Identidad e Identificación Antropológica Forense
8. Estimación de la edad a. Subadultos
b. Adultos
Antropología Forense 2
8. Estimación de la edad La estimación de la edad cronológica a partir de la edad esquelética en los primeros años
se basa en indicadores de crecimiento y desarrollo. El crecimiento es el aumento de tamaño. El
aumento de tamaño puede ir acompañado de un cambio de forma y/o función, que es el
desarrollo. La madurez es la consecución de la forma y la función de un adulto.
La estimación de la edad cronológica de los adultos se basa en los indicadores de
envejecimiento. En otras palabras, la evaluación de la edad adulta se basa en los signos de
deterioro. Probablemente, debido a presiones selectivas más estrictas, el calendario de las fases
de crecimiento y desarrollo es más regular y está más sincronizado entre los sitios anatómicos
que en el caso de las marcas de envejecimiento. En consecuencia, la variabilidad inherente a los
criterios de evaluación de la edad biológica aumenta progresivamente desde la vida fetal hasta
la vejez. El grado de incertidumbre asociado a la estimación de la edad también progresa en
consecuencia: el rango de edad que podría abarcar razonablemente la etapa morfológica
observada aumenta con la edad del fallecido. Los amplios intervalos de edad asociados a las
estimaciones de la edad de los adultos de mediana edad y de edad avanzada no se deben tanto
a la necesidad de perfeccionar las técnicas como a la existencia de una variabilidad intrínseca
en las tasas de envejecimiento que aumenta drásticamente a lo largo de la vida.
Para complicar aún más la estimación de la edad, las variaciones temporales significativas
atribuibles al sexo se dan en todas las etapas del ciclo vital, aunque con distintos grados de
magnitud. Para los adultos con esqueletos razonablemente completos, el sexo puede inferirse
con un alto grado de precisión, pero no es el caso de los esqueletos que aún no han alcanzado
la mitad de la adolescencia. En cierto modo, todo esto parece una versión biológica perversa del
principio de incertidumbre de Heisenberg: no se puede conocer simultáneamente con buena
precisión tanto la edad como el sexo.
a. Subadultos
La estimación de la edad en el período fetal y en la primera infancia depende
principalmente de la aparición y la fusión de los principales centros de osificación y del tamaño
de varios elementos del esqueleto.
Para edades más avanzadas, entre los primeros años y la edad adulta, son
particularmente interesantes las fusiones de diferentes epífisis.
El grado de desarrollo dental cubre razonablemente bien todo el período entre el
nacimiento y el comienzo de la edad adulta.
Desarrollo Dental Entre los indicadores de edad aplicables a la infancia, el desarrollo y la erupción dental se
han considerado tradicionalmente como el método básico. El desarrollo de los dientes, tanto de
la corona como de la raíz, se ha considerado menos afectado por las influencias atribuibles al
sexo, la nutrición y la mala salud que el crecimiento y el desarrollo de los huesos. Se ha
considerado que el desarrollo dental está mucho más ligado a la edad cronológica que otros
Antropología Forense 3
indicadores del esqueleto, por lo que, en caso de estimaciones incoherentes de diversos
yacimientos esqueléticos, se ha dado prioridad a la edad dental. Las discrepancias se han
atribuido a los mayores efectos de las variables ambientales en el crecimiento de los huesos. Sin
embargo, hay razones para considerar esta afirmación con cierto escepticismo, al menos como
una generalización que abarque todas las edades de la infancia.
El grado de desarrollo pude variar entre poblaciones de diferentes continentes. Las
mujeres tienden a un desarrollo más avanzado que los hombres de la misma edad y este
dimorfismo sexual en la tasa de maduración es más pronunciado en unas poblaciones que en
otras.
Después de una serie de intentos infructuosos por parte de diferentes autores para
establecer un patrón de desarrollo dental aplicable a diferentes poblaciones, Ubelaker (1989)
recopiló numerosas bases de datos de diferentes poblaciones, considerando conjuntamente
ambos sexos y construyó un modelo que en general es aplicable a una población étnicamente
diversa. Posteriormente realizó una revisión del método (Buikstra y Ubelaker, 1994). No es el
único método, aunque sí el más usado. Una versión del mismo se muestra en la figura 1.
Figura 1. Patrón de desarrollo dental, según el modelo de Ubelaker (1989).
Longitud de los huesos largos A los 3 meses del feto, los huesos largos son tubulares, sin evidencia de unión muscular.
Al final del periodo fetal, los huesos individuales de los centros primarios son casi todos
reconocibles. En el momento del nacimiento, existen algunos centros secundarios de osificación,
como el extremo distal del fémur. No hay carpos y sólo el calcáneo y el astrágalo de los tarsos.
La sutura metópica comienza a fusionarse.
Antropología Forense 4
Se han hecho numerosos estudios sobre la longitud de los huesos largos como indicador
de la edad. Una recopilación sistemática, con una gran serie de tablas y ecuaciones de regresión
para predecir la edad sobre la base de varias mediciones de huesos largos y otros elementos se
encuentra en Scheuer y Black (2000).
Para algunos autores, la eficacia del patrón de crecimiento de los huesos largos es
equivalente a la del desarrollo dental. No obstante, la mayor parte de los trabajos se han basado
en el crecimiento de niños blancos bien alimentados. El ritmo y el calendario de crecimiento están
influidos por factores familiares, poblacionales y ambientales, como la nutrición, por lo que las
bases de datos de estos estudios son considerablemente más limitadas que la variación étnica
y ambiental que se encuentra en la práctica. Además, los incrementos anuales específicos de la
edad en el crecimiento han cambiado casi con toda seguridad desde que se realizaron.
Unión de los centros de osificación primarios La aparición de los centros de osificación puede ser difícil de analizar, ya que puede faltar
un elemento porque no se ha osificado, o es demasiado pequeño y de forma indiferenciada para
ser reconocido, o se ha perdido postmortem.
En todo caso, hay una larga serie de características en la fusión de los huesos que pueden
ser de utilidad para estimar la edad de unos restos infantiles (Scheuer y Black, 2000).
Mencionaremos sólo algunas.
En el cráneo, la fontanela anterior suele cerrarse en los dos primeros años y la sutura
metópica suele cerrarse en el primer año, pero puede que la fusión no se complete hasta un par
de años después, si es que lo hace. Se debe ignorar una sutura metópica persistente si otros
indicadores de edad sugieren un niño mayor de 2 años. Las porciones inferiores del occipital
suelen conservarse mejor que el resto del neurocráneo en los niños pequeños. Las porciones
laterales se fusionan con la escama entre 1 y 3 años, y la porción basilar se fusiona con las
porciones laterales entre los 5 y 7 años. Las dos mitades de la mandíbula que están separadas
al nacer se fusionan en la sínfisis mandibular durante el primer año.
Las mitades de los arcos neurales de la región lumbar superior y torácica inferior
comienzan a fusionarse en el primer año y esta unión progresa caudalmente y cranealmente.
Los arcos cervicales se fusionan a principios del segundo año y los lumbares inferiores a
principios del sexto año. Los arcos neurales se fusionan con el centro entre el tercer y el séptimo
año.
El hueso innominado se encuentra separado en sus 3 componentes en los primeros años.
El isquion y el pubis se fusionan entre los 5 y los 8 años de edad, aunque pueden comenzar ya
a los 3 años.
En todo caso, habría que tener en cuenta que, en general, las niñas están siempre más
avanzadas desde el punto de vista del esqueleto y alcanzan la madurez ósea antes que los niños.
Krogman (1962) propone la regla general de que las niñas están más avanzadas que los niños
en un año entre los 5 y los 10 años, dos años entre los 10 y los 15, y de nuevo un año entre los
15 y los 20.
Antropología Forense 5
Por otra parte, numerosos trabajos indican que la adolescencia y la madurez tienden a ser
cada vez más tempranas y esto puede afectar también a la madurez del esqueleto.
Fusión epifisaria En los huesos largos, los centros de osificación primarios se encuentran en la mitad de lo
que será la diáfisis y se expanden gradualmente hacia la epífisis. En las epífisis aparecen centros
secundarios de osificación, que acabarán uniéndose con los primarios.
Para la adolescencia y la primera edad adulta, la unión de los centros secundarios de
osificación a los centros primarios es el conjunto más útil de indicadores de edad. La fusión
epifisaria en un lugar concreto no se manifiesta como una transición repentina de dos centros de
osificación a uno solo. Ocurre por etapas; primero, una fase inicial caracterizada por ausencia de
fijación ósea. A continuación, se desarrolla una placa de crecimiento metafisario, entre la epífisis
y la diáfisis, para iniciar la fusión ósea. Después, la epífisis se adhiere firmemente, pero todavía
queda un surco alrededor de la periferia de la unión. En las fases finales se puede ver un pequeño
remanente del surco en una zona aislada. Y cuando termina, no hay indicación externa de la
placa de crecimiento.
Varios trabajos han señalado que las epífisis de los huesos largos se dividen en dos
grupos: de fusión más temprana y de fusión más tardía. El grupo de fusión más temprana
comprende el codo, la cadera y el tobillo; los grupos de fusión más tardía son el hombro, la
muñeca y la rodilla. El grupo de fusión tardía representa los lugares donde se produce la mayor
parte del crecimiento de los huesos largos.
Hay numerosos trabajos realizados sobre la fusión epifisaria de diferentes huesos. En la
tabla 1 se muestran sólo los resultados de los trabajos de Ubelaker (1989) y Scheuer y Black
(2000), ya que se refieren a recopilaciones bibliográficas, que pudieran ser más representativas
para diferentes poblaciones. Por basarse en diferentes tipos de trabajos, no se han podido
especificar los intervalos de confianza.
Antropología Forense 6
Hueso Epífisis Ubelaker (1989) Scheuer y Black (2000)
Varones Mujeres Varones Mujeres
Inicio Fin Inicio Fin Inicio Fin Inicio Fin
Húmero proximal 14 21 14 20 16 20 13 24
distal 11 15 9 13 12 17 11 17
epicóndilo medial 15 18 13 15 14 16 13 20
Radio proximal 14 19 13 16 14 17 11 19
distal 16 20 16 19 16 20 14 23
Cúbito proximal - - - - 13 16 12 19
distal 18 20 16 19 17 20 15 23
Fémur cabeza 15 18 13 17 14 19 12 20
trocánter mayor 16 18 13 17 16 18 14 20
trocánter menor 15 17 13 17 16 17 16 20
distal 14 19 14 17 16 20 14 22
Tibia proximal 15 19 14 17 15 19 13 23
distal 14 18 14 16 15 18 14 20
Peroné proximal 14 20 14 18 15 20 12 22
Distal 14 18 13 16 15 18 12 20 Tabla 1. Edad en años del inicio y el fin de las epífisis de algunos huesos largos, según Ubelaker (1989) y Scheuer y
Black (2000).
Hay otros trabajos sobre huesos no incluídos en los trabajos de Ubelaker (1989) y Scheuer
y Black (2000). Entre ellos, pueden mencionarse la clavícula y el hueso innominado. En concreto,
el momento de la unión epifisaria del extremo medial de la clavícula y la cresta ilíaca anterior,
que se han descrito en una amplia muestra racialmente diversa por Webb y Suchey (1985).
En la figura 2 se muestran las fases de la unión epifisaria de la cresta ilíaca.
Figura 2. Fases de la unión epifisaria de la cresta ilíaca, según Webb y Suchey (1985). De abajo a arriba: 1. Ausencia
de unión y de epífisis, 2. Ausencia de unión y epífisis separada, 3. Unión parcial, y 4. Unión completa
Antropología Forense 7
Y en la figura 3 se muestran las fases de la unión epifisaria del extremo medial de la
clavícula.
Figura 2. Fases de la unión epifisaria del extremo medial de la clavícula, según Webb y Suchey (1985). De izquierda a
derecha: 1. Ausencia de unión y de epífisis, 2. Ausencia de unión y epífisis separada, 3. Unión parcial, 4. Unión
completa
En su trabajo presentan unas tablas detalladas por años y frecuencias de las diferentes
fases, que se resumen en las tablas 2 y 3. Los rangos no son excluyentes, ya que hay un cierto
solapamiento entre fases.
Estadio de la unión Masculino Femenino
Ausencia de unión o epífisis separadas ≤19 años ≤15 años
Unión parcial 14-23 años 14-23 años
Unión completa >17 años >18 años Tabla 2. Unión epifisaria de la cresta iliaca anterior: normas generales para la estimación de la edad esquelética.
Estadio de la unión Hombres Mujeres
Ausencia de unión o epífisis separadas ≤25 años ≤23 años
Unión parcial 17-30 años 16-33 años
Unión completa >21 años >20 años Tabla 3. Unión epifisaria de la extremidad medial de la clavícula: normas generales para la estimación de la edad
esquelética.
Actividades:
Se dispone de varios grupos de moldes específicos para ilustrar la estimación de la edad
en individuos subadultos a partir de la fusión epifisaria, de acuerdo al trabajo de Webb y Suchey
(1985). Se revisarán con detenimiento.
Cada juego consta de 7 modelos de clavícula medial (1 con epífisis separada), 7 crestas
ilíacas (2 con epífisis separadas), 2 húmeros proximales y 1 fémur proximal, para ayudar a
determinar la edad por fases de unión epifisaria.
También se incluye un caso representado por tres huesos (2 pubis y 1 cresta ilíaca) para
ilustrar el uso de múltiples indicadores de edad.
Antropología Forense 8
b. Adultos
La edad adulta fisiológica comprende aproximadamente desde la tercera hasta la décima
década. El crecimiento y el desarrollo se reducen hasta ser insignificantes, seguidos de signos cada
vez mayores de desgaste del esqueleto, que son menos dependientes del tiempo (es decir, de la
edad). Esto por sí solo conduce a una menor precisión en la estimación de la edad.
La amplitud de la edad potencial de los adultos añade otro sesgo sistemático a las
estimaciones: la fuerte tendencia a sobreestimar la edad de los adultos jóvenes y a subestimar la de
los adultos mayores.
La inevitable variación individual normal en el aspecto relacionado con la edad -que a veces
puede abarcar una escala de décadas- no se expresa necesariamente como una nube simétrica de
puntos individuales en torno a un valor medio. Es mucho más fácil sobrestimar significativamente la
edad de un adulto joven que subestimarla, ya que una subestimación de una década más o menos
situaría a la persona en la categoría de la infancia, que por otros motivos no es apta para ser
confundida con la edad adulta. En el otro extremo de la escala, en el caso de las personas que se
encuentran en la octava, novena o décima décadas, los errores de subestimación suelen ajustarse
bien a las fases de la muestra de referencia original, mientras que las sobreestimaciones de la edad
no tendrían ninguna norma descrita. Sólo en la edad adulta media es probable que los sesgos de
estimación sean positivos o negativos con casi la misma probabilidad.
En todo caso, hay algunos aspectos del esqueleto que pueden ayudar a precisar la edad con
una cierta fiabilidad.
Sínfisis púbica Los cambios morfológicos de la cara de la sínfisis del pubis han generado más atención en la
investigación que cualquier otro marcador de edad. Ha habido numerosos trabajos, que han adolecido
a menudo de basarse en muestras de edades estimadas, de edades muy restringidas, de mezclar
ambos sexos o de un pequeño tamaño muestral.
Aunque tampoco se encuentra libre de limitaciones, actualmente el método de Suchey y
Brooks, se considera el patrón más fiable (Katz and Suchey, 1986; Suchey, 1987; Suchey et al., 1988).
Aprovecharon la disponibilidad de pubis de grandes muestras étnicamente diversas de hombres (739)
y mujeres (273) de la Oficina del Forense del Condado de Los Ángeles. En esencia, se basa en el
establecimiento de 6 fases de cambios morfológicos con la edad de la cara de la sínfisis púbica para
cada sexo.
Las descripciones de las fases que se adjuntan subrayan qué rasgos son los más importantes
para definir una fase concreta. Cada fase para cada sexo tiene una edad media, una desviación
estándar y un rango del 95%; los rangos del 95% no coinciden con las desviaciones estándar porque
las edades de la muestra de la investigación se desviaron de una distribución estrictamente normal.
Se verificaron las edades en el momento de la muerte de todos los individuos de la muestra y oscilaron
entre la mitad de la adolescencia y el final de la novena década. Diferentes pruebas posteriores han
puesto en evidencia que para los adultos de mediana edad y mayores se subestima la variabilidad
del envejecimiento sinfisario. Una prueba de rendimiento en una muestra de asiáticos de mediana
Antropología Forense 9
edad y mayores (Schmitt, 2004) sugirió que la fiabilidad decae cuando se aplica a una población
diferente del grupo urbano norteamericano en el que se basó. Por último, los pubis femeninos tienden
a ser más difíciles de puntuar, presumiblemente debido al daño y la tensión adicionales atribuibles al
parto.
Las características principales de las 6 fases de Suchey y Brooks se describen a continuación.
Fase I (Figuras 3 y 5). La cara sinfisaria tiene una superficie irregular de surcos y picos que
puede extenderse hasta incluir el tubérculo púbico, en la parte superior. Los surcos horizontales están
bien marcados y puede iniciarse en el reborde ventral. Aunque pueden formarse algunos nódulos de
osificación en la extremidad superior, la clave para reconocer esta fase es la ausencia de delimitación
de ambas extremidades (superior e inferior).
Fase II (Figuras 3 y 5). La cara sinfisaria puede presentar aún un desarrollo irregular (surcos).
La cara ha comenzado la delimitación de la extremidad superior y/o inferior, existiendo o no nódulos
de osificación. La rampa ventral puede estar en sus fases iniciales, bien en una o en ambas
extremidades.
Fase III (Figuras 3 y 5). La cara sinfisaria muestra la extremidad inferior y la rampa ventral en
proceso de formación. Puede haber una fusión de los nódulos de osificación formando la extremidad
superior y a lo largo del borde ventral. La cara sinfisaría es lisa o puede aún presentar algunos surcos.
La meseta dorsal esta completa. Ausencia de picos en el margen dorsal.
Fase IV (Figuras 4 y 6). La cara sinfisaria presenta un granulado fino , aunque pueden verse
remanentes de las ondulaciones juveniles. Normalmente está completo todo el anillo oval, pero puede
haber un hiato o discontinuidad en el borde ventral de la extremidad superior. La cara sinfisaria puede
tener un reborde claro. Pueden existir pequeños picos localizados en el borde dorsal.
Fase V (Figuras 4 y 6). La cara sinfisaria está completamente delimitada por un reborde, con
alguna pequeña depresión en la misma cara en relación al reborde. Picos moderados en el borde
dorsal con algunos crecimientos en el borde ventral. No se observa erosion del reborde, aunque
puede darse ligeramente en la parte superior del borde ventral.
Fase VI (Figuras 4 y 6). La cara sinfisaria muestra una progresiva depresión a medida que se
va erosionando el reborde. Las inserciones ligamentosas son muy marcadas en la cara ventral. La
cara sinfisaria muestra signos de desfiguración, con aspecto poroso, osificaciones erráticas y aspecto
irregular.
Las edades atribuídas a cada fase se muestran en la tabla 4.
Mujeres Varones
Fase Media S.D. 95% Rango Media S.D. 95% Rango
I 19.4 2.6 15-24 18.5 2.1 15-23
II 25.0 4.9 19-40 23.4 3.6 19-34
III 30.7 8.1 21-53 28.7 6.5 21-46
IV 38.7 10.9 26-70 35.2 9.4 23-57
V 48.1 14.6 25-83 45.6 10.4 27-66
VI 60.0 12.4 42-87 61.2 12.2 34-86 Tabla 4. Edades atribuidas a las 6 fases de la sínfisis púbica, en varones y mujeres. S.D. Desviación típica.
Antropología Forense 10
Figura 3. Fases I a III de la sínfisis púbica en varones.
d. Región dorsal, v. Región ventral
Figura 4. Fases IV a VI de la sínfisis púbica en varones.
Figura 5. Fases I a III de la sínfisis púbica en mujeres. d.
Región dorsal, v. Región ventral Figura 6. Fases IV a VI de la sínfisis púbica en
mujeres.
En el trabajo realizado por Río Muñoz (2003) sobre una muestra de individuos españoles
del siglo XX con edades conocidas, encuentra que “el método de Suchey-Brooks presenta
Antropología Forense 11
porcentajes de acierto próximos al 80% para varones y al 85% para mujeres; esta alta exactitud
se debe fundamentalmente a que ofrece unos rangos de edad para cada fase amplísimos”.
Extremo esternal de las costillas Kerley (1970) observó que el extremo medial de las costillas, así como los cartílagos
costales, sufrían cambios morfológicos con el aumento de la edad adulta. En trabajos posteriores
de diferentes autores, se han definido diferentes fases para ambos sexos e incluso existen
moldes que pueden adquirirse, con sus correspondientes descripciones. Sin embargo, los
tamaños de muestra utilizados en general han sido de tamaño limitado y se han observado
variaciones importantes en poblaciones de diferentes orígenes (Klepinger, 2006).
En el trabajo mencionado de Río Muñoz (2003) sobre una muestra de individuos españoles
del siglo XX con edades conocidas, “el porcentaje de acierto general alcanzado fue del 60 %”.
La superficie auricular La superficie auricular del ilion es bastante robusta y es capaz de resistir razonablemente
bien las duras circunstancias ambientales de un enterramiento (Figura 7). Los cambios debidos
a la edad en esta región se han estudiado fundamentalmente por Lovejoy et al. (1985) y Osborne
et al. (2004). El método original Lovejoy et al. (198b) se basaba en observaciones de grandes
muestras, aunque muchos de los individuos eran de edad desconocida (arqueológica) o a
menudo de edad estimada. La aplicación del método era bastante compleja e implicaba una
seriación, por lo que las aplicaciones forenses eran escasas. En pruebas con muestras control
se observó que se subestimaba notablemente la edad.
Figura 7. Hueso innominado. La superficie auricular se señala con el número 12.
En base a sucesivas revisiones, la nueva versión de Osborne et al. (2004), aunque está
pendiente de ser contrastada con una muestra independiente, parece ser la mejor opción actual
para el trabajo del antropólogo forense.
Antropología Forense 12
A título informativo, se acompañan las tablas del trabajo de Osborne et al. (2004).
La valoración de este método por Río Muñoz (2003) al aplicarla en una muestra de
individuos españoles del siglo XX con edades conocidas, es que “deparó un indice global de
adjudicación correcta en torno al 75%, con el habitual acierto casi total en el último intervalo
cuando no se fija límite superior”. Concluye que se encuentra en un rango medio de eficacia de
los métodos habitualmente utilizados.
Fase Características morfológicas
1 Abultamiento con posibles estrías; granularidad fina en su mayor parte, con posible
granularidad gruesa
2 Estrías; granularidad gruesa con granularidad fina residual; puede haber actividad
retroauricular
3 Disminución de las estrías con organización transversal; granularidad gruesa; actividad
retroauricular presente inicios de cambio apical
4 Restos de organización transversal; granularidad gruesa sustituida por densificación;
actividad retroauricular presente; cambio apical; macroporosidad presente
5 La superficie se vuelve irregular; la textura de la superficie es ampliamente densa;
actividad retroauricular moderada; cambio apical moderado; macroporosidad
6 Superficie irregular; densificación acompañada de destrucción subcondral; actividad
retroauricular severa; cambio apical severo; macroporosidad Tabla 5. Fases de la superficie auricular
Fase N Media S.D. Edad sugerida
1 11 21,1 2,98 ≤ 27
2 13 29,5 8,20 ≤ 46
3 37 42,0 13,74 ≤ 69
4 82 47,8 13,95 20 – 75
5 17 53,1 14,14 24 – 82
6 102 58,9 15,24 29 - 89 Tabla 6. Edades atribuidas a las fases de la superficie auricular
Sinóstosis de las suturas craneales Durante buena parte del siglo XX, el patrón de cierre de las suturas del cráneo fue uno de
los métodos mejor considerados para estimar la edad de un esqueleto, a partir de los trabajos
de Todd y Lyon (1924, 1925a-c). Sin embargo, con el tiempo han sido contrastados con
diferentes colecciones de edad conocida, encontrándose una fiabilidad muy reducida en los
patrones que describían. Según Klepinger (2006), es un método descartable cuando se pueden
utilizar otros marcadores de edad. Y en todo caso, según Buikstra y Ubelaker (1994) podría ser
útil tan sólo para clasificar ampliamente a un individuo en edad adulta joven (20-34 años), media
(35-49 años) o avanzada (50+años).
Antropología Forense 13
En el trabajo mencionado anteriormente de Río Muñoz (2003) sobre una muestra de
individuos españoles del siglo XX con edades conocidas, el método “no resultó convincente en
lo más mínimo”.
Métodos dentales En 1950 Gustafson desarrolló la primera técnica ampliamente reconocida para estimar la
edad adulta a partir del examen de dientes aislados. Se basaba en la valoración de seis cambios
asociados a la edad: atrición (desgaste oclusal), recesión gingival, desarrollo de dentina
secundaria en la cavidad pulpar, aposición de cemento en la raíz, reabsorción radicular desde el
ápice y transparencia de la porción apical de la raíz. Algunas de estas características sólo podían
observarse al microscopio.
Se hicieron diferentes revisiones del método, entre las que destaca la de Lamendin et al.
(1992), que propusieron un método más sencillo y no destructivo para estimar la edad adulta a
partir de dientes con una sola raíz. Utilizaba sólo dos características dentales que se medían en
la superficie de la raíz labial: la recesión gingival y la transparencia de la raíz (Figura 8). Se
basaba en una regresión, mediante la cual se obtenía un error medio de tan sólo 8,9±2,2 años.
No obstante, no era eficaz para menores de 40 ni para mayores de 80 años. Y además, las
muestras de trabajo y de prueba eran de origen francés, abrumadoramente blancas y
predominantemente masculinas. Para investigar la exactitud de la técnica Lamendin en una
población más diversa, Prince y Ubelaker (2002) tomaron muestras de la Colección Terry del
Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian: 400 dientes de 94 mujeres
negras, 72 mujeres blancas, 98 varones negros y 95 varones blancos, con edades comprendidas
entre 25 y 99 años. Para toda la muestra de la Colección Terry, la técnica Lamendin produjo un
error medio de 8,23±6,87 años. También en este caso los errores medios se dispararon para el
conjunto de más de 80 años.
Figura 8. Variables usadas en el método de Lamendin et al. (1992). Modificado de Parra et al (2021)
Además, Prince y Ubelaker (2002) descubrieron que la precisión podía mejorarse
modificando la ecuación de regresión para ajustarse a los grupos de sexo y ascendencia por
separado. Las fórmulas que obtuvieron son las siguientes:
Para varones negros
Antropología Forense 14
A = 1,04 * RH + 0,31 * P + 0,47 * T + 1,70. El error medio es de 6,24 años, con una
desviación típica de 4,97
Para mujeres negras
A = 1,63 * RH + 0,48 * P + 0,48 * T - 8,41. El error medio es de 7,25 años, con una
desviación típica de 5,93
Para varones blancos
A = 0,15 * RH + 0,29 * P + 0,39 * T + 23,17. El error medio es de 9,19 años, con una
desviación típica de 7,17
Para mujeres blancas
A = 1,10 * RH + 0,31 * P + 0,39 * T + 11,82. El error medio es de 8,11 años, con una
desviación típica de 6,22
Donde
A es la edad,
RH la altura de la raiz,
P = recesión gingival * 100 / altura de la raiz, y
T= altura de la transparencia * 100 / altura de la raiz
Se recomienda determinar previamente el sexo y la ascendencia para utilizar la ecuación
apropiada.
Métodos microscópicos Puede establecerse con una cierta fiabilidad la edad en el momento de la defunción de un
resto a partir de su observación al microscopio. Se requiere un equipo para seccionar, triturar y
montar el hueso, así como un microscopio estándar. Y también se necesita cierta formación
práctica con un profesional experimentado para alcanzar los niveles de precisión esperados
(Klepinger, 2006).
Ellis Kerley fue pionero en el enfoque histológico para la determinación de la edad en el
hueso humano. El trabajo original de Kerley (1965) exploró los patrones ontológicos de cambio
en las estructuras microscópicas del hueso cortical desde la juventud hasta la edad avanzada.
Se examinaron secciones transversales delgadas no descalcificadas de los ejes centrales de los
huesos largos de la pierna bajo campos de 100 puntos de un microscopio de luz. Se colocaron
cuatro campos microscópicos para cada sección -anterior, posterior, lateral y medial- en contacto
con la superficie externa o perióstica. En cada uno de los cuatro campos se contó el número de
osteones (o sistemas de Havers), fragmentos de osteones y canales no Havers, y se estimó el
porcentaje del campo ocupado por hueso laminar circunferencial (Figura 9).
Antropología Forense 15
Figura 9. Corte de un hueso donde se señalan canales no Havers (N) y un osteón (O) en un fragmento de hueso
laminar (L) (Kerley, 1965)
Las tres primeras cifras se sumaron en los cuatro campos, y el porcentaje de hueso laminar
circunferencial se promedió para obtener una imagen resumida de la sección transversal. Cada
uno de estos valores resumidos se representó frente a la edad conocida en el momento de la
muerte. Debido a la continua remodelación de la microestructura de los huesos corticales, el
hueso viejo -tanto el osteonal como el laminar circunferencial- se reabsorbe parcialmente y es
sustituido por nuevos osteones en una posición algo alterada. Con el aumento de la edad, el
número de osteones aumenta, al igual que el número de fragmentos de osteón, que representan
los restos de los osteones remodelados. El hueso laminar circunferencial se deposita
rápidamente con el crecimiento de la juventud, pero la tasa de deposición disminuye
notablemente en la edad adulta. A medida que el hueso circunferencial se remodela para
convertirse en hueso osteonal, su porcentaje en el campo se reduce, pero debido a la continua
deposición, nunca desaparece del todo. El número de canales no haversianos que se encuentran
en el hueso circunferencial también disminuye con la edad y finalmente desaparece alrededor
de los 55 años (Figura 10).
Se calcularon fórmulas de regresión, lineales o curvilíneas, para cada gráfico de una
característica (por ejemplo, osteones femorales, fragmentos tibiales) frente a la edad. Las
fórmulas de regresión fueron revisadas por Kerley y Ubelaker (1978), y los nuevos errores
estándar de las estimaciones oscilaron entre un máximo de 14,62 años para los canales no
haversianos del fémur y un mínimo de 3,66 años para los fragmentos de osteón del fémur.
Aunque los fragmentos de peroné son claramente la característica preferida, si no se puede
elegir, otras estructuras con errores estándar aceptablemente bajos son los fragmentos de fémur
(6,98), los osteones de peroné (8,33), los fragmentos de tibia (8,42) y los osteones de fémur
(9,19).
Antropología Forense 16
Figura 10. El ciclo de vida del hueso (Kerley, 1965)
Otros indicadores de edad Las técnicas de estimación de la edad analizadas hasta ahora son las que han recibido
más atención en la literatura y en el trabajo de casos porque se basan, en mayor o menor medida,
en muestras de investigación de edad conocida. Además, la mayoría se han sometido a pruebas
ciegas en muestras independientes de edad conocida en el momento de la muerte y tienen algún
tipo de rango de edad asociado a las fases morfológicas progresivas.
Hay otros signos cualitativos de categorías de edad amplias (Klepinger, 2006). Los
cambios esqueléticos que acompañan al avance de la edad suelen comenzar de forma discreta,
pero pueden avanzar hasta convertirse en una patología absoluta. El desgaste articular es un
ejemplo de ello. En los adultos jóvenes los márgenes articulares son redondeados, pero con la
edad avanzada se forma un manguito de hueso alrededor de los márgenes de las articulaciones.
Se forman osteofitos (espolones) en la columna vertebral y en los lugares donde se unen los
tendones o los ligamentos. Dado que la actividad física vigorosa y las lesiones pueden acelerar
la aparición de estas excrecencias, éstas son, en el mejor de los casos, directrices sugestivas y
deben abordarse con precaución. La cabeza del húmero ha recibido la mayor atención en los
intentos de escalar la evaluación radiográfica de la pérdida ósea, pero sólo como parte de un
método de indicadores múltiples. La osteopenia/osteoporosis senil también es notable en el
fémur proximal, las vértebras e incluso la bóveda craneal, donde puede adelgazarse y aplanarse
la zona superior a las líneas temporales. A medida que avanza la edad, el hueso se reabsorbe a
lo largo de la cavidad medular de los huesos largos. También se deposita hueso nuevo
subperióstico circunferencial, pero más lentamente que la reabsorción medular. En
consecuencia, se produce una pérdida neta de hueso al aumentar el diámetro de la cavidad
medular. La combinación de la pérdida de hueso medular y trabecular hace que los huesos
tengan un peso casi similar al de una pluma en la vejez avanzada. La reabsorción ósea se acelera
con la inactividad física, que suele acompañar a la vejez, pero que también puede caracterizar a
los individuos más jóvenes. La atrofia por desuso de los discapacitados suele distinguirse de la
osteoporosis senil en los ancianos activos. En esta última hay un adelgazamiento medular, pero
las áreas de unión muscular mantienen su definición. En la atrofia por desuso hay una
disminución de las fijaciones musculares y una reabsorción en toda la corteza, incluida la región
Antropología Forense 17
subperióstica. Por lo tanto, la edad de estos especímenes no puede determinarse
microscópicamente. Varias zonas del cartílago tienden a osificarse con el avance de la edad. Se
trata de la apófisis xifoides del esternón, los cartílagos tiroides y cricoides y los cartílagos
costales. La fusión de la articulación sacroilíaca, normalmente unilateral, no es infrecuente en los
hombres mayores. Sin embargo, la fusión sacroilíaca también puede producirse como signo
inicial en hombres jóvenes con espondilitis anquilosante. La sacroilíaca de las mujeres no se
fusiona, pero puede mostrar espolones óseos ligamentosos.
Observaciones finales sobre la estimación de la edad adulta Como ya se ha dicho, lo mejor es emplear tantas técnicas como sea posible y apropiado.
Sin embargo, no se trata de un conjunto fijo de procedimientos, sino de una directriz que hace
hincapié en las circunstancias del caso, incluidas las valoraciones del sexo y la ascendencia, así
como cualquier pista general sobre si el individuo es un adulto joven, medio o viejo (Klepinger,
2006).
Aunque el uso de múltiples marcadores de edad puede ayudar a reducir el intervalo de
confianza, seguirá siendo del orden de 15-20 años en el mejor de los casos una vez que se
tengan en cuenta todas las fuentes de incertidumbre, como los errores inter e intraobservadores.
Este tipo de estimación imprecisa es exasperante para todos los implicados en la investigación,
pero cuando se trata de identificar restos desconocidos es mucho mejor acertar
aproximadamente que equivocarse exactamente (Klepinger, 2006).
Actividades:
a. Se dispone de varios grupos de moldes específicos para ilustrar algunos de los
caracteres más útiles para estimar la edad en adultos. Se revisarán con detenimiento.
Grupo 1. Estimación de la edad en mujeres a partir del hueso púbico. Referencias.
Se compone de 12 huesos púbicos del lado izquierdo, representativos de las 6 fases de
Suchey y Brooks.
Grupo 2. Estimación de la edad en varones a partir del hueso púbico. Referencias.
Se compone de 12 huesos púbicos del lado izquierdo, representativos de las 6 fases de
Suchey y Brooks.
Grupo 3. Estimación de la edad en mujeres a partir del hueso púbico.
Se compone de 13 parejas de huesos púbicos y 3 sencillos, con información sobre la edad
y la fase. Estos ejemplares se contrastarán con los patrones del grupo 1.
Grupo 4. Estimación de la edad en varones a partir del hueso púbico.
Se compone de 5 parejas de huesos púbicos y 12 sencillos, con información sobre la edad
y la fase. Estos ejemplares se contrastarán con los patrones del grupo 2.
Antropología Forense 18
b. También se utilizarán dos grupos de moldes específicos con casos problema para
estimar el sexo y la edad en adultos.
c. Finalmente, se observará una serie de huesos extraída de una fosa. Se estimará el sexo
y la edad de los restos.
Se revisará el resultado del resto de fosas, una vez que los investigadores responsables
las hayan completado.
Se realizará un inventario conjunto de todas las fosas, considerando que pertenecen a un mismo enterramiento.