y la Gloria

La Copa

y la

Gloria Guía de estudio

Lecciones sobre el sufrimiento y

la gloria de Dios

Greg Harris

La Copa

y la

Gloria Guía de estudio

Lecciones sobre el sufrimiento y

la gloria de Dios

Greg Harris

La copa y la gloria – Guía de estudio

© 2008 Greg Harris

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducido, o transmitido de ninguna forma o por ningún medio – electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, o cualquier otro – excepto por breves citas como parte de

algún artículo de reseña o revisiones impresas, sin el permiso previo y por escrito de la editorial.

Publicado por:

Kress Christian

Publications

P.O. Box 132228 The Woodlands, TX 77393

www.KressChristianPublications.com

Las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la Reina-Valera 1960™ © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.

Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Traductores: Adriana Powell y Omar Cabral Editor: Guillermo Powell

Contribuciones importantes (sean escritas, orales o ambas) fueron hechas por: Chris E. Bush, Bradley P. Sewell, Kevin Lyle McAteer, Paula Adams, Becky Howard, Jeff Terrell, Jonathan Szeto, Eric Swanson, David Lee, Jared Beaird, Matt McGuillicuddy, Jody Faison, Peter Barber, Leland White, mis dos clases de oración en el seminario The Master’s Seminary (2007), Betsy Harris, y finalmente: Johnny McClaughlin.

http://www.kresschristianpublications.com/

CONTENIDO

Cómo usar la guía de estudio 4 La copa y la gloria – Guía de estudio Capítulo uno El desierto 6 Capítulo dos La copa 11 Capítulo tres El camino 18 Capítulo cuatro El regalo 25 Capítulo cinco La comunión 31 Capítulo seis Las huellas 39 Capítulo siete La sorpresa 46 Capítulo ocho La bendición 54 Capítulo nueve El acuerdo 61 Capítulo diez La gloria 68 Final del estudio: Últimas preguntas 76 El proceso de escribir La copa y la gloria 79 Una entrevista con Betsy Harris 93

Introducción

Cómo usar la Guía de estudio de La copa y la gloria La guía de estudio está diseñada para ser usada en forma individual o en grupos pequeños. Tanto al viajar como cuando recibo correspondencia he observado que existe una gran variedad de buenos (y malos) comentarios bíblicos disponibles al público. En algunos lugares del mundo, los cristianos disponen nada más que de su Biblia. Algunos no tienen más que dos o tres libros cristianos. Otros tienen bibliotecas personales bastante surtidas y acceso a los medios electrónicos a su alcance. ¿Cómo preparar una guía de estudio para situaciones tan variadas? He procurado que el estudio sea “conducido por la Palabra”, es decir, que con la ayuda del libro el lector pueda avanzar usando su Biblia. La copa y la gloria es un buen libro en la medida que sea bíblicamente correcto. Si usted encuentra consuelo y estímulo, será porque Dios usa su Palabra. Utilizo La copa y la gloria como un manual en la clase de oración que dicto en The Master´s Seminary, pero la verdad es que el único texto seguro que tenemos es la Palabra de Dios. Aunque uso este libro como manual, rara vez leo directamente de él en la clase; más bien nos concentramos en los textos bíblicos mencionados en el libro. Lo mismo vale para esta guía de estudio. No se trata tanto de extraer pepitas de oro del libro, sino más bien que éste nos oriente a encontrar las pepitas de oro en la Palabra. Para quienes no disponen de otros materiales, les recomiendo la Biblia de estudio MacArthur como punto de partida. Por supuesto, si está a su alcance la serie de comentarios MacArthur, encontrará muchos más información. El formato de cada capítulo de esta guía es el siguiente:

1. Referencias bíblicas: Remiten al contexto más amplio de la lectura bíblica. También encontrará allí referencias específicas.

2. Lecturas: En general remitirán al lector a La copa y la gloria. Este es un recordatorio de que las preguntas deben ser respondidas después de haber leído los capítulos indicados o el libro completo. Es más, muchas de las preguntas carecerán de sentido a menos que uno haya leído los capítulos.

3. Preguntas de La copa y la gloria: Estas incluirán la referencia a la página del libro, lo cual será útil para repasar o considerar puntos importantes.

Cómo usar la Guía de estudio de La copa y la gloria 5

4. Preguntas de la Palabra: Estas preguntas surgen a partir del texto destacado y algunos otros pasajes bíblicos citados.

5. El tema central: Los conceptos destacarán la importancia de los puntos centrales del capítulo o “se asegurarán de que los haya entendido”.

6. Aplicación personal: La intención es que la aplique primero a sí mismo y luego pueda ministrar a otros. Como verá, la sección está armada a partir de su interacción personal con Dios y su Palabra.

7. Guía para profundizar: Esta sección requiere algo más de tiempo. Ninguna clase, ni serie de mensajes ni libros puede agotar la provisión de riquezas en la Palabra de Dios. Esta sección es para aquellos que quieren saber a dónde pueden recurrir para explorar más acerca de la verdad bíblica. Como las secciones anteriores está diseñada para que el lector pueda completarla con su Biblia. Por supuesto, cualquier comentario bíblico sólido favorecerá su estudio.

Una nota breve: No he seleccionado ninguna lectura diaria para la guía de estudio. Entiendo que La copa y la gloria es carne, no leche. Muchas personas me han comentado que deben detenerse y releer una y otra vez una oración, un párrafo, una página o un capítulo, y meditar en él. A veces se trata de una convicción que Dios está produciendo en su vida cristiana. No es mi intención obstaculizar el trabajo del Espíritu Santo. Prefiero que Dios defina el ritmo. Quienes deseen hacer una lectura diaria pueden distribuir el material según su ritmo personal. Es mi esperanza que este sea un estudio fructífero para la gloria de Dios. ¡A Dios sea la gloria!

Greg Harris Julio 2007

The Master’s Seminary. P.D.: Ah, casi lo olvido; no mencioné el “precio” que tiene esta guía de estudio. No obtengo ganancias por escribir este material; aun la edición impresa se vende casi al costo. El precio que pongo es que usted ore por mí y pase el libro y la guía de estudio a otra persona a quien usted considera que le beneficiará. Este es un ministerio, no un negocio.

Capítulo uno

El desierto

Dado que “El desierto” es mi testimonio personal, este capítulo difiere de los demás. Este capítulo contiene más referencias personales y menos texto bíblico; sin embargo, aun así también hay asuntos para analizar.

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes clave en este capítulo son 1ra. Tesalonicenses 4:13-18; Colosenses 2:1; 1ra. Pedro 5:10.

LECTURA Lea el capítulo uno, “El desierto”, antes de responder las preguntas.

PREGUNTAS DE LA COPA Y LA GLORIA

1. Según el libro, ¿cómo define “el desierto” el autor (pág. 14-15)?

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2. ¿De qué manera transformó el desierto su vida de oración (pág. 15-17)? ¿Por qué?

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3. ¿Por qué le era tan difícil a Greg Harris leer 1ra. Pedro 5:10? ¿Por qué no quería predicar sobre este texto cuando se lo pidieron (pág. 17-18)?

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Capítulo uno — El desierto 7

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PREGUNTAS DE LA PALABRA

1. ¿Por qué terminaría Pablo el capítulo 4 de 1ra. Tesalonicenses con la orden “alentaos los unos a los otros con estas palabras”? ¿Cómo se proponía Dios consolar a los tesalonicenses? ¿En qué forma esto puede ser un consuelo?

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2. ¿Qué podemos aprender de Pablo y de su vida de oración en Colosenses 2:1 (pág. 15)? ¿En qué forma amplía esto su comprensión sobre lo difícil que puede ser la oración? Explíquelo.

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3. Primera Pedro 5:10 será un versículo importante en este estudio, y lo analizaremos en un capítulo más adelante. ¿Cuáles son algunas de las verdades bíblicas que pueden extraerse de él? Anote Quién promete, qué promete y cuándo lo promete. ________________________________________________________________________

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La copa y la gloria – Guía de estudio 8

EL TEMA CENTRAL

Aunque este es un capítulo diferente de los demás, contiene conceptos importantes para identificar. Recuerde que el propósito principal de esta sección es el de hacer un repaso y asegurar que haya comprendido cabalmente estos conceptos:

1. Habiendo definido el desierto como “esa desconcertante situación de pasar de la luz

espiritual a la oscuridad espiritual” (pág. 14), es fundamental que uno esté caminando en comunión con Dios cuando se presente esa situación. ¿En qué se diferencia en ese momento la persona fiel de aquella que sufre las consecuencias de haber cometido un pecado concreto? (como el pecado de David y Betsabé en 2da. Samuel 11) Explíquelo.

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1. El “evangelio de la prosperidad” enseña que Dios quiere que usted sea sano, rico y feliz;

y si no lo es, se debe a algún pecado en su vida. Explique de qué manera la experiencia y las Escrituras contradicen esta idea. ________________________________________________________________________

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APLICACIÓN PERSONAL

1. ¿Era apropiado el pasaje de 1ra. Tesalonicenses 4:13-18 para concluir la carta sobre las

gemelas? ¿Por qué (pág. 11)?

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Capítulo uno — El desierto 9

2. ¿En qué momento sería apropiado usar este pasaje para consolar a alguien? ¿Cuándo sería inapropiado hacerlo? Explíquelo. ________________________________________________________________________

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3. Escriba su aplicación personal a partir de este capítulo (en otras palabras “qué aprendí”).

Redacte una pregunta que no se haya hecho en las otras secciones y respóndala.

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GUÍA PARA PROFUNDIZAR

Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos:

1. ¿De qué manera el hecho de que el título hebreo del libro de Números sea “En el desierto” modifica su comprensión de lo que ese libro enseña? Explíquelo.

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2. Lea el libro de Números, o por lo menos comience a partir del capítulo 9, y observe la reiterada desobediencia del pueblo y los repetidos juicios de Dios. Preste atención a los capítulos 13–14, donde la rebelión tuvo severas consecuencias.

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3. Observe la diferencia entre la situación en la que Dios lleve a una persona que le es fiel hacia el desierto (pág. 17) y la situación de Israel que está en el desierto como consecuencia de su pecado y rebeldía. ¿Cuáles son las semejanzas? ¿Cuáles son las diferencias? Explíquelo.

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Capítulo dos

La copa

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: Marcos 9–10 (texto más amplio); Mateo 16–19 (texto paralelo); Marcos 9:1-10; 10:35-41(texto específico).

LECTURA Lea el capítulo dos, “La copa”, antes de responder a las preguntas que siguen.


1. Aunque con frecuencia se critica a Jacobo y a Juan por el pedido que hicieron a Jesús, ¿qué otros asuntos importantes podemos tomar en cuenta a lo que pidieron (pág. 20-22)? Explique por qué es importante.

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2. ¿Qué buscaba de Jesús el joven rico? ¿De qué manera la respuesta de Jesús puso en evidencia que el joven no había guardado todos los mandamientos (pág. 25-27)?

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3. ¿De qué manera la reacción de sorpresa de los apóstoles ante lo que Jesús enseñó sobre las riquezas nos muestra cómo definían ellos el ser bendecidos por Dios (pág. 27-28)?

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Capítulo dos — La copa 12

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4. A partir de lo que ya había sucedido y de lo que Jesús había enseñado, ¿por qué era lógico el pedido de Jacobo y Juan (pág. 28-30)?

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5. Jesús preguntó a Jacobo y Juan si podían beber la copa, ¿cuáles son algunas de las implicancias de beber la copa (pág. 32-34)?

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Sin embargo, usted descubrirá que el sufrimiento modifica el enfoque de su oración. Hará que revise el contenido de lo que pide, especialmente cuando lo contrasta con los momentos placenteros de su andar con Cristo. No significa que cuando le pide algo a Dios esté equivocado, pero descubrirá que el sufrimiento estimula una perspectiva diferente en cuanto a qué pedir. El contenido de la oración no es el mismo cuando uno está levantando la mirada desde el fondo del pozo. Es más, parte del sufrimiento surge cuando Dios no concede muchos de los pedidos que le hacemos, o por lo menos no responde de la manera que esperaríamos y nos gustaría que lo hiciera. El sufrimiento intenso y prolongado nos obliga a enfrentar preguntas simples pero profundas: “¿Qué espero de Jesús? ¿Qué espero de Dios?” Las preguntas no son tan sencillas como parecen, y la respuesta es aun más difícil. Si usted está pidiendo en oración bendiciones más profundas en el mundo espiritual o un andar más fiel con Jesús, y realmente lo desea, tal vez se sorprenda al ver la manera en que Dios responde a sus peticiones. Con toda seguridad, acrecentará su fe. Cuando estas peticiones son respondidas, no se trata tanto de que Dios nos dé lo que pedimos, sino que él nos conduzca hasta el punto donde estemos en condiciones de recibir lo que quiere darnos. El camino hacia la profundidad espiritual es prolongado y a menudo


encontraremos en él obstáculos y trampas. Una vez que comprendamos esto, seremos más cuidadosos al calcular el costo antes de pedirle a Dios que cumpla su voluntad en nosotros.

—La copa y la gloria, pág. 19-20


1. ¿De qué manera establece Marcos 9:1 el escenario para la Transfiguración? ¿De qué manera establece Marcos 9:2-8 el escenario para lo que luego pedirían Jacobo y Juan en la cita de Marcos 10:35-41 (pág. 22-24)?

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2. A partir de 2da. Pedro 1:16-18 y de Juan 1:14, ¿por qué lo que sucedió en Marcos 9:1-8 afectó tanto a Pedro, a Jacobo y a Juan (pág. 23-24)?

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3. Con todo lo que había ocurrido, ¿cómo entendería Pedro la respuesta que le dio Jesús en Mateo 19:27-28 (pág. 28-29)? (Recuerde que ya había tenido lugar la Transfiguración en Mateo 17/Marcos 9/Lucas 9). ¿Qué enseña Lucas 19:11 sobre la expectativa de los apóstoles (pág. 29)? ¿Cómo influiría en su comprensión de los próximos acontecimientos?

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4. ¿Qué sentido tienen los seis usos de la palabra griega de (“pero”) en Marcos 10:35-41

(pág. 32-33)?

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La respuesta que Jesús dio a Jacobo y a Juan envía una luz penetrante a nuestro corazón y a nuestra comprensión, o para decirlo más claramente, a nuestra concepto equivocado sobre la oración. Jesús les dijo que no “sabían” lo que pedían, y usó para ello la palabra griega que significa “conocer con el intelecto; entender”. Las Escrituras no guardan registro de los gestos de Jacobo y de Juan, aunque seguramente habrán expresado incredulidad. Les habrá parecido que en esta oportunidad Jesús no los entendía a ellos. Jacobo y Juan “sabían” lo que querían, y sabían que él lo sabía, y no fueron en absoluto ambiguos cuando se lo pidieron. Lo que en realidad no entendían era la naturaleza de la oración. Consideraban que su petición dependía por completo de Jesús: él tenía lo que ellos querían, y él podía abrir “la bolsa de los regalos”, hacerles una seña y entregárselos, así como había hecho cuando convirtió el agua en vino o alimentó a las multitudes. Lo que no lograban percibir a esta altura de su peregrinaje espiritual era que lo que pedían no dependía tanto de la capacidad del Dador para entregarlo como de la capacidad espiritual de ellos para recibirlo. Dios está más que dispuesto a darle a ellos y a nosotros aquello que pedimos, en la medida en que satisfaga su gloria y nuestro bien final. La pregunta crítica es si estamos dispuestos a que Dios nos conduzca al momento en que seamos vasijas adecuadas para recibir las bendiciones más profundas que quiere darnos. En lugar de decir “Dame esto, Señor”, nuestra oración debería ser “Señor, por favor obra en mi vida y quita los obstáculos que me impiden conocerte mejor y ser una vasija preparada para una vida espiritual más profunda, un servicio más profundo y bendiciones más profundas”.

—La copa y la gloria, pág. 31

EL TEMA CENTRAL Si no puede responder de manera bíblica las siguientes preguntas, lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. ¿Por qué cree que se sorprendieron Jacobo y Juan por la forma en que Jesús les respondió en Marcos 9–10?

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2. ¿Por qué Jesús respondió a Jacobo y Juan de la manera en que lo hizo? ¿Qué debía

ocurrir antes de que Él les concediera esas súplicas (pág. 31-32)?

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3. ¿Por qué Jacobo y Juan no sabían en realidad lo que estaban pidiendo en Marcos 10:35-

41 (pág. 30-32)?

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4. ¿Cuál es la diferencia y la importancia de la voz activa (“beber la copa”) y la voz pasiva (“ser bautizados”)? Mencione algunos ejemplos (pág. 33-35).

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Hay otra lección que podemos aprender de este encuentro con Jesús. En el proceso de recibir bendiciones más profundas, una parte nos corresponde a nosotros y otra a Dios. Jesús


preguntó a Jacobo y a Juan si “podían”, con la palabra griega dynamai, que significa “ser capaz” o “tener el poder de”. Es la palabra de la cual proviene el término “dinamita”. ¿Podían beber la copa que Jesús bebía, o ser bautizados con el bautismo que él era bautizado? Jesús utilizó dos metáforas en la respuesta que dio en forma de pregunta, una activa y la otra pasiva. Al beber la copa hacemos algo (activo); participamos intencionalmente. Al ser bautizados recibimos algo (pasivo); nos sometemos a lo que Dios nos da. Una es elección voluntaria, lo cual no significa que sea fácil. La otra consiste en responder por fe a la cruz que nos toca llevar en aquello que Dios produce o permite en nuestra vida, aceptar el costo y seguir adelante por fe.



1. ¿Por qué la frase reiterada en el libro está escrita con puntos suspensivos: “Por qué cosas ora usted… cuando ora”? ¿Qué le parece?

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2. ¿En qué se parece el pedido de Jacobo y Juan a la petición que usted le hace al Señor:

“Jesús, quiero que me concedas lo que te pida”? ¿En qué se diferencian? Explíquelo.

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3. ¿Se sorprendería usted tanto como los discípulos ante la respuesta que Jesús dio al joven

rico? ¿Su vida de oración respalda su respuesta (pág. 27-28)? ________________________________________________________________________

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4. “¿Por qué cosas ora usted… cuando ora?”

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5. Escriba su aplicación personal a partir de este capítulo (en otras palabras “qué aprendí”). Redacte una pregunta que no se haya hecho en las otras secciones y respóndala.

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También deberíamos reconocer que, al igual que Jacobo y Juan, no “sabemos” (“comprendemos”) lo que pedimos. Debemos pasar por un proceso de refinado que nos pondrá en condiciones de recibir bendiciones más profundas de parte de Dios. Sin embargo, nuestras oraciones se enfocan principalmente en tratar de eliminar los elementos que Dios utiliza para llevarnos al lugar de la bendición. ¿Debería sorprendernos que en Romanos 8:26, Pablo dijera “qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos [“comprendemos”]”? Oramos pidiendo bendición y grandeza, y después oramos pidiendo que Dios nos libere del procedimiento que utiliza para que se cumpla nuestra petición. Y además, por lo general culpamos a Dios por las oraciones no respondidas, cuando en realidad se está ocupando de responder lo que pedimos muy sueltos de lengua.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Transcurrió casi un año entre Marcos 9 y 10, especialmente hasta llegar a Marcos 10:35-41 (pág. 24). Investigue y anote qué otras cosas dijo e hizo Jesús en Lucas 10–13 y Juan 7–10, que le proporcionarán información adicional. Esta lectura le ayudará a entender mejor lo que oyeron Pedro, Jacobo y Juan. Recuerde que, con excepción de Jesús, nadie conoce la gloria de Dios como ellos la conocieron.

Capítulo Tres

El camino

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: Salmos 143; 2da. Corintios 4:8; 11:26-17; 12:1-6; especialmente Hechos 16:1-10.

LECTURA Lea el capítulo tres, “El camino”, antes de responder a las preguntas.


1. Dios llevó a Pablo de tiempos de bendición a tiempos de oscuridad. Mencione ejemplos de cómo lo hizo (pág. 39-41). ¿Por qué lo haría Dios?

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2. Pablo recorrió un camino físico y un camino espiritual a Troas. ¿Qué elementos podrían ser válidos para otras personas que recorren su propio “camino a Troas” (pág. 43-44)?

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3. ¿Cuál debería ser nuestro punto de partida, antes de cuestionar a Dios sobre algo en nuestra vida que nos deja perplejos (pág. 44)?

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Capítulo tres — El camino 19

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4. ¿En qué forma difería el camino de Pablo del de los discípulos mencionados en Juan 6:66 (pág. 45)? Explíquelo.

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5. ¿De qué manera un “no” de Dios puede en realidad ser una indicación de cuál es su voluntad (pág. 45-46)?

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6. ¿Cuál debería ser la meta principal del creyente (pág. 46-47)? ¿Qué impide alcanzarla?

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7. Dios cerró a Pablo las puertas una y otra vez en su camino a Troas. Mencione una bendición que recibió como resultado (pág. 48)

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La perplejidad puede llevarnos a un estado peor. Cuando se prolonga conduce a la desesperación. En el griego encontramos un juego de palabras. Desesperación es exaporeo, que proviene de la misma raíz que la palabra “perplejidad” o “apuros” (aporeo), aunque expresa una mayor intensidad. Si estar en apuros significa “sin salida”, desesperación significa “¡SIN SALIDA!”. La desesperación es un abismo mucho más profundo que el de la perplejidad. Nos sentimos desesperados no solo porque las circunstancias nos frustran sino también cuando hemos perdido por completo la esperanza. Pablo escribió que no había llegado todavía a ese punto, pero muchos de nosotros sí lo hemos alcanzado, y muchos todavía estamos allí. Si usted lo está, no es el primer creyente que se presenta ante Dios sintiéndose desesperado. Muchos personajes de la Biblia, al igual que muchos otros que caminaron cerca de Dios a lo largo de la historia, sintieron la impotencia temporal que acompaña a la desesperación. Sin embargo, aunque la desesperación sea un sentimiento común, puede evitarse.



1. A partir del análisis de las palabras griegas ¿qué significan los términos “perplejidad” y

“desesperación” (pág. 39)? ¿En qué se asemejan estas palabras? ¿En qué difieren?

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2. Enumere las múltiples bendiciones que Dios le dio a Pablo en Hechos 16:1-5 (pág. 40-41).

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3. ¿Cómo se muestra la soberanía de Dios en el pasaje de Hechos 16:6-10? Mencione ejemplos y explique. Si desea ampliar el tema, ¿Qué otras evidencias de la soberanía de Dios brindan los episodios con Lidia y las mujeres junto al río (Hechos 16:13-14), y del carcelero en Filipos (16:22-34)? Explíquelo.

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4. ¿Por qué incluiría Hechos 16 una mención a cada miembro de la Trinidad (pág. 46)?

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5. ¿De qué manera armonizan los requisitos del camino a Troas (Hechos 16:1-10; pág. 44-46) con las palabras de Proverbios 3:5-6 (pág. 47)? ¿En qué forma la marcha de Pablo es un modelo de lo que recomiendan estos versículos? Explíquelo.

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Pablo y sus compañeros caminan, aunque no saben hacia dónde van. Avanzan, pero todos sus esfuerzos, aun los más nobles intentos por cumplir con su llamado al ministerio, se topan con una pared inesperada e inexplicable. Continúan caminando, en dirección opuesta, solo para encontrarse una vez más ante otro obstáculo colocado por el Señor. Hacen los 800 kilómetros de Listra a Troas, sin ver la mano de Dios bendiciendo sus vidas. En el relato de viaje en Hechos 16:5-10 no se nos informa de ningún “éxito”, ningún fruto visible, ninguna nueva iglesia, ninguna vida transformada por el evangelio, ninguna intervención poderosa de Dios como habían visto en las semanas anteriores. Es probable que lo más desconcertante fuera el hecho de que


Dios no les diera ninguna indicación acerca de dónde debían ir o durante cuánto tiempo debían seguir caminando.


EL TEMA CENTRAL A modo de repaso, asegúrese de poder dar una respuesta bíblica a las siguientes preguntas. Si no lo está lea nuevamente las secciones correspondientes. Debemos cumplir cinco requisitos si hemos de hacer el camino a Troas con Dios, y antes de cuestionar a Dios por aquellas cosas que no entendemos. Confirme que conoce estos requisitos. Anótelas.

1. (pág. 44) ________________________________________________________________

2. (pág. 44-45) ____________________________________________________________

3. (pág. 45) ________________________________________________________________

4. (pág. 45-46) _____________________________________________________________

5. (pág. 46-47) _____________________________________________________________


1. ¿De qué manera modifica este capítulo su comprensión de Dios y de su manera de obrar

cuando usted está atravesando un período prolongado de perplejidad? Explíquelo.

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2. Explique algunos de los obstáculos que nos impiden recorrer el camino que Dios dispone para nosotros.


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3. ¿Se sintió acusado o animado (o ambos) por las preguntas que hizo Lauren durante el viaje a la boda (pág. 49)? ¿Por qué?

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4. ¿Hay en su vida áreas en las que no confía por completo en Dios o no se ha rendido a su cuidado? ¿Cuáles son? A partir de lo que ha aprendido, ¿qué hará al respecto? Anote sus decisiones (indique las fechas en las que las pondrá en práctica). Quizás necesite revisar estas notas para recordarlo. ________________________________________________________________________

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No es fácil hacer el camino a Troas. No alcanzamos a entender aquello que Dios está haciendo en nuestra vida. No entendemos por qué las bendiciones personales y el fruto visible en Hechos 16:5 se convierte en una travesía por el desierto en Hechos 16:6-8. Cuando otros nos preguntan: “¿Cómo le va?” o “¿A qué se dedica?”, suena ridículo decir: “No sé”. No es divertido ir a Troas: estar en la situación en la que sentimos que las bendiciones de Dios fueran cosas del pasado, en la que Dios parece sonreír a otra persona. Cuando uno va camino a Troas, ni siquiera podemos brindarnos a otros. Todo lo que uno intenta hacer, aun los esfuerzos válidos, realizados con buenas intenciones, encuentran una prohibición divina. La única respuesta que recibimos es “sigue caminando”, y aun esa respuesta la recibe solo porque no le queda otra alternativa que rendirse a Dios. La caminata a Troas puede ser solitaria. Cuanto más avance, encontrará cada vez menos personas. Hay numerosas salidas de escape que tientan y seducen a lo largo de la marcha, y muchos aprovechan esta alternativa para salirse del camino. Aun así la ruta sigue allí y el Señor nos llama a continuar. El camino a Troas le revelará dos cosas relacionadas: el grado en el que realmente confía en Dios y el grado en el que se muestra moldeable en sus manos. ¿Confía en Él solo cuando le concede las peticiones de su corazón, o puede confiar cuando no lo hace? Lo sabrá, y aprenderá mucho acerca de sí mismo camino a Troas.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Segunda Corintios tiene por lo menos dos características singulares. En primer lugar revela más detalles que las otras epístolas sobre la persona de Pablo (incluyendo sus sentimientos y otros aspectos que se encuentran solo allí). En segundo lugar, esta epístola expone más sobre la guerra espiritual que sus otras cartas, incluyendo Efesios. Lea 2da. Corintios y marque estos aspectos (o anótelos en una hoja), además de los acontecimientos que podrían hacer que el apóstol se sintiera “en apuro, más no desesperados”.

Capítulo cuatro

El regalo

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: Filipenses 1 (especialmente 1:29) y 2da. Corintios 8–9.

LECTURA Lea el capítulo cuatro, “El regalo”, antes de responder a las preguntas.


1. ¿Qué importancia tiene el verbo charidzomai para describir esta clase de regalo (pág. 51-52)?

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2. ¿Por qué nos produce dificultad un versículo que expresa que Dios por su gracia puede concedernos sufrimiento (pág. 52-53)?

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3. ¿Por qué se aplica solo a los cristianos el texto de Filipenses 1:29? Explíquelo (pág. 53-54).

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Capítulo cuatro — El regalo 26

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4. ¿Cómo usó Dios para su gloria el sufrimiento de Pablo y Silas en Hechos 16? Explíquelo (pág. 55-56).

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Como se ve en la declaración anterior de Jesús, la perspectiva de un padre amoroso que da buenos regalos no es extraño al Padre Celestial. Dios es infinitamente superior incluso al mejor de los padres terrenales, por su naturaleza divina y la ausencia total de maldad en él. Como se evidencia a través de toda la Biblia, Dios es, por naturaleza, un Dios que da. El Nuevo Testamento usa varias palabras para definir el concepto de dar, una en particular utiliza el mismo término griego que se utiliza para “gracia” y describe el tipo de dádiva que a menudo se asocia con Dios. La palabra charidzomai significa “dar con gracia” u “mostrar favor o bondad”.



1. Además de Filipenses 1:29, ¿qué otros versículos mencionan los “dones de gracia”? ¿Cuáles son los “dones de gracia” de Dios en los siguientes versículos: Gálatas 3:18; Lucas 7:21, 42; Romanos 8:3; 1ra. Corintios 2:12?

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2. ¿Es un don de Dios la capacidad de creer? Observe: hay un solo uso de charidzomai en Filipenses 1:29, pero está vinculado a dos cosas que Dios da: (1) “no sólo que creáis en él” y (2) “también que padezcáis por él”.


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3. ¿Cómo podría estar incluido el sufrimiento con el don concedido para creer?

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4. ¿Cómo pudo permitir Dios las cosas que le ocurrieron a uno de sus siervos amados, como el apóstol Pablo, en 2da. Corintios 11:23-27? ¿No estaba Pablo ejerciendo suficiente fe para reclamar aquello que según el “evangelio de la prosperidad” le correspondía (pág. 54-55)?

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5. ¿Cuáles son las tres iglesias macedonias que encontramos en Hechos 16–17? Mencione sus características espirituales y materiales, según 2da. Corintios 8:1-9 (pág. 56-59).

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Las Escrituras también registran otro regalo de gracia otorgado por Dios, pero es un regalo que nadie pide. Nadie siente envidia cuando Dios se lo otorga a otros, en vez de dárselo a uno, ni espera ansiosamente su llegada. Pablo escribió a los filipenses acerca de este regalo en una de las frases más intrigantes de la Biblia: “Porque a vosotros os es concedido [charidzomai] a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Filipenses 1:29). Pablo utilizó la misma palabra para la dádiva de sufrimiento de Dios que la utilizada al dar a su propio Hijo para que muriera (Romanos 8:32), y para las bendiciones relacionadas con el Espíritu Santo (1ra. Corintios 2:12). Recibimos de muy buena manera y damos la bienvenida a las dos últimas. En cambio, no solo no pedimos, sino que no queremos “que se nos conceda” el padecer por Dios. ¡Qué “regalo”! Cuando Dios nos concede sufrimiento, con todo gusto lo devolveríamos y lo cambiaríamos por lo que realmente queremos.


EL TEMA CENTRAL

A modo de repaso asegúrese de responder de manera bíblica las siguientes preguntas. Si no puede hacerlo, lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. ¿Habían recibido por gracia los filipenses tanto la capacidad de creer como de sufrir? ¿Qué implicancias tiene esto?

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2. Mencione otros dos o tres versículos que muestran el carácter del regalo charidzomai.

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3. ¿Qué dones de gracia había concedido Dios a los cristianos en Filipos? ¿Qué nos enseña esto respecto al punto inicial de la salvación y al andar del cristiano? Explíquelo.

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1. ¿Cuándo es el sufrimiento un regalo de Dios? ¿Cuándo no lo es? Explíquelo.

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2. ¿En qué casos le diría a otra persona que el sufrimiento puede ser un regalo de Dios? ¿En qué casos no? ¿En qué casos esperaría? Explíquelo.

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3. ¿Habían sido bendecidas o maldecidas por Dios las iglesias en Macedonia (2da. Corintios 8:1-9)? Explíquelo. ¿Estaría usted satisfecho si evaluara su vida con los mismos criterios? Explíquelo.

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Las iglesias macedónicas ya habían formulado su punto de vista sobre el dar a Dios y el recibir de él, que es el motivo por el que daban con tanta libertad, aun en medio de sus intensos padecimientos. Pablo reveló el secreto de tal actitud en 2da. Corintios 8:5: “sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor”. Nuevamente la ironía de la verdadera generosidad cristiana se muestra a sí misma. Dios no quiere ni necesita nuestro dinero; él nos quiere a nosotros. Si nos tiene a nosotros (nuestro corazón, nuestra pasión, nuestro empuje), el dinero no será un problema. Tampoco lo es el tiempo, el compromiso, el sacrificio, las dificultades, el sufrimiento o el andar por fe, a diferencia del estilo del mundo. Cuando uno se ofrenda en primer lugar al Señor, los encantos del mundo se vuelven cada vez menos atractivos y cada vez más superficiales. No sólo eso, sino que cuando un individuo o una iglesia se ofrendan al Señor, no se caracterizan por los suspiros etéreos ante Dios, sino más bien que se hace evidente en su relación con los que están a su alrededor. La ofrenda sacrificial a los demás se vuelve algo tan natural como respirar. En términos más simples: cuando las iglesias de Macedonia “a sí mismas se dieron primeramente a Dios” significa que todo aquello a lo cual el mundo se aferra y valora, aún el mundo cristiano, era reemplazado por el deseo de conocer a Cristo de una manera más profunda. Dios bendijo y honró ese deseo de conocerle a un nivel desconocido para la mayoría de los creyentes, y los resultados continúan por toda la eternidad.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR

Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Primero, en Hechos 9:15-16, después de la conversión de Pablo, el Señor instruyó al temeroso Ananías: “Ve, porque instrumento escogido me es éste [Saulo se convertiría en Pablo], para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”. Jesús ya sabe de qué manera sufrirá Pablo, cuando, y en qué medida (esto nos muestra de nuevo la extraordinaria soberanía de Dios). Lea Hechos 9–28 y observe en cuántos casos se demuestra esta verdad. Segundo, ¿qué enseña Dios acerca de la auténtica ofrenda cristiana en 2da. Corintios 8–9? Observe especialmente el último versículo en relación al don de Dios (2da. Corintios 9:15). Tercero, lea cuidadosamente y anote sus observaciones sobre Hechos 16 y 2da. Corintios 8–9. Ahora que dispone de este trasfondo y de una mayor comprensión, lea el libro de Filipenses.

Capítulo cinco

La comunión

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: Juan 20:17; Hechos 2:42; Filipenses 3 (especialmente 3:8-10); Marcos 14:33-36.

LECTURA Lea el capítulo cinco, “La comunión”, antes de responder a las preguntas.


1. ¿En qué sentido era contrario a la Biblia lo que expresó el sicólogo secular en el funeral (pág. 63-64)? Explíquelo.

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2. ¿Cuáles fueron los tres conceptos que utilizó Greg Harris en el funeral que condujo (pág. 64-66)? ¿Cuáles son las diferencias entre los dos funerales que se describen en el capítulo? Explíquelo.

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3. ¿Con qué parámetros evaluaba Pablo su vida en Filipenses 3:7-10? Mencione ejemplos de la manera en que esto se reflejaba en su vida (pág. 70-72).

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Capítulo cinco — La comunión 32

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4. ¿Cuál es la diferencia entre sufrir y “la participación de sus padecimientos” (pág. 70-73)? Explíquelo.

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5. ¿Por qué no sufren todos los cristianos con la misma intensidad (pág. 73-74)?

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6. ¿Qué significa, entonces, “la participación de sus padecimientos” (pág. 74)?

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7. Describa lo que ocurrió en Getsemaní según el Evangelio de Marcos (pág. 76-77).

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Cuando Jesús y los discípulos se encontraron con un hombre ciego de nacimiento, los discípulos hicieron una pregunta lógica: ¿Quién pecó, este hombre o sus padres? Suponían que semejante miseria debía estar directamente relacionada con los pecados de alguien, y querían saber quién era el culpable. La respuesta que Jesús dio es a la vez asombrosa y consoladora. En Juan 9:3, Jesús respondió: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. También nosotros debemos confiar en esa respuesta. Cuando muere un ser amado, especialmente si es un niño, tendemos a escudriñar la larga lista de pecados y daños que hemos cometido y concluir que debe ser la mano de Dios en retribución contra alguno de nuestros actos del pasado. Qué gracia tan grande da Dios cuando nos llama a mirarlo a él, en lugar de mirar los misterios insondables del dolor y la pena. Qué gran consuelo cuando sabemos que no somos nosotros la causa de la muerte. Dios conoce nuestro comienzo y nuestro final desde antes de la fundación del mundo. Él cuenta nuestros días en su consejo soberano. Así como nunca debiéramos tomar el pecado a la ligera o suponer que nuestros hechos no tienen consecuencias, debemos poner la mirada en una esperanza más grande. Nuestro enfoque debería estar en la promesa de Dios de que “no pecó este ni sus padres”, y en cambio buscar que Dios manifieste sus obras.



1. ¿Qué significa la palabra “comunión”? ¿Por qué no aparece esta palabra en los

Evangelios? ¿Cuál es la importancia de Juan 20:17 (pág. 66-67)?

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2. Hechos 2:42 es la primera mención de la palabra “comunión” en el Nuevo Testamento. ¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora? ¿Qué ocurrió en Hechos 1:1–2:41?

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3. Mencione otros usos que hace Pablo de la palabra “comunión” (pág. 67-68). ¿Qué significa cada una de esas frases?

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4. ¿De qué manera establece el texto de Filipenses 3:1-9 la base de lo que Pablo escribió en 3:10 (pág. 70-71)? Explíquelo.

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5. ¿Cuáles son los dos aspectos de conocer a Jesús a los que Pablo hace referencia en Filipenses 3:10? ¿Es posible separarlos? ¿Por qué (pág. 71-72)?

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6. Mencione los tres usos de “Abba” en las Escrituras. ¿Por qué se usa solo allí? ¿Qué enseña cada uno de estos versículos (pág. 75-76)?

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La palabra griega koinonia, generalmente traducida “comunión”, también significa “participación, asociación, participantes en”. La palabra no se originó en el mundo cristiano. Los escritos seculares de la época utilizaban koinonia casi con el mismo significado. Sin embargo, con el nacimiento de la iglesia y, principalmente, mediante el Espíritu Santo, la palabra tomó más el sentido de una comunión única y afectuosa, la común-unión en Cristo. Es muy curioso que koinonia esté completamente ausente en los Evangelios. Quizás esto fue para que el enfoque se centre en la persona y la obra única de Jesucristo. Juan 1:14 registra: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó [o “levantó su tabernáculo”] entre nosotros”. El Dios encarnado habitando en medio de su creación fue un hecho magnífico en sí mismo, pero todavía existía un vacío hasta que Jesús completara nuestra redención. La comunión plena con Dios estaba recién en sus comienzos cuando Jesús vivió en la tierra.


EL TEMA CENTRAL Si no puede responder de manera bíblica las siguientes preguntas, lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. A modo de repaso ¿qué significa la palabra “comunión”? ¿Por qué no se usó esta palabra en los Evangelios, excepto después de la cruz, la resurrección, la ascensión, y el derramamiento del Espíritu Santo? ¿Qué había cambiado (pág. 66-68)?

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2. ¿Por qué usaría Pablo esta palabra en Filipenses 3:10? ¿Qué enseñan los versículos 7-10 (pág. 70-74)?

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3. ¿Cuál es la importancia de que Jesús use la expresión en Marcos 14:33-36? A partir de este pasaje, describa lo mejor que pueda lo que Getsemaní significó para Jesús (pág. 74-77).

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Según la opinión de Pablo, la comunión empezaba por Dios pero se transfería a las relaciones personales dentro de la iglesia. Esto sigue siendo real hoy en día. La comunión empieza con Dios, no con los demás. Los que pasan por alto la piedra angular para gozar de la mutua “comunión religiosa” basados en sus propios méritos, solamente tienen la apariencia de ser devotos, pero niegan el poder en ella.



1. A partir de lo que hemos aprendido en este capítulo, ¿de qué manera influye en su comprensión de Dios y de su andar con Él? Explíquelo.

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2. Este capítulo ha causado un impacto profundo en muchas personas. Si le afectó a usted, ¿en qué forma y por qué se sintió afectado? Explíquelo.

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3. ¿Qué aprendió en este capítulo, que desearía compartir con otra persona? ¿Con quién lo compartiría? ¿Por qué? ________________________________________________________________________

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Si usted preguntara a los cristianos de la actualidad qué necesitan para conocer mejor a Jesús, lo más probable es que el rango de respuestas de la mayoría vaya desde estudios bíblicos, tiempo a solas con Dios, oración, una buena iglesia, buena comunión, un seminario o revistas cristianas. La mayoría de estas cosas tienen cierta validez, pero según la opinión de Pablo, les falta un componente clave. En Filipenses 3:10, Pablo no escribió “entenderlo intelectualmente” sino “a fin de conocerle”. Aquí hay una diferencia fundamental entre el apóstol y la mayoría de nosotros. Algunos limitan su conocimiento de Jesús únicamente a la información. Tomar buenas notas, tratar a la Biblia como un libro de texto académico, donde uno pueda alejarse y dejarla cuando quiera. Para Pablo, la persona de Cristo estaba siempre en primera plana. Nunca negó la necesidad de estudiar profundamente, a él le gustaba hacerlo, pero jamás divorció la doctrina de su Autor. Las palabras vivas del Dios vivo alimentaron a Pablo a lo largo de su caminar cristiano.



GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Con el conocimiento de lo que enseña Filipenses 3:10, lea nuevamente Hechos 16, 2da. Corintios 8–9, y Filipenses 1–3. Los capítulos deberían “cobrar vida” cuando tomamos en cuenta la escena completa y la continuidad de la Palabra.

Capítulo seis

Las huellas

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes clave en este capítulo son: 1ra. Pedro 1–2; Juan 13 (especialmente 1ra. Pedro 2:21-25; Juan 13:31-38).

LECTURA Lea el capítulo seis, “Las huellas”, antes de responder a las preguntas.


1. ¿De qué manera transformó Dios a Pedro desde la época de los Evangelios hasta el momento en que escribió 1ra. Pedro? ¿En qué forma maduró (pág. 79-81)? Explíquelo.

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2. ¿Cuál era la pregunta capciosa que Greg Harris hacía con frecuencia en la clase, y por qué era capciosa (pág. 81-82)?

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3. ¿Qué podemos aprender acerca de la obra de Dios en la vida de los cristianos a partir de la palabra hypogrammon en 1ra. Pedro 2:21, generalmente traducida como “ejemplo”? (Recuerde que la palabra griegas significa “escribir debajo”.)

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Capítulo seis — Las huellas 40

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4. Compare la autoevaluación de Pedro y la evaluación divina que Jesús le hizo. ¿Qué podemos aprender de esto (pág. 88-90)?

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5. ¿Hacia dónde conducen las huellas de Jesús? ¿Por qué hacia allí (pág. 92)?

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6. ¿Qué importancia tiene la declaración, “uno no ‘camina sobre’ las pisadas quedándose quieto” (pág. 92-93)? Explíquelo.

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Una diferencia en el Pedro de ese momento, en contraposición al de los años de los Evangelios, es que se había convertido en un pastor, pero no solamente en respuesta al triple mandato de Jesús de que apacentara sus ovejas. Ahora Pedro era un pastor de corazón. El sufrimiento que había soportado durante décadas produjo un cambio enorme. Nunca más estaría entre los que discutían quién era el mayor de los apóstoles. Ya no era aquel que le informaba al Señor qué le


estaba permitido y qué no, ni se vanagloriaba de su lealtad a él. Pedro lo demostró en la manera que cuidó al rebaño disperso en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. De manera interesante, gran parte de esta región consistía en el área que Dios le había prohibido entrar al apóstol Pablo, en Hechos 16. Dios no rechazó a estas personas; en su lugar, envió a Pedro, según su sabia planificación.



1. ¿Cómo comienza Pedro su primera epístola (1:1-12)? ¿Por qué siguió ese orden? Explíquelo (pág. 82-83).

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2. Observe el texto y enumere 10-15 cosas que según 1ra. Pedro 2:21-25 Jesús hizo por sus redimidos o que son ciertas acerca de Él.

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3. ¿Qué ofreció Pedro a Jesús en Juan 13:31-38? ¿Por qué no aceptó Jesús su ofrecimiento? ¿De qué manera expresó Jesús su corrección a Pedro? Explíquelo (pág. 88-90).

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4. ¿De qué manera muestra la palabra griega dynamai lo que Jesús estaba diciendo a sus discípulos? ¿Qué quería expresar con esto (pág. 86-87)?

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5. Con el detallado estudio de términos griegos que se ofreció en este capítulo, sintetice el pensamiento de 1ra. Pedro 2:21-25 (pág. 91-92).

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Es necesario que tengamos en cuenta lo que les dijo Jesús, especialmente porque dejar pasar lo que decía Jesús, sin hacer preguntas, era algo contrario a la personalidad de Pedro. Jesús les informó que no podían, dynamai, en griego, queriendo decir que no tenían el poder o la capacidad de ir a donde él estaba yendo. Como hemos visto antes, de esa palabra deriva nuestro término moderno dinamita. No era por falta de permiso que los discípulos no pudieran acompañar a Jesús, sino por una falta de capacidad personal. Ir a donde iría Jesús, era algo que no podía compartir. Sin duda, la compañía de ellos le habría aliviado la angustia. Pero como está escrito en Apocalipsis 5, en toda la creación de Dios no se había encontrado a nadie digno de caminar el camino que Él debía transitar, de beber la copa de la que Él debía beber.


EL TEMA CENTRAL A modo de repaso, asegúrese de poder dar una respuesta bíblica a las siguientes preguntas. Si necesita, lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. ¿De qué manera pone Pedro la mirada en lo eterno en 1ra. Pedro 1:1-12? ¿Por qué lo hace (pág. 82-84)?

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2. ¿Cuáles son los puntos principales de 1ra. Pedro 2:21-25?

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3. ¿Qué importancia tiene la palabra hyper usada en Juan 13:31-38 y 1ra. Pedro 2:21-25? ¿Cómo se presenta la perfecta obra vicaria de Jesús? Explíquelo (pág. 88-91).

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4. Como repaso, ¿por qué no podían (dynamai) los discípulos ir donde solo Jesús podía hacerlo (pág. 86-88)?

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Cuando contemplamos su padecimiento por nosotros o, más bien, en lugar de nosotros, nuestro sufrimiento se vuelve más soportable. En lugar de llegar a la conclusión: “Él no sabe lo que me está pasando”, usted tiene la sólida garantía de que Él sí lo sabe y, de hecho, lo sabe mejor que nosotros, debido a nuestra limitada capacidad. Comprender el sufrimiento de Jesús a un nivel un poco más profundo, cambia nuestra perspectiva, y nos convierte en adoradores en medio de nuestro sufrimiento. Para expresarlo como Pablo: en lugar de que Cristo comprenda nuestro


padecimiento, nosotros alcanzamos cierta medida de participación en el suyo y eso nos transforma desde adentro, en la medida en que Dios esgrime esta herramienta como un instrumento para hacernos más parecidos a Cristo.



1. ¿Qué impacto tuvo en su corazón las valiosas verdades espirituales que encontramos en Juan 13:31-38 y 1ra. Pedro 2:21-25? Explíquelo.

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2. Muchos cristianos se pueden identificar con Pedro. ¿Es así con usted? ¿Por qué? ¿De qué manera? Explíquelo.

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3. ¿Qué podemos aprender sobre Dios a partir del uso de hypogrammon (“ejemplo”) en 1ra. Pedro 2:21? ¿Qué nos llama a hacer en relación con esto? ¿Saber esto es de ayuda en su vida cristiana? Si lo es ¿de qué manera? Explíquelo.

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En los párrafos anteriores Pedro ordenaba a los esclavos a someterse a sus amos, incluso a los difíciles de soportar. No escribió esto en pro de un funcionamiento social armonioso, ni para beneficio del amo. Si alguien podía preguntar “¿Por qué debería hacerlo?”, era el esclavo cristiano que debía someterse a un amo difícil de soportar, ya que habría amos que no eran creyentes. ¿Y usted? ¿Se sometería, voluntariamente y de corazón? Probablemente no por su propia iniciativa. Semejante ejercicio de humildad necesita de un llamado superior. Pedro siempre señalaba a Jesús: Él hizo esto por ustedes; sigan su ejemplo. La lista de quejas no dura mucho cuando comparada con. “No es justo. No hay derecho. Yo merezco algo mejor”. ¿Alguien quiere alegar a favor de su caso por encima del de Jesús? Seguramente nosotros tampoco lo haremos, si ponemos nuestra mirada en Jesús en lugar de mirar nuestras circunstancias.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Lea la carta de Primera Pedro completa de una sola vez. Observe especialmente: (1) el orden usado en 1:1-12, (2) la sección doctrinal un tanto breve antes de la aplicación que comienza en 1:13 y siguientes (3) la cantidad de veces que Pedro exhorta a los cristianos a hacer algo difícil u detestable (por ejemplo, “estad sujetos con todo respeto a vuestros amos” [2:18]), y luego menciona a Jesús como el supremo ejemplo de obediencia sumisa y voluntaria (2:21-25). Esto se repite a lo largo de toda la epístola.

Capítulo siete

La sorpresa

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: 1ra. Pedro 1–4; Job 1–2; especialmente 1ra. Pedro 4:12-19.

LECTURA Lea el capítulo siete, “La sorpresa”, antes de responder a las preguntas que siguen.


1. Tenga presente el contexto de los primeros receptores de 1ra. Pedro. ¿Por qué les sería difícil armonizar 1ra. Pedro 1:5 (“guardados por el poder de Dios”) con 4:10 (“fuego de prueba”)? Explíquelo (pág. 96-97).

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2. ¿Qué entendemos del hecho de que Jesús pasara toda su vida sin fallar en ninguna de las pruebas ni tentaciones que soportó? ¿Qué hubiera sucedido si hubiera fallado aunque fuera una sola vez? Explíquelo (pág. 101-102).

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3. ¿Cuál fue la oración intercesora de Jesús a favor de Pedro en Lucas 22:32? ¿Tuvo respuesta? ¿Cómo lo sabe (pág. 104)?

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Capítulo siete — La sorpresa 47

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4. ¿De qué manera evidenció Pedro que no creía del todo lo que Jesús había dicho que ocurriría (pág. 104-105)? Explíquelo.

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5. ¿De qué manera afectó a Pedro que fuera zarandeado? Explíquelo (pág. 105-106).

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6. ¿Cómo pudo Dios permitir que su propio Hijo fuera tentado por Satanás (pág. 106-107)?

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7. ¿De qué manera resume 1ra. Pedro 4:19 lo que debiera ser el enfoque de los cristianos actuales? Explíquelo (pág. 108-109).

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Si Dios estaba protegiéndolos, ¿por qué sufrían tanto? Tal vez la protección de Dios no fuera lo que ellos pensaban, o quizás tenía sus fallas. Aún así, no coincidía con lo que entendían que fuera cierto sobre el poder de Dios, especialmente con lo que sabían de su amor por ellos. Tenían sus buenos motivos para estar sorprendidos, y Pedro no se los reprochó. Lo que hizo fue llevarlos más a fondo dentro del pensamiento de Dios para que pudieran ver su padecimiento desde Su perspectiva. Aunque los sorprendía el grado de sufrimiento que enfrentaban en ese momento, de igual manera los sorprendería el consejo que Pedro les dio.



1. Lea Job 1–2 y anote diez verdades bíblicas que aprendemos en esos dos capítulos.

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2. La tentación peirasmos por lo general encierra un propósito maligno: procura hacernos caer. Investigue los casos en los que aparece esta palabra en las Escrituras (pág. 99-102).

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3. A partir de los pasajes explorados en la pregunta anterior, ¿en qué casos le sorprendió

descubrir que se trataba de este tipo de tentación? ¿Por qué? ________________________________________________________________________


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4. Lea de nuevo los pasajes paralelos en Lucas 22:31 y Juan 13:31-38. ¿Qué podemos aprender a partir de los pensamientos y argumentos de Pedro? ¿Comprendía plenamente lo que estaba a punto de suceder? Explíquelo (pág. 102-103).

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5. ¿Cómo influyeron los acontecimientos relatados en los Evangelios en la manera en que Pedro escribió su espístola? Mencione alguna de las similitudes (pág. 107-108).

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En esta vida, nunca tendremos las respuestas completas a estas preguntas. Dios no promete una revelación completa pero, por otro lado, tampoco nos ha dejado en una total ignorancia espiritual. Por ejemplo, al observar la vida de Job podemos captar algo de una de las razones por las que sufren los fieles seguidores de Dios. Hay una guerra espiritual invisible a la percepción humana, en la que Satanás es el adversario de Dios y su pueblo, lo cual nos incluye a nosotros. Tenemos un poco más de luz que Job, pero no mucha. Dado que tampoco podemos ver todos los factores involucrados, en general no tenemos certeza del origen o el propósito de nuestro sufrimiento, en especial cuando estamos en medio de él. No existe ningún barómetro espiritual que indique que este sufrimiento se deba a una intervención satánica, y éste no. Como le ocurrió a Job, las circunstancias solo nos permiten observar los síntomas del dolor y sacar nuestras propias conclusiones, las cuales, probablemente, no sean más acertadas que las de Job. En su gracia, Dios ha elegido revelar más información en las Escrituras sobre la sorpresa del dolor que Él permite sobre los suyos.



EL TEMA CENTRAL A modo de repaso, asegúrese de poder dar una respuesta bíblica a las siguientes preguntas. Si necesita lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. ¿Cuál es el tipo de tentación que generalmente es usada con propósitos malignos? ¿Cuáles son algunos de los versículos en los que se menciona (pág. 99-102)?

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1. ¿Qué ocurrió en Lucas 22 que cambió para siempre a Simón Pedro (pág. 102-106)?

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2. ¿De qué forma muestra Pedro lo que aprendió en la epístola que escribió años más tarde

(pág. 107-109)?

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Un error, una respuesta pecaminosa, una sola vez que hubiera abusado de su poder, una sola ocasión en que se hubiera dejado llevar por un pensamiento lujurioso, un acto egoísta, una cosa mal dicha, cualquier reacción inapropiada a una prueba peirasmos, habría manchado a nuestro Cordero; estropeado a nuestro Pastor, descalificado a nuestro Salvador. Getsemaní y el Calvario son magníficas demostraciones del amor y la majestad de Jesús, que exceden de tal modo nuestra comprensión humana, que somos capaces de reconocer con mayor facilidad la creación de Dios, que la profundidad del amor que demostró en la cruz. Pero para Jesús, vivir cada día de su vida


limpio de pecado, recibir todos los ataques y tentaciones diabólicas sin tropezar ni caer jamás, obedecer la voluntad de Dios, aun cuando esa dirección le produjera un gran sufrimiento, es algo que nos deja mudos de sobrecogimiento, o, al menos, deberíamos estarlo. Cuando los ataques peirasmos nos asedian y sufrimos, comprendemos con mayor claridad nuestras limitaciones, nuestras debilidades, y la necesidad de la gracia generosa de Dios. Logramos una mayor comprensión de la fuerza de Jesús, y nos damos cuenta de la facilidad con la que nosotros tropezamos y caemos, con apenas una milésima parte de lo que Él soportó. Si usted sigue el plan de Dios, el dolor lo hará un adorador agradecido, y lo acercará más íntimamente al Salvador. Nos damos cuenta de que aun el sufrimiento limitado a menudo nos hace responder pobremente, y reconocemos nuestra total ineptitud para comprender el alcance de su padecimiento en nuestro lugar y de su permanencia sin pecado. No solo no podríamos soportar sus pruebas; ni siquiera podríamos comenzar a percibir su magnitud.



1. Le sorprende a usted el versículo “sorpresa” de 1ra. Pedro 4:12 ¿Por qué? ________________________________________________________________________

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2. ¿Qué aprendemos a partir del hecho de que Dios permitió que Satanás atacara a Job en Job 1–2? ¿Le sorprende esto? ¿Por qué?

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3. ¿De qué manera enriquece su comprensión sobre las pruebas y el sufrimiento saber que hay palabras diferentes que indican el origen o el propósito de la prueba? Explíquelo.

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4. ¿Qué aprendió en este capítulo, que desearía compartir con otra persona? ¿Con quién? ¿Por qué?

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De manera que unos pocos meses antes de su martirio, el consejo de Pedro a sus compañeros en los padecimientos fue: “No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido”. La victoria está ganada, pero las batallas siguen. En teoría, reconocemos este concepto, pero no dejamos de sorprendernos cuando el dolor nos envuelve, cuando en realidad no debería hacerlo. El siervo no está por encima de su señor. Nosotros somos participantes de sus padecimientos, y seremos participantes de su gloria. No solo deberíamos soportarlos con firmeza confiando en Dios, sino que, si además alineamos nuestra perspectiva con la de Dios, el resultado de ese sufrimiento puede ser motivo de gran gozo para nosotros. El gozo trasciende el simple hecho del final del sufrimiento. Incluso más allá de estas otras consideraciones, hay una verdad subyacente que tenemos que explorar: Dios utiliza las pruebas peirasmos con el expreso propósito de bendecirnos.



GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Siga a Pedro desde Lucas 22 hasta Hechos 4. Tome nota especialmente de sus fracasos, de la manera en que Jesús lo restauró, y de cómo llegó a ser un hombre completamente diferente apenas unas semanas después. Aunque no sea aplicable a todas las situaciones, ¿qué podemos aprender de la caída y la restauración de Pedro? Explíquelo. El lector que disponga de recursos bíblicos podría investigar los dichos de Jesús en los Evangelios, y anotar cuántos de ellos fueron usados más tarde por Pedro en sus epístolas.

Capítulo ocho

La bendición

REFERENCIAS BÍBLICAS

Los pasajes claves en este capítulo son: Génesis 32; Santiago 1; 1ra. Pedro 1 (especialmente Santiago 1:2-3; 1ra. Pedro 1:6-7).

LECTURA Lea el capítulo ocho, “La bendición”, antes de responder a las preguntas que siguen.


1. ¿Qué podemos aprender de la lucha de Dios con Jacob en Génesis 32? Mencione algunos ejemplos (pág. 111-13).

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2. ¿Por qué las bendiciones en las Bienaventuranzas en Mateo 5:1-12 se oponen a nuestro concepto de bendición (pág. 115-16)?

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3. Explique lo que aprendemos del proceso que Dios suele emplear para bendecirnos (pág. 115-17).

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Capítulo ocho — La bendición 55

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4. Describa el trasfondo de Santiago, (medio) hermano de Jesús. ¿Cuáles son algunas de sus características (pág. 118-20)?

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5. ¿En qué se parece lo que escribió Santiago a 1ra. Pedro? ¿En qué se diferencia y por qué? Explíquelo (pág. 120-21).

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6. Desarrolle el significado de “perseverancia firme”. ¿Qué escribió Santiago al respecto (pág. 121-22)?

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Rara vez en las Escrituras, si es que alguna, recibe alguien grandes bendiciones de Dios o es usado tremendamente por Él sin luchar con Él en el dolor, la desilusión, el abatimiento, la soledad o el sufrimiento. Aunque el proceso sea bastante doloroso, la prueba prolongada ocurre por el expreso propósito de Dios de perfeccionarnos y bendecirnos.




1. Enumere algunos ejemplos del Antiguo Testamento, de personas piadosas que tuvieron que aprender a resistir con actitud obediente a fin de que Dios los bendijera de una manera extraordinaria.

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2. Defina la palabra griega makarios (“bendecido”). Mencione algunas referencias bíblicas donde aparece esta palabra, y lo que enseña (pág. 114-15).

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3. ¿Qué aprendemos a partir de las palabras usadas en Santiago 1:2-3 y 1ra. Pedro 1:6-7 sobre el carácter variado de las pruebas? Explíquelo (pág. 117).

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4. Desarrolle el significado más amplio de Santiago 1:2-3 y 1ra. Pedro 1:6-7. Diga en sus propias palabras el significado de estos versículos.

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Dios permite las pruebas en nuestra vida para que las pasemos, no con la expectativa de que fracasemos. Por ejemplo, proclamamos tener fe en Dios; entonces Dios permite o nos pone pruebas que puedan dar evidencia de la autenticidad de nuestra fe. Sin embargo, estas pruebas nos sacan de nuestra zona de comodidad. La “prueba de fe” lo exigirá como nunca antes, y de una manera que no imaginó que podría.



1. ¿En qué difieren la manera en que Dios y nosotros definimos la bendición? Explique algunos usos de la palabra, por ejemplo las que se encuentran en las Bienaventuranzas en Mateo 5:1-12.

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2. ¿Cuál es la diferencia entre las palabras usadas para referirnos a “prueba” y “evaluación” en este capítulo del libro y en el anterior?

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3. A modo de repaso explique de qué manera usaron ambas palabras Pedro y Santiago, en 1ra. Pedro 1:6-7 y Santiago 1:2-3, y por qué es tan importante entenderlo.

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4. ¿Cuál es el concepto bíblico de “perseverancia firme”? Mencione algunos casos de las Escrituras en los que se usa esta expresión.

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Una de las razones de que esto sea tan incompatible con nuestra manera de pensar, es que nuestra idea de bendición a menudo difiere considerablemente de la de Dios. Aunque nuestra definición puede contener un elemento espiritual, la mayoría de nosotros reconoce las bendiciones de Dios en la esfera terrenal o física: salud, seguridad, posesiones, etc. De nuevo, estas cosas son válidas, hasta cierto punto, y deberíamos mirar a Dios como nuestro Proveedor y Cuidador. Pero Dios tiene una percepción más elevada de la bendición. Dios ve el alcance total de la historia futura, y sus consecuencias eternas, mientras que nosotros nos limitamos a lo temporal, tanto por elección como por designio.



1. ¿De qué manera cambió su entendimiento de la bendición (makarios) a partir de los versículos en los que se usa esta palabra en 1ra. Pedro? ¿Y cómo entiende el uso que hace Jesús del término en las Bienaventuranzas de Mateo 5? ¿Se considera usted una persona bendecida? Explíquelo.

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2. ¿En qué se modificó su comprensión de las pruebas y el sufrimiento, al saber que se utilizan palabras diferentes para indicar el origen o el propósito de las pruebas? (Esta pregunta es similar a la que se hizo en el capítulo siete, pero usted cuenta ahora con un contexto bíblico más amplio). Explíquelo.

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3. ¿Qué significa que las verdades presentadas en este capítulo deban aplicarse en primer lugar al autoexamen antes de que intente evaluar la situación de otra persona? Explíquelo (pág. 122-23).

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4. A partir de la lectura de este capítulo, ¿qué le gustaría compartir con otra persona? ________________________________________________________________________

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Él ve el cuadro completo y, por consiguiente, puede ver las bendiciones venideras que tiene para nosotros, así como la ruta por la que debe conducirnos para llegar a ellas, aun cuando nosotros solo veamos oscuridad. Pero este mismo proceso aumenta nuestra confusión porque la mayor parte de nuestros sufrimientos incluyen la pérdida de algo o de alguien precioso para nosotros. Dado que para nosotros la bendición a menudo se relaciona mayormente con las cuestiones físicas, la eliminación temporal de tales bendiciones materiales intensifica nuestro sufrimiento. Esto hace que nos veamos de cualquier manera, menos bendecidos por Dios. Podemos reconocer las bendiciones de Dios en la vida de los demás, pero a veces es difícil verlas en nuestra vida, especialmente, en medio de un dolor profundo.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Lea Santiago y 1ra. Pedro completos, y anote sus semejanzas y sus diferencias. Observe especialmente el trasfondo de ambos escritores, tal como lo hemos considerado a lo largo del libro.

Capítulo nueve

El acuerdo

REFERENCIAS BÍBLICAS El pasaje clave en este capítulo es: 1ra. Pedro 5:1-10.

LECTURA Lea el capítulo nueve, “El acuerdo”, antes de responder a las preguntas que siguen.


1. Explique por qué es importante leer 1ra. Pedro 5:6-9 antes de “reclamar la promesa de 5:10 (pág. 131). ________________________________________________________________________

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2. ¿En qué consiste la verdadera humildad bíblica? ¿Por qué a menudo es difícil practicarla? Explíquelo (pág. 132).

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3. Explique las semejanzas y las diferencias entre lo que escribieron Santiago y Pedro sobre el humillarse (pág. 132-33).

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Capítulo nueve — El acuerdo 62

4. ¿Qué escribió Pedro sobre Satanás (1ra. Pedro 5:8-9)? Explique porqué aparece incluido en este pasaje (pág. 135-36).

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5. Mencione ejemplos sobre cómo usó Pedro su propia caída para enseñar y dar ánimo a sus lectores (pág. 136-37).

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Sin embargo, 1ra. Pedro 5:6-9 delinean el rol y la responsabilidad del creyente. Mencionan los requisitos para el creyente antes de apelar a la promesa de Dios. Somos propensos a reclamar las promesas de un versículo como 1ra. Pedro 5:10 y luego preguntarnos por qué Dios no nos responde como esperábamos. Nosotros lo juzgamos a Él, pero somos menos propensos a inspeccionar nuestra propia vida, a superar nuestra debilidad y a hacer los ajustes necesarios para perseverar en la fe. Dicho de manera sencilla: las promesas de reconstrucción de Dios en 5:10 se cumplen una vez que el creyente pone en práctica los elementos de los versículos 6-9. La revisión empieza con nosotros, no con Dios, pero recuerde: la misma lleva a una promesa.



1. ¿Qué significa “echando toda vuestra ansiedad sobre él” en 1ra. Pedro 5:7? Por la manera en que lo escribió, ¿qué se propone comunicar Pedro? Explíquelo (pág. 134-35).

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2. Explique lo que conlleva “ser sobrios” y “velad” (pág. 135-36).

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3. Anote la guía para la “autoevaluación espiritual” antes de llegar a 1ra. Pedro 5:10. Escriba las referencias para cada punto (pág. 131-137).

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4. Parafrasee los cuatro verbos asociados con la reconstrucción en 1ra. Pedro 5:10. ¿Qué aprendió (pág. 140-42)?

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5. A partir de lo estudiado, explique con detalles la enseñanza de 1ra. Pedro 5:10 (pág. 137-42).

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Aunque las promesas de 1ra. Pedro 5:10 siguen siendo válidas para los que soportan firmemente el sufrimiento, nunca encasillemos ni acorralemos a Dios. Él no es una fórmula matemática que funciona siempre de la misma manera. Él tiene planes diferentes y únicos para nosotros, lo cual incluye cuándo y cómo nos iremos a casa con Él. Deberíamos hacer planes para vivir una larga y fructífera vida, pero también tener nuestras maletas espirituales hechas y listas tanto para su llegada como para nuestra partida.



1. Explique según la Biblia por qué los creyentes no solo deben leer 1ra. Pedro 5:10 sino también creer de que Dios obrará.

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2. Explique en forma detallada cómo debe prepararse el creyente (1ra. Pedro 5:5-9) antes de buscar la intervención de Dios. ________________________________________________________________________

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3. Elabore una paráfrasis ampliada de la enseñanza de 1ra. Pedro 5:10.

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El fundamento de Pedro para esta acción de echar la ansiedad fue: “porque él (Dios) tiene cuidado de vosotros”. A veces, le puede resultar particularmente difícil aceptar el hecho de que Dios cuide de usted. A veces, las circunstancias externas del sufrimiento parecen indicar que Dios no hace nada, que no se preocupa por nosotros; pero sí lo hace. La verdadera humildad cree y acepta por fe que Dios obra consecuentemente y en amor, aun cuando no vemos ni sentimos evidencia alguna de que lo hace. Manténgase firme.



1. ¿Por qué le parece que el autor eligió el título “El acuerdo” para este capítulo? ¿Lo considera apropiado? ¿Por qué?

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2. Después de examinar el texto, anote qué áreas de su vida deben cambiar a fin de obedecer lo que Dios ordena en 1ra. Pedro 5:6-9. Puede usar esa lista como orientación o puede repasar en qué aspectos ha cambiado y comprobado usted la fidelidad de Dios. No se sorprenda si su lista se modifica en la medida que agregue o elimine temas a lo largo del tiempo.

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3. A partir de lo considerado en la pregunta anterior, ¿qué nos impide cumplir las indicaciones de 1ra. Pedro 5:6-9? Explíquelo.

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4. Después de leer este capítulo, ¿qué quisiera compartir con otra persona? ¿Con quién lo haría? ¿Por qué?

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Si usted está sufriendo, Dios le ha dado elementos específicos para esperar. Él mismo nos perfeccionará, confirmará, fortalecerá y establecerá. Todas son palabras de reconstrucción y fortalecimiento de aquello que no lo es. Señalan su fuerza, no el esfuerzo humano. Él nos da más que una esperanza: Él se brinda a sí mismo. La exhortación en 1ra. Pedro 5:12 nos llama a mostrar fe en acción: “…os he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estad firmes en ella” (LBLA)”. Debemos hacerlo. Dios da la victoria pero, en el proceso, escoge reconstruirnos y rehacernos. Manténgase firme.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Explore los textos de los Evangelios que aparecen en 1ra. Pedro 5. Observe el contexto de cada versículo mencionado.


Lea otra vez la epístola de 1ra. Pedro y tome nota de los diferentes temas que hemos estudiado hasta el momento. Encontrará un deleite cada vez más intenso a medida que avance su lectura con una mejor comprensión de su contenido.

Capítulo diez

La gloria

REFERENCIAS BÍBLICAS Los pasajes claves en este capítulo son: Éxodo 32–34; 1ra. Reyes 18–19; Mateo 16–17.

LECTURA Lea el capítulo diez, “El desierto”, antes de responder a las preguntas que siguen.


1. Escriba algunas de las lecciones aprendidas en las Escrituras sobre la gloria de Dios (pág. 146-48).

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2. ¿Por qué traería Dios a Moisés y a Elías al monte de la Transfiguración (pág. 148-49)?

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3. ¿Por qué la victoria de Elías en 1ra. Reyes 18 fue seguida por el fracaso espiritual en 1ra.

Reyes 19 (pág. 152-54)?

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4. ¿Por qué es significativo que Jesús y sus discípulos estuvieran en Cesarea de Filipo cuando les preguntó “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” en Mateo 16:13? ¿De qué manera es adecuado el contexto para lo que Jesús está a punto de enseñar a sus discípulos (pág. 155-58)?

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5. ¿Por qué Mateo 16:27 es la primera ocasión en la que Jesús habló de la gloria de Dios en relación a sí mismo? ¿Qué ocurrió en Mateo 16, que lo motivó a decirlo en ese momento? Explique qué sucedió a continuación (pág. 159-161).

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6. Explique por qué es tan importante la Transfiguración (pág. 161).

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7. Profundice su análisis sobre la razón por la que Dios incluyó a Moisés y a Elías en el momento de la Transfiguración (pág. 164-65) ¿De qué manera se modifica su comprensión a partir de la lectura? Explíquelo.

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¿Qué es exactamente la gloria de Dios? Entendemos hasta cierto punto lo que significa el sufrimiento, pero la gloria es un asunto diferente. Con frecuencia la Biblia describe la gloria como algo que pertenece legítimamente a Dios, como también hay una gloria que los creyentes recibirán en el futuro. Sin embargo, saber que la gloria de Dios existe, no es lo mismo que comprenderla. Como con muchos temas en las Escrituras, Dios nos da solo revelación parcial e información limitada. Lo más probable es que restrinja su revelación porque no tendría sentido para nosotros hasta que lleguemos a su presencia. A menudo, las verdades que Dios revela solo conducen a más preguntas, la mayoría de las cuales no podrán ser respondidas por completo hasta que estemos con el Señor. En respuesta a los interrogantes más profundos de la vida, Dios nos entrega lo que Él quiere que sepamos. Y con respecto a lo demás lo que en esencia nos dice es: “Confíen en mi”. Debemos hacerlo, y lo hacemos.



1. Lea el relato en Éxodo 32–33 y describa lo que ocurrió. ¿Fue Éxodo 34 la respuesta al

pedido que Moisés hizo a Dios de que le mostrara su gloria (pág. 149-151)? Explíquelo.

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2. ¿Quién es “el ángel de Jehová” en 1ra. Reyes 19:7? ¿Por qué es esto tan importante (pág. 153-54)?

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3. Describa los acontecimientos que tuvieron lugar en 1ra. Reyes 19:1-11 (pág. 154-55).

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4. ¿Qué importancia tiene la declaración de Dios expresada en las Escrituras por medio de Pedro en Mateo 16:13-17? ¿En qué se diferencia de las declaraciones anteriores de Pedro, y por qué es esto tan importante (pág. 156-58)? Explíquelo.

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5. ¿De qué forma prepara Mateo 16 el escenario para la Transfiguración relatada en Mateo 17:1-8? Explíquelo.

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6. ¿De qué manera influyó la Transfiguración en Pedro y en lo que escribió en su última epístola (pág. 165-66)?

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Ahora Jesús profundiza su enseñanza; ahora asocia la gloria de Dios consigo mismo y con su reinado, y lo hace al comienzo de la Transfiguración. Ésta no solo sirvió como una señal de confirmación de la declaración de Pedro inspirada por el Espíritu Santo, en Mateo 16:16, sino también como un anticipo de la gloria que un día habría de manifestarse al mundo entero. Jesús regresaría a la tierra “en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26; Mateo 16:27; Marcos 8:38). Los relatos en los tres Evangelios vinculan la Transfiguración con la revelación de Jesús concerniente a su gloria.


EL TEMA CENTRAL

A modo de repaso asegúrese de responder de manera bíblica las siguientes preguntas. Si no puede hacerlo, lea nuevamente las secciones correspondientes.

1. Describa la experiencia de Moisés en Éxodo 32–34. Es una ayuda para entender la gloria de Dios.

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2. Describa los acontecimientos de la vida de Elías en 1ra. Reyes 18–19.

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3. Investigue la importancia de Cesarea de Filipo como contexto de lo que Jesús’ enseñó en Mateo 16.

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4. Asegúrese de poder explicar la importancia de los acontecimientos ocurridos en Mateo 16, que anteceden a la Transfiguración. Explique por qué es esto tan importante.

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Moisés y Elías, igual que todos los santos del Antiguo Testamento desde Adán en adelante, necesitaban un Redentor. Sin la propiciación adecuada, Dios debía pedirles cuenta de la totalidad de sus pecados, y ni un solo miembro de la raza humana hubiera podido tener comunión con Dios en la eternidad. Sin la expiación no habría salvación; el infierno nos esperaría a todos, y la vida sería solo una marcha cotidiana hacia la condenación. Moisés y Elías no instruían a Jesús sobre su muerte sacrificial; si algo hacían, era agradecerle por anticipado.



1. ¿Refleja su vida de alguna manera los deseos que expresó Moisés en Éxodo 32–34? ¿De qué manera? Explíquelo.

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2. ¿Qué podemos aprender a partir de la provisión física y espiritual que Elías recibió de parte de Dios? ¿Ha tenido usted experiencias similares? Si es así, recuérdelas, escríbalas, y de gracias a Dios por ellas. (De vez en cuando necesitamos que se nos recuerde la constante fidelidad de Dios).

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3. En el mismo capítulo en el que Jesús anunció por primera vez su muerte (Mateo 16:21), también mencionó tres requisitos imprescindibles para quien quisiera seguirlo (Mateo 16:24-25). ¿Cuáles son esos requisitos? ¿Los está cumpliendo en este momento? ¿Cómo lo sabe? Explíquelo.

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4. ¿De qué manera fueron transformados Pedro, Jacobo y Juan al presenciar la gloria de Dios? ¿De qué manera lo transforma a usted? Explíquelo.

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El sufrimiento puede producir en nosotros un anhelo por la Estrella resplandeciente de la mañana. El sufrimiento nos predispone a buscar en otros, ayuda y sostén, y Jesús desea que una buena parte de esa búsqueda esté dirigida a Él. Pedro aconsejó a sus lectores, “esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. Él permanece fiel. Manténgase usted firme.


GUÍA PARA PROFUNDIZAR Para los que quieran avanzar en la investigación de otros temas y pasajes bíblicos, sugerimos: Primero, investigue sobre el ángel de Jehová a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Observe aquellas cosas que hace y que solo Dios puede hacer. Segundo, lea los pasajes paralelos sobre la Transfiguración, todo 1ra. Pedro y luego todo 2da. Pedro. Observe una vez más cuánto peso tuvo la instrucción durante los Evangelios en la vida y en las obras de Pedro.

Conclusión del estudio

Preguntas de repaso

(1) Anote cuatro o cinco temas importantes que haya aprendido. Explique de qué manera influyeron en su vida.

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(2) ¿En qué cambió su comprensión de Dios? Explique y dé tres o cuatro ejemplos.

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Conclusión del estudio 77

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(3) ¿En qué cambió su comprensión de sí mismo? Explique y dé ejemplos.

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(4) ¿Con quién espera compartir lo que aprendió en este estudio? ¿Por qué? ________________________________________________________________________

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(5) A partir de lo que aprendió, exprese por escrito aquello por lo que agradece a Dios. Quizás podría ser algo que Dios ya hizo en su vida o algo que Él promete en su Palabra que hará.

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(6) ¿Por qué cosas ora usted… cuando ora?

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El Proceso de escribir La copa y la gloria

Todo beneficio monetario de La copa y la gloria se destina al fondo Roland Lee Memorial Scholarship Fund in Bible Exposition [Fondo de becas para el estudio de exposición bíblica en memoria de Roland Lee]. Si desea información o quiere hacer una contribución, diríjase a:

Washington Bible College

6511 Princess Garden Parkway

Lanham, MD 20706-3599

(301) 552-1400 ext. #1255

www.bible.edu

Roland Lee era un hombre de Dios. Esa es la descripción más sencilla y acertada que puedo hacer de él. Lo conocí cuando participaba en mis clases en el colegio Washington Bible College. No recuerdo en qué clases ni cuándo fue; ni siquiera recuerdo el momento en el que lo conocí. Nos hicimos amigos, tampoco recuerdo cuándo fue; simplemente ocurrió.

Sí sé cual fue la primera vez que pasé un tiempo prolongado con él. Yo me reincorporaba a la enseñanza después de siete meses de estar inválido a causa de la artritis. Era enero de 1996. Yo viajaba desde Wake Forest, NC, a Washington, DC, y podía ver en el espejo retrovisor las nubes de nieve de “la tormenta del siglo”. Uno sabe que la tormenta será grave cuando las nubes se ven de color negro azulado. En algunos sitios llegó a acumularse más de un metro de nieve. Las actividades del gobierno se paralizaron durante una semana. En consecuencia, las clases de enero en el seminario se postergaron una semana. Con excepción de unas pocas personas, yo estaba solo en las instalaciones. Todavía no podía calzarme, lo cual era una pena porque me hubiera encantado salir al aire libre y jugar en la nieve.

Fue en esa ocasión cuando Roland y su esposa De me invitaron a comer con ellos en el departamento donde vivían en el predio del seminario. Tuvimos muchas conversaciones prolongadas esa semana, ya que Roland me invitó varias veces a visitarlos y a comer con ellos. Me incomodaba ser reiterativo, pero disfrutaba mucho de su compañía.

Roland tenía una historia bastante triste. A los dieciséis años se despertó una mañana con un problema renal. Había sido un excelente atleta pero su vida cambió para siempre

El Proceso de escribir La copa y la gloria 80

a partir de ese día. Todavía desconocen la causa de su mal; su madre le donó un riñón, pero su organismo lo rechazó una semana más tarde. Recibió otro riñón cuando tenía veinticinco años, pero tampoco funcionó. Debió someterse a diálisis, y el tratamiento era penoso. Estaba convencido de que según los parámetros humanos, no viviría mucho tiempo.

Rodeados por la nieve, Roland y yo compartimos más tiempo esa semana de enero del que habíamos podido pasar antes. Yo estaba atravesando el desierto y Roland estaba en su propio desierto, con un pronóstico de no más de tres años de vida. Algunas de las conversaciones más edificantes y bendecidas las tuve en aquella oportunidad. Pensándolo mejor, desearía haber grabado las conversaciones o haber tomado notas. También creo que fui el más beneficiado con esa amistad.

Como verán más abajo, Roland fue la primera persona con la que analicé gran parte de lo que estaba aprendiendo y que con el tiempo formó parte de La copa y la gloria. Él fue el primero que me animó con insistencia a que escribiera lo que estaba aprendiendo; yo escribía, pero él me animó a que escribiera aún más. De modo que, si bien lo hacía pensando en mi propia experiencia, no podía dejar de imaginar: “¡A Roland le encantará esto!” Y así fue, porque Roland amaba la Palabra de Dios.

Si Dios me permitiera conversar con alguien en el cielo, además de algunos personajes bíblicos, elegiría a Roland. Retomaríamos el diálogo en el punto donde lo dejamos. Amo a mis padres, y espero reencontrarme con ellos en el cielo, pero me encantaría volver a conversar con Roland como ya lo hicimos sobre el cielo, la vida, Dios, etcétera. Sin duda, en nuestras conversaciones en el desierto apenas veíamos como en un espejo. Roland vive hoy en la presencia del Señor. Un día nos encontraremos otra vez, quizás pronto.

La existencia terrenal de Roland Lee concluyó el 10 de agosto de 1999, a los 35 años. Nunca me pareció acertado decir que “Roland murió”, aunque sea técnicamente correcto, porque eso no lo describe. Durante su breve vida Roland influyó en más personas que la mayoría de los individuos que conozco. No sé si es posible distinguir entre el amor y la admiración que tenían hacia él los docentes y administrativos, y el que sentían los estudiantes. Todos lo amaban. Todos lo admiraban. Su risa era contagiosa; su deseo de Dios y de su gloria, mucho más. Su partida dejó un hueco en mi corazón.

Oro para que Dios levante “otros Roland Lee” con las becas. Estoy orando por el fruto que darán los libros, y parte de ese fruto es otro joven como él que está por ahí y que posee el mismo insaciable hambre y sed de Dios. Por favor, ore para que Dios honre este pedido, y recomiende alguien para la escuela, si usted considera que es un “potencial Roland Lee”.

Escala temporal de los acontecimientos

25 de marzo de 1993 Mueren las mellizas.


5 de junio de 1995 Ingreso al hospital con artritis.

Junio-diciembre de 1995 Mientras estuve discapacitado durante siete meses, Roland Lee me reemplazó en mis clases.

Mayo de 1996 Habiendo renunciado al Washington Bible College, comencé “la obra” en Charlotte, NC, con Mike y Brenda Sprott (martes/miércoles), hasta el 27 de julio de 1997.

18 de octubre de 1996 Fui invitado a hablar en la capilla del Washington Bible College.

Oct-Dic de 1996 Escribí lo que se convertiría en La copa y la gloria.

1 de agosto de 1997 Comencé en el Seminario Teológico Bautista del Sudeste a tiempo completo.

En algún momento a fines de la primera semana de octubre de 1996, terminó mi etapa en el desierto. Mejor dicho, no fue tanto que el desierto terminara, sino que Dios me condujo a través y fuera de él. Sé exactamente el momento en que terminó; estaba sentado a la mesa de desayunar de nuestra casa en Wake Forest, en Carolina del Norte. Me di cuenta de que había llegado a su fin, fue así de concluyente. En el futuro podrían llegar a haber diferentes puntos de vista, pero yo sabía, sin ningún tipo de dudas, que este desierto en particular había concluído. Dicho sea de paso, nunca lo llamé “El desierto” mientras estaba transitándolo. No sabía de qué se trataba “eso”. Cuando terminó, adoré y alabé a Dios en el silencio y el asombro (y el arrepentimiento) más absoluto. No se trataba de que terminara un período en particular, sino más bien que yo salí cambiado (como otras personas lo han hecho y lo harán). Fue justamente ahí donde mi mente estalló con las Escrituras (no sé cómo describirlo de otra manera). Al cabo de casi tres días de silencio ante Dios, oré: “Si esto es lo que necesitas para lograr tu voluntad en mi vida, por favor, vuelve a ponerme en línea”. Mis circunstancias no habían cambiado; mi percepción de Dios y de su dignidad y de mi total indignidad habían cambiado para siempre. Después de una historia demasiado larga, terminé trabajando con Mike Sprott durante un año, luego de que renuncié al Washington Bible College. Colaboré con él y con su familia y algunos de sus obreros en el estudio de la Biblia. Me quedaba con Mike y su esposa Brenda los martes a la noche en su casa en Charlotte, Carolina del Norte, casi a tres horas de distancia en auto desde donde yo vivía. La mayor parte del libro fue escrita en la mesa del comedor de su casa, en las madrugadas. Mike y Brenda Sprott siempre ocuparán un lugar especial de amor y respeto en mi corazón. La copa y la gloria fue escrito inmediatamente después de que finalizara mi desierto, entre octubre y diciembre de 1996. Como se mostrará reiteradamente, yo no sabía que estaba escribiendo un libro; escribía capítulos sobre lo que había aprendido en mis


estudios. De ninguna manera fui inspirado por Dios, pero sí respondí a un apremio divino, no tanto el de escribir, sino el de hallar respuestas santas y divinas de la santa y divina Palabra de Dios. Muchas noches, a pesar de hacer todo lo posible, no podía dormir. Por más que lo intentara, incluso cuando tomaba el medicamento para los dolores más fuertes de artritis, no había caso: era imposible dormir. A veces, el estudio era tan intenso que comenzaba a las 11 de la noche, estudiaba un rato, miraba por la ventana y, para mi asombro, veía la salida del sol. En otras palabras, lo que parecía un estudio de una hora o algo por el estilo, en realidad, se prolongaba de 6 a 8 horas. Sabía que estaba encontrando en la Palabra de Dios las respuestas a muchas de mis preguntas, y eso me impulsaba aseguir adelante. No era reacio a hacerlo ni luchaba contra ello. Era el tipo de estudio que, una vez que comenzaba, no podía abandonar (ni deseaba hacerlo) hasta que no estuviera completo. No hacía estos estudios para nadie más; estaba recibiendo del Señor el alimento para mi alma, y Él había puesto el hambre y la sed insaciables por Él y su Palabra. Debido a que mi compromiso en Charlotte solo demandaba dos días a la semana y las horas de los miércoles a la mañana eran un buen momento para escribir, Dios me había dado la oportunidad de dedicarme casi tiempo completo a este estudio, y lo hice con ganas. En esos momentos no tenía el conocimiento de lo que finalmente terminaría en el libro, Dios me llevó de capítulo en capítulo. Cuando lo terminé, mi vida había cambiado completamente. A continuación ofrezco una sinopsis, el fundamento y el orden de cada capítulo.

El primer capítulo escrito: Capítulo dos: “La copa” “El desierto” terminó exactamente en el momento que Dios me llevó al estudio de Marcos 10:35-41. Hasta el día de hoy, no tengo idea de cómo llegué a ese pasaje, a no ser porque Dios me guió a él. A medida que leía esos versículos, no daba abasto para escribir a la velocidad de mis pensamientos. Este estudio se convirtió en la base para el capítulo “La copa” y, con unas pocas cosas que le agregué después, prácticamente lo escribí de una sentada. En lugar de 1ra. Pedro 5:10 (que era el versículo que no creía que alguna vez fuera efectivo para mí), Marcos 10:35-41 era el que sabía que iba a predicar cuando volviera a hablar en el Washington Bible College por primera vez desde mi renuncia. El jueves de la noche anterior a mi mensaje en la capilla del Washington Bible College, bajé a cenar con Roland y De Lee. Fue como en los viejos tiempos. De todavía estaba trabajando, así que con Roland tuvimos un rato invalorable a solas antes de que ella llegara. Le expliqué minuciosamente lo que Dios me había enseñado y lo que diría en la capilla al día siguiente. Él hizo sus propias anotaciones y yo revisé el texto. Él decía emocionado: “¡Habla más despacio! ¡Habla más despacio! ¡Aquí hay demasiadas cosas!” Y tenía razón.


Qué dulce bendición fue ver que Dios ministraba a Roland de la misma forma que lo había hecho conmigo pocos días antes. Pude ser testigo de cómo mi querido amigo, a quien le quedaban poco menos de tres años de recorrido por esta tierra, respondía a Dios en adoración de la misma manera en que yo lo había hecho: con un asombro absoluto ante Dios y su bondad, moviendo en silencio su cabeza de un lado al otro mientras meditaba en la Palabra. Como ya he dicho, él fue el primero en decir: “De verdad, tienes que escribir esto” (lo cual había comenzado yo a hacer). Algunas personas pintan (¡cómo me gustaría poder hacerlo!); algunas cantan; otras hacen artesanías en madera y otros, como yo, escriben. Siempre he disfrutado haciéndolo, y me incliné por eso (como en la carta sobre las mellizas). Después de la cena me fui del departamento de los Lee y volví a mi cuarto de huéspedes en el WBC con la esperanza de lograr dormir bien durante esa noche, antes de tener que hablar en la capilla la mañana siguiente. Sin embargo, a primera hora de la tarde comencé a sentirme físicamente mal, y empeoré a lo largo de la noche. En el mismo vestíbulo donde meses atrás me había descompuesto por una intoxicación y una fiebre alta que los doctores piensan que fueron los desencadenantes de la artritis, pasé toda la noche con fiebre, vomitando una y otra vez, tirado en el piso (mi vieja rutina), y cuando salió el sol, mi voz era apenas audible. Siendo que acababa de salir del “desierto”, le pedí a Dios que me permitiera hablar en la capilla. No quiero decir esto como una especie de alarde varonil, pero en mi cabeza me había hecho la idea de que si tenía que arrastrarme hasta allí y sostenerme con algo, si Dios lo permitía de ese modo, igualmente quería hablar en la capilla al día siguiente. Mientras me daba un baño, tuve que sentarme varias veces en la ducha porque no podía mantenerme en pie, y me preparé lo mejor que pude. Aunque me sentía enfermo, lentamente me dirigí a la capilla, haciendo varias paradas durante el camino para evitar desmayarme. Como fuera, tenía la esperanza de poder dar el sermón. Desde luego, ésta no es la manera más llamativa o impactante de hablarle a un grupo: sentado en una silla, con la camisa empapada en transpiración que me caía desde la punta de la nariz hasta mis apuntes, con la voz áspera, ronca, apenas audible sin un micrófono; así fue como lo hice en la capilla aquel día. Hable sobre la sección de “La copa” de Marcos 10:35-41. Cuando terminé, quedé pasmado. En mis años de ministerio, jamás había presenciado una respuesta tan general como la que hubo después del mensaje. Cuando terminé de hablar, a medida que la gente se iba de la capilla, se produjo un silencio reverente (casi total). Esa fue la primera vez que hablé acerca de la gloria en público, y recuerdo haber pensado para mí mismo: “Lo que acabo de hacer o fue terrible o fue muy bueno, no hay término medio”. Hablé con algunos de los que habían asistido a la reunión; tanto inmediatamente después del mensaje, como más tarde ese día, y supe que lo que había sucedido era solemnidad ante Dios y, con seguridad, no ante mí. Nunca antes había visto algo así en un grupo; y menos con uno tan numeroso.


A lo largo de los años, he meditado muy a menudo sobre esa reunión en la capilla. Al repasarlo, pienso que Dios me dio a propósito una pequeña muestra del poder de su Palabra. Las limitaciones físicas no volvieron a dificultar que su Palabra se pusiera en marcha, como el caso del aguijón en la carne de Pablo. Mi debilidad fue perfeccionada en su fuerza; su fuerza se perfeccionó en mi debilidad; su gracia fue más que suficiente. Regresé y terminé de escribir el capítulo de “La copa”, editándolo y leyéndoselo al grupo con el que me había encontrado en Charlotte. Como he mencionado, el que se convirtió en el segundo capítulo del libro (“La copa”), en realidad fue el primero que escribí. Y como digo en el primer capítulo del libro impreso, nunca tuve la intención de escribir un libro. “La copa” era un capítulo, algo aislado, no una parte de algo más grande. Yo quería escribirlo, cosa que hice, porque estaba seguro de que volvería a usarlo en algún otro momento.

El segundo capítulo escrito: Capítulo tres: “El camino” “El camino” salió de una clase de escuela dominical que di en una iglesia de Wake Forest, Carolina del Norte. Me habían pedido que hiciera una introducción a la carta a los Filipenses, de manera que lo hice basado en Hechos 16, ya que este capítulo cuenta cómo Dios llevó a Pablo a Filipos. Estaba comenzando a ver que Dios le daba un enfoque especial a un panorama mucho más grande (particularmente, que lo que me había sucedido a mí y a mi familia no se debía a un error o a la desgracia). Todo estaba relacionado. La copa trata de un proceso que es parte de nuestro andar cristiano; dado que existe el andar cristiano, obviamente debe haber un lugar hacia el cual caminar; de ahí el nombre “El camino”. Fue la primera vez que vi en las Escrituras mi propia experiencia proyectada en la vida de otra persona. Nunca me había dado cuenta de las reiteradas puertas cerradas por Dios en Hechos 16. Las puertas no se cerraban por sí mismas; Dios las cerraba. Es fácil verlo en la vida de otras personas, pero es diferente verlo en la propia. Aunque yo acababa de comenzar mi estudio sobre este tema, me bendijo en gran manera. Qué estímulo maravilloso ver que estaba en tan buena compañía. La alusión específica a cada uno de los miembros de la Trinidad en este capítulo es muy conmovedora, porque el Dios de amor deja en su Palabra bellos indicadores de que está activo y presente, aun cuando nosotros no lo percibamos. Cuando finalmente el libro fue publicado, yo estaba fuera del país y tuve que esperar diez días para ver mi primer ejemplar; pero ¡qué lugar bendito en el cual estaba! Mientras enseñaba en el Seminario Bautista del Sudeste, me pidieron que les ayudara con el viaje de estudios “Los pasos de Pablo”. Tuve el privilegio de estar en las ciudades donde Pablo fundó iglesias en cuatro ocasiones diferentes (además de visitar los otros lugares cercanos a las iglesias de Apocalipsis 2 y 3). De manera que el día que el libro salió a la venta en los Estados Unidos, nuestro grupo de estudio se encontraba


justamente en el verdadero “camino a Troas”, en Turquía. La mayoría de las personas no tenían idea de la importancia del lugar donde estábamos. Un matrimonio amigo mío, Brad y Jess Canelejo, quienes habían asistido a mis clases, tenían una copia borrador de La copa y la gloria, todavía con muchos errores gramaticales y ortográficos. Durante años yo había enviado por correo electrónico o impreso ejemplares del libro para las personas que me lo pedían. Les “encomendaba oración” y les decía que se lo pasaran a alguna persona que lo necesitara. Hasta el día de hoy no tengo idea en donde terminaron esas copias, pero antes de la publicación oficial, supe que había ido por lo menos a unos setenta países. Brad y Jess traían con ellos una de esas copias. Esas copias tenían muchísimos errores; pero las verdades centrales estaban ahí, y eso es lo que ayuda a las personas. Qué privilegio enseñar una clase sobre “el camino a Troas” en el mismo camino a Troas. Podíamos mirar por la ventanilla del ómnibus y ver exactamente dónde había estado Pablo. Asimismo, la copia del libro circuló entre varias de las personas del grupo que lo leyeron a lo largo del viaje.

El tercer capítulo escrito: Capítulo cuatro: “El regalo” Como “El camino” fue resultado de un estudio sobre Hechos 16 que registra cómo Dios dirigió a Pablo a Filipos y lo que sucedió una vez que él llegó allí, Filipenses sería un buen lugar por donde continuar el estudio. Yo había empezado mis estudios con 1ra. Pedro 5:10 en mente, y estaba tratando de volver ahí, pero sabía que “el camino” me había sido de gran ayuda. Aunque sabía que me estaba por volver a 1ra Pedro, de ninguna manera quería perder alguna de las minas de oro que Dios quería que encontrara a lo largo del camino. De manera que, antes de ir a 1a carta de Pedro, consideré apropiado repasar Filipenses. Al leer la carta a los Filipenses, mi vida cambió para siempre cuando llegué a Filipenses 1:29. Tenía una consulta con un reumatólogo en la otra punta de la ciudad. Había llevado mi Biblia griega y un bloc de hojas a un restaurante para poder estudiar antes de entrar a la consulta. Cuando leí lo que decía este versículo en griego, aparté la vista del texto (como si al hacerlo pudiera de alguna manera cambiar el contenido de la Palabra). Leí lentamente el texto griego casi seis veces seguidas. “Este texto no puede estar diciendo lo que dice”, seguía repitiéndome en silencio. Sin embargo, efectivamente sí lo decía: la gracia otorgada por Dios para nuestra salvación, la aceptamos fácilmente; la gracia otorgada por Dios para el sufrimiento, no. Es posible que usted conozca Isaías 55:8-9: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos’, dijo Jehová. ‘Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos’”. ¿Ah sí? Dame un ejemplo. De acuerdo: Filipenses 1:29, “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”. Aunque había leído muchas veces los versículos de Isaías, y hasta me había referido a ellos frecuentemente, creo que ésta fue


la primera vez que me dejó helado. Esta enseñanza iba tan en contra de mi comprensión o lo que yo consideraba un dono regalo de parte de Dios. De manera que el capítulo “El regalo” fue investigado y, luego, escrito. Al igual que con los dos anteriores, aunque este es el cuarto capítulo del libro, en realidad, fue el tercero que escribí (después de “La copa” y “El camino”). Además, todavía no tenía la concepción de estar escribiendo un libro; escribía capítulos que eran resúmenes de los distintos estudios que estaba haciendo. Seguí en las Escrituras el rastro que estaba desplegándose ante mí. Yo sabía que estaba escribiendo capítulos, pero todavía no sabía que los capítulos, en efecto, estaban conectados y que se convertirían en parte de un proyecto más grande; es decir, que a la larga, se materializarían en este libro.

El cuarto capítulo escrito: Capítulo cinco: “El cálculo” o “El libro contable” Quien haya leído La copa y la gloria inmediatamente se dará cuenta de que este capítulo no pertenece al libro. En un principio, cuando lo escribí, no estaba seguro del título y estaba indeciso entre los dos mencionados. Inicialmente, estaba basado en Filipenses 3:7-8: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Por consiguiente, “El cálculo” o “El libro contable” parece una descripción adecuada. No es que el capítulo fuera malo, sino, simplemente, que no concordaba con los demás y finalmente fue quitado del libro. Encontrará más acerca de esto bajo la escritura del capítulo “La comunión”.

El quinto capítulo escrito: Capítulo seis “Las huellas” Como he mencionado reiteradamente, 1ra. Pedro 5:10 (el versículo “después que hayáis padecido un poco de tiempo”), fue donde en principio comencé mi estudio. Aún trataba de volver a él, pero seguía siendo demorado por los tesoros que encontraba y con la redacción de otros capítulos, y para nada estaba apurado por terminar esta preciosa expedición. Estudié este capítulo mientras predicaba 1ra. Pedro sirviendo como pastor en la Iglesia Bautista Berwyn en College Park, Maryland. Esa semana, la Palabra me había ministrado grandemente durante los preparativos; fue un tiempo de adoración profundo. Un frío y lluvioso domingo por la mañana, esencialmente prediqué lo que luego se convertiría en “Las huellas”. Del techo de la iglesia brotaban numerosas goteras y habíamos puesto estratégicamente varios baldes para atajar las gotas de lluvia. Por alguna razón, la asistencia a la iglesia esa mañana era un poco menor a la acostumbrada, pero nada de eso importaba. Esa mañana teníamos oro (oro que provocaba adoración), y yo lo sabía en lo profundo de mi corazón. ¿Cómo podemos pensar en el techo y en las


goteras cuando empezamos a comprender lo que nuestro Salvador hizo por nosotros y cómo solamente él fue capaz de hacer lo que ningún otro podría haber hecho? Dos cosas hicieron a este capítulo diferente a los demás. Primero, “Las huellas” fue el primer capítulo basado en los versículos de la carta de Pedro. De hecho, “Las huellas”, “La sorpresa”, “La bendición” y “El acuerdo” tienen su origen en esta epístola amada y se muestran en orden de aparición. Por ejemplo, “Las huellas” fue de 1ra. Pedro 2:21-25; “La sorpresa”, de 1ra. Pedro 4, etcétera. El segundo aspecto que hizo distinto a este capítulo, fue que era la primera vez que yo veía cuán sustancial había sido la conexión entre lo que Pedro escribió décadas más tarde en su epístola y lo que Jesús le había enseñado a él y los otros discípulos en los evangelios. Nada sucedía porque sí en la redacción de 1ra. Pedro (ni de los otros libros tampoco). Dios soberanamente guió y creó la vasija que utilizaría para dar lugar a su Palabra inspirada. Desde este estudio hasta la actualidad, siempre reviso para ver si hay alguna relación entre lo que Jesús enseñó en los evangelios con los que luego se convertirían en los escritores bíblicos, especialmente Pedro y Juan. Una y otra vez Jesús le enseñó a Pedro, y a los otros, verdades que jamás los abandonarían. Muy a menudo se usan incluso la redacción exacta, referencias bíblicas, frases u oraciones. No he llegado al fondo de este tesoro; los estudios solamente se ponen mejor.

El sexto capítulo escrito: Capítulo siete “La sorpresa” Aún en mi camino de regreso a 1ra. Pedro 5:10, tuve que detenerme en versículos que me intrigaban y me condenaban. 1ra. Pedro 4:12-13 dice: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. Cada cosa de este versículo, todo describía lo que yo previamente había pensado, murmurado, de lo que me había quejado, y por lo que había orado a lo largo de los años (no necesariamente en forma constante). “No os sorprendáis” (yo estaba sorprendido); “Fuego de prueba” (sí, así se sentía); “como si alguna cosa extraña os aconteciese” (yo pensaba que se trataba de algo extraño, muy extraño). Es interesante como usted puede leer una y otra vez algunos versículos como éste, solo para encontrarse con partes que ha leído superficialmente pero que ahora lo detienen de golpe. Eso es lo que pasó con ellos. Yo había salteado completamente esa explicación de Dios de que la prueba de fuego “nos sobreviene para nuestra prueba”. Eso cambió mi perspectiva. Creo que muchos piensan que ese tipo de prueba está reservada especialmente para Job o para Jesús. No obstante, aquí estaban los cristianos del primer siglo (hombres, mujeres y niños, la mayoría de los cuales ni conocemos sus nombres) quienes fueron puestos a prueba en gran manera en su andar con Dios.


Esto me hizo evaluar y ciertamente comenzar a mirar de otro modo los últimos tres años y medio de mi vida. Antes, solo veía los acontecimientos, no tenía la perspectiva espiritual para ver la imagen completa. Las pruebas estaban relacionadas, eran intencionales de parte de Dios. Todo lo que había sucedido era parte del compuesto de lo que Dios estaba haciendo; no se trataba de que las mismas estuvieran sucediendo fuera del control de Dios. De hecho, fue Roland Lee a quien Dios usó para comenzar a ajustar mi perspectiva cuando, en medio de “El desierto”, me dijo: “Te das cuenta que Dios te confía estas pruebas”. Yo no había pensado antes en esos términos, y lo que Roland me dijo era en esencia la enseñanza de 1ra. Pedro 4:12-13. A menudo omitimos otro componente clave de estos versículos: este tipo de prueba tiene que ser de tal magnitud como para que nos sorprendamos; de otra manera, no sería necesario el “Amados, no os sorprendáis” que escribió Pedro. Como escribí en el libro, yo estaba sorprendido. Estaba sorprendido por lo dura, profunda, prolongada y aparentemente interminable que era la prueba. He descubierto que eso les sucede a muchos otros creyentes en todo el mundo.

El séptimo capítulo escrito: Capítulo ocho “La bendición” Todavía estaba en camino a 1ra. Pedro 5:10. 1ra. Pedro 4:14 era una parte en la que yo sabía que tenía que detenerme a explorar: “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros”. Lo que realmente me golpeó de este capítulo fue el aspecto presente de este “sois bienaventurados”, más que el tiempo futuro de “seréis bienaventurados” como una eterna recompensa que usted recibirá de parte de Dios. Además, en lugar de seguir luchando y, a menudo, equivocándonos (desde nuestra perspectiva), para los que se someten a Dios, Él promete: “el glorioso espíritu de Dios reposa sobre vosotros”. Desde luego, esa es la explicación que Dios da acerca de la bendición (al menos, en este versículo). Nuestra mirada se concentra en la severidad de la prueba; Dios hace énfasis en la prueba que lleva al propósito específico que Él desea. Vi cuán infinitamente diferente era mi evaluación de la bendición, de la evaluación de Dios. Este fue un proceso humillante, pero absolutamente necesario que Dios pacientemente me enseñara las muchas, muchísimas áreas en las que me quedaba corto. Dios ya estaba cambiándome para toda la eternidad al alimentarme con su Palabra. Además, estaba acostumbrándome a la idea de descubrir en la Biblia lo equivocadas que estaban muchas de mis evaluaciones sobre mi vida y sobre lo que me pasaba. Aunque todavía no estaba completamente desarrollado, comenzaba a ver cuántas buenas promesas de Dios tienen origen en lo que nosotros consideramos los hechos duros y horribles de nuestra vida. En realidad, éste no era más que el proceso actual de reconocer que sus pensamientos no son mis pensamientos y que sus caminos no son mis caminos, pero yo estaba siendo sanado espiritualmente con la ternura del Buen Pastor de una manera en que solo Él y su Palabra pueden hacerlo.


El octavo capítulo escrito: Capítulo uno “El desierto”

Hasta ese momento había escrito siete capítulos. A veces creo que la gente no me cree del todo cuando les digo que hasta entonces no tenía idea de que estaba escribiendo un libro. Lo hacía para mis estudios. Sabía que volvería a usarlos, ya fuera en las clases o en el pastorado. Mi intención no era desecharlos, pero no tenía plan ni proyecto a seguir. Eran capítulos aislados e independientes. Ahora que estaba comenzando a entender un poco más el pensamiento de Dios en este tipo de asuntos, sentía la necesidad de volver atrás y ver no solo lo que había sucedido en mi vida, sino también lo que había encontrado en mis estudios, desde una nueva perspectiva. Dado que el capítulo anterior había dicho: “No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido”, consideré oportuno escribir una breve descripción de los aspectos de mi fuego de prueba en particular. Soy una persona sencilla y directa, digo las cosas como las veo; por lo tanto, tenía que escribir el capítulo así. La única manera que conocía para hacerlo con precisión, era escribirlo como si estuviera relatándole a un amigo cómo me sentía, exponiendo mis debilidades, frustraciones y fracasos. La muerte de las mellizas había sido una parte; la artritis, otra; el camino a Troas también había sido una parte, aunque no sabía cómo llamarlo en ese momento. Algo que describe el desierto es la completa falta de orientación (desde nuestra perspectiva), que lo invade a uno cuando está en medio de él. Sería mucho más fácil caminar del punto A al punto B, si uno supiera dónde queda el punto B. Pero en el desierto, usted no tiene ningún tipo de orientación. Intenté describir el desierto lo mejor que pude, recordando cómo era. Ya no estaba allí; lo escribí después del hecho y desde afuera mirando hacia dentro. Ya había transitado hacía tiempo por ese camino. Pero cuando estaba en el desierto, no sabía qué sucedía, por qué sucedía, ni cuánto duraría. Mi suposición pecaminosa era que no terminaría jamás, pero sí terminó. Al repasarlo, me alegra mucho que Dios me haya llevado al desierto y me haya hecho atravesarlo. Cada cosa fue necesaria para que Dios cumpliera su voluntad en mi vida, y en la vida de cualquiera que pase por el mismo terreno desolado de entrenamiento.

El décimo capítulo escrito: Capítulo nueve “El acuerdo” Bueno, finalmente volví al versículo por el que había comenzado, pero llegar a él fue un estudio rico y lleno de bendiciones. Qué oportuno que aunque pensaba: “Al fin logro ahondar en 1ra. Pedro 5:10”, la palabra “y” (o “sino”) en 5:10 mostró la conexión al contexto inmediato. A pesar de haber leído este versículo muchas veces, nunca antes me había dado cuenta de ello. Fue casi como escuchar que Dios carraspeaba para llamarme la atención “¡Ejem! Hay más cosas relacionadas con este versículo”. Así que retrocedí y pude ver la lógica perfecta y santa de la enseñanza de Dios. De alguna manera todavía


estaba analizándolo a Él, en tanto que los versículos anteriores nos llaman a analizar nuestro propio andar. Mirándolo ahora, solo había hecho esporádicamente lo que 1ra. Pedro 5:5-9 nos ordena hacer. Estaba esperando que Dios actuara; Él esperaba pacientemente que yo hiciera lo que su Palabra me ordenaba. Este fue el primer capítulo que escribí sabiendo que realmente formaría parte de un libro. Por lo tanto, el tono del libro cambió de ser escrito en primer término solo para mí (y pensando en Roland), sabiendo que sería para otras personas también. No tenía idea (y aún no la tengo) de para quién quería Dios que fuera este libro; veremos qué hace Dios a medida que Él lo revele. Como comencé a escribirlo pensando en otras personas, se encontrará reiteradas veces con la frase “Manténgase firme”, usada a lo largo de este capítulo al igual que la exhortación que Pedro y el Espíritu Santo hicieran en su carta. Cuando lo escribí, tenía muy pocas personas con quienes hablar. En ese momento seguía reflexionando y preguntándome: “Me gustaría saber si alguien más sabe esto” o “quisiera saber si alguien ya ha luchado con estas mismas preguntas”. A esta altura, muchas veces también deliberaba: “Me pregunto si la enseñanza de la Palabra de Dios ayudará a alguna otra persona de la misma manera que yo fui ministrado”. Ahora es diferente, porque en los testimonios de miles de personas descubrí que es mucho más común de lo que yo pensaba. Simplemente, no tenía idea de ello mientras escribía muchos de los capítulos en la residencia de los Sprott, en Charlotte, en aquellas horas previas al amanecer.

El décimo capítulo escrito: Capítulo diez “La gloria” Entonces, ¿ahora qué? Había vuelto a mi versículo original de 1ra. Pedro 5:10. Dios me había enseñado y alimentado en gran manera durante este tiempo. Sabía que había escrito un libro; pero en ese momento, no tenía idea de qué había escrito exactamente. No me imaginaba el título. Después de todo, ¿cómo ponerle un nombre a algo que no puede describir su contenido? Así que volví para atrás y releí lo que había escrito, esperando encontrar una continuidad o un tema. Como el primer capítulo escrito había sido el de “La copa”, tenía sentido poner “La copa” en el título. En segundo lugar, como el pedido de Santiago y de Juan en Marcos 10 fue en referencia a sentarse en la gloria de Jesús, también tenía sentido. Y, como usted sabe, la respuesta de Jesús acerca de sentarse en su gloria remite a ser capaz de beber la copa que Él (y otros) debió beber. Mientras leía los capítulos y los pasajes bíblicos relacionados, asimismo encontraba los repetidos paralelos de “padecimiento y gloria”. Por lo tanto, el título se hizo evidente y obvio: La copa y la gloria. Así que comencé el capítulo final de una manera distinta: tenía el título antes de tener siquiera una palabra del contenido. Dado que había sacado el título del pedido de Santiago y de Juan, era razonable que los acontecimientos relacionados a él fueran un buen sitio por donde comenzar, siguiendo la senda en las Escrituras para ver hacia dónde me llevarían. Pero, como correspondía, no tenía ni idea de qué iba a escribir; ni siquiera, si había alguna senda para seguir. No era como con ciertos capítulos anteriores,


los cuales había utilizado para dar alguna clase o al predicar sobre 1ra. Pedro. Le pedí a Dios que me guiara a través de él. Me sentía un poco inseguro al pensar que podía tener nueve capítulos, y que me faltara el cierre adecuado. Mientras comenzaba este estudio, de una manera realmente inocente, pensé para mí mismo: “Espero tener aquí suficiente información como para sacar un capítulo de esto”. ¡Hombre necio y de corazón duro para creer! Mientras comenzaba mi estudio para el capítulo de cierre no quise acelerarlo ni “por fin quitármelo de encima”. No tenía la motivación de terminar una carrera o de concretar un proyecto. En cambio, tenía una sensación de pausa y reposo y disfrute de Dios antes de comenzar este segmento final. Hasta ahí Dios me había enseñado muchas cosas con paciencia y ternura. Sentía que los capítulos escritos previamente eran largos pasos en una meseta, y que estábamos descansando en ésta, saboreando el momento anterior a hacer el ascenso final.

El décimo primer capítulo escrito: Capítulo cinco “La comunión” Cuando terminé La copa y la gloria sabía que por medio de su Palabra Dios me había ministrado maravillosamente. El Buen Pastor en persona me había perfeccionado, afirmado, fortalecido y establecido (1ra. Pedro 5:10). Pero incluso después de que el libro fue escrito, también supe que había algo en él que no estaba lo suficientemente bien; sin embargo, no podía descubrir de qué se trataba. Eso me estuvo carcomiendo durante un par de semanas, mientras durante el día reflexionaba continuamente qué me faltaba. Había algo en él que no estaba bien. A falta de una mejor manera de decirlo, era como si se me hubiese metido entre los dientes un resto de comida y no pudiera sacármelo de allí. Finalmente, caí en la cuenta de que el problema era el quinto capítulo. Los que ya han leído el libro saben que el quinto capítulo se titula “La comunión”. Sin embargo, ese no fue el nombre original, ni tenía ese contenido. Como he mencionado en un principio, el título del capítulo iba a ser “El cálculo” o “El libro contable” tomado de Filipenses 3:7-8: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. En estos versículos Pablo utilizó la terminología de los contadores: de un lado del libro contable está la columna de las pérdidas; del otro lado, la de las ganancias. El cálculo de Pablo en su libro contable consideraba la pérdida de todas las cosas; pero muy por encima de eso, él ganaba enormemente al Señor Jesucristo. De manera que yo sabía que el problema era con el quinto capítulo, pero todavía no sabía qué era lo que estaba mal. Una cosa es saber que algo no está bien, y otra bien distinta es saber cómo corregirlo. Después de volver atrás y leerlo, comprendí que la principal razón por la que este capítulo no encajaba, es que había puesto el énfasis en que yo llevaba la contabilidad de los costos y en que yo padecía las pérdidas (y las


ganancias). Filipenses 3:10 es realmente el punto central y el enfoque del libro: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”. Por consiguiente, no solo habría un cambio de título; a saber, que ahora se transformaría en “La comunión” (por participación). Más aún, el contenido fue completamente cambiado. Dicho de manera sencilla, “La comunión” trata de Su padecimiento, no del nuestro. Cuando entendemos aún de manera remota lo que enseña este versículo, valoramos mucho más lo que Jesús soportó por nosotros. Comparamos su padecimiento con lo pequeño que es o fue el nuestro, y eso hace que nos humillemos en reverente adoración a Él (o por lo menos, debería hacerlo). El saber que fallamos y luchamos y a menudo, gemimos en medio de nuestras pruebas hace que la forma en que Jesús respondió sea tan contrastante con la nuestra. Pero más allá de eso, sus padecimientos superaron largamente cualquier idea que alguna vez concibamos en nuestra mente, hasta el día que lleguemos a nuestro hogar celestial con el Señor. Me senté y escribí este capítulo más o menos de un tirón. Realmente tenía terror de hacerlo porque sabía que la única manera era dando un paso atrás al círculo del dolor. Subí al despacho de mi casa en Wake Forest y lloré con cada palabra de este capítulo, a menudo parando para dar gracias a Dios en alabanza y adoración por Su sufrimiento en mi lugar. De manera que el capítulo “La comunión” tiene tres características únicas. Primero, fue el único del libro que reescribí completamente, del principio al fin. Segundo, aunque está en la mitad del libro, en realidad fue el último capítulo escrito. Creo que incluso su ubicación en el libro es perfecta: en la mitad del estudio, el enfoque vuelve a Jesús y lo que él logró para los redimidos. Un aspecto final sobre este capítulo surgió años más tarde. Siempre había estado allí, solo que yo no me había dado cuenta. La tercera y última característica sobre “La comunión” es que se convirtió en el trampolín y la conexión con La oscuridad y la gloria. Habrá más información al respecto más adelante.

Entrevista con Betsy Harris

En muchas ocasiones, por correspondencia o en encuentros personales, me preguntan sobre mi esposa Betsy y cómo vivió todo esto. Comparto aquí las respuestas de Betsy a las preguntas más frecuentes.

P: Betsy, sin duda parte de tu experiencia es similar a la de Greg, ya que compartieron estas situaciones. ¿En qué se parecen y en qué son diferentes?

R: Compartimos el duelo por las gemelas. No sé si se puede saber exactamente lo que está viviendo la otra persona, o si el dolor puede compararse o diferenciarse. Por ejemplo, ¿cómo se mide la diferencia entre el duelo de una madre y un padre? Creo que sólo Dios conoce lo más íntimo de nuestra forma de reaccionar al sufrimiento.

En cuanto a la artritis de Greg, solo podía estar junto a él pero no podía sentir lo mismo que él. Era muy duro presenciarlo. En un sentido, era una experiencia compartida pero nos afectaba de manera diferente.

Cuando Greg fue suspendido temporalmente en su ministerio y se sintió en “El desierto”, atravesamos el período más difícil en nuestro matrimonio. Parecía como que Dios nos hubiera puesto en un callejón sin salida y que lo que estábamos viviendo no terminaría nunca. Afectaba todas las áreas de nuestra vida. Fueron momentos en los que ambos nos sentíamos casi sin esperanza. Desde nuestro punto de vista ese tiempo parecía interminable.

P: Greg escribió sobre la experiencia de estar en “El desierto”. ¿Cree que estos conceptos son válidos para usted, y si es así, de qué manera? En otras palabras, ¿fue su desierto igual al de él? ¿Perdió alguna vez la esperanza?

R: La respuesta a estas preguntas de alguna manera se enlaza con la respuesta a la pregunta anterior. Me resultaba difícil explicar a otros lo que nos estaba ocurriendo, y mucho menos por qué. No percibíamos la visión más completa de lo que Dios estaba haciendo. Cuando Greg trabajó en Charlotte durante un año con un pequeño grupo de hombres, también me resultaba difícil explicárselo a otros (especialmente a los parientes). Dios nos condujo a ambos por una senda muy diferente de la que esperábamos.

Entrevista con Betsy Harris 94

Después de muchos años de no hacerlo, cuando Greg se enfermó volví a enseñar en la escuela. Me había quedado en casa cuando nació Lauren, y volví a trabajar cuando Ben comenzó el jardín de infantes. Enseñaba en la misma escuela a la que ellos asistían, por lo que íbamos y veníamos juntos. Fue muy difícil adaptarnos. Tanto Greg como yo tenemos un enorme reconocimiento y simpatía hacia las madres o padres que crían a sus hijos solos.

Cuando Greg superó su discapacidad, nos mudamos a Carolina del Norte; él comenzó a enseñar en Washington DC y viajaba tres noches por semana. Después de eso vino un tiempo en que él trabajaba durante la semana en Charlotte. Era como un torbellino, una situación tras otra. Por momentos me sentía abrumada.

P: ¿Cuáles fueron los momentos en los que se sintió abatida?

R: Cuando recuerdo esos años, más que algún asunto en particular, lo percibo como un solo bloque. Es como si uno observara un paquete. No encuentro un momento de abatimiento que se destaque sobre los demás. A veces solo sentía la pesada carga de tener que perseverar.

Sí puedo recordar mi primer domingo después de que le dieran de alta a Greg en el hospital: algo en la música que interpretaban en la iglesia esa mañana hizo que me desplomara emocionalmente y lloré desconsoladamente. Probablemente fue la acumulación de todo.

P: ¿Hubo momentos buenos durante ese período?

R: Creo que para mí fue un momento de gran ánimo ver cómo Greg pudo ingresar como profesor en el Seminario Teológico Bautista de Southeastern. Fue tan simple la forma en que nos lo dijo durante la cena. Vivíamos a menos de dos kilómetros de ese hermoso predio, y cada vez que pasábamos cerca, yo le pedía a Dios que ubicara a Greg allí en un trabajo de tiempo completo. Nuestra hija Lauren era la que oraba con más persistencia sobre este tema. Lo hizo desde que tenía cinco años hasta casi los siete.

Greg nos lo compartió mientras estábamos de pie, tomados de la mano para orar antes de cenar. Mencionó asuntos por los cuales estar agradecidos y por último agregó: “Y querido Señor, muchísimas gracias por abrir finalmente la puerta y permitir que enseñe en Southeastern.”


P: ¿Qué pensó usted cuando oró y agradeció a Dios?

R: Todos abrimos los ojos y sonreímos. Lauren reaccionó con sorpresa. Creo que queríamos estar seguros de que Greg no estaba haciéndonos una broma. No lo estaba. Comenzaría a enseñar en el primer semestre escolar.

Al recordar los momentos de ánimo, puedo señalar muchos gestos de amabilidad de parte de la gente, especialmente durante la artritis de Greg. Por ejemplo, un día alguien cortó el césped de la casa sin darse a conocer. Un grupo de viejos amigos de Greg donó dinero. Después me enteré que casi todas las semanas llegaban cheques enviados por distintas personas que nos ayudaban a pagar los gastos médicos.

P: ¿Qué significaba ser la esposa de una persona con artritis? ¿Tuvo miedo en algún momento mientras estaban en el hospital?

R: Greg estaba muy enfermo cuando lo internaron y no tenían idea del diagnóstico. En un primer momento pensaron que se trataba de una endocarditis bacteriana (en la que la bacteria se aloja en el corazón y desde allí circula hacia distintos puntos del cuerpo), y que corría peligro su vida. Mucho después determinaron que era artritis reumatoidea, pero no lo sabían en el momento y me estaban preparando para lo peor.

Uno de los momentos más difíciles fue cuando uno de los médicos le dijo a Greg que probablemente no podría volver a correr y ni siquiera volver a caminar en forma normal. Greg me llamó desde la habitación del hospital apenas el médico dejó la habitación, y estaba llorando. Era muy triste escuchar lo que me decía, y de alguna manera era atemorizante.

También era difícil verlo sufrir tanto, en el hospital y luego en casa. Yo no podía hacer otra cosa que brindarle cierta comodidad. Por momentos era casi como tener un niño a quien cuidar. Hay muchas cosas que uno da por sentado cuando ambos cónyuges están sanos. Cosas pequeñas, como no tener quien ayude a entrar las compras.

P: Cuándo murieron sus hijas, ¿fueron de ayuda algunas de las cosas que les dijeron? ¿Hubo algunas que no lo fueron? ¿Quisiera compartir algo que recuerde?

R: Un pastor y amigo en Maryland, Jeff Watson, nos dijo: “No esperen superar esto rápidamente. Una parte de ustedes nunca lo superará.” Sus


palabras me ayudaron cuando no lograba sentirme bien y creía que debía estarlo. No recuerdo cuánto tiempo me llevó atravesar esta etapa inicial del dolor.

Intentamos ofrece una descripción acertada cuando hablamos de lo ocurrido. La pérdida de las gemelas fue un dolor muy profundo, pero a la vez nuestros hijos Lauren y Ben eran una delicia. En aquel momento Lauren tenía cuatro años y Ben casi tres. Hubo muchas ocasiones en que reíamos y jugábamos con ellos en una habitación, luego llorábamos en la otra, y volvíamos otra vez a jugar.

Un profesor y amigo con el que Greg trabajaba, Chris Doelfler, que también participó en la edición del libro, escribió en una tarjeta: “¿No hace todo esto que el cielo parezca mucho más real?” Esa pregunta fue de gran consuelo y una descripción acertada de lo que vivíamos.

No recuerdo nada que me haya ofendido, aunque sí puedo decir que en las palabras de la gente se reconocía si estaban o no caminando con el Señor.

Recuerdo con pena una reunión familiar donde un pariente bien intencionado me pidió que me pusiera de pie delante del grupo, poco después de la muerte de las niñas y dijo: “Greg y Betsy han perdido dos niñas. Betsy, ¿podrías decir unas palabras?” Greg no estaba allí (no recuerdo donde había ido ese día). “¿Qué querrías que diga?” pregunté. Fue horrible; terrible. Recomendamos que no le hagan esto a nadie.

P: Ahora que han transcurrido varios años desde los acontecimientos relatados en La copa y la gloria, ¿qué aprendieron de Dios?

R: Me aferré a la certeza de que Dios es soberano y que Él es bueno, aunque mis emociones me dijeran lo contrario. También sabía que Dios iba a obrar para su gloria y para nuestro bien, y también para el de las gemelas.

Cuando uno atraviesa tiempos tan difíciles, si nuestro compromiso como pareja no está afianzado de antemano, el matrimonio puede derrumbarse. En otras palabras, hasta donde sea posible, se debe trabajar anticipadamente en la pareja. No hay que esperar hasta el momento de estar en medio de las más severas pruebas.

P: ¿Qué aprendió acerca de sí misma?


R: Creo que las dos cosas que se destacan son: una, como dice Greg con frecuencia, es que mucho de lo que cantamos en la iglesia sobre estar firmes y rendirnos a Dios, en realidad no lo entendemos o no lo creemos. Segundo, no somos para nada tan fuertes como creemos serlo mientras estamos viviendo los buenos momentos.

P: Cuando ve a otros viviendo situaciones similares, ¿qué les dice?

R: Hay muchas situaciones peores de las que nos tocó vivir. Conocemos personas que han sufrido mucho más que nosotros.

Contamos con muchos más recursos ahora que entonces y con mejores medios para distribuirlos. La primera vez que oí la palabra “Internet” fue cuando los médicos diagnosticaron el problema de salud de las gemelas y nos dijeron que no sobrevivirían. Hay algunos materiales de gran ayuda disponibles, como la serie de tres mensajes de John MacCarthur sobre la muerte de un niño.

También hay mucha incomprensión todavía respecto a un embarazo que no llega a término o termina con la muerte del bebé. Una persona con buenas intenciones dijo a Greg algo fuera de lugar: “Por lo menos no tuvieron tiempo de amarlas.” Uno pasa por el duelo porque las ama. También pasa por el duelo de los sueños que tenía para el futuro. Es duro y triste desarmar la habitación que uno había preparado para cuando el bebé llegara a casa.

También les digo que podrán dar testimonio de lo que Dios hace en ellos a medida que van sanando, y que podrán ministrar a otros en la misma situación. Si se mantienen cerca del Señor a pesar de todo lo que Él permita que les ocurra, habrá innumerables maneras en las que Dios usará su experiencia para bendecir a otros.

Además procuro animarlos a que tengan una comunión íntima con Dios y que pongan su enfoque en la eternidad.

El Dr. Jim Rosscup, dice en su artículo sobre “La prioridad de la oración en la predicación”, que “la oración no es un elemento electivo, pero el principal ingrediente en el calidoscopio de características espirituales que marcan al predicador. Estas características se unen en una fuerza espiritual poderosa. Edifican al portavoz de Dios”. En el libro La copa y la gloria, escrito por el profesor de Exposición bíblica del Master’s Seminary, Greg Harris presenta una fuerza espiritual poderosa que desafía al lector a vivir y demostrar lo que la Escritura revela en el camino del sufrimiento. Las lecciones que va mostrando son mojones que van revelando el corazón humano, la pecaminosidad del hombre, la lucha constante del creyente con la confianza en Dios, el caminar por fe, los desafíos inesperados, el permanecer bajo la adversidad, la obra de perfeccionamiento de Dios, y el incremento en la sensibilidad de los que sufren por la gloria de Dios. Un día, al conversar alrededor de la mesa, con varios de los profesores del seminario, la discusión se tornó a este libro y el aspecto tan personal del sufrimiento y como las lecciones aprendidas por Greg Harris habían causado en muchos una examinación de heridas pasadas que en realidad nunca habían sanado por completo. Uno habló acerca de la muerte de su padre creyente en medio del desdén y desprecio de una madre incrédula y de corazón duro; otro habló del rencor y frustración con Dios por el sufrimiento de su hijo; aun otro añadió solamente sus lágrimas por su hermano que estaba muriendo de cáncer. Esta realmente es la virtud de este libro; lleva al lector a una discusión bíblica sobre el sufrimiento y le fuerza a examinar las áreas donde el dolor quizás ha sido de tropiezo. Como escribe el Dr. Harris “Hay tesoros profundos en la Palabra de Dios, esperando que los saquemos a luz y los investiguemos”. Este libro es rico en principios espirituales emanados de un estudioso dispuesto a compartir las verdades extraídas con certidumbre bíblica. Si usted a disfrutado del libro de D.A. Carson sobre la oración, “Un llamado a la reforma espiritual”, o el libro del Dr. Edmond Hiebert, “Trabajando con Dios por medio de la oración”, disfrutará inmensamente de La copa y la gloria… una y otra vez. Ray Mehringer, Director de admisiones The Master’s Seminary

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