La casa de Bernarda Alba Acto I Federico García Lorca
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Mientras que la producción poética de Federico García Lorca logró gran arraigo popular, la
resonancia de su obra teatral ha quedado, sin embargo, circunscrita a los círculos literarios. Es
en tal sentido que el crítico Fernando Lázaro Carreter no duda en afirmar que el teatro de Lorca,
a pesar de su didactismo, pasa sin dejar huella en el público general y solo adquiere fama entre
gente cultivada, convirtiéndolo asi en un "episodio estético" de la literatura española antes que
en una expresión popular.
Sin embargo, esta disparidad no es casual y, más bien, nos revela su proposito: Lorca no
pretendía llegar a un público masivo, pues la sencillez de sus obras teatrales es sólo aparente.
Ese primitivismo pasional, sinceridad desgarrada, ambiente vivo y coloreado de que habla
Carreter, no hubiesen resistido el paso del tiempo sin el meticuloso genio dramático de Lorca,
que halla justificación para cada elemento de sus obras, desde el color del escenario hasta los
nombres de los personajes, como lo evidencia la mayor de sus obras: La casa de Bernarda Alba.
Parte de una trilogía rural, junto con Yerma y Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba se
terminó de escribir el 19 de junio de 1936, poco tiempo antes de la trágica muerte de Lorca.
Muchos estudiosos coinciden en que esta obra representa la madurez de su autor como
dramaturgo.
Vocabulario
1. umbroso—sombrío; también, sombreado.
2. doblar—sonar; tocar en luto(una campana).
3. fastidiarse—molestarse; enfadarse.
4. hartarse—cansarse; acabársele a uno la paciencia; comer hasta llenarse el estómago.
5. duelo—reunión de parientes y amigos que asisten a los funerales de alguien; también, período
de luto.
6. sujetar—retener; tener sin libertad de movimiento.
7. desahogarse—aliviarse uno en las aflicciones o penas, exteriorizándolas.
8. sumiso—obediente; subyugado; amansado.
9. estrenar—usar o exhibir por primera vez.
10. arrastrar—llevar por el suelo, tirando.
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Para entender mejor la obra teatral de García Lorca, es indispensable citar estas palabras suyas,
pronunciadas a propósito del estreno de Yerma: "Yo no hablo esta noche como autor ni como
poeta, ni como ardiente apasionado del teatro de acción social. El teatro es uno de los más
expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país, y el barómetro que marca su
grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la
tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro
destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una
nación entera".
Hay que señalar dos cosas a propósito de esta enfática declaración del poeta; la primera está
relacionada con la dimensión social del teatro, la segunda con su dimensión estética. Cuando
Lorca se refiere al teatro como "instrumento", no lo vincula con la acción política ni lo pone al
servicio de una causa revolucionaria; habla simplemente del teatro como instrumento de
"edificación", de construcción de una sociedad libre donde florezca lo mejor de la cultura nacional
y se sienten las bases para afinar la sensibilidad de los hombres. El teatro lorquiano no es
panfletario, no hay en él un solo rastro de compromiso con una secta política específica, a pesar
de la aplastante influencia que la Revolución Bolshevique ejercía sobre los intelectuales de su
tiempo; lo que sí puede encontrarse es un afán de educar, de "afinar los espíritus", como bien
dice el crítico Fernando Lázaro Carreter. En esa medida, la dimensión estética de la obra teatral
lorquiana, adquiere mayor relevancia. Al teatro populachero y complaciente, a los dramas que
solamente halagan el gusto anquilosado de las masas, a las comedietas chabacanas, Lorca
opone un teatro destinado a pulir la sensibilidad de su audiencia, a la par que despierta la
capacidad crítica de la misma. La modernidad de La casa de Bernarda Alba estriba precisamente
en el encadenamiento magistral del propósito estético y del propósito social; por un lado la obra
muestra la comunión perfecta y justificada de cada uno de sus elementos, y por otro revela con
toda crudeza las estructuras y relaciones que explican el aislamiento de España en el contexto
del continente europeo.
Uno de los rasgos característicos del primer acto es el predominio del superlativo del color
blanco. Tal color contrasta sobremanera con el negro de los vestidos de luto en el funeral del
marido de Bernarda. Este contraste cromático de superficies, anuncia de algún modo contrastes
más profundos; contrastes entre pasado y presente, entre tradición y progreso, que finalmente
desgarran a cada individuo, a cada familia y finalmente a la sociedad entera. La casa de
Bernarda Alba nos presenta un mundo lleno de dicotomías: al blanco se le opone el negro; a la
opresión, la libertad; a la vida, la muerte; a las normas y convenciones sociales, los deseos
instintivos, etc. Los puntos medios quedan erradicados y la posibilidad de diálogo se esfuma.
Bernarda, desde su aparición, impone el silencio: ni una palabra de parte de los oprimidos, ni
una seña de conjuración secreta, ni un atisbo de ruptura con los códigos establecidos. Para
colmo de males, los oprimidos, los dominados, en este caso las hijas de Bernarda y las
sirvientas, están divididos entre sí no hay posibilidad de que se confabulen, de que tramen algo
para procurarse un poco de libertad y alegría; enfrentados los unos con los otros, cada uno, a su
manera, trata de sobrevivir a la injusticia. Ante semejante perspectiva resulta imposible prever
una solución. La audiencia queda entonces preparada para un desenlace trágico.
Otro elemento interesante es la manera en que Lorca introduce a Bernarda en el escenario.
Comenzamos a saber de ella por medio de dos sirvientas que conversan en una habitación de la
casa. La lluvia de adjetivos es tan impresionante como su contraste: primero se califica a
Bernarda de mandona, dominante y tirana; y luego se le señala, con irónico desdén, como "la
más aseada", "la más decente" y "la más alta". De esta manera se establece la relación entre
poder y prestigio. Ésta es una de las razones por las cuales Bernarda se empeña en mantener
las apariencias. Su mismo apellido, Alba, está ligado tradicionalmente con la pureza y la
decencia.
Guía De Estudio
La casa de Bernarda Alba Acto I
Federico García Lorca
1. Los nombres de los personajes juegan un papel muy importante en La casa de Bernarda Alba.
Intenta averiguar el significado de por lo menos cuatro nombres y escribe, desde tu punto de
vista, en torno a las razones por las cuales García Lorca los eligió.
2. Mientras leas, fíjate en la importancia que tienen las siguientes citas en el desarrollo de la
trama. Interpreta en tus propias palabras el significado de cada una de ellas, indicando quién
habla y con quién, y ubicando la cita dentro de la trama. Por ejemplo:
—Era la única que quería al padre. ¡Ay! Gracias a Dios que estamos solas un poquito. Yo he
venido a comer.
—¡Si te viera Bernarda!
— ¡Quisiera que ahora, como no come ella, que todas nos muriéramos de hambre! ¡Mandona!
¡Dominanta! . . . Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un
año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara . . . pero un día me
hartaré . . . Ese día me encerraré con ella en un cuarto y le estaré escupiendo un año entero.
Aquí habla Poncia, vieja criada principal de la casa de Bernarda Alba, con la otra criada de la
casa. Esta cita se halla al comienzo de la obra, y las dos hablan de Bernarda, matriarca de la
casa, quien acaba de enterrar a su segundo esposo, padre de todas sus hijas menos la mayor,
Angustias. Desde el primer instante nos damos cuenta de la tiranía brutal que ejerce Bernarda
sobre todos los aspectos de la vida de su casa. Poncia vacila entre sentimientos de temor y odio
hacia Bernarda. En el Segundo Acto encontraremos referencias en boca de Bernarda al origen
de Poncia, recogida cuando niña, probablemente de la calle, y protegida por Bernarda. Se
sugiere que su madre fue prostituta.
a. —¡Silencio!
—¡Bernarda!
— Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para
recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La Criada se va sollozando.) Los pobres son como los
animales. Parece como si estuvieran hechos de otras sustancias.
b. —No tendrás queja ninguna. Ha venido todo el pueblo.
—Sí; para llenar mi casa con el sudor de sus refajos y el veneno de sus lenguas.
—¡Madre, no hable usted así!
— Es así como se debe hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre
se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada.
c. —. . . Niña, dame un abanico.
—Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)
— (Arrojando el abanico al suelo.) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro
y aprende a respetar el luto de tu padre.
d. — . . . En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle.
Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi
padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordar el ajuar.
e. —Ve con ella y ten cuidado que no se acerque al pozo.
—No tengas miedo que se tire.
—No es por eso. Pero desde aquel sitio las vecinas pueden verla desde su ventana.
f. — ¡Es que tus hijas están ya en edad de merecer! Demasiada poca guerra te dan. Angustias
ya debe tener mucho más de los treinta.
—Treinta y nueve justos.
—Figúrate. Y no ha tenido nunca novio . . .
—(Furiosa.) ¡No, no ha tenido novio ninguna ni les hace falta! Pueden pasarse muy bien.
—No he querido ofenderte.
— No hay en cien leguas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no
son de su clase.
g. — Si viniera por el tipo de Angustias, por Angustias como mujer, yo me alegraría; pero viene
por el dinero. Aunque Angustias es nuestra hermana, aquí estamos en familia y reconocemos
que está vieja, enfermiza y que siempre ha sido la que ha tenido menos mérito de todas
nosotras. Porque si con veinte años parecía un palo vestido, ¡qué será ahora que tiene cuarenta!
—No hables así. La suerte viene a quien menos la aguarda.
—¡Después de todo dice la verdad! Angustias tiene el dinero de su padre, es la única rica de la
casa . . .
h. —¿Te han visto ya las gallinas?
—¿Y qué querías que hiciera?
—¡Si te ve nuestra madre te arrastra del pelo!
— Tenía mucha ilusión con el vestido. Pensaba ponérmelo el día que vamos a comer sandías a
la noria. No hubiera habido otro igual.
i. — (Apareciendo) Pepe el Romano viene por lo alto de la calle.
(Amelia, Martirio y Magdalena corren presurosas.)
—¡Vamos a verlo! (Salen rápidas.)
—(A Adela.) ¿Tú no vas?
—No me importa.
j. —¡Calle usted, madre!
—No, no callo . . . ¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y para tener alegría!
—¡Encerradla!
— ¡Déjame salir, Bernarda! . . . ¡Quiero irme de aquí, Bernarda! A casarme a la orilla del mar, a
la orilla del mar!
La casa de Bernarda Alba Acto I
Federico García Lorca
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Guía de Estudio
1. Los estudiantes pueden elegir los siguientes nombres:
a. —Bernarda Alba: Bernarda es un nombre de origen germano que atribuye a la persona que lo
lleva la fuerza de un oso. En el caso particular de la obra de Lorca, el nombre Bernarda alude
más bien a la fuerza de la tradición. El apellido Alba, por otra parte, significa blancura y también
amanecer. La ironía es obvia, puesto que la blancura moral de Bernarda se limita a las
apariencias, y el amanecer, que puede aludir al nacimiento de una nueva era, se hunde en la
oscuridad del pasado.
b. —Angustias: Este nombre significa aflicción, pena, ansiedad. En el caso del personaje
lorquiano, la congoja surge de la frustración: Angustias tiene 39 años y todavía no se ha casado.
c. —Martirio: Este nombre alude a un sufrimiento intenso. Lorca tal vez lo eligió porque el
personaje que lo lleva tiene defectos físicos que le atormentan.
d. —Adela: Este nombre también es de origen germano y atribuye a la persona que lo lleva una
naturaleza noble y generosa. Aunque en la obra de Lorca se resaltan más el valor y la rebeldía
como cualidades de Adela, es necesario recordar la compasión generosa que siente por la hija
de la Librada, cuando ésta va a ser linchada por la gente del pueblo.
2. a. Aquí habla Bernarda, por primera vez; es decir que la primera palabra que escuchamos de
su boca es “¡Silencio!”. Será también la última al final de la obra, como veremos. Regaña a la
Criada por no hacer bien su trabajo, le recuerda su baja categoría en esa casa, y condena a los
pobres por animales. Su juicio los deshumaniza.
b. Poncia y las hijas hablan con Bernarda, quien sigue con su condena a los pobres. La
referencia al “pueblo de pozos” es importante. Aquí surge, como volverá a surgir, el contraste
lorquiano entre agua fresca, limpia, que corre y que da vida, y agua estancada, agua apenas
suficiente, y agua que amenaza con dar la muerte.
c. Reflejo del calor sofocante que es omnipresente en la obra, el abanico con flores rojas y
verdes tendido por Adela es rechazado por Bernarda, pues ésta ha mandado que dure el luto, en
esta casa, ocho años, ocho años en los cuales, entre otras cosas, no se usará más que el color
negro en todo el vestuario, en señal de duelo.
d. Sigue Bernarda con su definición del luto de la casa: las hijas no saldrán de la casa. Será
como si hubieran tapiado con ladrillos las puertas y ventanas de la casa. Bernarda lo exige por
respetar los modos antiguos de las generaciones pasadas. Irracionalmente, habla de la
preparación del ajuar durante los ocho años de luto. El ajuar es el tesoro acumulado de los años
de mocedad de las mujeres en preparación de su vida de casadas: consiste en manteles,
servilletas, sábanas, fundas, cortinas y otras cosas necesarias para que la mujer le prepare a su
nuevo marido una buena casa. Téngase bien en cuenta que la edad de la mayor de las hijas en
ocho años será 47 y la edad de la menor será 29, mucho más allá de la edad casadera.
e. Bernarda se muestra una y otra vez preocupada por el qué dirán, móvil constante de su vida.
Aun cuando la criada interpreta su preocupación como por el bienestar de su descarriada madre,
Bernarda la corrige. Lo único que le preocupa aquí es la posibilidad de que las vecinas vean a la
vieja.
f. Poncia recuerda a Bernarda que sus hijas buscan lo normal—novio, y por consiguiente
independencia de la madre, casa propia, hijos—y aun así, Bernarda, altanera, reitera su
desprecio por los posibles pretendientes en un pueblo como éste.
g. Martirio, a espaldas de Angustias, opina cruelmente sobre las pocas dotes de su hermana
mayor. (Se escucha más tarde otra opinión de Magdalena, quien dirá a Angustias: “Desde luego
hay que reconocer que lo mejor que has tenido siempre es el talle y la delicadeza.”) El público
llega a saber, en la exposición aquí, que Angustias, única hija del primer marido de Bernarda,
hereda el dinero de su padre. El segundo marido de Bernarda y padre de las otras, Antonio
María Benavides, recién difunto, empleó bien el dinero de la hijastra y ahora, según Bernarda,
Angustias tiene colmada la fortuna.
h. Magdalena, con tono leve, le pregunta esto a Adela, refiriéndose al vestido verde que ésta
lleva puesto. El color verde es inapropiado para una casa de luto, y Adela no tiene dónde
estrenarlo sino en el corral. Magdalena la vio antes hablando con las gallinas, diciendo
“¡Miradme!” Hay múltiples ironías aquí: la referencia de Adela a la ilusión que tenía, antes de la
muerte del padre, de usar el vestido en una ocasión alegre—según Magdalena, aquella ocasión
iba a ser su cumpleaños. El color verde es el color de la pasión en la cultura hispana. Después
se verá que el corral es el sitio de los encuentros amorosos entre ella y Pepe. Nótese que,
aunque Magdalena sea la persona que más fama tiene en la casa de coser y bordar, Adela
misma se hizo este vestido. El vestido viene a ser símbolo de la pasión desenfrenada de Adela;
claramente no hay otro igual en la casa de Bernarda Alba. Magdalena parece compadecer de
corazón a Adela, pues antes ha dicho, “¡Pobrecilla! Es la más joven de nosotras y tiene ilusión.
Daría algo por verla feliz.”
i. La criada anuncia la llegada de Pepe, y se admira de que Adela no acompañe a sus hermanas,
amontonándose en la ventana; Pepe embelesa a todas. Adela acaba de saber que Angustias se
casará con Pepe. No sabemos hasta más tarde, de Poncia, que Adela es “la verdadera novia del
Romano”. Nótese que Angustias no está presente en esta escena.
j. María Josefa, madre de Bernarda, ha salido del cuarto donde ésta la tiene encerrada bajo llave y vigilada por las sirvientas. María Josefa rabia abiertamente delante de Bernarda por su anhelo de tener la alegría de una pasión plenamente realizada. El mar y los ríos en Lorca, especialmente contrastados éstos con la sequedad y el calor de un pueblo como el de La casa de Bernarda Alba, tiende a ser lugar de la pasión carnal, y también donde se busca la muerte. Véase también “Romance de la pena negra”.
La casa de Bernarda Alba Acto II
Federico García Lorca
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García Lorca ha manifestado que para escribir La casa de Bernarda Alba se basó en un hecho
real acontecido en el pueblo de Valderrubio, provincia de Granada. Esto quizá haya motivado
que muchas compañías de teatro representaran la obra como si se tratara de un documental
empeñado en copiar la realidad al modo en que lo hacen los reportes periodísticos. Sin embargo,
basta recordar la presencia de la abuela, errando por la casa en un estado de trance y locura, o
al caballo encerrado en el establo, que en medio de la noche se aparece como un espectro de
luz enceguecedora, para concluir que la obra tiene ciertos elementos surrealistas imposibles de
ignorar a la hora de representarla. El mismo carácter trágico y fatalista de Bernarda se presta
para una interpretación histriónica.
En esta medida es importante aclarar que La casa de Bernarda Alba no es realidad pura, sino
realidad poetizada, elevada de lo racional a lo representativo, de lo que puede verse y tocarse a
lo que solamente puede ser imaginado. Aunque Lorca haya exclamado muchas veces: “¡Ni una
gota de poesía!”, no pretendió jamás deshacerse del poeta que llevaba dentro y por eso la
poesía que tenía en la sangre impregnó en diferente grado tanto su obra en verso como su obra
dramática.
Vocabulario
1. reventar—hacer explosión; estallar; morir violentamente.
2. chocar—encontrarse una cosa con otra violentamente; disgustar; extrañar.
3. parto—acción y proceso de dar a luz.
4. pérfido—desleal; traidor.
5. desafiar—provocar a combate; enfrentarse a lo que se le manda a uno.
6. empeñarse—insistir.
7. barrunto—conjetura; sospecha.
8. humos—figuradamente, vanidad; altivez.
9. deslizarse—casi caerse; escurrirse.
10. arder—estar encendido; producir llamas; estar quemándose.
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Según un testimonio del musicógrafo y escritor Adolfo Salazar, cada vez que Lorca leía una
escena de La casa de Bernarda Alba, exclamaba entusiasmado acerca de su final: “¡Ni una gota
de poesía! ¡Realidad! ¡Realismo!”. Esta enfática conclusión de su lectura, sumada a la
advertencia que precede a la obra y que solemnemente dice: “El poeta advierte que estos tres
actos tienen la intención de un documental fotográfico”, ha motivado que la representación teatral
de esta obra se acople muy a menudo a códigos exageradamente realistas, a pesar de que esa
no era la intención de Lorca. Sabido es que el poeta consideraba el arte teatral como poesía que
se eleva de los libros a la vida, y que, en muchas ocasiones exigía de los actores un tono falso y
declamatorio que compatibilizara con la necesaria deformación de la realidad por medio del
lenguaje literario. Lorca sabía pues que la vida no podía ser calcada sobre el escenario.
Al respecto, el crítico Fernando Lázaro Carreter establece con lucidez la diferencia entre un
realismo de calco y un realismo de estructuras y relaciones. El primero intenta copiar la realidad
al detalle, quedándose en la superficie perceptible de los fenómenos sociales. El segundo
penetra la superficie y ahonda en su percepción de la realidad hasta revelar las estructuras y
relaciones que condicionan el devenir de una sociedad. De acuerdo con esta aguda clasificación,
es de necesidad aclarar que La casa de Bernarda Alba renuncia al realismo de las superficies
para penetrar en las estructuras y las relaciones sociales que explican la tragedia de Bernarda y
sus hijas.
En el segundo acto de la obra, los personajes adquieren espesor y vida. Bernarda, por ejemplo,
se convierte en un personaje trágico, condenado a persistir en un rol odioso que ha heredado de
sus ancestros. La descripción hiperbólica de su tiranía muestra a todas luces que a Lorca no le
interesaba el realismo de calco, que sus intenciones eran otras, acaso la revelación esencial de
la tragedia de España como nación que se resiste al progreso y vive todavía de los vestigios de
un pasado ya muerto.
En su penetrante ensayo sobre la obra teatral de Lorca, el crítico Cedric Busette ha observado
que en La casa de Bernarda Alba se produce una confrontación esencial e irresoluble entre el
libre albedrío y el determinismo. Por un lado tenemos el torrente libertario representado en la
figura emblemática de Adela y por otro el determinismo fatalista de Bernarda, para quien las
cosas son como tienen que ser, sin que haya voluntad capaz de cambiar su devenir. Conforme
evoluciona la obra, el antagonismo de estos personajes se acentúa a tal grado, que ni los
vinculos consanguíneos pueden impedir un desenlace fatal. Mientras que Adela es el prototipo
del personaje romántico que ama la libertad y está siempre dispuesto a rebelarse contra
cualquier tipo de tiranía, Bernarda es un personaje trágico que percibe el destino como algo
inmodificable. Al adentrarnos en el nudo del conflicto, nos invade la impresión de que Bernarda
no es un personaje real, sino simbólico. Puesto que carece de sentimientos humanos y se
muestra unidimensional en cada uno de sus actos, puesto que su firmeza no cede ante ninguna
circunstancia y no da muestras de debilidad ni siquiera en medio de la tragedia, Bernarda, seca
por dentro, sin lágrimas que llorar, muerta en vida, no puede ser un personaje identificable en
nuestra realidad inmediata. Su terreno es la literatura. Como bien anota J. Rubia Barcia: “En
progresión creciente, el personaje de Bernarda va a intensificar su unilateralidad, su
unidimensionalidad, en una palabra, su inhumanidad o acartonamiento, como si en vez de
arrancado de la vida procediera de una tragedia griega, de un misterio medieval o un auto
calderoniano”.
En el segundo acto se observan algunos ejemplos que corroboran la tesis inicial de Busette.
Limitémonos a uno solo y dejemos que el estudioso lo explique a su modo: “Martirio, Amelia y
Poncia están hablando de los niños adoptados, y Poncia se refiere a una familia feliz, en la que
todos los niños han entrado en ella por adopción. Martirio le dice a Poncia que debería ir a
trabajar allí, puesto que piensa que son todos tan felices. Su respuesta es: ‘No. Ya me ha tocado
en suerte este convento’. Emplea la palabra ‘convento’ para referirse a la casa de Bernarda Alba.
Sabemos que un convento está regido por una madre superiora, que tiene completa autoridad
sobre las monjas de la orden. Éstas están sujetas a las reglas del convento, y su oportunidad de
ejercer el libre albedrío es escasa o nula. Todos los aspectos de la vida están reglamentados”.
Es de interés señalar ese fatalismo tan arraigado en la conciencia de los oprimidos. Decir “Ya me
ha tocado en suerte este convento”, equivale a decir, con la misma resignación, “este es el
destino que nos ha tocado y nadie puede cambiarlo”. Esta percepción de la realidad contribuye a
que las relaciones sociales de dominación se perpetúen; y es por ello que la rebeldía tiene
muchas veces el objetivo secundario de demostrar que el destino sí puede ser transformado
porque es obra de los hombres. A pesar de que La casa de Bernarda Alba nos brinda una visión
descarnada de las consecuencias trágicas que trae el arraigo del fatalismo, no puede decirse
que Lorca sea optimista con respecto al futuro.
Volviendo a los posibles significados del color blanco, cabe destacar la interpretación ofrecida
por J. Rubia Marcia: “Recuérdese que el blanco como color es el más complejo de todos los
colores, de hecho es un a-color resultado de la mezcla de todos los demás colores. Su
apariencia de pureza y sencillez —presente en el uso emblemático— oculta un mundo de
elementos muy diversos, es de hecho una apariencia engañosa. En este primer acto, es el fondo
adecuado para que resalten las figuras, en silueta, de las mujeres que van a ocupar la escena,
perfiles aún sin verdadera sustancia sobre una superficie de vida intensa, que los ‘gruesos
muros’ aislarán de la vida ordinaria. En el segundo acto, el blanco a secas, sin superlativo, de las
paredes habrá trasladado ya parte de su intensidad a los personajes mismos, ahora más llenos
de vida. En el tercero, las paredes del patio interior ‘blancas ligeramente azuladas’ que sirven de
marco a la escena, acaso reflejen la presencia del sentimiento religioso . . .”
El blanco es en efecto un color engañoso. Y la conclusión más obvia que puede hacerse al
respecto es que en La casa de Bernarda Alba, la blancura, la pulcritud, la limpieza y el honor
prescritos por las convenciones sociales son en realidad máscaras, antifaces engañosos cuyo fin
es ocultar la realidad instintiva del deseo sexual y las consecuencias de su flujo liberado. El sexo
aparece como algo sucio e indigno que solamente acarrea desgracias y deshonor para quienes
lo practican desvergonzadamente, sin que les importe el qué dirán o las reglas tácitas de una
sociedad anclada en el pasado.
Así lo demuestra la relación grotesca establecida entre un encuentro sexual y el crimen de un
niño en el episodio trágico de la hija de la Librada, cuyo dramatismo conmovedor imprime aún
más intensidad al segundo acto.
Guía De Estudio
La casa de Bernarda Alba Acto II
Federico García Lorca
1. En el segundo acto se observa la presencia de dos mundos aludidos metafóricamente: el
convento y el infierno. Explica a tu manera la razón por la cual Lorca emplea estos mundos como
imágenes que le sirven para definir la situación que se vive en la casa de Bernarda.
2. Mientras leas, fíjate en la importancia que tienen las siguientes citas en el desarrollo de la
trama. Interpreta en tus propias palabras el significado de cada una de ellas, indicando quién
habla y con quién, y ubicando la cita dentro de la trama:
a. — ¡No me mires más! Si quieres te daré mis ojos, que son frescos, y mis espaldas, para que
te compongas la joroba que tienes, pero vuelve la cabeza cuando yo pase.
—Adela, ¡que es tu hermana y además la que más te quiere!
— Me sigue a todos lados. A veces se asoma a mi cuarto para ver si duermo. No me deja
respirar. Y siempre: “¡Qué lástima de cara! ¡qué lástima de cuerpo que no va a ser para nadie!”.
¡Y eso no! ¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!
— (Con intención y en voz baja.) De Pepe el Romano, ¿no es eso? . . . Las viejas vemos a
través de las paredes. ¿Dónde vas de noche cuando te levantas?
— ¡Ciega debías estar! . . . Trae cuatro mil bengalas amarillas y ponlas en las bardas del corral.
Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder.
b. —¿Dónde está el retrato de Pepe que tenía yo debajo de mi almohada? ¿Quién de vosotras lo
tiene?
—Ninguna.
c. —Aquí está.
—¿Dónde lo has encontrado?
—Estaba . . .
—Dilo sin temor.
—(Extrañada.) Entre las sábanas de la cama de Martirio.
. . . (Avanzando y golpeándola con el bastón.) ¡Mala puñalada te den, mosca muerta! . . .
¿Por qué has cogido el retrato?
—¿Es que yo no puedo gastar una broma a mi hermana? ¡Para qué otra cosa lo iba a querer?
— (Saltando llena de celos.) No ha sido broma, que tú no has gustado jamás de juegos. Ha sido
otra cosa que te reventaba en el pecho por querer salir. Dilo ya claramente.
—¡Calla y no me hagas hablar, que si hablo se van a juntar las paredes unas con otras de
vergüenza!
d. —Mejor será que no me meta en nada.
—Eso es lo que debías hacer. Obrar y callar a todo es la obligación de los que viven a sueldo.
—Pero no se puede. ¿A ti no te parece que Pepe estaría mejor casado con Martirio o . . . ¡sí!, o
con Adela?
—No me parece.
—(Con intención.) Adela. ¡Ésa es la verdadera novia del Romano!
—Las cosas no son nunca a gusto nuestro.
— Pero les cuesta mucho trabajo desviarse de la verdadera inclinación. A mí me parece mal que
Pepe esté con Angustias, y a las gentes, y hasta al aire. ¡Quién sabe si se saldrán con la suya!
—¡Ya estamos otra vez! . . . Te deslizas para llenarme de malos sueños. Y no quiero entenderte,
porque si llegara al alcance de todo lo que dices te tendría que arañar . . . ¡Afortunadamente mis
hijas me respetan y jamás torcieron mi voluntad!
e. —(Entrando.) En lo alto de la calle hay un gran gentío, y todos los vecinos están en sus
puertas!
—(A Poncia.) ¡Corre a enterarte de lo que pasa! . . . ¿Qué ocurre?
—La hija de la Librada, la soltera, tuvo un hijo no se sabe con quién.
—¿Un hijo?
— Y para ocultar su vergüenza lo mató y lo metió debajo de unas piedras, pero unos perros con
más corazón que muchas criaturas, lo sacaron y como llevados por la mano de Dios lo han
puesto en el tranco de su puerta. Ahora la quieren matar. La traen arrastrando por la calle abajo,
y por las trochas y los terrenos del olivar vienen los hombres corriendo, dando unas voces que
estremecen los campos.
—Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para
matarla.
—¡No, no, para matarla no! . . . ¡Que la dejen escapar! . . .
—(Mirando a Adela.) ¡Que pague lo que debe!
—(Bajo el arco.) ¡Acabar con ella antes que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio del
pecado!
—(Cogiéndose el vientre.) ¡No! ¡No!
—¡Matadla! ¡Matadla!
La casa de Bernarda Alba Acto II
Federico García Lorca
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Guía De Estudio
1. Los estudiantes pueden corroborar la idea de que tanto el infierno como el convento son
mundos jerarquizados, sometidos al poder del diablo en un caso y de una madre superiora en el
otro. Aparte de esto, el infierno es una cárcel, un mundo del cual no se puede salir y que no
cambia nunca; lo cual en cierto modo alude a la concepción fatalista de la vida. El convento es
también, de alguna manera un encierro, porque las monjas raras veces salen al mundo exterior y
su compromiso dura toda la vida. Los estudiantes deberán ampliar estas ideas.
2. a. Adela está fastidiada por la obsesión de Martirio por su persona. Hablando con Poncia,
abiertamente contrasta su juventud y belleza con la fealdad y discapacidad de su hermana
jorobada. En esta escena, Poncia revela a Adela que sabe que ésta y el Romano se encuentran
de noche. Adela declara su ejercicio del libre albedrío; nadie impedirá que se realice la pasión
que siente.
b. Es el momento en que Angustias descubre la falta de un pequeño retrato que tiene de Pepe,
su prometido. No se sabe, en esta escena, que Martirio es quien se llevó el retrato.
c. Poncia, haciendo la pesquisa, encuentra el retrato. Martirio lo ha llevado de la cama de
Angustias a meterlo en su propia cama. La madre está rabiosa, pero Martirio declara el suceso
una broma. Adela, conociendo a fondo el alma de su hermana, declara que ésta, que nunca
había sido juguetona, lo ha hecho por otro motivo. La réplica de Martirio nos informa que ella
también sabe lo que ocurre en el corral después de las visitas de Pepe a Angustias en la
ventana.
d. Se trata de una escena entre Bernarda y Poncia. A estas dos las une una relación curiosa. En
otro momento, Poncia dirá, “Contigo no se puede hablar. ¿Tenemos o no tenemos confianza?”, y
Bernarda responderá: “No tenemos. Me sirves y te pago. ¡Nada más!”, y, más adelante, “. . . tú te
metes en los asuntos de tu casa”.
Aquí Poncia trata de prevenir a Bernarda de la relación que existe entre Adela y Pepe. En el
Tercer Acto, Poncia recuerda a la Criada que el año anterior “Pepe anduvo detrás de Adela y
ésta estaba loca por él”. No es tan franca con Bernarda. Bernarda prefiere estar ciega y pensar
que sus hijas jamás torcieron su voluntad. Cuando más, admite la necesidad de anticipar la boda
de Angustias a fin de alejar a Pepe de allí. Poncia duda que Pepe quiera marcharse, pues eso
significaría dejar a Adela. Las palabras de Poncia nos recuerdan al Leñador N° 2 de Bodas de
sangre que, hablando de Leonardo y la Novia, dice: “Hay que seguir la inclinación”. Angustias
sale justo en el momento en que Poncia dice que su hijo había visto hablar por la ventana del
callejón a Pepe a las cuatro y media de la madrugada. No hablaba con Angustias, pues
Angustias atestigua que Pepe lleva más de una semana marchándose a la una. Lo ha visto
también Martirio, pero Bernarda nada sabía. Sin embargo, dirá ahora, “Nací para tener los ojos
abiertos. Ahora vigilaré sin cerrarlos ya hasta que me muera . . . ¡Aquí no se vuelve a dar un
paso que yo no sienta!” El maestro debe tener en cuenta que la mayoría de los estudiantes no
conocerá la obra Bodas de sangre.
e. Entra por las paredes de la casa el barullo en la calle: la hija de la Librada ha dado a luz, ha
matado al recién nacido para tapar su vergüenza, y ha enterrado el cadáver bajo unas piedras;
los perros lo han descubierto y los vecinos del pueblo la quieren matar. Bernarda
despiadadamente aprueba el castigo de muerte a manos del pueblo, con tormento apropiado,
por sus actos. Martirio secunda lo que dice Bernarda pero más cruelmente, con intención dirigida
a Adela. Ésta, horrorizada, exclama que la dejen escapar. A continuación, el dramaturgo indica
que Adela lleva la mano al vientre; ese movimiento de mano podría interpretarse como la
posibilidad de su propio embarazo.
La casa de Bernarda Alba Acto III
Federico García Lorca
Antes De Leer
Información
La casa de Bernarda Alba capta como pocas obras el latido histórico de su tiempo. En la figura
autocrática de Bernarda se refleja un pasado que no quiere morir, que quiere hacerse eterno,
cerrándole a la nación española, fundamentalmente al pueblo, la posibilidad de liberarse de su
aislamiento, de su perjudicial separación del resto de Europa. La historia, sin embargo, no ha
sido generosa con España. Con el triunfo del general Franco y la derrota del bando republicano
durante la guerra civil, el país entró en una era oscurantista que no hizo sino fortalecer los
valores del pasado, separando a España del resto de las naciones europeas que optaron por
modernizarse después de la Segunda Guerra Mundial.
En el tercer acto de la obra se precipita la tragedia. La confrontación entre Bernarda y Adela se
torna irresoluble y ambos personajes muestran potenciados los atributos que los definen.
Bernarda toma las armas, del mismo modo en que lo hacen los dictadores cuando se levanta un
pueblo; y Adela muestra todo su valor y su capacidad de sacrificio, como un pueblo que en los
momentos más álgidos de su historia se rebela contra la opresión y el abuso.
Vocabulario
1. sinsabores—pesares; desazones; disgustos; pesadumbres.
2. desganado—sin ganas; sin apetito.
3. bregar—luchar; esforzarse; hacer esfuerzos.
4. tronchar—partir o romper con violencia.
5. hundir—meter debajo de la tierra o del agua; sumergir o derrumbar.
6. brío—espíritu de resolución; vigor; fuerza; élan.
7. arrebatar—arrancar; tomar o quitar con violencia.
8. embozo—encubrimiento; falsedad; mentira para ocultar algo.
9. disparo—tiro de arma de fuego.
10. dichoso—feliz; venturoso; afortunado.
Al Leer
Consulte la Guía de estudio como herramienta para comprender mejor esta obra.
Después De Leer
Hemos dicho que en los tiempos de Lorca la influencia ejercida por la Revolución Bolshevique
entre los intelectuales fue definitiva. La esperanza de una sociedad justa e igualitaria fue
ganando terreno y el optimismo histórico se abrió paso entre obreros y artistas. El destino,
antaño inmutable, de pronto comenzó a ser percibido como mutable; y en todas partes del
mundo comenzaron a crearse organizaciones revolucionarias. A pesar de que La casa de
Bernarda Alba nos brinda una visión descarnada de las consecuencias trágicas que trae la
preservación dogmática del pasado, no puede decirse que Lorca haya compartido el optimismo
histórico de muchos escritores europeos de su tiempo. En primer lugar, el desenlace de la obra
está teñido de un pesimismo trágico. Adela, encarnación de la libertad, del amor sensual y
espiritual, del cambio, se suicida tras la confrontación final con Bernarda, encarnación de la
tiranía triunfante. Sin embargo, precisamente por este final, la obra tiene un carácter casi
profético. Poco tiempo después de la muerte de Lorca, la tiranía del general Franco se consolidó
en el poder por la fuerza de las armas, y el pueblo tuvo que lamentar por décadas la derrota del
bando libertario de los republicanos.
Muchos críticos han percibido la confrontación entre lo racional y lo irracional como eje del
conflicto que articula La casa de Bernarda Alba. La idea cobra sentido si se oponen, una vez
más, los personajes antitéticos de Adela y Bernarda. Mientras que ésta última representa la
razón, el apego prudente a las convenciones del pasado, la seguridad de lo conocido y aceptado
por la sociedad entera; la primera representa los impulsos irracionales que pugnan por liberarse,
por romper con la tradición optando por el riesgo desafiante, por el valor que decanta y
ennoblece el deseo. La observación de J. Rubia Marcia es certera: “. . . si las cosas tienen que
seguir fieles a las apariencias, hay que mantener la cordura, mantener la lógica, razonar,
obedecer al pensamiento. Nada de voces irracionales. Nada de impulsos. Pero Adela dirá:
“Tengo mal cuerpo”, y cuando sus hermanas la importunen, gritará: ‘Yo hago con mi cuerpo lo
que me parece’. Y aún añadirá: ‘Mi cuerpo será de quien yo quiera’. Adela no hablará de
sentimientos, ni de alma, ni de sufrimientos morales, ni de sufrimientos espirituales. Los gritos de
rebeldía le llegan de la carne, y ésas son las únicas voces que escucha”.
Otra cosa que ha llamado la atención, es el personaje de Pepe el Romano. En realidad no
importa demasiado Pepe, porque puede ser una mera fantasía. Lo que verdaderamente importa
es el impulso sanguíneo que lo realiza, que lo vivifica y lo hace necesario. Si Pepe permanece
como protagonista invisible y mudo a lo largo de la obra, es porque existe internamente en el
deseo reprimido de las mujeres. La bala de Bernarda es estéril, Pepe no puede morir porque es
la encarnación del deseo, de las fuerzas instintivas que ebullen en la sangre.
Finalmente habría que agregar algo con respecto a María Josefa. Su locura es sinónimo de
libertad, de ruptura con las costumbres establecidas, de negación del mundo heredado.
Personaje surreal, camina cual sonámbula con una oveja en los brazos, en busca quizá del mar
imaginario en que la espera el amor de un hombre.
Preguntas
1. Se puede afirmar que Lorca agudiza el drama de las mujeres de esta obra mediante la
exageración. Existen elementos hiperbólicos en muchos aspectos de la trama. Escoge algunos
de los más salientes y analiza su función en la trama.
2. ¿Qué colores predominan en esta obra? ¿Qué otros colores desempeñan un papel en la
trama? ¿Cómo? ¿Con qué personajes específicos se relacionan y por qué?
3. — ¡Silencio!, es la primera palabra que oímos a Bernarda cuando entra en escena por primera
vez. Sus últimos palabras, al final de la obra, son
—¡Silencio! (A otra Hija.) ¡A callar he dicho! (A otra Hija.) ¡Las lágrimas cuando estés sola! . . .
¿Me habeís oído?Silencio, silencio, he dicho. ¡Silencio!
Analiza tú el papel del silencio y la preocupación de Bernarda por el qué dirán, a lo largo de la
obra, pero con particular atención a la noche del desenlace.
4. Dos elementos desempeñan un papel recurrente en la obra: uno es el calor; el otro es el agua.
Discute la presencia de estos elementos y el significado que tienen para los diversos personajes.
5. Explica en tus propias palabras el episodio de la hija de la Librada, y el significado que tiene
para la trama central. Por otro lado, ¿qué papel desempeñan las referencias en la obra a Paca la
Roseta y a Adelaida?
6. ¿Crees tú que esta obra está bien clasificada como tragedia, en el sentido clásico de la
palabra?
Guía De Estudio
La casa de Bernarda Alba Acto III
Federico García Lorca
1. Escribe una interpretación personal de las siguientes palabras que María Josefa dirige a
Martirio:
“Cuando mi vecina tenía un niño yo le llevaba chocolate y luego ella me lo traía a mí y así
siempre, siempre, siempre. Tú tendrás el pelo blanco, pero no vendrán las vecinas. Yo tengo que
marcharme, pero tengo miedo de que los perros me muerdan. ¿Me acompañarás tú a salir del
campo? Yo no quiero campo. Yo quiero casas, pero casas abiertas y las vecinas acostadas en
sus camas con sus niños chiquititos y los hombres fuera sentados en sus sillas. Pepe el Romano
es un gigante. Todas lo queréis. Pero él os va a devorar porque vosotras sois granos de trigo. No
granos de trigo, no. ¡Ranas sin lengua!”
2. Mientras leas, fíjate en la importancia que tienen las siguientes citas en el desarrollo de la
trama. Interpreta en tus propias palabras el significado de cada una de ellas, indicando quién
habla y con quién, y ubicando la cita dentro de la trama:
a. —(Entrando.) Ya terminé de fregar los platos. ¿Manda usted algo, Bernarda?
—(Levantándose.) Nada. Yo voy a descansar.
—¿A qué hora quiere que la llame?
—A ninguna. Esta noche voy a dormir bien. (Se va.)
—Cuando una no puede con el mar lo más fácil es volver las espaldas para no verlo.
—Es tan orgullosa que ella misma se pone una venda en los ojos.
— Yo no puedo hacer nada. Quise atajar las cosas, pero ya me asustan demasiado. ¿Tú ves
este
silencio? Pues hay una tormenta en cada cuarto. El día que estallen nos barrerán a todas . . .
b. — Tú eres Martirio. Ya te veo. Martirio: cara de martirio. ¿Y cuándo vas a tener un niño? Yo he
tenido éste.
—¿Dónde cogió esa oveja?
— Ya sé que es una oveja. Pero ¿por qué una oveja no va a ser un niño? Mejor es tener una
oveja
que no tener nada. Bernarda, cara de leoparda. Magdalena, cara de hiena.
c. —Quietas, quietas. ¡Qué pobreza la mía no poder tener un rayo entre los dedos!
—(Señalando a Adela.) ¡Estaba con él! ¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!
—¡Ésa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela.)
— (Haciéndole frente.) ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata el bastón a su
Madre y lo parte en dos.) Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más.
¡En mí no manda nadie más que Pepe!
TESIS DE ENSAYO
1. El temor al qué dirán—la preocupación por lo que puedan pensar y decir los conocidos y los
vecinos— desempeña un papel importante en La casa de Bernarda Alba. Escribe un ensayo
coherente y bien organizado, que explique el papel que desempeña el qué dirán.
(Tiempo: 40 minutos. Extensión mínima: 200 palabras.)
2. El tema de la pasión desenfrenada que lleva a la muerte aparece en La casa de Bernarda
Alba, en
“Romance de la pena negra” y en “Romance sonámbulo” de Federico García Lorca. Escribe un
ensayo coherente y bien organizado que compare y explique la forma en que el autor desarrolla
este tema en
dos de los textos señalados.
(Tiempo: 40 minutos. Extensión mínima: 200 palabras.)
3. El tema de la represión de la mujer por la sociedad aparece en La casa de Bernarda Alba.
Escoge DOS personajes de esta obra y compara y analiza los elementos que constituyen la
represión de cada uno de ellos. Contrasta la forma en que cada uno responde a la represión que
la sociedad le impone.
(Tiempo: 40 minutos. Extensión mínima: 200 palabras.)
La casa de Bernarda Alba Acto III
Federico García Lorca
Guía De Respuestas
Preguntas
1. Hay tres elementos hiperbólicos que sobresalen en esta obra y agudizan el drama de las
mujeres. Lo que se manifiesta primero es el escenario. Cuando empieza la obra, las sirvientas
están en un cuarto con cuatro paredes blanquísimas, sin adornos. Semejante diseño
escenográfico no es una representación de la realidad—de una casa verdadera—sino una
representación simbólica de la represión y la esterilidad de las relaciones entre las mujeres. La
violencia y la crítica severa de Bernarda se combinan para formar otra exageración. Una madre
tan violenta resulta inverosímil, pero su presencia amenazante es otro recuerdo constante de la
represión que hay en la casa; las mujeres le tienen miedo a su madre y sufren bajo su dominio.
La exageración final es la simplicidad de la trama. Por ejemplo, no es probable que tres de las
cinco mujeres estén enamoradas del mismo hombre, Pepe el Romano; pero al escribir la obra de
esta manera, Lorca ha creado situaciones con más tensión emocional.
2. Dos colores predominan en esta obra: el blanco y el negro. Usando estos colores, Lorca ha
logrado su intención visual de crear “un documental fotográfico”. Además, los colores tienen
importancia simbólica: el negro representa la ausencia de alegría en la casa y la presencia de la
muerte (todas las mujeres se visten de luto); el blanco, mientras tanto, representa la pureza
sexual y moral que Bernarda y la sociedad exigen de las mujeres, y también hace alusión a la
hipocresía, la necesidad de blanquear los secretos. Hay un color más en la obra: Adela lleva un
vestido verde en el corral, entre las gallinas. No tiene la oportunidad de ponérselo para salir,
entonces lo disfruta cuando está sola. Tal color alude a la naturaleza y representa el sueño
imposible de Adela: la libertad.
3. El silencio desempeña un papel importante en esta obra. Si hay silencio, cree Bernarda, los
vecinos no oirán por casualidad los secretos de su casa. Si la gente del pueblo supiera los
secretos, la reputación de la casa Alba quedaría comprometida. Al interior de la casa, el silencio
revela una forma de represión. Puesto que Bernarda controla la seguridad económica y social de
sus hijas y sus sirvientas, ellas no la pueden desobedecer. Incluso cuando Bernarda no está con
ellas, las hermanas y la Poncia hablan utilizando el silencio: las pausas en sus declaraciones y la
selección meticulosa de sus palabras ocultan sus intenciones. Ellas no hablan con fluidez ni
confianza, y siempre dicen menos de lo que quieren decir.
La noche del desenlace, cuando se suicida Adela, Bernarda se ve obligada a controlar la
situación. No permite las lágrimas de sus hijas, y les exige silencio en tormo a la vergüenza de
Adela y el origen de su desesperación.
4. El calor es un elemento constante e importante en la obra; es agobiante y sirve para
corroborar la represión que existe dentro de la casa y en la sociedad. A las mujeres el calor les
limita en sus actividades, pero también agudiza sus deseos sexuales. Lorca ilustra este punto
con el caballo garañón que da patadas contra el muro del corral; precisamente porque este
animal es macho Bernarda lo suelta. Adela, quien todavía tiene su juventud y belleza, es la más
afectada. Sin embargo, el calor no afecta a una de las hermanas, Martirio; de hecho, pocas
cosas la afectan porque la consumen los celos. Para aliviarse del calor, las otras hermanas
beben agua.
Es la ausencia de agua natural, no la presencia, lo que preocupa a todas las mujeres. En
general, el agua representa la fertilidad y la sanidad; sin embargo, Bernarda piensa que su
pueblo está maldito por no tener agua, que para ella representa la virilidad y la existencia de
hombres verdaderos. Dice ella que no aceptaría ningún hombre de su pueblo para una de sus
hijas. También se refiere a los pozos que comparten las mujeres del pueblo, piensa que están
"envenenados" por el chisme. Para Lorca el mar representa la sexualidad, lo cual queda
demostrado con el caso de la abuela. En su locura, María Josefa habla de casarse con un
hombre del mar.
5. La hija de la Librada es una mujer conocida en el pueblo. Es soltera, pero tuvo relaciones
íntimas con un hombre y el resultado fue un hijo. En un acto simbólico, ella trata de eliminar las
pruebas de su conducta y entierra al infante. Esta acción ilustra la vergüenza pública que ella
siente. La reacción rabiosa de Bernarda muestra las consecuencias severas de lo que
socialmente se considera pecado; para sobrevivir las mujeres tienen que someterse a las
convenciones. Este episodio también sirve para poner de relieve la transgresión de Adela.
Paca la Roseta es otro ejemplo de mujer deshonrada, pues ignoró las reglas de la sociedad y se
comprometió en actividades ilícitas. Un grupo de hombres ataron a su marido a un pesebre y ella
disfrutó con ellos. Paca la Roseta no es del pueblo y Bernarda la considera una mala semilla.
Las referencias a Adelaida revelan muchos aspectos de la sociedad y la vida de las mujeres.
Primero, su caso muestra el poder que tiene Bernarda en el pueblo. Adelaida tiene mucha
información en torno a los residentes del pueblo y la usa para chantajearlos. Bernarda es la
única persona que conoce todos los detalles de la vida de Adelaida, y por eso la joven le tiene
temor. El caso de Adelaida también revela cierto fatalismo puesto que ella es parte de un círculo
miserable; seguirá los caminos trágicos de su mamá y su abuela. Finalmente, su historia muestra
el poder que tienen los hombres. Amelia pregunta con respecto al padre de Adelaida, quien ha
matado a su primera mujer y ha sido involucrado en una serie de relaciones vergonzosas: “¿Por
qué no está en la cárcel [ese infame]?” La respuesta de su hermana es que los hombres se
protegen los unos a los otros.
6. Esta pregunta exige la opinión de los estudiantes. Sin embargo, tienen que demostrar que
entienden el sentido clásico de la tragedia. Por ejemplo:
Esta obra es una tragedia en el sentido clásico de la palabra puesto que muestra un conflicto
entre el protagonista y una fuerza superior; conflicto cuyo desenlace es de carácter adverso. Las
hijas, particularmente Adela, son las protagonistas y están en conflicto con dos fuerzas más
poderosas que ellas: su madre y las convenciones sociales. No hay ninguna posibilidad de
escapar de las mismas. Tienen que quedarse en casa y no pueden seguir ni expresar sus
sentimientos. En el caso de Adela, su frustración y desesperación la conducen a su muerte.
Guía De Estudio
1. La interpretación de los estudiantes es libre, pero es recomendable que intenten descifrar los
símbolos que utiliza Lorca (los perros, las ranas sin lengua, los granos de trigo, etc.).
2. a. Es la noche del fatídico desenlace. Poncia y la Criada han terminado sus quehaceres, y
Bernarda declara que ella dormirá tranquila, sin preocuparse por los eventos recientes ni por las
advertencias de Poncia. Poncia resume ominosamente para la Criada la situación: cada hija es
una tormenta que cuando estalle barrerá a todas, sin excepción de nadie.
b. La enloquecida María Josefa entra abrazando una oveja, como si fuera su hijo. Por la edad
ella es estéril, un yermo, igual a las hijas de Bernarda, inclusive Adela, quien, a pesar de realizar
su pasión en las citas embozadas en el corral, no vivirá para ser fértil; ella, como las demás, no
tendrá nada. María Josefa habla aquí con Martirio. Un poco más adelante nos damos cuenta de
que Martirio está levantada porque sale al paso de Adela, a su regreso del corral donde se ha
encontrado esta noche con Pepe. Recuérdese que todas piensan que Pepe se ha ido hoy a la
capital con su madre.
c. Bernarda, despertada por los gritos de Martirio y Adela, entra queriendo dominarlas a la
fuerza. Martirio le llama la atención a las pruebas—las pajas de trigo en las faldas de Adela—de
que Adela acaba de estar con Pepe en el corral. Adela, declarando su independencia del
dominio de la madre, arranca y quiebra el bastón, símbolo de mando de Bernarda.
Tesis De Ensayo
1. Éste es un ejemplo del tipo de análisis temático que se verá en la Pregunta N° 2 del Examen
de AP Spanish Literature. Para cumplir adecuadamente con los requisitos de esta tesis, el
estudiante debe analizar, como mínimo, dos de los muchos momentos de la obra en que
Bernarda responde al qué dirán como móvil determinador de sus acciones: entre otros, el acato
a las formas visto al rezar por su difunto esposo; ella cumple con el rito esperado aunque, al
partir las vecinas, dice “¡Andar a vuestras cuevas a criticar todo lo que habéis visto! Ojalá tardéis
muchos años en volver a pasar el arco de mi puerta.”; para Bernarda han venido “para llenar mi
casa con el sudor de sus refajos y el veneno de sus lenguas.” Otros: la preocupación por el color
adecuado de un abanico de viuda y el luto exagerado por el muerto; el interés por el chisme visto
en los relatos sobre Paca la Roseta y la hija de la Librada, por ejemplo; y la inquietud por lo que
pueda reportar Poncia sobre lo que dicen en el pueblo. De hecho, bastaría un buen análisis de la
relación que tienen entre sí estas dos mujeres, pues una de las funciones de Poncia es enterarse
de lo que dice la gente, para informar a Bernarda. Poncia se describe a sí misma como “buena
perra” de Bernarda. Recuérdese que, tocante a lo que dice la gente sobre las visitas de Pepe a
la ventana, Bernarda indaga:
Bernarda. ¿Sigue tu hijo viendo a Pepe a las cuatro de la mañana? ¿Siguen diciendo todavía la
mala letanía de esta casa?
Poncia. No dicen nada.
Bernarda. Porque no pueden. Porque no hay carne donde morder. ¡A la vigilia de mis ojos se
debe esto!
Uno de los momentos más reveladores de la obsesión de Bernarda con el qué dirán es su
primera orden, al presenciar a la hija suicida: que la descuelguen y vistan como si fuera virgen y
que las campanas den la señal de que ha muerto una doncella; en lugar de acongojado, sañudo
o enloquecido, el pensamiento frío de esta madre va al qué dirán. Como antes ha dicho Bernarda
a Poncia: “Aquí no pasa nada. ¡Eso quisieras tú! Y si pasara algún día, estáte segura que no
traspasaría las paredes.”
2. Éste es un ejemplo del tipo de análisis temático que se verá en la Pregunta N° 2 del Examen
de AP Spanish Literature. Para esta tesis, los ensayos deben tratar dos de los tres textos
señalados. Pueden enfocarse, por un lado, en la pasión sexual de Adela que la lleva a desaciar
primero la mala fama (“me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son
queridas de algún hombre casado”), después el encono de la madre (“¡Esto hago yo con la vara
de la dominadora!”) y, por fin, la muerte. Por otro lado, se puede tratar a Martirio y la pasión
reprimida que la lleva a una confrontación final con su hermana, gritando “¡Sí! Déjame que el
pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Lo quiero!”. La desesperación de
cualquiera de estos dos personajes se podrá comparar con la de Soledad Montoya, que recorre
su casa “como una loca/. . . /de la cocina a la alcoba”, provocando la advertencia del poeta que
“caballo que se desboca/pronto encuentra la mar/y se lo tragan las olas”; y con la del mozo
vuelto a casa desangrándose, de la vida montaraz, y la gitana enamorada, muerta sobre el aljibe,
seducida por la mortífera luna durante la larga espera al amante (“¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara!”).
3. Éste es un ejemplo del tipo de análisis temático que se verá en la Pregunta N° 2 del Examen
de AP Spanish Literature. Los personajes más adecuados de apoyo a esta tesis son Adela,
Martirio y Angustias. Otros son María Josefa y Poncia.