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Vigilia Pentecostés 2011 - Salesianos Uruguay · La idea conductora de esta vigilia es recorrer momentos cumbre de la historia de salvación con la ... para celebrar la vigilia de

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VELADA DE ORACIÓN VELADA DE ORACIÓN VELADA DE ORACIÓN VELADA DE ORACIÓN

EN LA VIGILIA DE EN LA VIGILIA DE EN LA VIGILIA DE EN LA VIGILIA DE

PENTECOSTÉSPENTECOSTÉSPENTECOSTÉSPENTECOSTÉS

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La idea conductora de esta vigilia es recorrer momentos cumbre de la historia de salvación con la

presencia del Espíritu.

No está pensada como celebración eucarística, pero si se desea celebrarla, puede utilizarse como

“liturgia de la palabra”.

Como forma de identificar cada uno de los momentos se propone encender una vela al inicio de ellos.

Además de estas cuatro velas de tamaño importante, se necesitará el cirio pascual que estará

encendido en toda la celebración y velitaspara los participantes que encenderán al final.

Sería conveniente una ambientación cuidada y alguna imagen de Jesús donde la asamblea centre la

mirada.

CANTO DE INICIO: Mientras la gente va acercándose al lugar de la celebración se canta reiteradamente el estribillo de Taizé:

Em Bm C B7 Ven, oh Santo Espíritu, Em C Am B7 y de tu amor enciende la llama. Em Am D G Ven Espíritu de amor. C Am B7 Em Ven Espíritu de amor.

INTRODUCCIÓN Presidente: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Guía: Nos encontramos juntos, esta noche, para celebrar la vigilia de Pentecostés. Venimos de lugares y experiencias diversas, hemos caminado partiendo de nuestra casa y de nuestros grupos. Invocamos sobre nosotros y sobre el mundo el don del Espíritu Santo para que nuestra inteligencia y nuestro corazón, la voluntad y los afectos puedan abrirse al encuentro con el Señor Resucitado y con los hermanos, en el diálogo y la paz. Presidente: Queridos jóvenes, nos sentimos como los discípulos en el cenáculo, reunidos con María, en espera del cumplimiento de la promesa de Jesús. ¡El Señor no nos dejará solos! Su Espíritu caminará con cada uno de nosotros, cada día, y será nuestra fuerza. Su Espíritu hará de nosotros testigos alegres y apasionados de la buena noticia del Evangelio. Y ustedes recorrerán las calles de sus barrios y lugares para contar esta esperanza que es esperanza de cada hombre. Guía: Queremos, por tanto, hacer memoria y revivir la promesa y el deber que Jesús ha confiado a sus discípulos el día del retorno al Padre: “Reciban la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1,8). Todos: Espíritu del Padre, que en el origen del mundo aleteabas sobre las aguas, regalanos una vida plena de sentido y de esperanza. Vence las tinieblas del vacío y del tedio, de la fragilidad y de la resignación y ayudanos a descubrir la belleza de la existencia y a vivirla en modo apasionado. Espíritu de Jesús, don de la Pascua, acompaña nuestros días en una fraternidad sincera con cada hombre. Haz de nosotros gente de paz y de justicia, de diálogo y reconciliación y que nuestra presencia en el mundo sea signo de tu bendición sobre la historia.

Espíritu Santo, que en Pentecostés has colmado la casa y el corazón de los discípulos, desciende sobre nosotros en esta noche de oración para que podamos amar como Jesús nos ha amado, para que tu fuerza sostenga nuestros proyectos y cada uno de nosotros sea testimonio del Evanglio hasta los confines de la tierra.

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LA MAÑANA DE LA CREACIÓN

Se enciende la primera vela.

Guía: El acto creador de Dios es un gesto que impacta. Separa la luz de la tiniebla, las aguas de abajo de aquellas de arriba, la tierra del mar, el día de la noche. Dios para dar vida, divide. En aquel acto creativo todos los seres vivientes son generados cada uno según la propia especie, en modo original y singular. Cada uno diverso del otro. Porque sin diversidad no habría nada. Lectura del libro del Génesis (1, 1-31) Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces Dios dijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día. Dios dijo: “Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas”. Y así sucedió. Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día. Dios dijo: “Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme”. Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces dijo: “Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro”. Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día. Dios dijo: “Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra”. Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros –el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche– y también hizo las estrellas. Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día. Dios dijo: “Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo”. Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra”. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día. Dios dijo: “Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie”. Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno. Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo”. Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”. Y continuó diciendo: “Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde”. Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.

Palabra de Dios

Se alternan en la lectura cuatro personas. Con voz potente y dejando un breve

intervalo entre uno y otro. Puede haber una suave música de fondo.

Lector 1: He comenzado a moverme sobre los confines entre la tierra y el cielo. Me he puesto en pie y he mirado hacia arriba. He mirado lejos. Un escalofrío ha recorrido mi cuerpo. El viento en la cara, la luz en los ojos. Entre las manos polvo, pero en el corazón Dios: ¡Haz hecho de mí una maravilla estupenda! Yo te doy gracias. Lector 2: He caminado entre el día y la noche, a lo largo del tiempo. El ritmo de la libertad golpea mi paso. Y el latido de las decisiones llena mis días. Lentamente he aprendido a responder las preguntas y dudas, a gustar la belleza de la responsabilidad, a sostener los desafíos de la historia. He comprendido que donde está tu Espíritu, Señor, está también mi libertad.

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Lector 3: Mis ojos descubren los colores, después los matices. Los perfumes y los sabores. Alrededor la naturaleza con sus encantos para recorrer. Y toda esta tierra en mis manos, para cuidar y cultivar. El grano que llga a ser pan, la uva que se convierte en vino, el agua que riega y las ciudades para construir. ¡Tu mundo, oh Dios, todo en nuestras manos! Lector 4: Y además un hermano, una hermana, un niño, un padre y una madre, un viejo y un joven. Un hombre... Una mujer... Las familias, los pueblos, las naciones. Te alaban, Señor, todos los pueblos de la Tierra. Los confines que Tú has creado son vida. Tu creación es diversidad, es multiplicidad. Destruir lo distinto, oh Dios, sería como destruirte a Tí.

Después de un breve silencio los mismos lectores van rezando distintas estrofas a

las que se responde cantando un estribillo.

Antífona

DO re SOL DO Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra

Lector 1: Te bendecimos, Señor, porque tu luz ha aclarado nuestra inteligencia y ha abierto el camino del diálogo: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 2: Te bendecimos, Señor, porque tu inmenso cielo nos ha enseñado a tener grandes sueños para nosotros y para el mundo: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 3: Te bendecimos, Señor, porque la tierra que tu das nos recuerda siempre que somos huéspedes de tu amor: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 4: Te bendecimos, Señor, porque el tiempo que has creado es un tiempo que compartimos en la gratuidad: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 1: Te bendecimos, Señor, porque el ambiente que nos rodea y nos educa en la belleza que reconcilia: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 2: Te bendecimos, Señor, porque cada hombre y cada mujer es un fragmente de tu imagen: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 3: Te bendecimos, Señor, porque en el silencio y en la oración podemos contemplarte y adorarte: Todos: Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra Lector 1: Aquello que era oscuro lo has iluminado. Lector 2: Aquello que era confuso lo has hecho distinto. Lector 3: Has creado la vida con formas muy diversas. Lector 4: Has hecho de la diversidad una bendición. Presidente: Oh Dios misericordioso y creador, que con inmensa originalidad has dado la vida y el tiempo a la historia, haz que podamos siempre gustar la belleza de tu gesto y ser cada día custodios responsables de cuanto has puesto en nuestras manos. Que tus dones preciosos sean reconocidos por nuestra inteligencia, sean acogido por nuestra libertad y sean hechos crecer con responsabilidad. Ayúdanos a defender con sabiduría la singularidad de cada hombre y de cada pueblo. Te lo pediomos por Cristo, nuestro Señor. Amén

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LA MAÑANA DE LA ALIANZA

Se enciende otra vela

Guía: El pueblo de Israel ha caminado por el desierto y allí lo ha encontrado el Señor y ha cerrado con ellos un pacto de alianza. Así, ha llegado a ser el pueblo de Dios y ha descubierto la belleza de pertencer al Señor. En una mañana de este largo viaje Dios habló e Israel ha escuchado. El Señor ha entregado, por mano de Moisés, las tablas de la ley como un mapa para encontrar la vía del amor a Dios y a cada hombre. CANTO:

Consolad a mi pueblo dice el Señor. Hablad al corazón del hombre, gritad que mi amor ha vencido, preparad el camino que viene tu Redentor. Yo te he elegido para amar, te doy mi fuerza y luz para guiar. Yo soy consuelo en tu mirar, gloria a Dios.

Consolad a mi pueblo dice el Señor, sacad de la ceguera a mi pueblo. Yo he sellado contigo alianza perpetua, yo soy el único Dios. Consolad a mi pueblo dice el Señor, mostradles el camino de la libertad. Yo les daré fuertes alas, transformaré sus pisadas en sendas de eternidad.

Lectura del libro del Éxodo (Ex 19, 1-9). El primer día del tercer mes, después de su salida de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí. Habían partido de Refidím, y cuando llegaron al desierto del Sinaí, establecieron allí su campamento. Israel acampó frente a la montaña. Moisés subió a encontrarse con Dios. El Señor lo llamó desde la montaña y le dijo: “Habla en estos términos a la casa de Jacob y anuncia este mensaje a los israelitas: ‘Ustedes han visto cómo traté a Egipto, y cómo los conduje sobre alas de águila y los traje hasta mí. Ahora, si escuchan mi voz y observan mi alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada’. Estas son las palabras que transmitirás a los israelitas”. Moisés fue a convocar a los ancianos de Israel y les expuso todas estas palabras, como el Señor se lo había ordenado. El pueblo respondió unánimemente: “Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor”. Y Moisés comunicó al Señor la respuesta del pueblo.

Palabra de Dios

Después de un silencio los mismos lectores van leyendo distintas moniciones, dejando

un breve silencio entre una y otra. Puede haber una suave música de fondo.

Lector 1: La arena del desierto resecaba la boca y los ojos. Seguir adelante era cada vez más difícil. Estábamos desorientados entre las rocas y las dunas, no había caminos seguros. El horizonte desaparecía con el sol que derretía todas las cosas y el viento que mezclaba las señales. Teníamos necesidad de una palabra cierta para orientar nuestra meta.

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Lector 2: El calor hacía lenta la marcha y la sed detenía los esfuerzos. Teníamos necesidad de agua. De agua fresca para fecundar la esperanza, para reencontrar el entusiasmo del camino. Las tensiones crecían entre las familias, entre los viejos y los jóvenes. Todos creían tener razón. Pero ninguno escuchaba. Estábamos trancados en el desierto, de la sed y de la incomprensión. Nos sentíamos solos. Lector 3: Después aquella montaña delante. Elevada hacia el cielo. Era un punto de referencia y allí nos detuvimos. Dios nos detenía. Y ahora subíamos por aquella pendiente, por aquellos senderos duros, a recibir una palabra capaz de establecer una nueva alianza, una nueva pertenencia. Lector 4: De improviso se escucha la voz de Dios dentre del corazón de cada uno. Como una corriente de agua la palabra del Señor ha regado los desiertos de nuestros días. El Señor desciende sobre el monte y nosotros escuchamos su palabra. Seremos suyos, para siempre. Presidente: La sabiduría del señor es un una fuente de agua que brota para la vida eterna. Esta es también nuestra sabiduría. La palabra de Señor es agua viva que nace de su misericordia y guía nuestro camino, orienta nuestras elecciones, abre horizontes inesperados. La escucha del Señor calmará la sed de nuestras preocupaciones y fecundará cada una de nuestras preguntas. Escuchar al Señor es detenerse a escuchar a los más pobres, a los últimos, a aquellos que no tienen voz. Escuchar a todos aquellos a quiener nadie dedica tiempo ni atención. Sean personas capaces de una escucha sincera. Todos:

Yo siento, Señor, que Tú me amas, yo siento, Señor, que te puedo amar. Háblame Señor, que tu siervo escucha, háblame, ¿Qué quieres de mí? Señor, Tú has sido grande para mí, en el desierto de mi vida, háblame. Yo quiero estar dispuesto a todo, toma mi ser, mi corazón es para Ti. Por eso canto tus maravillas, por eso canto tu amor. Por eso canto tus maravillas, por eso canto tu amor. Te alabo, Jesús, por tu grandeza, mil gracias te doy, por tu gran amor. Heme aquí, Señor, para acompañarte, heme aquí, ¿Qué quieres de mí?

Lector 1: Esucharemos su voz. Lector 2: Custodiaremos su alianza. Lector 3: Haremos cuanto el Señor nos ha dicho. Lector 4: Seremos suyos para siempre.

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LA MAÑANA DE LA RESURRECCIÓN

Se enciende otra vela

Guía: El encuento con Jesús, vivo para siempre en la historia, ocurre al inicio de un nuevo día. Un día que será nuevo para siempre. Aquella mañana es la fuente de una esperanza increíble. Aquella mañana, nacida de la cruz, es el inicio del anuncio universal de la victoria sobre la muerte. A partir de allí, para todo hombre y toda mujer el futuro es siempre un futuro que promete y el mañana es siempre una posibilidad renovada para cumplir grandes cosas en el nombre de Jesús.

Los mismos lectores van leyendo distintas moniciones, dejando un breve silencio

entre una y otra. Puede haber una suave música de fondo.

Lector 1: Aquella mañana amanecía como siempre en la ciudad. En el aire se respiraba todavía los aromas de la pascua. La crucificción de Jesús no había cambiado el ritmo de la vida. Los peregrinos iban y venían. Solo los discípulos del maestro de Nazareth estaban encerrados en un sala. Bloqueados por el dolor y el miedo. Lector 2: Han salido por las calles de la ciudad junto con los primeros rayos del sol. El silencio que Jesús había dejado no podía quedar así para siempre. ¡No podía terminar todo así! Caminaron por aquellas calles con las brisa del mañana. No podía terminar todo así... Lector 3: Una fraganci en las manos, un fragor en el cielo. Teníamos necesidad de un fuerte sacudón. Alguna cosa debía ocurrir. Después luz. Mucha luz. Un fulgor. Una palabra se impone sobre el miedo. Un anuncio. Aquel que esperábamos. Aquel del cual la ciudad y el mundo tenían urgencia. CANTO:

Escuchar el aire cuando en la mañana azul todas las estrellas mueren al nacer la luz, cuando el arco iris llora, solo el aire escucharé, llamas que no queman rezaré. Todo corre de prisa, sin ver nada despide color, nuestras manos solo piden amor, nuestras voces gritarán, unidas siempre cantarán: ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA. ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

Presidente: El Señor esté con ustedes. Presidente: Lectura del Evangelio según san Mateo (28, 1-10). Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”. Esto es lo que tenía que decirles». Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».

Palabra del Señor

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BREVE HOMILÍA

Tiempo de silencio, que se cierra con los cuatro lectores:

Lector 1: No queremos escapar del dolor de la cruz y de las pruebas. Queremos estar allí. Lector 2: Renovamos nuestra fe y alabamos al Señor, seguros de que no nos abandonará. Lector 3: Buscamos mantenernos en oración, dóciles al Espíritu que da fuerza. Lector 4: Queremos ponernos en camino para alcanzar con la Buena Noticia a cada uno de nuestros hermanos.

LA MAÑANA DE PENTECOSTÉS

Se enciende otra vela

Guía: Aquel Dios creador que, en el origen del mundo, separando a dado vida, en el don de su Espíritu en la mañana de Pentecostés, ha reunido todo lo disperso, ha reconciliado todas las divisiones, ha abierto al diálogo todo lo incomunicable. Aquel Dios, que en Jesús se ha revelado como Padre de cada persona, en el don de su Espíritu ha convertido la desconfianza en encuentro, las barreras en apertura. El hombre que recorre las calles de la Tierra ya no es extranjero sino hermano. El Espíritu de la sabiduría ha encendido el fuego de la pasión por la verdad, por una búsqueda sincera y respetusa del bien que hay en cada uno.

CANTO: Si tú no vienes, nos faltarán las alas para la plegaria, desgastaremos el silencio y las palabras... Si en lo escondido tu voz no clama. Si Tú no vienes, será imposible el abrazo del reencuentro con el hermano que la ofensa puso lejos... Si Tú no enciendes de nuevo el Fuego. Pero si vienes a recrearnos, y como un soplo das vida al barro, como un artista irás plasmando un rostro nuevo de hijos y hermanos... Por eso ven, Espíritu Santo, ven. Si tú no vienes, olvidaremos la esperanza que llevamos, sucumbiremos al desánimo y al llanto... si Tú no vienes a consolarnos.

Si Tú no vienes, evitaremos el camino aconsejado por el Señor de las espinas y el Calvario... Si Tú no vienes a recordarlo. Pero si vienes a sostenernos y nos conduces como un maestro, en nuestra carne se irá escribiendo cada palabra del Evangelio. Por eso ve, Espíritu Santo, ven. Si Tú no vienes, nuestra mirada será ciega ante tus rastros, la poca fe dominará lo cotidiano... Si no nos donas el ser más sabios. Si Tú no vienes, y nos sacudes con tu viento nuestra casa, y con un sello de profeta nos consagras... Tendremos miedo si no nos cambias. Pero si vienes y, en el silencio del Alma, escribes renglones nuevos, entre nosotros se irá tejiendo la historia cierta del nuevo Reino. Por eso ven, Espíritu Santo, ven.

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Lectura de los Hechos de los Apósoles (2, 1-16) Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? 9 Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». Unos a otros se decían con asombro: «¿Qué significa esto?». Algunos, burlándose, comentaban: «Han tomado demasiado vino». Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Estos hombres no están ebrios, como ustedes suponen, ya que no son más que las nueve de la mañana, sino que se está cumpliendo lo que dijo el profeta Joel: En los últimos días, dice el Señor, derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres y profetizarán sus hijos y sus hijas [...].

Palabra de Dios

Se van leyendo distintas moniciones, dejando un breve silencio entre una y otra.

Puede haber una suave música de fondo.

Lector 1: Un fragor. Después el viento y el fuego. Invade la casa y se divide sobre cada uno. Aquella presencia de improviso ha llenado nuestra vida. Dios se ha fragmentado en cada uno para que podamos encontrar la unidad. No más al vacío. Ni a la cerrazón, ni a la resignación. Entra la luz y las puertas se abren de par en par al mundo. No más separación. Somos imágenes del Espíritu, somos su rostro. Lector 2: Las voces se suman, las palabras se mezclan. Tantas lenguas diversas se encuentran. ¡Y se comprenden! ¡Esto es un milagro! Cada uno tiene su origen, su propia tierra, una cultura y una historia. Pero podrán compartir, poner sus existencias en común. Lector 3: Todos encuentran la unidad. El viento sopla y no sabes de dónde viene y a dónde va. Pero te dejas conducir, con entusiasmo, con pasión: en este tierra en que cada uno es huésped, nadie es extranjero. Así el mundo llega a ser grande, el universo es la casa de cada uno. Lector 4: Después del estupor, las preguntas y la gente de todas partes. Tenemos algo que transmitirle de cuanto hemos recibido del Señor. Tenemos una noticia hermosa para compartir, tenemos muchas riquezas para cultivar juntos. En la solidaridad con todos, en la alegría sin fin. Estamos borrachos de alegría.

Se canta algunas veces el siguiente canto:

Mim - Si7 - Mim Mim Re Espiritu de Dios, llena mi vida Do Si7 Llena mi alma, llena mi ser(Bis) Mim Ven Llename, llename Re Con tu presencia llename, llename Do Con tu poder llename, llename Si7 Con tu bondad

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ENVÍO

El Presidente, después de decir unas palabras, encenderá las velas de los

celebrantes a partir del Cirio.

Presidente: Queridos amigos, si permanecemos unidos a Cristo, podremos cumplir grandes cosas. No se dejen vencer por las dificultades, ni tengan miedo de soñar grandes proyectos de bien: Cristo tiene confianza en ustedes y desea que se realicen todos sus proyectos más nobles de auténtica felicidad. Con determinación y libertad de espíritu vayan y comuniquen la paz, sostengan a quien esta débil, preparen el corazón para la novedad de Cristo. ¡Anuncién que el Reino de los Cielos está cerca! Mientras se encienden las velitas se canta (o algo similar):

Anuncien la buena nueva a toda la creación, al que sufre y al humilde llegue la Liberación. Lo que vimos, lo que oímos, vamos a testimoniar: solamente Jesucristo es el Camino y la Verdad. Evangelio, es mensaje del Dios del Amor, Esperanza de los Pueblos Grito de Resurrección (bis) En lugares muy distintos mucha gente descubrió que Dios se ha comprometido con el hombre y su dolor. Y hoy después de dos mil años la Iglesia que Dios fundó quiere ser signo de Vida y continúa su Misión.

Presidente: Los jóvenes, los adultos y especialmente aquellos que están más alejados de la mentalidad y a los valores del Evangelio, tienen una profunda necesidad de ver personas que viven según la plenitud de humanidad manifestada por Jesús. I vostri coetanei, ma anche gli adulti, e specialmente coloro che sembrano più lontani dalla mentalità e dai valori del Vangelo, hanno un profondo bisogno di vedere qualcuno che osi vivere secondo la pienezza di umanità manifestata da Gesù Cristo. Il vostro quotidiano impegno sia di vivere quaggiù come se fossimo già lassù. Siate vigilanti! Siate critici!

Repondemos cantando: En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. Lector 1: No tengan miedo, queridos amigos, de preferir el camino del amor: un estilo de vida sobrio y solidario; relaciones afectivas sinceras y puras; empeño en el trabajo y en el estudio; interés profundo en el bien de los demás.

Todos: En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. Lector 2: No tengan miedo de parecer diferentes. No sigan el camino de la apariencia, del poder, sino aquel de la humildad. Este es el camino más excelente, y no solo porque la humildad es una grna virtud humana, sino porque, en primer lugar, es el modo de actuar de Dios mismo.

Todos: En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. Lector 3: Cada uno de ustedes tiene el coraje para permitir que el Espíritu Santo los conduzca a Jesús, en el modo que Él considere mejor, porque se da cuenta de la esperanza que hay puesta en Él y la devuelve con dulzura.

Todos: En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe. En tí, en tí, en tí, Señor, hemos puesto nuestra fe.

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Presidente: Confiamos en Dios nuestros deseos y propósitos, con la oración de Jesús: Todos: Padre Nuestro… Presidente: Oh Dios, fiel y misericordioso, que nos diste tu Espíritu, Señor que das la vida, acepta las oraciones y promesas de estos hijos tuyos que ponen en Ti sus esperanzas; guía sus pasos y condúcelos por el camino que da sentido a sus vidas para que sean en el mundo signo transparente de tu presencia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Todos: Amén. CONCLUSIÓN Presidente: El Señor esté con ustedes. Presidente: Dios Padre, fuente de la reconciliación, nos dé la fuerza del diálogo y del perdón. Todos: Amén. Presidente: El Señor Jesús, que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, nos enseñe a estar unidos en la fraternidad. Presidente: El Espíritu Santo, que nos conduce hasta los confines de la tierra, nos haga profetas de esperanza y de paz. Todos: Amén. Presidente: Bendición, etc... Todos: Amén. Presidente: Pueden ir en paz.

CANTO FINAL:

Ven no tardes ven ven a mi Señor ven con tu amor a engrandecer mi corazón. Ven no tardes ven Ven Espíritu ven a iluminar mi corazón no tardes ven. Un rayo de tu luz envíanos, socorre a los pobres con tu amor, tu fuerza nos transforme el corazón, no tardes ven, no tardes ven. Consuela al afligido con tu voz, y vela nuestra casa y quédate, el llanto de los ojos secarás, no tardes ven, no tardes ven.

Alegres viviremos si tu estás, contigo no habrá más soledad, lo malo de este mundo limpiarás, no tardes ven, no tardes ven. Lo seco con tu brisa brotará, lo enfermo con tu mano sanará, lo frío con tu amor lo entibiarás, no tardes ven, no tardes ven. Confiamos en que pronto llegarás, tus dones celestiales nos darás, de gozo tu el alma llenarás, no tardes ven, no tardes ven. El mundo entero tu transformarás, la fuerza de tu amor lo logrará, el odio quedará por fin atrás, no tardes ven, no tardes ven.