Zygmunt Bauman - Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres Espanhol

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  • 5/10/2018 Zygmunt Bauman - Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres Espanhol

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    Zygmunt Bauman

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    'I'(tulo original en Ingles: Work, consumerism and the new poor.Publicado por Open University Press. Buckingham Zygmunt Bauman, 1998Esta edici6n se publica por acuerdo conOpen Universily Press, Buckingham

    Traduccion: Victoria de los Angeles BoschiroliRevision estilistica: Fernando Cordova

    Diseiio de cubierta: ,Juan Santana

    Primera edicion, enero 2000, Barcelona

    Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

    Editorial Gedisa, 1999Muntaner, 460, enLlo., I"Tel. 93 201 60 0008006 Barcelona, Espanacorreo electr6nico: [email protected] pv/www.gedisa.corn

    ISBN: 84-7432-750-4Deposito legal: B. 1113-2000Irnpreso par CarvigrafClot, 31 - Ripollet (Barcelona)Impreso en EspanaPrinted in Spain

    Queda prohibida la reproducci6n total 0 parcial per cualquier media deimpresi6n, en forma identica , extractada 0 modificada, en caste llano 0cualquier otro idioma.

    IndiceACRADECIMIENTOS 4 4 . 9INTRODUCCION 11

    Primer a Parte

    1.Significado del trabajo: pr-esent.acion de laetica del trabajo 17Como se logro que la gente trabajara 20"1'rabaje 0muera" 2HProduci r a los productores 3:3De "rnejor" a "mas" :37

    2.De la etica del trabajo a la estotfca del consumo {3Como se genera un consurnidor........... 48El trabajo juzgado desde la estetica 53La vocacion como privilegio 57Ser pobre en uno. sociedad de consumo 62

    Segunda Parte3.Ascenso y caida del Estado benefactor 73Entre la inclusion y la exclusion 76El Estado benefactor, sin trabajo 81lLa mayoria satisfecha?................................................. 87El exito que provoco el fin... 93

    mailto:[email protected]://pv/www.gedisa.cornhttp://pv/www.gedisa.cornmailto:[email protected]
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    .i ~4.La etica del trabajo y los nuevos pobres............... 99El descubrimiento de la "clase marginada" 103La marginacion de la etica del trabajo 106Ser pobre es un delito 113Expulsion del universe de las obligaciones rnorales 120

    Tercera parte5.Perspectivas para los nuevos pobres 129Los pobres, ya sin funcion 133Sin funci6n ni deber moral............................... 140lUna etica para el trabajo 0 una etica para la vida?.... 145

    INDICE TEMATICO 153

    AgradecimientosEn primer lugar, deseo agradecer a Venessa Baird, que me

    eatirnulo a estudiar detenidamente las marchas y contramar-chas ?e la etica del trabajo. Despues, a Peter Beilharz, quienme hizo volver a los temas que, arios atras, irrterite desentra-fiar en mi libro Memories of Class [Recuerdos de las clases so-ciales], y que habfa desatendido desde entonces. Tarnbien a~laus Offe, .qu,e acept6 compartir conmigo su vision, percep-ciony conocrrnierrto del tema que tanto me apasiona, Por ulti-mo -por ultimo en orden, aunque no en importancia-, quierosenalar mi reconocimiento a Tim May, sin cuya paciencia de-cision y cornprension del prop6sito del trabajo todos mis es-fuerzos habrian sido vanos.

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    IIntroducci6n

    I Siernpre habra pobres entre nosotros: ya 10 dice la sabidurfapopular. Pero esa sabiduria no esta tan segura ni es tan cate--gorica sobre la diffcil cuesti6n de c6mo se hace pobres a los.pobres y c6mo se llega a verlos como tales. Tampoco, hasta q.JJ~'punto el modo como se los hace y se los ve depende de lamane-ra en que nosotros (Ia gente comtin, ni ricos ni pobres) vivimosnuestra vida y elogiamos 0 despreciamos la forma en que otros10 hacen.Es una omisi6n lamentable; y no solo porque los pobres ne-cesitan y merecen toda la atencion que podamos brindarles,sino tarnbien porque solemos transferir nuestros temores y

    ansiedades ocultos a la idea que tenemos de los pobres. Un ana-lisis detenido del modo como 10 hacemos puede revelarnos al-gunos aspectos importantes de nosotros misrnos. Este libro in-tenta responder esos "como" y contar, tambien, la parte de lahistoria de la pobreza amenudo pasada por alto, minirnizada 0deliberadamente ocultada. Y al interitar esas respuestas, rea-lizara tambien, quizas, algun aporte a nuestro autoconocimiento.Siempre habra pobres entre nosotros; pero ser pobre quieredecir cosas bien distintas segun entre quienes de nosotros esospobres se encuentren. No es 10 mismo ser pobre en una socie-dad que empuja a cada adulto al trabajo productive, que serlo enuna sociedad que _.:.__gracias la enorme riqueza acumulada

    en siglos de trabajo- puede producir 10 necesario sin la parti-cipaci6n de una arnplia y creciente porci6n de sus miembros.Una cosa es ser pobre en una comunidad de productores contrabajo para todos; otra, totalmente diferente, es serlo en unasociedad de consumidores cuyos proyectos de vida se constru-yen sobre las opciones de consumo y no sobre el trabajo, lacapacidad profesional 0 e1empleo disponible. Si en otra epoca"ser pobre" significaba estar sin trabajo, hoy alude fundamen-

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    talmente a la condici6n de un consumidor expulsado del.mer-cado. La difere ncia modifica radicalmente la sit.uacion, tantoen 10 que se refiere a Ia experiencia de vivir en la pobreza comoa las oportunidades y perspectivas de escapar de ella.Este libra se propane examinar el desarrollo del cambia pro-ducido a 10 largo de la historia moderna y pasar revista a sus

    consecuencias, Yal mismo tiempo, considerar hasta que puntoson adecuados 0 no (como puede llegar a suceder) los recorda-dos y probados medios de contener la pobreza creciente y miti-gar sus sufrirnien tos. Solo asi sera posible comprenderla yenfrentarla en su forma actual.El primer capitulo recuerda los origenes de la etica del tra-

    bajo, de la cual se esperaba -desde el comienzo de los tiemposmodernos- que atrajera a los pobres hacia las fab ricas,erradicara la pobreza y garantizara la paz social. En la practi-ca, sirvio para eritr-ena r y disciplinar a la gente, inculcandolela obediencia necesaria para que el nuevo regimen fabril fun-cionara correctamente.En el segundo capitulo se relata el pasaje, gradual pero im-

    placable, desde la primer-a hasta la actual etapa de la sociedadmoderna: de una "sociedad de productores" a otra "de consu-midores"; de una sociedad orient ada por la etica del trabajo aotra gobernadapor la estetica del consumo. En el nuevo mun-do de los consumidores, la produccion masiva no requiere yamana de obra masiva. Por eso los pobres, que alguna vez cum-plieron el papel de "ejercito de reserva de mana de obra", pa-san a ser ahara "consumidores expulsados del mercado". Estolos despoja de cualquier funcion uti! (real 0 potencial) con pro-fundas consecuencias para su ubicacion en la sociedad y-susposibilidades de mejorar en ella.El tercer capitulo analiza el glscenso y la cafda del Estado

    benefactor. Muestra la intima conexi6n entre las transforma-ciones descriptas en el capitulo anterior, el surgimiento repen-tino de un consenso publico que favorece la responsabilidadcolectiva por el infortunio individual y la igualmente abruptaaparici6n de la actual opinion opuesta.EI cuarto capitulo se ocupa de las consecuencias: una nuevaforma de producir socialmente y definir culturalmente a lospobres, EI concepto tan de moda de "clase marginada" es ana-lizado en detalle. La conclusi6n es que funciona como instru-mento de formas y causas muy variadas, "alimentadas desde

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    el poder", que contribuyen a aquella rnarginacion y crean laimagen de una categoria inferior: gente plagada de defectosque constituye un "verdadero problema social".POl' ultimo, se estudia el futuro posible de los pobres y Ia

    pobreza, asi como la event ualidad de darIe ala etica del traba-jo un nuevo significado, mas acorde con la situacion actual delas sociedades desarrolladas. (,Es factible combatir la pobrezay vencerla con ayuda de rnetodos ortodoxos, hechos a la rnedi-da de una sociedad que ya no existe? LO deberemos buscar nue-vas soluciones, como separar el derecho a la vida de la venta demana de obra y extender el concepto de trabajo mas alla del acep-tado por el mercado laboral? l.Y can que urgencia es necesar ioenfrentar estos problemas sociales para encontrarles respues-tas practicas?

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    1El significado del trabajo:

    presentacion de laet.ica del trabajo

    (,Que es Ia etica del trabajo? En pocas palabras, es una nor-ma de vida con dos premisas explfcitas y dos presunciones ta-citas.La primera premisa dice que, si se quiere conseguir 10 nece-

    sario para vivir y ser feliz, hay que hacer algo que los dernasconsideren valioso y digno de un pago. Nada es gratis: se tratasiempre de un quid pro quo, de u.n"doy algo para que me des";es preciso dar primero para recibir despues,La segunda premisa afirma que esta mal, que es necio y rno-

    ralmente danino, conformarse con 10 ya conseguido y quedarsecon menos en lugar de buscar mas; que es absurdo e irracionaldejar de esforzarse despues de haber alcanzado Ia satisfaccion;que no es decoroso descansar, salvo para reunir fuerzas y se-guir trabajando. Dicho de otro modo: tr abajar es un valor en S1mismo, una actividad noble yjerarquizadora.Y la norma continua: hay que seguir tr abaja ndo aunque nose vea que cosa que no se tenga podra aportarnos el trabajo, y

    aunque eso no 10 necesitemos para nada. Trabajar es bueno; nohacerlo es malo.La primera presuncion tacita -sin la cual ni el mandatomismo, ni ninguna de las premisas serialadas resultarfan tan

    obvios- es que la mayoria de Ia gente tiene una capacidad detrabajo que vender y puede ganarse Ia vida ofreciendola paraobtener a carnbio 10 que merece; todqlo que la gente posee es

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    una recorupunsa pOl'su t.rabajo anterior y pur estar dispuestaa seguir trabajando, El trabajo es el estado normal de los sereshurna nos: no trabajar es anormal. La mayor parte de la gentecumple con sus obligaciones y seria injusto pedirle que com-partiera sus beneficios 0 ganancias con los demas, que tam-bien pueden hacerlo pero, por una u otra razon, no 10hacen.La otra presunci6n sostiene que s610el trabajo cuyo valor esreconocido POl' los dernas (tr abajo pOI' el que hay que pagarsalarios 0 jorriales, que puede venderse y esta en condiciones

    de ser comprado) tiene el valor moral consagrado por la eticadel trabajo. Este, aunque breve, es un resumen adecuado de laforina que la etica del trabajo adopto en nuestra sociedad, la so-ciedad "moderria".Cuando se habla de etica, es casi seguro que a alguien no le

    satisface la forma de comportarse de otros, que preferiria en-contrar en e110sotra conducta. Pocas veces esta observaci6ntuvo mas sentido que en el caso de la et.ica del trabajo.Desde que hizo irr upcion en la conciencia europea durante

    las primeras epocas de la industrializacion -y a traves de losnumer osos y tortuosos avatares de la modernidad y la "moder-nizacion't-s-, la etica del trabajo sirvic a politicos, filosofos ypredicadores para desterrar pOl'las buenas 0 por las malas (0como excusa para hacerlo) el difundido habito que vieron comoprincipal obstaculo para el nuevo y esplendido mundo que in-tentaban construir: la generalizada tendencia a evit.ar, en 10posible, las aparentes bendiciones ofrecidas por el trabajo enlas fabricas y a resist.irse al dtmo de vida fijado por el capataz,el reloj y la maquina.Cuarido el concepto hizo su aparici6n en el debate publico, la

    malsana y peligrosa costumbre que la etica del trabajo debiacornbatir, destruir yerradicar se apoyaba en la tendencia =-rnuy "humana- a considerar ya dadas las necesidades propias, y alimitarse a satisfacerlas. Nada mas. Una vez cubiertas esasnecesidades basicas, los obreros "tradicionalistas" no le encon-traban sentido a seguir trabajando 0 a ganar mas dinero; des-pues de todo, lpara que? Habia otras cosas mas interesantes ydignas de hacer, que no se podian comprar pero se escapaban,se ignoraban 0 se perdian si uno pasaba el dia desvelandosetras el dinero. Era posible vivir decentemente con muy poco; elumbral de 10que se consideraba digno estaba ya fijado, y no18I' -

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    habia por que atravesarlo; una vez alcanzado el Iirnite no habtaurgencia alguna por ascender. Al menos, asi pintaban la situs-ci6n los empresarios de la epoca, los economistas que se afana-ban .por entender los problemas de esos empresarios y lospredicadores morales, ansiosos por que las cosas mejoraran.La memoria historica permanece a salvo: la historia Ia es-

    criben los triunfadores. No sorprende, por eso, que este cuadrnde situaei6n pasara a formar parte del esquema del rclato his-tori eo y se convirtiera en la cron ica ofieial de la dura batal1'alibrada POl' los p ioner os de la razor i moderna contra 1 9 .irracional, ignorante, insensata e imperdonable resistencia alprogreso ..Segun esa cronica, el objetivo de la guerra era lograrque los ciegos vieran la luz, obligar a los necios a emplear suinteligencia, y ensefiarles a todos a aspirar a una vida mejorva.desear cosas nuevas y superiores, y ~a traves de ese deseQ-c-mejoraI:se a sf mismos. E~ casu necesario, sin embargo, habiaque obligar a los recalcitrantes a actual' como si en realidadtuvieran esos deseos.En la practica, los hechos sucedieron exactamente al revesde 10que sugerian los prirneros empresarios en sus quejas con-

    tra los lentos y perezosos brazos de los obreros; tarnbien al re-ves de 10 que economistas y soci61ogos, mas adel an te.c?~sidera~o.n verdad hist6rica comprobada. En rigor, la apari~cion del r'egrrnen fabril puso fin al romance entre el artesano ysu trabajo: 10contrario de 10que postulaba la "etica del tr aba-jo", La cruzada moral que la historia describio como una bata-11apara iniroducir- la etica del trabajo (0 como Ia educacionpara poner en practica el "principio del buen rendimiento") fueen realidad, un intento de resucitar actitudes caractcrtsticasdel pe_Iiodo preindustrial, pero en condiciones nuevas que lasdespojaban de sentido. El prop6sito de la cruzada moral erarecrear, dentro d~ la fabr'ica y bajo la disciplina irnpuesta porlos patrones, e1compromiso pleno con el trabajo artesanal, ladedicaci6n incondicional al mismo y el cumplimianto en elmejor nivel posible, de las tareas impuestas. Las misrnas acti-tudes que -cuando ejercia el control sobre su propio trabajo--el artesano adoptaba espontaneamenta.

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    Como se Iogr-o que 1agerrte tJ.abajaraJohn Stuart Mill se quejaba de "bus car en vano, entre lasclases obreras en general, el legftimo orgullo de brindar unbuen trabajo a carnbio de una buena rernuneracion". La un ica

    aspir acion que encoritraba era, "en la mayoria de los casos, lade recibir mucho y devolver la merior cantidad de servicios po-sibles".' Stuart Mill se lamentaba, en realidad, por la conver-sion demasiado rapida de los antiguos artesanos (ya obreros) ala racionalidad del mercado -desprovista de emoei6n y regidaporia relaei6n costo-beneficio-e-, y pOI'el rapido abandono delos ultirnos instintos premodernos que estableefan uri profu n-do cornprom iso del trabajador con su trabajo. En ese contexto-y parad6jicamente- la apelaci6n a la etiea del trabajo ocul-taba el primitivo impulso de apartar a los obreros de Iaraciorialidad del mercado, que parecia ejercer un efeeto nocivosobre la dedicaci6n a sus tareas. Bajo la etica del trabajo sepromovia una etica de la disciplina: ya no importaban el orgu-lIo0 el honor, el sentido 0 la finalidad. El obrero debia trabajarcon todas sus fuerzas, dia tras dia y hora tras hora, aunque noviera el motivo de ese esfuerzo 0 fuera incapaz de vislumbr arsu seritido ultimo.El problema central que enfrentaban los pioneros de la mo-dernizaci6n era la necesidad de obligar a la gente -acostum-brada a darle sentido a su trabajo a traves de sus propias metas,mientras retenfa el control de las tareas necesarias par a ha-cerlo- a volcar su habilidad y su esfuerzo en el cumplimientode tare as que otros le imponian y controlaban, que carecian deseritido para ella. La solucion al problema fue la puesta en mar-cha de una instruccion rnecanica dirigida a habituar a los obre-ros a obedecer sin perisar, al tiempo que se los privaba delorgullo del trabajo bien hecho y se los obligaba a cumplir ta-reas cu,yo sentido se les eseapaba. Como eomenta WernerSornbart, el nuevo regimen fabri l neeesitaba s610partes de se-res humanos: pequerios engranajes sin alma integradcs,a. unmecanisme mas complejo. Se estaba librando una batalla con-tra las dernas "partes hurnanas", ya inuti les: intereses y ambi-ciones carentes de irnportancia para el esfuerzo productivo, queinterferran innecesariamente con las que partieipaban de la pro-duccion, La imposici6n de la Mica del trabajo implicaba larenuneia a la libertad.

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    El verdadero sent.ido que las prcdicas rnorales pceserit.aduscomo "etica del trabajo" tenian para las victimas de aquellacruzada fue vividamente retratado en la descripcion efectuadapOI'un pequerio industrial anonirno, formulada en 1806:

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    Halle que los hombres sentian un gran disgusto haci a cualquierregulariclad de horarios 0 de habitos ... Estaban sumamente des-contentos porque no podian salir y eritrar como querran, ni Lenerel descanso que deseaban, ni continual' del modo como 10 habianhecho en el pasado; despues de las horas de trabajo, adernas, eranblanco de observaciones malintencionadas pOl'parte de otros obrc-ros, Basta tal punta Ilegaron a manifestar su desacuerdo con latotalidad del sistema, que me vi obligado a disolverlo."En la practica, la cruzada poria etica del trabajo era la bata-

    11apor irnponer el control y la subordinacion. Se trataba deuna lucha pOI'el poder en todo, salvo en el nombre; una batallapara obligar a los trabajadores a acept.ar, en homenaje a laetica y la nobleza del trabajo, una vida que ni era noble ni seajustaba a sus propios prineipios de moral.La cruz ada tenia por objeto, tambien , separar 10que la gen-te hacia de 10que consideraba digno de ser hecho, de 10que

    tenia sentido hacer; separar el trabaio misrno de cualquier ob-jetivo tangible y eomprensible. Si se la hubiera llegado a ineor-porar total mente ala logica de lavida, laetica del trabajo habriareemplazado a las demas acti ..idades hum anas (como reflexio-nar, evaluar, elegir y proponerse fines), limitaridose a "eumplircon las formalidades". Perc no estaba en cada uno dictarninara que ritmo esas formalidades se cumplirian. Con razon, loscritieos de la prornisoria e incipiente modernidad -en nombrede 10que consideraban auteriticos valores humanos-c- mani-festaban su apoyo al "dereeho a la holgazaneria"._De haberse impuesto, la etica del trabajo habria separado

    tambien el esfuerzo productive de las necesidades humanas.POI' primera vez en la historia, se habria dado prioridad a "10que se puede haeer" por encima de "10que es necesario hacer".La aatisfaccion de las neeesidades habria dejado de regir lalogica del esfuerzo productivo y, 10que es mas importante, suslimites; habria hecho posible la moderna paradoja del "creci-miento por el ereeimiento misrno".

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    Un result ado de la int.roduccionde maqui narias y de la organiza-cion del trabajo engran escala es el sometirniento de los obreros auna mortal rutina mecanica y administrativa. En algunos de lossistemas de produccion anteriores, se les concedfaa los trabajado-res la oportunidad de expresar su personalidad en el trabajo; aveces, incluso, quedaba lugar para manifestaciones artist.icas, y elartesano obtenia placer de su trabajo ... EI autor an6nimo de AnAuthentic Account of the Riots of Birmingham (1799) [Un reb toautentico de losmotines de Birmingham] explica la participacionde los obreros en los disturbios diciendo que la naturaleza de sutrabajo era tal, que solo"se Ies enseria a actuar, no a pensar"."Segun e1conrnovedor resumen de ,J . L.yBarbara Hammonds,...Ios iinicos valores que las clases altas Ie pennitian a la clasetrabajadcra eran losmismos que los propietarios de esclavos apre-ciaban enun esclavo, El trabajador debia ser diligente yatento, nopensar en forma aut6noma, deberle adhesion y lealtad s610a supatron, reconocer que el lugar que Iecorrespondia en la economiadel Estado era el misruo que el de un esclavo en la econorrua de laplantacion azucarera. Es que las virtudes que adrniramos en unhombre son defectos en un esclavo."Por cierto que, en el coro de los llamados a someterse ----d6-

    cilrnente y sin pensarlo- al ritmo impersonal, inhumane yme-canico del trabajo de la fabrica, habia una curiosa mezcla entrela mentalidad preindustrial y antimoderna de la economiaesclavista y la nueva y audaz vision del mundo maravilloso,milagrosamente abundante, que -una vez rotas las cadenasde la tradicion-i- surgirfa como resultado de la invencion hu-mana, y ante todo del dorninio humano sobre-ia naturaleza.Como observa Wolf Lepenies, desde fines del siglo xvn ellen-

    guaje utilizado parareferirse ala "naturaleza" (es decir, a todo1 0 creado por intervencion divina, 10 "dado", no procesado nitocado por la razon y la capacidad hurrianas) estaba saturadode conceptos ymetafor as mili tares. ~Francis Bacon no deja nadalibrado a la imaginacion: la naturaleza debfa ser conquistaday obligada a trabajar duro para servir, mejor que cuando se ladejaba en libertad, los intereses y el bienestar humanos. Des--cartes compare el progreso de la raz6n con una serie de bata-llas victoriosas libradas contra la natura1eza; Diderot convoc6a te6ricos y practicos a unirse en nombre de Ia conquista y el22

    s?Illet~nIiento de .la nat.uraleza. Kal'1 Marx defiriio el progreso...historico como la irrefrenable rnarcha hacia el dominic total deIa naturaleza por el hombre. Apesar de sus diferencias en otrostemas, los pensadores mencionados no difieren en esto deClaude Saint-Simon 0Auguste Comte.Una vez explicitado el fin ultimo, el unico valor que se les

    reconocia a los emprendirnien tos p racticos era el de acort ar ladistancia que todavia separaba a la gente del triunfo final so-bre la naturaleza. La validez de otros criterios podia ser discu-tida con exito y, poco a poco, anulada. Entre los criterios deevaluacion gradualmente descartados, la piedad, la cornpaaiony _Ia.asistenc~~ estuvieron en primer plano. La pied ad por lasvictimas debilj taba la resolucion, la compasion hacia mas len-to el ritmo de los cambios, todo cuanto detenia 0 demoraba lamarcha hacia el progreso dejaba de ser moral. Por otro lado 1 0que contribuyera a la victoria final sobre la naturaleza erabueno y resultaba, "en ultima instancia", etico, porque servia"en el largo plazo", al progreso de la humanidad. La defensaque el artesano hacia de sus tradicionales derechos la resis-tencia opuest.a por los pobres de la era prei.nduatr-ia! al regi-men efectivo y eficiente del trabajo mecanizado era n unobs~culo mas ent.re los muchos que la naturaleza, en su des-coricierto, oponia en el camino del progreso pant demorar suinminente derrota. Esa resistencia debia ser vencida con tanpocoremordirniento como habian sido ya quebradas, desenmas- ~caradas y anuladas otras estratagemas de la naturaleza.Las figuras rectcras del magnifico mundo que habria de cons-

    truirse sobre la base del ingeriio y la habilidad de los hombres(ante todo, de los diseii."'adores de maquinas y de los piorieros ensu utilizaci6n) no dudaban de que los auteriticos portadoresdel progreso eran las mentes creadoras de los inventores .James\Y,,:tt sostuvo en 1785 que los demas hombres, cuyo esfuerzofisico EWanecesario para dar cuerpo a las ideas de los invento-res, "deb ian ser consider-ados s610 como fuerzas mecan icas enacccion. .. aperias deben utilizar eI r'azorrarnierito"." Mien tr astanto, Richard Arkwright se quejaba de que... era dificil educar a los seres humanos para que "renunciaran asus desordenados e ineficientes habitos de trabajo, para identifi-carse conla invariable regularidad de las maquinas autornaticas".Esas maquinas solo podian funcionar correctamente si eran vigi-

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    ladas en forrna const.an te ; y la idea de pa sar d i uz 0 mas horus po rdia encerrados en una fabr ica, mirando una maquina, no Leshaciagracia alguna a esos hombres y mujeres llegados del campo.La resi st.encia a sumarse al esfuerzo combinado de 1ahuma-

    uidad era, en sf misma, la tan mencionada prueba que demos-traba la relajacion moral de los pobres y, a] mismo tiernpo, lavirtud inhererite a la disciplina implacable, estricta y rigida dela fabrica, La tarea de lograr que los pobres y 10,?~~01un,t!3-li.a-mente ocio;os" se'i)Us'ie~an a trabajar no era solo economica;er a tambi~n- moral'. La's-o'pli-liones ilustradaadel mo~mento,au~que-'ditlrieran---en otros aspectos, no discutian este punto.La Blackwood's Magazine escribi6 que "la influencia del pa-tron sobre los hombres es, de por st, uri paso adelante hacia elprogreso moral"," mientras que la Edinburgh Review comenta-ba acidamerite sobre la cruzada cultural que se cstaba llevan-do a cabo:Los nuevos programas de beneficcncia no estan concebidos en elespiritu [de la caridad] ... Se celebra su advenimiento como el co-rnienzo de un nuevo order, moral. . . en el cual los poseedores depropiedades retornaran su lugar como paternales guardianes delos menos afortunados ... para acabar, no con la pobreza (esto nisiquiera parece deseable), sino can las formas mas abyectas delvicio, la indigencia y Inmiseria Iisica."P. Gaskell, el escrit.or y activista social que paso a la historiacomo uno de los arnigos mas filantropicos, afectuosos y compa-

    sivos de los pobres, pensaba que, a pesar de todo, los objetos desu compasion "apenas se diferenciaban, en sus cualidades esen-dales, de un nino salvaje sin educacion"," y que precisaban deotr as personas mas maduras que vigilaran sus movimientos yasumieran la responsabilidad de sus actos. Quienes contribuiana la opinion ilustrada de la epoca coincidian en que los trabaja-dores manuales no estaban en condiciones de regir su propiavida. Como los nirios caprichosos 0 inocerites, no podian con-trolarse ni distinguir entre 10 buena y 10malo, entre las cosasque los beneficiaban y las que les haciarr dario. Menos aun orancapaces de prever que cosas, a la larga, resultartan "en.su pro-pio provecho". Solo eran materia prima humana en condicio-nes de ser procesada para recibir la forma corr ecta: muy

    =r":

    proba hlernerrte, y al me nos por largo t.iernpo, serian vict.irnasdel carnb io social: los objetos, no los sujetos, de la transforrna-cion racional de la sociedad que estaba naciendo. La etica deltEaba.-j,oera uno ~~_ l_o .~ejes ~!_l_~_~~_?_!l1_pli_s_im~o_erogr.a~a-T I o l : a r yeducativo, y las tareas asiQ:13das,tanto a los hombres ~en-sa."n1"lentocomo a los de acc{6i'i-:-'{oI~aban~eI-mide'o ' d ' e 10 quemj_s-;tatd~se~llan.1(~CenIre10s'-panegiiistas d'e 'los nuevas carn---bios , " e T " p i - : - o c e s o 'Civilizador".C~~;'os'de[;.iasconjun tos de preceptos para una co-nductarecta, decente y meritoria, la etica del trabajo era al mismotiempo una vision constructiva y la formula para lograr un tra-bajo demoledor. Negaba legitimidad a las costumbres, prefe-rencias 0 deseos de los destinatarios de semejante cruzada.Fijaba las pautas para una conducta correcta pero, ante todo,echaba un manto de sospecha sobre todo 10que pudiera haberhecho, antes de su sometimiento a las nuevas reglas, la gentedestinada a esa transforrnacion. No confiaba en las inclinacio-nes de esas personas. Libres para actuar como quisieran yaban-donadas a sus caprichos y preferencias, morirfan de hambreantes que realizar un esfuerzo, se revolcarfan en la inmundi-cia antes que trabajar pOI'su autosuperacion, antepondrianuna diversion momerita nea y effmera a una felicidad segurapero todavia lejana. En general, preferirian no hacer nada an-tes que trabajar. Esos impulsos, incontrolados y viciosos, eranparte de la "tradicion" que la incipiente industria debia en-frentar, combatir y =-finalmente-j- exterrninar. Tal como iba asenalarlo Max Weber (en e x acertado resumen de Michael Rose),la etica del trabajo, al considerar la tarea ya realizada, "equi-valia a un ataque" contra el "tradicion alisrno de los trabajado-res comunes", quienes "habian actuado guiados pOI'una visionrtgid a de sus necesidades materiales, que los llevaba a preferirel ocio y dejar pasar las oportunidades de aumentar sus ingre-sos trabajando mas 0 durante mas tiempo". El tradicionalismo"era meriospreciado";"POI'cierto que, para los pioneros del nuevo y atrevido mundode la modernidad, "tradicicn" era mala palabr a. Simbolizaba

    las tendencias moral mente vergonzosas y conderiables contra lasque se alzaba la etica del trabajo: las inclinaciones de los indi-viduos rutinarios que se conforrnaban con 10que tenian ayer,se negaban a obtener "mas" e ignoraban 10mejor si, para 10-grarlo, debian hacer un esfuerzo adicional. (De heche, se nega-

    25

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    ban a ent.regarse a un regimen extrano, violent.o, cruel, des-alent.ador e incomprensible.) En la guer-ra contra e1 "tradi-cionalisrno" de los pobres anteriores a la epoca industrial, losenemigos declarados de la etica del trabajo eran, ostensible-mente, la modestia de las necesidades de esos hombres y larnediocridad de sus deseos. Se libraron verdaderas batallas -lasmas feroces y despiadadas- contra la resistencia de esa mariode obra potencial a sufrir los dolores y la falta de digriidad deun regimen de trabajo que no deseaba ni entendia y que, porsu propia voluntad, jamas habria elegido,

    "Trab aje 0muera"Se pensaba que la lica del t.rabajo ma tarra dOBpajaros deun tiro. Resolveria la demanda labor al de la industria nacien-te yse desprerideria de una de las irritantes molestias con queiba a toparse la sociedad postradicional: atender las necesida-

    des de quienes, por una raz6n u otra, no se adaptaban a loscambios y resultaban incapaces de ganarse la vida en las nue-vas condiciones. Porque no todos podian ser empujados a larutina del trabajo en la fabrica; habia inval idos, debiles, enfer-mos y ancianos que enmodo alguno resistirfan las severas exi-gencias de un ernpleo industrial. Brian Inglis describic asf elestado de animo de la epoca:Fue ganando posiciones la idea de que se podia prescindir de losindigentes, fueran 0 no culpables de su situacion. De haber existi-do algun modo sencillo de sacarselos de encirna sin que ello irnpli--cara riesgo alguno para la sociedad, es indudable que Ricardo yMalthus 10habrian recomendado, y es igualmente seguro que losgobierrios habrian favorecido la idea, con tal de que no irnplicar a-un aumento en los impuestos.!'Pero no se encontr6 "modo sencillo de sacarselos de encima" Iy, a falta de ello, debio buscarse una soluci6n menos perfecta . .IEI precepto de trabajar (en cualquier trabajo, bajo cualquiercoridicion), (mica forma decente y moralmente aceptable deganarse el derecho a la vida, contribuyo en gran parte a encon-trar la soluci6n. Nadie explic6 esta estrategia "alternativa" enterrninos mas directos y categ6ricos que Thomas Carlyle, en su

    ensayo sobre el cartismo publicado en 1837:26

    Si se les hace la vida imposible, necesariamente 5e reducira elnurnero de rnendigos. Es un secrete que todos los cazadores deratas conocen: tapad las rendijas de los graneros, hacedlos sufrircon maullidos continuos, alarrnas y trampas, y vuestros "jorriale-res" desapareceran del establecirniento. Un metodo aun mas rapi-do es el del arsenico; incluso podria resultar mas suave, si estu vie-ra perrni tido.Gert.rude Hirnmelfarb, en su monumental estudio sobre laidea de la pobreza, revel a 10 que esa perspectiva oculta:Los mendigos, como las ratas, podian efectivamente ser elirniria-dOBcon ese metod 0; a] menos, uno podia apartarlos de su vista.8610 hacia falta decidirse a tratarlos como ratas, partiendo delsupuesto de que "los pobres y desdichados estan aqui s610 comouna rnolestia a la que hay que lirnpiar hasta ponerle fin".lZEI aporte de la Mica del trabajo a los esfuerzos por reducir elnurnero de mendigos fue sin duda invalorable. Despues de todo,

    laetica afirmaba lasuperioridad moral de cualquier tipo de vida(no importaba 10 miserable que fuera), con tal de que se susten-tara en el salario del propio trabajo. Armadas con esta regla eti-ca, los reformistas bien intencionados podian aplicar el principiode "menor derecho" a cualquier asistencia "no ganada medianteel trabajo" que la sociedad ofreciera a sus pobres, y considerartal principio como un paso de profunda fuerza moral hacia unasociedad mas humanitaria. "Menor derecho" significaba que lascondiciones ofrecidas a la gente sostenida can el auxilio recibi-do, y no con su salario, debian hacerles la vida menos atractivaque la de los obreros mas pobres ydesgraciados. Se esperaba que,cuanto mas se degradara lavida de esos desocupados, cuanto masprofundamente cayeran en la indigencia, mas tentadora 0, almenos, menos insoportable les pareceria la suerte de los traba-jadores pobres, los que habian vendido su fuerza de trabajo acarnbio de los mas miserables salarios. En consecuencia, se con-tribuirfa asi.a la causa de la etica del trabajo mientras se acer-caba el dia de su triunfo.Estas consideraciones, y otras similares, deben de haber sido

    importantes, en las decadas de 1820 y 18.'30,para los reforrnistasde la "Ley de Pobres", que tras un debate largo y enconadollegaron a una decisi6n practicamente unanirne: habia queli-mitar la asistencia a los sectores indigentes de la sociedad (a

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    quie nes Jeremy Bentham preferia Ilarnar el "desecho" 0 la "es-coria" de la poblacion) al interior de las poorhouses [hospiciospara pobres]. La decision presentaba una serie de ventajas quefavorecian la causa de la etica del trabajo ..En primer lugar, separaba a los "aute nticos msndigos" dequienes -se sospechaba- solo se hacian pasar por tales paraevitarse las molestias de un trabajo estable. S610 un "mendigoautentico" elegirta vivir rec1uido en un asilo si se lograba quelas condiciones en su interior fueran 10 bastarite horrendas. Yal limitar la asistenc ..ia a 10 que se pudiera conseguir dentro decsos sorrli dos y miserables asi los. se lograba que el "certificadode pobreza" fuera innecesario 0,mejor, que los pobres se 10 otcr-garan a sf misrnos: quien aceptara ser encerrado en un asilopara pobres pOI'cierto que no debia de contar con otra forma desupervivencia.En segundo lugar, la abolicion de la ayuda extcrria obligabaa los pobres a pensar dos veces antes de decidir que las exig'en-cias de la et.ica del trabajo "no eran para ellos", que no podianhacer frente ala carga de una tarea regular, 0 que las dernan-das del trabajo en las fabricas, duras y en cierto modo aborre-cibles, resultabarr una eleccion peor que su alternative Hastalos salarios mas miserables y la rutina mas extenuante y te-diosa dentro de la fabrica "parecer-ieron soportables (y hast.adeseables) en comparacion con los hospieios.Los principios de la nueva Ley de Pobres tr azaban, adernas,

    una linea divisoria, clara y "objetiva", entre los que podian re-formarse y convertirse para acatar los principios de la etica del -trabajo y quienes estaban completa y definitivamente mas allade toda redoncion, de quienes no se podia obtener utilidad al-guna para la sociedad, pOI'ingeniosas 0 inescrupulosas quefueran las medidas tornadas.Por ultimo, la Ley protegia a los pobres -que trabajaban (0que pudieran llegar a hacerlo) de contaminarse con los que nohabia esperanza de que 10 hicieran, separandolos con murosrnacizos e impenetrables que, poco despues, eneontrarian sureplica en los invisibles, aunque no por eso menos tangibles,rnuros del distanciarniento cultural. Cuanto mas aterradorasfueran las noticias que se filtrar an a traves de las paredes delos asrlos, mas se asemejaria ala libertad esa nueva esclavituddel trabajo en las fabricas; la miseria fabril pareceria, en corn-paracion, un golpe de suerte 0 una bendici6n.28..

    POl' 10 dicho hast.a aqui, puede inferi rse que el proyeeto deseparar de una vez y para siempre a los "aute nticos mendigos"de los "falsos" ~apartando, de ese modo, a los posibles obje-tos de trabajo de aquellos de quienes nada se podia esperar-nunca lleg6 a gozar de total exito. En rigor, los pobres de las doscategorias -seglin.la distincion legal, "merecedores" y "nomerecedores"- se influyeron mutuamente, aunque esta influen-cia reciproca no. se yrodujo de modo que, en opinion de losreformistas, justifieara Ia construccion de asilos.Es verdad que la creaci6n de condiciones nuevas particular-mente atroees y repulsivas para quienes habian sido coride na-dos al flagelo de la rnendicidad (0, como preferian decir losreformistas, "quienes 10 habian elegido") hacia que los pobresadoptaran una acti tud mas receptiva haeia los dudosos atrac-tivos del trabajo asalari ado y que asi se prevenia la muy men-tada arnenaza de que fueran contaminados porIa ociosidad;pero, de hecho, los contamino la pobreza, cont.ribuyendo a per-petuar la existencia que supuestamente iba a quedar elirriina-da por Ia etica del trabajo. La horrenda fealdad de la vida enlos asilos, que servia como punto de referencia para evaluar lavida en la fabrica, perrnitio a los patrones bajar el nivel deresistencia de los obreros sin ternor a que se rebelaran 0 aban-donaran el trabajo. Al fin, no habia gran diferencia entre eldestino que esperaba a los que siguieran las instrucciories dela etica del trabajo y quienes se rehusaban a hacerlo, 0 habianquedado excluidos en el intento de seguirlas.- Los mas lucidos, escepticos 0 cinicos entre los reformistasmorales de esas primeras epocas no albergaban la ilusi6n deque la diferencia entre las dos categorras de pobres (autent.icosy fingidos) pudiera ser expresada en dos estrategias diferen-ciadas. Tampoco cretan que una bifurcacion de estrategias se-

    - mejante pudiera tener efecto practico, ni en terminos deeconomizar recursos ni en otro-beneficio tangible.,Jeremy Bentham se negaba a distinguir entre los regfrnenes

    de las diferentes "casas de industria": ioorhhouses" [asilos parapobres], poorhouses [hospicios] y fabricas (adernas de las pri-sicnes, rnanicornios, hospit.ales y escuelas)." Bentham insistiaen que, mas alla de su propcsito manifiesto, todos e80S est.able-. Las workhouses eran mstituciones donde los internes erari obligados a

    trabajar a cambio de cornida y aiojamiento. [T.]29

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    cirnientos se enfrentaban al mismo problema practice y com-partian las mism as preocupaciones: imponer un patron unicoy regular de comportamiento predecible sobre una pobIaci6n deinternes muy divers a yesencialmente desobediente. Dicho de otromodo: debian neutralizar 0 anular las variadas cost.umbrcs eincli naciones humanas y alcanzar un modelo de condiicta uni-co para todos. A los supervisores de las Iabricas y guardianesde los asilos de pobres les esperaba la misma tarea. Para obte-ner 10 que deseaban (una rut.ina disciplinada y reitera tiva), sedebia someter a ambos tipos de internes -los pobres "trabaja-dores" y los "no trabajador-es"- a un regimen identico. No esde extrafiar que, en el razonamiento de Bentham, casi no apa-recieran diferencias en la calidad moral de las dos categorias,a las que se les otorga gran atenci6n y se les asigna import.an-cia central en los argumentos de los predicadores yreformadoreseticos. Despues de todo, el aspecto mas importante de Ia est.ra-tegia de Bentham era hacer que esas diferencias resultaran a1misrno tiernpo irrelevantes para el proposito declarado e irnpo-tentes para no interferir con los resultados.Al adoptar esa posicion, Bentham se hacfa eco del pensa-miento econornico de su tiernpo. Como habrfa de escribif JohnStuart Mill poco despues, a Ia economia politica no le interesa-ban las pasiones y los motives de los hombres, "salvo los quepuedan ser considerados como principios frontalmente anta-gcnicos al deseo de riqueza, es decir, la aversion al trabajo y eldeseo de disfrutar de inmediato los lujos costosos't.>' Como entodoslos estudiosos que buscaban las leyes "objetivas" de la vidaeconornica -leyes impersonales e ind.ependientes de la volun-tad-. en Bentham la tarea de prom.over el nuevo orden que-daba despojada de los adornos evangelicos comunes en el debatesobre la etica del trabajo para dejar al descubierto su nucleocentral: la consolidaci6n de la rutina regular basada en unadisciplina incondiciorial, asistida y vigilada por una supervi-sion ofectiva, de arriba hacia abajo. Bentham no tenia tiernpopara preocuparse por la iluminacion espiritual 0la reforrna dela mente; no esperaba que amaran su trabajo los internosde instituciones comparables a panopticos, * Por el contrario, Edificios construidos para que, desde un solo punto, pudiera vigilarse

    todo su interior: fue un diseno tipico, POf ejernplo, en las carcele s constru idasdurante el siglo XIX. [1.):3 0

    Bentham daba por sentada la incurable averxinn al trabajo deesos internos, y no se molest6 en cantar alabanzas a la fuerza 'mOl'a1mente ennob1ecedora del trabajo. Si los internos iban acompOltarse segun los preceptos de Inetica del trabajo, ella nosucederia como consecuencia de su conversion moral, sino porhaber sido arrojados a una aituacion sin otra alternativa queactuar como si hubieran aceptado y asimilado en su coricienciael mandate irnpuesto. Bentham no puso esperanza alguna encultivar las virtudes de los elegidos, sino en la encrucijada dehierro en que se hallaban, en su absoluta falta de eleccion. Ene1panoptico, ya fuera un asilo para pobres 0 una fabrica, "si unhombre se niega a trabajar no Ie queda otra cosa por hacer, dela manana a la nocha, mas que roer su pan viejo y beber suagua, sin un alma con quien hablar .., Este aliciente es necesa-riopara que de 10 mejor de sf; pero no hace falta mas que esto".Para promover la etica del trabajo se recitaron inrrumera-

    bles sermones desde los pulpitos de las iglesias, se esci-ibierondecenas de relatos moralizantes y se multiplicar on las e8cue-las dominicales, destinadas a Ilenar las mentes joveries conreglas y valores adecuados; pero, en la practica, todo se redujo--como Bentham pudo revela rlo con su caracteristico est.ilo di-recto y su notable claridad de pensamiento- a la radical eli-rninacion de opciones-para la mana de obra en actividad y conposibilidades de integrarse al nuevo regimen. El principio denegar cualquier forma de asistencia fuera de los asilos era unade las manifestaciones de la tendencia a instaurar una situa-cion "sin eleccion". La otra manifeatacion de la misma estzate-gia era ~mpujar a los trabajadores a una existencia precaria,mantemendo los salarios en un nivel tan bajo que apenas al-canzara para su supervivencia hasta el amanecer de un nuevodia de duro trabajo. De ese modo, el trabajo del diu siguienteiba a ser una nueva necesidad: siernpre una situaci6n "sin clec-cion".En ambos casos, sin embargo, se corria un riesgo. En ubinw

    instancia -gus tara 0 no-- se apelaba a las faeultades n)ciortacoles de los trabajadoros, aunque fuera en una forma SllH1{IIIH'lIite degradada: para ser eficaces, ambos metodos nocf l8 i l ,a l1:111que sus victimas fueran capaces de pensar y calcular, Ptll'!lI':Wpensar podia convertirse en un arma de doble filo] mWI 1111'11'1en una grieta abierta en ese elevado muro, a Lraves dl ' b~'111:11podian colarse facto res problerriaticos, irnpredeeibles 1'. illl'lIll

    . . .. . ._ .. . ."... .. .. ,bI. . . .. . ..f i l l ".. . . . .- -

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    . , . a vida digna 0Ia aspiracioncul ab les (Ia pasion humana pOI un , lf '.d, . t) Yescapar aSI a orxa 0a decir 10 que se plensa 0 se steri e L , , '_, d t didas adicionalee de segurtdest.ier ro. Hab13 que a op ar me 1 , " fisi-dad v ninguna ofrecia mayores garanttas que I?,coercion1 ', ~ I ti0 en la red uccion de sa ar iosca Se podia corifiar en os cas IbOS, "ode raciones ahmentarias por debajo del,nivel de, SUbsistenL'1a" ,., t mpida y nbicua aSI COUlDn pe-yen una vigil ancra irun er ru " . trivial. di tas a la violaci6n de cualqmer reg'la, pninas inrne ra b ara aunque fuer a, para que la miser~~ de los po res se acerc

    mas a una situaci6n sin eleccion. , hEsto hacta de la etica del trabajo una predica sospec osa ~1 int .d d oral de los seres humanoeengafios a. Contar con am egn am, .' tendermanipulados porIa nueva industria habria srgrrificado e,: .

    1 - If it - d_ su libert.ad la unica tierra donde los individ uosos irnt es e, bilid d Peromorales pueden crecer y concretar sus I~espo~s~ I 1 ~ ~St6 orla et.ica del trabajo -al menos en su pnm~r? ,epoca PI?, " 1 t te las poslblhdades de e egtr.reducir, 0 eliminar cornp e amen , - t-No siempre existia la intenci6n de ser enganos?, como a~poco se tenia siempre conciencia de ello. Hay mO~Iv~spara au- "~ d 1 etica eran mdiferentes aponer que los promotores e a nueva blas consecuencias morales de. su accion, y les preocud~ada aun, I'd d L crueldad de las me I as pro-menos su propia mmor a 1 a . a .puest as y adoptadas era sinceramente vista como un aspec~o, di ~ bl de esa cruzada moral, un poderoso agen eIn ispe nsa e , . cuencia un elevado acto mo-moralizador en si ll1ISmOy, en conse '.. .ral. 8e ~elogiaba el trabajo duro somo un~ exper~encl~ ennqu~-" d 1 . it que solo podia alcanzarse acedora: una elevaclon e, e~pln u. " , a obli artraves del servicio .ncoodicional al bien comun, 81P?r g- . e ese trabajo se trans-ala gente a tr abajar duro y consegmr qu - ,'eformara en un habi to hacia falta causar dolor, este ei a un pr -. d 1 b fie s futuros entre los cualescio razonable a cambID e os ene IClO , .destaban ante todo los morales, ganados a 10~~,rgode un~ VI ~_esforzada. Como sefial a Keith McClelland" ~l para m,u~, os e. na obligaClon necesana , tam-trabajo manual era una carga 0 u d "I" ' t dbien era "una acti vidad que debia ser cel:?ra a , :) en menosdel honor v la riqueza que traeria a la ~aclO.I~y,,cosa nolos traimport ante, par el progreso moral que implicaria para -bajadores misrnos.

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    .,,---

    Producir a los productoresLas sociedades tienden a forrnarse una imagen idealizadade si mismas, que les per rni tira "seguir su r umbo": identificary localizar las cicatrices, verrugas y otr as irnperfecciones queafean su aspecto en el presente, as! como hallar un remedio

    seguro que las cure 0 las ali vie. Ir a trabajar -conseguir em-plea, tener un patron, hacer 10que este considerara uti], por 10que estaria dispuesto a pagar para que el trabajador 10 hicie-ra- era e1modo de transformarse en personas decentes paraquienes habian sido despojados de la decencia y hasta de lahumanidad, cua1idades que estaban puestas en duda y debianser demostradas. Darles trabajo a todos, convertir a todos entrabajadores asalariados, era la formula para resolver los pro-blemas que la sociedad pudiera haber sufrido como consecuen-cia de su irnperfeccion 0 inrnad urez (que se esperaba fueratransitoria),Ni a la derecha ni a la izquierda del espectro politico se

    cuestionaba el papel hist6rico del trabajo. La nueva concien-cia de vivir en una "sociedad industrial" iba acornpanada deuna conviccion y una seguridad: el numero de personas quese transforrnaba n en obreros creceria en forma incontenible,y la sociedad industr-ial terminaria por convertirse en unasuerte de fabr ica gigante, donde todos los hombres en buenestado fisico trabajarian productivamerite. El e-mpleo univer-sal era la meta no alca nzad a todavia, pero repr esent.aba elmodele del futuro, A la luz de esa meta, estar sin tr abajo sig-nificaba la desocupaci6n, la anormalidad, la violaci6n a lanorma-. "A ponerse a tr abaj ar", "Porier a trabajar a la gente":tales eran el par de exhortaciones imperiosas que, se espera-ba, pondrian fin al rnisrno tiempo a problemas personales ymales sociales compar tidos. Estos modernos ealoga nes resona-ban POl' igual en las dos versiones de la modernidad: elcapitalismo y el comunismo. El grito de guerra de la oposicion alcapitalismo inspirada en el marxismo era "El que no trabaja, nocome". La vision de una futura sociedad sin clases era la de unacomunidad construida, en todos sus aspectos, sobre el modelode una Iabrica. En la era clasica de la moderna socicdad indus-trial, el trabajo era, al mismo tiernpo, el eje de la vida indi vidualy el orden social, asi como la garantfa de supervivencia ("repro-duccion sistemica") para la sociedad en su conjunto.

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    Erupecemos por la vida individual. El trabajo d~ cada ,hom-bre aseguraba su sustento; pero el tt.po de trabajo realiza dodefinia el lugar al que podia aspirar (0 q~e pO,diar,eciamar),tanto entre sus vecinos como en esa totalidad ln1ag-m~da ~l,a-mada "sociedad". El trabajo era el principal factor de ub1caclO~social y evalnacion individual. Salvo para quienes, por ,su n-queza heredada 0 adquirida, combinaban una v~da de OClOcO,nla autosuficiericia, la pregunta "Quien es usted~' se resporidiacon el nombre de la empresa en la que se trabajaba y el cargoque se ocupaba. En una sociedad recoriocida por su t,aiento yaficion pam categorizar y clasificar, el tipo de traba}o era elfactor decisive, fundamental, a partir del cual se segUla, todo,l,oque resultara de importancia para la convivencia. Definia qUl?-nes eran los pares de cada uno, con quienes cada u~? pOd13cornpararse y a quienes se podia dirigir; definfa tambien a sussuperior es, a los que debra respeto; y a los que estaban ?~rdebajo de el, de quieries podia espera,r 0 teni~ d,erecho a exigrrun trato defererite. EI tipo de trabajo defima igualmente losestandares de vida a los que se debfa aspirar y que se debiaobedecer, el tipo de vecinos de los que no se podia "ser men os" yaquellos de los que convenfa mante~erse apartado. ~a carraralaboral marcaba el itiriera rio de la vida y, retrospectivarnente,ofrecia eI testimonio mas irnporta nte del exito 0 el fracaso de'una persona, Esa carrera era la principal fuente de confianza 0insegur idad , de satisfaccion personal 0 autorr eproche, de or-srullo 0 de verguenza.t> Dicho de otro modo: para la enorme y creciente mayoria devarones que integraban la sociedad postradicio~al 0 modern a(una sociedad que evaluaba y premiaba a sus mlembros, a p,a~'-til' de su capacidad de eleccion y de la afirrnacion de su indivi-dualidad), el trabajo ocupaba un lugar central, tanto en laconstruccion de su identidad, desarrollada a ~olargo, de tod,asu vida como en su deferisa. EI proyecto de vida podia surgrrde dive;'sas ambiciones, pero todas giraban alreded.or d~l. tra-bajo que se eligi.era 0 se lograra. EI tipo de trabajo tem~ latotalidad de la vida; determinaba no solo los derechos y obh?,a-ciones rel acionados directamente con eI pro~e,so labora~, ,SlDOtarnbie n el estaridar de vida, el esquema familiar, la aC,tlV1dadde relacion y los entretenimientos, las norm as de propiedad yla rutiria diaria. Era una de esas "variables independientes"que, a cada persona, Ie perm itta dar forma y pronosticar, sin34

    ternor a equivocarse dernasrado, lot>dern as aspectot> de su exis-tericia. Una vez decidido el tipo de trabajo, una ve?,.,imaginadoel proyecto de una carrara, todo 10 dernas encontraba su lugar,y podia asegurarse que se iba a hacer en casi todos los aspectosde la vida, En sfntesis: el trabajo era el principal punta de refe-rencia, alrededor del cual se planificaban y ordenaban todaslas otras actividades de la vida,En cuanto al papel de la etica del trabajo en la regulaci6n

    del orden social, puesto que la mayo ria de los varones adultospasaban la mayor parte de sus horas de vigilia en el trabajo(segun caiculos de Roger Sue para 1850, eI 70% de las horas devigilia estaban, en promedio, dedicadas al trabajo"), el lugarclonde se trabajaba era el ambito mas importante para la inte-gracion social, el ambiente en el cual (se esperaba) cada uno seinstruyera en los habitos esenciales de obediencia a las nor-mas y en una conducta discipliriada. Alh se formaria el "carac-tel' social", al menos en los aspectos rieceaa rios para perpetuaruna sociedad orderiada. Junto con el servicio militar obligato-rio --otra de las grandes invenciones modernas-, Ia fabricaer:~la principal "inat.it.ucionpan6ptica" de Ia sociedad moderns.Las fabricas producian numerosas y variadas mercancias;

    todas elIas, adernas, modelaban a los sujetos dociles y obedien-tes que eI Estado moderno neceait aha. Este segundo tipo de"produceion" -aunque en modo alguno secundario- ha siclomencionado con mucha menor Irecuencia. Sin embargo, Ie otOl"-gaba a la organizacion industrial del trabajo una funcion rnu-cho mas fundamental para 1a nueva sociedad que la que podrtadeducirse de su papel visible: la prod uccion de la riquez a rna-terial. La irnportancia de esa funcion quedo documentada enel panico desatado peri6dicamente cada vez que circulaba Innoticia alarrnan te: una parte considerable de la poblacion iJdult::t- podia hallarse fisicamente incapacitada para trab~jaf ()nrOt,,,ma regular y/o curnplir con el servicio militar. Cil; l~ ' J ' i ! ; .~ tHI~IIi1" I" ;11fueran las razones explfcit.as para justificarlo, Ia bnraJI.(kv., fadebilidad corporal y la deficiencia mental eran termid[j~,1101111111amenazas que colocaban a sus victimas fuera del G u n : t ! , l o l !-II' I:.nueva sociedad: la vig'ilancia panoptica sobre la que' df~scl'rtllt;:11ba el orden social. La gente sin empleo era gente sil1iJc)l!IIT~III.gente fuera de control: nadie los vigilaba, supervfsaba rli /;"metfa a una rutiria regular, reforz ada por oportusras sa[u-il!nos. No es de extrariar que el modelo de salud desan'olladil

    I1~II.

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    durante el siglu XIX por las ciericias ruedicas con cunciencia so-cial fuera, justamente, el de un hombre capaz de realizar elesfuerzo fisico requerido tanto por la fabrica como por el ejercito.Si la sujecion de la poblacion masculi na a la dictadura me-canica del trabajo fabril era el rnetodo fundamental pam pro-

    ducir y mantener el orden social, la familia patriarcal fuerte ycstable, con el hombre empleado ("que trae el pan") como jefeabsolutoe indiscutible, era su complemento necesario; no escasual que los predicadores de la etica del t.rabajo fueran tam-bien, por 10 general, los defensores de las virtudes fami liaresy de los derechos y obligaciones de losjefes de familia. Yderitrode esa familia, se esperaba que los maridos/padres cumplie-r~n, er:tr~ s~s mujeres y sus hijos, el mismo papel de vigilan-cia y discipli na que los capataces de fabrica y los sargentos delejerci~o ejercta n sobre ellos en los talleres y cuart.eles ..El poder_para irnponer la disciplina en la sociedad moderria -segUnFoucault- se dispersaba y dist.ribura como los vasos capi lar esque llevan la sangre desde el corazon hasta las ult irnas celulasde un organismo vivo. La autoridad del marido/padre, dentro dela familia, conducfa las presiones disciplinarias de la red delorden j', en Iuncion de ese orden, llegaba hasta las partes de lapoblacion que las instituciones encargadas del control no po-dian alcanzar. .POI'ultimo, se otorg6 al trabajo un papel decisivo en 10 que

    los politicos pi'eserrtaban como una cueation de supervivenciay prosperidad para Ia sociedad, y que erit.ro en el discurso 50-ciologico can el nombre de "rcproduccion sisternica", El funda-mento de la sociedad industrial moderria era la transformacionde los recursos naturales con la ayuda, de fuentes de erierafautilizables, tarnbien naturales: el resultado de esa transfor~a-cion era la "riqueza", Todo quedaba organizado bajo la direccionde los duenos 0gerentes del capital; pero se 10 lograba gracias alesfuerzo de la mane de obra asalariada. La continuidad del pro-ceso dependia, por lo tanto, de que los administradores del capi-tal lograran que el resto de la poblacion asumiera su papel en laproduccion, .."Yel volumen de esa produccion -punta esencial para la ex-pansi6n de la riqueza- dependia, a su vez, de que "Ia mana deobra" participara directamente del esfuerzo productivo y se so-metiera a su logica: los papeles desempefiados. en la produc-

    cion eran eslabones esenciales de esa cadena. El poder coercitivodel Estado servia, ante todo, para "mercantilizar" el capital y36

    n

    el trabajo, es decir, para que la riqueza potencial Detransfor-mara en capital (a fin de ser utilizada en la produccion de masri.queza), y la fuerza de trabajo de los obreros pasara a ser tr a-bajo "convalor afiadido", El crecimiento del capital activo y delempleo eran objetivos principales de la politica, Y el exito 0 elfraca-so de esa polftica se media en funcion del cumplimientode tal objetivo, es decir, segun la capacidad de empleos queofreciera el capital y de acuerdo con el nivel de par tici paciorien el proceso productive que tuviera la poblacion trabajadora.En resumen: el trabajo ocupaba una posicion central en los- .tres nive les de la sociedad moderna: el individual, el social yel rcferido al sistema de produccion de bienes. Adernas, el tra-bajo actuaba como eje para urrir esos niveles y era factor prin-cipal para riegocia r, alcanz ar y preservar la cornunicacion entreellos. -La etica del trabajo desernpefui, entonces, un papel decisivoen la creacion de la sociedad moderna. El compromiso recipro-co entre el capital y el trabajo, indispensable para el funcioria-miento cotidiano y la saludable ccriservacion de esa sociedad,era postulado como deber moral, misi6n y vocacion de todos losmiernbros de la comunidad (en rigor, de todos sus miernbrosmasculinos), La etica del trabajo convocaba a los hombres aabrazar voluntariamente, con alegria y entusiasmo, 10 que sur-gia como necesidad inevitable, Se trataba de '_;:nalucha que losrcpresentantes de la nueva economfa -ayudados y arnpara-des por los legisladores del nuevo Estado- hacian todo 10 posi-ble par transforrnar en ineludible, Pero al aceptar esa necesidadpOI'voluntad propia, se deponia toda resistencia a unas reglasvividas como imposiciories extr.afia.s y dolorosas. En ol lugar detrabajo no se toleraba la autonomfa de los obreros: se llamabaala gente a elegir una vida dedicada al trabajo; pero una vidadedicada al trabajo significaba la ausencia de eleccion, la irn-posibi1idad de eleccion y la prohibici6n misma de cualquier"eleccion.

    De "rnejo r" a "rn as"Los preceptos de la etica del trabajo fueron pl'egonados COilun fervor proporcionaI a Ia resistencia de los nuevos obreros

    frente ala perdida de su libertad. EI objetivo de la predica eravertce r esa resistencia. La nueva et.ica era solo un instrumen-

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    Lo; el Ii n era 1aace ptacion del regimen fabril, COIl la perdida deindependencia que irnp licaba.Toda razon que busca un objetivo permite elegir los medios

    para alcanzarl o, hacer una evaluacion crrtica de e110sy (si rue-ra necesar io) reemplazarlos POl' otros, en funcion de su eficaciapara 11egar aI result.ado buscado. La etica del trabajo y, en for-ma mas general, la apelacion a los sentimientos y la concienciade los obreros fueron algunos medios -entre muchos- parahacer girar los engranajes del sistema industrial. No eran losmedics mas eficientes; menos aun, los unicos concebibles. Tam-poco los mas confiables; probablementa, Ia moralidad del tra-bajo que los predicadores buscaban inculcar seguiria siendo,como toda forma de moralidad, inconstante y erratica: una malaguia para el comportarniento esperado y una presion demasia-do inestable para regular el esfuerzo laboral, rigido y rnonoto-no, que exigia la rutiria de la fabrica. Esta no podia corifiar ensentirnientos morales y apelaciones a la responsabilidad (por10 tanto, a la eleccion) para garantizar e1 ritmo inmu table delesfuerzo ffsieo y Ia obediencia ciega al regimen de trabajo.Yahernos observado que, al dirigirse a los pobres e indolentes,se recurria adernas a metodos de presion mas confiables, comola reclusion obligatoria, el sometimiento legal, la negativa decualquier asrstencia salvo en el interior de los asi los, y hastalas amenazas de castigos fisieos. L. e predica de la Hica del tra-bajo requer ia una eleccion moral; la praciica del trabajo redu-cia 0 elirninaba de plano la eleccion , y luchaba por asegurarque los nuevos obreros -fuera 0no sincera su transfcrmacidn,creyeran.o no en el evangelio de la etica del trabajo- se com-portaran como si en verdad se hubieran convert.ido. La tenden-cia general en las sociedades modernas, compart.ida poriafabr'ica, era volvel' irrelevantes los serrtirn ientos de los hom-bres con respecto de sus acciones ('adiaf6ricos'), para que esasacciones resu ltaran regulares y predecibles en un grado quejamas podria haberse logrado si se las hubiera dejado libradasa impulses irracionales.La etica del trabajo parece ser un invento basicarnente euro-

    peo; la mayoria de los historiadores estadounidenses compar-ten la opinion de que no fue la etica del trabajo, sino el esprritude ernpresa y la rnovilidad social ascenderite, el lubricante queaceito los engranajes de la industria norteamericana. El tra-bajo, y la constante dedicacion al trabajo, fueron considerados:3 8

    casi desde Ull pr'incipio, tanto por los inmigrantas como por Iusobl'eros nacidos en los Estados Unidos, como un medic antesque unvalor en sf mismo, una forma de vida 0una vocacion: elmedio para hacerse rico y, de este modo, mas independiente;el medic para deshacerse de la desagradable necesidad de tra-bajar para otros. Hasta las condiciones de semiesclavitud en ta-Beres de trabajo agotador era tolerada y soportada en nombrede la libertad futura, sin atribuir falsas cualidades ennoblecedo-ras E sernejanto esfuerzo, No era precise arnar el trabajo niconaide rar]o un signo de virtud moral; se podia manifestar pu-blicamente el desagrado que provocaba sin incu rr ir en el ries-go de que la disciplina se derr'umbara, siempre que el sopor tarlas condiciones mas horreridas fuera el precio transitol'iamen-te pagado por una libertad no demasiado lejana.En opinion de Michael Rose;" la tendencia a despreciar ydejar de lado la etica del trabajo se profundizo en los Estados

    Unidos y alcanzo nuevo vigor al comenz ar el siglo xx: irnpor-tantes innovaciones gerenciales difundidas en esos afios con-tribuyeron a "destruir el cornprorniso moral con el esfuerzo enel trabajo. Pero es probable que hayan adqui rido el caracterque alcanz aron porque no era posible confiar en el compromisomoral con el esfuerzo", AJ menos, asf se 10 veia en Ia atmosferaque reinaba en la tier-ra de las rrquezas y el enriquecimiento.La tendencia culmino en el movimiento de gestion cientificainiciado POl' Freder-ick Winslow Taylor:Pnicticamente, 1a ape lacion a Ia etica del trabajo no form6 partede su paquete de tecnicas de adrninistracio. Para Tayler, el com-prorniso positivo con el trabajcrera estimulado, ante todo, con in-centivos monetarios cuidadosarnente calculados. EI modelo de obre-1'0 elegido por Tayler no era el norteamericano native sino uninmigrarite hcl andes, un tal Schmidt. La que Ie fascinaba deSchmidt no era, por cierto, que se sintiera moralrnente oblicado a 'trabajar con (niciativa y eficacia, sino su capacidad de ent~sias-marso ante 1a vista de un biJlete de un dolar, y su disposicion ahacer 1 0 que Taylor Ie iridicara con tal de adueriarse del billete.

    La decisi6n de no confiar en que los obreros se iusioriarancon las cualidades ennoblecedoras del trabajo result6 cada vezmas acertada, a rnedida que las desigualdades sociales se acen-tuaron y la presion de la disciplina en Ia fabrica se volvio mas

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    despiadada. No obstante, se hizo cada vez mas evidente la n~-cesi dad de reducir las esp81'anzas de alcanzar el "sueiio amel:l.-cano": todos los sufrirnientos en la [abr-ica seran una molest iatransitoria, yel sometimiento a los capriehos del patron es s610un medio para, llegado el momento, transforrnarse en ?atr6~,La posibilidad de afirrnar la propia independencia se hizo masvaga y remota a medida que se estrechaban y llen~ban de obs-t.aculos los eaminos que conducian desde el tr abajo manual ala libertad de "trabajar por cuenta propia". Habia que buscarotras forrnas de asegurar la permanencia del esfuerzo en eltrabajo, separandolo de cualquier compl'omiso moral y de lasvi.rtudes del trabajo rnismo.Y la for-ma se oncontro, tanto los Estados Unidos como enotras partes, en los "incentivos materiales a~ tl~a~ajo": recon:-pensas a quienes aceptaran obedient~s la disciplina de la f~-brica y renunciaran a su independenc13, Lo que antes se habfalogrado con serrnones -con el agTegado 0 no de la amenaza delpalo-, se busco cada voz rnas a traves de los seductores pode-res de una zariahor ia. En lugar de afirmar que el esfuerzo en eltrabajo era el camino hacia un,:-vida moralme,nte ,superior, se10 promocionaba corno un medic de ganar mas dinero, Ya noimportaba 10"mejor"; s610 contaba el "mas". . "Aquello que a principios de la sociedad industna.1 hab13.s1doun conflicto de poderes, una lueha por la autonomla y la hb,e,r-tad, se transforrno gradualmente en la lucha par una po:c,lOnmas zrande del excedente. Mientras tanto, se aceptaba tacita-mente Ia estructura de poder existente y su rect.ificaciori que-daba eliminada de cualquier programa, Con el tiempo, seimpuso la idea de que la habilidad para ganar una pOI:cio~mayor del excedente era la unica forma de resta~rar la digni-dad humana, perdida cuando los artesanos se reduJer~n a manade obra industrial. En el camino quedaron las ape laciories alaeapacidad ennoblecedora del esfuerzo en. e] trabajo. Y.fueronlas diferencias salariales -no la presencia 0 la ausencia de ladedicacion al trabajo, real 0 simulada-Ia vara que determineel prestigio y la posicion social de los productores.La transformaci6n del confl icto de poderes en la lucha parlos insrrosos monetarios, y las ganancias econ6micas, en el uni-co camino hacia la autonomia y la autoafirmacion, tuvieronhonda influencia en el rumba general de desarrollo de la mo-derna sociedad industrial"..Generaron el tipo de conductas que,40

    en sus ortgenea, la etica del trabajo habra intentado en vanoconseguir, cuando se apoyaba en la presion econ6mica y, en ....ocasiones, fisica. La nueva actitud infuridio en la mente y lasacciones de los modernos productores, no tanto el "espfritu delcapita lisrno" como la tendencia a rnedi r el valor y la dignidadde los seres hurna nos en funcion de las reeompensas econ6mi-cas recibidas. Desplaz6 tambien , firrne e irreversiblemente, lasinotivaciones autentica mente humanas -----comoel ansia de li-bertad- hacia el mundo del consumo. Y asi determin6, en gr;nmedida, la historia posterior de la sociedad moderria, que dejade ser una comunidad de productores para convertirse en otra deconsumidores.Esta ultima transforrnacion no se produjo en igual medida,

    ni con las mismas consecuencias, en toda la sociedad moderna.Aunque en todos los pafses avanzados se aplico una rnezcla decoercion y estfmulos materiales para irnporier=la etica del tra-bajo, los ingredientes se mezclaron en proporciones diferontes.En la version cornunista del mundo moderno, por ejernplo, laapel acion al consumidor que se oculta en e1productor fue pocosistematica, poco convineente y carente de energta. POI' esta yotras razories se profundizo la diferencia entre las dos versio-nes de la modei-nidad, y el crecimiento del eonsumismo quetransformo en forma decisiva la vida de Occidente aternorizoal regimen comunista que, tornado por sorpresa, incapaz deactualizarse y mas dispuesto que nunea a reducir sus per di-das, tuvo que admitir su inferioridad y.claudicc.Notas1. .J. S. Mill, Principles uf Poliucai Economy, vol. II, 4- edicion. Londres:

    John \V. Parker & Son, p. 3.37. [Przn.cipios de etonomia politico; COl'. alg uriasde sus aplicacionen a lo [ilosofia, Mexico-Buenos Aires, Fondo de CulturaEcon6mica, 2" ed, 1951.12, Citado en S. Pollard (196:3), "Factnry discipline ill the industrialrevolution", The Economic History Reuiew, segunda sene, 16 (196:3-4): 254-71.

    .3 . \V. Bowden (1925), Industrial Society in England towards the End ofthe Eighteenth Century. Londres: Macmillan, pp, 274-275.4. ,j, L. y B. Hammonds (1966), The Town Labourer 1760-1832 (primera

    edicion: 1917), Lcndres: Longman, p. :307. LEltrabajador de la ciudad, Trad,Antonio Gimeno Cuspinera. Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad So-cial, 1987.15. \V. Leperries (1986), "Historisierung del' Nat ur und Entmoralisierung

    del' Wisacnschaft.en seit dem 18. Jahrhundert", en A Peis l y A, Mohler41

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    (curupa.), Na.IUr urid Geslucht, vol. 7. Munich: Schrcfte:: de: Curl FriedrichVaT! Siemens Stif tung ; pp. 263-288.6. B. Inglis (1971), Poverty and the indus/rial Reuolution, Londres: Hodder& Stoughton, p. 75.7. "Revolt of the workers", Blackwood's Magazine, vol. 52,1842, pp. 646-647.8. "The claim of labour", Edinburgh Review, vol. 81, 1845, pp. ;304-305.9. P. Gaskell (1836), Artisans and Mochinery . Londres: Frank Cass, 1968,

    p.78.10. Vew,e M. Rose (1985), Re-u.orking the Work EthIc: Economic \falues

    an.d Socio-Culturai Polites. Londrris: B.'"1'.Batsford, p. 30.11. B. Inglis, op. cit.; p. 408.12. G. Himmelfarb (1984), The ideas of" Poverty.' Enr;land in the EarlyIndustrial Age. Londres: Faber & Fabel' , p. 193. rLa idea de La pobreza; In-glaterra a principios de La era. industrial. Mexico, Fondo de Culturu Econo-

    mica, 1988.J13. Vease su Panopticcn , 0 su inspect ion House, donde S8 encuent.ra la

    idea de un nuevo principio de construcci6n disponiblc para todo tipo de csta-blecimiento, segun el cual 58puede mantener a cualquier persona bajo vigi-lancia, en B. Bentham (1843), The War/,s of Jeremy Bentham, vol. 4.Edirnburgo: William Tait, pp. 40-126. [Antologia. Barcelona, Peninsula, 1991.]14. J. S. Mill (1836), "On the definition of political economy; and on the

    method of investigation proper to it" [EfLsayos sabre algunos cuestiories dis-puto das en economia politico. Madrid, Alianza, 1997.1, en Collected Worhs,vol. IV. Londres: Routledge & Kegan Paul, 1967, p. 321.15. K. McClelland (1987), "Time to work, time to live: some aspects ofwork and the re-formation of class in Britain, 1850-1880", en P.,Joyce (cornp.),The Historical Meanings of Work Cambridge: Cambridge Univeraity Press,p.184.16. R. Sue (1994), Temps et Ordre Social. Paris: PUF..Sue calcula que,

    desde 1850, el tiempo pl:omedio' dedicado al tr abajo se redujo sistema-ticamente; en.el momento de escribir su estudio habia llegado a s610 el 14%de fa s hoi-as de vigilia.17. M. Rose, op_ cit_, p. 79.

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    2De la etica del trabajo

    a la estetica del consumoLa nuestra es una sociedad de consurnidoras.Todos sabernos, a grandes rasgos, que significa ser "consu-

    rnidor": usar las cosas, comerlas, vestirse con ellas, utilizarlaspara jugar y, en general, satisfacer -a traves de ellas- nues-tras necesidades y deseos.T'uesto que eI diriero (en la mayorfade los casos y en casi todo el mundo) "media" entre el deseo ysu satisfaccion, ser consumidor tarnbien signifies -y este es susignificado habitual- apropiarse de las cosas destinadas alconsumo: cornprarlas, pagar pOI'ellas y de este modo conver-tirlas en algo de nuestra exclusiva propiedad, irnpidiendo quelos otros las usen sin nuestro consentimiento.Consumir significa, tarnbien, destruir. Amedida que las con-

    sumimos, las cosas dejan de exist.ir, literal 0 espiritualmente.A veces, se las "agota" hasta su aniquilacion total (como cuan-do comemos algo 0 gastarnos la ropa ); otras, se las despoja desu encanto hasta que dejan de despertar nuestros deseos ypier-den la capacidad de satisfacer nuestros apetitos: un juguetccon el que hemos jugado muchas veces, 0 un disco al que he-mos escuchado demasiado. Esas cosas ya dejan de ser aptaspara eI consumo.Esto es ser consumidor; pero, ioaque nos referimos euandohablarnos de una sociedad de consumo? (,Que tiene de espocffi-coesto de formar parte de una comunidad de consurnidoraa? Yademas, lno son sociedados de consumo, en mayor 0menor

    medida, todas las comunidades hurnanas coriocidas haataaho-

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    ru? Las caracterfst icas apunt.adas en el par-rate anterior-sal-VD, quiz as, la necesidad de entregar dinero a cambio de los ob-jetos que vamos a consumir-s- se encuentran en cualquier tipode sociedad. Desde luego, las cosas que consideramos en condi-ciones de ser consumidas. as! como el modo como 10 hacemos,varian de epoca en epoca y de un lugar a otro; pero nadie, enningUn tiempo 0 lugar, pudo sobrevivir sin consumir algo.Por eso, cuando decimos que la nuestra es una sociedad de

    cnnsumo debemos considerar algo mas que el hecho trivial,cornun y poco diferenciador de que todos consumirnos. La_!:l1!lBs-LrL! es "una comunidad de consumidores" en el misrno sentidoen que la sociedad de riuost.ros abuelos (la modern a sociedadque vio nacer a la industria y que hemos descri pto en el capitu-lo anterior) merecia el nombre de "socied ad de productores".Aunque la humanidad venga produciendo desde la lejanaprchistoria y vaya a hacerlo siempre, la razon para llamar "co-munidad de productores" a la primera forma de la socied admuderria se basa en el heche de que sus miembros se dedicaronprincipolmente a la produccion; el modo como tal sociedad for-maba a sus integrantes estaba determinado por la necesidadde desempeiiar el papel de productores, y la norma impuesta asus miernbros era la de adquirir [a capacidad y la voluntad deproducir. En su etapa prosen te de modernidad tardia -estascbrunda modernidad, 0 posmodernidad-, la sociedad huma-nn impone a sus miembros (otra vez, principolmente) la obliga-cionde ser consumidores. La forma enque esta sociedad moldeaa sus integrantes esta regida, ante todo y en primer Iugar, porla necesidad de desernperiar ese papel; la norma que les impo-ne, la de tener capacidad y voluntad de consumir.Pero el paso que va de una sociedad a otra no es tajante; no

    todos los integrantes de la comunidad tjrvieron que abarido-nar un papel para asurnir otro. Ninguna de las dos socieda-des mencioriadas pudo haberse sostenido sin que algunos de susmiembros, al menos, tuvieran a su cargo la producci6n de co-sas para ser consumidas; todos ellos, pOI' supuesto, tarnbiencorisumen. La diferencia reside en el enfasis que se ponga encada sociedad; ese cambio de erifas is marca una enorme dife-rencia casi en todos los aspectos de esa sociedad, en su cultu-1'ay en el destino individual de cada uno de sus miembros.Las diferencias son tan profundas y univer sal es, que justifi-can plenamente el hablar de la sociedad actual como de una

    comunidad tota lrne nte dife re nt e de la anterior: una sociedadde consumo.EI paso de aq~~lla sociedad de productores a esta del consu-

    mo signific6 multiples y profundos cambios; el pri mero es, pro-bablemente, el modo como se prepara y educa ala gente parasatisfacer las condiciones impuestas pOI'su identidad social (esdecir, la forma en que se "integra" a hombres y mujeres al nue-vo orden para adjudicarles un lugar en el). Las clasicas insti-t.uciones "qus' moldeaban indi viduos -las ins titucionespanop ticas, que resu ltaron fundamentales en la primera eta-pa de la sociedad industrial- cayeron en desuso. Con la rapi-da disminuci6n de los ernpleo s, con el reemplazo del serviciomrlitar obligatorio por ejercitos pequefios integrados por pro-fesionales voluntaries, es dificil que el grueao de la poblaci6nreciba la influencia de aquellas instituciones, El progreso tec-_nolof,ricoleg6 al punto en que la productividad crece en formainvel'samente proporcional a la disminuci6n de los empleos.Ahora se reduce el numero de obreros industriales; el nuevoprincipio de la modernizaci6n es el downsizing eel "ach i-camiento" 0 reducci6n de personal]. Segtin los calculos deMar tinWolf, director del Financial Times, la gente empleada en laindustria se redujo en los parses de la Comunidad Europea,entre 1970 y 1994, de un 30 a un 20%, y de un 28 a 16"/0 en losEstados Unidos. Durante el mismo periodo, la producti vidadindustrial aumerito, en promedio, un 2,5% anual.!El tipo de entreriamiento en que las instituciones pan6pticas

    5e destacaron no sirve para la forrnacion de los nuevos consu-midores. Aquellas moldeaban a la gente para un comportamien-to rutinario y mon6tono, y 10 lograban limitando 0 elirnin andopor completo toda, posibil idad de eleccion: la ausencia de ruti-na y un estado de elecci6n permanente, sin embargo, constitu-yen las virt.udes esenciales y los requisitos indispensables paraconvertirse en auteritico consurnidor. POl' eso, ademas de vel'reducido su papel en el rriundo posindustrial posterior al servi-cio militar obligatorio, el adiestr amiento brindado por las ins-tituciones pan6pticas resulta inconciliable con una sociedad deconsumo. El temperamento y las actitudes de vida moldeadospOI'elias son contraproducentes para la creacion de los nuevosconsumidores.Idealmente, los habitos adqui ridos debe ran descansar sobrelos hombros de los consumidores, del mismo modo que las vo-

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    caciones inspir-adas en la religion 0 en la etica (asi como lasapasionadas ambiciones de ot.ros tiempos) se apoyaron -talcomo 10 dijo Max Weber repitiendo palabi-as de Baxter- sobrelos hombres del santo protestante: "corno un manto liviario,listo para ser arrojado a un lado en cualquier momento't ' Esque los habitos son dejados de lade a la primera oporturH.dad ynunca llegan a alcanzar la solidez de los barrotes de uria ja ula.En forma ideal, por eso, un consumidor no deberfa aferral'se anada, no deberia comprometerse con nada, ja mas deber ia con-siderar satisfecha una necesidad y ni uno solo de sus deseospodria ser considerado el ultimo. Acualquier jura~~~to ~e leal-tad 0 compromise se deberfa agregar esta coridicion: Hastanuevo aviso", En adelante, impor ta ra solo la fugacidad y el ca-racter provisional de todo compromise, que no durara mas queel tiempo necesario para consurnir el objeto del deseo (0 parahacer desaparecer el deseo del objeto), . .,Toda forma de consumo lleva BU tiempo: esta es lamaldicionque arrastra nuestra sociedad de consumido:es y la ~rincipalfuente de preocupaci6n para quienes comercian can bienes deconsumo. La satisfaccion del consumidor debeda ser instanta-nea en un doble seritido: los bienes consumidos deberian satis-facer en forma inrnediata, sin imponer demoras, aprendizajeso prolongadas preparaciones; pero esa satisfaccion d~beria ter-minal' en el precise momento en que concluyera el tiernpo ne-cesario para el consumo, tiempo que deberia reducirse ~ su veza su minima expresion. La mejor rrianera de lograr esta reduc-cion es cuando los consumidores no pueden mantener su aten-cion en un objeto, ni focalizar sus deseos pOl'demasiado tiempo;cuando son impacientes, impetuosos e inquietos y, sobre todo,faciles de entusiasmar e igualmente incliriados a perder su in-teres en las cosas.Cuando el deseo es apartado de la espera, y la espera se sepa-ra del deseo, la capacidad de consumo puede extenderse mu-_. cho mas all a de los limites impuestos pOI' las necesidades

    naturales 0 adquir idas, 0 por Ia duracion misma de los objetosdel deseo. La relacion tradicional entre las necesidades y susatisfaccion queda entonces revertida: la prornesa y la espe-ranza de satisfaccion preceden a la necesidad y son siempremayores que la necesidad preexistente, aunque no tanto queirnpidan desear los productos ofrecidos por aquella prornesa.En realidad, la promesa resultara mucho mas atractiva cuan-46

    to menas conucida resulte la necesidad en cuesti6n: vivir unaexperiencia que estaba disponible, y de Ia cual hasta se ignora-ba su existencia, es siernpre mas seductor. El entusiasmo pro-vocado pOI'Laserisacion novedosa y sin precedentes constituyenelmeollo en el proceso del consume. Como dicen Mark C. Taylory Esa Saarinen, "el deseo no desea Lasatisfaccion. POI'el con-trario, el deseo desea e1 deaeo";" en todo caso, asi funciona eldeseo de un consumi dor ideal. La perspectiva de que el descose disipe y nada parezca estar en condiciones de resucitarlo, el panorama de un mundo en el que nada sea digno de serdeseado, conforman la mas siriiestra pesadilla del consumidorideal.Para aurnentar su capacidad de consumo, no se debe (la"descanso a los consumidores. Es necesa rio exponerlos siemprr-

    a nuevas tentaciones man ten iendolos en un estado de ebulli-cion continua, de permanente exc itanion y, en verdad, de RW+cpech a y recelo. Los anzuelos para captar la atencion ~ebeuconfirmar la sospecha y disipar todo recelo: "l,Crees ba.berlnvisto todo? [Pucs no viste nada todavia!",A menu do se dice que el mercado de consumo seduce a IUl;

    consumidores. Para hacerlo, ha de contar con consumidnn e:dispuestos a ser seducidos y con ganas de serlo (asf como dpatron, para dirigir 1 :1 sus obreros, necesitaba tr abajadores eonhabitos de disciplina y obediencia firmemente arraigados), E,nuna sociedad de consumo bien aceitada, los consumidores bw._"can activamente la seduccion. Van de una at.raccidn a otru,pasan de tentacion en ten taciori, dejan un anzuelo para-picaren otro. Cada nueva atracci6n, tentaci6n 0 carnada, es en cier-to modo diferente -y quiza mas fuerte- que la anterior. Alg'n_parecido, aunque tarnbien diferente, a 10 que sucedia con :e:l~S,antepasados productores: su vida era pasar de una vuelta d

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    mandan, juzgan, critican y eligen. Despues de todo, entre lasinfinitas alternativas que se les ofrecen no Ie deben fidelidad aninguna. Pero 10 que no pueden es rehusarse a elegir entreellas. Los caminos para llegar a la propia i~E;~~idad, a ocupa run lugar en la sociedad humana y a vivir una vida que se reco-nozca como significativa exigen visitas diarias al mercado.En la etapa industrial de la modernldacrEabia' un hechoincuestionable: antes que cualquier otra cosa, todos debian serante todo productores. En esta "segundo. modernidad", en estamodcrnidad de consumidores, la primera e imperiosa obliga-cion es ser consumidor; despues. perrsa r en convertirse en cual-quier otra cosa.

    Como se genera un consunlidorEn arios recientes, l'epresentantes de todo el especlro politi-

    cohablaban al unisono, con afior anz a y deseo, de una "recupe-racion dirigida POl' los consumidores". Se ha culpa do confrecuencia a la caida de la producci6n, ala ausencia de pedidosy a la lentitud del comercio minorista poria falta de interes 0de confianza del consumidor (10 que equivale a decir que eldeseo de comprar a credito es 10bastante fuerte como parasuperar el temor ala insolvencia). La esperanza de disipar esosproblemas y de que las cosas se reanimen se basa en que losconsumidores vuelvan a cumplir ~on su deber: que otra vezquieran comprar, cornprar" mucho y comprar mas. Se piensaque el "crecimiento econornico", la medida moderna de que lascosas estan en orden y siguen su-curso, el mayor indice de queuna sociedad funciona como es debido, depende, en una socie-dad de.consurnidores, no tanto de la "fuerza productiva del pais"(una fuerza de lrabajo salud able' y abundante, con cofres l'e-pletos y emprendimientos audaces pOI'parte de los poseedoresy administradores del capital) como del fervor y el vigor de susconsumidores. EI papel --en otros tiem pos a cargo del traba-jo- de vincul ar las motivaciones individuales, la intcgracionsocial y la reproduccion de todo el sistema producti vo corres-ponde en la actualidad ala iniciativa del consumidor.Habiendo dejado atras la "premodernidad" ~los mecariis-mos tradicionales de ub icaciori social por mecanismos deadsc ripcion, que condenaban a hombres ymujeres a "apegarse48

    1.1

    a su clase", a vivir seg

  • 5/10/2018 Zygmunt Bauman - Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres Espanhol

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    ralizada irnplica un juego de contratos y despidos con muy po-cas reglas pero con el poder de carnb iarl as unilateralmentemientras la misrna partida se esta jugando.Nada perdurable puede levantarse sobre esta arena move-

    diza. En pocas palabras: 18.perspectiva de construir, sobre labase del trabajo" una identidad para toda la vida ya quedo en-terrada definitivamente para la inmensa mayoria de la gente(salvo, al menos por ahora, para los profesionales de areas muyespecializ adas y privilegiadas).Este cambio trascendcnte, sin embargo, no fue vivido comoun gran terremoto 0 una amenaza existencial. Es que la preocu-paci6n sobre las identidades tarnbien se modifico: las antiguascarreras resultaron totalmente inadecuadas para las tareas einquietudes que llevaron a nuevas busquedas de identidad. Enun rnundo donde, segun el conciso y contundente aforismo deGeorge Steiner, todo producto cultural es concebido para produ-cir "un impacto maximo y caer en desuso de inmediato", la cons-trucci6n de la identidad personal a 10 largo de toda una vida y,por ariadidura, planificada a priori, trae como consecuencia pro-blemas muy series. Como afirma Ricardo Petrella: las actualestendencias en el rnundo dirigen "las economfas hacia la produc-ci6n de 10 efimero y volatil -a traves de la masiva reducci6n dela vidaut.il de productos y servicios-, y hacia 10 precario-Iern-pleos ternpoi-aries, flexibles ypart-time'Y't"Sea cual fuere la identidad que se busque y desee, esta debe-

    ni tener -en concordancia con el mercado laboral de nuestrosdias- el don de la flexibilidad. Es preciso que esa identidadpueda ser cambiada a corto plaza, sin previo aviso, y este regi-da por el principio de mantener abiertas todas las opciones; almenos, la mayor cantidad de opciones posibles. El futuro nosdepara cada dia mas sorpresas; pOI'10 tanto, proceder de otromodo equivale a privarse de mucho, a excl uirse de beneficiostodavia desconocidos que, aunque vagamente vislumbrados,puedan llegar a brindarrios las vueltas del destino y las sieru-pre novedosas e inesperadas ofertas de la vida.Las modas culturales irrumpen explosivarnente en la feria

    de las vanidades; tarnbien se vuelven obsoletas y anticuadasen menos tiernpo del que les lleva gan ar la atericion del publi-co. Conviene que cada nueva identidad sea temporaria; es pre-ciso asumirla con ligereza y echarla al olvido ni bien se abraceotra nueva ..~as brillante 0 simple mente no probada todavia.50

    I,- ' ,q-,i < , - ' i f . , . ,_ , .~ : - ,.-, (I , - , ' i n' '. f , ~ . r V1 . . , . . . . . . _ . , - . _ ~ , _ ~ ' H'~ ' I ; , JSeria mas adecuado ; 0 1 ' eso hablar de identidad;;'~-;{-phr~:-al:--;:_'-10 I.argo de la vida: muchas de ellas qu~danin abandonadas yolvidadas, Es posible que cada nueva iderrtidadtperrnanazcnincompleta y condicionada; la dificultad esta en como evitar suanquilosamiento. Tal vez el termino "identidad" haya dejadod.ese~'ut.il, ~a que oculta mas de 10 que revela sobre esta expe-rre ncia de VIda cad a vez mas frecuente: las preocupaciones so-bre la posicion social se relacionan con el ternor a que esaidentidad adquirida, dernasiado rigida, resulte inrnodificable.La aspiracion a alcanzar una identidad y el horror que produ-ce la sa tisfaccion de ese deseo, la mezcla de atracci6n y repul-si6n que la idea de identidad evoca, se cornbinan para producirun compuesto de arnbivalencia y confusi6n que -esto sl- .re-sulta extraiiamente perdurable,Las inquietudes de este tipo encuentran su respuesta en e1

    volatil, ingenioso y aiempre variable mercado de bienes de coo-sumo. POI' definicion,jamas se espera que estos bienes-hayansido concebidos para consumo mornentaneo 0perdurable- du-ren siempre; ya no hay similitud con "carreras para toda lavida" 0 "trabajos de por vida". Se supone que los bienes de con-sumo seran usados para desaparecer muy pronto; temporariny transitorio son adjetivos inherentes a todo objeto de consu-mo; estos bienes parecerian llevar siempre grabado, aunquecon una tinta invisible, el lema memento mori [recuerda quehas de rnorir],Parece haber una armonia predeterminada, una resonaucia

    especial entre eaas cualidades de los bienes de consumo y Iaambivalencia t.ipica de esta socieclad posmoderna frente al pro',blerna de la ideritidad. Las identi