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VOVELLE, Michel. Introducción a la Revolución Francesa. Crítica: Barcelona, 1989.
Rubens Vanderlan Oliveira Santos
La Revolución Francesa es quizá uno de los eventos históricos con mayor repercusión
dentro de la historiografía. Tomado como el marco más importante del fenómeno que
muchos historiadores denominan modernidad, la Revolución Francesa no pocas veces
estuvo involucrada en discusiones completamente divergentes. Estos distanciamientos
interpretativos pueden ser rastreados desde el siglo XIX e inicio del siglo XX cuando
Michelet y Jaurés buscaban diagnosticar se los eventos ocurridos en el final del siglo XVIII
francés resultó en una revolución de la miseria o de la propiedad. Posteriormente,
influenciado por el pensamiento marxista la Revolución Francesa fue el punto clave de
inspiración para los movimientos revolucionarios de siglo XX: ella se convirtió en el
modelo clásico de revolución. Bastión casi inexpugnable de la interpretación del
materialismo histórico dialectico, en la segunda mitad del siglo XX, la interpretación
basada en el conflicto, en la ruptura y en la contradicción de clases empieza a ser replicada.
El acercamiento del bicentenario de la revolución hace aparecer nuevos campos de
perspectivas, se destaca un importante movimiento revisionista donde salen los trabajos del
historiador francés Fraçois Furet, divulgador de una visón más continuista. Pese a esta
nueva forma de “Pensar la Revolución Francesa”1 los historiadores de inclinación marxista
reaccionaron criticando el contenido de esta corriente historiográfica y sus implicaciones en
el sensible campo político en que escribían.
Acerca de este grupo detractor se encuentra el historiador francés Michel Vovelle,
especialista en la historia europea del siglo XVII y XVIII y el autor de una gran cantidad de
estudios sobre la Francia del siglo XVIII. Referente a la temática aquí señalada, es posible
destacar el libro La Caída de la Monarquía 1787-17922, donde el autor plantea las
condiciones contradictorias de Ancient Regimen a las vísperas de la revolución, y el texto
Introducción a la Revolución Francesa escrito que abarca desde el proceso revolucionario
hasta aspectos de las mentalidades y las tendencias historiográficas. En sentido, siendo el
1 FURET, Fraçois. Pensar la Revolución Francesa. Barcelona:Petrel, 1980.2 VOVELLE, Michel. La Caída de la Monarquía 1787-1792. Barcelona: Ariel, 1979.
proceso revolucionario un punto clave para entender el posicionamiento teórico de Michel
Vovelle señalaré algunos elementos que estructuran su interpretación acerca de la
revolución burguesa de 1789, presentes en los cuatro primeros capítulos de la referida obra.
En el primer capítulo, Nacimiento de la revolución, Vovelle retoma un poco las ideas
planteadas en el libro La Caída de la Monarquía 1787-1792. El autor expone cuales eran
las principales características del Antiguo Régimen a las vísperas de la revolución. Según
él, en los años que preceden a la revolución la economía francesa estaba estructurada en un
complejo feudal, dominada por la producción rural. Esta economía tradicional, marcada por
el atraso agrícola, todavía convivía con un sistema social basado en los tributos señoriales.
Pese a estas condiciones, la especificidad de Francia en la crisis general del feudalismo
europeo fue la presencia de un campesinado diversificado y propietario de las tierras en que
trabajan. Igualmente, en el campo social, de tras de la fricción de los órdenes sociales el
autor vislumbra una realidad de enfrentamientos de clases, dado casi siempre en torno de
un absolutismo agotado. En suma, para Volvelle, en la segunda mitad del siglo XVIII,
sumado con las crisis económicas y el tratado anglofrances de 1786, Francia presentaba una
estructura social bastante contradictoria y favorable a situaciones de ruptura.
El segundo y tercer capítulo de la obra es dedicado al recuento del período más conturbado
del proceso revolucionario. Según el autor el periodo comprendido entre 1789 y 1795 fue
marcado por dos fases revolucionarias: la revolución burguesa y la revolución jacobina. El
verano de 1789 fue testigo de focos revolucionarios en las esferas institucional
parlamentaria, urbana y campesina. En nivel de intensidad, desde la convocación de los
Estados Generales, pasando por la Asamblea Nacional Constituyente hasta la mañana de 14
de julio, Francia se introdujo en una coyuntura que cambió definitivamente su trayectoria
posterior. Desde la Asamblea Nacional de 9 de julio la revolución parlamentaria de carácter
político transcendió hacia la revolución popular urbana marcada por reivindicaciones
económicas y desde ahí ya no hubo control, la revolución se dispersó por el campo ganando
delineamientos de movimiento social. Este fue el momento de la destrucción de las cargas y
de los fueros feudales, del nacimiento del nuevo derecho civil burgués fundado en la
igualdad y la libertad de iniciativa y de un estilo nuevo de hacer política, caracterizado por
una clase política fragmentada por intereses monárquicos, aristocráticos o patrióticos.
Según Vovelle, paralelamente a este momento revolucionario burgués, se dio en las esferas
urbana y rural el proceso de politización de las masas. En medio al clima de conspiración
contrarrevolucionaria, el fenómeno de conciencia política de los sectores populares resultó
en un giro revolucionario.
En 1792 el bloque revolucionario burgués estaba dividido entre los girondinos,
caracterizado por comerciantes capitalistas, cumplieses de la monárquica, y los jacobinos,
de inclinación popular. En líneas generales, la atmosfera contrarrevolucionaria dejó el
camino abierto para más levantes populares y a la llegada de los jacobinos a la frente
revolucionaria y su asociación con el sector popular politizado. Esta fase jacobina de la
revolución, iniciada con la destitución del rey de sus funciones en agosto de 1792, se
identifica por la tentativa de la defensa de la revolución en contra del peligro aristocrático.
Con la ejecución de Felipe XVI en 1793 y el aumento de las acciones de la coalición
antirrevolucionaria la estrategia de persecución política emprendida por los jacobinos gana
intensidad. Este periodo es señalado por el autor como el momento de conquistas y del auge
del gobierno revolucionario. Sin embargo, este apogeo propiciará el aparecimiento de
varias contracciones internas, resultando en el pierda de la homogeneidad del Comité de
Salvación Publica y el fin de la Revolución Jacobina.
En el cuarto capítulo el autor hace un recuento sobre el período de transición en las
iniciativas políticas hasta el 18 Brumario. Para Vovelle estos años fueron marcados por la
corrupción, la violencia y la miseria. Esta fue una etapa de crisis económicas e de autoridad
que resultó en los golpes de estado, en el aumento del poder de los militares y en el
distanciamiento de las masas populares de la revolución. La revolución burguesa ganaba
cada vez más una connotación militar de carácter expansionista. Fue en este contexto que el
golpe del 18 Brumario puso fin a una revolución que ya se arrastraba por diez años e hizo
nacer uno de los momentos más conturbados de la historia europea, nacía así el imperio
napoleónico.
Para finalizar, a partir de lo que fue delineado, queda clara la inclinación rupturista del
trabajo de Vovelle, aunque su postura marxista sea más tibia. Creo que la grande
contribución de su interpretación es poner en evidencia que la Revolución Francesa no fue
un movimiento homogéneo, sino un fenómeno con diferente matices reivindicatorios.
Igualmente, es posible ubicar su libro como un trabajo historiográfico más sobrio e
interconectado con las discusiones en boga en la segunda mitad del siglo XX.