Todos los años en la conmemoración del día de los fieles difuntos hay
continuas peregrinaciones a los cementerios, para recordar a las personas
que ya han dejado este mundo. ¿Nos hemos parado a pensar, qué recuerdo
tenemos de ellas? ¿recordamos a un ser fallecido o verdaderamente
tenemos la esperanza, qué dios ha acogido a nuestro seres queridos entre
sus brazos?
Alzaron la vista y observaron que estaba
corrida la piedra y eso que era muy
grande. Entrando en el sepulcro, vieron a
un joven con una vestidura blanca sentado
a la derecha, y quedaron asustadas, les
dijo: no os asusteis, buscais a Jesús
Nazareno, el crucificado ha resucitado, no
está aquí mirad el lugar donde lo habían
puesto. (Mc 16, 4-6)
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