LA GRECIA HELENÍSTICA
Macedonia, al Norte de Grecia, era sobre el siglo V a.C. un territorio asilado y agrícola, gobernado por una monarquía.
Macedonia estaba dividida tradicionalmente en dos grandes regiones, la Alta y la Baja Macedonia. Era un país de trigo y
pastos, de aldeanos y jinetes, y con una costa marítima reducida.
El rey Filipo II, aprovechando la debilidad y los enfrentamientos de las demás ciudades griegas durante las Guerras del Peloponeso, se lanzó con un ejército muy potente a su
conquista.
Filipo II fue rey de Macedonia desde 359 a. C. hasta su muerte. Fue el padre de Alejandro Magno, y sus hazañas
allanaron el camino de la gloria recorrido por su hijo.
Filipo impuso la unidad en el interior sometiendo a los diversos candidatos al Trono. Lo que le permitió lanzarse a la expansión del reino, al que pretendía dotar de una
salida al mar. A su vez, los éxitos militares en el exterior aseguraron la cohesión interna de la que el reino había
crecido hasta entonces.
Filipo se impuso a todos sus enemigos haciendo valer la superior organización y armamento del ejército
macedonio, en el que se combinaban una caballería nobiliaria y una infantería de campesinos libres
encuadrados en falanges.
Alejandro Magno, su hijo, lo sucedió en ese mismo siglo cuando solo tenía 20 años. Este consiguió unificar el conjunto de
ciudades griegas para conducirlas a la conquista del Imperio Persa, el enemigo tradicional de Grecia.
Este consiguió unificar el conjunto de ciudades griegas para conducirlas a la conquista del Imperio Persa, el enemigo tradicional de Grecia. Sus conquistas supusieron grandes
riquezas, al apoderase de muchos territorios y abrir nuevas rutas comerciales.
Pero el sueño de Alejandro iba más allá de la conquista militar. El monarca deseaba un único imperio, de Europa a Asia, con la
base de la lengua y la cultura griega, aunque cada territorio conservara sus formas sociales y políticas.