y Ahora lo que queda articulo

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  • 10 | POLTICA | Viernes 20 de febrero de 2015

    Lo que queda del grito de silencio

    Y ahora quTexto Evangelina Himitian | Fotos Emiliano Lasalvia y DyN

    El escepticismo fue la sensacin dominante entre los ciudadanos que transitaban ayer por la Avenida de Mayo, un da despus del 18-F; el antecedente de los otros reclamos olvidados

    A fondo

    E ran simplemente perso-nas que caminaban bajo la lluvia. As define Claudia Capogrosso, duea de un local sobre Avenida de Mayo al 600 la marcha que anteayer moviliz a 400.000 personas desde el Congreso de la Nacin hasta la Plaza de Ma-yo para rendir homenaje al fiscal Alberto Nisman, que muri luego de denunciar a la Presidenta. No vi banderas polticas, ni vendedores de baratijas, ni colectivos trayendo gente, ni oportunistas. Eran perso-nas como cualquiera de nosotros, hartas de pedir justicia y no ser o-das, apunta.

    Claudia tiene 39 aos y en estos aos que tiene sobre Avenida de Mayo se volvi una verdadera espe-cialista en marchas. En reclamos que lamentablemente quedan en la nada, puntualiza. En la movili-zacin de anteayer dice que vio algo

    camente han desaparecido. Los que quedaron comenzaron a ser tapa-dos por otras propuestas. Como las estampitas de los cabarets vip, que un grupo de jvenes coloca a gran ve-locidad con Boligoma. Duran poco hasta que una cuadrilla de Ciudad Verde los despega de los tachos de basura a fuerza de hidrolavadora.

    En la esquina de Piedras y Avenida de Mayo un cartel que pide Exija-mos justicia a la Justicia qued ta-pado por otro que parece gritar ms fuerte Cristina conduccin.

    Volver a caminar aquellas cua-dras que recorri la multitud en ho-menaje a Nisman resulta elocuente. O al menos ofrece una interesante retrospectiva de los reclamos so-ciales que por all caminaron en la ltima dcada. Y ms...

    En la plazoleta de la avenida 9 de Julio y Avenida de Mayo, el acampe qom sostiene un reclamo que ante-

    distinto. No era la gente que siem-pre viene a las marchas. Tanto que tuvo abierto el local hasta las 18.30, cuando en la calle ya casi no entra-ba nadie ms. Solo entonces baj la persiana e hizo lo que nunca haba hecho antes: se sum a la multitud. Termin volviendo a su casa, en Ba-rracas, varias horas despus. A pie. Completamente mojada, pero con la sensacin de haber sido parte de algo ms grande.

    Un da despus, sin embargo, el panorama sobre la Avenida de Mayo intenta convencer de que ese cambio que amanece, ese grito de silencio no tiene ms chance que disiparse y morir el bullicio de reclamos des-odos que alguna vez desfilaron por esas mismas cuadras.

    Y ahora qu? Slo unos pocos carteles del 18-F persisten en las pa-redes 24 horas despus. Aquellos que convocaban a la movilizacin prcti-

    de esa esquina. Anteayer el hombre se sum a los cientos de miles que pidieron justicia por Nisman. Espe-ro que esta vez no quede en la nada. Como sociedad estamos cansados de que todo quede en la nada. A eso tam-bin le decimos basta, apunta.

    Aunque el qom es distinto, hay una identificacin involuntaria con el campamento ms cercano: el de los veteranos de Malvinas, levanta-do en la Plaza de Mayo. El reclamo es otro, pero la respuesta es la misma: la no respuesta.

    Y en el recorrido por la Avenida de Mayo los reclamos de justicia se acumulan. Se sobreescriben unos a otros y convierten a las paredes en un palimpsesto incomprensible.

    Y los grafitis se volvieron las cica-trices mal curadas de los reclamos desodos. Los desaparecidos, los muertos de la AMIA, las vctimas del 19 y 20 de diciembre y del gatillo fcil.

    cede al de Nisman y lleg con pos-terioridad al pedido de justicia por el atentado de la AMIA. Un pedido que por histrico se volvi ancestral. Y que por ancestral se diluye en el tiempo... como llevan siglos espe-rando una reivindicacin, nada los hace esperar que la solucin al recla-mo de los pueblos originarios vaya a llegar en los prximos das.

    Exigimos al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial que garantice la aplicacin de los derechos, dice la bandera del cam-pamento qom. Es curioso. Podran prestarle la bandera a la mayora de las marchas que han pasado en distintos momentos por esa misma esquina con pedidos tan distintos.

    El problema es que nos acostum-bramos a reclamar y a que nadie nos responda. Esta avenida es una prueba de eso, apunta Osvaldo Martn, en-cargado de un edificio a pocos metros

    Los asesinatos impunes, las deudas sociales, las promesas incumplidas de los gobiernos, todo permanece all a lo largo de los aos.

    En Avenida de Mayo al 1202, en la esquina del banco ICBC, hay un cartel que pide: Separacin de la Iglesia y es Estado. A pocos metros, otro vocifera Diciembre es pueblo. Sobre la Casa de Mar del Plata, la leyenda anuncia: No le daremos de comer a nadie y otro pide: Ni un pibe menos.

    Hay que caminar 100 pasos, hasta el restaurante Le Clac para toparse con un sonriente Julin Domn-guez que desde los afiches anuncia: El futuro del proyecto nacional. Tambin sonre la Presidenta en la puerta de la sede de la Asociacin de Graduados por la Justicia Social.

    Las banderas haban desapareci-do durante la marcha, pero ayer vol-vieron a colgar con vista al asfalto por el que anteayer cientos de miles pidieron justicia.

    De todas formas, los pedidos his-tricos, las denuncias y los reclamos se acumulan en la Avenida de Mayo y de tanto verlos quienes pasan ha-bitualmente por all se acostumbra-ron a no orlos.

    Si los carteles de la avenida fueran ledos como un dilogo aportaran un curioso mensaje.

    Por los compaeros vamos por los recursos naturales, apunta un mural de Red Sudakas en Avenida de Mayo 1274. Pocos metros ms all una leyenda firmada por JP Descamisados promete: 7D Chau Clarn. Menos chamuyo y ms presupuesto, remata en letras ro-jas un tercer grafiti. Debajo de un stencil de Jorge Julio Lpez hay una pregunta Dnde est?. Prefiero morir como un cobarde que vivir co-bardemente, contesta otra leyenda firmada por FU Mir Otr Fote.

    Qu nos dicen los carteles? Si uno se tomara el tiempo para leerlos des-cubrira desde hace cunto tiempo los argentinos vienen gritando en el silencio.

    Apenas en una cuadra puede leerse: Por otro 19 y 20; Muertos en la rebelin popular del 19 y 20 de diciembre. Con gatillo fcil no hay derechos humanos; Justicia por Gonzalo Crespo; Garr y Berni. Yo voto Alfonsn; Basta de pagar la deuda de la dictadura; Mariano Ferreyra, presente; Nunca ms; Indulto; No a la minera a cielo abierto; No te duermas, la rebelin es la calle.

    Las frases disparan cientos de imgenes y de recuerdos. Y de la ma-no de enfrente, la lista sigue: Corta-mos rutas, abrimos caminos; Apa-ricin con vida ya de Bruno Schell, argentino desaparecido en Lima por polica peruana; Aborto le-gal, seguro y gratuito; Nunca ms gente sin vivienda; Democracia o corrupcin; Las Malvinas no se to-can, Famatina tampoco; Los fetos van al paraso.

    Al paraso? El reclamo feminista tambin dice presente en la avenida ms machista que tuvo la ciudad, en la que histricamente slo hubo lo-cales de ropa de hombre. Recin en la ltima dcada una casa de lence-ra femenina consigui colgar bom-bachas y corpios en una vidriera. Ni a planchar ni a lavar los platos. A las calles a luchar, dice una gran leyenda verde sobre un edificio en Avenida de Mayo 953.

    Al igual que la bandera qom, hay mensajes que parecen cobrar actua-lidad con las nuevas tragedias que desfilan por la misma avenida.

    Tu ruido en el aire. Otro da gris amaneci esta maana. Aunque si-go sin despertarme de esta pesadilla que el tiempo reconstruye. Solo el in-visible ruido de tu presencia quede en el aire sin pausa y sin distancia. La que firma es Mari. El destinatario es Gastn Riva, uno de los jvenes muertos a manos de la polica du-rante los enfrentamientos del 19 y 20 de diciembre de 2001.

    Otra muerte sin sentido, otra fa-milia partida por el dolor, otra mu-jer a la que una injusticia le quit las ganas de todo. Mari escribi su mensaje en seis azulejos que peg en Avenida de Mayo al 900, a mo-do de homenaje. Con permiso o sin permiso. Lo mismo da. Su carta de amor es un grito que ensordece pero se disipa en la constante sucesin de tragedias e injusticias.

    La vida es nada si la libertad se pierde, apunta una leyenda a pocos metros del edificio de la fiscala en la que trabajaba Alberto Nisman. La frase le pertenece a Manuel Bel-grano. En aquellas paredes, otros mensajes, escritos evidentemente antes de la muerte del fiscal, cobran curiosa actualidad: La verdad sigue secuestrada; Los juzga un tribunal, los condenan todos.

    En uno de los tachos tamao ele-fante que hay frente al gobierno por-teo, la Presidenta tambin cosech apoyo: Todos con Cristina, dice un cartel impreso sobre una foto de unas 20 personas que trabajan en la comuna 4.

    Ayer y hoyCon un da de

    diferencia, el contraste se

    notaba en la Avenida de Mayo