Viaje a Chile del canónigo don Juan María Mastai-Ferreti, Oi Sumo Pontifice Pío, Papa IX. (1848)

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    Nota a esta edicin:

    Reproducimos aqu la traduccin de Sarmiento del libro italiano dedicado

    al Papa Po IX. Esta obra presenta particular inters, debido a que el traductoraade al trabajo original un prlogo (Advertencia del Traductor), diversas notasy un extenso apndice que conforman casi la mitad de la misma. Nunca fuereeditado y slo el mencionado apndice est recogido en el Tomo V de laEdicin Nacional de las Obras Completas.

    La ortografa ha sido modernizada.Agradecemos al Museo Histrico Sarmiento el material facilitado.

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    VIAJE A CHILE

    DEL

    CANNIGO DON JUAN MARA MASTAI FERRETI

    HOY SUMO PONTFICE

    PO, PAPA IX

    Traducido del Italiano y seguido de un apndice

    porD. F. Sarmiento

    Miembro de la Universidad de Chile, del Instituto Histrico de Francia y de otrascorporaciones literarias.

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    Santiago de Chile

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    Mayo de 1848 Imprenta de la Opinin

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    Advertencia del Traductor

    A mi llegada a Roma a principios de 1847, cay en mis manos elsiguiente opsculo, cuya lectura interesaba all vivamente, como todo lo quetiene relacin con Po IX; y creyendo que en Amrica y sobre todo en Chilecausara igual sensacin, envilo a mis amigos para que lo pusieran al alcancedel pblico. Yo he regresado en 1848, y todava he podido ser yo mismo elintrprete de la sencilla narracin que contiene.

    Habiendo tenido la satisfaccin de ser el primer americano, a quien S. S.recibiese, pude or de su boca, cuantas muestras puede darse de afeccin porun pas. Chile, ocupa un lugar preferente entre los recuerdos de su vida,sindole siempre grata la memoria de las personas y lugares que conoci enAmrica. Preguntbame de la salud y existencia de muchas personas que yono conozco en Chile, Mendoza y Buenos Aires y su complacencia era

    extremada cuando poda yo darle noticias satisfactorias.Creo pues, que los que conocieron en Chile al Cannigo MASTAI,gozarn leyendo la sencilla narracin de su viaje; y todos los que en odo, entrealabanzas y bendiciones siempre, resonar el nombre de Po IX podrnvanagloriarse de que su ilustre carrera haya principiado por su misin a Chile yBuenos Aires. Po IX puede sin impropiedad serllamado el Papa americano,pues que desde el descubrimiento hasta nuestros das, es l, el primero queantes de subir al solio pontificio, haya conocido el nuevo mundo. Esta idea almenos, pareca agradarle sobremanera a l mismo, cuando yo me tomaba lalibertad de manifestarle el gozo que deban sentir en Amrica al saber su felizexaltacin.

    Si aado que he frecuentado casi todos los lugares indicados en esteviaje, sin exceptuar Palma, en Mallorca donde el Conde Mastai estuvo preso,se me disculpar la osada de poner mi nombre, aunque bajo de sombra fuese,en contacto de tan ilustre personaje; pero el hombre adhiere invenciblemente atodo lo que lo eleva, y la razn no es parte a contener estas manifestaciones,que sonren a la vanidad del viajero.

    Hay adems en esta narracin una circunstancia que no debe pasarinapercibida, y es que, por el silencio guardado en ella sobre el mal xito de lamisin, y sobre algunos detalles penosos de la poca se descubre que, aunantes de ver la luz pblica, la censura conciliadora, blanda y tolerante de PoIX mismo ha debido pasar sobre el manuscrito que refera a la Europa su viaje.

    El lector chileno se convencer de ello, al recorrer sus pginas.Por lo dems yo no intentar en estas cortas lneas bosquejar el gran

    carcter histrico que legar a otras edades Po IX. Su carrera asombrosaapenas comienza, y ya han intentado apreciarla plumas sin comparacinaventajadas a la ma. Antes de su exaltacin al Pontificado haban ilustrado lasilla apostlica, las virtudes cristianas, la piedad, la devocin, y el conato deensalzar el poder de la Iglesia de muchos de sus antecesores. Estas noblesprendas, muy venerables para el catlico, eran sin embargo del todoindiferentes para los que difieren de nosotros en creencias religiosas. A suadvenimiento empero, un grito de bienvenida de todos los pueblos del mundo,ha saludado al nuevo Papa; y naciones en masa que por slo ser Papa, lo

    habran mirado con ojos prevenidos, se han anticipado esta vez a ofrecerle elhomenaje de su admiracin y de su respeto. Qu virtudes ha ostentado, pues,

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    este hombre tan raras, tan nuevas en su puesto, que han bastado para reunirleel voto de todas las naciones? Por qu al mismo tiempo que el mahometanoSultn de Turqua le enviaba un embajador para ofrecerle las llaves deJerusalem, los demcratas de Norteamrica le brindaban con el apoyo de sussimpatas y de su dinero para combatir al Austria, y la protestante aristocracia

    inglesa, discuta y aceptaba la oportunidad de entablar con la silla apostlicalas relaciones diplomticas, interrumpidas desde los tiempos de Enrique VIII?Por qu aquella demanda universal que pona en actividad los talleres de losartistas de Roma, a fin de proveer a los pedidos que de su retrato se hacan ala vez de la Rusia, los Estados Unidos, el pas de los Drusos, la Europa enteray el Asia? Que reflexionen sobre ello, los laicos o eclesisticos que deseenadquirir una reputacin sin mancha. Hay hoy en la tierra una necesidad sinlmites de justicia, de derecho, de libertad que enriquecer de gratitud y degloria a los que la satisfagan. Los turcos no eran indiferentes por lo visto, a quela Italia dejase de gemir bajo las persecuciones inquisitoriales de una polticadesconfiada; y el mundo entero ha aplaudido al Papa que ha permitido y

    deseado que se le llame liberal, al Papa que ha dado libertad a la prensa,representacin a la voluntad de sus sbditos, responsabilidad a los jueces,derecho de recusacin a los reos, y muchas otras de aquellas inmunidades quemuestran la dignidad humana, porque sirven de valladar al hombre, contraagresiones injustas. Cuando extendiendo sus manos prdigas de perdn y detolerancia, hizo descorrerse los cerrojos que tenan aprisionados a millares dehombres benemritos, o caer las barreras que impedan a otros tantosemigrados ver su anhelada patria, la palabra de honorde cada uno de ellos fueel nico juramento de fidelidad que crey necesario exigirles.

    Ojal que sus buenos deseos encuentren la justificacin que dan loshechos consumados, y el ejemplo puesto por l sea en todas partes imitado!

    Creo que es este el lugar de reproducir las palabras que el gran poetade nuestro tiempo ha dejado or, desde lo alto de la tribuna francesa, en honorde Po IX. Fue don del genio siempre, reasumir una poca, y hacerse el rganodel pensamiento que en un momento dado, surge, ms o menos desenvuelto,en la mente de los hombres. "Seores, deca Vctor Hugo en enero de estemismo ao, los aos 1846 y 1847 han visto producirse un acontecimientoconsiderable.

    "En el momento en que hablamos est sobre el trono de San Pedro unhombre, un Papa que ha abolido sbitamente todos los rencores, todas lasdesconfianzas, casi dir todas las herejas y todos los cismas; que se ha echoadmirar a la vez adopt sobre este punto plenamente las palabras denuestro noble y elocuente colega el seor Conde de Montalembert que seha echo admirar a la vez, no slo de las poblaciones que viven en la Iglesiaromana, sino tambin de la Inglaterra no catlica, sino tambin de la Turqua nocristiana; que en un da, se puede decir as, ha echo dar un paso a toda la civili-zacin humana Y esto, cmo? De la manera ms tranquila, ms sencilla, msgrande, comunicando pblicamente, l, Papa, con las ideas de los pueblos, conlas ideas de emancipacin y de fraternidad; contrato augusto, til y admirablealianza de la autoridad y de la libertad, de la autoridad sin la cual no haysociedad, de la libertad sin la cual no hay nacin.

    "Seores Pares, Esto es digno de vuestra meditacin. Profundizad esto."

    "Ese hombre que tiene en sus manos la llave del pensamiento de tantoshombres, poda cerrar las inteligencias, y las ha abierto. Ha plantado la idea de

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    emancipacin y de libertad sobre la ms alta cumbre en que el hombre pudieraponer una luz. Esos principios eternos que nada ha podido manchar y quenada podr destruir, que han echo nuestra revolucin y han sobrevivido a ella,esos principios de derecho, de igualdad, de deber recproco que hacecincuenta aos aparecieron un momento sobre el mundo, siempre grandes sin

    duda, pero feroces, formidables y terribles bajo el gorro encarnado; Po IX losha trasfigurado, acaba de mostrarlos al universo resplandecientes demansedumbre, dulces y venerables bajo la tiara, sin duda porque ella es enefecto la verdadera corona. Po IX ensea la ruta buena y segura a los reyes, alos pueblos, a los hombres de Estado, a los filsofos, a todos. Gracias le seandadas. Se ha echo el auxiliar supremo y soberano de esas altas verdadessociales que el continente, para nuestro grande y formal honor, llama las ideasfrancesas. l, el seor de las conciencias, l se ha echo el servidor de la razn.Ha venido, revolucionario tranquilizador, a hacer ver a las nacionesdeslumbradas a la vez y asustadas por los sucesos trgicos, las conquistas, losprodigios militares y las guerras de gigantes que han llenado el fin del ltimo

    siglo y el principio de este, ha venido, deca, a hacer ver a las naciones quepara fecundar el surco en que germina el porvenir de los pueblos libres, no esnecesario derramar sangre, basta derramar ideas; que el evangelio contienetodas las cartas constitucionales, que la libertad de todos los pueblos como ellibertamiento de todos los esclavos, estaba en el corazn de Cristo y debeestar en el corazn del Obispo; que cuando lo quiere el hombre de paz esmayor conquistador que el hombre de guerra y conquistador mejor; que el quetiene en su alma la verdadera caridad divina, la verdadera fraternidad humana,tiene al mismo tiempo en la inteligencia el verdadero genio poltico; que en unapalabra, para quien gobierna a los hombres ser santo es lo mismo que sergrande.

    Seores: No hablar jams del anciano papado, del antiguo papado,sino con veneracin y respeto, pero digo sin embargo que la aparicin de talPapa es un acontecimiento inmenso.

    S, insisto, un Papa que adopta la revolucin francesa, que hace de ellala revolucin cristiana, y que la mezcla de esa bendicin que echa desde lo altodel balcn del Quirinal a Roma y al universo, urb i et orbi, un Papa que hace esacosa extraordinaria y sublime, no es solamente un hombre, es unacontecimiento.

    Acontecimiento social, acontecimiento poltico. Social, porque saldrtoda una faz de civilizacin nueva; poltico, porque saldr una nueva Italia.

    O ms bien, lo digo con el corazn lleno de reconocimiento y deregocijo, saldr la vieja Italia.

    Este es el otro aspecto de ese gran hecho europeo. S, seores, soy deaquellos que palpitan pensando que Roma, esa vieja y fecunda Roma, esametrpoli de la unidad, despus de haber engendrado la unidad de la fe, launidad del dogma, la unidad de la cristiandad, se pone a la obra una vez ms yva a engendrar tal vez, con aclamaciones del mundo, la unidad de la Italia.

    Ese nombre maravilloso, ese nombre mgico, la Italia, que haexpresado por tanto tiempo entre los hombres la gloria de las armas, el genioconquistador y civilizador, la grandeza de las letras, el esplendor de las artes, ladoble dominacin por la espada y por la inteligencia va a volver a tomar, antes

    de un cuarto de siglo tal vez, su significacin sublime, y a volver a ser, con laayuda de Dios y del que no poda ser mejor escogido su vicario, no slo el

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    resumen de una gran historia muerta, sino tambin el snodo de un granpueblo vivo!

    Ayudemos con todas nuestras fuerzas ese apetecible resultado:adems, como un pensamiento patritico es siempre bueno, tengamospresente esto, que nosotros los mutilados de 1818, no tenemos nada que

    perder con esos cambios providenciales de la Europa que tienden a volver alas naciones su forma natural y necesaria.Importa que parta de la tribuna francesa un estmulo grave, serio,

    poderoso, a ese noble Papa y a esa noble nacin, un estmulo a los prncipesitalianos que siguen al sacerdote inspirado, y un desaliento a los otros, si esposible.

    Seores Pares: en otro tiempo tendimos la mano a la Grecia: tendamoshoy la mano a la Italia."

    "No lo olvidemos, no lo olvidemos jams, la civilizacin tiene una abuelaque se llama la Grecia, una madre que se llama la Italia, y una hija mayor quese llama la Francia. Esto nos indica a nosotros, Cmaras francesas, nuestro

    derecho, que se parece mucho a nuestro deber."Seores Pares: ante las cosas majestuosas que se realizan, que se

    disean, si lo queris, en Italia por influjo soberano de Po IX para bien detodos los pueblos y de todos los hombres, el silencio era imposible. Solo hequerido decir porque adhiero, con el comentario que he credo til aadir, a laredaccin propuesta por la comisin."

    PREFACIO

    Aquel sumo Pontfice Po IX que ahora vemos, maravillosamenteelevado en pocas horas al solio de San Pedro, colmar en pocos das debeneficios a todos sus sbditos; llenar sus corazones de esperanzas tan bellas;echo el objeto del amor de los suyos y de toda la cristiandad, naveg en untiempo no muy lejano por el inmenso Ocano, visit tierras y pueblosremotsimos, vio nuevas costumbres y leyes nuevas, arrostrando para ello todaclase de peligros, llevado tan solo por el amor de sus semejantes. Siendo

    general el deseo de conocer la vida anterior, y las vicisitudes por las que hapasado este adorado Pontfice, creemos hacer una cosa grata al publico,narrando brevemente la historia de aquel largo y venturoso viaje, y casiponindonos al lado suyo, recorrer con l los mismos mares, y visitar aquellospases mismos que l recorri y visit Cun bello ser notar los muchos ydiversos lugares que vio Po!; y cuanto ms agradable ser para el peregrinoque un da recorra aquellos lugares mismos recordar, que all estuvo Po, porall pas, aqu permaneci; y en medio de la furia de los vientos, al amotinarselas olas con gran peligro de la vida, alzando al cielo los ojos y esperando, traera la mente el recuerdo de peligros iguales sufridos tambin por el buenPontfice, y sobrellevados con paciencia.

    La historia de este viaje fue ya publicada en 1827 por el sacerdote donJos Sallusti, el cual extendindola en unos cuatro buenos volmenes, toc

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    cosas que eran, o fuera de propsito, o poco importantes a la simple narracinque nosotros intentamos hacer ahora, ms bien que dar de nuevo a luz aquellarelacin misma, cuya lectura pocos habra que sobrellevasen pacientemente;pues que Sallusti tomando la narrativa desde Roma, y principindola desde laprimera posta, que es la de Storta, va paso a paso describiendo menudamente

    todas las ciudades, villas y aun aldeas que,pasando por Toscana, Bologna,Modena, Parma, y Placencia se encuentran hasta llegar a Gnova, de la quehabla difusamente. Nosotros por el contrario, abstenindonos de hablar detodos estos lugares por ser demasiado conocidos, y partiendo con nuestrarelacin desde Gnova mismo, llegaremos a Santiago de Chile punto extremovis itado por MASTAI.

    Es hoy de todo el mundo sabido, que en Sinigagli, antigua y florecienteciudad italiana en el estado de la Iglesia sobr el litoral adritico, naci en Mayode 1792 Juan Mara Mastai Ferreti, hijo del conde Jernimo Mastai Ferreti.Enviado a los once aos de su edad al colegio de Volterra sali de all a la dediez y siete aos, y terminados sus estudios vino a Roma, donde tenia un to

    prelado. Permaneci poco tiempo en la capital del orbe cristiano, volvindoseluego a su patria, donde residi hasta 1814. Poco tiempo ms tarde tom denuevo el camino de Roma, en donde le vino el pensamiento de entrar en losguardias nobles; pero habiendo por razones de salud sido disuadido de estaidea, tom despus el hbito sacerdotal, consagrndose desde entonces todoentero al cuidado de los jvenes del hospicio llamado de Tata-Giovanni,obedeciendo en ello a su inclinacin, a actos de verdadera piedad, y a su amorpor sus semejantes. Mucho tiempo dud consagrarse sacerdote, por hallarseatacado de epilepsia; pero confortado por Po VII dijo la primera misa en 1819,siendo nombrado despus director del hospicio de San Miguel.

    Corra el mes de agosto de 1822, siendo pontfice todava Po VII,cuando el arcediano don Jos Ignacio Cienfuegos que representaba la nacinde Chile, llegaba a Roma a pedir al mismo sumo pontfice una misinapostlica en aquella tierra, y el pontfice, habiendo convocado con estemotivo una congregacin especial nombr al principio como vicario apostlico aMonseor Ostini, hoy cardenal y obispo de Albano, el cual por motivos per-sonales renunci a dicha misin. En su lugar fue propuesto don Juan Muzi,ahora obispo de Citta di Castello, el cual se prest fcilmente a aceptar elencargo, yendo con l en calidad de compaero MASTAI, y Sallusti comosecretario. He aqu por que circunstancias nuestro sumo pontfice vio aquellaslejanas regiones, que hacindose hoy tanto ms importantes por su nombre,vamos a describir en este opsculo.

    CAPTULO I

    Partida de Roma. Navegacin desde Gnova a Gibraltar.

    El tres de Julio de 1823 parta de Roma don Juan Mara conde deMastai como compaero del seor Muzi, y con l, el seor Sallusti, en carcter

    de secretario: un padre Raimundo Arce de los dominicos reformados deSantiago de Chile; el representante de esta nacin don Jos Ignacio

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    Cienfuegos, y un padre Luis Pacheco de la orden de observantes menores deBuenos Aires, el cual haba venido igualmente a Roma a pedir para su pas unmisionero apostlico, para lo que se dio tambin facultad al mismo Muzi. Todaesta comitiva parti de Roma con direccin a Gnova, donde los viajeros sedetuvieron pocos das, hallando presto a trasportarlos un bergantn francs,

    llamado la Elosa, en el cual se hicieron a la vela el cinco de Octubre. Corrierontodo aquel da con buena navegacin, pasando sin peligro el temido golfo deLen; pero en la tarde del diez comenz a soplar tal sudestada que dio motivode temer prxima tempestad. Y en efecto, a eso de media noche, navegandopor las aguas de la Catalua, fue la nave arrojada hacia las costas deTarragona, enfurecindose cada vez ms el mar, hasta pasar de un lado a otrolas olas por sobre la nave, no sin riesgo de hacerla zozobrar. Pareca al dasiguiente calmarse un tanto la tempestad, pero arreciando de nuevo en lanoche del doce, aumentse el peligro por un huracn que daba nueva furia a laborrasca, y falt poco para que la nave se perdiese, tenindose ya todos pormuertos. No es posible decir el terror y la confusin que reinaba en ella.

    MASTAI no poda desde el principio moverse del lecho, a causa del mareo;pero siendo extremo el peligro, y dispuesto cada cual, a perder entre aquellasolas la vida, l tambin se puso de pi, y como los otros, sentse en elpavimento por debilidad de los miembros, cuando por un improviso golpe demar, fue arrojado de uno a otro lado de la cmara. En la maana del trece,encontrndose el bergantn en el golfo de Valencia, se calm un poco latempestad, pero sin cesar del todo el viento, de manera que en la nochearreciando de nuevo, renovose ms desecha, haciendo ms inminente elpeligro de la vida. Entonces el capitn resolvi poner la proa hacia la isla deIbiza, la menor de las Baleares, para abrigarse en aquel puerto, y ya estaban apunto de entrar en l, cuando habindose levantado un furioso torbellino, echde nuevo el madero a merced de las olas, andando toda la noche en rumbocontrario, hasta que al amanecer del siguiente da, calmado un tanto el mar ydespejado el cielo, pudieron anclar en frente de Palma, ciudad capital de la islade Mallorca, Esta ciudad con una poblacin de 20,000 habitantes, situadasobre una llanura y extendindose sobre la orilla del golfo, ofrece, miradadesde el mar, una hermosa apariencia, contribuyendo al efecto, el gran nmerode molinos de viento que se elevan en sus dos extremidades, los cuajesgirando a un tiempo dan nueva animacin al espectculo. Su poblacin,compuesta de naturales y extranjeros es muy supersticiosa, pues los naturalescreen que los moros, los cuales son all extranjeros, descendientes de los queen tiempos remotos invadieron toda la isla, son gente profana y tienen ademsuna pequea cola en seal de detestacin y de vileza, por lo cual los llamancoludos, aborrecindolos y desprecindolos grandemente. No se comunicancon ellos y es fama que no hay ejemplo de matrimonios entre las dos razas.

    Palma tiene en la vecindad de la Catedral, un pequeo muelle artificial,pero su puerto todo obra de la naturaleza es un seno de mar grande y seguro,donde se dice, no hay memoria de haber naufragado buque alguno. Tiene unacircunferencia de forma oval de cerca de diez millas, y una estrecha baya,formada por una pequea colina toda sembrada de casas de campaa, enseguida el lazareto, y al fin una extensa llanura en que se alzan otros muchosmolinos de viento que se unen con los de la ciudad.

    Muy mal acogidos al arribar al puerto fueron nuestros viajeros por losMallorquinos, que los tuvieron por sospechosos de peste; pidieron que todas

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    sus cartas les fuesen entregadas, y amenazando con echar a pique el buque, oquitarle el timn para que no se escapase, exigieron de la autoridad que elseor Vicario apostlico, bajase a entenderse con los que queran hablarle, porlo que, cediendo a la fuerza, pas con el cannigo MASTAI en una pequealancha, atravesando el golfo, no sin peligro por hallarse todava agitado, y

    apenas tocaron en tierra fueron encerrados en la triste crcel del lazareto, adonde fue a reunrseles Sallusti, tan luego como supo lo acontecido. Al dasiguiente fueron llevados a declaraciones, reunindose para ello el tribunal a laentrada del lazareto mismo. El alcalde de la ciudad presida la mesa, como juezprocesante, teniendo a ambos lados, otros dos ministros, y al frente un notariode aspecto cadavrico. En medio de la sala estaban sentados en un banco demadera, primero el seor Vicario y en pos de l sucesivamente MASTAI ySallusti. Antes de comenzar el interrogatorio se hicieron fumigaciones portemor de la peste, y en seguida comenzaron los cargos. Tambin el seorCienfuegos y el Padre Arce fueron llamados a aquel tribunal, y como senegasen a obedecer, fueron amenazados con la fuerza. Mientras tanto el seor

    Vicario se apresuraba a escribir a la autoridad pidiendo su libertad, porquepronto se esparcieron por la ciudad rumores los ms contradictorios sobre elhecho. En seguida se pusieron guardias a los prisioneros por temor de que elpueblo se agrupase en torno de la prisin, y convocando apresuradamente unconsejo de las principales autoridades, dos cuestiones fueron en l propuestas,1.a si el Gobierno de Mallorca tena el derecho de arrestarlos, y 2.a si una vezarrestados, tena el derecho de retenerlos. A la primera respondieron todosunnimemente que si; por cuanto el Gobierno espaol tena derecho de saberque fin llevaba a un arzobispo o vicario apostlico a Amrica, en donde elderecho de nominacin de los obispos corresponda a la sola corte de Espaa.En cuanto a la segunda cuestin tres, de los cinco que componan el consejo,fueron de parecer que era muy conveniente retenerlos para que permanecieseinviolable el derecho de las nominaciones episcopales; y ya se les daba porsegura crcel, el presidio de Ceuta en las costas de frica; pero los otros dos,entre los cuales se hallaba el obispo de Mallorca, se opusieron fuertemente,tomando este ltimo la palabra en su defensa; y la sesin fue interrumpida paraor tambin sobre el asunto, al jefe poltico que faltaba en aquella asamblea. Lamaana siguiente, puestos todos en libertad, y enviados de nuevo a su buquepronto se pusieron en camino hacia Gibraltar, y despus de una prsperanavegacin la maana del veintids enfrentaron nuevamente a Ibiza. Es estauna islita perteneciente a la corona de Espaa mucho ms pequea queMallorca y Menorca, que pertenecen a la misma corona en el Mediterrneo,siendo muy placentera la vista que presenta hacia el mar, y no del todoinsignificante su puerto.

    Se habla de una costumbre que exista aqu en otro tiempo, y es quecuando alguna mujer iba a casarse, al salir de la propia casa para pasar a ladel esposo, los parientes y los amigos del novio, la acompaaban a fusilazos,cargados con plvora, que disparaban entre las piernas de los circunstantes, yparticularmente de la esposa1. Y aquel que le tiraba su tiro de ms cerca sinofenderla era aplaudido de todos; de donde resultaban atropellamientos yfrecuentes heridas, por lo que fue prohibido este uso.

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    Esta costumbre existe aun en Valencia; y debe venir de la fantasa rabe, simulacroguerrero con que festejan a sus jefes.

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    En estos parajes se levant de nuevo la sudestada, que oblig al buquedurante toda la noche a acercarse enfrente de la Brecha de Orlando, que esuna montaa de Valencia muy alta y escarpada, la cual a causa de unahendidura que tiene en la cima, es llamada as por los marineros. Cuentan queal pasar por all enfurecido Orlando, y viendo que era difcil pasarla, siempre

    airado la dividi con su espada, y de este modo se abri paso. A quince millasde all hacia el poniente, vieron sobre la playa del mar Villagososa, grande yalegre ciudad en aquella costa de Valencia. Despus el Santo Sudario, y otroslugares muy agradables, entre ellos Alicante; y siguiendo la costa de Valencia,hicieron rumbo hacia el Mar Chico, que es una reunin de aguas, las cualesintroducindose por un pequeo seno de mar, en los valles vecinos, seestagnan en grande abundancia, de donde le viene el nombre. Tiene unacircunferencia de ms de doce millas, rodeado de colinas amenas, y depequeos lugares muy deliciosos, y rico adems en buenos pescados. Allvecino est un escollo, enteramente estril e inhabitado, que los espaolesllamaban isla grande, porque otros cuatro ms pequeos y de la misma

    naturaleza estn cerca. Viene en seguida el Cabo Palos, del todo desierto ycircundado de montaas desnudas. A veinte millas de all, vieron a Cartagena.Esta ciudad fue fundada por Asdrubal, general de los Cartagineses, y es hoysilla episcopal, bella y dotada de un gran puerto. De Cartagena siguieron alCabo de Gades, donde hay un alto escollo con una mancha blanca, que denoche parece un buque parado en el mar. En toda la costa no observaron sinomontaas deformes y estriles, y en un cierto plano de un montecillo la quellaman Mesa de Orlando, a donde los m arineros, s iempre amantes de fbulas,cuentan que una torre truncada le serva de tasa, detenindose all el furioso acomer.

    La maana del veintisis, comenzaron a entrar en la provincia deGranada, cuyas montaas interiores estn casi todo el ao cubiertas de nieve.Mas la costa es una continuacin de colinas amensimas expuestas almedioda, bien cultivadas y cubiertas de villas deliciosas; y nuestros viajerospasaron a la vista durante un bello da. Entre las diversas vistas les agradsobremanera la de Mlaga, sede episcopal, guarnecida de dos castillos, quedefienden el puerto y lo hacen uno de los ms frecuentados del Mediterrneo; yhabran de buena gana descendido a visitarla, si la memoria de cuanto habansufrido en Mallorca, no los hubiese retenido. Finalmente la maana delveintisiete llegaron a Gibraltar, llamado as de Gibel que significa monte alto,porque en realidad es una alta roca que se levanta del mar, en un ngulo delcontinente espaol. Tiene cuatro a cinco millas de circunferencia, y los antiguoslo llamaron el monte Calpe en el continente europeo que est enfrente al m ontebila en el frica, sobre las costas de Marruecos, llamadas ambos columnasde Hrcules. La ciudad de Gibraltar es muy agradable y tiene veinte milhabitantes, situada entre el medioda y el poniente en la falda de la mismamontaa. Est dividida en dos barrios, uno grande que se llama propiamente laciudad, y otro fuera de la puerta que llaman la Punta de Europa. El primero estcircundado por una muralla defendida con frecuentes bateras, y en todas laspuertas hay puentes levadizos. Las mismas puertas se cierran todos los das alponerse el sol, dando de ello aviso un caonazo, y no se abren sino al salir denuevo el sol. La entrada del puerto que conduce a la ciudad est entre la

    batera continua bajo la cual estn las habitaciones de los artilleros. En seguidacomienzan las casas de la ciudad, las cuales estn casi enteramente pintadas

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    al exterior de colorado y amarillo. Mas por estar demasiado pegado a lamontaa es este lugar muy hmedo en el invierno, mejor para ser habitadohacia la Punta de Europa, la que goza enteramente de exposicin al medio da.Entre las cosas que merecen ms recordarse, hay una gruta llamada de SanMiguel, donde cuentan que antiguamente haba un templo de idlatras. Tiene

    esta gruta una entrada muy pintoresca, excavada en la roca viva a guisa de unarco. El interior tiene una bveda esfrica, sostenida en el medio por dospilastras, y en torno por una especie de columnas, formadas de petrificacionesacuticas. Luego otras estalactitas que forman con bellsimos adornos tantosnichos donde los gentiles colocaban sus simulacros, habiendo de un lado unaespecie de ara sobre la cual hacan los sacrificios. Vienen a continuacin haciala izquierda de esta especie de capilla dos abismos cavernosos cuyo trminono es conocido.

    El paseo pblico de Gibraltar encontrronlo nuestros viajeros bello, yvariado con una mezcla de rboles frutales y de flores olorossimas, con doscenculos de forma redonda, muy bien construidos de madera y en forma de

    templos. Cerca de uno de ellos se alza una columna de mrmol sobre cuyocapitel est colocado el retrato del General Wellendey, duque de Wellington, enbronce, fundido de uno de los caones tomados en la famosa batalla deWaterloo. Enfrente del otro cenculo est la estatua del General que defendi aGibraltar cuando los espaoles trataron de reconquistarla. Antes de salir deaquel paseo, visitaron un recinto en que se hallan reunidos los ms preciososmonumentos fnebres de los oficiales ingleses. La Punta de Europa es unagrande construccin sobre el mar muy deliciosa, estando adems ambosbarrios reunidos por una bellsima va, en extremo llana y a toda horafrecuentada por el gento que va y viene de una parte a otra. Ambas dos estndefendidas por la fortaleza ms considerable que existe en el Mediterrneo,siendo como la llave que abre y cierra el grande Ocano. Esta obra es todaartificial, construida de piedras extradas de las faldas de la montaa, la cual esuna roca viva de dursima naturaleza. Hay dentro de ella millares de caones,la mayor parte de ellos encerrados en la montaa misma, de manera queinvisibles de afuera arrojan balas por otros tantos agujeros taladrados en laroca viva. Hay adems en sus interiores cmodos cuarteles para gran nmerode artilleros, los que en tiempo de guerra pueden libremente recorrer toda lamontaa, ir de la base a la cima, de un lado al otro, y hacer ejercicios militaressin ser vistos ni molestados por el enemigo. Su puerta de hierro no se abrejams a nadie sino a los empleados del mismo fuerte, a no ser que sea a unalto personaje.El puerto de Gibraltar es suficientemente grande, pero slo la extremidad de unpequeo golfo presta abrigo a las naves, no siendo muy seguro en la parte quedominan los vientos. Todo el da veintisiete permanecieron nuestros viajerosall, cumplimentados por el Vicario apostlico, el Cnsul pontificio y por otrosilustres personajes de la ciudad.

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    CAPITULO II

    Navegacin de Gibraltar a la Isla de Lobos.

    Eran las ocho del veintiocho de Octubre cuando nuestros viajerosdejaban a su derecha el golfo de Gibraltar, y pasaban el estrecho comprendidoentre la costa de frica y el gran canal de Tarifa; y all avanzada ya la nocheapareci ante ellos el grande Ocano. Tarifa es un lugar no muy grande,llamado aun de las bellas damas por la beldad que ostenta all el bello sexo, almismo tiempo que los hombres son valerosos combatientes. La costa de Tarifaes bien cultivada, siendo por el contrario estril y llena de escollos la que leest opuesta por el lado de frica.

    Ora navegando con vientos propicios, ora con agitado mar, en lamaana del cuatro de noviembre se pusieron cerca del Pico de Tenerife que es

    un monte majestuoso y verdaderamente pintoresco. Su primera basaconstityela la alta montaa que forma la isla, y a su respaldo surge elportentoso monte sobre una base orbicular de desmesurada periferia, queestrechndose poco a poco conserva la forma primitiva hasta un tercio de sualtura. All hace una especie de depresin, y eleva su mole sobre otra basaorbicular algo ms pequea, tomando en seguida la forma de un cono recto enel cual termina su excelsa cumbre. Estaba aquella montaa cubierta toda denieve escarchada, y los rayos del sol que la baaban la hacan resplandecercomo si fuera una masa de plata bruida.

    Si la industria y actividad de los marineros no hubiesen venido en auxiliode nuestros viajeros en el gran peligro que en aquellos parajes corrieron, casial pi de tan sublime montaa, habran encontrado la muerte, pues que unarepentina sudestada se levant para hacer tocar un bajo a la basa de lamontaa misma.

    En seguida visitaron todas aquellas islas Canarias que son en nmerode doce (las Fortunatas de Tolomeo a lo que se cree) en torno de las cualesanduvieron bordejeando. La mayor y la ms frtil de ellas es la isla de Tenerifedescubierta por el espaol Alfonso de Lugo en 1496, en medio de la cual selevanta el Pico de Teide, sembrado en sus faldas de villorrios, y lugarejosagradabilsimos, que esmaltan una campaa risuea. Es la principal ciudad deesta isla, Santa Cruz, situada a la parte del medioda, no muy grande y con un

    puerto mediocre. Las Canarias pertenecen a la corona de Espaa y fueronllamadas as desde que el valerossimo Pedro de Vera descubri la primera deellas en 1483, que hoy es bella, rica y mercantil capital de todas las islas ydefendida con un fuerte castillo.

    Dorman todos tranquilamente antes de la media noche cuando deimproviso fueron sacados de aquel universal silencio por un ronco son debocina de la cual salan voces speras y confusas en idioma ingles. Erancorsarios de la Repblica de Colombia que desde lejos daban voces a nuestrosviajeros, los cuales despertaron llenos de miedo y de angustia. Habindoseaproximado el buque de aquellos corsarios al de nuestros viajeros, su capitn yel ayudante de nacin espaola pasaron a bordo del ltimo, y asegurndose de

    que nada tenan de contrabando para la Repblica de Colombia, se separaronamigablemente y con toda urbanidad.

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    Al salir de las Canarias se les present el Ocano con aspecto risueo ytranquilo, y el viento propicio impela dulcemente la nave encrespando las olasdel mar, durando esta navegacin hasta la maana del diez, en la cual pasaronel trpico de Cncer y entraron en la zona trrida. En la tarde del doce pasabandelante de la isla de la Sal, que es una de las principales de Cabo Verde y que

    presenta dos cabos y nueve montaas, todas dispuestas en lnea recta denorte a sur, excepto una que est un poco a la derecha: y por tener la ltima deestas montaas una copiosa mina de sal se ha dado aqul nombre a toda laisla. La maana siguiente vieron las islas de Mayo y Santiago, siendo capital deesta Ribera grande, ciudad bella y muy poblada, donde resida el Virrey dePortugal, a cuyo pas pertenecen aquellas islas. Llmanse de Cabo Verde porestar al poniente de aquel promontorio, y de los antiguos fueron llamadas,Gorgonas, Gorguedas y aun Esprides, siendo descubiertas en 1460 porAntonio Noli genovs.

    Como a medio da del trece pasaron el paralelo de la isla de Martinica, lamayor de las Antillas llamadas de Barlovento o sea sobre el viento para

    distinguirlas de las de sotavento. La Martinica es fertilsima en azcar, cacao,ndigo, algodn, aloe y tabaco, de todo lo que se hace mucho trfico con losextranjeros en Fuerte San Pedro, ciudad bien fortificada, capital de toda la islay muy frecuentada de todas naciones.

    Sublime verdaderamente fue el espectculo que a la aproximacin a lalnea se les present en el seno del grande Ocano bajo la zona trrida. Tal erael ponerse el sol cuando las tardes eran serenas y despejadas, y las aguasestaban en la mayor calma.

    En medio de muchos obstculos del mar que estaba agitado por unasudestada, el da veintisiete pasaron por las inmediaciones de la pea de SanPedro, que es un desierto escollo que surge repentinamente cerca de la lneaequinoccial, poco despus de pasada sta en medio de las fiestas y de laalegra de los marineros; pues que acostumbran hacer en aquel momentomascaradas y festines llenos de gozo, como lo hicieron aquel da vistindoseuno de Neptuno y otros de oficiales y ministros de aquel dios. Los pasajerosacostumbran, y as lo hicieron los nuestros, pagar un tributo a Neptuno, puesque si alguno se niega es al punto asaltado con baldes de agua por susministros, nopudiendo si no paga escaparse del bao. Aun MASTAI y el m ismovicario apostlico pagaron su tributo de un escudo. A las ocho de la noche delveintisiete pasaron la lnea o sea el punto que divide uno de otro hemisferio; ymientras que de ordinario suele hacerse este pasaje con excesivo calor, aldeclinar el da, se levant repentinamente tan impetuoso viento que hizo partira nuestros viajeros con fresco suficiente para aliviarlos del calor sufrido en losdas anteriores. En la tarde del cinco de Diciembre pasaron el paralelo de laIsla de Santa Elena que yace a' los 16 despus de pasada la lnea, hacia elCabo Negro en la Costa de frica. Calientes estaban aun all las cenizas deaquel Bonaparte que ser la maravilla de los siglos venideros, y de quienrecibir su nombre el nuestro. Casi a la vista de Santa Elena, MASTAI trajo alpensamiento a aquel hombre extraordinario; recorri las pasadas vicisitudes,medit sobre los acontecimientos humanos, y su bella alma sinti que ms bienpodan regirse los pueblos con la paz y la clemencia que no con el terror y conlas guerras.

    Dos grandes incomodidades sufrieron aqu nuestros viajeros: calor y sedexcesiva. Sbese que bajo la lnea equinoccial el agua de beber toma un color

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    verde y se corrompe, y con esta agua estaban obligados a apagar su sed endespecho de la repugnancia del estmago y del paladar. Debajo de la lneaentre la pea de San Pedro y la costa del Brasil en la isla de Arena, creen losmarineros que existe una profunda gruta llamada por ellos el Palacio deNeptuno y sobre la cual cuentan muchas fbulas.

    Un helado viento se levant en la maana del siete de Diciembre, querevolviendo las olas atormentaba los costados de la Elosa que corra sobre lasmismas olas. Volvi la calma, pero levantse nueva tempestad ms fiera queantes, y en este estado a las ocho de la noche del nueve de Diciembre pasaronel trpico de Capricornio, casi un mes despus de haber pasado el de Cncer,lo que aconteci el diez de Noviembre. Es indecible, el fro que experimentaronaqu aadindose adems la escasez de alimentos, porque en las variastempestades haban muerto casi todas las gallinas y nades, y las pocas avesque quedaban era preciso repartirlas entre diecisiete personas, de manera queaun el hambre comenz a hacerse sentir.

    No repetiremos continuamente las frecuentes alternativas de calma y de

    tempestad que, navegando por aquellos dilatados mares, experimentaron; peroentre tantas borrascas recordaremos la que sufrieron el veintids, tan grande,que cuanto en el buque haba, andaba de un extremo a otro, sin que nadiepudiese tenerse en pie. El cannigo MASTAI mientras todos los demspasajeros estaban sentados en crculo en medio de la cmara rezando elrosario, fue arrojado tan violentamente de una parte a otra que por poco no caesobre el Padre Arce que estaba colocado al lado opuesto. De repente selevant un grito universal de los marineros sobre cubierta: se recogieron lasvelas; se despojaron los mstiles; y el barco permaneci inmvil como siestuviese amarrado por la proa. Los marineros corran en todas direcciones,confusos, desconcertados y llorando. El capitn gritaba, "apresta la lancha"!En el entretanto la lluvia caa a torrentes, y habiendo uno de nuestros viajerossubido sobre cubierta a saber lo que ocurra, al echar la vista hacia el mar,descubri al piloto luchando con las olas. Estaba el infeliz sobre cubiertaocupado de amarrar cuando un golpe de mar lo arrastr consigo, y la corrientelo haba trasportado ya a un cuarto de milla. Gritaban algunos en idiomaespaol "tierra, tierra" augurndole la tierra al pobre nufrago; otrosentendieron en aquella voz "guerra, guerra" y temieron un asalto de loscorsarios. El cannico MASTAI que desde la ventana de la cmara, haba vistoaquel espectculo exclam "Dios mo! Dios mo!" y Cienfuegos habiendoentendido, "to mo, to mo (zio mo) temi que en aquel momento loscorsarios hubiesen herido a algn marino, to suyo. Esta confusin de cosasaumentaba el terror y la angustia de todos, cuando echada la lancha al mar,tres valerosos marineros genoveses, arriesgando su propia vida, salvaron la delnufrago ya prximo a perderla, despus de un duro combate con las olas decerca de una hora. Entre tanto creca la tempestad, la lluvia caa a cntaros,mugan los vientos, el barco andaba a merced de las olas, y contaban, los msenvejecidos en el mar de entre los marineros que all haba, que nunca vieroncosa semejante. En medio de tales peligros se aada para MASTAI un fuertemareo que lo tena anonadado. No se vea el horizonte; montaas de aguas,sucedindose y levantndose unas sobre otras, encerraban y amenazabantragarse el bergatn. Pareca llegado el fin del mundo; pero aun de esta

    borrasca escaparon, habiendo poco a poco vuelto a calmarse el mar. Se ibanen tanto aproximando a las costas de Amrica, y vueltos a la alegra por haber

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    cesado la tempestad, y por hallarse prximos a tocar tierra, se ocuparon largotiempo en cazar halcones marinos.

    Son estas aves una especie de nuestros halcones, pero de ms belloaspecto, de tamao enorme, alto el cuello, pecho elevado, grande y bienformada la cabeza que llevan majestuosamente levantada hacia arriba, provista

    de un casi doble pico corvo y cortante, y como acanalado por la parte superiorde una manera bellsima. Las alas enormes y toda la pluma de un color rojizo ysumamente suave.

    El veintisiete, por fin, a las tres de la tarde el marinero que estaba deviga en lo alto del mstil anunci tierra, a cuyo aviso, un grito de jbilo y unviva universal se levant de todas partes, bendiciendo aquel momento, sin quesea posible decir cuanto placer penetrase en sus corazones con aquella vistatan deseada, despus de haber pasado por tantas tempestades y tantospeligros.

    CAPTULO III

    Navegacin de la Isla de los Lobos a Buenos Aires. Entrada y residenciaen aquella ciudad.

    La primera tierra americana que nuestros viajeros vieron fue la Isla delos Lobos y el Cabo de Santa Mara. Aquella es un paraje enteramentedesierto, habitado solamente por los animales marinos que le dan nombre, loscuales pasan el da en el mar, alimentndose de peces, y en la noche

    abrganse en la isla, a donde los marineros suelen ir a darles caza, a palos,siendo estos animales tmidos e incapaces de defensa. Se asemejan anuestros perros, y se cogen solamente por la piel cubierta de un pelo muytupido y suave que sirve para adorno de vestidos y para birretas, o gorras, muyen uso. Esta caza suelen hacerla los ingleses. Otros habitantes fuera de lobosno hay all a causa del excesivo fro que hace. Poco despus de haber vistoesta isla vieron el Cabo de Santa Mara al norte, todo cubierto de cabaas, quesirven de habitacin a los campesinos y a los pescadores. Las partes mashabitadas son las dos extremidades, Pan de Azcar hacia Montevideo, y lasnimas hacia Maldonado. Esta ltima cuyo nombre le viene de su descubridores la comarca ms grande y la ms frtil. Pan de Azcar, llamado as por la

    figura, y las nimas que es la montaa ms baja de todas, es llamada asporque los salvajes que antiguamente habitaban la parte oriental de laCordillera hacia Buenos Aires, crean que las almas de sus muertos venan ahabitar aquella montaa, siendo adems un paraje en que ocurren frecuentesnaufragios. Desde el Cabo de Santa Mara al Cabo de San Antonio hayochenta millas, espacio que ocupa la embocadura del Ro de la Plata que entraen el grande Ocano. Otros dicen que la verdadera embocadura de este ro,est entre Montevideo y las Piedras, y que no tiene mayor anchura que 40millas, angostndose desde all hasta Buenos Aires, entre cuya ciudad y laColonia del Sacramento, el ro no tiene ms de veinte millas de ancho, y cuatrobrazas de profundidad media, la que disminuye a medida que va

    ensanchndose.

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    La maana del veintinueve, despus de haber experimentado otrafiersima tempestad se hallaron a la vista de Montevideo, y cuando estabancerca del banco Ingls, se levant de repente un viento llamado Pampero, quecorresponde a nuestro poniente, el cual fue tan violento que los oblig aretroceder y guarecerse detrs de la Isla de Flores, por defenderse contra el

    viento y la corriente que los llevaba por delante con furia irresistible. Al or Islade Flores, creerase que es un lugar bello y florido, si hubiese de darse fe alnombre; pero se engaara uno mucho en ello, pues dicho nombre ms pareceuna irona, no siendo aquella isla sino dos rocas desnudas con pocas y pobrescabaas de pescadores. En derezeras de aquellos peascos se par elbergatn; pero no permaneci largo tiempo, pues que no tomando el ancla bienel fondo demasiado fangoso, era echada, por la corriente y la violencia delirresistible viento que se levant, sobre las montaas de Pan de Azcar y delas nimas, de manera que no les quedaba otro remedio de salvacin queganar la alta mar. Fue este momento tristsimo, pero mayor an se hizo elpeligro y ms inevitable la muerte cuando enredadas las anclas en medio de

    aquellos escollos, no haba fuerza ni arte humano que desembarazase elbergatn, el que al mismo tiempo estaba todo desmantelado. La maanasiguiente se encontraban a ochenta millas de la Isla de Flores, fuera de laembocadura del Ro de la Plata, y all sin haber podido hasta entonces tomaralimento alguno por los muchos sufrimientos, tuvieron al fin un momento dereposo. Permanecieron en calma todo aquel da, hasta que en la siguientemaana que fue la del treinta de Diciembre, volvi el viento aun ms furiosoque los das pasados, y de tal manera se creyeron perdidos que el capitnmismo grit, debe concluir el mundo, porque aqu ha concluido para nosotros.Pero aun de esta nueva borrasca escaparon con vida, y en breve seencontraron de Pan de Azcar y de la montaa de las nimas; descubriendonuevamente la Isla de Flores, en la que se guardaron de volver a pasar lanoche. Aqu se aproximaron demasiado al Banco Ingls, llamado as, por habersido descubierto por un buque de aquella nacin. Es este banco unaaglomeracin de arenas y piedras, aun no bien conocida, porque la corrientedel ro ya quita, ya acumula nuevas arenas. Tan peligroso es el lugar que lollaman la sepultura de los marineros. Salvado tambin este peligro el primerode Enero de 1824 a las diez de la maana se pusieron al frente de Montevideo.

    Cuentan que un soldado portugus grit en latn al ver este monte,Montem video, de donde viene el nombre de Montevideo. Es sta una bellaciudad de cerca de catorce mil habitantes, construida a las inmediaciones deuna colina, siendo como la segunda llave despus de Gibraltar para entrar enla Amrica Meridional, y por tanto es importante y bien fortificada. En aquellosdas el jefe de la ciudad estaba capitulando con el emperador del Brasil, el cualtena de todos lados bloqueado el puerto. Poco se detuvieron all nuestrosviajeros, sino es el tiempo necesario para procurarse anclas en reemplazo delas que debieron dejar abandonadas en el mar, y recibir visitas de bienvenidadel vicario capitular, de otros sacerdotes, y del secretario del comandantegeneral de aquella ciudad; por lo que haciendo vela de nuevo siguieron sucamino con viento en popa. Nueva tempestad asaltlos enfrente de laEnsenada de Barracn que es un pequeo golfo formado por el Ro de la Plata,y un riachuelo hacia la parte meridional, vindose pocas habitaciones en

    rededor del golfo. Es recordada la Ensenada como el punto en quedesembarcaron los ingleses, cuando se apoderaron momentneamente de la

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    ciudad de Buenos Aires. En frente de esta pequea colonia, vieron en la costaseptentrional del mismo ro, la otra llamada del Santsimo Sacramento.

    No pasaremos en silencio que antes de llegara a Buenos Aires nuestrospobres viajeros sufrieron una nueva especie de tormento, el cual fue una nubede mosquitos, que al pasar el ro se alojaron en el buque, y lo cubrieron de tal

    modo, que no se distinguan ya ni velas ni mstiles; y aunque se cubran lacara y las piernas con paos tupidos eran cruelmente traspasados por suspicaduras. Pero he ah que al fin entran en el puerto de Buenos Aires, yrecogidas ya las velas, y echadas las anclas, dieron aviso a la ciudad de suarribo con siete caonazos, mientras que en el buque mismo se alz un gritogeneral de "viva el Vicario apostlico" "Viva Chile!". La maana siguiente deeste da que fue el tres de Enero el Supremo Gobierno mand un bellsimobote suyo con cuatro comisionados para recibir a Monseor Muzi, sucompaero MASTAI, y los dems de la comitiva.

    Todas las autoridades eclesisticas, civiles, y militares con una multitudinmensa de pueblo estaban esperando el desembarco para recibir

    solemnemente al Vicario apostlico, que repetidas veces haba suplicado se ledispensase de aceptar aquella pompa. En efecto, dej para evitarla que lanoche sobreviniese y parti del buque cerca de las siete. Ni aun estaprecaucin bast, pues cuando hubieron descendido a tierra encontraroniluminadas todas las casas, y bien que la hora fuese avanzada, granmuchedumbre de pueblo sali al encuentro del Vicario apostlico, que no pudoexcusarse de permitir que gran nmero de gentes le besase la mano.Precedan a los bienvenidos viajeros, nios y nias de dos en dos con farolesde cristal en las manos. Los viejos exclamaban: "Bendito, el que viene ennombre del Seor" y as acompaados, hasta la fonda de los Tres Reyes,encontraron puesta una mesa suntuosa, con treinta cubiertos, y los manjaresservidos. Alegres brindis al Vicario apostlico, a Chile, a las nacionesamericanas se cruzaron, y aquella noche hizo olvidar tantos y tan largospadecimientos como haban experimentado.

    Buenos Aires est situada sobre la ribera occidental del Ro de la Plata,y fue fundada en 1580 por Juan de Garay, teniente general de las tropasespaolas, llamada al principio de la Santsima Trinidad, pero prevalecidespus el nombre de Buenos Aires, a causa de su buena posicin, y del buenaire de que se goza. Antes de las primeras guerras de la revolucin americana,esta ciudad era capital de un reino del mismo nombre en la cual resida elsupremo tribunal, y un Virrey llamado del Paraguay, pero despus de larevolucin, el reino se subdividi en tantas pequeas repblicas comoprovincias hay, por lo que se llaman Provincias Unidas del Ro de la Plata. ElParaguay y Montevideo no obstante, quedaron separados; Montevideo bajo eldel Brasil y el Paraguay constituyndose en Repblica independiente queentonces estaba bajo la Presidencia del Dr. Francia. Es conocida lasingularidad de este hombre, el cual no buscaba sino la pblica felicidad, labuena administracin y la economa del Estado, que ante todo sola aplicar a smismo. Cuntase en efecto que una simple mujercita o ms bien una viejaformaba todo su cortejo: vesta con decencia ms sin lujo; la mesa no eraprovista sino de lo necesario al sustento: acostumbraba comer de pi con una

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    servilleta debajo del brazo y con mucha presteza. Amado de todos, eravenerado como el padre de la Patria2.

    Pero volvamos a Buenos Aires a donde hemos dejado a nuestrosviajeros. Esta ciudad est, como casi todas las de la Amrica, formada enlneas rectas que se cortan en cuadrados, y forman otras tantas islas o

    manzanas; las casas son muy bajas pues no tienen sino el piso de tierra, yalgunas pocas un piso superior, las ms veces inhabitado. Las murallas son degreda cruda, pues no se hace uso de piedra. Esta greda es reducida a pastamezclndola con paja picada, con la cual forman los pedazos que hacen secaral sol, usndose despus de cal para blanquearlos3. Esto no quita que enAmrica se fabriquen bellas y grandes habitaciones, en las cuales reina un lujoexcesivo. Los pavimentos estn cubiertos de esteras de paja finsima, y sobreellas alfombras europeas preciosas, siendo europeos tambin los muebles quelas adornan, lo cual cuesta a aquel pueblo gastos dispendiossimos. BuenosAires posee iglesias ricas; y los habitantes frecuentan mucho el paseo pblico,que se extiende a orillas del ro. Nuestros viajeros dejaron esta ciudad el

    diecisis de Enero, y tanto entus iasmo y tanto amor, se haba despertado en elpueblo, que la multitud se agrupaba en torno de ellos, y con lgrimas de ternurabesaban una y mil veces las manos de Monseor Vicario. Era tanto el gento,que fue necesario que el Gobierno pusiese guardia en la casa, y al mismotiempo les pidiese que partieran, porque se tema una sublevacin popular. Sialguien hubiese podido decir a aquellas buenas gentes que entre esa misinapostlica se hallaba el que un da haba de excitar tanto amor y tantoentusiasmo en toda la cristiandad, sentndose en el Vaticano, para hacer lasveces de Jesucristo en la tierra, que cosas no habra hecho con elpensamiento de tan gran prodigio? No eran sin duda por l aquellas fiestas yaquellas glorias, las cuales le estaban reservadas para otro tiempo, y quetambin ha merecido ahora del mundo. Entre las personas que visitaron aMonseor es muy digno de recordarse el clebre San Martin que habareconquistado del dominio de la Espaa todas aquellas provincias, Chile y granparte del Per.

    Pero estas demostraciones de pblica veneracin excitaron ladesconfianza del Gobierno, el cual mirando a aquella misin como si hubiesevenido a turbar la tranquilidad del pueblo, prohibi que Monseor administrasela Confirmacin en el da designado, importunando sin cesar a nuestrosmisioneros; y el Argos , gaceta principal de Buenos Aires se uni al Gobierno

    2As los errores de ideas de los que escriben, los conducen a deducciones y aseveraciones tan

    contrarias a l a verdad. El autor parece encantado de la simplicidad domstica del Dr. Francia,que le sabe a las virtudes ascticas. El Paraguay ha sido reducido a la barbarie y a lamendicidad por la falta de amor al lujo de su innoble tirano. -(El Traductor)3El lector americano se asombrar de la sorpresa que causa a los viajeros italianos el material

    de nuestros edificios; pero mayor ser su asombro, cuando sepa que pueblo alguno de latierra, ni los rabes de frica, ni los habitantes de los bosques de Norteamrica, conocen eladobe, trabajando siempre sus edificios de madera, piedra o ladrillo. El adobe es invencin

    digna de la pereza espaola. Los adobes en lo fsico se parecen en lo moral a las tales virtudesdel Dr. Francia, de que con tanto encomio habla el autor barro amasado con paja. (ElTraductor.)

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    para hablar injustamente de esta misin4. As fueron forzados a partir deaquella ciudad.

    CAPTULO IV

    Viaje de Buenos Aires hasta San Luis de la Punta.

    Partieron, pues, de aquella ciudad, en carrozas tiradas por cuatrocaballos, sobre cada uno de los cuales, como es la costumbre en Amrica, vasiempre un cochero, y precedidos o seguidos segn el caso, de una escolta acaballo en grande uniforme. Cuando el camino estaba muy malo, o haba

    mayor riesgo de ser sorprendidos por los salvajes, se ponan seis caballos acada una de las tres carrozas, y otros tantos hombres, cuyo peso no deba sermuy grande pues se alimentaban de slo carne asada sobre las llamas a lamanera de los salvajes, devorndola sin pan, usndose este muy poco en lacuidad, y ninguno en la campaa. Tenan estos cocheros un aspectoverdaderamente salvaje, con sus cabellos largos y cerdosos, y cubiertos depelo en las manos, y en el pecho5. Llevaban unas botas formadas de la piel delas patas de adelante de los bueyes, que sacan entera, e introducen la piernapor la parte del pelo, de manera que aquella piel parece la suya propia.Calzones largos informes y abiertos abajo; una faja colorada desde la cinturahasta las rodillas (el chirip.) Un grueso manto sobre las espaldas y ceido a la

    cintura con un cinto de cuero del cual pende un largo cuchillo; un sombrerillo depaja, o de lana ordinaria, con ala gacha o sin ella, y la copa en punta. Sondespus de todo de ndole alegre y pacfica. Con semejante compaarecorrieron nuestros viajeros el camino de la posta de Santa Fe a Crdoba,dejando el camino ms directo por no encontrarse con los indios salvajes, quesuelen salir al encuentro de los viajeros para asesinarlos y robarlos. El mismocamino de la posta no es del todo seguro, por lo que tuvieron que hacer latravesa tan de prisa, que ya un caballo, ya otro caa muerto en tierra, sin penaalguna de los cocheros que por el contrario se rean grandemente; y pagandodos escudos romanos (2 pesos) ponan en el acto otro de refresco. La primeranoche llegaron a Morn, que es una poblacin de cerca de ocho mil almas,

    perteneciente a Buenos Aires. El mayor producto que a lo largo de este caminovieron, fueron bosques de duraznos y campos enteros de hinojo,

    4Es preciso decir en justificacin de los gobiernos de aquella poca, que siendo un Nuncio

    apostlico, un enviado diplomtico de primera clase, y no presentando Monseor Muzi, suscredenciales al Gobierno de Buenos Aires, por no reconocer su Iegitimidad, a fin de noindisponerse la Corte de Roma con la de Espaa, el Gobierno de Buenos Aires, estabaautorizado, polticamente hablando, a prohibir todo ejercicio pblico de sus funciones, alenviado que previamente no lo reconoca como gobierno independiente, y debidamenteestablecido.5Los pastores de la vecindad de Roma llevan igualmente el pelo y la barba larga; sombrero

    negro de punta, con plumas de guila, y vestidos de cuero de carnero con la lana para afuera.

    Estas figuras siniestras, dan una idea dei banditti, y quiz subministraron a los antiguos elpadrn de los sti ros. El agro romano, por su desnudez, y falta de cultivo es igual a la Pampade Buenos Aires.

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    extrayndose del primero aguardiente, y sirvindose del ltimo para dulcificarlo.Pasaron de all a Lugares, o sea Santos Lugares y en esta campaaencontraron gran nmero de voltiles de toda especie, entre los cuales una aveque llaman tero-tero. Los rebaos de ganado son numerossimos,principalmente de bueyes.

    Nosotros no repetiremos menudamente todos los lugares y las postaspor donde pasaron nuestros viajeros, o en donde se detuvieron, hallndoseobligados a dormir en pobres cabaas con techos de paja y desprovistas detodo. Pasaron el Paran, ro caudaloso que desciende de las cordilleras delPer y de las montaas septentrionales del Paraguay, y que reunindose conel Uruguay forma el Ro de la Plata. A la parte del Norte en la orilla de este ro,pasaron por San Nicols, ltimo territorio de la provincia de Buenos Aires,principiando aqu el territorio de Santa Fe, cuya primera villa es el Rosario. A lolargo de aquel camino los jvenes chilenos se dieron a la caza, en la cualmataron una vizcacha. Es este animal parecido a un perro mastn, con pelogris, sutil y blando como el de un lobo. Su hocico fesimo y partido como el del

    tigre: el ojo blanquecino, y los dientes agudos, dos de los cuales muy largossalen afuera por arriba y otros dos menos largos por abajo. Entre uno y otro ojotiene una pequea faja de pelo negro que en seguida desciende a rodearle labarba. Comieron de aquella carne y la encontraron tierna, blanqusima y muyagradable.

    El Rosario situado sobre la orilla del Ro de la Plata, tiene una poblacinde setecientos habitantes, y hay all una iglesia cuyo altar mayor es todo deplata. Pasando por los Desmochados que es una de las postas de aquelcamino, supieron que all diez das antes, trescientos salvajes a caballo,guiados por el jefe que llaman cacique, todos armados de largas picas,asaltaron al maestre de la posta misma, el cual defendindose desde unatorrezuela les mat uno, e hiri a otro, con lo cual abandonaron el lugar. Tresdas despus de haber por felicidad pasado nuestros viajeros, volvieron almismo lugar con ms ferocidad aquellos salvajes, encontraron una tropa deveintids muleteros con cien mulas cargadas, se apoderaron de estas, ymataron a los veintids, excepto uno que se salv entre los heridos. Usan estossalvajes una lanza, que apoyan en la silla, por medio de una faja, y no hacenms que agitarla y dirigirla a uno y otro lado. Si llegan a aferrar un hombre lolevantan en el aire con la mayor facilidad, y cuando corren al asalto vangritando horriblemente, y golpendose la boca con las manos al mismo tiempo,con lo cual esparcen el mayor terror. Este lugar es uno de los msfrecuentados por aquellos salvajes, y toma su nombre de desmochar verboespaol que significa mutilar por haber los indios una vez cortado pies y manosa algunos hombres de la posta que dejaron as abandonados en tierra. Losvoltiles que con ms frecuencia vieron en estos parajes son las lechuzas, muyabundantes en toda la Amrica.

    Cuando hubieron llegado a la Esquina de la Guardia, se les pidi laConfirmacin que administraron a muchos; pero la noche la pasaron muy mal,y MASTAI hubo de pasarla en vela enteramente. Creyendo importante recordarla especialidad de los animales que vieron en este viaje, hablaremos de untat, o sea dasypus de Plnio, que los americanos llaman mulita, y que es elcachicamo, o tat de nueve fajas de Buffon. Es esta una pequea bestiecilla,

    que parece una mula aparejada, pero con el hocico ms parecido al del

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    puerquecillo de India que al de un mulo, y es del tamao de nuestros perrillosfalderos.

    Siguiendo este camino entraban en lugares en los cuales creca elpeligro de salvajes, y donde no podan dormir sino en pobres chozas sobre latierra desnuda; otras veces atravesaban lugares amenos y bosques

    compuestos de rboles espesos y muy altos, y que daban agradable sombramuy oportuna para ponerse a cubierto de los rayos abrasadores del sol. Alllegar al arroyo o sea torrente de San Jos, para refrescarse del fuerte calor, ylibrarse del polvo, MASTAI, el seor Vicario y Sallusti, se dieron un buen bao,mientras que los otros se ocupaban de cazar, o de pasearse, esperando la ce-na. As llegaron hasta el Portezuelo, donde concluye la jurisdiccin de Crdobay comienza la de San Luis.

    La provincia de Crdoba con un suelo feracsimo tiene cerca de ochentaleguas de largo y otras tantas de ancho. La ciudad capital de la provinciafabricada como Buenos Aires con calles rectas que se cruzan en cuadrados,cuenta cerca de trece mil habitantes, y est situada al pi de una montaa en

    terreno irregular, mas goza de buen clima. Sus casas construidas de greda yfango son muy slidas y bien adornadas. Su univers idad fue muy floreciente enun tiempo, hasta que se hizo moda mandar los jvenes a estudiar a la deBuenos Aires.

    Siguiendo el viaje pasaron por el ro Quinto donde encontraron estaparticularidad que el terreno estaba todo cubierto de huesos despojados,cabezas y cuernos de buey, con los cuales son construidas las pocas ymiserables cabaas que sirven de habitaciones. Finalmente despus de tantossufrimientos llegaron a la Provincia de San Luis de la Punta.

    CAPTULO V

    Desde San Luis de la Punta a Santiago de Chile.

    San Luis es la ciudad capital de la provincia del mismo nombre, la cual,

    edificada en 1597 por don Martin Loyola, sobrino de San Ignacio de Loyola, ladedic a San Luis Rey deFrancia. Tiene cerca de una legua de largo, media deancho, pero no muy poblada, y por su bella posicin en lo alto de una colina esllamada de la Punta. Su principal producto es la cochinilla, la cual es ungusanillo que se forma dentro de una tela de araa en una planta del gnerodel higo de Indias, cuyas hojas estn cubiertas de largas y agudsimas espinas.

    Con la punta de un cuchillo se recoge aquella tela, y muertos losanimalillos se reducen a pasta, de la que se hacen panecillos que se secan alsol o al fuego, y as van al comercio. Por otra parte es una especie de nuestrascarcomas que contiene un humor rojo que es la verdadera cochinilla, por locual no se recoge en otros lugares, sino en aquellos, y se diseca hacindolo

    morir en el vino. Las montaas de esta provincia son adems riquissimas enoro y plata. Era gobernador entonces don Jos Santos Ortiz, el cual haba

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    ocupado uno de los primeros puestos en la revolucin de la Independencia deAmrica. Muy honrados y festejados en San Luis nuestros viajeros, partieronde aquella ciudad en la maana del diez de Febrero, despus de haber hechouna colacin de papagayos pequeos, que encontraron en extremo tiernos ygustosos. La primera noche que pasaron en la laguna del Coroal, lugar casi

    desierto, MASTAI, deba dormir cerca del secretario en una pobre choza desimple paja, sobre la tierra desnuda; y como si no bastasen estasmortificaciones tuvo la compaa de animales desagradables que vinieron afastidiarlo. Del techo cay un gran nmero de chinches, que son una especiede araas gruesas que se llenan de sangre humana, como las sanguijuelas, yque donde quiera que pican alzan un ronchn, con gran comezn que dura pormuchos das; y de tan bellos animales encontraron por la maana llenos losvestidos y el lecho.

    Adems, habiendo llovido por la noche, muchos sapos entraron enaquella cabaa, uno de los cuales fue a posarse exactamente sobre la cabezade MASTAI, el cual prefiri mejor en la noche siguiente dormir a cielo raso,

    sobre un estrado de caas; mas habiendo de nuevo repetido la lluvia tuvo queguarecerse dentro de la cabaa misma. Cuatro leguas distante de San Luishacia el norte vieron (que ojos!) la montaa de Famatina, la cual es tanabundante de plata que a veces da pedazos de veinte libras y aun ms de puraplata.

    Estando parados en la posta de Chorrillo tomaron un mataco, pequeoanimal semejante en cierto modo a la ya descripta mulita americana, quellaman apar, y es el tat de tres fajas descrito por Buffon. Tiene una pequeacola, y est todo cubierto de una concha en figura redonda, dentro de la cual seencierra, y forma un solo globo dursimo de hueso que parece un solo pedazo,y as se defiende de los perros y de otros animales. Tiene cuatro patas y la colaigualmente de hueso dursimo, en medio del cuerpo algunas junturas queforman tres fajas movibles y transversales, y si agarra entre aquellas conchasel dedo de quien vaya a tomarlo, no hay fuerza que las haga abrir. Sonabundantsimos en estas campaas los matacos, cuya carne es muy buena,asada en la concha misma. Leones y tigres hacen muy peligroso el caminohasta Mendoza, los cuales aunque de formas pequeas son fiersimos decondicin. A cinco leguas del Chorrillo se descubre a la parte del sur un granlago que llaman el Bebedero, en el cual descargan tres ros a saber, elDesaguadero, el de Mendoza, y otro que desciende de las montaasoccidentales de Crdoba, y parece que este lago tuviera comunicacinsubterrnea con el mar.

    Entre los desagrados y los placeres que se alternaban en aquel camino,y despus de haber visto el grandioso espectculo de la Cordillera, con la cimaenteramente cubierta de nieve, y cuya altura es del doble mayor de la ms altamontaa del viejo mundo, se aproximaban ahora a Mendoza, la cual desde lossuburbios presentaba el aspecto de una magnfica ciudad. Flotaban al airedesde las ventanas de las casas pequeas banderas blancas; arcos yguirnaldas de flores, y gritos de jbilo festejaban la llegada de nuestrosviajeros, esparcindose flores tambin sobre su pasaje. Al fin de la calle cuatrojvenes bien parecidas y vestidas igualmente de blanco con un pauelo rojo alcuello, descendindoles hasta el pecho, y una faja de seda en la cintura,

    conducan de una parte a otra de la calle un arco ricamente adornado conflores y cintas, bajo el cual y en medio de las ms vivas aclamaciones pasaron

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    rpidamente como en triunfo las carrozas de MASTAI y los otros, y de estemodo entraron en la ciudad.

    Esta antigua ciudad toma su nombre del conquistador de la provinciadon Pedro de Mendoza; contena entonces veinte mil almas, y su terreno tenanombre por toda Amrica, como el mejor para el cultivo. En la poblacin

    predomina un color que tira ms a tostado que a blanco. No es posible decir lasfiestas que se dieron a nuestros viajeros; fueron a visitarlos en el momento desu llegada, los jefes de la ciudad tanto eclesisticos como civiles, y todas lastropas formadas se reunieron en el patio.

    En seguida una solemne procesin los acompa a la iglesia, pasandopor en medio de una muchedumbre inmensa de pueblo, cubierto el terreno deflores, y precedidos de doble fila de jovencillas con cestos igualmente llenos deflores. Llegados a la plaza en frente de la Iglesia haba formado con arcos deflores entretejidas con cintas, como un bellsimo templo bajo del cual pasaron.Vueltos procesionalmente a casa, fue el Vicario apostlico, y con l MASTAI yel Secretario a cumplimentar al gobernador, que inmediatamente les volvi la

    visita.Tomaron el camino para pasar la cordillera, costeando siempre el

    Paramillo, una larga montaa que da plata pura y en gran copia; y donde todostenan facultad de excavar dando solamente al Gobierno de Mendoza la quintaparte de la ganancia. En este camino y sobre las faldas del Paramilloencontraron tambin ciertos animales llamados guanacos y tambin camellosamericanos, por parecerse en algo a los camellos orientales. Es este animal defigura esbelta, tiene patas largas y delgadas con ua hendida como la del buey;la cola corta, el cuello largo graciosamente arqueado, el hocico negro, vivaceslos ojos, el pelo de un color rojizo, suave, y sirve para sombreros finsimos ypara cubiertas que se trabajan en el Per. Al ver a los pasajeros, no huyen sinoque curiosos y quietos se paran a mirarlos. Siguiendo el camino del Paramillode las Cuevas, y dejando a un lado el ro de Mendoza, subieron una de las msaltas montaas de la Cordillera, llamada vulgarmente la Iglesia, por unaespecie de templo formado de muchos escollos reunidos. Este pasaje de uno aotro lado de la Cordillera es peligroso e incmodo por la temperatura del airedemasiado elstica en aquella grande altura, y por el viento que silbahorrendamente. MASTAI sobrecogido de convulsiones y de dolores agudoshubo de quedar all permaneciendo por muchos das perturbada su mquina.En aquella cumbre de la Iglesia termina la provincia de Mendoza y comienza elterritorio chileno. El descenso hacia el lado de Chile es tan rpido, que suelehacerse a pie por evitar peligros. Las Cordilleras estn tan llenas de mrmoles,de piedras preciosas, de minerales y de productos volcnicos que no es decreerse, mientras que su aspecto es rido, y desnudo de vegetacin, la cualempieza a verse de aquella parte en la vecindad de la Guardia Vieja, llamadaas por un presidio de soldados que tena en otro tiempo el Gobierno de Chileall. Ahora no era ms que una pobre cabaa casi en ruina, hmeda y fra,pero en la cual hubieron de detenerse, lo que ocurri el ltimo de Febrero, paradar tiempo a que se recobrase MASTAI, todava gravemente enfermo,durmiendo all aquella noche, y la maana siguiente llegaron a la GuardiaNueva, casi sofocados por el polvo, el sol y extenuados por tantospadecimientos y peligros experimentados en este pasaje de la Cordillera. Muy

    distinta cosa se presentaba desde all a sus ojos en las amensimas campiasde Chile que son comparadas en delicias a las de nuestra Italia, y que

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    contrastaban con las fragosidades del pasado camino. La primera ciudad quede aquel pas vieron fue Santa Rosa, de Santa Rosa de Lima su protectora,formada cosa de treinta aos antes, y que ya contaba mil quinientos habitantes .Dejada la villa de Santa Rosa, y pasada una pequea ramificacin de lascordilleras, entraron en el gran valle llamado Chacabuco, donde en 1817 el

    General San Martn, viniendo de improviso de Mendoza sorprendi y derrot elejrcito realista espaol, cuya victoria con la de Maip ganada por el mismoGeneral decidi de la libertad de Chile y de toda la America Meridional.

    Al fin de este gran valle en una casa de campo de los antiguos jesuitasse detuvieron a hacer colacin. Aquellos padres tenan all una posesin detres mil cuadras de cuatro mil noventa y seis toesas cada una, bien quemayores riquezas tuviesen en el Paraguay, de donde eran como seores.Llegados a Colina, que es una pequea poblacin campestre, nuestros viajerosse detuvieron all tres das para llegar bien reposados a Santiago, ya nodistante, no habiendo de all ms de seis leguas de un camino llano y cmodo.Desde aqu Monseor vicario y Cienfuegos continuaron en carruaje, y MASTAI

    con los otros montaron a caballo, y galopando sin pararse, llegaron cerca deSantiago, a un convento de los padres dominicos recoletos, acompaados pormuchos seores que haban venido a encontrarlos, donde pasaron la noche,para entrar de da a la ciudad, como lo haba dispuesto el Gobierno del pas.

    CAPTULO VI

    Entrada a Santiago. Descripcin de esta ciudad. Topografa de Chile.

    Si en otras ciudades hemos visto en medio de que demostraciones dejbilo haban entrado nuevos viajeros, es de imaginarse cuales seran las quelos aguardaban en Santiago, fin de un camino tan largo. Por esto es intilrepetir como todas las autoridades y el pueblo vinieron a su encuentro a muchadistancia de la ciudad, como fueron procesionalmente conducidos a la catedral,despus de haber sido solemnemente recibidos en la gran sala de palacio delGobierno, donde fue ledo el breve de Len XII, dirigido al jefe supremo de

    Chile. Dise despus un banquete diplomtico al cual asistieron cerca de cienconvidados, y sobre cuya mesa se vean a un tiempo servidos ms dedoscientos manjares. Los platos, las copas, y toda la vajilla de la mesa,fabricada en Londres, llevaban escrito encima en letras de oro el nombre de loslugares en que los chilenos haban triunfado de los espaoles, a fin de quetuviesen siempre presentes estas victorias suyas, y las glorias de su patria.Pero importa que ahora procedamos a describir la ciudad de Santiago.

    En una vasta llanura sobre la margen izquierda del Mapocho fueedificada Santiago en 1541, por el caballero Pedro de Valdivia, general de lastropas espaolas, habiendo sido erigida despus en capital de todo el estado.Ocupando cosa de una legua, contaba entonces una poblacin de cerca de

    ochenta mil habitantes: sus calles en lnea recta, forman otras tantas manzanascuadradas de cerca de cuatro mil noventa y seis toesas cada una. Su clima es

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    dulce y salubre, el pas abunda de todo, y sus habitantes son de buena raza,vivaces y bien criados, y entre ellos manifiestan buena fe, lealtad y buencorazn. Afables en el trato, de bellos modales, y animados en el hablar. Visteel pueblo chileno un sombrerito de paja, anchos calzones sin forma, y un mantoque es una especie de cobertera que tiene una abertura en medio, por la cual

    introducen la cabeza, y que algunas veces suelen llevar de seda o de lanafinsima que hacen venir de Europa. Para evitar los robos nocturnos exista enSantiago el siguiente uso: en cada manzana cuadrada, pues que las calles,cruzndose entre s en lnea recta, forman islas cuadradas, tenia el Gobiernoun hombre llamado sereno, el cual se paseaba toda la noche en rededor de lamanzana que le estaba asignada, anunciando la hora en voz alta, el tiempobueno o malo, sereno onublado, y con agudos silbidos, por medio de un pitoindicando el prximo temblor, pues que en Santiago son estos frecuentes, yentonces cada cual sala de su casa, y se pona en salvo sobre las plazaspublicas. Pero este uso de los serenos fue no ha mucho quitado, por serdispendioso para el Gobierno, y por lo fastidioso que era para los habitantes

    aquel continuo gritar de tantas centinelas en medio del sueo. Ahora diremosalgunas palabras sobre el estado general de Chile.

    Llmase Chile aquella parte de la Amrica que tiene por lmites elPer al norte; al poniente y medio da el mar Pacfico, costendola hasta elCabo de Hornos, y al naciente, los Patagones de las Pampas, Cuyo y elTucumn. Su extensin es de dos mil doscientas millas italianas, comprendidasentre los grados 24 y 56 de latitud meridional. Tambin est defendido, orapor el mar, ora por las cordilleras, como por los Alpes nuestra Italia; pero delpoder espaol se salv mejor con el propio valor que con aquellas defensasnaturales. Porque ha de saberse que esta provincia estaba sujeta a la coronade Espaa; mas hacindose intolerable la prepotencia de los gobernantes quemandaba la misma corona, los Chilenos se pusieron entre s de acuerdo, yacudiendo a las armas se sustrajeron a aqul dursimo yugo; y arrojando a losextranjeros, se declararon independientes, lo cual tuvo lugar por la primera vezen 1810. Mas los espaoles enviaron desde Lima al General Osorio, el cualsometi de nuevo el pas. Despus de un ao sustituy a Osorio el GeneralMarc, el cual redobl la opresin de aquellos infelices.

    Habiendo resistido dos aos, apenas lleg, mand a construir enSantiago un fuerte sobre una colina de roca viva que dom ina del todo la ciudad,y la pone propiamente el yugo sobre la garganta. Ya puede imaginarse, cuande mala gana tolerara aquello este pueblo. Creci el descontento sobremanera, los naturales se contristaban cada da ms; murmurando contra estasmedidas, hasta que finalmente, volvieron de nuevo a la guerra abierta,resueltos a libertarse de los espaoles para siempre, hasta que lo consiguieron.Las dos batallas de que hemos hablados arriba, dadas y ganadas por elGeneral San Martn, establecieron la independencia de la Amrica meridionalque adopt desde entonces el gobierno republicano.

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    Captulo VII

    Permanencia en Santiago. Partida. Residencia en Montevideo. Vuelta aRoma.

    No proponindonos detallar la historia de las misiones apostlicas enel estado de Chile, sino solamente el viaje que en aquellas lejanas regioneshizo como compaero de Monseor Munzi, nuestro adorado SumoPONTFICE, nos limitaremos a decir que permanecieron en Santiago desde elsiete de Marzo hasta el diecinueve de Octubre de 1824. De Santiago partieronen la maana, habiendo desde muchos das, reunido en torno de la casa granmuchedumbre de pueblo, que no poda conformarse con la idea de verlospartir. MASTAI con el Vicario iban en un mismo carruaje, dirigindose a

    Valparaso que est a treinta leguas de distancia de Santiago. Antes de llegara Valparaso pasaron por el Alto del Puerto, que es un rpido descenso quehace necesario poner caballos atrs y a la derecha del carruaje, los cuales seesfuerzan no en tirar, sino en sostener el carruaje mismo a fin de que no seprecipite. Valparaso est entre una pequea playa del Ocano Pacfico y unamontaa rapidsima. Cuentan que los espaoles gustando del pas exclamaron"Va al paraso", lo que dio nombre a este puerto, porque conduca a lasamenas campias de Chile que miraban como el paraso terrestre de laAmrica. La ciudad de Valparaso contaba entonces como veinte mil habitantesentre ingleses, franceses, italianos y alemanes, y es llamada tambin delNacimiento. Gran parte de sus edificios cayeron en el terremoto de 1822, en elcual perecieron cerca de trescientas personas. Su puerto es grandsimo, puededar fondo a cualquiera embarcacin, aun en las inmediaciones de lo abitado, yes el ms comerciante de todo Chile.

    Habindose detenido pocos das en esta ciudad partieron de ella eltreinta de Octubre, hacindose a la vela para Montevideo. En esta navegacinencontraron muchas ballenas, a las cuales tiraban por pasatiempo con pistolascargadas a bala, divirtindose en ver caer en el mar el plomo sin ofenderlas enmanera ninguna. Tambin vieron los bellsimos delfines (toninas) del OcanoPacfico, que son enteramente diferentes de los del grande Ocano. Pasaroncon toda felicidad el Cabo de Hornos, que est entre aquellos dos mares, y es

    un lugar tan peligroso por las impetuosas corrientes y por las fierastempestades que all se levantan, que los marineros lo apellidan sepultura debuques. Aqu se divirtieron tambin en la caza de pelcanos (albatros) que porel lugar donde se encuentran son llamados Carneros del Cabo, majestuosasaves que se presentan sobre la superficie de las aguas con aspecto imponente.Tienen alas largusimas, las cuales se pliegan en tres distintas coyunturas, picocorvo y muy cortante, y el modo de tomarlos fcilmente es sirvindose deanzuelo. Encontrndose nuestros viajeros a la altura de 57 58 de latitudmeridional en la estacin del esto, vean casi continua la luz del sol, pues aunlas mismas dos horas que de noche haba, no se oscureca enteramente.Habiendo pues pasado felizmente, como se ha dicho el Cabo de Hornos,

    cuando hubieron llegado al Cabo de San Antonio se enfurecieron de tal maneralos vientos, y la nave se vio tan trabajada que el mismo Monseor Vicario y

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    MASTAI hubieron de ayudar a la maniobra, aferrar velas, y fatigarse porlibrarse de un naufragio. Por fin llegaron en salvamento al puerto deMontevideo, cuya ciudad es capital de la provincia Cisplatina, fundada sobre elRo de la Plata en Marzo de 1725 por algunos aventureros de Buenos Aires, yde las Islas Canarias. Estando en Montevideo fueron nuestros viajeros

    invitados a un banquete el da de San Juan Apstol, en una quinta cerca de laciudad, y es de notarse que entre tantas personas ilustres sacerdotes yreligiosos, a ms del Vicario apostlico, se sentaron a la mesa, cantores,bailarines y otras gentes de teatro, no faltando para completarla lista un bufonapolitano.

    Despus de dos meses y medio de permanencia en Montevideo,acompaados por el clero, y muchos vecinos se embarcaron para Gnova el18 de Febrero de 1825 y llegaron a Gibraltar sin haber sufrido borrasca alguna.La maana del sbado santo pasaron la lnea, y en es tos das tuvo el cannigoMASTAI que sufrir, quiz a causa del excesivo calor, tal enfermedad, que diomucho que temer por su vida. Pero Dios que para grandes cosas lo tena

    reservado, se dign salvarlo, y despus de algunos das, con aquellos pocosmedicamentos que pueden obtenerse en un buque, en medio del gran Ocano,san completamente, y pudo bien pronto volver a ver tierra, que fue el Cabo deSan Vicente, la punta ms occidental de Europa en los Algarbes de Portugal.Vieron en seguida el Cabo de Trafalgar famoso por la batalla de Nelson, dondeperdi la vida, muerto por las armas espaolas. La maana del seis de Mayoarribaron felizmente al puerto de Gibraltar, del cual hemos hablado lo suficienteal principio de nuestra narracin. Aqu permanecieron diecinueve das , despusde los cuales, escoltados por una corbeta sarda de veinticuatro caones, portemor de los corsarios que en aquellos das infestaban el Mediterrneo,bogaron felizmente hasta el Golfo de Len, donde experimentaron una noche,de mar en extremo borrascosa. Arrebatados por un furioso viento corrieron congrande felicidad, y merced a esta circunstancia se hallaron bien pronto en ladeseada Italia, en el puerto de Gnova, en la noche misma, en que con motivode hallarse all el Emperador de Alemania y otros prncipes, se haca unagrande y bella iluminacin por toda la ciudad. Despus de catorce das decuarentena pudieron bajar a tierra, y habiendo hecho una pequea excursin aSavona, para visitar el famoso santuario de nuestra Seora, coronada por elSumo Pontfice Pi VII, partieron de Gnova el primero de Julio paratrasladarse a Roma. Pasando por Chiavar, Porto Venere, la Spezia, Lucca,Pisa y Siena, que por las razones al principio expuestas no trataremos dedescribir, el siete del mismo mes entraron en Roma, que volvan a ver contransportes de jbilo, despus de tantas vicisitudes y de tantos peligroscorridos, en un viaje tan largo y venturoso, y cuya narracin damos con estoterminada.

    Vuelto a Roma el Cannigo MASTAI fue poco tiempo despusnombrado por el Sumo Pontfice Len XII, Obispo de Spoleti. No es dado decircon cunta sabidura y prudencia se condujo en aquella ciudad, aun en lostiempos ms difciles: su conducta le mereci el obispado de Imola, y enseguida el cappello cardenalicio el catorce de Diciembre de 1840. Habiendoentrado en conclave el catorce de Junio, el diecisis del mismo mes fue electoPontfice mximo, y se llam Po, nono de este nombre. Al nombre han

    correspondido mejor los hechos, y en un mes apenas de reino mostr al mundosi era verdaderamente, po y clementsimo. No es aqu el lugar de repetir

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    cuanto ha hecho en favor de sus sbditos, y cuanta gratitud le han manifestadoellos mismos: pero como es cierto que de este adorado PONTFICE, noescasearn en adelante los beneficios a sus sbditos, es cierto tambin que enellos ser eterna la gratitud, dando gracias a Dios que librndolo de tantospeligros en el viaje descrito, lo hubiese reservado para grado tan alto, de lo cual

    slo puede felicitarse su propia nacin.

    APNDICE

    Despus de la breve narracin que precede, creo oportuno aadiralgunos detalles sobre la exaltacin del Cardenal Obispo de Spoletti al soliopontificio, y sobre los primeros actos de su gobierno. Gregorio XVI, el antecesorde Po IX, acababa de fallecer, y el conclave de cardenales se reuna para laeleccin de un nuevo Papa, bajo la influencia de todo gnero de alarmas eincertidumbres. Del acierto de la eleccin dependan la tranquilidad de Roma,las vidas de centenares, y acaso la existencia misma del papado, en cuantogobierno poltico. La efervescencia de los espritus haba llegado a su apogeodurante los ltimos aos del reinado de Gregorio XVI; la revolucin de laRomagna acaba de ser sofocada; las prisiones de estado rebosaban conpresos por causas polticas, y la sangre haba corrido en los cadalsos, y aun enmatanzas desordenadas. La muerte del anciano Gregorio XVI, pona en nuevoconflicto al gobierno papal, y a tal punto haban llegado las cosas, que o debaarmarse de todos los rigores de los gobiernos terroristas, llenar de patbulos

    todo el estado Pontificio, enlutar familias enteras y recordar a los romanos lostiempos de Nern o de Cmodo, o bien cambiar sbitamente de poltica, hacerconcesiones a la opinin pbl