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ENTREVISTA A PHILIP ZIMBARDO, AUTOR DE "EL EFECTO LUCIFER" ¿POR QUÉ LOS CHICOS "BUENOS" HACEN COSAS MALAS? por Myriam López Blanco A finales de los años 40, dos chavales flacos compartieron clase en un Instituto del Bronx, el James Monroe, de Nueva York. Ambos eran hijos de inmigrantes. Uno de ellos, de judíos de Europa del Este; el otro, de sicilianos. El judío era "el listo". Su nombre: Stanley Milgram. El italiano era "el popular". Su nombre: Philip Zimbardo. Ambos se criaron en un gueto donde muchos de sus amigos acabaron formando parte de bandas callejeras, y coleccionando expedientes policiales. Y, casualmente, ambos dedicaron su vida a investigar por qué los chicos buenos hacen cosas malas. Sus experimentos conmocionaron al mundo. Desvelaron que las personas normales y corrientes son capaces de cometer los actos más crueles. Milgram murió a los 51 años, a causa de un infarto. Zimbardo dio su última clase magistral en la Universidad de Stanford hace un par de semanas. KINDSEIN ha entrevistado al doctor Zimbardo con motivo de la publicación de su último libro: "El Efecto Lucifer", que ya está entre los primeros en la lista de ventas de The New York Times. Zimbardo, sin embargo, no había sido siempre el chico más popular de la clase, al contrario. En las entrevistas suele recordar que en su infancia fue víctima de todo tipo de discriminaciones, por parecer judío, negro, italiano y portorriqueño. Pero él cree que todo eso le preparó para ser un psicólogo social. El año antes de llegar al James Monroe, por ejemplo, lo pasó en un instituto de California donde los alumnos le evitaban. En cuanto llegaba a una mesa de la cafetería, todos se levantaban y se marchaban. Después se enteró de que había corrido el rumor de que Zimbardo era de la mafia, por su origen siciliano y por venir de Nueva York. En el James Monroe, en cambio, era el más popular. ¿Por qué ese cambio? ¿Qué había pasado? Se preguntaban un día Zimbardo y Milgram. Ambos estuvieron de acuerdo en que no había dependido de su disposición sino de la situación. Años más tarde, el experimento de Migram sobre la obediencia y el de Zimbardo de la Prisión de Stanford demostraron que las situaciones sociales tienen un poder muy sutil para influir en el comportamiento de las personas, mucho más de lo que las propias personas somos capaces de imaginar. En 1971, el Experimento de la Prisión de Stanford mostró que el anonimato, el aburrimiento y la conformidad pueden inducir el comportamiento sádico en estudiantes que, hasta ese momento, habían sido "normales". KINDSEIN: ¿En qué consistió su famoso Experimento de la Prisión de Stanford? Dr. Zimbardo: Fue mi intento para determinar qué ocurre cuando pones a

vicente guerrero

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ENTREVISTA A PHILIP ZIMBARDO, AUTOR DE "EL EFECTO LUCIFER"

¿POR QUÉ LOS CHICOS "BUENOS" HACEN COSAS MALAS?por Myriam López Blanco

A finales de los años 40, dos chavales flacos compartieron clase en un Instituto del Bronx, el James Monroe, de Nueva York. Ambos eran hijos de inmigrantes. Uno de ellos, de judíos de Europa del Este; el otro, de sicilianos. El judío era "el listo". Su nombre: Stanley Milgram. El italiano era "el popular". Su nombre: Philip Zimbardo. Ambos se criaron en un gueto donde muchos de sus amigos acabaron formando parte de bandas callejeras, y coleccionando expedientes policiales. Y, casualmente, ambos dedicaron su vida a investigar por qué los chicos buenos hacen cosas malas. Sus experimentos conmocionaron al mundo. Desvelaron que las personas normales y corrientes son capaces de cometer los actos más crueles. Milgram murió a los 51 años, a causa de un infarto. Zimbardo dio su última clase magistral en la Universidad de Stanford hace un par de semanas. KINDSEIN ha entrevistado al doctor Zimbardo con motivo de la publicación de su último libro: "El Efecto Lucifer", que ya está entre los primeros en la lista de ventas de The New York Times. 

Zimbardo, sin embargo, no había sido siempre el chico más popular de la clase, al contrario. En las entrevistas suele recordar que en su infancia fue víctima de todo tipo de discriminaciones, por parecer judío, negro, italiano y portorriqueño. Pero él cree que todo eso le preparó para ser un psicólogo social.

El año antes de llegar al James Monroe, por ejemplo, lo pasó en un instituto de California donde los alumnos le evitaban. En cuanto llegaba a una mesa de la cafetería, todos se levantaban y se marchaban. Después se enteró de que había corrido el rumor de que Zimbardo era de la mafia, por su origen siciliano y por venir de Nueva York. En el James Monroe, en cambio, era el más popular. ¿Por qué ese cambio? ¿Qué había pasado? Se preguntaban un día Zimbardo y Milgram. Ambos estuvieron de acuerdo en que no había dependido de su disposición sino de la situación. Años más tarde, el experimento de Migram sobre la obediencia y el de Zimbardo de la Prisión de Stanford demostraron que las situaciones sociales tienen un poder muy sutil para influir en el comportamiento de las personas, mucho más de lo que las propias personas somos capaces de imaginar. 

En 1971, el Experimento de la Prisión de Stanford mostró que el anonimato, el aburrimiento y la conformidad pueden inducir el comportamiento sádico en estudiantes que, hasta ese momento, habían sido "normales". 

KINDSEIN: ¿En qué consistió su famoso Experimento de la Prisión de Stanford?

Dr. Zimbardo: Fue mi intento para determinar qué ocurre cuando pones a gente buena en un lugar malvado: ¿Triunfa la humanidad, o la fuerza de la situación puede acabar dominando hasta al más bueno de nosotros? Mis estudiantes de Stanford, Craig Haney y Curt Banks, y yo creamos un ambiente carcelario muy realista, una "mala cesta" en la que colocamos a 24 individuos voluntarios seleccionados entre estudiantes universitarios para un experimento de dos semanas. Les elegimos de entre 75 voluntarios que pasaron una batería de tests psicológicos. Tirando una moneda al aire, se decidía quién iba a hacer el papel de preso y quién el de guarda. Naturalmente, los prisioneros vivían allí día y noche, y

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los guardas hacían un turno de 8 horas. Al principio, no pasó nada, pero la segunda mañana los prisioneros se rebelaron, los guardas frenaron la rebelión y después crearon medidas contra los "prisioneros peligrosos". Desde ese momento, el abuso, la agresión, e incluso el placer sádico en humillar a los prisioneros se convirtió en una norma. A las 36 horas, un prisionero tuvo un colapso emocional y tuvo que ser liberado, y volvió a ocurrir a otros prisioneros en los siguientes cuatro días. Chicos buenos y normales se habían corrompido por el poder de su papel y por el soporte institucional para desempeñarlo que les diferenciaba de sus humildes prisioneros. Se probó que la "mala cesta" tenía un efecto tóxico en nuestras "manzanas sanas". Nuestro estudio de dos semanas tuvo que parar antes de tiempo después de sólo seis días porque cada vez estaba más fuera de control. 

KINDSEIN: ¿Cómo acabó el estudio?

Dr. Zimbardo: El quinto día del experimento, una estudiante recién doctorada de Stanford, Christina Maslach, vio cómo los guardas colocaban bolsas en las cabezas de los prisioneros y les hacían desfilar con las piernas encadenadas, como zombies, mientras los guardas les gritaban barbaridades. Maslach salió llorando. Había empezado a salir con ella, y me gritó: «No estoy segura querer tener algo que ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo que estás haciendo a esos chicos». Esa doble bofetada en la cara fue la catálisis para que me diera cuenta de que el estudio había funcionado demasiado bien y de que esa poderosa situación me había corrompido también a mí. Paramos el estudio al día siguiente. 

KINDSEIN: ¿De qué trata "El Efecto Lucifer"?Dr. Zimbardo: En "El Efecto Lucifer" detallo por primera vez la cronología de

los acontecimientos que tuvieron un efecto tan transformador sobre casi todo el mundo que estaba implicado. Creo que entenderlo nos pone en una mejor posición para apreciar lo que el Efecto Lucifer significa realmente.

"El Efecto Lucifer" es una celebración de la capacidad infinita de la mente humana para convertirnos a cualquiera de nosotros en amable o cruel, compasivo o egoísta, creativo o destructivo, y de hacer que algunos lleguemos a ser villanos y otros a ser héroes. Philip Zimbardo

"El Efecto Lucifer"Lo que mi investigación, junto con una gran cantidad de estudios psicológicos

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serios, ha revelado es el Poder de las Situaciones Sociales para llevar a mucha gente corriente, incluso buena, tanto niños como adultos, por el camino del mal.

KINDSEIN: Tres décadas después de su experimento en Stanford, han salido a la luz las imágenes de los abusos a prisioneros iraquíes cometidos en la prisión de Abu Ghraib por hombres y mujeres de la policía militar de Estados Unidos. Cuéntenos cuál fue su reacción al verlas. 

Dr. Zimbardo: No me sorprendieron en absoluto. Yo había visto su paralelo en el sótano de Stanford, prisioneros desnudos, cabezas con bolsas, humillación sexual. Era un comportamiento inexcusable, pero no inexplicable.Paralelismos con

Abu GhraibMi sensación de que había similitudes enfermizas entre la prisión de nuestro experimento y cualquier prisión real en medio de una guerra controvertida. También se mencionó en las investigaciones de las causas de esta tragedia humana.

KINDSEIN: ¿Por qué eligió ese título para su libro?Dr. Zimbardo: Lucifer fue el ángel favorito de Dios, fue expulsado del cielo al

infierno por sus pecados de desobediencia, y se convirtió en el Diablo, Satán. Mi libro analiza transformaciones humanas de gente ordinaria, buena gente que es seducida por una serie de situaciones para deslizarse por la pendiente resbaladiza de la maldad. 

KINDSEIN: Así que no sabemos quiénes somos. Dr. Zimbardo: ¿Cómo podemos estar seguros de qué haríamos o dejaríamos de

hacer en situaciones nuevas, diferentes de la que hemos encontrado hasta entonces? Desafío las nociones básicas de QUIÉNES creemos que somos, y lo bien que nos conocemos nosotros mismos y a otros durante nuestra vida. 

¿Y cuál es nuestra capacidad de predecir lo que harían otros a los que creemos conocer bien cuando la presión de la situación les seduzca hasta el punto de violar principios morales o legales? Sólo nos conocemos nosotros mismos, a nuestra familia y amigos, a partir de pequeñas muestras de comportamiento en un número limitado de situaciones, en las que a menudo todos estamos jugando papeles concretos. 

Cuando tenemos la libertad de elegir las situaciones en las que entramos o que evitamos, normalmente nos dirigimos a las familiares, seguras, cómodas, donde nuestros hábitos aprendidos nos permiten desenvolvernos bien. 

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KINDSEIN: ¿Qué ocurre cuando nos empujan a situaciones completamente nuevas?

Dr. Zimbardo: Entonces, los viejos hábitos o las características de nuestra personalidad ya no funcionan o no son relevantes y somos vulnerables a las fuerzas de la situación, tales como la dinámica de grupos para conformarnos, la dilución de la responsabilidad de nuestros actos, la deshumanización de otros, los sentimientos de anonimato y pérdida de necesidad de rendir cuentas, entre otros. Podemos entonces hacer cosas que nunca hubiésemos imaginado que pudiéramos hacer sin las influencias sociales de ese momento y lugar.

KINDSEIN: ¿De qué sirve saber que la mayoría de nosotros puede cometer actos tiránicos si la situación lo propiciase? 

Dr. Zimbardo: Entendiendo las causas y los modos en los que la mayor parte de nosotros podemos acabar en las filas de los malos, también estamos en una mejor disposición para evitar esas situaciones, minimizar su impacto en nosotros, e incluso enfrentarnos y oponernos a ellas. 

KINDSEIN: ¿Cómo podemos evitarlo?Dr. Zimbardo: "El Efecto Lucifer" proporciona indicaciones para resistir

influencias externas, no deseadas ni deseables, en nuestro comportamiento, y va más allá hasta describir cómo esa resistencia al mal puede ser Heroica. Propongo que cada uno de nosotros tiene la triple posibilidad de: ser pasivo y no hacer nada, volverse malos, o llegar a ser héroes. Yo admiro a los héroes cotidianos como personas normales que hacen cosas extraordinarias. 

Ser un héroe tiene sólo unos cuantos elementos clave: actuar cuando otros son pasivos; ser menos egocéntrico y estar más preocupado por el bienestar de los demás y estar dispuesto a hacer un sacrificio personal para ayudar a otra persona, a una causa o a un principio moral.

He empezado a animar a la gente a pensar cómo podemos inspirar la "imaginación heroica" de nuestros hijos, animar su creencia de que ellos son héroes en espera, pendientes de que llegue la situación en que otros sean pasivos o se comporten mal, y en las que ellos irán por el camino menos trillado hacia el acto heroico. Al instilar esos pensamientos en nuestros niños, aumentará la probabilidad de que se comporten de manera heroica cuando llegue el momento en una situación determinada. Cuantos más jóvenes estén alimentando esa imaginación heroica, menos mal existirá en nuestro universo.

KINDSEIN: ¿Hay algún espacio para los niños en El Efecto Lucifer? ¿Cómo es la maldad en los más pequeños?

Dr. Zimbardo: Los niños no nacen malos, sino con plantillas mentales para hacer cosas buenas o malas dependiendo de las influencias del entorno, de los contextos de comportamiento en los que viven, juegan y trabajan. Los niños que crecen en guetos, en zonas de guerra, en familias maltratadoras, en las calles, o como milicias infantiles secuestradas por diversas fuerzas rebeldes, viven contextos muy distintos de los niños en entornos privilegiados, no porque tengan cerebros inferiores o personalidades patológicas, sino por las fuerzas negativas del entorno que actúan sobre ellos. 

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Incluso en ambientes menos hostiles, los niños buenos pueden empezar a hacer cosas malas por su grupo de amigos, que establece las normas para ser aceptados en el círculo mágico. Algunas veces eso consiste en molestar a otros niños, rechazarlos o incluso acosar a los que se etiquetan como diferentes, como inferiores; difunden rumores, pueden arruinar la reputación de otros niños permanentemente. 

Una nueva forma de maldad infantil es el "ciberacoso"-- que consiste en poner mensajes en el web, sitios como My Space o Face Book, difamando a otros niños y niñas como "zorras", chivatos, homosexuales, etc. Este acoso anónimo envía el mal hacia el mundo sin que los afectados puedan defenderse. Hace poco, un niño se suicidó por culpa de esos insultos, y algunos padres han sacado a los niños del colegio y han tenido que enseñarles en casa. En mi opinión, es una forma de mal que hiere y perjudica a niños inocentes y sus familias, que deberían prevenir los que tendrían que regular esos sitios, pero también los profesores y supervisores que deben dejar claro que va a haber tolerancia cero para cualquier tipo de acoso. 

KINDSEIN: ¿Cómo debería ser un ambiente escolar para que no aparezca el lado oscuro de los niños?

Dr. Zimbardo: La mayoría de los niños son buenos la mayor parte del tiempo, es tarea de los adultos crear entornos vitales en los que jueguen, estudien y trabajen en lo que desarrolle lo mejor de la naturaleza humana, a la vez que reducen la tentación de deslizarse por la peligrosa pendiente que lleva hacia las malas acciones.

KINDSEIN: ¿Algún mensaje final, para acabar? ¿Qué vendrá después de "El Efecto Lucifer"?

Dr. Zimbardo: Mi nueva misión en la vida, mi nueva llamada, apareció mientras escribía el último capítulo de Lucifer. Al volver a pensar sobre el concepto de Hannah Arendt de la "banalidad del mal" como un tipo de excursión temporal y localmente específica en el terreno del mal para cualquier persona normal, me di cuenta de que faltaba su contrapunto.

La "banalidad del heroísmo" describe a personas normales que se involucran en acciones extraordinarias de servicio a la humanidad —en particular, normalmente una situación que ocurre una vez en la vida. Como esos que hacen cosas monstruosas que parecen "terroríficamente normales", estos héroes ordinarios parecen "maravillosamente normales".

Mi posición es que la misma situación que puede detonar la "imaginación hostil" en aquellos que se convierten en agentes del mal puede inspirar la "imaginación heroica" por primera vez en cualquiera de nosotros. 

Mi preocupación es cómo promocionar en nuestros niños esa imaginación heroica,

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conseguir que acepten el papel de "héroe a la espera" para una situación que llegará en algún momento de sus vidas cuando otros siguen sus caminos hacia el mal o hacia la indiferencia y, en lugar de eso, elijan actuar por otra persona o grupo o ideal sin pensar en su ganancia personal, ni siquiera el reconocimiento.

Debo creer que crear una generación de esos héroes normales es nuestra mejor defensa contra el mal, ya sea en el campo de batalla, en las prisiones o en las oficinas centrales de las empresas.

LA JORNADA 16 DE DICIEMBRE DE 2007- CULTURA

Raquel Huerta-Nava escribió El guerrero del alba

Vicente Guerrero fue un héroe de acción: autoraArturo García Hernández

Vicente Guerrero fue como un héroe de aventuras, personaje de película de acción, o

de plano superhéroe. Al principio eso fue lo que atrajo a la historiadora Raquel Huerta-

Nava: “Parecía el gato de las siete vidas”. Después se adentró en los mitos y leyendas

que se tejieron alrededor del prócer insurgente. El reto fue descubrir al hombre de

carne y hueso que había detrás.

Así, durante 15 años de investigación y escritura, Huerta-Nava fue conformando la

novela histórica de reciente publicación El guerrero del alba, donde cuenta la vida de

quien, tras la muerte de Hidalgo y de Morelos, se entregó en “cuerpo y alma” a

mantener viva la lucha independentista.

La mañana del 4 de abril de 1782, en la ciudad de Tixtla, el armero Juan Pedro

Guerrero y su segunda esposa, María Saldaña, tuvieron su primer hijo. Siguiendo la

costumbre de la época, lo bautizaron al año siguiente, el 9 de agosto. Lo llamaron

Vicente Ramón Guerrero Saldaña.

El guerrero del alba –publicada por el sello Grijalbo, del consorcio editorial Random

House– se remonta a la infancia del héroe, su ajetreada juventud hasta llegar a los

años de su desempeño como presidente de la República, hecho trascendental para la

consolidación de la independencia.

La mayor dificultad de la autora –también poeta y editora– fue enfrentarse, por un lado,

a la idealización del personaje y, por el otro, a los prejuicios tanto ajenos como propios

hacia él.

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–¿Qué considera que aporta su libro al conocimiento de Vicente Guerrero y al de ese

periodo histórico?

–El descubrimiento de quién fue ese personaje. Lo escribí con mucha honestidad. Yo

misma me fui asombrando conforme lo llevaba a cabo. Intenté darle una estructura de

biografía novelada para hacerlo más accesible y aportar un mayor conocimiento. La

historia nos enseña a analizarnos como país, como nación. Estudiar este momento de

México me parece apasionante porque entiende uno de dónde vienen muchas cosas

que suceden actualmente. Pienso que al comprender el origen y los matices de un

fenómeno se pueden hallar soluciones más viables.

–¿Cómo se novela la historia sin traicionarla, sin alterar los hechos?

–Apegándose a lo que los documentos nos dan. Fundamentar todo. Por ejemplo, si se

va a recrear una comida, en una fiesta o en una boda, pues se investiga qué es lo que

se comía en la región en esa época. Si reproduzco una conversación entre Galeana,

Morelos y Guerrero, tengo que hacerlo según lo que conocemos de esos personajes y

su sicología. También es cuestión de aplicar “mucha intuición y sentido común”.

–¿Qué licencias se permitió?

–Básicamente, incorporar mitos y leyendas, creencias populares alrededor de Guerrero:

las noticias falsas sobre su muerte, la gente creía que tenía unas minas de esmeraldas

ocultas en la sierra, de donde sacaba el dinero para financiar el movimiento. También

meto, por ejemplo, un sueño, un delirio que tuvo una vez que fue gravemente herido.

–¿Entonces fue más un héroe de acción que un ideólogo de la de independencia?

–Más que de acción, fue de resistencia. Lo hirieron varias veces y no se rendía; tantas

veces los derrotaron y no se cansaba. Una y otra vez volvía a armar su ejército.

Obviamente no fue un pensador de primer nivel como Fray Servando Teresa de Mier. Ni

un literato como Joaquín Fernández de Lizardi, o un político, economista e ideólogo

como Lucas Alamán. Fue un militar, con educación media, toda su vida al servicio del

ejército, de las armas, de la insurgencia. Llegó a desarrollar toda una postura

ideológica y política que se percibe en sus manifiestos y en su correspondencia

privada.

–¿Es importante una prosa ágil para escribir novela histórica?

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–Pienso que sí, que hay que trabajar con las herramientas de la narrativa, Este libro

tiene una primera versión que resultó ser una cosa muy aburrida. Le di un descanso de

ocho años antes de volverlo a leer. Elegí en la escritura una velocidad acorde con los

tiempos que vivimos, con tanto bombardeo de información, para atraer a los lectores

más jóvenes, que son los más difíciles de conquistar para la lectura.

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El jefe insurgente invencible, guerillero sin igual y con un nahual; “la patria es

primero”, le dice a su padre.

Por Juan Pablo García Vallejo

Ecatepec de Morelos de los Más Pobres, Marzo 19.- Ya había comentado en una anterior

colaboración que apareció la biografía novela sobre uno de los próceres de la

Independencia, El guerrero del Alba. La vida de Vicente Guerrero, de la poeta e

historiadora, Raquel Huerta Nava, en una co-edición de la Editorial Grijalbo y Fundación

TV Azteca. Bajo un lente crítico se dedica a mostrarnos el lado humano de este héroe,

no el lado oscuro, propio de los actuales políticos, o petrificado por las decenas de

mentiras de la historia oficial priísta en los libros de texto de primaria, secundaria e

inclusive preparatoria que leen millones de niños y jóvenes. (Amplia la imagen con un clic)

El guerrero del Alba es una biografía novelada que deja a un lado el aspecto

psicologizante de los protoganistas en tal o cual situación de su vida íntima o profesional

para detenerse más en los hechos e indagar hasta el cansancio en los documentos

históricos. Se inicia con una descripción geográfica, económica y social de la región de la

Tierra Caliente donde nace Vicente Guerrero, el Negro, para sus familiares y amigos del

pueblo.

Guerrero se dedicó a las labores productivas en el comercio de las mercancías que

provenían de la famosísima Nao de China, que atravesaban México y muchas de ellas

iban a aparar a los mercados europeos. Era pues un exitoso arriero, al igual que lo fue

José María Morelos antes de entrar al seminario. Este conocimiento geográfico de la

región le sería muy útil en su carrera militar y sus combates contra los ejércitos realistas

que siempre lo andaban acosando.

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La poeta e historiadora Nava, alejándose de la historia maquillada, historia

tradicional o historia oficial, dice que la Independencia de México no comenzó en 1810

con el Grito de Dolores como fue enseñado a nuestros abuelos, padres y a nosotros

mismos, sino en Madrid, el 2 de mayo de 1808, cuando las tropas francesas masacraron

a muchos madrileños que se rebelaron contra la invasión francesa. Pero aquí los

criollos, los mestizos y demás castas ya no soportaban la creciente desigualdad social

mexicana, única en todo el mundo diría el sabio Barón Alexander Von Humboldt en

1803-04, cuando visitó nuestro país del que quedó maravillado.

Vicente Guerrero le entrará a la causa justa, la santa causa de la guerra de

Independencia bajo el mando de Hermengildo Galeana, el brazo derecho del

Generalísimo José María Morelos y Pavón, al que pronto conocerá en persona luego de la

primera gran derrota de la insurgencia en 1811, con la detención y fusilamiento del cura

Hidalgo y los generales revolucionarios Allende, Abasolo, Aldama y Jiménez en el norte

del país.

Sus tempranas victorias militares le hicieron ganar varios ascensos en su carrera militar y

conocerá de cerca la muerte de la que saldrá bien librado en varias ocasiones; es por eso

que la poeta lo llama el fénix de la Independencia porque lo compara con la mítica ave

griega que renacía de sus cenizas. En una ocasión una granada explota cerca de él, en

otra un soldado por nerviosismo le dispara y sólo le da en el labio o en otra ocasión, no

logra prender el cañón y éste le estalla en el pecho y en otra más sale gravemente herido.

(Amplia la imagen con un clic)

Un médico brujo y militar insurgente es quien lo cura y le advierte que no se morirá así

como así; que tiene un deber bastante trascendente, más que cualquier otro mortal. Su

nahual era un águila, “gobernante sagrado”. Guerrero les hace caso a los curanderos no

como el temeroso y superticioso emperador azteca Moctezuma, 300 años antes cuando

prefirió desoír que los conquistadores eran en realidad solo falsos dioses y les entrego

todo, todo.

Esta biografía novela rescata cosas nunca antes dichas de la guerra de la Independencia

como que Morelos mandó fusilar a 500 prisioneros realistas que quería intercambiar por

Leonardo Bravo, padre del General Bravo, o que en todas las acciones militares

insurgentes participaban por igual hombres, guerrilleras y jefas insurgentes.

También relata el rápido desmoronamiento del Congreso de Apatzingán para convertirse

en una Junta Nacional peregrina debido a la persecución y acoso del ejército español:

Junta de Zarate, Junta de Jaujilla, Junta del Balsas, que unía simbólica y políticamente a

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todos los jefes insurgentes en una sola causa, la Independencia de México y se

consideraban así mismas como una especie de gobierno nacional.

Porque en esta guerra también hubo pleitos por el poder y muchas traiciones antes que

patriotismo o dar macha atrás e integrarse a las filas realistas. La estrategia militar de

Guerrero fue siempre la guerra de guerrillas; atacar plazas, puntos fijos, pelotones, sin

sufrir grandes pérdidas para parecer más poderosos frente a un ejército que no conocía el

territorio y que se desmoralizaba fácilmente con tantos ataques sorpresas.

Los años del liderazgo militar de Guerrero (1917-1920) son contados con mucha

precisión; siempre perseguido y desbandado su pequeño ejército comienza de nuevo a

reclutar voluntarios, a aprovisionarse de armas y vuelve al ataque. Se crea la leyenda de

que muere en un combate y luego reaparece causando gran desesperación, frustración y

enojo en los comandantes realistas y en los políticos monárquicos de la Ciudad de México

que no saben como acabar con él. Es el insurgente invencible.

Son ya muchos años de guerra y algunos jefes ven la Independencia como una causa

perdida, pero Guerrero sigue firme y está más convencido de su misión trascendental

para con el pueblo de México. Pero la guerra se prolonga y ni los realistas pueden vencer

a los insurgentes y éstos faltos de dinero, armas suficientes y hombres, saben que tomar

la capital del virreinato es casi imposible.

Así que las cosas comienzan a cambiar en sus cabezas y adoptan una actitud más

sensata y clara, no aceptar ningún indulto y conseguir la Independencia de México,

aunque para ello hay que hacer un engaño consensuado, creer que por unos papeles

firmados se logra la autonomía de España pero en realidad no se soluciona la

desigualdad social, ni los privilegios de los nobles, criollos y logias masónicas ambiciosas

de poder sin límites, ni la esclavitud.

Digo que es un engaño consensuado por que el propio Guerrero le ofrece el mando de la

Insurgencia a varios militares realistas sí estos adoptan la bandera insurgente para

terminar con más derramamiento inútil de sangre. Hasta que los criollos urbanos

organizan la conspiración de encontrar ese Libertador de México en la figura del militar

Guadalupe Victoria. Ese escenario de jaloneos y negociaciones continua hasta que el

virrey manda al padre de Guerrero a pedirle la rendición y sucede el diálogo con la

memorable frase: “Padre, yo a usted lo respeto pero la patria es primero. Tendrá que

matarnos a todos antes de que renunciemos a conquistar nuestra libertad.”

También la insumisa poeta-historiadora se encarga de documentar la inexistencia del

famoso Abrazo de Acatempan, entre Guerrero e Iturbide que simboliza la paz entre los

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insurgentes y el ejército realista. Y toda la gloria se la llevará Guadalupe Victoria, alguien

que no hizo nada por la Independencia, solo hacerle caso a la Guera Rodríguez de

conseguir la paz para un país ya bastante destrozado y ser primera dama.

México nacerá como un país pobre, endeudado, sin un Congreso plural ni autónomo,

pues no incorporó a los jefes insurgentes sino a nobles, criollos y monárquicos y sin

muchas perspectivas de progreso económico. Y que por desgracia echaban por tierra

todas las esperanzas puestas por Humboldt de que México fuera pronto un país sin gran

desigualdad social. Una lectura muy instructiva.

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Raquel Huerta-NavaLa autora nos invita a conocer la vida de Vicente Guerrero, Jefe del Ejército del Sur, desde sus orígenes en Tixtla hasta la consumación de la independencia. Su investigación revela el papel fundamentalque jugó este personaje para el triunfo ?de la causa independentista

Vicente Guerrero nació en la ciudad de Tixtla, uno de los lugares más habitados y productivos del sur de la Intendencia de México. La parroquia de su localidad formaba parte de la diócesis de Puebla y en lo político el subdelegado dependía directamente del virrey. Aquél ejercía la autoridad civil y política así como la mi litar. Era el jefe de las milicias provinciales de la costa del sur.1

Los miembros de la familia Guerrero pertenecían al gremio de la armería; tenían un negocio, de arriería. Dos de los hermanos Guerrero, Juan Pedro y Manuel eran arme ros. Otro, Diego se desempeñaba como mili- ciano en el regimiento de Tixtla y tam bién se dedicaba a la arriería.

Los milicianos de la familia Guerrero estaban bajo las órdenes del capitán Antonio Galeana, de Tecpan, y de Víctor Bravo, subteniente de milicias, vecino de Chilpancingo; solían reunirse periódicamente para sus entrenamientos militares de acuerdo con las ordenanzas para las milicias provinciales. 

Desde pequeños los Guerrero se familiarizaron con el oficio de la armería, como era natural en las familias pertenecientes a algún gremio. Su función principal era el cuidado de las armas de fuego, su mantenimiento y reparación. Por reales disposiciones de 1703 los armeros no podían cobrar un sueldo por su labor, sin embargo, el cuerpo militar al que estaban adscritos tenía el deber de proporcionarles las piezas del armamento, así como una gratificación para el cuidado de sus herramientas, además del carbón necesario para sus labores.

Por lo general las armas se almacenaban en casa de los armeros, quienes tenían la obli gación de estar presentes en los ejercicios de tiro, revistas de armamento y otros ejercicios de esta índole. Juan Pedro y Manuel no tenían aún el grado de maestros armeros pa ra el que se necesitaban 20 años en el oficio; tampoco Diego, quien era aprendiz, en tanto que Esteban, Vicente y José esperaban cum plir la edad necesaria para registrarse como aprendices.2

Los jóvenes Guerrero, como muchos otros adolescentes de finales del siglo XVIII podían dividir sus vidas entre el aprendizaje de algún oficio, el manejo de números y el aprendizaje elemental de la lectura y la escritura. Vicente Guerrero tuvo una educa ción formal que contradice los mitos que sobre él existen en la historiografía.3

Los hacendados de la región que deseaban vender su producción –como los Bravo o los Galeana– con

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frecuencia se asociaron con la familia Guerrero, cuyas recuas llegaban a la Mixteca, a la costa, e incluso a las ciudades de México y Valladolid.4l galeón zarpaba de Manila a principios de julio y tras un viaje de siete meses arribaba al puerto de Acapulco. En el tornaviaje los galeones llevaban un cargamento entero de plata mexicana de real de a ocho. En pequeñas proporciones se transportaban productos mexicanos como grana cochinilla, jabón y sombreros de paño.7

La economía del imperio español se vio fuertemente minada por las constantes guerras, el erario se empobrecía y los ministros comenzaron a cobrar o desamortizar las hipotecas que la Iglesia tenía en la península, pero esto no era suficiente, decidieron hacer lo mismo con las colonias americanas. La go ta que derramó el vaso se llamó Real Cédula de Consolidación de Vales Reales y fue expedida el 26 de diciembre de 1804.

La respuesta fue inmediata, casi todos los grupos de poder e instituciones novohispanas redactaron protestas llamadas Representaciones. Era indispensable frenar la aplicación de esta medida para salvaguardar la viabilidad del país.

La Corona no supo ver el peligro de las representaciones. Al mandar ejecutar la Conso lidación, provocó el inicio de su fin. Incluso los leales dudaron del rey; eran fieles y lo habían demostrado muchas veces, pero sacri ficar su prosperidad era demasiado. Estaban dispuestos a hacer donativos, pero no a que dar arruinados. Pronto comenzaron las subas- tas de toda clase de propiedades: ranchos, haciendas, comercios y ganado de toda clase; los pequeños y medianos propietarios queda ron arruinados. La Cédula dejó de funcionar el 14 de enero de 1809, pero el mal ya estaba hecho.8

La desafortunada imposición de las representaciones fue una de las consecuencias de la crisis política española. Tras haberse visto obli gada a ceder a Francia el territorio de la Louisiana, la Corona estaba debilitada, y con el pretexto de la amenaza inglesa, Napoleón inva dió España y obligó al rey y al príncipe a fir- mar las Capitulaciones de Bayona. Nombró rey de España a su hermano José Bonaparte.

Este golpe de Estado provocó el dramático inicio de la Guerra de Independencia española, en todo el territorio la gente se sublevó y se conformaron Juntas de Gobierno autónomas. En las colonias los jefes políticos se negaron a obedecer al invasor francés proclamando a Fernando VII como monarca legítimo. Todos los batallones insurgentes americanos llevaban los colores azul y blanco en sus banderas.

En Nueva España, el virrey José Joaquín de Iturrigaray se negó a aceptar la autoridad exclusiva de la Junta de Sevilla, por considerar que las otras juntas peninsulares eran igualmente legítimas. El Ayuntamiento de la Ciudad de México propuso, por su parte, la crea ción de una junta mexicana. Los oidores se alarmaron puesto que el ayuntamiento era el vocero de los criollos, cuyo principal objetivo era lograr posiciones de dominio en Nueva España y relegar a los peninsulares. Además, sus anhelos de independencia eran conocidos por todos. La actitud del virrey provocó la alarma de los europeos, quienes decidieron deponer al virrey y eligieron co mo jefe del movimiento a Gabriel de Yermo, líder de los comerciantes del Consulado de México y uno de los hombres más acaudalados y prominentes de Nueva España.Cuando los insurgentes se lanzan a la revolución ya sabían con quiénes contaban, con cuántos hombres y en dónde. Sus movi mientos distan de ser producto de la casua- lidad y la inspiración. Sabían perfectamente que los apoyaban altos funcionarios en la corte virreinal y todos pensaban que la libertad, la igualdad y la justicia eran el principal valor sobre el que había que forjar la nueva nación.11

A finales de 1810 José María Morelos comienza el movimiento insurgente en la costa del sur con intenciones de apoderarse de la plaza de Acapulco, Hermenegildo Galeana y Vicente Guerrero se suman a la insurgencia en Tecpan en el mes de noviembre.12 

El 2 de mayo de 1811 Morelos convocó a una junta de guerra a sus principales oficiales: Les comunicó la captura de Hidalgo y Allende en Acatita de Baján y juntos decidieron continuar la lucha y apoderarse de Tixtla. En ese momento le presentaron a Morelos al primer oficial del regimiento, un joven de aspecto gallardo, trigueño, alto, esbelto, de nariz pronunciadamente aguileña; tenía pómulos salientes y sus cabellos lisos y negros formaban un crecido tupé sobre la frente. Era un hombre de 28 años. Vestía chaqueta de paño verde oscuro, pantalón de paño negro con agujetas de plata y botas de montar con ataderos finamente bordados. Una patilla negra y pequeña flan- queaba su boca ligeramente abultada. Era el capitán de milicias Vicente Guerrero. Mo re los inquirió sobre la población y situación geográfica de Tixtla y Chilpancingo. Gue rre ro le explicó al Generalísimo todo lo que ne ce sitaba saber y decidieron el ataque contra ambas poblaciones. De acuerdo con el plan al día siguiente

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partieron del campamento de El Veladero; a la vanguardia iba el Regimiento de Guadalupe al mando de Hermenegildo Galeana, y al frente de la descubierta se encontraba el capitán Vicente Guerrero. Tras ellos iban los demás jinetes en cuyo centro cabalgaba Morelos envuelto en su poncho blanco, custodiado por los Bravo y los Ávila.13 En el mes de julio los insurgentes capturaron varias ciudades estratégicas de la Mixteca obteniendo el control militar de la misma. El 25 de noviembre se apoderaron de Oaxaca. Guerrero es comisionado para hacerse de los bastiones realistas de toda la costa oaxaqueña hasta Tehuantepec, lo que logró con éxito en enero de 1813.

Guerrero viajó al norte hasta Ometepec, principal ciudad de la región, a la que entró con sus tropas sin disparar un solo tiro. La división insurgente permaneció allí en espera de Morelos, quien llegó el 7 de marzo. Tras reorganizar sus fuerzas para su próxima salida a Acapulco Morelos ascendió a Guerrero a teniente coronel y lo designó comandante del distrito de Ometepec. A su cargo estaban los asuntos militares, políticos y fiscales de la Cos ta Chica. Mientras Morelos realizaba su cam paña contra Acapulco, Guerrero se enfrentó a la contrainsurgencia realista.17

Desde el mes de marzo de 1813, Félix María Calleja del Rey era el virrey de la Nueva España y estaba dispuesto a todo lo que fuera necesario para imponer la paz. La contrainsurgencia organizada por Calleja en la Costa Chica tuvo éxito, y para el mes de octubre era de nuevo territorio realista. La prioridad de Calleja era recuperar el control de las rutas comerciales; prácticamente acordo nó el sur del país con cantones militares que aislaban a los rebeldes del resto del territorio.18

Morelos preparó su ejército para la toma de Valladolid y encargó a Guerrero la división militar para proteger los valles de Tixtla y Chilpancingo.19 En diciembre Calleja derro tó a Morelos y continuó hasta recuperar por completo el control de la Intendencia del Sur. 

El 29 de enero de 1814, Guerrero escoltó al Congreso hacia Tlacotepec, donde esperaba estar a salvo de los realistas que domi- naban las montañas. Gabriel de Armijo los atacó en el campamento insurgente de Chi-chihualco; capturó el carro de equipajes y de víveres de los insurgentes, donde es taban todos los documentos y archivos del Congre-so, así como la correspondencia perso nal de Morelos. Armijo volvió a Chilpancingo con este estupendo botín, como premio, Calleja lo ascendió a coronel completo y jefe militar de la Comandancia del Sur.

Por su parte Morelos ascendió a Guerrero a coronel completo, con la autoridad para conformar un regimiento, con el nombre de Regimiento de San Fernando, y la comisión de revivir la revolución en la Mixteca, comenzando por el valle del río Tlapaneco en la Mixteca baja, entre la cuenca del Balsas y el Mezcala y la Costa Chica.20

A comienzos de diciembre, Guerrero logró reunir una fuerza considerable de voluntarios, armas y parque capturados al enemigo para iniciar su primera campaña militar. Fortificó el cerro del Chiquihuite en la Mixteca oaxaqueña y se apoderó de la ciudad de Tlapa. En la cercana Tlalixtaquilla obtuvo una avasallante victoria sobre los rea listas que los superaban numéricamente. Quedó al frente de las fuerzas insurgentes de la Mixteca y la Costa Chica.

Una vez que organizó a su ejército, Guerrero pudo al fin cumplir con el encargo de Morelos. Dispuso una expedición para la Costa Chica, directamente a Ometepec al man do del coronel Juan del Carmen. Man dó hacer uniformes para el regimiento de San Fernando y trató de equiparse militarmente del mejor modo posible. Para finales de ma yo contaba con 500 soldados disciplinados.

El Regimiento de San Fernando tuvo su bautizo de fuego al derrotar a las fuerzas del realista La Madrid, quien cometió el error de subestimarlo. Guerrero planeó tomar el con trol de las rutas comerciales de la Mixteca para tener así el dominio del territorio.

El 30 de septiembre de 1815 expidió una proclama en Alcozauca dirigida a los habitantes de la zona bajo su control militar don de manifiesta su subordinación al Congreso y su juramento a la “sabia Cons titución del verdadero Supremo Gobierno Americano”.21 

La ciudad de Tlapa había sido recuperada por los realistas por lo que Guerrero decidió recapturarla y dispuso el sitio en el mes de octubre, pero no logró su objetivo. Tras reorganizarse, a comienzos de noviembre de 1815, Guerrero se encontraba sitiando al realista Moya en Tlapa cuando Morelos le ordenó que se reuniera con él por el rumbo del Mezcala, para recibir y proteger al Con greso en su marcha a Tehuacán.

El Congreso había planeado bien la continuidad de la guerra. Contaba con grandes fuerzas, de Guerrero, 700 hombres; de Ses ma, 400; de Tehuacán, mil 600; de Victoria, 500; del norte, 2 mil; de

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las cercanías de México, 300, y de su escolta, 400. Con un total de 5 mil 900 efectivos había un plan para la ocupación de Oaxaca y Coat za coal cos, a fin de establecer comunicación directa con Estados Unidos y comprar armamento.

Por lo pronto, debían establecer su cuartel general en Tehuacán, donde se hallaba el coronel Manuel de Mier y Terán. Los miembros del Congreso le dieron el mando de la expedición a José María Morelos para que los condujese sanos y salvos a su destino.

Cuando el enemigo los acosó, Morelos prefirió poner a salvo al Congreso y fue capturado y fusilado el 22 de diciembre de 1815.22 Al confirmar la noticia de la ejecución de Morelos, Vicente Guerrero animó a sus partidarios a continuar la lucha; él coordinaba las acciones de los guerrilleros insurgentes en la región de la Mixteca, la sierra de Jaliaca, Costa Grande y Costa Chica.

En 1816 el movimiento revolucionario se hallaba muy diezmado, con multitud de guerrilleros dispersos en el territorio, cada uno dominando amplias zonas geográficas. A pesar de que contaban con muchos partidarios, la escasez de armamento comenzaba a mermarlos. Se lograban fundir cañones pero esto no era suficiente para sostener una gue rra tan prolongada. El medio principal para obtener el armamento era el ejército real del que tomaban sus fusiles, pero la constante necesidad de armas en buen estado hizo que aumentara la demanda por los fusiles estadu nidenses que se compraban a cuentagotas.23

El virrey Calleja fue sustituido por Apo daca, quien tenía instrucciones de seguir la estrategia del perdón y no de la fuerza. En los meses de septiembre a noviembre de 1816 se sucedieron varias victorias realistas que lo llenaron de optimismo. Sus fuerzas se habían apoderado de las islas de Janitzio en Pátzcuaro y Mezcala en el lago de Chapala, así como de los puntos de Boquilla de Piedra en Veracruz y la Noria, cerca de Tehuacán. El 7 de noviembre de 1816 los realistas vencieron simultáneamente a Mier y Terán en Lo- mas de Santa María, a Guadalupe Victoria en Monte Blanco y a Vicente Guerrero en la cañada de los Naranjos. Saturnino Sa ma niego se apoderó del diario de operaciones militares de Vicente Guerrero.

Guerrero se recuperó pronto de esta emboscada y obtuvo un triunfo en Piaxtla sobre Samaniego y La Madrid. Esta acción hizo que Apodaca lanzara una fuerte campaña contra los insurgentes en la Mixteca y Puebla. Lanzó tres grandes divisiones para tomar Tehuacán desde la Ciudad de México, Puebla y Oaxaca. Los realistas impidieron las comunicaciones entre Guerrero y Victoria y frustraron el desembarco de la expedición de Mina en las costas veracruzanas, lo que a la larga será la causa de su derrota. El fracaso de la expedición de Mina destruyó los planes de los insurgentes; muchos jefes pensaron que todo estaba perdido y aceptaron el indulto. Vicente Guerrero se replegó rumbo a la Mixteca para continuar la lucha. Pudo ser en la zona de Poliutla o bien en las cercanías del pueblo de Jaliaca, lo cierto es que de pronto llegó al campamento insurgente un anciano solitario en su mula bien aparejada. Juan Pedro Guerrero, padre de Vicente, fue a verlo por comisión y con salvoconducto del virrey para ofrecerle el indulto. Tras un filial abrazo, Vicente Gue rre ro pronuncia la famosa frase: “La patria es primero”.24

Al comenzar el sitio de Jonacatlán en 1817, los realistas dieron por muerto a Guerrero al verlo cubierto con la sangre de Juan del Carmen. El 11 de marzo el virrey Apodaca escribió al ministro de la Guerra en Madrid contándole este “bello encuentro”. El Venadito se dejó llevar por su ima ginación y proclamó a los cuatro vientos la muerte de Vicente Guerrero y Juan del Carmen, llegando a elogiarlos como enemigos muertos: “<...> ambos llegaron a ser celebridades en esta rebelión a causa de sus logros, el número de guerrillas que estaban a su mando, y la gran extensión de territorio que tenían subyugada”.25

Después del sitio, Guerrero fue perseguido y atacado en Ixtapa; sorprendido, intentó encender la mecha de un cañón, pero una explosión lo hirió de gravedad. Du- rante dos semanas fue hostigado por los rea-listas pero logró escapar, con unos cuantos leales que lo llevaron en andas por las riberas de los ríos Mezcala y Tlapaneco. Llegó al valle de Huamustitlán, donde fue recibido jubilosamente en Cualac por sus partidarios, quie nes ya lo daban por muerto. Allí recuperó lentamente sus fuerzas.

En los primeros días de junio, Guerrero decidió que era tiempo de partir en busca de Nicolás Bravo para enterarse de los pormenores de la guerra.

Con un selecto grupo de leales se dirigió a la Tierra Caliente atravesando Almolonga y por el río Mezcala llegó a Cacalotepec, donde decidió descansar. Luego fue a la población de Arroyo Grande (actualmente Arcelia), principal centro comercial de los arrieros terracalen- teños. Luego prosiguió hacia Poliutla donde le informaron que Bravo se encontraba en Ajuchitlán, a donde se dirigió de inmediato.

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Ambos generales se reunieron brevemen te en junio de 1817. Guerrero escribió a la Junta de Jaujilla, máxima autoridad de la insurgencia, congratulándose de que se haya adoptado el sistema republicano. Después de narrar lo sucedido en Jonacatlán solicitó la confirmación de generalísimo de la insurgencia y la aprobación del Poder Ejecutivo pa ra actuar. Tras su entrevista Bravo y Gue rre ro marcharon un trecho juntos rumbo a Huetamo. Allí ambos jefes tomaron distinto rumbo, Nicolás Bravo marchó a ocupar Cóporo, en tanto que Guerrero partió hacia la Mixteca.

Llegó a la Costa Grande en enero de 1818. A principios de febrero organizó una comida en la hacienda la Lajita para invitar a varios antiguos aliados para que se reanimaran y retomaran las armas insurgentes ante la tremenda ofensiva realista.

Tras un largo sitio de más de tres meses, el 6 de marzo de 1818 el ejército realista se apoderó del fuerte de Jaujilla. Esta noticia fue muy impresionante. Jaujilla representaba el centro de mando del gobierno independiente y su estructura estaba planeada para resistir cualquier ataque, se le consideraba invencible.

El 12 de marzo, Vicente Guerrero fue elegido por aclamación general en jefe del ejército del Sur, con la principal misión de garantizar la seguridad de los miembros de la Junta de Zárate. Construyó una fortificación en el Cerro de Barrabás donde estableció el cuartel general. Con el tiempo ahí se construyó una fundición de cañones, así como una casa de acuñación de moneda y fábrica de municiones.

En este lugar se le unieron más patriotas y al saber de la traición de algunos antiguos insurgentes, Guerrero ordenó que fueran capturados y luego pasados por las armas.

A comienzos de abril, Gabriel de Armijo se dirigió a Zirándaro para reforzar el sitio del Cerro de Barrabás, iniciado el 28 de marzo.

El 19 de junio Guerrero recibió un comunicado de los sobrevivientes de la junta de Jaujilla y marchó a reunirse con ellos a la hacienda de San Jerónimo, a la que llegó dos días después. Supo que la Junta estaba ahora en la hacienda de Zárate, muy cerca de Turicato. Guerrero y su secretario Pita de bían acudir el día 24 para recibir las órdenes de la Junta.

Sin embargo, los insurgentes fueron avisados por el subdelegado de Coahuayutla que Armijo al frente de su división se aproximaba por la cañada de Cencenguaro. Tras una junta de guerra, Guerrero marchó a esta cañada, para estudiar el terreno.Al día siguiente a las 10 de la mañana apareció Gabriel de Armijo del otro lado del río; al descubrir las trincheras insurgentes mandó destruirlas. Con el sol de frente, los insurgentes lo observaban. Luego, marchó una vanguardia de 80 hombres comandados por Ignacio Pineda, tras él unos 500 caballos y mulas, en seguida la división en cuyo centro iba Armijo, los prisioneros insurgentes y un cargamento de tabaco y algodón. Cuando la división llegó frente a él, Gue rrero abrió el fuego, pero sólo logró matar al caballo de Armijo y a varios soldados.

Esta expedición fue llamada de Santiago Zacatula. Apodaca; para premiar el valor de los oficiales y soldados realistas se les permitió llevar en el brazo izquierdo un escudo con el lema “Por la expedicion de Zacatula”.26

El 28 de junio Guerrero abandonó el Quirindal y llegó a Churumuco a mediodía. Descansó con su tropa hasta las cuatro de la tarde, luego marchó hasta la orilla del Balsas donde acamparon. El 29 atravesó el río dirigiéndose hacia Coahuayutla a donde entró el 1 de julio entre los aplausos y aclamaciones del subdelegado y los vecinos principales. En la festiva bienvenida le obsequiaron a Gue rrero las campanas de la iglesia para que las fundiera y fabricara cañones para liberar a la patria. Hubo muchos voluntarios para ayu dar en lo que hiciera falta.

Poco a poco, la insurgencia renacía de sus cenizas. Los voluntarios de las rancherías llegaban entusiasmados para ayudar al gran Guerrero. Los oficiales dispersos se concentraron en Coahuayutla. El 24 de julio en una solemne ceremonia el cura de esa población, acompañado de las principales autoridades, bendijo los dos cañones para la “santa causa de la libertad”. Guerrero ordenó que se requisaran en las orillas del Zacatula todas las propiedades útiles de los partidarios de los realistas. Mandó almacenar la sal, el algodón y otros bienes útiles.

También giró órdenes al capitán José María Rivera, a la zona de Ajuchitlán, así como a los comandantes del Cerro de Ba rra bás, Velázquez y Anzures, para que se reu nieran con él en el cuartel general de Coahuayutla. Al oriente estaban protegidos por la sierra, al poniente estaba el mar, hacia el

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norte estaba el río Poblano y hacia el sur había un camino muy malo hacia Acapulco.

Sosteniendo la legalidad de la insurrección y ya en contacto con la Junta de Zárate –como se le llamó a los continuadores de Jaujilla– y con sus principales promotores y cabecillas, Guerrero asumió el mando mi li tar de la insurgencia.

Informadas de los movimientos del ene mi go, las tropas insurgentes atacaron el cam- pamento de Armijo en el pueblo de Tamo. Tras un combate que duró dos horas alcanza ron una increíble victoria el 15 de sep tiembre de 1818. Con las armas del enemigo, el general Guerrero pudo organizar un ejército de mil 800 hombres entrenados y armados.

Con ese ejército, Guerrero convocó a una reunión el 20 de octubre a los sobrevivientes de las juntas de Jaujilla y Zárate. Reunidos los representantes, juraron mantener el espíritu del Congreso de Chilpancingo y respetar la Constitución de Apatzingán. Se decidió que la Junta se instalara en la hacienda de las Balsas, para seguridad y comodidad de sus integrantes. Se conformó la Junta del Balsas. Pronto los insurgentes recuperaron el dominio militar de la Tierra Caliente.27En octubre el general Armijo renunció a la Comandancia General del Sur, por “motivos de salud”. En esas mismas fechas, Agustín de Iturbide fue llamado al palacio virreinal, para recibir el nombramiento de comandante general del Sur, aunque no parecía muy entusiasmado con la idea, pues la tie rra caliente había sido funesta con su salud a causa de la disentería.29 Sus instrucciones eran acabar con los rebeldes, eliminándolos, sobornándolos o convenciéndolos de la inutilidad de la lucha por los medios que fueran para que se sometieran al gobierno constitucional de España. Los guerrilleros insurgentes también deseaban la paz y el establecimiento de las leyes pero en un país independiente.

Agustín de Iturbide planeó una campaña militar contra Guerrero, quien estaba internado en la sierra de Jaliaca. Estableció un campamento en Tetela del Río para tener allí sus abastecimientos; sin embargo, las esperanzas de aniquilar con rapidez a la insur- gencia se desvanecieron y sus tropas se vieron en problemas más de una vez ante las fuerzas bien disciplinadas del jefe suriano, que además gozaban de la ventaja de dominar el terreno. El 28 de diciembre Iturbide sufrió un ataque comandado por Pedro Ascencio de Alquisiras, cayendo en una emboscada y sufriendo muchas pérdidas.

Poco a poco Iturbide se fue convenciendo que la lucha sería interminable, así que decidió pactar una tregua benéfica para ambos. Para alcanzarla, utilizó la ayuda del coronel insurgente Juan Bradburn, hombre que había estado en la fuerzas de Guerrero y que desde el 12 de diciembre, fecha en que se había acogido al indulto, acompañaba a Iturbide, quien escuchaba sus consejos.

Bradburn, de nacionalidad estadounidense, era uno de los voluntarios que desem- barcaron con Javier Mina. Tras la derrota de la expedición del navarro, Bradburn continuó combatiendo con los insurgentes hasta que se unió a las tropas de Vi cente Guerrero en julio de 1819 en Carácuaro. Bradburn relató su encuentro con Guerrero: 

Me recibió con mucho gusto, manifestando lo adicto que es a todos los oficiales que venimos con el señor Mina. Sus ideas, muy liberales, bello carácter y una ciega adhesión por su patria. Yo soy testigo de sus tareas y me atrevo a asegurar que no hay ni ha habido otro jefe que trabaje por la patria como dicho señor. Ver sus hojas de servicio y del modo que les ha hecho la guerra a los enemigos, ni el gran Morelos. <...> En fin, mi amigo, éste es el jefe que ha de dar la voz de la libertad. Y para grabar más en nuestros corazones las ideas de la libertad, tuvo a bien este señor el disponer el día 24 de julio unas exequias en memoria del gran Morelos; habiendo una gran vigilia, misa, oración fúnebre, sus posas por las calles salva de artillería, sirviendo de duelo el señor general y oficialidad. Y quiso la suerte que esto fuera en el mismo pueblo donde fue cura.30

Ante la nueva ofensiva de Iturbide, Brad-burn le solicitó el indulto. Iturbide se lo otorgó con consideraciones especiales dado su prestigio y le pidió que intercediera entre él y Guerrero.31 El 10 de enero de 1821 Iturbide inició desde Cuaulotitlán correspondencia política con Vicente Guerrero. Primero le comentó sobre la igualdad de los derechos ciudadanos, de acuerdo con la constitución de Cádiz. Le pidió el cese de hostilidades a cambio de quedar bajo sus órdenes y con el mismo mando de las mismas. Le dijo que esperaba el reinado de un infante europeo o quien sea adecuado para la “completa felicidad de la patria” y que si acaso no se hiciese justicia “yo seré el primero en contribuir con mi espada, con mi fortuna y con cuanto pueda, a defender nuestros derechos; y lo juro a vd. y a la faz de todo el mundo, bajo la palabra de honor”. Le sugirió que enviara a un representante a Chilpancingo, ya sea Nicolás Catalán, Fran cisco Hernández, José Figueroa, Ignacio Pita, o cualquiera otro individuo de los más allegados a Guerrero y para ello le envió un salvoconducto.

En su respuesta del 20 de enero desde el Rincón de Santo Domingo (al norte de Co yuca), Guerrero aconseja e invita a Iturbide a que se

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incline sin duda alguna por la causa de la independencia. La divisa insurgente era libertad, independencia o muerte. Es este un extenso documento invaluable para conocer el pensamiento de Guerrero, una carta determinante donde el caudillo del sur conmina a Iturbide a decidirse por la independencia de México. En ella le explica la necesidad de la independencia ante la negativa de España de dar a los americanos la igualdad ciudadana: 

¿Qué causa puede justificar el desprecio con que se miran los reclamos de los americanos sobre innumerables puntos de gobierno, y en particular sobre la falta de representación en las cortes? ¿Qué beneficio le resulta al pueblo cuando para ser ciudadano se requieren tantas circunstancias, que no pueden tener la mayor parte de los americanos? <...> La dignidad del hombre es muy grande; pero ni ésta ni cuanto pertenece a los americanos han sabido respetar los españoles. <...> He aquí declarado brevemente cuanto puede justificar nuestra causa, y lo que llenará de oprobio a nuestros opresores. Con clu yamos con que usted equivocadamente ha sido nuestro enemigo, y que no ha perdonado medios para asegurar nuestra esclavitud; pero si entra en conferencia consigo mismo, conocerá que siendo americano, ha obrado mal; que su deber le exige lo contrario, que su honor le encamina a empresas más dignas de su reputación militar, que la patria espera de Ud. mejor acogida, que su estado le ha puesto en las manos fuerzas capaces de salvarla; y que si nada de esto sucediere, Dios y los hombres castigarán su indolencia. <...> Sepa Ud. distinguir, y no confunda; defienda sus verdaderos derechos, y esto le labrará la corona más grande: entienda Ud. que yo no soy el que quiero dictar leyes, ni pretendo ser tirano de mis semejantes; decídase Ud. por los verdaderos intereses de la nación, y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes, y conocerá un hombre desprendido de la ambición e interés, que sólo aspira a sustraerse de la opresión, y no a elevarse sobre las ruinas de sus compatriotas. <...> Compare Ud., que nada me sería más degradante como el confesarme delincuente, y admitir el perdón que ofrece el gobierno, contra quien he de ser contrario hasta el último aliento de mi vida; mas no me desdeñaré de ser un subalterno de Ud. en los términos que digo; asegurándole que no soy menos generoso, y que con el mayor placer entregaría en sus manos el bastón con que la nación me ha condecorado. <...> Si este sistema fuese aceptado por Ud., confirmaremos nuestras relaciones; me explayaré algo más, combinaremos planes, y protegeré de cuantos modos sea posible sus empresas; pero si no se separa del constitucional de España, no volveré a recibir contestación suya ni verá más letra mía. Le anticipo esta noticia para que no insista ni me note después de impolítico; porque ni me ha de convencer nunca a que abrace el partido del rey, sea el que fuere, ni me amedrentan los millares de soldados, con quienes estoy acos tumbrado a batirme. Obre Ud. como le pa- rezca, que la suerte decidirá, y me será más glorioso morir en la campaña que rendir la cerviz al tirano. <...> Concluyo con asegurarle, que la nación está para hacer una explosión general; que pronto se experimentarán sus efectos; y que me será sensible perezcan en ellos los hombres que como Ud., deben ser sus mejores brazos. He satisfecho al contenido de la carta de Ud., porque así lo exige mi crianza; y le repito, que todo lo que no sea concerniente a la total independencia, lo demás lo disputaremos en el campo de batalla.32 El 4 de febrero de 1821 Iturbide envía la siguiente respuesta: 

Estimado amigo: No dudo darle a vd. este título, porque la firmeza y el valor son las cualidades primeras que constituyen el carácter del hombre de bien, y me lisonjeo de darle a vd. en breve un abrazo que confirme mi expresión. Este deseo, que es vehemente, me hace sentir que no haya llegado hasta hoy a mis manos la apreciabilísima de vd. de 20 de próximo pasado; y para evitar estas morosidades como necesarias en la gran distancia, y adelantar el bien con la rapidez que debe ser, envío a vd. al portador, para que le dé por mí las ideas que sería muy largo de explicar con la pluma; y en este lugar sólo aseguraré a vd. que dirigiéndonos vd. y yo a un mismo fin, nos resta únicamente acordar por un plan bien sistemado, los medios que nos deben conducir indubitablemente y por el camino más corto. Cuando hablemos vd. y yo, se asegurará de mis verdaderos sentimientos <...>.

Agustín de Iturbide envió poco antes otra carta a Juan José Espinosa de los Monteros, para que redactara el texto final del plan de independencia, junto con los borradores de lo que sería el Plan de Iguala, tomados de las cartas de Guerrero, para redactar las proclamas que debían hacerse públicas en la capital al darse la proclamación de la independencia. Esto explicaría las diversas versiones del plan que tantas confusiones han provocado. La entrevista que conocemos como “abrazo de Acatempan” entre Iturbide y Guerrero no su- cedió. Por parte del general suriano asistió el coronel José Figueroa, tesorero del Ejército del Sur, con los pliegos de Guerrero.33

La importancia de la tregua de Aca tempan legitimaba la independencia, pues Guerrero garantizaba con su persona y su influencia popular la adhesión de todos los partidarios de la insurgencia y del Congreso revolucionario.

El 18 de febrero de 1821, a las siete de la noche, Iturbide le escribe al virrey: 

Tengo la satisfacción de decir a V. E. que D. Vicente Guerrero se ha puesto a mis órdenes, y por

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consiguiente a las de V. E., con 1200 hombres armados <...> No habiéndosele podido inspirar a aquel caudi- llo la confianza necesaria para que se prestase a venir a contestar conmigo, se logró que viniese el individuo que merece toda la suya; conviene a saber, D. José Figueroa, coronel y tesorero de su partido, con carta en que se le confirió la facultad y poder convenientes para el arreglo de condiciones etcétera, y bajo la principal de que no se les tenga por indultados: fue cosa de muy pocas palabras lo demás <...>34 

Posteriormente ambos generales se reunirán en la cercana hacienda de Mazatlán y acordarán las Tres Garantías y los fundamentos del Plan de Iguala.

Vicente Guerrero: un estudio en el triunfo y la tragedia (1782-1831)Vicente Ramón Guerrero Saldaña fue el segundo presidente de México y el primero

que provienen de clases populares las (el popular "clases"), que en español es un

eufemismo para referirse a una persona de trabajo campesino o antecedentes de

clase. Esta circunstancia de nacimiento es importante porque tendría un efecto

decisivo en tanto Guerrero vida y la muerte. Nació en Tixtla, una aldea en la sierra

que le suministre un telón de fondo de Acapulco, que era de origen oscuro y

mestizos de fondo. Su fecha de nacimiento era 10 de agosto 1782.

Cuando la Guerra de Independencia comenzó con famosos grito del padre Hidalgo,

Guerrero trabajaba como armero en su ciudad natal. Se unió a la rebelión en

noviembre de 1810 y se alistó en una división que el líder independentista José

María Morelos había organizado para luchar en el sur.Guerrero se distinguió en la

batalla de Izúcar, en febrero de 1812, y alcanzó el rango de teniente coronel

cuando los insurgentes tomaron Oaxaca en noviembre del mismo año.

A finales de 1815, a raíz de la captura y ejecución de Morelos, Guerrero fue el

único líder rebelde importantes que siguen en libertad. Este fue el período más

oscuro movimiento de independencia, similar a la prueba de Washington en Valley

Forge. Pero Guerrero perseveró y mantuvo viva la rebelión a través de una

prolongada campaña de guerra de guerrillas. Cuando el movimiento comenzó a

revivir, Guerrero ganó victorias en Ajuchitan, Santa Fe, Tetela del Río, Huetamo,

Tlalchapa y Cuautlotitlán, todas las comunidades en esa región del sur que tan

bien conocía.

En 1819 un poco punzante del drama personal se llevó a cabo. Apodaca, el virrey

español, había convencido a su anciano padre de Guerrero para tratar de hablar a

su hijo a rendirse. Entre lágrimas, el viejo envolvió con sus brazos las piernas de su

hijo y le rogó a aceptar los términos del virrey. En cuanto a sus hombres, Guerrero

dijo estas palabras: "Compañeros, este anciano es mi padre. Él ha venido a

ofrecerme recompensas en nombre de los españoles. Siempre he respetado a mi

padre, pero mi país es lo primero." Hoy en día existe una placa en la pared de la

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casa de Guerrero en Tixtla que contengan esta cita incorrecta de sus palabras

textuales: "La independencia y la libertad - o la muerte! Mi país viene antes de mi

padre."

A falta de inducir a la rendición Guerrero, Apodaca envió un ejército contra él bajo

el mando de la flamante y oportunista Agustín de Iturbide . Esta fuerza salió de

México el 16 de noviembre de 1820. Guerrero, con sus habilidades tácticas y

conocimiento del terreno, consiguió el mejor de Iturbide en varias

escaramuzas. Entonces Iturbide, fiel a su naturaleza camaleónica, dio un paso que

tendría la repercusión de más amplio alcance. El 10 de enero de 1821, envió una

carta proponiendo Guerrero que los dos unen sus fuerzas y luchar por la

independencia de México bajo lo que él denomina las "tres garantías": que México

debe ser una monarquía constitucional independiente, que las distinciones entre

españoles, criollos, mestizos y los indios se suprima, y que el catolicismo debería

ser la religión del estado.

Con el acuerdo de Guerrero, las Garantías Tres fueron proclamadas en un 21 de

febrero 1821, el manifiesto llamado "Plan de Iguala. Los dos hombres unieron sus

fuerzas en lo que se conoció como el Ejército Trigarante ("Ejército de los Tres

Garantías") y preparado para atacar la ciudad de México.Juan O'Donojú, quien

había sucedido como virrey Apodaca, se dio cuenta de que la situación era

desesperada y accedió a la independencia de México. El 27 de septiembre de

1821, el Ejército Trigarante entró en la capital.

El 21 de mayo de 1822, al jactancioso Iturbide se proclamó emperador Agustín

1. La coronación fue provocada por una forma "espontánea" demostración de

mayo, dirigido por un grupo selecto de sus soldados, que aceptara una corona

imperial. Aunque inicialmente apoyó Guerrero reclamo de Iturbide, a principios de

1823 fue una revuelta contra él. Iturbide era entonces siendo socavados por un

aventurero, incluso más extravagantes, Antonio López de Santa Anna . Santa

Anna, presentándose como un defensor de la libertad republicana, declaró en

contra de Iturbide ya que este último había depuesto el Congreso cuando empezó

su reinado y lo sustituyó por un consejo de asesores escogidos.

Guerrero y Nicolás Bravo, otro líder de la independencia, se unió a Santa Anna y

las fuerzas encabezadas por Guerrero y Bravo derrotaron a las tropas de Iturbide

en Almalonga el 23 de enero de 1823. En marzo, ya que la marea estaba volviendo

en su contra, Iturbide abdicó y salió al exilio europeo.

En este momento una división definitiva entre liberales y conservadores se estaba

desarrollando en la política mexicana. Los liberales eran conocidos como los

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federalistas y los conservadores (que estaban a favor no menos sino más gobierno)

como centralistas. Estas facciones se alinearon también con dos alas de la

Masonería, los centralistas a favor del rito escocés y los federalistas del rito

York. Un destacado masón del Rito de York fue ministro norteamericano en

México, Joel R. Poinsett , quien pronto se convirtió en una bestia negra de los

conservadores mexicanos.

Después de la abdicación de Iturbide, México adoptó lo que era entonces la

práctica de EE.UU. de la elección de un presidente y vicepresidente de distintos

partidos. En consecuencia, el presidente elegido en 1824 fue Guadalupe Victoria ,

federalista liberal, y el vice-presidente el general Nicolás Bravo , un centralismo

conservador. Aunque Victoria cumplió su período completo de cuatro años, Bravo

inició una rebelión contra él a finales de 1827. El levantamiento fue derrotado por

Guerrero, Bravo es viejo compañero de armas, y Bravo fue enviado al exilio.

rebelión fracasada Bravo casi destruyó el poder de los centralistas, pero el

antagonismo entre liberales y conservadores sobrevivido como los federalistas se

dividió en dos facciones. En las elecciones de 1928, Guerrero fue la elección de los

liberales, mientras que los conservadores se unieron detrás de General Gómez

Pedraza, un moderado, y el general Anastasio Bustamante, un derechista. Aunque

Gómez Pedraza fue declarado ganador, Guerrero se negó a reconocer los

resultados oficiales de las elecciones. Una revuelta con éxito a su favor fue

organizada por Leonardo Zavala, ex senador por Yucatán que había ganado una

reputación en la capital como periodista radical. Guerrero fue entonces

debidamente "elegidos" y asumió la presidencia el 1 de abril de 1829. Como una

concesión a los conservadores, Bustamante continuó como vice-presidente.

A pesar de Guerrero fue un soldado temible, que estaba fuera de su elemento en la

arena política. El verdadero poder detrás del trono era el ultra-liberal y Zavala, los

conservadores alegaron, el diplomático gringo Poinsett. En julio de 1829, el

ambicioso Santa Anna derrotó a un intento de invasión española de México,

convirtiéndose así en un héroe nacional. Aunque Guerrero era todavía demasiado

popular para convertirse en el principal blanco de los ataques conservadores,

concentraron su fuego contra Zavala y Poinsett. Esta campaña fue un

éxito. Zavala, a quien había designado Guerrero como ministro de guerra, se vio

obligado a dimitir en noviembre de 1829 y Poinsett a abandonar el país. Junto con

Bravo, que había regresado del exilio, Bustamante montado una revuelta contra

Guerrero el 04 de diciembre. El 1 de enero de 1830, Bustamante asumió la

presidencia como el Congreso de Guerrero despojado de sus poderes. De regreso a

su tierra natal en el sur, Guerrero montó una insurrección contra Bustamante.

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Aunque las fuerzas de Bustamante sufrió derrotas iniciales, Guerrero fue capturado

a través de un ardid. Ministro Bustamante de Guerra y Marina, José Antonio Facio,

pagó cincuenta mil pesos capitán genovés invitar a Guerrero a bordo de su buque,

entonces anclado en Acapulco. Embarque en el barco, Guerrero fue secuestrado y

llevado a la ciudad de Oaxaca. Allí, tras una farsa de juicio militar, fue ejecutado el

14 de febrero de 1831.

¿Por qué Guerrero tratado tan cruelmente? Otros disidentes, especialmente Nicolás

Bravo a la derecha y Leonardo Zavala a la izquierda, fueron enviados al exilio o

bien le permitió renunciar a sus puestos. Una explicación es proporcionada por Jan

Bazant, profesor de historia en el Colegio de México, uno que pinta una imagen

desagradable de racismo y los prejuicios de clase. Escribe Bazant: "La clave es

provista por que ... Zavala señaló que Guerrero era de sangre mixta y que la

oposición a su presidencia llegó a partir de (élites) ... Esta gente (temido) la

subversión social y racial. A pesar de su pasado revolucionario , el criollo rico Bravo

pertenecía a este "club de caballeros" como lo hizo ...Zavala, a pesar de su

radicalismo ... Guerrero ejecución fue tal vez una advertencia a los hombres

considerados como socialmente y étnicamente no inferiores a atreverse a soñar

con ser presidente. "

4

LOS MITOS EN LA HISTORIA

Por: Ricardo Infante

Si alguien nos demostró que el mito es fundamental en la historia de los pueblos, ese fue el aedo Homero, quien utilizando una inmensa cantidad de personajes míticos, inventando proezas y dándole carácter de épica hazaña a las acciones de Aquiles y Odiseo, logró crear entre los herederos de la cultura helénica tal fuerza que los guerreros que defendieron a Grecia contra Persia y las conquistas de Alejandro estuvieron inspiradas en aquella obra que en realidad no pasó de ser una simple guerra por el control del mercado del bronce y cobre en el Egeo.

Fue así que una simple guerra de rapiña terminó siendo la primera gran hazaña literaria de la cultura occidental y del más grande guerrero de la antigüedad: Alejandro el Grande.

Igualmente en la historia de nuestra Independencia tenemos mitos que han contribuido a generar orgullo y a enriquecer la historia cultural e ideológica de nuestro país. El más notable, desde luego, es la parcialidad de la virgen de Guadalupe, patrona y guía del espíritu independentista desde que Hidalgo la incorporara en Atotonilco como generala de los ejércitos insurgentes, otorgando el papel de protectora de los españoles a la virgen de los Remedios. Este mito, en el que habría que señalar que la virgen de Guadalupe en ciertos estamentos de la cultura popular –sobre todo indígena-, tenía su equivalente en la Tonantzin, pero no hay que olvidar que Guadalupe es una virgen castellana traída por los conquistadores y que por cierto es venerada en la región en donde naciera Hernán Cortés, de tal suerte que aunque su color moreno y su reinterpretación pictórica hicieron de ella un baluarte de nuestra idiosincrasia, no

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deja de ser una imagen hispánica, habilísimamente incorporada por el primer intelectual e ideólogo de nuestra Independencia: el cura Miguel Hidalgo.

Por otra parte, tenemos el famoso abrazo de Acatempan, del cual no existe ningún documento fidedigno o dato testimonial que nos indique que tal acontecimiento sucedió; sin embargo, en la imaginería y en la historia popular de Guerrero el hecho se consumó posiblemente concebido por una circunstancia fortuita; es decir, por un encuentro casual que al parecer Iturbide tuvo ya una vez entrado en correspondencia con el General Guerrero, pero que de ninguna manera fue acordado, y en el que seguramente tampoco existió el famoso abrazo, no obstante hay relatos que hablan de este encuentro en donde por cierto Guerrero en forma socarrona le señala a Iturbide que Pedro Ascencio de Alquisiras ni desmontará su caballo, ni mucho menos se acercará a conversar con el comandante militar realista, señalando su carácter reacio y desconfiado. Como sabemos, efectivamente Pedro Ascencio nunca accedió al Plan de Iguala; es más, el aguerrido tlahuica murió combatiendo a los españoles. Pero todos los libros de historia oficial se refieren al hecho como si fuera un dato histórico irrefutable.

Otro mito que hasta le fecha divide a los mexicanos es el que presupone que Agustín de Iturbide fue el verdadero promotor de la Independencia al iniciar una relación epistolar con don Vicente Guerrero. Habría que señalar que quién inicia el envío de cartas a comandantes realistas como el Coronel Moya y al comandante Armijo -a la sazón, responsable militar realista del sur-, es Guerrero, proponiéndoles auspiciar la Independencia y así pasar a la historia como patriotas. Iturbide se enteró del hecho y utiliza la disposición de Guerrero, sobre todo después de haber perdido cuatro batallas consecutivas con las tropas insurgentes, entendiendo que él tampoco podría derrotar a los patriotas del sur. Iturbide nunca pensó realmente en la Independencia, prueba de ello, es que ni siquiera incorporó a los comandantes del ejército insurgente a su entrada triunfal a la Ciudad de México y mucho menos les propuso formar un gobierno que tuviera ese sentido. Iturbide se proclamó emperador, y quienes sí habían luchado por la Independencia, meses después lo desconocieron y posteriormente fue fusilado en Padilla. Sin embargo, obviamente quienes se reconocían y se reconocen en el mismo ideario de Iturbide, es decir, la alta burguesía, los descendientes de la aristocracia española, desde luego el clero –al que siempre representó-, lo proclaman su gran campeón, recordándolo año con año en su tumba ubicada en la catedral metropolitana después de un anual tedeum in memoriam de tan nefasto militar y hombre.

Como vemos nuestra tiene mitos que en la imaginación del mexicano ocupan un espacio invaluable, porque finalmente todos los seres humanos necesitamos de personajes o situaciones que consideramos fundamentales, aunque en la realidad los hechos y las personas, al analizarlos en la frialdad de los datos duros estén revestidos de las mismas características que el resto de los seres humanos.

Y así, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Iturbide, Riaño, Calleja, y el resto de los personajes de nuestra historia cometían errores, tenían defectos y debilidades, y lo que los hizo grandes, o por lo menos loables para su causa fue que en los momentos importantes de su vida supieron ser trascendentes y asumir su papel, pero siempre el mito será más hermoso, tendrá el halo que deja lo fantástico, que incluso puede llegar a ser gran motor de las naciones. (NotiSur)

COMENTARIOS AL LIBRO DE VICENTE FUENTES DÍAZ: REVALORACIÓN DE VICENTE GUERRERO, CONSUMADOR DE LA INDEPENDENCIA.

POR MOISÉS ALCARAZ JIMÉNEZ

Con el estilo que lo caracteriza, de lectura ágil y amena, sin tantos vericuetos que conduzcan al tedio, pero sin demeritar el rigor científico del ensayo y la profundidad de la investigación, Vicente Fuentes Díaz nos conduce magistralmente con este texto al hombre político que fue

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Vicente Guerrero. Alejado del terciopelo de la historia patria y del fervor cívico protocolario que envuelve a los héroes de bronce, el autor nos pinta de cuerpo entero al prócer suriano que, además de sus amplios conocimientos del arte de la guerra, fue con su inteligencia política el verdadero consumador de la independencia.

Vicente Guerrero, dice Fuentes Díaz, no fue sólo el rudo arriero que conduciendo a sus bestias de carga recorrió la agreste geografía del sur de la Nueva España; tampoco fue el tosco campirano incapaz de comprender su entorno político y social. El libro comentado es uno de aquellos que desde su título expresan perfectamente el alcance de su contenido. Fuentes Díaz revalora perfectamente en esta publicación al hombre de Estado, al ferviente republicano respetuoso de la ley y de las instituciones políticas que fue Vicente Guerrero.

Por más que grandes historiadores contemporáneos a él contribuyeron a plasmar para la posteridad una imagen muy sesgada y sumamente parcial del héroe del sur, Fuentes Díaz, con la calidad del minucioso investigador, llega a lo profundo de nuestra historia para rescatar y mostrar el verdadero perfil político del jefe insurgente cuya semblanza, en palabras del autor, estuvo mutilada y semicubierta por más de siglo y medio por la hojarasca de los ditirambos cívicos.

Vicente Fuentes Díaz expresa en esta investigación su desacuerdo con los historiadores de mayor renombre de aquella época que inclusive convivieron con Guerrero. Ni Lucas Alamán, ni Carlos María de Bustamante, ni Lorenzo de Zavala lograron recrear en sus escritos con apego a la realidad y con fidelidad al hombre de ideas políticas que fue el insurgente suriano, ni reflejaron con objetividad al actor político fundamental que fue el prócer en la consumación de nuestra independencia.

Esos historiadores, cuyo prestigio trascendió su tiempo, incurrieron, de acuerdo con nuestro autor, en vaguedades, omisiones y en una visión reduccionista de lo acontecido, además de pasar sus escritos por el tamiz de su ideología, como fue el caso de Alamán, ilustre conservador que llegó a defender las posturas de Agustín de Iturbide. Los estudiosos más serios de la historia de la independencia de México, y con mayor razón los apologistas de Iturbide, apoyaron sus investigaciones en esos tres autores y con ello profundizaron la visión parcial sobre Vicente Guerrero que prevaleció a lo largo del tiempo. Tal fue el caso de Vicente Rocafuerte, José María Lafragua y los estudiosos de la etapa porfirista, como Francisco Bulnes, Justo Sierra, Irineo Paz y otros; igualmente se encuentran en la misma situación prestigiados escritores de la primera mitad del siglo pasado, como José Mancisidor, Luis Chávez Orózco y Alfonso Teja Zabre.

Afirma el autor de este texto que por más de ciento cincuenta años subsistió sin variación un mismo esquema sobre la consumación de la independencia, donde se magnifica la presencia de Agustín de Iturbide y no se valora el verdadero aporte de Vicente Guerrero en la fase crucial del proceso que dio vida al México libre del yugo monárquico español.

Para llegar a la importante revaloración de Vicente Guerrero, el autor recurre con la agudeza del apasionado investigador a las fuentes directas de la historia de la independencia. Revisa con minuciosidad ejemplar documentos escasamente conocidos. Con mirada microscópica analiza el tejido más fino de la fase culminante de la independencia de México. Disecciona con el bisturí del galeno las fuentes documentales de nuestro proceso libertario.

Con ello, y debemos de reconocer que también como guerrerense no exento de su fervor a las tierras del sur y a sus próceres, Fuentes Díaz revalora las cualidades políticas del consumador de la independencia a quien en el texto, además de describirlo como un experto en las tácticas

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de la guerra, lo retrata como un hombre de ideas políticas, conocedor del funcionamiento y las bondades del sistema republicano de gobierno, respetuoso del marco legal, un liberal del ala radical preparado para las lides políticas que luchó siempre por hacer de México un país de instituciones y de ciudadanos libres y en pleno ejercicio de sus derechos.

Por ser un modelo de gobierno representativo y popular, principal aspiración independentista, Guerrero tuvo siempre el anhelo de instaurar la República en México en contraposición a la monarquía y todas las expresiones del absolutismo. Es de fundamental relevancia que hasta 1821, dice Fuentes Díaz, ninguno o muy pocos de los jefes insurgentes hablaron de República o sistema republicano de gobierno, fue Guerrero el primer insurgente que se refirió a esa forma de gobierno, lo que constituye una muestra más de que el prócer suriano fue un hombre de amplias cualidades políticas. No fue un ideólogo en el sentido moderno del término, precisa el autor de este texto, pero tampoco fue un hombre privado de ideas políticas, que las tuvo, muy claras y justas, agrega el profesor Fuentes Díaz.

Este ensayo va más allá de la anécdota y la narración simple. El autor estudia el contexto con la visión del historiador moderno que incluye en su investigación el entorno sociopolítico y el impacto del factor económico en las relaciones de poder. Con la didáctica del buen profesor, Fuentes Díaz nos conduce por el tiempo en que vivió Guerrero, tiempo que el autor recrea con singular maestría. Con sus conocimientos sobre teoría política y la experiencia en el ejercicio del gobierno que Fuentes Díaz adquirió en la praxis política, describe al poco conocido Vicente Guerrero como hombre de Estado, promotor de la institucionalidad de México e impulsor del orden social sustentado en el Derecho. Además de estas tres grandes virtudes de Fuentes Díaz: la del profesor, la del historiador y la del actor político, debemos agregar también la visión del politólogo que a lo largo de su obra ha tenido este lúcido pensador, lo cual le permite analizar a la política al nivel de ciencia y a la altura de la inteligencia y del conocimiento permeados por el rigor metodológico y la sistematización de ideas.

Con esa amplitud de conocimientos y cualidades de investigador profundo, el autor aborda los importantes acontecimientos que antecedieron a la firma del Plan de Iguala, aspecto medular de su libro y parte sumamente nebulosa de nuestra historia que los escritores más connotados de la época se encargaron de enrarecer aún más. Es precisamente en esta fase crucial donde Vicente Guerrero se muestra como el gran conocedor del arte de la política, como el hábil político que persuade al adversario para construir acuerdos, para llegar a consensos y pactar la independencia.

Iturbide fue mandado al sur por la coalición gobernante encabezada sólo formalmente por el virrey Apodaca para aniquilar a Guerrero, no para tender puentes de entendimiento con la insurgencia. El propio jefe realista se había fijado como objetivo eliminar al suriano sin miramiento, dice Fuentes Díaz, y acabar de raíz con el movimiento independentista. Iturbide se ve obligado a cambiar de planes y revelarse contra el virrey cuando está consciente de la imposibilidad de derrotar a la insurgencia. Carlos María de Bustamante, cita Fuentes Díaz, afirma que los soldados leales a Guerrero eran terribles e indomables, a los que Iturbide jamás pudo derrotar.

Es entonces cuando Iturbide acepta la propuesta de diálogo y el plan de independencia diseñado mucho antes por Guerrero y que desde años atrás, cuatro años antes, dice José Francisco Ruiz Massieu en su discurso de Los Pinos, había planteado a los jefes realistas que antecedieron a Iturbide en las montañas del sur. Para entonces la situación de las fuerzas insurgentes también era crítica. Lo prolongado de la lucha (más de 10 años combatiendo al ejército realista), lo encarnizado de las batallas y la escasez de recursos mermaban el ánimo de la tropa y debilitaban al movimiento. Se hacía necesario hacer un paréntesis y pensar en la conciliación sin claudicación. La lucha armada, afirma el autor, se había vuelto fatigosa y rutinaria, había llegado a un punto muerto. Fue entonces cuando ocurre la rebelión liberal en

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España contra el absolutismo de Fernando VII que abre a la insurgencia encabezada por Guerrero nuevas alternativas de lucha.

En la idea de Guerrero este hecho constituyó el modelo a seguir para la Nueva España. Habría que ver quiénes serían los que podrían encabezar dentro del propio ejército virreinal una rebelión similar contra el dominio español para lograr un gobierno autónomo para la Nueva España. Combinar el arte de la guerra con el arte de la política para impulsar aquella idea fue entonces la esencia de la estrategia independentista del héroe suriano. Guerrero fue el primer insurgente en concebir esta estrategia, dice Fuentes Díaz, quien agrega que esto hay que reiterarlo cuantas veces sea necesario. Es el inmenso mérito de Vicente Guerrero.

De la habilidad negociadora de Guerrero en torno al Plan de Iguala, da cuenta Ernesto Lemoine, que es de los contados historiadores que valora en su justa dimensión la agudeza política del suriano para construir acuerdos en busca de un gobierno autónomo. En la página 27 de este ensayo, Fuentes Díaz cita a Lemoine cuando dice: “Guerrero no fue en el gran suceso de 1821, el cándido, blando y desprendido figurante que han simulado docenas de escritores. Por el contrario, fue un hábil político, agudo y calculador, consciente de lo que hacía y cómo lo hacía, que se manejó frente a Apodaca e Iturbide con una sagacidad de la que éstos fueron los primeros sorprendidos”. Para entonces Guerrero ya no era ni el rudo arriero ni el tosco campirano. Se había convertido en el habilidoso político que le dio la independencia a México. Lemoine hace otra importante observación sobre Guerrero cuando afirma que el suriano “sustentaba la tesis no frecuente en los militares afortunados, de que las causas se consolidan y se ganan, menos en el terreno de las armas que en el de los principios”.

Para algunos historiadores el Plan de Iguala tuvo alcances muy limitados y para otros fue la reafirmación del viejo régimen, aunque ahora con la autonomía de la monarquía española. En palabras de Fuentes Díaz, el Plan de Iguala era, en mucho, la contrarrevolución antiliberal, pero la demanda principal de Guerrero se había cumplido: lograr la independencia, lo cual abría el camino a nuevas expectativas; por lo pronto, dadas las condiciones del momento y ante un enemigo todavía muy poderoso, era lo que se podía hacer y lograr como un primer paso hacia un nuevo sistema de gobierno.

La bondad, la justicia y la equidad distinguieron a Guerrero a lo largo de su vida. Fue un hombre de indiscutible calidad humana. Su actuar nunca conoció la crueldad ni en los momentos más álgidos de la guerra. Su grandeza no derivó de algún mandato jurídico ni de algún cargo administrativo, su liderazgo estuvo sustentado en las virtudes y cualidades extraordinarias que le reconocían quienes con toda lealtad lucharon junto a él. Jamás se enriqueció y vivió la mayor parte de su vida menos que en la medianía. Fue un hombre que con la humildad que lo caracterizó y la fuerte convicción revolucionaria con la que siempre actuó, irradiaba credibilidad y confianza.

Su enorme patriotismo está exento de toda duda. Se lo reconocían también sus adversarios. En lo personal creo con firmeza que, efectivamente, para Vicente Guerrero la patria siempre fue primero. (NotiSur)

Vicente Guerrero: el insurgente que promovió la Independencia de México

Escrito por Antonio Guerrero Aguilar   jueves, 18 de febrero de 2010

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Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació en Tixtla, población del actual estado de Guerrero a principios de agosto de 1782. Fueron sus padres Juan Pedro Guerrero y Guadalupe Saldaña. Su familia pertenecía a la casta de los mulatos. El día 10 de agosto de ese año fue llevado a la parroquia en donde fue bautizado. Se sabe poco acerca de su infancia y de su juventud, excepto que se dedicó a los trabajos del campo y a la arriería, desde la Costa Grande hasta la Tierra Caliente entre 1792 y 1810.

El 26 de mayo de 1811 se unió al movimiento de independencia que promovía en el sur el padre Morelos, quedando a las órdenes de Hermenegildo Galeana. En 1812 destaca en la batalla de Izúcar en Puebla y por ello alcanzó el grado de capitán. Luego acompañó a Morelos en la toma de Oaxaca en donde alcanzó el grado de teniente coronel y recibió la encomienda de organizar la rebelión en el sur de Puebla, dedicándose a la fabricación de pólvora, a la fundición de artillería y preparar a sus tropas.

El 23 de enero de 1814 se encargó de la protección del Congreso Constituyente y debido a sus campañas militares, fue nombrado general por el mismo Morelos. En 1815 conduce y resguarda al Congreso de Chilpancingo a Tehuacán. Después de la muerte del padre Morelos y de la prisión de losprincipales caudillos surianos, Guerrero continúa atacando a los realistas. Por ello el virrey de Apodaca le manda a su papá don Juan Pedro en 1819, para hacer que deje las armas a cambio de privilegios y riquezas. Temiendo por su muerte, al ver a Vicente se echó a sus pies y con llanto en los ojos le pedía que dejara la lucha insurgente. Se dice que Guerrero mandó llamar a sus principales hombres y les dijo: “este pobre anciano que ven es mi padre, pero mi patria es primero”.

Entre 1815 y 1820 permanece como guerrillero, oculto entre las sierra y el territorio inhóspito del sur. En unas veces le toca triunfar, en otras es derrotado, muchas veces tuvo que huir y vivir prácticamente a salto de mata. El 5 de noviembre de 1818 derrotó a un jefe realista llamado Armijo y obtiene un cuantioso botín de guerra que le permite armar a un ejército para continuar con la lucha insurgente de Morelos. El 7 de octubre de 1820 entró en negociaciones con el virrey de Apodaca pero al no llegar a un acuerdo, le pide a Agustín de Iturbide que marche al territorio sureño para que lo someta, lo cual no pudo conseguir.

Luego Iturbide participó activamente en la llamada Conjura del Plan

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de la Profesa, que ante la amenaza de perder los privilegios que mantenían los miembros del alto clero y del ejército, mismos que las reinstaladas Cortes de Cádiz pretendían desaparecer. El 10 de enero de 1821 Iturbide le escribe a Guerrero para solicitarle su adhesión a un proyecto de consumación de la guerra de Independencia. Pero no se dejó convencer y le responde a Iturbide para que juntos luchen por la Independencia de la Nueva España. Iturbide insiste por medio de un interlocutor de nombre José Figueroa, quien finalmente convence a Guerrero para mantener un encuentro con Iturbide. La famosa entrevista se dio el 14 de marzo de 1821 iniciando con el célebre abrazo de Acatempan, con el que después pactaron las tres garantías: Dios, Patria y Libertad y la unión de los insurgentes y de los realistas. Guerrero reconoce la independencia de México a cambio de instaurar una monarquía constitutiva con el reconocimiento de la igualdad entre todos los mexicanos y la declaración de la fe católica como única religión. Iturbide quedó como jefe del Ejército Trigarante y luego acude en búsqueda de Juan de O´donojú que venía a tomar posesión como virrey de la Nueva España, signando con él los Tratados de Córdoba.

El 27 de septiembre de 1821, Guerrero e Iturbide entraron con sus ejércitos a la ciudad de México. Luego Iturbide se proclamó emperador con el beneplácito de Guerrero quien quedó como general del sur. Pero después se enemistaron, a tal grado de que apoyó el levantamiento de Antonio López de Santa Anna. En una de las batallas fue herido de gravedad. En 1823, al ser depuesto Iturbide, Guerrero forma parte como suplente del Triunvirato que asume el poder ejecutivo. Se convierte en líder de la logia de rito yorkino y en 1824 perdió las elecciones para llegar a la vicepresidencia de la república. Entre 1825 y 1826 se retiró a la vida privada para recuperarse de la herida que sufrió en la acción de Almolonga.

A principios de 1827 fue nombrado presidente del Supremo Tribunal de Guerra y regresa a la acción con el nombramiento de comandante general en Veracruz. En 1828 se suma al Plan de la Acordada para destituir al presidente Manuel Gómez Pedraza.

El congreso lo nombra presidente de México en enero de 1829, cargo que ocupó hasta diciembre de ese año. Durante su presidencia, le hace frente a la invasión de Isidro Barradas, padeció las luchas internas por el poder encabezadas por las logias y abolió la esclavitud el 16 de septiembre, durante su gestión afrontó graves problemas como el suscitado por la expulsión de los españoles de México, el ofrecimiento de Estados Unidos para comprar Texas, a lo cual se opuso rotundamente y la guerra civil de Yucatán.

En 1830 el congreso lo declara “imposibilitado para gobernar la República”, por lo que Guerrero se marcha al sur para levantarse en armas en contra de Anastacio Bustamante.

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La guerra se prolongó todo 1830. El gobierno de Anastasio Bustamante, por medio de su ministro José Antonio Facio, se concertó con el marino genovés Francisco Picaluga para dar muerte a Guerrero El 14 de enero de 1831 fue invitado a comer abordo del bergantín El Colombo, anclado en Acapulco, ahí el marino genovés Francisco Picaluga lo toma prisionero y lo entregó al capitán Miguel González, quien condujo a Guerrero a Oaxaca. Un consejo de guerra lo condenó a muerte. Lo fusilaron en la villa de Cuilapan, la mañana del 14 de febrero de 1831. En honor de Vicente Guerrero, un Estado de la República Mexicana ostenta su nombre.

Y así llegó el fin de uno de nuestros héroes más incomprendidos de nuestra historia. A decir verdad, Guerrero fue un guerrero que luchó por la insurgencia con humildad y sacrificio. Que después fue un funcionario público que reconocía sus limitaciones y que no obstante, llegó a ser presidente de México, un mulato que desapareció la esclavitud y que le hizo frente a los españoles durante la expedición fallida de Isidro Barradas. Sinceramente que bien se le puede considerar como uno de los padres de la independencia de México.

Antonio Guerrero Aguilar

Crónica Citadina“VICENTE GUERRERO…LA PATRIA ES PRIMERO”Por Ignacio A. Herrera Muñoz.La didáctica de la historia de México, debe ser uno de losobjetivos primordiales para enmarcar los festejos delBicentenario de la Independencia de México.En celebraciones patrióticas de centenarios como el nacimientode Juárez en 1906 quedaron textos que fueron hechosespecialmente para significar esa efeméride relevante, así comoel centenario de su muerte en 1972; algunos guardamos agendasque fueron distribuidas donde se manifiesta el ideario dedistinguido indio zapoteca cuya figura se agiganta como lasierra zapoteca.Con tanto material histórico de ambas gestas relevantes y lavida de esos héroes y caudillos deben imprimirse textosespeciales donde se difunda la vida ejemplar y los ideales deestos próceres; organizar galerías itinerantes donde se exhibanlas fotografías de estos hombres ilustres con una síntesis de suvida. Me permito hacer mención de la participación de uncélebre insurgente: “Don Vicente Guerrero”, personaje derelevancia en la lucha independiente; mexicano de férreo valor,de entrega a sus ideales en alcanzar la independencia del país

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que amaba.Este paladín mexicano nació el 10 de agosto de 1783, en Tixtla,población que actualmente lleva su nombre. Hijo de Juan PedroGuerrero y María Guadalupe Saldaña; su nombre completo fueVicente Ramón Guerrero Saldaña. Desde niño se dedicó alcomercio, siendo ya un joven siendo arriero, fue invitado porlos hermanos Galeana, comerciantes también para que se lesuniera a la lucha libertaria que el cura Hidalgo había iniciadoen la parroquia de Dolores.Así, en el año de 1811 ya figuraba como capitán cuando don JoséMaría Morelos le encargó el mando de la Plaza Izúcar cuyo nombrees ahora Matamoros.Guerrero se distinguió como un valiente soldado en las campañasde los insurgentes. Durante la batalla de Izúcar derrotó alGeneral Brigadier Ciriaco del Llano El 23 de febrero de 1811,quien como jefe realista gozaba de una prestigiosa fama. A causade la insurgencia se derramó mucha sangre; habiendo muerto todoslos grandes jefes por la patria, Vicente Guerrero quedómanteniendo la llama de la libertad en el sur.Se hizo fuerte en las montañas del estado que ahora lleva sunombre y allá abatió a Iturbide en varios combates. Antes dederrotar a este temible perseguidor de la insurgencia, habíahecho planes para la independencia de México.En carta fechada del 17 de agosto de 1820 en su campamento en lasierra de Xaliaca, le envía una carta el coronel Carlos Moya,jefe realista, en el sentido de que con tal de que México sealibre le ofrece sus tropas para tal fin. En el siguiente párrafoestán condensado el pensamiento libertario de Guerrero alresponderle a Moya lo siguiente: “En este concepto, siempre queusted quisiera abrazar mi partido y trabajar por la libertadmexicana, no como subalterno mío, sino como mi jefe, sabría yoponerle a su disposición cuales quiera número de tropas y armaspara tal efecto, advirtiéndole que las que tengo el honor demandar son con alguna mediana disciplina y orden y que estossoldados andan treinta y cuarenta leguas sin oírlos decir quetienen hambre o quieren préstamos pues son soldados decididos”.Así se expresaba el general Guerrero de sus hombres y si Moya notuvo visión de lo que el suriano indomable le ofrecía, si lasupo aprovechar un año después cuando se encontraba derrotado,el futuro Agustín I.Se dice que Guerrero e Iturbide se encontraron en Acatempan yallí se dieron un abrazo. Según el historiador Antonio Uroz en

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su libro “HOMBRES Y MUJERES DE MÉXICO” editado en 1972 asientaque es una mentira que otros historiadores fraguaron. La fechaque se fija para ese encuentro no está de acuerdo con elderrotero militar que Guerrero seguía. En el archivo General dela Nación se encuentran documentos que prueban que este famosoabrazo no existió. Es lógico pensar en Iturbide derrotado anteGuerrero y éste ofrecerle sus tropas para acabar con ladependencia de España, la sagacidad de Iturbide y su futuropolítico la aceptaron de inmediato. De ese modo, VicenteGuerrero demostró que: “La Patria es Primero”, pues no pusocondiciones para que sus tropas que fueron siempre lealesparticiparan en la consumación de la Independencia con esaacción, tener en sus manos a un enemigo derrotado y darle fuerzapara que figurara como el consumador de la Independencia quedóconstancia ante la historia del valor y amor a México de VicenteGuerrero.Fue presidente de la república del primero de diciembre de 1829al 17 de diciembre de 1830. En su gestión dicta un manifiestodonde se preocupa por los indios y darle al pueblo instrucciónpública. Defiende la integridad de la nación, debido a quetodos los países poderosos de Europa la querían invadir,especialmente España, que soñaba con reconquistarla. Gracias algenio militar y político de Guerrero todo esto se evitó. Fue elprimero en declarar día de fiesta nacional el 15 de septiembre,para recordar a los iniciadores de nuestra Independencia y no alos políticos iturbidistas que a toda costa trataban de borrarla imagen de Hidalgo, Morelos, Allende, los Galeana y tantosotros insurgentes.Estaba en el poder el asesino Anastacio Bustamante, cuandoGuerrero fue traicionado por el Genovés capitán del bergantínEL COLOMBO Francisco Picaluga quien lo invitó a almorzar. Allífue apresado por orden de Bustamante y llevado a las costas deOaxaca donde fue entregado a los esbirros del gobierno.Trasladado a la ciudad de Oaxaca y de allí a Terraso Cuilapandonde fue fusilado el 14 de febrero de 1831.Ese fue el gran batallador don Vicente Guerrero que un díacuando el virrey de Nueva España le ofreció el indulto siaceptaba al régimen colonial y dejaba de combatir, le dijo a sussoldados: “La patria es primero”.El nombre de ese prócer mexicano debe significarse en lacelebración del Bicentenario. Aquí en el municipio Othonenseexiste una laguna que en su honor lleva su apellido: “LagunaGuerrero”, escuelas y quizás otros poblados llevan su nombre,como calles. Su vida al igual que la de todos esos paladines dela insurgencia ante la sintetización de la didáctica histórica

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en las aulas escolares, la niñez y la juventud actual desconocenlos datos de su vida heroica y de sacrificio por la libertad queahora disfrutamos. No sería raro que los pobladores de esepoblado aledaño a Calderitas desconozcan el porque de su nombre,como en muchos otros casos existen.IAHM.‐ Chetumal Quintana RooFebrero 2010

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En un artículo   publicado en 2007 por el historiador Dr. Jaime del Arenal Fenochio, nos narra la gran emoción que vivió al descubrir un breve documento inédito en el poblado de Teloloapan, Guerrero, que fue dirigido por Agustín de Iturbide a Vicente Guerrero, desde el 26 de noviembre de 1820. Este documento modifica la creencia de que la primera misiva dirigida por Iturbide a Guerrero habría sido con fecha del 10 de enero de 1821, misma que se reproduce más abajo. Iturbide había aceptado la comandancia del ejército del sur el día 16 de noviembre de 1820, por lo cual el documento encontrado por el Dr. Arenal Fenochio habría sido enviado a Guerrero apenas 10 días después de haber tomado el cargo y en respuesta a otro mensaje enviado previamente por Guerrero.El texto del breve mensaje se reproduce enseguida: 

Teloloapan Noviembre 26 de 1820

Sr. Gral. D. Vicente Guerrero,Exmo. Sr.Recibí la atenta nota de usted de fecha 22 del presente mes y por ella veo que no está usted dispuesto a deponer las armas y sí a continuar la campaña que inició el cura Hidalgo.Ojalá que pasando otros días, uno ú otro quede convencido de la justa causa que nos conduce a batirnos en los campos de batalla.A vuelta de correo sabré lo que Vd. piensa sobre el particular.Dios gue. a Vd. ms. as.Agustín de Yturbide.

 

Otro de los temas que trata el Dr. Arenal Fenochio, es el que se refiere al archivo epistolar de Don Vicente Guerrero que se encuentra en México en muy buenas condiciones y se denomina "General Guerrero Correspondencia",  mismo que constaba originalmente de 12 tomos, pero actualmente solo existen 11 de ellos en México. Por desgracia el tomo faltante es el primero. que corresponde a 1821.

Lo que me resultó de especial interés fue saber que el intercambio epistolar entre Iturbide y Guerrero fue muy intenso y de acuerdo al archivo referido, existen 295

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cartas y otros documentos originales, casi todos inéditos,  que fueron dirigidos por Don Agustín de Iturbide para Don Vicente Guerrero.Esto demostraría el especial cuidado de Iturbide para mantener debidamente informado a Guerrero de todos y cada uno de los movimientos que realizaba y que definitivamente nos hacen ver su amplia capacidad de organización. Es evidente que toda su campaña de difusión y de unificación tuvo una excelente planeación y meticuloso cuidado de los detalles. Todo esto sorprende, con mayor razón si consideramos que en aquellos días escribir una carta requería de mucho cuidado y tiempo invertido y que además los medios de comunicación eran bastante rudimentarios.

A continuación se transcriben los textos de las dos cartas que son las más conocidas y al final dos mensajes de Agustín de Iturbide  que sirvieron para culminar el encuentro final en Acatempan. 

CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE DEL 10 DE ENERO DE 1821, ENVIADA DESDE CUAULOTITLAN Y DIRIGIDA A VICENTE GUERRERO.

Muy señor mió: Las noticias que ya tenia del buen carácter é intenciones de Vd., y que me ha confirmado D. Juan Davis Bradburn, y últimamente el teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo, me estimulan á tomar la pluma en favor de Vd. mismo, y del bien de la patria.

Sin andar con preámbulos que no son del caso, hablaré con la franqueza que es inseparable de mi carácter ingenuo. Soy interesado como el que mas en el bien de esta Nueva España, país en que como Vd. sabe he nacido, y debo procurar por todos medios su felicidad.

Vd. está en el caso de contribuir á ella de un modo muy particular, y es cesando las hostilidades, y sujetándose con las tropas de su cargo á las órdenes del gobierno; en el concepto de que yo dejaré á Vd. el mando de su fuerza, y aun le proporcionaré algunos auxilios para la subsistencia de ella.

Esta medida es en consideración á que habiendo ya marchado nuestros 'representantes al congreso do la Península, poseídos de las ideas mas grandes de patriotismo y de liberalidad, manifestarán con energía todo cuanto nos es conveniente; entre otras cosas, el que todos los hijos del país sin distinción alguna la, entren en el goce de ciudadanos, y tal vez que; venga á México, ya que no puede ser nuestro soberano el Sr. D. Fernando VII, su augusto hermano el Sr. D. Carlos, ó D. Francisco de Piula; pero cuando esto no sea, persuádase Vd. que nada omitirán de cuanto sea conducente á la mas completa felicidad de nuestra patria. Mas si contra lo que es de esperarse no se nos hiciese justicia, yo seré el primero, en contribuir con mi espada, con mi fortuna y con cuanto pueda, á defender nuestros derechos: y lo juro á Vd. y á la faz de todo el mundo, bajo la palabra de honor en que puede Vd. fiar, porque nunca la he quebrantado ni la quebrantaré jamás.

Dije mies que no espero que se falte á la justicia en el congreso, porque en España reinan hoy las ideas liberales que conceden á los hombres todos sus derechos; y se asegura en cartas muy recientes, que Fernando VII el Grande, no ha querido que en las cortes se decidan reformas de religiones y otros puntos de esta importancia, hasta tanto no lleguen

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nuestros representantes, lo que manifiesta con claridad que estos países le merecen á S. M. el debido aprecio. Ya sabrá vd. también como por los mismos principios han sido puestos en libertad los principales caudillos del partido de Vd. que se hallaban presos, D. Ignacio Rayón, D. José Sixto Berduzco, D. Nicolás Bravo & si Vd. quisiese enviar algún sujeto que merezca su confianza para que hable conmigo y se imponga á fondo de muchas cosas de las noticias que podré darle, y de mi modo de pensar, puede vd. dirigirle por Chilpancingo, que si no hubiese llegado yo allí me espere, que no será mucho tiempo lo que tenga que aguardar: y para que lo verifique libremente y pase mas adelante hasta encontrarme si gusta, le acompaño el pasaporte adjunto; bien entendido de que aunque sea D. Nicolás Catalán, D. Francisco Hernández, D. José Figueroa, D. Ignacio Pita, ó cualquiera otro individuo de los mas allegados á vd., volverá libre á unirse aun cuando no le acomoden las proposiciones mías.

Supongo que Vd. no inferirá de ninguna manera que esta carta es por otros principios, ni tiene otro móvil que el que le he manifestado; porque las pequeñas ventajas que Vd. ha logrado, de que ya tengo noticia, no pueden poner en inquietud mi espíritu, principalmente cuando tengo tropa sobrada de que disponer, y que si quisiese me vendría más de la capital; sirviendo á Vd. de prueba de esta verdad, el que una sección ha marchado ya por Tlacotepec, al mando del teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo, y yo con otra iré por el camino de Teloloapan dejando todos los puntos fortificados con sobrada fuerza, y dos secciones sobre D. Pedro Alquisira.

El teniente coronel Berdejo va á tomar el mando que tenia el Sr. Moya, y le he prevenido que si Vd. entra en contestaciones, suspenda toda operación contra las tropas de Vd. el tiempo necesario hasta saber su resolución: todo lo que le servirá de gobierno.

Si Vd. oye con imparcialidad mis razones, seguro de que no soy capaz de faltar en lo mas mínimo, porque esto sería contra mi honor que es la prenda que mas estimo, no dudo que entrará en el partido que le propongo, pues tiene talento sobrado para persuadirse de la solidez de estos convencimientos.

El Sr. Dios de los ejércitos me conceda este placer; y vd. entretanto disponga de mi buena voluntad, seguro de que le complacerá en cuanto sea compatible con su deber, su atento servidor que le estima y S. M. E.—Agustín de Iturbide.—Sr. D. Vicente Guerrero.

 

CARTA DE VICENTE GUERRERO A ITURBIDE DONDE ACEPTA LLEGAR A UN ACUERDO PARA PONER FIN A LA GUERRA DE INDEPENDENCIA [1821]

Sr. D. Agustín de Iturbide.Muy señor mío: Hasta esta fecha llegó a mis manos la atenta carta de usted de 10 del corriente, y como en ella me insinúa que el bien de la patria y el mío le han estimulado a ponérmela, manifestaré los sentimientos que me animan a sostener mi partido. Como por la referida carta descubrí en usted algunas ideas de liberalidad, voy a explicar las mías con franqueza, ya que las circunstancias van proporcionando la ilustración de los hombres y desterrando aquellos tiempos de terror y barbarismo en que fueron envueltos los mejores hijos de este desgraciado pueblo. Comencemos por demostrar sucintamente los principios de la revolución, los incidentes que hicieron más justa la guerra, y obligaron a declarar la Independencia.

Todo el mundo sabe que los americanos, cansados de promesas ilusorias, agraviados hasta el extremo, y violentados por último, de los diferentes Gobiernos de España que levantados entre el tumulto uno de otro, sólo pensaron en mantenernos sumergidos en la más vergonzosa esclavitud, y privarnos de las acciones

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que usaron los de la Península para sistemar su gobierno durante la esclavitud del Rey levantaron el grito de libertad bajo el nombre de Fernando VII, para sustraerse sólo de la opresión de los mandarines. Se acercaron nuestros principales caudillos a la capital para reclamar sus derechos ante el virrey Venegas, y el resultado fue la guerra. Esta nos la hicieron formidable desde sus principios, y las represas nos precisaron a seguir la crueldad de los españoles. Cuando llegó a maestra noticia la reunión de las Cortes de España, creímos que calmarían nuestras desgracias en cuanto se nos hiciera justicia.

¡Pero qué vanas fueron nuestras esperanzas! ¡Cuán dolorosos desengaños nos hicieron sentir efectos muy contrarios a los que nos prometíamos ¿Pero cuándo y en qué tiempo? Cuando agonizaba España, cuando oprimida hasta el extremo por un enemigo poderoso, es, taba próxima a perderse para siempre, cuando más necesitaba de nuestros auxilios para su regeneración, entonces... entonces descubren todo el daño y oprobio con que siempre alimentan a los americanos; entonces declaran su desmesurado orgullo y tiranía; entonces reprochan con ultraje las humildes y justas representaciones de nuestros Diputados; entonces se burlan de nosotros y echan el resto a su iniquidad; no se nos concede la igualdad de representación, ni se quiere dejar de reconocernos con la infame nota de colonos, aún después de haber declarado a las Américas parte integral de la monarquía. Horroriza una conducta corno ésta tan contraria al derecho natural, divino y de gentes. ¿Y qué remedio? Igual debe ser a tanto mal. Perdimos la esperanza del último re- curso que nos quedaba, y estrechados entre la ignominia y la muerte, preferimos ésta y gritarnos: Independencia y dio eterno a aquella gente dura. Lo declaramos en nuestros periódicos a la faz del mundo; y aunque desgraciados y que no han correspondido los efectos a los deseos, nos anima una noble resignación y hemos protestado ante las aras del Dios vivo ofrecer en sacrificio nuestra existencia, o triunfar y dar vida a nuestros hermanos. En este número está usted comprendido. ¿Y acaso ignora algo de cuanto llevo expuesto? ¿Cree usted que los que en aquel tiempo en que se trataba de su libertad y decretaron nuestra esclavitud, nos serán benéficos ahora que la han conseguido y están desembarazados de la guerra? Pues no hay motivo para persuadirse que ellos son tan humanos. Multitud de recientes pruebas tiene usted a la vista; y aunque el transcurso de los tiempos le haya hecha olvidar la afrentosa vida de nuestros mayores, no podrá ser insensible a los acontecimientos de estas últimos días.

Sabe usted que el Rey identifica nuestra causa con la de la Península, porque los estragos de la guerra, en ambos hemisferios, le dieron a entender la voluntad general del pueblo; pero véase cómo están compensados los caudillos de ésta y la infamia con que se pretende reducir a los de aquella. Dígase, ¿qué causa puede justificar el desprecio con que se miran los reclamos de los americanos sobre innumerables puntos de gobierno, y en particular sobre la falta de representación en las Cortes? ¿Qué beneficio le resulta al pueblo cuando para ser ciudadano se requieren tantas circunstancias, que no pueden tener la mayor parte de los americanos? Por último, es muy dilatada esta materia, y yo podría asentar multitud de hechos que no dejarían lugar a duda; pero no quiero ser tan molesto, porque usted se halla bien penetrado de estas verdades, y advertido de que cuando todas las naciones del universo están independientes entre sí, gobernadas por los hijos de cada una, sólo América depende afrentosamente de España, siendo tan digna de ocupar el mejor lugar en el teatro universal. La dignidad del hombre es muy grande, pero ni ésta ni cuanto pertenece a los americanos, han sabido respetar los españoles. ¿Y cuál es el honor que nos queda, dejándonos ultrajar tan escandalosamente? Me avergüenzo al contemplar sobre este punto y declinaré eternamente contra mis mayores y contemporáneos que sufran tan ominoso yugo.

He aquí demostrado, brevemente, cuanto puede justificar nuestra causa, y lo que llenará de oprobio a nuestros opresores. Concluyamos con que usted equivocadamente ha sido nuestro enemigo, y que no ha perdonado medios para asegurar nuestra esclavitud; pero si entra en conferencia consigo mismo, conocerá que siendo americano, ha obrado mal, que su deber le exige lo contrario, que su honor le encamina a empresas más dignas de su reputación militar, que la patria espera de usted mejor acogida, que su estado le ha puesto en las manos fuerzas capaces de salvarla y que si nada de esto sucediera, Dios y los hombres castigarían su indolencia. Estos a quien usted reputa por enemigos, están distantes de serio, pues que se sacrifican gustosos por solicitar el bien de usted mismo; y si alguna vez manchan sus espadas en la sangre de sus hermanos, mas la ignorancia de éstos, la culpa de nuestros antepasados, y la más refinada perfidia de los hombres, nos han hecho padecer males que no debiéramos, si en nuestra educación varonil nos

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hubiesen inspirado el carácter nacional. Usted y todo hombre sensato, lejos de irritarse con mi rústico discurso, se gloriarían de mi resistencia y sin faltar a la racionalidad, a la sensibilidad de la justicia, no podrían redargüir a la solidez de mis argumentos, supuesto que no tienen otros principios que la salvación de la patria, por quien usted se manifiesta interesado. Si inflama a usted, ¿qué pues, hace retardar el pronunciarse por la más justa de las causas? Sepa usted distinguir y no confunda. defienda sus verdaderos derechos y esto le labrará la corona más grande; entienda usted: yo no soy el que quiero dictar leyes ni pretendo ser tirano de mis semejantes; decídase usted por los, verdaderos intereses de la Nación, y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes y conocerá un hombre desprendido de la ambición e intereses, que sólo aspira a sustraerse de la opresión y no a elevarse sobre la ruina de sus compatriotas.

Esta es mi decisión y para ello cuento con una regular fuerza disciplinada y valiente, que a su vista huyen despavoridos cuantos tratan de sojuzgarla; con la opinión general de los pueblos que están decididos a sacudir el yugo o morir, y con el testimonio de mi propia conciencia, que nada teme, cuando por delante se le presenta la justicia en su favor.

Compare usted que nada me sería más degradante como el confesarme delincuente y admitir el perdón que ofrece el Gobierno contra quien he de ser contrario hasta el último aliento de mi vida; mas no me desdeñaré de ser subalterno de usted en los términos que digo; asegurándole que no soy menos generoso y que con el mayor Placer entregaría en sus manos el bastón con que la Nación me ha condecorado.

Convencido, pues, de estas terribles verdades, ocúpese usted en beneficio del país donde ha nacido, y no espere el resultado de los Diputados que marcharon a la Península; porque ni ellos han de alcanzar la gracia que pretenden, ni nosotros tenemos necesidad de pedir por favor lo que se nos debe de justicia, por cuyo medio veremos prosperar este fértil suelo y nos eximiremos de los gravámenes que nos causa el enlace con España.

Si en ésta, como usted me dice, reinan las ideas más liberales que conceden a los hombres todos sus derechos, nada le cuesta, en ese caso, el dejarnos a nosotros el uso libre de todos los que nos pertenecen, así corno nos lo usurparon el dilatado tiempo de tres siglos. Si, generosa- mente nos deja emancipar, entonces diremos que es un Gobierno benigno y liberal; pero si como espero, sucede lo contrario, tenemos valor para conseguirlo con la espada en la mano, "Soy de sentir que lo expuesto es bastante para que usted conozca mi resolución y la justicia en que me fundo, sin necesidad de mandar sujeto a discurrir sobre propuestas ningunas, porque nuestra única divisa es libertad, independencia o muerte.

Si este sistema fuese aceptado por usted confirmaremos nuestras relaciones; me explayaré algo más, combinaremos planes y protegeré de cuantos modos sea posible sus empresas; pero si no se separa del constitucional de España, no volveré a recibir contestación suya, ni verá más letra mía. Le anticipo esta noticia para que no insista ni me note después de impolítico, porque ni me ha de convencer nunca a que abrace el partido del Rey, sea el que fuere, ni me amedrentan los millares de soldados con quienes estoy acostumbrado a batirme. Obre usted corno le parezca, que la suerte decidirá, y me será más glorioso morir en la campaña, que rendir la cerviz al tirano.

Nada es más compatible con su deber que el salvar la patria, ni tiene otra obligación más forzosa. No es usted de inferior condición que Quiroga ni me persuado que dejará de imitarle osando comprender como éI lo aconseja. Concluyo con asegurarle que la Nación está para hacer una expulsión general, que pronto se experimentarán sus efectos y que me será sensible perezcan en ellos, los hombres que como usted, deben ser sus mejores brazos.

He satisfecho el contenido de la carta de usted, porque así lo exige mi crianza; y le repito que todo lo que no sea concerniente a la total independencia, lo demás lo disputaremos en el campo de batalla.

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Si alguna feliz mudanza me diera el gusto que deseo, nadie me competirá la preferencia de ser su más fiel amigo y servidor, como lo protesta su atento que su mano besa. Vicente Guerrero. Rincón de Santo Domingo, a 20 de enero de 1821. 

 

CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE DEL 4 DE FEBRERO DE 1821, ENVIADA DESDE TEPECUACUILCO Y DIRIGIDA A VICENTE GUERRERO.

Estimado amigo: No dudo darle á Vd. este título, porque la firmeza y el valer son las cualidades primeras que constituyen el carácter del hombre de bien. y me lisongeo de darle á Vd. en breve un abrazo que confirme mi espresion. Este deseo que es vehemente, me hace sentir que no haya llegado hasta hoy á mis manos la apreciabilísima de Vd. de 20 del próximo pasado; y para evitar estas morosidades como necesarias en la gran distancia, y adelantar el bien con la rapidez que debe ser, envío á Vd. al portador, para que le dé por mí las ideas que seria muy largo de esplicar con la pluma; y en este lugar solo aseguraré á Vd. que dirigiéndonos Vd. y yo á un mismo fin, nos resta únicamente acordar por un plan bien sistemado, los medios que nos deben conducir indubitablemente y por el camino mas corto. Cuando hablemos Vd. y yo se asegurará de mis verdaderos sentimientos. Para facilitar nuestra comunicación me dirigiré luego á Chilpancingo, donde no dudo que Vd. se servirá acercarse, y que mas haremos sin duda en media hora de conferencia, que en muchas cartas. 

 

ULTIMA CARTA DE AGUSTIN DE ITURBIDE PREVIA AL ENCUENTRO DE ACATEMPAN.Amigo querido:Aunque estoy seguro (decía el señor Iturbide al señor Guerrero) de que vd. no dudará un momento de la firmeza de mi palabra, porque nunca di motivo para ello, pero el portador de ésta D. Antonio Mier y Villagomez la garantizará á satisfacción de Vd., por si hubiese quien intente infundirle la menor desconfianza. Al haber recibido antes la citada de vd., y á haber estado en comunicación, se habría evitado el sensibilísimo encuentro que Vd. tuvo con el teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo el 27 de diciembre, porque la pérdida de una y otra parte lo ha sido como Vd. escribe á otro intento á dicho gefe, pérdida para nuestro país. Dios permita que haya sido la última. Si Vd. ha recibido otra carta que con fecha de 16 le dirigí desde Cunacanotepec, acompañándole otra de un americano de México cuyo testimonio no debe serle sospechoso (1), no debe dudar que ninguno en la Nueva España es mas interesado en la felicidad de ella, ni la desea con mas ardor, que su muy afecto amigo que ansia comprobar con obras esta verdad, y S. M. Agustín de Iturbide.—Sr. D. Vicente Guerrero.

[1] El licenciado D. Carlos Maria Bustamante