Yalta - El Despiece de Europa

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Acuerdos que definieron el nuevo orden mundial después de la Segunda Guerra Mundial

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  • DOSSIER

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    16. Las Ardenas. Hitlerjuega a todo o nadaDavid Solar

    22. AmistadespeligrosasJos Dez Zubieta

    26. Rebatia en Yalta.Stalin lleva la batutaPablo J.de Irazazbal

    Entre el 4 y el 11 de febrero de 1945, hace ahora sesenta aos,Roosevelt, Stalin y Churchill se reunieron en Yalta para reorganizar el territorio europeo ante la inminente derrota nazi. Mientras losejrcitos britnico y estadounidense, por el Oeste, y sovitico, por el Este, cerraban la tenaza en torno a Hitler, los Tres Grandespreparaban en Crimea la posguerra, en una Conferencia en la que laastucia de Stalin le permiti sacar ventaja sobre sus dos huspedes

    Alegora de la derrota del nazismo gracias al esfuerzo de norteamericanos, soviticos, britnicos y franceses.

    el despiecede EuropaYALTA

  • Cuando Hitler reuni a sus ge-nerales en su cuartel generalsecreto de Ziegenberg, en laretaguardia del Frente Occi-dental, el III Reich haba perdido la gue-rra desde haca muchos meses. El mo-mento que permiti pronosticar con se-guridad su derrota acaso estuvo en elotoo-invierno de 1942, tras los fiascosde Stalingrado y del Alemein. Quizs losmenos perspicaces intuyeron el cambiodefinitivo de la fortuna nazi en el veranode 1943, despus de su fracaso en Kursk,del desastre en frica, del desembarco

    aliado en Italia y del hundimiento del fas-cismo. Pero, tras la derrota en Norman-da, ya ni los partidarios del Fhrer ex-ceptuando a los ms ciegos o fanticosse atrevan a soar que pudiera inver-tirse la tendencia nefasta de la guerra.sa era la situacin aquel 12 de diciem-bre de 1944, cuando Hitler reuni a unostreinta generales y mariscales en su cuar-tel general del Oeste para arengarles:Nos corresponde, de inmediato, la tareade demostrarle al enemigo, asestndoledespiadados golpes victoriosos, que to-dava no ha ganado nada, que la gue-rra continuar de un modo ininterrum-pido (...). Que, haga lo que haga o dejede hacer, nunca, nunca, en ningn caso,

    podr contar con nuestra rendicin. Elenemigo tiene que saber que no saldrvictorioso de esta guerra. Si esta idea leresulta manifiestamente clara gracias a laactitud de nuestro pueblo y de nuestrasfuerzas armadas y, adems, sufre seriosreveses en el campo de batalla, a la pos-tre, ms tarde o ms temprano, sus ner-vios se derrumbarn....

    El golpe despiadado y victorioso queHitler se propona asestar a los aliadostena nombre, lugar y fecha: Bruma Oto-al, Las Ardenas y 16 de diciembre de1944. Y los reunidos eran, justamente,los encargados de dirigir el ataque. Allse hallaban los mariscales Gerd von Run-dstedt, comandante en jefe del Frente

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    DAVID SOLAR es autor de El ltimo da de Hitler.

    En diciembre de 1944, la Wehrmacht sorprendi a los aliados occidentales consu ofensiva en el Oeste. David Solar narra la audaz maniobra y su fracaso porfalta de medios, mientras los soviticos arrollaban las pobres defensas alemanasdel Este, originando un pavoroso xodo de ocho millones de civiles

    Hitler juega a todo o nada

    Cuerpo especial de esquiadores de la Wehrmacht en una misin de exploracin durante la primera fase de la batalla de Las Ardenas.

    LAS ARDENAS

  • Occidental y Walter Model, jefe del Gru-po de Ejrcitos B, sobre los que recae-ra la responsabilidad de la accin; tam-bin estaban los jefes de las tropas en-cargadas de romper el frente, los gene-rales Hasso von Manteuffel (5 EjrcitoAcorazado) Sepp Dietrich (6 EjrcitoAcorazado) y Erich Brandenberguer(7 Ejrcito) y los jefes de los respecti-vos estados mayores, de las diversas di-visiones y de las armas y servicios.

    Los reunidos aplaudieron tmidamen-te el final de las dos horas de discursoy regresaron a sus unidades sobrecogi-dos por la responsabilidad y los peorespresagios. Ni el ataque era disparatadoni estaba mal elegido el escenario: Hitlerhaba logrado reunir, contra todo clcu-lo angloamericano, tropas suficientes pa-ra propinar un fuerte golpe en sus lne-as; esas tropas, utilizadas a la defensi-va, se hubieran consumido sin resultadomilitar alguno; sin embargo, en Las Ar-denas, clave del xito alemn en la vic-toria sobre Francia, en 1940, caba laposibilidad de sorprender nuevamentea los aliados y de embolsar y aniquilar

    a buena parte de las fuerzas angloame-ricanas contra las costas belgas.

    Una sorpresa para todosEn el grandioso plan hitleriano haba, sinembargo, graves deficiencias: las fuerzasreunidas eran escasas para alcanzar se-mejante objetivo; el combustible acu-mulado apenas alcanzaba para avanzarcien kilmetros cuando la meta se ha-llaba a doble distancia; parte de las fuer-zas eran demasiado jvenes o excesiva-mente veteranas, perteneciente a los l-timos recursos humanos del III Reich, yenviadas a la lucha con escasa prepara-cin; las comunicaciones en Las Ardenaseran pocas y precarias, menos propiciasque en la primavera de 1940, tanto por-que los caminos invernales, embarradosy cubiertos de nieve, eran ms difciles,como porque los blindados y transpor-tes de 1944 eran mucho ms grandes ypesados. Adems, el xito se confiabaa la presuncin hitleriana de que los sol-dados norteamericanos eran gente pocoavezada a guerras tan duras como aqu-lla; hombres con poca correa que se

    derrumbaran ante la ferocidad de un po-tente ataque acorazado y abandonarana la desbandada los nudos importantesde comunicaciones. Para el xito se re-quera, tambin, que el mal tiempo pre-visto por los meteorlogos durase dossemanas, impidiendo los vuelos aliados.

    El ataque alemn del 16 de diciembre,con cuatrocientos mil hombres y un mi-llar de tanques, sorprendi y descon-cert al mando norteamericano, cuyasmedidas defensivas fueron apropiadas,pero lentas. Sin embargo, tal como se te-man los mandos de la Wehrmacht, losproblemas de sus fuerzas y las desacer-tadas presunciones de Hitler saldranpronto a relucir. La mayora de las uni-dades norteamericanas en una inferio-ridad inicial de 3 a 1 se defendieroncon energa, dificultando y desviando losataques y reduciendo la velocidad depenetracin de las fuerzas acorazadasde Dietrich y Manteuffel; las comunica-ciones en Las Ardenas constituyeron unatortura para los atacantes; la falta decombustible les dej indefensos a me-dio camino; el cielo, despejado a partir

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    YALTA, EL DESPIECE DE EUROPA

    Batido en todos los frentes, la situacin del III Reich era, a finales de enero de 1945, la que expresa la caricatura del sovitico Kukruniksi.

  • del 24 de diciembre, permiti operar, conla habitual superioridad, a los cazabom-barderos angloamericanos.

    Las Ardenas, con un nmero similarde bajas unos 80.000 hombres perdi-dos por cada bando y con mayoresquebrantos materiales artillera, blin-dados y aviones por parte de los nor-teamericanos, supuso un desastre parael III Reich, que ya no podra reponeraquellas prdidas. Por el contrario, suobstinada resistencia con el hito de ladefensa de Bastogne constituy paralos norteamericanos la mejor prueba dela madurez militar de su infantera.

    La Batalla de Las Ardenas, aunque anregistrara algunos coletazos y aunquelos aliados tardaran semanas en recu-perar lo perdido, ya estaba terminadacuando, en el Este, estall la ms temi-da de las tormentas. El Ejrcito Rojo, quellevaba dos meses casi inactivo, refor-zndose y situndose para la ofensiva fi-nal, se lanz al ataque el 12 de enero.

    Pnico en el EsteMatad! Matad! No hay inocentes en-tre los alemanes. Obedeced las rdenesde vuestro camarada Stalin, destruyen-do para siempre a la bestia negra en suguarida. Mancillad el orgullo racial delas mujeres alemanas. Tomadlas comolegtimo botn, arengaba el activista ro-jo, Ilia Ehrenburg, a los ejrcitos de Ro-kossovski, Koniev, Zukov, Malinovski y

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    Epopeya norteamericana en Bastogne

    Las vanguardias acorazadas del 5 Ejrci-to de Von Manteuffel esquivaron peno-samente Bastogne el 19 de diciembre. La to-ma de la ciudad fue encomendada a la in-fantera de los granaderos populares pobre-mente armada y rebaada por Himmler en-tre las ltimas reservas. Mientras Dietrichestaba parado y Von Manteuffel avanzadalentamente hacia el Mosa, el general nor-teamericano MacAuliffe escriba su epope-ya en Bastogne, rechazando la capitulacin,que se le ofreci el 22 de diciembre. Unosaseguran que escribi:

    Narices!. Como el interlocutor alemn no com-

    prendiera, se le hizo una traduccin acla-ratoria:

    Vyase al cuerno!.Otros afirman que su frase fue mucho ms

    rimbombante, como pensada para los ma-nuales de las academias de guerra:

    La guarnicin muere, pero no se rinde.De una u otra manera, la resistencia de

    MacAuliffe priv a los alemanes de aquelnudo de comunicaciones. Su resistencia irri-tara tanto a Hitler que, perdiendo de vis-ta la finalidad de la operacin, destin al ase-dio fuerzas importantes, con la orden de to-mar la ciudad a cualquier precio, y buenaparte del apoyo areo que en esos das tuvola Wehrmacht se ceb en el bombardeo delos cercados. As, 45.000 alemanes, que hu-bieran debido avanzar hacia el Mosa, ase-diaron una ciudad defendida por 18.000norteamericanos.

    El 22 de diciembre, sptimo da de la ofen-siva, Von Manteuffel an se hallaba lejos delMosa, que debera haber alcanzado el tercer

    da. Ante el estancamiento y el evidente pe-ligro en que se hallaran las tropas alemanasen caso de mejorar el tiempo, Rundstedt pi-di a Hitler permiso para detener la ofensiva,que ya no prometa nada. Hitler se neg y or-den que continuara el ataque y se tomaraBastogne. El da 24, Von Manteuffel se acer-c a diez kilmetros del Mosa, en la mxi-ma penetracin alemana. Ese da cambi eltiempo y sali el sol, lo que permitira la ac-tuacin de los aviones angloamericanos. Laretaguardia alemana fue bombardeada y Bas-togne, abastecido, mientras los cazabombar-deros se cebaban en las fuerzas acorazadas deVon Manteuffel y Dietrich. La batalla de LasArdenas haba terminado, no as el asedio deBastogne, que Hitler aliment hasta el 9 deenero, en que los contraataques norteameri-canos terminaron liberando a los sitiados.

    xxxxxXXI Ejr.

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    Brandenbergerxxxx

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    B

    ALEMANIA

    FRANCIA

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    Rotterdam

    Lieja

    Monschau

    Duren

    Hotton

    Aerschot

    Gante

    Breda

    Linnich

    Walcheren

    Bastogne

    Amberes

    LUXEMBURGO

    a

    MAR DELNORTE

    0 25 50 km

    NFRENTE OCCIDENTAL OTOO 1944

  • Tolbukin que se disponan a atacar enun frente de 1.200 kilmetros, desdeHungra al Mar Bltico.

    Los propsitos brbaros y vengativosdel Ejrcito Rojo no extraaban a Hitlerni a nadie en Alemania, pues eran con-sonantes con el bestial trato dispensadopor los ejrcitos del III Reich a las po-blaciones conquistadas en la URSS y,tambin, estaba de acuerdo con la pro-paganda de Goebbels, que incitaba a lastropas a la resistencia a ultranza para quesalvaran a su patria y a sus familias dela miseria, la infamia y la muerte.

    Pero lo que Hitler que despreciaba alos soviticos y que siempre les suponaal borde del agotamiento no hubierapodido ni soar es que a comienzos de1945 iba a tener cinco grupos de ejr-citos rojos, con tres millones de hom-bres, 8.000 carros de combate, 50.000 ca-ones y 20.000 aviones frente a sus fron-teras orientales.

    Cuando su ltimo jefe del Estado Ma-yor de la Wehrmacht, Guderian, le ad-verta del gravsimo peligro en que sehallaban Prusia Oriental, Pomerania y Si-lesia, adems de Checoslovaquia, Aus-tria y Hungra, Hitler montaba en cle-ra creyndose objeto de un engao; senegaba a aceptar que aquello pudieraser verdad y supona que se le exage-raban las cifras para que ordenase el re-pliegue de sus ejrcitos. As se neg areforzar aquellos frentes, sacando tropas

    de zonas donde no haba actividad, co-mo en Curlandia.

    Las consecuencias se comenzaron a verel 12 de enero, cuando el mariscal Ko-niev inici la ofensiva sovitica en la ca-beza de puente de Baranov. Los alema-nes, combatiendo en una inferioridad ar-tillera de 1 a 5, de 1 a 3 en carros de com-bate, de 1 a 12 en aviones y de 1 a 2 eninfantera, fueron arrollados. Los sovi-ticos entraron en Varsovia el 17 de ene-ro; el 21, penetraron en Silesia; el 26 de

    enero, sus caones alcanzaban Koenigs-berg; el 27, los alemanes eran forzados aevacuar la Alta Silesia; el 11 de febrero,los soldados de Stalin conquistaban Bu-dapest; el 15, cercaban Breslau; el 23 defebrero, tomaban Posen...

    El espanto ante las violencias soviti-cas contra la poblacin civil aumenta-das por la propaganda y los rumores yla sensacin de culpabilidad por los in-mensos atropellos cometidos por sus tro-pas en la Unin Sovitica y en Polonia,originaron un xodo sin precedentes.Ocho millones de personas se lanzarona las carreteras heladas en busca de sal-vacin en el Oeste. Padecieron penali-dades sin cuento, huyendo bajo tem-pestades de nieve y soportando tempe-raturas de hasta 25 bajo cero, sin me-dios de transporte, ni alimentos, ni abri-go. Caminaban aterradas, temiendo losametrallamientos areos o ser rebasadaspor las columnas motorizadas soviticas,que hubieran cortado las comunicacio-nes con el Oeste o, peor, hallarse en elcamino de una divisin acorazada queles hubiera hecho papilla con las cade-nas de sus blindados, como ocurri envarias ocasiones. Marchaban con la m-xima celeridad posible, abandonandoa los que se retrasaban o arrollando alos que se encontraban en el camino. Enaquel terrible xodo se calcula que pe-recieron ms de milln y medio de ci-viles alemanes, cuyos cuerpos quedaron

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    LAS ARDENAS. HITLER JUEGA A TODO O NADAYALTA, EL DESPIECE DE EUROPA

    Los soldados norteamericanos contraatacan en Las Ardenas, gracias al agotamiento del combustible alemn y del dominio del espacio areo.

    Mariscal Gheorghi K. Zukov, jefe del Grupo deejrcitos soviticos 1er Frente de RusiaBlanca, que apuntaba directamente a Berln.

  • insepultos en las cunetas de los caminoso entre las ruinas de las ciudades don-de creyeron hallar cobijo seguro, comoKoenigsberg, Posen, Glogau, Kstrin,Breslau o Francfort del Oder.

    La misma tragedia que se vea en lascarreteras suceda en los puertos del Bl-tico, donde toda la poblacin riberea

    trataba de ponerse a salvo en los cadavez ms escasos buques. Libau, Koe-nigsberg, Piccau, Danzig, Gdynia dieronlugar a escenas dantescas para conse-guir plaza en un barco. Como las per-sonas que llevaban nios tenan priori-dad para alcanzar la tarjeta de refugia-do, se denunciaron centenares de robosde nios. Pudo verse a soldados que

    trataban de salir de un puerto con un ni-o en brazos, asegurando que era su hi-jo; otros intentaban colarse llevando enbrazos un mueco de trapo. En mediode aquel pandemonium, an funciona-ban patrullas de las SS, que cazaban alos desertores y los reexpedan hacia elfrente o los colgaban de una farola.

    A finales de febrero de 1945, los cin-co ejrcitos soviticos que se habanpuesto en marcha a mediados del mesanterior haban profundizado entre 400y 500 kilmetros dentro del dispositivoalemn, alcanzando la lnea del Oder encasi toda su longitud. Berln se hallabatan slo a 80 kilmetros.

    En cinco semanas haban desbaratado

    por completo 70 divisiones alemanas ydaado gravemente a muchas otras, oca-sionando la muerte a medio milln desoldados, hiriendo a cerca de doscien-tos mil y capturando a un nmero si-milar. Los ejrcitos alemanes del Este ha-ban dejado de existir y la Wehrmachtse disponan a reunir sus restos para for-mar la ltima barrera ante los soviticos.

    Las esperanzas perdidasCuando Hitler se vio perdido quiso,conscientemente, aniquilar al pueblo ale-mn y destruir las bases de su mismaexistencia. Ya no conoca lmites mora-les. Para l, su fin significaba el fin detodo, escriba uno de los ministros delIII Reich, Albert Speer, refirindose a laactitud de Hitler en aquellos das, cuan-do todo se derrumbaba.

    Speer, que hasta entonces haba rea-lizado el milagro de intensificar la pro-duccin armamentstica alemana incluso

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    Enloquecida ante la amenaza sovitica,la poblacin civil trat de escapar portierra y, cuando qued aislada, por barco

    La tragedia del Wilhelm Gustloff

    Afinales de enero de 1945, lleg la or-den de evacuacin a la base naval deGotenhafen, en la baha de Danzig, dondean se adiestraban tripulaciones de subma-rinos. stos se hicieron de inmediato a lamar y los cuatro buques que all haba fue-ron cargados con el material y las armas queaqullos no pudieron recoger, y con todoel personal de la base y los astilleros, y anembarcaron unos 12.000 refugiados, algu-nos mediante sobornos, y otros, por todo ti-po de argucias.

    Tres de los buques navegaron hacia elOeste bordeando la costa, pero el cuarto, elWilhelm Gustloff, de mayor calado, sali amar abierta. A parte de su carga militar,llevaba unas ocho mil personas a bordo, deellas quizs seis mil refugiados. Parti ha-cia las 18.00 horas del 30 de enero, avan-zando a unos 12 nudos en medio de unamarejada moderada y sufriendo un fuerteviento helado.

    Hacia las de las 21.00 horas, a unas25 millas de la costa, el buque registr unasacudida y los pasajeros, por encima del ru-gido del viento y del choque del oleaje con-tra el casco, escucharon una explosin. Enmedio del general miedo y expectacin, si-guieron dos nuevos impactos, unidos a sen-das explosiones. Las luces se apagaron.Salones y camarotes vomitaron millares de

    personas que, empavorecidas, trataron deganar las cubiertas.

    La marinera, barrida por la avalancha fu-riosa de los que trataban de subir a los botes,no pudo dirigir el ordenado embarque ni sudescenso hasta el agua. Algunos volcaron, pre-cipitando a sus ocupantes al helado oleaje;otros se desplomaron, durante el descenso,

    reventando al llegar al agua. En torno al cas-co chapotearon los nufragos durante bre-ves minutos antes de ser tragados por el mar.

    El buque, herido por tres torpedos, esta-ba escorado, pero las puertas estancas lomantenan a flote y los fogoneros alimenta-ban las calderas permitiendo una navega-cin lenta y el achique del agua. El pasajesuperviviente al pnico inicial se seren yacomod a la espera de la ayuda que ya es-taba en camino.

    Poco despus de las diez de la noche se lesacercaron un remolcador y el torpedero T.36.La llegada del socorro coincidi con la quie-bra de los mamparos: el Gustloff se recostsobre las olas; las cubiertas formaron un n-gulo obtuso con el mar y quienes se encon-traban en ellas se precipitaron a las olas.

    En pleno desesperado salvamento, el tor-pedero detect al submarino sovitico quehaba torpedeado al buque, con lo que pro-sigui el salvamento en condiciones difici-lsimas hasta que, ante la presencia de un se-gundo submarino, desisti y se alej de lazona con 564 rescatados, que sumados a losque salv el remolcador, un segundo tor-pedero y los que alcanzaron la costa con losbotes, sumaron un millar de personas; el res-to, quizs seis o siete mil, perecieron en latragedia recreada por Gnter Grass en sunovela A paso de cangrejo, publicada en 2002.

    Una de las refugiadas que logr plaza en elWilhelm Gustloff. Sus esperanzas inicialesse convertiran pronto en tragedia.

  • bajo las circunstancias ms adversas, co-mo la carencia de materias primas y losestragos causados por los bombardeosaliados, haba ya arrojado la toalla. A fi-nales de enero, con ocasin del duod-cimo aniversario de la subida de Hitleral poder, le entreg la memoria anual deproduccin y las previsiones de futuro.El documento comenzaba de forma la-pidaria: La guerra est perdida. Fun-damentaba su afirmacin en las prdidasde las materias primas de Silesia, Pome-rania, Alsacia, Lorena y Hungra; en lacrisis industrial desencadenada por lasdestrucciones provocadas por los bom-bardeos aliados en las fbricas y en lasredes de comunicaciones y en la escasezde trabajadores, perdidos los de los te-rritorios ocupados y esquilmados los deAlemania por los reclutamientos.

    Hitler le escuch malhumorado, guar-d el documento en la caja fuerte quetena en su habitacin del bnquer y diordenes de que, en adelante, Speer novolviera a verle en privado.

    Sueos y locurasHitler no quera ni or hablar de derrotay segua maquinando combinaciones pa-ra cambiar el curso de la guerra. El pro-yecto que acariciaba en febrero era unpoderoso contraataque en Hungra quedevolviera a Alemania los campos pe-trolferos de Ploesti y alejase a los so-viticos de Checoslovaquia y Austria, pa-ses donde an funcionaban grandes f-bricas de armamentos. Adems, cerca deViena, estaban las ltimas fuentes de su-ministro petrolfero del III Reich.

    Por algunas indicaciones que dio Hi-tler a los gauleiteren austracos sobrela formacin de partidas de voluntarios,adiestrados en la lucha antitanque, se su-pone que acariciaba la idea de formaren toda esa zona y sur de Alemania unaltima isla de resistencia, a la espera dela ruptura entre los aliados occidentalesy los soviticos que, segn crean los je-rifaltes nazis, estaba a punto de produ-cirse. All esperaba contar con mediosmateriales importantes, con una geo-grafa favorable a la defensa y con suspartidarios ms fanticos.

    Por eso, Hitler se dispona a jugarse elresto en Europa central. A espaldas desu jefe de Estado Mayor, Heinz Gude-rian, dispuso que el 6 Ejrcito Acora-zado de las SS, al mando de Sepp Die-trich, se trasladase a Hungra.

    Esa formacin acorazada haba sido lafracasada punta de lanza en la batalla deLas Ardenas. Tras su retirada de aquelfrente, fue reorganizada y rearmada enla zona de Bon, donde recibi el mejormaterial acorazado producido por Ale-mania: tanques Panther y Knigstiger ycazacarros Jagdtiger y Hertzer. En total,Sepp Dietrich haba reunido unos150.000 hombres, 800 carros y cazaca-rros y 3.200 caones y morteros.

    Guderian planeaba trasladar ese puode hierro a Pomerania y golpear el aladerecha sovitica, cortando sus alarga-das lneas situadas junto al Oder y pa-ralizando su avance. Hitler desoy losargumentos de Guderian y, sin su co-nocimiento, orden que el 6 Ejrcito setrasladase a Hungra. Era una decisin

    en consonancia con su mentalidad: nole interesaba una guerra defensiva que,ineluctablemente, conducira a la derro-ta; buscaba acciones decisivas, que pro-vocaran un vuelco en la situacin y, eneste caso, estaba en juego no slo ungolpe de efecto contra los soviticos, si-no la propia supervivencia del III Reich.El memorndum de Speer lo deca cla-ro: el colapso de los ejrcitos alemanesse producira en seis u ocho semanas,por falta de combustible y municiones.

    sa era la perspectiva nazi cuando losTres Grandes se reunieron en Yalta. Evi-dentemente, tal como haba ocurrido enLas Ardenas, Sepp Dietrich no pudo cam-biar la situacin en Hungra y, tras algu-nos xitos iniciales, fue rechazado. Perosta es otra historia.

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    LAS ARDENAS. HITLER JUEGA A TODO O NADAYALTA, EL DESPIECE DE EUROPA

    LITUANIA

    LETONIA

    SUECIA

    HUNGRA

    POLONIA

    URSS

    ALEMANIA

    Cherniakovski

    xxxxxIII G.E. RUSIA

    BLANCA

    Rokossovski

    xxxxxII G.E. RUSIA

    BLANCA

    Zukov

    xxxxxI G.E. RUSIA

    BLANCA

    Petrov

    xxxxxIV G.E.

    DE UCRANIA

    Koniev

    xxxxxI G.E.

    DE UCRANIA

    Reinhardt

    xxxxxG.E. CENTRO

    Harpe

    xxxxxG.E. A

    Ne se

    Breslau

    Steinau

    Posen

    Torun

    Konitz

    Koenigsberg

    Labiau

    Grodno

    Memel

    Libau

    Danzing

    Wollin

    Koszalin

    Hundimiento del Wilhem Gustloff

    30-I-1945

    a

    Wielun

    Radom

    Lodz

    Kutno

    Magnuszev

    Grudziadz

    Lubln

    VARSOVIA

    BERLN

    CracoviaKatovice

    Francfortdel Oder

    OFENSIVA SOVITICA INVIERNO 1945

    es sov

    nn

    MARBLTICO

  • El 9 de octubre, por la tarde,aterrizamos en Mosc, dondeMolotov y numerosos altosfuncionarios soviticos nosbrindaron un efusivo recibimiento contodo el ceremonial correspondiente,escribe Winston Churchill en sus Me-morias, recordando su viaje a Mosc,en otoo de 1944, que tendra profun-das repercusiones en la poltica eu-ropea del siguiente medio siglo.

    Reconoce el premier britnico que hu-bo de realizar un autntico esfuerzo per-sonal, para realizar esa visita. An nohaca un mes en que se haban rendi-do los ltimos combatientes del EjrcitoNacional Polaco, a los que Stalin negsu auxilio para evitar su victoria e im-poner ms fcilmente al Gobierno tte-re polaco que haba organizado en Lu-bln. Ms an, paraliz la ofensiva de susejrcitos a la espera de que los patriotaspolacos fueran exterminados por los ale-manes y, ms ofensivo para Londres yWashington, deneg el permiso paraque los aviones de abastecimiento bri-tnicos y norteamericanos que socorrana los sublevados, pudieran aterrizar y re-postar combustible en la URSS.

    La indignacin del Gobierno britni-co y de su opinin pblica fue extraor-dinaria, pues no en vano se haban im-plicado en la II Guerra Mundial por sos-tener sus acuerdos con Polonia, en Lon-dres exista un Gobierno polaco en elexilio, reconocido por el Reino Unido,y 150.000 polacos combatan codo concodo junto a los britnicos.

    En el nimo de Churchill se impuso elinters poltico. Los ejrcitos soviticoscontrolaban Rumania y Bulgaria, avan-zaban en los Balcanes y en Hungra;

    haba que resolver el contencioso pola-co y, tras el repliegue nazi, la situacinen Grecia era confusa. Por tanto, debasuperar la indignante traicin, pues s-lo podramos alcanzar buenas decisionescon la URSS mientras disfrutramos de lacamaradera que nos proporcionaba elvnculo de tener un enemigo comn.

    El repartoHoras despus de su llegada a la capi-tal sovitica, Churchill y su ministro delForeign Office, Anthony Eden, fueronrecibidos en el Kremlin por Stalin y suministro de Exteriores, Viacheslav Mo-lotov. Para evitar que Polonia fuese unaespina atravesada en la garganta, abor-daron el asunto de inmediato, solici-tando que viajaran a Mosc variosmiembros del Gobierno polaco en elexilio. Eliminado el malestar, abordaronlos mltiples asuntos pendientes. En unclima distendido, Churchill propuso aStalin resolver el problema de influen-cias en los Balcanes y, mientras esbo-zaba su idea, fue escribiendo:Rumania: URSS, 90%. Los dems, 10%Grecia: Gran Bretaa y EE. UU., 90%.URSS, 10%.Yugoslavia: 50-50%.Hungra: 50-50%.Bulgaria: URSS, 75%; los dems, 25%.

    22

    El encuentro de los Tres Grandes en Yalta tuvo importantes prolegmenos,entre ellos la visita del premier britnico a Stalin en otoo de 1944. Jos Dez-Zubieta narra lo ocurrido: el reparto de influencias en losBalcanes, Grecia y Hungra y el debate sobre las fronteras de Polonia

    Churchill en Mosc

    AMISTADESPELIGROSAS

    JOS DEZ-ZUBIETA es historiador y profesorde Relaciones Internacionales.

    Winston Churchill, a su llegada a Mosc.

  • Stalin ley la cuartilla y traz en ellauna gruesa raya aprobatoria. Luego, elbritnico expres su temor a que el pa-pel pareciera un signo de ligereza, al de-terminar cuestiones que afectaban a mi-llones de personas, por lo que propu-so quemarlo. Pero Stalin se lo entreg:No. Consrvelo usted.

    Churchill escribe en sus Memorias:Todo se arregl en menos tiempo delque se tarda en escribirlo, y hace cons-tar que llevaba muy meditados aquellosporcentajes de influencia que se referan,naturalmente, al tiempo de guerra. A se-senta aos de aquellos sucesos, muchosanalistas creen que aquel acuerdo quecontena un elevado porcentaje de ci-nismo, constitua una violacin a la Car-ta del Atlntico y daba pbulo al impe-rialismo sovitico sirvi para algo: an-te la insurreccin comunista en Grecia,Inglaterra envi tropas y Stalin se abs-tuvo de actuar; quiz la independenciade que goz la Yugoslavia de Tito tu-vo cierto respaldo en aquella cuartilla;en Hungra no sirvi de nada; respectoa Bulgaria y Rumania, de poca utilidadpoda ser, pues estaban ocupadas por laURSS y eran pases distantes de las in-fluencias britnico-norteamericanas.

    La cuestin polacaEn las jornadas siguientes, Stalin y Chur-chill trataron de la marcha de la guerra,del futuro yugoslavo, de la intervencinsovitica contra Japn, o de lo habla-do en Dumbarton Oaks respecto a la fu-tura organizacin internacional. Peroesos temas estaban casi al margen delprograma: el gran asunto era Polonia.

    Cuando llegaron los representantesdel Gobierno polaco en el exilio, Chur-chill les dej claro que las fronteras po-laco-soviticas se fijaran en la LneaCurzon, la terica frontera de 1919 en-tre la URSS y Polonia. Haba sido tra-zada por el entonces ministro de Exte-riores britnico, pero no sirvi de nada,pues la guerra victoriosa de Polonia, en1920, la haba empujado unos 150-200kilmetros hacia el Este. A cambio deesa renuncia territorial, los polacos re-cibiran compensaciones en el oeste, acosta de Alemania. El segundo sapo queChurchill les hizo tragar fue el obligadoentendimiento con el Gobierno polaco-comunista de Lubln, pues entre ambosdeberan lograr una Polonia unificada ydemocrtica.

    No hubo un entendimiento definitivoen cuanto a las fronteras. Stalin impusoque el acuerdo dijera que la Lnea Cur-zon, servira como base para una fron-tera entre la URSS y Polonia: en efec-to, fue rectificada, a favor de la URSS.Aunque no se negoci entonces, tam-bin hablaron, de la frontera occidentalde Polonia, conviniendo establecerla

    sobre la lnea del Oder, pero en Yaltase vera que Churchill hablaba del roOder y Stalin del Oder-Neisse, peor pa-ra Alemania y mejor para la la URSS, cu-yos designios sobre Polonia eran claros.

    Respecto a la concordia entre ambosGobiernos, no hubo acuerdo, pues Sta-lin lo vinculaba al establecimiento deunas fronteras definitivas. stas fueron

    23

    YALTA, EL DESPIECE DE EUROPA

    LITUANIA

    ALEMANIA

    ALEMANIAORIENTAL

    POLONIA

    HUNGRA

    HUNGRA

    RUMANIA

    POLONIA

    URSS

    URSS

    PRUSIAORIENTAL

    POLONIA, 1938

    Gdansk

    Poznan

    Poznan

    Kutno

    Rovno

    Lodz

    Lubln

    Lubln

    Torun

    Torun

    Breslau

    Minsk

    Baranovici

    Piotrkow

    Cracovia

    Cracovia

    Suwalki

    Suwalki

    Luwicz

    Kutno

    Lodz

    Luwicz

    Lvov

    Lvov

    Brest-Litovsk

    Szczecin

    Brest-Litovsk

    Koenigsberg

    Kaliningrado

    Vilna

    Vilna

    VARSOVIA

    BERLN

    BERLN

    VARSOVIA

    Oder

    Elba

    Elba

    Oder

    Neisse

    Neisse

    Vstula

    Vstula

    Vstula

    Bug

    Vstula

    Bug

    Fronteras

    POLONIA, 1945Frontera defendida porChurchill y RooseveltFrontera impuesta por StalinFrontera polaca 1938

    0 100

    N

    Polonia camina hacia Occidente. En el este, retroceda, en favor de la URSS, hasta la LneaCurzon, con algunas rectificaciones. En el oeste, ganaba hasta la lnea Oder-Neisse, gracias ala obstinacin de Stalin, pues Churchill y Roosevelt pretendan situar la frontera en el Oder.

  • trazadas, provisionalmente, en Yalta (fe-brero, 1945), se reconoceran en Pots-dam (julio-agosto, 1945) y fueron acep-tadas por la RDA y por la RFA en las d-cadas siguientes.

    El 17 de octubre celebraron la ltimareunin, con cena y brindis sin tasa.

    Camino de YaltaMientras los ejrcitos soviticos refres-caban y abastecan sus unidades paralanzar su definitiva ofensiva, mientras las

    tropas anglonorteamericanas avanzabanpenosamente en un frente de casi mil ki-lmetros, desde Suiza a Blgica, Fran-klin D. Roosevelt concurra por cuartavez a las elecciones presidenciales. Pe-se a la progresiva enfermedad de su pre-sidente, visiblemente demacrado y per-manentemente reducido a una silla deruedas, los norteamericanos optaron porno cambiar de tiro en medio del roy volvieron a darle la victoria el 7 de no-viembre de 1944.

    Entre tanto, en noviembre, Churchillvisitaba a De Gaulle, fortaleciendo su de-cisin de instalar a Francia en el grupode los Grandes, de implicarla en el con-trol de Alemania y, por tanto, en la fu-tura defensa de Europa central, asuntoque tanto le inquietaba. Luego, en Na-vidad, visit Grecia, donde sus tropascolaboraban con los monrquicos, arrin-conando a los comunistas.

    Stalin tambin se mova. En diciembrefirm un tratado de alianza con Francia,

    24

    Hitos polticos de la victoria

    Las relaciones interaliadas durante laII Guerra Mundial fueron trascendenta-les tanto para su victoria, como para el des-tino de varios pases y para las relaciones in-ternacionales del resto del siglo XX,

    Ley de Prstamo y arriendo: Autori-zaba al presidente a ceder equipos blicos sias interesaba a la propia defensa de EE. UU.De ella se beneficiaron, principalmente,Gran Bretaa a partir de marzo de 1940 yla URSS, tras la invasin alemana, en 1941.

    Carta del Atlntico, agosto de 1941. Ela-borada por Roosevelt y Churchill, recono-ca el derecho de los pueblos a elegir su sis-tema de gobierno, impulsaba la libertad decomercio y la cooperacin econmica y exi-ga la renuncia al empleo de la fuerza en losconflictos internacionales.

    Alianza de las Naciones Unidas, 1 deenero de 1942. Churchill fue husped deRoosevelt durante tres semanas en las Na-vidades de 1941-42. En ese tiempo pusie-ron las bases para la victoria y coordinar losesfuerzos de todos los implicados en la lu-cha contra el Eje. Fue firmado por los 26 pa-ses entonces implicados en la guerra y cons-titua la primera semilla de la ONU.

    Operacin Torch. En el verano de 1942,

    Roosevelt y Churchill acuerdan el desem-barco aliado en el norte de frica. En agos-to, Churchill viaja por vez primera a Moscpara informar a Stalin del proyecto.

    Conferencia de Casablanca, enero de1943. Aunque invitado, Stalin no acudi.All, Roosevelt y Churchill acordaron que,terminada la guerra en frica, desembar-caran en Sicilia e Italia y que la capitula-cin alemana sera incondicional. En Ca-sablanca, ambos reconocieron a De Gaulle ysu Francia Libre, como representacin ofi-cial de los asuntos de Francia.

    Conferencia de Quebec, agosto de1943. Se renen Roosevelt, Churchill y el

    primer ministro canadiense MackenzieKing. All se acuerda la apertura del segundofrente, Francia, con importante aportacinde tropas canadienses.

    Conferencia de El Cairo, noviembre de1943. Se renen Churchill, Roosevelt yChiang Kai-shek. Camino de Tehern, pro-metieron ms ayuda a su aliado chino paraque sostuviera su guerra contra Japn. Chi-na recuperara sus territorios histricos.

    Cumbre de Tehern, noviembre-di-ciembre de 1943. Primera reunin de losTres Grandes. All comenzaron las excelen-tes relaciones de Roosevelt y Stalin, en de-trimento de Churchill. Se habl de la fun-dacin de la ONU, del aplastamiento deAlemania y del juicio de los criminalesde guerra, del desembarco en Francia, de laposesin sovitica del territorio polaco ocu-pado en 1939, de acuerdo con Hitler.

    Dumbarton Oaks, agosto-octubre de1944. Representacin a nivel ministerial deEE. UU., Reino Unido, URSS y China, pa-ra debatir la organizacin y funcionamien-to de la seguridad colectiva tras la guerra.Pusieron las bases de la Carta de las Nacio-nes Unidas: Consejo de Seguridad, ConsejoEconmico y Social y Tribunal de Justicia.

    EE UU

    REINOUNIDO

    ALEMANIA

    URSS

    MALTA

    FRANCIA

    Gibraltar

    Londres

    Londres - La Valettaaprox. 6.000 km

    La Valetta - Sakiaprox. 2.500 km

    Mosc - Sakiaprox. 1.800 km

    Saki - Yalta200 km

    Washington - La Valettaaprox. 10.000 km

    Berln

    Mosc

    Pars

    Washington Roma

    Nueva York

    Saki Yalta

    EL CAMINO A YALTA

    Un nuevo mapa o la faz de la tierra.Caricatura espaola del acuerdo de fronterase influencias por parte de los aliados.

  • aunque no dej de considerarle un alia-do menor, y el 5 de enero, desprecian-do las peticiones de Roosevelt y Chur-chill, reconoca a los comunistas de Lu-bln como Gobierno Provisional polaco.

    Y la diplomacia de todos ellos iba or-ganizando la nueva reunin de los TresGrandes, que slo se haban juntado unavez, en Tehern, en el otoo de 1943.Realmente, la segunda cumbre de losTres Grandes hubiera debido celebrarsetras los xitos aliados del verano de1944, pero Roosevelt aleg que no po-dra abandonar Estados Unidos en po-ca electoral, de modo que condicion elviaje a la toma de posesin presidencialdel 20 de enero, fuera quin fuese elcandidato elegido.

    La eleccin del lugar plante nume-rosos chalaneos. En Washington hubie-ran deseado que fuera cerca de EstadosUnidos, a unos das de viaje en barco,dada la precaria salud de Roosevelt y desu asesor Harry Hopkins y de la pre-vencin que los viajes areos causabanen el presidente. Groenlandia o Islandia

    hubieran sido bien vistas, pues no serandestinos muy lejanos ni para Churchillni para Stalin, pero ste se neg en re-dondo, alegando que la direccin de laguerra le impeda tal desplazamiento.

    Por ello se busc un lugar ms pr-ximo a la URSS y se tante una cita enMalta, pero el sovitico quera jugar encasa y contraofert Crimea como puntode cita. Roosevelt, encandilado por elUncle Joe como denominaba a Iosif Sta-lin accedi, provocando la indignacinde Churchill: Si nos hubiramos pasa-do diez aos buscando, no habramospodido encontrar en todo el mundo unsitio peor que Yalta. Slo es bueno pa-ra pillar el tifus y caer victimas de pio-jos mortferos que medran por doquier.

    Negros presagiosEl premier cedi y, a cambio, obtuvo unencuentro en Malta con Roosevelt, queacudi a esa cita un tanto forzado, puesni quera desatar los recelos de Stalin nisoportar a Churchill, respecto al que cadada tena ms prejuicios, considerndoleun colonialista impenitente.

    El encuentro se produjo en La Vale-ta, a bordo del crucero norteamericanoQuincy. La impresin de Churchill fuemuy pesimista, pues Roosevelt y Hop-kins parecan ms moribundos quehombres dispuestos a negociar dura-mente con un interlocutor en plena for-ma como Stalin. La poliomielitis sempi-terna del presidente estaba a punto deconsumar su victoria, as como el cn-cer que padeca Hopkins.

    El presidente y el premier almorzaronjuntos y, tras la siesta, trataron sobreasuntos militares: el cruce del Rin, Gre-cia, Italia, el Pacfico, la guerra subma-rina y el frente del Este, asunto que preo-cupaba sobremanera a Churchill. Por esoaconsej que los ejrcitos aliados avan-zaran rpidamente en Austria para quelos soviticos no ocuparan ms de lonecesario en el oeste de Europa.

    En sus Memorias, Churchill omite ladura respuesta de Roosevelt, sintomti-ca de la deriva de su pensamiento en sultima poca: Al menos, estoy conven-cido de una cosa. Stalin no es un impe-

    rialista (...), Winston, usted tiene en lasangre cuatrocientos aos de conquis-tas. No puede admitir la posibilidad deque una nacin no se apodere de un te-rritorio si tiene la posibilidad de hacer-lo. Pero se est abriendo un nuevoperodo de la historia del mundo y us-ted debe adaptarse a l (...). No puedoadmitir que estemos combatiendo la es-clavitud fascista y que, al mismo tiem-po, rehusemos liberar a todos los pue-blos que viven bajo una denominacincolonial. La paz no deber tolerar elmantenimiento de despotismo alguno....

    Churchill supo que iba a hallarse muysolo en Yalta, pues Roosevelt ni cono-ca a Stalin ni perciba su juego y deque, a cambio de sacar adelante las Na-ciones Unidas, estaba dispuesto a ce-der en todo.

    Poco despus, los aviones comenzarona salir hacia Crimea, transportando losseis centenares de personas que compo-nan ambas delegaciones. 2.200 kilme-tros les separaban del aeropuerto de Sa-ki, que estaba cubierto de una espesa ca-pa de nieve.

    25

    CHURCHILL EN MOSC, AMISTADES PELIGROSASYALTA, EL DESPIECE DE EUROPA

    Los brindis de Stalin

    Anthony Eden, el ministro britni-co del Foreign Office, le conside-raba un negociador invencible: Era ine-xorable y saba donde iba. Jams pro-nunciaba una palabra intil, nunca seenfadaba, apenas se irritaba. Impasible,tranquilo, siempre a media voz, evitabalos eternos niet de Molotov, que tantoexasperaban. Mtodos ms sutiles le per-mitan alcanzar lo que deseaba sin darpruebas de obstinacin (Anthony Eden,Memorias).

    Evidentemente, un negociador tan te-mible como ste no poda estar perma-nentemente borracho en sus almuerzos ycenas de trabajo, siempre rematadas conincontables brindis. Al respecto, JessHernndez cuenta: Uno de los colabo-radores de Roosevelt, muy atento a lo quesuceda en la mesa, descubri el truco deStalin para mantenerse sobrio pese a losinacabables brindis. El lder sovitico,tras servirse un vaso de vodka, bebi lamitad y a partir de ah fue llenando di-simuladamente el vaso con agua.

    La aficin de Stalin al alcohol tenalugar en el mbito privado. En una oca-sin, un colaborador suyo, al entrar ensu despacho, en donde haba estado tra-bajando toda la noche, recogi un to-tal de siete botellas de vodka comple-tamente vacas! (Las Cien mejores anc-dotas de la Segunda Guerra Mundial).

    Roosevelt ni conoca a Stalin, ni advertasu juego y cedera en todo a cambio de suapoyo en la fundacin de la ONU

    Stalin consuma mucho alcohol enprivado. Mientras negociaba, slo fingaque beba.

  • Mientras las delegacionesde Estados Unidos y GranBretaa llegaban al aero-puerto de Saki, cerca deEupatoria, a 200 kilmetros de Yalta, enel mar, buques de ambos pases vigila-ban todas las posibles contingencias ydos cruceros el britnico Franconia yel norteamericano Cacoctin forzaron laterica neutralidad de Turqua y fon-dearon en el Mar Negro, para servir co-mo enlaces de comunicaciones.

    Se necesitaron seis horas para recorrerel penoso camino desde Eupatoria has-ta Yalta, entre bruscos cambios de tem-peratura, que pasaban de la nieve a unsol trrido. Acompaaba a Roosevelt suhija Ana, que le llam la atencin so-bre los soldados que cubran la carreraa lo largo de todo el camino: Mira, pa-p, muchos son mujeres...!.

    Stalin se haba esforzado en prepararlo mejor posible el escenario. El Palaciode Livadia, en donde se habra de ce-lebrar la mayor parte de las reunionesde los Tres Grandes, haba sido resi-dencia de verano de los zares, luego ca-sa de reposo para tuberculosos y, final-mente, cuartel general de la ocupacin

    nazi. Cuando los alemanes se retiraron,se lo llevaron todo y lo que no pudie-ron rapiar, lo destruyeron. Tan sloquedaron dos cuadros, que sirvieron pa-ra decorar la habitacin de Roosevelt.

    Los soviticos realizaron casi una ma-ravilla. Transportaron desde Mosc has-ta el menor detalle en 1.500 vagones deferrocarril, que tardaron cinco das en rea-lizar el viaje. El personal de servicio, queno haba sido advertido de antemano,

    crey que se trataba de una deportacinmasiva a Siberia. Se transplantaron, in-cluso, rboles para mejorar el paisaje de-solado por la guerra y bast que el ma-riscal del Aire britnico, Charles Portal,exclamase: Oh, yo cre que estos es-tanques estaran llenos de peces ro-jos...!, para que, al da siguiente, estu-vieran all los peces.

    Este aparente confort enga a losRoosevelt: en la habitacin presidencialno faltaba detalle, lo mismo que en lasdel general George Marshall y del al-mirante Ernest King, alojados en laalcoba imperial y en el boudoir de la za-rina. Peor se alojaban sus subalternos:16 coroneles durmieron en un saln. Enel Palacio Vorontsov, Churchill consi-gui una cama grande, a su gusto, pe-ro lo ms florido del ejrcito y del Fo-reign Office se distribuy a razn decuatro a cinco personas por habitaciny algunos hubieron de desplazarse has-ta viejos y lejanos sanatorios. Tan sloexista un cuarto de bao por cada vein-te albergados y, para remediar las ne-cesidades bsicas, se llevaron palanga-nas y orinales del Franconia.

    El mariscal Iosif Stalin se alberg, es-tratgicamente, en la villa Koreiz, en elpaso obligado entre las residencias deestadounidenses y britnicos. Cualquiercomunicacin entre ambas delegacio-

    26

    PABLO J. DE IRAZAZBAL, periodista, profesorde Relaciones Internacionales, es autor deLos ocho espritus de la Cumbre.

    Hace sesenta aos, se celebr la segunda cumbre de los Tres Grandes.Pablo J. de Irazazbal narra el ambiente y los resultados de aquellaconferencia en la que, bajo estricto control sovitico, se decidi el futurode Europa, del Lejano Oriente y de las relaciones internacionales

    Stalin lleva la batuta

    REBATIA

    Churchill y Roosevelt, recibidos por ladelegacin sovitica, presidida por Molotov,izquierda, en el aeropuerto de Saki.

  • 27

    EL DESPIECE DE EUROPA

    EN YALTA

    La imagen de Yalta. Sentados, los Tres Grandes: Churchill, Roosevelt y Stalin; en pie, los jefes de sus diplomacias: Eden, Stettinuis y Molotov.

  • nes aliadas sera detectada por sus ob-servadores. Stalin lleg a Yalta el do-mingo, 4 de febrero de 1945, un dadespus que los angloamericanos, ydesde el comienzo puso en prctica suestrategia: visit a Roosevelt a las 4 dela tarde, pero no vio a Churchill hastauna hora despus, cuando las delega-ciones tomaron asiento en torno a laenorme mesa redonda del saln de bai-le del Palacio de Livadia para dar co-mienzo a la primera sesin plenaria.

    En Yalta segn Raymond Cartier rei-n semejante caos, o mayor, que en Te-hern: los Grandes trabajaban sin ordendel da, aportando en cada momento loque buenamente se les ocurra. En cam-bio, segn John T. Flynn: El orden delda (4 de febrero) constaba de tres asun-tos: 1. Adopcin del plan de DumbartonOaks, para la organizacin de las Na-ciones Unidas. 2. Condiciones para obli-gar a Alemania a rendirse. 3. Trato re-servado a Polonia y dems naciones li-beradas (El mito de Roosevelt).

    Al terminar la Conferencia de Yalta, seredact un comunicado, pero no se di-vulgaron los detalles de su desarrollo.Diez aos despus, el 17 de marzo de1955, el diario The New York Times pu-blic una extenssima edicin especial,titulada Los papeles de Yalta. Se tra-taba de la transcripcin de las notas deCharles Chip Bohlen, consejero pre-sidencial y una de las mejores cabezasdel Departamento de Estado durante msde un cuarto de siglo. Hasta el momen-

    to no se ha conocido otra referencia deYalta y, por tanto, hay que acudir a ellacomo fuente nica. Vanse las sntesisde las transcripciones de algunas reu-niones, comenzando por la preliminar.

    Roosevelt, indiscretoEntrevista Roosevelt-Stalin, Palacio de Li-vadia, 4 de febrero de 1945, 16.00 ho-ras. Presentes (adems de los dos Gran-des): Charles Bohlen (EE. UU.), Molotovy Pavlov (intrpretes) (URSS). Califica-cin: top secret.

    Ambos estadistas examinaron distin-tos aspectos de cmo marchaban lasoperaciones militares y Roosevelt dijoque, durante el viaje, haba realizadoapuestas, asegurando que los nortea-mericanos conquistaran Manila antesque los soviticos llegaran a Berln. Sta-lin estuvo de acuerdo en esto. Acerta-ron: los estadounidenses reconquistaronManila el 24 de febrero y los soviticostomaron Berln el 1 de mayo.

    Roosevelt, a la vista de las destruc-ciones observadas en Crimea, afirmque se senta mucho ms sanguinariocontra los alemanes que un ao antesy esperaba que Stalin repitiese su brin-dis sobre la ejecucin de 50.000 oficia-les nazis. Stalin tambin le dio la razn.Asegur que todos se sentan muchoms vengativos y que las crueldades deCrimea no eran nada comparadas conlas que los nazis haban perpetrado enotras partes de Ucrania. Por eso se ex-tendieron en las represalias que habrande tomar contra el III Reich.

    Refirindose al general De Gaulle, Sta-lin manifest que no le pareca una per-sona demasiado complicada, aunque es-taba fuera de la realidad, pues los fran-ceses apenas haban participado en laguerra y De Gaulle pretenda los mismos

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    Franklin Delano RooseveltNueva York, 1882-Warm Springs, 1945Senador demcrata por el Estado de NuevaYork desde 1910, fue nombrado secretariode la Marina (1913-1921), a la que refor-m. En 1921 enferm de poliomielitis.Sucedi a Hoover en la presidencia deEE. UU. en 1933, cuando el pas pasabapor la crisis econmica ms grave de suhistoria tras el crac de 1929. Contra todaslas tradiciones, logr un tercer mandato en1940, en el que acentu su ayuda a lasdemocracias europeas que luchaban contrael nazismo y el fascismo en Euopa. Tras elataque japons a Pearl Harbour en 1941,

    entr en guerra.Logr ser reele-gido para uncuarto mandatoen 1944, ya quelos norteameri-canos prefirieronno cambiar delder en mediode la contienda.Muri el 12 deabril de 1945,en vsperas de lavictoria.

    Sir Winston ChurchillOxfordshire, 1874-Londres, 1965Corresponsal de guerra en India, Sudn yTransvaal, entr en poltica en 1900,siendo elegido diputado por el PartidoConservador. Se inclic despus haciaposturas liberales y fue sucesivamenteministro de Comercio, Interior y Marina,hasta que en 1915 dimiti tras el fracasode la expedicin de Gallpoli. Preocupadopor la amenaza comunista, regres haciaposturas polticas ms conservadoras. En1939 volvi a ser Lord del Almirantazgo ycuando Chamberlain dimiti, en 1940, elrey le pidi que liderara un gabinete de

    unin nacional.Tras perder laselecciones enjulio de 1945,regres al poderen 1951, hastaque lo abando-n, al cumplirlos 80 aos, de-jando al partidoen manos deAnthony Eden.

    Iosif StalinTiflis, 1879-Mosc, 1953En 1900 era ya un revolucionario profe-sional; en 1905 conoci a Lenin y en1913 ya se haba ganado el sobrenombrede Stalin (acero). En 1922 fue elegidosecretario general del Partido Comunista.En su testamento poltico, Lenin pedaque se apartara a Stalin por ser demasia-do brutal, pero el texto no lleg alXIII Congreso del Partido. De 1924 a1929 elimin a las principales figurasque pudieran hacerle sombra y en losaos treinta mand a millones de oposito-res, supuestos o reales, al gulag siberia-

    no. La invasinalemana en1941 le pillpor sorpresa,pues no creaen los informesque le llegabanen ese sentido,pero la guerraacrecent final-mente su presti-gio popular, quemantuvo hastasu muerte.

    LOS TRES GRANDES

    Stalin separ a Churchill y Roosevelt, alque entreg la presidencia de la Cumbre,lo que le dara el control de los acuerdos

  • derechos que norteamericanos, soviti-cos o britnicos. Roosevelt cont sus ex-periencias con el general francs y, en-tre ellas, que, dos aos antes, se habacomparado a s mismo con Juana de Ar-co, como jefe espiritual de Francia y conClemenceau, como jefe poltico.

    A propsito del tema, Roosevelt entren el terreno de las confidencias res-pecto a Churchill: Os quiero contar al-go indiscreto, de lo cual no quiero ha-blar delante del primer ministro..., quepretenda incrementar artificialmente elpodero de Francia para que pudieramantener 20.000 hombres en su fron-tera oriental. El ingls concluy Roo-sevelt es un pueblo muy especial: quie-re tener su pastel y comer de otro....

    Por eso, ambos examinaron breve-mente si Francia debera tener, o no, unazona de ocupacin en la Alemania de-rrotada. El presidente dijo que, despusde todo, no le pareca mal, pero que esose hara simplemente a ttulo de favor.Stalin estuvo de acuerdo: sa sera lanica razn para conceder a Francia unazona de ocupacin.

    El asombro de ChurchillYa eran las 17.00 horas, momento fijadopara la sesin de apertura de la Confe-rencia, y los dos estadistas pasaron al sa-ln donde se celebr la primera sesinplenaria All se les uni Churchill. LosTres Grandes fueron asistidos por susministros de Exteriores, Edward Stetti-nius, Vyacheslav Molotov, Anthony Edeny 22 especialistas ms, militares y diplo-mticos en buena parte. Entre estos lti-mos, se hallaba Andrei Gromyko, la ni-ca personalidad de primer rango que semantuvo activo en la URSS ms de trein-ta aos, en diversos cometidos diplo-mticos y como ministro de Exteriores.

    El presidente norteamericano, al queel habilsimo Stalin propuso como pre-sidente de la Conferencia, pronunci unbreve discurso inicial en el que, entreotras razones de buena voluntad, dijo:Nos hemos convertido en ciudadanosdel mundo, miembros de la comunidadhumana. Hemos aprendido esta sencillaverdad tan bien expresada por Emerson:El nico medio de tener un amigo escomportarse como un amigo. Stalin de-ba estarse partiendo de risa ante el idea-lismo del presidente norteamericano,que durante muchos momentos de laConferencia pareci ausente.

    Los debates de aquella primera reu-nin plenaria comenzaron por la situa-cin militar, examinando lo ocurrido entodos los frentes. Cada una de las par-tes hizo la exposicin de sus respectivasposibilidades y de cmo poda mante-nerlas o incrementarlas en las fechas in-mediatas. Si acaso, es de destacar un ro-ce ms entre Stalin y Churchill, cuandoste quiso averiguar cul era la realidaddel ataque sovitico para compensar loque realizaban los angloamericanos enel oeste, de acuerdo con la simultanei-dad que se haba previsto en Tehern.Stalin respondi que l no se conside-raba ligado a ningn compromiso na-cido en Tehern respecto a las fechas delas operaciones militares; inmediata-mente terci Roosevelt para darle la ra-zn, pues en Tehern se haba dicho:Tan pronto como fuera posible....

    La sumisin de Roosevelt a su anfitrinse puso de manifiesto hasta en los mspequeos detalles. Churchill le mirasombrado varias veces, como cuandoagradeci a Stalin la hospitalidad conque se les haba recibido y las extraor-dinarias comodidades que les habanproporcionado, o cuando, con voz tr-mula, afirm: Al saber que los ejrcitosrojos haban penetrado 25 kilmetros enterritorio alemn, era difcil precisar qui-nes se haban emocionado ms, si elpueblo de la Unin Sovitica o los deEstados Unidos y Gran Bretaa....

    Todava se habra de celebrar otra reu-nin ms en aquel 4 de febrero: una ce-na tripartita en el propio Palacio de Li-vadia, a 20.30 horas. Los Tres Grandes,estuvieron acompaados por sus minis-tros de Exteriores, tres miembros de lasdelegaciones de Estados Unidos y laURSS y dos de la del Reino Unido.

    El derecho de los pequeosEn un ambiente de buen humor con-seguido por primera vez en Crimea, sur-gi la cuestin de las pequeas poten-cias en la posguerra. El asunto estaba re-lacionado con la Conferencia de Dum-barton Oaks un edificio situado enGeorgetown, Washington, a la que ha-ban asistido representantes de EstadosUnidos, URSS, Gran Bretaa, Francia yChina, donde se haba tratado sobre laestructura de la Organizacin de Nacio-nes Unidas, ya perfilada por el presidenteRoosevelt, y se esboz la personalidaddel Consejo de Seguridad y la especialcalificacin que habra de tener el votode los Grandes, es decir, de los all pre-sentes, frente al de los dems pases.

    En la cena se volvi sobre el tema. Laposicin de los soviticos demostr queellos, ms que nadie, deseaban la claradiferenciacin futura entre los grandesy los pequeos. Stalin dijo que sera ri-dculo que Albania tuviera un voto deigual importancia al de las tres potenciasque haban ganado la guerra.

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    STALIN LLEVA LA BATUTA, REBATIA EN YALTAEL DESPIECE DE EUROPA

    Churchill saluda a Stalin a su llegada al palacio de Livadia para participar en la primera reuninde los Tres Grandes en Yalta; antes, ya se haban entrevistado el dictador sovitico y Roosevelt.

  • Fue casi imposible hablar un lengua-je comn, porque los angloamericanosaun admitiendo que las naciones pe-queas no deberan imponer su crite-rio a las grandes pretendan que Sta-lin comprendiese el valor de la demo-cracia, empeo realmente vano ante elmayor de los dictadores del siglo.

    Ah chocaron, una vez ms, Churchill

    y Stalin. El premier, para recordar losderechos de los pequeos pueblos, co-ment: El guila permite cantar a laspequeas avecillas y no se preocupapor lo que stas cantan. El mariscal so-vitico se rio a carcajadas y, cuandoChurchill explic que, de los presentes,l era el nico que responda a la vo-luntad del pueblo, pues unas eleccio-

    nes convocadas con carcter extraor-dinario podan terminar con su man-dato, Stalin brome: Parece que temeusted esas elecciones!.

    A lo que replic Churchill: Y estoyorgulloso de temerlas! Estoy orgullosodel derecho del pueblo britnico a cam-biar de Gobierno cuando le parezcaoportuno!.

    La sobremesa concluy en un am-biente tenso.

    Abundante alcoholEl siguente encuentro tuvo lugar duran-te un almuerzo celebrado en el PalacioYusupowsky, al da siguiente, 5 de fe-brero. Asistieron los tres ministros deAsuntos Exteriores, acompaados portres miembros de la delegacin nortea-mericana, tres por la britnica y cincopor la sovitica. Siempre bajo el califi-cativo de top secret, la reunin, carac-terizada por los numerosos brindis, tra-t del nombre de la Conferencia y, acontinuacin, slo se habl sobre Ale-mania: del trato que deba dispensrse-le y de cuestiones econmicas.

    Los brindis fueron 45 y por los moti-vos ms diversos: por la llegada de las

    30

    CRIMEA

    Feodosia

    Ruta de los Tres Grandes,de Saki a Yalta

    Aerdromode Malta,2.500 kmaprox.

    Mosc,1.800 km

    aprox.

    AerdromoYalta

    Simferopol

    Sebastopol

    SakiYevpatoria

    DzhankoiMAR DE

    AZOV

    MARNEGRO

    Roosevelt, entre cndido y moribundo

    Antes de Yalta, Franklin D. Rooseveltle deca a su amigo y diplomtico Wi-lliam Bullitt, que trataba de alertarle so-bre la peligrosidad de Stalin: Bill, no dis-cuto sus afirmaciones: son exactas. Tam-poco la lgica de su razonamiento. Sin em-bargo, me da la impresin de que Stalin noes una persona de ese tipo. Harry se re-fiere a Hopkins, su asesor personal diceque no lo es y que slo quie-re la seguridad de su pas.Creo que si le doy cuantopuedo darle y no le pido na-da a cambio, noblesse obligue,no intentar anexionarse na-da y aceptar trabajar con-migo por un universo de de-mocracia y de paz.

    Roosevelt fue objeto de to-das las atenciones del lder so-vitico, pero no logr ni unasola concesin, ni cuando co-mo ocurri respecto a las fron-teras polacas estaba en abier-ta oposicin a su amigo Iosif.

    La sensibilidad ante los halagos y su debili-dad para oponerse a los designios de Stalinse explican en parte por su enfermedad ter-minal.

    Lord Moran, el mdico personal de Chur-chill, que le visit durante su estancia enYalta, dej estas apreciaciones:

    3 de febrero: El presidente, delgado yavejentado, pareca agotado. Llevaba un chal

    sobre los hombres y miraba al frente con laboca abierta, como si no comprendiera loque ocurra.

    4. Llama la atencin no slo su dismi-nucin fsica. Durante la discusin perma-neci sentado, con la boca abierta, intervi-niendo en contadas ocasiones. Antes, cuan-do no estaba al corriente de los hechos, suhabilidad ocultaba la falta de informacin.

    Pero esa habilidad ha desapa-recido y nada queda de ella.

    7. A ojos de un mdico, elpresidente es un hombre muyenfermo. Presenta todos lossntomas de un avanzado en-durecimiento de las arteriasdel cerebro; apenas le doyunos meses de vida.

    La enfermedad era tan cla-ra y estaba tan avanzada queFenia, la camarera rusa que leatendi en Yalta, comentaraa su regreso a Mosc: Quhombre tan amable y educa-do! Y qu enfermo, el pobre!

    Se adaptanperfectamente a

    nuestra bandera,dice Roosevelt

    (stira alemanaannima).

  • tropas norteamericanas a Manila, por lasalud de los presentes y de distintas per-sonalidades ausentes, por el xito de laConferencia, por los soldados comba-tientes, por el futuro de la Humanidad...

    La Conferencia fue bautizada oficial-mente, a peticin de Molotov, comoConferencia de Crimea, aunque la pos-teridad la ha llamado siempre Confe-rencia de Yalta y los tcnicos de clavey otros especialistas de la comunicacinmilitar le dieron el nombre de Opera-cin Argonauta.

    Se habl de la divisin de Alemania,pero los reunidos se mostraron, extra-amente, de acuerdo en que no estabanen condiciones de discutir el tema y loremitieron a ulterior estudio. Algo pare-cido sucedi con las cuestiones econ-micas, pero aqu los soviticos estuvie-ron ms precisos: plantearon importan-tes compensaciones, no slo a costa delos bienes de los alemanes, sino tambindemandando crditos a EE. UU. Stetti-nius remiti la cuestin a un examenms detenido y menos etlico.

    Comunicado y acuerdosHasta el da 11 de febrero, fecha de laclausura, se celebraron siete plenariasms y otras tantas reuniones de minis-tros de Asuntos Exteriores, dos cenas yun almuerzo de trabajo. Al trmino delas reuniones, los Tres Grandes hicieronpblico un comunicado que abarca lospuntos siguientes:

    1. La derrota de Alemania: desarme ydesmilitarizacin.

    2. La ocupacin, divisin en zonas yel control de Alemania.

    3. Reparaciones de guerra alemanas.4. Conferencia de las Naciones Uni-

    das.5. Declaracin sobre la Europa libe-

    rada.6. Polonia.7. Yugoslavia.8. Reuniones posteriores de los mi-

    nistros de Asuntos Exteriores.9. Unidad, tanto en la guerra como en

    la paz.Y, al pie de todo ello, las firmas de

    Winston Churchill, Franklin D. Roosevelty Iosif Stalin.

    Hasta el 12 de marzo de 1957, doceaos despus de la Conferencia, el De-partamento de Estado norteamericanono entreg a la prensa el protocolocompleto, con 14 apartados, que fueacordado y mantenido en secreto porlos Tres Grandes, sin que se sepan lasrazones.

    Lo ms destacado de aquellos acuer-dos es la consumacin del reparto deAlemania, las fuertes reparaciones quese le haban de exigir, la introduccindel concepto criminales de guerra, laconvocatoria de la Conferencia de SanFrancisco la que haba de ser madrede la Organizacin de Naciones Uni-das para el 25 de abril de 1945. Los 14apartados que, realmente, constituye-ron la Conferencia de Yalta, fueron fir-mados por los ministros de Asuntos Ex-teriores.

    Hay un acuerdo ms, a propsito de

    Japn: en los tres meses siguientes a lacapitulacin de Alemania, la URSS de-clarar la guerra a Japn en estas con-diciones:

    a) Se mantendr el estatus de Mon-golia Exterior.

    b) Se restablecern los derechos de laURSS violados por la perfidia de Japnen 1904. Estos derechos son:

    La devolucin a la URSS de la partemeridional de las islas Sajalin y vecinas.

    Internacionalizacin del puerto deDairen, garanta de las prioridades de laURSS y establecimiento del puerto dePort Arthur como base naval de la URSS.

    Explotacin en comn del ferroca-rril del sur de Manchuria, respetando lasprioridades de la URSS y la soberanachina sobre Manchuria.

    c) Se devolvern a la URSS las islasKuriles.

    Este acuerdo fue firmado por los TresGrandes.

    El coste de los honoresEl reparto estaba previsto. El mximo be-neficiado sera Stalin, y ello se ve en lasimple lectura de los textos. Sin embar-go, los norteamericanos o, al menos elpresidente partieron de Yalta como sihubieran conseguido una gran victoria.Elliot Roosevelt, que no estuvo en Cri-mea, pero escribi a travs de los rela-tos de Hopkins, se permiti este co-mentario: ... la unidad de Churchill, Sta-lin y Roosevelt fue ms firme y ms tan-gible en Yalta que en Tehern. Y resul-t evidente que el papel de mi padre,ms an que en conferencias anteriores,fue el de dirigente. No fue cosa del azarque l estuviera sentado en medio de losotros dos cuando se tomaron las foto-grafas.... Elliot no hace alusin algu-na a la cortesa de los otros dos Gran-des, en consideracin a la situacin deenfermo terminal en que se encontra-ba el presidente norteamericano.

    Aquella presidencia tributada a Roo-sevelt le cost al mundo la presencia for-talecida de la URSS en el este de Euro-pa y todas las reivindicaciones deseadasen Asia, a cambio de una declaracin deguerra al Japn que no pas de meraformalidad.

    Una herencia muy pesadaA sesenta aos vista, la Conferencia deYalta presenta ms sombras que luces.Con agenda previa o sin ella, queda claro

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    STALIN LLEVA LA BATUTA, REBATIA EN YALTAEL DESPIECE DE EUROPA

    Bajo la presidencia de un preagnico Roosevelt y la sutil direccin de Stalin, en Yalta, sedecidiran a grandes rasgos numerosos asuntos que tomaran cuerpo en la posguerra.

  • que fueron tres los temas que se trata-ron con mayor intensidad.

    En cabeza figuraba, naturalmente, Ale-mania. Las exigencias de Stalin para re-sarcirse de los daos ocasionados por elIII Reich y las garantas solicitadas paraque no se repitiese algo semejante en elfuturo fueron tales que se opt por lacmoda solucin de quienes temen darun paso en falso: no hacer nada.

    La idea general de los reunidos que-d fijada en el nico consenso de lossiete das gastados en el anlisis de lasituacin: una paz que durase, al me-nos cincuenta aos. Un tiempo que nose haba conseguido tras la derrota

    francesa en Sedn, en 1870, ni en la tur-bia diplomacia del Tratado de Versalles,en 1919.

    Pero, en cuanto quisieron profundizaren la cuestin, Roosevelt manej el ar-gumento de que deseaba retirar engran parte sus tropas de Europa y, an-te ello, no ocult su temor, reclaman-do soldados franceses, no tanto para ga-rantizar la seguridad de Alemania, cuan-to para poder guardar de lejos las es-paldas de las Islas Britnicas.

    De modo que, amparndose en la fal-ta de estudios completos, polticos, et-nogrficos, industriales..., se acord ladivisin del pas en zonas de ocupacin,

    pero dejndolo todo en el aire, lo quepermiti la presencia omnmoda de laURSS en todo cuanto llevase el apelli-do alemn, el enredo de las relacionesinternacionales hasta los aos setenta yla realidad histrica que se consumaraen la cada del Muro en noviembre de1989, no precisamente por el apoyo delos Grandes en Crimea.

    Mal principio para la ONUOtro tanto ocurrira con la preocupa-cin generada por la creacin de unaOrganizacin Internacional en la reu-nin previa de Dumbarton Oaks. LaSanta Alianza no haba sido capaz deasegurar lo que se cre en 1815, en elCongreso de Viena; la Sociedad de Na-ciones fue un esperpento a la hora deponer fin a la atmsfera de la posgue-rra de 1919, y las Naciones Unidas s-lo conservaron el nombre que les ha-ba regalado Roosevelt, en homenajea su muerte antes de que se celebrasela Conferencia de San Francisco. Todopor culpa de la importancia que se qui-so dar a los cinco miembros perma-nentes del Consejo de Seguridad, anno concebido en Yalta..

    Desde 1945 hemos asistido a un len-to derrumbe de las Naciones Unidas pordistintas causas: primero, por la bipo-laridad Estados Unidos-URSS; segundo,por el paso inevitable y rpido al mul-ticentrismo y luego al ensayo de orga-nizaciones regionales (OTAN, Pacto deVarsovia, OEA, Unin Europea...);

    32

    A L E M A N I A

    CHECOSLOVAQUIA

    POLONIA

    AUSTRIA

    ZONABRITNICA

    SECTORBRITNICO

    ZONAFRANCESA

    SECTORFRANCS

    ZONANORTEAMERICANA

    SECTORNORTEAMERICANO

    ZONASOVITICA

    SECTORSOVITICO

    EL REPARTO DE ALEMANIA

    Hamburgo

    Munich

    Hannover

    Stuttgart

    Francfort

    BERLN

    BERLNMAR DELNORTE

    Churchill se cuida

    En conjunto, Churchill estuvo en buenaforma durante la Conferencia de Yalta.La fiebre que haba sufrido en Malta no serepiti y su principal problema era que ledolan los ojos. El primer ministro pareceestar bien escribe Cadogan, aunque bebecantidades ingentes de champn caucsicoque acabaran con la salud de cualquier hom-bre corriente.

    Si Churchill disfrut en Crimea no estclaro.... Cuando, al final subi a bordo deltrasatlntico britnico en el puerto de Se-bastopol, dej pasmado al capitn porquequiso que le desparasitasen su ropa.

    Las sesiones de la Conferencia habitual-mente empezaban entre las cuatro y las cin-co de la tarde. Proseguan durante cuatro

    o incluso cinco horas, con un breve descan-so, durante el cual Churchill se mantenacon whisky y sopa de pollo. Haba una ce-na hacia las nueve y media, tres de las cua-les fueron banquetes formales tripartitosofrecidos por cada uno de los lderes que,con la pauta usual de abundantes brindis,duraron hasta pasada la medianoche....

    Las cuatro noches en que no hubo cena ofi-cial, Churchill lo hizo en petit comit en su vi-lla de Vorontzov, con su hija Sarah, AnthonyEden y un complemento variable de gene-rales, almirantes y secretarios. Estas reunio-nes tranquilas no terminaban temprano. Co-mo consecuencia de ello, se levantaba mstarde de lo usual y exista el problema de ha-cer encajar el trabajo matinal en la cama, su

    copioso almuerzo y su sueo obligatorio deprimera hora de la tarde antes de las cuatro.

    Sarah Oliver inform de que se solucionabandonando el desayuno y el almuerzo, ins-tituyendo un opparo brunch en el dormito-rio a las 11.30, y Churchill se quedaba en lacama hasta primera hora de la tarde. Este r-gimen pareca irle bien y se dijo que lo to-lera muy bien (...) esta conferencia no pare-ce tan dura como alguna de las anteriores.

    A Churchill los viajes, casi con indepen-dencia del destino, y las conferencias al msalto nivel, casi con independencia del con-tenido o las consecuencias, le resultaban msreconstituyentes que agotadores.

    Roy Jenkins,

    Churchill

  • tercero, por el aumento del nmero demiembros, que muy pronto hicieron ol-vidar a Washington su idea de la paxamericana, cuando la ONU eran 52miembros y el poder nuclear se con-verta en garanta indefinida.

    Parece casi una burla que, desde 1945,no se haya modificado ms que en dospuntos: el aumento de miembros no per-manentes del Consejo de Seguridad y elaumento de miembros del ECOSOC (elConsejo Econmico y Social).

    Polonia, vctima de todosSe habl de Polonia ha escrito Chur-chill nada menos que en siete de lasocho reuniones plenarias que se cele-braron en la Conferencia de Yalta y losdocumentos britnicos contienen un in-tercambio sobre este tema de casi 18.000palabras entre Stalin, Roosevelt y yo.Con la colaboracin de nuestros minis-tros de Asuntos Exteriores y sus subor-dinados, que tambin celebraron un de-bate tenso y minucioso en las reunionesque mantuvieron entre s, al final pre-sentamos una declaracin que constituatanto una promesa al mundo como unacuerdo entre nosotros acerca de nues-tras futuras acciones. La triste historia noha concluido an, y hasta hoy no se co-noce del todo la verdad.

    Y eso ocurri pese a que en este ca-so los debates fueron tan minuciosos co-mo tensos: cmo formar un gobiernoprovisional nico, terminando los go-biernos polacos, de Lubln y de Londres.Cmo y cundo celebrar elecciones li-bres. Cmo establecer las fronteras po-lacas en el Este y en el Oeste y cmo sal-vaguardar las zonas de retaguardia y lasvas de comunicacin de los ejrcitos so-viticos que avanzaban.

    Una de las ms duras controversias deYalta fue la fijacin de las fronteras oc-cidentales de Polonia, pretendiendo laURSS que se situara en el curso delOder-Neisse; mientras los occidentalesdeseaban que se fijara en el Oder, pa-ra no cebar a la oca polaca con tantopienso alemn que termine por cogeruna indigestin, en frase de Churchill.

    En defensa de los postulados soviti-cos, Molotov argument que se tratabade las antiguas fronteras polacas conPrusia Oriental. Roosevelt pregunt:

    Cunto tiempo hace que esas tierrasfueron polacas?

    Hace varios siglos, replic Molotov.

    Ese principio pudiera llevar a que losingleses pidieran la devolucin de lo quehoy son los Estados Unidos.

    Churchill apoy la argumentacin deRoosevelt, exponiendo que ese corri-miento fronterizo acarreara la expulsinde ocho millones de alemanes.

    Stalin rechaz esa objecin, asegu-rando que eso ya haba ocurrido y quesi para Inglaterra, el asunto polaco esuna cuestin de honor; para la UninSovitica tambin lo es, adems de untema prioritario de seguridad. Pese ala oposicin anglonorteamericana, Sta-lin logr la frontera en el Oder-Neis-se, porque sus ejrcitos ocupaban yaesa tierra.

    Por muchas horas y palabras que de-dicasen en Yalta a sus asuntos, Poloniaslo debe a aquella Conferencia el bru-tal corrimiento de fronteras, la terribletragedia de la poblacin civil, la crimi-nal purga del Gobierno exilado en Lon-dres y medio siglo de comunismo.

    Regalo en OrienteAcuerdo inadvertido debera llamarse alque se filtr, casi de manera misterio-sa, para garantizar las posiciones de laURSS en Extremo Oriente. Los analistasque hablan de Yalta no suelen destacarla extraordinaria tajada que consigui laURSS introduciendo el tema de Japn.

    La declaracin sovitica de guerra con-tra Japn el 8 de agosto, dos das antesde que Tokio pretendiera negociar larendicin, estaba dentro de lo fijado en

    Yalta, pero es muy probable que no sehubiera producido de no haber media-do el lanzamiento de la primera bom-ba atmica, el 6 de agosto.

    Esa precipitada declaracin de guerraproporcion a Mosc todos los derechospara las reivindicaciones que an man-tiene Rusia en el Imperio del Sol Na-ciente, se llamen islas Kuriles o Sajalin.Hasta pueden producir sorpresa las de-mandas sobre problemas derivados dela guerra de 1904-1905, de la que aho-ra se cumple un siglo.

    La URSS consegua en Yalta la mssustanciosa victoria de la Conferenciaque sell el acuerdo de reparto y de lasinfluencias mundiales.

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    STALIN LLEVA LA BATUTA, REBATIA EN YALTAEL DESPIECE DE EUROPA

    Mientras en Yalta se discuta, las tropas soviticas tomaban las decisiones definitivas, poniendoen fuga a la poblacin civil alemana que habitaba al este de la lnea Oder-Neisse.

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    PARA SABER MS

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