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El Centro Apícola Regional, un referente mundial en investigación La población mundial de abejas se ha diezmado en los últimos años, un problema muy importante en todo el Planeta, no solo para el sector apícola. Más allá de su labor productora de miel, néctar, propóleos y cera, estos insectos son fundamentales para el mantenimiento de la biodiversidad. Erradicar los problemas que afectan a estos animales es el objetivo final del trabajo de los investigadores del Centro Apícola Regional. Foto: Centro Apícola Regional Un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) demuestra que más del 35 por ciento de la producción agraria mundial depende de las abejas. Gran parte de la biodiversidad del Planeta está en manos de las abejas, que son, en muchas zonas del mundo el único polinizador que existe. A causa de la contaminación, del cambio climático, las enfermedades que disminuyen su población y de la escasez cada vez mayor de zonas silvestres muchos hábitats de estos polinizadores están desapareciendo.

Web viewNuestra apicultura se caracteriza por ser tradicional, pero también emblemática

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El Centro Apícola Regional, un referente mundial en investigación

 La población mundial de abejas se ha diezmado en los últimos años, un problema muy

importante en todo el Planeta, no solo para el sector apícola. Más allá de su labor

productora de miel, néctar, propóleos y cera, estos insectos son fundamentales para el

mantenimiento de la biodiversidad. Erradicar los problemas que afectan a estos animales

es el objetivo final del trabajo de los investigadores del Centro Apícola Regional.

Foto: Centro Apícola Regional

Un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la

Alimentación (FAO) demuestra que más del 35 por ciento de la producción agraria

mundial depende de las abejas. Gran parte de la biodiversidad del Planeta está en manos

de las abejas, que son, en muchas zonas del mundo el único polinizador que existe. A causa

de la contaminación, del cambio climático, las enfermedades que disminuyen su población

y de la escasez cada vez mayor de zonas silvestres muchos hábitats de estos polinizadores

están desapareciendo. 

Los investigadores de Marchamalo se convirtieron en los descubridores de las causas de la

elevada mortandad de las abejas en el mundo, lo que se ha denominado como Síndrome del

Despoblamiento de la Colmena.

  Ante esta realidad, los científicos se han puesto a trabajar y están desarrollando líneas de

investigación a nivel mundial encaminadas a preservar la población de abejas, dado el papel vital

que estos animales juegan de cara a la preservación del medio ambiente. En Castilla-La Mancha

contamos con un referente a nivel mundial en esta materia: el Centro de Investigación Apícola

de Marchamalo, que forma parte del grupo Cosloss, colectivo que aglutina a más de 150 grupos

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de investigación de toda Europa, de China y de Estados Unidos que trabajan en conjunto,

aunando estrategias de investigación, para mantener la población mundial de abejas.

  Un centro de referencia mundial ubicado en la región

 El Centro Apícola Regional está integrado dentro del Centro Agrario de Marchamalo

(Guadalajara), dependiente del Gobierno de Castilla-La Mancha. Se creó en 1983 y desde

sus dos laboratorios, el de productos de la colmena y el de patología, coordinado por

Mariano Higes, trabajan en beneficio del sector apícola y para preservar la población de

abejas. El centro de Marchamalo no se dedica solo a la investigación, sino que también es

un recurso que ofrece servicios a los profesionales del sector relacionados con la formación

y el diagnóstico de enfermedades. Esta última actividad se ha convertido en la mejor

manera de transferir al sector los avances científicos de este Centro de carácter público.

Los profesionales que trabajan en Marchamalo desarrollan diferentes proyectos. Los más

básicos se realizan a nivel regional, financiados por el Gobierno de Castilla-La Mancha, y

sirven para desarrollar las metodologías y el conocimiento necesario que les permita estar

preparados de cara a afrontar proyectos de mayor envergadura. Entre estas labores

investigadoras destaca la dirigida a estudiar la prevalencia y la presencia de agentes que

causan enfermedades a las abejas en nuestra Comunidad Autónoma.

Esta tarea permite a los expertos diseñar metodologías rápidas de diagnóstico, así como de

procesado de muestras y metodologías epidemiológicas. Como resultado, los científicos

obtienen un conocimiento profundo de la realidad apícola de nuestra Comunidad

Autónoma, lo que, a su vez, les permite acceder a proyectos nacionales y europeos de

mayor calado, al haber adquirido ese bagaje científico previo.

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 Las enfermedades de las abejas

 

El centro de Marchamalo no se dedica solo a la investigación, sino que también es un recurso que ofrece servicios a los profesionales del sector.

Foto: Centro Apícola Regional

De los resultados de estos trabajos científicos sabemos que una de las enfermedades que

más sufren las abejas que viven en Castilla-La Mancha, y en todo el mundo, es la

varroasis, provocada por un ácaro llamado varroa destructor. Se trata de una enfermedad

que entró en España en 1985 y que se ha convertido en uno de los principales patógenos de

las abejas reconocido por los científicos. Este ácaro se alimenta de la linfa de la abeja,

causándole graves daños físicos. Si se deja sin tratar, las colonias quedan destruídas por

esta plaga en pocos años y, de hecho, la varroasis ha provocado la desaparición de millares

de colmenas en todo el mundo. A este respecto, el investigador del centro de Marchamalo

Mariano Higes comenta que “aún hay lagunas en su control y estamos trabajando en ese

sentido”.

La otra gran amenaza a la que está sometida la población mundial de abejas es

relativamente nueva, descrita en la última década. Se trata de la nosemosis producida por

nosema ceranae, un parásito intracelular llegado de Asia. Fueron estos investigadores del

Centro Apícola Regional los primeros en el mundo que descubrieron un patógeno “del que

nadie sabía absolutamente nada”. Los profesionales de Marchamalo se convirtieron en los

descubridores de las causas de la elevada mortandad de las abejas en el mundo, lo que se

ha denominado como Síndrome del Despoblamiento de la Colmena. En los cinco años

trascurridos desde este descubrimiento a nivel mundial, los investigadores han aprendido

mucho sobre este parásito, como nos cuenta Mariano Higes.

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A este respecto, los datos que manejan los expertos del Centro de Marchamalo nos dicen

que el nosema ceranae ha podido eliminar en los últimos años entre el 40 y el 50 por ciento

del censo de colmenas, creando unas pérdidas económicas muy graves. “Nuestro centro

fue el primero que descubrió, en 2005, que gran parte de las muertes de las abejas que se

estaban produciendo a nivel mundial estaban provocadas por ese parásito, el nosema

ceranae, que hasta ese momento solo se había identificado en las abejas asiáticas en China.

Viendo que era un problema de calado mundial, el laboratorio se ha centrado en conocer

la enfermedad y controlarla”, comenta el coordinador del laboratorio de Patología.

 Luchar contra las amenazas para la población de abejas

 

Los investigadores del Centro Apícola desarrollan proyectos a nivel regional, nacional e internacional.

Foto: Centro Apícola Regional

El trabajo que se desarrolla en el Centro Apícola de Marchamalo se centra en dos focos de

actuación; uno de ellos es conocer cómo se controla el ácaro varroa destructor, para poder

decirles a los apicultores qué hay que hacer para que el parásito no les afecte. El otro gran

eje sobre el que giran las investigaciones tiene que ver con aprender a controlar las

nosemosis de las abejas: la producida por nosema apis, que aunque lleva mucho tiempo

descrita se sabe muy poco de su control, y la producida por nosema ceranae, ante la que

antes no había armas con las que combatir.

Una vez descritas y conocidas estas amenazas para las abejas, en el Centro de

Marchamalo se dedican al desarrollo de un proyecto financiado por el Instituto Nacional

de Investigaciones Agrarias, que consiste en la búsqueda de alternativas al tratamiento de

la nosemosis de las abejas, una patología muy frecuente en el sector, que todavía no tiene

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tratamiento, y cuya solución se ha convertido en una necesidad fundamental para los

apicultores. 

El Centro Apícola de Marchamalo mantiene líneas de colaboración e investigación con casi la

totalidad del mundo, desde países de la Unión Europea hasta Australia y Estados Unidos.

 

Hablamos de una enfermedad producida por el parásito nosema apis, que afecta al aparato

digestivo de las abejas obreras, los zánganos y también de la abeja reina. El nosema apis es

ingerido con el alimento y destruye las células epiteliales, encargadas de la digestión y

asimilación, de tal manera que no se aprovecha convenientemente el alimento ingerido. Produce

una inflamación del intestino de la abeja.

Otro de los proyectos de investigación nacionales que desarrollan en Marchamalo tiene que ver

con la prevalencia de las enfermedades virales en las abejas. Los científicos han aprendido, con

este trabajo, que los virus de las abejas, para ser problemáticos, precisan de la participación de

parásitos; necesitan al nosema y al varroa para ser patógenos. Como explica Mariano Higes,

controlando a estos parásitos se controla a los virus, con lo que no es necesario llegar a

desarrollar terapias antivirales, que son muy complejas.

 Diferentes tratamientos para diferentes necesidades

 

La varroasis, provocada por un ácaro llamado varroa destructor, y la nosemosis, producida por el parásito nosema ceranae, son las dos enfermedades que más daño hacen a las abejas.

Foto: Centro Apícola Regional

En otro orden de actuaciones, en colaboración con el Parque Científico y Tecnológico de

Guadalajara y varias empresas y centros de investigación, los profesionales del Centro

Apícola de Marchamalo se plantean un proyecto, en el marco de la convocatoria Innpacto,

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para desarrollar los estudios que permitirán el uso de la fumagilina, un antibiótico muy

eficaz para controlar el nosema, que en este momento no se puede comercializar todavía,

porque faltan por elaborar estudios sobre su nivel de toxicidad. A través de esta

convocatoria nacional y con ayuda industrial, los técnicos del Centro de Investigación

Apícola de Marchamalo pretenden llevar a cabo estos estudios, de manera que el apicultor

pueda disponer en el futuro próximo de esta sustancia.

Asimismo, los científicos dirigidos por Mariano Higes centran parte de su trabajo en un

proyecto nacional que busca tratamientos a base de sustancias naturales que puedan ser

eficaces para el control de la nosemosis, una cuestión trascendental, sobre todo si tenemos

en cuenta que muchos profesionales se dedican a la apicultura ecológica y no pueden por

tanto hacer uso de fármacos. Por ese motivo, precisan de sustancias naturales, como los

componentes de algunos aceites esenciales, para tratar los patógenos de las abejas.

Los científicos de todo el mundo están desarrollando líneas de investigación encaminadas a preservar la población de abejas.

Foto: Centro Apícola Regional

En la línea de investigación abierta con el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias,

con la colaboración de la Universidad de Santiago de Compostela y el laboratorio de ADN

de la Policía Científica de Madrid, en Marchamalo se desarrolla un proyecto que estudia

el genoma del nosema ceranae. Lo que buscan, según Mariano Higes, “son genes de

nosema ceranae que nos permitan conocer su comportamiento, su virulencia, por qué

causa esos daños, por qué resiste y, en definitiva, cómo se comporta en el campo, porque

cuando nosotros dispongamos de esta información podremos combatirlo de una manera

mucho más adecuada y eficaz”.

 

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 El proyecto Cleanhive, toda una revolución para el mundo apícola

 

Foto:Centro Apícola Regional

En otro orden de prioridades, los técnicos del Centro de Marchamalo trabajan desde hace

dos años en un proyecto denominado Cleanhive, en colaboración con diferentes países

europeos y centros de investigación de Francia y Reino Unido. Su propósito es desarrollar

un kit diagnóstico que el agricultor pueda utilizar en el campo de manera inmediata para

identificar a los parásitos intracelulares nosema apis y nosema ceranae, éste último

causante de la merma de la población mundial de abejas. El Cleanhive es, por tanto, un

proyecto con carácter eminentemente práctico. 

Los técnicos del Centro de Marchamalo trabajan en el proyecto Cleanhive, que dará como

resultado un kit diagnóstico inmediato, similar a los test de embarazo, que permitirá detectar las

enfermedades de las colmenas a pie de campo.

 

Hoy en día, el proceso para diagnosticar si las abejas están afectadas por uno u otro parásito

tiene lugar en los laboratorios de Marchamalo y corre a cargo de los técnicos, que analizan las

muestras con técnicas de biología molecular, llevando a cabo un proceso que no es inmediato

como reclaman los apicultores. “El sector solicita poder hacer un diagnóstico rápido de campo

para saber cuanto antes y con certeza a qué problema se enfrentan”, destaca Higes.

Para dar respuesta a esas necesidades del sector, el proyecto Cleanhive dará como resultado “un

kit similar a los test de embarazo”, nos explica Mariano Higes, añadiendo que “la idea es que el

apicultor o veterinario responsable de la explotación pueda echar una gota en una muestra

insertada en un dispositivo que, mediante signos distintivos, nos dirá si la prueba da positivo al

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nosema ceranae, al nosema apis, o a ambos”.

En referencia al estado de las investigaciones, el técnico del centro de Marchamalo asegura que

avanzan a buen ritmo y que “puede que en un año los primeros prototipos estén preparados

para ser probados”. Si finalmente el proyecto Cleanhive finaliza con éxito “se trataría de un

avance muy importante”.

 Un Centro al servicio de los apicultores

 

En el Centro Apícola de Marchamalo reciben alrededor de 2.000 muestras al año, llegadas desde todo el mundo.

Foto: Centro Apícola Regional

En el Centro Apícola de Marchamalo reciben alrededor de 2.000 muestras al año, llegadas

desde toda la región, del resto de España y también de otros países de todo el mundo, en

las que buscan mediante técnicas de biología molecular la presencia de los patógenos

mayoritarios que causan problemas en la apicultura. Los resultados de este servicio

resultan de especial interés para los científicos del centro, puesto que les permiten ver y

detectar si aparecen nuevos patógenos, un diagnóstico fiel de la realidad de las colmenas

que les sirve para enfocar sus investigaciones en un sentido u otro, en función de las

necesidades y demandas del sector apícola profesional.

“Cuando un apicultor viene a nuestro laboratorio y le diagnosticamos que sus colmenas se

están muriendo por los parásitos de nosema ceranae, esperan de nosotros que les digamos

lo que hay que hacer para controlarlo y por eso el trabajo de los últimos años va dirigido

en ese sentido”, asegura en investigador. “Como veterinario e investigador es triste

decirles a los apicultores, a los profesionales que están perdiendo sus colmenas, que no

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sabemos qué es lo que tienen que hacer”, añade. Hoy, estos científicos han sido capaces de

descifrar muchas de las claves de la enfermedad y ya saben lo que tienen que hacer los

apicultores para evitar que sus colmenas se mueran. “Nuestro trabajo científico está

orientado a solucionar los problemas reales que hay en el campo”, asegura este

investigador.

 En la región hay contabilizadas 1.616 explotaciones apícolas: 564 en Guadalajara, 487 en

Cuenca, 262 en Albacete, 166 en Ciudad Real y 137 en Toledo.

 El Centro Apícola de Marchamalo mantiene líneas de colaboración e investigación con

casi la totalidad del mundo, desde países de la Unión Europea hasta Australia y Estados

Unidos. “Nos hemos convertido en centro de referencia sobre las enfermedades de las

abejas a nivel mundial gracias al gran descubrimiento del nosema ceranae. Recibimos

investigadores de todas las partes del mundo que vienen aquí a formarse, a aprender

técnicas de laboratorio que luego desarrollan en sus países”, asegura este investigador.

 ¿Cómo es el sector apícola regional?

 

Las condiciones climatológicas adversas no suponen una amenaza para las colmenas, que sí se han visto mermadas por enfermedades y por el cambio climático.

Foto: Centro Apícola Regional

El dibujo de la apicultura regional no es unitario, según nos cuenta Mariano Higes, quien

considera que es un sector complejo, al tratarse de ganaderías pequeñas, poco conocidas,

que aún no está profesionalizado en su totalidad. Sin embargo, este científico considera

que “tanto a nivel de organización como a nivel sanitario estamos bastante mejor que

otras comunidades autónomas; los investigadores tenemos una relación muy estrecha con

el sector y de ella salimos todos muy beneficiados”.

Nuestra apicultura se caracteriza por ser tradicional, pero también emblemática. En

Castilla-La Mancha se produce una de las dos únicas mieles con Denominación de Origen

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que hay en España: la miel de La Alcarria, la más antigua, y solo por ese motivo nuestro

sector apícola es muy importante.

Además, respecto al número de colmenas, nuestra región se posiciona la quinta en

importancia, tan solo por detrás de Andalucía, Extremadura, Castilla y León y la

Comunidad Valenciana. En la Comunidad hay contabilizadas 1.616 explotaciones

apícolas: 564 en Guadalajara, 487 en Cuenca, 262 en Albacete, 166 en Ciudad Real y 137

en Toledo. Además, Castilla-La Mancha dispone de un censo de colmenas que asciende a

154.794, lo que representa un 7 por ciento del total nacional: 2.345.368.

Asimismo, la producción regional de miel es de 2.306 toneladas, un 7,52 por ciento de la

producción nacional (30.661 toneladas). Por otra parte, la producción regional de cera es

de 119 toneladas, un 7,8 por ciento del total nacional, que suma 1.522.

 

Elena Díaz Funchal