Estado, discursos en disputa y hegemonas latinoamericanas. Un recorrido a travs de la bibliografa regionalCorsiglia Mura, LucaCuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/
ARTICULO/ARTICLE
Estado, discursos en disputa y hegemonas latinoamericanas. Un recorrido a travs de la bibliografa regional. (1)
Luca Corsiglia Mura
Universidad Nacional de La PlataUniversidad Popular Madres de Plaza de [email protected]
Cita sugerida: Corsiglia Mura, L. (2014). Estado, discursos en disputa y hegemonas latinoamericanas. Un recorrido a travs de la bibliografa regional. Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. Recuperado de: http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/article/view/CSn11a06
ResumenEn el siguiente artculo, desarrollaremos algunos debates actuales respecto al Estado y las significaciones que lo implican en los discursos acadmicos y polticos contemporneos en Latinoamrica. A partir del surgimiento de diversos gobiernos crticos al paradigma neoliberal, nacidos al calor de fuertes procesos de accin colectiva disruptiva y subalterna y del retroceso de los paradigmas dominantes de ordenacin social; en nuestro continente viene reemergiendo la discusin sobre el Estado. Aqu queremos rastrear el lugar que estos renovados discursos sobre lo estatal, ocupan en el proceso de reconstruccin hegemnica. Pero adems queremos, aunque ms no sea, animarnos a dejar abierta la pregunta por la medida en que estos imaginarios, plagados de interpelaciones populares y portadores a la vez de tantas expectativas y decepciones, permiten pensar respecto de los procesos de reconocimiento y lucha de los sectores subalternos de nuestros pases.
Palabras Clave: Estado; Latinoamrica; Discurso; Hegemona
State, discourse in dispute and Latin American hegemonies. An overview analysing regional bibliography
SummaryIn the following article, we will develop some current debates about the state and the meanings that involve in academic and political discourse in contemporary Latin America. From the emergence of various governments critical to the neoliberal paradigm, born of strong heat and disruptive processes of collective action and subordinate Kick dominant paradigms of social organization; our continent is reemerging in the discussion on the state. Here we trace the place these renewed discourses about the state, engaged in the process of hegemonic reconstruction. But we also want, if nothing else, encourage us to leave open the question of the extent to which these imaginary, plagued by popular interpellations and carriers at the same time so many expectations and disappointments, let thinking regarding the processes of recognition and struggle subalterns of our countries.
Keywords: State; Latin America; Speech; Hegemony
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin. Departamento de Sociologa
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
I- Por qu estudiar el Estado
En el siguiente artculo, desarrollaremos algunos debates actuales respecto al Estado y las
significaciones que lo implican en los discursos acadmicos y polticos contemporneos en
Latinoamrica. A partir de la emergencia a principios del Siglo XXI, de diversos gobiernos de
difcil caracterizacin (2), nacidos al calor de fuertes procesos de accin colectiva disruptiva
y subalterna y del retroceso de los paradigmas neoliberales como modelos dominantes de
ordenacin social; en nuestro continente viene reemergiendo la discusin sobre el Estado.
Nociones de refundacin, resurgimiento, reaparicin, retorno, circulan en discursos polticos
y anlisis acadmicos sobre el Estado y nos obligan a hacer una re-inspeccin de una
temtica que, aunque marginada en pocas del neoliberalismo, siempre fue dominante para
pensar los procesos polticos de la regin.
Repasaremos en la primer seccin de este trabajo, algunos elementos de conceptualizacin
del Estado, recogiendo una serie de debates de autores latinoamericanos que, formulados
hace alrededor de cuarenta aos, contienen muchas de las problemticas que mantienen
hoy vigencia a la hora del formateo de prcticas en las actuales arenas polticas.
Asimismo, nos detendremos en las transformaciones que el retorno de la democracia, pero
ms an el ascenso del neoliberalismo, implicaron en las maneras de visualizar al Estado,
recogiendo desde el registro bibliogrfico la consolidacin de fuertes representaciones
negativas que permearan distintas posiciones polticas en un confluyente imaginario anti-
estatal.
Finalmente, repasaremos a partir de textos acadmicos recientes, el auge de los discursos
que propician el retorno del Estado como actor estratgico en trminos sociales, econmicos
y polticos y como un elemento central de la rearticulacin hegemnica que viene operando
en las ltimas dcadas en nuestra regin y que se encuadra bajo el nada preciso rtulo de
post-neoliberalismo. (3)
Hace un tiempo que la bibliografa, y las arenas polticas, vienen dando cuenta de que las
temticas referidas al Estado, en tanto nudo de concentracin de poder y territorio de
disputas, aparecen en el primer plano del debate actual latinoamericano.
Esto alcanzar para sugerir que existe una nueva gramtica del Estado en Amrica
Latina?.
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No podramos aseverarlo certeramente, aunque s reconocemos los movimientos
epistemolgicos que viene empujando.
Antes de avanzar, una obvia, pero no por ello menos importante alerta. Definitivamente, el
Estado es un concepto de muy difcil aprehensin. Entre otras cosas, por sus mltiples
dimensiones, por la imposibilidad de pensar al Estado en forma monoltica, por los diferentes
niveles de anlisis que permite. Esto que ODonnell (2010: 163), en su ltima obra llamara
el carcter prismtico del estado. Por ello, aqu aclaramos que a los fines de este artculo,
nos detendremos especialmente en algunos de los registros de su tratamiento acadmico.
Este artculo surge como resultado de una revisin bibliogrfica emprendida en la bsqueda
de categoras y encuadres tericos para analizar la actual coyuntura regional. Ante la
certeza de que las herramientas provistas por los marcos epistemolgicos del perodo
neoliberal no eran suficientes para dar cuenta del proceso de re-emergencia de lo estatal,
nos sumimos en una bsqueda de textos y autores que nos llevaron a recorrer ms de
cuarenta aos de produccin terica discontinuada.
No conformamos un corpus demasiado estricto, aunque podramos identificarlo como
separado en tres bloques. Por un lado, una revisin de obras de autores que, hacia fines de
los aos 70 -y mayormente en el exilio- pensaran las dimensiones estructurales del Estado
latinoamericano. Por el otro lado, rastrearemos a travs de la trayectoria que algunos de
estos intelectuales continuara, las modificaciones operadas en estas lecturas de lo estatal,
al comps del avance de las democracias primero y del neoliberalismo despus. Finalmente,
nuestro corpus se cierra con una revisin (an exploratoria y un poco desordenada) de
textos y autores recientes, que en el marco de la indagacin del subcontinente sur
americano y ms especialmente de nuestro pas, dan cuenta del pasaje de momentos de
disrupcin a otros de institucin de un orden donde el Estado, se constituye nuevamente en
un eje primordial.
Para finalizar esta introduccin, agregamos que nos resulta por dems relevante detenernos
a reflexionar sobre las tensiones y resignificaciones acerca de cmo se piensa al Estado,
sus funciones y tareas, su lugar en tanto ordenador poltico, social y econmico. Cada
concepcin del Estado, implica en ltima instancia una forma de interpretar la sociedad y el
poder; lo que definitivamente hace que la cristalizacin de estos sentidos sea un escenario
de lucha permanente.
Y entonces, se hace inevitable y evidente la pregunta que ms inquieta a nuestros espritus
acadmicos y polticos y que seguramente en estas hojas no podamos terminar de
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contestar: en qu medida estos Estados latinoamericanos del post-neoliberalismo, o los
imaginarios que sobre ellos se vienen sedimentando y que les restituyen un lugar de
protagonismo clave, dan pie a generar expectativas esperanzadoras para los procesos de
reconocimiento y lucha de los sectores subalternos que aparecen abiertos y palpitantes en
nuestros agitados pases del Cono Sur?
II Recorriendo algunas discusiones acerca del Estado como concepto
Como punto de inicio, empezaremos por destacar la gran ambigedad terica y poltica que
arrastra el concepto de Estado. Reconociendo mltiples puertas posibles de entrada a la
pregunta por los sentidos del trmino, retomaremos aqu una mirada elaborada por una
serie de autores latinoamericanos que, por fines de los aos 70 y apenas entrados los 80
(an en contexto de sociedades que no haban terminado de perder su fuerte impronta
estado-cntrica) produciran como campo de discusin respecto al Estado en nuestro
continente. Este cuerpo terico, que incluye obras de autores como Jos Aric, Ernesto
Laclau, Norbert Lechner, Guillermo ODonnell, Juan Carlos Portantiero, Jorge Zermeo,
Ren Zavaleta, entre varios otros, constituye para Cortes (2012) el ltimo momento del
pensamiento fuerte acerca del Estado en la regin. (4)
Cabe mencionar que a partir de la dcada del 80 y con el ascenso de las democracias, la
ciencia poltica -en nuestro pas cuando menos- va a descentrarse de esta mirada
estatalista. Se construir entonces otro tipo de debates tericos, privilegiando especialmente
las preguntas acerca del funcionamiento del rgimen poltico. Una importante cantidad de
autores, algunos de ellos tomados aqu como referencia, cambiarn en este contexto sus
itinerarios de interrogacin. Pero no nos adelantemos, que sobre esto volveremos en las
secciones siguientes.
Retornando al corpus de trabajos tericos de finales de los aos 70 y citado como eplogo
de un modo de observar al Estado, situamos nuestro inters en ellos en la idea de que
varios de sus ejes analticos, constituyen dimensiones que resulta necesario re-visitar a la
luz de las actuales transformaciones polticas en la regin.
Coincidimos entonces con Corts (2012: 98) en ubicar tres ejes bsicos que estructuran
aquellas polmicas. Por un lado, la recurrente centralidad otorgada al Estado en las
formaciones sociales latinoamericanas, tanto en la gnesis histrica como en su devenir
permanente. Por el otro, el sealamiento del Estado como articulador principal de los
capitalismos (perifricos y dependientes) de estos pases. Y finalmente, aparecer en gran
parte de estas obras, una genuina inquietud ante la pregunta, situada en el marco de estos
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Estados latinoamericanos, por los horizontes posibles de transformacin social y
emancipatoria. Todo esto, mediado por una visin holstica de lo social.
As, estos autores pensaban en aquel momento al Estado no como la manifestacin de una
separacin de lo poltico respecto a la sociedad civil. Muy por el contrario, propondrn una
concepcin del Estado asimilable a la abarcativa y por dems abstracta categora de orden
social. En esta mirada, el orden resulta a la vez como una estructura de distinciones y una
forma de unidad (Lechner, 1985:82) y el Estado es ubicado como aquel poder unificador de
la sociedad(Lechner, 1985 : 83). El Estado resulta entonces el referente ntico del orden, o
dicho en palabras del propio Lechner (1985: 85) es por medio de la forma estado que el
poder deviene orden". (5) En esta lnea, y evidenciando fuertes huellas de las influencias y
tensiones con la teora marxista, el Estado es visto a la vez como una construccin lgica-
conceptual -la forma estado (donde se actualiza constantemente la unidad de aquello que
es ontolgicamente dividido en el orden social)- y como algo tangible e histrico -los
aparatos de estado (o mquina de gobierno)- (Lechner, 1981). De all que, muchas veces
donde se dice Estado se designe una colorida mezcla de gobierno, estructura de poder,
dominacin de clase, polticas pblicas, marco legal, direccin ideolgica, etc. (Lechner,
1981:7).
Diramos entonces que, sin ser trminos literalmente equivalentes, la mirada que venimos
reconstruyendo habilita a entender al orden social y al Estado, como dimensiones que
deben ser atendidas analticamente de modo conjunto. Y ms an, que Orden Social,
Estado y conflicto, conforman una trada inseparable de lo poltico.
Siguiendo la misma lgica, e inserto en estos mismos debates, aparecer en Laclau (1981),
la dimensin de hegemona como un articulador analtico clave. Este autor revisar la nocin
de hegemona, discutida a la luz de las polmicas de los marxistas italianos, para decir que
el Estado no puede ser visto como mero epifenmeno o reflejo de la estructura. Tampoco
puede pensarse estrictamente como una entidad autonomizada, instrumento y fuente
absoluta de la dominacin de clase. Laclau, en su lectura de Gramsci, rescata la visin de
un Estado integral que acepte la articulacin poltica del todo social y la historicidad de los
sujetos. De all, la relevancia otorgada a la categora hegemona (6) como teora de las
articulaciones, las lgicas sociales y la produccin de los sujetos polticos (Laclau, 1981).
Encontramos entonces, en estos textos de fines de los aos 70 y principios de los 80, una
dimensin que aqu retomamos para definir al Estado por su generalidad. El Estado, en
sintona con la nocin de orden social, ser visto como proceso histrico y contingente.
Como cristalizacin contradictoria y en permanente disputa, atravesado por las formas que
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asume la lucha de las fuerzas sociales. El Estado aparece como instancia no neutral aunque
fetichizada (7) como tal, que recorta, conforma y reproduce la escisin al interior del campo
social e internaliza contradictoriamente los conflictos y las luchas bajo el paraguas
hegemonizante de un pretendido inters general. Y en este plano, la accin hegemnica de
las representaciones acerca del propio Estado se vuelven fundamentales.
Volviendo a Lechner, el Estado aparece como (la) sntesis de la sociedad dividida. Sntesis
que no significa un supuesto inters general o consenso, ni el monopolio organizacional de
la coaccin fsica, sino representacin en la cual los sujetos se reconocen y afirman a s
mismos en tanto que sociedad. (1981:19)
Esa relacin de fuerzas sociales que el Estado co-constituye, se expresa en diversas
materializaciones interrelacionadas y tiene formatos que desbordan los lmites estatales y se
despliegan en un campo social y poltico ms amplio. Pero este exceso de lo meramente
estatal, no quita el lugar relevante de la dimensin Estado para procesar la dominacin, as
como para tambin comprender las dislocaciones por las que emergen las disputas en el
orden de lo poltico.
En lo que hace a las particularidades de los Estados latinoamericanos (siempre teniendo
presente la dificultad de aunar las diversidades de Amrica Latina), estos autores que
venimos reseando, destacarn adems del rol del Estado en tanto articulador hegemnico
de la sociedad, el lugar productivo que los Estados nacionales de Latinoamrica ocuparon
en su momento histrico constitutivo. Esto, no slo en lo que hace a la formacin de la
nacin y del mercado en relacin con el mercado mundial -con la estructuracin de
capitalismos dependientes y perifricos- sino tambin, en lo que respecta a la constitucin
de las mismas clases sociales al interior de cada uno de los pases del continente. Como
dice Corts (2012:106) en alusin a las definiciones de Zavaleta "esta productividad social
del Estado no se liga solamente a las clases dominantes sino a la articulacin de la
sociedad en su conjunto, por ello tambin a los sectores subalternos, cuya identidad est
atravesada por la constitucin de lo nacional desde el Estado".
Esto resulta clave para pensar los modos de relacin, interdependencia y conflicto entre
masas populares y Estado en nuestros pases. Y en este punto parece necesario
detenernos un instante en cuanto la cuestin de la relacin clases populares y Estado
resultaba fuente de querellas entre los posicionamientos de algunos de los autores que
recorren el perodo. As, en un clima de poca atravesado por las discusiones respecto a la
constitucin de los sujetos y los horizontes de los proyectos polticos (8), mencionar el lugar
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performativo que tiene el Estado en la constitucin de los sectores populares arroja
diferentes miradas.
En un trabajo de referencia obligada en esta polmica, Portaniero y de pola ([1979] 1988),
en clave de relectura de la teora gramsciana (9), dirn que este punto de unin entre
Estado y sectores populares ser un factor decisivo para pensar las limitaciones del
desarrollo de proyectos subalternos realmente emancipatorios. Para estos autores, los
populismos latinoamericanos de mediados de Siglo XX -como movimiento de
nacionalizacin y ciudadanizacin de las masas y como forma particular de compromiso
estatal- no significaron ms que "transformismo progresivo" ([1979] 1988:204 Nota al pi
N3). En una mirada de tono althusseriano agregarn ejemplificando con el peronismo
argentino, que los populismos constituyeron a las masas en sujeto (el pueblo) en el mismo
movimiento en el cual sometieron a ese sujeto a un sujeto absoluto y central, el Estado,
corporizado y fetichizado en la figura del lder carismtico. (10)
Distinto ser el posicionamiento de otros intelectuales partcipes de estos debates (11).
Landi (1981) por ejemplo, hablar de reapropiacin, resignificacin de los discursos del lder
por parte de los movimientos populares, acentuando el rol productivo de estos ltimos en su
relacin con la configuracin del populismo y, por tanto, tambin del Estado. Tambin Laclau
(1978), desde su temprana versin de populismo, presentar una lectura de los procesos
polticos de mitad de S XX donde la relacin entre Estado, lder y masas populares adquiere
potencialidad rupturista. En el caso del peronismo, va a decir Laclau que esta potencialidad
se desarrollar especialmente a posteriori de su cada, ante la incapacidad de los sucesivos
gobiernos que siguieron al golpe de estado de 1955 de absorber las demandas
democrticas de las masas. Esto habra posibilitado para aquel autor, el desarrollo pleno del
antagonismo potencial de las interpelaciones populares, al punto que la ideologa popular se
ira volviendo cada vez ms antiliberal e incluso, en los sectores ms radicalizados, se
fusionara con el socialismo (Laclau, 1978: 223-224). Finalmente, incorporamos en este
contrapunto a ODonnell (1978) quien contemporneamente a aquellos debates, tambin
dar especial tratamiento a la capacidad disruptiva que podra acarrear la mediacin popular
como fundamentacin del orden estatal. (12)
As, sobresale de todos los autores hasta aqu referidos, una matriz de anlisis que
descansa en la concepcin ampliada del Estado en tanto co-constitutivo del orden, cuya
forma es resultante de conflictos y tensiones y que, a la hora de pensar histricamente a los
populismos latinoamericanos, demuestra una fuerte concurrencis (13) con las clases
populares. Esto, que fue motivo de acaloradas polmicas respecto a las lecturas ensayadas
acerca de los procesos polticos de mediados del Siglo XX, reaparece en la actualidad
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regional; actualizado a travs de las discusiones que generan los procesos -tambin a veces
llamados populistas- del Siglo XXI Suramericano.
III Estado, democracia, neoliberalismo y despus
Al iniciar el breve recorrido conceptual alrededor de la categora Estado, mencionamos que
estos debates eran eplogo de una cierta mirada de las ciencias sociales respecto a la
temtica. A partir de las discusiones tericas de los aos 80, comenzarn a evidenciarse
fisuras en este marco terico, inicindose un proceso de mixtura de las preguntas acerca del
Estado y sus determinaciones de clase, su estructura econmica, su conformacin como
orden; junto a un incipiente inters por la democracia.
La consolidacin y radicalidad de los ciclos represivos en todo el Cono Sur marcara un hiato
en las discusiones que barran el arco de influencia de las izquierdas y -como indica Robert
Barros (1987)- si hasta los aos 60 sera difcil encontrar una discusin continua sobre la
democracia, para inicios de la dcada del 80, incluso antes de perfilarse las salidas post-
dictatoriales, sta comienza a convertirse en una preocupacin cada vez ms relevante para
muchos de los intelectuales que venimos siguiendo.
De hecho, observando con detenimiento podemos encontrar que gran parte de los
seminarios que agrupan los trabajos hasta aqu revisados -as como otros escritos
contemporneos de los autores que all confluyen- junto a la problemtica por el orden, el
Estado y la hegemona, comienzan a incorporar la inquietud democrtica como pregunta
que ganar terreno ante el derrumbe de las certezas del paradigma marxista. (14)
Y cmo enlaza esta novel preocupacin democrtica con la anterior articulacin
problemtica alrededor del orden y el Estado? La discusin sobre la democracia, emerge al
mismo tiempo como revisin crtica de los resultados de los procesos polticos anteriores y
como expectativa normativa respecto a la consolidacin de ordenamientos futuros. (15) En
esa lnea, dir Lechner (1981: 20) que "si la problemtica de la revolucin fue el foco
iluminador de las sociedades latinoamericanas en la dcada del setenta (digamos desde la
Revolucin cubana hasta el derrocamiento de Allende), el leitmotiv del actual perodo es la
democracia". Y apenas unos aos ms tarde, el mismo autor expresar en relacin a un
Chile an inmerso en la dictadura pinochetista "cmo plantearnos nuevas formas de hacer
poltica sino repensando la poltica democrtica, o lo que es lo mismo, la democracia como
prctica social?" (Lechner, 1981:23).
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As, acordaremos con Flisfich (1983) respecto a que el avance de la preocupacin por la
democracia coincide con el desarrollo de una suerte de tendencia antiestatista, cuyo efecto
en los crculos acadmicos y polticos mostrar el inicio de un trnsito de la atencin desde
el Estado hacia la sociedad poltica y civil. Este movimiento incipiente terminara de
consolidar cuando, en un mismo proceso enmarcado por la herencia del terror aplicado por
la dictadura y la total desarticulacin de los horizontes ms radicalizados de disrupcin
poltica, se entrara de lleno al contexto de la "transicin democrtica". En ese momento se
afianzara en nuestro pas la politologa como campo de saber acadmico, sellando una
agenda de investigacin, unas categoras de anlisis y unos lmites de ciertos significantes
que atravesaran a todos los autores del perodo. Se consolidara entonces el corrimiento de
los interrogantes por la dominacin y el poder, hacia una nueva pregunta rectora que girara
alrededor del rgimen poltico. La metfora de la transicin sealara el movimiento
estrictamente poltico, donde el punto de llegada en ese trnsito ya no se medira a travs
de las dimensiones estructurales de la sociedad. La "transicin" hablara del modo de
organizacin del rgimen (16), pero tambin de las acotadas expectativas que en ste se
plasmaran.
De los autores mencionados en relacin a las preguntas sobre el Estado, como vimos,
varios venan ya reformulando sus interrogantes. En el caso de nuestro pas, algunos de los
fundamentales referentes intelectuales de los debates citados -como ODonnell o
Portantiero- se consolidaran ahora como escritores clave de la "transitologa". (17) Si bien
en este proceso no se dejaba del todo desdeado al Estado como objeto de interrogacin, la
pregunta claramente se reconfiguraba en otra clave. En el caso de aquellos autores ms
identificados con las izquierdas intelectuales, se reorganizara en torno a la preocupacin
por los lmites al poder estatal, por el ejercicio de la soberana individual, por la identificacin
del hombre como titular de derechos inalienables, por la importancia de las instituciones.
As, como dice Lesgart (2002:175) lo que hasta apenas un tiempo atrs haba sido
entendido como una "mscara de la dominacin burguesa", ahora sera revalorizado y
constituira la clave de las preocupaciones de la novedosa democracia. Por su parte, autores
identificados al campo de la politologa -y muy en particular destaca ODonnell- sern los
que operen con ms fuerza el corrimiento del eje analtico de lo estructural hacia lo
procedimental. Para Lesgart (2002:177) "Este proceso terico dibuj un trayecto: desde el
Estado al rgimen poltico, desde los requisitos necesarios para el establecimiento de la
democracia a la democracia poltica como objetivo deseado por s mismo, desde el privilegio
de las variables econmicas al de la dimensin poltica". Esta autora concluye en que ya
hacia principios de la dcada del ochenta, el Estado -como objeto de estudio de la
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politologa y como categora de excelencia para explicar el cambio poltico- haba sido
desplazado. (18)
Para cuando consolid entonces el avance de la oleada neoliberal hacia comienzos de los
aos 90, los interrogantes con los que se inspeccionaran las temticas referidas al Estado
seran radicalmente distintos a los reseados en la seccin anterior. Dentro de los pases
centrales -especialmente en Estados Unidos e Inglaterra- desde haca ya una dcada se
vena operando un giro conservador que impugnaba la presencia del Estado como algo
deseable para el desarrollo social y econmico. Desde all se difundira un discurso con
fuerte capacidad hegemnica, basado en un liberalismo acrrimo, que enarbolara con xito
la dicotoma Estado-Mercado, deificando al segundo y formulando propuestas de
minimizacin estatal en pos del desarrollo de la libertad y la individualidad. De aqu en ms,
el prisma a travs del cual se construiran agendas de interrogacin se centrara en la
reforma, modernizacin, descentralizacin, de un Estado asumido como obsoleto,
inoperante y obstculo para el desarrollo.
Aqu se generara un nuevo glosario, con trminos como gerencia pblica, management,
gobernanza, accountability. Todas nociones extradas de una nueva agenda impulsada con
fuerza desde los organismos internacionales y con una clara impronta administrativista-
tecnocrtica, pretendidamente "despolitizada" y obstaculizadora de cualquier mirada
estructural del orden social. (19)
Vista ex post, la transformacin resultante del Estado segn estos criterios, informa de un
claro proceso de privatizacin, descolectivizacin, remercantilizacin y desamparo social
que afect muy especialmente a los sectores subalternos. Sin embargo, este desenlace no
resultaba tan evidente para muchos autores que, a partir de crticas democratizantes y de
tono progresista, sostenan la necesaria apertura de lo estatal a parmetros de regulacin y
la expansin de lo pblico a la sociedad civil, como alternativas para limitar los nocivos
efectos de lo que se consideraba un Estado prebendista, colonizado por intereses privados y
corporativos. As, aunque motivados por intereses distintos del giro conservador -pero en un
movimiento que en ltima instancia podra ser visto como confluyente- autores como
Portantiero (1989, 1998) contribuiran a esta construccin significante de sospecha al
Estado. (20)
La dcada del 90 entonces, nos arroja a un terreno donde Estado y neoliberalismo se
configuran de modo tensionado en nuestra memoria inmediata. Retirada, desguace, Estado
mnimo, todas expresiones que pintan de cuerpo entero un clima de poca que se
consolidara en nuestro pas y el continente. Ya sabemos, de todas formas, que la
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desarticulacin de los modelos estado-cntricos no arroja como resultado la literal ausencia
del Estado; sino ms bien la reformulacin de sus tareas y roles.
Volviendo sobre nuestras reflexiones tericas, coincidiremos en la dificultad de pensar un
Estado realmente ausente en tanto ste, resulta siempre un articulador indispensable para la
constitucin del orden social. En este sentido, obras como la de Oszlak (2003) dan cuenta
de que el Estado, lejos de desaparecer, en este perodo experiment una metamorfosis en
su fisonoma, dominio funcional y papel frente a la sociedad (Oszlak, 2003: 13). El Estado
neoliberal abandonar, siguiendo los lineamientos del "Consenso de Washington", las tareas
de integracin social como agente redistributivo, as como las de intervencin directa en la
economa. Hacia el cierre de los 90, revisar algunas de sus directrices ms extremas a
travs del llamado "Consenso de Santiago" o "Reformas de Segunda Generacin", aunque
no virar en la esencia de sus transformaciones claves. (21)
A lo largo de las dos dcadas y media que van desde la dictadura militar hasta el fin de siglo
XX, la bibliografa dar cuenta de cmo el Estado redefinir, por accin y omisin, sus
injerencias. Asumir otra forma, dominada por los intereses y necesidades de expansin del
capital financiero, cambiando bsicamente su matriz de Estado subsidiador, productivo y
redistribuidor al estrecho (y no necesariamente cumplido) rol de Estado regulador. (22)
As entonces, en este perodo terminaran de cuajar una serie de sentidos que postulaban
las bondades del achicamiento de lo estatal. Esto, debe enmarcarse en una construccin
significante con importantes efectos performativos tanto en la academia como en el campo
de la accin poltica. Coincidiremos con Landi (1981: 173, 174) en que "la poltica se
constituye como conflicto entre diferentes propuestas del buen orden. En ella est en
disputa el rgimen de verdad de la sociedad, los tipos de discursos que sta acepta y hace
funcionar como verdaderos".
Slo en ese marco, pueden asimilarse algunas fatdicas expresiones que circularan en los
discursos masivos de nuestra historia reciente. Desde el achicar el Estado para agrandar la
nacin" (23), hasta el Nada de lo que deba ser estatal permanecer en manos del Estado"
(24), transcurriran dcadas enteras de un hostigamiento constante a la figura estatal. La
enunciacin del ajuste y achicamiento del Estado se construira como meta socialmente
deseable consolidando un discurso hegemnico en el cual ste resultaba demonizado. En
su lugar, se enalteceran distintas esferas de la sociedad civil, en especial, el mercado.
El discurso neoliberal, grosso modo y ms all de sus matices, sita al Estado como
preferiblemente ausente facilitando la cristalizacin de un sentido comn anti-estatal
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ampliamente difundido. Las caracterizaciones sedimentadas de Estado bobo, gigantismo de
estado, elefantismo, sirven de claro ejemplo y estos sentidos anti-estatales afianzaran
incluso, como veremos en mayor detalle ms adelante, en muchos de los que construiran el
campo de enfrentamiento al neoliberalismo.
IV- Transformaciones recientes de los sentidos anti-estatales
Si volvemos al tiempo presente, y para pensar la actual coyuntura poltica latinoamericana,
nos encontramos en el lugar comn, aunque obligado, de la referencia a los procesos de
disrupcin popular que atravesaron al Cono Sur a travs de las ltimas dcadas del siglo
pasado y la primera de ste. Despus de las mencionadas transiciones posdictatoriales,
Amrica Latina pas diversos ciclos de crisis polticas y econmicas, que adems de
generar el empobrecimiento de las mayoras populares, pusieron en evidencia las
limitaciones de democracias que bsicamente, slo garantizaban -aunque no en todos los
pases, ni durante todo el tiempo- la formalidad de derechos polticos asociados
fundamentalmente al ejercicio peridico del sufragio. Autores de la ciencia poltica y la
sociologa alertaron sobre la incapacidad de estas democracias para contener y dar
respuesta a los dficits de ciudadana (Nun, 1998) o a las demandas de actores que fueron
buscando otras modalidades de emergencia y accin colectiva ante la minimizacin de los
canales polticos tradicionales (Rinesi, Nardachione, 2007; Svampa, 2005, entre otros)
As, el retorno de las democracias latinoamericanas, incorporara a la lgica de la poltica las
modalidades pragmticas y posibilistas que terminaran por consolidar la nocin de
"democracias mnimas" o "ciudadanas de baja intensidad" (ODonnell, 1993). Y como ya
vimos, en este marco las significaciones acerca de roles y capacidades del Estado se vieron
drsticamente transformadas. A democracias mnimas, se correspondera la representacin
de Estados minimizados.
Ahora bien, en este contexto de descrdito de la institucionalidad y de decepcin ante las
magras transiciones democrticas, lo poltico comenz cada vez ms, a brotar por afuera de
aquellos canales. Situamos junto a Moreira (2011) el ciclo latinoamericano de resistencia
popular al modelo neoliberal de reformas entre el Caracazo venezolano de 1989 y el 2001
argentino. O incluso podemos extendernos un poco ms, incorporando los conflictos por la
"Guerra del Agua" (1999-2000) y la "Guerra del Gas" (2003-2005) en Bolivia o las mltiples
rebeliones ecuatorianas que se sucedieron hasta 2006.
As, el neoliberalismo y sus transformaciones estructurales, seran tambin plafn de
posibilidad de la emergencia de una serie de expresiones de demandas y resistencias
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subalternas que desbordaran los canales formales de la accin colectiva. La constitucin de
organizaciones y movimientos sociales cuajara desde mediados de los aos 90 en gran
parte de los pases del Cono Sur. Desde la particularidad de demandas diferenciales,
muchas de ellas descentradas del tradicional eje del trabajo, se iran construyendo
articulaciones ms generales que dislocaran el relato neoliberal.
Parte de los discursos articuladores de estas disrupciones colectivas, postularan una
oposicin radical a las nociones modernas de Estado y poder. (25) La categora de
autonoma (del Estado y de los partidos polticos) caracterizara en gran medida a los
entramados simblicos de este proceso de activacin subalterna que se complementara a
su vez, con la idea de novedad para pensar el desarrollo de la accin colectiva.
Especialmente se instalara la nocin de nuevos movimientos sociales (26) para describir
este momento, subyaciendo en esta idea el supuesto de actores, demandas, repertorios de
accin y formas de organizacin novedosas y fundamentalmente, la conformacin de
nuevos ethos de politicidad popular. (Svampa y Pereyra, 2004; Zibechi, 2003).
Pasados ya varios aos y mucha bibliografa sobre el campo de protesta, accin colectiva y
movimientos sociales, la categora de lo novedoso y la radicalidad del autonomismo fueron
perdiendo su anterior primaca. Desde el plano sociopoltico, estas dimensiones
retrocedieron ante el resurgir del imaginario nacional-popular asociado a la llegada de
gobiernos progresistas en la regin. En nuestro pas, especialmente se fortalecen estas
tensiones tericas, pero que tienen fuerte impacto en la prctica poltica concreta, despus
de la reconstruccin institucional posterior a 2003, proceso en el que se embarcaron actores
provenientes tanto de la poltica tradicional, como de aquellos espacios no convencionales
donde florecieran los nichos ms dinmicos de resistencia al neoliberalismo. (27) Esto,
parti aguas en el campo de las organizaciones sociales previamente movilizadas y tambin
gener un fuerte cimbronazo en los debates de la academia.
Lo nacional y popular sera de aqu en ms una temtica de revisita obligatoria. Junto con
ella, el Estado y las preguntas sobre sus lmites y posibilidades como escenario posible de
lucha de los grupos subalternos. En menos de diez aos y en el campo de las izquierdas y
los sectores populares, podramos arriesgar a sintetizar que los debates polticos y las
agendas acadmicas, pasaron del olvido, menosprecio o rechazo del inters por tomar,
estudiar o disputar el Estado, a volver a ponerlo en el lugar privilegiado de sus inquietudes.
Volveremos sobre esto al cierre del artculo.
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V- La importancia de lo que el Estado dice de s mismo para las distintas formas decierre del orden
As entonces, el re-emerger de la pregunta por lo estatal, nos llev a la indagacin
bibliogrfica que se plasma en este texto. Y esto, porque claramente nos encontramos con
una gran discontinuidad en las miradas respecto al Estado, que fueron modificndose al
comps de las diferentes matrices hegemnicas atravesadas en los ltimos cuarenta aos.
Cmo pensar a este Estado que se abra nuevamente al centro de la escena y que se
vesta de expectativas ante muchos de los anteriores actores beligerantes? Desde qu
herramientas tericas interrogarlo?
Estas preguntas nos llevaron a la relectura de un texto clsico de Guillermo ODonnell (28)
que, componiendo parte del corpus que fue desarrollado en la primer seccin de este
artculo, ordena una mirada estructural respecto a las distintas formas de Estado.
Fundamentalmente, nos resulta pertinente recuperar de aquel texto la nocin de
mediaciones o referentes para pensar a travs de estas categoras, las diferencias que
atraviesan las distintas formas posibles del cierre hegemnico del orden. Y todo esto, para
ponerlo en discusin con el actual contexto latinoamericano y argentino.
ODonnell, dedic gran parte de sus trabajos entre los aos 60 y 70 a buscar explicaciones
acerca de la emergencia recurrente de lo que l denominara Estados Burocrticos
Autoritarios (EBA). Desde una mirada estructuralista, aunque en discusin con ciertas
vertientes dominantes en aquel momento (29), este autor -al igual que otros ya mencionados
para el perodo- nos propondr que el Estado no puede ser comprendido como una esfera
separada de la social sino ms bien, como una dimensin analtica en la sociedad (1978:
12), con una clara funcin co-constituyente del orden. El Estado, en tanto que elemento co-
constitutivo de la sociedad, resulta adems el garante de la relacin social asimtrica que
sta implica (asimetra entre sujetos sociales con diferencial control de recursos).
As, ODonnell presupone una nocin de Estado siempre atravesado por el conflicto, con
formas que variarn cristalizando en instituciones y ubicando gran parte de la tensin
poltica en el plano de la propia significacin que ese Estado puede construir de s mismo en
la necesidad constante de legitimarse.
De aqu que el elemento de formas de Estado no invariables, sino atravesadas por (y
resultantes de) disputas y correlaciones de fuerzas, nos reenva al modo de articulacin
hegemnica. Para ODonnell, esta variabilidad de las formas de Estado, se relaciona con las
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distintas mediaciones invocadas como principio articulador, esgrimidas como fundamento y
referencia del Estado y necesarias para "enmascarar" la contradiccin que atraviesa al
orden social. Esto es, para ODonnell las mediaciones aportan la idea de que la identidad
colectiva, fundada en distintos referentes posibles, debera tener precedencia sobre otros
posibles y diversos clivajes sociales. Estos referentes, de los que se supone emanan -y al
que estaran dedicados los poderes y la autoridad de los gobiernos- se componen para este
autor por las categoras de ciudadana, nacin y pueblo. (30) Cualquiera de stas, en tanto
formaciones discursivas con distintos niveles de abstraccin, tienen fuertes implicancias
performativas creando y recreando identidades, construyendo una idea de nosotros, a la
vez que presentando a ese Estado como la corporizacin de la principal instancia de
proteccin, interpretacin y realizacin del bien comn. Dir este autor en su ltimo libro
Son construcciones ideolgicas y polticas con las que el estado, especialmente los que
estn en su cpula, apunta a establecer estrechos vnculos con su poblacin. Estos
discursos y sus eventuales identificaciones colectivas son el producto de historias, rituales,
mitos y, en algunos perodos, esfuerzos de movilizacin poltica. (ODonnell, 2010: 108)
Para ODonnell, este nivel de las mediaciones servir para ocultar ms que para poner en
cuestin la "textura profunda" de la sociedad capitalista; pero acarrear tambin otras
posibilidades que abren paso a la contingencia y a lo poltico. La articulacin a travs de la
categora de ciudadana, ser la de mayor nivel de abstraccin, refiriendo a individuos que,
ms all de sus diferencias sociales, son construidos como iguales en tanto ciudadanos de
un Estado. Las mediaciones de nacin y pueblo van siendo menos abstractas.
Especialmente, advierte el autor la particular situacin que se abre cuando la mediacin
predominante es la del referente pueblo. Este trmino puede adquirir diversos significados,
entre ellos, la nocin a travs de la cual pueblo "designa a un subconjunto de la poblacin
como los miembros verdaderos o autnticos del estado, frecuentemente los
considerados como parte excluida, marginalizada o victimizada de esa poblacin" (O
Donnell, 2010: 107). As, podramos decir que la articulacin del orden social en torno a la
mediacin pueblo bien puede, en lugar de obturar las contradicciones propias del Estado
capitalista, vehiculizar su emergencia. De este modo, operara como un potencial "Caballo
de Troya" interpelando a la plebs en lugar de al populus y por tanto, pudiendo debilitar la
funcin homogeneizante que las mediaciones suponen. (31)
De aqu entonces, el acento que ponemos en este artculo, llamando la atencin sobre las
diversas formas que asume el Estado para legitimarse, que no son para nada inocuas ni
irrelevantes para la prctica social y poltica. Cuando la articulacin de la hegemona estatal
descansa en la exaltacin de lo popular -elemento que aflora en la actual coyuntura
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latinoamericana justamente por la experiencia subalterna disruptiva que la antecede- la
funcin de ocluir las contradicciones del orden social corre el riesgo de tambalear,
habilitando la posibilidad de la construccin poltica antagonista. Riesgo que ODonnell
identificaba en el texto de fines de los aos 70 con los Estados populistas de mediados de
siglo XX, e interrogante que resurge en la regin, en pleno inicio de siglo XXI.
VI- El lugar de los discursos sobre el Estado en la reformulacin de hegemonasactuales
Si hasta aqu mencionamos las diferentes formas de entender y simbolizar al Estado como
producto de la conflictiva y nunca acabada representacin del orden. Y definimos que el
orden social, que es en s mismo contingente y contradictorio, cristaliza en instituciones
cuyas formas y mediaciones, aunque producto de las correlaciones de fuerza, operan
opacando la visibilidad del conflicto que por definicin, siempre le resulta subyacente. Nos
queda an pendiente, terminar de insertar estas discusiones en el proceso de sutura y
reformulacin de hegemonas latinoamericanas actuales.
El inicio del siglo XXI embarc a Amrica Latina en el pasaje del dislocamiento del orden
neoliberal, al proceso de construir nuevas lgicas instituyentes de esta etapa an en devenir
y que empieza a denominarse post-neoliberalismo.
Ya adelantamos, al momento de caracterizar el surgimiento de organizaciones y colectivos
subalternos de resistencia al neoliberalismo, la multiplicidad de actores, demandas y
repertorios que se articularon en un campo impugnador de aquel modelo. A partir de
simultaneas y sostenidas disrupciones, la contingencia del orden social quedara a la vista y
la articulacin de nuevos discursos aparecera en el centro de la disputa. Algunos de estos
discursos en pugna, proponan desde el campo popular la construccin de un nuevo ethos
militante que se opusiera a lo tradicionalmente entendido por poder y por Estado.
Sin embargo, la consolidacin de un nuevo orden post-neoliberal no cuajara, en principio,
sobre ese relato como ordenador simblico. Ms bien, parece tener mayor capacidad de
cierre un discurso que se articula, entre otras cosas, en relacin al resurgimiento de lo
estatal.
Haremos ahora un breve repaso de la literatura que registra este peso otorgado al Estado
como instancia interpelada, invocada, prometida" (32) en las nuevas construcciones
polticas y gubernamentales del continente latinoamericano.
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Recorriendo la bibliografa, encontramos autores como Boaventura de Souza Santos (2010),
que hablan de la Refundacin del Estado. Otros, como Tapia (2010), Garca Linera (2010)
(33) o Stefanoni (2011) que tambin destacan las transformaciones de las formas
arquetpicas del Estado moderno para contrastarlas a la luz de los procesos actuales de
reconstruccin de Estados que atraviesan una suerte de ruptura del Estado-colonial o del
Estado-aparente, hacia un proceso poltico signado por lo que ellos sealan como un
Estado en transicin. Corts (2012) tambin resalta el concepto de refundacin, como idea
que opera para pensar las actuales transformaciones de los Estados latinoamericanos.
Desde una postura ms distante, Paramio (2008) dir que este regreso del Estado en la
regin se debate entre los lmites (para l no deseables) del populismo y los (para l s
virtuosos) de la regulacin.
Para el caso puntual argentino, tambin encontramos similar sintona en la referencia
bibliogrfica de una re-emergencia del Estado.
Thwaites Rey (2010, 2012) ser una de las autoras que tempranamente va a sealar en
varias de sus obras, esta reactualizacin de las temticas del Estado. Villanueva (2008) por
su parte, contextualiza como punto de inflexin el colapso de 2001 para pensar lo estatal en
nuestro pas, identificando al Estado como un sobreviviente de aquella crisis y cuyo rol,
especialmente despus del recambio presidencial de 2003, sera notablemente
resignificado. El autor destaca las nociones de recuperacin, revalorizacin y consolidacin
de los atributos estatales (Villanueva, 2008:669).
El lugar del Estado pretendiendo abarcar la conduccin y resolucin de la conflictividad
exacerbada de 2001, tambin es sealado por Corts (2009), quien encuentra en esto las
claves del apoyo al gobierno kirchnerista. Para este autor, el kirchnerismo tiene la capacidad
de absorber desde su lugar de direccin del Estado, gran parte de las demandas
particulares que poblaban el campo popular desde dcadas anteriores, permitindole una
relativamente pronta reconstruccin del orden, a la vez que marginando la posibilidad de
emergencia de otros posibles discursos articuladores. Ms an, Cremonte (2007) hablar
del aprovechamiento del recurso simblico de la interpelacin al Estado como clave para
pensar la dimensin de la construccin del orden. Segn este autor "Kirchner intent realizar
un quiebre con el pasado a partir de la recuperacin del rol del Estado como organizador de
la vida social, poltica y econmica" (Cremonte, 2007:403). Muoz (2010) tambin dar
cuenta de cmo el Estado (y el gobierno) se revaloran como garantas de plenitud de la
sociedad, suponiendo un giro en el que la prctica poltica se re-conceptualiza, deslizndose
de la mera manera de "administrar" a una forma de organizar la comunidad y alcanzar su
"redencin".
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Con la incorporacin de demandas populares en un relato unificado que encuentra anclaje
en el Estado y las ana como componentes de este campo no del todo definido del post-
neoliberalismo, la bibliografa seala entonces una retrica oficial que renovar, en sintona
con el clima regional que la contextualiza, trminos como nacionalizacin, estatizacin,
intervencin; que abona la reinscripcin de las nociones de desarrollo con sus consecuentes
reenvos a la vieja matriz estado-cntrica y que se presenta como deudora de una tradicin
nacional-progresista. En este marco, se sigue cmo el relato oficial indica al Estado como
reparador de injusticias consolidadas en pocas previas. Esto se suma al engrosamiento de
una compleja agenda estatal que problematizar cuestiones anteriormente invisibilizadas o
marginales. (34)
En lo que hace entonces al lugar polticamente productivo de las significaciones respecto al
Estado, encontramos en la literatura acadmica el registro de la invocacin discursiva del
Estado por parte de estos nuevos gobiernos latinoamericanos, y del kirchnerismo para el
caso argentino, como uno de los principales elementos de articulacin de un nuevo cierre
hegemnico. Los textos sealan cmo esta articulacin endilga al Estado la tarea de la
reparacin, haciendo uso de la interpelacin a lo popular y amalgamando a su vez, con el
despliegue de una serie de polticas pblicas que, con no pocas contradicciones, dan algn
sustento a estas promesas mticas del Estado. (35)
Ahora bien, rastreando puntualmente la presencia de lo popular, tambin contemplamos que
algunos textos destacan el peso especfico de la amalgama de los significantes de Estado y
pueblo como elementos articuladores. En esa lnea, Muoz y Retamozo (2008) van a decir
que "las operaciones mediante las cuales se constituye al pueblo en sujeto de la poltica, se
reconocen las faltas y los daos, y se asigna al gobierno-Estado el papel de garante de la
reparacin son una estrategia para procesar conflictos, demandas y expectativas" (Muoz y
Retamozo, 2008:136).
Por su parte, para pensar el lugar de las experiencias organizacionales de sectores
subalternos en este nuevo ordenamiento institucional, en el campo de la bibliografa
acadmica sobre nuestro pas, encontramos incipientes investigaciones acerca del impacto
que el movimiento de re-institucionalizacin implic a las organizaciones de cariz
contestatario, sobre todo a partir de la diferencial caracterizacin de la coyuntura y del
gobierno emergente a partir de 2003. Y en este aspecto, podemos sealar dos bloques
analticos bien diferenciados que, inevitablemente, nos traen un cierto aire de familia
respecto a discusiones similares que atravesaron el perodo histrico con el que iniciamos
este artculo. (36)
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Por un lado, aparece el marco interpretativo estndar" (Gomez,2010: 68) que impregnado
de una visin pesimista, caracterizar el contexto en trminos de prdida de potencial
emancipatorio de los sectores subalternos organizados. Este tipo de anlisis visualizar la
integracin de las organizaciones sociales a los planteles oficialistas y estatales, en trminos
de prdida de autonoma, de reflujo, fragmentacin del campo popular y de neutralizacin
poltica. Circular en este entramado interpretativo, la idea de domesticacin del poder
disruptivo, y resaltar la nocin de cooptacin como clave de anlisis (Svampa, 2005, 2011;
Born, 2007 entre otros).
En una postura alternativa, aparecen otros trabajos que observan las relaciones entre la
dinmica del ciclo de movilizacin y las transformaciones operadas en el rgimen poltico de
gobierno. En particular, en las relaciones que se entretejen entre los actores movilizados y
las estructuras de participacin, legitimacin, y representacin. En ese sentido, Perez y
Natalucci (2012: 19) extienden la nocin de Giddens de gramtica poltica a la de gramtica
movimientista, para pensar los rasgos de nuestra regin y en especial en nuestro pas. La
gramtica movimientista dirn, resulta habilitante de una lectura que no reniega de la matriz
estatalista de integracin social y en la cual, las organizaciones se pensarn a s mismas
como puentes entre los sectores populares y el Estado, al que conciben como principal
agente de cambio social, adems de como un escenario en disputa (Perez y Natalucci,
2012: 21). As, desde esta ptica, que naturalmente nos reenva a la tradicin peronista,
resulta inteligible la coexistencia de rasgos plebeyos junto al desafo de la participacin
institucional; cohabitan las dimensiones del orden y del conflicto, las dimensiones de lo
destituyente y lo instituyente y se hace una empresa viable la explicacin de la transicin de
sujetos (colectivos e individuales) que pasan de un momento a otro a travs de mviles
distintos a la defeccin, el transformismo o el inters utilitario.
En este grupo, se abordarn las trayectorias de las organizaciones sociales -y las mltiples
dimensiones en las que impacta en la vida interna, programtica y organizacional de dichas
fuerzas- la incorporacin a los planteles estatales (Corts, 2010; Shuttenberg, 2012;
Natalucci, 2012; Pagliarone, 2012 entre otros). Tambin se preguntarn respecto a la vida
institucional una vez hecho el pasaje de referentes de organizaciones sociales a las
instancias de gestin, observando tanto el transcurrir conflictivo/creativo entre una identidad
de resistencia a una identidad institucional (Massetti, 2009), como el entramado relacional
en el que se construyen las prcticas, ahora investidas de autoridad estatal y las tensiones
con los universos institucionales pre-existentes (Perelmiter, 2010).
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En cualquiera de los casos, ya sea con miradas de tono optimista o no, parece clara la
presencia de la preocupacin por lo estatal, asociada a las reconfiguraciones de la
politicidad popular, en el campo de la literatura acadmica actual.
VII- Ms preguntas que conclusiones
Creemos entonces, que la operacin de reconstruccin hegemnica, carga buena parte de
su xito en el recurso simblico al Estado y esto, claramente, es observable en las
producciones de las ciencias sociales. Los textos marcan cmo el Estado ser invocado a
travs de la promesa de redencin. En general, es sealado en las nuevas discursividades
oficialistas como suturando las heridas sociales heredadas de dcadas anteriores. La
literatura especfica tambin muestra cmo el Estado es invocado indistintamente como
herramienta de recuperacin econmica, social y poltica. Como motor del progreso y
reparador de desigualdades, reenvindonos a viejos imaginarios que parecan desterrados
en las dcadas neoliberales. El Estado, aparece ahora como espacio de contencin de
amplios sectores anteriormente vulnerabilizados y como lugar de desagravio. Diramos,
como seala Muoz (2010) que los actuales discursos reconstruyen el mito" (37) del Estado
como promesa de plenitud, como promesa de comunidad compartida.
Esto, lo fuimos siguiendo a travs de la mencin a un corpus de bibliografa reciente y
latinoamericana -as como argentina en particular- que en los ltimos aos viene dando
cuenta de cmo, en la regin, re-aparece la dimensin estatal como elemento clave. Esta
bibliografa, reactualiza una mirada estructural (aunque est escrita mayormente en clave
post-estructuralista) respecto del Estado y su lugar en la re-institucin hegemnica. Aunque
en general no retoman explcitamente los textos aqu reseados al inicio del artculo, s
parecen volver a rondar muchas de sus premisas y varios de sus interrogantes.
Mencionamos cmo para pensar lo popular en estas relecturas acadmicas, aparecen una
serie de investigaciones que rastrean las trayectorias de referentes y organizaciones
subalternas que fueran clave en los anteriores procesos destituyentes de fin de siglo XX y
en los que, parte importante de la academia, pusiera sus expectativas. No existe acuerdo en
este punto, que confronta lecturas de cooptacin con otras de identificacin para explicar los
movimientos de integracin al Estado.
As, ya cerrando este artculo, volvemos al viejo texto de ODonnell, para darle una mirada
de mayor densidad a este lugar de lo popular en las actuales configuraciones de lo estatal.
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Y esto, porque claramente la pregunta que nos ronda desde el principio de estas lneas, y
que ha alumbrado nuestra bsqueda bibiogrfica, busca indicios acerca del lugar que
aquellas experiencias populares de beligerancia y disrupcin de fin de siglo XX tienen en
estos procesos de cierre parcial del orden.
ODonnell sealaba al Estado como co-constitutivo del orden social, garante de una relacin
social asimtrica. Para l, las distintas formas asumidas por este Estado, las instituciones en
las que aparece reificado, varan segn la correlacin de fuerza, segn las disputas de
poder a su interior. Ese texto clsico de ODonnell, escrito con el nimo de explicar el
avance de los estados autoritarios en Amrica Latina entre los aos 60 y 70, expresaba que
las formas estatales precedentes, articuladas fundamentalmente a travs de la mediacin
popular y asimilables a tipos de Estados cercanos al de bienestar, no inhiban el desarrollo
de una sociedad capitalista. Sin embargo, la interpelacin a la dimensin pueblo, pona en
riesgo la capacidad de enmascaramiento de las desigualdades constitutivas del orden.
Mucha agua pas bajo el puente desde aquel texto. No slo las sangrientas dictaduras, sino
tambin las cuestionadas transiciones democrticas y el incisivo neoliberalismo,
transformaron nuestra agenda de preguntas acerca del orden social, el poder y el Estado.
Sin embargo, podramos analticamente retomar aquella reflexin de ODonnell para pensar
cmo, las nuevas formas que asumen las discursividades sobre el Estado (en la academia
pero tambin y fundamentalmente en el campo de la accin poltica), co-constiuyen este
orden social en plena re-institucin hegemnica, atravesado por mltiples tensiones de los
procesos de dislocacin an recientes, reordenando una sociedad que sigue siendo
violentamente desigual y asimtrica.
Y en este marco, con la memoria fresca de la crisis que barri el Cono Sur latinoamericano,
el lugar asignado al Estado en el discurso post-neoliberal -de la mano de la fuerte impronta
de la mediacin popular de estos procesos- resulta un elemento clave de la disputa poltica.
Alcanzar esto para volver pensar en el potencial Caballo de Troya que preocupaba a O
Donnell respecto a los populismos de mitad de Siglo XX y que permita imaginar el
desarrollo contingente y el dislocamiento del orden a partir de lo popular-plebeyo?
No estamos demasiados seguros. Aunque auguramos que eso depender de cmo las
dinmicas subalternas se inserten de lleno a construir, tensionar y disputar las agendas
estatales.
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Por lo pronto, y tomando de algn modo partido en la larga discusin de las potencialidades
de la relacin sectores populares/Estado, aqu no podemos dejar de ver con alguna
expectativa la reconfiguracin del simbolismo que implica lo estatal en estas discursividades
reseadas. Despus de la experiencia transcurrida a partir de la post-dictadura en nuestro
pas, en algn punto creeramos que este retorno de lo estatal, asociado de modo complejo
a la invocacin popular, resulta un campo de lucha que aparece como herencia y
posibilidad, ante las recientes y bien aprendidas experiencias de disrupcin colectiva.
Notas
(1) Agradezco especialmente los comentarios y correcciones sugeridas por el Comit de Redaccin y evaluadores externos, los que resultaron muy relevantes para un enriquecimiento sustancial de este artculo.
(2) Resulta ya conocida la referencia a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador y en menor medida la inclusin de los gobiernos de Argentina, Uruguay, Brasil o Chile a este grupo de pases con gobiernos denominados a veces como progresistas, otras definidos como populistas o incluso como gobiernos de tendencia de izquierda.
(3) Partimos de la premisa de la dificultad de una definicin positiva de post-neoliberalismo. El mero hecho de nominarlo como post, seala ms lo que est dejando de ser que lo que efectivamente haya devenido. En ese sentido, es ilustradora la acotacin de Cecea (2011:124) quien destaca que el concepto post neoliberalismo contiene dos prefijos que denotan imprecisin, incertidumbre y polisemia (el prefijo post que habla de un campo profundamente indefinido, que antecede al anterior prefijjo neo que con idntica imprecisin buscaba definir lo novedoso de aquel momento). De todas maneras, incorporamos una definicin posible tomada de Thwaites Rey (2010:30) que utiliza esta categora para definir a gobiernos que, en conjunto y al margen de sus notables matices, pueden llamarse pos-neoliberales y que expresan correlaciones de fuerza sociales ms favorables al acotamiento del poder del capital global. En todos estos casos comienza a cuestionarse la bondad del mercado como nico asignador de recursos y se recuperan resortes estatales para la construccin poltica sustantiva. Se conjuga as una retrica crtica frente a las polticas neoliberales, el diseo de propuestas para transformar los sistemas polticos en democracias participativas y directas y una mayor presencia estatal en sectores estratgicos.
(4) Este conjunto de trabajos, sera en gran medida producido en el exilio de sus autores. El corpus de estos debates se organizar fundamentalmente en torno a una serie de compilaciones de ponencias y captulos realizados por estos intelectuales en congresos y seminarios referidos al Estado, la hegemona y la poltica.
(5) Esto no significa suponer que todas las formas de poder quedan agotadas al Estado.
(6) Relevancia que Laclua sostendr hasta el final de su obra.
(7) ODonnell (1978: 16), va a sostener que el Estado aparece a la relacin social total fetichizado como un aparente tercer sujeto neutral, mostrndose en un rol de mediacin entre los otros dos actores, las clases dominantes y las clases subalternas. Esta
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construccin del aparente lugar neutral del Estado, es fundamental para sostener la reproduccin del orden.
(8) Estamos pensando aqu en las discusiones intelectuales, pero ms fundamentalmente polticas, en relacin a los proyectos socialistas, populistas o democrticos como horizontes emancipatorios diferenciados y hasta contrapuestos y a la definicin de los sujetos privilegiados para encarnar estos proyectos, atravesados por la discusin de clase o pueblo como sujeto poltico.
(9) De pola y Portantiero, en especial ste ltimo junto con Aric, sern pioneros entre los intelectuales que introducirn en Amrica Latina la lectura de las obras de Antonio Gramsci. Sin embargo, la lectura de Gramsci realizada por estos autores, aunque resulta la ms extendida, no agotar todas las posiciones del debate del exilio mexicano articulado especialmente alrededor de los significantes de hegemona y pueblo, ejes privilegiados en la convocatoria de los seminarios y compilaciones que mencionramos como receptores de gran parte de los trabajos que aqu venimos recorriendo. Otros autores, como el ya mencionado Laclau, ser tambin referencia de las re-lecturas gramscianas, sobre todo a partir de sus tempranos posicionamientos respecto a la nocin de hegemona, la categorizacin del significante pueblo y la definicin de populismo. Parte del dilogo entre los posicionamientos diferenciales de de pola y Portantiero por un lado y Laclau por el otro, quedarn reflejados en este mismo texto que estamos citando (Portantiero y de pola, 1979) y en de pola (1979)
(10) Claramente, los autores sostienen aqu una no continuidad entre socialismo y populismo, argumentando que la presencia de estas experiencias bloquearon la consolidacin de fuerzas contra-hegemnicas al constituir "desde arriba" a los sujetos populares. El eje de la querella parece estar puesto en que, a decir de los autores, los populismos promueven y fetichizan al Estado mientras que ste, el Estado, es combatido por el proyecto socialista.
(11) Y de hecho, el mismo texto de Portantiero y de pola los usar de contraparte argumentativa
(12) Volveremos sobre la relacin entre sectores populares y Estado en distintas partes del texto, dado que la caracterizacin de esta relacin, claramente sigue siendo un punto de debate que, no slo no est saldado, sino que adems, actualmente ha vuelto a tener primaca en las agendas acadmicas y polticas. En especial, lo retornaremos en la Seccin VI y VII de este artculo a partir de algunos argumentos de ODonnell (1978- 2010).
(13) Ya sea que esta relacin se evaluara de tipo heternoma o de potencialidad emancipatorio.
(14) Podemos encontrar huellas de estos debates en textos de Lechner, Portantiero, de pola, Laclau, entre otros autores de las compilaciones que aqu estamos recorriendo. Agradecemos especialmente los comentarios que Mara Antonia Muoz hiciera sobre este punto en una versin borrador del presente artculo.
(15) En algunos de estos autores, especialmente operar una resemantizacin del socialismo hacia la democracia. Siguiendo a Barros (1987:17) la democracia, aparecer en esta relectura entendida como "la praxis activa de las clases subalternas () como algo inseparable del proceso de autoconstitucin de los sujetos populares histricos y del socialismo concebido como una ampliacin y una profundizacin del control democrtico sobre la existencia social". En este contexto, comenzar a tomar cuerpo una lectura distinta respecto a la relacin sujetos populares /Estado con fuertes influencias de autores europeos
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como Alain Touraine. Se posar cada vez ms la mirada en la sociedad civil como una esfera diferenciada y en los movimientos sociales ms que en las clases, como formas novedosas de constitucin de sujetos con potencial democratizante. Estas lecturas sern la antesala de las discusiones que terminarn de germinar hacia los aos 90 respecto a la constitucin de los sujetos polticos. Un claro ejemplo de estos pioneros debates puede verse en Caldern y Jelin (1987)
(16) A su vez, esto confluira con la sedimentacin de un sentido que asociara cada vez ms la democracia a su formato procedimental. Rinesi y Nardacchione (2007: 14) van a decir crticamente que "no es que la ciencia poltica argentina, en su entusiasmo por pensar el problema de la transicin a la democracia, se haya privado de tener una buena teora del Estado, del capitalismo y de la dependencia, sino que esa ciencia poltica, en su entusiasmo por olvidar los problemas del Estado, del capitalismo y de la dependencia, se priv de tener una buena teora...sobre la transicin a la democracia".
(17) Si seguimos a Lesgart (2002) podemos ubicar a estos dos autores dentro de dos movimientos distintos aunque confluyentes en el contexto de la reformulacin epistemolgica de las ciencias sociales y en la creacin de un vocabulario y un itinerario investigativo referido a la democracia poltica. Por un lado, est Portantiero que junto a otros autores provenientes del campo de la izquierda intelectual, harn como ya mencionamos, una lectura crtica a las anteriores certezas del ideario marxista. Aqu el socialismo ser reledo como profundizacin de la democracia representativa, a la vez que consolidar una revisin del pasado en trminos de errores y derrotas. Por otro lado, tenemos a ODonnell, que sera ms claramente identificable en el espacio de las reflexiones politolgicas, con mayor influencia de la tradicin anglosajona y de las corrientes acadmicas norteamericanas relacionadas al pluralismo liberal y al institucionalismo. Este ltimo autor sera precursor en la regin de los estudios de poltica comparada que tanto favorecieron a partir de los aos 80, a cimentar las lecturas de la democracia en trminos representativos o polirquicos en sintona con obras como las de Dahl o Schumpeter.
(18) Respecto a este desplazamiento, Rinesi y Nardacchione (2007: 14) dirn nuevamente en tono crtico que "el abandono por el problema del Estado tuvo sobre la ciencia poltica argentina severas consecuencias despus, cuando la "transicin" ya era asunto del pasado y asistamos (...) a lo que se dio en llamar la "reforma neoliberal del Estado". (...) la ciencia poltica argentina, que haba dejado de tener al problema del Estado dentro de sus preocupaciones, careca de una perspectiva crtica para pensar ese proceso, porque careca de una teora del Estado que le permitiera situar ese proceso en el contexto de una consideracin ms amplia del problema."
(19) Segn Campione (2002: 59) la "ilusin tecnocrtica" acompa el pasaje del paradigma burocrtico al gerencial, ayudando a un enfoque neo-conservador de la crisis del Estado que planteara como solucin al diagnstico de "sobrecarga" de demandas al Estado de Bienestar, la disminucin de los requerimientos de legitimacin para los regmenes democrticos. As, se convertiran los asuntos de gobierno y administracin en problemas de "expertos".
(20) Para fines de los aos 80, Portantiero sera uno de los intelectuales que argumentara en favor de transformar al Estado en "por lo menos, a cuatro reas de actividad: la administrativa, para mejorar sus rendimientos; la econmica, no slo en lo que se refiere a la posibilidad de privatizar total o parcialmente empresas estatales, sino tambin a la de privatizar al capitalismo subsidiado que vive de la proteccin del Estado; la social, tratando de reestructurar el gasto, minimizando los costos burocrticos y maximizndolos en trminos de equidad, para orientarlos hacia las categoras ms dbiles, reduciendo la ayuda a otras; y por fin, la institucional, que en muchos casos, como el de Argentina, supone la
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reforma de una Constitucin decimonnica para adaptarla a los tiempos actuales" (Portantiero, 1989: 61) Aos ms adelante, el mismo autor insistir con que " si la idea de Estado no est en ocaso, como pareciera creerlo el fundamentalismo paleoliberal, sus funciones deben ser rotundamente reformuladas." (Portantiero, 1998:78)
(21) La literatura acerca de la Reforma del Estado diferencia en las reformas de "Primera Generacin" inscriptas en el Consenso de Washington, centradas en la privatizacin, desregularizacin y liberalizacin de los mercados; y las de "Segunda Generacin" que pretenderan corregir o completar lo que era visto como vacos y efectos distorsivos de las primeras. Las Reformas de Segunda Generacin se identifican a la propuesta del Consenso de Santiago, del ao 1999 y estn muy influenciadas por la economa neo-institucional, proponiendo la recuperacin de ciertos roles regulatorios del Estado y la necesidad de avanzar en cambios en las instituciones polticas y en innovaciones de gestin pblica con criterios de flexibilizacin, transparencia, descentralizacin, etc. En trminos generales, estas reformas promulgan la continuidad de la agenda liberalizadora con un mayor nfasis en la transformacin de los esquemas institucionales de la intervencin gubernamental. En este contexto, se va a promover una mayor apertura a la participacin de la sociedad civil en la gestin de problemas pblicos. Esto, paradgicamente, ser posteriormente ledo por algunos autores, como la apertura de oportunidad de conformacin de algunos actores que irn construyendo dimensiones disruptivas respecto a los imaginarios neoliberales. Puede verse este debate en mayor profundidad en Ramirez Gallegos (2009)
(22) Ya en este contexto, autores como ODonnell, a quien ya hemos presentado como clave en el momento del "pensamiento fuerte" respecto al Estado y como posterior referente obligado de las lecturas politolgicas de las transiciones, se preguntaba por las variaciones en la calidad de diferentes regmenes democrticos. Definiendo a nuestro pas en la categora de "democracia delegativa", resemantizar la pregunta por el Estado, a partir de la identificacin de espacios ("zonas marrones") de escasa capacidad polirquica. ODonnell, que aunque reformulado ahora a travs del prisma de lo democrtico, nunca dej de preguntarse por lo estatal y recorrer, en una extensa bibliografa propia, un circuito de indagacin que ir del rgimen, al Estado, de ste a las transiciones y de all a las variaciones de tipos de democracia segn su calidad institucional y las variables de ciudadana posible. En este contexto de fin de Siglo XX, incorporar nociones como accountability vertical, horizontal y social, dando otro vuelo a las discusiones que comenzaban a consolidarse en torno a los debates de las "Reformas de Segunda Generacin" o "post-consenso de Washington". Su colaboracin en instituciones internacionales como el PNUD, nutriran las discusiones sobre el Estado en una gama que ira desde la preocupacin por la gestin y la constitucin de burocracias consolidadas y de carrera, a las texturas de estatalidad diferencial en territorios y "zonas marrones", hasta las dimensiones de "buen gobierno". Parte de esta impronta, se vera plasmada en su colaboracin como asesor del gobierno argentino de la Alianza (1999-2001).
(23) La frase le es adjudicada al Ministro de economa de la ltima dictadura cvico-militar, Jos Martnez de Hoz.
(24) Esta expresin fue manifestada por Roberto Dromi, Ministro de Obras y Servicios Pblicos del gobierno de Carlos Menem, en momentos de anunciar el plan de privatizaciones.
(25) Indiscutiblemente, se puede identificar como precursores de esta lnea los posicionamientos del EZLN mexicano y su definicin de no toma del poder. Tambin aparecen aqu los movimientos campesinos brasileros, los indigenistas ecuatorianos y las organizaciones autonomistas de desocupados en la Argentina. Los tericos que nutrieron estos planteos son bsicamente Holloway, Negri y Hardt, o los latinoamericanos Zibechi o
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Cecea y la propuesta ser la construccin poltica y social por fuera del aparato del Estado. Para ms detalle, puede verse Thwaites Rey (2010)
(26) Existe una muy amplia bibliografa que da cuenta de las polmicas respecto a la nocin de movimiento social, y mucho ms an, respecto a su dimensin de novedad. Para ver los inicios de estos debates, ya hicimos referencia a Caldern y Jelin (1987). Para profundizar la lectura acerca de las diferentes vertientes tericas que lo nutren, sugerimos Munck (1995).
Por su parte, respecto a la cuestin de la autonoma, debemos aclarar que el hecho de proponer la autonoma del Estado como meta poltica, no debe hacernos soslayar que la mayor parte de estos movimientos, sobre todo los relacionados al piqueterismo en nuestro pas, pero en general todos aquellos que tenan demandas vinculadas a necesidades bsicas de supervivencia, sostendran una relacin bastante fluida con el Estado. Cuando menos, en trminos de formulacin de demandas y obtencin de recursos.
(27) Esto no significa que previamente a la llegada del kirchnerismo al gobierno no hubiera organizaciones sociales encuadradas dentro de la matriz nacional-popular; sino ms bien que stas, representaban encuadres polticos que aparecan minimizados ante el despliegue que las versiones de novedosos ethos polticos asuman en los abordajes dominantes en el campo de la investigacin de la accin colectiva.
(28) Nos referimos aqu Apuntes para una teora del Estado, escrito en 1977 como Documento del CEDES. Cabe destacar, que muchos de los conceptos trabajados en aquel texto, sern retomados por el autor a lo largo de su prolfera obra. En especial, destaca su recuperacin en el ltimo libro que publicara, Democracia, agencia y Estado (ODonnell, 2010), aunque ahora subsumidos a esa principal preocupacin que desde el momento de las transiciones reconfigurara su anlisis: la democracia. Destacamos que tomaremos citas de ambos textos, en el marco de dar mayor capacidad explicativa a la idea que aqu queremos desarrollar.
(29) En especial con la Teora de la Modernizacin que argumentaba que el desarrollo econmico iba de la mano de la consolidacin de regmenes democrticos
(30) En su libro de 2010, ODonnell asociar de un modo ms ambiguo a estos referentes. Haciendo una diferenciacin ms tajante entre la mediacin de ciudadana por un lado y complementando de algn modo las mediaciones de nacin y pueblo por el otro. As mismo, va a hablar de una triple convergencia entre stas y la categora de democracia. (ODonnell, 2010: 130)
(31) Resulta imposible no hacer aqu aunque ms no sea, nuevamente mencin a la obra de Ernesto Laclau y la relevancia que este autor otorga a la construccin del sujeto pueblo como operacin de lo poltico. Como ya hemos visto, compaero de ruta en algunos de los debates reseados hacia los primeros aos 80, y contendiente en ms de un posicionamiento terico con ODonnell, Laclau centrara sus reflexiones desde aquel entonces en la categora de hegemona y en la construccin de lo popular como articulacin de demandas. Para este autor, el populismo es una lgica de lo poltico, capaz de constituir una identidad social, capaz de construir al "pueblo" a partir de la interpelacin equivalencial de sus demandas en oposicin a un "otro" (el poder institucional, la oligarqua, etc). Es una forma poltica con un discurso dicotomizante que divide a la sociedad en campos opuestos. En ese sentido, y a pesar de la distancia terica entre ambos autores, nos permitimos aqu esbozar la analoga respecto a la relevancia otorgada a la mediacin que descansa en lo popular en la dimensin de potencial dislocamiento del orden.
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(32) Destacamos en este concepto el valor de la promesa en la construccin de una articulacin hegemnica. La promesa marca el horizonte deseado, la plenitud imposible.
(33) No podemos dejar de mencionar el doble lugar de actor y autor de Garca Linera.
(34) Entre ellas podramos mencionar al Matrimonio Igualitario, la Ley de Muerte Digna, la Ley de Medios, etc.
(35) Algo de estas discusiones referidas a las contradicciones de las actuales polticas pblicas, especialmente en el campo de las polticas sociales, lo hemos desarrollado con mayor profundidad en Corsiglia Mura (2013).
(36) Nos estamos refiriendo a los debates citados en la Seccin II de este artculo (a partir de textos como los de Portantiero y de pola, Laclau, Landi, ODonnell) a raz de los diferentes posicionamientos respecto al potencial de la relacin sectores populares/Estado.
(37) El Mito es un elemento central en la teora poltica posfundacional a la que hemos recurrido en diversos tramos de este trabajo como marco analtico. Constituye el espacio que permite la representacin del orden, donde se sutura lo dislocado, donde condensan las significaciones y sentidos que dan inteligibilidad al fundamento que el orden hegemnico esgrime.
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