Los primeros avisos fueron copiados de modelos europeos o venían diseñados directamente por las casas matrices de las multinacionales que por esa época comenzaban a abrir sus sedes en Colombia.
El cartel, y en general la publicidad es un rubro que siempre está vinculado al desarrollo de la industria, por eso en este momento apenas está llegando a su madurez.
Pero en los primeros años se trabajaba
con las uñas, Sergio Trujillo
Magnenat, a quien se le rinde un
homenaje en este salón, para realizar la
serie con la que se promovieron los
Juegos Bolivarianos de 1938, tuvo que
supervisar cada uno de los pasos de
impresión para que salieran como él lo
había planeado.
En aquella época, los diseñadores solo sabían cómo quedaba su trabajo cuando salía de la prensa.
Los antecesores de los publicistas de hoy eran artesanos con espíritu de fusileros algo queda de eso.
Para promover una de las tantas misceláneas que pululaban en el centro de Bogotá, escogían hermosísimos paisajes victorianos que nada tenían que ver con los campesinos de ruana y sombrero que comenzaban a llegar de Boyacá y del centro del país.
Pero el verdadero auge del cartel en
Colombia viene desde hace unos diez
años, cuando se le puede considerar
una industria.
Antes era una labor de solitarios y
pioneros como el mismo Dicken Castro
y David Consuegra.
Un momento importante en esta breve
reseña es 1982, cuando el publicista
Carlos Duque, lanzó el famoso afiche de
Luis Carlos Galán, transformando todo
lo que hasta ese momento se había
hecho en materia de publicidad política.
Hace un siglo apareció en la primera
página de la primera edición de este
diario el aviso del almacén de ferretería
de Miguel Vásquez e Hijos
El anuncio fue el más grande de
portada, a cuatro tipos de
letra, destacado por un marco
abarrocado.
EL COLOMBIANO en su relación con
los anunciantes se convirtió en lienzo
cotidiano de un naciente negocio de la
publicidad nacional.
Junto a los avisos de texto comenzaron
a aparecer los anuncios que incluían
grabados de fina línea, luego se
agregaron trazos caricaturescos y otros
dibujos más realistas.
Todos tomaban fuerza apelando a diversas tonalidades de grises y más tarde a la paleta de colores.En la década de los sesenta toma fuerza la fotografía y agrega contexto y realismo al producto.
Los avisos pasaron a ser reales puestas en escena.
Desde los ochenta, la tecnología permitió intervenir digitalmente las imágenes. Eso quitó toda frontera a la creatividad.
1932: Medellín, meca de agencias
La primera agencia fue Comercio y
Anuncio, de Alberto Mejía Botero. Entre
sus primeros clientes estuvo Coltejer.
1940: grandes salen a campaña
Una década de amplia presencia
publicitaria de industrias como
Coltabaco, Coltejer, Fabricato y Nacional
de Chocolates.
1959: Juan Valdez, un ícono mundial
La Federación Nacional de Cafeteros
encarga a una agencia norteamericana la
creación de su logotipo: Juan Valdez.
1960: a más medios, más publicidad
La publicidad colombiana cambia cuando
se levantan las restricciones para los
anunciantes en la televisión y la radio.
1976: llega el color al periódico
La publicidad toma otro tono con el
cambio a impresión offset. El salto lo dio
EL COLOMBIANO el 27 de septiembre de
1976.
1985: la fotografía gana terreno
De la mano de talentosos fotógrafos, la
publicidad toma un nuevo aire para
presentar y ambientar productos y marcas.
1998: un vuelco en el mercado
Con la llegada a Medellín de multinacionales, usualmente asentadas en Bogotá, el mercado publicitario local se revoluciona.
2005: publicidad en medios digitales
Con el auge de internet, las agencias tradicionales y otras recientes de la ciudad y el país desarrollaron portafolios para medios electrónicos.