633
ANDRÉS VÁZQUEZ DE PRADA EL FUNDADOR DEL OPUS DEI Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer I ¡Señor, que vea! EDICIONES RIALP, S. A. MADRID m Versión Electrónica formato PDF no imprimible por Morgan Software © 2005

Vazquez de Prada a - El Fundador Del Opus Dei - Tomo 1

Embed Size (px)

DESCRIPTION

La Vida de San Josemaría Escriva de Baaguer

Citation preview

  • ANDRS VZQUEZ DE PRADA

    EL FUNDADOR DEL OPUS DEI Vida de Josemara Escriv de Balaguer

    I

    Seor, que vea!

    EDICIONES RIALP, S. A.

    MADRID

    m Versin Electrnica formato PDF no imprimible por Morgan Software 2005

  • SUMARIO

    Pgs.

    PRESENTACIN............................................................................ 9

    CAPTULO I. POCA DE BARBASTRO (1902-1915) ........................... 13

    CAPTULO II. POCA DE LOGROO (1915-1920) .............................. 65

    CAPTULO II!. ZARAGOZA (1920-1925) .......................................... 121

    CAPTULO IV UN JOVEN SACERDOTE (1925-1927) ............................ 199

    CAPTULO V. LA FUNDACIN DEL OPUS DEI .................................... 251

    CAPTULO VI. APUNTES NTIMOS .................................................. 325

    CAPTULO Vil. LA GESTACIN DE LA OBRA ........................................ 423

    CAPTULO VIII. Los PRIMEROS CENTROS DE LA OBRA............................. 495

    APNDICES ............................................................................... 595

    NDICE GENERA! .......................................................................... 62 9

    NDICE DE PERSONAS .................................................................... 633

  • Clave de las principales abreviaturas

    AGP Archivo General de la Prelatura Apuntes "Apuntes ntimos" AVF Autgrafos Varios del Fundador Carta (C) En el Epistolario del Fundador se recoge la co-

    rrespondencia personal; las cartas se citan por el nmero y fecha; por ej.: C946, 7-VI1I-41. Las cartas a todos los miembros de la Obra, verdaderos escri tos fundacionales, van c i tadas por la fecha y numeracin marginal que aparece en el texto; por ej.: Carta 24-X1I-1951. n. 7.

    D Documento 1ZL Seccin del AGP correspondiente a l Siervo de

    Dios Isidoro Zorzano Ledesma. P01, P02 etc. Colecciones de documentos impresos (Seccio-

    nes dentro del AGP) PM Proceso Matritense, seguido del nmero de folio. PR Proceso Romano, seguido del nmero de la p-

    gina. RHF Registro Histrico del Fundador (Seccin dentro

    del AGP). Sum. Summarium de la Causa de beatificacin y cano-

    nizacin. Positio super vita et uirtutibus, Roma 1988. Se cita el testigo y el nmero correspon-diente del Summarium.

    T Testimonial

  • PRESENTACIN

    Qu es una biografa? Biografa, en sentido estricto, es la na-rracin de una vida singular; y, como gnero cientfico, cae plena-mente dentro del mbito de la Historia. Pero una vida no existe ais-lada, como islote perdido en el ocano, sino que se hace y desarrolla en comunidad. El individuo est ligado a un lugar, parti-cipa de una cultura determinada y cuenta con una patria. Adems, cualquiera que sea la poca y pas en que viva, los sucesos contri-buirn a marcar su existencia. De modo que el enfoque biogrfico no se limitar, por fuerza, a lo que afecte exclusivamente a la per-sona en cuestin. El investigador y en ltimo trmino el lector han de tener presentes otras muchas circunstancias culturales y so-ciales a fin de puntualizar los hechos y situar debidamente la ver-dad histrica.

    Mtodo de investigacin. Por lo general, el bigrafo adoptar un sistema de exposicin cronolgica, analizando la realidad hist-rica en su raz, para proseguir luego el curso de sus vicisitudes, de la cuna a la sepultura. El autor, probablemente, comenzar descri-biendo la familia y el ambiente del hogar, la educacin recibida y las ancdotas tempraneras, que hacen entrever por dnde despun-tar la personalidad incipiente del biografiado. Pero debe evitar fic-ciones y fantasas, trabajando conforme a un estricto mtodo de in-vestigacin y a unas leyes cientficas que se aplican de manera particular a las fuentes. De forma que toda biografa que se precie de objetividad cientfica representa un serio desafo, porque el bi-grafo se ver obligado a emprender la tarea preliminar de bsqueda

    9

  • de documentos y testimonios, para someterlos luego a depuracin crtica, si es el caso. (El investigador, por muy estimables que sean las fuentes de que disponga, nunca estar exento de una previa y fa-tigosa labor, que consiste en seleccionar testimonios, valorar su trascendencia e insertarlos en el cuadro histrico). Abundancia de fuentes. Cuando tiempo atrs cre haber cum-

    plido con la grave tarea de recogida de testimonios y otras fuentes histricas, y me apliqu a trazar una posible estructura del libro, mi sorpresa fue grande. El material esencial, del que no era posible ni justo prescindir, resultaba tan sobradamente abundante que des-bordaba un ambicioso programa biogrfico. Era preciso reducirlo y concentrarse en la persona del Fundador, sin derramar la atencin en acontecimientos secundarios. As, los aspectos del Opus Dei que estn ntimamente vinculados con su misin personal van ex-puestos como corresponde. En cambio, otros temas, en s impor-tantes, como la gnesis de la espiritualidad del Opus Dei, la expan-sin de su mensaje por los cinco continentes, la descripcin del panorama cultural y social en que se desenvuelve el Fundador, etc., etc., van tratados de manera sucinta; porque todo ello ser, sin duda, materia de futuros estudios. Teniendo todo esto en cuenta, me he ceido estrechamente al asunto biogrfico, de forma que el relato no se salga de madre. Paralelamente, como muestran las no-tas, me he sujetado al rigor documental y a las dems exigencias crticas que sostienen la veracidad histrica.

    La visin objetiva de la realidad histrica. En esta labor de in-vestigacin, de que venimos hablando, es muy de agradecer una cualidad que se da en la persona y escritos del Fundador. Me refiero a la visin objetiva de los hechos. Don Josemara posea en muy alto grado el don intelectual de medir con justeza y acierto la reali-dad histrica. Siempre estaba en disposicin alerta para considerar las cosas y las situaciones a la luz de los designios divinos, prescin-diendo de gustos e inclinaciones personales, y desprendido de inte-reses egostas. Cara a Dios, la estela de su vida es recta, sencilla y profunda. Puede resumirse diciendo que se entreg en cuerpo y alma a cumplir los planes divinos sobre el Opus Dei. El 2 de octu-bre de 1928, tras diez aos de espera, barruntando algo que estaba por venir, Dios le introdujo de la mano en la Historia. Aquel joven

    10

  • sacerdote recibi la misin de hacer el Opus Dei; y se le concedi el correspondiente carisma. A partir de esa fecha, Dios y Josemara Josemara de la mano de Dios corrern juntos una larga y es-tupenda aventura.

    Las dos caras de la biografa. He aqu, pues, el tema sustancial de que se ocupa la presente biografa: seguir paso a paso la gesta-cin del Opus Dei, hasta que el hombre elegido para realizar esta colosal empresa ponga punto final a su obra. En ello emple don Josemara toda su existencia. Lo cual vale tanto como afirmar que el carisma recibido actu, durante todos esos aos, dentro de su alma; identificando su persona con el Opus Dei. Hacindose, l mismo, Opus Dei. Esta es la otra cara de la biografa.

    Lgica divina y lgica humana. Dios, como un Padre hace con su hijo, ense a Josemara la lgica divina, a veces tan descon-certante y lejos de la lgica humana, porque sta juzga y obra se-gn criterios terrenales. Los juicios de Dios, por el contrario, repo-san amorosamente en el sentido de la filiacin divina; en la Cruz, signo gozoso de la victoria de Cristo; en el poder ilimitado de la ora-cin, en la oculta fecundidad de las contradicciones... Aquella vi-sin objetiva de la realidad histrica que posea el Fundador, antes mencionada, es algo ms que pura perspicacia clarividente; es el don de penetrar la esencia de la historia, sabiamente gobernada por la Providencia. A las realidades religiosas, a los hechos sobre-naturales aplic categoras propias de la lgica divina, de acuerdo con su misin, divina y universal, dentro de la Iglesia.

    La talla del Fundador. Para apreciar debidamente la grandeza de su persona es preciso acompaarle conforme fue adquiriendo madurez espiritual. Ese itinerario de crecimiento interior es a la vez fuente de amor y oa crucis de sufrimiento, por una progresiva identificacin con Cristo. No se requieren, pues, loas hagiogrficas, porque su santidad es patente y se yergue, de modo impresionante, a nuestra vista.

    A poco de recibir su misin divina don Josemara se compa-raba a un pobre pajarillo de vuelo corto. Lo arrebata un guila; y entre sus garras poderosas, el pajarillo sube, sube muy alto, por encima de las montaas de tierra y de los picos de nieve, por encima de las nubes blancas y azules y rosas, ms arriba

  • an, hasta mirar de frente al sol... Y entonces el guila, sol-tando al pajarito, le dice: anda, vuela!...1

    En las pginas de este libro pretendemos tambin proyectar la visin del itinerario mstico de un alma.

    Padre de una gran familia. Dios ha suscitado un hombre, en el mundo de nuestro tiempo, para bien de la Iglesia y de las almas. Don divino que hay que agradecer; primeramente, a Dios; y, en parte, a don Josemara, pues tom dcilmente sobre s el secundar los designios de Dios. No volvi las espaldas al mundo. Se interes por su marcha y progreso. Puso audacia y optimismo en sus afanes apostlicos. Proclam que la santidad no es tan slo para unos cuantos privilegiados. Abri, en fin, con su mensaje los caminos divinos de la tierra. Caminos de santificacin para todos los que, en medio del mundo, se identifican con Cristo, trabajando por amor a Dios y a los dems hombres.

    En la misin del Fundador va tambin el carisma de su paterni-dad: Padre y Pastor de una porcin del pueblo de Dios. Ya en vida tuvo, como los antiguos patriarcas, larga descendencia espiritual. El 17 de mayo de 1992, da en que la Iglesia declar oficialmente su subida a los aliares, una inmensa multitud de hijos de su espritu gentes de todas las razas y condicin de vida llenaban apreta-damente la plaza de San Pedro en Roma.

    Agradezco la valiosa ayuda recibida de monseor Alvaro del Portillo, Obispo Prelado que fue del Opus Dei; de su sucesor mon-seor Javier Echevarra, Obispo Prelado actual; y de quienes han tenido a bien comprobar la exactitud de algn dato de este libro.

    ANDRS VZQUEZ DE PRADA

    Apuntes, n.244.

  • CAPITULO I

    poca de Barbastro (1902-1915)

    1. La ascendencia familiar

    Josemara Escriv de Balaguer naci en Barbastro (Aragn) el 9 de enero de 1902; y muri en Roma el 26 de junio de 1975.

    Pocas semanas antes de su muerte, tratando de dar el justo en-foque a su existencia, manifestaba un hondo sentido de la Provi-dencia divina al decir: El Seor me ha hecho ver cmo me ha llevado de la mano]. Entre los aos que van de 1902 a 1975 hay, para l, una fecha culminante: el 2 de octubre de 1928, da de la fundacin del Opus Dei. Este hecho sobrenatural marc su vida de tal manera que, en cualquier referencia autobiogrfica, se refleja la conciencia imborrable de una misin personal. As, al describir su venida al mundo:

    Dios Nuestro Seor fue preparando las cosas para que mi vida fuese normal y corriente, sin nada llamativo.

    Me hizo nacer en un hogar cristiano, como suelen ser los de mi pas, de padres ejemplares que practicaban y vi-van su fe2.

    1 Palabras del Fundador recogidas en Mons. Josemara Escrita de Balaguer v el Opus Dei. En el 50 Aniversario de su Fundacin. Eunsa, Pamplona 1982. p. 21-27 (bajo el ttulo: "De la mano de Dios"). Cfr. AGP. P01 1975, p. 357.

    - Meditacin del 14-11-64. En cuanto al influjo de las virtudes de los padres en su primera formacin: cfr. Javier Echevarra, Sum. 1775 y 1798; Santiago Es-criv de Balaguer y Albas, PM f. 1297: Martn Sambeat. Sum. 5678.

    13

  • Naci Josemara a ltima hora de un da de invierno, hacia las diez de la noche. Por esta razn, un tanto humorsticamente, califi-caba sus primeros momentos como pasos de "noctmbulo", pues haba comenzado a vivir teniendo toda una noche por delante. Aunque en ese dicho apuntaba, ms bien, una velada alusin a la larga noche de oscuridades que, durante aos, envolvi su misin espiritual".

    Al da siguiente, 10 de enero, se le inscribi en el Registro Civil, donde qued asentado, entre otros datos,

    Que dicho nio naci a las veintids del da de ayer en el domicilio de sus padres, calle Mayor, n 26.

    Que es hijo legtimo de D. Jos Escriv, comerciante, de 33 aos, y de Da Dolores Albas, de 23 aos, naturales de Fonz y Barbastro respectivamente.

    Que es nieto por lnea paterna, de D. Jos Escriv, difunto, y de Da Constancia Cerzn [sic], naturales de Peralta de la Sal y Fonz respectivamente.

    Y por lnea materna, de D. Pascual Albas, difunto, y de Da

    Florencia Blanc, naturales de Barbastro. Y que el expresado nio ha de ser inscrito con los nombres

    de Jos Mara, Julin, Mariano4.

    Das ms tarde, el 13 de enero, fiesta litrgica de la octava de la Epifana, en que se conmemoraba el Bautismo del Seor, el Re-gente de la Vicara de la catedral de Barbastro impuso al nio, en la pila bautismal, los nombres que figuraban ya en el Registro Civil: Jos, por ser el del padre y del abuelo; Mara, por devocin a la Vir-gen; Julin, por caer en el Santoral del da; y Mariano, en atencin al padrino de bautizo".

    Andando los aos, Josemara mostr un hondo agradeci-miento al sacerdote que le confiri este sacramento. El regente se

    ; Dicho que confirma lo sealado lneas arriba, a saber: que en casi todas las descripciones autobiogrficas se halla siempre de manera presente o recn-dita una referencia a su vocacin, el 2 de octubre de 1928. Cfr. Alvaro del Porti-llo, Sum. 3: y Javier Echevarra, Sum. 1760.

    1 Cfr. Apndice VI. Cfr. Apndice VI!.

    14

  • llamaba ngel Malo nombre no fcil de olvidar y su memoria pasara a diario a los mementos de las misas que don Josemara celebr durante medio siglo6. Iguales sentimientos de gratitud tuvo para con sus padrinos de bautizo.

    En cuanto a la pila bautismal de la catedral de Barbastro, de noble y hermosa factura, es uno de los objetos artsticos descritos en el Lber de Gestis del Cabildo, ao de 16357. De muy poco le va-lieron, sin embargo, antigedad y belleza. En 1936, al pasar por all la furia iconoclasta, fue quebrada en varios pedazos y arrojada al ro. En esa pila haban recibido las aguas del bautismo millares de cristianos, entre ellos la madre de Josemara. En aquella pila de la catedral vio de nio bautizar a sus hermanitas ms pequeas. Sus restos eran dignos de respetuosa consideracin. De modo que, cuando en 1957 el Obispo y el Cabildo catedralicio le regalaron los fragmentos salvados de la destruccin, mand enviarlos a Roma para recomponerlos y darles un puesto honroso:

    Acaban de llegar a Roma escribir en 1959 los res-tos de a fuente bautismal de la Catedral de Barbastro, que Vuestra Excelencia y el Excelentsimo Cabildo han tenido a bien regalar al Opus Dei, y no puedo dejar de agradecer al Seor Obispo como lo har tambin directamente al Ca-bildo esa delicadeza, que tanto me ha conmovido.

    Esas piedras venerables de nuestra Santa Iglesia Cate-dral, bien restauradas aqu en Italia por estos hijos mos, ocuparn un puesto de honor en la Casa Generalicia.

    Gracias de nuevo, Excelencia, por esa amabilidad que siempre recordaremos con profundo reconocimiento".

    No fue la pila bautismal la nica vctima de la barbarie mar-xista. Mayores males padeci el Registro Civil de Barbastro. Por

    '' Cfr. Javier Echevarra, Sum. 1763; y Joaqun Alonso, PR, p. 1649. Sobre su gratitud para con los padrinos de bautizo, cfr. Alvaro del Portillo, PR. p. 19; y ngel Camo. AGP, RHF, T-02846, p. 1.

    7 Cfr. Lber de Gestis del Cabildo. .Ao 1635, fol. 38v. " C2828. 21-IV-59. Los restos de la pila bautismal llegaron a Roma en 1959.

    El Fundador, tras la oportuna restauracin, la hizo colocar en la entrada del orato-

    15

  • esas mismas fechas quedaron reducidos a ceniza documentos y ar-chivo. La inscripcin de nacimiento all existente no es, pues, la ori-ginal de 1902 sino una copia certificada en 1912S. Dicho sea de paso, la citada copia contiene algunos leves errores de nombres y lugares. Poco se le daba de ello al padre de Josemara, a no ser por una inexactitud ortogrfica que tocaba en lo vivo la raz de su pa-rentela. Don Jos, hombre pacfico si los hay, no estaba dispuesto a sobrellevar pacientemente agravios a su apellido.

    El caso es que en algunos documentos el nombre "Escriv" aparece trastocado en ''Escriba"1". Esta inocente desconsideracin ortogrfica no era muy de extraar, puesto que en castellano no

    rio de Santa Mara de la Paz hoy iglesia prelaticia del Opus Dei, como pila de agua bendita, y se puso una lpida conmemorativa con el siguiente texto:

    HVNC SACRVM BAPTISMATIS FONTEM SANCTAE ECCLESIAE CATHE-DRALIS BARBASTRENSIS -

  • existe diferencia fontica ente la b y la u. Lo malo era que, al pro-nunciar el nombre con acento grave, es decir, sin cargar el acento en la ltima slaba, sugera de inmediato algo muy distinto: el nada elogioso pareado evanglico de "escribas y fariseos".

    De chanza ligera puede calificarse la broma de los compaeros del colegio, que sacaban a Josemara los colores a la cara con lo de ''escribas y fariseos"11. Tampoco se libraba de las pullas su her-mana Carmen. Hasta que un da el padre, indignado, sali en de-fensa del apellido, exigiendo a Josemara que no tolerase jams de-safueros de esa clase. Advertencia que le qued bien grabada al hijo, que tuvo que emprender batalla contra la b. En una nota so-bre su vida interior, de mayo o junio de 1935, dice refirindose a la estudiada particularidad de su firma:

    Comenc alrededor de 1928, exagerando la V de mi apellido, sencillamente para que no me pusieran Escriu con b. Y en nota posterior recuerda: fue mi padre (que est en el Cielo) quien me mand que no tolerara la b en el apellido: me dijo algo de nuestra ascendencia... Oct. 1939V1.

    11 Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 57. '- Al releer en 1939 lo escrito en 1935 sobre su campaa para defender la v de

    "Escriv", el pensamiento se le remont a los aos de infancia, cuando su padre, con noble orgullo de hidalgo, para mostrar al hijo que el asunto de una letra no era capricho ni mana, sino que el nombre vena forjado por muchas generaciones de historia, habl a Josemara de la familia, de nuestra ascendencia... Pero esos puntos suspensivos de la anotacin de 1939 esconden un largo significado. Son como el curso de agua que se traga la tierra, y que reaparece ms lejos. Porque si volvernos atrs, en sus cuadernos de Apuntes ntimos, en la primera semana de junio de 1933 {con una nota aclaratoria intercalada, de diciembre de 1934), escribe: Echa lejos de ti esa desesperanza, que te produce el conocimiento de tu miseria. Es verdad: por tu prestigio econmico eres un cero..., por tu prestigio social fNota posterior del Padre: mis padres haban contado cosas que daban a entender que eso no es as: s era as. por lo que a m se refiere. clic. 1934). otro cero.... y otro por tus virtudes, v otro por tu talento... pero, a la de-recha de esas negaciones est Cristo... y qu cifra inconmensurable resulta!

    Entre los famosos de la ascendencia estaban San Jos de Calasanz y Miguel Servet. A ellos se refiri en pblico Mons. Escriv de Balaguer en algunas ocasiones:

    Un antepasado mo. Miguel Seivet. fue quemado por la Inquisi-cin protestante de Ca/vino. en Ginebra. Aunque un poco lejanos, mi

  • De tales faltas gramaticales no estaba exento el Regente que le bautiz en la catedral. La equivocacin en la inscripcin de su bau-tismo no la descubri hasta 1960, segn se lee en carta de res-puesta a una persona que le envi fotocopia de su acta de bau-tismo:

    Me dio alegra la fotocopia del acta de bautismo, pero me ha hecho ver que el buen Mosn ngel Malo equivoc el apellido Escriv, ponindolo con b. Vo sera posible si cabe!poner una nota marginal, rectificando?1.

    Semejantes lamentaciones dan a entender que la defensa del apellido fue campaa de larga duracin; y este rasgo de lealtad fa-miliar revela, por otra parte, una honda compenetracin entre pa-dre e hijo.

    Pero, quines eran los Escriv y de dnde provena la ascenden-cia? Procedentes de Narbona, sus antepasados haban cruzado los Pirineos, ya entrado el siglo XII, para asentarse en la regin catalana de Balaguer, en la comarca de Lrida lindante con el Alto Aragn. La rama de los Escriv que permanecieron en la regin agreg a su ape-llido el toponmico ;'de Balaguer", mientras que otra parte del linaje baj a establecerse en Valencia, luego que Jaime I el Conquistador

    hermano y yo somos los nicos parientes de la familia, (cfr. AGP, P04 1972, p. 655; sobre el proceso de Servet: Registres de la Compagnie des Pas-teurs de Genue au tenips de Calvin (tomo II. R. M, Kingdon, 1553-1564; Ac-cusation et procs de Michel Servet, 1553, E. Droz, Genve 1962).

    Y en otro momento:

    Hay un santo, pariente mo lejano, a quien yo quiero mucho. No te hagas ilusiones!, no soy de madera de santo..., otro antepasado mo fue quemado por la Inquisicin protestante. Anda! Tampoco soy de madera de herejes... Cada uno es lo que es, independientemente de sus antepasados. Ese santo. Jos de Calasanz. deca: s; quieres ser santo, s humilde; si quieres ser ms santo, s ms humilde; si quieres ser muy santo, s muy humilde (cfr. AGP, P04 1972, p. 353; so-bre la historia y espritu de san Jos de Calasanz, vase: Epistolario di San Giuseppe Calasanzio, ed. y comentado por Leodegario Picanyol: Roma 1950-1951). 1; C3022, 26-XI-60.

    18

  • tomara la ciudad, en 1238:4. Josemara Escriv, descendiente de la parte catalana, en 1940 solicit y obtuvo la vinculacin ;'Escriv de Balaguer" como primer apellido, para distinguirlo de las dems ra-mas familiares15. En Balaguer haba nacido, en 1796, su bisabuelo: Jos Mara Escriv Manonelles, que estudi Medicina y se estableci y cas en Perarra con Victoriana Zaydn y Sarrado. Seis hijos tuvo el matrimonio. Uno de ellos se orden sacerdote: y el segundo. Jos Escriv Zaydn. cas en 1854 con Constancia Corzn Manzana, natu-ral de Fonz. uniendo nombres ilustres de los linajes del Ribagorza con los del Somontano aragons. Seis fueron tambin los hijos de este matrimonio: el menor, Jos, fue el padre de nuestro Josemara1"1. Don Jos Escriv Zaydn, que nunca supo de su nieto, pues muri en 1894, ejerci a intervalos cargos de autoridad local, teniendo que capear los vaivenes e infortunios del siglo. A saber, agrias luchas ideolgicas y de partido, varias guerras carlistas y, en ms de una ocasin, descaradas persecuciones a la Iglesia. De guiarnos por las ancdotas que de l nos han llegado, debi ser un hombre muy conservador en sus costumbres y arraigado al pueblo donde se haba establecido, porque en Fonz, solar de la madre, permaneci toda la familia. Todos a excepcin del hijo menor, el padre de Josemara17.

    11 Entre los documentos de la cancillera de Jaime 1 el Conquistador, en los Archivos de la Corona de Aragn, en los de Valencia, y en los correspondientes al repartimiento del reino aparece un Guillem Escriv. notario de Jaime I (1227-1251): cfr. M. Batllori, El cronista Bernat Desclot i !a familia Escriv, enStoriogra-fia e Storia. Studi in onore di Eugenio Dupr Theseider, Universit degli Studi di Roma. Bulzoni Editare, Roma 1974, pp. 123-150; A. Huid, Coleccin diplomtica de Jaime 1, el Conquistador, 1, 1, Valencia 1916; J. Miret i Sans, Itinerari de Jaume 1 . Barcelona 1918.

    in El Ministerio de Justicia, a travs de la Direccin General de Registros y Notaras, acord se adicionase el "de Balaguer", para formar el compuesto "Es-criv de Balaguer". autorizando su uso a Josemara y Carmen el 18-X-1940, y a su hermano Santiago el 12-XI-40. El 18 de Octubre de 1940 el Director General de Registros y del Notariado comunico al Juez de 1J instancia, nmero 9 de Madrid la Orden del Sr. Ministro de Justicia, a propuesta de la Direccin General de Regis-tros y del Notariado.

    11 Sobre la rama de los Escriv: cfr. Familia Escriv de Balaguer-Albs (AGP. RHF, D-}2\3\) y Apndice I.

    1 Cuando estaba en vena de hacer confidencias, don Jos refera a su hijo Josemara andanzas y aventuras de su juventud. Cmo en cierta ocasin le rega-

    19

  • Tal vez la crisis que sufrieron los campos del Alto Aragn hacia 1887 le obligase a ganarse la vida fuera de Fonz. Las persistentes se-quas, las crudas heladas y, para remate de desdichas, la filoxera en los viedos, empujaron a muchos a abandonar las tierras. Consta que, ya antes de 1892, el joven Jos se haba establecido en Barbas-tro, a poca distancia de Fonz1*. Viva en la calle Ro Ancho, en una casa propiedad de don Cirilo Latorre, en cuyo piso bajo se hallaba el comercio de tejidos "Cirilo Latorre", ms conocido por el pueblo como ;'Casa Servando". A poco de morir el padre, el joven Jos se uni con Jernimo Mur y con Juan Juncosa para crear una socie-dad denominada "Sucesores de Cirilo Latorre". Y luego, cuando en 1902 se retir el Sr. Mur, los otros dos socios constituyeron la nueva sociedad "Juncosa y Escriv"Iy.

    Doa Dolores Albas y Blanc, madre de Josemara, perteneca a una familia originaria de Ansa, capital del Sobrarbe, a medio ca-mino entre Barbastro y las cumbres del Pirineo. En el siglo XVIII los Albas haban adquirido carta de nobleza rural en la comarca. Pero

    laron una bicicleta con ruedas de goma maciza, con la que circulaba a gran velo-cidad por medio del pueblo, ante la estupefaccin de los aldeanos, hasta que, en una aparatosa cada, se rompi un brazo y su padre, el abuelo de Josemara, luego de regalar a alguien la bicicleta, le amonest severamente: No quiero verte nunca jams con esa mquina infernal (cfr. AGP, P04 1972, p. 809)

    l f~ En Fonz residieron durante muchos aos la madre y dos de los hermanos de don Jos: mosn Teodoro y Josefa. Cfr. Mara del Carmen de Otal Mart, Baro-nesa de Valdeolivos, Sum. 598: Esperanza Corrales, AGP, RHF, T-08203. p. 1.

    '" Martn Sambeat. AGP, RHF. T-03242. p. 2. El nombre de don Jos Escriv aparece registrado por esa poca en los "Li-

    bros de matrcula" de la parroquia de Nuestra Seora de la Asuncin, en los que se recogan datos referentes al cumplimiento pascual de los feligreses, siguiendo disposiciones dadas en el Concilio de Trento. Algunos de los volmenes que reco-pilaban las hojas anuales, se han perdido. Por lo que se refiere a esta historia, en el volumen de 1882 aparece por vez primera el nombre de doa Dolores, madre de Josemara, con cuatro aos de edad, y con domicilio en casa de sus padres, calle Romero, 20. En los volmenes de 1892 a 1893 se registra su cumplimiento pascual a los 15 y 1 (i aos; y. por vez primera, tambin el de don Jos, cuyo domicilio es la calle de Ro Ancho, 8. Es muy posible que don Jos residiese en Barbastro antes de 1892: los volmenes anteriores a ese ao. de 1882 a 1892. se han perdido.

  • no se establecieron en Barbastro hasta bien entrado el siglo XIX, cuando en 1830 un tal Manuel Albas Lines casa con Simona Nava-rro y Santas20. De este matrimonio nacieron cuatro hijos. Los dos mayores Pascual y Juan contrajeron matrimonio, el mismo da, con dos hermanas: Florencia y Dolores Blanc. Muy bien se lle-vaban entre s las dos parejas, porque ambos matrimonios ocupa-ron pisos vecinos en la misma casa (nmero 20 de Va Romero), a la que pronto, en consideracin a la abundante prole que la po-blaba, se conoci como "casa de los chicos"21.

    La pareja Pascual y Florencia tena ya doce hijos (aunque sola-mente nueve de ellos sobrevivieron), cuando en 1877 Florencia dio a luz dos hijas gemelas. A las nias se las bautiz con los nombres de Dolores y Mara de la Concepcin. Esta ltima muri a los dos das de nacer. La otra nia, fue con el tiempo la madre de Josema-ra. Y cuando ste, ya sacerdote, tuviese que hacer pblicamente hincapi en el gran beneficio espiritual que representa un pronto ini-cio a la vida cristiana en virtud del sacramento del bautismo, citaba el caso de sus padres: que fueron bautizados el mismo da en que nacieron, habiendo nacido sanos22. As consta, ciertamente, en las actas de bautismo. De la madre se dice: bautic solemne-mente una nia que naci a las dos de la tarde del mismo da (23 de marzo de 1877); y en la del padre se lee: bautic solemnemente un nio nacido a la doce del mismo (da 15 de octubre de 1867)2S.

    Como se ve, la familia era numerosa y sus costumbres cristia-nas. De manera que no es sorprendente que, al tiempo de ser reci-bido en el seno de la Santa Madre Iglesia, el nio Josemara con-tase con tres tos sacerdotes: mosn Teodoro, un hermano de don Jos; y Vicente y Carlos, hermanos de doa Dolores. Adems tena, por parte de madre, dos tas religiosas: Cruz y Pascuala. Todo esto sin entrar en la investigacin de la media y lejana parentela21.

    -" Cfr. AGP, RHF, D-12131; y Familia Escriva de Ba\aguer-A\bs..Apndice 1. -' Martn Sambeat. AGP, RHF, T-3242, p. 2; Sixta Cermeo, AGP, RHF. T-

    02856, p. 3; ngel Camo, AGP, RHF. 7-0284(1 p. 1. - Meditacin del 6-1-1970. J Cfr. Apndices II y II!. -' Cfr. Santiago Escriva de Balaguer y Albas, Sum. 7320. Teodoro Escriva Cor-

    icn fue sacerdote beneficiario de Casa Moner, capellana fundada en Fonz en

    21

  • Estando en Burgos durante la guerra civil espaola, un 10 de enero de 1938 presentaron al Fundador a un cura prroco de Ma-drid, el cual, inmediatamente se adelant gozoso a manifestar a don Josemara que era amigo de Garlitos, Alfredo y Jos, tres sacerdotes parientes de la madre-"1. Ancdota que recogera con un obiter dic-tum: se oe que la familia de mi madre tiene conocidos hasta en Siberia2'. Es una manera de hablar, una simple referencia a los abundantes parientes de la madre. Don Carlos, don Alfredo y don Jos eran tres sacerdotes emparentados con aquellas dos parejas de hermanos que recibieron la bendicin nupcial el mismo da.

    El 19 de septiembre de 1898 contrajo matrimonio don Jos Es-criv soltero, natural de Fonz, vecino de Barbastro, comer-

    1889 por Joaqun Moner y Sisear. Obligacin del capelln era celebrar a diario la Santa Misa en el oratorio semipblico de la casa de los Moner, calle Cerbuna. co-nocida como "Casa Bardaxi". En 1901 se constituy, en la antigua casa de los Mo-ner, una nueva capellana.

    Vicente Albas, ordenado en 1892, haba estudiado en los seminarios de Te-ruel y Barbastro. Fue ecnomo de Ramastu y Coscojuela de Sobrarbe, y prroco de Olvena (1900-1918); y luego beneficiario de la Catedral de Burgos (1918-1925). Se qued ciego y vivi en Zaragoza hasta su muerte, en 1950.

    Carlos Albas se orden en 1894. fue coadjutor de Laspua y nombrado fami-liar por el Cardenal Cascajares en 1897. Ms tarde, cannigo arcediano del Ca-bildo de la Catedral de Zaragoza. Cfr. Carmen Lamartn, AGP. RHF, T-04813. p. 1. Muri el 1-11-1950.

    Mara Cruz era carmelita calzada del Convento de la Encarnacin de Huesca; su nombre en religin era el de Mara de Jess. Muri el 27-11-1938.

    Pascuala, Hija de la Caridad, muri en Bilbao, el 7-111-1930. Primo de doa Dolores era Mariano Albas Blanc. padrino de bautizo de Jose-

    mara. Naci en 1866; se cas en 1896 con Carmen Moray, habiendo enviudado en 1899. entr en el Seminario. Se orden sacerdote en 1902 y fue beneficiario en Barbastro y capelln de las Siervas de Mara. En 1915 viva en la calle de Argn-sola, nmero 26, donde tambin vivan los Escriv antes de dejar Barbastro. Fue administrador de la dicesis y muri asesinado por odio a la religin durante la guerra civil.

    Mons. Escriv tambin estaba emparentado, por parte de madre, con Mors. Cruz Laplana Laguna, que fue obispo de Cuenca de 1921 a 1936. ao en que mu-ri asesinado. Cfr. Apuntes, nn. 598. 1146 y 1739; Carta 15-X-J94S, n. 200.

    '' Don Carlos era el ya mencionado hermano de doa Dolores. Don Alfredo Sevil era to de la misma; y don Jos Blanc Barn, un hermano de la abuela Floren-cia que haba sido obispo de vila (cfr. Carmen Lamartn, AGP. RHF. T-04813. p. 11.

    -' Apuntes, n. 1476. Corrobora el dicho el que la primera ancdota de su en-trada en Espaa, despus de haber cruzado los Pirineos en diciembre de 1937. se refiera a las amigas de doa Dolores.

    22

  • ciante con doa Dolores Albas soltera, natural y vecina de Barbastro. Tenan los novios treinta y veintin aos de edad, respectivamente. El casamiento se celebr en la capilla del Santo Cristo de los Milagros, en la catedral, y ofici don Alfredo Sevil, to de la contrayente, Vicario General del Arzobispo de Valladolid, y uno de los conocidos hasta en Sibera27.

    El Santo Cristo de los Milagros era una hermosa talla medieval, que se encontraba en una capilla adosada al recinto catedralicio, pues se haba construido, en 1714, sobre uno de los torreones de las antiguas defensas. Esta fusin de la catedral con la muralla, fre-cuente en otras muchas ciudades-fortaleza del medioevo, era sm-bolo conforme con la historia de sus pobladores.

    La epopeya de Barbastro comenz al levantarse los indgenas contra los romanos, a la muerte de Julio Csar. A este episodio si-gui el asalto de la poblacin por la legin de Sexto Pompeyo. Vi-nieron luego, imparables y sucesivas oleadas de invasores: visigo-dos, francos y musulmanes. Creci Barbastro y, en el siglo XI, se convirti en una plaza, importante y bien fortificada, del reino moro de Zaragoza. "Ciudadela de la comarca" la apellida un histo-riador rabe. Ciudad rica y populosa, con buenas huertas y mejores murallas. En 1064 pusieron cerco los cristianos a esa fortaleza, cua que alargaba el poder moro hasta los valles del Pirineo. El Papa Alejandro II proclam la Cruzada, a la que acudieron tropas de Italia y de Borgoa. A ellas se juntaron, cerca de Barbastro, los guerreros normandos, a las rdenes del duque de Aquitania, las mesnadas del Obispo de Vich y las gentes de Catalua capitanea-das por el conde de UrgeP. En el mes de agosto de ese ao irrum-

    -1 Cfr. Apndice IV. partida de matrimonio. Sobre la capilla donde se celebr la boda. cfr. Apuntes, n. 229. nota 248. La familia de los Albas perteneca a la pa-rroquia de Nuestra Seora de la Asuncin, residenciada en la catedral. Y de la consulta de los libros parroquiales se desprenden los siguientes datos: en 1877. cuando fue bautizada doa Dolores, el prroco era don Teodoro Valdovinos. En 1898 y 1899. en que contrajo matrimonio y tuvo su primera hija, no haba prroco sino un sacerdote ecnomo, don Mximo Lafita. Y en ] 902, al ser bautizado Jos-mara. el Regente era don ngel Malo Arias.

    J" Cfr. F. Fita, Cortes y Usajes de Barcelona en 1064. Textos inditos, BAH, tomo XVII (1890), pp. 385-428; R. Menndez Pidal. La Espaa de! Cid, vol. I. Es-pasa-Calpe, Madrid 1969, pp. 147-151; y Kitab Ar-Raivd Al-Mi'tar, Valencia 1963,

    23

  • pieron en la plaza las fuerzas cristianas, para ser desalojadas al ao siguiente, tras breve asedio, por Moctdir, rey moro de Zaragoza. En la efmera victoria de los cristianos encontr motivos la leyenda para entonar, muy lejos de la verdad histrica, un heroico cantar de gesta: Le sige de Barbastre-'.

    La ciudad fue definitivamente reconquistada en 1100 por Pedro I de Aragn, que le concedi fuero. Su mezquita mayor se convirti en catedral, trasladndose a ella la vieja sede episcopal de Roda. En la catedral de Barb ..L se.forj la unin de Aragn y Catalua, por enlace de doa Petronila, hija de' rey Ramiro "el Monje", con Ra-mn Berenguer IV de Catalua. Tuvo Barbastro rango de ciudad in-fanzona y fue sede de las Cortes convocadas en 1196. Poco dur su gloria. Las ciudades del Alto Aragn fueron sombra del pasado, al desplazarse hacia el sur las fronteras militares y comerciales. Zurita, el historiador aragons, refiere que, a partir de la toma de Barbas-tro, los rudos montaeses del norte hacan a los moros la guerra, no como antes, que iban por ciertos pasos, sino con una furia y co-rrida increble :i.

    Luego vino el paso del tiempo. Los muros y torreones, que an-tao cieron los dos viejos castillos barbastrenses, fueron derruidos en 1710 por el duque de la Atalaya. Y, como va dicho, sobre uno de ellos se construy la capilla donde se casaron los padres de Jose-mara. Se terraplen el foso, facilitando el ensanche urbanstico y se desmocharon los baluartes. Vivieron sus ciudadanos siglos de paz,

    pp. 8l>89. Sobro la historia de Barbastro: E. Beniad Royo, Aragn de 1902 a 923. en AA. V\i, Aragn en su Historia. Zaragoza 1980; E. Fernndez Clemente,.Aragn contemporneo f l^.'-.'t-l'l.'-ii'i. Madrid 197.V R. de! Arco, Historia de Barbas-!rn, (indita: redactada en 1950); 8. Lpez Novoa, Historia de Barbastro, 2 vol., Barcelona 18(il reed. Barbastro 1981 i; S. Lalueza. Barbastro. en AA. W. Diccio-nario de Historia Eclesistica ce Espaa, vol. I. Madrid 1972, pp. 18:]-187; E, (iros Bitria. Los lmites diocesanos en el Aragn oriental. Zaragoza: R. Mart Ibarz. Vi-sin retrospectiva de Barbastro en las primeras decadas de este siglo, en "Reali-zaciones". 2(i (1981 , p. 10.

    Jl Le sige de Barbastre fue editado por vez primera por J. L. Perrier. en Pa-rs. 1 92(>. Un resumen de la chanson, en A. Becker: Der Sige de Barbastre in Beitrage :nr Romanischen Phiiologie. Halle a. S., Max Niemeyer, 1899. pp. 252-

  • muy de tarde en tarde perturbada; pero clavada en el corazn de Barbastro hubo siempre una espina de inquietudes histricas.

    Cuando el Rey Pedro 1, despus de la toma de Barbastro, cre all una sede episcopal, rival de la vecina Huesca, se originaron in-terminables conflictos eclesisticos. En 1500, para reafirmar su independencia de la dicesis de Huesca, construyeron una catedral de nueva planta, insistiendo con tozudez en sus pretensiones, para conseguir por fin, a instancias y presiones del rey Felipe II. que el Papa Po V erigiese, por bula de 1571, la sede episcopal de Barbas-tro. Pero cuando la dicesis se meca tranquila a la sombra de sus gloriosos recuerdos y tradiciones se lamenta un historiador del pasado siglo, en virtud del Concordato de 1851 entre Espaa y la Santa Sede, fue agregada otra vez a la de Huesca, y la catedral pe-nosamente reducida a la categora de colegiata31.

    Toda la ciudad se doli del hecho como de un agravio, lo cual contribuy a crear cierto entendimiento entre la autoridad eclesis-tica y la poblacin civil de Barbastro. Gracias a la tenacidad de sus gestores, se mantuvo en suspenso la aplicacin de esa medida concordataria. Ms tarde, de acuerdo con la Santa Sede, se estable-ci, por Real Decreto de 1896, una Administracin Apostlica para la dicesis3-.

    Don Jos y doa Dolores, recin casados, se fueron a vivir a una casa de la calle Mayor, enfrente del noble edificio de los Argn-sola. El piso que ocupaban era amplio. Algunos de sus balcones daban a la esquina de la plaza contigua, en el centro mismo de la ciudad, no lejos de la calle Ricardos, en la que tena su negocio la razn social "Sucesores de Cirilo Latorre".

    En la fiesta de Nuestra Seora del Carmen 16 de julio de 1899 les vino una hija al joven matrimonio. Le pusieron los nom-bres de: Mara del Carmen, Constancia, Florencia. Los dos ltimos

    11 Cfr. S. Lpez Novoa, ob. cit..l. p. 233. !- Cfr. S. Lalueza, Barbastro, ob. cit., pp. 183-187; y E. Coros Bitria, ob. cit. El

    primer Obispo Administrador Apostlico de la dicesis fue Mons. Juan Antonio Ruano y Martn (1898-19051.

    25

  • como las abuelas. En la partida de bautismo de la hija, los padres aparecen como vecinos y comerciantes de Barbastro33. Trmino que no desdice de su distinguida condicin social, observa con cierto pundonor la baronesa de Valdeolivos, porque los comer-ciantes, en aquel tiempo en Barbastro, constituan la aristocracia del pueblo. Y, por lo que se refiere al matrimonio, aade que su si-tuacin econmica era buena y desahogada, siendo muy esti-mados en la poblacin34.

    Don Jos, espritu un tanto emprendedor y muy metdico, a los pocos aos de establecerse en Barbastro tena una red de relacio-nes comerciales por toda la comarca, aunque su centro de opera-ciones continu en la calle Ricardos. Era Barbastro cabeza de par-tido, plaza comercial de muchos pueblos a la redonda, y contaba con ms de siete mil habitantes. Por su buen emplazamiento geo-grfico, entre Huesca y Lrida, capitales de provincia, y su enlace fe-rroviario con la lnea Barcelona-Zaragoza, resultaba centro obli-gado de compras y tratos en toda la regin. Sus ferias peridicas de ganado y productos agrcolas mantenan activo dicho trfico.

    A los ocho aos de permanente residencia, la estampa de don Jos Escriv estaba ya fundida en el ambiente social de Barbastro. Era familiar en la iglesia, en la calle y en el casino. Tan slo llamaba la atencin por su aspecto elegante. De lejos se echaba de ver su cuidado en el vestir, discreto y sin exageraciones. Usaba bombn y posea una pequea coleccin de bastones de paseo. Era un caba-llero corts, risueo y bondadoso, aunque no demasiado expan-sivo, y ligeramente parco de palabra. Siempre mostr rectitud con los subalternos, generosidad con los necesitados y piedad para con Dios. Su tiempo se reparta entre el negocio y el hogar3".

    Negocio y familia marchaban prsperamente. Al entrar el ao

    ':: Cfr. Apndice V. 4 Cfr. Mara del Carmen de Otal Mart. Sum. 5986. As lo recuerdan sus contemporneos: Esperanza Corrales refiere que:

    Don Jos era de Fonz. un pueblo cercano, algo ms al norte, en la orilla iz-quierda del Cinca, a pocos kilmetros de Barbastro. Perteneca a una familia de terratenientes que proceda de Balaguer (Lrida). Era comerciante y se haba es-tablecido aqu desde que. con otros socios, puso un comercio de tejidos, "Here-deros de Cirilo de Latorre". que se llamara despus "Juncosa y Escriv". Estaba en la calle del general Ricardos, por donde pasa la carretera de Tarragona a San

    26

  • 1902 tuvieron otro hijo. Al nio, que acababa de nacer el 9 de enero, se le puso el nombre del padre. (Aos ms tarde uni sus dos primeros nombres de pila para formar el de Josemara. por de-vocin conjunta a San Jos y a la Santsima Virgen):iti.

    Con un nuevo cro en el hogar, doa Dolores ("Lola" para los de la familia), tuvo algo ms en que ocuparse; tambin la niera. La seora de la casa, casi diez aos ms joven que su marido, era de mediana estatura, maneras gentiles y serena belleza. Estaba adornada de un natural seoro y se mostraba suelta y sencilla en la conversacin. Al decir de quienes la trataron, destacaba por la paciencia y el buen carcter"", acaso heredados de su madre Flo-rencia, que supo educar la numerosa prole, de la que fue penl-timo eslabn doa Lola.

    Tras el porfiado tira y afloja entre las sedes episcopales, y resta-blecida la paz por Real Decreto, en 1898 ao del casamiento de los padres de Josemara, se hizo cargo de la dicesis don Juan Antonio Ruano y Martn, primer Obispo Administrador Apostlico

    Sebastin. All elaboraban tambin chocolate. Era, pues, una tienda con actividades diversas, de modo semejante a lo que sola suceder en ciudades como Barbastro. Cuando don Jos se cas con doa Lola as llambamos a Dolores Albas. era muy conocido y tena relaciones comerciales en toda la comarca (Esperanza Corrales, AGP, RHF. T-08203, p. 1).

    Y Adriana Corrales, la hermana de Esperanza, nos dice que don Jos era poco hablador, pero destacaba su serena y afectuosa sonrisa .... Tena tambin un gran seoro. Era hombre de porte elegante [ . . . ] . Tena una recia vida de pie-dad, que se manifestaba en la prctica de las devociones tradicionales: el Rosario en familia, la Misa y la Comunin frecuente, etc. (Adriana Corrales, AGP, RHF, T-08202, p. 4). Cfr. tambin: Martn Sambeat, AGP, RHF. T-03242, p. 1; y Pascual Al-bas. AGP, RHF, T-02848, p. 1.

    " ' Cfr. Apndices VIy VII; Alvaro del Portillo, Sum. 7. Cuando de pequeo le preguntaban cmo se llamaba, responda: Jos, que era tambin el nombre de su padre. Y a la vuelta de los aos, comentaba: cmo pude ser as de tonto, no me lo explico! Porque no se puede separar a Mara de Jos, ni al reces (cfr. tambin AGP, P03 1974. p. 1125).

    Siguiendo el rastro de las sentidas exclamaciones del Fundador en dilogo interior consigo mismo, puede comprobarse que el tiempo en que se efectu el cambio de nombre est sealado por una anotacin de final de junio de 1936 (iJoseniaria, en la Cruz!) (cfr. Apuntes, nn. 1282 y 13711. Y en su corresponden-cia, a partir de la C 136, del 28-X-35, firmar "Josemara".

    " Adriana Corrales, AGP. RHF. T-08202, p. 4: Martn Sambeat, RHF, AGP, T-03242. p. 2.

  • de Barbastro. El nuevo prelado se encontr con muchas cosas pen-dientes, por lo que, a grandes barridas, fue poniendo al da los asuntos eclesisticos. Con amplio criterio, y siguiendo una prctica tradicional y legtima en las iglesias hispnicas desde la Edad Me-dia, el 23 de abril de 1902 administr la Confirmacin a todos los pequeos de la ciudad38. Forman los confirmandos dos nutridos grupos: 130 nios y 127 nias. En el acta de esa Confirmacin co-lectiva se consignan, por orden alfabtico, los nombres de los pe-queos; y la lista llena seis folios. En el grupo de los nios aparece Josemara, que por entonces tena tres meses, y, entre las nias, su hermana Carmen, que no llegaba a los tres aos39.

    Rondaba el pequeo los dos aos cuando sus padres estima-ron que haba llegado la hora de dejar testimonio histrico de su ni-ez. Pero, al tratar de hacerle una foto desnudo, para el lbum de familia, cogi tan estrepitosa llorera y lanz tales berridos que hubo que desistir de la operacin. Doa Lola, con resignacin y paciencia, le volvi a vestir la camisa y, con cara de si lloro o no lloro, entre un puchero y una sonrisa, se despach la consabida foto para la posteridad4".

    >s En la Alta Edad Media era corriente administrar la confirmacin a conti-nuacin del bautismo, aunque a partir del Concilio de Colonia (1280) comienza a fijarse en las iglesias de Occidente la edad de la discrecin. El Catecismo del Con-cilio de Trente, aun admitiendo que se pueda conferir el sacramento de la confir-macin a los infantes ya bautizados, recomienda que no se haga hasta que alcan-cen el uso de razn. En Espaa y Portugal, y en las naciones evangelizadas por estos pases, se continu con la vieja prctica de confirmar los obispos a los nios de cualquier edad al hacer sus visitas pastorales; costumbre que el Cdigo de 1917 no revoca ni reprueba. El Papa Len XIII escriba el 22-VI-1897 al Obispo de Marsella recomendando encarecidamente que se confirmase a los nios antes de que hiciesen la primera Comunin.

    :H El acta original de la confirmacin se halla en el archivo de la parroquia de Na Sra. de la Asuncin. El extracto del acta, hecha la anotacin del "Escriv de Balaguer", dice:

    En los folios 1 y 2 del libro XLIII de Sacramentos (Confirmaciones) consta que D. Josemara Escriv de Balaguer y Albas recibi la Confirmacin, junto con otros nios y nias, en la Santa Iglesia Catedral de esta Ciudad, el veintitrs de abril de mil novecientos dos. El Santo Sacramento de la Confirmacin lo adminis-tr el Excmo. y Revdmo. Sr. D. Juan Antonio Ruano y Martn. Obispo de Barbas-tro, siendo padrinos D. Ignacio Carnps y Da Juliana Erruz

    4:: Cfr. Mara Dolores Fisac, AGP, RHF T-04956, p. 28.

    28

  • Tambin por ese entonces, a causa de una grave enfermedad, estuvo a punto de morir. Quizs se tratase de una infeccin aguda. Familiares y conocidos recordaban detalladamente el suceso, y cmo el nio haba sido desahuciado por los mdicos, que vean ya el desenlace fatal, inevitable e inmediato41. La noche anterior al inesperado suceso el doctor Ignacio Camps Valdovinos, mdico de cabecera de la familia, acudi a visitar al nio. Era un experimen-tado galeno, con buen ojo clnico, pero por aquel tiempo no era posible atajar el curso virulento de la infeccin. Ante la gravedad del caso tambin se haba presentado en casa de los Escriv otro mdico amigo de la familia, el homepata don Santiago Gmez La-farga. Y lleg un momento en que el doctor Camps hubo de decir a don Jos: Mira, Pepe, de esta noche no pasa.

    Con mucha fe venan los padres pidiendo a Dios la curacin del hijo. Doa Dolores comenz, con gran confianza, una novena a Nuestra Seora del Sagrado Corazn; y el matrimonio prometi a la Virgen llevar al pequeo en peregrinacin a la imagen que se ve-neraba en la ermita de Torreciudad, en caso de sanarle.

    A la maana siguiente, temprano, el Dr. Camps se fue a visitar de nuevo a la familia, para participar en su dolor, pues daba al nio por muerto. "A qu hora ha muerto el nio?", fue su primera pre-

    41 Entre mis recuerdos de Josemara refiere Pascual Albas, destaca, en aquellos aos de la infancia, por habrselo odo contar varias veces a mi padre, la romera que los padres de Josemara hicieron a la Virgen de Torreciudad, llevn-dole en brazos tena dos aos, para darle gracias porque se haba curado, por su mediacin, de una grave enfermedad de la que los mdicos le haban de-sahuciado (Pascual Albas. AGP, RHF, T-02848. p. 1).

    Y Esperanza Corrales cuenta que: Los Escriv, y con ellos muchos de los que compartan su vida en Barbastro, tuvieron siempre la conviccin de que a la intercesin de la Virgen se deba que Josemara hubiese sobrevivido a la grave enfermedad que contrajo, cuando tena unos dos aos. Los mdicos vean ya el desenlace fatal, inevitable e inmediato. Slo quedaba la oracin de su madre, acompaada de la promesa de peregrinar con el nio sano a Torreciudad. As fue. La enfermedad hizo inesperada crisis y el pequeo Josemara sali adelante a pesar del sombro augurio de los mdicos. Cuando ya estuvo bien, el matrimo-nio Escriv, con el nio en brazos, cumplieron la promesa de ir, como romeros, a darle gracias a la Virgen de Torreciudad (Esperanza Corrales. AGP, RHF. T-08203. p. 5). Cfr. tambin Martn Sambeat, Sum. 5678; y Santiago Escriv de Balaguer, Sum. 7320.

  • gunta al entrar. Y don Jos, con alegra, le contest que no slo no haba muerto sino que estaba completamente curado. Pas el m-dico a la habitacin y vio en la cuna al nio, agarrado a los barrotes y dando brincos saludables.

    Cumplieron los padres la promesa. A lomo de caballera y por sendas de herradura hicieron cuatro leguas largas. Doa Lola lle-vaba al hijo en brazos. Sentada en silla, a la amazona, pas miedo con el traqueteo, por entre riscos y abruptos barrancos, que caan sobre el ro Cinca. En lo alto estaba la ermita de Torreciudad y, a los pies de la Virgen, ofrecieron al nio en accin de gracias4-.

    Recordando aos ms tarde este episodio, doa Dolores repi-ti ms de una vez al hijo: Hijo mo, para algo grande te ha de-jado en este mundo la Virgen, porque estabas ms muerto que vivo43. Por su parte, Josemara dej testimonio por escrito, en 1930, de su conviccin de haber sido curado por la Santsima Vir-gen: Seora y Madre ma! T me diste la gracia de la voca-cin; me salvaste la vida, siendo nio; me has odo muchas veces /...4i.

    2. Aquellos blancos das de m niez

    De la enfermedad no le qued rastro alguno. Gozaba de estu-penda salud. Era la envidia de todas las madres de Barbastro, acostumbradas a ver al nio, sentado en el balcn y con las piernas

    ''- Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 13; Javier Echevarra, Sum. 1767-1768; Fran-cisco Botella, Sum. 5608; Jos Luis Mzquiz, Sum. 5792.

    ;i Mors. Alvaro del Portillo aade; He odo esta frase directamente de la madre de nuestro Fundador (Alvaro del Portillo. PR; p. 32). Otras variantes: Hijo mo. tu ya estabas ms muerto que vivo; cuando Dios te ha conservado en la tierra, ser para algo grande... AGP P01 1977. p. 1 2 1 ) . Cfr. tambin Javier Echevarra, Sum. 1767.

    44 Apuntes, n. 122. Y en 1934. haciendo unos ejercicios espirituales, escribi una larga lista de favores recibidos, el primero de los cuales era, precisamente, su curacin: Meditacin. Lo que Dios nuestro Seor me ha dado particular-mente a m.

    1 / Por medio de su Madre mi Madre. siendo nio, me devolvi la salud ::biem. n. 1756 i. Cfr. tambin Silvestre Sancho, Sum. 5393.

    30

  • colgndole por entre los barrotes, mientras saludaba gozoso a los transentes desde lo alto45.

    Fuerte y despierto, posea el chiquillo una gran capacidad de observacin, gracias a la cual retuvo en su memoria hechos muy tempranos. Entre esos primeros recuerdos estn las oraciones aprendidas de labios de la madre y que, con la ayuda de don Jos o doa Dolores, recitaba al levantarse o al acostarse. Oraciones inge-nuas, cortitas e infantiles, al Nio Jess, a la Virgen o al ngel de la Guarda:

    "ngel de mi guarda, dulce compaa, no me desampares ni de noche ni de da. Si me desamparas, qu ser de m? ngel de mi Guarda, ruega a Dios por m'm.

    Algunas aprendidas tambin de las abuelas:

    "Tuyo soy, para ti nac: qu quieres, Jess, de m?"47.

    Ms adelante recitara el nio el "Bendita sea tu pureza" y el ofrecimiento a la Virgen:

    "Oh Seora ma, oh Madre ma, yo me entrego entera-mente a Vos, y en prueba de mi filial afecto os consagro en este da mis ojos, mis odos, mi lengua, mi corazn. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Ma-

    '" Cfr. Alvaro del Portillo, Surn. o 6. Sobre su completa curacin: Martn Sam-beat. Sum. 5678; Santiago Escriv de Balaguer, Sum. 7320; Pascual Albas, AGP, RHF.T-02848, p. 1.

    " Cfr, Lista de oraciones que el Siervo de Dios aprendi de sus padres; odas directamente del Siervo de Dios y fielmente trascritas, Mons. Joaqun Alonso, PR, p, 1651, doc. 41". Otra ms, por ejemplo: Sagrado Corazn de Je-ss, en Vos confo. Dulce Corazn de Mara, sed la sal acin ma. Cfr. tam-bin; Alvaro del Portillo. Sum. 22; Javier Echevarra. Sum. 1796; Javier de Avala. Sum. 7623.

    ;: Otras de este gnero: Las doce han dado. / Jess no viene. / Quin ser el dichoso / que lo detiene'.' Cfr. Alvaro del Portillo. PR, p. 43: Javier Echeva-rra, Sum. 1777; Jess Alvarez Gazapo. PR, p. 1272.

    31

  • dre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesin vuestra "48.

    Durante toda su vida se sinti reconocido a sus padres por esas oraciones, que quedaron grabadas en su mente y en su corazn. Las recit con frecuencia y recurri a ellas en momentos de seque-dad espiritual49.

    No haba alcanzado an plenamente el uso de razn cuando gustaba de acompaar el rezo familiar del rosario, o ir con los pa-dres a misa, o asistir a la sabatina de San Bartolom, un oratorio al lado de su casa, donde bajaban los Escriv todos los sbados a re-zar la Salve511. Sus recuerdos estaban especialmente ligados a las fiestas hogareas de Navidad, en que junto con Carmen ayudaba al padre a montar el nacimiento, cantando en familia villancicos po-pulares. Se acordaba, sobre todo, de uno que deca: "Madre en la puerta hay un Nio". La letra de la cancin tena un estribillo en que el Nio Jess repeta: "Yo baj a la tierra para padecer". Desde la cuna a la sepultura le acompa la cancin. Cuando yo tena unos tres aos contaba en familia, mi madre me can-taba esta cancin, me tomaba en sus brazos, y yo me ador-meca muy a gusto^1. En sus ltimos aos, al orlo cantar durante las Navidades, se conmova, absorbiendo todos sus sentidos en oracin.

    Viva doa Lola enteramente dedicada al hogar. Junto con el marido, centr sus esfuerzos en la educacin de Carmen y Josema-ra, creando un ambiente familiar al que luego se agregaron los hi-jos que ms tarde les envi el Seor. El ama de casa era mujer de carcter y mucho sentido comn. Y cuando el hijo, que como to-dos los nios tena sus pequeos antojos y manas, se empeaba

    4" Cfr. "Lista de oraciones", ya citada. 44 Cfr. Conversaciones, n. 103; AGP, P04 1972, p. 748; AGP. P04 1974, p. 114. :>" Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 45; Encarnacin Ortega, PM; f. 27v; Mara del Carmen de Otal Mart, Sum. 5995.

    "' Cfr. AGP, P01 XII-1957, p. 47; Alvaro del Portillo, Sum. 24.

  • en no comer algo, sin perder la calma le deca: No quieres to-mar de esto7, pues no lo tomes; y no le servan otra cosa52.

    Un da le pusieron delante un plato que no le gustaba y, pre-viendo que detrs vena el ayuno, lo estrell enfadado contra la pa-red, que estaba empapelada. No se cambi el papel. Durante va-rios meses qued all la mancha, para que el pequeo se empapase bien con el recordatorio de su rabieta53.

    Las finas dotes pedaggicas de la madre iban a veces acompa-adas de dichos proverbiales o de frases con moraleja. A la tenden-cia al descuido, al dejar la ropa tirada o las cosas revueltas, opona una sabia advertencia: los dems no estn para ordenar lo que desordenamos nosotros. No abusaba nunca del servicio doms-tico ni tena en desdoro servir a los dems, iNo se me caern los anillos! sola decir, y su ejemplo era una suave y continua invita-cin para sus hijos. Tambin les precava de los juicios temerarios con una de aquellas frases suyas: no hay palabra mal dicha, sino mal entendida; para que nunca se escandalizasen de nadie por malicia54.

    Con los aos, en las consideraciones de Josemara sobre el comportamiento humano, apareceran, aqu o all, algunas pala-bras sapienciales odas a doa Dolores.

    De pequeo nos cuenta haba dos cosas que me molestaban mucho: besar a las seoras amigas de mi ma-dre, que venan de visita, y ponerme trajes nuevos.

    Cuando vesta un traje nuevo, me esconda debajo de la cama y me negaba a salir a la calle, tozudo...; y mi ma-dre, con un bastn de los que usaba mi padre, daba unos ligeros golpes en el suelo, delicadamente, y entonces sala: por miedo al bastn, no por otra cosa.

    Luego, mi madre con cario me deca: Josemara, ver-genza slo para pecar. Muchos aos despus me he

    '- Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 10. r i< Sobre la mancha en la pared empapelada: Javier Echevarra, Sum. 1794. "4 Sobre las mencionadas ancdotas: cfr. Carta 29-X-1947; 14-11-966, n. 8. Cfr. tambin Alvaro del Portillo, PR, p. 55.

    33

  • dado cuenta de que haba en aquellas palabras una razn muy profunda^.

    En favor del hijo hay que decir que sobrados motivos haba para que el besuqueo de aquellas buenas seoras a veces se le hi-ciera insoportable, sobre todo el de una pariente lejana de su abuela, persona de edad a la que apuntaban unos pelos en el bi-gote, que raspaban la cara del nio, al besarle. La madre se haca cargo, indudablemente, de las molestias que causaban a Josema-ra, al que estrujaban dejndole manchada toda la cara de polvos y colorete. Cuando avisaban la presencia de una visita, antes de salir al recibidor, doa Dolores deca al hijo con un guio de picarda: fulanita vendr estucada y no la podemos hacer rer, porque se descascarilla56.

    Los pequeos jams vieron reir entre s a los padres. En el ho-gar haba afecto, respeto y buen trato para con el servicio, que era como parte de la familia. Cuando alguna de las muchachas de la casa iba a casarse, el matrimonio la provea de un ajuar de bodas, como si de su propia hija se tratase57.

    Los padres eran muy madrugadores, a pesar de acostarse des-pus que el resto de la casa. Por la maana, don Jos sala para el trabajo con extrema puntualidad, de forma que siempre se saba dnde estaba y cundo volvera. El pequeo esperaba con im-paciencia e ilusin el regreso de don Jos. Otras veces corra a su encuentro; al terminar la jornada iba a la tienda de la calle Ricardos y se entretena en contar las monedas de la caja, mientras su padre aprovechaba para explicarle las nociones elementales del sumar y restar. Y de camino hacia casa, en la poca del otoo, don Jos

    ^ Las citas de estos tres prrafos corresponden, respectivamente a: Carta 24-111-1931, n. 39; Meditacin del 14-11-1964; y Carta 9-1-1932. n. 39. Cfr. tambin: Carta 6-V-1945, n. 44; Alvaro del Portillo, Sum. 10; Javier Echevarra, Sum. \ 793; Francisco Botella, Sum. 5608.

    '6 Cfr. AGP, P04 1974, p. 433. 1 Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 55. Tan alta estima tena don Jos del servi-

    cio, que le deca al hijo: Josemara, a las personas que trabajan en el servicio de la casa hay que respetarlas como a todas las almas, y como si fueran una ms de la familia, porque eso son (Javier Echevarra, Sum. 1789. Cfr. tambin Carta 29-VII-1965. n. 26.

    34

  • compraba castaas asadas y se las echaba en el bolsillo del gabn. Entonces Josemara, de puntillas, meta la manila en busca de la fruta para encontrarse con un tierno apretn de la mano del padre58.

    Las gentes de Barbastro les vieron durante muchos aos pa-sear juntos. Esa ntima relacin de confianza y amistad que existi entre padre e hijo se deba a la solicitud de don Jos, que cultivaba en Josemara la generosidad y la sinceridad. Nunca le peg. Sola-mente una vez se le escap un carioso cachete, ante la tozudez del nio, que se resista a sentarse en una silla alta en el comedor, porque l quera ser como los mayores59.

    Le invitaba el padre a que abriese el corazn y le contase sus preocupaciones, con objeto de ayudar al pequeo a vencer arreba-tos impulsivos de su naciente carcter o a sacrificar gustos y capri-chos. Don Jos le escuchaba sin apresuramientos y satisfaca las preguntas propias de la curiosidad infantil ante la vida. Al hijo le agradaba ver que el padre se mostrara disponible para ser consul-tado y que, si le haca una pregunta, le tomase siempre en serio60.

    El matrimonio ense a sus hijos a practicar la caridad con he-chos y sin ostentacin. Unas veces prestando consuelo espiritual; otras, aadiendo una limosna. Exista por entonces, en muchos pueblos y villas de Espaa, la costumbre de dar limosna un da fijo a la semana, en las casas de las familias pudientes. Por lo que re-fiere un sobrino de la familia, los Escriv siguieron esa costumbre: Don Jos, dice Pascual Albas, era muy limosnero; todos los sba-dos se formaba una gran cola de pobres que iban a buscar su li-mosna, para todos haba siempre algo61. Al pequeo Josemara se le qued borrosamente impresa la imagen de una gitana que no acuda los sbados, como los dems pobres. La vea de tarde en tarde penetrar en la casa con llaneza, a peticin de la madre. La gi-tana, como envuelta en el misterio, se encerraba a charlar con doa Dolores donde no pudieran interrumpirlas, en el dormitorio de la seora, all donde no tenan acceso ni los parientes ms prxi-

    5S Sobre estas ancdotas: cfr. Alvaro del Portillo. Sum. 27, 28 y 29. 59 Cfr. Alvaro del Portillo. Sum. 10. 50 Cfr. Alvaro del Portillo. Sum. 27; Javier Echevarra, Sum. 1794. 51 Pascual Albas. AGP, RHF, T-02848, p. 2; Esperanza Corrales, AGP. RHF, T-

    08203, p. 2.

    35

  • mos. Nunca comprendi el pequeo las razones de estas excepcio-nales visitas. En cuanto a la gitana, que se llamaba Teresa, slo de manera muy imprecisa supo que era mujer que se sacrificaba por los de su sangre, y que vena a consultar alguna secreta pena62.

    Representaba un vivo placer para el nio repartir, entre los mendigos que pedan limosna a la puerta de la catedral, las mone-das que le daba don Jos cuando la familia asista a misa los do-mingos y das de fiesta63. Al acercarse a la catedral, que impona por su austera mole de piedra, Josemara se apresuraba, compasivo, a socorrer a un pobre lisiado apostado a la entrada. Luego, una vez dentro, con la luz tamizada por los altos ventanales, su mirada es-calaba por los haces de las esbeltas columnillas para perderse en la enramada de nervaturas que trenzan las bvedas. Al pasar ante una de las capillas laterales, una imagen yacente de la Virgen retena su curiosidad. Su vista fascinaba dulcemente al nio. Por la fiesta de la Asuncin se expona dicha imagen a la veneracin de los fieles, pues representaba la Dormicin de Nuestra Seora.

    Un cuarto de siglo ms tarde, en 1931, al llegar esa fiesta del 15 de agosto, brincarn en su corazn recuerdos emotivos de la niez:

    Da de la Asuncin de nuestra Seora 1931: [...]. Realmente, gozo, parecindome estar presente... con la Trinidad beatsima, con los ngeles recibiendo a su Reina, con los Santos todos, que aclaman a la Madre y Seora.

    Y recuerdo aquellos blancos das de mi niez: la cate-dral, tan fea al exterior y tan hermosa por dentro... como el corazn de aquella tierra, bueno, cristiano y leal, oculto tras la brusquedad del carcter baturro.

    Luego, en medio de una capilla lateral, se alzaba el t-mulo donde la imagen yacente de Nuestra Seora descan-saba... Pasaba el pueblo, con respeto, besando los pies a la Virgen de la Cama...

    '- Cfr. Javier Echevarra, Sum. 1771. 11 Desde su ms tierna edad el pequeo sinti ilusin por or la misa del

    "Gallo", a medianoche, el da de Navidad; y las tres misas del da de difuntos, so-brecogido por la solemnidad de la liturgia. Cfr. Javier Echevarra, Sum. 1770 y 1776.

    36

  • Mi madre, pap, mis hermanos y yo bamos siempre juntos a or Misa. Mi padre nos entregaba la limosna, que llevbamos gozosos, al hombre cojo, que estaba arri-mado al palacio episcopal. Despus me adelantaba a to-mar agua bendita, para darla a os mos. La Santa Misa. Luego, todos los domingos, en la capilla del Santo Cristo de los Milagros rezbamos un Credo. Y, el da de la Asun-cin como he dicho, era cosa obligada adorar (as de-camos) a la Virgen de la Catedral64.

    % %

    En el hogar paterno dice de s don Josemara trataban de darme una formacin cristiana, y all la adquir, ms que en el colegio, aunque desde los tres aos me levaron a un colegio de religiosas, y desde los siete a uno de religiosos^5.

    f:A Apuntes, nn. 228 y 229. Sobre las imgenes del Santo Cristo de los Milagros y de la capilla de la Asuncin: cfr. S. Lpez Novoa. ob cit., I, p. 255-260. Acerca de la devocin del Fundador a ese Crucifijo: Alvaro del Portillo, Sum. 23. Esta imagen, al igual que la de la Virgen, fue destruida por los revolucionarios en 1936.

    w Cfr. Meditacin del 14-11-1964; Francisco Botella, Sum, 5609. Santiago Es-criv de Balaguer traza en dos palabras el itinerario de la formacin de su her-mano de nio:

    Las personas que influyeron en la formacin moral y religiosa del Siervo de Dios fueron, en primer lugar, nuestros padres, especialmente nuestra madre. Su formacin intelectual la recibi primeramente en un parvulario de las Hijas de la Caridad y, siendo ya un poco mayor, en el colegio de los PP. Escolapios de Barbastro fcfr. Santiago Escriv de Balaguer, PM, f. 1297). El colegio de las Hijas de la Caridad fue el primer colegio de nias que tuvo en Espaa la Congregacin fundada en 1633 por San Vicente de Pal y Santa Luisa de Marillac.

    A fines del siglo XVIII, un cannigo de Barbastro, don Antonio Jimnez, dej todos sus bienes para la fundacin de un Colegio de Hijas de la Caridad que se hi-ciera cargo de la enseanza de las nias y, en 1782 los padres Pales establecidos en Espaa enviaron a Pars a seis jvenes para que se formaran en el espritu y obras de la Congregacin para implantarla luego en Espaa. Eran cuatro catala-nas y dos aragonesas, una de las cuales era de Barbastro y se llamaba Mara Blanc, casualmente uno de los apellidos que tendra el Siervo de Dios (cfr. S. L-pez Novoa, ob cit.. vol. I, p. 321). En 1790 las seis regresaron a Espaa y en 1792 se fund el Colegio de Barbastro (cfr. ibtdem, pp. 320-324).

    La Ley de Enseanza de 1857, conocida como Ley de Moyano, reguo la edu-cacin en Espaa con muchas modificaciones hechas con Decretos. Regla-mentos, etc. durante ms de un siglo.

    37

  • El parvulario de las Hijas de la Caridad, donde estuvo de 1905 a 1908, constaba de una sola aula con gradero. En la parte baja se entretena a los pequeuelos con juegos y canciones, y se les ense-aba el silabario. Mientras que en el fondo, en la parte de las gra-das, a diferentes alturas, las monjas formaban grupos separados con los nios un poquito mayores, explicndoles el Catecismo, la Historia Sagrada y dndoles nociones de Ciencias Naturales, tam-bin llamadas, con nombre menos pretencioso, "lecciones de co-sas". Josemara destac en el parvulario. No tanto por sus mritos, cuanto porque sus padres le haban dado anticipadamente en casa clases de Catecismo y Aritmtica, y le ensearon a leer. Pero fue una monja quien le inici en los primeros procesos de la escritura66.

    De aquellos aos de parvulario le qued prendido en la memo-ria un doloroso suceso de su primer perodo de infancia, de cuando cumpla los tres aos. Esta retentiva precoz, aunque no prodigiosa, se deba en gran parte a la impresin causada por la intensidad de los sentimientos o por cualquier choque demasiado brusco con la realidad. No era una impresin a ciegas sino que la sensibilidad del nio, realmente extraordinaria, despertaba en su alma el esfuerzo por comprender el significado y consecuencias de los hechos.

    Ocurri un da que a la niera, que iba a recogerle a la salida del parvulario para llevarle a casa, le dijeron que Josemara haba pegado a una nia, lo cual no era cierto. Sin embargo, recibi una fuerte reprimenda. Aquella injusta acusacin le doli en el alma. Por esta va entendi el sentido de la justicia, de forma que, de all en adelante, le qued impreso el no juzgar antes de haber odo al acusado67.

    La monjas tenan tan buena opinin del chiquillo que, en junio de 1908, en que acab su estancia en el parvulario, le propusieron como candidato a un concurso de Premios a la virtud. Este con-curso formaba parte de un programa de actos con los que el

    Hi Cfr. Alvaro del Portillo. Sum. 33. A las Hijas de la Caridad les qued agra-decido el alumno por sus enseanzas, y cuando aos ms tarde se enter de que una de las monjas, amiga y compaera de doa Dolores, haba sido asesi-nada durante la guerra civil espaola, se le vinieron irresistiblemente las lgrimas a los ojos.

    ;:7 Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 19; Javier Echevarra, Sum. 1774.

    38

  • Obispo Administrador Apostlico de Barbastro, don Isidro Bada y Sarradell, pensaba celebrar en la dicesis los 50 aos de la ordena-cin sacerdotal de su Santidad Po X68. Se nombr un jurado para la adjudicacin de los premios. El premio a que aspiraban los parvu-larios, que consista en treinta pesetas para objetos, se prometa al nio de cada una de las escuelas de instruccin primaria de esta ciudad que sea modelo de los dems por su aplicacin y buen comportamiento.

    El 4 de octubre de 1908 tuvo lugar la velada literario-musical y la distribucin de diplomas a los concursantes por el Sr. Obispo. Va-rios nios fueron premiados en el concurso de las virtudes infanti-les: uno de la escuela municipal de prvulos, dos del Colegio de los Escolapios, y Josemara como prvulo del Colegio de las Hijas de la Caridad. Terminada la velada se envi un telegrama a Roma, reite-rando al Papa, con motivo del Jubileo, el testimonio del amor filial de toda la dicesis.

    Enseguida lleg a Barbastro la respuesta:

    Roma, 6. Administrador Apostlico. El Padre Santo, agradecido filial homenaje con motivo de

    su Jubileo, bendice con efusin a V.S., a las autoridades, clero y fieles de Barbastro. Cardenal Merry del Val69.

    3. La primera Comunin

    En octubre de 1908 Josemara era alumno de los Escolapios. El colegio de los PP. Escolapios de Barbastro fue el primero que estos religiosos abrieron en Espaa7". Su fundador, san Jos de Calasanz,

    66 Cfr. "Boletn Eclesistico Oficial del Obispado de Barbastro", ao LV, nm. 18, del 24-XI-1908, que recoge circulares del ao anterior, bases de los concursos, resultados y premios, etc.

    69 Cfr. ibidem. 70 Las Escuelas Pas, oficialmente autorizadas por la Santa Sede en 1617, se

    difundieron, junto con esta Congregacin religiosa, por Europa y Amrica. Ya en 1677 la ciudad de Barbastro manifest al General de los Escolapios su deseo de

    39

  • haba nacido en el mismo pueblo en que vivi el abuelo paterno de Josemara, en Peralta de la Sal, a 20 kilmetros de Barbastro. La en-trada del colegio estaba no lejos de la casa de los Escriv.

    A los dos das de recibir el telegrama del Cardenal Merry del Val, el Obispo de Barbastro comenz una visita pastoral a la di-cesis. Ya desde el mes anterior se vena recordando en la parro-quia de Nuestra Seora de la Asuncin, en la catedral, la conve-niencia de que se confesaran los adultos y todos los nios que estuvieran en disposicin de hacerlo, para lucrar as las indulgen-cias de la visita pastoral. Fue en ese curso 1908-1909, en que el nio asista a la "Escuela de Prvulos" de los Escolapios, cuando doa Dolores prepar personalmente al hijo para la primera con-fesin. Luego le llev a su confesor, el padre Enrique Labrador71. Seis o siete aos tena Josemara cuando su madre le acompa hasta la iglesia.

    Solan entonces confesarse los hombres por delante del confe-sonario y las mujeres, por la rejilla lateral. El buen escolapio recibi al nio, que al arrodillarse desapareci por detrs de la portezuela. Tuvo que abrirla para que se arrodillase dentro. Comenz el pe-nitente a desgranar sus pecados, y el padre Labrador le escuchaba con una sonrisa. Por un momento el nio se descorazon pen-sando que no le tomaba en serio, como haca, en cambio, don Jos. Al fin, el confesor le hizo una breve recomendacin y le im-puso la penitencia.

    Esa primera confesin le dio una gran paz de espritu. Volvi

    que abriesen all un colegio. La fundacin fue aprobada por el Papa y por el rey Carlos II en 1679. pero a causa de ciertas dificultades e injusticias que surgieron, sus profesores se retiraron. Ms adelante, unos parientes de San Jos de Calasanz hicieron donacin de sus bienes y en 1721 pudo abrirse una escuela pblica de pri-meras letras y gramtica latina (cfr. S. Lpez Novoa, ob. cit.. I, pp. 307-314). El Co-legio, que estaba en el barrio de Entremuro, se ampli con una magnfica iglesia.

    1 Sobre la visita pastoral: cfr. "Observaciones sobre la S. Visita Pastoral", en el B.E.O. de Barbastro, ao 1908. p. 180. Y. acerca de la preparacin por parte de la madre: cfr. Florencio Snchez Bella. Sum. 7539; Javier de Avala, AGP, RHF, T-15712, p. 4. Cfr. tambin AGP, RHF. D-04311-7.

    El P. Enrique Labrador de Santa Luca haba nacido en Codoera (Teruel], en 1855. Estuvo en Barbastro desde octubre de 1902 hasta agosto de 1909. Tendra unos 52 aos cuando el pequeo Josemara hizo su primera confesin. Falleci pocos aos despus, en 1912, en Daroca.

    40

  • corriendo a casa, para anunciar que tena que cumplir la peniten-cia. Su madre se ofreci a ayudarle.

    No se neg el pequeo, esa penitencia la cumplo yo solo. Me ha dicho el Padre que me deis un huevo frito72.

    Tena dos hermanas menores que l: Mara Asuncin, nacida el 15 de agosto de 1905 y Mara de los Dolores, que naci el 10 de fe-brero de 1907. Una tercera, Mara del Rosario, vino al mundo el 2 de octubre de 19097!.

    Con cinco hijos, la madre haba adquirido experiencia para manejar a la chiquillera. Dada su condicin social tena buen servi-cio domstico. Adems de la cocinera y de una doncella para la limpieza de la casa, contaba con una niera y un mozo que, por temporadas, les echaba una mano en faenas impropias de muje-res. A doa Dolores, mujer muy hacendosa, siempre se la vea po-niendo orden en la casa, pues posea mucho sentido prctico. Cuando los nios volvan del colegio, a veces con sus amigos, les

    72 Javier Echevarra, Sum. 1780; y Alvaro del Portillo, Sum. 40. De su viaje de catequesis por la pennsula ibrica, en 1972, son estas palabras:

    Hay muchos que no quieren, que desprecian el Sacramento, y hasta dicen, por ejemplo, que confesar a los nios es perder el tiempo, y que los nios se asustan.

    A m me llen mi madre a su confesor, cuando tena seis o siete aos, y me qued muy contento. Siempre me ha dado mucha alegra recordarlo... Sabis lo que me puso de penitencia? Os lo digo, que os moriris de risa. An estoy oyendo las carcajadas de mi padre, que era muy piadoso pero no beato. ,\!o se le ocurri al buen cura era un frai-lecito muy majo ms que esto: dirs a mam que te d un huevo frito. Cuando se lo dije a mi madre, coment: hijo mo, ese padre te poda haber dicho que te comieras un dulce, pero un huevo frito... Se ve que le gustaban mucho los huevos fritos! ,\o es un encanto?

    Que venga al corazn del nio que todava no sabe nada de la vida el confesor de la madre, a decirle que le den un huevo frito... iEs magnfico! Aquel hombre vala un imperio! (AGP, P04 1972, p. 312). 7: Las actas del bautismo se encuentran en los archivos de la Parroquia de Nuestra Seora de la Asuncin de Barbastro, ''Libro de Bautismos XLIVr', fol. 35, 641, 15v., respectivamente.

    41

  • tena destinado para sus juegos un cuarto, al que llamaban la leo-nera14. En su trato usaba discretamente la flexibilidad o, por el con-trario, se mostraba inflexible, segn los casos. A veces los peque-os alborotaban en la mesa los das de fiesta, cuando se serva pollo. Todos parecan ponerse de acuerdo para reclamar una pata. Doa Dolores, sin perturbarse, comenzaba a multiplicar patas al pollo: tres, cuatro, seis; cuantas fueran necesarias. Sin embargo, no toleraba antojos, ni que los nios se metiesen en la cocina a comer fuera de hora. La cocina era para los nios una permanente tenta-cin. En cambio, doa Dolores slo entraba all excepcionalmente, para ver cmo iban las cosas o para preparar un plato extraordina-rio. Y extraordinarios eran los "crespillos", que aparecan el da de su santo o en muy contadas ocasiones familiares7"1. Era un postre al alcance de cualquier fortuna y no tena otro secreto culinario que el saberlo presentar en su punto: unas hojas de espinaca rebozadas en un batido de harina y huevo; se pasaban luego por la sartn con un poco de aceite hirviendo y, calentitas y espolvoreadas de azcar, se servan a la mesa. En la casa de los Escriv siempre se salud con ilusin el da de los "crespillos".

    Haba tambin otra razn por la que el nio merodeaba cerca de la cocina, aparte de los dulces o las patatas fritas. Las chicas de servicio le contaban dichos e historietas. Sobre todo Mara, la coci-nera. Saba sta un cuento de ladrones, sin tragedias ni violencias. Uno, y nada ms que uno. Pero lo contaba de manera magistral y el pequeo nunca se cansaba de orlo repetir76. Escuchando a Ma-ra comenzaron a despuntar sus dotes de narrador.

    Algunas tardes, al regresar Carmen con sus amigas de colegio, se encerraban a jugar en la leonera. Doa Dolores, condescen-diente con sus aficiones, las entretena o les daba algunas prendas

    1 Mi hermana mayor, Esperanza. cuenta Adriana Corrales vino a ser ntima de Carmen, la hermana mayor de Josemara, porque tenan prcticamente la misma edad [ . . . ] . Muchas horas de mi infancia las pas en aquella casa de los Escriv, en la calle Argensola, con sus balcones principales dando a la plaza [.. .). Unas veces nos quedbamos en una habitacin que haban destinado a los nios y que llambamos la "leonera" porque a doa Lola le gustaba que jugsemos en su casa (Adriana Corrales, AGP, RHF, T-08202, p. 1).

    r' Cfr. Alvaro del Portillo, PR, p. 28; Carta 29-V1I-J965, n. 49. 7r Javier Echevarra, PR, p. 1921; Jess Alvarez Gazapo, Sum. 4464.

    42

  • viejas para jugar. Frecuentemente refiere Esperanza Corrales nos quedbamos a merendar y recuerdo que nos daban pan con chocolate y naranjas77.

    Si Josemara no haba salido con sus amigos, se pasaba por la leonera para divertir a las nias. Le gustaba entretenernos cuenta la baronesa de Valdeolivos. Muchas veces bamos a su casa y nos sacaba sus juguetes: tena muchos rompecabezas78. Tambin tena soldados de plomo, y bolos, y un caballo grande de cartn con ruedas en el que montaba a las nias por turno, mien-tras las paseaba por la habitacin tirando al caballo del ronzal. Y si las nias alborotaban, el propietario de la caballera pona paz con unos buenos tirones de trenzas.

    Pero lo que ms le gustaba cuando estaba con nosotras re-cuerda Adriana, hermana de Esperanza era sentarse en una me-cedora del saln y contarnos cuentos normalmente de miedo, para asustarnos que inventaba l mismo. Tena viva la imagina-cin y nosotras estaran Chon y Lolita, sus hermanas, que eran tres y cinco ao menores que Josemara le escuchbamos aten-tamente y un poco asustadas79.

    * # *

    De 1908 a 1912, en que comienza sus estudios de bachillerato, Josemara prepar la "enseanza primaria". Segn las disposicio-nes vigentes la jornada escolar era de seis horas de clase, tres por la maana y tres por la tarde. Para el hijo de los Escriv el horario se prolongaba. Por las tardes haca los deberes bajo la supervisin de un profesor, para su mejor aprovechamiento. Curso tras curso es-tudiaban los alumnos las mismas asignaturas, aunque cada ao con mayor amplitud. El currculo de materias era un combinado enciclopdico de ingredientes dispares, que abarcaba desde las

    77 A doa Dolores, aade, le gustaba colaborar en nuestras aficiones y jue-gos. Algunas veces nos dejaba cosas viejas esas que siempre hay en las ca-sas, para disfrazarnos (cfr. Esperanza Corrales. AGP, RHF. T-08203. p. 3).

    7S Mara del Carmen Otal Mart, AGP, RHF, T-05080, p. 1. 7:4 Adriana Corrales, AGP, RHF, T-08202. p. 8.

    43

  • Nociones de Higiene y los Rudimentos de Derecho hasta el Canto o el Dibujo80.

    La enseanza especfica y sobresaliente del colegio era la escri-tura, arte en el que los Escolapios tenan fama justificada. La "letra escolapia" era una gallarda letra espaola, alta, gruesa y sin ador-nos o rasgos extravagantes81. Conseguir maestra requera mucha aplicacin. Los principiantes emborronaban hojas y ms hojas de papel. Los renglones se les iban en curvas caprichosas, como el perfil de una cordillera. Se manchaban los dedos al hundir el pali-llero en los pocilios de tinta. Luego vena el maestro, corrigiendo a

    s" En la enseanza primaria curs las siguientes asignaturas: Doctrina cris-tiana y nociones de Historia Sagrada; Lengua castellana, lectura, escritura y gram-tica; Aritmtica; Geografa e Historia; Rudimentos de Derecho; Nociones de Geo-metra; Nociones de Ciencias fsicas, qumicas y naturales; Nociones de higiene y fisiologa humana; Dibujo; Canto; Trabajos manuales y Ejercicios corporales.

    El vendaval revolucionario se llev en 1936 la mayor parte de los documentos del archivo del Colegio de los PP. Escolapios. Quedan, no obstante, los ''Libros de Registro de Asistencia" y los llamados "Cuadernos del Padre Manuel".

    Los Libros de Registro de .Asistencia contienen folios formalizados para con-trolar la asistencia de los alumnos. No estn en muy buen estado de conserva-cin. Se han encontrado datos referentes al alumno en el Libro de Registro de la Escuela Completa de nios o Escuela de Escribir (1904-1912) y en el Libro de Re-gistro de la Escuela de Ampliacin o Escuela Nueva.

    Los Cuadernos del Padre Manuel eran los cuadernos donde el P. Manuel La-borda llevaba las listas de los alumnos que tena en clase. Se conservan cuader-nos, cosidos entre s, sin guardar bien el orden, desde 1872 hasta 1915 en que dej de dar clases.

    Tambin hay algunos datos que se refieren al pequeo Josemara en el Boletn Oficial del Obispado, ao LV. n. 18, 18-24-XI-1908, p. 284, y en el semanario Juventud del 13-111-1914 y del 12-V1-1914.

    Consta en estos documentos que, durante el curso 1908-09, era alumno de la Escuela de prvulos y durante el curso 1910-11 dla Escuela elemental com-pleta. Aunque no hay datos, puede deducirse que en el curso 1909-10, cursara la Escuela elemental incompleta. En el curso 1911-12 aparece inscrito en la Escuela de ampliacin y el 11 de junio de 1912 aprob la enseanza primaria e ingres en el bachillerato en el Instituto de Huesca. Consta tambin que durante los cursos 1912-1913 y 1913-1914 curs el primero y segundo de bachillerato}' que el sema-nario Juventud lo cit como uno de los alumnos ms aventajados de los PP. Esco-lapios. En el Colegio no hay datos sobre su asistencia en el curso 1914-1915 en el que hizo el tercero de bachillerato (cfr. certificado extendido por el P. Vicente Mo-reno SchP, Rector del Colegio, en Barbastro, el 14-11-1984: AGP, RHF, D-04311-8).

    " Cfr. J. Lecea Pellicer, as Escuelas Pas de .Aragn en el siglo XVIII, Madrid 1972, pp. 48yss.y264yss.

    44

  • los nios. Les mostraba cmo empuar la pluma y, para que si-guiesen horizontalmente los renglones, les pona debajo del papel una falsilla, cuyas rayas se transparentaban, rectilneas y paralelas.

    Con los aos esos recuerdos suscitaran en la mente de Jose-mara metforas sobrenaturales. En su omnipotencia Dios no pre-cisa de falsilla ni de palillero, porque as como los hombres escri-bimos con la pluma, el Seor escribe con la pata de la mesa, para que se vea que es l el que escribe-2.

    Josemara adquiri pronto un estilo caligrfico fcilmente reco-nocible a todo lo largo de su vida. Su personalidad se muestra en los trazos enrgicos, amplios y sencillos, que hacen inconfundible su escritura, desde una poca temprana de colegial. En sus rasgos se revela un temperamento decidido, franco y generoso.

    De pequeo refera su hermana Carmen cuidaba mucho de no lesionar los derechos de los dems: prefera perder a que un compaero suyo saliera perjudicado83. Pues bien, algo parecido menciona un compaero de colegio cuando dice que no era pen-denciero, y ceda fcilmente antes de reir84. Lo cual no significa

    M A. del Portillo: Monseor Escriv de Balaguer, instrumento de Dios (texto publicado en En Memoria de Mons. Josemara Escriu de Balaguer, Eunsa, Pam-plona 1976), p. 34. Y en Camino, n. 882, se lee otra imagen escolar, autobiogr-fica, a lo divino: Ten compasin de tu nio: mira que quiero escribir cada da una gran plana en el libro de mi vida... Pero, soy tan rudo!, que si el Maes-tro no me lleva de la mano, en lugar de palotes esbeltos salen de mi pluma cosas retorcidas y borrones que no pueden ensearse a nadie.

    Desde ahora, Jess, escribiremos siempre entre los dos. *' Cfr. Encarnacin Ortega, AGP, RHF, 1*05074, p. 90. Josemara tena mu-

    chos amigos refiere Esperanza Corrales, amiga de Carmen: hijos de familias conocidas de sus padres y compaeros del colegio. Se reunan a veces en la casa de los Esteban el padre era Notario, propietarios del inmueble en el que es-taba el negocio "Juncosa y Escriv". Vivan en el primer piso de la misma casa de la calle del general Ricardos. All se reunan con Josemara y los hermanos Este-ban, los Cagigs. los Sambeat, los Lacau, los Fantoba (Esperanza Corrales. AGP, RHF, T-08203, p. 10).

    84 Martn Sambeat, Sum. 5681. Y aade Martn Sambeat que era buen com-paero de todos, y jugaba como todos a los juegos habituales de aquellos tiem-pos, tales como la peonza, las bolas, la pelota, el aro y los toros. Pascual Albas, primo de Josemara, refiere que sacaba unas calificaciones estupendas; era muy inteligente. En casa, siempre nos ponan como ejemplo las buenas notas que ob-tena Josemara. Tena muy buen humor, era muy alegre y constante en sus obli-gaciones, piadoso: se le notaba ya su gran personalidad (Pascual Albas. AGP, RHF.T-02848, p. 1) .

    45

  • que Josemara tuviese un carcter encogido, segn se deduce de su pelea con otro colegial, apodado "Patas puercas". Por razones que nadie detalla, se sacudieron de lo lindo hasta quedar ambos enteramente satisfechos. En todo caso, Josemara aprendi que la violencia es arma que jams convence al contrario, por lo que re-nunci a su empleo, de all en adelante*3.

    Su tendencia a ser generoso con sus compaeros revela una in-cipiente magnanimidad, que iba unida a su mucha delicadeza en el trato, como lo confirma lo excepcional de la pelea con "Patas puer-cas". Bueno es traer aqu la ancdota de cuando unos chiquillos de Barbastro clavaron un murcilago en la pared y despiadadamente lo apedrearon. A Josemara, al que la sensibilidad de su naturaleza impeda tomar parte en diversin tan cruel, se le qued grabado el recuerdo de aquel suceso86.

    Tambin recordaba que, yendo tranquilamente por la calle, en dos ocasiones se le acerc por detrs un perro y le mordi, sin pre-vio aviso y sin que hubiese sido provocado el animal. Soport va-lientemente el dolor y fue a casa de su ta Mercedes a que le cura-sen, preocupado por no dar un disgusto a su madre87. Con sucesos de este gnero se le fue curtiendo el carcter para aguantar mayo-res inconvenientes morales o fsicos, aunque nunca consigui ven-cer su natural resistencia a estrenar traje o llamar la atencin de cualquier otro modo. Ya no se agazapaba debajo de la cama, como haca antes, de pequeo. Ahora adoptaba otra tctica. Si los alum-nos de la clase tenan que hacerse una foto en grupo, por ejemplo, se les avisaba para que ese da viniesen todos bien trajeados. Jose-mara ni aluda a ello en casa. Despus, al enviar la foto a los pa-dres, a doa Dolores la coga de sorpresa. No era necesario hacer averiguaciones. Se echaba de ver que todas las madres se haban preocupado de que sus hijos fueran bien arreglados; el suyo era el nico que no llevaba traje de fiesta.

    Josemara le deca su madre, pero es que quieres que te compremos los trajes viejos?'-.

    s" Cfr. Alvaro del Portillo, PR, p. 88; Javier Echevarra, Sum. 1774 y 1775. "' Alvaro del Portillo, Sum. 62; Javier Echevarra, Sum. 1773. '7 Cfr. Alvaro del Portillo, Sum. 18; Javier Echevarra, Sum. 1774. "K Cfr. Javier Echevarra, Sum. 1793.

    46

  • En el hogar de los Escriv, a pesar de vivir con holgura, se eco-nomizaba, sacando partido a cosas que para otros resultaran in-servibles. All reinaba el orden. Si un nio rompa un jarrn u otro objeto valioso, enseguida se pegaban los trozos o se mandaba a re-componer con laas. En la casa haba varios relojes, y todos marca-ban la misma hora. Don Jos, sin ser manitico, amaba la puntuali-dad, porque nunca se sabe