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  • Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública

    Facultad de Medicina y Enfermería

    Valoración de la efectividad y sus

    determinantes de las Evaluaciones de

    Impacto en Salud en el Estado español

    Maite Morteruel Arizcuren

    Tesis Doctoral dirigida por Amaia Bacigalupe de la Hera y

    Elena Aldasoro Unamuno

    2017

    Ilustraciones: Ana Rosa Sánchez (@anuska_rosa)

  • AGRADECIMIENTOS

    Papa, la casa huele a mama,

    necesita una mano de pintura.

    Necesito un as y una herradura

    para vivir como me dé la gana.

    Papa, la casa huele a mama,

    y la vida siempre pasa la factura.

    Necesito luz, infraestructura,

    para pensar en pasado mañana.

    Batiendo mis propias alas,

    perdiendo en una apuesta segura.

    Necesito un frac y una armadura

    para seguir esquivando las balas.

    Luchar con la puta culpa,

    saber si necesitas ayuda,

    dormir con las botas puestas,

    soñar entre canciones de cuna.

    Necesito luz en la última curva

    para vivir como me dé la gana.

    (Robado y adaptado de “La casa de mis padres”, canción de Quique González)

    Tener las condiciones y los recursos necesarios para saltar y echar a volar, detrás de los sueños.

    Supongo que, en el fondo, y pensando en las poblaciones, de esto va la salud pública. Y no hace

    falta irse muy lejos para entenderlo. En mi caso, he vivido en primera persona lo importante de

    una buena mochila repleta de recursos, de confianza y de amor para poder crear y seguir mi

    propio camino, y llegar a metas como esta. Una tesis es fruto de un proceso, de una trayectoria

    profesional y vital. Y en todo este camino, no he podido sentirme más rica.

    Gracias Amaia, por tu presencia incondicional. Por tu perseverancia, por tu rigor, por tu buen

    hacer, por ser ejemplo en lo profesional y en lo vital. Pero, sobre todo, por tu amistad, por confiar

    en mí y no dejarme caer. Gracias Elena, por compartir y enseñarme tanto. Por seguir inoculándome

    esa pasión por esto.

    Gracias Unai, por tu confianza siempre. Por esa genialidad y a la vez, ese carácter humilde, que

    tanta falta hacen. Gracias Santi, por tu sabiduría, por compartirla siempre con tanta generosidad

    conmigo. Por todo tu trabajo, por ser un referente y luz en el camino, a veces tan arduo. Gracias

    a la gente del Departamento de Salud, por cuidarme tanto en mi estancia allí. Gracias a OPIK, por

    ser las mejores compañeras en el camino. Espero seguir compartiendo mucho más con vosotras

    en esta nueva etapa, llena de luz natural, ilusión y nuevos proyectos.

    Gracias al Master de Salud Pública de la Pompeu, a aquella promoción 2007-2009 que me llevó a

    conocer la fuente de John Snow y que dio un vuelco a mi cabeza y a mi corazón. Gracias a la

  • buena gente de la Agència de Salut Pública de Barcelona, especialmente al SPIP, por acogerme y

    enseñarme tanto. Gracias Élia, por darme aquella primera oportunidad para conocer este mundo,

    por el cariño, la confianza y el empuje. Gracias Carme, por tu apoyo y compromiso, por mostrarme

    que, además de ser una increíble profesional, eres una gran persona. Gracias a la ciudad de

    Barcelona y sus habitantes, por todo lo vivido, por ser acogida y el mejor lugar para crecer.

    Gracias a todas esas personas, profesionales y activistas de la salud pública en la lucha, con las

    que tanto he aprendido y disfrutado: Maribel, Elena, Ana, Carlos, Francisco… Esto no hubiera sido

    posible sin vosotras y vosotros y sin vuestro compromiso.

    Como decía, la tesis forma parte un viaje vital. Y también decía que no puedo sentirme más rica.

    Supongo que, aunque esta gente no lo sepa, aquí dentro hay mil trocitos de cada una.

    Gracias a mis amigas. A las Reinis, por permanecer. Somos afortunadas y nos seguimos

    compartiendo, a cada paso. Gracias por permitirme ser, por la toma a tierra que sois. Cualquier

    tesis no puede decir que tiene una banda sonora, ¡gracias Bel! Gracias a las Cuchis, por lo

    compartido. Os debo más de una presentación y, aun así, tengo vuestra presencia y cariño

    siempre. A mis mujeres sabias, Anna, Núria y Angelina, por poner el ‘Cor’ en el centro, por nuestro

    espacio de lujo, libre de todo lo demás, ¡amunt! A la Transfronteriza, Axel y Ana, por las

    conspiraciones compartidas, por ser ejemplo de lucha, desde el cuidado y el cariño en lo que se

    cree. Al mono salsero, por la riso-salsa-terapia, por ser la mejor compañía y refugio en estos años

    y ¡porque hoy se baila!

    Pero, como dice Benedetti, “ahora no quedan más excusas, porque se vuelve aquí, siempre se

    vuelve”. Gracias a mi familia. Sois la base de la mochila y el espacio amable al que siempre se

    vuelve. Gracias Luis, Mercedes, Lore, Luis y Carolina, por tener la puerta abierta siempre, por el

    soporte, el cariño y la presencia incondicional.

    Gracias a mis hermanas Elvira y Miriam y a mi hermano Txarli, por ser los mejores aliados que una

    podría tener. Por quererme como lo hacéis, por vuestra presencia incondicional en el camino, por

    vuestro apoyo siempre. Por ser ejemplo de vida y de tantas cosas que descubro cada día. A Miguel,

    David y Marta, por lo compartido, por el cariño y la complicidad. Gracias a mi sobrinada, por

    dejarme ser una más y molestaros hasta el infinito. No puedo disfrutar más aprendiendo tanto de

    cada uno de vosotros y vosotras. Gracias por pisar fuerte, por recordarme las cosas que no quiero

    dejar perder por el camino y aquellas por las que merece la pena luchar.

    Gracias papá y mamá, por la luz en la última curva. Como en aquella noche que me fui con la

    maleta y os quedasteis conmigo para siempre, allí donde estéis. Por vuestro amor, por el empuje

    y la confianza. Por el ejemplo de esfuerzo, de trabajo y de bondad. Nunca os he llegado a explicar

    bien qué es lo que hago y, sin embargo, fuisteis la máxima inspiración para que decidiera escoger

    este camino. ¡Gracias infinitas!

    Y, por último, gracias Carlos, por tu amor y por no dejar de hacerme tan feliz. Un auténtico lujo,

    esta media vida a tu lado. Por todos los capítulos y los que vendrán. Por la ilusión viva. Por confiar

    en mí más que yo misma, por darme las alas y empujarme a ser lo mejor que puedo llegar a ser.

    Brindemos, que hoy es siempre todavía…

  • ÍNDICE

    RESUMEN ............................................................................................................................................. 15

    1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 19

    1.1. LA SALUD, SUS DETERMINANTES Y LAS DESIGUALDADES SOCIALES EN SALUD ..... 20

    1.1.1. La evolución conceptual de la salud: del modelo biomédico al modelo social ............. 20

    1.2. LA GOBERNANZA Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS .............................................................. 23

    1.2.2. La nueva gobernanza pública................................................................................................ 26

    1.2.3. Desafíos en la aplicación de la gobernanza ........................................................................ 27

    1.2.3.1. La participación social ..................................................................................................... 27

    1.2.3.2. La desafección política .................................................................................................... 30

    1.2.4. La Gobernanza local: hacia un nuevo municipalismo ........................................................ 32

    1.2.4.1. La evolución de la gobernanza local: de la supremacía estatal al potencial del

    gobierno local ................................................................................................................................ 32

    1.2.4.2. El avance hacia una agenda local más innovadora y transversal .............................. 34

    1.2.4.3. La participación social en el contexto de la gobernanza urbana .............................. 35

    1.3. LA GOBERNANZA Y LA SALUD......................................................................................... 36

    1.3.1. La gobernanza en salud y la gobernanza por la salud ...................................................... 37

    1.3.2. La Salud en Todas las Políticas o el avance hacia la gobernanza para la salud ............. 38

    1.3.2.1. La evolución de la gobernanza horizontal por la salud .............................................. 39

    1.3.3. La puesta en marcha y el desarrollo de la Salud en Todas las Políticas .......................... 41

    1.3.4. La acción intersectorial en salud como vía para implementar la Salud en Todas las

    Políticas ............................................................................................................................................... 42

    1.3.4.1. Los factores que favorecen la acción intersectorial en salud ..................................... 44

    1.3.5. La gobernanza urbana por la salud ...................................................................................... 45

    1.3.5.1. La gobernanza urbana y las desigualdades sociales en salud .................................. 45

    1.3.5.2. Los elementos facilitadores y las barreras para la gobernanza urbana para la salud

    ......................................................................................................................................................... 48

    1.3.6. La regeneración urbana, la salud y la Salud en Todas las Políticas .................................. 49

  • 1.3.6.1. La relación entre la regeneración urbana y la salud: retos conceptuales y

    metodológicos ............................................................................................................................... 50

    1.3.6.2. La Salud en Todas las Políticas en el ámbito de las políticas urbanas ...................... 51

    1.4. LA EVALUACIÓN DE IMPACTO EN SALUD Y SU EFECTIVIDAD ..................................... 53

    1.4.1. La EIS: definición, principios y aplicación de la herramienta ............................................. 53

    1.4.1.1. La definición de la EIS y el enfoque de la salud adoptado ......................................... 54

    1.4.1.2. Principios, tipologías y fases sistemáticas de la EIS ..................................................... 55

    1.4.2. La aplicación de la EIS: sus diferentes enfoques y tipologías ........................................... 58

    1.4.3. La evaluación de la efectividad de la EIS: evolución de su definición y de sus retos ante

    la complejidad ................................................................................................................................... 61

    1.4.3.1. ¿Qué se entiende por una EIS efectiva? ........................................................................ 61

    1.4.4. Los marcos conceptuales para evaluar la efectividad de la EIS y su evolución .............. 63

    1.4.4.1. La perspectiva “reducida” de la efectividad: Los marcos conceptuales de Parry y

    Kemm y de Wismar ....................................................................................................................... 63

    1.4.4.2. La perspectiva “amplia· de la efectividad y sus determinantes: los marcos

    conceptuales de Harris-Roxas y Harris y de Haigh et al .......................................................... 65

    1.4.4.2.3. Limitaciones y retos de los marcos conceptuales de Harris-Roxas y Harris y de

    Haigh et al. ..................................................................................................................................... 70

    1.4.5. Futuros pasos en el análisis de la efectividad de la EIS ..................................................... 71

    1.5. JUSTIFICACIÓN DEL ESTUDIO .......................................................................................... 74

    2. OBJETIVOS E HIPÓTESIS ...................................................................................................... 75

    2.1. OBJETIVOS.......................................................................................................................... 75

    2.2. HIPÓTESIS .......................................................................................................................... 76

    3. METODOLOGÍA .......................................................................................................................... 77

    3.1. Diseño de la investigación ................................................................................................ 77

    3.2. Material de estudio ........................................................................................................... 78

    3.3. Marco conceptual para el análisis de la efectividad de las EIS ..................................... 80

    3.4. Recogida y análisis de la información ............................................................................. 85

  • 4. RESULTADOS ............................................................................................................................... 89

    4.1. RESULTADOS RELATIVOS A LOS CASOS-ESTUDIO DE LAS EIS ..................................... 89

    4.1.1. Caso-estudio 1. La EIS de Uretamendi-Betolaza y Circunvalación ........................... 90

    4.1.1.1. La efectividad directa de la EIS ....................................................................................... 91

    4.1.1.2. La efectividad indirecta de la EIS ................................................................................... 94

    4.1.1.3. Los factores determinantes del contexto ..................................................................... 98

    4.1.1.4. Los determinantes del proceso de la EIS .................................................................... 104

    4.1.1.5. Los determinantes relativos a aspectos transversales al contexto y al proceso .... 110

    4.1.1.6. Resumen de los elementos de efectividad y de los determinantes de efectividad de

    la EIS de Uretamendi-Betolaza y Circunvalación .................................................................... 111

    Tabla 4.1.1.3. Tabla-resumen de la efectividad y sus determinantes de la EIS de UBC ..... 113

    4.1.2. Caso-estudio 2. La EIS de Vitoria-Gasteiz .................................................................... 114

    4.1.2.1. La efectividad directa de la EIS ..................................................................................... 115

    4.1.2.2. La efectividad indirecta de la EIS ................................................................................. 115

    4.1.2.3. Los factores determinantes del contexto de la EIS .................................................... 121

    4.1.2.4. Los determinantes del proceso de la EIS .................................................................... 125

    4.1.2.4.2. Los procedimientos de la EIS .................................................................................... 127

    4.1.2.5. Los determinantes relativos a aspectos transversales al contexto y al proceso .... 128

    4.1.2.6. Resumen de los elementos de efectividad y de los determinantes de la efectividad

    de la EIS de Vitoria-Gasteiz ........................................................................................................ 129

    Tabla 4.1.2.1. Tabla-resumen de la efectividad y sus determinantes de la EIS de Vitoria-

    Gasteiz .......................................................................................................................................... 130

    4.1.3. Caso-estudio 3. La EIS de Barceloneta .......................................................................... 131

    4.1.3.1. La efectividad directa de la EIS ..................................................................................... 132

    4.1.3.2. La efectividad indirecta de la EIS ................................................................................. 136

    4.1.3.3. Los factores determinantes del contexto de la EIS .................................................... 142

    4.1.3.4. Los determinantes del proceso de la EIS .................................................................... 148

    4.1.3.5. Los determinantes relativos a los aspectos transversales al contexto y al proceso

    ....................................................................................................................................................... 155

    4.1.3.6. Resumen de los elementos de efectividad y de los determinantes de efectividad de

    la EIS de Barceloneta .................................................................................................................. 155

    Tabla 4.1.3.3. Tabla-resumen de la efectividad y sus determinantes de la EIS de

    Barceloneta .................................................................................................................................. 157

    4.1.4. Caso-Estudio 4: LA EIS DE Alcalá de Guadaíra ............................................................ 158

    file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209890file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209899file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209899file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209907file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209907

  • 4.1.4.1. La efectividad directa de la EIS ..................................................................................... 159

    4.1.4.2. La efectividad indirecta de la EIS ................................................................................. 163

    4.1.4.3. Los factores determinantes del contexto de la EIS .................................................... 167

    4.1.4.4. Los determinantes del proceso de la EIS .................................................................... 172

    4.1.4.5. Los determinantes relativos a aspectos transversales al contexto y al proceso .... 179

    4.1.4.6. Resumen de los elementos de efectividad y de los determinantes de efectividad de

    la EIS de Alcalá de Guadaíra ...................................................................................................... 179

    Tabla 4.1.4.3. Tabla-resumen de la efectividad y sus determinantes de la EIS de Alcalá de

    Guadaíra ....................................................................................................................................... 181

    4.1.5. Caso estudio 5. La EIS de Pasaia ..................................................................................... 182

    4.1.5.1. La efectividad directa de la EIS ..................................................................................... 183

    4.1.5.2. La efectividad indirecta de la EIS ................................................................................. 186

    4.1.5.3. Los factores determinantes del contexto de la EIS .................................................... 192

    4.1.5.4. Los determinantes del proceso de la EIS .................................................................... 201

    4.1.5.5. Los determinantes relativos a los aspectos transversales al contexto y al proceso

    ....................................................................................................................................................... 208

    4.1.5.6. Resumen de los elementos de efectividad y de los determinantes de efectividad de

    la EIS de Pasaia ............................................................................................................................ 210

    4.2. RESULTADOS RELATIVOS AL CONJUNTO DE CASOS DE LAS EIS ............................... 212

    4.2.1. La efectividad directa de las EIS .......................................................................................... 212

    4.2.2. La efectividad indirecta de las EIS ....................................................................................... 215

    4.2.3. Los determinantes de la efectividad en las EIS ................................................................. 222

    4.2.3.1. El contexto de las EIS ..................................................................................................... 222

    4.2.3.2. El proceso de la EIS ........................................................................................................ 234

    4.2.3.3. Los aspectos transversales al contexto y al proceso de las EIS ............................... 243

    5. DISCUSIÓN .................................................................................................................................. 245

    5.1. Resumen de los resultados ............................................................................................. 246

    5.2. Comparación de los resultados con otros estudios ..................................................... 250

    5.3. Limitaciones ..................................................................................................................... 255

    5.4. Implicaciones políticas y líneas futuras de investigación ............................................ 257

    file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209915file:///C:/Users/Maiu/Documents/TESIS%2016/CORRECCIONES/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc482209915

  • BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................ 261

    ANEXOS ............................................................................................................................................... 272

  • 15

    RESUMEN

    INTRODUCCIÓN

    La Evaluación de Impacto en Salud (EIS) es una herramienta para la acción intersectorial en salud

    que tiene el fin de incorporar la salud y la equidad en salud en la toma de decisiones políticas. En

    el Estado español se han realizado cinco EIS en base al modelo de los determinantes sociales de

    la salud y según las guías Merseyside de la EIS, sobre proyectos urbanísticos municipales. El marco

    conceptual para evaluar la efectividad de la EIS de Haigh et al. (2015) es una referencia novedosa

    que contempla la efectividad no únicamente desde el impacto que ha tenido la EIS en referencia

    a la implementación de las recomendaciones, sino desde una perspectiva amplia, teniendo en

    cuenta otros logros y avances derivados de la experiencia de la EIS. Para mejorar la práctica de la

    EIS en el contexto español y avanzar en la implementación de la estrategia de la Salud en Todas

    las Políticas, resulta esencial conocer la efectividad que han tenido las EIS y aquellos factores

    determinantes, relativos al contexto y al proceso que han influenciado en ella.

  • 16

    OBJETIVO

    El objetivo general de esta tesis ha consistido en analizar la efectividad de las experiencias de EIS

    realizadas en el Estado español de 2006 a 2014 desde la perspectiva de los determinantes sociales

    de la salud y de acuerdo a la metodología de las guías Merseyside, así como los determinantes

    más relevantes que las han condicionado.

    MÉTODO

    Se diseñó un estudio basado en metodología cualitativa sobre el análisis de las cinco EIS

    desarrolladas en base al modelo social de la salud y de acuerdo a las guías Merseyside realizadas

    en el Estado español de 2006 a 2014. La recogida de información y de análisis para la evaluación

    de la efectividad de las EIS se basó en la utilización de tres tipos de métodos: 1) un análisis de

    contenido discursivo en base a entrevistas en profundidad a personas participantes en las EIS; 2)

    un análisis de contenido documental de artículos y publicaciones científicas relacionadas con las

    experiencias de EIS analizadas, informes o publicaciones institucionales, leyes, proyectos

    urbanísticos, noticias de prensa, blogs digitales y mapas digitales; y 3) una observación no

    participante de algunos de los escenarios donde se llevaron a cabo las EIS analizadas.

    RESULTADOS

    Esta tesis arrojó resultados en dos vertientes: 1) la efectividad de las EIS y 2) los factores que

    determinaron la efectividad. En cuanto a la primera vertiente, todas las EIS analizadas fueron

    efectivas en introducir la salud y la equidad en salud en la toma de decisiones de los proyectos

    sobre los que se aplicaban. La efectividad directa se dio, aunque en grado variable, en todas las

    EIS en las que los proyectos se llevaron a término. Tres EIS lograron incorporar recomendaciones

    con importante calado urbanístico y social. Por su parte, las EIS influyeron en la gran mayoría de

    las dimensiones de la efectividad indirecta, principalmente mediante la generación de aprendizaje

    en las personas participantes y dando lugar a otras actuaciones. En cuanto a los determinantes de

    la efectividad, aquellos relativos al contexto que resultaron favorables fueron la institucionalización

    del modelo social de la salud, la alineación de los objetivos de los proyectos y la EIS, el buen

    entendimiento y un estado de planificación de los proyectos óptimo para la EIS. Por su parte,

    aquellos factores contextuales que limitaron la efectividad de la EIS fueron, la ausencia de un

    mandato político sustentado en los valores de la EIS, el carácter voluntario de la herramienta y, en

    general, la falta de cultura y elementos a nivel institucional para la acción intersectorial y la

    participación ciudadana. Asimismo, los factores del contexto sociopolítico y económico, como la

    crisis económica, la coyuntura electoral y la conflictividad socio-institucional y factores del

    contexto de toma de decisiones, como la ausencia de alineación de los valores de los proyectos y

    de la EIS, limitaron la efectividad de las EIS. En cuanto a los elementos del proceso que

    contribuyeron a la efectividad de la EIS, se identificaron la base en la evidencia y el conocimiento

  • 17

    disponible, los recursos económicos y la flexibilidad y capacidad de adaptación de la EIS. La

    participación e implicación de agentes clave para la toma de decisiones y de la comunidad en la

    EIS fue un factor favorable a la efectividad de la EIS. Los aspectos transversales positivos para la

    efectividad fueron la actitud proactiva y la agencia individual.

    CONCLUSIONES

    Las EIS analizadas en esta tesis resultaron efectivas, arrojando todas ellas resultados para ambos

    tipos de efectividad. Los determinantes relativos al contexto institucional, sociopolítico y de toma

    de decisiones resultaron menos favorables para la efectividad de las EIS, con respecto a los del

    proceso y a la acción individual transversal. Es necesario avanzar en la elaboración de un marco

    conceptual que explique la importancia de los factores relativos al contexto español para avanzar

    en la implementación de la estrategia de la Salud en Todas las Políticas.

  • 18

  • 19

    1. INTRODUCCIÓN

    Este apartado se expondrán las cuestiones teóricas que han sustentado la justificación de la tesis,

    sus objetivos, los métodos utilizados y la interpretación de los resultados. Se comenzará haciendo

    un repaso de los principales marcos teóricos que conceptualizan el modelo social de la salud sobre

    el que se asienta la investigación, para posteriormente explicar los nuevos modelos de gobernanza

    pública, basados en la horizontalidad y la multiplicidad de actores, y algunos de sus desafíos. Sobre

    la gobernanza se asienta la estrategia de la Salud en Todas las Políticas, que se explicará a

    continuación, haciendo un énfasis especial a su aplicación a nivel local. Finalmente, se expondrán

    las bases y los principios de la Evaluación de Impacto en Salud, una herramienta catalizadora de

    la Salud en Todas las Políticas, así como la definición de su efectividad y algunos marcos

    conceptuales utilizados para su evaluación.

  • 20

    1.1. LA SALUD, SUS DETERMINANTES Y LAS DESIGUALDADES

    SOCIALES EN SALUD

    La salud ha sido, en todas las sociedades, un bien preciado. Sin embargo, la manera de concebirse

    la salud y de protegerse de la enfermedad ha variado a lo largo de los tiempos, las sociedades, las

    culturas y las corrientes de pensamiento. No sería posible entender la promoción de la salud actual,

    dirigida de manera especial a las cuestiones “ajenas” a la salud, sin conocer la trayectoria que ha

    tenido el concepto de la salud y de los factores que la determinan.

    1.1.1. La evolución conceptual de la salud: del modelo biomédico al modelo social

    Fue a mediados del siglo XIX, con el inicio de la medicina social, cuando se tomó conciencia por

    primera vez acerca de las relaciones entre el estado de salud de una población y sus condiciones

    de vida. Y es, en ese momento, de mano de nombres como Virchow o Duncan, que fueron los

    primeros en exponer estas relaciones y reivindicar las mejoras de dichas condiciones para todas

    las personas, cuando se forman los fundamentos conceptuales de la promoción de la salud

    (Restrepo y Málaga, 2001). Sin embargo, hasta mediados del siglo XX la visión de la salud se limitó

    a una concepción biologicista de la misma, limitada a la ausencia de enfermedad y, por tanto, la

    atención estaba orientada al conocimiento de las causas de enfermar y a la prevención de las

    mismas, así como en el tratamiento de sus consecuencias.

    Tras la Segunda Guerra Mundial, tuvieron lugar un conjunto de fenómenos sociales, como el

    avance científico-tecnológico y de los medios de comunicación, el conocimiento de la historia

    natural de las enfermedades el cambio en el patrón epidemiológico, la difusión del conocimiento,

    etc., que arrimaron al debate científico la relación entre salud y los determinantes que la influyen

    (Palomino et al., 2014). Fruto de esta evolución del concepto de la salud la Organización Mundial

    de la Salud (OMS) definió en 1946 la salud como “El estado de completo bienestar físico, mental

    y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

    En el seno de esta evolución, llegaron aportaciones relevantes, como la de Lalonde (1973), quien

    representó los distintos determinantes de la salud en función de su relevancia a la hora de causar

    enfermedades, —los estilos de vida (43%), la biología humana (27%), el medio ambiente (19%) y

    el sistema sanitario (11%)—. Asimismo, llamó la atención sobre la falta de concordancia de esta

    relevancia con los recursos destinados a cada determinante en Canadá, siendo la atención sanitaria

    la que acumulaba la mayor intensidad de estos recursos.

    Tomando el relevo de Lalonde, Dahlgren y Whitehead (1991) fueron precursores de uno de los

    modelos que más claramente han descrito cuáles son los principales determinantes sociales de la

    salud. Tal y como se expone en la figura 1.1., este modelo expone los diferentes determinantes de

    la salud como estratos o capas de influencia y sitúa en una parte central aquellos factores

    intrínsecos a las personas y que no son modificables, como la edad, el sexo o los factores

    hereditarios. En torno a estos factores, se disponen distintas capas de factores que pueden ser

  • 21

    modificados por la intervención de políticas diversas. Así, en la segunda capa, se muestran las

    conductas relacionadas con la salud, como los hábitos tóxicos, la dieta o la actividad física. En una

    tercera capa, se muestran aquellos factores relativos al apoyo social y comunitario. En una cuarta

    capa, aparecen factores como las condiciones de vida y trabajo, el sistema alimentario o el acceso

    a bienes y servicios básicos, como el sistema sanitario, que influye en el acceso a las oportunidades

    de las personas para mantener su salud. En último lugar, se representan los factores relacionados

    con las condiciones socioeconómicas, culturales, políticas y medioambientales más macro, dentro

    de las cuales se sitúan las sociedades, y que condicionan la forma en que los determinantes

    sociales antes citados influyen sobre la salud de las personas y las comunidades.

    Figura 1.1. Modelo de los determinantes de la salud de Dahlgren y Whitehead

    Fuente: Dahlgren y Whitehead, 1991

    Un siguiente paso en esta conceptualización de los determinantes sociales de la salud, fue el

    reconocimiento de su impacto sobre la distribución de la salud y la enfermedad en la población.

    La OMS definió el concepto de desigualdades sociales en salud como “las diferencias en materia

    de salud que son innecesarias, evitables e injustas” (OMS, 1946), asignando al concepto una

    dimensión moral y ética. Además de estas características, las desigualdades son persistentes a lo

    largo de la historia y consistentes en los diferentes contextos, de tal manera que los grupos

    socioeconómicos mejor posicionados se benefician en mayor medida de aquellos recursos y

    actuaciones de naturaleza sanitaria y social orientados a la mejora de la salud (Daponte 2009).

    Al igual que los resultados en salud, la generación de las desigualdades sociales en salud es

    compleja y dependiente de múltiples interacciones entre los determinantes de la salud. Con el

    objetivo de ordenar los factores principales que explican la aparición de las desigualdades sociales

    en salud, la Comisión Española para la Reducción de las Desigualdades Sociales en Salud (2010)

  • 22

    adoptó un modelo que se muestra en la figura 1.2. Así, puede observarse que la equidad en la

    salud está condicionada por los denominados determinantes estructurales y los determinantes

    intermedios. Los primeros incluyen los aspectos relacionados con el contexto socioeconómico y

    político, que hacen referencia a las características de la estructura social de una sociedad. Se trata

    de la tradición política de los gobiernos y sus consiguientes políticas macroeconómicas y sociales

    relacionadas con el mercado laboral, la vivienda, la educación y el bienestar social. Entre estos

    factores del contexto socioeconómico, se incluyen también la gobernanza, los valores sociales y

    normas culturales imperantes en una sociedad, así como el valor colectivo dado a la salud. Todos

    estos factores contextuales ejercen una gran influencia sobre los patrones de estratificación social,

    que determinan la posición social que las personas ocupan en la sociedad según su nivel

    socioeconómico, género, nivel de estudios, lugar de nacimiento y otras dimensiones. Esta posición

    social desigual genera, a su vez, desigualdades en la distribución de los determinantes

    intermedios, que incluyen las condiciones de vida y de trabajo, los factores psicosociales -como la

    extensión y calidad de las redes sociales, el estrés y la percepción de control sobre la vida propia-

    y las conductas relacionadas con la salud -como el consumo de alcohol, tabaco, la dieta o la

    práctica de actividad física-.

    Figura 1.2. Marco conceptual sobre los determinantes de las desigualdades en salud de la

    Comisión Española para la Reducción de las Desigualdades Sociales en Salud

    Fuente: Comisión para Reducir las Desigualdades Sociales en Salud en España, 2010

    Este marco inspiró una serie de propuestas de políticas e intervenciones para reducir las

    desigualdades sociales en salud en España, evidenciando que dicha reducción únicamente puede

    venir de la mano de un compromiso por una sociedad más justa y más sana, impulsado desde

    todas las políticas. En concreto, se hacía especial mención a las políticas públicas, como

    catalizadoras para la mejora de las condiciones de vida a lo largo de la vida (Comisión para Reducir

    las Desigualdades Sociales en Salud en España, 2012). En los siguientes capítulos se expondrán las

  • 23

    bases conceptuales de los nuevos modelos de gobernanza pública, como punto de partida para

    el establecimiento de una gobernanza por la salud, o aquel modelo institucional alineado con la

    estrategia de la Salud en Todas las Políticas.

    1.2. LA GOBERNANZA Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

    La sociedad del siglo XXI presenta nuevos retos, propios de una nueva era. La sociedad industrial

    que caracterizó buena parte del siglo XX ha dado paso a la era de la información y del

    conocimiento. Los avances de la tecnología y la conectividad y el conocimiento generado a partir

    de ellos han dado paso a un nuevo escenario de conocimiento, de interacciones y de relaciones

    de poder entre distintos actores desde la esfera global a la local. Por otra parte, la sostenibilidad

    de la vida se ve amenazada hoy en día por nuevos problemas (como el cambio climático, la

    transición demográfica y epidemiológica, las crecientes desigualdades sociales, las crisis

    económicas, etc.) que se caracterizan por su complejidad e interdependencia Kickbusch (2012).

    Las respuestas a estos problemas no pueden brindarse de manera unilateral, sino que requiere

    alcanzar la conciliación de los intereses de instituciones públicas, privadas e individuos para llevar

    a cabo una acción colaborativa (Commission of Governance, 1995). Dicha conciliación no es asunto

    sencillo. A nivel global, gobiernos, organizaciones internacionales, empresas multinacionales,

    tratados transnacionales, etc., han de llegar a acuerdos en base a intereses, a menudo,

    contrapuestos y sujetos a enormes diferencias de poder. Los fenómenos y macro-políticas en la

    esfera global tienen grandes repercusiones en el ámbito local, mediadas por un poder estatal que,

    cada vez ve más reducida su capacidad de influencia.

    Kickbusch (2012) señala tres dinámicas que han conducido y que caracterizan el paradigma de

    gobernanza actual, que son: a) la extensión del poder de gobierno más allá de las fronteras del

    estado; b) la democracia monitorizada; y c) el valor compartido.

    El primer elemento hace referencia a las formas en que el poder es compartido entre el gobierno

    y todos los demás actores. La extensión de la producción de los servicios públicos más allá de

    estado ha conllevado la creación de redes o sistemas de co-producción, conformados por el sector

    privado, el sector público y el tercer sector, en los distintos niveles de gobierno -supranacional,

    nacional y subnacional-. Esta extensión de la gobernanza más allá del estado para dar solución a

    una realidad compleja, es la base de los enfoques conocidos como el “conjunto de gobierno” -o

    “whole of government”- y el “conjunto de la sociedad” -o “whole of society”-, que definiremos

    más adelante y sobre los que pivota la estrategia de la Salud en Todas las Políticas.

    En segundo lugar, el factor conocido como democracia monitorizada tiene que ver con un sistema

    en el que la participación política ciudadana en la gobernanza actual se ve reforzada por unos

    mecanismos escrutadores del poder (Keane, 2009). El concepto, acuñado por John Keane, parte

    del hecho de que la democracia ya no puede entenderse como un sistema político basado en el

    voto de una ciudadanía meramente espectadora del poder circunscrito a unas elites cerradas

  • 24

    (Feenstra, 2013). Más allá de su participación en las urnas, la ciudadanía debería supervisar las

    decisiones de sus representantes y dar cuenta del buen uso y la legitimidad de ese poder asignado,

    para lo cual es necesaria la transparencia y la rendición de cuentas de la actividad política. De esta

    manera, como señala Feenstra (2013), a la representación le acompañaría la posibilidad de que “la

    periferia se constituya como una esfera capaz de incidir sobre el centro político”. Este fenómeno

    es resultado de múltiples factores, como la conciencia por la defensa de los derechos humanos y

    su puesta en relación con la democracia; el crecimiento de organizaciones y conformación de

    redes, las movilizaciones ciudadanas, etc. Todo ello apoyado por las nuevas posibilidades que

    ofrece el avance tecnológico sobre la conectividad y la información (Subirats, 2011; Feenstra,

    2013).

    Por último, el valor compartido hace referencia a las ganancias que se obtienen de llevar a cabo

    políticas o actuaciones conjuntas (entre el sector industrial o empresarial y el sector social). Estas

    ganancias tienen que ver con la potenciación recíproca de resultados económicos y sociales,

    basada en el aporte del bienestar social a la productividad económica y viceversa.

    Los retos sociales, económicos y ambientales y las dinámicas nombradas dan cuenta de que un

    gobierno basado en la supremacía del Estado -y a menudo limitado a él- supone una respuesta

    ineficiente y deslegitimada a los problemas de la ciudadanía. Es necesario, por tanto, rediseñar las

    formas de liderazgo, las herramientas, estructuras y procesos de gobierno. Estos nuevos procesos

    en los que el estado incorpora a los sectores del mercado y de la sociedad civil en el acto de

    gobierno son los que engloba la palabra “gobernanza”.

    1.2.1. La gobernanza como fenómeno político y como aproximación analítica

    La gobernanza es un término vagamente definido, que ha sido utilizado de manera indistinta para

    nombrar conceptos diferentes. Una distinción conceptual que resulta interesante poner de

    manifiesto para esta investigación es la siguiente: la gobernanza como fenómeno político y la

    gobernanza como aproximación o enfoque descriptivo o analítico (Vásquez-Cárdenas, 2014).

    En primer lugar, la gobernanza como fenómeno político se ha definido como “un nuevo estilo de

    gobierno en el que opera la negociación y un mayor grado de cooperación entre actores públicos

    y privados que se organizan en redes de carácter mixto” (Mayntz, 1998). La Comisión de la

    Gobernanza (2005) la definió como: “… las múltiples formas en que los individuos e instituciones,

    públicas y privadas, gestionan sus asuntos comunes. Es un proceso continuo a través del cual se

    lleva a cabo una acción cooperativa y en el que los distintos intereses en juego tratan de

    conciliarse. En dicho proceso, instituciones y actores tratan de llevar a cabo el cumplimiento de los

    acuerdos formales o informales que de manera conjunta se han establecido o son percibidos de

    interés mutuo”.

    La estructura que da respuesta a este estilo de gobierno se basa en redes conformadas por una

    pluralidad de actores públicos y privados. Esta participación implica a los diferentes niveles -

  • 25

    estatal, regional y local- de gobierno y de la administración (participación vertical), a los diferentes

    departamentos y sectores (participación horizontal), así como a actores de otras instituciones y de

    fuera del ámbito institucional, como empresas, organizaciones y actores sociales. Cuanto más

    amplia y heterogénea (en cuanto a número y naturaleza de actores) sea la red en torno a una

    política, más fragmentación de intereses acogerá y más propicio será el escenario para la

    aplicación de un proceso democrático y legitimador (Subirats et al., 2009).

    Las dinámicas que se establecen en el seno de las redes son la interacción, el diálogo y la

    negociación entre los actores y están orientadas a la solución de problemas colectivos complejos,

    desde el consenso. Además, los poderes públicos en este modelo político adoptan nuevos roles

    relacionados con el liderazgo y coordinación de la actividad y la participación en las redes.

    En segundo lugar, la gobernanza como aproximación o enfoque de análisis, se refiere a las

    características que componen un modelo ideal o paradigma a la hora de dar respuesta a la realidad

    compleja de la sociedad actual. Respondería, por tanto, a lo que se conoce como “buena

    gobernanza” y se alinea con lo que consideraría un buen gobierno. Estos principios provienen en

    buena parte de los intentos de aplicar estándares de buena práctica en las empresas y grandes

    corporaciones y en los últimos tiempos han sido adoptados por entidades no gubernamentales

    (Kickbusch, 2012). A la hora de definir la buena gobernanza en el seno de los gobiernos, la

    aportación del Banco Mundial (2011) acerca de la gobernanza en general puede resultar

    aclaratoria. Así, se refiere a ella como “las tradiciones e instituciones a través de las cuales la

    autoridad en un país es ejercida por el bien común. Estas incluyen: 1) El proceso por el cual los

    agentes que ejercen la autoridad son elegidos, monitorizados y reemplazados; 2) La capacidad del

    gobierno para gestionar de manera efectiva sus recursos e implementar políticas; y 3) El respeto

    de la ciudadanía y el estado a las instituciones que gobiernan las interacciones económicas y

    sociales entre ellos”.

    La OECD (2012), por su parte, señala como buena gobernanza aquella que “permite reforzar la

    democracia y los derechos humanos, promueve la prosperidad económica y la cohesión social,

    reduce la pobreza, mejora la protección ambiental y el uso sostenible de los recursos naturales y

    contribuye a la confianza en el gobierno y la administración pública”. Por su parte, el Programa de

    Desarrollo de las Naciones Unidas la define como “aquella comprometida con la rendición de

    cuentas, transparente, con capacidad de respuesta, equitativa e inclusiva, efectiva y eficiente,

    participativa, orientada al consenso y respetuosa con la ley” (Kickbusch, 2012).

    Cuando nos referimos a la buena gobernanza, por tanto, hacemos referencia a un conjunto de

    principios-guía que trascienden políticas, sectores y actores específicos. Se orienta en mayor grado

    al proceso que a la meta y a las dinámicas, más que al estado estático de las cosas. Por último, se

    trata de un ideal cuya aplicación no puede ser ajena al contexto (caracterizado por condiciones no

    ideales) en el que pone en marcha (Kickbusch, 2012).

  • 26

    1.2.2. La nueva gobernanza pública

    La trayectoria de la Administración Pública ha atendido a tres modelos o paradigmas que han

    regido su actuación y organización. Desde finales del siglo XIX y hasta el fin de la Segunda Guerra

    Mundial, estuvo presente el conocido como modelo tradicional de la Administración, caracterizado

    por ser vertical y jerárquico, basado en la primacía del Estado y en el uso de su instrumento legal

    para implantar el recién estrenado estado de bienestar. A este modelo le siguió, entre las décadas

    de 1970 y 1980 de mano del paradigma neoliberal (Ardila, 2003), la implantación de la Nueva

    Gestión Pública (o “New Public Management”). Se trataba de un modelo gerencial centrado en las

    técnicas propias del sector privado, ya que introducía la competencia y se orientaba al logro de

    resultados, a la calidad de los programas públicos y a mayor aceptación social del gobierno y una

    mayor confianza en su capacidad directiva (Aguilar-Villanueva, 2014). Establecía, además, una

    descentralización de los servicios públicos y el establecimiento de partenariados público-privados.

    Su propuesta de gobernanza realmente no ofrecía un carácter demasiado innovador, ya que daba

    continuidad a un estilo de gobierno jerárquico y sectorializado, poco abierto a actores no

    institucionales y opaco.

    La Nueva Gobernanza Pública, por su parte, comenzó a instaurarse a principios del siglo XXI en

    respuesta a la interdependencia de los problemas que la Administración Pública debía abordar,

    así como su complejidad y que hacían necesaria la transición hacia una administración más

    horizontal e integradora de múltiples actores, más allá de la propia administración. Para ello, este

    paradigma en la administración pública se basa en dos enfoques: el del “conjunto de gobierno” (o

    whole of government) y el del “conjunto de la sociedad” (o whole of society).

    El enfoque de “conjunto de gobierno” contempla una acción de gobierno conjunta entre todos

    los niveles de toma de decisiones (local, regional, nacional y supranacional) y sectores, tanto

    procedentes de la administración como externos a ella. Se considera el enfoque más adecuado

    para generar actuaciones que den respuesta a problemas complejos, ya que parte de establecer

    un entendimiento común de los mismos y establecer un compromiso también compartido

    orientado a su solución. Para ello son necesarios elementos que conforman una cultura favorable

    a este enfoque, como la confianza, la asunción de un código ético común, un elevado grado de

    cohesión, así como nuevas habilidades dentro y fuera de la administración para trabajar de esta

    forma. Debe contar con el pleno soporte al enfoque a lo largo de la estructura que atraviesa, así

    como de una apuesta política de primer orden. Su aplicación implica la coordinación e integración

    de las actividades de gobierno, así como de los objetivos o metas sociales que el gobierno

    representa (Kickbusch, 2012).

    El enfoque de “conjunto de la sociedad” va un paso más allá con respecto al enfoque anterior y

    extiende la participación del conjunto de gobierno al sector privado, al sector parlamentario,

    medios de comunicación, instituciones, organizaciones, asociaciones voluntarias, sociedad civil e

    individuos. Es un enfoque colaborativo que promueve la calidad democrática, en cuanto que

    fomenta la confianza y la transparencia. Conduce a una gobernanza menos prescriptiva, menos

    centralizada y menos jerárquica. Por su parte, implica la creación de herramientas, cauces de

  • 27

    comunicación y medios de colaboración, así como de capacidades dentro y fuera de la

    administración (Kickbusch, 2012).

    1.2.3. Desafíos en la aplicación de la gobernanza

    La actual democracia representativa ofrece canales de participación institucional o convencional,

    entre los cuales el principal es el voto electoral. Existe un claro consenso acerca de lo limitado del

    sistema representativo por sí solo, en relación con su incapacidad deliberativa y de rendición de

    cuentas, el déficit de control ciudadano que brinda, así como relativas a su escasa capacidad a la

    hora de incluir a la totalidad de sectores sociales o de recibir y dar respuesta las demandas de la

    ciudadanía (Subirats, 2011; Cebrián, 2013). La democracia participativa es un sistema que

    trasciende los canales institucionales de participación aportando vías alternativas de expresión

    ciudadana. El debate acerca de la democracia participativa es divergente en cuanto al papel que

    esta debe asumir, bien como nuevo paradigma democrático que avance en el camino de sustituir

    al representativo o bien, como instrumento que venga a subsanar y complementar las carencias

    del sistema representativo (Subirats, 2011; Cebrián, 2013).

    Sin embargo, existe acuerdo acerca de que el actual sistema presenta se le presentan importantes

    retos a la hora de dar respuesta a los principios del buen gobierno. A continuación, abordaremos

    dos cuestiones que ilustran dichos desafíos: la participación social en los procesos políticos y la

    desafección política.

    1.2.3.1. La participación social

    La participación social es un elemento inherente al concepto de buena gobernanza y su puesta en

    marcha de manera efectiva y sistemática en torno a las políticas públicas es un factor predictor de

    legitimidad democrática (Martí-Costa, M., y Pybus, M. (2013). Constituye uno de los mecanismos

    de redistribución de poder, al otorgar a las esferas externas al mismo, mayor espacio de acción e

    intervención en la jerarquía social existente (Vázquez et al, 2002). En este sentido, cada vez es

    mayor la literatura que evidencia la efectividad sobre la equidad -y la equidad en salud- de

    procesos que incorporan la participación en la toma de decisiones. De Leeuw (2016) pone como

    ejemplo los presupuestos participativos y su capacidad de alcanzar un gasto público más

    equitativo, mejorar la transparencia y la responsabilidad pública por parte de las instituciones,

    incrementar los niveles de participación de la población más desfavorecida, así como de aumentar

    el aprendizaje democrático (De Leeuw, 2016).

    Sin embargo, bajo el término de “participación” conviven múltiples modelos y grados de desarrollo

    de la misma. Bajo un paradigma de buena gobernanza, se referiría a la presencia que la ciudadanía

  • 28

    tiene en las redes de políticas públicas, las estructuras básicas en las que se desarrolla el proceso

    de creación de las políticas públicas. Así, en la producción de una determinada política, la

    legitimidad de las redes es mayor cuanto más y mejor representada está la ciudadanía en ellas, en

    relación con otros actores como instituciones gubernamentales o empresas privadas (Martí et al.,

    2016).

    Para analizar esta representación, hemos de fijarnos en tres aspectos, dentro de la composición

    de las redes: por un lado, en el peso de la ciudadanía organizada o de las asociaciones con respecto

    a actores institucionales o actores del sector privado; en segundo lugar, en la adecuada

    representación de la comunidad según los distintos ejes de estratificación social; y por último, en

    la capacidad de participación y de influencia que se brinda a los colectivos más desfavorecidos

    (Martí et al., 2016). En relación a esta última cuestión, hay que tener en cuenta no únicamente la

    inclusión de colectivos excluidos, sino también su habilitación como actores políticos, es decir, la

    dotación equitativa de recursos que son capaces de movilizar (tiempo, conocimiento, etc.) y la

    capacidad de incidencia de los mismos sobre los resultados de la política.

    Por su parte, la calidad deliberativa de la participación resulta otro elemento clave en el análisis

    de la legitimidad democrática de un proceso político (Martí et al., 2016). En este sentido, el carácter

    deliberativo de las técnicas o metodologías que se lleven a cabo ejercerá un papel muy importante

    en las diferencias de poder entre los diferentes actores y, en consecuencia, en la capacidad de

    incidir de los actores sociales y comunitarios (Martí, 2009).

    1.2.3.1.1. Los grados de la participación

    La participación se ha conceptualizado en función de las distintas técnicas participativas utilizadas

    en el proceso de planificación y de los objetivos que estas alcanzan a cubrir (Figura 1.2) (Davidson,

    1998). La rueda del empoderamiento de Davidson ofrece un marco para promover el nivel de

    implicación ciudadana necesario con el fin de alcanzar objetivos establecidos en el proceso de

    planificación. En realidad, estos objetivos responden al grado de poder compartido con los actores

    sociales que las instituciones están dispuestas a asumir. Así, a medida que se hace uso de técnicas

    más deliberativas, se avanza a lo largo de cuatro “estatus de poder” que culminan con el

    empoderamiento de la ciudadanía. Estos son: 1) El nivel de “información” comprende desde la

    ausencia de comunicación por parte de la institución, hasta el aporte de información a la

    ciudadanía en base a lo que ella requiere conocer. 2) El siguiente nivel, de “consulta”, comprende

    desde brindar una información limitada para que la comunidad responda, al establecimiento de

    un diálogo entre la institución y la comunidad acerca de una decisión que la primera está pensando

    en llevar a cabo. 3) El tercer nivel, de “participación”, avanza desde la petición a la comunidad de

    realizar propuestas acerca de posibles soluciones a un problema, a la resolución del mismo de

    manera conjunta para, en un siguiente nivel, pasar a la toma de decisiones sobre asuntos concretos

    por la propia comunidad. 4) Finalmente, el cuarto nivel o “empoderamiento”, implicaría desde la

  • 29

    delegación a la comunidad de la toma de decisiones relativas a un área o proyecto, hasta el

    ejercicio de la ciudadanía en la toma de decisiones sustanciales.

    Figura 1.2. Rueda de la participación

    Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2012

    El avance en un paradigma de buena gobernanza, por tanto, deberá transitar por una mejora de

    la legitimidad democrática en torno a los procesos políticos. Esto implica una mayor y mejor

    representación de la ciudadanía en los mismos, atendiendo a la mayor presencia relativa con

    respecto a otros agentes, así como por la búsqueda activa de la participación efectiva de los

    grupos socioeconómicamente y políticamente excluidos. Además, este avance contempla la

    voluntad de una co-producción del valor público, es decir, por parte de todos los actores, con el

    papel especial de la ciudadanía. Para ello es preciso el uso de metodologías participativas que

    apunten hacia objetivos de empoderamiento de la comunidad.

  • 30

    1.2.3.2. La desafección política

    La desafección política ha sido definida por Torcal (2003) como “el sentimiento subjetivo de las

    personas relacionado con la falta de poder, el cinismo y la falta de confianza en el proceso político,

    los agentes políticos y las instituciones democráticas, pero sin el cuestionamiento del régimen

    político” (Torcal, 2003). Así, posee dos dimensiones: una relacionada con una postura ciudadana

    separada y alejada de la política, reflejada en la falta de interés e implicación en el proceso político

    y la desconfianza general hacia la acción política; y otra relacionada con la percepción de ineficacia

    política a nivel individual e institucional. Así, en un contexto de desafección, las percepciones

    valorarían negativamente la competencia política personal a la hora de entender la política y de

    llegar a incidir en ella; y por otro, considerarían que las autoridades políticas e instituciones tienen

    una escasa capacidad de respuesta, y revelarían una escasa confianza ante las instituciones de

    representación política y sus representantes (Montero et al., 1997).

    Por tanto, es importante diferenciar la desafección política de conceptos como descontento o

    insatisfacción. Mientras que estas son fruto de una divergencia entre unas expectativas positivas

    con respecto al sistema político y su funcionamiento real, la desafección política se basa en

    visiones desconfiadas y contradictorias de la esfera política, fundadas en mayor profundidad y más

    reacias al cambio (Montero et al., 1997). Por tanto, las consecuencias tienen mayor calado para la

    política democrática.

    En un análisis comparativo entre diferentes democracias de Europa y América, Torcal (2003) trató

    de estudiar algunos factores explicativos de la desafección política y comparo los resultados de

    desafección entre democracias viejas o aquellas de la primera y segunda ola democrática (entre el

    siglo XIX y mediados del siglo XX) y nuevas o democracias de la tercera ola (a finales del siglo XX).

    La desafección política estaba presente, en grado variable, en todas las democracias estudiadas y

    no existía un patrón claro en función del tiempo en democracia. Sin embargo, se daba una

    tendencia incremental de los índices de desafección política en aquellas democracias “nuevas” con

    respecto a las viejas. Así, los países del sur de Europa evalúan más negativamente a instituciones

    como el parlamento, la administración pública y el sistema legal y perciben en sus naciones una

    menor apertura o capacidad de respuesta democrática. España, por su parte, en un estudio

    desarrollado por Montero et al., (1997) se mostró como el país europeo con mayores índices tanto

    de desinterés político, como de percepción de ineficacia política, a nivel individual y por parte de

    las instituciones. Estos niveles elevados de desafección se habían mantenido desde el fin de la

    dictadura, con lo cual la juventud de la democracia por sí sola no se presuponía un factor

    explicativo.

    Torcal apuntó a que estas percepciones de desafección son una respuesta al “tiempo vivido en

    una democracia representativa dominada por instituciones excluyentes o prácticas que

    sistemáticamente han puesto en cuestión las instituciones básicas o la representación política y

    conducido a la desmovilización política” (Torcal, 2003). Sería por tanto el grado de incorporación

    de la ciudadanía en el proceso político y las prácticas democráticas desarrolladas en ese tiempo

    un posible factor explicativo de la presencia de este fenómeno.

  • 31

    Siguiendo este argumento, el Estado español no vivió los niveles altos de democratización política

    y de participación social que disfrutaron las democracias de Europa Occidental a partir de

    mediados del siglo pasado. Casi con el fin del periodo de la transición democrática española,

    sobrevinieron los importantes cambios sociales y económicos de finales del siglo XX, con los que

    las democracias europeas han visto progresivamente reducida la capacidad popular de influir en

    la acción de gobierno, quedando limitada a los cauces formales e institucionales de la participación

    (Subirats, 2011). Por otra parte, la exclusión política de ciertos sectores sociales ha sido una

    constante en los regímenes liberal-democráticos y se ha visto acuciada con la corriente neoliberal

    y la globalización económica, con la fuerte entrada de agentes empresariales y económicos

    (Subirats, 2011).

    Esta escasa exposición a un tiempo de democracia “sana” podría, parcialmente, explicar la estable

    desafección política que forma parte de la cultura política española.

    1.2.3.2.1. La desafección y la participación electoral: la exclusión social y política

    La participación social en la vida política y cómo esta es ejercida por la ciudadanía se ha

    considerado como un factor predictor de la desafección política. En la literatura, se han estudiado

    por separado las diferentes formas de participación -formal (a través de los cauces institucionales)

    e informal (alternativa a los cauces institucionales)- para conocer de qué manera la desafección

    determina cada una de ellas. Algunos autores han defendido que la desafección contribuye a una

    búsqueda por parte de la ciudadanía de nuevas formas de expresión y al desarrollo de formas de

    participación informal, a la vez que afirman que la no utilización de los cauces formales de

    participación constituye una forma de rebelión (Torcal, 2003). Para Torcal, sin embargo, existen

    diferencias en este patrón según el tipo de democracia: en las viejas democracias, la desafección

    política produce un efecto agitador que desencadena formas de participación no convencionales,

    las cuales dan lugar, a su vez, a ejercer un mayor control de la acción política, mayor rendición de

    cuentas y responsabilidad política, nuevas maneras de expresar las preferencias políticas, así como

    innovación democrática e institucional. En definitiva, en estos países estas formas de participación

    favorecen la calidad democrática de sus gobiernos.

    Mientras tanto, en las nuevas democracias, la participación no convencional no es sustitutiva de la

    participación formal, sino que siempre va de la mano de esta. En estos países y de manera contraria

    a aquellos con mayor recorrido democrático, la desafección política afecta negativamente a ambas

    formas de participación. Esto conlleva un mayor alejamiento entre la ciudadanía y sus

    representantes a nivel político y el avance hacia democracias más elitistas y herméticas a la

    participación social.

    Hemos visto cómo la participación política se ejerce de manera diferenciada en función del

    contexto político. Sin embargo, hay otras variables que explican la participación o, en su caso, la

    abstención, hablando de la asistencia a las urnas. En el Estado español han surgido en los últimos

    tiempos análisis orientados a este fenómeno y su relación con las variables socioeconómicas. Así,

  • 32

    Gómez y Trujillo (2016) estudiaron la distribución de la abstención ciudadana por secciones

    electorales, constatando que ésta se sitúa de manera muy clara en áreas de exclusión social. El

    principal argumento es la alta concentración en estas zonas de personas desconectadas de la vida

    laboral (desempleadas), carentes de capital social -un determinante clave del voto- y alejadas de

    los recursos digitales y de buena parte de la información política (Gómez y Trujillo, 2016). También

    aglutinan a sectores sociales no habilitados legalmente para votar, como población inmigrante y

    población de etnia gitana, excluidas de la vida política. Entre los sectores excluidos es mayor el

    sentimiento de ineficacia política, con respecto a la ciudadanía incluida (Gómez y Trujillo, 2016).

    1.2.4. La Gobernanza local: hacia un nuevo municipalismo

    Las características, los escenarios y los retos señalados para la Nueva Gobernanza Pública se

    trasladan a la esfera local, la cual se reconoce como escenario propicio para el desarrollo de este

    paradigma. Por un lado, los nuevos modelos de desarrollo han revalorizado sustantivamente lo

    relativo al territorio y el gobierno local ha visto incrementados su poder y autonomía; y por el otro,

    por las posibilidades que la proximidad ofrece para dar respuestas concretas a nuevas demandas

    sociales (emergidas a partir de la fragmentación de la estructura social, las mayores dinámicas de

    individualización, etc.) que requieren ser abordadas de manera integral (Subirats, 2015).

    En este punto hablaremos de las políticas públicas locales y de las políticas urbanas. Ambas han

    seguido una trayectoria paralela, enmarcada en el desarrollo de la nueva gobernanza pública en

    la esfera local.

    1.2.4.1. La evolución de la gobernanza local: de la supremacía estatal al potencial del

    gobierno local

    En las últimas décadas del siglo XX en el Estado español se produjo una enorme transformación

    estructural y funcional del gobierno local, si bien más acuciada por la necesidad que siguiendo

    una planificación estratégica (Iglesias et al., 2011). Tras el franquismo fue necesario dar respuesta

    a necesidades básicas hasta entonces no cubiertas (asfaltado, alumbrado, limpieza, ordenación

    viaria, etc.) y la principal esfera de toma de decisiones era la estatal, desde la que se distribuían los

    recursos con el fin de promover el desarrollo económico en todo el territorio nacional (Martí-Costa

    & Tomás, 2016). Los cambios sociales, económicos, tecnológicos y culturales experimentados a

    partir de los años 80, resituaron el bienestar concebido desde la esfera estatal como una demanda

    comunitaria e individual (Subirats, 2015). “Lo local” se pasó a concebir como la esfera con mayor

    potencial para abordar preocupaciones ciudadanas como la cohesión social, la inclusión laboral y

    la mejora de las condiciones de vida en las ciudades y pueblos. Y a su vez, en respuesta a la

    corriente neoliberal, las ciudades se convirtieron en motores de producción y de desarrollo

  • 33

    económico al servicio del capital (Iglesias, et al, 2011), a la vez que los gobiernos locales trataban

    de acomodar estos efectos sobre el territorio, lo que se conoce con el neologismo de

    “glocalización”.

    La globalización económica se manifestó en las políticas urbanas a través del urbanismo

    “emprendedor” o aquel orientado a atraer a dichas ciudades a polos de capital público y privado

    (Harvey, 1989). Así, fueron priorizadas soluciones orientadas y pensadas para el mercado, como es

    el caso de la movilización de instrumentos financieros especulativos, con el fin de obtener mayores

    beneficios económicos (Martí-Costa & Tomás, 2016). Entre los elementos de atracción a nivel

    urbano destacaban las grandes infraestructuras y macro-proyectos dirigidos a la comunicación y

    el transporte (puertos, aeropuertos, trenes de alta velocidad, etc.), pero también orientados a otros

    usos fuertemente vinculados al turismo, uno de los grandes pilares de las economías urbanas

    contemporáneas, a modo de justificar su utilidad y valor social (Díaz-Orueta, 2009). Fruto de esta

    lógica productivista, elementos no económicos propios del capital local, como la cultura o el ocio,

    pasaron a ser ejes de promoción económica y los estados, en respuesta a las presiones globales,

    adoptaron un modelo de privilegio económico a aquellas ciudades más competitivas (Martí-Costa

    y Tomás, 2016).

    Este contexto de oportunidad, sin embargo, llegó de la mano de nuevos retos en los ámbitos social

    y ambiental. En el primer caso, se había de hacer frente a una sociedad compleja, más

    individualizada, con nuevas formas de familia y más heterogénea, sobre todo en las ciudades. Los

    procesos de urbanización al servicio de la globalización económica profundizaron en la

    segregación y segmentación social en el plano de la ciudad (Iglesias et al., 2011), acrecentándose

    la separación entre las formas de vida del mayor sector de la población y aquellos más

    desfavorecidos, situados en zonas concretas, normalmente del extrarradio de la ciudad. Más allá

    de esa realidad, Tomás y Martí-Costa (2011) señalan la extensión de la percepción, a partir de estas

    desigualdades socio-espaciales, de estos “contenedores de colectivos socialmente vulnerables”

    como polos amenazadores de la cohesión social de la ciudad y generadores de exclusión social

    (Tomás y Martí-Costa, 2011). A todo ello se comenzaban a sumar los efectos, también más intensos

    en las ciudades, de las desigualdades sociales producidas por la precarización del mercado laboral,

    la vivienda o la educación, así como relacionados con el reto de la sostenibilidad de la vida

    (Subirats, 2015).

    Con respecto al ámbito ambiental, la corriente globalizadora se puso de manifiesto en las nuevas

    tendencias de planificación urbana basadas en la mayor extensión urbana de baja densidad, el

    incremento de la movilidad en todos los niveles, la complejización de la gestión de los residuos y

    de la contaminación y la necesaria contribución a la paliación de fenómenos globales, como el

    calentamiento global o el uso de energías fósiles.

  • 34

    1.2.4.2. El avance hacia una agenda local más innovadora y transversal

    A lo largo de los años noventa se desarrollaron progresivamente políticas locales -también en el

    ámbito de política urbana- que, desde una base local, trataron de dar respuesta a algunos de los

    desafíos ambientales y sociales. La principal característica de estas nuevas políticas era su mayor

    carácter estratégico de mano del uso variable, aunque creciente, de las llamadas herramientas de

    planificación estratégica, basadas en el consenso del gobierno local con otros actores del sector

    público, privado y de la sociedad civil (Iglesias et al., 2011).

    Así, en base a la literatura es posible hablar de distintas “generaciones” de planes estratégicos, que

    dibujan la transición desde una lógica sectorial e incluso competitiva hacia unos planes más

    horizontales, integradores y participativos (González, 2012).

    Destacan algunos ejemplos sustanciales. En el sector ambiental fue significativa la adherencia de

    los gobiernos locales a la Agenda 21, lo cual implicó el acuerdo consensuado y participado de un

    plan de trabajo y de actuaciones con el fin de que la sostenibilidad fuera un eje transversal de las

    políticas locales. Asimismo, en el marco de la cumbre de Lisboa de 2000 se han producido

    numerosas experiencias de intercambio entre los gobiernos locales en torno a la inclusión social y

    la democracia participativa (Tomás y Martí-Costa, 2011).

    En el campo de las políticas urbanas, también ha tenido lugar esta transición, desde la

    predominancia de los proyectos urbanísticos, altamente sectorizados y centrados en el ámbito

    físico, a una planificación más integral, horizontal y participativa. Uno de los impulsos estratégicos

    de esta evolución fue la Carta de Leipzig sobre Ciudades Europeas Sostenibles (2007), que instaba

    a un “enfoque integrado del desarrollo urbano” articulado en torno a visiones a largo plazo de las

    ciudades y los barrios en su contexto regional. Los pilares de este enfoque eran: a) una perspectiva

    intersectorial; b) la inclusión de nuevos instrumentos de gobernanza y gestión urbana; c) la

    creación de redes, la evaluación y el intercambio de conocimientos y experiencias; y d) la selección

    de ciudades y zonas elegibles, al objeto de concentrar la financiación (Consejo de Ministros de la

    Unión Europea, 2007). Con respecto a este último punto, la Carta de Leipzig ponía el énfasis en la

    introducción prioritaria en la agenda urbana europea de la actuación en barrios desfavorecidos.

    Con respecto al abordaje de estas actuaciones, encontramos diferentes puntos de vista. La

    aproximación que más se ha reflejado en la agenda política es aquella que se alinea con la filosofía

    del Plan URBAN, un plan europeo, iniciado en 1994, de ayudas para desarrollo sostenible de

    ciudades y barrios de la Unión Europea (Comisión Europea, 2017). Esta aproximación de la

    regeneración urbana poseía un enfoque holístico e integrador, en base a las instituciones la

    cooperación y corresponsabilización de instituciones y agentes locales y promotor de prácticas

    innovadoras en esa línea (Gutiérrez, 2008). Se trataba de políticas de cierto carácter integral,

    territorialmente focalizadas, dirigidas a los barrios o áreas urbanas con necesidades especiales de

    transformación, contemplando estas desde un enfoque multidimensional, y sus soluciones, a partir

    de planteamientos holísticos. Por último, estaban articuladas sobre la base de los principios de la

    gobernanza, es decir, sobre redes de actores que reconocen su interdependencia mutua,

    procedentes de distintas esferas territoriales (supranacional, nacional, regional, municipal),

    sectores políticos (urbanística, económica, social, medioambiental, etc.) e instituciones y entidades

  • 35

    (instituciones públicas, corporaciones privadas, organizaciones sociales prestadoras de servicios,

    organizaciones vecinales, etc.) (Tomás y Martí-Costa, 2011).

    En el contexto del Estado español, destacan iniciativas como la Ley de Barrios (2004), una ley

    autonómica catalana, orientada a la mejorar la calidad de vida de barrios, áreas urbanas y villas

    con necesidades especiales. A pesar de estar principalmente orientada a la mejora urbanísticas de

    estas zonas, poseía una visión integral de intervención, actuando sobre el entorno físico, la vivienda

    y el tejido social y económico y lo hacía, además, desde el compromiso de hacer partícipe a la

    comunidad local en la toma de decisiones y la aplicación de las medidas acordadas (Gutiérrez,

    2014). Así, los proyectos eran propuestos por los ayuntamientos y elaborados sobre una base

    participativa. Adicionalmente, la Ley contemplaba consejos de participación en los barrios ad hoc

    a la implementación de las intervenciones.

    Este enfoque común a los proyectos nombrados, a pesar de ser el más extendido en la práctica,

    no ha estado exento de críticas. Por un lado, se ha referido que adolece de conceder escasa

    atención a las causas de los problemas o retos que se plantean en estos barrios y de no articularse

    con políticas a otros niveles, así como de no extender la participación de otros agentes sociales

    más allá del territorio (Tomás y Martí-Costa, 2011). Otros trabajos han señalado que estos procesos

    siguen enmarcados en la filosofía neoliberal del desarrollo y que el modelo de planificación urbana

    que en ellos se gestaba seguía atendiendo a los intereses de las élites institucionales y económicas

    (Tomás y Martí-Costa, 2011).

    1.2.4.3. La participación social en el contexto de la gobernanza urbana

    En este último aspecto, el ámbito local ha sido la esfera que más ha profundizado en la mejora de

    los mecanismos democráticos, si bien se ha enfocado en las fases de diagnóstico y programación

    de las políticas, donde la permeabilidad y pluralidad de actores es mayor y con menos intensidad

    se ha incidido sobre los ámbitos de decisión y cogestión de las políticas (Iglesias et al. 2011). No

    en vano, el ámbito local ofrece oportunidades excepcionales para introducir la participación social

    en la planificación: el menor tamaño de la estructura de la administración local y su mayor cercanía

    a la comunidad con respecto a otras esferas políticas, facilita la creación y puesta en marcha de

    canales participativos (Morrison et al., 2014). Por otra parte, la dimensión de proximidad de las

    políticas locales, hace que sea más sencillo someterlas a la opinión pública, así como que ciertas

    cuestiones emergidas desde la iniciativa ciudadana sean introducidas en la agenda política

    (Morrison et al., 2014). Si bien los ayuntamientos disponen de mecanismos representativos -sobre

    todo materializados en los consejos de participación- cada vez resulta más necesario desarrollar

    nuevas formas de participación e implicación ciudadana sobre decisiones significativas para la

    comunidad, e introducirla de manera efectiva en la toma de decisiones (Subirats, 2015). Un reto

    especialmente interesante es la inclusión en estos procesos de aquellos sectores sociales no

    integrados en las redes ciudadanas para abordar colectivamente la complejidad de los problemas

    en la esfera local. Sin embargo, poco a poco las administraciones locales han ido extendiendo los

  • 36

    mecanismos de participación social más allá de los mecanismos de la democracia representativa

    y los consejos de participación. Además de incrementarse el número de concejalías de

    participación en los municipios, se han desarrollado múltiples experiencias con el fin de

    complementar dichos cauces institucionales, para consensuar una decisión específica, o también

    con el fin de establecer mecanismos de participación ciudadana de carácter más estable.

    1.3. LA GOBERNANZA Y LA SALUD

    En el capítulo anterior se exponían las dinámicas principales que han conducido al paradigma de

    gobernanza actual, haciendo referencia a la extensión del poder de gobernar más allá de las

    fronteras del estado, a la democracia monitorizada y al valor compartido. Estos nuevos roles de la

    democracia, del estado y de la sociedad no son ajenos a las cuestiones relacionadas con la salud

    y el bienestar de las personas. Como tampoco lo son los cambios globales ocurridos en los últimos

    50 años. Fenómenos como la globalización, el poder adquirido por el sector de los negocios, la

    tendencia a la mercantilización, las tecnologías de la información, la rápida urbanización, los

    cambios epidemiológicos, las transiciones demográficas, el cambio climático, la competición por

    los recursos naturales, la creciente desigualdad económica, etc. han determinado fuertemente la

    salud y su distribución en la población. Las desigualdades sociales en salud entre los países y en

    el seno de los países han aumentado significativamente. A pesar de los avances de la tecnología

    y la ciencia médica, la salud para todas las personas constituye un reto más vigente que nunca.

    Por otra parte, la salud, sus causas y sus efectos conforman un sistema de interacciones complejo,

    que debe ser abordado desde esa complejidad, esto es, abordando las “causas de las causas” o

    los determinantes sociales de las desigualdades en salud. En otras palabras, la mejora de la salud

    poblacional y la reducción de las desigualdades sociales en salud implica una acción de gobierno

    desde un enfoque de “conjunto de gobierno” y de “conjunto de la sociedad”.

    Por su parte, la sociedad del conocimiento ha contribuido de manera importante a una mayor

    implicación como parte activa de la ciudadanía en las cuestiones relacionadas con su salud. De tal

    manera, hoy en día la ciudadanía ejerce un nuevo rol con respecto a su salud, que va más allá del

    de paciente consumidor/a de servicios sanitarios. La experiencia y percepciones de la ciudadanía

    y sus nuevas demandas conducen ineludiblemente a una gobernanza basada en la coproducción

    de salud. En definitiva, la buena gobernanza en salud es aquel enfoque de buena gobernanza que

    incorpora a sus valores y principios-guía los valores de la salud y el bienestar (Kickbusch, 2012).

  • 37

    1.3.1. La gobernanza en salud y la gobernanza por la salud

    A la hora de hablar de una acción de gobierno orientada a la mejora de la salud y la equidad en

    salud, no es lo mismo un enfoque que tenga en cuenta los determinantes sociales de la salud que

    abordar la mejora de la salud desde la actuación centrada en los servicios sanitarios o en aquella

    circunscrita al sector salud. Merece la pena en este punto establecer la distinción conceptual entre

    la gobernanza en salud y la gobernanza para la salud (Figura 1.3).

    Figura 1.3.1. Co-producción de la salud

    Fuente: Kickbusch, 2014

    La gobernanza en salud es aquella que se circunscribe al sector salud y hace referencia al

    “establecimiento de la agenda política sanitaria, la implementación y rendición de cuentas” dentro

    del mismo. También engloba “la gestión y administración de políticas y recursos en salud,

    incluyendo procesos para la mejora del sistema sanitario” (Global Health Europe, 2017). La co-

    producción dentro de esta dimensión hace referencia a la transición a una lógica de servicio

    sanitario que reemplaza el desempeño de su función basada en una relación clientelar entre

    profesional y paciente por una filosofía de creación de valor en base al trabajo conjunto -al

    partenariado- entre la ciudadanía y el sistema. Se trata en definitiva de reformular el Sistema

    sanitario en base al trabajo colaborativo y otorgando una especial relevancia a las experiencias

  • 38

    vividas por las personas que utilizan el sistema y sus profesionales, así como poniendo de

    relevancia el autocuidado y el manejo individual de la salud (Batalden et al., 2017).

    Por su parte, la gobernanza para la salud, según la define la OMS, hace referencia a “los intentos

    de los gobiernos para conducir a las comunidades, países o grupos de países hacia la salud como

    parte integral del bienestar a través de los enfoques de conjunto de gobierno y del conjunto de la

    sociedad”. Requiere, por tanto, de un conjunto sinérgico de políticas y actuaciones provenientes

    del sector de la salud, así como de todos los demás sectores, tanto del ámbito público como

    privado, de agentes sociales y ciudadanía que tiene como compromiso la salud poblacional.

    Este paradigma coloca la salud en una posición determinante para alcanzar objetivos sociales y

    económicos, a través de políticas basadas en los valores de derechos humanos y equidad, y como

    un factor clave en otros sistemas como el medioambiente, la educación o el transporte. Dando un

    paso más allá, la entendida como buena gobernanza por la salud, según Kickbusch (2012) vendría

    enmarcada por cuatro valores, que parten de considerar la salud como un valor social en sí mismo

    y como pilar de la buena gobernanza: la salud como derecho humano, como componente del

    bienestar, como un bien público y por último, la salud como una cuestión de justicia social y

    equidad.

    En este sentido, la buena gobernanza en salud debe partir de una consideración y aplicación de

    estos valores por parte del sector salud, por los otros sectores, por el sector público y privado, por

    la ciudadanía y por el nivel político de gobierno. Las desigualdades sociales en salud y su reducción

    constituyen, por tanto, un reto que compete a todos los sectores, así como el conjunto de

    gobierno y que solo puede abordarse desde una acción estratégica.

    1.3.2. La S