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El Centro Apícola Regional, un referente mundial en investigación
La población mundial de abejas se ha diezmado en los últimos años, un problema muy
importante en todo el Planeta, no solo para el sector apícola. Más allá de su labor
productora de miel, néctar, propóleos y cera, estos insectos son fundamentales para el
mantenimiento de la biodiversidad. Erradicar los problemas que afectan a estos animales
es el objetivo final del trabajo de los investigadores del Centro Apícola Regional.
Foto: Centro Apícola Regional
Un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) demuestra que más del 35 por ciento de la producción agraria
mundial depende de las abejas. Gran parte de la biodiversidad del Planeta está en manos
de las abejas, que son, en muchas zonas del mundo el único polinizador que existe. A causa
de la contaminación, del cambio climático, las enfermedades que disminuyen su población
y de la escasez cada vez mayor de zonas silvestres muchos hábitats de estos polinizadores
están desapareciendo.
Los investigadores de Marchamalo se convirtieron en los descubridores de las causas de la
elevada mortandad de las abejas en el mundo, lo que se ha denominado como Síndrome del
Despoblamiento de la Colmena.
Ante esta realidad, los científicos se han puesto a trabajar y están desarrollando líneas de
investigación a nivel mundial encaminadas a preservar la población de abejas, dado el papel vital
que estos animales juegan de cara a la preservación del medio ambiente. En Castilla-La Mancha
contamos con un referente a nivel mundial en esta materia: el Centro de Investigación Apícola
de Marchamalo, que forma parte del grupo Cosloss, colectivo que aglutina a más de 150 grupos
de investigación de toda Europa, de China y de Estados Unidos que trabajan en conjunto,
aunando estrategias de investigación, para mantener la población mundial de abejas.
Un centro de referencia mundial ubicado en la región
El Centro Apícola Regional está integrado dentro del Centro Agrario de Marchamalo
(Guadalajara), dependiente del Gobierno de Castilla-La Mancha. Se creó en 1983 y desde
sus dos laboratorios, el de productos de la colmena y el de patología, coordinado por
Mariano Higes, trabajan en beneficio del sector apícola y para preservar la población de
abejas. El centro de Marchamalo no se dedica solo a la investigación, sino que también es
un recurso que ofrece servicios a los profesionales del sector relacionados con la formación
y el diagnóstico de enfermedades. Esta última actividad se ha convertido en la mejor
manera de transferir al sector los avances científicos de este Centro de carácter público.
Los profesionales que trabajan en Marchamalo desarrollan diferentes proyectos. Los más
básicos se realizan a nivel regional, financiados por el Gobierno de Castilla-La Mancha, y
sirven para desarrollar las metodologías y el conocimiento necesario que les permita estar
preparados de cara a afrontar proyectos de mayor envergadura. Entre estas labores
investigadoras destaca la dirigida a estudiar la prevalencia y la presencia de agentes que
causan enfermedades a las abejas en nuestra Comunidad Autónoma.
Esta tarea permite a los expertos diseñar metodologías rápidas de diagnóstico, así como de
procesado de muestras y metodologías epidemiológicas. Como resultado, los científicos
obtienen un conocimiento profundo de la realidad apícola de nuestra Comunidad
Autónoma, lo que, a su vez, les permite acceder a proyectos nacionales y europeos de
mayor calado, al haber adquirido ese bagaje científico previo.
Las enfermedades de las abejas
El centro de Marchamalo no se dedica solo a la investigación, sino que también es un recurso que ofrece servicios a los profesionales del sector.
Foto: Centro Apícola Regional
De los resultados de estos trabajos científicos sabemos que una de las enfermedades que
más sufren las abejas que viven en Castilla-La Mancha, y en todo el mundo, es la
varroasis, provocada por un ácaro llamado varroa destructor. Se trata de una enfermedad
que entró en España en 1985 y que se ha convertido en uno de los principales patógenos de
las abejas reconocido por los científicos. Este ácaro se alimenta de la linfa de la abeja,
causándole graves daños físicos. Si se deja sin tratar, las colonias quedan destruídas por
esta plaga en pocos años y, de hecho, la varroasis ha provocado la desaparición de millares
de colmenas en todo el mundo. A este respecto, el investigador del centro de Marchamalo
Mariano Higes comenta que “aún hay lagunas en su control y estamos trabajando en ese
sentido”.
La otra gran amenaza a la que está sometida la población mundial de abejas es
relativamente nueva, descrita en la última década. Se trata de la nosemosis producida por
nosema ceranae, un parásito intracelular llegado de Asia. Fueron estos investigadores del
Centro Apícola Regional los primeros en el mundo que descubrieron un patógeno “del que
nadie sabía absolutamente nada”. Los profesionales de Marchamalo se convirtieron en los
descubridores de las causas de la elevada mortandad de las abejas en el mundo, lo que se
ha denominado como Síndrome del Despoblamiento de la Colmena. En los cinco años
trascurridos desde este descubrimiento a nivel mundial, los investigadores han aprendido
mucho sobre este parásito, como nos cuenta Mariano Higes.
A este respecto, los datos que manejan los expertos del Centro de Marchamalo nos dicen
que el nosema ceranae ha podido eliminar en los últimos años entre el 40 y el 50 por ciento
del censo de colmenas, creando unas pérdidas económicas muy graves. “Nuestro centro
fue el primero que descubrió, en 2005, que gran parte de las muertes de las abejas que se
estaban produciendo a nivel mundial estaban provocadas por ese parásito, el nosema
ceranae, que hasta ese momento solo se había identificado en las abejas asiáticas en China.
Viendo que era un problema de calado mundial, el laboratorio se ha centrado en conocer
la enfermedad y controlarla”, comenta el coordinador del laboratorio de Patología.
Luchar contra las amenazas para la población de abejas
Los investigadores del Centro Apícola desarrollan proyectos a nivel regional, nacional e internacional.
Foto: Centro Apícola Regional
El trabajo que se desarrolla en el Centro Apícola de Marchamalo se centra en dos focos de
actuación; uno de ellos es conocer cómo se controla el ácaro varroa destructor, para poder
decirles a los apicultores qué hay que hacer para que el parásito no les afecte. El otro gran
eje sobre el que giran las investigaciones tiene que ver con aprender a controlar las
nosemosis de las abejas: la producida por nosema apis, que aunque lleva mucho tiempo
descrita se sabe muy poco de su control, y la producida por nosema ceranae, ante la que
antes no había armas con las que combatir.
Una vez descritas y conocidas estas amenazas para las abejas, en el Centro de
Marchamalo se dedican al desarrollo de un proyecto financiado por el Instituto Nacional
de Investigaciones Agrarias, que consiste en la búsqueda de alternativas al tratamiento de
la nosemosis de las abejas, una patología muy frecuente en el sector, que todavía no tiene
tratamiento, y cuya solución se ha convertido en una necesidad fundamental para los
apicultores.
El Centro Apícola de Marchamalo mantiene líneas de colaboración e investigación con casi la
totalidad del mundo, desde países de la Unión Europea hasta Australia y Estados Unidos.
Hablamos de una enfermedad producida por el parásito nosema apis, que afecta al aparato
digestivo de las abejas obreras, los zánganos y también de la abeja reina. El nosema apis es
ingerido con el alimento y destruye las células epiteliales, encargadas de la digestión y
asimilación, de tal manera que no se aprovecha convenientemente el alimento ingerido. Produce
una inflamación del intestino de la abeja.
Otro de los proyectos de investigación nacionales que desarrollan en Marchamalo tiene que ver
con la prevalencia de las enfermedades virales en las abejas. Los científicos han aprendido, con
este trabajo, que los virus de las abejas, para ser problemáticos, precisan de la participación de
parásitos; necesitan al nosema y al varroa para ser patógenos. Como explica Mariano Higes,
controlando a estos parásitos se controla a los virus, con lo que no es necesario llegar a
desarrollar terapias antivirales, que son muy complejas.
Diferentes tratamientos para diferentes necesidades
La varroasis, provocada por un ácaro llamado varroa destructor, y la nosemosis, producida por el parásito nosema ceranae, son las dos enfermedades que más daño hacen a las abejas.
Foto: Centro Apícola Regional
En otro orden de actuaciones, en colaboración con el Parque Científico y Tecnológico de
Guadalajara y varias empresas y centros de investigación, los profesionales del Centro
Apícola de Marchamalo se plantean un proyecto, en el marco de la convocatoria Innpacto,
para desarrollar los estudios que permitirán el uso de la fumagilina, un antibiótico muy
eficaz para controlar el nosema, que en este momento no se puede comercializar todavía,
porque faltan por elaborar estudios sobre su nivel de toxicidad. A través de esta
convocatoria nacional y con ayuda industrial, los técnicos del Centro de Investigación
Apícola de Marchamalo pretenden llevar a cabo estos estudios, de manera que el apicultor
pueda disponer en el futuro próximo de esta sustancia.
Asimismo, los científicos dirigidos por Mariano Higes centran parte de su trabajo en un
proyecto nacional que busca tratamientos a base de sustancias naturales que puedan ser
eficaces para el control de la nosemosis, una cuestión trascendental, sobre todo si tenemos
en cuenta que muchos profesionales se dedican a la apicultura ecológica y no pueden por
tanto hacer uso de fármacos. Por ese motivo, precisan de sustancias naturales, como los
componentes de algunos aceites esenciales, para tratar los patógenos de las abejas.
Los científicos de todo el mundo están desarrollando líneas de investigación encaminadas a preservar la población de abejas.
Foto: Centro Apícola Regional
En la línea de investigación abierta con el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias,
con la colaboración de la Universidad de Santiago de Compostela y el laboratorio de ADN
de la Policía Científica de Madrid, en Marchamalo se desarrolla un proyecto que estudia
el genoma del nosema ceranae. Lo que buscan, según Mariano Higes, “son genes de
nosema ceranae que nos permitan conocer su comportamiento, su virulencia, por qué
causa esos daños, por qué resiste y, en definitiva, cómo se comporta en el campo, porque
cuando nosotros dispongamos de esta información podremos combatirlo de una manera
mucho más adecuada y eficaz”.
El proyecto Cleanhive, toda una revolución para el mundo apícola
Foto:Centro Apícola Regional
En otro orden de prioridades, los técnicos del Centro de Marchamalo trabajan desde hace
dos años en un proyecto denominado Cleanhive, en colaboración con diferentes países
europeos y centros de investigación de Francia y Reino Unido. Su propósito es desarrollar
un kit diagnóstico que el agricultor pueda utilizar en el campo de manera inmediata para
identificar a los parásitos intracelulares nosema apis y nosema ceranae, éste último
causante de la merma de la población mundial de abejas. El Cleanhive es, por tanto, un
proyecto con carácter eminentemente práctico.
Los técnicos del Centro de Marchamalo trabajan en el proyecto Cleanhive, que dará como
resultado un kit diagnóstico inmediato, similar a los test de embarazo, que permitirá detectar las
enfermedades de las colmenas a pie de campo.
Hoy en día, el proceso para diagnosticar si las abejas están afectadas por uno u otro parásito
tiene lugar en los laboratorios de Marchamalo y corre a cargo de los técnicos, que analizan las
muestras con técnicas de biología molecular, llevando a cabo un proceso que no es inmediato
como reclaman los apicultores. “El sector solicita poder hacer un diagnóstico rápido de campo
para saber cuanto antes y con certeza a qué problema se enfrentan”, destaca Higes.
Para dar respuesta a esas necesidades del sector, el proyecto Cleanhive dará como resultado “un
kit similar a los test de embarazo”, nos explica Mariano Higes, añadiendo que “la idea es que el
apicultor o veterinario responsable de la explotación pueda echar una gota en una muestra
insertada en un dispositivo que, mediante signos distintivos, nos dirá si la prueba da positivo al
nosema ceranae, al nosema apis, o a ambos”.
En referencia al estado de las investigaciones, el técnico del centro de Marchamalo asegura que
avanzan a buen ritmo y que “puede que en un año los primeros prototipos estén preparados
para ser probados”. Si finalmente el proyecto Cleanhive finaliza con éxito “se trataría de un
avance muy importante”.
Un Centro al servicio de los apicultores
En el Centro Apícola de Marchamalo reciben alrededor de 2.000 muestras al año, llegadas desde todo el mundo.
Foto: Centro Apícola Regional
En el Centro Apícola de Marchamalo reciben alrededor de 2.000 muestras al año, llegadas
desde toda la región, del resto de España y también de otros países de todo el mundo, en
las que buscan mediante técnicas de biología molecular la presencia de los patógenos
mayoritarios que causan problemas en la apicultura. Los resultados de este servicio
resultan de especial interés para los científicos del centro, puesto que les permiten ver y
detectar si aparecen nuevos patógenos, un diagnóstico fiel de la realidad de las colmenas
que les sirve para enfocar sus investigaciones en un sentido u otro, en función de las
necesidades y demandas del sector apícola profesional.
“Cuando un apicultor viene a nuestro laboratorio y le diagnosticamos que sus colmenas se
están muriendo por los parásitos de nosema ceranae, esperan de nosotros que les digamos
lo que hay que hacer para controlarlo y por eso el trabajo de los últimos años va dirigido
en ese sentido”, asegura en investigador. “Como veterinario e investigador es triste
decirles a los apicultores, a los profesionales que están perdiendo sus colmenas, que no
sabemos qué es lo que tienen que hacer”, añade. Hoy, estos científicos han sido capaces de
descifrar muchas de las claves de la enfermedad y ya saben lo que tienen que hacer los
apicultores para evitar que sus colmenas se mueran. “Nuestro trabajo científico está
orientado a solucionar los problemas reales que hay en el campo”, asegura este
investigador.
En la región hay contabilizadas 1.616 explotaciones apícolas: 564 en Guadalajara, 487 en
Cuenca, 262 en Albacete, 166 en Ciudad Real y 137 en Toledo.
El Centro Apícola de Marchamalo mantiene líneas de colaboración e investigación con
casi la totalidad del mundo, desde países de la Unión Europea hasta Australia y Estados
Unidos. “Nos hemos convertido en centro de referencia sobre las enfermedades de las
abejas a nivel mundial gracias al gran descubrimiento del nosema ceranae. Recibimos
investigadores de todas las partes del mundo que vienen aquí a formarse, a aprender
técnicas de laboratorio que luego desarrollan en sus países”, asegura este investigador.
¿Cómo es el sector apícola regional?
Las condiciones climatológicas adversas no suponen una amenaza para las colmenas, que sí se han visto mermadas por enfermedades y por el cambio climático.
Foto: Centro Apícola Regional
El dibujo de la apicultura regional no es unitario, según nos cuenta Mariano Higes, quien
considera que es un sector complejo, al tratarse de ganaderías pequeñas, poco conocidas,
que aún no está profesionalizado en su totalidad. Sin embargo, este científico considera
que “tanto a nivel de organización como a nivel sanitario estamos bastante mejor que
otras comunidades autónomas; los investigadores tenemos una relación muy estrecha con
el sector y de ella salimos todos muy beneficiados”.
Nuestra apicultura se caracteriza por ser tradicional, pero también emblemática. En
Castilla-La Mancha se produce una de las dos únicas mieles con Denominación de Origen
que hay en España: la miel de La Alcarria, la más antigua, y solo por ese motivo nuestro
sector apícola es muy importante.
Además, respecto al número de colmenas, nuestra región se posiciona la quinta en
importancia, tan solo por detrás de Andalucía, Extremadura, Castilla y León y la
Comunidad Valenciana. En la Comunidad hay contabilizadas 1.616 explotaciones
apícolas: 564 en Guadalajara, 487 en Cuenca, 262 en Albacete, 166 en Ciudad Real y 137
en Toledo. Además, Castilla-La Mancha dispone de un censo de colmenas que asciende a
154.794, lo que representa un 7 por ciento del total nacional: 2.345.368.
Asimismo, la producción regional de miel es de 2.306 toneladas, un 7,52 por ciento de la
producción nacional (30.661 toneladas). Por otra parte, la producción regional de cera es
de 119 toneladas, un 7,8 por ciento del total nacional, que suma 1.522.
Elena Díaz Funchal