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NUESTRO LIBRO II
L a L i b e r t a d
“PROFESORES EN ACCIÓN”
GRAN CHIMÚ
RED EDUCATIVA
Memoria
Viva
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Centro de Investigación y Emprendimientos para el Desarrollo Integral La Libertad CIEDIAv. La Perla Mz. F, Lt. 8, Int. 3er piso Urb. Ingeniería - Trujillo
Primera Edición Setiembre 2014Tiraje 1000 ejemplares
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-12194
Impreso en los talleres de:Hillmart S. A. Sector 2, Gr. 17, Mz. P, Lt. 11Villa El Salvador - LimaTeléfono: 288-0366Correo: [email protected] www.hilmart.com
Lima, Setiembre 2014
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PRESENTACIÓN
Este es un libro mosaico, escrito por alumnos y profesores de Gran Chimú.
Chimú es un lugar de Perú con un paisaje duro y, al mismo tiempo,
sobrecogedoramente bello, cerros que se elevan majestuosos y, en el valle, el
río Chicama. Sus gentes luchan día a día por mejorar su vida. Entre ellas, las
profesoras y profesores de la Red Profesores en Acción , con los que hemos
tenido el privilegio y el gusto de trabajar desde hace tres años.
Esperamos que las pequeñas, y grandes historias, que el libro contiene sirvan
para dejar constancia en el tiempo de un modo de vida rural que, poco a poco,
se irá trasformando con el desarrollo de Perú.
A través de estos relatos de vivencias personales, a veces sencillas pinceladas
de los niños y niñas de los primeros cursos, a veces nostálgicos recuerdos de
profesoras y profesores, creemos que el lector tiene ante sí un cuadro tierno y
agridulce de la realidad de estos apartados valles.
El empeño de todos los que hemos participado es que la memoria aún viva perdure y que, cuando todo cambie, estos sinceros testimonios escritos den fe
de otros tiempos que, si no fueron mejores, merecerán al menos un rinconcito
en el recuerdo.
Voluntarios de Ayuda en Acción-España.
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AGRADECIMIENTO
Expresamos nuestra gratitud a Daniel del Amo e Inés Hernández, educadores
voluntarios de España, que dejando sus obligaciones personales y profesionales en
su país, llegaron hasta la provincia Gran Chimú en los años 2011 - 2013, para
internarse en el caserío de Nueve de Octubre del distrito de Cascas en la provincia
de Gran Chimú, para compartir sus experiencias con los docentes de la Red
Educativa “Profesores en Acción” durante dos meses cada año. Gracias Daniel e
Inés, por involucrarse tanto en lo que aman y creen: Hacer que los niños y las niñas
desarrollen su creatividad y la pongan en valor.
Nuestro agradecimiento a la Fundación Ayuda en Acción por facilitar las
oportunidades para fortalecer las capacidades de las personas y/o colectivos
sociales, que favorecen el desarrollo de las comunidades rurales en la Provincia de
Gran Chimú.
Expresamos también nuestra sincera felicitación a las profesoras y profesores de las
Instituciones Educativas de la Red Educativa “Profesores en Acción”, que con mucho interés y esfuerzo, salieron al encuentro de los docentes voluntarios,
intercambiando experiencias y plasmándolas en el trabajo con sus niñas y niños,
logrando un producto que ahora con satisfacción compartimos, como un modesto
aporte para la construcción de aprendizajes útiles.
Agradecemos también a las madres y padres de familia que, comprendiendo y
valorando el esfuerzo de los docentes y sus hijos e hijas, dieron su apoyo y
acompañaron en los momentos trascendentes.
No podemos dejar de expresar nuestra gratitud, a la Unidad de Gestión Educativa
Local de la provincia Gran Chimú por su disposición para sumar esfuerzos
institucionales en la noble tarea de formar generaciones de mejores ciudadanos, que
necesita el país.
Gracias al aporte y esfuerzo de estas instituciones y actores importantes, estamos
compartiendo esta segunda bibliografía denominada MEMORIA VIVA, con la ilusión
de que al tenerla en sus manos, no solo sea útil, sino que los motive para emprender
la producción de muchos libros, tantos como lo necesitan nuestras niñas y nuestros
niños.
Centro de Investigación y Emprendimientos para el Desarrollo Integral – La Libertad
CIEDI La Libertad.
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Retazos de mi Vida
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Retazos de mi Vida
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Me llamo Thalía Elizabeth Portilla. Nací en Conodén un
16 de abril. Mi mamá me cuenta que me trajo al mundo
a las 10:00 de la noche. Tomé leche Gloria porque mi
mamá no tenia leche. Usé pañales hasta los dos años;
caminé a los tres años.
A los cuatro fui al Jardín. Mi profesora se llamaba Lili. El
primer día no me gustó y casi todo el mes no me
gustaba. Me paraba, escapándome del jardín, porque mi
casa quedaba muy cerca y me iba llorando a mi casa y
le decía a mi mamá que no quería ir. Pero mi mamá siempre me llevaba y me
dejaba en el Jardín hasta que me fui acostumbrando.
Un día mi mamá y mi papá se discutieron. Ella se fue de la casa para siempre.
Luego mi mamá me llevo a Trujillo a vivir con ella, pero no estudié y perdí el año.
Mi papá de nuevo me fue a traer a mí y a mi hermanito y nos volvió a matricular en
la escuela de Conodén y ahora estoy en Cuarto Grado. Mi profesora se llama
Marivel Calderón y de ella me gusta cuando nos explica con cariño y amor y,
cuando hace una clase nueva, ella nos explica hasta que nosotros lo entendamos.
Actualmente vivo con mi papá y hermanito menor, que se llama David, que está
en Primer Grado y algunas veces vamos a visitar a nuestra mamá a Trujillo.
Mi nombre es Iván Miranda Ángulo. Nací en la posta de salud
de Chuquillanqui a las 04:00 de la tarde del día 29 de marzo.
Me dieron de lactar hasta los nueve meses. Cuenta mi mamá
que, cuando estaba pequeño, sufría mucho de bronquios,
lloraba y ella ya no sabía qué hacer.
Mi mamá tuvo que viajar a Tablacucho y me llevó con ella,
allí estudié Primer Grado. Fue muy triste los primeros días;
no tenía amiguitos. Luego empecé a hacer amigos y la escuela me fue gustando.
En las tardes salía de la escuela y nos íbamos con mi mamá a traer leña para que
cocine. En Tablacucho no hay cocinas a gas, sólo a leña, y hay que ir a la chacra
a buscar palitos que servirán de leña para prender la cocina y cocinar la comida.
Luego viajamos a La Pampa en el año 2010. Me matriculé en la escuela de
Conodén y allí estudié Tercer Grado. Luego dejé de estudiar porque mi mamá no
tenía para comprarme los útiles escolares y no había quien la ayude a conseguir
platita para la comida y empecé a trabajar para ayudarle.
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Pero luego me di cuenta de que quería estudiar y de nuevo fui a ver si podía
seguir estudiando y me dijo la profesora Emma que sí. Entonces le dije a mi mamá
que me matricule y que yo voy a estudiar y también a trabajar.
Ahora estoy por terminar el Cuarto Grado. Me gusta estudiar, participar en las
actividades que realiza la escuela, como ir a las otras escuelas a jugar fútbol, y
bailar en el aniversario de la escuela.
Hay una historia muy conocida en Conodén que habla sobre una bruja llamada
Dica. Toda la comunidad lo comenta. Dicen que era mala y hacía mucho daño a la
gente de Conodén y alrededores. La gente que le tenía cólera a otras gentes,
buscaba a la bruja y le pagaba para que ella les haga daño. Ya estaban cansados
de que la gente se enfermara por culpa de la bruja.
Un día dos pobladores de Conodén decidieron matarla. Era un día domingo. La
bruja iba la feria que todos los domingos hay, donde gente de todos los
alrededores vienen a comprar sus cosas para la semana. La esperaron a la mitad
del camino. La bruja venía con sus cosas y, cuando la vieron venir, uno de los
pobladores se abalanzó sobre la bruja con un cuchillo y comenzó acuchillarla y el
otro poblador ayudó a matarla. Dicen que la bruja no pudo defenderse. Desde
entonces la gente ya no se enferma de cosas extrañas que no se encuentre cura.
La casa donde la bruja vivía existe hasta la actualidad; queda cerca del río pero ya
se está destruyendo porque nadie vive allí.
Me siento muy contento se seguir estudiando y aprendiendo cosas nuevas. Mi
profesora siempre nos dice que nosotros tenemos que ser profesionales para vivir
mejor.
Hola mi nombre es Ana Kelita Castillo. Nací un día martes a
las doce de la noche, en el suelo, y mi tía Martha me recogió
y ahora ella es mi madrina de nacimiento. No tenía ropita
para ponerme y me envolvieron con un pañal de tela. Mi
mamá dice que lloraba mucho; no sé si seria por frío o por
hambre. Mi mamá me recostó en su pecho y me dio teta y
solo así me callé.
Un día mi hermano me cortó mi pelo y lo metió por la quincha (pared de carrizo
con barro). Mi mamá se dio cuenta y le preguntó a mi hermano por mi pelo y él le
dijo que lo había metido por quincha. Ella lo encontró el mechón que me había
cortado metido en un huequito y le dio una maja a mi hermano y le hizo prometer
que ya no me iba a volver a cortar. Mi hermano era más grande, nos peleábamos
mucho y él me hacia llorar siempre.
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Cuando tenía tres años jugábamos a los ruchiditos (sentarse sobre una botella
chancada y bajarse por el cerro) y ese juego me gustaba mucho y lo he seguido
haciendo hasta los siete años.
Cuando volvía de la escuela por la peña vi un sol. Emocionada me bajé
ruchándome a recogerlo. Luego me fui a mi casa y lo enseñé a mi mamá y mi
mamá me dijo eso: Es tuyo hijita. Mi hermano tenía envidia, porque yo tenía un
sol, y me fui a comprar galleta y lo invité a él también.
Mi mamá con mi papá se separaron. Primero yo vivía con mi mamá. Luego ella se
comprometió con otro señor y mi papá nos llevó a vivir con él a mí y a mis
hermanitos. Vivimos poco tiempo con él, porque también él tiene otra mujer, y no
lo pasamos bien con él. Luego volvimos a vivir con mi mamá.
Ahora estoy en Cuarto Grado. Tengo una profesora buena, quien nos entiende y
nos tiene paciencia y siempre recordaré a mi profesora, Marivel Calderón.
Estoy muy feliz con toda mi familia. Su esposo de mi mamá nos trata muy bien y
mi mamá nos quiere mucho.
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Dejen contarles mi historia.
Yo soy de El Salitre. Por las tardes me
paseo con mi bicicleta. Una vez pasó un
camión y el aire fuerte de su carrera hizo
que me caiga de la bicicleta.
Ayudo a mi papá a llenar agua. Él riega
el maíz y yo cuido que se llene el agua al
pozo y, cuando se llena, tapo la postura.
Cuando terminamos el trabajo, vamos a
casa a comer y luego continuamos el
trabajo en otras chacras. Trabajo por las
tardes; también por las noches regamos
con mi papá. En una de esas veces
encontramos una boa en la acequia. Mi
papá la mató con el porcón. Por las
mañanas asisto a la escuela.
Michael, 2º Grado
Yo nací en Chuquillanqui y me cuidan
mis padres.
Me llevan a pasear al río del Cerro
Negro. Nos vamos mi papá, mamá y
hermana. Allí jugamos a las escondidas y
nos bañamos en una poza de agua clara.
En el río hay peces y camarones que son
muy ricos. Cuando llega la noche voy a
casa llevando los pescados y camarones
para hacerlos guisados y los comemos
con arroz y papas.
Por la mañana me aseo y alisto para ir a
estudiar; camino por la carretera que me
lleva a Puquio, donde esta mi escuela.
En las tardes ayudo a mi mamá y hago
mi tarea.
Margarita del Pilar 2º Grado
Yo nací en el Molino y mi mamá también.
Me gusta jugar en la losa por las tardes;
en la losa juegan los niños al fútbol y
voleibol; el equipo que pierde paga la
apuesta. Regreso a mi casa y voy a dar
agua a mis animales y comida a mi
coche (cerdo).
Mi mamá me quiere mucho, ella no sabe
leer pero quiere que yo aprenda para que
sea profesional; no quiere que yo sea
analfabeta como ella y mi papá. Tengo
tres hermanos.
Mi casa está lejos de la escuela, es la
más lejana y sola por estos lugares.
Claudia Portales Bocón, 2º Grado
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Me rayé la pierna Yo ayudo a regar a mi papá el maíz en
mi chacra, también mis uvas y árboles.
Ahí juego con mi perro.
Una vez me caí de mi burro y me rayé la
pierna; me hice una herida de buen
tamaño; también se hizo herida mi brazo.
Yo lloré mucho por el dolor y el susto de
la caída. Mi mamá desinfectó las heridas
con alcohol y le echó leche de piñón, que
costra a las heridas.
Dice mi mamá que de pequeño casi me
muero con dolor de barriga. Mi papá tuvo
que prestar plata para curarme en
Cascas.
Ahora estoy bien de salud y estudio.
Cuando sea grande voy a ser policía.
David Joel Alcántara , 2º Grado
Mi abuelito y yo leemos un libro coquito
Vivo con mis abuelitos maternos. Mis
abuelitos ya están ancianos. Mi abuelito
me enseña a leer; leemos juntos mi libro
coquito. En mi casa ayudo a criar los
pavos y cuyes.
Cuando voy a Trujillo, mi papá me lleva a
la playa con mis hermanas. La playa es
una arena con mucha agua que va y
viene; jugamos tirándonos arena y
buscando muymuyes. El mar tiene unas
olas muy grandes que nos caen, si no
sabemos nadar. De regreso a Puquio
vivo con mis abuelitos y voy a la escuela.
Aurea Libertad, 2º Grado
A mi abuelita le digo mamá
Yo soy de Trujillo. Mi mamá me crió
desde que nací hasta los cuatro años.
Ahora vivo en El Salitre. Mi mamá me
dejó a los cuatro años con mi abuela
paterna. Ayudo a mi abuela en los
trabajos de la casa, cuando está
enferma; lavo ropa de mi hermano y la
mía. Mi hermano también vive con mi
abuelita. Él tiene trece años.
A mi abuelita le digo mamá porque,
cuando yo un día sea grande, voy a ir a
ver a mi verdadera mamá para estar
juntos.
Ahora tengo siete años y estoy en
Segundo Grado de Primaria.
Lesly, 2º Grado
Pavos pleitistas Cuando yo estaba pequeño, un niño me
tiró una piedra en la cabeza y me
desmayé por el golpe. Mi profesora me
limpió y lavó con jabón y agua. Me
asusté y ya no jugamos a lo loco, porque
es peligroso.
Yo vivo en El Salitre con mi papá y mi
mamá. Me dicen:
- ¡Hijo, anda a pastar los pavos!
Mis pavos son pleitistas y gritones; los
criamos para venderlos y comprarnos las
cosas.
Desde El Salitre miro mi escuela, El
Molino, Conodén, los cerros y el Río
Grande.
Carlos Daniel, 2º Grado
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Vivo con mis abuelos; desde que nací estoy bajo sus cuidados. Mi madre vive
en Trujillo; a mi padre no lo conozco. Tengo un hermano por parte de mi
madre.
Soy un niño intranquilo, pero me gusta estudiar y ser policía cuando sea
grande. Los días domingos voy a la gallera a ver las peleas de gallos. Ayudo a
mis abuelitos a llenar el agua en mis depósitos grandes.
Nilson Acevedo, 4º Grado
La casa donde vivo es grande. Ahora tiene una cocina mejorada construida por
la ONG. A los cinco años fui al Jardín de Trujillo y no me acostumbré y vine a
estudiar a Tambo Puquio en donde me recibió una profesora llamada Chela;
era muy buena.
Mi tarea en la mañana es
cambiarle de pasto a mi vaca
y darle de tomar agua a mis
cerdos y luego ir a la escuela.
Soy un alumno colaborador,
me gusta participar en las
actividades que la escuela
programa y salir los domingos
a la gallera en compañía de
mis tíos.
Netzer Tiznado, 4º Grado
Mi casa es de adobe y es grande. Está rodeada de plantas de mango y uva.
Mi mamá me dejo de nueve años y se fue a trabajar a Trujillo; mi padre también
está lejos. Mi abuelito trabaja para el sustento de mi casa y mi abuelita me
cuida y prepara los alimentos. Yo llevo la leña para que mi abuelita cocine y
también pasto para mis pavitos. Me gustaría ser chofer cuando sea grande y
trabajar y comprar un carro.
Edwin Herrera Alcántara, 4º Grado
Vivo en La Pampa con mis dos hermanos y mi abuelita. Mi mamá está
trabajando lejos y manda dinero para que mi abuelita cubra los gastos de la
casa.
Me gusta la clase de Comunicación, por eso no falto a la escuela; también me
gusta pintar y dibujar y participar en las actuaciones que realizan los
profesores. Cuando sea grande quiero ser médico para curar a los enfermos y
a mi familia. En mi casa cuido a mi hermanita cuando mi abuelita se ocupa de
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otros quehaceres o cuando ella se enferma. Los sábados voy a la gallera con
mi tío.
Josmel Flores, 4º Grado
Soy la única hija de mi mamá; vivo con mi mamá, mi abuelita y mis primas en
Tambo Puquio.
Soy tranquila y obediente. Mi mamá se molesta mucho cuando no le hago caso
y mi abuelita me defiende cuando mamá me quiere castigar. Al terminar mi
Primaria quiero seguir estudiando en Trujillo.
Mirian García Saldaña, 4º Grado
Nací en La Pampa el día 18 de
Agosto de 2004.
Mis padres se llaman Santos
Bravo Gutiérrez y Emérita
Miranda Angulo, me caí cuando
estaba chiquito y lloré. Quiero
estudiar toda la vida. Cuando sea
grande voy a trabajar para ganar
plata.
Yency Bravo Miranda, Primer Grado
Vivo en La Laguna. Un día en mi casa es así: me levanto
temprano, luego me lavo y me cambio, voy a mi escuela. Los días
sábados y domingos ayudo a mi papá a ver las vacas; también
repaso mis tareas y leo mi libro.
Oliver Dick Mendoza Ríos, Primer Grado
Soy feliz en mi casa. Cuando
como, lavo mis platos. De grande
voy a seguir estudiando para
ayudar a mi mamita.
Lesly Yanina de la Cruz Ramos, Primer Grado
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Nací el 21 de octubre de 2005 en Chile.
De bebé me trajeron a El Puquio. Acá
vivo con mis abuelas, mi mamá vive en
Chile.
Estoy aprendido a leer.
Pacheco Saldaña Jeremías, Primer Grado
En mi casa tengo un jardín. Mi casa está hecha de adobe; el techo es de
calamina, mi cocina y mis cuartos son de calamina.
Hoy día amanecí y canta el gallo (quiquiriquí) y nos levantamos de la cama, a
ayudar a mi mamá a barrer, hasta que ella hace el desayuno; después me lavo,
me cambio mi uniforme. Toda mi familia comemos arroz, carne, menestras,
tallarín con papa y carne, y algunos días sin carne, solamente ensaladas, etc.
Yuliana Rodríguez, 5º Grado
Ahora vivo en La Laguna. Mi casa es de adobe y tengo algunas plantas,
animales. Mi papá está sacando adobes para hacer más grande mi casa.
Todos los días de estudio me levanto a las 5 a.m. para hacer mi desayuno;
tomamos desayuno a las 6 a.m. Luego ayudo a mi mamá a hacer algo en casa
y me alisto para ir a la escuela. Después de nuestras clases, a la 1 p.m.,
regresamos a casa, me cambio de ropa y como. También ayudo en algo en mi
casa y me pongo a hacer mis tareas. Pasan horas y tomamos cena a las 7 p.m.
A las 8 p.m. vamos a la iglesia; luego miramos televisión.
Elvira Castillo, 5º Grado
Nací el 14 de enero del año 2005 y
en la posta médica del caserío El
Molino y vivo en Puquio.
Mis padres son Ángel José Miranda
Portilla y doña María Erlinda Narro
Arana. Tengo una hermana que se
llama Noemí. Mi profesora se llama
María Esther.
Rosa Isabel Miranda, 2º Grado
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Mis padres son Anita Milagros y
Santos Fernando naturales del
caserío El Puquio.
Angheli Lili Saavedra,
2º Grado
Yo nací el 24 de abril del 2001 a las 9:00, en un caserío llamado Tambo
Puquio. Ese lugar antes era declarado como zona roja; después pusieron
orden los ronderos y desde allí no hubo violaciones ni robos en nuestra
comunidad. Pero es muy bonito y entre nosotros nos ayudamos unos a otros
mutuamente.
Mis padres se llaman Libia y Rabel. Mi mamá es ama de casa y mi papá es
agricultor. Ella tiene una herencia de mi abuela Edelmira -es una huerta- y mi
padre tiene una herencia de mi abuelo Gonzalo que es una chacra muy larga y
queda en La Huaca.
En mi familia todos vivimos juntos y nunca nos hemos separado, porque en las
buenas y en las malas estamos siempre unidos.
Yo tengo una hermana llamada Lissi Caori; es una bebita muy hermosa, como
una rosa. Nosotros somos buenos hermanos. Yo la cuido, pero no la cargo
porque tengo mucho miedo de hacerlo. Ella es mi hermanita de padre y madre
y, aunque está muy pequeña, es muy linda.
Mi escuela antes era choza de palo y pajas. Mi maestra se llama Rosa pero le
decimos Rosita. Ella es buena; a veces me llama la atención pero decimos que
nos quiere mucho y nos adora.
Un día festivo invitamos a mucha gente y hacemos el baile unidos; nos
divertimos bastante.
Jessica, 6º Grado
Yo nací en el Puquio, sector el Salitre un 13 de junio del 2001. En ese tiempo
mi casa era muy pequeña con el techo de calamina. Esa casa se encontraba
un poco aislada de las demás casas y lejos de las chacras. En ese tiempo
mataban mucho y había un camino muy angosto con muchos árboles. Los
televisores eran muy pequeños y no daban de colores.
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Mis padres se reunieron en matrimonio en 1984. Mi padre con mi madre no
tenían alguna chacra en ese entonces. Mis padres trabajaron mucho para
poder criarnos y mantenernos. Como mi padre murió, nos dejó una pensión y
así vivimos hoy en día. Mi padre murió hace más de un año y, desde ese
entonces, mis hermanos y mi madre vivimos angustiados y un poco tristes.
Nosotros trabajamos y hacemos muchas actividades y también nos ajuntamos
para jugar muy felices.
Iván, 6º Grado
En El Puquio, sector el Salitre, yo nací un 30
de septiembre del 2000. Mi casa era de
adobe y calamina. En ese tiempo mi abuelito
todavía tenía tienda y disfrutábamos de las
ricas cosas que allí había. Víviamos muy
bien, pero la violencia existía y mi familia
fue víctima de esas cosas terribles.
Desde que mis padres fueron esposos mi
familia era muy bonita y hermosa. Pero llegó
una época que se llevaron la sonrisa en mi
hogar y se peleaban por motivos que aun
desconozco y tuvieron que separarse. Por
ese motivo mi mamá tuvo que ir a trabajar;
me dejó al cuidado de mi abuelita y ella es
quien me está criando hasta el día de hoy.
Yo con mi hermana no peleamos, jugamos, reímos de muy buena gana; yo
comparto las cosas con mi hermana y ella conmigo. Yo le ayudo en las cosas
que ella no puede hacer, por ejemplo, enseñarle sus tareas y otras cosas más.
Mi vivienda es de cemento y algunas partes de la pared todavía son de adobe,
mi cocina es de ladrillo, cemento y cascajo; el tubo por donde sale el humo del
fogón es de fierro.
Antes las aulas eran de adobes y algunas de cemento; las ventanas eran de
fierro pero hoy en día y desde hace dos años las aulas son lindas y cómodas.
Fueron construidas y gracias al financiamiento de Ayuda en Acción y de la
ONG CIEDI-La Libertad. Cuando jugamos es muy divertido porque nos encanta
jugar con todos los compañeros de mi aula.
Celso, 6º Grado
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Mis padres trabajaban los dos en mi
chacra; eran muy pobres. El
cultivaba uvas, mi mamá a veces
hacia el almuerzo. Vivian en una
casita de carrizos. Nos alumbrá-
bamos con vela, no teníamos
electricidad; lo que teníamos sólo era
agua potable. Éramos muy pobres.
No teníamos para hacer una casa
hasta que ya estuvimos grandes y
construimos una casa grande de
segundo piso que tiene seis cuartos.
Y hasta el día de hoy mi padre no
nos abandona y seguimos nosotros
luchando cada día.
Un día festivo es muy bonito en Tambo Puquio donde la gente toma cerveza
hasta acabar su plata; también hacen baile hasta la hora loca y baila toda la
gente. A veces sucede algo malo y la ronda campesina lo lleva al otro día al
hombre o mujer que ha hecho eso para castigarlo.
Alex, 6º Grado
Yo nací un de 17 de Junio del año 1996 en Trujillo una ciudad grande y linda.
Después me llevaron a la casa de mi tía hasta que se recupere mi mamá. Ahí
su casa era de adobes, techo de calamina y en su jardín, geranios y su patio
con piedras y algunos árboles.
Mis padres trabajan los dos. Vivian en una choza con mis hermanos y ahí se
ayudaban ambos; mis hermanos le ayudaban mi papá en la chacra y mis
hermanas a mi mamá, en la cocina y a lavar la ropa, barrer, etc.
Yo desde que cumplí dos años me llevaron a dejarme con mi abuelita en el rio
de Pinchaday y ahí crecí. Venia de vez en cuando a visitar a mis padres y
hermanos.
Natali, 6º Grado
Mis padres compraron un terreno y construyeron una casa. Ellos trabajaban: mi
papá cosecha, cultiva y siembra y, cuando yo tenía nueve años de edad, mi
madre ingresó a trabajar a una mina de carbón. Mis padres hace años que no
pueden convivir bonito. Cuando tenía diez años de edad ellos decidieron
separarse. Para mí y para mis hermanas es una gran tristeza no tener a mi
mamá a nuestro lado, pero ella viene a visitarnos de vez en cuando y a
pagarnos con los deberes de madre.
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Tengo dos hermanas de padre y madre, y un hermano por parte de mi mamá.
A veces nos peleamos por alguna cosa; después de un rato nos tranquilizamos
y nos disculpamos como hermanos que somos.
En mi casa mi papá me alimenta tres veces al día con comida nutritiva. Cuando
realizan fiestas lo que más me gusta es comer y jugar con las personas que
quiero.
Keika, 6º Grado
Yo nací en el distrito Sayapullo, caserío de Colpa. Mi papá trabajaba en su
chacra de trigo y muchas siembras más; crecían y crecían hasta que las
cosechamos y dieron mucha más comida para nosotros.
Luego mi papa me abandonó cuando yo tenía dos años y mi hermano recién
nacido. Mi mamá decidió quedarse con nosotros y vivimos con mi mamá y mi
abuelita. Luego vinimos a Puquio donde vivimos en la actualidad.
Un día mi mamá decidió casarse y tuvieron un bebé el cual era mi hermano
de madre; mi hermana y yo éramos hermanas de padre y madre. Más tarde
tuvieron una linda bebita y ella era mi hermana de madre.
Luz, 6º Grado
Mi nombre es Ríder Damián Aguilar Gonzales. Yo nací el 6 de
agosto del año 2003 en el distrito Sayapullo, provincia Gran Chimú,
departamento La Libertad. Este lugar es grande, hay árboles,
muchas flores, viven muchas familias.
Mi mamá se llama: Santos Marina, trabaja en el cuidado de la casa.
Mi papá se llama Víctor Aguilar Culquitante; trabaja en la mina. Él
está lejos de aquí porque se separó con mi mamá. Desde que se
fue no sé nada de él. Ahora ya lo olvide. Mamá tiene otro esposo. El
es bueno y nos trata bien. Nosotros somos cinco hermanos, tres
mujeres y dos hombres. Solo vivimos con mi mamá tres y dos viven
en Trujillo con mis tíos.
Mi casa es chiquita, de una sola habitación donde dormimos y la
cocina está construida con carrizo y calamina.
Rider, 3er Grado
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Mi nombre es Franchesca
Saavedra Sánchez. Yo nací el
25 de diciembre del año 2003
en el caserío de Tambo
Puquio, provincia Gran Chimú,
departamento La Libertad.
Puquio está rodeado de
cerros, arboles, aquí hay luz,
pero no hay movilidad.
Mi mamá se llama Virginia
Martina Sánchez Bravo; ella
trabaja en la casa. Mi papá se
llama Santos Saavedra Terro-
nes; él trabaja en la uva.
Vivimos todos juntos, somos
una familia extensa. Somos
nueve hermanos, siete muje-
res y dos hombres; yo soy la última de todos.
Mi casa es chica, tiene dos cuartos; está construida de adobe, el
techo es de calamina, recogemos el agua que viene por un tubo. Mi
mamá cocina en gas.
En casa comemos arroz, lentejas, carne, huevos, avena, leche y las
frutas. Ayudo en las tareas de la casa barriendo, lavando, cuidando
a mi sobrinita y a veces juego mis amigos.
Yo voy a los deportes con mi hermana y con mi papá.
Franchesca Saavedra, 3er Grado
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Me llamo Ana Barrios Vergara, nací el 23 de abril del año 2004 en
Corlas. Es un lugar pequeño que tiene pocas casas pero muchos
árboles, cerros y un río muy bonito. Allí no hay luz. Se siembra
maíz, alfalfa, uva y todas las verduras y frutas.
Mi papá trabaja en la mina, mi mamá en la casa. Ellos no están
conmigo; vivo con mi tía.
Ana Barrios, 3er Grado
Mi mamita cocina todos los días arroz y menestras; de vez en
cuando, carne y frutas que se siembran aquí. Cuando no voy a la
escuela ayudo a mi mamita en los quehaceres de la casa. A veces
voy a jugar con mis amigas. Algunos domingos nos vamos al
deporte con mi mamita y, a veces, me voy con mis tías o tíos.
Angelina Delgado, 3er Grado
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Yo soy Nico. Mi padre es David Cabanillas y es un padre muy
ejemplar. Él se dedica a la agricultura. Mi madre es Yessela León,
es una madre muy buena y ejemplar. Se dedica a los quehaceres
del hogar. Ellos se conocieron en Punguchique y son muy felices.
Nico, 6º Grado
Yo soy José Enrique Leiva Bobadilla. Nací en el año de 1995 en el
caserío de Sigues Pamba, Cospán, provincia de Cajamarca. Mis
padres son Eladio y Carmen. Ellos viven en la sierra. Mi papá se
dedica a sembrar trigo, cebada, alverja, habas, etc. y mi madre a los
quehaceres del hogar. Yo vivo en Chaca Punta, a una hora de
Punguchique, y para estudiar voy en bicicleta o, si no, en la combi.
Me dedico a sembrar maíz para ayudar con los gastos de la casa a
mis padres y en vacaciones trabajo en la mina. Pienso terminar mis
estudios primarios y luego culminar la Secundaria.
José Enrique, 6º Grado
Yo soy Rocío del Pilar; tengo 12 años. Nací en caserío del Nueve
de Octubre.
Mis padres se conocieron en la casa de mi abuelita. Mi tío Vidal
llevó a mi papá a la casa de mi abuelita. Necesitaba alquilar un
cuarto para que viva y es allí donde se conocieron mis padres, pues
mi abuelita necesitaba el dinero para que lo saque a mi tío Pablo de
la cárcel. Posteriormente mi papá empieza a trabajar en la mina de
carbón de los Baños Chimú. Mi mamá tuvo su primer compromiso,
del cual tuvieron cinco hijos. Ellos vivían en la selva. Mi madre nos
cuenta que tuvieron un accidente y mi hermano Alberto murió y mis
otros hermanos se quedaron en la selva con su papá.
Rocío del Pilar, 6º Grado
Yo soy Gustavo Villalobos Gallardo. Nací en Punguchique el 28 de
mayo del 2001.
Mi Papá es Roger y mi mamá Deysi. Cuentan que se conocieron
en Cuarto Grado de Secundaria, en el colegio de Punguchique; se
enamoraron. Luego dejaron de estudiar y se casaron y, fruto de
ese amor, hoy somos tres hermanos.
Gustavo, 6º Grado
24
Mis padres se quisieron y se amaron; fruto de ese de amor nací yo, Yhann
Lee Villalobos Cabanillas. Me gusta el arte, es decir, el dibujo; quiero ser un
gran artista.
Estoy en 4° Grado de Primaria. Terminaré mi Secundaria completa y seguiré
estudiando para ser ingeniero. ¡Dios me ayude!
Me llamo María O Linda soy una niña tranquila. Sé que mi profesora me
ayuda para estudiar mucho. Somos ocho hermanos; todos somos unidos. Yo
ayudo a mi mamá en los quehaceres de la casa: a barrer, lavar los platos, a
cargar el agua y traer pasto para los cuyes. Mis padres son humildes; él es
Magín y ella, Carmela.
En la convivencia familiar somos felices toda la familia. Cuando termine mis
estudios primarios, secundarios y superiores seré una gran profesional para
orgullo de mis padres.
Yo me llamo Sigfredo Bobadilla. Soy alto, moreno, flaco, nariz pequeña, mis
orejas son un poco grandes, pelo dócil y muy pegado al cuero cabelludo,
brazos grandes, piernas grandes.
Lo que recuerdo de mi niñez es que desobedecí a mi mamá. Salí con mi
bicicleta y a los pocos metros choqué con una piedra y me caí. Por el impacto
me rompí mi brazo izquierdo. Me llevaron al hospital de Trujillo donde me
enyesaron. Estuve más de dos meses con el yeso y tenía mucho dolor. Falté
a clases y recordaba a mis amigos y profesora.
Mis padres me pusieron por
nombre FLOR DE MARIA
FANY. Mi contextura es del-
gada, ojos redondos, nariz
perfilada boca pequeña y tez
trigueña. Vivo en el caserío
del Nueve de Octubre Alto.
Mis padres se conocieron en
una fiesta del pueblo. Fue
creciendo esa amistad, después se enamoraron, se casaron y, fruto de ese
amor, nacimos yo y mis hermanos.
Me gusta bailar y cantar. Acá en Perú admiro mucho a Sonia Morales.
Cuando termine mis estudios quiero estudiar modelaje.
25
A mí me gusta leer libros que me gustan. Practico el valor de la verdad. Lo
que más me gusta es la Matemática. Cuando sea grande seré una gran
profesional.
Con mis amigos y mis primos nos vamos a pescar peces al Río Grande.
Luego criamos los peces en un pozo de un familiar, les damos purina y les
cambiamos el agua los miércoles. Ahora tenemos doscientos peces
aproximadamente. Los comemos cuando están grandes.
A mí me gusta trabajar en la chacra: curo, apodo, paso guía y cosecho uvas.
A veces voy a bailar con mis primos, pero a mí no me gusta bailar delante de
las personas que yo conozco porque me da vergüenza.
Mi papá, antes de que yo naciera, quiso que sea mujer. El día que yo nací le
dijo el doctor que soy mujer y a mi papá, al enterarse, le dio mucha alegría y
después nos fuimos a la casa de mi papá y de mi mamá la cual habían
comprado los dos.
El día que sea grande, quiero ser enfermera, porque quiero salvar vidas.
Mis abuelitos me han contado que a mí me han dejado chiquita y ellos me han
criado. Vivo con mis tíos y mis abuelos. Todos me quieren mucho.
No conocí de pequeña a mi papá; recién lo conocí cuando tengo catorce
años. El es de El Molino. Viene a verme a la escuela, me da plata para mis
gastos y propina para mi recreo.
Mis padres mucho querían que yo sea hombre y, el día que le dieron los
dolores a mi mamá y dio a luz, el doctor le dijo a mi papá que era mujer.
Entonces igual todos me querían. Yo soy la última de mis hermanas; somos
cinco mujeres.
Mi mamá me contó que, cuando era pequeña, ella vivía en la sierra, pero
cuando el fenómeno de El Niño, mis abuelos perdieron su casa y vinieron a la
costa y compraron un lote en Chao.
26
Yo nací el 26 de Junio del 2001 en el caserío de Conodén – Cascas – Provincia
Gran Chimú. Mis padres son José Pumayalla Terrones y Jenny Vigo Guarniz.
Cuando era pequeña, yo iba al Jardín y, conforme crecí, iba a Primer Grado de
Primaria; así iba estudiando hasta que llegue a 6º Grado de Primaria.
Mis hermanos son; Janneht, Rosmeri, Ceci, Jonar, Leonardo y Rebeca.
Mis padres son muy buenos; mi papá se dedica como agricultor para sacar y
darnos de comer y mi mamá se dedica a cocinar, a hacernos nuestro almuerzo
y desayuno. Cuando nosotros llegamos de la escuela mi mamá ya está
preparando el almuerzo. Yo le ayudo a mi mamá en la cocina, a barrer y a lavar
los platos.
En diciembre nosotros salimos de vacaciones; yo voy a ir con mi hermano que
está en Trujillo. En el invierno mucha gente hace bailes y nosotros salimos y
nos encontramos con el hermano de mi mamá.
Yo nací en el 2000 en Conodén, Cascas, provincia de Gran Chimú. Cuando era
pequeño, me iba al Jardín donde trabajaba mi padre y mi madre. También tenía
un hermano que era muy juguetón y travieso. En esa época mi casa era muy
hermosa. En el Jardín donde yo aprendí teníamos una profesora muy buena
con nosotros. Otros niños no iban al Jardín porque no querían aprender;
seguro que querían ayudar a sus padres en el campo.
Durante el verano me levantaba a las 7.00 de la mañana para ir al campo y
empezábamos a trabajar después de tomar caldo.
Mi plato favorito es el arroz con cuy frito y sus papas al lado. Trabajábamos
todos los días de la semana. Salíamos a comer y por la tarde nos íbamos a la
iglesia.
En invierno llueve mucho y hace un frio inmenso y por eso nos ponemos
chompa para abrigarnos. Estamos cerca del pueblo de Punguchique. Hay
señores que tienen sus motos y viajan de nuestro pueblo al vecino. Fuimos con
mi familia a un baile que organizó un señor al otro lado del río y lo pasábamos
bonito y luego regresamos a mi casita. Ahora estoy en Sexto Grado y por eso
estoy echando ganas para salir de grado y estudiar mi Secundaria en otra
Institución educativa.
17
Mis padres son Anita Milagros y
Santos Fernando naturales del
caserío El Puquio.
Angheli Lili Saavedra,
2º Grado
Yo nací el 24 de abril del 2001 a las 9:00, en un caserío llamado Tambo
Puquio. Ese lugar antes era declarado como zona roja; después pusieron
orden los ronderos y desde allí no hubo violaciones ni robos en nuestra
comunidad. Pero es muy bonito y entre nosotros nos ayudamos unos a otros
mutuamente.
Mis padres se llaman Libia y Rabel. Mi mamá es ama de casa y mi papá es
agricultor. Ella tiene una herencia de mi abuela Edelmira -es una huerta- y mi
padre tiene una herencia de mi abuelo Gonzalo que es una chacra muy larga y
queda en La Huaca.
En mi familia todos vivimos juntos y nunca nos hemos separado, porque en las
buenas y en las malas estamos siempre unidos.
Yo tengo una hermana llamada Lissi Caori; es una bebita muy hermosa, como
una rosa. Nosotros somos buenos hermanos. Yo la cuido, pero no la cargo
porque tengo mucho miedo de hacerlo. Ella es mi hermanita de padre y madre
y, aunque está muy pequeña, es muy linda.
Mi escuela antes era choza de palo y pajas. Mi maestra se llama Rosa pero le
decimos Rosita. Ella es buena; a veces me llama la atención pero decimos que
nos quiere mucho y nos adora.
Un día festivo invitamos a mucha gente y hacemos el baile unidos; nos
divertimos bastante.
Jessica, 6º Grado
Yo nací en el Puquio, sector el Salitre un 13 de junio del 2001. En ese tiempo
mi casa era muy pequeña con el techo de calamina. Esa casa se encontraba
un poco aislada de las demás casas y lejos de las chacras. En ese tiempo
mataban mucho y había un camino muy angosto con muchos árboles. Los
televisores eran muy pequeños y no daban de colores.
27
Mi nombre es Flor María Cotrina Cabanillas. Nací en el caserío 9 de Octubre el 2 de octubre del 2005. Mis padres se llaman Flor Elena
y José Santos Cotrina Chaves.
Mi papá trabaja en la mina, mi mamá cocina en la casa. Somos una
familia feliz. Mi casa es bonita; tiene una sala con muchos adornos.
Somos seis hermanos y nos llevamos bien.
Flor Cotrina, 2º Grado
Mi nombre es Mirtha Noemí Cavero Narro. Nací el 10 de agosto del 1999 en el
caserío 9 de Octubre, el cual es un lugar bonito y caluroso; tiene árboles
frutales como lima, naranja, manzanas… y es una zona verdosa, con flores y
un río.
Mi madre, Flor Noemí Narro Arana,
trabaja vendiendo fruta en el mayo-
rista de Trujillo. Mi padre, Ronal
Javier Cavero Miranda, trabaja en la
empresa de Cavamina que queda en
Lucma. Mis hermanos: Darwin y
María; con ellos me llevo muy bien,
pero también nos enojamos.
Mi casa es una parte de ladrillos y
también una parte de adobe; la parte
que esta de ladrillo tiene tres
habitaciones. Tengo frigider, televi-
sor, un baño, ducha y también tengo
agua potable y luz eléctrica.
Mi escuela, I.E. Nº 821102, queda cerca de mi casa; es hermosa, tiene árboles,
un escenario y una losa deportiva para que jueguen los niños. Voy a mi escuela
a aprender con mis compañeros y nos enseñan muy bien. Las maestras se
llaman Rosmery Maribel Portilla Rodríguez, Gloria Rivera Alcántara y Erinda
Tiznado Nureña, la directora. Le doy gracias a mi escuela por darnos el apoyo
de aprender.
Mirtha Cavero, 4º Grado
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Mi nombre es José Fernando Gallardo Rivas. Nací el 19 de abril del 2004, en el
caserío 9 de Octubre, el cual es un lugar lindo donde hay flores y arboles.
Mi madre, Yovana Rivas Aguilar, lava, riega, plancha, trapea, cocina. Mi padre
Fernando Gallardo Miranda cura la coca y la uva; también riega y limpia.
Tengo una hermana, Fernanda, de nueve meses. Yo juego a las escondidas.
Mi casa es grande, de adobes, tiene piso, está pintada y tiene sus cuadros.
En mi escuela pequeña aprendo con la profesora Rosmery; aprendo a valorar
lo que me enseñan, comportarme bien y a saludar a las personas.
José Fernando, 3º Grado
Yo me llamo Sharon Leonela León Soltero. Nací el 18 de junio del 2002 y vivo
en el Nueve de Octubre. Mi pueblo es hermoso; en él se siembra la rica uva,
camote, maíz, papaya y, por ser un valle, se siembra arroz.
Mis padres se llaman Ana Yensi Sevilla Soltero y mi papa se llama Juan José
León Cabanillas. Mi papá cultiva uva y arroz; mi mamá trabaja en los
quehaceres de casa: cocina, lava, plancha y barre. Mis hermanos se llaman
Angie, Bianca y Mego; nos llevamos muy bien, jugamos, y nos divertimos
mucho.
Mi casa es de adobe, esta tarrajeado y tengo seis departamentos, dos cocinas
y dos baños.
Estudio en la escuela Nº 821102 de 9 de Octubre, cerca de mi casa. Quiero
mucho a mi escuela que es grande, tiene cuatro aulas y una dirección; también
hay un corredor y un patio de formación. Me llevo bien con mis compañeros de
aula. Estudio bastante para ser profesional.
Yo desayuno en las mañanas leche, pan y huevo, en la tarde arroz, frejol y
carne y en la cena tomo té con pan.
Sharon Leonella, 5º Grado
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Tenía tres añitos. Cogía los
gatos y, al pequeño descuido,
los mordía de la nariz y él
corría gritando. Mi mamá me
preguntaba que qué le he
hecho al pequeño gato. Yo
me quedaba callada; mi
mamá no me pegaba. Los
gatos me tenían miedo y ya
no llegaban a mi casa. Karen, 4º Grado
En ese entonces yo tenía cinco años. No me gustaba la comida y
siempre le hacía quedar mal a mi mamá. Esté donde esté, siempre
vomitaba; parecía que yo me moría. Pero me enseñaban un dulce,
ahí mismo me levantaba y corría a coger el dulce.
Jhony, 4º Grado
A la tarde se llegó mi tía y estábamos en mi casa. En esos días
tenía ocho años; mi tía catorce años. Como ella me molestaba, me
buscó el pleito: empezamos a tirarnos con los tapers y vasos de
plástico, cada una con nuestras cosas. Ella, al ver que yo no me
dejaba, me dijo que me va acusar con mi mamá. Entonces yo tuve
que dejar de tirar las cosas, pero al final yo gané.
Emelly, 4º Grado
30
A mí no me gustaba la leche. Me servían, le daba a mis perros o al
balde de mi chancho y le engañaba a mi mamá que yo tomé la
leche. Entonces, un día mi mamá me chapó que yo hacía eso y me
pegó. Desde allí yo no hago eso.
Yomar, 4º Grado
En eso yo con mi primo está-
bamos haciendo un hueco con
barreta. Yo excavaba, él hacia
el hueco y, en unos segundos,
yo por escarbar, él me voló el
dedo. Mi primo echó a correr
pensando que le iban a pegar.
Osliling, 4º Grado
Un día muy caluroso había una
competencia en la piscina de la
Rinconada. En ese entonces el
profesor de natación nos llamó para
que vea quien va a nadar con tabla de
flotar con bracea. Entonces yo, a mis
ocho años, decidí nadar con la tabla
de flotar. Se llegaba la hora de
competir y competí. Subí al trampolín
y me tiré; allí es donde solté la tabla y
me ahogué. Mi tía empezó a llorar y mi hermano me sacó de la
piscina. Yo salí muy asustada.
Milagritos, 4º Grado
31
Un día mi mamá me mandó a traer paja de La Alcantarilla y me
pasé a jugar partido al Nueve. Se llegó la noche y no me fui a traer
la paja porque me subí a un carro. Llegué a mi casa y le dije a mi
mamá que la paja la habían quemado y me pegó. Desde ahí no
vuelvo a mentir.
Pedro, 4º Grado
Yo me llamo Milagritos Maribel Contreras Risco. Nací el 31 de
enero del 2003. Mis padres se llaman Edward Rafael Contreras
García y María Risco Armas. Mi mamá es profesora y trabaja en el
caserío de Punguchique, en la I.E. Inmaculada Virgen de la Merced.
Mi papá trabaja en el caserío de El Porvenir. Somos dos hermanos;
Carlos es el mayor y yo soy la última.
Mi hermano cursa 3º de Secundaria en la I.E. José Olaya. Yo
estudio en la I.E. Inmaculada Nº 82614, del caserío de Punguchique
donde trabaja mi madre. Mis estudios de Inicial 3 y 4 años los hice
en el jardín Divino Niño Jesús de Punguchique. Los 5 años lo
estudié en Trujillo en el jardín San Martin de Porres. En la
actualidad curso el 4º Grado en la I.E. Nº 82614 Inmaculada Virgen de la Merced del caserío de Punguchique, donde trabaja mi mamá.
Yo vivo con mis padres en Trujillo, donde tengo una casa que es de
dos pisos; en el primer piso está mi sala comedor, un baño y cocina
un cuarto y un corral pequeño. En el segundo piso tenemos cuatro
cuartos que ocupamos mi papá y mi mamá, el otro es de mi
hermano y mi cuarto y el otro es de mi mamita Eulalia.
Mi juego favorito es de ajedrez. La fiesta que más me gusta es la de
mi cumpleaños.
Milagritos Contreras, 4º Grado
32
Al traer el desayuno Una vez nos fuimos a traer desayuno de mi casa y, bajando por la fila cerca de mi
chacra de uvas, hay un camino estrecho. Iba con mi amiga Erlita y se apareció
una culebra; nos asustamos, yo corrí primero y mi amiga se quedó parada y la
culebra pasó por sus pies y se escondió en las piedras. Erlita, después del susto,
bajó corriendo y las dos nos fuimos llevando el desayuno a la escuela, pero no
encontramos a la profesora.
Un día fui a la montaña a cortar
leña y vi a un león que estaba
lejos, me asusté y le dije a mi
papá.
El león no nos había visto. Yo y mi
papá cortamos la leña lo más
rápido que pudimos. El león seguía
por allí, pero no nos vio. Cargamos
la leña en el burro y, sin hacer
mucha bulla, nos regresamos a
casa y le contamos a mi mamá lo
que nos había pasado.
¡Me lleva el río! Un día fui a comprar, pero tenía que pasar la oroya y me di cuenta que una cuerda
de la oroya se había roto. Pensé que me iba a caer al río, me lleve un gran susto y
me puse a gritar:¡Me caigo, me lleva el río!
33
Un día fui con mi hermana al cerro a darle de comer a mi cerdo que estaba
encerrado en un zapote. Llegamos y le dimos de comer y nos sentamos en un
costado un rato. El cerdo comió y me puse a jugar con mi hermana y llegaron mis
sobrinos y mi perro; con ellos corríamos y saltábamos.
Mi mamá nos dijo que era hora de ir a la casa y estuve bajando y se me ocurrió
pararme en una piedra que estaba falsa y me resbalé, me rodé, me rasmille y me
zafé el pie.
Mi tío dice que cuando alguien se zafa el pie hay que lavarlo con agua fría.
Entonces mi mamá me bajó y sacó un pocillo con agua y lavó mi pie y las heridas.
Luego fue a un señor que es huesero y empezó a acomodar mi pie. Mi mamá me
agarraba hasta que el señor lo acomodó y de ahí nunca más volví a ir al cerro,
porque tiene muchas piedras y zapotes y ramas.
Un día me fui a San Felipe con mi padre
y mi hermana. Más arriba nos cansamos
y montamos en mi burrito. Cuando
estábamos llegando a San Felipe,
cruzando una quebrada, el burro corrió y
nos tumbó. Mi hermana se golpeó la
pierna y yo me lisié el brazo. Mi papá
corrió y me levantó y montamos los tres
en el burro y, cuando llegamos a San
Felipe, me llevó a una señora para que
me acomode mi brazo.
34
Un día me fui a mi chacra y me agarró el aguacero y me caí de panza. Me levanté
llorando y me volví a caer en el barro y quede como monstruo. Y llegando a mi
casa, como había mucho barro, me caí de poto y mi mamá me dijo:
Estas muy sucia, que vas a decir que te has caído en el barro.
Si, mamá, me he caído en el barro de la pampa y mira como estoy.
Me voy a bañar y me asusta un sapo y salí corriendo y mi mamá me pregunto qué
me pasaba y yo le conté que me había asustado un sapo por estar bañándome,
por eso hoy voy a dormir sucia en mi camita.
Y fui a dormir.
Un día, yendo a hacer un trabajo con
mi prima Lorena por el higuerón, un
cañán echado nos asustó. Mi prima
Lorena se asustó y yo casi me paro
encima. Pasé corriendo y, de lejos, le
tire una piedra. El cañán se asomó a
la acequia de agua y, después de un
rato, salió del agua y nos fuimos
corriendo. Regresamos muy asus-
tadas a nuestras casas.
Nos chocamos Un día nos fuimos con mis padres y mi hermano a Trujillo en una camioneta.
Cuando estábamos lejos, vino un carro y nos chocamos; me golpeé con un fierro
mi pierna, el carro se dañó. Llamaron por celular a la policía y nos llevaron al
hospital. Estuvimos mucho tiempo en observación; a mí me frotaron con una
pomada y me vendaron mi pierna. Después nos fuimos a comer a un restaurante y
a la casa de mi tía Julia. Mis padres le contaron lo que nos pasó.
Al día siguiente nos despedimos de mi tía y regresamos a Conodén.
35
JALANDO MANGOS Un día mi mamá y yo fuimos al río a jalar mangos. Mi mamá me dijo:
Sube a jalar, yo arresto los mangos.
Cuando, de pronto, no sé cómo había una rama delgadita, no me di cuenta y me
subí a bajar un mango madurito. No me di cuenta que la rama estaba
desgajándose. Yo estaba bien tranquila jalando los mangos y mi mamá tampoco
se daba cuenta de la rama que se estaba desgajando. Ella seguía, cuando sentí
que la rama se caía y yo encima de ella. Fue cuando me golpeé fuerte mi pierna.
Mi mamá se asusto mucho y me llevó a mi casa.
De inmediato llamaron al doctor Ángel y me curó mi pierna y brazo y al otro día
caminaba con dificultad, cojeando. Estuve una semana de reposo hasta que me
sané.
Una mañana en la que estaba en mi casa tomando mi caldo, me alisté para irme a
mi escuela. Cuando estuve llegando, tocaron la campana, formamos y nuestros
profesores nos comunicaron que nos íbamos de paseo a la escuela de
Chuquillanqui, que estaba de aniversario. Iban a celebrarlo en el campo deportivo.
Teníamos que ir el día martes. Yo tenía que decirles a mis padres para que me
pudieran dar permiso para ir al paseo. Para eso teníamos que llevar firmado
nuestro comunicado y llevar mi comida, si me dieran permiso.
Mi mamá me hizo mi comida en la mañana y me fui al paseo con los profesores.
Llegamos a la Institución Educativa. Los profesores de Chuquillanqui nos dieron
un aula para colocar nuestras mochilas y en la mañana empezó el aniversario.
Salieron las reinas y se hizo una ceremonia. Así estamos hasta las diez y mi
profesor nos dijo que estuviéramos listas porque ya iba a empezar el fútbol en la
losa deportiva.
La profesora Gloria nos comunicó para hacer barra a nuestros compañeros y así
puedan jugar mejor nuestra Institución Educativa. Nosotros nos divertimos mucho.
Luego, a las doce del medio día, dijeron los profesores para almorzar en las
mesas. Comimos y nos fuimos a ver a los otros equipos que estaban jugando.
Hasta que se llegó la tarde y la profesora nos dijo para estar listas, porque ya iba a
llegar un carro para que ya nos lleve a la escuela de Conodén y nos fuéramos a
nuestras casas. Pero me divertí mucho y los profesores nos dijeron al otro día que
lo pasamos muy bonito.
36
Un día vino mi tía Yacori de Trujillo para los 15 años, pero ella vino un sábado por
que el cumpleaños era el domingo. Se fueron a traer el cabrito de donde estaba
amarrado, lo mataron, lo pelaron y sancocharon su cabeza y las patas, sacaron la
carne para el almuerzo. Nosotros fuimos al rio a bañarnos un rato. Luego mi tía
nos dijo:
-Ya empiecen, porque nos vamos.
Volvimos a la casa y almorzamos, pero dijeron:
-Vayan a comprar las gaseosas y cerveza.
Más tarde, por la noche, cansados nos fuimos a dormir, pero al siguiente día, que
era la fiesta, por la mañana sacaron otro pedazo de carne y lo cocinaron para el
almuerzo. Comimos y sacaron la caja de cerveza y se pusieron a tomar. Mi tía y
yo nos fuimos a limpiar y adornar que quede bonito y después nos fuimos a
cambiarnos. Trajimos su equipo de sonido y bailamos hasta las 2.00 de la
madrugada. Más tarde se fueron toda la gente y durmieron para que viajen el día
lunes. Al mediodía se fueron, después de divertirnos en el cumpleaños de mi tía
Yacori.
Las avecitas
Me fui a mi corral para regar mis plantas de
orégano y ruda. De pronto, escuché gritar
unas avecitas y me acerqué a su nido y, de
repente, salió volando la mamá de los
pichoncitos y se chocó en mi cara. Yo grité y
me asusté mucho.
El zorro Cierto día, mi abuelito me envió a pastar mis chivos por el potrero y, de repente, vi
un zorro y pensé que me iba a comer y me fui gritando.
37
Mi mamá me mandó a comprar azúcar con mi hermana, perdí la plata por irme
corriendo y me corrí con mi hermana y mi mamá me pego.
Mi mamita me envió a comprar huevos, y me caí y se rompieron los huevos y me
asusté.
Me fui al río con mis compañeros y mi profesor y, cuando nos metimos al río, me
crucé al otro lado. Mis compañeros me decían que vaya a bajarme por la piedra y
les hice caso y mi short se rompió porque era delgado y les conté a mis
compañeras y ellas se reían.
Finalmente, cuando nos vamos al río, me pongo unos shorts grandes para que así
ya no se puedan romper.
Me fui al rio con mis compañeras y
mi profesor. Cuando nos metimos
al río, mis compañeras no podían
casi nadar y se agarraban y se
ahogaban. Entonces yo les ayudé a
salir. Mi compañera Anabel se
metió en un lugar donde había
corriente y la jalaba; entonces para
que no la lleve la corriente se
agarró de mi rodilla y, cuando me
cogió, me asustó.
Finalmente yo no me asusto cuan-
do mis compañeras se agarran de mí. Yo ya no me asusto.
38
EL ALAMBRE DE PÚA
Un día me subí a un árbol de mango; estaba parado en una rama y se quebró y
me caí. En el suelo había un alambre de púa y me lastimé la barriga. Me dolía
mucho hasta que, después, sanó quedándome una cicatriz que la tengo hasta
hoy.
Ruben, 4º Grado
EL NIDO Todos los días de vacaciones iba a dejar comida a mi papá. Estaba pasando por
una grama y encontré un nido de pajaritos y no lo jalé. Llegué con la comida para
mi papá y el nido estaba en el árbol y lo jalé y lo llevé para mi casa. Mi mamá me
pegó y me dijo que los llevara al árbol, y así lo hice. Después de una semana me
fui a ver al nido y no tenía nada.
Luis Anghelo, 4º Grado
EL PRECIO DE LA MIEL Cierto día, cuando tenía ocho años,
estábamos jugando con mi hermano,
pastando mis ovejas y mis pavos cerca al
río. Había mucha agua y un panal de
abejas. Yo tenía miedo de pasar por ahí
sola. Asusté a las abejas y mi hermano
gritó corriendo. Yo quería quedarme,
hasta que una abeja me picó y lloré
mucho; me picó en la mano y mi
hermano sacó la cuña. Me dolía y se
hinchó mucho.
Volvimos a mi casa, amarramos las ovejas y encerramos los pavos. Le contamos
a mi mamá lo que sucedió. Ella me gritó a mí y a mi hermano. A mi perrito Oro le
había picado una abeja en su cabeza. Le sacamos la cuña, gritó mucho, pero se
sanó. Yo lo quería mucho; era chiquito y juguetón. Mi hermano, mi papá y un
vecino llamado Gavi fueron a sacar la miel. Comimos mucha miel y estuve muy
feliz. Me había sanado de mi dedo hasta que terminó el día. Fue un día feliz.
Mirella, 4º Grado.
39
Cierto día me fui al potrero y encontré a una cabrita pequeña que estaba perdida
en el monte. Había perdido a su mamá cabra y yo le ayude a encontrarla, pero
estaba muy lejos de donde estaba yo. Pero igual le ayudé a encontrar a su madre.
Pero había un pequeño problemita y se trataba de un león que estaba siempre por
ahí. Pero a mí se me ocurrió una idea para poder pasar por allí; pasé despacio
hasta llegar a una loma. Estaba bajando y resbalé hasta llegar a sus patas de la
cabra y la cabrita bebé se alegró mucho. Y se quedaron felices para siempre y
nunca más se separaron.
Tania, 4º Grado
Una vez me fui con mi abuelita al cerro a ver
sus chivos y los chivos no habían. Nos fuimos al
cerro más alto y ahí escuchamos que un chivo
chiquito gritaba en voz alta. Cuando yo y mi
abuelita nos fuimos, encontramos a tres zorros
que comían a una chiva. Mi abuelita les tiró una
piedra y nos escondimos en una peña. Y de ahí
vimos que los tres zorros no se iban; les tiramos
más piedras. Cuando miramos, ya no habían y
nos levantamos a llevar los chivos a la casa y
desde ahí nos los llevamos al potrero.
Leonato Leonardo, 4º Grado
Una noche estaba durmiendo en mi cuarto, cuando sentí que algo me picó. Grité y
llamé a mi mamá. Mi mamá vino corriendo y le dije que algo me había picado. Ella
buscó en mi cama y encontró una araña. Se asustó porque pensó que era
venenosa.
Esperó a que amanezca, llamó a mi tío Graciani y le pidió que nos lleve a la posta
médica. Me curaron y le dijeron a mi mamá que limpie la casa seguido, más
seguido. Y luego volvimos a la casa.
Josmin, 3er Grado
40
EL ESPINO
Un día me fui al potrero a pastar mis pavos, me resbalé en una hierba y caí en una
planta de espino y se plantó una en mi brazo y lloré desesperadamente. Mi mamá
me dijo:
- Ya no llores
Y me llevaron a mi casa, me curaron mi herida y ya no lloré. Después, de nuevo,
me fui al potrero, pero ya no me caí y me siento feliz y contenta.
Ismari, 3er Grado
¿QUÉ SERÁ DEL NIDO? Un día estuve con mi amiga Victoria. Ella tenía sus chivos en el cerro, pero los
chivos se fueron a hacer daño a la chacra de mi tío Juan. En un lugar de un árbol
había un nido, pero no lo jalamos porque no sabíamos de qué era. De ahí fuimos a
casa y pasó una semana y Victoria dijo:
-¿Qué será del nido?.
Era de paloma y tenía tres huevos. Victoria los hincó con un palo y yo los arresté
con el costal y eran blancos y chiquitos, pero los dejamos en el mismo sitio.
Pasaron dos semanas y los huevos ya no habían; los buscamos con Alex, el primo
de Victoria y mi tía Kati, una linda niña.
Kati los encontró, pero las palomitas ya estaban salidas, las llevamos a casa y
pasamos por la chacra de mi tío Pedro y llegamos a la casa. Luego se hizo de
noche y las guardamos en un cartón. Pero ocurrió una desgracia: una se asfixio, a
otra se la comió el perro y a la otra le pico una araña y se hincho su piernita. Como
estaban chiquitas, murieron. Pero mi mamá me trató y me dijo:
-¿Cómo se te ocurre separar a los animales de su mamá?
Eso fue lo que ocurrió. En mi vida ahora no voy a separar a un animal de su
mamá, porque sería muy triste.
Jesús Portilla Shuña, 4º Grado
41
Estaba apurada para ir a la escuela;
entré corriendo a mi cuarto y me puse
mis zapatos del mismo color, pero
estaban al revés. Se dio cuenta mi
hermana y empezó a reírse y les
contó a mis amigas. Todas se reían
mucho y me sentí avergonzada.
Luego tuve que sacarme y ponerme
como son los zapatos. Ahora, para
salir, siempre me miro los zapatos.
Anai, 2º Grado
Un día domingo salí a la feria con mi
mamá a comprar cosas para la
semana. Cuando regresamos a la
casa, nos dimos cuenta que había-
mos olvidado algunas cosas. Mi
mamá se enojó mucho y me dijo que
otra vez deberíamos llevar un apunte
para chequear las cosas que com-
pramos.
Greisi, 2º Grado
Un día mi mamá me dijo que prepare
una sopa, pero le eché mucha sal.
Luego mi mamá sirvió la sopa, pero al
probarla estaba muy salada y no
pudimos comerla. Ella se enojó
mucho y me dijo que no volviera a
hacerlo así.
Anita, 2º Grado
LA TELA DE SAPO
El sábado me fui al río con mi
hermana a pescar. Los peces me
ganaron y corrí en el agua y había
una tela de sapo. Me resbalé y me
mojé toda la ropa. Mi hermana me
estaba viendo y se rio mucho de lo
que pasó.
Rebeca, 2º Grado
Ayer, después de salir de la escuela,
fui a ayudar a mi papá a batir el barro.
Luego mi papá me mandó a lavar la
palana, y me resbalé y la palana se
cayó en mi cabeza y mi papá y mi
abuelito se rieron mucho. Luego me
levanté y me puse a llorar de
vergüenza.
Gino, 2º Grado
42
Yo me caí del árbol, yo lloré porque no me dieron plata. Yo me corté
con el cuchillo. Pero lo peor es que a mí casi me chanca un carro,
porque no había visto el semáforo. Esto me sucedió en Lima.
Otra vez yo bajaba corriendo y no había visto a mi tía y casi me
choco con ella y, para no chocarme, me caí. Mi tía se asustó y yo
también me asusté. Otra vez mi tío me pegó porque había jalado su
jebe.
También era travieso. Me agarró el aro de la bicicleta y me torcí el
pie y lo avisaron a mi papá y el vino a verme. Yo me puse a llorar
hasta que me llevaron al huesero y me sané.
Ronaldo, 2º Grado
Mi mamá me celebró mi cumpleaños en Trujillo. Yo y mis amigos
estuvimos esperando las dalinas y ellas no llegaron; ya era tarde y
yo me puse a llorar.
Fue muy terrible ese día que ya no me acuerdo lo que paso.
Elena Xiomara, 1º Grado
Cuando yo era más pequeño, me gustaba jugar y quería ir al jardín
junto con mi hermana. Lloraba cuando mi hermana se iba a
estudiar. Mi mamá me alzaba, me compraba mi galleta y me hacía
jugar junto con mis primitos.
Me gustaba tomar mi leche en mi taza y, cuando me llevaban a
pasear y no me compraban lo que yo quería, lloraba mucho.
Jhorhs, 2º Grado
43
Una vez nos fuimos a traer desayuno de mi casa y bajando por la
fila, cerca de mi chacra de uvas, hay un camino estrecho. Yo iba
con mi amiga Erlita y se apareció una culebra, nos asustamos yo
corrí primera y Erlita se quedó parada y la culebra pasó por sus pies
y se escondió en la piedra. Erlita después del susto se bajó
corriendo y las dos nos fuimos llevando el desayuno a la escuela,
pero no lo contamos a la profesora.
Eliseth, 3er Grado
Mi mamá me dejó con mi tía Rosa y Don Humberto para que ellos
me criaran. Pero ellos me mandaban a la escuela pocas veces,
hasta que la profesora habló con mi abuelita Juana y le contó todo
lo que me pasaba. Ella fue y me recogió.
Ahora vivo con mi abuelita. Ellos me quieren mucho, no me castigan
y me mandan a la escuela. Ahora soy feliz y ayudo en la casa y en
la chacra.
Alex, 3er Grado
44
Un día por la mañana, estaba cargando agua de la acequia a mi
casa y me tropecé en una piedra y me caí al suelo y me rompí la
cabeza y mi mamá me dijo: levántate. Yo le dije llorando que salía
sangre de mi cabeza. Mi mamá me gritó y luego me curó con agua
y sal y me dijo que otra vez tenga más cuidado en las piedras, que
no sea sorda.
Alondra, 3er Grado
Una noche, después de salir de la iglesia, casi a las diez de la
noche, regresaba a mi casa y cerca de la escuela tropecé con una
piedra, porque estaba de noche y no se veía. Me rompí mi cachete
y salió mucha sangre. Me dolía mucho, pero mi mamá me dijo que
no hiciera bulla, porque iba a despertar a mi papá y él iba a tratar a
mi mamá. Me curó con agua y sal y nos fuimos a dormir.
En la mañana mi papá no me vio que mi cachete estaba lastimado,
porque se fue a trabajar temprano.
Angie, 3er Grado
Un día de madrugada fui a pastear a mis pavos al potrero. Cuando
estaba llegando, en el camino había una culebra venenosa; me
asusté mucho, me fui corriendo y los pavos se volaron. La culebra
se metió al monte y yo fui a volver a los pavos para pastearlos.
Luego me fui a mi casa y le conté a mi mamá. Ella me dijo que debo
tener cuidado, siempre mirando dónde camino.
Deyvi, 3er Grado
45
Hace tres años mi mamá me
dijo que en marzo tenía que ir a
la escuela. Yo tenía seis años,
tenía mucho miedo y no conocía
a la profesora. Cuando llegué a
la escuela la profesora estaba
allí y mis compañeros también.
Nos hizo decir a todos nuestros
nombres y ya no sentía miedo y,
desde entonces, siempre me
gusta ir a la escuela a aprender.
Erika, 3er Grado
Cuando era pequeña me gustaba ir al jardín, a jugar con mis
amiguitos y mi hermano y a veces peleábamos.
Me meaba en mi pantalón cuando mucho me reía. Cuando no me
compraban lo que quería, me resentía mucho y lloraba. También
me gustaba irme a jugar en la casa de mi madrina Elsa. Cuando
peleaba con mi hermano, mi mamá nos castigaba.
Diana, 4º Grado
A la edad de seis años me sucedió una cosa en mi mueble.
Cuando estaba mirando tele en mi mueble, me ganó el sueño y,
cuando desperté, estaba acostada en el suelo. Me levanté y me fui
al cuarto despacito para que nadie me viera, porque me daba
mucha vergüenza que alguien se diera cuenta.
Mónica, 6º Grado
46
Yo tenía ocho años, cuando
me sucedió una cosa con la
comida. Yo estaba comien-
do mi comida cuando un
gato se subió sobre la
mesa. Entonces yo quería ir
a pegarle con un palo. En
lugar de pegarle al gato, le
tiré al pavo que estaba
caminando por ahí. Luego
mi mamá vino y encontró al
pavo cojo y me dijo: ¿Qué le
pasó al pavo? Y le conté lo que había pasado. ¡Qué chistoso, casi
mato al pavo!
Andhy, 6º Grado
A mí me sucedió una anécdota a la edad de dos años cuando me
caí del andador. Un día, cuando yo estaba en la casa de mi abuelita
paseando en mi andador y mi mamá estaba ocupada haciendo
otras cosas, de repente mi tío salió a la calle, abrió la reja y se
olvidó de cerrarla; como la reja estaba abierta me caí por las
barandas.
Mi mamá pensó que mi abuelita me estaba cuidando y mi abuelita
pensó lo mismo de mi mamá. Después que pasó mucho tiempo se
dieron cuenta que me había caído.
Gianella, 6º Grado
47
Yo nací el 27 de octubre de 2004 en el caserío de San Felipe. Mis
padres se llaman Santos Cosme Alayo y Betty Esparza.
Yo vivo con mis abuelos porque mis padres salieron a trabajar. Mi
papá trabaja en la mina y es el mejor trabajador.
Estudio en la escuela de San Felipe; estoy en el Segundo Grado.
Ayudo en las mañanas y por las tardes a mis chanchos y a cuidar
las siembras.
En la escuela me divierto mucho y me gusta estudiar.
José Alayo, 2º Grado
Soy Álvaro Horruega Terrones Narro. Tengo 11 años, nací el 16 de
agosto. Mi papá es Juan Serapio y mi mamá Lili. Vivimos con mis
hermanos en San Felipe. Estudio en la escuelita bonita porque
jugamos y aprendemos.
En la tarde ayudamos a mi papá en la carpintería; hace mesas,
camas y lo que le pidan. Me gusta cómo trabaja mi papá.
También sembramos verduras y papas y le ayudamos a mi papá a
cuidarlos; tengo mis gallinas y pavos. Cuando queremos comprar
las cosas de la comida vamos a la feria, caminamos mucho,
tenemos que llevar un burrito porque las cosas pesan.
Álvaro Terrones, 2º Grado
Yo nací el 27 de octubre de 2004 en el caserío de San Felipe. Mis
padres se llaman Santos Cosme Alayo y Betty Esparza.
Yo vivo con mis abuelos porque mis padres salieron a trabajar. Mi
papá trabaja en la mina y es el mejor trabajador.
Estudio en la escuela de San Felipe; estoy en el Segundo Grado.
Ayudo en las mañanas y por las tardes a mis chanchos y a cuidar
las siembras.
En la escuela me divierto mucho y me gusta estudiar.
José Alayo, 2º Grado
Soy Álvaro Horruega Terrones Narro. Tengo 11 años, nací el 16 de
agosto. Mi papá es Juan Serapio y mi mamá Lili. Vivimos con mis
hermanos en San Felipe. Estudio en la escuelita bonita porque
jugamos y aprendemos.
En la tarde ayudamos a mi papá en la carpintería; hace mesas,
camas y lo que le pidan. Me gusta cómo trabaja mi papá.
También sembramos verduras y papas y le ayudamos a mi papá a
cuidarlos; tengo mis gallinas y pavos. Cuando queremos comprar
las cosas de la comida vamos a la feria, caminamos mucho,
tenemos que llevar un burrito porque las cosas pesan.
Álvaro Terrones, 2º Grado
48
Yo me acosté a dormir a las 7 de la noche. Ya las 11 de la noche
me quería tapar, porque me daba frío. En ese momento estaba
buscando la frazada y de pronto toque el suelo y dije:
- ¿Está mi cama con tierra acaso?
Luego me levanté al verme en el suelo y me topé con fuerza y me
rompí la cabeza. Al sentir el dolor, me puse a llorar y mi papá me
levantó y me dijo:
- ¿Qué tienes?
Y le conté lo sucedido. Él me lavó mi cabeza, que estaba de sangre,
y me curó con un remedio casero llamado sangre de grado y me
acostó a dormir.
Desde ese momento pude dormir más tranquilo hasta el otro día.
Noé, 6º Grado
Yo, en mi vida, he tenido varios tropezones. Cuando voy a la
escuela, algunos días estoy contenta; otros días voy molesta,
enojada conmigo misma. Cuando llego a la aula quiero
desahogarme con mis com-
pañeros; parece que cuando
los veo me da ira y quiero
golpearlos.
Mi profesora se da cuenta
cuándo me molesto y trata de
aconsejarme y apaciguar mi
temperamento.
Yo misma me veo como una
pava enojada.
Mis compañeros también saben que quiero tirar las cosas y
después me doy cuenta que no debo comportarme mal ni actuar
con mis compañeros de esa manera.
Broenyelly, 6º Grado
49
Un día fui de paseo a mi chacra y me espiné. Una espina se metió a
mi dedo. Mi papá la sacó con una aguja, luego me curó con leche
de piñón.
Aprendí a caminar por donde no hay espinas.
Alan Beckan Saldaña Leiva, 1er Grado
Un día me mordió la araña y me llevaron al hospital en carro, mi abuelo Fermín. Falté a la escuela cerca de dos meses porque me operaron. He aprendido a revisar mi ropa.
Jeremías Pacheco Saldaña, 1er Grado
Un día que estuve solo, tenía miedo; vi un bulto que rondaba mi
casa. Me asusté y mi mamá aprendió a no dejarme solo.
Matías Pacheco Saldaña, 1er Grado
Cuando yo estaba caminando, una culebra se cruzó en mi camino;
casi la piso. Pensé que era un palo. Al sentirme, la culebra corrió al
cerco.
Aprendí a caminar con una vara para matar a las culebras.
Elar Yency Miranda Bravo, 1er Grado
50
Yo estuve jugando en la playa y llegaron
mis amigas. Jugamos vóley y mi mamá
me dijo:
- No ensucies tu ropa, porque nos
vamos a Trujillo.
De pronto vino una ola y me mojó toda la
ropa.
Yeslim, 2º Grado
Yo me caí de un árbol y me golpeé y
sangré mucho. Entonces mi mamá me
llevó a mi casa y me curó. Nunca más
me subí a los arboles, porque me daba
mucho miedo.
Quimia, 2º Grado
Un día yo con mi hermana hicimos un
columpio en el patio de mi casa y, de pronto,
la soga se rompió y me caí al suelo.
Oriana, 2º Grado
Yo estaba sentado en la orilla del río
mirando que un carro pasaba por el
puente.
De pronto el carro se encendía y se
cayó al río con todo el puente. Yo
estuve asustado y salí corriendo.
Claudio, 2º Grado
51
Una vez me fui a El Molino con mis hermanas y, cuando estábamos
regresando, adelanté y puse una cáscara de plátano para que se
caiga Gladis, pero Gladis pasó por el otro lado y fui yo la que me caí
y mis hermanas se reían. Yo también me reí mucho.
Sonia, 3er Grado
Un día, mientras estaba jugando yaces con mi amiga, llegó una
abeja y me picó mi dedo y lloré muchísimo.
Entonces mi amiga se fue a traer alcohol, me curó y me calmó y
seguimos jugando yaces.
Rosa, 3er Grado
Cuando estaba en Segundo Grado, un día estábamos en clase y yo
quería ir al baño. Le pedí permiso a la profesora, pero no me
escuchó y me hice la pichi sentada en la silla. Tenía mucha
vergüenza.
Carmen, mi amiga, me acompañó a mi casa a cambiarme de ropa;
luego regresamos a la escuela, pero yo me sentía avergonzada.
Franchesca, 3er Grado
Un día, mi mamita compró una gallina para la cena y a mí me dieron
la cabeza. Cuando la estaba comiendo me atoré con el hueso. Mi
mamita, asustada, me dio golpes en la espalda, hasta que la voté.
Después que ya me pasó, me dio mucha risa.
Angelina, 3er Grado
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Un día mi profesora y mis compañeros decidimos visitar a dos
familias en El Salitre porque estábamos estudiando la familia.
Cuando regresábamos yo tenías ganas de hacer la pichi, pero me
daba vergüenza decirle a mi profesora. Hasta que no aguanté más
y me hice la pichi en el pleno camino. Me dio mucha vergüenza,
pero mi profesora me abrazó y me dijo que sólo era un accidente,
que no me preocupe y me mandó a mi casa a cambiarme. Me
acompañaron mis amigas; luego regresamos a la escuela.
Carmen, 3er Grado
Un día, mi mamá me envió a llevar su comida a mi papá que estaba
en Mansiche. Cuando estaba por llegar, un búho me asustó. Yo
corrí a mi papá y le conté. Él me dijo que ese animalito no hace
daño a los niños y me pasó el susto.
Dalisa, 3er Grado
53
Cuando tenía cinco años, estaba estudiando en la ciudad de Lima.
Mis padres alquilaban cuarto en
el 3er piso. Un día mis tíos me
regalaron un lorito y yo quería
volar igual que él, pero resbalé
en una cascara de plátano y rodé
por las escaleras hasta el 2º piso.
Por buena suerte un señor me
cogió del polo y no me dejó
rodar. Me safé el codo y mi
mamá lo acomodó.
Mi lorito murió porque lo aplasté con mi cuerpo. Me quedé llorando
de dolor de mi brazo y de pena de mi lorito.
Netzer, 4º Grado
Mi papá me ordenó llevar leña a mi
casa en mi burro desde el potrero.
Para esto iba montado a traer la leña
y, de pronto, el burro empezó a correr
y el sillón se hizo de lado y caí. El
burro se fue corriendo.
Un señor que estaba por allí lo cogió.
Yo me quedé sentado llorando: mi
cabeza estaba sangrando. El señor
me ayudó para recoger a mi casa. Mi
mamá se asustó al ver la sangre y
luego me lavo la herida y curó.
Klein, 4º Grado
54
En un día de invierno todo me salió mal. Mi abuelita ordenó que
lleve a mi burro al río para que tome agua. Por no caminar, monté,
pero este me cayó y lo dejé amarrado. Regresé a mi casa y mi
abuelita me mandó traer mis chivos del potrero con mis borregas.
Yo quería montar en una borrega, pero también me cayó. Era tarde
y me subí a un árbol a ver caracoles. Se rompió la rama y me caí.
Me torcí la nariz. De inmediato me llevaron al huesero para que me
acomode.
Jair, 4º Grado
Me fui a pastear mis chivos y me ganaron a una chacra de maíz y
comieron las plantas de maíz. El dueño apareció, me trató y se fue
a mi casa y se lo dijo a mis padres. Mi papá me castigó con una
correa; mi mamá me defendió y yo lloré mucho. Desde entonces
tengo mucho cuidado con mis chivos
Antonio, 4º Grado
55
Un día fui al cerro a traer
leña y por el camino vi un
panal de abejas en el tronco
de un árbol. Me acerqué a
mirar. Las abejas me
corrieron y me picaron tres
mi cabeza. Regresé a mi
casa llorando. Mi abuelita se
asustó y me dijo que no debo
molestar a los animalitos,
porque estos también se
enojan. Desde entonces ya
no molesto a los animalitos.
Edwin Gosh, 4º Grado
Un día estábamos en clase y oímos un sonido de helicóptero.
Salimos del aula y vimos que volaba muy bajo y había algo como
puntiagudo: era un detector de minas.
Daba vueltas. Los niños iban corriendo tras el helicóptero. Después
se fue a Conodén y regresaba al Puquio. Después se fue a Jolluco;
allí también daba vueltas. Dicen que era de una empresa de minas.
Luego de un rato todos los niños regresamos a nuestra aula y
continuamos con nuestras tareas.
Maykol, 5º Grado
56
Un día mi hermano Richard soñó que había matado un loro con un
jebe; lo recogió y lo llevó a la casa. Luego lo peló y lo frio
calentando la sartén. El loro se veía muy exquisito. Cuando mi
hermano estaba a punto de comerlo, se despertó y se dio cuenta de
que no era verdad, solo era un sueño.
Mi hermano nos contó lo que había soñado y nos causó mucha risa.
Gian
Mi papá, mi tío y yo teníamos que ir al potrero a traer las vacas y
toros. Por eso teníamos que llevar comida. Mi mamá era la
encargada de preparar el fiambre. Ella, muy preocupada, soñó que
hizo la comida.
Cuando era la hora de partir, nos fuimos a pedir la comida y nos
dimos con la sorpresa de que mi mamá no había cocinado nada.
Le preguntamos por qué no cocinó y ella respondió que había
soñado que ya había cocinado la comida para llevar.
Karla
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58
Adivinanzas
Caja verde Mortajo blanca y
Muerto negro Adivina quién soy?
La Guaba
Cruza el aire, Mar y tierra;
No tiene boca Y sabe hablar.
La Carta
Dentro del mar vivo y no me mojo.
La “A”
Para la vista es buena, Para la piel también.
Su color es anaranjado: ¡Ay; que dura es!
Zanahoria
59
Hace muchos años los pobladores del caserío de Conodén
no tenían agua y morían de sed. Pedían a su diosa Luna
que les diera agua. La luna compadecida del clamor de los
hombres, envió a una nube la cual se rompió y se convirtió
en una hermosa laguna.
La luna solo pidió a los hombres que no se bañaran en ella
ni le echaran basura. Los hombres cumplieron durante
mucho tiempo el pedido de su diosa y vivían felices
dándole gracias a la Luna.
Pero un día, unos niños traviesos llegaron al borde de la
laguna y, tanto era el deseo de bañarse, que entraron a ella
y se bañaron. La Luna, al darse cuenta de que habían roto
el trato, hizo que se seque la laguna.
Hoy existe allí un lugar llamado Laguna, pero ya no hay
agua.
Alumnos de Conodén
60
Biografías y Anécdotas
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Biografías y Anécdotas
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63
La ciudad donde nací es un pueblo que se sitúa a 1200 m.s.n.m. Su paisaje es
hermoso. Se encuentra al centro de grandes cerros montañosos, de extensas
áreas verdes con sembríos de uvas y donde se cultivan diversos árboles
frutales como papaya, limón, lima y tumbo, que son degustados por los
pobladores de la zona y los que visitan nuestra hermosa ciudad.
Las casas en su mayoría eran de adobe y calamina y algunas con techo de
paja que, cuando llovía, toda la lluvia pasaba a las habitaciones. No existían
casas como las hay hoy en día. Las calles eran de tierra y pedregosas. No
había agua en la casas; ésta la recogíamos de las piletas y la cargábamos en
baldes y galones para las casas. Cuando el invierno era demasiado fuerte,
malograba las tuberías y se secaban y, entonces, cargábamos desde muy
lejos, de un río que allí nacía agua. Lo hacíamos cuando llovía mucho y nos
parecía divertido estar con la ropa mojada en nuestro cuerpo. Tampoco había
luz eléctrica. Como vecinos teníamos a unas personas con dinero y carros;
estos acostumbraban todas las noches a colocar mecheros por toda la cuadra
y así cuidaban sus bienes y al mismo tiempo nos alumbraban.
Cuenta mi madre que ella vivía en una casita de paredes muy viejas y techo de
paja; luego se trasladaron a otra casa cercana que era mucho más cómoda. Mi
padre con el tiempo la vendió, pero que aún existe. Posteriormente compraron
por la misma cuadra otra casa mucho más grande y en la que, hasta la
actualidad, vivimos.
Escribir la historia de mi infancia es penoso, porque recuerdo a mis padres
discutiendo entre ellos, lo que hizo que mi madre tome la decisión de separarse
de mi padre. Él se marchó de la casa; nos abandonó cuando yo tenía la edad
de siete años y desde allí no volví a verlo hasta que tuve doce años y recuerdo
que me compró un buzo y una pelota y eso fue todo. Desde allí no volví a verlo
nunca más en mi vida.
No contar con la imagen y el cariño de un padre es triste. Pasar los días y ver
que los que están a mí alrededor tienen su padre, es genial. Pero yo no tuve la
dicha de tenerlo a mi lado por circunstancias de la vida, cosa que no deseo a
nadie.
Mi madre trabajó muchísimo para llevar adelante el hogar, ya que ella servía de
padre y madre para nosotras. Mis tres hermanos mayores fueron a otros
lugares en busca de un futuro mejor; los cuatro hermanos menores quedamos
al cuidado de nuestra madre. Nos crió, nos dio buenos consejos, valores y nos
educó hasta darnos una profesión y poder defendernos en la vida.
Hablar de mis abuelos por parte de mi padre no puedo; por el hecho de que él
nos abandonó no llegué a conocerlos. Y, por parte de mi mamá, ella cuenta
que su madre murió cuando tenía doce años y su padre era una persona
irresponsable, borracho y no cuidaba de ellos. Murió por consumir mucho
alcohol, cuando ella tenía dieciocho años. Desde allí vivió junto a sus primos y
aprendió a trabajar para sobrevivir. Cuenta mi madre que, junto a su primo,
64
trabajaba mucho y los dos se cuidaban. Ella se casó tuvo sus hijos y su
familiar siguió frecuentando la casa. Él trabajaba de guardián de un colegio y
todas las noches venía a contarnos hermosas historias, nos dejaba dormidas y
luego se marchaba a seguir en su trabajo. Eso hasta el día de hoy lo recuerdo.
Mi tío aún está vivo, pero ya no vive junto a nosotros. Cuando sus familiares
más cercanos lo llevaron, nosotros lo extrañábamos mucho porque veíamos en
él al padre que nunca había estado cerca a nosotros.
Así mi vida transcurrió junto a mi madre, que fue el único ser que se desveló
por cuidarme y hacer de mí una persona útil a la sociedad. Luego me casé, un
19 de enero del 2001, con un gran hombre al cual amo, respeto y, fruto de
nuestro amor, tuvimos a un lindo hijo que es el motor y motivo de mi vida.
Espero que mi matrimonio sea para siempre y permanezcamos unidos por el
resto de nuestras vidas.
JEMA
Soy Luis Antonio y la historia que a continuación relato detalla parte de mi vida
y la abnegada labor con obstáculos y lucha de mis padres.
Empezaré presentando a mis abuelos paternos con quienes tuve mayor
contacto -Sacramento y Jesús-, pues los maternos fallecieron cuando yo era
muy niño. Ellos fueron Doña Angelita y Don Felismer.
Nuestra familia es natural de Cascas,
un pueblo hermoso y tranquilo,
ubicado en uno de los valles de La
Libertad (Perú), tierra que envuelve
y acaricia grandes extensiones de
tierras viñeras.
Néstor Ninatanta, mi padre, un hom-
bre humilde y trabajador, desempe-
ñaba muchos oficios pues la
situación económica no era de las
mejores. Él era agricultor, gasfitero,
albañil y sastre. Un gran ejemplo de trabajo. Mi madre, Doña María Catalina
Muñoz, no era ajena al mundo del trabajo y lucha . Ella se dedicaba a la labor
maternal durante el día y por la madrugada trabajaba en una panadería. En
casa, mi madre preparaba el pan de maíz y las empanaditas turcas, sabrosas y
apreciadas por los pobladores. Mi madre tenía que salir a venderlas para
poder ayudarnos económicamente y así poder alimentarnos dignamente.
Mis padres se comprometieron muy jóvenes y nunca recibieron el apoyo de sus
padres, hecho que les enseñó a ser responsables y a dedicarse al trabajo,
como lo harían las buenas personas .
En casa somos seis hermanos: Humberto, Carlos, Sacramento, Luis, Juan y
Nery. Soy el cuarto de todos. Nací en abril de 1972. Recuerdo que era un niño
Mis abuelos paternos con mi padre
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inquieto y que, junto a mi hermano Sacramento, disfrutábamos de nuestras
sanas travesuras.
Un buen día -cuenta mi padre- nuestra madre extrañaba la tranquilidad del
hogar. Sucedió que mi hermano Sacramento y yo, de tres y cinco años
respectivamente, nos encontrábamos cantando y bailando dentro de la canasta
donde se encontraban la empanaditas y el pan de maíz. Supuestamente tenían
que ser vendidas. Mi madre, con toda la razón, enfureció, castigándonos con
una correa. Esta es una de las tantas travesuras que nunca olvidaré y que
ahora plasmo en estas líneas para conservarlas en el tiempo.
Desde niño me interesé en el arte y la música. Participaba en concursos de
baile como la marinera, danza representativa de nuestro país; además integré
el grupo folklórico de mi escuela primaria. Gratos recuerdos.
A la edad de siete años sucedió en mi vida un hecho que marcó mucho mi
estado emocional y personal. Sufrí un accidente que, como buen niño travieso,
me lo provoqué cayéndome de los juegos mecánicos. Me golpeé fuertemente
la cabeza. A los diez años me detectaron catarata en el ojo derecho, producto
de la caída. Al año siguiente me operaron en la ciudad de Lima.
El doctor que realizó la operación era un medico famoso; se dice que había
tratado a un conocido boxeador, Mauro Mina. Este hecho no quisiera ni
recordarlo. Fue el médico más frío y testarudo que mis padres habían conocido
Luego de la operación, en mi primer control, manifestó con sus palabras:
-¿Por qué lo han traído? ¡Llévenlo a su casa porque él nunca podrá ver!
Desconsolados y tristes, mi familia y yo regresamos a Cascas. Pero como dice
el dicho “La esperanza siempre está presente“. Al siguiente año, ya con doce
años de edad, mi madre se entera de un doctor conocido de la comadre de mi
mamá; este es el Doctor Alberto Manrique Ganoza. En esa época mi visión
estaba deteriorada, causándome estrabismo. La vista se me desvió. Comenzó
el nuevo tratamiento: el Dr. Manrique operó la catarata.
Lo que antes veía a la palma de mi mano sólo como una sombra, al día
siguiente de la operación, al retirar el parche del ojo, sentí una gran alegría
porque había recuperado la visión. La operación se realizó en un Hospital del
Estado. Luego por motivo de horarios, el doctor nos citó a la clínica donde
tiene su consultorio particular.
Recuerdo que en el hospital se
pagaba por consulta s/. 2.00 y
en la clínica la paga era mucho
mas, 25.00 nuevos soles. La
primera cita tuvimos que abonar
los S/ 25.00, en medio de
nuestra humildad.
Cuando salíamos, la secretaria
del doctor nos alcanzó, devol-
viéndonos el dinero que había-
mos pagado por la consulta. Dr D. Al berto Manrique, un
hombre bueno, con mi familia.
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Nos dijo que el doctor se había molestado por habernos cobrado. Desde esa
vez hasta la actualidad nunca me cobran por las consultas; por el contrario soy
uno de los primeros en ser atendidos y hasta me obsequian los medicamentos.
Resumiendo el Dr. Alberto Manrique es mi “Ángel en La Tierra”, un hombre
que humanamente miró más allá del lucro. Vio la necesidad y el dolor de una
familia.
Fui un niño que creció en un ambiente sano y feliz. Mis estudios primarios y
secundarios los cursé en mi tierra natal, Cascas. Y, como buen amante de la
música, integré la banda de músicos de mi colegio, el colegio San Gabriel de
Cascas. Mi mundo, y lo que más me interesaba, era tocar la trompeta, tanto así
que hasta en la hora de educación física -no sé cómo me las ingeniaba-, pero
tocaba la trompeta.
En medio de las situaciones delicadas de salud que me tocó vivir, aprendí a
llevar los momentos de tristeza, y algunas burlas por las condiciones de mi
vista, con total responsabilidad y fortaleza.
Los años pasan y la necesidad de progresar y desarrollar viene a la mente
como cúmulos de interés principal. Teniendo en cuenta que un hogar humilde,
donde lo principal era conseguir el alimento de cada día con el trabajo y fuerza
en el campo, nos impedía imperiosamente continuar con estudios superiores. A
pesar de todo logré continuar con mis estudios. Ser maestro caló en mi interés
profesional.
Cursé estudios en el Instituto Libertad de Trujillo y, no convencido con el grado,
realicé estudios complementarios en la Universidad Nacional de Cajamarca.
Hoy en día soy maestro y la música, mi columna vertebral, pues gracias a esta
noble habilidad he logrado ser maestro de música. Gracias a mi esfuerzo y
mérito logré nombrarme y asegurar mi trabajo en la Institución Educativa 82614
de Punguchique, un caserío de Cascas.
Me casé con Aleyda, con quien tengo dos hermosos hijos: José Luis y Cristian.
Ambos han heredado el arte, cumpliendo con el dicho “de tal palo, tal astilla”. José Luis, actualmente cursa estudios universitarios, en la escuela de
arquitectura, además de integrar la orquesta y grupo de mariachis de su
universidad. Toca también la trompeta. Cristian aún es pequeño. Pronto
terminará la Primaria y ya hace su intento por tocar la trompeta, además de
cantar y ser amante de los animales.
Estoy orgulloso de mi familia y muy agradecido por las enseñanzas valiosas de
vida que me han enseñado. Un ejemplo que quedará marcado por la eternidad,
esperando que nuestros hijos la conserven y trasladen estas memorias como
ejemplo de lucha y trabajo, de esfuerzo y valía.
Esta es brevemente la historia viva de mi vida.
SOY LUIS ANTONIO. MAESTRO Y MÚSICO.
Punguchique, Perú 2013.
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Nací en el año 78, en un distrito pequeño llamado La Esperanza, que pertenece a la
ciudad de Trujillo. Mis padres eran comerciantes en ese entonces; vivían viajando
mucho. Los primeros años de mi infancia lo pasé viajando con ellos.
Luego ellos se separaron y me quedé con mi madre solamente, quien se tenía que
hacer cargo de la casa. Mi madre seguía trabajando en el comercio. Yo iba creciendo y
ya estaba en edad escolar; ella me llevó a Tayabamba, que pertenece al departamento
de La Libertad, para empezar a estudiar. Ella era de allí.
Empecé a estudiar Educación Inicial a la edad de cinco años. No tengo mucho
recuerdo de mi profesora; será porque iba muy poco, debido a que mi madre no estaba
y me dejaba con mi tía.
Al año siguiente empecé la Primaria. En Tayabamba había dos escuelas. Los
pobladores de la zona las llamaban de mujeres y de hombres (las dos eran mixtas). Yo
estudiaba en la escuela de hombres. Recuerdo que estudié hasta Cuarto Grado de
Primaria. Tengo bonitos recuerdos de esa época: tenía una buena profesora; ella me
enseñó las primeras letras, a cantar y a jugar. Recuerdo que jugaba a las escondidas,
chicote caliente y kiwi en la Plaza de Armas, donde todas las noches nos reuníamos
todos los vecinos para jugar.
La Plaza de Armas era pequeña, pero muy acogedora. Tenía varias esculturas de
plantas, hermosas flores que la adornaban, una pilita de pajaritos que botaban agua
por su piquito y, alrededor, estaban las instituciones: la Comisaría y la Municipalidad.
A tres horas de Tayabamba vivía mi abuelita. Era una mujer preciosa, blanca; tenía
ojos azul cielo, de contextura delgada; venía a visitarnos de vez en cuando. A mí me
gustaba que venga porque me llevaba a pasear al mercado y me compraba lo que le
pedía a pesar de que era humilde; pero más me gustaba ir a visitarla, porque donde
ella vivía había animales, se
cosecha-ban papas e iba a
jugar por el campo.
Una vez fuimos mi mamá, mi
hermano y mi hermana en ese
entonces a visitarla. Recuerdo
que tuvimos que caminar
mucho, pero llegamos. Iban a
cosechar papas. Nos hicieron
subir a un burrito y nos llevaron,
llegamos al lugar y comen-
zaron la cosecha. Fue la única
vez que presencié cómo la
gente de esa comunidad se
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reunía a sacar papas. Era como una fiesta: llevaban sus radios a pilas y empezaba la
cosecha. Al costado de la chacra ponían una olla grande con agua. Allí echaban las
papas y preparaban un mate de ají para que coman durante la cosecha. Esas papas
recién sacadas de la planta eran ricas. Nosotros los niños también ayudábamos a
recoger y cargar las papas; me gusto mucho ir a cosechar papas. A la actualidad
nunca he ido a una cosecha de papas.
Cuando iba a cursar el Quinto Grado de Primaria, nos fuimos a vivir a un lugar llamado
Vijus. En este lugar la gente vive de la minería y la agricultura. Había una sola
escuelita multigrado con dos profesores. Yo estudiaba con los alumnos de Sexto
Grado.
Los sábados y domingos íbamos con mi mamá, mis hermanos y los vecinos a la
chacra a recoger fruta, que no nos costaba nada. Había tanta que los dueños nos la
regalaban. Estuve en ese lugar un año. Luego, por el trabajo de mi mamá, regresamos
a Tayabamba, donde culminé mi Sexto Grado en la misma escuela y con diferente
profesor.
Para estudiar Secundaria nos venimos a vivir a Trujillo, al distrito de Moche
(exactamente al Alto Moche). Unos primos de mi mamá le prestaron una casita donde
vivir; solo tenía dos habitaciones, pero allí vivimos felices. Estudiaba en un colegio de
monjas; eran muy buenas. Pertenecía a un grupo religioso y todos los sábados y
domingos iba a las reuniones con compañeros de mi edad. Hasta que, un día, mi
mamá de nuevo nos dijo que tenemos que cambiarnos de casa, que ella había
comprado un terreno por Huanchaco y teníamos que ir a vivir allí. Recuerdo que lloré
mucho; no me quería ir de Alto Moche; tenía mis amigos, me gustaba mi colegio y la
gente que conocía, pero tenía que ir donde mi madre nos llevaba.
Mi madre comenzó a vender en el mercado mayorista de Trujillo y allí nos quedamos.
Yo estudié desde Tercer Año de Secundaria en el colegio “Santa Rosa de Trujillo”, donde culminé mi secundaria. Después estudié Superior en un Instituto Pedagógico, el
Bachiller, Licenciatura y Maestría en la Universidad en la ciudad de Trujillo.
Hace doce años soy profesora y actualmente trabajo en el caserío de Conodén, donde
la gente es acogedora y me estiman mucho.
Tengo dos hijos, vivo en la ciudad de Trujillo y estoy estudiando Derecho.
M.C.G 2013
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De mi pueblo querido tengo muchos recuerdos de mi niñez como salir a jugar en el
campo, cuyo gras era siempre verde; ahora por falta de lluvia está casi seco y por
partes sin gras. Recuerdo que, cuando salía de la escuela después de las 5 pm, me
quedaba a jugar vóley con mis amigas; era muy divertido y emocionante porque
jugábamos apuesta que consistía en la fruta que nos sobraba del recreo, tanto así que
nos olvidábamos de la hora. Mi
papá también salía del trabajo
a la misma hora que yo salía
de la escuela; él trabajaba en
la Compañía Minera
“Sayapullo”; era topógrafo. Lo
curioso es que, cuando yo no
llegaba, salía fuera de mi casa
a llamarme con un silbo que, al
escucharlo, dejaba todo y
corría despavorida, porque él
se molestaba cuando llegaba tarde a casa.
Mi casa quedaba a cinco minutos de la escuela. Tenía dos entradas, una de ellas
daba con un campo pequeño, era bonito, tenía árboles, su gras verde y corría mucho
aire; ahí jugaba con mi hermanita y mi mamá siempre se sentaba debajo de un árbol a
tejer y desde allí nos miraba mientras que nosotras jugábamos.
Mi papá nos acompañaba y jugaba con nosotras los domingos por la tarde, después
que terminaba la feria. A la feria llegaba mucha gente de fuera a vender sus productos;
todo era barato y había cosas ricas para comprar. Actualmente todo es caro, ya que en
mi pueblo existe mucho oro. Hay demasiado trabajador informal que explora los cerros
sin ninguna protección.
Todo ha cambiado: mi escuela ahora es grande, hay más profesores, pero mi profesor
sigue ahí aunque con algunas arrugas, pelo canoso y se le ve más cansado. Así lo vi
hace tres años, cuando regresé a mi pueblo después de muchos, pero muchos, años.
Me causó mucha nostalgia porque ya no estaba mi familia, ni mis amigos y mi casita
estaba sola sin ningún habitante. Fue muy triste ver aquellos rincones de cada una de
las piezas de mi casa. Lloré al recordar y pensar que esos momentos vividos no
volverán.
T G
70
Yo nací en un caserío cercano a Contumazá, en una casita hecha de adobe con techo
de teja, rodeada de chacras y de un bosque de eucaliptos, casa de unos tíos abuelos.
La recuerdo como si fuera ayer. Cuando era niña me agradaba mucho, mucho, ir a esa
casa a jugar con mis primos y visitar a mis tíos y abuelos. La tía se llamaba Fefe;
siempre nos daba un chizito de leche (era una taza de medio litro). Cuando ella
ordeñaba las vacas, cogíamos una hojita y con ella comíamos la espuma. Shalo, mi tío
abuelo, me quería mucho; me alzaba y siempre me preguntaba si quería vivir con
ellos. Él siempre vestía de saco.
Siempre viví en un barrio pequeño, cuyas casas son de adobe con techos de teja con
calamina, llamado “El Quique” por un hermoso paraje que allí existe, y creemos que
todo aquel que toma agua de él se queda en Contumazá o regresa. Recuerdo que allí
jugamos con los chicos de la vecindad a
las escondidas, el kiwi, los coscritos, etc.
En este barrio todos somos unidos:
cuando alguien se enferma nos
apoyamos. Todas las mujeres, desde
niñas, tejemos. La vestimenta usada era
polos, pantalones, vestidos y chompas de
lana confeccionadas por las madres.
Cuando estábamos enfermos, nos
llevaban a la tía Elisa, que nos curaba con
hierbas. Recuerdo que, cuando nos daba la gripe, nos preparaba una limonada
caliente con unas gotitas de alcohol. Ella siempre nos curaba de todas las
enfermedades a base de hierbas y, por cariño, le decimos la Mamá Elisa.
Mi abuelo materno era carpintero. Cuando iba al taller, me dejaba jugar con sus
herramientas y me daba un sol de oro para ir a la escuela y a mis primos, también.
Recuerdo mucho la saca de papas; cuando sacaba las papas, salían cortadas;
siempre al costado de la chacra se cocinaban papas que se las comía con rocoto y
atún. De los que no tengo muchos recuerdos agradables es de mis abuelos paternos,
a pesar que vivían muy cerca a mi casa.
Cuando íbamos a la escuela no usábamos uniforme; llevábamos nuestros útiles en
una bolsa hecha por nuestras madres. No celebramos cumpleaños, pero sí nos
preparaban una comida. A los niños varones se les cortaba el pelo en una ceremonia
llamada “Landaruto”. Nos bautizábamos con las costumbres de la Iglesia católica. Ya
en casa, se celebraba con comida y con capillo, donde el padrino echaba monedas
para que los niños las recogieran.
Mi niñez fue hermosa, así como el resto de mi vida, sobre todo la de estudiante.
E.R.D.C. 2013
71
¡QUÉ CARÁCTER EL DE LA BISABUELA! Rememorando la historia de mi vida, asoman esos recuerdos tan añorados de mi infancia: las horas en que mamá, todas las noches, me hacía dormir contándome cuentos tradicionales como “Juan Tirador”, “Los tres hermanos” y muchos más. También perduran en mi corazón las oraciones diarias al acostarnos y el cántico de todos los viernes “San José pidió Posada”.
Mi mamá contaba que su padre era un “rayo”, es decir, muy estricto, pero a la vez muy bueno. Luego de diversos matrimonios, se casó con mi abuela cuando él tenía 70 años y ella 25. Tuvieron seis hijos, a parte de los cuatro que él tuvo con otras mujeres. Fue muy trabajador en su finca y, como músico, muy solicitado para las velaciones del apóstol Santiago u otra celebración popular.
El abuelo solía encargar a mis tíos ver los caballos y bueyes mientras él se iba a hacer alguna diligencia. Sin embargo, ellos se pasaban el tiempo jugando bolitas, trompo, y “huaraca”. Al pasar las horas, los animales hambrientos sentían que regresaba el abuelo por lo que empezaban a bramar y relinchar, haciendo que él note que sus hijos no habían cumplido la orden de alimentarlos.
Mi abuelo tocaba la gaita y el tambor, mientras mi mamá bailaba. A ella le encantaba bailar desde niña. Mi madre siempre contaba que mi abuelo “tendía” el agua, es decir, la distribuía en los surcos de maíz calculándola tan bien en la noche que, al regresar al alba, el agua había mojado cada surco con gran exactitud al punto de no filtrarse fuera del campo ni una sola gota.
El padre de mi madre era muy sabio. Le gustaba leer para su familia y, sin querer, se daba cuenta de las chismosas de la ciudad. Contaba que, cuando las encontraba en el camino, éstas sólo simulaban hilar, pero en realidad se dedicaban a hablar de la gente: “Que dizque así, que dizque asá”, desatendiendo a su esposo y sus hijos.
Otro suceso que marcó mi vida es la historia que mi madre contaba sobre mi bisabuela paterna. Cuando mi bisabuela fue joven, tuvo un novio al cual desechó porque un día, cuando estaba paseando con él, éste tuvo que ir a una reunión de amigos. Al despedirse le dijo: “Espérame que no me demoro”. La bisabuela esperó prudencialmente pero, al ver que no regresaba, se fue. Cuando él la buscó para disculparse, la bisabuela le contestó: “Sólo tu caca te esperará, si es que un perro no la come.” Era una mujer de palabra y, por más que el joven le rogó, no dio tu brazo a torcer.
Cuando mi bisabuela se casa con el bisabuelo, tuvo a mi abuelo, que resultó su primer y último hijo. Ella decía: “Por no haber sabido habré parido, pero de aquí nunca más.”
Mi madre tuvo tres hijos: mis dos hermanas menores y yo. Ambas ya difuntas. Una murió cuando yo era niña y la otra, hace seis años. Ella contaba que, cuando era niña, solía pastar los cerdos. A unos los utilizaba como burrito haciéndole llevar la carga de trébol para que coman más tarde en su chiquero.
Fuimos hijas de un segundo matrimonio de mi madre. Ella quedó viuda con cinco hijos. Tengo muy gratos recuerdos de mi madre y especialmente de mi hermano Valdemar y mi hermana Juana. Ellos eran mis favoritos.
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Vi a mi padre, un hombre trabajador, cumplidor de sus horarios. Con sus obras reafirmaba lo que sus palabras decían y nunca medía sus fuerzas. Si mi madre le decía: “No te acabes la vida trabajando tanto”, él respondía: “Mis fuerzas se van conmigo”. En él nunca escuché una palabra soez, debido a su cultura de usquil. En esa ciudad no se ofenden entre sí con las palabras.
Mi madre era muy relajada, siempre estaba con una sonrisa en los labios o una anécdota que contar. La vida para ella era alegría, siempre propicia al diálogo, al consejo y a la amistad con sus hijos.
Mi infancia en Santiago de Chuco ha sido tan placentera que siempre la llevo en lo más profundo de mi ser. Santiago querido, tierra pujante de la cultura de los Chucos; su vate, César Vallejo, el cóndor, los coraquenques, el huanaco, la alpaca y la Puya de Raimondi.
Las fiestas en Santiago se hacían con cantante y mandolina, guitarra, gaita y caja. Más tarde apareció el picap que funcionaba con batería, luego el tocadiscos, después la radiola a pilas y por último a corriente. Una vez, me llevaron a la fiesta del pueblo, pero los cuetes me asustaron y, cuando lo vi a la tradicional vaca loca, me sentí aterrada, pero lo peor fue al ver el carro, que parecía que venía arrollando a todos. Es que hasta ese día nadie había visto un carro pues la gente viajaba en mula.
Aprendí a leer viendo la clase desde afuera del aula, mirando por la ventana. Mis padres habían alquilado una propiedad para que funcione como escuela del Estado y ahí tuve la oportunidad de asistir a clase, aunque sea desde afuera.
Al crecer, migré a Trujillo. Allí terminé todos mis estudios. Tengo muy buenos recuerdos de mi profesora de Primaria. Nunca me castigó; además destaqué siempre en los concursos de Lenguaje y Matemática, representando a mi escuela en el Centro Viejo Pedro M. Ureña de Trujillo.
Hoy tengo dos hijas: una casada, madre de dos gemelos varones y la otra aún soltera. Mis días los paso preparándome para atender a mis alumnos de la I.E. 82545 de Tambo Puquio. Mis mejores pasatiempos son leer y llenar crucigramas.
S. Agustina Floriano Lavado
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Era la única que llevaba cuadernos forrados
Nací un primero de febrero en Buena vista, provincia de Sánchez Carrión - La
Libertad. Había pocas casas y dispersas. Mi casa estaba al lado de un rio; no había
escuela allí. Existía en otro caserío una escuela y estaba muy lejos; se tenía que
caminar por lo menos dos horas y llevar almuerzo, porque se regresaba en la tarde;
mis hermanos mayores iban allí.
Había muchos niños en edad escolar y más mujeres. Esto fue el motivo para que los
padres se organizaran y construyeran la primera escuela. Con tanto entusiasmo
trabajaban que la terminaron muy rápido y luego solicitaron la maestra.
De mi padre casi no recuerdo, porque se fue al cielo cuando era muy chica. Mi
madre, una mujer muy trabajadora, se preocupaba porque no nos faltara nada pero,
aun así, siempre sufríamos por algo. Éramos siete hermanos, dos hombres y cinco
mujeres. Yo soy la última de los siete hermanos. Mi hermano mayor asumió el rol de
padre: me matriculó a la escuela y siempre estaba presente en las reuniones. Qué
alegría sentía cuando me compraba mis cuadernos y los forraba; era la única que
llevaba mis cuadernos así.
Mi casa era de adobe y techo de ichu. En tiempo de invierno hacia mucho frio, llovía
bastante; yo tenía miedo porque el río llenaba con bastante agua y hacía mucho
ruido.
Recuerdo a la escuelita, que era un solo salón grande, su pared de adobe y techo de
ichu. Estudiábamos hombres y mujeres. En una sola carpeta nos sentábamos
cuatro, llevábamos un solo cuaderno. Materiales casi no había, porque era el primer
año que funcionaba.
Mi profesora -¡cómo la quiero!- era y será única; fue la primera que llegó. Cómo la
queríamos todos en la comunidad porque, aparte de maestra, era doctora, madrina y
consejera.
Mi alimento consistía en la papa, trigo, maíz, quinua, ollucos, y fruta casi no había.
Cuando no había clases, me iba con mi madre a la chacra a sembrar ó cosechar los
alimentos de la estación. Recuerdo que jugábamos en las noches de luna con mis
hermanos y mis primas. Nuestro juego era “a las escondidas” y siempre esperaba el aniversario de la escuela y las fiestas patrias, que siempre eran organizadas por mi
profesora y donde participábamos niños y padres.
Leandra Ruiz Yupanqui
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Mi abuelita era partera Recuerdo aquel caserío llamado Huaranchal, no muy lejos del distrito de Otuzco.
Sus casas son construidas de adobe y barro con techo de teja o paja. La casa de
mis abuelitos era grande, cercana a sus chacras, donde sembraban maíz, trigo,
alverjas, papas y ocas.
Mis abuelitos eran unas personas muy
devotas a San Antonio y celebraban su
fiesta el 13 de junio. Se reunían todos los
pobladores del caserío y les visitaban
diferentes pobladores de otras
comunidades. En esa fecha preparaban
los ricos cuyes con papa y se tomaba la
chicha de jora.
Lo que más recuerdo de mi abuelita es
que era partera y la llevaban a diferentes
lugares, ya sea en el día o de noche. Las
personas se curaban con hierbas como es la papa semitono, la chanca piedra, cola
de caballo, eucalipto, calaguala, yanten, romero, etc.
Mi abuelito tenía estudios hasta el Tercer Grado de Primaria, pero leía y sacaba sus
cuentas muy bien. Mi abuelita no tenía estudios, pero eran personas muy cultas.
Llegaron a tener doce hijos.
Lo que más recuerdo de mis padres es que, cuando ellos se casaron, fue muy
bonito. Estuvo reunida toda la familia y se preparó el arroz con pato.
Lo que no olvido de mi niñez es cuando me dio una enfermedad rara, porque los
médicos no daban con mi enfermedad. Me hinché todo mi cuerpo; ni la ropa me
entraba. Estuve hospitalizada tres semanas. Me sentía triste al ver a mi mamá día y
noche en el hospital conmigo. Me sacó a mi casa mi madre y mucho lloraba al verme
enferma. Gracias a Dios un hierbatero me curó y vino nuevamente la alegría a mi
casa.
M.R.A
75
Mi mamá siempre regresaba a su primera casa
¡Cómo recuerdo mi niñez en aquel lejano pueblito! Mi casa estaba ubicada entre dos
ríos, uno con bastante corriente. Cuando llovía, daba miedo, porque llevaba mucha
más agua y se arrastraba todo lo que encontraba a su paso. En cambio, el otro tenía
poca agua, muy limpia y rica. Salía de una inmensa roca y su agua era la que
consumían las familias que vivíamos allí.
De mi padre tengo muy pocos recuerdos, porque se fue al cielo cuando yo tenía
apenas cuatro ó cinco años aproximadamente. Tampoco conocí a mis abuelos.
Pero de mi madre sí guardo muchos recuerdos, al igual que de mis hermanos. Ella
nos quería mucho, pero también nos corregía severamente cuando alguien se
portaba mal. Felizmente a mí nunca me castigó; será porque yo era la más pequeña
o es que yo tampoco le daba motivo. No me gustaba que ni siquiera me resondre: es
que yo hacía mis deberes sin esperar que me lo estén haciendo recordar a cada
momento. Por las noches nos contaba cuentos después de la cena. Algunos daban
miedo porque se referían al diablo.
Mi hermano mayor sabía hacer pan y todo tipo de dulces. Se amasaba una vez por
semana y ese día era el más bonito. Todos trabajábamos pero, más que todo,
porque comíamos el pan calientito y los bizcochos ni se diga. Mucha gente del
pueblo iba a comprar el pan.
Mi madre era muy considerada por los pobladores del lugar, porque conocía muchas
hierbas curativas (medicinales) y sabia preparar remedio casero para muchas
enfermedades. También porque le gustaba compartir y hacer favores a los demás.
Cuando nos fuimos a vivir a la ciudad, ella nunca se acostumbraba. Siempre
regresaba a su primera casa. Decía que ella quería morir allí. Creo que Dios le
cumplió su deseo, porque así fue.
Sucedió hace dos años y diez meses. Ahora ella ya no está aquí.
L.R.Y
76
VIAJE A LA UNIVERSIDAD
En mi primer año de universidad, tenía un profesor muy estricto, tan apegado a la
regla que, alumno que no llegaba a la hora del examen, simplemente lo
desaprobaba con la nota mínima, sin darle ninguna opción a recuperación, porque
“yo ya estoy avisando y guerra avisada, no mata gente”, decía.
Temerosa de que la fatalidad de llegar tarde me alcanzara a mí, el día del examen
tomé todas las precauciones que me eran posibles.
Me levanté temprano y, en cuanto estuve lista, a toda velocidad corrí a tomar el
microbús que me llevaría a la Universidad. Pero grande fue mi sorpresa cuando, a
los pocos minutos de haber subido, un policía lo detuvo e hizo bajar al chofer,
porque no llevaba brevete.
Tuve que bajarme y volver a subir a otro microbús que, para mala suerte mía, se
demoró mucho en pasar. Muy grande fue otra vez mi sorpresa cuando, ya instalada
en el asiento y tras unos minutos de marcha, otro policía detiene el vehículo y hace
bajar al conductor porque tampoco llevaba brevete.
Empecé a desesperarme. ¡Iba a llegar tarde! A toda prisa bajé y pensé que mejor
sería tomar un taxi; pero, como ya estábamos en la famosa “hora punta”, todos pasaba ocupados, así que me demoré un buen rato hasta que al fin uno se detuvo.
“Aun me quedan tres minutos, seguro que sí llego”, pensé.
Pero con lo que no contaba era que, a una cuadra antes de llegar a mi destino, a
este providencial carro se le reventaría la llanta. “¡Nooo!”, fue todo lo que dije.
En el colmo de mi desesperación, bajé y corrí cuanto pude. “Ya no me queda más
tiempo, seguro que perderé mi examen.”
Como pude, con el rostro lleno de transpiración, llegué a la puerta del aula. Me paré
en seco y.... el profesor no estaba. Había pedido permiso y yo era la única que no
me había enterado.
Prof. Santos Agustina Floriano Lavado
77
Apasionada del vóley
Yo nací un 11 de setiembre en un pequeño pueblito llamado Cascas, situado a una
altura de 1.233 m.s.n.m. Su clima es caluroso, sus calles de tierra y piedra. Allí había
unas cuantas casas de adobe con un techo de calamina y en una de estas era
donde yo vivía.
En aquel tiempo mi padre trabajaba como agricultor cultivando las chacras de otras
personas por lo que recibía un pago diario. Mi madre se quedaba en casa al cuidado
de mis hermanos mayores y yo.
Mi padre nos abandonó cuando yo tenía la edad de cinco años y desde ese
entonces mi madre tuvo que trabajar mucho para darnos el sustento de cada día.
Aún no recuerdo mucho la casa donde nací, porque tuvimos que mudarnos a otra
casa que todavía estaban construyéndola y que, al principio, no contaba con agua ni
luz eléctrica, porque todavía no había esos servicios en mi pueblo. A medida que
fueron pasando los años el pueblo prosperaba, aumentaban las familias, había
nuevas autoridades e iban apareciendo nuevos servicios que eran de vital
importancia para la población.
Asistí a un jardín donde estudie un año (a los 5 años). Mi educación primaria la
estudié en la Escuela Primaria n°107 y tuve una profesora por cada año lectivo.
También en ese tiempo aprendí a jugar vóley y me fascinó, porque el profesor que
llegó nos entrenaba para competir con otras escuelas del lugar. Mi escuela era
bonita, de color celeste con blanco, color que identificaba a nuestro uniforme
deportivo. Respetábamos a nuestros mayores porque, si hacíamos algo malo, nos
castigaban.
En mi niñez por las mañanas asistía a estudiar. Regresaba a casa, almorzaba y
retornaba nuevamente a la escuela, porque estudiábamos todo el día, y por las
noches realizaba mis tareas con el apoyo de mis hermanos mayores.
Los días que no asistía la escuela, como cualquier niño o niña de mi edad, ayudaba
a mi madre en los quehaceres del hogar y nos reuníamos en mi casa con las
vecinas a divertirnos jugando. En algunas ocasiones nos reuníamos fuera de
nuestras casas para jugar nuestro deporte favorito EL VÓLEY. Nos divertíamos
mucho.
ROSA ALVA DE MALAVER
78
Era la única mujercita entre varones
Nací el 13 de Julio de mil novecientos cuarenta y ocho, en Cascas, tierra bella y
hospitalaria, a dos horas de Trujillo, región La Libertad.
Mis padres, Ramiro Rivera Ledesma y Marina Alcántara Camacho. Mi papá trabajó
en la sastrería cosiendo pantalones y camisas de varones y mi mamá, en los
quehaceres de la casa, cocinando, lavando, planchando y criando animales
domésticos.
Con mis hermanos vivíamos en armonía; mucho me querían, porque yo era la única
mujercita entre tres hermanos varones.
Vivíamos en una casa de adobe, pintada con cal; había una sala, comedor, cocina y
patio jardín que, hoy en día, aún conservamos. No teníamos agua potable y
cargábamos de las piletas que había en la ciudad o pagábamos un aguatero para
que lleve a casa el agua. Cocinábamos con leña y, después, con cocina a kerosene,
que me alegré bastante tener mi cocina a kerosene.
Estudié en la escuelita n°107, ahora conocida como Colegio Politécnico. Antes, en
mi escuelita, eran sus corredores de tierra y el patio donde jugábamos, también. Mi
señorita era muy buenita y se llama Nelsina Angulo de Oyague. El mobiliario era de
madera; nos sentábamos en carpetas. No usábamos material didáctico para
trabajar. El comportamiento era muy bueno, porque todas las profesoras eran rectas
y serias empezando desde la Directora, a la cuál recuerdo mucho, que se llamaba
Victoria León Alva.
Nuestra alimentación quizás era más saludable que hoy en día, porque comíamos
menestras, camotes y yucas, sin curarlos con fungicidas e insecticidas, que son
dañinas para nuestra salud, y la carne era de corral.
Durante el día tomábamos desayuno, almuerzo y cena. Mi niñez la pasaba
ayudando a mi mamá jugando y estudiando.
Los días festivos de mi tierra son la Feria Patronal, en honor a la Virgen del Rosario
de Chiquinquira, y los cumpleaños de mi papá, mamá, hermanos, abuelos, tíos...
Nos reuníamos en la casa toda la familia para celebrar y compartir el cabrito con
yuca de costumbre
Gloria Rivera Alcántara
79
Arrojó por los suelos mi autoestima
Está anécdota dejó un imborrable recuerdo, del cuál nunca pude olvidarme, y me
sucedió en mi adolescencia, época aún más difícil. Era el momento de mi desarrollo,
y eso creo que fue la causa para que destruya mi personalidad y arrojó por los
suelos mi autoestima.
Todo sucedió cuando cursaba el tercer año de Secundaria en el colegio San Gabriel. Un día que asistió el profesor de matemáticas, nuestra aula se convirtió en un
desorden donde mis compañeros competían en ser el más escuchado en medio de
ese caos escolar. Nuestra aula estaba ubicada cerca de la dirección y no medimos
las consecuencias.
En ese instante, inesperadamente, entró en Director, el señor Barboza que, con su
estatura mediana y su origen cajamarquino, tenía un aire de prepotencia y
autoritario. Empezó inexplicablemente a dar consejos. En lugar de castigarnos, nos
hablaba de comportamiento, el respeto y otros valores.
Yo, que me sentaba adelante por motivo de acoso de adolescente de un compañero,
estaba escuchando los repetibles consejos con mi lapicero en la boca, un juego
involuntario e inofensivo de mi edad.
Entonces, el Sr. Director me hizo salir al frente y me colocó el lapicero de forma
horizontal entre mis labios.
Las risas y burlas de mis compañeros no se hicieron esperar y estaba avergonzada
y, al sentirme burlada e impotente, rompí en un llanto de ira, de dolor del alma y
deseándole mil veces que éste mal Director nunca hubiera existido pues, ex húmero,
me hizo pasar tremenda vergüenza, que me quedó como una herida , con una
cicatriz imborrable.
Cuando llegué a mi casa, también me puse a llorar y mi padre me preguntó el
motivo. Le conté y él quiso ir a arreglar cuentas con el Sr. Director de hombre a
hombre, pero yo le dije que no se vaya porque se creaba más problema. Espero que
le haya ido bien a ese señor, que me hizo daño, pues mi familia me enseño a no
odiar ni maldecir a nadie.
Gloria Rivera Alcántara
80
MI PROFESORA ERA MUY RECTA
Mi nombre es Erinda Eudelia Tisnado Nureña. Nací en la provincia de Contumazá el
15 de Mayo de 1968. Mi pueblo se caracteriza por ser hospitalario. Mi casita,
construida con adobe y teja.
Mis padres fueron Rosario y Ermila. Mi papá era agricultor y mi mamá, ama de
casa. Ellos siempre, en todo momento, me dieron siempre buenos consejos, amor y
protección. Somos siete hermanos: tres mujeres y cuatro varones. Nos llevamos
muy bien. En mi humilde casita siempre nos reuníamos a comer el rico trigo con
gallina que mi madre nos preparaba y también saboreábamos la rica chicha de jora.
Cuando era la cosecha, íbamos a la chacra donde mi papá realizaba las trillas de
alverja y trigo y todos nosotros jugábamos muy felices en las eras de paja.
Mis estudios primarios los realice en una escuelita de Contumazá N° 101. Mi
profesora era muy recta; mucho nos
castigaba y le teníamos miedo.
La Educación Secundaria la estudié en
el colegio nacional “Abel Alva” de mi pueblo. Siempre recuerdo a mi profe-
sor de literatura, Lucio Alva León,
quien siempre nos exigía leer las obras
literarias María y Romeo y Julieta.
Estudié educación superior en el
instituto “Fidel Zarate Plasencia” de Contumazá.
Actualmente soy docente en la I.E. N° 821102 del caserío Nueve de Octubre; mi
especialidad, Educación Primaria.
Tengo un hijo llamado Marlon Obando Tisnado, a quien quiero y lucho por él.
Erinda Tisnado
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¡Cuidado con el amigo Walter!
Recuerdo que en mi juventud salimos a pasear con mis amigos destino al Salario.
Entre ellos se encontraba mi amigo Walter. Llegamos a un lugar donde teníamos
que pasar el río y, como estaba un poco difícil, teníamos que ayudarnos a pasar.
Cuando me tocó el turno a mí, muy amable, mi amigo Walter estiró la mano, me
hizo el engaño y me caí al agua. Todos me miraban y se reían de mí.
Yo sentí un poco de cólera, pero les hice creer que también me había causado risa;
también me reí con ellos y seguimos caminando. Con el sol me fui secando, lo
pasamos muy bonito.
Actualmente cuando nos encontramos el grupo de amigos siempre nos acordamos y
reímos.
Erinda Tisnado
Una experiencia que me conmocionó Al comenzar mis actividades profesionales, como profesora contratada, a principios
del año 1998, me tocó vivir una experiencia que me conmocionó plenamente pero, a
la vez, me fortaleció como profesional y me hizo reflexionar de la responsabilidad
que nos toca dentro de la sociedad.
Aquel año se produjo el denominado “fenómeno del niño” y, como profesionales de
la educación a quienes nos tocó impartir enseñanza en el distrito de Sayapullo,
tuvimos que recorrer la trocha carrozable caminando, debido a que los puentes y
parte de la carretera los había destruido las torrenciales lluvias.
Caminamos durante dos días, con nuestras vestimentas totalmente mojadas, a
oscuras, debido a que nuestras linternas de mano se habían quemado. Pasábamos
por caseríos y anexos donde la gente padecía de frio y hambre. Una colega, debido
a un padecimiento renal, falleció porque no pudo ser atendida oportunamente en los
caseríos aislados. Sufríamos mucho, tampoco había posta.
Esto me enseñó a valorar mi profesión ya que es una responsabilidad de sacrificio y
admiración. Es un honor ser profesora de Educación Primaria.
Rosa Alva de Malaver
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ME GUSTABA JUGAR A LA ESCUELITA Me llamo Pilar Roncal Cubas. Nací el 1 de marzo de 1964 en la hermosa
ciudad de Cajamarca, capital del Carnaval Peruano. Mi padre era policía y mi
madre, trabajadora de servicio en el Hospital Regional. Mis padres se
separaron y fue para mí un golpe muy duro.
Somos seis hermanos. Yo soy la segunda y la única hija mujer. Mis hermanos
paternos son cuatro y la relación que llevo con ellos es muy mala por ser ellos
muy egoístas; dos son médicos, uno profesor y otro ingeniero agrónomo.
Mi casa era muy bonita, con todos sus servicios. Tenía cuartos para todos. Esa
casa se la dieron a mi padre por ser policía, pero la tuvimos que dejar cuando
mi padre se separó de mi madre y nos fuimos a vivir con mis abuelos maternos.
De pequeña siempre me gustaba jugar a la escuelita. Estudié la Primaria en la
escuela “Delia Chávez Aguilar”, que era muy grande y bonita, y la Secundaria
en el colegio más grande de ese entonces “Juan XXIII”. A los quince años terminé y a los dieciséis postulé a la Universidad Nacional de Cajamarca,
ingresando en el noveno puesto a la especialidad de Zootecnia porque la
especialidad de educación estaba muy peleada. No contenta con eso, postulé
al Instituto Superior Pedagógico “Hermano Victorino Elorz Goicochea”, ingresando en la especialidad de Primaria. Estudiaba en los dos centros a la
vez pero, luego de hacer el cuarto ciclo de Zootecnia, lo dejé porque me casé a
los diecisiete años y no contaba con el apoyo de mi esposo.
Fui a vivir a la ciudad de Chiclayo y allí vivía una vida pésima, así que regresé
a Cajamarca y continué en el Instituto Pedagógico. Allí terminé ya con mi
menor retoño, mi hija.
A los veintidós años, en Junio de 1984, hubo un concurso para ingresar a la
carrera pública. Ingresé ocupando el segundo puesto. Fui a trabajar al caserío
de San Martín y allí estuve cinco años. Luego me reasigné a Tambopuquio y
estuve doce años. De allí salí por rupturar con el director de ese entonces.
Luego me destacaron a Farral por un lapso de dos años y de allí me dieron por
oficio la plaza en la I.E. Punguchique, en la que permanezco hasta hoy.
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Yo nací en 1967 en la provincia de Contumazá (Cajamarca). Cuando era
pequeña, asistía a una escuelita de mi pueblo que, por cierto, era una creación
de mi tía. En aquella época había una sola profesora para todos los grados y
éramos un promedio de ochenta alumnos, desde los siete hasta los dieciocho
años. Mi padre era agricultor y mi madre, ama de casa. Éramos una familia de
bajos recursos económicos. Somos tres hermanos que nos llevamos de
maravilla.
Nuestra vivienda era de material rústico, como es paja y adobe, pero era un
hogar muy feliz porque mis padres nunca discutían delante de nosotros y
nunca nos castigaron físicamente. Ellos eran bien alegres en nuestra
presencia. Nuestra alimentación era de lo que sembraba mi papá: papa, maíz,
arvejas, trigo y cebada. Y muy pocas veces arroz, leche, carne, etc. En mi casa
ayudaba a mis padres en la chacra y en el cuidado del ganado. Tuve una vida
muy feliz al lado de ellos.
Empecé a trabajar como profesora de Educación Primaria a la edad de veintiún
años en una escuelita de la zona rural muy alejada, a ocho horas de camino
desde donde me dejaba la movilidad. En el año 1994 me enviaron allí a crear
una escuela donde no había nada, ni local ni mobiliario ni materiales.
Pedí prestado un cuartito que apenas alcanzaba para los niños y yo perma-
necía de pie, porque no había espacio para colocar la mesa de profesora.
Después de semanas, la familia que me prestó el espacio se cansó por las
travesuras de los niños y me pidió que dejara su casa.
Yo, preocupada por eso, reuní a
mis padres de familia y les invité a
conseguir el material para poder
hacer las paredes del aula. Ellos
aceptaron y tenían que caminar
seis horas para traer la paja que se
mezclaba con la tierra para hacer
los adobes, pero no les importaba
pues, por mi forma de concien-
tizarlos, se lo hicieron con buena
voluntad. Mientras que los padres construían la pared, yo bajaba caminando al
distrito a pedir ayuda a las autoridades para el material del techado y la
madera. Allí me apoyó un padre español de Mallorca, llamado Antonio Bonet
Vicens, que hoy se encuentra en Lima en la parroquia de Pachacamac. Él, con
buena voluntad, donó todos los materiales que faltaban y los padres los
trasladaban al hombro hasta la obra. Ya en el mes de octubre del mismo año
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(yo había llegado en marzo) contábamos con un aula ya terminada y espacio
para la dirección.
Luego, a los tres años, la Región me apoyó con 33.000 soles para poder
construir dos aulas más de material noble y ya no tenía que pedir el apoyo de
los padres: todo su trabajo era pagado.
Durante los quince años que trabajé en ese lugar pude captar niños de esa
comunidad y de otras más cercanas que, a pesar de tener su escuelita,
preferían caminar una o dos horas para llegar a la mía. También logré enseñar
a leer a los padres de familia y a la comunidad, a través del programa de
alfabetización, en forma voluntaria por mi parte. También traté de unirlos y
enseñarles los buenos hábitos de vida como son las reuniones de cumpleaños
en sus hogares, las fiestas de promoción de los niños, etc.
Empecé a trabajar con quince niños y, cuando salí de allí, tenía cincuenta y
seis; esto se debe gracias a la forma amable de tratar a los padres de familia y
a los niños, las coordinaciones que tenía con ellos y la sencillez y confianza
que les brindé.
Después de quince años tuve que abandonar mi institución escolar, que ya
estaba bien equipada con todo lo necesario, bien implementada y con muchos
alumnos ya profesionales. Llegó a ser la primera institución escolar reconocida
de esa zona. Después de cuatro años que abandoné ese lugar, hoy tengo
entendido que solo existen cinco alumnos.
Les pido a todos los colegas que acepten la tarea de ser docente con cariño y
respeto y así triunfarán. Nada es imposible, todo se logra.
UN DÍA EN LA VIDA DE…
¡Hola!, soy Emma Díaz del Castillo, profesora de la I. E. del caserío de
Conodén, distrito de Cascas, provincia de Gran Chimú, Dpto. de la Libertad,
Perú. Sabes, quiero expresar un saludo fraterno a cada una de las personas
que tengan la oportunidad de leer estas líneas. Quiero contarte parte de mi vida
y del quehacer cotidiano.
Los domingos por la tarde viajo de mi lugar de origen, Contumazá, que está
aproximadamente a cuatro horas del lugar donde trabajo en bus, más una hora
caminando.
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Vivo en una casa alquilada con mi familia que la formamos tres personas (mi
esposo, que es profesor, mi hija y yo). Mi hija se llama Aniluz, tiene siete años y
está en 2º Grado. Ella, al igual que nosotros, camina. A veces, los lunes por la
madrugada, nos levantamos a las 2:30 am. Algunos fines de semana me quedo
en mi comunidad con Aniluz.
Trabajo de lunes a viernes de 8 am. a 1 pm. Todos los días me levanto
temprano, porque tengo que realizar muchas cosas: arreglar la casa, asearme,
preparar desayuno, alistar a la niña para que vaya a estudiar, etc. Después de
tomar desayuno partimos a la I.E. hasta la cual tenemos que caminar 15
minutos. En la escuela estoy, como he dicho hasta la 1 pm. dictando clases.
Luego, regresamos a casa a preparar el almuerzo, donde participamos toda la
familia, y a las 2:30 almorzamos. Seguidamente se lava el servicio y
arreglamos la casa.
Algunos días regreso a trabajar por la tarde afianzando a los niños, reunión con
PP FF (padres de familia) y otras actividades que, algunas veces, se prolongan
hasta la noche. Cuando me quedo en casa, ayudo a Aniluz a hacer sus tareas,
lavo ropa, tejo tapetes, manteles, etc. a crochet, que me gusta mucho hacerlo.
Por la noche preparo la cena y la compartimos en familia dando gracias a Dios,
vemos TV, preparo la clase para el día siguiente hasta las 11 pm. Luego
descanso. ¡Ah, me olvidaba! También voy a trabajar alfabetizando algunas
tardes.
Así mismo te quiero contar que me siento feliz de ser profesora y poder ayudar
a otras personas.
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ECHABA EL LAZO A CABRITOS Y TERNEROS
Yo conocí a mis abuelos paternos, Ernesto y Rosa. Ellos vivían en Contumazá, provincia del departamento de Cajamarca. Tuvieron nueve hijos, cinco varones y cuatro mujeres, de los cuales dos fueron profesoras, Aída y Bertha; Nilsa puso su panadería y Manuela vivió poco porque se suicidó. Los varones se dedicaron a la agricultura y ganadería.
Mi abuelito tenía sus chacras en Curipamba, a una hora de Contumazá. Él tenía muchas reses de las cuales había vacas que ordeñaba y, de la leche que sacaba, hacía cuajada y obtenía el quesillo. Una parte lo vendía y el resto lo hacía queso. Al principio mucho se le morían sus reses por lo que tuvo la necesidad de veterinaria y así poder salvar a muchas reses de las diferentes enfermedades. También curaba el ganado de mucha gente, razón por la cual él fue considerado y respetado por la sociedad. Durante la semana vivía solo en Curipamba, porque mi abuelita nos asistía en el pueblo para ir a la escuela de Primaria, pero el fin de semana nos íbamos ayudarle y acompañarlo al abuelito. Se le notaba muy alegre y feliz, pues él nos convidaba quesillo fresquito, queso en el desayuno y, por las tardes, el arroz con leche y mi abuelita mataba los cuyes o una gallina para el almuerzo. Mi abuelito por las noches nos enseñaba a rezar y nos contaba muchos cuentos del , etc., hasta quedarnos dormidos. Pero su tristeza llegaba a las cinco de la tarde de los días domingos, porque nuevamente se quedaba solo; nosotros teníamos que ir al pueblo a estudiar. En los meses de abril o mayo eran las cosechas de papas. Era una especie de fiesta porque se compartía mucha alegría ya que se reunía mucha familia: tíos, tías, primos (as), amigos etc.
Mi abuelito, como criaba mucho ganado, ya no alcanzaba en Curipamba, pues tenía que llevar su ganado a un potrero de la hacienda de El Portal, denominado Huecondo, y allí pastaban en los meses de invierno y primavera. Luego mi abuelo envejeció y murió en el año de 1993, a los 98 años de edad. También mi abuelita falleció a los 102 años en el año de 1 998.
A mis abuelos maternos no los conocí. Mi mamá nos cuenta que a su madre no logró conocerla porque se quedó de ocho días de nacida. Mi abuelito falleció cuando ella tenía ocho años de edad. Ellos vivían en Cosiete, a dos horas de Contumazá. Mi madre se quedó al cuidado de su tío abuelo materno. Ellos fueron siete hermanos, cinco mujeres y dos varones,
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Mis padres aún están con vida. Mi padre es Casinaldo, tiene ochenta y tres años, y mi madre es Elodia, con setenta y ocho años. Somos doce hermanos, seis hombres y el resto son mujeres. Bueno mis padres tienen su casa en Contumazá en la cual vivíamos y allí crecimos. Mi padre se ha dedicado toda su vida a la agricultura y a la crianza de ganado en los terrenos de Curipamba y mi madre se dedicaba a los quehaceres del hogar; ya después mi papá consiguió trabajo en la hacienda de El Portal. Mi abuelito era amigo del hacendado y fue él quien recomendó a mi papá para que trabajara en ella.
Luego mi papá tuvo la oportunidad de trabajar doce años en la hacienda de El Portal, desde el año 1960 hasta 1972. Ésta pertenece al distrito de San Benito, provincia de Contumazá. Él era el único trabajador de dicha hacienda y estaba al cuidado del ganado vacuno, caprino y bobino; también controlaba el producto de las cosechas de los cultivos que se sembraban y, por lo general, él cuidaba todos los bienes, porque el dueño había depositado toda su confianza en él. Recuerdo que ordeñaba varias vacas; la leche la descremaba y sacaba la mantequilla; la leche descremada se la daba a los chanchos. También hacia el queso. El dueño venía una vez al mes de Trujillo y se llevaba el producto; él era Juez de Menores y trabajaba en la Corte Superior de Trujillo. Algunas veces venía con sus amigos y se iban a cazar venados. Mataban uno, dos o tres y mi padre los guiaba; él sabía en donde se encontraban, pues no había salida perdida. Yo recuerdo que los venados daban vuelta por la casa. También mi padre cazaba sus venados, perdices, palomas, etc. A mi papá lo despidieron del trabajo por razones de la reforma agraria: el dueño le asignó una parte de terreno para que crie y cultive la tierra y mi madre tuvo que ir a la ciudad a asistirnos para estudiar: ya mi abuelita no quería asistirnos.
Yo soy el quinto hijo y, de niño, recuerdo haber vivido en esa hacienda de El Portal. En ese entonces yo era el mayor en casa, pues mis hermanos mayores estaban estudiando en Contumazá porque en El Portal no había escuela. Yo me divertía mucho jugando con los cabritos chiquitos echándoles lazo, de igual con los terneros, pero cuidándome de las vacas que embestían, ya conocía aquellas que no me querían ver cerca.
Luego llegó el momento de ir a la escuela, por lo que tuve que viajar a Contumazá. En principio mucho me enfermaba: extrañaba a la casa, a mamá y a los hermanos menores. No me acostumbraba. Mi abuelita nos asistía, ya éramos cinco hermanos que nos asistía. Pues a mi madre la veía en julio y diciembre; a papá lo veía cada quince o treinta días. Esto duró cuatro años; posteriormente mi madre nos asistió. Yo estudié en la escuela primaria N° 82530, antes 101. de Contumazá. Me vacilaba jugar el fútbol, pero también jugaba bolitas y el trompo. La Educación Secundaria la hice en el Colegio Nacional “Abel Alva”; aquí me gustaba participar en las competencias de atletismo, natación y, a la misma vez,
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me estaba preparando para postular a la escuela de la Policía Nacional: tenía el sueño de ser militar. Postulé, pero no ingresé.
Luego regresé a Contumazá y trabajaba ayudándole a mi papá en la chacra. Después de dos años decidí estudiar una carrera técnica y, justamente en ese tiempo, se creó el Instituto Superior Tecnológico “Felipe Alva y Alva”, en el cual estudié la carrera técnica de Producción Agrícola. Luego ingresé a trabajar al Magisterio como profesor de aula en la escuela N°82542 del caserío de San Felipe. Es un lugar muy bonito, su paisaje reverdece casi todo el año, su clima, templado fresco, su gente es amigable y muy buenos. Antes había conocido una chica de Colbot, comprensión del distrito de San Benito, de la cual me enamoré y contraje matrimonio civil. De dicho compromiso tenemos dos hijos, Javier y Daniela. Luego se suscitaron múltiples problemas de incompatibilidad, por lo que decidimos separarnos.
Allí, en San Felipe, trabajé once años desde el año de 1989 hasta el 2000 y tuve la oportunidad de dirigir al equipo de fútbol y quedar campeón zonal en los Juegos deportivos escolares y participar en la ciudad de Cascas en dos años seguidos para representar al distrito. Paralelo a esto seguí mis estudios de profesionalización docente en el Instituto Superior Pedagógico de “INDOAMERICA” de la ciudad de Trujillo. También estuve cinco años encargado de la Dirección de dicha escuela (S. Felipe) y, durante mi gestión, se logró hacer una canchita de fulbito con apoyo de los padres de familia y demás profesores para que jueguen los niños; no había donde jueguen los alumnos, sólo era pendiente. También con la participación de ellos se logró hacer una nueva infraestructura y, con el apoyo económico de la Región y con las municipalidades de Cascas y Contumazá, hoy en la actualidad tiene una infraestructura hermosa. En este lugar logré rehacer mi vida conyugal, enamorándome de la mujer que quiero y amo, con la cual tenemos tres hijos: Patricia, Luisa y Franco. Resido en la ciudad de Trujillo. Luego solicite mi reasignación a la Institución Educativa de Punguchique; en esta escuelita ya tengo doce años laborando.
FIN
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Un día, cuando salí de las clases de capacitación de la ONG, como estaba muy
apurada y cansada, tomé el bus y me quedé dormida.
Después de un buen rato me despertó el joven que cobraba el pasaje. Miré a
todos los lados y vi que todo era desconocido y le pregunté que dónde
estábamos. El joven me dijo que esta era la segunda etapa de Manuel Arévalo.
¡Dios mio! Yo vivo en la tercera etapa. Bajé asustada a preguntar cómo tenía
que llegar a mi zona.
Cuando llegué a casa, encontré a mi esposo preocupado por la tardanza pero
muy contento de verme.
UN PASEO EN BICICLETAPor una mañana, mi hermano mayor, Freddy, me invitó a pasear en bicicleta
por las calles de mi barrio. Yo iba sentado en la caña de la bici. A unas
cuadras encontramos a un amigo de mi hermano quien se montó al vuelo en la
parrilla de la móvil en que íbamos. Continuamos paseando muy contentos por
las calles de mi lindo barrio cuando, de
pronto, salió un perro negro ladrando y
queriendo mordernos. Mi hermano, que iba al
volante, quiso esquivarlo subiendo a la
vereda del señor José, quien tenía cercado
su jardín, que estaba frente a su casa, con
alambre de púa.
Mi hermano Freddy perdió el control y caímos en el alambre de púa gritando;
yo gritaba porque mi ropa estaba desgarrada y mi pierna cortada por la mitad.
A mi hermano y a mi amigo nos les había sucedido nada, pero estaban muy
asustados.
Me llevaron rápidamente a mi casa y mi madre se asustó mucho. Mi tío, que
estaba en casa, junto con mi madre me llevaron al hospital. Luego de tres
pinchazos de anestesia, me dormí. Más tarde desperté en casa, en la cama de
papá, descansando y siendo bien atendido. Así sané de los dieciocho puntos
que tenía en la pierna.
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Cuando empecé a estudiar el Primer Grado de la Primaria, mi profesora me
puso la tarea de la O. Tenía que hacer varias líneas en la misma hoja.
Entonces pensé que haciendo una O grande en toda la hoja reemplazaría a
tantas pequeñas. Y así lo hice.
Mi profesora observó mi cuaderno y me castigó fuertemente. Empecé a llorar y
no paré hasta que se vio obligada a llevarme a mi casa.
Una mañana muy calurosa mi madre no
me quiso llevar al mercado. Lloré mucho y
me quedé pensando qué podía hacer. Se
me ocurrió ir al mercado a comprar
cochinillas.
Regresé a casa y comencé a reventarlas
una por una en mi cara, cuello y brazos. Esperé que se secara y luego me eché
en la cama. Como sabía que mi papá salía de franco (día de descanso), me
estaba abrigando en mi cama. Mi mamá ya estaba en casa haciendo el
almuerzo.
Pasado un rato llegó mi papá, preguntó por mí y mi mamá le dijo que estaba en
mi cuarto. El subió, tocó la puerta y rápidamente regresé a mi cama. Cuando el
me vio, se asustó y gritó:
- ¡Melchora!
Y ella contestó:
- ¡Ya voy! ¿Qué pasa?
- ¡Mira esta criatura, está volando en fiebre!
- Qué raro, hace una hora que yo la acabo de dejar bien.
- Pero, ¡mira su color!
Y le asentó un manazo.
Luego ella se acercó, me miró bien y vio que una de las manchas había
chorreado, y ella dijo:
- Mira, esta demonia ¡se ha pintado!
Salió corriendo mi pobre madre y mi padre salió por su tras:
- Perdóname, Melchito, la próxima vez voy a tener más cuidado.
Y desde ese día nunca más me creían.
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Cuando tenía nueve años, mi prima y yo íbamos a la chacra a llevar comida para los peones. Al llegar a la chacra, los peones trabajaban arando. Al costado de la chacra se encontraba un nido de conejitos muy pequeños y peluditos. Me sentí tan contenta que, sin que se dieran cuenta, me los llevé a casa, pues pensaba
Cuando llegué a casa, se los mostré a mi mamá quien, al verlos, se enojó tanto que me dijo que era mala y muchas cosas más. Me sentí muy triste y aún más cuando los vi morir uno a uno. No imaginan cuan arrepentida estaba; quería regresarlos, pero estaba muy lejos y llovía. Hoy, cuando lo recuerdo, me da mucha tristeza.
L A F L O R A Un día, mi maestra hace la clase de Ciencias Naturales respecto a la riqueza
de la región en sus tres reinos y nos pregunta:
- ¿Alguien conoce la flora de nues-
tro pueblo?
- Profesora, yo la conozco.
- Muy bien, dice. Explica, niña.
- Doña Flora, la que vende caldo en
el mercado.
La profesora se sonrió de mi inocencia e
ingenuidad y nos hace a todos la
aclaración del tema. Ese día nos explicó
que ese nombre se le da a los vegetales de una región.
Esta anécdota ha quedado como algo muy gracioso que me ocurrió.
Santos Agustina Floriano
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Creaciones Literarias
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Creaciones Literarias
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EL CÓNDOR Amanece en Los Andes.
El cóndor despliega sus alas
y el sol
le envía el calor de sus rayos.
Ya levanta el vuelo,
ya planea sobre las poderosas
cumbres.
Sus ojos penetrantes vigilan la
tierra,
contemplan mi esforzado trabajo.
Levanto la cabeza hacia el cielo
y saludo al sol y al cóndor.
Luego continúo depositando las
semillas,
una a una,
en el regazo de la madre tierra.
Otra nueva cosecha
derramará sus frutos.
Y así mi familia
no sentirá más hambre.
Todo irá bien
mientras el cóndor vigile
allá en lo alto
EL CHANCHITO
El rosado chanchito
estaba muy cansado
de pasar todo el día
amarrado a un palo.
Trataba de liberarse
y nunca lo conseguía
por más que lo intentaba.
Pero él no se cansaba.
Y se puso a imaginar
otra forma de escapar.
Por fin dio con una idea:
si tuviera hermosas alas
podría volar
y volar.
Cerró los ojos cansado.
y vio sus alas creciendo.
Con ellas pudo volar
sobre los montes y valles.
Con sus patitas
le decía adiós a sus dueños:
Ya no estoy atado.
Ya soy libre.
¡Libre!
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UNA DULCE MELODÍA
Un pájaro, que cantaba muy feo,
volaba por el bosque.
De pronto se detuvo al escuchar la
dulce melodía que, contento, yo
tocaba con mi flauta y por los árboles
se metía.
Todos los animales del bosque se
reunían para escuchar mi dulce
flauta.
Muy feliz me sentía al ver a mis
amigos disfrutar de aquel momento y
de la alegría que yo sentía al tocar.
BARRIENDO EL PATIO En un pueblecito, cierto día, un niño
se puso a barrer el patio de su casa.
De pronto hubo un ventarrón y
comenzaron a aparecer las cosas más
dispares. Así observó que un gato
aparecía por la esquina de una casa
maullando. Lejos de él una hoja
bailaba en el viento y a lo lejos se veía
un botón de camisa. Cada vez caían
más y más hojas secas.
De pronto, un pajarito vino a cantar
cerca del niño y eso le causó mucha
alegría. Así tuvo ganas de seguir
barriendo todo el patio.
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UN NIÑO MALO
Yo vivía cerca de un jardín lleno de
hermosas flores de distintos colores:
geranios, papelillo, rosas, margaritas,
campanas, lluvia de sol, claveles…
De pronto, apareció un niño con un
palo y comenzó a destruir una por una
todas las flores golpeándolas con él.
Yo miré asombrada y sentí mucha
pena e impotencia al no poder hacer
nada, ni por el niño, ni por las flores
que ahora ya están destruidas.
Ya no se ven flores en el jardín por
culpa de ese niño que no supo valorar
ni cuidar nuestra naturaleza.
Yo me siento triste mirando la tierra en
la que antes hubo tantos colores.
EL NIÑO FLAUTISTA
Un gallinazo que cantaba muy feo
volaba por un bosque. De pronto, se
detuvo a escuchar la hermosa melodía
que, contenta, yo tocaba con mi flauta
sentada bajo un árbol.
Todos los animales del bosque se
reunieron a escuchar el dulce sonar de
mi flauta y yo, muy contenta, disfrutaba
con ellos.
Mi flauta también se siente orgullosa y
día a día salen de ella más bellas
melodías.
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EL VIENTO
Es una tarde oscura, las nubes cubren el sol y el viento hace
revolotear las hojas secas y los papeles tirados en la calle.
Entonces veo un pajarito que
alegra la tarde con su canto y un
gatito, asomando su cabeza por
la esquina de una casa con
techos artesonados de muchos
colores.
Un niño aparece con su escoba
para barrer toda esta basura y
dejar limpia la calle. A pesar de
que el viento hace revolotear las
hojas secas y los papeles, él no
se desanima y, aunque se en-
cuentra solo, consigue dejar la
calle tan limpia como nunca había
estado.
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EL PAUCAR En la selva peruana
de exóticos animales
vive un pájaro que imita
sonidos muy admirables.
El origen de esta ave
es una historia fatal
de un muchacho mentiroso
que a todos caía mal.
Era un niño que vestía
prendas muy coloreadas,
amarilla su camisa,
negro pantalón llevaba.
Paucar era muy chismoso,
de toda la gente hablaba,
criticaba día y noche
y a todos enojaba.
Paucar contó a todo el pueblo
que una anciana era bruja
y, montada en una escoba,
paseaba por la luna.
Cuando Paucar se encontraba
a las orillas del río,
la anciana lo encontró
y le dijo:
- Ven conmigo.
Voy a darte una lección
que no olvidarás jamás
A todos los de este pueblo
ya no vas a criticar.
El hada con su varita
en ave lo convirtió.
Desde entonces en la selva
vive un pájaro cantor.
Vive en la Amazonía
nuestro pájaro Paucar
con su vistosos colores
que a todos hace alegrar.
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ROMANCE DE MAMA RAIGUANA
Cuentan que hace muchos años los animales hablaban y la gente de la Tierra no podía comer nada, pues hubo una gran sequía y repetidas heladas.
Yucas y habas se perdían y hasta las papas se helaban. Entonces un pajarillo pensó cómo ayudaba a conseguir los alimentos que Raiguana almacenaba. Raiguana era una diosa que a los hombres no ayudaba. El bonito pajarillo ave Yuc Yuc se llamaba. Y su amigo el Papamoscas, que a Yuc Yuc acompañaba, echó pulgas a montones en los ojos de Raiguana. Raiguana, rasca que rasca, soltó a Conopa su hijo y un águila que pasaba con sus garras llevó al niño. Mama Raiguana temblando sobre los terrenos echa papas, ollucos y yucas y otras riquezas varias. Yuc Yuc le devuelve al hijo y la gente, satisfecha, da las gracias a la diosa y disfruta sus cosechas.
101
EL ZORRO ENAMORADO DE LA LUNA
Un zorrillo muy pequeño que vivía en los valles se enamoró de la Luna y ya nada le distrae. Pidió consejo a un viejito, sentado bajo un pacae, le dijera muy prontito por donde la Luna cae. Busca el cerro más alto, -el viejito respondió-, y así sabrás que has llegado a donde nadie llegó. Cuando la Luna sea llena, salta, zorrito, veloz. Partió el zorro a la carrera, muchas montañas subió; siempre había una más alta y esto al zorrillo cansó. Al fin el zorro llegó, todo cubierto de nieve, y, al mirar por todos lados, la cola y orejas mueve: -No veo un pico más alto, ninguno que más se eleve. En un profundo silencio, la Luna fue apareciendo. Casi se podía coger, y el zorro muy contento. Y, dando un fuerte salto, un pie en la Luna posa y la Luna entre sus brazos lo recibe cariñosa. Y si miramos al cielo, cuando la luna es más clara, veremos en ella al zorro en los brazos de su amada. Nunca sabremos de cierto si no puede regresar o es que está enamorado y no lo quiere intentar.
102
EL ROMANCE DE LOS NIÑOS Unos niños que leían
las lecciones de estudiar
aprendían muy poquito;
yo se las he de enseñar.
Si no las aprenden pronto
yo les voy a castigar
con una rama de anís,
de esa forma aprenderán.
LLORANDO Y RIENDO Una vez había un niño
que se llamaba Paquito.
Se metió por la quebrada
y se rompió su bracito.
Mientras él iba llorando
su mamá arrancó a cantar
y así fueron caminando
como un coro nacional.
Un vecino que los vio
pronto les quiso ayudar;
dio un caramelo a la madre
que ella se puso a chupar.
Paquito pidió un poquito
y ella no le quiso dar.
Siguió llorando Paquito,
feliz está su mamá.
EL NIÑO
Un niño que iba a caballo,
trota, trota por el campo,
tropezó con una rama
y cayó bajo el naranjo.
Su mamá, que oyó los gritos,
lo llevó al hospital´.
Ahí un doctor muy famoso
lo cortó por la mitad.
Ahora el niño ya no llora,
que lo acaban de enterrar.
La que llora y patalea
es ahora su mamá.
MI AULA Los alumnos de mi aula nunca cesan de gritar, porque tienen muchas ganas de salir siempre a jugar. La maestra cariñosa les invita a callar, contándoles una historia que siempre han de recordar La historia era de un cóndor que salió a cazar. Un día cazó a una doncella, que se la llevó a su hogar. Ya siempre fueron felices; juntos iban a cazar. Y los niños, desde el valle, admiraban su volar.
103
EL VIÑERO DE MI VIDA
Era día soleado.
Las uvas estaban en el huerto
esperando ser cosechadas.
El color y olor daban fe de su madurez.
Contemplando el viñero me senté
a probar tan rica exquisitez.
Una, a una, fueron llenando mi boca,
Saboreé su jugo
como néctar de dioses.
Poco a poco fueron llenando las cajas
para ser llevadas a las mesas.
Espero la próxima cosecha
para seguir saboreando
los ricos frutos del viñero.
.
MAESTROS POR CAUSA JUSTA 5 de setiembre, día trascendental,
los maestros del Perú
iniciamos una huelga nacional.
Defendemos nuestros derechos
y nuestra estabilidad laboral.
Unidos, los maestros de la zona rural,
salimos en protesta,
marchamos en movilización,
avivamos con pancartas,
lanzamos arengas.
Era tanta la unión
que compartimos olla común.
Muy importante es
que todos nos unamos
a defender nuestros derechos :
“Los maestros unidos jamás serán vencidos”
¡OH NIÑA LINDA!
El día en que naciste
fue el día más maravilloso
de este mundo.
Cuando estabas
en el vientre de tu mamá,
ya te queríamos todos
¡tanto, tanto!.
Todos te esperábamos ansiosos.
Nunca imaginé
tan hermosa niña,
tan linda como el sol.
Desde ese día
fuiste mi razón de ser.
Ahora que estás tan grande
te quiero aún más.
Cada vez que me alejo de ti,
mis ojos se anublan por el llanto,
un gran llanto.
¡Te quiero tanto mi niña linda! .
A MI BEBÉ Cuando estabas en mi barriguita,
tú pateabas.
Yo te acariciaba,
te cantaba canciones,
lindas canciones,
y tú tranquilito dormías.
No habías llegado,
y ¡ya te esperábamos!
con amor,
mucho amor,
deseando que llegaras sanito,
con la bendición de Dios.
¡Eres la razón de mi existir!
Tú te quedas en casita,
yo voy a trabajar,
pero nos damos un beso
tan grande como el mar.
Marivel Calderón
104
HISTORIAS A PARTIR DE LA PALABRA GENERADORA “GALLINA”
I
Agustina y Rosa
II
Sara y Esther
III
Marivel, Margarita y Pilar
105
HISTORIAS A PARTIR DE LA PALABRA GENERADORA “CHINA”
IV
V
Cuando celebramos la fiesta de Shina en Chimbote, invitamos a Karina y a Chabela.
La mesa de la fiesta estaba bien surtida con chicitos, chin-chin, churros y vasitos de chicha y chocolate.
Karina y Chabela comieron a su gusto. Karina y Chabela vinieron a la fiesta porque amaban a Shina. Le dieron muchos abrazos y le hicieron saber lo mucho que la amaban.
106
A PUNGUCHIQUE Punguchique, pueblo acogedor, llegué a ti donde encontré el amor. De tu gente surgió un sembrador que cultivó mi corazón, formando un nidito de amor. ¡Oh, humilde sembrador! Con tu trabajo y tesón me ofreciste la uvas y el arroz. Punguchique, tierra de ensueño y de calor, llegué a ti con ilusión. Gracias te doypor haberme entregado tu corazón.
LA MAESTRA Inteligente y bella, nos quiere mucho, como una estrella. A la maestra yo le pido que me enseñe con cariño. Con la paciencia que tiene, ella quiere a los niños. La maestra se llama Elena; no le gusta tocar cosas ajenas. Es puntual, responsable, amiga sincera y amable.
RÍO SAN FELIPE Río San Felipe, en invierno agua abundante alegra mi pueblo. Corres tormentoso, reventando piedras y troncos. Soy pequeña. Me embriago al ver tus remolinos con tu aroma singular. Siento pena, rápido emigras. Te espero ansiosamente el próximo año.
Amado San Felipe, ¿a dónde corremos chicos y grandes para mirarte después de la tormenta?
CAMINANDO, CAMINANDO Amanecí un día caminando al trabajo. Camino y camino, cruzando el río. El sol me agotaba, pero yo seguía. Cruzaba cerros, peñas y quebradas, Y, de pronto, la lluvia empapa mi cara. Ya no siento cansancio, ya es noche cerrada Y, feliz, llego a mi posada.
EL SOL Empieza un nuevo amanecer. El sol brillante asoma por el cerro y los pájaros le dedican sus hermosos cantos. Nos brindas calor y vida. Tus rayos penetrantes despiertan al que dormía. Abro los ojos y descubro un nuevo día: el sol brillante que me da la vida.
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INSTITUCIONES EDUCATIVAS PARTICIPANTES - RED EDUCATIVA
PROFESORES EN ACCIÓN:
II.EE INICIAL N° 2032 –Tambopuquio
II.EE N° 82545 - Tambopuquio
II.EE N° 80690 - Huancay
II.EE N° 82542 - San Felipe
II.EE N° 821102 - Nueve de Octubre
II.EE N° 821149 - Conodén
II.EE N° 821169 - El Molino
II.EE N° 82614 Inmaculada Virgen de la Merced - Punguchique
EQUIPO FORTALECIMIENTO DE CAPACIDADES - CIEDI LA LIBERTAD:
OMAR VALERY SOTO HUAMAN
Responsable de Fortalecimiento de Capacidades Locales JENNY MERCEDES JUAREZ ORELLANA Responsable de Salud
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