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Francisca y la muerte y otros teatrocuentos Mireya Cueto Títeres de la autora

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Francisca y la muerte y otros teatrocuentosMireya CuetoTíteres de la autora

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Este libro está dedicado a todos los niños que les gusta jugar al teatro. Los teatrocuentos de este libro pueden ser leídos entre varios niños y niñas. Pueden representar las historias con sus propias palabras, haciendo actuar títeres o siendo los mismos niños los actores y las actrices de las obras.

Mireya Cueto

Introducción

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Francisca y la muerte

De Ornelio CardosoVersión para títeres de Mireya Cueto

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Personajes:

FranciscaLa muerteNietoCampesinoCaminanteMujerAmigo

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(Paisaje de campo y una casita en el extremo derecho. Aparece un gallito anunciando el inicio del día. De la casita salen Francisca, el Nieto y la vaca.)

Francisca: Ya me voy, chamaco, ponte abusadillo, no te olvides de darle de comer a las gallinas y a los puerquitos cuando regreses de la escuela.

Nieto: No te preocupes, abuelita, ya sabes que yo me las sé arreglar solo. ¿Vas a regresar muy tarde?

Francisca: Yo creo que sí, tengo un titipuchal de pendientes para hoy.

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Voy a andar de casa en casa como peregrino en Navidad.

Nieto: Y pa' la comida, ¿cómo le hago, abue?

Francisca: Para ahorita te dejé un atolito de masa y unos tamalitos. Para cuando regreses de la escuela te calientas unos frijolitos, de esos que están en la olla.En la canasta te dejé envueltas unas dobladitas de queso, de huitlacoche y de flor de calabaza; y si quieres, ahí arrancas un chile de la mata pa' que lo muerdas.

Nieto: ¿Y cómo me quito lo enchilado?

Francisca: En el cántaro que está junto al comal, hay agua de tuna. Bueno, ahora sí ya me voy, antes de que se me vuelva a dormir la vaca. (A la vaca.) ¡Ándale, Clementina!, vamos a desentumirnos, que al que amanece y no se mueve, viene

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la muerte y lo prende. (Sale cantando con la vaca.)

Nieto: Híjole, mi abuelita tiene más pila que yo. Ojalá que cuando yo sea viejito pueda hacer tantas cosas como ella. (Entra en la casa.)

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La muerte: (Entra del lado izquierdo buscando.) ¡Santos y buenos días! (Silencio. Grita.) ¡Santos y buenos días!

Campesino: (Aparece a la derecha.) ¿Qué busca?

La muerte: Si no molesto, quisiera saber dónde vive la señora Francisca.

Campesino: Ahí, junto a esos matorrales hallará la casa.

La muerte: (Seca.) Gracias.

Campesino: Pa' servirle, señito. (Al público.) ¡Qué señora tan flaca y emperifollada! Ha de ser una de esas ricachonas de la capital. (Sale.)

La muerte: (Saca un reloj grande.) Son las siete de la mañana. Menos mal,

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terminaré pronto. Poco trabajo, un solo caso. (Se acerca a la casa de Francisca, sale el nieto con sus libros.) Por favor,con Panchita.

Nieto: Mi abuelita salió temprano.

La muerte: ¿Y a qué hora regresa?

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Nieto: ¡Uuuuuuuy! ¡Eso sí quién sabe! Ahora está trabajando en el campo, luego ordeña la vaca y luego dijo que no sé cuántas chunches iba a hacer.

La muerte: Hace mucho sol, ¿puedo esperarla aquí en una sombrita?

Nieto: Pues de poder, sí puede, pero tendrá que esperarla hasta el anochecer.

La muerte: ¡Chin! Se me irá el tren de las cinco. No, mejor voy a buscarla. ¿Dónde podré encontrarla ahora?

Nieto: Ya le dije que fue a ordeñary a sembrar maíz.

La muerte: ¿Y dónde está el maizal?

Nieto: Siga la cerca y luego veráel campo arado detrás.

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La muerte: (Seca.) Gracias.

Nieto: Y ya la dejo porque ya se me hizo tarde para ir a la escuela por estar platicando con usted. De seguro, el maestro Cipriano me va a castigar. (Al público, saliendo.) ¿Para qué buscará a mi abuelita esta señora tan flaca y desabrida? Ha de ser la mamá de algún diputado.

(La muerte comienza a andar y sale de escena del lado contrario al nieto. Desaparece la casita. Pasa de un lado a otro, se sienta, se soba los pies, se ve maltrecha, con el sombrero desaliñado.)

La muerte: ¡Ah, qué vieja tan andariega! ¿Dónde te habrás metido? (Aparece el caminante.) Señor, ¿podría decirme si anda Francisca por estos caminos?

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Caminante: Tiene usted suerte, flaquita, lleva media hora en casa de los Noriega. Su niño está enfermo y Pancha fue a sobarle la barriguita.

La muerte: ¿Y dónde está la mentadacasa de los Noriega?

Caminante: ¿Ve aquella loma?Allá detrasito.

La muerte: Gracias. (Sale de escenaa zancadas.)

Caminante: (Al público, saliendo.)¡Ah, qué flaquita tan cotorra! Debe de ser una de esas señoras que andan vendiendo maquillajes y cremas pa' las arrugas. (Aparece la casa de los Noriega.)

La muerte: (Muy maltrecha. Tocaen la casa. Se asoma una mujer por la

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ventana.) Con Francisca, a ver si me hace usted el favor.

Mujer: ¡Ya se marchó!

La muerte: ¿Pero cómo? ¿Así tan de pronto?

Mujer: ¿Cómo que “tan de pronto”?Sólo vino a ayudarnos con el niño y ya lo hizo y se fue. ¿Qué tiene eso de raro?

La muerte: (Turbada.) Bueno… es que… eso de irse tan pronto, pues…

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Mujer: Ya se ve que usted no conocea Francisca.

La muerte: Bueno… tengo unas señas.

Mujer: A ver, dígalas.

La muerte: (Titubea.) Pues… verá,con arrugas, desde luego. ¡Ya sonochenta años!

Mujer: ¿Y qué más?

La muerte: Verá… que será… pelo blanco, casi ningún diente propio. Nariz digamos…

Mujer: Digamos ¿qué?

La muerte: Afilada.

Mujer: ¿Eso es todo?

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La muerte: Bueno… eso además del nombre y el apellido.

Mujer: Pero usted no ha hablado de sus ojos.

La muerte: Bien, digamos, nublados… sí, nublados han de ser. Ahumados porlos años.

Mujer: No, mi blanca señora, no la conoce. Todo lo dicho está más o menosbien, pero no lo de los ojos. Tiene menos tiempo en la mirada. Esa que usted busca no es Francisca. (Cierra de golpe laventana, desaparece la casa.)

(La muerte se sienta en la orilla del escenario, se quita los botines, sacasu reloj, luego se incorpora y se echa a andar muy maltrecha.)

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