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Ciencia Ergo Sum ISSN: 1405-0269 [email protected] Universidad Autónoma del Estado de México México Aranda Sánchez, José Constructivismo y análisis de los movimientos sociales Ciencia Ergo Sum, vol. 9, núm. 3, noviembre, 2002 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10490303 How to cite Complete issue More information about this article Journal's homepage in redalyc.org Scientific Information System Network of Scientific Journals from Latin America, the Caribbean, Spain and Portugal Non-profit academic project, developed under the open access initiative

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Ciencia Ergo Sum

ISSN: 1405-0269

[email protected]

Universidad Autónoma del Estado de México

México

Aranda Sánchez, José

Constructivismo y análisis de los movimientos sociales

Ciencia Ergo Sum, vol. 9, núm. 3, noviembre, 2002

Universidad Autónoma del Estado de México

Toluca, México

Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10490303

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218 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...

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Introducción

En una revisión general de los diferentes planteamientosepistemológicos de la ciencia elaborados a lo largo del sigloXX, junto con la actual situación de la epistemología, seadvierte el irreversible cambio de una postura positivistahacia la aceptación de diversos paradigmas que pueden agru-parse genéricamente como constructivistas, los que, conbase en las críticas y el rechazo de cualquier teoría de tipototalizante, nos desafían a replantear por completo todo loque aceptábamos y pretendíamos entender como realidad

social, en cuanto a la reflexión de cómo conocemos, ofre-ciéndonos una nueva perspectiva para lograr la compren-sión de los fenómenos sociales constituyentes de la reali-dad social en la que nos encontramos inmersos

Si bien el término constructivismo ha sido utilizado en dife-rentes campos del conocimiento, los principales elementosque lo identifican se refieren a: a) la prioridad de los proce-dimientos y de las reglas, la idea de que la acción tiene con-secuencias fácticas y, por ello, es anterior a los hechos; b) lafundamentación metódica y normativa que refuerza el for-malismo de las teorías; c) una tesis fuerte: el conocimiento

* Profesor e investigador del Centro deInvestigación en Ciencias Sociales yHumanidades, Universidad Autónoma del Estadode México.Correo electrónico: [email protected]

José Aranda Sánchez*

Resumen. El objetivo de este artículo esreflexionar acerca de la pertinencia deconsiderar al constructivismo como unametateoría adecuada para el estudio de losmovimientos sociales. A partir de lossupuestos principales del constructivismocomo paradigma epistemológico para lasciencias sociales, se presenta un recuentoselectivo de algunas orientacionessociológicas constructivistas, yposteriormente se busca aplicar esosplanteamientos al análisis de losmovimientos sociales, con base en lanecesidad de desconstrucción de anterioresaproximaciones que resultabaninsuficientes, y la propuesta dereconstrucción del concepto de movimientosocial con los fundamentos delconstructivismo.Palabras clave: constructivismo,sociología constructivista, movimientossociales.

Constructivism and the Analysis of

Social Movements

Abstract. This article examines therelevence of considering constructivism asan appropriate metatheory for the study ofsocial movements. Starting from theestablishment of the principal suppositionsof constructivism as an epistemologicalparadigm for the social sciences, it presentsa selective recount of some constructivistsocialogical orientations, and then attemptsto apply this framing to the analysis ofsocial movements; having as a base thenecessity of deconstructing previousapproximations that proved to beunsuitable, and the proposal forreconstructing the concept of socialmovements with the fundamentals ofconstructionism.Key words: constructivism,constructivism reasons, social movements.

Recepción: julio 1 de 2002Aceptación: agosto 6 de 2002

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accede básicamente a aquellas entidades que los agentes so-ciales han construido o son capaces de construir. En térmi-nos generales, el constructivismo presenta los hechos comoresultado de alguna actividad y considera que el lenguaje or-dinario ha de ser reemplazado por otro tipo de lenguaje, másriguroso y menos ambiguo (López de la Vieja, 2002: 1).

El constructivismo explica el carácter diferencial de losplanteamientos teóricos en la diversidad de sus orígenes, enlas múltiples situaciones, prácticas y contextos situacionalesde donde arranca cada uno de ellos. Todos los sistemasfilosóficos, al igual que las creencias religiosas y las teoríascientíficas son hijos de su tiempo; surgen como una res-puesta creativa del hombre ante las necesidades que le acu-cian en ese momento histórico donde surge el constructo.

En este artículo se establecen los rasgos centrales del para-digma constructivista, haciendo énfasis en las premisas deuna concepción no radical, y que además acepta la relaciónsujeto-mundo en la construcción social de la realidad, con elfin de perfilar una metateoría con base en la cual reconstruirel enfoque para el análisis de los movimientos sociales. Asi-mismo, se hace un breve recuento de los planteamiento bási-cos de algunos de los principales sociólogos que han aporta-do a la conformación de una corriente de pensamientoconstructivista, ya sea desde una sociología del conocimiento,a partir de la sociología fenomenológica y la etnometodología,o bien desde la orientación sociológica de la integración ac-ción-estructura, y se presenta un conjunto de reflexiones paraavanzar en la delimitación de los movimientos sociales comoobjeto de conocimiento, aplicando las consideraciones epis-temológicas a la luz de los planteamientos sociológicos cons-tructivistas, buscando llamar la atención acerca de la necesi-dad de partir de la desconstrucción de las elaboraciones queno tomaban en cuenta los fundamentos epistemológicos ne-cesarios, para posteriormente acceder a la construccióndel objeto de investigación.

Asimismo, cabe aclarar que se trata de un trabajo en el quese busca combinar diversas concepciones epistemológicas ysociológicas que podrían confluir en su orientaciónconstructivista, junto con reflexiones derivadas de la investi-gación empírica y su correspondiente elaboración teórica yconceptual, con el fin de apuntar hacia el debate de losparadigmas en los que la teoría de los movimientos socialespuedan encontrar un encuadre adecuado y pertinente.

1. Constructivismo como paradigma epistemológico

Actualmente, la epistemología ya no es patrimonio de la filo-sofía, sino que se constituye en un cruce de caminos entre lasciencias del lenguaje, la antropología cultural, la sociología de

la ciencia, la psicología cognitiva y la biología del conocimien-to. Es decir, se ha vuelto interdisciplinar, haciendo posible laconfluencia de diversos enfoques que, en su articulación,permiten abordar la cuestión de la metateoría y un meta-lenguaje válido para el conjunto de esas disciplinas. Esa fun-ción de metadiscurso la cumple hoy el constructivismo, expre-sado en un amplio movimiento que se extiende a través delas diversas ciencias sociales, y que coincide tanto en la críti-ca hacia el positivismo como en la nueva sensibilidad cientí-fica postpositivista. Esta orientación se ha abierto extensa-mente a las aportaciones de la hermenéutica, de la teoríacrítica, de la orientación dialéctica, de la sociología fenome-nológica, del contextualismo y de los puntos de vista wittgens-teinianos, entre otras fuentes que la alimentan.

Asimismo, el construccionismo exige que no se acepte la‘evidencia’ con que se imponen a nosotros las ‘categoríasnaturales’, y que en cambio se investigue el grado en queesos referentes pueden ser meras elaboraciones cultural ysocialmente situadas, o bien sólo productos de las conven-ciones lingüísticas. En ese sentido, el construccionismo esimplícitamente crítico en tanto cuestiona todo lo que se haaceptado como autoevidente, hasta en tanto no se presen-ten nuevos datos y se argumente lo suficiente. Esa críticaconstruccionista de los supuestos empiricistas se fundamentatambién en las formulaciones de Gadamer, al insistir en elcarácter siempre cultural e históricamente determinado delos marcos de referencia interpretativos, con base en loscuales las personas, y por supuesto los científicos, generanlos significados (Gadamer, 1991; Ibañez, 1994).

El constructivismo como tesis epistemológica está cen-trado en la acción significativa del sujeto sobre el mundo, apartir del supuesto fundamental de la ruptura con cual-quier forma de dualismo entre sujeto y objeto. Plantea quela realidad se conoce a través del sujeto, de sus percepcio-nes, así como del sentido de la acción, es decir, que la rea-lidad sólo es cognoscible por medio de la interpretación, yésta es reflexiva con relación al contexto y el discurso. Estoimplica que el objeto de estudio son los sujetos y las relacio-nes que se establecen entre ellos, por lo que resulta esencialel código de información con base en el cual las personasotorgan un significado a la realidad, y de acuerdo con élactúan cotidianamente. Esto quiere decir que en este en-cuadre epistemológico los individuos son concebidos comoactores interpretativos, cuya dimensión subjetiva se consti-tuye, en principio, a través de objetos externos que se vaninternalizando durante el proceso de socialización (Bergery Luckman, 1998: 164-185).

Para fundamentar el enfoque constructivista que aquí setrata, se considera principalmente la estructuración de las

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corrientes sociológicas constructivistas de Philippe Corcuff,y asimismo coincidimos con él en cuanto a que más queconformar un conjunto de orientaciones que configuren unacierta corriente de pensamiento sociológico uniforme y queapunte a similares análisis, las escuelas que aquí se presentanse caracterizan por abordar una serie de problemas relati-vos a las formas del conocimiento en sociología, pero cu-yos representantes difieren en sus planteamientos metodo-lógicos y sus estilos de trabajo empírico. En todo caso, en-contraremos entre esa diversidad investigativa algunos ras-gos comunes fundamentales cuyas coincidencias se expo-nen brevemente a continuación:

a) Desde una orientación constructivista, las realidadessociales se conciben en términos de construcciones históri-cas y cotidianas por parte de actores sociales y colectivos; laidea de que son construcciones sociales dirige la atención alos productos de anteriores creaciones, a la vez que a pro-cesos de actualización y reelaboración. Es decir, hace refe-rencia a la historicidad como el eje de los argumentosconstructivistas, en la medida que comprende tres premisascentrales: i) que el mundo social se construye a partir decondiciones ya dadas y heredadas del pasado; ii) esas for-mas sociales anteriores son reproducidas, apropiadas, des-echadas y transformadas paralelamente a la construcciónde otras formas, las cuales se elaboran a través de la prác-tica y las interacciones de la vida cotidiana de los actores; yiii) tanto las formas heredadas como las experiencias coti-dianas funcionan como apertura de un campo de posibili-dades para labrar el futuro (Corcuff, 1998: 19).

b) Lo más importante de considerar como centro del aná-lisis a la historicidad, o sea esa capacidad de las sociedadesy los sujetos sociales de incidir en su propio futuro, bajodeterminadas condiciones, y siempre y cuando se conjuntela fuerza necesaria para transformar el sistema imperante,estriba en el hecho de que en ese proceso individual y co-lectivo las realidades sociales son objetivadas e interiorizadas.Estas remiten a mundos objetivados, en la medida que losindividuos y los grupos viven en un mundo eminentementesimbólico e imaginario, creado y recreado por el lenguaje ylas palabras, objetos, normas e instituciones a ello debe aña-dirse el legado de las nuevas aportaciones, en tanto queexterior a los individuos, y que funciona como límite a lasacciones sociales, a la vez que son el soporte que da signifi-cado a esas acciones. Asimismo, esas realidades sociales seregistran en mundos subjetivos internalizados, cuyos com-ponentes son determinadas formas de sensibilidad, percep-ción, representación y de conocimiento de esas realidades.A través del aprendizaje y la socialización se interiorizan losmundos exteriores, en tanto que las prácticas individuales y

colectivas de los actores son el vehículo para la objetivaciónde los mundos interiores. Se trata de un proceso dialécticode interiorización de lo exterior y exteriorización de lo inte-rior. Y así como esos mundos exteriores presentan una va-riabilidad significativa, también los mundos interiores resul-tan diversos y singulares.

c) Ahora bien, el hecho de que estos mundos internosvaríen y se correspondan con determinadas formas dife-rentes de vivir y pensar la realidad social, no equivale aplantear que la realidad social carece de una existencia pro-pia y que no es más que un conjunto de representacionesexclusivamente atribuidas a los sujetos, sin la mediación deuna objetivación, materialización y estabilización de las rea-lidades sociales, con especial relación a la función de apoyoy referencia para nuestros actos que cumplen esas realida-des, puesto que son el sedimento donde se han acumuladolos significados por medio de los cuales podemos orientar-nos y participar en la vida social, por lo que han alcanzadoun estatuto de autenticidad y certeza en el ordenamiento deesos objetos exteriores que dan el contenido y el símbolo alas acciones. Por ello, aunque las representaciones desem-peñan un papel importante en la construcción de la reali-dad social, ésta no se agota en el mundo interno; no soncreación del sujeto por sí solo, sino que resultan de la con-junción de ese exterior que constituye la realidad y esasimágenes interiores que complementan la construcción, entanto que aportan la visión personal de esa externalidadgenerada colectivamente, y configurada a través de los pro-cesos de adaptación y asimilación al mundo social.

d) Otro de los rasgos centrales de la perspectiva cons-tructivista es que, por principio, cuestiona la visión dominan-te y acrítica de todo lo que se nos presenta como dado,atemporal, homogéneo y necesario; lo que puede definirsecomo el momento de la desconstrucción, para oponer unadiferente forma de ver las cosas, a partir de los procesos deconstrucción de la realidad social, y que se caracteriza comoel momento de la reconstrucción. Así, el momento ‘destruc-tivo’ pone en tela de juicio la concepción y percepción domi-nantes y que son aceptadas como la única y auténtica reali-dad existente. Con esta operación se devela otra realidad comoalternativa para observar y comprender lo que se ha institui-do en la versión oficial del mundo, lo que significa superar laingenuidad y atreverse a pensar y defender otra visión de esamisma realidad. En cambio, el momento de la reconstrucciónes el tiempo de lo ‘productivo’, de la generación de una nue-va interpretación de la realidad como resultado de la creaciónde otra verdad, necesariamente divergente a la cuestionada.

El constructivismo es, entonces, una nueva forma de rea-lismo, distinta del positivismo, puesto que no acepta el dato

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de la experiencia como única verdad, sino que lo pone enduda, abriendo así las posibilidades de encontrar diversasrealidades cuyas relaciones con los sujetos sociales tienenque ser sometidas a reflexión.

2. Orientaciones sociológicas constructivistas

Para fines del presente artículo, interesa considerar las apor-taciones de Norbert Elias, Pierre Bourdieu, Peter Berger yThomas Luckman, así como el constructivismo fenome-nológico de Alfred Schutz, ya que son los autores que, desdemi punto de vista, han contribuido de manera significativa ala conformación de una perspectiva constructivista a partirde la cual puede desarrollarse una importante reflexión entorno de los movimientos sociales como objeto de estudioaún en elaboración y replanteamiento.

2.1. El precedente de Norbert Elias (1897-1990)Si bien se trata de un autor que hace ya muchos años hizo suaportación a la sociología del conocimiento, en lo que podríaconsiderarse una primera etapa de ese importante campo deestudios, hoy vuelve a tomar importancia debido principal-mente a que los temas y la cuestión misma de la apropiacióny distribución social del conocimiento readquieren interés enla investigación social, sobre todo a partir del ‘vuelco’constructivista que ha permeado en las ciencias sociales, otor-gándole un lugar de importancia en el análisis de los fenóme-nos sociales como construcciones a la vez objetivas y subje-tivas; además que los cambios sociales de los últimos añoshacen evidente un replanteamiento de los paradigmas predo-minantes, con base en la exigencia de incorporar al investiga-dor como parte del dispositivo de la observación.

Conocido por sus trabajos en sociología del conocimien-to, establece que las ciencias sociales se diferencian de lasnaturales en dos cuestiones básicas: i) los objetos de inves-tigación son al mismo tiempo ‘sujetos’ que construyen suspropias imágenes de la realidad social en la que viven; y ii)el investigador social forma parte del objeto de conocimientode las ciencias sociales, es decir, no puede aislarse del con-junto social del que surge la producción de los conocimien-tos sociales. Sin embargo, esa condición, lejos de impedirleasumir una posición de objetividad científica, le obliga aadoptar una actitud que le permita a la vez ‘tomar distan-cia’ analítica y metodológica para operar sin prenociones oconceptos no adecuadamente elaborados, así como esta-blecer un vínculo directo con el fin de acercarse a la com-prensión del funcionamiento interno de aquellos procesosque busca indagar. Se trata de una dialéctica del distancia-miento y el compromiso por medio del investigador accede

a la construcción del conocimiento, siempre y cuando logreequilibrar los dos extremos de esa relación epistemológica,con lo que abrió el camino para superar la aparente contra-posición entre sujeto y objeto de conocimiento (Elias, 1982y 1989: 449-532).

Asimismo, otra oposición que se esforzó en cuestionar, yque además constituyó uno de los ejes principales de sucontribución, fue la supuesta dicotomía individuo-sociedad,en tanto que ‘realidades’ diferentes que corresponden a dis-tintos ámbitos y que por lo mismo deberían ser tratadoscomo temas aparte. En contra de ese desconocimiento dela unidad indivisible entre individuo y sociedad, en la medi-da que aquél únicamente se define y actúa como tal entanto integrante de una sociedad; y ésta, si bien no sólo es elresultado de la interacción de un conjunto de individuos, su‘realidad’ es construida exclusivamente por la interacciónde ellos, por lo que resulta imposible contraponerlos; aun-que otro asunto es reconocer que entre el individuo y lasociedad median una serie de interferencias que puedenllegar a incidir tanto en los individuos como sujetos socia-les, y en la sociedad como entidad real e imaginaria que seestablece ‘por encima’ de los individuos que la componen.

Con los medios del análisis histórico, Elias plantea queesa diferenciación entre el individuo y la sociedad es al finde cuentas un resultado del desarrollo histórico, y particu-larmente de las sociedades occidentales y su proceso decivilización, el cual llevó a que la historización derivara enla constitución del sujeto, referido al yo individual, asociadocon determinadas estructuras de la personalidad en su com-pleja interacción con las estructuras sociales predominantesen el mundo occidental.

A partir de esa ubicación conceptual de la relación indivi-duo-sociedad, argumenta que el objeto de estudio principalde la sociología es la interdependencia entre los individuos,tanto para la determinación de la condición de cada unocomo miembro de la sociedad, como para el conjunto derelaciones que generan a los individuos en tanto que sujetosy actores sociales. Se advierte, entonces, que si la interdepen-dencia es el proceso central de la explicación sociológica, exis-ten una serie de niveles y funciones que cumple en la consti-tución de la sociedad y los individuos que la componen, puestoque se trata de una condición a la que nadie puede escapar, yque se concibe como un entramado cambiante y móvil demúltiples interdependencias, a través de las cuales los indivi-duos establecen sus nexos y articulan los tejidos por mediode los cuales construyen sus vidas. Se trata, en efecto, de unacompleja textura de distintas formas de interdependencia quese atraviesan mutuamente y generan distintas configuracio-nes o constelaciones, cada una con sus propias característi-

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cas, y en las que en determinados mo-mentos son ciertos componentes los quefuncionan como el eje con base en elcual se ligan entre sí los individuos. Losrasgos distintivos de las configuracio-nes son la amplitud y complejidad delas cadenas de interrelaciones como losvínculos consistentes que asocian a losdistintos individuos, aun cuando losmismos participantes –según Elias– nolleguen a ser del todo conscientes delalcance, características e implicacionesde los lazos que han producido, ya queen las relaciones intersubjetivas estánde por medio los factores cognitivos,los afectivos y los relativos a las accio-nes; sin embargo, las impresiones que se generen en losotros, debido a nuestra intervención, generalmente escapaa nuestro registro consciente, toda vez que las interaccionesson intencionales, pero crean consecuencias no previstaspor el carácter simbólico de esas interacciones y por lossignificados desconocidos de las interdependencias (Elias,1982: 50-65).

Además de esas heterogeneidades, las interdependencias,en tanto que son dependencias recíprocas, no necesariamen-te conllevan relaciones semejantes o equilibradas; y aunquedesde luego pueden considerarse interdependencias basadasen interacciones niveladas, a Norbert Elias le interesaronprincipalmente aquellas caracterizadas por la desigualdad, ladominación y el poder, ya que estas formas son típicas de lasinterdependencias en todas las organizaciones sociales, en tantoque se establece una división entre los que detentan el podery los que resultan gobernados. Finalmente, el poder es conce-bido por Elias no como la propiedad de alguien en particular,sino como resultante de las relaciones de interdependencia,siempre que surja la condición de que algunos dependan deotros; es decir, dominan quienes se encuentran en el polodominante de la interdependencia que, como vemos, no ne-cesariamente es simétrica.

En este mismo sentido, Elias trató con la oposición entrelibertad y determinismo, y planteó que no es posible optarpor uno u otro de estos extremos, sobre todo debido a quetanto el individuo como el sistema social tienen que acotarsus ámbitos y posibles determinaciones, en la medida queni el individuo puede aspirar a una ‘libertad total’, ni lasestructuras sociales tienen la posibilidad de imponerse so-bre los individuos. Lo que sí advirtió agudamente fue latendencia histórica de una mayor autonomía de los sujetoscon respecto a las determinaciones institucionales; aunque

esto se logre a través de la lucha porconquistar ese derecho legítimo de lossujetos sociales. Asimismo, la visión delas interdependencias supera y enrique-ce la noción limitada de la causalidadunilateral, para ofrecer un enfoquedonde lo importante es identificar lasinterrelaciones de los actores individua-les, y no pretendidas determinacioneshistóricas, que más que descubrir he-chos nuevos, confirmaría presupues-tos más allá de los análisis concretos.

Ese entramado de interacciones queen la actualidad queda identificado conel sistema, para Elias más bien se trata-ba de una entidad en construcción, una

configuración, con todo el sentido de algo abierto y en proce-so de perfilar su alcance y los constreñimientos sociales queconlleva. Y así como esas condicionantes externas moldeany prefiguran los contextos en que se relacionan los indivi-duos, igualmente inciden en la formación de las estructurasinternas de la personalidad individual, de tal manera quecada uno de nosotros tiene que desarrollar su vida en me-dio de un conjunto de redes de relaciones heredadas, comola familia, la religión, los grupos sociales, que asimismo sonresultado de anteriores acumulaciones de experiencias, prác-ticas, formas de ver, pensar y sentir la vida, todas ellasexpresadas y transmitidas a través del lenguaje, y que con-tribuirán a perfilar las formas de sensibilidad y pensamien-to (Corcuff, 1998: 28).

Finalmente, cabe resaltar la importancia que Elias atribu-yó a la historicidad, oponiéndose a cualquier concepcióndeterminista de la historia, ya que para él todos los produc-tos y factores de la actividad social son históricos, y la histo-ria no conoce fin definido alguno; aunque busca ciertos ho-rizontes, más no una sola finalidad. No obstante, se empeñaen concebir un desarrollo como avance lineal de la sociedad,dejando de lado las discontinuidades, saltos y contradiccio-nes que la historia social muestra, en fin, dejándose llevarpor una idea evolucionista que limitó su pensamiento social.

2.2. El constructivismo estructuralista de Pierre BourdieuBourdieu establece que el planteamiento denominado porél constructivismo estructuralista es resultado de la articulaciónentre lo objetivo y lo subjetivo, en la medida que reconocela existencia de estructuras sociales al margen de la con-ciencia subjetiva, que tienen la función de orientar y delimi-tar las acciones y representaciones de los individuos y co-lectividades. Que su enfoque sea constructivista significa

El poder es concebido

por Elias no como la

propiedad de alguien en

particular, sino como

resultante de las relaciones

de interdependencia,

siempre que surja la

condición de que algunos

dependan de otros.

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que tanto los patrones de percepción, pensamiento y ac-ción individuales y grupales, como las estructuras sociales,tienen un origen social que no ha sido dado, sino que es elresultado de un proceso de construcción social. Al conjun-to de factores subjetivos lo denominó habitus, mientras quea las estructuras sociales las integró en el concepto de cam-pos (Bourdieu, 1993 y 1998).

Con base en este enfoque, y debido a que le otorgó ma-yor importancia a los factores objetivos, identificó dosmomentos en toda investigación social: un primer momen-to objeti vista y uno segundo subjeti vista. En el primero, el in-vestigador construye las estructuras objetivas, haciendoabstracción de las representaciones subjetivas de los acto-res, que son la base de las representaciones subjetivas yestablecen los constreñimientos estructurales que incidenen las interacciones sociales (citado por Corcuff, 1998: 31).

Para los fines de este análisis, interesa resaltar la preocu-pación de Bourdieu en el sentido de que el sociólogo lleve acabo la ‘ruptura epistemológica’ con las prenociones de sen-tido común de una sociología espontánea, atribuida a losactores sociales, con el fin de poder llevar a cabo la cons-trucción del objeto de estudio sobre las bases firmes deconceptos debidamente elaborados o trabajados con losinstrumentos de la crítica teórica, en una actitud de vigilan-cia en la construcción del conocimiento social. Y ese cono-cimiento, orientado principalmente a la comprensión delmundo, tiene que ser interdisciplinario, en tanto que la rea-lidad social no puede ser entendida por medio de divisionesque la disgregan, sino en su totalidad y complejidad. De ahíque la diferencia central en los enfoques investigativos ra-dique en el método de producción de conocimientos. Elobjeto de estudio es necesario que sea universal a todas lasdisciplinas; en cambio, el acercamiento al mismo tiene queser específico. Sin embargo, Bourdieu insistió todo el tiem-po en los peligros de que se actuara en sentido inverso, esdecir, en que los objetos de estudio se particularicen, mien-tras que el acercamiento a los mismos se universaliza. Estoúltimo, según Bourdieu, únicamente puede inscribirse enuna lógica de despolitización progresiva del conocimiento,la que se sintetiza en la paradoja de ocultar mostrando(Bourdieu, 1984: 20-43).

En la producción del mundo social resulta fundamentalel concepto de acción histórica; esta idea se refiere al hechode que cada actor social no es un sujeto que se enfrenta a lasociedad como un objeto constituido fuera de ella. Su par-ticularidad no reside ni en su conciencia ni en las cosas, sinoque es resultado de la relación entre dos estados de lo so-cial; es decir, la historia objetivada en las cosas –expresadaen las instituciones– y a la vez esa historia encarnada en los

cuerpos, en la forma de ciertas disposiciones duraderas queél llamó habitus. O sea, que es la consecuencia del entrecru-zamiento del habitus y del campo, de la historia hecha cuer-po y de la historia hecha cosa, el proceso que da cuenta dela producción de lo social. Se trata, en fin, de un doblemovimiento constructivista de interiorización de lo exteriory exteriorización de lo interior (Corcuff, 1998: 32).

En tanto formas en que las estructuras sociales se in-teriorizan, los habitus se van constituyendo a partir de lasdiversas experiencias de la vida, como un verdadero siste-ma de disposiciones perdurables y transponibles, ya que setrata de tendencias a percibir, sentir, hacer y pensar de unadeterminada manera, que se han asimilado e incorporadopor lo general inconscientemente por cada individuo, segúnsus condiciones objetivas de vida y existencia, así como surecorrido social. El habitus tiene una función integradorade las disposiciones, lo que les permite a las personas lograrcontinuidad en sus vidas; aunque, al decir de Bourdieu, és-tas puedan padecer de la ‘ilusión biográfica’, entendida comoesa visión coherente y consciente que cada quien tiene de símismo, por lo que el sociólogo ha de reconstruir con baseen la situación dentro de la estructura de clases, de las po-siciones institucionales, de las diferentes experiencias en otrostantos campos, así como de la trayectoria en el mundo so-cial. Finalmente, los habitus también son singulares, puestoque existen tipos de habitus relacionados con la situaciónde clase social, de tal manera que designan distintas viven-cias y experiencias sociales (Ritzer, 1993: 500-505).

Por su parte, los campos constituyen el momento de laexteriorización de lo interior, que se configuran en institu-ciones, no en términos de entidades dadas sino como rela-ciones, constelaciones de relaciones entre actores individua-les y colectivos. Se trata de esferas de la vida social que hanlogrado autonomía a través de la historia, a partir de ciertasrelaciones sociales, intenciones, intereses y recursos parti-culares, que los diferencian de otros ámbitos o campos. Así,cabe tener en cuenta que las personas y grupos no se mue-ven por los mismos motivos en el campo económico queen el político o el cultural. Lo importante, además, es quecada campo es a la vez un campo de fuerzas, cuya caracterís-tica es una desigual distribución de los recursos. Esta des-igualdad genera una disputa entre dominantes y dominadosque deriva en un campo de luchas al interior del cual los agen-tes sociales se enfrentan con el propósito de mantener otransformar esa correlación de fuerzas.

Otro de los puntos centrales de la obra de Bourdieu serefiere a la dimensión simbólica del orden social. Con baseen los planteamientos de Weber, sostuvo que la realidadsocial implica un conjunto de relaciones de significado, es

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decir, que presenta una dimensión simbólica. Por ello, ellenguaje y las representaciones resultan de la mayor impor-tancia en la construcción social, aunque no agotan esa rea-lidad (Bourdieu, 1993: 17-26).

Asimismo, Bourdieu insistió en su enfoque de la sociolo-gía de la acción. Su enfoque surge específicamente de unacrítica al intelectualismo, en tanto que se basa en el análisisdesde el punto de vista de quien observa, dejando de ladola perspectiva práctica de los actores sociales. Este aspectoresulta de la mayor importancia en la medida que llama laatención en torno a una actitud de centralismo analíticodesde el observador, por más reflexivo que sea su punto devista, en detrimento de la captación de la lógica práctica pro-pia de quienes actúan. Lo importante, según Bourdieu, eslograr una correspondencia de la práctica con la práctica a partirde la cual no se llegue a posiciones ajenas a las inten-cionalidades y propósitos de los actores, en los casos en quela perspectiva del investigador se sobreponga a lo que elactor lleve a cabo; ni tampoco que se deje que los hechoshablen por sí mismos, buscando no alterar lo observado yasumiendo que la construcción del conocimiento debe que-

dar preferentemente en manos de los actores que son quie-nes hablan, y el investigador sería sólo un medio, lo másneutral posible, de esa codificación de las respuestas.

La relevancia del análisis de la lógica de las acciones (prác-ticas) estriba en el hecho de que de ahí se desprendió elinterés por la acción en proceso, concibiéndola entoncescomo un continuo que genera un encadenamiento de se-cuencias de actos, y que despertó el interés de otros inves-tigadores para seguir por esa línea de estudio.

Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que signifi-ca que no sólo la reflexión se aplica para el análisis de lalógica de la práctica del actor, sino también a la reflexiónpor parte del sociólogo. Principalmente, en el sentido de lacapacidad que despliegue para establecer y mantener unarelación con el objeto de estudio, lo que redundará en unamejor práctica investigativa. Esto quedó plasmado en elconcepto de objetivación participante, puesto que la objetivaciónde la relación subjetiva del investigador con su objeto esrequisito imprescindible para lograr la producción de cono-

cimientos. Inclusive, Bourdieu va más lejos para exigirle alsociólogo un trabajo de auto-socio-análisis de su relacióncon el objeto, de tal manera que tanto el investigador comolo investigado entren en el análisis, con el fin de llevar acabo su indagación con mayor rigor (Corcuff, 1998: 38).

2.3. Alfred Schutz y la intersubjetividad en la construcciónde la realidad socialSin duda uno de los más influyentes sociólogos que inicia-ron todo un cambio en la visión y contenido de la indaga-ción sociológica fue el austriaco Alfred Schutz, quien ela-boró la sociología fenomenológica, y que prácticamenteaplicó la fenomenología de Edmund Husserl, aunada a laorientación de Max Weber; aunque en su elaboración másacabada, incorporó aspectos de la filosofía pragmática deDewey, James y George Herbert Mead, sin dejar de consi-derar las teorizaciones en boga de Talcott Parsons.

La tesis principal que interesa analizar aquí establece quelos objetos del pensamiento construidos por los investiga-dores de las ciencias sociales se instauran a partir de losobjetos construidos por los pensamientos de los hombres

comunes con relación a su vida coti-diana, siempre en las interacciones conotros actores sociales, y centrados enesa experiencia habitual. Por ello, lasconstrucciones creadas por los investi-gadores son, en ese sentido, construccio-nes de segundo orden, cuyo propósito esservir de base para la explicación delas acciones correspondientes a las

construcciones que los actores configuran en los escenariosdiarios, y que el científico busca analizar con sus instru-mentos de trabajo y observando los procedimientos perti-nentes. Lo importante aquí es resaltar que los conocimien-tos construidos por los sociólogos surgen de aquellos cono-cimientos comunes que los distintos actores mantienen enun repertorio que se ha ido construyendo en el tiempo devida, que se conservan latentes como conocimientos dispo-nibles, cuya función principal es servir como pautas de re-ferencia para el entendimiento y despliegue de las accionesregulares (Schutz, 1974).

Ahora bien, ese mundo del conocimiento cotidiano es,ante todo, intersubjetivo y cultural, ya que no es únicamen-te mío, sino construido por un conjunto social, inc luyendo aquienes nos precedieron, y su rasgo principal es que se halogrado por medio de la convención de significados genera-lizados, los que se han sedimentado en la historia de lassociedades y en cada espacio donde se han creado y recrea-do. Se trata del mundo de vida, entendido como un entrete-

Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que significa que no

sólo la reflexión se aplica para el análisis de la lógica de la práctica

del actor, sino también a la reflexión por parte del sociólogo.

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jido simbólico que a través de acciones y pensamientos losactores construyen e interpretan intersubjetivamente. La vidacotidiana constituye el sustrato primordial por medio delcual los actores pueden comprenderse debido a que com-parten, en su cotidianidad, una referencia a las vivenciasque se presentan en esa esfera, y que se irradian a travésdel lenguaje y la comunicación (Estrada, 1995: 9-25).

El mismo Schutz afirma que exclusivamente mi existen-cia como un sí mismo dentro de este mundo posibilita larelación colectiva e intersubjetiva, es decir, nosotros, voso-tros, ellos, y a la vez la relatividad que la caracteriza. Lalógica del mundo de vida establece que el yo, consecuenciade un nosotros anterior, mantiene su carácter original de fungircomo el eje desde el cual se organiza el mundo en determi-nadas coordenadas temporales-espaciales en un caudal devivencias; pero se trata de un flujo ‘indefinido’ hasta elmomento en que se actualiza en la reflexión que actualizalas vivencias del pasado, como condición para poder pro-clamar ‘mis experiencias’ y ‘mi vida’. Ese criterio reflexivoradica en el hecho fundamental de que el yo vive en un‘presente vivido’ en el cual no es consciente de sí como ego,ni tampoco de sus pensamientos hasta no alcanzar el mo-mento del acto reflexivo. Asimismo, en ese mundo de vidacomo experiencia asumida en actitud natural, al interactuarcon otras personas que hablan, sienten y piensan, los expe-rimentamos en su presencia vivida, tanto corporal comoafectivamente, y en el intercambio de pensamientos aquí yahora, en una simultaneidad vivida (Ritzer, 1993: 268-281).

Sin embargo, no existe homogeneidad ni entre los actoresni en el mundo social donde participan ya que: i) El reperto-rio de conocimientos disponibles es diferente para cada ac-tor, puesto que se presenta una distribución desigual del co-nocimiento, condicionada por la situación social y biográfi-camente determinada en cada caso, y ii) el mundo de vidacotidiana se constituye en diversos niveles de realidad, por loque se construyen realidades múltiples y diferenciadas.

Un punto central de su teorización radica en la idea deacción, vinculada al comportamiento humano en la medidaque es planeada por cada actor, con base en un proyectoanticipado, el cual conlleva los componentes de su orienta-ción hacia el futuro, además de la conciencia y los motivospara su realización.

2.4. Berger y Luckman: la sociedad como realidad objetivay subjetivaEn una de las formulaciones más sistemáticas del progra-ma constructivista en las ciencias sociales, los sociólogosPeter Berger y Thomas Luckman, estadounidense y ale-mán respectivamente, en un esquema donde incorporan

las aportaciones de Schutz hasta clásicos como Marx, Durk-heim, Simmel, Weber, Mead, Sartre, Parsons y Goffman,lograron elaborar una orientación consistente que a la vezpermitía un avance teórico en el análisis sociológico, y unapropuesta de fundamento y guía para la investigación em-pírica, con base en la actualización de la sociología del co-nocimiento, y el enfoque sobre la vida cotidiana en su di-mensión social.

Ante todo, la sociedad es una realidad objetiva, o sea, exte-riorizada e independiente de los actores que la producen, porlo mismo objetivada en tanto que constituida por mundos deobjetos independientes de los sujetos. Con base en este dobleproceso, de exteriorización y objetivación, en tanto que sesoporta en un conocimiento común tipificador así como enlas interacciones cara a cara, funciona como insumo para losprocesos de institucionalización, en la medida que se trata deun proceso que se expresa cada vez que las clases de actoresconfluyen en una tipificación recíproca de las acciones habi-tuales. El hecho a resaltar es que la propia institución tipificaal mismo tiempo a los actores y las acciones individuales.Por ello, las instituciones van adquiriendo determinada con-sistencia y estabilidad debido a la acción de la historia, pormedio de los fenómenos de cristalización de las tipificacionesy los hábitos, y de su consiguiente sedimentación en el trans-curso del tiempo, aunado esto al intercambio de diferentesreservas de conocimientos, que transitan a través del len-guaje y la comunicación. Debido a la división del trabajosocial, las instituciones tienden a especializarse, y los mis-mos actores asumen roles sociales diferentes, en funciónde cada institución y el lugar que ocupan dentro de ellas.Complementariamente, las instituciones, para poder legiti-marse y mantenerse, requieren de un orden cognitivo ynormativo, es decir, formas simbólicas que permiten acce-der a su conocimiento, tanto teórico como práctico, ya queesto les confiere todo su valor y significado.

Pero la sociedad también es una realidad subjetiva, o sea,interiorizada por medio de la socialización, entendiendo porésta la instalación congruente y extensa de un individuo enel mundo objetivo de una sociedad o de un sector de lamisma. Los autores distinguen dos tipos de socialización: laprimaria, básicamente generada durante la infancia, debidoa lo cual deja una huella más duradera y penetrante, y lasocialización secundaria, que se configura durante las expe-riencias posteriores, y en la cual los individuos tienen unarelación diferente con las instituciones y otras agencias so-ciales que inciden en su referencia para la acción. De ma-nera similar a lo que sucede con la institucionalización, lasocialización tiene las propiedades de la conservación yla transformación. En ambos casos, la institucionalización

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y la socialización, la constante es que se les considera en sudiversidad, como un rasgo típico de las sociedades actualesen las que predominan el pluralismo de realidades e identi-dades individuales y colectivas.

3. El análisis de los movimientos sociales

Como área particular de investigación, los movimientos so-ciales se encuentran en un momento muy importante de suelaboración, pues desde hace varios años se llevó a cabo ladesconstrucción de las concepciones dominantes, que nohabían recibido los beneficios de la crítica construccionista;pero que a partir de los análisis de Touraine (1987, 1993 y1996), Melucci (1984, 1985, 1989, 1994, 1995 y 1996) yLaraña (1993, 1994, 1996 y 1999) se han replanteado losfundamentos del campo de estudio empezando por la cues-tión de la definición del concepto, no como recurso de acota-ción teórica, sino como establecimiento del campo de pro-blemas que aborda, lo que significó una reflexión con rela-ción a todas aquellas acciones colectivas que tradicionalmen-te se denominaban movimientos sociales, sin una considera-ción rigurosa de su pertinencia. Asimismo, la revisión de losinstrumentos y procedimientos para el estudio de los movi-mientos sociales permanecía en un cierto estancamiento, enla medida que la contraposición entre los enfoques cuantita-tivos y cualitativos no dejaba de rondar en las investigacionesempíricas, sin encontrar un encuadre integrador que no re-sultara excluyente, sino que lograra aportar una visión másfresca y alternativa para su abordaje científico.

Entonces, resulta imprescindible establecer los fundamen-tos epistemológicos para el análisis de los movimientos socia-les como condición para avanzar en el adecuado plantea-miento de los problemas teóricos y metodológicos en esecampo del conocimiento. A continuación se presenta un con-junto de consideraciones que, surgidas de las formulacionesepistemológicas constructivistas, así como de los contenidosde las diversas orientaciones sociológicas también de carác-ter constructivista que se han señalado, constituyen puntosprincipales que conforman los componentes metateóricos

en el análisis, es decir, condiciones paralograr la producción del conocimientoen este campo problemático:

3.1. Conocimiento y desconstrucciónLos conocimientos normalmente acepta-dos deben ser permanentementedesconstruidos, con el fin de poder ha-cer surgir las determinaciones sociocul-turales implícitas, que son el medio y

resguardo de la crítica. En el caso que nos ocupa, la des-construcción se aplicó a cinco cuestiones centrales que nopermitían la adecuada construcción del objeto de estudio:

a) El sentido determinista y de ‘misión histórica’ predeter-minada que se atribuía a los movimientos sociales. Por ello,únicamente se consideraban como movimientos sociales aque-llas acciones colectivas cuyos protagonistas estuvieran pre-viamente designados o elegidos por la historia para empren-der ese cometido. De ahí que se imponía el determinismohistórico-social, más que la concepción de la historicidad co-mo capacidad de los sujetos sociales de construir su propiodestino. En este punto, los planteamientos de Norbert Elias yBourdieu aportan a la comprensión de la desconstrucción,por lo que permiten una reconstrucción que supere esosobstáculos metateóricos. En el primer caso, con sus trabajosclásicos acerca de la evolución de las sociedades, donde dacuenta de los cambios socioculturales estrechamente relacio-nados con los estadios del desarrollo, registrados en diferen-tes contextos simbólicos; y en el segundo, con las innumera-bles investigaciones del sociólogo francés, cuyo rasgo carac-terístico fue establecer una ruptura epistemológica con losplanteamientos tradicionales, con el fin de incorporar no sólolas preguntas centrales con relación a los sistemas económi-co y político internacionales, sino también las pautas cultura-les predominantes en cada situación particular;

b) En estrecha relación con la cuestión anterior, tambiénhabía que reelaborar el tema del cambio social, puesto queaún predominaba el criterio de que únicamente las accio-nes colectivas que tuvieran como finalidad la transforma-ción social podrían denominarse movimientos sociales. In-cluso el ‘prejuicio progresista’ impide analizar a movimien-tos sociales que impulsan cambios no hacia la izquierda,como el neofascista o ciertos populismos conservadores.De ahí que todo un conjunto de acciones no explícitamenterevolucionarias o que buscaran cambios limitados, o proce-sos de cambio social de menor alcance, quedaban al mar-gen de la definición prevaleciente. En la reconstrucción delconcepto de movimiento social este punto quedó replan-teado, sin dejar de tener en cuenta que el cambio social es

Resulta imprescindible establecer los fundamentos

epistemológicos para el análisis de los movimientos sociales

como condición para avanzar en el adecuado planteamiento

de los problemas teóricos y metodológicos en ese campo

del conocimiento.

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un elemento básico y propósito de los movimientos socia-les, sino aceptando que dicho cambio no necesariamentetiene que ser sinónimo de alteración social, ya que puedereferirse a procesos de cambio social y político que coad-yuven a modificar el estado de cosas imperante. Práctica-mente los cinco sociólogos considerados abonan en estesentido; aunque ha sido Bourdieu quien más ha insistido enla necesidad de darle otra dimensión y significado a las lu-chas por avanzar en las modificaciones sociales en favor dela humanidad y contra el neoliberalismo.

c) La compleja relación del individuo con la sociedad, enla medida que aquél construye a la sociedad a la vez que semoldea según el lugar que ocupe en la estructura social. Elproblema con la separación tajante que se establecía entreindividuo y sociedad era que o bien predominaban los en-foques centrados en el sujeto, haciéndolo el centro y motorde la historia; o bien se analizaban los fenómenos y proce-sos sociales a partir de las estructuras sociales, quedandolos sujetos como meros instrumentos de aquéllas. En la re-construcción del objeto de estudio de los movimientos so-ciales, la relación individuo-sociedad se concibe como unadimensión dialéctica, resultado del desarrollo histórico, enel que las estructuras objetivas y objetivadas tienen influen-cia en la subjetivación, y los sujetos, asimismo, exteriorizany contribuyen a la estructuración social, en un proceso deida y vuelta en el cual las dos dimensiones de lo social tie-nen que considerarse en el análisis. Los planteamientos detodos los autores incluidos es fundamental para una nuevaelaboración conceptual de los movimientos sociales.

d) Los cambios determinantes que ha registrado la socie-dad en el ámbito internacional, principalmente derivadosdel predominio de la globalización neoliberal, obliga a teneren cuenta la nueva situación en que se presentan los movi-mientos sociales. Particularmente dos cuestiones tenían quereconsiderarse: por un lado, todas las implicaciones de lacolonización del mundo de vida, ampliamente trabajadaspor Schutz y Habermas, como la nueva condición de con-trol político-social contra la que se constituyeron y pronun-ciaron los Nuevos Movimientos Sociales y, por otra parte,las formas de dominación imperial que se han impuestocontra las naciones, para acabar con todas las formas deorganización colectiva y el sometimiento de los sujetos so-ciales a los intereses del capital. Aquí, los planteamientos deBourdieu y Schutz tienen gran pertinencia.

e) Asimismo, el abordaje de los movimientos sociales comoun campo de problemas particular, donde el análisis de sudinámica interna no había sido considerado a la luz de losplanteamientos que los concebían como redes de interaccióncon su propia historicidad, impedía que se analizaran en

profundidad ‘hacia adentro’, con lo cual dejaban de estu-diarse los distintos ‘subsistemas’, lo que a su vez obstaculi-zaba el enfocar los como procesos. También en este puntosaltan a la vista las aportaciones de los sociólogos construc-tivistas en la medida que subrayaron la necesidad de consi-derar los procesos generados intersubjetivamente, como com-ponentes centrales de las acciones colectivas.

3.2. El ‘giro hermenéutico’La aceptación de que el ‘giro hermenéutico’ está consumado, yque no permite dar marcha atrás a planteamientos que no incor-poren esa reorientación; aunque aceptando que el carácterpluriparadigmático del contexto postempirista ha abierto elespectro a nuevos enfoques. Este punto se encuentra direc-tamente vinculado con el reconocimiento de la naturalezasimbólica de la realidad. La especificidad de lo social nodepende de la amplitud o tipología de los objetos considera-dos, ya que no es la naturaleza del objeto, sino la relación enla que este objeto se encuentra prendido lo que le confieresu dimensión social, y esta relación es de naturaleza emi-nentemente simbólica. Lo social aparece en el momento enque se constituye un mundo de significados compartidosentre varias personas (Ibañez, 1994: 227-228). Y es estefondo común de significaciones el que hace posible a losindividuos investir a los objetos con una serie de propieda-des que no poseen como tales, sino que son construidasconjuntamente por medio de la comunicación y que se si-túan, por lo mismo, en el universo de los signos. La con-ciencia de la imposibilidad de que el conocimiento científi-co pueda trascender finalmente las constricciones que leimponen tanto el lenguaje ‘natural’, como las ‘preconcep-ciones’ que conforman una determinada tradición cultural.En este sentido, en el análisis de los movimientos sociales esimportante considerar el factor de los procesos de cons-trucción de la identidad y la creación de marcos de signifi-cación, en la medida que éstos constituyen elaboracionescognitivas fundamentales, ya que configuran el conjunto deconceptos, valores, creencias, representaciones, órdenes,conminaciones a hacer o dejar de hacer algo, determinadasconsecuencias, así como el hecho de hacerlas valer para elconjunto de los integrantes del movimiento. La función cen-tral del marco de significaciones es configurar un sistemade interpretación del mundo, como una construcción ‘pro-pia’ de la organización, por medio de la cual se otorga sen-tido a las decisiones y acciones colectivas. En la elaboraciónde los marcos de significación desempeña un papel de lamayor importancia la ideología y el simbolismo. Se trata delo imaginario como invento, como deslizamiento o despla-zamiento de sentido, en el cual determinados símbolos ya

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disponibles se encuentran investidos con otras significacio-nes distintas a las aceptadas o ‘normales’. Así, se vaestructurando una diferente visión de las cosas, particular-mente del orden establecido y su legitimidad, la cual se pre-senta como un nuevo simbolismo que por lo mismo otor-ga nuevos sentidos a las acciones. Desde el punto de vistade los individuos que participan en acciones colectivas,los marcos de significación resultan muy relevantes, puestoque son el soporte para lograr la con-sonancia cognoscitiva, o sea, la posi-bilidad de que las acciones, indepen-dientemente de si son exitosas o no,tengan una explicación e interpretaciónen el encuadre de una lógica que la jus-tifica, toda vez que se asume que lasacciones tienen un sentido definido yese encuadre se encarga de encontrarlos argumentos que las hacen adecua-das o al menos consecuentes con lasmetas del movimiento. La gran virtudde las significaciones radica en que con-forman un sistema de pensamiento enel que existen jerarquías en las catego-rías; pero asimismo se da la posibilidadde que las significaciones se actuali-cen o cambien, siempre y cuando seacomo resultado de un proceso de resig-nificación logrado a través del análisiscolectivo.

3.3. La condición histórica de la realidad social, según lacual la sociedad constituye una producción social que semodifica a través del tiempoEsto significa, que por un lado, las estructuras sociales tienenmemoria, y lo que en determinado momento son resultaindisociable de la historia de su producción. Es decir que lagenealogía de los fenómenos sociales está presente en ellosmismos. Y esto es lo que se requiere considerar en el estudiode los movimientos sociales, puesto que la construcción de laidentidad colectiva –que surge como punto de confluenciaentre los determinantes sociales del comportamiento y la cons-titución del actor como sujeto de su historicidad– se trata deun proceso en el que el actor social incorpora experienciaspresentes a la memoria colectiva, y experiencias anteriores,generándose una resignificación de los hechos en que partici-pa, incluyendo así los factores sociales con los psico-sociales.De ahí que los momentos de crisis y los episodios conflicti-vos resultan en circunstancias especiales para la reevaluacióny resignificación de la biografía personal con la historia colec-

tiva con la cual uno se identifica socialmente; en la que un‘yo’ se reconoce como un ‘nosotros’ y, por esta razón, elprimero modifica su identidad personal.

3.4. ReflexividadLa importancia del fenómeno de la reflexividad, en la medida quelas sociedades tienen la capacidad de romper la disyunciónobjeto/sujeto y de fundir ambos extremos en una relación

dialéctica que la posibilita para cons-truir su propia naturaleza social. Consi-derar que es debido a que el sujetopuede tomarse a sí mismo como obje-to de análisis por lo que puede consti-tuirse un mundo de significados com-partidos y un espacio intersubjetivo sinlos que no podría configurarse la di-mensión social como tal. En esa lógica,la reflexividad como rasgo peculiar delos movimientos sociales de la actuali-dad estriba en su capacidad para pro-ducir y contraponer una controversiaen relación con un determinado esta-do de cosas, cuya legitimidad y sentidode orden se dan por indiscutibles antesde que se manifestara un movimientosocial, situación que ha empezado acambiar. Lo que puede observarse esque la eficacia simbólica de los movi-

mientos y su relación con los procesos de cambio social sevinculan directamente con su alcance para producir cambiosen las definiciones colectivas acerca de las situaciones quemotivan las acciones de los movimientos. Por ello, el carácterreflexivo de éstos es consecuencia de que son algo sobre loque se refleja la sociedad y que impulsa la capacidad de éstapara reflexionar y ser consciente de lo que es. Esto significaque los movimientos sociales actúan como un espejo en elcual la sociedad se muestra y puede mirarse, lo que a su vezle informa de sus problemas y limitaciones. Se advierte que,por medio de la acción de los movimientos sociales, muchaspersonas se dan cuenta que algunas normas colectivas sehan convertido en objeto de lucha pública, representando laocasión y la forma de conocer algunos problemas de la so-ciedad que permanecían ‘ocultos’: la propia existencia de losmovimientos es una manera de percibir la realidad, que sesubraya y pondera como alternativa.

3.5. Especificidad socialIncorporar en los análisis la propiedad específicamente social, de-bido a que los seres humanos tienen la posibilidad de cons-

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tituirse en fuente de determinación última de sus propiasconductas, o sea, capaces de autodirigir sus comportamien-tos con base en decisiones y cálculos elaborados interna-mente. La aceptación plena de la agencia humana es otrode los puntos nodales de replanteamiento de la sociolo-gía constructivista. Este aspecto sociológico, pero a la vezpsicosocial, es otro de los puntos fundamentales en la reela-boración del campo de estudios de los movimientos socia-les, puesto que la capacidad de actuación y, más que eso, defuncionar como agente de cambios y de la propia histo-ricidad, significa que las acciones colectivas se ponderancomo resultado de las decisiones no sólo racionales, sinocomo expresiones de la mayor autonomía de los sujetos, enprocesos de estructuración, así como acciones que apuntanen la dirección de una perspectiva práctica de los actoressociales. Significa, entonces, que la participación en movi-mientos sociales es a la vez un medio para alcanzar deter-minados objetivos, y un fin en cuanto a que sus miembroslogran por medio de las acciones hacerse cargo de su pro-pio proyecto colectivo y de imprimirle, dentro de ciertoslímites, un ritmo y características particulares como actoresque desempeñan sus roles incidiendo en el devenir de laorganización y en las estrategias decididas para conseguirlos efectos buscados. De ahí que, para el examen de losmovimientos sociales, resulte de la mayor importancia lacontinuidad y la unidad de éstos, como condición para po-der desplegar precisamente un conjunto de acciones colec-tivas claramente planteadas, como resultado de poder regirel curso de las mismas, y como sujetos, intervenir en formacontundente. Asimismo, la idea de la agencia aporta a lacomprensión de la creación del discurso por parte de losintegrantes de los movimientos sociales, como líneas de enun-ciación que tienden a representar posiciones sociales, en lostextos, como productos de una actividad objetualizada quese ha materializado en imágenes lingüísticas sucesivas. Enesa misma idea, el discurso es concebido como la manifes-tación de la verdad de quien lo produce, una verdad comocausa del texto y su intencionalidad, la evidencia de unacerteza que se construye para defenderse a sí misma; y queúnicamente por medio de su interpretación podrá situarseal actor social que lo produce, y comprende el sentido de sumensaje, en tanto agente que se impulsa a exteriorizar sucompromiso y sus banderas. Como rasgo particular de quie-nes participan en las acciones colectivas, los discursos ma-nifiestan la capacidad constructiva de los actores que inte-gran el movimiento social, en la medida que articulan untexto por medio del empleo específico de un conjunto dematerial simbólico, coherente con los marcos de significa-ción y los propósitos de los mensajes que se producen, con-

feccionando una argumentación a través de la cual expo-nen sus puntos de vista, demandas y proclamas, en un actocreativo en el cual se plasman las ideas y los propósitos dela organización, y a través del que se elabora una forma deconcebir la situación y los cambios que se buscan.

3.6. InterdisciplinariedadUna premisa para el abordaje de los procesos y fenómenos so-ciales desde la perspectiva constructivista tiene que ser necesaria-mente interdisciplinar , concibiéndola como una apertura yun diálogo con otras disciplinas afines, de tal forma quepueda enriquecerse el análisis, tanto porque de esta manerapueden incorporarse las principales aportaciones del pensa-miento contemporáneo, como debido al hecho de que losfenómenos sociales contienen una multiplicidad de facto-res que se entrecruzan con los objetos de estudio de otrossaberes, apuntando así hacia un encuadre de la totalidadcomo construcción metateórica a partir de la cual poderenfocar los objetos particulares de investigación, traspasan-do así las fronteras, muchas veces artificiales, que una con-cepción positivista imponía a la división del trabajo en lasciencias sociales, y que definitivamente era un obstáculopara un abordaje de mayor horizonte social.

Conclusiones

En cuanto al estudio de los movimientos sociales, y tenien-do en cuenta las distintas aproximaciones disciplinarias quelo abordan como objeto de conocimiento, es posible identi-ficar entrecruzamientos de las siguientes disciplinas, con-formando una articulación interdisciplinar que enfoca elobjeto en su complejidad y sus dimensiones cognoscitivas:la sociología, la psicología social, la ciencia política, así comola antropología social, en la medida en que, para la com-prensión de los movimientos sociales actuales, es necesarioanalizar la cuestión de la conflictividad social y las tensionessociales, sobre todo si se tiene presente que a lo largo de lasdécadas de los ochenta y noventa se registró un amplioproceso de resistencia social a las políticas neoliberales; asícomo la imposición de tales políticas supuso la conforma-ción de una poderosa coalición social dominante capaz devencer las resistencias.

Asimismo, a finales de los años noventa y principios delnuevo milenio la conflictividad social parece haber ganadoun nuevo impulso, que ha abierto un ciclo de protestas so-ciales en el continente americano. Estas resistencias a losefectos de las políticas neoliberales –que se inscriben y re-cogen las experiencias de luchas de los movimientos popu-lares latinoamericanos– se resignifican a la luz de las pro-

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fundas transformaciones ocurridas en el capitalismo latino-americano en las últimas tres décadas. Los sujetos de laprotesta, los repertorios de la misma, sus reivindicaciones yprocesos de convergencia en curso (tanto en el plano regio-nal como internacional) dan cuenta de los cambios produ-cidos y de los desafíos planteados. Uno de los rasgos princi-pales de la configuración de la protesta contemporánea,que únicamente puede ser enfocado en forma interdisci-plinar, es su heterogeneidad en términos de sujetos y/ocolectivos que lo integran. Esta característica se encuentradirectamente relacionada con el impacto diferenciado de la

Bibliografía

mundialización del capital así como de las decisiones depolítica económica en diferentes países y regiones, y queinfluye en innumerables aspectos de la vida humana. Elneoliberalismo se caracteriza por una exacerbación de losniveles de subordinación y explotación de la mayoría delos pueblos del mundo. La creciente concentración de lariqueza y la indiscriminada explotación de los recursosnaturales –intensificada en las últimas décadas– son ex-presiones de este fenómeno que se ha extendido, amplifi-cando y diversificando los colectivos y clases sociales ex-puestos a la opresión.

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