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What i didn't say

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STAFF

MODERADORA

Andreani

TRADUCTORAS

Monikgv Vanessa Villegas

Chachii Karlamirandar

Andreani Melusanti

Jessy. Nico Robin

Elle Zafiro

Coraldone MarMar

Mel Cipriano MelCarstairs

CrisCras Zöe…

Marie.Ang SomerholicSwiftie

aa.tesares Val_17

Juli BeaG

Autumn Night Amy

CORRECTORAS

CrisCras

Melii

Findareasontosmile

Alaska Young

Zafiro

itxi

mterx

Juli

Lalu ♥

Vericity

Violet~

Marie.Ang

JazminC

Amy

NnancyC

aimetz14

Jezel07

Verito

Carolyn

LECTURA FINAL

Melii

DISEÑO

Jazmín Morales

Page 4: What i didn't say

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ÍNDICE Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Capítulo 43

Capítulo 44

Capítulo 45

Capítulo 46

Capítulo 47

Capítulo 48

Capítulo 49

Capítulo 50

Capítulo 51

Capítulo 52

Capítulo 53

Capítulo 54

Capítulo 55

Capítulo 56

Capítulo 57

Capítulo 58

Capítulo 59

Capítulo 60

Capítulo 61

Sobre el autor

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SINOPSIS mborracharse en la noche del baile de bienvenida en tu último año nuca es una buena idea, pero Jake Hayes nunca esperó que todo terminara con un accidente de coche y un poste-T

incrustado en su garganta.

¿De lo que más se arrepiente de todo esto? De lo que nunca le dijo a Samantha Shay. Él ha estado enamorado de ella durante años y nunca tuvo las agallas para decírselo. Ahora es demasiado tarde. Porque después de esa noche, Jake nunca será capaz de hablar nuevamente.

Cuando Jake vuelve a su pequeña isla natal, población 5.000, él vas a tener que aprender cómo lidiar con ser mudo. También descubre que su familia no se limita a sus seis hermanos y hermanas, que a veces una isla entera está cuidándote. Y cuando tiene la oportunidad de pasar más tiempo con Samantha, ella le ayudara a aprender que no ser capaz de hablar no es lo peor que podría llegar a sucederte. Tal vez, si ella lo deja, Jake finalmente le dirá lo que no le dijo antes, incluso si realmente no puede decirlo.

E

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1 10 meses para la fuerza aérea

3 semanas desde que comenzó la escuela

Traducido por Andreani

Corregido por CrisCras

Había tres cosas que sabía a ciencia cierta sobre Orcas Island:

Uno: La gente de aquí era generalmente rara. La mitad de sus habitantes eran hippies comunes y corrientes. La otra mitad era una mezcla de liberales extremos, ermitaños y multimillonarios. Luego había una pizca de nosotros, la gente “normal”.

Dos: Yo provenía de la familia más grande de la isla. Siete hijos hacían que nuestra familia destacara y todos en la isla sabían quiénes eran los Hayes.

Tres: Conocía a todo el mundo aquí bastante bien.

Mientras caminaba por los pasillos del Orcas High School, podría decir el nombre de cada uno de los que pasaban a mi lado. Podría decirte que Christie Rose había perdido su primer diente al morder una cuchara de macarrones y queso en primer grado. Podría decirte que Henry Asher se orinó en los pantalones el primer día de jardín de infantes. Sabía que Miss Pence, que enseñaba Historia del mundo antiguo, asistía a la fiesta de baile hippy regularmente. Preferiría no decir como sabía todo eso. Y luego el director Hill era un fanático de La Guerra de las Galaxias y tenía la mitad de su garaje lleno de figuras de acción, carteles, trajes y sables de luz demasiado reales.

En una isla de este tamaño, con la cantidad de 5.000 habitantes, no hay ningún secreto.

—¡Hayes! —Mi mejor amigo desde el primer día de jardín de infantes, Carter Hill, me llamó a mis espaldas. Un segundo después su mano golpeó mi hombro—. ¿Tu familia hará la cena del equipo esta noche?

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—Mi mamá ha estado cocinado sin parar desde ayer en la noche —le dije mientras me detenía delante de mi casillero y lo abría—. Ya sabes cómo se pone con estas cosas.

—Oye, no me quejo. Tu mamá es la única persona que realmente hace comida suficiente. No estoy completamente lleno hasta que siento que voy a vomitar. —Carter se rió mientas buscaba algo en su casillero, que estaba junto al mío desde que éramos estudiantes de primer año.

—Sólo intenta llegar al patio trasero, ¿está bien? —suspiré. La alfombra había olido mal durante semanas después de la cena de equipo del año pasado.

—¿Estamos hablando de la épica cena vomitada de Carter? —preguntó Rain Jones, abrió su casillero a unos cuantos de los nuestros mientras la campana de advertencia sonaba.

—Desafortunadamente —dije mientras sacaba mi libro de historia y lo metía en mi deshilachada mochila. Debí haber dejado que mamá me comprara una nueva al principio del año cuando se ofreció.

—¿Vamos a comer en el patio trasero otra vez? —preguntó Rain, mirando descaradamente a mi hermana de 16 años, Jordania, mientras pasaba caminando.

—Amigo —dije, sacudiendo mi cabeza—. No hagas eso delante de mí. Es asqueroso.

—¿Qué? —dijo, todavía mirándola alejarse—. Es sexy.

—En serio, sólo deja de hacerlo —dije al mismo tiempo que cerraba mi casillero y me dirigía hacia la clase. Rain le silbó a Jordan, en un intento de molestarme. No iba a conseguir esa satisfacción.

La clase de historia no estaba exactamente completa. Con sólo treinta y siete estudiantes en la clase mayor, un buen puñado de ellos a punto de reprobar, a pesar de que habían pasado sólo tres semanas del año escolar, y otro buen puñado de marihuaneros a tiempo completo, no deja muchos calificados para inscribirse en las clases de AP. Las cinco que ofrece nuestra pequeña escuela.

—Hey, Sam. —Traté de mantener mi voz tranquila cuando me deslicé en mi escritorio.

—Hey, Jake. —Ella sonrió al verme.

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—¿Vendrás al juego de mañana por la noche? —Me limpié las palmas contra mis pantalones cortos. ¿Por qué estaba sudando tanto?

—Depende de cuánta tarea nos dejé él Sr. Hill hoy. —Hizo rodar sus ojos.

Es un hecho bien conocido que Samantha tenía la carga más pesada de deberes de todos los estudiantes del Instituto. Ella misma se matriculó en cada clase optativa, a excepción de la historia europea, que había cursado el año pasado, y si recuerdo correctamente, también tenía varias clases de estudio independiente. Estaba en camino de ser la mejor estudiante.

—Es el baile de bienvenida. Sería una lástima perdérselo.

Samantha me dedicó una sonrisa antes de que sus oscuros ojos regresaran a su libro. Su mente ya estaba en otra parte.

He intentado enfocar mi atención a la lección del director Hill sobre alguna guerra, o ¿quizás estábamos en economía? Todo lo que podía pensar era en la forma en que Samantha se acomodaba en su silla, cómo su cabello castaño oscuro caía sobre su hombro, la manera en que apoyaba su rostro en su mano.

Algún día se lo diré, pensé.

Todavía no podía comprender que había pasado esa última semana escolar del año pasado. Samantha había sido casi... ¿coqueta? Mis ojos se reunirían con los de ella inesperadamente; ella se acercaba demasiado a veces. Incluso me invitó a ir a ver una película con ella y sus amigos, que lamentablemente tuve que cancelar en el último minuto por el drama familiar. Gracias Jenny...

¿Pero este año escolar? Nada. Era como si Sam no fuera más que una conocida. Era todo trabajo escolar y nada de ojos coquetos.

—Tierra a Jake Hayes —me llamó una voz desde la parte delantera del salón.

Mis ojos chocaron con la cara del director Hill, desde donde me miraba fijamente con expectación. —¿Qué tal si te preocupas de sintonizar un rato? —preguntó con una de sus oscuras cejas arqueadas.

—Lo siento, director Hill —dije, abriendo mi libro y tratando de lucir ocupado con un cuaderno y un lápiz. La clase se rio entre dientes. Sentí mi cara enrojecer al mismo tiempo que volteaba a ver a Samantha. Ella tenía una pequeña sonrisa en sus labios, pero mantuvo sus ojos pegados a las páginas de su libro.

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Soñar despierto con Samantha Shay era casi tan bueno como soñar despierto sobre ver a una modelo de Victoria Secret, o tal vez a la princesa de algún lugar muy lejano de la tierra. No era que yo fuera demasiado feo para estar al lado de Sam. Nadie llamaba la atención de Sam Shay, al menos ya no.

Todo el mundo sabía que lo único que podía ver Sam era trabajo de la escuela y la línea de meta que era la graduación. Era extraño. Una chica tan bonita como Sam generalmente no equivale a un enorme cerebro y el compromiso educativo.

Ella era más inteligente que todos nosotros. Y eso sólo me hacía quererla más.

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2 Hace 3 años

Primer día del primer año

Traducido por Andreani

Corregido por Melii

Traté de estar lo más recto posible mientras caminaba por las puertas del Instituto Orcas por primera vez siendo un estudiante real. Todavía tenía que pasar por una etapa de gran crecimiento. No quería ser confundido por un estudiante de octavo grado.

Mi hermana mayor, Jenny se fue con sus amigos en el segundo que estuvimos fuera del coche, dejándome por mi cuenta.

Nunca admitiría que estaba más que aterrado por mi primer día de ser un estudiante de primer año.

Di un pequeño suspiro de alivio cuando vi a Rain caminando hacia las puertas delanteras. Corrí para alcanzarlo, palmeándole el hombro con mi mano. Compartimos una de esas miradas, como si nos dijéramos que estábamos más que asustados, pero fingíamos estar tranquilos.

Caminamos a través de las puertas por las que entraríamos un millón de veces durante los próximos cuatro años. Estuve a punto de tropezar cuando vi a una chica con el pelo castaño oscuro que caía hasta su cintura, hablando con el director Hill.

Tenía el bronceado de final de verano más increíble del mundo y tenía labial super rosa.

—Ya se lo dije, he terminado álgebra dos en mi vieja escuela en Portland —dijo ella. Sonaba como si estuviera tratando de mantener su calmada.

—¿Quién es ella? —le pregunte a Rain mientras caminamos por el pasillo.

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—Nunca la había visto antes —respondió Rain—. Amigo, hay una pequeña gota de baba, allí. —De repente sentí el dedo de Rain en mi barbilla. Aparté su mano de un golpe sin siquiera dejar de ver a la chica.

—Voy hablar con el profesor de pre-calculo, pero por ahora, vas a tener que entrar en la clase de álgebra dos. Ten. —Los ojos del director Hill de repente se movieron a mi cara, haciéndome saltar—. ¡Jake!

Rain y yo nos detuvimos y caminamos hacia Hill y la chica.

—Jake, esta es Samantha Shay, ella y su madre acaba de mudarse aquí. ¿Te importaría llevarla a su primera clase?

Los ojos de Samantha se reunieron con los míos. A pesar de que podía decir que ella frustrada, me dio una cálida sonrisa. Toda su cara se iluminó.

—Sí, con gusto —respondí. Si no hubiera estado totalmente absorto con la chica delante de mí, podría haber notado como Rain hacia pequeños sonidos de tener náuseas.

Samantha regreso su mirada al director Hill. Intentando no poner sus ojos en blanco dijo—: Supongo que eso es todo. Gracias por toda su ayuda. —Luego se encontró con mis ojos otra vez, con la sonrisa esparciéndose en el rostro una vez más.

—Será mejor que se muevan chicos —dijo el director Hill al mismo tiempo que sonada la campana de aviso.

Sólo porque era un estudiante de primer año no significa que no conocía los pasillos de Instituto Orcas. Con lo mucho que seguía a John y Jenny, había estado en la escuela más veces de lo que podía contar.

—Gracias por mostrarme el camino —dijo Samantha y empezamos a subir las escaleras al segundo piso. Rain ya había inventado una excusa y se fue a hacer algo con su casillero vacío—. Todavía no puedo superar lo rara que es esta escuela. Es tan pequeña.

—Sí —dije, con la esperanza de que pudiera pensar con la suficiente claridad para que la chica nueva no creyera que yo era un idiota—. Es bastante pequeña. ¿Vienes de una escuela más grande?

—Sí —dijo ella con una sonrisa. No pude evitar sonreír cuando ella lo hizo—. La escuela en la que habría entrado en Portland tenía más de veinte mil alumnos.

—Wow —dije, riéndome mientras doblamos por el pasillo—. Ni siquiera puedo imaginar ir a una escuela tan grande.

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—¿Tú creciste aquí? —preguntó al mismo tiempo que nos paramos delante de una puerta cualquiera. Sacó su horario de clases de su mochila y me la entregó.

—Sí —dije mientras lo miraba. Tenía inglés en el primer periodo, justo al final del pasillo. Comenzamos a ir hacia allí—. ¿Así que, eres como, súper inteligente, o algo? —le pregunté, regresándole su horario. La mayoría de sus clases eran las que sólo tomaban los de segundo.

Se encogió de hombros, con su rostro volviéndose ligeramente rojo. —Tal vez sólo soy extraña, pero me gusta la escuela.

—No es raro —le dije mientras nos detuvimos delante de su clase—. Algún día todos vamos a trabajar para personas como tú.

Ella se rió y mentalmente me di unas palmaditas a mismo en la espalda.

—Bueno, gracias por traerme a mi clase, Jake... —arrastró.

—Hayes —completé. Era extraño estar con alguien en la isla no supiera quién era yo—, Jake Hayes.

—Gusto en conocerte, Jake Hayes —dijo ella, su sonrisa me cegaba.

—Igualmente, Samantha Shay —dije, metiendo mis sudorosas manos en mis bolsillos.

—Sam —dijo ella, colocando su mano sobre el pomo de la puerta.

—Nos vemos luego, Sam. —Sonreí mientras me alejaba.

Puede que Sam acabara de robar mi corazón de catorce años.

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3 24 horas para el juego de Bienvenida

10 meses para la Fuerza Aérea

Traducido por Andreani

Corregido por Melii

La casa Hayes no era exactamente pequeña. Cuando uno tiene siete hijos, cada uno con una personalidad sólo un poco demasiado grande para su propio bien, hay que tener un montón de espacio y dormitorios. Pero con todo el equipo de fútbol y un buen puñado de otros padres en la casa, las paredes estaban en peligro de ser derribadas y el techo de colapsarse sobre todos nosotros mientras nos desplazábamos dentro y fuera de ella.

A veces deseaba que mis padres enviaran a los niños más pequeños a casas de un amigo o algo, cuando teníamos estas cenas. Al menos podía estar agradecido de que John y Jenny estaban ausentes en la escuela. Eran dos cuerpos menos. Pero eso todavía nos dejaba con Jordan, dieciséis; Jamie, trece; James, diez; y Joshua, siete. Pero mis hermanos eran casi parte del equipo. No parecía que importa si sus edades estaban en el rango no-eres-genial-porque-eres-pequeño, y la mayoría del equipo se llevaba muy bien con ellos.

—¡Jake! —Mamá gritó desde la cocina. Su cabello rizado marrón claro salía disparado en todas las direcciones, dándole aspecto enloquecido pero cálido—. Lleva esto a la mesa.

—Listo. —Llevé un enorme recipiente que contenía una ensalada y un plato caliente hirviendo que contenía algo que ni siquiera reconocía y otro gran recipiente lleno de arroz. Fue pura suerte que llegara a la mesa sin derramar algo caliente a la cabeza de alguien. Entonces papá me llevó a donde estaban los trece pollos en la parte de atrás de la casa. En serio esperaba que ninguno hubiera puesto huevos en el patio. No había nada como arruinar una cena de equipo pisando huevos podridos ocultos en el patio.

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Por desgracia, había sucedido antes. Esa misma noche Carter vomitó en la sala de estar.

—¿Disculpa, Blake Shaw? —Oí a mamá decir desde adentro—. No deberías usar un lenguaje como eso. No me importa si eres un adolescente y un jugador de fútbol. No hablarás así en mi casa.

—Lo siento, Sra. Hayes. —Escuché a Blake a disculparse—. No sucederá otra vez.

—Será mejor que no, o te enjuagaré la boca con jabón y no creo que no lo haga.

Reí mientras cerraba la puerta del gallinero. Mamá no tenía ninguna tolerancia para el lenguaje grosero, algo que había arraigado tan bien en sus hijos que literalmente nunca dejaba que una mala palabra un resbalara mis labios jamás, incluso cuando estaba solo con mis amigos. Ella había inculcado los mismos valores en la mitad de los niños en esta isla, ya que la mitad de ellos había pasado una buena cantidad de su verano en nuestra casa o patio trasero.

Finalmente fue tiempo de sentarse y comer. Mamá no sólo había cocinado lo suficiente para alimentar al ejército que era el equipo de fútbol, podría haber alimentado a un ejército de la armada entero. Todo el mundo hablaba muy fuerte al llegar a comer alimentos, infinitas burlas y broma se decían sobre el juego de mañana.

La gente en la isla podía ser rara, pero eran gente buena en general. No encontrabas gente así en otras partes del país. No encontrabas a alguien que preguntaría si tu alpaca doméstica se sentía mejor después de ataque de lo que se había sospechado era varicela. No encontrabas a personas que inesperadamente te trajeran cena o llegaran a limpiar tu casa solo porque tu mamá no se estaba sintiendo muy bien. Cuando necesitas ayuda, juntas a todos tus amigos, así como a una docena de desconocidos, a veces lo quisieras o no. Las personas en la isla se cuidaban unos a otros.

Mientras los miraba a todos ellos, sentí solo una pizca pequeña de dudas en mi decisión de abandonar la isla tan pronto como me graduara. Siempre había estado tan emocionada de dejar esta pequeña isla y su pequeña y extraña gente.

Hasta esa noche, con mi partida inminente tan cerca, no pensé que extrañaría a ninguno de ellos excepto a Samantha.

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4 4 horas después de ganar el Juego de

Bienvenida 10 meses para la Fuerza Aérea

Traducido por Monikgv

Corregido por Findareasontosmile

De los treinta y siete estudiantes de último año en la Escuela Secundaria Orcas, todos y cada uno de ellos habían estado en el juego de fútbol de bienvenida. Era viernes por la noche, el cielo estaba nublado, con amenaza de lluvia, un pintoresco día de septiembre en la Isla de Orcas.

Los Vikingos habían aplastado a los de la secundaria Tree Hill Baptist, treinta y dos a dieciocho. Había anotado cuatro de esos touchdowns. Y celebré con veinticuatro de mis compañeros.

—¡Jake! —gritó Carter desde el otro lado de la hoguera—. ¡Atrápala!

Apenas levanté mis manos para bloquear la lata de Budweiser de golpearme en pleno rostro.

—¡Y así es cómo ganamos el juego hoy! —aplaudió Carter, el resto de la gente aplaudiendo y gritando con él. Negué con la cabeza y me reí mientras miraba a Carter tomar otra cerveza de la nevera a sus pies y tirársela a Rain.

Todo el equipo de fútbol estaba en la fiesta y si nos atrapaban, estaríamos arruinados por el resto de la temporada. No podía pensar en nada peor que tener a los policías sobre nosotros. Estábamos en camino a ganar los distritos este año. Le había dicho a Rain y Carter que eran estúpidos por hacer esta fiesta, y sin embargo allí estaba yo, bebiendo con el resto de ellos.

Ignorando la voz de mi madre en la parte posterior de mi cabeza, la que siempre estaba allí cuando lo que fuera que estuviera haciendo, algo que sabía que no debía, abrí la lata. Carter se unió a mi lado y golpeando su mano en mi hombro, dijo—: ¿Te reto a una carrera hasta el fondo?

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—Bebe —comenzó a cantar Rain—. ¡Bebe! ¡Bebe!

—En eso estamos —me burlé. Sin vacilar, mis labios se encontraron con el borde de la lata y me incliné hacia atrás.

El alcohol quemó mi garganta mientras bajaba, y todo en mí quería toserlo fuera de mí. Pero nunca admitiría que esta era sólo la tercera cerveza que había tenido en mi vida. La que había terminado hace ni tres minutos era la segunda.

Aplastando la lata en mi puño mientras la última gota se deslizó por mi garganta, la lancé hacia el suelo y levanté mis brazos en señal de triunfo.

Carter tosió cuando se ahogó riendo.

—¡Así es como lo hacemos, Hayes! —Incitó Rain, golpeándome en la espalda—. Tal vez no eres tan inocente como todos creíamos que eras.

—Cállate, hombre. —Empujé a Rain, riendo con el resto de la multitud.

Todos nos habíamos reunido en la casa de Rain en Deer Harbor, casi al final del mundo en la Isla Orcas. Los Jones habían poseído los veinte acres de propiedad frente al mar desde principios del siglo XX, que fue suerte. Los padres hippies de Rain nunca habrían sido capaces de costear un lugar como este por su cuenta.

Y por suerte para los estudiantes de la secundaria, ellos estaban en Portland para un tipo de convención hippy sobre salvar al salmón, o helechos, o la gruya de dos dedos y ojos cruzados, o algo granola como eso.

Ninguno de nosotros jamás lo admitiría, pero fiestas como esta pasaban todo el tiempo en la isla. No había nada que hacer en una isla tan pequeña, así que fiestas con vasos plásticos de color rojo y pipas de vidrio eran una solución frecuente.

—En serio no puedo creer que hayan invitado a todas estas personas —dijo River cuando se detuvo al lado de Rain, dándole una mirada mortal. Era difícil de creer que ellos fueran gemelos, con el cabello casi negro y largo de River, y el de Rain casi rubio-blanco. No podían haberse parecido menos.

—Y sin embargo, veo que tienes un vaso de plástico rojo en tu mano —se mofó Rain de ella—. Deja de ser una aguafiestas.

—Como sea —dijo ella, rodando sus ojos dramáticamente—. Jake, no te embriaguez tanto como para que no puedas ir al baile mañana. Gasté

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demasiado en mi vestido como para que estés muy borracho para levantarte mañana. No voy a ser plantada.

—Sí, señora —le dije con un saludo. Ella me guiñó el ojo una vez y se fue hacia la orilla de su histórica casa.

—Es un poco raro que ella le haya pedido a él ir al baile, ¿no? —preguntó Carter, mirando descaradamente a River. Carter tendía a ponerse un poco deprimido cuando fumaba marihuana.

—Amigo, ¿cuándo te van a crecer un par y pedirle que salga contigo? —preguntó Rain, su voz exasperada. Sólo negué con la cabeza, todo comenzaba a sentirse un poco borroso. He escuchado este argumento más veces de las que quería contar.

—River nunca saldría conmigo —dijo Carter con voz casi melancólica—. Ella no sale con nadie.

Me pregunté si era el único que sabía por qué ella no salía con nadie. River nunca admitiría que bateaba para el otro equipo. Me enteré cuando la vi de la mano con otra chica cuando estaba fuera de la isla una vez. Había estado raro por semanas. Finalmente River se dio cuenta de que sabía. Después de una conversación muy incómoda, estuve de acuerdo en guardar su secreto, y los dos volvimos a ser amigos como siempre.

Y había aceptado llevarla al baile cuando River me chantajeó con Samantha. Ella sabía que nunca tendría las bolas para invitar a Sam, así que llevaba a River, o ella revelaría el secreto sobre cómo me sentía por Sam.

Las chicas peleaban tan sucio.

Las primeras gotas comenzaban a caer del cielo, las nubes por encima de nosotros gruesas y pesadas. Habría estado completamente negro afuera si no hubiera sido por la acalorada hoguera. No podías experimentar ese tipo de oscuridad a menos de que vivieras en un lugar remoto como Orcas.

—Todos sabemos que no es difícil superar a Hill en una competencia de bebida —dijo Blake Shaw mientras avanzaba pesadamente hacia nosotros. Él era sin duda el chico más fornido en la escuela, oscuro como la noche, y probablemente un metro con noventa y cinco—. ¿Estás listo para enfrentarte al Shaw?

—¿El Shaw, eh? —desafié a mi compañero de equipo—. Tráelo.

Tomé la lata que Blake me ofreció y la abrí. Rain hizo la cuenta atrás.

No habría tenido oportunidad.

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—¡Y así es como el Shaw lo hace! —gritó Blake, lanzando su vacía lata hacia el fuego, levantando los brazos en el aire y girando en un círculo. Las chicas lo animaron. Blake adoptó una pose, flexionó sus bíceps y besó cada uno de ellos.

—¿Quién quiere un pedazo del Shaw? —dijo, asintiendo y guiñándole un ojo a ellas.

—Guau. —Carter negó con la cabeza—. ¿Es en serio?

Todos nos reímos, tomando otra cerveza de la nevera. Vi como Norah Hamilton, la única chica con dinero suficiente para suministrar la bebida, me miraba desde el otro lado de la hoguera, y lentamente se dirigía hacia nosotros.

—Cuidado Chico Jakey —bromeó Rain—. La tigresa está al acecho de nuevo.

—Cállate —le siseé. Sentí mi estómago apretarse, y estaba muy seguro de que no era por el alcohol.

—Hola, Jake. —Norah prácticamente ronroneó mientras agitaba su oscuro cabello castaño al lado de su hombro. Sus uñas con manicura francesa bien envueltas alrededor de su vaso de plástico—. ¿Entonces cuando vas a llevarme a volar en el avión del jefe abogado? —Se mordió el labio inferior de esa manera que hacía que me doliera mi cerebro entorpecido, y no de buena manera.

—Brent es bastante estricto sobre a quién se me permite llevar en su avión conmigo. —Medio mentí. Una vez que se firmó la exención de responsabilidad, el señor Carol me dejaba llevar a quien quisiera.

—Vamos —dijo, extendiendo la mano hacia la parte delantera de mi chaqueta—. Debes ser el piloto más joven. Necesitas llevarme antes de que te vayas a la Fuerza Aérea.

—Uh. —Luché para hacer que mi cerebro formara una respuesta. Realmente deseaba que el alcohol no me hiciera decir algo de lo que me arrepentiría. Probablemente debí haber escuchado a la voz de mamá en la parte posterior de mi cabeza—. Tal vez. Ya veremos.

—Tú realmente no deberías irte a la Fuerza Aérea —dijo Norah mientras se acercaba un poco más, su nariz a centímetros de la mía—. Sabes que muchas personas mueren en sus servicios, ¿no? Sería una pena si esa cara bonita no viviera más allá de su decimonoveno cumpleaños.

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—Uh, sí —dije, tratando de desenredarme de Norah. Mi voz comenzaba a sonar un poco torpe—. Lo tomaré en cuenta.

—Ten cuidado en los cielos —susurró prácticamente junto a mi oreja. Presionó sus labios perfectamente pintados en mi mejilla sólo por un momento, su mano bajando a mi cinturón.

—¡Uh! ¡De acuerdo, lo entendí! —grité mientras saltaba lejos de ella. Ella simplemente me guiñó un ojo y volvió a su manada de amigas.

Sentí un escalofrío pasar a través de mi que no me gustaba.

—¡Oh, Norah la Puta1 tiene su mirada en el chico Jakey! —dijo Rain sólo un poco demasiado fuete, chocando los cinco con Carter.

—¿Podrían callarse? —Mis palabras se estaban arrastrando un poco más.

—Relájate, Hayes —dijo Carter, estrechándome en el hombro—. Todos sabemos que te estás guardando para Samantha.

Me quedé callado ante la mención del nombre de Samantha, un nudo fuerte atándose alrededor de mi pecho. Samantha era una de los pocos estudiantes que no estaban en la fiesta. Ella probablemente estaba en casa estudiando.

—Sin defensa —dijo Carter, apretando mi hombro de nuevo—. Tiene que ser amor verdadero.

—Cállate —le dije otra vez, dejándome caer en el suelo. Se sentía un poco como si estuviera de pie en un muelle en la costa, en vez de suelo sólido.

—Sólo dilo, amigo mío —dijo Rain, sentándose en el suelo a mi lado, otra lata entre las manos—. Te sentirás mejor si lo dejas salir.

Mi cerebro ebrio ni siquiera registraba o le importaba que él aún estuviera burlándose de mí. —He estado tratando de dejar pistas desde el comienzo del año pasado, pero ¿ella responde? ¡No! —dije sólo un poco demasiado fuerte de lo que debí.

1 Juego de palabras, Norah The Whora, haciendo un cambio en la palabra whore, puta, para que

rime con el nombre de Norah.

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—¡Oh, Samantha! —cantó Rain con una terrible voz fingida tipo country. Carter sacó su teléfono de su bolsillo y lo apuntó en nuestra dirección. Ni siquiera me importó que estuviera grabando esto.

—Oh, Samantha —continuó Rain—. ¿Por qué el Chico-Jakey no es lo suficientemente bueno? ¿Con esos hermosos ojos verdes y cabello impactante… y chocolate? —Sostuvo la nota larga y dramática.

—Oh, Samantha —me uní a Rain, cantando en armonía—. Te he estado observando por tanto tiempo —canté—. Esperándote llegar. Porque ¿no sabes Samantha, que te amo? —Ni siquiera me había dado cuenta que me había caído sobre mi espalda hasta que estaba viendo a Carter con su teléfono grabando—. Te amo, Samantha —dije con una sonrisa perezosa, directamente al teléfono.

—Y enviado —dijo Carter, deslizándolo en el bolsillo. Sentí mi teléfono vibrar en mi bolsillo cuando recibí el video que Carter acababa de grabar.

—De acuerdo, chico enamorado —dijo Rain, poniéndome de pie—. Es hora de que se lo digas a ella. Esto es triste.

—¿Decirle a ella? —dije mientras Rain colocaba mi brazo alrededor de su hombro para mantenerme de pie—. ¿Decirle qué a quién?

—Decirle a Samantha cuánto la amas —dijo Carter mientras ponía su brazo alrededor de mí desde el otro lado.

Dudé, mi cerebro nublado procesando sus palabras. Sonaba como una muy buena idea. —¡Está bien! —declaré, parándome de forma más erguida—. ¡De acuerdo! ¡Voy a decirle! ¡Esta noche! ¡Justo ahora!

—¡Sí! —animaron Rain y Carter. Carter metió la mano en su bolsillo y sacó sus llaves—. ¡Yo manejo!

—¿No estás ebrio también? —Traté de ser razonable en un estado irrazonable—. ¿Y drogado?

—No tan borracho como tú —se rió Carter—. Y no estoy tan drogado.

Los tres nos despedimos de la fiesta y nos dirigimos a la camioneta oxidada de Carter. Las puertas chirriaron dolorosamente cuando fueron forzadas a abrirse. Carter se deslizó en el asiento del conductor, Rain se deslizó hacia el centro, y lo seguí cerrando la puerta de golpe. Metiendo la mano en su bolsillo, Carter sacó su teléfono y lo coloco en el tablero.

El motor sólo chilló cuando Carter trató de ponerlo en marcha.

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—¡Vamos, pedazo de mierda! —le gritó Carter inútilmente mientras golpeó su puño en el tablero. Su teléfono saltó violentamente—. ¡Estamos en una misión importante!

Un momento después encendió.

—¿Dónde vive ella de todos modos? —preguntó Carter mientras trabajaba su camino hacia la carretera—. Nunca he estado en la casa de Samantha.

—Yo tampoco —dije, inclinando mi frente contra el frío cristal. Se sentía bien—. Algún lugar al final de Enchanted Forest Road.

Y así los tres nos acomodamos, conduciendo por la carretera sinuosa. Carter encendió el radio. Apreté mis ojos cerrados. Todo sonaba muy fuerte.

Detrás de mis ojos pude imaginar a Samantha, su cabello oscuro, sus cálidos y marrones ojos, su pequeña nariz, y su piel perfectamente lisa. La he amado desde que la vi la primera vez en nuestro primer día de primer año. He desarrollado enamoramientos con otras chicas, claro, en los últimos tres años. Pero siempre volvía a Samantha Shay. Siempre.

Sólo nunca había tenido las agallas para decírselo.

Samantha era intimidante. Ella era inteligente, por mucho la chica más lista en nuestra escuela. Era confiada. Era una atleta, al menos hasta este año, cuando su horario escolar se volvió demasiado loco para intentarlo y balancear el deporte y las clases.

Y durante una clase de Inglés el último año, ella y el Sr. Morrison entraron en un debate. Habíamos estado leyendo un libro que ya no recuerdo, y uno de los temas era el amor. El argumento de Samantha era que ella no creía en el amor.

Nadie en la clase dudaba que ella realmente no creyera en el amor después de que finalizó su argumento.

Por lo tanto nunca se lo había dicho.

Pero eso iba a cambiar esta noche. Como Rain lo había puesto, finalmente me iban a crecer un par.

Justo cuando íbamos alrededor de una curva en la carretera, el teléfono de Carter comenzó a sonar con una canción de rap. En el mismo momento, se deslizó fuera del tablero y hacia el suelo.

—Lo tengo —dijeron Carter y Rain al mismo tiempo, ambos alcanzándolo en el suelo.

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—Oye —murmuré mientras miré por la ventana—. Ten cuidado con el ciervo.

—¿Qué? —murmuró Carter, mirando brevemente por el parabrisas antes de volver sus ojos hacia el suelo de la camioneta.

—¡Cuidado con el ciervo! —grité. Vi sus ojos abrirse mucho cuando nos dirigíamos hacia él a toda velocidad. Llegando hasta el volante, lo moví hacia la derecha, pasando muy cerca del animal.

Carter pisó el freno justo después de que moví el volante. La parte trasera de la camioneta derrapó, dándonos vuelta en medio círculo. La camioneta se desvió violentamente y hubo un fuerte estallido cuando el neumático del lado del pasajero estalló. Por un segundo la camioneta estaba en el aire. Se oyó el ruido repugnante de metal crujiendo y al siguiente segundo se sentía como si mi cabeza hubiera sido arrancada.

La oscuridad se deslizó por los bordes de mi visión mientras una mano temblorosa se levantó hacia la fuente de dolor. El vidrio se incrustó en mis brazos y mi cara, pero eso no era lo que realmente dolía. Mis dedos encontraron el frío acero. Tracé con mis dedos el metal.

Y entonces mis dedos encontraron mi propia carne ensangrentada, a pocos centímetros de mi barbilla. El acero y mi piel estaban conectados.

Me desmayé.

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5 ? horas/días desde...

Traducido por Vanessa Villegas

Corregido por Alaska Young

A pesar de que no podía verla, podía olerla. No es la chica a la que realmente quería ver, sino mi hermana Jordan. Yo siempre le decía que llevaba demasiado perfume. No era que oliera mal, sólo llevaba demasiado.

Mis ojos luchaban por abrirse, todo mi cuerpo estaba seguro de que Jordan saltaría sobre mí, o vertería un vaso de agua helada sobre mi cabeza para despertarme. Ella era así de mala a veces. Pero por alguna razón, mis ojos no deseaban abrirse. De hecho, todo mi cuerpo parecía muy indispuesto a hacer cualquier cosa.

—Oye, mamá. —Oí decir a Jordan—. Creo que está empezando a despertar.

Percibí el sonido de pies arrastrándose, acompañado de pitidos y un montón de otros sonidos que no reconocí. Una astilla de luz apareció mientras mis párpados luchaban por abrirse.

Se sentía extraño cuando respiraba.

—Jake. —Oí el sonido familiar de la voz de mi madre—. Jake, ¿estás despierto?

Traté de decirle que era yo, pero se sentía como si mi garganta se hinchara hasta el punto de casi ser cerrada herméticamente.

—Mamá. —Escuché a mi otra hermana menor, Jamie, sisear—. Él no puede ahora, ¿recuerdas?

Mis ojos se abrieron un poco más, viendo palidecer la cara de mi mamá. Estaba sentada al lado de cualquier superficie en la que yo estuviera y me tomó un momento darme cuenta de que no estaba acostado en mi cama. Las luces por encima de mí eran incorrectas.

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Finalmente registrado las otras caras de la sala, las ocho de ellas. Mi grande y loca familia. Tres hermanos y tres hermanas, y ambos padres.

Un torrente de lágrimas rodaban por el rostro de mamá cuando me miró, con los ojos completamente abiertos ahora.

Entré en pánico con esa vista. Mamá no llora. Pero entonces me di cuenta de dónde estaba.

Yo estaba en un hospital.

Una habitación en el hospital, que estaba decorada con conchas marinas y dibujos animados de criaturas del mar.

Un pequeño gemido escapó de la garganta de mamá y buscó la mano de papá. Johnson Hayes, padre de los siete niños en la sala, me miró de una manera enloquecedora.

Abrí la boca para preguntar—: ¿Qué está pasando? —Cuando arrancó un dolor punzante en mi garganta. Mis manos se dispararon a ella, pero mi cuerpo entero gritó.

—No te muevas, Jake —exclamó Jordan, moviendo rápidamente sus manos para sujetar las mías. Mis dedos rozaron lo que parecía una gasa en la garganta antes de que ella tirara de mis manos hacia atrás—. No lo hagas.

Por instinto, fui a preguntar—: ¿Qué pasó? —Cuando el dolor me atravesó de nuevo. Mis ojos pasaron frenéticamente a mi familia.

Algo me había pasado. Lo último que recordaba era a mí bebiendo como estúpido, y algo acerca de un ciervo.

Tener a todos mirándome, sin decir una palabra iba a volverme loco. Sentí el pánico comerme, una especie de terror que nunca había sentido antes. Y me dolía demasiado como para preguntar qué había sucedido.

Así que simplemente apunté a mi hermano mayor, el hijo mayor de la familia, John. Dándome una mirada significativa, John se aclaró la garganta.

—Estuviste en un accidente de coche, Jake —dijo éste con voz ronca—. ¿Te acuerdas de eso?

Traté de enfocar mis frenéticos pensamientos por un segundo, pensando en lo último que recordaba. Estaba seguro de que fue el ciervo. Y entonces recordé el ruido del neumático estallar. Y la sensación de acero muy cerca de mi piel.

Asentí.

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—Carter estaba tratando de encontrar su teléfono o algo así, dijo que sacudiste el volante para que no alcanzara un ciervo. Al parecer él estaba borracho, supongo que todos lo estaban. —La voz de John se endureció con un poco de rabia. Sentí a mi corazón acelerarse.

—John —logró decir mamá—. ¿Estás seguro de que no debes esperar para contarle hasta que el médico vuelva?

Negué con la cabeza, sólo un poco. Más dolor me atravesó. Pero no me importaba. Tenía que saber qué había pasado. Ahora.

John asintió con la cabeza, comprendiendo. —Ustedes se desviaron a un lado de la carretera. Había una pendiente bastante grande, donde se dirigió la camioneta. Ésta golpeó al suelo y rodó sobre un costado. Rodaron... —Su voz se cortó por un instante. Puso un puño en su boca y trató de aclararse la garganta. Una lágrima resbaló por su mejilla—. Rodaron... rodaste sobre el costado de la camioneta. Directo en un poste T2. Rompió directo a través de la ventanilla del copiloto. Y... —John no parecía capaz de hablar más.

—El poste T se ensartó, directo a través de tu cuello —dijo mi hermana mayor, Jenny. Jenny nunca había tenido miedo de nada, ni siquiera de dar la noticia estremecedora—. Podría haber estado bien, pero con la camioneta volcada, Carter y Rain apilados encima de ti, lo hizo peor.

La cabeza me daba vueltas. Me sentía enfermo. Estaba bastante seguro de que iba a vomitar, pero traté con todo mí ser no hacerlo. Tratar de hablar era una tortura. No podía imaginarme lo que tener al contenido de mi estómago subiendo me haría.

—Es suficiente, chicos —dijo Johnson, hablando por primera vez—. No más hasta que el Doctor Calvin llegue.

Quise protestar, exigir que me dijeran todos y cada uno de los detalles horripilantes, ahora. Pero sabía que había algo más allá de lo mal, tan mal que no podía formar una sola palabra.

2 T-post: Es un tipo de poste de cercado. Están hechos de acero. Pueden ser utilizados para apoyar

diversos tipos de alambre o malla de alambre. Los postes se clavan en la tierra. Todo lo largo del

poste, hay pernos o nudos que impiden que el alambre de púas o malla se deslice hacia arriba o

hacia abajo del poste.

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—Todo va a estar bien, Jake —dijo Joshua de siete años, subiendo a la cama y poniendo su cabeza en mi pecho. A pesar del dolor en mis brazos, coloqué mi mano en la espalda de Josh y tracé pequeños círculos en él.

Me dolían los brazos de todos los cortes y puntadas. Recordé entonces que la ventana se hizo añicos en el lado del pasajero. La parte que había estado sentado.

Una enfermera abrió la puerta de la habitación, preguntando si necesitábamos algo de ayuda.

—¿Podría llamar al Doctor Calvin? —le preguntó Johnson en voz baja—. Jake está despierto.

—Él va a estar aquí pronto —respondió ella, y me dio una mirada triste.

Traté de bloquear todo mientras esperábamos, todo el tono, el olor extraño, la cama dura. Las expresiones abatidas que todos y cada uno de los miembros de mi familia llevaba. Me imaginé que estaba de vuelta en el partido de fútbol, interceptando y haciendo una pausa para la línea de gol. Y me imaginaba a Samantha, exactamente donde había estado en las gradas, animando a los Vikingos.

Me la imaginaba gritando mi nombre mientras hacía un touchdown.

—¿Jake? —dijo una voz, arrancándome de mi sueño y llevándome de regreso a la realidad. Mis ojos se alzaron a un hombre con la cabeza afeitada más brillante que jamás había visto. Los ojos grises me miraron desde detrás de unas gafas con montura de alambre de plata—. Soy el Doctor Calvin. He estado cuidando de ti en los últimos cuatro días.

¿Cuatro días?

¿Había perdido cuatro días?

—¿Supongo que tu familia te explicó lo sucedido? —preguntó el Doctor Calvin mientras sacaba un taburete rodante. La habitación estaba empezando a sentirse muy llena con diez personas en ella.

—Sólo el accidente —habló mamá. Su voz aún sonaba áspera. Josh saltó de la cama y se arrastró hasta el regazo de Jenny.

—Está bien —dijo el Doctor Calvin, cavando a través de una carpeta de manila. Sacó unos trozos de papel y me los entregó. Tomé las páginas, pero no los miré. Yo simplemente esperé a oír la noticia de que podría ser nada más que aplastante.

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—En primer lugar, tengo que decir que tienes mucha suerte de estar vivo.

Cerré los ojos por un momento. Es todavía aún más malo cuando el doctor dice eso.

—El poste que se estrelló a través de la ventana en la camioneta de tu amigo se alojó en tu cuello. Vino por aquí. —El Doctor Calvin tocó ligeramente con los dedos a un lado de mi cuello—. Y salió aquí. —Tocó otro lugar en mi cuello, no muy central en el frente de él—. Cuando tus amigos se estrellaron en ti, el poste se movió y se incrustó justo en tus cuerdas vocales. También hizo un daño significativo a tu tráquea.

Tragué duro y doloroso. El incendio que se desató sobre mí, no sería tan doloroso como las palabras que yo sabía que el médico iba a decir a continuación.

—Tus cuerdas vocales estaban rotas esencialmente —dijo el Doctor simplemente, con la cara muy seria. No estaba seguro de si me gustó su enfoque directo o no—. Estuviste en la cirugía por cinco horas, tratamos lo mejor que pudimos para reparar el daño. Nos las arreglamos para reparar el esófago, tienes que respirar por tu cuenta otra vez. Pero...

La habitación empezó a girar a mí alrededor, mi cabeza se sentía como si pudiera flotar lejos del resto de mi cuerpo.

—Me temo que no pudimos salvar tus cuerdas vocales.

Pequeñas manchas negras nadaban en los bordes de mi visión.

—Jake. —Medio suspiró el médico—. Con cómo de extenso era el daño, y con cómo el poste golpeó el cuello, tuvimos que eliminar completamente las cuerdas vocales, lo poco que quedaba. Tú... —Se fue apagando. Me pregunté cuántas veces al día él tenía que entregar noticias destruyendo vidas—. No vas a ser capaz de hablar otra vez.

Dejé escapar un largo suspiro cuando el Doctor Calvin finalmente lo dijo. Las palabras que sabía iba a decir tan pronto como había tratado de hablar.

El Doctor Calvin comenzó a hablar de los planes de tratamiento, mi recuperación durante los próximos días, las opciones sobre mi futuro, cómo tuve la suerte de no haberme paralizado completamente, pero no oí nada de eso, en realidad no. Todo se alejó, y el mundo cayó muy tranquilo y silencioso.

Uno a uno, vi las cosas que me gustaban caer.

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La Fuerza Aérea.

Fútbol.

Por extraño que parezca, la escuela.

Pero sobre todo, Samantha.

Nunca había llegado a decírselo.

—Aquí —dijo una voz, tirando de mí de nuevo hacia la habitación. Jordan empujó una libreta y un bolígrafo sobre la mesa de noche para mí—. Puedes escribir lo que tengas que decir.

Miré a mi hermana, tan cercanos en edad, sólo once meses de diferencia, y traté de darle una pequeña sonrisa. Miré alrededor de la habitación para ver a todo el mundo mirándome expectante. Me di cuenta de que el Doctor Calvin se había ido.

—¿Estás bien, Jake? —preguntó James, de diez años de edad. Lo miro sin comprender.

—Calla, James —susurró mamá. Ella se secó los ojos con un pañuelo. Yo deseaba que parara de llorar. Podía contar con una mano el número de veces que había visto llorar a mi madre y habían sido cuando alguien había muerto.

Yo no estaba muerto.

Tratando de desviar la atención lejos de mí, tomé el cuaderno y abrí la tapa. Las páginas encarándome, demasiado blanco y demasiado fresco. Se sentía mal, lo que esas páginas perfectas tendrían que hacer mi hablar imperfecto.

¿Carter y Rain? Escribí en descuidada caligrafía. Mi brazo entero dolía cuando lo usaba.

—Los dos están bien —respondió mamá, por fin parecía calmarse—. El brazo izquierdo de Carter está roto, Rain tiene un buen puñado de puntos de sutura. Pero los dos están bien.

—Tienes la peor parte, ya que la camioneta cayó sobre tu lado —dijo Jenny.

Asentí con la cabeza, tratando de actuar como si no me importara la última parte.

¿Estamos en problemas por el alcohol?

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—Ya lo creo que estás en problemas —tiró mamá, de vuelta a su estado normal—. ¿Qué estabas haciendo en una fiesta con ese Jacob Hayes?

Una sonrisa casi agrietó mis labios, sólo me encogí de hombros. Todos mis hermanos se rieron.

—Yo no puedo creer fuiste e hiciste algo estúpido como eso. Voy a dejar que tus compañeros de equipo te digan todo el drama allí mañana. —Mamá negó con la cabeza.

?

—Todo el mundo quiere verte —respondió Jordan—. Mucha gente viene mañana en autobús después del almuerzo. Tomarán el ferry de la una.

¿Cuántos vienen?

—Probablemente la mitad de la escuela —respondió ella, leyendo mi letra garabateada—. Mi celular no ha dejado de sonar los últimos cuatro días. Más de mil textos, todos preguntando por ti.

Tomé otro trago doloroso. No quería que toda la escuela me viera así. Pero yo no podía decir eso, y se sentía demasiado comprometedor para escribirlo.

—No te preocupes por eso ahora —dijo mamá cuando se sentó al lado de mi cama de nuevo, tomando mi mano cortada en la suya—. Probablemente deberías descansar un poco. ¿Por qué no van todos a cenar y dejan que Jake duerma un poco? —sugirió al resto de la familia—. Me quedaré con él.

Estoy bien, mamá, escribí. No tienes que quedarte.

—No cariño —dijo ella—. No estás bien. Y yo no voy a ninguna parte.

Simplemente le di una pequeña sonrisa a medias y dejé que mis ojos empezaran a cerrarse mientras mi familia salía arrastrando los pies por la puerta.

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4 1/2 días desde el accidente

¿10 meses para la Fuerza Aérea?

Traducido por Juli

Corregido por Zafiro

Me desperté con mis manos alrededor de mi cuello, empapado en sudor y tratando de gritar con todas mis fuerzas. No podía recordar lo que acababa de soñar, pero el rostro de Sam se quedó delante de mí como el vapor del agua de la ducha.

Miré a mí alrededor, tratando de orientarme. Una luz tenue comenzó a escabullirse por las cortinas, haciendo alusión a los cielos grises que nunca se marchaban totalmente del estado de Washington.

En todo el caos que había sido el día anterior, no había pensado en preguntar dónde o en qué hospital estaba. No teníamos un hospital en Orcas así que tenía que estar en alguna parte fuera de la isla. Mirando en la habitación, mis ojos pasaron por la figura dormida de mi madre en un sofá, buscando por cualquier indicador.

Había una taza cerca del fregadero de lavado de manos que decía Hospital de niños de Seattle.

Genial. Me encontraba a pocos meses de ser mayor de edad y estaba en un hospital infantil.

Sintiendo el llamado de la naturaleza, con cuidado deslicé mis piernas a un lado de la cama. Todo en mi cuerpo clamaba que no me moviera. Mientras miraba mis piernas, que sobresalían por debajo de una bata azul bebé de hospital, vi que estaban cubiertas de hongos de color verde y amarillo.

Tomando una respiración profunda, y agarrando el soporte de las vías intravenosas que estaba atado a mí con serpenteantes tubos transparentes, me puse de pie. Mis músculos se sentían débiles y un poco como de goma. Era vergonzoso lo que un par de días en la cama me había hecho.

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Las luces en el baño me cegaron por un momento cuando las encendí. La limpieza del espacio era casi sorprendente al principio. Cuando compartes un baño con cuatro hermanos, no te das el lujo de uno limpio con demasiada frecuencia.

Mientras suspiraba de alivio, me preguntaba cómo me las había arreglado con esto en los últimos cuatro días. Eso era algo en lo que no quería pensar por mucho tiempo.

—¿Jake? —dijo mamá aturdida—. ¿Jake? —Esta vez su voz sonaba con un poco más de pánico.

Estaba a punto de contestar “sólo teniendo una fuga aquí” Cuando la realidad de todo me golpeó de nuevo. Tiré de la cadena. Nada como tener un baño que hable por ti.

Mamá corrió al baño, con los ojos desorbitados, al igual que su pelo.

—No esperaba que te levantaras por ti mismo —dijo, calmando su expresión. Se apoyó en la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Te sientes bien?

Tomé aliento para hablar, pero luego simplemente asentí en respuesta. Pasé a su alrededor, de nuevo en la habitación. Ya me sentía cansado simplemente por caminar hacia el baño.

—El Dr. Calvin dijo que te estarías sintiendo débil por un tiempo, ya que no has tenido ningún alimento sólido durante unos días. Dijo que podrías ser capaz de comer la próxima semana.

Genial. Como si todo lo demás no fuera a ser lo suficientemente malo, ahora tampoco podía comer.

Me arrastré hasta una silla se encontraba en un rincón de la habitación y me bajé suavemente en ella.

Mamá me entregó el cuaderno y un bolígrafo, una expresión de tristeza y casi enojo se mezclaba en su cara. Lo tomé, tratando de darle una media sonrisa. No creo que haya funcionado bien.

Abrí el cuaderno en una página en blanco. ¿Dónde está todo el mundo?

—Han estado pasando las noches en un hotel a pocos kilómetros de distancia —respondió mamá, hundiéndose en la cama del hospital—. Tus hermanos están volviendo a la isla esta noche. Han perdido un montón de clases. Van a regresar en el autobús con el resto de tus compañeros de clase. Shelly se va a quedar con ellos esta noche.

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Shelly Smith era nuestro vecino de al lado y sus cinco hijos crecieron y se fueron. Había sido una abuela sustituta para mí y mis hermanos cada vez que era necesario.

—Un grupo de tus amigos llamó anoche, después de que te quedaste dormido —dijo mamá. La forma en que lo dijo, la forma en que sus ojos no se encontraban con los míos era muy incómoda—. Querían ver cómo te encontrabas.

Asentí. De repente me sentí incómodo también.

La vida había cambiado. ¿Esto me había cambiado? ¿Qué otra cosa iba a cambiar en el futuro?

Te vez como si te vendría bien una ducha, escribí, medio intentando aliviar la tensión, y medio porque realmente parecía que podía necesitar una.

—Gracias, mocoso —se rió mamá, mirándome. Me reí, pero no salió ningún sonido.

Eso había sido lo más raro de todo hasta ahora.

—Pero tienes razón —dijo mientras se olfateaba el brazo—. Estoy un poco olorosa. —Se puso de pie y besó la cima de mi cabeza—. Hay duchas para la familia en uno de los pisos superiores. Volveré pronto, ¿de acuerdo?

Asentí de nuevo y la miré mientras tomaba algunas de sus cosas y salió por la puerta.

Las cosas se sintieron demasiado tranquilas tan pronto como la puerta se cerró. Se sentía como si el silencio estuviera empujando dentro en mis tímpanos. Busqué el control remoto de la TV. Mis ojos se congelaron en la mesita de noche, en algunos de los papeles que el Dr. Calvin me había dado el día anterior.

Ser Mudo, decía el título.

La palabra pareció resonar en mi cabeza, una y otra vez.

Mudo.

Mudo.

Mudo.

Nunca antes había pensado mucho en esa palabra. Sólo era una de esas palabras que conoces, pero nunca realmente piensas en ella, nunca realmente consideras lo que significan.

Page 33: What i didn't say

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“Mudo” era una de esas palabras.

Y de repente sentí como si esa palabra hubiera sido cortada en mi piel a través de mi cuello con una cuchilla.

O tal vez escrita con marcador negro permanente en mi frente:

Hola, soy Jake Hayes, y soy MUDO.

Busqué el control remoto con la intención más agresiva, determinado a bloquear mis propios pensamientos. Finalmente lo encontré colgando de un cable de alimentación en el lado de la cama y empecé a cambiar canales con dedos furiosos.

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7 5 días desde el accidente

¿Fuerza Aérea...?

Traducido por Juli

Corregido por CrisCras

El resto de la familia regresó al hospital poco después de las nueve. Era fácil decir que nadie había estado durmiendo bien y todo el mundo parecía un poco irritable. Pero venían preparados para entretenerme. Jordan había comprado unos cuantos juegos de cartas, Joshua creó su propio tipo de juego de Pictionary y papá trajo unas pocas películas de acción.

Me pregunté cuánto le costaba a mi familia estar en el hospital. Teníamos seguro médico, pero el ferry estaba a dos horas del hospital y luego era otra hora en el ferry, y luego veinte minutos a nuestra casa una vez que entras en la isla. No hacían viajes de ida y vuelta para todas estas cosas. Todo lo que traían era nuevo para mí. Y el alojamiento para siete personas en un hotel no podía ser barato.

Mi papá siendo electricista no nos hacía súper ricos. No éramos exactamente pobres, pero teníamos cuidado con nuestro dinero.

¿Cuánto trabajo tuvo que perder papá por mi culpa?

El día rodó lentamente, no era más que una tortura mirar a cada uno de ellos comiendo sus almuerzos, aunque fuera comida basura de la cafetería del hospital. Mi estómago gruñó. El líquido bombeando en mi sistema no me hacía sentir exactamente lleno.

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Y miré mientras las manecillas del reloj seguían marcando regularmente, arrastrándose cada vez más cerca de las tres, el horario de llegada del autobús escolar.

Cuando Jordan llegó por la mañana trajo mi celular, que se había recuperado del accidente. La pantalla estaba muy agrietada donde se había roto en mi bolsillo trasero, pero todavía funcionaba.

No dejaría de vibrar en la mesita de noche. Parecía que cada diez segundos destellaba con un nuevo mensaje de texto de alguien. Los ignoré a todos.

Acababa de salir del baño, toda la familia ya se había ido, cuando alguien llamó a la puerta. Sólo logré caer en una silla, agradecido por los suéteres y las camisetas que mamá me había traído, cuando la puerta se abrió y aparecieron Rain y Carter.

—¿Todavía vivo? —Trató de bromear Rain. Sólo traté de dedicarle una sonrisa y asentir hacia ellos. Fueron seguidos por una cuarta parte del alumnado del Instituto Orcas.

Mi respiración se atascó un poco mientras miraba cada cara. Había tanta gente amontonándose en la habitación que ni siquiera podía ver a la gente de la parte posterior. Mi corazón empezó a acelerarse.

Rain, Carter, River, Blake y todos se sentaron en la cama, los más cercanos a mí. Y todos miraron directamente las vendas de mi cuello.

Fue un largo momento incómodo.

Finalmente saqué el bloc de notas en mi regazo y abrí el bolígrafo.

Hola a todos, escribí. Lo levanté para que lo vieran.

—Hola, Jake —murmuraron, forzándose a lucir sonrisas en sus rostros. Todos parecieron darse cuenta de que se suponía que debían estar diciendo o haciendo algo porque de repente un grupo de ellos me preguntaba cómo estaba, lo contentos que se sentían de que estuviera bien, cómo lamentaban que esto hubiera sucedido.

Estoy bien, supongo, escribí. Dolorido.

Todos asintieron, tristeza llenando cada una de sus caras. Fue irritantemente silencioso otra vez durante un largo rato.

¿Sería siempre así? ¿Con todo el mundo, a partir de ahora?

—Hombre, lo siento mucho —habló finalmente Carter, sus ojos torturados. Acunó su brazo escayolado con la mano—. Si yo no hubiera

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estado tan borracho, sólo habría dejado mi teléfono en el suelo, en lugar de lanzarnos por un precipicio.

Cerré los ojos con fuerza, moviendo la cabeza ligeramente. No quería sus disculpas. Yo estaba bastante perdido también, escribí. Técnicamente yo fui el que nos arrojó por el precipicio.

—No debería haber celebrado esa fiesta en el primer lugar —dijo Rain con voz ronca. Tenía una hilera de puntos por encima de la ceja izquierda, un poco más en la barbilla—. Fue una cosa totalmente estúpida.

Negué con la cabeza. ¿Qué tan jodidos están?

—El equipo de fútbol fue suspendido —respondió Carter, su voz áspera—. El resto de nuestros partidos se cancelaron este año, sin equipo que salga a jugar. Papá estaba realmente furioso.

Carter probablemente se había llevado la peor parte, ya que es hijo del director y el mariscal de campo del equipo de fútbol.

—Todo el mundo está emocionado porque regreses a la escuela, sin embargo, Jake —intervino River. Fue agradable ver que su rostro no estaba tan degradado como todos los demás. Ella se esforzaba más que los demás—. Hay una asamblea especial planeada para ti y todo.

Genial... Escribí.

Eso hizo reír a todos. O por lo menos fingir una sonrisa.

Fue agradable ver que se veían un poco más normales.

Pero todos seguían mirando mi garganta.

Va a ser una cicatriz bastante impresionante, ¿verdad?

—Eso no es gracioso, hombre —dijo Rain, negando con la cabeza hacia mí.

Yo estaría riendo, escribí en letras temblorosas, casi enojado.

—Jake, para —dijo River, mirándome con ojos duros.

Y entonces la multitud que ocupaba la habitación se movió, y a través de los cuerpos, la vi, de pie cerca de la puerta. Samantha.

Mi estómago se hizo un nudo y sentí náuseas. Sentí un nudo en la garganta y de repente me sentí como si no pudiera respirar.

No me importaba que casi todo el mundo en mi escuela me estuviera viendo así. La mayoría de ellos no tenían importancia, y no me importaba lo que pensaran de mí.

Page 37: What i didn't say

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Pero no quería que Samantha Shay me viera así.

Algo comenzó a sonar en el monitor conectado a mi vía intravenosas y una enfermera de pronto se abrió paso entre la multitud.

—Tu pulso está cada vez un poco más alto —dijo mientras comprobaba la máquina, presionando sus dedos contra mi muñeca. Eso sólo hacía las cosas aún más humillante. No quería nada más que acurrucarme en esa silla y desaparecer—. Deberías descansar un poco. Todos ustedes probablemente deberían despedirse.

Finalmente me encontré con sus ojos, viendo el miedo y la incertidumbre en cada una de sus caras. Me miraban como si fuera a explotar o a morir en ese mismo momento. Una vez más, sentí como si la palabra MUDO estuviera tallada en mi garganta, la sangre goteando de las letras.

—Aguanta, hombre —dijo Rain mientras se levantaba. Me dio un abrazo torpe, al igual que Carter, su escayola sintiéndose pesada y dura sobre mi espalda. El abrazo de River por lo menos parecía real. Me quería morir mientras un sinnúmero de otros o bien se despedían o me daban un abrazo torpe. Pero empujé a cada uno más y más lejos. Ni siquiera devolví los abrazos después de River. Empecé a mirarlos mientras se iban.

—Adiós, Jake —dijo una voz dulce a medida que los cuerpos salían por la puerta. Mis ojos se alzaron para encontrarse con Samantha. Me miró con tristeza, pero por una vez, se sentía como si realmente estuviera mirándome.

Algo en mí se endureció.

Había costado estar casi decapitado para que Sam finalmente me notara.

Ni siquiera dije, o más bien escribí o hice un gesto de despedida mientras me dedicaba una mirada triste y se iba, cerrando la puerta detrás de ella.

A la mierda todos.

Especialmente Samantha.

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8 Hace dos años y medio

1 mes hasta el comienzo del tercer año de secundaria

Traducido por Chachii

Corregido por Itxi

—¿Nos tomaría una foto? —preguntó Carter, con voz esperanzada, mientras le tendía la cámara a un desprevenido turista.

—Seguro —dijo el hombre, claramente un poco molesto pero intentando forzar una sonrisa. Aceptó la cámara.

Carter arrojó un brazo alrededor de Rain y señaló a Indian Island con la otra. Me dio una mirada de muerte, como de “sólo acéptalo”.

Intenté realmente duro no rodar mis ojos. “Acepta eso”, señalé el agua poniendo una gran sonrisa falsa en mi rostro.

—Uno… dos… tres.

—Gracias —dijo Carter en una voz tan femenina que hizo que Rain corriera tan lejos como pudo.

El tipo simplemente alzó las cejas hacia nosotros tres y continuó hacia la ciudad.

Carter inmediatamente rompió a reír y seguimos caminando por la estrecha acera.

—Esto es inútil —dije, sacudiendo mi cabeza y quitándome las gafas de sol.

—Seamos alemanes ahora —dijo Carter—. Vengo de un país lejano, y ustedes me muestran algo de buen tiempo americano, ¿sí?

—De verdad, no vas a encontrar chicas turistas con las que liarte —dijo Rain, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones cortos—. En el verano, solo hay señoras mayores con dinero.

Page 39: What i didn't say

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—No, ¡no es así! —protestó Carter mientras se desplazaba por las imágenes en su cámara—. ¡Estuvo Gloria de Maine el año pasado!

—¡No hay ninguna Gloria! —dijimos Rain y yo al mismo tiempo.

—No es real —dijo Rain, sacudiendo su cabeza y riendo—. La inventaste completamente.

—¿Dónde está la prueba? —dije, mis ojos escaneando las abarrotadas calles y veredas. Era asombroso cuanta gente acudía a nuestra pequeña isla en verano.

—Gloria era real —dijo Carter, su mandíbula apretándose, tal y como siempre hacia cuando sea que “Gloria” era traída a colación—. Y esa noche fue mágica.

—Lo de mágica es cierto —dijo Rain mientras cruzábamos la calle—. Al igual que no real.

—¡Oh, oh! ¡A las doce en punto! —dijo Carter, asintiendo hacia la pareja de viejos que se dirigía hacia ellos por la acera.

—Vamos, hombre —me lamenté—. Esto es malo.

—No, es divertido —dijo Carter, teniendo su cámara lista—. ¡Discúlpenme! —Era demasiado tarde. Carter era un viajero alemán desde una tierra muy lejana—. ¿Nos tomaría una foto?

—Ah —dijo el hombro, su rostro iluminándose—. ¿Welcher Teil von Deutschland sind sie?3

El rostro de Carter palideció, obviamente en pánico. —Uh, no importa.

Echó a correr.

La pareja lo miró mientras corría, luego se fijaron en mí y en Rain con expresiones confusas.

—Disculpen a nuestro amigo —dije con un suspiro.

—Tuvo un accidente automovilístico hace poco —dijo Rain, su voz totalmente seria—. Ha estado un poco… fuera de sí, desde entonces.

Sin esperar que nos cuestionen aún más, Rain y yo fuimos tras Carter, ambos intentando contener la risa.

3 En alemán original: ¿De qué parte de Alemania es usted?

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—Ah, mierda —dijo Rain mientras comprobaba la hora en su teléfono—. Se suponía que recogeríamos a River en la casa de Diana en dos minutos. ¿Dónde está Carter?

A estas alturas ya habíamos llegado al parque en medio de la ciudad. Considerando que era sábado, eso significaba que estaba lleno de puestos y mercados artesanales. Felices jardineros, alfareros, sopladores de vidrio y otros empresarios esparcidos por el césped. El lugar estaba lleno de turistas.

Rain y yo comenzamos a deambular por los pasillos, buscando a Carter.

—Parece como si estuvieran buscando a alguien —dijo una voz familiar a través de la multitud.

Levanté la mirada hacia Samantha, una cesta colgaba de uno de sus brazos y sostenía un gran sombrero de paja sobre su cabeza con el otro. Vestía un casual vestido blanco de verano y unas sandalias rosa brillante.

Lucía asombrosa.

—¿Has visto a Carter? —preguntó Rain, hablando cuando parecía haber perdido mi capacidad para hacerlo.

—Sí —dijo ella, con una brillante sonrisa iluminando su rostro—. Lo vi cerca de la tienda de alimentos hablando con alguna chica.

Rain y yo intercambiamos miradas.

—¿Nos llevas ahí? —dije, sintiendo que podría desmayarme por lo nervioso que me puse al hacer una jodida y simple pregunta. Me estaba convirtiendo en un hazmerreir alrededor de Sam.

—Claro —sonrió nuevamente—. Vamos.

Efectivamente, encontramos a Carter hablando con una chica de aspecto cutre quién tendría, al menos, veinte años. Tenía que darle crédito, la hizo reír, aunque era demasiado vieja para él.

—Vamos —dijo Rain, llevándolo a la fuerza—. River nos está esperando, y no quieres molestar a mi hermana guerrera-amazona.

—¿De verdad? —protestó Carter mientras Rain lo tiraba de la camisa—. ¡Te dije que encontraría una chica con la que liarme!

—No creo que vayas a conectar con ella —dijo Sam mientras miraba en dirección de la chica. Todos nos fijamos en ella y vimos a un chico musculoso arrojándole los brazos alrededor. Éste se encontró con la mirada de Carter y su mandíbula se tensionó mientras sus fosas nasales se dilataron.

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—Corran —dijo Rain. Sin otra palabra, él y Carter corrieron en dirección a la camioneta de éste último. Simplemente sacudí mi cabeza y los vi alejarse.

—¿No es ese tu aventón corriendo por su vida? —preguntó Sam mientras se detenía en una de las tiendas de productos agrícolas.

—Los encontré en Teazers —dije, cogiendo una de las manzanas que Sam estaba estudiando. Saqué mi billetera y pagué por las dos. Le di una a Sam y mordí la mía.

—Gracias —dijo, mostrando otra cálida sonrisa que hizo que mis rodillas quisieran flaquear—. ¿Has probado la horchata del puesto de comida mexicana?

Sacudí la cabeza mientras tragué un trozo de manzana.

—Es deliciosa —dijo, mientras nos dirigíamos en esa dirección—. Esto va a ser tu ruina, sin embargo. El resto de la horchata sabrá horrible después de que pruebes esto.

Me reí mientras la seguía. —Mi ruina.

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9 12 días desde el accidente

No más Fuerza Aérea…

Traducido por Chachii

Corregido por Zafiro

Las cosas se pusieron más tranquilas durante la semana siguiente. John y Jenny regresaron a la universidad, y desde Jordan para abajo todos volvieron a la isla. Incluso papá tuvo que volver al trabajo. Sólo éramos mamá y yo. Y un millón de enfermeras, un millón de fisioterapeutas, y una psicóloga.

Mamá intentó quedarse conmigo esa primera sesión de terapia. Dijo que quería ayudarme a aprender a lidiar con mi nuevo “estilo de vida”. Me gustó un poco más la psicóloga cuando no permitió que mamá permanezca en su oficina.

Pero todo era la misma mierda que había esperado oír cuando me enteré de que iba a visitarla. La vida iba a ser difícil, pero todavía tenía un montón por lo que vivir. No debía darme por vencido ni renunciar a mis sueños, sino tal vez adaptarlos.

Bla, bla, bla.

Todo lo que escuché fue lástima y un montón de líneas ensayadas.

Me dijeron que me darían el alta el sábado, un total de doce días después del accidente. Luego, el jueves, comencé a arder con 40° de fiebre, y decidieron tenerme prisionero por unos días más.

Aunque estaba en un hospital para niños, apenas me importó. El mundo dentro de las paredes del hospital era un poco como una realidad alternativa. Casi como si yo sólo fuera in capaz de hablar dentro de esas paredes. Tan pronto como salí fuera de ellas, la realidad finalmente comenzó penetrar, esto era real y mi voz no iba a regresar.

No me importaba mantenerme fuera de la realidad.

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Porque no ser capaz de hablar por el resto de la eternidad se sentía como una cantidad insoportable de tiempo. Ni siquiera podía comprenderlo.

A pesar de que estaba en el Hospital, y a pesar de que acababa de tener un evento que me cambió la vida, mamá no me dejó pretender completamente que ya no tenía tareas escolares. Había llamado a cada uno de mis profesores, hizo que papá recogiera todas mis tareas y libros, y cada tarde después de que los vampiros terminaban conmigo, ella me taladraba y me perseguía hasta que mi tarea estaba hecha.

Hubo una nota del Director Hill dicendo que hablaríamos cuando estuviera listo para regresar al colegio acerca de cómo ajustar mi horario.

Genial. Tratamiento especial. Simplemente genial.

No tomó mucho tiempo llenar el primer cuaderno, el que Jordan me había dado. Mi desordenada escritura llenaba las páginas, grande y espaciosa para que todos pudieran leerla fácilmente. Varias páginas estaban listas para caerse, después de haber sido volteadas tan a menudo. Páginas que decían cosas como “gracias”, “estoy cansado” y “¿dónde está el control remoto?”.

Mamá se atrevió a dejar mi lado por cerca de una hora cierto día y regresó con una pila de quince cuadernos, un arcoíris de cubiertas coloridas.

Solamente sacudí la cabeza cuando los soltó.

Mi voz de papel.

Parecía tanto que el lunes llegó muy rápido, y como que no podía llegar lo suficientemente pronto. Pero a las diez de la mañana, el Dr. Calvin entró y nos dijo que me iría a casa esa tarde.

Mis vendas también estaban listas para ser retiradas.

Me senté en la cama con mis manos presionadas firmemente entre mis piernas así nadie las vería temblar mientras el Dr. Calvin se sentaba frente a mí en un taburete con guantes de látex en sus manos. No podía mirar su rostro mientras quitaba los vendajes. Simplemente me quedé mirando las placas del techo, determinado a encontrar al menos una tela de araña.

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—Ahora, Jake —dijo el Dr. Calvin. Algo tiró ligeramente de mi cuello. Cinta, con suerte. Mi estómago se revolvió—. Todavía vas a estar muy sensible por unas semanas. Vas a tener que tomarlo con calma. Tu doctor en la isla quitará estos puntos al final de la semana pero, de nuevo, ten cuidado. Nada de bufandas o cuellos de tortuga, nada que permanezca en contacto con tu cuello por un largo tiempo. Debes asegurarte de evitar cualquier posibilidad de infección.

El Dr. Calvin arrugó un puñado de vendajes y lo arrojó al cesto, seguido por sus guantes.

Todo finalmente había terminado.

El doctor miró hacia el final de la cama, al espejo que colgaba en la pared. Lo mismo hizo mamá.

Sabía que estaban esperando a que yo lo mire.

Cerré los ojos por un momento sintiendo latir mi corazón en el pecho. Mi piel hormigueó mientras empecé a sudar.

Ver la evidencia de la implantación del poste en mi garganta sólo era una manera de hacer real toda esta pesadilla.

No seas un marica, me dije a mí mismo. Sólo míralo.

Conteniendo la respiración por un segundo para calmarme, asentí sólo una vez. Me empujé sobre mis pies y caminé hacia el espejo.

Mis ojos no pudieron evitar saltar inmediatamente a mi garganta. O lo que quedaba de ella.

La piel era un desastre. Una gran línea de puntos corría desde el lado derecho de mi cuello, zigzagueando hacia arriba, arrastrándose hacia la izquierda. Había habido un gran agujero en el lado derecho de mi cuello. El lado por el que había entrado el poste.

Tentativamente levanté mi mano, tocando ligeramente el hueco con mis dedos.

La piel que lo cubría lucía rara. Como si realmente no fuera mi piel.

—Ese es un injerto de piel —explicó el Dr. Calvin, acercándose para estar junto a mí—. Encontrarás que las cosas se sienten un poco diferentes. Eso es porque las cuerdas vocales se han ido. Va a tomar algo de tiempo acostumbrarte.

Seguí mirándome a mí mismo y asentí distraídamente.

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Había estado en lo cierto cuando bromeé más temprano con mis amigos. Iba a ser una cicatriz impresionante.

—¿Estás bien, Jake? —preguntó mamá.

Parpadeé de repente dándome cuenta que no lo había hecho desde que me miré por primera vez al espejo. Asentí, mi garganta sintiéndose sensible.

El Dr. Calvin también asintió, mirando mi rostro como si estuviera esperando que enloqueciera en cualquier momento.

Medio quería enloquecer. Pero mi cuerpo se sentía algo raro. Casi como si estuviera con alguna droga que no me dejaba sentir plenamente el dolor.

—Está bien, entonces —dijo finalmente el doctor, girándose hacia mamá—. Si firma estos papeles, estarán bien para irse. La medicación de Jake está en ese bolso de allí y el resto será entregada en su casa en unos pocos días.

—Gracias por todo, Dr. Calvin —dijo mamá.

Yo sólo seguí mirando en el espejo mientras el Dr. Calvin se fue y mamá se puso a recoger nuestras cosas.

Se habían ido. Las partes que hacían que mi voz funcionara se habían ido.

¿Qué hicieron con las partes de mi cuerpo después de que me las removieron?

—Jake —dijo mamá desde la puerta. Finalmente la miré, encontrándola con sus brazos cargado de maletas—. ¿Estás listo?

Volví a mirarme sólo una vez más.

Era tiempo de volver a la realidad.

Asentí y caminé hacia ella, tomando mi mochila de su mano y deslizándola sobre mi hombro. Me dio una larga mirada, estudiando mi rostro y mis ojos. Me ofreció una pequeña sonrisa y puso una mano en mi mejilla.

—Vamos a casa —dijo en voz baja, levantándose sobre las puntas de sus pies para presionar un rápido beso en mi frente.

Salimos por la puerta y dejamos que se deslice cerrándose tranquilamente detrás de nosotros.

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10 6 horas hasta la completa realidad de casa

Traducido por Karlamirandar

Corregido por mterx

Parece extraño los cambios que tuve en las últimas dos semanas pero que el resto del mundo no. Seattle se seguía viendo igual mientras hacíamos nuestro camino hacia la carretera, así hicieron Everett y Mount Vernon. Mamá corrió hacia la tienda de alimentos en Anacortes antes de llegar al ferry para tomar unas cuantas cosas. Yo me quedé en el auto.

¿Todavía vendrás a casa hoy? Rain envió un mensaje de texto.

Si, yo contesté. Estamos tomando el ferry de las tres.

Espero que el bote no esté muy loco así puedas subir.

El Dr. nos dio un pase médico, subiremos, contesté. Estúpidos turistas.

En serio. No puedo esperar a verte hombre. Carter dice hola.

Dile hola. Te veo pronto.

La verdad era que yo realmente no quería ver a nadie muy pronto.

Solo una cosa más para hacer todo esto real.

Inclinándome, vi a mamá empujando un carrito fuera de la tienda. Empujando atrás a mis nervios, deslicé el teléfono de vuelta a mi bolsillo, y salgo para ayudar a poner las compras en la cajuela.

El ferry no estaba tan mal como había estado hace unas cuantas semanas. Ahora que era la mitad de octubre, la mayoría de los turistas de verano estaban llegando de regreso para la escuela o el trabajo, pero todavía estaban los verdaderos veteranos que les gustaba esta época del año, cuando el clima todavía era bastante caliente pero no estaba tan loco. No que eso importara. Subimos al ferry muy bien con el pase prioritario del Dr. Calvin.

Mamá y yo no hablamos mucho mientras, lentamente, subíamos al gran ferry. Antes de ese día habríamos subido a la cubierta tan rápido como

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nos estacionamos, pero ese día los dos nos agachamos y pretendimos estar dormidos mientras el ferry pasaba por las aguas del Océano Pacífico.

Normalmente yo odiaba el ferry de las tres en punto porque se paraba en ambas islas, Lopez y Shaw antes de ir a Orcas, así que nos tomó una eternidad llegar a casa, pero este día no había suficientes islas para parar antes de que el ferry llegara al muelle.

Los trabajadores del ferry bajaron la rampa y aseguraron el bote con aburridos y bien practicados movimientos. Y luego los motores de los autos rugieron a la vida, un rastro de rojas luces traseras brillaba en una hilera.

Y finalmente nos llevaron hacia delante y las llantas tocaron las calles de la Isla de las Orcas.

Casa.

Pero todo acerca de casa iba a ser diferente desde ahí en adelante.

No estábamos ni a un kilómetro del ferry cuando un cartel gigantesco, por el lado de la calle, apareció a la vista.

¡Bienvenido a casa Jake! Leí. Había grandes corazones pintados en el papel blanco, manos pintadas, y firmas de lo que parecía como de la mitad de la isla.

Una pequeña sonrisa amenazó en aparecer en mis labios. Me di cuenta que mamá tenía una pequeña sonrisa en su cara cuando manejamos pasándolo.

La angosta calle serpenteaba lentamente entre los árboles y campos. Manejar en la isla era un poco diferente a manejar en el continente. Cuando la calle más rápida era solo a cuarenta, nadie nunca estuvo en un gran apuro. Estábamos de regreso en la isla a tiempo.

Llegamos a la entrada de la casa, encontrando otro cartelón gigantesco pegado en la puerta de nuestra cochera. En este se leía: ¡Te amamos y te extrañamos, Jake!

Una pequeña sonrisa finalmente apareció en mi cara cuando encontré el nombre de Samantha escrito en él, en grandes letras naranjas.

Ayudé a mamá a cargar las maletas dentro, caminando por la puerta principal.

Cerca de millones de globos abrazaban el techo de la sala. Miles de cartas descansaban en la mesa de café, un puñado de animales de peluche estaban alineados en el asiento cerca de la ventana.

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—Bueno, mira eso. —Mamá estaba sorprendida mientras se paraba detrás de mí. Incluso hasta se rió—. Creo que tu escuela te extrañó.

Yo solo asentí, llevando todo dentro. Esto no solo había sido mi escuela. Esto había sido toda la isla.

—Guau —dijo mamá desde la cocina—. Mira hacia esa pila de vajillas. —Se rió.

Caminé hacia la cocina con las compras para ver de qué estaba hablando. Había una pila de cacerolas, tazones, y contenedores con nombres, que reconocí, escritos en ellos. Parecía como si nuestra familia hubiera estado muy bien alimentada mientras mamá estaba conmigo.

—¿Jake? —Escuché una voz desde arriba. Un segundo más tarde se escuchaba como si una manada de búfalos estuvieran bajando las escalaras. Estaba, de repente, siendo atacado por una “pila de perros4“ en un abrazo que nos mandó a todos hacia el suelo.

—¡Oye! ¡Oye! —gritó mamá, apartando a Joshua y James de arriba de mí—. ¡Las puntadas, las puntadas!

—Lo sentimos, Jake —dijeron los dos al unísono, poniéndome de pie. Solo trate de reír, y les di un puñetazo en sus brazos.

—Estoy tan feliz de que estés en casa —dijo Jamie, viniendo a mí con un poco más de delicadeza. Ella me jaló en un abrazo. Me sentí patético que eso todavía dolía un poco cuando alguien me tocaba.

—Ugh —dijo Joshua, observando mi garganta—. ¡Eso es asqueroso!

—¡Josh! —jadeó mamá, envolviendo una mano en la boca de él—. No puedes decirle cosas como esas a él.

—Es algo desagradable —dijo James, mirando más de cerca.

—¡James! —chilló Jamie, golpeando su brazo.

Saqué la pequeña libreta que ahora cargaba con ella en mi bolsillo. Él tiene razón, escribí. Es algo repugnante.

Jamie solo suspiró y rodó sus ojos mientras caminaba fuera de la cocina. —Chicos —dijo y desapareció por las escaleras.

4 “Pila de perros”: Simplemente se refiere a muchas personas.

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Estaba feliz de ver que no todo había cambiado por completo. Jamie todavía actuaba como una chica de trece años. Los chicos seguían siendo honesto, groseros.

—¿Duele? —preguntó Joshua, liberándose del agarre de mi mamá.

No mucho, escribí. Me sentí raro intentando comunicarme así. Como si toda la conversación fuera en cámara lenta. Se sentía como si no pudiera escribir suficientemente rápido.

—Genial —contestó Joshua perezosamente, divagando por la sala para ver la TV.

—Tarea, jovencito —gritó mamá, con la cabeza dentro del refrigerador. Toda la familia juraba que ella en realidad tenia ojos en la parte trasera de su cabeza. Joshua solo suspiró y se volvió para subir hacia su habitación.

Y solo así, toda la familia parecía volver a la normalidad. Me quedé ahí, parado, en la cocina por un momento, sin saber qué hacer conmigo. Así que hice lo que habría hecho antes. Tomé mis cosas y caminé hacia mi habitación, como si fuera otro día normal.

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11 5 minutos en la realidad

Traducido por Karlamirandar

Corregido por Juli

Había tantos globos, peluches y cartas en mi pequeño cuarto como había en la sala. No pude ni siquiera poner mis maletas en mi cama de tamaño doble porque estaba llena de muchas cosas.

Normalmente me gusta mantener mi cuarto limpio, pero no me importó que estuviera lleno de cosas con apoyo.

Aventando mis maletas en una esquina, recogí un puñado de cartas y las aventé en el closet. Empujando algunos osos, leones y patos hacia otro lado, me desplomé sobre mi espalda, con los brazos cruzados sobre mi cabeza. Ahí fue cuando noté el t-post5, plantado contra la pared. Alguien había agregado una firma en la parte de arriba, un simple, blanco y cuadrado, pedazo de madera. Escrito en letras negras y pulcras, leí: “La única forma de encontrar los límites de lo posible es ir más allá de lo imposible” –Arthur C. Clarke. No tuve que examinar más allá el mensaje para saber que era el mensaje que me cambió la vida para siempre.

Era nauseabundo pensar que esa cosa estaba dentro de mi cuerpo.

Cambiando mi posición, me forcé para mirar más allá de eso y observar el techo.

Tuve que tomar una decisión en ese momento. Podría dejar este accidente, esta cosa loca que me había arruinado la vida. No hubiera sido tan difícil dejar que me consumiera. Hubiera sido muy fácil enojarme con la vida y sólo rendirme.

5 T-post: Es un pedazo de metal o madera, que se usa como soporte.

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Hubiera sido endemoniadamente difícil seguir haciendo lo que siempre he estado haciendo. No hubiera sido fácil regresar a la escuela en unos pocos días. No hubiera sido fácil caminar alrededor de la isla, para hacer que cada persona sepa que me pasó. Porque así iba a ser.

Así que tomé una decisión.

¿Iba a tomar el camino más fácil, o tomar el camino difícil?

Me debí haber quedado dormido porque cuando abrí los ojos estaba algo oscuro. Escuché voces amortiguadas afuera de mi puerta.

—Mamá, no dejes que despierten a Jake —dijo Jordan desde el pasillo.

—Él quiere ver a sus amigos —insistió. Ligeramente escuché a alguien dar empujones a la manilla de la puerta.

—Sí, Jordan —se burló Rain de ella—. Jake necesita a su pandilla ahora mismo.

—¿Pandilla? —lo imitó Jordan. Pude verla cruzando sus brazos sobre su pecho y dándole “la vista” de chicas en las que son tan buenas.

Me levanté y caminé entre el desorden que estaba en mi cuarto y abrí la puerta. Sus ojos saltaron hacia mi cara, sus expresiones mostraban sorpresa y culpa.

—Oh, hola, Jake —dijo Carter—. Estás despierto.

Sólo asentí.

No tener voz se sentía como si fuera un prisionero de mi propio cuerpo. No pude ni siquiera decir hola de regreso.

—Estamos felices de que hayas vuelto —dijo Rain, envolviendo sus brazos a mí alrededor, dando golpecitos en mi espalda en un abrazo muy “masculino”—. La escuela no es lo mismo sin ti.

—¿Estás bien, Jake? —preguntó Jordan—. Los haré irse si quieres.

Una sonrisa rompió mis labios y sacudí mi cabeza.

Jordan los miró por mucho tiempo y finalmente se volvió y se fue con mamá.

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Los chicos arrastraron los pies hacia mi habitación y cerraron la puerta detrás de ellos encendiendo la luz.

—Así que, ¿qué se siente estar de vuelta a la roca? —preguntó Carter, recogiendo un muy rosado osito teddy y sentándolo en mi cama.

Moví las cosas entre mi mochila hasta que encontré una de las libretas que mamá había comprado. Encontrar una pluma tomó un poco más. La frustración hizo que mi cara se tornara roja cuando no pude encontrar una.

Finalmente la encontré al fondo de mi mochila.

Abriendo la libreta, vi a mis amigos. Me sentí como un idiota. Estoy sintiendo el centro de atención, eso es seguro, escribí.

—Toda la isla no ha podido parar de hablar de ti —dijo Rain, moviendo las cartas en mi closet—. Un montón de señoras juntaron fondos para ayudar a pagar por todo. Creo que escuché que juntaron algo así como seis mil dólares.

Mis cejas se levantaron, sorprendido. Eso era mucho dinero.

—Creo que el Sr. Carol donó cerca de la mitad —agregó un poco más Carter.

Honestamente no había pensado acerca del Sr. Carol desde que pasó todo esto. ¿Seguiré trabajando con él? El noventa por ciento de mis gastos ha sido por el avión del Sr. Carol. Y no podré volar otra vez.

No lo podré volar otra vez…

No me había dado cuenta que había estado callado por mucho tiempo hasta que vi las expresiones perplejas en las caras de mis amigos.

—¿Todo estará bien, verdad? —preguntó Rain—. Es decir, ¿estarás bien físicamente, y todo eso?

Tragué con fuerza, mis ojos cayendo al suelo por un segundo.

Este era el momento de nuevo, donde tenía que decidir.

Mi interior se sentía como si un montón de lagartijas se mordieran y golpearan entre ellas. Asentí. Sí, escribí. Todo estará bien.

—Sólo tomara un poco de tiempo —dijo Carter, con una sonrisa triste en su rostro. Asentí y traté de sonreír también.

Así que, escribí. ¿Creen que Samantha me extrañó mucho? Tiempo para un cambio de tema.

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Esto hizo que los dos soltaran una risita entre dientes. —En realidad ha estado hablando con mi papá mucho acerca de reorganizar tu horario —dijo Carter, lanzando el oso pequeño de una mano a otra—. No me preguntes por qué ha estado involucrada.

Fruncí el ceño, dando un pequeño asentimiento.

¿Creen que todavía tenga una oportunidad con ella?

—Oye, nunca se sabe. Algunas chicas son como enfermas indefensas.

Lancé mi pluma hacia la cara de Carter, agitando mi cabeza.

—¿Qué? —continuó, lanzándome la pluma de vuelta—. Es verdad.

Me pregunté cómo eso era posible, por cosas volviendo a la normalidad tan fácil. Pude haber estado escribiendo mis palabras en vez de decirlas. Pero estos dos seguirían siendo mis mejores amigos, y seguirán como si nada estuviera mal conmigo.

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12 Primera semana de realidad

Traducido por Karlamirandar

Corregido por Juli

Mi familia, el Dr. Calvin, y mi psicóloga decidieron que podré volver a la escuela en cuanto pueda comer sólidos otra vez, y eso significaba martes. Así que los días antes de eso, cuando llegaba a casa, tenían que parecer tranquilos.

Eran totalmente lo contrario.

Mamá me acosó para que viera los videos de lenguaje de señas, que me habían mandado a casa, por tres horas al día. A pesar de eso ella todavía esperaba que me aplicara en los trabajos de la escuela.

Y el teléfono no paraba de sonar.

Parecía como si cada hora de cada hora alguien podría llamar, habla con mamá por, acerca, treinta minutos, y pregunta cómo lo estaba haciendo, qué pasaría en el futuro, y qué podían hacer para ayudar.

Mucha gente sólo aparecía en la casa, esperando ver cómo lo estaba haciendo. Jordan lo hacía bien siendo la guardia de la puerta. A cualquier hora que el timbre sonaba, yo me deslizaba hacia mi habitación y cerraba las persianas. Jordan simplemente les decía que estaba durmiendo o estudiando y que no podía ser interrumpido.

Nunca aprecié a mi hermana tanto como lo había hecho esos días.

Mi celular agrietado no paraba de vibrar en el tocador, mensajes de texto de la mitad de los estudiantes en OHS diciendo que no podían esperar a verme.

Decir que me sentía abrumado era una descripción insuficiente.

Estaba aterrado por volver a la escuela el martes.

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Porque sabía que todos iban a estar viendo fijamente mi cuello, todos y cada uno de ellos sabían que me había pasado. Y todos iban a sentir lástima por mí.

No quería que nadie sintiera lastima por mí.

Continúe recibiendo alimento por IV, mi esófago todavía no estaba suficientemente curado para comer sólidos. Nunca pensé que extrañaría tanto la comida.

La noche del miércoles, mamá trataba de forzarme a hacer señas tanto como posiblemente pudiera. Pero era un desastre. Mis ojos podrían haber estado viendo a esa mujer en los videos de lenguaje de señas, pero no absorbía nada de eso.

Mamá se estaba haciendo mejor en el lenguaje de señas que yo.

Como que me sentí mal por no poder hacer un mayor esfuerzo cuando ella trataba tan duro.

2 años antes

8 meses en segundo grado

Yo era un delgado desgarbado.

Ya había adivinado como sería, ver cómo fue el día antes del Día de las Madres. Ya había pensado en eso con anterioridad, le iba a dar a mi mamá algo lindo cuando la familia se hubiera ido de la isla el fin de semana pasado. Ahora estaba atrapado buscando por los pequeños pasillos la Farmacia de Ray.

Recogiendo una foto con un marco plateado que decía FELICIDAD grabado con una fuente de queso, me pregunté si a mamá le gustaría algo como eso. Probablemente no. A mamá no le gustaba el queso.

—El Día de las Madres es sólo un día de preguntas donde, a personas como nosotros, nos meten en problemas —dijo una voz familiar que llegó desde atrás. Me volví para ver a Samantha buscando entre una pila de cartas, cada una de ellas con una inscripción de FELICIDAD—. Si no consigues algo para mamá, se sentirá ofendida —dijo Sam mientras continuaba viendo entre las cartas—. Pero si compras algo que no le gusta,

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tendrá que pasar por esa dolorosa experiencia de pretender que sí le gustó. Mi mamá es una terrible actriz, así que siempre sé.

—Pensé que las mamás tendrían que suponer que deben amar cualquier cosa que les des —dije, buscando entre algunos álbumes de fotos—. ¿No es esa una parte de ser mamá?

—Así es —dijo mientras agarraba una carta. Después de leerla, la cerró y la puso donde estaba—. Pero, tú sabes, secretamente están esperando por algo realmente bueno.

Me reí entre dientes y consideré una pequeña sección de velas perfumadas. Mamá no era una persona de velas. —¿Por qué es tan difícil de encontrarle algo a tu mamá?

—Realmente —dijo Sam, dejando el estante de cartas y uniéndose a mi lado. Sentí los latidos de mi corazón subiendo un poco de ritmo—. Bien, ¿quién realmente quiere una esencia de césped recién cortado en una vela?

—No lo sé —dije seriamente, agarrando la vela verde y dándole una olfateada. Efectivamente, olía como césped—. Quizá podría traer buenos recuerdos a alguien que trabajó en un campo de golf.

Sam estalló en risas, cubriendo su boca cuando recibió miradas extrañas de los otros compradores. No pude parar de reír mientras ponía la vela en su lugar.

—De acuerdo, tengo una idea —dijo Sam, cambiando su cabello hacia su otro hombro—. ¿Qué te parece si escojo algo para tu mamá, y tú para la mía? De esa forma si nuestras mamás odian lo que les regalemos, que no dirán si lo hacen, le podemos echar la culpa al otro.

—Una retorcida pero inteligente idea —dije, una sonrisa se esparció en mi cara mientras miraba la sonrisa de suficiencia de Sam. No podía evitar sonreír cuando estaba alrededor de Sam.

—Me han dicho que soy la chica más inteligente de la escuela —dijo seriamente. No pudo aguantarse de todos modos, una sonrisa rompió en su cara un momento después.

—¿Tu…Tu cabeza no acaba de hacerse un poco más grande? —dije, fruncí el ceño.

Sam sólo se rió otra vez y empujó mi hombro. —¡Ve a comprar, muchacho! ¡Consíguele a mi mamá algo lindo! Se lo merece.

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13 Primer día de escuela

Traducido por Andreani

Corregido por Alaska Young

El jueves por la mañana amaneció brillante e irritantemente luminoso. Habría sido más fácil convencerme, y a mamá, de mí yendo a la escuela si sólo hubiera estado miserable y húmedo afuera. Pero me había mantenido ocupado encerrado en aquella casa durante días y no podía negar que quería salir y tomar un poco de vitamina D.

—Vas a tener un gran día —dijo mamá mientras recogía una montaña de panqueques y los ponía en un plato. También había cocinado una enorme cacerola de huevos, tostó una barra entera de pan y tenía tocino cocinándose en la estufa. Mamá iba con todo. Ella tenía una tendencia a hacer eso cuando estaba nerviosa o no está segura acerca de una situación. Para ella, la comida lo curaba todo.

—Llamamos al Director Hill ayer por la noche y le hicimos saber que regresarías hoy —dijo papá desde donde estaba sentado en la mesa leyendo el periódico—. Dijo que fueras directamente a su oficina esta mañana.

Asentí, apenas escuchándolo mientras daba el primer bocado de comida sólida desde el accidente.

El tocino nunca, nunca había sabido tan bien. Me quemó un poco mientras descendía, pero valió totalmente la pena.

Comida de verdad era mucho mejor que los alimentos bombeados directamente a tu sistema.

Después de la escuela, iría al médico familiar aquí en la isla para que me quitara las puntadas.

—¡Joshua, James! —gritó mamá de repente, haciéndome saltar y casi tirar el jugo de naranja frente a mí—. ¡Bajen aquí! ¡Van a llegar tarde a la escuela!

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Sus pasos retumbaron por las escaleras. James tropezó en los dos últimos dos escalones y aterrizó sobre su rostro.

¡Genial! Escribí rápidamente, sacudiendo mi cabeza hacia ellos.

—Cállate. —Los ojos de James me veían gélidamente mientras se dirigía a la mesa y agarraba un pedazo de pan tostado—. Quiero decir... —tartamudeó, poniéndose rojo.

Sólo sacudí mi cabeza, y traté de reír.

—Pareces un mimo o algo cuando haces eso —dijo James, con un tono totalmente serio—. Tu cuerpo intenta reír, pero no sale nada.

Sólo lo despeiné y agarré otro puñado de tocino. Fui a recuperar mi mochila de mi habitación. Cargué mis libros dentro de ésta, y después también metí dos cuadernos en blanco. La cerré y me quedé parado allí, mirándola en el piso por un largo momento.

Este era el paso final hacia la realidad.

Tomando una profunda respiración, la recogí y arrojé sobre mi hombro.

Joshua, James, Jamie y Jordan estaban ya dirigiéndose hacia la furgoneta de la familia, amontonándose, mochilas golpeándose entre sí, voces irritadas de la mañana gritándose entre sí.

Nunca le gritaría a alguno de ellos otra vez.

Nunca gritaría algo otra vez.

La lástima de mis hermanos era obvia cuando me subí en el asiento delantero. Normalmente era una carrera por él. Ellos nunca lo habrían dejado para mí si no me compadecieran.

Me le quedé mirando con nostalgia a mi Bronco color rojo y gris estacionado en la calle mientras abrochaba mi cinturón de seguridad. El trato era que mamá podría llevarme a la escuela en los primeros días, sólo para asegurarse de que estaba bien, y luego podía volver a conducir. Por lo menos una cosa volvería a la normalidad. Era vergonzoso que mi madre me llevara a la escuela.

Mamá sacó la furgoneta de nuestra calzada como si fuera una experta y comenzó a conducir hacia la escuela.

—¿Traes tus cuadernos? —preguntó mamá. Seguía viéndome de reojo la garganta. Asentí—. ¿Traes tu celular? —Asentí otra vez—. Me puedes

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llamar en cualquier momento si me necesitas. Puedo venir recogerte en cualquier momento.

¡MAMÁ! Escribí en tinta negra sobre la palma de mi mano, mirándola con ojos molestos.

—Lo siento—se disculpó, ignorando totalmente a Joshua y James luchando en el asiento trasero—. Yo simplemente estoy… preocupada por ti.

—Estará bien, mamá —dijo Jordan detrás de mí, estirándose para apretarme el hombro. Puse mi mano sobre la de ella, dándole un apretón elogioso.

—Lo sé —dijo mamá, aunque más bien sonaba como si fuese para ella misma—. Lo sé.

La escuela primaria, secundaria y bachillerato en Orcas estaban situados justo al lado del otro. Mamá entró al estacionamiento de la secundaria, en el centro de todos ellos. Me senté allí por un momento, como mis hermanos apilados, mirando como todos salían hacia sus destinos.

Supe que tan pronto como saliera de la furgoneta todo el mundo iba a estar mirándome.

—Todo va a estar bien, Jake —dijo mamá otra vez, presionando un rápido beso en mi mejilla—. El Director Hill te estará esperando.

La miré, notando las líneas preocupadas arrastrándose alrededor de sus ojos y boca. Parecía injusto por mi parte asustarla tanto después de todo lo que había hecho para mí en las últimas semanas. Así que al final asentí con la cabeza, besé su mejilla y salí de la furgoneta.

El sol era cegador al reflejarse en la escuela blanca a la distancia. Entrecerré los ojos mientras colocaba mi mochila sobre mis hombros y me armaba de valor.

Una ventaja de salir del estacionamiento de la escuela secundaria fue que la gente a mi alrededor era más joven, por lo que no me miraban. Me las arreglé para llegar a la mitad del camino antes de empezar a ver las miradas.

—¡Hayes! —gritó Blake Shaw al otro lado del césped, golpeando su puño contra su pecho antes de bombear el aire. Levanté mi barbilla, tratando de sonreír.

Gracias a Blake, había sido descubierto.

—¡Jake! —Mis entrañas se congelaron cuando escuché la voz de Norah Hamilton detrás de mí—. ¡Jake, espera!

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Apenas disminuí la velocidad mientras continuaba hacia las puertas principales.

—¡Jake! —Me seguía llamando al acercarse a mi lado—. ¡Estoy tan contenta de que hayas vuelto! Estaba tan preocupada por ti. —Ella enredó su cabello alrededor de uno de sus dedos.

Bueno, al menos la horrible cicatriz no estaba espantando a las chicas. Por lo menos no a Norah la Puta.

—¿Así que estas mejor ahora? Oh, espera, ¿cómo vas a responder a esa pregunta?

En verdad intenté no poner mis ojos en blanco.

Saqué un pequeño cuaderno de mi bolsillo y lo abrí en una página que decía: Estoy bien.

—Oh, entiendo. —Se rió. Fue seriamente molesto—. Bueno, si estás bien...

Afortunadamente se calló cuando Rain se interpuso entre ella y yo. —Gracias por la preocupación, Norah —interrumpió Rain. Ella le dio una mirada asesina, una de esas miradas en las que las chicas son realmente buenas—. Pero estoy seguro de que lo que realmente necesita Jake es a su pandilla.

—Como sea —dijo Norah a la vez que rodaba sus ojos y caminaba hacia su propio grupo de amigos.

—Bienvenido, hermano —dijo Carter, apareciendo repentinamente. Dio una palmada en mi hombro. Me estremecí sólo un poco—. ¿Estás listo para esto?

No, simplemente escribí, mirándolos a ambos.

—No te preocupes —dijo Rain, apretando mis hombros—. Estaremos contigo todo el tiempo. Bueno, al menos hasta llegar a la oficina de Director Hill.

Sólo sacudo mi cabeza y le doy una sonrisa silenciosa.

—Bien, realmente es un poco raro cuando haces eso. —Carter se echó a reír. Lancé un golpe hacia él, que esquivó fácilmente.

Finalmente llegamos a las puertas delanteras, una manada entera de estudiantes nos seguía y miraba. Fingiendo que no estaba asustado, camino a través de las puertas y hacia los corredores.

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Todos comenzaron a disminuir un poco el paso cuando nos vieron a los tres, sus ojos saltando a mi cara. A través de la masa de gente me encontré con Samantha, de pie en el pasillo, apretando sus libros contra su pecho. Ella me dio una sonrisa pequeña, sus ojos mirándome con una expresión que era difícil de leer.

—Jake. —El Director Hill hizo que retirara mis ojos de Sam—. Qué gusto verte. —Él levantó su mano como si se supusiera que debía estrecharla. Me sentía torpe cuando lo hice. Miré a Carter, quien sólo me dio una mirada burlona, levantando las cejas—. Tenemos mucho que hacer esta mañana así que ¿por qué no vas conmigo a mi oficina? —dijo.

Tomé una respiración profunda. Cerré mis manos en puños, finalmente asentí con la cabeza. Rain y Carter le dieron unas palmaditas a mis hombros y murmuraron adioses.

—Estamos muy contentos de tenerte de nuevo, Jake —dijo el Director Hill pasando un brazo a través de mis hombros. Se sentía inusualmente pesado. Pero entonces, éste era un hombre fornido, muy musculoso. Por lo menos iba a fingir que no estaba físicamente debilitado por el accidente—. Toda la escuela en verdad te extraña.

Asentí otra vez.

La oficina era pequeña y atestada con montones de papeles, libros, trofeos y unas corbatas descartadas. Me hundí en la silla disponible, empujando a un lado algunos libros. El Director Hill se sentó en su asiento al otro lado del escritorio, desabotonando su chaqueta y jalando de su corbata. Él nunca se veía cómodo en un traje. Tuve un hundimiento sintiendo que sabía por qué los llevaba.

—Así que, ¿cómo te sientes? —preguntó, sus ojos fueron automáticamente a mi garganta. Eso era algo a lo que iba a tener que acostumbrarme. Era la primera cosa que las personas iban a notar sobre mí por el resto de mi vida.

Abrí mi mochila y saqué uno de mis cuadernos nuevos. Buscando una pluma, la abrí.

Oh, estas conversaciones lentas iban volverme loco.

Bien, simplemente escribí.

—¿Listo para volver a la vida regular en la escuela? —preguntó el Director Hill, arrastrando algunos papeles través de su escritorio. Vi destellos de mi nombre en algunos de ellos.

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Eso creo, escribí. Realmente ya no puedo sólo sentarme en casa y no hacer nada.

—Me imagino que sería difícil para un chico activo como tú —dijo con una sonrisa—. Bien, estoy esperando que podamos hacer las cosas lo más fácil posible para ti. He estado revisando tu horario de clases y hay unos ajustes que me gustaría discutir contigo si está bien.

No quería ningún cambio. Sólo quería que las cosas volvieran a ser lo que habían sido, cuando mi mundo era aburrido y tenía sentido, de regreso cuando la parte más angustiosa de mi vida era preguntarme cuándo Samantha Shay iba a darse cuenta de lo loco que estaba por ella.

Asentí.

—La mayoría de tus clases realmente no requieren ningún cambio. Pero quería ver, ¿todavía deseas permanecer en tus clases de Carpintería y Entrenamiento con Pesas? Oh sí, a propósito, por si no lo sabías, has sido sacado del equipo de fútbol. —Él me dio una de esas miradas para las que los profesores eran buenos.

Eso pensé, escribí, dándole una mirada avergonzada.

—No voy a darte un sermón sobre lo estúpido que todos actuaron, me imagino que has sido castigado lo suficiente como para aprender la lección —dijo, descansando sus codos sobre el escritorio y juntando las manos.

Gracias, escribí.

—De todos modos, de vuelta a mi pregunta. ¿Quieres seguir inscrito en las clases de Carpintería y Entrenamiento con Pesas? Son un poco más físicamente exigentes y no sé cómo te sientes de esa manera.

Lo consideré por un momento, mi estado físico, lo que sentía que podía hacer. El incidente entero me dejó físicamente más débil de lo que nunca admitiría. Pero esto era parte de toda esa cosa de decisión que tenía que enfrentar. Podría utilizar todo esto como excusa para ser perezoso. O podría tomar el control otra vez y yo regresar a ser lo que pudiera ser.

Me gustaría permanecer en ellas, respondí. Y me gustaría estar con los miembros de mi equipo.

—Pensé que dirías eso —dijo, una sonrisa agrietando su cara—. Simplemente pensé que sería mejor preguntar. —Anotó un par de cosas en un papel, algún tipo de formulario—. Ahora hay una clase que vas a tener que cambiar. No quiero bailar alrededor de esto, Jake, y hacer las cosas

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incomodas para ambos así que voy a decirlo. Obviamente vas a tener que dejar tu clase de Español Tres.

Sinceramente, no lo había pensado hasta ahora. No me di cuenta de que no había estado entregando mi tarea de Español hasta este momento.

Nunca hablaría Español otra vez.

No es que alguna vez hubiera sido bueno.

—Uno de nuestros estudiantes ha tomado Lenguaje Americano de Señas a través de un estudio independiente por más de un año y te recomiendo mucho que te inscribas en la clase también. Dadas tus circunstancias, creo que es lógico que sólo sigas adelante y reemplaces tu clase de Español con eso.

Estudio independiente. En una escuela tan pequeña como el bachillerato las Orcas, ese tipo de clases no se enseñan, pero nunca había pensado en esa opción. Pensé en quién sería el estudiante que la estaba tomando.

—¿Te parece bien? —preguntó el Director, dándome una mirada cautelosa. Esperaba que la gente no siempre me mirase así por el resto de mi vida. Como si yo pudiera romperme o tener un colapso en cualquier momento.

Suena bien, escribí.

—Genial —respondió el Director Hill, luciendo un poco aliviado. Él escribió unas cuantas cosas más—. Regresaré en un momento. —Caminó hacia fuera, hacia las otras oficinas administrativas.

Me acomodé en el asiento cuando salió, sentí que finalmente estaba respirando por primera vez desde que había despertado esa mañana. Todo estaba sucediendo tan rápido, tantas cosas pasaban, sentía que no tenía tiempo para procesar realmente todo, para averiguar hacia dónde iba mi vida. Pero aquí estaba, ya de vuelta, con la sensación de tener la cabeza bajo el agua.

Realmente aún no me había hundido, sabía eso.

No quiero saber cómo iba a sentirse la vida cuando finalmente pasara.

—Aquí tienes, Jake —dijo el Director Hill, regresando a la habitación. Me entregó una hoja de papel. Mi nuevo horario de clase—. Algunas de tus clases han cambiado de hora, para ajustarse a tu clase de estudio independiente, pero muchas de ellas todavía son las mismas.

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Bueno, cerca de la mitad de ellas lo eran. Física, Inglés, Gobierno de los EE.UU. eran diferentes horas. Y ya no tenía una sola clase con Rain y Carter, además de Entrenamiento con Pesas. Genial, pensé.

—¿Así que crees que te sientes capaz de saltarte tu primera clase hoy? —Miró mi horario—. ¿Cálculo?

Hice clic en mi pluma otra vez. Sí, eso está bien, Señor, creo que esperaré hasta el próximo período. La gente va a estar mirando suficiente de mí sin que entre a la mitad de una clase.

He visto la cara del director mientras leía mi letra descuidada.

—Comprensible—dijo con un guiño—. Voy a hacerle saber al Señor Sue que hoy estás excusado del primer período.

Asentí. Gracias.

—Si necesitas algo, siempre serás bienvenido para venir a verme —dijo, de pie y encaminándome por la puerta.

Simplemente asentí.

Se sentía raro hablar de con el director Hill de esta forma. Troy había sido como otro padre para mí toda mi vida, Carter y yo habíamos sido mejores amigos desde siempre.

Mi mudez había cambiado cada relación en mi vida de una manera u otra.

Era la primera vez que había pensado en esa palabra sobre mí.

Intenté no relacionar la palabra “mudo” con “roto”.

Los salones estuvieron silenciosos durante mucho tiempo mientras caminaba hacia mi casillero. Se abrió ruidosamente. Una sola hoja de papel rayado blanco cayó al suelo. Debía haber estado doblada y metida entre las rejillas de ventilación.

Me agaché, la recogí del suelo de azulejo frío y la desdoble.

Te veo en el tercer período, era todo lo que decía.

Era escritura de una chica, eso era seguro. De aspecto aseado y organizado.

Tercer período era mi nueva clase independiente.

Preguntándome quién sería mi compañero nuevo, busqué mis libros para mis clases de más tarde y cerré mi casillero. Dirigiéndome hacia las escaleras que daban al nivel superior, escuché a alguien gritar detrás de mí.

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—¡Jake, espera! —Me volví para ver River correr hacia mí, viniendo de la dirección de baño de chicas. Ella sonrió al verme, sólo brevemente echando un vistazo a mi hermosa cicatriz—. Rain dijo que podrías regresar a la escuela hoy.

Yo sólo asentí, tratando de formar una sonrisa.

—Debe ser algo terrible, ¿no? —dijo, arrugando su nariz un poco—. Hablando de atención.

Realmente, escribí en mi cuaderno de bolsillo.

—Oye, mira. —Ella sonrió. Para mi sorpresa, empezó a hablar con señas, sus manos moviéndose lentamente y con cuidado—. Lo he aprendido en internet hace unos días.

La di una sonrisa silenciosa. Lo siento, no tengo ni idea de lo qué eso significa.

Ella se rió de mí, dándome una mirada incrédula. —Significa que eres un idiota.

Le di una perpleja y dura mirada. ¿Idiota? ¿Disculpa?

—Por dejarme plantada en el baile de bienvenida —dijo en un tono muy chica. Sólo me tomó un segundo para darme cuenta de que estaba bromeando. Ella se rió aún con más ganas—. Realmente pensabas que hablaba en serio durante un minuto, ¿verdad?

Sólo sacudí mi cabeza, rodé mis ojos.

—Bueno, nos vemos en la comida o algo —dijo, caminando en la dirección contraria—. Tengo que volver a clase. Y Jake, sólo prepárate para el sexto período.

Antes de que pudiera pedirle una explicación, ella salió corriendo por el pasillo.

Con nada más que hacer, caminé a la planta superior, hacia el segundo período, Física. Dejé mi mochila en el suelo, y me senté junto a ésta. Saqué mi celular de mi bolsillo, apenas conseguía una barra de servicio en esta isla en medio de la nada. Había dos mensajes, uno de mamá y otro de Jordan. Mamá iba a matar a Jordan por mandar mensajes de texto durante la clase.

¿Cómo van las cosas?, decía el primer mensaje de mamá. ¿Lo estás

haciendo bien?, decía el segundo.

Jordan dijo prácticamente lo mismo.

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Acababa de terminar de responderles a las dos que estaba bien cuando la campana sonó, señalando el final del primer período. Me levanté la gorra de mi chaqueta sobre mi cabeza y traté de hundirme en el suelo tanto como pude mientras los estudiantes salían de las de aulas y entraban al pasillo. Tan pronto como estaba seguro que el aula estaba vacía, me deslicé en Física.

El Señor Roy no levantó la mirada hasta que me senté en un asiento cerca de la parte trasera del aula, agradecido de que él no asigna los asientos. Con suerte no estaba robando el asiento regular de alguien. No podía estar seguro ya que esta fue una de mis clases cambiadas. Saqué mi libro y comencé hurgar en mis notas, tratando de parecer ocupado y mantenerme a mí mismo por debajo de la cubierta protectora.

Escuché a alguien sentarse en el asiento junto a mí cuando sonó la campana de advertencia, otros cuerpos arrastraban los pies a través de la puerta. Robándome una mirada hacia los lados. Mi corazón saltó en mi garganta cuando vi que Samantha fue la que se sentó justo a mi lado. Me miro dos veces para asegurarse que era yo, sus ojos se encontraron con los míos.

—¿Jake? —dijo, acercándose. Empujó el flequillo de sus ojos de esa manera adorablemente molesta de ella—. Hola, no me di cuenta de que te cambiarían a esta clase.

Intenté formar una sonrisa y presionar un dedo contra mis labios, mirando alrededor para ver si alguien había oído. Muchos ojos habían volteado a ver mi cara, incluyendo los del Señor Roy. Miré de vuelta a Sam y vi a su boca decir “lo siento” y dar una sonrisa como disculpa.

—Señor Hayes —dijo el Señor Roy mientras se levantaba de su asiento y comenzaba a caminar hacia mí mientras los estudiantes continuaron llenando el salón de clases—. Encantado de tenerlo de regreso. El director Hill me llamó hace unos minutos para hacerme saber que lo cambiarían a esta hora.

Yo sólo podía asentir.

—Si necesita alguna ayuda para ponerse al tanto de todo lo que hemos visto desde que comenzó a faltar, hágamelo saber. Su tarea ha estado bien.

Gracias, rayé en el cuaderno delante de mí.

El Señor Roy vio mi página contemplativamente por un momento y luego miró mi cara. Dio un pequeño gruñido que no entiendo muy bien y se

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dirigió hacia el frente de la clase al tiempo en que sonaba la campana de inicio de clases.

Cuando el Señor Roy comenzó a hablar sobre cosas que yo no entendía, un pedazo de papel doblado fue lanzado en mi escritorio viniendo de la derecha. Miré a Sam cuando lo alcancé. Ella miraba atentamente lo que el maestro garabateaba en la pizarra.

Lo siento, decía. No pretendía exponerte.

Lo leí dos veces, echando un vistazo a Samantha una vez más. Mi pecho se desató en una carrera un poco rara.

No te preocupes, le contesté. Eventualmente todos iban a verme. Lancé la nota a su escritorio. Ella muy sigilosamente envolvió sus dedos alrededor de él y abrió la hoja bajo su escritorio.

Una pequeña sonrisa triste se difundió en su rostro mientras volvía su atención a la lección.

No tuve idea de lo que debíamos aprender ese día.

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14 3 horas después de haberme convertido en el

centro de atención

Traducido por Andreani

Corregido por Lalu ♥

La campana final del segundo período por fin sonó. No podía decidir si las horas habían pasado demasiado rápido o muy lentas. Samantha me dio una media sonrisa mientras salió del salón, abrazando sus libros en el pecho.

Suspiré y sacudí mi cabeza mientras metía mis cosas en la mochila, y me puse la gorra de mi saco sobre mi cabeza otra vez.

Dios, soy patético. ¿Verdad? ¿Locamente enamorado de una chica? Pensé para mis adentros.

De alguna manera logré llegar a mi clase siguiente sin que nadie pudiera verme, o al menos no lo noté. Mi clase de estudio independiente estaba ubicada en el extremo del instituto, en una habitación que sólo servía para enseñar historia del mundo antiguo un período al día.

Quien quiera que fueran mis compañeros de estudios independiente, no estaban allí cuando llegué al salón. Encendí la luz y las bombillas fluorescentes zumbaron por encima de mí. Baje mi gorra, dejé caer mi mochila en uno de los doce escritorios y me senté en él. Buscando en mi mochila, saqué un bloc de notas nuevo, con la cubierta roja.

Recordé entonces que el psicólogo me había aconsejado que escribiera en un diario con frecuencia. Dijo algo sobre cómo no podía expresar lo que debía decir y que muchas veces iban a haber cosas no quería que nadie escuchara.

Parecía que la palabrería de los psicólogos siempre salía a relucir. Pero por alguna razón quería decir algo sobre este día extrañamente loco y del beneficio inesperado que vino de mi nuevo horario de clases.

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La puerta sonó al abrirse haciendo que mis ojos saltaran de la libreta a ella.

La última persona que esperaba o quería que estuviera en esa puerta era Samantha Shay.

—Hola Jake —dijo con una pequeña sonrisa, saludándome brevemente con la mano, a pesar de que estábamos a menos de tres metros de distancia.

Por puro instinto, traté de decir hola de nuevo, pero en cambio no salió ningún sonido, lo que me hizo sentir como un tonto. Sólo pude dar un pequeño saludo torpe con la mano.

Al menos ella fue muy amable al no sonreír o se reírse de mi intento de hablar. Cerró la puerta detrás de ella y caminó hasta la mesa a mi lado. Lanzó su mochila al piso cuando se sentó en el asiento.

—Bueno, se siente muy raro, estar sentados solos los dos. —Se rió—. Giremos las sillas para queda de frente.

Me sentí incómodo y extraño cuando los dos nos paramos, tomando nuestros escritorios y moviéndolos hasta que estuvieron de frente y se tocaran. Cuando nos volvimos a sentar nuestras rodillas accidentalmente se golpearon. Esperaba que estuviera ruborizado o algo embarazoso como eso.

—Así que —dijo con una sonrisa brillante, mirándome mientras sacaba sus libros de su mochila. La docena de anillos que llevaba en sus dedos brillaron ante la luz. Sacó uno que parecía pesar cinco kilos. Fácilmente—. ¿Estás contento de haber regresado a la escuela?

Encogí los hombros, sentí que mi estómago estaba lleno de ácido o algo. Sentía como si todo dentro de mí estuviera retorciéndose.

¿Por qué tenía que ser mi tutor Sam? Me alegraba de tener más clases con ella, pero no quería que estuviera conmigo y ver constantemente los efectos de esa estúpida noche de borrachera.

—Estoy muy contenta de que estás bien —dijo, sus ojos estuvieron repentinamente más serios. Pensé que veía algo detrás de ellos, pero no sabía lo que era, o si siquiera lo vi—. Toda la escuela estuvo totalmente devastada cuando supimos lo que sucedió.

Y solo con eso, me puso en mi lugar distante.

Supongo que eso me enseñará una lección para beber, escribí eso con mis manos más inestables de lo que me hubiera gustado.

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—Es una lección muy dura —dijo, con sus ojos sobre los míos. Me recordó al chocolate derretido—. Pero supongo que una lección a fin de cuentas.

Sólo me encogí de hombros, bajando mis ojos de su rostro. En ese momento no estaba seguro si iba a lograr sobrevivir el tercer período sin morir o encogerme de la humillación.

—Muy bien —dijo Sam, tomando una respiración profunda y sentándose más derecha—. Así que he estado practicando lenguaje de señas por más de un año. Obviamente con lo pequeña que es nuestra escuela, no tenemos ningún maestro que realmente enseñe o tenga suficiente interés para conseguir a alguien.

¿Por qué se decidiste aprender lenguaje de señas por tu propia cuenta de todos modos? Escribí, dando vuelta a la libreta para que ella pudiera leer.

—Uh —tropezó sobre sus palabras y sus ojos repentinamente cayeron de los míos—. Un familiar repentinamente perdió el oído. Yo pensé que sería algo bueno para hacer.

No creía lo que acabada de decir. Prácticamente todos en la isla sabían que Samantha no tenía ningún familiar además de su madre soltera, quien viajaba de negocios con frecuencia, dejándola a ella en casa sola la mayoría del tiempo.

—¿Cuánto sabes de lenguaje de señas? —preguntó, experta en cambiar de tema—. Sé que probablemente no has tenido mucho tiempo para aprender, con todo lo que probablemente ha pasado desde el... —arrastró las palabras, al igual que mucha gente hacia cuando se refería a lo que había sucedido.

¿Accidente? Escribí para ella.

—Sí, eso —dijo, metiendo incómodamente un largo mechón de cabello detrás de su oreja—. ¿Está bien si lo llamo así? Yo... no quiero ofenderte o algo.

No sé cómo más llamarlo, escribí. Sabía que estaba siendo un poco idiota, pero no estaba seguro de cómo detenerme. ¿Mi estúpida noche de autodestrucción?

—Accidente es entonces —dijo Sam, sus ojos cayeron al libro delante de ella. Por el tono de su voz podría decir que la había ofendido.

Debería haber pedido disculpas, pero ya me sentía bastante estúpido.

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En su lugar empecé a firmar mi nombre, seguido de una frase que sabía. Estoy mudo. Eso es todo.

—Está bien —dijo, su tono natural y neutral otra vez—. Eso es un comienzo. ¿Sabes todo el alfabeto?

Sacudí mi cabeza y me estiré para alcanzar mi pluma. No realmente. Sólo las letras de mi nombre.

—Empezaremos allí entonces —dijo, dándome una sonrisa.

Y ésta era la razón por la cual había estado enamorado de Samantha Shay desde el primer día que la vi. Porque a pesar de que estaba siendo un idiota, ella todavía estaba siendo amable conmigo. Sam era una de las mejores personas que había conocido.

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15 Hace 1 año

4 meses en tercer año

Traducido por Andreani

Corregido por Lalu♥

—Buen juego, Kelly —dijo Carter cuando algunas de las chicas de la selección de baloncesto salían. Ella lo saludó, dándole una breve sonrisa. Carter pareció algo defraudado, ya que ella no se detuvo para coquetear con él o algo.

Metí las manos en mis bolsillos, fingiendo que no estaba mirando a Sam. Carter y Rain habían sido implacables con sus golpes y chistes últimamente. No viéndola, vi como tres otras chicas del equipo salieron de los vestuarios y se dirigieron a las puertas del estacionamiento.

—Amigo, Karina en serio tiene que aprender a usar un poco de loción —dijo Carter, levantando una ceja mientras ella caminaba con sus amigos—. Tal vez tengamos que encerrarla en un tanque con Charlie pronto. —Charlie era la iguana gigante de Carter, que había tenido desde que tenía doce años.

—Karina tiene una afección cutánea que se está agravando, tú eres un idiota. —Sam había aparecido de repente, con su bolsa de lona colgando de su hombro. Todavía estaba sudorosa del juego, su jersey se aferraba a su piel. Quizás habría pasado un mal rato no mirándola si no luciera tan molesta—. Ella no puede evitarlo.

La cara de Carter se volvió rojo en un instante, haciéndolo incapaz de encontrarse con los ojos de Samantha. No dijo nada, sólo se quedó allí incómodo. —Podrías pensar dos veces la próxima vez antes de juzgar a alguien así —dijo Sam, dándole a Carter una mirada severa—. Tal vez debas pensar en lo que las personas dicen de ti a tus espaldas.

—¡Oh! ¡Quemado! —dijo Rain, presionando el puño contra sus labios, riendo.

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Samantha formó la más pequeña de las sonrisas, se dio vuelta y salió de las instalaciones con su madre.

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16 6 horas después de haberme convertido en el

centro de atención

10 minutos hasta que se volvió mucho peor

Traducido por aa.tesares

Corregido por Itxi

Me sentí como si estuviera sobrecargado de Samantha ese día. Normalmente no podía verla lo suficiente, pero con ella en mi segundo, tercero, cuarto y quinto periodo, sentí que sus ojos nunca me dejarían en mi quebrantamiento. Si esto hubiera sucedido hace tres semanas habría estado más allá de emocionado. Pero realmente no quería que me viera así.

Tenía que darle crédito. No estaba mirando mi garganta. No estaba realmente dándome un tratamiento especial.

En realidad, estaba actuando como una amiga.

River había hecho lo correcto en advertirme de que algo pasaría en el sexto período. Tan pronto como el señor Donnor tomó la asistencia, le dijeron a la clase de carpintería que se dirigiera al gimnasio para una asamblea. Mi estómago se hundió en mis pies inmediatamente.

No tendrían realmente una asamblea por mí, ¿no?

Intenté preguntarle a Carter y Rain mientras nos dirigíamos hacia el gimnasio, pero no estaban exactamente siendo de ayuda. Deduje que pensaban que estaban siendo divertidos al no decirme lo que estaba pasando, pero solo me estaba molestando.

Vi a Sam caminando delante de mí y aumente el ritmo de mis pasos.

¿Alguna idea de lo que está pasando? Rápidamente escribí. Cogí suavemente su brazo para llamar su atención y levanté mi cuaderno de bolsillo para que lo leyera.

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Me miró con una expresión que no estaba segura de sí debería decir algo. —No es totalmente sobre ti —dijo—. Pero sí, vas a recibir un montón de atención.

Me debo haber blanqueado o algo así, porque de repente su expresión era simpática.

—¿Quieres sentarte a mi lado? —preguntó, golpeando su brazo contra el mío.

Miré hacia atrás una vez a Carter y Rain. Ambos me dieron un guiño alentador, asintiendo con la cabeza, así que deduje que era bueno ir.

Gracias —escribí.

Todos se embotellaron en el gimnasio, el volumen de las voces de todo el mundo parecían funcionar al doble mientras resonaban en el suelo de madera. Seguí a Sam a través de la multitud y nos sentamos en la segunda fila de la planta, justo en el medio de las gradas. Le di una mirada insegura.

—Esto hará las cosas más fáciles —dijo, y me dio una sonrisa de disculpa. Se retorció uno los anillos en el pulgar.

Sacudí la cabeza y me volví para ver al Director Hill y algunos otros maestros caminar hacia el centro del gimnasio. Había un micrófono puesto en una mesa allí, así como una pila de papeles de colores.

Mis manos comenzaron a sudar y de pronto me picaba por todas partes.

—Siéntense, por favor —dijo el director Hill en el micrófono, de pie justo en frente de la mesa plegable. Los ciento sesenta o más estudiantes de la Secundaria Orcas se abrieron paso en las gradas—. Vamos a empezar.

Sentí como un centenar de pares de ojos estaban ardiendo en la parte posterior de mi cabeza. Luché contra la urgencia de ponerme la capucha de nuevo.

—¿Estás bien? —susurró Sam, rozando su hombro mientras se inclinaba hacia mí.

Tragué duro y asentí.

—Quiero dar la bienvenida a todos a esta asamblea especial —dijo el director Hill, yendo y viniendo por el suelo de la cancha de baloncesto—. Y sobre todo la bienvenida a Jake Hayes. Todos te extrañábamos.

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De repente, el gimnasio estalló en aplausos, mi nombre siendo gritado por varios de los estudiantes. Me volví un poco y los salude, sintiendo que podía morir de la vergüenza.

—Nuestra escuela sufrió una gran tragedia, todos saben eso —dijo el Director Hill, deteniéndose frente a la mesa e inclinándose en ella—. Se hicieron algunas malas decisiones y por desgracia, hay algunas consecuencias permanentes debido a ello.

Oh Dios mío. Pensé que iba a morir.

—Jake —El Director Hill se dirigió a mí directamente—. En realidad esta es la segunda asamblea que hemos tenido en dos semanas. Todo el cuerpo estudiantil dirigió la última. Me gustaría pedirle a nuestro presidente del cuerpo estudiantil, Norah Hamilton, que suba y te informe sobre lo que se habló en la última.

Oh no...

Realmente iba a morir.

Norah se concentró en bajar por las escaleras, sus tacones resonando con cada paso que daba. Esbozó una sonrisa mientras nos pasaba a Sam y a mí, y tomó el micrófono del Director Hill.

—Jake —dijo, mirándome directamente—. Lo qué pasó es más allá de trágico. Y en realidad, todos somos culpables de lo que te pasó. Como miembro del cuerpo de estudiantes, todos admitimos que tenemos un problema. Viviendo en una isla pequeña con, seamos sinceros, básicamente nada que hacer en esta época del año, con demasiada frecuencia recurrimos al alcohol para mantenernos entretenidos.

Oí a un montón de gente retorciéndose mientras Norah hablaba. Me pregunté si todo el mundo en la fiesta de Rain había admitido estar allí. Prácticamente todo el mundo en la escuela bebía de vez en cuando en las fiestas.

—Pero con todo lo que te ha pasado Jake, nos hemos dado cuenta de que tenemos un problema. Y no queremos ver incrementar esto hasta que pase algo peor. Con lo horrible que fue tu accidente, podría haber sido mucho peor.

Miré por encima del hombro a los estudiantes detrás de mí. Me sorprendí al ver que varias chicas tenían los ojos enrojecidos, un montón de chicos estaban asintiendo con la cabeza inclinada hacia adelante, pendiente de cada palabra que decía Norah.

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—Todos hemos hablado, y estamos dispuestos a renunciar a ello. Todas las bebidas alcohólicas, todo el alcohol —continuó Norah, sus ojos pasando sobre el cuerpo estudiantil. Me sorprendió que sus rostros reflejaban lo que ella decía—. Estamos listos para hacer una promesa de no beber más, nunca, este año escolar.

Norah agarró uno de los papeles de colores fuera de la mesa y lo sostuvo en alto. —Estoy pidiéndole a todos que firmen conmigo. Para no volver a beber, y no dejar que otra tragedia como esta vuelva a ocurrir nunca más en nuestra escuela. Hay lapiceros aquí y un poco de cinta. Vamos a ponerlos en la pared en el área común como recordatorio de nuestro compromiso.

Nadie se movió por un momento, todo el mundo esperando a que alguien diera el primer paso. Y luego Samantha se puso de pie y caminó hacia la mesa. Agarró un compromiso de color verde brillante y escribió su nombre en letras grandes y gruesas. Cogiendo un trozo de cinta, se dio la vuelta y me miró.

Me puse en pie y me acerqué a la mesa. Apenas mirando a Norah, cogí un papel azul, puse mi nombre, y cogí un trozo de cinta. Oí una masa de pies detrás de mí y me volví para ver el cuerpo estudiantil completo bajando las gradas.

Estaba con Samantha a un lado y vi como todos y cada uno de ellos firmó su nombre en el compromiso. Todos me miraron cuando terminaron. Muchos decían cosas como:

—Lamento lo que sucedió.

—Me alegro de tenerte de vuelta.

—Gracias por la llamada a la realidad.

Y entonces, como un cuerpo de estudiantes, todos nos presentamos fuera del gimnasio dentro de las áreas comunes. El profesor de Gobierno de los EE.UU., el Sr. Crow, se detuvo en lo alto de una escalera. Uno por uno, cada uno de los estudiantes le entregó sus promesas y las pegó a cada lado del pasillo que daba a las áreas comunes. Con Norah dirigiendo en dónde ponerlos, las pegó. Sería lo primero que todo el mundo vería cuando entraran por la puerta principal todos los días.

Al mirar alrededor a mis compañeros, me sorprendí al ver que realmente lo querían cuando firmaron el compromiso. Lo vi en cada una de sus caras. Estaban realmente sentidos por lo que me pasó.

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Sabía que un montón de ellos realmente no mantendrían la promesa el año entero. Pero esto era un paso. Verdaderamente estaban dispuestos a intentarlo. Al menos por un tiempo.

Fuera de todo lo malo que había pasado en las últimas semanas, al menos algo bueno había salido de esto. Tal vez con lo que me había pasado, pude evitar que algo peor le sucediera a alguien más.

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17 1 hora desde la asamblea

Traducido por CrisCras

Corregido por Vericity

Carter me lleva a casa después de la escuela. Cómo se las ha arreglado para conseguir un nuevo coche tan pronto es algo que no sé. En cierto modo me molesta bastante si soy honesto. Pero es agradable volver a la normalidad, aunque sea sólo un poco, volviendo a casa desde la escuela con uno de mis mejores amigos.

Carter me dejó en mi casa, donde la gigantesca camioneta de mi madre ya estaba aparcada en el camino de entrada. Me di cuenta de que había una bicicleta con un remolque enganchado a la parte posterior de la misma aparcado junto a él. Yo había visto esa bici antes.

Abrí la puerta principal y entré para ver a mi madre hablando con una cara conocida.

—Jake —dijo mamá, saltando como si hubiera sido atrapada haciendo algo malo—. Estás en casa. ¿Recuerdas a Kali?

No habría dicho que le recordaba. Todo el mundo siempre veía a Kali alrededor de la ciudad montado en su bici con su remolque enganchado detrás. Kali tenía la piel oscura como la tinta y la cabeza llena de rastas. Era difícil pasar por alto a Kali.

Me limité a asentir.

—Bueno —dijo mamá, pareciendo ligeramente incómoda—. Kali sabe el lenguaje de signos desde que era un niño y cuando oyó lo que te sucedió, se ofreció voluntario a ayudar a enseñarte.

Se me formó un nudo en el estómago.

—Mi madre nació sorda, igual que mi hermana pequeña —dijo Kali. Tenía un acento haitiano que hacía que algunas de sus palabras fueran difíciles de entender—. Tuve la suerte de nacer con audición, pero con solo

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nosotros tres, conocía el lenguaje de signos mejor de lo que sabía hablar. Pensé que quizás podría ayudarte.

Ya estaba harto de toda esta atención. No quería nada más que recuperar mi vida normal, volver a los días en los que pasaba las tardes practicando fútbol y retrasando mi tarea. No los días de volverme loco alrededor de Sam y de que el hombre loco de la ciudad me ofrezca su ayuda.

—¿Te parece bien, Jake? —preguntó mamá.

¿Cómo se supone que voy a decir que no? Eso habría sido grosero y desagradable.

Hice el más pequeño asentimiento.

—Genial —dijo mamá, sus hombros relajándose notablemente—. Os dejaré solos, entonces.

Y así, mamá salió de la habitación y entró en la cocina, dejándonos solos.

Incómodo.

—¿Quieres lanzar algunos aros? —dijo Kali, una pequeña sonrisa en su oscuro rostro.

Le fruncí el ceño a Kali, sin saber si le había oído bien. Pensé que se suponía que esto iba sobre cómo hablar con nuestras manos, no sobre cómo utilizarlas para lanzar un balón.

—No he jugado en mucho tiempo —dijo dirigiéndose a la puerta principal—. Me imagino que es probable que tú tampoco.

Miré en dirección a la cocina, captando de reojo a mamá espiando. Ella simplemente asintió con la cabeza y me hizo un gesto con la mano para que fuera. Así que dejé la mochila en el suelo y seguí a Kali al exterior.

Papá había instalado un pesado aro de baloncesto de alta resistencia sobre nuestro camino de entrada justo después de que nos trasladáramos a la isla hace catorce años. Estaba bastante estropeado y necesitaba una nueva red, pero se conservaba bastante bien considerando lo mucho que se había usado a lo largo de los años.

Kali cogió una pelota que había en la base del aro y comenzó a botarla. Lanzó y encestó tranquilamente, ya que cayó a través de la red. Kali me dedicó una sonrisa deslumbrante y alzó los puños en el aire. No pude evitar devolverle la sonrisa mientras iba detrás de la pelota.

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Me giré hacia el aro, a punto de lanzar, cuando Kali llamó mi atención. Hizo un movimiento con sus manos, repitiéndolo tres veces. —Ese es el signo para puntuación —dijo, asintiendo con la cabeza para que siguiera adelante y lanzara. Lancé. Rodeó el borde dos veces antes de caer a través de la red.

—Y esto —dijo Kali, haciendo otro movimiento—, significa baloncesto.

Hice otro lanzamiento, dejando que la pelota rebotara junto a la camioneta sin causar daños mientras repetía los movimientos que había hecho Kali.

—Bien —dijo Kali, sonriendo y asintiendo—. Y esto —Hizo otro movimiento—, significa jugar. Si los juntas, significa “jugar al baloncesto”. —Hizo los tres signos juntos. Miré sus manos de cerca, asegurándome de que lo haría bien cuando lo intentara.

Mucho más lentamente, repetí los movimientos de las manos de Kali.

—¡Lo tienes! —dijo Kali alentadoramente—. No pasará mucho tiempo antes de que mantengamos toda esta conversación con lenguaje de signos.

Intenté dedicarle una pequeña sonrisa, cogiendo la pelota otra vez. La lancé, mirándola mientras atravesaba la red. La temporada de baloncesto empezaría otra vez en un mes. ¿Sería capaz de jugar?

A medida que continuamos jugando al baloncesto durante la siguiente hora, Kali me enseñó otros términos de deportes en signos, riendo y bromeando todo el tiempo.

No paso mucho tiempo antes de que yo también me riera silenciosamente con él.

Quizás Kali no estaba tan loco como todo el mundo pensaba.

Quizás a veces yo era tan culpable como el que más por juzgar demasiado rápidamente.

La psicóloga me dijo que escribiera, así que aquí estoy.

No estoy exactamente seguro de qué se supone que tengo que decir. Creo que ella quiere que escriba sobre lo enfadado que estoy con el mundo, o quizás enfadado conmigo mismo. Creo que se supone que derrame todos mis sentimientos en esta página, con la que no me siento como si se lo estuviera diciendo a alguien más.

Pero no sé muy bien qué decir.

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No ser capaz de hablar apesta. No hay duda sobre eso. Muchas veces me siento casi como si estuviera atrapado dentro de mí mismo. Como si al no ser capaz de hablar o gritar o chillar o reír fuera a explotar. Una gran parte del tiempo me siento casi como si me estuviera ahogando.

Y cuando pienso en el hecho de que no voy a ser capaz de hablar durante el resto de mi vida… eso parece demasiado tiempo como para comprenderlo siquiera. Puedo lidiar con no poder hablar durante la próxima semana, el mes que viene. ¿Pero para siempre...?

Por supuesto que me arrepiento de esa noche en la que todos nos emborrachamos. Muchas veces simplemente pienso, bueno, ¿en qué estaba pensando? Mamá tenía razón. Todos los adultos tenían razón. Acerca de mantenerme alejado de las drogas y el alcohol. Y lo más estúpido es que creo que todos los adolescentes saben eso. Todos sabemos que se supone que no tenemos que hacer las cosas que nuestros padres nos dicen que no hagamos. Pero es por eso por lo que lo hacemos. Porque ellos nos dicen que no lo hagamos.

¿Cómo de estúpido por mi parte es que mi mayor arrepentimiento sobre todo esto es lo que no le dije a Sam? No dejo de pensar en eso, una y otra vez, cada hora de cada día, como un pollo sin cabeza. ¿He querido decirle a Samantha que la amaba durante cuántos años ya? Y ahora nunca tendré la oportunidad de decírselo.

Lo que más lamento es aquello que no dije…

Supongo que eso debería darme una lección acerca de la dilación o algo, ¿verdad? Acerca de no posponer las cosas realmente importantes de la vida.

La vida puede ser bastante cruel a veces.

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18 7 meses hasta la graduación

¿Y luego qué?

Traducido por Melusanti

Corregido por Vericity

Mi pierna rebotaba cuando me senté en Física. Habían pasado tres semanas desde que había ido a la escuela. Norah finalmente había retrocedido, y ella y Blake se estaban poniendo calientes e intensos. Los ojos todavía miraban fijamente el agujero en mi cuello pero no perduraban como solían hacerlo. No era el espectáculo que había estado antes. No estaba aprendiendo el lenguaje de señas muy rápido, pero no iba a quejarme, por lo menos estaba llegando a pasar mucho tiempo con Samantha.

Parecía extraño que ella no estuviera en clase ese día. Samantha nunca faltaba a clase. Nunca. Pero estábamos a medio camino a través de física y ella no había aparecido. ¿Qué iba a hacer en nuestra clase de estudio independiente durante la tercera hora? No era muy bueno convirtiendo las imágenes de nuestros libros en reales movimientos de mano.

Me senté con la frente apoyada en la palma de mi mano, fingiendo estar trabajando a través de la hoja de trabajo que el Sr. Roy nos había dado, cuando alguien se deslizó en el asiento al lado mío. Mi cabeza se sacudió al ver a Samantha acomodarse en su silla.

Parecía cansada. Su pelo era un desastre, su ropa arrugada.

¿Estás bien? escribí en el cuaderno con la cubierta color rojo, el que yo sólo uso para escribirle a ella. Lo deslicé sigilosamente al otro lado de su escritorio.

Samantha me miró una vez, algo así como miedo o la mirada de ser atrapada parpadeaba en sus ojos. Volvió su atención al cuaderno y sacó un lápiz.

Nunca lo había notado hasta entonces, como la apariencia física de Samantha se había vuelto un poco más dura todos los días de clases. Su ropa

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siempre parecía arrugada y desgastada. Parecía que había siempre bolsas bajo sus ojos en estos días. Se veía más delgada de lo que estaba al final del año pasado.

Quizás sólo lo desestimé como el estrés del año escolar, o que su madre se había ido por trabajo y Sam tuvo que cuidar de sí misma. Realmente esperaba que eso fuera todo lo que era.

Samantha empujó el cuaderno de vuelta a mi escritorio y volvió la atención a su trabajo.

Sí escribió. Sólo cansada. La electricidad de nuestra casa se fue ayer por la noche y no pude dormir muy bien. Tuve un poco de frío.

La miré, aunque ella no encontró mis ojos mientras trabajaba. De alguna manera pensé que era una mentira. La electricidad no se iba simplemente de una casa en la isla a menos que tuviera un problema grave, directo en la casa. Cuando se cortaba la electricidad, lo hacía en la mayoría de toda la isla.

Por el resto del período de clase, no podía dejar de preguntarme si algo grave estaba pasando con Sam. En realidad se sentía bastante agradable preocuparse por otra persona, en lugar de ser el de quien la gente se preocupaba todo el tiempo.

Sonó la campana y Sam y yo nos fuimos por caminos separados a nuestras taquillas. Carter y Rain se reunieron alrededor de la mía entre clases, quejándose acerca de ser aburrido ya que la temporada de fútbol se había cancelado. En realidad estaban hablando en serio de ir de excursión el fin de semana.

No habíamos salido de senderismo desde, alrededor, de sexto grado.

En su lugar, sugerí el lago. Con Halloween a sólo una semana iba a ser un congelamiento, pero al menos era algo que hacer.

En cuanto sonó la campana de alarma, finalmente me dirigí hacia el otro extremo del edificio.

Samantha ya estaba allí, leyendo uno de los libros que nos habían asignado en la clase de inglés. Ni siquiera me notó cuando entré y me giré en mi escritorio hacia ella. La observé mientras leía, mordiéndose el labio inferior, volviéndolo rojo y ligeramente hinchado. Su rostro estaba totalmente comprometido. Utilizó el pulgar de su mano libre para girar el anillo en su dedo índice en un círculo lento. Tenía los pies apoyados en su escritorio, haciendo que luciera abarrotada y acuñada en su asiento.

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Decidiendo no molestarla, saqué el bloc de notas que había escrito el día anterior y mi libro de ASL y los puse en mi escritorio. Lo abrí en la sección en la que estábamos, me puse a estudiar las imágenes, tratando de hacer que mis manos tridimensionales parecieran planas de dos dimensiones. Un libro era una forma ridícula de aprender el lenguaje de señas.

No me había dado cuenta antes de que Sam había tomado mi cuaderno hasta que lo empujó delante de mí otra vez, más de su puño y letra garabateado por debajo de lo que había escrito el período anterior.

Así que, quería probar algo diferente hoy había escrito ella. No voy a hablar en todo el período tampoco. Así que es, ya sea, escribir o señales. Tal vez eso te ayudará a metértelo en la cabeza más rápido.

Levanté la vista, dándole una mirada dudosa. Ella me sonrió inocentemente, apoyando la barbilla en sus manos, y me bateó los ojos de una forma burlona. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara mientras le negaba con la cabeza.

Esto debería ser interesante escribí debajo de su letra clara.

Ella alcanzó el cuaderno. Tengo que admitir que he sentido curiosidad por lo que ha sido para ti, no ser capaz de hablar. Tal vez algún día lo intentaré por el día entero.

Ooo, un día entero me burlé de ella en la página.

—Hey —dijo a la defensiva. Al darse cuenta de su error, se tapó la boca con las manos, sus ojos cada vez más amplios. Me reí en silencio y negué con la cabeza. Taché “todo el día” en la página y lo remplacé con “minuto”.

Bueno escribió, esto podría ser un poco más difícil de lo que pensaba.

Hey, es un poco agradable no ser el único silencioso escribí.

No puedo ni imaginarlo. Debe sentirse bastante solitario.

Podría ser peor escribí. Vi su cara de cerca mientras ella lo leía. Sus ojos se demoraron allí por más tiempo de lo que habría tomado leerlo. Por eso me pregunté qué estaba pasando por su cabeza.

¿Listo para empezar? escribió, sentándose un poco más erguida. Parecía un poco incómoda.

Bien hecho, pensé. Buena manera de arruinar lo que sea que está pasando entre nosotros.

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19 4 días para el lago

Finalmente, algo para contar…

Traducido por Marie.Ang

Corregido Alaska Young

Los planes para el fin de semana en el lago eran cada vez más elaborados mientras la semana pasaba. Realmente ayudaba que el clima fuera a llegar a los veintiún grados Celsius. Considerando que no era mucho más caliente que eso en medio del verano, era prácticamente una ola de calor. Por lo que Carter y Rain decían, al menos la mitad de la escuela estaba planeando ir el sábado.

Incluso Samantha iba a venir.

Intenté no pensar demasiado en cómo Sam se vería en traje de baño.

Al final de la semana, las cosas estaban empezando a sentirse… casi normales. El Director Hill había permitido a la mayoría de los chicos que estaban en la fiesta la noche de mi accidente volver al equipo de baloncesto. Las prácticas empezarían el lunes. Me había reunido con la mayoría de los chicos cada día después de la escuela en el gimnasio para los entrenamientos extras de preparación.

Kali y yo habíamos entrado en una rutina durante las últimas semanas. Venía en las tardes de los martes y jueves. Salíamos a caminar, o jugar baloncesto, o una vez incluso fuimos a montar bicicleta. Y me había enseñado señales, siempre aplicables a lo que fuera que estuviéramos haciendo ese día. Me sentía bastante estúpido por no captarlo rápidamente. Pero Kali era paciente conmigo, siempre tranquilo. Las otras veces ni siquiera hacía realmente cualquier señal, sólo contaba historias sobre cuando era un niño en Haití.

No me sentía tan mal por mí mismo después de escuchar sobre la infancia de Kali.

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Para cuando llegó el sábado, podía oficialmente presentarme en señales, explicar que era mudo, y podía decirle a alguien lo que me gustaba hacer en mi tiempo libre.

Por alguna razón, me sentía mal por estar aprendiendo más señales con Kali que con Samantha. Podía decir que ella estaba frustrada porque no estábamos progresando muy rápido. Suponía que sería frustrante para la chica más inteligente de la escuela.

Cuando el sábado llegó, Rain se pasó por mi casa y los dos nos dirigimos hacia Moran State Park.

Mientras conducíamos en silencio, podía sentir que algo estaba cambiando entre mis dos mejores amigo y yo. Carter, Rain y yo no pasábamos mucho el rato desde el accidente. Podía decir que ellos estaban tratando de actuar como si todo estuviera normal, como si nada hubiera cambiado entre los tres. Pero se habían apartado un poco. Y siempre estaba este pequeño bichito en la parte posterior de mi cerebro, ese que me recordaba que si no hubiera sido por ellos, todavía podría ser capaz de hablar.

Odiaba no poder culparlos por completo por alejarse. Tenía que ser incómodo para ellos. Era difícil hablarle a una persona que no podía hablar.

Con la partida de todos los turistas, fui capaz de encontrar un estacionamiento en el lago por una vez. Sin piscina pública en la isla, eso es en lo que el lago se convirtió. Había pasado más de la mitad de mi verano ahí, descansando en mis trajes de baño en el césped junto al lago, o saltando del puente o los acantilados.

En realidad, parecía como que la mitad de la escuela estaba fuera ese día. Ya podía decir que no quedaba mucha tierra nivelada y con hierba por reclamar.

Justo cuando me bajé del Bronco, vi a un auto detenerse en medio del camino. De la puerta del pasajero, bajó Samantha. Le agradeció al conductor, quien se quitó tan pronto como ella cerró la puerta.

Hacer autostop parecería bastante peligroso en cualquier parte del país. Pero en Orcas parecía raro si conducías de tu casa a la ciudad sin ver a alguien buscando un taxi.

—Hola —dijo ella con una brillante sonrisa mientras caminaba a mi lado. Rain dio una mirada petulante de costado, y sigilosamente se alejó—. Ese fue probablemente el viaje más espantoso que nunca he tenido en esta

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isla. Creo que estoy un poco drogada sólo por viajar en el auto de ese tipo los últimos cinco minutos.

Di una silenciosa risa, ofreciendo llevar su bolso. Me dio una pequeña sonrisa y me lo entregó.

—Tan caballero —bromeó. La empujé con mi hombro, sacándola ligeramente de balance.

Caminamos entre los árboles a la orilla del lago. Realmente no había mucho espacio para tumbarse. La mitad de los adolescentes desnudos en todas partes, extendidos en mantas o fuera de ellas. Carter se sentó en medio de un enjambre de muchachas, sin camisa y tocando su guitarra y cantando. Él pudo haber sido un buen guitarrista, pero definitivamente no podía cantar. A las chicas no parecía importarles.

Sam saludó a dos de sus amigas, Marina y Summer, pero para mi sorpresa no fue a sentarse con ellas, sólo se quedó a mi lado, buscando un lugar para quedarnos.

Una pequeña llama de esperanza saltó a la vida dentro de mí.

Muy concurrido, escribí en mi cuaderno de bolsillo.

—Sí, es una locura —dijo, bloqueando el sol de sus ojos con la mano —. Creo que toda la escuela está aquí. —De repente me miró con una pícara sonrisa en su rostro—. Sígueme.

No pude evitar sonreír mientras ella tomaba el camino que iba por el borde del lago. Iba frente a mí, cogiendo velocidad mientras sus pies con sandalias corrían por el sendero. Puse el bolso de Sam y mi toalla sobre mi hombro, deslizando mi cuaderno en mi bolsillo mientras corría tras ella.

No corrimos mucho antes de que desacelerara. Sabía a dónde se dirigía antes de que incluso llegáramos ahí.

Había un puente que cruzaba sobre una sección del lago donde convergía en una pequeña laguna. Había venido a bañarme desnudo aquí en más de una vez, al igual que el resto de la escuela en un momento u otro. Estaba sorprendido de que no hubiera nadie más alrededor. Era un lugar popular para saltar, o incluso para pasar el rato.

Sam se detuvo cuando llegó a la mitad del puente. Se quitó las sandalias y escaló la barandilla del puente hasta que se puso de pie en la cima de ésta. Sólo podía mirarla con asombro mientras ella cerraba los ojos, levantaba sus brazos a los costados, y sólo estaba ahí.

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Ella parecía… libre, de pie allí. Como si siempre llevara el peso de su futuro sobre sus hombros, pero de pie ahí, sobre el agua y el sol, se veía diferente.

Se veía hermosa.

Pero no podía decirle eso.

Sam se echó a reír de repente, dirigiendo sus ojos a mi rostro. Salté, sorprendido mirando. —¿Vas a saltar conmigo? —preguntó con una sonrisa. De pronto, se sacó la camiseta por la cabeza y se sacudió de sus pantalones cortos, lanzándolos al puente. Se quedó allí sólo en traje de baño.

Me reí y saqué mi cuaderno de bolsillo. Está helando, escribí.

—Así que —se burló—, ¿tienes miedo de un poco de agua fría?

Me reí de nuevo y negué con la cabeza. Dejé nuestras cosas en el suelo, y me saqué la camisa. Tal vez imaginé que Sam miró por un momento demasiado largo, lo mismo que había hecho con ella. Alejando ese pensamiento, me subí a la barandilla hasta que me equilibré a su lado.

—Debes saber que no soy una buena nadadora —dijo ella muy seria, con los ojos pegados en el agua.

Y antes de que pudiera reaccionar, Sam agarró mi mano y me alejó de la barandilla y llevó dentro del agua con ella.

El agua se sentía como hielo que envolvía mi piel, succionándome en las profundidades. Mi cabeza salió a la superficie y jadee por aire. Cuando la cabeza de Sam salió del agua, me di cuenta que todavía estaba aferrada de mi mano.

Agitó los brazos y jadeó cuando su cabeza empezó a hundirse bajo el agua.

Mierda.

Sam no estaba mintiendo cuando dijo que no era una buena nadadora.

Agarrando su mano con fuerza, la tiré hacia arriba. Maniobrando para que estuviera detrás de mí, empujé sus brazos alrededor de mi cuello. Tosió violentamente, apretándome fuerte. Menos mal que era un buen nadador y que poco a poco hice nuestro camino hacia las rocas al final del puente.

—¿No fue divertido? —dijo Sam, tosiendo violentamente mientras subíamos de nuevo al puente.

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Sólo la miré como ¿En serio…? mientras caminábamos hacia nuestras cosas. Agarré mi cuaderno y escribí furiosamente.

¿Qué fue todo eso? ¡¿Estabas tratando de matarte?!

Ella me dio esa mirada tímida que era tan irritantemente dulce que prácticamente arrastraba mi frustración. —Nunca he saltado del puente antes —dijo mientras se secaba con su toalla—. Siempre había demasiadas personas alrededor y no quería avergonzarme frente a todos. Sólo… sólo quería intentarlo.

Me quedé allí, casi sin poder creer lo que había dicho. Sam no estaba dispuesta a intentar un salto de puente frente a todos. Todos excepto yo.

Una risa repentinamente sacudió mi pecho, una sonrisa deslizándose libre en mis labios. Negué con la cabeza. Sam se echó a reír también.

Ambos extendimos nuestras toallas en el puente, cada uno recostado sobre nuestros estómagos.

—Oh sí, traje algo para ti —dijo Sam, alcanzando su bolso. Sacó mi cuaderno rojo, el que sólo usaba para hablar con ella—. Lo dejaste en mi escritorio después de Inglés Avanzado ayer.

Sonreí, tomándolo de su mano extendida, y lo puse al lado.

Sam cruzó los brazos frente a ella y descansó su cabeza en ellos, dejando que sus ojos se cerraran. —Esto es bueno —dijo, con voz relajada—. Todo lo cálido y tranquilo.

Asentí, apoyando mi cabeza en mis brazos.

No dijimos o escribimos nada durante mucho tiempo. Normalmente el silencio así era incómodo y torpe. Como si necesitaras decir algo para llenar el espacio vacío en el aire. Pero no se sentía así con Samantha. Tal vez era porque no podía decir nada para llenar la quietud, pero pensaba que era más sobre dos personas sólo estando con la otra, disfrutando el descanso y el raro sol.

Levanté mi cabeza para girarla en la otra dirección cuando mi cuello empezó a doler y me di cuenta que Samantha estaba recostada con su barbilla descansando en sus brazos, mirándome. Me congelé ahí, con los ojos en los suyos, mirándola.

A pesar de que Sam había perdido mucho peso últimamente, todavía era hermosa. Había pensado así desde el primer día que la vi, justo después que ella y su mamá se mudaran a la isla. Sam había sido un poco diferente

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entonces. Siempre era la más inteligente en nuestra clase, eclipsando a todos por un largo rato. Pero en aquel entonces, ella solía ser más… involucrada, en todo. Había estado en el equipo de baloncesto femenino. Solía salir con amigos todo el tiempo. Había parecido un poco más… viva.

Pero Sam estaba diferente este año. No estaba saliendo por deportes. No la veía interactuando con alguien muy a menudo, además de Summer y Marina ocasionalmente. Ella parecía mucho más reservada. Parecía mucho más mayor.

—Creo que mi espalda está quemada por el sol. —Salté violentamente cuando habló, haciéndola reír. Gracias a Dios, ella se puso de espalda, dejando uno de sus brazos sobre sus ojos para bloquear el sol.

Intenté no pensar demasiado en el momento que acabábamos de compartir, simplemente mirándonos el uno al otro, y me puse de espaldas también.

Nos quedamos en silencio de nuevo por un rato, sólo tomando el sol. Pero podía decir que había algo en la mente de Samantha.

—¿Serás capaz de volar de nuevo, Jake? —preguntó en voz baja, como si fuera una señal.

Algo dentro de mí se hundió mientras consideraba su pregunta. Pensé sobre el poderoso sentimiento de controlar un avión, de la emoción que sentía saber que estaba a miles de metros sobre la tierra, la única cosa manteniéndome de caer a mi muerte siendo dos alas de aluminio.

Levanté mi mano e hice la señal de no cuando escuché débilmente que quitó su brazo de sus ojos.

—Siento que no puedas hacerlo más —dijo, su voz llena de pensamientos—. Sé lo mucho que amabas volar.

Sólo miraba el perfecto cielo azul, tratando de no dejarme sentir mucho. Había estado haciendo eso un montón desde el accidente, como si hubiera levantado una pantalla sobre mí que no permitiría que todas mis emociones gotearan a través de ella y me ahogaran.

—Siempre quise pedirte que me llevaras a volar alguna vez —dijo. Estaba sorprendido cuando su mano se acercó y unió sus dedos con los míos, el dorso de nuestras manos descansando contra las tablas de madera del puente—. Nunca he estado en una avioneta antes.

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Con todo en mí, quería decirle que deseaba poder haberla llevado a volar. Pero escribirlo y mostrarle habría roto el momento. E incluso una parte más grande de mí no quería tener que dejar ir la mano de Sam. Jamás.

Así que en su lugar, apreté su mano más fuerte.

Había mucho de mi vida que era basura, ahora que no podía hablar. Pero si no hubiera estado borracho esa noche, si no hubiera tenido ese accidente, ¿habría alguna vez tenido este momento? ¿Yaciendo bajo el sol, sosteniendo la mano de Sam como si el tiempo no existiera y el mundo real no pudiera tocarnos?

De alguna manera, no lo creo.

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20 5 horas desde… ¿qué fue eso con Sam?

Traducido por Jessy.

Corregido por Violet~

Me acosté en mi cama con cuidado esa noche. Después de pasar cuatro horas en el lago y no preocuparme por usar bloqueador solar, algo que nunca había hecho, estaba muy frito. Al vivir en el noroeste del pacifico, uno no tenía una gran cantidad de exposición solar. Mi piel no estaba acostumbrada a ello.

Tras ducharme y decir buenas noches a mi familia, cada uno de ellos me hizo señas, me acomodé en mi cama, dos de mis cuadernos en un mano y un lápiz en la otra. Uno era mi diario, el otro era el cuaderno de Sam y mío.

Sonreí, recordando los acontecimientos del día mientras hojeaba las páginas del cuaderno rojo. La escritura de Sam y la mía se alternaban a través de las paginas, su escritura pulcra y cuidadosa, la mía siempre apresurada y desordenada.

Estaba a punto de dejarlo de lado cuando noté algo escrito muy al final del cuaderno, al revés. Plegando la cubierta posterior, lo volteé. Era todo una página de la caligrafía de Sam.

Hoy al final de la clase vi que olvidaste tu cuaderno. Lo puse en mi mochila y pretendía pasártelo después de clases, pero no te vi. Supuse que ya te habías ido.

Sentarse aquí sola en casa apesta. Mamá está fuera del pueblo otra vez, como de costumbre, por trabajo. Pasa afuera más de lo que está en casa estos días. Nunca esperas que extrañaras a tus padres hasta que ellos se van todo el tiempo. ¿Crees que extrañarías a tu mamá si siempre estuviera fuera? Apuesto que sí. Tu mamá tiene una personalidad tan intensa, que dejaría un gran vacío si se fuera.

Sigo pensando que quizás debería haberme mantenido al día con los deportes este año. Te veo, y se lo mucho que sigues queriendo jugar fútbol, pero ya no puedes,

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y me siento mal de no estar haciéndolo cuando podría. La escuela se siente tan abrumadora este año, no creo que pueda seguirle el ritmo a todo.

Jake, siento mucho lo que te paso. Es horrible. Pero… no me odies por decir esto, ¿vale? Tal vez no debería. Qué diablos, si cambio de parecer supongo que puedo simplemente arrancar esta página y botarla. Nunca lo deberías ver. Pero…estoy un poco contenta si eso pasó. Últimamente no existen muchas personas con las que sienta que pueda hablar. Las cosas han… cambiado para mí recientemente. Pero siento como que puedo hablar contigo, Jake. Tú escuchas, y tengo la impresión de que tú me ves por más que solo la chica súper inteligente de la escuela.

Gracias por ser mi amigo, Jake. Realmente te necesito.

Leí la página entera tres veces, sintiendo como si no pudiera absorber todo lo que había dicho. Un pequeño nudo se formó en mi pecho mientras leía las palabras de Sam.

Samantha estaba tan sola.

Lo había visto ocurrir desde el inicio del año escolar, como se había estado alejando de sus amigos. Justo hoy día más temprano había notado como parecía mucho más mayor. Era un poco aterrador ver lo que estaba pasando.

Esa noche tomé una decisión. No iba a dejar que Sam siguiera cayendo en la soledad.

Gracias por devolver esto. Supongo que ni siquiera me di cuenta de que lo había dejado. Mi mente se siente tan distraída cada día después de cada clase, tratando de pensar como tomar los caminos menos concurridos a clases, así el menor número de personas se quedara mirando el agujero en mi cuello. A veces se siente como si tuviera un faro en ella, parpadeando para que el mundo entero lo vea, excepto que no es interesante como la Batiseñal.

Lamento que tu mamá este fuera tanto estos días. Eso debe ser difícil, estar sola en casa todo el tiempo. Siempre he pensado que sería agradable tener la casa para mí solo por un rato. Este lugar se pone muy ruidoso en todo momento y siempre hay tanta gente en él. Pero creo que estoy agradecido por todo el ruido y el caos. No sé si quiero estar solo en tranquilidad con mis pensamientos hoy en día.

Hasta ahora, no me había dado cuenta como todos en la escuela excepto tu, no lo entienden, cuan malo es esto. Carter y Rain solo bromean sobre mí no siendo capaz de hablar. Lo acepto, pero honestamente, desearía que ellos dejaran de fastidiar

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un poco. Solo lo están empeorando. Como si nunca me dejaran olvidar lo que pasó. Son buenos chicos y mis mejores amigos pero…

Así que estoy agradecido que con lo malo que ha sido todo, hayas sido del modo que eres. Creo que te necesito también, Sam.

Mi pecho palpitaba mientras escribía las letras. Luché conmigo mismo por unos cinco minutos, debatiendo si debía arrancar la página y pretender que nunca había escrito nada de ello. Pretender que nunca había visto la nota de Sam tampoco. Podía simplemente botar el cuaderno, fingir que lo perdí, y forzar todo a regresar al modo que estaba.

Eso parecía lo menos peligroso.

Pero como que quería un poco de riesgo. Quería ver que había al final de este túnel.

Eventualmente el túnel tenía que llevar a la luz, ¿cierto?

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21 2 días desde fuera lo que fuese…

Traducido por Jessy.

Corregido por Violet~

El fin de semana había sido agonizante, a pesar de que solo quedaba el domingo hasta que pudiera volver a la escuela el lunes. Nunca había estado tan ansioso por regresar al colegio como lo había estado cuando el lunes finalmente se presentó. Aparqué mi auto en el estacionamiento y Jordan saltó lejos a reunirse con sus amigas. Caminé por los pasillos, mi corazón martilleando en mi garganta mientras me dirigía al casillero de Sam.

Para mi alivio y pánico, ella estaba parada ahí, buscando algo al fondo de su casillero. Aumentando el paso, deslicé el cuaderno en la repisa superior, estirándome sobre ella. Miré atrás solo una vez mientras me marchaba, sus ojos capturando los míos. Ella levantó la vista para ver las páginas en espiral sobresaliendo sobre el borde de la repisa. Miro de vuelta hacia mí, una sonrisa extendiéndose en su rostro.

No pude evitar sonreír también mientras giraba mi cabeza de vuelta en la dirección en la que estaba caminando y me dirigía hacia cálculo.

Mi buen humor se redujo un poco cuando Sam devolvió el cuaderno durante Física y solo había dibujado una carita sonriente. No estaba seguro de como tomar eso.

Nada parecía diferente entre nosotros por algunas semanas después de ese día en el lago y después de su nota. Éramos amigos. Estaba seguro de ello. Pero ella nunca volvió a tratar de tomar mi mano de nuevo, no es que realmente esperara que lo hiciera.

Fue estúpido de mi parte, y nunca debí haberlo hecho, pero un día, antes de meter nuestro cuaderno en la mochila de Sam, escribí: ¿De verdad no crees en el amor?

Realmente deseé nunca haberle preguntado.

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No, escribió de vuelta. Creo que la gente se encapricha; quizás incluso de verdad se gustan. Pero no creo en el amor. Esos tipos de sentimientos simplemente no perduran. Los sientes por un tiempo, tal vez incluso algunos años, pero al final los sentimientos se van.

Eso es lo que le paso a mis padres.

Mi mamá tenía solo diecinueve años cuando conoció a Mike y “se enamoró” de él. Él tenía solo veinte. Estaban perdidamente enamorados y mi papá “quería darle todo en el mundo”. Supongo que fueron felices por un año más o menos. Suficientemente felices para decidir tener un hijo.

Y finalmente ese hombre llamado mi “papá” dejó de amar a mi mamá, dejó de amarme. Tal vez el amor es real, porque de seguro él amaba su alcohol. Dejó de venir a casa, dejó de estar alrededor. Y al final solo se fue. No lo he visto desde que tenía seis.

Si un hombre no puede amar su propia descendencia, ¿Qué puede alguien amar?

Así que mi mamá y yo hicimos lo que tuvimos que hacer. Cambiamos nuestros apellidos por su apellido de soltera después de que el divorcio finalizó, y continuamos con nuestras vidas.

El amor no perdura. Es una fantasía.

Eso me destrozó. Cualquier esperanza, cualquier fantasía que alguna vez tuve acerca de decirle a Sam como me siento, por la remota posibilidad de que ella alguna vez sienta lo mismo, fue derribada.

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22 7 meses hasta la graduación

Traducido por Nico Robin

Corregido por Juli

Yo estaba agradecido por la distracción de los ejercicios de baloncesto. Las prácticas habían estado en marcha durante dos semanas y nuestro primer partido iba a ser en una semana a partir del viernes. Me empecé a sentir mal un poco antes de una semana y media antes del partido, pero lo minimizaba diciendo que sólo era un resfriado. Sam me preguntaba si estaba bien y yo siempre le decía que sí. Pero el miércoles tenía una fiebre de 40° y me sentía tan fuera de mí que ni siquiera me di cuenta cuando mi madre me metió en la camioneta y nos dirigíamos por el desembarco.

Me llevaba al hospital infantil de Seattle.

Los dolores me habían apagado que me hice un ovillo y gemí de dolor. Sudaba tanto que mi ropa se pegaba a mi piel. Todo mi cuerpo herido.

Con el viaje en ferry y el paseo de Anacortes a Seattle, eran alrededor de tres horas de viaje. Pero se sintieron como días hasta que llegamos al hospital. Mamá puso su brazo debajo de mí y me ayudó a caminar a través de las puertas de la sala de emergencia. Mis pies se sentían como plomo y mi cuerpo gritaba de dolor cada vez que me movía.

El Dr. Calvin estaba esperándonos mientras caminábamos por las puertas. Ni siquiera recuerdo haber ido de la puerta a una cama de hospital. Empezaron a poner tubos en mi brazo, tomaron mi temperatura, y todas las demás cosas que los pediatras hacen.

No tomó mucho para que las luces se apagaran.

Había conseguido una infección. Debido a mi debilitado sistema inmune, algún pequeño virus se metió en mí, pasando por mi torrente sanguíneo y clavándose en mis pulmones y serpenteando a través del resto de mi cuerpo. No es de extrañar que haya comenzado a hacerse difícil

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respirar durante la práctica y cada vez que me acercaba demasiado a Samantha.

Me pusieron antibióticos, pero va a llevar casi una semana que mi sistema se recupere.

El Dr. Calvin dijo que si no hubiera estado empujándome a mí mismo tan duro durante las prácticas no me hubiera puesto tan mal. Me ordenó que no jugara el resto de la temporada.

Eso fue todo para el deporte, para mí y el resto de mi vida en el instituto.

Empecé a bloquearlo todo, cerrando los días que estuve en el hospital.

Nadie vino a visitarme en ese tiempo, demasiado centrados en sus cosas y demasiado ocupados con la vida. Me alegré de que no lo hicieran. Sólo quería estar solo y alejado del mundo entero.

Siete días antes de Acción de Gracias fui finalmente liberado. Mamá me había dado un montón de recetas para mí, siendo el único que presta la suficiente atención para saber qué hacer con ellas. Mi psicólogo me vino a visitar tres veces desde que fui readmitido. No dije mucho, sólo las cosas que sabía necesitaba decir para que no se mantuviera ahí lo suficiente para una evaluación psicológica.

Me fui directamente a mi habitación cuando llegamos a casa y no hablé con ninguno de mis hermanos o hermanas.

Me sentía como que esto nunca acabaría. El mundo no iba a dejar de estrellarse hasta que no quedara nada más de mí que polvo.

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23 Nada que esperar…

Traducido por Nico Robin

Corregido por Juli

Algo se rompió en mí después de mi última visita al hospital. Esa pantalla que coloqué dentro de mi cabeza desapareció y me dejé ahogarme. Me dejé revolcarme, me dejé sentir lástima por mí mismo, me dejé odiarme. Me dejé a mí mismo odiar a Carter por chocar la camioneta, odié a Rain por convencerme de ir a decirle a Sam que la amaba esa noche. Me dejé odiar a Sam por el sólo hecho de que la amaba.

Todo el mundo se fue en los lentos dos días antes de las vacaciones de Acción de Gracias. Carter y Rain me ignoraron después del primer día. River ni siquiera intentó hablarme ni una vez, pero creo que ni siquiera le hubiera respondido. Sam seguía persistiendo, diciéndome que las cosas no estaban tan mal. Pero no le hice caso.

¿Cómo puede ser peor la vida?

Me senté frente a Sam en nuestra clase de LSA6, mi mirada perdida en la nada. Ella fingía que estaba escuchando, y me mostró una nueva señal que no habíamos visto antes. Nuestro cuaderno rojo estuvo entre nosotros, sin ser tocado por lo menos en dos semanas. Estaba pensando en si todos nos hubiéramos quedado donde estábamos por beber la noche del accidente, el accidente nunca hubiera ocurrido, el equipo de futbol podría haber estado jugando en el Estado este fin de semana.

Si mi cuerpo no tuviera la debilidad de un niño de cinco años, todavía sería capaz de jugar en el equipo de baloncesto.

—¡Jake! —gritó Sam finalmente—. ¿Tampoco puedes oír?

6 Lengua de Señas Americana (ASL en inglés).

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Mis ojos de repente saltaron a su cara. Nunca había oído a Sam sonar tan loca, y eso que sólo soltó una frase.

—¿Qué te pasa? —preguntó, con los ojos ardiendo. Se veía molesta—. Has estado actuando como un total idiota desde que saliste del hospital. Entiendo que es una mierda de vida para ti en este momento, pero necesitas superarlo y dejar de sentir lástima por ti mismo.

Mis entrañas se estremecieron mientras la miraba.

¡No le digas esas cosas a la gente como yo!

Agarré mis cosas, las metí de nuevo en mi mochila y salí de la habitación. Me moví por los vacíos y silenciosos pasillos, en línea recta a las puertas, hacia mi coche. Tiré mi mochila en el asiento trasero, mis libros explotando fuera de ella. Cerrando la puerta detrás de mí, arranqué el coche y me fui pitando del estacionamiento.

No tenía ningún lugar al que quisiera ir, sólo conduje. La baja velocidad me cabreaba cuando fui por las calles estrechas y sinuosas. Cuarenta simplemente no era lo suficientemente rápido. Arranqué pasando la “Tienda de la Esquina”, y me disparé más allá del lago estatal de Morgan. Pronto pase el Café Olga y el complejo Perez Bay. Me metí por un camino de tierra. No me importaba si estaba invadiendo una propiedad privada. Tuve suerte, el sucio camino terminó justo después del agua en un terreno baldío. El terreno estaba pendiente hacia el agua antes de romper con el océano.

Me bajé del coche, dejando las llaves pegadas, y me fui al muelle que se extendía sobre el agua.

El otoño había vuelto con toda su fuerza, el cielo nublado, se perdía en la parte superior del océano. A lo lejos sólo podía ver las islas que bloqueaban la vista al continente.

Quería gritar mientras estaba allí, mis dedos de los pies colgando sobre el borde del muelle. Quería lanzar un aullido desgarrador por mi desfigurada garganta hacia los cielos nublados. Quera decir cada maldición que mi madre me había enseñado a no decir.

Me hubiera conformado con un gemido cortado, sólo lo suficiente para que algún sonido saliera de mis labios.

Caí de rodillas, mis pantalones cada vez más húmedos. Me caí hacia adelante sobre mis manos, y finalmente hundí mi frente en mis rodillas, jalándome el pelo con la fuerza suficiente que estaba sorprendido de que no se desprendiera.

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Mañana era Acción de Gracias. Mañana mis abuelos Hayes vendrían desde Tacoma, la hermana de mi papa, la tía Tally traería a sus tres hijos. Nuestra casa se llenaría con el olor de un millón de platos, todos nos sentiríamos alrededor de la enorme mesa del comedor, y antes de comenzar a comer diríamos cada maldita cosa que agradecíamos.

Sentado allí, en ese muelle yo solo, no me siento como si tuviera algo por lo cual agradecer este año. O nunca.

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24 Todavía nada…

¿Alguna vez habrá algo otra vez?

Traducido por Elle

Corregido por Marie.Ang

Esa noche no me fui a casa hasta después de las once. Mis padres estaban completamente locos, a punto de llamar a la policía para que me buscaran. Papá realmente me echó un sermón, así que allí me quedé de pie, escuchándolo todo.

La mañana de Acción de Gracias amaneció gris y oscura, con amenaza de lluvia en cualquier momento. Me quedé en la cama durante un buen tiempo, mirando por la ventana, sin pensar o sentir nada.

La puerta crujió al abrirse y mamá metió la cabeza. Podía escuchar el sonido de los abuelos, la tía Tally los niños afuera.

—¿Jake? —dijo con cautela, sin entrar del todo en la habitación—. Olvidé un par de cosas para la cena esta noche, ¿te importaría ir por mí a The Market y recogerlas? Si no, puedo enviar a Jordan.

Me senté, frotándome el cabello que se paraba por todos lados. Sacudí la cabeza y alcancé la libreta.

No, escribí. Iré yo.

—Gracias, cariño —dijo, su rostro explotó en una sonrisa de alivio. Estaba sorprendido cuando sus ojos comenzaron a aguarse, volviéndose rojos. Antes de que pudiera escribir ¿Qué pasa? ella atravesó la habitación y me envolvió en sus brazos.

—Tenemos mucho por lo que agradecer este año, Jake —dijo con voz llena de emoción—. Sé que es duro, pero no lo olvides.

Se alejó de mí, dejando que algunas lágrimas rodaran por sus mejillas. Me dio un beso en la frente e intenté devolverle la sonrisa, aunque no pensé lograrlo. Mamá me entregó la lista y luego se retiró.

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Me vestí despacio, sintiendo como si no estuviera en mi cuerpo. Las piernas de alguien más se deslizaban en los vaqueros. Alguien más se estaba poniendo esa chaqueta y esos zapatos.

Sin siquiera pensar realmente en ello, abrí la ventana y la trepé. No me sentía muy bien como para ver a todo el mundo en el momento. Cerrando la ventana detrás de mí, crucé el césped cubierto de rocío hacia mi auto.

Island Market era una pequeña tienda de abarrotes y no podías evitar tropezarte allí con la gente que conocías, incluso en una mañana de Acción de Gracias. O tal vez, especialmente en una mañana de Acción de Gracias. Me topé con el oficial Ryan, el policía que nos había encontrado a Carter, Rain y a mí después del accidente. Pasé a la señora Sue. Incluso capté un destello de Kali detrás de la registradora, aunque en realidad no le hablé.

Reuní las cosas de la lista de mamá y las puse en el asiento trasero del coche. Estaba a punto de dejar el estacionamiento cuando vi a Sam doblar la esquina. Para entonces había comenzado una llovizna neblinosa y nadie caminaba sin paraguas, pero por alguna razón, Sam sí, y su cabello se empapaba.

Giré hacia la izquierda para seguirla. No me tomó mucho encontrarla mientras caminaba por la acera. Disminuí y conduje a su lado, bajando la ventanilla. Ella llevaba una bolsa de papel marrón en una mano y un libro al que tenía pegada la nariz en la otra.

Buscando algo con lo que atraer su atención, me conformé con un bolígrafo y se lo lancé. Golpeó la bolsa de papel que llevaba y la hizo saltar sorprendida. Mirando alrededor, finalmente me vio a través de la ventana. Le hice una seña con la mano, metiéndome casi en el estacionamiento.

Ella me miró, observando todo el camino por el que había venido. Podía darme cuenta de que se debatía si debía alejarse. No podía culparla después del modo en que había actuado la semana pasada. Finalmente cruzó la calle y rodeó el coche. Abrió la puerta del pasajero y se hundió en el asiento, dejando caer la bolsa en el suelo, junto a sus pies.

—¿Qué quieres, Jake? —prácticamente escupió—. ¿No deberías estar en casa ahora mismo con tu familia?

¿No deberías tú también? Escribí.

Su mirada se quedó fija en mis palabras por un momento, su rostro se tensó. Pensé que sus ojos se habían enrojecido un poco.

La triste comprensión me golpeó.

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Tu mamá se fue otra vez, escribí. ¿Cierto?

Samantha miró por la ventana, alejando su vista de mí. Me pregunté si desviaba la mirada para poder limpiarse las lágrimas sin que yo la viera.

—Está nevando y se quedó varada en el aeropuerto en el este —dijo con voz tensa—. No será capaz de llegar a casa hasta que el clima cambie. —Volvió la cabeza hacia el frente del coche. Podía ver la humedad formándose en sus ojos—. Iba a la tienda a comprar algo para comer.

Me quedé mirando a Samantha por todo un minuto. Finalmente, puse el Bronco7 en marcha y doblé la esquina.

—Uh, ¿a dónde me llevas? —preguntó Sam, su voz era una mezcla de molestia e incertidumbre. Pensé ver un destello de esperanza—. Voy en la dirección opuesta.

No me molesté en responder, solo seguí manejando.

Sam no dijo nada más. Se sentó tiesa por un minuto, como si estuviera insegura de si debía exigir que la dejara salir del auto o tal vez saltar si yo no se lo permitía. Pero para cuando pasamos el aeropuerto, finalmente se relajó en el asiento, observando el paisaje.

Aparqué en la entrada y levantándome las mangas, escribí: Ven adentro.

—Jake, no quiero molestar ni nada —intentó protestar, aunque sonaba bastante desganado—. Quiero decir, estoy bien con mis cereales, banana y pizza congelada.

Solo rodé los ojos y sacudí la cabeza. Entra, escribí en mi piel.

Me ofreció una sonrisa apreciativa, manteniendo mi mirada por un minuto. —De acuerdo, bien —dijo al final—. Pero te voy ayudando a cargar esas bolsas.

Y lo hizo. Ambos nos detuvimos frente a la puerta con las manos llenas. Le di una mirada que esperaba dijera ¿estás lista para esta locura?

Samantha inhaló profundamente, apretó los ojos un momento y luego asintió.

La casa era un completo caos. Joshua, James y los hijos más pequeños de Tally corrían como maniáticos por la casa, persiguiéndose el uno al otro

7 Es un coche

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en una mezcla de espadas plásticas, sables de luz y armas de juguete. Mamá, Jordan, Jenny, abuela y tía Tally estaban en la cocina, hablando unas con otras en voz alta. Cualquiera que no fuera de la familia supondría que estaban en medio de una pelea. Yo sabía que ese sencillamente era el modo en que se hablaban cuando discutían el mejor modo de hornear un pastel o aderezar un pavo. Abuelo, papá y John estaban sentados mirando algo en sus laptops. Jamie yacía en la ventana, leyendo uno de los libros de la media docena que leía semanalmente.

Estaban pasando tantas cosas, que nadie se dio cuenta de que había regresado y que había traído a un huésped conmigo.

—¿Estás seguro de que está bien que yo esté aquí? —preguntó Sam, nerviosa—. No me quedaré si no habrá suficiente comida o si las cosas se vuelven raras para todo el mundo.

Entonces a través de la cocina notamos a Kali ayudando.

Miré a Sam con una expresión de ¿estás bromeando?

Ella sonrió. La reputación de mi madre por tener esta habilidad para alimentar a un batallón de gente a cualquier hora era bien reconocida.

Asentí con la cabeza, vamos, y con cuidado, Sam me siguió a la cocina.

—Finalmente —dijo mamá apartando su mirada de algo que cocinaba en el horno. Sus ojos encontraron a Sam—. Hola Samantha —dijo con una brillante sonrisa, justo como yo lo esperaba—. Me alegra que puedas unírtenos. —Ese era el modo en que era Jackie Hayes. Mientras más, mejor. Solo mira nuestra familia de siete niños.

—Gracias, señora Hayes —dijo Samantha, ofreciéndole la bolsa de abarrotes que llevaba—. Realmente aprecio que deje que me quede.

—Bueno, alguien tiene que comerse toda esta comida —dijo mirando al horno. Las cuatro hornillas tenían algo sobre ellas—. ¿Tu mamá se nos unirá?

Samantha se tensó, sus ojos se apartaron del rostro de mamá. —Mi mamá ha estado viajando, como siempre, lo más posible. Se suponía que volaría de regreso a casa esta noche, pero su vuelo está en tierra por la nieve. No será capaz de llegar a casa hasta mañana, como mucho.

—Escuché sobre esa tormenta de nieve —dijo mamá agarrando alguna especia de su abarrotado mostrador de botellas y bolsitas—. Siento que se haya quedado ella sola, pero me alegro de que Jake te trajera a casa, así no estás sola.

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—Gracias, señora Hayes —repitió Sam.

—Señora Hayes —se burló mamá—. La mitad de los niños de esta isla me llaman mamá.

Sam le dio una pequeña sonrisa y asintió. Pensé que sus ojos se enrojecían nuevamente, solo un poco.

Kali parecía haber notado que yo estaba en la cocina y me saludó con efusión. No pude evitar sonreír ante su abrazo. Kali siempre abrazaba. Con la mayoría de los hombres eso hubiera sido raro, pero con Kali hubiera parecido raro si no te abrazaba para saludar.

Y como lo más sencillo del mundo, Sam flotó hacia la cocina, ayudando donde podía, conversando con mamá, cambiando a Jordan, hablando con Jenny. Justo como si perteneciera a allí. Sonreí un poco mientras la observaba desde la sala, pretendiendo prestar atención a lo que sea que papá, abuelo y John estaban hablando.

Sam ya no parecía sola.

La cena se demoró otro par de horas, pero preparar comida para dieciséis personas y que esté lista para la una de la tarde es bastante impresionante. La mesa de cenar de los Hayes se había extendido en toda su longitud, así como dos extensiones en el medio y una mesa plegable al final. Llegaba hasta la mitad de la sala, pero bajo las instrucciones de mamá, todos seríamos capaces de sentarnos juntos. Sam, Jamie y yo ayudamos a traer todo a la mesa cuando estuvo listo. Sam parecía insegura de donde debía sentarse, así que me hundí en una silla y le indiqué la que estaba a mi lado. Joshua se sentó a su lado y la tía Tally se hundió en la silla a mi otro lado.

—Silencio todo el mundo —gritó mamá sobre la cháchara—. Continuando con la tradición, pediré a cada uno que diga algo por lo que estar agradecido.

Dándole a papá una cálida mirada, de esas que me aseguraban que siempre estarían juntos, ella tomó su mano en la suya. Papá tomó la de Jamie con la otra. Miré a Sam, sonriéndole mientras tomaba su mano y la de Tally en la otra. Luciendo insegura de si estaba haciendo lo correcto, tomó la mano de Joshua en la otra.

Mamá comenzó, como siempre, agradeciendo por su familia, que todos estaban juntos y sanos. Papá, abuelo y abuela dijeron más o menos lo mismo. Jenny murmuró algo acerca de estar agradecida por estar en la universidad, James bromeó sobre su Xbox. Cuando llegó mi turno, solo

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sacudí la cabeza. Hubo un momento raro donde todos me miraron. Se sentía como si una enorme nube oscura creciera en la habitación y que nos iba a sofocar a todos.

—Estoy agradecida por la vida —dijo Sam, rompiendo la nube—. Se va con mucha facilidad.

Hice mi mayor esfuerzo para no mirarla cuando terminó y Joshua dijo algo que ni siquiera escuché.

Cuando todos terminaron, mamá le pidió a papá que dijera una plegaria por la comida.

Papá esperó un segundo para que todos se tranquilizaran. Aún sosteniéndonos las manos, cada uno cerró los ojos y bajamos la cabeza.

—Padre Nuestro —comenzó papá—. Tenemos mucho que agradecer este año. Te agradecemos por nuestro hogar, por la oportunidad de vivir en esta hermosa isla. Estamos agradecidos por la familia, especialmente por Jacob. —Sentí que Sam me apretaba suavemente—. Estamos agradecidos por nuestro amigos, que Kali y Samantha pudieran estar con nosotros. —Era mi turno de apretar la mano de Sam—. Pedimos una bendición para esta comida y deseos, amén.

—Amén —dijeron todos menos yo.

Y justo así, la mesa se convirtió en un frenesí de brazos agarrando, cucharas en los platos y líquidos vertiéndose. Sam solo se sentó por un momento, dejando escapar una risita. Solo la miré y sonreí. La rodeé para aceptar el cazo gigante de puré de patatas que Joshua estaba pasando sin mirar. Tomando una gran cucharada, la eché en el plato de Samantha y luego una más grande en el mío.

Apenas si podía ver los bordes para cuando terminé de servirme la primera ronda de comida. Me aseguré de que Sam tampoco. Ella necesitaba un poco más de carne en sus huesos.

—Así que —dijo Joshua a Sam con la boca llena de pavo—, ¿eres la novia de Jake o algo así?

Sam rió, mirándome. —Jake es mi amigo —le respondió al pequeño Joshua, despeinándolo—. Me invitó, así no estaría sola hoy.

—Qué malo —dijo, tragando su bocado antes de tomar otro. Había cogido una pata de pavo entera—. Sí que eres bonita.

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No pude evitar reír al mismo tiempo que la mitad de la mesa estallaba en risas. Sam enrojeció.

El resto de la comida pasó de modo similar: en un relajado y alegre caos. Para cuando todos terminaron, aún quedaba un tercio de la comida en la mesa. Sabía que mamá le llevaría platos de comida a diferentes personas esa noche, determinada a alimentar a la mitad de Orcas.

Mientras todos esperaban a que sus estómagos digirieran lo suficiente para hacer espacio para el pastel, recogimos la mesa y comenzamos tres tipos diferentes de juegos. Una ronda de dominó en una esquina, con los menores de trece años jugando. Otra de cartas que no entendí cómo jugar, con Tally, abuela, Jamie, Jenny y Jordan. Mamá, papá, Sam y yo jugamos a un nuevo juego que consistía en cartas, un tablero con piezas plásticas y dados que nunca había jugado antes. Perdía miserablemente, prestando atención a solo la mitad del juego. Por supuesto, Samantha iba ganando, demasiado inteligente en el juego como para ser justo para el resto de nosotros.

Sentí que debería haber estado más contento ese día. La vida era bastante buena. Tenía a toda mi familia junta, todos se llevaban bien. Tenía una casa cálida y buena comida. La chica de mis sueños estaba conmigo y con mi familia como si fuera una más de nosotros.

Pero no podía apartar el sentimiento de autocompasión de mi cabeza.

No podía unirme a sus conversaciones. Seguí atrapándolos mirándome la garganta. Ya ni siquiera podía reírme con ellos. Todo se sentía mal.

Eventualmente, cuando comenzó a oscurecer, a eso de las 16:30, Sam, Jenny y mamá se fueron a la cocina a servir el pastel para todos. No me di cuenta de que Sam me conocía tan bien cuando me trajo cuatro tipos distintos de pastel en un plato. Solo me dio una pequeña sonrisa y volvió a la cocina.

Todos estaban bastante tranquilos sentados en la sala, saboreando el pastel. Yo me senté en el asiento de la ventana, con Sam a mi lado, tan juntos, que nuestros hombros se tocaban. Sabía que toda la familia nos miraba, buscando señales de que éramos más que amigos. Sabía lo feliz que eso haría a la mitad de las chicas en la habitación. Ellas nunca lo dirían y no sería la gran cosa por un par de años, pero yo sabía que al menos preocupaba a mamá el que nunca tuviera una novia que fuera lo suficientemente comprensiva ante mi incapacidad para hablar.

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Pero eso no era lo que estaba pensando en ese momento. Estaba intentando con todas mis fuerzas no pensar en nada, porque mis pensamientos siguieron queriendo volverse oscuros en lo que debía haber sido un maldito buen día.

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25 8 horas desde recoger a Sam...

Traducido por Zafiro

Corregido por Marie.Ang

En algún momento alrededor de las 17:30, los abuelos y Tally se dirigieron de vuelta hacia el transbordador para ir a casa. Sam y yo nos ofrecimos a lavar los platos, cosa que hicimos en el cómodo silencio que habíamos experimentado aquel día en el lago. Pero en este día de Acción de

Gracias, el día en el lago ya no parecía real.

—Bueno —dijo Sam mientras se secaba las manos, todos los platos lavados—. Creo que comenzaré a caminar a casa.

Hice la señal para riendo, transmitiendo a través ella el mensaje de muy graciosa.

—En serio, está bien —dijo. De repente sonando nerviosa—. No me importa caminar.

Habiendo encontrado una pluma en mi bolsillo, cogí una toalla de papel y garabateé: Está completamente negro afuera, y lloviendo.

Mi cara debe haberse visto bastante molesta, porque la de Sam de pronto se endureció, entrecerrando sus ojos. —Bien —dijo, su voz aguda y fría.

Dándole una rodada de ojos, me di la vuelta y caminé hacia la puerta. La familia entera le dijo adiós a Sam mientras ambos salíamos a la calle, ella devolvió sus adioses calurosamente. Estos días se sentía como si sus sonrisas nunca fueran lo bastante reales cuando me miraban.

Ninguno de nosotros dijo nada mientras nos metimos en el Bronco, ambos golpeando las puertas cuando entramos. Podía decir que había algo en la mente de Sam de nuevo mientras salía de la calzada. Ni siquiera lo había puesto en marcha antes de que explotara.

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—¿Cuál es tu problema, Jake Hayes? —gritó prácticamente. La miré cuando empecé a salir hacia adelante, mis cejas juntándose—. Además de tu estúpido accidente, tienes la vida perfecta y estás deprimido como... no sé, ¡como un pequeño bebé malcriado!

Quería gritarle de regreso, preguntarle cómo se atrevía, pero sólo pude fulminarla con la mirada, mirando entre ella y la carretera.

—Tienes una familia, ¡una que te ama! —Continuó, con la cara cada vez más roja—. Tienes un techo sobre tu cabeza y comida más que suficiente para comer. Tus amigos pueden no “captarlo”. —Hizo una pequeñas comillas en el aire—. Pero aún están tratando de estar allí para ti. Y todo lo que puedes hacer es aislarte del mundo y sentir lástima por ti mismo.

No había nada como recibir gritos y no ser capaz de defenderte. Encendí las direccionales, a punto de girar al Camino del Bosque Encantado.

—No —dijo de repente Sam, sacudiendo la cabeza—. Ya no vivo ahí. Corta a través de la ciudad y empieza a salir hacia el lago.

No me había dado cuenta de que Samantha se había mudado.

Mantuve mis ojos hacia adelante, tratando muy duro de no mirar a Sam mientras me dirigía hacia el pueblo. Pero podía decir que los ojos de Sam estaban sobre mí. Podía sentir la ira saliendo de ella.

—Hay algo que quiero mostrarte —dijo de pronto, mirando a través del parabrisas y hundiéndose en el asiento—. Creo que es algo que tienes que ver.

Seguí las instrucciones de Samantha, a través de la ciudad, girando a la derecha en la Tienda de la Esquina, y saliendo hacia el lago. No habíamos avanzado más de dos kilómetro desde la Tienda de la Esquina, sin embargo, cuando me dijo que fuera hacia la izquierda por un camino de tierra.

Como muchos de los caminos en Orcas, éste estaba cubierto, todos los árboles empujando de vuelta en el corte del hombre a través de su territorio. Helechos estaban brotando entre las huellas de los neumáticos y la grava se veía arrastrada en más de un lugar. Condujimos en silencio durante un minuto por ese camino hasta que una pequeña casa apareció a la vista. Empecé a detenerme delante de ella.

—No —dijo Sam, agitando la cabeza—. Sigue por detrás.

Le di una mirada burlona, pero hice lo que me dijo, siguiendo por el lado de la casa a la parte posterior.

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Había una vieja casa rodante aparcada justo detrás de la casa, fuera de la vista desde la entrada. Una manguera de jardín verde iba desde la casa a la casa rodante, y otra línea naranja que asumí era un cable de alimentación. La casa rodante estaba cubierta de musgo, el mismo musgo que reclamaba en la isla todo lo que no se ha mantenido.

—Vamos —dijo Sam, saliendo del coche. Su comportamiento era todavía frío mientras salía tras ella. Se acercó a la casa rodante y subió las tambaleantes escaleras. Abrió la puerta y entró, yo siguiendo justo detrás de ella, con nuestro cuaderno en mano.

El interior estaba más limpio que el exterior, pero todavía estaba oscuro y viejo. Una pequeña cocina que consistía en un pequeño mesón abarrotado y el lavabo. La mesa del comedor estaba cubierta de libros de texto y páginas de cuadernos. Al fondo había una puerta que daba a lo que parecía un dormitorio, un armario de escobas y un cuarto de baño.

Miré a Sam, en busca de una explicación de lo que estábamos haciendo aquí en vez de ir a la casa.

—Aquí es donde vivo, Jake —dijo, sus ojos sosteniendo los míos con firmeza—. Completamente sola.

No seguro de si lo estaba haciendo correctamente, hice las señales de dónde y mamá.

Sam no respondió de inmediato. Sus ojos enrojecieron y un poco de humedad se juntó en ellos, pero nunca dejaron los míos.

—Mi madre murió en agosto —dijo, con la voz quebrada.

Sólo seguí mirando a Samantha, mi cerebro no del todo procesando las fuertes palabras que acababa de pronunciar. Los chicos de nuestra edad no tienen que decir frases como esas.

Dejando caer sus ojos de mi rostro, Sam resopló, limpiándose una lágrima que se había liberado sobre su mejilla. Caminó de regreso hacia el dormitorio, y aturdido la seguí. Se dejó caer en la desordenada cama y me senté a su lado.

Abriendo nuestro cuaderno y sacando una pluma de mi bolsillo, escribí. No lo entiendo.

Sam leyó mi escritura, resoplando de nuevo, luciendo agotada por completo. Finalmente, levantó sus ojos para encontrar los míos.

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—Mi mamá renunció a su trabajo en junio —comenzó Sam—. Estaba cansada de todos los viajes y yo no quería viajar más con ella; se estaba volviendo demasiado agotador con la escuela. Ella no quería dejarme sola todo el tiempo. La misma semana que renunció, fue al médico porque no se estaba sintiendo muy bien. Una semana más tarde nos enteramos que tenía cáncer cerebral en etapa cuatro. Siempre había descartado sus dolores de cabeza como estrés del trabajo. Solía bromear y decir que su audición estaba disminuyendo porque se estaba haciendo vieja.

Y esa era la verdadera razón por la que Sam comenzó a tomar lenguaje de señas.

Dejé escapar un largo y lento suspiro, apoyándome hacia atrás en mis manos, como si necesitara dar algo de espacio a la enorme cosa que acababa de ser revelada. Esto era mucho, mucho más grande de lo que jamás hubiera esperado.

—Solo unas pocas personas en la isla sabían —continuó Sam—. Mamá no quería que las personas sintieran pena por ella, ¿sabes? —Lo sabía—. Así que lo mantuvo en secreto. No fue tan difícil, no muchas personas en la isla realmente conocían a mamá porque estaba siempre fuera.

—No mucha gente sobrevive a la etapa cuatro del cáncer cerebral. Para ese momento ya es demasiado tarde. Lo fue para mi mamá. Dijeron que podría comenzar tratamientos, pero eso sólo iba a ralentizarlo por algunas semanas y sólo iba a hacerla sentir enferma todo el tiempo. —El labio inferior de Sam se estremeció un poco—. Sólo tuvo diez semanas después de que nos enteramos. Teníamos un poco de dinero ahorrado después de que renunció a su trabajo, pero en ningún lado era lo suficiente para pagar todas las facturas del hospital. Pusimos la casa en venta a principios de agosto, con la esperanza que podríamos mantenerla en el hospital durante un poco más, darle otra semana o algo así. La casa se vendió tan sólo ocho días antes de que muriera. Firmó todos los papeles de la venta en el hospital. Conseguimos el dinero para ello el día que murió.

Las lágrimas se deslizaban libremente por el rostro de Sam ahora. Extendí una mano y cepillé un flujo de ellas de su mejilla derecha. Cerró los ojos, presionando su mano contra la mía, atrapándola contra su rostro.

—Nadie nunca vino a buscarme, Jake —dijo en un ronco susurro, con los ojos aún cerrados—. Hablé con la gente, pensé que mis abuelos iban a venir, o Mike, mi padre. Servicios infantiles se encargó de ver quién tomaría la custodia. Pero nunca nadie vino por mí.

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—Finalmente cogí un autobús después de que mamá fue enterrada en Everett, y volví a la isla. Para entonces comprendí que estaba por mi cuenta. Así que tomé lo que nos quedó de dinero, después de que vendimos la casa, pagamos las cuentas de mamá, y compré esta mierda de casa rodante. Esa casa es sólo una casa de verano así que me imagino que está bien que me quede aquí hasta que regresen en junio.

Levanté mi otra mano hasta el otro lado de la cara de Samantha. Abrió sus ojos para mirar a los míos, pareciendo tan insegura. Sólo pude mirarla fijamente.

Esto explicaba todo. Por qué Sam se había alejado de todo el mundo tanto este año. Por qué había perdido tanto peso. No tenía dinero para comida. Y su mamá no había estado atascada en un aeropuerto, hoy en día en Acción de Gracias. Se había ido hace mucho.

Sam estaba más sola de lo que jamás podría haber imaginado.

—Así que entiendes por qué estaba tan enojada antes —dijo, manteniendo mi mirada—. Tal vez no puedas hablar más, y eso apesta. Pero todavía tienes familia. Aún tienes una casa. Todavía tienes comida. —Su respiración salía pesada y cansada—. Aún lo tienes todo Jake, y simplemente no lo has visto.

Sentí que algo picaba detrás de mis ojos y me sorprendí cuando una lágrima rodó por mi mejilla. Quería decirle que lo sentía. Quería recuperar la totalidad de los últimos siete días. Quería meterme en un agujero y desaparecer.

Habían cosas mucho peores que podrían sucederte que perder tu voz.

Abriendo el cuaderno otra vez, me puse a garabatear una confesión. Tenía que decírselo ahora.

La noche que tuve mi accidente, escribí. Venía a verte. Estaba borracho, pero los chicos me convencieron. Venía a decirte...

Samantha arrancó la página de mis manos, leyendo lo que escribí. Miré su cara, confundido, al borde de estar herido porque no me dejaría escribirlo.

—No lo digas —susurró, con los ojos fijos en mi cara, sus ojos brumosos. Negó con la cabeza—. No digas eso.

Todo dentro de mí quería decir pero es verdad. Mi mano se elevó a un lado de su cara otra vez. Los ojos de Sam estudiaron mis labios y yo estudié los suyos. Cada uno se acercó más hasta que nuestras frentes se tocaron. Se

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sentía como si corrientes de electricidad estuvieran pasando a través de los dos, haciéndome sentir como si me fuera a derretir por la intensidad.

Quería susurrarle un millón de cosas a Sam, todas las cosas que no dije, pero no pude. Así que en lugar de eso, me incliné hacia delante y dejé que mis labios le mostraran.

Los labios de Sam fueron vacilantes al principio, como sobre-analizando si iba a lamentar hacerlo. Y luego se suavizaron bajo los míos. Su mano fue a la parte de posterior de mi cuello, mientras mis manos apretaban su espalda.

Había mucho dolor en ese beso. Había tanto dolor y tanto miedo en él. Sentí las lágrimas rodando por nuestros rostros. Pero, en ese beso, había incluso más que deseo. Los dos queríamos sofocar ese dolor, no tener tantas cosas horribles en el pasado demasiado reciente, sólo ser normales, hacer el tipo de cosas con el que se suponía debíamos lidiar, además de la muerte y la discapacidad.

Sam se movió sobre mí, presionándome contra la cama. Sus labios se movían con los míos de una manera que era tan familiar que podría haber jurado que lo había hecho miles de veces antes. Y sin embargo era tan nueva, no quería parar nunca porque tenía miedo de que si lo hiciéramos, me daría cuenta de que nada de esto era real.

Los labios de Sam sabían a fresas y plátanos.

Sam se echó hacia atrás alejándose, sus ojos estudiando los míos. Tenía esa mirada de nuevo, como si hubiera algo en su mente.

Como si pudiera leer ¿qué? en mi cara, ella respondió.

—Me has gustado durante un tiempo, Jake —dijo ella—. Quería hacer algo al respecto este verano, pero entonces mamá enfermó y no podía estar preocupada por el chico que me gustaba cuando mi madre se estaba muriendo. —Se detuvo un segundo, estudiando mis ojos de nuevo—. Sólo quería que lo supieras.

Rocé la palma de mi mano contra su mejilla, mis ojos aún fijos en ella.

No me había dicho que me amaba. Creía en Sam cuando había escrito acerca de no creer en el amor. Pero había dicho que por lo menos le gustaba.

En ese momento, eso significaba todo.

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Levanté la cabeza de la cama y presioné mis labios contra los suyos brevemente. Sonrió de una manera que nunca había visto antes. Me comprometí a hacerla sonreír así, tanto como me fuera posible.

Me estiré en la cama por nuestro cuaderno y la pluma.

Esto cambia las cosas, escribí, girándolo para que pudiera verlo.

—Sí —sonrió, besando mis labios de nuevo—. Así es.

Pasamos las próximas dos horas hablando, llenando un total de diez hojas de papel. Le pregunté cómo sobrevivió, de dónde sacó el dinero. Me sorprendió cuando me dijo que hizo dinero de una chica que iba a una escuela preparatoria en Seattle, haciendo la tarea para ella y enviándola en línea.

Me dijo que tenía miedo que alguien finalmente se daría cuenta de que todavía estaba aquí y tratara de venir a llevársela. El plan siempre fue ir a la Universidad de Washington después de la graduación y obtener su título de enseñanza, pero para asegurar su beca necesitaba asegurarse de mantener su condición de Valedictorian8, y no podía hacer eso a menos que se quedara aquí en la Secundaria Orcas.

Sólo tenía que permanecer escondida durante las siguientes diecinueve semanas hasta que cumpliera dieciocho años.

Hace unas tres semanas que había movido la casa rodante a esta casa desde algún lugar pasando justo el campo de golf cuando los propietarios regresaron a su casa. Y hace unas semanas, se había visto tan terrible porque había estado tres días sin electricidad. Algunos roedores habían masticado sus cables. Quedé impresionado que los hubiera reparado por su cuenta.

Ya no podía sentir lástima por mí mismo, lo sabía. Al ver lo que Sam tenía que vivir, cómo había seguido su camino después de que lo había perdido todo, todo, me hacía sentir como un criminal. Yo tenía todo, excepto una voz. No iba a perder más tiempo actuando como un idiota y dejando pasar mi vida sin vivirla.

Prometí vivir cada segundo de ella, después de ese día en la casa rodante de Sam.

8 Valedictorian, se denomina así a los estudiantes graduados con las mejores calificaciones.

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26 19 semanas para el cumpleaños de Sam

11 Horas desde que descubrí la verdad

Traducido por Zöe..

Corregido por Marie.Ang

Nunca había habido un mejor descanso de Acción de Gracias que el del año de graduación. Mamá, Jamie, Jenny y Jordan se fueron de la isla temprano el Viernes Negro, sin esperar conseguir mucho, solo irse. Papá, John, James y Joshua también se fueron a hacer no sé qué cosa. Pretendí ser indespertable cuando llegaron a buscarme por la mañana, y por suerte, me dejaron a solas con una nota. Tan pronto como supe que se habían ido, me puse mi ropa y me fui a Teazer por rollos de canela y leche de freza. Llegué al remolque de Sam a las ocho, justo cuando el sol comenzaba a subir. Llamé a la puerta tres veces, con cuidado de no dejar caer el desayuno en el suelo.

Escuché que algo golpeó el piso con fuerza, seguido de una maldición. Sonreí, riéndome en silencio. Finalmente, Sam abrió la puerta, sus ojos amplios por el miedo.

—¡Jake! —dijo, y el alivio lavó su rostro—. Oh, mi… ¡Jesús! ¡Me asustaste! Pensé que deberían ser los propietarios o la policía. ¿Qué haces aquí tan temprano?

Levanté la bolsa y las tazas. No podía evitar mirar las piernas de Sam. Se asomaban por una delgada bata roja que se aferraba a su pequeño cuerpo. Sam realmente necesitaba subir como siete kilos. Tendría que comenzar a traerla a cenar tan a menudo como mamá lo permitiera.

—Aww —dijo—. ¿Me trajiste el desayuno?

Asentí con la cabeza y entré. No estaba helado en la casa rodante, pero tampoco estaba terriblemente caliente. Noté un pequeño calentador atrás en el dormitorio. Hice una nota mental para buscar uno más potente en nuestro almacenamiento.

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Sam descuartizó su rollo de canela más rápido de lo que alguna vez yo lo habría hecho, y después de alguna insistencia, le di la mitad del mío también. Se lamió los dedos cuando terminó.

—Gracias —dijo, limpiándose la boca con una servilleta—. Uno pensaría que después de esa enorme comida con la que tu familia me alimentó ayer no estaría tan hambrienta.

De repente me levanté y caminé hacia la pequeña nevera de Sam y la abrí. Encontré medio galón de leche, un pequeño trozo de queso y unas cuantas manzanas. La mitad de una barra de pan estaba en el pequeño mostrador junto con las galletas y los plátanos que habían sido destinados a ser la cena de Acción de Gracias de Sam. Su pizza congelada había estado fuera demasiado tiempo ayer y la tiramos. Miré de nuevo a Sam. Ella me miraba, con vergüenza en sus ojos.

¿Por qué no te vistes?, escribí. Iremos a mi casa un rato. La familia está fuera de la isla hoy.

No tomó mucho más que eso. En menos de tres minutos, Sam salió de su habitación usando el mismo jean que había llevado el día anterior y un suéter que parecía haber sido usado una vez antes, también. Sin esperar a que protestara, fui a su dormitorio. Mirando alrededor, no me tomó mucho tiempo encontrar su cesta de la ropa metida en una esquina. Agarrándola, pasé junto a Sam, que parecía bastante avergonzada. Sin decir nada, Sam tomó nuestro cuaderno de la mesa y me siguió hasta el Bronco.

Sam parecía relajada en una forma que nunca había visto antes mientras conducíamos por la ciudad y hacia mi casa. Estaba tranquila mientras avanzábamos, mirando los árboles y las pequeñas tiendas que nos rodeaban. Era una de las raras ocasiones en que no parecía tener algo en mente, simplemente disfrutando del momento y de ser.

La casa estaba inusualmente tranquila cuando entramos. Tranquilo era casi tan raro en esta casa como las nevadas en la isla. Sucedía, pero parecía como un milagro cuando lo hacía.

Sam me siguió hasta el lavadero junto a la cocina. Había montones de ropa de todo el mundo en la habitación y me encontré con un montón de cosas de Jamie todavía en la lavadora. Olía un poco mal, como si hubiera estado allí por un día o dos. Metí la ropa en la secadora de todos modos y la inicié.

Poniendo un poco de detergente en la máquina, eché la ropa de Sam, pretendiendo como si no estuviera viendo toda su ropa interior y

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sujetadores. Cerrando la tapa, me volví hacia Sam, y la encontré mirándome fijamente.

—Estoy impresionada —dijo asintiendo con la cabeza—. No creo que muchos chicos sepan cómo lavar la ropa.

Sólo sonreí. Cuando había siete niños en casa, les enseñabas a tus hijos muy temprano cómo lavar su propia ropa. A mamá le ahorraba horas de trabajo por semana. Joshua era el único que no lavaba su propia ropa.

Luego fui a la despensa, que era del tamaño de una habitación pequeña. Cuando mamá se iba de la isla regresaba con la furgoneta cargada con toda la comida que podía. Con tanta gente, era mucho más barato comprar fuera de la isla que aquí. Encontrando una caja vacía en el suelo, comencé a llenarla de cosas. Galletas, cereales, sopas enlatadas. Todo lo que podía caber en la caja.

—Jake —dijo Sam, horror llenando su rostro—. Más vale que eso no sea para mí. No puedo tomar todo eso. Es como robar.

Negué con la cabeza, saliendo de la despensa con la caja de Sam llena. Agarré el cuaderno. Confía en mí, escribí. Mamá no se dará cuenta. Y si lo hace, sólo le diré que hoy estaba muy hambriento.

—Jake —protestó, sacudiendo la cabeza—. No puedo.

Mira, escribí, rodando los ojos mientras miraba levantaba la vista. Voy a darles un buen regalo extra de Navidad a mamá y a papá para pagarles.

Me miró por un largo tiempo, y pude ver el debate interno que estaba teniendo. Finalmente, sólo sacudió la cabeza, una pequeña sonrisa propagándose. Su estómago ganó.

Sacando una pequeña nevera, la llené con una bolsa de restos de pavo, un par de bolsas de verduras congeladas, y unos trozos de pollo congelado. Colocándola junto a la caja de cosas no frías, fui al garaje, Sam arrastrándose detrás de mí.

No me tomó mucho tiempo encontrar un calentador de un buen tamaño. Funcionaría mucho mejor que el que Sam usaba actualmente. Había intentado protestar contra esto también mientras llevaba todo a mi coche, pero sólo la despedí con la mano.

¿Hay algo más que necesites? Escribí cuando volvimos a entrar.

—En serio, Jake —dijo—. Todo esto es demasiado.

Señalé a mi escrito nuevamente, poniendo mis ojos en ella.

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Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios y cerró el espacio entre nosotros. Envolvió sus brazos detrás de mi cuello, escondiendo su cara en mi pecho. —Estoy bien. Gracias.

La besé en la mejilla. Ella volvió su cara a la mía y mis labios encontraron los suyos, cálidos y suaves.

Hoy sabían como a jugo de uva.

Encendimos el televisor y miramos algunas malas comedias mientras esperábamos que la ropa de Sam terminara de lavarse. No pude evitar sonreír y lamí mis labios de vez en cuando, el sabor a uva todavía ahí.

Se sentía bien estar ayudando a alguien más, alguien que realmente lo necesitaba. Mejor que bien. No me había sentido así en mucho, mucho tiempo.

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27 19 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por CoralDone

Corregido por JazminC

Por alguna razón estaba nervioso por comenzar la escuela de nuevo. Sam y yo, ambos hemos dicho que las cosas han cambiado, pero yo realmente no estaba seguro en que han cambiado. Nos hemos besado algunas veces, crecido mucho más cerca, finalmente sabía su secreto. ¿Pero la hacía eso mi novia? ¿Me consideraría ella su novio ahora?

La incertidumbre me estaba matando.

El lunes, mamá dijo que se sentía indispuesta, así que me ofrecí a conducir a todos a la escuela. Jordan hizo una llamada, Jamie se metió a sí misma en el asiento de atrás con James y Joshua. No pude dejar de notar la pequeña sonrisa que se extendió por la cara de Jordan mientras nos acercábamos a la escuela. No dijo nada pero yo sabía que ella sabía.

Mis palmas están sudando como el primer día que volví a la escuela después del accidente.

¿Qué pasará hoy? Me preguntaba.

Me detuve frente a la escuela elemental, Joshua y James saltaron fuera y corretearon hacia el viejo edificio de ladrillo rojo. Jamie se dirigió hacia la escuela media y yo entré en el estacionamiento de la secundaria.

No había pensado en como Sam llegaría a la escuela estos días, ella ciertamente no estaba manejando la casa rodante. Esperaba que hubiese un autobús escolar que se pasara cerca de donde ella vivía.

—¿Oye, Jake? —Oí a Jordan, justo cuando estaba por salir del auto. Miré hacia ella, ya sabiendo lo que iba a decir—. Estoy muy feliz por ti —dijo ella, sonriendo—, Samantha parece perfecta para ti.

Yo simplemente le devolví la sonrisa y le di un pequeño asentimiento mientras salía del auto. Jordan se echo a correr para reunirse con sus amigos.

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La observe mientras se iba, sintiéndome increíblemente agradecido por todo lo que ella ha hecho por mí. Aunque fuera once meses más joven que yo, Jordan siempre se ha sentido más como una hermana mayor, incluso más que Jenny. Jordan siempre ha cubierto mi espalda, ella siempre me cuidaba.

Estaba decepcionado cuando no vi a Samantha antes de que la escuela comenzara. Cálculo se sentía cómo si durara por siempre, cómo si la materia no fuera suficientemente mala de por sí. Mi corazón saltó a mi pecho cuando la campana sonó para el segundo período.

Pero Samantha no estaba, y tampoco estaba en nuestra clase de señas, ni en ingles avanzado. Intenté no tener un ataque total de pánico cuando no la vi en absoluto antes del período de almuerzo. ¿La habré asustado? Haría falta algo importante para asustar a Sam y hacerla faltar a la escuela.

Mientras vagaba en dirección al casillero de Samantha justo después de que el período de almuerzo comenzara, sentí una mano sujetar mi hombro. Me giré para ver a Rain y Carter.

—Oye, ¿Cómo estuvieron tus vacaciones de Acción de Gracias? —preguntó Carter, cambiando sus libros de una mano a la otra—. Se siente como si no te hubiera visto en mucho tiempo.

Asentí, sacando mi cuaderno de bolsillo. Bien. Escribí. ¿Y las tuyas?

—Aburridas —dijo Carter—. Apenas fuimos a casa de mis abuelos en Bellingham, solamente había seis de nosotros allá.

Asentí en dirección a Rain.

—Bien déjame ver —dijo mientras comenzamos a dirigirnos al parque. Nadie en la escuela realmente comía comida de la cafetería. Era una masa de migración masiva a la hora del almuerzo a la tienda de mercado de la isla—. Creo que todos los amigos hippies de mis padres se presentaron. No es del todo una cena real de Acción de Gracias cuando todo es orgánico, o crudo, o vegetariano.

Carter y yo nos reímos. Si la cena de Acción de Gracias en mi casa fue más como un circo, no podía imaginar cómo podía ser en la de Rain. Todos nos subimos en el Bronco y nos dirigimos al mercado.

—Así que Blake está organizando una fiesta, en algún lugar fuera de Olga este fin de semana —dijo Carter desde el asiento trasero, mientras hojeaba algunos de mis cuadernos. Estaba agradecido que el mío con Sam estuviera escondido en mi mochila—. Suena como que un montón de

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personas irán, ¿podrás hacerlo Jake? Prometen que no habrá alcohol, y todo el mundo está pegado a esas promesas.

Mi estómago se encogió un poco con la mención de una fiesta. Especialmente una que sonaba como aquella que cambio mi vida entera. Y había algunas otras cosas que quería hacer este fin de semana, todas ellas incluían a Sam. Pero tal vez este sería el momento perfecto para hacer algo público.

Si había algo para hacerlo finalmente público.

Finalmente asentí, dejándoles saber que iría.

—Genial —dijo Carter, mientras entrabamos al estacionamiento.

—¿Crees que podrías invitar a Jordan? —preguntó Rain mientras saltaba fuera del coche.

Solamente le di una risa silenciosa, mientras sacudía mi cabeza. Rain era gallina, igual a como yo había sido con Sam.

Lo pensaré. Escribí mientras le mostraba la página rápido.

—Gracias, hombre —dijo mientras me golpeaba en el brazo.

El mercado estaba de locos durante la hora del almuerzo, estaba inundado por los estudiantes de secundaria. Todos nos cargamos de tiras de pollo, jojo’s, perros de maíz y burritos. Eché un vistazo alrededor de la tienda brevemente, cuando entramos tenía la esperanza de que podría encontrarme con Sam. Pero ella no estaba allí.

Regresé a la escuela después del almuerzo con un enorme peso en mi estómago. La escuela lucía aburrida y sin brillo si Sam no estaba alrededor. No capté ninguna palabra de las que el señor Crown decía en administración, casi me corté el dedo en carpintería, y casi aplasto el pecho de Carter en entrenamiento de peso cuando se suponía que debía ser el aplastado. Sólo me seguía preguntando dónde estaba Sam.

Todo en mi tenía miedo de que ella me estuviese evitando. Tal vez todo estaba arruinado.

Aunque no había sentido que algo se arruinara el fin de semana. Todo se había sentido como si fuera perfecto. Pero muchas veces las chicas son complicadas, tú nunca puedes leerlas.

Mi corazón salto a mi pecho mientras caminaba hacia mi auto después de la escuela. Vi a Samantha recostada sobre la puerta del conductor del Bronco, su mochila descansando a sus pies.

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—Hey, extraño —dijo con una pequeña sonrisa mientras caminaba hacia ella. Le sonreí de regreso, mi pecho haciendo cosas extrañas.

Realmente esperando estar haciendo lo correcto, indiqué algo como ¿Dónde estuviste?

—Si —dijo Sam arrastrando la voz—, los dueños de la casa llamaron a alguien para trabajar en la cubierta frontal. Fue muy divertido tratar de sacar la casa móvil fuera sin ser vistos.

Para entonces ya había sacado nuestro cuaderno rojo de la mochila.

Mierda. Escribí. ¿A dónde te moverás?

—Hay una pequeña cabaña justo al lado de la carretera que va a Raccoon Point —dijo ella. Lucía cansada, sus nervios a flote. No me podía ni imaginar el estrés que debe haber sido su vida—. Parece que el dueño la ha dejado hace unas semanas.

Me habría gustado poder ofrecerle dejar su casa móvil en mi patio trasero, pero eso sería enviar una señal de alerta a mis padres, y los servicios sociales tendrían que involucrarse. Y entonces ella se habría ido.

Desearía haberlo sabido. Hubiese ido a ayudar.

—No creo que hubiese sido una buena idea —dijo, mientras una sonrisa agradecida se extendía en su cara—. Con todo lo que has faltado a la escuela este año, tengo mucho con lo que ponerme al día y eso que solo he faltado hoy. Le dije a todos mis profesores que mi madre se encontraba enferma hoy y tuve que ayudarla.

Le di una sonrisa triste. Lo que me paso a mi fue malo, pero al menos no tengo que mentir por necesidad todo el tiempo.

¿Quieres venir a mi casa para hacer las tareas? Escribí. Mi mamá está haciendo enchiladas esta noche.

Ella se rió mientras lo leía, poniendo sus brazos a mí alrededor. Se sentía como si mi cuerpo completo finalmente se hubiese relajado. El alivio me inundaba. Tal vez no todo se ha arruinado.

—Me encantaría —respondió. Estaba sorprendido cuando me miró de nuevo y había lágrimas en sus ojos. Mi ceño se frunció para preguntarle a ella que estaba mal. Ella solo me dio una pequeña risa, mientras lágrimas salían de sus ojos. Las limpió con el dorso de su mano—. Solamente fue un día estresante, ¿sabes? Siento como que nunca me puedo relajar, siempre

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estoy asustada de ser descubierta. Y no puedo darme el lujo de faltar a la escuela y que mis calificaciones se caigan.

Puse mis brazos en Sam otra vez abrazándola con fuerza. Podía sentir todo el dolor que estaba pasando, como si me aferrara a ella como un pesado suéter de lana. Ella se relajó, casi como si estuviera aliviada de que la sostenga en mis brazos sólo por un momento y no tener que hacerlo ella misma.

Me aparté de ella.

Vamos. Escribí. Vayámonos.

Puse nuestras mochilas en la parte trasera y ambos nos subimos. Tan pronto como empecé a sacarnos del estacionamiento, Sam deslizo su mano sobre la mía, nuestros dedos entrelazándose. Apretó mi mano con fuerza, como si temiera de que si la suelto, ella se desmoronaría.

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28 19 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por CoralDone

Corregido por Itxi

Era maravilloso como Sam encajaba en nuestra familia tan fácil. La lleve a casa conmigo y todo el mundo salió a saludarla. Todo se sentía tan normal… Sam habló con Jordan por un segundo, y luego ella y yo nos fuimos a mi habitación para hacer las tareas. Y lo hicimos, en verdad trabajamos. No había presión en el aire para hacer algo físico. No se sentía extraño que los dos estuviéramos solos en mi habitación.

Se sentía como su hubiéramos hecho esto cientos de veces antes. Como si fuera parte de la familia, mi mamá puso un lugar para ella en la mesa y comió con todos nosotros.

La llevé a casa esa noche y la besé una sola vez para despedirme. Sus labios sabían a cherry.

Pero algo se sentía… acabado en la escuela el día siguiente. Sam seguía amigable, seguía sonriendo con esa sonrisa que solo tenía para mí. Nos seguíamos sentando juntos en clases. Pero nunca deslizó su mano entre la mía. No vino conmigo al mercado para el almuerzo, solamente dijo en voz baja que tenía que hacer un poco de tareas en la biblioteca.

Sam estaba solo… distante.

Y no estaba seguro de cómo reaccionar. Me sentía como si estuviese siendo azotado. Cada vez que nos quedábamos solos o en casa, era la chica dulce que se sentía como mi novia, quien tomaba mi mano y me besaba y corría sus dedos por mi cabello distraídamente. Pero en la escuela, se sentía como nada más que una chica bonita que era mi amiga.

Teniendo en cuenta con todo lo que tenía que tratar ahora, no me atreví a empujarla al respecto. Estaba tratando de balancear demasiadas cosas en su vida, no iba a hacer las cosas peores. Y podría hacerlo a través de

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la agonizante Sam de la escuela por la intoxicante Sam después de la escuela.

No vino a mi casa el martes y el jueves ya que Kali venia esos días. Él estaba ya en casa cuando llegue. Sugirió un paseo y juntos salimos por nuestra calle.

El frío de fin de noviembre se sentía un poco en mi piel, toda la humedad en el aire haciendo que se sienta más frío de lo que realmente estaba. La última de las hojas de otoño apenas se aferraba a los árboles de hojas de pino, un preludio a su propia muerte esquelética en invierno. La isla se sentía diferente en el invierno. Las cosas se calmaban más que en el tiempo normal de la isla. Todos los turistas se fueron, todas las aves residentes en invierno se fueron a lugares más cálidos. Las personas que se quedaron eran reales isleños, apreciando la belleza de las Orcas incluso cuando estaba oscuro dieciséis horas al día.

Mientras Kali y yo caminábamos por la carretera, a las tres y cuarenta y cinco, estaba comenzando a oscurecer sobre las nubes nubladas encima de nosotros. De hecho había una probabilidad de nieve esta noche si hacia frío suficiente.

¿Cómo estuvo la escuela hoy? Indicó Kali, de hecho entendía todo lo que las manos de Kali decían.

Bien. Indiqué de vuelta. ¿Cómo estuvo tu día?

Frío. Me indicó dejando salir una risa. La bicicleta no es muy caliente en invierno.

Me reí también, mirando la cara oscura sonriente de Kali. No podía dejar de preguntarme sobre Kali cada vez que estaba alrededor de él. No creo haber conocido nunca una persona que tuviera tan poco pero estaba feliz todo el tiempo. Nunca lo he escuchado quejarse, nunca he visto su cara sin las notas de una sonrisa.

¿Dónde vives? De repente le indiqué, sin siquiera pensar acerca de lo que estaba preguntando.

Los ojos de Kali se pusieron tristes por un momento, alejándose de mis manos y mi cara. Estuvo quieto durante un rato y me di cuenta de que no iba a responder.

Cuéntame más acerca de tu hermana. Le indiqué, no muy seguro de estar haciendo bien las cosas.

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No debí de haberlo hecho tan mal. Porque Kali comenzó a hablar de ella sin parar.

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29 8 meses hasta la graduación

18 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por SomerholicSwiftie

Corregido por Amy

Después de la cena de esa noche, me quedé en la cocina con mi mamá, mirando desde la barra mientras ella lavaba los platos. Sólo veía un poco de ella ya que tenía los ojos vidriosos mientras pensaba en la conversación que tuve antes con Kali.

—¿Tienes algo en mente, cariño? —preguntó mi mamá, con los antebrazos cubiertos de burbujas mientras lavaba un sartén.

Me encogí de hombros y agarré una de las decenas de cuadernos que estaban tirados por la casa.

Sólo pensando en Kali, escribí. Lo sostuve en alto para que mamá pudiera ver.

—¿Ah sí? —dijo, sus ojos volviendo a su trabajo—. ¿Qué pasa con Kali?

Creo que no tiene donde vivir, garabateé. Estoy bastante seguro que duerme en una tienda de campaña. Hoy lo vi en su motocicleta con remolque cuando se fue.

Mamá se quedo en silencio por un rato, sus ojos se concentraron en la ventana encima del fregadero.

—Estos días han estado terriblemente fríos —dijo sonando lejana.

Estoy preocupado por él, escribí. Tuve que esperar casi un minuto para que mamá revisara y leyera lo que había escrito.

Conversaciones en cámara lenta.

Los ojos de mi mamá se quedaron en mis palabras por un largo tiempo, como si estuviera pensando en algo muy serio.

Finalmente, como ella no había hablado todavía, abrí mi pluma.

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Nuestro loft es muy grande.

Los ojos de mi mamá se quedaron en mis palabras otra vez, lentamente su mirada se dirigió hacia mi. Y luego una pequeña sonrisa se extendió en su rostro mientras limpiaba una olla.

—Voy a tener que hablar con tu padre al respecto —dijo, secándose las manos y caminando hacia la barra. Apoyó los codos sobre el mostrador y dijo—: Pero creo que es una idea muy buena. Pero sólo hasta la primavera.

Me incliné sobre el mostrador y le di un abrazo incomodo a mamá, hice lo mejor que pude ya que la barra estaba entre nosotros.

—Estoy muy orgulloso de ti, Jake —dijo mamá mientras me apretaba con fuerza—. Podrías haber tomado la vida de una forma diferente después de todo lo que has pasado. Pero te estás convirtiendo en un hombre. Me sorprendes cada día.

Mamá se alejó de mí un poco, mirándome a los ojos y con una sonrisa en su rostro. Le devolví la sonrisa cuando me dio un breve beso en la frente. —Voy a ir a hablar con tu padre —dijo en voz baja. Me dio una sonrisa un poco más breve, se giró y se dirigió a su dormitorio.

Tuve que admitir que Kali viviendo en nuestra casa sería raro. Pero, ¿cómo podría sentirme bien conmigo mismo sabiendo que hay alguien ahí afuera necesitando nuestra ayuda y yo no trato de ofrecerla?

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30 18 semanas hasta el cumpleaños de Sam

3 días hasta la fiesta.

Traducido por SomerholicSwiftie

Corregido por NnancyC

Por petición de Rain, invité a Jordan a la fiesta en la playa el sábado. Ella había sido reticente al principio, pero tuve la sensación de que era más que eso porque se acordó en lo que la última fiesta de la escuela había resultado. Pero para mi sorpresa, estuvo de acuerdo cuando se enteró que Rain iba a estar allí.

Era fácil decir que no había mucho que hacer en nuestra pequeña isla en esa época del año. De lo único que todos podían hablar era de la fiesta del sábado. Normalmente, la probabilidad de nevada podría matar los planes para una fiesta al aire libre, pero no en Orcas. Es casi seguro que todo el mundo estaría allí.

Entonces, ¿quieres ir a la fiesta el sábado? Escribí en nuestro cuaderno durante ASL.9

Ha sido un largo tiempo desde que he estado en una fiesta, Sam escribió. De repente perdí nuestras cartas de acá para allá detrás del cuaderno. Había pasado mucho tiempo desde que habíamos escrito algo. Todavía estaba tratando de no empujar a Sam.

Deberías venir, dije. Va a ser divertido.

Por lo que sé, todo el mundo se aferra a sus promesas de “no beber”, escribió. Debería de estar semi-segura para ir.

Entonces, ¿eso es un sí?

9 American Sign Language: Lenguaje de Señas Americano.

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Los ojos de Sam se encontraron con los míos, y finalmente, una pequeña sonrisa se extendió en su cara. Asintió. No pude evitarlo y sonreí de vuelta.

Sin embargo, una pelota lanzada con fuerza se instaló en mi estómago. ¿Iba a conseguir a la Sam distante de la escuela o a Sam después-de-la-escuela a la cual amé?

Bueno, Kali se mudó completamente. Seccionamos una pequeña parte del desván mudando el centro de entretenimiento de la pared y luego cambiando algunas otras cosas alrededor también, así este pequeño espacio fuera para que Kali duerma y ponga algunas de sus cosas. Kali no está demasiado por aquí, sobre todo vuelve a dormir y a veces se queda para la cena. Entonces ayuda a mamá y a papá cada vez que puede.

Es un poco raro, pero se siente bien estar ayudando a alguien que lo necesita. Supongo que tomó a mamá y a papá bastante tiempo convencerlo para que se mude.

El otro día Kali me preguntó qué quería hacer con mi vida, que quería hacer después de la escuela secundaria. Antes, la respuesta siempre había sido bastante sencilla. Iba a ir a la Fuerza Aérea. Iba a ser piloto y servir a mi país.

Realmente ahora no lo sé. Sería fácil estar enojado con el universo por cambiar mis planes, pero ¿eso en que me ayuda?

Tal vez voy a hacer algo con las computadoras, que no requiera de mucha charla. O tal vez voy a trabajar con los animales. No les importará o pensarán que estoy roto. Realmente no tengo ni idea. Supongo que debería empezar a pensar en eso. Ya soy un estudiante de último curso, la gente espera que empiece a tener una respuesta a la cuestión del futuro.

Me gustaría decir que Sam va a estar en mi futuro, pero la verdad es que no puedo ver tan lejos. Sólo estoy esperando que Sam esté en mi futuro dentro de tres meses, o incluso dentro de las dos futuras semanas. Últimamente parece que todo con Sam es un gran signo de interrogación.

No debería quejarme. Por lo menos ella está conmigo ahora. Creo.

Supongo que ese es el problema sin embargo. No sé.

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31 El día de la fiesta

18 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Andreani

Corregido por NnancyC

Recogí a Sam a las cuatro el sábado. La nueva casa en la que estaba no era tan bonita como la última. Por temor a una repetición de lo ocurrido en la última casa, ella había instalado la casa rodante lejos de la casa, con un cable a través de los árboles donde ella estaba escondida. Sería más fácil si tuviera que escapar de último minuto otra vez.

Sam se veía cansada cuando pasé por ella. Por supuesto se veía cansada todo el tiempo esos días.

Nos pusimos en marcha hacia Olga en silencio, parecía normal para nosotros cuando estábamos en el coche. Pero tenía una opresión en lo más profundo de mi estómago. Sentí como si las cosas hubieran llegado a un tope, como si los dos no pudiéramos ir más allá de besos inocentes y tomarnos de la mano en mi casa y a veces en la suya. Había estado fingiendo que eso sería suficiente para mí, que podría vivir con eso, mientras Sam fuera parte de mi vida de alguna manera.

Pero tenía que admitir que quería más.

La sensación de peso muerto dentro de mí seguía haciéndose más y más pesada mientras recorríamos las calles sinuosas, lentamente. De pronto tenía miedo de la fiesta, incluso tenía miedo de pasar tiempo con Sam. Sólo quería encerrarme en mi habitación y ponerme mis audífonos a todo volumen.

Había sólo unos pocos lugares para estacionarse en la playa, por lo que fue bastante obvio que éramos sólo el segundo grupo en aparecer. Vi a Blake y dos chicas, una de ellas Norah, apilando madera en la playa para comenzar la fogata mientras estacionaba el coche. A pesar de todas sus peleas públicas, Norah y Blake todavía estaban juntos.

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Sam y yo nos sentamos allí, sólo mirando por la ventana a la nada. Se sentía como si hubiese una gran nube sofocante llenando el coche que no se disiparía hasta que uno de nosotros dijera algo.

—Solo dilo, Jake —dijo Sam finalmente, manteniendo sus ojos fijos al frente.

Sentí como todo se paralizaba dentro de mí, el temor llenando cada rincón de mi cuerpo. Pero tenía que sacarlo, o iba a matarme.

Tomando nuestro cuaderno del asiento trasero, hice clic en un bolígrafo abierto.

¿Qué está sucediendo con nosotros, Sam? Escribí. Traté de no dejar que mis manos temblaran, ya fuera de frustración, enojo o miedo, no estaba seguro. ¿Qué somos? Subrayé la última frase.

Los ojos de Samantha se quedaron pegados a la página durante mucho tiempo, su mandíbula apretada firmemente. Pude sentir la actitud defensiva formándose en ella.

—No sé qué quieres que diga, Jake —dijo, regresando su mirada hacia adelante otra vez—. Me gustas, me gusta estar contigo. Pero sabes cómo me siento sobre... sobre esa palabra que comienza con A. Así que no esperes que proclame mi amor eterno por ti. He tenido mucho que afrontar estos días y lamento si no estoy prestándote suficiente atención o adulándote todo el día, todos los días.

Hubiera sido mejor si Samantha hubiera levantado su voz, si hubiera comenzado a enojarse. Pero no hizo. Mantuvo su voz tranquila, demasiado tranquila.

Apretó su mandíbula una vez más, sus manos enguantadas cerradas en puños. De repente, sin decir nada más, bajó del coche y cerró la puerta detrás de ella.

Genial.

Como si las cosas no hubieran estado lo suficientemente mal y raras, había acabado de empeorarlas.

Viendo otra media docena de coches estacionándose, salí. Rain, River y Jordan se bajaron de un coche. Carter y otras siete personas bajaron del suyo. Dentro de unos dos minutos, prácticamente toda la escuela salió atropelladamente de varios coches y llenaron la playa.

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Me quedé detrás del Bronco cuando los vi ir. De repente los envidiaba. Sus vidas parecían tan sencillas. La mayor preocupación para la mayoría de ellos ese día probablemente había sido que vestir o pensar en tácticas para esquivar las bolas de nieve. Tenía una novia, bueno, quizá-novia, que estaba sin hogar y dos palabras que quería decir más que nada, pero la persona a la que quería decírselas no me dejaba. Y literalmente no podía decir esas dos palabras.

Finalmente, mientras el cielo comenzó oscurecerse, con sombras bailando sobre la arena, hice mi camino hacia la fiesta. Tratando de fingir como que realmente no estaba viendo, me di cuenta que Sam estaba sentada sobre un tronco grande, hablando con Summer y Marina.

Era estúpido que casi me sentí traicionado de que ella estuviera hablando con sus viejas amigas. No quería ser el tipo de chico celoso. Debía haber estado contento de que estuviera socializando.

Carter me encontró después de poco tiempo, Rain había logrado tener una conversación con mi hermana. Carter estaba abatido, River estaba más concentrada en hablar con alguna chica llamada Ashley que con él. Me sentí algo mal por él. Parecería más justo decirle que no era su “tipo” en lugar de hacerlo sufrir. El hombre debía seguir adelante. Pero había prometido a River que mantendría su secreto.

Así que los perdedores nos sentamos juntos en un tronco cerca del fuego y Carter pretendió estar interesado en el lenguaje de señas y le enseñé un par de ellas.

Esto apesta.

Cuando imaginé la fiesta esa noche, no pensé en pasármela con Carter, enseñándole cosas que apenas era capaz de recordar.

Seguí manteniendo un ojo en Samantha a través del fuego. Cada uno pretendiendo no ver al otro, sabiendo que era una mentira. Mi orgullo no me dejaba sentir pena por ella y el suyo no le dejaría hacer nada más que pretender que nada había cambiado entre nosotros dos.

Intentando ignorarla, observé a mis compañeros a mí alrededor. Me impresionó que no viera una botella marrón o un vaso rojo plástico. Habían tomado seriamente ese compromiso. Aquí estábamos, nueve semanas después, y seguían firmes con ello. No esperaba que lo tomaran tan en serio.

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Y aún así estaban teniendo un buen rato. Todavía se estaban riendo, lanzando bolas de nieve, que era más aguanieve y hielo que nieve. Seguían cantando como idiotas y haciendo cosas estúpidas.

Pero ni siquiera eso me podía animar.

Era obvio que esta fiesta iba hasta la última mitad de la noche. Me debatí entre irme o no, pero entonces tendría que averiguar cómo Samantha iba a llegar a casa, o hacerla venir conmigo.

Otra vez, allí estaba mi orgullo.

Tan sólo me quedé sentado en la arena, lejos del fuego, solo y puse la capucha sobre mi cabeza. Lentamente se mojó mi trasero, la nieve derretida en la arena humedeciendo mis pantalones. Aunque no me importaba. Estaba tratando que nada me importara entonces.

Unos minutos más tarde, una agitación en la arena detrás de mí me llamó la atención. Considerando que probablemente era una pareja tratando de alejarse de la multitud para meterse mano, simplemente lo ignoré. Pero luego un par de piernas delegadas se colocaron a ambos lados de mí mientras alguien se sentó a mis espaldas, y un par de brazos se envolvieron alrededor de mis hombros.

No tenía que levantar la vista para saber que era Sam.

Bajó mi capucha y presionó su mejilla contra la mía, dándome un apretón en el pecho y los hombros. Débilmente detecté el olor de kiwi viniendo de sus labios.

—Lo siento —dijo tranquilamente. Sus labios rozaron mi mejilla mientras hablaba—. De verdad fui una gran idiota antes. Lo que dije fue realmente grosero.

Giré mi cabeza levemente, para mirar su rostro. Realmente parecía sentirlo, sus ojos lucían apagados, más cansados de lo habitual.

—Te he estado apartando todo este tiempo —dijo—. Cuando estamos en tu casa, me siento... segura. Pero cuando estamos en la escuela, sólo me recuerda cuán rápido toda mi vida podría desmoronarse. He trabajado muy duro estos últimos meses y podría desmoronarse todo si alguien averigua que sólo tengo diecisiete años y vivo sola.

—Eres parte de todo eso —dijo, sus ojos volviéndose serios. Colocó una mano en mi mejilla. Puse mi mano sobre las de ella—. Aunque no puedo decir esa palabra, el pensamiento de permitirte entrar, realmente permitirte entrar, sólo para que te vayas lejos... —Su voz se hizo más baja,

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cerrando sus ojos—. Si mi propio padre pudo alejarse de mí tan fácilmente, ¿qué podría evitar que tú también te cansaras de mí?

Me di la vuelta para quedar arrodillado frente a ella. Sus ojos aún cerrados, presioné mis labios suavemente contra los suyos.

Había estado en lo cierto antes. Kiwi. Me encantó cómo sus labios sabían diferentes cada vez que se encontraban con los míos.

Coloqué una mano en cada lado de su rostro. Lentamente, dejó abrir sus ojos. Metiendo la mano en mi bolsillo, saqué mi pequeño cuaderno y un bolígrafo.

No me voy a ir a ningún lado, escribí. Así que deja de alejarme.

Una sonrisa se resquebrajó en la comisura de su boca. Un pequeño destello volvió a sus ojos y tomó mis manos entre las suyas. —Lo siento —dijo—. Nunca he tenido un novio antes. Supongo que no sé cómo tratar a uno.

La sonrisa que se esparció por mi cara debió haber lucido ridícula.

Novio.

Era novio de Samantha Shay.

Besé nuevamente sus labios de kiwi. Ofreciéndole mi mano, capté su atención, probando para ver si estaba realmente preparada para hacer esto.

Me miró durante un largo momento, su sonrisa era titubeante y crecía. Pude ver el miedo en sus ojos. Si caminábamos hacia la fiesta juntos, con su mano sobre la mía, cambiaría las cosas otra vez. Ya no sólo seríamos nosotros. Seríamos nosotros y toda la isla sabiendo que había un nosotros.

Significaba que tenía que tomar un riesgo.

La sonrisa finalmente separó sus labios para mostrar sus blancos dientes, puso su mano sobre la mía. Nuestros dedos enguantados envolviendo a los del otro. Y por último, con nuestros hombros chocando en la oscuridad, caminamos hacia la fogata.

Tan pronto como Carter nos vio caminando hacia todo el mundo, comenzó a aplaudir con las manos sobre su cabeza y dio un chillido enorme. Las cabezas se volvieron automáticamente, y más aplausos y vítores se desataron. Norah sólo nos miró a los dos.

Una risa brotó de los labios de Sam, su rostro instantáneamente se ruborizó cuando cada uno de los rostros se dirigieron a nosotros.

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—¡Por fin! —Un par de gritos resonaban a través de la multitud.

Presionando mis labios en la frente de Sam, sentí como si tal vez, sólo tal vez, todo en el mundo iba estar bien.

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32 15 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por val_17

Corregido por NnancyC

Me sentía como si estuviera en una de esas películas adolescentes románticas y cursis, tal vez en una de los años noventa, después de aquella noche en la playa. Después de todas las dificultades y el juicio, el niño y la niña finalmente se juntan. Se mueven más allá de las cosas que están luchando en contra de ellos, y el amor lo conquista todo. Felices para siempre.

Después de mi accidente no esperaba que hubiera un felices para siempre para mí. Había resuelto conmigo mismo que la vida estaba a punto de joderme. Pero ahí estaba yo todos los días, caminando por los pasillos de la mano con la chica más hermosa, más inteligente en la escuela. Me pasé mis tardes envuelto en mantas con Samantha Shay, en mi cama, en mi habitación, o en la suya en la casa rodante. Me pasé los fines de semana de invierno caminando por la ciudad como un turista con ella a mi lado.

Lo único que le faltaba a mi felices para siempre fue la parte del “Te amo”. Era una mierda que ella no lo diría, y que no iba a dejarme decirlo, pero sabía que podía esperar. Tal vez para siempre si tenía que hacerlo.

El lunes antes de Navidad, me desplomé sobre la cama después de cenar. Kali y yo habíamos estado hablando por señas la mayor parte de la noche, gran parte de la familia se dio cuenta también desde que ahora Kali estaba viviendo con nosotros a tiempo completo. Moví de un tirón la lámpara al lado de mi cama, saqué el cuaderno rojo de mi mochila.

Lo había dejado con Sam después de ASL, con la esperanza de que ella escribiera otra carta. Había unas pocas piezas de papel pegadas a la encuadernación en espiral, como si hubiera arrancado una página, pero no me decepcionó.

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Mi madre comenzó a viajar mucho cuando yo tenía diez años. Habíamos sido muy pobres durante mucho tiempo, después que Mike se fue. Ella había ido a la escuela a tiempo parcial y al trabajo a tiempo completo. Finalmente, cuando terminó la escuela, consiguió este nuevo trabajo. Tuvo que viajar por unos días cada dos semanas y así yo me quedaría con mis abuelos cuando ella se fuera.

Lo odiaba. Los padres de mi mamá son más del tipo no-abuelos de toda la gente que he conocido. A la abuela sólo le importaba impresionar y superar a su fantasía de “amigos.” El abuelo estaba absorto en su mundo de comercio de acciones, o la mierda que hacía.

Mamá sabía que no me gustaba quedarme con ellos cuando se iba. Traté de no ponérselo más difícil, pero lo sabía. Supongo que eso es parte de ser una mamá. Una vez volvió y me dio un regalo. Fue este paquete de seis brillos de labios, con sabor, para una niña totalmente poco. Cuando tenía diez años parecía tan genial que ellos fueron todo el camino desde Nueva York, a pesar de que podrías haberlos conseguido en cualquier parte.

Usaría ese brillo de labios todo el tiempo cuando ella se iba. A pesar de que eran todos diferentes, cada uno me recuerda a ella. Después de eso, cada vez que se iba, siempre me traería de vuelta un nuevo tipo de brillo o bálsamo labial. Una vez, cuando tenía que viajar a París para trabajar, me compró esta elegante bolsa de maquillaje para que los guarde a todos ahí. Con los años he llenado la bolsa entera. Es una bolsa bastante grande.

Parece una tontería, ¿no es así? Ese bálsamo labial me hace sentir como si mamá está aquí de nuevo. A veces, cuando me lo pongo, ciertos olores me hacen pensar en cómo era cuando estaba haciendo el desayuno, o bebiendo su café en la terraza de atrás.

En cierto modo me asusta, sin embargo, sigo usándolos todos los días. ¿Qué pasa cuando me quede sin ellos? ¿Olvidaré cómo lucía? ¿Cómo se veía como cuando el sol se reflejaba en su pelo? ¿La forma en que la almohada siempre olía como ella? ¿Mi recuerdo de ella se quedara vacío?

Dejé el resto del block de notas en mi pecho cuando terminé de leer, mi cabeza llena con un montón de pensamientos. Casi me sentía peor y cada vez peor acerca de haber sentido lástima de mí mismo en estos últimos meses. En definitiva, por los siglos de sentir lástima por mí mismo.

Parecía tan simple, bálsamo y brillo labial. Yo sin duda disfruté el millón de sabores que tenían los labios de Sam. Pero fue mucho más para ella. Esos sabores y olores eran de alguien por quien se preocupaba, que había significado más para ella que para nadie más.

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Tuve este avión cuando era pequeño. Supongo que no debería decir tuve. Todavía está sobre mi estantería. Es probable que lo hayas visto antes y ni siquiera te dieras cuenta. Mi abuelo me la regaló cuando tenía cinco años, el papá de mi mamá. Ni siquiera lo recuerdo realmente, murió cuando tenía siete, creo. Pero era un viejo, marchito, que ni siquiera podía ponerse de pie, y siempre parecía que estaba frunciendo el ceño. Pero recuerdo que me contaba historias de cuando estaba en la Fuerza Aérea. Realmente ni siquiera recuerdo ninguna historia específica, pero lo recuerdo hablando de ellas. Y entonces me dio ese avión de metal viejo en mi quinto cumpleaños.

Estaba bastante maltratado. Pero me encantó esa cosa vieja de mierda. Cuando tenía ocho años, una de las alas se desprendió y grité hasta que papá finalmente encontró a alguien que pudiera soldarlo de nuevo.

Supongo que es donde decidí que quería conseguir mi licencia de piloto. Quería poner a prueba los cielos, para ver cómo se veía el mundo desde arriba. Tomé el estúpido avión de metal en el aire conmigo el primer día que volé solo. Estaba tan asustado que pensé que me iba a cagar en los pantalones. Pero por alguna razón me sentí un poco mejor de tener ese avioncito allí conmigo. Tal vez mi abuelo estaba volando conmigo ese día.

Algunos días extraño volar tanto que hace doler mi pecho entero, se siente como si no pudiera respirar a veces. Trato de no pensar en el hecho de que nunca voy a tener miles de metros de aire entre mí y la tierra de nuevo. Pero esos son los momentos que tengo que recordarme a mí mismo que por lo menos conseguí la oportunidad de hacerlo en algún momento de mi vida. Un par de docenas de vuelos en solitario es mejor que nunca haber hecho nada.

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33 15 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Andreani

Corregido por NnancyC

El tiempo empeoró al día siguiente. El martes amaneció con un nuevo manto de nieve. Y quince centímetros de nieve significaba que la escuela cancelaba definitivamente. Si las Orcas tienen más de diez centímetros, la isla entera cerraba.

Normalmente habría estado encantado, pero teniendo en cuenta las circunstancias en las que sabía que estaba viviendo Sam, me sentí bastante asustado y preocupado. Con todo mi ser, deseé que Sam tuviera un teléfono celular para poder llamarla y asegurarme de que no tuviera las tuberías congeladas. O que ella no estuviera congelada. En cambio, tuve que esperar hasta casi las once cuando los caminos estaban casi limpios para tomar tantas mantas extras como podía robar sin que mamá se diera cuenta. Le dije que iba a pasar el día en casa de Sam. Ella sólo me había dicho que regresara antes de las diez para que no me quedara atascado en algún lugar por la nieve.

La entrada de Sam estaba cubierta por una manta de nieve blanca, perfecta y fresca y por un momento no supe si iba a lograr llegar. No estaba tan seguro de lograr salir hasta que la nieve comenzara a derretirse.

Me estremecí al ver la casa rodante. Definitivamente no parecía caliente. Sólo podía esperar que el pequeño rastro de vapor saliendo a través de una abertura en el costado significara que estaba lo suficientemente caliente en el interior.

Toqué a la puerta solamente una vez antes de entrar.

Todo adentro estaba cubierto con una fina capa de rocío, el calor de la calefacción luchando contra del frío exterior. La casa rodante era un desastre, y no había señales de vida de Sam.

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Caminando hacia su dormitorio, la encontré aún acostada en la cama, enterrada bajo un montón de mantas. Yacía allí con la boca ligeramente abierta, su cabello pegado en su frente, que parecía un poco húmeda.

Mi suposición era que Sam estaba enferma. No hubiera dormido así de lo contrario, especialmente teniendo en cuenta que iba a ser un día de escuela.

Decidiendo que la dejaría seguir durmiendo, cerré la puerta de su dormitorio silenciosamente detrás de mí. Me dirigí a su pequeño fregadero y comencé a lavar algunos de sus platos. Por lo menos no se había congelado el agua.

Lentamente me encargué de la casa, acomodando la cocina, tirando envolturas, barriendo el piso. Era una manera humilde de sumergirme completamente en la nueva manera de vivir de Samantha. Ella realmente no tenía nada.

—¿Jake? —Oí una voz ronca llamarme desde la habitación.

Apoyando la escoba contra la pared, caminé hacia ella, agarrando nuestro cuaderno de la mesa. Estaba apoyada sobre uno de sus codos, escudriñando en mi dirección. Lucía terrible.

—¿Qué hora es? —preguntó, entrecerrando sus ojos para mirar el reloj—. ¿Qué haces aquí antes de la escuela?

Levanté un dedo en una mano y dos en la otra, esperando que se viera como doce en lugar de tres. Nunca podía recordar las señas de cualquier número por encima de cinco.

—¡Mierda! —gritó, saltando de la cama. Gimiendo cuando lo hizo, su cara reflejaba dolor mientras buscaba su ropa al rededor.

Afuera hay quince centímetros de nieve, escribí. No hay clases hoy.

—Oh —dijo, su expresión se relajó al instante. Se desplomó en la cama, tirando de su pila de mantas a su alrededor.

¿Te encuentras bien?

Se encogió de hombros. —No me siento muy bien hoy —dijo, acariciando a sus mantas—. Me siento algo adolorida. Realmente espero que no haya atrapado algo.

Subiéndome en la cama, agarré una de las piernas de Sam de debajo de las mantas y la tiré hacia mí. Presioné mis pulgares en la planta de su pie, empecé a trazar firmes círculos en él.

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—Eso se siente realmente bien —dijo, cerrando sus ojos, su cuerpo entero comenzó a relajarse en su desgastada cama.

Miré alrededor de la habitación de Sam. Su ropa estaba por todas partes, mezclada con cuadernos, libros de texto y hojas. Sam era más desordenada que yo. No creía que las chicas tuvieran permitido ser descuidadas.

En la pequeña mesita de noche junto a su cama, me encontré con una bolsa de color oro con costura intrincada y adornada, rojo oscuro. Estaba un poco abierta, y en el interior pude ver tubos de colores, toda la bolsa llena de ellos.

Los brillos de labios de la mamá de Sam.

Me tomó un minuto notar que la pierna y el pie de Sam estaban totalmente sueltos en mis manos. Se había vuelto a dormir. Bajé su pie suavemente, me recosté junto a ella, con un montón de mantas debajo de mí. Descansé mi cabeza sobre mi brazo, sólo me quedé allí y estudié el rostro de Sam.

Sus pestañas largas y perfectas se aventaban sobre sus mejillas. El maquillaje de ayer todavía se aferraba a ellas. Su nariz era delgada y redonda, casi me recordó a la nariz de los niños pequeños. Todos los niños tenían narices lindas; Sam nunca perdió la suya. Sus labios eran perfectos y rosas. Por una vez parecía como si no hubiese nada en ellos.

Dio un pequeño suspiro, acercándose un poco hacia mí. Su brazo rodeó mi pecho. Con cuidado de no despertarla, tomé su mano en la mía, presionando ligeramente mis labios contra su piel.

Pensé en la Navidad que se aproximaba. Sólo cuatro días. Nunca había tenido una novia antes por lo que no sabía que se suponía que tenía que regalarle a Sam. Quería que fuera algo especial, no sólo alguna cosa estúpida por la que ella diría gracias y nunca la miraría otra vez. Iba a ser difícil conseguir algo bueno ya que no tenía trabajo.

Sam durmió durante otra hora, sus ojos finalmente comenzaron a abrirse y se enfocaron en los míos.

—Hola —dijo, con una pequeña sonrisa sobre sus labios. Nunca había visto algo tan perfecto.

Sonreí, metiendo un mechón de pelo detrás de su oreja.

—Podría acostumbrarme a despertar a tu lado.

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Estaba sorprendido por un comentario tan serio de Sam. No conseguía escuchar cosas como esas muy a menudo.

Pero aprovecharía lo que pude conseguir.

Yo también.

—Me siento asquerosa —dijo, rompiendo el hechizo que se había tejido entre nosotros tan rápido como se había formado—. Aunque me siento un poco mejor. No tanto como si me estuviera cocinando desde adentro hacia afuera. Creo que voy a meterme en la ducha, ¿si no te importa?

Sacudí mi cabeza, tratando de alejar los pensamientos de unirme a ella.

Sam cerró la cortina del baño detrás de ella y escuché el agua salpicar. Empujé su ropa interior con la punta del zapato, tratando de no imaginar cómo se vería en ella.

—Así que ¿qué quieres hacer hoy? —dijo Sam desde la ducha. Me senté allí incómodamente durante un momento, incapaz de responder. Un poco más bajo, oí a Sam murmurar—: Duh. —A sí misma. Sólo sonreí y moví mi cabeza.

No podía culpar a Sam por olvidarlo a veces. Había momentos interminables cuando me encontraba formando palabras en mis labios, tomando aire antes de que salieran las palabras. Pero no lo hacían. Se quedaban atrapadas dentro de mí, eventualmente tenían que encontrar su camino hacia fuera a través de mis dedos y en una hoja si realmente querían salir.

Sam y yo acabamos pasando todo el día afuera, jugando en la nieve. Hizo algo creativo con un trozo de plástico duro y una cuerda, convirtiéndola en un trineo. Su energía pareció regresar mientras nos lanzábamos bolas de nieve, hicimos una familia entera de muñecos de nieve y creamos un iglú de un tamaño bastante impresionante. Seguí preocupándome por Sam y su pelo mojado mientras estábamos fuera. Las puntas de su cabello castaño oscuro se convirtieron en carámbanos. Sam se burlaba implacablemente sobre que yo me preocupaba demasiado, preguntándome cuándo me había vuelto tan niña.

Había oscurecido una hora antes que entráramos en la casa rodante. Nuestras ropas estaban empapadas, ninguno de nosotros tenía ropa de nieve de verdad.

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Los dientes de Sam chocaban mientras se quitaba su abrigo en la cocina/comedor. Los dedos de mis pies y los de las manos estaban totalmente entumecidos. Torpemente me quité mis tenis empapados. Estuvimos parados allí incómodamente por un momento, los dos estábamos completamente empapados, y yo no tenía nada que ponerme.

Una sonrisa comenzó a formarse en la cara de Sam, tan lenta que no noté que estaba allí hasta que pasó un tiempo. Había una mirada que se formó en sus ojos que nunca había visto antes. Era la mirada de desear algo y no luchar contra el deseo de tener ese algo.

Mi cuerpo entero pareció saltar a la vida cuando cruzó la pequeña cocina hacia mí. Su mano llegó a mi nuca, su piel tan fría como el hielo contra la mía. Pero no me importaba ni un poco.

La otra mano de Sam empujó mi abrigo de mis hombros mientras nuestros labios se reunían. Mi abrigo cayó al piso con un sonido mojado, los labios de Sam se volvieron más urgentes. Hoy sus labios sabían cómo algodón de azúcar.

La electricidad recorría mi sangre a la vez que las manos de Sam se deslizaron hasta el dobladillo de mi camisa. Muy lentamente, levantó la lujosa tela, enviando escalofríos a través de mi piel mientras la levantaba y sacaba por mi cabeza, nuestros labios se separaron un momento para sacarla.

Me asustó que no hubiera notado que mis manos se deslizaron debajo de la camiseta de Sam hasta que la había levantado sobre su cabeza. No quería pensar en que podía perder el control de esa manera, pero no quería parar. Al parecer, tampoco Sam. Ella se deshizo de sus jeans mojados antes de que incluso pudiera dejar a mis ojos recorrer lo que llevaba debajo de esas mojadas prendas.

El mundo nunca pareció ser más real o brillante que cuando vi a Sam allí de pie en casi nada. La tela azul oscura se aferró a su piel en formas que me hizo sentir vértigo y a mi aliento atrapar en mi pecho.

Mis ojos se encontraron con los de ella y vi esa cosa que nunca había visto antes. Estar con Sam era todo sobre bailar alrededor de paredes y buscar puertas invisibles. Pero en ese momento, no había paredes que saltar, sólo estaban sus ojos color chocolate, buscando para ver lo que pensaba de ella.

Sostuve sus ojos mientras colocaba mi mano en su mejilla. Su piel se sentía genial contra la mía. Esperaba que ella pudiera ver cuán hermosa

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pensaba que lucía en ese momento. Fue doloroso que no pudiera formar las palabras, mi pecho dolía realmente reteniéndolas. Pero vi la suavidad en sus ojos y supe que sabía que la amaba, aunque no me dejara decir las palabras.

—Ven a calentarte conmigo —dijo en un susurro, sus labios acariciando los míos mientras hablaba contra mi piel. Bajando su mano, desabrochó el botón superior de mis pantalones. No me tomó más de un segundo deslizarme fuera de ellos. Enganchando su dedo índice en la cintura de mis bóxers, me jaló hacia el baño. Abrió el agua caliente, empujándome después con ella.

El agua quemó mi piel pero ni siquiera lo noté mientras mis ojos recorrían nuevamente a Sam, usando nada más que un sujetador y bragas. Sam se mordió el labio inferior, mirándome por debajo de sus oscuras pestañas perfectas.

Nos quedamos en esa ducha hasta que el agua caliente se agotó, nuestros labios sellándose, nuestras manos explorando la piel del otro. Sam aplazó lo importante, pero apenas. Sentía mi cabeza ligera y mis rodillas débiles cuando Sam soltó una mitad risa, mitad gritó cuando el agua se vertió sobre nosotros, helada.

Ambos salimos dando tumbos fuera de la ducha, nos envolvimos en toallas. Caímos en su cama, enterrándonos bajo las mantas y almohadas. Recostados uno frente al otro, nuestras narices sólo a medio centímetro.

—Este ha sido el mejor día que he tenido en un mucho tiempo —dijo Sam, con una sonrisa feliz y perezosa en el rostro—. Se siente agradable ser... yo. Simplemente ser yo contigo.

Sonreí, presionando brevemente mis labios sobre los suyos. La emoción del día estaba acabándose, dejando mi cuerpo sentirse pesado y lento.

Los ojos de Sam se desviaron hacia abajo, descansando en mi garganta. Estudió las cicatrices, el enorme agujero que nunca iba a desaparecer. Sus dedos calientes se levantaron para tocar la piel allí.

—Has sido increíble para mí, Jake —dijo tranquilamente, con sus ojos todavía en mis cicatrices. Guardó silencio por un segundo. Finalmente, sus ojos se reunieron con los mis otra vez—. Gracias.

Torpemente, hice la seña de de nada. Las palabras Te Amo querían liberarse de mis labios con tantas ganas en ese momento. Pero se quedaron atrapadas en mi garganta, seguras, donde no arruinarían nada.

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34 8 horas después de dormirnos

15 semanas hasta cumpleaños de Sam

Traducido por Andreani

Corregido por Aimetz14

El sonido de la vibración de mi teléfono me sacó de sueños en los que volaba. Miré mi reloj, pensando quien sería que me llamaba a media noche. Pero nada parecía familiar. Mi reloj no estaba donde debía estar. Estas mantas no me eran familiares.

El sonido de alguien más durmiendo junto a mí en la cama no era familiar.

Mierda.

Buscando a través de la oscuridad, traté de alcanzar mi teléfono antes de que la llamada se fuera al correo de voz. Mi estómago se hundió en mis rodillas cuando vi eran las 3:12 a.m. y mamá me estaba llamando.

Finalizando la llamada, me pongo a escribir un mensaje de texto a mi mamá. Lo siento. Me quedé dormido, ya voy para la casa.

Revisé mi teléfono después de enviar. Mamá había llamado cuatro veces, papá había llamado dos veces, y Jordan había llamado una vez. Había dos correos de voz de mamá, en uno de gritaba y me exigía que fuera a casa inmediatamente, otros muy preocupada, diciendo que si no llegaba a casa pronto mandaría por la policía para que me buscaran en una zanja.

Dándome cuenta de que aun estaba más desnudo que vestido, comencé a ponerme mis cosas aun húmedas. Mi estómago se sentía enfermo mientras buscaba mis llaves. Estaba en problemas.

Volví a la habitación de Sam, inclinándome sobre la cama y deposite un beso en su frente. A través de la tenue luz vi sus pestañas abrirse. Se vio confundida por apenas un segundo, y luego se extendió una sonrisa por su rostro.

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Por un segundo consideré dejar que mamá llamara a la policía. Ir a casa era lo último que quería hacer.

—Oh no —dijo Sam, su expresión se volvió seria, casi tan rápido como había sonreído—. Probablemente estas en un montón de problemas, ¿Verdad?

Asentí, dándole una sonrisa de lado dando a entender que había valido la pena. Besé sus labios, brevemente. Ella murmuró adiós y me escabullí por la puerta.

La nieve había comenzado a derretirse en las carreteras por la tarde, pero cuando las temperaturas cayeron de nuevo para congelarla esa noche, acaba de hacer que toda la nieve derretida en los caminos se volviera hielo. Resbale una y otra vez durante el trayecto. Cuando conduje pasando el aeropuerto, vi un coche azul a en medio de una zanja. Después de bajar la velocidad para asegurarme de que no había nadie todavía en él, continué mi camino a casa.

Pero el pesado camino era nada comparado con lo que yo sabía que me estaba esperando cuando entrara por la puerta grande.

Estacionándome en la entrada, vi luz encendida en la sala. Me estaban esperando.

Sentí como si mi corazón estuviera tratando de salir de mi pecho mientras caminaba por la acera. Abrí la puerta. Mamá estaba sentada en una cómoda silla en la esquina con sus brazos cruzados sobre su pecho. Papá daba golpes al piso con su pie, frotando su barbilla con una mano. Se congeló cuando cerré la puerta detrás de mí con un pequeño clic.

Todos nos quedamos allí en silencio por silencioso. Echando un vistazo al reloj en la pared, vi que era 3:38.

Estaba tan muerto.

—Sabes que estás castigado, ¿verdad? —dijo mamá con una voz tensa. Vi sus manos temblorosas donde se abrazaba a si misma.

Simplemente asentí.

—Sabes que casi me dio un ataque, preocupándome que recibiera una llamada de que habías sido encontrado en una zanja otra vez, ¿Cierto?

Miré a papá, asintiendo con la cabeza. Yo no estaba seguro si mi papá quería decir algo o no. Sólo me miraba fijamente con los ojos en blanco.

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—Pensé que iba a volverme loca —dijo mamá, su voz y su cuerpo se relajaron un poco—. Llamé a los padres de la Rain, llamé al director Hill. Traté de llamar a casa de Samantha, pero su número no estaba en el listado.

Mi estómago se comprimió en ese instante. Samantha no tenía una casa a la cual le llamaran.

Mamá cerró sus ojos, tomando una respiración profunda. Casi podía como trazaba mi castigo detrás de sus párpados.

—Está bien —dijo, abriendo lentamente sus ojos—. Estás castigado por una semana. Eso significa no Samantha, Jake —dijo, sus ojos cada vez se volvían más serios. Quería protestar, pero yo sabía que lo merecía—. ¿Tengo que darle un toque de queda real?

Sacudí mi cabeza. Mamá nunca nos había dado a ninguno sus hijos un toque de queda oficial, sólo era una regla implícita de que nunca pasaran noches como ésta.

—Está bien —dijo mamá, sus ojos repentinamente lucían cansados.

Volteé a ver a papá. Me sorprendió que su expresión no fuera más dura que eso.

—Ve a dormir un poco —dijo, señalando con la cabeza en dirección a mi dormitorio.

Mientras caminaba hacia mi habitación, el adolescente en mi quería protestar, para defenderme. No es como yo hubiera hecho algo realmente malo. Sólo me había quedado dormido, por eso había llegado tan tarde. Y sin embargo yo sabía que tenían todo el derecho a estar preocupados.

Teniendo en cuenta mi pasado, me sorprendió que no hubieran llamado a la policía.

Mientras me quitaba mi ropa, apagaba las luces, y subía a la cama, mi lengua recorrió mis labios. Algodón de azúcar.

Sí, estaba en serios problemas.

Pero había valido la pena.

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35 11 semanas para el cumpleaños de Sam

6 meses para la graduación

Traducido por Mel Cipriano

Corregido por Jezel07

Recorrí la playa durante horas, más de una playa en realidad. Al final de la jornada del jueves, estaba agotado y congelado, pero tenía un puñado de vidrio azul y verde mar. Con la ayuda de mamá formé una pulsera. Ella incluso me dejó ver a Sam por cinco minutos enteros el día de Navidad para dárselo.

Sam me había regalado un par de gafas aviadoras increíblemente geniales que había encontrado en The Exchange, algo así como una venta de garaje sin fin al aire libre. Era como sería un mercado de pulgas si el mundo llegara a su fin. Resultaría muy difícil encontrar algo como The Exchange en cualquier lugar que no fuera Orcas.

Mamá se apegó al castigo. Cinco minutos es todo lo que tuve con Sam por una semana. Ella incluso echó a Rain y a Carter cuando se presentaron el día después de Navidad.

Pero para Año Nuevo había sido perdonado, ya no estaba castigado, y Sam había pasado toda la noche en nuestra casa, durmiendo en la habitación de Jordan cuando todos finalmente nos fuimos a la cama. No podría haber sido más feliz con toda mi familia allí, los siete niños, Kali, y la chica que amaba. Fue el mejor Año Nuevo.

La escuela comenzó de nuevo y las cosas fueron tan normales como siempre. Pero cuando se vive en una extraña y pequeña isla como Orcas, las cosas realmente no pueden permanecer normales durante mucho tiempo.

De la segunda a la última semana de enero se predijo que iba a ser el clima más frío que habíamos tenido en nueve años. A pesar de que en la isla no hay nada de nieve, lo que también significaba que la escuela no sería cancelada, teníamos vientos malignos de nuestra demasiado cercana vecina, Canadá.

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El segundo día de la tormenta, toda la isla perdió energía. Sucedió durante la clase de Woods, justo después de que la campana había sonado para comenzar el período. Tan pronto como pasó, un grito se oyó en toda la escuela. Sin energía significaba que todos teníamos que ir a casa. Luego de que fuésemos despedimos, todos nos reunimos en los pasillos y de inmediato comencé a buscar a Samantha. Finalmente, la encontré yendo hacia su casillero, sus ojos abiertos, con una expresión que parecía una mezcla de preocupación y miedo.

¿Estás bien?, escribí y se lo enseñé cuando me uní a su lado.

—La energía se fue —dijo en voz baja, abriendo su casillero en la penumbra.

Asentí en acuerdo, apoyando la espalda contra el casillero junto al suyo.

—Me pregunto cuánto tiempo va a estar fuera —dijo mientras tomaba un par de libros y los metía en su bolso mensajero.

Me encogí de hombros. ¿Quieres que te lleve a casa?, escribí. Sam asintió distraídamente y retorció uno de sus anillos en el dedo. Ella no dijo mucho mientras yo conducía de vuelta a la casa rodante. El coche se movió y sacudió en el camino por los malvados vientos del norte arrancándonos. Cuando finalmente me estacioné en el lugar de Sam, ambos corrimos adentro, tirando de las capuchas para mantener el frío glacial fuera.

Me sentí como un idiota tan pronto como entramos.

Si la electricidad estaba fuera, eso significaba que los calentadores de Sam no funcionarían.

Ya era de hielo frío por dentro.

Mierda.

Sam vaciló en la cocina, envolviendo sus brazos alrededor de ella, sus dientes ya comenzando a castañar. Sus ojos se encontraron con los míos y pude ver que ella no sabía qué hacer.

Así que hice lo único que había para hacer.

Diciéndole que empacara ropa para unos pocos días, salí y cerré la manguera que conduce desde la cabina de la casa rodante. Me tomó un poco de tiempo encontrar la manera de drenar el agua de la manguera y el

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remolque, pero yo estaba bastante seguro de que sus tuberías no iban a congelarse y romperse durante el clima frío.

Diez minutos más tarde, estábamos de vuelta en el coche, el calor golpeándonos.

—Jake —dijo Sam—. No hay manera de que tu madre vaya a dejar que me quede. No ahora que estamos juntos. Año Nuevo fue una cosa. Probablemente va a sospechar que algo raro está pasando.

Ella no tiene que saber que estás quedándote, escribí rápidamente cuando llegamos a un semáforo.

—No me gusta mentirle a tu madre —dijo Sam—. Es mucho más difícil mentirle a la gente que te gusta.

Miré a Sam. Parecía que tenía el peso del mundo sobre sus hombros otra vez. Retorció uno de sus anillos dando vueltas y vueltas. Consideré que tal vez debería decirle a mamá y papá sobre lo que le había pasado a Sam. Tal vez ellos lo entenderían y no le dirían a servicios sociales. Tal vez la dejarían a vivir con nosotros hasta que ella cumpliera dieciocho años.

Pero algo dentro de mí sospechaba que no era lo que realmente iba a suceder. Era una de esas grandes situaciones en las que, incluso cuando sentías que sabías lo que había que hacer, el Estado no estaría de acuerdo. Y yo no quería ponerlos en esa situación difícil.

Caminamos juntos hacia la casa, dejando la bolsa de las cosas de Sam en el coche. Se sentía como entrar en un horno.

Cuando papá construyó la casa, había puesto en una enorme estufa de leña en la sala de estar. El tubo corría hacia el techo abovedado, que se abría en el desván y el pasillo de arriba.

No tendríamos frío con esa cosa.

—¡Sam! —dijo Joshua con entusiasmo tan pronto como entramos en el interior. Él corrió y puso sus brazos alrededor de ella—. ¡Mamá está haciendo chocolate caliente en la estufa! ¿Quieres un poco? ¡Ella le puso chispas de chocolate reales también!

Sam se rió entre dientes, erizando el pelo de Joshua.

—Me encantaría.

—¡Mamá! —gritó Joshua, dirigiéndose a la cocina—. ¡Sam quiere un poco de chocolate caliente también!

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Sam volvió a reírse entre dientes mientras me miraba. Tenía uno de esos destellos en los ojos, como si supiera a dónde pertenecía.

Mamá invitó a Sam a cenar, como yo sabía que lo haría, y toda la familia, Sam, y Kali pasaron el resto del día haciendo la tarea a la luz de las velas y jugando juegos de mesa en la cocina.

Deslicé una nota por debajo de la mesa para Sam, durante la tercera ronda familiar de Uno a pedido de Joshua.

Mi ventana es la segunda al final. No tiene pantalla. Me iré a la cama tan pronto como salgas y te permitiré volver a entrar.

Sam leyó sigilosamente debajo de la mesa. Ella me miró, sus ojos nerviosos e inseguros. Me tomó la mano y le dio un apretón.

Como si toda la noche hubiera estado planeada, a las diez, mamá dijo que era momento de que cada uno vaya a la cama. Sam tomó eso como su señal para salir, mintiendo y diciendo que un amigo vendría a recogerla.

Te veo pronto, gesticulé hacia Sam cuando fingí decirle adiós en la puerta principal. Ella me dio una sonrisa socarrona y fingió caminar por la calzada.

En cuanto cerré la puerta, dije buenas noches a todos, me tomé dos segundos para lavarme los dientes, y me dirigí directamente hacia mi habitación. Encendí una vela y la coloqué en mi tocador, entonces me metí en la cama y tan silenciosamente como pude, abrí la ventana.

Sam estaba oculta en las sombras, ya temblando, con su bolsa llena de cosas. Le hice una seña y la ayudé a subir.

—¿Y si nos pillan? —susurró, mirando a la puerta como si pudiera estallar en cualquier momento.

Tomé su bolsa y la puse a los pies de la cama. Una sonrisa se extendiendo en mi cara, tirando de ella en mis brazos. Nuestros cuerpos se fundieron juntos como si estuvieran hechos el uno para otro. Toda la preocupación y el miedo desaparecieron de la cara de Sam cuando ella me miró. Me encantaba cuando ella sonreía la sonrisa Jake.

Te amo, dije en mi cabeza por enésima vez.

Había algo perfecto y dulce de la forma en que el cuerpo de Sam se doblaba en el mío. Nos deslizamos entre las sábanas después de que llegamos a la cama. Ella había puesto su cabeza en mi pecho, cada

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centímetro de su cuerpo metido en mí. Apoyé la barbilla en la parte superior de su cabeza, envolviendo mis brazos alrededor de ella.

—¿Cómo es que soy tan afortunada de tenerte? —susurró contra mi pecho—. Siempre cuidas de mí.

Apreté los labios en su pelo, abrazándola con más fuerza.

Yo soy el afortunado.

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36 17 horas desde que la energía se fue

11 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Mel Cipriano

Corregido por CrisCras

—¡Oh, Dios mío! —gritó alguien de repente. Me desperté de un salto para ver a mamá protegiéndose los ojos y dando un paso atrás hacia la puerta. Sam saltó repentinamente, con los ojos abiertos y aterrorizados.

—Jake. —Mamá estaba se estaba esforzando mucho para mantener su voz bajo control—. ¿Qué está haciendo Samantha en tu cama?

—Oh mier... —dijo Sam, saliendo de la cama. Parpadeé con fuerza, tratando de borrar el sueño de mi cabeza—. Señora Hayes, lo siento mucho. —La explicación de Sam comenzó apresuradamente—. Mi mamá está fuera de la ciudad de nuevo, y la energía se fue, y no tenemos una estufa de leña en nuestra casa. Hacía mucho frío y tenía miedo de estar en casa sola anoche. Lo siento mucho.

Quería levantarme y dar una explicación también, pero bueno, no podía... Así que tomé el cuaderno y la pluma más cercana.

¡LO SIENTO!, escribí en letras grandes, destacándolas. Pasé la página. ¡No quería que se congelara hasta la muerte!

Mamá se limitó a sacudir la cabeza, apretando la mandíbula con fuerza. Pude ver las ruedas girando en su mente, debatiéndose entre la posibilidad de ser una buena samaritana o darle a Sam una patada en ese mismo momento.

—El desayuno está listo —dijo finalmente. Sin más, se dio la vuelta y salió por la puerta, cerrándola detrás de ella.

Sam me miró, casi en cámara lenta. Tenía los ojos cómicamente anchos, y su cara completamente roja. De inmediato, estallé en una risa silenciosa.

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—Jake Hayes —casi me gritó—. ¡Esto no es nada divertido!

Lo que sólo me hizo reír más fuerte.

—¡Basta! —gritó, una risa burbujeando en sus labios mientras se lanzaba hacia mí. Comenzó a golpearme con almohadas y a tratar de sofocarme con una manta.

Samantha estaba más que avergonzada de salir al comedor y sentarse a comer croquetas de patata, huevos y tocino, todo cocinado en el horno a leña. Pero casi ninguno de la familia parecía darse cuenta de que era algo fuera de lo habitual, excepto por Jordan, quien acaba de dedicarle a Sam una sonrisita socarrona de esas que las niñas suelen darse entre sí.

Sin indicadores de que la electricidad fuera a volver a corto plazo, y con los vientos canadienses haciendo furor, todos estuvimos en casa, bebiendo chocolate caliente otra vez, almacenando el fuego, jugando juegos, leyendo, relajándonos.

Besé a Sam en la parte inferior de las escaleras esa noche, justo antes de que ella subiera con Jordan para irse a la cama.

Sonreí para mis adentros mientras yacía solo en mi cama más tarde, sintiendo como si tal vez hubiera alguien mirándome.

Mi jodida vida se sentía bastante perfecta.

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37 11 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por aa.tesares

Corregido por Zafiro

La escuela reanudo al día siguiente, cuando la energía por fin volvió a funcionar. Lo había estado temiendo como ninguna otra cosa. Fue agradable tener Sam viviendo bajo el mismo techo durante un tiempo.

Misteriosamente, después de que Sam volvió a su casa, encontré que otra página había sido arrancada de nuestro cuaderno.

¿Qué había escrito Sam que no quería que vea?

Unos pocos días de empezar clases de nuevo, me senté en Cálculo para el primer período y saqué mi libro y un cuaderno. No me había dado cuenta de que nadie se había sentado a mi lado hasta que de repente una mano me tocó el brazo.

—¿Cómo te va, Jake? —Una voz prácticamente goteando insinuaciones sexuales, dijo. Miré para ver a Norah sentada en la mesa de al lado. No pude evitar que mis ojos saltaran a sus largas piernas kilométricas que sobresalían de debajo de una falda que no era más que un trozo de tela. La blusa que llevaba bajo la chaqueta caía lo suficientemente bajo en su pecho como para que pudiera ver la mitad de su sostén de encaje color rosa.

Trago duro, mis ojos rápidamente saltan lejos de ella. Esperaba que mi cara no se pusiera roja.

Así que parecía que los rumores de que ella y Blake habían roto eran ciertos.

Bien, me las arreglé para garabatear. ¿Y tú?

—Oh —dijo ella con un suspiro dramático, sacudiendo su pelo sobre un hombro—. Bien. Solitaria.

Di un pequeño asentimiento, intentando lo mejor posible no mirarla sin ser grosero.

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—Entonces, ¿cómo esta... Sam... haciéndolo? —dijo. Por la forma en que pronunció el nombre de Sam se podría pensar que era una cáscara de plátano podrido en el fondo del cubo de la basura. Al instante sentí endurecerse mi interior.

Genial, escribí. Se ha estado quedando en mi casa, mientras no había energía.

Ya está. Eso debe poner un freno a lo ardiente de Norah.

—Es una lástima —dijo, su voz volviéndose aburrida mientras sacaba un cuaderno—. No puedo imaginar que sea divertida. Todo lo que alguna vez hace es estudiar.

Mi mandíbula se apretó y lo mismo hicieron mis puños.

Agradecí que la Señora Sue apareciera entonces y comenzó la clase.

No pude concentrarme cuando la lección inició. Norah siguió dándome todas esas miradas seductoras de lado. Luego se dio la vuelta hacia mí, cruzando sus piernas desnudas así estaba prácticamente tocando mi pierna con la punta de sus zapatos de tacón alto.

Si hubiera hecho esto el año pasado, podría haberme conseguido un poco excitado. A pesar de que había estado enamorado de Sam desde siempre, cualquier hombre se emocionaba cuando llamaba la atención de Norah. Incluso si había sido llamada Norah la Puta.

Prácticamente corrí hacia la puerta cuando sonó el timbre, y no mire hacia atrás.

Había visto los ojos de Norah acechándome de vez en cuando las últimas semanas. Era sorprendente que todo mi accidente y las cicatrices no la apagarán. ¿Era eso admirable? Pero sabía que esto era un juego para ella. Estaba tratando con todas sus fuerzas de poner celoso a Blake, y ¿qué mejor manera de darle celos que coquetear con el lisiado ciudad?

Suspiré de alivio cuando llegué a física y vi a Sam sentada en su escritorio habitual. Me dirigí directamente hacia ella y le dio un beso en los labios, justo en frente de la clase.

—Bueno, hola —dijo Sam con una sonrisa mientras me hundía en el asiento a su lado—. Estás de muy buen humor hoy.

Rodé los ojos mientras sacaba nuestro cuaderno y hacia clic al bolígrafo para abrirlo.

Norah, simplemente escribí, mostrándolo en su dirección.

—Oh—dijo Sam, con los ojos cayendo ligeramente—. Norah.

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¿Estás bien? Escribí, tocando su brazo para llamar su atención de nuevo. Me dio una mirada un poco triste, justo mientras el Sr. Roy comenzaba la clase. Alcanzando nuestro cuaderno, Sam se puso a escribir.

No me gustaba el aspecto que de repente llenó la perfecta cara de Sam. Sabía que Sam y Norah nunca habían sido amigas, pero ¿había algo más pasando entre ellas?

Cuando el Sr. Roy estaba de espaldas a la clase, Sam deslizó el cuaderno de nuevo en mi escritorio. Metiéndolo junto a mis notas, leí la caligrafía de Sam.

Norah nunca ha sido exactamente amable conmigo, pero ha sido una bruja total últimamente. Siempre haciendo comentarios sobre mis ropas desgastadas y cómo me veo. Ha estado difundiendo rumores de que tengo un desorden alimenticio.

Sin embargo es un vagabunda. Sólo trato de ignorarla. Se aburrirá con el tiempo. Aunque si sigue mirándote como si fueras una maldita paleta puedo terminar arañando sus ojos...

Me reí al leer las palabras de Sam. Al instante me sentí mejor.

No te preocupes, le escribí de regreso. Norah la Puta no tiene nada de ti.

Sam sólo miró el cuaderno para leer mi respuesta. Una pequeña sonrisa se abrió camino de vuelta en su cara. Mientras que el Sr. Roy escribía en la pizarra, tomó mi mano y le dio un rápido apretón.

Los acercamientos de Norah se hicieron más y más agresivos durante las siguientes semanas. Y su ropa se puso más y más pequeña. Llegó a un punto en que ya no era atractivo. No entendía cómo pensaba dejaría a Sam por eso. Parecía una maldita prostituta. Un día incluso, fue enviada a casa porque el Director Hill consideraba que vestía muy poco. Su posición como presidente del cuerpo estudiantil estaba en grave peligro.

Y sus pinchazos a Sam se pusieron peor. Toda la escuela pronto creyó que Sam tenía un trastorno importante de alimentación y Sam habían sido incluso llamada a la oficina del consejero de orientación de la escuela. Casi había tenido un ataque de pánico cuando el consejero quiso reunirse con su madre. Samantha hizo lo único que podía: mintió y dijo que su mamá estaría fuera de la ciudad de nuevo durante tres semanas.

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Empecé a robar más comida para llevarle a Sam. Tenía la esperanza de que mamá solo sospechara que era de Kali o James, ganando algo de peso de invierno.

A finales de enero, Sam no podía ni caminar por los pasillos sin oír a la gente susurrar sobre cuán harapienta estaba luciendo, acerca de cómo se estaba matando de hambre a sí misma.

Eso me molestó. Quería golpear todos y cada uno de ellos en la cara para decir algo malo de Sam. Si supieran lo que realmente estaba pasando.

Merecían sentirse muy mal por lo que decían, por ayudar a difundir los rumores tóxicos. Quería decirles la verdad, para que se sintieran culpables. Pero nunca podría traicionar el secreto de Sam. Y tan pronto como alguien se enterara, Sam se iría.

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38 8 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por aa.tesares

Corregido por Zafiro

—Ahora sube—dirigía Sam. Me golpeé el dedo sobre algo duro y casi caí sobre mi cara—. Lo siento. —Trató de contener la risa, con las manos todavía fijas sobre mis ojos—. Un paso más arriba. Sólo uno más.

Me las arreglé para subir sin matarme a mismo, con una sonrisa extendiéndose en mi cara mientras puse mis manos sobre las de Sam.

—Está bien—dijo, sonando un poco nerviosa, lo que me puso un poco más curioso acerca de lo que estaba pasando. —Siéntate… aquí —me dirigió sobre alguna superficie. —Sólo por un segundo, y mantén los ojos cubiertos. ¡No mires a escondidas! Estaré de vuelta en un minuto.

Apreté los ojos cerrados e hizo un gesto saludando. Oí a Sam correteando.

Estaba en la casa rodante, sabía eso a ciencia cierta. Sam había ido a mi casa un par de horas después de la escuela. Por primera vez en la historia de nuestra relación, Sam había insistido en la conducción.

—Mantén tus ojos tapados —había dicho Sam a medida que nos deslizamos en el Bronco. Tenía la sonrisa de Jake en toda su cara. Se inclinó sobre la consola central y presionó un beso en mis labios lo que hizo que todo mi cuerpo se sintiera caliente—. Tengo una sorpresa para ti.

Había conducido a la casa rodante las veces suficientes para conocer la ruta, aunque no pudiera ver. También reconocía los desvencijados escalones metálicos que conducían a ella.

Algo dentro olía... bien. ¿Sam había cocinado?

—Está bien —le oí decir. Había ese tono nervioso en su voz de nuevo—. Puedes abrir los ojos.

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Mis ojos inmediatamente se trabaron en Samantha.

Se había cambiado y peinado el cabello diferente. Lo había puesto hacia arriba o algo hacia atrás y se había colocado una ancha y blanca diadema en su pelo. Llevaba un vestido hasta la rodilla de color azul bebé que tenía lunares blancos sobre él. También llevaba estos brillantes tacones altos blancos.

Totalmente parecía un ama de casa de los años cincuenta.

Era locamente caliente.

Estaba moldeada en el suave resplandor de una docena de velas puestas en la mesa de comedor. En una mano equilibraba un pequeño pastel de cumpleaños que podría decir había conseguido en el mercado. Decía ¡Feliz 18vo cumpleaños Jake! en pequeñas letras rojas. En la otra mano, sostenía una percha, de la que colgaba una camisa blanca de botones y un traje de chaqueta que me di cuenta era de mi armario. También había una corbata azul bebé que hacía juego con su vestido.

Dejé escapar una risa silenciosa. Levantándome sobre mis pies, crucé el pequeño espacio y la besé. Me di cuenta de que todavía estaba nerviosa por todo lo que había creado, pero estaba radiante.

¿Eso es para yo lo use? Le pregunté levantando las cejas y señalando a los elementos en la percha.

—Será mejor que lo creas —dijo con una sonrisa torcida y me entregó la percha.

No pude evitar sonreír de regreso mientras ponía la camisa y la chaqueta en el respaldo de la silla de comedor. Manteniendo la mirada de Sam todo el tiempo, me quite mi chaqueta. Entonces me saqué mi camiseta de manga larga sobre mi cabeza.

—Umm —dijo Sam, sus ojos recorriendo mi pecho desnudo—. Debe ser mi cumpleaños también.

Dando una risa silenciosa, me abotoné la camisa y la chaqueta. Nos tomo a los dos un minuto, pero de alguna manera pusimos la corbata, incluso si no se veía muy bien.

—Pues míranos —dijo Sam, sonriendo mientras sostenía mi corbata en una mano, tirando de mí un paso más cerca de ella—. Todos de pareja y combinados.

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Sacando mi teléfono del bolsillo de mis jeans, envolví mi brazo alrededor de los hombros de Sam. Extendiendo mi otro brazo tan lejos de nosotros como pude, nos tome una foto.

—Espero que tenga hambre, Sr. Hayes —dijo Sam cuando terminé, volviéndose hacia el pequeño horno. Lo abrió, y con unas agarraderas, sacó una cazuela que ocupaba todo el espacio—. He estado trabajando en esto desde la hora del almuerzo.

Me preguntaba a dónde desapareciste, escribí en nuestro cuaderno, que encontré en la mesa de comedor. Una vez más me di cuenta que otra página fue arrancada. Me había olvidado de las otras, pero no iba a arruinar los planes de Sam por preguntarle acerca de ellas.

—Así que más vale que sea bueno. —La cara de Sam de repente no parecía tan segura.

Apartó el papel de aluminio que cubría el plato y sabía sin ninguna duda que la amaría por siempre.

Había hecho un asado a la olla perfecto, cubierto de patatas, zanahorias y cebollas. A continuación sacó una bolsa de rollos.

—Tu mamá dijo que era tu comida favorita —dijo Sam mientras comprobaba el centro de la carne—. La taladré con preguntas sobre cómo hacerlo, y luego la hice a escribirlo todo para mí. —Asintió con la cabeza hacia un pedazo de rayado papel amarillo sobre el pequeño mostrador.

Puse mis manos sobre las caderas de Sam, abrazando mi cuerpo al de ella. Hizo una pausa, colocando sus manos sobre las mías. Dejando que sus ojos cerraran, se apoyó hacia atrás en mí.

No pienso en el futuro lejano con demasiada frecuencia, no fantasee con Sam y yo en cinco o diez años. Pero lo hice entonces. Nos imagine en un pequeño apartamento, cutre, pobre como la suciedad, luchando por sobrevivir mientras nos abrimos paso hasta la universidad, casados y enamorados. No importa lo que la vida nos ha traiga, siempre nos tendremos el uno al otro.

De repente quería aferrarme a la esperanza de ese futuro.

Le dio un beso en la mejilla y me instruyó a sentarme y dejarla hacer su trabajo.

¿De dónde sacaste ese vestido? Escribí mientras la miraba.

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—Era de mi madre —dijo—. Algún viejo traje de antes de que yo naciera.

La comida fue perfecta. Toda la noche fue perfecta mientras nos sentamos en la cutre mesa de comedor de Sam en su mierda de casa rodante. Apagamos todas las luces y comimos a luz de las velas, sin decir una palabra, sólo escribiendo en el cuaderno de vez en cuando.

Justo antes de partir el pastel, Sam escribió FELIZ CUMPLEAÑOS 18vo, CON MUCHOS MÁS POR VENIR, en grandes letras en negrita en dos páginas enteras.

Esperaba que tal vez Sam hubiera pensado en estar ahí para cada uno de esos cumpleaños por venir.

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39 8 semanas para el cumpleaños de Sam

5 meses para la graduación

Traducido por Mel Markham

Corregido por Amy

Me senté a ver televisión la noche después de mi cumpleaños, era un espectáculo sobre vampiros que Jordan me convenció para ver con ella, aunque se quedó dormida a la mitad.

—Jake —dijo mi mamá mientras entraba en la habitación—. ¿Puedo hablar contigo por un segundo?

Miré a Jordan cuya cabeza descansaba en mi muslo y me las arreglé para moverme sin despertarla. Afortunadamente, Jordan dormía como un muerto. Siguiendo a mamá a la cocina, de repente me sentí nervioso. Cuando una mamá pregunta si puede hablar contigo de esa forma, usualmente no es sobre algo bueno.

Colocó sus codos en la barra, apoyando su barbilla en su palma, y yo me senté en un taburete. De cierta forma se sentía como si estuviera en la oficina de mamá.

—Estoy un poco preocupada por Sam —dijo, sus ojos mostraban preocupación—. Toda la isla ha estado hablando sobre ella, ¿está bien?

Agarré el cuaderno que estaba sobre el mostrador. No vas a creer los chismes de la isla, ¿no?

—No quiero —dijo, su rostro serio—. Veo a Sam comer todo el tiempo cuando está en nuestra casa. Trato de engordarla lo mejor que puedo cuando está aquí. Pero Jake, todo el mundo está diciendo que tiene un desorden alimenticio, y no puedo hacer otra cosa que preguntármelo. Sólo mira lo delgada que está este año.

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Estaba a punto de escribir “ella está bien” pero tenía que pensar en ello. Sam podría haber ganado 2 kilogramos desde que estamos juntos, pero todavía estaba alrededor de los 45 kilogramos.

No tiene un desorden alimenticio, escribí. Créeme. La veo comer todo el tiempo. Y no está vomitándolo. Lo notaría…

Mamá se rió entre dientes, sus ojos se colocaron brillantes. —Bueno, me alegra escucharlo. Los desordenes alimenticios dan miedo. Aparte de eso, ¿está bien? Siempre luce tan cansada. Y no se viste exactamente genial. ¿Su…su madre perdió el trabajo? ¿Necesitan alguna ayuda económica?

Mi corazón empezó a latir más rápido cuando sacó el tema de la madre de Sam. Era lindo que mamá preguntara si necesitaban ayuda con el dinero, pero sabía que mis padres no podían darles dinero.

Están pasando un tiempo difícil, escribí. Mentira. Las cosas mejorarán.

Pareciendo haber dejado a mi madre satisfecha, me dejó volver a mirar la televisión. Pero tuve una sensación de malestar en la boca del estómago mientras me acomodaba de nuevo en el sofá. Decir que las cosas estarán bien, ¿era otra mentira? La vida de Sam podría derrumbarse en cualquier momento. A Sam solo le quedaban un par de piezas de su vida. No podía darse el lujo de perder los pocos pedazos que le quedaban.

Sólo quedaban ocho semanas. Necesitábamos mantener todo tranquilo y bajo la alfombra por ocho semanas más. De alguna manera, iba a tener que encontrar una forma de ayudar más a Sam. No podía seguir siendo tan delgada y lucir tan andrajosa. Por su salud, y para mantener la fea verdad oculta.

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40 8 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Mel Markham

Corregido por Alaska Young

Al día siguiente contacté al Sr. Carol. Aunque siempre trabajé a cambio de tiempo de vuelo, él estaba más que dispuesto a dejarme empezar a trabajar sólo por el buen dinero clásico. Dijo que podía pasar esa tarde y ayudar en algunos proyectos.

Sam me preguntó si quería pasar por su casa rodante después de la escuela, pero le dije que tenía cosas de las que hacerme cargo. No me gustaba mentirle, pero realmente no quería decirle que había conseguido un trabajo para ayudarla.

No fue tan difícil esquivarla cada tarde por el resto de la semana. Ella estaba tapada de tareas y necesitaba mantener sus notas perfectas. Y sabía que yo era una distracción.

Era algo lindo, trabajar para el Señor Carol de nuevo, incluso si era sólo temporalmente. Él siempre se sintió como un tío. Un tío bastante rico y poderoso. El hombre tenía un sinfín de dinero y una casa enorme. También tenía proyectos eternos alrededor de la gran casa que empezó y luego se ocupó de mucho trabajo en algún caso nuevo para terminar. Ahí es donde entro yo.

Había hecho un montón de decoración en el jardín del Señor Carol. Lo había ayudado a colocar los mosaicos en el baño. Incluso había pintado sus gabinetes de la cocina, aunque nunca entendí por qué los quería pintar de negro.

Eran pequeños proyectos raros que haría por él. Y me pagaría bastante bien por hacerlos.

Para el momento en que el viernes llegó, había cambiado todas las lamparitas de toda la casa del Señor Carol por unas más eficientes. Era una casa enorme y habían muchísimas lamparitas para cambiar. Había pintado su

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sala de teatro de color rojo oscuro, y fijé los zócalos en dos de los dormitorios. Para el fin de semana había ganado casi trescientos dólares para llevar a Sam a que se compre ropa nueva. Le dije que tenía una sorpresa para ella el sábado y que necesitaba estar lista para estar fuera todo el día.

Recogí a Sam cerca de las ocho el sábado y nos dirigimos al ferry. Lucía cansada, como siempre. Había estado despierta hasta las dos, haciendo la tarea de esa niña rica por unos dólares. Odiaba que hiciera lo que hace, pero respetaba el hecho de que estuviera cuidando de sí misma.

Nos detuvimos en el muelle del ferry sólo unos minutos antes de que el barco se deslizara en la base. No había nada que fuera lindo sobre las Orcas en invierno, pero la falta de turistas tratando de quedarse a bordo era definitivamente algo bueno. En verano, tienes que llegar al menos una hora antes de abordar para asegurarte de tener un lugar. Quedar sobrecargado y atorado para el siguiente ferry horas después apestaba.

—¿A dónde me llevas? —preguntó Sam con una sonrisa después de que aparcamos en el ferry y caminamos hasta la zona de pasajeros. Nos sentamos en un asiento justo al lado de una ventana así podía ver al clima frío. El cielo estaba cubierto, como estaba en la mayor parte del invierno.

Sorpresa, gesticulé. Lentamente, muy lentamente, estaba mejorando en el lenguaje de señas. Aunque a veces se sentía un poco sin sentido. Sólo me hacía algún bien si la persona a la que le gesticulaba entendía el lenguaje de señas, y eso no era nadie fuera de mi familia, Kali, o Samantha.

—No suelen gustarme las sorpresas —dijo ella con una sonrisa ladina, tomando mi mano en la suya—. Pero haré una excepción por ti.

Presioné un beso en su sien, una sonrisa extendiéndose por su rostro. La sonrisa Jake.

Sam apoyó su cabeza en mi hombro, acurrucándose en mi costado. Se lanzó a las historias sobre su madre. Sobre cómo siempre hace rollos de canela en la mañana de navidad. Sobre cómo fueron a Disneylandia una vez cuando ella tenía ocho, sólo las dos. Ahorraron por meses para poder pagarlo. Ambas habían sido realmente mejores amigas. Eran todo lo que cada una tenía.

Creo que nunca había admirado a alguien tanto como admiro a Sam. Muchas personas no serían capaces de seguir viviendo después de perder a su única familia así. Muchas personas probablemente se hubieran rendido. Acabarían volviendo a lo de su padre para vivir una vida de mierda hasta

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que cumplieran los dieciocho. En su lugar, Sam estaba tomando el control, viviendo la vida que siempre planeó vivir.

Había mucho más que desearía hacer por ella, más que sólo conseguir un par de dólares para llevarla de compras. Pero tenía que tomar un paso a la vez. Haría lo que pudiera hacer.

Sólo necesitábamos mantener su secreto escondido por otras ocho semanas, y luego ya no tendríamos que preocuparnos por eso.

El centro comercial más cercano desde el muelle del ferry estaba alrededor de media hora de distancia. El centro comercial Burlington no era precisamente grande, pero funcionaría. Sam me dio una mirada cautelosa mientras entrábamos.

—Jake —dijo ella, negando con la cabeza—. No tengo dinero para ir de compras.

Agarrando el cuaderno, escribí: Yo invito.

—Jake —dijo con un suspiro que suena dolido—. No puedo dejar que vayas por ahí comprándome cosas. No es tu trabajo cuidar de mí.

Pero me gusta cuidarte.

Ella siguió mirándome, sus ojos serios y tristes. Finalmente los vi suavizarse. Una sonrisa extendiéndose en mi rostro, me incliné hacia adelante y presioné mis labios en los de ella.

Seguí observando el rostro de Samantha mientras lentamente hacíamos nuestro camino a las tiendas. Ella examinó todo cuidadosamente, como si supiera que lo que consiguiera ese día tenía que durar por quién sabe cuánto tiempo. Pasó sus dedos sobre la tela, pareciendo apreciar lo fresco y nuevo que estaba todo.

Me puso triste verla así. Estaba un paso arriba de lo que estaba Kali sin hogar. Sin embargo sabía que esta era una de esas experiencias que te hace crecer como persona. Esta era una de esas veces que te hace poner las cosas en perspectiva y apreciar todo lo que tienes.

Mano con mano, ambos caminamos entre las tiendas. Pasamos imágenes de una mujer mayormente desnuda abrazándose a sí misma. Una sonrisa ladeada se extendió por su cara, Sam me tiró hacia una tienda.

Era como si un monstruo rosa gigante hubiera vomitado dentro y alguien decidió que era un buen lugar para poner una tienda. No podía caminar hacia ningún lugar sin toparme con un estante de sujetadores que

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no requirieran senos reales en ellos, o cajas llenas de ropa interior que eran más como las cuerdas de cometas que las cosas llamadas ropa interior.

Sam buscó lentamente, mirando boquiabierta a los altos precios. Cuando se encontró con un conjunto verde agua sedosa, yo sabía que no podía protestar contra el monto en dólares.

Pruébalo, escribí, ruborizándome mientras lo hacía. No estaba seguro de si estábamos en el lugar de nuestra relación para que pudiéramos hablar de ello. La había visto en lo más cercano a nada, pero no era como si hubiéramos tenido sexo.

Esa sonrisa cruzó su cara mientras lo consideraba. La sonrisa sexy de Sam. Agarrando el conjunto de sostén y bragas, hicimos nuestro camino hacia la parte trasera de la tienda donde estaban los probadores.

Iba a esperar afuera cuando una de las trabajadoras notó a Sam yendo por sí misma.

—Eres bienvenido a entrar al probador también, si tú quieres —dijo ella, tan inocentemente como si me estuviera diciendo que podría llover esa tarde.

Hice ese tipo de ahogo, risa silenciosa, cubriendo mi boca e incómoda sonrisa cursi que se extendió allí. Sam se detuvo cuando la mujer habló, la sonrisa sexy de Sam extendiéndose de nuevo. Podía sentir mi cara ardiendo en rojo cuando retrocedió dos pasos hacia mí. Agarró el frente de mi camisa, agrupándola en su mano, y me tiró hacia el probador.

—Supongo que si eres el que va a comprarlos tienes que aprobarlos —dijo ella mientras levantaba una ceja y cerraba la puerta detrás de nosotros.

Sentía como si mi cara estuviese en llamas mientras me sentaba en la pequeña banca. Era un probador inmenso. Deben haber hospedado a dos personas a menudo.

Girando su espalda hacia mí, Sam deslizó fuera su chaqueta, seguida de su camisa de mangas largas. Ella medio me miró cuando llegó a la espalda y soltó el broche de presión de su descolorido sujetador rosa.

Una de mis rodillas empezó a saltar de arriba abajo por sí sola. No podía sacar mis ojos de las curvas de Sam, no es que a ella le quedaran muchas estos días. Quería trazar mis dedos por su columna vertebral pero los mantuve sujetos entre mis rodillas.

Después de tener el nuevo sostén abrochado, Sam miro sobre su hombro. —Vas a tener que cerrar tus ojos para esta parte.

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Pensé que iba a morir justo aquí y ahora cuando me di cuenta de que Sam iba a estar a cerca de medio metro de mí sin pantalones ni ropa interior puestas.

—Entonces —dijo ella un momento después—. ¿Qué piensas?

Lentamente, dejé que mis ojos se abrieran, mi corazón pareció saltarse un latido. Sam estaba de pie, enfrentándome, apenas vestida en toda su gloria. El tono de verde en su piel parecía hacerla brillar. Mordí mi labio inferior para evitar que mi lengua cayera de mi boca.

—¿Supongo que eso significa que te gusta? —dijo ella, esa nueva sonrisa extendiéndose en su rostro.

Sólo pude asentir, alcanzando sus caderas para guiarla en mi dirección. Se arrodilló en la banca, una pierna a cada lado de la mía. Mis labios encontraron su camino a su garganta, mi cuerpo entero sintiéndose aliviado y libre.

Los dedos de Sam se enredaron en mi cabello mientras echaba la cabeza hacia atrás, dejándome continuar explorando toda la gloria de su piel.

De alguna manera logramos salir del probador con la virginidad intacta, pero conmigo caminando bastante incómodo. No podía alejar mi mente de volver a la imagen de Sam, una imagen gloriosamente grabada en mi memoria para siempre.

—Me siento muy consentida —dijo Sam mientras nos dirigíamos de nuevo al coche justo cuando el cielo comenzó a oscurecerse—. Creo que no tengo ropa nueva desde el comienzo de clases del año anterior.

Presioné un beso en su mejilla, esperando que el mensaje te lo mereces llegara.

Mi teléfono vibró mientras nos dirigimos de nuevo a Anacortes para coger el ferry de las seis en punto. Muy ilegalmente, lo saqué y chequé el mensaje de texto. Era de Norah.

¿Puedes salir con esa novia tuya mañana? ¿O te gustaría venir y pasar un buen rato de verdad en mi fiesta?

Sólo negué con la cabeza mientras ponía el teléfono lejos.

Guau…

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Nunca había conocido a alguien que no entendiera lo que no significaba más que ella. A Norah no parece importarle en lo más mínimo que yo tenía una novia.

El agua estaba bastante revuelta mientras el ferry nos lleva de vuelta a la isla de Orcas. Sam y yo nos quedamos en el auto, ambos acostados en el asiento trasero, disfrutando de la sensación de las olas a unos cientos de miles de toneladas de acero por debajo. Nuestro cuaderno descansaba en el piso al lado nuestro, otra página misteriosamente arrancada.

Parecía que habíamos caído en el hábito de quedarnos callados donde sea que condujéramos. Era más fácil. Era prácticamente imposible para mí escribir algo mientras conducía, y por alguna razón el lenguaje de señas con Sam se sentía muy… impersonal. Así que condujimos silenciosamente devuelta a la casa rodante.

—Mira todo esto. —Sam se rió mientras aparcamos junto a la casa rodante y abrió el maletero para conseguir sus cosas.

Vas a tener que modelar algunas cosas para mí, escribo en el dorso de mi mano, nuestro cuaderno sigue en el asiento trasero del coche.

Levantó una ceja hacia mí de nuevo, la sonrisa sexy de Sam apareciendo otra vez. —Bueno entonces, entra.

Mi cuerpo entero volvió a saltar a la vida mientras la seguía dentro.

Este era un camino peligroso en el que estábamos esta noche. Podía sentir cosas escalando y no estaba seguro dónde quería o dónde debería dibujar la línea.

—Así que ¿qué debería probarme primero? —preguntó Sam mientras yo cerraba la puerta detrás de nosotros y ponía las bolsas en su pequeña mesa desordenada.

Mirando dentro de las bolsas que acabamos de meter, alcancé tres de ellas.

—Interesante elección, Señor Hayes —dijo ella, tomándolas y cami-nando hacia su habitación.

Me quité mi abrigo y lo tiré en la parte posterior de la silla de la mesa de comedor. Controlando mi aliento al respirar en mi mano, esperaba emocionado y nervioso por la reaparición de Sam.

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Finalmente Sam abrió la puerta nuevamente, de pie con los brazos agarrados en la puerta. Usaba ese sexy número verde de nuevo, y un par de jeans oscuros deslavados. Y nada más.

Un gruñido casi... casi encontró su manera de salir de mi garganta mientras cruzaba el espacio entre nosotros. Levantándola, Sam envolvió sus piernas alrededor de mi cintura, mis labios encontrándose inmediatamente con la piel en la base de su garganta.

Ella dio una risita chillando mientras caíamos en la cama desordenada, sus piernas todavía alrededor de mi cintura. Mis labios se movieron para encontrar los de ella, nuestros labios abriéndose.

Una de mis manos se deslizó desde la parte posterior de su cuello, por su costado, recorriendo su cadera hasta su tobillo. Estaba bastante seguro que podría morir si algo más no pasaba muy pronto.

—Jake —dijo Sam en un suspiro que casi me envió sobre el borde.

Sam, gemí de regreso.

Sus labios se movieron con los míos, una urgencia detrás de ellos que nunca había estado ahí antes. Parecía que no había otra forma posible en que la noche terminara salvo en la forma que yo quería.

—Jake —suspiró de nuevo—. Desearía poder escucharte decir mi nombre. Sólo una vez.

Mi cuerpo entero se congeló instantáneamente.

Sentía como mi sangre se transformaba en hielo.

Me aparté de ella, apoyándome en las palmas de mis manos, mirándola. Me sentí vacío por un segundo mientras procesaba sus palabras de nuevo.

Algo dentro de mí se volvió duro. El rostro de Sam lucía confundido por mi reacción al principio, y luego la realización de lo que acababa de decir llenó su expresión de horror.

—Jake —dijo ella con los ojos muy abiertos. Me empujé fuera de la cama y salí de su habitación—. ¡Jake, espera! ¡Lo siento!

Agarré mi abrigo y furiosamente me lo puse.

—¡Jake! Lo siento —dijo ella mientras me seguía, agarrando mi brazo para tirarme de regreso. Saqué mi mano de la de ella—. ¡No pensé en lo que estaba diciendo!

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Volví mis ojos a ella una sola vez, todo dentro de mí se sentía frío y duro. Su rostro lucía horrorizado, sus ojos abiertos y tristes. Yo sólo sacudí mi cabeza una vez y di un paso hacia afuera, golpeando la puerta detrás de mí.

Justo antes de que saliera de su camino de entrada, Samantha asomó la cabeza afuera, gritando—: ¡Lo siento!

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41 14 horas desde que Sam dijo la peor cosa

posible…

8 semanas hasta su cumpleaños

Traducido por CrisCras

Corregido por Verito

Oí un golpe en la puerta de mi habitación el domingo tarde por la mañana. Me acosté en mi cama, la mirada perdida en el techo. Todo en mi interior se sentía vacío y enfermo. En realidad no quería hablar con nadie, pero no podía decir eso a quien fuera que estuviera en la puerta.

—¿Jake? —dijo Jordan mientras asomaba la cabeza dentro—. ¿Puedo entrar?

Me encogí de hombros mientras mis ojos volvían al techo.

Jordan debió de haber tomado eso como una invitación a entrar. Cerró la puerta silenciosamente detrás de ella y cruzó la habitación. Robándome una de mis almohadas, se colocó a los pies de la cama y nos tumbamos cabeza con pies, justo como siempre solíamos hacer cuando éramos niños, protegiéndonos el uno al otro de los monstruos en la oscuridad.

—Rain me ha pedido que vaya con él al baile de graduación —dijo mientras empezaba a pellizcarse un padrastro distraídamente—. Incluso aunque el baile no es hasta, cuándo, ¿cómo mayo?

Alcé una ceja hacia ella. ¿Ah, sí?

Jordan asintió con la cabeza. —Estoy bastante segura de que le gusto.

¿Él te gusta? La señalé, mis ojos interrogantes.

Jordan me dedicó un pequeño encogimiento de hombros. —Supongo. Es definitivamente caliente, y es genial que uno de último año me haya pedido salir. No lo sé. Supongo que siempre pensé en él como el tonto amigo atleta de mi hermano.

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Pero por la mirada de incomodidad del rostro de Jordan sé que hay algo que no me está diciendo. Así que me tumbé allí pacientemente, mis ojos sobre su cara, esperando a que lo soltara.

—Está bien, es un poco extraño lo claro que es tu lenguaje corporal estos días —se rio Jordan, dedicándome esa mirada, como si me hubiera convertido en una cabra loca o algo. No pude evitar sonreír, mi pecho haciendo una de esas risas silenciosas.

—Está bien —dijo con un suspiro—. Supongo… supongo que de algún modo lo culpo por lo que te sucedió. Si él y Carter no hubieran estado contigo, conduciendo borrachos, y probablemente drogados, aún serías capaz de hablar.

Mi estómago se agitó mientras toda esta situación de mierda salía a relucir, y por segunda vez en las últimas veinticuatro horas, alguien estaba recordándome que no podía hablar.

Mirando hacia la mesilla de noche, cogí un cuaderno y un bolígrafo.

Fue realmente estúpido, y ninguno de nosotros debería de haber estado bebiendo. Pero fue mayormente culpa mía. Iba a decirle a Sam que la amaba. Supongo que el alcohol me hizo más valiente.

—Vaya —dijo Jordan, sus ojos sorprendidos y tristes—. ¿De verdad?

Yo solo asentí.

Sentía la parte posterior de mis ojos picar. ¿Qué iba a pasar ahora? Quería creer que era lo suficiente fuerte para perdonar a Sam por decir lo que había dicho. Pero había dolido más de lo que lo había hecho el verdadero accidente, porque yo nunca podría hacer lo que ella había deseado.

—¿Tú y Sam están bien? —preguntó Jordan, su voz cada vez más pequeña y tranquila—. Ha llamado a casa un montón de veces. Parecía realmente preocupada. Dijo que te dijera que lo siente.

Sintiendo mis ojos un poco más húmedos, los giré hacia el techo. Solo pude dedicarle un pequeño encogimiento de hombros y una sacudida de mi cabeza.

Oí a Jordan moverse en la cama y un segundo más tarde ella levantó mi brazo y se acurrucó a mi lado. Sentí un lágrima deslizarse por mi mejilla.

¿Qué está mal conmigo?, pensé.

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Jordan no intentó decir nada reconfortante, y yo estaba agradecido por ello. No quería llorar más de lo que ya lo había hecho y no creía que fuera capaz de detener las lágrimas si ella hubiera dicho algo. En su lugar, simplemente se quedó allí conmigo hasta que ambos nos quedamos dormidos.

No importa qué, Jordan siempre me cubriría las espaldas.

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42 2 días desde la pelea con Sam

7 semanas para su cumpleaños

Traducido por Zöe..

Corregido por Verito

No quería ir a la escuela el lunes, pero mamá no me dio opción. Dijo que tenía demasiado para hacer esa mañana y que yo tenía que llevar a Jordan, Jamie, James y Joshua a la escuela. Así que nos subimos al Bronco nos dirigimos a la escuela.

Tan pronto como los bajé a todos, hice una línea recta hacia Cálculo, esperando y rogando poder evitar a Samantha hasta que tuviera que verla en el segundo periodo.

Afortunadamente tuve éxito.

—Hola, Jake —dijo Norah mientras se sentaba junto a mí en el primer periodo. Apenas me atrevía a mirarla por temor a lo que vería, pero sorprendentemente hoy llevaba un par de jeans y una especie de jersey grueso de punto. La única carne que podía ver era la de las manos y la cara.

Saludé levemente con la mano.

—¿Vendrás a mi fiesta de cumpleaños mañana? Creo que toda la escuela vendrá —dijo, dándome una sonrisa que parecía aburrida. Guau. Comportamiento extraño. Norah la Puta finalmente se estaba calmando.

Por alguna razón, mire hacia la puerta. Atrapé una pequeña mirada de Samantha, mirando a través de la ventana de la puerta. Tan pronto como nuestros ojos se encontraron, noté que los de ella estaban rojos. Sostuvo mi mirada sólo por un segundo y entonces se fue.

Seguro, escribí, sintiendo mi interior endurecerse. ¿En la casa de tus padres?

El rostro de Norah inmediatamente se iluminó, sus dientes blancos parpadeando en una sonrisa brillante. —¿Sí? ¡Estoy tan contenta de que

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vengas! Aquí está la invitación. —Alcanzó su mochila, entonces me entregó un pedazo de papel que era de un púrpura brillante y olía a chica—. Solo sirve para uno, no lo olvides.

Lo que leí entre líneas fue: Sam no estaba invitada.

Sólo le di una sonrisa, sin asentir, y volví mi atención a la Señorita Sue mientras la clase comenzaba.

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43 1 hora desde que presioné el botón de auto

destrucción

7 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por Marie.Ang

Corregido por mterx

Fue inmaduro y estúpido, sabía eso, pero terminé saltando el segundo, tercero y cuarto periodo, así no tendría que lidiar con Sam. No sabía lo que iba a decir y no estaba listo para perdonarla por el momento. Así que conduje por la ciudad y esperé a Carter y Rain aparecer en Island Market para el almuerzo.

—De acuerdo, escuché que vas a ir a la fiesta de cumpleaños número dieciocho de Norah mañana —dijo Carter mientras nos sentábamos para comer nuestro almuerzo—. Estoy confundido.

Voy a ir, escribí, chorreando salsa de tomate en la página mientras empujaba jojos10 en mi boca con mi mano izquierda.

—¿Has olvidado que Norah odia a Samantha? —preguntó Rain, masticando un burrito—. Esto podría convertirse en una guerra.

Sam no va a ir.

De pronto, Carter y Rain dejaron de masticar. Se miraron entre sí, antes de mirarme de nuevo.

—¿Sam y tú rompieron o algo? —preguntó Carter.

Me encogí de hombros y metí más comida en mi boca.

—¿Amigo, estás bien? —preguntó Carter. Él realmente dejó a un lado su comida. Un verdadero signo de que estaba preocupado.

10 Variación de papas fritas.

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No quiero hablar de ello, escribí, sin encontrar cualquiera de sus miradas.

Ninguno dijo nada por un segundo y compartieron otra de aquellas miradas.

—Bueno, sabes que Norah va a ir como una completa zorra por ti en su fiesta, ¿cierto? —dijo Rain, retomando su burrito—. Ella te ha estado mirando como si fueras una píldora de dieta desde que rompió con Blake.

Solo me encogí de hombros, tomando un largo trago de mi bebida. No quería hablar más de esto.

¿Entonces, ya invitaste a mi hermana al baile? Cambio de tema.

—Sí —dijo Rain con una sonrisa. Su rostro se sonrojó un poco. Estaba enamorado de Jordan—. Supongo que puedes decir que me apresuré un poco. ¡Pero ella dijo que sí!

—Amigo, sólo es febrero. —Se rió Carter—. ¡Principios de febrero!

—Cállate, hombre —dijo Rain mientras miraba a Carter y lo golpeaba en el hombro—. Al menos tuve las pelotas para preguntarle. Tú has estado mirando el trasero de Rivers por un año entero hasta ahora y nunca le dijiste nada que no sonara como un hombre de las cavernas gruñendo.

Pobre Carter. Pero no podía evitar unirme a la risa de Rain.

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44 8 horas desde que presioné el botón de auto-

destrucción

7 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Marie.Ang

Corregido por Amy

Aparentemente, Samantha apareció en mi casa esa noche, pidiendo hablar conmigo. Estaba en el desván viendo televisión y Jordan fue a abrir la puerta. Tenía un rostro solemne cuando volvió a subir. Jordan me dijo que le dijo a Sam que yo no estaba listo para hablar.

Me salté de nuevo la escuela al día siguiente. Mis notas estaban empezando a caer, pero no me importaba tanto como debería. Toda la esperanza y toda la positividad que parecía haber encontrado en los últimos meses estaban empezando a difuminarse. Estaba empezando a sentir lástima por mí mismo otra vez.

Una vez que empiezas a caer por la pendiente resbaladiza de la depresión, es difícil subirla.

Y a veces no quieres subirla.

Lo horrible de vivir en una isla pequeña, donde todos saben quién eres y dónde se supone que debes estar a ciertas horas del día, es que no hay muchos lugares para esconderse cuando estás faltando a la escuela. Así que, terminé en West Beach, estacionado en un lugar que daba al agua. En el lado sur estaba una tienda de cerámica, al norte un complejo. Ambos eran lugares turísticos, así que me sentía bastante seguro estando ahí. Nadie me reconocería.

Saqué mi diario y pasé mis dedos por la cubierta negra. No había escrito en él por un tiempo. En realidad, no había sentido la necesidad de hacerlo. Pero me sentía como si fuera a explotar si no sacaba algunas palabras de mi cabeza.

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Odio a Samantha por lo que dijo. No pensaba que fuera posible.

¿Cómo pudo decir algo así? ¿Ella deseaba escucharme decir su nombre? ¿Por qué le dice eso a alguien como yo? ¿Podría haber dicho algo peor?

Primero me dice que no cree en el amor. En serio, ¿qué chica no cree en el amor? Luego, no me dejará decirlo, y básicamente dice que ella nunca me lo dirá. Y ahora esto.

Parte de mí piensa que estoy exagerando.

Pero a veces siento como si toda la mierda en el mundo está creciendo dentro de mí, como si todo lo malo me está llenando como un globo. Lo rechazo todo, vivo mi vida feliz.

Pero a veces ese globo explota y toda la mierda aterriza sobre todo a mí alrededor.

Odio esto.

Odio esto.

Odio esto.

Me odio.

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45 1 hora hasta mi autodestrucción. 7 semanas para el cumpleaños de Sam.

Traducido por SomerholicSwiftie.

Corregido por Jezel07.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó Rain, colocando una mano en mi hombro—. Sabes cómo va a ser esta noche, ¿verdad?

—Norah tiene grandes planes para ti —dijo Carter mientras observaba la larga fila de coches aparcados a lo largo de camino de entrada de Norah—. Eso es sólo la forma en la que Norah es.

Mi mandíbula se apretó cuando aparcamos en un lugar de estacionamiento, que era un poco estrecho y en su calzada había miles de árboles. Saqué las llaves del encendido y las deslice en el bolsillo de mi chaqueta de cuero. Poco a poco asentí con la cabeza.

Norah, que conducía su propio BMW y vivía como una princesa en su castillo junto al mar.

Podía escuchar la música desde el auto. Las luces destellaban y palpitaban desde las ventanas y podía oír a la gente que reía y gritaba.

Ignoré lo que Norah había dicho, no había necesitado la invitación para entrar. Iba a la mitad esperado encontrar a un gorila que estuviera en la puerta principal, que habría sido el estilo de Norah, pero no había nada. El aire era grueso y bochornoso cuando caminamos a través de las puertas principales. La casa se lleno por aproximadamente cien personas. Cada uno llevaba una especie de sombrero brillante del partido o una máscara decorada con brillo y plumas. El lugar entero era negro y morado, y todo fue cubierto con brillo. No había ningún signo de los padres de Norah.

—¡Wow! —dijo Rain en voz alta mientras nos abrimos paso entre la multitud—. Esto es una locura, ¿cuánto crees que gastaron en esta fiesta?

Negué con la cabeza, mirando a mí alrededor. Había una muy brillante y cara bola de discoteca colgando del techo abovedado, candelabros

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negros con velas negras a juego por todas partes, alguna clase de cosas grandes y brillantes con joyas colgando de ellos. La fiesta había sido profesionalmente decorada.

—¡El Shaw11 está en la casa! —De repente una fuerte explosión resonó en la puerta principal.

Los tres nos volvimos para ver a Blake posando en la puerta, levantando las manos por encima de su cabeza como una especie de héroe de la lucha libre profesional. La gente de repente se congeló y luego los susurros comenzaron a estallar. Teniendo en cuenta que él y Norah recientemente habían roto, seguramente habría una abundancia de momentos torpes antes de que la noche terminara. Sin dejarse intimidar por ese hecho, Blake fue rodeado por las niñas de segundo año.

Carter, Rain y yo negamos con la cabeza y seguimos caminando hacia la cocina.

No había uno sino tres cocineros trabajando en la cocina, arrastrando una interminable bandeja de alimentos en el bar. Todo, desde los camarones a algún tipo de quesos de lujo a los alimentos que ni siquiera conocía. Agarrando una placa de vidrio transparente de una pila, lo llené y me volví para ver la multitud con Rain y Carter.

—No hay señales de Norah—dijo Rain mientras recorría la multitud. Yo sabía que él estaba buscando a Jordan, que había quedado con unos amigos unos quince minutos antes que nosotros.

—Hombre, tengo un mal presentimiento—dijo Carter. Vi sus ojos fijos en algunas personas con vasos de plástico rojos en sus manos.

Algo dentro de mí se congeló cuando vi esos vasos. Sinceramente, no esperaba que todos se aferren a sus promesas de todo el año, pero todavía se sentía como una bofetada en la cara verlos beber.

—Nada bueno —dijo Rain, sacudiendo la cabeza.

Ni que lo digas.

—Jacob Hayes —una sedosa voz dijo detrás de mí—. Me alegro de que hayas podido venir.

Pasé el resto de la comida en la boca de un trago doloroso. Me di la vuelta lentamente.

11 Para referirse a una persona asombrosa.

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Norah estaba parada allí llevaba un vestido de seda púrpura, adornado con plumas negras en todos los lugares correctos. También llevaba una máscara color negro, su pelo recogido en la parte superior de su cabeza en un lío de rizos y plumas.

Parecía una maldita diosa. No había otra manera de decirlo.

Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Norah mientras caminaba hacia mí, podía escuchar el “clic” de sus tacones en el suelo de mármol.

Yo la estaba mirando, y esa era exactamente la reacción que Norah quería. Rain susurró algo así como “no cedas la hora” pero mi cerebro sólo estaba procesando el escote y las piernas apenas existentes.

—¿Estás disfrutando de la fiesta? —susurró Norah mientras se inclinaba al lado de mi oreja.

Tomé una respiración profunda, el corazón comenzaba a latir en mi garganta. Los dedos de Norah se cerraron alrededor de los míos. Todo acerca de ese momento, toda de la noche, se sentía mal.

Pero todo en mi vida en ese momento se sentía mal también.

Norah tomó el plato que todavía tenía en la mano y lo metió en la dirección del agua sin siquiera mirar hacia él.

—¿Bailamos? —dijo. Ni siquiera me había cuenta de que había llegado hasta que ató una máscara, tipo Zorro, negra por encima de mi cara.

Ella no me dio la oportunidad de responder, simplemente me sacó junto a las persona que se movían con la música palpitante.

Traté de no pensar en Sam, Norah guió mis manos a sus caderas. Ella envolvió sus brazos detrás de mi cuello. Norah conocía todos los movimientos correctos para excitar a cualquier hombre, las expresiones exactas para poner en su cara para que cualquiera se volviera loco. Todo sobre el momento era embriagadora, la oscuridad de la habitación, el olor embriagador que me recordó a una tienda de Abercrombie y Fitch, las máscaras y el brillo.

¿Por qué es tan difícil dejar de hacer algo malo, cuando se sabe que es tan malo?

—¿No me vas a desear un feliz cumpleaños? —dijo Norah con esa sonrisa maliciosa. Ella se acercó más a mí. No estaba seguro de que era posible moverse más cerca.

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¿Cómo esperas que haga eso?, pensé mirándola.

—Los regalos son siempre aceptables a cambio de palabras —ella prácticamente ronroneó mientras movía sus labios más cerca. No fue hasta entonces que podía oler el alcohol en su aliento.

Me di cuenta de que Norah iba besarme, al mismo tiempo oí la voz detrás de mí.

—¿Jake?

Mi cabeza se giró para ver a Samantha cerca de la puerta. El horror y la traición llenaban su cara, sus ojos enrojeciendo.

Se sentía como si todos mis órganos internos desaparecieran.

Di un paso lejos Norah, pero no más cerca de Sam. Fue un paso en falso. Ella negó con la cabeza. Vi una escapar una sola lágrima sobre su mejilla. Se dio la vuelta y salió corriendo de la casa.

Todo en mí sabía que debía correr tras ella. Ahora era yo el que tenía que disculparse. Acababa de traicionar a Samantha y ella me había encontrado con la persona a la cual Sam odiaba más en todo Orcas.

Pero me quedé allí.

—Olvídate de ella —dijo Norah, colocando una mano en mi mejilla, tratando de sacar mis ojos de la puerta y de nuevo a ella —Vamos, es una fiesta. Se supone que deberías estar divirtiéndote.

Miré de nuevo a Norah y me sentí enfermo.

¿Qué estaba haciendo?

¿Por qué había incluso aceptado bailar con ella?

Sacudiendo la cabeza, me di la vuelta para irme. Norah agarró mi brazo en un férreo control que me sorprendió por su fuerza. Tenía la cara lívida, los ojos muy abiertos y salvajes detrás de la máscara.

—No vayas tras ella, Jake —dijo con la mandíbula apretada—. Estás en mi fiesta. Este es mi cumpleaños.

—Y esa era su novia —la voz de Carter llegó detrás de mí. Me volví para verlo a él y a Rain de pie detrás de mí, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Norah apretó la mandíbula de nuevo, sus ojos pasando de mí a Rain y Carter.

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—Creo que todos ustedes deben irse ahora.

—Con mucho gusto—dijo Rain, ya en dirección a la puerta.

Mis ojos eran fríos, mientras miraba pasar a Norah y se dirigió hacia la puerta.

—Tu novia se va a arrepentir por aparecer aquí sin invitación —dijo Norah con voz fría como el hielo.

Todo estalló en mi interior al oír sus palabras. Me volví una vez para mirarla, con los ojos oscuros. Cerré mis dedos en puños. Alguien tiró de la parte posterior de mi chaqueta y me tiró a través de la multitud hacia la puerta.

Sentí que por fin pude respirar de nuevo tan pronto como salimos. Y entonces me acordé de cómo Sam se había quedado al vernos. Pero no había ningún rastro de ella.

—¿En serio, Jake? —se enfureció Rain y empezó a empujarme hacia el coche—. ¡Eres un maldito idiota! ¿En qué estabas pensando?

Quería gritar. No necesitaba a Rain diciéndome que yo era un idiota, yo ya sabía eso. Metí la pata de una manera importante.

—Samantha va a enfurecerse, lo sabes ¿verdad?—dijo Carter mientras miraba hacia mí.

¡Cállate!

Agarré una de las grandes rocas que bordeaban el camino de Hamilton y lo tire hacia el medio del césped, dejando escapar un silencioso grito en el cielo negro.

Odio esto.

Odio esto.

Me odio.

Saqué las llaves de mi bolsillo, se las lancé a Rain y me subí al asiento trasero.

Ninguno de los dos dijo una palabra para mí mientras nos dirigíamos de regreso a mi casa.

Había arruinado completamente mi mundo entero.

Realmente lo arruine todo hoy.

No voy a culpar a Sam si rompe conmigo.

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¿En qué estaba pensando?

Yo no lo estaba haciendo.

Yo simplemente no quería.

Pero ahora todo está arruinado.

Y no hay nadie más a quien culpar más que a mí.

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46 6 días desde que todo se vino abajo

7 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por aa.tesares

Corregido por Amy

Samantha y yo hicimos un extraño baile los siguientes tres días. Me saltaba física y ella se iba a otro lugar durante lenguaje de señas Americano. Y luego nos sentábamos tan distantes como podíamos durante el programa avanzado de inglés y en las clases de gobierno. Extraño no era una palabra lo suficientemente grande para lo que fueron esos días.

Ninguno de los dos trató de decir lo siento, y ninguno de nosotros había tenido tanto orgullo.

Yo, sobre todo, me sentí como un idiota.

Sam y yo peleando, o terminando, no estaba seguro de lo que era, también era difícil tratar con Jordan. Ella y Sam crecieron juntas, pasaron el rato en los pasillos, y todo lo que diablos fuera que las chicas hicieran.

Pero la fiel Jordan, eligió mi lado.

Incluso si eso la hizo gritarme durante una hora seguida cuando se enteró de la fiesta de Norah.

Pero cuando se vive en una isla tan pequeña como Orcas, realmente no puedes evitar a nadie.

Acababa de entrar en el vestíbulo de la biblioteca pública para dejar un libro de Jamie mientras Sam iba acercándose a la puerta. Los dos nos congelamos allí, mirándonos el uno al otro.

Sam se veía muy mal otra vez. Las bolsas bajo sus ojos me hicieron darme cuenta que ella ha estado durmiendo tan poco como yo desde el sábado. Se veía más delgada que nunca, por lo que me imagino que ha tenido tan buen apetito como yo.

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Te amo, Sam, pensé. Lo siento soy tan idiota.

—Hola—dijo, cambiando de una pierna a la otra como si estuviera considerando la posibilidad de correr.

Hola, señalé. Realmente odiaba el lenguaje de señas. Se sentía tan frío y distante.

Los ojos de Sam seguían mirando el piso.

Ni siquiera podía mirarme.

Debía odiarme totalmente. Y no podía culparla.

—Yo… —Se interrumpió. Pero ella no dijo nada más. Pasó junto a mí y salió por la puerta.

Quería gritar.

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47 6 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por aa.tesares

Corregido por NnancyC

El resto de la semana continuó así. Bailaríamos alrededor uno del otro en la escuela. Mucho más allá de saludarnos torpemente en los pasillos. Y luego nos íbamos a casa.

Pensé que lo que más odiaba era ya no saber lo que éramos.

¿Era Sam todavía mi novia? La respuesta a eso probablemente era no.

¿Ella totalmente me odia?

¿Esto se arreglará alguna vez?

Sintiéndome demasiado lleno de palabras desordenadas, saqué mi diario de la noche del viernes.

Sólo quiero dejar salir una serie de malas palabras, todo el tiempo, y nunca dejar de decirlas en estos días. Pero mamá arraigó la cosa no-maldecir-o-tú-morirás dentro de mí muy bien.

Tal vez esto es lo que siente morir. Lento. Doloroso. Incierto.

Eso es algo de lo que siento por dentro. Muerto. Aunque tal vez no. Algunos dicen que la muerte se supone que es pacífica. No creo que yo podría ser más opuesto a lo pacifico.

Extraño a Sam. La extraño demasiado mi cuerpo duele. Extraño su cabello en mi cara. Extraño sus labios con millones-de-sabores. Extraño su constante seriedad y sus hábitos de estudio fanáticos. Extraño verla con mi familia.

¿Cómo me equivoqué tan mal?

¿Cómo puedo solucionarlo?

Un pequeño golpe en la ventana casi me asustó a muerte. Cerrando el diario, me moví de mi cama y deslicé en silencio la ventana abierta.

Allí, de pie en la oscuridad, estaba una aterrorizada Sam mirando.

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¿Qué estás haciendo aquí? preguntaron mis ojos.

—Déjame entrar —susurró. Sin esperar a que respondiera, alcanzó el alféizar de la ventana. Dándole una mano, le ayudé a subir por él. Entonces me di cuenta de que había lágrimas cayendo por su rostro.

¿Qué pasa? Dije en señas. Sentí el terror construyéndose en mí, a pesar de que no sabía a qué temerle.

—Mike —dijo Sam mientras se paseaba por el piso de mi habitación, tocando sus manos—. Mike está aquí. Mi padre está en la isla.

¡¿Qué?! grité mentalmente.

Agarrando un cuaderno de la cómoda, le di clic al bolígrafo para abrirlo. ¡¿Qué?!

—Sí —dijo con un resoplido—. Temprano lo vi hablando con el oficial Bennett en la ciudad. Por ahora su voz sonaba más desesperada, a punto de agrietarse. ¡Alguien se enteró, Jake! ¡Alguien me delató! Y ahora mi padre de mierda está aquí y voy a tener que irme y voy a perderlo todo. —Sus palabras fueron un revoltijo, cada vez más fuerte con cada palabra.

La empujé en mis brazos sin siquiera darle a mi cuerpo permiso para hacerlo. Al instante dejó de moverse, sus brazos me agarraron con tanta fuerza que dolía.

—Va a llevarme, Jake. —Comenzó a sollozar—. No quiero irme con él. No quiero dejar la escuela. Voy a perder cualquier esperanza de una beca. Voy a perder mis amigos. Voy a perder...

De alguna manera sabía que ella iba a decir a ti. Pero se contuvo antes de que pudiera admitir nada.

—¿Te he perdido ya, Jake? —susurró finalmente en mi pecho. Mi camisa estaba empapada con sus lágrimas.

Nunca. Negué con la cabeza, apretándola con más fuerza. Sentía como si algo en mi pecho se liberó, finalmente dejándome respirar. Lo siento mucho.

—Me asusté cuando te vi con Norah —dijo Sam, mirando hacia arriba a mis ojos. Tenía las mejillas surcadas de lágrimas—. Sabía que estabas enojado por lo que dije, pero... ¿Norah?

Lo siento mucho. Mis cejas se juntaron y sentí una punzada detrás de mis ojos cuando la solté.

Norah no es nada, escribí. Nada para mí.

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Sam mordió su labio inferior que temblaba. —Lo siento por lo que dije, Jake. Realmente no estaba pensando. Estaba... sintiendo. —De repente se ruborizó.

Está bien. Fui un idiota.

Tomando mis manos entre las suyas, Sam me llevó de vuelta a la cama y se dejó caer en ella. De repente, también me sentí agotado. Recostado en la cama, Sam se acurrucó a mi lado.

Mi teléfono vibró súbitamente, diciendo que tenía un texto. Agarrándolo, lo abrí para encontrar un mensaje de Carter.

Estamos jugando al fútbol en el gimnasio antiguo esta noche si te sientes a la altura, leí.

Algo repentinamente se agitó en mi cerebro, entonces, algo desde el principio del año escolar.

Desplazándome a través de los mensajes anteriores de Carter, encontré lo que estaba buscando. Un mensaje de video de Carter, enviado la noche del partido de bienvenida.

—¡Oh Samantha! —Mi voz de repente sonó. La cabeza de Sam se batió, sus ojos muy abiertos. Echando un vistazo al frente del teléfono, observaba mientras mi yo borracho cantaba mi amor eterno.

Me veía como un maldito idiota, pero cada palabra que decía era cierta.

—Jake. Dijiste mi nombre —dijo ella, su voz sonando nebulosa mientras me miraba a los ojos. Poco a poco, como en cámara lenta, bajó su cabeza hasta que nuestros labios se tocaron.

Se sentía como si por fin pudiera respirar de nuevo después de retener la respiración durante una semana completa.

—¿Cuándo fue eso? —preguntó, con el rostro todavía sorprendido y lleno de temor.

Agarrando mi libreta de nuevo escribí, La noche de mi accidente.

—¿Qué? —dijo, su rostro llenándose de dolor.

Asentí. Hay algo que nunca te dije antes sobre esa noche.

Miré hacia arriba para ver su reacción cuando leyó mis palabras. Me miró, su cara insegura. Algo se anudó en mi pecho. Había intentado decirle una vez antes, pero ella no me hubiera dejado.

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Estaba borracho esa noche, escribí. Pero quise decir lo que dije en esa canción estúpida. Carter y Rain estaban llevándome a tu antigua casa cuando pasó el accidente. Iba a decirte que te amo.

Miré a su cara. El labio inferior de Sam estaba temblando, sus ojos llenos de lágrimas. Ella estrechó su mano sobre su boca para contener un sollozo, pero hizo su salida de todos modos.

Sam se recostó sobre mi pecho y me abrazó mientras sollozaba.

—No lo sabía —dijo, con voz temblorosa.

Lo sé.

Poco a poco sus lágrimas se calmaron y sólo se quedó allí quieta y en silencio. Seguí mis dedos hacia arriba y abajo de su huesuda espalda, sintiéndola poco a poco relajarse en mí.

—¿Puedo quedarme aquí esta noche?

Por supuesto. La apreté con más fuerza y tiré de la manta sobre nosotros.

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48 6 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por aa.tesares

Corregido por NnancyC

Sentí algo de cosquillas en mi mejilla, mi piel temblando. Cuando algo rozó de nuevo, poco a poco dejé que mis ojos se abrieran.

Sam estaba apoyada en un codo, mirándome, nuestras narices sólo cerca de veinte centímetros de distancia. Era su pelo que había estado rozando mi cara.

Buenos días.

—Hola —suspiró. La sonrisa Jake se extendió en sus labios. No me había sentido tan bien como lo hice entonces en más de una semana cuando no pude evitar sonreír también.

—Entonces —dijo ella, su voz repentinamente incierta—, ¿estamos… bien?

Para responderle, puse mi mano en su nuca y levanté la cabeza de mi almohada. Muy suavemente, dejé que mis labios se encontraran con los suyos, apenas tocándose al principio. Débilmente detecté coco.

Te amo. Siempre.

Sam retrocedió un poco, sus ojos se encontraron con los míos. Tenían su resplandor de vuelta. —Probablemente es mejor que me vaya antes de que tus padres despierten. ¿Vuelvo para el almuerzo?

Mi estómago se hundió al instante cuando dijo que se iba. Pero tenía razón. No podíamos ser atrapados otra vez.

¿Qué hay de tu padre? Escribí en el cuaderno de la mesita de noche.

El brillo en los ojos de Sam murió al instante. —Es muy temprano. Dudo que alguien me vea y no creo que él sepa donde estoy todavía. Hablaremos de ello más tarde, ¿de acuerdo?

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De mala gana, asentí.

—Adiós —dijo, la sonrisa Jake reapareció mientras se movía hacia delante por un beso-de-despedida prolongado. Saludé con la mano mientras trepaba por mi ventana.

La puerta de mi habitación se abrió al instante que la ventana se cerró, y entró Jordan. Tenía la esperanza de que no luciera tan culpable como me sentía.

Jordan me dio esa mirada, como si supiera que algo estaba pasando. —¿Por qué huele a Samantha aquí adentro?

Atrapado.

Mintiendo, sólo le di un encogimiento de hombros. ¿Qué es lo que quieres? Escribí.

—Mamá está casi terminando el desayuno —dijo, todavía mirándome con recelo.

Sin esperar a que descubra las cosas, salté de la cama y caminé junto a ella a la cocina.

Tenía la sensación de que las cosas estaban a punto de ser muy complicadas.

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49 6 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Andreani

Corregido por Jezel07

Sam decidió que no había manera de que ella pudiera ir a la escuela hasta que averiguáramos cómo deshacernos de Mike. Y no estábamos seguros de cómo hacerlo todavía. Ella tampoco podía ir a la ciudad sin que alguien la reconociera. No iba a tomar mucho tiempo antes de que todo el mundo en la isla supiera que Sam estaba viviendo sola.

Todos pensarían que estaban siendo útiles, rastreando a Sam para que pudiera reunirse con su único padre vivo. Pero a veces las cosas no son como un libro de cuentos feliz como parecen serlo.

Esto también significaba que Sam ya no podía venir a mi casa. No pasaría mucho tiempo antes de que mis padres averiguaran todo también. Me iba a convertir en un tonto mentiroso.

Una de las cosas más frustrantes de todo era lo cerca que estábamos del cumpleaños de Sam. Quedaban menos de seis semanas, sólo cuarenta y un días.

Sorprendentemente, nada pasó hasta el lunes, cuando la escuela regreso del fin de semana. Estaba temiendo ir a la escuela sin Sam, pero temía aún más que se la llevaran.

—¿Y…? —nos dijo Carter mientras yo y Rain caminábamos a nuestros casilleros esa mañana—. ¿Ya arreglaron las cosas tú y Samantha?

Mierda. Todavía no había pensado sobre esa parte. Todo el mundo en la escuela creía que seguíamos sin ser novios.

Lo que proporcionaba una oportunidad perfecta.

No, escribí en un cuaderno. No he hablado con ella desde la semana pasada.

Mentira número uno.

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—Te he dicho antes que eres un idiota —dijo Rain, sacudiendo la cabeza.

Si, escribí con impaciencia.

—Solo decía —dijo mientras la campana sonaba y los tres nos dirigíamos hacia diferentes clases.

Parece que no podía impedir que mi pierna izquierda saltara hacia arriba y hacia abajo como si hubiera tomado demasiado café durante mis clases. El Señor Roy miró en mi dirección cuando llamó a Sam y ella no respondió. Pero no fue más que un vistazo. Afortunadamente nosotros no teníamos mucha asistencia en ASL, y la señora Morrison no hizo mucho caso de que Sam no estuviera allí para nuestra próxima clase.

Fue un poco más difícil obtener las tareas de Sam sin lucir sospechosos. Especialmente para aquellas clases que no tenía con ella. No ayudaba a mi historia de que ya no estábamos juntos. Terminé pidiendo ayuda a otros estudiantes que estaban en clases de Sam para conseguir que hicieran el trabajo por mí.

Estaba a punto de tener un ataque de nervios al final del día. ¿Cómo vamos lograr hacer esto hasta el cumpleaños 18 de Sam? Cuarenta y un días se sentían repentinamente una eternidad.

Yo llamé a la puerta de la casa rodante cinco veces para informar a Sam que era yo. Ella todavía parecía nerviosa cuando abrió la puerta.

—¿Y, cómo te fue hoy? —preguntó ella, sus ojos exploraban los árboles detrás de mí. Se veía totalmente fuera de sí—. ¿Algún problema?

Ninguno, escribí en nuestro cuaderno. Nadie parecía darse cuenta de que te habías ido. Aunque conseguí todos tus deberes.

—¡Gracias! —dijo alegremente, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello y abrazándome—. He estado tan estresada por todo esto.

Todavía piensan que rompimos, escribí cuando me soltó. Debe facilitar una coartada sobre ti. Podría decir que tuvimos una pelea la semana pasada y no sé dónde estás.

—Perfecto —dijo con una sonrisa forzada. Ella realmente estaba aterrada.

Nos sentamos e hicimos la tarea durante aproximadamente una hora, nos besamos por otra media hora, y luego tuve que volver a casa. Estar allí por mucho tiempo era peligroso teniendo en cuenta que para todos

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habíamos terminado. Correr el riesgo de ser visto después de la escuela se vería sospechoso.

Nada pareció demasiado diferente al día siguiente en la escuela tampoco. La mayoría de los profesores parecieron sorprendidos de que Sam no estuviera en la escuela, era un comportamiento extraño en ella, pero sólo pareció preocupación normal, no sospecha. Otra vez conseguí la tarea de Sam y se la llevé.

Pero el miércoles escuché murmullos en el pasillo.

—Dicen que su madre murió durante el verano.

—Ella ha estado viviendo sola todo el año.

—He oído que está sin hogar.

—No es de extrañar que luzca andrajosa. Mierda, me siento mal por haber dicho algo sobre ella.

—¿Por qué ha estado escondiendo todo esto?

Ahora la escuela estaba hablando.

Deteniéndome en mi casillero, metí unos libros en él y saqué otros. Me estremecí cuando vi Rain y a Carter acercándose a mí.

Aquí vienen más mentiras.

—Amigo —dijo Rain, con los ojos muy abiertos—, ¿en serio Samantha no tiene casa? ¿Su madre murió?

No dije nada, sólo pretendí estar buscando algo en mi casillero.

—¿Lo sabías? —dijo Carter, su voz sonaba acusadora—. ¿Por qué no dijiste nada?

No empieces.

—Todo el mundo la está buscando, Jake —dijo Rain en voz baja—. Su padre está en la isla. Dicen que tiene que llevársela con él. Los policías han estado en la escuela preguntando a todos los maestros en la mañana. Van a venir a buscarte a ti.

Oh mierda.

—¿Dónde está? —preguntó Carter.

Sentí que mi corazón iba a salir de mi pecho y mis palmas comenzaron a sudar.

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Tuvimos otra pelea el jueves, escribí. Mentiras. No la he visto desde entonces. ¿Rompimos, recuerdan?

—¿Piensas que ella se fue después que pelearon? —preguntó Carter mientras empezamos a caminar por el pasillo.

Yo sólo me encogí de hombros. Esperemos que mi expresión no fuera demasiado asustada.

Vi que la gente me miraba cuando yo me dirigí a cálculo. Los susurros se extendieron casi como una ola mientras pasaba caminando. Todo el mundo sabría acerca de esto antes de que la campana sonara para el primer período.

De alguna manera logré pasar la primera clase del día. No tenía ni idea de lo que debíamos estar aprendiendo, pero de alguna manera he sobrevivido la hora sin enloquecer. Pero mientras caminaba para el segundo período, todo el mundo me estaba mirando tanto como lo hicieron mi primer día en la escuela después del accidente.

Debería haber sabido que el director Hill los enviaría conmigo durante ASL, la clase en que se suponía que sólo estamos Sam y yo. Aflojé el paso al final del edificio y vi a dos policías y al director Hill de pie dentro de la habitación.

Por un breve momento consideré salir corriendo. Pero, ¿no se vería eso sospechoso?

Con la esperanza de que ninguno de ellos escuchara mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, puse una cara en blanco y entré en el aula.

—Jake —asintió hacia mí el director, su rostro era serio. Me preguntaba si la situación de Sam podría ponerlo en algún tipo de problemas. Los maestros deben tener problemas por no darse cuenta de cosas como esta—. Los agentes Blizen y Bennett deben hacerte algunas preguntas sobre Samantha Shay.

Manteniendo mi rostro tan blanco como pude, asentí.

Los dos oficiales me indicaron que me sentase en uno de los escritorios. Viendo que no tenían ninguna intención de sentarse ellos, elegí quedarme de pie. Recargándome contra uno de los escritorios, con mi mochila todavía puesta y mis brazos cruzados sobre el pecho.

Los vi a los dos dirigir sus ojos a mis cicatrices, sus rostros lucían inseguros. Rodando mis ojos, coloqué mi mochila al frente y saqué un cuaderno y una pluma.

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—Entendemos que estás... en una relación con la señorita Shay. —El oficial Bennett comenzó. Era difícil tomarlo en serio cuando la mayor parte de la isla lo vio con los exenticos en el desfile del día del solsticio disfrazado como un payaso de tres metros de altura.

Estaba, escribí.

—¿Perdón? —dijo, su cara luciendo todavía tan insegura como si yo pudiera derretirme si me hablaba demasiado severo.

Estábamos… en una relación. Rompimos la semana pasada. Pregúntele a cualquier persona en la escuela.

—Oh —tartamudeó. Pasó algunos papeles, luciendo totalmente perdidos. Él se mantuvo mirando mi garganta. Era increíble cómo algunas personas simplemente no saben cómo manejar la comunicación con personas discapacitadas.

—¿Puedo preguntar cuál fue la razón por la qué rompieron? —habló el oficial Blizen, salvando a Bennett—. Podría ser útil en la búsqueda de Samantha.

Dudé, debatiéndome si mentir. Pero parecía más simple decir la verdad.

Ella dijo algo acerca de mí sobre no poder hablar, confesé. Enloquecí e hice algo estúpido con otra chica.

Haciéndoles pensar que era peor de lo que fue debería ayudar a mi caso.

—Y me imagino que la señorita Shay se molestó por esta situación. —Algo acerca de las preguntas del oficial Blizen parecían muy rutinarias. Yo sentía que no era de la isla. Una chica sin hogar que falta no fue algo que sucedía exactamente muy a menudo en la isla. Parecía como si debiera estar un poco más preocupado como el oficial Bennett.

Sí, escribí. Ella estaba disgustada. Tuvimos una gran pelea el jueves.

—¿Y no la has visto desde el jueves? —preguntó, garabateando algo en un bloc de notas.

En la escuela el viernes, pero fue la última vez, mentí. ¿Cuántas más debía decir?

—Jacob, ¿eras consciente de que Samantha estaba viviendo sola, incluso aunque ella es menor de edad? —Volvió sus ojos verdes a mí, su expresión casi me retaba a inventar algo que no era la verdad.

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Dudé durante un segundo. Honestamente yo no estaba seguro qué decir. Ir en cualquier dirección podría meterme en un montón de problemas, más de los que ya tenía.

¿No debería de estar hablando con cualquiera de ustedes con mis padres aquí? Ahora era mi turno para darles una mirada dura.

—Han sido llamados, Jake —dijo el director Hill, su expresión era incómoda. Yo sabía cómo iba a reaccionar mi mamá cuando se enterara de que el director Hill había dejado que la policía me hiciera preguntas antes de que llegaran aquí—. Tus padres deben llegar en cualquier segundo.

Dejé mi libreta en el escritorio, cruzando los brazos sobre mi pecho y observé al oficial Blizen. Esperaba que él entendiera el mensaje de que no hablaría en un rato.

Pero mientras lo mirada, fui presa del pánico en el interior. Era una cosa mentir a estos oficiales, algo muy malo; otra era mentir a mis padres sobre la chica que había pasado horas y muchas noches bajo su techo, como prácticamente una parte de nuestra familia.

Parece que se tomó una eternidad, pero finalmente mi mamá y mi papá entraron por la puerta de mi salón de clases.

—¿Ya están ellos aquí? —preguntó mi mamá apenas casi gritando cuando vio a los oficiales en el salón—. ¡Tony, él es sólo un niño!

—Lo siento, Jackie —dijo, luciendo avergonzado—. Querían moverse rápidamente en este caso. Me preocupa sólo por Samantha.

Sí, su mejor alumna en cinco años...

—¿En verdad está desaparecida Samantha? —Papá preguntó, doblando sus brazos sobre su pecho exactamente igual que como yo los tenía.

—¿Todos somos consientes en cuanto a la situación de la vida de la señorita Shay? —preguntó el oficial Blizen en lugar de responder a la pregunta de mi padre.

—¿Qué quieres decir? —preguntó mi mamá, frunciendo su frente. Mierda. Aquí vamos.

—Vive con su madre al final del camino Enchanted Forest —respondió papá, su expresión no tan segura como me hubiera gustado que fuera.

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—Señor y señora Hayes —dijo el oficial Blizen, tratando de sonar pacientemente—. La madre de la señorita Shay falleció durante el verano. Samantha ha estado viviendo sola en algún lugar de la isla desde agosto.

El salón se quedó muy callado durante un segundo. Me negué a retirar mis ojos de la cara del oficial, sin atreverme a mirar y ver cómo mis padres lograban reaccionar.

—Yo... no entiendo —dijo papá, cambiando su postura—. Samantha... ¿Samantha vivido sola durante los últimos siete meses? ¿Cómo... cómo es eso posible? ¿Las personas como ustedes no intervienen cuando suceden cosas como esta?

Finalmente miré a mamá. Ella tenía sus ojos hacia el piso, un millón pensamientos recorrían su cabeza como sus labios hacían pequeños movimientos. Estaba tratando de juntar todo.

Las pistas estaban todas allí si supieras donde ver.

El oficial Blizen finalmente pareció incómodo por primera vez.

—Hubo una falta de comunicación con los servicios sociales en cuanto a quien debía tomar la custodia de Samantha. La custodia fue otorgada a sus abuelos, pero casi el mismo día que se les concedió el abuelo tuvo un infarto y pronto se trasladó a un centro de cuidados. La custodia fue cambiada luego al padre de Samantha, pero al parecer nunca se enteró de que había habido un cambio. Samantha... cayó a través de las grietas. No fue hasta que alguien en la isla nos dijo que pensaban que algo estaba pasando que vimos el caso. Nadie en la isla sabía que había muerto la madre de Samantha.

Miré a mamá otra vez. Ella tenía su puño contra sus labios, algunas lágrimas caían por su rostro.

La parte de atrás de mi garganta se comenzó a cerrar de una manera que no tenía nada que ver con mi mudez. Mis ojos cayeron de mamá y se pegaron al suelo.

—Jake —papá dijo con firmeza en su voz—, ¿sabías acerca de todo esto?

Debatí conmigo mismo por un segundo. Pero no había ninguna manera que él me creyera si decía que no. Con tantas horas como supuestamente pasé en casa de Sam...

Asentí con la cabeza.

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—Jake —dijo mamá en un horrorizado suspiro—. ¿Cómo es que no pudiste decirnos sobre esto? Nosotros podríamos haber ayudado. Esa pobre chica. ¡Debe haber estado aterrorizada!

—Entonces, ¿Samantha está desaparecida? —dijo papá. Me sorprendió escuchar que él estaba reteniendo la emoción en su voz.

—Oh Dios mío —medio gritó y gimió mamá mientras volvió a presionar el puño contra sus labios y nos daba la espalda.

—El padre de Samantha ha vuelto a la isla para llevarla consigo a Auburn —el oficial Bennett finalmente habló otra vez—. No ha sido capaz de localizarla todavía. Aparentemente su antigua casa fue vendida antes de que la madre muriera, y nadie parece saber su residencia actual.

Mamá dio otro ahogado y apagado sollozo.

Sentí algo rompiéndose en mi pecho.

Sabía que mamá se sentía culpable por no haberlo sabido. Pero Sam y yo nos habíamos asegurado de mantenerlo así. Que mamá se sintiera así ahora era mi culpa.

—Todo el mundo dice que Jacob y Samantha han estado juntos desde hace unos meses y que él iba a ser el único que supiera donde está actualmente—. El oficial Blizen volvió esos ojos fríos en mí otra vez.

Los ojos de papá y mamá se volvieron al mismo tiempo. Sentí todo en mi interior volverse frío.

Tratando de impedir que mis manos temblaran, cogí mi libreta y lápiz otra vez.

Sam se mudaba continuamente, escribí. Ella trabajaba en para alojarse como pago en lugares.

Mentira. Mentira. Mentira.

Tan pronto como escribí las palabras sabía que había cometido un error. Sería demasiado fácil para ellos preguntar alrededor y averiguar que lo había inventado. Esta era una isla demasiado pequeña como para no averiguarlo.

—¿Sabes dónde está ahora? —preguntó el oficial Bennett, girando su pluma en la mano.

Hemos roto por un tiempo ahora, como he dicho. No la he visto desde el viernes por la mañana.

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Nadie dijo nada por lo que sentí fue una eternidad, así que los oficiales me clavaron la mirada.

—Jacob —el oficial finalmente volvió a hablar—. Tengo curiosidad en cuanto a por qué pareces tan despreocupado de que tu...... ex novia haya desaparecido. Mientras que ustedes pueden haber roto, creo que aún deberías preocuparte por ella.

Los ojos de papá y mamá saltaron a mi cara como diciendo, “sí, ¿por qué no estás más preocupado?”

Tratando de hacer una cara valiente, escribí. Confía en mí, yo estoy aterrado.

Mierda. Mierda. Mierda.

—Uh huh —dijo, garabateando algo en otro de esos cuadernos amarillos—. Al padre de Samantha le gustaría hablar contigo en algún momento. ¿Estarías dispuesto a ir la estación esta tarde y reunirte con él?

¿Tengo una elección?, pensé.

Pero miré a mamá y a papá, sabiendo que realmente les concernía a ellos.

—Vendremos justo después de la escuela —dijo mamá, tratando de recobrar la compostura—. No existen motivos para que Jake falte más a la escuela.

—Muy bien —dijo el oficial—. Aquí está mi tarjeta. Te esperamos a las cuatro.

Sin otra palabra más, los dos se fueron.

—En serio, Tony. —Mamá lanzó una mirada penetrante al director Hill—. ¿Cómo pudiste permitir que lo interrogaran sin nosotros aquí?

Dos de ellos comenzaron a deambular hacia su oficina, mamá quejándose todo el camino.

—¿Quieres hablar de esto? —preguntó papá, metiendo sus manos en los bolsillos.

Sólo sacudí mi cabeza, con mis ojos pegados al suelo.

—Está bien —dijo papá, asintiendo—. Ten un buen día en la escuela entonces.

Simplemente asentí otra vez y papá se fue a ponerse al día con mamá, dejándome solo en el aula vacía.

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¡Mierda! Sam, estoy enloqueciendo aquí. ¡Los policías llegaron a la escuela a interrogarme! Quieren que vaya a la comisaría para reunirme con tu padre más tarde hoy. No sé qué hacer a Sam. No sé si alguna vez he tenido tanto miedo. No quiero arruinarlo todo, pero me temo que voy a decir algo mal y van a averiguar de donde estás.

Creo que simplemente me volvería loco si te llevan lejos. Creo que has sido tú quien ha mantenido mi cabeza cuerda en este loco año. No me dejaste revolcarme en mi autocompasión. Te necesitaba este año. Hay un montón de lugares oscuros para alguien como yo, y me temo que podría caer en ellos si te vas.

No puedo dejarlos que te lleven.

Me senté allí mirando la página que acababa de llenar en nuestro cuaderno rojo. Las letras salían tan rápido que ni siquiera pensé una sola palabra de las que había escrito.

Arranque la página y la metí en mi bolsillo.

Estas fueron las palabras aterrorizadas. Estas fueron palabras de alguien a punto de perder la cabeza.

Tenía que recobrar la compostura ahora mismo. Y no podía dejar que Sam leyera lo aterrado que estaba ente la posibilidad muy real de ella fuera llevada lejos de mí.

La escuela entera no pudo dejar de hablar de Sam el resto del día. Y no parecían querer dejarme en paz. Con excepción de Norah, extrañamente. Yo seguí encontrando sus ojos sobre mí todo el día, mirándome, como si ella estuviera esperando que yo me derrumbara.

Ejercitándome en el entrenamiento de pesas. Todos los chicos me miraban como toda la isla lo haría al final del día. Sólo de me senté en el banco y miré dejé la mirada en blanco hacia el techo.

Con un nudo muerto en mi estómago, sabía cómo iba a terminar todo esto. Y no creía poder detenerlo.

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50 6 semanas hasta el cumpleaños de Sam

Traducido por val_17

Corregido por Jezel07

Yo nunca había estado en la comisaría de policía antes. Era difícil incluso llamarlo así de alguna manera. Desde el exterior se veía como nada más que una pequeña casa. No había mucho más que una sala de espera, unas cuantas habitaciones pequeñas y un área de cocina en todo el edificio.

El oficial Blizen marcó el comienzo de mis padres y yo en una de las habitaciones. Tenía una gran mesa con media docena de sillas que la rodeaban. Nos sentamos en un extremo, el oficial Blizen se sentó en el otro extremo. Me pregunté dónde estaba Bennett.

Ninguno de los dos dijo nada de nada como nos miramos el uno al otro. Nuestros ojos seguían parpadeando en el reloj en la pared, mirando la manilla de las horas trabajar su camino más allá de las cuatro. Vimos la puerta, esperando a que alguien apareciera a través de ella.

—Usted dijo que era a las cuatro en punto, ¿no? —preguntó mamá.

Me di cuenta de que estaba tratando de mantener su voz paciente.

—Sí, señora Hayes —dijo Blizen, perezoso y molesto—. Estoy seguro que el Sr. Garren estará aquí pronto.

Y el reloj siguió avanzando.

El papá de Samantha no iba a presentarse. Podía sentirlo.

Realmente era tan poco fiable como Sam le había dicho.

—Está bien —dijo mi padre, apoyando los codos sobre la mesa, inclinándose hacia adelante—. Hemos sido muy pacientes. Hemos estado sentados aquí durante más de una hora y media. Tenemos otros cuatro niños en casa esperando por nosotros, he tomado una hora de ausencia del trabajo, y ahora he perdido el tiempo. ¿Nos podemos ir?

Blizen miró con ojos fríos y estrechos a papá.

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¿De dónde viene este hombre? No podía ser inferior a un isleño. Los ojos de Blizen de repente se posaron en mi rostro, casi haciéndome saltar.

—Por supuesto, usted es libre de irse. Pero hay que entender, Jacob, que se trata de una situación desesperada, mala. Hay una chica por ahí, menor de edad, que no tiene la edad suficiente para cuidar de sí misma. Y su familia está aquí para ella. Si usted sabe dónde está, tiene que decirnos. —Todo en mí se endurece contra este hombre, me quedé allí sentado con los labios apretados.

Nadie podía guardar un secreto como yo.

—Nos vamos a ir ahora —dijo mamá, agarrando mi brazo y tirando de mí. Ella era mucho más fuerte de lo que parecía.

—Ese tipo tiene mucho valor, no sólo para mostrarse de esta manera —se quejó mamá mientras salíamos hacia nuestros autos—. ¿Sabes algo sobre el hombre, Jake? Tengo un mal presentimiento sobre todo esto.

Sacudí la cabeza. Yo realmente no sabía mucho sobre él, sólo que no era un gran tipo y no había manera de que Sam quisiera salir de la isla con él.

Sacando el teléfono celular de su bolso, mamá comprobó un mensaje de texto.

—Muy bien —dijo ella con un suspiro, mensajes de texto de vuelta.

—Joshua vomitó por todo el baño. Dijo que no se sentía bien esta mañana, pero parecía estar bien después de la escuela. —Por una razón más me alegré de que no fuera mamá.

—Jake, cariño, ¿podrías correr y conseguir algunas cosas para mí en el Mercado para cenar esta noche? —preguntó. Ella ya estaba cavando un recibo viejo y una pluma de su bolso. Me limité a asentir. Era lo mínimo que podía hacer después de todo en lo que estaba metiendo a mis padres.

—Nos vemos en una hora —dijo su padre, presionando un beso al lado de la cabeza de mamá—. Tengo que volver a trabajar pronto.

—Bien —dijo ella, besándolo de nuevo—. La cena estará lista alrededor de las siete.

Papá se fue y mamá me dio la lista y se apresuró al vomito.

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Me debatí en ir hacia Sam, para dejar su tarea y decirle acerca de los acontecimientos del día, pero terminó arrepintiéndome. Blizen me miraba ahora. No podía arriesgarme a llevarlo derecho a la auto caravana de Sam.

Vi la mirada en los ojos de la gente mientras recogía las cosas para mamá en el Mercado. Ellos querían venir y preguntar acerca de la situación de Sam, pero también vieron las cicatrices en mi garganta y se preguntaban cómo iba a responder. Me aseguré de ir con la cabeza en alto para que todos pudieran verlas. Yo no quería tener que mentir más de lo que ya lo hacía.

Estaba tomando las dos bolsas de la compra y yendo a mi coche cuando vi a alguien tropezar a través del estacionamiento para ir al mercado. Puse las bolsas en el asiento del pasajero, y echó un vistazo más de cerca.

El chico parecía que estaba en sus cuarenta y tantos años. Tenía el pelo castaño espeso, parece que probablemente sería considerado atractivo si hubiera cuidado de sí mismo.

Incluso desde donde yo estaba, me di cuenta de que estaba borracho.

La taberna Baja tenía una copia de seguridad en el estacionamiento del mercado, y esa fue la dirección general en la que el hombre había tropezado. A medida que se acercaba, se dirigió a las puertas de la tienda, se tropezó y cayó de bruces a pocos metros de mí. Reaccionando por instinto, di un vuelco hacia él, pero no estaba lo suficientemente cerca como para detener su caída.

El hombre gimió cuando él comenzó a recogerse, con las manos bajo sus brazos para ayudarlo. Él soltó una sarta de palabrotas y yo ya podía oler el alcohol en su aliento.

De repente, levantó la vista hacia mí. Sus ojos parecían desenfocados al principio, pero poco a poco se estrecharon en mi cara.

—Tú eres ese chico del accidente —dijo, arrastrando un poco sus palabras—. El que no puede hablar de lo que todo el mundo ha estado charlando sobre estos últimos días. Eres el novio de mi hija. —Mis entrañas se volvieron frías, los rasgos faciales de pronto se destacaron.

Tenía la mandíbula exactamente igual que Sam, tenía la misma frente y los pómulos. Parecía obvio ahora.

—Todo el mundo ha estado diciendo que la estás escondiendo de mí —dijo, con los ojos cada vez más duros—. Pero ella tiene que venir a casa conmigo. Eres un niño malo por mantenerla lejos de su familia. —El Sr.

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Garren finalmente se puso en pie, tambaleándose donde estaba. Tenía una mirada malvada en su rostro que había visto cuando la gente había tenido demasiado a beber.

Había un montón de cosas que quería decirle a ese hombre en este momento.

—No sé porque ella querría pasar el tiempo en esta isla —dijo, mirando a su alrededor como si pudiera ver y juzgar nuestra isla entera allí desde el estacionamiento—. No podría ser por un niño flacucho, roto como tú. —mi mandíbula se apretó y mis dedos se cerraron en puños.

—Nunca debería haber llamado a esa chica hasta hace tantos años —murmuró para sí mismo—. Mira lo que me ha llevado. Pegado con una pequeña rata triste.

Mi puño explotó de dolor mientras se conectaba con la mandíbula del Sr. Garren. Lo hice perder el equilibrio y caer de espalda.

¡No vuelvas a hablar de nuevo así de Sam!

Escupiendo en el suelo junto a mí, me sostuvo la mirada mientras se frotaba la mandíbula.

—Voy a encontrarla —dijo Garren, su voz apenas susurrando, para tomar otro giro—. Y yo la llevaré conmigo. —En vez de hacer algo estúpido como patear al hombre mientras estaba en el suelo, me volví a subir a mi coche.

Me congele cuando vi a Norah en la puerta principal, con bolsas de papel en la mano, mirando nuestra confrontación. Todo en mí se endureció aún más, me aparté de ella y me deslicé en el asiento del conductor. Ni siquiera con cuidado de comprobar y asegurarme de que el Sr. Garren estaba fuera del camino, salgo de la playa del estacionamiento.

Llamé a la puerta de Sam cinco veces, haciéndole saber que era yo. Pase tan pronto como se abrió, paseándome por el espacio pequeño, y sosteniendo mi mano palpitante.

—Jake —dijo Sam, su voz alarmada—. ¿Qué pasó? —Mirándola a los ojos, hice la señal para papá. Al ver que no parecía entender, señalé a ella una vez y otra vez hice la señal para papá—. ¿Golpeaste a Mike? —ella medio gritó, finalmente entendía por qué estaba sosteniendo mi mano—. ¿Estás bien? —Ella abrió la pequeña nevera y sacó una bandeja de cubitos de hielo y envolvió un puñado de ellos en una toalla.

Asentí con la cabeza, dejando que tomara de mi mano.

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—¿No sabe dónde estoy? —preguntó—. ¿Cierto? —Negué con la cabeza, tratando de alcanzar la libreta.

No lo creo. Los policías se presentaron hoy en la escuela y me interrogaron. Se suponía que iba a conocer a tu padre en la estación a las 4, pero estaba muy ocupado al parecer.

Sam maldijo en voz baja mientras seguía sosteniendo el hielo en mi mano.

Creo que tal vez deberíamos movernos mañana, sólo para estar seguros. Puedo venir después de la escuela.

—Bien —dijo Sam en voz baja con una inclinación de cabeza.

Había palabras no dichas entre nosotros. Los dos sabíamos lo que iba a suceder y que iba a suceder pronto. Sam no podía ocultarse para siempre.

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51 6 semanas para el cumpleaños de Sam...

Traducido por val_17

Corregido por Carolyn

Tenía una sensación de malestar en la boca del estómago al día siguiente. El tipo de malestar que hace que tus manos tiemblen y sentir ganas de vomitar. Algo se sentía mal.

Fui a la escuela como normalmente lo habría hecho. Los ojos me seguían como si fuera una especie de criminal, los susurros escapaban mientras caminaba. A pesar de sus mejores esfuerzos, mis profesores me miraban de manera diferente.

Pero lo que más me asustaba, era la mirada de suficiencia que Norah me dio en el almuerzo.

Después de la escuela, me dirigí a la casa rodante. Esa sensación de malestar burbujeaba en mi estómago y casi me da un ataque de pánico cuando vi dos coches aparcados junto a la pequeña cabina. Uno de ellos era un coche de policía.

Aparqué y corrí a la casa.

¡Sam!

La puerta de la casa estaba abierta y pude ver a dos hombres moviéndose en el interior. Vi al Sr. Garren reunir las cosas de Sam, y al policía llenar algún tipo de formulario.

Tan pronto como Sam me vio, se me acercó desde el asiento del comedor, echándome los brazos al cuello.

—Dicen que tengo que ir, Jake. —Inmediatamente comenzó a sollozar—. No sé cómo me encontraron, pero llegaron hace una hora y me van a llevar. No me quiero ir, Jake, no quiero ir.

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Pasó una mano por su cabello, mis ojos se encontraron con el Sr. Garren, quien se detuvo y me miró. Tenía una sonrisa satisfactoria en su rostro, que prácticamente gritaba te lo dije.

En cuanto al oficial, busqué en su rostro cualquier rastro de simpatía.

—Lo siento, Jake —dijo. Estaba agradecido de que no fuera Blizen. Por desgracia, no era Bennett, que habría tenido un poco más de comprensión—. Aún es menor de edad, tiene que ir.

Sam no paraba de murmurar—: No quiero ir, no quiero ir. —Una y otra vez en mi cuello.

Quería causar estragos. Golpear al Sr. Garren. Meter a Sam en mi coche y manejar lejos de todo esto. Volver el tiempo atrás doce horas para poder ocultarla mejor. Si sólo nos hubiéramos mudado de la casa rodante ayer.

Pero lo único que podía hacer era sostener a Sam y ver como su padre recogía sus cosas y las llevaba a su coche.

Si todavía fuera capaz de hablar, toda esta escena sería muy diferente. Hubiera estado gritando, gritando, luchando contra el Sr. Garren y el oficial con todo lo que tenía dentro.

Me sentía débil por no ser capaz de luchar por ella.

Se sentía como si estuviera cada vez menos y menos firme en mis brazos.

—Es hora de irse —dijo finalmente el Sr. Garren, respaldado por el oficial de policía.

Sam puso sus manos a ambos lados de mi cara, sus ojos fijos en los míos. —Voy a estar de vuelta —dijo, con la voz temblorosa—, tan pronto como tenga dieciocho años. Volveré apenas los cumpla. Son sólo unas pocas semanas.

Esas pocas semanas se sentirían como una eternidad.

Te amo, pensé por millonésima vez.

Sam apretó sus labios en los míos, con lágrimas rodando por sus mejillas. La besé con urgencia. ¿Volvería alguna vez a saborear sus labios con sabor a mango?

—Cuida esto mientras estoy fuera, ¿de acuerdo? —dijo, mientras presionaba un juego de llaves en mi mano. Se secó las lágrimas con el dorso

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de la mano—. Ayúdame a encontrar un nuevo lugar para ponerla cuando regrese.

Sólo pude asentir. Una lágrima resbaló por mi mejilla.

—Vamos —dijo el Sr. Garren, su voz impaciente.

No tan suavemente, dirigió a Sam fuera de la casa, en dirección a su oxidado coche. Sin siquiera darnos la oportunidad de decir adiós, ella se sentó en el asiento del pasajero y cerró la puerta. Presionó una mano contra la ventana, con sus ojos fijos los míos. Y sólo unos segundos más tarde, salieron por el camino de entrada.

El oficial de policía comenzó a escribir algo en la computadora portátil en su coche. Me metí de nuevo en la casa rodante y tomé un cuaderno y un bolígrafo.

¿Quién te lo dijo? Escribí. Caminando de regreso al coche policial, lo aprieto contra su ventana. El oficial me miró sorprendido al principio, y luego bajó la ventanilla.

—Nos contactamos con alguien de su escuela, dijo que había visto a la señorita Shay y que sabía dónde se alojaba.

Norah.

Había visto la pelea de ayer y me siguió derecho a Sam.

Y luego le dijo a la policía.

¿Ustedes alguna vez se preguntaron por qué desapareció tan pronto como su padre se presentó en la isla? Escribí y se lo enseñé de nuevo.

—Lo siento, chico —dijo, sólo me molestó más—. Sé que esto no puede ser fácil.

Sin decir una palabra, me di vuelta, subí a mi coche y me marché. Ni siquiera recuerdo el viaje de regreso a mi casa. De repente, estaba en allí, azotando la puerta detrás de mí, mis manos tirando de mi pelo.

—Oye —gritó mamá desde la cocina—, ¿tratas de romper la casa? —Salió de la cocina y vio mi quiebre—. ¿Jake? —dijo, su voz llena de pánico—. ¿Qué está mal?

Unas cuantas lágrimas se filtraron en mi mejilla. Gesticulé el nombre de Sam.

—Oh no —susurró, su expresión endureciendo. Me dirigió a una silla—. ¿Qué pasó?

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Tomé un bloc de notas y le expliqué.

Para el momento que había terminado mi larga y detallada descripción de lo sucedido, incluyendo el lugar donde Sam estaba viviendo, la mitad de la familia había llegado a la sala de estar. Y entonces, papá entró al igual que todos y terminó de leer mi explicación.

—No puedo creer que se haya ido —dijo Jordan, con la voz entrecortada—. ¿Cómo pueden simplemente dejarla ir así?

—Ella no tiene otra opción —dijo mamá, sus manos temblaban—. El sistema está configurado de forma que este con él o en un hogar de acogida. No estoy segura cuál sería peor.

—Vamos, Jake —dijo papá, agarrando las llaves de su camioneta—. Vamos a buscar su casa rodante.

Miré a papá con sorpresa, todo mi cuerpo se sentía como si estuviera en shock.

—Vamos por ella y la guardaremos aquí hasta que regrese —dijo—. Tal vez... tal vez pueda quedarse aquí después de su cumpleaños. En el patio trasero, por supuesto.

Me puse de pie y envolví mis brazos a su alrededor, algo que no había hecho en mucho tiempo.

Condujimos en silencio a la casa de Sam. Papá no era de hablar mucho, sobre todo acerca de este tipo de cosas. Pero aprecié su apoyo y comprensión, aunque fuera en silencio.

Acercamos la camioneta hasta la casa rodante y vi la reacción de papá mientras entrábamos en ella. Mantuvo su cara en blanco, pero pude ver la tristeza en su rostro, la que nunca iba a vocalizar.

—Así que, ¿quieres conducir la camioneta a casa o algo? —preguntó mientras entraba detrás de mí.

Dio unas palmaditas en el asiento del conductor.

No quería estar ahí. Todo me recordaba a Sam y el hecho que se había ido. Era todavía demasiado fresco. Pero tener a papá conduciendo su coche se sentía como una invasión a la privacidad de Sam.

—Está bien. —Se limitó a asentir. Miró a su alrededor por un momento, sus ojos persistentes en la minúscula cocina, en el calentador que sabía iba a reconocer. Pero no dijo nada, sólo se dio la vuelta y caminó al exterior.

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Me deslicé en el asiento del conductor y puse la llave que Sam me había dado en el encendido. Se quejó por un minuto, pero al final dio un encendió. Gimió y crujió todo el camino de regreso. Con papá sosteniendo la puerta para mirar el camino, la metimos en el patio trasero y la estacionamos en un rincón.

Traté de no mirar atrás en lo que entramos en la casa. De repente, no lo quería allí. Era un enorme recordatorio de que Sam se había ido.

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52 5 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Andreani

Corregido por Carolyn

Hablé con maestros de Sam el siguiente el lunes cuando volvimos a la escuela. Y finalmente les dije la horrible verdad. Acordaron trabajar con ella para que continuara haciendo todas sus tareas escolares a larga distancia. Ignoré a Norah lo mejor que pude. Todo en mí quería vengarse. Ella había arruinado mi vida por lo que estaba en mi naturaleza humana querer arruinar la suya. Pero la venganza no iba a devolverme a Sam. Y Norah estaba muerta para mí. Ni siquiera podía mirarme.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó Rain mientras nos sentamos en The Market para comer el almuerzo.

Sólo me encogí de hombros mientras comía mi burrito.

—No puedo creer que se la llevara así como así —dijo Carter, arrojando chorros de kétchup en sus jojos—. Ella ni siquiera conoce bien al tipo, ¿cierto?

Sacudí la cabeza y abrí mi pluma. No lo ha visto desde que tenía seis años.

—Diablos —dijo Rain, sacudiendo la cabeza—. Por lo menos cumplirá dieciocho pronto.

Asentí.

—Un montón de chicos van están empacando por lo de la Constitución y acamparán el jueves desde el viernes fuera de la escuela —dijo Carter, discretamente cambiando de tema—. ¿Quieres venir?

Lo pensé por un segundo. Realmente lo que quería hacer era acorrucarme en posición fetal y yacer en coma durante unas semanas. Pero simplemente no podía dejar de vivir durante los próximos treinta y tres días.

Seguro, escribí.

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53 5 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Juli

Corregido por Carolyn

Esa noche, me senté en el ordenador en el desván, y sin pensarlo navegué en Internet. Estaba leyendo algo en Facebook, cuando un cuadro en la esquina derecha apareció de repente.

Un mensaje de Samantha Shay: ¡Oye! ¿Estás ahí?

Mi corazón saltó a mi garganta. No tenía forma de ponerme en contacto con Sam, ya que ella no tenía celular y yo no había tenido la oportunidad de obtener el número del Sr. Garren.

Jake: ¡Hola! ¡Estás como nunca en Facebook! ¿Tu padre te dejó usar la computadora?

Sam: Ugh, no. Estoy en la biblioteca. Un tipo raro sigue mirándome desde un ordenador cercano.

Jake: ¿Quieres que le patee el culo por ti?

Sam: ¡LOL! Si tan sólo pudieras.

Jake: Te extraño como loco.

Sam: Sólo han pasado dos días.

Jake: Aún así te extraño.

Sam: Te extraño también. Esto apesta.

Jake: Tengo toda tu tarea. Los maestros van a mantenerte al tanto de las clases mientras estés ausente.

Sam: ¿Qué haría sin ti?

Jake: Hago lo que puedo.

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Sam: Papá estuvo fuera casi todo el tiempo que he estado aquí. Viene a casa como a las tres de la mañana, totalmente perdido.

Jake: Tal vez voy a tener que ir y secuestrarte.

Sam: No creo que sea una buena idea. Está súper paranoico. Apenas me deja salir de casa.

Jake: Estoy preocupado por ti.

Sam: Voy a estar bien. No creo que haga nada.

Jake: Ojala SUPIERA que no hará nada.

Sam: Me tengo que ir. Se supone que sólo estaría aquí durante quince minutos y he usado la mayor parte del tiempo para hacer la tarea.

Jake: ¿Puedes hablar de nuevo mañana? ¿A la misma hora?

Sam: Lo intentaré.

Jake: Ya estoy contando las horas.

Sam: Duerme bien.

Te amo, escribí, pero sólo en mi mente.

Y entonces Sam apareció desconectada.

—¿Jake? —llamó mamá desde abajo—. La cena está lista.

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54 4 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por BeaG

Corregido por Carolyn

—¿Así? —preguntó Jordan, tratando de manipular sus dedos en el signo de hermana.

Negué con la cabeza, poniendo sus dedos en la posición correcta e indicándole el movimiento otra vez.

—Probablemente parezco una idiota. —Se rió, finalmente haciendo el gesto correctamente.

No más de lo habitual, escribí.

Respondió a eso golpeándome en el brazo.

—¡Muéstrame, muéstrame! —dijo Jamie con emoción, mientras se acercaba a nosotros en la sala de estar. Se precipitó a través de la habitación y aterrizó junto a mí en el sofá con un gran rebote.

Riéndome silenciosamente, le mostré el signo.

—Algún día voy a ser muy buena en lenguaje de señas —dijo mientras hacia la seña sin problemas por primera vez. Jordan simplemente la miró—. Y podremos hablar como si estuviéramos hablando normalmente.

Le sonreí, todo en mi interior calentándose.

—Hola —dijo James mientras salía de la cocina, con una caja de galletas bajo el brazo y un cuchillo y un bloque de queso en la otra—. ¿Qué están haciendo?

—Jake nos enseña lenguaje de señas —dijo Jamie alegremente.

Mirando arriba, donde lo esperaba su Xbox, James cambió de dirección y se unió a nosotros en la sala de estar.

—James —gritó Joshua desde arriba—. ¡Date prisa! ¡Estoy matándote!

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—¡Espera! —gritó de regreso, metiéndose un trozo de queso entre dos galletas en la boca—. ¡Estaré ahí en un minuto!

—¿Qué estás haciendo? —gritó Joshua. Escuché una explosión proveniente del televisor.

—Creando vínculos.

Todo el mundo se echó a reír ante eso.

De repente oímos a Joshua trotando por el segundo piso y un segundo después pisoteando las escaleras.

—¿Cuál es la seña para idiota? —preguntó James, haciendo su propio seña.

Jordan también le dio un puñetazo en el brazo. —Sé bueno —dijo, tratando de fruncir el ceño mientras una sonrisa se asomaba en sus labios.

Había pasado una semana desde que hablé con Sam en línea. Había ido a las caminatas nocturnas con los chicos. Hicimos fuego y uno de los locos chicos de la escuela que no conocía muy bien, había cocinado un conejo que él mismo había capturado. Traté de no vomitar cuando empezó a comerlo.

Sam y yo hablamos brevemente en línea cada vez que podía ir a la biblioteca. No lo hizo mucho. Su padre se iba todo el día, pero ella sólo se quedaba en casa, haciendo la tarea y tratando de mantener la cordura. Le envié la tarea por correo uno que otro día.

Había estado luchando para concentrarme en la escuela y no dejar que mis calificaciones bajaran mucho más de lo que ya estaban. Todo lo en lo que podía pensar todo el día era en Sam y en lo mucho que la echaba de menos.

—Muéstrame la seña para chocolate —dijo Jamie, mientras mordía la galleta de chocolate que estaba sosteniendo.

—¿Qué es esto? —dijo alguien mientras la puerta principal se abría de repente. John y Jenny entraron—. ¿Reunión del consejo de los hermanos?

Joshua prácticamente se lanzó a través del cuarto hacia ellos. No pude evitar sonreír mientras mis dos hermanos mayores dejaban caer sus maletas en la puerta, venían y se sentaban junto al resto de nosotros. La habitación se había vuelto concurrida muy rápido.

—Me enteré lo de Samantha —dijo Jenny mientras se quitaba las botas—. Es tan loco. ¿Y tú lo supiste todo el tiempo?

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Bajando la mirada, asentí.

—No te estoy juzgando —dijo mientras agitaba mi pelo—. Pienso que es genial que la hayas ayudado todo este tiempo.

—Sí, no podemos culparte por mantener tu pequeña choza de amor en secreto —bromeó John—. Yo también lo había mantenido en secreto.

Tomando una almohada, se la lanzo, golpeándolo en la cara.

—¿Cuál es la seña para besuqueo? —bromea, lanzándome la almohada de regreso.

—Oooh —dijo Joshua, frunciendo los labios—. Sam y Jake en la choza del amor.

—Cállate, pequeño idiota —dijo Jordan con una sonrisa mientras tomaba a Joshua por la cintura y le hacía cosquillas—. Ni siquiera sabes de lo que estás hablando.

—¡Sí, sé! —protestó, tratando de salirse de su alcance—. Es como cuando te vi a ti y Rain tomándose las manos ayer en Teazer.

—¿Qué? —chillaron la mitad de los hermanos, incluyéndome a mí, sólo que en silencio.

—¿En serio? —dijo Jamie, mirando atrás y adelante entre Jordan y yo.

¿Me perdí de algo?, garabateé rápidamente.

Jordan se sonrojó tanto que todo su cuerpo se veía rojo. —¡No es nada, chicos! Sólo fuimos a tomar un café y un pastel y él… sólo… tomó mi mano cuando nos estábamos yendo.

—Jordan y Rain, sentados en un árbol —coreó Joshua—. B-E-S-Á-N-D-O-S-E.

—¡Está bien, ya basta! —dijo Jordan, llevando su lucha con el pequeño al suelo y haciéndole aún más cosquillas hasta que las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas de tanto reírse.

Me reí en silencio mientras observaba a mis hermanos bromeando entre sí, luchando y hablando unos con otros. Puede que haya estado extrañando a Sam, pero estaba seguro que nunca estaría solo. Mi familia siempre estaría ahí para mí, no importaba lo que sucediera.

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55 3 semanas para el cumpleaños de Sam

Traducido por Autumn Night

Corregido por Findareasontosmile

Las llaves de mi auto me miraban, retándome a recogerlas, ponerlas en el contacto del auto y dejar que la carretera quede detrás de mí. No sería difícil. Tenía la dirección. Todo lo que tenía que hacer era empacar unas cuantas cosas, meterme en el auto e ir por ella.

Porque no saber lo que estaba sucediendo me estaba matando.

Nueve días. Ese fue el tiempo que había pasado desde que había oído una palabra de Sam.

Cualquier cosa podía pasar en nueve días. Intenté no dejar que mi imaginación me ganara. No dejar que pensamientos del señor Garren conduciéndolos a algún lugar, ebrio, teniendo accidentes automovilísticos, muriendo, pensamientos de él haciéndole cosas a Sam que no debería, cruzaran por mi cabeza. Pensamientos de él, accidentalmente, incendiando las cortinas y quemando la casa con Sam dentro. Cosas como él convirtiéndose en un vampiro y chupando toda la sangre de Sam hasta dejarla seca.

Mi imaginación me estaba ganando.

Me puse de pie y tomé mis llaves del aparador. Abrí la puerta de mi dormitorio y caminé hasta la cocina.

—¿Jake? —dijo Jordan desde el bar, donde estaba trabajando en su tarea—. Luces… verde. ¿Estás bien?

Negué con la cabeza, mis dientes apretados.

Estaba muy lejos de estar bien.

—No has oído de ella hoy tampoco, ¿verdad? —Jordan unió las piezas. Negué con la cabeza de nuevo—. ¿Cuántos días han pasado?

Levanté nueve dedos.

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—Mierda —exhaló. Se bajó del bar y atravesó el espacio entre nosotros. Envolvió sus brazos alrededor de mí, apretándome fuerte.

Levanté las llaves en mi mano, observándolas. Jordan me liberó y miró las llaves también.

—Sé cuánto la quieres de vuelta —dijo, un rastro de miedo en sus ojos cuando me miró—. La quiero de vuelta también. Quiero que vuelva a casa. Pero sabes lo que pasará si vas tras ella. Ya has tenido una pelea con su padre. Tuviste suerte esa vez. Si vas hacia él de nuevo, podrías conseguir que te encierren o algo. Y piensa en lo que podría hacerle a Sam luego.

Simplemente me quedé ahí, congelado por un segundo. No había pensado en esa parte. No había pensado en lo que podría significar para Sam que me apareciese ahí cuando se suponía que no debería hacerlo. No había pensado en lo que podría pasar cuando realmente estuviera ahí.

Esto era nada menos que tortura.

Envolví mis brazos alrededor de Jordan, abrazándola tan fuerte que sabía que tenía que doler un poco. Una lágrima se deslizó por mi cara, seguida de dos más, seguidas de muchas más.

No me importaba que estuviera llorando como un bebé. Y a Jordan tampoco parecía molestarle, sólo me abrazó de vuelta y no me dejó ir hasta que terminé.

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56 Una semana para el cumpleaños de Sam

Traducido por Autumn Night

Corregido por Zafiro

—Tengo algo que mostrarte —dijo mamá un día después de la escuela. Sólo siete días para el cumpleaños de Sam—. Ven afuera conmigo.

Dejando mi mochila sobre la mesa del comedor, seguí a mamá por la puerta trasera. Casi me tropecé con una de las gallinas que se sentaban en la parte inferior de las escaleras. Se alejó con un sonoro graznido y una ráfaga de plumas.

Mamá cruzó el césped hacia la casa rodante de Sam y abrió la puerta. La seguí adentro y encendió las luces. Papá debió haber conectado la electricidad.

Nunca había visto la casa rodante tan limpia. Sam no era una vaga total, pero no era exactamente una maniática del orden. Mamá había limpiado todo, desde los armarios al piso, hasta el techo. También había pintado los lúgubres y anticuados gabinetes de un fresco y brillante blanco, y lucía como si hubiera pintado toda la caravana. Todo lucía fresco y brillante.

Había puesto nuevas cortinas de un suave color amarillo en el área principal de la casa rodante. Mientras vagaba hacia la habitación de Sam, vi que mamá también había conseguido una nueva colcha verde mar y decorado el dormitorio para que combinara.

Era como entrar en una casa rodante completamente diferente.

—¿Qué te parece? —preguntó mamá, su rostro radiante de orgullo.

Es increíble, escribí

—¿Crees que a Samantha le gustará? —preguntó mientras enderezaba una de las cortinas.

Le encantará. No pude evitar sonreír.

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—He estado pasando la mayor parte del día aquí esta última semana mientras todos estaban en la escuela —explicó mientras se hundía en el asiento de la mesa de comedor—. Papá fue y consiguió toda la pintura, así como también otras cosas que debían ser reparadas. En realidad ha sido muy divertido arreglar todo esto.

Asentí mirando alrededor, asombrado por lo mucho mejor que lucía con una simple capa de pintura. De repente deseé haber pensado hacer esto. Pero realmente significaba mucho que mis padres se hubieran molestado en hacerlo. Significaba que también les importaba Sam.

—¿Cómo le va a ella? —preguntó mamá, sus ojos fijos en mí. Me deslicé en el asiento frente al suyo, colocando el cuaderno delante a mí.

Realmente no tengo idea. No he escuchado nada de ella desde hace una eternidad. Escribí. Su padre no la deja salir mucho de la casa. Ella solo se queda todo el día dentro y básicamente estudia en casa.

—Espero que esté bien —dijo mamá, sus ojos tristes—. He estado muy preocupada por ella. No suena como que su padre es verdaderamente un gran tipo. No es que deba juzgar.

Él no lo es, escribí simplemente.

—Sería lindo tenerla de vuelta —dijo, una pequeña sonrisa formándose en su rostro—. La he extrañado.

Yo también. Mi pecho dolía por lo mucho que la extrañaba.

—¿Ya se lo has dicho?

¿Decirle qué? Escribí y miré a mamá con ojos confundidos.

—Que la amas. —Los ojos de mamá eran serios, pero estaba sonriendo.

Sentí mi rostro sonrojarse instantáneamente, mi corazón dando un pequeño extraño salto. Por un segundo pensé en negarlo, pero no tenía caso hacer eso con mamá. Por supuesto que ella lo sabía.

Lo he intentado, expliqué. Sam… no creé en el amor, según dice. No lo sé, pienso que solamente está asustada de ello considerando lo que sus padres pasaron. Su padre dejándolas a ella y a su madre realmente arruinó su idea de las relaciones.

—La palabra con A es aterradora para algunas personas —dijo, estirándose sobre la mesa y colocando una mano sobre la mía—. Ella te ama, Jake. Sólo que no puede decirlo aún.

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Le di a mamá una pequeña sonrisa, silenciosamente esperando y rogando que eso fuera verdad.

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57 5 días para el cumpleaños de Sam

Traducido por Autumn Night

Corregido por Zafiro

Jake: ¡Estás matándome! ¡¡¡Han sido dieciséis días!!! ¡Pensé que habías muerto.

Sam: Lo siento. Papá ha estado súper enfermo la semana pasada y me está tratando como si fuera una especie de esclava. No he salido de casa en dos semanas, excepto para comprar comida.

Jake: Él no ha estado alrededor lo suficiente para merecer que lo ayudes.

Sam: No hay discusión.

Jake: Te extraño.

Sam: También te extraño. Pensé que iba a vomitar hoy, te extraño tanto.

Eso trajo una sonrisa a mi rostro.

Jake: Tengo una pregunta para ti. Es bastante seria y podrías romper mi corazón si dices que no.

Pasaron quince segundos completos antes de que Sam respondiera.

Sam: ¿Sí?

Jake: ¿Irías al baile de graduación conmigo?

Sam: Ja, ja. De acuerdo, me asustaste mucho por un segundo.

Jake: JAJA.

Sam: No lo sé, ¡tal vez no después de eso!

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Jake: Vamos, sabes que quieres verme en un esmoquin.

Sam: Bueno, cuando lo pones de esa manera…

Jake: ¿Entonces eso es un sí?

Sam: ¡SÍ!

Jake: ¡Anotación, número nueve, Jake Hayes!

Sam: JAJA. ¡No puedo esperar!

Jake: Tampoco yo.

Sam: Demonios. Me están corriendo de este computador. Supongo que tengo que irme.

Jake: Está bien. Hablaremos pronto.

Mis dedos titubearon, queriendo escribir “te amo”.

Sam: Hablamos luego.

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58 Cuatro días para el cumpleaños de Sam

Traducido por Amy Ivashkov

Corregido por Findareasontosmile

Todos los días hasta el cumpleaños de Sam se sentían como tres. No podía dejar de mirar el reloj a cada período, contando hasta el domingo donde Sam cumpliría dieciocho años. Mi pierna subía y bajaba mientras contaba en mi cabeza cuántas horas quedaban. Rain y Carter se reían de mí, haciendo sonidos y sacudiéndose las manos mientras caminábamos por los pasillos.

Ni siquiera me defendí. Ya estaba controlado.

Y no me importaba en lo más mínimo.

El sábado fue el peor día de todos. Papá debe haber anticipado esto, ya que me puso a trabajar en el patio todo el día. En primer lugar limpié el gallinero. Después comencé preparando medio acre de jardín para plantar en algunas pocas semanas. Luego comencé a ayudarle a construir una bonita y resistente escalera a Sam para llegar hasta la casa rodante. Por último, me hizo cortar el césped, a pesar de que apenas estaba empezando a crecer y además era sólo fines de marzo.

Estaba agradecido por todo el trabajo que mi papá me obligó a hacer. Me desplomé en la cama esa noche y no me desperté hasta que mi mamá golpeó mi puerta a la mañana siguiente, gritándome que me vistiera así podríamos tomar el transbordador a las 8:50.

Mamá y papá pusieron a Jordan a cargo de los otros niños durante el día. Normalmente Jordan no se hubiera quejado, pero estaba tan emocionada por Sam viniendo a casa.

Casa.

Conducir hacia el transbordador parecía que tardaba una eternidad. Maldije los cuarenta kilómetros por hora mientras pasábamos por los

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árboles de hoja perenne. No es que hubiese importado si fuéramos más rápido. De todos modos, el transbordador aún se iría a las 8:50.

Finalmente llegamos y nos dirigimos a la zona de pasajeros. Era bastante tranquilo, con todo el frío de invierno. Vi unos pocos turistas, tomando fotos por las ventanas a la costa de Orcas y el puerto deportivo justo al lado del muelle del transbordador.

Dejando a mamá y a papá sentados y hablando en una mesa, vagué por la terraza que rodeaba el barco. Descansando mis codos en la barandilla pintada de verde, miré mi entorno.

Viviendo en un lugar como Orcas durante tanto tiempo, al final dejas de ver la belleza que siempre estaba a tu alrededor. No había muchos lugares como éste en el mundo, que tiene tantos kilómetros de costa y de vista al mar. No puedes manejar mucho en cualquier parte de la isla sin ver el océano. Los antiguos árboles colgaban sobre el agua, algunos amenazando con caerse al océano, otros soplando de esa manera siempre por el viento. Tenía que haber por lo menos quinientos árboles para cada persona en la isla.

Al oír los motores, el barco se alejó del muelle y comenzó a andar a través del agua hacia la Isla Shaw. Decenas de pequeñas islas caían detrás de nosotros mientras el transbordador se movía lentamente a través del agua. Blakely, Lopez, Decatur. De repente parecía una pena nunca haber estado en varias de las islas pequeñas. Sólo había cuatro islas en las islas de San Juan que tenían servicio de transbordador, pero podías tomar un pequeño bote o un kayak para ir a las más pequeñas, y existían cientos de ellas.

Decidí que ese verano llevaría a Sam a acampar en uno de ellas. Tomaríamos dos kayaks de Carter y simplemente nos iríamos.

Había una razón para que la gente pagara cantidades locas por la propiedad, compras y paseos en barco para salir de las islas. Había pocos lugares en la tierra que eran tan hermosos.

El viaje en transbordador a Anacortes fue sorprendentemente rápido. De hecho tuve que correr al furgón ya que no estaba prestando atención y apenas me di cuenta que estábamos en el muelle.

Y entonces mis padres y yo nos dirigimos a Auburn y hacia Sam.

¿Se suponía que debía tener algún tipo de reunión romántica planeada? De repente me pregunté si tenía que haber pensando en todo tipo de cosas cursis que decir, o más bien escribir. Pero no había pensando en

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nada. Todo lo que había conseguido para su cumpleaños fue un cuadro con la imagen de los dos, la que tomé en mi cumpleaños. No parece lo mejor. Pero tenía demasiadas cosas grandes en mi mente para pensar en algo mejor.

Habían tres palabras que siempre le quise decir como regalo, tres palabras que le quería decir para siempre.

¿Alguna vez me permitirá decirlas?

Después de dos horas de conducción, el GPS en el teléfono de mi mamá me dijo que sólo estábamos a medio kilómetro de distancia. Comencé a preocuparme cuando nos detuvimos en el barrio. Había en su mayoría casas rodantes, jardines lleno de vehículos rotos, muebles de jardín rotos, y perros sarnosos situados en las entradas. ¿Esto es dónde Sam ha estado viviendo las últimas seis semanas?

—Oh Dios —suspiró mamá mientras miraba todo.

Mierda.

Y luego nos detuvimos frente a la dirección de Sam. Era uno de los remolques más pequeños, de aspecto sucio y medio roto. La entrada se hundía y parecía que se iba a hundir más. El césped estaba lleno de malas hierbas de invierno muertas, docena de latas vacías y botellas de cerveza.

Mierda.

Papá puso el furgón en el parque y salté tan pronto como dejó de moverse. El corazón me latía mientras caminaba hasta la puerta principal. Justo cuando estaba a punto de llamar, la puerta se abrió y allí estaba Sam.

Sus ojos se encontraron con los míos y ambos nos congelamos, allí de pie mirándonos.

Esperaba que Sam ganara algo de peso, que viviera con un adulto que le pusiera comida en la mesa cada día, pero Sam se veía más delgada que nunca. Sus ojos parecían hundidos, como si no hubiera dormido desde que dejó la isla.

Una lágrima se deslizó en su rostro antes de que se moviera y rodeara sus brazos alrededor de mi cuello. Todo su cuerpo temblaba. Envolví mis brazos a su alrededor y no quería dejarla ir.

—Quiero ir a casa —dijo con la voz quebrada. Sentí sus lágrimas resbalar de su rostro a mi pecho.

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Me aparté un poco, presionando mis labios en los de ella, todo dentro de mí me dolía.

La situación sólo se sentía diez veces peor cuando sus labios no sabían a nada.

¿Dónde está tu papá? Señalé cuando ella se alejó, dejándome ver el remolque. Y lo vi allí, acostado en el sofá, totalmente ebrio, tres botellas de cerveza descansaban en el suelo.

—Ha estado perdido desde ayer —dijo, su voz dura—. Es probable que ni siquiera recuerde que alguna vez estuve aquí. Si se despierta.

—Vamos, Samantha —dijo mamá mientras ella y papá se acercaban a la entrada—. Jake y Johnson recogerán tus cosas.

Sam asintió con la cabeza, señalando un pequeño montón de cosas en la puerta principal. Ella caminó al furgón y mamá la abrazó. Sam echó los brazos alrededor de la cintura de mi mamá, apoyando su cabeza en el hombro de mi mamá.

—Mierda —dijo papá en voz baja cuando entramos y comenzamos a recoger las cosas de Sam—. Que basura.

Basura era lo correcto. Había basura por todas partes, manchas en la alfombra, en las paredes, en el techo. El lugar tenía que ser quemado desde el suelo. Era un peligro para la salud.

—¿Deberíamos despertarlo y decirle que nos llevaremos a Sam? —preguntó papá, vacilando antes de salir.

Miré al señor Garren. Había una línea de baba que salía de la parte izquierda de su boca en el sofá. Roncaba suavemente.

Negué con la cabeza y volví al furgón.

Papá y yo pusimos los tres bolsos de Sam en la parte trasera de la furgoneta. Me subí en la primera fila de asientos junto a Sam y cerré la puerta. Ninguno de nosotros dijo nada mientras nos alejábamos y nos dirigíamos de nuevo a la autopista. Después de unos minutos, Sam puso su cabeza en mi regazo y cerró sus ojos como si estuviera tratando de mantener todo lo frágil y malo dentro.

No sabía qué decir y no me sentía bien diciendo algo delante de mis padres. Así que pasé una de mis manos por su cabello, y sostuve firmemente su mano con la otra.

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Mientras mi padre manejaba la furgoneta al Supermercado Cotsco en Burlington, le señalé a Sam: ¿Estás bien?

Ella se quedó mirando distraídamente la ventana mientras aparcábamos.

Salimos de la furgoneta y tomé dos carros de compra mientras entrábamos. Sam tomó mi mano mientras seguíamos a mis padres a través de los pasillos. Si no estuviera actuando tan fuera de sí, podría haber visto a mis padres susurrando entre sí, tomando algunas ropas para ella y tomando otras cosas como champú, cosas de chicas, y un montón de comida extra sólo para ella.

Sam no pudo haber tenido los padres para cuidar de ella durante los últimos ocho meses, pero los tenía ahora.

En el momento que tomamos el transbordador de las seis de la noche, Sam parecía sentirse mejor. Había amenizado un poco y habló con mi mamá todo el viaje de vestidos de fiesta, pelo y maquillaje. Hicieron planes para salir de fiesta con Jordan en dos semanas más para ir de compras.

No pude evitar sonreír mientras las observaba a las dos juntas. Sam realmente era de la familia.

Estacionamos la furgoneta en la calzada y papá tocó la bocina para que todo el mundo saliera y ayudara a acarrear las cosas. Sam casi mató a todos cuando la vieron. Vi como las lágrimas se reunían en sus ojos mientras los abrazaba a todos.

Y luego entramos en la casa, nos encontramos con un lugar decorado con rosado y naranjo, globos y serpentinas. Todos los hermanos menores habían pasado la mayor parte del día preparándose para Sam. Jordan y Jamie habían preparado un pastel y Joshua organizó un montón de juegos de cumpleaños. Las lágrimas corrieron por sus mejillas cuando vio todo.

Sin embargo, alrededor de las nueve, mamá me dio una sonrisa cómplice y me dio el asentimiento de “adelante” para llevar a Sam a ver su gran sorpresa.

Me llevé al hombro dos de los bolsos de Sam, y crucé el patio de la mano con ella.

—No tienes idea lo bien que se siente estar de vuelta en la isla —dijo mientras cruzábamos lentamente la hierba húmeda. Dejó sus ojos cerrados, con el mentón ligeramente alzado—. Nunca me habría imaginado que lo extrañaría tanto.

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Le di un beso en la sien mientras vacilábamos en la puerta de la casa rodante.

Nunca me habría imaginado lo mucho que te extrañé.

—Hogar dulce hogar —se rió mientras abría los ojos. Sonrió enormemente cuando vio las escaleras que yo y papá construimos—. Las manos de estos muchachos —bromeó. Me encogí de hombros y le sonreí.

Parecía que le tomó mucho, pero por fin abrió la puerta de la casa rodante y entró.

—Oh mi… —Se detuvo cuando encendió la luz y miró todo. Su rostro se llenó de asombro, con los ojos abiertos y la boca ligeramente abierta—. ¿Qué…?

Mamá, señalé.

—Esto… —Luchó por decir cómo ella se sentía en palabras—. Esto es asombroso. Se ve totalmente diferente. Todo se siente tan… ¡limpio!

Me reí silenciosamente, sintiendo que podría gritar de lo feliz que me sentía por ella. Sabía que no era suficiente para borrar todo lo malo que había experimentado en las últimas seis semanas. Maldición, desde el año pasado, pero esperaba que fuera suficiente para darle algo que esperar en las siguientes semanas y meses.

Mamá trabajó en repararlo, escribí en nuestro cuaderno. Se sentía tan bien tenerlo de nuevo. Papá también. Debe ser firme como una lata por ahora.

—Esto es tan asombroso —dijo otra vez, caminando hacia su habitación—. Esto parece una habitación real ahora, no sólo un armario anticuado.

La seguí y envolví mis brazos a su alrededor mientras miraba todo. Descansando la barbilla en su hombro, puso su mano en mi mejilla.

—Jake —dijo, su voz llena de emoción—. Tú y tu familia han sido asombrosos conmigo. Eres lo mejor que me ha pasado.

Se dio vuelta en mis brazos y después, sus ojos color chocolate me miraron. Había millones de emociones detrás de ellos, pero ninguna era tristeza o la ira que había estado sintiendo más temprano.

Sólo había esperanza, alegría, aprecio y esperaba que… amor.

Presionó sus labios en los míos, derritiéndose lentamente dentro de los míos y yo en los de ella.

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Momentos así de perfectos hacían que valiera la pena vivir todo lo malo.

Y tú eres la mejor cosa que me ha pasado y me va a suceder.

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59 23 horas desde que Sam volvió a casa

Traducido por Juli

Corregido por Findareasontosmile

Sam tiró una piedra en el agua, con el pelo volando alrededor de su rostro. Desde que había llegado a casa no la había presionado para hablar de lo que había sucedido cuando estaba con Mike, pero sentía que Sam tenía que desahogarse.

Arrojó una piedra más hacia el océano, se volvió y regresó a donde me encontraba sentado en la playa rocosa. Se dejó caer a mi lado, apoyando los antebrazos en las rodillas. Sin ninguna incitación de mi parte, ella respondió a la pregunta que silenciosamente me preguntaba.

—Fue muy malo —dijo, manteniendo los ojos en la dirección del agua, aunque se veían vidriosos, como si estuviera viendo las últimas seis semanas otra vez—. Ese remolque era asqueroso. Todo estaba sucio, nada funcionaba.

—No creía que podría ser mucho peor después de vivir en la casa rodante durante tanto tiempo, pero esto era tan malo. No conseguías nada más que una llovizna de la pileta de la cocina. El inodoro se tapaba cada vez que trataba de tirar la cadena. Lograbas tener agua caliente durante quizás tres minutos. Y había moho por todas partes.

Dio un gran suspiro, sacudiendo la cabeza mientras su mandíbula se apretaba. —Dormí en este saco de dormir en el comedor pequeño, tenía demasiado miedo de ese asqueroso sofá. No había ningún otro sitio para mí. Estaba sucio y maloliente. Pero habría sido soportable si no hubiera sido por Mike.

No quería oír el resto, para tener que llenar todos esos espacios en blanco. Me preguntaba cada segundo desde que Sam se había ido lo que le estaba pasando, pero de repente no quería saber.

—No creo que haya estado sobrio más de veinticuatro horas, mientras que estuve allí. —Sus ojos se posaron en las rocas debajo de nosotros. Agarró

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un puñado de piedras pequeñas y las arrojó en el agua. Cayeron con un suave plink, enviando ondas sin fin a mezclarse con las olas—. No teníamos comida en la casa, pero siempre había suficientes paquetes de cervezas. Llegaba al remolque desde el bar con una chica diferente casi cada noche. Su dormitorio estaba a través de la sala de estar a sólo ocho pies de donde yo dormía. —Sam lanzó una mirada fría—. Fue… —se calló, cerrando los ojos. Pasé un brazo alrededor de sus hombros mientras negaba con la cabeza—. Repugnante. Y era todas las noches.

Mis dedos se apretaron en puños.

—Y él quería que yo fuera su esclava. Me gritaba todas las horas del día para limpiar esto, cocinar aquello. Sólo podía terminar con las tareas cuando él estaba desmayado o en algún bar. Una vez que traté de decirle que tenía un ensayo para los finales, me abofeteó y me dijo que no le hablara de nuevo así. Totalmente me abofeteó.

¡Llama a la policía! Le dije, la rabia y la venganza llenándome.

—No, Jake —dijo con una seña, sacudiendo la cabeza—. No quiero tener que lidiar con él nunca más. Sólo quiero acabar con él. Y fue sólo una vez, unos cuatro días antes de que vinieras a buscarme. Pensé que sería más fácil esperar a los últimos días que suscitar una investigación. Sólo quería volver a casa.

Miré a Sam, finalmente encontrándose con mis ojos en sus últimas palabras. Llevé mis dedos hacia arriba, trazando la última sombra de un moretón en su mejilla. Me incliné hacia adelante, presionando mis labios en los de ella.

No quiero volver a tener que dejarla ir otra vez. Nunca quise no estar allí para luchar contra tipos como Mike.

—Sólo tenía que recordarme a mí misma que esas seis semanas no eran para siempre —dijo en voz baja—. Y seguía diciéndome a mí misma que tú ibas a estar allí cuando esas seis semanas hubieran terminado. Tú me mantuviste cuerda.

Esta vez fue Sam quien se inclinó y presionó sus labios con los míos.

—Dejé caer mi libro de historia en sus bolas la noche después de que me golpeó —dijo Sam con una sonrisa mientras retrocedía—. Mientras estaba inconsciente. Después no pudo caminar en línea recta durante un día y medio y no tenía idea de lo que le había pasado.

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Una risa silenciosa retumbó en mi pecho. Pronto me reía tan fuerte que caí sobre mi espalda, abrazando a Sam a mi lado.

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60 2 días desde que toco cayó en su lugar

Traducido por Andreani

Corregido por Findareasontosmile

Sam pudo no haber sido la chica más popular de la escuela, pero ninguno de nosotros habría adivinado cuánto la habían extrañado mientras estaba desaparecida. Fue mutilada cuando volvimos a la escuela. Pensé que casi todos en la escuela se acercaron a ella, la abrazaron y dijeron: ¡Bienvenida! Bueno, todos excepto Norah. Sam prácticamente brillaba mientras caminaba por los pasillos en la escuela.

Fácilmente caímos nuevamente en nuestra rutina durante las siguientes tres semanas. Las clases fueron como de costumbre. Sam trabajó más duro que nunca para mantener sus notas perfectas. Estaba todavía en camino de ser la mejor estudiante. Continuamos trabajando en el lenguaje de señas. Realmente me estaba volviendo mejor de lo que era Sam. Supongo que finalmente dieron fruto todas mis horas con Kali. Kali había vuelto tan sólo dos semanas después de que Sam regresara.

Y Sam fue como otro miembro de la familia, sólo que vivía afuera y yo la besaba. Comía cada comida con nosotros, pasaba sus tardes estudiando con el resto de los niños en la mesa del comedor o sentados en el piso de la sala de estar.

Un día ambos recibimos un gran sobre de la Universidad de Washington, ambos decían que habíamos sido aceptados. Sam obtuvo su beca completa. Pasamos horas buscando en línea alojamiento para estudiantes. Esa imagen que había imaginado de los dos yendo a la Universidad lucía un poco más sólida.

El día vino a finales de mayo, en el que tenía órdenes de no subir las escaleras mientras Sam y Jordan se alistaban para la fiesta de graduación con ayuda de mamá. Me quedé en el sofá en la planta baja, preparándome por al menos una hora para vestir el esmoquin mientras las chicas se preparaban.

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Un golpe en la puerta una media hora más tarde me regresó al mundo y al abrirla me encontré con Rain.

—¡Oye, hombre! —dijo, sujetándome con una mano y golpeándome en la espalda con la otra—. ¡Luces elegante, Hayes!

Levanté mi barbilla mientras me alejaba. Tú también.

—¡Gracias! ¿Así que asumo que las damas están arriba preparándose para la noche? —dijo mientras cerraba la puerta detrás de él y se dejaba caer en un sofá.

Asentí con la cabeza y agarré un cuaderno de la mesa. He sido exiliado de poner un pie en las escaleras.

—Mejor presta atención a sus advertencias —dijo Rain, con el rostro serio de repente—. River casi me saca los ojos por intentar usar el baño mientras se peinaba justo antes de que salir de la casa.

¿Con quién va ella?

—Sólo un grupo de chicas que boicotean el tener cita con quien ir —dijo, rodando los ojos.

Me preguntaba si aún no sabía secreto del River. Él tenía que tener sus sospechas.

¿Carter finalmente se dio por vencido entonces?

Rain se rió entre dientes. —Sí, irá con una chica de segundo llamada Daisy, o Rosa o algún nombre de flor.

Me acordé de repente. Era Lilly. Lilly Ridd.

—¿Cuánto crees que van a tardar? —preguntó Rain, sus ojos flotando hacia las escaleras.

Me encogí de hombros.

Un segundo después oí a mamá gritar desde arriba. —¿Eres tú Rain?

—Sí, señora —respondió, con una sonrisa cruzando su rostro.

—Muy bien —gritó otra vez—. Chicos, prepárese para quedarse sin aliento.

Sintiéndonos tontos y formales, y estúpidos, ambos nos pusimos de pie. Nos revisamos entre nosotros acomodándonos las corbatas y las chaquetas mientras nos dirigíamos a hacia la escalera.

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Jordania descendió primero. Tuve que admitir que se veía bien en su vestido color palo de rosa que la abrazaba en todas las partes correctas. Su cabello se apilaba en la cabeza en un lío intrincado de rizos y trenzas.

Pensé que Rain se iba a mear a sí mismo cuando la vio. Tomó la mano de Jordan cuando llegó por las escaleras, presionando un beso muy formal a sus nudillos.

Sólo rodé mis ojos y me volví a las escaleras.

Y ahí estaba Sam. Una sonrisa cruzó su rostro mientras nuestros ojos se encontraban y comenzó a bajar las escaleras.

Sonaba a cliché decir que parecía un ángel, pero no había ninguna otra manera de describirla. Su vestido llegaba a la rodilla y era color plata con volantes y frunces que la hacían ver aún más perfecta de lo que ya era. Finalmente ganó cierto peso en el último mes y medio, devolviéndole algunas curvas. Llevaba unos zapatos color plata con tacón de aguja que hacía que sus piernas lucieran nada menos que increíbles. Su cabello caía sobre su espalda en una cascada de rizos perfectos.

Aunque no estuviera mudo, dudé que hubiera sido capaz de decir algo cuando se detuvo frente a mí.

—¿Qué opinas? —dijo, mordiendo su labio inferior con brillo labial, sus ojos brillaban.

No le contesté. Simplemente la besé hasta el punto en que sabía que mi rostro iba a estar todo cubierto de brillo labial también.

—¡Oooh... nosotros! —dijo mamá mientras caminaba por las escaleras, con la cámara en mano, fotografiando nuestra exhibición pública de afecto—. ¡Ahora, eso es un beso! —Ella era toda sonrisas.

Todo el mundo se rió.

—Muy bien —dijo mamá—. Ahora quiero una foto de los cuatro juntos. Qué mal que Carter no esté aquí también. Sería perfecto.

Todos nos juntamos, envolviendo los brazos alrededor de los otros. Mamá tomó una foto, entonces me dio una de esas miradas.

—Jacob Hayes —dijo en su voz de madre mientras tomaba un pañuelo de papel de la caja sobre la mesa—. Ten un poco de decencia. —Entonces se puso a limpiar el brillo de labios de Sam de mi rostro.

Pomelo.

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Después unas cincuenta fotos, mamá nos envió finalmente a nuestro destino.

El baile era una noche en la que la mayoría de los restaurantes de la isla estaban realmente ocupados en la primavera. Rain y yo habíamos decidido llevar a las chicas a un pequeño restaurante Italiano.

—¡Bienvenidos, chicos! —nos saludó la dueña del local gustosamente. Ella se había graduado un año antes que nosotros. Algunas personas nunca podrían escapar de la isla. Nos llevó a un asiento justo al lado de una ventana, dejándonos con los menús.

—No puedo creer que el año escolar casi termina —dijo Jordan, abriendo su menú y comenzando a buscar—. Van a graduarse en sólo tres semanas.

—Tres semanas podría no ser muy pronto —dijo Rain, moviendo la cabeza. Apenas capté la mirada un poco triste en el rostro de Jordan. Me sorprendería si los dos llegaran al final de la noche sin tener su primer beso.

—¿Ya has escrito tu discurso, Samantha? —preguntó Rain mientras mordía un pedazo de pan que la camarera acababa de poner en la mesa.

Sam hizo una mueca y se sonrojó. —No es algo garantizado, sin embargo. —Trató de defenderse.

—Sí, sí lo es —dijeron Rain y Jordan al mismo tiempo. Todos se rieron.

—Bien, bien —dijo, sacudiendo su cabeza y sonriendo—. He trabajado en él un poco. Estoy realmente nerviosa de darlo. He tenido más que un poco de demasiada atención este año.

—Sí, entre que todos se dieran cuenta de que no tenías hogar y que te lo montabas con el muchacho marginado de la ciudad, no creo que podrías haber atraído aun más atención este año.

Le lancé un golpe a Rain, pero él se agachó para esquivarlo, riendo mientras lo hacía.

—Ha sido un año memorable —dijo Sam. Poniendo su mano sobre mi rodilla debajo de la mesa—. Eso es seguro.

Me encontré con su mirada, mil pensamientos corriendo detrás de ellos.

Después de que terminamos de cenar, finalmente fuimos hacia el Rosario Resort donde la fiesta se celebraba ese año. El Comité de decoración, que consistía sobre todo en padres, lo habían planeado todo. Toda la

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mansión se iluminaba con mil luces de Navidad, la caminata hasta las puertas brillaba. La música se desplazaba suavemente por las puertas abiertas.

—Esta va a ser la mejor noche de todo este año —dijo ella, con una sonrisa arrastrándose sobre su rostro. Se inclinó hacia adelante y brevemente presionó un beso en mis labios.

¿Lista para esto? Le dije a Sam con señas mientras aparcaba el coche.

—¡La fiesta espera! —dijo Rain, dándome un manotazo en mi hombro, terminando el momento. Me estaba empezando a molestar con Rain. Que sin duda no nos estaba dando a Sam y a mi ninguna privacidad. No es que tuviera algún plan secreto para la noche.

Tomados del brazo, Sam y yo seguimos a Rain y a Jordan hacia los escalones que daban al salón de baile. La mayoría del instituto ya había llegado al parecer, la estaba sala llena y caliente.

Jordan inmediatamente tomó de la mano a Rain y lo llevó a donde otros bailaban, tirando sus brazos alrededor de su cintura. Sí, sin duda había algo pasando allí.

—Vamos a ver el agua —dijo Sam, tomando mi mano y llevándome hacia el lado opuesto de habitación.

Había una puerta que daba hacia una estrecha cubierta que colgaba sobre el aún calmado océano. Viendo que estábamos solos, envolví mis brazos alrededor de la cintura de Sam, que estaba apoyada en la barandilla hacia el océano.

—Está tan tranquilo aquí esta noche —dijo, su voz pensativa. Apreté mis labios contra su mejilla, simplemente dejándolos allí. Me sentí relajado, como si aquí fuera exactamente donde tenía que estar.

Nos quedamos ahí de pie por unos minutos, sólo disfrutando del aire fresco de la noche y la calma, antes de que regresáramos dentro y nos uniéramos a los demás. Encontramos a Carter y Lily, ambos luciendo incómodos juntos, como si las cosas no encajaran. Parecieron aliviados cuando nos unimos a ellos, bailando y hablando durante quince minutos.

El DJ que contrató la escuela no era el mejor y a menudo había largas pausas entre las canciones mientras que intentaba averiguar cómo funcionaba el equipo delante de él. Pero a nadie parecía importarle. Todo el mundo estaba pasando un buen rato.

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Llegó una lenta canción y tomé a Sam entre mis brazos. Ella descansó su cabeza en mi pecho, tomando una profunda y relajada respiración. Descansé mi barbilla encima de su cabeza, sintiendo su corazón batir contra mi pecho.

Podríamos haber sido sólo nosotros dos mientras nos movíamos lentamente en un pequeño círculo, la música meciéndonos en la oscuridad. No teníamos que hablar. En este punto en nuestra extraña y deficiente relación, ni siquiera se sentía como si necesitáramos las palabras. Podía sentir la satisfacción de Sam sólo por la manera en como sostenía su cuerpo, por la manera en que su cabeza descansaba en mi pecho, por la manera en que su mano descansaba en la mía. Y sabía que ella podía sentir todas estas palabras que no me dejaba decir, sólo por la manera en que me aferraba a ella.

Hacia el final de la canción, Sam levantó la cabeza para mirarme. Sabía que había algo en su mente, podía verlo en sus ojos. Se veía llena de emoción y pensamientos. Muy lentamente, se inclinó hacia adelante hasta que sus labios se encontraron con los míos. Los dejó allí por un momento, casi como si anticipara lo que estaba por venir.

Pero luego se presionó un poco más fuerte, sus labios se separaron ligeramente mientras su lengua trazaba mi labio inferior. Una de sus manos llegó a la parte posterior de mi cuello, acercándome aún más ella si era posible. Mis manos formaban un círculo en su cintura y mi cuerpo entero cobró vida.

Este era uno de esos perfectos momentos que hacían las películas cursis.

—¡Consigan una habitación o vengan a jugar! —gritó Rain, de pronto junto a nosotros. Al tiempo que mis ojos se abrían fui sujetado del brazo y de repente me arrastraban a una esquina de la habitación. Apenas logrando mantener mi agarre sobre la mano de Sam, fuimos arrastramos por entre la multitud.

Uno de los maestros de ciencia estaba parado ante un micrófono.

—Asegúrense de escribir su nombre en la parte posterior de uno de estos boletos y pónganlo en este tazón —dijo. Sosteniendo lo que parecía una pecera redonda debajo de uno de sus brazos—. ¡No se pierdan de la oportunidad de ganar el premio de la rifa de miles de dólares!

Plumas y boletos hicieron su camino a través de la multitud. Mientras Sam escribía nuestros nombres en dos de los boletos, me quité la chaqueta

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de mi traje, colgándola en la parte posterior de una silla y enrollando mis mangas. Cuando regresé hacia la multitud, me encontré con Sam sentada en una mesa, sus zapatos estaban debajo de ella.

Sonriendo al verla tan relajada, me senté junto a ella, tomando uno de sus pies en mi mano y frotándolo. Me sonrió mientras giraba uno de los marcadores permanentes negros entre sus dedos distraídamente.

Por el rabillo del ojo, me di cuenta de que Norah me miraba con una mezcla de desprecio y celos en su rostro. Casi sentí pena por ella, ya que no había llegado bailar con alguien a quien realmente le importase. Ciertamente no le importa a Anthony LeFray que estaba parado a su lado.

—Muy bien —dijo el profesor—. ¿Todo el mundo depositó sus boletos en el recipiente? ¿Sí? Está bien. El primer boleto es para un certificado de regalo de veinte dólares en Teazer.

Metió su mano en el recipiente, mezclando los papeles.

—Así que, ¿has tenido un buen año de escuela? —susurró Sam en mi oído mientras observaba a una chica estudiante de primer año ser nombrada.

Me di cuenta de que no tenía nada en que escribir para responder, Sam extendió su brazo y me pasó el marcador permanente. ¿Estás segura? Levanté mis cejas. Ella sonrió y asintió con la cabeza.

Creo que no podría haber sido mejor, escribí en letras pequeñas en el interior de su brazo. Por alguna razón me hizo sonreír, el ver mi letra en su piel.

Otro chico gritó ya que ganó el premio siguiente.

Tomando el marcador, lo puso contra la piel del interior de mi brazo.

¿Sin arrepentimientos? Escribió en su pulcra caligrafía.

Mirándola y atrapando sus ojos, lo pensé por un largo momento. Muchas cosas habían salido mal este año. Obviamente. Hubieron peleas y dificultades entre nosotros. Había un millón de miradas inseguras en la mayoría de la isla y una malvada princesa mimada que intentaba separarnos.

Pero me había convertido en una persona diferente. Una que veía las cosas de una manera nueva. Aprecié la vida mucho más de lo que lo hacia el año pasado.

Y lo mejor de todo, Sam estaba allí, a mi lado.

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Ninguno, le escribí en el brazo.

Yo tampoco, firmó en mi piel.

—Y el ganador del premio de mil dólares es... —anunció el profesor con mucha emoción. Todos se quedaron muy callados mientras esperaban averiguar si ganaron—. ¡Jordan Hayes!

La sala estalló en aplausos y algunos abuchearon. Jordan saltó arriba y abajo, por encima de lo que pensé que era posible para ella, aplaudiendo. Y efectivamente, se dio vuelta y plantó sus labios sobre los de Rain, justo allí.

Sentí como Sam escribía algo más en mi brazo, pero no me molesté en ver todavía. Sólo sonreí y levanté mi puño en el aire, animando a mi hermana. Fue hacia el frente de la sala, riendo y luciendo como si lágrimas estuvieran acumulándose en sus ojos. Pensé que la sonrisa iba a romper su rostro mientras aceptaba el fajo de billetes verdes que el profesor le entregó.

Estaba contento de que Jordan ganara. Había tenido mucho peso en sus hombros este año, y sabía que me había ayudado, siempre preocupándose por mí, se lo merecía. No podía evitar sentir un poco como si le hubiera arruinado su año. Fue agradable que algo como esto ocurriera al final del año. Tendría un verano increíble.

—Muy bien todo el mundo —dijo el maestro, recogiendo el micrófono otra vez—. Eso es todo lo que tenemos por esta noche. Diviértanse bailando y tengan cuidado esta noche.

La multitud rápidamente se desparramó en la pista de baile mientras la música volvía a sonar. Salté sobre mis pies y comencé a bajar mis mangas, a punto de llevar a Sam a la pista de baile conmigo, cuando mis ojos cayeron a mi brazo y a lo que Sam había escrito.

Estoy un poco cansada, había escrito. ¿Está bien si nos vamos a casa?

Miré a Sam a la cara, la decepción hundiéndose en mi estómago. Lucía insegura, algo más escondiéndose detrás de sus ojos, sólo no podía precisar lo que era.

Mi estado de ánimo cayó un poco y asentí con la cabeza.

Después de recuperar mi chaqueta, encontramos Rain y le hicimos saber que nos íbamos. Dijo que él y Jordan se irían a casa con Carter.

No estaba seguro de qué pensar sobre Sam queriendo salir temprano del baile. Realmente no parecía cansada y parecía como si estuviera divirtiéndose. Me preguntaba si había algo más sucediendo y traté de no

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dejar que la incertidumbre me enfermara. Sam no parecía molesta ni nada. Tomó mi mano firmemente entre la de ella mientras conducíamos, trazando pequeños círculos en la parte posterior con los dedos de su otra mano.

La casa estaba a oscuras cuando llegamos, lo que parecía raro. Me preguntaba a donde habían llevado mamá y papá a todos los niños más jóvenes.

Todavía tomados de la mano, Sam y yo caminamos lentamente a la puerta principal. Al igual que había pensado, la casa estaba totalmente silenciosa cuando entramos. Prendí las luces, deshaciéndome de mi chaqueta y dejándola sobre una silla.

Miré una vez Sam, cuestionándola con mis ojos. Estaba extrañamente callada.

Muy lentamente, casi tan lentamente que no lo noté al principio, la sonrisa de Jake se arrastró sobre su cara. Corrió sus dedos sobre sus labios mientras los sellaba y torció su dedo hacia mí, diciéndome que la siguiera. Tomó una de mis manos otra vez y nos llevó hacia mi dormitorio.

Durante medio segundo estuve nervioso y emocionado. Sam había querido irse del baile temprano, ninguno de mi familia estaba aquí. La casa estaba a oscuras y estábamos solos... ¿Podría Sam estar planeando...?

Pero el pensamiento se fue tan pronto como sucedió. Esta era Sam, ella no hacia ese tipo de planes. Ese era el estilo de Norah, no el suyo.

Sam me miró una vez, sus ojos estaban emocionados y nerviosos al mismo tiempo. Mis ojos le preguntaron otra vez, pero puso su mano en la perilla y empujó la puerta de mi habitación. Encendió la luz en y entramos.

No entendía lo que tenía que estar viendo al principio. Sam me miró, como si esperara a mi reacción a lo que fuera que estuviera adentro.

Y entonces lo vi. Toda la pared por encima de mi cama había sido cubierta con páginas. Páginas con irregulares bordes y pequeñas etiquetas de papel que parecían haber sido arrancadas de un cuaderno de espiral. Pero tenía que haber más de cincuenta páginas. No habían sido arrancadas tantas páginas de nuestro cuaderno.

Miré a Sam antes de acercarme a la pared. Me dio una nerviosa sonrisa antes asentir con la cabeza para que me acercara aun más.

Tan sólo parecía un revoltijo de palabras al principio, algunas páginas completamente llenas, algunas con sólo unas pocas palabras.

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Y entonces mis ojos encontraron tres palabras que repetían a lo largo de todas las páginas.

Te amo, Jake.

Allí estaba, escrito en medio de páginas, rodeadas de palabras como: miedo a decirlo, no estoy segura cómo decirlo, y, tal vez le diré mañana. Y había decenas de páginas con tres palabras escritas.

Sabía que muchas de esas páginas eran las faltantes de nuestro cuaderno. Y algunas de esas páginas habían desaparecido durante semanas y semanas.

Sentí a Sam acercándose a mi lado y lentamente comenzó a rodar mi manga derecha hacía arriba. No creyendo realmente lo que estaba viendo en mi muro, miré hacia abajo y vi cómo subía la manga hasta llegar a mi codo.

Y estaban esas dos palabras, escritas en el interior de mi brazo, en el marcador permanente negro que había manchado mi piel esa noche. Ni siquiera me había dado cuenta de que las había escrito en el baile.

Te amo.

Mis ojos saltaron hasta los de Sam. Se veía tan insegura, como si no supiera cuál podía ser mi reacción. Pero había visto en ellos que sentía lo que había escrito. Estaba allí por todas partes en su rostro.

Me acerqué a ella, de manera que sólo había unos centímetros entre nosotros, y puse una mano a ambos lados de su cara. Mis ojos estudiaron los suyos, quería con todo mí ser, ser capaz vocalizar las palabras que nunca había llegado a decir.

Te amo, formaron mis labios. Sólo fui capaz de mover los labios, pero eso no hacía a las palabras menos verdaderas.

—He querido decírtelo durante mucho tiempo —dijo Sam, sus palabras saliendo rápidamente—. Sólo he estado... asustada. No quería decirlas y quitarlas o que algo terrible pasara. Sé que no he sido justa sobre lo que no te permitía decirlo, pero no quería que lo dijeras y no estar lista para decirlo también. Pero lo hago, Jake. Te amo. Más de lo que pensaba que era posible. Y pensé que era totalmente imposible.

Llevó sus manos a la parte posterior de mi cuello, descansando su frente contra la mía. —Tuve este cuaderno conmigo mientras estaba con Mike y traté de encontrar una buena manera de escribir en él cada día. Quería decirlo tanto que apenas podía respirar, tan ridículo como eso suena. Casi llené el portátil entero, pero no podía enviártelas y no estar ahí para

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decírtelo yo realmente. Te amo y me ha encantado este año, aunque no podía decírtelo.

Reí al escuchar como Sam tropezaba con sus palabras de esa manera. Pero no importaba. Estaba diciendo esas palabras. Las que temía que nunca lo haría.

Tomé uno de sus brazos en mi mano y agarré el marcador permanente que había metido en mi bolsillo antes de que salir del baile y quité la tapa.

Te amo, por siempre, escribí.

La sonrisa de Jake se difundió una vez más en el rostro de Sam mientras envolvía sus brazos detrás de mi cuello y presionaba sus labios contra los míos.

Esperaba que nuestras palabras fueran permanentes.

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61 Un día para el resto de siempre

Traducido por Andreani

Corregido por Findareasontosmile

Tiré de mi gorro, sintiendo que no se acomodaba en mi cabeza apropiadamente. Toqué la toga azul que llevaba, maldiciendo bajo mi aliento. ¿Quién inventó esto para la graduación? ¿No estamos en el siglo XXI?

Me volví en mi asiento, atrapando la mirada de seis de mis hermanos, mis padres y mis abuelos Hayes. Mi familia llenaba la mitad de los asientos en este pequeño gimnasio. Mamá y Jenny me saludaron, con brillantes sonrisas de orgullo. Les devolví el saludo y me giré otra vez.

—Y ahora me gustaría presentarles a nuestra alumna con la mejor calificación, Samantha Shay —dijo el director Hill, aplaudiendo mientras se alejaba del podio. El gimnasio entero estalló en vítores y aplausos a un volumen ensordecedor.

Sam se levantó de su asiento en la primera fila de estudiantes. Ya estaba roja, pero segura.

La toga y el birrete podían haber lucido estúpidos en mí, pero Sam lucía perfecta con cualquier cosa.

—Muchas gracias —dijo con una pequeña risa brotando de su garganta. Su cara había enrojecida aún más cuando los aplausos sólo se hicieron más fuertes. Aplaudí tanto que me dolieron las manos. Encontrándose con mi mirada, Sam rió otra vez, cubriendo su rostro con sus manos. Finalmente, casi un minuto más tarde, la multitud comenzó calmarse.

—Guau —dijo Sam, con la voz entrecortada. Sus ojos parecían haberse llenado de lágrimas—. Gracias. Muchas gracias. Su apoyo significa todo para mí, especialmente después del año que todos hemos tenido.

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Sam cambió su peso de un pie al otro, empujando su pelo sobre su hombro. Estaba incómoda y nerviosa, pero se veía adorable. Nunca había estado tan orgulloso de ella.

—Este año ha sido uno de cambios, para todos nosotros —comenzó—. Comenzamos sintiéndonos como adolescentes normales, haciendo cosas que hacen los adolescentes normales, echando a perder las cosas y tomando pequeñas decisiones. Nadie nos culpó. No se esperaba que lo hicieran.

—Pero a veces, lecciones duras tienen que ser aprendidas. A veces necesitamos un ruidoso despertar que nos llame a que cambiar para mejor. Ni siquiera debo decir cuál fue nuestra alarma para despertar, todos lo sabemos. Mientras que este año podría haberse convertido en uno de tragedia y dolor, un año de remordimientos por nuestras acciones, todos decidimos hacer un cambio. Hicimos un compromiso de mejorar, para ser mejores.

—Aprendimos que no tenemos que tener alcohol o drogas para pasar un buen rato. Hemos aprendido que nuestras familias se extienden más allá de la sangre. Aprendimos a dejar que otros nos ayuden a levantarnos.

Sam levantó los ojos de su discurso y repentinamente se reunieron con los míos. —Hemos aprendido a amar este año, en formas que nunca sabíamos que podríamos hacerlo. —Su voz se quebró un poco con amor. Le regalé una sonrisa, sintiendo cómo picaban mis propios ojos.

—Así que nos caímos este año, nos levantamos, y ahora aquí estamos, triunfantes y dispuestos a asumir el resto de nuestras vidas. Nunca olvidemos las lecciones que aprendimos este año. Nunca olvidemos cómo crecer, cómo vivir, cómo amar. Nunca nos olvidemos.

Sam dio una pequeña reverencia con la cabeza, dejando a todo el mundo saber que había finalizado. El gimnasio estalló en vítores otra vez. Mientras miraba alrededor a los treinta y seis estudiantes que se graduaban conmigo, no me sorprendió ver lágrimas en los ojos de muchos. Rain me dio un manotazo en mi hombro, dándole un duro apretón. Di unas palmaditas a su mano y sonreí. Carter, quien estaba parado justo a mi lado, pasó un brazo alrededor de mis hombros.

—Felicidades, clase de último año de Orcas High —dijo el director Hill mientras se paraba junto a Sam, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros—. Bienvenidos a su futuro.

Mientras iniciaba el caos, todas las familias que se mezclaban con los estudiantes recién graduados, Sam caminó hacia mí en la multitud. Estaba

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resplandeciente con una brillante sonrisa en el rostro. Pensé que iba a explotar por todo el orgullo y la alegría que sentí entonces.

—¿Cómo estuve? —preguntó mientras se acercaba a mí, nuestros brazos se envolviéndose alrededor del otro.

Perfecto, dije con señas, presionando mis labios en su mejilla.

—No habríamos tenido el año que tuvimos sin ti —dijo—. Las cosas habrían sido muy diferentes.

Sólo sonreí y presioné una vez más mis labios sobre los suyos.

—Felicitaciones ustedes dos —dijo mamá detrás de nosotros. Repentinamente Sam y yo estábamos envueltos en su gran abrazo. Presionó besos sobre mi frente y la de Sam—. Me siento tan orgullosa de ustedes dos. Ninguno tuvo un año fácil, pero ambos salieron adelante.

Y era cierto. Hubiera sido muy fácil caer en drogas o alcohol ese año, para ambos. Pero en su lugar, estábamos juntos. Todo lo malo que nos había sucedido se convirtió en algo bueno y más grande que nosotros dos juntos.

Sonreí mientras volvía a mirar a Sam.

Lo que no dije antes no importaba ya.

Teníamos el futuro entero delante para decir todo lo demás.

Fin

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Sobre el autor Keary Taylor creció junto las impresionantes

Montañas Rocosas, donde comenzó a crear

mundo imaginarios y personajes aventureros que

se enamoraban. Ahora reside en una pequeña isla

en el Pacífico con su esposo y sus dos pequeños

hijos. Sigue teniendo una imaginación hiperactiva

que con frecuencia le quita el sueño. Es la autora

de la trilogía Eden, la trilogía Fall of Angels, y

What I Didn’t Say. Para conocer más de Keary y

sus libros, por favor visita su página:

www.KearyTaylor.com.

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Traducido, Corregido y

Diseñado en:

http://www.librosdelcielo.net/forum