salud, Claudio! Qu lees mientras me esperas?Claudio se sobresalt al or la voz de su sobrino. Se dio la vuelta y qued callado, sorprenr el atavo ridculo de Calgula, quien se haba vestido con una pesada tnica de seda mubierta de piedras preciosas, que le caa en pliegues asimtricos hasta los pies. El empea un gusto pronunciado por estas tnicas multicolores, que los romanos no llevaban ms que

    mpo. Era alto y delgado, un poco desgarbado, de cuerpo nervioso y mal proporcionado y pigadas; sus sienes ahondadas y su frente grande, abombada y abollada, contrastaban con la a del rostro, ms menuda, terminada en un mentn sobresaliente y voluntarioso; sus ojos hund

    nque mviles y vivos, le conferan un aire de inteligencia penetrante, en la que brillaba no se

    llama inquietante.Claudio elev el brazo para saludar al emperador, quien le cogi el rollo de las manos.- Virgilio? -grit con una risotada de burla-. No! Todo salvo Virgilio! Es un poeta

    scucha esto mejor!Desdeosamente haba arrojado la obra sobre la mesa y levantando los brazos con n

    clam en griego:- Mi corazn se desgarra al recordar al prudente Ulises, el desgraciado que desde hace

    mpo sufre, lejos de sus amigos, en una isla cercada por el oleaje, en el centro de los mamero, se si que era un poeta! El nico gran poeta!

    Sin querer contrariar a su irascible sobrino, Claudio volvi a poner el rollo en su lordando que hubo un tiempo en el que Calgula haba apreciado al maravilloso poeta deida. Pero sus gustos haban cambiado y de pronto haba echado a las llamas lo que antes orado.

    - Sintate, Claudio -volvi a hablar Calgula-. Te he hecho esperar, pero por qu te presmpre en palacio con tanto retraso cuando se te espera para cenar? Eso me disgusta, bien lo sguro que has recorrido los lupanares toda la noche y te has acostado al alba, segn acostumbr

    El sobrino haba dado en el blanco. Claudio enrojeci sacudiendo la cabeza, segn una me tena desde la infancia, y dijo tartamudeando.

    - Ni siquiera he encontrado el placerCalgula estall en risas al tiempo que se estiraba sobre un lecho de madera incrustado en o- Y cmo ha sido eso? Acaso te ha apaleado algn rufin por no haber querido pag

    ecio?- Nada de eso. Toda la noche esper en vano en el Esquilmo a una armenia.- Por Prapo! Y por qu buscas a una armenia y no a una bella romana, de pecho firme y g

    donda y carnosa?- Porque me gustaba. Cuando llegu a su casa sala con un centurin y me pidi que la espe- Y obedeciste dcilmente? Pobre asno! Espero que no sepa quin eres, para que no se

    haber dado plantn toda una noche al to del Csar. Mi pobre Claudio, yo te vengar. Man

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    e la traigan al lupanar que pienso instalar en el palacio y podrs tenerla cada vez que venitarme. Quiz as no te hars esperar.

    - Te lo agradezco, Calgula -murmur Claudio bajando la cabeza.- No me lo agradezcas -contest el emperador levantndose.Tom una aceituna de una fuente puesta en la mesa de cedro, la mastic mirando a Claudio

    licia y escupi hbilmente el hueso a sus cabellos al tiempo que le preguntaba.- No tienes hambre?Claudio, que no haba podido evitar el hueso lanzado a la corona de flores con que ce

    beza, sacudi sta. Calgula dio unas palmadas y enseguida una esclava etope, desnuda hasderas, envueltas en un largo pao de lino, con la espesa cabellera rizada sujeta por una cinta tprpura, acudi a cumplir sus rdenes.

    - Trae vino de Sorrento con salchichn de la Galia y nueces de Thasos.Cuando la joven se hubo retirado, Calgula volvi a hablar, dirigindose a su to:- Mientras esperamos, come aceitunas Creme que no te he hecho esperar por placer. T

    orejas acosadas por los consejos de los senadores con respecto a las medidas que conviene tseguida. Toda la comida la hemos pasado en estas discusiones vanas, pues tengo la intencin cer nada ms que lo que yo quiera. Despus, he tenido que recibir a los mensajeros d

    dadanos de Anitio, venidos de Lusitania, y a los de Assos, venidos de Troade, para queran los juramentos de fidelidad prestados por su pueblo, y no he podido terminar con los colos gobernadores de provincias. Todos me escriben para felicitarme. Me pregunto cundo t

    mpo para montar a Incitatus, mi querido caballo! Desde hace tres meses que me he vestido crpura imperial no he tenido un momento de ocio.

    La esclava etope entr seguida de una compaera, las dos cargadas con cntaros decelado, finos vasos de Alejandra, fuentes de plata llenas de charcutera y panes redondos.

    - Aqu est nuestro agradable aguapi -dijo Calgula, tomando el vaso que le ofrodillndose, una de las dos esclavas-. El vino de Sorrento no me parece el mejor, a pesar

    ma de pureza, mas como es ligero, pienso que a esta hora te ser conveniente.Claudio asinti riendo tonta y desagradablemente y present sus manos a la otra esclava,

    cubri con agua tibia a la que haban aadido limn y ptalos de rosa.Les lleg entonces el nombre de Calgula, pronunciado por una multitud reunida en lo alto

    calera de Cacus, por la que se acceda al Palatino. Al mismo tiempo, un esclavo encargadunciar a los visitantes lleg para decirle al emperador que Mnster, clebre pantomimo fav

    emperador, quera ser presentado. Calgula hizo un gesto de aquiescencia y Mnster seguida. Este hombre, delgado, flexible, vivo en sus gestos, pareca mimar y danzar incluso cudesplazaba, como s su oficio se hubiera convertido en una segunda naturaleza. Pareci desli

    bre el suelo de mrmol, hasta llegar hasta Calgula, a quien salud con obsequiosidad:- Csar, tu nombre es aclamado en toda Roma. Conviene que te muestres en la ventana

    ibir las felicitaciones que te valen tus mritos y tu generosidad sin par.Una sonrisa de satisfaccin ilumin el rostro del joven emperador, quien declar volvin

    cia Claudio:- El pueblo me reclama. Es natural: he ordenado que se distribuyan setenta y cinco dena

    da ciudadano. Degusta pues este vino mientras les saludo. T tambin, Mnster.Calgula se haba levantado con un gesto brusco. Tena un modo de andar falso, y esa viol

    haba intensificado desde que ci los laureles imperiales. Sin embargo, saba brillar encursos, pues en los cursos de retrica y filosofa que haba tenido que tomar haba adquirid

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    pertorio de ideas generales y juicios hechos que respondan a lo que esperaba el pblico. ornar los discursos con ejemplos tomados de la historia romana y sus acontecimientos. Sobrla deliberacin y la controversia, y haba adquirido un vocabulario que le permita asombrablico y suscitar la admiracin hacia un talento un poco artificial. El propio Tiberio, desde su Capri, le haba estimulado a perseverar por esa va, pues ya lo haba elegido como herederma de hablar de Calgula era suelta y clara, su voz fuerte, y haba heredado de su rmnico el deseo de complacer y persuadir. Aplast con la mano los mechones que sobresalpoco abundante cabellera, pues la cima de su crneo haba sido ya alcanzada por la cal

    opia de la familia de Julia, a la cual perteneca por su bisabuela Octavia, y arregl con los dgos y huesudos las mechas que cubran la parte superior de la frente.Cuando el pueblo vio a su emperador, los vivas recrudecieron, acompaados de apla

    ant la mano para saludar a la multitud.- Este pueblo acabar asfixindome -dijo suspirando Calgula mientras volva para acos

    el lecho.- Te ama, Csar, tanto ms por cuanto que has sido cruelmente tratado por Tiberio -af

    nster, adulador.Contrariamente a lo que caba esperar, Calgula se volvi hacia l, con la mirada severa.

    - Tienes t quejas de Tiberio, Mnster? -le pregunt con una voz melosa.Pues para combatir el rumor segn el cual no era ajeno a la muerte de Tiberio, algo tan na

    e hasta se haba declarado oficialmente, Calgula se mostraba un defensor intransigente moria de su imperial y difunto abuelo.

    Mnster, que percibi la amenaza, se inclin asegurando con uncin:- Todo lo contrario, Csar, no puedo ms que felicitarme por la magnificencia de ese

    ncipe.- Me alegra ortelo decir, Mnster. Retrate ahora. Quiero descansar con Claudio. Ah! Anu

    pueblo que, con ocasin de los juegos que ofrezco en honor de mi lamentada y venerada m

    r nuevas distribuciones de dinero.Cuando Mnster sali, Calgula volvi a dirigirse a Claudio.- Qu te parece este vino?- Excelente!- Prueba tambin el salchichn. Nosotros ya nos hemos regalado! Lo hemos comido degus

    vino viejo de ciento sesenta aos que me ha ofrecido Pomponio Segundo. Parece ser que gado a un precio exorbitante, pero no he conseguido saber la suma exacta.

    A pesar de su hambre, Claudio slo coma un poco por temor a atraer nuevas bromas brino. Calgula le observaba mientras morda las rodajas de salchichn, dejando c

    gligentemente su pie calzado con un coturno de cuero dorado excesivamente adornado.- Hablemos ahora de asuntos serios -dijo de pronto Calgula, mientras Claudio, a qui

    mbre volva cada vez ms audaz, comenzaba a atracarse de nueces y salchichn-. He decididesidas los Juegos en honor de Agripina

    - Quieres que yo -dijo Claudio, con un ataque de hipo mientras se tragaba una nsversalmente.

    - Presidirs en mi lugar los juegos que doy en recuerdo de mi madre.- Te burlas de m, Calgula- En absoluto. Quiero que comiences a aparecer en pblico y asumas cargos de estado.Esas palabras, dichas con firmeza, bastaron para persuadir a Claudio de que su sobrin

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    omeaba. Se sinti invadido enseguida por sentimientos contradictorios. Sobre todo tema npaz de mostrarse a la altura de las tareas que le iban a ser confiadas, lo que le colocara enuacin todava ms penosa frente al emperador. Pero soaba tambin que se le presentabaasin de su revancha frente al destino, y de deshacer la desastrosa imagen de s mismo qudres y Augusto haban impuesto al pueblo. Pues Augusto, aunque haba reconocido su "noblema", segn su propia expresin, y la limpieza de su alocucin cuando hablaba en pblico, se stenido de atribuirle el menor cargo, a excepcin del de sacerdocio augural. Sin embargo, Clera todava asegurarse, aunque no fuera ms que para comprobar la firmeza de las resoluc

    emperador:

    - Csar, me tomas por un asno rematado? Sabes que he sido obligado a renunciar a los hoa la vida activa. Hace tanto tiempo que paso mi vida en la ociosidad, tanto en mi vilmpania como en mi casa de Roma! No se me ve ms que rodeado de gentes a las que se consyectas, y que me han dado una fama de ebrio y gozador

    Calgula se incorpor en el lecho e hizo un gesto brusco de impaciencia:- S todo eso, Claudio. Pero a pesar de ello, el pueblo te ama. Yo te he elegido, en este

    mo los caballeros te eligieron para venir a honrarme en Campania despus de la muer

    berio. El propio Senado ha propuesto ya que te unas a los sacerdotes de Augusto y puedas dnsejo entre los cnsules. Tiberio mismo no te despreciaba como las otras personas de tu famcaso no te menciono entre sus herederos de tercera lnea y no te recomend al ejrcito, al senpueblo antes de morir?

    Claudio, cuyo asombro era tan fuerte que le haba hecho olvidarse de comer, le dio la razmano mientras sacuda la cabeza.

    - Por eso vas a comenzar por presidir los juegos -sigui diciendo Calgula-. Quiero tambiaciges a los senadores que se quejan de sufrir nuevos gastos rivalizando por financiualmente, he decidido rehabilitar a mis hermanos Druso y Nern, declarados enemigos pb

    o Tiberio, y hacerles erigir estatuas. Vigila que ese trabajo se lleve a cabo correctamente. Tmbin la intencin de confiarte la construccin de un acueducto en la regin de Tibur, y la dfiteatro cerca del recinto electoral.

    - No tendrs queja de mi, Calgula. Har todo lo que est en m mano para satisfacerte, o, por la felicidad y prosperidad de Cayo Csar y sus hermanas.

    - No lo dudo, Claudio. Termina de comer y, sobre todo, no te duermas. En adelante no te fbajo. Demuestra que no me he equivocado al confiar en tu capacidad. Si lo hicieras, mandars esclavos te despertaran a golpes.

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    APTULO II

    LOS JUEGOS DEL CIRCO

    - QUE todos los hombres que te vean en los juegos dados por el emperador en honripina y las victorias de Csar queden prendados de ti! Y sobre todo los hombres ricos y

    cidos! Con esta mandrgora, mi querida nia, sers irresistible.Mesalina, sentada en el borde del lecho, mir con una mueca a su madre, que acabab

    umpir en su cmara como un viento tempestuoso; no es que dudara de la eficacia de la raz mro consideraba que sus propios encantos bastaran ampliamente para volverla irresistible.

    Domicia Lpida tendi la mandrgora a Trifene, la imponente nodriza tesaliana de Mesn el fin de que la examinara.

    - Esta mandrgora me parece muy pequea,- afirm la nodriza tras tenerla un instante entrdos. -Sera mejor utilizar lo que podramos obtener con este huevoTrifene tom delicadamente un huevo fresco de una gallina negra que haba colocado e

    pode de bronce. Lo horad por las dos extremidades con ayuda de una gruesa aguja del cabc la clara y se volvi hacia una joven esclava que estaba de pie a su lado:

    - Toma este huevo y sigue bien mis instrucciones: te procurars semen viril y lo introducirhuevo, cerrando los agujeros con cera. Lo llevars enseguida al cementerio de la colina vaticcolocars en un agujero poco profundo, que cubrirs con huesos humanos bien triturados. Duinta das, tendrs que verter nueve veces por encima leche de burra y vinagre. El ltimo d

    sma ir a desenterrar la mandrgora. De tu vigilancia depender en parte la felicidad de Mesa fortuna de Marco Valerio Mesala Barbato, su ilustre padre.- No pases temor, nodriza, que tus rdenes sern estrictamente ejecutadas.Lpida sigui a la esclava con la mirada mientras franqueaba el umbral de la cmara y de

    egunt a Trifene:- Hay que esperar un mes? Hoy es una ocasin nica para Mesalina de encontrar un m

    re todos los ricos personajes que irn al hipdromo.- Ella puede tener ese encuentro hoy -asegur la nodriza-. No me has asegurado haber vist

    propios ojos que la estatua de Apolo doblaba la rodilla en el templo de la Fortuna, y n

    do percibir joyas de oro en tu espejo cuando te mirabas?- Mujeres, qu tontas sois! Qu es lo que contis? Otra vez vuestras supersticiones y frm

    gicas!Marco Valerio Mesala Barbato estaba de pie en la entrada de la cmara, pues la esclava h

    ado la puerta abierta al salir. Penetr algunos pasos, mientras su esposa le lanzaba una mendida y gritaba con voz agria:

    - Es que conoces algn otro medio de enriquecernos, Mesala? Te veo al borde de la rus vemos obligados a llevar un tren de vida indigno de nuestra familia. Estamos ligados comilias ms ilustres de Roma, y nuestra morada es tan exigua que apenas si puedo tener mi p

    osento. Slo lo justo para que no tenga que compartir tu lecho, como hacen los pobres del b

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    Subura!Mesala Barbato se dej caer en una silla y puso la frente entre sus manos. Ya no soportaba

    proches incesantes y las preocupaciones que le causaba su esposa, las cuales le haban envejematuramente. Su fortuna no haba sido siempre mediocre, y hubiera deseado administrarlbidura. Pero el lujoso tren de vida que le haba impuesto Lpida, las invitaciones quenovaba sin ninguna preocupacin por el maana, haban sido fuentes perpetuas de gastos. Disn un espritu un poco limitado y una culpable debilidad ante su mujer, contrastaba totalmenta por su temperamento pasivo y su actitud distanciada. Pequea y menuda, ms viva y enr

    pida se las haba ingeniado prodigiosamente para gastar su patrimonio tratando de competir codigalidad de los romanos ricos: en una Roma pobre y superpoblada, rivalizaban en entaba los ms bellos muebles de oriente y las villas ms grandes, repartiendo la vida en

    mpo, el mar y la ciudad, en quin posea embarcaciones de placer, viveros de morenas, cotoza o colecciones de obras de arte griegas. Lpida apreciaba sobre todo las joyas suntuosas stidos lujosos, cortados con los tejidos ms delicados, y en particular las sedas de tintes vivocaravanas traan a travs de mil peligros desde el lejano y misterioso pas de Seres. Mientraesposo, criado en la antigua tradicin que haba dado a Roma su poder, hubiera deseado tene

    posa casta y piadosa, hbil hilandera, duea de la casa ahorrativa y activa, prudente y s

    pida era lo opuesto a todo eso, y en algunos aos haba dilapidado tanto su dote como la fortuesposo. Ya no les quedaba ms que la morada en que vivan, una casa sobre el Aventino, cerCirco Mximo y al templo de Juno. Provista de un piso, estaba hecha alrededor de un

    deado de columnas, sobre el cual se abran dos salas de recepcin, cuyos muros estaban pinn frescos, y seis habitaciones. Los esclavos habitaban una dependencia que haba tras la casa.

    - Querido padre -dijo Mesalina corriendo hacia l, que la abraz tiernamente despus da se arrodillara delante-, te haces una falsa idea. Nos preparamos para asistir a los juegosar da en el hipdromo, y Trifene slo ha pronunciado una frmula mgica para que no nos lello ningn mal. Adems, esperamos tambin encontrar un esposo digno de nuestra familia.

    Mesala acarici el rostro todava infantil de mejillas llenas de su hija, en la que haba pdo su afecto.

    - Vendrs con nosotros? -le pregunt ella con los ojos claros brillando de alegra.- No puedo, querida. Debo ir al foro esta tarde.Mesalina se levant con un suspiro y fue a sentarse en un taburete alto para que la peluque

    upara de sus cabellos. La abundancia de los cabellos ondulantes, encuadrando su rostro clo, alargaba, suavizndola, la base cuadrada de su mentn slido y voluntarioso. La peluant en forma de moo las mechas de la joven y despus comenz a rizar con hierro una sercles alrededor del rostro. Mesala se levant para abandonar la sala, mientras la nodriza pon

    sa ligera delante de Mesalina y dispona sobre ella unas redomas de alabastro egipcio, quema de conservar perfectamente los perfumes, as como cajas de madera y terracota llenas de aremas.

    - Vamos a componerte un perfume capaz de hacer perder la cabeza a los senadores, mi nrm la nodriza, mientras comenzaba a mezclar el contenido de los recipientes.

    Con unos bastoncillos de marfil sac algunas gotas de los ingredientes conservados edomas de alabastro y las mezcl sobre un platillo de nice.

    - Te preparo un perfume con onfacio, clamo, cardamomo, aspalato y abrtano Helo adamos unas lgrimas de mirra y de panax

    - Y por qu no mezclas un poco de almizcle? Me gusta tanto ese aroma -sugiri Mesalina.

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    - Sera un error, pues el perfume fuerte del almizcle dominara demasiado la mezcla sutil,az, de este conjunto. Toma, huele.

    Mesalina respir el perfume cerrando los prpados, y sacudi la cabeza:- Me gusta as -admiti.Con ayuda de unas varillas, la nodriza impregn los lbulos de las orejas, el cuello, la gar

    os brazos. Enrojeci sus labios con ocre y blanque sus dientes con cuerno triturado. Se conn ennegrecer con stimmis negro sus pestaas y cejas, afirmando que era demasiado jovenpolvarse las mejillas, cuyo tono tena la magnificencia de las rosas.

    - Adems sera una torpeza -aadi Lpida- que una joven de trece aos adulterara la pures rasgos con capas de cerusita y otros afeites.Cuando la peluquera hubo terminado su tarea, se puso delante de ella, llevando en las m

    rios espejos de bronce cuidadosamente pulidos, en cuyo reborde haban grabado con fcenas mitolgicas.

    - Le gusta as, ama? -le pregunt la esclava, mientras Mesalina examinaba todos los detalltocado y su rostro.

    - Cmo me encuentras, madre? -pregunt a Lpida, que se puso a dar vueltas a su alrededo- Eres la ms hermosa, nia ma. Cegado por algn dios estara quien te mirara sin qu

    seguida seducido ponte estos brazaletes y este collar; me los dio mi madre.Mesalina adelant los brazos para que su madre pasara por sus puos gruesos brazaletes d

    amente cincelado, mientras la nodriza abrochaba en su nuca el collar hecho con pimipreciosas de magnficos colores, engarzadas en cabujones de oro. La joven se elev entra que la esclava le ajustara la tnica de fino lino, de color rojo plido bordada con hilo deat el cinturn y pidi que le ahuecaran por encima el tejido de la tnica. Poniendo las mancaderas, Mesalina gir el busto, improvis posturas, adelantando una pierna y admirando e

    pejo los reflejos de su vestido. Lpida se levant bruscamente y dijo:- Basta con eso, ests muy bien. Es hora ya de irnos.

    El clamor de la multitud repercuta en los jardines que flanquean el Aventino y llegaban hambral de su morada. Mesalina y Lpida, seguidas por dos esclavas, se abrieron paso por l

    ssia, invadida de mendigos, buhoneros, encantadores de serpientes, bodegoneros que se pededor de los rboles para que tuvieran sombra sus nforas de vino. A pesar de las dos escle utilizaban el codo y el bastn, avanzaban muy poco por las calles estrechas, llenas de csadamente cargados con mrmoles de Liguria, de porteadores de odres gigantes llenos de vinorriqueros que regresaban de los mercados, donde haban vendido sus productos de la huertansa multitud se diriga en una ruidosa oleada hacia el Circo Mximo. Vena del templo de D

    donde la diosa cazadora celebraba su fiesta principal precisamente ese mismo 13 de agosto, mplo de Minerva y de la pirmide de Cayo Cestio, cerca de la puerta de Ostia.

    Embellecido y ampliado por Julio Csar y Augusto, aunque despus fuera asolado parcialmr un incendio, el Circo Mximo ocupaba casi en toda su longitud el valle de Murcia, enlatino y el Aventino, con una longitud de dos mil trescientos pies. Este monumento giganumulaba en su extremo oriental, que formaba un semicrculo perfecto, prticos en arcadas atro pisos, mientras que slo tena dos por los lados por causa del declive del terreno. Todales adyacentes parecan vomitar una multitud que se apretujaba en los accesos al monumentras las gentes ms prudentes hacan previamente una parada en algunas de las numeernas instaladas en los prticos inferiores para apagar la sed antes de enfrentarse al calor d

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    aderos, pues estaba prohibido beber durante las carreras.Lpida, precedida de sus esclavas y seguida por Mesalina, consigui encontrar lugar cerca

    buna imperial. Se sentaron sobre los cojines que haban preparado las esclavas. Esta partadero estaba reservada a las familias senatoriales y a los miembros de las ricas famuestres. La notoriedad de la familia de Mesala Barbato les autorizaba a tener acceso a esa vilegiada. Por debajo de ellas, los senadores, a menudo tocados simplemente con un somero a la griega, y calzados con sandalias descubiertas, conversaban entre ellos vigilangada del emperador. Mesalina, que por primera vez en su vida asista a este espectculo ruid

    orido, se senta excitada. Se levant ligeramente para examinar mejor a sus vecinos, tratandmar la atencin de aquellos que la complacan por su estatura, elegancia o porte general.A su lado, Lpida buscaba gentes conocidas y les haca gestos con la mano. Se ocupaba tam

    distinguir a los senadores y a todos los hombres pblicos, quienes al ocupar su lugar se audidos por la multitud, pues esa ovacin se deba generalmente a su generosidad para ceblo, lo que haca suponer que el generoso donante era particularmente rico.

    Las cuarenta filas de los graderos fueron ocupadas enseguida por los ciento cincuentmanos que poda contener el hipdromo. El sol, alto en el cielo, calentaba de tal moonumento que por el sudor de la multitud se elevaba un olor acre. Lpida mova su abanic

    ma de asta respirando a travs del pauelo impregnado de perfume. A su lado, Mesalina jadlcemente, los ojos brillantes, pues al contrario que a su madre esos potentes olores le resulradables.

    De pronto, todas las miradas se volvieron hacia la tribuna imperial, cobijada con un veloentras un inmenso clamor se elevaba de todos aquellos millares de pechos. El pueblo aclamien acababa de entrar en la tribuna acompaado de varios dignatarios: no era, sin emblgula, sino su to, Claudio, recientemente elegido cnsul. Vesta una tnica de seda marina vrdada con oro y un amplio y ligero manto de seda malva abrochado que haba salido de los taTiro.

    Una joven esclava sostena la pesada corona de hojas de oro encima de su cabeza. Nadie pdar de que iba a presidir las carreras por delegacin del emperador.

    Cuando Claudio se acerc al borde de la tribuna, elevando las manos, todo el pbliam; los abanicos de las mujeres se quedaron quietos y los parasoles que formaban un coliz se cerraron. Las mujeres agitaron los pauelos en su direccin. Mesalina, que no qedarse atrs, hizo grandes gestos en direccin de su primo lejano, para que la distinguiera entms. Pero Claudio pareca forzado en ese papel tan nuevo y se apresur a sentarse en el gran piedra recubierto de tejidos y cojines, tras haber hecho el gesto que autorizaba a descubrir eldios Consus, levantado entre el primer mojn que deban rodear los carros y el largo muro

    rta la pista longitudinalmente, la espina. La multitud comenz a aplaudir y gritar, y cuando uvieron sentados se estableci un silencio apenas roto por algunos cuchicheos.

    Todas las miradas se haban vuelto ahora hacia las doce cuadras del hipdromo, por dban salir los caballos y los tiros para alinearse en la raya blanca de la salida. Esa espera spronto interrumpida por nuevas aclamaciones y por aplausos que saludaban la aparicin, cn imperial, de Aelia Paetina, hija del cnsul Quinto Alio Tubero y ltima esposa de Claud

    ompaaban su hija Antonia y Tiberio Gemelo, hijo de Druso, adoptado por Calgula y conver ello en heredero oficial y prncipe de la juventud. Este nieto de Tiberio, que el empeunto haba convertido en coheredero de su fortuna, haba sido alejado del poder por el See rompi el testamento de Tiberio, pues habra tenido derecho a heredar el mismo titulo

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    lgula.- He aqu que Gemelo se ha visto vengado de algn modo -dijo Paulo Fabio Prsico al c

    lerio Asitico.Los dos hombres se haban sentado justo debajo de Mesalina, quien prest odos

    nversacin, mientras Asitico responda:- As la herencia no sale de la familia. Calgula es prudente: de ese modo previene la amb

    joven Gemelo y puede disponer de la fortuna considerable que ha heredado el muchacho.- Me pregunto lo que hace todava Claudio con Aelia Paetina -replic Prsico-. Cierto q

    jor que sus esposas precedentes. Me acuerdo que la primera, esa Lpida, era soberbia y venghasta se atrevi a insultar a Augusto, en cuanto a la pobre Camila, la idea de compartir el lechaudio le fue tan insoportable que prefiri morir el da de su boda.

    Con este comentario burln, Prsico sonri y Mesalina, que no se perda una palabra nversacin, aunque discretamente, dej escapar una carcajada a pesar suyo. Fabio Prsico svuelta y la salud.

    Ella sostuvo descaradamente la mirada y le sonri, para despus mirar a los ojos de Vaitico, hombre todava joven cuya estatura y belleza haban llamado inmediatamente su atenro l le daba siempre la espalda, sin manifestar el menor inters.

    - El pobre Claudio no ha tenido jams oportunidades en sus amores.Pero todas valan ms que su tercera mujer, Plaucia Urgulanila. Una verdadera perdida q

    o la vergenza de su familia y de su padre, quien haba recibido los honores del triunfo.- Ciertamente, Claudio actu como deba al repudiarla, pero fue muy injusto al expo

    audia, la hija que haba tenido de ella, desnuda ante la puerta de la morada de su metendiendo que era el fruto de un comercio adulterino con su liberto Boter. La pobre no teno culpa alguna.

    - Claudio es as: de una increble debilidad que frisa la ceguera que le hace desinteresardo lo que pasa a su alrededor, y de pronto, sin que se sepa muy bien por qu, castiga con

    reble severidad sin preguntarse siquiera s su acto es justoSu conversacin se vio interrumpida por el anuncio que hizo Claudio de las veintiocho car

    e se desarrollaran en la jornada. El pblico aplaudi y esper la salida de los tiros. Mesalinaseaba ver mejor el rostro de Asitico y esperaba entablar con l una conversacin, soluelo que llevaba anudado al brazo y lo dej caer sobre la fila inferior.

    Fue un pretexto para agacharse a recogerlo. En ese movimiento fingi caer sobre la espallerio Asitico, quien la cogi.

    - Te lo agradezco! -exclam Mesalina acercando el rostro al del hombre para respirento-. Soy tan torpe

    Valerio se content con saludarla con la cabeza, esbozando apenas una sonrisa, y enseguio la vuelta, sin decir nada.

    - Verdaderamente -murmur Mesalina junto al odo de su madre-, este hombre es extrauiera se digna hablarme

    - En cambio t no has dejado de provocarlo -precis Lpida-. Sin duda no le gustas.- Sin embargo, me ha parecido que todos los hombres me miraban. Por qu me ignora l

    odo tan injurioso?- No hay nada de injurioso en su actitud. Quiz est enamorado de una mujer. De todos m

    y otros muchos hombres ricos y bien formados a nuestro alrededor.Mientras as discutan, aparecieron los acrbatas, montaron a caballo y recorriero

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    inientos sesenta y ocho metros de la pista saltando de un caballo a otro o simulando un comn los otros jinetes. Los ms audaces se ponan de pie sobre su montura, se arrodillaban e incluostaban. Como uno de ellos se acercaba al lugar donde ella estaba, Mesalina, a la que sloas separaban del borde, se levant y lanz el pauelo a la pista. Los espectadores se volvcia ella y aplaudieron al jinete que recogi el pauelo sin detenerse inclinndose hasta la aren

    - Esperas que te lo traiga? -pregunt Fabio Prsico a la joven.- Si no lo hace por s mismo, quiz tengas t la cortesa de pedrselo -contest Mesalin

    barse.

    - Ser un placer -asegur Fabio riendo.Les interrumpieron nuevas aclamaciones, que se elevaron hacia el sol como una tempelgula, envuelto en una toga triunfal, acababa de entrar en el balcn imperial, llevando del brhermana Drusila y a sus flancos a otras dos hermanas menores, Agripina y Livila. Les seguaembros del colegio de los augustales y numerosos personajes importantes, entre los cualeda dejarse de observar al prefecto del Pretorio, Macrn, de quien se deca que haba particla muerte de Tiberio ahogndolo en su lecho, el prncipe judo Herodes Agripa, quien se h

    nvertido en un ntimo amigo del emperador, que le haba dado un reino en Palestina, y sobrelia Paulina, quien llevaba sobre su pecho y brazos cuarenta millones de sestercios en joyas

    posa de Cayo Memmio Rgulo, gobernador de una provincia en donde viva con su mujer. Slber odo hablar de su belleza, Calgula la haba llamado a Roma.

    Cuando hubieron cesado los aplausos y los gritos, Calgula levant la mano y grit contente mientras hacia que su hermana Drusila se pusiera a su altura.

    - Romanos, os presento a la que, de ahora en adelante, debis respetar como a mi heredera.- Csar ama a Drusila locamente -coment Valerio Asitico, mientras millones de v

    udaban a la hermana de Calgula.- Y desde hace tanto tiempo! -coment enfticamente Fabio-. Todava era adolescente y

    n su madre Antonia cuando l le rob su virginidad, segn se dice. La propia Anton

    prendi en la misma cama, lo que hizo que se precipitara a casar a Drusila con Lucio Cngino.

    - Pero en cuanto ha sido emperador se ha apresurado a divorciarla.Calgula segua su arenga desde la tribuna.- Romanos, quiero aprovechar tambin vuestra presencia aqu para que conozcis algunas d

    ciativas que he tomado con la aprobacin del Senado. Ante todo he decidido que, como el s del antiguo calendario ha sido llamado Augusto en honor de ste, y el quinto julio en honio Csar, el mes de septiembre lleve desde ahora el nombre de mi padre, Germnico, al que

    gus venerando en vuestro recuerdo.

    El pueblo se levant para aprobar una decisin que le complaca. Despus, el emperador sblando.

    - He decidido igualmente que sean amnistiados los condenados y los exiliados, y quengan las persecuciones anteriores a mi llegada. Las cuentas del Imperio se harn de nblicas, tal como lo haba establecido Augusto, derogndolo Tiberio. Tambin he decidido quados prometidos por Tiberio y por Livia al pueblo, a los pretorianos, a los serenos y ionarios, sean entregados desde este da, adems de los setenta y cinco denarios cuya distribha comenzado.

    Desde los graderos volaron multitud de flores hacia la tribuna imperial, mientras millarces lanzaban al aire el nombre de Cayo Gran Pontfice. Y ahora que se empezaba a distribu

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    eblo as reunido monedas recin acuadas en memoria de Agripina, a la que representaban ea, mientras llevaban en la otra un carro de honor tirado por dos mulas, entraba en la pistco un carro idntico cubierto de guirnaldas. Y sobre una cinta grande se lea en letras de oromoria de Agripina, el Senado y el pueblo romano.

    Cuando el carro hubo dado la vuelta a la pista bajo las aclamaciones renovadas dpectadores, resonaron las trompetas. Era la seal del inicio de la carrera. Todos se sentarono el silencio. Los tiros abandonaron sus cuadras y ocuparon el lugar que la suerte les gnado. Los caballos que tiraban de una cuadriga perteneciente a la faccin de los verdes y l

    a de la faccin de los blancos se pusieron a piafar, dispuestos a lanzarse, mientras trotaban puesto de salida. En las afueras de las cuadras, los entrenadores, palafreneros, curandeerinarios excitaban a los tiros tras haberles pasado revista por ltima vez. Los caballos, c

    beza adornada con un penacho, la cola desnuda, la crin cubierta de perlas y el cuello rodeadcollar del color de su faccin, apenas podan ser retenidos por los aurigas, cubiertos de c

    ienes ltigo en mano, las piernas protegidas por polainas guarnecidas con muletn, llevaban a casaca con el color de su faccin: azul, verde, roja o blanca. Cada corredor haba anudadndas alrededor de sus riones. Con las manos as liberadas, podan coger el afilado cuchillpermitira cortar las riendas en el caso de que fueran arrojados del vehculo.

    Fabio se volvi hacia Mesalina, quien aplauda con impaciencia, el busto inclinado hacnte.

    - Cules son tus favoritos? -le pregunto.- Los verdes, como el emperador.- Tienen todas las posibilidades de ganar. Eutiches corre con ese color, y es sin duda el

    bil auriga de nuestra poca.- Dices eso porque es el favorito del Csar -intervino Asitico.- En absoluto -le interrumpi Fabio-. Ha ganado todas las ltimas carreras. Ya vers c

    elve a ganar. Y mira, entre su tiro est Tusco, que ha sido ganador trescientas veces.

    - Precisamente por eso, comienza a envejecer.- Slo tiene seis aos, y se sabe que los caballos de Iberia son los ms resistentes de todosClaudio dej caer el pauelo blanco sobre la pista, y se baj enseguida la cuerda que man

    os caballos en la lnea de salida. Las cuadrigas se lanzaron sobre la pista, en medio de los gestmulo de los espectadores.

    Un tiro de los blancos se acerc demasiado al lmite puesto en la extremidad de la pmpi la rueda. De las gradas surgieron gritos de rabia que fueron superados por los de alegra

    Eutiches retena a sus caballos, dejndose pasar por un corredor con cuyo carro haba chogirar. Pareci retrasarse, pero por la lnea derecha atrap a su adversario. Terminada la pri

    elta, se baj uno de los delfines de bronce colocados en el centro de la pista. Eutiches empre en segunda posicin cuando su compaero de la faccin de los verdes cay del csequilibrado por la ruptura de una rueda. Mesalina se levant, como muchas otras muvndose los puos a la boca para ahogar un grito, pero el auriga tuvo la presencia de nimmper las riendas que le arrastraban sobre la pista tras los caballos, que seguan la carrerresur a levantarse y salt a la nave lateral para evitar a los carros que venan.

    En la tercera vuelta, Eutiches todava no haba conseguido ocupar la posicin de cabeza. cn imperial, Calgula se haba levantado y se apoyaba en la barandilla para estimular mejo

    vorito. El quinto delfn cay enseguida. Eutiches tena que arriesgarse. Coloc a sus caballosea derecha penltima haciendo restallar su ltigo, que pareca bailar por encima de las crin

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    caballos. En un esfuerzo supremo, se uni a la cuadriga blanca y trat de superarla en el girincon contra el borde obligndole a desviarse: se rompi el eje de las ruedas y el carrrias vueltas sobre s mismo, llevando consigo al auriga, quien qued inerte sobre el polvo ta. Eutiches franque la lnea de llegada en medio de las aclamaciones de la multitud, que se antado de un solo movimiento.

    El carro victorioso dio la vuelta a la pista al paso, detenindose ante el balcn imperial, dnde Calgula felicit al vencedor. El emperador orden entonces que se distribuyera pectadores monedas y golosinas.

    - Ya ves que no me equivoqu al apostar por Eutiches -le dijo Fabio a Asitico.- Ha estado a punto de perder, y no me parece muy ortodoxa la manera en que ha cerraro de su adversario para lanzarlo contra los bordes.

    - Todo vale en la guerra -asegur Fabio rindose.Volvindose hacia Mesalina y Lpida les pregunt:- Puedo ofreceros una bebida?- De buen grado! -exclam Mesalina sin dejar responder a su madre-. Me muero de sed

    e sol y este polvo!Fabio se haba levantado ya, as como Mesalina.

    - Yo no tengo sed -asegur Lpida, comprendiendo que a su hija le ira mejor si estaba sro vuelve para la prxima carrera.

    - Puedes contar con ello, no quiero faltar a este espectculo -asegur la joven dando un sagrada para bajar a la fila de Fabio, la cual conduca a las arcadas exteriores.

    El se detuvo ante el mostrador de ladrillo de un termopolio y pidi dos bebidas frrfumadas con limn y miel. Mesalina iba tras l. Se volvi hacia ella y le pregunt:

    - Es tu madre la que te acompaa?Mesalina sacudi la cabeza, precisando:- Me deja bastante libertad.

    - Ya lo veo. Pero no me has dicho tu nombre.- Valeria Mesalina. Mi padre es Marco Mesala Barbato. Mi madre, Domicia Lpida, es hi

    micio Ahenobarbo y de Antonia la Mayor, la hija de Marco Antonio y de Octavia, la hermangusto.

    Haba relatado su genealoga con un orgullo infantil, mientras recompona el busto. Fabio os ojos grandes y asombrados:

    - Por Hrcules! Conozco bien a tu padre! Y estoy todava ms encantado de conocer a sures muy bella, Mesalina!

    Le tendi el vaso de terracota lleno de bebida, que ella vaci bajo su mirada brillante. Cu

    dej sobre el mostrador, l la tom de las manos y le pregunt:- Me permites que te bese?Sorprendida por la peticin, pero halagada por ser deseada como una mujer, y no tratada c

    a muchachita, por un anciano cnsul que todos saban era apreciado por el emperador, Mesdi hacia l su rostro enrojecido por el sol y cerr los ojos. Ella sinti que los labios

    zaban ligeramente los suyos, y abri los ojos cuando sinti que se alejaba. Se dej entonducir hacia la sombra tibia y profunda de una de las bvedas. No trat de huir a su abrazo cula enlaz y uni ambas bocas. Su cuerpo fuerte y caliente, que se apretaba junto al suyo, los le aspiraban los suyos, despertaron un extrao placer en el alma de la joven. Sintiendo ensemanos impacientes del hombre, que trataban de deslizarse entre los pliegues de su tnica,

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    rm ni las rechaz, entregando sus senos y caderas de adolescente. Entrelaz las manos detrnuca para sentir mejor todava cmo se apretaba contra ella, aplastando el pecho contra el scando sus labios con un abandono febril, con los ojos cerrados. De ese modo, se present nte la imagen de Valerio Asitico.

    No escucharon las trompetas que anunciaron la carrera siguiente.

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    APTULO III

    EL SACERDOTE CHILON

    ROMA se haba apagado. Los romanos incluso haban retirado de sus ventanas y balconecetas de flores que los adornaban, por miedo a que se las robasen. La proximidad d

    muebles de alquiler, sucios e incmodos, en los que se amontonaban muchas familias, inquietpropietarios de las ricas moradas, quienes jams se atrevan a salir de noche sin una escol

    clavos armados que portaban antorchas. En este da de abril, la noche, sin luna, era particularmcura. Pero no por ello las calles eran menos tumultuosas, pues hacia esta hora, cerca de la mitnoche, cuando se gritaba silencio, las calles se volvan ms ruidosas. Segn una ley de Ccarretas de entrega no podan circular ms que de noche y tenan prohibido el acceso a la ci

    rante el da, por la estrechez de las calles y la agitacin que en ellas reinaba. Se escuchaba acalles los chirridos de los ejes de un carro pesadamente cargado con piedras o leaamentos de un carretero que acababa de romper la rueda de su vehculo contra el ngulo dsa tras haber girado en una calle muy estrecha, o las llamadas de los marineros en el Tber. nan de descargar sus barcazas, que haban llenado en el puerto de Ostia con el trigo de la ano

    [1] trado de Egipto o de Bizancio, vinos de Espaa o de Grecia, lanas y maderas gaoductos preciosos trados desde el oriente ms lejano, en largas caravanas o en barcos que,, en los puertos del mar Rojo, ponan la vela en direccin a Arabia, la India, el quersoneso de

    Dos siluetas de mujeres ocultas en sombros mantones, precedidas por un esclavo armada espada que portaba un farol de poca luz, se perfilaron a lo largo del mercado de la carneenos pertenecientes a las cohortes urbanas, que efectuaban su ronda, vinieron hacictmbulas y las iluminaron con sus antorchas: una tena el aspecto de una rica matrona romana era slo una joven.

    - Mujeres -les dijo el jefe de la pequea tropa-, a una hora tan tarda debis apresuralver a vuestra morada.

    - Vamos -contest la matrona con tono agrio-, yo ya s dnde voy y puedes ver que nmigo a un esclavo robusto y bien armado.

    - Es cosa tuya -contest el sereno.El las salud y reemprendi su camino. A pesar de la seguridad de su madre, sin emb

    esalina no se senta muy a gusto en esas calles sombras, y no comprenda por qu Lpida no vado con ella ms esclavos para que iluminaran el camino con muchas antorchas.

    Dos veces al mes, Lpida acuda as al templo de Miphileseth, donde se celebraban scenos en homenaje del dios Prapo bajo su forma asitica. Se encontraban all las mujeres djores familias de Roma, las que tambin se encontraban en las ceremonias de la Bona De

    ales se desarrollaban en las grandes moradas patricias, pero en ausencia de los hombrecerdote llamado Chilon haba restaurado el viejo templo de Prapo, levantado al lado del Jan

    ca de la va Aurelia, y lo haba consagrado a Miphileseth, pues los dioses orientales gozaba

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    yor prestigio que los de Italia. Se contaba que el culto de esta divinidad Siria se remontaacha, regente del reino de Jud durante la minora de edad de su hijo Asa, quien lo haba instun bosquecillo cercano a Jerusaln. Cuando fue nombrado rey, el hijo destruy el santua

    em la estatua del dios cerca del torrente de Cedron, pero su culto se perpetu y Chilon lo traiente. A propsito de este sacerdote, se contaba que detentaba los secretos de las voluptuosidOriente y que tena el poder de volver fecundos a los hombres y estriles a las mujeres.

    El otoo y el invierno haban pasado lentamente desde que Mesalina asisti a las carreraco mximo, pero sin que ella encontrara esposo. Sin embargo, no haba olvidado a Asitico,

    e la imagen de Fabio estaba lejana. Esa noche, Lpida haba decidido llevar por primera veza con ella, con el fin de iniciarla en los ritos del dios Miphileseth.Lpida haba dudado durante mucho tiempo si deba introducir a la adolescente en una ave

    mejante. En primer lugar, porque all tendra que perder su virginidad, lo que, tras lexionado en ello, le pareci conveniente, pues as no entrara inocente en la cama de su esbre todo, dudaba porque una escapada semejante no careca de riesgos, por causa de los nuctos de Calgula. Pues tras ocho meses de un reinado feliz y ejemplar, tras una grave enferme contrajo en el mes de noviembre, el emperador haba dado de repente signos de demenba comenzado a llevar una vida desarreglada comprometiendo en ella a las persona

    portancia que vivan en su corte, quienes en todo momento corran el riesgo de perder sus biando no la vida. Haba tomado a sus tres hermanas por amantes, aunque autoriz a Marco Epido a casarse con Drusila; incluso se contaba que era amante de Mnster y padre del peqcio Domicio Ahenobarbo, cuya madre y hermana del emperador, Agripina, no haba tenido sde su matrimonio con Cneo Ahenobarbo, de esto haca nueve aos. Pero por gusto ovocacin y por manifestar su deseo de regir el Imperio y la vida de los ciudadanos segntasa, haba hecho fijar decretos condenando toda forma de libertinaje y exigiendo de tododa casta y ejemplar. Por ello era imprudente que se sospechara de su asistencia nocturna a cgisticos; y para que conociera el secreto el menor nmero posible de personas, Lpida s

    cia acompaar por un esclavo, de cuya discrecin y fidelidad estaba segura. Las dos mugaron a las orillas del Tber, que atravesaron por el puente Emilio. El curso del ro lo surcandes barcazas iluminadas por numerosas lmparas. Unas abordaban las orillas fangosas par

    ruidosas tropas de esclavos pudieran transportar la carga sobre los carros y las mulas, y a vez vaciadas, volvan a descender para dirigirse hacia las orillas arenosas de Ostia. Las muresuraron el paso al llegar a la altura del recinto de la tumba de Numa, pues era uno de los lucita de los ladrones y las prostitutas. Un mendigo, sujetado a una parte suelta de una puerta, pronto un pliegue de la tnica de Lpida pidindole un denario. La matrona se sobresalt y grito; el esclavo se dio inmediatamente la vuelta y lanz al mendigo de un puntapi en su o

    ujero.Desde haca un siglo la ciudad haba conocido una extensin tan grande que Augusto se h

    to obligado a revisar toda la distribucin de la ciudad, dividindola en catorce regiones, cusu origen slo tena cuatro; y numerosos inmuebles se haban alargado asaltando las pendiJanculo, durante mucho tiempo plantadas como jardines, desarrollndose a lo largo de l

    relia, donde se haban establecido particularmente los molineros, panaderos, marincurtidores y ebanistas. De esos talleres surgan los olores mezclados del pan asado, las maderdro y de pino, sobre los que dominaban la hediondez de los talleres de curtidos y las antanosas de los ribazos del Tber.

    Pasaron por delante de los jardines de Lucio y Cayo, a los que el pueblo llamaba Bosqu

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    sar, donde Augusto haba mandado excavar una gran cuenca para dar un espectculo de comval, de la cual no subsista ms que un gran estanque alimentado por el acueducto de Alsilieron de Roma rodeando las tumbas y casuchas que bordeaban la va, cuidadosamvimentada, y despus tomaron un estrecho camino pedregoso que sala por el lado derecedidas siempre por el esclavo, cruzaron una colina baja cubierta de pinos y cipreses, gar a un pequeo lago, el cual pareca una mancha de tinta en la noche dbilmente iluminadestrellas. Mesalina se sinti oprimida por la atmsfera mgica, a la vez espantosa y atra

    mible y sin embargo reconfortante, que pesaba sobre este paisaje envuelto en misterio. Penet

    el bosque espeso que cubra la colina, al este del lago. Percibieron entonces los sones armonuna msica lejana, en el que los acordes de las arpas y las citaras se unan a los sonidos clarflautas y los aulos. Junto a un amplio claro, descubrieron la blancura del templo, cuyo prti

    fachada estaba iluminado por numerosos faroles suspendidos de las columnas y de las ramrboles cercanos. Lpida se volvi hacia el esclavo, le orden que se acostara sobre las a

    pino y vigilara con su reloj de arena, para que no las dejara de llamar hacia la ltima hora che, antes de que apuntara la plida aurora.

    Al acercarse al templo, Mesalina se asombr de lo pequeo que era. Haba imaginado quvinidad oriental del amor poseera una morada ms amplia. Se dio cuenta, sin embargo, que e

    ecedido por una gran explanada bordeada de una balaustrada, a la que se acceda por escalpiedra, y estaba plantada con rboles orientales, como granados, sicomoros, palmeras, los c

    nferan un aspecto extico a este santuario de arquitectura romana. Las lamparillas iluminabauetas de numerosos fieles del dios, reunidos en el atrio del templo. Al subir los peldesalina vio que haba unos matorrales cuidadosamente podados esparcidos por el terrenomaban oscuros asilos favorables a la retirada de las parejas lascivas. Pues haba podido veprimer matorral ante el cual pas con su madre estaba ocupado por una pareja de la que distingamente los cuerpos blancos estrechamente enlazados.

    Bajo el prtico pavimentado de mrmol blanco, dos adolescentes combinaban sus p

    aciosos al son de una pequea orquesta formada por seis jvenes mujeres. Sus cabellos osaban ordenados en numerosas y estrechas trenzas sujetadas con una cinta de perlas de color, moda egipcia. Si las msicas estaban vestidas con ropajes blancos, aunque tan ligeros que bajegues se discernan las formas de sus dorados cuerpos, las dos danzarinas estaban desnudasdelicados miembros adornados con numerosos brazaletes de perlas de color, los finos tob

    ornados con periscelis dorados en forma de serpiente, las estrechas caderas ceidas conplia cinta purprea. No llevaban collar para que no les molestara en los movimientos acrob

    n que acompaaban su danza y tenan los cabellos sujetos por una redecilla de perlas azuladaserpos, perfectamente lisos y cuidadamente depilados, eran flexibles y dorados como dtil

    abia. Evolucionaban en un crculo de luz, mientras los espectadores, hombres en su mayor ntados, estaban en la penumbra, lo que no impidi a Mesalina ver que muchos de ellos se hspojado de los vestidos, favoreciendo la dulzura de esta noche de primavera sus ardores lasci

    - Aqu -le dijo Lpida a media voz- todo el mundo se conoce pero hace como si jambiera visto, y cuando se encuentran en otra parte nadie hace alusin a los encuentros hechos engar

    Se dirigieron lentamente hacia el prtico iluminado. Lpida mostr a su hija pequeas estpiedra que representaban personajes deformes, levantadas ante las columnas del prtico:

    - Mira, ah estn los seis genios pripicos, compaeros de Miphileseth, lo mismo que los sompaan a Baco. Conozco sus nombres, Ticon, Conisato, Ortans, Lordon, Cidbaso y Pirges,

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    se reconocerlos.- Poco importa eso -coment Mesalina, quien no tena intencin de enredar su memoria con

    mbres brbaros. Prefera dirigir la mirada hacia las dos danzarinas, quienes echaban haciacaderas, en gestos de una rara flexibilidad, para mirar despus hacia los asistentes, homb

    ujeres mezclados, entre los cuales reconoci a algunas personas entrevistas en casa de su padalguno de los lugares pblicos donde la haba conducido su madre desde que decidi enconmarido. Esperaba reconocer entre esas gentes a Valerio Asitico, y qued decepcionada

    rlo. Muchos de ellos haban girado la cabeza para verlas, antes de volver a sus ocupaciones

    rque estaban asistiendo al espectculo de las jvenes egipcias, o bien porque intercambicias en algn rincn retirado, o bien porque hacan las dos cosas al mismo tiempo.- Dnde est Chilon? -murmur Mesalina al odo de su madre, pues tena prisa por v

    mbre que deba iniciarla en el amor.- No est aqu. Sin duda procede a algn rito preparatorio en el templo -le asegur Lpida.Se colocaron junto a una columna y contemplaron un instante las danzas. Mesalina diri

    nudo su mirada hacia la puerta del santuario, que pareca tallada en bano, y cuya nentrastaba con la blancura de las jambas de mrmol, recubiertas de guirnaldas de hiedrarecan entrelazarse en representaciones flicas y formar rostros faunescos. Se abri uno d

    sados batientes de la puerta para dejar pasar dos hombres de piel oscura y rostro fino, por lrecan nubios, vestidos con una amplia piel de leopardo echada sobre el hombro que les llesta la parte superior de las rodillas. Se quedaron all, erguidos, con los brazos cruzados, a ua parte de la puerta. Chilon apareci inmediatamente despus de ellos: Mesalina sinti un viooque en su pecho. Esperaba ver a un hombre corpulento, bien formado, de rostro grave pelos y regulares rasgos, como el de Asitico. Pero por el contrario era pequeo, tena la eseramente encorvada, y Mesalina pens que era delgado, aunque el pesado y amplio manto de le cubra totalmente, cayndole hasta los pies, disimulaba sus formas. La cabeza, que le pauna dimensin desproporcionada en relacin con su cuerpo, se prolongaba en una especie d

    tra de fieltro blanco adornada con bandas doradas, como las que llevaban algunos sacerios. Sus ojos, profundamente hundidos en las rbitas bajo unas cejas espesas, le daban el asun fauno, y el grosor de los labios subrayaba la sensualidad de su rostro. Mesalina pens q

    reca extraamente a los prapos de los jardines de los romanos ricos, copias hechas dapos de Lmpsaco, la villa griega en la que se deca que haba nacido el dios.

    Chilon mir durante un largo rato a los fieles, quienes se haban levantado a su llegada, miee los msicos, a una seal de su mano, haban dejado de tocar. Levant el brazo para saludarstentes y le fue rendido su signo, en un beso que todos le lanzaron con la punta de los dedoigi entonces hacia Lpida con una sonrisa de satisfaccin.

    - Es sta tu hija Mesalina? -le pregunt detenindose ante ella.Lanz una mirada acerada a la joven, quien sinti un estremecimiento que le suba p

    palda.- Es mi hija, quien aspira a ser iniciada en los misterios del dios -declar Lpida.Mientras as hablaba, despoj a su hija de su oscuro mantn. Mesalina no llevaba debajo

    e una tnica fina y ligera que dejaba adivinar las formas ya plenas de su cuerpo. Chilon pagarla con una larga mirada, y despus, levantando la cabeza, dijo:

    - Amigos mos, fieles del dios fecundo, seor de secretas voluptuosidades, entrar en su tera penetrar en su fuerza en presencia de su efigie.

    Mesalina cont a una treintena de personas, entre las que una mayora eran del sexo mascu

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    e entraron en el santuario detrs del sacerdote. Ella entr la ltima, con su madre, justo antdos nubios, cuya prestancia admiraba. La sala donde resida el dios estaba precedida d

    stbulo dbilmente iluminado por lmparas dispuestas sobre trpodes y cuyas paredes esalmente recubiertas de tejidos de color rojo. Una pesada puerta daba acceso al santuario, unacular cubierta de una cpula abocinada totalmente rodeada de una columnata, la cual forededor de la nave central una especie de paseo oscuro. Slo estaba iluminada la estatua delesta sobre un pedestal cuadrado de piedra. La estatua, esculpida en madera dura, era de tamano. Tena el aspecto de un enano barbudo y de vientre abultado, provisto de un formid

    embro, de talla inhumana. Tena el cuerpo pintado de color ocre, el falo de bermelln, y unamacho cabro cubra parcialmente su torso. El dios sostena con la mano derecha un bastinado, se deca, a asustar a los pjaros de los jardines y golpear a los ladrones.

    Las lmparas que iluminaban la estatua, todas de bronce, suspendidas de las columnas vecibveda con ayuda de largas cadenas, tenan la forma de falos alados. Entre estas lmparas lasba otros falos provistos de campanillas de bronce que sonaban todas en cuanto se las tocaba,aban prximas las unas a las otras. En un altar vecino, rodeado de cazoletas donde arda inctras resinas aromticas que envolvan la sala en un palpable velo de humos embriagadores, puestas cestas con higos, frutos cargados de significado ertico. Un gran cntaro y una gran

    ega de estilo tico en cuyo fondo se destacaba en rojo un hombre de pie; se una a una mujeinclinaba sobre l girando el dorso, mientras que los lados exteriores tenan bandas de es

    ticas en las que se vea a hombres unidos entre ellos o a mujeres intercambiando besos as. Los asistentes se dispusieron delante del altar mientras Chilon salmodiaba misterabras en una lengua que aseguraba era fenicia y que comenzaba as:

    - Ythalonim vualonuth si chorathisima comsyth.Mesalina, que tena memoria y algunos conocimientos literarios se asombr enseguida po

    nnon se expresaba en los mismos trminos al principio del quinto acto de Fnulo, de Plautoa que l hablaba en la lengua de los cartagineses; despus se ri, pues todos escuchaban c

    yor recogimiento y mucha gravedad.Cuando abandon su salmodia, las msicas que se haban instalado en el fondo de la

    ieron sonar sus instrumentos, con lo cual comenzaron a vibrar las danzarinas, la una comboril, la otra con un sistro, consagrado habitualmente a la diosa Isis.

    Dando la vuelta al pblico, Chilon se coloc frente a la estatua y, elevando los brazos, grit- Oh Miphileseth, dios de los placeres que renuevan el mundo por medio de la genera

    gnate acoger los votos de tus fieles y concederles todas las alegras que pueda ofrecer la naturos mortales. Que estos higos que t has concedido sean promesas de placeres renovados y dtencia jams desfalleciente.

    Las dos jvenes danzarinas estaban casi junto al altar, y una tom la cesta de higos, la ontaro y la copa. Se colocaron entre el sacerdote, quien cogi un higo de la cesta, mostrndoloamblea. Tras un silencio de recogimiento, dijo con voz vibrante:

    - Esta noche, hijos mos, recibimos entre nosotros una nefita que va a ser iniciada esterios de dios. Mesalina, ven delante de dios.

    La joven sinti que enrojeca cuando la expusieron as, pero se acerc sin bajar la cabeza.- La ley de Prapo Miphileseth se resume en dos palabras -sigui diciendo Chilon-: da, t

    te higo es para ti, Mesalina, tmalo.La adolescente tom la fruta que l le tenda y la llev a la boca. El sacerdote aprob su

    n un signo de la cabeza y ella mordi la fruta violeta cuya carne purprea estall bajo sus dien

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    - Si tu comes mis higos, dame un corazn alegre de tu jardn.Chilon haba pronunciado estas palabras en griego, lengua que todos comprendan, pues e

    rmita hacer un juego de palabras obscenas. Despus, cogi el cntaro y llen la copa con unn miel y una mezcla afrodisaca. Lo elev hacia el dios y bebi varios tragos antes de ofrecMesalina, quien tambin bebi. Las dos danzarinas se acercaron a las filas de los asistentes,ecerles la copa, que iban llenando cada vez que se vaciaba.

    - Adoremos ahora el miembro divino que aportar fecundidad a las mujeres, potencia mbres, placer a todos.

    Cuando hizo una seal, uno de los fieles se aproxim a la estatua del dios poniendo la bre su falo, despus fue a echar un pellizco de incienso en una de las cazoletas. Todos cumplrito, aunque algunas mujeres no se limitaron slo a tocar el magnfico miembro, sino tambretarlo entre sus labios. Mesalina pas la ltima y, cuando hubo tocado la madera humedecid

    besos, Chilon, que la observaba detenidamente con una mirada opresiva, le dijo:- Ha llegado el momento de que hagas un voto, Mesalina. Pdele a dios lo que deseas y l

    nceder.- Mi voto ms querido es encontrar pronto un esposo digno de mi familia, y quiero que n

    mbre pueda resistrseme -respondi Mesalina pensando en Valerio Asitico-. Deseo ten

    ntinuacin un hijo que perpete nuestra raza.- As ser si sabes mostrarte fiel al dios.Toda la ceremonia se haba acompaado con msica de flauta y arpas. Una de las mu

    on entonces un canto ertico y las dos adolescentes se lanzaron a una danza que imitabstos del amor. Chilon empuj tan fuerte uno de los falos de campanillas que ste golpe a otroo al siguiente, de forma que todas las campanillas se pusieron a sonar ruidosamente. Todron con nuevo frenes a las caricias intercambiadas antes del rito. Las parejas se formaroieron y se separaron. Los gemidos y suspiros se mezclaron con los cantos y la msica. Un or se haba apoderado del cuerpo de Mesalina, quien no saba qu hacer viendo a su alrede

    dos aquellos hombres que, desnudos, buscaban con fiebre bajo unas tnicas que no se resucho tiempo. Le acometi un vivo deseo de imitarlos, sin saber si deba hacerlo. Asombramoda, observ aquellos cuerpos desnudos abandonados a sus instintos, y busc a su madre

    eguntarle qu conducta deba adoptar; pero Lpida, ms sensual que los dems, se abandonabamanos hbiles y diligentes de Pomponio Graetino y de Annio Viniciano, fieles de Cal

    esalina cruz entonces la mirada con Chilon, quien lleg ante ella sin dejar de mirarla, comopiente que fascina a un pjaro.

    - Ahora que has comprendido todo el bien que te puede traer el dios Miphileseth, sguemo al odo.

    Ella se dej tomar de una mano que la llev suavemente hacia una puerta instalada en el fla sala. Penetraron en una pequea pieza en cuyo fondo unas losas daban acceso a una esc

    e descenda bajo tierra. Se encontr en una vasta cripta cuyos muros estaban recubiertos de terdados y el suelo de espesos tapices. Los nicos muebles eran unas mesas bajas y pepodes que sostenan las lmparas y las cazoletas en donde se consuman las resinas ms aromArabia. Chilon invit a Mesalina a sentarse sobre cojines prpura y llen de un vino dulc

    pa colocada en una mesa con cntaros y cestas de frutas.- Debes saber que todos nuestros fieles van a consagrar esta noche al amor. Has visto a tu m

    rse con alegra a dos hombres bien formados, y bien nacidos. Segn su deseo, se abandonarazo de todos los otros hombres presentes. Otro da podrs conocer ese sabor amarg

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    otamiento de los sentidos, pero esta noche conviene que hagas el don de tu virginidad a aqien vas a ser consagrada y que te colmar con todos sus dones, Prapo Miphileseth, del que yencarnacin.

    - Cmo puedes pretender ser la encarnacin de un dios? Y por qu iba yo a creerlo? da me hace pensar que t puedas ser el propio Prapo, aunque tengas su tamao y su aparizquina -se atrevi a contestar Mesalina.

    No pudo reprimir una risa amarga al pensar que haba pasado horas preparndose y cuidanerpo para un ser tan leo. Incluso haba depilado cuidadosamente el pequeo mechn de pelo

    negreca el interior de su pierna derecha, defecto de nacimiento, para seducir a un sacerdota imaginaba corpulento y hermoso. En los labios de Chilon apareci una sonrisa irnicspoj de la tiara, poniendo al descubierto la parte superior del crneo, desprovista de cabelloit su pesado manto. Mesalina vio enseguida que no se haba equivocado al juzgarlo delgado,vo que reconocer que, en cuanto al resto, bien podra rivalizar con el dios Prapo. Pues si eldava virgen desde el da en que Fabio la haba enseado en las sombras de las arcadapdromo lo que la naturaleza le haba dado, haba te nido mltiples veces la ocasin de admembros en ereccin, bien fuera porque su madre, que no quera que siguiera siendo inocente epecto, le hubiera mostrado alguno de sus esclavos masculinos, bien fuera porque haba sorpre

    hombres en plena emocin cuando su madre la haba llevado a las termas pblicas. Por eso gar con conocimiento de causa la magnificencia del miembro con que estaba dotado Chilon yresentaba para l una importante ventaja en la farsa de sacerdote charlatn que tan felizm

    ba iniciado. Mesalina se sinti dividida entre la repugnancia que senta por el sacerdoteseo de abandonarse al dardo que la acuciaba.

    Como si hubiera sido repentinamente congelada por la mirada petrificadora de una nedusa, tena la vista fija en el prodigio, de tal suerte que no hizo el menor gesto cuodillndose encima de ella, el sacerdote pripico deshizo las ataduras de su tnica y echdas a los lados, desvelando su sorprendente desnudez.

    Se desliz entre sus piernas entreabiertas y la acarici hbilmente. El vientre de Mesalilvi enseguida ardiente. Sus caderas se agitaron bajo las manos del sacerdote. Apenas vembras que la lmpara dibujaba en el techo. Cerr los ojos. Slo hablaba el balanceo de su viinti enseguida en l una especie de profunda herida.

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    APTULO IV

    EN LAS TERMAS DE AGRIPA

    ROMA haba perdido decididamente todo atractivo. De da en da pareca ms sucia,useabunda. Las escalinatas y los oros de los templos y palacios, los prticos soberbionseguan disimular la pobreza de los barrios populares en los que se amontonaban los roma

    italianos atrados por las ventajas que ofreca la ciudad a los ciudadanos, pero tambin os y espaoles, griegos y sirios, egipcios y judos, nmidas y etopes, llegados desde lo

    ofundo de Africa. Se tena la impresin de que el barrio de Subura, con sus esclavos escaps prostitutas y casas de lenocinio, sus salones para fiestas y sus colonos, se haba desborupando los otros barrios de la ciudad.

    Calgula haba sido adulado por el pueblo, y la alegra haba sustituido unos momentos al te haban sentido los romanos por Tiberio. Pero en el curso de los diecisis meses que hsado desde su subida al puesto imperial, la actitud del joven emperador se haba modiftamente. El comportamiento insensato que haba tenido despus de su enfermedad, y que se p

    ber esperado fuera pasajero, no hacia ms que agravarse, y despus de los senadores el peblo comenz a agitarse. Ms tarde, la muerte haba golpeado al emperador en lo que steera: el 10 de junio del segundo ao de su reinado un mal misterioso, tan repentino cminante, se haba llevado a Drusila. Calgula la amaba, la adoraba, la adulaba, y su esajenado no pudo soportar el dolor. Se esconda de todos, haba prohibido todas las fiestas, de

    duelo general que duraba desde haca seis meses. Roma deba llorar a su heredera lo mismhaca el emperador. Para la ciudad era una obligacin; l le haba prohibido rer, baganizar banquetes. Roma deba parecerse a su prncipe barbudo, desgreado, trastornado, q

    soportaba a su ciudad. Haca tiempo que haba desaparecido, se deca que estaba en Asiecia, en Sicilia. Regres de pronto para divinizar a Drusila. Los romanos observaron, inquieprendidos, que su Calgula se haba vuelto un bailarn apasionado por los ballets, vieron a igo de los griegos que hablaba de restaurar el templo de Apolo en Ddimo y los monumentlcrates en Samos, dispuesto a abrir un canal en el istmo de Corintio, pero tambin contemplaCsar implacable y sanguinario que haba hecho condenar a muerte a Macrn, su prefect

    etorio, y a su esposa Ennia, cuando a l le deba el trono y quiz la vida, y ella haba siante, primer crimen que no haca ms que abrir una serie de ellos, destinados a convertir

    gno mulo de su predecesor. Era ste el mismo Cayo, tan dueo de los acontecimientos, quto juicio haba redistribuido su reino a los prncipes-clientes durante el verano, bajo bierno la proteccin de las fronteras y la administracin de las provincias estabanrfectamente aseguradas?

    Desde que el senador Livio Gmino haba recibido un milln de sestercios porque haba juber visto subir a Drusila al cielo, eran numerosos los romanos que venan a prosternarse anatua de Venus erigida en el foro con los rasgos de Drusila, con la esperanza de recibir una for

    juraba por Drusila, o por su alma, se construa un templo para ella. Todo se plegaba a la vol

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    Calgula, pero el pueblo comenzaba a murmurar contra estos abusos de poder. Por qu rante meses a una mujer de veintids aos cuya nica hazaa haba sido la de nacer hermanperador? Slo Mnster, por quien Calgula no disimulaba su pasin, tena el derecho de actublico, imitando groseramente a Ulises, Aquiles, Menelao o Helena. Este hombre, originarnicia, que haba sido pantomimo y comediante en Tiro y Antioqua, danzaba sobre cuerdcutaba peligrosos saltos. Muchos romanos se haban arruinado por l, a pesar de su asp

    grato y de la grasa que comenzaba a invadirle. La multitud le adoraba y se consolaba as deses de languidez y aburrimiento, poniendo al mismo tiempo mucha esperanza en la nueva e

    Calgula, Lolia Paulina, cedida por su marido el gobernador de Acaya.Mesalina dej escapar un largo suspiro de aburrimiento. Las jornadas le parecan tan lora que se aproximaba el solsticio del invierno! Contempl cmo se alejaba Mnster, ababa de actuar en pblico, con su squito de admiradores, amantes y parsitos. Todaanas l mismo se exhiba en una plaza situada tras la morada de Mesala Barbato. El sol, alplido pero sereno cielo, iluminaba las columnas del peristilo, alejando lentamente el fro che. Tambin Mesalina daba la orden, en ausencia de su madre, de atizar el fuego da y noche an horno que calentaba el aire que pasaba bajo el suelo de las habitaciones, lujo todava raro esas de los romanos, pero que Lpida haba exigido a su esposo.

    El fro riguroso de este mes de diciembre aumentaba la tristeza de los romanos, qurasaban su salida matinal al foro, abandonaban las asambleas populares del campo de Marn pronto de los bancos situados delante de los templos de Cstor y Plux, en donde los vstaban de sentarse en las tibias jornadas de primavera. Slo la baslica Emilia, al abrigo deloga todava clientes que venan a comprar joyas, perfumes, objetos preciosos tallados en miedras finas.

    Hasta los nios haban desertado de la escalinata Rostres, en donde en primavera los pjarlabra y del Janculo se apretujaban para picotear las migajas de pan y las galletas y cerealenan a echarles.

    Mesalina orden cerrar los postigos de las habitaciones despus de haber mandado airera que el dbil calor que suba de los suelos de ladrillo se conservara. Despus envi clavos a llenar en la fuente pblica las nforas de agua necesarias para la familia durante esesalina comenzaba as a hacerse cargo de la direccin de la casa paterna en ausencia de la mes Lpida haba ido a recorrer el pinar que cubra el Janculo, con la esperanza de encontraorada menos exigua y ms cmoda separada del centro de la ciudad, demasiado ruidosa pasto.

    Mesalina se sent en el borde de su estrecho lecho, dejando escapar un nuevo suspiro. Comensar en Valerio Asitico, tal como le suceda a menudo, a quien no vea desde haca ms d

    o. Haba acudido en varias ocasiones al templo de Miphileseth, pero a pesar de sus oracionsar de la mandrgora que haba enterrado en el cementerio del Vaticano, no haba encontraposo ideal que deseaba. Es cierto que le era difcil tener encuentros tiles fuera de las fiestasaban prohibidas por el emperador desde hacia ms de seis meses. En cuanto a su padrebiera podido encontrarle un esposo entre sus conocidos, no pareca poner en ello mucho inesalina incluso sospechaba que evitaba hablar con quien pudiera ser apto para el matrimcindole as perder a su hija, la nica persona de la casa por quien senta un verdadero afectoque respecta a su madre, pensaba mucho ms en los amantes que en casar a su hija. E

    uniones nocturnas del templo de Chilon no poda esperar encontrar un esposo, pues evidenteme crculo slo era frecuentado por libertinos que no se preocupaban de buscar una esposa

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    anto que todos tenan bien satisfechas esas necesidades.Se levant de pronto, busc en uno de los cofres colocados junto a la pared de la habita

    c un grueso manto de lana marrn oscuro, se visti con l y se puso una de las faldas pbeza: acababa de tomar la decisin de acudir a las termas de Agripa, que recientemente helto a abrir sus puertas. Aunque la madre, personalmente, estaba libre de todo prejuicio, sin qprohibiera explcitamente evitaba mostrarla en las termas mixtas como aqulla. Slo la llevpequeos baos pblicos, administrados por particulares, donde se practicaba la separacisexos: unos estaban reservados a las mujeres, otros a los hombres, y a esos establecimi

    udan en general los romanos que queran conservar un aura de honorabilidad. Lpida pensabba conservar esa reputacin para su hija, pues si no la poda dotar ricamente hacia falta al me no pasara por una virgen loca, gastadora y libertina. Mesalina haba sugerido en vano a su me la llevara a baos donde pudiera seducir a hombres susceptibles de prendarse lo bastante dr su aspecto para querer casarse.

    - Hija ma -le deca Lpida en esas circunstancias-, s que tus sentidos son ardientes ymo yo, tienes necesidad de la voluptuosidad, lo mismo que otros tienen necesidad de respie del campo o de beber vino: en eso te reconozco bien como hija ma. Por eso no veo nonveniente cuando te abandonas a todos tus deseos cuando vamos al templo de Miphil

    tisfecha as esa parte de ti misma, cuando ests en el recinto de ese dios, debes presentarte a joven casta y sabia a los ojos del pblico, pues slo con esa condicin podrs encontrposo de rango senatorial.

    - Me contentara con un caballero que fuera rico -contest Mesalina. -Las gentes de ruestre estn ahora llenas de pretensiones y quieren presentarse en pblico como defensores oral. Piensa, por ejemplo, en ese abogado, en ese Sneca cuyo nombre est actualmente en todcas, hasta el punto de que nuestro emperador tiene por l las orejas recalentadas: su padre s que un caballero, venido del sur de Espaa, y no lo vemos presentarse como filsofo y clas costumbres, escribir tratados en los que elogia la pobreza y la vida virtuosa de los esto

    ando escribe con clamos de oro sobre mesas de cedro que valen varios centenares de millartercios?

    La ausencia de la madre le pareci a Mesalina una ocasin excepcional para acudir mas, las cuales le parecan evidentemente el nico lugar donde podra encontrar un esposo qcara de esa vida deslucida y retirada que llevaba en casa de sus padres. Lleg rpidamente a unfal, que recorri hasta el circo Flaminio, el cual rode tomando la fachada del prticmpeya, ante el cual resaltaba el templo circular de Hrcules Guardin con su elegante columencontr as delante de los jardines que daban entrada a las termas de Agripa, dominadas pnten, el templo de Venus y de Marte, coronado por las caritides de Digenes de Atenas.

    Eran numerosos los romanos que se apretujaban en las puertas de las termas, por loesalina tuvo que esperar un momento antes de poder entrar. Tras haber pagado la entradacenda a un cuadrante de bronce, entr en el apoditerio donde los recin llegados se quitabastidos, aunque no hiciera demasiado calor en esa gran sala. Todos esos cuerpos desnudober pasado todava por los baos, exhalaban fuertes olores que deleitaron la sensualidaesalina. Se haba despojado ya de su manto y comenzaba a quitarse la tnica cuando un jclavo se detuvo junto a ella:

    - Ests sola, sin servidor? -le pregunt.- Tal como lo ves. Eres t quien se ocupa de los vestidos? Que armario me das?Le seal los pequeos nichos abiertos con regularidad a lo largo de las paredes, dond

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    istas depositaban los vestidos, aunque parecan todos ocupados.- No queda ninguno libre, pero puedo encargarme de guardar tus vestidos. Ponlos ah.Acababa de tomar una caja de madera cuadrada que estaba en medio de otras colocadas

    largos bancos de mrmol.- Te costar dos ases y medio, espero que los tengas -precis-.- Slo tengo dos. Tendrs que contentarte con ello.- Por qu tendra que hacerte un precio especial cuando hay ya otros muchos baistas

    peran?

    Mesalina, que ya haba metido en la caja el manto, el vestido y la tnica interior, se salmente desnuda, para desatar las sandalias y elev la cabeza hacia el joven, quien la devn los ojos. Como slo llevaba una tnica muy corta y ligera, ella pudo ver con satisfaccinrca sobre l un atractivo seguro. Coloc las sandalias en la caja y le dijo:

    - Puedes elegir: o me das crdito y te traer maana el medio as, o te doy un beso ahdrs otro al despedirme si has cuidado bien de mis vestidos.

    El descarado esclavo se ech a rer y le dijo:- Elijo los besos, pero hace falta que pesen como medio as, y no como una pluma de gorrinMesalina se ech tambin a rer y se apret contra el adolescente para sentir sobre su vien

    or del muchacho y la firmeza de su virilidad; despus, le abraz y unieron durante largo ratios. Las manos audaces del vigilante del vestuario, no contentas con apretar sus cadera

    slizaban hacia partes ms secretas que el estado de la joven dejaba a su discrecin sin defeno la hubiera tenido a ella, si ella no tuviera miedo de provocar algn escndalo en este blico, habra hecho durar un abrazo que le procuraba las sensaciones ms deliciosas. Perouperar el control y, empujando bruscamente al joven esclavo, le dijo rindose a medias:

    - Dejars ya, pequeo stiro, de meter tus dedos en lugares prohibidos?- Por qu estn prohibidos? -se atrevi l a preguntar.- Porque no es ste el lugar para hacer lo que t quisieras que hiciramos.

    - Conozco en estos baos ms de un rincn discreto donde te podra hacer gemir de placegur l con aplomo.

    - Eres bastante pretencioso y seguro de ti mismo. Pero conviene sobre todo que gudadosamente mis vestidos si quieres tener derecho a otro beso cuando vuelva.

    Con estas palabras, abandon rpidamente la sala, por temor a que la abrazara de nuevodiera resistirse a sus deseos.

    Entr en el frigidario de invierno, amplia sala provista de una piscina grande destinada os fros, que estaba cubierta y calentada. La piscina se encontraba en el extremo curvo, rodgradas donde se sentaban los ociosos que queran ver a los baistas y conversar entre

    esalina avanz con lentitud, combando los riones para hacer valer la redondez de su pedulando su cuerpo para que el paso fuera lo ms gracioso posible. Rode los pequeos gruprsonas que hablaban, buscando con la mirada a alguna persona que conociera o algn hombrgustara. Qued satisfecha al ver, sin que pareciera preocuparse por ello, que las miradas dmbres se volvan ostensiblemente hacia ella. Llev entonces las manos a la nuca para deshacnado, que cay en bucles sobre su espalda. A pesar de la afectacin de los gestos, su bell

    acia suscitaban la admiracin de los hombres y la envidia de las mujeres.- Puedes pensar lo que quieras -dijo sin bajar la voz un hombre a su paso a una muje

    ramente no era de su opinin-, pero es bella como Venus y tiene el porte de una emperatriz.Mesalina lament que quien haba hablado fuera un hombre demasiado delgado para su gu

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    yos cabellos blancos y piel arrugada revelaban una edad ya venerable. Le vino a la mente laque realmente hubiera sido una digna esposa de Calgula, si no se hubiera enamoriscado de ulina.

    El frigidario se abra por varias arcadas a otra sala bien iluminada, pavimentada con mosncos de motivos florales negros, cuyo centro estaba ocupado por una zona arenosa. Almbres, en su mayor parte jvenes, y algunas mujeres, se calentaban jugando a la pelohando, o efectuando algunos ejercicios violentos. En el fondo, bajo un prtico que daba accpatio, Mesalina vio a varios hombres e incluso una mujer, que trataban de muscular sus b

    antando pesos de plomo. Se sorprendi de que una mujer quisiera rivalizar en eso combres, aunque haba odo decir a su madre que mujeres de buena cuna haban llegado a desca arena para medirse con gladiadores. Hubiera querido ver ms de cerca a esa extraa mujer,ajo su atencin un hombre calvo y gordo, vestido con una tnica ligera y corta de color amrado, que jugaba a lanzar unas bolas verdes a dos jvenes, ponindose los tres en formngulo. Los saltos pesados y torpes del hombre, que contrastaban extraamente con la gracia ds jvenes, divirtieron por un instante a Mesalina, quien fue a sentarse en el banco de piedraupaba el fondo de la sala para gozar del espectculo.

    De esa manera, su mirada cay sobre un hombre de unos treinta aos que perteneca

    vidumbre de la casa paterna. Se llamaba Sabbio y estaba encargado de las cuentas de la casaliberto que haba entrado al servicio de Mesala Barbato haca unos cuantos meses, y Me

    ba tenido pocas ocasiones de prestarle atencin. Se ejercitaba en la lucha con un muchbusto y pareca tan hbil en esta disciplina que Mesalina se complaci en mirar su cuerpo flepotente cuya musculatura resaltaba bajo la piel reluciente por el aceite. En una hermosa bbio haba cogido a su adversario por detrs y, tras levantarlo con un potente esfuerzo, lo bre la arena y le mantuvo la espalda sobre el suelo valindose con las rodillas. Mesalina apla

    fuerte que l se volvi y, reconocindola, dej al adolescente y fue hacia ella.- Ama -le dijo saludndola-. Ests sola aqu?

    - Claro -respondi ella-. Sabes que mi madre se ha ido esta maana a primera hora. No pee estuvieras aqu. Y tambin ignoraba que fueras un luchador tan bueno.

    - Eso es lo que me hubiera gustado ser. Pero los dioses no han querido que fuera as.El joven estaba de pie junto a ella. Su enorme pecho se levantaba por el ritmo acelerado

    r