5
Página SIETE Domingo 23 de octubre de 2011 /11 Viaje Viaje al al CORAZÓN CORAZÓN BOLIVIA BOLIVIA BOLIVIA Viaje Viaje al al CORAZÓN CORAZÓN L A R E V I S T A de de de de 17 El tiempo ha carcomi- do la maquinaria de la mina Siglo XX. En Llallagua, En Llallagua, Siglo XX, Uncía y otr Siglo XX, Uncía y otr os pueblos, os pueblos, la gente aún viv la gente aún vive de lo que pr e de lo que pr oducen las mi oducen las mi- nas y también de los r nas y también de los r ecuer ecuer dos. dos. L L as v as v etas de etas de las montañas las montañas 11 23-10-11 MIRADAS20111023DOM

Viaje al CORAZÓN

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Viaje al CORAZÓN

Página SIETE Domingo 23 de octubre de 2 011 /11

ViajeViaje alal CORAZÓNCORAZÓN

BOLIVIABOLIVIABOLIVIAViajeViaje alal CORAZÓNCORAZÓN L A R E V I S T A

dededede 17

El tiempo ha carcomi-do la maquinaria de lamina Siglo XX.

En Llallagua, En Llallagua, Siglo XX, Uncía y otrSiglo XX, Uncía y otros pueblos,os pueblos,la gente aún vivla gente aún vive de lo que pre de lo que producen las mioducen las mi--nas y también de los rnas y también de los recuerecuerdos.dos.

LLas vas vetas deetas delas montañaslas montañas

11 23-10-11 MIRADAS20111023DOM

Page 2: Viaje al CORAZÓN

Domingo 23 de octubre de 2 011Página SIETE12 M I R A DA S 13Domingo 23 de octubre de 2 011 M I R A DA SPágina SIETE

Liliana Carrillo, periodistaNoelia Zelaya, fo t ó g rafaTania Sosa, investigadora social

Llallagua, el fruto dela montañaEn Llallagua “no hay buenapapa”. Es curioso, porqueeste municipio potosinodebe su nombre precisa-mente al tubérculo. VieneLlallagüita, que es como se

llama en quechua al fruto que presenta unaprotuberancia, “la papa a la que le crece suguagüita, así como el cerro… ¿ v e? ”. JulioCondori señala la montaña Llallagüita quetiene una especie de joroba. Yo, la verdad,no la distingo.

- “Ahí también había mina, pero chica en

comparación con las otras, porque en esta zo-na todo es mineral”. Guardatojo, botas de go-ma, chamarra corta, Condori –nacido hace 35años en Uncía- no deja duda de su oficio.“Nosotros sabemos, pues; somos mineros”.Yen las tierras de Norte Potosí son miles.

“Bien vista, la minera es una epopeya quecomienza y termina en una montaña. Intijal-jata, primero; Espíritu Santo, después; hoy sellama Juan del Valle, por ese español que en elsiglo XVI escarbó en busca de plata en el colo-so de roca que une a las poblaciones de Llalla-gua y Uncía”.

Al lado de la montaña Juan del Valle están laLlallagüita, una cadena de desmontes rojos,verdes y amarillos, y -pobre ante los monu-mentos de la naturaleza y de la historia- unCristo de mármol con los brazos abiertos.Juntos dan la bienvenida a las flotas y mini-buses que llegan de Oruro, después de doshoras de viaje por una flamante carretera.

El centro de Llallagua, la ciudad toda, seequilibra en una pendiente. Tiene los ruidos yaromas inconfundibles de la prosperidad an-dina: tiendas, farmacias, alojamientos, pen-siones, taxis, puestos de tripitas. Ajetreos demineros y comerciantes llenan sus días y susnoches; salvo los miércoles, cuando se cum-ple la ley seca que intenta expiar sin olvido elasesinato de una universitaria ocurrido hacetres años, precisamente un miércoles.

- “Llallagua es esencialmente minera; peroen los últimos años hay más comerciantes yjóvenes, gracias a la Universidad Nacional Si-glo XX. Es una ciudad que crece, con todo lobueno y malo de las capitales: desde servicioshasta vida nocturna”, define el ex alcaldeHéctor Solís Camacho, más conocido como“Pa l o” Solís (de los orígenes de su apodo po-co sabe, sólo que fue un regalo paterno de lainfancia y que inspiró el nombre de su restau-rante: “Los Palos”).

Sin negar su pasado minero, la ciudad pro-yecta aires de renovación. Entre sus callesempinadas emergen decenas de construc-ciones, a cada cual más grande y más ostento-sa. Todas con ventanales de espejos que refle-

único en la región), y para atenderla apenasabastecen 50 unidades educativas y el CentroMultisectorial San Benito de Mena, para ni-ños con aptitudes diferentes.

- “Este es un centro piloto que atiende gra-tuitamente a menores con discapacidades fí-sicas y mentales”, explica la hermana SoniaPonce, directora de la unidad pionera que-con fondos de tres ministerios, la Goberna-ción y la Alcaldía- brinda educación especiali-zada, terapias y alimentación a sus alumnos.“Los padres sólo pagan 30 bolivianos para eltransporte hasta las comunidades. Tenemos80 niños inscritos, pero sólo asisten 50”.

La religiosa chilena, a fuerza de fe y trabajo,ha logrado fondos internacionales para laconstrucción de esta escuela modelo queatiende a chicos con problemas auditivos, deDown, retraso mental y síndrome de Du-chenne, una enfermedad que causa atrofiamuscular, parálisis y finalmente muerte. Enel mundo afecta a uno de 3.500 niños y en Lla-llagua hay cuatro casos. ¿Tendrá algo que verla actividad minera? No hay datos, ni estu-dios ni respuestas. Sólo décadas de quími-cos, de contaminación y desechos que seamontonan en la zona.

De vuelta en las calles angostas de Llallagua,aún no puedo distinguir en el cerro la joroba

que le da el nombre. A lo obvio, seguir los pa-sos y llegar donde todos confluyen: la Linares.En esta vía que presume de ser avenida se ven-de, se compra, se regatea desde últimos mo-delos de celulares, enaguas de seda de coloreschillones, botas de minero; hasta electrodo-mésticos, mesas para wilanchas y oro, muchooro en pepas. Todo, con fondo de música chi-cha, rock y folklore a todo volumen.

- “¿Qué están buscando? Tengo la últimamorenada con la fantasmita”, ofrece PiterColque (“con i de Piter”, aclara). Tiene 23años y cuando le tocó trabajar no dudó enromper la tradición del guardatojo. “Nues -tros padres, nuestros abuelos han sido mine-ros. Nosotros ya no, pues…”.

A la mitad de la Linares, una cuestita quepasa desapercibida entre los puestos de ven-ta es una frontera. La llaman “El Puente” ymarca el inicio de Siglo XX, el campamentominero que en un tiempo, ahora lejano, dabavida a la población civil de Llallagua.

SIGLO XX, EL CORAJE“La sirena lloraba, lloraaaba… Serían las

dos de la tarde cuando miles de mineros re-gresaron a Siglo XX después de la interven-ción a la Marcha por la Vida. El campamentose vació para recibirlos y todos los familiares

penábamos, pero ellos no. Los mineros esta-ban derrotados, pero todavía con ganas depelear”. Cuando Félix Tórrez Miranda re-cuerda el día más triste, en 1986 –cuando elúltimo y desesperado intento por evitar eldespido de más de 20.000 trabajadores dela Comibol había fracasado y la “re l o c a l i-z a c i ó n” minera ya era irreversible- no pue-de evitar que la emoción se le atore en lagarganta. Y eso no es usual en el experi-mentado comunicador social, director dela radio Pío XXII.

Antes, muchas veces, la sirena había llora-do el luto minero: la masacre de 1949 en Cata-vi, la del San Juan en 1967, las de las dictadu-ra s …hubo más. Y siempre el campamento ha-bía resistido dando batalla. Sabía de trage-dias, pero pocas como la de la llamada reloca-lización. Con el Decreto Supremo 21060 delGobierno de Víctor Paz, “la difunta” era lapropia minería y se llevaba al infierno el futu-ro de miles de mineros y sus familias.

“En la Pascua del 87, el campamento enteroasistió a la misa que celebró el padre RobertoDurette, entonces director de la Pío XII, en lasfaldas de los desmontes. Llevábamos unataúd que cubrimos de flores y también pusi-mos flores entre las piedras de la explotaciónen señal de esperanza cuando todos nos pre-guntábamos: ¿será que todo se va a acabar?”,recuerda el director de la emisora fundadapor el padre oblato Mauricio Lefrevre quefunciona desde 1953 en Siglo XX. Para LuisLisidro Díaz, entonces apenas un niño, laruptura de su mundo era incomprensible.“Cada día venía un camión de la empresa ycon guardias vigilaba que cada familia em-

CONTINÚA EN L A PÁGINA 14

Es un recuerdo; el cam-pamento, el tren y losteatros, las calles que es-cupen polvo; un recuerdodiferente para todos ypara cada uno: la veta ge-nerosa, los ojos del tío, elcoraje del sindicato, el finde la vida posible. A estepueblo, incrustado entremontañas heridas, lláme-lo Llallagua, Siglo XX, Un-cía, Catavi o, lo que es lomismo, tierra de mineros.

Los viejostanques deagua quealimenta-ban el cam-pamento dela localidadminera deC a t av i .

Antes, muchas veces, la sirena había llo-rado el luto minero: la masacre de 1949en Catavi, la del San Juan en 1967, las delas dictaduras… hubo más.“

Es infalta-ble una so-pita antesde iniciar lajornada deocho horasde trabajo.

Al menos una veintena de mujeres trabajan en el interior de la mina.

jan sin remordimiento el adobe de las vivien-das antiguas; esas de una planta, puertas demadera y perros guardianes.

Su historia de pueblo viejo se refresca ade-más con sus jóvenes. El 60% de la poblaciónde Llallagua tiene menos de 21 años (un caso

Página SieteD I R E C TO R : Raúl Peñaranda UndurragaJefe de Redacción: Cándido Tancara CastilloJefe de Informaciones: Martín Zelaya Sánchez

R ev i s t a M i ra d a sE d i to r : Marco Zelaya.Re d a c to ra : Amancaya Finkel.Diseño: Edmundo Morales, Erika Aguilera y Marcelo Mamani.

Con lacolaboración de:

BOLIVIAViajeViaje alal CORAZÓNCORAZÓN

BOLIVIABOLIVIAViajeViaje alal CORAZÓNCORAZÓN

dededede

Viaje al corazón de Bolivia es unproyecto conjunto de Página Siete y

Naciones Unidas.NNUUBolivia

PueblosPueblosm i n e ro s ,m i n e ro s ,la histórica vla histórica vetaeta

12-13 23-10-11 MIRADAS20111023DOM

Page 3: Viaje al CORAZÓN

Domingo 23 de octubre de 2 011Página SIETE14 M I R A DA S 15Domingo 23 de octubre de 2 011 M I R A DA SPágina SIETEVIAJE AL CORAZÓN DE BOLIVIA VIAJE AL CORAZÓN DE BOLIVIA

paque sus cosas. Así nos llevaban hasta latranca y ahí nos botaban, sin un sitio a dón-de ir”. Para entonces, el hermano mayor deLuis –que falleció hace cinco años por malde mina- había heredado de su padre el ofi-cio de minero. “Y tuvimos que irnos, a noso-tros nos tocó El Alto”. Precisamente estaciudad paceña y el Chapare cochabambinofueron los destinos de la mayoría de los relo-calizados. “Hay sangre minera en el Chapa-re y en El Alto. Por eso allí han surgido losmovimientos que han entronado y derroca-do gobiernos”, analizaría después el ex al-calde Solís.

Después de una década, “Lu i ” L i s i d rovolvió a Siglo XX para quedarse, porque“aunque no estaba en sus planes” se ena-moró de una paisana en una visita de subanda de rock alteña. Ahora es propietariode un pub, donde da rienda al amor por elrock que le nació en los 80 a fuerza escu-char en la radio Pío XII el programa Metal,por supuesto, y de haber aplaudido en elteatro 31 de Octubre a las mejores bandasen vivo. “Al campamento –dice- en tiem-pos de la empresa llegó Wara, 50 de Marzo,hasta la Swingbaly”. Con tanta historia, suboliche no puede tener mejor nombre: “LaObertura de Siglo XX”.

A pocos pasos de la Obertura, encajonadaentre puestos de venta y dos enormes cons-trucciones, está la plaza del Minero. En su cen-tro, bandera en mano, la estatua del Minerorinde homenaje a una tradición sindical quedio dirigentes de la talla de Federico Escóbar,César Lora e Isaac Camacho. “El monumentoes famoso porque está hecho a base de un mi-nero real, un tal Camacho fue el modelo”.

Abajo, en la sima de la montaña -rodeadapor ruinas de inmensas estructuras que un díafueron ingenios, andariveles, barracas- unariel carcomida por el óxido conduce al soca-vón de la mina Siglo XX. En el dintel, la imagende la Virgen de la Concepción y adentro está elTío; a ambos hay que tenerles respeto. Pareceun antiguo fósil abandonado y, sin embargo,cada día esta mina acoge a cientos de coopera-tivistas... No. Esto no está muerto.

-“Los cooperativistas siguen arañandolas entrañas del cerro y viviendo de sus ri-quezas, aunque en peores condiciones queantes– sentencia Félix Tórrez, mirando elpaisaje triste desde su oficina de la radio.Hubo y habrá vida en este distrito”.

MINEROS, MINERAS, PALLIRISSon las 7:00 y una vagoneta asciende por la

montaña Juan del Valle rumbo a la minaCancañiri. Viajamos con ocho minerosamontonados que charlan saltando cómo-damente del quechua al castellano.

La actividad en el atrio del socavón reta alfrío intenso “y eso que no es invierno”. En ca-suchas de calamina se alquilan herramientas;cinco señoras venden coca en bolsas de dos,cinco y diez bolivianos; también ofrecen lejía,cigarrillos negros y encendedores. Otras tan-

tas, jugos hirviendo de linaza y quinua con li-món. Junto a la bocamina, hay un comedorcon mesas de cemento, donde se sirve caldode cordero, ají de chuño, sajta de pollo...

Es un mar de guardatojos. Mineros de to-das las edades conversan, compran, bro-mean. Sus historias son similares: migran-tes o hijos de mineros, son socios de algunade las cuatro cooperativas que explotan elllamado “stock de La Salvadora” -20 de Oc-tubre, Victoria, Siglo XX y Multiactiva-, tra-bajan sin horario y con mínimas condicio-nes de seguridad.

“Con el 21060 han pensado que los mine-ros íbamos a desaparecer, pero nos hemosagrupado en cooperativas y ahora somosmás de 5.000”. Juan Flores es el director dela Federación Regional de CooperativasMineras de Norte Potosí (Ferecomin). Lohabíamos conocido el día anterior “de ci-v il” en su oficina en Llallagua y hoy, concasco y botas en el umbral de la mina Can-cañiri. Sus palabras suenan a sentencia:“Los mineros hemos dado todo por el país,desde tiempos de Patiño, para el desarro-llo de Yacimientos, para la recuperación dela democracia y ahora quieren cobrarnos el15% de impuesto del IVA cuando ya paga-mos regalías del 3%, pagamos la concesión

“ Abajo, en la sima de la montaña -rodea-da por ruinas de inmensas estructurasque un día fueron ingenios, andariveles-una riel carcomida por el óxido conduceal socavón de la mina Siglo XX.

CONTINÚA EN L A PÁGINA 16

VIENE DE L A PÁGINA 13

Casi en ruinas, el ingreso ala mina Siglo XX, que aún hoyes explotada por los coope-rativistas de la región.

Los mineros trabajan hasta "que les dan las fuerzas".

La PlantaM i raf l o re s ,

donde antes sep ro c e s a b a n

m i n e ra l e s , seconserva hoycomo museo.

Al inicio de una jornada de trabajo en la mina Kankañiri.

Departamento: POTOSÍ

Llallagua

Fuente: UDAPE, Min. de Planificación Para el Desarrollo / Infografía: MMC. / Página Siete

Según el último dato disponible a nivel municipal (2001), en Llallagua Cinco de cada diez personas (54,1%) eran extremadamente pobres, es decir, que no tenían ingresos para adquirir una canasta alimentaria.

Esto significa que existían aproximadamente 19.972 personas en condición de pobreza en el municipio.

Cinco de cada diez personas se hallaban en condiciones de extrema pobreza

Cinco de diez perso-nas se hallaban por

encima de la línea de extrema pobreza

Proporción de personas extremadamente pobres en Llallagua (2001)

Pobreza extrema en el municipio

Pobreza extrema

Personas en extrema pobreza

Cochabamba

Oruro

POTOSÍ

Llallagua

14-15 23-10-11 MIRADAS20111023DOM

Page 4: Viaje al CORAZÓN

Domingo 23 de octubre de 2 011Página SIETE16 M I R A DA S 17Domingo 23 de octubre de 2 011 M I R A DA SPágina SIETE

minera al Estado… ¿dónde más? No nos va-mos a dejar. El guardatojo nunca va a estaren el piso porque Bolivia tiene una deudahistórica con los mineros”.

Divididos en tres turnos, al menos 1.500mineros entran cada día a las entrañas delcerro Juan del Valle. “Hay socios que traba-jan hasta 24 horas por necesidad, -comentaahora Carlos Mora, secretario general de laCooperativa 20 de Octubre- Es peligroso,no podemos darles óptimas condiciones deseguridad en interior mina”.

En el último año, en el stock de La Salva-dora se registraron 27 accidentados, 12 deellos murieron por “planchazos” o derrum-bes. La última tragedia se llevó la vida dedos veinteañeros que, por inexperiencia,ingresaron a una zona de gases venenosos.“El problema fundamental es que desde el52 no tenemos prospección minera. No sepuede saber qué hay y qué no hay en las mi-nas. Solamente estamos comiendo lo que hadejado la Patiño Mines y algo la Comibol”,puntualiza Flores, quien dedica a la diri-gencia 20 años. Cargados de callapos (tron-cos), dinamita, herramientas y coca, los mi-neros han empezado a entrar a Cancañiri.En el desfile hay mujeres que han atado sustrenzas dentro del guardatojo y cambiadolas polleras por pantalones y botas. “Tene -mos compañeras socias que trabajan en in-terior mina. Antes era prohibido, pero aho-ra con la ley de que todos somos iguales sehan atrevido las señoras y no podemos de-cirles no”, explica Flores y aclara que lo queno permiten son niños. Ese día, no vimos aninguno, aunque según la Moldenats (Mo-vimiento Local de Niños Niñas y Adoles-centes, con sede en Uncía), los menoresahora trabajan en los ingenios.

Hay pocas mujeres mineras, apenas cua-tro o cinco por cooperativa; la gran mayoría,viudas o madres solteras. “Mi marido hamuerto en accidente y yo, ¿qué iba a hacer?He seguido explotando la concesión”, co-menta Nora. Acaba de salir del turno noc-turno y ahora debe “c o r re r ” a ver a sus tresniños que se han quedado a cargo de su her-manita. “Yo trabajo para mis hijos”, alcanzaa decir antes de irse.

““Mi marido ha muerto en accidente y yo¿qué iba a hacer? He seguido explotandola concesión”, comenta una mujer minera.

VIENE DE L A PÁGINA 15

Con guardatojo, Lidia Vera (de 47 años)se camufla entre los cientos de minerosque se alistan para iniciar la jornada. “Yosoy madre soltera, tengo seis hijos y traba-jo aquí hace cinco años”, cuenta escoltadapor los dos varones mayores de su prole,que también son mineros. “Adentro pode-mos hacer lo mismo que los hombres yellos nos respetan, son buenos, ayudan–asegura-. Una se cansa pues, pero siquie-

Enormes Enormes máquinas de lamáquinas de laPlanta de MirPlanta de Miraaflorflores que dabaes que dabaenerenergía en tiempos de Patiño.gía en tiempos de Patiño.

Cuaderno de viaje

En Miraflores, Patiño construyó su palacio, frente a La Salvadora. Hoy, sólo quedan ruinas de su imperio.

Las vivien-das del

centro mi-nero de Ca-tavi no hansido refac-

cionadasdesde la re-l o c a l i za c i ó n

de 1985.

Desde lamina Ka n -

kañiri, unminero y

una palliricontemplanla ciudad de

Llallagua.

ra puede explotar su concesión, antes sólopodíamos ser palliris”. De esas mujeres,que rescataban manualmente el mineralde las colas y desmontes, quedan pocas.

Doña Amada es una de las sobrevivien-tes de aquel oficio. Explica en quechuaque tiene 75 años y cuenta sonriendootras cosas que no entiendo. Al despedir-se, cariñosa, agarra mi mano entre las su-yas curtidas que, en tantos años, han aca-bado por mimetizarse con las piedras desu trabajo.

“Dicen que los mineros somos tristes,mentira, Julio Condori nos ha encontrado.Vivimos con la muerte cada día, por esocuando podemos, nos alegramos, reímos.Ya hay mucho tiempo para amargarse y lavida es corta para ser valiente”, dice son-riente y antes de perderse en la oscuridadespesa de la mina vuelve a mostrarme la jo-roba del Llallagüita. Y esta vez sí se me re-bela claro, clarito, el fruto de la montañasobre la ciudad que despierta.

CONTINÚA EN L A PÁGINA 18

Benjamín Chávez,escritor y periodista.Manuel Seoane,fo t ó gra fo .Robin Mamani,investigador social.

Alex Ayala,p e r i o d i sta .Juan Gabriel Estellano,fo t ó gra fo .Daniel Platt,investigador social.

Azul

Ve rd e

Ro j o

Act

ualm

ente

en

viaj

e

LilianaCarrillo,periodista.

NoeliaZ e l aya ,fo t ó g rafa .

Tania Sosa,i nve s t i g a -dora social.

Llegamos a Oruro después de burlar unbloqueo en La Paz. En la terminal orureñahay dos opciones para llegar a Llallagua: lamás rápida y económica (Bs 15), aunqueriesgosa por la velocidad que imprimen losconductores, son los Noahs o minibuses,también llamados Surubíes. Más cómodas yseguras son las flotas Minera y Bustillos, queparten intercaladamente a cada hora. El pa-saje cuesta Bs 20.

Desde Llallagua se puede llegar fácilmentea los pueblos vecinos. Para ir a Catavi, a sietekilómetros, están los taxis 9 de Febrero, que

salen de la plaza. El pasaje cuesta dos boli-vianos, 50 centavos más que los minibusesque dejan a los pasajeros en las puertas delos famosos baños termales. Para ir a Uncía,a siete kilómetros de Llallagua, también haytaxis que salen frente a la iglesia; el pasajecuesta Bs 2,50 y, salvando la incomodidaddel quinto pasajero, llegan a su destino enunos 20 minutos.

Nos despedimos de Llallagua después deun día de incesante lluvia. Mochilas en hom-bros, partimos a nuestro próximo destino:Po c o a ta .

El recorrido hasta ahoraEl recorrido hasta ahoraBolpebraINICIO

YungasLLEGADA

Puerto Gonzalo Moreno

San Ignacio de Moxos

Rurre

naba

que

UrubicháPuesto Fernández

Villa Tunari

ReferenciaTramo recorrido

Tramo por recorrer

SANTA CRUZ

PANDO

CHUQUISACAQ

TARIJA

LA P

AZ

La Paz

BENI

Curahuarade Carangas

Villamontes

Uriondo (Concepción)

Pulacayo

Betanzos

Tarabuco

Llallagua

CandelariaChipaya

Luribay

Aiquile

Camiri

16-17 23-10-11 MIRADAS20111023DOM

Page 5: Viaje al CORAZÓN

Domingo 23 de octubre de 2 011Página SIETE18 M I R A DA S VIAJE AL CORAZÓN DE BOLIVIA

En la plaza de Catavi, la alegría de los niños contrasta con su vetusto entorno.

El Teatro Simón I. Patiño hoy está abandonado.

Un coope-rativista alinicio deuna durajornada detrabajo en lamina Kan-ka ñ i r i .

Uncía y Catavi, nostalgias de la gloriaEn Uncía, Simón I. Patiño descubrió en

1900 la veta de estaño más rica de la his-toria en la mina La Salvadora. Allí cons-truyó una vía férrea, levantó un palacio,instaló la primera generadora de energíaa diésel y creó un campamento con todaslas comodidades -cine, cancha de golf,piscina- que fueron conservadas des-pués por la Comibol tras la nacionaliza-ción en 1953.

De esos tiempos de gloria, hoy quedansólo estructuras viejas. De lejos, la esta-ción del tren luce en ruinas, pero de cercalos llantos infantiles rebelan que sin ma-yor mantenimiento se ha convertido enuna guardería. El palacio que Patiño re-galó a su esposa, Albina, es un modestomuseo municipal que se opaca ante loimponente de la generadora Miraflores,cuya enorme maquinaria aún sigue enpie y puede ser visitada. El municipio,ubicado a siete kilómetros de Llallagua,se ufana en promocionarse como “la ca-pital folklórica de Potosí”. El 30 de sep-

tiembre fue la fiesta en honor a su santopatrono, San Miguel, y entre decenas debailes brilló la danza los doctorcitos, in-ventada en Uncía.

Catavi, submunicipio de Llallagua, fueel centro administrativo de la EmpresaPatiño Mines; y, después de la nacionali-zación, lo fue de la Corporación Minerade Bolivia. Se caracterizaba por su mo-dernidad traducida en chalets para losingenieros, campos deportivos y el pri-mer y más lujoso teatro de la zona. Perotras décadas de abandono, el teatro sedeteriora entre basura y las casas, nuncarefaccionadas, se desmoronan, aunquesiguen habitadas. Sin embargo, el distri-to mantiene el orgullo de poseer aguastermales con las cualidades curativas,que son aprovechadas las 24 horas en unbalneario municipal.

El resto son recuerdos y ruinas jóvenesde trenes, ingenios y campamentos quese llevan consigo el secreto del auge y eldestino minero de dos pueblos. Pasos solitarios en lo que fue la famosa mina Siglo XX.

Hoy vetus-ta, la ex es-

tación detrenes de

Uncía se hac o nve r t i d o

en unag u a rd e r í a .

18 23-10-11 MIRADAS20111023DOM