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Jorge Wagensberg EL PENSADOR INTRUSO El espíritu interdisciplinario en el mapa del conocimiento

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Jorge Wagensberg- El Pensador intruso

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  • Jorge Wagensberg

    EL PENSADOR INTRUSO El espritu interdisciplinario

    en el mapa del conocimiento

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  • ndice

    Prlogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    Primera parte. El espritu interdisciplinario en el mapa del conocimientoEl conocimiento es pensamiento empaquetado, 21 - Los tres grandes reinos del conocimiento, 25 - Qu es conocimiento cientfico?, 27 - Qu es una obra de arte?, 30 - Qu es cono-cimiento revelado?, 47 - El talante interdisciplinario es una buena idea, porque el conocimiento es siempre impuro, 53 - Las claves del talante interdisciplinario: complejidad, mtodo y lenguaje, 59 - Monodisciplinas, multidisciplinas, interdisci-plinas, transdisciplinariedad..., 70 - La interdisciplinariedad por mtodo, 77 - La interdisciplinariedad por complejidad, 81 - La interdisciplinariedad por lenguaje, 86 - Capturar una idea, valorar una idea, convencer con una idea, 95

    Segunda parte. Delicias interdisciplinarias1. Complejidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101El Principio de Mediocridad Universal, 103 - La eternidad no tiene futuro, 107 - Un pasado con mucho futuro, 110 - La per-cepcin del tiempo, 113 - El tiempo en Feliu Elias, 116 - El tiempo no existe, 118 - Pretexto para un texto fuera de con-texto, 121 - La bifurcacin, 125 - Gleiwitz, 31.08.39, 20.00: la abuela ha muerto, 128 - El lobito bueno, 131 - Jules Verne: via-jar, viajar, viajar..., 134 - Arthur C. Clarke: literatura y ciencia, 137 - Nobel y contranobel, 141 - Las races triviales de lo fun-damental, 144 - S = 0: lo fundamental y lo bello, 147 - Loto: la flor que convierte el agua en mercurio, 150 - Sobre la feal-

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  • dad de lo incomprensible, 153 - La fsica del Cirque du Soleil, 155 - Camino de Djenn, 158 - La gran Lynn Margulis, 1622. Mtodo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167El da en el que bien pudo empezar la ciencia, 169 - Sin res-puesta por falta de pregunta, 172 - El tamao como leyenda, 175 - Elogio de lo superfluo, 179 - Elogio del error, 183 - Jue-ces y cientficos, tras la misma verdad, 186 - Sobre lo natural-mente sobrenatural, 190 - El derecho de toda respuesta a cam-biar de pregunta, 193 - El caso del neutrino insolente, 195 - El bosn de Higgs y las lgrimas de los fsicos, 199 - El fantasma de Heilbronn, 202 - Con la idea no basta, 205 - La manada, 208 - El tornado y la medusa, 212 - El megaterio desnudo, 215 - Cuatro alas..., cuatro?, 218 - Los conejos de la isla de Porto Santo, 221 - Por qu es verde la vegetacin terrestre?, 224 - El progreso moral, 227 - El bienencontrado, 2303. Lenguaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233Carrozas sin caballos, 235 - Variaciones sobre una metfora de Feynman, 238 - Ajedrez... y ms all, 240 - Superar el listn de una vez por todas, 244 - Piedra, papel y tijera, 247 - Jugar de mayor, 250 - Sin novedad desde el Renacimiento, 253 - La ma-temtica no es ciencia, 257 - Vrtigo en , 260 - Cultura menos ciencia igual a humanidades, 263 - Delicias de vida cotidiana, 266 - Elite: una palabra perversa, 269 - Habitacin de hotel, 272 - Diseo: funcin, tica y esttica, 275 - Sonrisa a las diez y diez, 278 - rboles perpendiculares, 281 - Metralla celeste, 284 - La riada, 287 - Lobos y ratas, 290 - El maestro hortelano, 293

    Eplogo. Las siete edades de la cultura humana . . . . . . . . . . 297

    ApndicesReferencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303Anexo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309ndice onomstico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313

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  • Por las conversaciones y risas compartidas,por estar siempre ah arriba,

    por estar a punto, en todo momento como sparring intelectual y esttico,

    por una larga e incombustible amistad,por nuestros proyectos comunes sobre el progreso moral,

    para Alicia Fingerhut,para mi vecina del tico

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    Prlogo

    No se puede comparar?... pues entonces tampoco se puede comprender

    El espritu de la frontera invita a revolotear en torno a un tema antes de profundizar en l. Es un hbito de riesgo que favorece la creacin de nuevo conocimiento pero que, por otro lado, invita ms a abrir parntesis que a cerrarlos. Por ello el pensador intruso na-vega a ratos a la deriva, pero su norte es ms una esperanza de gozo intelectual que una garanta de arribada a puerto. No es mala estra-tegia. Las mariposas tambin dan la impresin de perder el tiempo saltando de flor en flor antes de decidirse por una en concreto en la que libar seriamente. Durante una poca tuve mala conciencia por picotear aqu y all en busca de la promesa de felicidad ms creble e inmediata. Cuando jugaba al ajedrez lamentaba descuidar el atle-tismo (dos actividades en el fondo solitarias), si asista a clase de violn senta que era a costa de una clase de ingls y viceversa, cuando acuda a una sala de conciertos crea desperdiciar un tiempo precioso al aire libre y viceversa, si nadaba en el mar azul aoraba la solemnidad de la montaa y viceversa, cuando me atrapaba el texto de un ensayo senta que les haca un feo a los poetas, asistir a una clase en la facultad de fsica me pareca una traicin para con los amigos que haba dejado conversando en la cafetera... y viceversa. Y todo eso no ocurre por un exceso de duda (que tambin): no se trata de una inseguridad por lo que uno est haciendo, se trata ms bien de una inseguridad por lo que uno est dejando de hacer.

    El talante y el talento interdisciplinario, es curioso, no suelen cuestionarse a posteriori, a la vista de los resultados obtenidos, sino a priori, ante la coleccin de prejuicios asignados de entrada al pen-

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    sador intruso: superficialidad, inconstancia, falta de rigor, ingenui-dad... A veces, durante la prctica interdisciplinaria, uno llega a ha-cer suyos estos mismos reproches, pero pronto cae en la cuenta de que la comparacin es una fase previa de toda comprensin y de que las comparaciones se agotan rpidamente tierra adentro, mien-tras que brotan con mucha frescura en el litoral y en territorio fron-terizo. Si no se puede comparar, entonces tampoco se puede compren-der. Circulan por ah muchos refranes y proverbios enfadosamente moralizantes, pero ninguno tan absurdo como el que proclama a los cuatro vientos su odio a (todas) las comparaciones.

    En el fondo, toda comprensin procede de alguna clase de dife-rencia detectada cerca de alguna clase de frontera. Y cuando una nueva comprensin se consagra, entonces las fronteras se redibujan para integrar la innovacin en su seno. La adquisicin de nuevo co-nocimiento navega delicadamente entre la dispersin y la concentra-cin de ideas. La observacin necesita dispersin (buscar lo diferente entre lo similar), mientras que la comprensin necesita concentracin (buscar lo comn entre lo diverso). Toda investigacin cientfica fluc-ta entre la dispersin y la concentracin, entre la observacin y la comprensin. Y de la misma manera que se puede sentenciar que no hay sustancias txicas sino dosis txicas, para navegar sin naufragar entre dispersiones y concentraciones de ideas tambin hay que afinar con la dosis.

    Los aguerridos habitantes de la frontera opinan, con Oscar Wilde, que la mejor manera de vencer una tentacin es sucumbir a ella sin remilgos. En la bifurcacin del camino decide mejor una oportunidad de felicidad que una promesa de verdad. En efecto, uno nunca puede estar seguro de saber si lo que est pensando es verdad o no lo es, pero nadie puede dudar de haber experimentado un gozo intelectual cuando ste se produce. La interdisciplinarie-dad es toda una manera de reflexin que maneja sobre todo ideas, quiz slo ideas y quiz nada ms que ideas. (En cambio, cuando lo que atraviesa una frontera es un resultado, una conclusin o una teora final, entonces el riesgo de fallar el tiro se dispara.) Las ideas

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    no necesitan licencia para sobrevolar fronteras. El fuego cruzado de ideas no requiere disculpa alguna por intrusismo. Una idea (insista-mos, que no una conclusin) tiene la mxima libertad de movimiento pero siempre como idea. Cuando el pensamiento se atasca, mirar por encima de la frontera es un recurso; cuando el pensamiento no se atasca, mirar por encima de la frontera es mtodo, talante interdisci-plinario. Este ensayo proclama la teora y prctica de este talante.

    La primera parte de este libro es una reflexin sobre las tres pro-piedades que caracterizan cualquier disciplina del conocimiento: su contenido, su mtodo y su lenguaje. Cualquier medio de transmitir conocimiento evoluciona explorando por esta triple ladera: nuevas complejidades para sus contenidos, nuevas esencias para sus mto-dos y nuevos acentos para sus lenguajes. Es curioso constatar cmo, adems, todos esos medios acaban logrando un lenguaje que les es propio. As, podemos comprobar la evolucin de la manera de escri-bir, de la manera de hacer cine, de hacer televisin, de dar conferen-cias o clases, de concebir audiovisuales... Slo existe un medio de transmisin de conocimiento que, en mi opinin, no ha encontrado del todo an, a estas alturas, su propio lenguaje: es la museologa. Y esta excepcin encierra una honda contradiccin respecto del pensamiento interdisciplinario. En efecto, todos los medios para trans-mitir conocimiento utilizan ciertos elementos prioritarios para expre-sarse: palabras escritas (para peridicos, libros, revistas...), palabras habladas (para conferencias, conversaciones, clases...), imgenes (para la fotografa, el cine, los audiovisuales), sonidos (para la ra-dio...), pero cualquiera que sea su palabra fundamental, los lengua-jes tratan, cada vez ms, contenidos interdisciplinarios. Ahora bien, un museo quiz sea el nico medio cuyas palabras fundamentales son (innegociablemente!) elementos de la realidad misma (piezas, experimentos, obras de arte originales e irreemplazables...). Ade-ms, nada hay ms interdisciplinario que la misma realidad. Desde hace unos aos repito con deleite el siguiente aforismo: la interdis-ciplinariedad es necesaria porque la realidad no tiene ninguna culpa de los planes de estudios que se pactan en escuelas y univer-

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    sidades. Dnde est la honda contradiccin? Pues en el hecho de que el nico medio que usa elementos de la mismsima realidad para expresarse sea tambin el medio donde la interdisciplinariedad ha llegado menos lejos. O sea: el lenguaje menos evolucionado (el len-guaje museogrfico) es tambin el que se usa para los contenidos menos interdisciplinarios. En efecto, el arte, la ciencia y las tradi-ciones culturales de todo tipo coexisten cada vez ms y mejor en libros, revistas, pelculas, conferencias, clases y programas de todo tipo. Sin embargo, los museos de ciencia y los museos de arte tienen direcciones urbanas distintas en todas las ciudades del mundo. Ms an, dentro incluso de la ciencia y del arte, los museos tienen una enorme tendencia a especializar sus contenidos: museos de fsica, museos de historia natural, museos de arqueologa, museos de histo-ria... museos de arte antiguo, museos de arte moderno, museos de arte contemporneo... museo de la ciudad, museo del agua, museo del pan, museo del transporte, museo del diseo, museo de la gastro-noma, museo del vino, museo del medio ambiente, museo del ju-guete, museo del deporte... Nada en contra del museo monotemtico y del museo especializado, pero qu es lo que impide que el talante interdisciplinario entre en los museos? Qu es lo que ahuyenta al pensador intruso de sus salas? El contenido de un museo, aunque sea monotemtico, est hecho siempre de realidad, y la afirmacin aflo-rar una y otra vez en este libro: nada hay ms interdisciplinario que la misma realidad. El lenguaje museogrfico que ms se ha movido ltimamente ha sido el de los museos cientficos que, desde hace bien poco, incluye una interesante gramtica de objetos reales, fenmenos reales y metforas sobre la realidad invisible a simple vista [Terradas, Terradas y Wagensberg, 2006] pero trasciende muy lentamente sin llegar a afectar significativamente a los museos no cientficos.

    Se puede pensar en un presunto Museo del Conocimiento? Puede la reciente museografa cientfica exportarse o adaptarse para museos no necesariamente cientficos? Se puede pensar en una pinacoteca diferente? Se pueden renovar todos los museos de contenido cientfico con contenidos y lenguaje interdisciplinario?

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    No ser que una gran parte de los museos existentes y que gran parte de los nuevos museos que se estn diseando hoy en da hun-den todava sus races en las ideas del siglo xix?

    Hacer el primer museo moderno de Historia Natural que se ocupe explcitamente de la evolucin y de la diversidad de la vida en el planeta es an, creo, una asignatura pendiente. Hacer el pri-mer museo moderno de Historia que no ponga por delante la gran-deza de un particular colectivo humano (en general el mismo que paga el museo) es una asignatura pendiente. Hacer el primer museo de Arqueologa que intente captar la cosmogona humana de la poca y el lugar de los yacimientos es an una asignatura pendiente. Hacer el primer museo sobre la Salud y el Deporte es tambin an una asignatura pendiente. Todas estas preguntas laten en cada p-gina de la primera parte de este ensayo porque tengo la sospecha de que por fin va a arrancar una nueva era en la idea del Museo como una herramienta de cambio social. Algo se mueve en el lenguaje de los museos y habr que estar atentos porque una buena oportunidad de museo se presenta a un ritmo aproximado de una vez por siglo. La cuestin de inventar un nuevo lenguaje est bien lejos de ser tri-vial a pesar de lo fcil que resulta la extraccin de aplicaciones trivia-les de toda nueva tecnologa.

    Toda nueva tecnologa permite acceder a nuevos contenidos y da pie a nuevos lenguajes, por lo que tambin equivale a abrir un ventanal a una nueva era para la creacin de conocimiento. Ciencia y tecnologa se nutren y estimulan la una a la otra sin cesar, por lo que es muy difcil tomarse en serio el fin del arte (Georg W.F. He-gel, 1989), el fin de la historia (Francis Fukuyama, 1994) o el fin de la ciencia (John Horgan, 1996). La tecnologa puede irrumpir en escena con nuevas posibilidades de observar y de comprender. Pero los nuevos lenguajes necesitan su tiempo para madurar. Los prime-ros automviles fueron carrozas con un motor atornillado en el hueco que haban dejado los caballos. El cine mudo dud antes de dejar de ser teatro filmado y el cine sonoro explor lo suyo antes de lucirse con el sonido; el lenguaje de la arquitectura ha podido

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    reinventarse con el hormign armado y con las tcnicas de clculo y visualizacin de formas... No se trata de aadir pedazos de tecno-loga fresca a un lenguaje antiguo, sino de inventar un nuevo len-guaje que saque partido de la nueva tecnologa. Sustituir la madera o el hierro por el hormign para disear la misma vivienda es una aplicacin banal; imaginar y construir formas o estructuras antes impensables es reinventar el lenguaje. Pueden tardar ms o menos, pero algunas disciplinas del conocimiento parecen especialmente perezosas con la renovacin de sus lenguajes. El buen camino lo seala mejor la interdisciplina que la inter o multitecnologa.

    Los museos son un caso muy especial y curioso. Etimolgica-mente la palabra museo procede de musa, como msica, como mosaico; es el espacio de encuentro para la inspiracin. En la enorme diversidad de los museos actuales brillan hoy las innova-ciones tecnolgicas ms variadas: pantallas de plasma gigantes, hologramas, imgenes 3D y 4D, alta definicin, conexiones de todo tipo a internet, aplicaciones de telefona inteligente, hipertextos te-lescpicos, simulaciones de toda ndole, realidad virtual, realidad aumentada... Sin embargo, y a pesar de todas esas innovaciones deslumbrantes, el lenguaje museogrfico apenas se ha movido en los ltimos siglos. Ninguna de tales innovaciones es en s misma palabra de museo. sta es siempre un pedazo de realidad: un ob-jeto, un fenmeno o una metfora y son las innumerables combina-ciones de objetos fenmenos y metforas las que, gracias a las nue-vas tecnologas, pueden edificar un nuevo lenguaje con el que contar una buena historia, una historia cuya emocin y gozo intelectual no se puede reemplazar por algo que no sea la visita fsica al museo. Los museos son todos esencialmente interdisciplinarios, incluso los que se dedican a un nico tema, porque su contenido est hecho de realidad y nada hay ms interdisciplinario que la realidad misma. En la interdisciplinariedad encontrar, est encontrando, un len-guaje que le es propio. Tal es el reto.

    La primera parte de este libro desarrolla ampliamente las ideas de un ensayo sobre la multidisciplinariedad aparecido en el primer

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    nmero de la revista La Maleta de Portbou. La segunda parte es una coleccin de ejercicios interdisciplinarios publicados durante los ltimos aos en la revista de la Universidad de Valencia Mtode y en los diarios El Pas y El Peridico de Catalunya. Es algo as como la parte prctica de la reflexin terica de la primera parte. Los he agrupado, por coherencia con la idea del talante interdisci-plinario, segn predomine en ellos la complejidad, el mtodo o el lenguaje.

    Jorge Wagensberg, So Paulo, 24 de agosto de 2013y Barcelona, enero de 2014

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  • Primera parteEl espritu interdisciplinario en el mapa

    del conocimiento

    Mirando a cmara desde ambos lados de la frontera que separa dos mundos.

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    El conocimiento es pensamiento empaquetado

    Sin lenguaje se puede pensar, pero no se puede comprender

    La mente piensa. Ms an: a la mente le cuesta mucho dejar de producir pensamiento. Hay que concentrarse ms para no pensar que, por ejemplo, para no respirar. La mente se apoya en un cerebro que dispone de unos ochenta y cinco mil millones de neuronas, lo que significa a su vez un nmero colosal de conexiones posibles. Esto da una idea del tamao que puede llegar a alcanzar un pensamiento en bruto, es decir, un pensamiento con todos sus matices originales, un acontecimiento que an no ha trascendido fuera de la mente dentro de la cual acaba de nacer. En el lmite se necesita una canti-dad de informacin prcticamente infinita para reproducir un pen-samiento con una fidelidad perfecta. Por ello, en el lmite todo pensamiento pertenece slo a la mente que lo ha producido, o sea, es irrepetible en toda su plenitud para cualquier otra mente. Slo el autor del pensamiento lo abraza de un plumazo en toda su integri-dad y presunta infinitud. El infinito del que hablamos aqu es un infinito prctico, como lo es el nmero de partidas de ajedrez dife-rentes que se pueden jugar (son del orden de 10120). En rigor el n-mero es finito, pero en la prctica de las partidas que pueden llegar a jugarse antes de que la humanidad se extinga, podemos llamarle perfectamente infinito. Anlogamente, a un poeta que escribe un sublime soneto es difcil convencerle de que su creatividad equivale a elegir un soneto entre los 10415 diferentes que son posibles.

    Este volumen descomunal de informacin no impide, sin em-bargo, que los pensamientos se puedan comunicar. En efecto, los pensamientos pueden saltar de una mente a otra. Pueden, pero antes

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    hay que convertir el pensamiento en moneda de conocimiento. El recorte es notable, nada menos que de una cantidad presuntamente infinita a otra necesariamente finita. Nos ser til ensayar algunas definiciones.

    Conocimiento: es pensamiento simplificado, codificado y em-paquetado listo para salir de la mente y capaz de atravesar la reali-dad para as tener alguna opcin de tropezarse con otra mente que lo descodifique. Para pensar basta con una mente, para conocer se necesitan como mnimo dos, aunque ambas mentes, la emisora y la receptora, sean la misma mente. En el caso de que ambas coincidan la diferencia entre pensamiento y conocimiento est en que el pen-samiento se mueve slo por dentro (sin salir de la mente) mientras que el conocimiento se intercambia (se emite o se recibe) hacia o desde el exterior (entendiendo por exterior el resto de la realidad del mundo). La primera conclusin tiene un intenso contraste: mientras el pensamiento es un producto ntimo y presuntamente infinito, el conocimiento es un elaborado transmisible y necesariamente finito, enmarcado en el espacio y el tiempo. Una ecuacin de la fsica em-pieza y acaba, una conjetura matemtica ocupa un espacio determi-nado, una partitura tiene una primera nota y una ltima, una pintura est limitada en una superficie de dos dimensiones por un marco, una escultura cabe en un paraleleppedo de tres dimensiones, hay novelas de dos mil pginas y novelas de cien, pero todas empiezan con una palabra y acaban con otra.

    Quien tiene o ha tenido una mascota en casa sabe perfectamente que un animal piensa porque, por ejemplo, lo ha visto agitarse en sueos. Los animales en general piensan, y quiz piensan mucho, pero conocen poco, quizs incluso muy poco. Los animales se co-munican sin dificultad porque para ello no se necesita nada que deba llamarse lenguaje. Sin lenguaje se puede pensar pero no se puede conocer. Los animales tienen memoria, pero slo pueden compartir en sus memorias aquello que han vivido simultneamente en el es-pacio y el tiempo. No se puede transferir memoria de una mente a otra sin la ayuda de un lenguaje. Si, pongamos por caso, un chim-

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    panc le da una colleja a su hermanito en ausencia de la madre de ambos, la vctima no tiene manera de reclamar justicia cuando la madre regresa. La escena se ha perdido irremediablemente para todo individuo que no la haya presenciado en vivo y en directo. Un chimpanc tiene cerebro suficiente para aprender, para combinar ciertos cdigos sencillos (por ejemplo: pato como combinacin de pjaro y agua) y una memoria notable, pero no tiene suficiente len-guaje para empaquetar pensamientos en conocimientos y para com-partir experiencias que distan en el espacio y el tiempo si stas no se han vivido conjuntamente. Ello impide que se puedan comparar dos experiencias distintas, lo que bloquea a su vez el hecho mismo de comprender. Comprender es buscar y encontrar lo comn entre lo diferente, por lo que si no se puede comparar tampoco se puede comprender. Los animales se comunican entre s, es cierto, pero lo que salta de una mente a otra es una seal, una alarma, un estado de nimo, una amenaza... Se transmite una informacin, pero no cono-cimiento (pensamiento empaquetado).

    Podemos redefinir conocimiento como un pensamiento codifi-cado y empaquetado con la ayuda de cierto lenguaje, un lenguaje compartido por las mentes que intercambian conocimientos. Un lenguaje es un conjunto finito de elementos fundamentales que pueden combinarse para formar paquetes de orden superior, que se codifican a su vez para transmitir conceptos e ideas. As, las letras (de un abecedario de unas treinta letras) se combinan para formar palabras (de un diccionario de unas ochenta mil palabras), las cua-les se combinan entre s para construir miles de millones de frases diferentes, las cuales se combinan entre s para dar lugar a un n-mero indefinidamente alto de textos... No hay inconveniente en lla-mar texto a cualquier pensamiento empaquetado y codificado listo para saltar a la realidad del mundo. Las notas musicales, con su fre-cuencia (tono), duracin y timbre son las letras de la msica, las pinceladas de color son los pxeles o letras de la pintura, las imge-nes son las letras del cine (existe cine mudo, pero no cine ciego...). Los pjaros componen msica y consiguen transmitirse informa-

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    ciones y emociones trascendentes para sus vidas pero no manejan un lenguaje como para transmitirse conocimiento musical.

    Un idioma como el espaol es un lenguaje con unas ochenta y cinco mil palabras en su diccionario, pero, claro, existen ms con-ceptos e ideas que palabras. Por eso necesitamos combinarlas para matizar y afinar un pensamiento en textos de una longitud mayor. De ah la literatura.

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