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Porque no nos alegran los reinos de la tierra, los que se fundamentan en la arena del poder y se imponen con la violencia, los que producen súbditos insatisfechos, dependientes. Venga tu Reino, que llena, que libera, que pacifica, que estimula y hermana. Venga tu Reino, que hace reyes. Venga tu Reino, que se fundamenta en la roca del amor. Venga tu Reino, para que se acaben nuestros males, para que nadie llore amargamente, para que nadie muera inútilmente, para que nadie sea excluido injustamente, para que todos recobren su grandeza y dignidad. Tu Reino no es de este mundo, pero vive, y está en el corazón del mundo. Está en el dinamismo de la libertad, en el combate por la verdad y la justicia, en los esfuerzos por la paz y por la vida, en las estructuras y movimientos de solidaridad, en las revoluciones del amor. Y está en el corazón de los hombres, en el que se abre a tu Palabra y a tu Espíritu, en el que mira las heridas del hermano, en el que pone a los pobres en su sitio, en todo el que se esfuerza por hacer realidad los sueños más bellos y los deseos más profundos. Venga a nosotros tu Reino, hagamos nosotros que venga, hagamos que crezca y se manifieste en todos los centros y tejidos de la vida, en todas las plataformas de nuestra sociedad. Hagamos nosotros crecer tu Reino, contagiando la fuerza expansiva de tu amor. Tu reino en plenitud es Cristo con su Espíritu: ¡Ven, Espíritu Santo! Maranatha ¡Ven, Señor Jesús! Venga a nosotros tu Reino

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Porque no nos alegran los reinos de la tierra, los que se fundamentan en la arena del poder y se imponen con la violencia, los que producen súbditos insatisfechos, dependientes.

Venga tu Reino, que llena, que libera, que pacifica, que estimula y hermana. Venga tu Reino, que hace reyes. Venga tu Reino, que se fundamenta en la roca del amor. Venga tu Reino, para que se acaben nuestros males, para que nadie llore amargamente, para que nadie muera inútilmente, para que nadie sea excluido injustamente, para que todos recobren su grandeza y dignidad.

Tu Reino no es de este mundo, pero vive, y está en el corazón del mundo. Está en el dinamismo de la libertad, en el combate por la verdad y la justicia, en los esfuerzos por la paz y por la vida, en las estructuras y movimientos de solidaridad, en las revoluciones del amor. Y está en el corazón de los hombres, en el que se abre a tu Palabra y a tu Espíritu, en el que mira las heridas del hermano, en el que pone a los pobres en su sitio, en todo el que se esfuerza por hacer realidad los sueños más bellos y los deseos más profundos.

Venga a nosotros tu Reino, hagamos nosotros que venga, hagamos que crezca y se manifiesteen todos los centros y tejidos de la vida, en todas las plataformas de nuestra sociedad. Hagamos nosotros crecer tu Reino, contagiando la fuerza expansiva de tu amor. Tu reino en plenitud es Cristo con su Espíritu: ¡Ven, Espíritu Santo! Maranatha ¡Ven, Señor Jesús!

Venga a nosotrostu Reino

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Evangelio: Lc. 21,25-28.34-36

Dijo Jesús a sus discípulos: Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y por toda la tierra los pueblos estarán llenos de angustia, aterrados por el estruendo del mar embravecido. La gente se morirá de espanto con sólo pensar en lo que va a caer sobre la humanidad, porque las fuerzas del universo serán sacudidas. Y en ese preciso momento verán al Hijo del Hombre viniendo en la nube, con gran poder e infinita gloria.”

“Cuando se presenten los primeros signos, erguíos y levantad la cabeza, por-que está cerca vuestra liberación.”

Cuidaos de vosotros mismos, no sea que una vida materializada, las borra-cheras o las preocupaciones de este mundo os vuelvan interiormente torpes y ese día caiga sobre vosotros de improviso, pues se cerrará como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Por eso estad vigilando y orando en todo momento, para que se os conceda escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre.”

¡Despierta!Reflexión

¡Despierta! Comienza un nuevo tiempo, una nueva etapa en tu vida. Hoy se nos anuncia algo muy importante que está por venir... mejor dicho por descubrir. De momento sólo intuimos los signos de este acontecimiento.

¡Cuidado! Que no tiene nada que ver con los signos que más apare-cen estos días en nuestras calles, no se trata de luces de colores y guirnal-das, es algo bastante más sencillo y callado, pero no por ello menos valioso e importante.

Para despertarse, el único camino es la observación de sí mismo. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad. Es conocerse a fondo.

Estar despiertos, estar vigilantes, es la actitud existencial y liberadora de toda la vida del cristiano. Porque la vigilancia es esperanza activa, es la fe que se expresa en el trabajo y amor que no se echa la siesta cuando hay tanto que trans-formar y construir en nuestro mundo, donde tantos hermanos nuestros esperan una mano amiga.

Oración Oración

Primera persona: El hombre y la mujer del Adviento es una persona que busca tener los ojos limpios, muy despiertos, porque quiere leer el misterio de la vida, porque quiere entender los signos de los tiempos.

Segunda persona: Busca tener los oídos afinados, muy abiertos, porque quiere escuchar los mensajes ofrecidos, y escuchar las voces de los pequeños, y los gritos de las víctimas, los anuncios del profeta.

Tercera persona: Es una persona que eleva sus brazos en actitud suplicante. Necesita de la fuerza de lo alto, consciente de la necesidad de Dios y de su Espíritu. Su oración favorita es:

Todos: ¡Ven, Espíritu de Dios, Ven, Espíritu amado, Adelanta el día del Señor, que todos deseamos.!. Amén.

Gracias, Señor, porque al comienzo del advientome das tu cariñoso y amigable toque en el hombroa fin de que despierte de mi habitual somnolencia.

Hazme capaz de mantener cada día la tensión del amorque vela trabajando, sin permitir que se me embote la mentecon el vicio, el egoísmo, el dinero, la soberbia y la ambición.

Quiero vivir preparado, esperándote siempre alegre,como si cada día fuera el definitivo para tu esperada venida. Amén

Lun

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Érase una vez un monje muy viejo que había llegado a ser el venerado abad de un monasterio. Un día, un monje

muy joven y entusiasta se acercó a preguntarle sobre su vida. “Padre -preguntó-, en todos estos años de oración y disciplina,

de levantarse temprano y de penitencia, ¿ha llegado a ser un ilumi-nado o un santo’?”El viejo abad empezó a reír a carcajadas, diciendo: “Si lo tienes

que preguntar, es obvio que no. No, no me he convertido en un santo. Y en cuanto a la sabiduría o la iluminación, pues no lo sé. Algunas veces es

bastante difícil sobrevivir simplemente día a día con alguna suerte de gracia. Aprender también la sabiduría es pedir mucho”

Pero el joven monje insistió: “Entonces, ¿por qué continúa’? ¿No ha aprendido nada en todos estos años’?”

El viejo monje lo miró seriamente y respondió: “Está bien, sí, he apren-dido una cosa sobre Dios. ¡Estate despierto! No sabes cuándo Dios decidirá venir a visitarte. ¡Estate despier- to! No sabes cuándo tus planes tan cuidadosa-mente preparados y detallados se verán desbaratados, cuándo tus pautas y rutinas se verán rudamente interrum-pidas. ¡Estate despierto! A Dios le gusta sorprenderte, pillarte con la guardia baja, hacerte perder el equilibrio, viniendo e insistiendo en que le permitas ocupar el cen-tro de tu vida. Así pues, ¡estate despierto!”

(Recogido por M. McKENNA, El Adviento y la Navidad de cada día, ST, 1999)

Parábola

Francisco despertó a la mirada de Dios

“Todo partió de aquí. Francisco no vacila en presentar su conversión como una transformación de todo su ser, que ocurre precisamente en el plano de la relación. Es una nueva presencia entre los hombres y en el mundo. Su universo ha estallado. El joven burgués elegan- t e y orgulloso que era antes, se atreve ahora a acercarse a los hombres, de los que hasta entonces se mantenía alejado, a los que no quería ver y a los que excluía de su mundo.

No se trata sólo de un ensanchamiento del campo de sus relaciones. Es la calidad misma de la relación lo que ha cam-biado. En lo sucesivo, ésta ya no estará inspirada por la ambi-ción ni por una voluntad de prestigio y conquista. Brota de otra fuente. Francisco ha descubierto la mirada rnisericordiosa de Dios sobre el hombre. Y esta mirada lo ha transformado completamente: ha pasado, de una voluntad de poder y dominación, a una actitud de compasión, a un impulso de comunión. Su mundo se abre a los más des-heredados. Ahora se derrumba un muro. Francisco ve el mundo de otra forma. Lo descubre por entero a la luz del amor inaudito que se le ha manifestado: el Hijo altísimo de Dios se despojó de toda su gloria para hacerse uno de nosotros, el hermano de todos, incluso de los exclui-dos.

¡Es posible soñar con los ojos abiertos!; ¡atré-vete a mirar al mundo y la realidad de todo lo que te rodea!... ¿no es verdad que miramos siempre desde nues-tros intereses?...¿y si dejáramos que las personas, las situaciones, los acontecimien-

Oramos con San Francisco

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En un sermón sobre el SIDA, el rabino Robert Kirschner ofreció una anécdota maravillosa sobre lo que hay que buscar en el Mesías:

“¿Dónde -preguntaron nuestros sabios- buscaremos al Mesías? ¿Vendrá el Mesías a nosotros sobre nubes de gloria, vestido de majestad y

coronado de luz? El Talmud cuenta que el rabino Joshua Ben Leví hizo esta pre-gunta nada menos que al profeta Elías en persona.

“¿,Dónde -preguntó el rabino Joshua- encontraré al Mesías?”

“En la puerta de la ciudad” -contestó Elías.

“¿Cómo lo reconoceré?”“Se sienta entre los leprosos.”

¿Entre los leprosos? -exclamó el rabino Joshua-. ¿Qué hace allí?”.

“Les cambia las vendas -respondió Elías-. Se las cambia uno a uno.”

Puede parecer que lo que se espera que haga el Mesías no es gran cosa. Pero a los

ojos de Dios es ciertamente algo muy gran-de”.

Testimonio

Oración

Mira, Señor, a los pobres y haz que sientan cercano el Reino de Dios. Mira, Señor, a los humildes y marginados, y haz que seamos solidarios con ellos.Mira, Señor, a los que sufren y a los que lloran, y haz que sean consolados.Mira, Señor, a los hambrientos y haz que sean saciados.Mira, Señor, a los que son víctimas del terrorismo, las guerras y todo tipo de violencias, y haz que sean liberados y pacificados.Mira, Señor, a los enfermos y haz que obtengan la salud que necesitan.Mira, Señor, a los ancianos y a los que se sienten solos, y haz que nos sintamos cercanos.Míranos, Señor, a todos nosotros y danos la fuerza y la juventud espiritual que necesitamos.

La I

nm

acula

da“Simplemente porque estás ahí, gracias María”

Gracias por haber sabido ser una mujer de pueblo, por no haber necesitado ni ángeles, ni criadas que te amasaran el pan

y te hicieran la comida.

Gracias por haber sabido vivir sin milagros ni prodigios, gracias por haber sabido que estar llena

no era estarlo de títulos y honores, sino de amor.Gracias por haber respetado la vocación de tu Hijo

cuando se fue hacia su locura, por no haberle dado consejitos prudentes.

Gracias por haberle dejado crecer y por sentirte orgullosa de que Él te superase. Gracias por haber sabido quedarte en silencio

y en la sombra durante su misión, pero sosteniendo de lejos

el grupo de mujeres que seguían a tu Hijo.

J. L. Martín Descalzo

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Mirad que llegan días espléndidos, días de salvación y de alegría,

los días del soñado paraíso, los días de la ciencia y la abundancia,

los días de la paz y la justicia, los días del amor y de la gracia.

En aquellos días se cambiarán los signos de la muerte, ya no más instrumentos de tortura, sólo la cruz glorificada; el Sida rimará con vida y el cáncer con avance, el corazón latiendo poderoso sin depresiones ni cansancios.

Ya no habrá más hambres que las del amor y la belleza, la de Dios, siempre insatisfecha. Sólo habrá una guerra permitida, la guerra al propio ego, al yoísmo.El hermano conocerá al hermano, Caín y Abel ya se buscan y se abrazan, ambos de fraternidad enfermos. Y una mesa grande para todos, y Epulón sirviendo a Lázaro -pobres Lázaros-.

Los pueblos y las ciudades tendrán nombres significativos: misericordia desbordante, alegría del cielo, flor del paraíso, libertad del Viento, perfume de ternura, lazo de amistad, tierra de entendimiento. La Naturaleza, venerada y respetada, respetará la armonía de los hombres. Y el Padre, al fin, radiante, satisfecho, porque ha visto sus sueños realizados, gracias al Hijo y al Espíritu.

Jr 34

Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo en Iturea y Traconítide, y Lisanias en Abilene; Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes. En este tiempo la palabra de Dios le fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.

Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para obtener el perdón de los pecados. Esto ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías: Oíd ese grito en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos. Los valles serán rellenados y los montes y cerros allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los caminos. Todo mortal entonces verá la salvación de Dios.

¡Prepárate!

Oración

Evangelio Lc. 3,1-6

Señor, tú que quieres siempre, que seamos tu morada,Ayúdame a descubrir tu anonadamiento;para seguir tu ejemplo evitando ponerme por encima de los demás.ayúdame a descubrir tu pobreza para hacerme pobre como tú.Ayúdame a descubrir tu amor para amar como tú lo haces.Señor, que durante este tiempo de Adviento haga un hueco en mi corazón para que puedas habitar en él.Sólo así descubriré tu anonadamiento y pobreza,tu amor y salvación. Amén

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¿Cómo te preparas para este acontecimiento? Quizás estés muy ocu-pado en agradar y satisfacer necesidades inmediatas y te dejes llevar

por la carrera de las compras de navidad.¡Cuidado! ¡Todo no se compra! Y el mejor regalo no está en las estan-terías del Corte Inglés o fnac o en otras tiendas. Nos acercamos a la Navidad y hemos de preparar la venida del Señor, hemos de hacerle un hueco en nuestro corazón lleno de perfumes, corbatas, juguetes, relojes -para un listado más extenso véase una ráfaga de anuncios a la hora de las noticias-.Prepara tu corazón, que no encuentre en ti obstáculo alguno. “Allana los senderos”. Que no encuentre en ti montañas de ambiciones y codicias, o baches profundos de incredulidad y desconfianza. Lo mejor y más novedoso para ti está por llegar, como un regalo: El Señor, por boca del profeta Baruc, te invita a prepararte cambiando tu forma de mirar y saludar a los que en oleadas realizan un éxodo, a menudo de muerte, hacía países más ricos. Cuando vas cambian-

do tu mentalidad y aprendes a verte y a ver las cosas como Dios te ve y las ve, entonces puede brotar en ti una oración nueva, un nuevo

modo de vivir.

OraciónSeñor, me pides con insistenciaque te prepare el camino hasta mí, enderezando caminos,Terraplenando valles, allanando colinas.¿De verdad crees que lo conseguiré?¿Cómo podré prepararme y preparar tu venida?¿Cómo podré animar mejor a los demás para que también se preparen?Dame fuerzas, para ser una persona solidaria,Abierta y dispuesta siempre a abrir a cuantos llamen a mi puerta, Amén.

Reflexión Parábola

Una vecina de Jesús, Juana, estaba amasando el pan. Jesús era muy pequeño, y miraba con enorme atención. “Le dejé amasar un rato y lo vi disfrutar hundiendo sus manos torpe-mente en la masa.

Le pedí que me trajera la levadura de la despensa y vino con un trozo enorme. Me eché a reír y le dije:

-¡Con esto podría fermentar el pan de más de cien familias!, mira, sólo hace falta este poquito.

Él mismo lo metió en la masa con cuidado y yo lo cubrí después con un lienzo limpio, para reposar.

-¿No estará ya?, me preguntó cien veces.Le repliqué que a la levadura hay que darle tiempo y que no hay que tener

prisa, sino confiar en la fuerza secreta que hay en ella”.Pasaron los años... Juana y Jesús volvieron a encontrarse.-”¿No te das cuenta, Jesús, de que tú y tus amigos no

vais a poder arreglar las cosas? Está muy bien todo eso del Reino, pero tienes que darte cuenta de la poca fuerza que tenéis, de los pocos que sois y de lo inútil que va a resultar meteros en líos y oponerse a los que mandan.

-¡Ay, Juana, Juana! Parece mentira que me digas estas cosas precisamente tú, que me enseñaste eso de la levadura, que tanto puede, aunque sea tan pequeñita, que hay en ella una fuerza escondida... Justo eso es lo que pasa en el Reino.

Mª Dolores Aleixandre

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Un buen número de los jóvenes que se acercaban a Francisco vivían ya, sin duda, en bastante pobreza: muchos de ellos habían nacido en ambientes modes-tos, a veces incluso verdaderamente pobres. Por tanto, Francisco no les enseñaba la pobreza, sino que daba a su pobreza un aliento mesiánico: hacía con ellos el camino hacia una nueva Tierra prometida. “Ésta sea vuestra herencia”, les decía, “la cual lleva a la tierra de los vivientes”.

La fraternidad era esta Tierra prometida. “Y dondequiera que estén y se halla-ren los frailes, muéstrense familiares entre ellos. Cada uno se veía acogido, salu-dado, amado como un hermano, fuera de toda relación entre dominante y domi-

nado. La fraternidad le ofrecía un espacio de libertad y comunión.De este modo, la pobreza evangélica era vivida menos como un ejercicio ascético que como un misterio de comunión. Al

renunciar a poseer, se renunciaba a ponerse por encima de los demás, para ser-con, para vivir en comunión con todos los hombres, a ejemplo del Hijo altísimo de Dios, que se despojó de su señorío para estar con los más humildes y los más faltos de todo.

Los hermanos vivían, de hecho, una doble frater-nidad: una fraternidad entre ellos, por supuesto, pero también con todos aquellos y aquellas con quienes con-vivían en la sociedad, y más particularmente con los más

pobres y los más pequeños.

El cami-no es la

Comunidad

¿Quién soy? Me dicen a menudo que salgo de mi celda, sereno, risueño y fuerte, como un noble de su palacio.¿Quién soy? Me dicen a menudo que hablo con los carceleros, libre, amistosa y francamente, como si mandase yo.¿Quién soy? Me dicen también que soporto los días de infortunio con indiferencia, sonrisa y orgullo, como alguien acostumbrado a vencer.¿Soy realmente lo que otros dicen de mí? ¿O bien sólo soy lo que yo mismo sé de mí? Intranquilo, ansioso, enfermo, cual pajarillo enjaulado, aspirando con dificultad la vida, como estrangulado, hambriento de colores, de flores, de cantos de aves, sediento de buenas palabras y de proximidad humana. temblando de cólera ante la arbitrariedad y el menor agravio, agitado por la espera de grandes cosas, impotente y temeroso por los amigos en la infinita lejanía, cansado y vacío para orar, pensar y crear. agotado y dispuesto a des-pedirme de todo.¿Quién soy? ¿Éste o aquél? ¿Seré hoy éste, mañana otro? ,,Seré los dos a la vez? ¿Ante los hombres, un hipócrita, y ante mí mismo, un despreciable y quejumbroso débil? ,,O bien, lo que aún queda en mí semeja al ejército batido que se retira desordenado ante la victoria que le ha sido arrebatada? ¿Quién soy? Las preguntas solitarias se burlan de mí. Sea quien sea, tú me conoces, tuyo soy, ¡oh Dios!

(D. Bonhoeffer, pastor protestante que murió en un campo de concentración Nazi)

Testigos de la feOramos con San Francisco

¡Atrévete a desengancharte del peso del poseer, del desear exclusivamente desde tus necesidades! ; ¡prepárate para ir al hermano con los brazos abiertos y el rostro sereno, desarmado, en disposición libremente receptiva!... ¡¡podríamos

encontrar tantas sorpresas!!

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El Señor ha estado grande con nosotros.Nosotros, tan pequeños, pero El tan grande;

nosotros derrotados, pero El nuestra victoria; nosotros infecundos, pero El nuestra cosecha.

El Señor ha estado grande con nosotros, también con los vencidos y olvidados de la historia, aunque en fe y en esperanza, no sabemos cómo.

Como estuvo grande con el Hijo, que se hizo el más pequeño y sufrió todos los golpes, pero llegó a ser el primero y el más grande.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, cuando superamos la prueba y el dolor, cuando terminó la noche y el invierno, cuando entendimos el sentido de la poda, entonces brilló la luz pascual.

Nos parecía soñar, entre risas y cantares, todo volvió a vestirse de fiesta, los frutos sazonados, y siempre esperando la cosecha, las gavillas abundantes del Espíritu. Las lágrimas se alternan con las risas.

¿Cuándo será la alegría que no pasa? ¿Cuando se fijará la luna llena de la Pascua, las tiendas ya plantadas en un Tabor definitivo? ¿Lo último qué será, el llanto o el cantar? Entre llantos y cantares. Pero ¿cuándo dejaremos de llorar? ¿Cuándo será la alegría que no pasa? ¿Cuándo se fijará la luna llena de la Pascua, las tiendas ya plantadas en un Tabor definitivo? ¿Lo último qué será, el llanto o el cantar? ¿Y qué relación o proporción entre el llanto y el cantar? ¿Son las lágrimas abono de alegría?

Salmo 125

Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, se llena mi carne de Dios mi Salvador, me siento cogida por Dios mi Salvador, estoy embarazada de Dios mi Salvador.

Dios ha mirado con amor a su esclava, el que es grande a la que es pequeña, el que lo puede todo a la que nada puede; Dios se ha enamorado de mí, un novio divino para una novia insignificante, un príncipe del cielo para una joven pueblerina.

Ahora todos me felicitarán... Pero yo no soy nada, sólo un signo y profecía de lo que Dios ha de hacer con los pequeños y los pobres.

Porque Dios se enamora del humilde y lo colma de sus bienes; pero rechaza a los orgullosos y satisfechos, que se bastan a sí mismos.

¡Qué grande es Dios y qué misericordioso! ¡Qué grande el amor de Dios para con sus niños desvalidos, y qué fuerza liberadora para todos los oprimidos! Mi alma cantará por siempre la grandeza de Dios, mi Amor.

Magnificat

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¡Alégrate!Evangelio Lc. 3,10-18

La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer?” Él les contestaba: “El

que tenga dos capas, que dé una al que no tiene, y el que tenga de comer, haga lo mismo.”

Vinieron también cobradores de impuestos para que Juan los bautiza-ra. Le dijeron: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer?” Respondió Juan: “No cobréis más de lo establecido.” A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Juan les contestó: “No abuséis de la gente, no hagáis denuncias falsas y contentaos con vuestro sueldo.”

El pueblo estaba en la duda, y todos se preguntaban interiormente si Juan no sería el Mesías, por lo que Juan hizo a todos esta declaración: “Yo os bautizo con agua, pero está para llegar uno con más poder que yo, y yo no soy digno de desatar las correas de su sandalia. Él os bau-tizará con el Espíritu Santo y el fuego. Tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus graneros, mientras

que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.” Con estas instrucciones y muchas otras, Juan anunciaba la Buena

Nueva al pueblo.

Hoy, Señor, te bendice a boca llena el canto gozosoDe nuestros corazones convertidos a tu amor y tu justicia.Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo,Pero tú eres capaz de hacer florecer en el desierto.Una aurora de paz despierta la raya de nuestro horizonte,Y la alegría es nuestro lote en la heredad del Señor.

Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempreCon el corazón alegre por tu amorosa gratuidad de Padre,Porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo.Conviértenos, Señor, a la alegría, el amor y la justicia;Y regenerados por ti, mantennos en la fidelidad. Amén

Oración

Reflexión

Estad alegres en el Señor... el Señor está cerca. (Filipenses 4, 4-7)

¡Claro que sí..! ¡¡Alégrate!! Nos espera el mejor regalo de todos, está a la vuel-ta de la semana y para conseguirlo no hemos de hacer nada en especial. No se trata de hacer méritos, ganar puntos, ser buenos... ¡que no!

Lo mejor de este regalo es que viene sin necesidad de pagarse en destino. Dios toma la iniciativa de venir en medio de nosotros para que nuestras vidas cobren mayor sentido y descubramos lo que realmente merece la pena.

Fruto de este descubrimiento es la alegría que brota de nuestro corazón. Podríamos parafrasear el refrán castellano y decir. “Dime cómo es tu alegría y te diré en qué Dios crees”.

Quizás tendrías que poner bajo un interrogante el origen y fundamento de tus alegrías y si realmente son fuente de felicidad o frágiles instantes de alegría. Todas las razones de la “Verdadera Alegría” vienen a resumirse en una: el Amor. Sólo si te sientes amado y amas, puedes vivir la intensa y grande alegría. Pero ¿cómo puede amarme Dios de esa manera? ¿Cómo te puede amar Dios a ti cuan-do él conoce tus caídas, tus olvidos, tus cansancios, tus rutinas, tus traiciones…? Lo que pasa es que, probablemente, no conoces nada del amor. El amor no busca motivos para amar. Y el Amor de Dios es siempre ¡gratuito!

OraciónTe doy gracias Señor, porque tu amor y bondad,Tu ternura y compasión son eternas.¡El amar, Señor, es “amor en ejercicio”: enséñame a amar!.Tu amor, es el Amor apasionado,Un Dios enamorado que me salvaY se alegra en mi, se entrega a mi, me invitaA un banquete, seguido de una danza.

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Yo era una persona de esas que se dicen bue-nas, me gustaba alegrar la vida de los demás y compartir

con ellos la felicidad y las risas. Pero me preguntaba a mí mismo ¿qué querrá Dios de mí, si ya soy bueno?Un día, por despiste, se me ocurrió asomarme a la ventana de

mi felicidad y descubrí la mirada triste del que está solo y margina-do, el llanto del niño que tiene hambre, el dolor del enfermo, la lucha

del que no tiene trabajo, la tristeza del que no tiene quien le ame...Todos me tendían sus manos, pero no entendía su queja, y les decía,

“yo, ya soy feliz y bueno, ¿qué queréis?”. Desde la ventana de mi felicidad yo te preguntaba: Dios ¿qué hay que hacer para seguir siendo bueno? y tú

respondías siempre:“Escucha a tus hermanos. Escucha a tus hermanos”.

Miré sus manos, Señor y oí el gemido de su voz:“Sé la carrera del cojo, la vista del ciego,la voz del que no habla.Sé el pan del hambriento, la fuerza del que lucha,

la alegría del triste,llora con el desconsolado y sonríe con el alegre”.

Y yo te pregunté:“¿Y mi alegría, mi felicidad, mi comodidad?” Y tú respon-días siempre:

“Escucha a tus hermanos, escucha a tus hermanos”.Decidí dejar la ventana de felicidad; hice de mi tiempo, el tiempo de ellos; de mis días, nuestra

vida; de mi sonrisa, nuestra alegría; de mi fe, tu presencia.

Señor, hoy me presentó ante ti, con. las heridas, el hambre y los

problemas de mis herma-nos. Señor, que no me

falten nunca ellos para poder seguir siendo

feliz.

Parábola

La llamada

¡Alégrate en lamisericordia!

A un hermano responsable de una fraternidad, que le pedía autorización para retirarse a la soledad de una ermita, con el pretexto de que sus hermanos le cau-san toda clase de molestias y le impedían amar al Señor como él hubiese desea-do, Francisco podía responderle con la autoridad que sólo confiere la experiencia personal:

“Las cosas que te impiden amar al Señor Dios y cualquier estorbo que te pon-gan los frailes u otras personas, aunque te azotasen, debes considerarlo todo como una gracia. Y así has de quererlo y no de otra manera... Y ama a los que te hacen estas cosas y nada recabes de Ellos, sino lo que el Señor te diere; y en esto les darás pruebas de amor, en querer que sean mejores cristianos. Y en esto quiero conocer si amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieres esto, a saber: que no haya en el mundo fraile, el cual pecare cuanto haya podido pecar,

que después que vea tus ojos se aparte jamás sin tu misericordia, si la hubiere pedido; y si

no te la pidiere, ruégale tú que la pida. Y si mil veces volviere a comparecer en tu

presencia, ámale más que a mí, para que le traigas al Señor; y ten siernpre com-

pasión de los tales”.

No es posible recibir a alguien con la dureza y la mezquindad

a la que muchas veces nos obli-gan nuestros miedos, nuestra ansiedad... ¡nos hacemos tan mezquinos, sólo por autode-fensa!... Sólo el perdón, sólo

el amor que renueva la mirada y las entrañas

genera en nosotros “verdadera ale-

gría”. ¡Dichosos los misericordiosos! ;

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10 razones para la alegría

El cristiano se alegra:

1. Porque se siente inmensamente amado.2. Porque ha dado sentido a su vida, que no es otro que el amor.3. Porque nunca se siente solo. Vive siempre el gozo de la comunión con los

hermanos.4. Porque ya no teme nada. Sabe que está en buenas manos, y se siente ente-

ramente y constantemente protegido.5. Porque asegura el cumplimiento de su esperanza y deseos. Sabe de quién se

fía.6. Porque se siente salvado. Posee ya las arras del Espíritu, “que a vida eterna

sabe”.7. Porque convierte su trabajo en vocación.8. Porque puede iluminar sus realidades oscuras, como el sufrimiento, la limita-

ción y el fracaso. Todo lo relativiza, con gran sentido del humor.9. Porque está seguro que nada, ni sus pecados, le apartarán de su Absoluto,

de su Amor. Por eso, sabe reírse de sí mismo.10. Porque, gracias a Cristo, incluso la muerte se le convierte en Pascua. Es por

eso el hombre de la mayor esperanza.

Te ando buscando, Dios mío, a lo largo de mi noche

te ando buscando en los hombres: ¿no hay quién me hable de ti?

Voy llegando al final del camino,ya no puede responderme la tierra,

ya tengo el espíritu, gastado, en fatiga,que te busca y no puede encontrarte.

Sólo en ti encuentro esperanza, conozco que eres amor,

puedes salvarme todavía defenderme de mí mismo.

Te ando buscando en los hombres, tanto he querido encontrarte;

en la cabeza que se vuelve, en el cuenco de la mano que se ofrece.

Tú eres el único socorro que viene en Jesús nuestro hermano,

tu espíritu nos va guiando y nos hace la casa desde siempre. Amén.

OraciónPartir es, ante todo, salir de uno mismo. Romper la coraza de egoísmo

que intenta aprisionamos en nuestro propio “Yo”.

Partir es dejar de dar vueltas alre-dedor de uno mismo, como si ése fuera el centro del mundo y de la vida.

Partir es no dejarse encerrar en el círculo de los problemas del pequeño mundo al que pertenecemos, cualquiera que sea su importancia. La humanidad es más grande. Y es a ella a quien debemos servir.

Partir no es devorar kilómetros, atravesar los mares o alcanzar velocidades supersónicas. Es ante todo abrirse a los otros, descubrirnos, ir a su encuen-tro. Abrirse a otras ideas incluso a las que se oponen a las nuestras. Es tener el aire de un buen caminan-te.

Helder Cámara

Partir...

Page 12: Venga a nosotros tu Reino - pazybien.orgpazybien.org/_web/materiales/Adviento/Adviento 2000_regalo/cuaderno... · Maranatha ¡Ven, Señor Jesús! Venga a nosotros tu Reino. Evangelio:

“Hermana peregrina de los Pobres de Yahveh, Profetisa de los pobres libertados,

Madre del Tercer Mundo, Madre de todos los hombres de este mundo único

porque eres la Madre del Dios hecho Hombre.

Con todos los que creen en Cristo y con todos aquellos que, de algún modo,

buscan su Reino te llamamos a ti, Madre, para que le hables por todos nosotros.

Pídele a Él, que se hizo Pobre para comunicarnos las riquezas de su Amor,

para que su Iglesia se despoje, sin subterfugios, de toda su riqueza.

A Él, que murió en la cruz para salvar a todos los hombres, pídele que nosotros, sus discípulos,

sepamos vivir y morir por la total liberación de nuestros hermanos.

Pídele que nos devore el hambre y la sed de aquella Justicia que despoja y redime.

Pídele a Él, que vive Resucitado junto al Padre, que nos comunique la fuerza jubilosa de su Espíritu,

para que sepamos vencer el egoísmo, la rutina y el miedo.

Mujer campesina y obrera, nacida en una colonia y martirizada por el legalismo y la hipocresía:

enséñanos a leer sinceramente el Evangelio de Jesús y a traducirlo en la vida con todas sus revolucionarias consecuencias, en el espíritu radical de las Bienaventuranzas y en el riesgo total de aquel Amor que sabe dar la vida por los que ama.

Por Jesucristo, tu Hijo, el Hijo de Dios, nuestro hermano”.

Pedro Casaldáliga, Obispo en el Mato Grosso

Oración a Nuestra

Señora del Tercer Mundo

¡Confía!Evangelio Lc. 1,39-45

Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: “¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!”

¡¡Confía!! Quizás sea éste el único requisito que Dios te pide para hacerse presente en ti. La con-

fianza de que Dios siempre cumple su palabra y que las apariencias engañan.¡¡¡Dichoso tú, si crees de verdad en la Palabra de Dios!!! Si de verdad crees, no te costa-

rá decir “Sí”, como María. Esta palabra la expresó desde su fe, por su acogida de la Palabra con su apertura al misterio y al don.

Al final de este Adviento habrás de preguntarte si has podido decir un “Sí” que signi-fica entrega. Supone fe y confianza. Y puesto que la fe es un don de Dios, pide al Señor

una fe cada vez mayor y más personal para afrontar con éxito todos los problemas que surgen a diario en tu vida. A ejemplo y por intercesión de María, repite constantemente la oración de los apóstoles: “Señor auméntanos la fe”; y la del padre al muchacho epiléptico

ante de la curación por Jesús: “Señor, yo creo; pero aumenta mi fe”.

Hoy, Señor, te bendecimos con María, la madre de Jesús,Porque colmas el gozo de los pobres y humildes con tu venida.Pero reconocemos que nuestra fe es pequeña e inmadura:No sabemos creer con firmeza, estabilidad y equilibrio,Pues no aguantamos la adversidad ni te alabamos en la bonanza.

Para un fiel seguimiento de Cristo, concédenos, Señor,Asimilar el ejemplo de María de Nazaret, la mujer creyente,La primera cristiana, la que creyó en ti todo el tiempo,Para que, caminando firmes en la peregrinación de la feSeamos capaces de repetir con Cristo con María:Padre, hágase siempre tu voluntad en nuestra vida. Amén.

Oración

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“Nadie puede celebrar una auténtica Navidad si no es verdaderamente pobre. Los autosuficientes, los orgullosos, los que, por tenerlo todo, menosprecian a los demás, los que no tienen necesidad ni siquiera de Dios: para ellos no habrá Navidad (...). Sin pobreza de Espíritu no puede haber abundancia de Dios.”

(MONS. Oscar ROMERO: Homilía de Nochebuena, 1978. Fue asesinado el 24/3/1980)

Oye la Buena Noticia, el más alegre pregón,

el mejor regalo, guarda muy dentro el mensaje:

¡Ha nacido un Salvador! Déjate llenar de dicha,

déjate impregnar de amor. Y ya, entrañado el mensaje,

dilo con fuerza y pasión, predícalo por los medios de la comunicación.

Recorre el mundo anunciando: ¡Que ha nacido un Salvador! Habla en las calles y plazas:

¡Que haya manifestación con palmas y serpentinas, porque ha llegado un triunfador!

Ve a las universidades: ¡Sabemos la solución!

Pasa por los hospitales: ¡Hay salud y salvación!

Acércate a las industrias: ¡Se ha fabricado el Amor!

Y también a los mercados: ¡Traigo una oferta de Dios!

Haz visita a los museos: ¡Dios pintó su bodegón!

Di en todos los restaurantes: ¡Ofrezco un plato mejor! Repite en las discotecas: ¡Traigo la mejor canción!

Predica, al fin, en los templos: ¡Que fuera os espera Dios!...

Y si te toman por loco, ¡repite, repite, repítelo!