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VESTIDA PARA LA CIUDAD DE LA FURIA Cartografía temática de la Ciudad de Vilma Freddy Aguilar En esta puta ciudad Todo se incendia y se va Ciudad de pobres corazones. Fito Páez La cartografía histórica Ella, nuestro poema, se llama Vilma y se apellida Ortiz. Vive a 40 grados a la sombra en el barrio 19 de abril. Cruza la calle cuando quiere hablar. Va hacia la cooperativa textil y entre hilos y ropa zurcida de flores Susurra al viento un dejo que evoca las tierras del gran Cacique Pioyá. De joven sus amores le retoñaron el vientre con una rosa y dos claveles. Fue entre dos aguas de golfo; Flor del Cerro de la teta, Claveles de Kasusae. Caminó en círculos de la mano de Génova, en la espalda José Miguel y delante, en su brazo, Manuel hasta llegar al punto actual. El marinero se volvió sal una tarde frente a las salinas de Araya y su destello se lo tragó el mar. Llegó a la costura un día en que buscando pan unas telas la envolvieron para siempre. Cartografía de la geografía de Vilma Las calles prehistóricas, cubiertas de piedra, vegetal y arena circundan el cuadrante donde ancla su vida. Normalmente se desplaza hacia el Este puesto que hacia allí queda la cooperativa donde pasa sus días. Hacia el Norte queda la calle principal; la que mira con desgano cuando debe salir hacia el centro de la ciudad a realizar sus compras. ¡Cómo desearía no tener que salir a hacerlas! Los domingos se viste temprano y agarra esa vía pues tiene una cita fija en el cementerio. Al Oeste nunca va, allí no tiene nada que buscar. Muchas tardes se detiene a mitad de la calle cuando al querer atravesar de la cooperativa hacia su casa, mira el Sur y ve la cañada; toda reverdecida y llena de murmullos. Pero un pensamiento confuso sobre voces que le intentan decir algo, la detiene. Rara vez pasa un carro por su barrio; las calles

Vestida Para La Ciudad de La Furia

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Poema etnográfico sobre el duelo

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VESTIDA PARA LA CIUDAD DE LA FURIA

Cartografía temática de la Ciudad de Vilma

Freddy Aguilar

En esta puta ciudad Todo se incendia y se va Ciudad de pobres corazones. Fito Páez

La cartografía histórica

Ella, nuestro poema, se llama Vilma y se apellida Ortiz. Vive a 40 grados a la sombra en el barrio 19 de abril. Cruza la calle cuando quiere hablar. Va hacia la cooperativa textil y entre hilos y ropa zurcida de flores Susurra al viento un dejo que evoca las tierras del gran Cacique Pioyá. De joven sus amores le retoñaron el vientre con una rosa y dos claveles. Fue entre dos aguas de golfo; Flor del Cerro de la teta, Claveles de Kasusae. Caminó en círculos de la mano de Génova, en la espalda José Miguel y delante, en su brazo, Manuel hasta llegar al punto actual. El marinero se volvió sal una tarde frente a las salinas de Araya y su destello se lo tragó el mar. Llegó a la costura un día en que buscando pan unas telas la envolvieron para siempre.

Cartografía de la geografía de Vilma

Las calles prehistóricas, cubiertas de piedra, vegetal y arena circundan el cuadrante donde ancla su vida. Normalmente se desplaza hacia el Este puesto que hacia allí queda la cooperativa donde pasa sus días. Hacia el Norte queda la calle principal; la que mira con desgano cuando debe salir hacia el centro de la ciudad a realizar sus compras. ¡Cómo desearía no tener que salir a hacerlas! Los domingos se viste temprano y agarra esa vía pues tiene una cita fija en el cementerio. Al Oeste nunca va, allí no tiene nada que buscar. Muchas tardes se detiene a mitad de la calle cuando al querer atravesar de la cooperativa hacia su casa, mira el Sur y ve la cañada; toda reverdecida y llena de murmullos. Pero un pensamiento confuso sobre voces que le intentan decir algo, la detiene. Rara vez pasa un carro por su barrio; las calles

no se dejan pisar por ellos. Aunque tiene pocos espacios sociales, la ventana se convierte en su favorito, pues desde allí ve los jóvenes que juegan en el terreno y la esquina donde veía orgullosa sus retoños crecer.

Cartografía temporal de Vilma

El cielo cuaternario envuelve sus horas. Su reloj se alteró en mayo. No son las pilas, no es ese su reloj, aunque ese es el que mira. Ha pensado que vive en un espacio de tiempo presente en el que sólo se ve el pasado. En sus horas libres mira las fotos, las pocas fotos que atesora. Sus ojos ven sus claveles riendo, posando semi desnudos, curtidos, llorando o riendo. Vistiendo sus trajecitos de diciembre, comiendo la torta del cumpleaños. Todo lo que vive le parece haberlo vivido antes, sobre todo porque los colores del tiempo siempre son iguales a aquellos que vio los días que la amenazaban tormentas en el mar. Hoy, muchas veces ha creído ser Widala en “La máquina del tiempo”, esa vieja película que de joven vio en el cine de su natal Popayán.

Cartografía del dolor de Vilma

Opresión en el corazón: Los claveles se marchitaron un mes de las flores. Confusión en el hipocampo: Qué hubo en aquel mayo que debió ser de flores. La melodía de una máquina de coser, un rostro caído hacia el costado, una pena y la flojera de conversar evitan su compartir. La lluvia en sus lacrimales: De insistir

explota… ”Me los mataron” “esta puta ciudad me los mató” “me mató a mí también… estoy muerta en vida”. De vuelta a la memoria emotiva: Los claveles se sembraron en el Corazón de Jesús. “Se criaron en laesquina con los demás malandros, porque eso es lo que sobra aquí.” Recorrieron de esquina en esquina y luego hacia otras calles. Sus ojos dejaron de observarlos, pero se sentía confiada porque eran fuertes y se defendían muy bien. Visitaron otros barrios y desde allá, trajeron cosas útiles. “Yo no les paraba; por aquímuchos traen cosas que sirven para verse más hermosa y para comer también. ¿De qué tendría que haberme cuidado?”. “Ellos no eran malos, era que necesitábamos vestir, comer y vivir como se vive de verdad… viviendo” “Por qué unos tienen que tener y otros no”. De vuelta a los lacrimales, al hipocampo, a la opresión del corazón… a Vilma el poema: “Una madrugada mis claveles dormían plácidamente. Llegaron a la puerta. ¡Manuel, José Miguel!... y se fueron con esos tipos. Me dijeron que iban a llevar unas motos por ahí… que me iban a traer queso y plátanos de allá. Pero me los trajeron a ellos en unas cajas desde Santa Barbara”. Salieron una madrugada de sábado del barrio 19 de abril. Y sus vidas quedaron en la Curva de La Pelona. Las fotografías de sus pupilas: “Pobres corazones… los destrozaron… sino es así no hubieran podido matarlos” Mordiendo la lengua de la sinceridad: “Puta ciudad. Así dice unade las canciones que él escuchaba.” Señalaba a Manuel colgado en su foto de la pared de la sala. “No me gusta esta ciudad huele a pólvora y suena a disparos.”

Tanatopraxia de Vilma

Dos velones y dos vasos para los seres del más allá que todos los días la despiertan para pedirle agua. Un rezo al amanecer y otro al dormir. Dos pedidos, varias lágrimas y el corazón compungido y espinado comoel de la foto de Jesús que yace recostado en el rincón. Conversar con sus claveles a través de la foto

familiar en la sala. Buenas noches, buenos días… día a día.