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Vida fe en ambientes descristianizados Magdalena Ddbrel (1904- 1964) AUGUSTO GUERRA Una mujer francesa del siglo xx... con una sensibilidad religiosa fuerte, capaz de representar a su "casta" y su siglo. Mu- chas, son muchas las mujeres que pueden ser elegidas. Pienso ahora en tres, sólo en tres: Isabel de la Trinidad (t 1906), Si- mane de Beauvoir, Simone Weil 1 También estas dos últimas, coo su fuerte inquietud religiosa, pueden suponer una llamada exigentísima a la búsqueda dolorida y sincera de Dios. Pero vamos a dejarlas en su silencio y en su palabra ac1:ual. Vamos a acercarnos a otra mujer: Magdalena Delbre1 2 No sé si habremos coincidido el gusto de la mayoría. Lo cierto es que existen razones suficientes que justifican la elección. Las dos razones fundamentales son la valía de su pensamiento reli- gioso y la evidente actuaEdad de su vida: Magdalena vivió en un ambiente no sólo descristianizado, sino ateo y marxista; y, queramos o nO,este va siendo, y 10 será cada día más, el suelo de nuestras pisadas. Por eso Magdalena tiene ya muchos ami- gos 3, que la esperan desde el futuro. Es con preferencia mujer de futuro 4. 1 La literatura sobre estas tres mujeres es muy extensa y no tendría sentido indicarla aquí. No solamente descentraría nuestra atención, sino que tendría que ser tan limitada que nos ha parecido elemental renunciar a ella. 2 Utilizamos siempre el nombre castellanizado, incluso cuando damos alguna cita en traducción castellana donde se ha mantenido el nombre en francés. 3 Como sucede con otros personajes públicos existe también la Asociación de Amigos de Magdalena Delbrel. 4 El P. Loew la presenta así: "Un mensaje para después del Concilio» (Nosotros, gente de la calle. Barcelona, Estela, 1971, PP. 25 ss.). También V. CONZEMIUS" Made- leine Delbrel, chrétienne en milieu marxiste, en Vie consacrée, 49 (1977) 133; J.·P. DE MENASCE, La vie et la réflexion de Madeleine Delbrel, en La Vie spirituelle, 116 (1967) 329. El mismo P. LOEW, en su retiro a PABLO VI en el Vaticano, citaría cuatro veces a Magdalena en este sentido (Of. Ese Jesús al que se llama Cristo. 3." ed., Madrid, Euramérica, 1973, pp. 22, 45, 83, 96). 7

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Vida fe en ambientes descristianizados Magdalena Ddbrel (1904- 1964)

AUGUSTO GUERRA

Una mujer francesa del siglo xx... con una sensibilidad religiosa fuerte, capaz de representar a su "casta" y su siglo. Mu­chas, son muchas las mujeres que pueden ser elegidas. Pienso ahora en tres, sólo en tres: Isabel de la Trinidad (t 1906), Si­mane de Beauvoir, Simone Weil 1• También estas dos últimas, coo su fuerte inquietud religiosa, pueden suponer una llamada exigentísima a la búsqueda dolorida y sincera de Dios.

Pero vamos a dejarlas en su silencio y en su palabra ac1:ual. Vamos a acercarnos a otra mujer: Magdalena Delbre1 2• No sé si habremos coincidido ~con el gusto de la mayoría. Lo cierto es que existen razones suficientes que justifican la elección. Las dos razones fundamentales son la valía de su pensamiento reli­gioso y la evidente actuaEdad de su vida: Magdalena vivió en un ambiente no sólo descristianizado, sino ateo y marxista; y, queramos o nO,este va siendo, y 10 será cada día más, el suelo de nuestras pisadas. Por eso Magdalena tiene ya muchos ami­gos 3, que la esperan desde el futuro. Es con preferencia mujer de futuro 4.

1 La literatura sobre estas tres mujeres es muy extensa y no tendría sentido indicarla aquí. No solamente descentraría nuestra atención, sino que tendría que ser tan limitada que nos ha parecido elemental renunciar a ella.

2 Utilizamos siempre el nombre castellanizado, incluso cuando damos alguna cita en traducción castellana donde se ha mantenido el nombre en francés.

3 Como sucede con otros personajes públicos existe también la Asociación de Amigos de Magdalena Delbrel.

4 El P. Loew la presenta así: "Un mensaje para después del Concilio» (Nosotros, gente de la calle. Barcelona, Estela, 1971, PP. 25 ss.). También V. CONZEMIUS" Made­leine Delbrel, chrétienne en milieu marxiste, en Vie consacrée, 49 (1977) 133; J.·P. DE

MENASCE, La vie et la réflexion de Madeleine Delbrel, en La Vie spirituelle, 116 (1967) 329. El mismo P. LOEW, en su retiro a PABLO VI en el Vaticano, citaría cuatro veces a Magdalena en este sentido (Of. Ese Jesús al que se llama Cristo. 3." ed., Madrid, Euramérica, 1973, pp. 22, 45, 83, 96).

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l. ETAPAS DE UNA VIDA

Magdalena no ha sido una mujer deslumbrante. Ha sido, más bien, un testigo entre 10s hombres de la calle. No testigo mudo, porque la mudez se verifica sólo en contadas ocasiones y Magdalena ha verificado diariamente su fe.

Es esta la razón fundamental por la que nos interesa muy espeoialmente su mensaje. Y es esto también lo que explica que hagamos preceder sólo unas palabras de presentación biográfi­ca s. Estas palabras quedan enouadradas en tres momentos:

1. Hasta Ivry. Magdalena nace el 1904 en Mussidan, en la Dordoña. Gascona de origen, acudirá con 1Jrecuencia a este origen que le infunde o exige valor y fuerza particulares. En su infancia tiene que viajar debido al trabajo de su padre (era ferroviario). En 1916 su padre es destinado a París y a.llí co­mienza p['opiamente su vida. El cÍrcu10 'agnóstico en que se mo­vía su padre la empujó a perder mu'y pronto la fe: "a los quince años yo era estrictamente atea y cada día hallaba más absurdo el mundo" 6. Estudiante l~bre y anárquica. "A ,los veinte años, una conversión violenta siguió a una búsqueda religiosa razo­nable" 7. Esto sucedía en 1924. Hasta 1933 su vida es normal, nada especial: "era una convertida reciente, pero bastante soli­taria, cuando en 1933 llegué con dos compañeras a Ivry para vivir libremente el Evangelio. A lo más, había cursado estudios de asistente social" 8.

5 Para la biografía de Magdalena. que no está hecha. además de la introducción general e introducciones particulares a los períodos en que los editores han creído oportuno dividir sus escritos. véase Ville marxiste. terre de mission (para los años 1933-1957). Magdalena no dedicó su vida a escribir. Sin embargo. son varios los escritos publicados. Serán siempre reconocidos Nous autres. gens de rues. París. Seuil. 1966 (reedición en 1971); Ville marxiste .... Paris. Cerf. 1957 (2.a ed .• 1970); La foie de croire. Paris. Seuil. 1968; Communautés selon l' Evangíle. Paris. Seull. 1973. Citamos también La femme et la maison. Paris. Temps présent. 1941. no por su especial valor. sino por estar traducida al castellano: La mujer y la casa. Barcelona. Atlántida. 1944. Indudablemente. el que más resonancia ha alcanzado es la recopilación NOllS autres. gens de rues. Aquí citaremos la traducción castellana (bastante deficiente). publi­cada en Barcelona. Estela. 1971. Dada la finalidad de estas páginas. y para evitar una dispersión innecesaria. nos limitaremos al estudio de la faceta Delbreliana elegida siguiendo sólo este libro. Creemos que contiene lo fundamental de su pen­samiento y de su mensaje. que es lo que vamos buscando aquí.

6 P. 271. No es la confesión de una chiquilla. sino de la mujer serena. que se aproxima al final de su vida (moría poco después de pronunciar estas palabras).

7 lb. s lb.

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2. Experiencia de fe. En 1933 llega a Ivry con unas amigas. Magdalena ha querido ser carmelita; no ha podido por la situación familiar. Con sus compañeras no busca un remedo claustral. Quiere vivü sin reglas ni consagración especia1. Se fía del Espíritu y El será quien vaya abriendo caminos en el tiem­po. Seglar toda su vida.

"En Ivry me esperaban sorpresas y precisamente sorpresas sociales en primer lugar" 9. Comienza la vivencia de la fe en el ambiente difícil de la pümera ciudad marxista. Colabora en toda clase de obras sociales y servicios cívicos; acepta la mano tendida de M. Thorrez; intima con amigos marxis·tas, ya nunca ausentes de su vida; publica el sencillo y profundo programa del laico: N asolros, gentes de la calle 10. Estapa difíoil: discer­nimiento de posibilidades y seducciones dentro del mundo en que se mueve. Enouentro y relaciones con la Iglesia obrera: alegría, amor dolorido, idas y vueltas, ansias y anhelos, oración y peregrinación. Duro golpe a una temida esperanza: Roma ha­bla sobre los sacerdotes obreros.

3. Lucha por la fe. La muerte de lo más querido para ella coincide con unos años de enfermedad y consiguiente dis­minución de su actividad exterior. Su vitalidad, no obsta!l1te, continúa intacta. Ella sabe que "el combate de la Iglesia nunca deja de ser sangriento", que "en la tieJ.1ra, la Iglesia está heoha para combatir; por vocación, se halla en lucha con el mal; por misión, colinda siempre con el mal; por función, libera del mal" 11. En esta línea ha vivido los últimos años de su existencia, siendo una confesión pública y testimonial de verdades funda­mentales o que ella cree de especial interés.

La vivencia y actividad de estos años podría quedar refle­jada inmejorablemente en estas expresiones: "la bondad ( ... ) es un pariente pobre" (1959); "La Iglesia no deja de ser la Iglesia frente a ningún hombre" (1959); "Ignoramos el estado de hecho sobrenatural que constituye toda situación misionera" (1959);

9 lb. El precisamente hace referencia a los estudios de asistente social, a que antes ha aludido.

10 Se encuentra recogido en las pp. 61·65. Merece la pena citar estas palabras del escrito: «Nosotros, gentes de la caIle (. .. ), creemos que nada necesario nos falta en ella [en la callel, porque si nos faltara algo necesario Dios nos lo habría dado» (p. 61). Y esto necesario, estudiado en esas pocas páginas, es: silencio, soledad, obediencia, amor.

11 P. 236. En las palabras textuales que siguen inmediatamente en el texto anota­mos entre paréntesis el año en que fueron escritas.

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"La esperanza ( ... ) exige que escojamos, cada día y a cada hora ( ... ); esta elección no puede menos de ser desgarradora ( ... ); cada vez que somos desgaI1rados así, nos convertimos en brechas abiertas en la resistencia del mundo" (1961); "Lo que somos y debemos llegar a ser: un pueblo universal de hombres mansos y humildes" (1962); La soledad, "no es ya tentación, sino el indispensable punto de contacto con Dios. La oración refuerza sus raíces" {1964); la fe "es la graoia de saber que Dios da su gracia, el don de estar en el mundo, dedicado con Cristo a su misión ¡redentora" (1964).

A esto estuvo dedicada la vida de Magdalena en sus últi­mos años. Y de esto vivió. Pero, "'la fe pasará', dice son Pa­blo" (1964). Y poco después de pronunciar estas palabras, Bfec­tivamente pasó la fe para Magdalena, la fe de la que había vivido en un mundo hostil, y de la que hizo objeto y fuerza de su misión. Era el 13 de octubre de 1964.

n. AMBIENTE ATEO, LUGAR DE CONVERSIÓN

La vida y aportación de Magdalena es más dca de lo que a primera vista parece. Es toda una vidacdstiana la que va con ella. Y la vida cristiana, aun siendo sencilla, no puede pres­cindir de unos mecanismos que a veces parecen complicados y siempre resultan complejos.

Pero hay algo en la vida de todas las personas que se capta como dominante ya en los primeros compases. Y es precisa­mente esa dominante la que pasa a la histoda del 'tararear que es nuestra memoria. En este caso la dominante es la fe. Desde el momento de su conversión, Magdalena se siente obsesionada, poseída, fascinada y estremecida por la fe 12. Por la suya y por la de los demás. Sabe que "para el cdsrtiano misionero no hay más que una sola muerte absoluta: perder la fe" 13.

12 Las cuatro palabras son suyas. La lectura del texto es interesante: pp. 143-144. Cabría también recordar este otro: ,<la aparente rapidez de la descristianización en ciertos ambientes, los hundimientos aparentes de la fe donde hay necesidad de anunciarla (en ambiente comunista, por ejemplo), nuestra aparente incapacidad para evangelizar los ambientes ateos, marxistas o contemporáneos, son tres hechos insólitos que interrogan trágicamente a una conciencia cristiana)) (p. 239). Vuelve a aparecer la categoría de lo trágico en el mismo contexto en p. 196 (en escrito correspondiente a 1960).

13 P. 159.

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y esta fe se presenta en Magdalena con una problemática muy concreta; es una vivencia fiel y misionera de la fe en un mundo descristianizado.

Queremos que sea ella quien hable, y queremos limitarnos a esta circunstancia peculiar 14. Creemos, y verremos en seguida que también así lo creía Magdalena, que es ese el ambiente en que a todos nos toca vivir la fe. De aquí su actualidad.

1. El mundo de nuestra fe. El mundo de la fe de Mag­dalena es, ante todo, un mundo marxista o comunista 15. Este mundo la marcó fuertemente, y ya sin pausa, desde su llegada a Ivry en 1933. Ivry, "una ciudad marxista" 16, "fue mi escuela de fe aplicada -treinta años de los sesenta de mi vida" 17.

No sería, sin embargo, exacta la afirmación si quisiéramos monopolizar el marxismo como ambiente ni de la fe de Mag­dalena, ni de la fe de que habla Magdalena. Ella misma reco­nocerá: "advierto que la lección redbida en Ivry desborda muy ampliamente las cuestiones planteadas por el marxismo" 18. En efecto, hay otros ambientes, situaciones y mentalidades, que quizá pongan unos problemas distintos, pero tan reales y fuer­tes como los que pueda poner el marxismo. Son los ambientes ateos, un ateísmo hecho de "hundimientos" más que de "inci­dentes resonantes" 19. Son, también, los ambientes indiferentes, los "ambientes desoristianizados" 20.

14 N o se me oculta que existen temas previos y de interés al que aquí elegimos y que tendrán que ser relegados al olvido. Por ejemplo el contenido de la fe; porque lo que nosotros consideramos es una modalidad vital de la misma. Pero ... a esto obligan las selecciones.

15 Magdalena utiliza ambas palabras como sinónimas. No obstante, en cierto momento añadirá esta precisión entre paJ'éntesis: «estas observaciones deben ma­tizarse con respecto a la extrema diversidad de hombres comunistas», p. 257.

16 P. 270. Una elemental bibliografía que permita encuadrar la vida cristiana de Francia en los años en que Magdalena vive y desarrolla su actividad podría ser: CHARRON, A., Les catholi.ques face a l'athéisme contemporain en France, de 1945 a 1965. Paris, Beauchesne, 1971. DANSETTE, A., Histoire religieuse de la France con­temporaine. Paris, Flammarion, 1965; Iglesia (una) en marcha. El catolicismo fran­cés, hoy. Textos y documentos de 1942 a 1962. Barcelona, Edic. Península, 1966; LE BRAS, a., Etudes de sociologie religieuse. 2 vol. Paris, P.U.F., 1955, 1956.

17 P. 269. 18 P. 270. Ella misma hablará de «los largos años pasados en un mismo am­

biente no creyente -diría incluso que ateo» (p. 210). Los mismos editores, cuando presentan los escritos de 1961 a 1964, advierten que desde ese momento se nota una mayor extensión del campo de atención en que se sitúa Magdalena, mirando «cada vez más al ateísmo moderno y técnico de nuestro tiempo» (p. 205).

19 «En los cuales -anota Magdalena- el comunismo no estaba implicado» (P. 270). Los incidentes resonantes hacen alusión al comunismo.

20 P. 198.

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Este era su mundo, y este es nuestro mundo. Así 10 piensa, al menos, Magdalena. Para ella es evidente la "ateización pro­gresiva de "nuestro mundo", que mina a la mayoría de los an­tiguos países cristianos de Europa" 21. En un proceso de ioter,ior a exterior Magdalena descubre cómo "un mundo que fue cris­tianizado, parece vaciarse por dentro, plimero de Dios, después del Hijo de Dios, después de lo que éste comunica de divino a su Iglesia" 22. Magdalena es consciente de que el ateísmo "va a gravitar en la evangelización del mundo actual" 23. No es un mundo fiel el fundo en que la Iglesia vive. En los diversos es­tratos de la sociedad se va haciendo visible un estado de cosas que no puede no preocupar: "cuando el cristiano penetra en el interior de la mentalidad de sus hermanos, está en contacto con tinieblas de una densidad extraordinaria. Esa densidad crece, para el cristiano, por contraste de la luz que lleva en sí mismo" 24.

Estas apreciaciones en la pluma de Magdalena, que conce­de muy poco a la galería, así como las descripciones que hace de nuestro mundo, sin ser en ningún caso ni remotamente apo­calípticas, son duras. Sobre todo cuando habla a personas que van a poder calibrar el alcance de sus afirmaciones 25.

Hay, además, una reflexión complementaria que merece ser citada cuando hablamos del ambiente de nuestra fe. Magdalena asegura que nuestra contemporaneidad era 'antes muy distinta a como es hoy. Antes parecía algo casi extraño al hombre. El hombre era más individual. Se daba menos influjo entre las personas. Hoy, "incluso lo que no nos atañe constituye para nosotros como un aire que respiramos y nos impregna" 26. "Ser contemporáneo, hoy, es algo que se parece a ser compatriota" 27.

Incluso es preciso que tomemos conciencia de que estamos "mu-

21 P. 171. 22 p, 171, 23 p, 270. Viene instintivamente el recuerdo de las palabras de su contemporáneo

alemán Bonhoeffer (aunque muerto antes): «Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios» (Resistencia y sumisión. Barcelona, Ariel, 1969, p, 210). O todo el tema actual del «eclipse de Dios»,

24 P. 196, 25 En este sentido me resulta especialmente interesante la Nota redactada a pe·

tición de un grupo de estudiantes de Lyon (1960): Luz y tinieblas (pp. 196·201). Un mes antes de morir decía a otro grupo de estudiantes: «la vida nueva (..,) es una vida en que la fe no empuja a nadie; un mundo en que la fe encaja sin interrupción» (P. 276),

26 P. 208. 27 lb.

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cho más impregnados del ambiente contemporáneo de lo que pudiéramos pensar" 28. Más aún: "inconscientemente se les fuer­za [a los oristianos]a dejar perecer con su fe el lazo funda­mentaI entre ellos y Dios" 29.

Este proceso de reflexión y consolidación de un pensamien­to ha ido madurando en Magdalena en contaoto con las cir­cunstancias concretas en que se ha visto envuelta su vida. No necesitó de las revelaoiones de Godin y Daniel para convencerse de que Francia era país de Misión 30.

2. Venfajas para la fe. A nadie le resulta fácil nadar con­tra corriente. Hay ambientes en los que una fe que quiere ser compartida y celebrada resultan especialmente difíciles. Y esto no lo ignora Magdalena. Lo veremos después. Incluso conoce la opinión según la cual muchos ambientes hacen sucumbir la re o apenas permiten su sobrevivencia 31. Ella, sin embargo, man­tiene firmemente, y basada en la experiencia, propia y ajena 32,

la hipótesis según la cual éstas son "circunstancias favorables en las que la fe puede crecer vigorosamente en nosotros" 33,

"condiciones favorables a una nueva conversión, a una conver­sión a una fe más auténtica, más verdadera y más sana" 34. Si nuestra fe sufre tanto en estos ambientes es que estamos ante "una desorientadora paradoja: la fe, hecha para ser anunoiada, parecería difícilmente viable donde no hubiera sido anunciada" 35.

y esto implicaría un verdadero absurdo, porque "sería demfl­siado absurdo imaginar que la fe no pueda mantenerse en los ambientes para los cuales parece existir precisamente" 36. La de­ducción es clara: "la fe está hecha para vencer al mundc" 37;

"donde [la fe] parezca vencida es que no se trata de ella misma,

28 pp. 211.212. 29 P. 171. 30 En 1943 aparecía el libro de H. GODIN e Y. DANIEL, France, pays de mission?

Es evidente que este no necesitar no implica juicio alguno despectivo; todo lo con· trario.

31 P. 270. Incluso escribil'á: «en ambiente ateo, nosotros mismos sufrimos lUla alteración y 1m debilitamiento de la fe)) (p. 239). Hay otras alusiones en el mismo sentido.

32 «Yo misma he experimentado como verdadera esta seglUlda hipótesis y otros cristianos la han comprobado como yO)) (p. 270).

33 p. 270. 34 P. 210. 35 P. 270. 36 P. 209. 37 P. 270. La referencia evangélica es evidente: 1 Jn 5,4.

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sino de nuestra vida de fe: una vida de fe que estará amputada o se habrá aherado" 38.

¿Qué ventajas concretas ofrece a nuestra fe este ambiente de nuestros días? Creo que limitándonos a las ventajas más lla­mativas Magdalena enumeraría:

a. Gratuidad de la fe. La fe es don de Dios. "Los con­tactos del ateísmo actual, ya sea por no creyentes, ya por in­diferentes ( ... ) nos llevan no a considerar más el don de la fe, la aptitud que nos da para contemplar a Dios, como un hecho al que nos hemos acostumbTado, sino como un tesoro extraor­dinario y extraordinariamente gratuito, Estos contactos nos cn~,

señana ser deslumbrados por la gracia" 39.

b. Desen1mascaran nuestro silencio. Hay ambientes en los que quizá nadie va a preguntamos por nuestra fe. Pero hay otros, los aparentemente más duros, que sí nos lo van a pre­guntar. "Los comunistas son gentes que interrogan y ante las que uno no puede callarse sin negar la evangelización. ( ... ) Des­enmascaran así nuestro silencio, que en otros amhientes per­manece enmascarado. Y nos enseñan que el silencio de los cris­tianos suele ser a menudo o ignorancia o cobardía" 40.

c. Desenmascaran nuestra ignorancia. "La insistencia de sus preguntas, aunque sean mudas, se dirige a esto: '¿<En qué consiste creer según ustedes?' Y pronto nos damos cuenta de que tampoco nosotros 10 sabemos bien. Llegamos a plantearnos la misma pregunta que nos hacen los demás" 41. Este desenmas­caramiento nos llevará en seguida a confesar con sinceridad que "la fe no tenía en nosotros su pleno empleo" 42.

d. Nos llevan al fondo de nuestra fe. La superficialidad de nuestra fe no tiene nada que hacer en una confrontación seria, meta a la que llegamos muy pronto en nuestro trato con los ateos más comprometidos: "sin cesar nos inducen a 10 ¡fun­damental en la vida cristiana, contradiciéndolo o amenazándolo.

38 P. 270. Es una afirmación muy repetida; a veces con las mismas o muy parecidas palabras: cL pp. 141; 142; 158; 16'1-168,

39 P. 197, También sobre la fe como don de Dios y sobre las fatales conse-cuencias que tiene su desconocimiento en la evangelización: cf pp, 242; 277; 278,

40 Pp, 210-211. 41 P, 211, 42 lb.

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No ponen en tela de juicio los detalles" 43. Nos enseñan, por eso mismo, que nuestra preocupación debe ser también de base: "entre la fe cristiana y el marxismo ya hay una oposición lo bastante grave como para que añadamos oposiciones que no son reales" 44.

e. Suscitan una te misionera. Esta dimensión de la fe, profundamente vivida por Magdalena, encuentra en nuestros ambientes una urgencia y purificación especial. Por eso, debe­remos tratar de ella después más extensamente,

3. Seducciones contra la te. Prescindimos aquÍ de algo que, no obstante, mnfigl1J8 18 base dé: la vivencia de la fe; el estado de violencia que parece connatural a toda situación apos­tólica y misionera 45.

Quedan todavía muchos espíritus raquíticos y lanzaanatemas, que nunca serán capaces de ver la verdad allí donde ésta se encuentre, sino a.llí donde ellos están. Esto hace que tales per­sonas parezcan inmunizadas contra las seducciones del mal,aun­que en realidad lo que sucede es que están empedernidas en su pequeñez y cerradas a toda posible sorpresa.

Magdalena vivió codo a codo con sus I'tmigos los comunis­tas una fe a la que siempre fue fiel. Conoció sus valores y nunca se cerró a ellos. Pero seríamos ingenuos, y sobre todo traicionaríamos su pensamiento, si no recordásemos que tam­bién conocía, de lejos y de cerca, la seducción que pueden ejer­cer sobre los cristianos. Ma.gdalena habla expresamente "del po­tencial de seducción que lleva en sí un ambiente valerosamente marxista" 46, sobre todo un "ambiente marxista básico que ig­nora los sistemas intelectuales" 47. Y no olvida que "en un mun­do ateo, especialmente en ambiente comunista, un cristiano es un hombre duramente tentado en la medida en que su fe es viva" 48.

43 P. 223. 44 P. 188. Podríamos añadir también, entre las ventajas, que estas circunstancias

son «generadores de una fe vitalizada», e «iluminan los verdaderos fundamentos del gozo cristiano» (p. 197).

45 pp. 168.169. También, p. 276: «en la escuela de Ivry se aprende que la con· versión y su violencia duran toda la vida».

46 P. 123. 47 lb. 48 P. 244. En pp. 244·245 enumera Magdalena una serie de tentaciones que pueden

estar al completo.

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Puestos a elegir algunas de las seducoiones que nuestro am­biente descristianizado pone a la fe, podríamos elegir estas tres (sabiendo que hay más):

a. Seducción de valores. Pienso que sería la seducción con la que iniciaría su discurso seductivo la misma Magdalena, porque ella no se cerraba al bien y era amplia de miras y de bondades. Magdalena había superado desde el primer momento el oretinismo de ciertas fobias antimarxistas: "conocí entonces en eUos la generosidad, el desinterés, el sacrificio de sus mili­tantes; conocí -tan diferente del proseHtismo- ¡¡U acogida ca­lurosa, cordial, una vez derribados los a priori de desconfian­za" 49, Es una seducción 'tanto más fuerte y razonable cuanto que tropieza con otra experiencia simultánea y contraria, nacida precisamente desde una cacareada -no digamos proclamada, por evitar una profanación- .fe cristiana: "los cristianos que vivían en Ivry parecían perfectamente acostumbrados a lo que a mí me sorprendía. Las tres fábricas de salarios más bajas te­nían por patrón y propietario a católicos que vivían allí mismo. En Ivry y en su comarca, las empresas "cristianas" construían ... Iglesias" 50.

b. Seducción de esperanza. Para un tiempo como el nues­tro, la esperanza es básica. Y el marxismo tiene una esperanza ciega. Es un dato a su favor en la tarea de conquista. Cuenta Magdalena: "el último día del año encontré a una de mis ami­gas comunistas y le dije: 'Así, pues, hemos de deseamos un buen año ... esperemos que así sea'; a lo que me respondió: 'Lo será, porque tanto a ti como a mí nos acerca a nuestro objeti­vo' " 51. El comunista no duda de su victoria futura y definitiva. y sabe sacrificar ese presente que parece le vuelve la cara, pero que para él es un compás de entrada en la historia definitiva.

Quizá diga alguno: hay una cuestión previa, que podría enun­ciarse así: ¿pero es que es posible utilizar la categoría de espe-

49 P. 273. Magdalena ha distinguido entre hombres comunistas y partido comu­nista. Pocos habrán escrito de los primeros con un corazón tan amplio como Mag­dalena: «estoy convencida de que, en el partido comunista, el móvil más poderoso );lara hacer actuar a un comunista es muy a menudo -por no decir el más fre­cuente- el amor. (, .. ) Me doy perfecta cuenta de lo que tal afirmación puede tener de insólito» (pp. 244-225). ¡Admirables páginas 224-226, con el titulo general de: «la esperanza de un aman,! Y en su última conferencia, poco antes de morir, confesó su actitud ante los comunistas: «la estima y el afecto que les di no los he retirado nunca» (p. 273).

50 P. 271. 51 P. 226.

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ranza para la actitud comunista? Magdalena respondería expre­samente que sÍ. Precisamente ella se encontró con que en una conferencia le dieron el tftulo de espera marxista y esperanza cristiana. Esto no le pareció exacto. Y lo hizo observar en su intervención: "para significar lo que los comunistas esperan, la palabra "espera" es demasiado restringida y demasiado débil. Conviene más la palabra "esperanza", aunque no conviene ol­vidar que la esperanza comunista y la esperanza del cristiano signHican realidades enteramente diversas y contradictorias" 57.

c. Seducción de simpatía. La simpatía puede ser una ac­titud positiva del ánimo y puede ser al mismo tiempo una "tentación". En este sentido queremos traerla aquí Magdalena, que habla de la "tentación" "de tratar a los comunistas como merecen, a nuestro parecer, ser tratada la doctrina que los ani­ma" 53, habla también de la tentación contraria: a veces "el amor que sentimos por los comunistas nos hace conocer con simpatía, como algo que pertenece a aquellos a quienes ama­mos, su doctrina, su sistema, su objetivo" 54.

4. De la seducción a la ventaja. Magdalena vivió efecti­vamente en un ambiente duro, un ambiente que además quería tenerla entre sus afiliados, cosa que nunca consiguió porque con­viene adelantar ya que Magdalena nunca jugó con su fe. Con­vertida, estaba convencida del valor de la fe, y así pudo con~ fesar con toda la fuerza de su sinceridad: "todas las fidelidades son pequeñas y relativas cuando se trata de la fidelidad a la fe" 55.

Magdalena está, pues, preparada para indicarnos los criterios adecuados que hagan de un ambiente de seducción un lugar de conversión.

Un primer paso dado por Magdalena a la hora de enfren­tarse con la seducción del comunismo fue el estudio del mismo marxismo: "fue entonces cuando empecé mis estudios 'marxis­tas' " 56. Conocer el ambiente a fondo le pareció elemental. Pero un paso complementario en una persona de la serenidad y equi­li-brio de Magdalena fue precisamente leer también el Evangelio.

52 P. 223. El término tiene mayor significación si anotamos estas palabras de Magdalena: «la doctrina comunista usa muy poco el término 'esperan3a'» (p. 227).

53 P. 215. 54 lb. 55 P. 246. 56 P. 273.

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Parecerá algo trivial, pero no lo es si se piensa en serio, y si se atiende a lo que ella misma nos cuenta, que es algo que suele bloquear con frecuencia nuestras lecturas evangélicas: "antes de tomar esa decisión [dejarle con su ateísmo y ella seguir con su Dios], me pareció obligado leer de nuevo el Evangelio de prin­cipio a fin. Realmente, si bien no había abandonado su lectura, me había especializado en páginas a lasque acudía sin cesar: aquellas en que Clisto ataca a los malos ricos y a los fariseos y clama en ayuda de los pobres; páginas en que Cristo se me presentaba como el caudillo revolucionario de los ,humildes y de los oprimidos. Y una especie de necesidad de honestidad me llevó a emprender esta nueva lectura completa" 57. Parece bas~ iallte claro que sin esta honestidad inicial no existe decisión tí­picamente cristiana, por más que se proclame como tal.

Después sí; después vino la decisión: "les dejé su ateísmo, conservé a nuestro Dios y juntos nos pusimos a luchar por la juticia humana" 58. El campo de la colaboración estaba abierto, y lo estuvo siempre. Esto no significaba indiferentismo. Había algo muy claro en la mente y vida de Magdalena que lo supe­raba: "me era imposible (y sigue siéndomelo 59) poner en la misma balanza a Dios y todos los bienes del mundo: trátese de mí misma o de la humanidad" 60.

Otro elemento que ayudó a Magdalena a seguir en una co­laboración que no significó nunca claudicación, sino vivencia arriesgada y noble de su fe, fue la olaridad con sus compañe­ros: "dije a mis camaradas las cosas tal y como las vivía ... después las he repetido siempre que haya sido necesario. En Ivry he aceptado trabajar con ellos por objetivos concretos, li­mitados en el tiempo, cada vez que dichos objetivos coincidían con los mandamientos del Señor. Y me he negado, siempre que actuar con mis camaradas era obrar directa o indirectamente contra Dios. Cada vez que fue necesario ofrecí mis referencias: las palabras de Cristo. Añadiré que también me he negado a

57 lb. El subrayado es mío. 58 lb. Renunciar a la colaboración, al menos en ciertos momentos, parece a

Magdalena «hacer huelga de ciudadano» (p. 272). 59 Estamos en los últimos dlas de su vida. 60 P. 274. Magdalena dirá en 1944 a un grupo de estudiantes, que ni por un

minuto había pensado «vender a Dios en mercado ni abandonar a. Cristo en un solo cabello» (p. 24. Texto inédito). Y en 1964 decía a otro gmpo de estudiantes: «había sido deslubrada por Dios, y sigo estándolo» (p. 274). De su pasión por Dios no hay la más mínima duda. Más aún, es una de las cosas que más sorprenden.

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saltar "de una acción a otra" sin tener entre ambas tiempo de pensar y orar -lo que me ha evitado consecuencias cegado­ras ... y así he continuado durante treinta años" 61.

y no olvidemos, por último, la "Pasión de Dios". Instinti­vamente ella presta el equilibrio necesario -quizá no siempre perfecto, porque tampoco la pasión es siempre tan fuerte- para no caer en abismos antagónicos de derecha o de izquierda, por­que a ambos lados hay abismos. "Si nuestra mayor fuerza es la pasión de Dios, abandonaremos sin casi darnos cuenta las rutas misioneras peligrosas ( ... ). Esta pasión de Dios nos re­velará que nuestra vida cristiana es una marcha entre dos abis mos ( ... ). Sabremos que caminamos por la líllea media en la que se encuentran los bordes de esos abismos" 62.

Son principios sencillos, fundamentales, que dan mucho jue­go, clarifican la situación y la propia identidad.

nI. AMBIENTE ATEO, LUGAR DE MISIÓN

Misión y evangelización se identifican aquí. No sé si abun­dan los ambientes, pero quizá no falten, en que se ha identifi­cado no proselitismo con no evangelización. Es una lamentable equiparación. Hay una distinción que quizá no se ha tenido en cuenta y que puede haber motivado tal equiparación. Magdalena la enuncia así: "evangelizar no es convertir. Anunciar la fe no es dar la fe. Somos responsables de hablar o de callarnos, pero no lo somos de la eficacia de nuestras palabras ( ... ). Evange­lizar es hablar; hablar es anunciar una "Buena Nueva". Es ha­blar a alguien para anunciarle una buena nueva" 63.

y al menos para Magdalena existen muchos motivos que deben impulsar al cristiano a la evangelización. Sólo una fe al­terada puede no comprenderlos. Y es que "una fe alterada no es una .fe dispuesta a la evangelización en los ambientes ateos" 64,

61 lb. 62 P. 199. Indudablemente hay otras muchas motivaciones. Quiero sólo añadir

esta otra: haber lograda tilla clara distinción entre el pecador y el pecado. Pocas personas como Magdalena han logrado expresiones y actitudes tan fuertes y al parecer contradictorias. Toda esta aparente contradicción tiene adecuada explicación en la distinción apuntada. Ver pp. 125; 224-225; 273.

6J P. 217. 64 lb.

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1. Motivaciones. Enumeremos solamente algunas, porque esta enumeración no será simplemente un recuento de razones, sino profundización en una dimensión de la fe y del ambiente cristiano, que quizá a veces olvidamos.

a. "Creer es hablar": es como decir que la evangelización es la prueba de nuestra fe. Con la misma entereza de siempre escribe Magdalena: "ignoro dónde se ha encontrado la opinión, hoy tan corriente, de que hablar es algo facultativo ~uando se es cristiano. Os decía hace un momento que en un ambiente no creyente existe una necesidad cristiana de evangelizar" 65.

b. Aptos para amar. Alguien pensaría que hay personas que se han cerrado ya absolutamente a la palabra de Dios, y que son poco menos que excluidos de la atención de Dios. Sin embargo, esto sería desconocer algo fundamental como es el amor de Dios a los hombres. El comunista, como el ateo en ge­neral, "sigue siendo corazón de hombre hecho por Dios, apto para oírse llamar por Dios, apto para amar a Dios" 66. Hay que intentar que esta posibilidad se convierta 'en realidad, sobre todo cuando se tienen en cuenta otras motivaciones que van a con­tinuación.

c. Pobreza radical del ateo. Es la fe quien nos saca de dudas al pensar en la riqueza y pobreza de los hombres. "La fe es la ciencia de nuestra ignorancia fundamental" 67. Se equi­vocaría radicalmente quien pensara que la amistad que mantuvo Magdalena con los marxistas cegó su inteligencia, y hasta su fe, para no ver las limitaciones de esos amigos. La fe estuvo en ella siempre muy abierta, y fue precisamente esa fe la que le reveló esa miseria fundamental: "desde el punto de vista de Dios, los marxistas son los más desdichados de los hombres, los más enfermos" 68. Se daba en Magdalena el amor más sincero y la iluminación más brutal: "al mismo tiempo que me exigía amar a mis enemigos comunistas infinitamente más de lo que los ama-

65 p, 216, 66 P. 257, 67 p, 214. Sólo la fe puede iluminar nuestras tinieblas y aclarar la ambigüedad

del mundo. Este texto resulta fundamental: «en tanto que la fe no hable más alto y más claro, el mundo puede conservar una ambigüedad aparente. Pero en cuanto la fe se le manifiesta, el mundo deja de ser ambiguo» (p. 168).

68 P. 125.

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ba, el Evangelio iluminaba brutalmente entre mí misma y el comunismo, un desacuerdo fundamental, irreductible hasta nue­va orden" 69, Hay una realidad, un "Alguien", que ha sido ce­gado en la vida de millones de hombres 70, ,Y esto es asombroso y terrible para quien cree. Ella sabe que "como todos los ateís­mos, el .comunismo aísla al corazón: todo lo que en el hombre existe para un encuentro con Dios se hace en el ateo, y por 10 tanto en el comunista, zona de soledad" 71, Sabe también que "como se ha dicho, el comunismo deforma el corazón" 72. Pa­rece evidente, que quien tiene esta conciencia, experimentada codo a codo con los hombres, y tiene la experiencia de la fe vivida en la intimidad con Dios y con los hombres no puede renunciar en modo alguno a una evangelización digna de los hombres. No hacerlo sería renunciar a la projimidad, uno de los elementos fundamentales en la vida de Magdalena, llevado hasta extremos que desde fuera resultarán sospeohosos 73.

2. Evangelización. No es el momento de exponer toda la riqueza de pensamiento que Magdalena maneja sobre la evangeli­zación. Sí queremos, no obstante, decir unas palabras sobre lo que para ella es evangelizar en estos ambientes, y algunas cuali­dades elementales que tiene que tener toda evangelización. "En­tiendo por 'evangelizar' decir a gentes que no lo saben quién es Cristo, qué ha dicho y qué ha hecho, de manera que lo sepan. No se trata sólo de un testimonio de vida, sino de hablar explícita­mente a gentes que pueden haber oído ya hablar de Cristo, de 10 que hace y dice, pero que no lo han comprendido humildemente

69 P. 273. 70 pp. 186-187. Para una persona de la fe de Magdalena, el primado de Dios,

sin tergiversaciones, es indiscutible. Su afirmación es tajante y supera toda posible dicotomía: «el primero de nuestros compromisos temporales es conocer a Dios al máximo, para glorificarlo al máximo y para compensar en lo posible el descono­cimíento de nuestro prójimo más cercano con respecto a él» (p. 197). Por eso, lo que más le afecta en una ciudad comunista es la desaparición de Dios (cf p. 277).

71 P. 257. Es este el texto al que entre paréntesis añade Magdalena: «estas ob­servaciones deben matizarse con respecto a la extrema diversidad de hombres comunistas». En otro lugar escribirá con su temible libertad: «el comunista (. .. ) lo combate [a Dios] como la peor mentil'a del espíritw) (p. 250).

n P. 257. 73 Sobre la pl'ojimidad véase sobre todo: Perplejidades sobre la obediencia y el

amor al prójimo, pp. 151-171. Con frecuencia Magdalena alude al cambio que se realiza en temas difíciles cuando caemos en la cuenta de nuestra projimidad. La que sigue no es la única cita: «este es un tema difícil que se hace simple en cuanto se subrayan las palabras: Cuando los comunistas son nuestros prójimos» (p. 221. El subrayado es de Magdalena).

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ni oído humildemente, para que sepan 10 que creemos y sepan que estamos seguros de ello" 74.

En cuanto a las cualidades, y en la imposibilidad de pro­fundizar en algunas 75, cabe recordar esta breve enumeración que hace la misma Magdalena: "las características propias de esa evangelización son: tener como programa riguroso nada más y nada menos que el mensaje evangélico; anteponer a planes, tác­ticas y métodos una visión realista de las posibilidades y de los caminos de evangelización tal como están dispuestos en las con­diciones actuales de la vida, sus circunstancias y acontecimien­tos.Para muchos de nosotros, el "Id" del Señor consiste en transformar las cercanías sin contactos en proximidad verdadera con un verdadero prójimo; utilizar las sendas preparadas por el Señor antes de inventar las nuestras; aceptar como programa el que trazan las ocasiones diarias. Es una evangelización deci­dida, dirigida por los hechos y las circunstancias, que reclama una atención muy humilde y dócil, dispuesta a ser continuada, llevada a cabo, como a ser internJmpida, confiada a otros en la esperanza en Dios fiel" 76.

IV. EN EL CONFLICTO DE LA PRAXIS

La vivencia de la fe tuvo en Magdalena, durante sus me­jores años, una referencia muy concreta: los sacerdotes obreros y la Misión de Francia. A Francia le cabe el honor, y hay que ser generosos en reconocerlo, de haber sido la primera nación en enfrentarse seria y programadamente con el problema de un mundo que, al menos al parecer, había dejado de creer 77.

74 P. 249. Véase también p. 168, hablando de la normalidad de un estado violento en el apostOlado y la misión.

75 Hay que hacer referencia ineludible por una parte al concepto integral de la fe, que rechaza tanto «un falso sentido del misterio, que sería el sentido del refugio» (p. 143), como una fe que nos lleve a «amar a los hombres con un amor que nos ímpida amar al Señor» (p. 156. Cf también p. 41 -texto inédito sobre justicia y pobreza, tiempo y eternidad, mundo y muerte-. Ver también el vibrante escrito: «Vn grito nuevo» (pp. 101-102), Y lo que dice del doble precepto del amor (pp. 156-157)). Por otra parte habría que considerar muy especialmente el aspecto eclesial de la fe (qUizá el más delicado en su tiempo) (véase para esto último todo el estudio: «El amor de la Iglesia», pp. 126-132).

76 PP. 249-250. 77 Sobre los sacerdotes obreros, véase como escritos testímoniales: J. LOEW, Diario

de una misión obrera. 2." ed. Salamanca, Sígueme, 1967, y H. l'ERRIN, Itinerario de un sacerdote obrero. Barcelona, Estela, 1957 (el autor, sacerdote obrero, muere en accidente de tráfico el 25 de octubre de 1954,acabado su aprendizaje de elec­tricista, después de la «fulminacióm, de los sacerdotes obreros. Muere en la bnuna de caminos desconocidos). Como libro de iniormaci6n puede verse E. POULAT, Nais­sance des prétres-ouvriers. Tournai, Casterman, 1965.

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Francia ~ue clarividente. Y fue también valiente al lanzar a sus sacerdotes a una vida desconocida, arriesgada. Es también deber de lealtad anotar que aquellos sacerdotes fueron los pri­meros en apuntarse al tuciorismo del riesgo. Merecen la estima y reconocimiento de la I,glesia, cualquiera que sea el juicio que nos merezca -evidentemente muy distinto según las personas­aquella experiencia.

Magdalena vio los cielos abiertos en aquella experiencia. La Iglesia, a través de la mediación que era su Jerarquía, quería encarnar en el mundo moderno una labor dura que ella venía viviendo hacía años. ¿No era esto una aprobación, una palabra que le aseguraba no estar corriendo en vano por camino tan arriesgado? Por eso Magdalena vivió la aventura desde muy dentro. Lo prueban, entre otras muchas cosas, sus relaciones con el P. Loew, prototipo del sacerdote obrero del puerto de Marsella, y con L. Augros, :Ilundador, ya en 1941, del seminario de la Misión de Francia, en Lisieux. La relación inicialmente fortuita con él se fue densificando con el tiempo 78. Magdalena visitó varias veces el seminario, y allí "nos comunicó lo que la experiencia le había enseñado acerca de las exigencias ~un­damentales del testimonio cristiano en tierra pagana" 79.

La noche del distanciamiento

El sufrimiento de Magdalena tuvo que ser muy intenso al tener que espaciar esas visitas e incluso renunciar a ellas. La re misionera de Magdalena se encontraba con algo fundamental que no marchaba. "Después, no volvió. ¿Por qué? -Sin duda, debió observar poco a poco la impresión de un desacuerdo, o por lo menos de una disonancia, entre nuestra posición y la suya" 80.

¿Qué había pasado? Algo realmente grave y tremendamente doloroso: Magdalena captaba que había un profundo descono­cimiento de la naturaleza de la misión; una teología y pedago-

lB El mismo L. AUGROS narra el primer encuentro un día en que Magdalena se ha­llaba en Lisieux haciendo un día de retiro (p. 284). No deja de ser interesante que ambos, P. LOEW y L. AUGROS, hayan escrito la larga Introducción y el breve Epílogo a Nosotros, gente de la calle. Ambos escritos son particularmente intere­santes.

79 P. 284, testimonio de L. AUGROS. 80 L. AUGROS, lb., pp. 284-285.

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gía inadecuada de la misión entre paganos; un desconocimiento grave de las trampas descristianizadoras; una asimilación silen­ciosa y progresiva de una vida pagana, que había comenzado siendo táctica inicial; el evidente agostamiento de la universa­lidad de la Iglesia. Magdalena, que había reflexionado, orado y vivido con intensidad en medio de aquella querida ciudad marxista y que normalmente tenía que sentirse guía natural de sus hermanos, de unos hermanos que habían venido a confir­mar su intuición, tuvo que sentir un dolor de aborto. Porque ella no podía aprobar ciertas cosas fundamentales ni renunciar a otras. Por lo menos algunos le agradecen hoy que entonces no renunciase a su vida ni a su mentalidad. Con una humildad que le honra ha querido escribir el hombre "fracasado" que fue L. AtUgros: "no deja de ser cierto que Magdalena tenía ra­zón" 81. Con ello no ha querido culpar a sus compañeros. No ha dudado en escribir: "por sorprendente que pueda parecer a las gentes de hoy, la posición -tan clara- de Magdalena ape­nas podía ser entendida" 82. Esto es una hermosa disculpa de sus hermanos, pero es también, y es lo que hacemos resaltar aquí, un homenaje extraordinario a Magdalena.

Un gesto en la noche

En esta noche oscura que vivió Magdalena, tanto más os­oura cuanto que tuvo lugar en el día más esperado de su vida, existe un momento de importancia profética especial, que no podemos olvidar: su viaje a Roma. Magdalena ,tiene en su vida concreta dos elementos a los que se siente particularmente vincu­lada: la oración y la jerarquía 83. Sabe, además, que son dos de 108- elementos en litigio entre sus hermanos. Y no sólo entre ellos. Un poco después (en 1954) Magdalena acusará a la en-

81 lb., p. 289. 82 lb. 83 Sobre la oración, véase pp. 246; 274; 278 ... M. GIBBARD ha escrito: «ella sabía

que su secreto estaba en la oracióll» (Hommes et femmes de priere au XX siécle. Paris, Cerf, 1976, p. 50. Una de esas mujeres es Magdalena. Sobre la jerarquía, bastaría citar: Viaje relámpago a Roma, pp. 120-122; La Iglesia, una misma vida en un mismo cuerpo, pp. 192-196.

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tera iglesia de Francia de no haber cerrado filas en torno "a las jóvenes Misiones de Francia", y de no haber forzado a Dios lo suficiente con todos "sus remedios eternos", "en todas par­tes" para que la Misión continuara 84. Magdalena está conven­cida de que si hubiera tenido lugar esta fraternidad "parecería imposible entonces que Dios no actuara como Dios, que Cristo no fuera anunciado y que su Iglesia no creciera más aquí abajo" 85.

Ella, por su parte, ha querido poner un gesto profético, y como tal hay que mirarlo. En mayo de 1952 se siente movida a hacer un viaje de veinticuatro horas a Roma. Está convencida de que los dos elementos a que hacíamos referencia son m,cc­sarios, hay que potenciarlos, porque de lo contrario la Misión no va a continuar adelante. Una circunstancia comúnmente te­nida por milagrosa 86 convence a sus maravillados compañeros de que efectivamente üene sentido aquel viaje. Y allí se pre­senta Magdalena, auténtico peregrino sin romances ni aleluyas: "había ido a Roma con un objetivo concreto: pedir que la gra­cia del apostolado dada a Francia no se perdiera, sino que se mantuviera en la unidad; pedir que esa gracia fuera recono­cida y fortalecida por la Iglesia" 87. Por eso, "esta vez he ido directamente a San Pedro (. .. ). Me he incrustado en 'mi' pilar, que tiene la ventaja de estar ante el altar del Papa y sobre el sepulcro de san Pedro; allí he orado sin fin ... ,Y al prinoipio con desolación ( ... ). Muchas cosas me han asaltado entonces y siguen en nú. Primero: Jesús dijo a Pedro: 'Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi I,glesia .. .' ( ... ). Segunda cosa: he descubierto a los obispos (. .. ). Me ha parecido hasta qué punto convendría que la Iglesia jerárquica fuera conocida por los hombres, por todos los hombres, como la Iglesia los ama. Pedro: una piedra a la cual se pide que ame. He comprendido

84 Admirables y enérgicas páginas 132·137. ss P. 137. 86 Magdalena «mostróse dispuesta a renunciar al proyecto cuando se le hizo

notar que «hacía muy cara la hora de oración», pero a condición de que no «cayera del cielO) de manera inesperada una suma equivalente a la del precio del viaje. Y aquella misma semana, una de las amigas de Magdalena, no creyente, le traía a una pariente de América del Sur, católica, que deseaba informarse acerca del catolicismo francés. Al término de esa visita, «tía Rosa» envió al equipo un décimo de la lotería nacional, al que nadie prestó mucha atención -salvo cuando se dieron cuenta de que el billete ya tenia su premio, una cantidad equivalente a la necesaria para el viaje» (p. 86).

87 pp. 120-121.

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todo 10 que habría que introducir de amor en todos los signos de la Iglesia" 88.

Magdalena no hacía más que elevar a gesto simbólico algo que llevaba muy dentro. Ella ha creído siempre en la oración, la humildad y la comprensión. Ha creído en una fe que ilumina y se convierte en diálogo amoroso y sufrido o violento, según se entienda la gloria de Dios. Sobre todo en momentos difíciles, cuando hay, o al menos lo parece, sobrados motivos para no estar de acuerdo: "cuando hay motivos para no comprender, hay que orar dos veces, reflexionar dos veces, excusar dos ve­ces lo que no se comprende" 89.

"El mensaje de un testigo de la fe"

Recogemos el homenaje más sencillo y profundo que se ha tributado a la fe de Magdalena: "es el mensaje de un testigo de la fe que vivió gran parte de su vida en el corazón mismo de esa ciudad marxista que tan querida le fue. Magdalena fue una contemplativa. Pertenecía a la categoría de los espirituales para quienes ante todo está Dios (porque lo han encontrado como el Todo, el Amigo, el Amado). Y hay ese designio del amor de Dios manifestado en Jesucristo, que tiende a reunir en Sí a toda la humanidad como miembros de su Cuerpo. Y puesto que se trata de su propio designio, estos seres están disponibles para cuanto El quiera, a fin de que llegue su reinado.

Pero no ha llevado (como su hermana Teresa del Niño Je­sús) esa vida en un claustro, sino íntimamente mezclada con la de sus contemporáneos, compaltiendo los cuidados, las respon­sabilidades de quienes expresan de la manera más auténtica las aspiraciones del mundo moderno.

Por último, frente a esos "espirituales" que aparecen en todas las épocas en conflicto o en disidencia con respecto a la jerarquía, quiso siempre -aun manteniendo plena lucidez sobre la necesidad de aggiornamento- permanecer plenamente en la Iglesia (porque la Iglesia es la .continuación de Cristo) y de­pender de la jerarquía (porqrue la jerarquía es la señal de la presencia de Cristo entre nosotros como cabeza del Cuerpo)" 90.

88 pp. 120-122. 89 P. 153. 90 L. AUGROS, lb., p. 289.

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Aquí podemos acabar 91. No obstante, quizá sea conveniente añadir que la visión jerárquica de la Iglesia ha estado sin duda influenciada por ciertas limitaciones de su tiempo y por la si­tuación muy particular en que se desarrollan las relaciones entre la Santa Sede y la Iglesia de Francia, sobre todo de los sacer­dotes y de algunos grupos muy significativos de laicos. Que pre­cisamente por las circuns'tancias haya sido conveniente y hasta necesario acen1mar esta dimensión, es algo que puede ser dis­cutido. Pero incluso la posible discusión y cierto disenso en este aspecto no da pie para infravalorar el inmenso caudal cristiano que Magdalena Delbrel presenta al mundo. Magdalena Delbrel ha sido una profecía en acción, que ha durado muchos años, los años de la transición en quienes vieron venir el Concilio Vaticano n. En un campo tan ágil como el francés, Magdalena Delbrel ha dado una prueba muy seria de cómo se vive la fe misionera, sin tergiversaciones de uno u otro extremo, en me­dios descristianizados, aparentemente sofocantes de esa misma fe, y siempre difíciles.

91 No creo oportuno dedicar un apartado especial a estudiar el pensamiento de Magdalena sobre la presencia de la mujer en el mundo. Aunque en su opúsculo: La mujer y la casa. Barcelona, Atlántida, 1944, Magdalena confiese: «lo que nos proponemos, por ahora, es lanzarnos a descubrir lo que es una mujer» (p. 6), suponemos -tenemos argumentos para suponerlo- que su mentalidad evolucionó en este caso. Su visión de la mujer está ah! muy ligada a la casa, aunque sea con esta concepción: «no 4volver' a casa, sino fbuscar, encontrar, descubrir la casa, incluso a veces construirla'. Pero no volver a ella» (p. 9). No parece que en estas páginas Magdalena superase la visión de la mujer como complemento. Incluso del trabajo fuera de casa dirá: «el trabajo de la mujer C .. ) es necesario C .. ), porque ciertas profesiones masculinas necesitan la aportación de la mujer para ser com­plementadas» (p. 7, nota 1).

Sin embargo, no deja de ser curioso que la traducción del librito de Magdalena fuera publicado en la colección Alfa y Omega, «una verdadera enciclopedia de la vida moderna en función de los valores espirituales». Le hablan precedido sólo cinco volúmenes, también traducidos, y cuyos autores eran A.-D. SERTILLANGES (1-2), J. SOULAIROL, M.·D. CHENU (con su famosa Espiritualidad del trabajo) y Pío XII. ¡Algo verlan los abiertos editores en el librito de Magdalena!