El régimen crítico-estético del arte en el
contexto de la diversidad cultural y sus
políticas de identidad.
Nelly Richard
Advertencia
• Este material es de circulación interna de la cátedra Estética-Fundamentos estéticos.
• Para profundizar en la temática es necesario realizar la lectura de la bibliografía indicada teniendo en cuenta, además, las cuestiones desarrolladas durante la correspondiente clase.
Algunos conceptos para comprender el
texto
Arte y política: la autora la entiende como dos esferas separadas, en la que el arte sería un subconjunto de la esfera cultural y la política, una totalidad histórico-social que le otorga contenido al arte. Adecuación forma- contenido. Ej. Cine militante de Pino Solanas
Lo político en el arte: se refiere a una articulación interna a la obra que reflexiona críticamente sobre el entorno social, pero desde su propia organización de significados y su propia retórica.
Retórica significante de las poéticas del lenguaje: organización interna de los signos para producir determinados significados.
Dualidad centro – periferia: modelo de organización territorial de ciertos sistemas económicos y políticos que refiere a las desigualdades sociales y económicas y su desigual distribución espacial, especialmente en el ámbito mundial, hablándose en este sentido de países centrales y países periféricos (Norte- Sur; Primer mundo – Tercer mundo).
Proceso de sociologización y
antropologización del arte
En el contexto de globalización y multiculturalismo, el eslogan de la “diversidad” considera al arte como un dispositivo para denunciar condiciones de miseria y opresión sociales, reconfigurar identidades y comunidades, visibilizar memorias históricamente sepultadas, disputar hegemonías de representación sexual o realizar intervenciones públicas ligadas a demandas ciudadanas.
Creciente proceso de sociologización y antropologización del arte: insiste más en la politización de los contenidos, en la expresividad denunciante y contestaria de los significados que en la retórica significante de las poéticas del lenguaje.
¿Qué voy a decir con el arte? Vs ¿Cómo lo voy a decir?
Tensión entre lo estético y lo político
•
Arte latinoamericano: proceso de sociologización o antropologización se agudiza aún más. La mirada internacional espera que ilustre su “compromiso con la realidad”, a través de mayor referencialidad al contexto.
Tensión entre lo estético vs lo político, la autora, lo traduce a una tensión entre “centro” y “periferia” a partir de una cita de Beatriz Sarlo.
“Los europeos miran los videos latinoamericanos con ojos sociológicos, subrayando sus méritos sociales o políticos pasando por alto sus problemas discursivos”
“Todo parece indicar que los latinoamericanos debemos producir objetos adecuados al análisis cultural mientras que Otros (básicamente los europeos) tienen el derecho de producir objetos adecuados a la crítica de arte” (B. Sarlo)
Universalismo y contextos
Teoría posmoderna impulsa desde los márgenes de lo periférico y lo subalterno, descentramientos
del canon occidental dominante identificado con lo masculino, lo blanco, lo letrado, lo metropolitano,
etc.
Las críticas feministas y la teoría poscolonial pusieron en crisis los conceptos de “valor y calidad”
sustentadas por el juicio estético en una metafísica del valor universal . Ambas teorías demostraron
que son nociones históricamente determinadas, construidas en la intersección de sistemas de gustos,
ideologías y convenciones, atravesadas por antagonismos, pugnas de intereses, que socavan
aparente neutralidad tras la que se oculta el idealismo estético basado en el dogma de la
autosuficiencia de la forma.
Desmontar el canon para exhibir la violencia representacional y potenciar las luchas interpretativas
que se desatan en los márgenes de la cultura oficial, han sido tareas de la crítica posmoderna.
Dicha crítica ha tenido la ventaja de forzar las instituciones del arte internacional a abrirse a relatos no
canónicos: narrativas de la otredad que el centro había invisibilizado.
Ej. Museo del Barro (Asunción – Paraguay) donde Osvaldo Salerno e Ysanne Gayet, como una forma
de resistir la dictadura de Stroessner, funda dicho museo, cuyo acervo expone en pie de igualdad
obras de arte popular, tanto indígena como mestizo, y obras que responden estrictamente a cánones
occidentales y académicos de arte y belleza, manteniendo la singularidad de sus conjuntos.
Esto implica para la institución una profunda reconsideración del estatuto de lo artístico, resultado de
la desarticulación de las nociones etnocentristas establecidas en la modernidad que suelen regir toda
sala de exposiciones.
Después de que lo latinoamericano reclamó su derecho
al contexto ahora nos quejamos que lo latinoamericano
quede remitido al “contexto” y no al “arte”
Para los márgenes y las periferias culturales, otredades expulsadas
del dominio autocentrado de la modernidad occidental-dominante fue
vital reivindicar “los contextos” para evitar el aplanamiento que significa
el universalismo.
Contexto: localidad de producción, sitio enunciativo, particularidad
histórico-social que especifica la dinámica del arte, para combatir el
universalismo y oponerse a la síntesis homogeneizante de la función-
centro del dispositivo metropolitano. Lugar de resistencia.
Función centro: evita sobre determinación topográfica. No lugar
Función centro y periferia
La función-centro monopoliza el reparto de roles fijos y
predeterminados. También se auto-asigna el privilegio de la
identidad (la universalidad del arte) mientras le reserva a la
periferia el uso estereotipado de la diferencia, como simple
ilustración del contexto, destinada a exotizar o folclorizar la
imagen del Otro.
El centro se adueña de todo lo que es simbolicidad,
abstracción conceptual y mediación reflexiva. Se encarga de
la forma (crítica de arte y reflexión teórica) y la periferia de los
contenidos ( el análisis cultural: el relato antropológico, la
sociología de la cultura, el testimonio político).
Reparto de “identidad” (universalidad) y
“diferencia” (particularidad) entre “centro” y
“periferia”
Desviación metropolitana. Prejuicios y estereotipos. Al arte latinoamericano
por su situación cultural, le toca denunciar sus vínculos con la realidad.
Al discurso metropolitano le gusta siempre exaltar su fuerza vital,
espontaneidad, ,inmediatez, autenticidad, prediscursividad, como señales de
este compromiso directo con la realidad. Esta vinculación de lo
latinoamericano con lo sensible, cumple con el objetivo de primitivizar su
imagen.
Mientras la función centro se adueña de todo lo que es simbolicidad y
abstracción conceptual, la periferia latinoamericana queda relegada a la
prediscursividad mas acá de los códigos.
Nueva división internacional del trabajo entre la teoría y la práctica
Centro: teoría – Periferia: práctica que impide a lo latinoamericano a
recurrir a los métodos de análisis de la “teoría del arte”´.
El destino del arte latinoamericano
Lo más preocupante de la cita de B. Sarlo no es que la crítica internacional dote al arte latinoamericano de ciertos índices de autoconciencia política, sino es que se vea forzado a identificarse contenidistamente con la realidad, la experiencia y el contexto, cuyas cargas preteóricas son: inmediatez, vivencias y primariedad.
Su destino queda relegado de este modo, al realismo del dato primario.
La realidad latinoamericana habla por sí
sola?
La periferia queda condenada a la documentación antropológica o sociológica del contexto.
Puesto así, el arte latinoamericano estaría fatalmente destinado al naturalismo de la representación.
Es como si la realidad latinoamericana hablase por sí sola, ajena a toda técnica construcción de sentido para representar a un sujeto ontológicamente superior por el solo hecho de ser sujeto de la miseria y
opresión. Pero la cita de Sarlo evoca una dificultad mas: la
necesidad de redefinir la especificidad crítica de lo estètico en medio del pluralismo de imágenes.
El régimen crítico- estético del arte.
La necesidad de redefinir la especificidad
crítica de lo estético
En las sociedades de la imagen, transparentes, del espectáculo o de las tecnologías de la comunicación al arte le cuesta diferenciarse de la multiplicación estetizada de imágenes.
¿Cómo redefinir la especificidad crítica de lo estético en medio del pluralismo de lo híbrido? ¿Cómo diferenciar su trabajo con la imagen del resto de lo visible entregado a la sobreexposición informativa y comunicativa?
El arte crítico debe indagar en las zonas secretas, de tumulto y opacidad, solo así es capaz de desafiar el código liso de imágenes planas haciendo aflorar lo más oscuro, opaco, turbulento de una memoria depositada en los pliegues y las sombras, en las hendiduras de la representación.
Lo tenebroso- lo secreto
GRUPO ESTRATOS: Teresita Asprella, Martín Gastón Merlos, Gonzalo Garcia Olivares, Manu Fernandez Tomic, Julio Ricciardi y Juan Pablo Rosset.
OBRA: CREPITAR NEGRO
Como se constituye esa dimensión político -crítica en las sociedades latinoamericanas
globalizadas?
La relación entre “arte y política” tiende a ser expresiva y referencial: busca una correspondencia entre “forma artística” y “contenido social”, como si este último fuese un antecedente ya dispuesto y consignado que la obra luego va a tematizar a través de un registro de equivalencia y transfiguración del sentido. Al contrario, “lo político en el arte” rechaza esta correspondencia dada entre forma y contenido para interrogar, más bien, las operaciones de signos y técnicas de representación” que median entre lo artístico y lo social. “Lo político en el arte, nombraría una fuerza crítica de interpelación y desacomodo de la imagen, de conflictuación ideológica-cultural de la forma-mercancía de la globalización mediática: una globalización que busca seducirnos con las pautas visuales del consumo como única escenografía de la mirada...” (N. Richard, 2009.s.p)
Un ingrediente más: actuar los significados de
identidad
Una primera dificultad, entonces consiste en demarcar su régimen de lo visible para apartarse de la banalidad mediática.
Pero la globalización agrega una cosa más: actuar los significados de la identidad en este escenario de hibridéz.
Según Yúdice, globalización capitalista tiende a subsumir al arte en la cultura, entendida esta como un expediente, administrado y gerenciado por las industrias de la comunicación y el mercado, ministerios, oficinas públicas, ONG, etc.
También la entiende con una dimensión progresista, o sea “como un campo de batalla donde se enfrentan lo hegemónico y lo contestatario y que perite identificar las forma de exclusión y el posicionamiento de los sujetos en los juegos de poder”
La cultura como instrumento de ciudadanía
La cultura serviría para ampliar y transformar la esfera pública mediante ciertas reinvindicaciones de identidad que ayudan a reparar las injusticias de los sectores discriminados.
Las políticas de identidad a las que se refiere Yúdice parten del supuesto de que la cultura conforma un espacio de lucha que se abre en los procesos de democratización para pelear representaciones afirmativas que doten de visibilidad y reconocimiento a la “otredad”.
Políticas de identidad en el contexto del
multiculturalismo
Si bien es cierto que estas políticas de identidad reconocen y defienden los sectores minoritarios y subalternos, no hay que dejar de reconocer que tienen el defecto de simplificar la cuestión identitaria y la representación a la formulación monocorde de una condición predeterminada que el arte debería ilustrar en términos reivindicativos (ser latinoamericanos, negros, gay, feminista, etc).
Muchas prácticas de arte multiculturales hablan de un lenguaje de marginalidades tipificadas (étnicas o genérico- sexuales) que obligan a la raza, la clase o género, a resumirse unívocamente a una sola coordenada de identidad.
El escenario culturalista y las políticas de
identidad.
En un mundo globalizado donde el arte ha sido llevado a “actuar los significados de la identidad”, sólo el régimen crítico-estético del arte permite fisurar los dogmas representacionales del “nosotros” (nosotros los latinoamericanos, los negros o los gays). El arte crítico debe trabajar a favor de la subjetivación más que de la identificación, e impidiendo la clausura e la identidad y de la representación.
La ubicuidad del margen
Retomando la tensión centro –periferia, habría, según Foster un punto de
inflexión posmoderna.
Desplazamiento de la mirada crítica desde las “formas intrínsecas del arte” (que
valoraba la tradición estética) a los “problemas discursivos en torno al arte” que
la posmodernidad y el multiculturalismo relacionan con el efecto social de la
obra y que trajo como consecuencia la neutralización de la pregunta que se
hacía la crítica de arte por la opción estética de una obra de su “voluntad de
forma” como apuesta a la construcción de sentido.
Sarlo propone recuperar el debate de la crítica especializada sobre el “valor
estético” para recuperar la densidad formal y semántica del arte.
Autora habla de “régimen de intensidad”, para apuntar a nuevas articulaciones
entre el deseo y los nuevos vectores de subjetividad de los grupos minoritarios.
Desafío: ¿cómo acoger la pluralidad de significados culturales que emerge de la
diversidad de contextos locales sin tener que renegar de la preocupación por la
densidad de lenguaje, formal, del arte, por el trabajo con los medios?
.
Tesis de la autora: ubicuidad y oblicuidad del
margen
Conciliar esta doble necesidad supone rechazar binarismo de una
oposición entre autorreferencia del arte y arte comprometido, entre política
del significado y poética del significante
Evitar además el binarismo simple de la oposición centro-periferia. Según
las coyunturas, la “periferia” puede elegir acentuar la “diversidad del
contexto” como argumento político en contra de cualquier idealismo de
valor universal o reivindicar el derecho a ejercer una crítica del naturalismo
de la representación con el que el arte internacional trata al “contexto”,
cuando de periferia se trata.
Estas tácticas del margen posibilitan a lo latinoamericano de pasar de ser
una “diferencia diferenciada” a una “diferencia diferenciadora” .
Una diferencia que habiendo tomado la iniciativa de ejercerse como “acto
de enunciación”, pasa de lo estético a lo político y de lo político a lo
estético según las coyunturas.
Después de todo esto, nos preguntamos: Habría un arte latinoamericano?
• Podemos formalizar algunas acercamientos en torno a los, a partir de las perspectivas de Mosquera (2015), para quien el diferencial latinoamericano reside en la posibilidad de tensar el arte hacia contextos ambientales, sociales, culturales y religiosos, pero no de manera anecdótica sino desde el mismo análisis de las estrategias del sentido.
• Asimismo, Rosemberg (2015:09), señala que “las violencias públicas y privadas, las resistencias y utopías y el cuerpo como sede del conflicto social”, son algunos de los tópicos que permiten señalar puntos de encuentro y ciertas recurrencias que parecen configurar una impronta aplicable a la producción artística latinoamericana.
La palabra que define mi obra es impotencia.Soy completamente impotente. Siento quesoy responsable por todo lo que sucede y quesimplemente llego demasiado tarde. Nopuedo devolver a nadie su padre o su hijo. Nopuedo resolver ningún problema. No puedohacer nada. Es falta de poder. Pero, como unapersona que carece de poder, me enfrento aquienes tienen poder y manipulan la vida"(Doris Salcedo).
La palabra que define mi obra es impotencia.Soy completamente impotente. Siento quesoy responsable por todo lo que sucede y quesimplemente llego demasiado tarde. Nopuedo devolver a nadie su padre o su hijo. Nopuedo resolver ningún problema. No puedohacer nada. Es falta de poder. Pero, como unapersona que carece de poder, me enfrento aquienes tienen poder y manipulan la vida"(Doris Salcedo).
MATERIAL COMPLEMENTARIO
“ La identidad en los tiempos globales”
de Ticio Escobar en:
el arte FUERA DE SÍ
FONDEC (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes), diciembre de
2004, Asunción, Paraguay
El giro
La reemergencia del tema de la identidad en el debate crítico contemporáneo, se basa en el repliegue de grandes figuras que lo legitimaban en clave esencialista (Nación, Pueblo, Clase, Territorio, Comunidad, etc).
Hay que enfrentarse a dos situaciones:
1.- Las industrias culturales han devenido en poderosos factores de identificación y creación de subjetividades.
2.- Hay una tendencia a encapsular las identidades.
Por un lado surgen proyectos fundamentalistas intolerantes, generadores de identidades y por otro, se afirman tendencias disgregantes que aíslan las micro identidades en particularismos dispersos.
Cambio del concepto de identidad-
sustancia por el de identidad- constructo
El colapso del sujeto cartesiano, ha terminado con el mito del privilegio unitario y racional de la subjetividad y ha preparado el campo para comprender las identidades a partir de identificaciones y posiciones variables.
El “giro identitario” constituye entonces, el fin de la idea de un centro unificador previo a la historia y el reconocimiento de múltiples modelos de subjetividad capaces de asumir el azar y el riesgo que plantean las diferentes posiciones y los juegos diversos del lenguaje.
Ya no existen identidades esenciales y por lo tanto, motores de la historia o responsables de sus grandes causas.
Las identidades aparecen desprovistas de
espesor metafísico y de su aura épica
Las identidades se afirman desde emplazamientos particulares y se
demarcan mediante el reconocimiento que hace una persona o un
grupo de su inscripción en un “nosotros” que lo sostiene.
Puesto que las distintas identificaciones no son realizadas alrededor
de un centro fijo, las identidades conformadas por ellas asumen un
carácter inestable y provisional. Son resultados de fijaciones
parciales y en ningún caso pueden ser completas y definitivamente
adquiridas, son articuladas en una unidad contingente, fruto de una
condensación simbólica y no de una necesidad esencial.
Si una categoría referente a sujetos colectivos (mujeres, clase
trabajadora, negros, etc) no se basa en una esencia (previa a su
propio proceso de constitución), entonces ya no se trata de definir la
identidad, sino de buscar cómo se construye políticamente una
categoría como tal dentro de diferentes discursos.
“Todo el falso dilema de la igualdad versus la
diferencia se derrumba desde el momento en que
ya no tenemos una entidad homogénea “mujer”
enfrentada con otra entidad homogénea “varón”
sino una multiplicidad de relaciones sociales en las
cuales la diferencia sexual está construída siempre
desde muy diversos modos y donde la lucha en
contra de la subordinación tiene que plantearse de
formas específicas y diferenciales” Mouffe, Chantal. Op. Cit.,p. 109
Identidades en jaque
Aunque cada vez mas comprometida como concepto relacional y,
por lo tanto, dependiente de contextos y contingencias y sujeta a
operaciones articulatorias distintas, la idea de identidad tiende una y
otra vez a volverse, autosuficiente, sobre sí y hacer de sus
contornos el límite de toda verdad y de sus demandas, la medida
absoluta de toda práctica social. Este reduccionismo de lo particular
deja la identidad fuera del juego de las diferencias, del horizonte
compartido por otros sectores con los que disputa o negocia
posiciones y estrategias.
Estas identidades autosuficientes, impiden la posibilidad de tramar
miradas distintas para construir imágenes mediante las cuales, aún
fugazmente, las sociedades se perciban enteras. Estas
representaciones de conjunto, construidas por encima de las
identidades parciales, se vuelven necesarias en ciertos momentos
que apelan a la cohesión del cuerpo social.
Para América Latina
Trabar la conformación de esas operaciones aglutinantes, resulta
nocivo, dado que sus países y regiones deben constantemente
reponer, cuando no remendar, sus tejidos sociales deshilachados,
idear propuestas colectivas y concertar posiciones adversarias.
Estas tareas, suponen promover las demandas sociales e impulsar
proyectos colectivos, coordinar discursos y prácticas dispersas,
proponer interpretaciones de conjunto.
El gran reto será, el de apuntalar la articulación social a través de
figuras que ayuden a imaginar el conjunto y sustenten la
construcción de lo público sin menoscabo de la diversidad.
Jameson y Zizek, consideran que el temor paranoico a pecar de
“universalismo” y “esencialismo” ha desalojado la noción de
ideología del análisis de la cultura y fomentado la fetichización de
las identidades.
La fragmentación de las identidades
plantea dos cuestiones básicas:
La primera gira en torno a como congeniar eldiscurso de las
identidades sectoriales con las figuras de las grandes
identidades, basadas en el territorio (nacionales,
latinoamericanas, regionales), ahora que se perfilan como
subjetividades de carácter global (identidades basadas en ideas
de ciudadanías global, imaginarios gestados por las industrias
culturales y redes informáticas).
La segunda cuestión se basa en el planteamiento de cómo
podrían las microidentidades, sin renegar de su posición
particular, sobrepasarla en los terrenos de la escena pública y
en vistas al interés colectivo.
Las identidades macro
Identidades nacionales.
La noción de Nación se ve amenazada a partir de dos
extremos opuestos. Desde abajo, ganan las micro-identidades
que, movidas por intereses sectoriales, promueven “nosotros”
diseminados que debilitan las formaciones nacionales. Desde
arriba, avanza la globalización promoviendo nuevas matrices
de identificación transnacional que diluyen las enseñas
patrias.
Este retroceso de las culturas nacionales, no significan su fin
sino que ameritan una reinscripción en las nuevas condiciones
de multiculturalidad y transterritorialidad.
Hay cuestiones de suelo y frontera que no pueden ser
“desterritorializadas”
El caso del Paraguay
Partiendo de la oposición entre formaciones primarias (familiares,
étnicas, etarias, de clase, género, etc) y las secundarias
(nacionales), vemos que las primeras tienen mayor peso en cuanto
a vivencia existencial. El ser nacional emerge ante las guerras, ante
modelos económicos administrados por el Estado.
También aparece como la condensación de la emotividad colectiva
ante competencias mundiales de fútbol, eventos deportivos, etc
Es difícil sentir el peso de imaginarios propiamente nacionales, es
decir crecidos desde procesos de construcción histórica
compartidos por toda la población.
El guaraní identifica muy fuerte a los paraguayos. El idioma español
empleado en el Paraguay se encuentra marcado por la sintaxis, la
inflexión y el universo semántico enfocado por el guaraní, hecho
este que caracteriza el hablar paraguayo y también funciona como
un distintivo identitario a nivel nacional.
La presencia intensa de la lengua guaraní y la vigencia de
memorias potentes, oriundas ambas del mismo mundo de
sentidos (el mestizaje), intervienen en la configuración de
los imaginarios populares y determinan, estilos culturales
propios.
La figura dela identidad nacional se ve recortada también por el
horizonte militarista que impuso la dictadura de Stroessner (1954-
1989), apoyado en tradiciones de furte arraigo local como la figura
mitificada del “Ser Nacional”. Esencializado, el Pueblo encarna la
idea de nación, contenido homogéneo fraguado en los moldes de
un Estado omnipotente. A partir de este modelo, la “identidad
paraguaya” es el conjunto de notas propias que define sustancial y
eternamente “la manera de ser” del paraguayo como un todo
compacto, ajeno a los conflictos históricos y más allá de las brutales
diferencias que fracturan el tejido social.
A esto, hay que agregar los impactos unificadores provenientes de
la globalización y el Mercosur, que tensionan las identidades
regionales y obligan a replantear el sentido de lo nacional, cargado
por la crítica posmoderna de connotaciones reaccionarias.
El caso del arte
Visto desde este esquema dual, el arte latinoamericano se valora
desde lo exótico, original y kitsch, lo alegremente entremezclado
con la tradición indígena y popular, etc.
...“del macondismo y el fridakahlismo al nuevo híbrido
latinoamericano que usa pinturas corporales bajo camisas Versace
(falsificadas, claro) y levanta instalaciones con residuos de ritos
enigmáticos y fragmentos de su miseria ancestral, transita una
amplia gama de nuevos exotismos, ansiosos del gesto más
pintoresco y la más típica señal para cosificar al otro enunciándolo
desde afuera”....
Muchas veces los propios artistas latinoamericanos entran en ese
juego: o bien desarrollan una obra crítica concebida como pura
inversión de las propuestas centrales o bien especulan con la
demanda mediática de la identidad y ponen en escena los clisés de
su alteridad.
Transterritorios
La segunda fuente de malentendidos que presenta el concepto de
“identidad latinoamericana”, deriva de la reconfiguración de los
mapas del poder mundial que desorienta la marcha de un
esquema basado en referencias territoriales.
Europa es el logotipo de un “Primer Mundo” que incluye Estados
unidos y Japón, así como Asia y América Latina son insignias de
un “Tercer Mundo” que involucra grandes poblaciones de
inmigrantes ubicados en los E.E.U.U y Europa.
Entonces, deslocalizados, diseminados a lo largo y lo ancho de
una superficie polifocal y enredada, los términos “centro” y
“periferia” deben ser reformulados para que puedan asumir las
nuevas situaciones transterritorializadas.
Estrategias
No existe un desenlace definitivo para la
tensión centro-periferia
El desanclaje de los términos posibilita reivindicar la diferencia de lo
latinoamericano no a partir de su oposición abstracta al modelo central, sino de
sus posiciones propias, variables, determinadas por intereses específicos.
Desprendidas de bases fijas, fluctuantes como las posiciones centrales, las
periferias adquieren una movilidad que les permite desplazarse con agilidad y
cambiar pragmáticamente sus emplazamientos para concertar, debatir o
enfrentarse a aquéllas mediante movimientos que respondan a la contingencia
histórica. Esta soltura posibilita ejercer la diferencia identitaria no como mera
reacción o resistencia defensiva, sino como gesto afirmativo, obediente a sus
propias finalidades.
No se trata de impugnar o aceptar lo que viene del Norte porque venga de allí,
sino porque conviene o no a un proyecto propio. Sobre este supuesto, la
negociación se vuelve instrumento cotidiano de las identidades en la arena
global. Permite crear sistemas de alianzas provisionales, apropiarse de
imágenes o discursos ajenos, desconocerlos, tergiversar su sentido o
reinscribirlo en otro lugar, como así también renovar las tácticas de la presión y
los argumentos de la protesta.
No existe un desenlace definitivo para la
tensión centro-periferia
El desanclaje de los términos posibilita reivindicar la diferencia de lo
latinoamericano no a partir de su oposición abstracta al modelo central, sino de
sus posiciones propias, variables, determinadas por intereses específicos.
Desprendidas de bases fijas, fluctuantes como las posiciones centrales, las
periferias adquieren una movilidad que les permite desplazarse con agilidad y
cambiar pragmáticamente sus emplazamientos para concertar, debatir o
enfrentarse a aquéllas mediante movimientos que respondan a la contingencia
histórica. Esta soltura posibilita ejercer la diferencia identitaria no como mera
reacción o resistencia defensiva, sino como gesto afirmativo, obediente a sus
propias finalidades.
No se trata de impugnar o aceptar lo que viene del Norte porque venga de allí,
sino porque conviene o no a un proyecto propio. Sobre este supuesto, la
negociación se vuelve instrumento cotidiano de las identidades en la arena
global. Permite crear sistemas de alianzas provisionales, apropiarse de
imágenes o discursos ajenos, desconocerlos, tergiversar su sentido o
reinscribirlo en otro lugar, como así también renovar las tácticas de la presión y
los argumentos de la protesta.
Este tiempo transido de contingencia...
...impide que el término “identidad latinoamericana” se emplee
como expresión forzada de un contenido único y lo abre a designar
un ámbito, discursivamente construido, en el que coincide o se
cruzan propuestas alternativas de significación jugadas que se
resisten a ser identificadas con el discurso rectilíneo enunciado
desde el centro. Pero, ya se sabe, ni los términos “identidad” y
“resistencia” ni el vocablo “centro” conservan ya las acepciones
nítidas que poseían: aquél ámbito supone inevitablemente un
escenario revuelto y nublado que descarta toda pureza de las
propuestas periféricas.