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“DECLARO QUE RENUNCIO” Del 24 de febrero al 9 de marzo de 2013. Núm. 30 • $60.00 • ISSN 2007-2821 Comprensión en México por la de i ión del Papa La histórica dimisión de Benedicto XVI 8984004319127 cs

VIDA NUEVA 30

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Especial Benedicto XVI

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TITULO

“DECLARO QUE RENUNCIO”

Del 24 de febrero al 9 de marzo de 2013. Núm. 30 • $60.00 • ISSN 2007-2821Comprensión en México por la de i ión del Papa

La histórica dimisión de

Benedicto XVI

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SILVIO MARINELLI • VICTORIA MOLINA OLIVA

Manual de Relación de AyudaUn libro de:

Disponible Febrero 2013

CENTRO SAN CAMILO

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5Editorial

7La columna del directorPedro, sin oro ni argento

8A fondoUn acto de coherencia“Ha hablado más fuerte que muchosde sus escritos”Comprensión en México por decisión del Papa

23PLIEGO El olvido de sí. Una aventura cristiana Pablo D’Ors

32Iglesia en MéxicoNecesario repensar identidad y misión de la universidad católica mexicana

34Iglesia en el mundoDos cumbres en veredas diferentes

40Con acentoSobre la dimisión del Papa Benedicto XVI

42EntrevistaLeonardo Ulrich Steiner, secretario de la Conferencia Episcopal Brasileña

47CineLos Miserables

48Libros

50Al vueloJosé Eduardo Maciel, joven comprometido con la Iglesia

24/02-9/03/2013 NÚMERO 30

www.revistavidanueva.mx

Gerente Editorial Global:Juan Rubio.

Director Vida Nueva México: Felipe de Jesús Monroy González.

Jefe de redacción: Guadalupe Esquivias Aguilar.

Diseño y diagramación: Astrid Chávez Torres.

Fotografías: Archivo SM. Agencia AFP. Gettyimages, Lourdes Paz, Roberto Al-cántara

Colaboradores: Mario de Gasperín. Lour-des Paz. Fernando Mendoza. Laura Juárez. Andrés González Watty. Gilberto Hernán-dez. Jaime Septién. Ely Segura. Roberto Alcántara.

Corresponsales: VATICANO: Antonio Pelayo. PORTUGAL: António Marujo. BOLIVIA: Ro-nald Grebe. BRASIL: Graziela Cruz. MIAMI: Araceli Cantero. PERÚ: Instituto Bartolomé de las Casas. VENEZUELA: Andrés Cañizález.

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REVISTA VIDA NUEVA, AÑO 2, N° 30, febrero-marzo 2013, es una publicación quincenal editada por PPC Editorial, S.A. de C.V., con domicilio en Magdalena N° 211, Colonia Del Valle, Delegación Benito Juárez, México, D.F., C.P. 03100, Tel.: 10878400 ext. 438. Fax: 10878400 ext. 301. Lada sin costo: 01800 2008400, www.revistavida-nueva.mx. Editor responsable Felipe de Jesús Monroy González. Reserva de Derechos al uso Exclusivo N° 04-2011-072509195700-102. ISSN 2007-2821. Certificado de licitud de título y contenido No.15348 de fecha 6 de octubre de 2011, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX PP09-1850. Impresa en México por Editorial Impresora Apolo, S.A. de C.V., con domicilio en Centeno 150 local 6, Col. Granjas Esmeralda, Delegación Izta-palapa, México, Distrito Federal C.P. 09850. Tel. 5445-0470, este número se terminó de imprimir el 22 de febrero de 2013 con un tiraje de 1, 500 ejemplares. Las fotografías y los artículos firmados que aparecen en Vida Nueva, así como las opiniones vertidas en estos, son responsabilidad exclusiva de los autores, no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Queda estrictamente prohibida la repro-ducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autori-zación de PPC Editorial, S.A. de C.V.

Suscripción anual (23 números): $995.

Revista Vida Nueva

@VN_Mexico

▶suMaRio

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6 Mario de Gasperín 6 Juan rubio 17 J. traslosheros 19 Carlos aGuiar retes 20 félix GarCía b. 21 María de los ÁnGeles Matos 43 laura JuÁrez 45 JaiMe septién

Comprensión y respaldo a la decisión de renunciarLa noticia de la dimisión papal provocó re-acción inmediata del Episcopado Mexicano

Fue calificado como un acto inteligente, co-herente, valiente y ejemplar para reflexionar en el Año de la Fe. Pág. 16

Humildad y valentíaSacerdotes y religiosas que trabajan en la Curia romana y superiores generales hablan sobre la renuncia papal

Coinciden en señalar la humildad y la valentía de esta histórica decsión. Pág. 14

“Fue una gran sorpresa”El cardenal Herranz reconoce en VN que “el Papa ha demos-trado que ama más a la Iglesia que a sí mismo”. Pág. 15

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10.87.84.00, 018002.00.84.00 ext. 438, Fax. 301 I [email protected] Magdalena 211, Colonia Del Valle, México D.F., C.P. 03100 I www.ppc-editorial.com.mx

Un libro de:

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Mucho más que clausurar su pontificado, Benedicto XVI ha compuesto un gesto de mag-nitud acorde a los desafíos de

la humanidad y de la Iglesia. Un gesto capaz de conmover, descentrar, convocar e interpelar no solo a cristianos y creyentes.

Con el valiente reconocimiento de su debilidad, ha escrito su mayor encíclica, sacudido las entrañas de la Iglesia e in-vitado a los seguidores de Jesús a abrir y recorrer el sendero de un nuevo tiempo en la milenaria historia de los pontificados.

La simiente de su gesto casi fundacional podría encontrarse en la jaculatoria a la que recurrió cuando el último cónclave lo eligió: “¡Señor, no me hagas esto! ¡Tienes a otros más jóvenes y mejores!”. Se sentía un simple y humilde trabajador de la viña del Señor, y así lo dijo con voz temblorosa en aquella tarde primaveral de 2005. Fue lo que experimentó en aquella instancia crucial, porque, con el Vaticano II, creía que el papa solo puede ser el primero dentro del conjunto, y no un monarca absoluto que toma decisiones solitarias.

No era sencillo ocupar el sillón de Pedro tras el largo pontificado del carismático Juan Pablo II.

Sin precedente histórico comparable, la renuncia sorprendió aún más por el celo con que fue preservada de toda contami-nación, modo excelso que logró el Pontífice para expresar su auténtico origen: la honda meditación de su conciencia ante Dios. Debía preservar la profunda naturaleza de su decisión de un ambiente que había denunciado sin ambages, valiéndose de la prosa encendida de Pablo a los Gálatas: “… si se muerden y devoran unos a otros, terminarán por destruirse mutuamente”. No sin dolor, Benedicto XVI confesó a los obispos de todo el mundo que ese “morder y devorar” existe también hoy en la Iglesia.

Aun así, no faltan ni faltarán quienes asignarán carácter intempestivo a la de-cisión para desnudarla de su origen real.

La renuncia incubaba en él, la había mentado públicamente y la venía madu-rando desde su viaje a México y Cuba. Fue meditada, razonada, propia de alguien que ha entregado páginas memorables sobre el vínculo entre fe y razón.

Fue en el verano de 2010 en Castel Gan-dolfo, en diálogo con el periodista Peter Seewald, cuando habló de la posibilidad de la renuncia de un pontífice. “Se puede renunciar en un momento sereno o cuando ya no se puede más, pero no se puede huir en el peligro”, fue la respuesta recogida en el libro Luz del Mundo, a la pregunta de si había pensado en renunciar en medio de los escándalos de pedofilia. Más aún, si quien ocupa la Cátedra de Pedro llega a reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con su encargo, “tiene el derecho y, en ciertas circunstan-cias, también el deber de renunciar”, dijo el Papa. Y ahora, antes de cumplir ocho años de pontificado, fue fiel a ello, sin dejar de

reconocer que el ejercicio del primado no solo se cumple con obras y palabras, sino también con sufrimiento y oración. Una concepción que Ratzinger había dejado entrever en los años de dolor y declinación de su predecesor.

Casi 25 años en la Curia junto a Wojtyla y a punto de completar otros ocho en la Cátedra de Pedro, pocos como el primer papa que renuncia en seis siglos conocen a la Iglesia, sus enormes desafíos y difi-cultades. Sus sombras y sus luces. A él le tocó lidiar con la tragedia de los abusos, imponer la tolerancia cero y decir pala-bras definitivas: “Ha sido estremecedor para todos nosotros…”. “Lo importante es, en primer lugar, cuidar de las víctimas y hacer todo lo posible por ayudarles y por estar a su lado con ánimo de contribuir a

su sanación… Lo que nunca debe suceder es escabullirse y pretender no haber visto, dejando que los autores de los crímenes sigan cometiendo sus acciones”.

Su pontificado apuntó a una renova-ción interna de la Iglesia, que significa encontrar dónde se están arrastrando cosas superfluas e inútiles, a la vez que buscar cómo se puede lograr mejor la realización de lo esencial, de modo que “seamos real-mente capaces de escuchar, vivir y anun-ciar en este tiempo la Palabra de Dios”.

Un panorama que acaba de actualizarse: él mismo convocó y presidió un nuevo Sínodo de Obispos, la mayor expresión de colegialidad en el gobierno de la Igle-sia, cuyo funcionamiento buscó remozar

para abrir mayores espacios de diálogo y escuchar sin atenuantes ni mediaciones demandas y reclamos.

Reiteradas veces –dijo– examinó su conciencia ante Dios para confrontar ese pa-norama del mundo y de la Iglesia, y concluir que care-cía del necesario vigor del cuerpo y del espíritu para cumplir con su misión. Sus fuerzas, su lucidez, alcan-zaban para vislumbrar con claridad que era el momen-to del gesto liminar.

Como concluyó su inter-locutor de Castel Gandolfo, Benedicto XVI quiere que su Iglesia, tras los terribles casos de abusos y extravíos, se someta a una suerte de limpieza a fondo. Después de discusiones tan infructuosas y de ocuparse de forma paralizante de sí misma, parece indispensable conocer de nuevo el misterio del Evangelio en toda su grandeza cósmica.

Aunque este pontificado admite y reque-rirá otras perspectivas de análisis, se trata hoy de su histórica renuncia, del magno gesto de un pastor despojado de intereses y mezquindades. La sede está vacante como nunca antes, y no por la muerte de un pon-tífice. Con el resto de su vigor espiritual, Benedicto XVI la ha convertido en una suerte de grito liberador. Una instancia nueva, diferente, mayúscula, como lo son los interrogantes de este tiempo.

▶EDITORIAL

Un gesto conmovedor e interpelante

El Papa ha sacudido las entrañas de la Iglesia e invita a quienes siguen a Jesús a abrir y recorrer el sendero de un nuevo tiempo

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JUAN RUBIO. Director Vida Nueva España

Una grandiosa lección

Histórica renuncia de un Papa. “Salí sin ser notada, estando ya mi casa sosega-da…”, Juan de la Cruz dixit. Y Bene-

dicto XVI lo dijo ya en el libro Luz del mundo: “Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces tiene, en algunas circunstancias, el derecho, y hasta el deber, de dimitir… Cuando el peligro es grande no se puede escapar, no es el momento para renunciar. Se puede renunciar en período de tranquilidad”. Estando ya la casa sosegada. No hay que alarmarse ni echarse las manos a la

cabeza, ni decir boutades televisivas por mucho solideo que se lleve en la cabeza. La renuncia se ha hecho por coherencia y lleva un mensaje a ese espécimen que pulula como liquen malo-liente en la corteza eclesial, la ‘papolatría’, que ha sufrido un revés importante. No se hunde Roma, ni se desmorona la roca petrina, ni la barca del pescador de Galilea zozobra.Ha asomado un Papa humano, muy humano. Ha sido claro y valiente: “Para gobernar la barca de Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido

en mí”. Grandeza de reconocer que ha disminui-do el vigor del alma, el más importante. No debe escandalizar este cansancio espiritual después de tanta briega limpiando sótanos y mazmorras, mientras que otros escondían la basura tras la puerta. Ha dado un golpe en la mesa. Se refuerza la � gura del obispo de Roma, se normalizan las cosas, adecuándose a los nuevos tiempos y se despoja la institución de grumos propios de modelos ya superados. La silla de Pedro hace tiempo que debió haber perdido su carácter de trono vitalicio. Ha llegado el momento de dar el paso. Ratzinger lo ha entendido.

Uno de los pasajes más impresionantes de la vida de San Agustín

es el de su muerte. O, mejor dicho, el de su preparación para su muerte. La preparó con todo cuidado. Eligió a su sucesor y arregló sus asuntos personales y pastorales. Había dicho que cada edad de la vida: la infancia, la adolescencia, la juventud, la edad madura tienen siempre la esperanza de alcanzar a su inmediata superior, pero que, llegada la vejez, no queda sino preparar la eternidad.

Ciertamente Agustín no era hombre que se arredrara ante los sufrimientos. Los había enfrentado durante su vida y había salido victorioso en sus luchas incontables con sus adversarios. Pero ahora tiene que enfrentarse con el momento de la verdad, y disponerse para encontrarse con esa Verdad, a quien persiguió con ahínco durante toda su vida.

Llegado el momento, se

recluyó en su cuarto, hizo colocar en las paredes de su habitación los textos de los salmos penitenciales, que tantas veces había recitado con sus fi eles, y que ahora, en la intimidad con su Dios y su conciencia, le sirvieron de oración y purifi cación para disponerse al encuentro con su Dios. Al tercer mes del asedio de la ciudad por los bárbaros, cayó en cama con fi ebre, y murió.

Me viene a la memoria este pasaje de la vida de San Agustín ahora que el Papa Benedicto XVI ha decidido, por un acto libre y responsable, imitar al Santo Obispo de Hipona, renunciando a su cargo de Pastor de la Iglesia universal. Es asunto pertinente, porque es de todos conocido el aprecio y conocimiento que el Papa Ratzinger tiene de San Agustín. Sus primeros estudios doctorales y eclesiológicos versaron sobre el tema “Pueblo y Casa

de Dios en la enseñanza de San Agustín”, que data de 1954. Su magisterio está impregnado de sabiduría agustiniana. Una vez elegido Pontífi ce Romano, hizo referencia a este retiro de San Agustín preparatorio de su muerte, y dijo que era un acontecimiento que a él siempre lo había hecho refl exionar. De modo que el pensamiento germinal de una posible renuncia ya estaba en la mente del Papa Ratzinger desde hacía mucho tiempo.

Durante la visita a la tumba de San Pedro Celestino V, afi rmó que su memoria “permanece presente en la historia” a pesar de su distancia de siglos, porque “la santidad no pierde jamás su fuerza de atracción”. La santidad y el ejemplo de aquel Pontífi ce renunciante hace siglos, seguía ejerciendo sobre él su atracción. A estas palabras y gestos añadió el de depositar ante su tumba el palio que

había utilizado durante su entronización como Sucesor de Pedro.

Estos indicios, y muchos otros más, nos hacen ver la calidad espiritual y la conciencia lúcida que motivó la renuncia del Papa Benedicto XVI, presente en su mente desde hacía mucho tiempo. Esto nos puede ayudar a descubrir el oportunismo mediático que estamos padeciendo los católicos y lo aventurado de los juicios que ponen el origen de su renuncia en motivos graves si se quiere, pero siempre contingentes, que han afectado su gobierno pastoral.

Cada medio de comunicación y cada entrevistador llama a sus “peritos” en asuntos religiosos para que les digan lo que de antemano quieren oír. Nosotros preferimos oír lo que el Espíritu, mediante este singular acontecimiento, dice a su Iglesia.

MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN. Obispo Emérito de Querétaro

▶CON LA MIRADA PUESTA

El ejemplo de los santos

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▶LA COLUMNA DEL DIRECTOR

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FELIPE DE J. [email protected]

“EL BUENA ESPERANZA”

Pedro, sin oro ni argento

FELIPE DE J. [email protected]

sino que ha dado justo en cen-tro de nuestras necesidades.

Sin embargo, también hubo otros que, a lo largo de los ocho años de ponti� cado de Benedicto XVI, se dedicaron a culparlo directamente por los graves errores que algunos miembros de la Iglesia Cató-lica han cometido o para res-ponsabilizarlo de una debacle institucional y de la peor crisis en el número de feligreses y creyentes en el mundo. Han tomado la renuncia del Papa como un triunfo de su causa, como quien reivindica un acto terrorista. Éstos parecen no merecer más que compasión por su candidez.

Como periodista, la noticia me ha convulsionado ente-

Dí, buen cristiano, y haz-te mani� esto: ¿Qué es la

fe?”, con estas palabras San Pedro recibe a Dante en el oc-tavo cielo, el de los espíritus triunfantes, y pone a prueba la razón con la que argumenta el poeta su creencia.

En estos pasajes de la Divi-na Comedia, poeta y apóstol intercambian preguntas y a� r-maciones sobre la Creación, la Esperanza, la Gracia y la Fe. Al concluir su encuentro, Pedro insiste a Dante: “Debes expli-carme lo que crees y dónde tu creencia has descubierto”. Después de escuchar la con-fesión de Dante, el príncipe de los apóstoles, desaparece.

La renuncia de Benedicto XVI parece dejarnos las mis-mas interrogantes: ¿Qué es la fe? ¿En qué creemos?

No pocos analistas, exper-tos, jerarcas y eruditos han salido a intentar explicar las razones por las cuales Ratzin-ger ha tomado esta decisión histórica y, en gran medida, inédita. Insisten en asegurar que la decisión es coherente y valiente, que es una enseñan-za, que es signo de humildad y sabiduría, de honestidad y reconocimiento de las propias carencias.

En realidad, no dejan de verlo a él y a su circunstan-cia para comprender lo que está sucediendo, cuando pre-cisamente la renuncia de Ra-tzinger nos obliga a dejar de verlo a él para ver a la Iglesia y a Aquel que la acompaña “todos los días, hasta el � nal de los tiempos”.

Para muchos, con este acto Benedicto XVI vuelve a colo-car al servicio petrino como el primpilo apostólico, aquel que ha arrojado la primera lanza y que no sólo ha puesto la guía

ramente y, más que respues-tas, me ha dejado muchas preguntas; pero lejos de en-tender completamente lo que esta renuncia representa en términos canónicos, litúrgi-cos, dogmáticos o teológicos

para la Curia Romana, para el Cónclave o para las iglesias, quisiera saber qué signi� ca para los � eles y los hombres de buena voluntad, incluso qué representa para el propio Ratzinger.

En las Nueve historias de amor del escritor argentino, Mempo Giardinelli, encuentro una frase encantadora: “Hay que admitirlo: los humanos somos tan frágiles que aun lo que no sabemos nos puede cambiar la vida”.

Aunque Ratzinger ha ha-blado claro sobre las razones de su renuncia: “Ya no tengo fuerzas para ejercer adecua-damente el ministerio petri-no”, debemos reconocer que desconocemos su conciencia y su oración interna que le ha llevado a tomar esta de-cisión. Pero es precisamente esa intimidad inviolable lo que da libertad a sus palabras y dignidad a su destino. Ín-timo en lo íntimo, Ratzinger confronta con su convicción personalísima a las institucio-nes acostumbradas a marchar indiferentes a la sorpresa y al asombro y las sacude, las obli-ga a revisar sus paradigmas mundanos y, en un último ser-vicio en la Sede de San Pedro, nos pregunta: ¿Qué es la fe?

¡Siempre renuncias!

Una de las reacciones a la renuncia de Benedicto XVI que mereció más reproducciones, retweets y

followers en la web no provino de un jerarca de la Iglesia ni de un erudito en materia religiosa sino de un joven llamado Daniel que en su blog personal Aquí estoy se atrevió a publicar su post “¡Siempre renuncias, Bene-dicto!”. El texto, además de tener un muy provocador titular, refl eja parte del sentimiento de este joven frente a los medios de comunicación que solemos abordar estos acontecimientos de gran envergadura histórica con los estilos de siempre, a la usanza tradicional, con la vieja escuela y desde la vieja guardia sin contemplar que un solo tweet vagando por la red puede tener más lectores, más likes y quizá podría generar más refl exión de lo que nosotros realizamos en nuestros medios. No sólo fue el título, también su contenido representa una lectura alterna: “Ratzinger ha renunciado toda su vida... renunció a tener una vida normal... a tener esposa...a tener hijos... a ser un cura normal pero también a ser un cura especial... a disfrutar su país... a la vanidad”. Esto es nuevo en su lenguaje y nuevo en su ardor.

Suena el mar

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COHERENCIAUn acto de

▶ ▶

ANTONIO PELAYO. ROMA

La histórica decisión de Benedicto XVI de abandonar el Papado este 28 de febrero ha causado una honda conmoción en un Colegio Cardenalicio que ahora ha de prepararse para un inminente cónclave en el que habrá de elegir al que será el 266º sucesor de Pedro

del Pater Noster, impartió a los presentes su bendición. Cuan-do todos se disponían a aban-donar la sala, se les rogó que permanecieran en sus puestos. Sentado y con voz ligeramente emocionada, Joseph Ratzinger comenzó a dar lectura a su de-claración (ver recuadro de la pá-gina 11). A medida que el texto latino de la misma iba llegando a oídos de los purpurados, el “desconcierto, la sorpresa, el estupor y la conmoción” (son las palabras utilizadas por L’Osservatore Romano) se iban

del Consistorio de la segunda loggia del Palacio Apostólico. Benedicto XVI, acompañado por el nuevo prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, así como por el limosnero de Su Santidad, Guido Pozzo, y el regente, Leonardo Sapienza, llegó puntual y presidió sin de-jar traslucir emoción alguna el ritual, en el curso del cual el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, le comunicaba los nombres de los beatos que serán canonizados dentro de tres meses: Antonio Primaldo y sus compañeros, los “mártires de Otranto” de 1480; la colombiana Laura Montoya, madre espiritual de los indios; y la mexicana María Guadalupe García Zavala, cofundadora de las Siervas de Santa Margarita María.

El Papa pidió a los presen-tes que expresaran su voto y, una vez finalizado el rezo de la oración por la Iglesia y el canto

El aviso de la Prefectura de la Casa Pontificia a los cardenales de la Curia

romana y a los miembros de la llamada Familia Pontificia, convocándoles para las once de la mañana del lunes 11 de febrero en la Sala del Consisto-rio del Palacio Apostólico, para algunas causas de canonización (que tendrán lugar el próximo 12 de mayo), entraba en prin-cipio dentro de la normalidad habitual de estos casos. Era uno más de los “consistorios blan-cos”, así denominados para di-ferenciarlos de los que el Papa convoca para el nombramiento de nuevos cardenales, conoci-dos como “consistorios rojos”.

Media hora antes de la cita-da, los cardenales prefectos de la congregaciones de la Curia, presidentes de los pontificios consejos y de los tribunales de la Santa Sede, así como los miembros eclesiásticos de la Familia Pontificia, fueron ocu-pando sus puestos en la Sala

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COHERENCIA

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adueñando de sus rostros y por algunas mejillas se deslizaban discretamente lágrimas.

Concluida la lectura, se adelantó el decano del Cole-gio Cardenalicio, el cardenal Angelo Sodano, quien tomó la palabra en nombre de todos los presentes y leyó un texto que comenzaba afirmando: “Santi-dad, amado y venerado Sucesor de Pedro, como un trueno en un cielo sereno ha resonado en esta aula su conmovido mensaje. En sus palabras hemos notado el gran afecto que siempre ha demostrado a la Santa Iglesia de Dios, por esa Iglesia que tanto ha ama-do”. “Permítame ahora decirle –prosiguió el decano–, en nombre de este cenáculo apostólico y en nombre de sus queridos colaboradores, permítame que le diga que le estamos muy cercanos, como lo hemos estado en estos lumi-nosos años de su pontificado. El 19 de abril de 2005 inició su luminoso pontificado en el

surco de la continuidad, de esa continuidad de la que usted nos ha hablado en la historia de la Iglesia, en el surco de la conti-nuidad con los 264 predeceso-res suyos en la Cátedra de Pe-dro, en el curso de dos mil años de historia, desde el apóstol Pedro, el humilde pescador de Galilea, hasta los grandes pa-pas del último siglo, desde san Pío X al beato Juan Pablo II”. “Su misión –concluyó

Sodano– continuará; usted ha dicho que nos estará siempre cercano con su testimonio y con su oración. Ciertamente, las estrellas del cielo continúan siempre brillando y así siempre brillará en medio de nosotros la estrella de su pontificado”.

Después de abrazar al que fue secretario de Estado en sus dos primeros años de gobierno,

Benedicto XVI abandonó la sala dejando a todos cons-

ternados. Se formaron algunos corrillos para comentar el acon-tecimiento del que acababan de ser testigos, pero se deshicieron rápidamente y cada cardenal –una cincuentena en total– volvió a su residencia romana.

Entre tanto, los pocos perio-distas que estaban siguiendo la ceremonia por el circuito cerrado de televisión, habían entrado en fibrilación, casi en trance. ¿Habían entendido bien el latín del Papa? Intentaron verificar la noticia que les ardía entre las manos, pero ningún teléfono de sus interlocutores habituales respondía. Por fin, una de las vaticanistas de la agencia oficial de noticias ita-liana Ansa, Giovanna Chirri, envió en torno a las doce me-nos cuarto un flash urgente: “El Papa dimite y abandona el pontificado”. En pocos segun-dos, la noticia ya había sido rebotada en todas las lenguas y entrado como un torrente en los circuitos informativos y en las redes sociales. Las redacciones

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▶ ▶

Como setas precoces, pocas horas después del anuncio sorpresa del Papa, ya circulaban las más diversas quinielas con los nombres de los posibles y futuribles

papas. Algunas de ellas, sencillamente disparatadas; otras, con alguna posibilidad de acercamiento a la realidad. Casi todas, sometidas a los vaivenes de la vanidad, de los intereses creados, de los lobbys, de las cofradías de intereses, etc. El afán quinielístico va a durar aún varias semanas y, a medida que se acerque el cónclave (es decir, en torno al 16 de marzo), tendremos una auténtica invasión de nombres. Por ahora, los más citados son estos: Scola, Wuerl, Dolan, Schönborn, Sandri, Tagle, Turkson, Robles, Bergoglio, Ouellet, Ravasi. ¡Hagan juego, señores, que no cuesta!

QUINIELAS por Antonio Pelayo

Benedicto XVI renuncia: VidaNueva.es/EspecialesBenedicto XVI renuncia

TRES ANTECEDENTES DE UN HECHO INÉDITO

La Historia dice que Benedicto XVI es el cuarto papa que abandona la Silla de Pedro. Sin embargo, ninguno de los tres casos anteriores guarda comparación posible. Benedicto IX (1032-1044) y Gregorio

XII (1406-1415) protagonizaron, respectivamente, escandalosos casos en contextos en los que el Papado estaba inmerso en un

juego de corruptelas, intrigas palaciegas y sumisión respecto a los poderes temporales. Tras luchar cada uno de ellos contra otros dos

pretendientes que también se autoerigieron en pontífices, ambos cismas acabaron con la renuncia forzada de todos los implicados.

Más edificante, no por la situación sino por el personaje, fue el breve pontificado de Celestino V, entre julio y diciembre de 1294. Tras más de dos años de cónclave, la incapacidad de los

cardenales para ponerse de acuerdo (enfrentadas las dos “familias” principales, los Orsini y los Colonna) llevó a elegir a este monje

ermitaño de 85 años, que ni siquiera era obispo y que tenía fama de santidad. Aunque ajeno a la decisión de los purpurados

y pese a su oposición inicial, aceptó por responsabilidad. Duró poco: escandalizado ante la función menos espiritual de su

cargo, se declaró “incapacitado” y retomó su vida ermitaña. Tras morir dos años después, fue declarado santo en 1313.

Así, pese a estos antecedentes, es obvio que la meditada y libre decisión de Ratzinger es inédita en el bimilenario camino eclesial.

M. Á. MALAVIA

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se pusieron inmediatamente en marcha y, pocos minutos después del mediodía, la Sala de Prensa de la Santa Sede, en Via della Conciliazione, era un hervidero de informadores que buscaban ampliar una noticia que nadie había sido capaz de anticipar hasta que el Papa la anunció.

Decisión meditadaEl portavoz de la Santa Sede,

Federico Lombardi, compareció ante los medios de comunica-ción dispuesto a satisfacer to-das sus curiosidades, que eran muchas. En más de algún caso, sin embargo, el sabio jesuita se limitó a afirmar que no dis-ponía de informaciones parti-culares para responder a las preguntas que le planteaban nuestros colegas. Estas fueron algunas de sus respuestas más esclarecedoras: “Ha sido una decisión no improvisada y es-trictamente personal, basada en un examen de conciencia sobre sus fuerzas y la misión que le ha tocado cumplir. Esta ha sido la causa fundamental que lo ha impulsado a dimi-tir”. Y, a este propósito, citó la respuesta que Ratzinger había dado a Peter Seewald, autor del libro-entrevista Luz del mundo. El periodista alemán le pregun-tó si consideraba apropiada una renuncia del Papa en alguna situación, a lo que el Pontífice respondió: “Sí, si el Papa llega a reconocer con claridad que, física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el derecho y, en ciertas circunstancias, también el deber de renunciar” (página 43 de la edición española).

Lombardi descartó que la re-nuncia hubiera sido causada por los graves problemas afron-tados por la Iglesia en los últi-mos años y volvió a citar como argumento otra afirmación en el ya citado libro: “Si el peligro es grande, no se puede huir de

Queridísimos hermanos:

Os he convocado a este Consistorio, no solo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu; vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mí respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 11 de febrero 2013

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él. Por eso, no es el momento de renunciar. Justamente, en un momento como este, hay que permanecer firme y arrostrar la situación difícil. Esa es mi concepción. Se puede renun-ciar en un momento sereno o cuando ya no se puede más. Pero no se puede huir en el pe-ligro y decir: que lo haga otro”. Respondiendo a otra pregunta, el portavoz certificó: “El Papa no está en absoluto deprimido; es más, está sereno. Tampoco resulta que ninguna enferme-dad en curso haya provocado esta decisión, como no son la causa los tiempos difíciles que ha atravesado la Iglesia en es-tos tiempos”.

¿Quién lo sabía? En la conferencia de prensa

del día siguiente, 12 de febre-ro, el portavoz admitió que a Joseph Ratzinger se le había implantado hace años, antes de ser elegido Papa, un mar-capasos, y que en los últimos meses del año pasado se le ha-bían cambiado las baterías de dicho aparato. “Pero –aseguró– se trata de una intervención rutinaria que se llevó a cabo en la clínica Pío XI de Roma, sin mayores consecuencias”.

Entre las preguntas a las que Lombardi no pudo –o no con-sideró oportuno– responder, figuró la de quiénes estaban al corriente de la decisión

que iba a anunciar Bene-dicto XVI. De los cardenales

presentes, al menos dos cier-tamente lo sabían: el decano Sodano, que pudo preparar con anticipación un texto de respuesta, y el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Probablemente, también

el cardenal Marc Ouellet,

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▶ ▶

a quien el Papa recibió, el sá-bado por la tarde, en audien-cia privada. Por supuesto, el secretario personal, Gänswein (que acudió a la audiencia con gafas ahumadas para, tal vez, no dejar ver alguna lágrima), y su hermano Georg Ratzinger, quien, en unas declaraciones a la agencia alemana DPA, ex-

plicó que habían hablado del tema después de la visita papal a México y Cuba. “Mi herma-no –confesó– desea más tran-quilidad en su vejez”. Dos de los purpurados españoles que presenciaron el acto, Antonio Cañizares y Santos Abril, de-clararon no haber sabido nada antes de oír el discurso papal.

La renuncia al ministerio petrino pre-sentada por Benedicto XVI nos lleva a preguntarnos cómo está regulada esta situación en el Derecho Canónico. Dos

son los modos previstos para que se produzca la vacante: el ordinario por muerte; y el extraor-dinario, por renuncia, también llamada abdica-ción, que ha de ser libre y voluntaria, pues san Celestino V declaró el derecho de los papas a renunciar al Papado, confirmándolo con su propia renuncia el 13 de diciembre de 1294, y lo reiteró Bonifacio VIII.Así es como queda establecido en el actual Código de Derecho Canónico de 1983, en el canon 332 § 2: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. Disposición que, con los mismos términos, se recoge en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales de 1990, canon 44 § 2.Ambas disposiciones fueron salvadas al tiempo que retocadas por Juan Pablo II mediante la Constitución Apostólica Universi Regíminis Gre-gis, De Sede Apostólica Vacante deque Romani Ponytificis electione, del 22 de febrero de 1996, en cuyo número 77 escribía: “Establezco que las disposiciones concernientes a todo lo que precede a la elección de Romano Pontífice y al desarrollo de la misma deben ser observadas íntegramente, aun cuando la vacante de la Sede Apostólica pudiera producirse por renuncia del Sumo Pontífice, según el can. 332 § 2 del Código de Derecho Canónico y del can. 44 § 2 del Código de Cánones de las Iglesias Orientales”. Para su validez no es necesaria la aceptación por parte del Colegio Cardenalicio ni de otro alguno (Códex canon 221), pues, recibiendo el Papa su poder de Dios, solo al Papa compete apreciar los motivos que le han impulsado a renunciar.

La verdad es que tanto la vacante de la Santa Sede como la elección del Romano Pontífice fueron reformadas, en cuanto jurídicas, tras los Códigos latino y oriental, por Juan Pablo II a través de dicha Constitución. La reforma, sin embargo, no es sustancial: se mantienen el Co-legio de Cardenales, como colegio electoral, y la institución del cónclave. Es accidental: solo aporta modificaciones a la revisión de la forma de elección, al reforzamiento del secreto en todo el proceso electoral y a la instalación adecuada de los electores en la Domus S. Mariae. No están, en cambio, previstos otros tres modos excepcionales que sí están específicamente trata-dos. Tales son: por demencia, en la que si el Papa recayera de manera cierta y perpetua perdería ipso facto la jurisdicción, pues la demencia cierta y perpetua equivale a la muerte; por herejía, notoria y públicamente divulgada por la que ipso facto, aún antes de toda sentencia declaratoria, quedaría previsto de la jurisdicción; y por cisma, que se equipara con la herejía. En absoluto no queda excluido que el Papa, en vida, pueda designar a su sucesor, pues la for-ma actualmente establecida es solo de derecho eclesiástico. Así Félix IV (526-530), antes de morir –único caso–, nombró al que sería Boni-facio II (quien posteriormente fue reconocido unánimemente como legítimo Papa).En cualquiera de los cinco modos enunciados, el gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de Cardenales, pero solo para el despacho de los asuntos ordinarios y para la preparación de todo lo necesario para la elección del Papa. Asimismo, el gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano. Cesan en sus cargos los jefes de los dicasterios (con la excepción del camarlengo y del peniten-ciario mayor, no así los representantes pontificios ni los Tribunales de la Rota y de la Signatura Apostólica).

Carlos Corral, sj Catedrático emérito de las universidades Complutense y Pontificia Comillas, de Madrid

Renuncia al Papado y regulación canónica

→ Coautor del Diccionario de Derecho Canónico (Madrid, Tecnos y Universidad Pontificia Comillas).

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sus límites”. Con su renuncia, el Pontífice “ha hablado más fuerte que muchos de sus es-critos”, lo que debe hacer “re-flexionar” a toda la Iglesia. “Su gesto ha suscitado admiración entre los creyentes, pero tam-bién muchas otras personas se han sentido interpeladas”, asegura Turú.

Josune Arregui, secretaria ejecutiva de la Unión Interna-cional de Superioras Generales (UISG), destaca cuatro elemen-tos de los casi ocho años de

DARÍO MENOR. ROMA

Humildad y valentía son los dos calificativos más usados por los españo-

les que trabajan en la Curia romana y por los superiores generales y representantes de la Vida Religiosa (VR) en Roma al analizar la renuncia de Bene-dicto XVI. Consultados por Vida Nueva, coinciden en señalar lo inesperado de un gesto que muestra sobre todo dos cosas: profundo amor a la Iglesia y desapego del poder. “Es un he-cho histórico que engrandece a la persona de Benedicto XVI”, comenta Lucio Ángel Vallejo Balda, secretario del la Pre-fectura de Asuntos Económi-cos de la Santa Sede. Melchor Sánchez de Toca, subsecretario del Pontificio Consejo de la Cul-tura, dice que la renuncia es “la decisión de un hombre de conciencia, que ha ponderado mucho su decisión ante Dios, en una terrible soledad y sin tener por encima nadie más a quien acudir sino solo Dios”. “Ante una decisión así, tran-sida de duda y de fragilidad, que brota de las profundidades del santuario de su conciencia, yo, simplemente, me inclino”, asegura Sánchez de Toca.

Coincide al hablar de la so-ledad del Papa María Soledad Galerón, superiora general de las Misioneras Claretianas: “Me pregunto si hubiera renuncia-do si a su alrededor hubiera encontrado apoyo, acogida, colaboración, y cierto sentido de responsabilidad compartida, de fraternidad entre sus cola-boradores”. Para Emili Turú, superior general de los Maris-tas, el gesto de Benedicto XVI “edifica”, muestra que no se “aferra a la poderosa imagen de Papa” y evidencia que toda persona tiene “su grandeza y

Ratzinger en el solio pontificio: su teología “clara, profunda, alentadora y vivencial”; la for-ma de afrontar con “verdad y sin encubrimientos” la patata caliente de los abusos sexuales; su apertura “a nueva técnicas de comunicación” para llegar a todos aquellos que “buscan sentido a sus vidas aunque no sean creyentes”; y la “libertad” para “saber poner a tiempo un punto final” al pontificado. Coincide en el fondo Miguel Miró, prior general de los Agus-

tinos Recoletos, para quien los textos magisteriales de Bene-dicto XVI manifiestan “una pro-funda espiritualidad y el deseo de llegar al corazón del hombre de hoy”. En cuanto al gobierno, “destacaría la lucha contra la pederastia y su defensa de la justicia y de la paz”.

El carmelita descalzo Aniano Álvarez Suárez, director de la Pontificia Facultad Teológica Teresianum de Roma, subraya, por su parte, la “afirmación de los valores interiores del hom-

“Ha hablado más fuerte que muchos de sus escritos”

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El español Julián Herranz, presidente emérito del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, era uno de los car-denales presentes en el consistorio en

el que Benedicto XVI anunció que ponía un fin anticipado a su pontificado. ¿Cómo reaccionó al escuchar las palabras del Papa?Fue una gran sorpresa, pues en la historia recien-te de la Iglesia no hay precedentes. Pero, por otro lado, no ha sido una sorpresa por la santidad y el sentido de la responsabilidad profundo que tiene nuestro Santo Padre. No es algo insólito en él por su nivel de amor a la Iglesia y su humildad. Con esta decisión ha demostrado otra vez ser enormemente inteligente y humilde. ¿Qué comentó con los otros purpurados?Después de que nos informase de su renuncia, los cardenales que está-bamos presentes le dimos gracias a Dios por tener a un Papa de la grandeza de Benedicto XVI. Para mí es como un padre de la Iglesia. Y estos tenían fundamentalmente dos características. La primera es el ham-bre y la sed de tratar personalmente a Cristo y de amarlo. La segunda es difundir el mensaje de Cristo para hacer responsables a los cristianos de cómo comportarse en una socie-dad pagana. Estas dos cosas las ha hecho en grado máximo.

Como canonista, ¿es correcta la renuncia?Jurídicamente, es un procedimiento perfecto. El Papa ha renunciado en un consistorio y con una fórmula en latín. Está perfectamente en consonancia con lo que se dice en el cánon 332, párrafo segundo. Ahí se contempla que el Papa puede renunciar si se dan dos condiciones: la primera es que se haga con plena libertad; la segunda, que se siga el procedimiento debido. Usted forma parte de la comisión cardenalicia encargada de investigar el caso ‘Vatileaks’. ¿Cree que las filtraciones han influido en la renuncia?No estoy dentro de la conciencia del Papa, pero

puedo decir que no ha tomado esta decisión para huir de las responsabilidades de gobier-no. Se ve incapaz de sostener el timón de la

barca de Pedro con la suficiente fortaleza y pide que sea sustituido por otra per-sona. El Papa no está apegado al poder. Esto es algo que en el terreno civil y en la vida política ocurre muy pocas veces. El Papa ha demostrado que ama más a la Iglesia que a sí mismo.

¿Qué características debería tener su sucesor?

Dos fundamentales: amar mucho a Cristo y tener hambre de dar a conocer a Cristo al mundo. Eso es lo que la Iglesia nece-sita. Las demás consideraciones son de tipo humano, sociológico o político, y son secundarias.

D. MENOR

ENTREVISTA CARDENAL JULIÁN HERRANZ

“El Papa ha demostrado que ama más a la Iglesia que a sí mismo”

bre”, el “reclamo a la vida es-piritual” y “los brazos abiertos hacia dentro y hacia fuera de los confines de la Iglesia católi-ca”. Una de las iniciativas más señaladas de Benedicto XVI, en este sentido, ha sido el Atrio de los Gentiles. Sánchez de Toca, que conoce bien este proyecto pues ha sido su dicasterio el encargado de organizarlo, lo considera una manifestación de la “preocupación” del Pon-tífice “por los que no creen y, sin embargo, buscan a Dios, como a tientas”. Hay también quien, como Vallejo Balda, considera que es pronto para hacer valoraciones, aunque “dentro de unos años veremos lo importante que ha sido este pontificado”.

Aprecio de los religiososEl obispo de Roma ha mani-

festado siempre un gran interés por la VR, como le reconocen las fuentes consultadas. Arre-

“Ha hablado más fuerte que muchos de sus escritos” gui asegura que ha tenido en

cuenta “nuestra identidad ecle-sial” y recuerda una cita papal que sale al paso de las críticas que, en ocasiones, reciben los consagrados: “No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o la falta de sentido de la Vida Consagrada en la Iglesia de nuestros días”. También rememora estas pala-bras dichas en la reciente Jor-nada de los consagrados Turú, para quien “ahora suenan a despedida”. Aquel día, Galerón tuvo la oportunidad de saludar personalmente al Papa. “Me conmovió verle especialmente

frágil y su palabra ‘gracias’”, re-cuerda. Álvarez Suárez destaca, por su parte, el “profundísimo respeto” del Pontífice a los dis-tintos carismas de la VR.

La inminente celebración del cónclave invita a imaginar cómo será el próximo Papa. Arregui desea que “sacuda a la Iglesia de esa imagen rígi-da y trasnochada” que aleja a muchos y que tenga la valen-tía para “abrir el diálogo sobre todos esos temas polémicos”. Miró, a quien le da igual de dónde venga, pide que sea “un hombre de fe” y un “buen co-municador”, ideas con las que

coincide Melchor Sánchez de Toca, quien pide además que “sepa de la acción del Espíritu Santo no porque lo haya leído en algún libro, sino porque lo ha experimentado”.

Al superior general de los Maristas le gustaría que fuese un “hombre profundamente evangélico”, un “místico y un profeta”; mientras que la su-periora de las Misioneras Cla-retianas “sueña” con un Papa que tenga “pobreza evangélica, sentido pastoral” y que haga de la Iglesia “un gran espacio de acogida donde todos puedan sentirse en casa”.

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F. MENDOZA / G. ESQUIVIAS

Los obispos mexicanos agra-decen a Dios, “el luminoso pon-tificado de Benedicto XVI”, y expresan “su profunda gratitud al Santo Padre por su fidelidad y su generosa entrega al ser-vicio de la Iglesia universal, y

Mientras los Obispos mexicanos mostraban su agradecimiento al

Papa Benedicto XVI ante el anuncio de su renuncia el pasa-do 11 de febrero, la Presidencia de la República, los partidos políticos y en general toda la clase política mexicana mostró un alto respeto, invocando la laicidad del Estado y aduciendo que la renuncia era un evento interno de la Iglesia Católica.

La noticia se conoció en nues-tro país apenas al alba. Los diarios matutinos impresos ya estaban en la calle. Salidos de su estupor, los noticiarios tele-visivos y radiofónicos buscaron reacciones en la Iglesia y en la clase política. Había descon-cierto y no se sabía realmente a quién buscar.

La Conferencia del Episco-pado Mexicano (CEM) salió al paso y de inmediato reaccionó. Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM, atendió a los medios de comunicación esa misma mañana muy temprano, y por la noche subió a la página oficial de internet de la misma CEM un muy buen texto sobre la vida, obras y dichos del Sumo Pontífice.

Pero no sólo eso. El mismo lunes 11 de febrero, la CEM dio a conocer su mensaje. “En este día, memoria de Nuestra Señora de Lourdes y Jornada Mundial del Enfermo, durante el consis-torio realizado en Roma para definir tres canonizaciones, Su Santidad Benedicto XVI anun-ció que, después de haber exa-minado reiteradamente ante Dios su conciencia, ha llegado a la certeza de que, por lo avan-zado de su edad, ya no tiene fuerzas para ejercer adecuada-mente el ministerio petrino, por lo que ha decidido renunciar libremente al ministerio de Obispo de Roma…”.

por el amor y solicitud hacia el pueblo mexicano, particu-larmente manifestado en su inolvidable visita pastoral a nuestra nación”.

En el mensaje, firmado por el cardenal José Francisco Robles

Ortega, arzobispo de Guada-lajara y presidente de la CEM, y Eugenio Lira Rugarcía, los pastores del pueblo mexicano invitan “a los católicos mexi-canos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a

Comprensión en México por la decisión del Papa

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unirnos en oración, para que el Señor recompense al Papa Benedicto XVI su servicio, y para que conceda a su Iglesia un nuevo Sumo Pontífice según su corazón”.

“El hecho de que la renuncia del Santo Padre se produzca en el Año de la Fe, nos confirma en la certeza de que es Jesús, que ha fundado su Iglesia, quien la guía; que –como ha dicho el Papa Benedicto XVI- estamos en las manos de Dios, y que esas son las mejores manos”, finali-za el mensaje, a la vez que los obispos encomiendan “a Santa María de Guadalupe al Santo Padre, a la Iglesia universal, a la Iglesia que peregrina en México, y la elección del nuevo Vicario de Cristo”.

Previamente, Eugenio Lira, durante la rueda de prensa del mismo día en que se dio a cono-cer la noticia, había afirmado que “fue muy lógica la decisión del Papa de anunciar su renun-cia debido a su avanzada edad y a la disminución de su fuerza física. Y además fue muy hu-milde de su parte reconocer que estas limitaciones le impiden desempeñar adecuadamente el cargo. Fue un verdadero acto de humildad”.

Respecto a las aportaciones que Benedicto XVI hizo a la Iglesia y al mundo, el secre-tario general de la CEM comentó: “Para poder apreciar una obra de arte hay que alejarse unos pasos de ella. Del mismo modo, hay que dejar que pase algún tiempo para poder valorar las aportaciones de Benedicto XVI. Entonces nos dare-mos cuenta que él fue el hombre exac-to, en el cargo exacto y para el tiempo exacto que le tocó vivir”. Más tarde, para una mejor orientación a los pe-

riodistas y católicos de México, se subió a la página de internet de la CEM un texto escrito por el obispo auxiliar de Puebla. En él, se enunciaban los principa-les hechos de la vida de Bene-dicto XVI, desde su nacimiento, pasando por su juventud y su vocación sacerdotal, hasta lle-gar al nombramiento de Papa y su renuncia.

“Luego de la sorpresiva noticia de la renuncia de Be-nedicto XVI, algunos comen-zaron a especular sobre los motivos de la misma. Sin em-bargo, siendo honestos, nadie mejor que el Santo Padre co-noce la verdadera razón. Y él la ha dicho con toda claridad”, afirmó Lira Rugarcía y dijo: “con estas palabras, Joseph Ratzinger da una contundente prueba de madurez humana y cristiana; un testimonio de fe, de humildad, de lealtad y de valentía. El próximo 16 de abril, cumple 86 años. Con realismo, reconoce que sus fuerzas han menguado”.

Coherencia y valentíaTras las primeras reacciones

desde la vocería del Episcopado Mexicano, se sucedieron las de

especialistas aún trataban de explicar a las audiencias lo que había sucedido esa madrugada (tiempo de México) en Roma.

Rivera Carrera dijo que fue una deci-

sión muy valiente, llena de amor por

la Iglesia, y que al Papa le asiste el dere-

cho de dimitir después de haber reflexionado largamente en oración y en la intimidad: “De-bemos valorar con todo

amor y justicia al Santo Padre Benedicto XVI, pues

le debemos mucho, ha sido un Pontífice que supo guiar con prudencia, humildad y fuerza a la Iglesia en momentos de crisis, siempre viendo los pro-blemas a la luz de la fe y con la esperanza de que al final lo

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Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, cuyo carisma es la pala-bra, con la claridad y honestidad que le han caracterizado durante su vida, se constituyó en vocero de sí mismo y comunicó su renuncia en un mensaje sin dobleces. No existe

una sola razón para no creer en sus palabras. Su pequeño texto se sintetiza en dos ideas: coherencia y humildad. Su renuncia es producto de un largo y sereno proceso de oración y discernimiento por el cual llegó a la convicción de que ya no está en plena capacidad para enfrentar las responsabilidades que implica el Papado. Su salud se ha deteriorado con rapidez en los últimos meses, según explicó. Acorde a sus palabras, el ministerio de San Pedro es un servi-cio de naturaleza espiritual que requiere de un gran vigor “del cuerpo y del espíritu” para anunciar el Evangelio con obras y palabras, también sufriendo y rezando. Es decir, no es un hueso político, ni debe ser entendido como el ejercicio del poder cual si fuera el trabajo de un gobernante de un Estado cualquiera. La teología que subyace al mensaje va muy acorde a las razones del Evangelio: se sirve donde Dios manda, cuando Dios llama y mientras Dios quiere. Se requiera de inmensa humildad para darse cuenta de esto. Se confirma una vez más que la grandeza de un hombre es del tamaño de su humildad. La decisión, explica en su mensaje, la ha tomado con “plena libertad”. En esto consiste la tan llevada y traída libertad de los hijos de Dios, de la cual nos habla el Nuevo Testamento, y no en el cumplimiento de caprichos personales a la moda. Con la misma libertad termina su mensaje agradeciendo por el amor y el trabajo de quienes le han apoyado en el ejercicio del Ministerio.La razón que explica la renuncia de Benedicto XVI me parece contundente: es un acto de confianza en Dios por amor a la Iglesia.

Jorge E. Traslosheros Investigador de la UNAM

La grandeza de un hombre

varios representantes de las Iglesias particulares de México. Destacó la del cardenal Norber-to Rivera Carrera, arzobispo de México, por la celeridad en la que se difundió por los medios de información mientras los

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que vence es el bien y no el mal. También debemos valorar su sabiduría; es un teólogo profun-do y un catequeta sencillo; sus escritos, homilías y reflexiones constituyen un gran legado que deja a la Iglesia”.

Asimismo señaló que los ca-tólicos se deben unir en ora-ción al Santo Padre para que el Señor lo llene de fortaleza y consuelo, siempre con una visión sobrenatural de fe en Je-sucristo y amor a la Iglesia; “de igual forma, les pido que desde ahora nos vayamos preparando en la oración para la realización del próximo cónclave, donde los cardenales tendremos que elegir al nuevo Pontífice. Invo-quemos al Espíritu Santo a fin de que Él nos lleve a elegir al mejor candidato para guiar la Iglesia”. Será para el Cardenal de México, el segundo cónclave en el que participa para elegir Pontífice.

Quien acudirá por primera vez a un cónclave es el carde-nal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, pre-sidente del Episcopado Mexica-no y cuya notable participación como presidente delegado para el Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización lo ha co-locado en algunas listas como posible ‘papable’. También invitó a los fieles católicos y en general a las personas de buena voluntad a “acoger esta decisión del Papa Benedicto en

el espíritu con que él la tomó y nos la participó, es decir, en espíritu de fe, de un grande amor y lealtad a la Iglesia, en conciencia plena de una deci-sión madurada en estos ocho años de fructífero pontificado. Si bien la decisión sorprende, se da en la coherencia y verdad con la que el Papa ha ejercido el servicio petrino. Su pontifi-cado se ha caracterizado por querer servir a la Iglesia con toda transparencia y en toda verdad”.

El Cardenal recordó las pala-bras con las que Benedicto XVI saludó a la multitud congre-gada en la Plaza de San Pedro el día en que asumió el ponti-ficado y se definió a sí mismo como un humilde trabajador en la viña del Señor: “En esa conciencia el Papa ha perci-bido con toda honestidad que le faltan las fuerzas ya que su edad es avanzada para seguir trabajando en este encargo de ser el sucesor de Pedro”.

El arzobispo de Guadalaja-ra refirió que seguramente los cardenales electores se darán tiempo para afinar el perfil del nuevo Pontífice de acuerdo al momento que está viviendo la Iglesia Universal a la que sirve el Papa: “Si el Cónclave se realiza en marzo, el carde-nal Juan Sandoval Íñiguez, el cardenal Norberto Rivera y su servidor, los tres mexicanos, podríamos participar”. Una vez

que Sandoval Íñiguez cumpla los 80 años, el 28 de marzo, ya no podría asistir.

Desde la sede arzobispal de Monterrey, Rogelio Cabrera Ló-pez se adelantó a considerar que el pontificado de Benedicto XVI “será siempre valorado y recordado, ya que sus enseñan-zas, encíclicas y exhortaciones, han sido de gran riqueza espi-ritual para la Iglesia. Un claro ejemplo de su entrega fiel es la convocatoria que él mismo realizó para celebrar un año de-dicado a profundizar en la fe”.

A través de un mensaje a la feligresía del norte del país, Cabrera convocó: “a toda la Iglesia de Monterrey, para que, en comunión con la Iglesia Uni-

versal, nos unamos en oración por el Santo Padre Benedicto XVI, para que el Señor le con-ceda la fortaleza necesaria en este tiempo y pueda vivir su intención de retirarse a una vida dedicada a la plegaria”.

La Arquidiócesis de Puebla a través de su arzobispo, Víctor Sánchez Espinoza, señaló que Dios “rico en misericordia y bondad, recompensará cuanto ha hecho el Papa por el bien de la Iglesia, y nos dará un nue-vo Pastor Supremo según su corazón y suplicó a la Virgen de Lourdes, Madre de Bondad, que asista a los padres Carde-nales en la elección del nuevo Pontífice”. Las informaciones provenientes de arzobispados,

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A UN AÑO DE DISTANCIA

En la agenda de varias diócesis mexicanas, principalmente para la Arquidiócesis de León, estaba planeado realizar una serie de homenajes, celebraciones y actos especiales para conmemorar la Visita Apostólica de Benedicto XVI a México y a Cuba; “Ahora se harán con más razón”, manifestó el P. Jesús Ibarra, vocero de la Iglesia leonesa. La feligresía local no ha cesado en sorpresas: tras la visita el Papa, se realizaron los festejos por el 50 aniversario del arzobispo José Guadalupe Martín Rábago (hoy emérito); luego llegó la designación del nuevo pastor, Alfonso Cortés Contreras, quien tomaría posesión el 20 de marzo, quizá un par de días después de que el Colegio Cardenalicio haya electo al Pontífice 266.

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obispados e instituciones cató-licas en el país se replicaban en los medios. Llamó la atención la realizada por el P. Jesús Iba-rra, vocero de la Arquidiócesis de León, donde Benedicto XVI estuvo hace un año: “nos ha consternado la noticia porque lo sentimos muy cercano en su presencia en León… sabemos que no solamente él transformó a México y Guanajuato, creo que nosotros tuvimos la oportuni-dad de transformar al Papa, lo hicimos sonreír, nos ganamos su corazón”.

Políticos de MéxicoConocida su adherencia a

la Iglesia Católica, porque así

L a importante y sorprendente decisión de S.S. Benedicto XVI, de renunciar a su ministerio como sucesor de Pedro, y por tanto, como Cabeza visible de la Iglesia Católica, refleja la personalidad el Papa Benedicto XVI como un

hombre de fe, que tiene una gran confianza en la presencia del Espíritu Santo que conduce la Iglesia, conforme la promesa de Jesucristo a sus apóstoles, y permite también que descubramos su profundo amor a la Iglesia.El Papa ha explicado claramente que su decisión la ha discernido en oración y teniendo en cuenta las exigencias del ministerio petrino, y al mismo tiempo con gran realismo, consciente de la constante disminución de sus fuerzas físicas debido a su avan-zada edad, y al natural y comprensible desgaste que implica su cotidiana tarea como Papa.Veo en el Papa Benedicto XVI tras esta decisión, a un hombre de fe, de amor a la Iglesia, valiente, firme, decidido, que corre los riesgos de interpretaciones erróneas y quizá incomprendidas, incluso por los mismos fieles. Sin embargo hacer uso de un derecho que ningún Papa en casi seis siglos había ejercitado es una gran lección espiritual y eclesial para todos los creyentes y especialmente para tantos que nos sentimos indispensables en las funciones y tareas que recibimos en el nombre de Dios, Nuestro Padre.Es muy loable reconocer y agradecer que a lo largo de su fructífero Pontificado, el Papa mostró cómo se deben afrontar los problemas de la Iglesia a través del diálogo constructivo y permanente con todas las corrientes del pensamiento, con todas las naciones, con todas las iglesias y confesiones religiosas. A casi un año de su visita a México, queda el recuerdo que dirigió a los infantes: “Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos; cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia”, y el ánimo que generó en todos los mexicanos, insistiendo que el mal no puede tanto, y que siempre la victoria del bien está garantizada en el proyecto salvífico de Jesucristo, consumado en la cruz y en la resurrección.Su exquisita y delicada bondad la llevaremos en nuestros co-razones, confiando que Dios Nuestro Señor lo acompañará en esta etapa final de su vida, dedicada al silencio, la meditación y la oración.Hoy, el Papa Benedicto XVI lanza a la feligresía católica y a los hombres de buena voluntad un claro ejemplo de fortaleza y dignidad, de honestidad y clarividencia, al asumir la decisión de su retiro. Por ello, el Papa ha señalado al final de su anuncio que orará y pedirá a Jesucristo, Nuestro Señor y a la Virgen María, madre de la Iglesia, su intervención para que los cardenales electores elijan a quien pueda afrontar, de la mejor manera, los grandes desafíos del tiempo actual y conducir a la Iglesia Católica con la sabiduría del Espíritu conforme a la voluntad de Dios, Nuestro Padre.La Iglesia Católica, con esta decisión del Papa Benedicto XVI se fortalecerá en la Fe, en la Esperanza y la infinita confianza del Amor de Dios.

Carlos Aguiar Retes Arzobispo de Tlalnepantla

Presidente del CELAM

Benedicto XVI, un testimonio ejemplar

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lo dio a conocer durante su campaña en el encuentro que mantuvo con los obispos mexi-canos, el Presidente de la Re-pública, Enrique Peña Nieto, se mostró sumamente respetuoso del hecho.

En su twitter oficial, dio a conocer dos mensajes.

El primero: “Solidaridad y respeto del Gobierno de México por la decisión anunciada por el Papa Benedicto XVI”.

Luego, segundos más tarde: “El Papa Benedicto XVI siem-pre ha sido amigo de México y portador de mensajes de paz y reconciliación”. Más respetuoso fue el mensaje que a través de

la Coordinación de Comunica-ción Social se dio a conocer por parte de la Presidencia de la República. “El Gobierno Federal expresa su pesar y absoluto res-peto al anuncio realizado por

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Su Santidad, el Papa Benedic-to XVI, respecto a su renuncia como Jefe de la Iglesia Católica a partir del 28 de febrero de 2013, cargo al que fue electo el 19 de abril de 2005”.

Siempre guardando las for-mas, agrega que “el Gobierno de México recuerda con agrado la visita pastoral realizada por el Jefe del Estado Vaticano a nues-tro país, del 23 al 26 de marzo de 2012. Ocasión en la cual el Papa Benedicto XVI celebró una misa en el Parque Bicentena-rio de Silao, Guanajuato, a la cual asistió el ahora Presidente Enrique Peña Nieto, entonces candidato a la Presidencia de la República”.

El comunicado recuerda que “el Papa es el Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano, repre-sentado por la Santa Sede, con el que México mantiene una relación diplomática cordial caracterizada por un diálogo político respetuoso y coinciden-cias en foros internacionales, ambos sobre la base de la pro-

Dejando de lado toda la palabrería de los lectores de noticias de las televisoras mexicanas, a los redactores de noticias de los periódicos de circulación nacio-

nal y a buena parte de eclesiásticos futuristas, que de un día para otro se convierten en teólogos, vaticanistas, historiadores, expertos en derecho canónico y proclama a los cuatro vientos la teoría de la sospecha, de las intrigas y del complot, el Santo Padre Benedicto XVI nos ha vuelto a dar una serie de grandes lecciones, claras, sencillas, diáfanas, como todo su magisterio petrino:La primera, recordarnos que es el Espíritu Santo el constructor de la Iglesia que guía al Pueblo Santo de Dios, y con esa certeza, el Papa, conciente de sus limitaciones, pone, una vez más, la guía de la Iglesia en las manos de Dios para que Él la conduzca, como escuchábamos en el Evangelio del Lucas el pasado domingo: Llevar la barca mar adentro. (“Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla”).Una segunda lección ha sido su humildad y sencillez, pues el verdadero pastor se descubre servidor del Señor y no dueño del rebaño ni amante del poder. Lección luminosa para mu-chas personas en la Iglesia. Una tercera es su profundo espíritu de fe y su total autoconciencia

humana, ante una cultura que ha entronizado el culto al cuerpo, a la fuerza, a la salud y se encarniza por no aparecer frágil y débil. El Santo Padre nos remite a una realidad más profun-da que lo sostiene en su fragilidad y que no le impide reconocer su limitación y pequeñez (“consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere”).Una última enseñanza: la profunda libertad que lo ha llevado a elegir a Cristo y en esa misma libertad poner su vida y su ministerio en manos de Dios.Benedicto XVI no tiene miedo de asumir su fra-gilidad y poner su ministerio y su vida en las manos de Dios y nos pide humildemente tres cosas: “Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará”.Esperemos que este momento histórico, que muchos jamás pensaron ver en la vida de la Iglesia, sirva como una llamada de atención para volver a lo fundamental, a los núcleos centrales de nuestra fe y emprendamos auténticamente un camino de conversión con la esperanza de la Pascua, como ha señalado el Santo Padre: “Convertirse es no dejarse invadir por las ilu-siones, las apariencias, las cosas; es buscar que la verdad, la fe y el amor en Dios sean lo más importante de nuestra vida”.

Félix García Benavente Universidad Pontificia de México

Una lección más

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moción de valores universales”. “El Gobierno de la República refrenda su compromiso con la laicidad del Estado Mexicano, de la que es garante y protec-tor. Así como su voluntad para continuar fortaleciendo las re-laciones con todos los Estados que integran la comunidad internacional”, finaliza el co-municado de laPresidencia de la República Mexicana.

Ni la secretaría de Relaciones Exteriores, al mando de José Antonio Meade, ni la embaja-da de México en la Santa Sede, dirigida por Federico Ling Al-tamirano, fijaron una postura oficial ante la renuncia del Papa Benedicto XVI. Se unían al texto único que se dio a conocer por parte del Gobierno Federal. Estos funcionarios tampoco fi-jaron su postura personal y no emitieron una sola palabra a la prensa mexicana al respecto.

Quién dio la nota fue Luis Fernando Gómez, regidor del PRI en el municipio de Gua-najuato, propuso que una calle de la ciudad que visitó el Papa el pasado año llevara el nom-bre de Benedicto XVI… aunque ya existiera una, desde el año pasado precisamente.

Muchos otros políticos, sim-plemente callaron.

Él ilumina desde dentro nuestra inteligen-cia, orienta hacia el bien nuestra libertad, que con frecuencia percibimos frágil e inconstante; Él es la verdadera esperanza

y el fundamento sólido de nuestra vida. De Él, ante todo, podemos fiarnos”. Benedicto XVIBajo estas convicciones el papa alemán ha lleva-do su ministerio y su vida que una vez más nos sorprende con sus decisiones.Según artículo de Francisco Ugarte Corcuera publicado el lunes 19 de marzo en el “Reforma” el Premio Nobel Mario Vargas Llosa quien vi-vió de cerca la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (2011), dice en el diario español “El País. “El actual papa es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias”, y expresa la admiración del no cre-yente ante su inteligencia y sus escritos: Se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)”Concluye su artículo de manera sorprendente: “Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos. Mustapha Cherif, intelectual musulmán, destaca la apertura de Benedicto XVI,

otro rasgo que muchos le reconocen: “Es un gran teólogo pero no un experto en Islam. Lo que me conmovió fue su sed de entender. Es un hombre de diálogo”. En ese mismo sentido, Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, advirtió al Papa: “Usted ha hecho un llamado por un diá-logo abierto y sincero, tanto dentro de su Iglesia como entre religiones y culturas, en búsqueda del bienestar de la humanidad”.Y David Cameron, primer ministro del Reino Unido, valoró así las intervenciones de Bene-dicto XVI durante su permanencia en ese país: “La gente no tiene que compartir la misma fe o estar de acuerdo con todo lo que afirma la religión para ver el beneficio que conlleva el hacerse las acuciantes preguntas que usted, Su Santidad, nos ha planteado sobre nuestra sociedad y cómo nos tratamos a nosotros mismos y a los demás. En verdad ha desafiado a todo el país a incorporarse y reflexionar, y eso sólo puede ser una cosa buena”. Estas opiniones nos hacen comprender quien es Benedicto XVI y lo que acostumbramos leerlo no nos sorprende la decisión que tomó libre y con responsabilidad, un hombre que nos está dando una lección de humildad con una gran sabiduría y valentía, para quien no ha profundizado en el pensamiento de Benedicto XVI y se pregunta ¿porque renunció o quien lo hizo renunciar? bastará con leerlo, y podrá estar tranquilo y con la certeza que fue una decisión pensada, reflexionada y sobre todo puesta en manos Dios, ya que es Él es que tiene siempre la última palabra.

María de los Ángeles Matos GonzálezInstituto Peninsular de Formación para Laicos

Mérida Yucatán México

Solo se hacen grandes cosas si se tienen firmes convicciones

UN HOMBRE VALIENTE

El sacerdote Patricio Sarlat Flores, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social-Cáritas Mexicana, comentó frente a la noticia de la renuncia del Santo Padre: “Joseph Ratzinger ha hecho un acto deliberado, un acto bien pensado, reflexionado delante de Dios y su conciencia, tomar una decisión acerca de su vida, pero sobre todo acerca de la Iglesia. Él ha expresado que, en esta etapa de su vida en la que se encuentra frágil de salud y se van mermando sus fuerzas, no quisiera ser una persona que cause daño a la Iglesia, sino que conscientemente tomó esa determinación para dar la estafeta a otro que continúe con la misión de Jesucristo.Es una decisión de un hombre espiritual y un hombre valiente. Tiene derecho y las leyes se lo permiten. A lo mejor otros pontífices no lo hicieron así, pero él sí ha dado este paso. Es algo valiente. Es por ello que vislumbro el futuro con ojos de fe y esperanza”.

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Suscripciones: 10.87.84.00, 018002.00.84.00 ext. 438, Fax. 301 I [email protected] I Magdalena 211, Colonia Del Valle, México D.F., C.P. 03100 I www.ppc-editorial.com.mx

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PLIEGO

Tras la excelente acogida de sus dos últimos libros –Sendino se muere (Fragmenta, 2012) y Biografía del silencio (Siruela, 2012)–, el autor, columnista

habitual de Vida Nueva, nos ofrece en estas páginas un adelanto de un amplio fragmento de su nueva

novela: El olvido de sí, sobre la vida de Charles de Foucauld, de inminente aparición, en febrero,

en la editorial Pre-textos.

EL OLVIDO DE SÍUna aventura cristiana

PABLO d’ORSSacerdote y escritor

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El único cristiano del SaharaYa estas palabras –sólo ellas–, sin imagen alguna que las acompañara, me excitaban hasta el punto de impedirme conciliar el sueño. “Foucauld, el viajero”, pensaba para mí, y también pensaba que en aquella palabra –viajero– había encontrado al fin esa identidad que en vano había buscado en la vida militar.

Todavía hoy me pregunto por lo que realmente me sedujo de los árabes. ¿Quizá lo imprevisible y primitivo de sus vidas? ¿Acaso los espacios inconmensurables que les rodean y sus miradas, acostumbradas a un horizonte que no termina? ¿O más bien fue el estremecimiento de lo desconocido y de la aventura? Las travesías en camello, las estrellas, las dunas…: todo esto me parecía sencillamente irresistible.

Como un forastero en mi lugar natal, deseaba pedir la situación de reserva en el ejército y emprender una vida errante, abrazar lo que el destino quisiera depararme y volar. Todo me llamaba: la guerra contra los rebeldes, el grito silencioso del pueblo africano, morir joven en una empresa audaz.

DATA de aquellos días mi costumbre de vestirme a la usanza árabe. Una mañana, al salir de la hospedería, en uno de mis escasos paseos por Mascara –pues pasaba buena parte de la jornada encerrado en mi habitación–, mis pasos dieron con un mercadillo donde vendían ropa indígena. Compré dos blusas con capucha, ambas de vivos colores, y me las probé en cuanto pude. A mi buena Eugénie le gustó poco que hubiera colgado mi flamante uniforme militar, aunque no por ello cesaron o disminuyeron sus reveladoras visitas. Una vez más, y sin darme ni cuenta, había sucumbido a la tentación de hacer el payaso o faire le zouave, que era como entonces me gustaba designar mi afición por los disfraces.

–Si alguna vez emprende un “gran viaje” –sentenció mi primo Georges Latouche, al saber de las intenciones aventureras que empezaba a acariciar–, sólo lo hará para volver a disfrazarse.

Era evidente que mis superiores jerárquicos habían informado a mi familia de esta afición mía, tan arraigada como peculiar.

11. UNA HOSPEDERÍA EN MASCARA

Los mandos no permitieron que me uniera a Laperrine cuando él partió a Senegal –una vez que Bu Amama fue abatido–, y me instaron a que aguardara con paciencia mi nuevo destino. A tal fin me instalé en una hospedería en Mascara, famosa capital del emir Abdel Kader. En aquella hospedería dispuse mi habitación como había visto que era costumbre en las pocas familias árabes con que había logrado entrar en contacto; renuncié a la silla, por ejemplo, y me acostumbré a sentarme sobre una alfombra en el suelo. De esa guisa era como me encontraba la bonita hija del hospedero, Eugénie Biffet, cuando entraba para entregarme la correspondencia o las vueltas de algún recado.

De Morès, con quien comencé entonces a cartearme, me hablaba en sus escuetas notas de un gran viaje al Oriente que proyectaba realizar. Estaba cambiando, acariciaba algunos ideales.

–Pienso acompañar la ruta de las caravanas por el desierto –me había escrito–; tal vez llegue nada menos que hasta Afganistán.

–Afganistán –repetí en voz alta al leer aquello–, y la hermosa hospederita, que todavía no se había retirado, me preguntó si le ordenaba algún otro servicio.

¡Mi buena Eugénie! Cuando ahora pienso en ella, comprendo que se había enamorado de aquel entusiasta y obcecado joven que yo era en Mascara. Porque ¿cómo si no explicar que se demorase tanto en mi puerta, cumplido ya su mandado? ¿Cómo sus repetidas visitas, brindándome siempre su disponibilidad para cualquier recado que me urgiera?

En mi mente y corazón juveniles, sin embargo, no había sitio más que para las palabras que De Morès me había escrito: “Un Gran Viaje al Oriente”.

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“En el desierto todo parecía proclamar la grandeza del Creador”

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–Como hijo pródigo que es, regresará en cuanto haya enterrado sus mil francos bajo arena –sentenció también tía Agnès, preocupada por los derroteros que tomaba mi carrera y, sobre todo, mi capital–.

Pero yo sabía que no sería así; sabía que ahora la cosa iba en serio. Sabía que mi pasión por lo oriental no era simplemente por lo exótico o colorido, como alguno podría pensar, sino por la soledad en la que allí tendría que desenvolverme: una soledad que, como si fuera una persona, me decía: “Ven”.

El fuerte impacto que me había producido la devoción de los musulmanes me condujo a imitarles en muchas de sus prácticas y costumbres, tales como en su modo de vestir y en su hábito de dormir sobre una estera. En mi apartamento, extendía una esterilla que había comprado precisamente a este efecto, y era ahí donde me echaba a dormir. ¿Podrá creerme alguien si digo que nunca dormí mejor? Mientras dormía, Dios me alimentaba, estoy seguro porque…, ¿cómo si no explicar la dicha con que me despertaba cada amanecer? Pero antes de conciliar el sueño, sólo por aquella alfombra y por aquella vestimenta –a la que tardé más de lo previsto en habituarme–, me veía ya como a un árabe. Sólo por vestirme así imaginaba que me aguardaban las aventuras más trepidantes.

Aunque más tarde regresara al continente negro, mi querido De Morès abandonó pronto su proyecto expedicionario para emigrar a los Estados Unidos, donde se casó con una rica heredera. Mediante nuestra correspondencia se alimentó nuestra intensa sed de viajar: un ideal que empecé a traducir cuando busqué un profesor de árabe y di los primeros pasos para estudiar la civilización islámica y el Corán.

Al principio entendía poca cosa, pero eso no impidió que leyera sin discriminación todo lo que caía en mis manos sobre este asunto, y con una voracidad superior a la de mi adolescencia por los clásicos franceses: una voracidad sólo comparable a la que más tarde apliqué a mi lectura de vidas de santos y de la Biblia.

Los caminos de Dios son inescrutables: seguramente nunca habría accedido al cristianismo en el que fui educado sin mi fascinación por el Islam. Fue la devoción de los musulmanes, la sencillez de su dogma y de su moral, lo que algún tiempo más tarde me conduciría al aprecio de mi propia tradición religiosa, cuya práctica había abandonado por completo y cuya fe me parecía poco menos que inadmisible. Debo al Islam mi fe cristiana, suena raro; pero jamás me habría interesado por la religión de mis padres sin mi sed por viajar y conocer el mundo.

12. EL IRLANDÉS

Inmerso en el estudio del Corán, recibí la respuesta a mi solicitud de cese del servicio activo en el ejército. Aquella misiva iba firmada por el general bajo cuyas órdenes estaba mi subdivisión, y rezaba así: “El oficial Charles de

Foucauld no desea servir a la patria más que en caso de guerra”. Contuve la respiración antes de seguir leyendo; Eugénie todavía estaba en la puerta. “Va a emprender un gran viaje al Oriente”.

Un gran viaje al Oriente –repetí–, ya no podía echarme atrás. Únicamente me restaba persuadir a mi familia, que ahora seguía mis movimientos con mayor cautela. Tía Agnès intentó disuadirme de un proyecto de expedición que tildó de “fantasioso”. ¿Cómo no iba a calificarlo así, si ni yo mismo sabía aún a dónde iría? Pero lo que le preocupaba más, según pude colegir, era que De Morès no me hubiera devuelto los cien mil francos que le había prestado en una de nuestras deplorables correrías. Ante el nulo éxito de mi reclamación –sólo me devolvió cuatro mil– y asesorada por el primo Latouche, para quien yo era un ingrato y un idealista, tía Agnès decidió controlar todas mis operaciones bancarias y reducir a cuatrocientos los cuatro mil francos que normalmente percibía –cantidad con la que también debía pagar mis lecciones de árabe–. Para sorpresa de todos, acaté estas restricciones con musulmana sumisión y cristiana humildad.

Ni yo mismo me reconocía, pero lo cierto es que no me importaba el dinero; al fin y al cabo yo era un noble a quien no podía entretener ni turbar el vano pensamiento del vil metal.

TODOS estos vagos proyectos de expedicionario empezaron a concretarse cuando conocí a un hombre apasionado por el Sahara a quien todos llamaban “el irlandés”. El irlandés, primer conservador de la biblioteca del museo de Argel, me orientó al Marruecos inexplorado y me advirtió que nunca entraría en ese territorio –virgen hasta entonces para el occidental– si no era con un disfraz.

–¡Un disfraz! –exclamé loco de alegría–. ¡Yo tengo larga experiencia en disfraces! –añadí–, y palmeé desenfadadamente su espalda, como si fuéramos íntimos.

Sorprendido por mi reacción, el irlandés sonrió.

–Deberá viajar de incógnito –me insistió en voz baja, pues aquella

El hoy beato Ch. de Foucauld (1858-1916)

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Yo, sin embargo, volvía siempre a ese museo argelino al poco rato de haberme despedido de aquel amable erudito. Me podía la impaciencia, la excitación. Las conversaciones con el irlandés me encendían hasta el punto de visitarle prácticamente a cada hora, y ello aun cuando no me había citado.

–Allí será usted un paria –me repetía él–. ¿Se siente preparado?

Y tomó la costumbre de hablarme en árabe para comprobar si podía responderle.

–Sí, estoy listo –le decía–. Nunca he estado más listo –le repetía–. ¿Puedo partir?

Precisaba de su consentimiento; necesitaba de alguien que me dijera que mi odisea no era simple y llanamente una locura pasajera y juvenil, como todos pensaban y alguno se atrevió a decirme.

13. UNA PASIÓN AFRICANA

En su cuarto, el irlandés me mostró las miles de notas que había tomado en sus múltiples lecturas sobre lo que arqueólogos, etnógrafos y viajeros de toda índole habían escrito sobre África. Me emocionó tener en mis manos el inmenso arsenal de información que aquel hombrecillo oscuro y flaco había sido capaz de recoger a lo largo de toda una vida habitada por la pasión africana; pero más me conmovió la actitud con que MacCarthy me enseñó todos aquellos cuadernos: entre avergonzado y orgulloso.

–África es mi sueño –dijo entonces–, como si no fuera evidente.

Una de sus fichas le temblaba entre los dedos.

Oscar MacCarthy nunca llegó a escribir el libro que proyectaba, como tampoco a realizar su expedición. Era un alma intrépida, sí, pero perdida entre polvorientos infolios y artículos que sabía de memoria. Porque aquel irlandés era un archivo viviente. Sin haber salido en años de la biblioteca del palacio de Mustafá-Pachá, conocía las aldeas más diminutas de Argelia como si hubiera pernoctado en ellas y hablaba de las costumbres de los tuareg como si hubiera estado entre ellos sin escolta ni

Realizaría algo a lo que antes no se había atrevido ningún europeo, ¿no era desafiante?

De joven, MacCarthy había soñado con cruzar el Sahara y llegar a Tombuctú, expedición que veinte años después de haberla proyectado seguía confiando realizar. Por supuesto que nadie tenía ya fe en que la emprendería; en el fondo, probablemente ni siquiera él. Pero el irlandés se aferraba a esta idea romántica para ocultarse que su destino, como el de tantos aventureros sin arrojo, quedaría encerrado entre las paredes de una biblioteca.

–Partiré próximamente –decía, temeroso quizá de que mi proyecto pudiera desplazar el suyo o en la sospecha de que, como él mismo, tampoco yo terminaría por embarcar–.

No descarto que el irlandés imaginara que, al igual que él, también yo me conformaría con estudiar el Sahara sobre los mapas. Pero es igualmente posible que viera en mí a quien él no había conseguido ser. De ahí su entusiasmo contenido y sus esfuerzos por ser pragmático y realista, siendo como era un tipo de sensibilidad a flor de piel y con un corazón siempre a punto de estallar.

El irlandés me despachaba en pocos minutos, pues le requería su trabajo de bibliotecario, que realizaba con tanto escrúpulo y primor como el que más tarde imprimiría yo mismo en la confección de mis diarios de ruta.

primera conversación tuvo lugar en la biblioteca–.

Pagará el empeño con su vida si no logra pasar desapercibido –dijo también–, y me miró con suma seriedad.

Nunca nadie me había mirado así: como un hombre mira a otro hombre.

–Naturalmente –respondí–, y a partir de entonces intenté imprimir a mis movimientos, así como a mis expresiones, una mayor gravedad.

Oscar MacCarthy, que así se llamaba aquel erudito, me ayudó a preparar mi expedición con todo el rigor preciso.

No he conocido hombre más bronceado y flaco que él, tanto que muchos le tomaban por africano. Todos sus compañeros y superiores le exhortaban continuamente a que se alimentara mejor, tal era su delgadez. Llevaba la barba larga y el pelo rapado. Muchos le conocían por “el hombre de la cabeza grande”, y algunos por “el hombre del cañón de fusil”, expresión que comprendí cuando le vi con un enorme barómetro enfundado en un estuche de cuero colgado a la espalda, en bandolera. Fue de este hombre de quien partió la idea de que me disfrazara de judío: una decisión que tomamos porque los judíos eran los únicos no musulmanes que se movían libremente por el Marruecos de aquel entonces.

–Seré un judío errante –comenté–; pero a eso el irlandés prefirió no responder.

MacCarthy me previno sobre la importancia de dominar perfectamente el árabe; también sobre la necesidad de familiarizarme con los ritos musulmanes, en cuya ejecución no podría equivocarme. Insistió de igual modo en que dibujara una hoja de ruta lo más detallada posible, fijando cada etapa o fase de mi expedición. Llegó a sugerirme posibles escondites para los cuadernos que, necesariamente, habría de llevar conmigo; y me asesoró sobre los momentos y condiciones en que podría escribir, pues me haría sospechoso si averiguaban que no era analfabeto.

–Allí será usted un marginado, ¿lo comprende? –recapituló el irlandés, dubitativo todavía de que un vizconde como yo fuera capaz de tamaña aventura–.

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“No se puede aspirar a la santidad sin el temple del aventurero”

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equipaje. Cualquiera que le escuchara sin conocerlo pensaría que MacCarthy era capaz de moverse por aquellas tierras con la misma familiaridad que el hijo del sultán.

La decisión de camuflarme como un israelita nómada aumentó las dificultades de mi expedición y retrasó la fecha de partida: a la lengua árabe debía añadir ahora la hebrea, pues podía ser preguntado por cualquiera con quien me topase y, como es obvio, debía saber responder también en el idioma de los patriarcas y profetas. Los obstáculos, sin embargo, no me arredraban; y me puse a estudiar hebreo con el mismo ahínco con que poco antes había comenzado a adiestrarme en la lengua de Mahoma. Me gustaba, era un políglota nato: estaba dotado para los idiomas, un talento que me confirmó en mis aspiraciones aventureras.

La idea de la aventura, en su sentido más directo y elemental, está detrás de esa otra gran aventura –la interior– que emprendería años después y para la que ésta, sin saberlo, preparaba mi corazón. No se puede aspirar a la santidad sin el temple del aventurero. ¿Quién puede soñar con ir lejos en los caminos del espíritu si antes no ha soñado con ir lejos en los del mundo? Ir lejos, eso era para mí entonces lo importante: ser

un pionero, un explorador, arriesgar mi vida y reputación en nombre de la ciencia o de mi país, pero no de forma gregaria o militar, sino solo. La soledad era la condición.

La aventura, ¡qué palabra!No estudié el hebreo privadamente

–como el árabe–, sino en la sede de la Sociedad Geográfica de Argelia, con la que llegaría a firmar una especie de contrato para que a mi vuelta, si es que regresaba, les proporcionara algunos informes y documentos sobre la hidrografía y orografía del país. Sólo con entrar en la sede de aquella insigne institución –cosa que debía hacer tres veces por semana para mis lecciones de hebreo–, sólo con traspasar su umbral –siempre con mi cartera bajo el brazo–, pensaba que me había convertido en alguien importante: un hombre ante quien todas las puertas se abrirían en un futuro. ¡El futuro! ¡Qué palabra!

La intensidad anímica que un viaje puede deparar depende en buena medida de su preparación. Esa preparación quedaría culminada con un último trámite: dar con un guía que fuese de fiar, pues el irlandés me aseguró que me perdería por aquellas tierras si es que me desplazaba por ellas completamente solo. En el mes de febrero de 1883 dimos con un rabino

marroquí que, tras ser informado de mi proyecto, accedió a servirme como guía. Aquel hombre se llamaba Mardoqueo Abi Serour y era hijo de Isaías Abi Serour. Había nacido en 1830 en el oasis de Aqqa, y habría de convertirse en mi único interlocutor durante el año que duró mi arriesgada expedición. En las credenciales que nos presentó se decía que había estudiado teología en Marrakech, por no haber mezquita en Mhamid-el-Ruslán, su población de origen. Y que, concluidos sus estudios, ejerció de rabino oficiante en Philippeville, cargo que abandonó pronto por causa de una insoportable nostalgia de Aqqa, su patria. Seguí leyendo: Mardoqueo había estado en Sudán y en Tombuctú. Parecía el hombre adecuado para ser mi compañero.

Mientras leía su informe, le tenía frente a mí; estuvo muy quieto hasta que le comuniqué que sus credenciales me agradaban y que, en consecuencia, le aceptaba y llevaría conmigo.

En aquel instante puso un poco de rapé en la uña de su meñique y lo aspiró con avidez. Luego se friccionó la barba y, pese a mi visible repugnancia, alargó su mano con la intención de que se la estrechara. Tuve que hacerlo y, en cuanto lo hice, cuando nuestros ojos se cruzaron en aquel apretón de manos, comprendí que acababa de cometer un error.

Acordamos que su esposa recibiría mensualmente la retribución estipulada, si es que todo transcurría según lo previsto; convenimos de igual modo que si fracasaba en mi propósito por una u otra causa, él debería renunciar a cualquier remuneración y a todo tipo de resarcimiento. Su principal cometido consistiría en buscarme lugares solitarios donde pudiera tomar nota de mis observaciones topográficas sin ser molestado.

Por si se descubría el instrumental técnico que llevaría conmigo y para justificarlo ante los curiosos, Mardoqueo tenía algunas historias preparadas –a cual más fantasiosa–. Ambos reímos de buena gana en más de una ocasión imaginando con qué podrían confundirse los sofisticados aparatos que tuve que comprar de mi bolsillo, sin la prometida contribución de la Sociedad Geográfica ni la de mi familia.

“¡El oficial explorador se había convertido en dibujante!”

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TAMBIÉN en Fez, como en Tetuán, donde había alquilado un asno, sufrí vituperios de todo género. Tras organizar definitivamente mi medio de transporte y comprar dos mulas que nos condujeron durante diez meses, un musulmán me golpeó brutalmente la espalda.

–¡Que tu padre arda eternamente en el infierno! –bramó–.

Y luego:–¡Puerco judío!Y todavía, esta vez a sus compañeros:–Un judío no merece la bala con que

matarlo.Aquella ofensa pude resistirla sin

reaccionar por la fiebre que me poseía en aquel tiempo por adentrarme en ese territorio.

Aquella fiebre por el descubrimiento de lo nuevo y por la acción sólo me la ha despertado, años después, la de la difusión del Evangelio. Me movía siempre de un lado para otro y no podía estarme quieto por la emoción, según puede leerse en la narración de mis andanzas, que empecé en Tánger el 20 de junio de 1883, fecha de la primera entrada en mi diario. Hasta para estudiar posibles itinerarios caminaba por la habitación en que nos alojáramos, donde Mardoqueo –más precavido que yo– aprovechaba para reponer sus fuerzas.

Cuando mi guía roncaba a pierna suelta, solía dejar mis papeles a un lado y abría la ventana de par en par. Miraba entonces intensa y prolongadamente la línea del horizonte.

El horizonte: ¿qué me aguardaría a lo lejos, quién podía saber dónde? Un joven que no ama la aventura no es un joven. De un hombre que no haya sido aventurero en sus años juveniles no puede decirse que sea un hombre.

Nunca hasta aquel viaje había visto una luna como la marroquí, enorme y brillante en medio de las nubes. La brisa no acaricia la piel en ningún lugar del mundo como lo hace allí; no hay noches tan recogidas como aquéllas; ni crepúsculos tan divinos; ni gente tan aparentemente amenazadora y, en el fondo, tan pacífica. Fue de ellos de quien aprendí que toda vida humana se resume en esa misteriosa oscilación entre la búsqueda de la seguridad y la del riesgo. Porque también el riesgo

tiene el aspecto de un mono, así, de cuclillas?

¡Qué ganas de saltar como un simio tuve entonces, para así mofarme de su mofa y mostrarles que eran ellos los burlados y no yo! Pero tuve que contenerme; habría levantado sospechas de haberse sabido que un pordiosero como yo podía entender su lengua.

Mucho me ayudó en aquellos días ser tenido por pobre y forastero y, aunque la experiencia fue todo menos agradable, aprendí a ver el mundo como no lo había visto hasta entonces: desde abajo, que es –como más tarde comprendería– el lugar más universal. Sí, ser judío en la Argelia ocupada –y debo decir que eran muchos los argelinos que ansiaban que se extendiera nuestra ocupación– fue mi primer acercamiento al oprobio, algo a lo que más tarde habría de acostumbrarme.

Porque el mundo no es el mismo, ciertamente, desde la óptica de los conquistadores que desde la de los conquistados; y aunque esta última es sin duda más incómoda, hoy puedo también afirmar que es humanamente la mejor. Hay algo que nos impulsa hacia arriba y que hace que nos olvidemos de que Dios está abajo.

14. ESCARNIO EN ORÁN

Todas aquellas risas, que sólo reflejaban el nerviosismo propio de los días previos a la partida, cesaron por completo cuando el tren que me condujo hasta Marruecos se detuvo en Orán, ciudad inhóspita y virgen para los europeos.

Por equipaje llevábamos una bolsa y dos cajas. En una de aquellas cajas guardábamos un botiquín que me haría pasar por médico si es que la circunstancia lo requería; en la otra, todo el material para mi trabajo geográfico: un sextante, brújulas, barómetros, termómetros y mapas de toda índole. En la bolsa, en cambio, guardábamos las provisiones y algo de ropa de abrigo. Todo mi capital se reducía a tres mil francos, que llevaba en oro y en coral. Con esos haberes nos dirigimos a Tetuán, para lo que tuvimos que cruzar el litoral del Rif.

Horas antes, cuando me había desprendido de mi vestimenta europea y me había disfrazado al modo de los judíos, seguía sin poder hacerme cargo de que, de aquella guisa, me disponía a correr un riesgo mortal. Así que, inconsciente de la gravedad de aquel acto, me puse entre risas las medias blancas, el pantalón de tela y el chaleco turco. Cuando me calcé las sandalias y me probé tanto la gorra roja como el turbante negro, que habrían de cubrirme en adelante, hice grandes aspavientos y asusté a Mardoqueo, para quien aquel disfraz era más sirio que argelino, pero en todo caso apropiado a mis pretensiones.

Los inconvenientes e incomodidades de mi nueva situación no se hicieron esperar, pues ya en el primer desplazamiento experimenté que hacerse pasar por hebreo era todo menos un juego. ¿Incomodidades digo? ¿Inconvenientes?

Mucho más que eso. Al llegar a Tlemcen, una población anárquica donde abundaba el pillaje, un grupo de oficiales franceses se mofó de mí, algo a lo que por mi condición de aristócrata no estaba en absoluto acostumbrado.

–¡Mirad a ese miserable judío! –dijo uno de los militares, presumiblemente el cabecilla–. ¿No me digáis que no

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“Parte de mi corazón lo dejé en Marruecos”

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lo buscamos, claro que sí; con menos ahínco, cierto, pero no sabemos vivir sin provocar lo que nos desestabiliza.

15. EL GEÓGRAFO CLANDESTINO

Desde lejos saludábamos siempre a los campesinos, algunos de los cuales se acercaban para conversar. No era raro que se brindaran para acompañarnos durante un trecho, y mucho menos que nos aconsejaran qué senderos tomar para evitar a salteadores y bandidos. Parecía gente feliz, y no era de extrañar habida cuenta de la exuberante vegetación en la que vive y de la abundancia de sus cosechas. Yo, sin embargo, procuraba evitarles: para disgusto de Mardoqueo, prefería los terrenos más agrestes y desconocidos.

Para facilitar el trabajo científico a los que habrían de venir después, procuraba tomar nota de todo lo que me sorprendía: las palomas y perdices que levantaban el vuelo mientras pasábamos, por ejemplo, las especies de árboles que salpicaban el paisaje –algunas de las cuales desconocía–, los pocos viajeros con que nos cruzábamos o el color de las tierras, que se iban oscureciendo conforme nos adentrábamos en el país. Pensaba mucho en los soldados que tarde o

temprano llegarían a estas tierras, en los futuros colonos –pues buena parte del territorio estaba todavía por poblar–, en lo mucho que ayudarían mis informaciones a los geógrafos a quienes mañana se encomendara dibujar los mapas de estas inhóspitas regiones.

Para mis anotaciones no podía hacer uso de un lápiz normal, cuya longitud habría revelado que estaba escribiendo.

Para ocultarlo, decidí cortar el lapicero en cuatro fragmentos de poco más o menos dos centímetros cada uno, longitud que sí podía camuflarse en la mano y que consentía que mi escritura, durante el trayecto, fuera clandestina. Todavía hoy, aún sin necesidad, escribo así, clandestinamente. Casi se diría que quiero ocultarle a Dios que estoy escribiendo, pero es que ya no soporto los lápices normales, es decir, largos, pues me enerva el balanceo de la caperuza sobre los dedos. Sin necesidad –repito–, corto siempre los lapiceros en cuatro y, cuando escribo, consumo la mina hasta el final, con lo que no es extraño que, cuando ya he escrito mucho, lo haga con apenas una punta, que sin embargo manejo con no poca habilidad.

Al principio, temeroso, me alejaba de las caravanas, fuera rezagándome o adelantándome, para así poder escribir con mayor libertad. Pero luego, admirado de las mañas con que

escribía sin que nadie lo percibiese, me desafiaba a mí mismo y me ponía a su lado, para comprobar que ni siquiera en aquella peligrosa proximidad era descubierto. La mayoría de las veces, en todo caso, no tenía de qué preocuparme: el asco que sienten en aquellas tierras por los judíos favorecía mi aislamiento.

Gracias a eso pude realizar también mis observaciones astronómicas, para las que solía subir a la azotea de la casa donde estuviéramos alojados, envolviendo mis aparatos de medición en mis vestidos y alegando, como pretexto, que necesitaba airearlos. La referencia al mal olor alejaba a los pocos curiosos. Pero como toda precaución era poca, había aleccionado a Mardoqueo para que en esas ocasiones hiciera guardia en la escalera y entretuviera con mil historias a todo aquel que quisiera subir, dándome así tiempo para que concluyera mi tarea. Teníamos nuestros códigos de aviso secretos, naturalmente, y en los muchos trayectos en solitario obligaba a mi guía a repasarlos para que no nos fallaran en el caso de que, efectivamente, llegásemos a necesitarlos.

También tenía la costumbre de hacer mis observaciones astronómicas a la sombra de las palmeras: allí consultaba el reloj, la brújula o el barómetro sin ser molestado; allí marcaba en mis mapas, que desplegaba con cuidado, el itinerario que habíamos seguido o el que proyectábamos realizar.

Por culpa de la torpeza de mi redacción, incapaz de plasmar en palabras el atractivo del paisaje, pasé casi inadvertidamente de la escritura al dibujo. ¡El oficial explorador se había convertido en dibujante! Más tarde ese mismo dibujante se convertiría en sacerdote, pero la pasión de los tres –del oficial, del dibujante y del sacerdote– era la misma: Marruecos.

Ermita en el sur de Argelia

Ch. de Foucauld con dos esclavos a los que liberó

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Pero no relataré aquí la honda impresión que me produjeron muchas poblaciones que mi guía y yo atravesamos, escalonadas en la montaña o perdidas allí donde nadie habría podido imaginar que, efectivamente, habitaba un alma humana. Todas mis impresiones de aquel gran viaje a Oriente las recogí en mi Reconocimiento de Marruecos, obra que publicaría en el 88 con el beneplácito y bajo los auspicios de la Sociedad Geográfica Francesa. Sin embargo, no puedo dejar de referirme al desierto, pues ningún claustro del mundo es comparable al que allí brindan los oasis y las dunas en los atardeceres de invierno. Piensa el hombre en ese escenario que sería bueno que hubiera un Dios. Y le dan ganas de hablar con los astros, tan apacibles, tan expectantes; no hay nadie que no sienta allí el deseo de sumirse para siempre en aquella paz. Si no amamos algún lugar del mundo, no amamos el mundo. Sí, Marruecos me emocionó muchísimo, y siempre –aún hoy– he pensado intensa y frecuentemente en ese país, donde diez millones de habitantes carecen de un sagrario ante el que arrodillarse. Todas las incomodidades que allí tuve que soportar me supieron a poco y las superé con alegría. Estaba dispuesto a creer que el Corán había descendido del cielo, conforme creen los musulmanes: tal era la permeabilidad y apertura de mi espíritu. Mis pies estaban cansados, con ampollas; pero me alegraba secretamente de aquel cansancio. Si durante aquella exploración fui un testigo oculto, justamente a eso mismo era a lo que Dios me iba a llamar: a vivir disfrazado como lo estaba entonces junto a mi guía. A ser, en la inmensidad del Sahara, el único cristiano.

persecuciones, y de ahí pasé a Jerusalén primero y al norte de África después.

–¡Nombre! –me preguntaba él, siempre insatisfecho–. ¡Profesión! –y yo le respondía–. Razones del exilio… Poblaciones por donde ha pasado… –y, como buen director de escena, no le importaba únicamente que yo, su discípulo, me supiera el papel encomendado, sino que lo hiciera verosímil y lo recitase con toda convicción–.

Así que antes de conocer al judío Jesús de Nazaret, tuve que hacerme judío yo mismo: Dios me iba conduciendo misteriosísimamente.

Ahora bien, no amé al pueblo judío –o no al menos entonces–; y ello porque, por mi aspecto de compatriota suyo, tuve que soportar que algunos de ellos se me acercaran y se jactaran ante mí de sus muchos y viles crímenes, confiados en que yo era un hermano de raza que no les traicionaría. No, los judíos en Marruecos –todos los que conocí– eran desalmados, legalistas, repulsivos. Y tan honda y negativa fue la impresión que me causaron que sólo años después, cuando viajé a Tierra Santa, pude borrar la imagen de fanatismo y mezquindad que obtuve de ellos cuando les conocí en la diáspora.

BUENA parte de mi corazón lo dejé en Marruecos, cuyos paisajes son los más prósperos y alegres que haya visto jamás.

¡Qué jardines los de Xexauen! ¡Qué cascadas entre helechos y laureles! Nunca he visto higueras tan poderosas ni viñas tan prietas como las que allí crecen, a la orilla de los manantiales.

Se respira mejor que en nuestro país. Nunca dejaron de asombrarme los arroyos que recorren las veredas y la abundancia de las mieses, que hacen las delicias de cualquier paseante.

Yo sabía que mediante aquellas anotaciones y aquellos dibujos estaba haciendo algo importante, pero no sabía bien el qué.

Concluido el trabajo, o mientras lo realizaba, percibía que en el desierto todo parecía proclamar la grandeza del Creador.

¿Cómo podía entonces no creer?, todavía me lo pregunto.

A través de aquella naturaleza esplendorosa, Dios comenzaba a abrir mi corazón para la fe. La fe nace de la contemplación de las maravillas del mundo: pero hay que ser un indigente para percibirlo; hay que haber salido de la propia tierra; hay que haberse atrevido a estar completamente solo, que es cuando Dios se muestra como la más dulce de las compañías.

16. EL JUDÍO ERRANTE

Ya he dicho que para justificar la deficiencia de mi árabe –en cuyo estudio tanto me había esmerado, pero cuyo acento no llegué a pronunciar con total corrección–, MacCarthy me había aconsejado que me hiciera pasar por un rabino extranjero.

–Tus orígenes estarán en Moscú –sentenció aquel día el irlandés–.

Yo quedé sin saber qué contestar.–Vendrás directamente de Tierra

Santa –continuó–, y tampoco a eso tuve nada que añadir.

Soy un rabino que ha estudiado en Tierra Santa, me repetí esa noche de camino a la hospedería. Intentaba hacerme a la idea, meterme en mi papel. Contaba con ansiedad los pocos días que faltaban para mi partida.

–Soy un rabino –dije a la linda Eugénie, preocupada siempre por lo tarde que solía llegar y por mis muchas excentricidades–.

A partir de aquel día me dejé crecer las patillas casi hasta los hombros, algo que hizo que mi rostro adquiriera definitivamente el aspecto prototípico o convencional de un judío.

MacCarthy me obligaba a repetir ante él la lección como si fuera un escolar.

–Soy un rabino nacido en Moscú –le decía cada vez que nos veíamos–. Tuve que huir de mi país por las últimas

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Tumba de Charles de Foucauld

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Triduo teológico

2013

Tejiendo redes de esperanza para la

transformación social

CENTRO DE ESTUDIOS TEOLOGICOS DE LA CIRM

Reflexionar nuestra realidad a partir de diferentes agentes de cambio para que nos lleve a un compromiso de transformación integral en

la sociedad.

Martes 5

Análisis y movimientos de resistencia en México.

Entrada libreMarzo

Horario:4:00 pm - 7:30 pm

Ubicación:Amores 1318, Colonia Del Valle, C.P. 03100.Delegación Benito Juárez, México D.F.Auditorio.

Miércoles 6

Iglesia y compromiso profético.

Jueves 7

Pastorales emergentes.

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Convocada para reflexionar sobre el papel evangelizador de la universi-dad católica en México, la vigésimo

novena Asamblea Nacional de Rectores de la Asociación Mexicana de Institucio-nes de Educación Superior de Inspiración Cristiana (AMIESC) planteó los retos que enfrenta el sistema educativo nacional frente a situaciones que interpelan a los centros de formación, principalmente para que estos sean verdaderas sedes de educa-ción integral y no simplemente espacios de entrenamiento técnico.

En la apertura de la Asamblea que se realizó en la Aula Magna Juan de Pala-fox y Mendoza de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), el rector y anfitrión del encuentro, José Alfredo Miranda López dio la bienvenida a una veintena de rectores de universida-des; al presidente de la AMIESIC, Enrique González Álvarez; así como a los obispos Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia;

y a Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la Confe-rencia del Episcopado Mexicano.

“La educación superior enfrenta grandes retos, la globalización se extiende acele-radamente, por múltiples circunstancias, incluida la tecnología. Enfrentamos nuevas amenazas y nuevos métodos de entrega, cada día parece que el mercado busca más el aprendizaje basado sólo en el desem-peño, estas presiones tienen un efecto económico donde hay una tendencia a la baja de la educación global y la exigencia

para ser diferentes en el aumento del valor agregado de cada institución. Los retos del país no son menores, pero tenemos la opor-tunidad de reflexionar en las propuestas viables, atractivas y pertinentes para los jóvenes del siglo XXI donde la universidad quiere ser un espacio de diálogo y encuen-tro entre la ciencia, la sabiduría, la fe y la razón. No sólo queremos construir estos espacios sino lograr que los que tenemos sean elementos claves de la evangeliza-ción”, adelantó el rector Miranda López.

Por su parte Enrique González reafirmó que en el país hay una “crisis de valores, reflejada en la escasez de principios éticos, en la carencia de solidaridad entre los seres humanos, la violencia que se hace patente en diversos lugares de nuestra República y la falta de congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos muchos de los adultos que somos ejemplos para las nuevas generaciones”. Y aseguró que la AMIESIC es un grupo de instituciones que quiere dar una respuesta de esperanza, “poder transformar el mundo para hacer-lo un lugar más habitable… No podemos dejar que la historia llegue sin inculturar en ella la buena nueva que Cristo nos ha traído”, dijo.

F.M.G

La XXIX Asamblea Nacional de Rectores de la AMIESIC reflexionó sobre la educación en el siglo XXI

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▶IGLESIA EN MéXICO

El arzobispo Suárez Inda explicó que la interdependencia entre la educación y la cultura motiva a pensar modelos en las escuelas que tengan perspectivas más amplias “para no solo reducirnos a la educación formal escolarizada sino a toda la labor que debe realizarse desde las familias... Queremos una nueva sociedad, mejor y diferente, donde hombres y mujeres crezcan y se formen de tal modo que respondan a los desafíos de este cambio de época. Desafío enorme que conlleva una gran oportunidad. No podemos quedar pasivos ante signos de decadencia del sistema, de deterioro de la cultura y del tejido social”.Finalmente, Lira Rugarcía secundó lo expresado por Suárez Inda sobre la misión ulterior de la universidad, pero preguntó a los presentes: “¿es posible hacerlo en esta época en la que muchos jóvenes se muestran indiferentes, escépticos y rebeldes a toda autoridad e institución? ¿Será rentable proponer una verdad absoluta cuando está de moda pensar que todo es relativo, y cuando la diversión, el placer, el lujo y la comodidad se han convertido en los valores por excelencia?” Y concluyó que sí, pues “todos sentimos la necesidad de conocer la realidad y la universidad ayuda a la persona a conocerla”.

Necesario repensar la identidad y la misión de la universidad católica mexicana

Educación y cultura

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La Arquidiócesis de México se ha pro-puesto el gran reto

de salir al encuentro de los jóvenes con propuestas creativas e innovadoras, y prueba de ello fue el gran evento que se llevó a cabo el pasado 9 de febrero en la Arena Ciudad de Méxi-co, donde más de 15 mil personas, adolescentes y jóvenes en su mayoría, participaron en el arranque oficial de la gran Misión Juvenil a la que ha convocado el cardenal Norberto Rivera Carrera.

LinkBajo el nombre de Link 2013, el evento

inaugural reunió a músicos, mimos, baila-rines, acróbatas, malabaristas, jóvenes em-prendedores y artistas católicos. El objetivo fue mostrar una nueva cara de la Iglesia, más abierta e incluyente, preocupada por ofrecer mayores espacios de participación a la juventud capitalina y mostrarle que está dispuesta a hablar su mismo idioma, y compartir y coadyuvar en la realización de sus sueños. La misión será una campaña permanente de evangelización para con los

adolescentes y jóvenes; respe-tando sus espacios y preferen-cias, pero dirigiendo su mirada hacia nuevos horizontes, más trascendentes.

Rivera Carrera se puso li-teralmente la camiseta y, or-gulloso, la mostró al público durante su participación, ex-plicó que a esta Misión se le ha dado el nombre de “Conexión”, porque la Iglesia en la ciudad busca conectar con los jóvenes

para disponer su corazón al encuentro con Jesucristo y hacerlos partícipes activos del mensaje de esperanza que ofrece el Evangelio.

Dijo que para lograr este objetivo, se llevará a cabo un proceso a través de tres conceptos denominados: Conexión conmi-go, Conexión con el otro y Conexión con mi fe: “No podremos conectarnos con Cristo si no estamos conectados con nosotros mismos; no podremos conectarnos con Cristo, si no nos hemos conectado con el pobre; con en el necesitado; con el afligido, y no podremos conectarnos con Cristo, sin conectarnos con una espiritualidad seria e inteligente”.

RobERto ALcátARA

Iglesia desea hacer conexión con juventud capitalinaEntre mimos, malabaristas, bailarines y cantantes dan arranque a la Misión Juvenil

Van líderes cristianos a los pies de la Guadalupana

Las diferentes confesiones cristianas tienen claro que la búsqueda de la

unidad no se puede separar del compro-miso por la justicia y la superación de las heridas del pasado, y por esa razón varios de los más importantes líderes religiososdel país, presididos por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzo-bispo de México, asistieron el pasado 31 de enero al Tepeyac, y ante la Virgen de Guadalupe, elevaron plegarias a Dios por la unidad de los cristianos.Con este encuentro ecuménico –que tuvo especial relevancia por estar enmarca-do en el Año de la Fe– concluyó en la Arquidiócesis de México la tradicional Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una de las expresiones más importantes del ecumenismo que ha promovido la Iglesia católica tras el Con-cilio Vaticano II, a través de documentos como Unitatis redintegratio, Dignitatis humanae y Nostra aetate, entre otros. La celebración –en la que se integraron algunos rituales propios de las iglesias cristianas participantes– contó con la presencia del arzobispo Antonio Che-draoui, de la Iglesia Ortodoxa Antio-quena; arzobispo Athenágoras Anesti, de la Ortodoxa Griega; Antonio Alejo, de la Ortodoxa en América; Su Gracia Carlos Touché, de la Anglicana; Andrés Hernández, de la Metodista; Álvaro López, de la Luterana, y Javier Ulloa, de la Iglesia Bautista.El encargado de reflexionar la Palabra de Dios fue el vicerrector del santuario mariano, Carlos Ruiz, quien aseguró que en este Año de la Fe,“los cristia-nos nos damos cuenta de que es la hora de todas las Iglesias cristianas, para testimoniar la misma fe en Jesucristo, para evangelizar en el mundo de mil maneras, comenzando por el testimonio personal y el testimonio comunitario de las Iglesias, dando razón de la esperanza en Jesucristo”. Los líderes religiosos, en conjunto, pidieron a Dios por la Santa Iglesia, para que el Señor le conceda la paz y la unidad.

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En paralelo con la Cumbre de la Comu-nidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con la Unión

Europea, que se celebró en Santiago de Chile del 25 a 28 de enero pasado, tuvo lugar la Cumbre de los Pueblos de América Latina, El Caribe y Europa. Convocados por 122 organizaciones y redes de los dos continentes bajo el lema “Por la justicia social, la solidaridad internacional y la defensa de los bienes comunes”, unos 3000 representantes de estos grupos se reunieron en esa ciudad los mismos días en los que sesionaban más de 40 gobernantes y representantes de 60 países de América Latina, el Caribe y la Unión Europea.

Muchos de los grupos sociales, sindi-cales y políticos que convocaron a esta Cumbre de los Pueblos –fueron 35 grupos de América Latina y el Caribe, 24 de Euro-pa, cinco internacionales y 58 de Chile– habían participado en anteriores foros de

este tipo. De ahí surgió la propuesta de que, junto con las reuniones interguber-namentales de alto nivel, se organizaran otras para hacer oír las demandas de los sectores que rechazan las políticas neo-liberales. Fue así que los participantes abordaron en esta cumbre cuatro ejes temáticos: democracia, participación y soberanía de los pueblos frente al poder de las corporaciones; derechos humanos y laborales frente a la privatización de los bienes comunes; buen vivir y derechos de la Madre Tierra, contra la mercantilización de la naturaleza y de la vida; e integración y solidaridad de los pueblos en contra de la injusticia social.

Visión cristiana El documento final de la Cumbre de los

Pueblos de América Latina, el Caribe y Europa incluyó el aporte de grupos cristia-nos –Comité Oscar Romero (Chile), Servicio

Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, Amerindia Chile, Pastoral Mapuche-Región Metro-politana, Convergencia Cristiana para la Liberación, Comunidad Ecuménica Martin Luther King y la Fraternidad Laica Charles de Foucauld–, que sumaron varios temas:

La fe se expresa en obras de justicia. Por lo tanto, los cristianos somos solidarios con los pueblos que buscan la liberación y nos hacemos parte de la construcción de caminos para humanizar a la humanidad.

El Evangelio nutre las luchas utópicas de movimientos y revoluciones, contra el hambre y la esclavitud, contra los regímenes políticos que niegan la tierra, el pan y el agua que pertenecen a todos. No es posible aceptar que alrededor de 230 familias se apropien del 80% de la riqueza del planeta.

La economía de mercado que ha sido im-puesta a sangre y fuego, no corresponde a lo que Dios quiere para la humanidad,

Dos cumbres en veredas diferentesMientras líderes de América Latina y Europa debatían sobre desarrollo sustentable, la Cumbre de los Pueblos fustigaba a gobiernos y corporaciones por la desigualdad

▶IGLESIA EN El mundo

El aporte de los grupos cristianos a la Cumbre de los Pueblos

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porque dicho sistema está basado en el egoísmo, la prepotencia, la exclusión, el hambre y la muerte.

Las y los cristianos no podemos callar ante las injusticias, el silencio y la ausen-cia de participación en las organizaciones sociales y políticas en pos del Buen Vivir y el Buen Convivir. Es por ello que comparti-mos el dolor de la persecución que sufren el pueblo Mapuche y los pueblos originarios de América Latina. No denunciar estas aberra-ciones nos haría cómplices de los genocidios que propicia el neoliberalismo.

Emulando al obispo mártir Oscar Romero, la liberación significa que no haya explota-ción del hombre por el hombre y todo aquel que se preocupa del hambriento, desnudo, desaparecido, torturado y prisionero tiene cerca a Dios.

El documento con las conclusiones es un llamado a construir un nuevo tipo de relación entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, basado en “la igual-dad, la descolonización, la primacía de los derechos de la ciudadanía sobre el lucro y el respeto a la soberanía y los de-rechos de las naciones”. Reconoce que estos postulados se hacen en medio de una crisis económica y financiera mundial, de la que responsabiliza a varios sectores: “Es así que estos Estados mercantilistas, las transnacionales y las corporaciones –fustiga el texto– continúan siendo ad-ministradores y profundizadores de la pobreza y  la desigualdad social en el

mundo, amparados por un tipo de de-mocracia representativa, de mano de la elite, que se aleja de los intereses de las grandes mayorías de nuestro pueblo”. “No obstante, a este panorama que parece adverso –agrega– reconocemos procesos históricos y recientes a partir de las lu-chas de nuestros pueblos en el mundo, que han logrado tensionar y agrietar las

actualeslógicas y nos dan la esperanza de que otro mundo es posible. De este modo, surge la necesidad de construir las bases para un nuevo modelo de sociedad que transforme las actuales lógicas y coor-denadas políticas, económicas, sociales y culturales en todas nuestras naciones y pueblos de ambos lados del continente”.

RobERto URbina a. Santiago (ChilE) 

¿Visiones complementarias?

¿Será posible algún tipo de diálogo entre ambas cumbres? los temas abordados no son tan distantes: los gobiernos participantes en la Cumbre CElaC-Unión Europea tomaron como foco la “alianza para el desarrollo sustentable: promoviendo inversiones de calidad social y ambiental”. a continuación del cierre de la cumbre entre américa latina y Europa, el lunes 28 de enero se realizó la reunión del CElaC, integrado por 33 países americanos y del Caribe. En ella el presidente chileno Sebastián Piñera entregó la presidencia pro tempore del organismo a su sucesor el presidente Raúl Castro, de Cuba.«El hecho de que américa latina y el Caribe se presenten por primera vez bajo un alero institucional como CElaC –opinó el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alfredo Moreno– otorga mayor simetría al diálogo con la Unión Europea, y fortalece la voz regional en la búsqueda de soluciones para los actuales desafíos sociales y económicos». Refiriéndose al tema central de la Cumbre CElaC-UE señaló que “es clave para alcanzar una explotación racional y sustentable de los recursos, con respeto a las comunidades y el medioambiente. Un tema en el que Europa, principal inversor en nuestro continente, puede aportar su gran experiencia a la región”.a pocas cuadras, la Cumbre de los Pueblos también abordó la cuestión de las inversiones y su impacto en el medioambiente, entre otros temas. En su clausura no estuvo presente el anunciado presidente de bolivia, Evo Morales, quien se excusó por la apretada agenda en la cumbre gubernamental.En resumen, las dos cumbres de Santiago de Chile analizaron temas similares, aunque desde perspectivas distintas.

la Cumbre: 40 gobernantes de 60 países de américa latina, el Caribe y la Unión Europea

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El pasado 31 de enero, después de una larga batalla legal de más de cinco años y cumpliendo una orden

del Tribunal Supremo de California, el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, anunciaba que ya se habían hecho públicos los archivos (más de 12.000 páginas de expedientes) de los sacerdotes que, desde 1940, abusaron sexualmente de niños (un total de 124 acusados) mientras desempe-ñaban su ministerio en la Archidiócesis estadounidense.

En su declaración, además de desvelar lo “brutal y dolorosa” que resulta la lectura de tal documentación y reconocer la necesidad de “admitir esas terribles faltas”, el prelado alude expresamente a su predecesor, el car-denal Roger Mahony. Aunque actualmente jubilado, quien ocupara la sede angelina durante más de 25 años (1985-2011), ha expresado su pesar “por no haber podido proteger completamente a los menores confiados a su cuidado”, confiesa Gómez. Y, a renglón seguido, informa que, “con efecto inmediato”, le ha comunicado que “no podrá tener ningún tipo de responsa-bilidad administrativa o pública”.

Otro tanto ha ocurrido con Thomas Cu-rry, obispo auxiliar para la región de Santa Bárbara, quien también “se ha disculpado públicamente por las decisiones que tomó mientras se desempeñaba como vicario

para el Clero” –explica luego el actual arzobispo de Los Ángeles–, y cuya renuncia le ha sido aceptada.

Ambos hechos, especialmente el prime-ro, han llamado mucho la atención entre la comunidad católica estadounidense, al tratarse de un gesto sin precedentes, por-que este tipo de decisiones suele adoptarlas

el Vaticano y no un obispo residencial. Máxime cuando el afectado es un cardenal.

La medida, calificada de “insólita” por destacados representantes de la Iglesia nortemericana, suscitó toda clase de reac-ciones e interpretaciones. Hasta el punto de que, apenas 24 horas después de su declaración pública sobre “los errores del pasado que se encuentran en esas páginas”, Gómez difundía un nuevo comunicado de prensa. Su objetivo: aclarar la situación del cardenal Mahony y del auxiliar Curry, dado que “las preguntas de los fieles y algunos miembros de los medios de comu-nicación indican que sería útil hacerlo”. Tres líneas le bastan para confirmar que ambos prelados “siguen siendo obispos con facultades en la Arquidiócesis de Los Ángeles, con plenos derechos para celebrar los Sacramentos de la Iglesia y servir a los fieles sin restricción”.

El tiempo dirá cuál es la versión que más se ajusta a la realidad, para poder extraer conclusiones definitivas de todo este asun-to. Mientras tanto, Gómez ha prometido a los fieles que pastorea que “seguiremos, como ya hemos venido haciendo desde hace muchos años, reportando inmediata-mente a las autoridades apropiadas todas las sospechas razonables de abuso, así como removiendo del ministerio a todos aquellos razonablemente acusados”. Y concluye: “Seguiremos trabajando, día tras día, para asegurarnos de que nuestros niños estén seguros y bien cuidados en nuestras parroquias, escuelas y en todos los ministerios de la Arquidiócesis”.

J. l. CElada

El cardenal Mahony, puesto en entredicho por su sucesor

Una polémica nota del actual arzobispo de Los Ángeles daba a entender que le apartaba de sus funciones públicas

Mahony (izda.) con gómez, su sucesor

Tras una polémica votación en el Parlamento, el pasa-

do 5 de febrero, se aprobó el matrimonio homosexual en el Reino Unido. Aunque aún debe-rá superar una serie de trámites legales que posiblemente no culminarían hasta el año que viene, lo cierto es que parece inamovible el proyecto de ley impulsado personalmente por el primer ministro, el conservador david Cameron. Así, pese a que la iniciativa contó con el apoyo de 400 diputados frente a 175,

la gran mayoría de los sufragios en contra salieron de la misma formación tory, que se dividió casi al 50%.A diferencia de otros países eu-ropeos, como España o Francia (en la misma situación que en el caso inglés, con la ley apro-bada por el Parlamento pero pendiente de su ratificación definitiva), en el Reino Unido se incluye la posibilidad de que los matrimonios homosexuales puedan celebrarse en templos religiosos. Eso sí, como aclaró

el propio Cameron, “si hay una iglesia, sinagoga o mezquita que no quiera bodas gais, no se le podrá forzar a hacerlo”. Mientras, la Iglesia anglicana, la oficial en el país, ha mostra-do su rechazo al matrimonio gay por boca de quien, desde el día 4, es su nuevo primado, Jus-tin Welby. El sucesor de Rowan Williams como arzobispo de Canterbury, aunque partidario personal de

las uniones civiles entre ho-mosexuales, ha dejado claro que los anglicanos no apoyan que estas se conviertan en un sacramento.Por parte de la Iglesia cató-lica, antes de la aprobación parlamentaria, se hizo públi-ca una carta firmada por un

millar de sacerdotes, abades y obispos en la que mostraban su “temor” a esta ini-

ciativa legislati-va. M. Á. Malavia

Reino Unido abre la puerta a bodas gais en templos

▶IGLESIA EN El mundo

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Como cada año, la Conferencia Nacio-nal de Obispos de Brasil (CNBB) lleva a cabo, durante la Cuaresma, la Cam-

paña de la Fraternidad (CF), que implica a todas las diócesis del país, organizaciones, áreas pastorales y movimientos eclesiales. A través de temas sociales, generalmente, estas campañas obtienen eco entre la po-blación y en el ámbito político, al suscitar refl exiones y debates que apuntan a acti-tudes concretas de intervención social. El último ejemplo: la CF de 2012 arrojó una mirada sobre la problemática realidad de la salud pública en Brasil (VN, nº 2.790).

Lanzada ofi cialmente el 13 de febrero, Miércoles de Ceniza, la CF 2013 tiene como tema ‘Fraternidad y Juventud’, y su lema es Heme aquí, envíame (Is 6, 8). Este asunto, que retoma el que inspiró 21 años atrás la CF de 1992 –dirigida también a la juventud–, pretende espe-cialmente involucrar a toda la Iglesia en los prepativos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará en Río de Janeiro el próximo julio.

El presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral para la Juventud de la CNBB, Eduardo Pinheiro, explicó que uno de los objetivos principales de la CF 2013 es vol-verse hacia la realidad juvenil, comprender la riqueza de su diversidad, su potencial y propuestas, así como los retos que implica. La CF llama a acoger a los jóvenes en el contexto del cambio de época, ofreciéndo-les vías para que adquieran protagonismo en el seguimiento de Jesucristo, en la vi-vencia eclesial y en la construcción de una sociedad fraterna, basada en la cultura de la vida, la justicia y la paz.

En general, el lanzamiento nacional de la CF tiene lugar en la sede de la CNBB en Brasilia, y cada diócesis organiza una presentación local creativa con gran re-percusión en prensa. En 2013, además del lanzamiento nacional en la capital federal, también se hizo otro en Natal (Río Grande do Norte), en la Arquidiócesis donde nació la CF en 1962 (ver recuadro).

El secretario ejecutivo de la CF, el P. Luiz Carlos Dias, recordó que la edición de 2013, además de ser un tiempo de celebración, es también un momento para revisar la Campaña de la Fraternidad. “La campaña

tiene un fuerte poder de evangelización y, por tanto, necesitamos, cada vez más, buscar cómo mejorarla”, señaló, destacan-do su papel de “vínculo” entre la Iglesia, los fi eles y la sociedad. “La Campaña de la Fraternidad es la Iglesia al servicio de

la sociedad, es una evangelización que va más allá de los límites de la Iglesia; por tanto, en realidad la Iglesia lleva a cabo su misión que es evangelizar de una manera muy amplia”, añadió el religioso.

El miércoles 13 de febrero, la presiden-cia de la CNBB recibió a periodistas en una rueda de prensa en Brasilia. Al día siguiente, los obispos viajaron a Río Grande do Norte y visitaron la ciudad de Nísia Flo-resta (lugar donde nació la CF, ubicada en la Región Metropolitana, a 35 kilómetros de Natal). Allí, el secretario nacional de la CNBB, Leonardo Ulrich Steiner, y el asesor nacional de la CF, el propio P. Dias, recibieron al nuncio apostólico en Brasil, Giovanni D’Aniello, y participaron en la reapertura de la casa de las Hermanas Misioneras de Jesús Crucifi cado y en una visita a la comunidad de Timbó, donde tuvo lugar la primera experiencia de la Campaña de la Fraternidad.

Finalmente, el día 15, en el Centro de Convenciones de Natal, se celebró el semi-nario Iglesia, fundamento de fraternidad, y la ceremonia de apertura ofi cial de la CF. Por la noche, en la Catedral Metropolitana, hubo misa, seguida por un espectáculo musical.

gRaZiEla CRUZ. bRaSil

meDio siGlo De ViDa

la primera Campaña de la Fraternidad (CF) se llevó a cabo en la archidiócesis de natal, en abril de 1962, por iniciativa del entonces administrador apostólico, Eugenio de Araújo Sales. Su objetivo era hacer una colecta en favor de obras sociales y apostólicas de la arquidiócesis. la comunidad rural de timbó, municipio de nísia Floresta, fue el primer lugar elegido para ponerla en marcha.Ya en 1963, tan solo un año después, esta experiencia sería adoptada por 19 diócesis de la Región noreste 2, en los estados de Paraíba, Pernambuco, Río grande do norte y alagoas. En 1964, la Cnbb asumió la Campaña de la Fraternidad y, desde entonces, ha movilizado a toda la iglesia en torno a temas de interés para la sociedad, buscando despertar acciones concretas de solidaridad y transformación social.

Jóvenes brasileños celebran la designación de Río para la JMJ 2013

Los jóvenes, nuevos evangelizadores de BrasilSon los protagonistas de la Campaña de la Fraternidad cuaresmal, con la JMJ de Río como horizonte

Son los protagonistas de la Campaña de la Fraternidad cuaresmal, con la JMJ de Río como horizonte

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

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Diversas expresiones y acciones ecle-siales evidencian, cada vez más, que el Año de la Fe es el común

denominador del caminar de la Iglesia colombiana en cada una de sus jurisdiccio-nes. Celebraciones litúrgicas, catequesis, peregrinaciones, encuentros, congresos, retiros, jornadas de formación, publicacio-nes y ajustes o énfasis en la planificación pastoral son apenas una muestra de los distintos dinamismos que se han desata-do desde que, el 11 de octubre en Roma, Benedicto XVI abriera el Año de la Fe.

No es extraño, por tanto, que los obispos hayan asumido el tema de la iniciación cristiana como hilo conductor de su 94ª Asamblea Plenaria (Bogotá, 4-8 de febrero) y hayan acordado que este seguirá siendo el trasfondo temático de sus dos próximas reuniones, previstas para julio de 2013 y febrero de 2014. En diálogo con Vida Nue-va, el secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), José Daniel Falla, explicó que “la iniciación cristiana es un tema tan amplio y profundo, que esta Asamblea ha sido la primera de tres en las cuales vamos a profundizar esta cuestión. Por ahora, hemos abordado todo lo relacionado con ‘iniciar en la fe’. Luego, en la próxi-ma, reflexionaremos sobre ‘madurar en la fe’, y el año entrante estaremos miran-do lo que es ‘celebrar y

sea realmente nueva, parte de la persona de Cristo y su mensaje, que siempre será nuevo”. Y añadió: “El tema que nos ha convocado, en torno a la iniciación en la fe, nos ha comprometido también a en-cender esa llama que es la fe. Por eso nos hemos preguntado cómo podemos llegar a una sociedad dormida e inmersa en el laicismo. Queremos hacer sentir que no podemos vivir una sociedad sin Dios, que necesitamos poner a Dios en el centro de nuestro pensamiento, nuestro corazón y nuestra vida”.

Todas estas reflexiones tuvieron como telón de fondo la alocución del cardenal Rubén Salazar Gómez, presidente de la CEC, al inicio de la Asamblea, así como los diversos análisis de los pastores sobre la realidad nacional y el caminar de la so-ciedad frente a los procesos de paz que se están desarrollando. Además, los obispos tuvieron la oportunidad de profundizar sobre el sentido del Concilio Vaticano II, a los 50 años de su celebración, la conme-moración de los 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica y las conclusiones del último Sínodo sobre la Nueva Evangeliza-ción para la transmisión de la fe cristiana.

Durante la Asamblea, se entabló un diá-logo con los rectores de las universidades católicas del país, en el que se valoró la importancia de la educación superior en los procesos de iniciación en la fe y el sentir de que “todos tenemos que ir caminando en un mismo sentido”, según palabras del propio secretario general de la CEC.

Al cierre de esta edición, se esperaba el encuentro entre los obispos y el presidente Juan Manuel Santos, donde se dialogaría sobre asuntos cruciales como el desarro-llo y la paz: ¿cómo va y hacia dónde va? De igual forma, había gran expectativa por la promulgación de un decreto para la protección de los menores, que sería aprobado antes de concluir la Asamblea.

ÓSCAR ELIZALDE. BOGOTÁ

proyectar la fe’. Para el Episcopado, son momentos muy importantes de estudio y profundización teológica y pastoral, y cada uno merece su tiempo y su espacio”.

Primer anuncioPara los casi 90 obispos que participaron

en este espacio de comunión y colegialidad, la 94ª Asamblea representó una oportu-nidad privilegiada para indagar sobre la naturaleza y la pedagogía de la transmisión de la fe, considerando el camino recorrido y, particularmente, los retos que plantea hoy la sociedad, desde donde surgen nue-vas preguntas en torno al primer anuncio y a la transmisión de la fe.

En este sentido, el P. Francisco Mejía, director de los departamentos de Cateque-sis y Doctrina y animación bíblica de la Conferencia Episcopal, comentó que “el mundo ha cambiado, la familia ha cambia-do y todas estas circunstancias se nos van imponiendo. Por eso nos preguntamos:

¿cómo hacer un proceso que no simplemente nos lleve a tener

gente catequizada, sino también a tener gente evangelizada?”.

Monseñor Falla recordó que “la propuesta del Santo Padre de cen-

trarnos en la fe, en lo que real-mente creemos, nos ha invitado

a considerar que nunca tene-mos que perder de vista que

la evangelización, para que

La Iglesia colombiana quiere “encender la llama de la fe”La iniciación cristiana, eje de la reflexión del Episcopado durante su 94ª Plenaria J. Daniel Falla, secretario de la CEC

Los obispos invitan a

avivar el fuego de la fe

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La millonaria venta de un emblemáti-co teatro de Montevideo a la Iglesia pentecostal Dios es Amor ha desatado

una enorme polémica en Uruguay. Hasta el punto de que el Estado está postulando nuevas normas para supervisar el origen de los fondos que manejan las diferentes instituciones religiosas en el país, incluida la Iglesia católica.

El subdirector de Rentas de Uruguay, Álvaro Romano, confirmó que –de aprobarse– las nue-vas exigencias incluirán la presentación de libros con los movimientos de fondos y la verificación sobre su origen para iglesias y organizaciones no gubernamentales. Y explicó que la nueva normativa solo buscará detectar movimien-tos irregulares de dinero y no afectará la disposición consti-tucional por la que los templos consagrados al culto religioso están exentos de impuestos. Hasta ahora, estas institucio-nes debían estar registradas, pero no se exigía que presen-tasen sus registros contables.

Aunque la Conferencia Epis-copal de Uruguay aún no se ha reunido para evaluar el alcance de la medida, hasta el momento, los obispos no manifestaron preocupación ni efectuaron consultas a las autoridades impositivas. De aprobarse la normativa, las donaciones que recibe la Igle-sia católica provenientes de organismos de cooperación internacional deberán documentarse y ser presentadas al fisco uruguayo.

Mientras tanto, algunos de los integran-tes de la Asociación Uruguaya de Educación Católica (AUDEC) –que todavía no analizó formalmente el tema– manifestaron a Vida Nueva que los controles son bienvenidos porque implican “más garantías” a sus

actividades, aunque reconocen que de-mandará tiempo y trabajo presentar la do-cumentación requerida. Las instituciones educativas en Uruguay, sean confesionales o laicas, están exoneradas de algunos im-puestos nacionales como subvención por sus servicios.

Según adelantaron las autoridades de la Secretaría Nacional Antilavado de Activos, la iniciativa legal abarcará a organizacio-

nes que manejan grandes volúmenes de dinero, por lo que quedarán fuera de las nuevas exigencias las asociaciones civiles más pequeñas, aunque aún no se conocen las cantidades por debajo de las cuales no habrá exigencias. Como explicó el respon-sable de la Secretaría, Carlos Díaz, “acá el gran problema es el lavado”. De ahí que el objetivo principal sea combatir los posibles

casos de existencia de bienes opacos por parte de entidades que manejen grandes volúmenes de dinero. “Nosotros vamos a respetar la libertad de culto, pero, a esta altura y con lo que ocurre en el mundo en materia de lavado de activos, es claro que hay que hacer una ley”, remachó, en declaraciones al diario local El País. Como informábamos, el anunciado proyecto gubernamental surgió tras la venta del Teatro Cine Plaza, un clásico edificio en el centro de Montevideo, a esa Iglesia pentecostal. La operación, estimada en unos cuatro millones de dólares, provocó la movilización de personalidades de la cultura y de ciudadanos comunes, que firmaron una petición para que las autori-dades locales expropiaran el edificio y así se evitara la pérdida de un bien cultural a manos del grupo religioso.

Varios interrogantesSi bien el funcionario de Rentas confir-

mó que el dinero de la compra del teatro provino del exterior e ingresó en Uruguay por el sistema formal de la economía, me-diante una transferencia bancaria, la venta generó varios interrogantes: el origen de las donaciones, su destino y las activida-des de grupos religiosos como la Iglesia pentecostal Dios es Amor.

En la última década, ya fueron varias las salas de cine adquiridas en Uruguay por esa agrupación religiosa, y también se sabe que son millonarias las inversiones en el país de la Iglesia Universal del Reino de Dios, de origen brasileño. Finalmente, todo ese cúmulo de movimientos de dinero terminó motivando el anuncio del orga-nismo especializado en lavado de activos de legislar para que las organizaciones sociales, incluida la Iglesia católica, rindan cuentas de los fondos que manejan.

Las nuevas Iglesias pentecostales, surgi-das en los años 60, ingresaron con fuerza en Uruguay a partir de la década de los 90. Hoy tienen gran presencia mediática y han captado un público cada vez más masivo.

PILAR TEIJEIRO BOVE. MONTEVIDEO

Control sobre la fiscalidad de las IglesiasEl Gobierno uruguayo revisará por ley el origen de sus fondos, tras la compra de grandes inmuebles por los pentecostales

El Teatro Cine Plaza, recién vendido

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▶CON ACENTO

Sobre la dimisión del papa Benedicto XVI

A pocos días de la dimisión del Papa Benedicto XVI podemos escuchar inter-

pretaciones de todos los colo-res y sabores, algunas atinadas y otras alejadas de la posible realidad. Pero si este hecho provoca reacción, se debe al valor y a la trascendencia que tiene la vida, la presencia y las opciones de una persona con tanta riqueza humana, psicológica, espiritual y con grande cultura y capacidad de traducirla a los hombres, cris-tianos o no, de nuestro tiempo; se debe también a su valentía para proponer el Evangelio en una sociedad relativista, en la depuración de elementos que empañaban la transparencia evangélica en la curia; a su sen-sibilidad no solo por la verdad sino también por la relación de ésta con la caridad, relación que hace evidente también en

su reciente mensaje de Cuares-ma. Se oye decir, por parte de los más críticos, que la postura del Papa Benedicto XVI estaba más encaminada a conservar la doctrina. Pero no podemos negar que fue un hombre leal y coherente con su propio pensa-miento y con un profundo amor a la Iglesia. Reconocemos su trabajo callado y efectivo y en el diálogo con otras religiones. Los matices de luces y sombras de los comentarios que he leí-do y escuchado, son ricamente valiosos, provocan nuestra re-fl exión, y despiertan también sentimientos, convicciones y anhelos.

Después de leer la noticia, surgieron muchos sentimientos en mí, y empecé a hacer algu-nas lecturas de este aconteci-miento. Me sentí sorprendida y conmovida, y le di gracias a Dios por la vida entregada del

Papa Benedicto XVI, por todo lo que supongo que le implicó este servicio y que sólo Dios y él saben. Sabemos que en la historia de la Iglesia, por dife-rentes motivos, varios Papas han dimitido y que este hecho forma parte de la tradición ecle-sial, pero ciertamente no es algo muy común.

Se me vino al corazón, muy vivo, el breve encuentro per-sonal que tuvimos con él en San Pedro, cuando acompañé al Hno. Paolo Petry, entonces presidente de la CLAR, a la audiencia semanal; tuvimos la oportunidad de estar frente a él, como frente a un padre y amigo. Este encuentro se gra-vó en mi corazón como mirada profunda y cercana, gesto de calidez humana al tomarnos las manos, y a pesar de que fueron sólo unos minutos, su presen-cia fue pausada y sin prisas, de escucha atenta y agradecida ante el saludo que le dimos por parte de toda la Vida Religiosa de Latinoamérica y del Caribe. Después de hacernos varias preguntas coloquiales, su pa-labra fi nal fue una bendición

para toda la Vida Religiosa de nuestro Continente.

Mi comentario es uno más, iluminado por el de varias her-manas y hermanos con quienes comparto la misma vocación.

¿Qué siento? Admiración, incertidumbre,

confi anza, esperanza… en que a través de este acontecimiento enmarcado en el Año de la Fe, la fe de todos los que formamos la Iglesia se renueve y nos haga volver a lo esencial: amar y ser-vir al estilo de Jesús.

Dolor, al recordar aconteci-mientos difíciles a los que como Iglesia nos hemos enfrentado, sobre todo, por aquellos de los que hemos sido tristemente res-ponsables. Dolor asumido por el Papa Benedicto XVI con for-taleza, con un talante humilde, con reconocimiento del límite y muchas veces resistiendo con la fortaleza del Espíritu la hostili-dad, las presiones de algunos de fuera o del mismo seno de la Iglesia y la impotencia para consolar y dar respuesta al dolor de tantas víctimas que siguen pidiendo justicia.

Gratitud inmensa por los años en que nos acompañó como Vi-cario de Pedro, conduciendo la barca de la Iglesia, en medio de la tempestad de estos tiempos recios, pero confi ado en que Jesús siempre va en ella.

¿Qué leo?Un acto de cierta frescura que

habla de apertura y capacidad de estar en la historia actual. Es un mensaje y testimonio posi-tivo y de sensatez.

MERCEDES CASAS SÁNCHEZPRESIDENTA DE LA CLAR

No podemos negar que fue un hombre leal y coherente con su propio pensamiento, con un profundo amor a la Iglesia

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Todas y todos anhelamos una Iglesia más abierta al mundo y a sus problemas concretos

Un acto de sabiduría que per-mite discernir, con los pies en la tierra, lo que se puede y hasta dónde se puede seguir dando un servicio.

Un acto de desapego... la Igle-sia no es suya, ni el cargo, ni el servicio que presta. La concien-cia de que la obra es mayor que él, que no depende de él, que no muere sin él. “La Iglesia sigue”, lo he escuchado en estos días… La libertad interior para “saber dejar, saber despedirse en el momento adecuado”.

Un acto de confianza y espe-ranza de que el Espíritu sabrá suscitar a alguien con las fuer-zas, creatividad y audacia que en él ve disminuidas, alguien con nueva vitalidad y visión; de reconocer que la fragilidad propia de su edad le impedirá desempeñar su ministerio papal en plenitud; de constatar que le toca a otros llevar la barca de la Iglesia con nuevos bríos, con sangre nueva, para responder a los desafíos que el contexto actual nos presenta.

Un acto de autenticidad y responsabilidad en el que considera que el servicio a la Iglesia es mayor que él, y que lo ha vivido como “trabajador

humilde y sencillo de la viña del Señor”, como lo dijo al inicio de su Pontificado, sin aferrarse al poder y al prestigio, sino bus-cando lo mejor para su amada Iglesia.

Una valoración de la obra que se le ha encomendado: la Iglesia es primero. En el caminar ecle-sial, más allá de las funciones y cargos eclesiales, la misión de anunciar el Reino es lo prime-ro y esencial (o debería serlo). Por ello, la dimisión del Papa Benedicto XVI nos recuerda que la misión es lo esencial.

Un posible inicio de libera-ción de estructuras y actitudes desfasadas que tenemos como Institución eclesial.

¿Qué me sorprende?Su LIBERTAD ante el poder y

el qué dirán, en medio de una cultura que oprime y que da culto a la imagen.

Su SABIDURÍA para saber dejar, cuando nos encanta afe-

rrarnos tanto a nuestros cargos, obras, servicios.

Su DOCILIDAD al ESPÍRITU que no puede proceder sino de una intensa vida de intimidad orante y dinámica que lo lleva a discernir con grande libertad, ante un mundo en el que pro-cedemos muchas veces guiados sólo por criterios humanos, y algunas veces por otros espí-ritus que no construyen Reino.

Su HUMILDAD para reconocer sus límites con serenidad y sin dramatizaciones, en medio de una cultura que promueve la omnipotencia, que sueña con lo ilimitado, que vive el sinsen-tido cuando se enfrenta ante la dificultad, la enfermedad, la muerte.

Su VALOR para romper con una tradición fortalecida por siglos.

ConclusiónLa dimisión tal vez no resuelve

todas las posturas o actitudes faltas de Evangelio que están presentes en nuestra Iglesia uni-versal, particular, local, en todas y todos los que somos Iglesia; pero sí nos ofrece un aconteci-miento que es importante tener en cuenta frente al nuevo perfil

del Vicario de Pedro. Algunos perciben un cónclave dividido en posturas y sin duda alguna en luchas de poder.

Se dice que los candidatos conservadores y europeos tie-nen muchas más oportunidades al estar mejor representados y también porque son mayores en el número.

Ciertamente estas realidades humanas estarán presentes en medio de nuestra Iglesia, pero tenemos la plena confianza en que está más presente la fuerza del Espíritu Santo que “hace nuevas todas las cosas”, y quien continuará actuando en la his-toria, para que su Iglesia siga siendo la barca de la fe, pilo-teada por Jesús, pero a través de instrumentos, como Pedro, con distintas mentalidades y procesos de madurez.

Seguirá por lo tanto enfren-tándose a los movimientos de las aguas, a los Tiempos Recios, pero con la puerta abierta para acoger, acompañar y ofrecer mi-sericordia y compasión a quie-nes estén dispuestos a subir a ella, sin discriminación alguna.

Todas y todos anhelamos una Iglesia más abierta al mundo y a sus problemas concretos, y en este sentido podemos en-tender la Nueva Evangelización propuesta por el último Sínodo.

El Papa Benedicto XVI nos da una orientación fundamental para enfrentar esta nueva etapa en la vida de la Iglesia que se abrirá con la elección del nue-vo Papa: “Se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios resulta de nuevo visible al mundo”.

Que esta dimisión del Papa Benedicto XVI pueda orientar, con la asistencia del Espíritu, una nueva práctica en el cón-clave papal.

¡Gracias Papa Benedicto XVI!

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El franciscano Leonardo Ulrich Stei-ner es secretario general de la Confe-rencia Episcopal Brasileña y obispo

auxiliar de Brasilia. Desde Roma, donde participó en el reciente congreso Ecclesia in America, que conmemora el 15º aniversario del Sínodo de Obispos para América, ana-liza la experiencia de este encuentro y los retos que afronta la Iglesia de su país. Entre ellos, destacan los problemas sociales, el desafío de las sectas evangélicas y la orga-nización de la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en julio en Río de Janeiro. Steiner asegura que el Papa le confirmó que acudirá a esta cita.

¿Cómo ha sido su experiencia en este congreso conmemorativo?

Ha ayudado a revivir el documento postsinodal Ecclesia in America, que ya abordaba puntos importantes de la nueva evangelización que fueron profundizados en el Documento de Aparecida, como la necesidad de volver a nuestras raíces y al encuentro con Jesucristo. También re-cordaba la importancia de la Palabra de Dios y transmitía diversos elementos de realidades sociales de América. Hay que retomar este documento y recordar los puntos importantes que Aparecida proyec-ta a nuestra Iglesia en el futuro. Entre los temas tratados está la cuestión del medio ambiente, vital para nosotros. No se trata solo de defender la obra creada; también de la relación que se establece con la na-turaleza. El congreso, además, ha servido para mostrar elementos importantes de la evangelización en el continente, como la figura de Nuestra Señora de Guadalupe. También ha sido un momento importante para conocer las experiencias de las igle-sias particulares.

¿Ha sido como un pequeño Sínodo de América Latina?

Sí. Es también un momento para encon-trarnos con muchos laicos y con repre-sentantes de la Vida Consagrada. Entre todos ayudan a que tengamos una visión más amplia de la realidad de la Iglesia americana. Tal vez se podría pensar en contar con más laicos ligados a las diversas pastorales en un próximo congreso.

“Amor en movimiento”¿Trataron la cuestión indígena?Sí, y hoy es peor que en años pasados.

En Brasil, la exploración de los mineros en las tierras indígenas avanza, al igual que la deforestación. Hay pequeños grupos de pueblos en América Latina que aún no tienen contacto con el hombre blanco. Con la deforestación, cada vez tienen una vida y un espacio más reducido. Otra cuestión difícil es la inmigración. Tenemos cada vez más problemas. Basta con ver lo que sucede en México. La Iglesia afronta es-tas cuestiones yendo a su raíz, que es el sentido de la existencia humana. Cuan-do no se comprende la raíz, los valores empiezan a ser deficientes y a no tener sentido. La labor caritativa de la Iglesia hay que entenderla como un amor en mo-vimiento. Las iglesias de América Latina han de buscar un necesario diálogo con los gobiernos para afrontar cuestiones como el narcotráfico, la emigración o los

indígenas. Nuestra tarea no es promulgar leyes, pero podemos ayudar a la reflexión y a crear lugares de diálogo donde esas leyes sean discutidas para que busquen soluciones a estas realidades.

Brasil está experimentando un gran crecimiento económico, que ha hecho que disminuya el número de pobres. ¿Ha traído el desarrollo también más justicia social?

Existe crecimiento económico y un buen número de brasileños ha dejado la franja de la pobreza extrema, pero eso no significa que las infraestructuras hayan mejorado lo suficiente. Pienso especialmente en el tratamiento de las aguas de saneamiento. En nuestras grandes favelas y periferias hace falta todavía mucho. Lo mismo ocurre con el sistema educativo. Debe crecer mu-cho para que todos tengan la oportunidad de estudiar. La población más pobre es la indígena, y sufre por la cuestión de la sanidad y de la defensa de sus derechos. La Iglesia defiende que estos pueblos tengan su propia voz. Muchas veces, como Iglesia, les prestamos la nuestra. Un elemento que está casi fuera de control es la violencia. Su aumento muestra un desequilibrio so-cial grande.

¿Cuando habló en Roma con el Papa, le confirmó si irá a Brasil para participar en la JMJ?

Le agradecí al Papa el envío de la cruz de la JMJ a Brasil y le dije que está hacien-do milagros. Él sonrió y dijo: “¿Ah, sí?”.

▶ENtrEvista

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SECRETARIO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL BRASILEÑA STEINER

Leonardo Ulrich

Hay que confiar a los laicos la misión de dar a conocer la Palabra

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También le comenté que era bienvenido en Brasil y que le estábamos esperando. Me respondió: “Sí, sí, estaremos”.

¿Cómo van los preparativos de esa im-portante cita evangelizadora?

Las diócesis están trabajando a todo vapor preparando los eventos para las jornadas y la atención a los jóvenes. La Ar-chidiócesis de Río, colaborando con todas las instituciones, está haciendo un esfuerzo muy grande. Esperamos recibir bien al Santo Padre y a todos los peregrinos.

Un gran número de católicos brasileños se pasa cada año a las sectas evangélicas. ¿Cómo vive este fenómeno el Episcopado?

Es un fenómeno mundial. En Brasil se ve más porque teníamos un porcentaje muy grande de personas que se declaraban católicas. Pero el número de participación de los católicos en la vida sacramental siempre fue muy bajo. Este fenómeno también se da en otros países. En cual-quier caso, lo que más crece en Brasil es el número de personas que dice no tener re-ligión. Hoy son el 8%. Hay muchas p e r s o n as q ue abandonaron la Iglesia católica u otras Iglesias his-tóricas y comenza-ron a participar en los cultos de otras comunidades reli-giosas, como la lla-mada Asamblea de Dios. No sé si po-demos llamarlas “iglesias”. Estas personas pasan de una comunidad a otra. También los hay que retornan a la Iglesia cató-lica. Nosotros ne-cesitamos ser más evangelizadores, más misioneros. A los que han deja-do nuestra Iglesia, debemos mostrarles la grandeza de nuestra fe, del Evangelio, de nuestros feligreses…Eso atrae a las personas. También debemos dar a la Palabra de Dios el lugar que se me-rece, como ocurría en la Iglesia primitiva.

¿Qué es lo que se puede aprender de estas comunidades?

Dos elementos fundamentales: vivir la Palabra de Dios y el espíritu misionero. La Palabra es el alimento de la vida de la Iglesia, de la comunidad y de la familia. Hay que confi ar a los laicos la misión de dar a conocer la Palabra de Dios en las pequeñas comunidades. Conozco algunas que durante años no recibieron la visita de un sacerdote, pero estaban vivas porque conocían y hablaban sobre la Palabra. Otro elemento es el espíritu misionero, no en el sentido de reconquistar el terreno perdido, sino de ser anunciadores de esta buena noticia. Estamos aprendiendo de ellos ese deseo de mostrar a Jesucristo.

Evangelio encarnado¿Es América Latina, y en particular Bra-

sil, una vanguardia pastoral?En América Latina debemos mucho a

Pablo VI. Cuando nos visitó, nos regaló la Evangelii Nuntiandi, que abrió a Amé-rica Latina a la necesidad de un Evangelio encarnado, que, como dice la Gaudium

et Spes, actúe en las realidades y esté presente en el mundo. Los textos de las conferencias episcopales y del Consejo Episcopal Latinoamericano se inspiran en el Vaticano II y, es-pecialmente, en la Evangelii Nuntian-di. Si hoy tenemos el texto de Apareci-da, que es una ex-presión de nuestras búsquedas, se debe a esa fuente. Cuan-do participaron en el Vaticano II, los obispos brasileños ya votaron un plan pastoral. En Brasil, como en otros paí-ses latinoamerica-nos, aquellos años

fueron muy difíciles por la dictadura, pero la Iglesia trató de ser un testimonio del Evangelio, luchando por los derechos y la justicia. Si hemos llegado a dar estos espacios se debe también al Espíritu, que nos ayuda a comprender el momento.

TEXTO Y FOTOS: DARÍO MENOR

Esa mañana del lunes, la noticia de la renuncia de Benedicto XVI me llegó a través de mi

celular. Como a todos, me tomó totalmente por sorpresa y corrí a informarme en los medios electrónicos. Poco a poco, la sorpresa fue dando paso a una gratitud inmensa. Un afecto muy especial me une a Benedicto XVI, más allá del respeto y veneración que, como católica, tengo hacia la � gura del Papa. Para mí, Benedicto XVI ha sido verdaderamente un padre y, para desconcierto de quienes decían y dicen que no es capaz de tocar el corazón como Juan Pablo II, ocupa un lugar privilegiado en el mío. Quizá es porque su elección como pontí� ce coincidió con el � n de mis estudios y el inicio de mi vida profesional como investigadora, lo cual me llamaba a veri� car de forma especial que la razón y la fe caminan unidas, como nos reclama incansablemente. O tal vez porque me encuentro también en una etapa más adulta, en la que se vuelve urgente estar frente a una presencia excepcional como la suya, portadora de aquella excepcionalidad propia de Cristo, que rompa la inevitable cerrazón que viene con la edad y el in� ujo de la mentalidad en la que estamos inmersos. Recuerdo que ante las tormentas reales y mediáticas que han sacudido a la Iglesia en estos años, mi primera reacción era siempre defensiva, como quien se encuentra bajo ataque. Mirar a Benedicto XVI enfrentarlas con humildad y realismo, juzgando todo suceso como un reclamo a nuestra propia conversión, me devolvía a una posición más humana. Y esto es precisamente el cristianismo: no una doctrina, sino una Presencia que desafía totalmente nuestra razón y nuestro afecto para que podamos recuperarnos a nosotros mismos continuamente y caminar hacia nuestra plenitud. Su renuncia no es cálculo ni abandono sino, como a� rma Julián Carrón, presidente de la fraternidad de Comunión y Liberación, un “gesto extremo de paternidad, realizado por amor a sus hijos”. Por todo esto, gracias Benedicto XVI. Gracias Padre

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“VENTANA ABIERTA”

LAURA JUÁ[email protected]

¡Gracias Padre!

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▶Cultura

Se erigió como padre, hijo, her-mano de todos aquellos que, como él, apreciaban la belleza en la sencillez inescrutable de las cosas.

Pronto sintió la presencia de la muerte, fiel compañera que lo fue acechando poco a poco… le fue arrebatando lozanía y des-pués le cayó como un velo sobre

los ojos. “Supe de ti, muerte, un día/ cuando en mis manos abriste/ la grave dulzura triste/ de un recuerdo que nacía…”

Una compañera de sillón Ahí estaba ya la conciencia de

lo que mucho tiempo después se convertiría en una certeza, la cercana presencia en el día

a día: “la muerte es una com-pañera que está sentada en el brazo del sillón, mordiéndome lentamente, lo poco que me queda libre. La veo sin temor ni emoción, me parece comple-tamente natural. La muerte es la desaparición normal de uno, mientras que la vejez es irse disolviendo de la manera más dolorosa y fea.” Quizá por eso buscaba la persistencia de la imagen amada: “Amiga a la que amo: no envejezcas. / Que se detenga el tiempo sin tocarte...”

Y precisamente, según de-claró en alguna ocasión: “Las mujeres fueron la fuerza de mi vida…”, es en torno a la figura femenina que su inspiración cre-ce, desborda, plena de amores imposibles y distantes, terre-nales y etéreos. “¿Y por qué estamos −increíblemente−/ próximos, en la ausencia;/ lejos, estando juntos?” se pregunta el poeta, por qué la distancia impasible cercando el instante fugaz del amor. “Por qué este amor nos liga –dulcemente-/ cuando libre nos deja, y nos li-bera/ -¡ay, tan amargamente!- al sujetarnos.” Es la imposibilidad perpetua de ser amante y ama-do, la que revitaliza una y otra vez la necesidad de los amantes. Y deja entrever la renuncia de la entrega: “Que no sea mi amor amurallada/ cárcel, ni vaso que recibe,/ sino un cristal transi-do,/ un cauce tierno,/ el portal de un camino.”

Conocedor de la métrica más precisa, traductor de los anti-guos doctos, su poesía trama no sólo en la estructura, sino en la esencia el ritmo de lo clásico y el paso cotidiano de la vida. Adivinó desde siempre una gran verdad: “El amor y la

“La vida y la muerte son, de otro modo, lo mismo”La obra de Rubén Bonifaz es siempre enmarcada por el tiempo, la muerte, la soledad y el amor. El poeta fue amante de los clásicos

Un poeta que se sujetó por placer a las formas gramaticales y siguió puntillosamente el estudio de la lengua

▶Cultura

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A lo largo de la poesía de Rubén Bonifaz Nuño, un lector puede sorprender-

se con la multitud de imágenes y temas que la componen, pero más aún de la habilidad del au-tor para transformarse en cada una de sus etapas. Cada libro que nos brinda es, sin duda, la puerta de un mundo nuevo; el poeta parece renovarse y apa-recer cada vez ante nosotros como la caja de Pandora aún sellada, pero con todos sus de-monios sueltos. Nunca tenemos al mismo hombre frente a noso-tros, siempre transfigurándose, cambiando de piel, cumpliendo con el rito del Fénix: siempre cíclico e interminable.

Si bien es cierta esta mu-tabilidad del poeta, es cierto también que como el Fénix es cíclico, su obra no puede sal-varse de un “eterno retorno”. Existen diversos temas que nun-ca abandonan a Bonifaz Nuño y que renacen con él, en menor o mayor dimensión: el tiempo, la muerte, la soledad, el amor, etc.

No fue un poeta cualquiera. Amante de los clásicos, su ju-ventud se forjó entre los más insignes sabios. Romanos y griegos por igual nutrieron su inquietud por el vasto universo de las letras. Se convirtió en maestro, de esos que guían con sabiduría y bondad. Y aún más allá. Fue un hombre de leyes que se sujetó por placer a las formas gramaticales y siguió puntillosamente el estudio de la lengua, para saber expresar ge-nerosamente con palabras todo aquello que gestaba su alma y así verterlo puro y transparente, despojándose de sí para darse al mundo: «me lo enseñaron/ hace mucho tiempo, “tú” y “yo”, y no sólo,/ sino “él” y “tú” y “yo”, rectamente/ podemos lla-marnos así: primera/ persona, plural: “nosotros”. Es fácil.» Era un filántropo. Se rodeó siem-pre de verdaderos amigos que otrora fueran sus discípulos.

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muerte juntos/ caminan corazón adentro; / mueven, desordenan, destruyen...” El caos, la destruc-ción en el sentido de abrir paso al hombre nuevo y morir al hom-bre viejo, la muerte necesaria que dará paso a la resurrección. “Hoy, cuando vengas, naceré de nuevo”. Este nacimiento queda marcado por un solo momento en el que se pierde y se recupera casi simultáneamente la exis-tencia. Transitamos a lo largo de su obra siendo partícipes del milagro de la creación, y, aunque el poeta canta sobre lo que él considera sus propias rui-nas: “Sordo, encanecido,/ una ofi cina soy, un sueldo;/ veinte mil pesos en escombros/ y un volkswagen, y la nostalgia/ de lo que no tuve, y el insomnio,/ y cáscaras de años devaluados…”, es posible asistir a la recons-trucción de la esperanza, la con-fi anza y la fe que acompañarían al autor a lo largo de su vida, una confi anza ingenua y plena, como de niño, un corazón noble y sencillo; el afán generoso de entregarse al servicio: “Sólo es verdadero lo que hacemos/ para compartirnos con los otros…”

Y en ese contexto, don Rubén nos invita a salir de la rutina, a mirar con nuevos ojos e inten-tar considerarla un verdadero acto poético. Cada lugar puede convertirse entonces, en el sitio idóneo para la dádiva: “Desde la tristeza que se desploma,/ desde mi dolor que me can-sa,/ desde mi ofi cina,/ desde mi cuarto revuelto,/ desde mis cobijas de hombre solo,/ desde este papel, tiendo la mano.” Y no se conforma con eso, alza su voz en una suerte de bien-aventuranzas que abrazan a los que, en apariencia, son débiles: “para los que quieren mover el mundo/ con su corazón solita-rio,/ los que por las calles se fatigan/ caminando, claros de pensamientos;/ para los que pi-san sus fracasos y siguen;/ para los que sufren a conciencia/ por-

duda, guarda la esperanza de que “quizá alguna vez, al dejar el sueño,/ veremos tranquilos hombres mirándose/ unos en los otros. Seres humanos/ distintos de máquinas y de bestias./ Se-rios buscadores de caminos.”

Bonifaz Nuño nunca se confor-mó con sobrevivir, al contrario, vi-vió en plenitud y lucidez de alma y mente en un mundo caótico que poco tiene que ver ya con el uni-verso lógico de los clásicos y la cultura prehispánica que tanto amaba. Nos deja su legado huma-nístico, las traducciones, versos y la fi delidad a las letras. La muerte lo visitó incontables ocasiones, en la soledad, el amor, la vejez, la ceguera, el olvido… Marchó, por fi n, el poeta, una tarde lím-pida de enero, suave y dulce, a su renacer tranquilo. Posó su tímida presencia en el umbral de tu morada, y en la penum-bra la reconociste, ¡ay, Rubén, querido!: “A ciegas la sentías/ y la esperabas, sin decirle nada;/ a ciegas sin llamarla…/ Ella es-tuvo contigo, corazón;/ vino, y llamó a tus puertas,/ como a las de su casa, y tú le abriste.”

IRIDIANA ISLAS GARCÍA

que no serán consolados,/ los que no tendrán, los que pueden escucharme;/ para los que están armados, escribo…”

Vida en plenitud y lucidez-Como un revolucionario, invita a la sublevación, a la inconfor-midad, a levantar la voz contra la injusticia: “Mientras me que-den rabia y voz y aliento,/ nadie podrá decir que sufre/ sin que yo grite, al menos, que no es justo.” Le indigna la profunda indiferencia de los hombres y se pregunta: “¿Qué es lo que se hace, que está pasando/ con el corazón de los hombres?/ ¿Dón-de están aquellos, los orgullo-sos/ que llevaban libres como antorchas,/ igual que banderas en un incendio,/ su pasión, su sangre, su desventura?”

“Trabajo tuyo y mío/ es abrir las ventanas, las opacas/ pa-redes, asomarnos a las cosas,/ y no quedar en paz, no ser fe-lices/ mientras haya tristeza, mientras haya/ algo que no esté hecho, mientras llore/ sentado en una calle, entre las gentes,/ un perro abandonado.” Esa es la consigna de un hombre que, sin

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“LA TIERRA BALDÍA”

JAIME SEPTIÉN

“LA TIERRA BALDÍA”

Uno que cree

El resumen de la Introducción al cristianismo de Joseph

Ratzinger es muy simple: la fe cristiana es una fe que cree en alguien, no en algo. Y que ese alguien está presente de manera constante en nuestra vida.Lo digo de forma muy burda. Pero es la que me explica, en el fondo, no solamente la belleza y la actualidad de la fe que compartimos mil 200 millones de seres humanos, sino el acto mismo de la renuncia de Benedicto XVI al ministerio de Pedro.Coherencia es la palabra. En cientos, miles de páginas, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI ha bordado alrededor de esta noción fundamental: el cristiano está adherido a la persona de Cristo. Con la fe y con la razón. Y es esta adhesión la que salva. ¿Abandona la barca a medio mar? Para nada. Su renuncia es expresión de la mayor aceptación al servicio que fue llamado en abril de 2005. Que viene de mucho tiempo atrás.Cuando sorteaba los obuses de la artillería aliada, en los campos bávaros, bajo las estrellas y los cañones de la Segunda Guerra Mundial. Viene de ese horror indescriptible. En la noche del alma. Como el célebre relámpago que se abatió sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro el pasado 11 de febrero.La luz de la salvación le vino de mirar a los ojos al Amor.Y desde entonces la lúcida piedad ha sido su divisa. Imposible si no creyera en alguien: en Jesús.

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MISAAlgunas respuestasa muchas de tus preguntassobre el sentido de la Eucaristía.

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▶Cultura

La película Los Miserables es la versión fílmica de la obra de teatro musical, ins-

pirada a su vez en la novela de Víctor Hugo. Ésta es su novela más llevada al cine desde 1907. Cuentan que a Víctor Hugo no le disgustaba que sus obras inspi-raran ya bastantes óperas o que sus poemas fueran musicaliza-dos. Vale el dato para los que creyeran que el comprometido escritor se pudiera ofender por otra versión musical de su litera-tura, cuando él mismo lo sentía como parte de su aporte. Ahora el cine trata de acercarnos a un musical que se ha mantenido en cartelera en Londres desde 1985; que ha sido llevado a 38 países, en 22 idiomas, y que en México duró en el escenario casi dos años (2002-2004), como ningu-na otra obra. El éxito quizás esté en el espíritu de sus personajes, los ideales de cambio social y de esperanza, y en la fuerza de su música y sus canciones. Éste puede ser el hilo conductor para ver y sentir la obra musical, se-guir sus canciones, ayudados por los planos cercanos y de con-junto que nos ofrece la película.

Los Miserables es una historia de redención, de apuesta por lo mejor de cada ser humano, de esperanza por alcanzar una vida

La música juega un papel muy importante en la vivencia de

nuestra religiosidad. Se han escrito canciones especiales para conme-morar la aparición de la Virgen, con motivo de las visitas pastorales del Santo Padre, y qué decir de otras composiciones que se crean a partir de canciones populares. Y precisamente en esa búsqueda de nuevas formas de expresar la fe, de la novedad que sorprenda gratamen-te al creyente, es la que ha llevado a lo que podría considerarse un re-

mejor para todos. Su personaje principal, Jean Valjean, es un ex convicto que ha pasado 19 años en prisión por robar un pan y luego tratar de escapar. La impresionante escena inicial de la película nos pone junto a aquellos que serán protagonis-tas -de diversos modos- en toda la obra: los miserables, es decir, los desamparados, los exclui-dos, los esclavizados. Cuando

surgimiento del canto gregoriano. Durante siglos se ha considerado al canto gregoriano como una ex-presión de religiosidad, como la elevación de una plegaria. A partir de su aparición, marcó una pauta importante no sólo dentro de las celebraciones litúrgicas, sino de la música en general. Y ahora reaparece, en pleno siglo XXI, con ciertas variantes. Desde hace algún tiempo han surgido di-versos grupos de sacerdotes católi-cos, protagonistas de un fenómeno

Valjean es puesto en libertad condicionada, encuentra que no es verdaderamente libre en una sociedad así que crea pobreza y exclusión. Pero cuando el Obis-po de Digne no sólo lo perdona sino le regala más, Valjean des-cubre qué es ser libre: practicar misericordia ante el miserable. Y emprende el difícil camino de vivirlo, siempre perseguido por Javert, el representante oficial

llamado “gregoriano pop”. Irlanda (The Priests), Francia (Les Pretres) y más recientemente Alemania con Die Priester colocan en la escena musical este nuevo proyecto, fresco y renovado para las nuevas gene-raciones. Podemos escuchar piezas clásicas como el Ave María, Veni Redemptor Gentium, Agnus Dei, Salve Regina, etc. que conservan la esencia del

de la ley, de la condena, del or-den sin misericordia.

Ayudar a Fantine, la prosti-tuta en desgracia, adoptar a la pequeña Cosette huérfana, apoyar a Marius y los jóvenes revolucionarios, perdonar la vida a Javert, serán parte de esta misión de Valjean; misión a contracorriente, en la persecu-ción, el desprendimiento, la mi-sericordia. Y todavía más, en el conflicto interior de no saber si ésa es la verdadera libertad que la gracia del perdón cristiano le ha regalado: “¿Quién soy yo? Mi alma pertenece a Dios pues Él me dio esperanza cuando ya no la tenía, me dio fuerzas para seguir adelante; pero al mismo tiempo soy Jean Valjean y soy el 24601”. El proceso interior y social de Valjean tiene mucho de aceptación de la fe y la gracia, como liberación que se encarna en amor a los demás, tal como lo transmite san Pablo (ver Gá-latas, cap. 5).

Practicar el amor solidario, apostar en esperanza por rom-per el yugo de toda opresión, “es la música de un pueblo que no volverá a ser esclavo”, que se abre al mañana, que despierta a una vida nueva, que ve el rostro de Dios.

Luis García OrsO

género, la letra en latín, y que in-tegran acertadamente sonidos del pop-rock que le añaden el toque que lo ha hecho tan popular. Con tantos detractores como seguidores, vale la pena darse la oportunidad de conocer lo que, de alguna manera, es manifestación de la evolución (necesaria) que ha sufrido nuestra Iglesia en los últimos años.

iridiana isLas

Libertad interior

El resurgimiento de lo clásico

CINE LOS MISERABLES

MÚSICA

▶CulturaTÍTULO ORIGINAL: Los miserables· DIRECCIÓN: Tom Hooper· GUIÓN: William Nicholson· FOTOGRAFÍA: Danny Cohen · MÚSICA: Claude-Michel Schönberg· PRODUCCIÓN: Danny Cohen · INTÉRPRETES: Anne Hathaway, Amanda Seyfriend, Russell Crowe, Hugh Jackman, Helena Bonham, Sacha Baron, BarIgnacio Guirado, Aaron Tveit, Colm Wilkinson, George Blagden, Hadley Fraser, Kerry Ingram

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▶CULTURA

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LIBROS DOCTRINA SOCIAL

DESAFÍOS SOCIALES A LA LUZ DEL EVANGELIO. APUNTES Y ACTIVIDADES PARA EL ESTUDIO Y EL COMPROMISO INDIVIDUAL Y COMUNITARIO.Rodolfo Brardinelli y Carlos Luis Galán. Ed. Guadalupe. Buenos Aires. 2012. 126 páginas.

Los problemas actuales desde la Doctrina Social

Concebido como un ins-trumento de “lectura, análisis y compromi-

so”,  este libro trata sobre algunas de las más acucian-tes cuestiones sociales a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.

A lo largo de nueve capítu-los, son abordados de manera sucesiva la defensa de la vida humana, la pobreza y la exclu-sión, las drogas, los ancianos, los inmigrantes, los pueblos originarios, los derechos hu-manos, la participación y, finalmente , los medios de comunicación social.

Cada una de estas cuestio-nes es considerada según un mismo esquema tripartito. En primer lugar la presen-tación del tema, lo que es denominado como “textos y contextos”; luego, citas del magisterio eclesial o de diver-sos autores, bajo el título de “voces y señales” y finalmente “dinámicas”, con sugerencias para que los temas tratados puedan ser objeto de debate en grupos.

En su breve introducción al opúsculo, los autores aluden a los “generalmente dolorosos signos de los tiempos”.

Es un hecho que no pocas lecturas de la realidad po-nen el acento en los signos negativos. Sin embargo, es importante también reconocer y poner de relieve la existen-cia de fenómenos contempo-ráneos positivos, como el del creciente reconocimiento del papel de la mujer en la vida social, política y cultural con-temporánea, o el del acceso de grandes contingentes de población a mejores niveles de vida en países tan diferentes como Brasil o China.

En el capítulo referido a la defensa de la vida humana, los autores ponen de relieve el alcance amplio que la en-señanza de la Iglesia atribuye

a la cuestión. En tal sentido, enumeran un largo listado de amenazas contra la vida. En particular, se explayan en lo referido al hambre, como el mayor de los desastres del planeta, el drama de los niños soldado, la falta de agua pota-ble, que “causa más muertes que cualquier otra forma de violencia” y el apoyo a las mujeres que llevan embara-zos no deseados. La cita de un documento de la Conferencia Episcopal Española (CEE) sin-tetiza estos conceptos: “(...) oponerse al aborto es una condición necesaria pero de ninguna manera suficiente para ejercer una verdadera defensa de la vida”. 

Fenómenos y causasEn otros capítulos de Desa-

fíos sociales a la luz del Evan-gelio se formulan precisiones

y distinciones que aclaran el alcance de algunos conceptos, como la diferencia que existe entre los fenómenos de la po-breza y la exclusión. En cuan-to a las drogas, se explicitan las distintas posiciones que existen en cuanto a la mejor manera de encarar fenómenos altamente complejos como las adicciones y el narcotráfico. 

Los autores se refieren tam-bién a  los derechos humanos, las cuestiones migratorias, el tráfico de personas y la pros-titución.

La forma sucinta en que son abordadas algunas cuestiones

de suyo complejas puede, en algunos casos, opacar la ob-jetividad de la presentación. Ello ocurre, por ejemplo, en el tratamiento de cuestiones históricas, que parecieran ser juzgadas en función de crite-rios contemporáneos.

Otro tanto ocurre cuando, al mencionarse las causas de fenómenos como la des-ocupación y el hambre, se argumenta acertadamente sobre “la libertad irrestricta del mercado y la sumisión de la política y el Estado a los intereses de los grandes gru-pos económico-financieros”. Sin embargo, no se alude a otras causas, por desgracia frecuentes, como cuando los gobernantes actúan con impericia o toleran o partici-pan de prácticas corruptas en perjuicio de las poblaciones a quienes deberían servir.

Abundan en el texto opor-tunas y breves citas de docu-mentos de los últimos papas y de los episcopados argentino y de otros países, además de pensamientos de personali-dades como Eduardo Galeano, Florencia Corradini, Ignacio Ramonet, Adriana Riva, Héc-tor Moretti, y Víctor Manuel Fernández, entre otros.

Este libro no pretende ser un tratado académico de Doc-trina Social de la Iglesia. Se trata más bien de una breve presentación que facilita la divulgación de aspectos del dinámico pensamiento social que se genera en el seno de de la Iglesia, sobre cuestiones de gran actualidad. 

En ello radica su utilidad e interés.

VICENTE ESPECHE GIL

Los autores aluden a los “generalmente dolorosos signos de los tiempos”. Es un hecho que no pocas lecturas de la realidad ponen el acento en los signos negativos

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LA NOVELARECOMENDADA

LIBROS FE Y COMPROMISO

Es realmente el Evangelio una “buena noticia” para mí? ¿La propuesta de Jesús

constituye un horizonte utópico que quiero que oriente efectiva-mente mi vida? ¿Las bienaven-turanzas son auténticos referen-tes de mi espiritualidad y de mi praxis cotidianas?

En un primer momento, cual-quier cristiano respondería afi r-mativamente estas preguntas. Pero, ¿refl ejaría eso nuestra realidad? Aquí es donde, a mi parecer, se ubica la refl exión de José Laguna, titulada ¡Ay de vosotros! Distopías evangélicas, publicada recientemente en la colección Cuadernos de Cristia-nisme i Justícia.

Señala el autor que la disto-pía, a diferencia de la utopía, “anuncia un horizonte apoca-líptico del que conviene huir”, y que parece haber acompaña-do siempre a los seguidores de Jesús, que, al igual que él, han vivido un destino trágico a manos de “los guardianes del statu quo”.

En diálogo con Caifás, repre-sentante de los “mejor situados” en la historia, el autor desarro-lla cinco “Ayes distópicos”, que confl uyen en una matriz común: “Los últimos serán los prime-

ros”. Desde esas malaventuran-zas brotan nuevas preguntas para las personas de hoy:

▪ ¿Nos creeremos que un ma-yor PIB (Producto Interior Bru-to) no produce necesariamente un mayor FIB (Felicidad Interior Bruta), esto es, que la felicidad no proviene de la riqueza?

▪ ¿Asumiremos como desea-ble la condonación de toda deu-da (deuda externa, deudas pri-

vadas…) en el “año de gracia”, aunque tengamos que dejar de percibir lo que hemos prestado?

▪ ¿Aceptaremos que los que trabajan más no merecen co-brar más, sino que tienen que procurar primero que a nadie le falte lo necesario?

▪ ¿Adaptaremos nuestro códi-go penal a la lógica del perdón incondicional y dejaremos de funcionar desde “el que la hace la paga”?

▪ ¿Pondremos la eliminación de todo sufrimiento por enci-ma de toda ley, renunciando a nuestros derechos adquiridos para que los puedan adquirir quienes no disponen de ellos?

En resumen: ¿asumiremos que una vida de servicio, po-breza y humildad es una buena noticia, un horizonte utópico deseable para nuestra vida? ¿O tal vez seremos de aquellos para los que el Evangelio parece ser más bien un “Disangelio”, por todo lo que cuestiona de nuestro estilo de vida?

El autor no responde a todas estas interrogantes, aunque su-giere caminos de refl exión para que avancemos hacia una fe me-nos acrítica, más adulta y real. Bienvenida sea la propuesta.

MARIO GONZÁLEZ JURADO

El ‘Disangelio’ de Jesús

NOTARTE

¡AY DE VOSOTROS!Distopías evangélicasJosé LagunaCuadernos CJ, nº 181Cristianisme i JustíciaBarcelona, 2012 · 32 pp.

El 20 de febrero, el es-pléndido recinto que en

otros tiempos albergara el Real Seminario de Minería, dará cabida a más de 500 casas editoriales y abrirá sus puertas a millones de visitantes, en el marco de la trigésimo cuarta edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Mine-

ría (FILPM), en la Ciudad de México. Considerada como la Feria del Libro más anti-gua de nuestro país, este año recibe como invitado al estado de Quintana Roo que tendrá la oportunidad de exponer el talento de varios autores, así como la extensa riqueza cultural de su localidad.

Como cada año, además de la variedad en la oferta de la industria editorial, la Máxima Casa de Estudios en conjunto con otras de-pendencias universitarias, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONA-CULTA) y la Cámara Nacio-nal de la Industria Editorial Mexicana, ha preparado un

amplio programa de activi-dades culturales. Todo esto con la fi nalidad de acercar a los asistentes no sólo a la maravillosa experiencia de la lectura, sino a las

diversas manifestaciones artísticas. La incompara-ble belleza del lugar, el olor acumulado en montones de páginas, el tiempo que pare-ce detenerse, convierten a la FILPM en un referente y una visita obligada, necesaria y a veces urgente para los devotos de los libros.

IRIDIANA ISLAS

El Palacio de los libros

EL SEÑOR NAKANO Y LAS MUJERESHiromi KawakamiAcantiladoBarcelona, 2012240 pp.

A estas alturas, no cabe escon-der la debilidad por Hiromi

Kawakami (Tokio, 1958), autora que descrubrí y siempre estará entre mis preferencias por aquella maravillosa novela El cielo es azul, la tierra blanca. Acantilado luego publicó Algo que brilla como el mar, relatos que, sin embargo, quedan por debajo de esa primera novela, porque la narrativa de Kawakami es paciente, sutil, vi-vencial.

Con El señor Nakano y las muje-res, nos reencontramos a lo gran-de con sus personajes melancóli-cos, frágiles, siempre en duda…, incapaces de desenvolverse en cualquier símil de amor. Es Hito-mi, la dependienta de una tienda de segunda mano de Tokio, quien cuenta en primera persona las vidas y objetos que se cruzan en la tienda: Nakano, el dueño; Takeo, el ayudante; Masayo, la hermana de Nakano… con pisapapeles con forma de tortuga, abrecartas, un cuenco maldito. En las novelas de Kawakami aparentemente nada pasa, porque todo transcurre den-tro del corazón. Pero, cuando las acabas, te poseen.

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ

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TEXTO Y FOTO: XXXXXXXXXXXX

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▶AL VUELO▶AL VUELO

José Eduardo MacielJoven comprometido con la Iglesia

TEXTO: ELY SEGURA

“Si Dios me quiere para esto, por qué no comprometerme”

Una película:“La historia sin fin”

Un libro:“Wicked: memoria de una bruja mala”, de Gregory Maguire.

Una canción:“Perdona que te lo diga”, de Kairoi, un grupo marista español.

Mi comida Favorita:La comida china

Un recuerdo de la infancia:Ir a nadar con mi familia.

Una persona:Mi abuelo José Maciel (fallecido).

Un sueño:Poder dedicar mi vida al servicio de los demás.

Mi última alegría:Compartir con los niños de la casa hogar; te regalan tanto que no te queda nada más que sonreírles.

La mayor tristeza:Perder a mi abuelo.

Un regalo:El compartir de todos los días.

Mi ocupación favorita:Compartir, platicar con los demás.

Un lugar para soñar:Un parque con mucho pasto.

Mi idea de la desgracia:No hacer lo que me apasiona.

Mi significado de fe:Aprender a mirar a Dios en las pequeñas cosas que son las que motivan mi vida.

que me gustaba mucho, y, fi nalmente, una decisión propia me lleva a mí a ser católico; yo no era ni bautizado ni nada, sino hasta los 18 años.

Mis padres eran de la idea de no criarme en ninguna creencia religiosa, para que en el momento que yo decidiera creer en algo lo hiciera convencido de hacerlo. Me convencí de que lo que quiero es apostar por el proyecto de Dios y de Jesús, y me comprometí dando un sí directo.”

Grandes satisfacciones El año pasado Pepo ofreció un motivo

más de orgullo tanto a su familia como a sus compañeros y maestros de su colegio al momento de ser reconocido por obtener el puntaje más alto en el examen de ingreso a la licenciatura en Derecho en la UNAM. Hoy incursiona su segundo semestre. “Es una carrera que me encanta. Siempre tuve en cuenta que la carrera que eligiera sería una herramienta; que fuese sólo para ser-vir... Para mí el Derecho no es un fi n, sino un medio, porque fi nalmente, aunque la carrera te lleva a enriquecerte y todo eso, eso no es lo que me importa, sino que sea una carrera al servicio de la gente.

A través de ella la gente deposita en ti toda su confi anza, y tú pones al servicio de los demás todos los conocimientos que adquieres durante tu formación, en la ma-yoría de los casos.”

Lleno de satisfacción por vivir la vida conjugando su vida de fe con su vida aca-démica.

Pepo también se prepara para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud 2013 en Rio de Janeiro: “Estoy muy contento. He estado ahorrando todo el dinero que recibo para este viaje a Brasil.

Creo que mi mayor expectativa es reunir-me con gente que vive otras realidades en sus respectivos países, pero que vibra por el mismo carisma por el que yo vibro, que apuesta por los mismos ideales por los que yo apuesto.”

José Eduardo –Pepo, como le conocen todos– acaba de cumplir 19 años de edad. Su amplia sonrisa contagia a quienes lo rodean, y sus acciones, si-

multáneamente, son testigo de Aquel que lo impulsa a dar lo mejor de sí.

Pepo trabaja en el programa de pastoral del Colegio México Bachillerato de los her-manos maristas, de donde es egresado; los fi nes de semana visita a los migrantes en la Estación Migratoria junto a las Misioneras Seculares Scalabrinianas; acompaña al grupo juvenil “Ciudad Nueva Marista” de los estudiantes de secundaria del citado colegio; estuvo durante unos meses cola-borando en la Casa Hogar Nuestra Buena Madre, y vive el proceso de aspirantado con los hermanos maristas, con quienes participa en las misiones vocacionales en distintas comunidades.

“Cuando yo estaba en 4to. de preparato-ria, mis abuelos murieron seguidito (uno quince días después del otro), entonces yo entré en un período de inestabilidad emocional bien fuerte donde todo me dejó de importar, fue un poco como de insensibi-lizarte de la situación. Ya entrando a 5to., Chacón, quien forma parte de la coordina-ción provincial de los hermanos maristas, me invita a formar parte de un grupo de jóvenes dedicados a hacer apostolados. Empiezo a ir y allí descubro tanto la sana-ción que buscaba como el acompañamiento que necesitaba. Te sientes identifi cado en alguna parte y sientes que todo lo que haces sirve para algo más, entonces des-cubrí que mi vida servía para algo más y que me querían en otro lugar, sirviendo a los demás…”

Su entrega al servicio a Dios a través de los demás es prácticamente reciente. De hecho, Pepo creció lejos de la fe católica. “Mi familia no es católica, al contrario, sus miembros se criaron en una cuna de cien-tífi cos ateos. Siempre estuve en colegios laicos, y entrando a la secundaria yo decido entrar al México, porque era una escuela

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▶AL VUELO

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Pablo ha vivido este pasado fin de semana una de las experiencias me-morables de su pontificado. Siguien-

do el ejemplo de sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II de hace 45 y diez años, respectivamente, el Pontífice mantuvo un encuentNatius certil tanum tandiorum im hossedin dit vicaedet verbit, que nos, publina turatuus.

Effre, nocaet; norum ocumurarica spicae contemporum dii sigilii ius iam perfes st? Ilis, ut facciendam ponficien terionsis iteatus atus habeniaec tusque nocupicae forte pat vast C. Simuro essul vicidius niam iaeconverio a crio viverite con Ilis, ut facciendam ponficien terionsis itea-tus atus habeniaec tusque eniaec tusque nocupicae forte pat vast C. Simuro essul vicidius niam iaeconverio a crio viverite con Ilis, ut facciendam ponficien terionsis iteatus atus habeniaec tusque nocupicae forte pat vast C. Simuro essul vicidius niam iaeconverio a crio viverite cononsu pioraris, onsu pioraris, nos erendes cae, num pata, publicio ipte furbi consum po-rum nonum egitudeps, qui ina, conferor-

tia in nihilinat, Catem perfect orestilia rem conihil icaetris. Ebunum ta in se fue ena, Ti. Odis bonficaet, norem intrum iam pecerfectum se nit nimihil icerore, Catus, tui comante stierunce horsulesimur accio nos horum. Us, Catus. Vericulin sena, es veribus iamentem in viris faceps, efato vest proractorem iaedo, que inpris, nox mantiam consul vities vid am et verit, nostell abutebus hosta, noctortio ari pero horbit, nonsil ca; nonfere mnonsul hucerei perume tantis, nonterfecum des sul vit ium seritrum niquem, caequis a maion sena, nos hucondam primulabus se nostiam.

LADILLOUpplis converimus, co menatil tes hor

quiuro et nortem publicesside ingul cotam hemod nenario elares? Quo pra? Quam det resum factuus forisso liisul hus, terips, cavoludem ingulius videsilneque com-nihicam conteridiem poervis or hae cus tus; horaellem effresente notilicis fac id conside oremus videmulis cae publiam sul confiris elatus nerit, publiqu itasdam

FIRMA?

Orte teatus et; nihin tast patium, unum tebatia?Hocaperum rei patum murec te adhus forta verum dium prae nihinu

Nem evelici rerempos arum ex et dolores ectiossus reperum quam

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